Ocampo C.

Articulos de Revisión

LA PSICOTERAPIA COMO
TRATAMIENTO BIOLOGICO

Carlos A. Ocampo G.*

El cerebro continuamente se está adaptando, actualizando y modificándose

a sí mismo. Virtualmente todas las funciones mentales superiores son
modificadas por las experiencias. La psicoterapia, tomada como experien-
cia, tendría también esta misma capacidad. A la luz de los conocimientos
actuales sobre funcionamiento cerebral se proponen las posibles bases
biológicas del proceso psicoterapéutico.
Palabras clave: Cerebro - experiencia - psicoterapia.

The brain is constantly adapting, updating and modifing itself. Virtually, all the
upper mental functions are modified by the experiencies. The psychotherapy,
taken as an experience, will have also this same ability. To the light of the
current knowledges about the brain function, it’s proposed the possible
biologic basis of the psychotherapeutic process.
Key words: Brain - experience -psychotherapy.

INTRODUCCION
«El más apasionado defensor de la exclusiva teoría psicogénica de las
enfermedades mentales no puede negar que, cuando habla a sus enfermos,
o les induce a que recuerden, o les presenta una vivencia apropiada, está
modificando en mayor o menor proporción la bioquímica de determinados
centros encefálicos. Está modificando la liberación de transmisores y la
actividad de receptores neurológicos. Todavía más, que la intensidad de esta
modificación bioquímica es proporcional al contenido afectivo que encierra la
vivencia o el recuerdo.» Esto se decía hace cerca de veinte años(1), ¿Qué
podemos decir en la actualidad?.
El cerebro está construido, como dice Freedman, para comportarse y posee
además espacios en blanco para ser ocupados. A través de cambios en su

* Residente primer año de Psiquiatría, Clínica de Nuestra señora de la Paz-Escuela de medicina Juan
N. Corpas. Profesor de Neuroanatomía, Facultad de Psicología, Universidad de la Sabana.

116 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.


microestructura y por tanto en su
organización, está preparado para
adquirir información, memoria y cons-
truir una historia con su desarrollo. Al
hacerlo, modela una identidad, un
estilo y una huella única y personal.
Sabemos que el entorno familiar, edu-
cativo, social y las propias experien-
cias personales, estructuran la inter-
pretación individual no sólo de la rea-
lidad externa, sino también de la pro-
pia acción. De esta manera,lo psico-
social se encuentra profundamente
enraizado en lo biológico y forma
parte, por lo tanto de nuestro campo
de estudio.
Aunque estemos enfrascados en el
estudio de las distintas propiedades
de las 21 variantes del receptor D4 en
la esquizofrenia, no hay que olvidar
que estas investigaciones biológicas
tienen su última referencia en pautas
específicas de conducta. De hecho,
el análisis de la conducta verbal dis-
crimina mejor entre la manía y la
esquizofrenia que cualquier test bio-
lógico. Una psiquiatría biológica sin
ciencia conductual, ni observaciones
psicológicas sistemáticas, no sólo es
inútil sino incluso, imposible.
Cuando ante una determinada medi-
da no sabemos si es causa, conse-
cuencia, mecanismo compensador,
proceso adicional o correlación, es la
metodología científica la que hemos
de emplear para salir de la duda y ello
independientemente de que se trate
de un «life event», del tipo A de perso-
nalidad o de la desensibilización de
los receptores 5-HT1A presinápti-
cos(2). En tal sentido se propone estu-
diar la psicoterapia en forma similar,
incluso la de orientación psicoanalíti-
ca, muestra de ello es la interesante
monografía de Robert F. Borstein,
quien revisó la literatura empírica so-
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.
La Psicoterapía como tratamiento biologico.
bre percepción implícita y memoria
implícita revelando que las hipótesis
de Freud con respecto a la libre aso-
ciación, transferencia y recuperación
del material inconsciente en terapia
fueron correctas en algunas áreas e
incorrectas en otras. Encontró que la
evidencia empírica confirma que -
como Freud hipotetizó- cuando las
percepciones y memorias implícitas
(v.g., inconsciente) son hechas explí-
citas (v.g., consciente), los individuos
son capaces de hacer juicios realis-
tas más lógicos e inferencias consi-
derando aquellas memorias y per-
cepciones. Sin embargo, la eviden-
cia empírica no apoya el argumento
de Freud de que la libre asociación es
una herramienta particularmente po-
derosa para acceder al material in-
consciente, siendo discutidas las im-
plicaciones de estos hallazgos para
la teoría y terapia psicoanalítica, y
describe aproximaciones alternativas
para acceder al material inconscien-
te en la psicoterapia (3,4,5,6,7).
