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ICSE – Segundo Parcial.

Mesyngier – La política implícita.


Previo al golpe cívico-militar, tuvieron lugar dos procesos sociales convergentes: el aumento de la actividad
guerrillera post muerte de Perón, y el Rodrigazo (fuerte ajuste en la economía) desataron en un proceso
inflacionario. Así, se generó la necesidad en la sociedad de replantear el modelo sociopolítico y económico, y
por lo tanto, un consenso favorable al golpe militar: instaurado el 24 de marzo de 1976, adoptó el nombre de
“Proceso de Reorganización Nacional”.
El diagnóstico de las Fuerzas Armadas fue que Argentina padecía de problema estructural: inestabilidad política
y ausencia de un desarrollo económico definido, debido al empate hegemónico. Ninguno de los dos conjuntos
económicos dominantes (modelo agroexportador -grandes terratenientes, la Banca- vs. Industrialización -
empresariado nacional y sindicatos industriales-) podía imponer sus condiciones y someter al otro. La solución
del PRN fue volcar los recursos de la industrialización en el agro, el sector de producción capaz de competir en
el mercado internacional en cuestiones de precio y calidad.
Sus objetivos fueron reflejados a través de:
o La doctrina de seguridad, que buscó desarticular las organizaciones guerrilleras peronistas y comunistas,
con los sectores que los apoyaban, reclutaban y financiaban. Intervinieron empresas estatales,
municipios, sindicatos; bloquearon sus fondos; suspendieron la actividad política partidaria;
establecieron centros clandestinos de detención.
o El monetarismo de Milton Friedman y los Chicago Boys, que en Argentina consistió en alcanzar el
funcionamiento de mercados libres, desregulados e independizados de la acción del Estado. Con
Martínez de Hoz como ministro de Economía, se vio una necesidad de “achicar” al Estado de bienestar,
porque la financiación de sus actividades generaba inflación. Se priorizó el comercio exterior en una
apertura indiscriminada a los productos importados, obligando al empresario argentino a competir en
calidad y precio, creyendo que así se rompería la alianza entre industriales y sindicalistas. Se congelaron
los salarios para disminuir el consumo.

En 1983 concluye la dictadura cívico-militar, y como balance del período dejan sus dos áreas de acción como
los principales centros de conflictos: la lucha contra la subversión y la situación económica.
Económicamente, instauraron una aparente mejora, pero a la vez que introdujeron desequilibrios en los
mercados locales. Los únicos beneficiados fueron aquellos con intereses transnacionalizados (Bancos,
productores y comercializadores agropecuarios), quienes acrecentaron su poderío y autonomía.
Se dio un desmesurado endeudamiento externo: los empresarios no resistieron a la competencia externa, y se
endeudaron a altas tasas de interés, resultando en el cierre y quiebra de empresas nacionales. Se vio un
estancamiento en la producción del país, con un PBI en negativo, y resultó imposible contener la inflación.
Pero, desde el punto de vista político, la dictadura fue un éxito: logró terminar con el desempate hegemónico y
estableció una nueva forma de acumulación: la valorización financiera.

Basualdo – La valorización financiera.


Primer ciclo: instalación.
Basualdo plantea que el nuevo modelo económico implementado durante la dictadura militar fue el resultado
multicausal de factores externos que potenciaron los internos: el neoliberalismo llevó a la desindustrialización
del país, a la desocupación, y a la nacionalización de la deuda privada que dio lugar a un régimen de
acumulación. Así se dio lugar al crecimiento de la valorización financiera: un proceso impuesto en
funcionamiento del beneficio de los grupos dominantes.
Los sectores dominantes (un grupo reducido, como Macri, Loma Negra, etc.) se beneficiaron altamente de la
deuda externa, la fuga de capitales, y la especulación financiera. Participaron de un círculo vicioso, en el cual el
modelo que favorecía el enriquecimiento de los que más tenían, era el mismo modelo que favorecía la fuga de
capitales. Es por esto que para Basualdo las tres son parte del mismo proceso económico en donde los únicos
beneficiarios eran los grandes empresarios, y los más perjudicados eran los trabajadores.
Los grupos económicos no invertían en el sistema de producción, sino que hacían préstamos como entidades
nacionales a altas tasas de interés, las empresas locales se endeudaban, y se invertía la ganancia al exterior en
la bicicleta financiera.
La acumulación originaria de los más beneficiados fue facilitada por políticas como: el endeudamiento interno
por tasas de interés locales altísimas con respecto a las tasas internacionales; permitir la fuga de capitales al
exterior, sosteniendo la deuda externa; y nacionalizar la deuda del sector privado, incorporándola a la ya
existente deuda del Estado.

