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La Mala Pata

Introducción

La vida nos ofrece inagotables oportunidades de amar, crecer, crear, disfrutar, agradecer,
gozar de la naturaleza (Steindl-Rast, 2014). Sin embargo, también nos plantea desafíos e
inevitablemente nos pone dificultades y dolores que no siempre sabemos enfrentar. Todos
los seres humanos vamos a encontrar, en algún momento de nuestra vida, situaciones
difíciles como pérdidas, soledad, alguna enfermedad limitante o que hace sentirse
diferente, un problema físico, dificultades escolares, torpeza motora, vivir una injusticia,
entre otras. Es decir, nadie está libre de tener algún problema, alguna “mala pata” 42 o
mala suerte. Algunas “malas patas” son observables por otros, como, por ejemplo, usar
anteojos, tener una cojera o no ser bueno para un deporte. Otras, en cambio, no son visibles
para los demás, lo que no significa que no provoquen sufrimiento, como tener un papá o
mamá ausente o distante, dificultades económicas, cesantía o alcoholismo en la familia, un
hermano muy avasallador, una dislexia que dificulta el aprendizaje o tener que esforzarse
mucho para rendir en el colegio. Una clave para no quedarse fijados en las cosas tristes o
desagradables que bueno que uno tiene, gozar con lo que uno hace…”. Apreciar “el gran
milagro de estar vivos, de participar de la vida, de tener una buena salud, de poder
movernos y disfrutar nuestro cuerpo en movimiento” (Thich Nhat Hanh, 2000, p. 60).

Saborear las experiencias de cada instante, haciendo las cosas lentamente y disfrutándolas
mientras las hacemos (Thich Nhat Hanh, 1991/2014). También saber agradecer lo que la
vida nos va entregando y, especialmente, no perder el tiempo quejándonos (Roustang,
2000). Asimismo, una buena manera de vivir libremente y no dejarnos afectar por las “malas
patas” de la vida es reconocer y aceptar las cosas y las circunstancias que nos toca vivir, no
pelearnos con la vida (Bourquin, 2011), como lo señalamos en capítulos anteriores. Sucede
muchas veces que, además de vivir alguna situación dolorosa o negativa, nos quedamos
“pegados” en ella. Beck (1976/2000) ejemplifica situaciones como esta a través de sus
conceptos de esquemas cognitivos y distorsiones cognitivas. Una de estas últimas es el
filtraje o la atención selectiva.
El filtraje es una distorsión en la que la persona se centra justamente en el aspecto que más
teme y en el que más insatisfecho se siente. A partir de sus propios esquemas cognitivos, y
de su propia historia, la persona escoge algo negativo de sí misma, de los demás o de las
circunstancias que la rodean y excluye el resto. Así, por ejemplo, las personas con tendencia
a la depresión centran su atención en aquellas situaciones que suponen la posibilidad de
pérdida o abandono. Los niños con un temperamento ansioso filtran o centran su atención
en las situaciones que suponen riesgo o peligro, y el niño que normalmente saca buenas
notas puede estar muy preocupado porque una vez tuvo un bajo resultado y, entonces,
teme repetir el curso.
Sin embargo, es posible cambiar de perspectiva, y ubicar las fortalezas que se poseen para
enfrentar las situaciones difíciles. Desde la psicología positiva, Seligman (2002) afirma que
las fortalezas y virtudes trabajan en contra de la desgracia y en contra de los trastornos
psicológicos, y resultan claves para aumentar la resiliencia. La Mala Pata es una actividad
diseñada para ayudar al niño a asumir una situación o problema que lo aflige y abruma. Él
puede creer que tiene una “mala pata”, es decir, mala suerte por algo que le ocurre o que
le ocurrió. Puede sentir incluso que es el único al que le sucede algo así y se pregunta con
frecuencia: ¿Por qué a mí? ¿Por qué me pasó esto? Piensa que a nadie más le pasan esas
cosas. Para ello, utilizando el recurso del humor y la toma de perspectiva, al realizar la
actividad, se trabaja con el niño la idea de que, si bien su problema es real, solo es una parte
de su vida y no es lo único que le ocurre, y que también tiene y le suceden muchas cosas
buenas, que no está tomando en cuenta (Santandreu, 2014). Con la actividad La Mala Pata
se pretende que el niño dé una visión holística al problema o situación que le ellas.
Mediante el diálogo y el humor se intenta que el niño desplace el foco de su atención desde
lo negativo a lo positivo, centrándose en sus potencialidades o fortalezas.

Objetivos

A través de la metáfora de “la mala pata”, ayudar al niño a reconocer la existencia en su


vida de situaciones o problemas (permanentes o transitorios), que lo afligen y que le cuesta
enfrentar y asumir. Paralelamente, es posible con esta actividad aprender a relativizar las
situaciones y darse cuenta de que, aunque él tenga problemas, también posee aspectos o
características positivas y valiosas.

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