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MANUEL ALBALADEJO
Catedrático Emérito de Derecho Civil de las Universidades Complutense de Madrid y San Pablo-CEU.
Ex Rector y Rector honorario vitalicio de la de Barcelona y Ex Consejero de la Complutense de Madrid. 1 VN 01
Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Académico numerario de la de Cataluña
y Académico no numerario de las de Granada, Lisboa, Costa Rica, Córdoba (Argentina) y Chile.
Consejero de Estado.
Vocal permanente de la Comisión General de Codificación.
Ex Presidente y Presidente honorario de la Asociación de Profesores de Derecho Civil.

DERECHO CIVIL
INTRODUCCIÓN Y PARTE GENERAL

DECIMOQUINTA EDICIÓN
Puesta al día de legislación y jurisprudencia

2002

LIBRERÍA BOSCH, S. L.—BARCELONA


ABREVIATURAS MÁS USADAS


A.A.M.N. = Anales de la Academia Matritense del Notariado.
A.D.A. = Anuario de Derecho aragonés.
A.D.C. = Anuario de Derecho civil.
Archiv f.d.c. Praxis= Archiv für die civilistische Praxis.
Arch. giu. =- Archivio giuridico Filippo Serafini.
D.J. = Documentación jurídica.
E.J. = Enciclopedia Jurídica Seix.
I.J. = Información Jurídica.
J.J. = Jahrbücher für die Dogmatik o Jherings Jahrbücher.
B.G.B. = Código civil alemán.
B.M.J. = Boletin do Ministerio da Justicia.
C.c. = Código civil.
C.com . = Código de comercio.
C.C.J.C. = Cuadernos Civitas de Jurisprudencia Civil.
D.D.P. = Diccionario de Derecho Privado.
D.G. = Diritto e Giurisprudenza.
C.L.N. = Centenario de la Ley Notarial (Estudios jurídicos con-
memorativos).
C.c. = Código civil.
For. it. = Foro italiano.
Giur. it. = Giurisprudenza italiana.
L.A.R. = Ley de Arrendamientos Rústicos.
L.A.U. = Ley de Arrendamientos Urbanos.
L.A. = Ley de Asociaciones.
L.e.c. = Ley de enjuiciamiento civil.

13
ABREVIATURAS MAS USADAS

L.H. = Ley Hipotecaria.


L.H.M. = Ley de Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin Desplaza-
miento.
L.P.E. = Ley del Patrimonio del Estado.
L.P.H. = Ley de Propiedad Horizontal.
L.R.C. = Ley del Registro Civil.
L.R.D.A. = Ley de Reforma y Desarrollo Agrario.
N.D.I. = Nuovo Digesto italiano.
Nvsmo. D.I. = Novissimo Digesto Italiano.
N.E.J. = Nueva Enciclopedia Jurídica Seix.
L.S. = Ley del Suelo.
R.A.P. = Revista de Administración Pública.
R.A.R. = Reglamento de Arrendamientos Rústicos.
R.C.D.I. = Revista Crítica de Derecho Inmobiliario. BIBLIOGRAFÍA
R.D.E.A. = Revista de Derecho Español y Americano.
R.D.C. = Rivista di Diritto Civile.
R.D.Com. = Rivista del Diritto Confmerciale e del Diritto generale
delle obbligazioni. Por lo que toca a la presente Parte del Derecho civil, además de lo que dedi-
R.D.J. = Revista de Derecho Judicial. quen a ella las obras que abarcan todo éste, pueden consultarse entre los más mo-
R.D.M. = Revista de Derecho Mercantil. dernos, o importantes, los siguientes estudios específicos:
R.D.N. = Revista de Derecho Notarial.
R.D.P. = Revista de Derecho Privado. BERCOVITZ, R., Manual de Derecho civil, Derecho privado y Derecho de la per-
R.D.Proc. sona, 1996.
= Revista de Derecho Procesal.
R.E.D.A. DE CASTRO, Derecho civil de España, I', 1955, y II, 1, 1952, resumidos en Com-
= Revista española de Derecho Administrativo.
R.E.D.I. pendio de Derecho civil (varias ediciones, la última la 5.', de 1970).
= Revista española de Derecho Internacional. El negocio jurídico, 1967, reimpresión 1971.
R.E.P. = Revista de Estudios Políticos. Temas de Derecho civil, 1972, reimpresión 1976.
R.F.D.U.C.M. = Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Obras que entre todas ellas abarcan completa la Parte General del Derecho civil.
Complutense de Madrid. COVIELLO, N., Doctrina general del Derecho civil, trad. esp., México, 1949.
R.G.D. = Revista General de Derecho. FERRARA, F., Trattato di Diritto civile italiano, vol. I, parte I (único publicado),
R.G.L.J. = Revista general de Legislación y Jurisprudencia. 1921
R.H. = Reglamento Hipotecario. GARCÍA AMIGO, Derecho civil de España, 1. Parte general, 1997.
R.J.C. = Revista Jurídica de Cataluña. GARCÍA-VALDECASAS, G., Parte general del Derecho civil español, 1983.
R.N. = Reglamento Notarial. LANGE, B.G.B., Allgemeiner Teil, diversas ediciones.
R.P.E. = Reglamento del Patrimonio del Estado. LARENZ. Allgemeiner Teil des deutschen bürgerlichen Rechts, diversas ediciones.
R.R.C. = Reglamento del Registro Civil. LARENZ, Derecho civil. Parte general, 1978, trad. esp. de la 3.' edición de la obra
R.R.M. = Reglamento del Registro Mercantil. anterior.
R.T. = Revista de los Tribunales LEHMANN. Parte general, trad. esp. y notas de Navas, 1956.
R.T.D.C. = Revue trimestrielle de Droit Civil. LEHMANN y HÜBNER, Allgemeiner Teil des B.G.B., diversas ediciones.
R.T.D.P.C. = Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile. MALUQUER DE MOTES, Derecho de la persona y negocio jurídico, 1993.
T.E. = Temi Emiliana. DE LOS MOZOS, Derecho civil español, 1, Parte general, vol. 1, Introducción al
T.S. = Tribunal Supremo Derecho civil, 1977.
Z.S.S. = Zeitschrift der Savigny Stiftung. OLIVEIRA ASCENS ÁO, O Direito-Introduedo e teoria geral, 1995.
ÓRTMANN, Introducción al Derecho civil, trad. esp. 1933.

14 15
BIBLIOGRAFIA

SANTORO-PASSARELLI, Doctrinas generales del Derecho civil, trad. esp. y


concordancias de Derecho español de Luna Serrano, 1964.
VON TUHR, Derecho civil. Teoría general del Derecho civil alemán, trad. esp., 6
vols., Bs. As., 1946-1948, y el resumen titulado Parte general del Derecho ci-
vil2, trad. esp. y concordancias de Roces, 1927.

16
CAPÍTULO PRIMERO
EL DERECHO CIVIL

Sección primera
EL DERECHO*

§1
EL DERECHO EN GENERAL

SUMARIO: 1. Derecho natural.-2. Derecho humano.-3. Positividad del Derecho.-4.


Concordancia del Derecho positivo con el natural.-5. Derecho objetivo y derecho
subjetivo.

1. Derecho natural.—La convivencia —vivir el hombre con los de-


más, vivir en sociedad— requiere un orden, sin el que no sería posible.

* ALARCON CABRERA, La crítica contemporánea a la teoría de la norma como mandato, R.G.L.J.,


sept. 1987, pág. 446; ALIMENA, Osservazione su/la distinzione del Diritto en pubblico e privato, 1931;
ALGUER, «Ensayos varios sobre temas fundamentales de Derecho civil, I, Qué es el Derecho civil», en
R.J.C., 1931, págs. 43 y SS.; ALPA, Derecho público y Derecho privado. Una discusión abierta, en R.D.P.,
1999, p. 3 ss.; BERCOVITZ, R., En torno a la matificación del Derecho Privado, Estudios de Castro, I,
Madrid, 1976, pág. 151; BOBBIO, Teoría del ordinamento giuridico, 1960, y Teoría de//a norma giuridica,
1958; BOLLINGER, Derecho público y Derecho privado, 1976; BONET, Derecho civil, Introducción 2, 1956,
y allí abundante bibliografía; «Derecho natural y Derecho positivo», en R.D.P., 1954, págs. 1.095 y SS., y
allí abundante bibliografía, y «Derecho público y Derecho privado», en R.D.P., 1954, págs. 631 y ss., y allí
abundante bibliografía; BONFANTE, «La progressiva diversificazione del Diritto pubblico e privato in
Roma», en Scritti, IV, 1925, págs. 28 y ss.; DE BUEN, Introducción al estudio del Derecho civil, 1932;
CALABRESI, Ideals, beliefs, attitudes and the Law, Syracuse University Press, 1985; CANO MARTINEZ
DE VELASCO, «El Derecho, ¿es investigable?», R.D.N., jul.-dic., 1988, pág. 19; CARNELUTTI, Teoría
general del Derecho, trad. esp., 1955; CASALS COLLDECARRERA, «Derecho privado», en N.E.J. Seix,
t. I, 1950, pág. 907; CASTAN, «Las diversas escuelas jurídicas y el concepto del Derecho», en R.G.L.J.,
1946, II, y ed. separada, y La noción del Derecho a través de los sistemas filosófico-jurídicos tradicionales
y modernos, 1947; CHEVRIER, «Remarques sur l'introduction et les vicisitudes de la distinetion du jus
privatum et du jus publicum dans les oeuvres des anciens juristes francaises», en Archives de Philosophie
du Droit, 1952, págs. 5 y ss.; CHICO Y ORTIZ, «La penetración del Derecho Público en el privado: su
reflejo constitucional y la repercusión en el Registro de la Propiedad», R.C.D.I., 1982. pág. 1167; DABIN,
Théorie generale du Droit 2, 1953; DAVID0AUFFRET-SPINOSI, Les grands sistemes de Droit contemporain,
París, 1992; DE MARTINI, L'orientamento sociale del Diritto privato, Turín, 1992; DIEZ PICAZO,
Experiencias jurídicas y teoría del Derecho, Barcelona, 1973; DORAL, La estructura del Ordenamiento
Jurídico, 1963; EHRLICH, Beitrdge zur Theorie des Rechtsquellen: Das ius civile, ius publictum, ius
privatum, 1902; FRIEDMAN, Introducción al Derecho norteamericano, 1988; GAYA SICILIA, La unificación
del Derecho privado en un sistema federal (notas sobre el art. 64.1 de la Constitución suiza. «Homenaje

19
MANUEL ALBALADEJO § I EL DERECHO EN GENERAL

Dios, creador del hombre, ha establecido la base del orden justo al pres- a la libre voluntad de los sujetos —que, entonces, podrían no acatarlas, frus-
cribir a aquél unas reglas fundamentales a las que debe atenerse tal convi- trando así su fin—, sino que es susceptible de imponerse coactivamente. El
vencia. conjunto de tales reglas se denomina Derecho humano.
El conjunto de esas reglas constituye el Derecho natural. Derecho que
es perceptible por la razón humana, que es congruente con la naturaleza del 3. Positividad del Derecho.—Este Derecho se califica de positivo cuando
hombre, y que representa la perfecta Justicia o el ideal de lo justo. está vigente o puesto (positus), es decir, rige en el determinado momento
en el que se le contempla. Así, actualmente, es Derecho positivo, por ejem-
2. Derecho humano.—También los hombres al ordenar su conviven- plo, en España el Código civil de 1889 y en Italia el Código civil de 1942
cia en los distintos tiempos y en los diferentes lugares, han establecido y
y, antes de la entrada en vigor de ambos, era, por ejemplo, Derecho posi-
establecen conjuntos de reglas cuyo cumplimiento, en principio, no se deja tivo en España la Novísima Recopilación, y en Italia el Código civil de
1865. La positividad del Derecho se refiere, pues, a un determinado mo-
Vallet», V, Madrid, 1988, pág. 223; GONZALEZ-VARAS IBAÑEZ, «Derecho público y Derecho privado», mento y a un lugar determinado.
R.D.P., 1992, pág. 947; GUASP, Derecho, 1971; HERNANDEZ GIL, A., El ordenamiento jurídico y la idea
de la justicia, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Madrid, 1980;
Problemas epistemológicos
de la ciencia jurídica, Madrid, 1981; La ciencia jurídica tradicional y su transformación,
4. Concordancia del Derecho positivo con el natural.—El Derecho
Madrid, 1981; positivo ha de inspirarse en el natural, no contradiciéndolo, sino desarro-
HOLLIGER, Das Kriterium des Gegensatzes zwischen den Offentlichen und den privatrecht,
1904; IRTI,
Societá civile: elementi per un'annalisi di Diritto privato, Milán, 1992; JORDANO, «Derecho civil, Derecho llando sus principios y reglas a tenor de las circunstancias y necesidades de
privado y Derecho público», en R.D.P., 1963, págs. 868 y SS.; JIAG, Über die Abgrenzung des Privatsrechts
vom iiffentlichen Recht, 1928; KELSEN, «Diritto pubblico e privato»,
cada momento y lugar.
en R. intem. de Fil. del Dir., 1924, Sólo su armonía con el Derecho natural legitima al positivo. En otro
págs. 340 y ss.; KIRAFLY, The English Legal System, 8. ed., Bruselas, 1990; LARENZ, Metodología de
la ciencia del Derecho, Madrid, 1981; LEVASSEUR, Droit des Etats Unis,
París, 1990; LEVI, Teoria caso no se trata de verdadero Derecho, sino de un puro mandato injusto,
generale del Diritto, 1950; LEVY-ULLMANN, La definición del Derecho,
trad. esp., 1925; LIPARI, Derecho aunque su cumplimiento pueda imponerse por la fuerza.
Privado. Un ensayo para la enseñanza, traducción española, Bolonia, 1980; LOPEZ JACOISTE,
Aproximaciones a una perspectiva jurídico actual, Libro homenaje a Roca Sastre, I, Madrid, 1976, pág. 81;
Ahora bien, como usualmente se llama Derecho positivo (aunque sea
MAGGIORE, «L'aspetto pubblico e privato del Diritto, etc.», en Riv. iternaz. di Fil. del Dir., 1922, II, págs. injusto) al conjunto de normas que rige impuesto por el poder directivo de
111 y SS.; MARRONE, «Derecho público y Derecho privado», en R.G.L.J., 1980, t. 248, p. 495; MARTINEZ
DORAL, La estructura del ordenamiento jurídico, Pamplona, 1963; MARTINEZ VAL,
la Comunidad (y así hablamos, por ejemplo de Derecho español, francés o
«La Revolución italiano), aquí se llama Derecho positivo a todo el sancionado por ese po-
Francesa y el Derecho privado», R.G.D., 1989, pág. 1845; MOCCIA (a cura de),
II diritto privato europeo;
problemi e prospettive, Milán, 1993; MOLITOR, Über Offentliches Recht und Privatrecht, der directivo 1, y cabe distinguirlo en justo e injusto según que concuerde
1949; MONTORO
BALLESTEROS, Sobre las relaciones entre Derecho y moral, Homenaje a Roca Juan, Murcia, 1989,
pág. 529; DE LOS MOZOS, «El Derecho natural en la formación del Derecho civil», con el natural o discrepe de él.
en Estudios Castán,
VI. 1969, págs. 581 y ss.; Metodología y ciencia en el Derecho privado moderno, Madrid, 1977; DE LOS
MOZOS, «El Derecho Común y el nacimiento de Europa», R.C.D.I., 1992, núm. 613, pág. 2523; PASQUAU 5. Derecho objetivo y derecho subjetivo.—Hasta ahora he dado al
L'AÑO, «Reflexiones acerca de la constitucional ización del Derecho privado como tarea jurídica y como
tarea política», R.F.D.U.G., 1986; PASQUAU LIAÑO, término Derecho su sentido (objetivo) de conjunto de preceptos o normas
Código civil y ordenamiento jurídico, Granada,
1994; PEREZ LEÑERO, «Sobre la distinción romana entre ius publicum y ius privatum»,
en I.J., 1951, núm.
(norma agendi). Pero, derecho tiene otro sentido (subjetivo), según el que
73, págs. 871 y ss.; RAGGI, «Ancora sulla distinzione ,fra Diritto pubblico e Diritto privato»,
en R. it. per significa el poder (facultas agendi) que la norma concede a la persona. En
le Sc. giur., 1915, págs. 11 y ss.; RANELETTI, «Diritto pubblico e privato nell'ordinamento giuridico italiano»,
en Riv. Dir. pub., 1941, págs. 26 y ss.; RODRIGUEZ-ARIAS, «La distinción entre lo público y lo privado»,
este sentido se habla de tener derecho a esto o a lo otro, o de ser titular
en R.G.L.J., 1951, t. 190, págs. 264 y ss.; RODRIGUEZ ITURBE, El Concepto de Derecho en la doctrina de un derecho de propiedad, por ejemplo.
española actual, 1967; ROMANO, Santi, El Ordenamiento juridico, Se trata de dos conceptos distintos que se expresan con un mismo tér-
trad. esp., 1963; ROMANO, «Silvio,
La distinzione fra « ius publicum» e «ius privatum» nella giurisprudenza romana»,
ROUBIER, Théorie générale du Droit2, 1949; STEINWENTER,
en Studi S. Romano, 1939; mino. En adelante, cuando hable de Derecho, o de derecho, el sentido en
«Utilitas publica, utilitas singulorum», en
Festschrift Koschaker, 1939, págs. 84 y ss.; TARDE, Les transformations du Droit, París, 1994; THON, Norma que lo haga se desprenderá del contexto.
giuridica e diritto soggettivo, trad. it.2, 1951; VALLET DE GOYTISOLO,
«La crisis del Derecho», R.G.L.J.,
1962, t. 212; VAN CAENEGEM, An Historical Introduction to Private Law,
Cambrigde University Press,
1992. Es traducción al inglés de la edición francesa de 1988; VARIOS AUTORES, II diritto privato futuro,
1993; VAZQUEZ BOTE, «Una aproximación al concepto de Derecho»,
R.G.L.J., 1982, pág. 87; VILLAR
ROMERO, «La distinción entre Derecho público y Derecho privado»,
en R.G.L.J., 1942, 5. 171, págs. 7
y SS.; «La transformación del Derecho privado en el Derecho público»,
R.D.P., pág. 411; WILHELMSSON,
Critica! Studies in Private Law. A Treatise on need-rational principles in modern Law, Dordrecht, 1992.

Ius est quod iussum est.


20 21
MANUEL ALBALADEJO
§ 2 LA NORMA JURIDICA

§2
Generalidad, es decir, la norma es un mandato general (Ius est com-
LA NORMA JURÍDICA mune praeceptum. Jura non in singulas personas, sed generaliter constituuntur).
Este carácter de general, se discute, entendiéndose por muchos autores
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Caracteres.-3. Norma jurídica y disposiciones incomple- que son también normas los preceptos o disposiciones reguladoras de casos
tas.-4. Textos no normativos.-5. Destinatarios de la norma y deber de cono-
individuales.
cerla.-6. Clases de normas.-7. Rígidas y elásticas.-8. Comunes y particulares.—
9. Necesarias y supletorias.-10. Generales y especiales.-11. Regulares y
excepcionales.-12. Privilegio. El Tribunal Supremo ha señalado la generalidad como carácter de la norma
jurídica: así en sentencias como las de 8 octubre 1965 y de 30 junio 1966. Aqué-
lla, en su 3.° Considerando, dice que: «Partiendo de la distinción entre leyes ma-
1. Concepto.—Según lo dicho, el conjunto de reglas o normas jurí- teriales y leyes formales', en cuanto las primeras establecen normas jurídicas de
dicas positivas por el que se rige una Comunidad (así: España, Francia, etc.) obligatoria y general observancia, mientras que las segundas sólo contienen actos
se llama Derecho positivo. concretos de administración, sin crear Derecho objetivo, es claro que la de 17
Por norma jurídica positiva entiendo todo precepto general cuyo fin sea marzo 1906, por virtud de la cual el Estado cedió perpetua e irrevocablemente al
Ayuntamiento de Cádiz determinados terrenos, es de naturaleza formal, por lo que,
ordenar la convivencia de la Comunidad y cuya observancia puede ser im-
no constituyendo fuente de Derecho en sentido propio, resulta ineficaz para fun-
puesta coactivamente por el poder directivo de aquélla. dar en su supuesta violación un recurso de casación como el articulado en el mo-
Como quiera que la norma regula la conducta de seres libres que, de tivo segundo que amparado en el número 1 [antiguo] del artículo 1.692...».
facto, pueden desobedecer su mandato básict, esta desobediencia debe ser
prevista por aquélla, estableciendo, para tal caso, la adecuada sanción. Se entiende que es general la disposición dictada para toda una cate-
goría o clase de casos, cualesquiera que sean, con tal de que en ellos se re-
2. Caracteres.—Son caracteres de la norma los siguientes: únan los requisitos que —en abstracto— han sido prefijados (así, cuando se
Imperatividad (véase art. 9, 1 de la Constitución), porque toda norma legisla que a la muerte de todo funcionario público, su cónyuge percibirá
manda o prohíbe algo. determinada pensión). Por tanto, falta la generalidad cuando se dicta una
disposición para un supuesto individual: referente, pues, a una persona en
El que toda norma mande (o prohíba), no quiere decir que de ella no nazcan particular, a una cosa concreta o a una relación determinada 2 (por ejemplo,
sino deberes —de cumplir lo mandado— pues, frecuentemente a la vez que manda,
cuando se concede una pensión extraordinaria al cónyuge del fallecido fun-
concede a otros el derecho a que se cumpla lo debido.
cionario X).
A mandatos o prohibiciones se puede reducir, en sustancia, el contenido de
cualesquiera normas. Mas éstas no se limitan —como cree una opinión— a for- Aun los que niegan que la norma haya de ser general, entienden que nor-
mular simplemente —en plan neutral o indiferente— juicios hipotéticos, en los malmente lo es. En mi opinión, sin embargo, la generalidad es carácter esencial,
que se establecen determinadas consecuencias —efectos jurídicos o tesis— para y no meramente normal; y las llamadas normas para un caso individual, son ver-
el caso —supuesto de hecho o hipótesis— de que se haga u omita algo, pero sin daderamente actos administrativos de los poderes públicos, actos que, a veces, cuando
ordenar que se lo haga u omita (como si se entendiese que —por ejemplo— el el asunto tiene especial importancia (real o supuesta), deben de realizarse (el man-
Código penal no prohíbe el homicidio, sino que deja en libertad de matar, bien dato debe de emitirse) guardando precisamente alguna determinada de las formas
que estableciendo determinada consecuencia —la pena— para el caso —hipóte- (procedimientos) que son necesarios para dictar normas generales. Así cuando el
sis— de que se mate). nombramiento para ciertos cargos ha de hacerse por decreto o el presupuesto na-
Cuestión diferente es la de que la redacción de la norma no se haga grama- cional aprobarse por ley o por ley concederse cualquier pensión extraordinaria.
ticalmente utilizando términos imperativos (así: «queda prohibido matar»), sino de De ahí la distinción de las leyes en materiales y formales. Ley formal es acto
distintas maneras y, frecuentemente, como juicio hipotético (si sucede A, debe te- emanado, con los debidos trámites y requisitos, del órgano del Estado que tenga
ner lugar B). Ahora bien, en éste va implícito el mandato o la prohibición, y la el poder de legislar; aunque tal acto no contenga normas jurídicas (generales), sino
consecuencia, cuando es desfavorable, se establece porque de facto existe la po- sólo disposiciones individuales para casos concretos (por ejemplo, la supradicha
sibilidad de que se viole aquél o aquélla. Mas, ya se comprende que, tendiendo
la norma a ordenar la convivencia humana, no sería tal norma la que dejase en
libertad a cada uno para obrar como quisiere, aunque estableciese consecuencias I Véase más adelante en el texto.
desfavorables para cuando se hiciese cierta cosa. 2 0 una pluralidad de personas, cosas o relaciones que, aunque se designen en conjunto, tal de-
signación constituye sólo suma de designaciones individuales.

22
23
MANUEL ALBALADEJO § 2 LA NORMA JURIDICA

concesión de una pensión extraordinaria al cónyuge del funcionario X). La ley La abundancia de estas disposiciones se debe a que la técnica legisla-
material la hay sólo cuando el acto del poder legislativo encierra normas jurídi- tiva de hoy ha abandonado, en gran parte, la forma imperativa de expre-
cas (generales). Lo que ocurre es que la ley como forma de expresión, como me- sión, adoptando un estilo lógico, lo que unido principalmente a la tenden-
dio de disponer, es un vehículo adecuado para exteriorizar la voluntad y los man-
datos generales o individuales de los poderes públicos. cia a sistematizar el contenido de las leyes, ha llevado a estructurarlas de
manera que quedan deshechas las que se podrían llamar unidades normati-
Coercibilidad, pues la observancia de la norma puede ser impuesta co- vas, para así lograr más perfectamente unidades sistemáticas.
activamente, si no se cumple de forma voluntaria.
Dentro de las disposiciones jurídicas incompletas, cabe subdistinguir espe-
Ello no quiere decir en absoluto que tal observancia se obtenga siem-
pre por la fuerza; ya que precisamente lo usual es el acatamiento volunta- cialmente:
1.0 Aquellas por las que se determinan puntos concretos de otras disposi-
rio. La coercibilidad sólo significa la posibilidad de, en caso de inobser- ciones o se modifican algunos extremos de las mismas. Como son: a) Las que de-
vancia, imponer —e imponer en última instancia por la fuerza ejercida senvuelven conceptos (explicándolos, definiéndolos, aclarándolos, etc.), ya que sir-
adecuadamente por el poder público— el cumplimiento de lo mandado o la ven sólo para ilustrar el contenido de las disposiciones que emplean el concepto
sanción debida en su defecto. aclarado (p. ej.: C.c., arts. 40, 334 y ss., 618, etc.). b) Las que suprimen o res-
Para formar parte del Derecho positivo (en el sentido de conjunto de tringen, para ciertos casos, la eficacia de determinadas otras disposiciones (p. ej.:
normas establecidas por el poder directivo de la Comunidad, sentido en el C.c., art. 671 respecto al 670, 831 respecto al 830, etc.), pues se trata sólo de que
que he dicho 3 que utilizaré aquella expresión), a la norma le basta reunir reducen a sus justos límites a éstas.
los caracteres antedichos. Ahora bien, para ser justa debe estar, además, en 2.° Aquellas que declaran directa o indirectamente la aplicabilidad de otras
disposiciones. Como son: a) Las de remisión, ya que sirven sólo para indicar a
armonía con los principios del Derecho natural, cuya concordia —como ya qué otras disposiciones hay que acudir para regular el caso de que se trata (p. ej.:
se sabe— con el Derecho provisto y, en singular, con cada una de las nor- C.c., arts. 8 y ss., 604, 611, 1.541, etc.). b) Las llamadas ficciones legales o afir-
mas que lo componen, es la que las legitima. maciones —conscientemente inexactas— de ser el caso que se contempla igual
En este sentido se dice que otro de los caracteres de la norma es la le- otro; pues, por tal procedimiento realmente se extienden a aquél, que es de dis-
gitimidad. tinta naturaleza (razón por la que no le alcanzarían), las disposiciones dictadas
para éste (p. ej.: C.c., arts. 40, 2.°, 440, 450, 466, etc.).
La sentencia de 28 octubre 1930 dijo, en su 2.° Considerando, que «todo pre-
cepto de Derecho sustantivo del legislador entraña una relación de conformidad
con un postulado de Derecho natural del que recibe el carácter de justificación y 4. Textos no normativos.—Por no contener (ni por sí solos ni en re-
legitimidad». lación con otras disposiciones) ningún mandato o prohibición de carácter ge-
neral y susceptible de ser impuesto coactivamente, no son normas jurídicas:
3. Norma jurídica y disposiciones incompletas.—La norma jurídica 1.° Los preámbulos o exposiciones de motivos o textos análogos que
puede ser que se presente englobada toda ella dentro de un mismo pasaje a veces, suelen acompañar a las leyes.
(llamémosle artículo, parágrafo, disposición, etc.) del Derecho positivo, o
cabe que ocurra que esté, diríamos, como fraccionada, de forma que sea Sólo tienen valor interpretativo, es decir, sirven como elemento utilizable en la
precisa la reunión de varios de aquéllos para construir una norma (de la que búsqueda del verdadero sentido que deba atribuirse a las normas a que se refieren.
son fragmentos). Tal es el caso, por ejemplo, de numerosos artículos del La sentencia de 30 octubre 1973 los considera interpretación auténtica. Véase tam-
Código civil que no encierran —como, p. ej., los 604, 618, 924, etc.— un bién la de 21 mayo 1984.
La sentencia de 14 octubre 1965 hace hincapié en ese valor interpretativo, ad-
mandato o prohibición completos, y que, por tanto, por sí solos, no sirven — virtiendo, por otro lado que (obviamente), en caso de discrepancia entre una ex-
como ha de servir la norma— para ordenar la convivencia de la Comunidad. posición de motivos y el texto legal, prevalece éste. La sentencia de 21 mayo
Denominando disposiciones jurídicas completas a aquellas que en sí con- 1984 no considera a las Exposiciones de Motivos susceptibles de fundar un re-
tienen una norma, las otras pueden calificarse de incompletas 4. curso de casación. La sentencia de 19 abril 1971 recoge la de 1965, e insiste en
la «falta de fuerza vinculante de la exposición de motivos, que sólo puede tener
3 Supra, § 1, núm. 4. la misma ley, una vez aprobada». Y la de 22 marzo 1976, con cita de otras más
4 La terminología es muy varia. También se las llama normas no autónomas o auxiliares, propo- antiguas (Considerando penúltimo) vuelve a remachar el tema de que frente a la
siciones jurídicas incompletas o preceptos o disposiciones jurídicas fragmentarios, etc. exposición de motivos prevalece el texto de la ley.

24 25
MANUEL ALBALADEJO § 2 LA NORMA JURIDICA

2.° Las divisiones de los Cuerpos legales en libros, capítulos, etc., ni Fallos en los que se encuentran tales afirmaciones u otras equivalentes, son,
las rúbricas o títulos que suelen darse a los mismos. por ejemplo, entre otros, las sentencias de 21 diciembre 1934 y 29 enero 1935,
Resolución de 9 junio 1936, sentencias de 15 junio 1936 y 11 marzo 1940, Re-
Obliga sólo el contenido de los preceptos, y no la colocación sistemática de solución de 6 noviembre 1950, sentencia de 14 noviembre 1963, Resolución de 8
los mismos, que, como los epígrafes con los que se les denomine, puede ser erró- mayo 1980, etc.
nea. Mas ésta es cuestión a decidir por la Ciencia del Derecho y no por el le-
gislador (p. ej., derechos reales como los de censo, prenda, hipoteca y anticresis, Hoy las cosas no son así. La Constitución de 1978 deroga (Disposición
se tratan en nuestro Código en el Libro IV, intitulado «De las obligaciones y con- derogatoria, 3) cuantas disposiciones se le opongan, y sus preceptos rigen
tratos»). de forma directa por lo menos cuando sean aptos para regular suficiente-
Cuestión distinta es la de que la ley, aun por error, establezca realmente para mente el tema en cuestión (arts. 5 y 6 de la Ley Orgánica del Poder Judi-
una figura algo propio de otra, y ello se muestre por el hecho de colocar —en la
sistemática de tal ley— ambas figuras bajo un mismo epígrafe. Entonces hay que cial). Pero véase el artículo 53, 3.°.
extender a la segunda figura lo que debería haber valido sólo para la primera;
pero ello no porque sea obligatoria, es decir, normativa, la división legal, sino Sobre el tema, sentencia del Tribunal Constitucional de 1 junio 1981, y del
porque es un dato (tiene valor interpretativo) para ver el espíritu de las normas, Tribunal Supremo de 23 julio 1980, 8 abril 1982, 16 febrero 1984, 10 febrero
o sea, que a través de ese dato se averigua que este espíritu alcanza a las dos fi- 1986, 28 abril 1989 y 30 nov. y 26 dic. 1990, 4 julio 1991 y Resoluciones de 14
guras. febrero y 13 marzo 1980, 30 junio 1981, 4 marzo 1994, 15 abril 1996, 19 mayo
1997.
3.° Ciertos pasajes (como declaraciones, enunciaciones puramente te-
óricas, etc.) que el legislador, a veces, yendo más allá de su estricta misión, 5. Destinatarios de la norma y deber de conocerla.—Los particula-
incluye dentro del texto de sus disposiciones (como, p. ej.: el de la ley re- res, funcionarios, autoridades y órganos del Estado, ¿son siempre —todos o
volucionaria francesa, del 18 de Floreal del ario II, según el que el pueblo algunos de ellos— destinatarios de todas y cada una de las normas por las
francés reconocía la existencia del Ser Supremo y la inmortalidad del alma; que se rige la Comunidad, o únicamente lo son de aquellas que les afecten
o el del art. 155, 1.°, in fine, del C.c., según el que los hijos tienen la obli- (por tener que cumplirlas o aplicarlas y hacerlas cumplir)?
gación, respecto a sus padres, de «respetarles siempre»). Dentro de lo discutido de la cuestión, considero preferible la segunda
En cuanto a los textos legales de primerísimo rango, que, como una solución.
Constitución o una Ley de Principios, constituyen, sin duda, reglas jurídi- Que las normas vayan destinadas a quienes afecten, no quiere decir que
cas básicas para orientar el Derecho de que se trate, sin embargo, desde el se imponga a todos los posibles destinatarios el deber de tomar conocimiento
punto de vista —del mero Derecho positivo civil— de si tienen, sin más, de ellas.
valor normativo directo para ser aplicados inmediatamente a la regulación Imponer tal deber o establecer la presunción de que son todas cono-
de la vida social, antes había que decidirse —a tenor de una jurispruden- cidas, no sería justo, por tratarse de cosa prácticamente imposible. Nues-
cia— por la respuesta negativa mientras que no estuviesen recogidos o de- tro Ordenamiento ni impone aquél ni establece ésta. Sin embargo, algu-
sarrollados en leyes ordinarias. nos han creído que el artículo 6, número 1, del Código civil —«La ignorancia
de las leyes no excusa de su cumplimiento»— significa el deber o la pre-
Así, repetidas veces, habían insistido las sentencias del Tribunal Supremo: en sunción de conocer todas las normas del Derecho positivo. Ahora bien,
que los textos constitucionales no derogan por sí solos las leyes anteriores; en que este artículo no equivale ni a lo uno ni a lo otro, sino que, al establecer
aquéllos no son por sí mismos «normas jurídicas completas», por lo que no alte- que el Derecho obliga aunque no se le conozca, y que la sanción por in-
ran el Derecho vigente; en que si no se desarrollan en leyes, no excluyen que siga cumplimiento se aplica también al que lo incumple por ignorancia, re-
rigiendo la que existiese antes de los mismos, aunque adopte tesis contraria; en coge sólo una exigencia evidente para la convivencia social, pues ya se
que, para que dejen de ser programáticos y tengan efectividad, han de ser desen-
vueltos por leyes civiles; en que no sirven para fundamentar el recurso de casa-
comprende que la organización jurídica no puede depender de que los in-
ción; y así, otras afirmaciones equivalentes. Todo lo que, sin embargo, no impe- dividuos conozcan efectivamente las normas; y, por otro lado, si así fuese,
día que pudiese dárseles valor como criterio utilizable para interpretar —si era se llegaría a la pintoresca conclusión de que resultaría más obligado el
posible— las leyes vigentes en el sentido que tales textos constitucionales o pro- que —por ser más diligente e ilustrado jurídicamente— más normas co-
gramáticos propugnasen. nociese.
26 27
MANUEL ALBALADEJO § 2 LA NORMA JURIDICA

Pero si no todos los posibles destinatarios tienen el deber de conocer la norma, jurídicas son taxativos, de contenido concreto e invariable (p. ej., la ma-
puede pensarse, sin embargo, que, al menos, sí se hallan en él aquellos que pue- yoría de edad, y con ella la capacidad plena —efecto—, se alcanza a los
den tener que aplicarla (jueces, autoridades, funcionarios). Mas, ni siquiera esta dieciocho arios —supuesto de hecho—: C.c., art. 315, según su redacción
tesis es exacta, pues, de hecho, tampoco es posible que conozcan todo el Dere-
cho que les afecta. Realmente lo que hay es lo siguiente: actual); llámanse elásticas (o de Derecho equitativo) aquellas otras en las
que bien el supuesto de hecho o bien los efectos jurídicos son flexibles, es
Quienes, por cualquier razón, hayan de aplicar (Juez, por ejemplo) o ex- decir, no están determinados concretamente, sino sólo indicados, en gene-
plicar (Catedrático, por ejemplo), determinadas normas, deberán tener el co- ral, mediante conceptos cuyo contenido en cada caso singular es variable
nocimiento de las mismas que para aquello sea preciso. Lo cual no les obliga dentro de ciertos márgenes, de forma que es posible tomar en cuenta to-
a conocer ni a tener presente en la memoria todo el Derecho (y en todos das las circunstancias de cada hipótesis particular a que hayan de aplicarse,
sus detalles) a priori, sino sólo a tomar conocimiento de las normas que así como aplicarlas a tenor de las ideas socialmente imperantes, que pue-
sean, antes de utilizarlas' (cosa que, en la práctica, suele traducirse en lle- den evolucionar de una vez a otra (p. ej.: cuando existe justa causa —su-
gar a conocer —por lo menos, en sus líneas importantes— toda la parte del puesto de hecho elástico— se queda exento —efecto jurídico— de deter-
Derecho de la que cada funcionario, por razón de su cargo, ha de ocuparse). minadas obligaciones, C.c., arts. 43, 1.776, etc.; y cuando se dan tales o
El repetido deber de conocimiento implica la previa búsqueda de la norma cuales circunstancias —supuesto de hecho— se autoriza al juez para fijar
que haya de ser conocida. Esta búsqueda, que cuando es de normas de De- unos efectos más o menos amplios —elásticos— C.c., arts. 1.103, 1.154,
recho (salvo el consuetudinario) vigente en España, compete al funcionario 1.801, etc.).
o autoridad encargada de su aplicación 6, cuando es de normas de Derecho
consuetudinario (por su falta de publicación en una colección oficial, cuya Las normas rígidas son exigidas por la fijeza y seguridad jurídicas; las elás-
consulta permitiese hallarlas) o de Derecho no vigente en nuestra patria (De- ticas tratan de acoger concepciones sociales flexibles (p. ej.: buena fe, art. 1.258,
recho extranjero o Derecho español ya derogado), compete a los interesados buenas costumbres, art. 1.116, etc.) y de otorgar al juez cierto arbitrio para que,
(p. ej., a los litigantes, en el pleito), quienes han de alegarlas y probarlas. más que preceptos específicos detallados, aplique principios jurídicos a los casos
sometidos a su consideración.
Valga ahora, en general, con lo dicho, pero para más especificaciones, véase
lo que se expone más adelante 7. 8. Comunes y particulares.—Según su ámbito territorial de aplica-
ción, se dividen las normas en comunes (o generales o universales; pues la
6. Clases de normas.—Se pueden distinguir diversas clases de nor- terminología, en este caso como en los demás, es variada; lo que puede in-
mas. Voy a referirme a las más importantes: normas rígidas y elásticas, co- ducir, a veces, a confusión), que rigen en todo el territorio de que se trate
munes y particulares, cogentes y dispositivas, generales y especiales, regu- (p. ej., España), y particulares (locales, comarcales, regionales), que sólo ri-
lares y excepcionales. gen en una parte de él. Por ejemplo: de un lado, el Código civil (vigente
También se habla usualmente, no de normas, sino de Derecho o de nor- directa o supletoriamente en toda España) y, de otro, el Derecho particular
mas de Derecho rígido y elástico, regular y excepcional, etc. El sentido es de Cataluña o el de Navarra o el de Aragón, por ejemplo.
el mismo, en todo caso, pues el conjunto de normas de una u otra clase
(elásticas, p. ej.), forman el Derecho de tal clase (elástico, p. ej.). 9. Necesarias y supletorias.—Según establezcan, para el supuesto de
que se trate, una regulación, bien forzosa, bien sólo supletoria (para el caso
7. Rígidas y elásticas.—Llámanse rígidas (o de Derecho estricto) de que los interesados no hayan dispuesto diferentemente), se dividen las
aque-
llas normas en las que el supuesto de hecho y los efectos o consecuencias normas en necesarias (o imperativas o de Derecho cogente) y supletorias
(o dispositivas o de Derecho voluntario). Ejemplos: Código civil, artículos 57-
Este es el sentido del aforismo Jura novit curia. Sobre su alcance, véase entre otras muchas, la 58 (el matrimonio ha de contraerse en la forma que establece la ley), y
Sentencia de 10 mayo 1984, según la cual los litigantes no tienen que identificar la acción, siendo suficiente 1.475 (el vendedor sólo cuando no hayan pactado otra cosa responde de la
que se deduzca de la relación de hechos, no vinculando al juzgador la calificación de las partes, aunque
no puede el juez cambiar la acción ejercitad a. evicción al comprador [consiste la evicción en que un tercero prive legal-
6 Este es el sentido de la máxima Da mihi factum, dabo tibi ius. mente al comprador de la cosa que le fue vendida, porque realmente era
7 § 15, núm. 7, y § 16, núm. 5.
suya y no de quien la vendió]).
28 29

MANUEL ALBALADEJO § 2 LA NORMA JURIDICA

La ley 8 del Fuero Nuevo de Navarra dice que: «En razón de la libertad ci- rrespondientes normas generales, queda mejor adaptado a las peculiaridades de
vil, esencial en el Derecho navarro, las leyes se presumen dispositivas.» También ciertas acciones —las de los arts. 1.966 y 1.967— o a las circunstancias de cier-
el artículo 4 de la Ley de Derecho civil foral del País vasco. tas personas —los militares en campaña—, acortando el plazo de prescripción o
permitiendo el cambio de quien ha de autorizar el matrimonio).
Lo expuesto no contradice el carácter imperativo, que antes se afirmó 2.° Es esencial del Derecho especial el sustraer el punto regulado al impe-
de toda norma. Lo que pasa es que el término imperativo se utiliza en dos rio de una regla general que, en sí misma considerada, sería valedera para él (en
sentidos; y las normas supletorias, que no son imperativas en el sentido en sí misma, la regla general —prescripción de quince años o necesidad de presen-
que ahora contrapongo normas necesarias (o imperativas) a normas suple- cia del Juez o Alcalde para todo el que pretenda casarse— valdría también para
torias, sí son imperativas en el sentido de que siempre obligan a lo que las acciones de los arts. 1.966 y 1.967 y para los militares en campaña), some-
mandan, bien que sólo mandan para el caso de que los interesados no ha- tiéndolo a un precepto especial, ius proprium de las personas, cosas o relaciones
de que se trate, que diverge del aplicable a los demás. Por tanto, no hay Dere-
yan regulado el punto diversamente; razón por la que no se aplican sino en cho especial cuando el que una norma rija sólo para determinadas personas, co-
este caso (porque no están dictadas sino por él) 8. sas o relaciones, se debe a que, en sí misma considerada, ni es ni sería valedera
sino para ellas (p. ej., no es de Derecho especial una disposición sobre el uni-
10. Generales y especiales.—Se llama general a la norma que con- forme de los militares o sobre los derechos pasivos de los funcionarios públicos,
tiene una regla general. Un ejemplo: salvo otra disposición, las acciones per- porque, de por sí, tales disposiciones no podrían valer para todos los ciudadanos).
sonales prescriben a los quince arios (C.c., art. 1.964). Otro ejemplo: el ma-
trimonio se contraerá ante el Juez encartado del Registro Civil o el Alcalde 11. Regulares y excepcionales*.—Así como las normas de Derecho
(art. 51). especial aplican los principios que presiden el Ordenamiento jurídico a las
Las normas —relativas a ciertas clases especiales de personas, cosas o singulares características de ciertos supuestos, hay otras normas, denomina-
relaciones— que se apartan de la regla general para mejor aplicar el prin- das excepcionales (de Derecho excepcional), que derogan dichos principios
cipio que la preside a aquellas clases especiales, se denominan normas es- para determinadas hipótesis. Estas normas sí son antitéticas con tales prin-
peciales. Un ejemplo: las acciones que señala el artículo 1.966 del Código cipios. La norma especial se aparta de la regla general (para, así, mejor
civil prescriben a los cinco arios, y a los tres, las que indica el artículo aplicar a casos particulares el principio que preside ésta); la norma excep-
1.967. Otro ejemplo: en defecto del Juez o Alcalde, los militares en cam- cional se opone a la regla general (para que el principio que preside ésta,
paña pueden contraer matrimonio ante el Oficial o Jefe superior inmediato no reciba aplicación en el caso exceptuado).
(art. 52, 2.°). Así como a las normas especiales se contraponen los generales, a las
re-
Según lo ya dicho, al conjunto de normas generales se le puede llamar normas excepcionales (llamadas también singulares) se contraponen las
Derecho general; y al de normas especiales, Derecho especial 9. En la duda gulares (o normales). Conjunto de normas regulares (Derecho regular) que
de cuál procede en un caso, se optará por aquérb". es el que aplica los principios que presiden el sistema jurídico, regulando
las relaciones de modo habitual y estable.
Conviene insistir en dos puntos: Son normas de Derecho regular, por ejemplo, las que establecen la li-
1.0 El Derecho especial no es antitético del general, sino que es el resultante bertad (dentro de ciertos límites) de donar (C.c., art. 624), o la de celebrar
de aplicar los principios que presiden éste a las singulares características o nece- los contratos en cualquier forma (C.c., art. 1.278); son normas de Derecho
sidades de ciertas clases de personas, cosas o relaciones (así, en los ejemplos an-
excepcional: la que prohibía la donación entre cónyuges (antiguo art. 1.334),
tes puestos, se acorta en las normas especiales sobre prescripción, ésta a cinco o
tres años, y se dispensa de contracción del matrimonio ante el Juez o Alcalde a y la que requiere forma de escritura pública para el contrato de donación
los militares en campaña, porque se estima que el espíritu que preside las co- de inmuebles (art. 633).
Es falso que —como algunos creen— el Derecho excepcional no sea in-
terpretable extensivamente; lo es, ya que —como a su tiempo se verá D)-- la
Salvo (se sobreentiende) en cuanto que también mandan —e igualmente son del todo imperativas,
es decir, se imponen siempre en esto— que ha de hacerse lo establecido por los interesados cuando éstos
hayan regulado el punto diversamente a como lo hace la norma supletoria. * AMBROSINO, lus singulare, 1949; GUARINO, Sul problema storico e dommatico dello «ius
singulare», 1944; GUELL JI Diritto singolare e il sistema giuridico, 1942; ORESTANO,
«tus singu-
9 No se confunda el sentido en el que se utilizan aquí estas expresiones, con el que tienen con
otros casos: véase infra, § § 4, 9 y 10. lare» e «privilegium» in Diritto romano», en Annali Univ. Macerata, XI, 1937, págs. 5 y ss.
Sentencias como las de 21 de abril 1951, 10 febrero 1986, 24 enero 2000. i° Infra, § 21, núm. 1.

30 31
MANUEL ALBALADEJO
§ 2 LA NORMA JURIDICA

interpretación extensiva, sólo muestra que el verdadero espíritu —que es el


que debe prevalecer— del precepto es más amplio de lo que parecía. La analogía consiste —como después se verá 12_. aplicar a un caso
no previsto el principio que se obtiene de la norma que regula otro pre-
Nuestro Tribunal Supremo, sobre este punto de la interpretabilidad extensiva
visto; y como quiera que la norma excepcional es precisamente derogación
del Derecho excepcional, se ha pronunciado lo mismo afirmativa que negativa- de un principio para un caso, a otros posibles casos no previstos hay que
mente. En efecto, la mayoría de las sentencias que tocan el punto, lo hacen para aplicarles el principio general y no la excepción.
sostener que tal Derecho «es de interpretación estricta» —exceptio est strictissi-
mae interpretationis— o «restrictiva», o, lo que es lo mismo, que «no cabe inter- Sin embargo, se afirma por algunos que se puede aplicar por analogía la norma
pretarlo extensivamente»: así las sentencias de 31 enero 1956, 27 enero, 3 mayo excepcional cuando el caso no previsto caiga dentro de la misma ratio que justi-
y 3 noviembre 1961, 2 febrero 1962, 22 y 24 junio 1965, 3 noviembre 1967 y 4 fica la no aplicación del principio general al caso exceptuado. En tal sentido la
julio 1968, 26 junio 1970, 19 febrero y 11 abril 1972, 30 septiembre y 15 di- sentencia de 7 noviembre 1940 sostiene que sólo con adecuadas reservas puede
ciembre (Sala 6.') de 1975, 24 enero 1976, 10 marzo 1978 y 7 febrero 1995 que admitirse que el Derecho excepcional no es aplicable por analogía, y la de 27 ju-
dice que el artículo 4.2 significa que es de interpretación restrictiva todo precepto nio 1941 dice que la norma excepcional es susceptible de aplicación analógica
excepcional (también la Dirección General de los Registros y del Notariado: así, dentro de la ratio de la excepción. Criterio que sigue la de 28 septiembre 1968.
Resoluciones de 26 marzo, 25 mayo, 1 junio y 17 noviembre 1971, 1 y 22 fe- La de 24 enero 1970 se limita a decir que «no es rigurosamente exacto que las
brero 1972, 21 julio y 12 noviembre 1973, 11 diciembre 1974, 22 julio 1985 y normas de Derecho excepcional estén necesariamente sustraídas al juego de la in-
12 enero y 26 septiembre 1987 y 24 julio 1995, entre las más modernas). Pero, terpretación extensiva, ni rechacen siquiera en absoluto el empleo del procedi-
por el contrario, otras sentencias —así las (1%27 junio 1941, 28 septiembre 1968 miento analógico».
y 24 enero 1970— sostienen que es susceptible de interpretación extensiva. Pero entonces se trataría de que la norma excepcional respondería a otro prin-
Ahora bien, la verdad es que en los casos en que el T.S. deniega la inter- cipio (que sería el que se aplicaría por analogía) que habría desplazado, en el sec-
pretación extensiva, realmente suele tratarse de hipótesis, en las que se estaba, tor jurídico a que se refiriese, al primer principio general; y no se estaría verda-
no ante tal interpretación, sino verdaderamente, bien ante aplicación analógica deramente frente a una norma de Derecho excepcional, sino frente a dos principios,
de un precepto excepcional, bien ante un precepto del que se discute si tiene si cada uno aplicable a un sector jurídico; y la supuesta normal excepcional no se-
tiene un sentido más extenso (propugnando así su interpretación extensiva), cuando, ría Derecho excepcional respecto del primer principio, sino Derecho regular res-
en verdad, no sólo es que la letra es más estricta, sino que tampoco concurren pecto del segundo.
otros datos de los que inferir que, a pesar de ello, el espíritu sea más extenso Y cuando claramente se vea que la repetida norma excepcional lo es verda-
que aquélla. deramente, pero se estime, sin embargo, que debe aplicarse a otro caso distinto
La posición que estimo más acertada (presupuesto que las normas excepcio- de aquel al que literalmente se refiere, entonces es que se estará ante un supuesto
nales son interpretables extensivamente, si es esta interpretación la adecuada al en el que el espíritu de la norma excepcional alcanza a aquel otro caso, aunque
caso que sea) es la que asimismo expresó la resolución de la Dirección General no le alcance su letra. Tratándose, pues, de norma aplicable al repetido otro caso,
de los Registros y del Notariado de 7 junio 1972, según la que «toda disposición no por analogía, sino por interpretación extensiva, es decir, porque el espíritu de
prohibitiva o limitativa [que encierra una disposición excepcional] ha de procurar tal norma comprende también dicho caso.
interpretarse en sus justos términos, y no en forma extensiva» (lo que no excluye Esta jurisprudencia vista del Tribunal Supremo favorable a la aplicación ana-
ésta, si es que procede). lógica del Derecho excepcional se explica porque en los casos que contempló se
daba realmente alguna de esas dos hipótesis señaladas como justificadoras de la
Lo que no admite el Derecho excepcional es el ser aplicado por analogía. admisión de lo que podría llamarse falsa aplicación analógica.

