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Apuntes de Sexualidad PDF
Apuntes de Sexualidad PDF
Resumen
La sexología, disciplina que aborda el estudio de la sexualidad en forma inter y multidisciplinaria, es
considerada a partir de 1974 por la Organización Mundial de la Salud dentro del concepto integral de
salud del ser humano. Su enfoque es abarcador y no estrictamente como fenómeno biológico.
Este breve repaso por la historia de la sexualidad nos demuestra que el comportamiento sexual no es
simplista, ya que éste dependerá del contexto sociohistórico y cultural en que se desarrolla y por lo que
probablemente, en el futuro, veamos otras formas de comportamiento sexual.
Palabras clave
Sexualidad – historia - ética
Abstract
Sexology, is a discipline that studies sexuality in an inter and multidisciplinary way, and, since 1974,.has
been considered by the World Health Organization within the concept of health of the integral human
being . Its focus is comprehensive but not strictly as a biological phenomenon.
This brief review by through the sexuality history shows us that sexual behavior is not simplistic, since it
will depend on the socio-historical and cultural context, where it is developed, so in the future, we will
probably be able to see other forms of sexual behavior.
Key words
Sexuality - History - Ethic
1
Introducción
Resulta difícil exponer una única definición de sexualidad y menos aún de “normalidad
sexual”. Tendremos que recurrir a conceptos dinámicos, cambiantes, teniendo en cuenta
la época, momento histórico y grupo social que queremos abordar. Con una visión
rápida de la historia vemos como durante la prehistoria existió la monogamia natural y,
más tarde, la monogamia que tenía como finalidad asegurar el patrimonio familiar.
Que en el Antiguo Testamento, se señalan las normas que regulaban la conducta sexual
de la época. Que en el judaísmo, el matrimonio tenía como finalidad la descendencia y
la esposa hebrea el “privilegio” de compartir los favores del esposo con otras esposas
secundarias. En la cultura egipcia el incesto estaba permitido y la circuncisión, tenía un
carácter ritual en la adolescencia. En Grecia, se toleraba la homosexualidad masculina
entre adultos y adolescentes púberes dentro de un contexto educativo. En Atenas las
mujeres no podían andar solas privilegio exclusivo de las hetairas (prostituta fina). En la
edad Media, la Iglesia refrenda el matrimonio monógamo y declara el instinto sexual
como demoníaco.
No se puede realizar un análisis simplista ya que como vemos varía de una cultura a otra
y en el contexto socio-histórico en que se desarrolle.
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Para abordar el tema con seriedad con respecto al “orden moral” en referencia a la
sexualidad, deberá hacerse a un lado los prejuicios y dogmatismo, luego deberá
abordarse el tema considerando a la sexualidad como un fenómeno humano y complejo,
influenciado por fenómenos biológicos, culturales y psicológicos.
Si bien los apuntes históricos sobre sexualidad datan de más de cinco mil años, los datos
disponibles son escasos siendo para los historiadores tarea difícil la exploración de las
intimidades humanas, ya que ésta no deja fósiles. Se conservan documentos, actas
notariales pero se destruyen cartas de amor y diarios íntimos. Se obtuvieron datos sobre
sexualidad de las épocas por medio de las epístolas, autobiografías, así como de obras
de teatro universal.
El arte, la literatura, cuadros ,esculturas nos muestran un imaginario que hay que leer
entre líneas, escondiendo un contenido latente mas allá de lo manifiesto, revelando a
menudo las fantasías de una época.
El sexo no siempre fue una partida de placer. Durante muchos años reinó el orden moral
y sexual que ejercía una verdadera opresión sobre la vida privada.
En la época prehistórica la pareja estaba hecha para procrear y asegurar la herencia y la
filiación. El homo sapiens es el primero que concede una gran atención a sus difuntos lo
cual denota una forma de amor o sea de apego a sus semejantes. El sentimiento amoroso
va a la par con la consideración que se tiene por los muertos, con el sentido de la
estética, características propiamente humanas solo desarrolladas por el hombre de
Cromagnon.
