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El preguntarnos sobre la concepción, idea o significado de la verdad es una tarea

de gran albergadora*. Cómo primer paso deberíamos entender qué significa el


concepto de verdad, cómo lo entendemos. En el diccionario aparece descrita la
verdad de esta manera: “Juicio o proposición que no se puede negar
racionalmente.”. De ahí debemos sacar varios apuntes, el primero referido a las dos
primeras palabras, es necesario tener un ‘algo’, un ‘ente’ para ser juzgado siendo
ese algo una idea, concepto, propuesta o pregunta es necesario que haya ese
primer estado para que entre en juego la existencia misma de lo que consideramos
verdad. Después de tener ese ‘algo’ se entra en la siguiente palabra de la definición
que es: Negar. La negación, es y representa en este caso un juicio, el ‘algo’ se debe
juzgar, poner en todas las situaciones y analizar como si fuera objeto de estudio
cómo reacciona en cada caso. Es importante tener este apunte porque termina
siendo la verdad un concepto absolutamente ligado a la negación, que es
claramente una manera de poner en juicio las situaciones, afirmar es haber dudado
ya mucho. De ahí es de donde se desglosa la última palabra importante del
significado: Racionalmente. Hasta donde habíamos leído la definición entendemos
que es necesario tener un ‘algo’ y un juicio. Se nos suma el tercer valor importante,
la racionalidad nos remite a que el juicio debe ser absoluto, irrefutable debe tener la
aprobación de todos y cada uno, si existe un juicio que refute el ‘algo’ analizado,
entonces el ‘algo’ pierde su cualidad de verdad –más adelante profundizaré en la
‘perdida’ de verdad-.

Hoy entendiendo estas posturas planteadas por los dos autores veremos
argumentos, sacaremos conclusiones y se llegará a una idea al final del texto.

La discusión sobre la universalidad de la verdad termina teniendo una cantidad de


momentos casi incomodos porque nos remetimos a situaciones donde los juicios y
las ideas propias quedan difusas. Y es importante tener esto en cuenta porque todo
parte de esta gran ironía: Creer en la subjetividad, pero sentir lo absoluto. Un
argumento casi heredado del pensamiento de Habermas cuando dice que nuestra
forma de hablar es en sí es una forma de verdad porque siempre creemos en lo que
decimos a fe ciega.
Esa dicotomía de estar en medio de dos ideas opuestas hace que nuestra propia
concepción se pierda. A preguntas como: ¿la vida es un derecho? Tendríamos
respuestas rápidas y verdaderas en el sentido de que se diría que sí, y no habría en
forma de juzgar eso (sólo si se agrega el contexto al asunto) , porque para mí es
verdad. Hasta ahí podríamos decir que yo estoy del ‘lado’ de Habermas, pero uno
re lee y se encuentra con una expresión que hace que todo el argumento se caiga
al piso. “para mí”. Yo no puedo volver subjetiva y contextual mi respuesta si creo
que es verdad, por eso es un punto importante que no se ha hablado y acá se
presenta el primer argumento: La persona, la comunidad puede confiar y creer en
lo verdadero, pero pocas veces se entiende y se pone en contexto de universal,
porque termina siendo imposible no volver las ideas subjetivas.

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