Está en la página 1de 147

1

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.

Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.

También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndole en redes sociales y ayudándole a
promocionar su libro.

¡Disfruta de la lectura!

2
Moni

Daniela Agrafojo Miry GPE Alessandra Wilde


*~ Vero ~* Jadasa Snow Q
Sandry Nikky valS <3
ElyCasdel Michelle♡ florbarbero
Val_17 Jasiel Odair

3 Vani Mire

AriannysG Val_17
Helena Blake SammyD
Daniela Agrafojo Dannygonzal
Nana Maddox Sandry
Fany Stgo. Mary
Cotesyta Laurita PI
Adriana Tate Beatrix
Alessandra Wilde Jasiel Odair

Luna West

Francatemartu
Sinopsis Capítulo 10

Capítulo 1 Capítulo 11

Capítulo 2 Capítulo 12

Capítulo 3 Capítulo 13

Capítulo 4 Capítulo 14

Capítulo 5 Capítulo 15

4 Capítulo 6 Epílogo

Capítulo 7 Filthy Beautiful Lust

Capítulo 8

Capítulo 9
Nunca esperé ver a Sophie alejarse. Ella era mía. La poseería. Ella
no lo sabía aún. Nueva meta: Cerrar el trato y sacudir su mundo tan a
fondo para que nunca quiera irse de nuevo.
Altamente sexual y cargada emocionalmente, Filthy Beautiful
Love es la provocativa conclusión de Filthy Beautiful Lies.
Filthy Beautiful Lies, #2

5
Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por AriannysG

Sophie
—¿Vas a decirme de dónde vino el dinero? —Becca me mira
expectantemente sobre el borde de su tercera copa de Chardonnay.
—Colton —revela mi lengua suelta gracias al alcohol antes de que pueda
filtrarlo—. Él y yo teníamos una especie de arreglo.
—¿Cómo lo conociste? —pregunta Becca, su mirada inquisitiva.

6 —Siguiente pregunta. —Puede que tenga varios tragos de más pero no hay
manera de que le diga de la subasta. Tenía que mantener algo de dignidad en esta
vergonzosa situación.
Sus ojos nunca se alejan de los míos mientras toma otro sorbo
contemplativo. Estamos sentadas en un pequeño bar en el lobby de nuestro hotel.
Cuando me enteré del estado civil de Colton, huí a casa, destruida y con el corazón
roto. Becca me convenció de que necesitábamos un fin de semana de chicas. Decidí
mejorarlo y volamos a Roma por capricho. Así que aquí estamos, a mitad de
camino alrededor del mundo y todo lo que podemos discutir es el exacto tema que
me hizo huir en primer lugar. Increíble. Tomo otro saludable trago de mi
bebida. Dios, ¿no tienen nada más fuerte que el vino en este país?
—¿Qué clase de arreglo puedes hacer con un hombre que solo te da medio
millón de dólares, Soph? —Su tono es acusador. Es algo bueno que no sepa sobre
el resto del dinero, que está estancado en mi propia cuenta bancaria. Sé que mi
familia tiene un montón de preguntas acerca de dónde vino el dinero para el
tratamiento de Becca, y hasta ahora, no he dicho ni una palabra. Hasta ahora. Sus
ojos se amplían y golpea una mano sobre su boca—. Oh, por Dios, ¿eras algo así
como, su esclava sexual? —Se ríe.
Mis mejillas arden, pero sacudo la cabeza.
—En‖realidad‖tienes‖que‖tener‖sexo‖para‖que‖sea‖el‖caso,‖y‖creo…
Todavía se está riendo, así que sé que no tiene idea de que dio en el clavo.
Ding, ding, ding. Tenemos un ganador.
—No hablemos del dinero, Becca. No es importante. Colton estaba
dispuesto a proporcionarlo, y no me arrepiento de nada porque ayudó a que
mejoraras. Por favor, déjalo así —le suplico que lo deje ser. Su salud está
cooperando por una vez y quiero disfrutar este viaje, solo nosotras. No quiero
volver a pensar en Colton Drake. Es demasiado doloroso.
—Si es tan sexy como dijiste, pasaría un mal momento al no arrancarle la
ropa y saltar sobre él. Ups, lo siento, mi vagina accidentalmente aterrizó sobre su
pene.
Fuerzo una sonrisa ante su cambio de tema. Por supuesto que es sobre sexo.
Becca no es una virgen y está mucho más adelantada en el sexo que yo. Pensarías
que es lo contrario, pero de algún modo, yo soy la prudente, mientras que el estar
enferma desde muy joven le enseñó a agarrar la vida por las bolas y vivirla al
máximo. Le envidio eso.
Su primera experiencia sexual fue con un chico en el centro de tratamiento
para el cáncer. Él tenía diecisiete años y ella apenas tenía quince. Me contó cada
7 detalle, un brillo de orgullo en su mirada. Era inspirador cómo no dejaba que nada
se interpusiera en su camino. Había invocado su fuerza interior la noche que me
encontraba en ese bloque de subastas esperando ser vendida.
—¿Soph? —pregunta, alejándome de mis distantes pensamientos—. ¿Estás
bien?
—Lo extraño —admito suavemente—. Es una locura, ¿verdad?
—No lo es. Eso es normal cuando rompes con alguien, por lo que he
escuchado.
—No rompí con él. No era mi novio. Está casado, ¿recuerdas? —Le había
dicho todo a Becca, sobre vivir con él, volvernos más cercanos, y sobre estar
desnuda en la piscina cuando su esposa llegó una tarde. Por supuesto que Colton
trató de detenerme, todo menos enfrentarme en el pasillo de su mansión que de
repente se sentía fría y extraña para mí. Esperé que tratara de negarlo, que me lo
explicara todo, pero lamentablemente, era cierto. Stella era su esposa. Estuvo
casado todo el tiempo.
—Técnicamente. Pero todavía pienso que necesitas el resto de la historia.
Obviamente su esposa no estaba viviendo ahí. ¿Cuánto tiempo han estado
separados?
Me encojo de hombros. —Él no había tenido sexo en dos años. —Amenos
que también estuviera mintiendo sobre eso. Ya no sé qué creer.
—Maldición, esa es una larga temporada de sequía. Y si es tan sexy como
dijiste‖que‖es…‖no‖es‖como‖si‖no‖hubiera‖tenido‖ofertas,‖¿no?
Yo era una de esas ofertas. Me sonrojo, dándome cuenta de que
prácticamente le puse mi vagina en bandeja de plata y repetidamente la rechazó.
Es suficiente para darle a una chica baja autoestima.
—Escucha, está bien extrañarlo. Está bien estar confundida. —Se extiende a
través del espacio entre nosotras y toma mi mano. A pesar de ser seis minutos más
joven que yo, Becca siempre ha sido muy sabia para su edad. Su consejo es
reflexivo y puntual. Bebe lo último de su vino—. Pero estamos en la maldita Roma
en un viaje de chicas por primera vez en nuestras vidas, así que no está permitido
lamentarse. Vamos a divertirnos.
Yupi, diversión. Mi corazón se siente como si hubiera pasado por una
trituradora de papel. Asiento y fuerzo una sonrisa en mi rostro. Becca tiene razón.
Este podría ser realmente el viaje de nuestras vidas para ambas. Quién sabe lo que
traiga el futuro. No puedo desperdiciar el tiempo en sentir lástima por mí misma.
8 Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.
Extraño la cama de Colton, su aroma, la sensación de su áspera barba contra
mi mejilla cuando nos besamos. Extraño todo de él. Justo mientras comenzábamos
a acercarnos, todo lo que había empezado a amar fue arrancado de mí, dejando un
agujero en mi pecho.
Forzándome a alejar los pensamientos de él de mi mente, me tomo el resto
de mi vino y miro el encantador ambiente del bar que nos rodea, esperando que
este viaje sea la distracción que necesito.

***

A la mañana siguiente, el toque en la puerta de nuestra habitación nos


sorprende a ambas. Becca y yo intercambiamos una mirada. Ella se encoje de
hombros mientras cruzo la habitación para ver quién es. Al menos ambas estamos
vestidas.
Una vez que la puerta se abre, tropiezo hacia atrás, mirando esos oscuros,
intensos ojos enmarcados por pesadas pestañas que reconocería en cualquier parte.
—Colt…‖—murmuro, absolutamente sorprendida de verlo aquí en Italia.
—Soph…‖—responde, su voz ronca.
—¿Q-Qué estás haciendo aquí? —Estoy sin aliento y no sé por qué.
—Tú —dice simplemente, sus ojos quemando los míos.
Todo lo que he estado tratando de olvidar me golpea a la vez. Sus
profundos ojos azules hambrientos y buscando. La masculina línea de su
mandíbula, su altura, e incluso su aroma evoca un sentido de deja-vu. Recuerdo
todo con perfecto detalle, incluyendo el perverso placer que le daba a mi cuerpo.
Suprimo un cálido estremecimiento.
—Hola, pastelito —dice Pace, sonriéndome desde detrás de Colton.
¿Qué en el mundo? Recordando mis modales, dejo que mi mirada vague de
mala gana de Colton para saludar a Pace y presentarle a Becca. Totalmente perdida
por lo que están haciendo aquí, doy un paso a un lado para dejarlos entrar.
La amplia sonrisa de Becca mientras sacude la mano de Pace me recuerda el
efecto que puede tener en una chica reunirse con él por primera vez. Sus mejillas
están rosadas y sus ojos están encendidos con picardía. Oh, esto no es bueno.
—Y esta debe ser el infame Colton Drake —dice ella, encontrando los ojos
9 de Colton.
Mirando a mi hermana mientras aprecia la perfecta forma de Colton de la
cabeza a los pies, mi pecho se aprieta y siento mis ojos llenarse de lágrimas. Luego
mi rabia comienza a elevarse, recordando su traición. Pero estoy en tal estado de
sorpresa que me toma un momento hacer funcionar mi boca. —Ignóralo. Ya se va
—digo, recordando lo que hemos pasado.
—Ahh, no seas así —dice Pace—. Solo pasamos diez horas aprendiendo a
volar para venir a verte. Lo menos que puedes hacer es invitarnos a entrar, y
dejarme coquetear con tu hermana. —Su sonrisa ladeada está de regreso y lo juro,
prácticamente veo doblarse las rodillas de Becca.
—¿Aprendiste a volar por mí? —espeto sin pensar.
—Era la única opción. El jet no estaba disponible. Quería salir en el próximo
vuelo y la primera clase se encontraba llena —explica Colton.
Trato de imaginar a estos dos hombres, quienes miden más de dos metros
de altura doblados en los estrechos asientos del avión durante horas.
—Ahora, eso es amor —declara Pace en voz baja.
—¿Aquí es donde se están quedando? —Colton echa un vistazo alrededor
del pequeño cuarto, lo que le toma tres segundos.
Venir a este viaje ya era un derroche en primer lugar, no iba desperdiciar el
precioso dinero que tenía en volar en primera clase o una lujosa habitación de
hotel. Incluso aunque hasta ahora Becca había respondido bien al tratamiento, no
había garantía de que permaneciera saludable, o que no necesitaría otra ronda en
un costoso centro de tratamiento.
—¿Qué hay de malo con la habitación? ¿No satisface tus altos estándares? —
declaro, cruzando mis brazos frente a mi pecho.
Frunce el ceño. —Déjame darte una mejor. Déjenme llevarlas a un lugar más
apropiado —dice Colton, sus ojos encontrándose de nuevo con los míos.
¿Cómo se atreve? No puede llegar aquí, interrumpir mis vacaciones y
después insultar el lugar donde me estoy quedando. No lo controla todo. La
urgencia de empujarlo fuera del cuarto y cerrarle la puerta en la cara es casi
abrumadora. Tomo una respiración profunda, mientras él lee mi incómoda
expresión y da un paso atrás.
—No importa. Mientras estén cómodas. —Mira la ropa de cama como si
estuviera buscando chinches.
Imbécil.
10 —Lo estoy. —O por lo menos lo estaba hasta que llegó de la nada y envió
mis emociones completamente en picada.
Pace cruza la habitación, saca la pequeña silla del escritorio y se deja caer en
ella. Su forma empequeñece todo en nuestro cuarto. Se ve fuera de lugar, pero de
buena manera. —No me había dado cuenta de que tenías una hermana. Lo sexy
obviamente corre en la familia. —Le da un guiño a Becca.
—Somos gemelas —le informa Becca.
Siempre nos hemos visto un poco diferentes, y ahora más que nunca. Con el
cabello de Becca volviendo a crecer, apenas llega a sus hombros y lo lleva
ondulado y desordenado. Mi cabello cae como una gruesa cortina por mi espalda y
es tan liso como una flecha. También es como siete kilos más delgada que yo. La
quimio te hace eso.
—Mmm —gruñe Pace, sus ojos vagando entre las dos—. Siempre he tenido
una fantasía secreta con gemelas. —La mirada hambrienta en su rostro es
suficiente para llevar a una mujer a sus rodillas. Becca no tiene oportunidad ante
su encanto.
Colton se acerca a mi lado, sus puños tensándose cuando lanza una mirada
malvada hacia Pace. —No me hagas matarte tan pronto después de aterrizar. Eso
realmente arruinaría el viaje.
—No me hagas confiscar tus bolas. Ahora ve a hablar con tu mujer —lo
desafía Pace.
Abro la boca para corregirlo. No soy la mujer de nadie, pero mi cerebro
regresa a la fatídica noche en que Colton me adquirió en la subasta. Acepté el
dinero y gasté una buena parte de él. ¿Eso significa que todavía le pertenezco a
pesar de descubrir que está casado?
Maldigo el estúpido contrato, maldigo al hombre por sostener cautivo mi
corazón. Eso nunca fue parte del plan.
Cuando encuentro sus ojos nuevamente, se ve perdido, roto, y eso tira de
algo profundo dentro de mí. Por mucha rabia que sentí cuando descubrí que me
había mentido todo el tiempo que estuvimos juntos, todavía tengo sentimientos
por él. No puedo solo apagarlos. A pesar de sus defectos, ayudó a mi hermana, y
me hizo sentir viva. Él era todo lo que nunca supe que quería.
—¿Podemos salir al pasillo y hablar por un minuto? —pregunta Colton, su
voz un susurro suave.
—Escúchalo, niña. Hazlo por mí —dice Pace, sus hoyuelos a máxima
potencia, como si supiera que son imposibles de resistir. El idiota.
11 Trago y doy un imperceptible asentimiento antes de seguirlo al pasillo. Voló
medio camino por el mundo, lo menos que puedo hacer es escuchar su explicación.
Tal vez me dará un muy necesario cierre. Tal vez pueda obtener las respuestas que
necesito para continuar y también descubrir en dónde nos encontramos con
respecto a la enorme cantidad de dinero que intercambiamos. Nunca recogió su
parte del trato después de todo, todavía soy virgen.
Una vez que estamos en el pasillo, Colton se detiene delante de mí,
mirándome a los ojos directamente. —Entonces, esa es Becca, ¿eh? —Inclina su
cabeza hacia la puerta.
—Sí.
—Se ve bien. Es decir, saludable.
Asiento. —Sí, el tratamiento funcionó, hasta ahora. Va a tener otra ronda en
dos semanas, pero con todo lo que ha pasado, parecía un buen momento para
escapar, para ambas. —Ninguna de las dos ha hecho nada así antes, pero era parte
de mi plan de empezar realmente a vivir.
Asiente. —Ya veo.
Nos quedamos en silencio por varios segundos y la mano de Colton se
tuerce como si quisiera tocarme, pero no lo hace. Gracias a Dios.
—¿Y‖el‖hecho‖de‖que‖huyeras‖a‖otro‖país‖tiene‖algo‖que‖ver‖con…‖Stella?
Me encojo involuntariamente. Odio que diga su nombre. Eso
inmediatamente conjura la imagen de ese día en la piscina, cuando todo mi mundo
se destrozó. En Italia, su nombre no existe.
—¿Me contarás la historia? —pregunto.
—Cualquier cosa que quieras saber.
—¿Te estás divorciando?
—Eso está en discusión.
—Entonces me voy. —Me giro hacia la puerta, mi mano agarrando el pomo.
—No. Quédate. Escúchame, por favor —implora Colton, alejando mis dedos
de la manilla de la puerta.
Su mano sobre mi piel envía una ráfaga de calor a través de mí ante el
recuerdo de lo que esas manos pueden hacer. Aún es el único hombre que me ha
hecho venirme. Me estremezco como si el recuerdo chamuscara una parte de mí.
Escucho una ronda de risa femenina detrás de la puerta. Me calienta
12 escuchar a Becca divertirse, y eso me devuelve al momento. Girándome para
volver a enfrentar a Colton, tomo una profunda, calmante respiración. —¿La
amas?
—No. —Su voz es segura, firme—. Nunca la amé como debía hacerlo.
Mis hombros se relajan levemente. Incluso si mi cuerpo quiere correr, y mi
cabeza está gritándome que escape, mi corazón se ha ligado a este hombre. Y para
bien o para mal, una parte de mí necesita escucharlo, entender esta desastrosa
situación en la que me encuentro. Tal vez si puedo encontrarle sentido, entonces
pueda seguir adelante.
—Por favor, déjame explicarte, eso es todo lo que pido. —Levanta sus
palmas en un gesto conciliador.
Nunca lo había visto parecer tan devastado y roto. Ojeras delinean sus ojos
y no se ha afeitado en días. Aunque estoy de acuerdo en escucharlo, una ola de
nauseas me golpea. ¿Estoy preparada para manejar lo que sea que está a punto de
decirme? Pongo una mano contra la pared buscando apoyo. —Solo necesito un
minuto…
Deja salir un pesado suspiro y juro que parece que el arrepentimiento cae
sobre sus facciones. —Te daré todo el tiempo que necesites, dulzura —murmura.
El apodo en sus labios se presiona como un peso contra mi pecho. Mi
corazón se siente pesado, latiendo sordamente contra mi caja torácica.
Otro ataque de risa de Becca nos saluda desde detrás de la puerta.
—Probablemente está tratando de meterse en sus pantalones —dice Colton.
—No creo que a ella le importe mucho.
—¿Deberíamos comprobar a nuestros hermanos mientras te tomas un
minuto?
Asiento. Bien podríamos hacerlo. No creo que esté lista para oír toda la
sórdida historia acerca de cómo el hombre del que me estaba enamorando está
casado, y por como suena, no necesariamente planeando divorciarse. Una bebida
fuerte podría ayudar a aliviar un poco este dolor en mi pecho, también.
De vuelta en la pequeña habitación de hotel, Becca y Pace están de pie cerca
de las ventanas abiertas, enfrascados en una conversación. Nunca la había visto
lucir tan feliz y animada. Está coqueteando abiertamente y acicalándose como un
pavo real, torciendo un mechón de cabello alrededor de su dedo y sonriéndole
brillantemente. Nuestras vacaciones están a punto de volverse más interesantes.

13 Notando que nos encontramos de regreso en el cuarto, Becca se gira hacia


mí. —Soph, ¿sabías que Pace pasó un semestre estudiando aquí en Roma? Va a
llevarme de excursión, para mostrarme los mejores lugares que no están en esas
guías de turismo que compramos.
Tanto por patear a Pace y a Colton. Se suponía que este era un viaje de
chicas, pero no voy a negarle nada a Becca, y puedo decir que le encantaría pasar
más tiempo en compañía de Pace. Es esa maldita sonrisa ladeada y su hoyuelo que
solo te ruegan que vayas a jugar.
—¿Cómo supiste en donde estaba? —le pregunto a Colton.
—Kylie —confirma.
Comencé a trabajar con Kylie en la organización benéfica de Colton un par
de días a la semana y no se sintió bien dejarla colgada. Y mientras que solo había
tenido la intención de decirle que estaría fuera de la ciudad por un tiempo, ella de
alguna manera me hizo soltar la sopa sobre mi viaje a Roma.
—¿Cuándo llegaron? —pregunta él.
—Anoche. —Es casi mediodía, pero con el cambio de horario y el vino que
consumimos anoche, ni Becca ni yo hemos desempacado nada. En realidad es un
milagro que estemos levantadas y duchadas.
—Asumo que no han almorzado todavía. Vayamos a conseguir algo de
comer y lo explicaré todo. —Se gira hacia mi hermana, quien por alguna razón está
apretando el bíceps de Pace mientras él le sonríe con adoración—. Pace, Becca,
¿qué les parece un bocado rápido antes de irse de excursión?
—Estoy dentro —dice Pace.
—Yo también —se entromete Becca, agarrando su cartera.
Quiero enfurruñarme, estampar mi pie y negarme a ir, pero negarme la
comida es una infantil manera de castigarlo. —Hay servicio de habitación. —
Asiento hacia el menú ubicado encima del vestidor.
—De ninguna manera vamos a quedarnos dentro de la habitación todo el
día, Soph —incita Becca—. Vamos, solo es un almuerzo.
Le frunzo el ceño. Traidora. Hago una nota mental de no ser tan buena con
ella. Como ahorrarle un poco de agua caliente para la ducha esta mañana, ese era
un trato de una sola vez en la vida. Puede que piense que está ayudando al
interferir entre Colt y yo, pero no lo hace.
Recojo mis cosas, mi cartera, lentes de sol, los euros que cambié antes de

14 dejar el aeropuerto, y sigo al grupo hacia el elevador. Esto debería ser interesante.
Traducido por Sandry & *~ Vero ~*
Corregido por Helena Blake

Sophie
La cafetería con terraza es hermosa y discreta. Mesas negras de hierro
forjado y sillas con cojines mullidos de color vino, y la hiedra que crece a lo largo
de un pequeño enrejado que separa la calle de la terraza de la cafetería, completan
el espacio. Por encima, el cielo azul está soleado y claro, pero no hace demasiado
calor, y me resulta difícil mantenerme de mal humor.
Colton sugiere un vino blanco de un viñedo local y cuando llega, nunca he
15 probado algo tan ligero, fresco y refrescante. Su impecable sabor es sólo una cosa
más fácil de amar de él. Pero no puedo ir allí. No lo haré. Mi cuerpo ya me ha
traicionado saltando a la vida cuando está cerca, al igual que cuando me ayudó con
la silla y su mano rozó la parte inferior de mi espalda. Dejó un hormigueo en la
piel. Y cuando deslizó la silla en frente de mí, su altura e imponente presencia
causó que me aleteara un poco el pecho. Tengo que controlarme.
Sus ojos recorren mi piel, mis hombros desnudos expuestos atisbándose a
escondidas del top y mi pecho y el cuello a ras del calor. Me alegro de que nuestras
hermanas vayan al grano cuando se trata de hacer una conversación, porque
Colton y yo nos quedamos en completo silencio. La charla no parece encajar en mi
estado de ánimo y no tengo la menor idea de qué decir independientemente. Ellas
charlan a lo suyo, sin que les importe el mundo, mientras Colton y yo
intercambiamos miradas serias.
—¿Cuánto tiempo llevan aquí? —pregunta Becca.
—Depende —dice Pace.
—¿De qué? —reto. En lo que a mí respecta, Colton lo ha dejado claro,
mostrándose aquí en algún tipo de alarde masculino para reclamar su propiedad.
Puede enojarse ahora, muchas gracias.
Los ojos tristes de Colton se deslizan sobre los míos. —Quiero una
oportunidad —dice, su voz oscura.
¿Una oportunidad de explicarse, o una oportunidad conmigo? Estoy
agradecida por las grandes gafas de sol que me protegen los ojos de los suyos.
—¿No es eso lo que ella te ha dado todas esas semanas en LA? —pregunta
Becca, viniendo a mi rescate.
Gracias, Dios. La hermana sana y luchadora que conozco y amo está de vuelta. Miro
por encima a Becca, comunicándole mi agradecimiento sin necesidad de hablar.
Colton observa la interacción que ocurre entre Becca y yo, no dudando en
preguntarse lo que le he contado de mi tiempo en Los Ángeles. Espero que me
conozca lo suficientemente bien como para saber que nunca habría divulgado
nuestro secreto.
—La cagué. Fue un error que no te dijera... —La voz de Colton es gruesa con
emoción, a diferencia de la que jamás le he oído antes.
—Stella es un mega bestia que... —comienza Pace. Colton levanta una mano,
silenciando a su hermana.

16 —No, Pace. Este es mi problema. Voy a arreglarlo.


No tengo ni idea de por qué, pero el repentino deseo de aliviar su dolor y
angustia estalla dentro de mí. —¿Estoy aquí no? —digo, mirando a los ojos de
Colton. Por supuesto, no soy lo suficientemente valiente para quitarme la cubierta
de mis gafas de sol, pero aun así.
Su mirada triste se disipa muy ligeramente.
Una hora más tarde, estamos por nuestra segunda botella de vino antes de
que la camarera incluso piense en traer el menú del almuerzo. Me doy cuenta de
que la sugerencia de Colton de tomar un bocado rápido se está convirtiendo
rápidamente en un asunto de toda la tarde. El ritmo de la comida de este país no es
nada como los EE.UU...
—Vamos a pedir algo de comer, ¿de acuerdo?—pregunta Pace, y me entrega
un menú impreso íntegramente en italiano.
Nuestra comida es finalmente entregada, y mientras comemos, Becca se abre
sobre su tratamiento. No puedo dejar de notar cómo Colton se inclina hacia
adelante en los codos para absorber cada palabra. Él sabe que los altos precios del
tratamiento fueron posibles por su generosa oferta ganadora. Y tal vez es es su
lado caritativo, pero puedo ver en su expresión reverente que algo dentro de él se
siente orgulloso de haber ayudado.
Cuando Becca sondea a Colton sobre su trabajo, él hace algunos comentarios
improvisados acerca de la banca de inversión y luego se lanza en una discusión
detallada de su fundación de caridad. Está cerca de cumplir su misión en África.
La nueva escuela que ha construido tendrá su gran inauguración en breve.
Becca está asombrada escuchándolo —claramente es un buen partido que
acaba de ponerse aún mejor a sus ojos.
—La obra de Sophie está olvidada. Fue de gran ayuda esas semanas que
pasamos para atrapar a Kylie. —Él alcanza mi mano y me muevo bajo la mesa.
Aunque la conversación zumba alrededor de mí, apenas puedo mantener el
ritmo. Mi cabeza está llena de preguntas sobre el matrimonio de Colton con una
mujer a la que reconocidamente no ama. ¿Por qué se casó con ella? ¿Dónde ha
estado mientras yo he estado durmiendo en su cama? Toda mi relación con él
ahora se siente contaminada.
A pesar de nuestro precario inicio de las cosas, empecé a creer que había
sido traído a mi vida por una razón. Enviado a mí como un ángel de la guarda
para sanar a Becca y mi despertar sexual. Me pasé dos meses viviendo con él,
acercándome, enamorándome de él.
17 Me pregunto ahora más que nunca por qué no se acostó conmigo. ¿Era
porque no quería ser infiel a su esposa?
—¿Sophie? —La voz de Colton corta a través de mi cabeza—. ¿Más vino?
Niego con la cabeza. —Preferiría ponerme en marcha de regreso al hotel.
Él mira su reloj y frunce el ceño. —Está bien. Eso debería estar bien.
Terminamos nuestro almuerzo de insalata, pan caliente, vino blanco y varias
botellas de agua con gas. Después de que Colton paga la comida, Pace y Becca se
levantan de la mesa, pareciendo un poco achispadas y con ganas de compensar su
exploración.
Colton y yo caminamos al lado del otro en silencio todo el camino de vuelta
al hotel. Pero hay tantas nuevas vistas, sonidos y olores que capturar, que apenas
observo el rígido silencio incómodo que se instala entre nosotros. Simplemente el
navegar por las calles empedradas desiguales con mis sandalias de tiras me lleva
una concentración extra. Cuando llegamos al hotel, Colton abre la puerta y me
hace pasar con su palma caliente una vez más contra mi espalda y dejando una
ráfaga de hormigueo a su paso.
Un joven vestido con un uniforme del hotel nos detiene en el vestíbulo.
—Una nueva llave para usted, señorita. —Su acento italiano acaricia las
palabras, por lo que suenan mucho más sexy de lo que son.
—Tengo una llave. —La sostengo.
—Sí, pero es para su nueva suite. Planta diecisiete. —Dobla la tarjeta llave
en mi mano, mientras que me quita la vieja.
Recuerdo que Colton se detuvo para hablar en voz baja con el conserje antes
irnos del hotel. ¿Es esto lo que ha hecho?
Él levanta una ceja y se encoge de hombros. —Sólo quería que estuvieras
cómoda.
Me muerdo la lengua para evitar señalar que había estado más cómoda
antes de que él apareciera y comenzara a interferir, pero en el fondo, sé que está
tratando de ser amable, tan molesto como eso podría ser. No puede ganarme de
nuevo con gestos reflexivos y observaciones dulces. Llámame loca, pero tengo una
regla sobre ir a citas con hombres, que están casados: no lo hago.
—No deberías haberlo hecho —muerdo y me doy la vuelta hacia el
ascensor, golpeando el botón varias veces con mi pulgar. Me doy cuenta de que

18 Colton está esperando a mi lado y le doy una mirada afilada—. Creo que puedes
esperar en el vestíbulo a Becca y Pace para acabar la cita turística.
—Me prometiste que podríamos hablar —dice, haciendo que su tono sea
claramente de desagrado.
Sí, pero eso fue antes del vino y de las miradas posesivas que él me obsequió
durante todo el almuerzo. No confío en mí misma a solas en una habitación con él
ahora mismo. —No creo que estar a solas en una habitación de hotel con un
hombre casado sea lo correcto.
Lanza un gruñido de frustración a la vez que las puertas del ascensor se
abren, y me arrastra dentro.
Campanas de advertencia suenan dentro de mi cabeza. Estoy a punto de
estar a solas con un hombre que todavía tiene poder sobre mi corazón a pesar del
estatus de no disponible de su relación.
Sé fuerte, Sophie.
Colton
Fijando a Sophie en la pared del ascensor, mis manos se aprietan en puños
por encima de su cabeza. Necesito invocar cada onza de autocontrol que tengo
para no empujar mis caderas contra las suyas y reclamar su boca. Sé que he
perdido la razón, pero mi cuerpo se niega a entender eso.
Puedo ver su pulso vibrar en el cuello mientras me agacho cerca de su oído.
—No me empujes ahora. No puedo controlar mis emociones de mierda —
algo muy nuevo para mí, puedo asegurarte. —Ella empuja ambas manos contra mi
pecho, empujándome hacia atrás varios pasos.
—Oh, ¿no puedes controlar tus emociones? Trata de ponerte en mi lugar. —
Su voz se eleva frenéticamente—. Estaba completamente desnuda en tu maldita
piscina tratando de seducirte cuando tu esposa se presentó. —La palabra esposa es
escupida de su boca como una agria bomba.
—Te fuiste corriendo antes de que tuviera la oportunidad de explicarte. No
19 respondiste a mis llamadas y ahora que he volado seis mil millas sólo para
establecer el récord directamente contigo. —Doy una respiración profunda y
enderezo mi postura. Discutir con ella no va a llegar a ninguna parte. Por supuesto,
tiene el derecho de estar enfadada. —. Escucha, Soph. Necesitaba verte. He venido
arriba para hablar contigo.
Después de una intensa disputa, su mirada cae al suelo mientras ella se da
cuenta de que más negociación será inútil. —¿En qué piso estoy?
—Planta superior —respondo. La mejor suite que tienen. Obviamente.
Al darse cuenta de que sólo estamos de pie en el ascensor, que aún no nos
hemos movido desde el nivel del suelo, con cautela se inclina y presiona el botón.
Mi boca se levanta en una sonrisa. Estamos progresando.
Por mis instrucciones, el equipaje de Sophie y de Becca se ha transportado a
la suite. Hay un salón de tamaño moderado, dos dormitorios separados, cada uno
con su propio baño y un pequeño balcón con vistas a la fuente del patio. Ella se da
un minuto para navegar por las habitaciones, ligeramente pasando los dedos a lo
largo de un dorado aparador antiguo y doblando la cintura para oler el nuevo
arreglo de flores blancas en la mesa de café.
Tomo cada segundo que pueda para empaparme de ella. Aunque sólo han
pasado tres días desde que la he visto, entre mis brazos, dormida con su cuerpo
caliente junto a mí, se siente como si fuera mucho más tiempo. El privilegio de
tocarla se ha roto, y mi cuerpo se revuelve en silenciosa agonía, mi corazón
dolorido y mis puños apretados inútilmente en mis costados. Yo odio jodidamente
esto.
Tenemos que hablar como adultos civilizados, pero joder, no sé ni cómo
empezar.
—Soph... —empiezo.
—Colt... —dice ella, al mismo tiempo.
Compartimos una sonrisa incómoda.
—Ven, siéntate. —Hago un gesto al sofá —territorio neutral y ella obedece,
quitándose las sandalias y enrollando las piernas debajo suyo mientras se hunde
en el cojín más alejado de mí.
—Pregúntame lo que quieras saber. No hay más secretos —prometo.
Rebotando una rodilla arriba y hacia abajo, ella retuerce el anillo en su dedo
pulgar. —¿Cuánto tiempo llevas casado?

