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Ensayo sobre el Arco Minero del Orinoco y la

Legislación Ambiental

Eudes A Zambrano A1

Introducción

El Gobierno Bolivariano de Venezuela ha creado el Arco Minero del


Orinoco (AMO) el 24 de febrero de 2016, mediante la Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco, a través del decreto presidencial
n.° 2248, publicado en la Gaceta Oficial n.° 40855 (véase Decreto N° 2248), que
constituye la mayor avanzada extractivista por parte del Estado y sectores
privados, en base a la necesidad que se tiene de generar productividad que
garantice el ingreso en divisas para el sustento de la economía nacional y del
Estado social, dentro del orden vocacional minero de la Región de Guayana, y
que abarca una superficie de 113.598 km2, correspondiente al 12,4% del
territorio nacional.

Previo a la Revolución Bolivariana, el ordenamiento jurídico que regulaba


la práctica minera en Venezuela se sostenía en la criminalización e
invisibilización de la realidad minera artesanal y de pequeña escala, lo que no
implicó el abandono de esa práctica sino más bien su extensión, con la
incorporación de mineros de países vecinos como Brasil y Colombia. En 2000,
el presidente Hugo Chávez modificó la Ley de Minas promulgada en 1952
mediante un decreto-ley que reconoce la existencia del minero artesanal, de la
pequeña minería y de la mancomunidad minera. (Ruiz, 2019).

Con la creación desde el 2014 de la Comisión Presidencial para la


Protección del Desarrollo y Promoción Integral de la Actividad Minera en la
Región Guayana, a objeto de proteger de manera integral la actividad minera

1
Geógrafo (ULA, 1990) / E-mail: eudeszambrano@gmail.com
lícita en la región, se busca motivar la diversificación del extractivismo, al dirigir
hacia un nuevo ordenamiento la actividad productiva minera de carácter
sustentable. Esta instancia agrupó a entes de los ejecutivos estadales,
gobernaciones y autoridades locales (alcaldías) en los estados Bolívar,
Amazonas y Delta Amacuro, donde se efectúan actividades mineras, tanto
legales como ilegales, en las tres entidades, mientras que el Ejecutivo Nacional
participa a través de 9 ministerios con competencia en ambiente, minería,
desarrollo social, seguridad y pueblos indígenas, entre otras materias. (AVN,
2014).

Por ello, a continuación se realiza una breve evaluación del contexto


legislativo ambiental para analizar los alcances y repercusiones de la explotación
minera por parte del Estado Bolivariano en virtud de la intensificación de dicha
actividad al optar por una alternativa no capitalista de desarrollo, y ante el brutal
bloqueo global –de los países aliados de EE.UU., y de las corporaciones
transnacionales- por parte del imperialismo norteamericano.

Resultados

El reconocimiento de una situación de impactos negativos y de


degradación humana y ambiental llevó abocar al Estado a la creación de una
regularización de la actividad minera y la protección socioeconómica de la
población dedicada a esta actividad, con el fin de garantizarle condiciones de
vida más dignas, así como el impulso de la transición hacia otras actividades
complementarias de orden productivo. En 2017, el Gobierno bolivariano creo el
Decreto N° 3.118 (Gaceta Oficial N° 41.294), mediante el cual se declara para
uso minero ecosocialista las áreas estratégicas que se hallan dentro de la Zona
de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco” (AMO), así como
establece los criterios para el desarrollo y el control de las actividades mineras,
bajo un cumulo de principios. (Véase Decreto 3.118, 2017).

Pese a ello, hasta ahora, el Estado no ha logrado emprender un control


efectivo ni una política consistente para el abordaje de esta grave situación, ya
que el objetivo era unir los esfuerzos de todos los entes públicos nacionales y
regionales para generar políticas y acciones que permitan resolver el problema
de la invasión y destrucción de áreas protegidas por grupos de venezolanos y
extranjeros que realizan la extracción ilegal de oro, afectando el medio ambiente
y generando problemas sociales y de salud en las comunidades adyacentes.
Aunado a esto, se tiene la alta fragilidad y porosidad del Estado venezolano en
torno de los intereses delictivos y de constitución de una suerte de «rentismo
lumpenizado» (Ruiz, 2019).

