Está en la página 1de 27

AUTOR:

ALVITES BRAVO, SANDRA PAULINA


MARQUINA MEZA, SHIRLEY JAMILY
LIZARRIBAR CHAVEZ, CESAR EMIL
RUIZ VENTURA, NOELIA YOLANDA
VILLENA PALACIOS, JORGE ENMANUEL

CURSO:
TEORIA GENERAL DEL PROCESO

DOCENTE:
RODRIGUEZ RODRIGUEZ, Susan Liz

TRUJILLO - PERÚ
2019
El Abogado.
Patrocinio y defensa.
Función del abogado en el proceso.
Requisitos, responsabilidades y sanciones.
DEDICATORIA

El presente trabajo se lo dedicamos a nuestros padres, que gracias a su enseñanza y sus buenas
costumbres han hecho de nosotros personas de bien; al esfuerzo que ponen día a día,
ayudándonos en nuestra realización para convertirnos en futuros abogados.

Además, un agradecimiento especial a la profesora por su colaboración, paciencia y apoyo.


RESUMEN

La palabra abogado proviene del latín advocatus. Un abogado es un doctor o licenciado


en derecho que se encarga de la defensa y la dirección de las partes involucradas en procesos
judiciales o administrativos. También puede brindar asesoramiento y consejo jurídico.

El ejercicio profesional de esta profesión exige, en la mayoría de los países, que el abogado
tenga una autorización estatal o que esté inscrito en un Colegio de Abogados o institución similar.

Es importante subrayar que existe un documento que se da en llamar “decálogo del abogado” y
que se trata de un conjunto de “mandamientos” que se considera que debe cumplir a rajatabla
todo profesional del Derecho. Entre aquellas máximas se encuentran, por ejemplo, la de amar
su profesión, ser leal tanto al cliente como al adversario y también a la propia ley, luchar por la
justicia, trabajar duramente, tolerar y tener paciencia.

El abogado no sólo se encarga de defender los intereses de un tercero durante un juicio. Una de
sus funciones más importantes es la preventiva, donde se ocupa de asesorar a sus clientes y de
redactar los documentos y contratos de forma tal que no se susciten conflictos legales.

El abogado también puede ser un mediador extrajudicial, para evitar que un problema o
enfrentamiento se transforme en un procedimiento judicial.

Por lo general, quienes deben comparecer ante un tribunal tienen que contar obligatoriamente
con un abogado. El letrado supone una garantía de legítima defensa para el involucrado en el
proceso. Por eso, los escritos y presentaciones judiciales se entregan con la firma de ambos,
tanto del cliente como de su abogado.

Aquellos ciudadanos que no cuentan con los recursos económicos para abonar los servicios de
un abogado reciben asistencia jurídica gratuita: se trata de los abogados oficiales o abogados de
oficio, que dependen del Estado.
INDICE

Contenido
RESUMEN............................................................................................................................................. 4
1. EL ABOGADO

1.1. Misión de la profesión

La abogacía tiene por fin la defensa de los derechos de las personas y la consolidación del
Estado de Derecho, la justicia y el orden social.
La probidad e integridad de la conducta del abogado, cualquiera fuere el ámbito en el que se
desempeñe, es esencial para el adecuado funcionamiento del sistema de justicia, la vigencia del
Estado de Derecho y la vida en sociedad. La transgresión de los principios éticos agravia a la
Orden.

1.2. Respeto del Estado de Derecho

El abogado es parte esencial de la defensa del orden democrático a través de su participación


en el sistema jurídico del país. Por ello, debe respetar la función de la autoridad y ejercer el
Derecho, cualquiera fuere el ámbito en que se desempeñe, con sujeción a los principios de
lealtad, probidad, veracidad, honradez y buena fe.
El análisis crítico de las decisiones de la autoridad es un medio válido para defender los intereses
del cliente y el Estado de Derecho.

1.3. Esencia del deber profesional del abogado

El abogado y la abogada son servidores de la justicia y su deber profesional es defender los


derechos de sus patrocinados, honrando la confianza depositada en su labor; la cual debe
desempeñarse con estricta observancia de las normas jurídicas y de una conducta ética que
refleje el honor y la dignidad profesional.

1.4. Son deberes fundamentales del abogado:

Actuar con sujeción a los principios de lealtad, probidad, veracidad, honradez, eficacia y buena
fe; así como del honor y dignidad propios de la Profesión;

Orientar su actuación al servicio preferente de la sociedad y apoyar en especial a los sectores


carentes de recursos económicos, para hacer prevalecer el Derecho y alcanzar Justicia;

Cumplir oportuna y eficientemente los demás deberes y obligaciones profesionales establecidas


en la ley y en las normas del Colegio de Abogados al que pertenece.

1.5. Obediencia de la ley

El abogado debe obedecer la ley, no debe inducir a otros a que la infrinjan, ni aconsejar actos
ilegales. Debe promover la confianza del público en que la justicia puede alcanzarse con el
cumplimiento de las reglas del Estado de Derecho.

1.6. Probidad e integridad

El abogado debe inspirar con sus actuaciones la confianza y el respeto de la ciudadanía por la
profesión de abogado. Debe abstenerse de toda conducta que pueda desprestigiar la profesión.

1.7. Deber de veracidad

En sus manifestaciones, el abogado debe exponer con claridad los hechos, el derecho aplicable
al caso, y las pretensiones de su cliente. No debe declarar con falsedad. El abogado no debe
realizar citas doctrinarias o jurisprudenciales inexistentes.
La misión del abogado no consiste solo en defender el interés de su cliente, sino que tiene como
fin último “la consolidación del Estado de Derecho; la justicia y el orden social”, tal como lo
establece el Código de Ética del Abogado. Para cumplir dicha misión, el ordenamiento jurídico
les reconoce una serie de derechos que bien pueden clasificarse bajo distintos criterios.

Suele decirse que toda clasificación es arbitraria. Solo para propósitos didácticos, en este
presente trabajo vamos a utilizar una que considera dos criterios: si son generales o específicos
de los abogados.

A continuación, desarrollamos brevemente cada uno de los derechos.

2. DERECHOS DEL ABOGADO


2.1. DERECHOS GENERALES:

Nos referimos con derechos generales a aquellos que no son exclusivos de los abogados, pero
que adquieren características particulares en el ejercicio de la abogacía. Los abogados tienen,
en efecto, los mismos derechos reconocidos por la constitución y las leyes a cualquier persona;
sin embargo, algunos adquieren ciertas particularidades en el marco del ejercicio de la abogacía
(i.e. la libertad de patrocinio, que permite decidir si patrocinar o no un encargo, es una
manifestación de la libertad de contratar).

Este grupo de derechos podemos subdividirlo en tres, según el mayor impacto que su protección
tiene en: A) El funcionamiento del Estado constitucional de derecho B) La defensa de los
derechos de las personas. o, C) La realización personal y profesional del abogado.

A. Vinculados con el funcionamiento del Estado constitucional de derecho

No podría concebirse un Estado constitucional de derecho en el que los abogados, llamados a


defenderlo y defender los derechos de las personas, sufrieran:

 Trabas para realizar su labor (vulnerándose su libertad, entendida esta como facultad
de realizar actuaciones determinadas).
 Amenazas o presiones destinadas a alterar su opinión técnica (afectándose así su
independencia entendida como “no subordinación”).
 Censura por sus opiniones o críticas sobre el ejercicio del poder (afectándose su
libertad de expresión).
 Exclusión en los procesos de elección democrática.