Para aplicar la valorización financiera fue necesario un golpe de Estado. Un modelo económico que atenta
directamente contra las clases populares no puede aplicarse en otro contexto que no sea el de una dictadura.
De lo contrario, la gente “reaccionaría”. Fue clave disciplinar y controlar a los sectores populares mediante la
desindustrialización, la concentración de ingresos, y la represión por secuestro, tortura y asesinato.

Durante el golpe militar, el sector dominante utilizaba las Fuerzas Armadas como instrumento político, pero los
sectores sociales comenzaron a cuestionar al PRN con la derrota de Malvinas y la crisis económica provocada
por la valorización financiera. Los militares habían perdido legitimidad, y con la valorización financiera ya
instalada, aceptaron la vuelta a la democracia. Los sectores dominantes encontraron una nueva forma de
imponer sus condiciones en el transformismo: se vincularon con funcionarios del gobierno para negociar
directamente, excluyendo las necesidades de los sectores populares.
Las medidas tomadas durante la dictadura provocaron un cambio estructural en Argentina, lo que condicionó al
gobierno de Alfonsín.

Segundo ciclo: consolidación.


La presidencia de Alfonsín se vio impactada inicialmente por la crisis de México en 1982: no pudieron pagar su
deuda, lo que inició en Latinoamérica la llamada década de la crisis de la deuda externa. Los acreedores
externos presionaban para que Argentina pague su deuda, la inversión escaseaba: sin ella, los países de la
región no podían recomponer sus economías.
La falta de financiamiento externo provocó que Argentina oscile entre el estancamiento y la recesión. Durante
estos años, el proceso económico era conducido por los grupos económicos locales -beneficiados por la
acumulación originaria-, los acreedores extranjeros y la banca acreedora.

Alfonsín se encontraba bajo la presión de los intereses de los distintos grupos de poder de la década del ’80:
- Los empresarios se habían convertido en los acreedores internos del país: invertían en el Estado a cambio de
favores políticos y empresas públicas. Se establecen en el poder, empiezan a negociar con los presidentes.
- El Congreso, conformado mayormente por el partido peronista. Para el gobierno, la salida del estancamiento
era reestructurando el Estado: privatización de las empresas públicas y la apertura importadora de la
economía argentina. El gobierno lanza un plan de privatización, y éste es rechazado por la oposición.
- Los acreedores externos (FMI) quienes exigían el pago de los intereses y también el capital adeudado. Se
imponen los planes de conversión de deuda externa, dando origen a la privatización de empresas públicas
durante el gobierno de Menem.
- Fuerzas Armadas. Para evitar un levantamiento armado, durante el gobierno de Alfonsín se aprobaron dos
leyes en confrontación de los derechos humanos: la ley de obediencia de debida y de punto final.
- También se pone a la Iglesia en contra, por aprobar la ley de divorcio y la de responsabilidad parental.
- Sindicatos, también conformados por la oposición, realizaban constantes paros generales.

El mecanismo de la valorización financiera fue el que permitió el crecimiento de los grandes grupos
económicos. A base de la sobreexplotación de los trabajadores, disolviendo el capital industrial local, y
subordinando al Estado a sus intereses particulares, continuaron con la acumulación. Esto llevó al fracaso de los
planes económicos aplicados en la primera etapa del gobierno de Alfonsín. El Estado ignoraba las necesidades
de los sectores populares porque la economía del país se encontraba bajo el dominio de los acreedores
externos e internos.
El gobierno estableció vínculos con los empresarios a partir del transformismo: el Estado necesitaba de su
inversión y a los empresarios les resultaba funcional la política, una herramienta para maximizar sus utilidades.
Buscaban continuar con las beneficios que obtuvieron durante la dictadura militar.