Empresas básicas estatales como la CVG-Minerven, dedicada a la


extracción aurífera, han disminuido su operatividad a su mínima expresión desde
2013, como resultado de las debilidades para emprender una efectiva
diversificación de la matriz productiva venezolana. Sin embargo, se hace
necesario destacar que dicha empresa estatal minera se encuentra actualmente
bloqueada por la Administración Trump, lo que impide que siga comercializando
con las corporaciones transnacionales aliadas de EE.UU. Ante esta realidad, se
ha agudizado el contrabando de oro en la región en perjuicio de la nación, por lo
que identificar la ruta de minerales como oro, diamantes y, recientemente, coltán
es esencial para esclarecer la cadena de comercialización del contrabando de
extracción y sus actores involucrados. Mientras el Estado no aplique una política
integral en el manejo sustentable de la realidad que impera en esta región, todo
mineral extraído en estas condiciones provendrá de relaciones de poder
corrompidas por el contrabando y de perjuicios hacia la población, así como de
una flagrante violación de la normativa legal y los ordenamientos
socioambientales vigentes.

La expansión del poder y la penetración e interconexión de actores


relacionados con las actividades de extracción minera han ido en aumento en
los últimos diez años. En estas vinculaciones y expansión de control de zonas
de extracción están involucrados sectores de poder institucional, que actúan con
una total impunidad patrimonialista. También son trágicamente numerosas las
denuncias de desapariciones, masacres y enfrentamientos que no llegan a
resolverse judicialmente. Para Ruiz (2019), esta incapacidad o imposibilidad de
emprender una efectiva diversificación productiva en base a los planes de control
y manejo normativo propuestos por el Estado venezolano, es decir, al no
alcanzar la real autonomía ni mucho menos la tan cacareada “soberanía” sobre
bases sólidas para el desarrollo de un modelo alternativo al capitalismo, ha
conllevado más fragilidad del Estado, el cual quedó a merced de los impactos de
la crisis mundial del capital. “Lo que está ocurriendo es, entonces, la
diversificación del extractivismo, sostenido por el Estado, mientras se
reconfiguran nuevos regímenes biopolíticos sobre los territorios”. En una
palabra: ampliación de las fronteras extractivas, y esto se expresan en territorios
donde se ha expandido igualmente la minería ilegal.

Hay innumerables ejemplos de actividades mineras informales y a


diferentes escalas de mecanización e industrialización que han tenido
significativas consecuencias socioambientales cuando no son manejadas
apropiadamente. Alguna de estas son la deforestación, degradación y erosión
del suelo, así como la contaminación, las cuales impactan directa e
indirectamente la biodiversidad y los servicios ecosistémicos asociados. Dichos
efectos perturban la seguridad alimentaria, salud y bienestar de las poblaciones
humanas actuales y las generaciones futuras.

La magnitud del impacto de la minería es difícil de evaluar sin un


minucioso y adecuado monitoreo. Cerca de las minas al sur del Orinoco hay
evidencia reciente del uso sin control de químicos y metales nocivos, como el
cianuro y mercurio, encontrándose elevados niveles de mercurio en la sangre de
personas de al menos dos comunidades indígenas. Incluso, hay evidencia de
bioacumulación de estas toxinas en pescados y moluscos muestreados a
kilómetros de distancia de la mina más cercana, en el área de influencia de la
pluma del río Orinoco. Adicionalmente, se han identificados varias áreas de
concentración de casos de enfermedades transmitidas por vectores y
enfermedades infecciosas como malaria y sarampión dentro de áreas mineras,
las cuales han contribuido a incrementar la incidencia y prevalencia de dichas
enfermedades en el país, e incluso en los países vecinos. La mayoría de los
minerales explotados en Venezuela deben considerarse minerales de conflicto
pues su explotación está directa o indirectamente relacionada con graves
violaciones de los derechos humanos. La premura en la extracción de los
minerales contribuye a todos estos hechos. (Declaración del LACCCB, 2018).

En la planificación del desarrollo minero son primordiales la gestión


ambiental y el ordenamiento territorial, considerando la vocación de uso del suelo
y el subsuelo. Asimismo, se debe tener conocimiento del potencial minero del
territorio, la valoración de los recursos naturales en términos de conservación,
usos potenciales y singularidades patrimoniales, los aspectos sociales,
culturales y ancestrales, así como la relación costo-beneficios como elementos
básicos para regular la ocupación y uso minero, los impactos y pasivos
ambientales derivados de la actividad, el control y fiscalización mediante el
resguardo minero y la guardería ambiental, usando como soporte el catastro
minero multipropósito.

Aunque Venezuela es un país prolífico en leyes, esto no significa que las


mismas se cumplan. También es un país pionero de leyes de salvaguarda
ambiental. En este sentido, el Marco Jurídico de la actividad minera en
Venezuela cuenta con un basamento bien fundamentado desde nuestra Carta
Magna, pasando por Leyes Orgánicas, Especiales, Decretos y Resoluciones
(Ministro del Poder Popular para Desarrollo Minero Ecológico, 2019).

