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Ciclo Andino
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Caracterización geométrica de fallas geológicas según parámetros críticos y estimación de su resistencia al corte en mina El Teniente. Región del Libertador General
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Ciclo Andino
Requerido por la Asignatura de Geología Andina
Profesor Dr. Andrés Tassara Oddo
Ayudantes
Virginia Barrales
Javiera González
Rayen Rivera
Alumnos
Camila Elizabeth Santana Canales
Daniel Nicolás Sepúlveda Arias
Pas Victoria Toledo Rubilar
Los Andes en la actualidad representan el cinturón montañoso más grande del planeta, se
extiende por más de 7000 km a lo largo del margen Pacífico de Sudamérica, desde el Mar Caribe,
a los 11° de latitud N, hasta el segmento norte de la dorsal de Scotia, a los 55° de latitud S,
atravesando Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y parte de Venezuela, ocupando una
superficie aproximada de 330.000 km2. Este orógeno posse volúmenes de rocas ígneas asociadas
a una gran actividad metalogénica que ha originado depósitos de clase mundial. Diferentes
autores reconocen que se encuentran segmentado de Norte a Sur debido a diversos parámetros
abordados más adelante en este informe. La historia geológica de los Andes comprende una serie
de procesos de acreción, colisión, subducción, acortamiento, engrosamiento cortical, fallamiento,
deformación, magmatismo y sedimentación, etc. que han ido cambiando a través de los últimos
200 Ma permitiendo con ello, la formación de las características morfoestructurales de los Andes
que hoy observamos.
El ciclo tectónico Andino que dio origen a los Andes comienza en el Jurásico Inferior con la
reactivación de la subducción en el margen. En este momento y hasta el Cretácico Inferior, la
subducción era sobre un continente fijo dominado por un régimen extensivo. Luego, a finales del
Mesozoico, alrededor de los 80 Ma, se produce un salto muy fuerte que cambia la dinámica del
margen andino, producto de la aceleración de Sudamérica hacia el oeste como resultado de la
separación de África cambiando el ángulo de subducción de tipo Mariana a Chilena (Uyeda y
Kanamori, 1979 en Camus, 2003), imponiendo así una fuerte compresión en el margen andino.
De este modo, la historia de la formación de los Andes se divide en 2 etapas, una primera etapa
extensiva desde Jurásico-Cretácico Inferior y una segunda etapa compresional desde el Cretácico
Superior al Reciente (Camus, 2003).
En la evolución de este ciclo en Chile, Charrier et al., 2007, divide el margen de los Andes en 3
grandes segmentos: Altiplano-Puna (15-27°S), Cordillera Frontal-Cordillera Principal (27-39°S)
y Andes Sur-Australes (40-56°S), agrupándolas en dos regiones, una de los 15° hasta los 39°S y
la segunda de los 40°S hacia el sur, según sus características paleogeográficas.
Posteriormente a la separación propuesta por Camus en el 2003, Charrier, 4 años más tarde
propone que el ciclo puede ser divido en dos periodos principalmente, subdividido el primero
periodo en dos, dando así tres etapas: Jurásico Inferior tardío a Cretácico Inferior tardío –
Cretácico Superior a Eoceno Medio – Eoceno tardío al Presente, (Charrier et al., 2007) (Fig.1).
Estas etapas describen una historia de subducción donde en una primera etapa hay extensión y
una segunda etapa pulsos compresivos distintos que permitieron crear los Andes.
En Chile son pocas las rocas que afloran de esta primera etapa, se encuentran principalmente en
la Cordillera de la Costa Norte, esencialmente intrusivos, y algunas en la Cordillera de Domeyko,
Cordillera Frontal.