Así lo dicen algunas sentencias, como las de 13 noviembre 1953, 31 enero 12. Privilegio.—E1 término privilegio se emplea en dos sentidos:
1956 y 31 marzo 1973, y lo implican las que le niegan la interpretación exten- En sentido amplio significa disposición general dictada en beneficio de
siva, amén de que ha venido a proclamarlo, en su párrafo 16, la Exposición de cierta clase de personas, cosas, relaciones, etc. (p. ej., ley que exime de
Motivos a la reforma del Título preliminar del Código civil". determinados impuestos a los comerciantes, o a los residentes en la pro-

" Dice así: «No obstante las ventajas de la analogía, resulta justificada su exclusión de determi-
nadas leyes. En las penales es la normal consecuencia del estricto principio de la legalidad que ha de excepcional queda atenido a la norma general. Las leyes de ámbito temporal determinado deben some-
primar exento de incertidumbres o fisuras. Las leyes excepcionales, también excluidas, forman el tradi- terse al mismo régimen, de una parte, porque en modo alguno puede desbordarse en lo más mínimo su
cionalmente llamado «ius singulare» que, por constituir una derogación del derecho general para deter- esfera de vigencia y, de otra parte, porque tal circunstancia las dota de un acusado matiz de excepcio-
minadas materias, impide la existencia de lagunas en cuanto lo no expresamente integrado en la norma nalidad.»
12 Infra, § 16, núm. 6.

32
33
MANUEL ALBAL ADEJO § 3 DERECHO PÚBLICO Y DERECHO PRIVADO

vincia X). Es, pues, norma jurídica favorable (para los privilegiados), por ción en cuestión se rige en parte por normas de Derecho privado (las que
concesión de ventajas o exención de cargas; constituyendo Derecho espe- la regularían si se diese entre particulares), y, en parte, por normas de De-
cial, excepcional o particular. recho público (las que establecen una regulación discrepante de la normal
En sentido estricto, privilegio significa disposición individual (lex in pri- que regiría si en la relación no interviniese el ente público, sino que se diese
vos lata), beneficiosa o no (privilegia favorabilia et odiosa). Entonces, sólo sólo entre particulares). Por ejemplo, los preceptos administrativos que se
puede ser norma jurídica para aquellos que no consideren que la generali- aplican cuando en un contrato civil (no administrativo) una de las partes es
dad es de esencia a ésta 13. la Administración pública
Distinguir ambas ramas, pública y privada, no es pretender ni separar-
las ni negar la unidad del Derecho. Aparte de que lo que en teoría se se-
§3 para conceptualmente, la realidad lo ofrece entremezclado en leyes e insti-
DERECHO PÚBLICO Y DERECHO PRIVADO tuciones jurídicas.
SUMARIO: 1. Derecho público y Derecho privado: criterio adoptado.-2. Otros criterios.— Las normas de Derecho público y las de privado, unas veces se dan regu-
3. Posiciones tripartitas. lando por ellas solas (sólo las de cada grupo) unas cierta institución (así, es todo
Derecho público el que regula los delitos y las penas); y otras veces, una institu-
1. Derecho público y Derecho privados criterio adoptado.—El De- ción es regulada en ciertos aspectos por normas públicas, y en otros por privadas
recho positivo se divide en dos ramas: pública y privada, habitualmente de- (así, la propiedad y su defensa civil, lo es por el Derecho civil, su defensa penal,
signadas como Derecho público y Derecho privado. Ambos, según la opi- por el Derecho penal, su tributación, por el Derecho fiscal, su régimen adminis-
nión que considero preferible, pueden distinguirse de la siguiente manera: trativo, por el Derecho administrativo, etc.).
Es Derecho público el conjunto de normas que regulan la organización
y actividad del Estado y demás entes públicos y sus relaciones, en cuanto Las normas que componen el Derecho público y el privado se puede de-
tales, es decir, oficialmente, entre sí o con los particulares. Como el Dere- cir que están inspiradas prevalentemente en el interés de la Comunidad, las
cho político, el administrativo, el penal, el fiscal, etc. primeras, y en el de la persona, las segundas. Porque en el Derecho actúan
Es Derecho privado el conjunto de normas que regulan lo relativo a los dos principios: el de Comunidad y el de personalidad —encaminados los dos
particulares y a las relaciones de éstos entre sí, o en que, aunque interven- al fin de ordenar (justamente) la convivencia social— que operan juntamente
gan entes públicos, lo hagan con el carácter de particulares (p. ej., para ins- en cada norma. Mas, como éstas regulan diferentes realidades, para adaptarse
talar ciertas oficinas suyas, el Estado, al igual que podría hacerlo cualquier en cada caso a la mejor consecución de dicha ordenación justa, conviene que
particular, toma en arriendo un inmueble). Como el Derecho civil y el mer- unas veces se reconocen prevalencia a un principio, y otras a otro.
cantil.
Por lo demás es inexacto pensar que las normas de Derecho público son siem-
pre de Derecho cogente (que se impone necesariamente) y las de Derecho privado
La sentencia de 21 de febrero 1970, en su Considerando último, dice, refi-
riéndose al Derecho civil y al mercantil, que «es indudable que ambos figuren el siempre de Derecho dispositivo (aplicable sólo cuando los particulares no hayan
Derecho privado, en que se regulan las relaciones jurídicas existentes entre par- establecido regulación diversa). A esta distinción, no coincidente con la del De-
ticulares». recho en público y privado, ya me he referido; ahora basta señalar que existen
numerosas normas de Derecho privado co gente (piénsese en los abundantes ejem-
plos que ofrece el Derecho de familia, en la inadmisión de que el testador pueda
Mas, hay que agregar que en las relaciones de los entes públicos con renunciar a revocar su testamento —C.c., art. 737—, en la irrenunciabilidad a la
particulares, aunque aquéllos no actúen oficialmente, sino como un particu- acción para exigir responsabilidad por dolo --C.c., art. 1.102—, etc.). Y es igual-
lar más (así en el arriendo antes dicho que de un inmueble para instalar ofi- mente equivocado estimar que las normas de Derecho público son normas de De-
cinas suyas, lleva a cabo el Estado), son también constitutivas de Derecho recho no patrimonial (que regula intereses y materias extrapatrimoniales), y nor-
público aquellas normas especiales que se aplican por razón de la inter- mas de Derecho patrimonial las de Derecho privado; pues todo el Derecho de
vención (aun como un particular) del ente público. De modo que la rela- familia y el de la persona (ambos Derecho privado) son no patrimoniales.

13 Véase supra, núm. 2. ' Véase infra, t. II, § 64, núm. 6.



34 35
MANUEL ALBALADEJO § 2 LA NORMA JURIDICA

2. Otros criterios.—El criterio que sobre la distinción entre Derecho 3. Posiciones tripartitas.—Frente a la opinión dominante, que divide
público y privado he adoptado no es, sin embargo, indiscutido. La doctrina, al Derecho en público y privado, algunos niegan razón de ser a tal distin-
en este punto, se halla muy dividida, acogiendo muchos autores otros cri- ción, y otros, en vez de una bipartición, establecen una tripartición, preten-
terios distintos (como los más arriba rechazados, de la patrimonialidad o del diendo reunir en un tercer grupo —al que no siempre se le designa con una
ius cogen—ius dispositivum, etc.). denominación igual— ciertos conjuntos de normas cuyos caracteres se con-
Ahora bien, esos criterios rechazados y otros varios más, si bien han sideran discrepantes de los propios del Derecho público y de los del pri-
sido adoptados, a veces, por algunos autores, la verdad es que están, hoy vado. Así el Derecho del trabajo. Mas, realmente, se trata de que este hi-
por hoy, generalmente abandonados. Y, sin embargo, hay otro, que es ac- potético tertium genus engloba en parte normas de Derecho público y en
tualmente quizás el más difundido, y que, no obstante, no he acogido. Se parte normas de Derecho privado, puestas bajo un común denominador por
trata del que a continuación se expone; y las razones para no acogerlo son otras razones. Por ejemplo, el Derecho del trabajo encierra bajo la enseña
las que se dirán. de éste, normas públicas (así: las relativas al Procedimiento y Jurisdicción
Según una opinión, Derecho público es el conjunto de normas que re- del Trabajo) y normas privadas (así: las relativas al contrato de trabajo).
gulan las relaciones en que intervienen el Estado y demás entes públicos
dotados de imperium, es decir, de potestad pública. Y Derecho privado es Por lo demás, no es adecuado a una obra general como la presente, el ir más
el que regula lo relativo a los particulares, incluidas las relaciones en que allá de lo hecho, en materia de exposición y crítica de teorías sobre la distinción
aunque haya intervención de algún ente pútilico, éste actúe despojado de del Derecho en público y privado.
imperium.
Sección segunda
Esa opinión ha sido, al menos según su letra, acogida o presupuesta en va- EL DERECHO CIVIL*
rias ocasiones por la jurisprudencia. Así, según la sentencia de 3 julio 1941, la
distinción se basaría en que se actúe o no como poder público (con imperium), y
no —agrega la de 19 febrero 1958—, aunque sea el Estado, como simple persona §4
jurídica en posición de igualdad con la otra parte contratante. En parecidos tér-
CONCEPTO Y CONTENIDO DEL DERECHO CIVIL
minos las sentencias de 16 de marzo 1964, 4 marzo 1967, 24 junio 1968 y 30
abril 1976. Ver también las de 20 marzo 1975 y 9 junio 1998.
SUMARIO: 1. El Derecho civil, Derecho privado general.-2. Derechos privados espe-
A otros efectos pero en conexión con el tema Derecho público-Derecho pri- ciales.-3. Contenidov definición del Derecho civil.-4. El Derecho civil, unidad
vado, y relaciones jurídicas de uno u otro tiempo, véase la sentencia de 17 abril histórica.-5. Otros sentidos de la expresión «Derecho civil».--6. Otros pretendi-
1963.
dos Derechos privados especiales.
Ahora bien, la realidad es que hay muchos organismos que son oficia- 1. El Derecho civil, Derecho privado general.—E1 Derecho civil es
les, que se regulan por disposiciones que forman parte del Derecho público,
y no del privado, y que en las relaciones en que intervienen como tales en- Derecho privado, pero no es todo el Derecho privado, sino sólo el Derecho
tes oficiales, no se encuentra por ningún lado dónde se halle el imperium R.D.P., 1989, pág.
que —según ese criterio que no comparto— caracteriza como pública la re- * ACOSTA-ROMERO, El fenómeno de la descodificación en el Derecho civil,
611; ALGUER, «Ensayos varios sobre temas fundamentales de Derecho civil, I, Qué es el Derecho ci-
lación en cuestión. Ello se debe a que en los amplios cometidos, la reali- vil», en R.J.C., 1931, págs. 43 y ss.; ALVAREZ-SALA WALTHER, «El Derecho civil del siglo XXI»,
Dos etapas en la evolución histórica del Derecho ci-
zación de los cuales ha asumido la moderna Administración pública, hay R.D.N., 1989, pág. 7; AMOROS GUARDIOLA,
en Libro-homenaje a Roca Sastre, I, 1976, págs. 493 y ss.; ARCE Y FLOREZ VALDES,
El Dere-
vil,
muchos que no exigen la utilización de la potestad de mando. Pero no por cho civil constitucional, Madrid, 1986; BARBANCHO TOVILLAS, Doctrina constitucional y Derecho

eso dejan de ser de Derecho público los organismos que se encargan de la 1956, y allí abundante bibliografía; Con-
civil, Barcelona, 1994; BONET, Derecho civil, Introducción',
La constitucionalización del Código civil,
gestión de aquéllos ni deja de ser Derecho público el que regula las rela- cepto y fuentes del Derecho civil, 1940; BONET CORREA,
Centenario del C.c., dirigido y coordinado por Rico Pérez, t. I., Madrid, 1989, pág. 177; DE BUEN,
ciones correspondientes. Y por eso hay que rechazar el criterio que monta Introducción al estudio del Derecho civil,
1932; «Sobre el concepto de Derecho civil», R.D.P., 1921;
el Derecho público sobre la potestad de imperium. Otra cosa es que ésta sí BUSNELLI, «El Derecho civil entre Código y Leyes especiales», R.G.L.J., 1985, t. 258, pág. 757; CA-
El Derecho civil, señas,
sea precisa a ciertas personas de Derecho público (piénsese en los entes te- PITAN'', Introducción a l'etude du Droit civil', 1929; CARRASCO PERERA,
1988; CASTAN, «La ordenación sistemática del Derecho civil», en R.G.L.J.,
rritoriales). imágenes y paradojas,
Madrid, 1933; DE CASTRO, «Hacia
1954, abril-mayo, y ed. separada; Hacia un nuevo Derecho civil,

36 37
MANUEL ALBALADEJO § 4 CONCEPTO Y CONTENIDO DEL DERECHO CIVIL

privado general. Regula, pues, las materias privadas para las que no haya
dictadas normas o disposiciones particulares constitutivas de otros Derechos
privados especiales.
una definición del Derecho civil», R.ED.U.M., 1942, pág. 230; COING, Zur Geschichte des Privats-
rechtssystem, 1962; DE LA CUESTA, «Sobre algunos puntos destacados en el debate civilístico de los 2. Derechos privados especiales.----Actuámente, entre nosotros, de-
años ochenta. Del siglo XIX: las fuentes del Derecho y las personas jurídicas», R.D.P., 1990, pág. 112;
DE CUPIS, Osservatorio su! Diritto civile, Milán, 1992; DIEZ-PICAZO, «El sentido histórico del De- ben considerarse como Derechos privados especiales el Derecho mercantil,
recho civil», en R.G.L.J., 1959, II, págs. 595 y SS.; Derecho y masificación social, tecnología y Dere- y la parte no pública del Derecho del trabajo (laboral), los cuales se rigen
cho privado, 1987; «Codificación, descodificación y recodificación», A.D.C., 1992, pág. 473; DUBOU
CHEP, La pensée juridique avant aprés le Code civil, 3.° ed., Lyon, 1994; FERNANDEZ CAVAJAL,
por leyes propias, son estudiados por una doctrina científica distinta de la
Nota sobre el Derecho constitucional como nuevo Derecho común, Homenaje a Roca Juan, Murcia,
que se ocupa el Derecho civil, y constituyen disciplinas autónomas en los
1989, pág. 257; FIGA FAURA, «Colisión interestatal de ordenamientos: Derecho civil y Derecho mer- planes de estudio de nuestra Facultad de Derecho.
cantil. Normas de conflicto», A.D.C., 1981, pág. 41; «Los civilistas y la evolución histórica del Dere-
cho mercantil», A.D.C., 1984, pág. 369; «Invasión del ámbito civil por las normas mercantiles», A.A.M.N., Pero, el tema de los Derechos especiales, requiere aún el siguiente esclareci-
t. XXXVIII, pág. 173; GHISALBERTI, La codificazione del Diritto in Italia: 1865-1942, Roma, 1994;
Unitá nazionale e unificazione giuridica in Italia, Roma, 1994; GIL RODRIGUEZ, «Acotaciones para miento.
un concepto del Derecho civil», A.D.C., 1989, pág. 317; GONZALEZ-VARAS IBAÑEZ, «Derecho pú- Según se dijo', norma jurídica especial es la que se aparta de la general
blico y Derecho privado», R.D.P., 1992, pág. 947; HALPERINI, Le impossible Code civil, París, 1992; para -con el criterio que preside ésta- regular en particular, habida cuenta de
HARTKAMP/HESSELINK y otros, Towards an European Civil Code, 1994; HERNANDEZ-GIL, An- sus peculiaridades, ciertas situaciones. Y también se dijo que el conjunto de ta-
tonio, «El concepto del Derecho civil», en R.D.P., 1943, págs. 384 y ss.; «Derecho civil», en N.E.J., I,
1950, págs. 159 y ss., y allí bibliografía, y «Del Derecho rallan() como Derecho civil al Derecho civil
les normas podía llamarse Derecho especial. Ahora bien, esto es en el sentido,
no de que formase una unidad aparte por razón de la materia, sino simplemente
como Derecho privado, en Estudios Castán», V, 1969, págs. 339 y ss.; «Derecho civil», en N.E.J. Seix,
I, 1950, pág. 159; «Reflexiones sobre el futuro del Derecho civil», R.D.P., 1957, pág. 1175; IRTI, de que bajo tal título se entendía aludir a la totalidad de las normas especiales
I cin-
quan'tanni del Codice civile. All'insegna del pesce doro, Milán, 1992; La edad de la descodificación, (cada una en su sector y coexistiendo en el mismo Cuerpo legal con las gene-
traducción española de Rojo Ajuria, Barcelona, 1992; JORDANO, «Concepto y valor del Derecho ci- rales) que hubiese.
vil», en R.D.P., 1962, págs. 717 y ss.; «Derecho civil, Derecho privado y Derecho público», en R.D.P., Pero ahora hablo de Derecho especial en otro sentido: en el de conjunto uni-
1963, págs. 868 y ss.; «Derecho civil y Derecho del trabajo», en R.D.P., 1964, págs. 1.023 y ss.; «De- tario de normas que separadamente del Derecho general, y formando un Cuerpo
recho civil y Derecho mercantil», en R.D.P., 1964, págs. 175 y ss., y «Derecho civil y Derecho agra-
rio», en R.D.P., 1964, págs. 721 y ss.; LALAGUNA, «La relación entre el Derecho civil y el Derecho
legal aparte, regulan una institución o materia determinada. En este sentido es De-
mercantil», en R.G.L.J., 1968, II y ed. separada; LOPEZ Y LOPEZ, Constitución, código y leyes espe- recho especial el mercantil o el de arrendamientos urbanos. Mas, todavía hay que
ciales. Reflexiones sobre la llamada descodificación, Centenario del Código civil, Asociación de Profe- señalar que el primero, constituyendo una disciplina autónoma en el plan de es-
sores de Derecho civil, t. II, Madrid, 1990, pág. 1163; MARTINEZ DE AGUIRRE Y ALDAZ, El De- tudios de nuestras Facultades, es un Derecho privado especial que cae fuera del
ámbito del civil o general, y del que, por tanto, no he de ocuparme aquí. Mien-
recho civil a finales del siglo XX, Madrid, 1991; MARTINEZ CALCERRADA, Significación del Derecho
civil ante la crisis, Centenario del C.c., dirigido y coordinado por Rico Pérez, t. II, Madrid, 1989, pág.
325; MOISSET DE ESPANES: «El nuevo Código civil paraguayo», R.G.L.J., sept.-oct., 1989, pág. 475; tras que el segundo, aunque especial, en el sentido dicho, sin embargo, no cons-
DE LOS MOZOS, «El Derecho común en la formación del Derecho civil», en Estudios Serrano, I, 1965, tituyendo una disciplina aparte en aquel plan de estudios, ha de ser objeto de exa-
págs. 157 y ss., y «La formación del concepto del ius civile en el Derecho romano», en R.G.L.J., 1969, men dentro del Derecho civil, que, de esta forma, puede decirse que siendo derecho
II, págs. 529 y ss.; «El Derecho natural en la formación del Derecho civil», Estudios Castán, VI, 1969, privado general, sin embargo, alberga Derechos especiales en el sentido de regu-
laciones -contenidas en las llamadas leyes especiales- relativas a ciertas figu-
pág. 581; Derecho civil: método, sistemas y categorías jurídicas, Madrid, 1988; DE MARINO, «Intro-
ducción a la constitucionalización del derecho civil», R.G.L.J., 1986, t. 260, pág. 3; O'CALLAGHAN, ras particulares que tienen para ellas normas peculiares distintas de las aplicables
La constitucionalización del Derecho civil y la jurisprudencia constitucional de la Sala I.° del Tribu-
nal Supremo, Homenaje Vallet, t. VI, Madrid, 1988, pág. 427; «Jurisprudencia constitucional de la Sala al tipo general de figura al que pertenecen. Tal es el caso del arrendamiento de
1.' del Tribunal Supremo», P.J., núm. 14, 1989, pág. 163; «Incidencia de la Constitución en la aplica- inmuebles urbanos, regulado por la Ley de Arrendamientos Urbanos (L.A.U.), y
ción del Derecho civil», A.C., 1988, pág. 1; PASCUAL QUINTANA, En torno al concepto del Dere- no por los artículos que sobre arrendamiento de cosas contiene el Código; y lo
cho civil, 1959; «El problema de las autonomías o especialidades jurídicas», en R.G.L.J., 1958, II, y ed. mismo puede decirse del arrendamiento de fincas rústicas, regulado por la Legis-
separada, y «La encrucijada del Derecho civil», en Estudios Castán, I, 1968, págs. 417 y ss.; PERLIN- lación de arrendamientos rústicos, y no por el Código; y de la propiedad intelec-
GIERI, «Por un Derecho civil constitucional español», A.D.C., 1983, pág. 1; 11 Diritto civile nella le-
galitá costituzionale, 2.° ed., Nápoles, 1991; REINACH, Fondamenti «a priori» del Diritto civile,
Mi-
lán, 1990; RODRIGUEZ-ARIAS, Concepto y fuentes del Derecho civil español, 1956, y «Orientaciones
modernas del Derecho civil», en R.G.L.J., 1964, II, págs. 393 y ss.; ROJO AJURIA, en C.C.J.C., núm. 13, materia civil y procesal civil, Madrid, 1994; SEBASTIÁN LORENTE, «La Comisión General de Co-
Milán, 1994; TO-
dificación», A.C., 1993-4, pág. 805; SESTA, Per i cinquan'tanni del Codice civile,
1987, pág. 4413; RUIZ VADILLO, «La Constitución española y el Derecho civil», R.D.P., 1979, pág. RRALBA SORIANO, «El Derecho civil desde la codificación hasta el tiempo presente», R.G.L.J., sept.-
233; SALVADOR CODERECH, Derecho civil, en la obra colectiva la enseñanza del Derecho en Es- Barcelona, 1963; VARIOS
paña, Madrid, 1987, pág. 44; SANCIÑENA ASURMENDI y otros, «La Constitución española de 1978 oct., 1975; VALLET DE GOYTISOLO, Panorama del Derecho civil,
Padua, 1991; DE LA VEGA BENAYAS, «So-
y el Derecho privado», R.J.N., núm. 3, 1987, pág. 97; SANTORO PASARELLI, Ordinamento e Diritto AUTORES, La civilistica italiana dagli anni 50 ad oggi,
civile: ultimi saggi, Nápoles, 1988; SANTOS BRIZ, «El Derecho civil: evolución de su concepto y ten-
bre el benéfico influjo de la Constitución en el Derecho civil», La Ley, 1984-3, pág. 892; WELZEL,
dencias actuales», en R.D.P., 1977, págs. 14 y ss.; SARAZA, Doctrina constitucional aplicable en Derecho natural y justicia material, traducción española, Madrid, 1957.
' Supra, § 2, núm. 10.

38 39
MANUEL ALBALADEJO § 4 CONCEPTO Y CONTENIDO DEL DERECHO CIVIL

tual, regulada por la Ley de Propiedad Intelectual, y no por los artículos del Có- 1.0 Actualmente la expresión «Derecho civil» se utiliza, también, en
digo referentes al derecho de propiedad. otros sentidos: así, cuando se contrapone a Derecho canónico, Derecho ci-
vil significa Derecho (todo el Derecho, luego no solamente el estrictamente
3. Contenido y definición del Derecho civil.—Separadas del tronco civil, sino también el penal, el administrativo, etc.) del Estado, frente al De-
central del Derecho privado esas dos ramas —mercantil y laboral— el De- recho de la Iglesia (canónico).
recho civil abarca el resto (privado general), compuesto por las siguientes 2.° Históricamente «Derecho civil» ha significado, principalmente 3:
materias (bien en su totalidad, bien, al menos, en su parte básica): la perso- A) En Roma, el Derecho peculiar de cada pueblo, el que éste cons-
nalidad (física y jurídica), la familia, el patrimonio y la sucesión hereditaria. tituye por sí y para sí. En tal sentido se habla de Derecho civil de los ro-
manos o de Derecho civil de los atenienses; e ius civile se contrapone a ius
Es en ese sentido de ramas separadas del tronco central del Derecho privado,
en el que se habla ahora de Derechos especiales. Sentido distinto al que tiene esta gentium, que es aquella parte del Derecho compuesto por las reglas comu-
expresión cuando significa' conjunto de normas especiales. Por tanto, incluso el nes a todos los pueblos.
Derecho privado general (contrapuesto al Derecho especial en aquel primer sen- B) Desde la Edad Media, por Derecho civil se entiende el Derecho
tido) contiene normas de Derecho especial (en este segundo sentido). romano, en contraposición a los Derechos de los diversos reinos y comu-
nidades entonces existentes. lus civile, ya no es el propio y peculiar de un
A la vista de lo dicho, se puede definir el Derecho civil como «Dere- pueblo, sino el Derecho romano (todo), el máximo Derecho de la Antigüe-
cho privado general, que regula las relacionts más comunes de la convi- dad, magna obra que sobrevivió a la caída del Imperio y, compilado por el
vencia humana». emperador Justiniano, conservó enorme autoridad en la Edad Media, consi-
derándosele como una especie de Derecho común y universal.
La sentencia de 5 diciembre 1921 dijo del Derecho civil «que es el llamado C) Que con la expresión «Derecho civil» se designe el Derecho pri-
a juzgar de todos los actos o hechos de la vida privada social». vado (o bien sólo el privado general) es cosa que se va realizando paulati-
namente; a fines del siglo XVIII ya está extendida la nueva acepción, y las
Independientemente de la posibilidad de formular o no una definición codificaciones de la época, especialmente la francesa, de 1804, la difunden
exacta de Derecho civil, lo que sí se puede asegurar es que, por la diver- y le dan estado oficial, al calificar de Código civil de los franceses al Cuerpo
sidad de materias que regula, toda definición que no sea descriptiva, difí- legal que recoge el Derecho privado general de Francia.
cilmente evocará, en aquel que inicia su estudio, lo que verdaderamente es
y encierra esta rama jurídica. Por eso es, quizás, más práctico describir su La razón de ello es doble. Por un lado, lo que de Derecho público contenía
objeto, diciendo que «Derecho civil es el Derecho privado general que re- la compilación justiniana, había caído en desuso (por el cambio de circunstancias
gula la personalidad, la famika, las relaciones patrimoniales y la sucesión y organización política), aplicándose sólo el Derecho privado, por lo que, insen-
hereditaria». Siendo de advertir que entre esas relaciones patrimoniales se siblemente, lo que se venía denominando Derecho civil, era sólo Derecho privado.
hallan los derechos sobre cosas —derechos reales, de res = cosa— y los Por otro lado —y presupuesto lo anterior—, ante el florecimiento de nuevos De-
derechos a una determinada prestación que realice otra persona a favor nues- rechos nacionales, se hablará de Derecho civil francés o italiano, etc., para refe-
rirse a sus respectivos Derechos privados; desapareciendo del lenguaje la exclu-
tro —derechos de obligación.
Siva aplicación del término civil al Derecho romano.
4. El Derecho civil, unidad histórica.—El Derecho civil no consti-
tuye una unidad lógica, sino histórica, en cuanto que han sido razones de
6. Otros pretendidos Derechos privados especiales.—Por la diversi-
dad de las partes que lo componen, por la amplitud adquirida por algunas
este tipo las que han determinado la agrupación, bajo el nombre de «Dere-
de ellas y por el afán de especialización, ha habido y hay intentos de se-
cho civil», del conjunto de materias que actualmente lo forman.
parar nuevas ramas (nuevas Derechos) especiales, del tronco del privado ge-
5. Otros sentidos de la expresión «Derecho civil».—Ahora bien, si neral (civil), fraccionando, así, aún más el Derecho privado. Se habla de
ciertamente, hoy el Derecho civil, en sentido estricto, es lo más arriba se- Derecho hipotecario, de Derecho agrario, etc. Sin embargo, hoy por hoy, en
ñalado, debe advertirse que:
Digo principalmente, porque tiene otras varias acepciones, que coexisten con las que señalo en
Supra, § 2, núm. 10. el texto.

40 41
MANUEL ALBALADEJO § 5 PLAN DEL DERECHO CIVIL

la enseñanza de nuestras Facultades de Derecho, esas pretendidas nuevas ra- cierto punto de vista: por ejemplo, el sector relativo a la familia, del atinente a
mas aún no han alcanzado independencia, es decir, no son objeto de una las obligaciones (que es —como sabemos— un subsector del Derecho civil patri-
disciplina aparte; razón por la que la exposición de nuestro Derecho civil monial). Pero ello no implica sino la necesidad de admitir divisiones dentro del
debe abarcarlas también. Derecho civil; divisiones que pueden titularse «Derecho de familia», «Derecho de
obligaciones», etc., aludiendo, no a que constituyan un Derecho independiente,
Mucho se ha discutido sobre la separación o independencia o autonomía (la sino al conjunto de normas jurídicas (las referentes a la familia, a las obligacio-
terminología no es unánime; pero con ella se quiere indicar lo antes señalado) de nes, etc.) que —dentro del Derecho civil total— abarcan.
nuevas ramas del Derecho privado. Al desacuerdo me parece que ha contribuido
el no haber distinguido siempre debidamente diversas clases (legislativa, doctri-
nal, didáctica y científica) de autonomía, separación o como quiera denominársele. §5
Por ejemplo, la llamada autonomía legislativa (que sólo consiste en que el PLAN DEL DERECHO CIVIL
sector jurídico de que se trate esté regulado separadamente), depende únicamente
de la conveniencia de hacer una ley aparte; y la tiene —entre otros— el Derecho SUMARIO: 1. Necesidad de un plan.-2. Planes más usuales y plan adoptado.-3. Con-
hipotecario (Ley Hipotecaria). Pero no porque tenga autonomía legislativa, se va tenido concreto de cada parte.
a pretender que una parte del Derecho civil sea independiente, como si, ponga-
mos por caso, por el hecho de que la materia testamentaria viniese a encontrarse
anticuada y se dictase para regularla una ley nueva, se pretendiese que del Dere- 1. Necesidad de un plan.—El conjunto de disposiciones que compo-
cho civil se desgajara un nuevo Derecho: el iltestamentario. nen el Derecho civil requiere una ordenación, lo mismo para ser estructu-
La llamada autonomía doctrinal consiste en que el sector jurídico de que se rado adecuadamente en un Cuerpo legal por el legislador, que para ser ex-
trate sea estudiado por la doctrina (por los autores) con independencia; de tal forma puesto científicamente por los tratadistas.
que llegue a existir una doctrina (conjunto de libros o tratados) relativa al parti-
cular. Como hay autores civilistas, mercantilistas, administrativistas, especializados
en tales materias, que estudian y escriben sobre ellas, también hay, o puede ha-
2. Planes más usuales y plan adoptado.—Dentro de los diversos pla-
nes de ordenación que los Códigos o la doctrina han adoptado, señalaré sólo
ber, hipotecaristas4, matrimonialistas, etc., que hayan creado o puedan llegar a crear
una doctrina aparte que se ocupe, no de todo el Derecho civil, sino sólo de la hi-
los dos principales, y ambos en su estructura más generalizada, pues den-
poteca o del matrimonio. Pero ya se comprende que no por eso se desgajaría del tro de ellos, también hay discrepancias entre sus seguidores:
Derecho civil, ni un Derecho hipotecario ni uno matrimonial, pues sólo se trata- 1.0 El llamado plan de Gaio o romano-francés, por haber sido utili-
ría de que determinados civilistas habrían dedicado su atención, no a todo el De- zado por aquel jurisconsulto romano en su Instituta, por Justiniano en la
recho civil, sino sólo a una parte del mismo. suya, por los comentaristas de ésta y por el Código civil francés. A tenor
La llamada autonomía didáctica consiste sólo en que en los planes de estu- de dicho plan, y dentro de variantes del mismo, el Derecho civil se divide
dio, determinado sector del Ordenamiento jurídico sea objeto de una disciplina o en tres partes: personas, cosas y acciones o modos de adquirir. En su orien-
asignatura particular. Ahora bien, en nuestras Facultades se estudia Derecho civil,
Derecho mercantil y Derecho del trabajo. Aquellos dos y éste (en la parte que no
tación más extendida —y salvo modificaciones introducidas en ciertos ca-
es Derecho público) abarcan todo el Derecho privado; luego ramas didácticamente sos por las legislaciones o autores que lo siguen— dentro de la primera
autónomas de dicho Derecho privado no hay otras que la mercantil y la laboral. parte se comprende la persona y la familia; dentro de la segunda, el Dere-
Por último, en mi opinión, no es posible hablar de autonomía científica de cho relativo a las cosas o bienes, o sea, el que regula los derechos reales
ninguna rama especial del Derecho privado, pues por lo menos todo él (con lo o derechos sobre aquéllas; y dentro de la tercera (más o menos acertada-
que no entro en si también el público) forma una unidad, en cuyo campo total mente, por muchas razones) lo atinente a los modos de adquirir tales dere-
valen y se utilizan los mismos conceptos y categorías científicas. chos y, como tales modos, los vínculos obligatorios (Derecho de obligacio-
La negación de autonomía a las susodichas partes del Derecho civil no quiere nes) y la sucesión por causa de muerte (Derecho sucesorio o hereditario).
decir que dentro de él no haya unas perfectamente diferenciadas de las otras, e,
incluso —como se verá al estudiarlas en particular—, ralicalmente distintas, desde 2.° El llamado plan de S avigny o alemán —que es el más difundido
modernamente—, por haber sido adoptado por dicho jurista alemán, por
gran parte de los pandectistas y civilistas alemanes y por el Código civil
° Aunque en nuestra terminología corriente se llama hipotecarista al que se ocupa del denominado de ese país. A tenor de este plan, el Derecho civil se divide en dos par-
Derecho hipotecario, que estudia no sólo la hipoteca, sino todo el Derecho inmobiliario registral, a ve- tes: una general, que engloba lo relativo a los elementos comunes a todas
ces sin tratar de la hipoteca, que queda para el Derecho de bienes.
las figuras jurídicas civiles y, dentro de ello, a la persona como sujeto del
42 43
MANUEL ALBALADEJO § 6 EL DERECHO CIVIL ESPAÑOL

Derecho; y otra especial, que, a su vez, se subdivide en cuatro que, res- §6


pectivamente, tratan de: derechos sobre las cosas o derechos reales; obli- EL DERECHO CIVIL ESPAÑOL
gaciones o vínculos que confieren a una persona el derecho a exigir a otra
una prestación; familia; y sucesión hereditaria. En este plan, que es el que SUMARIO:
1. Concepto.-2. No uniformidad del Derecho civil español.-3. Limitación
seguiré, ha sido discutido si —para mayor claridad y rigor, yendo de lo de nuestro estudio al Derecho positivo civil español común.-4. Cuerpos legales
más simple a lo más complejo— el Derecho de cosas debe preceder al de básicos que contienen nuestro Derecho civil común y los forales.
obligaciones, o éste a aquél; habiéndose inclinado en la actualidad el vi-
gente plan de estudios de nuestras Facultades de Derecho, por la segunda 1. Concepto.—Si el concepto de Derecho civil lo referimos al Dere-
cho patrio, se puede decir que el Derecho civil español es el Derecho pri-
solución. Por ello, el orden que, en definitiva, adoptaré al exponer el De- vado general que en España regula o ha regulado —según se trate del De-
recho civil será: 1.0 Parte general; 2.° Derecho de obligaciones; 3•0 Dere- recho civil vigente o del histórico— las relaciones más comunes de la
cho de cosas o bienes; 4.° Derecho de familia; 5.0 Derecho de sucesión he-
reditaria. convivencia humana.
el Derecho ci-
3. Contenido concreto de cada parte.—Es más seguro el contenido con- 2. No uniformidad del Derecho civil español.—Pero
vil vigente en España no es uno sólo para todo el territorio nacional, sino
creto que corresponde a cada Parte especial; en ellas —como se acaba de ver—
se exponen, respectivamente, los Derechos de obligaciones, bienes, familia y su- que coexisten varios. De ellos, uno —llamado común 1— es aplicable, di-
en otros, a todo el país, y otros
cesiones. Queda, pues, sin tratar en las mismás un tema central del Derecho ci- rectamente en unos casos y supletoriamente
vil, la persona, que ha de examinarse en la Parte general, porque, construido —llamados forales— lo son sólo a determinadas regiones (regiones forales).
todo aquél en función de ella, sobrepasa el ámbito de cada Parte especial, y
debe de ser conocida con anterioridad a entrar en éstas, que la presuponen. En 3. Limitación de nuestro estudio al Derecho civil positivo español
la Parte general se tratan, además, como temas comunes a las diversas partes común.—Aquí prescindo, en principio, del estudio de nuestro Derecho ci-
especiales, que también requieren ser conocidos previamente, la relación jurí- vil histórico, del de la formación histórica del vigente (salvo una breve re-
dica, el objeto del Derecho y los hechos jurídicos, así como ciertas categorías ferencia a los precedentes y elaboración de nuestro Código civil y Comps.
de derechos que, por diversas razones, no son objeto de estudio en una Parte forales), limitándome al estudio del Derecho civil positivo español común.
especial; y a todo ello precede una Introducción, donde se estudia el Derecho
objetivo y sus fuentes. Ciertamente, cuando se desarrolle lo anterior, se verá que
en dicha Introducción y Parte general hay materias no exclusivamente privadas 4. Cuerpos legales básicos que contienen nuestro Derecho civil co-
generales, es decir, civiles; ello es debido a ser el Derecho civil el Derecho co- mún y los forales.—Nuestro Derecho civil común se halla recogido fun-
mún (aplicable en defecto de normas de otra rama jurídica particular), en cuya damentalmente en el Código civil, aunque, en cuanto a extensión legisla-
exposición científica también se engloban los puntos que, aun sin ser exclusi- tiva, sea mayor la del conjunto de leyes que, además del Código, regulan
vamente civiles, no son, sin embargo, tampoco exclusivos de una de dichas ra- materia civil. Los Derechos forales se hallaban recogidos principalmente en
mas jurídicas particulares. sus respectivas Compilaciones, que hoy algunas regiones forales han susti-
Aunque no son propiamente (o no lo son exclusivamente) materias privadas tuido por Codificaciones de su Derecho civil regional, habiéndose dictado,
generales, se suelen estudiar dentro del Derecho civil algunas, como las fuentes además, en todas ellas más leyes civiles.
del Derecho (cuya verdadera sede se halla en la Teoría general del Derecho, dis-
ciplina que falta en el plan de estudios de nuestras Facultades), la nacionalidad
(cuya verdadera sede se halla en el Derecho político o en el internacional, etc.).
Materias para las que el que se acepte tradicionalmente entre nosotros que sean
estudiadas dentro de las exposiciones de Derecho civil, se apoya en el hecho de
que su regulación está incluida en el Código civil, y —como se acaba de ver—
en la consideración (que fundamenta dicha inclusión) de que siendo el Derecho
civil Derecho común (en el sentido de Derecho aplicable en defecto de normas
de cualquier otra rama jurídica), corresponde tratar en él de lo que (quizás, a
veces, injustificadamente) se estima que no pertenece a una rama jurídica par- ' No en el sentido, ya visto, de Derecho aplicable en defecto de otro, sino en el sentido del te-
ticular. rritorio al que se aplica.

45
§ 8 LA CODIFICACIÓN ESPAÑOLA
MANUEL ALBALADEJO
cación a los casos no previstos; a la facilitación del conocimiento del Derecho (con-
Seccion tercera tenido en el Código, y no disperso en disposiciones separadas), etc.
Por eso se explica el triunfo que en la realidad ha obtenido la idea codifica-
LA CODIFICACIÓN EN GENERAL Y LA DE NUESTRO
DERECHO CIVIL dora, lo mismo en el pasado siglo que en lo que va de éste.
hacia fines del si-
3. El movimiento codificador.—Principalmente
§7 glo XVIII, se produce en Europa un movimiento codificador que habría de
LA CODIFICACIÓN EN GENERAL dar a luz los modernos Códigos civiles, algunos de ellos aún vigentes, al
cabo de más de un siglo. El «Derecho territorial general de los Estados pru-
SUMARIO: 1. Codificación y compilación.-2. Ventajas e inconvenientes de la codifica- sianos» (Allgemeines Landrecht für die preussischen Staaten) de 1794, el
ción.-3. El movimiento codificador. Código civil francés de 1804 y el Código austríaco de 1811, son producto
del mismo. De ellos, sin duda, el que más influencia ha ejercido dentro y
1. Codificación y compilación.—Una recopilación o compilación de fuera de Europa ha sido el Código francés, promulgado bajo Napoleón, y,
leyes es simplemente una colección de disposiciones de diferentes procedencias en gran parte, como fruto del propósito personal de éste.
y tiempos que se reúnen y ordenan con criterios que pueden variar (así, por Señalando, de otras codificaciones, sólo las más interesantes para no-
materias, cronológicamente, etc.), pero que conservan su individualidad, no sotros (bien por la influencia ejercida sobre los redactores de nuestro Có-
llegando a formar un verdadero organismo, careciendo, por ello, de unidad digo, bien por su perfección, bien por cualquier otra razón justificadora),
interna. Diferentemente, un Código es un coitunto de disposiciones, ordena- podemos enumerar los siguientes Códigos: el italiano de 1865, el portugués
das sistemáticamente, que, de modo completo y unitario, regula una materia. de 1867 (sustituido hoy por otro de 1966), el alemán de 1896, el suizo (de
Nuestro Derecho civil —como he dicho— se halla recogido funda- obligaciones) de 1911, los suizos (civil y de obligaciones) de 1912 (fecha
mentalmente en un Código puesto en vigor en el ario 1889. de entrada en vigor) y el italiano de 1942.
2. Ventajas e inconvenientes de la codificación.—La materia civil es, sin
duda, preferible que se halle regulada en un Código que de otra manera. En ese §8
sentido debe decidirse —al menos para nuestra disciplina— la antigua controver- LA CODIFICACIÓN ESPAÑOLA
sia sobre las ventajas e inconvenientes de la codificación, mantenida especialmente
a principios del pasado siglo en Alemania, y cuyas figuras más representativas SUMARIO: 1. La codificación española.-2. La Ley de Bases.-3. Redacción y entrada
fueron, de una parte, Thibaut, reclamando la formación de un Código , y de otra en vigor del Código.-4. Las dos ediciones del Código civil.
Savigny 2, oponiéndose a ella sobre la base de que siendo el Derecho un producto
del Espíritu del Pueblo, un producto de la Historia, podría verse cristalizado, pa- España el deseo codificador sen-
ralizado en su desenvolvimiento ulterior, al ser codificado. 1. La codificación española.—En
Es innegable que regirse por un Código tiene inconvenientes, siendo el princi- tido ya en el siglo XVIII, de primera intención no consigue un Código, sino
pal el carácter de permanencia (un Código no es —por muchas razones— cosa para una mera recopilación, la Novísima Recopilación (1805), con la que se pensó,
cambiar con frecuencia) que tendencialmente confiere a la regulación que establece; quizás, alcanzar parte de los objetivos a que se aspiraba con aquél. Pero re-
lo cual, a primera vista, obstaculiza seriamente su evolución a tenor de las exigen- almente ni siquiera se consiguen plenamente los propósitos de completar la
cias de la vida. Mas, en particular, ese inconveniente principal puede salvarse, al Nueva Recopilación (1567), modernizarla y subsanar sus defectos.
menos en parte, mediante oportunas modificaciones, que, sin cambiar el Cuerpo le- El primer paso eficaz para la codificación es la propuesta para que se
gal en su integridad, pongan a la altura de los tiempos los puntos que lo requieran. llevase a cabo la de las más importantes ramas de nuestro Derecho, hecha
Y, por otro lado, aun de estimarse los inconvenientes insalvables, las ventajas que
un Código ofrece son superiores a aquéllos. Contándose entre tales ventajas las in- (por el diputado Espiga y Gadea) y aprobada en las Cortes de Cádiz
herentes: a la simplicidad y a la regulación sistemática; a la existencia de unos prin- La Constitución de 1812, en su artículo 258, decía: «El Código civil,
cipios generales unitarios que, presidiendo el todo legislado, permitan su clara apli- el criminal y el de comercio serán unos mismos para toda la Monarquía...»
Y en aplicación de dicho precepto, se llegó a nombrar una Comisión en-
cargada de redactar un proyecto de Código civil. Pero la reacción de 1814
Über die Notwendigkeit emes allgemeinen bürgerlichen Rechts fir Deutschland, 1814.
2Von Beruf unserer Zeit fir Gesetzgebung und Rechtswissenchaft, 1814. interrumpió sus trabajos.
Ambos trabajos recogidos en el libro Thibaut y Savigny. La codificación, 1970.
47
46
MANUEL ALBALADEJO § 8 LA CODIFICACIÓN ESPAÑOLA

Bajo el nuevo período constitucional (1820-1823) reaparece el propósito co- Registro Civil (1870), etc. Con ese sistema se pretendió satisfacer las necesidades
dificador, y la Comisión redactora del Proyecto de Código civil, nombrada en de la práctica.
1820, llegó a presentar uno que abarcaba un Título preliminar y parte del Libro
I (año 1821). De nuevo, se reanuda la empresa codificadora. Para suprimir los moti-
Restablecido el régimen absolutista en 1823, desaparece la Comisión redac- vos de oposición foralista, se agregan a la Comisión de Códigos (por R. D.
tora, pero no se abandona la idea de codificación, que pasa a convertirse en as- de 2 febrero 1880) representantes de los territorios forales. El plan es tra-
piración general, dando como resultado el Proyecto (de carácter particular) de Go-
rosabel (1832). bajar sobre la base del Proyecto de 1851, pero debiendo recogerse, para ge-
Reanudados los trabajos para la codificación del Derecho civil, en 1833 se neralizarlas a toda España, aquellas instituciones forales que fuese conve-
encargó por Real Decreto de la redacción de un Proyecto a Cambronero, y al no niente; además de mantenerse en vigor, excepcionalmente, sólo para los
poder terminarlo por muerte, otro Real Decreto, de 1834, encomendó la conclu- correspondientes territorios, aquellas otras propias de éstos que, debiendo
sión del mismo a una Comisión, que lo concluyó en 1836. mantenerse, no fuesen aptas para ser generalizadas. A tales efectos, los re-
presentantes forales redactaron sendas Memorias sobre las instituciones ci-
El más importante Proyecto de Código civil que la historia de nuestra viles de sus territorios respectivos.
codificación ofrece es la de 1851, fruto de la labor de la Sección corres- Alonso Martínez, Ministro de Gracia y Justicia, considerándolo como
pondiente de la Comisión General de Códigos, que, creada en 1843 y re- el mejor camino para llegar a buen término, presenta al Senado (1881)
constituida en 1846, dio cima al Proyecto y lo remitió al Gobierno el 8 un Proyecto de Ley de Bases para la formación del futuro Código. Así
marzo 1851. Su artífice máximo es García Goyena (que en 1852 publicó las Cortes podrían aprobar «los grandes principios y las bases fundamentales
sobre él sus «Concordancias, motivos y comentarios del Código civil es- de la legislación civil», y de la redacción —en aplicación de ellos— del
pañol»). Sus caracteres son: liberalismo decidido, progresismo moderado, Código se encargaría la Comisión Codificadora, en cuyo seno se confiaba
criterio unificador a base del Derecho de Castilla (Derecho común; con la llegar más fácil y rápidamente a un acuerdo (especialmente con los fo-
consiguiente derogación de los Derechos forales), y afrancesamiento noto- ralistas) que por el procedimiento de discusión parlamentaria de un Pro-
rio (siguiendo al Código Napoleón en su plan general, en su orden de ma- yecto de Código. El Proyecto de Ley de Bases, de espíritu gemelo al del
terias, en muchos artículos literalmente, en recoger instituciones de origen R. D. de 2 febrero 1880, .tropezó con la oposición de las Cortes, que de-
francés, etc.), a pesar de que en teoría —según sus autores— tomó como seaban se les sometiese al Proyecto íntegro de Código, y con la de los
modelo nuestro Derecho histórico, y de que en ciertas partes conserva la foralistas, a los que, entre otras cosas, no satisfacía que, aun aceptándose
tradición patria: por ejemplo, en cuanto a la importantísima de organiza- (como en las Bases se hacía) el criterio de mantenimiento del Derecho
ción de la familia.
foral, sin embargo, como supletorio de éste no se mantuviese también el
El Proyecto de 1851 no llegó a ser Ley. Frente a él —aparte de otros Derecho que cada foral tenía como supletorio, sino que pasase a serlo el
obstáculos— se levantaron los defensores de los Derechos forales; y los Go- futuro Código civil.
biernos, con el fin de evitar dificultades políticas, optaron por desistir de la Ante la oposición que encontró para su sistema de Ley de Bases, Alonso
proyectada codificación.
Martínez presentó al Senado (1882) un Proyecto de texto íntegro de los Li-
No obstante, la trascendencia del Proyecto de 1851 es definitiva respecto a
bros I y II (personas y propiedad) del Código, que fracasó también.
nuestro Derecho civil. Las posteriores discusiones y vicisitudes relativas a la co- Habiendo cesado en el Ministerio de Gracia y Justicia Alonso Martí-
dificación giran en cierto modo en torno a él, y por disposición expresa de la Ley nez, y siendo nuevo Ministro Silvela (Francisco), presentó éste, otra vez
de Bases (Base 1.°) que precedió al Código civil de 1889, éste debería tomarlo (1885), al Senado un segundo Proyecto de Ley de Bases, que, a diferencia
como modelo en cuanto que contenga «el sentido y capital pensamiento de las del de 1881, respetaba el Derecho supletorio propio de cada una de las re-
instituciones civiles del Derecho histórico patrio». giones forales; Discutióse y aprobóse en el Senado, pasando al Congreso,
Fracasado el intento codificador total (de todo el Derecho civil) a base del donde se inició la discusión. Disueltas las Cortes, continuó (1886) el Con-
Derecho común, comienza una llamada «política de leyes generales», es decir, de greso de las nuevas la discusión donde quedó el anterior, lográndose, final-
leyes aplicables en toda la nación (generales, en ese sentido), y no sólo a los te-
rritorios de Derecho común. Leyes que venían a ser codificaciones parciales en mente, la aprobación del Proyecto, que, con leves modificaciones, se con-
cuanto regulaban unitariamente sólo determinadas materias. Ejemplos son: ley Hi- virtió en la Ley de Bases de 11 mayo 1888, suscrita por Alonso Martínez,
potecaria (1861), ley del Notariado (1862), ley de matrimonio civil (1869), ley del que de nuevo era Ministro de Gracia y Justicia.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 8 LA CODIFICACIÓN ESPAÑOLA

2. La Ley de Bases.—Consta la Ley de Bases de ocho artículos, y tubre 1888 se ordenó su publicación en el período oficial (hoy «Boletín Ofi-
el octavo de veintisiete bases; señalándose el procedimiento para la redac- cial del Estado - Gaceta de Madrid») comunicándose luego aquélla a las
ción y entrada en vigor del Código, así como sus directrices fundamentales Cortes, que, en teoría, empezaron a deliberar sobre si el texto codificado
(recogidas en las susodichas bases). concordaba o no con la Ley de Bases (único extremo a que, según ésta, de-
bía alcanzar la discusión), pero que en la práctica entraron en el examen y
Según la Base primera, el Código debe formularse «sin otro alcance ni pro- crítica de las propias disposiciones del Código en sí. Entre tanto, próximo
pósito que el de regularizar, aclarar y armonizar los preceptos de nuestras leyes»,
dar solución a «las dudas suscitadas por la práctica» y «atender a algunas nece- a expirar el plazo de sesenta días, por cuyo transcurso, a partir de haberse
sidades nuevas». Para ello: a) Se inspirará en el Proyecto de 1851 «en cuanto se comunicado a las Cortes su publicación, entraría en vigor aquél (según dis-
halla contenido en éste el sentido y capital pensamiento de las ipstituciones civi- ponía la Ley de Bases), se prorrogó por Real Decreto de 11 febrero 1889,
les del Derecho histórico patrio». b) Utilizará «las enseñanzas de la doctrina en dicha entrada en vigor, hasta el 1.0 mayo 1889, fecha en que, efectivamente,
la solución de las dudas suscitadas en la práctica». c) Para atender a las necesi- comenzó a regir.
dades nuevas, lo hará «con soluciones que tengan un fundamento científico o un
precedente autorizado en legislaciones propias o extrañas, y obtenido ya común 4. Las dos ediciones del Código civil.—Mas a consecuencia de los
asentimiento entre nuestros jurisconsultos, o que resulten bastante justificadas, en ataques que, por distintas razones, se dirigieron al Código en la discusión
vista de las exposiciones de principios o de métodos hechas en la discusión de
ambos Cuerpos colegiadores». en ambos Cuerpos colegiadores, tanto en el Senado como en el Congreso
se presentaron propuestas tendentes a que se hiciese una segunda edición
En cuanto a la cuestión de los Derechos forales, la Ley de Bases (arts. 5 corregida del mismo. Recogida la presentada en el Congreso, se ordena por
y 6) adopta el sistema de mantenimiento, de momento, en toda su integri- Ley de 26 mayo 1889 que el Gobierno, dentro del plazo máximo de dos
dad, debiendo recogerse posteriormente las instituciones forales que con- meses, «haga una edición del Código civil con las enmiendas y adiciones
venga conservar, en Apéndices (al Código de Derecho común), aplicable que, a juicio de la Sección de lo Civil de la Comisión General de Codifi-
cada uno en la correspondiente región. Se acepta, pues, el régimen de di- cación, sean necesarias o convenientes, según el resultado de la discusión
versos Ordenamientos jurídicos, en vez de unificar toda la nación bajo un habida en ambos Cuerpos colegiadores». Siendo promulgada esta segunda
mismo Derecho. Sólo, excepcionalmente, se dispone la vigencia en España edición —que la Comisión tuvo rápidamente a punto— el 24 de julio, para
entera de lo relativo a los efectos de las leyes y de los estatutos y reglas entrar en vigor el 27 del mismo mes de dicho año de 1889 (día que ter-
generales para su aplicación, y a las formas del matrimonio. minó la inserción del texto reformado en la Gaceta), yendo precedida de
una Exposición de Motivos, referente no al Código, sino a los fundamen-
El valor de la Ley de Bases, como tal, sólo alcanza a obligar al Gobierno a tos de las principales enmiendas y adiciones introducidas al hacer la se-
ajustar a ella el Código que habría de redactarse. Ni cuando se dictó ni ahora gunda edición. Según la Exposición habrían sido corregidos 23 artículos y
constituyó ni constituye Derecho civil positivo. Sólo tiene actualmente un papel añadidas 13 Disposiciones Transitorias; pero realmente se modificaron 181
como elemento de interpretación del Código. Mas únicamente vale el sentido artículos (de ellos 37 resultaron reformados, y en tres —663, 995 y 1.280—
(averiguado de cualquier modo; es decir, también por toda otra clase de elementos se acogieron criterios distintos a los aceptados en la primera edición).
interpretativos distintos de la Ley de Bases) que resulte atribuido a los precep-
tos del Código, aunque en algún punto discrepe de lo que en aquella Ley se es-
tableció.
El Tribunal Supremo ha insistido en sus sentencias en que la Ley de Bases
ni obliga a los Tribunales ni su infracción por una sentencia da lugar a casación,
y que su valor actualmente es sólo interpretativo. Así, sentencias de 24 junio 1897,
10 noviembre 1902, 21 noviembre 1934, 27 diciembre 1935, 23 junio 1940, 10
febrero 1947, 22 enero 1948 y 16 mayo 1963.

