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5.

ASPECTOS DIVERSOS REFERENTES A LA MEDIDA CAUTELAR


5.2 EL DERECHO DE CONTRADICCIÓN EN EL PROCESO CAUTELAR
5.2.1 La característica Inaudita Altera Pars
5.2.2 Los Medios Impugnatorios
5.2.3 La Oposición
5.2.4 La Apelación
El recurso de apelación es un medio de impugnación de resoluciones que tiene
la parte para atacar las resoluciones judiciales, con el objeto de que en el
siguiente grado el tribunal pertinente las revoque total o parcialmente por
haber incurrido el juez a quo en un error de juzgamiento.
Para Veramendi, La apelación es un recurso, por el recurso de apelación el
órgano jerárquicamente superior revisa los errores in indicando, sean de hecho
como de derecho, también los errores in procedendo relacionados con la
formalidad de la resolución impugnada con la finalidad de anularlos, revocarlos
o confirmarlos. Nuestro ordenamiento exige para su admisibilidad y
procedencia la fundamentación, indicación de los errores de hecho y derecho y
de los agravios que le causa al impugnante (arts.364 y siguientes del CPC), estas
reglas también serán aplicables a la apelación en el trámite de la medida
cautelar. (Veramendi, 2011)
Para Cabanellas (2006), Es un recurso que la parte, cuando se considera
agraviada por la resolución de un juez o tribunal, eleva a una autoridad judicial
superior; para que, con el consentimiento de la cuestión debatida, revoque,
modifique o anule la resolución apelada, pueden apelar, por lo general, ambas
partes litigantes. el que interpone la apelación se llama apelante, y apelado se
denomina al litigante vencedor, contra el cual se apela (pág. 33-34).
Hasta aquí, tenemos que, el recurso de apelación es, por decirlo así, el recurso
más “común”. Y ello es verdad, pues la gran mayoría de resoluciones expedidas
en un proceso judicial son, en la práctica, atacadas por apelación. Este recurso
es ordinario y propio, y ataca autos o sentencias, salvo que otros medios
impugnatorios sean los adecuados o, en todo caso, que aquellas resoluciones
no sean impugnables. La interposición del recurso de apelación puede o no
generar efectos suspensivos, esto es, que la eficacia de las resoluciones
impugnadas esté sujeta a la resolución del recurso, o que sea plenamente eficaz.
Cabe resaltar que la apelación será suspensiva solo cuando la ley así lo
determine, debiendo entenderse que en los demás casos será sin eficacia
suspensiva.

La pluralidad de la instancia no es solamente un principio y derecho de la


función jurisdiccional, sino también una manifestación implícita del derecho
constitucional que tiene toda persona al debido proceso, consagrado en el
artículo 139, inciso 6 de la constitución. Al apelarse una sentencia no solo se
está ante un trámite de apelación cualquiera, sino que, debido a que puede
poner fin al proceso, se abren las puertas de la segunda instancia para buscarse
un nuevo examen de la decisión tomada, con respecto de la pretensión
contenida en la demanda. (Jurídica, 2008)

1
5.2.5 Apelación U Oposición
En realidad, la redacción del segundo párrafo del artículo 637° provoca
perplejidad, por cuanto una cosa es sustituir la apelación por la oposición (lo
cual puede estar bien) y otra muy distinta establecer lo que se ha regulado en
él.
Pues deja inferir que tan pronto se emita la resolución concesoria de tutela
cautelar se deba dar “conocimiento” a la parte afectada, sin que se precise el
que antes se haya dado ejecución a la resolución, es decir, el que la tutela
cautelar se haya ya perfeccionado.
De ser realmente así, se habría desnaturalizado por completo la ratio de la
concesión inaudita altera pars, pues esta alteración de la regla maestra del
proceso ( cuál es el contradictorio previo a la adopción de cualquier resolución
judicial) encuentra su normal justificación en el que la audición previa de la
contraparte podría perjudicar – como dicen los españoles- “ el buen fin” de la
tutela cautelar, es decir, la “ ejecución “ de la cautela, momento en el cual queda
recién constituida la “ situación cautelante. (Ariano, 2014)
Debemos tomar en cuenta que la norma procesal establece indistintamente la
interposición de cualquiera de los dos medios impugnatorios. El asunto a valorar
estriba en qué es lo que queremos impugnar, si atacamos directamente a la
resolución, por contener falta de motivación, u errores in procedendo o in
iudicando, lo correcto es emplear la apelación; pero si, por el contrario,
decidimos atacar los medios de prueba presentados en la solicitud cautelar, o
los mismos argumentos de la solicitud, lo ideal resulta el remedio, es decir, la
oposición.

Debemos tomar en cuenta que la norma procesal establece indistintamente la


interposición de cualquiera de los dos medios impugnatorios. El asunto a
valorar estriba en qué es lo que queremos impugnar, si atacamos directamente
a la resolución, por contener falta de motivación, u errores in procedendo o in
iudicando, lo correcto es emplear la apelación; pero si, por el contrario,
decidimos atacar los medios de prueba presentados en la solicitud cautelar, o
los mismos argumentos de la solicitud, lo ideal resulta el remedio, es decir, la
oposición.

5.2.6 La improcedencia del recurso de casación en el proceso cautelar


Conforme a lo prescrito en el artículo 387º del Código Procesal Civil, “El recurso
de casación se interpone:
1. Contra las sentencias y autos expedidos por las salas superiores que, como
órganos de segundo grado, ponen fin al proceso (…)”.

Dado que se trata de un recurso extraordinario, es claro que cuando el citado


dispositivo se refiere a un auto que pone fin a un proceso, alude, por ejemplo,
aquel que confirma una resolución de primera instancia que declara fundada
una excepción de naturaleza perentoria (v.gr. falta de legitimidad para obrar
activa, cosa juzgada, litispendencia, etc.), pero no a un proceso cautelar.