En el Paleolítico las parejas eran monógamas con pocos hijos. Al vivir exclusivamente
de la caza no se podía mantener a varias mujeres. La poligamia habría obligado al
hombre a cazar más.
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propiedad privada. Para entonces la monogamia tenía como finalidad asegurar el
patrimonio familiar (1) condición que define la segunda etapa.
Hacia los años 5000 y 2000 a. C. se destacan numerosas escenas de coito, personajes
haciendo el amor en chozas. Muestran varias posiciones pero son siempre parejas. No
hay acoplamientos múltiples.
Las esposas griegas eran unas pequeñas criaturas. Su función era tener hijos. Su vida y
función estaba muy relegada. Se le permitía al hombre tener sexo con sus esclavos,
hombres y mujeres o con prostitutas. Podía tener concubinas pero sus hijos no
heredaban.
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El mundo romano es un mundo puritano. En Roma no había orgías. En el Satiricón no
se describía lo que se hacía sino lo que no debía hacerse. Se describe lo que se sueña
con hacer. Como las fantasías de un adolescente con su primera revista pornográfica.
Había una verdadera censura de las costumbres. Solo se hacía el amor de noche, sin
encender las lámparas. Solo se ve a la mujer desnuda en los baños (según los poemas de
la época).Había tres horrores supremos para un romano: acostarse con su hermana,
acostarse con un vestal y hacerse sodomizar. Tres cosas que se atribuyeron a Nerón y
Calígula.
Los vestales eran las sacerdotisas consagradas a la Diosa Vesta (diosa del hogar) debían
ser vírgenes de padre y madre reconocidos y de gran hermosura. Eran seleccionadas a la
edad de seis a diez años. Una de sus mayores responsabilidades era mantener el fuego
sagrado de sus templos. El servicio como vestal duraba treinta años después de los
cuales, podían casarse si querían aunque casi siempre lo que ocurría es que las vestales
retiradas decidían permanecer célibes en el templo. El perder la virginidad era
considerado una falta peor incluso que el permitir que se apague el fuego sagrado.
Inicialmente el castigo era la lapidación, luego esta pena fue sustituida por el
decapitamiento y el enterramiento en vida. Sin embargo solo se conocen veinte casos en
los que esta falta fue detectada y castigada.
En las relaciones homosexuales estaba mal considerado el recibir. El esclavo era el que
recibía. Todo era un acto de dominación. Tampoco era bien considerado que un hombre
corriera tras las mujeres, juzgándolo como de carácter débil. El placer de la mujer era
mal visto. El apetito femenino era considerado peligroso, capaz de desviar a los
hombres del deber.
Con los esclavos se podían tener relaciones por placer. Séneca el gran moralista,
distingue lo que es conforme a la naturaleza y lo que le es contrario.
Se condena la homosexualidad femenina.
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provocaba mas deseo una vez que la virilidad y el vigor de su cuerpo eran cualidades
que precedían al hombre y al guerrero en que mas tarde se iba a convertir.
Las relaciones entre dos personas del sexo masculino podían suceder también entre dos
jóvenes o entre dos hombres maduros. Estas relaciones no eran condenadas, no
obstante la pasividad comprobada de uno de la pareja era objeto de crítica o censura. La
oposición esta hecho en torno a las practicas activas o pasivas del sujeto diferenciando
la consideración de las cuestiones de poder, moralidad, género, clase social,
dominación.
El pasivo era visto como subordinado, intelectualmente inferior, el joven debía pagar o
agradecer con favores sexuales por las enseñanzas recibidas por la persona más madura.
La penetración anal era más bien rechazada, tomada como un acto agresivo.
Era común la copula entre las piernas y la masturbación mutua (conforme aparece
dibujada en los vasos de la época).
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En relación a la homosexualidad dentro de otros grupos sociales como esclavos,
ciudadanos pobres, artesanos, comerciantes y extranjeros, con certeza debería existir
pero no se han encontrado testimonios escritos para poder analizarla.
Las causas del descrédito en que irá cayendo la homosexualidad son:
-La crisis de la institución pederastica que con los siglos se había convertido más en
prostitución que en docencia.
