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Resumen

La novela narra la historia de un tripulante de barco llamado Henry Preston Standish


y la percepción de sus ideas, la novela es narrada en primera persona y en
ocasiones un diálogo entre el protagonista y su propio interior. La historia toma
forma en un barco llamado Arabella.

Standish era un hombre fuerte, muy cuidadoso de su cuerpo de unos treinta y cinco
años proveniente de los barrios más sofisticados de Nueva York y a quien nunca en
su vida se había sentido mejor desde que zarpó de Hawái a Panamá.

De cierta manera era un pasajero con una buena posición económica y con un gusto
clásico, no era el hombre ideal para una rubia con clase de aquella época, sin
embargo, le encantaba los admirar y reflexionar sobre los pequeños detalles de la
vida, aunque la suya fuera algo abrumada por trabajo y sus responsabilidades, un
hombre de negocios quien trabajaba como corredor en la bolsa de valores de Nueva
York, además de estar casado tenía dos hijos.

Standish quien decidió tomarse un tiempo al salir de viaje para aclarar sus ideas y
recuperar su dignidad que era lo que él pensaba que necesitaba para vivir tranquilo
y en paz, nunca pensó que acabaría flotando en las aguas del océano Pacífico.

Arabella era un barco carguero con apenas unos para pasajeros, en total había ocho
pasajeros a bordo además de Standish, entre ellos la señora Benson y sus tres
niñas y un niño cuyas edades iban de casi cero a tres años y ocho meses
respectivamente, también se encontraba el señor y la señora Brown además, de un
granjero norteño de setenta y tres años llamado Nat Adams.

Era la primera vez que Standish estaba de verdad interesado de alguna forma en
personas desconocidas, quien ponía especial atención a los niños. De los trece días
que el Arabella pasó en alta mar, una mañana cuando el reloj marcaba casi las cinco
y el sol estaba por salir, Standish despertó, decidió tomar un café y salir dar un
paseo por la cubierta del barco.
El clima era perfecto esa era la única palabra que Standish podía pensar para
describir la sensación que le provocaba ver los resplandecientes rayos del sol salir
por la delgada línea que cortaba el cielo con el océano.

En ese momento, en el mar se respiraba una tranquilidad tan profunda como si de


una laguna se tratase; el clima era templado y la brisa tan suave. Standish con la
mirada encajada y atenta hacia un mismo punto se puso a pensar, que por algún
motivo incomprensible la naturaleza era extraordinariamente tacaña con sus
amaneceres sobre aquel mismo océano.

Sin embargo, Standish en uno de sus intentos por querer acercarse mucho más al
mar resbaló a causa de que su zapato izquierdo se topara con una mancha de aceite
en el suelo y sin poder sostenerse cayó al océano, una caída que vino a irrumpir
con la tranquilidad que el pobre pasajero apenas y encontraba.

Mientras tanto, los demás tripulantes permanecían en sus habitaciones, nadie a


bordo del Arabella nadie se percataba de lo sucedido, ni siquiera el cocinero que
previamente Standish había saludado.

A medida que el barco se alejaba Standish se fue convirtiendo en un insignificante


punto ante la inmensidad que formaba el Pacífico, el sol empezaba a irradiar, pero
la calma del océano comprometía un clima sobrio que era imposible no sentirse
gloriosamente triste, mientras el tiempo fluía lentamente el mar lo iba despojando
de sus únicas pertenecías, sus últimas pertenecias hasta entonces.

Standish con una actitud no deprimente sino con una sensación de bienestar ante
su soledad y la vastedad de las cosas, la inmensidad del agua y el sol y el cielo se
sentía como si fuese la última persona de la Tierra.

Pero como todo un buen caballero, temía más ser rescatado desnudo que morir
naufragado, preferiría no hacer el ridículo, aunque no le quedara más remedio que
aceptar la situación mientras perfeccionaba la mejor forma para permanecer a flote.
Por el momento la mente de Standish no solía verse afectada por la situación, solo
imagina contando su aventura a sus amigos, a su amada esposa Olivia. Mientras
flota en un océano tranquilo no contemplaba la posibilidad de morir.

El tiempo transcurría para el mundo, pero para Standish pareciera que no, solo era
el océano y su mente, en un lugar donde su destino ya estaba marcado, el tiempo
era un factor que solo podía permanecer en sus recuerdos y en sus vivencias,
anhelando que aún quedara una última esperanza de poder ser rescatado, de que
alguien en aquel buque se percatara de su ausencia o que quizá la casualidad de
la vida hiciese cruzar milagrosamente otro barco con su destino.

Standish poco a poco fue decayendo en un gran abismo que se abría en su mente
mientras seguía flotando, ya no le quedaba nada, lo que alguna vez fue de un
hombre con una vida acomodada, sus bienes, su familia ya era solo historia
preocupado por querer cumplir su última voluntad en un espacio reflexivo entre la
existencia y su vida.

Pues para Standish la vida simplemente la había vivido como si de un proceso más
se tratase, sin detenerse en algún momento a pensar sobre ella o de que en algún
punto tendría que partir. Era un momento delicado donde por primera vez podía
tomarse la delicadeza de ver la vida con toda claridad sin tener nada más en mente
que le importara, había alcanzado un cierto nivel de paz y reflexión en el que la vida
le pareció mucho más que un simple proceso de la existencia humana, en ese
momento se dio cuenta lo apreciable y valiosa que era, que cada quien tenía la
oportunidad de ser feliz.

Standish quien, tras varias horas de lucha, su verdadero naufragio culmina en su


mente en donde encuentra la verdadera respuesta de la vida ante su ceguedad, su
vacío comprende lo que en verdad tiene valor se encuentra en lo más profundo de
uno mismo, quien lo tenía todo y lo perdió todo y trató de sacar a flote lo más
importante que le permitiera hasta su último momento estar feliz y en paz.
Las personas debido al estilo actual no valoramos lo que tenemos no tanto lo
material, sino el propio bienestar como lo es tener salud y felicidad. Unos piensan
que con tener los recursos económicos no les hace falta nada, pero en realidad el
sentido de la vida no radica en cuanto uno posea sino en cuanto uno es feliz, al final
de cuentas cuando llega el momento de partir uno se lleva las cosas materiales sino
las emociones y recuerdos vivieron en vida, otros se percatan de todo lo que
pudieron hacer pero no lo pudieron lograr realizar, ya sea por falta de tiempo o por
no tomarle tanta importancia pero ya es demasiado tarde.

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