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Tema01 Formaciones Geologicas y Su Importancia Hidrogeol PDF
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INDICE
1. INTRODUCCION................................................................................................................. 1
REFERENCIAS ............................................................................................................................. 30
1. INTRODUCCION
Se llaman aguas subterráneas a las existentes entre los intersticios del terreno, bajo su
superficie. La aparente falta de regularidad en la aparición de afloramientos de aguas
subterráneas y la dificultad de su previsión, unido a la enorme importancia que en algunas
regiones ha representado su existencia para la vida de los pueblos, han dado siempre un
carácter curiosamente misterioso a los estudios que se les han dedicado desde la antigüedad
más remota.
En este apunte, preparado por la Geóloga Tania Villaseñor, se describen de forma general los
tipos de materiales de la corteza y se examina la relación entre la geología y el agua que fluye a
través de las rocas y sedimentos.
Una roca es un agregado de diferentes minerales o muchos granos de un mismo mineral y/o
vidrio. Las rocas se dividen en tres tipos de acuerdo a la naturaleza de los procesos que las
forman: ígneas, sedimentarias y metamórficas.
Las rocas ígneas son aquellas que se forman por cristalización de un magma (mezcla de roca
fundida y gases). Las rocas ígneas intrusivas son aquellas formadas por el relativo lento
enfriamiento y cristalización de un magma bajo la superficie de la Tierra. En este caso, la roca
se caracteriza por estar formada por un agregado de minerales que se entrecrecen sin dejar
espacios vacíos. La roca intrusiva más común es el granito (Figura 2.1).
Figura 2.1
Rocas ígneas comunes. A. Andesita. B. Basalto. C. Granito. D. Depósitos piroclásticos.
Por otra parte, cuando el magma que está bajo la superficie de la tierra alcanza su superficie se
le pasa a denominar “lava” la que se enfriará rápidamente debido a la gran diferencia de
temperatura entre la superficie de la tierra y el magma original. En este caso en las rocas no se
alcanzan a formar cristales muy grandes por lo que las rocas extrusivas se caracterizan por
contener cristales inmersos en una matriz de grano muy fino. En muchos casos la lava también
contiene gases, los que escapan a la atmósfera una vez en el exterior, dejando a la roca con
vesículas. La andesita es una roca ígnea extrusiva muy común en la Cordillera de los Andes
(Figura 2.1).
Cuando las rocas son expuestas a la superficie de la Tierra, éstas se degradan debido a que
son inestables en esas condiciones. Este proceso se denomina meteorización, y es el que da
origen a los componentes de las rocas sedimentarias. La meteorización puede ser física,
química o biológica. Así, se formará sedimento por degradación mecánica de la roca original,
actividad biológica (restos de concha, arrecifes, acumulación de algas), o precipitación química
(evaporitas).
Las rocas sedimentarias se clasifican, según su origen, en: 1) clásticas, aquellas formadas por
partículas derivadas de rocas pre-existentes y transportados por agua, viento, hielo o gravedad;
2) químicas, aquellas formadas por la precipitación inórganica de minerales en soluciones
acuosas; y 3) bioquímicas, formadas por acumulación, degradación y precipitación de restos
orgánicos (Cuadro 2.1).
Con el paso del tiempo, el sedimento comienza a consolidarse por acción de procesos de
cementación y compactación, dando finalmente origen a una roca sedimentaria (Figura 2.2).
Figura 2.2
Fotografías de las rocas sedimentarias clásticas más comunes. A. Arenisca. B. Lutita.
Diámetro
Sedimento Roca sedimentaria
(mm)
Bloque
256 Bracha (clastos
Predusco angulosos) o
Grava
64 Conglomerado (clastos
Guijarro redondeados)
2
Arena Arenisca
1/16
Limo
Lodo Limolita o Lutita
1/256
Arcilla
Caliza CaCO3
coralina. También precipitado
directamente por organismos.
