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Inicio / Incesto / Descubriendo el placer por primera vez con mi tio Pedro
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Transcurría un cálido verano en 1999 en mi bella ciudad en México. Muchas de mis amigas viajaban
con sus familias a distintos centros turísticos y yo me quedaba sola en casa con mi padre que todo el
tiempo estaba borracho por la pérdida de mi madre y mi hermano que nunca se encontraba en casa,
en ocasiones ni siquiera legaba a dormir. Era muy mujeriego y la muerte de mi madre lo había hecho
aún más distante de mi padre y también de mí. A veces tenía la desfachatez de traer a sus novias a la
casa y por las noches podía escucharlas gemir y gritar como bestias jadeantes y hambrientas de
lujuria y placer. Las hacia gritar de manera agresiva y violenta, y la cama rechinaba y se movía
estruendosamente al compás de aquellos chillantes gemidos y gritos. A mi padre no le importaba
mucho eso, él se la pasaba todo el día pensando en mi madre y en todo lo que habíamos perdido. La
verdad no le importaba nada. Solo estar inmerso en su profundo dolor.
A mitad del verano mi padre recibió una llamada. MI tío Pedro vendría de visita para poder quedarse
un tiempo en la ciudad. Se notó en mi padre un pequeño desliz de ánimo por la llegada de su
hermano y yo estaba feliz por eso. Ya había pasado mucho tiempo desde que había visto la sonrisa de
mi padre; tanto que no podía creerlo. El día paso normal y después de estar esperando llego por fin.
Mi padre y mi tío se fundieron en un abrazo fraternal lleno de un inmenso cariño.
-No puedo creer que haya pasado tanto maldito tiempo –dijo mi tío Pedro.
-Siento mucho lo de tu esposa –dijo mi tío Pedro con la cabeza baja y una notable tristeza en su
rostro.
-No sé cómo paso, aun no puedo recuperarme de su ausencia, siempre estoy pensando en ella.
-Bueno ya basta de tantos pensamientos tristes, dime ¿dónde está mi sobrina favorita?
-¡Vaya, ¿enserio?! Quién lo diría, va a ser la primera mujer de la familia que vaya a la universidad.
Mi padre siempre que le hablaba a cualquier persona de mí, mencionaba que era muy linda. Esta mal
que yo le mencione, pero la verdad mi padre tenía algo de razón. A la edad de 19 años, que era la
época en la que mi tío nos visitó; mi cuerpo se había desarrollado por completo. Mis senos eran muy
grandes. Eran redondos, firmes y muy jugosos. Mi trasero era muy respingado y redondo también
aunque algo grande. Mi busto era tan grande que tenía que buscar unos sostenes algo especiales
para poder sostenerlos firmemente. Mi talla de busto a esa edad era 40 doble d. La mayoría de los
compañeros de mi escuela, se me quedaban viendo en clases. Hombres en la calle me miraban con
rostros pervertidos sin importarles que fuera acompañada de alguien. Mi hermano tuvo varias peleas
con muchos de sus amigos por que siempre le hacían comentarios acerca de mí. Le decían que, que
buena estaba o preguntaban que si tenía novio. Todo eso calentaba mucho a mi hermano e incluso
termino golpeando a muchos de sus amigos por esos motivos. Era una chica muy voluptuosa y era
algo que no podía evitar.
Mi padre y mi tío entraron a casa. Yo estaba comiendo un aperitivo en la sala, creo que era una
banana. Mi tío me vio y enseguida grito
El me tomo con sus fuertes y velludos brazos y me estrecho vigorosamente. Mi cuerpo se hizo
pequeño entre sus brazos y sentí como mis boobies cambiaban de forma aplanadas en su gran pecho.
-Tío me vas a dejar sin aire, por favor bájame –dije sonriendo.
-Perdóname pequeña, es que me gano la emoción de verte. Hace más de 5 años que no los visitaba, y
verte así de grande me lleno de una nostalgia tremenda. Estas muy linda peque.
-Muchas gracias tío, tú también estas muy guapo –dije mientras lo veía de pies a cabeza.
