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Retrato de un siglo.
¿Cómo ser mexicano en el XIX?
A Antonio Santamaria
Ah! ah! Monsieur est Persan? c'est une chose bien extraordinaire!
Comment peut-on etre persan?
MONTESQIEU
INTRODUCCIÓN
1
Ch. de S., barón de Montesquieu, "Lettre xxx", Lettres Persanes, en Lagarde y Michard, Collection littéraire, vol. xvm, Paris, 1964, p. 83. Traducción del
autor.
116
misterios: ¿Cómo puede uno ser mexicano?, ¿Qué se necesita para ser mexicano?,
¿Cómo es un mexicano?.. Y es entonces cuando el mexicano comienza a ser retratado.
En el siglo XIX, periodo en que México busca consolidar una identidad propia, florece el
género del retrato y varios artistas se esmeran en representar rostros, tipos, arquetipos y
personajes populares de la nueva nación, es decir, a los mexicanos.
A través de los retratos del siglo XIX podemos ver cómo nace, se consolida y evoluciona
el concepto y la imagen de lo mexicano y los mexicanos. Ésta es una historia cuyo origen
se remonta a finales del siglo XVIII.
2
Octavio Paz, "Entre orfandad y legitimidad", prefacio a Jacques Lafaye, Quet- zalcóatl y Guadalupe, la formación de la conciencia nacional en México, Fondo
de Cultura Económica, México, 1977, p. 15.
3
Silvia Vargas Alquecira, La singularidad novohispana en los jesuítas del siglo xviii, UNAM , México, 1989, p. 16.
eran ya españoles puros ni todavía americanos puros; representaban una fase
regionalista prenacional". 4
En 1780 el veracruzano Francisco Javier Clavijero —indignado por los denigrantes
comentarios "científicos" sobre los americanos de algunos escritores europeos— publica
en Bolonia, Italia, su Historia antigua de México, la que presenta como "Una historia de
México escrita por un mexicano". 5 Sin embargo, la conciencia patriótica de Clavijero es
aún imprecisa ya que, aunque se dice mexicano, se refiere a los españoles diciéndoles
"mis nacionales", 6 y utiliza el término mexicano para referirse a los indios del antiguo
México, no a los indios de su tiempo. Según algunos autores, estas contradicciones
prueban que estos jesuitas exiliados eran más "regionalistas" que "mexicanistas"; 7 sin
embargo, es claro que, como dice Jacques Lafaye, "Clavijero era ya un mexicano,
altamente consciente de serlo". 8
Durante siglos los europeos visualizan las civilizaciones pre- hispánicas a través de la
obra de autores que dibujan, a partir de relatos de terceros, imágenes alucinadas donde
imperan el salvajismo, la crueldad y la barbarie; no escapa a esta lógica ni Theodor de Bry
quien, a principios del siglo XVI, hace una serie de grabados en los que pretende
denunciar los excesos de los españoles contra los indios americanos (figura 1).
Figura 1. Theodor de Bry. Sobre los sacrificios humanos de los indios de México, 1601
Todavía en la segunda mitad del siglo XVIII, el célebre naturalista Buffon escribe: los
pueblos de cráneo prismático del Archipiélago oriental de la Oceanía y de la América
Central, nos han parecido ser la posteridad degenerada de hombres de la forma superior
de cráneo [...] Los padres suelen matar o exponer á la muerte a sus propios hijos. El hijo
4
Miguel Batllori, La cultura hispano-ilaliana de los jesuítas expulsos españoles, hispanoamericanos, filipinos. 1767-1814, Biblioteca Románica Hispánica M,
Estudios y Ensayos, Gredos, Madrid, 1966, p. 578. Citado por Silvia Vargas, La singularidad novohispana..., p. 42.
5
Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, edición del original escrito en castellano, colección Sepan cuantos..., núm. 29, Porrúa, México, 1964,
p. X VII.
6
Ibidetn.
7
Jesús Gómez Fregoso, "Francisco Javier Clavijero: grandeza y miseria del nacionalismo", en La Compañía de ¡esús en México. Cuatro siglos de labor cultural
(1572-1972), Jus, México, 1972, p. 87.
"Jacques Lafaye, Quetzalcóatl y Guadalupe..., p. 174.
del salvaje, habituado a padecer sin quejarse, se acostumbra á toda clase de privaciones,
y muestra suma indiferencia al dolor [...] Casi todos andaban desnudos aún en las
regiones frías, ignoran la labranza y viven de la caza [...]
