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Realismos e idealismos políticos:

Los dilemas de una


democracia para la paz
en Colombia
Por: Fernando Sarmiento Santander*

La participación política es una de las demandas histórica de la movilización social. En estas negociaciones de
paz existe el desafío de garantizar el paso de la política con armas a la política sin armas. Ya comenzó el debate
sobre el segundo punto de la agenda de La Habana.

Q
ue el punto de “participa- menos salvaje de la
ción política” esté incluido democracia, los revo-
en la agenda de los diálo- lucionarios liberales
gos en La Habana no res- promueven el esta-
ponde solamente a un asunto proce- blecimiento de un Es-
dimental para facilitar el tránsito de tado que arbitre tales
la insurgencia al escenario político y disputas, buscando
electoral del país, aunque ello tam- condiciones de igual-
bién es importante. La participación dad entre los ciudada-
política representa una de las deman- nos respecto al acce-
das históricas de la movilización so- so al poder, e incluso
cial, buscando una mayor inclusión más, proclamando
en las instancias de poder. Lo que se fraternidad (solidari-
pueda avanzar en tal sentido requie- dad) y respeto de la
re tener presentes dos características: libertad política.
por un lado, que cualquier régimen Estos principios de
democrático actual se balancea en- la revolución francesa y del Estado liberal Insurgencia y democracia
tre la “política real” (realpolitik) y la hacen parte de la utopía de la democracia. restringida
“política ideal”, que en buena medi- Con frecuencia, tanto élites establecidas
da encarnan los revolucionarios; por como competidores recurren a la violencia El surgimiento de las guerrillas está
otro, que el proceso de instauración como mecanismo de lucha por el poder. asociado, en buena porción, a procesos
de la democracia en Colombia ha con- Pero esta recurrencia conduce a un punto de exclusión política. El acuerdo de alter-
tenido altas dosis de exclusión violen- crítico cuando es el Estado mismo, o las nancia en la presidencia y el reparto de la
ta, por lo que el asunto de la partici- élites establecidas en el Estado, el que ejer- burocracia estatal entre los partidos Libe-
pación política se debate en medio de ce violencia con el propósito de contraer el ral y Conservador durante el período del
la tensión conflicto y paz.La ciencia nivel de competencia de sectores sociales Frente Nacional (1958-1974), enmarcó
política muestra cómo la democracia que demandan los pretendidos principios el surgimiento de grupos armados insur-
consiste en una constante negociación de igualdad, fraternidad (solidaridad) y gentes en el país. Así, la creación de las
y disputa del poder por parte de fuer- libertad. En esto consiste el juego de las FARC se da tras la ofensiva de las fuerzas
zas políticas y sociales. Quien concentra democracias; mayores o menores dosis de militares oficiales a Marquetalia en mayo
mayores recursos, controla más escena- realismo o idealismo, mayor o menor ac- de 1964, bajo la pretensión de afianzar la
rios y manipula mejor los mecanismos, ción violenta en la tramitación del poder, autoridad bipartidista instalada en el po-
se establece en el poder… y lo defien- mayor o menor control por parte del Esta- der, en contra de las que fueron denomi-
de. En contraste, en una perspectiva do en el ejercicio de la política. nadas “Repúblicas independientes”1 y
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en desarrollo del “Plan Laso”, diseñado cer una participación más directa en la democracia -la democracia política, la