-Como causa social de la crisis motivada por la guerra del Peloponeso que deja
diezmada la juventud. Se necesitaba procrear.
-Hincapié filosófico en cuestiones que tienen que ver más con el amor metafísico que
con el físico
-El papel que juega Roma en el cambio de mentalidad.
En Roma comienza a regir una legislación concreta con derecho de familia. Se impedía
la pederastia con hijos de familias nobles. Se revaloriza el matrimonio dentro de la
sociedad. Se delimita la pederastia a la delación con esclavos prostitutas. En el
cristianismo la pederastia es condenada como práctica monstruosa.
Con respecto a la homosexualidad femenina en los principios del lirismo griego aparece
la figura trágica de Safo en la isla de Lesbos. “La décima musa” iniciadora de
muchachas que consagradas al servicio de las musas se preparaba para su ulterior
misión de mujeres. La propia Safo termina enamorándose de una alumna y al no ser
correspondida se arroja al mar. El lesbianismo se pone de moda y es causa de burla y
diversión en el teatro. Una vez muerta Safo no volvió a oírse hablar de Lesbos ni en el
resto de territorio griego de notables casos de homosexualidad femenina. A las mujeres
que se entregaban a tales juegos se les daba el nombre de Tríbadas, del griego “tribo”,
frotar.
Luciano, poeta griego de la época romana las calificó de lesbianas por primera vez,
luego Marcial y Juvenal se encargaron de detallar estos amores lesbianos de mujeres
que no querían saber nada de los hombres.
La mujer era como un ciudadano de segunda categoría y era ante todo una “gyne”, cuyo
significado era “portadora de hijos”. En resumen se podría decir que por centurias las
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creencias religiosas dominaron el comportamiento sexual, reduciéndolo al proceso de
reproducción (4)(5). Con el surgimiento de la familia patriarcal se da una serie de
dualidades en lo sexual (6):
A) En el plano social la aparición de la esfera privada restringida al ámbito a la mujer,
quedando a su cargo la reproducción, la educación y la pública a cargo de los varones.
B) Una doble norma establecida: permisividad al varón y represión a la mujer a la que
se le exige virginidad y fidelidad al marido sin importar su propio placer.
C) Doble imagen de la mujer dependiendo de las necesidades y exigencias sociales. La
mujer “buena” es la mujer de casa, la madre o la virgen. La mujer “mala” es la mujer
pública dedicada al placer.
D) En cuanto a la sexualidad un doble significado: reproductivo como una forma lícita y
socialmente aceptada vinculada al matrimonio y la familia. O bien, placer como la
forma válida para el hombre pero devaluar su moral.
En el mundo romano los jóvenes esclavos eran objeto de gran demanda con fines
homosexuales.
Muchos hombres romanos mantenían relaciones unos con otros, con uno y otro sexo,
sin preocuparles la homosexualidad pero sí condenaban el adulterio dentro del
matrimonio.
Pero tenían reglas entre aquellos. Entre los ciudadanos romanos para sentirse hombres
reales no debían ser penetrados, no practicar felaciones y jamás besar además de no
mostrar afeminamiento exagerado. La masculinidad era símbolo de “dominación”.
Ser esposa tenia que ver más con un estatus social que con el placer. La relación lésbica
no era ni siquiera imaginable para la mujer romana (aunque existirá).
Los esposos tenían libertad para tener sexo con otros hombres o con prostitutas dentro
de cantidad razonable. Las esposas no debían sentirse celosas de los devaneos sexuales
de sus maridos con otros hombres y debían soportarlo con sensatez. La rivalidad estaba
dada por otra mujer, esto era adulterio.
Los romanos que tenían esclavos podían dedicar parte de este personal para su uso
sexual y era independientemente de que fuesen hombres o mujeres de muy variada
edad.
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El antiguo Dios “Príapo” siempre era representado por un pene descomunal, da nombre
a la enfermedad priapismo que se manifiesta como una erección permanente. Ese
tamaño era lo que los romanos consideraban el ideal o modelo de hombre (este modelo
continua en la actualidad). Príapo afirmaba y pretendía tener sexo con mujeres y
hombres de todas las edades. Este Dios estaba preparado y siempre esta a punto para
ello.
