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1.

ANÁLISIS : de inflación y desempleo en Colombia durante los últimos 5 años

Ello contrasta con el “renacer” de dicha Curva que hemos encontrado para el caso
de Colombia, empinándose ese trade-off inflación vs. desempleo hacia
correlaciones del -0.6 durante el período 2014-2018 vs. el +0,3 observado en
2010-2014; todo ello al hacer las correcciones del caso con series
desestacionalizadas (ver Informe Semanal No. 1447 de febrero de 2019).

Esto último se ha visto reflejado en las tendencias opuestas referentes a: i)


deterioros del mercado laboral de Colombia, donde la tasa de desempleo ha
venido incrementándose desde sus valores mínimos del 8,9% promedio anual en
2015 hacia el 9,7% en 2018; y ii) la convergencia inflacionaria hacia valores del
3.2% al cierre de 2018, regresando al rango-meta de largo plazo del Banco de la
República (2%-4%), después de tres años de incumplimientos. Esta coyuntura
resulta apropiada para entrar en el detalle regional de la Curva de Phillips en
Colombia, donde históricamente se han observado múltiples discrepancias entre
territorios.

Como ha sido usual, las ciudades del norte del país continuaron registrando los
niveles más bajos de desempleo, significativamente inferiores al promedio
nacional. En efecto, Barranquilla (8,5% en 2018 vs. 8,2% en 2017) y Bucaramanga
(8,8% vs. 8,5%) registran el mejor desempeño en el mercado laboral (pese al
deterioro coyuntural), siendo ello inferior a la lectura del 10,8% de desempleo
nacional urbano (13 áreas). En general, el buen desempeño de estas regiones
obedeció a una buena dinámica en los servicios sociales y actividades
empresariales durante 2018, aunque persisten elevados niveles de informalidad
laboral del orden del 55%. A pesar de esas favorables cifras de empleo, el caso de
Bucaramanga es particularmente complejo. Dicha región ha debido enfrentar
desafíos duales durante el último quinquenio, dada su mayor afectación relativa en
lo referente a: i) el fin del súper ciclo de commodities; y ii) la tensión migratoria de
población venezolana.
Por el contrario, Cúcuta y las ciudades del centro-sur del país mantuvieron los
niveles de desempleo más elevados, evidenciando la persistencia de grandes
disparidades regionales. Durante 2018, Cúcuta (16% vs. 15,9% un año atrás)
registró la tasa de desempleo más elevada del país, siendo evidente la tensión
laboral-social que implica ser la puerta de entrada de la crisis migratoria
venezolana (viéndose desbordada su capacidad de absorción frente al incremento
masivo en la participación laboral). Le siguieron Medellín (11,7% en 2018 vs.
10,8% en 2017), Cali (11,5% vs. 11,9%) y Manizales (11,2%, inalterado frente a un
año atrás), todas superando el promedio de las 13 principales áreas urbanas
(10,8%). Vale la pena destacar el caso de Cali, siendo una de las pocas ciudades
con descensos en su tasa de desempleo durante 2018, aunque allí ha jugado más
el efecto de “trabajadores desalentados” (reducciones en la TGP de -0,7pps) que
un verdadero dinamismo en la creación de empleo.

Finalmente, continúa sorprendiendo el caso de Pereira (9% en 2018 vs. 9,1% en


2017), dado que suele ser una de las ciudades más golpeadas por el desempleo.
Allí parecerían estar jugando efectos compuestos provenientes de: i) mayor
demanda de mano de obra por cuenta de la concentración regional de obras de
concesiones 4G; y ii) algo de menor oferta laboral por el potencial “efecto
disuasivo” del repunte en las remesas del exterior, habiendo llegado a máximos de
US$6.300 millones en 2018 (1,9% del PIB).

En lo referente a la inflación, el panorama regional general es consistente con la


mencionada convergencia inflacionaria de la lectura agregada nacional. Entre las
grandes ciudades, solo Barranquilla (inflación del 3,7% en 2018 vs. 3,2% en 2017)
y Medellín (3,7% vs. 4,1%) registraron un incremento de precios superiores al
promedio nacional (3,2% vs. 4,1%). Por el contrario, se registraron lecturas
inferiores al promedio en Cali (3,1% vs. 2,3%), Bogotá (3,1%, inalterado frente a
un año atrás), Cúcuta (2,9%, inalterado frente a un año atrás) y Bucaramanga
(2,8% vs. 3,8%).