Cementación de organismos
Chert SiO2
marinos microscopicos
Las rocas metamórficas son aquellas que han cambiado su forma debido a cambios en las
condiciones de temperatura o presión a las que se encontraba en un momento dado. Si rocas
sedimentarias o ígneas son sometidas a cambios considerables de temperatura y presión, éstas
cambiaran de alguna forma para adaptarse a las nuevas condiciones por lo que se modificará
mineralogía (recristalización) y textura. La clasificación de estas rocas se basa en la
composición y textura, las que revelan las condiciones T°/P a las que estuvieron sometidas.
Las rocas metamórficas en muchas ocasiones presentan foliación. La mayoría de las rocas
metamórficas se forman bajo la influencia de un campo de esfuerzos con alguna dirección
preferencial. Debido a esto es que en la roca metamórfica se desarrolla foliación (Figura 3). En
este proceso, minerales con estructura laminar, como las micas (biotita, moscovita) comienzan
a crecer orientando sus caras basales de forma perpendicular a la dirección de máximo
esfuerzo. La foliación puede ser sutil o muy pronunciada dependiendo del grado de
metamorfismo, y es un control importante sobre el flujo de agua subterránea, cuando ésta se
encuentra presente en profundidad.
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SEMESTRE OTOÑO 2010
CARLOS ESPINOZA C.
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Figura 2.3.
Ejemplo de rocas metamórficas en la costa de Pichilemu (VI Región). A la izquierda, roca
con foliación; a la derecha, roca foliada y plegada.
El ciclo de las rocas nos permite examinar muchas de las inter-relaciones entre las diferentes
partes del sistema Tierra. Nos ayuda a entender el origen de las rocas ígneas, sedimentarias y
metamórficas, y a ver que cada tipo está vinculado a los otros por los procesos que actúan
sobre y dentro del planeta (Figura 2.4).
Figura 2.4
Ciclo de las Rocas
Los procesos impulsados por el calor desde el interior de la Tierra son responsables de la
creación de las rocas ígneas y metamórficas. La meteorización y la erosión, procesos externos
alimentados por una combinación de energía procedente del Sol y la gravedad, producen el
sedimento a partir del cual se forman las rocas sedimentarias.
3.2 Estratigrafía
La jerarquía de los nombres dados a las rocas está basada en el código estratigráfico. Los
nombres van de Grupo a Formación a Miembro a Estrato. Un Grupo corresponde a una
colección de formaciones. Una Formación corresponde a una unidad de roca de extensión
regional compuesta por material formado en un ambiente geológico similar en un momento
similar de la historia geológica. La formación es divida en Miembros si es que se reconocen
subunidades con características distintivas dentro de ella. Por ejemplo, la Formación Navidad
(Figura 3.1), en las V-VI región, corresponde a una secuencia sedimentaria neógena que está
subdividida en los miembros Navidad, Licancheo y Rapel (Tavera, 1979).
Figura 3.1
Mapa geológico donde se destaca la Fm. Navidad (color verde).
Modificado de Lavenu y Encinas (2005).
La estratigrafía es el estudio del grosor, edad, litología y secuencia cronológica de las rocas. La
columna litoestratigráfica, una representación gráfica de las unidades de roca, es la
presentación de datos básica usada en los estudios estratigráficos (Figura 3.2).
Los materiales geológicos responden a los esfuerzos a los que está sometida la corteza
terrestre dependiendo de su composición, textura y disposición original. En este sentido, las
rocas pueden sufrir plegamiento, fallamiento o basculamiento. Las rocas, al ser materiales
consolidados, son capaces de responder de esta forma a los estreses a los que son sometidos.
En el caso de los sedimentos no consolidados, éstos corresponden a material generado como
respuesta a eventos de deformación frágil por lo que en estos tipos de depósitos generalmente
no se observan las estructuras recién mencionadas.
Figura 3.3.
Representación esquemática de un pliegue. Se muestran los tipos de pliegue (sinclinal,
anticlinal) y las partes que lo conforman.
Las fallas son fracturas en la secuencia de roca donde ocurre el desplazamiento de dos bloques
de rocas debido a esfuerzos de compresión o extensión (Figura 3.4). El largo de estas fracturas
varía desde algunos centímetros a varios kilómetros, y los desplazamientos de los bloques
varían en magnitudes similares. Las fallas pueden actuar como barreras o como canales para el
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movimiento de fluidos a través de las rocas. Las fracturas que no presentan movimiento de
bloques de rocas son importantes para el desarrollo de porosidad secundaria.