La doctrina freudiana ha caído en
desuso, agobiada por su propia bu-
limia académica y por el embate de
las ciencias que, en las últimas déca-
das, ha demostrado la falsedad de
varias de las premisas fundamenta-
les del psicoanálisis clásico y permi-
tido el conocimiento de una larga
serie de problemas sin resolver. Por
otro lado, reconocemos que nadie es
capaz de negarle a Freud, tampoco
es la intención, el calificativo de genio
de la humanidad. Incluso el trabajo
de toda su vida es considerado por
muchos como algo verdaderamente
revolucionario para su época, pero
es inexorable, como una ley de vida,
que el tiempo castigue a todos con
extrema dureza: a unos los hace caer
en el olvido y a otros les demuestra
sus errores. Los científicos, aún los
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Ocampo C.
más grandes, no son una excepción,
ya que la ciencia nunca ha sido -ni
debe serlo jamás- infalible o dueña
de la verdad absoluta (8,9,10).
IDEA ACTUAL DEL
FUNCIONAMIENTO CEREBRAL
Hasta hace relativamente poco, la
transmisión sináptica fue conceptua-
lizada, de manera estrecha, como un
juego de procesos por los cuales los
neurotransmisores, actuando a tra-
vés de sus receptores, producen
modificaciones en la conductancia
de canales iónicos específicos para
producir potenciales postsinápticos
excitatorios o inhibitorios. El concepto
de sistema nervioso era el de una
estructura estática que estaba com-
pletamente formada desde el naci-
miento. La convencional metáfora
para el cerebro era una central telefó-
nica, un «sistema de alambrado», y
se creyó conveniente proceder como
si el cerebro fuera una caja negra (11).
En los últimos 20 años, sin embargo,
ha sido evidente que los neurotrans-
misores producen diversos y com-
plejos efectos en neuronas blanco y
su comprensión ha llevado a un pun-
to de vista más completo de la trans-
misión sináptica.
En la mayoría de los casos las inte-
racciones neurotransmisor-receptor
producen diversos efectos en neuro-
nas blanco a través de una compleja
estructura de sistemas mensajeros
intracelulares que involucran proteí-
nas G, segundos mensajeros y fosfo-
rilación proteíca. La idea actual, es
que el cerebro no funciona como
circuitos seriales, sino como circuitos
en serie, quizá el cambio conceptual
fundamental de muchos de los des-
cubrimientos es que el análisis de la
función cerebral necesita enfatizar en
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la regulación o modulación de los
procesos neurales, y de éstos con
otros sistemas con los cuales inte-
ractúa estrechamente, tales como el
sistema inmunológico y el endocrino.
Dichas acciones moduladoras de los
neurotransmisores forman las bases
bioquímicas y moleculares de la plas-
ticidad neuronal.
El cerebro humano es notablemente
plástico. Se adapta a una variedad
de circunstancias, forma memorias
de experiencias y aprende procedi-
mientos; puede ser dependiente de
drogas o producir psicopatología in-
capacitante y puede recuperarse. La
plasticidad del cerebro y, por lo tanto,
la capacidad de aprender y adaptar-
se es el corazón de los sucesos de la
evolución humana en la naturaleza y
de la evolución cultural también. Es-
tudios en los últimos 10 años han
indicado que dos tipos generales de
mecanismos están involucrados. Un
mecanismo es la fosforilación protei-
ca, por la cual la modulación de la
función neuronal se alcanza a través
de alteraciones inducidas por la fos-
forilación en el estado funcional de
una amplia variedad de proteínas
neuronales. El otro mecanismo sub-
yacente en la plasticidad neuronal es
la regulación de la expresión genéti-
ca neuronal. Cambios en la expre-
sión genética pueden producir cam-
bios cuantitativos e incluso cualita-
tivos en muchos de los componentes
proteicos de la neurona. La regula-
ción de la expresión genética neuro-
nal de los neurotransmisores es per-
misiva y ocurre sobre una base con-
tinua de un fino tono del estado fun-
cional de las neuronas en respuesta
a complejos estímulos sinápticos. Fi-
nalmente, los efectos a largo plazo
de los factores ambientales sobre el
cerebro, que incluyen efectos con-
ductuales y de memoria, son media-
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.

dos a través de complejos procesos
que involucran la regulación de la
fosforilación proteica y la expresión
genética neuronal.
