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CAPÍTULO 8 – No como en la cueva de los ladrones (traducción)

OCTAVA VIVENCIA

Todo el ambiente al rededor se había vuelto apacible. Jenny tomó a Tom de la mano y por largo rato
caminaron juntos en silencio a través de árboles por el sendero que ascendía y que trajo a Jenny.
Parecía que la niña conocía muy bien el camino, puesto que caminaba con mucha seguridad. Cuando
llegaron a la parte superior de la quebrada, la neblina se había retirado. Tom estaba completamente
agotado, su ojo y su cuerpo desde la cintura hasta la planta de los pies, le dolían tanto. También en su
interior estaba como abollado, magullado, simplemente deshecho. Se tiró en el pasto y lo único que
pudo hacer era llorar......
La niña se sentó a su lado y esperó. Cuando se tranquilizó, ella corrió el cabello de su cara. “¡Pobre
Tom!”, dijo ella compasivamente., “¡Todo lo que te tocó vivir! Y ¡La forma en que ese monstruo te
maltrató! ¿Cómo pudo sucederte todo esto?”
Si, ¿cómo realmente comenzó todo? Debe haber sido con la espada y ese colgante: ¡Todo un engaño!
¿Cómo pudo él caer en la treta de este tipo disfrazado elegantemente? Tom se golpeó la frente con la
mano. ¿Acaso había estado ciego? ¡Cuánto lo había podido engañar! No sólo eso, el sujeto había tenido
algo peor en mente. Tom repentinamente recordó aquella risa. ¿Habrán sido verdaderos esos gritos
pidiendo ayuda? ¿O bien, había sido todo una trampa? ¡Tom casi había muerto! Sintió escalofríos.....
Tremendamente afectado miró a Jenny y empezó a maravillarse: ¡Precisamente una pequeña y débil
niña lo había salvado! ¡Increíble! ¿Por qué ella no tuvo temor? ¿Cómo en realidad supo que él estaba
en peligro? ¿De dónde habrá sacado la espada, la seguridad y el coraje?
Entonces, ella empezó a contar: “Yo estaba con el padre un largo rato. Era, como siempre, hermoso
estar con él. De repente me preguntó si quería ejecutar una misión para el príncipe. Naturalmente fui
muy entusiasmada a donde el príncipe y este me dijo que tú estabas en peligro y que yo debía ayudarte
a salir. Antes de poder decirle lo inexperta que soy, me entregó una espada. El filo era rojo, como
sangre y me asusté. “¿sangre.......?” Lo miré interrogante. “¡Mi sangre!”, respondió él y a decir verdad,
lo hizo en una forma que no me atreví a seguir preguntando. Él me explicó que yo necesitaba un arma
poderosa para la tarea que me había encomendado, que esta espada junto con su nombre tenían más
poder que cualquier cosa en el mundo. Que, por lo demás, no necesitaba de un escudo o un casco. Yo
era una hija del rey y que la corona era el casco. Yo debía ponerme mis nuevos zapatos y como
armadura simplemente debía entonar los cánticos para el rey que ya conocía. Ante esto todos los
enemigos tendrían temor. Luego me mostró el camino y recordó que ya era tiempo de salir. Corrí todo
el tiempo, hasta que te encontré.”
A Tom le corrían lágrimas por las mejillas mientras escuchaba lo que el padre y el príncipe habían
hecho por él. Su sangre, para él que en forma oculta haya hecho cosas que no debía; para él, que había
pedido ayuda al otro bando,¡al propio enemigo! ¡Qué gran héroe era! ¡Era un tonto y no servía para
nada! ¡Él había hecho todo mal, incluso había perdido su corona! Sollozando se lanzó nuevamente al
pasto y lloró amargamente.
Jenny propuso ir inmediatamente a casa, donde el padre, puesto que él lo sanaría.
Pero Tom no se levantó, él no podía. ¿tal vez no quería? Así no debía presentarse ante el rey, él había
perdido su corona. ¿Era acaso su hijo aún? ¿Tenía autorización de volver al castillo? …..... Y ¿qué
dirían todos? ¡Cuánta vergüenza sentía! De seguro que Jenny ya no querría tener a un perdedor como él
de amigo. ¿Dónde estaba ella ahora?