Todos los americanos idólatras son polígamos, muy propensos a la embriaguez con
cualquiera clase de bebidas espirituosas. 9
A lo que Clavijero responde:
Lo que yo diré va fundado sobre un serio y prolijo estudio de su historia, y sobre el íntimo
trato de los mexicanos por muchos años [...] Sus almas son en lo radical como las de los
demás hombres, y están dotados de las mismas facultades. Jamás han hecho menor
honor a su razón los europeos que cuando dudaron de la racionalidad de los
americanos. 10
Para ilustrar su Historia, Clavijero hace grabar 20 láminas que buscan recrear ritos,
escenas, costumbres, personajes y objetos prehispánicos. El autor explica que "los
caracteres mexicanos y las figuras de ciudades, de los reyes, armas, vestidos y escudos
[...] están sacadas de varias pinturas mexicanas [...] Todas las otras figuras están
dibujadas conforme a lo que hemos visto con nuestros ojos y a lo que refieren los
historiadores antiguos". 11 Estas estampas están documentadas y buscan retratar con
precisión la sofisticación y los logros culturales de los antiguos mexicanos, pero a pesar
de las instrucciones de Clavijero, el dibujante visualiza a los antiguos mexicanos a partir
de los antiguos europeos. Por ejemplo, en la estampa titulada Sacrificio gladiatorio, dos
indios vestidos con taparrabos y armados con escudos de cuero y hachas de pedernal
combaten sobre una piedra ritual. Sin embargo, además de que dicho combate tiene lugar
en una ciudad de anchas avenidas bordeadas por palacios de dos pisos coronados por
almenas, los gladiadores y su público tienen rasgos europeos. A pesar de las
instrucciones del jesuita, el dibujante no pinta mexicanos, sino romanos con costumbres
exóticas (figura 2). El que se pinte al mexicano a partir del hombre europeo tal vez
obedezca a la voluntad del escritor y el artista por convencer a sus lectores de que estos
indios no son seres bárbaros, sino hombres civilizados.
Como bien señala el historiador Jorge Gómez Izquierdo, "Clavijero asume su tarea como
un intento patriótico de restituir a su esplendor la verdad sobre la historia del México
antiguo, enfrentando los agravios y mentiras difundidos por autores extranjeros". 12 Con su
visión antropológica y humanista, el religioso exiliado y su ilustrador retratan a los indios
de México como los representantes de una civilización digna de encomio. Clavijero, como
criollo, busca que los valores de lo indio sean reconocidos por Occidente, y al hacer esto
aboga "por el mestizaje entre españoles e indígenas como medio de lograr la fusión no
sólo física sino espiritual de ambas razas y de forjar una sola nación". 13 El jesuita intenta
fundar en lo indio las bases de la mexicanidad.
9
Georges Buffon, Museo Pintoresco de Historia Natural, torno i, Zoología, Imprenta de Gaspar Roig Editores, Madrid, 1852, pp. 90,115 y 116.
,0
Clavijero, Historia antigua..., p, 45.
" ibidern, p. xxiii.
12
Jorge Gómez Izquierdo, El nacionalismo en México durante los años del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), tesis de doctorado, Freie Universität, Berlín,
1998, p. 50.
13
Gabriel Méndez Planearte, Humanistas del siglo xvm, Biblioteca del Estudiante Universitario, núm. 24, UNAM , México, 1941, p. xi.
Las enseñanzas de Clavijero pronto toman cuerpo en la acción política del cura Miguel
Hidalgo y Costilla, quien al parecer fue su discípulo en el Colegio de Valladolid. 14 Así, los
planteamientos del jesuita no sólo están en la base de construcción de una ideología
nacionalista mexicana, sino también en el origen de la Independencia.
INDIOS NEOCLÁSICOS
La Real Academia de San Carlos de la Nueva España es inaugurada en 1785 por orden
del rey Carlos III con el fin de impulsar las bellas artes. El barón Alexander von Humboldt
visita el lugar en 1803 y queda maravillado tanto por la gratuidad de la enseñanza como
por el hecho de que allí "se ve al indio o mestizo al lado del blanco, el hijo del pobre
artesano entrando en concurrencia con los de los principales señores del país". 15 La
primera gran academia de arte de América se funda en pleno auge del neoclásico y con-
tribuye a difundir sus principios: racionalismo, perfección formal y fidelidad a los modelos
clásicos de la antigüedad grecorromana.
La Academia contrata en España a ciertos jóvenes talentosos para que dirijan las áreas
de pintura, escultura, arquitectura y grabado. Es así como llegan a la ciudad de México el
genial escultor y arquitecto Manuel Tolsá y el pintor Rafael Ximeno y Planes. En 1813, en
las postrimerías del régimen colonial, Ximeno y Planes pinta en el plafón de la bóveda de
la capilla del Palacio de Minería un cuadro con tema netamente popular: El milagro del
,4
Mariano Cuevas dice: "en Valladolid tuvo entre sus discípulos al jovencito Miguel Hidalgo y Costilla, como este mismo lo dejó anotado". Prólogo a
Clavijero, Historia antigua..., p. xi.