3. Redacción y entrada en vigor del Código.—Con inusitada rapi-


dez redactó el Código la Sección de Derecho Civil de la Comisión de Có-
digos, según lo establecido en la Ley de Bases, y por Real decreto de 6 oc-
50 51
MANUEL ALBALADEJO § 9 EL CÓDIGO CIVIL

Sección cuarta civil ni todo el Derecho civil se contiene en él. Como después se verá, hay
materia civil regulada en leyes fuera del Código, y, por otro lado, éste trata
EL CÓDIGO CIVIL ESPAÑOL Y NUESTRA DEMÁS de algunas cosas que propiamente pertenecen a ramas jurídicas distintas del
LEGISLACIÓN CIVIL
Derecho civil o que no son exclusivas de él. Lo que, al menos en parte, se
explica porque el Código viene a pretender contener no sólo el Derecho pri-
vado general (es decir, sin el mercantil, ya codificado antes de su apari-
§9 ción), sino todas las disposiciones de Derecho común (en el sentido de que
EL CÓDIGO CIVI tales disposiciones no hayan pasado a formar parte de una rama jurídica
particular). Ejemplo de lo dicho es que en el Código se comprenden mate-
SUMARIO: 1. Estructura de nuestro Código civil.-2. Contenido.-3. Influencias recibi- rias como: las fuentes del Derecho, Derecho internacional privado, nacionalidad,
das.--4. Orientación y juicio crítico.-5. La Disposición Final Derogatoria.-6. La
revisión del Código civil.-7. Reformas al texto del Código civil. bienes de dominio público, ciertas limitaciones de la propiedad por razones
de interés público, prueba de las obligaciones, etc. Algunas de ellas, a pe-
1. Estructura de nuestro Código civil.—E1 Código sigue el plan adop- sar de no ser Derecho civil, sin embargo, como ya sabemos, se suelen es-
tado por el francés (es decir, personas, cosas, modos de adquirir), pero di- tudiar dentro de éste.
vidiendo en dos Libros lo que en aquel plan constituye el tercero. Así, pues, En el Código, además, se contienen algunas disposiciones referentes a mate-
a diferencia de los Código francés e italiftno de 1865 y del Proyecto de rias reguladas por leyes especiales. Así se pretendió cumplir el mandato de la Ley
1851, el Código español consta de cuatro Libros, a los que precede un Tí- de Bases sobre que se incluyese en el Código lo que en cada una de ellas pu-
tulo preliminar. Los Libros se dividen en títulos, los títulos en capítulos, los diese estimarse como «fundamento orgánico de derechos civiles y sustantivos»
capítulos en secciones, y las secciones en artículos, ascendiendo el número (Base 10.°). Sin embargo, tal cumplimiento es bastante defectuoso, y en ocasio-
de éstos a 1976. nes el Código simplemente reproduce, más o menos modificado, algún precepto
(según el texto de entonces, texto que unas veces sí y otras no, es el actualmente
El Título preliminar trata «De las normas jurídicas, su aplicación y eficacia». vigente) de tales leyes especiales —Registro Civil, Hipotecaria, Aguas, Minas, Pro-
Los Libros: I, «De las personas» (arts. 17 a 332; comprendiendo lo referente al piedad intelectual, etc.—, remitiéndose para lo demás a éstas.
Derecho de la persona y al de familia, salvo el parentesco y el régimen matri-
monial patrimonial), II, «De los bienes, de la propiedad y de sus modificaciones» 3. Influencias recibidas.—Nuestro Código ha recibido principalmente in-
(arts. 333 a 608; comprendiendo el Derecho de bienes, salvo la ocupación, la usu- fluencias inmediatas de: 1.0 Nuestro Derecho histórico. 2.° Nuestro Derecho co-
capión, los censos, los derechos reales de garantía y algunos de los de adquisi- mún vigente en la época de las codificaciones (y, dentro de él, de ciertas leyes
ción); III, «De los diferentes modos de adquirir la propiedad» (arts. 609 a 1.087; especiales particularmente interesantes: Ley del Registro Civil, ley Hipotecaria,
comprendiendo la ocupación, el contrato de donación, el parentesco y el Derecho etc.), así como de la jurisprudencia sobre el mismo. 3.0 El Proyecto de 1851. 4•0
de sucesiones); IV, «De las obligaciones y contratos» (arts. 1.087 a 1.975; com- Los Códigos francés, italiano de 1865 y portugués de 1867. 5•0 Las legislaciones
prendiendo el Derecho de obligaciones, al derecho real de censo, los derechos re- forales. 6.° La doctrina patria y, entre las extranjeras, particularmente la francesa.
ales de garantía, algunos de los de adquisición, la usucapión y la prescripción ex- Influencias mediatas capitales —interdependiente de otras de menor grado o re-
tintiva y el régimen matrimonial patrimonial). ducidas a cierto número, no decisivo, de puntos— han sido la germánica, la ca-
nónica y, aún más, la romana (baste pensar en la misma, p. ej., a través de las
Partidas y de los Derechos latinos).
El último artículo, 1.976, contiene una «Disposición Final» derogatoria
del Derecho anterior al Código, que luego examinaré.
4. Orientación y juicio crítico.—La orientación de nuestro Código es
El Código acaba con unas «Disposiciones transitorias», relativas al paso —como de su época— liberal e individualista; pero moderada e incluso rec-
de la legislación antigua a la nueva, que constan de una regla general y tificada con ciertos matices sociales, en los superó a sus modelos, y, con-
trece particulares, y con otras «disposiciones adicionales» que en número de cretamente, al Proyecto de 1851.
tres establecen y regulan la revisión del Código cada diez arios.
Juicios del Código pueden formularse desde muchos puntos de vista. Redu-
2. Contenido.—E1 Código regula las instituciones fundamentales que ciéndonos a enjuiciarlo en general y exclusivamente desde el jurídico, se puede
forman el Derecho civil. Sin embargo, ni todo lo que contiene es Derecho decir que ciertamente no es perfecto, pero que en nuestra Patria señala un pro-

52 53
MANUEL ALB ALADO° § 9 EL CÓDIGO CIVIL

greso para la vida (jurídica) española de entonces y el Derecho que la regía. Es gislación o la antigua declarada subsistente. Sin que valga, tal Derecho, ni siquiera
un Código mejor que lo que la producción científica española de su tiempo per- para regular ningún punto que carezca de regulación particular en el nuevo, pues,
mitía poder esperar, y, aun siendo peor que nuestra producción científica actual, a falta de tal regulación particular (legislativa o consuetudinaria) en éste, se apli-
jurídicamente se encuentra todavía por encima del Derecho positivo que hoy se carán los principios generales del mismo, según dispuso el Código en su antiguo
hace en España. Es, por otro lado, un Código sencillo y asequible, sin preocupa- artículo 6, in fine, y dispone hoy en el 1, número 4.
ciones terminológicas ni de construcción sistemática. Cosas que, ciertamente, re- El Derecho derogado sólo servirá, en adelante, como elemento (histórico) de in-
dundan muchas veces en inexactitud en la terminología y en defectos de cons- terpretación del nuevo, en cuanto que puede ser útil para descubrir el sentido de éste.
trucción; pero que otras le dan incluso una cierta flexibilidad que permite su adecuación
a las circunstancias. 6. La revisión del Código civil*.—Con el fin de ir modificando aque-
llos puntos de la legislación codificada que lo requiriesen, bien por haberse
Brevemente, se podría decir que es un Código mejor para la vida jurí- comprobado su deficiencia inicial, bien por haber sido superados por la evo-
dica que para la Ciencia del Derecho. lución jurídica, la Ley de Bases estableció un sistema de revisiones perió-
dicas, que se recogió en el Código en las «Disposiciones Adicionales». Sin
5. La Disposición final derogatoria.—En primer término, el Código, embargo, en la práctica no se ha aplicado, y las reformas hechas hasta ahora
teniendo la normal fuerza derogatoria de cualquier ley —lex posterior de- al Código han seguido otros caminos.
rogat anterior—, quita vigencia a todas aquellas disposiciones (sea cual-
quiera la rama jurídica a que pertenezcan), lít las que contradiga o sean in- Tal sistema de revisión es el siguiente: el presidente del Tribunal Supremo y
compatibles con él. los de las Audiencias (antiguas) Territoriales elevarán al Ministerio de Justicia al
Pero, además, la llamada Disposición final (del Código) —art. 1.976— fin de cada año una Memoria en que se recojan las deficiencias y dudas que las
establece: «Quedan derogados todos los cuerpos legales, usos y costumbres Salas de lo civil hayan encontrado al aplicar el Código (Disposición Adicional
1.`), y en vista de ello, de la Estadística civil, de los progresos realizados en otros
que constituyen el Derecho civil común en todas las materias que son ob- países que sean utilizables en el nuestro y de la jurisprudencia del Tribunal Su-
jeto de este Código, y quedarán sin fuerza y vigor, así en su concepto de premo, la Comisión de Codificación formulará y elevará al Gobierno cada diez
leyes directamente obligatorias como en el de Derecho supletorio. Esta dis- años las reformas que convenga introducir (Disposición Adicional 3•a)•
posición no es aplicable a las leyes que en este Código se declaran subsis-
tentes» de una u otra forma (así, aludiéndolas nominal o genéricamente: p. ej., 7. Reformas al texto del Código civil.—E1 texto del Código ha sido
las mencionadas en los arts. 332, 344, 425, 427, 429, 617, 1.880, etc.). objeto de numerosas modificaciones en su siglo y pico de vida.
Ahora bien, ese artículo 1.976 había que combinarlo con el antiguo artí-
culo 6, y hoy con el 1, números 1 y 3, que le sustituyó, y que en cuanto ahora Pueden enumerarse como leyes reformadoras:
importa, establecen lo mismo: que en defecto de ley, se aplica la costumbre1,2. Ley de 21 julio 1904, que afectó a los artículos 688 y 732, por la que se su-
Y de tal combinación debe deducirse que, a partir del Código (y ade- primió en el testamento ológrafo el requisito de papel sellado.
más, naturalmente, de las normas que nazcan con posterioridad), no hay más Real Decreto-Ley de 13 enero 1928 referente a los llamamientos en la suce-
sión intestada (que redujo hasta el cuarto grado) y a la sucesión del Estado (arts.
Derecho civil común que el que él establece, bien recogiéndolo, bien remi-
954 a 957).
tiendo al mismo, como hace al enviar a leyes especiales o a la costumbre. Ley de 8 septiembre 1939, por la que se modificó el Título VIII del Libro I,
relativo a la ausencia.
Queda, pues, derogado todo el Derecho civil vigente al publicarse el Código Ley de 26 octubre 1939 sobre la propiedad de casas por pisos, que modificó
y no contenido en leyes especiales declaradas subsistentes en éste o en costum- el artículo 396, que luego ha sido otra vez modificado.
bres reguladoras de puntos a los que no sea exactamente aplicable la nueva le- Ley de 5 diciembre 1941 que introdujo la prenda sin desplazamiento, en forma
de artículos bis. Reforma hoy derogada.
' La diferencia entre el antiguo artículo 6 y el nuevo 1, de aquél se refería a la costumbre del lu- Ley de 20 diciembre 1952 que redactó de otra forma el artículo 321 relativo
gar, y éste no, no importa ahora. a la situación de la hija mayor de edad, pero menor de 25 años. Artículo actual-
2
Si algo era regulado por la costumbre en el antiguo Derecho y esa costumbre sigue siendo la mente derogado.
misma y en el nuevo Derecho no existe ningún precepto legislativo que le sea exactamente aplicable,
seguirá siendo regulado por la misma costumbre, no por ser costumbre del antiguo Derecho, sino por
ser regulación consuetudinaria * FUENMAYOR, «La revisión periódica del Código y de las Compilaciones civiles», en A.D.C.,
a la que el nuevo Derecho remite en defecto de la legislativa (C.c., an-
tiguo art. 6; hoy art. 1, núms. 1 y 3). y ss.
1972, págs. 215

54 55
MANUEL ALBALADEJO § 10 LA LEGISLACION CIVIL Y EL CARACTER SUPLETORIO DEL CODIGO

Ley de 15 julio 1954 modificadora del Título 1 del Libro I «De los españo- La tercera, que, como la primera, afectó también a más de medio cen-
les y extranjeros». Modificado otra vez por la de 13 julio 1982 y luego otra vez tenar de artículos, se encaminó principalmente a suprimir las restricciones
en 17 diciembre 1990. de capacidad que sufría la mujer al casarse, a que no pierda su nacionali-
Ley de 17 julio 1958, que da nueva redacción al artículo 1.924, estableciendo dad si lo hace con varón de otra, y a que las capitulaciones matrimoniales
créditos preferentes.
Ley de 21 julio 1960, que da nueva redacción a los artículos 396 y 401. puedan otorgarse no sólo antes, sino también después de celebrado el casa-
Ley de 4 julio 1970, modificadora del Capítulo V, Título VII, del Libro I, re- miento.
lativo a la adopción, hoy regulada por Ley de 11 de noviembre 1987. Las cuarta, quinta y sexta son las de más trascendencia y cambian por
Ley de 22 julio 1972 que modificó los artículos 320 y 321. completo el Derecho de familia y lo relativo a la incapacitación de la per-
Ley de 26 mayo 1978, que modificó diversos artículos como consecuencia de sona y puntos del Derecho sucesorio.
la despenalización del adulterio y del amancebamiento.
Real Decreto-Ley de 16 noviembre 1978, que modificó otros varios como En algún caso, lo que se modificó ha vuelto a ser modificado de nuevo, como
consecuencia de establecer la mayoría de edad en los dieciocho años. en el caso del matrimonio civil cuya celebración se ha retocado por la Ley de 23
Ley de 31 marzo 1984 que eliminó de algunos artículos del Código la figura diciembre 1994.
de la interdicción civil, ya suprimida esa pena en el Código penal.
Ley de 29 junio 1984, que modificó el interés legal del dinero, derogando el
párrafo segundo del artículo 1.108 del Código civil. § 10
Ley de 11 noviembre 1987, de reforma di la adopción y regulación del aco- LA DEMAS LEGISLACION CIVIL Y EL CARACTER SUPLETORIO
gimiento familiar. GENERAL DEL CODIGO**
Ley .de 15 octubre 1990 que borra discriminaciones por razón de sexo.
Ley de 20 diciembre 1991 que introduce modificaciones en tema de testamento. 1. Legislación civil no codificada.-2. Carácter supletorio general.
SUMAIUO:
Ley de 23 diciembre 1994 que autoriza el matrimonio por los Alcaldes.
Y, para no cansar, concluyo diciendo que hay otras leyes más, que o modifi-
can algunos otros particulares del C.c. (a veces, de los ya antes modificados) o 1. Legislación civil no codificada.—Sería prolijo e inútil hacer ahora
son leyes sobre materias distintas al C.c., pero que afectan a lo que éste decía, una lista de leyes civiles distintas del Código que éste declaró subsistentes,
como la nueva L.e.c. de 2000.
VÁZQUEZ, «Notas sobre la historia de la reforma del Título preliminar del Código civil», en D.J., 1974,
Las leyes de 24 abril 1958, de bases de 17 marzo 1973 (texto articu- págs. 1.137 y ss., y «La génesis de la reforma del Título preliminar del Código civil», en R.D.P., 1976,
p. 3 y SS.; GONZALEZ BOTELLA, «El nuevo título preliminar del Código civil», en Di., 1974, págs.
lado aprobado por Decreto de 31 mayo 1974), de 2 mayo 1975 y de 13 1.159 y ss.; HERRERO DE MIÑON, «Marginales al nuevo Título Preliminar del Código civil», en
mayo, 7 julio 1981 y 24 octubre 1983 son las que constituyen las más im- R.E.D.A., 1974. núm. 3, págs. 359 y ss., y «Aspectos constitucionales del nuevo Título preliminar del
portantes reformas. C.c.», en R.E.P., 1974, núm. 198, págs. 89 y ss.; LORENTE SANZ, «La modificación del Título pre-
liminar del C.c.», en Bol. 1. Col. Abogados de Zaragoza, 1974, núm. 55 (octubre); LUACES, «La re-
La primera afectó a numerosos artículos —bastantes más de medio cen- visión del Título preliminar del C.c.», en U., 1973, núm. 36, págs. 110 y ss.; RUIZ VADILLO, «Co-
tenar—, y se encaminó principalmente a acomodar el régimen del matri- mentarios a la Ley de Bases para la modificación del Título preliminar del Cc.», en R.G.D., 1973,
monio al Concordato de 27 agosto 1953, introduciendo también novedades junio-agosto, y ed. separada, y El nuevo Título preliminar del Código civil, en Libro homenaje a Roca
Sastre, I, 1976, págs. 781 y ss.; SERRANO ALONSO, «Aproximación al nuevo Título preliminar del
en materia de adopción (está regulada hoy por Ley de 11 noviembre 1987), C.c.», en Boletín del I.C. de Abogados de Oviedo, 1974, núm. 8, y ed. separada; DE LA VEGA, Teo-
abordando (mínimamente) el problema de la capacidad jurídica de la mujer ría aplicación y eficacia de las normas en el C.c. Comentario al nuevo título preliminar, 1976.
y modificando los derechos sucesorios del cónyuge sobreviviente. Otra parte de los estudios a que me refiero, aparece recogida en números monográficos que algu-
nas Revistas dedicaron en su día a la reforma (así, Di., núm. 4, octubre-diciembre 1974) o en ciclos
La segunda que estableció unas bases para la modificación del Título de conferencias sobre la misma (como el del Colegio de Abogados de Barcelona, Colegio Notarial y
preliminar del Código, con arreglo a las que se redactó de nuevo tal título, Academia de Jurisprudencia y Legislación, Ciclo de conferencias sobre el nuevo Título preliminar del
Código civil, 1976) o en libros dedicados a comentarla (como Comentarios a las reformas del Código
cambia los 16 artículos del mismo, dándoles la redacción aprobada con fuerza civil, I, 1977).
de ley por el Decreto de 31 mayo 1974*. ** LALAGUNA, «Aplicación del Código civil como Derecho supletorio de otras leyes», en R.D.P.,
1976, págs. 598 y ss., y «Valor del Código civil como Derecho común después de la reforma del Tí-
tulo preliminar», en Documentación jurídica, 1974, págs. 1.261 y ss.; DE COSSIO, «El Derecho común
* La reforma del título preliminar ha dado lugar a abundante bibliografía. Parte de ella consistente y los Derechos especiales en el nuevo título preliminar», en Ciclo de conferencias sobre el nuevo título
en estudios generales sobre la reforma, y otra, en particulares sobre alguno de sus extremos. Entre los preliminar del C.c., 1975, págs. 31 y ss. MOLERO, La supletoriedad del Derecho común en el Dere-
primeros (los segundos corresponde mencionarlos en las materias sobre que versan) están: CASTAN cho del trabajo, 1975.

56 57
MANUEL ALBALADEJO § 11 DERECHO COMUN Y FORAL, EN GENERAL

cuando eran anteriores a él, o que después han ido apareciendo y modifi- puesto por cualesquiera otros grupos de normas distintas del Código civil,
cando nuestro Derecho civil positivo, pero no mediante alteración del texto que rigen ciertas instituciones o materias (así: Código de comercio, Legis-
del articulado del Código, aunque sí quitándole fuerza legal a veces. Tales laciones hipotecaria, de aguas, de minas, de propiedad intelectual, de arren-
leyes se irán viendo, según se expongan las materias a que afectan. damientos rústicos y urbanos, etc.).
Por dar una somera idea de conjunto de la importancia de la legislación ci- En la duda sobre si un caso cae bajo el Derecho especial o el general (o co-
vil no codificada, citaré algunas de las leyes principales hoy vigentes: por ejem- mún) debe de aplicarse éste por su carácter atrayente. Así sentencias, como las de
plo, Ley Hipotecaria (según la última reforma aprobada por Decreto de 8 febrero 17 mayo y 16 octubre 1954, 26 febrero 1955, 4 octubre 1995, etc.
1946) y su Reglamento (aprobado por Decreto de 14 febrero 1947), Ley del Re-
gistro Civil (8 julio 1957) y su Reglamento (aprobado por Decreto de 14 no-
viembre 1958 y reformado en numerosas ocasiones. Leyes de Arrendamientos Rús-
Sección quinta
ticos (de las que hubo varias, y la actualmente vigente es de 31 diciembre 1980) DERECHO COMUN Y DERECHO FORAL
y Urbanos (ley que ha sido modificada varias veces, y cuyo texto vigente entró
en vigor en 1 enero 1995), de Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento
(16 diciembre 1954), de Propiedad Horizontal (21 julio 1960, reformada por Ley
§ 11
de 23 ebrero 1988), de Propiedad Intelectual (11 noviembre 1987), de Arbitraje DERECHO COMUN Y FORAL, EN GENERAL*
(5 diciembre 1988), de Fundaciones (24 noAembre 1994), etc.

2. Carácter supletorio general.--Por considerar el Derecho civil como SUMARIO: 1. Derecho común.-2. Derecho foral.-3. Causas de la diversidad de De-
Derecho general o normal o común (no en el sentido de opuesto a foral, sino rechos civiles en España.-4. Codificación del Derecho común y compilación del
foral.
en el de que forma, dentro de nuestro Ordenamiento jurídico, el núcleo cen-
tral, el Derecho aplicable en defecto de normas de cualquier otra rama jurí- 1. Derecho común.-El Código no estableció el mismo Ordenamiento
dica), y porque el Código civil se redactó con el propósito de encerrar en él jurídico civil para España entera, sino que, junto a normas aplicables (al
la totalidad de la regulación de la vida social no regulada por otras normas,
el antiguo artículo 16 del del mismo estableció que «en las materias que se * ALEGRE GONZALEZ, Reflexiones en torno al Derecho interregional privado español, Home-
rijan por leyes especiales, la deficiencia de éstas se suplirá por las disposi- naje Vallet, t. I., Madrid, 1988, pág. 53; ALONSO MARTINEZ, El Código civil en sus relaciones con
ciones de este Código». Texto que hoy está sustituido por el del nuevo artí- las legislaciones forales, 1884, nueva ed., 1947; ALPA, Diritto privato e legislazione regionale, Dere-
cho Privado y Constitución, núm. 1, 1993, pág. 83; ALVAREZ VIGARAY, Constitución, Código civil
culo 4, número 3, que ordena lo mismo: «Las disposiciones de este Código y Derechos forales, Centenario del Código civil, dirigido y coordinado por Rico Pérez, t. I, Madrid,
se aplicarán como supletorias en las materias regidas por otras leyes.» 1989, pág. 157; ALVAREZ-SALA WALTER, «Congreso de jurisconsultos sobre los Derechos civiles te-
El sentido, pues, de dicho artículo es que lo dispuesto en el Código ci- rritoriales en la Constitución», A.D.C., 1982, pág. 375; ARCE JANARIZ, Comunidades Autónomas y
vil, es Derecho supletorio general conflictos de leyes, 1988; BERCOVITZ, R., La conservación, modificación y desarrollo por las Comu-
de las leyes especiales civiles y de cua- nidades Autónomas de los Derechos civiles forales o especiales, Derecho Privado y Constitución, núm.
lesquiera normas jurídicas no civiles, aun públicas 1• 1, 1993, pág. 15; CASTAN, Derecho civil, 1, I", págs. 281 y ss.; DE CASTRO, Derecho civil, P, págs.
232 a 303; «La cuestión forla y el Derecho civil», A.D.C., 1949, pág. 1003; CERDA GIMENO, Estu-
En ese sentido se puede calificar al Derecho contenido en el Código dios sobre codificación y Derechos civiles territoriales, Madrid, 1993; CLAVERO, El Código y el Fuero.
civil de Derecho general, y se puede denominar Derecho especial2 al com- De la cuestión regional en la España contemporánea, Madrid, 1982; CLEMENTE MEORO, «Las com-
petencias de la Comunidad autónoma valenciana en materia de Derecho civil», R.G.D., mayo, 1994,
pág. 4923; DURAN R1VACOBA, Hacia un nuevo sistema del Derecho Foral y su relación conel or-
' Cuando éstas no regulan todo un tema, como pueda ocurrir, por ejemplo, sobre el funcionamiento denamiento civil común, Madrid, 1993; DE ELIZALDE Y AYMERICH, Prelación de las normas civi-
de ciertas comunidades o la necesidad de mayorías para su gobierno, o la fijación de plazos o el co- les en el sistema de fuentes de las Comunidades Autónomas, La Constitución española y las fuentes del
meinzo del cómputo de éstos, o el momento de entrada en vigor de las leyes o la invalidez de actos Derecho, vol. II, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1979, pág. 727, y «El Derecho civil en los Es-
por no reunir condiciones, o la mancomunidad o solidaridad de las obligaciones, o la constitución en tatutos de autonomía», en A.D.C., 1984, 389 ss.; FERNANDEZ DE VILLAVICENCIO, «La materia ci-
mora, o la responsabilidad civil, aun por delitos o faltas, o la moderación de la contractual a tenor del vil desde el punto de vista competencial: algunas precisiones», R.J.C., 1983-1, pág. 181; GAYA SICI-
artículo 1.103 del Código civil, o la interpretación de las normas que sean, o su retroactividad o no, LIA, Las bases de las obligaciones contractuales, Madrid, 1989; GIMENO Y GOMEZ-LAFUENTE,
etc. Para los contratos administrativos, el artículo 7 de la Ley de Contratos de las Administraciones Pú- «Castán y el Derecho foral», R.C.D.I., 1989, pág. 1507; GUILARTE ZAPATERO, Actualidad y pers-
blicas, llama a la suplencia al Derecho privado. pectivas del pluralisnw legislativo en el Derecho civil español, Valladolid, 1993; HERNANDEZ GIL,
2
Véase otros sentidos en que se habla de Derecho general y de Derecho especial, supra, § A., «Reflexiones sobre el Derecho foral y la unificación del Derecho», R.G.L.J., 1955, I, pág. 7; ITUR-
10, y § 4. 2, núm. MENDI, Las Compilaciones forales en el proceso de la Codificación española, 1973; LACRUZ, «Los

58 59
MANUEL ALBALADEJO § 11 DERECHO COMUN Y FORAL, EN GENERAL

menos supletoriamente) a todo el país, dispuso el mantenimiento de otras El Derecho civil común es el aplicable (el único aplicable ') en el te-
i rritorio nacional no constitutivo de región foral, y, al menos supletoriamente,
particulares, para regir sólo en ciertas regiones de éste. Eso vino a signifi-
car el antiguo artículo 12, 2.°, al decir que «las provincias y territorios en a estas regiones, y se trata de un Derecho único. El Derecho civil foral es
que subsiste [es decir, en que al dictarse el Código, estaba vigente] Dere- el aplicable sólo en ellas (llamadas por eso forales), y se trata de diversos
cho foral lo conservarán por ahora en toda su integridad». Derechos, uno para cada región que sea.
El Derecho civil común está compuesto hoy día por el Código civil,
Derechos forales», en Estudios de Derecho civil, 1958, págs. 17 y ss.; LASARTE, Autonomías y Dere-
las leyes civiles declaradas vigentes por él y las también civiles que poste-
cho Privado en al Constitución Española, reimpresión de la 1.* ed., Madrid, 1992; LOPEZ JACOISTE, riormente se hayan dictado, modificando aquél o éstas o dando regulación
«El Derecho forla como Derecho agrario», Estudios Serrano, I, Valladolid, 1965, pág. 483; LOPEZ JA- legal a una figura que antes carecía de ella.
COISTE, «Los principios generales en la codificación foral», R.C.D.I., 1966, pág. 617; MARIN LO-
PEZ, La ordenación de los Registros e instrumentos públicos como título competencial del Estado,
Y, a falta de ley aplicable al caso, éste se resuelve por la costumbre,
De- y, en su defecto, los principios generales del Derecho (C .c., art. 1).
recho Privado y Constitución, núm. 2, 1994, pág. 111; MARTIN BALLESTERO, «La unificación del
Derecho privado en España», A.D.C., 1956, pág. 505; MORENO QUESADA, Competencia en materia
2. Derecho foral. E1 conjunto de normas particulares que se aplican
civil de las Comunidades Autónomas, 1989; MUÑOZ MACHADO, Las potestades legislativas de las
-
Comunidades Autónomas, Madrid, 1979; NAGORE YARNOZ, «El artículo 2 del Decreto-Ley promul-
gador del texto del Tftulo preliminar del Código civil y su relación con los Derechos forales», R.D.N., sólo a ciertas regiones, constituye lo que se llama Derecho foral.
1980-2, pág. 151; NAVARRO FERNANDEZ, «Constitucions, Códigos y Fueros. La codificación civil
en España y la cuestión regional», A.C, 1994-3, pág. 677; PECOURT, E/ nuevo sistema español de De-
recho interregional, Pamplona, 1975; RAZQUIN LIZARRAGA, «Un hito en la jurisprudencia constitu-
Con terminología -de fuero quizás no muy acertada, porque: por un lado,
-

no todo el Derecho foral procede de fueros, y, por otra, procedía también de fue-
cional sobre los Derechos históricos: la S.T.C. 140/1990, de 20 de septiembre», R.J.N., núm. 11, 1991,
pág. 79; ROCA TRIAS, «L'estructura de l'ordenament civil espanyol», R.J.C., 1983-1, pág. 125; RU- ros parte del Derecho común anterior al Código.
BIO TORRANO, «El artículo 149.1.8 de la Constitución y la reciente jurisprudencia constitucional»,
RIN., núm. 15, 1993, pág. 293; SANCHEZ GONZALEZ, Breves reflexiones sobre la doctrina consti- El Derecho foral, como ya indiqué, realmente no es uno, sino varios,
tucional relativa a las bases de las obligaciones contractuales, Derecho Privado y Constitución, núm.
1, 1993, pág. 151; Las bases de las obligaciones contractuales en la Constitución. El artículo 149.1.8.°, pues, como luego se verá, cada una de las regiones de España donde rige
Madrid, 1991; SANCHO REBULLIDA, «El futuro de los Derechos forales», R.G.L.J., 1977, pág. 315; Derecho foral, tiene uno distinto (así Derecho catalán, aragonés, navarro,
VALLET DE GOYTISOLO, «La esencia y principios del Derecho civil foral», en R.J.C., número ex- etc); pero se habla usualmente de Derecho foral para referirse bien a todos
traordinario del 75 aniversario, 1970, págs. 367 y ss.; «Plenitud y equilibrio de percepción sensorial en los Derechos forales en conjunto, bien a una o varias normas que no sean
las antiguas fuentes del Derecho foral», A.D.C., 1970, pág. 459; VAQUE ALOY, «Los conceptos de
«conservación», «modificación» y «desarrollo» del artículo 149.1.8.° de la Constitución: su interpreta- de Derecho común.
ción por el legislador catalán», Derecho Privado y Constitución, núm. 2, 1994, pág. 239. El Derecho civil foral está constituido hoy día por las normas civiles
Bibliografía muy abundante sobre el tema, en:
DE CASTRO, la recogida en las páginas citadas de su Derecho civil, CASTAN, Derecho civil, I,
que contienen o declaran vigentes las Compilaciones (textos legales publi-
1 ", págs. 19 y ss., 281 y ss. y 387 y ss. Para la fase actual de los Derechos forales, en relación con cados sobre el Derecho propio de cada región foral) u otras leyes civiles
la Constitución, DELGADO, «Los derechos civiles forales en la Constitución española», en R.J.C.„ 1979, (incluidas, por supuesto, las que en algunas regiones han sustituido a su an-
págs. 643 y ss.; LASARTE, Autonomías y derecho privado en la Constitución española, 1980; ROCA
TRÍAS, «El derecho civil catalán en la Constitución de 1978», en R.J.C., 1979, págs. 7 y ss.; ARO-
tigua Compilación) dictadas para las diversas regiones forales por sus res-
ZAMENA, «Competencias de las Comunidades autónomas en materia de Derecho civil», en A.C., 1988, pectivas Comunidades autónomas, y por la disposición especial del Fuero
págs. 2.181 y ss.; MEILAN y RODRIGUEZ, «Derechos forales y competencias exclusivas de las co- del Baylio para cierta parte de Extremadura (véase infra § 12, núm. 9). Y
munidades autónomas», en A.D.C., 1988, págs. 19 y ss., y más bibliografía anterior recogida en LA- en defecto de ley (o aun antes que ésta, si lo dispone el Derecho en cues-
CRUZ, Elementos, I, 1.°, 1988, pág. 134; SERRANO ALONSO, «La relación Derecho civil común-De-
recho civil foral en la Constitución española y en los Estatutos de autonomía», en Estudios Beltrán, tión), son Derecho foral de la región que sea, sus costumbres y los princi-
1984, págs. 675 y ss.; PUIG FERRIOL, «El denominado problema foral desde la perspectiva de un cen-
tenario», en Centenario del C.c., II, 1990, págs. 1617 y ss.; Varios autores (MORENO QUESADA, co-
pios generales de su Derecho foral 2.
ordinador), Competencia en materia civil de las Comunidades autónomas, En las diversas regiones del territorio español que no son regiones fo-
1989; ARCE JANARIZ, Cons-
titución y Derechos civiles forales, 1987; ELIZALDE, «El Derecho civil en los Estatutos
de autonomía», rales rige uniforme para todas ellas 3 el Derecho civil común.
en A.D.C., 1984, págs. 389 y SS.; GARCIA AMIGO, «La competencia legislativa civil según la consti-
tución», en R.D.P., 1983, págs. 435 y ss.; SANCHEZ GONZALEZ, «La competencia de los Parlamen-
tos autónomos en la elaboración del Derecho civil, etc.», en A.D.C., 1986, págs. 1121 y ss.; RUIZ- 1 Salvo lo que se dice, § 24.
RICO RIUZ, «Las competencias en Derecho civil de los organismos territoriales, etc.», en R.F.D.U.G., 2 Aunque sólo sea porque, como ser fuente la costumbre y los principios generales, lo establece
1986; VIDAL, «La potestad normativa de las comunidades autónomas en orden a la conservación, mo- el Código (art. I), callando sobre el tema el Derecho foral que sea, como es suplido por el Código, se-
dificación y desarrollo de los Derechos civiles forales o especiales», en Estudios Prof. Sevilla, II, 1984, rán fuentes forales por virtud de que las hace la fuerza supletoria del Código.
págs. 1.073 y ss. 3 Salvo lo que se dice al tratar de la costumbre como fuente del Derecho.

60 61
MANUEL ALBALADEJO § 11 DERECHO COMUN Y FORAL, EN GENERAL

En las regiones forales rige en cada una su Derecho civil foral. En ellas, Código. Actualmente están hechos todos, y en vez de Apéndices su
este Derecho es quizás más correcto llamarlo, a secas, Derecho civil de la dices al (del Derecho civil especial de
nombre oficial es hoy la de Compilaciones
región que sea (aunque la Constitución, art. 149, 1, 8. lo denomina foral); cada región), aunque alguna, como la de Navarra, queriendo conservar su
por ejemplo, Derecho civil catalán; y si se dice también Derecho civil fo- denominación tradicional, se llama también Fuero Nuevo, la vasca, Ley so-
ral, no es para discriminarlo del común, sino por arrastre terminológico y bre el Derecho civil foral del País Vasco y la gallega Ley de Derecho ci-
para referirse en conjunto a todos los Derechos civiles regionales. vil de Galicia, así como en Cataluña, después de su Compilación de 1960
Por lo demás, también en dichas regiones rige el Derecho civil común (y aparte de otras leyes catalanas posteriores) ciertas materias que estaban
en los términos que se especificarán más adelante. incluidas en la Compilación, se han sacado de la misma y formado con ellas
Ahora bien en la materia presente conviene destacar que la terminolo- nuevos textos legales que se han denominado Códigos (de las instituciones
gía que se usa —Derecho común y Derecho foral— es por ser la tradicio- Código de familia.
civiles de que se trata), así Código de Sucesiones y
nal, y no indica en absoluto una diferencia de naturaleza entre uno y otro En principio las Compilaciones se hicieron con el espíritu de recoger
(como si uno fuese ordinario o normal o regular, y el otro, de algún modo, el Derecho peculiar de cada región tal cual regía en ellas (es decir, no con
especial, excepcional, o, en suma, no ordinario). El llamado Derecho foral el propósito de innovarlo, aunque en algún caso introdujeron realmente in-
es, para la región en que se halla en vigor, tan común, como el común novaciones o suprimiesen disposiciones vigentes pero envejecidas). Pero hoy
para las regiones no aforadas 4. Y sólo hay que es habitual, llamar común en algunas materias han sido remozadas, y ciertas Compilaciones han sido
al Derecho común de éstas y foral al Derho común (foral) de las regio-
nes forales. cambiadas enteras.
Ello significa que, por regla general (y salvando los casos de excepción se-
3. Causas de la diversidad de Derechos civiles en España.—Varias ñalados), las aclaraciones que las Compilaciones aporten a puntos oscuros que
son las razones históricas por las que al aparecer el Código existían en Es- presentase el Derecho anterior, servirán para decidir cuestiones sometidas a éste,
MISMA regulación
paña distintos Derechos civiles (el común y los forales), pero, entre ellas, pues se tratará, no de una NUEVA regulación clara, sino de una
la principal era la de que nuestra patria estuvo dividida en varios Reinos, aclarada, valga la frase. O si se quiere, es que las Compilaciones tienen —en los
términos dichos— valor para interpretar el Derecho anterior que recogen. El Tri-
cada uno con su Derecho propio, sin que éste se unificara cuando se pro- bunal Supremo lo ha afirmado así repetidamente: por ejemplo, sentencias de 25
dujo la unidad política de todo el país. Subsistió, no sólo la diversidad de marzo (Cataluña), 24 octubre (Baleares), 29 octubre (Cataluña), 19 noviembre (Ca-
Derechos, sino la autonomía legislativa de los antiguos Reinos, de forma taluña) 1964, 6 abril 1967 (Cataluña) y 20 noviembre 1971 (Vizcaya).
que los mismos seguían produciendo leyes propias. Con motivo de la gue- Lo dicho téngase presente en adelante.
rra de Sucesión, y por haberse puesto de parte del Archiduque Carlos de
Austria, Felipe V abolió el Derecho especial de Valencia y los de Aragón, La Constitución de 1978 ha venido a consagrar la diversidad de los Or-
Cataluña y Baleares, y si bien los de estas tres últimas regiones los resta- denamientos civiles españoles, al establecer en su artículo 149.1, 8.a, que la
bleció después, sin embargo, los petrificó, pues les quitó la posibilidad de competencia exclusiva del Estado sobre la legislación civil se entiende «sin
renovarse, al suprimir a dichas regiones sus órganos legislativos propios. Así perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades
quedó únicamente Navarra con tal posibilidad, que le fue arrebatada des- Autónomas de los derechos civiles, especiales o forales, allí donde existan».
pués, ya en el siglo XIX, como consecuencia de las guerras carlistas.
4. Codificación del Derecho común y compilación del foral.—Poste-
riormente, según se ha visto al hablar de la historia de nuestra codificación,
no se llegó —aunque se intentó— a unificar el Derecho civil en todo el te-
rritorio nacional. A consecuencia de ello, subsiste la diversidad. Ahora bien,
aun aceptando ésta, la Ley de Bases (arts. 6 y 7) ordenó que lo que de-
biese conservarse del Derecho particular de cada región se recogiese en Apén-

4 Ultimamente, Sentencia de 19 enero 1987.



62 63
MANUEL ALBALADEJO § 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES

§ 12 que fue aprobada como Ley estatal en 21 julio 1960 y en 20 marzo 1984
LOS SINGULARES DERECHOS FORALES parcialmente reformada por Ley del parlamento de Cataluña, que ha hecho
también después otras nuevas reformas. La Compilación rige actualmente
SUMARIO: 1. Las regiones forales.-2. Derecho foral catalán.-3. Derecho foral arago- según el texto refundido aprobado por Decreto legislativo de 19 julio 1984
nés.-4. Derecho foral balear.-5. Derecho foral gallego.-6. Derecho foral nava- como Derecho emanado de Cataluña incluso en la parte que se mantuvo lo
rro.-7. Derecho foral vizcaíno.-8. Derechos forales ayalés y guipuzcoano.-9. dispuesto por la ley estatal de 1960. En los últimos años se dictaron otras
Derecho foral de cierta comarca extremeña.-10. Diversidad entre los Derechos fo- importantes leyes catalanas fuera de la Compilación que la han afectado
rales y el común, y entre el total régimen jurídico de las regiones forales y los te- grandemente, y hacen que hoy sea más importante el Derecho catalán de
rritorios de Derecho común.-11. Vigencia del Derecho común en las regiones fo- fuera de la Compilación que ésta.
rales.—A) Suplencia del foral por el común.—B) La aplicación directa de cierta Salvo que se establezca otra cosa, lo dispuesto en la Compilación y res-
parte del Derecho común en las regiones forales.
tante Derecho catalán es Derecho aplicable a todo el territorio de las cua-
1. Las regiones forales.—Las regiones que tienen Derecho foral o es- tro provincias catalanas, y sólo a él. Así, pues, la Compilación es, como re-
pecial o particular se denominan regiones forales o aforadas. Son las si- gla, Derecho general para toda Cataluña.
guientes: Cataluña, Aragón, Baleares, Navarra, Galicia, del País Vasco, parte Junto a ese Derecho general hay otro local. Respecto a éste, dice el ar-
tículo 2 de la Compilación: «El Derecho local escrito o consuetudinario pe-
de Vizcaya y de Alava (formando ambas parles una sola región), la antigua culiar de algunas poblaciones o comarcas, tales como Barcelona, Tortosa y
tierra de Ayala (Alava) y ciertas figuras en Guipúzcoa, y una última com- sus términos, el Campo de Tarragona, el Obispado de Gerona, el Valle de
puesta por determinado sector de Extremadura (Albunquerque, Jerez de los
Caballeros y algunos otros pueblos). Arán, el Pallars Sobirá y la Conca de Tremp, será observado en el mismo
territorio que desde antiguo aquéllas comprendían, en la parte que esta Com-
A tenor del Código, por región foral hay que entender cualquier terri- pilación lo recoja o se remita a él» (Cfr. arts. 43, 48, 57 y siguientes, etc.).
torio en el que al publicarse aquél rigiesen normas civiles distintas del De- La Compilación vino a sustituir a las normas del Derecho civil espe-
recho común. Este viene a ser sustituido por el Código (art. 1.976); aqué- cial de Cataluña, escrito o consuetudinario, principal o supletorio, vigentes
llas subsisten (antiguo art. 12, actual art. 13).
a la promulgación de aquélla (Disposición Final La antigua y actual). Tal
Da lo mismo que tales normas civiles diferentes del Derecho común Derecho especial de Cataluña, aparte de determinadas peculiaridades loca-
sean muchas o pocas y que su origen sea uno u otro, pues, en todo caso,
les, estaba constituido básicamente como Derecho principal, por la recopi-
constituyen una regulación de materia civil peculiar para ciertas regiones,
regulación a la que se aplica la denominación de Derecho foral, por con- lación titulada «Constitutions y altres Drets de Cathalunya», hecha en 1704,
traposición al quep se califica de común.
Subsiste Derecho foral en los territorios que más arriba he enumerado.
I, 1993, pág. 125; Introducción al Derecho privado de Cataluña, 1985; NAVAS NAVARRO, «La com-
petencia en «materia civil» de la Generalidad de Cataluña», R.D.P., 1994, pág. 874; PORCIOLES, «La
2. Derecho foral catalán*.—E1 Derecho legislado catalán se halló fun- Compilación del Derecho civil de Cataluña», en R.G.L.J., 1960, t. 209, págs. 403 y ss.; ROCA TRIAS,
damentalmente recogido en la «Compilación del Derecho civil de Cataluña» «La modernització del Dret civil catalá», R.J.C., 1985, pág. 583; ROCA SASTRE y otros. Comentarios
a la Compilación de Derecho civil especial de Cataluña, Barcelona, 1961; ALVADOR CODERCH, «El
Derecho civil de Cataluña. Comentario al nuevo artículo 1 de la Compilación Catalana», R.J.C., 1984,
* BASSOLS I PARES, «Vers la codificació del Dret civil catalá. La reforma prévia de 1984, Dis- pág. 793; «Constitución española, Compilación catalana y Derecho supletorio», en R.J.C., 1984, pág.
curs d'ingrés en Academia», R.J.C., 1993, pág. 347; BORRELL MACIA, «Derecho civil de Cataluña», 793; en C.C.J.C., núm. 3, 1983, pág. 781; La Compilació del Dret Civil de Catalunya i la seva histo-
en N.E.J., I, 1950, págs. 203 y SS.; BORRELL Y SOLER, Derecho civil vigente en Cataluña2, 5 vols., ria, Barcelona, 1985; «"Interpretatio necessaria": Materiales para la reconstrucción del Título preliminar
1942; DE BROCA, Historia del Derecho de Cataluña, especialmente del civil, y exposición de las ins- de la Compilación catalana», R.J.C., 1983-4, pág. 801; La Compilación y su historia. Estudios sobre la
tituciones del Derecho civil del mismo territorio en relación con el Código civil de España y la Juris- codificación y la interpretación de las leyes, Barcelona, 1985; SOTO NIETO, «Especialidades legislati-
prudencia, 1987; Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, vas, sustantivas y procesales, en Cataluña. Alcance de las reglas 6.' y 8.° del artículo 149.1 de la Cons-
dirigidos por ALBALADEJO Y
DIAZ ALABART, ts. XXVII al XXX; CONDOMINES-FAUS, Derecho civil especial de Cataluña, 1960; titución», R.D.P., 1984, pág. 115; VARIOS, Comentarios a la Compilación del Derecho civil especial
FIGA FAURA, Manual de Derecho civil catalán, de Cataluña (Curso de conferencias), 1961; E/ Derecho civil de Cataluña,
en R.J.C., número monográ-
1961; «El Dret civil catalá en perill», R.J.C., 1993, 2
pág. 91; GASSIOT, Comentarios a la Compilación del Derecho civil especial de Cataluña,
1962; FO- fico de 1960, julio-agosto. VIVES Y CEBR1AN, Tradición, usatges y demás Derechos de Cataluña,
LLIA CAMPS, «Novedades en la legislación civil de Cataluña», A.A.M.N., t. XXIX, pág. 327; LOPEZ vols., 2. ed., Madrid, 1989. Actualmente, sin duda que las obras de conjunto más importantes sobre
CONTRERAS, «La Compilación del Derecho civil especial de Cataluña», en Estudios de Derecho pri- Derecho catalán son los seis tomos de los Fundamentos del Derecho civil catalán de PUIG FERRIOL
vado dirigidos por Martínez-Radio; MALUQUER DE MOTES, «Del artículo 149.I.8. de la Constitu- y ROCA TRIAS, y los ocho tomos (XXVII y ss.) de los Comentarios al C.c. y Compilaciones forales
ción al ordenamiento catalán: su reciente desarrollo en sistemas», Derecho Privado y Constitución, núm. que dirijo.

64 65
MANUEL ALBALADEJO § 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES

por orden de las Cortes de Barcelona de 1702, y como Derecho supletorio, vitalicios, contratos especiales sobre explotación de tierras y sobre ganade-
por el canónico, en primer término, y después por el romano. ría, donación, usucapión y prescripción extintiva, cosas afectadas algunas
Así, pues, actualmente rige la Compilación u otras leyes civiles catala- por la ley de censos de 16 marzo 1990 y la de Contratos de integración pe-
nas 1, la costumbre y los principios generales del derecho civil catalán, y en cuaria de 24 noviembre 1984.
su defecto, el Derecho común en cuanto no resulte opuesto al catalán (Com- Compilación declara que para interpretar e integrar sus preceptos y
La
pilación, art. 1, y Disposición Final 4 y C.c., art. 13, núm. 2, Constitución, las demás normas catalanas «se tomará en consideración las leyes, las cos-
art. 149, y véase lo que se dice infra, número 11). tumbres, la jurisprudencia y la doctrina que constituyen la tradición jurídica
La Compilación, en principio, se hizo con ánimo de recoger el Dere- de acuerdo con los principios generales que inspiran el ordena-
catalana,
cho catalán tal cual se hallaba vigente al dictarse aquélla, pero, sin embargo, miento jurídico de Cataluña» (art. 1, 2.°).
en ella se ha prescindido —en frase de su Exposición de Motivos— «de
reglas que han quedado fuera de la forma de vivir y sentir de los que vi- 3. Derecho foral aragonés*.--E1 Derecho aragonés legislado se ha-
ven al amparo del Derecho especial». Y actualmente se le han incorporado lla hoy día recogido en la «Compilación del Derecho civil de Aragón», apro-
preceptos renovadores. bada como Ley estatal en 8 abril 1967, y en 21 mayo 1985, 25 abril 1988
En cuanto a su estructura y contenido, la Compilación se compone de y 29 marzo 1995 parcialmente reformada por las Cortes de Aragón, que se
344 artículos (que siguen teniendo esa numeración aunque algunos están de- aplica al territorio de las tres provincias aragonesas como Derecho emanado
rogados y sustituidos por normas fuera Mb la Compilación), cuatro disposi- de Aragón.
ciones finales y siete Disposiciones Transitorias, hallándose divididos aque- Según el artículo 1.° de la misma:
llos artículos en un Título preliminar y cuatro libros, que respectivamente «1. Constituyen el Derecho civil de Aragón, como expresión de su ré-
versan, el Título preliminar, sobre la aplicación del Derecho civil especial gimen especial, las disposiciones de esta Compilación integradas con la cos-
de Cataluña, y los libros: el primero fue sobre la familia (hoy sustituido por tumbre y los principios generales en los que tradicionalmente se inspira su
el Código de familia); el segundo, sobre las sucesiones (hoy derogado y cnklenarniento jurídico.
sustituido por el Código de Sucesiones); el tercero sobre los derechos rea- 2. En defecto de tales normas, regirán el Código civil y las demás dis-
les, y el cuarto, sobre las obligaciones y contratos y la prescripción. Sin posiciones constitutivas del Derecho general español» (véase también el art.
embargo, dichos libros —lógicamente, puesto que se trata de recoger el De- 13, núm. 2, del C.c., Constitución, art. 149, 3, y lo que se dice infra, núm. 11).
recho especial catalán— no regulan toda la materia civil a que se refiere la Hasta que se dictó la Compilación, regía en Aragón un Apéndice de su
rúbrica de cada uno, sino que, dentro de aquélla, tratan sólo de determina- Derecho foral, que fue el primero de tales Apéndices que, siguiendo lo or-
das instituciones (o incluso únicamente de ciertos puntos de ellas), las que denado en la Ley de Bases, se redactó, siendo sancionado por Real Decreto-
en Cataluña disfrutaban de una regulación peculiar. Así, pues, en el libro Ley de 7 diciembre 1925.
primero, «De la familia», lo que trataba, y aun nuevas materias familiares,
está ahora regulado en el Código de familia; en el libro segundo, «De las
* BATALLA, «Antecedentes y panorámica de la Compilación aragonesa», en A.D.C., 1967, págs.
sucesiones», lo que se decía se ha cambiado por la regulación del Código 675 y ss.; CASTAN, «Aragón y su Derecho», en R.G.L.J., 1967, t. I, págs. 765 y ss., y en publicación
de Sucesiones; en el libro tercero, «De los derechos reales», únicamente se de la «Institución Fernando el Católico», 1968; Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales,
dictan algunos preceptos relativos a la tradición, a la accesión, al usufructo, dirigidos por ALBALADEJO Y DIAZ ALABART, ts. XXXIII y )00(IV; DELGADO ECHEVERRIA,
origen del primitivo artículo 13 del Código civil y el Derecho aragonés», Centenario del Código
a las servidumbres (hoy reguladas por ley de 2 julio 1990) y a las enfiteu- Asociación de Profesores de Derecho civil, t. I, Madrid, 1990, pág. 657; El Derecho aragonés,
Za-
sis (hoy regulada por ley de 16 marzo 1990), y en el libro cuarto, «De las ragoza. 1979; LACRUZ, «Objetivos y métodos de la Codificación aragonesa», en R.C.D.I., 1968, págs.
obligaciones y contratos», exclusivamente se establecen normas sobre res- 285 y ss.; LACRUZ BERDEJO (Director): Comentarios a la Compilación del Derecho civil de Aragón,
cisión por lesión, venta a carta de gracia y tornería, censales, violarios y Zaragoza, 1988; MARTIN-BALLESTERO, «Introducción a la Compilación de Derecho civil de Aragón»,
en A.D.C., 1967, págs. 651 y ss.; MERINO Y HERNANDEZ, Aragón y su Derecho, Zaragoza, 1978;
MONEVA PUYOL, PALA MEDIANO y MARTIN-BALLESTERO, «Derecho civil de Aragón», en N.E.J.,
I, 1950, págs. 192 y ss.; SANCHO REBULLIDA, «Significado de la Compilación del Derecho civil de
' Como las de Contratos de integración pecuaria de 28 noviembre 1984, la de Acción negatoria, Aragón», en la Revista «Nuestro Tiempo», 1967, núm. 159, ed. separada. SERRANO GARCIA, «La Co-
inmisiones, servidumbres y relaciones de vecindad, de 9 julio 1990, de Censos de 16 marzo 1990, de munidad Autónoma de Aragón y su Derecho civil foral», Derecho Privado y Constitución, núm. 1, 1993,
Garantías posesorias sobre cosa mueble, de 29 noviembre 1991, de Venta a carta de gracia, de 13 di- Pág. 177. Hoy las más importantes obras de conjuntos del Derecho aragonés son el hasta hoy único tomo
ciembre 1991, de uniones estables de pareja, de 15 de julio de 1998 y los más importantes Códigos de aparecido de los Comentarios, dirigidos por Lacruz, y los cuatro tomos (XXXIII y ss.) dedicados a la
sucesiones, de 30 diciembre 1991, y de familia de 15 de julio de 1998. Compilación aragonesa en los Comentarios al C.c. y Comps. forales que dirijo.

