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PASO PERUANO
El paso: Es una marcha de andadura de cuatro tiempos, en
las que las patas delanteras se arquean lateralmente, al
estilo de los brazos de un nadador. Las patas traseras
ejecutan una zancada larga y recta, manteniendo bajo los
cuartostraseros. La marcha presenta cuatro tiempos muy
bien marcados, lo cual difiere notablemente de los
movimientos laterales de otras razas. Este tipo de andadura
ocasiona una excepcional suavidad de desplazamiento.
Procedencia: Esta raza proviene del Perú y se cría desde hace 400 años. Sin embargo
el Paso Peruano se cría también en Colombia, Puerto Rico y los Estados Unidos,
donde ha conseguido gran popularidad. Este animal posee gran resistencia y
personalidad.
Características: El Paso Peruano no es un caballo grande, tampoco tiene
características de un caballo galopador. El cuerpo es compacto y musculoso, ancho y
profundo. Las patas son cortas y fuertes. La cabeza plana y ancha con ojos brillantes
y expresivos. El cuello lo tiene arqueado y es relativamente corto pero bien
proporcionado con el resto de la estructura. El color predominante es el castaño y
alazanes aunque se pueden encontrar casi todas las capas.
Historia: Los caballos llegaron al Perú con los conquistadores mandados por
Francisco Pizarro en 1532. Al correr de los siglos han conservado la andadura lateral
de la jaca andaluza de ambladura. La marcha del Paso Peruano le permite recorrer
largas distancias a una velocidad notable, demostrando cualidades de gran
personalidad y excelente resistencia. El Paso Peruano es la viva demostración del
triunfo de la crianza equina del Perú.
Capa: El Castaño y el alazán son los colores más comunes, pero se dán todas las
demáscapas.
Alzada: La alzada ideal del Paso es de 140 a 150 cm.
LA FAUNA DE HUANCHACO
En la Costa del Pacífico del Perú, la cordillera de los Andes es el rasgo geográfico
geológico más importante que corre relativamente junto al mar, con rumbo variable,
constituyendo el esqueleto rocoso que da forma al litoral. La zona litoral es una zona
árida intertropical que posee un clima cálido y seco debido al efecto de la Corriente
marina fría de Humboldt, que fluye de sur a norte a lo largo de la costa. Las neblinas
que se forman en el mar penetran algunos kilómetros tierra adentro pero no llegan a
precipitar lluvias. Los valles costeros aparecen como “oasis fluviales” que están
formados por suelos aluviales, depositados por los ríos. En esta región la vegetación
falta casi por completo y sólo en las orillas de los ríos y en ciertos lugares próximos al
mar hay vegetación arbustiva permanente.
En la costa norte del Perú, en el Departamento de la Libertad, Provincia de Trujillo,
Distrito de Huanchaco, cerca al balneario de Huanchaco y a 50 m de la línea costera del
Océano Pacífico se encuentra ubicado el Balsar de Huanchaco.
En el Balsar el clima es semicálido, con temperaturas que varían entre los 15 y 28 ?C, la
humedad relativa es de 82% y las precipitaciones son menores a 150 mm. Los suelos
superficiales son arenosos con limitado potencial para el uso agrícola y pecuario. El
agua de las pozas de los totorales es salobre y de origen subterráneo; probablemente
combinada con filtraciones de aguas marinas, dada su ubicación a menos de 100 m de la
orilla del mar.
Aunque no se ha realizado un estudio exhaustivo de los componentes bióticos del área,
se han registrado de manera preliminar 16 especies de Fanerógamas y 48 de algas. La
vegetación es halófita, sumergida y anfibia. En relación a la fauna se han identificado 32
especies de invertebrados y 30 especies de aves acuáticas entre residentes y migratorias.
El Balsar, un humedal único en la costa peruana, por su carácter artificial, tiene una
superficie de 46.72 ha. Presenta 160 pozas, donde se cultiva la totora (Scirpus
californicus), que en su mayor parte crece de manera vigorosa. De la totora los
pescadores construyen el “caballito de totora”, que les permite incursionar en el mar
para el desarrollo de la pesca artesanal, la cual constituye una importante fuente de
recursos económicos para su subsistencia.