La libertad de ejercicio profesional y la independencia técnica son necesarios para que exista
una resolución de conflictos imparcial y, por tanto, una justicia efectiva. Por su parte, la libertad
de expresión y el derecho a ser elegido como representante o aceptar cargos públicos están
vinculados a la propia idea de democracia. De allí la especial trascendencia de estos derechos
para el funcionamiento del Estado constitucional de derecho.

1. Libertad de ejercicio profesional. El TC ha explicado ya que la Constitución, al reconocer la


libertad de trabajo, reconoce también el derecho que tienen las personas de elegir la actividad
ocupacional o profesional que deseen y su derecho al “libre ejercicio de la profesión”; es decir, a
ejercer libremente la profesión para la cual se han formado. Desde nuestro punto de vista, ello
significa, al menos, que el abogado puede:

a. Ejercer su profesión en tanto cumpla los requisitos legales exigidos. Por ello, esta
libertad se vería afectada manifiestamente si las autoridades (sean del gobierno o de los colegios
de abogados) le impiden ejercer la abogacía a una persona que cumple con los requisitos que
establece el ordenamiento jurídico para hacerlo. En un artículo anterior hemos detallado y
comentado dichos requisitos.

b. Decidir cómo ejercer su profesión. Ello, incluye actuar como consultor, defensor, asumir
cargos y funciones reservadas a abogados (que detallamos líneas abajo), pero también aquellos
que no están reservados para abogados como actuar como árbitro, conciliador o mediador).
También pueden gestionar intereses (promoción de un punto de vista en forma transparente para
orientar una decisión pública o privada) de acuerdo con los medios establecidos en la ley. Esta
actividad no debe confundirse con la realización de delitos como cohecho, tráfico de influencias
o tráfico de influencias simulado.

c. Desempeñar su profesión sin intimidaciones, obstáculos, acosos o interferencias


indebidas. Esta libertad protege la realización de todos los actos que el abogado debe llevar a
cabo para ejercer su profesión (sea en el marco de la defensa o fuera de esta) como reunirse
con clientes o potenciales clientes, acceder a información pública, presentar escritos, obtener
medios probatorios, reunirse con autoridades, etc. Es oponible frente a todo tipo de
autoridades las cuales deben respetarla en todo momento.

2. Independencia de criterio. Dentro o fuera del patrocinio, para cumplir su misión el abogado
requiere ser independiente de presiones que pudiera ejercer sobre él su cliente, el Estado,
terceros e incluso debe ser independiente de su interés propio (lo que ocurre cuando su ejercicio
profesional puede verse afectado por intereses personales, por motivo de amistad, parentesco,
factores ideológicos, políticos, culturales u otros análogos).

Obsérvese que la administración de justicia se fundamenta en la resolución de conflictos por


parte de jueces imparciales en un sistema contradictorio en el que los abogados pueden decidir
libremente los métodos y técnicas a seguir en su defensa. De allí que se sostenga que para que
exista una correcta administración de justicia la independencia del abogado es tan importante
como la imparcialidad de los jueces.

La independencia del abogado puede como no presentarse en el aspecto laboral o económico,


pero siempre debe darse en el aspecto técnico. Para desempeñar su función (ya sea
patrocinando procesos, absolviendo consultas, enseñando derecho, comentando asuntos
jurídicos en prensa, etc.), los abogados son libres de utilizar todos los métodos y procedimientos
permitidos por el ordenamiento jurídico, conforme a su leal saber y entender. Esto significa, como
explica Padilla, que “su parecer debe prevalecer respecto de cualquier instrucción recibida de su
cliente o de la persona de la cual dependa laboralmente”.

Nótese que la independencia de criterio se conserva aun cuando el abogado actúa bajo relación
de dependencia laboral, aunque con ciertas particularidades. Así, por ejemplo, de existir
divergencia entre el criterio del abogado y el del estudio en el que trabaja (por ejemplo, respecto
a cómo debe llegarse un caso) este último terminaría primando, pues los clientes tienen vínculo
contractual con el estudio y este debe velar por la calidad del servicio prestado por sus abogados.

3. Libertad de expresión. Los abogados tienen derecho a hacer uso de la palabra con amplia
libertad al ejercer su profesión ya sea en el marco de la defensa judicial o fuera de esta (por
ejemplo, al participar en política, ejercer la cátedra, hacer comentarios sobre asuntos jurídicos
en prensa, etc.). Más allá del debate con relación a si esta libertad debe ser considerada como
una “libertad preferida” es innegable que, junto con el derecho a la información, tiene un rol
trascendente en el funcionamiento de la democracia.

Esta libertad les permite opinar y absolver consultas a través de medios de comunicación, acudir
a estos para denunciar alguna irregularidad que afecta sus derechos o los de su cliente en un
proceso o incluso hacerlo para criticar decisiones sobre asuntos públicos o denunciar el abuso
de poder. Esta libertad encuentra límites en el secreto profesional, el deber de reserva del
expediente, el deber de respeto a la autoridad y a las personas en general, el poder del juez para
mantener el orden y dirigir el proceso, el deber de veracidad del abogado, entre otros.

Dada su íntima conexión con la efectividad del derecho de defensa de las partes, la libertad de
expresión del abogado, además, adquiere especial protección en el marco de la defensa. El
Código Penal reconoce expresamente que las ofensas que se profieren con ánimo de defensa
ante el juez no configuran delito de injuria o difamación. Obsérvese, sin embargo, que para que
los términos empleados por un abogado estén dentro de dicha protección deberían tener relación
con la defensa del cliente. Por ello, no deberían ampararse manifestaciones no referidas al
aspecto debatido o que no contribuyan a la defensa.

4. Derecho a ser elegido como representante, aceptar cargos públicos y asumir funciones
para los que no se exige tener la condición de abogado. Al igual que cualquier otro
ciudadano, el abogado puede participar en la actividad política y postular a cargos de designación
popular (i.e. presidente, congresista, gobernador, alcalde) o aceptar la designación de cargos de
confianza (i.e. ministro de estado, prefecto, subprefecto, contralor, contralor y el subcontralor de
la Contraloría General de la República, director del Banco Central de Reserva, superintendente
de Banca y Seguros, presidente del Instituto Peruano de Seguridad Social).

Obsérvese que en la medida que estos cargos están vinculados a la función legislativa y de
representación del Estado y la abogacía implica la defensa de intereses particulares, la LOPJ
señala que son incompatibles con el patrocinio. El abogado que se desempeñan en estos cargos,
además, luego de haberlo hecho, debe tener especial cuidado en evitar supuestos de conflictos
de intereses.

Un aspecto en el que aún cabe un desarrollo en nuestra legislación el de las “puertas giratorias”.
Con ese término se alude al paso de directivos del sector público al sector privado y viceversa
en una misma área. La problemática está en la posibilidad del funcionario de aprobar políticas
favorables para su anterior o futuro empleador y la utilización posterior de influencias obtenidas
en la administración. De allí que algunos países impongan plazos de espera de 2 años para
retornar al sector privado en una misma área.
B. Vinculados con la defensa de los derechos de las personas

El primer artículo de la constitución señala que “[l]a defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado” y ciertamente no habría Estado
constitucional de derecho si no se respetaran los derechos de las personas. Además, la defensa
efectiva de dichos derechos difícilmente podría cumplirse si a los abogados:

 Se les restringiera la posibilidad de llevar algunos casos o se les obligara a llevar otros
que preferirían no hacerlo.
 Se les obligara a revelar la información que sus clientes les proporcionan para fines
de su defensa.
 Se les permitiera divulgar toda la información recibida de sus clientes para defenderse
de una acusación de estos.
 Se les facultara a retener documentos necesarios para que sus clientes o anteriores
clientes se defiendan.