15
Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Porrúa, México, 1966, p. 39.
pocito, relacionado con la aparición de la Virgen del Tepeyac, en el que está retratado un
peculiar grupo de indígenas (figura 3). Ese mismo año Ximeno termina los frescos de la
capilla del Señor de Santa Teresa, en cuyo ábside pinta La sublevación de los indios del
Cardonal (este fresco fue destruido por el terremoto de 1845, pero se conserva una
maqueta de la cúpula en la que el artista pintó una versión reducida del mural) (figura 4).
Xavier Moyssén ha dicho que Ximeno retrata "con simpatía" la resistencia del pueblo del
Cardonal que se rebela por el despojo de un Cristo de caña que adoraban, y señala que
"hay una indudable nota de emoción en la violencia allí registrada [y quizás] algo de
costumbrismo". 16
En efecto, tanto en El milagro del pocito como en La sublevación de •los indios del
Cardonal nos encontramos con el fenómeno curioso de un artista neoclásico que pinta
personajes del pueblo que identificamos con el costumbrismo mexicano, pero más que
retratos costumbristas, Ximeno plasma figuras ideales de los indios mexicanos a partir de
los cánones estéticos del neoclásico: tienen la piel morena y cuerpos de proporciones
áureas —es lo que Justino Fernández describe como "tipos del pueblo mexicano vistos
con gafas clásicas"-—. 17 En ambos cuadros, aunque las indígenas visiten su rebozo y los
indígenas su tilma a la usanza tradicional, también aparecen algunos personajes del
pueblo portando su ayate cual si fuera túnica romana.
" Xavier Moyssén, "La pintura y el dibujo académico", en El arte del siglo xix, t. 9, colección Historia del Arte Mexicano, SEr-Salvat, México, 1982, p. 1313.
17
Justino Fernández, El arte del siglo xix en México, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNA M , México, 1967, p. 4.
1,1
Serge Gruzinski, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a "Blade Runner", Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pp. 199-204.
El tema de estas dos piezas es el fervor religioso de los indios, pero el contexto en que
fueron realizadas está lleno de implicaciones ideológicas y políticas que tienen su origen
en las reformas borbónicas. Bajo el impulso de la Ilustración, en la segunda mitad del siglo
XVIII la monarquía española busca llevar su imperio hacia la modernidad, por lo que
impulsa una serie de reformas económicas, institucionales, estéticas y hasta religiosas.
LA INVENCIÓN DE M ÉXICO
Entre 1810 y 1824 el reino de la Nueva España vive una guerra de independencia, se
separa de la madre patria y se transforma en la República Mexicana. A partir de que
Hidalgo grita en Dolores: "¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe y mueran los gachupines!",
en un sector importante de la población se cristalizan, consolidan y agudizan el
regionalismo americano y los sentimientos antiespañoles. Asimismo, a lo largo de la
guerra de independencia, en los insurgentes se perfilan poco a poco los sentimientos
nacionalistas.
En 1810 los rebeldes no se sienten aún mexicanos, pues su lucha no está vinculada a
reivindicaciones estrictamente nacionales. Algunos historiadores afirman que "el
movimiento de independencia de la América española, cuya ofensiva fundamental se
desarrolla entre 1802 y 1824, tuvo las características de una revolución internacionalista
[y] nuestra emancipación nacional se produce en el marco de un ascenso mundial de la
llamada revolución burguesa"(figura ) .19
La conciencia nacional mexicana no es un sentimiento innato en los padres de la patria:
Hidalgo proclama al rey de España; en sus Elementos de nuestra Constitución, de 1812,
Ignacio López Rayón reconoce a Fernando VII; además, el primer periódico insurgente se
titula El Despertador Americano y se dirige a sus compatriotas diciéndoles americanos.
El término mexicano se introduce lentamente en el vocabulario insurgente. En su discurso
ante el Congreso de Chilpancingo de septiembre de 1813, el general José María Morelos
y Pavón habla de "restablecer el imperio mexicano", 20 pero en su texto Sentimientos de la
nación, el Generalísimo habla de América y de los americanos. 21 Además, los sellos y
escudos oficiales utilizados por sus tropas entre 1811 y 1815 dicen Suprema junta
Nacional Americana e incluso la Constitución de Apatzingán, Decreto Constitucional para
la Libertad de la América Mexicana, está dirigida a los americanos y no a los mexicanos.
Esto significa que el Siervo de la nación se siente esencialmente americano y tiene un
concepto aún vago e impreciso de lo que significa ser mexicano. Esto se refleja
claramente en un retrato de Morelos que un indio oaxaqueño pinta en 1812 (figura 5).