por los Estados Unidos de América en la toma de decisiones. Un cambio al que democracia social y la democracia eco-
lucha contra el comunismo en América las élites dominantes se han opuesto nómica- proveería de razón el carácter
Latina. Por su parte, la aparición pública constantemente. político de la demanda de los sectores
del ELN en la toma de Simacota (San- sociales. Para Sartori la democracia
tander) el 7 de enero de 1965, deja ver Perspectiva democrática en la política “es condición necesaria de las
entre sus motivaciones el asunto de la movilización social y política otras (dos)”, llamándola por eso de-
exclusión política en el Programa leído mocracia mayor, explica que “la demo-
aquel día; en el primer punto, determi- Vale recordar que los procesos de paz cracia en sentido social y/o económico
nan textualmente: de finales de los años 80 y comienzos de amplían y completan la democracia en
La toma del poder para las clases po- los 90 se sellaron con la Constitución Po- sentido político”, mas “si falta la de-
pulares, la instauración de un gobier- lítica de 1991, abriendo el espectro de la mocracia mayor, con facilidad faltan
no democrático y popular que libere a acción política para los diversos sectores las democracias menores” (Sartori,
nuestro país de los monopolios interna- sociales. Lo preocupante en el transcur- 1994, p.8). Esto nos sugeriría la rela-
cionales y de la oligarquía criolla y que so de las dos décadas subsiguientes, es ción existente entre la restricción a la
garantice la plena igualdad de nuestro que persiste la recurrencia a la violencia participación política en las instancias
pueblo, que otorgue plenas libertades contra los líderes que se han movido en de decisión del Estado y la precariedad
democráticas a los sectores populares, la esfera de la participación política, ha- de las políticas sociales y económicas
que conceda a la mujer sus legítimos ciendo del historial de la democracia en para resolver los profundos problemas
derechos, que libere las fuerzas crea- Colombia un proceso violento. estructurales del país.
doras de las masas, que garantice el De aquí que un acuerdo sustancial, En esto consiste la crisis del sistema
respeto a la dignidad humana y el libre producto de una negociación de fondo de representación al que hicimos men-
desarrollo de los colombianos. y lejos de la ingenuidad y el entusias- ción, en el sentido que los sectores so-
mo, es aceptar el amplio espectro de los ciales y políticos excluidos, que en el
actores políticos existentes y pactar la caso colombiano son los muchos y no
posibilidad de jugar en el campo de la los pocos, consideran que sus intereses
democracia, con todas sus tramas, sin no están siendo tramitados en las ins-
La participación política repre- recurrir a la violencia. No sólo la insur- tancias de poder2. Ello conduce a la ne-
senta una de las demandas históri- gencia en armas está pidiendo pista po- cesidad de derogar a sus representantes
cas de la movilización social, bus- lítica, sino el conjunto de los sectores y cambiar el sistema de representación
cando una mayor inclusión en las sociales inconformes con el sistema po- por un sistema de participación más di-
instancias de poder. lítico que ha sido excluyente. recta; esto es, en el marco de la demo-
Una relectura de los planteamientos cracia, la necesidad de ejercer el poder
del politólogo italiano Giovanni Sarto- constituyente a fin de cambiar el poder
ri, quien caracteriza tres formas de la constituido.
Del mismo modo, el M-19 nace a
partir de lo que los líderes que lo pro-