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A mayor abundamiento tenemos que, según lo establecido en los artículos 371º
y 372º del Código Procesal Civil, solo procede la apelación con efecto suspensivo
contra las sentencias y autos que dan por concluido el proceso; para los demás
casos –exista o no regulación expresa- únicamente procede apelación sin efecto
suspensivo. Pues bien, el artículo 637º del mismo Código señala taxativamente:
“La resolución que resuelve la oposición al mandato cautelar es apelable sin
efecto suspensivo, lo cual implica que dicha resolución no pone fin al proceso ni
siquiera si como tal, reconocemos en un sentido amplio al procedimiento
desarrollado incidentalmente; y, por tanto, la resolución de vista que resuelve
la apelación, tampoco.
Sin embargo, no faltan quienes –con propósitos obviamente maliciosos-
interponen recursos de casación en procesos cautelares; la mayoría sin siquiera
justificar su conducta, y algunos bajo el siguiente razonamiento: (i) según lo
prescrito por el artículo 635º del Código Procesal Civil, “Todos los actos relativos
a la obtención de una medida cautelar, conforman un proceso autónomo para
el que se forma cuaderno especial”; (ii) el auto de vista que, por ejemplo,
levanta una medida cautelar, pone fin al proceso cautelar; (iii) por tanto, contra
dicho auto procede recurso de casación, al amparo del artículo 387º del Código
Procesal Civil, pues se trata de un auto que pone fin al proceso.
La Corte Suprema, desde hace unos años, en reiterada y uniforme
jurisprudencia, ha señalado que las medidas cautelares no son materia revisable
en sede casatoria1.

La CAS. Nº 2718-2009-PIURA, es más explícita cuando señala:


“Tercero.- Que en el caso de autos se trata de un proceso cautelar, significando
que la resolución final emitida en dicho proceso y las emitidas en forma
posterior, no ponen fin a la instancia; toda vez que el mismo requiere de un
proceso principal –en el que se resuelva el conflicto de intereses o se elimine la
incertidumbre jurídica planteada por las partes en litigio- en donde pueda
aplicarse tal medida cautelar; por esta razón se afirma que aquélla es
instrumental (sólo un medio para asegurar la decisión final), provisional (no
definitiva) y variable (que puede ser modificada en cualquier momento). Cuarto:
Que, en ese sentido, habiendo sido emitido el auto que es materia de casación
dentro de un proceso cautelar, que no pone fin al proceso, debe rechazarse de
plano el recurso interpuesto…”.
Desde el Tribunal Constitucional también se ha emitido pronunciamientos
descartando la procedencia del recurso de casación en el proceso cautelar.
Por ejemplo, en la sentencia emitida en el Exp. 1209-2006PA/TC (caso de las
botellas de cerveza, Backus Vs. Ambev) el Tribunal consideró que era
procedente el inicio de un proceso de amparo contra el auto de vista que
confirmó el mandato cautelar, pues se trataba de una resolución firme; esto es,
una resolución “inatacable mediante los recursos procesales previstos”; “una
situación procesal en la que ya no es posible hacer prosperar ningún otro
recurso o remedio procesal que logre revertir la situación denunciada”.

1
CAS N° 823-2001-LIMA, en la separata de casación del diario oficial El Peruano de fecha 30 de noviembre
de 2001, p. 8017.

3
En esta misma sentencia, el tribunal forma contundente anota el Tribunal: “En
el caso de las medidas cautelares, dicha firmeza se alcanza con la apelación y su
confirmatoria por la Sala…”.
Ahora bien, si todos los jueces superiores saben que no procede el recurso de
casación en el proceso cautelar, entonces, ¿por qué elevan el expediente y
suspenden los efectos de la resolución impugnada? ¿Es correcto que aleguen
que “no pueden hacer nada”; “que no les queda más remedio que enviar el
expediente a la Corte Suprema”, aun sabiendo que la interposición del recurso
responde a una conducta dilatoria, maliciosa y temeraria? ¿Qué hacemos
entonces con la exigibilidad de los deberes de “vigilar el cumplimiento de la
debida celeridad procesal”, “denegar pedidos maliciosos”; y, “sancionar a las
partes cuando practiquen maniobras dilatorias”, previstos en los incisos 6, 10 y
11 del artículo 34º de la Ley Nº 29277 (Ley de la Carrera Judicial)?
De un al análisis de los artículos 387º y 393º del Código Procesal Civil,
encontramos que, el primero de los dispositivos obliga a las Salas Superiores a
remitir a la Corte Suprema el recurso de casación, conjuntamente con el
expediente, sin más trámite, dentro del plazo de tres días, y, asimismo, también
es cierto que el segundo artículo establece que la interposición del recurso de
casación suspende los efectos de la resolución impugnada. Pero, al contrario de
lo que postula el criterio judicial dominante al que hemos hecho referencia, esto
no vale para todos los recursos que se interpongan, ni para todas las
resoluciones que se impugnen, por más que los citados dispositivos (no las
normas) no prevean excepciones.
Decimos esto porque existen recursos que evidentemente no se encuentran
dentro de los supuestos de procedencia y/o admisibilidad, resultando evidente
que sólo se trata de medidas maliciosas tendientes a retardar la efectividad de
la resolución final; lo que, en el caso del recurso de casación interpuesto contra
un auto emitido por la Sala Superior en un proceso cautelar, debe entenderse
como una medida restrictiva del derecho constitucional de la parte contraria a
la efectividad de las resoluciones judiciales en un plazo razonable, sin que se
optimicen los derechos que sirven de sustento para la interposición del recurso
de casación: acceso al recurso y defensa. Se trata, pues, de una interpretación
que no es razonable ni proporcional; y, por tanto, debería ser dejada de lado.

5.3. EL LEVANTAMIENTO DE LA MEDIDA CAUTELAR


El Código Procesal Civil no regula la figura de levantamiento de la medida cautelar
cuando en el transcurso del proceso desaparece alguno de los presupuestos
procesales que sirvieron para su concesión.
Al respecto, consideramos que cuando ello sucede, la medida cautelar debe ser
levantada porque es contrario a su naturaleza que se mantenga vigente una medida
cautelar que no cumple con los requisitos para existir.

5.3.1. Sobre la provisoriedad de la medida cautelar


El artículo 612° del CPC, establece que una las características de la medida
cautelar es que sea provisoria. Esto significa que la medida cautelar no dura para
siempre o debe durar necesariamente mientras dure el proceso principal, sino
que su duración está condicionada a que se mantengan incólume los requisitos
que sirvieron para su concesión.