Estos humedales usando el Sistema de Clasificación para Tipos de Humedales de la
Convención Ramsar, están bajo la categoría de Humedales Hechos por el Hombre,
debido a que están constituidos por pozas artificiales.
Desde muy niños, los huanchaqueros (Habitantes de Huanchaco) aprenden que cuando
la planta anfibia llamada totora (scirpus) alcanza su máxima altura, (lo que ocurre sólo
una vez al año), es el momento de cortar por la base y ponerla a secar en la arena hasta
que adquiera su inconfundible color dorado. Entonces, manos diestras prensan los
carrizos con una “huangana” (cordel grueso), comenzando por la popa, es decir por la
parte de atrás, que es más ancha, y que se angosta gradualmente siguiendo la forma del
junco hasta formar una fina proa o “chusca”, arqueada, que según nos explica Mercedes
Ucañan sirve para cortar el oleaje y darle dirección a la nave. Sólo los caballitos de
Huanchaco tienen la proa en punta y ligeramente volteada hacia arriba, como la “quilla”
de la famosa tabla hawaiana que tiene en estas naves sus antecedentes más antiguos. La
prueba de que los caballitos de totora existen desde tiempos inmemoriales, se encuentra
en la cerámica Virú, que en diferentes piezas artísticas muestra reproducciones idénticas
que data de 200 años antes de Cristo, así como en los vasos denominados “Gallinazos”
que tienen 2,200 años de antigüedad.
En lengua muchic se les llamó “tup”, pero los españoles los bautizaron como
“caballitos” porque los nativos montaban en ellos cual si se tratara de corceles, y así lo
continúan haciendo hasta hoy muchos de sus actuales descendientes; los curtidos
pescadores del legendario Muelle de Huanchaco. Una vez en tierra, las embarcaciones
son depositadas sobre la arena cual vigías en perfecta formación a la espera de una
nueva faena.
Un sacerdote español observa en sus apuntes que,”eran muchos y cada uno en su
balsilla caballero o sentado a porfía cortando las olas del mar, que es bravo allí donde
pescan, parecían tritones o neptunos que pintan sobre el agua…” Cada hombre llevaba
consigo una bolsa de red llamada “calcal”, con anzuelos de varios tamaños, que todavía
hoy en día se emplean para la pesca artesanal en varias caletas de la costa.
En sus investigaciones sobre el tema, la historiadora María Rostworowski ha
encontrado que el empleo de esta balsa, durante el siglo XVI, abarcaba un amplia franja
costera, que iba desde el norte de Lambayeque hasta la zona de Pisco, en el
departamento de Ica.
Con el paso del tiempo su uso se redujo debido principalmente a la desaparición
progresiva de los totorales, quedando Huanchaco, en la Libertad, y Pimentel y Santa
Rosa, en Lambayeque, como solitarios reductos donde aún se conserva la costumbre
ancestral de utilizar la caña de Guayaquil cortada en dos, a lo largo, como remo, y el
ancla, que no es otra cosa que una piedra atada con cuerdas.
El antiguo peruano podía saber si la pesca iba a ser buena con sólo observar las
tonalidades del mar, el cardumen, o el comportamiento de la luna en relación con la
marea, de acuerdo a ello se decidía si las condiciones eran propicias para hacerse a la
mar.
Inexorable extinción, Pero esta sabiduría empírica, asociada a la cultura marina que,
como en Huanchaco, se desarrolló en gran parte del litoral, corre el peligro de
extinguirse a causa del cada vez más escaso interés que existe hacia esta actividad. Sólo
uno de los seis hijos de Mercedes Ucañan apoya a su padre en las faenas de pesca, “los
otros han emigrado a Lima, porque acá la vida cada vez es más dificil”, afirma el
pescador en tono resignado.
El desaliento tiene que ver con la escasez de los recursos marinos. Una escasez
originada por la presencia de barcos arrastreros, a los que los pescadores culpan de
depredar el mar.
Pero otra de las causas de esta crisis es la dificultad para obtener la totora, la
modernización y acelerada urbanización de Huanchaco ha producido el desecamiento de
sus lagunas, debido al excesivo bombeo de las aguas del subsuelo.