20
Libero un profundo suspiro y empujo los dedos por mi pelo. Mucho más
tiempo del que quiero admitir.
—Si tratas de ocultar las cosas... si vas a estar evasivo... —Ella traga.
—Todo lo que quieras saber. Aunque la verdad es dura de escuchar —
confirmo. Como tanto me gustaría protegerla de la horrible verdad, no lo haré. No,
si no es lo que ella quiere. —. He estado casado durante cuatro años. Durante los
últimos dos, no hemos vivido en el mismo estado.
—¿Por qué estaba en tu casa ese día?
—¿Quién coño sabe? Hemos estado tratando de resolver nuestro divorcio
durante mucho tiempo. Pero ninguno de nosotros puede estar de acuerdo en nada.
—Ella se lame los labios, pensando en esta información.
—¿Ella es la razón por la que te fuiste a Nueva York?
—Sí, Stella vive en Nueva York con su novio. Fui allí para tratar de hablar
con ella acerca de los términos de nuestro divorcio en persona. No funcionó.
Su frente arruga. —¿Tiene novio?
Asiento con la cabeza. —Nuestro ex jardinero. Me enteré de que
comenzaron a follar después de que nos casamos.
Su boca se estira en un ceño fruncido. —Oh.
—Resulta que nunca me quiso, a pesar de que mi familia me advirtió acerca
de sus motivos, no pude verlo. Quería una mujer en mi vida, y no sé... —Me froto
la sien distraídamente. —Tal vez tenía que ver con la pérdida de mi madre a una
edad tan joven... Pero me gusta la compañía, la compañía de alguien a mi lado.
Alguien cálida y amorosa para compartir mi vida con ella. —Sueno como una
mariquita completa, pero así era como el yo de veinticuatro años de edad veía el
mundo.
Y Stella era la esposa trofeo perfecta, acompañándome a funciones de
trabajo, vistiéndose a la última moda y siempre una sonrisa de felicidad en sus
labios. Lástima que todo había sido falso.
—¿Qué pasó? —pregunta Sophie, su tono ablandándose.
—Las cosas cambiaron tan pronto como nos comprometimos. Pensé que era
sólo la tensión por la planificación de la boda, quería que fuera el asunto de la
década, algo que la élite de Los Ángeles estuviera zumbando los años por venir, el
planearlo puso mucha presión en ella. No veía que todo era para el espectáculo.
Era más sobre el vestido, la fiesta y el champán francés que sobre nosotros.
Sophie muerde su labio, escuchando atentamente. No tengo ni puta idea de
21 por qué estoy descargando todo esto... pero algo me dice que si tengo alguna
esperanza en salvar las cosas entre nosotros, tengo que desnudar mi alma.
Me aclaro la garganta y continúo. —Y a pesar de que mis hermanos trataron
de convencerme de lo contrario, me había convencido de que todo iba a estar bien.
No iba a cancelar mi boda, simplemente porque mi prometida se estaba
convirtiendo en una noviazilla. Me imaginé que todo se calmaría después del día
de la boda.
—¿Pero no lo hizo? —pregunta Sophie en voz baja.
—No. Estaba distante y fría. Nada que ver con la sonriente chica
encantadora de la que me enamoré en primer lugar. Una vez que la roca estaba en
su dedo y la tinta sobre la licencia de matrimonio, estaba seca, se convirtió en una
persona completamente diferente. La persona que sospechaba que ella era en
realidad todo el tiempo. Había jugado conmigo. Se había casado conmigo por mi
dinero y había caído en ello como un tonto enamorado.
—Lo siento, Colt... —comienza.
—No, no lo hagas. —Ella no debe ser la que se disculpe conmigo. El dolor
de cabeza que sentí venir antes ahora era un gran latido en mis sienes. Continué—:
Después de la fiesta Stella me atrapó, hizo difícil el siquiera pensar en confiar en
otra mujer. Estando separados durante los últimos dos años, he tratado de salir en
citas causalmente. No quería, pero mis hermanos de vez en cuando me
presentaban una mujer. Detrás de cada sonrisa dulce y cada mirada coqueta estaba
alguien interesado sólo en mi cuenta bancaria y el estilo de vida que podía
proporcionar. Quería una conexión genuina, no una esposa trofeo. Pero me di
cuenta de que con mi estado y mi riqueza, amor verdadero no iba a ser algo fácil
de encontrar.
—Entonces, ¿por qué ir a la subasta? —Su confusión está grabada entre sus
cejas mientras espera a que responda.
—¿Lo digo sin rodeos? —Sonrío.
Asiente con la cabeza para que continúe.
—Un hombre tiene sus límites. La frustración sexual reprimida de ser célibe
durante dos años... Estaba caliente como la mierda y necesitaba tener sexo.
Su boca se retuerce en una sonrisa.
—Esa es la verdad completa. Sabía exactamente lo que estaba pagando y
que no habría ninguna posibilidad de sentimientos o falsas promesas.
—¿Por qué no simplemente contratar una escolta1?
22 Me encojo de hombros. La idea se me había ocurrido un par de veces. —
Supongo que no soy el tipo de persona que contrata una escolta. Quería algo más
discreto. No podía tener esa información filtrándose. CEOs que se ven atrapados
contratando prostitutas por lo general terminan en el noticiero de la noche.
Asintió con la cabeza comprendiendo en silencio.
—Con la subasta, me gustó la prueba médica, los acuerdos de no
divulgación y confidencialidad prometidos para mí. Además, el ángulo de
compañerismo que cubrimos antes.
—Pero tú nunca... nosotros nunca... —Hace una pausa.
—Nunca te cogí —termina por ella.
Levanta la barbilla con indignación. —¿Por qué no? ¿Es porque te has
sentido como si la estuvieras engañando? —pregunta, sus grandes ojos azules se
clavaron en los míos.
Alcanzo su mano, tirándola sobre mi regazo, incapaz de resistir el calor
físico que proporciona. —No, es porque me he sentido como si te estuviera
engañando a ti. Te merecías más y yo lo sabía.

1 Damas de compañía.
Su labio inferior tiembla y las ganas de chuparlo se encienden dentro de mí.
Tirando de su mano, Sophie se levanta de un salto. —No puedes decir esas
cosas. —Hay rabia en sus ojos y me quedo sin palabras. No puedo ni empezar a
imaginar todos los pensamientos y emociones que pasan por su cabeza. Así que no
voy a tratar. Se mueve a la ventana y mira hacia afuera solemnemente.
Levantándome, me paro detrás de ella, resistiendo la tentación de tirarla
más cerca. —No puedo perderte —susurro—. No cuando siento como si mi vida
está finalmente cayendo en su lugar. Eras la pieza que faltaba. Eras el queso de mis
macarrones. —Sonrío ligeramente, esperando que recuerde.
Se gira hacia mí. Su mirada suave se fija en la mía y puedo decir que los dos
estamos recordando el tiempo que pasamos juntos. Se sentía bien. —No puedo
hacer esto, Colton. Estaba desarrollando sentimientos reales por ti.
¿Estaba? Sé que me estoy enamorando de ella, malditamente aterrador como lo es.
Sacudo la idea alejándola, una vez más tratando de convencerme de que mi interés por ella
es sólo acerca de ver cumplirse el acuerdo.
—Estás casado —me recuerda.

23 Pisoteando mis emociones, trago. —Sólo legalmente. Y si puedo conseguir


que esté de acuerdo con los términos, voy a firmar el divorcio...
—Espera. ¿Tú eres el que retrasa el divorcio? —Ira parpadea en los ojos
azules normalmente tranquilos de Sophie. El cambio en ella es inconfundible. Es
como si me hubiera tropezado sin querer con un alambre y una bomba está a
punto de detonar. Doy un paso atrás vacilante.
—Sí.
—Pero... no entiendo...
Mierda. ¿Cómo le explico esto sin enojarla más?
—Si me divorcio, ella gana. Va a tomar la mitad de todo, además de que seré
condenado a pagar la manutención del cónyuge. —No se trata de dinero. Bueno,
supongo que sí, porque la división de mis millones pondrá en riesgo mi inversión
en el proyecto de África. Esto significa que habré caído en su juego, gancho, línea y
plomo. Stella uno, Colt cero. Pero peor que eso, los fondos para la escuela, el
hospital y todos los proyectos que había planeado se detendrían mientras mi
dinero está atado en una batalla legal. No voy a dejar que mi cagada personal sea
la causa de tanta destrucción. Estoy canalizando cada poco de dinero que tengo en
esta caridad y no voy a sacrificar un solo dólar para mantener a Stella en Manolo
Blahnik mientras niños pasan hambre. Malditamente no.
—Tú... —Sus ojos se abren y luego cierran de golpe. —No tienes un acuerdo
prenupcial, y ahora tu orgullo masculino es demasiado terco para soportar el golpe
financiero. —Parpadea hacia mí y algo se tuerce en el interior de mis entrañas.
Tiene razón sobre el acuerdo prenupcial, fui un maldito idiota. Veinticuatro
años de edad cuando nos casamos y pensé que estaba enamorado. Pero se
equivoca sobre el resto. —Esto no tiene nada que ver con el orgullo masculino. Mi
objetivo desde el principio ha sido esperar a que salga, y completar mi proyecto en
África antes de finalizar el divorcio. No tendré mi dinero atrapado en una batalla
judicial, mientras que podría estar haciendo algo realmente útil con él.
La mirada escrutadora de Sophie y su postura rígida me obligan a ver que
tal vez todo esto no va a terminar bien. Después de sobrevivir a Stella, necesito una
mujer que entienda mi disco duro y el deseo de ver algo bueno en el mundo. Pensé
que Sophie sería esa mujer. Pero tal vez me equivoqué. Tomo una respiración
tranquilizadora y lucho para despejar mi cabeza.
Sophie se mueve a través del cuarto, su postura rígida mientras va a la
ventana del fondo que da al patio de abajo. Cruzo la habitación en unos pocos
pasos largos y estoy detrás de ella, respirando el aroma de su cabello. —Soph... —

24 murmuro.
Sus hombros se relajan y sorbe como si estuviera llorando.
Girándola hacia mí, veo que su cara está de color rojo y una sola lágrima cae
por su mejilla de porcelana.
—No llores. —Limpio la humedad con mi pulgar. —Eres todo lo que quiero.
El resto, Stella, el papeleo, voy a resolverlo. Sólo necesito tiempo. Y necesito tu fe
en mí. —No sé por qué eso es repentinamente tan importante, pero lo es. Sus ojos
se cierran y no protesta. Es un comienzo.
Nunca me arrastré así antes, pero tampoco, nunca me sentí tan atraído por
una mujer como lo estoy por Sophie. Incapaz de resistir la tentación de tocarla,
paso mis dedos a lo largo de sus brazos expuestos, acariciando delicadamente su
piel suave.
Sophie traga y parpadea hacia mí. Inclinándome para bajar mi boca a la
suya, susurro contra sus labios. —Eres mía, dulzura.
Mi pene estuvo medio duro todo el almuerzo, pero ahora que estamos solos,
la bestia está exigiendo atención. He viajado miles de kilómetros para conseguir
que me escuche, y ahora lo último que quiero hacer es hablar. Estoy deseándola
como una droga.
Su boca se abre y tomo la oportunidad de besar suavemente su labio
inferior, y luego la parte superior, salpicando cuidadosamente su dulce boca con
besos tiernos.
Sus manos se cierran en puños en mi camisa y en un momento creo que va a
alejarme, pero me arrastra más cerca y mis besos van de castos a calientes en dos
segundos. El saber que no la he perdido envía una carrera de emoción a través de
mí.
Mi lengua empuja más allá de sus labios entreabiertos y la acaricia. Maldita
sea, he echado de menos las cosas que esta boca puede hacer. La erección que hace
estragos en mis pantalones recuerda muy bien.
La necesidad de saborearla, consumir cada parte de sus llamas dentro de mí.
Y sabiendo que hay una cama en la habitación contigua envía mi mente girando
con posibilidades. Quiero más. Lo quiero todo, todo lo que tiene que ofrecer, pero
me obligo a desacelerar y mirarla a los ojos, buscando alguna señal de disgusto. Su
mirada es la lujuria desenfrenada pura.
Mi mano se desliza bajo el dobladillo de la falda que lleva puesta. Si supiera
mis oscuros pensamientos en este momento, no se habría puesto esto en mi
25 presencia. Pero parece felizmente ignorante de que quiero follarla duro y rápido
hasta que esté dolorida y con las piernas cansadas de mi polla repetidamente
empalándola.
El hombre que ha llegado a conocer ejerce moderación y control en todo
momento, pero ese hombre no está por ningún lado. Incapaz de contenerme de
tocarla, deslizo mi mano hasta la parte exterior de su muslo y la siento temblar,
pero no se aparta. No mueve un solo músculo.
Curvando mi mano alrededor, palmeo una mejilla de su culo redondo,
suave y caliente en mi mano y amaso la carne suculenta. Me vuelve jodidamente
loco de deseo. Quiero su culo. Quiero cada parte de ella.
Sintiéndome audaz, deslizo un dedo bajo el elástico de sus bragas y siento
que suelta un suspiro tembloroso. Así es bebé. Déjame que tocarte.
—¿Quieres esto, no? —susurro contra su clavícula.
Niega con la cabeza.
—No me mientas, dulzura.
Acaricio un dedo a lo largo de sus pliegues de seda. Ya está húmeda de
deseo. Arrastro mi dedo hasta su centro, separando sus labios y encontrando su
clítoris. Con la yema de mi dedo índice, dibujo círculos pequeños en su manojo de
nervios y siento que se hincha. Oh sí. Al recordar la primera vez que la hice acabar,
mi polla se llena con sangre hasta que está dura como la roca y es casi doloroso.
Las manos de Sophie se cierran en puños a sus costados, y se ve como si
estuviera luchando contra algo. Su frente se anuda y su respiración es irregular,
pero no se mueve para alejarse, de hecho, se está inclinando a mi tacto, inclinando
las caderas, así puedo frotar su clítoris en el ángulo correcto. Me doy cuenta de que
está teniendo una batalla interna con ella misma. Su cuerpo quiere esto, pero su
cabeza le está diciendo que no. Y mi opinión es que sus manos están apretadas
para detenerse a sí misma de alargarlas y tocarme. Seguramente puede sentir mi
erección furiosa presionando en su cadera.
Está bien, puedes tocarlo, bebé.
Por favor jodidamente tócalo.
Quiero sentir su pequeño puño cerrarse alrededor de mí y apretando. Siento
que me voy a morir si no me toca pronto. Estoy a dos segundos de sacar mi polla
yo mismo y acariciarla hasta que me venga.
Justo cuando Sophie comienza a gemir en voz baja y puedo decir que se está
acercando hacia la liberación, da un paso atrás fuera de mi alcance así que mi
26 mano se desliza fuera de sus bragas. Sus ojos tienen hambre y nadan en emoción
tácita.
Mierda.
Traducido por Sandry
Corregido por Daniela Agrafojo

Sophie
La mirada de Colton se desliza sobre mis rasgos, como si estuviera
asegurándose de que estoy bien antes de llevarla a mis ojos de nuevo. Nada de esto
está bien, pero soy incapaz de detenerlo. Tengo miedo de sentir demasiado por él,
y tengo miedo de dejarlo ir, así que hago lo único que puedo, me enfoco en el
visceral placer corriendo a través de mí, pidiendo una dulce liberación. Mi cuerpo
prácticamente está vibrando con necesidad, pero necesito un momento para

27 procesar lo que está pasando, así que doy un paso atrás.


―No huyas de esto ―ronronea.
Acercándose, Colt ancla sus manos en mi cintura, sus largos dedos
clavándose en mis caderas mientras me levanta. Mis piernas se cierran alrededor
de su cintura, mi núcleo buscando fricción contra el borde duro en la parte
delantera de sus pantalones.
Jadeo ante la loca mezcla de emociones y sensaciones abrumando mi
sistema. Sé que debo parar, alejarlo, sólo que no quiero. Echo de menos este lado
de él. De pronto, quiero estar de rodillas ante él con su caliente y pesada polla en
mi boca. Los recuerdos de nuestras semanas juntos inundan mis sentidos, haciendo
imposible el apartarse.
―Colt... ―susurro. No tengo ni idea de lo que estoy buscando y sus ojos
suaves le suplican a los míos.
Sostiene mi peso sin esfuerzo con las dos manos descansando debajo de mi
trasero. Quiero sus dedos otra vez... estaba tan cerca. Y ahora estoy excitada y
confundida.
―Estoy enredado en ti. No puedo dejarte ir ―dice, colocando un beso más
contra mi boca. Me mira por un momento. No puedo aceptar la calidad rota de su
voz, la forma en que su cálida palma se desliza contra el hueso expuesto de mi
cadera. A pesar de que no debería, anhelo sus caricias. Las he echado de menos. He
echado de menos esto. Esta creciente conexión entre nosotros. Se necesita toda la
fuerza que no tengo no ceder ante él.
Antes de que todo se fuera al infierno la tarde en que su esposa apareció,
sentí que estábamos construyendo algo real, si no era amor, entonces algo cercano.
Yo no tenía experiencia, pero dada la oportunidad, sabía que podía enamorarme
de Colton Drake. Lo que significaba que dejarlo en mi habitación de hotel, dejar
que me besara y me mirara fijamente a los ojos y dejar que rompiera todos mis
muros, era un movimiento peligroso. Mi corazón se encontraba en la línea. Pero él
me rastreó y me persiguió al otro lado del mundo. Eso tiene que significar algo,
¿no?
―Dulzura ―murmura, con el tono ronco que he llegado a reconocer que
significa que está excitado.
Mi voz desaparece mientras cualquier palabra de protesta muere en mi
garganta. Tengo que decirle que no. Tengo que hacer que se vaya. Ha hecho algo
que no se puede deshacer. Me hizo creer que era soltero y me ocultó la verdad
durante semanas. Ahora me pregunto si me lo hubiera dicho alguna vez si Stella

28 no hubiera aparecido. A pesar de mis sospechas, había ignorado mis instintos


femeninos y me entregué a él por completo. Había estado dispuesta a darle mi
virginidad.
Sus dedos avanzan lentamente por debajo de mi falda, sacándome de mis
pensamientos. Mi núcleo se calienta con el conocimiento de que sus hábiles dedos
están a pocos centímetros de donde quiero que estén. Sí, sí, sí. Mi ropa interior está
empapada y me balanceo contra él, pero mi voz áspera rompe el silencio y
contradice todo por lo que está gritando mi cuerpo.
―No... No puedo... ―Desenredo las piernas de su cintura y las bajo al suelo.
―Quieres esto tanto como yo ―dice, su voz profunda y segura.
Mis ojos se alzan hacia los suyos, y aparentemente le dicen todo lo que
necesita saber. Mi deseo por él está escrito en toda mi cara. Mis pensamientos me
traicionan. Y Colton aprovecha al máximo, inclinándose para besarme de nuevo.
―Dime que todavía hay una oportunidad ―susurra contra mis labios.
Trago, pero soy incapaz de responder. No confío en mí misma para decir lo
correcto. Debato conmigo misma, preguntándome si podría volver a confiar en él
otra vez, si podría siquiera encajar en su estilo de vida...
Una burbuja de risa femenina y el sonido de la puerta abriéndose me
devuelven a mis sentidos.
Becca y Pace entran a la habitación llevando media docena de bolsas de
compras entre los dos.
Mi cordura regresa y fuerzo un tono serio mientras me vuelvo hacia Colton.
―Es hora de que se vayan.
Las despedidas se intercambian entre Pace y Becca mientras yo evito
encontrarme con los ojos oscuros de Colton. Sé que si lo hago, perderé por
completo mi determinación. Todavía estoy tambaleándome por ese beso, mi
cuerpo sobrecalentado y bombeando sangre salvajemente.
Él me clava con una mirada intensa, inclinándose tan cerca que puedo oler
su colonia. El efecto es vertiginoso.
―Esto no ha terminado. Diviértete con Becca y hablaremos cuando llegues a
casa.
Desearía poder decirle que está equivocado, que hemos acabado, pero soy
incapaz de responder. Me da el espacio que necesito ahora mismo, pero no tengo
ni idea de lo que viene a continuación.
Una vez que se han ido, agarro una botella de agua del surtido del minibar
29 y doy un largo trago, necesitando enfriarme antes de volverme hacia Becca. Ella no
dice nada sobre el cambio de habitación del hotel, pero veo sus ojos vagando por el
espacio.
―Entonces, ¿qué pasó con Pace? No creí que regresaran tan rápido. De
hecho, me preguntaba si volvería a verte en todo el viaje. Me imaginaba que
echarías una mirada a esos hoyuelos y te habrías escabullido con él a una
habitación privada del hotel. ―Sonrío, en un intento de aligerar el ambiente tenso.
―Confía en mí, fue tentador. Es guapísimo. ¿Y su pequeño culo
apretado? ―se abanica dramáticamente―.‖En serio, esos dos son una combinación
letal para la libido.
―Hay un tercero, también. Su hermano mayor, Collins, es tan mordible
como lamible.
―Maldición. Buena genética, supongo. ―Vuelca las bolsas de las compras
en sofá para que yo inspeccione sus bienes―. Después del almuerzo, empecé a
preocuparme por dejarte sola con Colt. Pensé que no era la idea más inteligente, así
que corté nuestra prqueña excursión. Dimos una vuelta por esta linda plaza y fui a
un par de tiendas de moda. ―Sostiene un diminuto vestido de verano sobre mi
cuerpo―. Pensé que esto te quedaría bien.
―Es lindo. ―Lavanda y toques de hilo azul corren por la suave
tela―. Puedo usarlo con mis sandalias de tiras plateadas.
―Exactamente lo que estaba pensando. ―Toma una mini falda roja de la
pila de ropa para ella―. Vamos, cambiémonos. Vamos a salir.
Becca y yo pasamos el resto del día haciendo turismo y ahora estamos
sentadas en un pequeño bar pintoresco, comiendo aceitunas y queso y bebiendo
delicioso vino. Todavía no puedo creer que Colton y Pace en realidad hubieran
volado a Italia para buscarme. Y mientras me siento aquí, un poco achispada,
repito nuestro breve encuentro íntimo en mi cabeza.
―Yo sé cómo podrías deshacerte de ella ―dice Becca pensativa, girando el
vino en su copa.
―¿De qué?
―Tu virginidad. Es decir, si todavía quieres, eso es.
―¿Cómo? ―pregunto, mi mente dando vueltas.
Ella inclina la barbilla hacia un grupo de tres guapos italianos sentados en la
barra.
30 ―Podríamos ir a recoger algunas bellezas.
Considero eso brevemente. Estando en Roma... ¿por qué diablos no?
Porque todavía le pertenezco a Colton, por eso.
Incluso si no quiero, una extraña parte de mí sabe que es verdad. Debería
ser él quien tome mi virginidad. Cuando pienso en sus ojos oscuros y hambrientos
que me queman, su boca llena besando mi cuello, y su gruesa y larga polla, sé que
tiene que ser él. Mi pecho se ruboriza con calor y soy transportada de regreso al
momento más temprano, cuando me encontraba allí ―justo en el borde― sólo
unos pocos trazos más de sus dedos y me hubiera corrido. Siempre pensé que
necesitaba un juguete sexual para correrme, pero resulta que sólo necesitaba a
Colton.
―Estás pensando en él de nuevo. ―Becca me sonríe.
―No debería hacerlo.
―Pero lo haces.
***
El resto de nuestro viaje es casi perfecto. El tiempo de verano es magnífico,
largas tardes vagando por la bella y seductora Roma con mi mejor amiga a mi lado.
Pero mis noches están plagados de recuerdos de Colton, aunque supongo que eso
es inevitable dada la situación.
Después del primer día, cuando él y su hermano Pace aparecieron aquí
inesperadamente, no oí nada más de Colton. Estoy agradecida de no haber optado
por actualizar mi servicio de telefonía móvil para incluir llamadas internacionales.
Sé que no sería lo suficientemente fuerte como para seguir ignorándolo si ese fuera
el caso. Tal como es, cada mañana después del desayuno, tengo que obligarme a
pasar por delante de un ordenador del hotel y evitar conectarme a mi correo
electrónico. Pensar que podría haber una nota de Colton esperándome pesa mucho
en mi mente. Por más que trato de convencerme de que las cosas están acabadas
entre nosotros, una parte profunda en mi interior sabe que no es cierto.

31
Traducido por ElyCasdel & Val_17
Corregido por Nana Maddox

Colton
De vuelta en California, me lanzo al trabajo. Es la única manera de mantener
mis pensamientos alejados de Sophie. Soy brutal en las juntas, tosco en mis
comunicaciones y tenso todo el maldito tiempo. Mis emociones están por todo el
maldito lugar y mi necesidad de sexo solo se ha cuadruplicado con volver a estar
cerca de Sophie. Mis sentimientos de anhelo solo se intensifican al vagar en mi
enorme casa solitaria en la noche.
32 He intentado enviarle mensajes un par de veces, pero no he obtenido
respuesta. Regresó de Roma el fin de semana pasado y ha estado en contacto con
Kylie, que es la única razón por la que sé algo.
Debería sentirme aliviado. Sophie sabe la verdad ahora. Todo está abierto.
No hay que ocultarle más mi matrimonio deshecho y nadie nunca sabrá mi oscuro
secreto de adquirir una esclava sexual. Todo este asunto podría estar terminado,
somos libres de nuestro acuerdo. Solo que no quiero estarlo.
Debería solo alejarme, pero no lo haré. Todavía quiero follarla. Mierda, es
más profundo que eso, si soy honesto conmigo mismo. Me gusta. Su naturaleza
genuina, su desinterés al ponerse a sí misma en subasta. No es como otras chicas.
Me hizo macarrones, maldita sea, y se rehúsa a aceptar mi ayuda de dinero
adicional. No es como las mujeres de mi pasado. O es malditamente buena
fingiendo.
Como sea, quiero hacerla mía. Me digo que es solo porque nunca la llegué a
tener. Semanas gastadas esperando, mientras la tensión sexual y la anticipación
entre nosotros crecía en proporciones épicas me dejaron con el caso más crítico en
el mundo de bolas azules. Alerta de terror nivel rojo. Mi saco está por
combustionar. Mierda, a este punto, me pregunto si incluso recuerdo cómo follar.
No puede ser tan difícil, ¿no? Sacudo los hoscos pensamientos girando en mi
cerebro.
Quiero reclamar su cuerpo, ser el primer hombre en penetrar su coño. Y
tanto como intente negarlo, algo dentro de mí quiere más que eso también. Pero el
punto de toda esta farsa fue porque me prometí que no me enredaría con una
mujer de nuevo. Tanto que eso no pasará. Mis sentimientos por Sophie son
profundos. Estoy completamente envuelto en una mujer que tengo cero
oportunidad de tener. Pero no voy a retroceder ahora. De ninguna jodida manera.
Compré y pagué su virginidad, algo que no voy a dejar simplemente
deslizarse entre mis dedos debido a un tecnicismo.
Cuando pienso en lo de la habitación de su hotel en Italia, la forma en que
me‖ dejó‖ tocarla…‖ antes‖ de‖ cerrarse‖ completamente‖ a‖ mí,‖ mi‖ estómago‖ se‖ hace‖
nudo.
No estoy acostumbrado a ser dejado fuera, y no es un sentimiento al que
quiera acostumbrarme. No llegué a donde estoy hoy siendo inactivo. Decidiendo
tomar al problema en mis manos, llamo a Sophie una vez más, dándole una última
oportunidad antes de aparecer en la puerta de sus padres y traerla de regreso
33 conmigo.
Tal vez tenga problemas de confianza, y aún necesite lidiar con Stella, pero
nada de eso va a detenerme de tomar lo que es mío. Y Sophie es mía.
Esperando su buzón de voz, como todas las otras veces que he llamado, me
sorprendo cuando responde al cuarto timbre.
—¿Sophie? —La sorpresa es evidente en mi voz.
—Hola —dice casualmente.
—Necesitamos hablar. —Está callada por un largo tiempo, solo el suave
sonido de su respiración me dice que sigue en la línea.
—¿Sobre qué? —pregunta finalmente.
—Tengo una nueva propuesta para ti.

***

Cuando la limosina que envié deja a Sophie en mi camino de entrada,


luciendo desconcertada y cansada, estoy agradecido de que sus padres vivan a
unas horas al norte de Los Ángeles. Significa que debo ser capaz de mantenerla
aquí al menos por la noche. Tendrá que escucharme.
Saliendo a la luz del sol, le doy la bienvenida al lado del auto. Mis puños se
aprietan inútiles a mis constados mientras que la idea de que no es mía para
tomarla en mis brazos, se estampa contra mí. Levanto su bolsa del camino de
ladrillo y fuerzo una sonrisa en mis labios. —Gracias por venir.
Asiente. —Gracias por enviar la limo. Eso no era realmente necesario. —
Gira su anillo en su pulgar, obviamente curiosa de por qué la he convocado
cuando las cosas parecían haber terminado entre nosotros.
—Entremos.
La dejo adelantarse, apreciando la forma en que su pequeño y redondo
trasero se balancea seductoramente. Le sigo como un cachorro con correa.
Una vez dentro, Sophie es toda pasos tentativos y miradas inseguras.
Decidiendo que lo mejor será ir al grano sobre por qué la traje aquí, la llevo al
despacho. La misma habitación a la que la traje la primera noche. Recuerdos de ella
arrodillada frente a mí, tomando mi gruesa polla en su boca y chupándola con tal
habilidad y entusiasmo causa que mi paquete se endurezca al instante. Joder.
34 Inhalo y me aclaro la garganta, esperando que sus ojos no vaguen frente a
mis pantalones. —Siéntate.
Sophie obedece, sentándose cuidadosamente en la orilla del sofá. Me
pregunto si los recuerdos de esa noche están quemando en su cerebro tan
vigorosamente como en el mío. A pesar de mis esfuerzos, soy incapaz de mantener
la visión de su boca rosa envuelta alrededor de mi polla fuera de mi mente. La
manera en que su lengua probaba la longitud de mi eje y su mano curvada
alrededor de mi base, acariciándome mientras chupaba profundo en su garganta.
Mi necesitada erección borra toda mi concentración y me toma un momento
darme cuenta de que Sophie está hablando.
—¿Colton? —Parpadea hacia mí, sacándome de mi espectáculo a rayos X
reproduciéndose en mi cabeza.
—Estoy feliz de que vinieras —digo.
Muerde su labio inferior, casi tan nerviosa como la primera vez que la traje a
casa. Su mirada barre la habitación y su espina está recta como una flecha. No
quiere dejar la guardia baja, y asumo que es porque no confía en ella misma
conmigo. Bueno saberlo. No confío en mí tampoco.
—¿Puedo traerte algo? ¿Vino? ¿Una botella de agua?
Sacude la cabeza. —¿Qué querías discutir? Fuiste un poco vago al teléfono.
Tiene razón. Fui vago, básicamente porque no tenía idea de qué podría decir
para persuadirla. Sabía que necesitaba ver sus ojos, leer su expresión para trabajar
mi propuesta. Y la chica nerviosa e insegura sentada delante de mí significa que
tengo que proceder con precaución. Consideraría presionarla, convencerla de cuán
buenos somos juntos físicamente y persuadirla de estar conmigo de la manera que
sé ella quiere. Pero ahora vero que necesito emplear un método diferente, porque
verla salir por esa puerta de nuevo, no es una opción.
—Sé que lo jodí por ocultarte mi matrimonio. En mis ojos, está terminado,
desde hace años. La única cosa que queda son un par de firmas en un pedazo de
papel. Pero de todas formas, ahora veo cómo te lastimó. Fue un movimiento idiota.
—Asiente encontrando mis ojos. Lamo mis labios y continúo—: Pero no creo que
mi pasado signifique que todo esto deba terminar.
—¿Qué estás proponiendo? —pregunta, su voz tentativa y un poco sin
aliento.
Quiero follarte. Dominar tus días y noches, y ocupar cada despertar tuyo, así como
tú ocupas los míos. —Quiero que te quedes.
35 Sus cejas se juntan mientras me mira en silencio. No rechaza la idea
inmediatamente, es un comienzo.
Sophie
Miro a Colton sentado delante de mí, su alta figura pulcramente doblada en
el brazo de la silla. Su respiración permanece profunda y estable mientras mi
propio corazón golpea como un martillo, causando mi pecho doler.
La verdad es que no tengo idea de lo que hago aquí, por qué accedí a venir.
Si soy honesta, es porque el hombre tiene algún poder magnético sobre mí. Soy
total y completamente incapaz de rechazarlo, a pesar de mis intenciones de
mantenerme alejada. Y por alguna extraña razón, siento la más ligera culpa que me
salí de nuestro acuerdo antes de cumplir mi obligación. Nunca obtuvo lo que pagó
y ese detallito es algo que no es fácil de olvidar.
Expulsa una respiración fortificante de sus pulmones y se inclina
ligeramente hacia mí. Sé que si me hala en sus brazos y me besa, sería incapaz de
resistirme y encuentro mi mirada aleteando entre sus labios y sus ojos mientras
espero que hable.

36 Finalmente lo hace.
—Recuerdo que dijiste que querías algo propio, vivir lejos de casa y ser
independiente por primera vez —dice Colton.
Recuerdo bien esa conversación. Fue una de las primeras veces que nos
sentamos a cenar algo preparado por su cocinero en el silencioso comedor. Hablé
muy libremente, desnudando demasiado de mí. Pero a algo en mí le agrada que
recuerde eso con tal detalle. No es que esté sorprendida, Colton ejercita tal
autoridad en cada faceta de su vida, claro que lo recuerda.
—Y creo que sabes que me gusta tenerte aquí —admite.
Asiento en silencio mi acuerdo. ¿Qué está diciendo? No podemos seguir
saliendo, si eso es siquiera lo que hacíamos. Él está casado. Y me mintió sobre ello.
¿Puedo siquiera confiar en él?
—Y sé que a Kylie le encantaría que regresaras a trabajar con ella.
—¿Colton? —pregunto, finalmente mis cejas juntándose.
—No hay razón para que no podamos ser amigos.
—¿Amigos? —Mi voz sale demasiado fuerte mientras el shock de su
sugerencia me azota.
Sus ojos oscuros vagan por mi rostro y asiente levemente, su boca solo
tiñendo una sonrisa.
No tengo idea de qué está jugando, pero ¿amigos? ¿Eso es siquiera una
posibilidad para dos amigos que se atraen?
Como si leyera mis pensamientos, Colton sigue—: No hay razón para que
esto termine, Sophie. Disfruto tu compañía, y creo que te sientes igual. Puedes
seguir viviendo aquí, podemos llevar las cosas entre nosotros lentamente mientras
arreglo el pasado y ver a donde va.
—¿Y nuestro acuerdo? —pregunto.
Su traviesa sonrisa enciende su rostro. —Amigos, sin sexo. Nuestro acuerdo
está descartado.
Mi barriga gira mientras me doy cuenta que ya no soy una esclava sexual
contratada, y una no bienvenida sensación de decepción me sobresalta. —
Entonces, te voy a regresar el dinero.
—El dinero es tuyo. Nunca quise pagar por sexo, Sophie. Solo no quería a
un idiota comprándote en la subasta para llevarte a casa. Eras demasiado buena,

37 demasiado pura y hermosa para pertenecerle. —Su confesión me quita el aliento.


Me siento inútil y fuera de control y quiero llorar.
—He gastado una buena parte del dinero en el tratamiento de Becca, y no
tengo forma de pagarte, pero el resto te lo podría regresar —tartamudeo.
—Primero, nunca aceptaría el pago. De haber conocido a Becca antes de que
todo esto comenzara, habría estado feliz de inscribirla en el programa de
tratamiento experimental. Y nunca esperaría que me regresaras el dinero.
—No se siente bien quedarme con lo que queda del dinero.
—Es tuyo para hacer lo que quieras.
Esta conversación es como un juego de ping-pong y mi cerebro se siente
confuso. —¿Entonces cómo funcionaría esto? —pregunto, sorprendida de que
realmente lo estoy considerando.
—Accediste a darme seis meses —me recuerda.
—También accedí a darte mi virginidad —añado.
—Pero no la tomé.
—No, no lo hiciste —concuerdo. Un hecho del que me encuentro
dolorosamente consciente.
—¿Sigues intacta? —pregunta, su tono rasposo y profundo.
Una cálida corriente pasa en mí, sonrojando mis mejillas y mojando mis
bragas. —Por s-supuesto. —Mi voz es rasposa y los ojos oscuros de Colton
recorriendo los míos imposibilitan hablar claramente.
Veo la vena latir en la base de su garganta. —Buena chica —advierte.
He esperado veintiún años, ¿realmente pensó que solo la aventaría por ahí
con algún chico al azar en las dos semanas que estuvimos separados? —¿Dónde
dormiré? —pregunto.
Su boca cae solo una fracción. —Donde quieras.
—Supongo que una habitación de invitados —digo más para mí que para él
mientras pienso en su rara propuesta.
—Si lo prefieres.

***

Él está siendo tan amable, tan servicial. El cambio es refrescante después del
38 infierno emocional por el que me ha hecho pasar. Aún no estoy segura de qué es
exactamente lo que propone y si realmente espera que siga viviendo aquí durante
los próximos seis meses, pero por alguna extraña razón, no odio la idea. Nos
miramos el uno al otro en silencio durante algunos minutos, cada uno digiriendo
lo que significaría para nosotros ser sólo amigos. Me duele el corazón de sólo
pensarlo. Significaría que no podría tocarlo, no sentiría el calor de su cuerpo
presionado firmemente contra el mío. Suelto un pequeño suspiro. —Si insistes en
que mantenga el dinero, ¿supongo que soy libre para gastarlo en lo que sea que
quiera?
—Por supuesto que sí —dice.
—Entonces me gustaría donarlo a tu trabajo de caridad en África.
Una lenta sonrisa curva sus labios. —Está bien, entonces.