Foto: Archivo CINEP/PPP


movieron consideraron un fraude elec-
toral durante las elecciones del 19 de
abril de 1970.
Este historial muestra que la inclu-
sión del segundo punto en la agenda
de La Habana, el de la participación
política, responde a un interés fundan-
te del carácter político de la insurgen-
cia armada en el país. Y se coloca a la
vez, en una perspectiva más amplia,
en la crisis del sistema representativo.
En Colombia, por ejemplo, los partidos
políticos tradicionales se han enfrenta-
do a una nueva y amplia gama de ex-
presiones y movimientos políticos, que
muestran el afán de replantear el siste-
Los presidentes de la constituyente fueron: Álvaro Gómez Hurtado por el Movimiento de Salvación
ma representativo en las instancias de Nacional, Horacio Serpa por el Partido Liberal, y Antonio Navarro por el M-19.
poder y proponer alternativas para ejer-
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Precisamente en esto es que se en-


cuentran movimientos políticos como
la Marcha Patriótica. Y no son menos
políticos, desde tal perspectiva, movi-
mientos de sectores sociales que han
sostenido demandas de carácter social
y/o económico, como por ejemplo las
comunidades negras, los pueblos indí-
genas, las organizaciones sindicales, las
organizaciones campesinas en resisten-
cia, las redes de mujeres, etc. La lectu-
ra de estos movimientos, en la línea de
Sartori, es que se requiere de la apertura
en el sistema de participación política
para tramitar la resolución de los asun-
tos estructurales, de carácter social y
económico. Como corolario de tal pers- Las comunidades negras, los pueblos indígenas, las organizaciones sindicales, las organizaciones campe-
pectiva podemos citar lo afirmado por sinas en resistencia, las redes de mujeres , entre otros sectores están reclamando mayor participación
un líder de la Marcha Patriótica durante política.
el lanzamiento de las “Asambleas cons-
tituyentes por la paz con justicia social” fue considerada por las élites tradiciona- sin armas por parte de las FARC están
el pasado 20 de febrero: éstas son “una les regionales y nacionales como fuerte condensadas en el segundo punto de la
nueva forma de hacer política” (Cama- competencia política. agenda (ver recuadro). Para efectos de
cho, H. 2013). Percibido el riesgo, los líderes de la generar el cambio, se requieren condi-
UP intentaron deslindar la acción políti- ciones para la apertura democrática y
El segundo punto de la ca partidaria de la acción armada de las las garantías a la oposición política de
agenda en La Habana FARC, pero eso no resultó tan fácil en un forma sostenible. Aunque estas carac-
contexto en el que la mixtura de política terísticas representan esa consustancial
Remontando la historia, y sin dejar y violencia era la práctica habitual. De tensión entre “política real” y “política
atrás los dos apartados anteriores, el aquí que la relación de la UP con la gue- ideal” de la democracia, la pragmática
caso de la Unión Patriótica (UP) ilus- rrilla fue la excusa perfecta para desa- de los negociadores tendría que condu-
tra el violento proceso democrático co- creditar y atacar política y militarmente cirlos a establecer mecanismos concre-
a este partido, sobre el que se descargó tos, si es que quieren verdaderamente
el arsenal paramilitar3. avanzar en un aspecto sustancial de la
En el fondo, las condiciones del trán- construcción de paz. No es una tarea de
La relación de la UP con la sito de la política con armas a la política poca monta, pues la violencia, como lo
guerrilla fue la excusa perfecta
para desacreditar y atacar políti-
ca y militarmente a este partido,
sobre el que se descargó el arse-
nal paramilitar.
Foto: Archivo CINEP/PPP

lombiano. Tras los acuerdos de la Uri-


be (Meta) de mayo de 1984, las FARC
crean la UP en 1985 en conjunto con
otras fuerzas políticas de izquierda. Se
trató de una tentativa de hacer política
sin armas, aunque en la práctica, desde
la perspectiva de las FARC, de combinar
todas las formas de lucha para la toma
del poder. Tal combinatoria resultó fatal Tras su desmovilización Carlos Pizarro Leongómez fue asesinado siendo candidato presidencial por la
para los líderes del emergente partido, Alianza Democrática M-19, movimiento político que surgió del grupo guerrillero M-19.
en especial en regiones en donde la UP
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hemos visto, tiene una estrecha relación