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Por esto, siempre que una medida cautelar se concede a base de una sola fase
de cognición sumaria, la misma autoridad que ha dictado la providencia podrá
a través de una nueva cognición sumaria modificarla o revocarla, si mientras
pende el juicio principal se han verificado nuevas circunstancias que aconsejen
que no continúe la relación cautelar originariamente constituida
En ese orden de ideas, la tantas veces citada profesora universitaria Marianella
Ledesma Narváez, señala: Lo provisorio de la medida justifica que esta
desaparezca sea por sentencia o sin ella. En este último caso, la medida se altera
porque concurren pruebas que convencen que la apariencia del derecho ha
desaparecido. El fin de esta característica es eliminar el peligro en la demora,
como uno de los elementos de la medida cautelar, superado ello, la medida
cautelar puede levantarse o desaparecer (LEDESMA NARVAEZ M. , 2008, Tomo
III, pág. 44).
Por otro lado, debemos tener en cuenta que el artículo 202 del Código indica
que las medidas cautelares subsistirán mientras duren las circunstancias que las
determinaron y que en cualquier momento en que éstas cesaren se podrá
requerir su levantamiento”, esto está amparado en el principio del rebus sic
stantibus que ya ha sido explicado oportunamente.
Ahora bien, una medida cautelar que, incluso, ha sido confirmada puede ser
dejada sin efecto o levantada por el juez cuando advierte que las circunstancias
que estuvieron presentes al momento que se dictó una medida cautelar han
desaparecido. Sobre este punto, es oportuno recordar que una medida cautelar
se concede inaudita altera parte, esto es sin contradictorio y sin escuchar a la
otra parte, y cuando el superior jerárquico confirma un mandato cautelar, en
virtud del principio de delimitación de la apelación o de congruencia procesal.
Solamente puede revisar lo que ha sido actuado por el a quo al momento de
conceder la medida cautelar o luego de declarar infundada la oposición y bajo
los fundamentos fijados por el impugnante. Así, si considera que, al momento
de su dictado, el inferior jerárquico constató que el pedido cautelar cumplía con
los presupuestos cautelares, procederá a confirmar la medida. Sin embargo, por
el carácter provisorio de toda medida cautelar, ello no significa que la parte
afectada esté impedida de solicitar un reexamen de la misma y solicite su
levantamiento, revocación o rescisión. No obstante, no por las mismas razones
que estuvieron presentes al momento de la concesión de impugnación de la
medida cautelar (al haber operado el principio de preclusión), sino por cambios
circunstanciales esenciales producidos en el transcurso del proceso.
Finalmente, podemos afirmar que las medidas cautelares pueden desaparecer
por los siguientes motivos, a saber:
- Por cambio de las circunstancias que justificaron el dictado de la
cautelar.
- Por la finalización o duración del pleito
- Por estar la cautelar, sujeta legalmente a un plazo determinado de
vigencia
- Por agotamiento del tiempo fijado judicialmente para la vigencia de la
medida.
- Por incumplimiento de cargas.
- En el primer caso la revocación de la cautelar por la desaparición de la
razón que justificó su dictado (…)

5
5.3.2 El Trámite de Levantamiento de la Medida Cautelar
Conforme lo antes indicado, para que la medida cautelar pueda mantenerse
vigente debe contener, esencialmente, los presupuestos cautelares para su
existencia. Asimismo, en virtud de la característica de la provisoriedad, la
medida cautelar no dura eternamente, sino que puede ser dejada sin efecto,
levantada o revocada, cuando sucede un cambio o alteración en las
circunstancias que no estuvieron presentes al momento de concederse o
denegarse la medida cautelar, o, finalmente, si en el proceso principal, la
pretensión fuera desestimada por alguna circunstancia.
Ahora bien, el hecho que no exista una disposición expresa en el Código Procesal
Civil no significa que se niegue tal característica y que el órgano jurisdiccional
no la pueda advertir y, en respeto del derecho constitucional de tutela
jurisdiccional efectiva, otorgue una solución a dicha omisión normativa.
Cabe resaltar, que el juez debe, conforme lo establecido en el inciso 8, artículo
139 de la Constitución, administrar justicia en caso de vacío o deficiencia de la
ley. En este caso concreto de insuficiencia, deficiencia o vacío normativo de la
norma procesal, como lo dispone el artículo III del Título Preliminar del CPC,
debe acudir, entre otros, a los principios procesales y a la doctrina procesal.

Pues bien, Monroy Palacios (2002) considera que: cuando una medida
cautelar es dejada sin efecto a pedido de parte o por una decisión judicial
de oficio, sin que aquello tenga un referente normativo expreso que lo
determine de ‘pleno derecho’ (caso en el cual nos encontraríamos en un
supuesto de la extinción) sino, en una motivación originada por las
vicisitudes propias de la relación procesal, nos encontramos ante la
figura del levantamiento (pág. 165-166).

El trámite que nos sugiere el renombrado maestro es el siguiente:


Bajo similar contexto, pero respecto de la situación jurídica del
demandado, la solicitud de levantamiento implica la iniciación de un
incidente cautelar, donde aquel deberá demostrar la consabida
alteración de las circunstancias. Si ello no ocurre, el juzgador deberá
oponer el efecto preclusivo de la medida cautelar en vigencia. Como
resulta obvio, la tramitación de este incidente está sujeto al principio de
igualdad procesal (deberá correrse traslado a la otra parte) y a la
posibilidad de que aquella específica controversia sea revisada en
segundo grado (MONROY GALVEZ, 2010, pág. 321).

Similar sugerencia la establece Priori Posada cuando indica:


“Si el Juez ha concedido una medida cautelar, puede decidir levantarla
en base a un pedido del afectado con ella, el mismo que se puede fundar
en : (i) hechos anteriores y posteriores a la fecha en que se solicitó la
medida cautelar, en todos aquellos casos en los que la resolución
cautelar haya sido concedida sin conocimiento de la parte afectada con
ella; y, (ii) hechos posteriores a la fecha en que presentó su defensa
frente a la solicitud de medida cautelar, en los casos en los que ya se le
haya escuchado, salvo que se trate de hechos anteriores a esa fecha, que
comprobadamente no haya podido conocer. (...). (PRIORI POSADA, 2006,
pág. 109-110).