Era un hombre muy grande. Media más de un metro con ochenta centímetros. Las botas que llevaba
estilo militar lo hacían ver aún más enorme ante mí. Yo solo media como un metro con sesenta y
cinco centímetros. Era un monstruo en comparación conmigo. Su cuerpo estaba muy marcado y
firme. Siempre había tenido cierta afición por el fisicoculturismo y seguía teniendo un cuerpo
envidiable para muchos hombres jóvenes a sus cuarenta años. Llevaba un bigote muy tupido y barba
de algunos días alrededor. Su cabello era algo corto y muy crespo y sus brazos eran enormes y
musculosos. Pude sentirlos cuando me abrazaba con fuerza. Yo en ese tiempo había tenido un par de
novios, pero no había llegado ese hombre especial en mi vida. Nunca me había enamorado.
Después de haberle dicho que él también estaba muy guapo me sonrió y me dio un beso en la
mejilla. Yo me sonroje un poco y le sonríe de vuelta. ¿Qué me está pasando? -me pregunte-. Nunca
me había sonrojado ante un hombre y la primera vez que lo había hecho fue con alguien de mi propia
familia. No. No puede ser, pensé. Me sacudí esa idea tan loca de la mente y fui a platicar un rato con
mi tío a la cocina.
-Si pero, son cosas demasiado intimas que no es correcto que platique contigo mi vida. Tal vez tú no
conozcas de estos temas y si tu padre me escuchara hablar de esto contigo me pondría una golpiza.
-Ande tío, cuéntame, me gustaría saber ¿porque pusiste esa carita tan triste cuando me dijiste que te
habías divorciado?
-Realmente no puedo, linda, tal vez te lo cuente más adelante –dijo algo deprimido. Su hermosa
sonrisa se desdibujaba siempre que le mencionaba ese tema.
El venía muy cansado del viaje y le dijo a mi padre que tomaría un baño. ¿Dónde está el baño? –
Pregunto mi tío-. Llévalo al baño hija –dijo mi padre-. Mi padre saldría a comprar algo en el mercado y
mi hermano andaba trabajando en la obra. Yo le obedecí a mi padre y tome a mi tío de la mano y le
dije –ven tío te voy a llevar a bañarte-. Él se rio por la manera en la que lo había dicho pensando tal
vez otra cosa y me siguió el paso acelerado. Mi tío me dio las gracias y entre cerró la puerta del baño,
sin hacerlo por completo y yo entre la puerta como se veía al espejo la barba. Parecía que tenía
planeado afeitarse o algo así. Yo me fui a mi cuarto que estaba muy cerca del baño, en la parte de
arriba y me puse a estudiar un poco, el examen, por lo que me habían contado estaría muy complejo;
por lo que me estaba esforzando mucho en mis estudios. La verdad ya lo tenía casi todo dominado
para ese momento y ya no estudiaba, más bien era un repaso lo que hacía. Cuando leía recordé. No le
había llevado una toalla a mi tío. ¡Hija! –Grito fuerte mi tío-. Yo supe de inmediato que necesitaba
que le llevara una toalla limpia. Fui rápido al closet y le lleve una de las mías que estaba seca. Fui
corriendo y cuando llegue al baño me di cuenta que no estaba cerrado. Casi al llegar resbale y tiré la
toalla golpeándome la cabeza con rudeza contra la puerta. Mi tío estaba detrás de ella y lo empujé
hacia atrás. Casi resbalo y la puerta se abrió de par en par. El cuerpo desnudo de mi tío se rebeló ante
mis jóvenes ojos. El vello en su cuerpo era interminable. Sus piernas, que era lo primero que vi eran
como las de un oso. Levante un poco más la mirada y pude ver sus manos. Trataban de esconder un
pene mucho muy grande. Era un miembro masculino con venas resaltadas y colgaba muy grande
entre su entrepierna. Sus testículos eran también grandes y llenos de vellos chinos. El hacia lo posible
por cubrirse pero el tamaño de su pene lo hacía imposible. Yo aún tirada en el suelo sentí un dolor
muy punzante en la frente. Un golpe con un sangrado muy leve se había manifestado en la parte alta
de mi frente. Mi tío, por la preocupación, se olvidó de cubrirse y se acercó a mí que estaba a punto de
desmayarme.
Se levantó un poco y justo antes de que se cubriera pude ver aquel pene en toda su enorme forma y
esplendor.
Mi tío me levanto entre sus brazos y su cuerpo empapado, mojó mi playera. Me había levantado con
tanta facilidad y me parecía que estar en sus brazos era un sueño. Yo me tomaba de su cuello para no
caerme y él se notaba preocupado. De manera delicada me puso en la cama de mi habitación.
Cuando bajaba mi cuerpo pude sentir aquel miembro tan enorme por encima del algodón de aquella
toalla rosada.