Todo lo anterior implica que en el frente regional también se dio un “renacer” de la


Curva de Phillips (relación inversa entre el desempleo y la inflación) en el año
2018. Contrastando ello con los resultados de 2017, cuando dicha relación parecía
haberse diluido temporalmente, ver Comentario Económico del Día 12 de febrero
de 2018. Esta relación es particularmente evidente en los casos de: i) Barranquilla
y Pereira, donde se tienen relativamente elevados niveles de inflación y bajas
lecturas de desempleo; y ii) Cali y Cúcuta, donde se tuvieron bajas lecturas de
inflación, pero elevados registros de desempleo. En este último caso, se tienen
ruidos estadísticos tanto en la oferta laboral (incrementando el desempleo por
cuenta de la migración venezolana), como en el elemento de precios (donde la
posibilidad de arbitraje de bienes baratos de contrabando pone presión bajista
sobre los precios). Dicha Curva de Phillips es menos clara en Bogotá y
Bucaramanga, donde se tuvieron valores relativamente bajos tanto en inflación
cómo en desempleo, y Medellín (donde ocurrió lo contrario).

Gobierno firmó circular que habilita firma electrónica para contratos de teletrabajo

Todo lo anterior evidencia las marcadas disparidades regionales que siguen


presentándose en Colombia (no solo en cuanto a la inflación y el desempleo, sino
también con relación a la actividad económica). En estos frentes, la Administración
Duque deberá ahondar en estrategias transversales-regionales, donde la actual
discusión del Plan Nacional de Desarrollo es una buena oportunidad para cimentar
el rol del DNP como el gestor de la descentralización fiscal en Colombia, ver
Informe Semanal No. 1445 de febrero de 2019.

2. ANÁLSISIS: comparativo del desempleo por regiones en colombia y cuáles


son las principales actividades y sectores económicos que más desempleo
muestran y por qué?
En este Informe del Gerente se presenta una evaluación de la coyuntura económica
del país y sus perspectivas. Se argumenta que Colombia ha logrado ajustarse
satisfactoriamente a los fuertes choques internacionales recientes y que las crisis
en Argentina y Turquía poco han afectado nuestra economía. Sin embargo, aún
queda camino por recorrer, en particular en los frentes externo y fiscal. El
incremento en las tasas de interés en los países desarrollados, la volatilidad en el
precio de los bienes primarios y la reciente guerra comercial, entre otros, podrían
producir fuertes efectos negativos en los países emergentes más vulnerables.

1. La economía ha empezado a ganar dinamismo


Perspectivas

Sector Externo

Inflación

Mercado laboral

Vulnerabilidades

El análisis del crecimiento económico reciente es un buen punto de partida. Según


las cifras del producto interno bruto (PIB) publicadas por el Departamento
Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la economía creció 2,2% en el
primer trimestre de 2018 y 2,8% en el segundo, frente a los mismos períodos del
año pasado. Esas noticias son muy positivas, no solo por el repunte que se observó
entre un trimestre y el siguiente, sino también por el mejor desempeño frente a los
correspondientes registros de crecimiento de 2017 (2,1% y 1,7% respectivamente).

No obstante, estas cifras deben interpretarse con cuidado porque no consideran


ajustes por factores estacionales ni tampoco por el número de días hábiles en cada
trimestre. Tales ajustes son necesarios para que los crecimientos entre trimestres
sean comparables en el tiempo, debido a que el aparato productivo tiene aumentos
y disminuciones de carácter estacional, y a que la Semana Santa no siempre se
celebra en el mismo período del año.

El DANE incorpora estos ajustes, eliminando de las cifras originales los factores
estacionales y corrigiéndolas por el efecto de la diferencia de días hábiles, lo que
permite obtener una serie de crecimiento trimestral que es comparable tanto
anualmente como entre trimestres. El equipo técnico del Banco de la República
utiliza esta última serie en sus diferentes análisis e informes.