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En nuestra opinión la solicitud de modificación por cambio en las circunstancias
sólo puede fundarse en medios de prueba distintos a aquellos que sirvieron de
base a la original solicitud o defensa del afectado, salvo que estos medios de
prueba hayan aparecido con posterioridad a la fecha en que se presentó dicha
solicitud o defensa, o que comprobadamente no hayan podido ser conocidos a
esa fecha.
Consideramos, a despecho de algunos autores, que la solicitud de
levantamiento de la medida cautelar debe ser canalizado en el mismo incidente
en el cual se concedió, donde se corra traslado a la otra parte para que en
ejercicio de sus derechos de defensa y contradictorio, absuelva lo que considere
conveniente según su posición, en mérito del cual, mediante una resolución
debidamente motivada el juez pueda resolver el incidente respectivo.
En todo caso, disponer el levantamiento de la medida cautelar si considera que
ya no cumple con algún presupuesto cautelar para su existencia u otorgar una
si considera que los presupuestos cautelares que no se cumplían antes, ahora
se cumplen por las nuevas circunstancias. Por otro lado, el recurso de apelación
interpuesto contra el auto que disponga el levantamiento de la medida cautelar
debería ser otorgado con efecto suspensivo porque, en estricto, se trata de un
auto que concluye el procedimiento cautelar y sus efectos pueden generar
efectos irreversibles una vez ejecutada.
Por ejemplo, devolver el dinero retenido y que éste sea dilapidado o escondido
por el demandado, que el embargo en forma de inscripción levantado genere
incentivos para que el demandado esconda o transfiera el patrimonio a favor de
terceros que se amparen en la buena fe registral y similar.
Sin embargo, si el juez considera, mediante una resolución debidamente
motivada que existe una necesidad impostergable que justifique el
levantamiento inmediato de la medida, aun cuando exista apelación de la
medida cautelar, deberá ponderar el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
al de impugnación, y conceder la apelación sin efecto suspensivo y ejecutar el
levantamiento.

Consideramos, a despecho de algunos autores, que la solicitud de


levantamiento de la medida cautelar debe ser canalizado en el mismo
incidente en el cual se concedió, donde se corra traslado a la otra parte
para que en ejercicio de sus derechos de defensa y contradictorio,
absuelva lo que considere conveniente según su posición, en mérito del
cual, mediante una resolución debidamente motivada el juez pueda
resolver el incidente respectivo.

5.4 BIENES INEMBARGABLES (Art. 648° CPC)


“Son inembargables:
1. Los bienes del Estado. Las resoluciones judiciales o administrativas, consentidas
o ejecutoriadas que dispongan el pago de obligaciones a cargo del Estado, solo
serán atendidas con las partidas previamente presupuestadas del sector al que
correspondan;

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2. Los bienes constituidos en patrimonio familiar, sin perjuicio de lo dispuesto por
el artículo 492 del Código Civil;
3. Las prendas de estricto uso personal, libros y alimentos básicos del obligado y
de sus parientes con los que conforma una unidad familiar, así como los bienes
que resultan indispensables para su subsistencia;
4. Los vehículos, máquinas, utensilios y herramientas indispensables para el
ejercicio directo de la profesión, oficio, enseñanza o aprendizaje del obligado;
5. Las insignias condecorativas, los uniformes de los funcionarios y servidores del
Estado y las armas y equipos de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la
Policía Nacional;
6. Las remuneraciones y pensiones, cuando no excedan de cinco Unidades de
Referencia Procesal. El exceso es embargable hasta una tercera parte. Cuando se
trata de garantizar obligaciones alimentarias, el embargo procederá hasta el
sesenta por ciento del total de los ingresos, con la sola deducción de los
descuentos establecidos por ley;
7. Las pensiones alimentarias;
8. Los bienes muebles de los templos religiosos; y,
9. Los sepulcros.
No obstante, pueden afectarse los bienes señalados en los incisos 3 y 4, cuando
se trata de garantizar el pago del precio en que han sido adquiridos. También
pueden afectarse los frutos de los bienes inembargables, con excepción de los
que generen los bienes señalados en el inciso 1.”

5.4.1 Introducción
De la revisión de la norma referida, podemos advertir que el legislador ha
dispuesto la protección de ciertos bienes sustrayéndolos de la actividad
cautelar.
En el presente capítulo, pretendemos analizar no sólo cada uno de los
supuestos, sino adentrarnos en la razonabilidad o naturaleza de dichos bienes
que los hace enmarcarse dentro de la esfera protectora de la inembargabilidad.
Cuando hablamos de inembargabilidad, pensamos inmediatamente en la
antítesis del embargo, lo contrario a embargabilidad; en buenas cuentas, se
considera a la inembargabilidad como una excepción al embargo, y, por ende,
delimitan su campo de acción, que en verdad es mucho más vasto.
Si en un sentido amplio, el embargo se entiende como una institución jurídica,
cabremos en señalar que su antítesis, es decir, su negación, también debe
consistir en otra tal, que se sustenta no sólo en motivos o justificaciones legales,
sino, y consideramos que ello es lo más importante, en justificaciones
humanitarias y de respeto a la dignidad de la persona.
En principio, cabe señalar, a riesgo de adelantarnos un poco en nuestro análisis
que de una u otra forma, la embargabilidad, como la inembargabilidad, tienen
sus efectos sobre bienes patrimoniales con mayor o menor valor objetivo o
subjetivo, En otras palabras, el objeto sobre el que recaen sus efectos, siempre
forma parte del patrimonio de una persona, y en tal razón, sobre objetos de su
propiedad, que desde la perspectiva constitucional se configura como un
elemento de la dignidad humana, en tanto contribuyen a su realización
personal.

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5.4.2 Definición
Lo inembargable, es entendido como Lo no susceptible de embargo (v.), por
declaración legal, fundada en el carácter vital para la subsistencia del deudor y
los suyos o para su continuidad laboral y obtención de nuevos medios con que
superar su temporal insolvencia (OSSORIO, s/a, pág 491)
La magistrada Marianella Ledesma, cita a Cachon, quien utiliza el témino
“inalienabilidad”, señalando que inalienabilidad es la "inidoneidad objetiva de
un bien o del derecho que sobre él recae para Ser trasmitido, eS dec¡r, para que
cambie su titularidad de sujeto por cualquiera de los medios admitidos por el
Derecho, de modo que su transmisión deviene inexistente o nula". Dice el autor
que la alienabilidad de un bien se sustenta en la relación que media entre el
embargo y el apremio. A falta de otro medio de afectación de bienes para la
ejecución, la actividad de apremio ha de recaer precisamente sobre los bienes
embargados; en consecuencia, sería un contrasentido embargar aquello que,
con posterioridad, no podrá Ser objeto de la actividad de apremio. (LEDESMA
NARVAEZ M. , 2008, pág. 193)

5.4.3 Naturaleza jurídica de la inembargabilidad


Como ya hemos hecho mención, cuando el legislador señala que existen bienes
que no son pasibles de embargo lo que hace es remarcar una excepción al
principio de responsabilidad patrimonial, toda vez que según este principio los
deudores responden con su patrimonio ante el incumplimiento de sus créditos.
Para Montero Aroca. los bienes y derechos carentes de las cualidades esenciales
que permitan su enajenación forzosa para obtener dinero con que satisfacer el
crédito del ejecutante son absolutamente inembargables (GACETA JURÍDICA,
2016, pág. 647-648)
Si un bien es inalienable por disposición legal entonces no es factible de
enajenación y, por tanto, no tendría razón de ser que sea pasible de embargo
porque al finalizar el proceso no podrá ser vendido forzadamente, y en
consecuencia no cumplirá la finalidad del embargo