Mi tío bajo rápidamente por el botiquín mientras yo trataba de reponerme del golpe tan fuerte.
Yo solo observaba mientras mi tío con su toalla cubriendo de su cintura para abajo, desinfectaba y
curaba mi herida. Era muy leve pero el golpe si me había dejado algo mareada. El pronto termino de
curarme y me dio un beso en la mejilla d nuevo y dijo –te vas a poner bien hermosa-. Yo me toque la
mejilla y le dije –no me dejes tío, quédate conmigo, hasta que llegue mi papá-. Mi tío me dijo –solo
déjame vestirme y regreso. Se fue por unos minutos y regresó con una pequeña playera y unos
calzones ajustados. Su paquete se veía abultado y restringido dentro de su trusa. Perdón hija, es que
me puse lo primero que encontré para volver contigo –dijo-. Yo estaba recostada en mi cama aun
mareada y mi tío me acariciaba el cabello.
-¿Qué cosa?
-Es que, tu pene es muy grande, ¿estas enfermo o algo? Me preocupe cuando te vi tío.
Pero es que…
Yo hice caso a su petición y ya no dije nada. Él se quedó acariciando mi cabello por un rato y yo me
calme un poco y el dolor desapareció casi por completo. Mi tío se fue a poner unos pantalones y yo
me quede sola en mi habitación pensando en aquella visión tan gratificante que había tenido. Por fin
había visto el cuerpo de un adonis. Un hombre en toda la extensión de la palabra. Un guerrero
espartano que podía tomar a la mujer que él quisiera y hacerla suya. Una vez más estaba ideando
cosas prohibidas y degeneradas en mi mente.
Esa noche cenamos todos juntos hamburguesas del puesto de la esquina, y como era habitual mi
hermano no había llegado. Seguramente estaba con alguna de sus mujeres y se iba a quedar fuera. Yo
estaba feliz con la plática tan amena con mi padre y mi tío. Había pasado tanto tiempo de que mi
padre no reía tanto que hasta parecía que yo estaba en un sueño. Terminamos de cenar y yo me fui a
mi habitación. Mi padre se quedó en la sala viendo el televisor. Normalmente se quedaba dormido en
su sillón reclinable y yo bajaba más tarde a cubrirlo con una manta, era algo que siempre hacia. Paso
el tiempo y baje a asomarme y él estaba ya dormido con el televisor aun encendido. Mi tío estaba
viendo algo en su cuarto en la televisión y yo me fui a mi habitación.
No pude resistir las ganas y metí la mano dentro de mi ropa interior. Llevaba un calzón rojo muy
ajustado que en la oscuridad de mi cuarto se desvanecía. Hazme tu mujer tío, quiero ser tuya –decía
en mi mente-. Mis dedos rozaban la delicada piel de mi vulva. Los humedecía entre mis labios y volvía
a acariciarme con ternura y calidez, justo como me imaginaba que lo haría la mano con dedos
gruesos de mi tío. Mi mano se movía por su cuenta dándole a mi cuerpo el placer que tanto deseaba.
Mi vagina se llenaba de humedad y yo me retorcía entre las sabanas. Mis dedos exploraron dentro de
mi vagina queriendo descubrir la humedad de mi interior y ahí fue cuando mis gemidos se
desbordaron. Gemía como una mujer de la vida galante. Los gemidos abandonaban mi habitación y
estoy casi segura que llegaban a oídos de mi tío que por la proximidad de nuestros cuartos tendría
que escucharlos. Pronto un intenso placer domino mi cuerpo y lo tomo preso. ¡Dios mío! –Grite-. Y un
orgasmo violento y fugaz abandono mi cuerpo. Mi humedad cayó encima de mis blancas sabanas y
mi respiración era la de una maratonista agotada. Ya no podía mas, no me importaba nada. Las llamas
ardientes en mi vagina eran insoportables y necesitaba la gran manguera de un hombre para
apagarlo. Me quite toda la ropa y me puse una toalla en mi joven y voluminoso cuerpo. Fui algo
nerviosa y temerosa, pero muy decidida a la habitación de mi tío. Me puse en su puerta y toque
mientras él veía tv. Volteo a verme y se quedó sorprendido mientras me veía. Yo suavemente quite el
nudo de la toalla y la deje caer. Mi cuerpo desnudo quedo frente a sus ojos con solo la luz del
televisor alumbrándolo. –Ya estamos a mano tío dije.
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