Aquellos cambios bioquímicos y mo-
leculares llevan sucesivamente a
cambios en la función o eficacia de
las sinapsis, cambios en el sentido
de proceso de información neuronal
individual y, finalmente, cambios en
la comunicación entre las estructuras
neuronales multicelulares (12).
Lo dicho nos lleva a replantear, como
punto de partida y como finalidad, el
verdadero significado del término
«biológico», o en otras palabras, las
significaciones que suelen darse al
mismo, las cuales corresponden, con
frecuencia, a somático, fisiológico,
neurofisiológico o bioquímico, entre
otros. Ahora bien, es evidente que
estos conceptos están comprendi-
dos dentro de lo biológico,así como
también el que no lo definen en toda
su amplitud y que ello supondría, a
todas luces, una limitación más que
reduccionista. Ciertamente, «biológi-
co» y por ende «biología» son térmi-
nos que se refieren al concepto de
vida en general, lo que por supuesto
no corresponde ni a lo elemental, ni a
lo reducido. Es sabido que cualquier
diccionario científico de nuestros días
define la «biología» como el estudio
de los seres vivos y sus relaciones
entre sí y con el medio ambiente, lo
que equivale a reconocer que vida es
realidad estructural y funcional, pero
es también, realidad y funcionalismo
de uno mismo en relación con los
demás y con el mundo. Vida y biolo-
gía sólo cobran su plena significa-
ción, por otro lado, si las considera-
mos en el espacio y en el tiempo(13).
EXPERIENCIA Y ESTRUCTURA
CEREBRAL
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.
La Psicoterapía como tratamiento biologico.
El cerebro continuamente se está
adaptando, actualizando y modificán-
dose a sí mismo. Virtualmente todas
las funciones cerebrales, incluyendo
la percepción, el control motor y el
razonamiento, son modificadas por
la experiencia, estas modificaciones
no ocurren al azar, sino ordenada-
mente; la integración de las modifi-
caciones no se concluye, y por el
contrario se trata de un proceso con-
tinuo con un itinerario sin final. La
limitación de las modificaciones varía
en una forma desconocida pero re-
gular, no solamente con respecto a la
función cerebral, la herencia genéti-
ca y el desarrollo, sino también a la
edad, el género, las experiencias y el
tipo de lesión (14).
Una variedad de factores ambienta-
les (v.g., experiencias conductuales y
psicoterapia) durante el desarrollo y a
través de la vida adulta, produce cam-
bios conductuales a largo plazo y
relativamente estables. Hay crecien-
te evidencia de que los mecanismos
involucrados en producir estos cam-
bios conductuales a largo plazo, aun-
que inicialmente involucren interac-
ciones neurotransmisor-receptor, son
mediadas finalmente por las vías de
transducción de señales intracelula-
res y su regulación de la expresión
genética neuronal (15).
El programa genético desarrollado
durante la gestación termina en un
recién nacido con los órganos senso-
riales sin estrenar y un cerebro bien
formado, cuyas 100.000 millones de
neuronas se encuentran asociadas
en vías que están especializadas en
llevar a cabo funciones específicas.
Cada una de estas neuronas puede
recibir de 100.000 a 200.000 señales
desde distintas fibras terminales en
su árbol dendrítico. Cada patrón sen-
sorial probablemente estimula un
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número bastante restringido de pun-
tos del árbol, y así puede retener un
sinfín de patrones sin saturar la capa-
cidad del sistema. Pero antes que el
cerebro en desarrollo alcance su ple-
na capacidad para procesos y anali-
zar la experiencia sensorial, esta últi-
ma debe dejar su huella sobre la
estructura más final del cerebro (16).
Los estudiosos del desarrollo del ce-
rebro han observado que, para al-
canzar la precisión de la configura-
ción del adulto, resulta imprescindi-
ble la función neural; hay que estimu-
lar el cerebro. Para que los niños
alcancen un desarrollo normal deben
ser estimulados mediante el tacto, el
habla y las imágenes (17).
El cerebro en desarrollo puede com-
pararse con una red vial que evolu-
ciona con el uso: las vías menos
transitadas podrían abandonarse, en-
sancharse las más populares y abrir-
se otras nuevas si fuera necesario (16).