5.4.4 Bienes Inembargables


1) Los Bienes del Estado: siempre y cuando sean de dominio público, debiendo
entenderse que aquellos considerados de dominio privado si pueden ser
embargados.
Al respecto, en doctrina citada por Sevilla Agurto, se señala que:
Bienes de dominio público (o “demaniales”), comprende a los que sirven
y están destinados a la obtención de fines de interés público
(necesidades generales) o a dar utilidad general (uso público). Se rige por
la legislación especial de derecho público. Se caracterizan por dos notas
distintivas: a) Titularidad pública, ya sea del Estado, regiones,
municipios, organismos autónomos, etc. b) Afectación pública, esto es,
afectación a una finalidad pública que consiste en el uso público o
fomento de la riqueza nacional. (GACETA JURÍDICA, 2016, pág. 729)
2) Los bienes constituidos en patrimonio familiar, sin perjuicio de lo dispuesto
por el artículo 492 del Código Civil: El patrimonio familiar es una institución de
amparo familiar regulado en el Capítulo Segundo, Título I, Sección Cuarta, Libro

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III del Código Civil; fue introducido con este nombre en la Constitución de 1979,
y consiste en la afectación de un inmueble para que sirva de vivienda a
miembros de una familia, o de un predio destinado a la agricultura, la artesanía,
la industria o el comercio para proveer a dichas personas de una fuente de
recursos que asegure su sustento, esta es la idea central contenida en el artículo
489 del Código Civil.
3) Las prendas de estricto uso personal, libros y alimentos básicos del obligado
y de sus parientes con los que conforma una unidad familiar así como los
bienes que resultan indispensables para su subsistencia: Se busca garantizar el
desenvolvimiento normal de la actividad del ejecutado y el de su familia; debe
entenderse que la inembargabilidad es de aquellas prendas no sólo de estricto
uso personal, sino además de uso ordinario o frecuente; luego, no gozan de esta
protección las prendas que no sean de uso ordinario como un abrigo de pieles,
una sortija de elevado valor económico, etc.
4) Los vehículos, máquinas, utensilios y herramientas indispensables para el
ejercicio directo de la profesión, oficio, enseñanza o aprendizaje del obligado:
La protección no alcanza a las personas jurídicas sólo es aplicable a personas
físicas o naturales: una persona jurídica no desempeña una profesión, oficio,
enseñanza o aprendizaje. Estos bienes son de naturaleza mobiliaria. Es
indiferente que el ejecutado se dedique a la producción de bienes o a la
prestación de servicios; tampoco que su actividad sea manual o intelectual.
5) Las insignias condecorativas, los uniformes de los funcionarios y servidores
del Estado y las armas y equipos de los miembros de las Fuerzas Armadas y de
la Policía Nacional: Es deber del Estado velar por el desenvolvimiento de la
actividad pública y garantizar la seguridad de la nación, por consiguiente, las
insignias condecorativas, uniformes de funcionarios y servidores del Estado, las
armas y equipos de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional
son inembargables en forma absoluta.
6) Las remuneraciones y pensiones, cuando no excedan de cinco unidades de
referencia procesal. El exceso es embargable hasta una tercera parte. Cuando
se trate de garantizar obligaciones alimenticias, el embargo procederá hasta
el sesenta por ciento del total de los ingresos, con la sola deducción de los
descuentos establecidos por ley: La Unidad de Referencia Procesal es un
parámetro para la determinación de la competencia de los jueces, en aquellas
pretensiones estimables patrimonialmente. Del mismo modo, permite
establecer los montos para la fijación de cuantías, tasas, aranceles y multas
entre otras situaciones jurídico-procesal como en el presente caso
7)Las pensiones alimenticias: La inembargabilidad de las pensiones alimenticias
es absoluta. La norma no hace ninguna diferencia respecto a los mecanismos de
constitución o nacimiento de la pensión. Si la pensión ha sido fijada
extrajudicialmente o fue fijada por sentencia es indiferente para estos efectos:
la protección es genérica y plena. Las razones están relacionadas con el derecho
a la subsistencia del beneficiario alimentista.
8) Los bienes muebles de los templos religiosos: Conviene precisar que se trata
de bienes muebles de templos religiosos en general y no sólo de templos
religiosos católicos. Cabe recordar que en nuestro país existe libertad de religión
en forma individual o asociada; el ejercicio público de las confesiones es libre
siempre que no se ofenda la moral ni altere el orden público. Sin embargo, sobre

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la inembargabilidad de los bienes muebles de templos religiosos consideramos
que tal protección está dirigida a aquellos bienes que, de modo directo, están
destinados a preservar la celebración del culto religioso.
9) Los sepulcros: Se trata de la Obra, por lo común de piedra, que se construye
levantada del suelo, para dar en ella sepultura al cadáver de una persona y
honrar y hacer más duradera su memoria (OSSORIO, s/a, pág. 888). Estes último
aspecto señalado, es lo que le da una special connotación que convierte al bien
en innembargable.