La libertad de decidir con quién contratar y sobre qué asuntos (libertad de contratar) que tiene el
abogado y su deber de guardar secreto profesional adquieren una especial protección en el
contexto del ejercicio de la abogacía por su íntima relación con el derecho de defensa de las
personas.

Por otro lado, el ejercicio del derecho de defensa y el derecho de retención reconocidos por el
ordenamiento jurídico al abogado debe ser compatible con el derecho de defensa de sus clientes.
En definitiva, se busca que el cliente tenga la confianza necesaria para proporcionar al abogado
toda la información necesaria para su adecuada defensa.

5. Libertad de patrocinio. Es la posibilidad que tiene el abogado de decidir qué casos patrocinar.
Como regla general este puede aceptar cualquier tipo de encargo, aunque hay algunos que la
normativa disciplinaria le prohíbe aceptar: (i) cuando no podrá patrocinar al cliente
adecuadamente; (ii) cuando el fin o los medios propuestos para el patrocinio son ilegales; y, (iii)
cuando tenga un conflicto de intereses, salvo que cuente con el consentimiento informado
expreso de los involucrados.

La regla general contemplada en el Código de Ética es que el abogado tiene libertad para
renunciar a un patrocinio. Si bien este listo algunos ejemplos de razones que tendría para ello
(discrepancias con el cliente, falta de colaboración de este, impago de honorarios, entre otros),
señala que podría hacerlo aún sin tener que expresar razón alguna. Hay, sin embargo, casos en
los que el abogado tiene el deber de renunciar: si descubre que el fin o los medios son ilegales,
si sobreviene algún conflicto de intereses o lo ordena la autoridad.

Obsérvese que, aún bajo relación de dependencia, el abogado tendría ciertos mecanismos para
rechazar los casos que no puede patrocinar adecuadamente por alguna razón debidamente
justificada. De ser el caso, tratándose de la defensa pública (o defensa de oficio) resulta
importante que el abogado evite que su cliente quede en estado de indefensión.
Con relación a este derecho, cabe agregar que, como ha sido reconocido ya por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, no puede considerarse el patrocinio de algún caso (aún
si fuera tan grave como el terrorismo)como la colaboración en una actividad ilícita.

6. Derecho a guardar secreto. Según ha reconocido el TC, los abogados pueden -y, en
principio, deben- negarse a revelar cualquier información conocida a consecuencia del ejercicio
de la abogacía. Nótese que la Constitución no remite a la ley la posibilidad de delimitar su alcance
ni indica algún supuesto en el que este secreto pueda ser levantado por mandato de una
autoridad (esto último a diferencia de lo que ocurre con el secreto de las comunicaciones, el
secreto tributario y el secreto bancario).

En el Perú la información protegida por el secreto profesional comprendería incluso la identidad


del cliente. Por ello, en otro ensayo hemos mostrado preocupación por una posible afectación de
este derecho debido a la exigencia de nuevas obligaciones de reportar información a la Unidad
de Inteligencia Financiera incorporadas en el ordenamiento legal mediante el Decreto Legislativo
1249, publicado el 26 noviembre 2016.

Dado que el abogado está subordinado a las órdenes de su cliente perdería cierta independencia
frente a este lo cual ha llevado a que en ciertos casos se deniegue la protección del secreto
profesional a las comunicaciones entre ambos. El análisis de este asunto en el ámbito nacional
escapa el alcance de este ensayo; no obstante, valga señalar que debería considerar la
protección amplia que el TC ha reconocido al secreto profesional.

7. Derecho de defensa. Este derecho garantiza que todo imputado se defienda así mismo desde
que se le atribuye un hecho delictivo y cuente con un abogado. El ejercicio del derecho de
defensa del abogado adquiere un matiz particular cuando de por medio existe una relación
profesional, ya que el abogado tiene el deber de guardar secreto de la información proporcionada
por su cliente. Sin embargo, en tanto dicha información sea indispensable para que el abogado
se defienda frente a una autoridad (dentro o fuera de un proceso sancionador) el deber de
guardar secreto cede admitiéndose la revelación de la información estrictamente necesaria para
la defensa su defensa.

Además, es relevante analizar si un abogado requiere necesariamente contar con la asesoría de


un colega suyo en el marco de un proceso. El TC dio a entender que a su juicio ello sería posible
siempre que el abogado “esté debidamente capacitado y habilitado conforme a ley”; sin embargo,
este asunto no deja de ser controvertido más aún en materia penal donde la defensa técnica es
una garantía para que el proceso se lleve conforme a derecho. En cualquier caso, la autodefensa
no sería aconsejable. Un adagio utilizado en Estados Unidos lo explica así: “el abogado que se
defiende a sí mismo tiene por cliente a un tonto”.

8. Derecho de retención. El Código Civil contempla la retención como un derecho real de


garantía. Un acreedor tiene derecho a retener un bien de su deudor que tiene en su poder en
tanto: (i) la obligación no estuviera garantizada suficientemente; y, (ii) la ley disponga que
procede la retención o existiera conexión entre la obligación y dicho bien. La conexión que exige
la norma bien podría presentarse entre los documentos vinculados al patrocinio que hace un
abogado y sus honorarios pendientes de pago.
La normativa disciplinaria reconoce la existencia de este derecho; sin embargo, pondera entre el
interés económico del abogado y el derecho de defensa del cliente. Por ello, no acepta como
una práctica acorde con los principios de la profesión retener documentos de identidad
o “cualquier documento que el cliente requiera para asegurar su derecho de defensa en un
proceso” (incluso frente al abogado). Entonces, dicha conducta, más allá de su procedencia o no
en el fuero civil, puede ser sancionada en la vía disciplinaria.

C. Vinculados con la realización personal y profesional de los abogados.

Para conseguir su desarrollo personal, profesional o económico, el abogado cuenta con los
mismos derechos que le son garantizados por la constitución a las demás personas (incluyendo
las libertades de empresa, los derechos laborales, la libertad contractual y la libertad de
asociación). Algunos de estos derechos, sin embargo, adquieren características que vale la pena
resaltar.

9. Libertad de empresa. El TC ha reconocido cuatro tipos de libertades como componentes de


la libertad de empresa. En el caso de la abogacía, al menos los siguientes aspectos resultan
relevantes respecto de cada uno:

a. Libertad de creación de empresa y de acceso al mercado. En el Perú no existen


restricciones con relación a la cantidad de abogados que pueden ejercer la abogacía. Para
hacerlo basta tener título profesional (o encontrarse colegiado, según sea el caso), obtener una
autorización municipal e inscribirse en el Registro Único de Contribuyentes para cumplir con las
obligaciones tributarias respectivas. Los abogados extranjeros pueden competir en igualdad de
condiciones, luego de convalidar su título y colegiarse.