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MANUEL ALBALADEJO § 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES

Hasta la publicación del Apéndice de 1925 (que comenzó a regir en 2 enero reforma que ha hecho últimamente, por Ley de 28 junio 1990, el Par-
1926) el Derecho foral aragonés se contenía básicamente en el Cuerpo legal de la
lamento balear, de la Compilación dictada para esta región por el Estado en
denominado «Fueros y Observancias del Reino de Aragón», que aquél derogó. 1961. Esta, en lo que no es reformada, es asumida como Derecho
Se divide la Compilación en un Título preliminar y cuatro libros, que 19 abril
emanado de la Comunidad balear, y rige en el territorio de ésta en texto re-
suman un total de 153 artículos, y concluye con una Disposición Final, otra
derogatoria del Derecho anterior, y varias transitorias. fundido de fecha 6 septiembre 1990.
Ahora bien, no rige la Compilación íntegra en todo el territorio is-
El Título preliminar versa sobre «Las normas en el Derecho civil de leño, sino que de los tres libros en que se divide (además de un Título
Aragón», y los libros: el primero, sobre «Derecho de la persona y de la fa- preliminar de tres disposiciones finales y de una derogatoria y dos tran-
milia»; el segundo, sobre «Derecho de sucesión por causa de muerte»; el sitorias), el primero es aplicable a Mallorca, el segundo a Menorca y el
tercero, sobre «Derecho de bienes», y el cuarto, sobre «Derecho de obliga-
ciones». Sin embargo, los libros en cuestión —lo mismo que se señaló en tercero a Ibiza y Formentera 3. Aunque la verdad es que en esos libros
el caso de la Compilación catalana— como no regulan sino lo que, dentro segundo y tercero se establece la aplicación a Menorca de parte del li-
bro primero, y a aplicación a Ibiza y Formentera de preceptos de los
de la materia a que se refiere la rúbrica de cada uno, constituye Derecho
especial aragonés, resulta que, en definitiva: otros.
Así, pues, actualmente rige la Compilación, y otras posibles leyes ba-
El libro primero dedica diecinueve artículos a cuestiones de capacidad principios generales del Derecho balear,
de las personas por razón de edad, ausencli, relaciones entre ascendientes leares, y luego la costumbre y los
y en su defecto, el Derecho común en cuanto sus normas no se opongan a
y descendientes y relaciones parentales y tutelares, y los restantes (hasta los aquellos principios (Compilación art. 1, y C.c., art. 13, número 2, Consti-
85 de que se compone) al régimen económico conyugal, a la llamada «co- número 11).
munidad conyugal continuada» y a la viudedad. tución, art. 149, 3, y véase lo que se dice infra,
El libro primero consta de 61 artículos que versan sobre régimen eco-
El libro segundo trataba (en los arts. 89 al 142) de ciertos puntos de
las sucesiones testamentaria e intestada, de la sucesión paccionada, de la fi- nómico conyugal, donaciones universales, sucesiones testada, intestada y dis-
ducia sucesoria (figura por la que una persona encarga a otra que ésta or- posiciones comunes a ambas, legítimas y ciertos derechos reales (estatge,
dene la sucesión de aquélla), de las legítimas, y de las normas comunes a variedad consuetudinaria del de habitación, y censos y alodios).
las diversas clases de sucesión. El libro segundo (Menorca) sólo se refiere, en el artículo 64, a la ins-
titución llamada «Sociedad rural», y en el 65 declara aplicable a Menorca
Ese libro segundo ha sido sustituido por la Ley de Sucesiones de 24
de febrero de 1999. parte del libro primero.
Los libros tercero y cuarto son brevísimos, pues entre los dos juntos no
llegan a una docena de artículos. Aquél sólo dedica dos a las relaciones de pág. 1539; «Baleares ante el artículo 149.1.1 de la Constitución», R.D.P., 1982, pág. 787. También en
R.C.D.I., 1982, pág. 1055; COCA PAYERAS, «El despliegue del artículo 149.1.8.° de la Constitución
vecindad y cuatro a determinados puntos en materia de servidumbre. Este en el ámbito jurídico balear», Derecho Privado y Constitución, núm. 2, 1994, pág. 35;
Compilación de
únicamente regula el derecho de abolorio (especie de retracto) y dicta una dirigidos por
Derecho civil de Baleares, 1991; Comentarios al Código civil y Compilaciones forales,
GARAU, «La Compilación del Derecho civil especial
disposición sobre normas aplicables a los contratos sobre ganadería. ALBALADEJO Y DIAZ ALABART, t. XXXI;
de Baleares», en Estudios de Derecho privado, dirigido por Martínez-Radio; HERNANDEZ-CANUT,
Así, pues, como ya se ha señalado, rige la Compilación o la costum- «La Compilación del Derecho civil especial de Baleares», en A.D.C., 1961, págs. 659 y ss.; MASOT
bre aragonesa o los principios generales del Derecho aragonés, y en defecto M1QUEL, «El Código civil y su aplicación en el Derecho civil balear», Centenario del Código civil,
de todo ello, el Derecho común: Compilación artículo 1, 2, Código civil, Asociación de Profesores de Derecho civil, t. II, Madrid, 1990, pág. 1299; «El proyecto de revisión de
la Compilación del Derecho civil de Baleares», A.C., 1986-1, pág. 1641; PASCUAL, «Derecho civil es-
artículo 13, 2.° Constitución, artículo 149, 3. pecial de Baleares. La Compilación, etc.», en Estudios Castán, II, 1968, págs. 441 y ss., y Derecho ci-
vil de Mallorca, 1951; PONS, «Derecho civil de Mallorca», en N.E.J., I, 1950, págs. 271 y ss.; SU-
4. Derecho foral balear*.—E1 Derecho legislado balear está recogido BIAS, «La Compilación del Derecho civil especial de Baleares», en R.G.L.J., 1961, t. 210, págs. 619
y SS.; ROCA TRIAS, «Sistema de fuentes del Derecho de Mallorca», A.D.C., 1982, pág. 21; VERGER,
actualmente en la «Compilación del Derecho civil de Baleares», que es fruto «Innovaciones introducidas en el Derecho civil especial de Baleares por la reciente Compilación», en
R.D.N., 1962, núm. 35, págs. 265 y ss.; ZAFORTEZA DEL CORRAL, La Compilación de 1961, a tra-
. de su proceso formativo: antecedentes, documentos y actas, Palma de Mallorca, 1992. Hoy la más
vés
* CERDA GIMENO, «La revisión del Derecho civil especial de Ibiza y Formentera», en A.D.C., ~ante obra de conjunto del Derecho balear son los dos tomos (XXXI y ss.) dedicados a él en los
1973, págs. 849 y ss.; «De nuevo sobre la revisión del Derecho civil de Baleares: en especial del Comentarios al C.c. y Camps. forales que dirijo.
Libro III —Ibiza y_Formentera de la Compilación del Derecho civil de Baleares», A.C., 1989-1, pág. 3 En la Compilación no se menciona la isla de Cabrera. Se entiende que en ella rige el Derecho
265; «El proceso de adaptación constitucional del Derecho civil de las Islas Baleares», R.C.D.I., 1983, de Mallorca.

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MANUEL ALBALADF,J0 § 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES

El libro tercero (Ibiza y Formentera) trata del régimen económico con- Rigen en primer término los preceptos imperativos gallegos, sean de la
yugal, de los heredamientos, de la sucesión, de las legítimas, del derecho Ley de Derecho civil de Galicia o de otras leyes, después la costumbre, aun
real de habitación y de las obligaciones y contratos. cuando sea contra ley dispositiva, posteriormente las leyes dispositivas, y
La Compilación declara que para interpretar sus preceptos «se tomará tras ellos los principios generales del Derecho foral gallego y, en su defecto,
en consideración la tradición jurídica balear encarnada en las antiguas le- el Derecho común que no se oponga al Ordenamiento jurídico gallego (art.
yes, costumbres y doctrina de que aquéllos se derivan» (Compilación, 3 C.c., art. 13, núm. 2, y Constitución, art. 149, 3, y véase lo que se dice
art. 2.°).
infra, núm. 11).
La Ley de Derecho civil de Galicia consta en la actualidad de 170 ar-
5. Derecho foral gallego*.-E1 Derecho legislado foral gallego in- tículos, dos disposiciones adicionales, una transitoria, una derogatoria y una
cialmente se halló contenido en la «Compilación del Derecho civil de Ga- Los artículos se estructuran en un Título preliminar que versa sobre
final.
licia», de 2 diciembre 1963, modificada para armonizarla con la Constitu- el Derecho gallego y su aplicación, y luego ocho títulos más que tratan, res-
ción y el Estatuto de Autonomía, por Ley de 10 noviembre 1987. Actualmente pectivamente, el I de la situación de ausencia no declarada, el II de la casa
esta Compilación está derogada, y en su lugar rige otra llamada Ley de De- y de la «veciña», el III de los derechos reales, el IV del retracto de gra-
recho civil de Galicia de 24 mayo 1995, además de otras leyes gallegas ciosa, el V de los contratos, el VI de la compañía familiar, el VII del ré-
aparte de la Compilación. Tal Derecho se aplica (a menos que proceda otra gimen económico familiar, y el VIII de las sucesiones.
cosa por Derecho internacional privado o interregional) como general, salvo Hay que decir que la verdad es que el Derecho foral gallego anterior
que se trate de costumbre o uso local o de una sola comarca, por ejemplo, a la Compilación de 1963, carecía de todo cuerpo legal escrito, y sólo con-
en las cuatro provincias que forman la Comunidad autónoma gallega (art. sistía en costumbres, principalmente relativas a los foros y a la sociedad fa-
4). Como dice su artículo 1, «El Derecho civil de Galicia está integrado por miliar, que por hallarse en uso en algunos lugares, había de entender que
los usos y costumbres propios y por las normas contenidas en la presente el Código respetó a tenor del antiguo artículo 12 («... las provincias y te-
ley, así como por las demás leyes gallegas que lo conserven, desenvuelvan rritorios en que subsiste Derecho foral, lo conservarán por ahora en toda su
o modifiquen», y por los principios generales de Derecho gallego (art. 3, integridad, sin que sufra alteración su actual régimen jurídico escrito o con-
núm. 2) 4. suetudinario, por la publicación de este Código, que regirá tan sólo como
Derecho supletorio en defecto del que lo sea en cada una de aquéllas...»).
La nueva Ley de Derecho civil de Galicia declara que interpretar e in-
* ABRAIRA, El derecho foral gallego. Estudio critico de la Compilación del Derecho civil espe- tegrar el Derecho gallego se hará «desde los principios generales que lo in-
cial de Galicia, 1970; CASTAN, «La Compilación del Derecho civil especial de Galicia», en R.G.L.J.,
1963, t. 215, págs. 707 y SS.; Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por AL- forman, los usos, las costumbres, la jurisprudencia y la doctrina que encarna
BALADEJO Y DIAZ ALABART, t. XXXII; FUENMAYOR, «Derecho civil de Galicia», en N.E.J., I, la tradición jurídica gallega» (art. 2, núm. 2).
1950, págs. 239 y ss.; GALLARDO, «El novísimo proyecto de apéndice foral gallego al Código civil»,
en R.E.P., 1949, vol. 24, págs. 82 y ss.; LORENZO MERINO, «La normativa jurídico-agraria en los
ordenamientos autonómicos. Estudio de su presencia en el Derecho de Galicia», A.C., 1992, pág. 625: 6. Derecho foral navarro* . Al publicarse el Código civil, el Derecho
-

«Un Derecho civil para Galicia. La propuesta legislativa de Compilación de Derecho civil de 22 marzo navarro estaba compuesto -en principio, y salvo ciertas disposiciones conte-
1991», La Ley, 1992-2, pág. 1010; El Derecho civil de Galicia y la propuesta de Compilación de 22
marzo 1991, Santiago de Compostela, 1992; El Derecho civil de Galicia y la Constitución de 1978,
• ARECHEDERRA ARANZAD1, El Derecho civil foral de Navarra en la Constitución y
núm. 2, 1994, pág. 79; El Derecho civil de Galicia, 1992; NUÑE el Ame-
Z VIDE, «Panorámica sobre el Dere- El Derecho Civil Foral de Na-
cho Foral gallego», A.C., 1992, núm. 15, pág. 205; PAZ ARES, «La Compilación de Derecho civil es- jan:miento del Fuero, Homenaje a Vallet, t. I, Madrid, 1988, pág. 135;
Temas de Derecho Civil Foral
pecial de Galicia, 1962; «La casa en el Derecho foral de Galicia», R.D.N., 1965, pág. 225; RODRI- varra en la Constitución y el Amejoramiento del Fuero, Madrid, 1991;
GUEZ VALCARCE, «El denominado Derecho foral gallego y su Compilación», en Centenario Ley Notarial, Navarro, Madrid, 1991; Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales, dirigidos por ALBA-
Secc. 3.°, vol. II, 1962, págs. 735 y ss.; SANDE GARCIA, «El Derecho civil de Galicia: una actuali- LADEJO Y DIAZ ALABART, ts. XXXV a XXXVII; ARREGUI, «La recopilación privada del Derecho
zación imposible a la luz de la historia», R.D.G., junio 1994, pág. 6499, y el t. XXXII, dedicado a Ga- príVado foral de Navarra», en Estudios Castán, VI, 1969, págs. 35 y ss.; DEL BURGO, «El amejora-
licia, de los Comentarios al C.c. y Compilaciones forales que dirijo. Miento del Fuero de Navarra», La Ley, 1983-2, pág. 1258; LACARRA, Instituciones de Derecho civil

La nueva redacción del artículo 1 de la Ley de Derecho civil de Galicia sustituye a la antigua navarro, 1965; MARTINEZ DE AGUIRRE y DE PABLO CONTRERAS, «Derecho civil navarro y co-
en cuanto en aquella se disponía la aplicación de ciertas figuras, no sólo a las provincias gallegas, sino dificación civil en España», R.J.N., n.xo 6, 1988, pág. 65; NAGORE YARNOZ, «La Compilación del
a las comarcas limítrofes de Oviedo, León y Zamora, cuando se acreditase la existencia y uso de ins- Derecho civil o Fuero Nuevo de Navarra», en R.G.L.J., 1973, t. 234, págs. 391 y ss., e Historia del
tituciones. Hoy en día existiendo las Comunidades autónomas las competencias legislativas que les co- Fuero Nuevo del Navarra, 1994; Fueros navarros y Estatutos de Autonomía, Homenaje a Vallet, t. 1,
rresponden a través de la Constitución y sus Estatutos, no serían aplicables en el ámbito de una Co- Madrid, 1988, pág. 489; DE PABLO CONTRERAS, Curso de Derecho civil navarro, Pamplona, 1990;
munidad disposiciones dictadas por otra. RUBIO TORRANO, «Constitución y Derecho civil navarro», Derecho Privado y Constitución, núm. 2,

70 71
MANUEL ALBALADEJO § 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES

nidas en ellos, pero derogadas— por: el Fuero general de Navarra» (atribuido Dice la ley 1, apartado segundo: «Como expresión del sentido histórico y de
a Teobaldo I), el «Amejoramiento» (de Felipe III de Navarra: 1330) al Fuero continuidad del Derecho Privado Foral de Navarra, conservan rango preferente
la
para la interpretación e integración de las leyes de la Compilación, y por este or-
(se denomina «Amejoramiento» a las reformas y adiciones que se hicieron al
den: las leyes de Cortes posteriores a la Novísima Recopilación; la Novísima Re-
Fuero) 5, la «Novísima Recopilación de las leyes del Reino de Navarra, he- copilación; los Amejoramientos del Fuero; el Fuero General de Navarra; los de-
chas en sus Cortes generales desde el año 1512 hasta 1716 inclusive», lle- más textos legales, como los fueros locales y el Fuero Reducido; y el Derecho
vada a cabo por Elizondo (1735), ocho cuadernos zde leyes hechas en Cortes romano para las instituciones o preceptos que la costumbre o la presente Compi-
posteriores (desde 1724 —pues la «Novísima Recopilación», como se ha di- lación hayan recibido del mismo.»
cho, no alcanza sino hasta las Cortes del ario 1716— a 1829) y el Derecho
consuetudinario (admisible incluso contra lo dispuesto en la ley). Se extendía La Compilación o EN. es la más extensa de los forales y consta
de
la aplicación de este Derecho foral a toda la provincia de Navarra. Y ahora leyes, cinco Disposiciones Transitorias y una Disposición Adicional. Las
también se extiende a esta (Compilación, ley 1) el actual Derecho foral na- 596
leyes están distribuidas en cuatro libros. Uno, preliminar; uno, primero, que
varro que ha sido puesto en vigor por la «Compilación del Derecho civil fo- y de la familia»; otro, segundo, que trata «De las
ral de Navarra» o «Fuero Nuevo de Navarra», aprobada por Ley de 1 marzo trata «De las personas
sucesiones», y otro, tercero, que trata «De los bienes», que
donaciones y
1973, modificada por Ley del Parlamento navarro de 1 abril 1987. comprende tanto el Derecho de bienes como el de obligaciones.
Esta Compilación o Fuero Nuevo de Navarra «recoge el vigente Dere- El libro preliminar consta de 41 leyes, distribuidas en cuatro títulos.
cho civil del antiguo Reino, conforme a la .radición y a la observancia prác- El libro primero consta de 106 leyes (de la 42 a la 147), distribuidas
tica de sus costumbres, fueros y leyes» (ley 1), luego, de ahora en adelante, en quince títulos.
en ella o en a lo que ella remita (salvo que sea como Derecho supletorio El libro segundo consta de 198 leyes (de la 148 a la 345), distribuidas
aplicable en defecto del foral) se contiene el Derecho navarro. en veinte títulos.
Como Derecho supletorio del foral, la Compilación o Fuero Nuevo (F.N.) El libro tercero consta de 251 leyes (de la 346 a la 596), distribuidas
establece el Código civil y las leyes generales de España. en quince títulos.
A su vez, algunos títulos se subdividen en capítulos.
Dice la ley 6: «El Código civil y las leyes generales de España serán Dere-
cho supletorio de esta Compilación y de la tradición jurídica navarra expresada - 7. Derecho foral vizcaíno*.—E1 Derecho vizcaíno se contenía en el
en la ley uno, y no se aplicarán a supuestos distintos de los expresamente pre-
vistos.» También Código civil, artículo 13, número 2 y Constitución, artículo 149, Fuero de Vizcaya (aprobado —después de su reforma— por Carlos V, en
3. Y véase lo que se dice infra, número 11. 1527) que ni regía en toda la provincia de Vizcaya ni sólo en ésta, pues, por

Para la interpretación (e interpretación integradora) de la Compilación


* ANGULO LAGUNA, Derecho privado de Vizcaya, 1903; AREITO, «Derecho civil de Vizcaya»,
o F.N. ha de acudirse preferentemente a los textos históricos del Derecho On NE.1., I, 1950, págs. 307 y ss.; ARRUE MENDIZABAL Y MARTIN OSANTE, «Crónica de De-
que se compila. recho civil vasco: situación actual en la perspectiva de su reforma», A.D.C., 1991, pág. 1277; ASTOR-
QUI, Manual de Derecho civil foral de Vizcaya y Alava, 1959; ASUA GONZALEZ E IGARTUA ARRE-
(RJL«Acbtalización del Derecho civil (I Congreso de Derecho civil vasco)», A.D.C., 1983, pág. 473;
1994, pág. 55; SALINAS QUIJADA, «Derecho civil de Navarra», en N.E.J., I, 1950, págs. 285 y ss., 1SUA GONZÁLEZ, GIL RODRIGUEZ Y HUALDE SANCHEZ, «El ejercicio de la competencia en
y Derecho civil de Navarra, materia civil por parte de la Comunidad Autónoma del País Vasco», Derecho Privado y Constitución,
10 vols., 1971-1977; «Examen crítico del Amejoramiento del Fuero de Na-
varra», R.J.N., núm. 1, 1986, pág. 57; La codificación del Derecho civil común y foral de Navarra, 2, 1994, pág. 9; CELAYA IBARRA, Vizcaya y su Fuero civil, Pamplona, 1965, La Compilación
Centenario del Código civil, dirigido y coordinado por Rico Pérez, t. II, Madrid, 1989, pág. 375; SAN- del Derecho civil foral de Vizcaya y Alava, Introducción y Notas, 1976, El Derecho foral de Vizcaya
CHO REBULLIDA, «El C.c. en la codificación navarra», en Centenario del C.c., II, 1990, págs. 1.979 en la actualidad, 1970, y Derecho foral y autonómico vasco, Bilbao, 1986; COLEGIO NOTARIAL DE
y SS.; SANTAMARIA, El Derecho civil de Navarra, 1955; VARIOS,
Curso de Derecho foral navarro,
IVBAO, El Derecho Foral Vasco tras la Reforma de 1992, Pamplona, 1994; Comentarios al Código
I, Derecho privado, eiW y Compilaciones forales, dirigidos por ALBALADEJO Y DIAZ ALABART, t. XXVI; JADO, De-
1958; VARIOS (GARCIA-GRANERO, AIZPUN TUERO, LOPEZ JACOISTE, SAN-
TAMARIA, NAGORE, D'ORS, ARREGUI y SALINAS), Derecho foral de Navarra, Derecho privado recho civil de Vizcaya, Bilbao, 1923; LEZON, «Las dos legislaciones civiles vigentes en Vizcaya», en
(Recopilación privada; Varios, Fuero nuevo, 1988; los Comentarios al C.c. y Compilaciones forales que 1..C.1)1.. 1963, págs. 796 y ss.; PARDO, «La Compilación del Derecho civil especial de Vizcaya y
dirijo; VARIOS AUTORES, El Derecho foral navarro tras el amejoramiento del Fuer; Departamento
Alavit», en Estudios de Derecho privado, dirigidos por De la Esperanza Martínez-Radio, I, 1962, págs.
de Derecho Foral de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1985; Y as.; UR1ARTE, El Fuero de Ayala, 1974; CELAYA, Comentario a la Compilación vizcaíno-alavesa,
Fuero Nuevo. Compilación del De-
recho civil Foral de Navarra. Derecho Histórico, concordancias y jurisprudencia, Pamplona, 1988. 01 el t. XXVI de los Comentarios al C.c. y Comps. forales que dirijo, Derecho foral y autonómico

Un segundo «Amejoramiento», hecho en 1418, de Carlos III de Navarra parece que no llegó a vasco, 1986, y Derecho civil vasco, 1993; VARIOS, Jornadas internacionales sobre instituciones civi-
tener vigencia. Ies vascas, 1991.

72 73
§ 121 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES
MANUEL ALBALADEJO

un lado, se aplicaba en dos términos municipales —Llodio y Aramayona— La Compilación para Vizcaya y Alava recogió esta única especialidad
de la provincia de Alava y, por otro, dentro de Vizcaya sólo regía en la lla- Derecho ayalés, ein su Libro II, Título II («De la legislación civil de la
del
tierra de Ayala»). Los ayaleses pueden disponer con absoluta libertad de to-
mada Tierra Llana, Anteiglesias o Infanzonado. Posteriormente el Derecho fo-
ral vizcaíno estuvo contenido en el Libro I de la «Compilación de Derecho dos sus bienes o de parte de ellos, por testamento, manda o donación, a tí-
civil foral de Vizcaya y Alava» (Compilación promulgada como Ley de 30 tulo universal o singular, siempre que aparten a sus herederos forzosos con
julio 1959, modificada parcialmente por Ley del Parlamento vasco de 18 marzo mucho como (quisieren o por bien, tuvieren (Compilación, art. 62, y
pocoLeyo
Derecho foral, art. 134). La otra única especialidad del Derecho
1988), y siguió rigiendo en los términos municipales alaveses de Llodio y hoy
Aramayona (Compilación citada, art. 60), y de la provincia de Vizcaya sólo ayalés es el denominado usufructo, poderoso, figura que olvidó la Compi-
en el Infanzonado o Tierra Llana (art. 1), bajo cuya denominación se designa lación y que es la de usufructo, pero con facultad de disponer libremente
todo el territorio que comprende actualmente dicha provincia, excepción he- bienes el usufructuario en favor de descendientes del constituyente
de los
cha de las doce villas de Bermeo, Durango, Ermua, Guernica y Luno, La- (Ley,Enart. 140).
nestosa, Lequeitio, Marquina, Ochandiano, Ondárroa, Portugalete, Plencia y las restantes materias del Derecho civil rige el Derecho común (Ley,
Valmaseda, la ciudad de Orduña y todo el ténnino municipal de Bilbao; ri- 3, C.c., art. 13, inúmero 2, Constitución, art. 149, 3, y véase lo dicho
art.
giendo en el resto del territorio vizcaíno el Código civil (art. 2.° de la men- infra,Lanúmero 11).
tierra de Ayalla comprende los tres términos municipales de Ayala,
cionada Compilación, y hoy art. 6 Ley del Derecho civil foral del País Vasco).
La Compilación sustituyó al antiguo *Derecho foral vizcaíno (Compila- Amurrio y Oquendo, y los pueblos de Mendieta, Retes de Tudela, Santa Co-
ción, Disposición Final, 1.a), y ahora ha sido a su vez sustituida por la lla- loma y Sojoguti, del término municipal de Arciniega (Ley, art. 131). En
mada Ley del Derecho civil foral del País Vasco de 1 julio 1992 (disp. de- cuanto al Derecho foral guipuzcoano, la Ley, art. 147, simplemente dice que
rogatoria). «se reconoce la vigencia de las costumbres civiles sobre la ordenación del
En su defecto y de la costumbre que corresponda y de los principios caserío y del patrimonio familiar en Guipúzcoa, las cuales deberán ser ac-
generales del Derecho foral, rige el Derecho común (Ley, arts. 1 y 3, Es- tualizadas por ley del Parlamento vasco».
tatuto de Autonomía, art. 21, y C.c., art. 13, número 2, Constitución, art.
149, 3, y véase lo dicho infra, número 11). < 9. Derecho foral de cierta comarca extremeña. En cuanto al fuero —

La Ley del Derecho civil foral vasco consta de ciento cuarenta y siete del Baylio*, «conforme al cual todos los bienes que los casados llevan al
artículos, además de una Disposición Adicional, cuatro transitorias, una de- matrimonio o adquieren por cualquier razón, se comunican y sujetan a par-
rogatoria y otra final. El artículo 146, como vimos, declara que el Derecho tición como gananciales» (Novísima Recopilación, 10, 4, 12), rige en la vi-
vizcaíno rige también en Llodio y Aramayona, de la provincia de Alava. En lla de Alburquerque., ciudad de Jerez de los Caballeros y otros varios pue-
cuanto a los anteriores artículos que componen el Libro I de la Ley, y que blos de Extremadura.
contienen el susodicho Derecho vizcaíno, regulan, además de lo relativo a Se entiende que son: La Codosera, Burguillos, Fuentes de León, Valverde de
determinar las fuentes, cuál sea el territorio foral y en qué casos se aplica Burguillos, Atalaya, Valencia del Ventoso, Oliva de Jerez, Valencia de Mambuey,
aquel Derecho, las siguientes materias: troncalidad, formas de sucesión y Valle de Matamoros, Valle de Santa Ana, Zahinos, Olivenza y sus agregados, Santo
testamentarias especiales de Vizcaya, legítima o herencia forzosa, sucesión Domingo, San José, San Benito y Villa Real, Alconchel, Cheles, Higueras de Var-
intestada, ciertas materias comunes a la sucesión testada, a la intestada y a gas, Táliga y Villanueva del Fresno. Discútese respecto a su vigencia en Ceuta 6•
las donaciones, el régimen matrimonial de bienes y la enajenación de bie-
nes troncales, y, por último, la servidumbre de paso. Tal es la única especialidad foral extremeña. En todo lo demás el De-
recho común (véase lo que se dice infra, número 11).
8. Derechos forales ayalés y guipuzcoano*. — Por el Fuero de Ayala
se concedía a los ayaleses libertad de testar, donar y otros derechos. A és-
....•■■■••■■■■■

* Ultitnamente sobre él: MADRID DEL CACHO, El Fuero de Baylio, 1963; CERRO, Aportación
tos renunciaron el 7 septiembre 1487. Por ello se conservaba vigente aque- al estudio del Fuero de Boulio 1964. «Algunas puntualizaciones sobre el Fuero del Baylio», en R.D.P.,
lla libertad en la antigua tierra de Ayala. ones sobre el Fuero del Baylio, 1974, y «El título preliminar del Có-
1973, Págs. 109 y SS,; Investigaci
dtill civil y el Fuero del baylio», en R.D.P., 1976, págs. 185 y SS.
6 Sobre sobre este emremo en particular, cfr. RAM1REZ, «El Fuero del Baylio y su vigencia en

* Ver * anterior. Quia», en A.D.C., 1962, págs. 999 y ss•

74 75
MANUEL ALBALADEJO § 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES

Carlos III dictó en 1778 una Cédula aprobatoria de la observancia del Fuero tuco total de las regiones forales se ha acercado al del resto de España, pues
del Baylio, Cédula que dice así: «Apruebo la observancia del fuero denominado todas aquéllas el Derecho común completa o suple (ahora se verá ese
del Baylio, concedido a la villa de Alburquerque por Alfonso Téllez su fundador, en
yerno de Sancho II, rey de Portugal, conforme al cual todos los bienes que los punto) al foral de cada una.
casados llevan al matrimonio, o adquieran por cualquiera razón, se comunican y
sujetan a partición como gananciales: y mando, que todos los Tribunales de estos 11. Vigencia del Derecho común en las regiones forales*.—A) Su-
mis reynos se arreglen a él para la decisión de los pleytos que sobre particiones plencia del foral por el común.—Los Derechos forales no regulan, para sus
ocurran en la citada villa de Alburquerque, ciudad de Xerez de los Caballeros, y regiones respectivas, toda la materia civil, sino sólo parte de ella. Entonces,
demás pueblos donde se ha observado hasta ahora; entendiéndose sin perjuicio de regulación que haya que aplicar a lo que no alcanzan ¿de dónde se toma?
providenciar en adelante otra cosa, si la necesidad o transcurso del tiempo acre- la Ya se ha visto que el Derecho común se aplica en las regiones forales
ditase ser más conveniente que lo que hoy se observa en razón del citado fuero, falta de preceptos propios del Derecho de éstas. Luego la respuesta es: se
toma del Derecho común que, por tanto, se puede decir que completa o su-
si lo representasen los pueblos.» a
Esta Cédula se recogió en la Novísima Recopilación (10, 4, 12). Con ello se llena o colma o cubre los vacíos que éste
prueba la vigencia de aquel Fuero al publicarse el Código civil, y, en conse- ple o complementa al foral, o que
en defecto de regulación contenida en el
cuencia, que éste respetó tal vigencia (antiguo art. 12), por lo que sigue rigiendo deja. En conclusión que a falta o
hoy (cfr. art. 13, núm. 2, actual). Derecho foral se aplica la regulación contenida en el Derecho común, por-
que entre ambos han de realizar, en la región foral que sea, una regulación
10. Diversidad entre los Derechos florales y el común, y entre el total de la materia civil. El artículo 149, 3, de la Constitución dice que: El
total régimen jurídico de las regiones forales y los territorios de Dere- Derecho estatal será, en todo caso, supletorio del Derecho de las Comuni-
cho común.—Los Derechos peculiares o especiales de las distintas regio- dades Autónomas».
nes forales son, como se deduce de lo que he expuesto más arriba, de ex- Ahora bien, hasta aquí todo está claro, y actualmente lo está sin lugar
tensión muy desigual en cuanto a la cantidad de materias que regulan. Algunos a dudas 8. Pero éstas surgían antes de que se dictasen los Estatutos de Au-
alcanzan sólo a una pequeña parte (a veces —como, por lo que acabo de tonomía y de la reforma que se ha hecho de algunas Compilaciones, por-
exponer, se ha tenido ocasión de ver— a una parte ínfima) de las que com- que antes no siempre las distintas Compilaciones utilizaban igual fórmula 9,
ponen el Derecho civil, y, en general, principalmente se refieren al régimen para llamar al Derecho común a llenar la regulación de materias civiles que
patrimonial de la familia y al Derecho de sucesiones o a ciertas institucio- la legislación foral dejaba en blanco. Y hasta a veces una misma Compila-
nes del mismo. ción llamaba —con carácter general— a colmar sus lagunas al Derecho co-
Mas, la diversidad total entre el régimen jurídico civil de las regiones mún, no en un solo texto, sino en varios que no coincidían literalmente.
forales y el de los territorios de Derecho común, está en dependencia no Hoy, sin embargo, ya no hay problema, y además la solución es igual
sólo del Derecho peculiar de aquéllas, sino del Derecho que en cada una para todas las regiones forales, porque bien porque lo diga la Compilación
de ellas se aplique aparte de ese Derecho peculiar y propio suyo. o Ley del Derecho civil foral de cada una (como hacen la navarra, ley 1 y
Ahora bien, mientras que antes de entrar en vigor las Compilaciones,
en algunas regiones forales, además de aplicarse ciertas leyes generales para
* LALAGUNA DOMINGUEZ, «Valor del Código civil como Derecho común después de la re-
toda España, regía como supletorio un Derecho distinto del común (así el forma del título preliminar», en Documentación jurídica, 1974, págs. 1.261 y ss., «Ambito territorial de
romano), y el común sólo era supletorio de último grado (supletorio del su- aplicación del C.c.», en R.D.P., 1977, págs. 311 y ss., y en Comentarios al Código civil y Compilacio-
pletorio), ahora, a partir de que aquéllas entraron en vigor, el régimen jurí- nes forales, dirigidos por ALBALADEJO Y DIAZ ALABART, t. L vol. 2.°, 2.8 ed., 1995, pág. 1083;
ROCA I TRIAS, «El antiguo artículo 12 del Código civil y la historia del derecho supletorio, Cente-
nario del Código civil», Asociación de Profesores de Derecho civil, t. II, Madrid, 1990, 1777.
La suplencia de cada Derecho foral por el común se rige por lo dispuesto, no en el Código, sino
Reconocida con posterioridad a la publicación del Código, por la opinión dominante en la doc- en la Compilación suplida o en el Derecho de la Comunidad Autónoma que sea, ya que aquél sólo se
trina, y por el T.S. (Sentencia de 8 febrero 1892) y la Dirección General de los Registros y del Nota- linúta a disponer, recogiendo lo que antes disponían las propias Compilaciones (puesto que el texto de
riado (Resoluciones de 19 agosto 1914, de 10 noviembre 1926, 11 agosto 1939, 9 enero 1946, etc.). que se trata ha sido introducido en el Código con posterioridad a aquéllas), que es Derecho supletorio,
La Orden de 24 junio 1947, que dispuso la constitución de Comisiones de juristas para el estudio lo mismo que la Constitución, 149, núm. 3, pero no toca el tema de EN QUÉ MODO lo es (además, vé-
y ordenación de las instituciones de Derecho foral, se refiere a Aragón, Cataluña, Navarra, Baleares, ase el art. 2 del Decreto de 31 mayo 1974, por el que se aprueba el nuevo texto del título preliminar
Galicia, Alava y Vizcaya. Ello no prueba nada contra la vigencia del Fuero del Baylio, pues, como des- del Cc. y la Resolución de 6 mayo 1977).
pués se verá, éste sólo difiere del Derecho común en un punto concreto, razón por la que huelga su es- 9 Ni tampoco utilizó una sola el Código civil (véanse antiguos arts. 12 y 13) para llamarse a sí
tudio y ordenación por ninguna comisión. mismo a completar las legislaciones forales.

76 77
§ 12 LOS SINGULARES DERECHOS FORALES
MANUEL ALBALADEJO

que sea, con la excepción de que siempre son competencia del Estado
ss., aragonesa, art. 1, balear, art. 1, gallega, art. 3, 1, catalana, art. 1, vasca las reglas
gi(511 relativas a la aplicación y eficacia de las normas jurídicas, rela-
art. 3), bien porque lo digan sus Estatutos de Autonomía (que lo dicen to- ciones jurídico civiles relativas a las formas del matrimonio, ordenación de
dos: vasco, art. 21, catalán, art. 26, 2, gallego, art. 38, navarro, art. 40,3, los registros e instrumentos públicos, bases de las obligaciones contractua-
aragonés, art. 42, y balear, art. 47), el Derecho de cada región, compuesto les, normas para resolver los conflictos de leyes, y, a tenor del mismo ar-
por las leyes, las costumbres y los principios generales de ella, que son las
tres fuentes de Derecho posibles, se aplica antes de que entre en funciona- 2 .'d, 9.0, 22.° y 25.°, en cuanto se ocupe de ellos
oapsafretaledsospue
el ploer
dcu a entender civiles de algún modo, las reglas
miento la suplencia del Derecho común. Der y o
nti
echo
relativas a la nacionalidad y extranjería, y con ciertas matizaciones en ca-
B) La aplicación directa de cierta parte del Derecho común a las re-
giones forales.—Dentro del Derecho común cabe distinguir dos sectores, el sos de las propiedades especiales".
ya visto sub A), en que suple a los Derechos forales, y otro, llamado De- El artículo 149, 1, 8.a, al final dice también que es competencia exclusiva del
recho común GENERAL a toda España, en que rige directamente en el país Estado «la determinación de las fuentes del Derecho, con respeto... a las normas
entero, por lo que su vigencia en las regiones forales no es como supleto- de Derecho foral o especial». Ahora bien, creo que esto debe de ser entendido
rio del Derecho de éstas, sino de primera mano, siendo preferente su apli- como significado no que corresponda al Estado legislar sobre fuentes del Dere-
cación a la del propio Derecho foral. cho para las regiones forales 12, aunque fuese respetando el Derecho de éstas, sino
En las regiones, pues, se sigue este orden de prelación: que corresponde a las respectivas regiones legislar sobre sus fuentes de Derecho
1.° Derecho común general. en cuanto ello ataña a la conservación, modificación y desarrollo del Derecho fo-
ral de cada una.
En el que entrará aquel cuya competencia exclusiva atribuye al Estado tanto
el artículo 13 del Código civil, como el 149 de la Constitución.

2.° Derecho foral de la región que sea.


3.° Derecho comtA supletorio del foral.
A este respecto el artículo 13, número 1, del nuevo Título preliminar
establece que las: «La disposición de este Título preliminar, en cuanto de-
terminan los efectos de las leyes y las reglas generales para su aplicación,
así como las del Título IV del Libro I, con excepción de las normas de este
último relativas al régimen económico matrimonial, tendrán aplicación ge-
neral y directa en toda España.» Y como en el Título IV dicho, se regula
el matrimonio, resulta que el Derecho común general estaría compuesto sólo
por dos grupos de normas: el formado por las relativas a los efectos y apli-
cación de las leyes, por un lado, y el formado por las relativas al matri-
monio por otro. Pero por su parte, el artículo 149, apartado 1, 8•' de la
Constitución dispone que es competencia exclusiva del Estado la legislación
civil, menos en lo relativo a la conservación, modificación y desarrollo de
los Derechos forales 1°, en cuyo caso la competencia es exclusiva de la re-

1° Véase Sentencia del Tribunal Constitucional de 12 marzo y 6 mayo 1993, según las que, pre-
supuesto que la «conservación» se refiere al mantenimiento de las normas que sean del Derecho foral
de que se trate, y la «modificación», a la introducción de cambios en la regulación que tal Derecho es-
tablezca, el «desarrollo» hay que entenderlo como permitiendo legislar a la región que sea incluso en
ámbitos antes no normados por su Derecho, con tal de que se trate de «instituciones conexas» con las " Legislación
sobre propiedad intelectual e industrial (núm. 1, 9.°); legislación sobre ordenación y
ya reguladas, dentro de una actualización o innovación de los contenidos de éstas. concesión de recursos
y aprovechamientos hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una Co-
Siendo Derecho foral, y así de preferente aplicaciórl al común (véase este número sub A, al final), munidad (núm. 1, 22.; y bases del régimen minero y energético (núm. 1, 25.°).
las costumbres que rijan en cada región, es competencia de cada una de éstas elevadas a leyes (Ss.T.C. 12 Le corresponde,
sí, ciertamente, legislar sobre fuentes del Derecho para el Derecho común.
16 noviembre 1992 y 12 marzo 1993, las dos últimas sobre el particular).
79
78
Capítulo II
FUENTES DEL DERECHO CIVIL

Sección primera
FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL*

§ 13
LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL, EN GENERAL
SUMARIO: 1. Fuentes formales y fuentes materiales.-2. Fuentes de nuestro Derecho ci-
vil.-3. Prelación entre las fuentes en el Derecho común.-4. Prelación entre las
fuentes en las Regiones forales.—A) País Vasco.—B) Cataluña y Baleares.—C)
Aragón y Galicia.—CH) Navarra.-5. Fuentes formales y materiales de nuestro De-
recho civil.

1. Fuentes formales y fuentes materiales.—El Derecho positivo es


un conjunto de normas. El poder de establecer éstas lo pueden tener diver-

* ADICKES, Zur Lehre von der Rechsquellen, 1872; ALBA PALOP, «Primacía de una Directiva de
la C.E.E. sobre el Código civil», R.G.D., 1991, pág. 8793; ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, etc.,
1981; DE ASIS ROIG, La Ley como fuente del Derecho en la Constitución de 1978, Estudios sobre la
Constitución española, en homenaje al profesor García de Enterría, t. I, Madrid, 1991, pág. 169; BATLLE,
en Comentarios al C.c. y Comps. forales, dirigidos por ALBALADEJO, I, 1978, págs. 41 y SS., y allí más
bibliografía; BERMEJO, La publicación de la ley, 1978; CASTAN, Orientaciones modernas en materia
de fuentes del Derecho privado positivo, en Libro-homenaje a De Diego, 1940, págs. 111 y ss.; CLEMENTE
DE DIEGO, Fuentes del Derecho civil español, 1922; CRISCUOLI, Introduzione alio studio del diritto
inglese: le fonti, 2. ed., Milán, 1994; CUETO, Fuentes del Derecho, 1971; DELGADO ECHEVERRIA,
«Fuentes del Derecho civil catalán. En particular la Compilación y la legislación común», en el Llibre del
II Congres Juridic catalá, 1972, págs. 160 y ss.; DIAZ GIMENEZ, «El sistema de fuentes del Título
Preliminar del Código civil y el ordenamiento jurídico comunitario europeo», A.C., 1993-2, pág. 243; DE
DIEGO, Fuentes del Derecho civil español, 1922; DIEZ-PICAZO, L. M., «Los preámbulos de las Leyes
(en torno a la motivación y causa de las disposiciones normativas)», A.D.C., 1992, pág. 501, «La doctrina
de las fuentes del Derecho», en A.D.C., 1984, pág. 933; DORAL, «Prelación de fuentes en Derecho
navarro», en A.D.C., 1974, págs. 25 y ss.; FERNANDEZ-VILLAVICENCIO, Sistema de fuentes, en Ciclo
de Conferencias sobre el nuevo título preliminar del C.c., 1975, págs. 233 y ss.; FRANCESCHELLI,
«Fonti del Diritto», en N.D.I., VI, 1938, págs. 59 y ss., y allí bibliografía; GARCIA DE ENTERRIA, «La
Constitución como norma jurídica», A.D.C., 1979, pág. 291, La Constitución como norma y el Tribunal
Constitucional, Madrid, 1984, Reflexiones sobre la ley y los principios generales del Derecho, Madrid, 1987;
GARCIA VALDECASAS, A., El problema de las fuentes del Derecho, 1955, GENY, Método de intelpretación
y fuentes en Derecho privado positivo, trad. esp.2, 1925, y Science et technique en Droit privé positif, 4
vols., 1921-1927; GORDILLO CAÑAS, en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos
por Albaladejo y Díaz Alaban, t. I, vol. 1.0, 2.° ed., 1992, pág. 45, «Ley, principios generales y Constitución»,

81
MANUEL ALBALADEJO § 13 LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL, EN GENERAL

sos organismos o fuerzas sociales. El que lo tenga es fuente material de Nuestro Derecho civil no reconoce más fuentes; la enumeración que hace el
Derecho, en cuanto que, al establecerlas, de origen a Derecho. Código tiene carácter exhaustivo. Esto está clarísimo hoy a la a la vista del ac-
Pero, como tales normas se pueden establecer de diferentes formas tual artículo 1, número 1, del Código civil, según el que: «Los fuentes del orde-
-p. ej., mediante leyes o costumbres-, se llaman fuentes formales del De- namiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios generales del
recho a los medios o maneras de establecer las normas que lo componen. derecho.» Luego si LAS fuentes son éstas, no es sólo que lo sean ellas, sino que
Así, es fuente formal la ley (mediante la que se crean las normas que com- sólo ellas lo son 1, 2.
El antiguo artículo 6, que regulaba antes la materia no era tan contundente,
ponen el Derecho legislado) o la costumbre (mediante la que se crean las pero sin embargo, también bajo él las fuentes de nuestro Derecho civil eran ex-
normas que componen el Derecho consuetudinario). clusivamente las mismas 3.
De modo que la distinción entre fuentes materiales y fuentes formales,
responde a las diferentes preguntas de: 1.° ¿Quién establece el Derecho? Esas son las fuentes lo mismo en el Derecho común que en los forales.
(los poderes públicos, el pueblo). 2.° ¿Cómo (en qué forma) lo establece?
(en forma de leyes o de costumbres). Aquéllos son las fuentes materiales; Los que de éstos se ocupan del tema, no establecen otras (véase, p. ej., Com-
éstas las formales. pilación aragonesa, art. 1, y navarra, leyes 2 y ss., catalana, art. 1, balear, art. 1).

2. Fuentes de nuestro Derecho civil -Las fuentes de Derecho civil Aunque en Derecho civil español no hay más fuentes que las dichas
que admite nuestro Ordenamiento son sólo tres: la ley, la costumbre y los (es decir, se compone sólo de normas legisladas, consuetudinarias y princi-
principios generales del Derecho (C.c., art. 1, núm. 1). pios generales), a veces se ha venido hablando (aunque ante el nuevo texto
legal, parece imposible seguir haciéndolo), de otras posibles fuentes, como
la analogía, la equidad, la jurisprudencia, la doctrina de los autores, etc. Al
etc., en A.D.C., 1988, págs. 469 y ss.; GRAY, The nature and sources of the law2, 1963; GRETEL (Grupo estudiar los principios generales se verá el papel de la analogía y el de la
de Estudios de Técnica Legislativa): La forma de las leyes. Diez estudios de técnica legislativa, 1986; equidad; y al final del presente Capítulo estudiaré los de la jurisprudencia
HERNANDEZ GIL, Obras completas. La Constitución y su entorno, 1988; HERNANDEZ MARTIN, y la doctrina de los autores; pero, desde ahora, basta decir que todas esas
«Jurisprudencia constitucional: eficacia retroactiva de la Constitución», A.D.C., 1984, pág. 865; KIRALFY,
The English Legal System, 8.° ed., 1990; MASIDE MIRANDA, «Las fuentes del Derecho en el Derecho presuntas fuentes, presuponen una norma ya nacida (de una verdadera
comunitario europeo y en el Código civil», R.C.D.I., 1990, pág. 349; MUÑOZ MACHADO, El Estado, fuente), limitándose a interpretarla (fijar su sentido) o a aplicarla con de-
el Derecho interno y la Comunidad europea, Madrid, 1986; OGAYAR, Las fuentes del Derecho en el novísimo
título preliminar del C.c., en Libro-homenaje a Roca Sastre, I, 1976, págs. 607 y SS.; ORTEGA DIAZ-
terminado criterio o de determinada forma; lo que son cosas muy distintas
AMBRONA, Las leyes orgánicas y el sistema de fuentes del Derecho, La Coruña, 1980; DE orro, de crearla, que es la función peculiar de la fuente jurídica.
Derecho Constitucional. Sistema de Fuentes, Barcelona, 1987; PEMAN GAVIN, Las Leyes orgánicas:
concepto y posición en el sistema de fuentes del Derecho, Estudios sobre la Constitución española, en
homenaje al profesor García de Enterría, t. I, Madrid, 1991, pág. 135; QUINTANA, Las fuentes del
3. Prelación entre las fuentes en el Derecho común.-Según la opi-
Derecho en el nuevo título preliminar del C.c., en Libro-homenaje a Roca Sastre, I, 1976, págs. 657 y ss.; nión más extendida bajo el antiguo artículo 6, el orden de prelación entre
RIPERT, Les forces creatrices du Droit, 1955; ROMANO, S., El ordenamiento jurídico, trad. esp., 1963; las fuentes era: 1.0, la ley; 2.°, la costumbre; 3.°, los principios generales
ROSS, Theorie der Rechtsquellen, 1929; SAINZ MORENO y otros, La calidad de las leyes, Madrid, 1989;
SALVADOR CODERCH, «Los materiales prelegislativos: entre el culto y la polémica», A.D.C., 1983, pág.
1657, «La disposición final tercera de la Compilación catalana y la técnica legislativa de las remisiones
estáticas», A.D.C., 1984, pág. 975, «Interpretatio necessaria»: materiales para la reconstrucción del Título ' Véase también el párrafo 6.° de la Exposición de Motivos al texto articulado de la Ley de Ba-
Preliminar de la Compilación catalana», R.J.C., 1984, pág. 7; SORRENTINO, Le fonti del diritto, 2.° ed., ses para la modificación del título preliminar del Código civil.
1991; TOSCANO, Le fonti del Diritto nel ordinamento italiano, 2 vols., 1940; RUIZ VADILLO, «Algunas Los tratados internacionales, no son fuente aparte de la ley, sino que su valor es el de una ley más.
ideas sobre el valor y significación de las fuentes del Derecho en el nuevo título preliminar del Código Dice el artículo 1, núm. 5, que «Las normas jurídicas contenidas en los tratados internacionales no
civil», en A.D.C., 1977, págs. 65 y ss.; VALLET DE GOYTISOLO, Las fuentes del Derecho según el serán de aplicación directa en España en tanto no hayan pasado a formar parte del ordenamiento in-
«Apparatus super constitutionibus curiarum generalium Cathaloniae» de Tomás Mieres, en Libro-homenaje terno mediante su publicación íntegra en el Boletín Oficial del Estado». Ver también Exposición de Mo-
a Roca Sastre, I, 1976, págs. 312 y ss., «Algunas consideraciones en torno a las fuentes del Derecho», en tivos, párrafos 8.° y 9.°. Este último precisa que, publicados, pasan a formar parte de la legislación in-
Anales de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, año 1974, núm. 2, págs. 19 y ss., «Las terna. Lo que, por otro lado, es obvio.
expresiones "fuentes del derecho" y "ordenamiento jurídico"», A.D.C., 1981, pág. 825, Estudios sobre fuentes En cuanto a que puedan regir en España (así, p. ej., por su pertenencia a la U.E.) preceptos jurí-
del derecho y método jurídico, 1982; VARIOS AUTORES, Recueil d'etudes sur les sources du Droit en dicos supranacionales, no altera nada lo dicho, pues son leyes. Otra cosa es el orden que hayan de ocu-
honneur de FranÇois Geny, 3 vols., 1935, La Constitución española y las fuentes del Derecho, Madrid, par en nuestra jerarquía normativa. Pero éste no es tema para ocuparse de él los civilistas, aunque al-
1979; VAZQUEZ BOTE, «El sistema de fuente y la L.O.P.J.», R.C.D.I., 1986, pág. 1021; DE LA VEGA, guno, quizás impresionado por la novedad, haya venido a hacerlo.
La doctrina de las fuentes del Derecho en el nuevo título preliminar del C.c., en Libro-homenaje a Roca Igual opinaban ya antes de la reforma del texto legal correspondiente DE CASTRO, Derecho ci-
Sastre, I, 1976, págs. 673 y ss. vil, I 3, pág. 370; ESPIN, Manual, P, pág. 95, etc.

