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Ciclo Andino

Technical Report · December 2013


DOI: 10.13140/RG.2.2.11644.54407

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Daniel Sepúlveda Arias


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UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
FACULTAD DE CIENCIAS QUÍMICAS
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA TIERRA

Ciclo Andino
Requerido por la Asignatura de Geología Andina
Profesor Dr. Andrés Tassara Oddo

Ayudantes
Virginia Barrales
Javiera González
Rayen Rivera

Alumnos
Camila Elizabeth Santana Canales
Daniel Nicolás Sepúlveda Arias
Pas Victoria Toledo Rubilar

Concepción, 03 de Diciembre del 2013


INTRODUCCIÓN

Descripción del margen Andino

La Cordillera de los Andes es un tipo de orógeno no colisional resultado de la subducción de una


placa oceánica bajo la placa Sudamericana. Su formación comenzó hace 200 +/- 20 Ma atrás con
el ciclo tectónico Andino y continúa hasta el presente. A pesar de poseer un marco tectónico
común en toda la cadena, la evolución geológica tiene notables diferencias a lo largo de ella.
Durante esta, diversas fases tectónicas han participado, algunas de ellas asociadas a eventos
orogénicos que se desarrollaron de manera global. Estas fases han influido directamente en la
dinámica del margen andino provocando que los Andes hayan pasado de un régimen extensivo a
un régimen compresivo. En 1924, Stille definió lo que era una fase orogénica y para el caso
andino, su origen era el resultado de largos periodos extensivos con creación de cuencas
interrumpidas por episodios breves de compresión que cerraron estas y provocaron la
deformación de los sedimentos. Estos episodios de extensión y compresión se alternaban, siendo
los episodios extensivos de una duración mayor a los compresivos, sin embargo, lo descrito por
Stille es muy difícil de aplicar para la formación de los Andes ya que la única manera de que se
haya formado un orógeno de tal magnitud es por periodos de compresión largos y no por
pequeños periodos compresivos sobre largos periodos extensivos.

Los Andes en la actualidad representan el cinturón montañoso más grande del planeta, se
extiende por más de 7000 km a lo largo del margen Pacífico de Sudamérica, desde el Mar Caribe,
a los 11° de latitud N, hasta el segmento norte de la dorsal de Scotia, a los 55° de latitud S,
atravesando Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y parte de Venezuela, ocupando una
superficie aproximada de 330.000 km2. Este orógeno posse volúmenes de rocas ígneas asociadas
a una gran actividad metalogénica que ha originado depósitos de clase mundial. Diferentes
autores reconocen que se encuentran segmentado de Norte a Sur debido a diversos parámetros
abordados más adelante en este informe. La historia geológica de los Andes comprende una serie
de procesos de acreción, colisión, subducción, acortamiento, engrosamiento cortical, fallamiento,
deformación, magmatismo y sedimentación, etc. que han ido cambiando a través de los últimos
200 Ma permitiendo con ello, la formación de las características morfoestructurales de los Andes
que hoy observamos.

Ciclo tectónico Andino

El ciclo tectónico Andino que dio origen a los Andes comienza en el Jurásico Inferior con la
reactivación de la subducción en el margen. En este momento y hasta el Cretácico Inferior, la
subducción era sobre un continente fijo dominado por un régimen extensivo. Luego, a finales del
Mesozoico, alrededor de los 80 Ma, se produce un salto muy fuerte que cambia la dinámica del
margen andino, producto de la aceleración de Sudamérica hacia el oeste como resultado de la
separación de África cambiando el ángulo de subducción de tipo Mariana a Chilena (Uyeda y
Kanamori, 1979 en Camus, 2003), imponiendo así una fuerte compresión en el margen andino.
De este modo, la historia de la formación de los Andes se divide en 2 etapas, una primera etapa
extensiva desde Jurásico-Cretácico Inferior y una segunda etapa compresional desde el Cretácico
Superior al Reciente (Camus, 2003).

En la evolución de este ciclo en Chile, Charrier et al., 2007, divide el margen de los Andes en 3
grandes segmentos: Altiplano-Puna (15-27°S), Cordillera Frontal-Cordillera Principal (27-39°S)
y Andes Sur-Australes (40-56°S), agrupándolas en dos regiones, una de los 15° hasta los 39°S y
la segunda de los 40°S hacia el sur, según sus características paleogeográficas.

En la primera etapa, extensiva (Jurásico-Cretácico Inferior), la primera región (15-39°S), está


caracterizada por el desarrollo de un arco magmático paralelo al margen oeste de Gondwana
coincidiendo en gran parte con el norte de Chile con el arco La Negra que se extiende desde los
18° hasta los 33°S en la Cordillera de la Costa, y con una cuenca de trasarco al este que incluye la
Cuenca de Tarapacá (18-28°S), la Cuenca Marginal Abortada de Aconcagua (28-33°S) y la
Cuenca de Neuquén (36-39°S), (Camus, 2003), mientras que la segunda región, de los 40°S hacia
el sur, está caracterizado por el ensamble de Patagonia y la disgregación de Pangea. En la
segunda etapa, compresiva (Cretácico Superior-Reciente), el arco magmático migra hacia el este
y las cuencas de antepais se desarrollan en el lado este del arco, principalmente en el norte del
país, mientras que en el centro-sur permanecieron estacionarias.

Posteriormente a la separación propuesta por Camus en el 2003, Charrier, 4 años más tarde
propone que el ciclo puede ser divido en dos periodos principalmente, subdividido el primero
periodo en dos, dando así tres etapas: Jurásico Inferior tardío a Cretácico Inferior tardío –
Cretácico Superior a Eoceno Medio – Eoceno tardío al Presente, (Charrier et al., 2007) (Fig.1).
Estas etapas describen una historia de subducción donde en una primera etapa hay extensión y
una segunda etapa pulsos compresivos distintos que permitieron crear los Andes.

Fig. 1: Etapas propuestas por Charrier et al., 2007.