La exigencia de requisitos no previstos legalmente para ejercer la abogacía afecta este derecho
y es reprimida por las normas de control de barreras burocráticas. Así, por ejemplo, Indecopi ha
llevado acciones contra municipalidades (por exigir título para entregar licencias de
funcionamiento) e incluso contra el CAL (por los cobros para incorporación de nuevos
agremiados). En otro ensayo hemos brindado una aproximación sobre este último caso que, por
cierto, aún está en discusión.

b. Libertad de organización. Los abogados pueden optar por cualquiera de las formas
societarias o asociativas previstas por el ordenamiento para prestar sus servicios y asignarles el
nombre que consideren (respetando la normativa general, como, por ejemplo, la de represión de
competencia desleal), asociarse con diferentes profesionales para prestar sus servicios (aunque
deberían anticipar y evitar cualquier incompatibilidad de roles) y establecer sus políticas
administrativas y empresariales con total libertad (no se exige ni siquiera tener un seguro de
responsabilidad civil).

Cabe agregar que no existen restricciones específicas para que sociedades de abogados
extranjeras posean participación en sociedades de abogados peruanas y viceversa. Tampoco
existen restricciones para que abogados extranjeros trabajen en sociedades de abogados
peruanas y viceversa; sin embargo, aquellos requieren cumplir los requisitos legales para
desempeñarse como tales, según el tipo de actividad que requieran llevar a cabo (por ejemplo,
colegiarse para defender procesos judiciales).
c. Libertad de competencia. Los abogados pueden elegir las circunstancias, modos y formas
de prestar sus servicios, dentro de los límites de la ley y el Código de Ética. Esto incluye la
posibilidad de hacer publicidad, siempre que sea “de manera responsable y en armonía con los
principios de veracidad, autenticidad, lealtad, legalidad y con las normas y principios que rigen a
la publicidad en defensa del consumidor” e incluso ofrecer directamente sus servicios, siempre
que lo hagan con “decoro” (término que podría interpretarse como una restricción a actos de
“hostigamiento”).

El ejercicio de esta libertad encuentra límite en las normas de protección al consumidor. Así, por
ejemplo, Indecopi ha sancionado conductas como: no asistir a la vista de la causa en un proceso
laboral, no responder a un correo de reclamo de un cliente, no entregar el contrato por los
servicios legales prestados, no entregar el comprobante de pago por servicio, negarse a entregar
los documentos judiciales de un cliente, no interponer diversas demandas para las cuales se
contrató sus servicios, incumplir formalidades que generaron la inadmisibilidad de una demanda,
no atender el requerimiento de información del cliente.

d. Libertad para cesar las actividades. No existen disposiciones específicas para abogados
que regulen el cese de actividades. Están sometidos, entonces, a las mismas reglas (societarias,
concursales, laborales, tributarias, etc.) que resultan aplicables a cualquier empresa.

Obsérvese que, si el cese de actividades involucrara el abandono de algún patrocinio, la renuncia


deberá hacerse sin causar un perjuicio sustancial al cliente y facilitando el traslado de la
información necesaria. Además, el deber de guardar el secreto profesional se mantendrá aún
cesadas las actividades empresariales (de por vida).

10. Derechos laborales. En el Perú no existe un régimen laboral específico para los abogados.
Algunos se desempeñan mediante contratos de locación de servicios en estudios de abogados
(como trabajadores autónomos) o bajo relación de dependencia (a veces en forma encubierta).
En este último caso tienen los mismos derechos laborales que cualquier otro ciudadano. Así, por
ejemplo, el TC ordenó a una empresa reponer al puesto de gestor legal a una abogada que
trabajaba bajo un convenio de prácticas, pese a que cumplía las funciones del puesto
mencionado y una jornada de más de 8 horas diarias.

Según, Javier Arrieta, en España, luego de una sentencia que reconoció expresamente el
carácter laboral de la relación entre un abogado y el despacho en el que prestaba sus servicios,
se discutió si los abogados debían sujetarse al régimen laboral general o si debían ser excluidos
del ámbito laboral (o, en todo caso, presumirse su no laboralidad). Ante ello, el legislador español
optó, como una solución intermedia, por la creación de una “relación laboral especial”.

Un régimen específico para abogados se justificaría en que la prestación de servicios que


realizan en un estudio profesional tiene una característica muy particular: la condición del
empleador (al igual que el trabajador, este es abogado y se desempeña como tal). Así, por
ejemplo, cuando el abogado presta sus servicios bajo subordinación, si bien la existencia del
poder de dirección del empleador no significa que el abogado pierda su independencia, el
empleador podría brindar algunas indicaciones con relación a la forma de llevar los casos (en
definitiva, los clientes tienen una relación contractual con la organización profesional y no con el
abogado).
La creación de un régimen laboral especial podría permitir resolver eventuales tensiones que se
generan entre la sujeción laboral del abogado y los deberes impuestos por las normas
disciplinarias. A falta de un régimen particular, se ha sostenido en nuestro medio que un eventual
distanciamiento de las órdenes o directivas del empleador respecto de las normas contempladas
en el Código de Ética del Abogado activaría un ejercicio válido del derecho de resistencia del
abogado.

11. Libertad contractual. Comprende tanto la libertad de contratar (decidir si contratar o no y


con quién) como la libertad de contratación (establecer los términos que regirá sus contratos).
Los abogados pueden celebrar libremente sus acuerdos contractuales con sus clientes para fijar,
entre otros aspectos, la forma de prestación de sus servicios, las reglas a las cuales se someten,
la forma de determinar sus honorarios y su cuantía.

Esta libertad tiene límites en las normas imperativas, el orden público, las buenas costumbres y
las normas disciplinarias. Así, en el Perú, el Código Civil prohíbe adquirir bienes objeto de litigio
cuando dicha adquisición no se produce en virtud de un pacto de cuota litis (honorario de éxito)
fijado antes de la intervención del abogado y establece la nulidad de los convenios que excluyen
o limitan anticipadamente la responsabilidad por dolo o culpa inexcusable.

Además, el Código de Ética: (i) reconoce la posibilidad de realizar pagos para obtener
documentos y otros materiales preexistentes que puedan servir para la defensa de su cliente,
siempre que se haga a través de medios legales; pero, (ii) prohíbe fijar la compensación de los
testigos en función del resultado del proceso o pagarles u ofrecerles algún beneficio para
inducirlos a modificar su declaración.

12. Libertad de asociación. En pocas palabras, la libertad de asociación protege la libertad de


incorporarse a una asociación, no hacerlo si así se prefiere y, de haberlo hecho, desvincularse
de esta en cualquier momento. Esta libertad, por tanto, en el caso de los abogados se ve
afectada, en los dos últimos aspectos, ya que, a diferencia de lo que ocurre en países como
Chile, en el Perú se les exige estar colegiados para para “patrocinar”. Fuera de esto, los
abogados pueden asociarse libremente con fines técnicos, académicos, políticos, sindicales,
asistenciales o de cualquier otra índole.

La necesidad de la “colegiación obligatoria” suele ser un asunto polémico. De acuerdo con el


estudio más detallado, la colegiación se justificaría en el Perú desde un punto de vista
constitucional únicamente por permitir el control del ejercicio de la abogacía. Sin embargo, la
eficacia del control disciplinario realizado por los colegios de abogados es cuestionada por
propios miembros de la orden. Analizar esta cuestión excede el alcance de este ensayo.