***

Sólo había ido a Los Ángeles para recoger mis pertenencias de la mansión y
conseguir el cierre con Colton al escuchar lo que sea que quisiera decirme. En
cambio, me encuentro moviendo mi ropa de su armario a una habitación al final
del pasillo que huele a polvo y cera para muebles.
La cama tiene sábanas y un edredón azul, y los muebles son modernos con
líneas limpias de esmalte blanco. Un gran espejo cuelga de la pared y candelabros
decorativos flanquean ambos lados del cabezal tapizado.
Abro las cortinas de gasa blanca sombreando los grandes ventanales y miro
la piscina de abajo. Un temblor frío me atraviesa y envuelvo mis brazos alrededor
de mi cintura. No tengo ningún deseo de estar cerca de esa piscina y vuelvo a
cerrar las cortinas, bloqueando la vista. Sólo con ver brillar el agua azul cristalina a
la luz del sol trae una nueva oleada de dolor y humillación por el recuerdo de la
mirada fría de Stella y el tono gélido cuando me informó, en términos muy claros,
que ella era su esposa. La palabra esposa, en relación a Colton, no resuena.
Especialmente viniendo de la boca de esa mujer. Nunca pude verlo con alguien
como ella. Simplemente no encajan. Eso me hace preguntarme si incluso lo
conozco en absoluto. Una razón aún mejor para permanecer como amigos mientras
lo averiguo. Quiero más con Colton. Quiero de vuelta esa cruda sensación de
energía sexual que fluye tan fácilmente entre nosotros cada vez que está cerca. Pero
me conformaré con amigos, por ahora, mientras navegamos por este camino lleno
de baches en el que nos encontramos.
Después de que he terminado de mover mis escasas pertenencias a mi
39 nueva habitación, me siento aburrida y sola. Pero en lugar de ir a encontrar a
Colton en esta monstruosa casa, me tiro sobre la cama y llamo a Becca.
—Hola, hola —responde ella, alegre como siempre, como si no hubiera
luchado contra una agresiva etapa cuatro de cáncer en los últimos años.
—Hola. —Su fuerza y determinación para vivir me quita el aliento y de
repente quejarme con ella sobre mi dilema con Colton parece infantil e inmaduro.
—¿Qué pasa? —pregunta.
—Nada. —La mentira se desliza fácilmente de mi boca—. Es solo que podría
quedarme aquí más tiempo de lo que esperaba.
—¿Ah, sí? ¿El señor Sexy, Rico y Apuesto te ha recuperado?
—Algo así —admito. Colton había sido más abierto y expuesto de lo que
esperé, y tiró de algo dentro de mí—. Me propuso que siga viviendo aquí y
trabajando con Kylie.
—¿Y supongo que aceptaste? —pregunta.
—Voy a intentarlo —confirmo.
—No te culpo. Tampoco viviría con mamá y papá si no tuviera que hacerlo.
No discutimos el hecho de que no es capaz de vivir por su cuenta por
razones de salud. Duele incluso pensarlo.
—¿Y qué pasa con ustedes? —pregunta—. ¿Son una pareja de nuevo, o qué?
—No. —Esta vez mi voz es firme—. Él dijo que sólo como amigos y acepté.
Vamos a tomar las cosas con calma mientras trabaja en su pasado.
—Creo que es una buena idea. Sé que eras feliz allí. Pero, ¿qué te hizo
reconsiderarlo? Está dotado como un elefante bebé, ¿no?
—¡Becca! —la regaño—. Siempre con el sexo en el cerebro.
—No puedo evitarlo. Es mejor dejar que mi mente derive hacia allí que a
algo más morboso. El pene es mi lugar feliz.
Puedo oír su sonrisa a través del teléfono y me gusta. —El pene es una
buena cosa.
—Así‖que…‖¿qué‖vas‖a‖hacer‖con‖respecto‖al‖pene‖de‖Colton?
—Tomar las cosas con calma, como él lo propuso. Estoy bastante segura de
que eso significa que no hay pene en mi futuro.

40 —Buu.‖ Eres‖ aburrida.‖ Voy‖ a‖ ir‖ a‖ McGilroy’s‖ y‖ conseguir‖ un‖ helado‖ con‖
chocolate caliente.
—¿Tu apetito está de vuelta? —pregunto.
—Síp. Estaré gorda antes de que lo sepas.
Sí, claro. La idea de Becca distinta a un palo flaco sería un milagro. Tiene
dificultades para retener los alimentos y por lo tanto problemas con su peso. —
Diviértete. Te quiero.
—También te quiero, pero tú eres la que necesita divertirse. Encuentra una
manera de acelerar su divorcio para que puedas saltar sobre ese chico.
—Estoy en ello. —Sonrío, y finalizo la llamada.
Sostengo el teléfono en mis manos por varios minutos después de que
terminamos la llamada. Dios, amo a mi hermana. Después de organizar mi
habitación lo mejor que puedo, decido ir en busca de Colton.
Lo encuentro sentado en un taburete en la isla de la cocina, su Tablet frente
a él con su correo electrónico lleno de mensajes que está revisando.
—¿Te interrumpo? —pregunto, agarrando una botella de agua de la nevera.
—Por supuesto que no. ¿Estás bien?
Asiento. —Acabo de llamar a Becca para decirle que me voy a quedar.
Está tranquilo, pero su actitud calmada me dice que esto lo hace feliz.
En lugar de sentarme en el taburete a su lado, rodeo la isla de la cocina y me
paro frente a él, apoyando los codos contra la losa de granito.
Se ríe de mí. —¿Qué tienes en mente, cariño?
No me di cuenta que era tan obvia. Enderezo mis hombros y relajo la línea
arrugando mi frente. —Tú‖ y‖ Stella…‖ —No debería preguntar, sólo me estoy
torturando, pero no puedo evitarlo. Necesito saber, porque no puedo
imaginármelo con ella—. Quiero saber la naturaleza de su relación. ¿Era como un
matrimonio normal, con todas las ventajas y beneficios del matrimonio?
Aprieta un botón para oscurecer la pantalla de su Tablet y suelta un suspiro
calmado. —¿Qué estás preguntando?
—Viviste aquí con ella. Asumo que esta casa está llena de recuerdos para ti,
y simplemente es extraño para mí pensar en ti con otra mujer viviendo aquí,
durmiendo en la‖cama‖que‖compartí‖contigo…
—¿Qué quieres saber? —pregunta Colton.
—Supongo‖ que‖ lo‖ que‖ quiero‖ saber‖ es…‖ ¿fuiste‖ feliz?‖ Stella,‖ en‖ mi‖ muy‖
41 breve interacción, parecía bastante diferente de mí. —Ella era toda dureza en el
exterior, con bordes afilados y preocupada hasta del último centímetro de ella.
—Eras diferente. Joder, eres diferente, Sophie.
Me gusta saber que tal vez lo que él y yo compartimos fue diferente de lo
que tuvo con ella. —¿Cómo es eso?
—Eres suave y dulce y gentil. Me haces reír.
—No me gusta que tengas recuerdos con ella de cosas que tú y yo nunca
compartimos.
Estoy segura de que sabe que hablo sobre el sexo, y mis mejillas se sonrojan
ligeramente. Dijo que sólo somos amigos, así que, por qué lo estoy empujando a
contarme su historia sexual, no tengo idea. Sueno como una novia celosa, pero soy
incapaz de detenerme.
Colton se inclina hacia mí, sus ojos oscuros inmovilizándome en el lugar. —
¿Quieres saber por qué sólo quería sexo oral contigo?
Asiento, incapaz de resistirme a la pizca de información que está colgando
frente a mí.
—Porque eso es algo que Stella no haría.
—¿Qué estás diciendo?
—Nunca me follé su boca. Nunca me perdí completamente con ella. Cada
vez‖contigo…‖fuimos‖solo‖nosotros.‖No‖hubo‖recuerdos‖amargos‖para‖contaminar‖
eso. Era nuestra cosa.
Sus palabras envían un torrente de emociones conflictivas a través de mí. Mi
corazón retumba en mi pecho mientras recuerdo nuestros encuentros eróticos con
total nitidez. —Ella‖no‖lo‖haría…‖¿por‖qué?
Se encoge de hombros. —Decía que no le gustaba el sabor. Por supuesto, eso
es exactamente lo que la atrapé haciéndole al jardinero, tomándolo profundamente
en su garganta en la biblioteca. Parecía gustarle mucho, siempre y cuando no fuera
conmigo.
Me duele el corazón por él. Tan enojada como estoy, empiezo a comprender
el profundo dolor y desconfianza que ha llevado con él. Recuerdo cómo nunca
parecía querer entrar en esa habitación y mi corazón se ablanda un poco. Y me
gusta saber que, aunque sea trivial, hacerle una mamada es algo que solo yo hice.
Supongo que ahora entiendo su aversión a la biblioteca.
—Estar con ella era una mera conveniencia. Tú eres una elección. Una que
quiero‖tomar‖desesperadamente…‖si‖me‖lo‖permites.
42 Sus palabras me inundan. No debería confiar en él, no después de que me
mintió sobre su pasado, me hizo creer que era soltero. Sin embargo, ninguna parte
de mí niega que lo quiero. —Pero dijiste que somos amigos. —Mi voz es pequeña.
Tomaría poco o ningún esfuerzo de su parte convencerme de que estaríamos mejor
como algo más que amigos. El zumbido de calor entre nosotros es palpable e
intenso.
—Por ahora, sí. Quiero que confíes en mí otra vez. No voy a presionarte
aún.
Aún. Esa palabra suena ruidosamente en mi cabeza. Trago con dificultad,
tratando de descifrar el significado más profundo detrás de sus palabras. Él me
quiere de vuelta, estoy segura de eso. Entonces, ¿por qué demonios no termina de
divorciarse de Stella y sigue adelante con su vida? Dos años de espera para ser
libre parece extremo. Incluso para alguien tan terco y arrogante como Colton.
—Lo‖siento…‖—me disculpo, aunque no estoy del todo segura de por qué.
Odio la idea de Colt encontrando a esa bruja de rodillas, dándole a otro hombre lo
que le negó a él.
—No lo hagas —dice, con frialdad. Pero sus ojos cuentan una historia
diferente. Son oscuros y lejanos, como si está luchando por escapar de los
recuerdos amargos que lo siguen alrededor de las habitaciones de su propia casa.
Dejo a Colton con su trabajo y me encuentro paseando por las habitaciones
de su casa, terminando en la biblioteca. Odio a Stella. No puedo decir que
realmente he odiado a alguien antes. Odio el cáncer de Becca, odio que Colton esté
casado, pero jodidamente odio a Stella por completo. Ha hecho que un hombre
dulce se endurezca y se cuestione a sí mismo y a sus relaciones. Me quedo en la
biblioteca, mirando silenciosamente al vacío durante demasiado tiempo.
Cuando encuentro a Colton en su oficina más tarde, lo convenzo de dejar su
trabajo por la noche y dormir un poco. Los círculos oscuros bajo sus ojos tiran algo
dentro de mí, pero resisto la tentación de envolver mis brazos alrededor de su
cuello. Él no es mío para calmarlo.
Nos separamos en la parte superior de las escaleras y decimos buenas
noches. El paseo a la habitación de invitados se siente demasiado largo y
simplemente extraño. Mientras me arrastro entre las sábanas frescas, mis
pensamientos van directamente al hombre al otro lado del pasillo.

***

43 El día siguiente es interesante. Una extraña sensación de malestar crece a


medida que pasa el día. Comemos juntos, voy a trotar, y Colton trabaja en la isla de
la cocina mientras veo una revista, pero no puedo evitar sentir que algo está mal.
Estamos luchando por encontrar nuestro ritmo solo como amigos. Sigo robando
miradas de él, notando la forma en que su camiseta blanca se aferra a su esculpido
pecho y siento sus ojos en mi espalda cuando me alejo. Odio no poder tocarlo.
¿Es posible ser amiga de un hombre que quiero tan desesperadamente?
Cuando cae la noche, me ducho, cepillo mis dientes y termino mi ritual
nocturno habitual, pero no estoy lista para ir a la cama. Mi cuerpo está demasiado
tenso. Empiezo a pensar que este nuevo arreglo que he aceptado nunca funcionará.
Después de dar vueltas durante una hora, decido ir por Colton. Sé que mis
acciones —ir a su habitación en medio de la noche— definirán cómo pasaremos
nuestros próximos meses, pero no me importa. Necesito verlo, hablar con él, para
entender en lo que me estoy metiendo.
Me arrastro por el pasillo de puntillas como una intrusa sigilosa y golpeo
suavemente su puerta.
No hay respuesta.
Tal vez ya está dormido.
Entro y mis ojos buscan por la habitación oscura. Sus sábanas están en una
pila desordenada sobre la cama, pero no veo ningún movimiento.
—¿Colton? —susurro.
Nada.
Me arrastro más cerca y me arrodillo en el borde del colchón. Ahora que mis
ojos se han adaptado a la oscuridad, puedo ver que no está aquí. La habitación está
tranquila y vacía.
Me atraviesa una punzada de decepción, seguida por llamaradas de
curiosidad.
Me aventuro en busca de él.

44
Traducido por Vani & Miry GPE
Corregido por Fany Stgo.

Sophie
El anochecer ha bañado la casa en la oscuridad casi total, con excepción de
las pequeñas luces de camino que están colocadas estratégicamente en puntos de
salida en toda la casa. Es sólo la luz suficiente para verme mientras bajo por las
escaleras y me dirijo hacia la oficina de Colton. Paso el estudio en mi camino y
confirmo que no está ahí. Tal vez no podía dormir bien y ha vuelto a trabajar. Sus
45 mantas estaban esparcidas por la cama como si hubiera luchado con ellas. Mi
conjetura es que él intentaba dormir, igual que yo, y perdió la batalla.
La puerta de su oficina se encuentra abierta y una lámpara proporciona una
franja de luz suave. Escucho gruñidos y mi estómago se tambalea.
Doy un paso alrededor de la puerta y estoy completamente sorprendida por
lo que encuentro.
Colton está sentado en su sillón de cuero, sus pantalones bajos y su polla
gruesa está de pie con orgullo. Su mano se mueve de arriba abajo en movimientos
cortos y desiguales y está gruñendo en voz baja.
Mi coño se aprieta a la vista de él. Libero un pequeño gemido y sus ojos se
apoderan de los míos.
—Cristo, Sophie. —Se mete a sí mismo de nuevo dentro de los pantalones,
lo cual no es tarea fácil. Está tan duro y su polla llena de sangre no se ve feliz de
estar metida en el espacio confinado. Yo sólo sigo observándolo.
—¿No sabes tocar la maldita puerta? —ladra en mi dirección.
—La puerta estaba abierta —murmuro, sintiéndome una idiota.
Mira detrás de mí hacia la puerta abierta. —Supongo que lo estaba.
¿Aunque, qué haces fuera de la cama?
—Creo que la mejor pregunta es, ¿qué haces tú? —Me siento descarada y
quiero verlo retorcerse un poco siendo capturado. Salvo que se encuentra
tranquilo y sereno, y me sigue viendo con calma.
Sacude la cabeza hacia mí, obviamente, sin morder el anzuelo. —No hagas
preguntas para las que no estás dispuesta a escuchar las respuestas.
No estoy segura de lo que quiere decir, pero cruzo la habitación y me paro
delante de él, mis piernas todavía inestables de lo que acabo de presenciar. —
Estabas masturbándote.
Se queda tranquilo y calmado.
No lo había dicho como una acusación, pero por suerte Colton no parece
ofenderse. —Sólo tengo curiosidad...
—Tengo necesidades, Sophie, como tú sabes.
Asiento. —Los dos las tenemos. —Doy un paso más cerca.
—Ten cuidado, dulzura. Estás jugando con fuego, tentándome, haciéndome
querer algo que no puedo tener.

46
—¿Quién dice que no puedes? —No sé quién es la chica que se halla
provocando, pero me siento audaz, inquieta y solitaria. Es una mala combinación,
y me hace querer actuar.
Levanta una ceja oscura, mirándome de cerca. —Ha cambiado tu opinión
sobre todo esto, porque te voy a follar aquí y ahora, tan profundo que todavía
sentirás mi polla dentro de ti mañana.
No digo nada más, sobre todo porque no sé qué decir, pero mi cuerpo
zumba con anticipación. Mis pezones se endurecen contra la parte posterior de mi
top y mis bragas se aferran a mis sensibles pliegues.
Colton lanza un gemido de frustración y empuja su palma contra su
erección —la cual definitivamente sigue allí. —¿Sophie, cuál es la mierda actual? —
Su tono es un cruce entre juguetón y enojado.
—Siento haberte interrumpido —digo.
—A la mierda —dice, apoyando su cabeza contra la silla de cuero y
cerrando los ojos. Cuando los abre de nuevo, su ira se ha ido. Todo lo que veo es
lujuria.
—¿Por qué nunca me tomaste? —pregunto.
—A medida que pasaban las semanas, comenzaste a significar más para mí.
No quería tomar algo de ti que no era mío.
Es tuyo, quiero decirle. —Pero ese día que Stella se presentó, ibas a hacerlo.
—Había visto la mirada de determinación en sus ojos y supe que por fin iba a
entregarse a mí.
—Porque sabía en ese momento que me pertenecías. Incluso sin la subasta,
sin el acuerdo. Eras mía.
Observo sus ojos, sin estar en desacuerdo en lo más mínimo. Todavía lo soy.
La forma en que su oscura mirada barre a la mía me dice que me quiere,
pero elige no presionarme. Quiero saber por qué. —¿Por qué sugeriste que seamos
sólo amigos? —pregunto.
Toma una respiración profunda y la deja escapar lentamente. Luego hace un
gesto para que me siente en una de las sillas frente a su escritorio.
Sigo su ejemplo y me siento, metiendo mis piernas desnudas debajo de mí.
La parte superior de mi top y pijama corto que llevo no es rival contra el aire
acondicionado frío. Eso, o mi cuerpo todavía se encuentra temblando de lo que
presencié cuando entré.
—Estaba desarrollando sentimientos reales por ti, algo que asustó la mierda

47 de mí dado mi pasado.
—No entiendo. Los dos estábamos nos estábamos enamorando... —Es la
primera vez que he admitido mis verdaderos sentimientos, pero algo me dice que
esto no es una sorpresa para él.
Colton no dice nada, solo me mira pacientemente como si tuviéramos toda
la noche para sentarnos aquí y hablar en acertijos. Tal vez es sólo su discurso de
sólo amigos —una solicitud hueca hecha sólo para que me quede.
—Si quieres una oportunidad real conmigo, necesito algunas cosas de ti —
dice.
—¿Cómo cuáles?
—Sabes que no me ha ido bien en cuanto a las mujeres, y el dinero y la
confianza.
—Sí —reconozco.
—Las mujeres por lo general sólo me quieren por mi dinero —añade.
—¿Qué tiene que ver eso conmigo? —Soy lo más lejano a ser una caza
fortunas.
—Bueno, tienes que admitir que el inicio de nuestra relación no infundió
mucha confianza. Sólo accediste a ir conmigo esa noche porque te estaba pagando.
—Sí, pero a medida que fui conociéndote, sabes que no fue por el dinero.
Ese dinero era para Becca. Te dije que te voy a dar el resto ahora.
—Eso no es lo que quiero. —Su tono es firme y me siento como si
estuviéramos dando vueltas en círculos.
—¿Entonces qué es lo que quieres?
—Algo mucho más valioso... —Sus ojos trazan un camino a lo largo de mi
escote expuesto, haciendo que mis pezones se endurezcan.
Me quedo tranquila, expectante y preguntándome lo que tiene en mente.
—Quiero saber que puedo confiar en ti. Necesito tu fe y tu creencia en mí de
que yo puedo encargarme de mi pasado.
—Puedes confiar en mí... —empiezo.
—Hablar es barato y me he quemado antes. Sophie, lo que pasó con Stella
hace que sea difícil para mí creer en las mujeres. La falta de juicio y un matrimonio
roto bajo mi cinturón puede ser comprensible, ¿pero dos? Eso no es algo que estoy
dispuesto a arriesgar. Amigos es más seguro en este momento.

48
—¿No confías en mi?
No responde.
—Tú eres el que ocultó la verdad —dejo escapar.
—Puede ser, pero quería saber cómo me sentía y te lo estoy diciendo —dice.
—No sé lo que tratas de decirme —admito—. Colton, tienes que saber que
no soy nada como ella. —No me gusta que una mujer malvada nos haya
arruinado.
La mirada que me da es de incredulidad. —Sólo te encuentras en mi vida
por razones monetarias. Te pagan por estar aquí, y saliste corriendo tan pronto
como las cosas se pusieron difíciles. ¿Qué se supone que debo pensar? —dice,
sujetándome con una mirada caliente.
Dios, tiene razón. Cuando miro mis acciones a través de ese lente, puedo ver
lo que quiere decir. Estuve aquí sólo por el dinero. Tan pronto como fui
confrontada con su pasado, huí de él, negándome a escuchar una sola palabra.
—Tengo que ser capaz de confiar en la mujer con la que estoy —añade.
Me destroza ver nuestro acuerdo a través de sus ojos, al saber que me ve
como otra mujer que sólo le interesa su riqueza. Me levanto y cruzo los brazos
sobre mi pecho. Por qué había pensado alguna vez que ser amigos era una buena
idea, no tengo ni idea. —No va a funcionar para mí. Te quiero. Tú me quieres. Sin
embargo, no confías en las mujeres. Y no puedo simplemente pasar por alto tu
matrimonio. Estamos en un callejón sin salida.
—Así parece. —Colton tamborilea con los dedos sobre el escritorio.
Allí, de pie en la tranquila soledad de su oficina, me pregunto qué demonios
voy a hacer ahora. Considero hacer las maletas y volver a casa, pero en el fondo, sé
que no es la solución. Estaría haciendo exactamente lo que Colton espera. Huir.
Necesito permanecer y mostrarle que hay una manera diferente. Incluso si asusta
la mierda siempre amorosa de mí.
Una idea se afianza y soy incapaz de deshacerme de ella. Mi boca comienza
a trabajar antes de que mi cerebro pueda incluso ponerse al día con lo que
propongo. —Tengo normas morales. Que dictan que no me acuesto con hombres
casados.
Me mira con curiosidad.
Me siento frente a él una vez más y respiro calmadamente. —Quiero
demostrarte que puedes confiar en mí. Que puedes poner tu fe en una mujer de
nuevo.

49 —¿Cómo?
—Dejándome de lado y sometiéndome como debería haber hecho desde el
primer día que me compraste.
Sus ojos hambrientos parpadean en los míos. —No entiendo.
—Colt, tengo miedo. De todo esto. Mis sentimientos por ti, de ser herida, de
darte mi virginidad. Tengo miedo de que no puedas romper los lazos con Stella.
Pero tengo fe en ti. Esta es mi forma de mostrar que confío en que hagas lo correcto
y la mejor manera en que puedo demostrarte que no voy a ninguna parte es
entregarme a ti.
—Sophie... —gime, frotando una mano por su cabello
—Puedes tenerme de cualquier forma que quieras.
—Sophie, quiero tu virginidad. Quiero reclamarte totalmente. Es la única
manera de demostrarme que estás realmente aquí por mí.
—Pero dijiste amigos —bromeo ligeramente, sacando el delicioso
enfrentamiento verbal que se parece tanto a los juegos previos.
—A la mierda lo de amigos. Quiero estar dentro de ti.
—Lo quiero también —digo—. Más que nada.
—¿Te encuentras segura de eso?
Asiento, encontrado su mirada oscura. —Había un hombre que conocí en un
bar en Italia, era atractivo y educado y...
—¿Sohpie, querías que él te jodiera? ¿Querías que él pusiera su polla dentro
de ti?
Su lado posesivo me hace sentir caliente y nerviosa. —Sólo escucha —le
pido—. Podría haber dormido con él, y de hecho Becca me alentó. Me dijo que
seguir siendo virgen era mi elección y podría haber ido adelante con ello.
—¿Pero no lo hiciste?
Niego. —Sabía que debías ser tú. Quiero que seas tú.
Se levanta de un salto y me tira contra él. Mi pecho queda al ras con el suyo
y sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura, aplastándome. Eso roba mi
aliento y me quedo allí, inmóvil, dejando que se aferre a mí para salvar su vida. El
movimiento es sorprendentemente tierno, y puedo decir que mi oferta ha golpeado
algo dentro de él.
No puedo pensar en una sola cosa que decir, pero sé con claridad rotunda
que esto no es algo que puede ser hablado. Tiene que ver mis acciones para

50 entender dónde se encuentra mi lealtad. Justo cuando contemplo mi próximo


movimiento, él pone su cabeza en mi hombro, apoyando su mejilla contra la parte
superior de mi pecho. Puedo sentir su aliento fantasma sobre mis pezones en mis
pantalones suaves. Mi piel se calienta con su proximidad, pero esto no es sexual. Es
un gesto dulce, como si estuviera reconociendo mi aceptación de él y todo su
equipaje.
Empiezo a envolver mis brazos alrededor de él, pero me detiene, tomando
mis manos y manteniéndolas a mis costados, enlazando sus dedos con los míos.
Levanta la cabeza de mi hombro, mirándome directamente a los ojos. Nuestras
palmas se presionan entre sí y ninguno de los dos dice una palabra. Se siente
íntimo y familiar.
Odio cómo de dañado está, y apenas comprendo toda la profundidad de
ello en este momento. Normalmente es tan seguro, tan exigente, que este lado
tierno suyo es completamente inesperado.
Nuestros ojos permanecen mirándose y es como si los dos estamos
compartiendo el mismo pensamiento. Estamos dando un paso gigante hacia
adelante como una pareja, cada uno dejándonos al descubierto a nosotros mismos.
Él, aprendiendo a confiar de nuevo, y yo tirando una cana al aire con un hombre
casado. Incluso sin el contrato, él es mi dueño, y yo había sido tonta al pensar que
sólo podía alejarme. Soy suya.
Inclinando su cabeza a la mía, me da un suave beso en mis labios. Mis ojos
perezosamente se cerraron y separo mis labios, aceptándolo. Su lengua acaricia la
mía, invitándome a jugar.
Después de varios minutos de sus profundos besos hambrientos, me alejo,
sin aliento. —Dijiste que pasaron dos años. Eso es mucho tiempo para esperar.
Traga, su nuez de Adán moviéndose. Sus manos se liberan de las mías y se
desplazan por mis brazos hasta acunar mi rostro. —¿Qué juego juegas? —
pregunta, con un tono confundido a su voz.
—No hay juegos. Sólo nosotros. Tienes que ser capaz de confiar en la mujer
con la que estás.
—Por supuesto —concuerda.
—Soy suya, señor. Todo lo que quieras. Las cosas pervertidas que puedas
fantasear. —Lo miro, queriendo decir cada palabra. Me siento traviesa, sexual y me
gusta. Me desnudé ante él y no tengo idea de lo que piensa.
—¿Si quiero vendarte y joderte hasta que estés irritada?
El tono hambriento en su voz es inconfundible. Quiero cumplir todos sus
51 deseos y aliviar esta tensión entre nosotros más de lo que quiero mi siguiente
respiración. —Todo lo que quieras —murmuro.
—¿Y si quiero tomar tu pequeño trasero apretado?
Mi estómago da una voltereta, pero mi mirada permanece en la suya. No sé
si trata de asustarme, o si eso es algo que realmente desea. Enderezando mis
hombros, respondo—: Entonces estoy en el juego. Creo en ti. Y creo en nosotros.
—¿Te encuentras segura de esto? Porque una vez que me encuentre
enterrado dentro de ti, no seré capaz de parar.
—Me encuentro segura de esto. —Al menos eso creo—. ¿Cuando empezamos?
—pregunto.
—Ahora.
Su tono áspero me sobresalta. Y el calor en la habitación parece
incrementarse varios grados. —¿Quieres mi boca? —pregunto, poniéndome de
rodillas en la alfombra de felpa.
—No. —Me mira, y acaricia mi mejilla con su pulgar—. Por muy tentadora
que es esta linda boquita tuya, necesito follarte.
Jadeo con un aliento estrangulado. Olvidé lo explícito que puede ser sobre
sus necesidades. La dulce ternura de Colton se fue. El hombre de pie frente a mí es
toda fuerza masculina y presencia dominante.
Trago y doy un asentimiento tenso.

52
Colton
Sophie no sabe que ya firmé los papeles del divorcio, pero su confianza en
mí lo es todo. Sabía que mis instintos estaban en lo cierto sobre ella. No sólo es el
sueño húmedo de todo hombre hecho realidad, sino que también tiene un corazón
de oro. Entiende mis problemas de confianza y se la juega de la única forma que
sabe de cómo demostrarme que se encuentra aquí por las razones correctas. Casi
tengo ganas de llorar cuando comprendo eso.
Sophie espera ansiosamente sobre sus manos y rodillas, completamente
desnuda delante de mí. Su confianza en mí es asombrosa e inesperada. Enciende
todo tipo de sentimientos que pensé que juré que ya no tenía desde hace mucho
tiempo.
La noche sin duda dio un giro para mejor. Después de una acalorada
llamada telefónica con Stella, me metí en la cama solo. Permanecí ahí sin poder
dormir y comprendí que me comportaba de una jodida manera increíblemente
infantil. Aparté las mantas y me dirigí a mi oficina para revisar los documentos
53 que mi abogado dejó en mi bandeja de entrada hace mucho tiempo. Los imprimí y
los miré por una eternidad, mi cabeza zumbaba y mi corazón dolía. Los firmé en el
acto, el peso en mi pecho se liberó casi de inmediato.
¿Por qué en el mundo le dije a Sophie que sería su amigo?, no tenía idea. Me
hallaba atado tan apretado que antes de saberlo, tenía mi polla en mi mano cuando
Sophie me encontró. Y ahora ella se arrodilla ante mí, su trasero hacia arriba y sus
manos enterradas en la alfombra de felpa de mi oficina. Camino a su alrededor y
veo tensarse su espalda.
—Relájate, dulzura —digo—. Me prometiste cualquier cosa que yo quisiera.
—Le recuerdo.
Voy y me paro detrás de ella y me siento contento al ver su coño brillando
por su humedad. No la he tocado aún —sólo le ordené desnudarse, y lo hizo,
dejándose completamente al descubierto ante mí, antes de ponerse sobre sus
manos y rodillas a mi comando. Es una hermosa jodida vista y mi polla duele al
pensar en finalmente tomarla. Pero no me apresuraré esta noche.
Me quedo de pie sobre ella y desabrocho mi camisa lentamente,
descartándola en el suelo junto con su ropa. Puedo sentir los ojos de Sophie
observando mis movimientos, su cabeza se giró a mirarme. Saber que ella me mira
y que se siente completamente tan excitada como yo, me alimenta. Sus ojos
queman directamente a través de mí, creando un dolor físico. Tomo mi tiempo,
desabrocho el cinturón y lentamente lo deslizo fuera de mis pantalones. Abriendo
el frente de mis pantalones de vestir, empujo mis bóxers por mis caderas y tomo
mi polla en mi mano derecha. No necesito mirar para saber que ella se concentró
en cada uno de mis movimientos.
Mira cómo me acaricio en toda mi longitud, incluso tiro, sus ojos trazando
cada centímetro de mi dureza.
—¿Estás lista para mí, dulzura? —pregunto.
Su mirada se eleva hacia la mía y me da un asentimiento sin palabras.
Me arrodillo, me posiciono detrás de ella y coloco mis manos en la curva
redondeada de sus nalgas. Usando mis pulgares, separo sus labios inferiores y la
encuentro húmeda y lista.
Ahora, eso es jodidamente excitante. Aún ni siquiera la he tocado, y mi
ángel está empapada por mí.
Me posiciono en su entrada y me burlo de ella con la punta de mi polla,
deslizándola hacia arriba y abajo. Su calor me envuelve y la sensación hace que mis

54 bolas se tensen contra mi cuerpo. Joooder. Desde ya puedo decir que el sexo entre
nosotros será intenso y aún ni siquiera la he penetrado. Dijo que quiere esto, pero
tengo que asegurarme antes de tomar algo tan preciado de ella. Menea sus caderas,
empujándose hacia atrás contra mí, y casi pierdo el jodido control en ese mismo
momento. Sujeto su trasero y sofoco un gemido, viendo la gran cabeza de la polla
presionarse en su carne rosa.
Un suspiro tembloroso se estremece a través de sus labios. —El condón —
murmura.
Me echo hacia atrás y reanudo el burlarme de ella al frotar mi polla en su
contra. —Esta noche quiero follarte con mi boca. Y si eres buena, mañana te follaré
con mi polla.
—¿Y pasado mañana?
—Si aún puedes estar de pie, sí.
Inhala fuertemente. —¿Y follaras mi trasero?
Maldita sea. Escuchar esas palabras eróticas salir de sus perfectos labios,
provoca que una gota de líquido escape de mi punta. —Aún no, hermosa. Pronto,
pero aún no. Sabré cuando estés lista para más.
—Oh.
—Si lo hago demasiado pronto te haré daño —explico.
—¿Me harás daño?
—No te haré daño. No a propósito. Pero, tu trasero es muy apretado. —Le
doy una palmada juguetona en su nalga.
Sonríe hacia mí con desafío.
Le doy otra palmada, más en serio esta vez y soy recompensado con un
satisfactorio chasquido y un jadeo mientras Sophie inhala.
Ella podría pensar que tiene el control —entregándose a mí de esta
manera—me encuentro a punto de demostrarle que aún tengo esto muy en control.
Me inclino sobre ella, besando los hoyuelos gemelos en la parte baja de su
espalda, en ese jodido lugar sexy justo encima de su trasero.
Moviéndome más abajo, planto mi rostro en la unión entre sus muslos.
Se pone rígida momentáneamente, al darse cuenta de que mi rostro se
encuentra casi enterrado en su trasero.
—Colton... —gime. Su tono es inseguro, vacilante y lucha contra mí,
55 tratando de zafarse de mi alcance.
—No —advierto y tiro de sus caderas hacia mí. No tiene ninguna razón de
ser auto consciente a mí alrededor. Quiero adorar a su coño con mi boca. Podría
permanecer aquí durante horas y no sería suficiente. Mis manos sostienen
firmemente sus caderas en su lugar mientras mi lengua barre y le lame de arriba a
abajo. Lanza un gemido suave y deja de intentar alejarse.
Sabe dulce, como el caramelo, y me consiento, sin vacilar en mi ritmo contra
su clítoris hasta que sus gemidos de placer son lo suficientemente fuertes como
para despertar a los vecinos.
—¡Colton! —grita una y otra vez.
Se encuentra ahí, en ese hermoso momento justo antes de que su orgasmo
estalle a través de ella. Sumerjo dos dedos profundamente en su interior y la siento
apretarse a mi alrededor.
De repente, ya no es sólo sobre verla deshecha por su orgasmo, quiero que
se venga más duro de lo que nunca lo ha hecho en su vida y saber que es por mi
causa.
Empuja su trasero hacia atrás, moliéndose contra de mis dedos, y una visión
de ella montando mi polla destella a través de mi mente.
—Eso es, nena. Déjate ir. —Mis dientes se hunden en la nalga carnosa de su
trasero perfecto, mis dedos se curvan hacia arriba contra ese punto sensible en el
interior.
Sophie se deshace, repitiendo mi nombre una y otra vez mientras jadea
buscando aire y sujeta mis dedos.
Su cuerpo tiembla por la intensidad de su liberación, y la levanto de su
posición boca abajo, acunándola en mis brazos y besando su cuello, frente y labios.
—Mierda, eso fue caliente, bebé.
—Colton... —murmura de nuevo. Sus ojos azules se encuentran confusos y
fuera de enfoque, jadea como si justo hubiera corrido un maratón. —Nunca fue de
esta manera.
—Eso es porque somos tú y yo —digo, queriendo decir cada palabra.
Compartimos una conexión innegable que va mucho más allá de lo físico. No sé si
es por todas esas semanas que pasamos viviendo juntos, conociéndonos el uno al
otro y todo sobre el ignorar la química explosiva entre nosotros, pero es intensa y
diferente a todo lo que experimenté.