En la primera etapa, Jurásico Inferior tardío – Cretácico Inferior tardío (Albiano), se registró al
norte de los 39°S, distinguida por el desarrollo de un arco magmático orientado norte-sur a lo
largo de lo que hoy constituye la Cordillera de la Costa y una cuenca de trasarco al este del arco
que se mantuvo por debajo del nivel del mar en esta etapa. La subducción era del tipo Mariana
dominando así un régimen tectónico extensional en el margen continental, actividad magmática
intensa a lo largo del arco y abundante sedimentación en la cuenca de trasarco. La primera etapa
del ciclo es dividida es dos subetapas, la primera de ella, Jurásico Inferior tardío al
Kimmeridgiano, que está caracterizado por una intensa actividad del arco y el desarrollo de un
ciclo marino transgresivo-regresivo en la cuenca de trasarco. Hacia el término de esta subetapa, el
mar progresivamente se retiró de la cuenca y dio paso a la depositación de una secuencia
evaporítica (yeso principal – Formación Auquilco) marcando con ello el cierra de la cuenca
marina. La segunda subetapa, Kimmeridgiano – Titoniano al Aptiano-Albiano, está caracterizada
por una actividad menor en el arco, el cual migró paulatinamente hacia el este y por un segundo
ciclo marino transgresivo-regresivo en la cuenca de trasarco. Hacia finales de esta subetapa toma
lugar una importante fase tectónica, Fase Peruana o Subhercínica el cual provoca la emersión del
margen continental durante un episodio de intensa deformación compresiva, con alzamiento y
erosión de las unidades pre-existentes e inversión de las cuencas de trasarco. Este fuerte régimen
compresivo está asociado al fuerte acoplamiento que se produjo entre la placa oceánica y
sudamericana producto de la reducción del ángulo de subducción pasando así de una subducción
Mariana a una tipo Chileno, todo ello producto de la separación progresiva de Sudamérica y
África dando paso al actual Océano Atlántico, (Camus, 2003).

En Chile son pocas las rocas que afloran de esta primera etapa, se encuentran principalmente en
la Cordillera de la Costa Norte, esencialmente intrusivos, y algunas en la Cordillera de Domeyko,
Cordillera Frontal.

En la segunda etapa, Cretácico Superior – Eoceno Medio, el escenario cambia drásticamente


luego de la Fase Peruana, el arco magmático se movió considerablemente hacia el este, ocurre la
formación de una cuenca continental de antepaís al este del arco y se genera una zona de antearco
de mayor ancho. Esta etapa se caracterizó por episodios extensionales asociados con una intensa
actividad magmática. Los depósitos del Cretácico se acumularon en una serie de cuencas
extensionales controladas por fallas ubicadas a lo largo del arco magmático. La sucesión
depositada contiene dos discordancias, ambas relacionadas a eventos tectónicos: una ubicada en
el límite Cretácico Inferior - Cretácico Superior asociada con la reactivación de condiciones
extensionales predominantes en el inicio de la segunda etapa de la evolución Andina y la otra que
separa los depósitos del Cretácico Superior - Paleógeno Inferior que representa un breve evento
de deformación compresiva asociada a la Orogenia K-T (Charrier et al., 2007). La Fase Incaica es
el tercero evento compresivo Andino que comenzó en el Eoceno Superior aproximadamente y
marca el cese de la actividad magmática en el arco, provocó la inversión tectónica del arco y de
las cuencas extensionales y además causó la deformación de los depósitos, todo ello como
respuesta del aumento de la velocidad de convergencia (>15 cm/año) entre la placa Nazca y
Sudamericana (Pardo, Casas y Moldar, 1987; Cole, 1990 en Camus, 2003). Las fallas
extensionales originadas durante la formación de las cuencas de trasarco y otras generados
durante la deformación Incaica dieron lugar al sistema de fallas de Domeyko (Boric et al., 1990
en Camus, 2003) y en conjunto con todos estos acontecimientos también se produjo el
emplazamiento de cuerpos intrusivos sintectónicos (Ladino et al, 1997; McClay, 1998 en Camus,
2003). Con el inicio de esta fase concluye la segunda etapa y se da inicio a la última etapa de la
evolución del ciclo Andino (Steinmann, 1929; Charrier y Vicente, 1972; Charrier y Malumian,
1975; Maksaev, 1978; Cornejo et al., 2003; Reutter, 2001 en Charrier et al., 2007).

La tercera etapa, Paleógeno tardío – Presente, está caracterizada por presentar un predominio de
procesos de erosión y sedimentación. A partir del Eoceno tardío se marca una diferencia a partir
de los 27°S. Hacia el norte, en el ámbito Altiplano-Puna, el arco magmático se mantuvo
aproximadamente en la misma posición, misma posición que presenta en la actualidad, y estuvo
bordeado por una cuenca de antepaís de retroarco, mientras que hacia el sur, se desarrollaron
números arcos magmáticos con una marcada migración hacia el este (Charrier et al., 2009).
Durante el Eoceno Superior-Oligoceno se produjo el emplazamiento de grandes pórfidos
generando las mayores concentraciones de cobre en el mundo, uno de estos yacimientos
formados durante este periodo es Chuquicamata. (Camus, 2003). A partir del límite Oligoceno-
Mioceno un nuevo evento compresivo tuvo lugar a lo largo de todo el orógeno Andino, este
evento se asocia a la Orogenia Pehuenche. Los pulsos compresivos se mantuvieron hasta el
Plioceno temprano (Charrier et al., 2009). En el Mioceno temprano a medio, la deformación se
extendió hacia el este con el desarrollo de fajas corridas y plegadas y cuencas de antepaís de
retroarco presentes principalmente en Argentina y en el norte de Chile en lo que es hoy la
Depresión Intermedia y Precordillera. En el Mioceno tardío al Plioceno temprano se produjo una
perturbación en la evolución tectónica que coincide con la generación de mineralización porfídica
de Cu-Mo en sectores donde anteriormente se había encontrado el arco magmático. Esta
mineralización se originó en etapas tardías de los arcos magmáticos, a continuación de episodios
de engrosamiento cortical y la ubicación de estos centros estuvo controlada por la existencia de
fallas mayores (Charrier et al., 2009). La compresión continuó a lo largo del margen, provocando
mayor alzamiento y la rápida exhumación que caracteriza la Cordillera de los Andes en el
presente.