La tercera etapa, Paleógeno tardío – Presente, está caracterizada por presentar un predominio de
procesos de erosión y sedimentación. A partir del Eoceno tardío se marca una diferencia a partir
de los 27°S. Hacia el norte, en el ámbito Altiplano-Puna, el arco magmático se mantuvo
aproximadamente en la misma posición, misma posición que presenta en la actualidad, y estuvo
bordeado por una cuenca de antepaís de retroarco, mientras que hacia el sur, se desarrollaron
números arcos magmáticos con una marcada migración hacia el este (Charrier et al., 2009).
Durante el Eoceno Superior-Oligoceno se produjo el emplazamiento de grandes pórfidos
generando las mayores concentraciones de cobre en el mundo, uno de estos yacimientos
formados durante este periodo es Chuquicamata. (Camus, 2003). A partir del límite Oligoceno-
Mioceno un nuevo evento compresivo tuvo lugar a lo largo de todo el orógeno Andino, este
evento se asocia a la Orogenia Pehuenche. Los pulsos compresivos se mantuvieron hasta el
Plioceno temprano (Charrier et al., 2009). En el Mioceno temprano a medio, la deformación se
extendió hacia el este con el desarrollo de fajas corridas y plegadas y cuencas de antepaís de
retroarco presentes principalmente en Argentina y en el norte de Chile en lo que es hoy la
Depresión Intermedia y Precordillera. En el Mioceno tardío al Plioceno temprano se produjo una
perturbación en la evolución tectónica que coincide con la generación de mineralización porfídica
de Cu-Mo en sectores donde anteriormente se había encontrado el arco magmático. Esta
mineralización se originó en etapas tardías de los arcos magmáticos, a continuación de episodios
de engrosamiento cortical y la ubicación de estos centros estuvo controlada por la existencia de
fallas mayores (Charrier et al., 2009). La compresión continuó a lo largo del margen, provocando
mayor alzamiento y la rápida exhumación que caracteriza la Cordillera de los Andes en el
presente.
Segmento II: "Flat Slab": comprende las latitudes 28°S a 33°S y representa un límite entre la
zona volcánica del Plateau y la zona volcánica de la Cordillera Principal. Tuvo un arco
magmático a lo largo de la actual Cordillera de la Costa. En el Cretácico una cuenca de tras-arco
marginal o abortada expelió importante material volcánico. Estos se interdigitan al este con una
estrecha plataforma de rocas carbonatadas y sedimentarias (Plataforma de Aconcagua). En el
Cenozoico las unidades presentan sólo depósitos sedimentarios, que podría estar ligado al cambio
en el ángulo de subducción, lo que generó un gap volcánico en la zona.
Segmento III: "Cordillera Principal": desde los 33,5°S aproximadamente hasta los 38°S,
corresponde a la separación de los Andes Centrales con respecto a los Andes del Sur. Se
caracteriza por un arco magmático estacionario en el eje de la Cordillera Principal; desde el
Jurásico al Presente. Sufrió un engrosamiento en el Oligoceno Superior-Mioceno (Muñoz, et al.,
2000). Al este del arco magmático se desarrolló la cuenca de Neuquén (36º a 39ºS). Esta es una
gran cuenca de tras-arco ensiálica que se rellenó con sedimentos marinos y continentales desde
el Jurásico al Cretácico Inferior al Reciente. Sufrió un engrosamiento en el Oligoceno Superior-
Mioceno (Muñoz, et al., 2000). A partir del Cretácico, esta cuenca muestra evidencias de una
deformación caracterizada por sistemas de fallas de sobre-escurrimiento y un volcanismo
cuaternario activo. El Cenozoico se presenta en la Cordillera de la Costa como rocas
sedimentarias, en el Valle Central como rocas volcánicas y sedimentarias. Las dos
morfoestructuras del sector Argentino poseen rocas sedimentarias y volcánicas del Cenozoico.