56 Nuestros labios se encuentran en un torrente de besos hambrientos. Las


manos de Sophie recorren mi cuerpo, trazando mis abdominales y moviéndose
más abajo hasta que encuentra mi polla dura. Se burla de mí al principio, sus
dedos me exploran, sus uñas arañan ligeramente contra mi piel, su delicada mano
ahueca mis bolas. Gruño cuando me agarra y comienza a acariciarlo
perezosamente de arriba abajo. Empujo mis caderas hasta encontrarme con sus
caricias.
—Más duro, bebé. —Le muestro lo que me gusta, apretando mi mano
alrededor de la de ella y empiezo a bombear más rápido.
Sus labios se quedan quietos momentáneamente aún contra los míos como
si se concentrara en encontrar el ritmo. Cuando lo hace, el placer llena mi cuerpo y
muevo mi mano a su nuca.
—Se siente tan jodidamente bien —gimo, empujando mis manos entre su
cabello y llevando su boca de nuevo a la mía.
Mientras nuestras lenguas chocan y exploran, Sophie utiliza ambas manos
para acariciar mi longitud de arriba abajo hasta que me encuentro a punto de
explotar.
—Soph —gruño—. Me harás venir...
Baja su cabeza y me toma dentro de su cálida caverna de su boca,
succionando contra la cabeza de mi polla. Es inesperado y caliente que quiera
probarme y no puedo resistir ni un segundo más. Enredando mis dedos en su
cabello, hago erupción con una secuencia de maldiciones incoherentes y me vacío
en su boca.
Sophie suelta un bajo gemido y se traga hasta la última gota.
—Nena, demonios. —La miro con aturdida incredulidad. No puedo creer
que acabó de hacer eso.
Sonríe tímidamente y baja su mirada a mi polla flácida, luego le da una
suave palmadita.
—Me alegra que decidieras en contra de ser amigos. —Alejo su cabello de la
cara y beso sus labios.
—Sabías que nunca funcionaría, ¿no?
—Sabía que no era lo que yo quería, pero me encontraba dispuesto a
intentarlo si esa era la única manera de tenerte en mi vida. —Honestamente es la
verdad.

57 Me mira, sus ojos brillando con anhelo. —Lo quiero todo.


—Yo también, dulce Sophie. Yo también.
Me pongo de pie, sosteniéndola en mis brazos. —Vamos, vamos a la cama.
—¿Qué pasa con nuestra ropa? —Baja la mirada al montón de ropas
desechadas que decoran el piso de mi oficina.
—Le darán a las amas de llaves algo para chismear.
Descansa su cabeza contra mi hombro, suelta un suspiro de satisfacción y
me permite llevarla por las escaleras.
Traducido por Jadasa Youngblood
Corregido por Cotesyta

Sophie
Por la mañana, cuando me despierto, Colton ya lo está y se fue de la cama.
Echando un vistazo al reloj, me doy cuenta de que son las siete y diez, y ya que es
un lunes, asumo que se despertó para alistarse para el trabajo.
Queriendo verlo antes de que empiece su día, me levanto de la cama y me
arriesgo escaleras abajo vistiendo solo su camiseta en la que dormí. El algodón
58 caliente es suave contra mi piel y me recuerda que hay tantas cosas minúsculas que
extrañé de él. Una sonrisa feliz juega en las comisuras de mi boca.
Lo encuentro en la cocina, vestido con un traje oscuro, camisa blanca
almidonada y una corbata azul marino. Está descalzo. Se ve delicioso. Quizás
simplemente lo tendré a él de desayuno.
Sus ojos se encuentran con los míos y coloca su teléfono celular sobre la isla.
―¿No eres algo lindo para mirar? ―Su mirada se pasea a lo largo de las curvas
visibles bajo la camiseta, antes de detenerse sobre mis piernas desnudas―. Ven
acá.
Su sencilla orden pone tenso mi cuerpo con anticipación. Cruzo la cocina y
me detengo frente a él. ―¿Dormiste bien? ―pregunto, extendiendo mis manos
para ajustar su corbata.
―Como una jodida roca. ―Coloca un beso en mi sien―. Gracias a Dios que
regresaste.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y exhalo suavemente mientras
me tira en sus brazos y me sostiene fuerte. Viéndolo todo conservador con su traje
y corbata me dan ganas de despeinarlo, desnudarlo y hacer cosas malas, aquí
mismo, en la cocina.
―Dijiste que hoy era el día... ―Levanto mi cara desde su cuello y susurro
contra su oreja, dejando que las palabras permanezcan entre nosotros. La promesa
de tener sexo más tarde tiene a todo mi cuerpo demasiado consciente de su
cercanía, su aroma.
La boca de Colton se estira en una sonrisa juguetona. ―Joder, Soph...
Jugueteo con el dobladillo de mi camiseta y veo su mirada caer hacía el sur.
Vistiendo solo una vieja camiseta gris, y nunca me sentí más sexy. Levanto la
camiseta, dejando al descubierto el hecho de que no estoy usando ninguna braga,
cuando Colton de repente se aclara la garganta, viéndose incómodo.
―¿Qué? ―pregunto.
Suelta un suspiro. ―Marta está aquí.
Me atraviesa la decepción y casi me quejo por la frustración. Dejo caer el
dobladillo de la camiseta, cubriéndome de nuevo y miro alrededor de Colton a la
ventana de la cocina, la cual tiene una vista directa a la entrada. Su pequeño coche
deportivo de color rojo se encuentra estacionado en la calle, pero no la veo por
ninguna parte. Raro.

59 ―Voy a vestirme ―le digo y lo dejo en la cocina. Llámame anticuada, pero


cuando uno de los empleados de Colton está aquí, me imagino que al menos
debería estar usando bragas. No toleraba sacarme su camiseta y simplemente me
coloque ropa interior y un par de pantalones de yoga antes de dirigirme a la planta
baja.
Me encuentro con Marta en el pasillo fuera de una de las habitaciones.
―¿Sophie? ―Suena sorprendida y arquea sus cejas cuando me ve.
―Hola. ―Doy un vistazo a su alrededor y veo varias maletas en la
habitación de invitados y ropas dejadas sobre la cama. ¿Qué infiernos? No
entiendo qué está pasando, pero en lugar de quedarme a charlar con Marta, quiero
hablar con Colton. Me dirijo directamente a la cocina.
―Marta se ve muy cómoda arriba.
―Se está quedando aquí ―dice, sin más explicaciones.
―¿Por qué? ¿No tiene un lugar propio? ―Si me da algún discurso sobre el
compañerismo o que la casa está vacía, voy a enloquecer. Ya sospechaba sobre en
qué consistía su relación completa y después del fiasco de su matrimonio, no podía
soportar que en este momento me cayera alguna otra granada de información.
―En su edificio hay infestación de ratas y se está restaurando su
apartamento. Es solo por un par de días más o menos.
¿Ratas? Ew. ―Está bien.
―¿Qué está mal? Te ves molesta.
―Ella parecía sorprendida de verme aquí, como si no sabía que regresé.
Se encoge de hombros. ―Regresaste recién ayer. Aún no he tenido tiempo
de contarle.
Su respuesta tiene sentido, simplemente no me gusta la idea de que con
Colton nuevamente soltero, Marta no perdió tiempo en mudarse. Y a juzgar por las
tres maletas gigantes que trajo con ella, está planeando estar aquí algo más que una
par de días.
Marta escoge ese momento exacto para entrar en la cocina y servirse una
taza de café desde el armario. Sé que es irracional, pero su familiaridad con este
hombre y su casa, me molesta. ―Jefe ¿listo para el trabajo? Podemos irnos juntos.
―Lo trata con una amplia sonrisa.
Colton besa ligeramente mis labios y sus ojos le imploran a los míos que lo
deje pasar antes de que se dé la vuelta hacia Marta. ―En realidad, me di cuenta de
que probablemente estaríamos trabajando en horarios diferentes, entonces nos

60 iremos por separado.


―No, eso está bien. No me importa si tienes que trabajar hasta tarde, me
juego por lo que sea. Además, será un buen momento para ponernos al día. Puedo
ponerte al tanto sobre las renovaciones he planeado para la casa de la piscina.
―¿Qué renovaciones para la casa de la piscina? ―pregunté.
―¿Colton no te lo contó?
Sacudí mi cabeza.
―Una de las bombas de aire se averió y la casa de la piscina se inundó.
Desde entonces, me he encargado de la redecoración desde... no tiene importancia.
―Marta sonríe coqueta, compartiendo una mirada secreta con Colt.
―¿Desde qué? ―pregunto.
Se encoge de hombros. ―Ya que Stella es quien decoró, no creía que la
decoración púrpura y dorada combinara con los gustos de Colton, pensé que era
tiempo de un cambio de imagen.
Colton desliza su palma caliente contra mí, un gesto destinado a calmarme y
tranquilizarme. No tengo ni idea de por qué estoy actuando tan territorial sobre un
hombre que ni siquiera estoy segura de que es mío, pero ver esta mañana a Marta
aquí, tiene todos mis sentidos en alerta máxima. Si voy a tener una relación
verdadera con Colton, necesito que las mujeres de su pasado dejar dejen de
presentarse aquí sin previo aviso. Hago una nota mental de preguntarle a Colton
de los detalles sobre su relación con Marta.
Estoy de pie cerca de la puerta en pijama y observo como Colton y Marta se
suben a su pequeño auto deportivo rojo. Salen del camino de entrada, sobre la calle
y perdura hasta que desaparecen de mi vista, el sonido de la música a todo
volumen.
Suspiro y cierro la puerta. Me va a tomar un tiempo acostumbrarme a mi
nueva vida.

61
Traducido por Jadasa Youngblood
Corregido por Adriana Tate

Colton
Como un exitoso empresario que dirige dos empresas, que se ocupa
regularmente de altos ejecutivos y negocia con feroces competidores, encuentro
casi ridículo cómo me puede poner a sudar una pequeña chica, vestida sólo con mi
camiseta. Mientras Marta conduce, mis pensamientos divagan hacia Sophie, como
sucede a menudo.
62 Le escribo un mensaje de texto.
Ya te extraño.
Su respuesta es casi instantánea.
Yo te extraño más.
Sonrío y escribo mi respuesta. Vamos a divertirnos esta noche.
¿Lo prometes?
Su respuesta me hace reír.
Toda la que puedas manejar, dulzura.
―Así‖ que,‖ ¿Sophie‖ regresó?‖ ―pregunta‖ Marta,‖ bajando‖ el volumen de la
radio, y desviando mi atención de mi teléfono.
Detecto un toque de celos agitándose entre sí, algo a lo que necesito ponerle
un alto ahora mismo.
―Sí,‖se‖mudó‖de‖nuevo…‖definitivamente, espero.
Marta‖baja‖sus‖gafas‖de‖sol‖y‖me‖mira.‖―Guau.‖Ese‖es‖un‖gran‖paso.
―Así‖ es‖ ―confirmo―.‖ Marta,‖ estoy‖ loco‖ por‖ ella,‖ y‖ necesito‖ saber que
entiendes eso. Tú y yo tenemos un pasado complicado, pero es allí donde eso
necesita‖permanecer… en el pasado.
―Ya‖veo.‖―Detecto‖un‖toque‖de‖decepción‖en‖su‖voz.
No puedo decir que estoy sorprendido por su reacción, siempre he
sospechado que quería más de mí.
―Te‖valoro‖como‖una‖amiga‖y‖una empleada, pero Sophie es un cambio de
juego para mí. De hecho, estoy finalmente lidiando con Stella.
―Colt,‖ lo‖ entiendo.‖ ―Su‖ voz‖ adquiere‖ un‖ tono‖ ligeramente‖ exasperado―.‖
Las cosas entre nosotros terminaron mucho antes de que Sophie entrara en el
panorama. Y soy una mujer madura. Puedo lidiar con ello.
―Sé‖ que‖ puedes.‖ Gracias‖ por‖ eso.‖ ―Me‖ alegra‖ de‖ que‖ parezca‖
comprenderlo. Lo último que quiero es que las cosas se pongan extrañas entre ella
y Sophie. O para el caso, entre ella y yo.
―Adem{s,‖fueron‖sólo‖un‖par‖de‖veces‖―comenta.
Ambos miramos el camino y me da la sensación de que está recordando con
vívidos detalles las pocas veces que estuvimos íntimamente juntos.
―Est{‖ en‖ el‖ pasado‖ ―confirmo.‖ Sólo espero que se quede allí. Marta no
responde―.‖Est{‖casi‖olvidado,‖¿verdad?
63 Deja escapar una breve risita.‖ ―Colton,‖ yo‖ no‖ iría tan lejos. No creo que
olvide en un futuro cercano que eres el hombre más intenso con quien alguna vez
he estado, o cuán inclemente y dominante puedes llegar a ser cuando estás
excitado.
En mis recuerdos, nuestros encuentros no son tan memorables. Sólo
recuerdo que en los meses después de que Stella se fue, me sentía deprimido y
solitario. Marta se encontraba ahí dispuesta, y le permití reducir el dolor un par de
veces,‖pero‖nunca‖tuvimos‖sexo.‖―Marta,‖estoy‖hablando‖en serio sobre esto. Si le
dificultas las cosas a Sophie, o si sacas‖a‖relucir‖cosas‖del‖pasado…
Se da la vuelta hacia mí bruscamente.‖ ―Jefe,‖ rel{jese.‖ Déjeme‖ con mis
buenos recuerdos y le prometo que no diré nada.
Compartimos un viaje tenso hacia el trabajo y hago una nota mental para
contarle a Sophie todo esta noche cuando regrese a casa. Ahora que está de vuelta
y confía en que haga lo correcto, no tendré a algo tan intrascendente arruinando
nuestro progreso.

***
El día se me hace lento como un paso de tortuga, mientras espero mi noche
con Sophie. Mis hermanos irrumpen por la tarde sorprendiéndome con el
almuerzo. Las cosas en el trabajo han estado tan ocupadas que he estado dejando
de lado nuestras citas semanales de almuerzo. Hoy no corrieron riesgos,
irrumpieron en mi oficina con mi asistente disculpándose detrás de ellos.
―Señor,‖ ellos‖ simplemente‖ entraron‖ sin‖ permiso‖ ―dice,‖ luciendo‖
preocupado.
―Está bien, David.
Mi asistente, David, es un poco del tipo nerd y frágil, me dio la sensación de
que está abrumado con la presencia de mis hermanos. Pero es el mejor asistente
que jamás he tenido, así que no lo regañaré por la interrupción.
―Tienes‖ que‖ comer‖ ―dice‖ Pace,‖ sosteniendo‖ una‖ bolsa‖ de‖ comida‖ para‖
llevar‖de‖uno‖de‖mis‖restaurantes‖favoritos‖de‖sushi―.‖Y‖necesito‖que‖me‖cuentes‖
las últimas noticias sobre lo que está pasando con la dulce Sophie.
Viajó a Italia conmigo en un capricho, así que tal vez le debo ponerlo al

64 corriente.‖―¿Hay‖un‖rollito‖de‖atún‖en‖esa‖bolsa?‖―pregunto.
Asiente y comienza a sacar los recipientes con los alimentos.
Me uno a él y Collins en la larga mesa de mármol en el centro de mi oficina.
―¿Entonces?‖ ―pregunta‖ Collins―.‖ ¿Fue‖ una pérdida de tiempo tu viaje
improvisado a Italia? ¿O conseguiste a la chica?
―Sophie‖se‖mudó‖de‖nuevo‖―confirmo.
―¡Joder sí! ―La‖amplia‖sonrisa‖de‖Pace‖ilumina‖todo‖su‖rostro.‖Siempre ha
demostrado abiertamente sus emociones. Al mismo tiempo, es una bendición y
una maldición. Es un constructor, entonces su personalidad sociable a menudo le
ayuda a ganar más clientes, pero puede ser un obstáculo cuando está negociando
acuerdos grandes. Con él, todas las cartas están boca arriba sobre la mesa. Puedes
ver cada pensamiento fugaz que pasa por su cerebro.
―¿Y‖Stella?‖―pregunta‖Collins.
Durante años, mi hermano mayor me ha estado insistiendo en divorciarme
de ella. A pesar de ser sólo dos años mayor, siempre ha actuado más como una
figura‖paterna‖para‖Pace‖y‖para‖mí.‖―Firmé‖los‖papeles.
Pace salta‖ poniéndose‖ de‖ pie.‖ ―¡A‖ la‖ gran‖ puta! Necesitamos un poco de
champán para brindar por esta mierda.
―Siéntate,‖joder‖―me‖quejo,‖pero‖soy‖incapaz de ocultar la sonrisa torcida
que levanta una de las comisuras de mi‖boca―.‖Sí,‖sí,‖lo‖sé.‖Joder,‖ya‖era‖hora.
―Estoy‖ tan‖ jodidamente‖ contento‖ de‖ que‖ Sophie‖ esté‖ en‖ tu‖ vida‖ ―dice‖
Collins, sirviéndose de mi plato un poco de jengibre al escabeche. Es obvio que le
atribuye este cambio a su presencia en mi vida. Y, por supuesto, tiene razón.
―Hermano,‖necesitamos‖celebrarlo.‖En‖verdad‖―dice‖Pace.
―No‖es‖una‖mala idea. Una gran fiesta para celebrar tu libertad de la mega
perra‖―dice‖Collins,‖masticando‖pensativamente.
―Déjenlo,‖chicos. He firmado los papeles y se los envié a mi abogado. Eso
es‖celebración‖suficiente.‖―No‖hay‖necesidad‖de‖celebrar‖la‖violación‖anal‖que‖est{‖
recibiendo mi cuenta bancaria sólo para pagarle para que se aleje.
Por varios minutos, comemos en un cómodo silencio. Ante el período de
calma en la conversación, mi mente divaga automáticamente hacia Sophie y lo que
ocurrirá esta noche cuando llegue a casa.
―Marta‖ est{‖ soltera,‖ ¿verdad?‖ ―pregunta‖ Pace,‖ acercando‖ un‖ pedazo‖ de‖
sushi a su boca.

65 ―¿Por‖ qué‖ lo‖ preguntas?‖ ―le pregunto, doblando una servilleta sobre mi
regazo.
―Se‖ve‖como‖si‖podría‖necesitar una buena follada.‖―Sonríe.
Bajo‖ mis‖ palillos.‖ ―No‖ folles‖ a‖ mis empleadas. ¿Por qué para ti eso es tan
difícil de entender?
Pone los ojos en blanco.‖―Joder,‖hombre.‖Eres‖peor‖que una mujer. Primero
me insultas por coquetear con la hermana de Sophie, Becca, y ahora estás
quejándote de que me fije en el pequeño trasero coqueto de Marta.
―No‖ me‖ estoy‖ quejando.‖ Estoy‖ señalando‖ que‖ sin‖ ninguna‖ duda‖ tus‖
habilidades para conquistar se extienden más allá del par de mujeres de mi círculo
íntimo, que prefiero que no folles y luego vengan a mí llorando. Conozco tu
historial con las mujeres, imbécil.
Collins interviene, viniendo a mi defensa.‖―Tiene‖razón,‖idiota, tu récord de
historial es de cero ¿a qué?, ¿a cien?
―¿Qué‖ demonios‖ significa‖ eso?‖ ―Moment{neamente,‖ Pace‖ deja‖ de‖
masticar.
―Que‖has‖tenido‖cero‖relaciones‖monógamas‖exitosas‖y‖m{s‖de‖cien‖parejas‖
sexuales‖―dice‖Collins.
Pace‖ se‖ encoge‖ de‖ hombros.‖ ―Dejé‖ de hacer el seguimiento una vez que
llegué a los tres dígitos.
―Escúchame,‖ imbécil.‖ Ya‖ te lo dije. Marta trabaja para mí, así que no la
folles. Y en lo que respecta a Becca, tiene cáncer. No necesita ningún tipo de estrés
adicional en su vida de alguien que la va a follar una vez y largarse después. Sin
mencionar que es la hermana de mi chica. Si la follas y luego haces un acto de
desaparición, yo tendría que lidiar con las consecuencias.
Él se pone de mal humor, hundiéndose más profundamente en su silla, pero
no responde.
Collins y yo compartimos una rápida mirada triunfal.
No tengo ni idea de si Becca es virgen como Sophie, y no me importa. No
quiero a Pace cerca de ella. Su historial con las mujeres es despreciable.
―¿Sophie‖aún‖es‖virgen?‖―pregunta‖Pace.
―No‖por‖mucho‖tiempo‖―le confirmo.

66
Traducido por Nikky & Michelle♡
Corregido por Alessandra Wilde

Sophie
Para cuando Colton y Marta llegan a casa, estoy duchada, vestida y
esperando en la cocina, justo abriendo una botella de vino blanco y acomodando
unas copas de tallo largo. Frunzo el ceño bajando la mirada a la tercera copa sobre
la barra. Tres es una multitud.

67 Cuando entran en la cocina, Marta se excusa, inmediatamente yendo arriba


para cambiarse, dejándonos a Colton y a mí solos. Felicidad. He estado esperando
este momento todo el maldito día, y no siento como que pudiera esperar un
minuto más.
Camina hacia mí, luciendo delicioso en su traje. Quizás me había abstenido
esta mañana, cuando apenas evité arrancarlo de él, pero no voy a mostrar ese tipo
de paciencia esta noche.
Sin decir una sola palabra, sus manos ahuecan mis mejillas, tirando de mi
cara a la suya, presionando sus labios con los míos y dándome un largo beso.
Cuando se aleja, me encuentro mareada y llena de anhelo.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto.
—Demasiado jodidamente largo. Te extrañé —dice.
Me siento de la misma forma. —¿Sería grosero si nos saltamos la cena y nos
vamos directamente a la cama? —Pienso en los platos en la bandeja térmica que
Beth había dejado para los tres. Aparentemente el personal de la casa sabía que
Marta estaba quedándose aquí. Por supuesto, como su asistente personal, Marta
probablemente les dijo.
Colton recorre mi cuerpo con sus manos, deteniéndose en mis caderas y
acercando mi cuerpo al suyo. —La cena es la última cosa en mi mente. —Me mira
como si ya estuviera imaginándome desnuda.
Un cálido escalofrío corre a través de mí. Me pregunté si iba a molestarme
que Marta estuviera aquí en la casa para nuestra primera vez, pero ahora, no me
importa si me oye gritando por la casa. Puede irse al diablo.
—He estado duro todo el maldito día —gime Colton, llevando mi mano bajo
su cinturón y presionándola contra el gigantesco bulto allí. Cierro mi mano
alrededor de él y lo escucho gruñir.
Toma cada pizca de fuerza de voluntad que tengo para no dejarme caer de
rodillas y tomarlo en mi boca. Incluso si no me importa Marta escuchando nuestros
sonidos de placer a puertas cerradas, no la quiero viendo el paquete de mi hombre.
Eso no es algo que planeo compartir. Ahora o nunca.
Sus caderas meciéndose hacia adelante mientras mi palma se mueve hacia
arriba y abajo sobre él. —No puedo esperar para estar dentro de ti —susurra muy
despacio cerca de mi oído.
Mis bragas se desbordan con humedad.
68 —Vamos arriba. Te voy a ayudar a cambiarte de ropa. —Le doy una mirada
juguetona.
Pasos doblando la esquina y sé que ya no estamos solos. Me vuelvo para
enfrentar a Marta, asegurándome de permanecer delante de Colton para bloquear
la vista de su furiosa erección. Al parecer estamos en la misma página, porque sus
manos rodean mi cintura, silenciosamente comunicando que necesito quedarme
allí.
Mis ojos se pierden detrás de ella en las maletas apiladas sobre el suelo.
—Mi arrendador dice que la infestación de ratones está completamente
solucionada, así que estoy volviendo a casa —dice.
—¿Pensé que eran ratas? —pregunto.
—Ah, correcto. Ratones, ratas. Lo mismo. —Sonríe, pero sus mejillas se
sonrojan un poco, sabiendo que ha sido atrapada en una mentira.
Tengo la sensación de que solo se había estado quedando aquí en mi
ausencia para hacer un movimiento sobre Colton, y ahora que estoy de vuelta, sabe
que ha perdido su oportunidad.
Arrastra sus maletas detrás de ella, deteniéndose para estirarse de puntillas
y darle a Colton un rápido beso en la mejilla. —Gracias por tu hospitalidad. Y
estoy completamente de acuerdo con lo que hablamos en el coche.
Él asiente en silencio, su boca dibujando una firme línea.
Unos minutos después, la puerta se cierra detrás de ella y escuchamos su
pequeño deportivo rojo marcharse, el ruido desvaneciéndose en la distancia hasta
que los únicos sonidos que quedan son nuestros latidos y nuestras respiraciones
entrecortadas.
Me giro para enfrentar a Colton de nuevo. Me está mirando con una intensa
expresión. —Fue grosero de mi parte no ayudarla a llevar sus maletas, pero no
podría hacer eso muy bien con mi polla dura. ¿Qué estás haciéndome, nena? —
gime frustrado.
Me rio y me levanto sobre mis dedos de los pies para besarlo. —Estoy
segura de que está bien. Parecía como que lo tenía manejado.
Se encoje de hombros. —Supongo que lo hacía.
—¿De qué halaron en el coche? —pregunto, recordando lo que Marta dijo

69 justo antes de irse.


—¿Eh? —pregunta.
—Ella dijo que estaba completamente de acuerdo con ello... —Intento
refrescar su memoria.
Se pasa una mano por su cabello. —Vamos, tenemos que hablar.
Me guía hasta la sala de estar y me hace señas para que me siente en el sofá
a su lado.
Mi vientre se agita de los nervios. Todo el estado de ánimo de Colton ha
cambiado. Creo que lo que sea que va a decirme tiene algo que ver con él y Marta.
Respiro profundamente y me preparo para lo peor. Podría haberle dicho solo ayer
que era suya y que sin importar qué, confiaba en él. Ahora quiero tragar todas esas
palabras y hacerme un ovillo con el dolor que ya está amenazando con alcanzarme.
—Respira profundamente, Sophie —murmura Colton. Estoy segura de que
puede ver el dolor y la preocupación escritos por todo mi rostro—. Después de que
Stella se fue, tuve una breve aventura con Marta —dice.
Mi estómago cae a mis pies mientras mis peores sospechas se confirman.
Tomo otra profunda respiración ante el deseo y lucha de Colton para permanecer
en control recordándome a mí misma que eso fue en el pasado.
—Me encontraba destruido después de mi divorcio —explica—. Ella estaba
ahí y disponible y ahora lo lamento, pero conectamos un par de veces.
—Ah. —Estoy sin palabras y destrozada y tengo ganas de llorar. He estado
celosa de Marta y de su buena apariencia y de su estrecha relación con Colton
desde el primer día. Y ahora todas mis corazonadas son confirmadas.
—Nunca tuvimos sexo —añade.
Esta noticia me hace sentir un poco mejor. —¿Qué quiso decir antes? ¿De
qué hablaron en el coche que ella se hallaba completamente de acuerdo con ello?
—Le dije que estoy malditamente loco por ti. Y pese a que ha sabido desde
hace mucho tiempo que no estoy interesado en ella, le hice saber que no iba a
tolerar nada interponiéndose entre tú y yo. Buenos empleados son difíciles de
encontrar, pero si intenta interferir de alguna manera...
Deja el resto sobreentendido. Caray, ¿había amenazado con despedirla si
hacia las cosas difíciles para él y para mí?
Su encriptado mensaje y luego largándose de aquí hoy debe significar que
acepta la relación de Colton conmigo y no tiene intención de interferir.

70 —Quería ser honesto contigo sobre de mi pasado. Quiero un futuro real


contigo, Soph. Dime cómo te estás sintiendo —dice.
—Estoy contenta de que te abriste y me contaste sobre Marta. —Pero en el
fondo sé que el problema con Marta es la menor de mis preocupaciones. Puedo
aceptar su necesidad de una aventura. Volviéndome valiente, enderezo mi
columna—. Pero si quisieras una verdadera relación conmigo, no estarías
retrasando tu propio divorcio. Y no me vengas con esa mierda de culpabilidad
acerca del dinero para el proyecto de África... si tus finanzas se encontraban en ese
estado precario, ¿realmente habrías gastado un millón de dólares en una esclava
sexual, oh, perdón, quiero decir amante? Por lo visto, Marta no es alguien por
quien tenías verdaderos sentimientos, y puedo superarlo, pero si quieres esto
conmigo, vas a tener que demostrarme que sí valgo la pena. No puedo compartirte
con Stella.
—Nunca‖ me‖ compartir{s…‖ —Sus oscuros ojos me suplican, posesivos y
llenos de deseo.
—Te estoy compartiendo... el recuerdo de ella frunciéndome el ceño en la
piscina y diciéndome que me fuera de su propiedad está firmemente grabado en
mi mente. ¿Te diste cuenta de que no puedo ni siquiera acercarme la piscina?
—Sophie, firmé los papeles. Anoche en mi oficina, cuando me interrumpiste
—dice.
—¿QUÉ?
—Sí. Está hecho. Se los envié a mi abogado esta mañana.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Esta es una noticia impresionante y la está
mencionando en una conversación casual como si nada.
—No quise interrumpir nuestra diversión anoche. —Sonríe.
Recordaba detalladamente nuestro caliente encuentro en su oficina anoche,
cuando prometí entregarme a él. Todo regresa rápidamente al mismo tiempo, y mi
vientre se aprieta con un nudo.
—Además, todo lo que dijiste, la forma en que te desnudaste, tu completa fe
y confianza en mí... eso era justo lo que necesitaba. Y si hubieras sabido que había
firmado los papeles antes de decirme todo eso, no habría tenido el mismo efecto —
continúa Colton.
Entiendo lo que quiere decir. Había acordado básicamente tener fe ciega en
él para que hiciera lo correcto, y resulta, que ya lo había hecho. Mi corazón se
hincha de felicidad.
—Colton...
71 Sus ojos se balancean sobre los míos y me da una pequeña sonrisa.
Cuando pregunto acerca de los términos del divorcio, no retiene nada. Me
dice que su fortuna de trescientos sesenta y cinco millones de dólares fue dividida
exactamente por la mitad. Y tan feliz como estoy sobre su divorcio terminando,
detesto la idea de que su ahora ex-esposa esté recibiendo incluso un centavo de él.
Ya lo había despojado de su confianza en las mujeres y agriado su casa con sus
recuerdos.
Colton había prometido gastar quinientos millones de dólares en África
durante los próximos diez años, pero ahora veo que eso no ocurrirá. Me duele el
corazón por él, y trabajo para convencerlo de que su tiempo y donaciones son
todavía más que generosos. Asiente y da palmaditas en mi rodilla, pero puedo ver
que sus pensamientos están lejos.
Algunos sombríos segundos pasan, y puedo decir que está dándose cuenta
de que hay un nuevo rumbo en su vida. Pasando página, y todo eso. Tuvo que
pasar por mucho, y a pesar de su fortaleza y actitud, sé que ha sido duro para él.
Quiero consolarlo, abrazarlo. La necesidad de arrastrarme hasta su regazo es
demasiado fuerte como para ignorarla y así lo hago.
—¿Sophie? —pregunta.
—Solo abrázame —digo.
Lo hace. Colton me rodea con sus brazos y me sostiene fuerte, su aroma
masculino envolviéndome con calidez. Puedo decir que lo que sea que venga para
nosotros será grande. Puede que hayamos comenzado este viaje juntos, pensando
que sería algo fugaz y sexual, pero la intensidad de nuestra relación y los
profundos sentimientos son demasiados fuertes como para ignorarlos.
—¿Qué hiciste hoy? —Peina mi cabello hacia atrás fuera de mi rostro y baja
la mirada hacia mí, donde todavía sigo acurrucada sobre su regazo.
—¿Además de esperar a que mi hombre llegue a casa?
—¿Tu hombre?
—Mi hombre. —Mi voz es segura y firme. Él es mío, y no voy a ser asustada
por sus confesiones sobre Marta o su pasado difícil—. Salí a correr, me duché, y
luego pasé la tarde regresando mis cosas desde la habitación de invitados a la
habitación principal.
—Bien. —Sigue acariciando mi cabello y se siente maravilloso.
—Eso me hizo pensar sin embargo.
—¿Sobre qué? —Acaricia mi cuello con su rostro, inhalando mi aroma y
72 dándome un tierno beso sobre ese sensible punto justo detrás de mi oreja. Está
intentando distraerme, y casi funciona, pero sé que necesito tener esta
conversación con él antes de que las cosas lleguen demasiado lejos.
—Compartiste esa habitación con ella —digo.
Percibiendo la dirección en la que voy, Colton toma mi mano en la suya. —
Tuve la habitación completa remodelada cuando se fue. Los muebles, el colchón,
las sábanas son todos nuevos.
—¿Marta los escogió? —cuestiono en voz alta, recordando el comentario de
ella acerca de redecorar la casa de la piscina.
—No. Me mostró un sitio web de diseños y yo escogí todo lo que quería, y
luego la tuve pidiéndolo con mi tarjeta de crédito.
—Oh.
—¿Eso ayuda?
—Sí, lo hace. Creo que me habría sentido extraña intimando en la misma
cama que compartiste con tu esposa —admito.
—Ex-esposa —me corrige—. Y te prometo que Stella estará lo más alejada
de mi mente cuando finalmente te tome.
Una acogedora onda de calor pasa entre nosotros ante la mención de sexo.
—¿He arruinado la noche haciendo todas estas preguntas? —pregunto,
encontrando su azul mirada.
—No. Quiero ser honesto contigo acerca de todo de ahora en adelante.
—Creo que puedo manejar eso.
Ahueca mi cara con sus cálidas palmas, y con su pulgar delinea mi labio
inferior. —Gracias al maldito Dios que todavía estás aquí conmigo. La mayoría de
las mujeres habrían huido gritándome obscenidades, ¿sabes?
Asiento. —Sí, es una buena cosa que seas lindo.
—¿Crees que soy lindo? —Levanta una ceja, observándome detenidamente.
—Adorable —confirmo.
Sacude su cabeza hacia mí, su expresión tornándose seria.
—¿Qué hay de malo en eso? —pregunto.
—Los hombres no quieren ser llamados adorables, Sophie.
—¿No?
73 —No.
—¿Cómo te gustaría ser llamado, Colton?
Su lengua sigue la línea de su labio inferior mientras lo piensa. —Fuerte,
formidable, un dios del sexo. —Me da una juguetona sonrisa y pone sus manos en
mi cintura.
—Bueno, no sé nada de eso último, ¿no crees? —bromeo. Sus ojos se aferran
a los míos y dándome la más oscura, hambrienta y ansiosa mirada que puedo
sentir en lo profundo de mi cuerpo—. Colt...
Un sonido de necesidad retumba en su pecho y sus labios se encuentran con
los míos. Todas las semanas de dejar crear la tensión sexual hasta exquisitas
proporciones en un instante cae rápidamente encima de nosotros. Estoy llena de
deseo y lujuria tan potente que exige atención inmediata.
Todavía estoy plantada sobre su regazo y me muelo contra él,
retorciéndome, luchando para estar más cerca mientras me besa profundamente.
Su lengua acariciando la mía al ritmo más hipnótico, recordándome la forma
perversa con la que lamió mi centro anoche hasta que me vine tan duro que casi
me desmayé.
Sintiendo la dura cresta de su erección, empujo mis caderas más cerca,
inclinando mi cuerpo para poder sentirlo justo entre mis muslos. Me froto contra él
sin sentido.
—Colt... —gimo de nuevo, mi voz una ronca súplica en la silenciosa
habitación.
Quita mi blusa por encima de mi cabeza, y sus manos están de repente en
todas partes al mismo tiempo, soltando mi sujetador y arrojándolo al otro lado de
la habitación, acariciando mis pechos, pellizcando suavemente mis pezones.
Besando un mojado camino por mi garganta y tomando un pecho en su caliente
boca. Chillo en una mezcla de placer y frustración. Tan agradable como es su
atención sobre mi pecho, no es donde lo necesito.
—No puedo jodidamente esperar más, Sophie —gime.
—No esperes —jadeo.
Estiro mi mano entre nosotros y desabrocho su cinturón, empujo mis manos
dentro de sus pantalones hasta encontrar lo que estoy buscando. Su polla está
caliente y pesada en mis manos. Dios, he extrañado esto. Anoche se siente como
hace mucho tiempo, o tal vez es solo que veinticuatro horas sin tocarlo es el
74 infierno.
Colton empuja sus pantalones y bóxer por sus caderas, dejándome masajear
su longitud de arriba y abajo, gruñendo palabrotas.
Me levanta repentinamente, poniéndome de pie y haciendo el rápido trabajo
de despojarme de mis pantalones. Mis bragas son arrancadas de mi cuerpo luego y
estoy casi temblando de deseo. Colton se quita su camisa y quita los pantalones y
boxers que están enredados alrededor de sus tobillos. Cuando los dos estamos
libres de ropa, me dejo caer de rodillas, incapaz de resistir la tentación de tomarlo
en mi boca.
Giro mi lengua alrededor de su punta antes de poner mis manos alrededor
de su base y chuparlo profundamente en mi boca.
—Joder, Sophie... —gime, empujando sus manos en mi cabello y
balanceándose hacia adelante para empujar más profundo.
Después de que admitió que era algo que ella nunca hizo por él, solo hizo
que me dieran ganas de hacerlo aún más. Es nuestro algo, y eso me encanta.
Bombeo mis manos arriba y abajo, lamiendo y chupando con un ritmo cada
vez mayor. Nunca he querido algo en mi vida tan mal como quiero su polla ahora
mismo. Me siento loca de deseo.
Colton ahueca una mano alrededor de mi mandíbula, y mueve mi boca
fuera de él. Levanto mi mirada, preguntando qué es lo que he hecho mal.
—Necesito estar dentro de ti —gruñe, su voz ronca de necesidad.
Me ofrece su mano y me pongo sobre mis pies. Prácticamente trepando por
su cuerpo mientras Colton me levanta del suelo. Envuelvo mis piernas alrededor
de su cintura y me carga desde la sala, al principio creo que se dirige hacia las
escaleras, pero luego se detiene y nos ancla con mi espalda contra la pared.
Moviendo su gruesa erección contra mi centro, burlándose de mí, y haciéndome
sufrir por él.
Besa mi cuello, mis labios, la parte superior de mis pechos todo mientras
balancea sus caderas contra mí, empujando su gran punta en mi contra.
—No puedo esperar... —dice—. He estado soñando con este momento
desde la primera vez que te vi en esa plataforma. Tu belleza, tu coraje... eres tan
malditamente sexi, nena.
—Fóllame, Colton —gimo en frustración.
Coloca su mano entre nosotros y agarra su polla, deslizándola a través de mi