El comportamiento de la serie ajustada evidencia un crecimiento sostenido de la


economía en lo corrido de 2018, al aumentar en términos anuales 2,6% en el primer
trimestre y 2,5% en el segundo1. Ambos registros son superiores a los observados
en los mismos períodos de 2017 (1,4% y 2,2% respectivamente) (Gráfico 1). La
persistencia observada confirma el diagnóstico presentado en el Informe al
Congreso de julio pasado, en el cual se afirmaba que la culminación del proceso de
ajuste de la economía colombiana al choque desfavorable de los términos de
intercambio logró sentar las bases para iniciar un proceso de relativa –aunque aún
lenta – recuperación económica.

3. Análsisis comparativo de la inflación por regiones en Colombia

La competitividad se ha convertido en uno de los conceptos estrella en los debates


económicos de Colombia, y también en los de buena parte de América Latina. Su
protagonismo se viene fraguando desde hace cierto tiempo, aunque solo en los
últimos años se le ha dado la importancia cabal que tiene, principalmente por dos
razones: el débil crecimiento económico y la necesidad de convertirnos en un país
de ingreso alto.

La primera parece evidente, al constatar que en el 2017 el país creció un modesto


1,8 por ciento, en contraste con las tasas de alrededor del 4,5 por ciento
registradas entre el 2002 y el 2014. Esta reducción está directamente relacionada
con las bajas tasas de productividad, y también tiene que ver con la
desaceleración de la economía global y la reducción del precio de las materias
primas. En otras palabras, sin vientos a favor, dados por el contexto internacional,
y sin industrias domésticas que dinamizaran suficientemente la economía, el país
tuvo que conformarse con un crecimiento moderado.

En cuanto a la segunda, solo si logramos aumentar la productividad y


competitividad podremos superar la trampa del ingreso medio, y con ello contribuir
a reducir las marcadas desigualdades sociales y geográficas, al generar más y
mejores empleos y a fortalecer a las clases medias emergentes.

En definitiva, una economía más competitiva implica más tejido empresarial, más
valor agregado en los productos que se producen y exportan y, en última
instancia, más bienestar para toda la población.

La pregunta que sigue es fácil de formular, pero sus respuestas suelen ser
complejas y discutidas: si trae tantos beneficios, ¿cómo mejoramos la
competitividad de Colombia?
En primer lugar, serán necesarias grandes inversiones en infraestructuras para
conectar mejor a las diferentes regiones del país y con ello impulsar el comercio.
Según el Dane, los sectores que más dinamizaron el PIB en el 2017 fueron los de
agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, con 4,9 por ciento del PIB, para
quienes las vías son un factor vital de crecimiento y visibilidad en el mercado.

Por otra parte, si bien cuando se habla de competitividad se piensa en resultados


a nivel nacional, es clave enfocarnos en el importante papel que juegan las
regiones en la diversificación y sofisticación de sus apuestas productivas. De
acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo, el aumento de la productividad debe
generarse desde las regiones a partir de sus propias características y
necesidades, así como de la creación de una institucionalidad articulada que
fomente acciones para diversificar y sofisticar la oferta productiva y la inserción en
nuevos mercados.

En el contexto regional, las políticas no están siempre alineadas con una visión
conjunta en materia de competitividad, por lo que las Comisiones Regionales de
Competitividad (CRC) están llamadas a ser la instancia de diálogo, coordinación y
articulación en estos temas, así como las encargadas de apoyar la
implementación y el seguimiento de las acciones con alcance regional.

El papel de los multilaterales puede ser importante en este camino de aumentar la


competitividad de las regiones de Colombia. Por ejemplo, CAF –Banco de
Desarrollo de América Latina– y la embajada del Reino Unido firmamos un
acuerdo de colaboración estratégica para potenciar el desarrollo de las regiones
de Colombia, a través de proyectos enfocados en fortalecer las capacidades
institucionales, reducir los niveles de corrupción y mejorar la infraestructura y la
capacidad agrícola en zonas de posconflicto.

El Fondo de Prosperidad Británico cuenta con una inversión de 25,5 millones de


euros, que deberán ser ejecutados en cuatro años a partir del 2018, e impactará a
seis ciudades y ocho regiones del país.