Segmento IV: "Cordillera Patagónica": este segmento va desde los 38°S marcados por la
transición de la Cordillera Principal a la Cordillera Patagónica hasta los 46,5°S en el Punto Triple
de Taitao donde se subducta la Dorsal de Chile. En esta zona existe un magmatismo de ante-arco
en Aysén ligado a la subducción de la Dorsal de Chile. En este segmento el arco ha sido
oscilatorio, existiendo una menor extensión en el tras-arco. En esta zona existe un magmatismo
de ante-arco en Aysén ligado a la subducción de la Dorsal de Chile. En este segmento el arco ha
sido oscilatorio, existiendo una menor extensión en el trasarco. En el Mesozoico los depósitos
son principalmente volcánicos, excepto en el Sistema Neuquino, el cual presenta secuencias
sedimentarias. El Cenozoico también se caracteriza por depósitos volcánicos y sedimentarios,
excepto la Cordillera de la Costa.
Segmento VI: "Cordillera Fueguina": su límite norte es el Estrecho de Magallanes, es decir desde
los 53°S en el Océano Pacífico, hasta los 55°S en el Atlántico, su límite sur corresponde al fin del
continente. En el Jurásico y Cretácico se depositaron secuencias sedimentarias. Desde el
Cretácico al Neógeno existen volcánicas y sedimentarias, existiendo sólo estas últimas desde el
Cuaternario.
Esta segmentación está basada en la estructura profunda, además de rasgos distintivos del
orógeno, asociado a una serie de parámetros, como la tectónica, topografía, litología, ángulo de la
placa subductada, etc.
A través del tiempo distintos autores han analizado los Andes y han propuesto diferentes
clasificaciones con el fin de identificar segmentos que tengan, de cierto modo, características
geológicas homogéneas distintivas de los demás. El primero fue Ganser (1973) quien divide al
orógeno en tres tramos: Andes del Norte (al norte del Golfo de Guayaquil, a los 4°S), Andes
Centrales (entre 4°S y 46°30´°S) y Andes del Sur (al sur del Golfo de Penas, a los 46°30´°S),
basado en las diferencias tectónicas de primer orden. Varios autores han estado de acuerdo con
esta clasificación (Auboin et al., 1973; Zeil, 1979; Thorpe, 1984; Mpodozis y Ramos, 1989; Kley
et al., 1999), sin embargo los límites y hechos usados para caracterizarlos son ampliamente
variables. Moreno (2004) reconoce que la integración de diferentes parámetros nombrados a
continuación, permiten comprender la recurrencia de la segmentación en los Andes y la
definición de sus límites. Los parámetros principales de la causa de las segmentación Andina son
los siguientes: la evolución geológica (Mpodozis y Ramos 1990; Tebbens y Cande, 1997; Echtler
et al, 2003; Folguera et al., 2002; Frutos,1980), (2) la influencia y control de estructuras Pre-
Andinas (Echtler et al., 2003), (3) el estilo estructural y consecuente deformación cortical de la
placa superior (Dewey y Lamb, 1992; Beck et al., 1998; Kley et al., 1999; Cembrano et al.,
2000), (4) la topografía, morfología y grado isostático de la Cadena Andina (Ramos, et al., 1996;
Gôtze y Kirchner, 1996; Frutos, 1980; Tassara y Yañez, 2003), (5) la distribución del volcanismo
cuaternario (Scheuber y Reutter, 1992), (6) la distribución y mecanismos de la sismicidad (Pardo
et al, 2002; Plafker y Savage, 1970; Beck 1998; Lomnitz, 1970; Barrientos 1990; Contreras et
al., 2003), (7) la reología, geometría y edad de la placa subductada (Tebbens y Cande, 1997;
Laursen et al, 2002; Fuenzalida et al., 1992; Yañez et al., 2001), (8) la forma, profundidad,
inclinación y estado de estrés del plano de Benioff a lo largo de la Fosa Andina (Frutos, 1980;
Slancová et al., 2000), (9) el grado de acoplamiento en la interfase cortical y variaciones en el
grado de desplazamiento y deformación superficial (Klotz et al., 1999; Klotz et al., 2001;
Tichelaar y Ruff, 1991; Ruegg et al., 2002, Brooks et al., 2003), (9) la dinámica del antearco
(acreción de sedimentos o erosión) y los procesos neotectónicos en las cuencas del antearco
(Bang y Cande, 1997; Lohrmann, 2002; Adam y Reuther, 2000; Laursen et al., 2002).