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MANUEL ALBALADEJO § 13 LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL, EN GENERAL

del Derecho. Opinión que se basaba en el texto de dicho artículo 6, apar- fuente más, que viene después de las otras y que está como colocada en tercer
tado 2.°: «Cuando no haya ley exactamente aplicable el punto controvertido lugar, sino que es fuente que está también dentro de las otras» 9.
se aplicará la costumbre del lugar, y, en su defecto, los principios genera-
les del Derecho» 4. Pero la aparente claridad y sencillez de la deducción era Hasta aquí lo que debía decirse del orden de prelación de fuentes an-
engañosa, por la siguiente razón: Los principios generales del Derecho pre- tes de la reformada Ley de 1974 del Título preliminar del C.c. Después de
siden la ley y la costumbre. Ahora bien, ¿cómo es posible aplicar una ley ésta, no hay la menor duda de que lo afirmado debe de repetirse con ma-
o una costumbre, sin que reciban, a la vez, aplicación los principios que las yor razón si cabe, bajo los nuevos textos legales. Pues, en efecto: El actual
presiden? Realmente lo que quería decir el artículo 6, 2.°, es que tales prin- artículo 1, en su número 3, dispone que: «La costumbre sólo regirá en de-
cipios, que se aplican siempre a través de la aplicación de la ley o de la fecto de ley aplicable.» Y en su número 4, que: «Los principios generales
costumbre 5, se apliquen directamente cuando éstas falten. del Derecho se aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su
Así, pues, se debía afirmar: carácter informador del ordenamiento jurídico»; lo que es, ni más ni me-
1.0 La ley tiene primacía sobre la costumbre, según se seguía del an- nos que recoger en el texto legal la realidad innegable de que también se
tiguo artículo 6, 2.° y del antiguo artículo 5 («Las leyes sólo se derogan aplican cuando se aplican las leyes y costumbres presididas por ellos 1°• La
por otras leyes posteriores y no prevalecerán contra su observancia el de- primacía de la ley viene ahora además exigida por la consagración consti-
suso*, ni la costumbre o la práctica en contrario»). tucional del principio de legalidad y jerarquía normativa del artículo 9, apar-
2.° Los principios generales se aplican siempre 6 y directamente, en tado 3, de la Constitución.
tercer lugar
Contra ley imperativa ciertamente que no se admite costumbre.
Como decía acertadamente DE CASTRO 7: «Estos principios están fuera de la Mas ¿cabe la costumbre y prevalece contra la ley dispositiva? Según mi opi-
estricta subordinación jerárquica de las fuentes, ya que han de ser tenidos en cuenta nión, no; criterio que encuentra apoyo literal en que el C.c., artículo 1, núm. 3,
antes, en y después de la ley y la costumbre.» Y en el mismo sentido, GARCÍA dice que «la costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable», texto que, no dis-
VALDECASAS (Alfonso) sostenía 8: «Si los principios generales del Derecho, para tinguiendo, alcanzaría a toda ley, sea imperativa o sea prohibitiva. Pero ese sen-
serlo, han tenido que inspirar la legislación y las costumbres jurídicas del país, tido literal desconocería el diverso papel de la ley, según sea imperativa o dispo-
habrá, en rigor, que concluir que los principios generales del'Derecho no son una sitiva, y en el caso de ésta, siendo ese papel que la ley se aplique a falta de otra
regulación, no habría de aplicarse porque existiría la otra regulación, que sería la
establecida por la costumbre (como, aun faltando ésta, podría ser otra regulación
Así en la doctrina, CASTAN, Derecho civil, I. P°, págs. 310 y SS.; ESPIN, Manual, I', pág. 95; pactada por las partes), luego la costumbre sería preferente a la ley dispositiva.
CLEMENTE DE DIEGO, Instituciones (ed. revisada por DE COSSIO y GULLON), I, pág. 101; BO- Ahora bien, si se sigue meditando sobre el tema, se observa que para decidirse
NET, Compendio, I, pág. 121, etc.
También algunas sentencias mantenían el orden de prelación señalado. Así la de 26 de noviembre
por la preferencia de la costumbre sobre la ley dispositiva, o diferentemente, de
1926, según la que «el legislador al imponer a los Tribunales la obligación de fallar, les concreta las ésta sobre aquélla, hay que introducir otro elemento a considerar: el de si se trata
fuentes que han de aplicar, y así dice en el párrafo segundo del artículo 6.°, que será fuente general y de algo que la ley dispositiva regula, hecha emisión de la voluntad de partes, o
directa la ley; que tendrá carácter de directa, pero supletoria en primer grado y a falta de ley, la cos- de algo que la ley dispositiva regula en materia sujeta a la voluntad de partes (así,
tumbre del lugar, y en su defecto, como directa y supletoria de segundo grado, los principios generales ley estableciendo preceptos para regir en los extremos que los interesados no ha-
del Derecho» (Considerando 6.°). Y la de 27 mayo 1967, a cuyo tenor «los principios generales del De-
recho son fuente supletoria de segundo grado, aplicables sólo en defecto de ley o de costumbre, según yan previsto en la celebración de un negocio). Si la ley dispositiva regula mate-
el rango jerárquico establecido por el artículo 6.° del Código civil». También la de 21 noviembre 1968. ria fuera de la voluntad de partes, debe prevalecer sobre ella la costumbre, por-
Y la de 3 octubre 1970, según la que «de conformidad con lo que se dispone en el artículo 6.° del C.c. que ésta es la regulación que la comunidad se ha dado en un extremo en el que,
los principios generales del Derecho son fuente subsidiaria de Derecho». Y la de 20 marzo 1972, se- no siendo imperativa la ley, el propio Ordenamiento da por bueno que pueda ha-
gún la que «los apotegmas jurídicos constituyen fuentes subsidiarias de Derecho, según el artículo 6.°
del C.c.». Igualmente la de 7 febrero 1972. Véanse también las sentencias citadas infra, § 16, núms. 5,
ber una regulación distinta (la consuetudinaria) a la que él mismo establece (dis-
última parte, que hablan de aplicarlos como supletorios de ley y de costumbre. positivamente). ¿Y si la ley dispositiva regula materia sujeta a la voluntad de par-
• Se sobrentiende que siempre que la ley o la costumbre aplicada no contenga un precepto de ex- tes que no han previsto algún extremo? ¿Debe prevalecer la regulación que dé al
cepción.
* SOLAllI, «La desuetudine della legge», en Arch. giur., 1929, págs. 3 y ss.; VILLAR, «El de-
suso de las normas jurídicas», en R.D.P., 1971, págs. 709 y ss. Cfr. también LALAGUNA, Jurisprudencia y fuentes del Derecho, 1969, págs. 325 y ss.
• Con la salvedad hecha en la nota anterior 5. Por eso, cuando, después del nuevo Título preliminar, la jurisprudencia sigue repitiendo que los
Ob. cit., pág. 379. principios generales son fuente subsidiaria (así la Sentencia de 18 enero 1975, considerando 7.°), no
«El problema de las fuentes del Derecho» (conferencia), 1955, pág. 13. puede sino decirlo en el sentido de que lo que es subsidiario es su aplicación directa.

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MANUEL ALBALADEJO § 13 LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL, EN GENERAL

punto la costumbre que haya, o el que le dé la ley dispositiva que exista? A fa- rales del Derecho pueden tenen luego es que —según ella— también pueden
no
vor de lo primero está que es lo que practica, en la costumbre que sea, la socie- tenerlo, el papel —ser informadores de la Ley o de la costumbre— que, por de-
dad en que se plantea la cuestión; a favor de lo segundo está que siendo libres finición es el suyo esencial.
las partes de haber regulado el extremo como quisiesen, podría pensarse que no Concluyendo, quiero insistir en que a la vista de lo que son y de lo que el
apareciendo su adhesión a la regulación consuetudinaria, es preferible optar por la texto actual del Código civil dice sobre el tema, es desacertado que la Exposición
de la ley, que aunque sea dispositiva, tiene previsto el caso. Lo que se refuerza de Motivos siga hablando —que eso podrían significar sus palabras— de los prin-
con el argumento de que el artículo 1, núm. 3, dice que «la costumbre sólo re- cipios generales del Derecho como desempeñando los solos papeles de: 1.0, ser la
girá en defecto de ley aplicable», ley que también lo es la dispositiva. Pero frente última de las fuentes; y, 2.°, de poder informar la ley y la costumbre.
a lo que podría invocarse la idea que revela el artículo 1.258 al decir que los con-
tratos obligan no sólo a lo expresamente pactado, «sino también a todas las con- 4. Prelación entre las fuentes en las Regiones forales.—Una cosas son las
secuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la normas civiles que rijan en las distintas Regiones forales, y otra el sistema de
ley», ya que por delante de la ley pone al uso (la costumbre). fuentes de cada una de éstas y la prelación entre las fuentes de la Región que
Por último, si una ley es supletoria de otra, por ejemplo, el C.c. de la LAU, sea. Veamos:
la costumbre, si la hay, para lo no previsto en la ley suplida, ¿se aplica antes o 1.0 Como ya se ha expuesto ", hay ciertas materias que se rigen en toda Es-
después de la ley suplente? Se podría pensar que si el supletorio es Derecho im- paña por el mismo Derecho, llamado Derecho común general (y —como también
perativo, se aplica porque no admite costumbre contraria, pero que si es Dere- está ya dicho— después de las normas de éste rigen, en el territorio de Derecho
cho dispositivo cabría preguntarse si prevIslece sobre él la costumbre. Mas yo común, el denominado Derecho común de Castilla, y en las Regiones forales, el
creo que hay que distinguir dos casos: uno que el Derecho supletorio lo sea de respectivo Derecho foral de cada una, y en lo que falte a éste, le suple el Dere-
la regulación jurídica total de lo suplido, entonces prevalece la costumbre sobre cho común de Castilla 12).
el Derecho supletorio, porque tal costumbre es regulación jurídica de lo suplido; Pues bien, eso quiere decir que las normas de ese Derecho común general
y otro caso, que el Derecho supletorio lo sea de la ley que regula lo suplido, en- son las que en todas las Regiones forales (además, por supuesto, de en el terri-
tonces se aplica el Derecho supletorio antes que la costumbre, porque la ley su- torio de Derecho común) rigen en primer lugar.
plida y la suplente forman un bloque legal total, sólo después del cual rige la 2.° Ahora bien, una cosa es eso, y otra a quién corresponde establecer en
costumbre. Todo en el bien entendido que hay que dar por repetido para el caso cada Región foral las normas civiles que puedan regir fuera de aquellas materias
presente lo más arriba dicho para la preferenecia o no de la costumbre sobre la que regula el Derecho común general.
ley dispositiva. Tema, éste, que constituye el ya visto reparto de competencias legislativas en-
La Exposición de Motivos al Texto articulado de la ley de bases para la mo- tre Estado y Comunidades autónomas con Derecho foral 13.
dificación del Título preliminar del Código civil se ocupa en sus párrafos 6.° y 3.° Mas, aquí no se trata de ocuparse ni de lo dicho sub 1.0 sobre el Dere-
7.° de la prelación de fuentes, recalcando, por supuesto, la prioridad de la ley so- cho común general, ni de lo dicho sub 2.° sobre quién puede legislar para el De-
bre la costumbre. recho civil respecto al Estado entero o respecto a la Región foral que sea, sino
Y al tocar el tema de los principios generales dice que «actúan como fuente de ocuparse de —presupuesto que el Derecho común general rige en primer tér-
subsidiaria respecto de las anteriores; pero además de desempeñar ese cometido, mino y es inamovible por el Derecho foral— a quién corresponde establecer cuá-
único en el que cumplen la función autónoma de fuente del derecho, pueden te- les sean las fuentes de éste en cada Región, y su orden de prelación.
ner un significado informador de la ley o de la costumbre».
En mi opinión la tal Exposición de Motivos es desafortunada en el tema de En todas las Regiones las fuentes lo son en la actualidad, la ley, la cos-
los principios generales, ya que: tumbre y los principios generales del Derecho, bien porque lo establezcan
1.° Al considerarlos como fuente, vuelve a insistir en una subsidiariedad de sus propios Derechos forales, bien porque, a falta de ello, regiría como su-
los mismos que, rechazada por una autorizada opinión antes de la reforma del Tí- pletorio lo que dice el Código civil de que aquéllas son las fuentes del De-
tulo preliminar, carece de apoyo en el nuevo texto legal, que precisamente lo que recho (art. 1.1). Y legislar sobre el sistema de fuentes es competencia de la
hace al decir que se aplicarán en defecto de ley o costumbre, «sin perjuicio de
su carácter informador del ordenamiento jurídico», es facilitar un apoyo textual,
Región foral que sea (Constitución, art. 149, 1, 8.a, al final). Por ejemplo,
del que antes carecía, a la antedicha opinión de que los principios generales se podría cualquiera de ellas suprimir la costumbre como fuente (o bien negar
aplican siempre bien directamente, bien con la aplicación de la ley o costumbre a los usos de la consideración de costumbre (véase C.c., art. 1, 1, párrafo 2.°).
a las que inspiran.
2.° Cuando dice al final del párrafo 8.° que, además de actuar como fuente " Supra § 12, núm. 11, sub B.
subsidiaria «pueden tener un significado informador de la ley o de la costumbre», 12 Supra § 12, núm. 11, sub A.
incurre la Exposición en el notorio desacierto de afirmar que los principios gene- Supra § 12, núm. 11, sub B.

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MANUEL ALBALADEJO § 13 LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL, EN GENERAL

A falta de otro orden de prelación de fuentes en un Derecho foral, re- tumbres, la jurisprudencia y la doctrina que constituyen la tradición jurídica cata-
girá lo establecido en el Código civil como supletorio (C.c., art. 1). lana de acuerdo con los principios generales que inspiran el Ordenamiento jurídico
de Cataluña.» Parecidamente, el artículo 1, 1.0 y 2.° de la Compilación balear.
Por último, no cabe duda que desde los Estatutos de Autonomía, puesto En ambas Comps. se establece la aplicación preferente de sus costumbres y
que todos ellos 14 vinieron a anteponer su Derecho foral entero (luego, no principios generales, sobre el Derecho común (véase art. 1 de la balear y 1 y Dis-
sólo el legislado, sino también el consuetudinario y los principios genera- posición Final 4.° de la catalana).
les) al Derecho estatal (menos, claro, al Derecho común general) el Derecho En consecuencia y a falta de que el Derecho catalán o balear alteren el orden
estatal sólo regirá en la Región que sea después no sólo de la ley de tal Re- de fuentes dispuesto por el común, resulta que en Cataluña y Baleares regirán:
gión, sino también de su costumbre foral y de sus principios generales 15.
Partiendo de la primacía del Derecho común general, pero especificando 1.0 Las leyes catalanas o baleares.
para mayor claridad en el orden de fuentes tanto el puesto del Derecho fo- 2.° La costumbre que corresponda según el Derecho catalán o balear.
ral que sea, como del común supletorio 16, resulta 16": 3•0 Los principios generales del Derecho catalán o balear 19.
A) País Vasco.—En esta región el orden de prelación de fuentes es el 4•0 Las leyes del Derecho común.
del Código civil, al no decir nada su Ley de Derecho civil foral 17. De forma 5•0 Los principios generales del Derecho común.
que prevalece la ley sobre la costumbre, a menos que la Ley de Derecho Pero, se especifica a tenor de la Disposición Final 4.° de la Compila-
civil foral, en algún caso particular de que se trate, remita a la costumbre ción catalana, y del artículo 1, 3.0, de la balear, que el Derecho civil co-
con preferencia a la misma ley. mún rige supletoriamente en Cataluña o Baleares en la medida en que no
En defecto de ley de Derecho foral, rige la costumbre, que será siem- se oponga al Derecho catalán o balear ni a sus principios generales.
pre la que corresponda según el Derecho foral 18, y en su defecto los prin-
cipios generales del Derecho foral. C) Aragón y Galicia.—En Aragón, puesto que el artículo 1, número 1 de
Por último, no habiendo ley ni costumbre ni principio general foral, se su Compilación establece que las fuentes del Derecho foral de la región son la
aplica la ley común y después los principios generales del Derecho común ley, la costumbre y los principios generales en que tradicionalmente se inspira el
(ver art. 3). Ordenamiento jurídico aragonés, y el artículo 2, número 1, que la costumbre ten-
drá fuerza de obligar cuando no sea contraria a la Constitución o a las normas
imperativas (antes añadía o prohibitivas 20) del Derecho aragonés, y el artículo 1,
Pero se especifica que «la aplicación del Derecho supletorio deberá aco- número 2, que en defecto de Derecho foral, rige el común 2°b", y lo mismo cabe
modarse a los principios generales del Derecho civil foral» (art. 3, núm. 2). repetir para Galicia 20'" en virtud de los artículos 1, 2,2 y 3 de su Compilación,
resulta que el orden de fuentes será:
B) Cataluña y Baleares.—Después de su reforma por la Ley de 20 marzo
1984, el artículo 1 de la Compilación catalana dispone que: «De conformidad con 1.° Las leyes imperativas aragonesas o gallegas.
lo establecido en la Constitución y en el Estatuto de Autonomía, las disposiciones
del Derecho civil de Cataluña regirán con preferencia al Código civil y a las res-
2.° La costumbre que corresponda según el Derecho foral 21, que no
tantes disposiciones de igual aplicación general. —Para interpretar e integrar esta será contraria a la ley (foral o común en Galicia, o foral, en Aragón) im-
Compilación y las restantes normas se tomarán en consideración las leyes, las cos- perativa 22' 23.

14 Vasco; artículo 21; gallego, art. 38; catalán, artículo 26; balear, artículo 47; aragonés, artículo i9 Véase lo dicho infra, en las notas 24 y 25.
42 y navarro, artículo 40, 3. " Como la ley que es prohibitiva lo es realmente porque prohíbe imperativamente, en adelante ha-
15 Eso aparte de los Estatutos, también se desprendía o desprende de, menos la vizcaíno-alavesa, blo sólo de imperativas, sobrentendiendo esto.
las demás Compilaciones: antes de los Estatutos, la navarra, ley 2, y la aragonesa, art. 1, y después de "b., «El Derecho civil general del Estado se aplicará como supletorio sólo en defecto de normas
los Estatutos, la catalana, art. 1, la balear, art. 1, y la gallega, art. 3, 1.°. aragonesas y de acuerdo con los principios que las informan».
16 Aunque haya sido tratado ya el tema de la supletoriedad de éste (supra, § 12, núm. 11). 2°'' Con la advertencia de que, en el caso de ésta, se habla en general de que la costumbre no
16°' Con la salvedad para los apartados A) y B) de lo dicho, supra número 3, de la procedencia será de aplicación cuando fuese contraria a «leyes imperativas», en vez de decir a «leyes imperativas
entre ley dispositiva y costumbre. gallegas», como la Comp. de Aragón dice a «normas imperativas del Derecho aragonés».
17 Lo que, ciertamente pasa igual en otras Compilaciones, pero porque lo dicen. 2' Véase lo dicho en la nota 18.
Como se verá (infra, § 15, núm. 5, sub A) la costumbre que suple a la ley es en el C.c. la del 12 Costumbre que pueda ser, pues, o contra ley dispositiva o en tema que no regule la ley.
lugar, luego con ese criterio sería la del lugar foral que sea, de modo que (a efectos de razonamiento) La costumbre contra Derecho natural o contra ley imperativa no rige nunca porque no se ad-
para que se aplicase. una costumbre no foral, tendría que ser (lo que en la realidad no se da) porque lo mite como fuente ni por el Derecho aragonés (Compilación, art. 2, núm. 1) ni por el gallego Ley de
ordenase el propio Derecho foral. Derecho civil, art. 3.2) ni por el común (C.c., art. 1, núm. 3).

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MANUEL ALBALADEJO § 13 LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL ESPAÑOL, EN GENERAL

Dice el art. 2, núm. 1 que «La costumbre tendrá fuerza de obligar cuando no Aunque sea contra ley navarra, o común 27, con tal de que no se oponga a la
sea contraria la Constitución o a normas imperativas del Derecho aragonés» 23b". moral o al orden público (ley 3, 1.0) ", prevaleciendo la local sobre la geheral
Y lo mismo puede entenderse para Galicia, pero extendido a que no sea contra- (ley 3, 1.°, in fine)".
ria la costumbre a leyes imperativas del Derecho común (art. 3.2.).
2.° Las leyes navarras (ley 2, núm. 2).
.O
Las leyes dispositivas aragonesas o gallegas.
4.° Los principios generales del Derecho aragonés o gallego 24' 25. dice ese número, pero es claro que
5.0 Las leyes comunes imperativas y dispositivas. «Las leyes de la presente Compilación»,
también otras leyes que para Navarra se puedan dictar después.
6.° Los principios generales del Derecho común. 30•

CH) Navarra.—En Navarra, a tenor de las leyes 2 y siguientes de su 3•0 Los principios generales del Derecho navarro (ley 2, núm. 3)
F.N., el orden de fuentes es: Según digo después 3', son los principios generales navarros los que se apli-
1.0 La costumbre, aun contra ley 26, que corresponda según el Dere- can cuando, como dispone la ley 5 «Antes de aplicarse el Derecho [común] su-
cho fora127 (leyes 2, núm. 1, y 3, 1.° in fine). pletorio, deberá integrarse el Derecho privativo [navarro] mediante la racional ex-
tensión analógica de sus disposiciones».

23b's El antiguo artículo 2.1 decía que «La costumbre tendrá fuerza de obligar cuando no sea con-
traria al Derecho natural o a las normas imperativas o prohibitivas aplicables en Aragón». 4•0 Las leyes del Derecho común y los principios generales de éste
Respecto a la supresión de las leyes prohibitivas véase lo que digo más arriba en la nota 20 y (ley 2, núm. 4) 32.
testo correspondiente.
Respecto a que el nuevo artículo 2.1, literalmente sólo priva de fuerza de obligar a la costumbre La ley 6 dice que el Derecho común no se aplicará como supletorio a su-
que sea contraria a la Constitución o a las normas imperativas aragonesas, callando sobre las costum- puestos distintos de los expresamente previstos, pero parece que a falta de cos-
bres contra normas imperativas extraconstitucionales de Derecho común aplicables en Aragón, costum-
bre a la que el antiguo artículo 2,1 también privaba de fuerza de obligar, ya que quitaba tal fuerza a tumbre y ley navarra, si, además, el caso no puede ser resuelto por los principios
toda costumbre contraria a norma imperativa (o prohibitiva) aplicable en Aragón, luego fuese aragonesa generales del Derecho navarro, que dejan vacío de regulación el extremo que sea,
o de Derecho común me parece que no procede decir, como hacen Bandrés y Merino (Comentarios al habrá que acudir, aunque el Derecho navarro no prevea expresamente la suplen-
C.c. y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alabart, XXXIII, 1.°, 2000, p. 43 y SS.) cia, al Derecho común o a sus principios generales para regular el punto de que
«que en la medida en que una norma estatal sea aplicable directa o indirectamente en Aragón, de al-
gún modo se convierte en Derecho aragonés». Por mi parte pienso que el Derecho común que se apli- se trate.
que en Aragón sigue siendo Derecho común, y que si la costumbre no es admisible sólo si choca con-
tra ley imperativa aragonesa, será admisible aunque choque con ley imperativa común, lo que, al fin y 5. Fuentes formales y materiales de nuestro Derecho civil.—A te-
al cabo, mantienen los hermanos Bandrés y Merino (op. cit., pág. 45), apoyándose en el artículo 1.2, nor de lo dicho, las normas jurídicas civiles se manifiestan en forma (fuen-
que sólo da entrada al Derecho común después de toda norma foral. Pero entonces ¿por qué decir que tes formales) de leyes, de costumbres o de principios generales del Dere-
en la medida en que una norma estatal sea aplicable en Aragón se convierte en Derecho aragonés?, pues
afirmar eso parecería que apoya que no sea admisible la costumbre contra ley imperativa estatal apli- cho. Y como quiera que son creadas por el poder público o por el pueblo,
cable en Aragón porque siéndolo se convierte en Derecho aragonés. Pero sobre esto véase infra, § 15,
núm. 3, 4.°.
éstos son las dos fuentes materiales de Derecho que admite nuestro Orde-
24 LO mismo cuando pongo ahora en el orden de fuentes a los principios generales del Derecho namiento jurídico.
aragonés o gallego, que cuando pongo después (sub 6.°) a los del Derecho común, se sobrentiende que
lo hago en el sentido ya dicho (supra, núm. 3) de que es que se aplican directamente si faltan ley o
costumbre, pero que se aplican a través de éstas, si las hay.
25 Los principios generales del Derecho aragonés o gallego no pueden ser sino los positivos, pues

si fuesen también los extrapositivos (como cabe que lo sean los del Derecho común), nunca se aplica-
ría como supletorio en una región foral el Derecho común, lo que no es posible, ya que incluso las
Comps. que establecen como fuente los principios generales de su Derecho foral, disponen que su De-
recho regional sea suplido por el común. " Véase supra, nota 18.
Sobre qué son los principios generales positivos y los extrapositivos, véase infra, § 16, núms. 1, n Véase infra, § 15.
3 y 4. 29 Véase infra, § 15.
26 Pero claro que no la costumbre contra ley que forme parte del Derecho común general, ya que
3° Téngase presente lo dicho, supra, nota 25.
éste rige antes que el foral. Esto salvo que se admita que también en el Derecho común prevalece la 31 16, núm. 6.
costumbre sobre la ley dispositiva (véase infra § 15, núm. 3, casi al final), pues en este caso sólo no 32 La ley 2, núm. 4, dice «El Derecho supletorio», que abarca tanto las leyes de Derecho común,
prevalecerá en Navarra la costumbre contra Derecho común general imperativo. como sus principios generales.

90 91
MANUEL ALBALADEJO § 14 LA LEY

§ 14 Al decir Estado se atribuye la norma jurídica al poder público en su


LA LEY totalidad, pero ya se comprende que, dentro del Estado, propiamente ha-
blando, o de las Comunidades autónomas, etc., hay distintos órganos espe-
SUMARIO: 1. Sentidos de la palabra «Ley». -
2. La ley como norma jurídica estatal. cialmente encargados de elaborar las diferentes normas jurídicas de que se
trata; y lo mismo se diría de un Organismo Internacional.
1. Sentidos de la palabra «ley».—Independientemente de los que tenga 3•0 En el de norma jurídica estatal de primer rango, es decir norma
fuera del campo jurídico (p. ej., leyes físicas, leyes de la naturaleza, etc.), pues entre las normas
principal o, si se quiere, de carácter fundamental;
en el Derecho positivo la palabra ley se utiliza en varios sentidos: estatales las hay de diversas clases, todas (las otras) de rango inferior a la
1.° En el de forma de producir normas jurídicas (las legislativas), o ley: así, aparte de leyes, decretos, órdenes ministeriales, etc.
sea, en el de fuente formal del Derecho. 4•0 En el de norma jurídica en general. En cuyo sentido abarca tanto
las normas legales como cualesquiera que acepte el ordenamiento jurídico
Como dije' se habla también de ley material y de ley formal. Ahora bien, (en el nuestro: costumbre y principios generales). En tal sentido se utiliza,
ésta es fuente formal de disposiciones (del poder público) que no son normas ju-
rídicas, por carecer de generalidad. Es decir, la ley, como forma de producir man- por ejemplo, en los artículos 8, 9 y 10 del Código civil.
datos, puede producirlos bien de carácter gewral (normas jurídicas), bien manda-
tos u órdenes para un caso particular. Como ya asimismo dije, en el primer caso 2. La ley como norma jurídica estatal.—En el sentido de norma ju-
se le llama ley material; en el segundo, ley formal, porque de ley tiene sólo la rídica estatal 3, la ley puede ser definida como aquella norma jurídica ela-
forma, pero no el contenido, ya que tal contenido no es una norma jurídica, y
ley borada, dictada y publicada por los órganos competentes del Estado. Como
(en otra de sus acepciones 2) significa, también norma jurídica. definición clásica de la misma, puede ser recogida la siguiente de Santo To-
La sentencia de 8 octubre 1965 distingue también «entre leyes materiales y
leyes formales, en cuanto las primeras establecen normas jurídicas de obligatoria
más: Rationis ordinatio ad bonum commune ab eo qui curam communita-
y general observancia, mientras que las segundas sólo contienen actos concretos tis habet, solemniter promulgata 4. Habiendo de reunir los requisitos de: le-
de administración, sin crear Derecho objetivo». galidad (ser establecida por el procedimiento y con los requisitos que el
Ahora bien, no interesa hablar aquí más de ley formal, ya que estoy tratando Ordenamiento jurídico exija para legislar) y publicidad.
de las fuentes del Derecho (es decir, de las fuentes de las normas jurídicas gene- El Código se refiere solamente a éste. La seguridad jurídica exige la
rales), y no es tal fuente la ley formal. publicidad de la ley, lo mismo que la exigencia del propio fin de ésta, or-
denar la convivencia social (cómo podrían los ciudadanos ajustar su con-
2.° En el de norma jurídica procedente del Estado, o sea, que tiene ducta a una ordenación que ni conocen ni han podido conocer?). De forma
por fuente material al Estado, a diferencia de la costumbre, que procede del que la disposición secreta no obliga. El artículo 2, número 1, del Código
pueblo. En tal sentido se utiliza en los artículos 1 y 2 del Código civil, por dice que «Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa pu-
ejemplo. Hablo, por brevedad, de Estado y de estatal, para referirme, ahora blicación... si en ellas, no se dispone otra cosa» *• «La Constitución ga-
y en adelante, a poder público, corresponda al Estado, en sentido estricto, rantiza.., la publicidad de las normas» (art. 9, 3).
a Comunidades autónomas, etc., o bien, p. ej., si cabe, a un Organismo in- La forma material de publicación que establece el Código (en ese mismo
ternacional. art. 2, número 1) es la inserción en el correspondiente periódico oficial (por
lo que toca al del Estado, «Gaceta de Madrid», después, «Boletín Oficial
Así también la sentencia de 30 julio 1966 dice: «Que según doctrina reite- del Estado», y últimamente, hoy, «Boletín Oficial del Estado - Gaceta de
rada de esta Sala —sentencias de 22 junio 1910, 6 noviembre 1914, 28 septiem-
bre 1918, 19 diciembre 1958 y 11 junio 1959— bajo la denominación genérica Madrid», ya que actualmente el título de la publicación consiste en ambas
de leyes, no sólo se comprende éstas sino también los Reales Decretos, Instruc- denominaciones conjuntamente).
ciones, Circulares y Reales Ordenes dictadas por el Gobierno, de conformidad con
las mismas, en uso de su potestad.» E igualmente, la 29 abril 1972, más recientemente.
Supra, sub 2.°.
4 Summa Theologica, 1-2, q. 90, a. 4.
* REVEL, La publication des bis, des decrets et des autres actes de l'autorite publique, 1933;
' Supra, § 2, núm. 2. ZANOBINI, La publicazione delle leggi nel Diritto italiano, 1917; BERMEJO, La publicación de la
2 Véase infra, sub 4.°. ley, 1978.

93
MANUEL ALBALADEJO § 14 LA LEY

La Ley de Régimen Jurídico de la Administraciones Públicas sienta expresa- El procedimiento para establecer normas jurídicas estatales varía, según
mente, en su artículo 521: «Para que produzcan efectos jurídicos las disposicio- se trate de normas fundamentales (para las que se reserva, en sentido es-
nes administrativas, habrán de publicarse en el Diario Oficial que corresponda».
tricto, la denominación de leyes 6) o de otras de rango inferior (que siendo
también Derecho procedente del Estado —leyes en sentido amplio—, se de-
La ley se extiende publicada cuando esté publicada entera: es decir, el nominan con otros nombres específicos: decretos, órdenes ministeriales, etc.).
día que termine su inserción en el periódico oficial. Y el Tribunal constitucional juzga de la constitucionalidad o no de las le-
Esa era el sentido atribuible a la frase del antiguo artículo 1, 2.°, del Código
yes (Constitución, art. 161, ap. 1, a).
Pero el estudio de esta materia es propio del Derecho político. Aquí
civil, que decía que: «Se entiende hecha la promulgación [publicación] el día
que termine la inserción de la ley en la Gaceta.» sólo interesa destacar:
Hoy el texto vigente es más claro, al decir que las leyes entran en vigor a 1.0 Que la calificación específica de ley (en sentido restringido) se re-
los veinte días «de su COMPLETA publicación en el Boletín Oficial del Estado». serva para las normas fundamentales.
2.° Que la Constitución, junto a las Leyes, establece los Decretos le-
El texto oficial de la ley es el que se inserta en dicho «Boletín Oficial gislativos, que son los que contienen legislación que las Cortes delegaron
del Estado». Pero no menos lo es el que se publique en la Colección le- hacer en el Gobierno, y los Decretos-Leyes, que son medidas legislativas
gislativa. provisionales por razón de urgencia. Amén de todas las normas de rango
inferior que son posibles, como los Reglamentos, y otras muchas disposi-
Así lo ha declarado el Tribunal Supremo en sentencia de 2 noviembre 1955, ciones administrativas de carácter general (v. Ley del Gobierno, art. 25).
según la que «... los textos de las leyes publicadas en la Colección Legisla- Entre las diversas clases de preceptos estatales hay una jerarquía. Los
tiva son tan auténticos y oficiales, como los insertos en los Boletines Oficia- de rango superior prevalecen siempre sobre los inferiores; de donde se si-
les del Estado, según ya se declaró en sentencia de este Tribunal Supremo de gue que (al menos en teoría) será nula y no podrá ser aplicada toda norma
5 julio 1891».
que discrepe de otra superior.
Los Estatutos de autonomía de las diversas Comunidades establecen lo Véanse: Ley Orgánica del Poder judicial, artículo 6; Ley de Régimen jurídico
relativo a la publicación y entrada en vigor de sus leyes regionales. de las Administraciones Públicas, artículo 52 principalmente. Y últimamente el
nuevo artículo 1, número 2, del Código civil, según el que: «Carecerán de vali-
Aquí me refiero sólo a los propios de territorios con Derecho civil foral: dez las disposiciones que contradigan otra de rango superior.» Por su parte, «La
La publicación se hace en el periódico oficial de la Comunidad y en el B.O.E.; Constitución garantiza... la jerarquía normativa» (art. 9, 3).
la entrada en vigor tiene lugar (salvo que se disponga otra cosa) a los veinte días
de publicada la ley en el periódico oficial de la Comunidad (Estatutos de Cata- Como leyes internas hay que considerar a las normas jurídicas conte-
luña, art. 33, 2, Aragón, art. 20, 1, Navarra, art. 22, Baleares, art. 27, 2, Galicia, nidas en los tratados internacionales desde su publicación en el «Boletín
art. 13, 2, País Vasco, art. 27, 2). Alguno de los Estatutos (catalán, art. 33, 2, ba-
lear, art. 27, 2) advierten que la versión oficial castellana de la ley que sea (la en Oficial del Estado».
lengua regional es la publicada en el periódico de la Comunidad) será la enviada
al poder central por la Comunidad. Dice el Código civil, artículo 1, número 5, que: «Las normas jurídicas con-
tenidas en los tratados internacionales no serán de aplicación en España en tanto
no hayan pasado a formar parte del ordenamiento [de la legislación, dice la Ex-
5 Ese texto legal no distinguía entre publicación y promulgación (¿que, en rigor, es un concepto posición de Motivos, párrafo 9] interno mediante su publicación íntegra en el Bo-
distinto?), y calificaba de promulgación el acto de hacer pública la ley. letín Oficial del Estado.» En este sentido se pronuncia hoy el artículo 96 de la
Alguna sentencia (así la de 18 mayo 1907), dijo en esa misma línea, que la promulgación no es Constitución. Hay que entender que, como las leyes internas, entran en vigor a
sino «el conocimiento de la ley dada para que aquellos a quienes comprenda, deban atemperar sus ac-
tos a lo por la misma ordenado». los veinte días de su publicación (C.c., art. 2, 1).
¿Pero promulgación realmente sería el acto de atestiguar la existencia de la ley y de ordenar a las
autoridades que la cumplan y hagan cumplir. Y publicación sería la notificación de la ley a los súbdi-
tos? El artículo 41 de la Constitución dice que «El Rey sancionará en el plazo de quince días las le- 6 Supra, sub 3.°.
yes aprobadas por las Cortes Generales, y las promulgará y ordenará su inmediata publicación». De Entre los que ciertamente están los celebrados en la Santa Sede y en particular los Acuerdos en-
cualquier modo, no merece la pena detenerse más en el tema, respecto al que los tratadistas de Dere- tre ésta y el Estado español de 1979 (Sentencias del T.C. de 12 noviembre 1982 y 23 mayo 1985 y del
cho público no han logrado ponerse de acuerdo. T.S. de 23 noviembre 1995).

95
MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

Los tratados internacionales tienen primacía sobre las normas del Derecho in- La costumbre es la práctica efectiva y repetida de una determinada con-
terno, una vez que han entrado a formar parte de éste (sentencia de 28 julio 2000, ducta. Cuando concurran los requisitos de que después se dirá, la regla a
con cita de otras). Pero tal cosa yo la entiendo como que en lo que choque con que esa conducta se ajusta deviene norma jurídica (Derecho) en virtud de
ellas es que fueron derogadas por el Tratado que sea.
su aplicación usual, es decir, al ajustar a ella repetidamente aquella con-
Por último, el Derecho de la Unión Europea rige en los países comu- ducta.
nitarios, y así, en España, con preferencia al Derecho nacional de cada uno. La sentencia de 18 abril 1951 define la costumbre como «norma jurídica ela-
borada por la conciencia social mediante la repetición de actos realizada con in-
Con relación al tema, C.E., artículo 93, Tratado de 12 de junio de 1985 de tención jurídica». Cfr. también la de 24 febrero 1962.
adhesión de España a la C.E., y Ley Orgánica de 12 de agosto de 1985 de auto-
rización de ratificación de aquel Tratado (de Maastricht) de 7 de febrero de 1992
de la U.E. La costumbre puede comenzar por un acto espontáneo y aislado de re-
alización de la repetida conducta. Por ejemplo, piénsese que sea frecuente
para el laboreo de las tierras en un pueblo agrícola, arrendar los útiles pre-
§ 15 cisos, por períodos anuales prorrogables automáticamente, salvo voluntad con-
LA COSTUMnRE* traria de una de las partes. Pero, para evitar el perjuicio inherente a no co-
nocer hasta el último momento la negativa de prórroga, A y B pactan que,
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Actual importancia del Derecho legislado y del consuetudi- para que tal negativa surta efecto, habrá de preavisarse con un mes de an-
nario.-3. Requisitos.-1.°) El uso.-2.°) La opinio iuris.-3.°) No ser contraria a telación. Después, otras personas, que celebran nuevos arrendamientos, repi-
la moral, al orden público o al Derecho natural.-4.°) No ser contra ley o contra ten el mismo pacto. Y, como quiera que se trata de algo razonable, llega a
ley imperativa, salvo en Navarra.-4. Fundamento.-5. Clases. A) Por su difusión extenderse la práctica de dar el preaviso, aun en los casos que no se pactó,
territorial. B) Por la materia regulada. C) Por su relación con la ley.-6. Cambio
del puesto normal de la costumbre como norma reguladora del caso.-7. Prueba
de forma que en determinado momento resulta que la generalidad lo observa
de la costumbre.-8. Los usos. y quiere que sea obligatorio darlo. Entonces la regla -deber de preaviso--
que venía acogiéndose en la práctica usual, resulta elevada a norma jurídica
1. Concepto.-La costumbre es -como ya he dicho- una forma consuetudinaria, norma creada e impuesta por el uso y la voluntad sociales.
-fuente formal- de crear normas jurídicas (las consuetudinarias), de crear Mediante la costumbre, lo mismo que se permite a la Comunidad que
Derecho. establezca directamente Derecho, se le permite también que lo derogue, si
se trata de derogación de anterior Derecho consuetudinario; pues el artículo
* ALBALADEJO, «En el nuevo Título preliminar la costumbre supletoria de la ley sigue siendo
2, número 2, del Código civil, protege sólo a la ley de su derogación por
únicamente la que se practique en el lugar donde ha de aplicarse», en el Título preliminar del C.c., I, la costumbre, pero no a ésta de su derogación por el desuso o costumbre
1977, págs. 55 y SS.; ALCALA-ZAMORA y CASTILLO, «La prueba del Derecho consuetudinario», en contraria.
R.D.P., 1934, págs. 149 y ss.; ALMEDA, «La costumbre como fuente del Derecho», en R.J.C., 1908,
págs. 5 y ss.; ARIAS, El consensus communitatis en la eficacia normativa de la costumbre, 1966; ARRE-
GUI, «La costumbre contra ley en Navarra», en R.G.L.J., 1973, t. 235, págs. 5 y ss.; BOBBIO, 1..a con- 1948, págs. 205 y SS. y 265 y ss.; LONGO, «Introduzione allo studio degli usi giuridici in campo pri-
suetudine come fatto normativo, 1942; BORRAS BOCH, en C.C.J.C., núm. 32, 1993, pág. 523; BRIE,
vatistico», en Temi, 1949, págs. 254 y ss.; MASPONS Y ANGLASELL, «La prueba de la costumbre
«Die Lehre vom Gewohnheitsrechts, 1899; COSTA, Requisitos de la costumbre jurídica, según los au- en el Derecho catalán», en R.D.P., 1916, págs. 1 y ss.; MORKE, Theorie des Gewohnheitsrechts, 1932;
tores», en R.G.L.J., 1881, t. 58, págs. 457 y 553, y t. 59, pág. 71; CRUZ DIAZ, 1..a costumbre en la OLIVER SOLA, 1..a costumbre como fuente del Derecho navarro, Gobierno de Navarra, Navarra, 1991;
Iglesia, fuente de Derecho canónico, Bogotá, 1963; DE CUPIS, Costume e diritto,
Padua, 1994; DIEZ- D'ORS, «Un punto de vista para la historia del Derecho consuetudinario en Roma», en R.G.L.J., 1946,
PICAZO, «La característica de la costumbre en el nuevo título preliminar del C.c.», en Ciclo de Con- t. 179, págs. 499 y ss.; ÓRTMANN, Rechtsordnung und Verkehrssitte, 1914; PACHE, La coutume et
ferencias sobre el nuevo título preliminar del C.c., 1975, págs. 55 y ss.; ESPIAU, «La introducción de les usages dans le Droit positif 1938; PUCHTA, Das Gewohnheitsrecht, 2 vols., 1828-1837; RUIZ-VA-
la costumbre en el título preliminar del C.c. español de I889», en Centenario del C.c., I, 1990, págs. DILLO, «La costumbre en el C.c. español después de la reforma del Título preliminar, etc.», en Pretor,
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tudine e dessuetudine», en N.D.I., III, 1938, págs. 1.000 y ss., y allí bibliografía; GARRIGUES, «Los gründung, 1929; SABATER BAYLE, «La costumbre en función del título en el Derecho civil de Na-
usos de comercio», en R.D.P., 1948, págs. 821 y ss.; GORDILLO, en Comentarios al C.c. y Comps. varra», R.J.N., núm. 15, 1993, pág. 327; SALINAS, «La costumbre foral, especialmente en Navarra»,
forales, dirigidos por ALBALADEJO y DIAZ ALABART, I, I.°, 2.• ed., 1992, p. 77 ss.; GUGGEN-
Cn R.G.L.J., 1968, I, págs. 733 y ss.; STEINWENTER, «Zur Lehre vom Gewohnheitsrechte», en Studi
HEIM, Les deux éléments de la coutume en Droit international, études Scelle,
I, 1950, págs. 275 y ss.; ,Bonfante, II, 1930, págs. 413 y ss.; VALETTE, Du rppole de la coutume dans l'elaboration du Droit
VAN HOVE, De consuetudine, 1932; LEBRUN, La coutume: ses sources, son autorité en Droit privé, prive positif actuel, 1908; WEHRLE, De la coutume dans le Droit canonique, 1928; BALOSSINI, 11
1932; LOIS, «La costumbre ante los principios fundamentales de la política del Derecho», en R.G.D., &litro delle consuetudini e degli usi, 1974.

96 97
MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

producto de la realización
En cuanto a derogar la costumbre al Derecho legislado, no parece que, al me- 1.0 El uso.—Un elemento material, el uso,
nos en nuestro Ordenamiento, se pueda hablar propiamente de ello, pues en los actos externos, de manera uniforme, general, duradera y constante.
Derechos españoles en que prevalece la costumbre (en los términos que después de
expondré) sobre la ley ', ésta propiamente no queda abolida (derogada), sino ina- Uniformidad o identidad esencial de los actos, al menos en la parte de los
plicada, pero subsistente; como lo prueba que si después llega a desaparecer la
mismos que llegará a crear el uso.
costumbre en contra, la ley que sea se volverá a aplicar, lo que no ocurriría si la Generalidad que significa ser practicados —dentro del ámbito territorial en
costumbre la hubiese derogado, ya que la cesación de la norma derogatoria no que el uso se dé— por una mayoría o núcleo decisivo, y no por individuos ais-
restaura a la derogada 2. lados. No hace falta, pues, que la práctica del acto en aquella forma, se realice
2. Actual importancia del Derecho legislado y del consuetudina- por todos (ya que el uso puede referirse sólo a cierta clase social: comerciantes,
industriales, agricultores), y ni siquiera por todos los que realicen el tipo de ac-
rio.—En los Estados modernos suele predominar el Derecho legislado so- tos a que la costumbre se refiere.
bre el consuetudinario; aunque históricamente la importancia de la costum- Hace falta cierta duración (aunque no se pueda señalar un plazo fijo ni exi-
bre haya sido, a veces superior a la de la ley. Esta es la forma reflexiva y girse necesariamente gran antigüedad, puesto que hay costumbres que pueden ser
solemne de establecer el Derecho por el Estado; aquélla, la manera tácita y recientes, y unas de formación más rápida que otras), para que, según las cir-
espontánea de crearlo el pueblo. Actualmente suele ser mucho más extensa cunstancias, pueda estimarse la existencia de una regla estable y consolidada.
la parte legislada de un Derecho que la tonsuetudinaria, y suele también Por último, constante significa que la repetición de los actos —en número
que no puede precisarse— debe de ser continua (según su naturaleza y la fre-
prevalecer la ley sobre la costumbre, lo que, sin embargo, no ocurre en de- cuencia con que se presente la oportunidad de realizarlos), y de previsible conti-
terminadas de nuestras regiones forales, en ciertos casos. nuación; no hallándose interrumpida por períodos en los que en el puesto de los
actos en cuestión se realicen otros.
3. Requisitos.—El Código no señalaba por completo qué requisitos
debían reunirse para que se entendiese formada una costumbre y crease De- La jurisprudencia, con unas u otras expresiones, ha venido reconociendo in-
recho. Después de la reforma del Título preliminar, algo más dice, pero no sistentemente la necesidad del uso para que llegue a existir costumbre, así como
todo. Ante ello, con arreglo al artículo 1, para suplir lo que falta, debe acu- ha delimitado las circunstancias que he señalado deben de concurrir en él.
dirse a los principios generales del Derecho 3 para cuya averiguación —en
tanto en cuanto no se encuentren datos en preceptos hoy vigentes— parece En efecto, según la sentencia de 5 diciembre 1925, la costumbre «ha de resul-
que puede atenderse a nuestro Derecho histórico. tar de hechos repetidos y continuodos»; según la de 18 abril 1951 es «norma jurí-
dica elaborada por la conciencia social mediante la repetición de actos»; según la de
Habida cuenta de lo que dispone la Ley de Bases en su Base Le («El Có- 22 enero 1953 la costumbre requiere un «elemento externo, repetición constante de
digo tomará por base el proyecto de 1851, en cuanto se halla contenido en éste actos uniformes en la misma comarca»; según la de 30 abril 1957 es «requisito esen-
el sentido y capital pensamiento de las instituciones civiles del Derecho histórico cial para que una costumbre pueda considerarse como norma jurídica, que se mani-
patrio, debiendo formularse, por tanto, este primer cuerpo legal de nuestra codi- fieste una voluntad de ese orden en una colectividad determinada.., a través de los
ficación civil, sin otro alcance y propósito que el de regularizar, aclarar y ar- hechos de la propia vida jurídica y principalmente de los usos uniformes y durade-
monizar los preceptos de nuestras leyes...»), y presupuesto que la doctrina está ros»; según la de 24 febrero 1962, «requiere los dos conocidos factores de su for-
sumamente dividida en esta materia, en la que tampoco la jurisprudencia ha sen- mación; el de hecho, externo o material, consistente en actos libres percibidos como
tado una solución. tales por los sentidos corporales...»; y según la de 12 marzo 1964 la costumbre re-
Las Partidas regularon la costumbre en la Partida primera, Título 2.°. quiere un elemento básico de hecho, manifestado a través del uso colectivo.

Por mi parte, entiendo que la costumbre requiere: 2.° La opinio iuris.—Un elemento espiritual denominado «opinio iuris seu
necessitatis" consistente en la voluntad general (de la Comunidad que practica
el uso) de regular jurídicamente de aquella manera el punto de que se trate.
Más bibliografía, principalinente del siglo pasado, en FERRARA. Trattato di Diritto civile italiano,
I, parte I, 1921, pág. 125. Por faltar esta voluntad de regulación jurídica, las costumbres que en-
' Compilación aragonesa, artículo 2; Ley de Derecho civil gallega, artículo 3, 2j; F.N. navarro, ley 3.
2 Véase infra, § 25, núm. 3.
cierran sólo un acto de benevolencia, de tolerancia, de cortesía, no crean
Derecho consuetudinario: por ejemplo, dar propina, ceder el asiento a una
Ya que ni por ley ni por costumbre aplicable a todas las regiones de Derecho común, se hallan
establecidos tales requisitos. dama, hacer regalos de Reyes, etc.