Historia evolutiva y la segmentación

La configuración morfológica de los Andes está fuertemente influenciada por su historia


evolutiva. Esta configuración lleva implícita la variación latitudinal, llamada en el presente
informe "segmentación andina", compuesta de seis segmentos propuestos por Clemo, González y
Ríos, 2013, con números romanos (Mapa 1, Anexo), cada uno de estos recibe el nombre de las
morfoestructuras más representativas o de una característica específica y distintiva, de norte a
sur:
Segmento I: "Plateau": abarca desde los 17°S al norte, hasta los 28°S en Chile y 21°S en el límite
oriental de las Sierras Subandinas en Argentina. Durante el Triásico y el Cretácico Inferior un
arco magmático estuvo activo, en la actual Cordillera de la Costa del Norte de Chile. Al oriente
de este arco se desarrolló la cuenca extensional ensiálica de Tarapacá, en la cual se acumularon
sedimentos marinos y continentales en el Triásico Superior y Cretácico Inferior. La deformación
ocurrida en el Cretácico Medio causó el alzamiento de esta cuenca de trás-arco, formándose la
Proto-Cordillera de Domeyko. Desde el Cretácico Superior al Cenozoico ha ocurrido una
discontinua migración del arco magmático hacia el este, evidenciada por la aparición de
depósitos volcánicos e intrusivos en las unidades más orientales del segmento (Altiplano, Puna,
Cordillera Oriental y Sierras Subandinas).

Segmento II: "Flat Slab": comprende las latitudes 28°S a 33°S y representa un límite entre la
zona volcánica del Plateau y la zona volcánica de la Cordillera Principal. Tuvo un arco
magmático a lo largo de la actual Cordillera de la Costa. En el Cretácico una cuenca de tras-arco
marginal o abortada expelió importante material volcánico. Estos se interdigitan al este con una
estrecha plataforma de rocas carbonatadas y sedimentarias (Plataforma de Aconcagua). En el
Cenozoico las unidades presentan sólo depósitos sedimentarios, que podría estar ligado al cambio
en el ángulo de subducción, lo que generó un gap volcánico en la zona.

Segmento III: "Cordillera Principal": desde los 33,5°S aproximadamente hasta los 38°S,
corresponde a la separación de los Andes Centrales con respecto a los Andes del Sur. Se
caracteriza por un arco magmático estacionario en el eje de la Cordillera Principal; desde el
Jurásico al Presente. Sufrió un engrosamiento en el Oligoceno Superior-Mioceno (Muñoz, et al.,
2000). Al este del arco magmático se desarrolló la cuenca de Neuquén (36º a 39ºS). Esta es una
gran cuenca de tras-arco ensiálica que se rellenó con sedimentos marinos y continentales desde
el Jurásico al Cretácico Inferior al Reciente. Sufrió un engrosamiento en el Oligoceno Superior-
Mioceno (Muñoz, et al., 2000). A partir del Cretácico, esta cuenca muestra evidencias de una
deformación caracterizada por sistemas de fallas de sobre-escurrimiento y un volcanismo
cuaternario activo. El Cenozoico se presenta en la Cordillera de la Costa como rocas
sedimentarias, en el Valle Central como rocas volcánicas y sedimentarias. Las dos
morfoestructuras del sector Argentino poseen rocas sedimentarias y volcánicas del Cenozoico.

Segmento IV: "Cordillera Patagónica": este segmento va desde los 38°S marcados por la
transición de la Cordillera Principal a la Cordillera Patagónica hasta los 46,5°S en el Punto Triple
de Taitao donde se subducta la Dorsal de Chile. En esta zona existe un magmatismo de ante-arco
en Aysén ligado a la subducción de la Dorsal de Chile. En este segmento el arco ha sido
oscilatorio, existiendo una menor extensión en el tras-arco. En esta zona existe un magmatismo
de ante-arco en Aysén ligado a la subducción de la Dorsal de Chile. En este segmento el arco ha
sido oscilatorio, existiendo una menor extensión en el trasarco. En el Mesozoico los depósitos
son principalmente volcánicos, excepto en el Sistema Neuquino, el cual presenta secuencias
sedimentarias. El Cenozoico también se caracteriza por depósitos volcánicos y sedimentarios,
excepto la Cordillera de la Costa.

Segmento V: "Cordillera Austral": corresponde al fin de la subducción de la placa de Nazca bajo


la Sudamericana y abarca hasta 53°S. En el Mesozoico y Cenozoico se formaron las rocas que
componen este segmento. En la Cordillera Patagónica las rocas son principalmente metamórficas
e ígneas, mientras que en el Macizo del Deseado existen rocas volcánicas y sedimentarias.
Durante el Cenozoico, las unidades presentan niveles continuos de rocas sedimentarias y
volcánicas.

Segmento VI: "Cordillera Fueguina": su límite norte es el Estrecho de Magallanes, es decir desde
los 53°S en el Océano Pacífico, hasta los 55°S en el Atlántico, su límite sur corresponde al fin del
continente. En el Jurásico y Cretácico se depositaron secuencias sedimentarias. Desde el
Cretácico al Neógeno existen volcánicas y sedimentarias, existiendo sólo estas últimas desde el
Cuaternario.
Esta segmentación está basada en la estructura profunda, además de rasgos distintivos del
orógeno, asociado a una serie de parámetros, como la tectónica, topografía, litología, ángulo de la
placa subductada, etc.

Aceptación y posibles causas de la segmentación

A través del tiempo distintos autores han analizado los Andes y han propuesto diferentes
clasificaciones con el fin de identificar segmentos que tengan, de cierto modo, características
geológicas homogéneas distintivas de los demás. El primero fue Ganser (1973) quien divide al
orógeno en tres tramos: Andes del Norte (al norte del Golfo de Guayaquil, a los 4°S), Andes
Centrales (entre 4°S y 46°30´°S) y Andes del Sur (al sur del Golfo de Penas, a los 46°30´°S),
basado en las diferencias tectónicas de primer orden. Varios autores han estado de acuerdo con
esta clasificación (Auboin et al., 1973; Zeil, 1979; Thorpe, 1984; Mpodozis y Ramos, 1989; Kley
et al., 1999), sin embargo los límites y hechos usados para caracterizarlos son ampliamente
variables. Moreno (2004) reconoce que la integración de diferentes parámetros nombrados a
continuación, permiten comprender la recurrencia de la segmentación en los Andes y la
definición de sus límites. Los parámetros principales de la causa de las segmentación Andina son
los siguientes: la evolución geológica (Mpodozis y Ramos 1990; Tebbens y Cande, 1997; Echtler
et al, 2003; Folguera et al., 2002; Frutos,1980), (2) la influencia y control de estructuras Pre-
Andinas (Echtler et al., 2003), (3) el estilo estructural y consecuente deformación cortical de la
placa superior (Dewey y Lamb, 1992; Beck et al., 1998; Kley et al., 1999; Cembrano et al.,
2000), (4) la topografía, morfología y grado isostático de la Cadena Andina (Ramos, et al., 1996;
Gôtze y Kirchner, 1996; Frutos, 1980; Tassara y Yañez, 2003), (5) la distribución del volcanismo
cuaternario (Scheuber y Reutter, 1992), (6) la distribución y mecanismos de la sismicidad (Pardo
et al, 2002; Plafker y Savage, 1970; Beck 1998; Lomnitz, 1970; Barrientos 1990; Contreras et
al., 2003), (7) la reología, geometría y edad de la placa subductada (Tebbens y Cande, 1997;
Laursen et al, 2002; Fuenzalida et al., 1992; Yañez et al., 2001), (8) la forma, profundidad,
inclinación y estado de estrés del plano de Benioff a lo largo de la Fosa Andina (Frutos, 1980;
Slancová et al., 2000), (9) el grado de acoplamiento en la interfase cortical y variaciones en el
grado de desplazamiento y deformación superficial (Klotz et al., 1999; Klotz et al., 2001;
Tichelaar y Ruff, 1991; Ruegg et al., 2002, Brooks et al., 2003), (9) la dinámica del antearco
(acreción de sedimentos o erosión) y los procesos neotectónicos en las cuencas del antearco
(Bang y Cande, 1997; Lohrmann, 2002; Adam y Reuther, 2000; Laursen et al., 2002).