5.5 PERDIDA DE LA EFICACIA DE LA MEDIDA CAUTELAR


En este punto es preciso advertir que como ya hemos señalado, la finalidad de las
medidas cautelares es garantizar la eficacia de la decisión a dictarse en el proceso
principal; esto significa que se trata de una herramienta al servicio de la tutela
asegurativa, que, a su vez, como lo reconocen los autores, es el instrumento o medio
del cual se sirve la tutela satisfactiva para lograr una tutela jurisdiccional efectiva.
En ese contexto, la medida cautelar alcanza efectividad cuando logra sus fines,
siempre que se logre alcanzar que la pretensión reclamada en el principal sea
amparada. Sin embargo; como consecuencia de su carácter instrumental y
provisorio, la existencia de la medida está condicionada a durar por un lapso de
tiempo, es decir no son perdurables o permanentes, por tanto, llegan situaciones en
las que las mismas pierden su eficacia asegurativa.
Hay que tener en cuenta que la tutela cautelar puede haber sido concedida al servicio
de un proceso de cognición o de un proceso de ejecución, y la forma de operar de la
tutela cautelar en ambos casos es distinta.
En el proceso de cognición la tutela cautelar cumple la función de servir de
instrumento para garantizar la efectividad de la sentencia de fondo, sea ésta una
sentencia meramente declarativa, constitutiva o de condena, lo que trae como
consecuencia que normalmente la eficacia de la tutela cautelar perdurará hasta que
sobrevenga dicha sentencia, cual acto terminal del proceso de cognición.
Si, en cambio, la tutela cautelar ha sido concedida para garantizar la eficacia de las
medidas ejecutivas a actuarse en el respectivo proceso, la lógica consecuencia será
que cuando se active el mecanismo de ejecución, la tutela cautelar carezca ya de
sentido. Por ello, y en atención al distinto modo de operar de la tutela cautelar en
relación al proceso de cognición y en relación al proceso de ejecución, resulta
indispensable abordar primeramente la problemática de la duración temporal de la
tutela cautelar en relación al proceso de cognición al cual sirve de instrumento.
5.5.1 La Tutela Cautelar En Relación al Proceso de Cognición
1) Tutela Cautelar y Sentencia Desestimatoria
El artículo 630° del Código Procesal Civil señala que "si la sentencia en primera
instancia desestima la demanda, la medida cautelar queda cancelada de pleno
derecho, aunque aquella hubiere sido impugnada"
Si como hemos dicho, la tutela cautelar está instrumentalmente conectada a la
tutela de fondo, sobrevenida ésta a favor del demandado, aun cuando la
sentencia no sea aún firme, resulta lógico y coherente con su naturaleza que
ésta desaparezca pues la instrumentalidad no habrá funcionado, ya que sería
absurdo que, habiendo el juez determinado por sentencia de fondo la

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inexistencia del derecho considere que éste deba seguir siendo resguardado con
la tutela cautelar.
Sería no sólo absurdo sino inclusive perverso que la tutela cautelar conservara
su eficacia hasta que el proceso de fondo concluyera definitivamente, vale decir,
hasta que la sentencia de fondo alcanzara aquella firmeza que solemos llamar
"cosa juzgada".
Es por ello que la norma señalada contiene en este extremo una solución más
que justa. Iguales efectos, aunque la ley procesal expresamente no lo diga, se
producirán en los supuestos de desistimiento de la pretensión, pues su
aprobación es equiparada por la ley a una sentencia desestimatoria "con
autoridad de cosa juzgada" (artículo 344, primer párrafo, del Código Procesal
Civil). En ambos supuestos, las costas y costos correrán a cargo del beneficiario
de la tutela cautelar, y de haberse producido daños por obra de la tutela
cautelar que resultó injustificada, el sujeto que resultó afectado tendrá derecho
a la reparación de los mismos (artículo 621 del Código Procesal Civil).
El artículo 630° del Código Procesal Civil se refiere sólo a la sentencia
"desestimatoria", pero debemos estimar que idéntico efecto debe producir la
sentencia que, en expresión del artículo 121° Código Procesal Civil, se pronuncia
"sobre la invalidez de la relación procesal". Si la no admisión de la demanda
determina la "caducidad" de la tutela cautelar concedida ante causam (artículo
636° segundo párrafo), por idéntica razón la declaración, ya en la sentencia, de
la inadmisibilidad de la demanda o su improcedencia, debe producir el efecto
de la pérdida de eficacia de la tutela cautelar.
Otro aspecto a resaltar que consideramos no describe expresamente éste
artículo, es el caso de los casos de conclusión del proceso por ampararse una
excepción extintiva, como pudiera ser una de prescripción de la acción o de falta
de legitimidad para obrar de alguna de las partes. Si bien es cierto, la norma
procesal no se refiere a este supuesto, resulta evidente que la conclusión del
proceso por este medio torna igualmente en ineficaz la medida cautelar, puesto
que evidentemente, no hay nada que asegurar.
2) Tutela cautelar y Sentencia Estimatoria
En teoría, obtenido el pronunciamiento favorable en el proceso principal a
través de una sentencia firme, la medida deja de ser cautelar para convertirse
en una medida de ejecución.
Esa es la razón que la normativa procesal dispone que declarada consentida la
sentencia, el incidente sea agregado al principal, corrigiéndose la foliación y la
correlatividad numérica del expediente.
En doctrina, se habla de una absorción de la medida cautelar por el proceso
principal. Al respecto, Ariano Deho, señala que al sobrevenir de la tutela de
fondo determina la absorción de la tutela cautelar en la tutela de fondo, en
sentido de que la tutela cautelar sea sustituida por aquélla (ARIANO DEHO,
APUNTES SOBRE LA DURACION TEMPORAL DE LA TUTELA CAUTELAR, s/a).
Esa absorción se produce de la siguiente manera; concluido el proceso de
cognición, firme ya la sentencia que acoge la demanda, y permaneciendo aún el
estado de insatisfacción del derecho (ya cierto) del demandante vencedor, de
haber una medida cautelar destinada a asegurar la efectividad de la misma
dicha medida siga desplegando sus efectos hasta que se inste la ejecución.

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Una vez iniciado el proceso de ejecución no cabe, en principio, tutela cautelar
alguna por la lógica consideración que el proceso de ejecución constituye el
instrumento para hacer efectiva y real la tutela de las situaciones jurídicas de
ventaja ya ciertas. Ello pone en evidencia que la disposición del primer párrafo
del artículo 625 del Código Procesal Civil no puede ser aplicable a "todas" las
medidas cautelares, sino sólo a aquellas que la ley procesal engloba bajo la
denominación de "medidas para futura ejecución forzada", o sea,
fundamentalmente en relación al embargo (cautelar) y podría ser también en
relación al secuestro.