Cuando Tom comenzó a buscarla con su mirada, vio desde lejos como una luminosa figura se acercaba
presurosamente. “¡Pero si ese es mi Señor! ¿Viene a mi encuentro?”, Tom se asombró, se paró de un
salto y corrió y corrió directamente hacia sus brazos que estaban abiertos. “¡Hijo mío!” Fue todo lo que
el príncipe dijo. Aún así, Tom comprendió muy profundamente en su interior: que él le pertenecía para
siempre a este Señor. Que este nunca lo abandonaría. Que de todo peligro este lo rescataría porque era
infinitamente fuerte y porque lo amaba infinitamente a Tom. Esto podía sentirlo y él se dejó abrazar
completamente por este amor.
Por un buen rato disfrutó el niño de esta seguridad de estar con su Señor; Jenny, quien lo había llevado
allí, los miraba sonriente. “Ven al castillo, Tom”, dijo el príncipe finalmente, “ahí me preocuparé de tus
heridas”. El niño hubiera preferido ser cargado como a un bebé por su Señor, pero le dio vergüenza
hacerlo frente a Jenny, por lo que cojeó con mucho esfuerzo detrás de ambos hasta llegar a casa.

Entre tanto había anochecido. Al llegar al castillo, Tom se metió a la cama. Todos los demás estaban en
ese momento cenando. Que bueno que no lo pudieron ver así de sucio y desgarrado. El príncipe le trajo
un plato lleno de sopa. “¡Mmmmm! ¡Cuánto le gustaba al niño! Sonriente esperaba el príncipe mientras
Tom terminaba de cucharear la sopa y luego se recostaba satisfecho en su cojín.
Después de esto le hizo una pregunta. No preguntó “¿por qué te escapaste a escondidas?” o “¿No crees
que yo puedo decidir mejor cuándo es el tiempo de combatir?” o “¿Cómo puedes confiar más en las
armas de un extraño que en las mías?” No fue así, su Señor simplemente le preguntó: “¿Crees en mí
Tom?”
Desde lo más profundo de su alma Tom podía responder “sí” y agregó: “¡Haría todo por tí! ¡Te amo
muchísimo! ¡Nunca más seguiré a otro!”
“¡Gracias!, el príncipe se alegró y acarició con su mano el ojo herido de Tom, su cuerpo y sus piernas
hasta las plantas de sus pies que estaban llenas de heridas: En el acto se cerraron todas sus heridas y los
dolores se desvanecieron completamente. “Tom, esto no es todo lo que hoy quiero sanar en ti. Sabes, en
tu interior aún hay algo que tiene que ver con que sientes culpa por todo lo que te pasó. Cierra tus ojos
y mira en tu interior. Te lo voy a mostrar.”

