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VIDEO DANZA, UN NUEVO DIALÉCTO

MULTIMEDIA
Por: Laisvie Andrea Ochoa
libreandrea@gmail.com
Bogotá, Colombia. 2014
Publicado en iLetrada Revista de Capital Cultural. No 22. Publicación virtual.

La danza contemporánea nace desde un espíritu libertario que busca desatar el


cuerpo de la gran codificación propia del ballet. Fue y sigue siendo, una
exploración corporal y estética que encuentra relaciones más directas con el
contexto en el que se desarrolla. Por esto, no es sorprendente que una vez
aparece el video en la escena artística en los años 60, este encuentre
rápidamente su relación con la danza y se abra así, una variedad interesante de
posibilidades de interacción entre estos dos medios.

Un ejemplo a destacar es el trabajo del bailarín y coreógrafo Merce Cunningham,


quien realizó en 1973 una colaboración con Nam June Paik (considerado junto a
Wolf Vostell, el precursor del videoarte) y el músico Jhon Cage, que dio como
resultado “una de las piezas fundamentales del videoarte: Global Groove, en
donde se traía el concepto de la aldea global, creado por Marshall McLuhan,
transformado en una crítica hacia la saturada comunicación global instaurada por
los abusos de los mass media.” (Fonseca, 2010). En este video la danza es otro
de los elementos visuales de una composición saturada de collage.

Ver fragmento del video Global Groove: http://youtu.be/InLcRXfd3NI

Durante toda la década del 70 Merce Cunningham continúa este tipo de


exploraciones, realizando otros trabajos con Nam June Paik y desarrollando una
relación artística de más de 10 años con el videoartista Charles Atlas, quien
realizó 10 video danzas con la compañía de Cunningham y posteriormente siguió
desarrollando este campo con otros artistas. El trabajo de Atlas como realizador
en residencia con la compañía de Cunningham tiene un alto grado de
documental, teniendo el foco más en el registro que en la posibilidad de su
transformación audiovisual.

Ver fragmento de la obra Fractions http://youtu.be/P3Xj_HcjuvM


En la década de los 80 el proceso de edición cobró gran relevancia y trajo
consigo un reordenamiento del naciente código del video danza. “En esta misma
década encontramos artista como Jean Louis Le Tacon, Jean-Claude Gallotta,
Rafael Montánez Ortiz, Daniel Larrieu o artistas como Robert Cahen que transita
también por el video arte y que tiene un exhaustivo trabajo de montaje, en el cual
los cuerpos en movimiento que ha capturado son despojados de toda
representación y realidad estableciendo nada mas que huellas, difuminando y
haciendo que los cuerpos pierdan toda su materia, para que solo exista una
coreografía del video”. (Muñoz, 2006).

Un buen ejemplo es el video: Artmatic - Robert Cahen (1980) http://youtu.be/dmkW3eqMbG8

Son de gran relevancia también los trabajos del coreógrafo francés Philippe
Decouflé, quien realiza destacadas investigaciones sobre las reglas de la óptica,
jugando con geometrías y cambios de perspectiva en videos como Codex
(1986), Shazam y Abracadabra (1998).

Shazam: http://youtu.be/9xnYO6YMDzw

Abracadabra http://youtu.be/KCcQnhxTxLU

A partir de los años 90, con la popularización de técnicas como la animación


digital y el stop motion, se realizan video danzas que, además de jugar con el
registro del cuerpo en movimiento, incluyen juegos con objetos y figuras
animadas. Actualmente existe una variedad muy amplia de video danzas, están
aquellos conceptuales y abstractos en donde el uso del video potencia las
composiciones poéticas, pero también aquellos que se valen de una narrativa
más tradicional para desarrollar una historia, y así se abre una gama amplia de
todas las posibilidades intermedias.

Un ejemplo es el video de Sue Healey (2009): http://youtu.be/9IkgxbQ-K_4

Lo cierto es que la particularidad del video danza es que demanda tanto


pensamiento coreográfico, como audiovisual y por lo tanto consideraría injusto
catalogarlo como un subgénero de alguno de los dos. De hecho, como vimos en
el rápido recorrido histórico, el video danza, desde sus orígenes, es bilingüe,
requiere de un trabajo interdisciplinar, y por lo tanto es posible entenderlo, más
que como un nuevo lenguaje, como un dialecto de un territorio fronterizo, que
roba tanto términos de lo audiovisual como del estudio del cuerpo en movimiento.
El video danza entonces se ha tenido que abrir su propio espacio y campo, lo
cual se refleja, por ejemplo, en los siempre nacientes festivales de video danza
alrededor del mundo, que ya suman hoy, más de 421. Es decir que a pesar de
tener una corta historia, este género se ha expandido por el mundo rápidamente,
ofreciendo una variedad de contenidos enorme y desarrollándose al ritmo
vertiginoso propio de los nuevos medios.