Este trabajo aborda la temática de la historia evolutiva de Los Andes desde hace 200 +/- 20 Ma,
describiendo la evolución geológica, configuración paleogeográfica, contexto tectónico-
estructural, relacionando esto, con el problema fundamental de estudio de este informe, la
creación de un orógeno por subducción morfoestructuralmente segmentado producto del
desarrollo e inversión de cuencas de trasarco-antepaís, todo esto en base a bibliografía, mapas por
periodo y cuadros tectonoestratigráficos de los segmentos del orógeno andino con los que se ha
trabajado en laboratorio. También se describe la distribución de yacimientos de Cu-Au a través
del tiempo desde el punto de vista de la metalogénesis. Finalmente se genera una discusión con
respecto al problema fundamental y a partir de todo lo anterior se enuncian las principales
conclusiones.
OBJETIVOS GENERALES
Establecer la relación entre la evolución geológica del margen Andino y los diferentes
eventos tectónicos, magmáticos, cinemáticas, mineralógicos, que han acontecido en los
últimos 200 Ma influyendo en la configuración actual que hoy observamos en los Andes.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
A continuación se describe detalladamente para cada segmento la evolución geológica (en cuanto
a unidades y contexto tectónico-estructural) y configuración paleogeográfica del margen Andino
en cada intervalo de tiempo en base a los mapas por períodos y cuadros tectonoestratigráficos
confeccionados de cada segmento.
En el período que se extiende desde el Jurásico hasta el Cretácico Inferior, la fase tectónica
Peruana compresiva es responsable de un cambio significativo en el ángulo de subducción, lo que
trae consigo un cambio en el régimen extensional ocasionando plegamientos en las unidades.
Además en la Cordillera de la Costa Norte, se observa una migración del arco volcánico hacia el
oeste donde se genera un arco de islas y posteriormente la apertura de una cuenca de trasarco
hacia el este (Anexo, Segmento I) que se refleja en los sedimentos de las formaciones Livilcar,
Sierra del Cobre y El Profeta. Se emplazan intrusivos bajo el arco volcánico.
Este período finaliza con un nuevo evento compresivo llamado Orogenia K-T, evidenciado por
discordancias en secuencias sin-orogénicas de la cuenca de antepaís del Salar de Atacama,
asociadas al alzamiento de la Cordillera de Domeyko.
La subducción oblicua continúa hasta finalizar el Eoceno Inferior, donde ocurre una nueva fase
tectónica de carácter compresivo denominada Incaica, que se extiende hasta el Oligoceno
generando fajas corridas y plegadas hacia el este con desarrollo de cuencas piggy-back. El arco se
ubica en la Depresión Intermedia y en la Cordillera de Domeyko y se registra además abundante
plutonismo tanto en esa zona como en la Cordillera Oriental.
En el Mioceno Medio el arco volcánico sigue extendiéndose hacia el este, desde la Depresión
Intermedia hasta la Cordillera Oriental por otro lado, la compresión da origen a una nueva fase
tectónica denominada Quechua.
Al igual que en el segmento anterior se reinicia la subducción en el Triásico Superior para luego
en el jurásico inferior comenzar con un roll-back produciéndose un régimen extensivo. En el
Jurásico Inferior se desarrolla un arco volcánico que se emplaza a través de la Cordillera de la
Costa Norte y Cordillera Frontal, representados por depósitos volcanoclásticos ubicados más
hacia el oeste, los que se intercalan con sedimentos de una plataforma carbonatada. Más hacia el
este comienza la depositación de sedimentos continentales correspondientes a una cuenca de
trasarco y además se instalan intrusivos al oeste del arco.