Contenido del informe

Este trabajo aborda la temática de la historia evolutiva de Los Andes desde hace 200 +/- 20 Ma,
describiendo la evolución geológica, configuración paleogeográfica, contexto tectónico-
estructural, relacionando esto, con el problema fundamental de estudio de este informe, la
creación de un orógeno por subducción morfoestructuralmente segmentado producto del
desarrollo e inversión de cuencas de trasarco-antepaís, todo esto en base a bibliografía, mapas por
periodo y cuadros tectonoestratigráficos de los segmentos del orógeno andino con los que se ha
trabajado en laboratorio. También se describe la distribución de yacimientos de Cu-Au a través
del tiempo desde el punto de vista de la metalogénesis. Finalmente se genera una discusión con
respecto al problema fundamental y a partir de todo lo anterior se enuncian las principales
conclusiones.

OBJETIVOS GENERALES

 Establecer la relación entre la evolución geológica del margen Andino y los diferentes
eventos tectónicos, magmáticos, cinemáticas, mineralógicos, que han acontecido en los
últimos 200 Ma influyendo en la configuración actual que hoy observamos en los Andes.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Interpretación cuadros tecnonoestratigráficos para entender la evolución andina a partir de


los segmentos definidos en el modulo 2 por Clemo, González y Ríos, 2013.
 Interpretación los mapas por periodos con un énfasis en las unidades aflorantes en Chile y
su distribución espacio-temporal.
 Entender los parámetros variables de la subducción y las diferentes fases tectónicas que
han influenciado en ella.
EVOLUCIÓN GEOLÓGICA ANDINA

A continuación se describe detalladamente para cada segmento la evolución geológica (en cuanto
a unidades y contexto tectónico-estructural) y configuración paleogeográfica del margen Andino
en cada intervalo de tiempo en base a los mapas por períodos y cuadros tectonoestratigráficos
confeccionados de cada segmento.

Segmento I (15°-28° Lat. S)

En el Triásico Superior se reinicia la subducción y ya en el Jurásico Inferior comienza un roll


back que genera un régimen extensivo, además se desarrolla un arco volcánico en la Cordillera
Occidental (Anexo, Segmento I), representado por depósitos volcanoclásticos de la Fm. Pan de
Azúcar y Tres Cruces, al oeste que se alternan con sedimentos continentales que corresponden a
una cuenca de ante país. Más al oeste del arco se emplazan intrusivos tales como Súper Unidad
Punta Coles, y hacia el este en Bolivia otros de edad jurásica.

En el período que se extiende desde el Jurásico hasta el Cretácico Inferior, la fase tectónica
Peruana compresiva es responsable de un cambio significativo en el ángulo de subducción, lo que
trae consigo un cambio en el régimen extensional ocasionando plegamientos en las unidades.
Además en la Cordillera de la Costa Norte, se observa una migración del arco volcánico hacia el
oeste donde se genera un arco de islas y posteriormente la apertura de una cuenca de trasarco
hacia el este (Anexo, Segmento I) que se refleja en los sedimentos de las formaciones Livilcar,
Sierra del Cobre y El Profeta. Se emplazan intrusivos bajo el arco volcánico.

El Cretácico se caracteriza por numerosos cambios de régimen tectónico. El período inicia


tornándose en un régimen compresivo, llamado fase tectónica Sub-Hercínica y luego a mediados
del Cretácico Superior se genera nuevamente un roll-back de la placa subductada ocasionando
actividad extensional en la corteza. El período culmina con un nuevo cambio de fase tectónica, de
extensivo a compresivo, pero con un componente dextral horizontal oblicuo, lo anterior
singulariza a la fase tectónica Larámica. Durante el régimen extensional el arco se ubica entre la
Depresión Intermedia y la Cordillera Occidental y se abre una cuenca de trasarco en la Cordillera
Oriental. El efecto que provocan estos eventos se ve reflejado en la migración del arco hacia el
este, luego hacia el oeste y por último nuevamente al este. Además en este período también se
registra una regresión marina.

Este período finaliza con un nuevo evento compresivo llamado Orogenia K-T, evidenciado por
discordancias en secuencias sin-orogénicas de la cuenca de antepaís del Salar de Atacama,
asociadas al alzamiento de la Cordillera de Domeyko.

La subducción oblicua continúa hasta finalizar el Eoceno Inferior, donde ocurre una nueva fase
tectónica de carácter compresivo denominada Incaica, que se extiende hasta el Oligoceno
generando fajas corridas y plegadas hacia el este con desarrollo de cuencas piggy-back. El arco se
ubica en la Depresión Intermedia y en la Cordillera de Domeyko y se registra además abundante
plutonismo tanto en esa zona como en la Cordillera Oriental.

En el Oligoceno Superior la actividad volcánica se extiende hacia el este, desde la Depresión


Intermedia hasta la Cordillera Occidental y se forman cuencas de ante-arco con depósitos de
material grueso a fino en la Cordillera de la Costa Norte, Depresión intermedia y Cordillera de
Domeyko que abarcan hasta el Holoceno.

En el Mioceno Medio el arco volcánico sigue extendiéndose hacia el este, desde la Depresión
Intermedia hasta la Cordillera Oriental por otro lado, la compresión da origen a una nueva fase
tectónica denominada Quechua.