Video Danza, Identidad Transgenerista

Vale la pena resaltar que, a pesar de su rápida apropiación, sigue con una falta
de consenso sobre su identidad; como lo dice la artista colombiana Jenny
Fonseca “Videodanza parece tener problemas de género. ¿El videodanza? ¿La
videodanza? ¿Femenino o masculino? […] (El, la) videodanza es entonces un ser
transgénero. Está transitando entre lo masculino y lo femenino y de esa misma
manera se resiste a dejarse asignar una etiqueta, unos límites, unas
características ya sean formales o de contenido, una definición.” (Fonseca, 2010).
En inglés su falta de identidad es aún más acentuada, en tanto que se nombra de
diversas maneras: screen dance, dance on camera, dance for camera, dance
film, media dance y dance cinema, entro otros.

Lo interesante de esta discusión, que podría verse como un simple problema


nominal, es que devela el surgimiento de una relación no jerárquica entre los dos
códigos involucrados. “Desde esta óptica parece erróneo discutir si es o no el
video-danza o danza-video una línea de trabajo audiovisual o coreográfica, ya
que este no es un objeto disciplinar, sino mas bien todo lo contrario, no hay
imposiciones de una parte o de otra.” (Muñoz, 2006)

Para este texto he escogido su versión masculina, el video danza, no con el


ánimo de desconocer su naturaleza híbrida y transgenerista, sino atendiendo al
hecho de que el soporte final es el video. En este sentido, es interesante analizar
la pertinencia del código audiovisual, o más específicamente, el lenguaje del cine
si tenemos en cuenta que el video es uno de sus hijos. Es decir, un video danza
requiere de un pensamiento en torno a planos, secuencias, movimientos de
cámara, reglas de edición, etc. También, su proceso de creación, de una manera
menos estricta tal vez, sigue los pasos de la realización de cine, es un ejercicio

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Se puede encontrar un listado bastante completo de los festivales actuales de video danza en
http://www.agiteysirva.com/festivales.html
colectivo en donde se especifican roles de dirección, producción, guión,
fotografía, arte, sonido, edición, etc.

Sin embargo, no se puede desconocer el código propio de la danza, en tanto


que el cuerpo es el medio expresivo del que estamos tratando; así que también
implica pensar en ritmo coreográfico, repetición de movimiento, cualidad de
movimiento, intensidad, sincronía, oposición, etc. Así, siguiendo los
planteamientos de McLuhan, se abre la pregunta sobre cuál es el medio del
video danza, ¿es el cuerpo en movimiento el medio expresivo? o ¿en el video
danza el cuerpo en movimiento se convierte en su contenido?, ¿qué retos a nivel
coreográfico supone realizar un producto audiovisual?, ¿qué retos audiovisuales
supone trabajar con danza?, ¿en qué sentido es el video danza un producto
multimedia?

Un medio dentro de otro medio

Empecemos por la primera pregunta, reformulándola: ¿qué pasa cuando el


medio se convierte en el contenido de otro medio? El video danza plantea una
situación muy interesante en donde sucede una doble transformación sobre el
cuerpo, la primera es la decisión coreográfica de la delimitación y dirección de su
movimiento, en donde el cuerpo deja de ser únicamente un espacio subjetivo
para convertirse en un medio expresivo, bien sea de una narrativa de tipo más
convencional o de motivos poéticos o abstractos. Pero en el momento que ésta
coreografía es grabada y posteriormente editada, se evidencian que estas
nuevas decisiones artísticas, de tipo cinematográfico, traen nuevos significados y
es entonces cuando el cuerpo en movimiento queda ubicado como contenido del
medio audiovisual. Es decir que en un video danza el contenido está utilizando
dos medios expresivos al mismo tiempo, y se puede deducir entonces, que es
necesario trabajar con el mismo nivel de sofisticación los códigos de la danza
como los códigos audiovisuales.

Ahora bien, en cuanto al espacio también hay una bifurcación muy interesante.
Una de las bondades de este género para la danza es que le posibilita salir de la
caja negra convencional y apropiarse de espacios antes vetados. En este
sentido, se encuentran infinidad de obras en playas, montañas, desiertos,
ciudades, etc. De hecho una de las aclaraciones más subrayadas que
especifican los festivales de video danza, es que el simple registro en video de
una obra de danza en un teatro, no es un video danza. Es decir, el mismo código,
sirviendo como filtro, delimita y excluye el espacio convencional, usado de
manera convencional.

Pero al mismo tiempo, al mediar la danza por la cámara y la edición, su espacio


se torna bidimensional, el de la pantalla y empieza a jugar con nuevas lógicas.
Elena García cita a Rosember muy pertinentemente sobre este tema:

"Un modo de pensar a la danza para la pantalla es tomar a la cámara como su


espacio, así como nos referimos al teatro como el lugar para la ejecución de una
danza. Es allí donde ocurre la obra; ella es la arquitectura contra la cual y a través
de la cual el público percibe la obra. La especificidad espacial es la forma en
que contextualizamos una obra de arte, el espacio provee el contexto. La danza
para la pantalla es inherentemente una experiencia mediada. La cámara y el
método de registro registran la danza tal como ocurre; sin embargo, la
representación de esa danza está filtrada por las estrategias de composición y
estéticas del operador de la cámara, y luego por el proceso de edición”. (García,
2002)

En ambos sentidos, las posibilidades de tratamiento del espacio se potencian


enormemente en comparación a la caja negra del teatro; por un lado, es posible
habitar y llenar de movimiento espacios cotidianos, naturales o producidos y por
el otro, con la cámara se puede captar desde múltiples puntos de vista,
desenfocarlo, agrandarlo, hacerlo minúsculo, etc. En este punto vale la pena
mencionar que un gran número de video danzas aprovechan el zoom del lente
para descubrir al cuerpo como territorio posible de ser fragmentado, aumentado
o en general, transformado gracias a las múltiples posibilidades de verlo.