La presiones de los acreedores externos no cesaban: se desataron disputas entre el FMI, que exigía la
normalización de los pagos de la deuda, y el Banco Mundial, que insistía en reformas estructurales. Cuando
Bush reemplaza a Reagan, se exigen ambos requisitos. En este contexto, los bancos extranjeros inician la
corrida cambiaria de febrero de 1989, luego de reiteradas advertencias al gobierno argentino para que
retomara los pagos de la deuda, desatando en la crisis hiperinflacionaria.
Esta crisis funcionó como un disciplinador social porque permitió la consolidación de la acumulación. No se hizo
en base del terror, como en la dictadura, sino que fue a partir de la inmovilización de los grupos sociales. Es
decir, la crisis hiperinflacionaria volvió a beneficiar al establishment económico y perjudicó a los sectores
populares.

Basualdo hace referencia a tres tipos de crisis:


- Crisis de gobierno: Un desfile de altos funcionarios obligados a dejar sus cargos antes de los lapsos
institucionalmente previstos.
- Crisis de régimen: No sólo se expulsan los grupos, sino que también plantean la pretensión de instaurar
nuevos y distintos criterios de representación, criterios que divergen del establecido.
- Crisis de acumulación: Las clases dominantes intentan remover los obstáculos que le otorgan un papel
secundario, para impulsar el desarrollo de la acumulación.

Tercer ciclo: profundización.


La primera gestión menemista.
El nuevo gobierno asume en plena crisis, y establece sus primeros acuerdos con los grupos económicos locales.
La relación entre los sectores empresariales y el sistema político era profunda: funcionarios en el poder que
eran empresarios, ni siquiera políticos. Esto demuestra cuán subordinado estaba el gobierno ante los sectores
dominantes.
Poco tiempo después, por la presión de los acreedores externos, se pusieron en marcha una serie de reformas
que modificaron el sector público y los recursos estatales:
- Ley de Emergencia Económica: Eliminar subsidios, reintegros impositivos y distintas transferencias
implementadas por el sector público.
- Ley de Reforma del Estado: Intervención de las empresas estatales, transferencia de los activos públicos al
sector privado, y conversión de la deuda externa. Habilita la privatización, y venden las empresas
estatales al 100%, lo que significa una pérdida de soberanía.
- Ley de Convertibilidad: Cavallo. 1991. 1 a 1. El precio valía más de lo que debería valer, pero tuvo éxito
como instrumento para frenar la inflación. Boom del consumo. Casi como una dolarización, pero sin
convertir la moneda. Logra estabilidad económica, pero a consecuencia del endeudamiento permanente
para mantener el equilibrio. Explota la fuga de dólares.
Estas tres reforman crean las condiciones favorables para que se firme el plan Brady, en 1992, que establece un
cronograma de pagos que le garantiza a los acreedores externos que no habrá incumplimientos, lo que lleva a
un abundante endeudamiento externo y una segunda hiperinflación.

El transformismo modela un sistema político que actúa solo para los intereses de los sectores dominantes: se
abandonó la identidad social histórica que definía a los dos partidos mayoritarios; apareció una nueva forma de
ingresos denominada “retornos” -> sobornos que le pagaban los sectores dominantes al sistema político para
alcanzar determinados provechos.
Todos los sectores dominantes se beneficiaron de la privatización. Para iniciar este proceso, se aplicaron la
Reforma Tributaria (generalizar el IVA, pero distribución de ingresos desigual -> impuestos del sector
dominante bajan, sector popular suben) y la Reforma de la Corte Suprema (amplía la cantidad
de miembros elegidos por el sector dominante, mayoría automática).

El proceso de privatizaciones en Argentina fue complejo, pero acelerado. La Ley de Reforma del Estado puso en
marcha la desregulación de la economía, que potenció la acumulación originaria. Tuvo el mayor alcance en
empresas públicas de Latinoamérica, privatizando hasta empresas de energía (YPF). Trajo consigo un
incremento ostentoso en el consumo de los integrantes del sistema, pero la distribución de ingresos no era
uniforme con los sectores populares.
Este avance en los sectores dominantes fue posible gracias a que el sistema político atravesó un proceso de
transformismo. Complicidad del sistema político al quedar subordinado a los intereses económicos de los
sectores dominantes. Sin el transformismo, no hubiese sido posible aplicar el modelo de valorización financiera.
La modificación más trascendente del transformismo argentino fue el vaciamiento social e ideológico de los
partidos políticos, dotándolos de un formato empresarial; la pérdida de la identidad social y de la militancia.
Pero, así y todo, se generó cierto consenso social: el Plan de Convertibilidad había controlado la hiperinflación
lo suficiente como para generar consumo nuevamente, permitiendo que la gente olvide la crisis. Pero en
realidad, ésta se seguía gestando por el constante endeudamiento para mantener el equilibrio.