Figura 3.4
Representación esquemática de tres tipos de fallas
4.2.1 Generalidades
Rocas ígneas-plutónicas y rocas metamórficas sin meteorización tienen una porosidad media
inferior al 3% y en la mayoría de los casos es inferior al 1%. Los poros que pueden existir entre
los granos minerales que conforman estas rocas generalmente no están conectados entre ellos,
por lo tanto, en términos prácticos, la porosidad de estas rocas se considera como nula.
Además, en estas rocas, las propiedades hidrológicas de porosidad, permeabilidad y
productividad tienden a decrecer con la profundidad.
Estas rocas, cuando están fracturadas, desarrollan permeabilidad secundaria a lo largo de las
aberturas de las frac turas, las que son capaces de albergar alguna cantidad de agua,
dependiendo de la frecuencia y abertura de éstas. Las fracturas tienden a desarrollarse con
mayor facilidad en los primeros 300-600 metros de profundidad, lo que hace que la
permeabilidad que se desarrolla disminuye fuertemente con la profundidad, donde las fracturas
tienden a cerrarse debido a la carga de origen vertical y horizontal impuesta por las rocas que
sobreyacen. La permeabilidad de estas rocas fracturadas es anisotrópica debido a que esta
propiedad dependerá de la orientación de las fracturas (horizontal vs vertical). Además, el nivel
de interconexión que exista entre las fracturas determinará cuán permeable sea la roca.
La composición del magma que emerge a la superficie determina el tipo de erupción que se
produzca, y con esto, las características de los depósitos volcánicos que se generen. Cuando la
lava es de composición basáltica, las erupciones se caracterizan por flujos de lava
relativamente extensos con poca a moderada liberación de gases (generación de vesículas). A
medida que la lava se hace más rica en sílice, las erupciones tienden a ser explosivas,
generando depósitos de material piroclástico, cuya granulometría puede ir desde la ceniza –
lapilli – bloques y bombas, con moderada a buena selección.
Figura 4.2
Diaclasas columnares en un flujo de andesita basáltica. Reserva Nacional Altos de Lircay
(VII Región).
4.2.3 Basalto
Los flujos de lava que dan origen a estas rocas son muy fluidos por su bajo contenido de sílice.
Es común observar en estos depósitos zonas de escoria con alta porosidad a partir de la
vegetación que se quemó por el contacto con la lava, en la base, y el proceso de enfriamiento,
en el techo. La parte media del flujo puede ser totalmente densa.
Estas rocas pueden contener espacios capaces de contener y transportar agua como grietas de
enfriamiento, diaclasas, zonas entre flujos sucesivos, y tubos de lava (Figura 4.2).
4.3.1 Generalidades
La lutita, arcillosita, limonita, y otras rocas detríticas de grano fino constituyen alrededor del 50%
de todas las rocas sedimentarias conocidas. Le siguen en abundancia las areniscas, las rocas
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carbonatadas y al final varios tipos incluyendo los conglomerados, yeso, chert, tilita, sales y
diatomita, constituyendo estos últimos menos del 2% de las rocas sedimentarias.
Estas rocas sedimentarias forman acuíferos que almacenan y transmiten agua subterránea. Las
areniscas constituyen 25% del total de las rocas sedimentarias del mundo, y las zonas
permeables en este tipo de rocas forman acuíferos de escala regional que contienen grandes
cantidades de agua potable. Las zonas quebradizas generalmente tienen alta porosidad (30-
50%), la que disminuye con la profundidad debido a los procesos de compactación y la
cementación donde participan minerales como el cuarzo, calcita, hierro y arcillas.
La mayoría de las rocas de este tipo tienen alta porosidad pero baja permeabilidad por lo que
generalmente constituyen barreras para la circulación del agua subterránea. En zonas donde
estas rocas constituyen estratos horizontales, estas rocas de grano fino sirven como grandes
capas de confinamiento.
La gran cantidad de poros que puede haber en una roca de grano fino puede almacenar
grandes cantidades de agua. Sin embargo, la porosidad disminuye con la profundidad y la edad
de la roca debido a la compactación de ella.