Por lo tanto, los griegos no condenan el placer ni descalifican a quienes disfrutan de él;
sólo se advierte sobre la necesidad de regular el deseo con la práctica de la mesura. Los
placeres gozan de cierta neutralidad axiológica; no hay en ellos nada que pueda juzgarse
nocivo en sí mismo y que, por ende, conlleve su descalificación. El control que se debe
tener sobre ellos no depende de ningún peligro relacionado con su disfrute, tiene como
único objetivo evitar el exceso y la desproporción en tanto son opuestos de la belleza.
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El goce sexual (afrodisia), no constituía un foco de atención con la misma relevancia
que la comida o la dieta. El primero constituyó un problema netamente moderno.
Recién con posterioridad al siglo XVIII, tras el equilibrio medieval respecto de la
relevancia de estos dos placeres (los relacionados con la alimentación y con el sexo), el
sexo surgirá como algo importante. En la afrodisia, se advierten básicamente dos
dimensiones. Por un lado se cuenta con la institución familiar en la que existen
compromisos y obligaciones contraídos con el matrimonio. Por otro, la alternativa del
"amor a los muchachos" y a las "hetairas" aparece casi como una rutina.
En forma paralela a la ética griega pululaban sectas que hacían culto de la pureza y
practicaban el ascetismo, imponiéndose como estética de vida junto a las
transformaciones históricas que ocasionaron la desintegración de las ciudades estado
junto con el desarrollo de la burocracia imperial y el predominio de la clase media; el
i
Sin embargo, el amor más trascendente sería aquél que orientara el alma hacia un goce más perdurable, libre del desgaste que
acarrean las circunstancias carnales. El objeto erótico de tal amor es la verdad, en tanto ella constituye, para el pensamiento
platónico-aristotéli-co, el bien más pre-ciado y apetecible. Hasta el siglo XVI se seguirá percibiendo una estrecha cone-xión entre
asce-tismo y acceso a la verdad. Recién Descar-tes rompe-rá este vínculo: para conocer la verdad bastará con captar lo eviden-te.
Ser inmoral y el conoci-miento de la verdad no serán más incom-pati-bles. El sujeto de conoci-miento ya no es un sujeto ascéti-co
nece-sariamente. Será Kant quien rein-tro-duzca la ética como una forma práctica de la razón.
ii
Distintas actitudes y formas de llevar a cabo la relación homosexual tenían por objeto resolver el conflicto entre la pasividad del
"muchacho" y su carácter de ciudadano libre. Así, por ejemplo, el joven no debía cortejar sino que debía ser corteja-do y tampoco
tenía que sentir placer en la rela-ción. De este modo, no sería el "esclavo" sino el "amo" de sus deseos.
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derrumbe de la polis trae como consecuencia la inflexión de la mirada hacia el individuo
como única salida. El cristianismo adopta este modelo, lo reformula y difunde.
San Agustín traslada la impureza del acto sexual aun dentro del matrimonio. La
erección considerada en el siglo 4 A.C.como un signo de actividad se convierte ahora en
signo de pasividad al ser algo no voluntario y de castigo por derivar del pecado
original. El sexo en erección es la imagen del hombre en rebeldía contra Dios. El
conflicto se transfiere desde la relación con los demás (actividad/pasividad) a la relación
con uno mismo (voluntad/libido). Entonces ahora la lucha espiritual consistirá en
escrutar y distinguir qué movimientos del alma tienen un origen en la libido y esta lucha
tendrá como deside-ratum la victoria de la voluntad. El deseo se convierte en pecado y
la castidad implica eliminar todos aquellos pensamientos impuros, incluso, los que se
presenten durante el sueño.