Hacia finales del Jurásico e inicios del Cretácico se observa una migración al oeste del arco
volcánico en la Cordillera de la Costa Norte, formándose un arco de islas y la apertura de una
cuenca de trasarco hacia el este, todo lo anterior producto de un cambio en el ángulo de
subducción, que además provoca el cambio de régimen tectónico de compresivo a extensivo
asociado a la fase tectónica Peruana. Se emplazan intrusivos para luego en el Jurásico Inferior
comenzar con un roll-back produciendo un régimen extensivo.
En el Cretácico Superior al igual que el segmento anterior está marcado por numerosos cambios
de régimen tectónico, comenzando por la fase tectónica Sub-Hercínica de carácter compresivo,
seguido del desarrollo de un roll-back de la placa subductada a mediados de este período que
provoca movimientos extensionales en la corteza, y culminando con la fase tectónica compresiva
Larámica. Durante el régimen extensional el arco se ubica entre la Cordillera de la Costa Norte y
Cordillera Principal y se abre una cuenca de tras-arco en la Cordillera Frontal En el período se
registra además una regresión marina y la apertura de una cuenca de ante país con depósitos
marinos calcáreos que se cierra al final del período (Anexo, Segmento II).
Durante gran parte del Jurásico se emplazan granitoides de composición intermedia a básica, en
la región costera, representados por la unidad Mincha fluctuando entre los 190 y 130 Ma. Hacia
el este se ubica la cuenca jurásica-cretácica de Neuquén, que corresponde a una cuenca de
antepaís extensional, representada por la intercalación de sedimentos volcánicos y marinos
silíceos, y luego por rocas calcáreas.
El Jurásico finaliza con la fase tectónica Araucana, que se caracteriza por desarrollar una serie de
movimientos diastróficos provocando una emersión general.
El Cretácico culmina con el evento Orogenia K-T y posteriormente se observa una migración del
arco hacia el este.
A partir del Mioceno Medio hasta el Plioceno Inferior hay compresión ligada a la actividad de la
Fase tectónica Quechua, evidenciada por la continuación de la deformación y discordancia
angular observada en la Formación Cola de Zorro (Anexo, Segmento III, esquema Ramos y
Folguera, 2004). El arco adquiere su posición actual y se produce mineralización significativa
como es el caso de Los Pelambres.
Luego hacia el Pleistoceno se observa al este desde el Valle Central abundante volcanismo el que
se refleja en las sucesivas secuencias volcánicas que abarcan hasta el fin del período Pleistoceno.
Más al oeste en la Cordillera de la Costa hay una somerización del antearco con la consecuente
depositación de sedimentos volcánicos y continentales (Anexo, Segmento III).
Desde el Jurásico Inferior al Cretácico la cuenca de Neuquén se hace más somera, intercalándose
sedimentos marinos y continentales. La evolución de esta cuenca de trasarco a una cuenca
abortada generó el emplazamiento de grandes volúmenes de rocas volcánicas (basálticas y
andesíticas), las que se interdigitan con sedimentos carbonatados de dicha cuenca.
El período Cretácico está marcado por el emplazamiento del batolito Patagónico, que está cortado
por la falla Liquiñe-Ofqui, transgresiones marinas representadas por sedimentos marinos y
marinos calcáreos y emplazamiento de plutones (Anexo, Segmento IV).
Desde el Paleoceno hasta el Eoceno se desarrolla un arco volcánico ubicado en el Macizo del
Deseado, hacia el este se genera una cuenca con material volcano-sedimentario que se
profundizan y alejan del arco a medida que se avanza hacia el oeste terminando con la
depositación de sedimentos marinos profundos de composición silícea y calcárea. Hacia el este se
desarrollan fajas corridas y plegadas producto de la compresión dominante en el período.