Las capas de lutita constituyen las unidades semi-permeables más potentes en la mayoría de
las cuencas sedimentarias. Estas capas se forman cuando el lodo se deposita en zonas de
aguas tranquilas en los deltas, fondo del océano, o zonas pantanosas. La arcilla se transforma
en lutita por procesos diagenéticos (compactación, cementación). En los afloramientos, la lutita
es frágil con alta permeabilidad debido a su fracturamiento. Hacia las profundidades este tipo de
roca se presenta menos fracturada y la permeabilidad por lo general es muy baja. Lutita,
arcillas, anhidrita, yeso y halita no fracturadas constituyen generalmente buenos sellos contra el
movimiento vertical de los fluidos subterráneos.
4.3.3 Arenisca
La porosidad de las areniscas varía entre menos de 5% a 30% y es uno a tres órdenes de
magnitud inferior a la porosidad observada en los correspondientes sedimentos no
consolidados.
La caliza y la dolomita, las rocas carbonatadas más comunes, se originan a partir de diversos
depósitos sedimentarios, como lodos de calcita, fragmentos de conchas, arena rica en calcita,
arrecifes, y acumulaciones de restos de esqueletos planctónicos calcáreos.
Considerando lo anterior, las estructuras secundarias como las fracturas y zonas de disolución
a lo largo de los planos de estratificación son más importantes en la transmisión de los flujos
subterráneos. El cambio desde calcita a dolomita también crea espacios en la roca ya que un
cristal de este último mineral ocupa un 13% menos volumen que un cristal de calcita. Rocas
carbonatadas que presentan canales de disolución o fracturas con orientación preferencial
desarrollarán permeabilidades anisotrópicas.
4.4.1 Generalidades
Figura 4.5
Diferencias en porosidad causado por la selección de los granos en los sedimentos no
consolidados. El cuadro superior muestra sedimento con buena selección, mientras que
el cuadro inferior muestra sedimento con mala selección. El número bajo el diagrama
muestra la porosidad para cada caso.
Tomado de Davis y DeWiest (1966).
Las zonas alrededor de los ríos generalmente constituyen acuíferos. Estas zonas usualmente
están compuestas por depósitos sedimentarios no consolidados de grano grueso y alta
permeabilidad, los que se intercalan con depósitos de sedimento más fino.
Los depósitos sedimentarios asociados a los valles fluviales presentan características de alta
En forma vertical, los depósitos fluviales presentan una secuencia donde se presentan los
sedimentos gruesos en el fondo, gradando a sedimentos más finos hacia el techo. La potencia
de los sedimentos gruesos o finos depende del tipo de sedimento que acarreó el río y su
historia geológica.
Estos acuíferos en general son poco profundos y se intercambian con las aguas del flujo del río,
además de tener una fuente de recarga prácticamente constante.
Los depósitos sedimentarios asociados a los cursos fluviales se pueden categorizar en tres
grupos mayores que corresponden a ambientes claramente distintivos (Figura 4.6):
• Planos de inundación: Sedimento fino depositado durante eventos donde las aguas de
inundación sobrepasan los diques.
Figura 4.6
Representación esquemática de varios tipos de depósitos asociados a los ambientes
fluviales. En este caso se trata de un río meándrico.
Modificado de Cojan y Renard (2002).
Figura 4.7
Perfil longitudinal de un río, mostrando la variación en el tipo de sedimento que se
deposita en el fondo del lecho.
Por otra parte, la forma del curso de agua puede variar, lo que determinará el tipo y arreglo de
los depósitos sedimentarios asociados a los ríos (Figura 4.8):
Figura 4.8
Tipos principales de canales y los depósitos de arena asociados a éstos.
Modificado de Cojan y Renard (2002).
• Ríos meándricos: El curso es sinuoso y las barras de arena que se forman se movilizan a
medida que la sinuosidad del curso varía. Estas barras pueden llegar a ser fijas, lo que
promueve el aumento del a sinuosidad del río. Este tipo de flujo se desarrolla en zonas de
baja pendiente.