Desde el Pleistoceno hasta la actualidad, continúa la compresión y se reconoce un rápido


alzamiento y exhumación de la cordillera a los 2 Ma lo que genera depositación de sedimentos
continentales.

Segmento II (28°-33° Lat.S)

Al igual que en el segmento anterior se reinicia la subducción en el Triásico Superior para luego
en el jurásico inferior comenzar con un roll-back produciéndose un régimen extensivo. En el
Jurásico Inferior se desarrolla un arco volcánico que se emplaza a través de la Cordillera de la
Costa Norte y Cordillera Frontal, representados por depósitos volcanoclásticos ubicados más
hacia el oeste, los que se intercalan con sedimentos de una plataforma carbonatada. Más hacia el
este comienza la depositación de sedimentos continentales correspondientes a una cuenca de
trasarco y además se instalan intrusivos al oeste del arco.

Hacia finales del Jurásico e inicios del Cretácico se observa una migración al oeste del arco
volcánico en la Cordillera de la Costa Norte, formándose un arco de islas y la apertura de una
cuenca de trasarco hacia el este, todo lo anterior producto de un cambio en el ángulo de
subducción, que además provoca el cambio de régimen tectónico de compresivo a extensivo
asociado a la fase tectónica Peruana. Se emplazan intrusivos para luego en el Jurásico Inferior
comenzar con un roll-back produciendo un régimen extensivo.

En el Cretácico Superior al igual que el segmento anterior está marcado por numerosos cambios
de régimen tectónico, comenzando por la fase tectónica Sub-Hercínica de carácter compresivo,
seguido del desarrollo de un roll-back de la placa subductada a mediados de este período que
provoca movimientos extensionales en la corteza, y culminando con la fase tectónica compresiva
Larámica. Durante el régimen extensional el arco se ubica entre la Cordillera de la Costa Norte y
Cordillera Principal y se abre una cuenca de tras-arco en la Cordillera Frontal En el período se
registra además una regresión marina y la apertura de una cuenca de ante país con depósitos
marinos calcáreos que se cierra al final del período (Anexo, Segmento II).

En el Paleoceno comienza a disminuir progresivamente el ángulo de subducción inferido por la


escasa cantidad de depósitos volcánicos y se empieza a producir un acortamiento progresivo de la
corteza debido al régimen compresivo imperante del período generándose fajas corridas y
plegadas hacia el noreste del segmento con desarrollo de una cuenca de antepaís.

Hacia el Eoceno Superior desaparecen definitivamente los registros de un arco volcánico


producto de la subducción plana, todos los sedimentos son continentales depositados en cuencas
generadas por compresión. Además desde este período comienza el emplazamiento de numerosos
pulsos magmáticos que van a generar depósitos minerales.

El Mioceno, Plioceno y Pleistoceno están caracterizados por abundante actividad magmática


generadora de depósitos minerales.

En el Holoceno no hay volcanismo, sólo cuencas modeladas por la topografía y depósitos


continentales generados por la erosión de estructuras alzadas por la compresión actual.

Segmento III (33°-39° Lat.S)

Durante gran parte del Jurásico se emplazan granitoides de composición intermedia a básica, en
la región costera, representados por la unidad Mincha fluctuando entre los 190 y 130 Ma. Hacia
el este se ubica la cuenca jurásica-cretácica de Neuquén, que corresponde a una cuenca de
antepaís extensional, representada por la intercalación de sedimentos volcánicos y marinos
silíceos, y luego por rocas calcáreas.

El Jurásico finaliza con la fase tectónica Araucana, que se caracteriza por desarrollar una serie de
movimientos diastróficos provocando una emersión general.

Hacia el Cretácico Inferior y Medio la deformación es intensa en el borde occidental, donde se


desarrolla una faja plegada y corrida, mientras hacia el antepaís es muy atenuada (Anexo,
esquema tectónico en Segmento III), además se observa abundante emplazamiento de plutones,
de diferentes composiciones, a lo largo de la Cordillera principal.

En el Cretácico Superior al Paleoceno se registra la fase tectónica Peruana, en la abundancia de


discordancias de los sedimentos en la cuenca neuquina principalmente.

El Cretácico culmina con el evento Orogenia K-T y posteriormente se observa una migración del
arco hacia el este.

Desde el Paleoceno hasta el Eoceno Superior se desarrolla un arco volcánico ubicado en el


Sistema Neuquino característico de una subducción con ángulo normal, donde hacia el oeste se
genera una cuenca de ante-arco con depósitos de intercalaciones volcano-sedimentarias. Más al
oeste se observa una progresiva profundización de la cuenca culminando con sedimentos marinos
profundos. El Eoceno Superior se caracteriza además por una trasgresión marina y abundante
actividad magmática de señal intermedia.

En el Oligoceno se genera volcanismo, donde actualmente se emplaza el Valle Central y en


Argentina en el Sistema Neuquino, donde hacia el este, hay depositación de secuencias
volcánicas y continentales. Hacia el oeste continúa la depositación de sedimentos continentales
en la Cordillera Frontal, y se observa una profundización, debido a la subsidencia del antearco de
Chile, depositándose sedimentos marinos profundos en la Cordillera de la Costa hasta el
Plioceno.

A partir del Mioceno Medio hasta el Plioceno Inferior hay compresión ligada a la actividad de la
Fase tectónica Quechua, evidenciada por la continuación de la deformación y discordancia
angular observada en la Formación Cola de Zorro (Anexo, Segmento III, esquema Ramos y
Folguera, 2004). El arco adquiere su posición actual y se produce mineralización significativa
como es el caso de Los Pelambres.

Luego hacia el Pleistoceno se observa al este desde el Valle Central abundante volcanismo el que
se refleja en las sucesivas secuencias volcánicas que abarcan hasta el fin del período Pleistoceno.
Más al oeste en la Cordillera de la Costa hay una somerización del antearco con la consecuente
depositación de sedimentos volcánicos y continentales (Anexo, Segmento III).

Ya en el Holoceno se observa actividad volcánica principalmente en el Bloque San Rafael y


depositación sedimentaria continental acorde con la erosión que se produce en el antearco por
efecto principalmente de la subducción de la Dorsal de Juan Fernández.