75 humedad y colocándose directo en mi apertura. Saber que no lograremos llegar a


la habitación es muy excitante.
—Esto puede doler un poco al principio.
—Está bien. —Estoy lista. He querido esto durante demasiado tiempo. No
voy a dejar que un poco de incomodidad arruine la experiencia. No puedo esperar
a ser llenada por él, para ver qué tipo de amante es. Lo he imaginado durante tanto
tiempo, estoy muriendo por saber cómo folla. Duros y rápidos, o largos y lentos
golpes.
—Mierda —maldice.
—¿Qué pasa?
—No tengo un condón.
Su casa es demasiado malditamente grande y no hay forma de que espere
mientras deambulamos a través de su mansión en busca de protección. Además
me doy cuenta con absoluta certeza de que no quiero nada entre nosotros para mi
primera vez. Quiero sentirlo. Solo él y yo, sin ninguna barrera entre nosotros. —
No, sin condón. Quiero sentirte. Por favor, Colton.
Su mirada captura la mía y puedo leer la indecisión en sus ojos. —¿Estás
segura?
Asiento. —Sí, solo tómame.
Estoy segura de que sabe que no estoy en ningún control de natalidad, pero
puedo ver el momento exacto en el que decide que eso no importa. Sus ojos se
suavizan y su profunda mirada azul se asienta en la mía.
—Bésame, dulce Sophie —murmura.
Lo hago.
Amplía su postura, trayendo una mano debajo de mi trasero y con la otra,
posiciona su palpitante polla en mi contra. Me aferro a él con mis brazos con fuerza
alrededor de su cuello y mi boca se fusiona con la de él.
Con movimientos suaves, Colton comienza a moverse, burlándose de mi
apertura con solo su punta. Jadeo cuando siento que finalmente empuja hacia
adelante. Su rostro es una máscara de concentración, como si toda su atención se
centrara en controlarse a sí mismo, para no hacerme daño. Sé que es grande, pero
en este momento, simplemente no me importa. Quiero ser llenada con él, ser
superada con la sensación y saber que es por este hombre. Incluso si grito de dolor,
incluso si sangro, valdrá la pena, porque significará que está finalmente
haciéndome suya —un momento que he esperado toda una vida.
76 —¿Estás lista?
Le doy un asentimiento apretado.
—No contengas la respiración.
No sabía que lo había estado haciendo, pero exhalo y Colton se
balancea hacia adelante, la cabeza me penetra solo un poco antes de que se retire
de nuevo.
—¿Estuvo bien? —pregunta.
—Se siente bien —confirmo.
Hay una sensación de ser estirada y solo la más mínima
punzada. Es increíble y a pesar de la incomodidad, nunca quiero que se detenga.
Su lengua acaricia la mía mientras presiona dentro de mí con pequeños
incrementos.
—Dios,‖bebé…‖ —Se mueve lentamente hacia adelante de nuevo, mi cuerpo
se extiende a su alrededor.
—Colton... —gimo—. Me gusta.
—Bien. Estoy tratando de hacer que sea bueno para ti.
Al darme cuenta de que estoy inmovilizada contra la pared y que está
sosteniendo todo mi peso, de repente me preocupa que no esté disfrutando de esto
tanto como yo. —¿Soy demasiado pesada?
—No te preocupes por eso. —Se mueve hacia adelante de nuevo y besa de
mis labios—. Me gusta sostenerte mientras te follo.
Oh. Me gusta también. Me siento pequeña y poseída por él de una manera
que nunca supe que anhelaba. Pero sé que lo está tomando con calma conmigo,
meciéndose hacia adelante siempre tan cuidadosamente y luego retrocede cada vez
que lo siento comenzar a hundirse más. Sé lo grande que es, así que pensé que lo
sentiría más profundo dentro de mí. —¿Se siente tan bueno para ti?
—Mejor —confirma y calientes escalofríos corren por mi espalda ante
manera en que lentamente la palabra sale de su lengua. Es tan sexy y en completo
control, y las dos pequeñas cosas son mi perdición—. Estás apretada tan ceñida y
apretada a mí alrededor. Tu calidez se siente increíble.
Dejo escapar un gemido de felicidad cuando se mueve poco a poco hacia
delante de nuevo, meciéndose más profundo esta vez. Nunca había pensado en
cómo se siente para él, pero me encanta la forma en que lo ha descrito.
77 —Joder, estás tan apretada, nena. Esta parte puede doler un poco. Quédate
conmigo, ¿de acuerdo?
Asiento y lo miro a los ojos. Puedo ver al instante que se ha estado
frenando. Pero también sé que confío en él.
Estrella sus caderas contra mí, llenándome tan completamente que me roba
mi aliento. Solo un débil gemido se me escapa. Este momento es todo lo que he
estado esperando y es aún más significativo de lo que jamás hubiera
imaginado. Una profunda punzada de dolor en mi interior se disipa después de un
momento.
—Mierda —gruñe—. Respira para mí, dulzura.
Inhalo una profunda bocanada de aire y me aferro a sus hombros mientras
Colton golpea en mí en trazos largos y duros, tomando lo que quedaba de mi
virginidad.
Su ritmo constante continúa, empujando en mí y retirándose. Pronto
la punzada desaparece y me quedo con una sensación placentera cálida, como un
navío siendo llenado después de una larga sequía. Es un momento tan esperado
que estoy muy contenta de que me he guardado solo para él.
Aprieto mis músculos internos en torno a él, provocando un gemido ronco
de su garganta. Unos empujones más profundos unen su cuerpo en lo profundo
del mío y siento que todos sus músculos se tensan.
Harto de frenarse, su agarre se aprieta en mis caderas y empuja en rápidos y
duros golpes. Colton trae sus labios a los míos y su aliento cálido y húmedo viene
en rápidos jadeos mientras libera un corto gemido de placer, el cual sé que debe
significar que está llegando a su clímax. Se hunde aún más profundo dentro de mí
y siento la descarga de semen caliente haciendo en erupción dentro de mí y
momentos después Colton me está bajando a mis pies, besando mi boca,
diciéndome lo perfecta que soy. Y en ese momento, me siento perfecta. Me siento
como una jodida diosa del sexo que acaba de sacudir el mundo de su hombre. Y la
soñolienta, satisfecha mirada sobrepasa su rostro hermoso.
—Lamento que fuera tan rápido. Fuiste demasiado para mí como para
manejarme a mí mismo correctamente. —Besa mi cuello, acariciándolo—. Hermosa
chica —murmura contra mi garganta.
—Fue perfecto, Colton. —No me he venido, pero no lo esperaba en mi
primera vez.

78 —No fue perfecto. Pero lo será. Voy a entrenar tu cuerpo para que se venga
con el mío —dice, dejando caer otro beso en mis labios.
Un cálido escalofrío me recorre ante la idea de un orgasmo junto con él. La
imagen que evoca es increíblemente erótica. Antes de que pueda cuestionar lo que
está haciendo, Colton se pone de rodillas, trae su boca caliente a mi centro, y sus
labios se cierran, chupando mi clítoris mientras que sus dedos empujan muy
dentro de mí.
Oh, Dios mío.
—¡Colt! ¿Qué estás haciendo? —Mis piernas tiemblan mientras mi cuerpo
reacciona a su caliente boca poseyéndome—. Te acabas de venir en mí y ahora
estás...
—Bebé, tengo que probar lo que es mío.
Incapaz de resistirme, lo miro con grandes ojos, y mi boca abierta.
Él es hermoso. Su oscuro cabello desordenado, pestañas revoloteando
contra sus mejillas, una completa exuberante boca que actualmente me devora...
Estoy hinchada con la excitación y su boca es cálida y codiciosa, lamiendo y
chupando en mi contra mientras yo gimo y me muelo contra su cara. —Colton —
me quejo, mis dedos hundiéndose en su cabello.
La visión de él cayendo de rodillas después de tener sexo y comiéndome
con avidez es algo que nunca olvidaré. No parece importarle que sus propios
fluidos están goteando de mi cuerpo, su única preocupación es mi placer —es
increíblemente caliente. Inhalo temblorosamente, sin dejar de mirar su boca contra
mí. Su lengua azota brutalmente contra mi clítoris y se burla de él en varias
ocasiones.
Presionada dos largos dedos dentro de mí, y la visión de su semen
recubriendo sus dedos, mientras bombea dentro y fuera de mí es mi
perdición. Empiezo a temblar y me sé que mi clímax está cerca.
Él gruñe y muerde a mi clítoris con los dientes, engatusando un gemido de
mi garganta. Me aprieto alrededor de sus dedos mientras mi orgasmo se construye
y me vengo con un grito, mis piernas casi fallando. Colton impide que colapse en
un montón, con sus manos bloqueadas en mis caderas me mantiene constante
mientras termina, suavemente besando mis labios menores hasta que dejan de
temblar. Luego se pone de pie con una mirada engreída de satisfacción en su
rostro.
Toma mi mano y me aleja del pasillo que siempre voy a recordar como la

79 primera habitación que hemos bautizado.


Colton no deja de tocarme una vez que hacemos nuestro camino por las
escaleras y entramos en el baño principal, manteniendo su mano en la mía, o
descansando inocentemente en mi cadera, o no tan inocentemente contra mi
trasero. Solamente me libera para encender el grifo y comenzar a llenar la bañera
grande que me he perdido en mi tiempo libre.
—¿Qué tal un baño relajante? —pregunta, besando mis labios.
—Solo si estás pensando en unirte a mí.
Me sonríe con malicia. —Por supuesto.
Los dos estamos todavía tan desnudos como el día en que nacimos y no
puedo dejar de robar miradas en su cuerpo. Él es como un muro de piedra sólida
de músculo construido para un máximo placer. Profundos cortes de músculos
abdominales que conducen a una V a los costados. Mi mirada se desplaza más
abajo y veo su virilidad que está colgando pesadamente entre sus
poderosas piernas. Incluso en su estado relajado, es impresionante. Las veces
anteriores —cuando le había dado placer oralmente, estuvo duro de nuevo en un
instante. Quizás esta vez realmente lo satisfice. Sació su sed, por así decirlo. Mis
labios se tuercen en una sonrisa.
—¿Qué es tan gracioso? —Baja la vista hacia su pene suave y de nuevo a mí
con el ceño fruncido.
—Nada. —Enderezo mi boca, perdiendo la sonrisa.
—Sophie —reprende—. Estabas con la mirada fija en mi polla y riendo.
—No me reí —lo corrijo.
—Bien, entonces estabas sonriéndole como si ambos estuvieran
compartiendo alguna broma privada. ¿Todo bien entre ustedes dos?
—Muchísimo —confirmo.
—Entonces dime qué hizo para hacerte sonreír.
—Está blando.
Colton frunce el ceño y deja escapar un suspiro. —Eso tiende a ocurrir
después de que un hombre eyacula, Sophie.
Me rio, incapaz de detenerme. Escuchar a Colton‖decir‖la‖palabra‖“eyacula”‖
ha sacado mi niña interior de doce años. Recomponiéndome, me explico—: Sí, ya
lo sé. Pero las veces pasadas, las veces que, um, usé mi boca, estuvo duro de nuevo
80 de inmediato.
Él me mira de cerca, con el rostro impasible, pero te puedo decir que está
pensando acerca de cómo responder. —Tiendo a tener un tiempo de recuperación
muy rápido, pero tienes razón, contigo fue una locura. Honestamente, creo que es
porque te quería tan mal que estaba constantemente listo para otra ronda.
—¿Y ahora, a causa de lo que hicimos en la planta baja estás satisfecho?
—Por el momento.
Oh. Mastico mi labio, al darme cuenta de que simplemente porque ya
hemos tenido sexo una vez esta noche no significa que no volverá a suceder. Una
punzada de nervios me golpea, mientras contemplo si voy a ser capaz de
mantenerme al día con este hombre sexualmente.
—Entra en el baño, dulzura —dice, tirándome de mis pensamientos.
Aceptando su mano, doy un paso dentro la bañera y bajo mi cuerpo en el
agua deliciosamente caliente. Está casi demasiado caliente, pero se siente bien
contra mis sobre-utilizados y adoloridos músculos. Me muevo a un extremo de la
bañera y Colton entra y se sienta en el agua, justo enfrente de mí.
—¿Cómo te sientes? —pregunta, su tono es suave y tierno y los dedos de
sus pies están tocando los míos debajo del agua.
Mis tejidos internos se sienten un poco hinchados y sensibles. Pero en la
mejor manera posible, decido. —Como una mujer. —Sonrío.
Se ríe a carcajadas de mí. Su risa es el mejor sonido. Es un hombre serio, a
menudo bastante reflexivo y compuesto, por lo que escuchar su explosión
masculina de risa en la tranquila habitación me llena de un profundo sentimiento
de felicidad.
Nos instalamos en el agua caliente, cada uno de nosotros se hunde hasta
nuestros hombros y solo nos vemos el uno al otro en silencio. Es un momento
pesado, pero en el buen sentido.
Todo lo que hemos compartido, todo lo que está delante de nosotros me
deja sentir feliz y segura.
—No me debí de haber venido dentro de ti, Soph. Estaba siendo descuidada
—dice Colton, finalmente rompiendo el silencio.
Mi pequeña burbuja feliz se rompe momentáneamente. —Quería que lo
hicieras.
—Pero no estás en control de natalidad, ¿verdad? Podrías quedar

81 embarazada.
—Lo sé. —Me quedo mirándolo, esperando a ver cómo va a responder.
Su respuesta es una sonrisa perezosa que ilumina toda su cara. —Entendido.
Mi cuerpo se inunda con las endorfinas y la sensación de calor se extiende
por encima de mí. Él y yo estamos en la misma página. Esto no es una
aventura. Esto no es algo efímero o temporal. Hay significado y profundidad y
claridad a lo que estamos haciendo.
—Ven aquí —ordena, su voz baja y ronca.
Prácticamente nado a través de la bañera para llegar a él y Colton sonríe
mientras me ve. Me subo a su regazo, acomodándome en su contra. Abro mis
piernas y las pongo a cada lado de sus caderas, mis brazos descansando sobre sus
hombros. Acuna mis mejillas y trae su boca a la mía en un beso dulce.
—Gracias por esta noche. Por creer en mí. Para entregarte a mí.
Asiento lentamente, dejando que el peso de este momento, y el significado
profundo detrás de sus palabras se hundan.
—Estabas tan confiada al venir a mi casa esa noche. Tan fuerte —dice,
acariciando su boca contra mi garganta.
—Sabía que de todos esos hombres allí esa noche, estaba destinada a ir
contigo —le digo.
—Me perteneces. Siempre.
—Sí.
Sin juegos, sin ser tímidos o negando nuestros sentimientos, y jodidamente
amo eso.
Mientras nos besamos y abrazamos en el agua caliente, puedo sentir la
hombría de Colton alargarse y crecer.
Me deslizo hacia arriba y abajo de él, provocándonos con el pensamiento de
que podía hundirse tan fácilmente en mí con la ayuda del agua.
Dejando sus manos derivar, aprieta mis pechos, acariciándolos con
ligeros toques.
—Nunca me cansaré de esto —dice.
—¿De qué?
—Tocarte, sabiendo que eres mía.
82 Me siento de la misma manera y no quiero que este momento termine.
Colton
La primera vez que hicimos el amor fuimos una maraña extremidades,
desesperados y luchando para acercarnos. Esta vez, la estoy sosteniendo en mis
brazos, ambos extendidos en mi cama, tendidos lado a lado, y me comprometo a
tomarme mi tiempo.
Aparto el cabello de sus ojos y la miro. —No debí haber tomado tu
virginidad así. —Me sentí mal que nuestra primera vez fue una rápida dura
follada contra la pared. Nunca me había sentido tan fuera de control con lujuria
antes como lo hice con ella.
—¿Cómo qué?
—Presionándote contra la pared con mi pene enterrado dentro de ti. Debí
haber sido más romántico. Gentil contigo.
Menea la cabeza. —Lo necesitaba de esa manera —dice, en desacuerdo
conmigo.
83 —Pero, ¿por qué?
—Debido a todas estas semanas que pasamos en abstinencia, estaba
empezando a pensar que había algo indeseable en mí. Necesitaba que perdieras
todo el control y me tomarás así —admite en voz baja.
—No hay nada indeseable sobre ti —le aseguro, llevando mi mano a su cara
y frotando mi pulgar por su labios.
—Muéstrame... —murmura.
Me agacho y acaricio mi polla que está dura otra vez y extendida contra mi
vientre. —Esto es lo que me haces. Tú me pones tan duro y adolorido.
Sus mejillas se ruborizan y hunde sus dientes en su regordete labio inferior.
—¿Crees que puedes manejar esto de nuevo? —le pregunto.
Sin cruzar palabra, Sophie se mueve encima de mí, sentándose a horcajadas
en mis caderas y frotando los labios de su húmedo coño arriba y abajo de mi eje.
Su confianza y nivel de comodidad sexual sigue sorprendiéndome. Ella sabe
lo que quiere y no tiene miedo de tomarlo.
—Ven aquí, dulzura. Toma mi polla.
Se levanta, colocándome en su apertura y poco a poco comienza
a bajarse. Esta vez entro en ella con más facilidad, su sedoso calor envolviéndome
maravillosamente.
Poco acostumbrado a sentirme tan fuera de control, coloco mis manos
inútiles sobre sus caderas y las establezco allí, pero le permito controlar el
movimiento.
Mirando sus ojos mientras me toma, algo en mi pecho se aprieta como
si pudiera explotar. Nunca había experimentado una sensación de confianza tan
completa. Es abrumadora. Había venido de nuevo a mí, creyó en mí para hacer lo
correcto y luego se entregó a mí completamente.
—¿Qué debo hacer? —pregunta, balanceándose encima de mí.
—Móntame. Tómame profundo.
Ella aplana sus manos contra mis abdominales y menea el culo, lanzándome
una sonrisa sexy. —¿Así?
—Joder sí. Así.
Se ríe. —No me duele tanto esta vez.
84 Sabía que me estaba mintiendo antes de no estar dolorida. Cuando la lave
en la bañera, la tela que usé entre sus piernas quedó con un tinte de color
rosa, enviando mi lado primario en un ataque de rabia. Odiaba saber que le había
hecho daño, pero jodidamente me maravillaba por el hecho de que había sido el
primer hombre en penetrar su dulce coño. Fruncí el ceño. —Deberías haberme
dicho que dolía antes.
—De ninguna manera. —Sacude la cabeza, todavía por encima de mí para
concentrarse en el lento balanceo hacia arriba y hacia abajo.
—¿Por qué de ninguna manera? —gruño. Es muy jodidamente difícil
concentrarse en nuestra conversación con su apretado calor estrangulando mi
polla.
—Lo quería, Colton. Quería esto y a ti desde el principio.
—Yo también —admito—. Me alegro de que esperásemos sin embargo.
—También yo —dice.
Ni siquiera habíamos discutido usar protección esta vez, y la cantidad de
confianza entre nosotros se siente increíble. A pesar de solo conocer a Sophie por
poco tiempo, compartimos una intensa y profunda conexión. Una como nunca
había sentido antes. Los dos estábamos en la misma página con no querer nada
entre nosotros. Yo era vagamente consciente de que tenía que tener cuidado con
venirme en ella, pero mi mente no trabajaba bien del todo cuando de ella se
trataba.
Mirándome con ardientes ojos azules, Sophie me toma más profundo y deja
escapar un pequeño suspiro feliz. —Te amo, Colton.
Tan bueno como su cuerpo se siente ceñido a mi alrededor, no es nada en
comparación con la forma que se siente cuando dice esas palabras. El amor y la
aceptación y la emoción en estado puro precipitándose sobre mí. Esto no es solo un
acto físico. Es mucho más que sexo. Bloqueo mis ojos en los de ella, me levanto del
colchón, hasta que estemos cara a cara. —Te amo con todo lo que soy. Soy tuyo y
tú eres mía, dulce Sophie.
—Sí —murmura, llevando sus labios a los míos.
Tomo sus caderas en mis manos y la subo y bajo en mí. —Fóllame, hermosa
chica. Monta mi polla.
—Sí, señor —gime.
Sophie trabaja su culo arriba y abajo en mí —silenciando efectivamente

85 cualquier otra declaración entre nosotros. Se siente condenadamente increíble.


Cada vez que se mece en mí contra, puedo sentir su ardiente amor directo a
través de mí. Blanco caliente y tan poderoso que me roba el aliento. Nunca había
entendido el sentimiento de hacer el amor, o en qué se diferenciaba de las relaciones
sexuales, pero en este momento, lo hago. Completamente lo entiendo. Es un
hermoso acto. Dos cuerpos compartiendo un perfecto momento, corriendo juntos
hacia la liberación. Esto es lo que he estado esperando. Esto. Nosotros. Cara a
cara. Nada entre nosotros, más que el calor crudo y dulce exploración.
Incapaz de estar quieto y en silencio un momento más, la levanto de mí y
coloco de espaldas en la cama. Me muevo por encima de ella y extiendo sus
piernas.
—Esta vez quiero que te vengas en mi polla. —Empujo, hundiéndome en su
interior con una rápida estocada.
Ella gime en voz baja y muerde su labio.
—Envuelve tus piernas alrededor de mí, bebé —le digo, empujando mi
polla un poco más profundo.
Sophie gime, levantando sus piernas y envolviéndolas alrededor de mis
caderas.
—¿Está bien? —pregunto, meciéndome hacia adelante de nuevo.
—Más, Colton. Dame todo —respira, colocando sus labios contra mi cuello.
Hundiéndome cada vez más entre sus muslos, empujo hacia adelante —
duro— llenándola cada centímetro que tengo para ofrecer. Siento a Sophie tensarse
y le recuerdo una vez más respirar. Lo hace, inhalando profundamente y soltando
un grito torturado.
Puede que sea quien está sobre ella, llenando su cuerpo con mi polla, pero
no soy tan estúpido como para creer que soy el que tiene el control. Esta chica
malditamente me posee. Con su dulce naturaleza, su fuerza, su inocencia, me está
haciendo añicos, y por supuesto su cálido coño, mojado. Es perfecta. Y por fin es
mía. Nada va a cambiar eso.
De rodillas sobre la cama frente a ella, haciendo círculos en su clítoris con mi
pulgar mientras continúo mis largas embestidas perezosas en ella. Su calor me
envuelve en una apretada, caliente funda, chupando mi polla dentro de ella. Está
temblando, y sabiendo que me estoy acercando a la orilla, necesito asegurarme de
que ella se venga antes que yo. Nuestra primera vez juntos, era comprensible que
no se corriera conmigo, pero esta vez me estoy asegurando de que lo haga. ¿Qué
clase de hombre sería si no me asegurase de que mi chica fuera atendida?

86 Los murmullos bajos de Sophie se aceleran y sé que está cada vez más cerca.
—Eso es, nena. Déjate ir.
Sudor se escurre por mi espalda mientras lucho contra mi orgasmo que se
convierte en un dolor físico.
Me sumerjo dentro de ella una y otra vez, mi mandíbula apretando. Mi
corazón está palpitando dolorosamente en mi pecho y estoy a punto de
deshacerme. Solo tengo que conseguirla allí...
Nos movemos juntos, profundamente, nuestros ojos se encontrándose. —Te
amo, Sophie.
Se aprieta a mi alrededor, su cuerpo teniendo espasmos salvajemente
mientras se viene.
—Mierda —rujo, enterrándome en su perfección.
La envuelvo en mis brazos y se aferra a mí. Mientras que no intercambiamos
una sola palabra, el gesto lo dice todo. Ni siquiera me molesto en salir, feliz de
permanecer dentro de ella durante el mayor tiempo posible.
Soy un hombre controlado en todas las cosas. En todo lo que hago. Desde
mi empresa, a mi caridad, a obstinadamente tratar de manipular las condiciones de
mí divorcio, a comprar a Sophie esa noche... Sin embargo, todo ese orden y control
perfecto cae en un instante. El amor es impredecible e incontrolable. La fuerza me
golpea como un peso de mil kilogramos —tejiendo su camino en cada fibra de mi
ser y tomando residencia. Estoy profunda y locamente enamorado de esta
mujer. Me siento como si me hubieran cortado en dos, crudo y vulnerable e
inseguro de mí mismo por primera vez en mi vida. Es aterrador, sin embargo, no
cambiaría este sentimiento por nada del mundo.

87
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Val_17

Sophie
—Así que lo siento por el desorden —dice Kylie, mostrándome el camino
dentro de su linda cabaña de playa—. Sin embargo, gracias a Dios que estás de
vuelta. —Me tira en un abrazo con un solo brazo.
Puedo decir que está agotada. Si no fuera por el bebé llorando que tiene
rebotando en la cadera, o el moño desordenado que está luciendo en la cima de su
88 cabeza, la carpeta de archivos que sostiene en sus dientes es un claro indicativo.
Tiro de la carpeta. —Por supuesto. ¿En qué necesitas que te ayude primero?
—le pregunto.
Es evidente que está abrumada, o tal vez sólo aparecí en un mal momento.
—¿Puedes tomar a Max? —pregunta, entregándome al bebé llorando.
—Claro. —Aprieto los dientes. No soy buena con los bebés. O animales. O
plantas, para el caso. Culpo a la falta de experiencia. Sus gritos se calman mientras
me mira pensativo, pero le toma solo tres segundos decidir que no es un fan. Sus
gritos se elevan a niveles épicos que dejan mis pobres tímpanos zumbando. Pero
Kylie ya ha desaparecido en la cocina, gritando algo sobre la necesidad de buscarle
un biberón.
Está bien, entonces.
Mientras le echo un vistazo al pequeño en mis brazos, se me ocurre que
nunca lo he visto, aparte de las numerosas fotografías que Kylie ha enmarcado en
su oficina. Por lo general está durmiendo cuando estoy aquí, o con su niñera.
Es una pequeña cosa gordita con el pelo castaño desordenado y enormes
ojos azules brillantes. Y diría que es adorable, pero los aullidos ensordecedores que
está dejando escapar hacer que sea difícil juzgar eso con precisión. Estoy segura de
que sería mucho más lindo si balbuceara e hiciera ruidos dulces.
Lo reboto contra mi cadera al igual que Kylie, pero no ayuda.
Afortunadamente, regresa con su biberón y toma al bebé. Cuando la
boquilla llega a la boca, al instante se calma y el alivio de Kylie es visible. Su
postura se vuelve relajada y una sonrisa lenta se forma en sus labios mientras baja
la mirada hacia él.
—Está bien, ¿vamos a la oficina y te puedo decir donde lo dejé? Voy a
terminar de alimentar a este monstruo y luego bajarlo para su siesta de la mañana.
—Claro.
Nos dirigimos por las escaleras hasta el espacio de oficinas por encima de su
cochera que Colton tan amablemente había construido para que ella pudiera
trabajar desde casa con su bebé. Todavía no sé la historia detrás de su relación, y
hago una nota mental para preguntarle sobre ello esta noche.
El trabajo me mantiene ocupada durante todo el día y estar de nuevo en la
fogosa presencia de Kylie —escuchar como hace llamadas de ventas difíciles,

89 duplicando sus esfuerzos para conseguir más donaciones— me hace sentir mejor
acerca de mi decisión de regresar a Los Ángeles. Llama a inversores potenciales y
los mete en el proyecto con facilidad. Estoy segura de que ha escuchado sobre el
acuerdo de divorcio de Colton y los reducidos fondos que tiene para contribuir.
Nuestro trabajo es ocasionalmente interrumpido por episodios de gritos que
podemos escuchar desde el monitor de bebé. Kylie corre a trompicones, saltando
de la habitación para recuperar un chupete varado, regresa a la oficina para
escribir un correo electrónico apresurado en su computadora portátil, y luego
juega un intenso juego de no-me-ves mientras responde preguntas de un inversor
al teléfono acunado entre el hombro y la oreja. Realmente es una súper mujer.
Nunca me di cuenta de lo difícil que sería ser una madre soltera hasta que la veo
en acción. Estoy exhausta sólo mirándola.
Cuando llego a casa del trabajo, sé que la motocicleta estacionada a un
costado significa que Colton me ganó en llegar a casa. Casa. Suspiro felizmente.
Quitándome los zapatos en el cuartillo de la entrada, voy en busca de él. No creo
que alguna vez me acostumbre a lo grande que es esta casa. Tal vez algún día voy
a hablar con él para que nos mudemos a un apartamento acogedor de un
dormitorio. Aunque extrañaría mucho la vista del mar.
Encuentro a Colton en su despacho, con la corbata aflojada alrededor de su
cuello, las mangas de la camisa blanca subidas hasta sus antebrazos y un vaso de
cristal lleno de whisky. ¿Llegó del trabajo y ya está tomando licor fuerte? Esto es
nuevo.
—¿Todo bien? —pregunto, sentándome en su regazo y llevando mis brazos
alrededor de su cuello.
Baja su vaso y apoya la barbilla en mi hombro. —Sólo el trabajo. —Libera un
profundo suspiro—. Las cosas están jodidas por el momento.
No suele hablar mucho de su trabajo, y me doy cuenta de que quiero que
me deje entrar a esta faceta de su vida. Él es el presidente de una compañía de la
que conozco muy poco.
—¿Qué está pasando con el trabajo? —pregunto.
Levanta la cabeza y encuentra mis ojos. —No es nada para que te preocupes,
dulzura.
Puede que no tenga una educación Ivy League como él, pero estaba bastante
segura de que podía entender lo que le molestaba. Tal vez incluso podría ayudar a
que fuera un poco mejor. ¿No es eso lo que las novias hacen?
Me levanto de su regazo y me paro frente a él con las manos en las caderas.
90 —No creo que tenga que recordarte que la retención de información te metió en
problemas antes. Nunca hablas de tu trabajo. Déjame entrar. Voy a ser una
verdadera compañera, Colton.
La línea del ceño frunciendo su frente se profundiza mientras me mira. —
Eso no es… no estoy tratando de ocultarte nada.
—¿Cómo conoces a Kylie? —espeto.
—Vamos a ir a cenar y hablaremos de todo.
Oh, mierda. Tiene esa mirada en su rostro como si tuviera que decirme algo
desagradable. ¿Todo el mundo ha visto la polla de mi novio? Trabajar mañana con
Kylie va ser extremadamente difícil de ser así. Por mucho que me gusta y la
respeto, no voy a ser capaz de mantener la calma si compartieron algún pasado
ilícito.
Colton
Una vez que Sophie y yo estamos sentados en la mesa del comedor con
nuestros platos de comida en frente de nosotros, sé que no puedo frenarlo por más
tiempo. No estoy acostumbrado a traer a la gente a mi mundo tan completamente.
Incluso cuando me casé, rara vez discutí de mi trabajo con Stella. No creo que ni
siquiera notara lo que hacía, con toda honestidad. Pero también sabía que era hora
de cambiar.
—En primer lugar, conocí a Kylie en la universidad. Nos encontrábamos en
la misma fraternidad de negocios. Y hace unos años, cuando fundaba mi caridad,
escuché de un amigo en común que se había mudado aquí y que buscaba un
trabajo. La entrevisté en una cafetería. No habíamos hablado en un par de años en
ese momento. Me pareció que se encontraba más que calificada. Había dejado su
trabajo en una gran empresa de marketing en el este para disfrutar del sol de
California. Sabía que si no la contrataba, pronto tendría múltiples ofertas de
empresas más grandes.

