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Publicado
por Octavio Domosti
Un desprendimiento Colosal
Para los que prefieran otras unidades más visuales para captar esas
magnitudes volumétricas, midamos por ejemplo en yokozunas,
luchadores de sumo del rango más alto: suponiendo que un yokozuna
pesa unos 150 kg y que la densidad del cuerpo humano es del orden de
unos 980 kg/m3, se obtiene que cada yokozuna ocupa un volumen de
0,153 m3; por tanto, 250 millones de metros cúbicos equivalen a ¡más
de 1600 millones de yokozunas! Ahora, imaginen a esos 1600
millones de luchadores de sumo amontonados, con sus
taparrabos ceremoniales y bien untados de Aceite Johnson’s
para niños para evitar fricciones indeseadas, lanzándose ladera
abajo al doble de la máxima velocidad punta que ha conseguido
jamás Usain Bolt. Una imagen estremecedora.
Hay que tener en cuenta que una presa ha de soportar todas las
situaciones posibles, un amplio abanico que comprende desde el llenado
completo rebosando por el aliviadero, hasta en vacío y con el viento
soplando contra el paramento de aguas abajo. Las solicitaciones son
radicalmente diferentes pero la estructura tiene que seguir siendo
funcional y estable. Además, un factor determinante en la
estabilidad es el agua, que penetra por el contacto entre la
presa y la roca creando unas presiones intersticiales que
afectan al estado tensional tanto de la propia estructura de la
presa… como del vaso. Es necesario por tanto un cálculo cuidadoso (y
una ejecución acorde) para que esa flexible y delgada capa de hormigón
que contiene millones de toneladas de agua cumpla con su cometido,
pero tan importante o más que su estabilidad estructural es su conexión
con el terreno, por un lado para evitar filtraciones y, sobre todo,
para que el empuje del embalse no la arranque de la roca y se la
lleve por delante. Por eso, la cerrada ha de tener unas
condiciones topográficas y geológicas muy determinadas que no
siempre posibilitan la elección de esta tipología. En este caso, la
flexibilidad de la bóveda de Vajont, la campaña de anclajes que
la cosía al terreno y la resistencia de la roca de la cerrada
hicieron posible que soportara los enormes e inesperados
esfuerzos que generó el desprendimiento.
También se suele hacer hincapié en que una periodista del diario l’Unità
llamada Tina Merlin alertó de lo que iba a ocurrir y nadie la hizo caso.
Aunque el tiempo le dio la razón en lo referente a que se produjo un
desprendimiento catastrófico, en sus primeros reportajes no aportó
ninguna evidencia científica y su argumentación se basaba en
declaraciones de algunos vecinos de Eerto (4), una población cercana a
Vajont. Debido a sus incendiarios artículos fue denunciada en 1959 por
SADE, en un proceso con un marcado componente político porque
l’Unità es un periódico de ideología comunista, tal y como dicen en su
cabecera: “órgano del partido comunista italiano”. Sinceridad ante todo;
no como aquel célebre lema que decía “diario independiente de la
mañana”, que cuando lo leías era como si te guiñara el ojo y te diera un
codazo cómplice. Merlin, que en la película del año 2001 Vajont
(cinematográficamente regulera y periodísticamente poco ajustada a la
realidad), representan como una especie de intrépida y sosegada Erin
Brockovich, finalmente fue absuelta y continuó con su acoso a SADE.
Su artículo más famoso a posteriori se publicó en febrero de 1961,
cuando aseguró que se iba a producir un desprendimiento de 50
millones de metros cúbicos pero que “no se sabe si el deslizamiento se
ralentizará o si se producirá un terrible accidente”. O lo que es lo mismo,
no dijo nada con exactitud e incluso su artículo era más conservador que
los informes de Müller y E. Semenza que ya tenía SADE. Después de
ocurrir el accidente, Merlin, poseída tal vez por el espíritu del ácido
bórico, culpó en uno de sus artículos a las autoridades de un “genocidio
a sangre fría” (!!!) por lo ocurrido en Vajont.
http://www.jotdown.es/2012/06/vajont-el-titanic-de-las-presas/