Entre los proyectos que se llevarán a cabo con estos recursos está uno que será
ejecutado por CAF, relacionado con el fortalecimiento de la competitividad de ocho
departamentos: Antioquia, Atlántico, Caldas, Cundinamarca (Bogotá), Magdalena,
Meta, Santander y Valle del Cauca. Con este proyecto se busca fortalecer las
CRC como un escenario estratégico para la integración de las entidades
territoriales y actores locales con el Sistema Nacional de Competitividad, Ciencia,
Tecnología e Innovación y el Gobierno Nacional. También se pretende reforzar las
capacidades de las instancias locales para identificar, estructurar e implementar
proyectos de las agendas integradas de competitividad, así como evaluar las
oportunidades de financiamiento público y privado a nivel interno y externo.

Fomentar la competitividad del país implica que los sectores público y privado
deberán trabajar conjuntamente, tanto en el financiamiento como en la
implementación de las diferentes iniciativas en pro de que los productos
colombianos puedan insertarse exitosamente en nuevos mercados. Estas medidas
ayudarán a que Colombia dé un salto cualitativo a nivel económico, con el que
podrá ofrecer más y mejores oportunidades de vida a sus ciudadanos.

Carolina España
Directora Representante de CAF en Colombia.
En el primer semestre de 2019, las regiones con mayor tasa de desempleo fueron
la Oriental con 12,0%, Bogotá D.C con 11,9% y Central con 11,7%. La región con
menor tasa de desempleo fue la Caribe con 8,5%.

Para el periodo enero - junio de 2019, las regiones con mayor tasa de ocupación
fueron Bogotá D.C. con 61,0%, seguida de la Pacífica con 56,1%. La región con
menor tasa de ocupación fue la Central con 54,6%.

El índice de precios al consumidor (IPC) mide la evolución del costo promedio de


una canasta de bienes y servicios representativa del consumo final de los hogares,
expresado en relación con un período base. El dato del IPC, en Colombia, lo
calcula mensualmente el Departamento Administrativo Nacional de Estadística
(DANE).
La inflación se define como la variación porcentual del IPC entre dos periodos. En
particular la inflación anual se mide tomando el IPC de un mes y calculando su
variación frente al dato del mismo mes del año anterior.

Nota: De acuerdo con el literal j) del artículo 2 del Decreto 3167 de 1968 le
corresponde al DANE “Establecer índices de precios a nivel del productor, del
distribuidor y del consumidor”, y el literal i) del numeral 1 del artículo 2 del Decreto
262 de 2004 según el cual el DANE debe “certificar la información estadística,
siempre que se refiera a resultados generados, validados y aprobados por el
Departamento”.

4. ¿Cómo ha sido la inflación y el desempleo en tu región o ciudad y cuáles han


sido las causas y las consecuencias?.

El desempleo plantea tal vez el problema económico más urgente por resolver en
Colombia. El deterioro del mercado laboral preocupa porque la tasa de
desocupación completó cinco meses consecutivos en niveles de dos dígitos. Y
además porque el aumento de los desocupados se produjo en medio de una
menor tasa de participación. Es decir, el desempleo repuntó a pesar de que
menos gente buscó trabajo durante los primeros meses del año. Hace rato el país
entró en una temporada de destrucción neta de puestos de trabajo.

Las cifras indican que el país llegó a esta fase desde hace varios períodos y
apenas ahora se hace evidente. “El enfriamiento del mercado laboral viene desde
principios de 2016; desde ese momento se registró de a pocos y parece haber una
profundización de ese deterioro en los últimos 6 o 7 meses”, explicó el economista
Marc Hofstetter.

Durante abril, la tasa de desempleo alcanzó 10,3% a nivel nacional. Esto significa
un repunte de casi un punto porcentual frente al 9,5% del mismo mes del año
anterior. Y lo más grave, este incremento se produjo con una caída de más de dos
puntos porcentuales en la tasa global de participación, que pasó de 64,2% a
62,2% en el mismo periodo, y en la tasa de ocupación. De hecho, según los datos
del Dane, la economía destruyó alrededor de 775.000 puestos de trabajo en el
último año, una cantidad que no se veía desde finales de 2008.