Durante el Jurásico Medio – Superior ocurre una extensión continental y volcanismo silícico,
asociado a la fragmentación de Gondwana . Hay emplazamientos de granitos del Batolito
Patagónico y volcanismo representados en la Formación Hardy, junto con el emplazamiento
del Complejo de Gabros, perteneciente al Batolito Fueguino, lo que sugiere el comienzo de
subducción de litósfera del Pacífico bajo el continente.
Continúa la extensión y se crea un sistema fosa arco volcánico, cuenca marginal en el Jurásico
Superior – Cretácico temprano, con el desarrollo de dorsales en extensión. Se formó una
cuenca marina, situada en territorio argentino separada del mar abierto, por una cadena de
islas volcánicas activas, representada por sedimentos marinos calcáreos (Anexo, Segmento VI).
Sobre las rocas ígneas oceánicas (COT), se acumularon abanicos submarinos (Fm Yahgán)
al mismo tiempo que ocurría magmatismo calcoalcalino pre-tectónico de las islas
volcánicas (Fm Hardy). Se emplazó en este tiempo, gran parte del Complejo de Gabros y
se comienza a emplazar el Grupo Plutónico Canal Beagle, constituyendo las raíces de
este arco volcánico.
Durante el Cretácico Medio-Superior (Orogenia Andina) en el extremo sur del margen andino, se
produjo el cierre de la cuenca de Rocas Verdes, formándose el cinturón corrido y plegado
Patagónico (Fosdick et al., 2011), resultando en el acortamiento y metamorfismo regional.
Magmatismo calcoalcalino sin y tarditectónico.
Metalogénesis
Durante el ciclo andino se han identificado cinco franjas de pórfidos que, en edad, se extienden
desde el Cretácico Inferior al Plioceno.
Paleoceno- Eoceno Inferior (65-50 Ma): se extiende desde los 16° 20ʼ S, en el sur de
Perú, hasta los 29° S en el extremo sur de la región de Atacama en Chile. El cobre
aumenta más de 10 veces en relación a la faja del Cretácico (Camus, 2003). Yacimientos:
Cerro Colorado, Lomas Bayas, Spence.
Eoceno Superior- Oligoceno (43-31 Ma): se extiende por más de 1400 km a lo largo de la
Cordillera de Domeyko desde los 18° a 31° S. Contiene una de las mayores
concentraciones de cobre del mundo (Camus, 2003). Yacimientos: Quebrada Blanca,
Rosario, El Abra, Radomiro Tomic, Chuquicamata, La Escondida, El Salvador.
Mioceno Superior—Plioceno (12-4 Ma): en la Cordillera Principal del Chile, entre los 32°
y 35° S. En esta faja se encuentran tres de los sistemas de pórfidos de Cu-Mo más grandes
de los Andes y del mundo: El Teniente, Río Blanco- Los Bronces y el “cluster” Los
Pelambres- El Pachón y un número significativo de prospectos menores (Camus, 2003).
En los Andes chilenos tenemos una mineralización principalmente de metales calcófilos como
Cu, Mo, Ag, Au, Zn, Pb. Estos son metales que se asocian típicamente a magmas calcoalcalinos o
alcalinos y oxidados derivados de una fuente ígnea máfica subcortical (granitoides de Tipo I o de
la Serie de Magnetita). Este es el tipo de magmas lejos dominante en arcos magmáticos
cordilleranos como son Los Andes donde se originan por fusión parcial de materiales máficos de
la cuña de manto astenosférico sobre la placa en subducción (James et al., 1975; Dostal et al.,
1977; Hawkesworth, et al., 1979; Pearce, 1983; Harmon et al., 1984; Thorpe et al., 1984 en
Maksaev, 2001)). La fusión parcial del manto es inducida por el flujo de fluidos derivados de la
deshidratación de la placa oceánica en subducción (y un grado bajo de fusión parcial de la
misma) hacia las rocas astenosféricas sometidas a altas presiones y temperaturas. Solo en
posiciones de trasarco donde se producen fajas de rocas plegadas y fallamiento inverso existen
condiciones para la fusión de corteza y se generan granitoides peraluminosos con mineralización
de Sn (W) como en Bolivia y sureste del Perú (Maksaev, 2001).