91 Sophie juguetea con el tenedor. —¿Así que nunca hubo nada romántico
entre ustedes?
—No. —Es la verdad absoluta, y nunca he estado más agradecido de
mantener mi polla en los pantalones de lo que estoy en este momento. No podría
aceptar otra mirada de decepción cruzar las facciones de mi chica—. Es una
empleada, eso es todo.
—Está bien. Gracias a Dios, porque el trabajo sería realmente extraño si
hubieran tenido un pasado secreto. —Sophie sonríe y toma un gran bocado de la
comida en su plato.
—Ahora, en cuanto al trabajo. No soy bueno en hablar de mis errores.
Ella me mira y su expresión cae.
—Tuvimos un mal trimestre y la acción de la compañía se ha reducido un
quince por ciento.
—¿Qué significa eso?
—Significa que la CNBC2 y varias agencias de noticias están discutiendo por
qué la compañía se está hundiendo y lo que el presidente hará al respecto.

2Es un canal de televisión sobre noticias de economía en Estados Unidos.


—Oh. Lo siento, Colton. No lo sabía.
Asiento. —No lidio bien con el fracaso.
—Esto no es un fracaso, Colton. No eres un fracaso. —Su brillante mirada
azul quema en la mía—. Eres un director ejecutivo con veintiocho años. Eso es
bastante malditamente increíble. ¿Y qué empresa no tiene malos resultados de vez
en cuando?
Tiene razón. —Cierto.
—¿Tienes algún plan de cómo vas a arreglarlo? —pregunta.
—Lo tengo. —Me reuní con mi personal de alto nivel durante toda la tarde
para idear un plan de trabajo de seis meses que nos saque de la zona roja. De ahí el
por qué me encontraba en casa temprano y bebiendo licor fuerte. Había sido un día
brutal, pero al menos teníamos un plan. Estuve cargando en mis hombros todo
esto, no quería preocupar a Sophie, pero cuando se estira a través de la mesa y
toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos, veo lo equivocado que estaba.
Decírselo —abrirme de esta manera— no va a empeorar la situación, de alguna
manera lo mejora. Al menos coloca las cosas en perspectiva. El trabajo era trabajo.
Siempre estaría allí. Habría altibajos. Pero esta era mi vida real. Esta mujer, que me
92 aceptaba con todos mis defectos, y me amaba de todos modos.
—Arreglarás esto —dice, dándole un apretón a mi mano.
—En efecto. —Aprieto en respuesta.
Seguimos comiendo, y luego llevamos nuestros platos a la cocina. —Estuve
preocupada por un segundo de que tu estado de ánimo tuviese algo que ver con
Stella, o su acuerdo de divorcio —confiesa Sophie, enjuagando los platos y
entregándomelos uno a la vez para ponerlos en el lavavajillas.
Niego con la cabeza. —No. Todo eso está en un cuadro aparte.
—No puedo creer que así como así… se acabó.
—Sí, dulzura.
—Colton,‖estoy…
—Lo sé. También estoy en la maldita luna por todo esto. Pace me sugirió
hacer una fiesta.
Su frente se arruga por la concentración. —Deberíamos hacerla.
—¿En serio? ¿Quieres celebrar mi divorcio?
Niega con la cabeza. —No, quiero que celebremos como una pareja.
Podríamos invitar a mi familia, la tuya, reunirlos a todos.
—Me gusta la idea. —Me apoyo en la isla de la cocina y planto un beso en
su boca—. ¿Qué deberíamos hacer?
—Creo que la única cosa apropiada sería una fiesta en la piscina.
—¿Ah, sí? No pensé que querrías estar cerca de la piscina otra vez.
—Ese es el punto, Colton. Es hora de seguir adelante y dejar atrás el pasado.
Mi pecho se hincha de orgullo. Amo a esta chica.
—Vamos, vamos arriba. —Toma mi mano de nuevo—. Creo que un masaje
puede relajarte.
Levanto una ceja. —¿Te acuerdas de lo que pasó la última vez que trataste
de darme un masaje? —Las imágenes eróticas de nosotros en la ducha después de
su intento fallido de masaje queman en mi cerebro.
—Claro que sí. —Sonríe y me saca de la cocina.

93
Traducido por Jasiel Odair & Val_17
Corregido por SammyD

Sophie
—Esto es tan malditamente extraño —digo, girándome hacia Becca.
—¿Qué? —responde, ajustando los lazos de su bikini.
—Papá se encuentra allí hablando con Colton. —El hombre que me compró en
una subasta de sexo, añado mentalmente.

94 —¿Y?
Becca y yo giramos y observamos sobre la piscina donde Colton y nuestro
padre se hallan de pie bajo la sombra de la glorieta de cedro, bebiendo cócteles y
hablando casualmente.
—Simplemente es raro —digo.
Se encoge de hombros a mi incomodidad. —Somos chicas grandes, Soph. A
papá no le importa si te acuestas con un millonario. Mierda, probablemente se
siente orgulloso. Sé que yo sí. —Me sonríe.
Ruedo los ojos, agradecida por mis gafas de sol ocultándolos. Está loca. La
ansiedad que sentí planeando esta fiesta era en su mayoría sobre la forma en que
mi papá y Colton se llevarían. Nunca le he presentado a mis padres un hombre
antes. Especialmente uno que es siete años mayor, maneja una empresa, y tiene su
propia mansión en Malibú. Es un poco angustioso.
Mi madre se ha ocupado ayudando en la cocina, claramente incómoda
dejando que el personal contratado nos sirviera completamente, a pesar de que
Colton y yo le dijimos en numerosas ocasiones que disfrutara y se relajara. No creo
que mi madre sepa cómo relajarse. Es algo que aprendo ahora cómo hacerlo yo
misma.
Sin embargo, el día es bastante perfecto. El sol brilla por encima de nosotros.
La temperatura es perfecta. Música reggae suave suena débilmente en el fondo a
través de los altavoces al aire libre y el bar se halla abastecido con bebidas
tropicales y botellas heladas de cerveza. No hay nadie en la piscina aún, pero las
bolas de colores brillantes se menean en la superficie del agua seductoramente.
Después de un rato más yaciendo fuera, estoy segura que estaré lista para tomar
un baño.
Collins y Pace se hallan sentados en el bar, cada uno con una copa en la
mano. Es temprano todavía y Beth, la cocinera personal de Colton, tiene todo
preparado para una barbacoa después. Lo que me pone aún más curiosa acerca de
en lo que mi madre podría ayudar con el interior. Probablemente vuelve loca a
Beth.
Tomo otro sorbo de mi daiquirí de mango y trato de relajarse.
Marta viene paseando por las puertas del patio como si estuviera trabajando
en una pasarela. Por alguna razón verla en su pequeño bikini rojo de cuerdas hace
que se me forme un nudo en el estómago. No me gusta que tuviese una aventura
con Colton, no importa cuán breve fuera.

95 ––¿Quién diablos es esa? —pregunta Becca, bajando la voz.


—Marta. Trabaja para Colton como su asistente personal.
—Es hermosa —dice Becca.
Al parecer, Marta no entendió el tema de fiesta casual en la piscina, su
maquillaje es como realizado por expertos y ha labrado su pelo en olas perfectas
que caen sobre sus hombros y espalda. Mi pelo se encuentra en una coleta
desordenada y lo único que adorna mi piel es una gruesa capa de protector solar
grasienta. Siento la necesidad de ir arriba, añadir rímel y lápiz labial y el
cambiarme en mi top del bikini que levanta. En lugar de eso me bebo el resto de mi
bebida.
—¿Te la vuelvo a llenar? —pregunta Becca, riéndose de mí.
—Sí, por favor.
Becca va hasta el bar, se presenta a Marta y hace una breve charla con Pace y
Collins, vuelve a llenar cada uno de los vasos de daiquirí, luego se detiene para
hablar con papá y Colton.
Finalmente regresa con nuestras bebidas semi-derretidas en la mano. —
¿Qué fue todo eso? —pregunto, aceptando la copa y sorbiendo un trago helado.
—Bien, en primer lugar. Los hermanos de Colton son tan calientes.
Asiento. Duh.
—Todavía pienso que Pace y yo podríamos haber tenido diversión en
Italia... —le dice a nadie en particular—. En segundo lugar, no te preocupes por
papá y Colton. Hablan de las obras de caridad de Colton en África y papá
prácticamente babea, colgado de sus palabras. Estoy bastante segura de que
consiguió un enamoramiento por tu novio.
—Gracias, Becs. —Me preguntaba lo que estaba haciendo. Por otra parte,
espiar para mí se encuentra prácticamente en el manual del gemelo.
—En tercer lugar, Marta no es nadie de la que necesites estar preocupada.
Sus tetas son obviamente falsas y, en serio, ¿usa tacones en una fiesta de piscina?
No me había dado cuenta de sus zapatos, pero Becca tenía razón, sus
sandalias tenían un tacón de diez centímetros. Hija de...
—Lo intenta demasiado duro, Soph —continúa Becca—. Eres naturalmente
hermosa y los hombres prefieren eso sobre algo falso cualquier día. Confía en mí.
Libero a un profundo suspiro. Sé que tiene razón. Colton no mira a Marta
como me mira a mí. —Ella y Colton tuvieron una aventura —le admito a Becca—.

96 La primera vez que se separó de su ex mujer. Estoy bastante segura de que no ha


visto simplemente el paquete de mi hombre, pero ha tenido el placer de estar de
rodillas delante de él, tomándolo profundamente en su garganta.
—Qué perra real.
Me río, amando el odio instantáneo de Becca hacia Marta.
—En serio, hermanita, ¿te sientes bien con que trabaje para él, dado su
pasado? Si no, debes hablarlo con él. —El gesto tirando su boca hacia abajo me es
familiar. Es lo mismo que veo cuando me miro en el espejo.
—Tuvo una conversación con ella. Le dijo que si causaba algún problema
entre nosotros, sería despedida.
—Sí, pero cuando aparece aquí con ese aspecto, algo me dice que debes tener
tu propia pequeña charla con ella. Un agradable comunicado, un aléjate de mi
hombre, perra, debe hacer el truco.
—¿Eso crees? —Nunca me imaginé diciéndole algo así a Marta
directamente, pero ahora que Becca lo sugiere, la idea me llena de ansiedad y un
extraño tinte de emoción. Nunca he reclamado a un hombre.
Bebo el resto de mi bebida hasta que la paja hace un sorbido ruidoso contra
el fondo del vaso. —Mantén esto. —Le entrego a Becca. Sin darme la oportunidad
de acobardarme, me levanto de la silla y me pavono hacia donde Marta habla con
Pace y Collins al lado del bar.
—¿Podemos hablar un momento, Marta?
—Claro. —Me sonríe dulcemente y deja su vaso de vino blanco.
La llevo al grupo de sillas cerca con cojines fuera del alcance del oído de
nadie más.
—Entonces, ¿cómo va la redecoración en la casa de la piscina? —le
pregunto.
Mierda. Puedo sentirme relajándome. Esto se hace aún más difícil por el
hecho de que ella y yo somos alguna clase de amigas. Ha sido amable conmigo. Me
ha llevado de compras y se quedó conmigo cuando Colton estuvo fuera de la
ciudad por negocios. Por supuesto, se me ocurre que todas esas cosas de amistad
podría haber sido un acto para acercarse a Colton. Simplemente no se encuentra en
mi naturaleza ser mala y resulta que no tengo la primera pista sobre cómo
empezar.
—En marcha. Le envié un correo a Colton con un enlace de una serie de

97 diseños que me gustan para el espacio, pero al final le toca a él.


Mi lengua queda trabada y sin saber qué decir a continuación. Creo que los
dos sabemos que no la aparté de la diversión para tener una conversación privada
sobre las nuevas cortinas de la casa de la piscina poco utilizada.
—¿Todo bien, Sophie?
—No, en realidad no. —Me aclaro la garganta, deseando haberme bebido
un tercer daiquirí antes de intentar esta conversación incómoda—. Colton me
habló de tu pasado con él.
—Oh. —Baja la mirada en el patio de piedra a sus pies.
—Y aunque me aseguró que no tiene ningún interés en ti, necesitaba
escuchar que dices lo mismo. —Hago una pausa, mirándola a los ojos y me
concentro en respirar con calma. No necesita saber que mi corazón late como un
tambor.
—En un tiempo, me gustó Colton. Es un hombre inteligente, encantador.
¿Qué mujer no se enamoraría de él? Pero con los años, he aceptado que no me ve
de esa manera, Sophie. Puedo prometerte que lo he superado.
Asiento, sin dejar de mirarla, y no se siente segura de qué decir a
continuación. Caray, esto es incómodo. Debería haber hecho a Becca venir aquí y
tener esta conversación. Lástima que no éramos tan idénticas y no podíamos
hacernos pasar la una por la otra, porque de lo contrario, lo haría totalmente.
Marta se inclina más cerca. —Escucha, la verdad es que sé que no puedo
competir contigo. Eres una chica hermosa. Y Colton te ama. Si no te lo ha dicho, sin
embargo, estoy seguro de que lo hará, porque puedo verlo cada vez que te mira...
—Me lo ha dicho —lo admito.
—Oh. Bueno, como he dicho, no me sorprende. —Se toma un minuto,
mirando a sus dedos del pie de nuevo, antes de mirarme a los ojos—. Espero que
mi trabajo no te moleste. Si lo hace, lo entiendo, pero me encanta mi trabajo, y...
Me levanto una mano, deteniéndola. —No me molesta. Confío en Colton.
Sólo necesitaba que sepas que ahora es mío.
—Lo sé —dice en voz baja—. Lo sé.
Me enderezo mis hombros, mi confianza en aumento. —Bien. Estoy
contenta de haber tenido esta conversación. Estoy bien con que sigas trabajando
para él, pero solo sé que no voy a tolerar que coquetees con lo que es mío.
—Lo entiendo, Sophie —dice, con la barbilla inclinada hacia abajo, como si
98 algo de su aplomo hubiera desaparecido.
Me alejo de nuestra conversación sintiéndome un poco extraña y un poco
triste. Cuando le transmito los detalles a Becca después de hundirme en la
tumbona, hace un gesto para desestimarlo.
—No te sientas mal. Escucha, Marta es jodidamente hermosa. Es un diez.
No tendrá ningún problema encontrando un hombre ahora que sabe que es hora
de dejar ir a Colton. Hiciste lo correcto al hablar con ella. Ahora todo se halla al
descubierto y no hay secretos. Además, ahora que sales con un hombre tan
absolutamente atractivo como Colton, será mejor que te acostumbres a sacar a las
chicas de encima. Eso fue un buen calentamiento.
Asiento en acuerdo. —Bien, buen punto. —Cómo se volvió tan sabia mi
hermana, no tengo idea.
—Estoy feliz por ti, Soph —dice—. Como en serio jodida y ridículamente
feliz. No importa lo que pase, quiero que vivas cada día al máximo. Ríete. Canta en
la ducha. Baila desnuda. Ten sexo con tu hombre en la cocina. Ten un montón de
bebés.
La miro, mi estómago de repente apretándose en un nudo. —¿De qué
hablas? ¿Por qué dices todo esto?
Se encoge de hombros. —Es solo que nunca sabemos cuánto tiempo nos
queda, eso es todo.
Esta conversación en la brillante luz del sol con Bob Marley cantando
Everything's Gonna Be Alright en el fondo se siente totalmente equivocada y fuera
de lugar. Lo odio.
Me trago el nudo en mi garganta. —Estás saludable, ¿verdad?
Asiente. —Todo lo que digo es que si mi cáncer me enseñó algo, es a vivir
cada día como si fuera el último.
—Cielos. No me asustes así, Becca. Ambas tenemos un montón de tiempo
para los bebés y todo.
—Por supuesto. Es sólo que has estado enfocada en mí durante tanto
tiempo, ahora que estoy sana es el momento de que te enfoques en ti.
—Nunca me ha importado estar allí para ti ni un solo segundo. Haría
cualquier cosa por ti.
—Ya lo sé. Simplemente no quiero que tengas que sacrificar más. —Sonríe
débilmente.
99 Odio que tenga razón. Me avergüenza admitir que he estado resentida
varias veces en mi vida. El baile de graduación de nuestro último año en la
secundaria era el ejemplo perfecto. Había comprado el vestido plateado más
hermoso sin mangas y se suponía que iba a ir con el capitán del equipo de
baloncesto de nuestra escuela, Johnny Knight. En su lugar, Becca tuvo una recaída
y toda nuestra familia viajó a Houston para una cirugía de emergencia. Me siento
tan egoísta por pensar en ello siquiera. Finalmente boté ese vestido plateado el año
pasado. Las etiquetas seguían puestas. Y la culpa no terminaba ahí. Ahora me
sentía mal por no haberlo donado, pero en un arranque de ira, lo arrojé al bote de
basura en su lugar.
—Es sólo que has vivido en la sombra de mí y mi enfermedad por tanto
tiempo. Este es tu momento y no quiero que nada se interponga en el camino de
eso.
—¿Cuándo es tu próxima visita al médico? —pregunto, cambiando el tema
lejos de mi propia vida amorosa.
—Voy el lunes. Pero me siento bien. —Se da cuenta de mi estado de ánimo
amargo y su sonrisa se convierte en un ceño fruncido—. Oye, lo siento por
ponerme tan pesada contigo. Sólo quiero saber que sin importar lo que pase, vas a
estar bien.
—Por supuesto que lo estoy. —Mi vida se forma y Becca finalmente mejora.
Todos tenemos mucho que esperar.
Me acuesto mirando directamente hacia el sol. Nuestra conversación me ha
dejado un poco al borde. En realidad, todo el día lo ha hecho. Entre mis padres
conociendo a Colton por primera vez, mi conversación con Marta y ahora esta
extraña‖discusión‖con‖Becca…‖he‖perdido‖mi sentido de calma zen. Puf. Se ha ido.
Mi mirada se desvía a Colton y veo que me mira desde el otro lado de la
piscina. Sostiene el teléfono en la mano y le echa un vistazo a mi bolso de playa y
luego de vuelta a mí. Agarro mi propio teléfono del bolso, preguntándome si eso
es lo que me pide que haga.
Tan pronto como saco mi teléfono, veo un mensaje.
Te ves estresada.
Lo miro, preguntándome cómo puede leerme tan bien, cómo es posible que
pueda estar sintonizado conmigo cuando entretiene a los invitados. Lo amo aún
más en ese momento. Escribo mi respuesta.
No lo estoy. En realidad no.

100 Mientes.
Lo miro y sonrío. Me encanta que me conozca tan bien.
Estoy bien. Lo prometo. ;)
Mantengo mis ojos en la pantalla, esperando su respuesta, pero cuando no
llega lo miro de nuevo. Se encuentra de pie al otro lado de la piscina y me siento
impresionada por la belleza de nuestro idílico entorno. Sin nada más que el cielo
azul por encima, y el reluciente sol brillando sobre su cuerpo lo hace parecer una
estatua de bronce de un Dios Griego. Su pecho desnudo y la mansión elevándose
por detrás, solo con la extensión de agua azul brillante separándonos, me recuerda
lo afortunada que soy.
Finalmente me responde.
Bueno, yo no lo estoy.
¿Qué pasa?
Quiero follarte.
;)
—Voy a ir a nadar —dice Becca.
Mierda, estoy tan envuelta en mi conversación traviesa que me olvidé que
se encontraba a mi lado. —Bien. Diviértete. —La observo mientras se pasea hacia la
piscina y veo a Pace mirándola con nostalgia, pero no hace ningún movimiento.
Me pregunto brevemente si Colton le advirtió que se mantuviera alejado de ella.
Una vez que Becca se encuentra en el agua, le echo un vistazo a mi teléfono.
Mi polla te extraña. Le dije que te tendríamos más tarde, pero se halla
jodidamente firme en que tiene que ser ahora.
¿Ahora? ¿Al igual que AHORA?
¿Está loco? No es posible que podamos. Mientras mi cabeza da vueltas, el
teléfono suena en mi mano.
Sí.
Lo miro y lo veo escribir otro mensaje.
Nos vemos en la casita de la piscina.
Mis pezones se endurecen contra la parte superior de mi bikini y mi corazón
se tropieza en su lucha por ganar velocidad. Sin esperar mi respuesta, mete su

101
teléfono en el bolsillo de sus pantalones cortos. Le dice algo a mi padre, quien
asiente una vez, y luego se pasea despreocupadamente hacia la casita de la piscina.
Mi propia caminata hacia la casita de la piscina no es tan casual. Me siento
tan culpable como un criminal condenado a muerte, segura de que todo el mundo
me mira y sabe exactamente lo que voy a hacer. Mis mejillas ya se encuentran
ruborizadas de un rojo brillante y mi respiración sale demasiado rápido. Al
parecer, apesto en los encuentros de sexo secretos.
Cuando llego a la puerta de la casa de la piscina —que para cualquier
persona normal sería una casa de grandes dimensiones—se encuentra en la puerta
esperándome con una sonrisa expectante.
—Viniste.
—¿De verdad pensaste que te rechazaría? —pregunto.
—No.
Tomando mi mano, me tira adentro, cierra y bloquea la puerta detrás de
nosotros. Los tres dormitorios y los dos baños se hallan en construcción. El papel
tapiz se ha despojado de las paredes y hay lonas cubriendo los pisos. El polvo y las
herramientas al azar se encuentran dispersas por encima.
Todas las pequeñas cosas tontas por las que me preocupé antes se
desvanecen mientras me concentro totalmente en mi hombre y este hermoso
momento.
Tomando mis muñecas con sus manos, las lleva a su boca, besando la parte
interior de cada una. Su sonrisa me dice que puede sentir la forma en que mi pulso
se acelera por su toque. Me guía hacia la cocina y nos detiene junto al mostrador de
piedra.
—Las manos en el mostrador —susurra bajo cerca de mi oído, sus labios
haciéndole cosquillas a la piel sensible en mi cuello.
Trago y obedezco, girándome para poner mis palmas sobre el mostrador.
Se mueve detrás de mí y lo siento desatar lentamente la cuerda en mi
espalda. Sus manos se mueven bajo las copas de mi bikini y masajea mis pechos,
tirando mis pezones duros hasta que jadeo por la sensación.
Quitando mi cola de caballo del camino, tira de la cuerda detrás de mi cuello
y saca mi bikini por completo, poniéndolo sobre el mostrador junto a mis manos
extendidas. Besa a lo largo de mi nuca y mi espalda mientras sus manos siguen
frotando mis pechos y pezones. Empujo mi culo en su contra y soy recibida por su
102 gruesa erección, que estoy segura es apenas contenida por sus pantalones cortos.
Lanza un fuerte gruñido.
Sus manos bajan por mis costados y empuja la parte trasera de las bragas de
mi bikini. Ahueca mi culo, amasándolo con las manos y luego continúa bajando
mis bragas hasta que se acumulan en mis tobillos.
—Abre las piernas —respira en mi oído.
Tiemblo por todas partes, pero amplío mi posición, preparando mi cuerpo
para él.
Lo escucho desatar sus pantalones cortos de natación, la tela arrugándose es
el sonido más delicioso, mientras los empuja por sus caderas.
—Voy a alimentarte con mi polla. Un centímetro a la vez. Quédate muy
quieta, ¿de acuerdo?
Asiento y lo siento empezar a frotar la cabeza de su polla en mi contra,
probando mi humedad.
Presiona hacia adelante, sólo su punta ancha penetrándome. Gimo y me
presiono más, necesito sentirlo empujar más profundo.
Se retira. —Tienes que quedarte quieta, dulzura. No queremos que nadie
sepa que te estoy follando aquí, ¿verdad?
Asiento de nuevo. —Estaré quieta. Lo prometo. —Solo sigue follándome.
Una mano permanece anclada a mi cadera y la otra envuelta por el frente.
Alcanza entre mis piernas y utiliza sus dedos para frotar mi resbaladizo clítoris en
pequeños círculos.
El placer me atraviesa mientras un inesperado orgasmo me golpea. Muevo
mis caderas contra su cuerpo, tomándolo más profundamente con cada embestida.
—Colton…‖—gimo, incapaz de estar quieta.
Mete la parte superior del bikini en mi boca, ahogando mis gritos de placer.
—Shhh…‖—me recuerda—, quiero hacerte venir otra vez.
Gimo suavemente, mordiendo la tela que huele ligeramente a cloro y sudor.
Tomando mis caderas en sus manos, me tira hacia atrás cada vez que
empuja hacia adelante, estrellándose en mí, haciéndome gritar. —Te ves tan
jodidamente caliente, nena. Quiero tanto follarte el culo.
Presiona un dedo dentro de mi culo y la sensación —aunque completamente
extraña— no es como ninguna otra cosa. El placer se apodera de mí desde adentro.
Es jodidamente caliente. Su dedo presiona más profundo y libera un gemido
103 ahogado.
—Tan. Jodidamente. Caliente —gruñe.
Su polla se hincha y sé que se encuentra cerca.
—Me voy a correr por todo tu culo.
Continúa bombeando en mí mientras arrastra su dedo dentro y fuera de mi
trasero y pronto siento que mi interior tiembla.
Mi clímax estalla a través de mí y mis gritos ahogados llenan la tranquila
habitación. Envuelve una mano alrededor de mi boca y se estrella contra mí una y
otra vez, ordeñando hasta la última gota de placer de mi cuerpo.
Luego saca su polla y siento el semen caliente chorreando por mi culo y
espalda baja mientras se vacía, marcando mi piel.
Santa mierda, eso fue caliente.
Coloca un beso húmedo en la parte posterior de mi cuello, y luego se inclina
y desliza las bragas de mi bikini por mis piernas. Estoy toda húmeda y
desordenada por nuestros orgasmos, pero la casa se ha limpiado, no hay toallas de
papel, ni siquiera agua corriente.
—¿Colton? —digo, preguntándome cómo voy a limpiarme.
—Puedes usar la ducha al aire libre. —Su sonrisa tranquila y ojos, brillantes
con deseo, me desafían.
No sé qué juego está jugando, pero si salgo así, hay una posibilidad de que
la gente pueda verme. Sin embargo, no hay manera de que me eche atrás. Me
siento valiente y llena de vida después de nuestra aventura sexual al mediodía.
—No hay problema, señor Drake. —Sonrío dulcemente y su boca se abre.
Me paseo hacia la luz del sol con él siguiéndome de cerca por detrás,
esperando que ninguno de nuestros invitados se dé cuenta del semen marcando mi
espalda y muslos.

104
Traducido por Mire
Corregido por Dannygonzal

Colton
Tira de la cadena sobre ella, el agua cayendo en cascada del cabezal de la
ducha en forma de lluvia, empapándola de la cabeza a los pies.
Me pongo semiduro otra vez observándola. Corrientes de agua corren por
su cuerpo y sus pezones se endurecen por el agua fría. Tengo que obligarme a
mirar a otro lado para tratar y domar mi erección. Congenié con sus padres muy
105 bien y no me gustaría deshacer todas mis buenas primeras impresiones por tener
una erección inoportuna mientras me como con los ojos a su hija.
Sophie dirige su mirada hacia mí y su sonrisa desafiante me dice que sabe
exactamente a qué está jugando. Pequeña chica mala. Será azotada después por
tratar de sacarme de quicio de esta manera.
Levanto una ceja en pregunta y Sophie apaga el chorro de agua y envuelve
una toalla a su alrededor, cubriendo todas esas hermosas posesiones.
Un chillido perfora de otra manera el entorno pacífico y todos los ojos se
mueven hacia las puertas del patio. Kylie está cargando en su cadera a un bebé
llorando y una bolsa de playa rebosante con pañales y juguetes de bebé en el otro
brazo.
Cruzo el camino de piedra y tomo la bolsa de su hombro, de ninguna
manera me ofreceré a cargar al bebé llorando. A uno calmado, podría intentarlo,
pero no a esta cosa. Él está tomando lecciones de un banshee3, estoy seguro de ello.

3
Espíritus femeninos que, según la leyenda, se aparecen a una persona para anunciar con sus
gemidos la muerte de un pariente cercano.
De todas formas, no hay otra explicación posible a cómo podría ser capaz de
alcanzar esas octavas.
―Gracias. Y disculpa por lo de Max ―dice Kylie, aceptando mi ayuda.
―No es un problema. ¿Está todo... bien? ―pregunto, levantando una ceja
hacia el banshee, quiero decir hacia el bebé, en cuestión.
―Ha estado así por días. Llora sin parar. Le están saliendo los dientes
―explica.
―Entonces vamos a conseguirte una copa de vino. ¿Algo que pueda hacer
por el pequeño? ―pregunto.
Ella sacude la cabeza. ―No, con suerte se calmará. Lo siento tanto, no
quiero que arruine la fiesta.
―No lo hace, Kylie. En absoluto. Ven, por favor, relájate. ―La llevo a la
barra, donde Pace y Collins han estado toda la tarde.
Pace se pone en pie, asumiendo el papel de barman. ―¿Qué puedo servirle?
―Pace, Collins, esta es Kylie. Ella es el cerebro detrás de mi organización de

106
caridad.
Las presentaciones son intercambiadas mientras Pace le sirve a Kylie vino
blanco.
―¿Segura que no quieres algo más fuerte? ―pregunta Collins, sonriéndole
al bebé aun quejándose en sus brazos.
―Estoy bastante segura de que mis tímpanos estallaron hace dos días
―explica‖ella,‖para su beneficio, que al pequeño bebé le están saliendo los dientes.
―Permíteme cargarlo ―ofrece‖Pace,‖rodeando la barra y deteniéndose ante
Kylie―. ¿Te importa?
Sus cejas se disparan a su frente con sorpresa. Estoy muy sorprendido. Pace
es un gato al acecho, pero incluso él no es tan estúpido como para tratar de seducir
a otra de mis empleadas, especialmente no una que es madre soltera.
―Puedes intentar... ―No antes de que las palabras salgan de la boca de
Kylie y el bebé esté en los brazos de Pace, su llanto se detiene por completo. El
repentino silencio nos sorprende a todos y nos quedamos allí, mirando a Pace
sosteniendo un bebé.
―Oye pequeño hombre ―dice Pace, rebotando al bebé con un brazo.
El bebé se queda mirando fijamente a mi disparatado hermano, sus ojos
azules gigantes parpadeando contra la luz del sol mientras lo toma todo.
Él agarra las gafas de sol de Pace, las saca de su rostro y comienza a
masticarlas en el extremo.
―Lo siento mucho, tiene juguetes para la dentadura aquí en alguna parte
―dice Kylie, corriendo a buscar en la bolsa gigante a sus pies.
―Estamos bien ―dice‖Pace,‖alej{ndose con el pequeño.
―¿Quién es él, el encantador de bebés? ―bromea Collins.
Todos nos encogemos de hombros y Kylie toma un gran sorbo de su vino,
sus ojos en Pace y su hijo.
Pace pasa la mayor parte de la tarde con el bebé, sosteniéndolo, rebotándolo
en su rodilla, nadando con él en la piscina... y Max permanece tranquilo y contento
a lo largo de toda la cosa, sus grandes ojos azules clavados en el hombre que lo
sostiene todo el tiempo.
―¿Por lo general es así con los bebés? ―Kylie‖me‖alcanza y me pregunta.
―Esta es la primera vez ―admito.
Ella se muerde el labio y los mira chapotear en la parte menos profunda de

107
la piscina. No tengo idea de lo que está pensando y, francamente, no quiero saber.
Pace y Kylie sería una idea terrible.
Más tarde, nos sentamos en una comida perfecta preparada por Beth, y Pace
renuncia a su dominio sobre el bebé, solo lo suficiente para comer, pasándoselo a
Sophie para que Kylie pueda comer en paz. Pace podría haber estado bien
cuidando al bebé durante toda la tarde, pero nada se interpondría entre él y el
montón de costillas en su plato. Es mejor así, probablemente se comería el brazo
del bebé por error.
La visión de Sophie con un bebé en sus brazos me hace algo extraño. Mi
corazón palpita en mi pecho y distraídamente pongo mi palma contra él, tratando
de ponerlo a latir normalmente de nuevo. ¿Qué demonios? Sophie le está
balbuceando algo, algo que no puedo entender, pero su voz es un susurro suave y
dulce, como nunca he escuchado antes. Decido que me gusta. Bastante.
Se sienta con él en su regazo y le da de comer pequeños bocados de galletas
que rompe en pedazos diminutos. Nunca supe que esto podría ser tan cautivante,
pero por alguna maldita razón, han capturado toda mi atención.

***
Cuando Sophie y yo nos arrastramos a la cama esa noche, los dos estamos
bronceados y aletargados por la tarde pasada entretenida.
―Me alegra que nuestras familias se conocieran ―dice alrededor de un
bostezo.
―Yo también.
―¿De‖qué‖hablaron‖mi padre y tú?
Supongo que se dio cuenta de que yo lo recluté toda la tarde.
―Principalmente hablamos de mi trabajo. Un poco sobre mi familia. Nada
demasiado emocionante. Solo una pequeña charla ―miento.
No le diré a Sophie, pero le dije a su padre que estoy locamente enamorado
de ella. Que es todo para mí. Pedí su bendición y le dije que pensaba pasar el resto
de mi vida amándola. Él se quedó allí con una expresión seria como si estuviera
evaluando no solo a mí como hombre, sino también mis intenciones. Después de
un momento de tensión, sonrió, me dio la mano y luego me dio la bienvenida a la
familia. Nuestra follada de mediodía en realidad fue de celebración, solamente que
ella no lo sabía.

108 ―Vamos a dormir un poco, nena. ―Aseguro mis brazos a su alrededor,


esperando detener cualquier otra duda.
Traducido por Mire
Corregido por Sandry

Colton
El martes siguiente en el trabajo, recibo una serie de llamadas telefónicas de
Kylie, luego de Marta y finalmente de Beth. Dejo que se vayan todos al correo de
voz y me pregunto si todas las mujeres de mi vida se han vuelto de repente locas.
Hoy, me voy a reunir con los directivos, teniendo una sesión de estrategia sobre
tratar de cambiar el tercer trimestre antes de que el informe de ganancias salga el
109 próximo mes.
Cuando mi teléfono parpadea de nuevo, bajo la mirada hacia la pantalla. El
texto de Kylie me hace tirar la pila de informes que estoy revisando.
Colton, ¡responde a tu maldito teléfono! ¡¿Dónde estás?!
En la oficina, ¿qué pasa? Escribo, molesto.
Tienes que venir a ver a Sophie. Su hermana ha fallecido.
Mirando las palabras en la pantalla, trato y fallo al comprender su
significado. Acabábamos de pasar el fin de semana con la familia de Sophie. Becca
se encontraba bien. Estaba delgada y se quejaba de estar cansada, pero había
estado bien. No. Esto tenía que ser algún tipo de error.
Excusándome de la sala de juntas, le escribo un texto a Kylie, confirmando
que me hallaba en camino. Llamo a Marta con mi teléfono mientras bajo corriendo
por las escaleras. No hay tiempo para esperar al ascensor, no mientras mi chica me
necesita.
—Colt, ¿dónde has estado? He estado tratando de...
—Lo sé. Kylie me lo acaba de contar.
—Oh Dios, Colton, es horrible.
***
Conduzco como un cohete todo el camino hacia la casa de Kylie. Cuando
llego, no me molesto en llamar, me dirijo al interior, mis ojos buscando a Sophie.
En su lugar, encuentro a Kylie en la habitación de enfrente, su expresión
angustiada.
—Gracias a Dios que estás aquí.
—¿Dónde está? —grito.
Kylie señala a la parte trasera de la casa. Corro por el pasillo y encuentro a
Sophie sentada en la mesa de la cocina mirando a sus manos, una taza de té ahora
frío ubicada a su lado junto con media docena de pañuelos usados.
La sala está en silencio y sin vida. Joder, lo odio.
—Dulzura... —murmuro contra el zumbido de la nevera.
La cabeza de Sophie se alza y su expresión es una que nunca la he visto
tener y una que espero nunca ver de nuevo el tiempo que vivamos.