Le puede interesar: Mercado laboral en aprietos por aumento del desempleo

Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República, expresó su creciente


preocupación por temas como el “estancamiento de la economía”, la polarización
política, el freno de la inversión y el aumento del desempleo “en prácticamente
todas las regiones del país y en la mayoría de los sectores productivos”. Le
llovieron rayos y centellas desde el Gobierno y el oficialismo.
La principal explicación es la poca capacidad para abrir nuevos puestos de
trabajo, lo que a su vez se debe a problemas estructurales de la producción.

El empleo venía aumentado por encima del 2,4 % anual, pero a partir de 2015
este porcentaje se redujo a la mitad o menos. / El Espectador
El problema no es de ahora

El aumento del desempleo se ha querido explicar por la incertidumbre de la


reforma tributaria; el aumento del salario mínimo, bastante por encima de la
inflación, y la migración de venezolanos. Pero este tipo de explicaciones no tiene
en cuenta la perspectiva de largo plazo. Los aumentos en las tasas de desempleo
en diciembre de 2018 y enero de este año han vuelto a poner el tema sobre la
mesa.

A grandes rasgos, el mercado laboral que había venido recuperándose lentamente


desde comienzos del siglo revirtió su tendencia a partir de 2015 como resultado de
la caída de los precios del petróleo y de la política contraccionista del Gobierno.
Ese año, las tasas de desempleo comenzaron a subir, aunque de una manera
lenta. Sin embargo, el desempleo se mantuvo relativamente bajo debido a las
menores tasas de participación laboral; es decir, a que una menor proporción de
las personas en edad de trabajar tenía ocupaciones o estaba buscando empleo.

Por eso el problema fundamental no fue la reforma tributaria, el alza del salario
mínimo ni la llegada de más venezolanos, sino la pérdida en la capacidad de
generar empleo que venía desde 2015. El empleo venía aumentado por encima
del 2,4 % anual, pero a partir de 2015 este porcentaje se redujo a la mitad o
menos. Esta caída se debió fundamentalmente a problemas en las ciudades,
porque entre 2015 y 2017 el empleo rural creció por encima de su tendencia
histórica.

De las cifras anteriores se desprenden dos conclusiones muy claras: el aumento


del desempleo básicamente se debe a factores estructurales o de largo plazo, y
ese mayor desempleo obedece a la falta de demanda de trabajadores, mientras
que la oferta, medida por la tasa de participación, ha tendido más bien a aliviar la
presión sobre el mercado laboral.

El mercado laboral

Dentro de las tendencias anteriores pueden darse variaciones coyunturales que


las frenan o las aceleran. Probablemente esto fue lo que pasó durante los últimos
meses. En el último trimestre de 2018 y en enero de 2019 el comportamiento de la
participación laboral fue muy distinto del que había mostrado en el mismo período
de años anteriores: el número de participantes en el mercado laboral aumentó 2,6
% el pasado diciembre, muy por encima del 0,6 % del mismo mes en 2017 y del
0,7 % de 2016, y en enero de este año el aumento fue del 1,5 % frente al 0,6 % de
2018.
Aunque la generación de empleo aumentó ligeramente en 2018, estos aumentos
en la participación laboral explican la elevación del desempleo por encima de su
tendencia de largo plazo.

¿Son los venezolanos?

El DANE ha insinuado que el aumento en la tasa de participación se debe a la


mayor presencia de venezolanos, pero no presenta cifras sólidas para concluir que
esa sea la causa del fenómeno.

En el último boletín (febrero 28, 2019) se adjuntan datos sobre las diferencias en
las tasas de participación y desempleo de personas que en enero de 2018
estaban en Venezuela y en enero de 2019 estaban en Colombia (es decir que
migraron). En efecto, los que vivían en Venezuela presentan ahora mayor
participación y desempleo que el resto. Pero hay tres puntos para tener en cuenta:

1. Muchas de las personas que regresaron a Colombia el año pasado pudieron ser
colombianos.

2. No hay información sobre la representatividad estadística de estas personas.


No sabemos cuál fue el peso que el DANE le dio a la muestra de migrantes que
llegaron a Colombia en 2018.

3. Aun tomando las cifras del DANE, no se podría concluir que el aumento del
desempleo se debió a la migración. Utilizando sus datos, mis cálculos indican que
un total de 637.000 personas adicionales ingresaron al mercado laboral durante el
año pasado, pero apenas un máximo de 315.000 podría atribuirse a la llegada de
venezolanos.
Dicho de otra manera: por lo menos 322.000 personas que ya vivían en Colombia
decidieron ingresar al mercado de trabajo. Una cifra, además, muy superior a los
175.000 nuevos participantes que habían ingresado durante 2017.