Si bien a los abogados se les exige incorporarse a un colegio de abogados para para poder
patrocinar (vulnerándose, así, su libertad de no asociarse) pueden decidir hacerlo en cualquier
colegio de abogados del país e incluso en más de uno. Además, considerando la finalidad del
requisito, también podrían desvincularse de uno o más colegios en los que se hubieran
incorporado, siempre que se mantuvieran incorporados al menos a uno de ellos.

La normativa sugiere que en el Perú los colegios de abogados no tendrían facultades para
establecer sus propios requisitos para la incorporación de agremiados (se trataría de un
procedimiento reglado y no de uno discrecional) y no tendrían un espacio para decidir en forma
discrecional a quién aceptar como miembro (affectio societatis). Por ello, la libertad de asociación
del abogado se vulneraría, por ejemplo, si se le negara la incorporación a un colegio de
abogados, pese a cumplir con los requisitos exigidos por las leyes vigentes.

2.2. DERECHOS ESPECÍFICOS:

Las leyes han reservado para los abogados la realización de ciertas actuaciones y el desempeño
de algunos cargos. En consecuencia, los abogados tienen el derecho exclusivo de llevar a cabo
dichas actividades para lo cual basta que cumplan los requisitos que se exigen en cada caso.
Nótese que si alguien que no ostenta la calidad de abogado llevara a cabo dichas actividades
podría estar incurriendo en el delito de ejercicio ilegal de la profesión.

13. Derecho a comunicarse en privado con clientes que tienen libertad restringida. El
derecho del abogado de comunicarse con su cliente amerita una especial protección en estos
casos. Dadas las extremas medidas de seguridad a las que puede estar sujeto un preso (y, por
tanto, aislado de la sociedad), en última instancia, la posibilidad de comunicarse con su abogado
es una garantía para su integridad personal. Piénsese sino en las detenciones que suelen sufrir
líderes políticos en los tiempos en que un gobierno se aleja de la senda de la democracia para
seguir aquella que lleva a la dictadura.

El abogado tiene el derecho de ingresar a los establecimientos policiales o penitenciarios, previa


identificación, para comunicarse con su defendido. Obsérvese que este derecho no se restringe
ni siquiera cuando su defendido ha sido detenido con mandato de incomunicación. Además, la
Constitución protege la privacidad de dichas comunicaciones. Cualquier intromisión de terceros
o del propio Estado constituye una violación de este derecho y, a la vez, del derecho de defensa
del ciudadano detenido.

Evidentemente este derecho no ampara ingresar a los establecimientos penitenciarios equipos


o sistemas que permitan la comunicación del interno, materiales o componentes de estos, armas,
municiones y otros materiales peligrosos para uso del interno. Tampoco imposibilitar de alguna
forma el funcionamiento de equipos de seguridad y/o de comunicación en los establecimientos
penitenciarios. Las conductas mencionadas son sancionadas por la ley penal en forma agravada
cuando las realiza un abogado.

14. Derecho a autorizar minutas. La autorización por parte de un abogado (con la firma de la
minuta) es indispensable para cumplir un requisito para conseguir la validez o eficacia de ciertos
negocios jurídicos. Tratándose de la validez del negocio, por ejemplo, la adopción del régimen
de separación de patrimonios en el matrimonio, las donaciones de bienes inmuebles requieren
constar por escritura pública. En lo que respeta a la eficacia del negocio, por ejemplo: la
constitución de personas jurídicas, los acuerdos sobre reorganizaciones societarias, el
establecimiento y liquidación de sucursales y la constitución de la garantía mobiliaria.

15. Derecho a patrocinar procesos judiciales y procedimientos administrativos en los que


rige la defensa cautiva. Se exige la intervención de abogado principalmente en los procesos:
(i) penales; (ii) civiles (salvo procesos de alimentos y de declaración judicial de paternidad); (iii)
constitucionales (salvo los de hábeas corpus y hábeas data); (iv) contencioso-administrativos; y,
(v) laborales (siempre que el monto exceda de 70 UITs). No obstante, como regla general, ya no
se contempla en los procedimientos administrativos, incluyendo la presentación de los recursos
contemplados en la Ley del Procedimiento Administrativo General.

El ejercicio de este derecho faculta a llevar acciones tales como: comunicarse con su
patrocinado, interponer demandas o denuncias, asumir la representación procesal, participar en
diligencias, apersonarse ante la autoridad a cargo de un caso, informar en forma verbal o escrita,
presentar medios probatorios, interrogar testigos, hacerse asistir por expertos, formular
peticiones, acceder al expediente o interponer recursos.

Los límites al ejercicio de este derecho son el cumplimiento de la ley penal, que le prohíbe realizar
actos de corrupción, soborno, cohecho u ofrece, aporte o entrega de bienes o servicios u otro
tipo de beneficios de cualquier índole a la autoridad, y las normas disciplinarias, que les
restringen abusar de los medios procesales, recurrir a medios dilatorios, actuar con temeridad,
mala feo interponer recursos manifiestamente infundados que sobrecarguen el sistema judicial.

16. Desempeñar funciones y cargos reservados para abogados. Solo a manera de ejemplo,
cabría mencionar los siguientes: (i) magistrado o asesor del TC; (ii) magistrado (salvo juez de
paz) o auxiliar jurisdiccional] (salvo oficial auxiliar de justicia) del Poder Judicial; (iii) fiscal titular o
fiscal adjunto; (iv) miembro del Consejo Nacional de la Magistratura; (v) integrante del Pleno del
Jurado Nacional de Elecciones; (vi) miembro del Consejo Directivo de la Procuraduría General
del Estado, procurador público o procurador público adjunto; (vii) notario; (viii) abogado de centro
de conciliación; (ix) registrador público; y, (x) defensor del pueblo.

Obsérvese que algunos de estos cargos están vinculados a la función jurisdiccional y, en ese
contexto, el surgimiento de conflictos de intereses adquiere tal gravedad que incluso es
sancionado por las normas penales. Estas prohíben asumir el patrocinio de la parte contraria en
un mismo proceso judicial o procedimiento administrativo o, siendo juez o fiscal, conocer un
proceso que anteriormente se patrocinó como abogado.

3. FUNCION DEL ABOGADO EN EL PROCESO

El abogado es un profesional independiente que le asiste como asesor y representante en la


defensa de sus derechos e intereses frente a los organismos públicos y el resto de las personas
y entidades privadas.
Hoy en día se halla ampliamente superada la visión del abogado como un profesional que
interviene únicamente en los juicios, y el ciudadano sabe que el contar con el asesoramiento
previo de un abogado en la fase de la negociación de un contrato, en la formulación de una
reclamación, en la mediación para resolver un conflicto, o en la preparación de un testamento o
unas capitulaciones matrimoniales, por poner un ejemplo, sirve en multitud de ocasiones para
evitar los gastos e inconvenientes de un juicio y resolver la cuestión que le preocupa de una
forma satisfactoria.