En la Europa Medieval cristiana, advertimos que existía una moral clerical que afirmaba
la renuncia a la carnalidad, como símbolo del pecado, y la aspiración a la castidad,
como emblema de la virtud. Las raíces de esta vinculación de la carnalidad con el
pecado, el vicio, la suciedad, podemos encontrarlas, esencialmente, en las doctrinas de
los estoicos y los gnósticos de la Antigüedad tardía (8): Aversión al placer sensual,
restricción del acto sexual al matrimonio, la procreación y la exaltación de la
continencia. A partir de estos principios los Padres de la Iglesia de los siglos IV y V, es
decir, Jerónimo, Gregorio Niseno, Juan Crisóstomo y Agustín de Hipona, entre otros,
elaboraron una ética sexual que perduraría, en su esencia, durante siglos. Ética que los
nuevos representantes del Cristianismo, tales como Alberto Magno o Tomás de Aquino,
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se encargarían de amplificar y difundir. La imagen del cuerpo como algo rechazable,
porque era nido de la carnalidad y de los sentidos, que podían provocar el apetito y el
desorden. La concepción de la lujuria como un pecado, una ofensa a Dios y al orden del
Cristianismo, porque suponía un mal uso de los órganos sexuales. La adscripción del
acto sexual al matrimonio y a la procreación. La castidad como el bien más preciado,
modelo de vida del perfecto cristiano. Y la idea de la mujer como una creación fallida,
un ser inferior moral e intelectualmente. Junto a esta moral clerical existieron otros
sistemas morales disidentes. Así, podemos constatar una cultura de los sentidos que se
enriqueció y fortaleció, a partir del siglo XIII, sobre todo por el redescubrimiento de las
ciencias naturales y el nacimiento del espíritu laico y letrado. La risa, el canto, la danza,
el placer sexual y la belleza corporal fueron algunos de los elementos de esta cultura
mundana, que fue duramente recriminada por los componentes de la Iglesia, a través de
prohibiciones y de castigos. Así, en el Iº Concilio de Lyón, en 1245, el Papa Inocencio
IV califica de pecado mortal la fornicación entre personas solteras:
Así, Tomás de Aquino, en su Summa Theologiae, cataloga como vicios contra natura la
masturbación, el bestialismo y la homosexualidad (10), entre otras conductas. Y, en el
caso de que la concepción hubiera tenido lugar, se castigaba la opción del aborto. Un
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dato apuntado por J.T. Noonan es la confusión que existía entre la anticoncepción y las
prácticas mágicas. El autor hace hincapié en las estrechas relaciones que se establecían
entre aborto, anticoncepción y magia, entre veneno, aborto y anticoncepción (11).
Según comenta, las más afectadas son las viudas y las mozas mayores cuando no tienen
varones. Esta misma idea aparece recogida en otro tratado atribuido al propio Gordonio,
De sterilitate mulierum. Libro en el que vuelve a declarar que esta sofocación
sobreviene a las viudas y tiene su origen en la “retención del esperma del que proceden,
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según se ha dicho, nocivas emanaciones”(12),(13),(14),(15)iii. Así, casi todos
aconsejaban que se practicara equilibradamente, ni en exceso ni en defecto. Pero los
religiosos, a menudo, tergiversaron las fuentes de información, acudiendo a
determinados fragmentos aislados de libros que no condenaban el acto sexual en sí
mismo; pero que contenían algunas prescripciones y advertencias que, fuera de
contexto, podían confundir a los lectores o receptores.
Aunque no hemos de obviar el hecho de muchos facultativos, al igual que los hombres
de la Iglesia o tal vez influidos por ellos, reprobaban algunas formas de practicar el
sexo. Así, Gordonio, en el Lilium medicinae, declara que ver las vergüenzas de la mujer
es una manera no debida y fea de realizar el coito. También afirma que hacerlo en la
putería, lugar sin vergüenza, esteriliza a los varones honestos (16). Asimismo, los
médicos, al igual que los religiosos, prescribían remedios contra los pensamientos
impuros. A lo varones les recomendaban una sangría de las venas superficiales, situada
en la cara externa superior del muslo; y, a las mujeres, incienso y otras fumigaciones,
que hacían penetrar por los órganos genitales. También la dieta podía ser una poderosa
aliada. La abstinencia de determinadas comidas, en especial de la carne, era una forma
de evitar el coito. Y es que la filosofía humoral vigente, atribuía a este alimento un
importante papel en la formación de la materia seminal, con el consiguiente incentivo de
la lujuria. Una muestra representativa de esta consideración la tenemos en Arnau de
Vilanova. Éste, en el Tractatus de esu carnium, apunta que los manjares sabrosos y
suculentos, por excitar el gusto, abrían el camino a la sensualidad. Y que, por ser muy
nutritivos, proporcionaban al cuerpo una excesiva exuberancia vital que lo hacía
difícilmente dominable. Entre los alimentos que convenía moderar, la carne ocupaba,
según el catalán, el primer lugar (17),(18).Siguiendo con el tema del apetito sexual, los
facultativos apuntaban las divergencias que se producían entre los hombres y las
mujeres. Según refiere el mismo Gordonio: “las mujeres tienen mayor deseo en el
verano porque su esperma es frío y entonces se calienta, se mueve y trabaja. En los
iii
) Esta idea está ya presente en los autores clásicos, fuentes básicas del saber en la Edad Media. Así lo expone Aristóteles, en
Investigación sobre los animales, donde aboga porque se satisfagan, equilibradamente, “las exigencias que reclama el desarrollo
mismo del cuerpo: En efecto, todos los chicos y chicas, cuyos cuerpos producían sustancias residuales, al ser eliminadas estas
sustancias nocivas, ya con la emisión del esperma, ya con el fuego de las reglas, sus cuerpos se vuelven más sanos y se desarrollan
mejor, pues se eliminan los obstáculos que perjudicaban a la salud y al desarrollo” (trad. de Pallí, J., Gredos, Madrid, 1992, Lib. VII,
pp. 385-386). Galeno, Sobre los lugares afectados, donde expone los peligros de un exceso o defecto de sexo: “unos tan pronto
como llega la pubertad, se ven debilitados por las relaciones sexuales, otros, por el contrario, si no hacen uso del sexo con
frecuencia, tienen la cabeza pesada, ansiedad y fiebre, peor apetito y mala digestión” (Ob. cit, Lib. VI, Cap. 5, pp. 377 y 378).
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varones en cambio sufre exhalación, consumimiento y flaqueza, pero en invierno el
calor es más fuerte por lo que tienen más deseo durante el invierno que las mujeres”.
También señalaban los doctores las diferencias de género en la intensidad del placer y
en la manera en que se experimentaba. El ilustre médico de Montpellier afirma que la
mujer siente deleite en más cosas que el varón pues se deleita con la esperma del varón
y con la suya propia; pero el varón siente placer más fuerte y con más intensidad porque
su simiente es más templada. Respecto a este aspecto, nos parece interesante destacar
que hemos hallado más testimonios sobre el deseo erótico de la mujer. Y es (19),(20)
que la capacidad sexual femenina inquietaba profundamente al hombre medieval.
Pese a su consejo, en el capítulo XV de esta obra, “Del regimiento de las preñadas y del
aborto”, expone una serie de técnicas que podían provocar el desprendimiento del feto,
15
como “tomar medicina laxativa o para vomitar, correr, dar voces, saltar, practicar el
coito excesivamente o hacerse sangría ”.
Es más, no sabemos hasta qué punto nos hallamos ante un libro erudito o un libro que
recoge recetas de la medicina popular conteniendo un elevado número de recetas
anticonceptivas: veintiséis en total, recogidas bajo el epígrafe “De impedimento
conceptus”. Algunas resultan sorprendentes, como comerse una abeja o un corazón de
ciervo; pasar por encima de la sangre menstrual de otra mujer o untarse con ella; llevar
en el momento del acto una oreja o un poco de piel de mula, excrementos de elefante o
una piedra de azabache (25) etc. , además de las recetas indicadas para no concebir,
contenían las destinadas a provocar la menstruación, “De provocatione menstruorum”
que, pese a que su finalidad no era producir un aborto, también podían utilizarse con
este propósito.