El sector rural

Mientras que, como vimos, la tasa nacional de desempleo aumentó entre 2015 y
2018, la tasa para el sector rural venía disminuyendo. Pero en el último trimestre
de 2018 esta tendencia cambió drásticamente. Las razones del cambio no son
claras, pero hay al menos dos hipótesis al respecto: por una parte, la
desaceleración o la incertidumbre en el desarrollo de los Acuerdos de Paz en
materia agraria podría estar frenando la inversión en el campo. Por otra parte, las
expectativas del fenómeno de El Niño pudieron retardar las decisiones de
siembras y cultivos.

Cualquiera sea la razón, el empleo rural disminuyó 0,5 % durante el último


trimestre y este hecho se suma a las malas noticias del sector urbano.

En conclusión, la principal explicación del desempleo creciente es la poca


capacidad para abrir nuevos puestos de trabajo, lo cual se debe a problemas
estructurales de la producción y al modelo de crecimiento que hemos elegido.
Dependemos demasiado de factores que escapan a nuestro control (como el
precio del petróleo). El mercado interno no crea las condiciones para que las
mayorías tengan un trabajo decente; y la desigualdad en la distribución del ingreso
probablemente tiene mucho que ver con esto.

Otros factores pueden influir de manera transitoria. La migración de venezolanos


puede haber aumentado la presión sobre el mercado laboral, pero no tenemos
información seria y confiable para ver cuál es su peso. La incertidumbre causada
por la reforma tributaria, el aparente freno al desarrollo del Acuerdo de Paz en
materia agraria y fenómenos climáticos (El Niño) pueden explicar buena parte
importante del aumento reciente del desempleo. El alza del salario mínimo ocurrió
muy tarde para tener algo que ver en este caso.

*Director del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y


analista de Razón Pública.

5. Sugerencias para disminuir el desempleo en Colombia

Fortalecer el sistema educativo, avanzar en equidad de género, concertar con el


sector privado y transformar la estructura productiva son algunos de los desafíos
para bajar la tasa de desempleo en Colombia.

Es absurda la actitud del ministro Carrasquilla, quien afirma no saber cómo


combatir el desempleo en nuestro país...
Con eso en mente, lo vamos a ilustrar sobre la gestión en algunas variables
críticas que debe implementar el gobierno para combatir este flagelo que no
permite crecimiento económico ni bienestar social:


Disminución de la renta a los empresarios que hoy oscila por el orden del
70%, una de las más altas del mundo, que desmotiva la financiación,
creación e inversión empresarial.

 Tasas preferenciales de aranceles para la importación de bienes de capital


para la renovación y modernización del parque productivo en nuestro país.

 Un" dolar prime" estable para pago de deudas de los empresarios y para
compras de insumos y tecnología.

 Recurso humano preparado de acuerdo a necesidades empresariales,


egresado de centros de formación tecnológica tanto públicos como
privados.

 Uso intensivo de tecnologías digitales de punta para la reconversión de


insumos en productos con alto valor agregado.
 Impulso de sistemas de cooperación internacional que permitan
aprendizajes en metodologías productivas bajo parámetros de bajos costos
y alta eficiencia en el uso de los recursos humanos, tecnológicos y
financieros.

 Impulso de programas educativos preferenciales con becas para un alto


número de jóvenes que no pueden acceder a los centros universitarios,
como mejoramiento a programas como Ser pilo paga con mayores recursos
para ampliar la base de futuros profesionales.

 Apoyar la creación de nuevas empresas disminuyendo el número de


trámites que generen altos costos para los que se atreven a emprender
proyectos productivos.

 Dar apoyo e impulso a nuevas formas de generación de productos de gran


valor para nuestra economía como extracción de petróleo vía fracking,
inteligencia artificial aplicada procesos comunicacionales, robótica para
procesos industriales, entre otros.

Estas son algunas propuestas que el equipo de gobierno debe analizar a fondo
como instrumentos de gestión pública que ayudarían a disminuir el nivel de
desempleo nuestro territorio.

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