Algunos autores (Ej. Hollister, 1978; Titley, 1981; Kutina, 1998, en Maksaev 2001) han sugerido
que las fallas mayores en el basamento, activadas por alzamiento tectónico, son importantes para
la mineralización ya que permiten el acceso rápido para los magmas porfíricos a niveles
corticales someros.
Además existe una estrecha relación entre deformación tectónica, magmatismo y mineralización,
específicamente en condiciones de transpresión. Una compresión tectónica produce un gradiente
de presión que permite el rápido ascenso de magmas. Este ascenso acelerado de magmas a
niveles corticales se concentra en zonas tensionales o transtensionales locales dentro de fallas
corticales profundas. Esto indica que probablemente no es casualidad que las fajas más
importantes de pórfidos cupríferos chilenos (Paleoceno - Eoceno Inferior, Eoceno Superior –
Oligoceno Inferior, Mioceno Superior – Plioceno Inferior) se formaron inmediatamente después
de la ocurrencia de las etapas de deformación compresiva Peruana, Incaica y Quechua en Los
Andes Centrales y particularmente en el caso de los depósitos del Eoceno Superior – Oligoceno
Inferior se localicen dentro del dominio de un sistema de falla mayor como es el Sistema de Falla
de Domeyko (Maksaev, 2001).
DISCUSIÓN
El margen Andino corresponde a una zona llamada de suprasubducción, donde todos los
acontecimientos ligados a la evolución geodinámica como el tectonismo, ángulo, vector y
velocidad de convergencia de las placas, están íntimamente relacionados y caracterizan así este
peculiar orógeno tanto en su fisiografía como en la metalogénesis.
Existen estructuras ligadas a la subducción las que son paralelas al sistema de fosa oceánica, estas
pueden ser fallas normales como las que limitaron la cuenca de tras-arco que existió durante el
Jurásico y Cretácico Inferior en Chile o fallas transcurrentes que acomodan esfuerzos de cizalle
que se desarrollan a lo largo del arco magmático y que están ligados a períodos de convergencia
oblicua de placas como los Sistemas de Falla de Atacama y de Falla de Domeyko en el norte de
Chile y el Sistema Liquiñe – Ofqui en el sur de Chile.
Por otro lado es posible notar la marcada coincidencia que existe entre las variaciones de la
fisiografía y geología de Los Andes con las variaciones en la geometría de la placa de Nazca
descendente (ángulo de subducción) que inducen a la segmentación del margen. Lo anterior se
traduce en la existencia de dos zonas con volcanismo activo (desde los 27°S hacia el norte y
desde los 33°S hacia el sur) ambas sobre segmentos de la zona de subducción con 30° de manteo
y separadas por el segmento entre los 27° a 33° en el que la zona de subducción mantea entre 2° a
15° (subducción plana) sin volcanismo activo.
En cuanto al vector de convergencia de la placa éste se torna oblicuo en ocasiones (en lugar de
ser siempre ortogonal) y se desarrollan sistemas de fallas transcurrentes. Además las razones de
convergencia varían en el tiempo lo que se traduce en variaciones de la posición y ancho del
frente magmático (Fig. 2), por ejemplo hace 26 Ma, están documentadas las máximas razones de
convergencia recta entre la placa de Nazca y el continente Sudamericano (> 10 cm/año) (Fig. 3).