98 99
MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

La voluntad de validez de la costumbre, como norma jurídica, es diferente Según el punto de vista más extendido, la costumbre propiamente di-
de la voluntad de crear una nueva norma jurídica.
La doctrina está muy dividida sobre este requisito de la opinio, y junto a cha —integrada por uso y opinio iuris— se diferencia, por la falta de ésta,
de las prácticas habituales, denominadas usos —a los que me referiré des-
quienes niegan que sea preciso, existen otros que, admitiéndolo, lo conciben de
forma distinta a la que he indicado y considero preferible. Así se le entiende pués—, que se forman exclusivamente por la repetición general de una de-
como conciencia general de la obligatoriedad jurídica del uso, o convicción de terminada conducta.
que la regla que con el uso se aplica es Derecho, o debe o debería serlo, o de De cualquier modo, hoy, que al ser reformado el Título preliminar del
que es justa, etc. Código civil se ha establecido que los usos jurídicos «tendrán la conside-
La opinio se forma a través de un fenómeno de evolución de la conciencia ración de costumbre» (art. 1, núm. 3, 2.°), es ociosa toda discusión sobre
social sobre la necesidad de la observancia jurídica de la regla que con el uso se sus derivados. Y también el Derecho gallego
aplica. Evolución que dura cierto tiempo y hasta cuyo final no deviene norma ju-
el tema de la opinio iuris y
iguala usos y costumbres (véase Compilación, arts. 1, 2 y 3).
rídica la costumbre, puesto que hasta entonces no hay opinio formada, y falta, por
ello, un requisito (el espiritual) de tal costumbre.
Huelga discutir sobre qué sea la opinio iuris, sobre su necesidad o no para
Una vez que nace —como jurídica— la norma consuetudinaria, debe mante- que haya costumbre, sobre si la costumbre se diferencia de los usos porque en
nerse en vigor la opinio, y entonces sí que se puede decir exactamente que con- éstos falta y en aquélla se da, etc. Y huelga, ya que, dándose a los usos igual va-
sista en la convicción de que la regla quelse aplica es Derecho. lor normativo que a la costumbre: por un lado, no tiene interés distinguirlos de
ésta; y, por otro, aun distinguidos y constatado que una cierta práctica carezca de
La Jurisprudencia del Tribunal Supremo ha recogido repetidas veces la opinio iuris, por lo que no sería costumbre, sino uso, no se le quita su valor nor-
necesidad de la opinio iuris para la formación de la costumbre jurídica, aun- mativo, puesto que tanto lo tiene el uso como la costumbre.
que la verdad es que generalmente no se ha parado a explicar qué es, si
bien alguna vez lo ha hecho. tenor del artí-
3.0 No ser contraria a la moral, al orden público.—A
culo 1, número 3 del Código civil, y de la ley 3, 1.0, de la Compilación
La sentencia de 18 abril 1951 habla, no muy concretamente, de que la cos- navarra se rechaza la costumbre contraria a la moral o al orden público.
tumbre se crea «mediante la repetición de actos realizados con intención jurídica». Ese requisito que estoy exponiendo, de no contrariar a la moral ni el
La de 22 enero 1953 señala que le dan vida dos elementos, el externo y «la opi- orden público (llamado también requisito de racionalidad, por poder en-
nio iuriso elemento interno». La de 30 abril 1957 afirma que es esencial para tenderse que equivale a la exigencia de antiguas y clásicas doctrinas, de
que una costumbre pueda considerarse como norma jurídica «que se manifieste
una voluntad de ese orden en una colectividad determinada». La de 24 febrero que la costumbre había de ser rationabilis) ha sido establecido, para el De-
1962, según la que la costumbre requiere en su formación dos factores, el de he- recho común, expresamente por el nuevo artículo 1, número 3 del Código
cho o externo «y el interno, derivado o inducido de aquél, que radica en la in- civil, pero aun antes había que sobrentender que, de algún modo, era tam-
tención y hasta en la convicción de crear, modificar o extinguir relaciones o si-
bién acogido, aunque sólo fuese porque en nuestro Derecho histórico —al
tuaciones de Derecho». Y, por último, la de 8 abril 1994 que dice que la opinio que he dicho que se podía y se puede recurrir para establecer los requisi-
iuris es la «convicción de cumplimiento de una norma jurídica». tos de la costumbre— establecían las Partidas que ésta «debe ser con de-
recha razón e non contra la ley de Dios, ni contra señorío, ni contra De-
En la práctica puede ser problemático cuándo existe opinio y cuándo recho natural, ni contra procomunal de toda la tierra del lugar do se face»
no: así, en ciertos supuestos en los que el elemento material —uso— re- (Partida 1, 2, 5).
caiga sobre una materia fronteriza entre el Derecho y otra esfera norma- 4•0 No ser contra ley, o contra ley imperativa, salvo en Navarra. Pre-
tiva no jurídica (decoro social, cortesía), de forma que el que se siga la supuesta la concurrencia de los requisitos anteriores, de los Derechos espa-
práctica —uso— como jurídicamente vinculante o no, tendrá la conse- ñoles:
cuencia de colocar dentro o fuera del campo del Derecho a la regla apli- a) El común aún exige, además, para aceptar como norma jurídica a
cada por el uso. Si éste recae sobre materia jurídica (p. ej., sobre un la costumbre, que ésta no vaya contra precepto legal 4 (art. 1, núm. 3) 5.
punto de una figura que, regulada por el Derecho legislado, como insti-
tución jurídica, tiene, sin embargo, algunas lagunas en dicha regulación 4 Habrá que entender que contra otro precepto legal contra el que pudiera ir aunque respetase aque-
llos preceptos legales que protegen la moral, el orden público, etcétera; que ya, de por sí, por el apar-
legislativa), hay que estimar, en principio, que el mismo encierra «opinio tado anterior, producirán la inadmisión como fuente de la costumbre que fuese.
iuris». «Sólo regirá en defecto de ley aplicable.»

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MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

Esa es la letra del Código civil Pero según una opinión 6 debe de entenderse, Sin perjuicio de que la general o regional o comarcal no dejan de serio por-
como para el Derecho aragonés y el gallego (sub b, siguiente), que el precepto algún punto (o puntos) del territorio que sea, por excepción, no se prac-
legal para prevalecer sobre la costumbre, ha de ser imperativo, pues ésta se aplica
que en
tique la costumbre que es común a los demás del mismo.
por delante de los preceptos meramente dispositivos y supletorios, ya que admi-
tiendo ser desplazados por pacto en contra, con más razón lo habrán de ser por Nuestro Código, en su antiguo artículo 6, admitía la local —decía ese
un criterio general (costumbre) que los excluya. inícialo 6, 2.°: «Cuando no haya ley exactamente aplicable al punto con-
b) El aragonés y el gallego b", que no vaya contra precepto legal trovertido, se aplicará la costumbre del lugar...»—. No se excluía con ello
costumbre regional o general, que podía aplicarse, como local, si se prac-
imperativo (Compilación aragonesa, art. 2, núm. 1, Ley de Derecho civil la
ticaba en el lugar de que se tratase; pero sí se excluía que pudiese impo-
gallega, art. 3, núm. 2). tierse en un lugar determinada costumbre no practicada en él, por el hecho
de regir en el resto de los que compusiesen la región o país.
Ahora bien, si se trata de precepto legal imperativo, no de Derecho foral, sino
común no constitucional, contra a prevalece la costumbre según la letra del artí- A diferencia del antiguo artículo 6, el actual artículo 1, número 3, que
culo 2, número 1, de la Compilación aragonesa 8. ha venido a hacer las veces de aquél en la parte que ahora importa, no dice
que la fuente supletoria de la ley lo sea la «costumbre del lugar», sino que
c) El navarro no exige que la costumbre no sea contra ley, sino que habla, a secas, de «la costumbre».
la admite incluso en tal caso (Compilación, ley 3, 1.°). Y cabe ahora preguntarse qué alcance tiene la sustitución de la expre-
sión «costumbre del lugar» por la de «la costumbre».
Pero, claro, es inaceptable una costumbre contra la Constitución. En mi opinión, ninguno. Luego fuente supletoria de la ley, lo sigue hoy
siendo 9 la costumbre del lugar en que se dé la relación jurídica carente de
4. Fundamento.—El fundamento intrínseco de que la costumbre cree
regulación legal.
derecho se halla en que la voluntad general, de la Comunidad que la observa,
quiere aquella regulación. La razón extrínseca de que la costumbre sea fuente Esto es lo que yo pienso, pero la Exposición de Motivos de la reforma del
en un determinado Ordenamiento positivo es el hecho de ser acogida por el Título preliminar parece mantener lo contrario. En efecto, dicha Exposición en su
poder directivo de la Comunidad, que es el que disponiendo, en definitiva, párrafo 7, al principio, dice al respecto que: «La costumbre —ampliada al no cir-
por qué Derecho se ha de regular la vida de ésta, permite que ella misma es- cunscribirla a la del lugar...—». Luego, según la letra de la Exposición, la susti-
tución de la expresión «la costumbre del lugar» por «la costumbre», tendría el al-
tablezca ciertas normas (las consuetudinarias) de las que componen aquél. cance de ampliar tal fuente, que en adelante sería la costumbre, y no sólo la del
5. Clases.—La costumbre puede ser de diversas clases: lugar Igual se deduciría de la discusión de la reforma en las Cortes. Aunque tengo
A) Por su difusión territorial.—Por su difusión territorial, cabe que la impresión de que éstas, al suprimir lo de que la costumbre fuese «del lugar»,
lo que pretendieron fue más bien que dar entrada a una costumbre general (de
sea general, regional o local, según se practique en todo el territorio a que otros lugares) que no se practicase en el de que se tratase, dar entrada a la cos-
se extiende el Ordenamiento jurídico de que se trate (p. ej., el español, el tumbre «general» para que no rigiese sólo la del solo lugar (,pensando que la
francés, etc.) o sólo impere en determinada región o lugar. «del lugar» había de ser exclusiva de éste?) 1°•
Al tratar de las fuentes, la Compilación aragonesa (arts. 1 y 2) habla
simplemente de «costumbre». La navarra (ley 3), de la «local» y de la «ge- 9 Presupuesta la aplicación de las disposiciones sobre Derecho internacional privado e interregional.
neral», estableciendo que aquélla tiene preferencia sobre ésta 8bis. '° Como ha quedado expuesto más arriba, la costumbre general, también era en el antiguo artículo
6 costumbre del lugar, si es que se practicaba en éste.
Lo que no solamente era así por lógica, sino también opinión común bajo dicho antiguo artículo
6 Véase GORDILLO, en 6. Y la conciencia de ser así las cosas aparece perfectamente clara en la discusión del tema en las Cor-
Comentarios al C.c. y Compilaciones forales dirigidos por ALBALA-
DEJO y DIAZ ALABART, I, 1.°, 2.° ed. 1992, págs. 194 y ss., y véase supra, § 13, núm. 3. tes. Mas, a pesar de ello, por una increíble contradicción, hay razonamientos en dicha discusión que
7 «La costumbre tendrá fuerza de obligar cuando no sea contraria.., a las normas imperativas del sólo tienen sentido partiendo de la idea de que al hablar de costumbre del lugar, se está pensando en
Derecho aragonés.» la costumbre exclusiva del lugar.
Aunque el artículo dice que no sea contraria a normas imperativas o prohibitivas, en el texto ha- Las palabras del procurador señor ESCR1VA DE ROMANI (de la ponencia) dan pie para entender
blo sólo de que no vaya contra ley imperativa, porque la prohibitiva es ley imperativa en el prohibir. lo que digo. «La ponencia —afirmó-- cree que uno de los avances importantes que en esta materia de
7188 «No serán aplicables los usos y costumbres cuando fuesen contrarios a leyes imperativas.» fuentes del Derecho contiene el proyecto es el de aludir, no a la raquítica costumbre del lugar que te-
Véase lo que digo supra § 13, nota 23 bis. nía nuestro Código civil, sino a la costumbre en general. Entiende la ponencia que la costumbre puede
818 También la Comp. catalana habla de costumbre «local» y «comarcal» (art. 2). SET la costumbre del lugar. Y en ese sentido se mantiene la fuente tradicional, pero puede ser la cos-

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MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

Pero, a pesar de todo, estimo que se debe llegar a la conclusión que defiendo, Por mi parte, creo que la solución correcta es ésta: Con lo que tenemos que
en virtud del siguiente razonamiento, que es el que considero procedente: en el tercer y último caso posible, todo se resuelve lo mismo que si el Código,
En el lugar que sea y para el tema de que se trate, o se practica igual cos- en vez de decir, como ahora, que la fuente supletoria de la ley es la costumbre,
tumbre que en otros, o se practica una diferente o no se practica ninguna. siguiese diciendo, como antes, que lo es la costumbre del lugar.
Ahora bien: La solución que acojo para este tercer caso la apoyo en que si en el lugar
En el primer caso, no hay problema, ya que tanto servirá esa costumbre de que sea no hay costumbre sobre el punto en cuestión, no concurre la razón por
fuente supletoria de la ley, si el Ordenamiento establece que ésta sea suplida por la que el Ordenamiento manda que la costumbre se aplique en defecto de ley, ya
la costumbre, como si establece que lo sea por la costumbre del lugar que tal razón es que dicha costumbre la practique la comunidad (la del lugar que
En el segundo caso, no parece que quepa duda de que la costumbre a apli- sea) en cuyo seno se da el problema no regulado por la ley. Por tanto, a falta de
car es la del lugar de que se trate; luego, sigue dando lo mismo que el Ordena- que concurra tal razón, procede someter sin más, el caso a los principios genera-
miento dijese, como antes, que la costumbre supletoria es la del lugar, que diga, les del Derecho.
como ahora, simplemente que lo es la costumbre. O, dicho de otro modo: la costumbre vale allí donde se practica porque
En el tercer caso, puede quedar la duda de si al no practicarse costumbre en su vigor normativo se lo da el ser practicada por la Comunidad cuya convi-
el lugar que sea, el punto huérfano de regulación legal se rige por la costumbre vencia regula; luego imponer a tal Comunidad una regulación que no practica,
que sobre él exista en otro (o incluso que exista en todos los otros), o pasa a ser no se apoyaría en el fundamento por el que recibe valor normativo la cos-
regido por los principios generales del Derecho. tumbre.
fb Además, el dicho apoyo (de por sí suficiente) de mi tesis, se refuerza si se
piensa que podrían ser discrepantes las costumbres (relativas al caso) practicadas
tumbre general, recogida en algunos casos por la jurisprudencia. No se ve razón alguna de peso para en otros diferentes lugares, y que, entonces la necesidad de elección para aplicar
seguir manteniendo esa costumbre pequeña, anquilosada, que huele a viejo, la costumbre del lugar.
Existen costumbres de ámbito general muy importante. Pensemos en determinados usos, y con ello
una, malamente podría resolverse (porque sería utilizar un criterio puramente ar-
entramos un poco en el segundo inciso del texto propuesto por la ponencia; una serie de usos de tipo bitrario) a base de escoger la del lugar más cercano, o la del más afín, etc. (lo
general, de los cuales basta citar los ejemplos de muchos profesionales: los usos de los abogados, de que aún podría no ser suficiente si había más de una costumbre distinta en igua-
los médicos, etc., y de profesionales de todo tipo, como los usos de los comerciantes, etc., que gene- les circunstancias).
ralmente no son locales, pues suelen tener un ámbito nacional. Por último, quiero advertir que si, como parece probable por lo dicho, al ha-
La ponencia entiende que debe admitirse esta doble costumbre, la costumbre local, la costumbre
que hemos tenido en nuestro Derecho hasta el momento presente, y también una costumbre de carácter blar de costumbre, a secas, y no de costumbre «del lugar», no se ha querido im-
general... poner en ningún lugar costumbre no practicada en él, sino sólo evitar dificulta-
La ponencia entiende que la sociedad va evolucionando y que la costumbre local no daba idea de des de prueba de que también se practica en el mismo la practicada en el resto
esa evolución social que tiene que recoger el Derecho.»
de una comarca o región (o de todo el país), entonces pienso que lo mejor hu-
Los calificativos de «raquítica» y de «costumbre pequeña, anquilosada, que huele a viejo», apli-
cados a costumbre «del lugar», no se comprenderían si se pensase en una costumbre general (al lugar
biese sido mantener la expresión «costumbre del lugar», agregando que «habrá
que sea y a los demás), y sólo parecen razonables (?) dichos para la costumbre que únicamente se prac- de probar no ser practicada en él quien niegue que en él se practique una cos-
tica en ese lugar. tumbre que resulta probado ser general al resto de la zona donde el lugar está
Por el contrario, otros pasajes en que se alude a costumbres generales, o de ámbito nacional, pa- enclavado».
rece que se refieren a las no exclusivas del lugar (pero sin negar que se practiquen en éste). Asimismo,
cuando se dice que «se mantiene la fuente tradicional [costumbre del lugar], pero puede también ser la
costumbre general recogida en algunos casos por la jurisprudencia», no cabe sino estar hablando de la B) Por la materia regulada.—Por la materia objeto de regulación con-
costumbre general que se practica en el lugar que sea (además de en otros), ya que lo de «recogida
en algunos casos por la jurisprudencia», se dice para la jurisprudencia recaída bajo el antiguo artículo
suetudinaria, la costumbre puede ser general o especial, según alcance a todo
6, en el que la costumbre tenía que ser del lugar donde se tratase de aplicarla, bien que pudiese tam- el ámbito de cierta figura jurídica (p. ej., a todos los contratos de corretaje),
bién ser general (para aquél y para otros). o bien a sólo determinados supuestos de la misma (p. ej., sólo al corretaje
Por último, cuando se dice que «la costumbre local no daba idea de la evolución social», es in- de fincas rústicas). Ambas son admisibles en nuestro Derecho.
negable que no se puede estar hablando sino de costumbre exclusivamente local, pues la general (de
todos y cada uno de los lugares) sí que da idea de tal evolución. Lo mismo que no se puede estar ha-
blando sino de costumbre exclusivamente local cuando se dice que «la ponencia entiende que debe ad- C) Por relación con la ley.—Según su relación con la ley, se distin-
mitirse la costumbre local, la costumbre que hemos tenido en nuestro Derecho hasta el momento pre- gue a la costumbre en:
sente», que se contrapone seguidamente a la costumbre de carácter general («y también [debe admitirse, S■ , 1.0 Costumbre extra o praeter legem, costumbre fuera de la ley, que
dice el señor ESCRIVA DE ROMANI] una costumbre de carácter general»). Ni se puede estar ha-
blando sino de costumbre exclusivamente local, cuando se dice que «la costumbre puede ser la cos- regula situaciones sobre las que la ley guarda silencio.
tumbre del lugar. Y en ese sentido se mantiene la fuente tradicional», que seguidamente se contrapone 2.° Costumbre contra legem, que es aquélla que regula un punto, en
a la costumbre general («pero puede ser también [fuente, pero no la fuente tradicional] la costumbre Contradicción con lo que para él establece la ley.
general»).

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MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

3.° Costumbre secundum o propter legem, que es aquélla que tiene costumbre contra ley dispositiva que, según una opinión, sería tam-
fir la
por objeto algo regulado en la ley, pero atribuye a esta regulación, que bién el del Código civil, aunque no lo diga
'Ibis.

admite varios, un sentido determinado, o aplica la ley de determinada


forma. 6.
Cambio del puesto normal de la costumbre como norma regu-
El Código, como ya se vio, acepta la costumbre fuera de ley o cos- ladora del caso.—Cuando como regla (como en los términos vistos en Ara-
tumbre supletoria: «La costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable» gón, Galicia y Navarra) prevalezca la costumbre sobre la ley, prevalece aun-
(art. 1, núm. 1). Por el contrario, rechaza la costumbre contra ley: «Las le- que ésta no remita a aquélla. Pero si aunque como regla (como ocurre en
yes sólo se derogan por otras posteriores» (art. 2, núm. 2, principio). Derecho común) prevalezca la ley sobre la costumbre, en un caso parti-
el
Sobre la costumbre según ley o interpretativa (de la ley) guarda el Có- cular, la ley remite directamente a la costumbre, ésta recibe en él aplica-
digo silencio. Algunos la admiten, apoyándose en que sólo ha sido excluida ción preferente a las normas legales que, a falta de dicha remisión, habría
(antiguo art. 5, equivalente al actual 2, núm. 2, principio) la costumbre con- que aplicar. Entonces la costumbre no es fuente supletoria (como en el art.
tra ley; otros la rechazan, y alegan que sólo ha sido admitida la costumbre 1, núm. 3) de la ley, sino que sube de rango y ocupa el que le asigna la
ley remitente 12• A esta costumbre la denominan algunos
fuera de ley (antiguo art. 6, equivalente al actual 1, núm. 3). Realmente secundum legem,
—aparte de que el silencio del Código se como aceptación tácita, denominación que yo he utilizado para la costumbre interpretativa.
por unos, y como tácita exclusión por otros— la costumbre según ley no
crea una nueva norma jurídica (que tenga el sentido que aquélla atribuye a Otras veces la ley establece que, «en defecto de ley exactamente aplicable al
punto», no se recurra (como dispone, en general, el art. 1, núm. 3) a la costum-
la ley), sino que es la propia ley la norma jurídica (preexistente a la cos- bre, sino que el caso se resuelva por otro procedimiento, por ejemplo, por analo-
tumbre). En ese aspecto, como la costumbre no crea otra norma, no es fuente, gía sobre lo establecido en la ley: así antigua Ley de Arrendamientos Urbanos,
sino mera interpretación de la norma jurídica contenida en la fuente ante- artículo 8. Entonces se desplaza a la costumbre de su normal puesto como fuente
rior (ley). supletoria, en defecto de la ley.

Unicamente se podría entender a la costumbre interpretativa como fuente de otra 7. Prueba de la costumbre.—A diferencia de la ley, que para que
norma: la que obligase a acatar el sentido que tal costumbre ha atribuido a la ley. sea aplicada por los Tribunales, basta alegarla, la costumbre es preciso, ade-
Pero dicha norma sería contraria a los principios que presiden nuestro Ordenamiento más, probarla.
jurídico sobre el particular y, por ello, no puede aceptarse. A tenor de los susodichos
principios, los encargados de aplicar la ley dependen sólo de la misma, pero no es- Se admite cualquier medio de prueba: por ejemplo, testigos, certificados de
tán obligados a darle determinado sentido (aunque éste le haya sido atribuido habi- Cámaras, Colegios, Hermandades, Sindicatos, etc., sentencias que la hayan reco-
tualmente), sino que son libres en la búsqueda de la interpretación mejor. Y cuando nocido, colecciones oficiales de costumbres (siempre con mero carácter probato-
hay —si la hubiere— obligación de acatar una determinada interpretación de la ley, rio, y no constitutivo, que dará lugar a presunción de que existe la costumbre,
se está vinculado, no por la costumbre interpretativa, sino porque tal interpretación salvo prueba en contrario). Siendo dichas pruebas apreciadas, en principio, a te-
la ha fijado quien puede vincular a intérpretes inferiores con la interpretación que él nor de las reglas generales sobre tal apreciación.
establezca, aunque no sea usual (discrepe de la dada habitualmente).
La necesidad de prueba de la costumbre que antes silenciaba el Código,
Hasta aquí, por lo que toca al Código civil. Por su parte, el Fuero Nuero ha venido a ser exigida ahora por el nuevo artículo 1, número 3, párrafo
navarro admite, como ya se dijo, cualquier costumbre (se sobrentiende que 1.0, al final, que dispone «que [la costumbre] resulte probada», y por la
reúna los debidos requisitos, y esto entiéndase repetido en adelante) incluso nueva Ley de Enjuiciamiento civil, que dispone en el artículo 281.2 que
la contra ley, haciéndola prevalecer sobre ésta (F.N., ley 3); y en cuanto a será «objeto de prueba la costumbre», prueba que no será necesaria si las
la Comp. aragonesa y a la Ley de Derecho civil gallega, admiten también, partes estuviesen conformes en su existencia y contenido y sus normas no
como se dijo asimismo, la costumbre contra ley, pero no la contra cualquier afectasen al orden público».
ley, sino sólo la que se oponga a ley dispositiva (no si la ley es imperativa
o prohibitiva"), prevaleciendo entonces la costumbre; criterio ese de admi-
Véase supra núm. 3, sub 4.°, b).
Y puede ocurrir que, al revés, un Ordenamiento que dé, como regla, primacía a la costumbre,
" Véase supra, § 2, núm. 9, y el § presente, núm. 3, sub 4.°, b) y notas 7 y 7bis sa un caso particular establezca que se aplique cierta ley sin admitir costumbre en contra.

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MANUEL ALBALADE.10 § 15 LA COSTUMBRE

De todas maneras tal necesidad también antes había sido insistentemente nión que estime mejor fundada, o incluso dar por no probada la observancia de
exigida por la jurisprudencia 13'14 que, a tal efecto de prueba, viene estimando ninguno de ellos (sentencia de 12 marzo 1964 [Sala Socialp.
la costumbre como un hecho, «del que hay que demostrar su existencia y
alcance», siendo de libre apreciación por los Tribunales. Dos sentencias de las ya antes citadas (en nota 13), las de 12 marzo
1964 y 20 enero 1966, señalan que lo de que la costumbre deba ser pro-
Cabiendo —dijo el T.S.—, no obstante, recurrir contra tal apreciación si se bada por la parte interesada, es «sin perjuicio de la facultad que tiene el
prueba, a tenor de L.e.c., artículo 1.692, 4.° (texto antiguo), que el Tribunal de
instancia sufrió error, y si no, ha de estarse a lo que éste declare en su sentencia juzgador de poder aplicar ex officio la costumbre cuando su vigencia le cons-
(sentencia de 3 febrero 1953).
tare de ciencia propia». Y el artículo 2, 2.°, de la Compilación de Aragón
«Los Tribunales apreciarán la existencia de la costumbre a virtud
dice que:
propias averiguaciones y de las pruebas aportadas por los litigantes».
Este tema requiere ser ahondado. Veamos: de sus
La costumbre es una norma jurídica y, como tal, Derecho. Ahora bien, Por último, la ley 3, 2.° de la de Navarra no habla de que el Tribunal co-
ya que no ha sido dictada por el Estado, a los Jueces y Tribunales puede nozca la costumbre por ciencia privada, sino que dice que cuando «no sea
no constarles su vigencia, como, por el contrario, sí les consta —simple- notoria deberá ser alegada y probada ante los Tribunales»; y también en este
mente por estar publicadas en el Boletín Oficial, y aún sin derogar— la de sentido el artículo 1, 2 vasco, y 2 gallego.
las leyes. Entonces, para demostrar la exiotencia real de la norma jurídica
A tenor de aquellas sentencias, el Tribunal Supremo tomó partido en la cues-
consuetudinaria, es decir, para que conste que rige o que está vigente, hay tión que entre nuestros autores venía discutiéndose de si la costumbre tenía que
que probar el hecho de que esa costumbre se practica efectivamente. Y en alegarla y probarla siempre la parte a quien interesase'', o si, puesto que es tan
ese sentido es en el que se dice que la costumbre, a efectos de prueba, se norma jurídica como la ley, aunque no se imponga al Tribunal su conocimiento
considera como un hecho. Lo cual es exacto, pues, realmente, es que el que como se le impone el de ésta, sin embargo, cuando de hecho la conozca, puede
la Comunidad la observe o no, es efectivamente un hecho. apreciarla por sí, sin necesidad de prueba, así como también, cuando no la co-
nozca, puede investigar de oficio para averiguarla 16•
Si las pruebas aportadas por las partes sobre la existencia de la costumbre Y queda una pregunta: al haber dispuesto el Código, en su reforma del Título
dan distintas versiones del uso que se practique, podrá el Tribunal acoger la opi- preliminar, que la costumbre «resulte probada» y la L.e.c. que será «objeto de prueba»,
¿viene a excluirse el criterio admitido en esa jurisprudencia sobre la innecesidad
'3 Por ser tan abundantes, las sentencias, sólo cito las no muy antiguas. Así las de 24 marzo 1947, de prueba de la costumbre que ya conste al Tribunal de ciencia propia?
23 diciembre 1948 (Sala social), 5 abril 1950 (Sala social), 1 mayo 1951 (Sala social), 10 octubre 1951 En mi opinión, no lo excluye '7. Pues lo que se ha querido en la nueva re-
(Sala social), 22 enero 1953, 3 febrero 1953, 21 febrero 1957, 12 febrero 1959, 24 febrero 1962, 12 dacción del correspondiente precepto del Código civil y con el de la L.e.c. es sólo
marzo 1964 (Sala social), 20 enero 1966 (Sala social), 20 marzo 1964, 17 octubre 1974 después de la
reforma del C.c. para caso anterior.
14 La verdad es que la mayor parte de las sentencias citadas en la nota anterior o de las más an-
tiguas sobre el tema, hablan de que se demuestre o se justifique o se pruebe la existencia o práctica de '5 Así DE CASTRO, Derecho civil, P, págs. 444 y ss.
la costumbre. Fuentes del Derecho civil español, 1922, págs. 346 y ss.; AL-
Pero hay que señalar que algunas de ellas más bien darían la impresión de que lo que se 16 Así CLEMENTE DE DIEGO,
debe probar es el elemento material o externo, es decir el uso (cfr. las Sentencias de 22 enero 1953, CALA-ZAMORA y CASTILLO, «La prueba del Derecho consuetudinario», en R.D.P., 1934, págs. 149
I", págs. 467 y
12 marzo 1964 y 20 enero 1966, en particular la segunda de las cuales dice: «que si bien la indaga- y ss.; BONET, Compendio, I, pág. 141; CASTAN-DE LOS MOZOS, Derecho civil, 1,
ción de la norma consuetudinaria entraña, por su intrínseca naturaleza, una operación de índole jurídica ss.; LALAGUNA, Jurisprudencia y fuentes del Derecho, 1969, págs. 294 y ss. También MASPONS Y
y no fáctica, regida, en principio, por la regla jura novit curia, es lo cierto que tanto la doctrina cien- ANGLASELL, «La prueba de la costumbre en el Derecho catalán», en R.D.P., 1916, págs. 1 y ss.
tífica como la jurisprudencia han llegado en la actualidad a una posición ecléctica, según la cual la cues- 11 El Procurador señor MADRID DEL CACHO en la enmienda (núm. 29) al Proyecto (del Go-
tión relativa a la efectiva vigencia social de una costumbre —esto es la comprobación de su básico ele- bierno) de Ley de Bases para la modificación del Título preliminar del Código civil, propuso, reco-
mento de hecho— manifestada a través del uso colectivo, es susceptible de alegación y prueba por la giendo lo que dice el artículo 2, 2.°, de la Compilación aragonesa, que el texto relativo a la prueba de
parte interesada en su constatación»). la costumbre dijese que: «En lo que respecta a la costumbre, se recogerá la posibilidad de que los Tri-
Por mi parte, creo que como realmente lo que debe probarse es la vigencia de la costumbre jurí- bunales aprecien la existencia de la misma a virtud de su propio conocimiento y de las demás pruebas
dica de que se trate, habrá que probar todos sus elementos. Ahora bien, lo que ocurre es que demos- aportadas por los litigantes.»
trado aunque sólo sea el uso, el Tribunal, probablemente puede presumir la opinio, según la materia so- La Ponencia rechazó ese extremo de la enmienda, alegando (véase «Informe de la Ponencia», p.
bre que aquél verse, o bien a tenor de ésta o del propio uso, puede haber datos de los que deducir la ej., en Documentación jurídica, 1974, pág. 1.525): «El Procurador señor MADRID DEL CACHO (en-
existencia de la opinio. Y así queda la impresión de que sólo se ha aportado prueba de aquél cuando, mienda núm. 29) pide que los Tribunales puedan apreciar la existencia de la costumbre en virtud de su
aunque no de forma directa, también se ha probado ésta. Tapio conocimiento, invocando que así lo establece el artículo 2Y de la Compilación del Derecho ci-
En cuanto a las expresiones que utiliza el Tribunal Supremo hay que, o entenderlas en ese sentido, vil de Aragón, aprobada por ley de 8 abril 1967. Según este precepto, «los Tribunales apreciarán la exis-
o, más bien, pensar que se refieren, al hablar de elemento fáctico o uso, no a la distinción uso-opinio, tencia de la costumbre a virtud de su propio conocimiento y de las pruebas aportadas por los litigan-
sino a la de hecho (elemento fáctico) de que realmente se practique la tes.» La Ponencia estima, sin embargo, que este precepto del Derecho foral aragonés no debe aplicarse
costumbre-costumbre como norma.

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MANUEL ALBALADEJO § 15 LA COSTUMBRE

recoger la regla, desde antes (como se vio) proclamada por la jurisprudencia, de no lo digan expresamente, en principio, rigen en defecto de ley, y además,
que la costumbre debe de probarse. Se ha querido sólo eso, pero no se ha perse- según lo que ya se ha expuesto al tratar de la costumbre 18, rigen incluso
guido suprimir los límites o excepciones que la regla recogida, que existía desde que la ley, cuando ésta establece que se atienda en primer término a
antes, tenía también desde antes. Eso, por lo que toca al Código civil, que por lo antes
la costumbre o a los usos (o a una u otros, porque hay que entender siem-
que toca a la L.e.c. también se exceptúa de prueba cuando hay conformidad de pre englobados a los dos en toda referencia que la ley haga a cualesquiera
las partes (art. 281.2) o cuando, puesto que la costumbre se practique es un he- ellos) o que lo que dispone sólo es para si faltan costumbre u usos.
cho, tal hecho «goce de notoriedad absoluta y general» (art. 281.4) 17b". de Y pienso que en los Derechos forales que se da preferencia a la cos-

8. Los usos. tumbre sobre la ley, cuando se le da, creo que es preferible, en principio,
— Usos, usos del tráfico, usos convencionales, usos de los
negocios, son expresiones sinónimas, con las que se designa el modo nor- entender englobados también a los usos.
mal de proceder en el mundo de los negocios. Como ya dije, según la doc- Antes de la reforma del Título preliminar, aunque no se equiparaban en ge-
trina más extendida, se forman por la simple práctica habitual de determi- neral, como se hace ahora, estos usos a la costumbre, sin embargo, por lo menos
nada conducta, sin necesidad de opinio iuris. tenían el valor normativo dicho los usos a los que la ley remitía para regular algo,
Aun no siendo costumbres, en el sentido estricto de este término, tie- pues se trataba de caso semejante al en que la ley para regular algo remitía di-
nen relevancia jurídica y, por disposición de la ley, se acude a ellos, a uno rectamente a la costumbre. Y en un caso como en otro, el rango que correspon-
de los siguientes efectos: • día a la regulación usual o consuetudinaria era el que fijase la ley remitente (p.
ej., se hallaba establecido que el uso se aplicase en defecto de ordenanzas o re-
1.0 Para regular jurídicamente un punto. El uso se adopta como norma
(por eso se les denomina usos normativos): es fuente de Derecho. glamentos especiales, pero antes que la ley general: arts. 570, 1Y, in fine, 571,
etc.) y se siguiese de la naturaleza (imperativa o dispositiva) de ésta.
Son éstos los usos a que se refieren el artículo 1, número 3, 2.° del Además, incluso ya antes del nuevo precepto equiparador de usos y costum-
Código civil cuando, después de la reforma del Título preliminar, dice que bres, en todas las hipótesis en que no constase con seguridad que la ley quiso re-
«Los usos jurídicos... tendrán la consideración de costumbres», y la Expo- mitir sólo a una costumbre, en el sentido estricto de la palabra, era preferible en-
sición de Motivos a dicha reforma, cuando, en su párrafo 7•0 asegura que tender que había remisión a costumbre o a uso, pues lo más acorde con el espíritu
ésta ha conferido a los mismos «el valor de costumbre». normal de una ley remisiva del tipo ahora estudiado, parece ser el aplicar al caso
Hoy día, pues, es inútil distinguirlos de la costumbre. Legalmente son contemplado la regulación dada en la práctica sea consuetudinaria o usual.
como ésta, luego, a tenor del Código civil, artículo 1, número 3, 1.0, y de
la Ley gallega, artículos 1 a 3; y pienso que también en las demás, aunque Son ejemplo de usos o costumbres 19 a los que la ley remite directa-
mente los de los artículos 570, 571, 590, 1.258, in fine, 1.287 (en cuanto
a todo el territorio nacional, ya que existe una antigua tradición, justificada por la naturaleza de la cos- que el uso o la costumbre suple la omisión de las cláusulas que ordinaria-
tumbre, según la cual quien alega una costumbre ha de probarla, permitiéndose a la otra parte la prueba mente se establecen en los contratos), 1.509, etc.
contraria. Por otro lado, este precepto afecta, fundamentalmente a los principios básicos de la justicia
y, en concreto, al tan discutido problema de la «ciencia propia del Juez», cuestión sobre la que no pa- Sobre la prueba de los usos normativos debe repetirse lo dicho para la de la
rece que deba interferirse una ley civil cuando, como es sabido, existen varios proyectos, ya elabora- costumbre, ya que el equipararlos a ésta el Código civil (art. 1, número 3, 2.°:
dos, sobre la función judicial y sobre la regulación de los procesos civiles y criminales.»
De todo ello se deduce, aunque algunas palabras den otra impresión («La Ponencia, estima, sin
«tendrán la consideración de costumbre») es también someterlos a lo dispuesto
embargo, que este precepto del Derecho foral aragonés no debe aplicarse a todo el territorio nacional, para ella, entre lo que está lo relativo a su prueba.
ya que existe una antigua tradición, jurídica por la naturaleza de la costumbre, según la cual quien alega
una costumbre ha de probarla, permitiéndose a la otra parte la prueba contraria»), que la Ponencia, más 2.° Para interpretar la voluntad de las partes en los negocios jurídicos.
que excluir con su desestimación la tesis de que los Tribunales aprecien la costumbre en virtud de su
propio conocimiento, lo que quiso fue no tocar el tema, y dejarlo como estaba. Lo que, en el fondo, Así, Código civil, artículo 1.287: «El uso o la costumbre del país se tendrá
lleva, ni más ni menos, a seguir admitiendo —como se ha visto que tenía declarado la jurisprudencia— en cuenta para interpretar las ambigüedades de los contratos...» Razón por
la apreciación de la costumbre en virtud del propio conocimiento del Tribunal.
17bi'
Que será cuando al Tribunal podrá constarle la costumbre de ciencia propia. Caso en el que
la que se califican de usos interpretativos.
siendo Derecho, parece que el Tribunal tendría que aplicarla con o sin la conformidad de las partes (V.
art. 281.3).
En cuanto a lo que dice el artículo 281.2 sobre que «La prueba de la costumbre no será necesa-
ria si las partes estuviesen conformes en su existencia y contenido y sus normas no afectasen al orden " Sispra, núm. 6.
público» más bien parece que si afectan no es que sí sea necesaria la prueba, sino que no es admisi- 19 La ley suele utilizar indistintamente ambos términos; así que no podemos guiamos por la ter-
ble la costumbre. minología.

110 111
MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

Estos usos no son fuente de Derecho, pues no remite a ellos la ley para tambres y, en última instancia, aquellas directrices que derivan de la justi-
regular el caso, sino como datos de hecho adecuados para conocer la vo- cja tal como se entiende por nuestro Ordenamiento jurídico.
luntad del sujeto y aplicar, entonces, la regulación pertinente. Por eso, se
denominan usos no normativos 2°. 11 problema delle lacune dell ordinamento giuridico, 1910, y allí bibliografía, y «La-
Que no son fuente de Derecho, lo dice actualmente el ya visto nuevo y ss.; DONATI,
della legge», en D.N.I., VII, 1938, pág. 529, y allí bibliografía; DORAL, La noción de orden pú-
cune
artículo 1, número 3, 2.°, cuando establece que tendrán la consideración de blko en el Derecho español, Pamplona, 1967; ESSER, Principio y norma en la elaboración jurispru-
costumbre, que es fuente, los usos jurídicos «que no sean meramente inter- ial del Derecho privado, trad. esp., 1961; FERRARA, «I principi generali dell'Ordinamento
'uridico», en Scritti, I, 1952, págs. 125 y ss.; FERREIRA RUBIO, La buena fe. Principio general del
pretativos de una declaración de voluntad». p.recho civil, Madrid, 1984,
Apostillas sobre el concepto de buena fe en la obra de Vallet, Homenaje
Finalmente tampoco son usos normativos, tampoco son fuente de Derecho, a Vallet, t.
IV, Madrid, 1988, pág. 355; FUENMAYOR, «Alcance del principio constitucional de igual-
dad», A.D.C., 1983, pág. 1327; GANGI, «II problema delle lacune nel Diritto privato», en Arch. giur.,
aquéllos a los que la ley (en cuyas normas jurídicas se contiene la regulación Ancora sul problema delle lacune nel Diritto privato, 1925; GARCIA CANA-
de que se trate), remite a veces, asimismo, como datos de hecho, para deter- 1923, págs. 142 y ss., y
LES, «Principios generales y principios constitucionales», en Estudios Roca Juan, 1989, págs. 265 y ss.;
minar ciertos extremos. Así, Código civil, artículos 902, 1.453, 1.894, 2.°, etc. GARCIA DE ENTERRIA, «Reflexiones sobre la ley y los principios generales del Derecho en el De-
recho administrativo», en R.A.P., 1963, núm. 40, págs. 189 y ss., y en Estudios Serrano, II, 1965, págs.
SS.; GARCIA VALDECASAS, G., «Los principios generales del Derecho en el nuevo título pre-
211 y
Código civil», en A.D.C., 1975, págs. 331 y ss.; «La naturaleza de los principios generales
§ 16 liminar del
Derecho», en R. Inst. Dro. Compilación, 1962, 19, págs. 48 y ss.; GARRIDO FALLA, «Las fuen-
del
LOS PRINCIPIOS GENERAL1S DEL DERECHO* tes no
escritas del Derecho en el Derecho administrativo», en R. Estudios de la Vida Local, 1958, núm.
dirigidos por Albaladejo y Díaz
97, págs. 3 y ss.; GORDILLO, Comentario al C.c. y Comps forales,
Alaban, I, 1°, 2. ed., 1992, págs. 265 ss.; «Ley, principios generales y Constitución, etc.», en A.D.C.,
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Teorías sobre el concepto de principios generales.-3. Punto
19118, págs. 469 y ss.; GUAITA, «Los "principios generales" en el Derecho administrativo», en Estu-
de vista adoptado sobre el concepto de principios generales.-4. Principios gene- dios Sancho Izquierdo, 1960, págs. 165 y ss.; HERRFAHRD, Lücken im Recht, 1915; LEGAZ, «Los
rales positivos y extrapositivos .-5. Aplicación de los principios generales.-1 .°) principios generales del Derecho», en Rey. Inst. Dro. Compilación, 1962, núm. 19, págs. 48 y ss., y
Vigencia.-2.°) Aplicabilidad al caso.-6. La analogía.-7. La equidad.-8. Las re- «La plenitud del orden jurídico», en R.C.D.I., 1940, págs. 112 y ss.; LLEDO YAGÜE, en C.C.J.C., núm.
27, 1991, pág. 1017; LOPEZ JACOISTE, «Los principios generales en la codificación foral», en R.C.D.I.,
glas y máximas jurídicas.-9. Los principios generales y la analogía en el Dere-
cho foral. 1966, págs. 617 y ss.; LUZATTO, Sull'asserita completezza dell'ordinamento giuridico, 1922; MANS,
hm principios generales del Derecho, 1947; MANS PUIGARNAU, Los principios generales del Dere-
cho. Repertorio de reglas, máximas y aforismos jurídicos, Barcelona, 1979; MENEZES CORDEIRO,
1. Concepto.-Los principios generales del Derecho son las ideas fun- Da boa fe no direito civil, 2 vols., Coimbra, 1984; MICELI, «I principi generali del Diritto», en R.D.C.,
1923, págs. 23 y ss.; DE MIGUEL Y ROMERO, «Los principios generales y la doctrina legal como
damentales que informan nuestro Derecho positivo contenido en leyes y cos- lentes jurídicas», R.G.L.J., 1941, II, pág. 340; MIQUEL GONZALEZ, Observaciones en torno a la
hiena fe, Homenaje a Roca Juan, Murcia, 1989, pág. 497, y «La buena fe y su concrección en el ám-
bitodel Derecho civil», A.A.M.N., t. XXIX, pág. 9;--DE LOS MOZOS, «Norma, principio y sistema en
20 Distinguiendo usos normativos y usos interpretativos puede verse por ejemplo la Sentencia de 2 la integración del ordenamiento jurídico», en Estudios De Castro, II, 1976, págs. 321 y ss.; PACCHIONI,
julio 1973. páncipi generali del Diritto», en Arch. giur., 1924, págs. 138 y ss.; PEREZ LUÑO, La seguridad ju-
* ALPA, I principi generali, Milán, 1993; ARCE Y FLOREZ VALDES, Los principios generales rídica, Barcelona, 1991; PERTICONE, «Ancora sui principi generali dell'ordinamento giuridico», en
del Derecho y su formulario constitucional, 1990; BOULANGER, «Principes generaux du Droit et Droit Arch. giur., 1940, págs. 54 y ss.; PUIG PEÑA, «Los principios generales del Derecho como fuente nor-
positif», en Etudes Ropert, I, 1950, págs. 51 y SS.; BRUGI, «Le regulae iuris dei giureconsulti romani», mativa de la decisión judicial», en R.D.P., 1956, págs. 1.047 y ss.; REINOS°, Los principios genera-
en Studi Del Vecchio, 1930, págs. 38 y ss.; BRUNETTI, II domina della completezza dell'ordinamento le', del Derecho en la jurisprudencia del T.S., 1987; RODRIGUEZ PANIAGUA, «El principio de ple-
giuridico, 1924; BURCKHARDT, Die Lücken des Gesetzes und die Gesetzauslegung, 1925; CABANI- nitud del Ordenamiento jurídico», en R.G.L.J., 1973, t. 235, págs. 249 y ss.; ROMANO, Osservazioni
LLAS, Consideraciones sobre los principios generales del Derecho, 1977; CANARIS, Die Feststellung sella completezza dell ordinamento statale, 1935; SANCHO REBULLIDA, «Los principios generales
von Lücken im Gesetz, 1964, y «De la maniere de constater et de combler les lacunes de la loi», en ded penscho», en B. Col. Abog. Zaragoza, 1963, págs. 117 y ss.; SANTORO-PASSARELLI, «Rifles-
Etudes de logique juridique, 1966, págs. 19 y ss.; CASTRESANA, «Fides», «bona fides»: un concepto :nal sulla formulazione legislativa dei principi generali del Diritto», en R.D.C., 1940, págs. 270 y ss.;
para la creación del Derecho, Madrid, 1992; CASTRO LUCINI, «Algunas consideraciones sobre la SCADUTO, «Sull'identificazione dei principi generali del Diritto», en Annali Univ. Perugia, 1923-4,
buena fe en la obra del profesor Federico de Castro», A.D.C., 1983, pág. 1227; CLAVERO, «La doc- págs. 30 y ss.; VALLET DE GOYTISOLO, «Los principios generales en la interpretación del Derecho
trina de los principios generales del Derecho y las lagunas del ordenamiento administrativo», en R.A.P., *TM el profesor Federico de Castro», A.D.C., 1994, pág. 5; VARIOS AUTORES (Academia Nazionale
1952, núm. 7, págs. 51 y ss.; CLEMENTE DE DIEGO, «Las lagunas de la ley, 1945; Los principios dei Lincei): I principi generali del Diritto, Roma, 1992; (Asociación Henri Capitant): La bonne foi,
generales del Derecho», R.D.P., 1916, pág. 302; CONTE, Saggio sulla completezza degli ordinamenti París, 1994; DEL VECCHIO, Los principios generales del Derecho, trad. esp.3, 1972; WEIGELIN,
giuridici, 1962; CRISAFULLI, Per la determinazione del concetto dei principi generali del Diritto, 1941; lbeLücken im Recht», en J.J., 88 (1939), págs. 1 y ss.; WOLF, «Les lacunes du Droit et leur
CROSA, Osservazioni sui principi generali come fonte del Diritto pubblico, 1926; CHICO Y ORTIZ, en Droit suisse», en Etudes de logique juridique, 1966, págs. 78 y ss.; ZAPPONI Appunti sui prin-
«Proyecciones de la seguridad jurídica», R.C.D.I., 1984, pág. 797, «Proyecciones de la seguridad jurí- clPillenerali del Diritti ;Hato ' 1946; ZITELMANN Lücken im Recht, 1903 (hay trad. esp. en vol. La
dica», La Ley, 1984-3, pág. 919, «La insegura seguridad y la seguridad del tráfico jurídico», R.C.D.I., Ciencia del Derec ho , 1949),
P y ss.,
y en R.G.L.J., 1922, I, Págs. 540y II, págs. 120 y ss.
1990, pág. 9; DIAZ COUSELO, Los principios generales del Derecho, 1971; DIEZ-PICAZO, «Los prin- Más bibliografía sobre el tema de las lagunas del Derecho, en VILLAR PALASI, La interpreta-
411110
, y los apotegmas jurídico lógicos, 1975, págs. 69 y 70.
cipios generales del Derecho en el pensamiento de Federico de Castro», en A.D.C., 1983, págs. 1.263 -

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MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

Como ya dije, por la propia cosa que son, esos principios se aplican, rrir a estos otros principios jurídicos de la segunda teoría, pues la frase «princi-
desde luego, a través de la ley o de la costumbre 1; pero a ellos remite el pios generales del Derecho», admite aquéllos y éstos.
artículo 1, número 4, del Código civil para que, en último término, se apli- Mi punto de vista cabe dentro de esta tercera teoría.
quen directamente a los casos que la falta de éstas dejaría sin regulación.
En este sentido, son la tercera y última fuente de Derecho que nues- 3. Punto de vista adoptado sobre el concepto de principios gene-
tro Ordenamiento acoge; y con ella se llenan las lagunas o vacíos que exis- ndes.—Ciertamente, en primer término, hay que recurrir a los principios ju-
tan en el Derecho legislado y consuetudinario (pues la ley y la costumbre rídicos acogidos en las normas nacidas de las otras fuentes, pues lo más se-
no regulan, no prevén, todos los casos que pueden presentarse en la prác- guro es pensar que el legislador ha establecido, en el artículo 1, el criterio
tica, sino los más corrientes e importantes); de forma que, como dichos dl que los casos imprevistos se resuelvan con arreglo a los principios que
principios generales completan a este Derecho legislado y consuettidiaario, informan el Derecho establecido y, dentro de él, el propio artículo 1.
llenando sus huecos, la totalidad jurídica —el Ordenamiento jurídico ci- Pero, una vez agotados aquéllos, nada excluye acudir a los principios de
vil— que en conjunto forman la ley, la costumbre y los principios gene- Justicia, o de Derecho (en abstracto) justo; que, sin embargo, no serán los
rales, carece de lagunas, pues contiene normas para solucionar todos los que libremente pueda escoger el juez con arreglo a sus particulares convic-
casos posibles. ciones, sino los que deriven de la Justicia tal como la concibe nuestro Or-
denamiento jurídico y, que, por tanto, no estarán en contradicción con los
2. Teorías sobre el concepto de plinciplos generales.—El concepto más
principios acogidos por éste. Pues, también ahora, lo más seguro es suponer
arriba acogido de «principios generales» es el que atribuyo a la discutida expre-
sión final del antiguo artículo 6, hoy artículo 1, números 1 y 4, expresión que que la ley remita a criterios basados en su propia concepción de las cosas.
parece procede inmediatamente del Código italiano de 1865, que la utilizaba (Dis-
posiciones preliminares, art. 3, párrafo 2.°). Sin embargo, no hay acuerdo sobre 4. Principios generales positivos y extrapositivos.—Con el artículo 1
el significado de la misma, habiéndose formulado diversos teorías, que, en sín- así entendido, no es que nuestra ley pueda nunca enviar, para resolver un
tesis, son: caso, a principios jurídicos extrapositivos, sino que positiva también aqué-
1." Se trata de los principios jurídicos del Derecho positivo, principios que llos a los que remite; por lo cual entran a formar parte de nuestro Ordena-
se logra determinar, por abstracción, de las normas singulares que componen aquél. miento jurídico civil. Es decir, el Estado o el pueblo establecen como De-
Estas tesis ha sido la predominante en Italia, al interpretar el Código de 1865
(y actualmente —en el de 1942— se consagró definitivamente, ya que éste —Dis- recho positivo, no sólo las leyes que uno dicta y las costumbres que otro
posición Preliminar 12— habla de «principios generales del Ordenamiento jurí- cita, sino también los principios jurídicos que unas y otras recogen, o que
dico del Estado») y es acogida en España por parte de la doctrina, y la apoya al- Jüédin obtenerse de la concepción jurídica que en ellas se acepta.
guna sent., como la de 9 mayo 1996. Advertido esto, no hay obstáculo en, por brevedad, llamar principios
2. Se trata de principios jurídicos más allá de las normas legales (y con- positivos a los acogidos en el Derecho positivo compuesto por leyes y cos-
suetudinarias): como principios del Derecho natural, o del Derecho científico (los tumbres, y principios extrapositivos a los demás.
principios más generales de la ciencia jurídica).
Posición a la que se adscribe el Código austríaco de 1811 —primero que ha-
bla de principios de Derecho—, cuyo artículo 7 remite al juez a «los principios 5. Aplicación de los principios generales.—Los principios generales
jurídicos naturales». del Derecho deben de ser aplicados, cuando proceda, por cualquier Tribunal,
3•' Se trata de los principios del Derecho positivo legislado (o consuetudi- sea el Supremo o los inferiores; habiendo declarado aquél a este respecto
nario 2), pero no solamente de ellos, sino que, cuando se agotan, se puede recu- que «todo principio del Derecho lleva consigo la necesidad de su estricta ob-
servancia cuando se da el caso (ausencia de ley y costumbre) del artículo 6
[hoy 1] del Código civil» (sentencia de 31 octubre 1914). La aplicación de
' Salvo —se sobrentiende, repito— cuando la ley o costumbre concreta sea una disposición ex- 108 mismos por todo Tribunal y en cualquier instancia, no es sino conse-
cepcional, que derogue para aquel caso el principio general inspirador de la regulación regular.
2 Y no hay temor de que el legislador quiera sólo los principios del Derecho legislado (y no
del enencia de ser aquéllos (los principios) una fuente de Derecho y deber juz-
consuetudinario); y no lo hay porque no se admite costumbre contra ley (C.c., art. 1, núm. 3), con lo gar éstos (los Tribunales) a tenor de las reglas que dichas fuentes produz-
que no pueden estar en contradicción con la ley de principios inspiradores del Derecho consuetudina- can, los casos que se les sometan. Y cuando conste al Tribunal que sea la
rio, que además sedan subsidiarios (a falta) de los extrafbles del Derecho legislado.
Por otro lado, que los principios generales lo son del Derecho legislado y del consuetudinario está di- 5tistencia del principio, así como la falta de ley y costumbre aplicables al
cho ahora expresamente en la Exposición de Motivos de la reforma del titulo preliminar, párrafo 7, al final ''aso, debe juzgar según aquél, aunque sólo haya sido alegado, sin haber sido

