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A principios de este mismo siglo ya eran cientos de millones de toneladas anuales. Decenas
de miles de sustancias químicas sintéticas diferentes usadas en pesticidas sintéticos,
disolventes, detergentes, plásticos, colorantes… que acaban llegando al cuerpo humano a
través de las más diversas vías.
Además, la actividad humana ha hecho también crecer los niveles de presencia en el medio
de una serie de sustancias químicas naturales, como, por ejemplo, algunos metales pesados.
La exposición a toda esa enorme cantidad de sustancias plantea retos adaptativos nuevos a
los seres vivos que, muchas veces, no pueden ser superados adecuadamente, aflorando
problemas sanitarios. La ciencia se ve desbordada a la hora de evaluar los efectos, habiendo
solo podido estudiar una fracción muy reducida de las sustancias.
El prestigioso Panel Presidencial del Cáncer de los Estados Unidos(3) insistió, en 2010, en
que si se quería tener más éxito en la lucha contra el cáncer se debía prestar más atención a
factores como los contaminantes químicos. Decían que el no haber tenido más en cuenta la
presencia de estas sustancias en el aire, los alimentos o el agua, y no haber hecho gran cosa
por reducir la exposición a ellas, podía haber contribuido a los daños que habían padecido
muchísimas personas.
Se ha denunciado que miles de sustancias aún no han sido testadas, y que muchas de las
evaluadas lo han sido sin considerar debidamente una serie de factores. Los autores de un
amplio estudio internacional(4) publicado en 2015 en la revista Carcinogenesis pidieron
que los sistemas usados para evaluar el potencial cancerígeno de las sustancias
incorporasen de una vez lo que hoy sabe realmente la ciencia acerca de los factores que
pueden iniciar y desarrollar un tumor.
La comunidad científica sabe, por ejemplo, que las personas se exponen cotidianamente a
cócteles de diferentes sustancias que, aunque están a concentraciones muy bajas, pueden
tener un efecto combinado que incremente el potencial cancerígeno. Sin embargo, los
sistemas de test oficiales, en lugar de evaluar el riesgo de esa situación real, evalúan el de
una situación que no se da, el de que una persona solo se exponga, cada vez, a un
contaminante aislado. También que hay efectos que, como los de alteración hormonal que
producen muchas sustancias, pueden influir en el desarrollo de algunos cánceres, a veces en
concentraciones bajísimas. Pero estos factores, entre otros, como la inmunotoxicidad, los
daños en los mecanismos de reparación del ADN, la mayor vulnerabilidad de embriones y
niños, etc., no son debidamente contemplados oficialmente. Ello hace, nos dicen estos
científicos, que se tenga oficialmente como “no cancerígenas” sustancias que podrían estar
realmente asociadas al cáncer.
Los científicos citados evaluaron decenas de sustancias a las que se expone la población de
forma bastante generalizada (algunos pesticidas, bisfenol A, ftalatos, etc.) y diferentes tipos
de cáncer viendo como “los efectos acumulativos de sustancias químicas individuales (que
se consideran no carcinógenas) que actúan a través de diferentes vías, y una variedad de
sistemas, órganos, tejidos y células relacionados, podrían aliarse y conspirar
plausiblemente para producir sinergias carcinógenas”.
Ante hechos como estos y otros, estos científicos comentan que estimaciones como las de
la OMS, que llegan a atribuir solo hasta un 20% del cáncer a la exposición a contaminantes
podrían estar subestimando enormemente las cifras reales. En consonancia con ellos, otros
importantes científicos, inclusive algunos de la propia OMS, concluían que “una
proporción sustancial de todos los cánceres es atribuible a exposiciones cancerígenas en el
medio ambiente y el lugar de trabajo, y está influenciada por actividades que se
desarrollan en todos los sectores económicos y sociales(5)”.
En España, el Atlas Municipal de Mortalidad por Cáncer, publicado en 2007 por el Instituto
de Salud Carlos III, mostraba como había más incidencia de algunos cánceres en algunas
zonas con más presencia de contaminantes. El Atlas de Mortalidad en Áreas Pequeñas en
España publicado por la Universidad Pompeu Fabra en 2001 mostraba lo mismo. Como se
apuntaba en 2006, en un artículo científico publicado en la Journal of Public Health Policy,
el cáncer es más frecuente en entornos urbanos, en zonas agrícolas, en la vecindad de
puntos de vertido de una serie de residuos, donde el viento puede arrastrar distintos
contaminantes industriales, o en poblaciones donde se bebe agua de determinados
pozos… “Los patrones de una alta incidencia y mortalidad por cáncer están ligados a
áreas con uso de pesticidas, exposiciones laborales tóxicas, incineradoras de residuos
peligrosos y otras fuentes de contaminación(6)”.
Debe aplicarse el Principio de Precaución, que establece que incluso en el caso de que
exista alguna posible incertidumbre, si existe un riesgo para la salud humana, se debieran
adoptar medidas preventivas. Medidas que tienen que ver con el establecimiento de una
regulación más seria de las sustancias químicas tóxicas que lleve a la prohibición o severa
restricción de muchas de ellas. Una regulación que se base en la aplicación del
conocimiento actual de la ciencia académica y no tanto, como ha sido hasta ahora, en la
“ciencia” generada por la propia industria química y en la que prevalezca la defensa de la
salud frente a intereses económicos particulares.