En relación al control y fiscalización de las actividades que se ejecuten, la


Ley Orgánica del Ambiente (Asamblea Nacional, 2006) y el Decreto 295 con
rango y fuerza de Ley de Minas (Presidencia de la República, 1999) designa la
guardería ambiental a los ministerios con competencia en: Ambiente, Industrias
Básicas y Minería, Infraestructura, Salud, Agricultura y Tierra, Energía y Petróleo,
y la Fuerza Armada Nacional. Adicionalmente, compromete en esta función a las
comunidades organizadas, los consejos comunales y demás organizaciones y
asociaciones civiles, lo cual se concatena con los avances de la legislación
nacional en materia de participación ciudadana. (Valladares y Sandia, 2017:
257).
Conclusión

El Estado venezolano cuenta con una amplia legislación ambiental para


sustentar cualquier procedimiento administrativo, civil y penal vinculado a delitos
ambientales derivados de la actividad minera. Pero, este ensayo ha puesto de
manifiesto la debilidad institucional materializada en serios problemas y
conflictos ambientales por incumplimiento de las medidas ambientales ofrecidas
en los instrumentos de control previo, que ya hemos revisado aquí.

En este sentido, la aplicación de estos procedimientos no ha sido rigurosa,


contundente ni sostenible en el tiempo, pues carece de efectividad suficiente
para regular adecuadamente el ejercicio de la actividad a causa de la
vulnerabilidad institucional. Esta situación ha favorecido el incremento de ilícitos
ambientales y la proliferación de la minería informal, generando pérdidas
sociales, económicas, ambientales y políticas que se manifiestan en el deterioro
ambiental progresivo.

A pesar del reiterativo discurso del Gobierno bolivariano, Venezuela no ha


abandonado su papel en el concierto económico mundial como proveedor de
materias primas. Es más, el peso de los rubros con escaso o nulo procesamiento
como sería la explotación aurífera, se ha profundizado en las últimas décadas, y
constituyen la mayor avanzada extractivista por parte del Estado y sectores
privados (Grupo Orinoco, 2017), mediante la configuración y el uso de los
territorios sobre la base de una supuesta “vocación” minera.

El hecho más grave es que, el mismo aparato legal creado para constituir
esta mega-área territorial de explotación minera es más bien violatorio de
diversas partes de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999), y se corre el riesgo de que se genere una peligrosa vinculación entre
intereses asociados a la minería ilegal -se mencionan aproximaciones entre
60.000 y 80.000 personas en esta condición (Olivo, 2008, citado en Valladares y
Sandia, 2017)-. y actores estatales en vista de las mafias que controlan estos
espacios ricos en minerales (diamantes, coltán, uranio, etc.), causando daños
graves al Estado por evasión fiscal.
Para los especialistas del , del Instituto de Geografía y Conservación de
los Recursos Naturales (IGCRN-ULA), Luís Sandía y Riguey Valladares, el
énfasis que se le otorgan a los aspectos ambientales relativos a la actividad
minera desde el mismo Ejecutivo Nacional a partir del 2015, no ha impedido que
los pasivos mineros ambientales derivados de la actividad y la existencia de
minería ilegal hayan generado una matriz de opinión negativa alrededor de ella,
de allí que sea importante impulsar regulaciones específicas en esta materia, ya
que no se considera el tema de los pasivos ambientales mineros provenientes
de las minas abandonadas.

Estamos conscientes de que en el marco de una profunda crisis


económica nacional, del modelo rentista y de la configuración del Estado que lo
sostiene, máxime cuando existe un brutal bloque económico que apuesta a la
caída del régimen, surgen estas alternativas facilistas en un país con abundantes
recursos, cargadas de proyectos intensivos y extensivos de explotación de
minerales. No obstante no podemos sacrificar el futuro de los verdaderos dueños
de nuestro espacio vital, los que aún no han nacido, y es a lo que apuesta el
desarrollo sustentable: las generaciones futuras.
Referencias Bibliográficas

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Guayana. Está integrada por autoridades locales y nacionales. [Prensa en
línea]. Consultada el 01 de diciembre de 2019 en:
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______________________________. (2016). Decreto 2248. Zona de Desarrollo


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Tributario para el Desarrollo Soberano del Arco Minero. Gaceta Oficial N°
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Consultada el 27 de noviembre de 2019 en:
https://www.finanzasdigital.com/2018/01/gaceta-oficial-n-41-310-ley-
constitucional-del-regimen-tributario-desarrollo-soberano-del-arco-minero/

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