5.5.2 Vigencia de la Tutela Cautelar y Proceso Ejecutivo


El consentimiento del auto final que dispone la ejecución de la obligación
contenida en el título ejecutivo, pone al proceso en un estado espectaticio para
las partes. Por un lado, el ejecutante tiene expedito el camino para ejecutar la
medida cautelar otorgada en vía incidental, y por otro lado la parte ejecutante
sólo tiene como aliado al paso del tiempo.
Decimos esto último en tanto que, si el ejecutante no acciona para proceder a
la ejecución, la medida cautelar sigue vigente ante dicha actividad, con lo que
su naturaleza provisoria no tendría sentido. En realidad, no encontramos en
nuestra norma procesal una disposición que nos dé un parámetro a considerar
en este caso, pues el artículo 625 sólo hace referencia a la caducidad de las
medidas otorgadas con el antiguo y derogado Código de Procedimientos Civiles.
Habrá quienes consideren en todo caso una interpretación extensiva de dicha
norma para solucionar el impase, creemos que puede ser posible, en atención
a que el Juez, ante la inexistencia de una norma que regule determinada
situación, puede recurrir a los principios jurídicos, a la doctrina, recordemos que
finalmente, el juez es y debe ser creador de derecho.
Sin perjuicio de lo señalado, consideramos otra opción aplicable la de recurrir a
lo señalado en el numeral 1) del artículo 2001° del CC, el mismo que establece
que:
“Prescriben, salvo disposición diversa de la ley:
1.- A los diez años, la acción personal, la acción real, la que nace de una
ejecutoria y la de nulidad del acto jurídico. (…)”.
Finalmente, lo que se busca es que la resolución cautelar cumpla con su
finalidad asegurativa, pero respetando su carácter temporal, pues la efectividad
implica justicia, tanto para dotar al demandante de medios que le permitan
disponer de su derecho, como así mismo, al afectado de exigir que su derecho
no sea afectado indeterminadamente sin un pronunciamiento definitivo.

5.6 CANCELACION DE LA MEDIDA CAUTELAR


Los supuestos analizados en el punto 5.5, corresponden a situaciones en las que la
medida cautelar pierde vigencia, en la que se habla de cancelación de la medida.
Al respecto, el artículo 630° del CPC, señala expresamente para dichas situaciones
que:
"Si la sentencia en primera instancia declara infundada la demanda, la
medida cautelar queda cancelada, aunque aquella hubiere sido
impugnada. Sin embargo, a pedido del solicitante el Juez podrá
mantener la vigencia de la medida hasta su revisión por la instancia

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superior, siempre que se ofrezca contracautela de naturaleza real o
fianza solidaria." (Artículo 630º del CPC)

La cancelación de la medida cautelar, a diferencia de la caducidad, es la consecuencia


jurídico-procesal del pronunciamiento desestimatorio del órgano jurisdiccional
respecto de la pretensión principal.
Pese a que la norma dispone que la medida cautelar queda cancelada de pleno
derecho, en la realidad la cancelación no opera automáticamente: el juez al expedir
sentencia que declara infundada la demanda no dispone de oficio la cancelación de
la medida cautelar, luego la práctica dice que tal cancelación debe ser solicitada por
el afectado y el juez la debe declarar sin previa citación de la parte contraria. Sin
embargo, como ya hemos señalado oportunamente, el juez debe de oficio, en
atención a las normas administrativas del Poder Judicial sobre economía procesal,
disponer el consentimiento de los procesos en los que no hubiere apelación, siendo
ésta la ocasión propicia para efectivizar o disponer la cancelación de la medida en
atención al mandato imperativo del artículo 630°.
Colocándonos en otro supuesto, tenemos el caso relacionado con la apelación del
auto cautelar y el amparo de la pretensión impugnatoria por el superior. Pues bien,
la revocatoria del auto cautelar por el superior, en este caso no constituye
cancelación de medida cautelar, sino de una extinción porque el pronunciamiento
del superior no sería consecuencia de la desestimación de la demanda vía revocación
de la sentencia de mérito, sino un pronunciamiento expreso sobre la decisión
cautelar en sí misma.
¿Qué sucede si el juez declara, excepcionalmente, improcedente la demanda?
La consecuencia es la misma, la medida cautelar debe ser cancelada puesto que, si
no es posible emitir una sentencia de fondo por la ausencia de algún presupuesto
procesal que no permite validar la relación procesal, entonces, resulta
absolutamente lógico que no pueda mantenerse la medida cautelar. Un
razonamiento más simple es el siguiente: si la medida cautelar queda cancelada por
una sentencia desestimatoria con mayor razón tendría que caer por una de
improcedencia.

Pese a que la norma dispone que la medida cautelar queda cancelada de pleno
derecho, en la realidad la cancelación no opera automáticamente: el juez al
expedir sentencia que declara infundada la demanda no dispone de oficio la
cancelación de la medida cautelar, luego la práctica dice que tal cancelación
debe ser solicitada por el afectado y el juez la debe declarar sin previa citación
de la parte contraria. Sin embargo, como ya hemos señalado oportunamente,
el juez debe de oficio, en atención a las normas administrativas del Poder
Judicial sobre economía procesal, disponer el consentimiento de los procesos
en los que no hubiere apelación, siendo ésta la ocasión propicia para efectivizar
o disponer la cancelación de la medida en atención al mandato imperativo del
artículo 630°.

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5.7 ORGANOS DE AUXILIO JUDICIAL
5.7.1 Definición
Todas las medidas cautelares exigen, en mayor o menor grado, la colaboración
de terceros o de los propios interesados, sean aquéllos funcionarios
administrativos o auxiliares externos de los jueces especialmente designados a
tal fin.
Podetti, señala al respecto que En general, podemos decir que el custodio
judicial es un auxiliar externo de los jueces, encargado de cumplir una medida
cautelar, guardando o vigilando bienes o personas que constituyen la materia
sobre la cual recae la medida (PODETTI, 1955, pág. 122).
Los órganos de auxilio judicial son colaboradores o auxiliares externos de la
función jurisdiccional pues desempeñan el cargo en nombre del Juez;
constituyen en cierto modo una forma especial de representación. Ejercen
función pública transitoriamente, sin pertenecer a la estructura orgánica del
Poder Judicial, por lo demás esta condición les es reconocida por el artículo 392º
y 425º del Código Penal.
En general, se advierten tres categorías de órganos de auxilio judicial:
1) Las entidades administrativas y empresas sean públicas o privadas, a
través de sus funcionarios respectivos; entre los que podríamos
mencionar a los Jefes de los Registros Públicos, para el caso de
embargos en forma de inscripción; encargados de entidades financieras,
de empresas sean públicas o privadas, para el caso de embargos en
forma de retención, pues se constituyen en depositarios judiciales.
2) Los propios litigantes cuando uno de ellos es designado depositario
de bienes embargados, o se le ordena suspender una obra o no innovar
(medida que pueda alcanzar a ambos litigantes).
3) Cuando se designa a un tercero, como funcionario ad-hoc auxiliar de
la justicia, para la custodia, como en el caso de nombramiento de
depositario, guardador, secuestratario, administrador o interventor
judicial.
5.7.2 Fundamentos
El fundamento de esta institución radica en la necesidad y la conveniencia del
Juez para adecuarse a las diversas exigencias y situaciones prácticas que el
proceso plantea y que no pueden ser asumidas directamente por aquél, no
obstante encontrarse bajo su total responsabilidad.
La obra de carácter continuada del juez, desarrollada fuera de su despacho y
con frecuencia lejos de éste, requiere ser integrada y complementada por
personas a las que se les denomina órganos de auxilio. En efecto, tratándose de
medidas cautelares que afectan bienes muebles e inmuebles, si bien se
encuentran dentro de la esfera del control jurisdiccional, no quedan bajo la
custodia del juez.
5.7.3 Órganos de auxilio
El artículo 55º del CPC, menciona como órganos de auxilio al perito, al
depositario, al interventor, al martillero público, al curador procesal, la policía.
Esta no es una mención restrictiva, puesto que otros órganos de auxilio pueden
estar nominados en otras leyes especiales e incluso en el propio CPC.