Es probable que, ante todo esto, se deberían reorientar algunos enfoques actuales de la
lucha contra el cáncer. Por ejemplo, los defendidos por algunos sectores que hacen un
hincapié, acaso excesivo, en la genética, cuando, como afirman los científicos,
“simplemente, nuestros genes no cambian tan deprisa(7)” como para poder explicar la
rápida expansión de estas enfermedades en tan solo unas décadas.
También, es probable que debieran repensarse ciertas respuestas fáciles que a veces se dan,
como cuando se atribuye lo que sucede, de cierta forma simplista, a factores como que
ahora la gente viva más años. Porque, como dicen algunos científicos, es sabido que
enfermedades como el cáncer pueden tener un largo periodo de latencia y que, a más
tiempo de exposición a una serie de sustancias, más riesgo. Además, resulta que algunos de
los cánceres que más crecen se dan en jóvenes, como pasa con el cáncer de testículos. Algo
que también pasa con los cánceres infantiles. Y cada vez más cánceres, como el de mama,
se dan en mujeres jóvenes, siendo además más agresivos en estos casos.
Probablemente se deban mejorar los consejos preventivos que se dan, yendo más allá de los
consabidos del tabaco o aquellos que aluden de formas un tanto vagas a factores como la
dieta, sin alertar, por ejemplo, acerca del posible contenido de sustancias tóxicas que puede
haber en ciertos alimentos. Los consejos deben abarcar escenarios más amplios y
complejos, y proporcionar una información adecuada y detallada a la ciudadanía acerca de
los riesgos de la exposición cotidiana de a una serie de sustancias y las formas de reducir
las exposiciones en cualquiera de los posibles escenarios: el lugar en el que se vive, el
trabajo, el hogar, el agua, la alimentación, etc.
Por solo citar un ejemplo, si se sabe que hay estudios que asocian algunos pesticidas con el
cáncer y que por ello, como ha mostrado una reciente investigación del Instituto Nacional
de Salud e Investigación Médica de Francia(8), la alimentación ecológica puede estar
asociada a un menor riesgo de algunos cánceres, se deberá recomendar ese tipo de
alimentación. Lo propio puede decirse de consejos que podrían darse en relación a otros
productos como pueden ser los insecticidas domésticos, ambientadores, productos de
limpieza, plásticos, productos de aseo personal y cosmética, etc., atendiendo a la enorme
cantidad de estudios científicos que asocian el cáncer, con mayor o menor carga de
evidencia, a algunas de las sustancias que pueden contener.
CARLOS DE PRADA
Periodista. Autor del libro “Hogar sin tóxicos” y responsable de la campaña con el mismo
nombre
www.hogarsintoxicos.org
1.- Espina C, Porta M, Schüz J, Aguado IH, Percival RV, Dora C, Slevin T, Guzman JR,
Meredith T, Landrigan PJ, Neira M. 2013. Environmental and Occupational Interventions
for Primary Prevention of Cancer: A Cross-Sectorial Policy Framework. Environ Health
Perspect 121:420–426;
2.- THE PARIS APPEAL. International Declaration on diseases due to chemical pollution
International Declaration on diseases due to chemical pollution UNESCO, Paris, France,
2004 May 7. European Parliament –2005 January
19. http://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2004_2009/documents/dv/belpomme_present
ati/belpomme_presentation.pdf
3.- 2008-2009 Annual Report. President,s Cancer Panel. Reducing Environmental Cancer
Risk. What can we do now U.S. DEPARTMENT OF HEALTH AND HUMAN
SERVICES. National Institutes of Health. National Cancer Institute. 2010.
https://deainfo.nci.nih.gov/advisory/pcp/annualreports/pcp08-09rpt/pcp_report_08-
09_508.pdf
4.- Goodson, W.H., et al. Assessing the carcinogenic potential of low-dose exposures to
chemical mixtures in the environment: the challenge ahead. Carcinogenesis, 2015.
36(Suppl 1): p. S254S296. ACCESIBLE EN:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26106142
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4480130/ https://www.ncbi.nlm.nih.gov/p
mc/articles/PMC4480130/pdf/bgv039.pdf
5.- Espina C, Porta M, Schüz J, Aguado IH, Percival RV, Dora C, Slevin T, Guzman JR,
Meredith T, Landrigan PJ, Neira M. 2013. Environmental and Occupational Interventions
for Primary Prevention of Cancer: A Cross-Sectorial Policy Framework. Environ Health
Perspect 121:420–426;
6.- Clapp RW, et al. Environmental and Occupational Causes of Cancer Re-viewed. Journal
of Public Health Policy (2006). 27, 61-76
7.- Clapp RW, et al. Environmental and Occupational Causes of Cancer Re-viewed. Journal
of Public Health Policy (2006). 27, 61-76
8.- Julia Baudry et al. Association of Frequency of Organic Food Consumption With
Cancer RiskFindings From the NutriNet-Santé Prospective Cohort Study. JAMA Intern
Med. Published online October 22, 2018. doi:10.1001/jamainternmed.2018.4357
La Fundación Vivo Sano, tratando de promover alternativas más saludables con nosotros
y nuestro entorno, nos sumamos un año más a esta campaña a través del proyecto de Hogar
Sin Tóxicos y de Salud Ambiental en la Escuela, realizando diferentes acciones durante
la semana: