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Acercamiento y atención en la calle: un breve resumen de

principios
Timothy Ross, Bogotá

Los conceptos teóricos y prácticos que conforman la base de un


programa de acercamiento han sido desarrollados a través de más de
diecesiete años de prácticas en Colombia y en las cuales se aplican los
principios de investigación y de acción empleados mundialmente para el
trabajo con poblaciones de difícil acceso y de alto riesgo.

El proceso de acercamiento tiene múltiples objetivos paralelos y


interrelacionados. Los principios han sido creados desde los primeros
trabajos de hace 30 años de investigación-acción con alcohólicos
callejeros crónicos en Seattle, por el padre de la etnografía
contemporánea, Prof. James Spradley (Spradley 1970), de utilizar la
investigación para proporcionar información sobre realidades
oficialmente desconocidas e ignoradas, así informando políticas y
permitiendo el diseño de programas adecuadas, y simultáneamente
para empezar inmediatamente acciones de intervención. Esos principios
han sido desarrollados más profundamente por, entre otros, el
catedrático de criminología Mark Fleisher en sus trabajos de
observación participativa con pandillas (Fleisher 1995, 1998), y en las
investigaciones financiadas por el gobierno de EUA de los
comportamientos de riesgo de VIH por prostitución entre mujeres
fumadoras de cocaína (Ratner 1993). Las metodologías y técnicas de
evaluación rápida para intervenciones directas en situaciones de grave
amenaza a la salud pública han sido cristalizados en un manual
pionero del Departamento de Salud y Servicios Humanos del gobierno
de EU (Akins & Beschner 1980) y más recientemente por la
Organización Mundial de Salud y las Naciones Unidas (inter alia
UNAIDS 2001,WHO 1997, 2002), y han sido empleados en Bogotá en
programas apoyados por la Secretaria de Salud (SDS 1998, Ross 2002).

La observación participativa como estrategia de investigación no


solamente permite una visión y datos etno-sociales émicos, íntimos y
confiables, sino también está estrechamente vinculada a la
identificación y incorporación de lideres de pares en el proceso de
profundización de la investigación y el diseño de estructuras y tácticas
de intervención aplicables a poblaciones marginadas y normalmente
escondidas. Esas “hidden populations” (Lambert 1990), no son
fácilmente accesibles al trabajador social, psicoterapeuta o médico, de
orígenes, educación, lenguaje, estilo social, normas y valores
radicalmente diferentes a los de la población en cuestión. A través de
lideres de pares se empieza a formar redes de contacto, información e
intervenciones para cambios en conocimientos, actitudes y
comportamientos de riesgo – mediados por los miembros de la propia
población que tienen el estatus, liderazgo, poder de convocación,
‘carisma’, autoridad y/o el respeto de los demás, y sobretodo hablan la
misma lenguaje de la calle, y parten de la misma estructura normativa
internalizada. Por lo tanto, funcionan como ‘gatekeepers’ o contactos
claves que franquean la entrada a la subcultura para el trabajador de
acercamiento, garantizando su legitimidad y que no sea una espía de
las autoridades o grupos rivales, y al mismo tiempo, traducen,
interpretan y expliquen al trabajador lo que está ocurriendo en el grupo,
mientras ellos mismo empiezan a ser vehículos para la transmisión de
información (por ejemplo, sobre el uso de condones o como conseguir
atención médica por una enfermedad transmisible), y actitudes
diferentes sobre comportamientos de riesgo. El modelo del líder de
pares como agente de cambios, originalmente desarrollado en Chicago,
(Wiebel 1993), es el modelo básico empleado mundialmente para
programas de intervención con poblaciones escondidas y subculturas
de difícil acceso, en Estados Unidos, Sur-este Asiática, Africa, Australia,
Europa y ahora en los países de la antigua Unión Soviética donde las
epidemias paralelas de drogas, prostitución y tráfico de mujeres y niños
están multiplicando rápidamente la incidencia y prevalencia de
VIH/SIDA y Hepatitis B & C, y su difusión al resto de la sociedad y a
otros países de la región. Estas técnicas han sido empleadas en
Colombia (Ross 2002) y otras naciones Latinoamericanas con impactos
positivos en comportamientos y las consecuentes tasas de infecciones
nuevas.