Los abanicos aluviales son depósitos de detritos clásticos, que vistos en planta presentan
formas cónicas (ver Figura 4.9). Son particularmente comunes en regiones áridas o semiáridas
en donde la vegetación es escasa y el transporte de sedimentos ocurre esporádicamente pero
con gran violencia durante las tormentas.
Los abanicos aluviales ocurren rara vez de forma aislada y, a medida en que estos se van
interdigitando lateralmente en dirección al valle, se conforma lo que se denomina piedemonte.
Estos sistemas se forman en zonas tectónicamente activas. Por ejemplo, el sistema de las
gravas de Atacama corresponde a un extenso sistema de depósitos aluviales, fluviales y
coluviales formado durante el Mioceno (23-5 Ma) en un periodo de agradación regional a gran
escala como consecuencia de un alzamiento generalizado del altiplano. Depósitos de
piedemonte corresponden a los depósitos de sedimento que rellenan gran parte de la cuenca
de Santiago (Figura 4.10).
Figura 4.10
A. Depósitos de las gravas de Atacama en la Región de Copiapó. B. Imagen satelital
SPOT de Santiago que muestra los depósitos sedimentarios asociados al cambio
abrupto de pendiente en el borde oriental del valle de Santiago.
Modificado de Rauld (2002).
Desde el punto de vista morfológico, los sistemas de abanicos aluviales pueden ser divididos en
tres unidades (Figura 4.11).
Figura 4.11
Vista en planta de las diferentes facies que conforman los abanicos aluviales y sección
transversal que muestra las variaciones granulométricas que se observa entre ellas.
• Facie media: Está caracterizada por sedimentos depositados tanto por flujos de corriente
como por flujos de detritos. Los sedimentos que predominan son depósitos lateralmente
continuos de arena y grava, los cuales pueden llegar a presentar estratificación cruzada.
Los conglomerados dentro de esta facies presentan una imbricación de clastos bien
desarrollada, con la inclinación hacia la parte proximal.
• Facie distante: Los depósitos presentan una continuidad lateral mucho más marcada que en
la facie anterior, y son mucho más finos. Predominan capas de arena y limo, así como
algunos conglomerados con mejor selección que en las dos facies anteriores.
4.4.4 Deltas
Los deltas se forman cuando un río descarga en un cuerpo de agua mayor, como un lago, golfo
o el océano. A medida que el río ingresa al cuerpo de agua mayor, la velocidad del flujo
disminuye de forma abrupta y por lo tanto su carga de sedimento es depositada. El material que
se presenta en los deltas es generalmente fino, ya que en la mayoría de los casos, los ríos al
acercarse a su desembocadura, son de baja energía y por lo tanto son capaces de transportar
sedimento de poco tamaño.
Los deltas son clasificados según su forma y las fuerzas que controlan su geometría: delta de
dominio fluvial, dominado por las olas, dominado por las mareas (Figura 4.12).
Los deltas dominados por olas se forman en zonas donde la acción de las olas es capaz de
erodar los depósitos sedimentarios fluviales en la desembocadura del río. Así, la forma del
frente del delta es redondeada y suave. El retrabajo que realizan las olas resulta en la
extracción del material más fino y la selección del material arenoso.
Los deltas dominados por mareas, al igual que los deltas dominados por olas, también
presentan retrabajo del sedimento y una forma redondeada del frente. Sin embargo, las fuerzas
de las mareas actúan de forman perpendicular al frente de la ola por lo que se observan
lóbulos de sedimento que corren perpendiculares al frente del delta.
Los deltas de dominio fluvial son aquellos cuya forma es controlada por el aporte de sedimento
por el río. Se forma generalmente en ambientes de baja energía. Es típica de estos deltas la
formación de pilas alargadas de sedimento que se extienden hacia el océano.
Los depósitos glaciares corresponden a material erosionado y depositado por acción de los
glaciares. Los depósitos glaciares pueden ser muy permeables o muy apretados según el
proceso que haya gobernado la depositación del material. Estos depósitos se pueden
diferenciar en tres tipos (Figura 4.13):
Figura 4.13
Depósitos sedimentarios asociados al retroceso de un glaciar. Depósitos no
estratificados: Morrenas, Drumlins. Depósitos estratificados: Kame, Esker, Kettle.
