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Ley 16074 – Análisis.

Extraido del “Plan de Formación de OIT para inspectores de trabajo del Uruguay”; Módulo 1 “Marco General de la
inspección de las condiciones de seguridad y salud en el trabjo” Safe YOUTH@ Work Proyect – OIT Organización Internacional
del Trabajo.

El seguro de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales La Ley Nº 16.074 del 10 de


octubre de 1989 establece el régimen de protección de los trabajadores víctimas de accidentes
de trabajo y enfermedades profesionales.

El riesgo de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales recae sobre la empresa. A


diferencia de otros países, en Uruguay, la cobertura de este riesgo no está a cargo de la
seguridad social. Se optó por estructurar un régimen que descarga este riesgo en un seguro
mercantil obligatorio que solo puede contratarse con el Banco de Seguros del Estado (BSE). En
caso de que la empresa no contrate este seguro tiene responsabilidades económicas frente al
banco y puede ser sancionada, no solo con multas sino también con la clausura. La Ley Nº
18.172 en su artículo 346 reforzó la responsabilidad respecto de la contratación del seguro, y
estableció que “son solidariamente responsables por la contratación del seguro los dueños,
socios, administradores, directores, o sus representantes legales, tanto de personas físicas
como jurídicas”. Las principales características de nuestro sistema son las siguientes:

 El empleador debe contratar una póliza de accidentes de trabajo y enfermedades


profesionales que está a cargo, en forma monopólica, del BSE. Las primas que deben abonarse
se fijan en función del grado de riesgo de la actividad o de la empresa.

 La cobertura del seguro es automática. Basta que una persona trabaje en una relación de
dependencia para que tenga derecho al amparo de la ley (el BSE va a atender al trabajador con
independencia de que el empleador haya contratado el seguro o no).

 La responsabilidad del empleador es tarifada, y el trabajador o sus derechohabientes tienen


derecho a percibir por parte del BSE determinadas prestaciones.

 Se trata de una ley de orden público por lo que cualquier acuerdo o renuncia que libere al
patrón de las obligaciones previstas en la ley es nulo.

La ley no define de modo expreso los conceptos de accidente de trabajo y enfermedad


profesional, ni contiene un detalle de las situaciones que se le pueden asimilar.

Por lo general, se define el accidente de trabajo como toda lesión corporal sufrida por el
trabajador “a causa del trabajo o en ocasión del mismo”.
La doctrina ha entendido que debe existir una relación de causalidad entre el trabajo y el
accidente. Cuando el accidente ocurre “a causa del trabajo” (por ejemplo cuando el trabajador
sufre una lesión con una máquina) el vínculo de causalidad es directo. Cuando es “en ocasión
del trabajo” la causalidad puede ser indirecta. No toda lesión corporal padecida por el
trabajador en el tiempo y en el lugar de trabajo será accidente de trabajo. Por ejemplo, el
infarto en el lugar y tiempo de trabajo constituirá accidente de trabajo si el mismo provocó el
infarto, o si incidió de algún modo en dicho desenlace. Si nada tuvo que ver con la dolencia no
cabe invocar que el accidente se produjo en ocasión del trabajo. No constituye accidente de
trabajo si se prueba que se trata de una enfermedad sin relación con el trabajo. También
existirán accidentes fuera del lugar de trabajo o fuera del horario de trabajo, cuando el
trabajador se encuentra cumpliendo órdenes del empleador o desempeñando tareas fuera del
local u horario de trabajo. Debe tratarse de un acontecimiento súbito. Este rasgo es lo que
permite distinguir el accidente de la enfermedad profesional, que es un proceso lento y
progresivo y cuyo origen en el tiempo no puede ser determinado con precisión como en el
caso del accidente. Nuestro sistema incluye en el concepto de accidente de trabajo al
accidente causado por culpa del trabajador, y al accidente causado por fuerza mayor o caso
fortuito (art. 16). Se excluye de la cobertura los accidentes provocados dolosamente por el
trabajador o cuando agrave las lesiones o se niegue a asistirse (art. 9).

En cuanto a los accidentes “in itinere” (es decir, los que se producen en el trayecto desde o al
trabajo), el principio es que no se consideran accidentes de trabajo, salvo que estuviere
cumpliendo tarea ordenada por el empleador, que el empleador hubiere tomado a su cargo el
transporte del trabajador, o que el acceso al establecimiento presente riesgos especiales.

Según los art. 38 y 39 de la Ley Nº 16.074, la enfermedad profesional es aquella “causada por
agentes físicos, químicos o biológicos, utilizados o manipulados l, o que estén presentes en el
lugar de trabajo. Para que una enfermedad se considere profesional es indispensable que haya
tenido su origen en los trabajos que entraña el riesgo respectivo, aun cuando aquellos no se
estén desempeñando a la época del diagnóstico”. Para ser considerada profesional, la
enfermedad debe ser declarada como tal por el BSE, y debe estar incluida en el Decreto Nº
210/011 del 13 de junio de 2011, que declaró obligatoria la lista de enfermedades
profesionales de la OIT, revisada en el año 2010.