El abogado es hoy en día un técnico polivalente que, en función de sus áreas de especialidad, y
sin ánimo exhaustivo, le puede prestar sus servicios en relación con las siguientes cuestiones:
a) Defensa de sus intereses en todo tipo de procedimientos judiciales, ya sean estos de la
jurisdicción civil, penal, social o contencioso – administrativa.
b) Negociación y redacción de todo tipo de contratos públicos o privados, ya sean estos de
trabajo, de ejecución de obras o prestación de servicios, de compraventa de bienes, préstamo….
c) Asesoramiento e intermediación en todo tipo de operaciones inmobiliarias, compraventas y/o
arrendamientos de pisos y fincas urbanas y rústicas, con la preparación de los contratos y
documentos jurídicos necesarios.
d) Defensa de sus intereses y asesoramiento en materia urbanística, actuando a tal efecto ante
las administraciones locales y superiores, y configurando todas las formalidades jurídicas
necesarias (redacción de planes urbanísticos, constitución y gestión de juntas de compensación,
preparación de contratos y extinciones de contratos…).
e) Asesoramiento fiscal, preparación y presentación de todo tipo de declaraciones y obligaciones
fiscales (Impuesto de la Renta, I.V.A., Impuesto de Sociedades…). Recursos y reclamaciones
contra los actos de las haciendas públicas.
f) Redacción de testamentos, declaraciones de herederos sin testamento y particiones
hereditarias, así como procedimientos judiciales en materia hereditaria.
g) Redacción de capitulaciones relativas al régimen económico del matrimonio (separación de
bienes, sociedad de gananciales…).
h) Asesoramiento y gestión de derechos en materia de propiedad intelectual e industrial (marcas,
patentes…).
i) Defensa ante la imposición de sanciones y multas por parte de cualquier organismo público.
j) Redacción de escritos y recursos en todo tipo de procedimientos administrativos (expropiación
forzosa, contratación con las administraciones públicas…), gestión de sus intereses en los
distintos organismos y obtención de todo tipo de licencias, autorizaciones, subvenciones…
k) Constitución, gestión y disolución de todo tipo de sociedades mercantiles y civiles, operaciones
de reestructuración societaria (fusión, escisión…), y asesoramiento general en derecho de la
empresa (aspectos mercantiles, laborales y fiscales, derecho administrativo).
l) Asistencia y/o acompañamiento a todo tipo de juntas o reuniones (sociedades, comunidades
de propietarios, asociaciones…).
m) Mediación en conflictos familiares, empresariales, laborales…
n) Intervención como árbitro de equidad o de derecho para la resolución de cualquier tipo de
disputas o conflictos entre personas o empresas.
 o) Reclamaciones por accidentes a los sujetos responsables, a las compañías de seguros y/o
a los organismos públicos.
p) Gestión y reclamación de todo tipo de derechos y pensiones a la Seguridad Social (desempleo,
jubilación, maternidad, incapacidades…).
q) Negociación y gestión de todo tipo de derechos laborales (salarios, condiciones de trabajo…).
r) Reclamación de todo tipo de deudas y obligaciones.
Seguramente le constará a usted, que otro tipo de profesionales prestan algunos de los servicios
mencionados, e incluso es posible que sea usted de la opinión de que la contratación de dichos
profesionales resulta más económica. Por el contrario, debe saber que los servicios que le presta
el abogado no resultan más caros o gravosos, y en cualquier caso el abogado es el único
profesional que le asesorará o defenderá sus derechos e intereses con todas las garantías:
1) Garantía de formación: El abogado es un profesional titulado, licenciado universitario en
Derecho, que además participa en un programa de formación continua para la actualización de
sus conocimientos.
2) Garantía deontológica: El abogado está sujeto en su actuación profesional a un estricto Código
Deontológico, de cuyo cumplimiento rinde cuentas a un Colegio Profesional, al que debe
pertenecer obligatoriamente por mandato legal.
3) Garantía de responsabilidad civil: El abogado está cubierto por obligación legal con un seguro
de responsabilidad civil que le garantiza que le resarcirá en los daños y perjuicios que pueda
sufrir como consecuencia de un eventual error o negligencia en su actuación profesional.
Si tiene un conflicto, quiere formular una reclamación o se va a ver implicado en un negocio u
operación del tipo que sea, no lo dude, recurra a los servicios de un abogado, y tendrá así la
seguridad de que sus derechos e intereses son defendidos con todas las garantías.

4. REQUISITOS:
5. RESPONSABILIDADES:

Ejemplo profesional: El abogado debe esforzarse por ser un ejemplo de idoneidad ética para
sus colegas, en especial para los futuros profesionales del Derecho.

Deber de reconocer incumplimiento profesional: El abogado que en el desempeño de su


profesión incumpla alguna obligación de este Código, debe ponerlo en conocimiento del afectado
inmediatamente de haberlo advertido. No es decoroso que pretenda exculparse de sus errores
u omisiones, atribuyéndolos a otras personas.

Responsabilidad Social del Abogado: Con el objeto de facilitar el acceso a la justicia y la


representación legal efectiva, el abogado podrá prestar servicios gratuitos a personas de escasos
recursos, ya sea de manera directa o a través de programas sociales.

Independencia de la sanción disciplinaria: La celebración de una conciliación o una


transacción con el cliente, e incluso el pago indemnizatorio, no eximen al abogado de la
responsabilidad disciplinaria que deba asumir con arreglo a lo establecido en este Código.

6. PROCESO DISCIPLINARIO:

Investigación de oficio o a solicitud de parte: Los Colegios de Abogados del Perú, a través
de sus órganos de Dirección y Deontológicos, investigan de oficio o a solicitud de parte, los actos
contrarios a la ética profesional en que incurran los abogados y las abogadas e imponen las
sanciones a quienes resulten responsables.

Actos contrarios a la ética profesional: Constituyen actos contrarios a la ética profesional la


transgresión de las normas estatutarias del respectivo colegio, así como aquellas contenidas en
el presente código. Se comprenden también los actos contrarios a la ética profesional la conducta
o hechos en que incurren los miembros de la Orden que, sin haberse producido en el ejercicio
profesional, inciden directa o indirectamente en la calidad del servicio que brinda el abogado y
que desprestigia la profesión.

Regulación de la conducta ética de los abogados: EL presente Código regula la conducta


ética de los abogados. El hecho que el denunciado sea parte de un proceso penal, civil, laboral,
administrativo o de cualquier otra índole, no constituye impedimento para la instauración del
procedimiento administrativo disciplinario respectivo, ya que la resolución que se emite es de
naturaleza ética y no jurisdiccional.
ÓRGANOS DISCIPLINARIOS

Órganos de control deontológico: El órgano administrativo y de gestión de cada colegio


profesional es la Dirección de Ética profesional, con las funciones que le señala el Estatuto.

El Consejo de Ética y el Tribunal de Honor, son los Órganos Disciplinarios de Control de los
Colegios de Abogados del Perú.

Consejo de Ética: El Consejo de Ética, es el órgano resolutorio en primera instancia del


procedimiento disciplinario. Está integrado por cinco miembros y lo preside el/la Director/a de
Ética profesional del Colegio de Abogados.

Tribunal de Honor:El Tribunal de Honor, resuelve en segunda y definitiva instancia el


procedimiento disciplinario. Se compone de tres a cinco miembros titulares y dos suplentes, los
que serán designados entre los señores ex Decanos de la Orden, o ex Vicedecanos, o Abogados
honorables de trayectoria profesional intachable. Lo preside el de colegiatura más antigua.

Los fallos del Consejo de Ética y del Tribunal de Honor serán adoptados por mayoría simple. En
caso de empate dirime el Presidente.

Principios del Procedimiento Disciplinario: Son principios que deben observarse en todos los
procedimientos disciplinarios: los principios de debido proceso, imparcialidad, razonabilidad,
proporcionalidad, celeridad, non bis in ídem, presunción de licitud, buena fe procesal y todos
aquellos aplicables según la Constitución y las demás normas del ordenamiento jurídico.