La segunda gestión menemista.


Entre 1995 y 1999 se empiezan a apreciar con claridad las consecuencias del modelo de valorización financiera:
la regresividad de los ingresos, desocupación, precarización del empleo, pérdida del poder sindical. Las
privatizaciones habían profundizado la desocupación, y cuanto mayor era la cantidad de desempleados, mayor
era la incapacidad de negociar, porque los sindicatos representaban únicamente a los trabajadores y no a los
desempleados.
Se dio la disolución de la comunidad de negocios por - la búsqueda la autonomía del sistema político respecto
de los acreedores externos, uniéndose con el grupo local del establishment.

La Alianza:
1999-2000: comienzan a perfilarse dentro del establishment dos proyectos alternativos a la Convertibilidad:
- La dolarización: impulsado por los capitales extranjeros, concebida como la “fase superior” de la
Convertibilidad. Garantizaba a los capitales radicados en el exterior, que en el país se mantendría el valor
en dólares de sus activos; y que las deudas del sector financiero no se acrecentarían. Integrarse
internacionalmente a través del ALCA, subordinando al Mercosur, por subordinación económica.
- La devaluación: Vinculado a los grupos locales, tenía como objetivo fundamental la devaluación y
aplicación de subsidios estatales para la producción local. Se sustenta de los grupos económicos locales y
los europeos asentados en la exportación.
Analizando la naturaleza de las propuestas enfrentadas, ninguna cuestiona al modelo de la valorización
financiera en profundidad. Integran reivindicaciones que sostienen los sectores populares, pero actúan en
función de los intereses de los sectores dominantes.

La Alianza intentó privilegiar la recomposición de la producción interna, tratando de romper con la lógica del
ajuste continuo. Por ejemplo, elevaron los impuestos a débitos y créditos bancarios para recomponer las
finanzas públicas, sin tener que recurrir a ajustes. Pero esto no significa que intentaron mejorar la situación de
los sectores populares, ya que la recomposición productiva tenía como objetivo a las grandes firmas, con
escaso impacto en la ocupación.
Las medidas provocaron el rechazo del sector financiero, reavivando la crisis y obligando a incorporar recortes
en el gasto público. Los sectores populares van dándose cuenta que el sistema político abandonó toda
preocupación por el desarrollo económico social, por la desocupación y distribución de ingresos.

A fines de 2001, se abre la puerta a una crisis similar a la de 1989 por el agotamiento de la Convertibilidad,
provocado por la valorización financiera: de gobierno, de régimen, y de acumulación, similar a la de 1989. Los
funcionarios de mayor rango relevaron sus puestos (de la Rúa y Cavallo, a partir del Corralito -congelamiento de
depósitos-, pierden el apoyo del pueblo, y renuncian); fue claro el deterioro de las condiciones de vida de los
actores populares; y se puso en evidencia que los dos sectores dominantes intentaban superarse el uno al otro:
los locales impulsaban por un cambio drástico, y los externos buscaban la profundización del funcionamiento
económico actual y del transformismo.

Mesyngier – La transición permanente.


La política argentina presenta características de transitoriedad, en la se diferencian dos tipos:
- Transición: Es el traspaso de un régimen autoritario al sistema democrático: gobierno no constitucional a
gobierno constitucional. Ej.: 1983 -> última sucesión. Dictadura -> Alfonsín. ¿Por qué no más golpes de
Estado? Neoliberalismo ya instalado. Ahora, golpes institucionales: corridas cambiarias, hiperinflación.
- Alternancia: Es el traspaso entre gobiernos democráticos de diferente orientación. Durante las alternancias,
se tiende a cambiar el plan de gobierno, lo que genera dramatismo. Ej: crisis del ’89, del 2011. Menem -> de
la Rúa -> Duhalde.
Hay una falta de acuerdos y políticas a largo plazo porque en cada alternancia se modifican las estructuras
básicas (educación, salud, economía). Es necesario repetir mandato para mantener la gobernabilidad, la
estabilidad política. Los casos de reelecciones fueron los mejores casos del país (ej.: 1995, 2011).
Contra ejemplo: leyes progresistas durante el Kirchnerismo: no se han podido erradicar con alternancias por
su carácter universal. La asignación universal por hijo y el matrimonio igualitario.
Se piensa a las alternancias en dos modos:
o Herencia: lo que se recibe del gobierno anterior. Cuestiones económicas, políticas o
administrativas del Estado. No son necesariamente intencionales ni malas, pero es tarea de las
alternancias eliminarlas para destruir la imagen del predecesor y mostrarse con autoridad.
o Legado: De carácter intencional y destructivo. El gobierno deja cuestiones en problemas para
condicionar los primeros años de la nueva gestión.