Los trabajos teóricos y experimenta-
les centrados en los procesos de
aprendizaje pueden aportar alguna
información a propósito de la intensi-
dad de las sinapsis. Los resultados
de tales estudios son potencialmente
aplicables al proceso de desarrollo,
porque el aprendizaje, como el de-
sarrollo, requiere la agrupación y re-
forzamiento de determinadas co-
nexiones sinápticas, amén del debi-
litamiento y la eliminación de otras
(18). ¿Cómo logra la experiencia
moldear la organización cerebral? La
investigación en este campo conoció
un punto de inflexión a principios de la
década de los sesentas merced a los
experimentos realizados por Hubel y
Wiesel, quienes recibieron el premio
Nobel al describir dichos mecanis-
mos cerebrales en la visión (17), y cuya
comprensión se ha ampliado nota-
blemente.
120
En algunos sistemas del cerebro el
mantenimiento de la capacidad de
modificación de las conexiones entre
neuronas resulta crucial. Tal es el
caso de los sistemas responsables
del aprendizaje que, se supone, no
pierden nunca su plasticidad y gra-
cias a ello pueden almacenar infor-
mación (18).
Un caricaturista retrata el rostro de un
personaje famoso con un número
mínimo de trazos, artísticamente dis-
puestos. El apunte proporciona sufi-
ciente información visual para evocar
en el observador un patrón recorda-
do con el cual rellena los espacios no
dibujados. En este sentido, el ser
humano es un dispositivo reconoce-
dor de patrones, creado en el trans-
curso de la evolución; las memorias
son los patrones que se almacenan.
El almacenamiento de patrones -que
equivale a decir formación de la me-
moria- está gobernado por una regla
bastante simple: Los elementos de
un patrón quedarán asociados en
una memoria, si dichos elementos se
perciben más o menos simultánea-
mente. Un patrón se forma y retiene
cuando un conjunto de elementos o
piezas se asocian al mismo tiempo.
Así, las características de un rostro
conocido se almacenan conjunta-
mente, no una a una. Un patrón de
notas musicales se guarda en forma
de melodía.
Del mismo modo, es característico
de los patrones de memoria que el
conocimiento de una pequeña parte
desencadene el conocimiento del
conjunto. Un rasgo familiar en el ros-
tro de un desconocido puede hacer
recordar otro del rostro de un amigo;
unas notas de un estribillo pueden
evocar un movimiento sinfónico com-
pleto. Y no tan solo los elementos de
un mismo patrón están enlazados:
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unos patrones llaman a otros patro-
nes. El patrón visual del rostro de un
amigo puede estar unido al patrón
sonoro de su nombre y al del olor de
su loción de afeitar. Los estudios del
funcionamiento cerebral empiezan a
revelar cómo se establecen esos en-
laces. La formación de memorias
asociativas parecen implicar una se-
cuencia de cambios moleculares en
lugares específicos de sistemas de
neuronas.
A la hora de plasmar el proceso de
formación de una memoria asociati-
va, se debe ir de los estímulos am-
bientales a las señales eléctricas en
los sistemas neurales, luego al flujo
de iones a través de la membrana
celular, a los controles moleculares
que regulan ese flujo, después a las
alteraciones en la síntesis proteica y,
por último, a los cambios experimen-
tados en la estructura de la arquitec-
tura neuronal. De esta progresión se
desprende el carácter dinámico de
las neuronas implicadas en el alma-
cenamiento de memoria. Al haber
alcanzado su estado de madurez y
diferenciación, han perdido su capa-
cidad de división, pero sí pueden, en
lugar de dividirse, realizar importan-
tes transformaciones (19).
El aprendizaje es el proceso por el
cual adquirimos nuevos conocimien-
tos, y memoria es el proceso por el
cual podemos retener esos conoci-
mientos durante el tiempo. La mayo-
ría de lo que conocemos sobre el
mundo y las civilizaciones lo hemos
aprendido. Ciertamente, el aprendi-
zaje va más allá del individuo, a la
transmisión de cultura de generación
en generación. El aprendizaje es un
vehículo importante para la adapta-
ción conductual y una fuerza podero-
sa para el progreso social. Por el
contrario, la pérdida de memoria lle-
va a la pérdida de contacto con el ser
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.
La Psicoterapía como tratamiento biologico.
inmediato, con la historia de su vida y
con otros seres humanos.
Aunque aún no está claro como exis-
ten diversos sistemas de memoria,
los investigadores están de acuerdo
en que las lesiones de los lóbulos
temporales deterioran severamente
formas de aprendizaje y memoria en
las cuales se requieren un registro
consciente, estos tipos de aprendi-
zaje son comúnmente llamados de-
clarativos o explícitos. Aquellas for-
mas de aprendizaje que no utilizan la
participación consciente permanecen
sorprendentemente intactos en pa-
cientes con lesiones del lóbulo tem-
poral; ellas son referidas como no
declarativas o implícitas.