Este es un video danza de mi autoría que trata sobre el cuerpo como espacio: https://vimeo.com/40063491

Sucede lo mismo con el tiempo, que en el video danza demanda decisiones tanto
en el diseño del movimiento, como en el diseño de la edición, repitiendo la doble
mediación y significación de la que ya hemos hablado. En este sentido existen
también infinidad de juegos que abre el video danza imposibles para la danza de
teatro, como acciones narradas en reversa, repeticiones imposibles, saltos
infinitos, etc.

Me gustaría también mencionar lo referente a la mirada, al potencial que


introduce el hecho de que el ojo del espectador ya no sea estático sino que entre
a jugar con el movimiento, a transformar su punto de vista. Muchos de los video
danzas más interesantes han trabajado con un guión de movimiento de la cámara
tan detallado como el guión de movimiento del cuerpo filmado, y es entonces
cuando el lente también hace parte de la coreografía. Es decir que el trabajo
coreográfico sucede tanto a nivel físico como visual. Al respecto Rodrigo Alonso
escribe: “Un cuerpo que exige ser tratado de otra forma, porque el coreógrafo ya
no debe diseñar sólo su movimiento: también debe diseñar la mirada que lo
recorrerá” (Alonso, 1995)

En este sentido McLuhan tal vez hubiese dicho que el video danza es un medio
más caliente, en tanto que requiere menor participación por parte del usuario en
la generación de sentido, puesto que hay mayor mediación del contenido y así,
mayor direccionamiento de los realizadores. Pero a la vez, con el video danza el
espectador es ubicado en primera persona y puede escoger más libremente
cómo y cuándo acceder a la obra, entonces su rol es más activo y por lo tanto el
medio se enfría. Esto también implica que esta forma de arte puede ser más
accesible para un número mayor de personas, tanto porque utiliza los nuevos
medios de divulgación como la web que llega a casi todos los rincones del
planeta, como porque su dialecto es más popular, más cercano a los lenguajes
actuales.

Con el video danza creemos tener una mayor implicación sensorial, pero de
hecho perdemos la presencia del cuerpo en movimiento y lo que esto implica.
Podemos tal vez oír claramente la respiración capturada por un micrófono, pero
ya no compartimos el mismo aire con los bailarines. Es un producto de la aldea
global en todo su sentido en tanto que agrupa a sus seguidores sin importar el
tiempo o el espacio y además involucra la supremacía del individuo, pero a la
vez genera una nueva sensibilidad, en tanto que los medios son extensiones de
nuestros sentidos, como lo dijo Benjamin.

Evidentemente el video danza trae consigo nuevos planteamientos estéticos para


el video y a la vez nuevas formas de ver la danza. El uso del video genera un
nuevo tipo de pensamiento coreográfico y a la vez genera un nuevo tipo de
tratamiento de lo audiovisual, en donde tanto quien graba como quien edita tiene
posibilidades coreográficas evidentes. Retos que siguen ramificándose y
produciendo obras fantásticas, mucho más pertinentes a nuestros tiempos.
Bibliografía
• Fonseca, J. (02 de 02 de 2010). "Videodanza: transgenerismos y abrazos
de autor". Revista de danza y artes escénicas el cuerpoeSpin. Recuperado
el 25 de 01 de 2014, de elcuerpoespin.net: elcuerpoespin.net
• García, E. (03 de junio de 2002). "Danza y tecnología II. Videodanza"
Luciérnaga, cuerpo y arte artículos. Recuperado el 26 de enero de 2014,
de Luciérnaga, cuerpo y arte: http://www.luciernaga-
clap.com.ar/articulosrevistas/9_danza.htm
• Alonso, R. (1995). "Video danza: otro bastardo en la familia". roalonso.net.
Recuperado el 25 de enero de 2014, de roalonso.net:
http://www.roalonso.net/es/videoarte/bastardo.php
• Muñoz, B. (02 de marzo de 2006). "Cuerpo y video" Revista virtual Escáner
Cultural . Recuperado el 25 de enero de 2014, de Número 81:
http://www.escaner.cl/escaner81/ensayo.html

• Carrera, D. y Pastorino, M. (2005). “Videodanza - Máquina y cuerpo” en


http://www.videodanza.com/textos/maquina%20y%20cuerpo.htm
• Carril, R. (2003-2009) “La video danza: la escondida incógnita”. En
Publicaciones Semos 98
http://publicaciones.zemos98.org/spip.php?article107

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