La reinstauración democrática de 1983 caracteriza a Argentina como una joven democracia, por provenir de un
régimen autoritario. Las jóvenes democracias se caracterizan por:
- El principio de incertidumbre: Toman un rumbo sin un patrón determinado, errático, que produce una alta
cuota de incertidumbre en la sociedad. En Argentina, cada cambio presidencial despierta inquietudes
respecto al futuro.
- Transferencia del control político, económico y social: Transferencia del poder económico mediante
privatizaciones de empresas estatales. Transferencia del poder social de la opinión pública como política de
Estado a los medios de comunicación.
- Capacidades delegadas: En cada alternancia se delegan poderes legislativos al ejecutivo para salvar la
situaciones críticas, de manera discrecional.
- Redistribución del capital: Las jóvenes democracias tienden a favorecer a los sectores empresariales para
mantener la gobernabilidad. Ej.: el neoliberalismo, ha aumentado la desigualdad y la concentración de
capital.
- Adecuación a las condiciones externas/las tendencias internacionales, que afectan directa o indirectamente
a los modelos de desarrollos que el país quiera implementar.
El problema del conurbano es analizado desde: 1. Su organización política, 2. la territorialización, y 3. la
informalidad laboral.

Dewey y Zarazaga -> organización política.


Se analizan las relaciones del Estado con las políticas de la delincuencia. El orden clandestino resulta de una
alianza entre la política y las fuerzas de seguridad, por medio de negocios en los mercados ilegales. Las zonas
liberadas son el resultado de una regularidad, no se dan por casualidad.
¿Cómo la inseguridad le funciona sistemáticamente al Estado? Primero, porque una zona liberada genera
demanda de protección, y el Estado vende protección. Pero también es condescendiente porque “le conviene”
dejar aquel que delinque, delinquir, porque considera que éste no tiene lugar en el sistema de producción.
Política y económicamente, es más rentable negociar zonas liberadas, que insertarlo en el sistema mediante
educación, salud, empleo. No existe la ausencia del Estado: es el Estado quien negocia la inseguridad, aunque
debería ser el que la garantice.
No establecen políticas reales para insertar al individuo en el sistema. Es por esto que desarrolla una estrategia
para abordar políticamente la pobreza desde una red de punteros. Los punteros son agentes barriales que
hacen de intermediarios entre sus jefes -políticos y sus vecinos.
Estos toman el rol del Estado neoliberal, a cambio de favores políticos. Pero no se dedica pura y exclusivamente
al clientelismo -condicionar la entrega de bienes a cambio de favores-, sino que desempeñan verdaderamente
un papel importante como agentes de contención social de sus vecinos. Son del barrio y viven de y para él:
hacen política como servicio.

Ossona -> la territorialización.


A partir de ejemplificaciones de cómo son las clases populares, desarrolla el problema de la territorialización en
Argentina.
En nuestro país, debido a la industrialización de la economía, se da una migración golondrina, es decir, la gente
migra hacia donde está el dinero. El centro político y económico está todo reunido en la Ciudad de Buenos
Aires, lo cual no resulta prudente.
Argentina es un país latifundista: grandes cantidades de tierra están en manos de muy poca gente, y la
centralización poblacional, política y financiera no permite que las economías del interior puedan desarrollarse.
Desde un punto de vista empresarial, no resulta rentable industrializar en una zona donde hay poca población.
Como solución, Argentina debería federalizar su economía, así permitiendo que las economías del interior se
desarrollen y el centro de todo no sea Buenos Aires.
¿Cómo se distribuyeron las tierras? Hay terrenos fiscales se los apropió legitimante el Estado, pero hubo casos
en los que las políticas de urbanización tradicionales fueron reemplazadas por saqueos de tierras libres,
públicas o privadas. Postdictadura, se auto administraron los terrenos con ayuda de los punteros, por su
experiencia. Pero esto no yace en que el puntero sea inmoral, sino en cómo el Estado permite los negocios en
la miserabilidad moral: la distribución de tierras podría estar regulada, pero no lo quieren así.