El aprendizaje explícito es rápido y
puede producirse después de un solo
ensayo de entrenamiento. A menudo
involucra asociación de estímulos si-
multáneos y permite el almacena-
miento de información sobre un even-
to simple que interviene en un tiempo
y lugar particulares; por lo tanto pro-
porciona un sentimiento de familiari-
dad sobre eventos previos. En con-
traste, el aprendizaje implícito es len-
to y se acumula a través de la repe-
tición de muchos ensayos. A menu-
do involucra asociación de estímulos
secuenciales y permite almacena-
miento de información sobre relacio-
nes predictivas de eventos. El apren-
dizaje implícito está expresado pri-
mariamente por el mejoramiento de
la ejecución en ciertas tareas sin que
el sujeto sea capaz de describir
exactamente qué ha sido aprendido,
e involucra sistemas de memoria que
no se producen en el contenido ge-
neral del individuo.
Experimentos en Aplysia y en mamí-
feros indican que el almacenamiento
de memoria explícita e implícita se
produce en etapas. El almacena-
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miento de la información inicial, un
tipo de memoria a corto plazo, dura
minutos a horas e involucra cambios
en la intensidad de las conexiones
sinápticas existentes (por medio de
segundos mensajeros median mo-
dificaciones del tipo que hemos dis-
cutido). Los cambios a largo plazo
(aquellos que persisten por semanas
y meses) son almacenados en el
mismo sitio, pero requieren algo en-
teramente nuevo: la activación de
genes, la expresión de nuevas pro-
teínas y el crecimiento de nuevas
conexiones. En Aplysia, se ha encon-
trado que estímulos que producen
memoria a largo plazo para sensibi-
lización y condicionamiento clásico
lleva a un incremento en el número
de terminales presinápticas (20). Cam-
bios anatómicos similares ocurren
en el hipocampo (21).
Si la memoria a largo plazo lleva a
cambios anatómicos ¿implica que
nuestros cerebros están constante-
mente cambiando anatómicamente
en cuanto aprendemos y olvidamos?
¿Nuestra experiencia cambiará nues-
tra citoarquitectura cerebral como re-
sultado de leer y recordar este artícu-
lo?
Esta pregunta ha sido dirigida por
muchos investigadores, quizá más
intensamente por Merzenich de la
Universidad de California. Este autor
examinó la representación de la mano
en el área sensorial de la corteza
cerebral. Hasta hace poco, los neu-
rocientíficos creían que esta repre-
sentación era estable a través de la
vida. Pero Merzenich y sus colegas
han demostrado ahora que los ma-
pas corticales están sujetos a cons-
tante modificación basada en el uso
de las vías sensoriales. Puesto que
todos nosotros entramos en contacto
con diferentes ambientes, nos he-
122
mos expuesto a diferentes combina-
ciones de estímulos y probablemen-
te a ejercitar nuestras destrezas sen-
soriales y motoras en diferentes sen-
tidos, cuestión por la cual la arquitec-
tura de cada uno de nuestros cere-
bros será modificada levemente en
diferentes sentidos. Esta modifica-
ción distintiva de la arquitectura cere-
bral, junto con una única estructura
genética, configura parte de las ba-
ses biológicas para la expresión de la
individualidad (21).
El descubrimiento de que el cerebro
adulto es capaz de una reorganiza-
ción funcional extensa necesita de
una revisión radical de las nociones
tradicionales de la rigidez anatómica.
En un estudio de una mujer después
de una mastectomía, Aglioti y cole-
gas demostraron el comienzo del
remapeo sensorial 6 días después
de la cirugía. Estudios usando mag-
neto-encefalografía y MRI demues-
tran que en cuestión de semanas
después de la cirugía para sindactí-
lia, la representación cortical soma-
tosensorial para los dedos separa-
dos se expande rápidamente debido
a su nuevo status funcional. Como
Posner ha expresado, «si los siste-
mas neurales usados para una tarea
dada cambian con 15 minutos de
práctica...cómo podemos seguir se-
parando las estructuras orgánicas de
su experiencia en la historia del orga-
nismo? (11)
Durante buena parte de este siglo los
neurofisiólogos negaron a menudo
que tales funciones fueran accesi-
bles al análisis científico, o declararon
que pertenecían al dominio exclusivo
de la psicología y la filosofía. Pero a lo
largo de los últimos 20 años los neu-
rofisiólogos han comprendido mejor
la relación existente entre los proce-
sos cognoscitivos y la organización
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.