En este retrato vemos al caudillo con la piel muy morena, en su rostro se aprecian rasgos
de indio, mulato y mestizo. Dicho retrato fue pintado el mismo año en que Morelos declara
abolida "la hermosísima jerigonza de calidades (iridios, mulatos y mestizos) nombrándolos
a todos generalmente americanos". 22 El Generalísimo está retratado con su uniforme
militar de gala, sombrero bicornio bajo el brazo y empuñando un bastón de mando; en la
parte inferior del cuadro, un texto establece claramente que el caudillo es "Capitán
General de los Ejércitos de América, Vocal de su Suprema Junta y Conquistador del
Rumbo del Sur". El término mexicano no se menciona, pero en el cuadro aparecen
símbolos que hoy son considerados esencia de lo mexicano: la efigie está encerrada en
19
Martín Reyes Vayssade, "La brasa y la ceniza", Nexos 105, septiembre de 1986, p, 29.
20
Enrique Florescano, La bandera mexicana, Taurus, México, 1999, p. 122.
21
José María Morelos y Pavón, "Sentimientos de la nación, manuscrito de 1813", reproducido en Autógrafos de Morelos, Imprenta de la Secretaría de Go-
bernación, 1918, edición facsimilar de la Secretaría de Gobernación, México, 1994,s.p.
22
Citado en Enrique Krauze, Siglo de caudillos. Biografía política de México (1810- 1910), Tusquets Editores, México, 1994, p. 78.
un nicho ovalado que en su parte superior ostenta un medallón con el escudo del águila
sobre el nopal y una cinta blanca y azul (colores de la religión católica y de la
guadalupana).
Este retrato de Morelos es una de las pocas imágenes de la época que dan testimonio de
cómo se ven a sí mismos estos ciudadanos americanos y no es casual que contenga
imágenes simbólicas. En la búsqueda de una identidad lo que se ve es esencial, por lo
que las imágenes juegan un papel capital en la creación del imaginario colectivo; las
imágenes, por sí solas, pueden plantear tesis políticas complejas, sobre todo en un
pueblo mayoritariamente analfabeta
Así pues, en las postrimerías de la Nueva España "los símbolos visuales fueron los
transmisores más eficaces de mensajes políticos y culturales", 23 por eso la guerra de
independencia es también una lucha de símbolos e imágenes (figura 6). Prueba de esto
son el estandarte guadalupano y el escudo del águila sobre el nopal que congregan a la
población y juegan un papel ideológico clave en la rebelión: la imagen de la Virgen
Morena transmite la idea de que los discriminados por el color de su piel son hijos
legítimos de Dios y el emblema de la fundación de Tenochtitlan refuerza la idea de que la
nación en rebeldía no es un invento de los rebeldes, sino que tiene raíces profundas en
culturas antiguas y propias, lo que le da legitimidad, prestigio y fundamento a la lucha
nacionalista de los insurgentes (figura 7).
A lo largo de la guerra de independencia un sector importante del pueblo se unifica
alrededor del estandarte guadalupano, el escudo nacional y la bandera trigarante de
23
E. Florescano, La bandera mexicana..., p. 157.
24
Carlos Monsiváis, Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina, Anagrama, colección Argumentos, Barcelona, 2000, p. 13.
Iturbide, y si bien estos iconos contienen elementos de identificación colectiva, están muy
lejos de definir una conciencia nacional.
18 25
Al respecto, véase Michael P. Costeloe, La primera república federal de México (1824-1835), Fondo de Cultura Económica, México, 1996.
2fl
Cari Christian Sartorius, México y los mexicanos, versión, selección y notas de Marita Martínez del Río de Redo, San Ángel Ediciones, México, 1975, p.
41.
Al respecto, véase Gastón García Cantú, Las invasiones norteamericanas en México, Era, serie popular Era, México, 1971.
27
Carlos Monsiváis, Las herencias ocultas. Del pensamiento liberal del siglo xix, Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América, México, 2000, p.
1H
Cantando,
Ni yo mismo sospechaba
Que en mí la patria hermosa
con voz nacía.31
Casi toda la obra de los grandes escritores liberales tiene la finalidad concreta de forjar
una patria, una identidad nacional.
Para los liberales, el arte es también un medio para hacer patria. Al igual que los símbolos
de la guadalupana y el escudo nacional contribuyen a articular la gesta independiente, los
artistas liberales contribuyen a consolidar la identidad mexicana con su búsqueda de
imágenes de la patria y de tipos y arquetipos propios.
El proyecto cultural de los liberales es fundacional en muchos sentidos: establece la
libertad de pensamiento, sienta las bases de una prensa libre, de una literatura nacional y
de ciertas manifestaciones artísticas... sin embargo, dista mucho de abarcar toda la
cultura de la nación. Al margen del proyecto liberal, a veces influido por él, a veces
opuesto a él, pero con frecuencia lejos de toda esfera de influencia, se dan toda una serie
de manifestaciones culturales importantes.
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