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MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

probada su existencia 3, o incluso (por la misma libertad que los Tribunales gencia del principio general en cuestión, y 2.°, la aplicabilidad del mismo
tienen de fallar cada caso según la norma que consideren procedente, aun no al caso. como el principio general no
siendo la invocada por las partes) aunque no haya sido alegado. 1.0 Vigencia.-En cuanto a la vigencia,
és, como un pasaje concreto de una ley, algo cuya existencia pueda com-
La sentencia de 9 diciembre 1953 dice que no se infringe el artículo 359 de probarse confrontando cuáles son las disposiciones en vigor, es necesario
la L.e.c. (artículo que ordenaba que las sentencias sean congruentes con las de- demostrar que rige, acogido dentro del Ordenamiento. Lo que puede pro-
mandas y demás pretensiones deducidas en el pleito) «porque los jueces y Tribu- barse, por cualquier camino, con tal de que éste lleve a convencer de que,
nales al razonar sus decisiones se apoyen en leyes y doctrinas que no hayan sido en efecto, se trata de un principio general de nuestro Derecho, es decir, de
alegadas por los litigantes, ya que es notorio que la función de aplicar la norma una idea rectora del sistema jurídico o de alguno de sus sectores. Siendo
pertinente, al supuesto de hecho debatido, es función privativa del juzgador, que
tiene plenos poderes para rectificar errores o suplir omisiones a este respecto, se- los siguientes los procedimientos que parecen más corrientes: bien probar
hay textos legales que, en cuanto inspirados en el principio general de
gún se infiere de las palabras finales del número tercero del artículo 372 de la ci- clue
que se trate, muestran que el Ordenamiento legislativo lo adopta, bien pro-
tada ley».
La jurisprudencia es muy abundante sobre el tema de que los litigantes ex- bar (por análogo camino, de que preside ciertas reglas consuetudinarias) que
ponen los hechos y alegan el Derecho que creen proceda, pero que los Tribuna- lo adopta el Ordenamiento consuetudinario, supletorio del legislativo 4, bien
les han de aplicar el que corresponda, sin que esta facultad quede restringida por ,
probar que es aplicado por leyes o por costumbres porque ello ha sido de-
el hecho de que el invocado por las partes #o sea el adecuado. Así, entre las más Orado por la jurisprudencia, que o ha dicho en sus fallos que tal princi-
recientes, las sentencias de 16 febrero 1965, 23 febrero 1965, 24 febrero 1966, 5 pio existe inspirando aquéllas, o, aun sin decirlo explícitamente, lo ha apli-
marzo 1966, 26 octubre 1967, 22 diciembre 1967, 7 febrero 1968, 15 y 18 abril
1969, 21 marzo y 21 diciembre 1970, 28 febrero 1972, 25 junio 1974, 16 junio cado en sus sentencias.
1976, 20 mayo 1977, 22 abril y 5 junio 1978, 10 diciembre 1979, 3 noviembre
1980, 24 y 31 marzo y 20 junio 1981, 26 enero 1982, 7 julio 1983, 17 abril, 11 La verdad es que por lógica (pues, si no, ¿cómo ha de aceptarse que lo in-
octubre y 15 noviembre 1984, 17 abril, 20 junio, 5 octubre y 12 noviembre 1985, vocado sea realmente un principio general del Derecho español?) y para cortar la
7 octubre 1987, 21 noviembre 1989, 30 noviembre 1990, 30 julio 1991, 20 junio alegación de puras opiniones personales o de simples ideas jurídicas más o me-
1992 y 18 marzo y 19 diciembre 1995, 9 febrero 1998 y 13 julio 1999. nos abstractas, debe de exigirse que se expongan los argumentos en cuya virtud,
el principio que sea, haya de considerarse como general del Derecho en nuestro
Ordenamiento.
Ahora bien, es lo normal que la parte a quien interese en un pleito, ale- En esta materia de probar la vigencia del principio general, la jurisprudencia
gue el principio general que convenga a su derecho y por el cual (partiendo del Tribunal Supremo, de forma insistente, viene, en sustancia, declarando que hay
de que no hay ley ni costumbre) deba regirse el caso, en evitación del riesgo que demostrar que es acogido por el Ordenamiento jurídico. Así, citando los tex-
(para ella) de que el Tribunal, si no se alegó, no llegue a apreciarlo de ofi- tos legales que lo sancionen o haciendo ver la conexión existente entre el princi-
cio. Y no sólo es normal eso, sino que lo es también que, además de ale- pio y ciertos de aquéllos 5, o bien aportando las sentencias que lo reconocen o
garlo, la parte interesada trate de aportar los datos que prueban: 1.°, la vi- aplican 6.
Ahora bien, es claro que esa jurisprudencia está dictada contemplando los
principios generales desde el punto de vista de la casación. Con lo cual (aparte
Por igual razón -por lo menos- que, como se señaló al hablar de la costumbre (supra, § 15,
núm. 7), cuando su vigencia conste al Tribunal de ciencia propia, tampoco se precisa probarla. núms. 3
Bien probar que, si se trata de uno de los principios que he llamado extrapositivos (supra,
Respecto a los principios generales, a veces se cita la Sentencia de 11 octubre 1941 en pro de que
puede admitirse la invocación de un aforismo (principio general) «sin demostrar el alcance o conexión y 4), es, en efecto, uno de los que se obtienen de la concepción jurídica que acoge el Ordenamiento
que guarde con la ley o doctrina legal, en razón de ser notorio». legislativo-consuetudinario.
Ahora bien, por mi parte, por un lado, creo que lo dicho sobre cuándo puede excusarse la prueba, 5 La Sentencia de 4 julio 1941 dice que es inoperante la cita de ciertos aforismos jurídicos «sin
se justifica aun sin el apoyo de la sentencia citada. Pero, por otro lado, no se debe ocultar que dicha demostrar que tales axiomas constituyen verdaderos y propios principios generales del Derecho, incor-
sentencia realmente no afirma que puede admitirse la invocación del principio sin demostrar, etc., sino porados como tales al Ordenamiento jurídico español». Y la de 4 de junio 1964 que «la alegación de
que lo que se dice es «... aun cuando pudiera admitirse la invocación de aquel aforismo sin demos- un principio de Derecho como base de casación, únicamente puede hacerse citando el precepto positivo
trar...». Y, además, esa hipótesis de «admitirlo sin demostrar...», no se sienta en razón de ser notorio que lo sancione, si es que existe, o invocándolo para llenar las lagunas de la ley». También la de 15
el principio, sino «en razón de ser notorio que la jurisprudencia de esta Sala -dice la sentencia- lo octubre 1964 (Sala sexta).
ha tenido como axiomático en reiterados fallos». Con lo cual, de lo que se releva no es de la demos- 6 Entre las sentencias más recientes que establecen esto están las de 24 dicidembre 1960, 12 mayo
tración del principio por ser notorio, sino que se demuestra porque lo acoge la jurisprudencia, y es ésta 1961, 29 enero 1962, 13 diciembre 1962, 10 junio 1966, 27 octubre 1967, 28 mayo 1968, 7 febrero
acogida, lo que es notorio. 1972 y 2 y 19 noviembre 1977 y 23 marzo 2000.

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MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

de servir de apoyo a la necesidad de que se demuestre la vigencia del principio por lo menos implícitamente— que faltan ley
supuesto —o sea, aduciendo
que sea; lo que, sin duda, vale para dentro y para fuera de la casación), resulta
costumbre d e o.
claablveesrdaal caso.
que otros requisitos que exige, como el de que cuando el principio haya sido re- a ati 'le,l
obst ante,
mob
que en la práctica frecuentemente las senten-
conocido por sentencias del Tribunal Supremo, hace falta que esté recogido, por Y
lo menos, en dos 7 sólo pueden pedirse cuando el principio en cuestión se invo-
cias del Tribunal Supremo, por lo menos tomadas a la letra, vienen diciendo,
con formalismo excesivo, que es preciso, al invocar el principio general, ADU-
que en casación.
CIR
que se recurre a él en defecto de ley y de costumbre aplicables al caso ".
2.° Aplicabilidad al caso.—En cuanto a la aplicabilidad del principki pe tal modo que, a tenor de ello, habría que afirmar que dicha invocación
general al caso ante el que se esté, puesto que (en el sentido que ya sabe! carecerá de éxito cuando solamente se invoque el principio de que se trate,
mos 8) hay que acogerse a los principios generales en defecto de ley y cosT pero no se aduzca que se alega porque faltan ley y costumbre.
tumbre, es necesario que para el supuesto de que se trate no haya ley ni En tal sentido pueden citarse numerosas sentencias, de las que me limito a
costumbre, pues será entonces cuando proceda la aplicación (directa) del reseñar las más destacadas. Así las de:
principio en cuestión. 14 octubre 1958: «... los principios generales del Derecho son sólo admisi-
Ahora bien, por un lado, si se exigiese (al que alega que es pertinent bles cuando se alegan como normas supletorias en defecto de ley y de costumbre
la aplicación del principio general) la prueba de que en efecto no hay aplicable a los puntos controvertidos..., alegación que aquí no se hace en el sexto
ni costumbre aplicables al caso, se le pollería ante el difícil trance de de- de los motivos.., y por eso decae el (principio) invocado, según el cual ubi est
mostrar un hecho negativo. Y, por otro lado, como quiera que en cuanto á aedem ratio...».
la costumbre —según más arriba se vio 9—, si no se prueba que existe, gej 10 noviembre 1958: «... deber ser citados como supletorios..., requisito omi-
tido...», 18 febrero 1959, que dice como la anterior, 29 enero 1962.
neralmente (salvo lo dicho de conocerla el Tribunal de ciencia propia y apli2 3 mayo 1963: «Que el motivo segundo denuncia, con apoyo de las senten-
carla de oficio) no es tomada en cuenta, resulta que para considerar que cias que cita, la violación del principio de Derecho de que nadie debe enrique-
falta no es preciso probar que en efecto falta; y en cuanto al Derecho le- cerse torticeramente en daño de otro, mas también perece este motivo dado su
gislado, debe conocerlo el Tribunal ante el que se alega el principio gene- evidente defecto formal, ya que según doctrina de esta Sala, acorde con el párrafo
ral, por lo cual, sin necesidad de que le sea probado, debe tal Tribunal apre- 2.° del artículo 6.° del Código civil, los principios generales del Derecho sólo son
ciar por sí si en dicho Derecho legislado hay o no ley aplicable el punto admisibles cuando se alegan como supletorios en defecto de ley y de costumbre».
controvertido para el que se pide la aplicación del principio general 1°. 17 junio 1963: «... los principios generales no pueden admitirse en casación
Hasta aquí, el razonamiento en virtud del que debería bastar alegar el si no se citan en defecto de ley y costumbres aplicables, lo que se omite...»
principio general (con independencia de que luego prosperase o no la ale- 7 febrero 1964: «Pero cualquiera que sea el valor que tengan ambos princi-
pios, escaso o nulo en el presente litigio, el motivo que los arguye perece por su
gación, o fuese incluso rechazada por haber realmente ley o costumbre apli- evidente defecto formal, pues no se invocan, como es de rigor, en ausencia de ley
cable) sin necesidad de demostrar que PROCEDE su alegación porque faltan y de costumbre aplicables a los puntos controvertidos». 7 febrero 1964 (es otra
ley y costumbre. sentencia de la misma fecha que la anterior).
Pero es que creo que aún hay más, y que debería bastar tal alegación, 4 junio 1964: «Que en último término, la alegación de un principio de De-
sin necesidad de aducir además que ES INVOCADO por faltar ley y costum- recho como base de casación, únicamente puede hacerse citando el precepto po-
bre. Esta última afirmación encuentra apoyo en la sencilla consideración de sitivo que lo sancione, si es que existe, o invocándolo para llenar las lagunas de
que, a la vista del artículo 1 del Código civil, ya se comprende y sobren- la ley, en defecto de norma aplicable y de costumbre, como previene el artículo
tiende necesariamente que quien alega un principio general es dando por sexto de nuestro Código civil, por lo que en el presente caso, nunca podría pros-
perar este motivo por no invocarse aquel principio de Derecho como medio de
llenar la laguna de la Ley, que no existe en el presente caso». 18 marzo 1965, 28
mayo 1968, 3 octubre 1970 y 1 febrero 1972.
7 Lo que puede verse exigido en muchas de las sentencias citadas en la nota anterior. Y no sólo la teoría de que el principio general ha de invocarse como suple-
Supra, § 13, núm. 3.
9 Supra, § 15, núm. 7. tono a falta de ley o costumbre, la ha mantenido el Tribunal Supremo, cuando tal
'° La jurisprudencia ha dicho, a veces (p. ej., así en la Sentencia de 24 octubre 1970) que para
que se pueda aplicar un principio general «es necesario que se acredite la inexistencia de ley o cos-
tumbre aplicable al caso controvertido». Pero a la vista de lo expuesto en el texto, ya se comprende u Por igual razón habría que estimar que (cuando por haber costumbre, pero no ley, se acude, no
a k principios generales, sino a la costumbre) el Tribunal Supremo requeriría que la costumbre se ale-
que el sentido de esa expresión, u otras semejantes, no es el de pedir una demostración positivo de la
inexistencia de ley y de costumbre. como supletoria, por no haber ley.

118 119
MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

principio lo alegaba una parte, sino que incluso cuando el propio Tribunal inferior
lo adujo en algún caso para fundamentar su fallo, ha entendido el Supremo que Con claridad la sentencia de 28 septiembre 1957 ha visto esto de que la ana-
«no puede un Tribunal inferior fundar su fallo en un principio de Derecho sin de- logía no es sino un procedimiento de aplicar los principios generales; y así dice
clarar categóricamente que no habiendo ley aplicable al punto controvertido ni cos- que «la aplicación de la ley por analogía sólo es viable para llenar una laguna de
tumbre del lugar, adquiere toda su virtualidad necesaria un principio general ad-
mitido en una de nuestras antiguas Compilaciones» (sentencia 26 noviembre 1926). la misma ley, aplicando extensivamente los principios de ésta a un caso no pre-
visto por ella».
A pesar de las expresiones que utiliza la jurisprudencia citada 12, es lo Para que el principio general pueda aplicarse a través de la analogía,
cierto que, en mi opinión, parece que debe rechazarse que su espíritu sea se requiere, pues:
que, por el defecto de no aducir al alegarlo que faltan ley y costumbre, no 1.0 Que se trate —como exige el art. 1, núm. 4— de un caso no pre-
prevalezca un principio general aplicable (porque para el caso efectivamente
visto en la ley ni en la costumbre.
no haya ley o costumbre que lo regule); y más bien lo que es razonable es- 2.° Que entre el caso no previsto y el (o los) previstos exista identi-
timar es que realmente lo que dicha repetida jurisprudencia no quiere es que dad sustancial a los efectos de la regla (principio) que se ha de aplicar.
prospere la alegación del principio general si es que se cita cuando verda- El actual artículo 4, número 1 del Código civil, recoge ambos.
deramente hay ley o costumbre aplicable, y que lo que dice lo dice (aunque
realmente las palabras usadas vayan más allá) porque en cada caso de que Dice: «Procederá la aplicación analógica de las normas [es decir, la aplica-
se trató, el principio general fue invocadoe(porque favorecía a la parte que ción, a través de la analogía, del principio que inspira las normas que se dicen
lo adujo), omisión hecha de que en verdad había ley o costumbre aplicables. aplicadas por analogía] cuando éstas no contemplan un supuesto específico, pero
regulen otro semejante entre los que se aprecie identidad de razón» 14. Por ejem-
plo, las disposiciones sobre la servidumbre de acueducto, valdrían para un oleo-
6. La analogía*.--Los principios generales positivos se aplican a tra-
vés del llamado procedimiento analógico, que consiste en la resolución de ducto o gasoducto.
un caso, no regulado por la ley (o costumbre), mediante la aplicación de La identidad que no se da cuando, al establecerse una determinada dis-
un principio general obtenido de la regulación establecida en aquélla para posición, se persigue que regule sólo el caso concreto de que se trate, con
otro supuesto o supuestos 13•
exclusión de todo otro aunque sea análogo (pues entonces no revela, el caso
regulado, un principio válido para otros; y procede, en vez del argumento
Igual que se dijo antes al hablar de la prueba de la vigencia de los principios generales, hay a pari ratione —donde hay igual razón debe de haber igual disposición—
12

que decir ahora que las Sentencias del Tribunal Supremo que se citan actualmente, también miran los
principios generales sólo desde el punto de vista de la casación. Eso es cierto, mas lo que dicen tales el argumento a contrario o incluso unius, excluso alterius).
sentencias para el caso de ahora sí que valdría fuera de la casación, ya que se refiere a la supletorie-
dad de los principios, y tal supletoriedad (siempre en el sentido dicho, supra, § 13, núm. 3) de los mis- La exclusión, por la razón dicha, de la aplicación analógica de las normas se
mos se da igual para invocarlos ante los Tribunales inferiores sólo en defecto de ley y costumbre, que recoge en el artículo 4, número 2, del Código civil, al decir que: «Las leyes pe-
para recurrir por su infracción sólo en defecto de ley y costumbre ante el Tribunal Supremo. nales, las excepcionales y las de ámbito temporal, no se aplicarán a supuestos ni
* BOBBIO, L'analogia nella logica del Diritto,
1938; BOSCARELLI, «L'analogia giuridica», en en momentos distintos de los comprendidos expresamente en ellas» 15' 15b's•
R.T.D.P.C., 1954, 623 y SS.; CLEMENTE DE DIEGO, «La analogía en el C.c. español», en R.D.P.,
1913-14, págs. 371 y ss.; DORAL GARCIA, «La analogía en el Derecho de obligaciones», Centenario
del Código civil, Asociación de Profesores de Derecho civil, t. I, Madrid, 1990, pág. 719; FALCON Y que estimar que él mismo no es sino la aplicación de un principio general, el de que «donde existe la
TELLA, El argumento analógico en el Derecho,
Madrid, 1991; FIGA FAURA, La analogía, en Cole- misma razón, idéntica debe ser la regla aplicable».
gio de Abogados, Colegio Notarial y Academia de Jurisprudencia y Legislación, Ciclo de Conferencias Dicen las sentencias de 28 febrero 1989, 12 diciembre 1995 y 25 marzo 1997 por analogía se pue-
sobre el nuevo título preliminar del C.c., 1975, págs. 39 y ss.; GIANNINI, «L'analogia giuridica», en
Jus, 1942, págs. 65 y ss.; ROCA TRIAS, en Comentarios al Código civil y Compilaciones Forales, den aplicar las normas, no la jurisprudencia.
di- " Sobre esto y lo siguiente puede verse lo que dice la Exposición de Motivos de la reforma del
rigidos por Albaladejo y Díaz Alabart, t. I, vol. 1.0, 2.° ed., 1992, pág. 583; ROMEO, «Las lagunas de
la ley y la analogía jurídica jurídica», en R.G.L.J., 1970, I, págs. 194 y ss.; SOTO NIETO, «La analo- título preliminar, párrafo 16. Ultimamente la sentencia de 10 mayo 1996.
15 La exclusión de la aplicación analógica de las leyes de ámbito temporal, no debe entenderse dis-
gía como medio de integración del Derecho», en Derecho vivo. Jurisprudencia comentada, II, 1971, puesta sino para el tiempo a que no alcanza su vigencia; al que alcance, no hay sino usar la regla de
págs. 7 y ss.; TORRALBA, «La analogía en el nuevo título preliminar del C.c.», en Estudios Corts que pueden aplicarse por analogía, salvo que sean penales o excepcionales. Véase BATLLE, en Co-
Grau, 1977, págs. 669 y ss.; ATIENZA, Sobre la analogía en el Derecho, 1986.
mentarios al C.c. y Compilaciones forales, dirigidos por ALBALADEJO, I, 1978, pág. 93.
13 Por el procedimiento analógico —que en reiteradas ocasiones ha aceptado el Tribunal Supremo— En el artículo 4, núm. 2 están comprendidas como excluidas de analogía las leyes que san-
se aplican los principios generales del Derecho; luego la utilización de tal procedimiento se funda en cionan con pérdida de derechos, como es el caso del artículo 111 C.c. Ver las sentencias de 7 febrero
que el artículo 1 manda aplicar aquéllos. Pero es equivocado creer que para justificar su utilización hay
1984, 13 noviembre 1985, 20 enero 1987 y 11 mayo 1995.
120 121
MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

El procedimiento analógico es cosa diferente de la interpretación ex- Las acepciones usuales del término equidad son: 1•" Mitigación del ri-
tensiva. Esta supone un caso no comprendido en la letra de la disposición gor de la ley, aplicándola templada por la humanitas, pietas o benignitas.
de que se trate, pero sí en su espíritu; y como quiera que la interpretación 2•' Adaptación de la ley a las circunstancias del caso concreto, de tal forma
de una disposición debe llevar a aplicarla directamente a todos los casos que aquélla resulte más justa que resultaría si tal caso se resolviese, sin pon-
comprendidos en su espíritu, su aplicación abarca, sin necesidad de analo- derar sus peculiaridades 17•
gía, también el caso que cae dentro de éste, aunque salga fuera de su letra. Eso se sigue del actual artículo 3, número 2, principio, del Código ci-
La analogía, diferentemente, presupone que el caso en cuestión se halle fuera vil, cuando dice que: «La equidad habrá de ponderarse en la aplicación de
del espíritu de la disposición de que se trate. Por cuya razón no se puede las normas».
aplicar ésta, pero sí el principio en que se inspira.
Sobre el tema dice la Exposición de Motivos, a la reforma del Título preli-
Cuando la ley establece que determinadas disposiciones son aplicables no sólo minar, en su párrafo 14, que: «A modo de elemento tendente a lograr una apli-
a los supuestos para que primeramente se dictaron, sino también a otros (p. ej., cación de las normas sensible a las particularidades de los casos ha de conside-
como hace el Código en sus arts. 185, último párrafo, 406, 1.541, 1.578, 1.601, rarse el valor reconocido a la equidad. Esta no aparece invocada como fuente del
etc.) no se está frente a un supuesto de aplicación analógica de aquéllas, sino derecho; le incumbe el cometido más modesto de intervenir como criterio inter-
frente a uno de remisión; en cuyo caso es el precepto a que se remite el que re- pretativo en concurrencia con los otros.»
gula directamente el nuevo supuesto que se le somete, pero no se trata de que -
como ocurre con el procedimiento analógic- dejando a un lado tal precepto en Ahora bien, realmente hay lo siguiente: Cada caso debe resolverse con
sí, se tome sólo el principio que lo inspira, para utilizarlo al objeto de regular el arreglo a la norma que le sea aplicable; pero no a tenor de la pura letra
otro caso. del precepto, sino según su espíritu, averiguado mediante la interpretación.
A veces la ley manda que determinadas cuestiones que ella no regula se re-
suelven aplicando los principios que le sirven de fundamento (así, Disposición Así que el llamado rigor literal de la norma desaparece al interpretarla
Transitoria 13 del C.c.) o que se resuelven aplicando sus preceptos por analogía
debidamente. Pero, una vez averiguado el espíritu, y si, habida cuenta de
(así, antigua Ley Arrendamientos Urbanos, art. 8). En ambos casos se trata de que, sus circunstancias, cae dentro de él el caso e cuestión, no es posible sos-
a falta de disposición legislativa exactamente aplicable al caso, se establece una layar, bajo ningún pretexto, la aplicación del espíritu de la norma, sea o
excepción al orden general de prelación de fuentes (ley-costumbre-principios ge- no riguroso.
nerales) acogido en el artículo 1; mandándose pasar de la ley a los principios ge-
nerales, con exclusión de la costumbre. Con razón dice la citada Exposición de Motivos que «una solución de equi-
Creo que, entonces, si el caso no puede resolverse por los principios genera- dad no es susceptible de imponerse o superponerse a la resultante de la utiliza-
les acogidos en la ley (llamamos principios positivos), reaparecerá como fuente la
costumbre, después de ellos, pero antes de aquellos otros principios que están más ALARCON, «La equidad en el nuevo título preliminar del Código civil», en D.J., 1974, págs. 247 y
allá de las normas legales (llamados, en el sentido ya visto, extrapositivos). ss.; MAGG1ORE, «L'equitá e il suo valore nel Diritto», en R. Intern. de Filos. del Dir., 1923, págs. 256
y ss.; MARTINEZ RUIZ, «La exigencia de equidad en el proceso civil. Jurisprudencia europea», A.C.,
7. La equidad *._La equidad no es fuente de Derecho. Y en cuanto 1991, núm. 28, pág. 371; DE LOS MOZOS, «La equidad en el Derecho civil español», en R.G.L.J.,
1972, t. 233, págs. 7 y ss.; NUÑEZ ENCABO, «La equidad en relación con la Justicia y el Derecho.
ahora importa 16 la aplicación equitativa del Derecho no es sino la aplica- Un estudio de la epiqueya aristotélica desde sus fuentes», en R.F.D.U.M., 1972, págs. 779 y ss.; OSI-
ción de los principios generales, como voy a exponer: LLA, nel Diritto privato, 1923; PETTIT, Equity and the Law of Trusts, 6.' ed., 1989; PINTO,
«Sentido de la equidad en el nuevo título preliminar del C.c.», en Ciclo de conferencias sobre el nuevo
título preliminar, 1975, págs. 153 y ss.; RAGUSA, «Diritto e equitá», en Arch. giur., 1930, CIV, págs.
* ALMOGUERA CARRERAS, «Justicia y equidad en Castán», R.C.D.I., 1989, pág. 1563; BON- 87 y ss. y 224 y ss.; ROTA, «La concezione irneriana dell'equitas», en Riv. intern. di Fil. de Dir., 1949,
FANTE, L'equitá, en Scritti giuridici, IV, 1925, págs. 124 y SS.; BRUGGI, «L'equitá e il Diritto posi- págs. 241 y ss.; ROTONDI, «Equitá e principii generali di Diritto», en R.D.C., 1924, págs. 266 y SS.,
tivo», en R. intem. di Fil. del Dir., 1923, págs. 450 y ss.; CARRASCO PERERA, en C.C.J.C., núm. 8, y bajo el mismo título posteriormente también en Recueil Gény, II, 1935, págs. 403 y ss.; RÜMELIN,
1985, pág. 2581; CASTAN, «La idea de equidad y su relación con otros conceptos morales y jurídicos Die Billigkeit im Recht, 1922; SCIALOJA, V., «Del Diritto positivo e dell'equitá», en Studi, III, 1932,
afines», en R.G.L.J., 1950, II, págs. 217 y ss. y 361 y ss., y ed. separada. La equidad en las letras es- págs. 1 y ss.; TORRALBA SORIANO, en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigi-
pañolas, 1949; La equidad y sus tipos históricos en la cultura occidental europea, dos por Albaladejo y Díaz Alabart, t. I, vol. I.°, 2.' ed., 1992, pág. 532; TRIPACCIONE, «L'equitá nel
1950, y La formu-
lación judicial del Derecho (jurisprudencia, arbitrio de equidad), 1954; CRISTOBAL-MONTES, «La Diritto», en Riv. intem. di Fil. del Dir., 1925, págs. 24 y ss.; VALLET DE GOYTISOLO, «Equidad y
costumbre, la jurisprudenica y la equidad en el nuevo Título preliminar», en R.G.L.J., 1977, II, págs. buena razón, según el jurista gerundense del siglo XV, Tomás Mieres», en A.D.C., 1977, págs. 3 y ss.;
405 y ss.; ENTRENA KLETT, La equidad y el arte de juzgan 1979; GARCIA LAVERNIA, «Signifi- VATTIER FUENZAL1DA, «Reapertura del debate en torno a la equidad», en D.J., 1975, págs. 587 y ss.
cación y alcance de la equidad en el título preliminar del Código civil», en R.J.C., 1975, págs. 515 y '6 Véase también lo que se dice al tratar de «La interpretación» en el § 20, núm. 7.
ss.; GIANNINI, «L'equitá, en Arch. giur.», 1934, CV, págs. 177 y ss., y CV, págs. 45 y ss.; LOPEZ " Véase infra, § 20, núm. 7.

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MANUEL ALBALADEJO § 16 LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

ción conjunta de los diversos elementos interpretativos, los cuales, sin embargo, A tenor de todo lo expuesto, queda claro que la equidad no es otra
podrán recibir la beneficiosa influencia de la equidad». fuente de Derecho, pues no crea normas, sino que permite aplicar los prin-
cipios generales 18.
Ahora bien, también puede ocurrir que por las circunstancias especia-
les del caso que sea, acontezca que aplicarle el precepto de que se trata, re- Permite aplicarlos, según lo dicho, en dos casos: uno, cuando del propio re-
sulte inequitativo. Entonces, aunque no diga la ley que tal precepto no se sultado injusto que acarrearía aplicar un precepto, se ve que lo que procede es
aplique en ese caso, su inaplicabilidad se deduce del propio resultado in- la aplicación, no de la regulación que dicta, sino del principio que lo inspira;
justo que la aplicación acarrearía. E improcedente la aplicación en cuestión, otro, cuando el legislador establece expresamente que el caso se resuelva en
se produce un vacío legal que hay que llenar con el principio que inspira equidad.
el precepto, es decir, despojando a éste de las particularidades de regula-
ción que le hacen inadecuado; lo que es forma de aplicar los principios ge- 8. Las reglas y máximas jurídicas.—Con frecuencia los principios
nerales. generales del Derecho se formulan como máximas, como regulae iuris o
Por último, en ciertos casos, es la propia ley la que —de forma explí- como aforismos jurídicos. Entonces, y entendidos dentro de sus justos lí-
cita— establece (temerosa de que la aplicación de determinado precepto con- mites, éstos son vehículos convenientes en las práctica y utilizados fre-
creto pueda llevar a resultados inadecuados) que se resuelvan equitativamente cuentemente por el Tribunal Supremo en sus sentencias, para hacer patentes
(así, p. ej., C.c., arts. 1.154, 1.690). Ello quiere decir que remite al principio aquéllos. Tal ocurre cuando se dice: Pacta sunt servanda. Res perit domino.
general que inspira el precepto concreto, para que, aplicándole aquél, y no éste, Ad imposibilia nemo tenetur. No es lícito enriquecerse tortíceramente en
el caso quede resuelto —a tenor de sus peculiares circunstancias— de la forma daño de otro. Qui sentit commodum, sentire debet incommodum. Y así otros
que, inspirándose en tal principio, habría sido resuelto por un precepto espe- muchos.
Mas no siempre las reglas jurídicas son fórmulas breves que recogen
cífico que hubiese tenido exactamente en cuenta todas aquéllas. En otras pa-
un principio general, sino que, a veces, con ellas se expresan ideas que son
labras, el legislador, parte de un principio, pero ante la imposibilidad de, apli-
bien orientaciones en algún tema jurídico, bien simplificaciones de alguna
cándolo, dictar disposiciones particulares para todos los casos posibles, establece
que el juez se atenga a aquel principio para resolver los casos no individual doctrina, etc.
y específicamente regulados». Se trata, ni más ni menos, de una laguna vo- 9. Los principios generales y la analogía en el Derecho foral.—La Com-
luntaria que se deja libre de regulación legal singular, remitiendo, mediante pilación aragonesa dice (art. 1, núm. 1), como ya sabemos, que constituyen el De-
otra disposición legal, a un principio general para llenarla. Todo ello porque recho civil de Aragón las disposiciones de la misma «integradas con la costum-
es con un principio, y no con disposiciones concretas, con lo que mejor se bre y los principios generales en los que tradicionalmente se inspira su Ordenamiento
pueden regular ciertos casos imprevisibles prácticamente en todos sus detalles. jurídico». Pero no habla más de ellos. La balear dice que el Derecho de la Re-
Mas, cuando se deja libertad para decidir según la equidad, se deja tal gión se interpretará e integrará tomando en consideración los principios generales
libertad para que se decida aplicando directamente los principios jurídicos que lo informan, y que la suplencia de aquél por el común no se dará cuando las
que la ley acoge o aquéllos de los que parte; pero no para que se juzgue normas de éste se opongan a aquellos principios (art. 1, párrafos 2.° y 3Y). En
cuanto a la navarra, por su parte, afirma que «Son principios generales los del
según otros principios o criterios; cosa que sería contradictorio que permi- Derecho natural o histórico que informan el total ordenamiento civil navarro y los
tiese la propia ley que acoge aquéllos o parte de ellos. que resultan de sus disposiciones» (ley 4). Y para la vasca los principios genera-
Libertad para decidir según equidad sólo se deja cuando la ley lo es- les constituyen parte de su Derecho foral (art. 1, 1).
tablezca así, ya que dice el Código civil, artículo 3, número 2, que «las re- Por lo demás, ya sabemos '9 que en Aragón y Navarra sus Compilaciones de-
soluciones de los Tribunales sólo podrán descansar de manera exclusiva en claran que los principios generales de sus respectivos Derechos son fuente jurí-
ella [en la equidad] cuando la ley expresamente lo permita». dica preferente al Derecho común y a los principios de éste. Y lo mismo en el
País Vasco (arts. 1 y 3).
Y la Exposición de Motivos a la reforma del Título preliminar habla de «que
la ley permita expresamente fundar las resoluciones sólo en la equidad, mas para
La Sentencia de 19 abril 1985 establece que la equidad es un principio abstracto que requiere
ello se requiere la existencia de una norma concretamente atributiva de tal valor apoyatura legal para ser fuente del Derecho, y la de 1 julio 1986 dice que no es fuente, sino criterio
a la equidad, bien distinto del que en términos generales le viene reconocido con interpretativo. V. también la de 5 mayo 1993.
alcance únicamente interpretativo y cooperador». '9 Supra, § 13.

124 125
MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

Respecto a la analogía la Compilación navarra dispone que: «Antes de apli- Sección segunda
carse el Derecho supletorio [el común] deberá integrarse el Derecho privativo [na- LA JURISPRUDENCIA Y LA DOCTRINA CIENTIFICA
varro] mediante la racional extensión analógica de sus disposiciones» (ley 5).
Lo que, en mi concepto, no consiste sino en aplicar los principios generales,
ya que, como he dicho antes 20, la analogía es un procedimiento de resolver me- § 17
diante principio general, un caso no regulado por la ley o costumbre.
Por su parte, la Compilación catalana, después de reformada por la ley de 20 LA JURISPRUDENCIA*
marzo 1984, dice en su artículo 1.°, párrafo 2.° que: «Para interpretar e integrar
esta Compilación y las demás normas se tomarán en consideración las leyes, las SUMARIO: 1. Sentidos de la palabra «jurisprudencia».-2. Jurisprudencia la crean sólo
costumbres, la jurisprudencia y la doctrina que constituyen la tradición jurídica las sentencias de la sala correspondiente.-3. Jurisprudencia la creaban antes sólo
catalana, de acuerdo con los principios generales que inspiran el ordenamiento ju- las primeras sentencias, y ahora sólo la parte de la sentencia (única) que resuelve
rídico de Cataluña.» Y en cuanto a la Compilación gallega, dice en el artículo 2, el recurso de casación.-4. No crean jurisprudencia los fallos o resoluciones no
número 2, que: «El Derecho gallego se interpretará e integrará desde los princi- procedentes del Tribunal Supremo-5. La jurisprudencia como modelo habitual o
pios generales que lo informan», y en el artículo 3, número 1, que a falta de De- reiterado de decidir una cuestión.-6. Cuándo hay igual criterio entre dos o más
recho gallego, el común sólo se aplica cuando sus normas «no se opongan a los sentencias.-7. Cambio de jurisprudencia.-8. La jurisprudencia no es fuente.-9.
principios del Ordentamiento jurídico gallego.» ¿Vincula la jurisprudencia a los Tribunales inferiores?-10. Jurisprudencia a efec-
Un punto hay que destacar aún: que los prlicipios generales de los Derechos tos de casación y jurisprudencia a efectos interpretativos.-11. Cita de la jurispru-
forales no completan al total el ordenamiento civil de la Región de cuyo Dere- dencia.-12. La declaración de inconstitucionalidad de una norma y la jurispru-
cho se trate, puesto que en todas ellas el Derecho común suple al regional, lo dencia creada interpretándola.
que no sería preciso si con los principios generales de éste se llenasen las lagu-
nas de sus normas legisladas y consuetudinarias, como ocurre en el caso del Có- 1. Sentidos de la palabra «jurisprudencia».-El conjunto de los fa-
digo. O dicho en otras palabras, los principios generales de los Derechos forales llos que un Tribunal ha dictado en la resolución de los casos que juzgó,
son los que presiden su Derecho hasta donde ésta llega, mientras que los prin-
cipios generales del Derecho común comprenden no sólo las ideas directrices del
Ordenamiento legislado y consuetudinario, sino también las necesarias para re- * ALBALADEJO, El cambio de jurisprudencia, en Anales de la Real Academia de Jurispruden-
solver todo otro caso civil, posible (véase supra, núms. 3 y 4 y § 13, para en- cia y Legislación, núm. 28, 1997; ALVAREZ SUAREZ, La jurisprudencia romana en la hora presente,
tender mejor lo dicho). 1966; ANGLADA, «La jurisprudencia, ¿fuente de Derecho?», en Estudios Castán, IV, 1969, págs. 69 y
ss.; BELTRAN DE HEREDIA Y ONIS, La función judicial y el Código civil a través de un siglo, Cen-
tenario del Código civil, Asociación de Profesores de Derecho civil, t. I, Madrid, 1990, pág. 273; BO-
CANEGRA SIERRA, Sobre el alcance objetivo de las Sentencias del Tribunal Constitucional, Estudios
sobre la Constitución española, en homenaje al profesor García de Enterría, t. I, Madrid, 1991, pág. 509;
BÜHMER, El Derecho a través de la jurisprudencia, trad. españ., 1959; CABAÑAS GARCIA, «El De-
recho autonómico como objeto del recurso de casación ante los Tribunales Superiores de Justicia de las
Comunidades Autónomas», Poder judicial, núm. 14, 1989, pág. 23; CANO MATA, Doctrina civil del
Tribunal Constitucional, t. I: años 1980-1982, Madrid, 1985; CASTAN, La formulación judicial del De-
recho, 1953; DE CASTRO, «El recurso en interés de la ley y el valor de la jurisprudencia», en A.D.C.,
1970, págs. 613 y ss.; CLEMENTE DE DIEGO, La jurisprudencia como fuente del Derecho, 1925;
COBDEN, «El juez y la regla de Derecho», R.D.P., 1989, pág. 1039; COCA PAYERAS, «Sobre el ori-
gen y desarrollo del concepto de doctrina legal», R.J.C., 1980-3, pág. 611, y La doctrina legal, 1980;
CORDON MORENO, «El recurso de casación por infracción de ley foral», R.J.N., núm. 6-1, 1988, pág.
23; DIF7.-PICAZO, «Reflexiones sobre la jurisprudencia del T.S.», en R.D.P., 1964, págs. 925 y ss.;
DOMINGUEZ RODRIGO, Significado normativo de la jurisprudencia ¿ciencia o decisión judicial?, 2
vols., 1984; DUPEYROUX, «La jurisprudence, source abusive de Droit», en Melanges Maury, II, 1960,
págs. 349 y ss ; ELIZALDE, «La jurisprudencia de los Tribunales Superiores de Justicia, etc.», en A.D.C.,
1983, págs. 703 y ss.; y «El Tribunal Constitucional y la jurisprudencia», en A.D.C., 1981, págs. 277
y ss.: FAIREN GUILLEN, «Notas sobre el valor de la jurisprudencia», en R.C.D.I., 1975, págs. 797 y
ss.; FERNANDEZ DEL CORRAL, «La jurisprudencia en el título preliminar del Código civil», en B.I.M.J.,
1972, núm. 935, págs. 3 y ss.; FERNANDEZ MARTIN-GRANIZO, «La jurisprudencia en el C.c. des-
pués de la reforma de 1974,» en A.D.C., 11976, págs. 337 y ss.; FLORES MICHEO, «Las sentencias
y la realidad», La Ley, 1984-1, pág. 1097; GASCON ABELLAN, La técnica del precedente y la argu-
mentación racional, 1993; GORDILLO GARCIA, «La jurisprudencia en la Constitución», en La Const.
20 Número 6, al principio. esp. y las partes del Derecho, II, 1979, págs. 1.177 y ss.; HERZOG, Le Droit jurisprudentiel et le Tri-

127
§ 17 LA JURISPRUDENCIA
MANUEL ALBALADEJO

constituye su jurisprudencia. Así que, en un primer sentido, por jurispru- sentido, en cada unto por entender que es el que está en el espíritu de la
dencia de un Tribunal se entiende la masa de sentencias procedentes de él. ley (que es más o nnenos oscura o de dudoso significado).
De este modo se puede decir que cada Tribunal tiene su jurispruden- Pues bien, tamlbién se denomina jurisprudencia a ese criterio que co-
cia, y cabe también hablar de la jurisprudencia de los Tribunales, refirién- rrientemente se adopta, es decir, al modo habitual o reiterado de decidir una
dose globalmente al conjunto de las sentencias de la totalidad de aquéllos. cuestión.
Ahora bien, lo cierto es que en la terminología jurídica corriente entre Y hoy, según ell nuevo artículo 1, número 6, del Código civil, se puede
nosotros, al hablar de jurisprudencia, sin más, se alude a la procedente del definir la jurisprudencia como el criterio o la doctrina que de modo reite-
Tribunal Supremo, quedando excluida la de los Tribunales inferiores. En este rado establece el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar las normas jurí-
segundo sentido jurisprudencia es, por antonomasia, la jurisprudencia del dicas.De modo que en el ejemplo antes puesto se diría que la solución que
Tribunal Supremo.
Pero al interpretar cada norma vigente y aplicarla en sus sentencias, en cada caso se venga adoptando reiteradamente, es jurisprudencia, o cons-
todo Tribunal, y el Supremo, por tanto, también, adopta respecto de ella en tituye «doctrina juriisprudencial».
determinado criterio (que, sin embargo, puede que ocurra que varíe de una Y por eso cuando el Tribunal al juzgar un nuevo caso, abandona el
ocasión para otra). Por ejemplo, cada vez que juzga un caso en el que se criterio que hasta entonces mantuvo, y adopta otro (p. ej., a la luz de nue-
plantea la cuestión A o la B o la C, etc., lecide la que sea en el mismo vos argumentos expuestos por un litigante, el Tribunal llega a convencerse
de que el verdadero espíritu de la ley es A, y no B, como hasta entonces
bunel suprppeme en Espagne, 1942; LALAGUNA, Jurisprudencia y fuentes del Derecho,
había mantenido ein lo pleitos que falló), se dice que cambia de jurispru-
1969, y allí
bibliografía, Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y Día Ala- dencia.
ban, t. I, vol. 1Y, 2.° ed., 1992, pág. 352, y «Valor de la jurisprudencia en la elaboración científica del Hasta aquí, pues, cuatro sentido del término jurisprudencia: 1.0 Con-
Derecho», R.C.D.I., 1968, pág. 1217; LOPEZ VILAS, «La jurisprudencia y su actual eficacia norma- junto de sentencias de los Tribunales (de todos o de uno en concreto). 2.°
tiva», en Centenario del C.c., I, 1990, págs. 1.177 y ss.; MARIN PEREZ, «En torno a los términos ju-
risprudencia y doctrina legal», en Miscelánea Becerril, I, 1974, págs. 343 y ss.; MARTINEZ-CALCE-
Conjunto de sentencias del Tribunal Supremo. 3.° Modo habitual o reite-
RRADA Y GOMEZ, Derecho judicial y Código civil (función interpretadora, correctora o integradores), rado de decidir una cuestión en Tribunal en sus sentencias. 4•0. Modo ha-
Centenario del Código civil, Asociación de Profesores de Derecho civil, t. II, 1190, pág. 1275; MAURY, bitual o reiterado de decidir una cuestión el Tribunal Supremo en sus sen-
«Observations sur la jurisprudence en tant que source de Droit», en Etudes Ripert, I, 1950, págs. 28 y
ss.; NIETO GARCIA, El precedente judicial, Homenaje a Roca Juan, Murcia, 1989, pág. 613; O'CA- tencias.
LLAGHAN, La constitucionalización del Derecho civil y la jurisprudencia constitucional de la Sala I.° En adelante, yr a menos que otra cosa se diga expresamente o se des-
del Tribunal Supremo, Homenaje a Vallet, t. VI, Madrid, 1988, pág. 427, y «Jurisprudencia constitu- prenda del contexto, al hablar de jurisprudencia, como conjunto de senten-
cional de la Sala I.° del Tribunal Supremo», Poder Judicial, núm. 14, 1989, pág. 163; OGAYAR, Cre- cias o como modo) habitual o reiterado de decidir, me refiero a la del Tri-
ación judicial del Derecho, 1975; DE LA OLIVA SANTOS, «La jurisprudencia en el nuevo título pre-
liminar del Cc.», en A.D.C., 1975, págs. 437 y ss., y «La jurisprudencia en la ley de Bases para un bunal Supremo.
nuevo título preliminar del Código civil», en R.D. Proc. iberoamericana, 1973, IV, págs. 801 y ss.; Lo hago así porque, como he dicho antes, en la terminología jurídica
D'ORS, «De la «prudentia iuris» a la «jurisprudencia del Tribunal Supremo» y al Derecho foral», en corriente entre nosotros, al hablar de jurisprudencia a secas, se entiende ju-
Escritos varios sobre el Derecho en crisis, 1973, págs. 55 y ss.; PEREZ ALVAREZ, Interpretación y ju-
risprudencia. Estudio del art. 3.1 del C.c., Pamplona, 1994; PEREZ RUIZ, La argumentación moral del risprudencia del Twibunal Supremo. Ello ocurre porque es la única jurispru-
Tribunal Supremo, Madrid, 1987; PONISI, Giurisprudenza e Diritto Civile,
1989; PRIETO-CASTRO, dencia cuya infracción por sentencia de un Tribunal inferior da lugar a que
Contestación al discurso de ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación del Profesor
Alvarez Suárez, en págs. 177 y ss. del mismo volumen que contiene éste; PUIG BRUTAU, tal sentencia pueda ser recurrida ante el propio Tribunal Supremo y casada
La juris-
prudencia como fuente del Derecho, 1951, «Cómo ha de ser invocada la doctrina del Tribunal Supremo», (anulada) por éste (pues el recurso de casación, que habrá de fundarse en
en R.J.C., 1953, págs. 40 y ss.; PUIG FERRIOL, «La casación civil ante el Tribunal Superior de Jus- infracción de nomnas aplicables para resolver las cuestiones objeto del pro-
ticia de Cataluña (1989-1990)», A.D.C., 1993, pág. 489; SILVA MELERO, «Jurisprudencia y evolución», ceso, cabe cuando) la sentencia recurrida se oponga a doctrina jurispruden-
R.G.L.J., 1974, pág. 383; ROCA-SASTRE MUNCUNILL, «La jurisprudencia», en Ciclo de conferen-
cias sobre el nuevo título preliminar del C.c., 1975, págs. 77 y ss.; RODRIGUEZ DEL BARCO, «La cial del T.S. (L.e.c., art. 477), y por ésta se entiende la establecida por el
Jurisprudencia como fuente jurídica en el nuevo título preliminar del C.c.», en R.D.P., 1975, págs. 993 T.S. en sus sentencias).
y ss.; SOTO NIETO, «Valor de la jurisprudencia como fuente del Derecho. Correcta invocación de la Y esa peculiar fuerza de servir de fundamento para el recurso de casa-
jurisprudencia», en Cuestiones jurídicas, I, 1976, págs. 52 y ss.; VARIOS AUTORES, La casación fo-
ral y regional, Madrid, 1993, La Constitución española y
las fuentes del Derecho, 3 vols., Instituto de
ción contra las sentencias inferiores que la contradigan, da a la jurispru-
Estudios Fiscales, Madrid, 1979, El Tribunal Constitucional, 3 vols., Instituto de Estudios Fiscales, Ma- dencia del Tribunal Supremo una nota característica que la separa de la ju-
drid, 1981, y El poder judicial, 3 vols., Madrid, 1983; VAZQUEZ BOTE, «El sistema de fuentes y la
L.O.P.J.», R.C.D.I., 1986, II, pág. 1021. risprudencia de todo otro Tribunal, y que la hace LA jurisprudencia en el
129
128
MANUEL ALBALADEJC § 17 LA JURISPRUDENCIA
sentido de ser la ÚNICA jurisprudencia cuya infracción da lugar a que se
civil está compuesta por la materia de arrendamientos rústicos, y de ella an-
anule la sentencia inferior que la viole. tes conocía, no la Sala primera, sino la sexta, en esa materia son jurispru-
dencia las decisiones de esta Sala sexta hasta que pasó a la primera t.
Aparte de ese fundamento para ser la jurisprudencia por excelencia, también
la del Tribunal Supremo venía siendo considerada la única jurisprudencia, en ese
sentido estricto, por la razón de que él mismo, ya en sus fallos anteriores al Có- Que no constituyen jurisprudencia civil las sentencias de las demás Salas del
Tribunal Supremo, lo ha dicho éste reiteradamente. Así en sentencias de 23 abril
digo civil, excluía de «formar jurisprudencia» a las sentencias de los Tribunales 1929, Considerando 4.°, 8 marzo 1935, Considerando 1.°, 27 enero 1950, Consi-
inferiores, y de que a él le atribuía la L.e.c. la misión de formarla (art. 1.782, 2.°, derando 2.°, 1 febrero 1958, Considerando 3.0, según la que «está formada por
antiguo, después el ya también derogado 1.718, 2.°). el reiterado y uniforme criterio de la Sala primera del Tribunal Supremo en ré-
Y casi se puede decir que, en el fondo, es un mismo fundamento, y que es gimen de interpretación y aplicación de las normas legales», 9 febrero 1960, Con-
la única cuya violación da lugar a casación porque es la única jurisprudencia. siderando 4.0, 27 diciembre 1962, Considerando 7•0, 23 marzo 1963, Conside-
Actualmente, el nuevo artículo 1, número 6, del Código civil viene a consa- rando 2.°, 16 abril 1963, Considerando 4.°, según la que «es evidente que la
grar legislativamente la acepción de jurisprudencia DEL Tribunal Supremo, al de-
cir que «La jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico con la doc- jurisprudencia de aquella Sala (6.a) no puede vincular a ésta de lo civil», 7 enero
1967, Considerando último, 28 y 29 febrero 1967, 9 octubre 1970, 15 octubre
trina que, de modo reiterado, establezca el Tribunal Supremo...»; frase en la que 1971, Considerando 1.°, según la que «a los efectos de casación, no tiene el ca-
el término jurisprudencia resulta reservado para la procedente de dicho Tribunal. rácter de doctrina legal la emanada de la Sala cuarta de lo Contencioso-Admi-
nistrativo de este Tribunal Supremo», 19 febrero 1972, Considerando único, 2 fe-
Esto con la salvedad, que debe tenerse presente también después de que brero 1976, Considerando 6.°, 23 octubre 1976, Considerando penúltimo, 2 febrero
sustituida hoy la competencia del Tribunal Supremo para entender del re- 1976, Considerando 1.°, 23 febrero 1982, 27 junio, 26 septiembre 1983 16 octu-
curso de casación en materia de cada Derecho foral, por la del Tribunal Su- bre 1985, 14 junio 1991, 25 mayo 1992, aunque ésta dice que las sents. de otras
perior de Justicia respectivo, de que la jurisprudencia en cada uno de tales Salas tienen valor «referencial», 16 octubre 1992, 27 septiembre 1993, 19 di-
ciembre 1995, 1 abril, 12 mayo, 27 junio, 16 y 26 septiembre 1997, 10 julio
Derechos será la que creen las sentencias de la Sala de lo civil del Tribu-
nal Superior de Justicia correspondiente (véase L.O.P.J., art. 73, 1, a, L.e.c., 1998 y 19 enero 1999.
Tales sentencias tienen el espíritu expuesto, aunque lo más frecuente es que
art. 477, último párrafo, y Ley Derecho Foral País Vasco, art. 2). literalmente, por lo menos antes, dijesen que las sentencias de las demás Salas no
Siendo de advertir también que vinculando a los Jueces y Tribunales formaban doctrina legal a los efectos de la casación civil. Ahora bien, es que el
de todo el Estado (L.O.P.J. art. 5) la interpretación de las normas que re- Tribunal Supremo —como dije— llamaba «doctrina legal» a la que se establecía
sulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional, cabría en- en su jurisprudencia, porque antiguamente la casación procedía por infracción de
tender que son también jurisprudencia estas resoluciones. «doctrina legal» que se entendía era la sentada en aquélla. Cambiada la termino-
logía en la penúltima L.e.c. diciendo que el recurso de casación procede, no por
está claro que
Si bien lo mismo en el caso del T.S. o de los T.S.J., que en el del T.C., lo infracción de doctrina legal, sino por infracción de jurisprudencia,
que infringe el Tribunal inferior que no acata sus sentencias, es la propia norma las sentencias posteriores al cambio lo que debieron decir es que las sentencias
(ya que la L.e.c., art. 477.1, dice que el recurso de casación habrá de fundarse, de otras Salas no forman jurisprudencia civil. Hoy la L.e.c. vigente, artículos 477.3
como motivo único, en la infracción de normas aplicables) cuyo sentido han de- y 479.4 habla lo mismo de doctrina jurisprudencial que de jurisprudencia.
clarado en sus sentencias el T.S., los T.S.J. o el TC.
3. Jurisprudencia la creaban antes sólo las primeras sentencias,
2. Jurisprudencia la crean sólo las sentencias de la Sala corres- y ahora sólo parte de la sentencia (única) que resuelve el recurso de
pondiente.--pero hay que advertir que en un sentido más estricto, al ha- casación.—Ni siquiera constituía jurisprudencia civil lo dicho en cual-
blar de la Jurisprudencia del Tribunal Supremo en una rama jurídica, en quiera de las sentencias de la Sala primera del Tribunal Supremo, sino
nuestro caso el Derecho civil, se entiende, no la formada por los fallos pro- que había de tratarse de primeras sentencias. Esto significaba lo siguiente:
cedentes de todas sus Salas, sino sólo por los que (sean sentencias o autos, cuando resolviendo el recurso de casación (anulación) interpuesto contra
aunque por brevedad en adelante hable sólo de sentencias) provienen de la la sentencia del Tribunal inferior, el Supremo rechazaba aquél, dictaba,
correspondiente a la materia de que se trate. Así que en Derecho civil es-
tablece jurisprudencia la Sala primera, o de lo civil, en Derecho penal, la
Sala segunda o de lo criminal. Y como quiera que una parte del Derecho 'Pero entiendo que las sentencias de la Sala sexta relativas a arrendamientos rústicos deberían ser
jurisprudencia para esta materia, aunque ahora sea juzgada por la Sala primera.
130 131
MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