Conciliación: En el caso de una denuncia de parte, las partes podrán conciliar en cualquier
estado del procedimiento, inclusive hasta en la Audiencia Única. El Consejo de Ética está
facultado para promover la conclusión del procedimiento mediante conciliación.

El Consejo de Ética puede decidir la continuación de oficio del procedimiento, si del análisis de
los hechos denunciados se advierte una afectación severa a la ética profesional.

Función Preventiva de los Órganos de Control Disciplinario: Los órganos de control


disciplinario no sólo tienen el deber de reprimir las conductas que contravengan las normas de
responsabilidad profesional, sino que deberán también prevenir la comisión de futuras
infracciones.

El Consejo de Ética puede dar lineamientos que deberán ser observados en los posteriores
procedimientos. Asimismo, el Tribunal de Honor tiene la potestad de establecer cuando lo
estime pertinente, precedentes de observancia obligatoria para los demás órganos
disciplinarios.

PARTES DEL PROCEDIMIENTO DISCIPLINARIO

Son partes en el procedimiento disciplinario el abogado o la organización profesional


denunciados y el denunciante, de ser el caso. El denunciante puede ser persona natural o
abogado colegiado.

Recusación: Los miembros del Consejo de Ética y del Tribunal de Honor deberán excusarse de
intervenir si se presentan los supuestos regulados en los artículos relativos al conflicto de
intereses, o cuando se presentará alguna otra causal suficientemente grave.

La recusación será resuelta por el Tribunal, mediante pronunciamiento motivado.


Las partes podrán recusar a los miembros del Consejo de Ética y del Tribunal de Honor por las
razones señaladas en el párrafo precedente, dentro del plazo establecido para la absolución de
la denuncia o de la apelación, sin excepción alguna y según corresponda, debiendo presentar
los medios probatorios que estimen convenientes a afectos de acreditar la causal invocada. La
recusación podrá ser interpuesta con posterioridad, siempre que se funde en hechos nuevos.

Cuando se trate de hechos anteriores, la recusación procederá sólo si razonablemente dichos


hechos no hubieran podido ser conocidos por la parte que recusa, debiendo probar que recién
ha tenido conocimiento de estos.

Pautas básicas procedimentales: Las normas contenidas en la presente sección, constituyen


pautas básicas procedimentales, las que serán desarrolladas en el reglamento respectivo.

INICIO DEL PROCEDIMIENTO

Procedimiento

El procedimiento disciplinario se inicia de oficio de la Dirección de Ética, a petición motivada de


otros órganos de la Orden, o en virtud de una denuncia interpuesta por una persona con
legitimidad para obrar, priorizándose a la parte de la relación material quien tenga legítimo interés
para denunciar.

Si el Consejo de Ética admite la denuncia, emitirá la resolución instaurando el procedimiento


disciplinario, individualizando los hechos que a su juicio constituirían una infracción a la ética
profesional, y sus presuntos responsables.

Denuncia

La denuncia deberá presentarse por escrito ante la Dirección de Ética y contener el nombre,
documento de identidad, domicilio real y procesal del denunciante, así como los datos personales
del denunciado (nombre y domicilio), el detalle de los hechos contrarios a la ética profesional que
sustentan la denuncia, y el fundamento jurídico deontológico que sustenta la denuncia, y la
calificación de la irregularidad que se cuestiona con los fundamentos normativos para sancionar
la conducta del denunciado.

Cuando la denuncia fuese presentada por una persona natural, no requiere contener la
calificación mencionada.
Ante la falta de uno de los requisitos de admisibilidad, el Consejo de Ética brindará un plazo para
su subsanación, salvo que ello no sea posible atendiendo al contenido de la denuncia.
El Consejo de Ética deberá emitir pronunciamiento sobre la admisibilidad de la denuncia, en un
plazo máximo de diez (10) días hábiles, contados desde la recepción de la misma.
En el supuesto de que la denuncia no cumpla con todos los requisitos de admisibilidad, y estos
no pudiesen ser subsanados de oficio, el Consejo deberá requerir al denunciante, dentro de los
tres (3) días hábiles de presentada, para que cumpla con subsanarlos en un plazo no mayor de
cinco (5) días hábiles, bajo apercibimiento de archivar la denuncia.
El Consejo puede disponer la realización de una investigación preliminar de los hechos
denunciados cuando lo considere necesario, en virtud de la deficiencia de la información
suministrada.

La resolución de admisibilidad de la denuncia e inicio del procedimiento será notificada a las


partes.
En el supuesto que se desestime la admisibilidad de la denuncia por falta de un requisito de
fondo, el denunciante puede interponer recurso de apelación ante el Tribunal de Honor, en un
plazo de cinco (5) días hábiles desde su notificación. El Tribunal de Honor deberá resolver la
apelación en un plazo de diez (10) días hábiles de recepcionada la causa.

Rechazo de plano

El Consejo de Ética puede desestimar de plano aquellas denuncias que versen sobre aspectos
no relativos al ejercicio profesional, que carezcan manifiestamente de fundamento o si se hubiese
producido la prescripción para el ejercicio de la potestad disciplinaria. La resolución que al
respecto emita el Consejo deberá estar adecuadamente motivada.

Régimen de notificaciones

Las notificaciones serán remitidas al domicilio procesal y real del registrado por el abogado en
su respectivo Colegio y al que haya indicado el denunciante. Supletoriamente se les notificará
mediante correo electrónico.

Una vez que las partes señalen un domicilio procesal, las notificaciones serán dirigidas a este
último.

Traslado de la Resolución de Inicio y Descargos

Iniciado el procedimiento disciplinario, el Consejo correrá traslado de la resolución y documentos


anexos al abogado denunciado para que presente sus descargos y medios probatorios, en un
plazo máximo de diez (10) días hábiles contados a partir de la notificación.

Los hechos y fundamentos que sustenten la imputación de infracción a la ética profesional,


deberán acreditarse o desvirtuarse con medios probatorios idóneos.

Actos de Investigación

Durante el procedimiento disciplinario el Consejo de Ética ejecutará las diligencias necesarias


para verificar los hechos denunciados; actuar las pruebas; establecer las circunstancias
justificantes, atenuantes y agravantes que motivaron los hechos; verificar los antecedentes
disciplinarios del abogado denunciado; y, determinar, además del autor, a los copartícipes, si los
hubiera.

El Consejo de Ética fijará fecha de Audiencia Única, con citación a las partes para establecer los
puntos controvertidos, admitir, rechazar y actuar las pruebas ofrecidas.

Las partes, o sus representantes debidamente acreditados, podrán solicitar el uso de la palabra
y efectuar sus alegatos.

Durante el procedimiento disciplinario, las partes pueden aportar los medios probatorios
adicionales que consideren convenientes hasta antes que resuelva el Consejo.

Publicidad y Transparencia

El procedimiento disciplinario tendrá el carácter de reservado mientras se encuentra en trámite,


hasta que quede como cosa decidida.

Se podrá informar solamente sobre la existencia del procedimiento, las partes involucradas, el
asunto materia de la denuncia y la derivación del procedimiento en aplicación de la Ley de
Transparencia, por mandato judicial y/o fiscal.