16
valor que le concede a la vida de la mujer en sí misma, por encima de su función social
primordial, esto es, la procreación:
“Mira bien -dice Galeno- que las mujeres de vulva y útero estrechos no deben tener
relaciones con hombre porque si quedan encintas, corren riesgo de morir. Pero como no
todas consiguen evitarlo, tienen necesidad de nuestra ayuda (27).
Después, la especia era administrada en una poción a la parturienta, a cuyo oído era
susurrada, junto con el Pater noster, esta misteriosa fórmula mágica:
17
el sexo del autor. Así, en la literatura masculina de corte satírico, se ofrece una visión
muy negativa y distorsionada de la sexualidad de la mujer. Bajo la perspectiva del
hombre medieval, el deseo de ésta raya en lo grotesco, lo enfermizo, lo corrupto, lo
desequilibrado. Mujeres insaciables que reclaman sexo a sus compañeros; que no dudan
en ser infieles si no se sienten complacidas y que no vacilan en pagar a hombres o
utilizar consoladores para satisfacerse. Una composición muy representativa,
perteneciente al género de escarnio y maldecir gallego-portugués, es la de
Fernand’Esquio. El autor le regala a una abadesa, que califica irónicamente de amiga,
cuatro carallos franceses (vs.6) y dos a una prioresa. Con el presente que le ofrece deja
ver que la mencionada mujer es insaciable, que está deseosa de practicar el sexo. Es
más, el número de artilugios nos indica que, probablemente, lo practicaría muy a
menudo y con tanto ímpetu que los destrozaría, viéndose obligada a sustituirlos con
mucha frecuencia:
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De esta manera, pone en evidencia el deseo desenfrenado de este tipo de mujeres, que
son capaces de pagar dinero u ofrecer regalos a cambio de sexo. Detrás de muchas de
estas composiciones que tratan el tema de la hiperactividad sexual patológica o
ninfomanía, se esconde el fantasma de la impotencia masculina u homosexualidad. Un
ejemplo lo tenemos en la cantiga de Joan Soárez Coello. El autor presenta a una Luzía
Sánchez insatisfecha, enfadada con él, porque no puede satisfacerla plenamente:
Vejo-vos jazer migo muit’agravada,
Luzia Sánchez, porque non fodo nada (31) (Vs.7-8)
Las causas que le impedían provocar una completa satisfacción erótica a su compañera
eran varias: Primero, su edad. Segundo, el tamaño de su miembro (pissuça cativa, v.13).
Y, por último, que estaba en nefastas condiciones (colloes, que tragi inchados...é con
maloutía v.21), tanto que no podía eyacular (ya non pode soll cospir a saíva v.14). El
estado en que se encontraba el sexo del poeta se manifiesta en la genial alegoría de la
casa en llamas que evidencia que, por muy ardiente que estuviera la soldadera, él no
conseguiría una erección (sell’ ardess’a casa nos’erguería, v.16). Es muy sugestiva esta
figura de la mujer exigiendo su derecho al placer. Sobre todo, porque a las mujeres
medievales se las educaba para desempeñar papeles eminentemente pasivos:
casamiento, sexualidad, gestación, parto y lactancia. En el matrimonio no tendían a
buscar, sino a ser buscadas. En las relaciones sexuales, no era común que iniciaran el
juego erótico o que respondieran a éste de una manera activa. En cuanto a la
fecundación, la gestación, el parto y la lactancia, les venían dados. La actividad
femenina consistía, pues, en recibir y aceptar. Nos referimos a la actividad femenina
moralmente aceptada. Esto es, a la mujer que los hombres veían como esposa y madre
de sus hijos. Frente a ésta, la mujer mala, sensual, resuelta, exigente y espontánea.
Prostituta, concubina, amante, tal vez, pero nunca esposa. Éste es el tipo de la
protagonista de esta cantiga. Una mujer que se aparta de lo moralmente aceptado, al
reclamar el placer en sí, no supeditado a la concepción.
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de la naturaleza y la psicología femenina. Pero no siempre que acudimos a las fuentes
masculinas nos encontramos con este tipo de fantasmas. También hallamos testimonios
literarios en los que se reflejan los encuentros furtivos, los besos, los tocamientos
precipitados y las relaciones íntimas, sin una intención degradante.