Este Decreto derogó y sustituyó a la lista anterior, que estaba contenida en el Decreto Nº
167/981 del 8 de abril de 1981. Con la aprobación del Decreto Nº 210/011 pasamos de tener
28 enfermedades profesionales en la lista a 104. A solicitud del CONASSAT se excluyeron de la
lista “los trastornos mentales y del comportamiento” (a pesar de estar incluidos en la lista de la
OIT) por la dificultad que existe para determinar el nexo causal entre la actividad laboral y la
enfermedad. La lista incluye, las enfermedades causadas por agentes químicos; por agentes
físicos (por ejemplo, deterioro de la audición por ruido, enfermedades causadas por
vibraciones, por aire comprimido o descomprimidos, etc.); por agentes biológicos y
enfermedades infecciosas y parasitarias; enfermedad del sistema respiratorio; de la piel; del
sistema osteomuscular; cánceres profesionales; y nistagmo de los mineros, entre otras.

Dado que las enfermedades profesionales que pueden ser indemnizadas son aquellas
enumeradas por el mencionado decreto, la definición de enfermedad profesional es relevante
en casos no previstos en la lista, aunque de todas maneras será siempre el BSE quien
determine si se aplicará o no la Ley Nº 16.074. Si bien en algunos casos no es posible
demostrar el nexo causal entre trabajo y enfermedad, si se acredita que existió un accidente
laboral que provocó la dolencia, como ocurre frecuentemente con las lumbalgias, se brinda la
cobertura como accidente de trabajo y son tratadas como tales. Es importante destacar que el
art. 43 de la ley establece que son obligatorios los exámenes preventivos de acuerdo al riesgo
laboral: los pre-ocupacionales clínicos y paraclínicos específicos, los periódicos para los ya
ingresados al trabajo, así como cualquier otro que determine el Poder Ejecutivo. Si la empresa
no exige al trabajador el cumplimiento de estos exámenes, asumirá la responsabilidad del
riesgo. Si el trabajador se niega a someterse a los exámenes será suspendido en el trabajo
hasta que desista de esta actitud. La empresa debe incluir en la póliza del seguro a todos sus
trabajadores dependientes. No están comprendidos los trabajadores deportivos, ni los actores
de espectáculos artísticos. En cuanto a los trabajadores públicos, la Ley Nº 16.134 en su art 3
obliga a contratar el seguro solo respecto del personal que realiza trabajos manuales en
condiciones de riesgo. La regla general es que, si la empresa tiene el seguro vigente y esta al
día con el pago de las primas, no tendrá responsabilidad en caso de un accidente o una
enfermedad profesional. Eso significa que el trabajador, o sus derechohabientes, deberán
dirigirse directamente contra el BSE, quedando eximido el patrono de toda responsabilidad, y
éstos no tendrán más derechos que los que la ley les acuerda. La excepción a esta regla es que
la empresa puede ser responsable directamente en caso de que haya mediado dolo o culpa
grave por parte del patrono en el incumplimiento sobre las normas de seguridad y prevención.
La reparación a cargo del BSE incluye una prestación asistencial y una prestación dineraria. La
prestación asistencial la brinda directamente el BSE mediante una central de servicios
médicos. La asistencia al siniestrado incluye la atención e internación hospitalaria. Comprende
los gastos médicos, odontológicos o farmacéuticos, así como el suministro de aparatos
ortopédicos, renovación normal de los accesorios necesarios para garantizar el éxito del
tratamiento, o alivio de las consecuencias de las lesiones, y los gastos de transporte del lugar
del siniestro al de asistencia, y en caso necesario, de este al domicilio y viceversa y los de
sepelio (arts. 10 y 11).

La prestación económica consiste en una indemnización en dinero o renta, que se abona


mensualmente, cuyo monto depende de la gravedad del infortunio padecido. Se prevé un
régimen de reparación tarifaria que independiza el monto de la indemnización del daño
producido y de su prueba.

Distinguimos tres casos:  Para el caso de la incapacidad temporaria o transitoria, el BSE paga
una indemnización equivalente a 2/3 del salario habitual a partir del 4° día de ausencia hasta el
día del alta. La indemnización se sirve hasta la curación completa o hasta que la incapacidad se
torne permanente.  En caso de incapacidad permanente, ya sea que le impida trabajar
totalmente o se le permita sin las condiciones de aptitud anteriores (de modo parcial) da
derecho a cobrar una renta vitalicia que varía según la entidad de la afectación de la siguiente
manera:  Hasta el 10% de reducción de la capacidad profesional no se genera derecho a
indemnización  Entre el 10 y 20% de incapacidad permanente, el siniestrado puede optar por
recibir un pago único equivalente a 36 veces la reducción mensual que la incapacidad originó 
Tratándose de una incapacidad superior al 20% la renta es el equivalente a la reducción del
salario por incapacidad  En caso de que el incapacitado no pudiere subsistir sin asistencia de
otra persona, la renta se eleva al 115% del salario.  En caso de fallecimiento del trabajador,
sus derechohabientes tendrán una renta que depende de la mayor o menor dependencia
económica que tenían de la víctima:  Cónyuge: renta vitalicia del 50% de la remuneración
anual.  Hijos menores de 18 años o incapaces: 1 hijo renta 20%; 2 hijos 35%; 3 hijos 45%; 4 o
más 55%. Si no hay padre o madre superviviente la renta se elevará 50% por c/u hasta el límite
del 100% en total. Puede pasar que una vez fijada la indemnización sobrevenga la muerte o la
incapacidad se agrave o atenúe. Existe para ello la acción de revisión, siempre y cuando haya
transcurrido por lo menos un año desde que se fijó la indemnización.

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