110 Su piel está pálida, su boca se dibuja en una línea apretada, pero sus ojos
son lo peor. Están en blanco e inexpresivos —dos piscinas encantadas de azul que,
a pesar de su silencio, gritan de dolor y trauma tan profundo que mi estómago se
encoge mientras temo que nunca volverá a estar completa de nuevo. Becca no era
solo su hermana, no solo su mejor amiga. Ella era la gemela de Sophie. Es una
pérdida que no puedo ni siquiera empezar a entender.
—Ven aquí, cariño. —La pongo en mis brazos y ella se levanta fácilmente,
dejándome ponerla en mi pecho.
Entierra su cara en mi cuello y solloza.
La agarro con más fuerza, odiando que tenga dolor y yo no pueda hacer una
maldita cosa al respecto. —Lo siento mucho. —Las palabras se sienten huecas y tan
inadecuadas, que quiero tragarlas de nuevo al segundo que salen de mi boca.
Quiero preguntar qué ha pasado, pero sé que ahora no es el momento adecuado.
Así que en cambio, la dejo llorar, sosteniéndola con fuerza contra mí y
amortiguando los sonidos de su llanto con mi chaqueta.
Unos minutos más tarde, sus sollozos se tranquilizan y le quito el pelo de la
cara. —¿Puedo llevarte a casa?
Ella asiente y me deja coger su mano y llevarla hasta el coche mientras Kylie
observa desde la puerta con una mirada triste y melancólica.
Cuando llegamos a casa, despido al personal. Pasar la aspiradora y pulir
jarrones de cristal de repente parece mucho menos importante. Acuesto a Sophie
en mi cama, donde se acurruca en una pequeña bola, abrazando mi almohada en
su contra. Cojo su teléfono del bolso y llamo a su padre.
—¿Señor Evans? —Mi voz se quiebra y él hace el sonido de un sollozo
ahogado en el otro extremo.
—Colton, ¿cómo está?
—Está en la cama ahora mismo. No ha dicho ni una palabra todavía. —Me
gustaría tener mejores noticias para informar, pero es la realidad de la situación—.
Cuidaré de ella, señor.
—Sé que lo harás.
—¿Qué ha pasado? Becca parecía estar bien cuando estaba aquí...
Me entero de que cuando Becca regresó a su casa el domingo, se quejó de
una hinchazón leve y de dolor en el lugar de su puerto al catéter. En cuestión de
horas, la fiebre se había disparado y la llevaron a emergencias. Los médicos
empezaron con antibióticos para una infección que rugía sin control a través de su

111 sistema. Pocas horas después de ser admitida en el hospital, se introdujo en un


coma mientras la agresiva infección tomaba total ventaja de su debilitado sistema
inmunológico.
Su salud reducida contribuyó al problema —y la infección mortal tuvo una
línea directa de acceso a una vena en el pecho, cortesía del puerto instalado para
hacer sus tratamientos de cáncer más fáciles.
Su padre tiene que parar dos veces para recobrarse. Le digo que está bien —
no tiene que continuar, pero cada vez, le hace falta un par de minutos para ponerse
bajo control y continúa con la historia. Cuando termina, no tengo ni idea de qué
decir. Así que le digo que estaremos allí pronto.
Después de finalizar la llamada, llamo a Marta, instruyéndola para que
tenga listo el piloto y mi avión y para hacer gestiones por mí para estar fuera del
trabajo durante un tiempo. Es el peor momento posible, pero el desastre no se
planea en torno a tu calendario, solo se precipita y te golpea en la cara, exigiendo
su atención.
Y ahora mismo, esta situación tiene mi completa e íntegra atención —y mi
primera prioridad es Sophie.

***
Unas horas más tarde, estamos a bordo en mi jet y está ascendiendo
suavemente en el cielo nocturno. Tuve que cargar a Sophie hacia coche y ayudarla
a subir al avión. Está débil y desorientada y esa atormentada mirada vacía no ha
dejado sus ojos ni una vez. No mientras descansaba en la cama mirando el techo,
no cuando le expliqué que íbamos a volar a casa esta noche, y no ahora —mientras
mira las pequeñas luces brillando a tres mil metros por debajo de nosotros.
Hice nuestras maletas, que además de artículos de higiene personal y
artículos aleatorios de ropa, cada una tiene el traje formal negro adecuado para un
funeral.
Levanto la botella de whisky de su lugar de descanso en la consola central y me
sirvo un poco. Echando un vistazo a Sophie, recuerdo nuestra primera noche
juntos —este avión, su sombrío estado por una razón completamente diferente.
Ella había estado luchando para salvar la vida de su hermana. Mi estómago se
aprieta y me tomo un amargo trago de alcohol, necesitando su efecto adormecedor
ahora más que nunca.
Es solo cuando estamos en el aire que Sophie habla sus primeras palabras
para mí.

112 —¿Puedo tomar algo de eso? —pregunta, asintiendo hacia la jarra de cristal
ubicada a mi lado.
—Por supuesto. —Le ofrecí agua, té y traté de hacerla comer, todo lo cual
rechazó más temprano. Y aunque sabía que el licor fuerte no era lo mejor para su
estómago vacío, no se lo negaría. Vertiendo una cantidad moderada en un vaso, se
lo entrego.
Sus dedos rozan los míos y los ojos de Sophie se alzan para reunirse con mi
mirada.
—Te amo —digo.
—Lo sé. Yo también te amo —dice ella, luego da un gran trago a su bebida y
hace muecas.
No hablamos de lo que sucederá cuando aterricemos. Nunca he visto su
casa de la infancia, pero ahora no es el momento para la nostalgia. Quiero darle
comodidad y alejar cada gota de su dolor. Esta es la más frustrante y jodida
situación que puedo imaginar. Odio esto. Quiero que Becca vuelva. Quiero que mi
dulce Sophie llena de vida regrese. Odio el pensamiento que cruza por mi mente
—sin la existencia de Becca, ¿la propia existencia de Sophie se atenúa?
Ella bebe dos vasos grandes de whisky, que le dejé tomar en contra de mi
mejor juicio, y luego cae dormida en mi hombro.
Apretando mis brazos alrededor suyo, la miro mientras duerme, y prometo
que lo que sea que venga después, estaré ahí para ella.

113
Traducido por vals <3
Corregido por Mary

Sophie
Nunca pensé que tuviese que temer a una infección. Cáncer —la gran y
sucia palabra con C era mi enemigo— no alguna enfermedad que se deslizó a
último momento. No es justo. Y no entiendo. Lo había estado haciendo tan bien.
Odio cuán vacío y sin vida se siente nuestro cuarto compartido. Aún así no
puedo evitar recostarme en el lado de la cama de Becca, el único lugar en la casa en
el que aún puedo sentirla.
114 Puedo escuchar a Colton y a mi padre abajo en algún lugar hablando en voz
baja. No sé qué haría sin él. Es mi roca y mi amor por él solo se ha cuadruplicado
en los pasados dos días.
Mi madre viene cuando el sol empieza su descenso a través del cielo.
—¿Cariño? —Golpea en la puerta y entra.
—Hola, mamá.
Se sienta en la cama a mi lado. —Tan pronto como llegamos a la sala de
emergencia, Becca le pidió a una enfermera papel y un lapicero. —Me pregunto
por qué está diciéndome esto, hasta que saca el pedazo de papel de su bolsillo y
me lo tiende—. Incluso cuando le aseguramos que estaría bien una vez que le
aplicáramos los antibióticos, ella parecía saber algo que nosotros no. Escribió esto
en una furia mientras la atacaban con intravenosas y los removían de su puerto.
Luego lo doblo y me dijo que te lo diera. No lo he leído.
Sostengo el papel en mis manos. Todavía está caliente por las manos de mi
madre y saboreo la imagen de una terminada Becca en una de sus últimas
rebeliones actuando en contra de la maldita enfermedad que se la llevó.
—¿Puedes dejarme sola? —le pido a mi madre.
Ella asiente y se levanta de la cama, dándome privacidad para lo que de
seguro es un momento emocional.
Desdoblo el papel y miro el dibujo que salta hacia mi desde la parte inferior
del la página. Es un mal dibujo de un pene con largas bolas y líneas onduladas de
pelos que sobresalen de ellas. Sonrío por primera vez en dos días. Lágrimas caen
de mis ojos y mi amor por ella crece, si eso es incluso posible. No he leído las
malditas palabras en el papel y mi humor ya ha cambiado. Ella sabía que
necesitaría esto. Me conoce tan bien.
Sophie
Gracias por llevarme a Roma. Santa mierda esos italianos eran calientes. Gracias
por ser mi mejor amiga, gracias por cada sacrificio que has hecho por mí, grande y pequeño.
Gracias por siempre darme tu Starbursts rosa4.
Pestañeo ante las palabras, recordando los incontables paquetes de
Starbursts que compré en el hospital en las maquinas expendedoras todos estos
años. Los rosa eran los favoritos de Becca, e incluso aunque eran los míos también,
siempre se los di a ella. Cada vez. Sin cuestionar. Sin alegar.
Te amo infinitamente. No te atrevas a pensar por un segundo que, el amor se fue.
115 No te atrevas a llorar por mí. Extráñame. Cada día, como yo te extrañaré. Entonces sigue
viviendo. Hazlo por mí. Porque no puedo. Estaré ahí en cada noche estrellada, en cada soplo
de brisa contra tu piel cuando corras, estoy en cada paquete de Starbursts, sonriéndote
cuando comas los rosados.
Una solitaria lágrima se desliza de mi ojo y la quito antes de continuar.
Lo que sea que pase, por favor tienes que saber que estoy contigo. SIEMPRE. Ve a
amar a ese caliente hombre tuyo, tú, chica suertuda. Ustedes dos van a hacer unos bebés
malditamente hermosos un día. Y eso me hace tan feliz.
Al final está el pene dibujado y su nombre junto con un corazón al lado. Eso
era. La carta completa. La leo dos veces más, luego la doblo cuidadosamente a lo
largo de las mismas arrugas y la llevo a través de la habitación, metiéndola en mi
bolso para mantenerla a salvo.
Mamá toca de nuevo y entra, su expresión es abierta y expectante. —Bien,
¿qué decía?
Me tome mi tiempo, considerando cómo responder. —Todo.
Asiente. —Bien.

4
Tipo de confite.
Cruzando el cuarto para sentarse a mi lado de nuevo, mi madre alcanza mi
mano. —¿Cuáles son tus planes después del funeral mañana?
Vamos a tener un almuerzo en la casa después del funeral, pero sé que no se
refiere a eso. Pienso que todos nos encontramos preguntándonos la misma cosa,
¿Seguiremos viviendo en un mundo donde mi brillante y cariñosa hermana no
existe más?
—Me preguntaba si podía quedarme aquí tanto como me necesites. Colton
probablemente‖tiene‖que‖volver‖al‖trabajo‖pero…
Sacude la cabeza, deteniéndome. —Tu papá y yo estaremos bien. Hemos
sabido que esto era una posibilidad por un largo tiempo.
¿Era la única tan ciega que no sabía lo que estaba sucediendo, que no entendía los
riesgos? Becca continuaba desgastándose mientras todos me alimentaban con líneas
sobre el tratamiento experimental que milagrosamente financié, no hizo nada. Esas
palabras resonaron más profundo de lo que me gustaría. Nada. Todo ha sido por
nada. La subasta, venderme a mí misma, conocer a Colton…
No. Tan pronto como pienso en la última parte, sé que no es cierto. Estaría
perdida sin él ahora mismo.
116 Mi madre continúa—: papá y yo nos tenemos el uno al otro. No necesitas
quedarte aquí, Soph. Deberías ir a casa con Colton. Becca estaba tan feliz de que lo
encontraras.
Respiro profundamente y asiento.

***

Cuando dejamos el norte de California se siente tan mal manejar lejos


sabiendo que mi hermana está en ese cementerio. Parte de mi corazón ha sido
enterrado en la fría y dura tierra. Ella está en cada rayo de sol que sea demasiado
brillante, en cada soplo del viento en contra de mi piel mientras abordamos el
avión. Sé de seguro que ella está todavía conmigo. La veo en mi reflejo en la
ventana del avión, en el apretón de mi corazón y siento todo de nuevo. Colton
me acerca y me dice que me ama, y creo que tal vez, sólo tal vez voy a tener la
fuerza para hacer esto.
Traducido por Alessandra Wilde &Snow Q
Corregido por Laurita PI

Colton
En contra de mi mejor juicio, volví a trabajar. Sophie me aseguró que era
importante que los dos reanudáramos nuestros horarios normales. Pero cuando
“sólo‖una‖semana”‖se‖convierte‖en‖dos‖y‖Sophie‖se‖convierte‖en‖una‖mujer‖que‖ya‖
no reconozco, sé que tengo que pedir refuerzos.
Hubo unos pocos días que me dieron la esperanza de que mejoraba. Había
117 ido a correr, se había detenido donde Kylie para ver al bebé una vez, y en realidad
había hablado con ese consejero que le envié a la casa. Pero cuando llego a casa del
trabajo esta noche, mi corazón se rompe por lo que encuentro.
Sophie está sentada en el balcón que se extiende desde mi oficina. El viento
está azotando su pelo salvajemente alrededor de su cara y piel de gallina cubre su
carne. Una tormenta se acerca, pero parece no darse cuenta.
Su piel está pálida, y su expresión vacía. Simplemente es una cáscara de la
chica que me enamoré. Sus ojos azules gigantes miran fijamente al océano y está
tomando grandes sorbos de mi whisky directamente de la botella. Y la forma en
que ya no hace una mueca ante el sabor me dice que esto probablemente ocurre
con regularidad. Joder.
—¿Cariño? —pregunto, acercándome con precaución.
Su cabeza se vuelve hacia mí y parpadea varias veces. —Lo estoy perdiendo,
Colton.
Me arrodillo en el piso frente a ella y acuno su cara en mis manos. —
¿Perdiendo qué, dulzura?
—Todo. El sonido de su voz. La forma en que olía. Cómo se sintió cuando
estábamos juntas...
Me siento allí, sin habla, sosteniendo sus mejillas y veo sus ojos llenarse de
lágrimas. Joder, Colton, piensa.
Está completa y jodidamente rota en este momento y me preocupa que la
única que sabría cómo juntar sus piezas de nuevo es Becca, la hermana con la que
compartió un vientre por nueve meses, su mejor amiga a la que amaba sin dudar.
Estoy asustado de que no ser suficiente para ella, que mi amor nunca alcance.
—Tengo que hacer pis —dice después de varios segundos, y luego se
levanta tambaleándose sobre sus pies.
La acompaño al baño, ayudándola a mantenerse estable. —¿Cuánto
bourbon tomaste? —Esa mierda es fuerte. Lo suficientemente fuerte como para
hacer que me caiga de culo después de un vaso pequeño.
—No lo suficiente —dice, sus pies se retuercen debajo de ella. La agarro por
la cintura, evitando que su cara se estrelle contra el suelo. Maldita sea.
Cuando llegamos al cuarto de baño, maniobro con ella dentro de la
habitación, tiro de sus pantalones cortos y sus bragas hasta los tobillos y luego la
siento en el inodoro. —Voy a estar justo en la puerta.

118 Asiente y cierro la puerta detrás de mí.


Puedo oír el sonido de cuando hace pis y está murmurando algo para sí
misma. Algo sobre caramelos rosados. ¿Qué demonios?
De pie en el pasillo, pesco el celular de mi bolsillo y marco el número de
Pace.
—Necesito tu ayuda.
—¿Sophie? —pregunta.
—Sí. Está completamente borracha. Bebió un montón de ese bourbon añejo.
Tengo miedo y no sé qué hacer.
—Esa mierda es fuerte. ¿Ha comido algo? —pregunta.
—No, lo dudo. Murmuró algo acerca caramelos rosados.
—Estoy en eso, hermano. Sólo respira. Estaré allí pronto.
Justo cuando Pace llega a la casa, el cielo se vuelve oscuro y un fuerte rugido
de truenos se estrella en la distancia. La lluvia no tardará en llegar.
—¿Dónde está? —pregunta.
—En el dormitorio. —La había acostado con un álbum de fotos de mi último
viaje a África. Parecía que podía mirar las fotos de los pequeños pueblos, la gente,
los niños durante horas y horas.
—¿Qué quieres que haga? —pregunta.
—Necesitamos macarrones con queso.
—Deberías haberme dicho, podría haber comprado algo. —Él sostiene una
bolsa de plástico que está llena con al menos una docena de paquetes de
caramelos.
—No, necesitamos que sea hecho en casa.
—¿Cómo lo hacemos?
—No lo sé. Buscarlo en Google, supongo.
Asiente y se dirige a la cocina.
—Llévalo arriba cuando esté listo —le digo, luego me dirijo a las escaleras.
Sophie está roncando suavemente, pero cuando cruzo el dormitorio, levanta
la cabeza y parpadea varias veces, con los ojos fuera de foco. Me alegro de que
119 haya descansado un poco, aunque sea breve.
—¿Cómo te sientes? —pregunto, sentado a su lado en la cama.
—Mareada —confirma, apartando su pelo sucio de la cara.
—Pensé que podría prepararte un baño caliente. Podría ayudar a relajarte.
Asiente. —Bien.
Al menos deja que me ocupe de ella. No discute sobre eso. Si lo hiciera,
realmente me sentiría impotente y fuera de control. Tal como está, sé que mis
gestos sutiles no pueden ayudar mucho, pero al menos puedo hacer algo.
Enciendo el agua caliente y veo la tina rellenándose. Después de volcar en
una generosa cantidad de algo de un frasco morado llamado Adiós Estrés, voy a
buscar a Sophie.
Me deja cargarla hasta el cuarto de baño, desnudarla, a continuación, dejo
su cuerpo en el agua.
—¿Cómo está? —le pregunto una vez que está acomodada.
—Agradable —dice y me obsequia una pequeña sonrisa rara.
Mi corazón salta, Dios, extrañaba verla feliz.
—¿Vas a estar bien durante unos minutos? Voy a conseguir algo de ropa.
Asiente. —Vas a volver, ¿verdad?
—Sí —le confirmo.
Una vez que tengo un nuevo cambio de ropa para ella, vuelvo a entrar al
baño, dejo la ropa sobre el mostrador, bajo la tapa del inodoro y me siento.
—Gracias por quedarte. —Me sonríe de nuevo.
—Por supuesto que me estoy quedando. ¿Quieres que te lave el cabello?
Menea la cabeza. —Me lavé antes. Todavía me ducho, sabes.
—Sé que lo haces. —De hecho no lo sabía.
—No estoy rota, sabes.
—Sé que no lo estás.
Espero en el taburete, y reviso el correo electrónico del trabajo en mi
teléfono mientras Sophie se mueve en la bañera. Se hunde en el agua y descansa su
cabeza contra el borde, con los ojos cerrados y con un gesto inexpresivo cruzando
sus rasgos. Cuando asegura su pelo en un moño desordenado en la parte superior
de la cabeza, puedo decir que todavía está borracha por sus movimientos
120 descoordinados.
Mi estómago se agita por la preocupación. Trato de no asomarme, trato de
no mirar, y en su lugar me concentro en responder a las decenas de mensajes de
correo sin leer, pero es difícil. Pensamientos de ella consumen todo mi ser.
Cuando oigo movimiento en el agua, levanto la mirada. Sophie se ha
levantado, de pie en el centro de la bañera con chorros de agua jabonosa cayendo
en cascada por su cuerpo. Mis ojos vagan perezosamente desde las puntas de sus
pechos llenos hasta su coño desnudo y siento que mi cuerpo responde ante el suyo.
Mi polla palpita, hinchándose contra mi muslo. El maldito bastardo tiene un mal
momento. Pero Sophie desnuda no es algo que pueda ignorar, no importa cuán
sombría sea la situación.
Agarro una toalla cuando sale de la bañera y se posa en la alfombrilla. Me
deja secarla de pies a cabeza, aparentemente ajena a mi estado semi-excitado.
Sophie se queda ahí, mirándome con sus ojos azules. Cuando tomo el
pijama del mostrador del baño, un pequeño mohín cruza sus labios carnosos.
Ignorando el impulso de besar ese ceño para alejarlo, extiendo el par de
bragas, y obedientemente, Sophie levanta un pie a la vez y se para en ellas.
—¿Cómo te sientes? —pregunto. Mi voz es malditamente densa por la
excitación. Me aclaro la garganta.
—Mejor —dice, su voz es apenas un susurro.
—Bien. —Me alegro de que el baño ayudara, y estoy esperando que la
comida que Pace está preparando la haga sentir como nueva—. No quiero que
bebas así cuando no estoy en casa.
Levanto su barbilla para ver sus ojos.
—Lo sé. —Traga—. Fue sólo un mal día.
Mierda. Ahora me siento como un idiota.
Le acaricio la mejilla y presiono un tierno beso en sus labios. —Tienes
permitido tener días malos. Es sólo que no quiero preocuparme por ti, ¿de
acuerdo?
Asiente y se inclina por otro beso. —Te echo de menos, Colton. Nos echo de
menos.
—Estoy aquí, dulzura. No voy a ninguna parte. —Presiono mis labios sobre
los suyos y siento el preciso segundo en que el beso cambia, volviéndose caliente y
lleno de una promesa fuerte de algo más.

121
Sophie abre sus labios y su lengua sondea ligeramente mi boca.
Instintivamente, abro la boca, mi lengua rozando ligeramente a lo largo de la suya.
Sé que no debería estar haciendo esto, pero ha pasado mucho tiempo desde que la
he besado, realmente besado, y estoy deseando su calor, y un sentido de
normalidad. Succiona mi lengua en su boca y me trago un gemido áspero de
placer.
Apartándome sólo una fracción, compruebo sus ojos. Están brillando de
deseo, lo que debilita mi resolución. No ayuda que esté con el torso desnudo y
caliente, y permanezca de pie tan cerca de mí. Estoy a centímetros de tener todo el
peso de sus pechos en mis manos y mi boca, mi cara entre sus muslos cremosos.
Doy un paso atrás, necesitando poner distancia entre nosotros. Sólo que no conté
con darle a Sophie una visión directa de la erección que abulta mis pantalones.
Sus ojos se enfocan en el bulto y se lame los labios.
Maldita sea.
¡Enfócate, Colton!
—Aquí, cariño. Vamos a conseguir que te vistas. —Agarro la camiseta y
trato de ayudarla a ponérsela.
Me la quita y la tira al suelo. —No.
—¿No?
Sacude la cabeza, con los ojos todavía comiéndome. —Quiero que... quiero
que me folles.
Una nueva ronda de sangre bombea hacia el sur, por lo que mi polla palpita.
—No, no en este momento. No esta noche. —Ella no está en el estado de ánimo
adecuado. Estaría tomando ventaja. Enumero mil razones en mi cabeza, luchando
conmigo mismo mientras me mira.
—¿Por favor? —pide.
Meneo la cabeza. —No. Ahora, por favor vístete. —Pace está apunto de
subir aquí con su cena en cualquier momento. Desde luego, no quiero que tenga un
vistazo de ella. Sus magníficos pechos están reservados para mí y sólo para mí.
Baja su mano y agarra mi polla, dándole un ligero apretón. —Fóllame,
Colton. Hazme sentir mejor —suplica.
Quito su mano. —De ninguna manera. Estás borracha. No voy a follarte.
Levantando sus manos, acuna sus pechos, juntándolos y frota sus dedos
sobre sus pezones. Deja escapar un susurro suave como un suspiro tembloroso
como si la sensación fuera la cosa más agradable que ha sentido en mucho tiempo.

122 Me quedo ahí, paralizado, mirándola tocarse los pechos. Es tan hermosa que
quiero recostarla en el piso del baño y follarla de seis maneras diferentes hasta el
domingo. Pero no lo haré. Tengo un poco más de moderación que eso. Sin duda
jugaré con mi polla más tarde con esa imagen en mi cabeza, una vez que ella se
metiera en la cama, pero no necesita saber eso. Le da sus pezones un pequeño tirón
y suelta un gemido gutural. Luego deja caer sus manos.
Gracias a Dios su pequeño espectáculo ha terminado. No podía aguantar
mucho más.
Pero luego se baja las bragas y empieza a frotar sus dedos sobre su apretado
haz de nervios. Joder. Es tan increíblemente sexy y desesperada...
Las bragas caen de sus rodillas y se deslizan hasta el suelo. Mi mirada sigue
su movimiento y me doy cuenta de que es el mismo par de bragas de color azul
pálido que llevaba en la subasta. Siento toda mi determinación desvanecerse. Me
froto las manos sobre mi cara. A la mierda. No debería, pero no hemos hecho el
amor en dos semanas y estoy desesperado por sentirla a mi alrededor.
—Sophie, ¿estás segura de que quieres esto? —Mis manos
inconscientemente se mueven a mi erección y la ajusto.
Sigue mis movimientos y asiente. —Sí. Lo necesito.
—Desabróchalo. —Bajo la mirada a mi regazo y Sophie lleva sus manos a mi
botón, liberándolo y baja lentamente la cremallera. Sus manos trabajan en la parte
delantera de mis pantalones, aparta mi ropa interior y toma mi polla en su palma,
mientras la agarra y la frota con fuerza. Una gota de fluido sale de la punta, y la
extiende por mi longitud con su pulgar, causando que mis rodillas se debiliten.
En ese momento, me entrego por completo. Si ella quiere una distracción, si
necesita olvidarse de todo el dolor y la tristeza de las últimas semanas, entonces,
¿quién soy yo para negárselo?
Agarro sus muñecas, alejando sus manos de mis pantalones. —Más lento,
nena. —Se siente demasiado bien, y quiero que ambos lo disfrutemos. No duraré si
sigue bombeando mi polla de esa manera.
Succiona su labio inferior y hace un puchero antes de encontrar mi mirada.
Pero lo que ve cuando mira mis ojos le dice todo lo que necesita saber. Voy a
cuidar de ella. Voy a hacerla venirse tan fuerte que olvidará su propio nombre.
La levanto por la cintura, apoyándola en la encimera del baño. Me pongo de
pie entre sus muslos, abriéndola, y tira de mi camisa en la lucha por acercarse. Está
completamente desnuda y yo aún completamente vestido.
123 —Tu camisa —suspira.
—¿Sí, dulzura?
—Quítatela. Necesito sentir tu piel.
Obedezco, liberando los primeros botones, luego arranco mi camisa por
encima de mi cabeza.
Me acerca, hasta que la punta de sus pechos se frotan contra mi pecho
desnudo y ambos nos estremecemos ante el contacto y la ráfaga de endorfinas que
eso libera. Ha pasado demasiado tiempo.
Me inclino y tomo uno de sus hermosos pechos en mi boca, mi lengua
humedece su pezón izquierdo, luego el derecho. Sophie arquea la espalda y mete
sus manos en mi cabello, dejándome devorarla. Quiero tomarme mi tiempo,
asegurarme de que esté lista para mí, pero cada vez que estamos juntos se siente
como una explosión energía sexual y no puedo controlarme. Algo a lo que no estoy
acostumbrado.
Me retiro para besar su boca, mi lengua es codiciosa y chupa la suya. Sus
manos deambulan en mis pantalones, frotando mi polla con entusiasmo. Sé que
esto será más rápido de lo que quiero, pero tal vez es lo que necesita.
Con nuestras bocas fusionadas y su mano en mis pantalones, encuentro su
centro húmedo y empujo mi dedo índice y medio en su interior. Jadea en mi boca,
paralizándose momentáneamente antes de continuar la arremetida que arrojó con
el propósito de hacerme venir demasiado pronto. Mi otra mano juega con sus
pechos y pezones, y Sophie se estremece mientras me bombea con entusiasmo en
sus manos.
—Cariño,‖ tranquila…‖ —Tomo sus manos de nuevo, haciendo que se
detenga y me siento como un maldito idiota.
Me sonríe, claramente orgullosa de sí misma. Dios, es bueno verla sonreír. Si
esto es todo lo que se necesita para hacerla sentir completamente bien, entonces me
anoto.
—No puedo esperar más —admito.
Baja lo que falta de mis pantalones y del bóxer por mis caderas,
permitiéndome acomodar mi polla contra ella. Cuando empujo hacia adelante,
desapareciendo dentro de su perfecta abertura rosada, dejamos escapar un
gemido.
—Sí, fóllame. Más fuerte —ruega.
124 Obedezco, empujando en su interior sin descanso, mi figura domina la suya
mucho más pequeña.
Sus ojos deambulan hacia el lugar donde nos unimos y me observa
deslizarme dentro y fuera. Es una vista erótica —verla mientras nos observa.
Puedo leer cada emoción y pizca de placer que recorre sus rasgos. Cuando empujo
más profundo, toma una bocanada de aire y deja escapar un jadeo y cuando me
retiro sus ojos siguen el camino de mi dureza brillante con una mirada hambrienta.
Sophie
Hacemos el amor contra la encimera del baño, nuestros cuerpos se mueven
frenéticamente. Es exactamente lo que necesito —besos hambrientos y
desesperados, la encimera de granito dura y fría debajo de mí, dedos gentiles
acariciando mi cabello, besos suaves presionando mi sien. Estoy agradecida de
sentirme algo más que entumecida.
—Sí, fóllame. Con más fuerza —ruego, agarrando sus hombros.
Colton se estrella contra mí, su dura polla deslizándose dentro y fuera en un
ritmo riguroso.
Mi mirada cae de la suya y miro entre nosotros hacia el lugar donde estamos
unidos. La vista es erótica y carnal, y mi interior se aprieta a su alrededor,
probando un bajo gemido desde su garganta.
—¿Te gusta eso, nena? —Presiona hacia adelante de nuevo, enterrándose
hasta la empuñadura y mi cabeza cae hacia atrás.
125 —Sí…‖—gimo—. Más fuerte —le pido de nuevo.
De repente me levanta de la encimera, me toma por debajo del trasero y me
carga hacia la habitación.
Me deja caer en el colchón y baja su mirada. Su dura polla está húmeda con
mis jugos y sus abdominales están tensos, pero su rostro se mantiene en completo
control. —Ponte de rodillas.
Obedezco con rapidez, acomodando mis manos y mis rodillas. Posada en la
cama completamente desnuda y lista, espero a ver lo que planea para mí. Colton
agarra la parte posterior de mis rodillas, empujándome hacia atrás hasta que estoy
en el borde del colchón. Pasa sus manos por mis piernas, mi trasero, luego empuja
hacia adelante mi espalda alta, sus manos descansan en medio de mis hombros
hasta que bajo mi pecho a la cama. Girando la cabeza, coloco una mejilla contra el
colchón, y lo miro.
Todavía está calmado, en control y completamente sexy.
—¿Quieres ser dominada y follada con fuerza? —pregunta.
Asiento, manteniendo mis ojos fijos en los suyos.
Su mirada se oscurece y mi interior salta con anticipación.
Se alinea contra mí y empuja hacia adelante. Amo la forma en que mi
cuerpo se estira a su alrededor y empujo también, atrayéndolo más profundo
dentro de mí.
Con una mano asegura mi nuca, y con la otra palmea mi trasero. Siento su
pulgar frotando mi entrada trasera y me estremezco. Con su polla todavía
bombeándome, presiona un dedo en mi trasero.
—Maldición, Sophie —gime.
Cada sensación, cada áspero susurro de su aliento enciende todo mi cuerpo.
Empujo mi culo hacia atrás, encontrando sus duras arremetidas. Está zurrándome,
probablemente marcándome, pero jodidamente lo amo.
—¿Es lo que necesitas? ¿Necesitas que sea rudo? —Se inclina sobre mí y
gruñe contra mi oreja.
Lloriqueo de placer, mi interior grita—: ¡Sí, sí, sí!
Sus caderas colisionan con las mías, duros sollozos de placer se arrastran
por su garganta después de cada empuje brutal.
El orgasmo me azota, robándome el aire y obligándome a liberar un duro
126 sollozo. Me estremezco, apretándolo en mi interior, deliciosamente, mientras me
desplomo.
Finalmente, el aire retorna a mis pulmones y repito su nombre una y otra
vez. Siento el momento en que su polla se hincha y derrama su caliente liberación
en mí.
Después, Colton me gira para enfrentarlo, después besa mi rostro —mis
parpados, mis mejillas, mi frente, diciéndome lo mucho que me ama. Luego trae
un paño caliente, junto con mi ropa y me limpia.
Me siento saciada y en calma mientras me viste y me mete a la cama. Mis
extremidades están cansadas y doloridas, y entre mis piernas arde de la manera
más maravillosa.
Las últimas semanas han sido un ciclo interminable de tomar vino en la
tarde para ayudarme a terminar el día, pastillas para dormir que me noquean en la
noche, y lágrimas que derramo con demasiada facilidad. La terapeuta que Colton
envió el primer día en que regresó al trabajo no ayudó. Ella no podía entender la
profundidad de mi relación con mi hermana gemela. La pérdida fue inimaginable.
Mi única forma de terapia ha sido correr. Justo como cuando Becca estaba enferma.
Me calma, adormece mis extremidades y me ayuda a seguir adelante, aunque sólo
por poco tiempo. Pero como aprendí esta noche, intimar con el hombre que amo
triunfa sobre todo lo demás. Me siento mejor de lo que lo he hecho en días.
Un golpe en la puerta de la habitación llama nuestra atención. No sabía que
alguien más estuviera aquí.
—¿Colt? —pregunto.
—Ya vuelto.
Se desliza en un par de pantalones deportivos y luego va a responder la
puerta.