Pero para un estudio más profundo y veraz de los anhelos de la mujer, como bien
apuntó Cristina Segura Graíño (32), se nos impone acudir a los textos escritos por éstas,
esto es, poesías, cartas, biografías, etc. Aunque no debemos obviar el hecho de que, en
una sociedad patriarcal como la del medievo, a la mujer le resultaría muy difícil −por no
decir imposible− eludir la presión de la mentalidad masculina y expresarse libremente.
Por otra parte, contamos con un problema añadido: la escasez de documentos
elaborados por mujeres. Y es que la escritura no se encontraba entre las labores
asignadas a éstas. Pero en esta sociedad, que coartaba la realización de la mujer, que le
impedía expresarse libremente, que nos dificulta el conocimiento de la verdadera
esencia femenina, hallamos testimonios que iluminan el sombrío panorama.
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como la reproducción para que las energías restantes puedan ser canalizadas en fuerza
de trabajo. Hacia el siglo XVIII surge un problema político y económico que no
solucionará la represión aludida antes. El problema del equilibrio entre el crecimiento
de la población y la disponibilidad de recursos hará necesario pasar de la prohibición al
control del sexo. Habrá que analizar las tasas de natalidad y de mortalidad, la
morbilidad y reglamentar la edad del matrimonio, la frecuencia de las relaciones
sexuales, los nacimientos legítimos e ilegítimos, etc. En síntesis, nace el análisis y la
reglamentación de las conductas sexuales por parte del Estado. Para llevar a cabo este
control, el sexo no pude permanecer oculto. Hay que hablar del sexo y lograr que la
gente se confiese frente a quienes detentan el poder. Los procedimientos son múltiples:
la biología, la medicina, la demografía, la psiquiatría, la pedagogía. Toda una trama de
discursos reguladores se teje en torno al sexo. En esta época, las prácticas sexuales
estaban regidas por tres códigos: derecho canónico, pastoral cristiana y ley civil. Los
tres centraban su atención en la relación conyugal fijando detalladamente lo permitido
en el ejercicio del sexo legítimo. El "resto" prácticamente no era tenido en cuenta; se
callaba y, por lo tanto, no existía.
Foucault sostiene la tesis según la cual este control deliberado sobre la sexualidad tuvo
sus orígenes en las clases dirigentes quienes "probaron" en primera instancia el
dispositivo de sexualidad controlada. El objetivo consistía, en una autodefensa, una
autoprotección, una autoafirmación como clase. Así como en épocas anteriores la
nobleza había subsistido a través de la pureza de la sangre, ahora la burguesía
conservará su elitismo y sobrevivirá gracias al cuidado de la salud y de la descendencia.
De este modo, el valor otorgado antaño a las alianzas y a las ascendencias, se transfiere
al cuidado y control del sexo. De alguna manera, se puede decir que "el sexo fue la
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sangre de la burguesía". A medida que esta clase afirmaba así su diferencia y su
hegemonía, el control se extendía paulatinamente a las clases populares, pero con un
objetivo distinto: un modelo de sexualidad le sería impuesto al proletariado con fines de
sujeción. Esta sexualidad controlada se convirtió así en un instrumento al servicio del
orden capitalista: los dueños del capital deben garantizar que éste no se fragmente entre
hijos ilegítimos y el proletariado debe canalizar toda su energía en la producción.
Con este sucinto relato de la historia de la sexualidad en Occidente se hace evidente que
no nos encontramos frente a un fenómeno humano simplista, desligado del contexto
socio-histórico - cultural. Ya no es posible sostener la existencia de un único, eterno e
inmutable "orden moral" del cual los hombres en la actualidad se han apartado
provocando la ira de Dios y el SIDA como castigo.
Para algunos autores, como Foucault, hasta resulta posible pensar que la sexualidad
humana haya sido utilizada a lo largo de la historia como medio para contribuir a la
configuración de una determinada organización social, política y económica.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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