Con sus ojos cerrados, Tom vio el bosque de los ladrones, aquella helada cueva y delante de esta un
bebé, un niño. ¡Se trataba de él mismo! Tom tenía la plena certeza. Recién había sido golpeado por un
niño mayor que él y pudo escuchar la retumbante voz del jefe de los ladrones y la áspera risa de sus
secuaces. “¡Debilucho! ¡Este nunca va a llegar a ser un verdadero ladrón!” Tom volvió a experimentar
el sentimiento que tuvo la primera vez que escuchó estas palabras y se dio cuenta de que se había hecho
una promesa a sí mismo: “¡Yo les demostraré! ¡Llegaré a ser un héroe! ¡Con eso me vengaré de ellos!”
¡Qué curioso! Con las palabras del jefe de los ladrones era como si un largo y obscuro aguijón lo
estuviera traspasando en su interior de arriba hacia abajo y con una agresividad implacable lo aplastase
a través de una voz que todo el tiempo susurraba: “¡Debilucho! ¡Debilucho!” Y por las propias palabras
dichas, veía tres aguijones oscuros que desde abajo hacia arriba lo traspasaron desgarrando su interior.
Todos sus pensamientos y sentimientos le sugerían: “¡Demuéstrales! ¡Demuéstrales! ¡Tú tienes que ser
un héroe! ¡Tú tienes que ser un héroe!Tú tienes que ser un héroe! ¡Vengate! ¡Vengate!. En ese
momento vio otras escenas de su vida, en todas estaba en una posición de desesperación al sentirse un
debilucho teniendo, pero que cumplir con ser un héroe y mostrar a otros su superioridad. Nunca podía
darse el lujo de mostrar debilidad, por ningún motivo ser él mismo. Siempre estaban esas voces que lo
aguijoneaban.
“¿Puedes ver Tom lo que te impide ser un verdadero luchador a mi servicio? ¡Se trata de tres cosas!
Primeramente: si tú mismo quieres ser un héroe, estás confiando en tus propias fuerzas y esto no encaja
en mi reino. En segundo lugar: si tú mismo te insultas diciéndote debilucho, estas mintiendo. Tú eres
un hijo del rey y vas a vencer. Y en tercer lugar: mientras tengas algún tipo de sentimientos de
venganza en el interior, no cuadras con nosotros. No debes pelear de esta forma para mí, porque así se
abren puertas por las que el enemigo puede entrar en tí y destruir mis planes contigo. ¿Tú realmente
quieres pelear conmigo? ¿Quieres deshacerte de esta opresión y estos aguijones?”
¡Vaya pregunta! Por supuesto, “¡por favor, ahora mismo!” le suplicó Tom.
“Bien, entonces renuncia a ese juramento de venganza que te hiciste, entrégamelo a mí y perdona a los
ladrones por todo lo que te hicieron.”
¿Perdonar? ¿Todo? ¿Los golpes, las burlas, toda la injusticia y crueldad? ¡Era pedirle demasiado! Pero
si su Señor así lo quería, él por amor deseaba hacerlo. Aún así no lo lograba. Era demasiado difícil. Su
boca no quería obedecerlo y en su interior todo gritaba: “¿Qué te va a quedar? ¡Nada!” Completamente
desesperado miró Tom al príncipe. Este pudo sentir el rugir de su lucha interior, por lo que lo ayudo:
“¡Tú no puedes hacerlo! ¡Pero, piensa en el poder de mi nombre!”
Como si se tratase de una cuerda de salvataje se tomó Tom de esta recomendación y comenzó: “En el
nombre de mi Señor.......”
Ahí recién pudo decir todo lo demás. Él pudo entregar todo, su dolor, su menosprecio, su sed de
venganza y su orgullo. Cuando terminó, el príncipe puso sus manos sobre el corazón de Tom y era
como si con ésto salieran los cuatro aguijones de su interior. Lo que quedó fue calor y paz. Una alegría
incontenible lo embargó por completo. Contento, saltó de su cama. Toda flacidez y cansancio se había
desvanecido. Él se sentía como si hubiese estado destrozado y ahora completamente repuesto. Dio un
salto en el aire y su Señor lo capturó en su brazos. En ese momento, ambos tenían lo mismo en mente:
“¡Vamos al padre! ¡Él tiene que ver esto! De seguro que ya nos está esperando.” Tomados de la mano
y riendo, el príncipe y su pequeño hermano Tom fueron apresuradamente a ver al rey.

Correcciones

al rededor → alrededor
a Tom → esto no es necesario ponerlo se entiende que se refiere a Tom
obscuro → oscuro
teniendo, pero que cumplir → teniendo que cumplir, no va el pero

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