El antropólogo Bernardo Alva sostiene que se repite el mismo fenómeno que aconteció
en los años 40 en Chan Chan, cuando los pescadores nativos se vieron obligados a
transplantar las raíces y tallos de sus estanques, porque la presencia de la agricultura
migratoria en sus inmediaciones terminó por secar por completo los suelos.
En el terreno árido de la ciudadela, el único vestigio que actualmente observa el
visitante son unas pequeñas matas desperdigadas, pálida sombra de los que antes fueron
extensos y florecientes totorales.
En Huanchaco los pescadores se han visto obligados a organizarse comunalmente para
aprovechar las 40 pozas o balsares, de donde se proveen de la materia prima para
elaborar sus caballitos de totora. Los totorales constituyen un microsistema ecológico en
el que habitan diversas especies de peces de agua dulce, insectos y una curiosa avecilla
que se alimenta exclusivamente del gusano que parasita la totora, favoreciendo su
crecimiento.
Pero, durante los últimos tres años, por lo menos una docena de totorales han sido
quemados y sepultadas sus pozas con desmonte en un fallido intento de urbanizar toda
el área.
Si este incontenible avance del concreto continúa, en pocos años, lo único que quedará
de los herederos de la cultura Chimú será el mudo recuerdo plasmado en los frisos de
aves y peces en bajo relieve de la ciudadela de Chan Chan.
Los Ucañan, Huamanchumo, Chinchihuaman, Chumbe, y otros, que conforman las 160
familias nativas que viven en Huanchaco habrán perdido la batalla, y con ellos el Perú
un trozo vivo de su historia.
“Será porque no enos tenido la justicia de a quien de derecho le pertenece”, sentencia
con remota amargura, Mercedes Ucañan, en la milenaria lengua de sus ancestros.
El 23 de enero de 1992 la asamblea regional de la Región La Libertad dictó una
resolución Legislativa que declara Reserva Protegida, a las 46.72 hectáreas de totorales
ubicados en la caleta de Huanchaco. Se dispone su uso exclusivo para el cultivo,
crecimiento y secado, y aprovechamiento racional de la totora, así como para las
investigaciones científicas.
Pero la ley no ha sido suficiente para detener el avance del cemento y las autoridades
encargadas de su cumplimiento no parecen preocuparse por tan indignante depredación.
La destrucción de los totorales de Huanchaco no solamente constituiría un auténtico
crimen ecológico sino que significaría aniquilar la esencia de una de las más hermosas
tradiciones de nuestros pueblos.
La costa central y sur del Perú tiene como característica fundamental la ausencia de
precipitaciones así como altos niveles de humedad y nubosidad. Estas condiciones han
definido: gramadales, lomas Tilandsiales, cactáceas y montes ribereños. Todas estas
formas de vegetación tienen por virtud el haberse sabido adaptar a la carencia de
precipitaciones. Las tillandsias por ejemplo aprovechan el rocío de la mañana que se
condensa sobre sus hojas y cae en su centro. Las lomas aprovechan las nieblas cargadas
de humedad que en los meses de mayo a agosto se estrellan contra las laderas de
algunas zonas de la costa. De esta manera, al inicio de la primavera ocurre una
explosión de color y vida en estos espacios.
En Trujillo y la costa norte del Perú tenemos precipitaciones a inicios de año y un
mayor brillo solar. Estas condiciones han definido grandes tipos de vegetación como
son: manglares, chaparrales, ceibales, algarrobales y sapotales. Todos estos conjuntos
alcanzan la fase arbórea (llegan a convertirse en árboles) debido a las estrategias que
desarrollan para acceder al agua.
FAUNA DE TRUJILLO
La gaviota al igual que la flora, la fauna del Perú se caracteriza por una abundancia
relativa pero sobre todo por su gran variedad. La distribución de la misma responde a
las condiciones del entorno físico que en el Perú varía desde una costa árida y casi sin
precipitaciones hasta una selva exuberantemente cálida y con elevados niveles de lluvia.
Si -como plantea el ecólogo peruano Antonio Brack - consideramos al mar peruano
como parte de la costa, entonces podemos afirmar que en ella tenemos una fauna costera
abundante y variada.