Depósitos de arrastre: Llanura de inundación.
Los movimientos en masa son parte de los procesos denudativos que modelan el relieve de la
tierra. Su origen obedece a una gran diversidad de procesos geológicos, hidrometeorológicos,
químicos y mecánicos que se dan en la corteza terrestre y en la interface entre esta, la
hidrósfera y la atmósfera. Así, si por una parte el alzamiento forma montañas, por otra la
meteorización, las lluvias, los sismos y otros eventos (incluyendo la acción del hombre) actúan
sobre las laderas para desestabilizarlas y cambiar el relieve a una condición más plana.
El término movimientos en masa incluye todos aquellos movimientos ladera abajo de una masa
de roca, de detritos o de tierras por efectos de la gravedad. A los depósitos dejados por este
tipo de fenómenos se les puede denominar de forma general como coluvios y se clasifican
según lo muestra el Cuadro 4.1 y la Figura 4.14.
El material removido es depositado en un lugar ladera abajo donde alcance la estabilidad. Los
depósitos de coluvios son generalmente mal seleccionados, compuestos por clastos gruesos
inmersos en una matriz de material fino, no presentan estratificación y presentan moderada a
alta porosidad. En ocasiones estos depósitos se mantienen en movimiento muy lento ladera
abajo posterior al movimiento de remoción principal.
Figura 4.15
Ejemplo de depósitos de sedimento producidos por deslizamientos de material desde
laderas inestables. Imágenes tomadas de Sernageomin, 2007.
A continuación se presenta el Cuadro 5.1 que resume los ambientes sedimentarios y las
características de los depósitos que en ellos se forman y, a continuación, en el Cuadro 5.2 se
muestra valores de porosidad representativos para rocas y sedimento no consolidado.
Cuadro 5.1
Ambientes Sedimentarios e Importancia Hidrogeológica
Nombre
Ambiente Características
Geológico
Sedimentos gruesos en la zona del
Ríos, planos de inundación, canal rodeado por sedimentos más
Aluvio
abanicos aluviales finos alejandose del canal,
incluyendo arcilla y limo.
Material sin estructura, depositos
incoherentes de material gruso a fino
Coluvio Pendientes de cerros
formados en las laderas de los cerros
por acción de la gravedad.
Material depositado por los hielos o
Drift Glaciar
aguas de deshielo.
Arenas finas a medias con buena
Desierto o zona afectada por
Eólico selección, con estrcutras de
viento
estratificación cruzada
Moderada a buena selección, pueden
Fluvial Ríos formarse estructuras de
estratificación cruzada.
Formación de cuevas, sinkholes y
Karst Disolución de la caliza
sistema de drenaje subtarráneo.
Lacustre Lago Lutitas con estratificación fina.
Depósitos con buena selección que
Playa se extienden lateralmente por la
costa.
Desembocadura a lago, mar u Alto contenido de material fino con
Delta
océano moderada a buena selección.
Material fino con alto contenido de
Paludal Pantano
materia orgánica.
Modificado de Weight y Sonderegger (2000)
Lectura complementaria
Muñoz, J. et al. 2007. Chilean water resources. In The Geology of Chile. Teresa Moreno & Wes
Gibbons (Eds). The Geological Society, London. 414 p. (Libro disponible en biblioteca Depto.
Geología)
Referencias bibliográficas
Davis, S., DeWiest, R. 1966. Hydrogeology. John Wiley, New York. 463 p.
Lavenu, A. & Encinas, A. 2005. Deformación frágil de los depósitos neógenos de la cuenca de
Navidad (Cordillera de la Costa, 34°S, Chile central). Revista Geológica de Chile 32 (2), 229-
248.
McGeary, D., Plummer, C., Carlson, D. 2001. Physical Geology. McGraw-Hill, 578 p.
Rauld, R. 2002. Análisis morfoestructural del frente cordillerano de Santiago Oriente, entre el
Río Mapocho y la Quebrada de Macul. Memoria para optar al título de Geólogo, Universidad de
Chile. 63 p.
Weight, W., Sonderegger, J. 2000. Manual of Applied Field Hydrogeology. McGraw-Hill. 608 p.