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La ejecución de las medidas cautelares requiere el concurso de determinados
órganos de auxilio que el Código Procesal Civil los menciona en cada caso
particular. Son designados por el juez de acuerdo con la naturaleza, alcances, y
requerimientos especiales de la medida cautelar a dictarse. Entre estos
podemos mencionar: al depositario, al custodio, al interventor al administrador;
los cuales son especies del mismo género de órganos de auxilio que tienen en
común ser guardadores, custodios materiales de los bienes afectados
cautelarmente. Cada uno de ellos con determinadas particularidades, como se
verá a continuación:

1) El custodio: El custodio es el órgano de auxilio judicial encargado del


aseguramiento, guarda, vigilancia o custodia de bienes sobre los cuales
recae la medida de secuestro judicial o conservativo; sea que se ejecute en
forma originaria o subsidiaria.
Debe decirse que el término custodio tipifica y define la función de
aseguramiento, conservación y guarda de bienes muebles e inmuebles que
cumple un conjunto de personas bajo denominaciones específicas tales
como depositario, interventor, administrador, entre otras.
Como órgano de auxilio judicial, el custodio no es un auxiliar de los litigantes
con quienes se relaciona de modo indirecto a través de las resoluciones que
expide el juez. La custodia no nace de una relación contractual sino de un
acto jurisdiccional.
Cuando el secuestro recae en bienes muebles del obligado, éstos serán
depositados a la orden del Juzgado. En este caso el custodio será de
preferencia un almacén legalmente constituido, el que asume la calidad de
depositario, con las responsabilidades civiles y penales previstas en la ley.
Asimismo, está obligado a presentar los bienes dentro del día siguiente al
de la intimación del Juez, sin poder invocar derecho de retención.
Tratándose de dinero, joyas, piedras y metales preciosos u otros bienes
similares, serán depositados en el Banco de la Nación. (Art. 649º del CPC).
2) El depositario: Es el órgano de auxilio judicial representado por la persona
del obligado sobre cuyos bienes muebles o inmuebles recae el embargo en
forma de depósito. Es el único caso en el que la propia parte afectada actúa
como órgano de auxilio.
El depositario es el guardador o conservador de sus propios bienes; pero
debe conservarlos en el estado y en el lugar en que se encontraban al
ejecutarse el embargo y a la orden del juez.
Como se señaló líneas arriba, el depositario es una expresión particular del
grupo de funcionarios que cumplen labor de custodia, guarda o
conservación de bienes, por ello es válido afirmar que el depositario es una
especie de custodio.
3) El interventor: Es el órgano de auxilio designado precisamente al dictarse
una medida cautelar de embargo en forma de intervención en recaudación
o en información para recabar directamente los ingresos de una empresa
de persona natural o jurídica o la situación económica de la empresa
intervenida.

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Como en los casos anteriores la función que cumplen es esencialmente
conservativa y aseguradora: conservan transitoriamente lo intervenido sin
interferir ni interrumpir las labores propias ni el funcionamiento de la
intervenida, con este propósito cumplen otras funciones conexas tales
como llevar control de ingresos y de egresos; proporcionar de los fondos
que recauda, lo necesario para la actividad regular y ordinaria de la
intervenida; informar, en los plazos señalados por el Juzgado, el desarrollo
regular de la intervención.
La conservación de los ingresos recaudados es transitoria pues el
interventor tiene el deber de poner a disposición del Juez dentro de tercer
día las cantidades recaudadas, consignándolas a su orden en el Banco de la
Nación. A pedido propio o de parte, puede el Juez modificar el plazo para
consignar.
Del mismo modo es deber del interventor recaudador informar
inmediatamente, sobre aspectos que considere perjudiciales o
inconvenientes a los intereses de quien ha obtenido la medida cautelar,
entre ellos la falta de ingresos y la resistencia e intencional obstrucción que
dificulte o impida su actuación (Artículo 663º del CPC)

El interventor recaudador, en casos que la tutela cautelar de la pretensión


principal lo exija, puede ser designado para recabar información sobre el
movimiento económico de la empresa de persona natural o jurídica
afectada. Entre otras motivaciones, esta intervención puede preceder a la
recaudación de los ingresos o a la administración judicial, pues a este
propósito está orientada la verificación de la situación económica del
negocio afectado (Artículo 665 del CPC).

4) El administrador: Es el órgano de auxilio cuya designación es dispuesta


cuando la medida recae sobre bienes fructíferos con la finalidad de recaudar
los frutos que produzcan, corresponde al administrador o administradores
custodiar y administrar los bienes productores de frutos (Art. 669º CPC)
A diferencia del interventor las facultades del administrador tienen mayor
alcance y trascendencia jurídica puesto que para el logro de sus objetivos
asume la representación y gestión de la empresa, de acuerdo a la ley de la
materia. Más adelante se desarrolla los alcances de la administración
judicial.
5) El retenedor: Es el órgano de auxilio judicial que se instituye cuando el
embargo dictado es uno en forma de retención. Cuando la medida recae
sobre derechos de crédito u otros bienes en posesión de terceros, cuyo
titular es el afectado con ella la función del órgano de auxilio se limita a
retener el pago a la orden del juzgado, y depositar el dinero en el Banco de
la Nación.
Si lo retenido no fuera dinero, el retenedor asume las obligaciones y
responsabilidades del depositario, lo cual no quiere decir, que deje de ser
retenedor. Podrá eximirse de esta responsabilidad si pone los bienes a
disposición del Juez. (657º CPC)
El retenedor puede ser el deudor o futuro deudor del obligado, o
simplemente el administrador de los dineros o acreencias de éste.

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