Segmento IV (39°- 46,39° Lat S)

Desde el Jurásico Inferior al Cretácico la cuenca de Neuquén se hace más somera, intercalándose
sedimentos marinos y continentales. La evolución de esta cuenca de trasarco a una cuenca
abortada generó el emplazamiento de grandes volúmenes de rocas volcánicas (basálticas y
andesíticas), las que se interdigitan con sedimentos carbonatados de dicha cuenca.

El período Cretácico está marcado por el emplazamiento del batolito Patagónico, que está cortado
por la falla Liquiñe-Ofqui, transgresiones marinas representadas por sedimentos marinos y
marinos calcáreos y emplazamiento de plutones (Anexo, Segmento IV).

Desde el Paleoceno hasta el Oligoceno Inferior como en el segmento anterior se desarrolla un


arco volcánico en el Sistema Neuquino y una cuenca de antearco hacia el oeste. Ocurre además
una trasgresión marina y actividad magmática de carácter intermedia. En la Cordillera Patagónica
se desarrolla un prisma de acreción con metamorfismo de bajo grado y alto P/T.

En el Oligoceno Superior se reconoce abundante volcanismo y la expansión del Macizo


Norpatagónico, además a partir de la deformación contraccional del Oligoceno Superior al
Mioceno Inferior, esta región se caracteriza por corrimientos con vergencia hacia el este (Anexo,
Segmento IV, esquema Folguera, 2004). A partir del Neógeno comienza a desarrollarse una
cuenca extensiva de antearco ligada a la actividad de la Falla Liquiñe-Ofqui, donde se depositan
secuencias marinas turbidíticas, con abundantes flujos de basaltos.
Durante el Mioceno Medio a Plioceno Inferior ocurren centros eruptivos a lo largo de la Falla
Liquiñe-Ofqui y emplazamiento de plutones más hacia el este. Continúa la depositación de
sedimentos marinos y volcánicos al oeste. Además también se reconoce la actividad de la
Orogenia Pehuenche y Fase tectónica compresiva Quechua (Anexo, Segmento IV, esquema
Folguera, 2004), como en el segmento anterior.

Luego, hacia el Pleistoceno en general hay depositación de secuencias continentales de grano


grueso a fino y actividad volcánica asociada al sistema de falla Liquiñe-Ofqui. Sumado a lo
anterior se genera una nueva fase compresiva denominada Diaguita.

En el Holoceno, principalmente, se observa el cese de la actividad volcánica en el Macizo


Norpatagónico y depositación de sedimentos clásticos continentales de grano grueso a fino.

Segmento V (46,39°- 58,1° Lat.S)

En el Jurásico Inferior se reconoce abundante actividad volcánica de carácter toleítico y


calcoalcalino. Más hacia el Cretácico hay emplazamiento de intrusivos de composición básica
principalmente y una transgresión marina que deja a la Cordillera Patagónica bajo el mar.
Además se registra un metamorfismo regional de alto P/T, y depositación continental
siliciclástica en el este (Anexo, Segmento V).

Desde el Paleoceno hasta el Eoceno se desarrolla un arco volcánico ubicado en el Macizo del
Deseado, hacia el este se genera una cuenca con material volcano-sedimentario que se
profundizan y alejan del arco a medida que se avanza hacia el oeste terminando con la
depositación de sedimentos marinos profundos de composición silícea y calcárea. Hacia el este se
desarrollan fajas corridas y plegadas producto de la compresión dominante en el período.

Durante el Oligoceno aún se reconoce abundante actividad volcánica de carácter básico


representada por las formaciones Chenque, Estrobal y El Mirador, que se extienden desde el
Oligoceno Superior hasta el Mioceno tardío en el Macizo del Deseado. Al oeste se reconocen
sedimentos continentales de antearco y la Cordillera Patagónica está representada por la
secuencia marina del Grupo Bahía Inútil.

El Mioceno Medio está representado principalmente por depósitos volcano-sedimentarios


reflejados en la Fm. Collón Cura y Palomares.

El Plioceno y Pleistoceno está representado por depósitos volcánicos y volcán-osedimentarios


principalmente en la Cordillera Patagónica.

En el Holoceno no hay volcanismo, se genera un GAP volcánico producto de la colisión de la


Dorsal de Chile con la placa Sudamericana.
Segmento VI (58,1°-62,7° Lat.S)

Durante el Jurásico Medio – Superior ocurre una extensión continental y volcanismo silícico,
asociado a la fragmentación de Gondwana . Hay emplazamientos de granitos del Batolito
Patagónico y volcanismo representados en la Formación Hardy, junto con el emplazamiento
del Complejo de Gabros, perteneciente al Batolito Fueguino, lo que sugiere el comienzo de
subducción de litósfera del Pacífico bajo el continente.

Continúa la extensión y se crea un sistema fosa arco volcánico, cuenca marginal en el Jurásico
Superior – Cretácico temprano, con el desarrollo de dorsales en extensión. Se formó una
cuenca marina, situada en territorio argentino separada del mar abierto, por una cadena de
islas volcánicas activas, representada por sedimentos marinos calcáreos (Anexo, Segmento VI).
Sobre las rocas ígneas oceánicas (COT), se acumularon abanicos submarinos (Fm Yahgán)
al mismo tiempo que ocurría magmatismo calcoalcalino pre-tectónico de las islas
volcánicas (Fm Hardy). Se emplazó en este tiempo, gran parte del Complejo de Gabros y
se comienza a emplazar el Grupo Plutónico Canal Beagle, constituyendo las raíces de
este arco volcánico.

Durante el Cretácico Medio-Superior (Orogenia Andina) en el extremo sur del margen andino, se
produjo el cierre de la cuenca de Rocas Verdes, formándose el cinturón corrido y plegado
Patagónico (Fosdick et al., 2011), resultando en el acortamiento y metamorfismo regional.
Magmatismo calcoalcalino sin y tarditectónico.

Durante el Cretácico Medio – Terciario hay desarrollo de la cuenca de antepaís (Cuenca de


Magallanes) y la faja plegada y corrida. Evolución del sistema fosa arco; plutonismo
calcoalcalino post tectónico (Grupo Plutónico Seno Año Nuevo). Volcanismo calcoalcalino a
alcalino en un arco magmático. Además desde el Cretácico Superior al presente hay fallamiento
regional de cizalle y separación de Antártica de América del Sur Austral.

En el Eoceno se genera un arco volcánico que da origen a la Cordillera de Darwin y al este se


depositan sedimentos continentales producto de una regresión marina. También se emplazan
plutones de variados rangos composicionales.