anatómica del cerebro, gracias a lo
cual pueden ahora estudiarse con
aprovechamiento en el laboratorio
incluso funciones mentales genera-
les como el pensamiento y la inten-
cionalidad.
Se ha demostrado que ciertas neuro-
nas de la corteza prefrontal poseen lo
que denominamos «campos de me-
moria». Puesto que la corteza pre-
frontal opera de intermediaria entre la
memoria y la acción, cabe imaginar
que una lesión en dicha región podría
preservar el conocimiento sobre el
mundo externo, destruyendo sin em-
bargo la capacidad del organismo
para traer a la mente este conoci-
miento almacenado y utilizarlo. To-
das las formas de aprendizaje aso-
ciativo, o a largo plazo, se conservan
mientras el sujeto todavía pueda en-
contrar los estímulos ambientales fa-
miliares asociados con determina-
das consecuencias y expectativas.
Probablemente, la corteza prefrontal
no puede desencadenar, por sí sola
ninguna respuesta motora. Pero si
podría regular el comportamiento
motor para iniciar, programar, sumi-
nistrar y cancelar órdenes que se
emiten a las estructuras cerebrales
de intervención directa en el gobierno
del movimiento muscular; tales órde-
nes se transmiten a través de un
complejo conjunto de rutas químicas
del cerebro. Los neurofisiólogos y
bioquímicos pugnan por conocer
mejor estas sustancias químicas y su
forma de regular el funcionamiento
del cerebro.
La investigación de los mecanismos
de la corteza prefrontal comienza a
revelar no sólo la operación de las
funciones mentales, sino también
dónde reside el fallo cuando éstas no
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.
La Psicoterapía como tratamiento biologico.
funcionan correctamente. Los médi-
cos culpan a la disfunción de la corte-
za prefrontal, de muchos trastornos
neurológicos y psiquiátricos, entre
ellos la esquizofrenia. Las funciones
mentales anormales vinculadas a
esta última se asemejan mucho a las
causadas por lesiones físicas en la
corteza prefrontal: perturbaciones del
pensamiento, pérdida intermitente de
atención, respuestas emocionales
inapropiadas o aplanadas y falta de
iniciativa, planes y objetivos. Los es-
quizofrénicos, como los pacientes que
sufren de lesiones en el lóbulo frontal,
conservan una capacidad normal
para actos o hábitos rutinarios, pero
muestran un comportamiento inco-
herente y desorganizado cuando in-
tentan realizar tareas que implican
información simbólica verbal. Estu-
dios del flujo sanguíneo cerebral
(SPECT), muestran que los esquizo-
frénicos tiene un flujo cerebral inferior
al promedio en su corteza prefrontal,
indicio de una menor actividad de
dicha zona.
Quizá ha llegado la hora de conside-
rar la esquizofrenia como un fallo en
los procesos mediante los cuales el
conocimiento figurativo gobierna la
conducta. Las rutas neurales de la
corteza prefrontal actualizan los mo-
delos internos de la realidad para
reflejar las cambiantes demandas
ambientales y la información que va
llegando, guiando así la memoria a
corto plazo y el comportamiento in-
mediato. Si fallan, el cerebro ve el
mundo como una serie de diapositi-
vas, y no como una secuencia conti-
nuada, en película. El resultado es el
comportamiento esquizofrénico, ex-
clusivamente dominado por la esti-
mulación inmediata y no por un equi-
libro entre la información actual, la
pasada y la interiorizada (22).
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Ocampo C.
PSICOTERAPIA Y CEREBRO
Levine define la psicoterapia como
“el tratamiento que se lleva a cabo a
través de medios psicológicos y en-
tendemos por medios psicológicos
aquellos que actúan sobre la perso-
nalidad total del paciente y no sola-
mente sobre algunos de sus aspec-
tos». Entre estos medios psicológi-
cos Levine cita especialmente la pa-
labra y agrega: «El concepto psicote-
rapia implica el tratamiento directo
de una persona, como tal, por otro;
así como también el tratamiento indi-
recto de una persona por otra, por
medio de otras personas o situacio-
nes» (23). La psicoterapia médica o
científica, fue definida así por la Aso-
ciación Psiquiátrica Canadiense en
su XXV Congreso: «La psicoterapia
médica es el uso experto, por un
médico apropiadamente entrenado,
en una relación interpersonal, de la
comunicación especializada para la
prevención y el tratamiento de la en-
fermedad mental y emocional y de
los aspectos mentales y emociona-
les de la enfermedad física, y en la
rehabilitación de pacientes que su-
fren de tales enfermedades. El en-
trenamiento apropiado del psicote-
rapeuta médico incluye el aprendiza-
je de habilidades para modificar los
síntomas de un paciente, sus per-
cepciones, sentimientos, procesos de
pensamiento y de conducta, por
medio de la comunicación y la apli-
cación correcta y planeada de tales
habilidades. En la práctica psiquiátri-
ca la psicoterapia es conducida usual-
mente a intervalos y por una definida
duración de tiempo, lo más frecuen-
temente una hora o fracción de
ella» (24).
