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Trastorno Límite de la Personalidad Norith Isuiza Gomez

I. TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD

1.1. Definición Clínica del Trastorno Límite de la personalidad

En su texto, Caballo (2009) refiere desde la perspectiva de la Terapia Dialéctica que el TLP
constituye un desorden del sistema de regulación emocional producto de la interacción entre
irregularidades biológicas y un ambiente invalidante. La disfunción o desorden en la
regulación emocional se traduce en una alta vulnerabilidad emocional unida a dificultades
importantes en la modulación de los afectos.

Por otro lado, la American Psychiatric Association (APA, 1994), refieren que el trastorno
límite de la personalidad (TLP) es una alteración persistente en la capacidad de manejar
emociones, tolerar la soledad, mantener relaciones estables y confiadas, y de auto controlar
los impulsos autodestructivos.

1.2. Criterios Diagnósticos según el CIE-10.

1.2.1. Trastorno de Inestabilidad Emocional de la Personalidad

Trastorno de personalidad en el que existe una marcada predisposición a actuar de un modo


impulsivo sin tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo inestable y caprichoso. La
capacidad de planificación es mínima y es frecuente que intensos arrebatos de ira conduzcan
a actitudes violentas o a manifestaciones explosivas; éstas son fácilmente provocadas al
recibir críticas o al ser frustrados en sus actos impulsivos. Se diferencian dos variantes de
este trastorno de personalidad que comparten estos aspectos generales de impulsividad y falta
de control de sí mismo. (CIE-10, 2010).

1.2.2. F60.31 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad de tipo límite

Se presentan varias de las características de inestabilidad emocional. Además, la imagen de


sí mismo, los objetivos y preferencias internas (incluyendo las sexuales) a menudo son
confusas o están alteradas. La facilidad para verse implicado en relaciones intensas e
inestables puede causar crisis emocionales repetidas y acompañarse de una sucesión de
amenazas suicidas o de actos auto agresivos (aunque éstos pueden presentarse también sin
claros factores precipitantes). (CIE 10 ,2010)
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1.3. Criterios Diagnósticos según el DSM-IV.

Los Criterios para el diagnóstico de F60.31 Trastorno límite de la personalidad son: Un


patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la
efectividad, y una notable impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se
dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:

- Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado.

- Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia


entre los extremos de idealización y devaluación.

- Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente


inestable

- Impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente dañina para sí mismo (gastos,
sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida).

- Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de


automutilación.

- Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (episodios de
intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días)

- Sentimientos crónicos de vacío.

- Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (muestras frecuentes de mal
genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).

- Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.


(DSM IV, 2005)

1.4. Características del DSM-5 / CIE-10

El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) ha sido definido por el Manual Diagnóstico del
DSM-IV (2002), como un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales,
la autoimagen y la efectividad, y una notable impulsividad, que comienzan al principio de la
edad adulta y se dan en diversos contextos.
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En el CIE10 (1992), esta definición ha sido dada como una marcada predisposición a actuar
de un modo impulsivo sin tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo inestable y
caprichoso. La capacidad de planificación es mínima y es frecuente que intensos arrebatos
de ira conduzcan a actitudes violentas o a manifestaciones explosivas; éstas son fácilmente
provocadas al recibir críticas o al ser frustrados en sus actos impulsivos. Se diferencian dos
variantes de este trastorno de personalidad que comparten estos aspectos generales de
impulsividad y falta de control de sí mismo: tipo impulsivo y el tipo límite.

Teniendo en cuenta la descripción antes otorgada por estos dos manuales usados en el
diagnóstico clínico se procede a contextualizarlo y definirlo dentro del marco de la terapia
cognitiva conductual.

En su texto, Caballo (2009) nos refiere que el TLP es una serie de pensamientos automáticos
negativos que reflejan una serie de distorsiones cognitivas. Así mismo; este autor manifiesta
que la inestabilidad afectiva que experimenta el TLP, muestra reacciones polarizadas de ira
inapropiada y de falta de control de impulsos, por un lado, y profundos sentimientos de
abatimiento, apatía, vergüenza y culpabilidad.

Young, Klosko y Weishaar (2003); refiere que el TLP posee esquemas precoces
desadaptativos que son los recuerdos, emociones, sensaciones corporales y cogniciones
asociadas con aspectos destructivos de la experiencia infantil del individuo, organizados en
patrones que se repiten lo largo de la vida. Los esquemas maladaptativos que poseen estos
pacientes son en su gran mayoría los que Young presenta en su teoría; especialmente los de
abandono, desconfianza/abuso, privación emocional, insuficiente autocontrol, subyugación
y castigo.

Como tratamiento de estos pacientes se tomará en cuenta, en esta ocasión, la Terapia


Cognitiva de Aarón Beck y la Terapia Dialéctica Comportamental de Marsha Linehan. La
Terapia Cognitiva Conductual es una forma de intervención psicoterapéutica en la que
destaca la reestructuración cognitiva, la promoción de una alianza terapéutica de cooperación
y métodos para el trabajo conductual y emocional. Su hipótesis de trabajo es que los patrones
de pensamiento, llamados “distorsiones cognitivas” tienen efectos adversos sobre las
emociones y las conductas, y que, por tanto, su reestructuración por intervención
psicoterapéutica y psicoeducativa mejore el estado del paciente.
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