Desde el Oligoceno Superior hasta finalizar el Mioceno se reconoce actividad volcánica


calcoalcalina correspondiente a la ZVA y se diferencia de las otras zonas volcánicas porque el
volcanismo aquí es producto de la subducción de la placa oceánica Antártica bajo la placa
Sudamericana.

Ya en el Pleistoceno se observan depósitos glaciares y glacio-fluviares, asociados a la máxima


glaciación Patagónica. Hacia finales del Pleistoceno temprano se produjo un gran levantamiento
y/o cambio climático regional que provocó la génesis y profundización de las líneas de drenaje
como las conocemos en la actualidad.
En el Holoceno se reconocen depósitos aluviales y coluviales producto de la elevación de los
Andes que promueve el flujo sedimentario.

Metalogénesis

Durante el ciclo andino se han identificado cinco franjas de pórfidos que, en edad, se extienden
desde el Cretácico Inferior al Plioceno.

Las Franjas de mineralización tipo pórfido cuprífero son:

 Cretácico Superior (132-73 Ma): se ubica en el flanco oriental de la Cordillera de la Costa


entre los 22 ° y 36 ° Lat. S., donde se han descubierto numerosos yacimientos siendo los
más reconocidos los de Andacoyo, Domeyko y Antucoya (Camus, 2003).

 Paleoceno- Eoceno Inferior (65-50 Ma): se extiende desde los 16° 20ʼ S, en el sur de
Perú, hasta los 29° S en el extremo sur de la región de Atacama en Chile. El cobre
aumenta más de 10 veces en relación a la faja del Cretácico (Camus, 2003). Yacimientos:
Cerro Colorado, Lomas Bayas, Spence.

 Eoceno Superior- Oligoceno (43-31 Ma): se extiende por más de 1400 km a lo largo de la
Cordillera de Domeyko desde los 18° a 31° S. Contiene una de las mayores
concentraciones de cobre del mundo (Camus, 2003). Yacimientos: Quebrada Blanca,
Rosario, El Abra, Radomiro Tomic, Chuquicamata, La Escondida, El Salvador.

 Oligoceno Superior- Mioceno Medio (23-12 Ma): se emplaza a lo largo de la llamada


“Franja de Maricunga” en la cordillera de la región de Atacama. Ella se extiende por
alrededor de 200 km (26°-28° S) a lo largo del borde occidental del Altiplano, en la
región de Atacama (Camus, 2003). Yacimientos: Marte, Lobo, Cerro Casale, Refugio.

 Mioceno Superior—Plioceno (12-4 Ma): en la Cordillera Principal del Chile, entre los 32°
y 35° S. En esta faja se encuentran tres de los sistemas de pórfidos de Cu-Mo más grandes
de los Andes y del mundo: El Teniente, Río Blanco- Los Bronces y el “cluster” Los
Pelambres- El Pachón y un número significativo de prospectos menores (Camus, 2003).

En los Andes chilenos tenemos una mineralización principalmente de metales calcófilos como
Cu, Mo, Ag, Au, Zn, Pb. Estos son metales que se asocian típicamente a magmas calcoalcalinos o
alcalinos y oxidados derivados de una fuente ígnea máfica subcortical (granitoides de Tipo I o de
la Serie de Magnetita). Este es el tipo de magmas lejos dominante en arcos magmáticos
cordilleranos como son Los Andes donde se originan por fusión parcial de materiales máficos de
la cuña de manto astenosférico sobre la placa en subducción (James et al., 1975; Dostal et al.,
1977; Hawkesworth, et al., 1979; Pearce, 1983; Harmon et al., 1984; Thorpe et al., 1984 en
Maksaev, 2001)). La fusión parcial del manto es inducida por el flujo de fluidos derivados de la
deshidratación de la placa oceánica en subducción (y un grado bajo de fusión parcial de la
misma) hacia las rocas astenosféricas sometidas a altas presiones y temperaturas. Solo en
posiciones de trasarco donde se producen fajas de rocas plegadas y fallamiento inverso existen
condiciones para la fusión de corteza y se generan granitoides peraluminosos con mineralización
de Sn (W) como en Bolivia y sureste del Perú (Maksaev, 2001).

Algunos autores (Ej. Hollister, 1978; Titley, 1981; Kutina, 1998, en Maksaev 2001) han sugerido
que las fallas mayores en el basamento, activadas por alzamiento tectónico, son importantes para
la mineralización ya que permiten el acceso rápido para los magmas porfíricos a niveles
corticales someros.

Además existe una estrecha relación entre deformación tectónica, magmatismo y mineralización,
específicamente en condiciones de transpresión. Una compresión tectónica produce un gradiente
de presión que permite el rápido ascenso de magmas. Este ascenso acelerado de magmas a
niveles corticales se concentra en zonas tensionales o transtensionales locales dentro de fallas
corticales profundas. Esto indica que probablemente no es casualidad que las fajas más
importantes de pórfidos cupríferos chilenos (Paleoceno - Eoceno Inferior, Eoceno Superior –
Oligoceno Inferior, Mioceno Superior – Plioceno Inferior) se formaron inmediatamente después
de la ocurrencia de las etapas de deformación compresiva Peruana, Incaica y Quechua en Los
Andes Centrales y particularmente en el caso de los depósitos del Eoceno Superior – Oligoceno
Inferior se localicen dentro del dominio de un sistema de falla mayor como es el Sistema de Falla
de Domeyko (Maksaev, 2001).
DISCUSIÓN

El margen Andino corresponde a una zona llamada de suprasubducción, donde todos los
acontecimientos ligados a la evolución geodinámica como el tectonismo, ángulo, vector y
velocidad de convergencia de las placas, están íntimamente relacionados y caracterizan así este
peculiar orógeno tanto en su fisiografía como en la metalogénesis.

La subducción de tipo Chileno imperante en la actualidad en Los Andes Centrales es una


situación que se mantiene desde el Cretácico Superior donde existen condiciones compresivas,
erosión por subducción, desarrollo de una faja de pliegues y fallas tras-arco, mientras que durante
el Jurásico y Cretácico Inferior habría imperado un sistema de subducción más afín con la
subducción tipo Mariana de alto ángulo de subducción, no compresiva y desarrollo de una cuenca
marginal de tras-arco. A pesar de esto, la historia evolutiva no es homogénea a lo largo de todo el
margen, lo que provoca las diferencias a lo largo de este. Por ejemplo durante la subducción tipo
mariana, en los segmentos de más al Norte (Anexos, Segmento I-IV) predominó la depositación
de secuencias sedimentarias marina y continental en menor parte, mientras en los segmentos de
más al sur (Anexos, Segmento V-VI) hubo generación de arco magmático debido a la presencia
de intrusivos y rocas volcánicas, pero no hay data de las secuencias sedimentarias.