Sólo tendrán acceso al mismo el denunciante, el denunciado, los abogados patrocinantes de las
partes, además del personal encargado del procedimiento y los órganos resolutorios, sobre
quienes recae la obligación de la reserva respectiva.
Los expedientes de los procedimientos disciplinarios que hubieran culminado estarán a
disposición de cualquier interesado.
Las resoluciones serán publicadas concluido el procedimiento en el Colegio respectivo, así como
la lista de abogados con sanción vigente, la misma que será actualizada periódicamente
incluyendo una sumilla y exposición clara sobre la inconducta profesional.

Resolución del Consejo

El Consejo emitirá su pronunciamiento en un plazo máximo de veinte (20) días hábiles de


realizada la audiencia.

La decisión se adoptará por mayoría de votos de los miembros del Consejo, debiendo ser
motivada adecuadamente.

La resolución del Consejo será notificada a las partes, debiendo ser publicada una vez
consentida.

Apelación

Contra la resolución del Consejo las partes pueden interponer recurso de apelación ante el
Tribunal de Honor, en un plazo de cinco (05) días hábiles de notificada la resolución.

La interposición de la apelación dentro del plazo señalado suspende los efectos de la resolución
impugnada hasta la culminación del procedimiento en segunda instancia.

Vencido el plazo para interponer la apelación, lo resuelto por el Consejo de Ética quedará
consentido.

Trámite del recurso de apelación

El Consejo de Ética dentro del día hábil siguiente de interpuesto el recurso elevará los actuados
al Tribunal de Honor, el mismo que, inmediatamente después de recibir la documentación
mencionada notificará del mismo a las partes interesadas para que en los siguientes diez (10)
días hábiles, presenten sus oposiciones.

Con o sin respuesta de la parte interesada, el Tribunal de Honor, dentro del tercer día hábil de
vencido el plazo para la presentación de las oposiciones, fijará una fecha improrrogable para la
realización de la audiencia con informe oral de las partes.

La fecha para dicha audiencia deberá ser fijada dentro de los diez (10) días hábiles del
vencimiento del plazo de las oposiciones señalado anteriormente.

El Tribunal de Honor emitirá resolución en un plazo de quince (15) días hábiles de realizada la
audiencia.

Sanciones y efectos

Sanciones

En caso de determinarse responsabilidad disciplinaria del denunciado, las medidas disciplinarias


que pueden imponerse son las siguientes:

 Amonestación escrita, la cual quedará registrada en los archivos por un periodo de tres
(03) meses.
 Amonestación con multa, la que quedará registrada en los archivos por un periodo de
seis (06) meses. La multa no podrá exceder de 10 Unidades de Referencia Procesal.
 Suspensión en el ejercicio profesional hasta por dos (2) años.
 Separación del Colegiado hasta por cinco (5) años.
 Expulsión definitiva del Colegio Profesional.

Estas sanciones rigen en todo el territorio nacional y son de observancia obligatoria para todos
los Colegios de Abogados del Perú.

LA APLICACIÓN DE LAS SANCIONES

Sanción de expulsión

La sanción de expulsión se aplicará en los casos en que se incurra o promuevan violaciones de


los derechos y libertades fundamentales, sea cual fuere el cargo que desempeñe el abogado y
en los casos de hechos ilícitos o delictivos.

La Unidad de Referencia Procesal

Para calcular el monto de las multas a aplicarse, se utilizará la Unidad de Referencia Procesal
vigente a la fecha del pago respectivo.

El monto correspondiente a las multas, debe destinarse para fines de difusión de temas relativos
a la ética y responsabilidad profesional del abogado.

Prescripción de la pretensión disciplinaria

La acción disciplinaria prescribe a los cinco (5) años contados desde el día que se cometió el
último acto constitutivo de la infracción.

El inicio del proceso disciplinario interrumpe el cómputo del plazo de prescripción.

CÓMPUTO DE PLAZOS

Todos los plazos que se fijen en el procedimiento disciplinario, se entenderán computados en


días hábiles.

Graduación de sanciones

Para la determinación de la sanción a aplicar, se tendrá en cuenta las circunstancias atenuantes


y agravantes de la infracción, las consecuencias que se hayan derivado y los antecedentes
profesionales del infractor, debiendo aplicarse tales criterios conforme al principio de
proporcionalidad.

Acatamiento de sanciones

Las sanciones deberán ser estrictamente acatadas por los abogados. Su no acatamiento
constituye falta grave que dará lugar a la imposición de la sanción más severa y, de ser el caso,
la denuncia penal correspondiente.

Reincidencia

Se considerará falta grave la comisión del mismo tipo de infracción ética de manera reiterada.
En estos casos, la sanción aplicable no podrá ser menor que la sanción precedente.

Informe de los procedimientos disciplinarios

La Dirección de Ética, en la primera Asamblea General Ordinaria del Colegio correspondiente,


deberá dar cuenta de los procesos en trámite, a través de una memoria anual que contenga los
datos más relevantes que permitan mostrar la evolución del funcionamiento del sistema de
control disciplinario.
7. CONCLUSIÓN

En el Perú la Constitución y las leyes reconocen a los abogados derechos que resultan
trascendentes para el cumplimiento de la misión que tienen frente a la defensa de los derechos
de las personas y el mantenimiento del Estado de constitucional de derecho.

El respeto de los derechos de los abogados es esencial en un Estado constitucional de derecho.


De allí que es responsabilidad de los abogados cumplir sus deberes, pero también un desafío
para estos cautelar sus derechos frente a eventuales transgresiones o amenazas.

En el ámbito internacional, solo a manera de ejemplo, valdría la pena mencionar la sentencia del
Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en el caso AM&S que excluyó del alcance
del secreto profesional a las comunicaciones sobre la defensa jurídica de una empresa cursada
entre esta y sus abogados internos, restringiendo así el alcance del secreto profesional del
abogado.

En el ámbito nacional, desde nuestro punto de vista, el principal reto que tienen los abogados
como gremio es reevaluar cuál el rol que deben cumplir los colegios de abogados (la colegiación
obligatoria únicamente se justifica por permitir el control disciplinario) y en qué medida el
cumplimiento de dicho rol está alineado con los requisitos que exigen para el acceso a la
profesión.

Decimos lo anterior, puesto que el Indecopi está tomando acciones frente a los cobros que los
colegios de abogados realizan para la incorporación de nuevos miembros al considerar que son
barreras burocráticas ilegales. Obsérvese que, bajo ese entendido, el cobro mencionado estaría
afectando el derecho que tienen los nuevos abogados a acceder a la profesión (que forma parte
de la libertad de empresa).

Otro reto que tienen los abogados en el Perú actualmente es garantizar que la incorporación de
nuevas obligaciones de reportar información a la UIF sea compatible con el derecho a guardar
secreto profesional. Sobre este asunto hemos escrito antes unas líneas en este mismo medio.

Pensamos que la evaluación de los dos aspectos antes mencionados (los cobros que hacen los
colegios de abogados y los alcances del secreto profesional) no debería hacerse en forma
aislada sino dentro de una evaluación en conjunto de la forma en la que se controla el ejercicio
de la abogacía en el Perú, aspecto que, como hemos expuesto anteriormente, involucra un
espacio bastante descuidado y con muchas oportunidades de mejora.

Desde nuestro punto de vista, ha llegado el momento en el que la sociedad peruana en general
(abogados, autoridades, academia y ciudadanos en conjunto) analicemos si el régimen
disciplinario de la abogacía está a la altura de las demandas que nuestra sociedad impone y, de
ser el caso, llevar a cabo una verdadera reforma.

También podría gustarte