127
Colton
—¿Toda está bien aquí? —pregunta Pace, echando un vistazo para mirar
dentro de la habitación—. Escuché unos gritos.
—Sí, ignora eso.
Su expresión se endurece. —No me digas que estás pensando con tu polla
en un momento como este.
—Mierda, no. Sólo pienso en ella, en hacerme cargo de sus necesidades. No
de las mías, confía en mí.
—Y‖ella‖necesitaba…‖—Él arquea sus cejas.
—Déjalo estar, joder —ladro.
—Bien. La comida está lista —dice, rodando los ojos.
—Tráela.
Vestí a Sophie con un par de pijamas y cuando Pace entra, se encuentra
128 sentada contra la cabecera con sus piernas cubiertas por mantas.
—¿Pace? No sabía que estabas aquí. —Sus mejillas se tiñen de rosa cuando
se da cuenta de que tuvo intenso y ruidoso sexo mientras él se encontraba en la
casa. Sophie lo observa moverse por la habitación mientras balancea una bandeja
en sus manos.
—Cocinó‖para‖ti‖mientras‖yo…‖te‖cuidaba.
Comparte una sonrisa conocedora conmigo antes de regresar su atención a
Pace.
La habitación huele a sexo y espero que Pace no lo note. Si lo hace, no dice
nada.
—¿Qué es? —pregunta Sophie, sonriéndole a Pace.
—Coco dijo que te gustaban los macarrones con quesos y los caramelos
rosados. —Le regala una de sus sonrisas engreídas y utiliza mi apodo de la niñez
que ha permanecido en el tiempo.
—¿Caramelos? —Sus ojos se mueven rápidamente hacia mí.
Su reacción es inesperada. —¿Eso está bien, dulzura?
Pace baja la bandeja a su regazo. Hay un tazón de macarrones con queso
que no se ve tan mal, a pesar de estar preparado por mi hermano que
sorprendentemente puede cocinar, y un vaso de vidrio lleno con dulces rosados.
Debe haber abierto todos los paquetes y escogió sólo los rosados. Lindo detalle.
Lágrimas llenan los ojos de Sophie y aparta la mirada para ver a Pace, luego
regresa a mí. —¿Cómo lo supiste? —pregunta, y una sola lágrima se derrama por
la esquina de su ojos. La seca con el respaldo de su mano.
Me encojo. —Sólo lo sabía. —No quiero avergonzarla al explicar que la
escuché susurrando y murmurando ebria acerca de los dulces.
—¿Ella de verdad está aquí, eh? —dice Sophie a nadie en particular
mientras desenvuelve uno de los dulces, y lo lleva a su boca. Cierra los ojos y
mastica lentamente, liberando un pequeño suspiro de felicidad.
Pace y yo intercambiamos una mirada y brevemente nos preguntando si ha
perdido la cabeza, pero entonces Sophie nos anima a sentarnos en la cama
mientras come, y nos cuenta la historia acerca del dulce que su hermana y ella
siempre compartieron y la últimas palabras de Becca para ella en su cartas.
Mi pecho se aprieta mientras comprendo la profundidad del significado
detrás de esto y el increíble lazo que las dos comparten, tan bien el sacrificio que
hizo Sophie para hacer feliz a su hermana. Mi chica es increíble de tantas maneras.
129 Después de un par de bocados de macarrón, Sophie le agradece a Pace y nos
dice que tiene sueño. Pace se lleva los platos y apaga las luces, me acurruco en la
cama con ella, aferrándola con fuerza contra mí y la sostengo hasta que su
respiración se hace lenta y tranquila y se duerme.
Traducido por vals <3 & florbarbero
Corregido por Beatrix

Sophie
Becca ha estado gritándome todo el día. Mientras me siento alrededor
enojada en mi forma habitual, te juro que puedo sentirla. Prácticamente puedo
oírla. Ella me dice que me levante de mi culo y siga adelante con las cosas. Y la odio
por eso.
He regresado a trabajar de media jornada con Kylie. He estado corriendo
130 varias veces a la semana. Las cosas están regresando a la normalidad conmigo y
Colton. Ya no se retiene conmigo más. Se entrega a mí libremente, entendiendo
que nuestra intimidad compartida me ayuda. Pero aún no soy yo y a través de
alguna extraña conexión de gemelas, Becca me está llamando a salir en escena.
Subo las escaleras y saco la carta de la caja especial en la parte de arriba de
mi vestidor donde la mantengo. La releo dos veces, buscando pistas. El dibujo del
pene aún me hace reír.
Concéntrate, Sophie.
La tercera vez que la leo, lo entiendo. La realización me da una bofetada en
la cara. Ella no me quiere yendo solo con los movimientos de mi vida —
trabajando, trotando, haciendo el amor con mi novio en la noche. Quiere más de
mí. Ella quiere más para mí. En la fiesta de la piscina me retó a vivir cada día como
si fuera el último.
Me hundo en la cama con la carta en mis manos.
Mierda.
Quiero gritarle, decirle que no es tan fácil de hacer. La verdad es que no
tengo idea de cómo hacerlo. Toda mi vida he vivido para complacer a los demás.
Mantuve buenas calificaciones y nunca di a mis padres una razón para
preocuparse —ellos tenían una hija con cáncer— no necesitaban ningún tipo de
estrés adicional en sus vidas. Yo era una buena hermana, una buena persona.
Educada, de buenos modales, todo lo que se suponía que debía ser. Venderme a mí
misma en la subasta fue la cosa más loca que he hecho, e incluso eso no era por mí.
Maldición, Becca.
Tengo imposibles conversaciones conmigo misma toda la tarde, tratando de
descubrir que quiere de mí. ¿Paracaidismo? ¿Saltar de un puente? ¿Qué?
Y entonces me doy cuenta.
Nunca quiso que hiciera algo loco solo por el golpe de adrenalina. Todo lo
que quiso era que fuera feliz.
—Lo estoy logrando —le digo a la cocina vacía.
Dios, siento como que estoy perdiendo la razón.
Observando el reloj. Una hora más hasta que Colt este en casa.
Una hora más para idear algo que hacer esta noche para demostrarme a mí
misma que puedo hacer toda esta cosa de vivir al máximo.

131
Colton
De camino a casa del trabajo, mis pensamientos derivan hacia Sophie
No sé cómo fui lo suficientemente afortunado para irme a casa con Sophie
esa noche, pero en el transcurso de los últimos meses, he estado agradecido por ese
hecho innumerables veces. Ella me salvó de una amarga y sola existencia. Y ahora
estoy cuidándola a través de una de las más difíciles partes de su vida. Pero veo su
progreso poco a poco cada día.
La estoy ayudando a vivir de nuevo, y recordándole siempre que es lo que
Becca hubiese querido. Me detengo de camino y tomo un paquete de Starbursts,
escondiendo los rosas alrededor de la casa para que los encuentre, uno al lado de
su café mañanero, uno en su tocador, otro en sus zapatillas. La sonrisa en sus ojos
cuando los encuentra hace que mi pecho se apriete.
Veo su fuerza cada vez que ata sus zapatillas, cada vez que cocina para mí,
en cada sonrisa, en cada risa —puedo sentir su valentía. Está escogiendo vivir.

132 Por supuesto, algunos días son todavía difíciles. Algunos días sus ojos están
hinchados por llorar cuando regreso a casa del trabajo, y eso me rompe el corazón.
Pero poco a poco estoy recuperando a mi dulce Sophie.
Pero esta noche es la mejor. Debido a que hay un poco de brillo rosado en
sus mejillas y sus ojos brillan con picardía
—¿Qué te traes entre manos señorita Evans? —le pregunto, después de
llegar a casa.
—Nada. Solo tengo planes para nosotros después de la cena, es todo. —
Sonríe dulcemente y mi pecho se aprieta.
Compartimos una comida de pato asado que Beth ha preparado y lleno a
Sophie con todos los detalles del progreso de la compañía. Las cosas realmente han
cambiado. Es lindo tener a alguien para compartir los avances y caídas. Está
exitosamente quebrando mis barreras y enseñándome lo que significa compartirte
totalmente con alguien. En el pasado, habría guardado todos mis errores en los
negocios encerrándome en mí mismo. Ahora sé que no hay nada que necesite
esconderle. Me acepta como soy. Es el sentimiento más hermoso del mundo. Con
ella, me siento completo.
Terminamos de comer y estoy a punto de preguntarle que le gustaría hacer
esta noche cuando mi celular empieza a sonar. Lo volteo y el nombre Stella se
despliega a través de la pantalla.
—¿Por qué te está llamando Stella? —Sophie arruga su nariz con asco.
—Maldita buena pregunta.
—Respóndele —dice.
Cristo. Aquí vamos. —¿Hola?
—Hola, Colton —dice.
—¿Por qué estás llamando, Stella? —El enojo en mi voz es inconfundible.
—Tengo algunas cosas que quería decir.
—Sophie está aquí conmigo. Te estoy poniendo en altavoz. —Aprieto el
botón del altavoz en el celular sin esperar su respuesta. No la tendré
preguntándose qué se está discutiendo entre mi ex esposa y yo, y no le ocultaré
deliberadamente nada a ella.
Stella se aclara la garganta y momentáneamente se detiene. —Nunca quise
133 ser la villana, Colton —dice suavemente. Sophie mira de reojo al celular en mi
mano mientras Stella continua—: Era joven y tonta. Te amaba, a mi manera, pero
me di cuenta rápidamente después de que nos casamos que no era una clase de
amor para siempre. Trabajabas largas horas, estabas construyendo una compañía a
una edad tan joven y te encontrabas tan impulsado y singularmente concentrado.
No estaba hecha para vivir mi vida bajo la sombra de tu trabajo. Me sentía
abandonada y tan malo como era, me dejé arrastrar en las atenciones de otro
hombre. Me sentí querida y deseada y eso eran cosas que había estado extrañando
de ti. Me dabas todo lo que pudiese querer materialmente, pero no te encontrabas
emocionalmente disponible para mí. Y no te estoy culpando. Nosotros solo no
teníamos esa profunda conexión. Tu trabajo era tu primera prioridad.
—¿Por qué me estás diciendo todo esto ahora? —pregunto, peleando con la
urgencia de rodar mis ojos. No sé a qué juego está jugando, pero si es el perdón lo
que está buscando, le está ladrando al maldito árbol incorrecto. Ella me engañó,
durmió con nuestro jardinero, luego tomó la mitad de mi dinero. Las relaciones
llevan trabajo, si era infeliz en nuestro matrimonio, pudo haberme hablado acerca
de eso.
Después de una larga pausa, Stella continúa—: Mi abogado mencionó de
pasada que te encontrabas fuera del trabajo debido a una muerte en la familia.
Estaba curiosa, así que llamé a Marta.
No tenía idea de que todavía seguía en contacto con Marta. Por alguna
razón eso me molesta. Mi mirada se levanta hacia la de Sophie y sus ojos se
ampliaron.
—Sí, perdimos a la hermana de Sophie, Becca —explico. Tomo y sostengo la
mano de Sophie y enlazo mis dedos entre los suyos.
—Lo escuché y realmente lo siento —ofreció Stella.
—¿Hay una razón por la que llamaras, Stella? —Mi paciencia se está
agotando.
—Sí. Cuando escuché acerca de tú situación supongo que golpeó algo en mí.
Quería llamar y disculparme. Me di cuenta que después de todo este tiempo, era
algo que oficialmente nunca hice y aunque sé que un simple lo siento no
solucionará todo, espero que lo aceptes.
Succiono una profunda inhalación. —Seguro, la aceptaré —digo. No
significa que todo se hallaba barrido debajo de la maldita alfombra, pero no voy a
desperdiciar la energía luchando con Stella más—. ¿Algo más? —pregunto.
—Sí, de hecho. Quería decirles a ambos que he hecho una donación en

134 nombre de Becca. Dos millones de dólares para las investigaciones contra el cáncer.
Guao. Estoy de hecho sin palabras. Miro a Sophie, cuyos ojos están llenos
con lágrimas.
—Gracias, Stella. Eso fue mi amable de tu parte —dice Sophie, su voz
temblorosa.
—De nada. Lo siento de nuevo, por todo —dice Stella.
En el más extraño giro de los acontecimientos que podría haber imaginado,
Stella ha hecho las paces y surgió como el héroe. Bueno, no del todo, pero la
donación fue bastante impresionante.
Una vez que termino la llamada, me vuelvo hacia Sophie. —Bueno eso fue
jodidamente raro —digo.
—Fue lindo.
—Supongo que lo fue. —Beso la cima de su cabeza—. Pero por un dulce
gesto no significa que tengo que perdonarla por traicionarme.
—No tienes que perdonarla, pero creo de cierta forma, la entiendo un poco
más. Además, egoístamente, estoy horriblemente agradecida que ustedes dos no
funcionaran.
—Yo también. Porque te tengo ahora. —Sus ojos me encuentran y me dicen
todo lo que necesito saber—. Ahora dime más acerca de lo que habías planeado
para esta noche.
—Prefiero enseñarte. —Sus ojos se iluminan con picardía y sé que mi
dulzura está de regreso.

135
Sophie
Practicando mi caminata más tentadora, balanceo mis caderas mientras me
dirijo hacia la costa. La luna proporciona luz suficiente para ver y el bajo silbido de
Colton me dice que está apreciando la vista. Una lenta sonrisa se desenrosca en mi
boca. —¿Vas a venir, señor Drake?
—Joder sí —dice. Sus pisadas creciendo más cerca y con un chillido, corro
hacia la playa, Colton persiguiéndome por detrás. En una rápida mirada detrás de
mí, lo veo quitarse la chaqueta y lanzarla a la arena. Pero no me detengo hasta
llegar al agua.
Tomando una respiración profunda fortificadora, cargo directamente contra
el agua, a pesar de la congelada temperatura. No hay nada como entrar al océano
con ropa para que te sientas imprudente y espontánea.
Tan pronto como golpeo las olas, empiezo a entender lo que Becca ha
querido para mí todo el tiempo. El crujido de la arena entre mis dedos de los pies,

136
el agua fría corriendo sobre mi piel, y la brillante sonrisa de Colton mientras me
observa luchar a mi manera con las olas hace que todo sea claro como el cristal. Me
siento libre de preocupaciones. Viva. Con un destello de claridad entiendo todo lo
que ha estado tratando de decirme. Se siente tan bueno y liberador que casi lloro.
Pero en cambio, me río, un sonido crudo, primitivo rebosante de mis labios. Dios,
no me acuerdo de la última vez que me reí. En realidad reí en voz alta. Se siente
jodidamente increíble.
La mirada de Colton se ajusta a la mía ante el sonido y una sonrisa lenta se
desenrosca en su boca. Él puede sentirlo también. Ya estoy de vuelta. Tengo esto.
Voy a estar bien. No voy simplemente a sobrevivir. Voy a prosperar. Voy a
garantizar que Becca no se va en silencio. Su mensaje sonará alto y claro si tengo
algo que decir al respecto.
Me envuelve una sensación de euforia y tiro mis brazos a los lados, girando
en un círculo y mirando directamente hacia el cielo oscuro mientras el agua fría me
envuelve. Entonces nado más profundo, necesitando más de este sentimiento.
Colton va tras de mí hasta que estoy hundida hasta mi pecho. La piel de
gallina estalla sobre mi piel mientras el agua fría me envuelve, mi ropa mojada
aferrándose a mi cuerpo. El agua llega a su cintura y nos quedamos de pie allí,
mirándonos el uno al otro, respirando con dificultad. La luna está cubierta por una
neblina de nubes bajas, pintando el cielo de la noche en una tonalidad de luminosa
oscuridad.
Colton se mueve con confianza hacia mí. Está tan a gusto con su cuerpo, tan
controlado en todo lo que hace, es difícil no sentirse pequeña y femenina en su
presencia. Su fuerte estatura llama la atención. Y él tiene la mía —completa e
indivisible.
Se desabrochó la camisa de vestir y observo las olas lamer contra su vientre
tonificado y su pecho, preguntándome si sabrá salado por las salpicaduras del mar,
si me decido a inclinarme y lamerlo como mi cerebro está exigiendo hacer. Una
corriente de atracción sexual zumba entre nosotros.
Encuentra mi mano bajo el agua y me tira más cerca.
Lo alcanzo y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, disfrutando de
la sensación de su piel caliente contra la mía. Con mis piernas enredadas alrededor
de sus caderas, mi centro tiene el ángulo justo para sentir los movimientos de su
erección.
—Hmm, pensaba que estarías un poco más emocionado que eso —le digo,
sintiéndome descarada.
—El agua es un poco fría, dulzura. Dame un minuto.

137 Me encojo de hombros. —Veremos, señor Drake.


—Confía en mí, no terminarás decepcionada —dice, con tono seguro y
autoritario.
—Bien. Porque tenía ganas de explorar algo más esta noche.
—¿Más? —Levanta una ceja, mirándome con expectación.
—Más —confirmo.
Su sonrisa perezosa está de regreso y sus ojos encuentran los míos. —¿Que
sucede esta noche? No es que me queje —añade rápidamente.
—Tengo vida —le digo—. Me perdí un poquito antes.
—Es comprensible. —Con una mano todavía descansando debajo de mi
trasero, usa la otra para ahuecar mi mejilla y quitar el pelo de mi cara—. Eres mi
todo. Lo sabes, ¿verdad?
Asiento, dejando que un profundo sentimiento de amor caiga sobre mí.
Durante estas últimas semanas tuve miedo de sentir, pero ahora estoy dejando que
cada emoción se vierta sobre mí y es abrumador, pero de la mejor manera posible.
—No puedo perderte, Sophie —murmura. Puedo ver en sus ojos que ha
estado asustado. Aunque nunca lo dijo, mi comportamiento hizo que se preocupe.
—Estoy aquí. Lo prometo.
Como un signo perfecto del cielo, comienza a llover. Torrencialmente. Las
gigantes gotas de agua caen en cascada sobre nosotros y retornan al océano con
una fuerza tumultuosa, su propia marca de energía salvaje. Parece una gigantesca
olla de agua hirviendo.
Me desenredo de él y nado hacia la orilla. —¡Ven! —le grito cuando me doy
cuenta que todavía está de pie donde lo dejé, mirándome con curiosidad.
Cuando llego a la playa mi ropa está arrugada y cuelga pesadamente en mi
cuerpo y mi pelo mojado se mueve violentamente alrededor de mi cara.
Agarro la mano de Colton, está helada, y tiro de él, corriendo hacia la casa
mientras la lluvia cae sobre nosotros.
Una vez dentro, corro por las escaleras, alejándome de Colton que está
congelado, mientras tapo mi boca con las manos lanzando una risa que no puedo
contener.
La suave risa de Colton retumba detrás de mí mientras me persigue. La casa
ha estado desprovista de risa durante tanto tiempo, que el sonido es como la
música. Hermoso y lleno de vida.

138 Tan pronto como llego a la habitación me sumerjo en la cama. Necesitando


entrar en calor, y me envuelvo en el edredón mullido como un burrito. Intentando
no empapar la cama, me quito la ropa y sólo levanto el edredón para arrojarlas
fuera, dejando caer los artículos sobre la alfombra con un ruido sordo y húmedo.
La risa de Colton muere en sus labios mientras su mirada caliente se desliza
sobre mis curvas, calentándome desde adentro hacia afuera. Después de recorrer
su camino por todo mi cuerpo, su mirada se asienta en la mía. —Eres tan
jodidamente hermosa —dice.
De alguna manera sé que no está hablando de cómo me veo externamente,
está hablando acerca de lo que está en el interior. La vida que puede ver ardiendo
brillantemente dentro de mí. Y me siento hermosa, su mirada azul oscura y el
profundo amor y aceptación que siento irradiar desde su mirada consumiéndome.
—Ven aquí. —Extiende su mano y me levanto sobre mis rodillas, cruzando
la cama hasta estar arrodillada ante él. Colton traga con dificultad y me observa
mientras se desnuda, sacando sobre sus hombros la camisa mojada y dejando que
sus pantalones y boxers caigan al suelo.
Un relámpago ilumina el cielo cuando la anticipación pulsa a través de mí.
Todo lo de esta noche se siente diferente. Y me gusta.
Nuestra piel se presiona junta, fría, húmeda y pegajosa por el agua salada,
pero se siente increíble tenerla apretada contra la mía.
Después de unos besos dulces, se inclina hacia adelante y toma mis pechos
con sus manos, levantándolos a su boca y acariciando alternativamente a cada uno
con besos calientes y húmedos y toquecitos con su lengua.
Oh, Dios mío.
Me agacho y lo encuentro duro y listo. Tiro de sus hombros hacia abajo
encima de mí, amando el peso de su cuerpo sobre el mío. Sin previo aviso, se ubica
contra mí y empuja hacia delante, dejando que me adapte a cada centímetro duro
de él mientras me llena lenta pero completamente.
Follamos lentamente, y nuestras miradas se encuentran a medida que nos
movemos juntos. Estamos en silencio, es intenso y me encanta todo de este
momento.
Los ojos de Colton observan los míos mientras continúa sus embestidas
perezosas dentro y fuera de mí.
—Quiero que folles mi trasero —respiro, plantándole un beso en la boca.
Sus labios no se mueven, todo su cuerpo se encuentra tan tenso, como si
estuviera haciendo una pausa para asegurarse de que me escuchó correctamente.

139 Entonces me besa de nuevo, su lengua deslizándose contra la mía, y se retira.


—¿Estás segura, Sophie? No tenemos que...
—Sí, estoy segura. —Mi voz es firme y segura.
Inclinándose sobre la cama, Colton abre el cajón de la mesita de noche y
extrae una pequeña botella de aceite. —¿Recuerdas cuando traje esto a casa? —
pregunta.
Asiento. Es el aceite con que me masajeó en mi segunda noche aquí. —Por
supuesto.
—Pensaste que era lubricante. —Sonríe—. Acuéstate sobre tu vientre para
mí —dice.
Vertiendo un poco del aceite perfumado sobre mi espalda, empieza a darme
un lento masaje sensual. Realiza su camino desde mi cuello hacia abajo, a mis
hombros, y pronto sus manos están en las mejillas de mi trasero y las está
amasando en sus palmas. Mi cuerpo vibra por la anticipación de que está a punto
de convertirse en un masaje erótico. Al menos espero que lo sea.
Cada vez que sus dedos se acercan más a mi centro, levanto mis caderas,
dándole una invitación abierta a tocarme. Pero no lo hace. Se toma su tiempo,
frotando mi espalda, mi trasero, hasta que por fin lo siento separando las mejillas
de mi culo y deslizando sus dedos entre mis piernas, extendiendo un poco de
aceite por encima de mi apertura. Una oleada de cosquilleos se desliza por mi
núcleo y mi cuerpo, siempre respondiendo a sus toques lentos y tortuosos, llenos
de vida. Su dedo acaricia mi apertura prohibida y no tengo ni idea de cómo o por
qué, pero sus toques allí se sienten increíbles. Eróticos. Pecaminosos. Y tan sexy.
—Tienes un culo perfecto. —Su voz es baja, áspera y gruesa por la
excitación. Me hace quererlo más.
Un gruñido bajo emana de su garganta y sin mayores preámbulos, desliza
un dedo, y luego dos dentro de mí, estirándome, preparándome. Las sensaciones
me abruman y gimo en voz alta.
Después de unos cuantos empujes, Colton se retira de mí por completo y
estoy a punto de protestar por la pérdida cuando siento la punta de la cabeza de su
polla en mi abertura trasera. Oh Dios. Todo mi cuerpo se tensa.
Se inclina sobre mí y planta un beso húmedo entre mis omóplatos en un
intento relajarme. Entonces siento su aliento caliente contra mi pelo. —No voy a
lastimarte, te lo prometo. Sólo respira por mí. Y relájate. Te prometo que voy a
hacer que esto se sienta bien.
Escucho los sonidos mientras recubre su polla con lubricante y luego de
140 vuelta se ubica contra mí, separando mi trasero y empujando hacia adelante.
Cierro mis ojos, me concentro en respirar y relajar mi cuerpo, tal como me
dijo que hiciera.
—Eso es todo, hermosa chica. Déjame entrar. —Su voz es increíblemente
tensa y mis entrañas se funden ante el sonido de sus órdenes.
Aprieta hacia adelante y se hunde en mi interior, y mi cuerpo grita por la
intensidad del placer y el dolor de ser estirada. Hace una pausa mientras tomo
unas cuantas respiraciones profundas y luego comienza a moverse dentro y fuera
en una serie de empujes superficiales.
La sensación no es como esperaba. Me siento increíblemente llena y tomada
de una manera que nunca experimenté antes. En ese momento, soy suya. Cada
parte de mí pertenece a este hombre. Él es dueño de mi trasero. Literal y
figuradamente.
Usando mi cuerpo para su placer, Colton bombea en mí, tomándome y
haciéndome llorar de éxtasis.
Lleva una mano alrededor, encuentra mi clítoris y frota hasta que tiemblo y
me sacudo debajo. Las sensaciones son demasiado intensas, y combustiono,
mientras blancas chispas calientes destellan detrás de mis párpados cuando me
corro.
Colton se corre detrás de mí, empujando dos veces más antes de retirarse,
vertiendo su líquido caliente y pegajoso contra mi piel.
Me tira contra él y puedo sentir su corazón latiendo tan fuerte como el mío.
Estamos sin aliento y nos movemos con languidez, como si estuviéramos en medio
de un sueño.
Después de una ducha caliente, nos derrumbamos en la cama juntos,
nuestro vínculo más profundo que nunca. Mi confianza en él, en nosotros, ha
crecido de manera exponencial después de todo lo que hemos soportado, todo lo
que hemos compartido. Y me estremezco al pensar cómo sería mi vida ahora
mismo si no hubiera conocido a Colton. Él es mi línea vital. Mi salvador. La razón
por la que abro los ojos y salgo de la cama por la mañana. Es mi todo.
Aunque sienta vergüenza y culpa por pasar los últimos meses de vida de
Becca enamorándome y haciendo el amor con este hombre, sé que esto era
exactamente como se encontraba destinado a suceder. Nunca será reemplazado mi
amor por Becca, ella siempre tendrá el centro de mi corazón, pero sé que sin mi
amor por Colton, no sobreviviría a esto. Su pérdida es destructora. Y él reúne mis
pedazos de nuevo.

141 Por eso, estoy muy agradecida.


—Gracias por confiar en mí —susurra en mi cuello, curvando su cuerpo
grande y caliente alrededor del mío, abrazándome fuerte.
Sus palabra están equivocadas, debería ser la que le agradezca, pero
entiendo exactamente lo que quiere decir. Tomó una increíble cantidad de
confianza ir a casa con él esa noche, poner mi boca en él esa primera vez, darle mi
corazón, y ahora, confiar en que me rearmará de nuevo cuando lo necesite.
—Te amo —le digo.
—Te amo más, dulzura —susurra.
Seis meses después
Traducido por florbarbero
Corregido por Jasiel Odair

Sophie
142 —Mantén tus ojos fuera de sus tetas, amigo —le gruñe Colton a Pace por
tercera vez en el día.
Me rio y miro a Pace. Me sonríe no tan inocentemente antes de colocarse un
par de gafas de sol sobre los ojos. —Lo siento, Soph. Estoy teniendo un período de
sequía, y siempre que hay tetas cercas, mis ojos van automáticamente hacia ellas,
pero sé que no es una excusa —dice.
Colton parece a punto de darle un puñetazo. Coloco mi mano sobre Colton
en un intento de calmarlo. —Está bien, Pace.
Miro el bikini cubriendo mis senos, asegurándome de que todo está
cubierto. Lo está. Gracias a Dios.
—Aquí, cúbrete, dulzura. —Colton me entrega una toalla de playa.
—No usaré una toalla. Estoy tratando de conseguir un bronceado —le digo.
Colton se muerde el labio, enojado, pero lo deja ir.
Estamos pasando un día perfecto en el yate de Collins, y tengo que admitir
que me siento un poco como una diosa. Los tres hombres han sido muy atentos,
ayudándome a sentir cómoda, sirviéndome champán, frotando protector solar en
mis hombros, y proveyéndome de diversión sin fin mientras pelean.
Hay veces que me siento mal por sonreír y reír cuando ella no puede hacerlo
más. Pero entonces Colton entrelaza sus dedos con los míos y sé que está leyendo
mis pensamientos. Becca querría que yo fuera feliz, así que alejo los oscuros
pensamientos y me centro en las cosas buenas de mi vida.
El sol está brillando, haciendo que los diamantes y zafiros de mi anillo de
compromiso destellen y brillen bajo la luz. Extiendo mi mano, admirando el sol y
respondiendo a la sonrisa de Colton que es lo suficientemente brillante como para
iluminar una habitación.
El día que lo deslizó en mi dedo fue uno los más felices de mi vida. Lo
encontré casualmente en su cajón para calcetines unas semanas antes de que él se
propusiera. Lo guardé en su lugar, por supuesto, pero a medida que pasaban los
días sin que se propusiera, empecé a sentir pánico, preguntándome si había
cambiado de opinión.
No lo había hecho.
Unos días más tarde, volamos a Roma, de regreso al hotel donde me alojé
con Becca. Y en la misma suite del hotel que compartí con mi hermana, se propuso.
Nos encontrábamos rodeados de decenas de velas blancas parpadeantes y grandes
143 ramos de peonías blancas. Después de decirle que sí, sacó un caramelo Starburst
rosado de su bolsillo y lo mordió en el medio, alimentándonos a cada uno con un
pedazo. Era increíblemente dulce, romántico y sentido. Becca se encontraba allí, en
silencio, animándonos. Casi la podía imaginar agarrando mi mano izquierda, y
haciendo algunos comentarios obscenos sobre lo grande que era la piedra.
El último año fue el más difícil de mi vida, pero superé las siete etapas del
duelo. Negación. Dolor. Ira. Y ahora alcancé la aceptación, aunque en mis horas
más oscuras, nunca pensé que llegaría este día. Tal vez no quería que llegara. No
quería llegar al lugar donde aceptaba su pérdida.
Era un proceso de curación difícil, pero me mantuve unida por el amor de
Colton y mi propia determinación de vivir la vida al máximo. Dios tenía un plan
desde el principio. Sabía que llamaría a Becca, y me llevó a Colton en el más
improbable de los lugares.
Sé que el dolor nunca se irá, pero he empezado a sanar. Vivir en realidad
una vez más, en lugar de sólo moverme mecánicamente. Y el cambio en mí es
sobre todo debido a este hermoso hombre que yace a mi lado.
Colton es exactamente lo que necesito. Es suave como la seda cuando la
situación lo requiere, abriéndome puertas, sirviéndome el vino, ayudándome a
sujetar el collar de perlas en mi garganta. Y fuerte cuando necesito eso también. Su
boca hambrienta devorando cada centímetro de mí, su mano firme lanzándome
hacia abajo sobre la cama, tirando de mis bragas por mis piernas y presionando
mis entrañas con sus poderosos golpes mientras susurra palabras sucias que me
hacen sonrojar. Me encanta cada lado de este hombre. Anhelo todos. Doy las
gracias a mi buena suerte porque este hombre es suficiente para satisfacer todas las
diferentes partes de mí cuando me sentía como si estuviera en pedazos,
rompiéndome.
—Deberíamos haber invitado a Kylie —comenta Pace a nadie en particular.
Las pocas veces que la había visto, siempre la miraba con interés. Fue una buena
amiga mientras atravesaba mi dolor, trayendo sopa casera a casa y dejando que
faltara al trabajo cuando necesitara.
—Ella tiene un bebé, no puede simplemente salir a pasear en barco en
cualquier momento —le recuerda Colton.
—No pensé en eso —dice Pace, luciendo pensativo—. Yo podría haber
cuidado al pequeño... —comenta en voz baja.
Collins, Colton y yo compartimos una mirada significativa, como
preguntándonos qué se ha metido en él.
Las palabras de Becca de la fiesta en la piscina y su carta sobre los lindos
144 bebés que haríamos Colton y yo regresan a mí, y me pregunto si puedo conseguir
que se cuele bajo la cubierta conmigo. ¿A quién estoy engañando? Este es Colton.
Por supuesto que lo hará.
—Oye chico caliente —le digo a mi guapo novio—. ¿Quieres ir a refrescarte
bajo la cubierta?
Su sonrisa maliciosa me dice que sabe exactamente lo que está en mi mente.
—Te amo tan jodidamente mucho —dice—. Vamos.
Me levanto y tiro de él hacia arriba. Su altura se eleva por encima de mí,
haciéndome sentir pequeña. Luego enlaza sus dedos con los míos y sé que voy a
estar bien. Vamos a estar bien.
Nuestra relación fue poco convencional. Inesperada. Mientras acaricia el
anillo en la mano izquierda, pienso en cómo hemos llegado aquí.
—¿Puedes creer que estamos aquí? ¿Qué pronto serás mi esposa? —
pregunta, reflejando mis pensamientos. La palabra esposa en sus labios refiriéndose
a mí envía pequeños hormigueos deslizándose por mi cuerpo.
—¿Quién hubiera pensado que te costaría un millón de dólares conseguir
una esposa? —pregunto, mirándolo con dulzura, pero con un tono atrevido.
—Eso no es divertido, Soph —demanda.
—¿Qué? Pensé que era mi increíble sentido del humor lo que te llamó la
atención.
—No, fue tu coraje —dice, la conversación pasando de ser juguetona a seria.
Me mira con adoración y puedo sentir cada pedacito de su ardiente amor
tan intensamente. Me pregunto si siempre será así entre nosotros. Eligiendo vivir el
momento, tiro de su mano. —Venga conmigo, señor. Tengo que tomarle una
prueba antes de decidir cuan buen marido será.
Su boca se curva en una sonrisa perezosa. —Seré el mejor jodido mejor
esposo en el mundo. Ahora lleva tu culo sexy a esas escaleras antes de que lo azote
y te folle aquí delante de mis hermanos.
Me giro y me dirijo obedientemente debajo de la cubierta, canturreando
todo tipo de aprobación. Me encantan todas las partes de este hombre, pero mi
favorita es cuando deja que su macho alfa interno salga a jugar. Hoy será un día
muy bueno.

145
Pace Drake ama el sexo. Sabe dónde conseguirlo,
qué decir, qué hacer, y no se disculpa por satisfacer
sus necesidades. Pero cuando conoce a la mamá
soltera, Kylie Sloan, es cautivado por ella, y
comienza a cuestionar su procedimiento operativo
estándar. Después de todo, no hay persecución, no
hay misterio en cogerse a una mujer en el baño de
una discoteca. La profundidad y determinación de
Kylie hace que los borrachos y descuidados
revolcones de una noche que llenan sus fines de
semana sean vacíos y superficiales. Ella es lo
opuesto a las mujeres desesperadas y pegajosas a
las que está acostumbrado. Ella no quiere ni
146 necesita a nadie que se preocupe por ella y eso sólo
hace que él se interese más en ella.
La confianza de Kylie se ha desvanecido. El último chico con el que estuvo jugó
tómalo-y-déjalo con su útero y la dejó con un bebé por criar. Ahora su hijo varón es
el único hombre para el que tiene tiempo, incluso a pesar de que entraña el sexo y
la intimidad más de lo que admitiría. Abrir su corazón a un hombre más joven que
es muy bien conocido por tener sexo de una noche y su estilo de vida casual es
probablemente la peor idea que ha tenido. Pero Pace quiere probarle que aún hay
algunos chicos buenos, y ver la manera tan dulce en la que interactúa con su bebé
hace‖ que‖ quiera‖ intentarlo…‖ pero,‖ ¿puede realmente confiar en que sus días de
ligar y abandonar están en su pasado?
Filthy Beautiful Lies, #3
Kendall Ryan es la autora de las novelas románticas eróticas bestselling Unravel me y Make
me yours. Es adicta a la lectura y escribe novelas románticas llenas de tensión angustiosa,
besos y machos alfa.

Vive en Minnesota con un marido adorable y dos cachorros traviesos, uno de los cuales
puede ser parte mono. Está trabajando duro en su próxima novela, Resisting her, que saldrá
a la venta en de 2013.

Puedes encontrar en línea a Kendall en: www.KendallRyanBooks.com o en Twitter como


@KendallRyan1.

147

También podría gustarte