Esto coincidió con una notable expansión del arco magmático Mioceno, el que alcanzó hasta 350
km de ancho desde Chile oriental hasta extensas áreas de Argentina y Bolivia. La reducción de
las tasas de convergencia en el Plioceno fue acompañada por la restricción del magmatismo al
límite entre Chile y Bolivia - Argentina.
Por otro lado, la subducción de dorsales y otras estructuras del fondo oceánico también puede
tener consecuencias y/o implicancias en la geología y magmatismo de la zona e incluso una
posible relación con la génesis de los pórfidos cupríferos, como por ejemplo el Cordón de Juan
Fernández podría ser responsable del desarrollo de los pórfidos cupríferos de la zona central del
Mioceno Superior- Plioceno (según Stern y Skewes, 1997 en Camus 2003), aunque esta
posibilidad aún no es totalmente certera.
Durante el desarrollo del ciclo Andino, en los últimos 200 +/- 20 Ma, diversos fueron los factores
que influyeron en la configuración actual que observamos en los Andes. Las fases tectónicas
jugaron un rol principal influyendo directamente en la dinámica del margen andino provocando el
cambio de un régimen extensivo a uno compresivo a finales del Cretácico. La reactivación de la
subducción que inicia el ciclo, se produce en el momento que Sudamérica se está separando de
África llevando consigo un cambio en el ángulo de la subducción de tipo Mariana a tipo Chilena.
Dos autores con los que se trabajó como base en el desarrollo de informe (Camus, 2003 y
Charrier et al, 2007), coincidieron en dividir el ciclo en una primera etapa extensiva que abarca el
Jurásico Inferior y Cretácico Inferir y una segunda etapa compresiva, desde el Cretácico Superior
hasta el presente. La primera etapa se caracterizó, sumando el trabajo de ambos autores, en el
desarrollo de un arco magmático paralelo al margen oeste de Gondwana orientado norte-sur y
una cuenca de trasarco al este. La etapa extensiva termina con la Fase tectónica Peruana con una
intensa deformación compresiva como característica principal. La segunda etapa, se caracterizó
por la migración del arco magmático hacia el este y un desarrollo de las cuencas de antepaís hacia
el lado este del arco. En esta etapa se desarrolló un breve evento de deformación compresiva
asociado a la fase tectónica K-T, provocando la discontinuidad de los depósitos de finales del
Cretácico y comienzos del Paleoceno. Un tercer evento compresional provoca la inversión
tectónica del arco y de las cuencas extensionales como resultado de un aumento de la velocidad
de convergencia (<15 cm/año) relacionado con la Fase tectónica Incaica. Un rasgo importante a
considerar en esta etapa es que en el Eoceno tardío, el margen marca una diferencia a los 27°S,
teniendo una configuración distinta hacia el norte, donde el arco se mantiene en la misma
posición actual y hacia el sur, donde se desarrollan numerosos arcos magmáticos que migraron
hacia el este. Durante el Eoceno Superior-Oligoceno, se emplazaron los grandes cuerpos
porfídicos generando las mayores concentraciones de cobre a nivel mundial. Un último evento
compresivo toma lugar en el límite del Oligoceno-Mioceno el cual corresponde a la fase tectónica
Pehuenche continuando la compresión y provocando el mayor alzamiento de este orógeno en el
tiempo en el margen Andino.
A partir de todo lo expuesto se pueda llegar a las siguientes conclusiones resumidas como sigue:
Adam, J. y Reuther, C.D., 2000. Crustal dynamics and active fault mechanics during subduction
erosion. Application of frictional wedge analysis on to the North Chilean Forearc:
Tectonophysics, v.321, pp. 297 – 325.
Bangs, N.L. y Cande, S.C., 1997. Episodic development of a convergent margin inferred from
structures and processes along the southern Chile margin: Tectonics v. 16 (3), pp 489 – 503.
Barrientos, S. E. y Ward, S. N., 1990. The 1960 Chile Earthquake: Inversion for Slip
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