Se podría ver la psicoterapia, indistin-
tamente del modelo psicológico que
se maneje (psicodinámico, cognos-
124
citivo, interpersonal, etc.) como un
proceso de aprendizaje, en mayor o
menor medida, de nuevas formas de
percibir el mundo, de responder a los
estímulos y adaptarse (cuya herra-
mienta es la palabra, usada de ma-
nera técnica), teniendo por lo tanto
este proceso unos fundamentos neu-
rofisiológicos como los hemos discu-
tido anteriormente. Tal vez, el mode-
lo que más se ha estudiado desde el
punto de vista biológico es la terapia
cognitiva-conductal, hago referencia
al trabajo de Baxter y colaboradores,
quienes investigaron los cambios en
la tasa metabólica cerebral local de
glucosa, usando PET, en pacientes
TOC, antes y después de tratamiento
con fluoxetina en un grupo y terapia
conductual en otro grupo, encontran-
do que ambos tratamientos produ-
cen mejoría de síntomas y ambos se
correlacionan con cambios significa-
tivos en el metabolismo de glucosa
en la cabeza del núcleo caudado (25),
e innumerables trabajos que compa-
ran tratamientos psicoterapéuticos de
orientación cognitiva con tratamien-
tos psicofarmacológicos (26,27,28,29),
haciendo correlaciones clínicas y pa-
raclínicas (SPECT,PET), observándo-
se objetivamente cambios funciona-
les a nivel cerebral producidos por el
proceso psicoterapéutico.
No ha sucedido lo mismo con las
terapias de orientación psicoanalíti-
ca, dejándose a un lado este tipo de
investigación por diversos factores,
entre otros por las dificultades meto-
dológicas que implica, pero se po-
dría intentar hacer una aproximación,
de su acción terapéutica, como
«agente» capaz de ejercer acción
biológica en el cerebro.
Según Freud, desde los inicios del
desarrollo del niño los apremios ins-
tintivos quedaban adheridos a figu-
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.

ras significativas de su entorno, u
«objetos». Se suponía que cada de-
seo inconsciente tenía un objeto, y
que el mismo objeto podía ser el
receptor de deseos muy opuestos,
manifestados típicamente en senti-
mientos de amor y odio hacia la mis-
ma persona. Esta ambivalencia era
en sí una de las fuentes de conflicto
psíquico más potentes. Freud opina-
ba que en las relaciones que los
adultos entablaban entre sí repetían
(a menudo de un modo disfrazado),
sus adhesiones y conflictos infantiles
(patrones de aprendizaje), y que esta
tendencia a la repetición (memoria
asociativa-aprendizaje), estaba con
frecuencia en la raíz de muchísimas
de las dificultades que le relataban
sus pacientes.
En 1.923 Freud formula, en «El yo y el
Ello», su «modelo estructural»: La vi-
sión tripartita del aparato psíquico en
lo que él llamó ello, yo y superyo. Se
concibe con el papel del yo como el
de un mediador encargado de resol-
ver los problemas y de satisfacer en
todo momento las demandas proce-
dentes del ello, el superyo y el mundo
externo (demandas ambientales). A
fin de cumplir con estas exigencias a
menudo antagónicas entre sí, el yo
(se podría tomar como una función
cerebral específica) debe crear a ve-
ces las más complicadas soluciones
de compromiso y en última instancia
estas transacciones pueden dar ori-
gen a los síntomas, que si bien resul-
tan penosos o traumáticos para quien
los sufre, son la mejor adaptación
posible (que se traduce en cambios
plásticos neuronales) que el individuo
es capaz de lograr en determinadas
circunstancias. Se considera que es-
tas soluciones de compromiso pa-
san a formar parte del carácter y la
personalidad (patrones aprendidos)
Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXV, No. 2, 1996.
La Psicoterapía como tratamiento biologico.
del sujeto, y gravitan en su elección
de carrera profesional y de los obje-
tos de su amor, así como en todo lo
que hace de él un individuo singular
(donde subyacen las bases biológi-
cas de la individualidad).