con la disputa por el poder por parte de Acuerdo General para la terminación del conflicto
fuerzas políticas y sociales opuestas; y y la construcción de una paz estable y duradera
los involucrados no cederán fácilmente..
De este modo, del segundo punto de Segundo punto de la Agenda en La Habana, Cuba: Participación política
la agenda llaman la atención algunos
elementos: primero, hay insistencia 1. Derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política en general,
en el tema de participación política. y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma
Se proponen mecanismos de “partici- del Acuerdo Final. Acceso a medios de comunicación.
pación directa, en los diferentes nive-
les y temas”, buscando alternativas al 2. Mecanismos democráticos de participación ciudadana, incluidos los de
sistema representativo. Segundo, la participación directa, en los diferentes niveles y diversos temas.
exigencia de derechos y garantías a la
oposición. Se trata del asunto seguri- 3. Medidas efectivas para promover mayor participación en la política na-
dad, que en el caso colombiano cobra cional, regional y local de todos los sectores, incluyendo la población más
relevancia ante la existencia de agentes vulnerable, en igualdad de condiciones y con garantías de seguridad.
de violencia, por ejemplo, las Bacrim.
Tercero, la inclusión de sectores vulne-
rables, tradicionalmente excluidos de como los de Guadalupe Salcedo y Carlos tía a la participación política y al mejo-
los escenarios de decisión. Ello hace Pizarro. Sin la mediación de la violen- ramiento de las condiciones sociales y
referencia a la necesidad de apertura cia como mecanismo de la acción polí- económicas; ello ha justificado el soste-
democrática en los distintos niveles tica, la democracia en Colombia tendría nimiento de la lucha armada. De hacer-
territoriales, garantizando amplia par- otra cara. Y esto lo saben las élites en se, ayudaría al tránsito a la política no
ticipación. el poder al ver la fuerza movilizadora violenta y a establecer condiciones para
El reto es que no se repita la historia de los sectores populares (Sanchez, G. una paz estable y duradera; de lo con-
de la UP ni el destino fatídico de líde- 1991, p.26)4. Hasta ahora, las guerrillas trario, sería permanecer en un esquema
res guerrilleros desmovilizados, entre de las FARC y el ELN no han visto en el de reproducción de los conflictos y la
los que se cuentan casos emblemáticos proceso democrático del país una garan- violencia.

* Fernando Sarmiento Santander Investigador del CINEP/Programa por la Paz. Coordinador del equipo Iniciativas de Paz.

Notas
1
Entre las que contaban también a Guayabero, El Pato y Riochiquito.
2
Archon Fung y Erik Olin Wright (2003) reflexionan sobre este punto en el Proyecto Utopías Reales. Ellos afirman que “resulta cada vez más claro que tales
mecanismos de representación política no corresponden a los ideales centrales de la política democrática, que se resume en los siguientes: forjar un con-
senso político a través del diálogo, diseñar e implementar políticas públicas que fundamenten una economía productiva y una sociedad saludable; y, en las
versiones igualitarias más radicales del ideal democrático, asegurar que todos los ciudadanos se beneficien de la riqueza de la nación”.
3
Hoy cursa en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la demanda contra el Estado colombiano por el genocidio de la UP, cuyo fallo podría
obligarlo a devolver a este partido su Personería Jurídica, anulada por el Consejo Nacional Electoral en 2003.
4
Gonzalo Sánchez (1991) se refiere a la democratización frustrada, viendo en ello “una confrontación creciente entre clases dominantes y clases subalternas,
que coexiste, por supuesto, con otras oposiciones no clasistas, como la populista y la partidista”.

Referencias

“Programa de Simacota” [en línea], disponible en: http://www.kus.uu.se/pdf/publications/Colombia/Programa_simacota.pdf, recuperado: 12 de marzo de


2013.
Sartori, G. (1994) “¿Qué es la democracia?” [Ensayo], Bogotá, Altamir Ediciones, p.8.
Fung, A. y Olin Wright, E. (2003) “Democracia en profundidad. Nuevas formas institucionales de gobierno participativo con poder de decisión”, Colombia,
Universidad Nacional de Colombia, p. 19.
Camacho, H. (2013, 7 de febrero). “Constituyentes regionales por la paz: El diálogo es la ruta” [en línea], disponible en: http://www.marchapatriotica.org/
constituyentes-por-la-paz/1144-paz-constituyentes-regionales-por-la-paz-el-dialogo-es-la-ruta, recuperado: 19 de marzo de 2013.
EL Espectador (2013, 19 de marzo). “Desde congreso piden revivir a la UP como partido político de las Farc” [en línea], disponible en: http://www.elespec-
tador.com/noticias/politica/articulo-411316-congreso-piden-revivir-up-partido-politico-de-FARC, recuperado:19 de marzo de 2013.
“Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” [en línea], disponible en: https://www.mesadeconver-
saciones.com.co/sites/default/files/AcuerdoGeneralTerminacionConflicto.pdf, recuperado: 19 de marzo de 2013.
Sánchez, G. (1991) “Guerra y política en la sociedad colombiana”, Bogotá, Ancora Editores., p. 26.

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