A través de las estrategias de acercamiento, la evaluación rápida y


constante de situaciones sociales y la incorporación de lideres de pares
en el proceso de intervención se busca cambiar comportamientos de
alto riesgo, tanto para el individuo, como para el grupo o subcultura, y
por extensión a la macro-sociedad a su alredor. El modelo
generalmente aplicado es el “KAB” (‘Knowledge, Attitudes and
Behaviour’) o “CAC” -- Conocimientos, Actitudes y Comportamientos –
un proceso lento de aportar información a través de conductos
respetados en la subcultura, que permitan la difusión adecuada de
innovaciones por las propias estructuras de comunicación no formales
del grupo. Con base en eso se busca el fomento de modificación de
actitudes hacia las acciones y actividades de alto riesgo, como, por
ejemplo, compartir jeringas para la inyección de drogas, ingerir alcohol,
cocaína y benzodiacepinas en revueltos potencialmente letales, o tener
relaciones sexuales penetrativas sin condón. Con suficiente
información, aceptada por su proveniencia y conductos de difusión
respetados, para permitir cambios cognitivos y percepciones de riesgo,
se pueden empezar a cambiar las actitudes hacia las actividades
riesgosas, y así eventualmente lograr modificaciones en los
comportamientos. Cuando ocurre el cambio en percepciones de las
acciones centrales a la identidad de la persona, como por ejemplo tener
relaciones sexuales indiscriminadas con clientes es una actividad que
por si solo define un muchacho en su propia percepción como ‘un
prostituto’, se logra el eje que puede permitir la toma de decisiones para
cambiar esta auto-percepción de su identidad.
El trabajo de acercamiento en esta fase requiere la oferta de alternativas
y opciones de cambio más radicales, y el uso de habilidades de ‘case-
management’, pasando de la consejería individual a la intervención de
equipo de trabajo social, representación ante autoridades en asuntos de
documentos de identidad, apoyo en consecución de vivienda,
capacitación, cupo en un programa de desintoxicación o rehabilitación,
el ingreso en nuevos grupos de pares, y apoyo psicológico/emocional..

‘Riesgo’ puede ser relativo o situado. Las teorías de riesgo actualmente


empleadas en programas de salud utilizan los conceptos de ‘percepción
de riesgo’, ‘susceptibilidad percibida de daño’, ‘gravedad percibida de
enfermedad’, y ‘costos y beneficios percibidos asociados a acción de
prevención’ para analizar los métodos de generar cambios. Se mira la
influencia de opiniones de pares sobre la toma de decisiones e
intenciones comportamentales, y el contexto social y económico en que
está situado el comportamiento de riesgo (riesgo situado), los beneficios
o costos de cambios a acciones más o menos riesgosas (riesgo relativo) o
la misma actividad pero en un contexto distinto, para permitir que los
sujetos de la intervención puedan tomar decisiones propias, informadas
y motivadas. Se emplean así estrategias basadas en la terapia no-
directiva Rogeriana, pero llevada a los sujetos, en su contexto, según
sus normas, lugares, valores, horarios – y no a través de un contacto
breve pretender que van a motivarse de repente a salir de la calle e
ingresar a una institución.

La estructura teórica y práctica del acercamiento, por perfecta que sea,


no logra mucho si no hay las características fundamentales
terapéuticas en el trabajador – congruencia, empatía, trato positivo
incondicional, y una capacidad profunda de compartir afecto y vivencias
con la gente, de ‘medir calle’ con los jóvenes, caminando toda la noche,
entrando a las ollas, prostíbulos y parches, buscando entender su
visión del mundo y sus placeres y peligros, y al final comunicándoles
que uno está con ellos no por morbosidad, ni porque le pagan un
sueldo, ni para avanzar su carrera profesional, sino porque los quiere.

Referencias
Akins, C.& Beschner, G. (1980), Ethnography: A Research Tool for Policymakers in the
Drug & Alcohol Fields, Rockville, U.S. Department of Health and Social Services
Fleisher, M. S. (1995), Beggars and Thieves: Lives of Urban Street Criminals, Madison,
University of Wisconsin Press
Fleisher, M. S. (1998), Dead End Kids: Gang Girls and the Boys They Know, Madison,
University of Wisconsin Press
Lambert, E.Y. (1990) The Collection and Interpretation of Data from Hidden Populations,
Rockville, U.S. Department of Health and Social Services
Ratner, M.S., ed., (1993) Crack Pipe as Pimp: An Ethnographic Investigation of Sex-for-
Crack Exchanges, New York, Lexington Books
Ross, T. (2002), Using and dealing on Calle 19: a high risk street community in central Bogotá,
International Journal of Drug Policy 13: 45-56
Secretaría Distrital de Salud de Bogotá (1998), Investigación de Tipo Etnográfico: Uso
de alcohol parenteral como forma de farmacodependencia, Bogotá: Secretaría Distrital
de Salud
Spradley, J.P. (1970) You Owe Yourself a Drunk: An ethnography of urban nomads,
Lanham, Little Brown
UNAIDS (2001) Drug Use and AIDS Vulnerability: policies in Seven Asian Countries,
Bangkok, UNAIDS
Wiebel, W. (1993), The Indigenous Leader Outreach Model, Rockville, U.S. Department
of Health and Social Services
World Health Organization (1997) The Rapid Assessment and Response Guide on
Injecting Drug Use, Geneva, WHO
World Health Organization (2002) Advocacy Guide for Effective HIV Prevention Among
Injecting Drug Users, Geneva, WHO

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