Ronconi -> informalidad laboral.


En el Conurbano bonaerense, casi la mitad de la población que trabaja tiene empleos informales, al margen de
la ley. ¿Cuáles son las causas de la informalidad? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Qué políticas públicas se pueden
tomar?
El trabajo informal es el trabajo asalariado no registrado -en relación de dependencia, sin descuento jubilatorio-
y el cuentapropismo también. Es estar en negro y no saberlo, por desconocer derechos laborales. Es estar
inscripto como monotributista a cambio de un mayor salario de bolsillo. Es cobrar el básico de convenio en
blanco, y un monto adicional en negro.
Las causas incluyen situaciones diferentes, en las que participan muchos actores distintos. Se da por la
ineficacia de los organismos públicos, por la cultura evasora, porque beneficia al empleador. Por falta de
reconocimiento del empleado de sus derechos laborales. Pero la causa principal, es la desregularización y falta
de protección absoluta por parte del Estado. Un abandono por parte del organismo que debería proteger a la
sociedad, que escasea en recursos para capacitar a su población laboral.
Como consecuencia, la informalidad laboral genera una economía en secundo plano: la informalidad
económica. Genera la precarización laboral (trabajos como Rappi, Uber). Se profundiza la desigualdad, porque
los trabajadores informales son normalmente los de menores ingresos: a éstos se los excluye del sistema
contributivo de protección social, y son quienes más lo necesitan. Se produce desconfianza a la gente, que se
rehúsa a pagarle al Estado porque “no responde nunca”. El asalariado no registrado reacciona negativamente,
se despierta un sentido de “reciprocidad negativa”: éste no cree que debería cumplir con sus obligaciones
cívicas porque ni el Estado ni la sociedad se preocuparon por asegurarle el acceso a sus derechos básicos. Se
produce una visión individualista y se promueve la acumulación de capital, porque “a mí me conviene”. Desde
el punto de vista fiscal, la evasión de aportes lleva a una menor recaudación. Se genera el consenso de que lo
público le pertenece a la gestión, y no a la gente, quien lo mantiene.

Para contra arrestar la informalidad laboral, existen políticas públicas que se podrían aplicar. Éstas son algunas
de ellas: el impulso en la inspección, para que las empresas sean más propensas a cumplir con los derechos de
los trabajadores, al enfrentar un mayor riesgo de ser multadas. Mejorar en cantidad y calidad la educación de la
fuerza laboral, para producir una mano de obra calificada. Facilitar el registro de empresas y trabajadores
impulsará la formalización. Organizar a los trabajadores informales, que las instituciones públicas no los
excluyan.

Svampa.
Aborda las transformaciones sufridas por los sectores populares.
En Argentina, el origen del movimiento popular se daría con el primer peronismo, entre 1946 y 1955. La
configuración de “lo popular” fue un proceso dado mediante la integración socio-económica y simbólica en
términos de “pueblo trabajador”. Se definieron dos grupos opuestos por un proceso de polarización política: el
peronismo y anti peronismo. Se constituyó un sector popular a partir del trabajador y de la figura del pobre,
aquellos que brindaban fuerza social nacional y los históricamente desposeídos. Pero, con la posterior crisis,
desindustrialización y empobrecimiento del mundo popular, se originó un proceso de descolectivización que
fue desarrollándose en diferentes fases. Entre la dictadura militar, el gobierno de Alfonsín y el de Menem,
debilitaron el movimiento peronista. La ola desindustrializadora vino con una crisis económica y de desempleo,
que permitió la violenta irrupción del neoliberalismo. Parecieron quedar pocos elementos del modelo
peronista: del bienestar social, los derechos sociales, el orgullo del trabajador industrial; porque los grupos se
descolectivizaron.
El neoliberalismo premiaba la individualidad, provocando que la gente busque el éxito propio, se desentienda
del otro. La lógica neoliberal provoca la pérdida de consciencia de clase social: no se piensa en las personas del
entorno, sino en uno mismo. Para mantener la consciencia social, uno debe mirar a su alrededor.

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