Existen estructuras ligadas a la subducción las que son paralelas al sistema de fosa oceánica, estas
pueden ser fallas normales como las que limitaron la cuenca de tras-arco que existió durante el
Jurásico y Cretácico Inferior en Chile o fallas transcurrentes que acomodan esfuerzos de cizalle
que se desarrollan a lo largo del arco magmático y que están ligados a períodos de convergencia
oblicua de placas como los Sistemas de Falla de Atacama y de Falla de Domeyko en el norte de
Chile y el Sistema Liquiñe – Ofqui en el sur de Chile.

Por otro lado es posible notar la marcada coincidencia que existe entre las variaciones de la
fisiografía y geología de Los Andes con las variaciones en la geometría de la placa de Nazca
descendente (ángulo de subducción) que inducen a la segmentación del margen. Lo anterior se
traduce en la existencia de dos zonas con volcanismo activo (desde los 27°S hacia el norte y
desde los 33°S hacia el sur) ambas sobre segmentos de la zona de subducción con 30° de manteo
y separadas por el segmento entre los 27° a 33° en el que la zona de subducción mantea entre 2° a
15° (subducción plana) sin volcanismo activo.

En cuanto al vector de convergencia de la placa éste se torna oblicuo en ocasiones (en lugar de
ser siempre ortogonal) y se desarrollan sistemas de fallas transcurrentes. Además las razones de
convergencia varían en el tiempo lo que se traduce en variaciones de la posición y ancho del
frente magmático (Fig. 2), por ejemplo hace 26 Ma, están documentadas las máximas razones de
convergencia recta entre la placa de Nazca y el continente Sudamericano (> 10 cm/año) (Fig. 3).
Esto coincidió con una notable expansión del arco magmático Mioceno, el que alcanzó hasta 350
km de ancho desde Chile oriental hasta extensas áreas de Argentina y Bolivia. La reducción de
las tasas de convergencia en el Plioceno fue acompañada por la restricción del magmatismo al
límite entre Chile y Bolivia - Argentina.

Además, se observa una migración temporal de la localización de yacimientos junto con la


migración del arco magmático hacia el E, por lo que se infiere una relación genética con éste
(Fig. 4).

Por otro lado, la subducción de dorsales y otras estructuras del fondo oceánico también puede
tener consecuencias y/o implicancias en la geología y magmatismo de la zona e incluso una
posible relación con la génesis de los pórfidos cupríferos, como por ejemplo el Cordón de Juan
Fernández podría ser responsable del desarrollo de los pórfidos cupríferos de la zona central del
Mioceno Superior- Plioceno (según Stern y Skewes, 1997 en Camus 2003), aunque esta
posibilidad aún no es totalmente certera.

Fig. 2: Cinturones Metalogénicos en el Norte de Chile, tomado de Camus, 2010


Fig.3: Basado en la recopilación de velocidades de convergencia de Maloney et al, 2013 y vector de
convergencia y velocidad de convergencia de Camus, 2003.
Fig.4: Migración del arco magmático desde Triásico hasta el Presente.
CONCLUSIÓN

Durante el desarrollo del ciclo Andino, en los últimos 200 +/- 20 Ma, diversos fueron los factores
que influyeron en la configuración actual que observamos en los Andes. Las fases tectónicas
jugaron un rol principal influyendo directamente en la dinámica del margen andino provocando el
cambio de un régimen extensivo a uno compresivo a finales del Cretácico. La reactivación de la
subducción que inicia el ciclo, se produce en el momento que Sudamérica se está separando de
África llevando consigo un cambio en el ángulo de la subducción de tipo Mariana a tipo Chilena.
Dos autores con los que se trabajó como base en el desarrollo de informe (Camus, 2003 y
Charrier et al, 2007), coincidieron en dividir el ciclo en una primera etapa extensiva que abarca el
Jurásico Inferior y Cretácico Inferir y una segunda etapa compresiva, desde el Cretácico Superior
hasta el presente. La primera etapa se caracterizó, sumando el trabajo de ambos autores, en el
desarrollo de un arco magmático paralelo al margen oeste de Gondwana orientado norte-sur y
una cuenca de trasarco al este. La etapa extensiva termina con la Fase tectónica Peruana con una
intensa deformación compresiva como característica principal. La segunda etapa, se caracterizó
por la migración del arco magmático hacia el este y un desarrollo de las cuencas de antepaís hacia
el lado este del arco. En esta etapa se desarrolló un breve evento de deformación compresiva
asociado a la fase tectónica K-T, provocando la discontinuidad de los depósitos de finales del
Cretácico y comienzos del Paleoceno. Un tercer evento compresional provoca la inversión
tectónica del arco y de las cuencas extensionales como resultado de un aumento de la velocidad
de convergencia (<15 cm/año) relacionado con la Fase tectónica Incaica. Un rasgo importante a
considerar en esta etapa es que en el Eoceno tardío, el margen marca una diferencia a los 27°S,
teniendo una configuración distinta hacia el norte, donde el arco se mantiene en la misma
posición actual y hacia el sur, donde se desarrollan numerosos arcos magmáticos que migraron
hacia el este. Durante el Eoceno Superior-Oligoceno, se emplazaron los grandes cuerpos
porfídicos generando las mayores concentraciones de cobre a nivel mundial. Un último evento
compresivo toma lugar en el límite del Oligoceno-Mioceno el cual corresponde a la fase tectónica
Pehuenche continuando la compresión y provocando el mayor alzamiento de este orógeno en el
tiempo en el margen Andino.

A partir de todo lo expuesto se pueda llegar a las siguientes conclusiones resumidas como sigue:

1.- La configuración actual de Los Andes es productor principalmente de la combinación de


parámetros a través de toda su historia evolutiva desde el Mesozoico, en embargo, también
influye la configuración heredada Pre-Andina.
2.- Este orógeno se encuentra segmentado de forma N-S debido a los diferentes procesos locales
que han ocurrido a lo largo del margen de subducción no colisional, que en parte se deben a los
eventos tectónicos, características de la placa oceánica subductada y a la configuración antes
existente.
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