Normalmente, en la sesión de psico-
terapia de orientación psicoanalítica,
el analista tiende a limitarse a formu-
lar preguntas dirigidas a elucidar el
material que presenta el paciente y a
hacer interpretaciones, confrontacio-
nes y reconstrucciones que constitu-
yen las principales intervenciones te-
rapéuticas. En el curso de sus aso-
ciaciones, el paciente comenzará a
eludir ciertos temas y mostrará sig-
nos de resistencia ante la manifesta-
ción de ciertos pensamientos y ante
el procedimiento psicoterapéutico,
aunque tal vez no se de cuenta de
ello. El psicoterapeuta supone que,
tarde o temprano, el material del pa-
ciente contendrá referencias explíci-
tas o implícitas a ideas y sentimientos
hacia el terapeuta, que se caracteri-
zarán por una distorsión de la reali-
dad a la que se denomina trasferen-
cia (memoria asociativa). Estas de-
formaciones son el resultado de la
modificación de las percepciones y
pensamientos actuales del paciente
al añadírsele a elementos específi-
cos derivados de sus deseos, expe-
riencias y relaciones del pasado (30).
El psicoanálisis reconoce como una
de las metas fundamentales el hacer
consciente el inconsciente (hacer ex-
plícita la memoria implícita). Pero la
experiencia clínica nos permite com-
probar que esta finalidad trae ade-
más aparejada la perspectiva de una
reconstrucción de la estructura de la
personalidad del analizado (recons-
trucción de los patrones aprendidos
de conducta), como resultado tera-
péutico quizá más trascendente, lo
125
Ocampo C.
cual involucra la resolución de con-
flictos básicos y sus derivados a tra-
vés de la elaboración y el consiguien-
te logro de un mayor bienestar, con lo
que se propende a la eliminación o al
alivio de los síntomas de modo fran-
co y sostenido (aprendizaje) (31).
De acuerdo con los conceptos neu-
rofisiológicos revisados de manera
general -tampoco era la intención
profundizar en los aspectos bioquí-
micos y moleculares tan complejos
que se llevan a cabo- respecto a los
procesos de aprendizaje y plastici-
dad neuronal, y a algunos de los
principios fundamentales del proce-
so psicoanalítico, se podría concluir:
1. Que factores ambientales, cultura-
les, sociales, familiares y otros se
traducen en una determinada forma
de moldear, reforzar y/o debilitar de-
terminadas conexiones sinápticas, in-
volucrando cambios plásticos, y ob-
viamente traduciéndose en un deter-
minado comportamiento del indivi-
duo (v.g., rasgo de personalidad, in-
dividualidad, psicopatología).
2. Se concibe la psicoterapia, indis-
tintamente del modelo, como «agen-
te» terapéutico capaz de ejercer ac-
ción biológica en el cerebro, al modi-
ficar estos patrones, percepciones o
conductas maladaptativas, intervi-
niendo en los diferentes tipos de
memoria y procesos de aprendizaje,
«reorganizando» la citoarquitectura
neuronal, tomando el proceso psico-
terapéutico como una experiencia, a
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través del lenguaje, capaz de produ-
cir el cambio
3. Se podría definir a los pacientes no
aptos o poco aptos para una inter-
vención psicoterapéutica, en térmi-
nos de disfunción cognoscitiva (como
lo referido anteriormente en pacien-
tes esquizofrénicos) (32).
No se puede dar la espalda a la
evidencia científica emergente, no
podemos continuar con el «realismo
mágico» que nos envuelve cuando
hablamos de psicoterapia, porque a
la luz de los conocimientos actuales
sobre el funcionamiento cerebral, no
podemos considerar a la mente o
«aparato psíquico» como una enti-
dad extracorpórea ligada al «soma»
a través del cerebro, como lo consi-
deraba hace tres siglos Descartes.
En lugar de revivir la eterna dicotomía
(psicológico/biológico), que son más
lingüístico-conceptuales que inheren-
tes en naturaleza y que a la vez son un
falso problema, nos invita a trabajar
en un unificado continuo, la psiquia-
tría es toda biológica y toda psicoso-
cial, no hay función mental sin cere-
bro y sin contexto psicosocial. El es-
tudio de los procesos cerebrales pue-
de ayudar a «conectar» los procesos
psicológicos a la biología molecular.
Esta tolerante unificación biológica
podría acelerar la desmitificación de
los procesos mentales y posicionar
su estudio dentro del marco perma-
nentemente evolutivo de la biolo-
gía (21,33,34,35).
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