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Tratados de inversión y bloque de constitucionalidad

El lobo de caperucita

En estos tiempos, el encuadramiento neoliberal encuentra su clímax en los tratados de


inversión que son como -en definición del CIADI-, acuerdos relativos al trato por parte de
un Estado de las inversiones realizadas por individuos o compañías provenientes de otro
Estado. Se asocia como un negocio bilateral, multilateral y sectorial, que puede tratarse de
un tratado autónomo o formar parte de un tratado de libre comercio”.1 Su contenido está
basado en crear y vigilar una jurisdicción internacional para la inversión, su promoción y
protección. No obstante, aunque en su misma materia se localicen regulaciones para
respetar los derechos internacionales2, se han encontrado graves violaciones a los
Derechos Humanos, tanto de hecho como de omisión -el caso Philip Morris y su denuncia
a Uruguay y a Australia por sus leyes antitabaco arguyendo que las etiquetas de
advertencia que deben llevar los paquetes de tabaco le genera una notable pérdida de
cuota de mercado es un gran ejemplo-, y, que aún los inversores pueden incumplir
cualquier parte del acuerdo (o violar los derechos humanos) sin ser demandados, supone
lo imprescindible que puede ser una norma de bloque en nuestro país.

Se conoce, por la Sentencia C-067/03 que el bloque de constitucionalidad está integrado


por normas y principios que “sin aparecer formalmente en el articulado del texto
constitucional, son utilizados como parámetros del control de constitucionalidad de las
leyes, por cuanto han sido normativamente integrados a la Constitución, por diversas vías
y por mandato de la propia Constitución”, algunas de las normas que lo conforman son los
tratados internacionales que reconocen derechos humanos y las del Derecho internacional
humanitario.

Es sabido que los tratados de inversión se han convertido en un instrumento para desafiar
políticas públicas cuando estas interfieren con el beneficio de las empresas privadas, el
que no hagan parte del bloque de constitucionalidad permite que el Estado tenga mayor
soberanía aún sobre su seguridad jurídica. En la Sentencia C-750/08 se enuncia que “es
procedente que la Corte realice declaraciones de inconstitucionalidad parciales frente a
tratados bilaterales”, lo que da a entender que aunque Colombia se sujete a alguna de sus
reglas, se ciñe estrictamente a su definición conceptual cuyo objetivo principal es atraer
inversión extranjera y promover la inversión colombiana en el exterior.

1
Definición de El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones en relación con el
Banco Mundial.
2
Peterson, L. (2009). Derechos humanos y tratados bilaterales de inversión. Panorama del papel de la
legislación de derechos humanos en el arbitraje entre inversores y Estados (pp. 14-20). Quebec.

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