él mismo, una sola (primera y única) sentenciat desestimatoria del men- Tal afirmación la ha hecho el Tribunal Supremo reiteradamente. Así, aparte
cionado recurso, que resolvía, pues, éste, y creaba jurisprudencia; pero, de en otras más antiguas, en sentencias de 24 enero 1928, 26 junio 1933, 28 enero
1946, 7 marzo 1956, 28 septiembre 1956, 12 noviembre 1956, 30 enero 1957, 31
cuando, por el contrario, estimaba (en todo o en parte) el recurso, en- octubre 1960, 28 junio 1962, 22 marzo 1963, 28 septiembre 1968, 10 junio 1972,
tonces el Supremo había de dictar dos sentencias, una primera, en la que, 3 marzo 1977, 17 octubre 1983, 22 abril 1987, 15 marzo 1991, 21 octubre 1992,
al estimar aquél, anulaba (en todo o en parte) la sentencia recurrida, y 25 julio 2000.
otra segunda, en la que daba al caso litigioso la solución adecuada, que En la mayor parte de ellas, o de las más antiguas cuya cita omito, el Tribu-
sustituía a la otra que le dio el Tribunal inferiar y que el Supremo casó nal Supremo niega en concreto valor de jurisprudencia a las resoluciones de la
(anuló) en su primera sentencia ibis (cfr. L.e.c., antiguo art. 1.745). Pues Dirección General de los Registros y del Notariado. Ello ocurre por ser estos fa-
bien, se llamaba rescindente a esa primera sentencia, y rescisoria a la se- llos, y no los de otros organismos, los que más frecuentemente se alegan en los
gunda, y sólo aquélla formaba jurisprudencia, parque sólo ella decidía so- recursos de casación, y si bien al alegarlos no se pretende decir que son juris-
bre el recurso de casación. prudencia, sí se trata, al menos, de que sirvan de esfuerzo a los argumentos que
se aducen.
A pesar de no formar verdaderamente jurisprudencia en el sentido estricto del
Así lo había establecido el Tribunal Supremo, afirmando en la sentencia de término (y aparte de que las resoluciones de dicha Dirección General sean obli-
31 marzo 1948, Considerando último, que la sentencia que alegó el recurrente «no gatorias para los funcionarios dependientes de ella), gozan de gran prestigio en
puede ser fundamento para la casación [lo habría sido de constituir jurispruden- nuestra vida jurídica, y en la práctica suelen ser aducidas como autorizada inter-
cia] por la... razón de... que esa sentencia invocada no resuelve un recurso de pretación de nuestro Derecho civil, denominándolas jurisprudencia (en sentido am-
casación, sino que es la segunda sentencia dictada a continuación de la de casa- plio) y citándolas (dándose por sobrentendido todo lo anterior) juntamente con las
ción». Y diciendo en la de 17 mayo 1957, Considerando S.°, que la «segunda sen- sentencias del Tribunal Supremo cuyas propias sentencias resaltan esa importan-
tencia.., no puede sentar jurisprudencia». cia de las resoluciones de la D.G.R.N., como, por ejemplo, cuando afirman que
tienen «reconocido e indiscutible valor científico (sentencia de 31 octubre 1960)
Ahora bien, después de la reforma de la L.e.c. de 6 agosto 1984, el o que la doctrina de la D.G.R.N. «constituye por su idoneidad una fuente infor-
nuevo artículo 1.715, párrafo 1.0, estableció que el Tribunal Supremo dicta- mativa cuya autoridad nace de sus frecuentes aciertos doctrinales» (sentencia de
ría en todo caso una sola sentencia en la que no sólo resolvería el recurso 28 septiembre 1956 y cfr. también la de 30 enero 1957), o que es «usual conce-
de casación, como antes hacía la primera sentencia, sino que establecería derle una reconocida autoridad» (sentencia de 22 abril 1.987).
también, como antes hacía la segunda, la solución que correspondía a los
extremos que hubiese anulado de la sentencia recurrida. Con lo que cabe 5. La jurisprudencia como modo habitual o reiterado de decidir
preguntarse si de aquella sola sentencia, constituirá ahora jurisprudencia su una cuestión.—Visto qué sentencias (las primeras de la Sala primera) cons-
doctrina entera, o únicamente la parte de la misma que resuelva el recurso tituyen la jurisprudencia (del T.S.) civil, en el sentido de conjunto de sen-
de casación, que es la parte que equivaldrá en el nuevo sistema de senten- tencias, hay que exponer ahora cuándo se entiende que hay jurisprudencia,
cia única, a la antigua primera sentencia o rescindente. En mi opinión es en el sentido de modo habitual o reiterado de decidir una cuestión. Y la
ésta la solución procedente. solución —por lo menos de entrada— es sencilla: según ha declarado nu-
merosas veces el repetido Tribunal Supremo, una sola sentencia no forma
4. No crean jurisprudencia los fallos o resoluciones no proceden- o no sienta jurisprudencia, ya que es preciso que al menos dos adopten la
tes del Tribunal Supremo.—A tenor de lo dicho es claro que si la juris- misma doctrina para resolver la cuestión de que se trate, pues si no, no se
prudencia es sólo la que proviene del Tribunal Supremo, cualesquiera otras da la habitualidad o reiteración de criterio que la jurisprudencia (en este
sentencias o decisiones del tipo que sea (resoluciones, acuerdos, órdenes, segundo sentido de modo habitual o reiterado de decidir) requiere para for-
circulares, instrucciones, etc.) procedentes de otros centros u organismos (Abo- marse "er, según siempre ha mantenido el Tribunal Supremo y ahora requiere
gacía del Estado, Dirección General de los Registros y del Notariado, etc.)
no son jurisprudencia.
Las dos pueden ser una anterior del T.S. y otra del T.S.J. de la Comunidad autónoma, si el
tema es de Derecho foral. Véase supra, núm. 1, al final. En cuanto a si es sent. del Tribunal Consti-
tucional, basta con una, porque no se pediría entonces casación por oposición de la sentencia recurrida
Ib
Como es y dice, aparte de otras, por ejemplo, la sentencia de 24 septiembre 1997. «Al estimar a la norma cuyo sentido ha declarado la doctrina (reiterada) jurisprudencial del T.S. sino directamente
el motivo de casación, esta Sala recupera la instancia y, en consecuencia, debe resolver lo que corres- por infracción de la norma cuyo sentido ha declarado el Tribunal Constitucional e infringido el Tri-
ponda dentro de los términos en que aparece planteado el debate». bunal inferior.

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MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

literalmente el artículo 1, número 6 del Código civil al hablar de «doctrina Esto es lo que quiere expresar el Tribunal Supremo al decir —en fa-
que, de modo reiterado establezca el Tribunal Supremo». llos innumerables— que las sentencias han de ser idénticas, uniformes, re-
Al exigir sólo dos sentencias conformes no se puede negar que el Tri- petidas, reiteradas y otros muchos calificativos que les aplica.
bunal Supremo se ha contentado con la menor habituabilidad o reiteración Ahora bien, la igualdad de unas sentencias con otras, presupone la de
posible. los casos que resuelvan 2 (insisto en que basta que lo sea —igual— el punto
que se contemple y no el caso total). Con lo que realmente se exige, no
La cantidad de veces que dicho Tribunal ha afirmado que se requiere más de que, en efecto, el tema sea el mismo y planteado en los mismos términos,
una sentencia, que son precisas dos sentencias iguales, al menos, o que la juris- sino que se esté sustancialmente ante el mismo problema (aunque se halle
prudencia se forma con dos o más sentencias concordes, es tan enorme que casi inserto en contextos diversos en los casos de las diferentes sentencias), para
huelga citar las veces en que se dijo; de todas formas recojo, de las más recien-
tes, las siguientes sentencias de los años ochenta; del ochenta y uno, la de 19 ju- que, así, mirando a la resolución de éste, la tesis que el Tribunal adopte
nio; del ochenta y dos, la de 15 febrero; del ochenta y tres, las de 6 y 25 abril, sea la misma que adoptó ya en otra sentencia (en cuyo supuesto hay sen-
27 junio, 11 julio, 17 octubre, 26 y 29 noviembre; del ochenta y cuatro, las de tencias conformes) o no lo sea (en cuyo caso no hay sentencias conformes).
12 julio y 7 diciembre; del ochenta y seis, las de 23 enero, 14 febrero, 10 marzo
y 13 mayo; de los años noventa, la de 5 marzo, 14 junio y 16 y 30 dic. 1991, Según entendió la sentencia de 12 marzo 1968, a efectos de estimar que creen
31 enero, 10 febrero 1992, 18 y 31 marzo, 410 sepbre., 16 diciembre 1993, 27 ju- jurisprudencia, no hay igualdad entre sentencias que se refieren a distintos Dere-
lio 1994 y 24 marzo y 7 julio 1995, 7 marzo, 5 octubre, 18 noviembre, 31 di- chos forales. Criterio discutible como general, pues no cabe duda de aun siendo
ciembre 1996, 6 y 19 marzo, 5 abril, 7 y 21 mayo, 27 junio, 31 julio, 16, 26 y diferentes las legislaciones, hay materias que presentan igualdad sustancial y po-
29 septiembre, 3 diciembre 1997, 12 mayo, 28 octubre, 30 noviembre 1998, 9 sibilidad, por tanto, de que el criterio adoptado en un Derecho para ellas valga
marzo, 24 mayo, 27 septiembre 1998, 26 septiembre 2000. para otro Ordenamiento. Todo ello aparte, claro está, de que acabando hoy los
A pesar de que una sola sentencia no es jurisprudencia tiene valor relevante, asuntos de cada Derecho foral en el Tribunal Superior de su Comunidad, no quepa
cuando no ha sido contradicha (sentencia de 6 marzo 1997), o es de «indudable que el fallo de éste alcance a otro Derecho foral.
interés» (sentencia de 27 junio 1997) y especialmente cuando la dicta la Sala La
en pleno, lo que le da especial fuerza (sentencia de 15 julio 1988), y que por ser Por último, para que se pueda estimar la igualdad de unas sentencias
una sola sentencia no constituya doctrina jurisprudencial «no significa que sean con otras a los efectos de crear jurisprudencia, es preciso que la tesis de
jurídicamente inexistentes sin razonamientos» (sentencia de 4 de marzo 1999). Vé-
ase infra, número 10. que se trate (que, siendo la misma en varias sentencias, crea jurispruden-
Sin embargo, dando una vez más prueba de que es posible que el T.S. diga cual- cia) haya sido establecida en la sentencia precisamente como fundamento
quier cosa, la sentencia de 27 septiembre 1999, EJ. 3•0 declaró, contra un recurso de del fallo.
casación por infracción de jurisprudencia que citaba como infringida una sola sen-
tencia, que «El motivo incurre en el defecto de no indicar dos sentencias de esta O sea, no basta ni que se trate de una afirmación que el Tribunal Supremo
Sala, como es preceptivo para que pueda darse la causa casacional de infracción de haya hecho incidentalmente en su resolución ni que se trate de una doctrina que,
jurisprudencia, sin que sea suficiente la cita de una sola, salvo los supuestos de cam- aun recogida en alguno de los considerandos, hoy fundamentos de Derecho, de la
bio de doctrina o dictada en interés de ley, que no es el caso de autos». sentencia, no constituya premisa indispensable y obligada o antecedente necesario
de que arranca para resolver el punto litigioso, es decir, no constituya fundamento
6. Cuándo hay igual criterio entre dos o más sentencias.—Conviene de la parte dispositiva de la sentencia. Ello porque, en lo que ahora nos ocupa en
ahondar más en la cuestión de la uniformidad del criterio de las dos o más tema de casación no importa sino lo que constituye o atañe a la parte dispositiva
sentencias. de la sentencia. Y así el recurso de casación antes de la reforma de la L.e.c. en
Cualquier sentencia puede tocar muchas cuestiones, esto es obvio; y para
considerar que mantiene igual criterio que otra, a los efectos de crear juris- Esta igualdad de los casos la implica, desde luego, la afirmación del Tribunal Supremo de que
prudencia, es también obvio que basta que sostenga la misma opinión sólo las sentencias sean iguales, pero también innumerables veces ha reiterado que es preciso que exista
«igualdad o analogía de casos». Lo ha dicho exigiendo esa igualdad o analogía entre los casos resuel-
en la cuestión de que se trate. Entonces se dice que ambas sientan —en esa tos por las sentencias que hubiesen sido invocadas y el caso para el que se invocaron (así, pongo por
cuestión— igual doctrina, o que son conformes, etc. Expresiones con las que caso, las Sentencias de 25 enero 1974, 2 febrero 1976, 15 febrero 1982 y 7 marzo 1996), pero ya se
se quiere significar que resuelven en el mismo sentido, o que dan al tema comprende que si exige igualdad (o analogía) entre el caso resuelto (en sentencia anterior) y el a re-
sirven para
de que se trate idéntica solución. solver, es porque estima que sólo casos iguales (o análogos) entre sí y con el pendiente
crear jurisprudencia (invocable en éste).

134 135
MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

6 agosto 1984, se daba por infracción de ley o doctrina legal en la parte dispo- construcción que defiende] en contra la tesis sustentada por parte de la jurispru-
sitiva de la sentencia recurrida (antigua L.e.c., art. 1.691, 1.°); y tampoco era re- dencia [se utiliza este término, no en el sentido exacto, sino en el conjunto de
levante, a efectos de crear «doctrina legal» (hoy jurisprudencia), el Tribunal Su- sentencias] de este T.S..., pues con independencia de afirmaciones generales de
premo en sus sentencias (doctrina legal que pudiese ser fundamento para casar carácter doctrinal, no vinculante..., no hizo sino...».
sentencias inferiores), sino la doctrina que sentase el Tribunal Supremo en la parte Ahora bien, después de la penúltima reforma de la L.e.c., ésta en el nuevo
dispositiva de sus sentencias o que se estableciese en la motivación o «conside- artículo 1.692 no dijo, como en el antiguo, que «el recurso de casación habrá de
randos» o «fundamentos de Derecho» en que dicha parte dispositiva se basaba in- fundarse en alguna de las causas siguientes: 1.a, infracción de ley o doctrina le-
dispensablemente 3.
Que el recurso de casación no se daba sino contra la parte dispositiva de una gal [hoy jurisprudencia] en la parte dispositiva de la sentencia...» recurrida, sino
que hablaba de que «habrá de fundarse en alguno o algunos de los siguientes mo-
sentencia (inferior) o contra los considerandos o fundamentos de Derecho cuyos
tivos... 4.° Infracción de las normas del Ordenamiento jurídico o de la jurispru-
razonamientos fuesen determinantes del fallo o premisa indispensable de éste, y dencia, que fuesen aplicables para resolver las cuestiones objeto de debate». Ahora
que la jurisprudencia no se creaba por cualesquiera tesis que acogiese una sen- bien, el cambio del texto legal no quitó para que se debía seguir entendiendo que
tencia (del T.S.) sino sólo por aquellos argumentos de la misma que eran ratio
decidendi, son cosas que el Tribunal Supremo venía diciendo con reiteración an- la infracción de, después jurisprudencia, antes doctrina legal, o de después nor-
mas, antes ley, que permite interponer el recurso de casación fundado en dicha
tes de la reforma de la L.e.c. en 1984 y que ha seguido haciéndolo después. Val-
infracción, es infracción en la parte dispositiva de la sentencia recurrida, o en la
gan de muestra algunas sentencias que lo han afirmado más recientemente, como
motivación o «considerandos» o «fundamentos de Derecho» (v. las sents. de 21
son, por ejemplo, las de 14 noviembre y 20bdiciembre 1980, 25 enero, 11 febrero,
abril 1987, 22 julio 1993 y 6 febrero 1998) en que dicha parte dispositiva se base
13 y 30 marzo, 20 mayo y 29 noviembre 1982, 11 y 24 enero, 3 febrero, 6 ju-
nio, 19 julio y 22 diciembre 1983, 24 enero y 3 abril, 18 mayo, 19 junio y 3 no- indispensablemente. Y lo mismo que (en lo que ahora importa) a efectos de ca-
viembre 1984, 2 y 11 marzo, 23 abril, 28 y 31 mayo y 30 diciembre 1985, 10 sación, también bajo la reforma de la L.e.c. de 1984 no era relevante sino la in-
febrero 1986, 21 abril 1987, 21 noviembre 1989, 25 enero, 20 marzo, 30 abril, fracción de la jurisprudencia en la parte dispositiva de la sentencia recurrida, o en
16 y 29 mayo 1991, 11 y 27 septiembre 1991, 18 y 20 febrero, 5 marzo, 4 y 20 la motivación o «considerandos» o «fundamentos de Derecho» en que dicha parte
junio, 16 julio, 19 nov., 3 dic. 1992, 19 mayo, 6 julio, 17 y 23 nov. 1993, 18 dispositiva se basa esencialmente, tampoco era relevante a efectos de crear juris-
abril, 12 mayo, 20 y 24 junio, 4 y 16 oct., 28 dbre. 1994, 10 enero, 20 febrero, prudencia, sino la doctrina que el Tribunal Supremo sentase en la parte disposi-
9, 25 y 28 marzo, 10 abril, 10 mayo, 26 junio, 24 julio, 9 octubre, 14 noviem- tiva de sus sentencias o en la motivación o «considerandos» o «fundamentos de
bre 1995, 7 marzo, 23 julio, 7 y 31 octubre 1996, 4 y 6 marzo, 21 abril, 17 y Derecho» en que dicha parte dispositiva se fundamentaba indispensablemente 3b's.
21 mayo, 29 septiembre, 20 octubre, 1 y 17 diciembre 1997, 6 febrero 1998, 4 O en otras palabras, la doctrina que de modo reiterado establezca en sus sen-
marzo, 3 y 24 mayo, 19 julio, 7 diciembre 1999 y 18 mayo 2000. La de 30 ju- tencias (en más de una) el Tribunal Supremo, constituye jurisprudencia (ver C.c.,
nio 1967 para negar carácter de jurisprudencia al criterio aducido por el recurrente, art. 1, 6), si se sienta como fundamento del fallo (y no incidentalmente o de pa-
dice que «tal teoría [que era ese criterio] es extraña a la fundamentación de las sada), es decir, constituye la ratio decidendi de dicho fallo, y no se trata de una
sentencias de este Tribunal de 24 julio 1944, 19 noviembre 1946, 30 septiembre afirmación hecha accidentalmente, o que no es de esencia para la resolución a que
1950 y 20 febrero 1951, citadas al respecto por el impugnante, y si bien la de 8 se llega, o que se dice ocasionalmente, obiter dictum.
noviembre 1961 alude incidentalmente a lo que sirve de único asidero al motivo, Y según lo dicho (supra, núm. 3), tal doctrina constituye jurisprudencia sola-
debe notarse que se trata de una sentencia aislada y, sobre todo, de una afirma- mente cuando se sentó en lo relativo a resolver el recurso de casación; no en lo
ción hecha «obiter dictum», por no ser la que constituye la «ratio decidendi» del relativo a establecer la solución que corresponde al caso recurrido en vez de la
fallo, como sería imprescindible para servir de cimiento a la construcción de una que le dio el Tribunal inferior en la sentencia que el Tribunal Supremo casó (anuló).
nueva jurisprudencia, que verdaderamente mereciese esta denominación». Y la de Argumentos, todos los cuales siguen valiendo lo mismo bajo la nueva L.e.c. de
7 marzo 1972 (segunda sentencia) dice que «tampoco puede alegarse [frente a la 2000, artículo 477, donde en vez de «jurisprudencia», se habla de «doctrina ju-
risprudencial».

' Aunque con decir esto, basta, en rigor, para precisar qué hay que entender por jurisprudencia, 7. Cambio de jurisprudencia.—Dije antes que la jurisprudencia puede
quizás conviene insistir en que jurisprudencia sólo la hay en lo que reste después de ajustar el posible
exceso verbal de las afirmaciones del T.S. al caso resuelto. Es decir, jurisprudencia es únicamente lo cambian lo que tiene lugar cuando abandonando el criterio habitual que ve-
afirmado o la doctrina o el criterio sentado, dentro de los límites en que la solución dada al caso pre-
cisa de tal afirmación, doctrina o criterio. Lo demás es exceso verbal.
'" Como el recurso de casación se daba por infracción de la ley o de la jurisprudencia en la parte
Problema con el que frecuentemente se tropieza en las citas de sentencias por autores o en la ale- dispositiva de la sentencia recurrida, el T.S. tenía declarado repetidamente (entre las últimas, en la sen-
gación de las mismas en los escritos forenses, es el de que usan recortes de considerandos que trans- tencia de 17 diciembre 1997, por ejemplo) que no cabía estimar el recurso si el fallo había de mante-
critos enteros tienen diferente sentido o matices, o que, aun usados en su versión completa, ésta es más nerse aunque fuese por razonamientos distintos de los que la sentencia hace en sus Fundamentos de De-
general de lo que sería necesario para resolver el caso.
recho.

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MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

nía aplicando, el Tribunal Supremo adopta otro y consagra este nuevo en 25 abril 1972. Aunque es realmente inútil aportar sentencias, del propio Tri-
más de un fallo. bunal Supremo, que lo digan, ya que se prueba simplemente constatando
Entonces nos encontramos con dos jurisprudencias distintas; o incluso las numerosas veces que, en efecto, cambió de jurisprudencia), sino que
pueden ser más, ya que en toda cuestión no hay exclusivamente dos posi- puede modificarlos, y si bien, según él mismo afirma, la jurisprudencia debe
bilidades, sino frecuentemente otras, y puede ocurrir que el Tribunal Su- de respetarse entretanto no convenga cambiarla 5, si razón de peso pide el
premo haya adoptado, en varias ocasiones cada una (dándose así la reite- cambio, no hay que anclarse en el respeto a la anterior, porque, como dice
ración en la adopción del mismo criterio, que es precisa para que se forme la sentencia de 21 abril 1926, «la jurisprudencia del Tribunal [Supremo] no
jurisprudencia) más de dos de dichas posibilidades. es estática, tiene que ser dinámica», y como se sigue de la de 3 abril 1945,
El cambio de jurisprudencia obviamente no se debe producir sino por la jurisprudencia debe modificarse si ello es aconsejable.
razones suficientes, que el T.S. habrá de exponer, como el que surjan nue- De cualquier manera, lo cierto es que el resultado es que haya más de
vos puntos de vista que se consideren preferibles, o que una solución que una jurisprudencia sobre lo mismo. Y entonces surge la pregunta: ¿es la más
se venía aplicando se vea que era equivocada o que queda superada o an- moderna la que debe considerarse como jurisprudencia, diríamos, vigente, y la
ticuada o que choca con criterios que después se han impuesto, etc. anterior ha de estimarse abandonada? La respuesta es que, por más que en al-
No debe dar reparo de enumerar como una de las causas de los cam- gunas ocasiones 6 el propio Tribunal Supremo haya sentado afirmaciones que
bios de jurisprudencia el que el Tribunal Sujiremo se percate de que la an- suponen una contestación positiva a esa pregunta 7, sin embargo, como —se-
terior era equivocada, ya que en todos los órdenes de la vida se cometen gún he señalado ya— no queda vinculado por su propia jurisprudencia, dicho
errores y no hay persona, organismo o entidad que esté libre de ellos; ra- Tribunal sigue en libertad de, en el futuro, continuar fallando con arreglo a la
zón por la que pretender que el Tribunal Supremo quedase fuera de esa im- jurisprudencia más moderna, o bien de volver a la antigua (o incluso adoptar
perfección humana, sería absurdo. Por ello lo que hay que pensar es que el una distinta de ambas), si considera que hay razones que así lo aconsejen.
riesgo de errar no es algo que se le pueda echar en cara, sino que el pre- El Tribunal Constitucional ha aplicado el artículo 14 de la Constitución
tender que no lo tiene, es cosa totalmente ilusoria. Y ahora bien, si cual- al problema de los cambios de jurisprudencia, como vinculación al princi-
quiera que se percate de que estaba equivocado, lo que debe de hacer es pio de igualdad. Para que el cambio de jurisprudencia no atente al princi-
rectificar, y rectificaciones —como ya he dicho antes— se dan continua- pio de igualdad, dicho cambio no ha de ser arbitrario o injustificado y debe
mente en todas las actividades (políticas, científicas, artísticas, técnicas, etc.), tener una fundamentación suficiente y razonable, siendo preciso también la
sería insensanto pretender que las equivocaciones que el Tribunal Supremo aportación del término de referencia, es decir, la resolución o resoluciones
cometió al juzgar un caso pasado, le obligase en los futuros a seguir di- contradichas (sentencias, entre otras, de 9 julio 1984, 29 abril 1925, 7 mayo
ciendo lo mismo. Así que al rectificar (cambiar su jurisprudencia) no hace y 10 julio 1987, 21 diciembre 1992 y 11 marzo 1997).
nada excepcional ni que permita censurarle por el error que ahora corrige,
sino que hace simplemente lo que cada día vienen haciendo innumerables 8. La jurisprudencia no es fuente.—Estoy estudiando las fuentes del
personas y organismos, sin que nadie se extrañe 4. Derecho, así que el examen realizado de la jurisprudencia, se justifica por
Ahora bien, lo que ocurre es que por obvias razones de índole práctica dar una noción de qué sea y poder responder con previo conocimiento del
y de seguridad jurídica, no es posible cuando se establece la jurisprudencia tema a la pregunta que ahora hay que plantearse: ¿es la jurisprudencia fuente
nueva, rectificar también la sentada en el caso o casos que se resolvieron del Derecho?
con arreglo a la que hoy se considera errónea. Esta se mantiene por la sen- La respuesta es sencilla e indudable: no lo es. Respuesta válida lo mismo
cilla razón de que sería peor el remedio (autorizar la revisión siempre que para antes que para después de la última reforma del Título preliminar del
hubiese cambio de jurisprudencia) que la enfermedad. Código civil, reforma que englobó los preceptos relativos a las fuentes.
El cambio de jurisprudencia es posible porque el Tribunal Supremo no Puesto que la función de la fuente jurídica es crear normas, y la ju-
queda vinculado para el futuro por criterios que haya adoptado antes (entre risprudencia no las crea, es claro que no es fuente. De por sí debería bas-
las sentencias que más específicamente lo afirman las de 19 julio 1965 y
Cfr. Sentencia de 1 febrero 1958.
6 Así cfr. Sentencias como las de 21 abril 1926, 8 octubre 1951 y 17 noviembre 1967.
Sobre otra razón que explica también el cambio de jurisprudencia, véase lo que se dice infra, § Realtnente el haberlo hecho se debe, en el fondo, a que no estimó adecuada para seguirla en-
19, especialmente al final. tonces la jurisprudencia antigua que en cada caso se invocaba.

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MANUEL ALBALADE,J0 § 17 LA JURISPRUDENCIA

tar este argumento, lo mismo que también de por sí debería bastar otro de suyo en el que genuinamente es utilizado aquí); 2.°, bien porque en verdad
Derecho positivo: el antiguo artículo 6 del Código civil o el actual 1, que lo que se quiere significar al decirlo es, no que cree normas, sino que el
enumeran las fuentes, citan sólo la ley, la costumbre y los principios gene- sentido o espíritu que atribuye a éstas es de obligatorio acatamiento (pero
rales; luego, según ellos, tampoco la jurisprudencia es fuente. Además, hay esto no es ser fuente, sino, a lo más, tener el poder de establecer la inter-
aún, si fuera preciso, que no lo es, otro argumento después de la antedicha pretación que debe ser considerada oficial, valga la palabra, de las normas
reforma del Título preliminar: que el nuevo artículo 1 recoge específica- que la fuente verdadera produce).
mente la jurisprudencia, pero aparte de las fuentes, y la Exposición de Mo-
tivos de la reforma dice en su párrafo 10 que: «A la jurisprudencia, sin in- En uno de esos dos casos están numerosas sentencias del Tribunal Supremo,
cluirla dentro de las fuentes, que la reconoce la misión...» Y, por último, como son las de 16 enero 1930 (según la que la doctrina reiterada del Tribunal
después de la reciente reforma de la L.e.c., de 6 agosto 1984, su artículo Supremo «merece igual respecto que la ley escrita»), 19 noviembre 1949 (que im-
1.692 dijo que «El recurso de casación habrá de fundarse en alguno o al- plícitamente afirma, en su último Considerando, que es fuente de Derecho), 20 di-
gunos de los siguientes motivos: ... 4•° Infracción de las normas del orde- ciembre 1952 (para la que es «fuente indirecta y de ineludible acatamiento»), 11
diciembre 1953 (que la estima «norma... con carácter de precepto legal» y «fuente
namiento jurídico o de la jurisprudencia...»; y la nueva L.e.c. de 2000 dice indirecta en nuestro Derecho, con carácter de obligar»), 12 abril 1954 (que dice
en su art. 477 que «El recurso de casación habrá de fundarse... en la in- es «fuente indirecta)>), 22 noviembre 1955 (que la califica de «norma a seguir»),
fracción de normas aplicables», luego agrega que «se entenderá que un re- 19 diciembre 1960 («... es doctrina constante de la jurisprudencia, y por reiterada
curso presenta interés casacional cuando la sentencia recurrida se oponga a constituye norma de carácter general»), 15 noviembre 1963 (que repite igual frase),
doctrina jurisprudencial del T.X...»; luego la jurisprudencia no es fuente, no 18 enero 1962 («la jurisprudencia en cuanto doctrina legal debe de ser aplicable
crea norma, porque si fuera así habría bastado que la casación procediese como norma jurídica»), 5 junio 1968 («fuente indirecta de Derecho, de ineludible
por infracción de normas (sin agregar «o de la jurisprudencia», o sin agre- cumplimiento») y 1 febrero 1958 que es quizá la que más acusadamente se pro-
gar que el recurso presenta interés casacional cuando la sentencia recurrida pone insistir en el valor normativo de la jurisprudencia, y según la que «atrevida
es la apreciación de la sentencia recurrida al desconocer o negar la valoración de
se oponga a la doctrina jurisprudencial del T.S.), entre las que estarían las la jurisprudencia civil como fuente de Derecho, porque si bien es verdad que no
creadas por la jurisprudencia como fuente. aparece mencionada en el artículo 6.° del Código, también lo es que no han sido
Lo dicho es seguro y perfectamente distinto de que en la práctica la ju- derogados los artículos 1.687, 1.692 y 1.782 de la L.e.c., que a efectos de casa-
risprudencia tenga toda la importancia que se quiera (a este respecto, es des- ción y en aras de la certidumbre jurídica, autoriza el recurso extraordinario por
criptiva la frase de que «la ley reina y la jurisprudencia gobierna»). Im- infracción de ley o de doctrina legal, formada ésta por el reiterado y uniforme
portancia que, de hecho, es decisiva, en cuanto que, siendo el Tribunal Supremo criterio de la Sala primera del Tribunal Supremo, en régimen de interpretación y
el último escalón en nuestra Organización judicial, si en un caso da deter- aplicación de normas legales».
minado sentido a una norma jurídica, tal sentido prevalece en él, aun en el Ahora bien, hasta en esta última sentencia, en la que se denomina a la juris-
supuesto de que sea equivocado. Por ello, hasta se puede decir, si se quiere, prudencia «fuente» (sin más suavizarlo con calificativos como el de «indirecta» u
que, de hecho, la jurisprudencia es más importante que la norma jurídica otro análogo) y se apoya la afirmación en textos con los que se pretende suplir su
omisión en el antiguo artículo 6.° del Código civil, hasta en esta sentencia —digo—
en sí, pues prevalece —que es lo que prácticamente importa— no el sen- se percibe, por la frase final que de la misma he transcrito («criterio de la Sala pri-
tido que la norma tiene, sino el que la jurisprudencia le atribuye. mera del T.S. en régimen de interpretación y aplicación de las normas legales») que,
Aun siendo cierto todo lo anterior, por las razones expuestas, la juris- en definitiva, aunque las palabras hablen de «fuente del Derecho», el espíritu de las
prudencia no es fuente. mismas y el fin perseguido al decirlo, se reducen realmente a que la jurisprudencia
Sin embargo, según una cierta opinión mantenida, por lo menos antes aplica e interpreta las (verdaderas) normas (luego no es ella fuente de éstas u otras)
de la reforma, no sólo por autores, sino también por el propio Tribunal Su- y que el sentido que les atribuye es obligatorio para los Tribunales inferiores.
premo en bastantes de sus sentencias, la jurisprudencia es fuente en alguna Con exactitud afirma en esta línea la sentencia de 7 mayo 1963 (Sala sexta)
manera. que «la doctrina legal [que es la contenida en las sentencias que se invocaron, es
decir, la jurisprudencia] no es fuente reguladora de las relaciones jurídicas subsu-
Ahora bien, decir que la jurisprudencia es fuente es afirmación que se
mibles en ella, sino sólo criterio de interpretación de las disposiciones legales a
explica: V, bien porque luego se matiza diciendo que es fuente secunda- ellas referentes».
ria o indirecta o algo parecido (lo que realmente vendría a ser como decir En conclusión, que, como ya se señaló, tales sentencias que hablan de ser
que es fuente, pero tomando este término un sentido que no es el propio fuente la jurisprudencia, lo hacen realmente, no porque, en puro rigor jurídico, es-

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MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

timen que es fuente propiamente hablando, sino porqurque se proponen recalcar que De serlo, el Tribunal Supremo tendría poder legislativo, lo que es inacepta-
la interpretación dada por la jurisprudencia a las nornormas en cada caso discutidas, ble, ya que su función es interpretar y aplicar el Derecho y defender las normas,
debe de ser acatada tanto por los Tribunales inferioriores, como por los litigantes pero no crearlas. De serlo, cuando hubiese jurisprudencias contradictorias (al ha-
opuestos en dichos casos a la misma. ber cambiado el T.S. de criterio) habría dos normas opuestas (ya que, como se
La más reciente sentencia de 15 febrero 1982 di dice que el actual artículo 1, dijo antes, no es que la jurisprudencia posterior deroga a la anterior), lo que no
6, reconoce a la jurisprudencia «trascendencia normatinativa». Pero su espíritu no es se concibe (y sí dos interpretaciones diferentes). De serlo, el Tribunal Supremo
otro que el ya señalado para las sentencias que la conxinsideran fuente. De «función no podría cambiar su jurisprudencia, como puede, cuando lo estima oportuno, cam-
integradora» hablan las sentencias de 15 julio 1988 y y 3 marzo 1989, sosteniendo biar la interpretación que haya venido dando antes a la norma que sea. De serlo,
ambas resoluciones que la jurisprudencia no colma la lagunas normativas, sino que cada dos sentencias (que crean jurisprudencia) serían como una nueva ley, y se
aplica la ley, la costumbre o los principios generalesies del Derecho. Por su parte legislaría así a diario sobre todos los puntos del Derecho civil.
las de 12 diciembre 1990 y 7 marzo 1998, que recogeagen lo de que «complementa» Como dijo la sentencia de 24 abril 1970, Considerando 6.°: «En el motivo
el Ordenamiento, del Código civil, artículo 1, 6, y lir lo de la «trascendencia nor- segundo se denuncia la violación de la doctrina legal que proclama que la juris-
mativa» de la E.M. de la reforma del Título preliminainar del Código civil, agregan prudencia no puede servir de base existiendo Ley que resuelva expresamente el
que la jurisprudencia «remodela» (0) el Ordenamieniento; lo que es pura retórica, caso controvertido; pero lo real y verdadero es que no existe norma que disponga
pues las sentencias es innegable que no tocan ni una na tilde de la ley (es decir, no lo contrario de lo que la Sala sentenciadora ha resuelto, sino antes bien, la norma
remodelan nada), por mucho que puedan inwrpretarla da en sentidos que cambien de aplicada dispone lo que tal Sala ha entendido, haciendo una correcta exégesis de
una vez para otra. Por último, la de 20 enero 1998 di dice expresa, específicamente ella y supliendo su poco afortunada redacción y conectándola con la de otras nor-
y con todas sus letras, que ni la doctrina ni «la jurispisprudencia tampoco es fuente mas que la complementan.»
de Derecho» (F.J. S.°, párr. 3.°).
A pesar de ser las cosas así de claras, la nueva redacción del Título
Y ni siquiera se puede decir que la jurisprudenlencia sea fuente para lle- preliminar al Código civil, en la parte relativa al tema de las fuentes del
nar las lagunas que dejasen las otras (como ocurriirriría si en lo no pievisto Derecho y materias conexas, no se ha limitado, que es lo que debía haber
por las normas, hubiese de considerarse normativoivo lo que estableciese la hecho, bien a callar sobre la jurisprudencia, bien a precisar con rigor el pa-
jurisprudencia), porque, como sabemos, el Ordenanumiento jurídico (es decir, pel que, por nuestro sistema jurídico, le corresponde, sino que, ciertamente
el conjunto de normas) no tiene lagunas, ya que la las que existan en ley y sin incluirla entre las fuentes (cosa por demás —presupuesto ese sistema ju-
costumbre, se llenan absolutamente todas aplicandado los principios genera- rídico nuestro— imposible), sin embargo, no se ha resignado a dejar de de-
les, y lo que aparentemente regula la jurisprudenciacia (al disponer cierta so- cir algo sobre su papel. Papel que —insisto— como no depende de lo que
lución para un caso huérfano de ella en ley y cos:ostumbre), no es regula- la ley diga sobre él, sino de la función que en el sistema desempeña real-
ción suya, sino una de dos: 1.0 0 regulación de k los principios generales, mente la jurisprudencia, es el que es, con independencia de lo que se diga
de los cuales la jurisprudencia se limita a (aplicánderdolos) establecer qué re- que sea.
gulación concreta se desprende de ellos (que son In abstractos o generales) Pues bien, la nueva redacción del Título preliminar, dice en su artí-
para el caso singular. 2.° O regulación de la ley o (o de la costumbre, en las culo 1, número 6 que: «La jurisprudencia complementará el ordenamiento
que realmente el caso no estaba huérfano de regulaclación, sino que lo estaba jurídico con la doctrina que, de modo reiterado, establezca el Tribunal Su-
sólo aparentemente, y así resulta que la aparente regregulación establecida por premo al interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los principios genera-
la jurisprudencia no es sino la fijación del verdadadero sentido que dichas les del derecho.» También el artículo 2 de la ley de Derecho civil foral del
normas legales o consuetudinarias (que son las ve verdaderas y únicas mer- País Vasco.
mas, y no la jurisprudencia) encierran, de modo qu que en él se pone de re-
Ante ese párrafo lo primero es advertir que realmente su única afirmación so-
lieve la regulación que contenían para el caso al quque aparentemente no al- bre el papel de la jurisprudencia es el de que «complementará el ordenamiento
canzaban. jurídico», pues el resto de la frase, es decir, «con la doctrina que de modo reite-
rado establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la ley, la costumbre
Claramente en este sentido, sentencia de 15 julio jo 1988. y los principios generales», es simplemente definir qué es esa jurisprudencia, de
la que se dice que complementará el Ordenamiento jurídico.
Visto que la jurisprudencia no es fuente, hay quque agregar que, en maes- Y, a su vez, la Exposición de Motivos de la reforma del Título preliminar, en
tro sistema jurídico, ni puede serlo ni convendría qt que lo fuese. su párrafo 10, que dedica a ilustrar lo que el artículo 1, número 6, dice de la ju-
143
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MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

risprudencia, se expresa así: «A la jurisprudencia, sin incluirla entre las fuentes 8, Mas como quiera que, aparte ese respeto y orientación, la jurisprudencia
se le reconoce la misión de complementar el ordenamiento jurídico. En efecto, la ni vincula al propio Tribunal Supremo ni tampoco (según se verá en el nú-
tarea de interpretar y aplicar las normas en contacto con las realidades de la vida mero siguiente) a los Tribunales inferiores, resulta que su fuerza no va más
y los conflictos de intereses da lugar a la formulación por el Tribunal Supremo allá de lo dicho, pues no sólo no es norma, sino que tampoco tiene el papel
de criterios que si no entrañan la elaboración de normas en sentido propio y pleno, de fijar el sentido de las normas con carácter vinculante para el futuro.
contienen desarrollos singularmente autorizados y dignos, con su reiteración, de
adquirir cierta trascendencia normativa.»
9. ¿Vincula la jurisprudencia a los Tribunales inferiores?—La ju-
Es, pues, como querer dar «cierta trascendencia» normativa a la que, como
la jurisprudencia, no es norma ni fuente de normas, sino (como expresamente re- risprudencia, o si se prefiere, la doctrina sentada en la jurisprudencia, ¿vin-
conocen el propio artículo 1, núm. 6, y la Exposición) interpretación y aplicación, cula a los Tribunales inferiores de forma que éstos hayan de adoptarla en
por el Tribunal Supremo, de las normas, que son las que constituyen el Ordena- sus fallos? Según una extendida opinión, sí. Opinión que encuentra apoyo
miento jurídico. Pero dar esa trascendencia a lo que no es norma es imposible. Y en que la vieja Ley de Enjuiciamiento Civil —art. 1.692, núm. 4.°— admi-
decir que el Ordenamiento es complementado por la jurisprudencia, que ni es norma tía el recurso de casación del que conoce el Tribunal Supremo, y que tiende
ni fuente, es, tomado en su sentido literal, decir una inexactitud; además de que a anular la sentencia del Tribunal inferior —por infracción de normas del or-
el Ordenamiento no necesita ser complementado, ya que es completo puesto que
con leyes, costumbres y principios generales no deja lagunas 9 que necesiten de denamiento o de la jurisprudencia. Luego si podían anularse —casarse— por
la jurisprudencia para ser llenadas de normactón (valga la palabra).
el Tribunal Supremo las sentencias de los Tribunales inferiores, por el hecho
Mezclar la jurisprudencia con las normas, con el Ordenamiento jurídico, es de que infringiesen la jurisprudencia, era —se decía— porque esta jurispru-
querer unificar dos planos distintos, uno, el de las reglas, y otro, el de su aplica- dencia vinculaba a aquéllos. Argumento éste falso por las razones que se si-
ción. guen de lo que más adelante se expondrá. Por otro lado, como es sabido, el
Por todo ello: artículo 477 de la nueva L.e.c. de 2000 dice que el recurso de casación ha-
brá de fundarse, «como motivo único, en la infracción de normas».
Me parece claro que lo que el artículo 1, número 6, y la Exposición La opinión de que la jurisprudencia vincula u obliga a los Tribunales
de Motivos de la reforma del Título preliminar dicen de la jurisprudencia, inferiores es también mantenida, de forma reiterada, por la propia jurispru-
no tiene el sentido literal que corresponde a las palabras usadas. Y entiendo dencia, que de una manera u otra insiste en que éstos, al fallar los casos
que realmente su significado es no el de que la jurisprudencia llene las la- que se les sometan, no son libres de dar a las normas en juego la inter-
gunas normativas (que —insisto— no las hay, y lo que la jurisprudencia pretación que estimen preferible, sino que deben de aceptar la que el Tri-
hace —como he dicho más arriba— es declarar en el caso cuál es la regu- bunal Supremo les haya atribuido en su jurisprudencia.
lación que procede a tenor de la ley, de la costumbre o de los principios
generales), sino el de llamar la atención sobre el respeto que merece y la En efecto, prácticamente todas las sentencias citadas más arriba que decían
orientación que en el tema supone lo que la jurisprudencia declare al apli- que la jurisprudencia es fuente, afirman implícita o explícitamente que vincula a
los Tribunales inferiores y, además, ello lo han dicho otras muchas. Así las de 12
car e interpretar las normas. junio 1926 (según la que «crea normas a seguir inexcusablemente por los Tribu-
nales de instancia»), 29 marzo 1955 (según la que el papel de la jurisprudencia
es fijar el sentido de la ley, con fuerza vinculante), 30 enero 1957, 5 mayo 1962
Y la jurisprudencia ya viene recogiendo esta afirmación de que la jurisprudencia no es fuente. (según la que la jurisprudencia sienta doctrina «de obligado acatamiento para to-
Así, la Sentencia de 15 julio 1983. dos los Tribunales»), 22 marzo 1963, etc.
9 Véase más arriba este mismo
número y supra, § 16, núm. 1.
Por todo lo dicho es inexacta la Sentencia de 9 mayo 1974 cuando dice en su considerando pe- En mi opinión la jurisprudencia no vincula, desde luego, ni al propio
núltimo que «esta Sala, cumpliendo la misión integradora que a los Tribunales confiere nuestro Orde-
namiento jurídico en los supuestos en que se produzcan lagunas legislativas...». Tribunal Supremo, que, como sabemos, puede cambiarla para casos sucesi-
Es ocioso repetir que, como ya queda dicho, ni nuestro Ordenamiento confiere a los Tribunales
misión integradora alguna, sino sólo la de aplicar las normas, fijando el sentido de éstas. Y en cuanto vos, ni tampoco a los Tribunales inferiores, que en el cumplimiento de su
a que tal misión integradora (realmente misión de llenar vacíos normativos) misión están sometidos sólo a la ley, y no a seguir una u otra interpreta-
le correspondiese en el
caso de existencia de lagunas legislativas, ya sabemos que, desde luego no, pues tales lagunas se lle- ción de ésta 10, sino a la que a su entender proceda, aunque ciertamente en
nan, no con la jurisprudencia, sino con costumbre y los principios generales del Derecho.
Juicio semejante merece la afirmación del considerando 3.° de la Sentencia de 11 octubre 1974,
según la que corresponde a la jurisprudencia la misión de suplir las omisiones involuntarias de algún Cfr. artículo primero de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 117, 1, de la Constitución que
concepto en que los redactores de los preceptos legales hubieran podido o puedan incurrir. proclaman que están «sometidos únicamente al imperio de la ley».

144 145
MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

la búsqueda de la preferible deben de orientarse teniendo en cuenta la ju- rídicas. Y la casabilidad de las sentencias de dichos Tribunales, que se produce
risprudencia. por discrepar del criterio que ahora tenga el Tribunal Supremo sobre el caso, tam-
Orientación y no vinculación porque la jurisprudencia no se aplica me- bién contribuye a unificar la interpretación de las normas, ya que la forma de evi-
tar la casación está en adoptar todo Tribunal el criterio que presumiblemente sea
cánicamente, sin más, al nuevo caso, sino que sólo sirve de guía a los Tri- el del Supremo, es decir, que presumiblemente sea el mejor. Mas como no es po-
bunales inferiores para formar un criterio de cuál debe de ser la solución sible permitir recurrir en casación alegando la infracción del criterio que presu-
preferible en el caso que se juzga ahora, a la vista de dicha (o dichas, si miblemente tiene ahora el Tribunal Supremo sobre el caso que sea, se permiN ha-
es que el Tribunal Supremo cambió de opinión en el tema una o más ve- cerlo por infracción de jurisprudencia que se encuentre ya recaída, que es la única
ces) jurisprudencia y habida cuenta de cualesquiera otros datos que en el efectivamente comprobable, y así se da al Tribunal Supremo la oportunidad de
momento en que se juzga el actual caso sirvan juntamente con aquélla para que case (aunque haya acatado su jurisprudencia 12) o no case (aunque discrepe
permitir formar tal criterio. de su jurisprudencia) la sentencia, según que la interpretación acogida en ésta por
Y si —hipotéticamente-- el Tribunal Supremo juzgase ahora el caso y el Tribunal inferior no concuerde o sí con la que el Tribunal Supremo considere
lo juzgase de otra manera a como lo hizo en la jurisprudencia anterior" preferible ahora.
(porque las circunstancias, el enfoque del tema a lo que sea, hayan variado),
Esto que he expuesto es lo que hay en el fondo de las cosas. Ahora
resultaría que entonces casaría la sentencia inferior que se hubiese atenido
a esa sedicentemente vinculante jurisprudencia. bien, a la vista de ello ya se comprende que el que el Tribunal Supremo
diga en las sentencias que ya se vieron que su jurisprudencia es vinculante
Esto, obviamente, no quiere decir que 1t normal no sea que la orienta-
o de obligatorio acatamiento, se debe realmente a que en los casos resuel-
ción jurisprudencial que recibe el Tribunal inferior le señale la conveniencia
de aplicar el mismo criterio que ya venía mantenido per el Tribunal Supremo, tos en ellas, seguía estimando al juzgarlos que la solución preferible era la
sino que quiere decir únicamente que eso es normal, pero no necesario. adoptada en la jurisprudencia ya establecida, y por eso afirma que ésta es
obligatoria, con el fin incluso de abortar otros posibles recursos en casos
En palabras más breves: la explicación de que la jurisprudencia no vin-
cule a los Tribunales inferiores está en que éstos, part evitar la casación de iguales, que, presupuesto su decisión de no cambiar aquélla, serían inútiles.
sus sentencias, deben decidir, no según lo que el Tribunal Supremo dijo an- A pesar de lo dicho, es innegable, desde luego, que la jurisprudencia o
tes, sino según lo que diría ahora, y esto puede ser distinto de aquéllo; y doctrina jurisprudencial tiene todo el peso moral del alto Tribunal que la
sienta, y toda la importancia que procede de que, entendiendo el Tribunal
el papel de la casabilidad de las sentencias del Tribunal inferior por infrac-
ción de jurisprudencia, no es para que el Supremo case las que la infrin- Supremo —salvo que cambie de criterio— que el espíritu de la norma de
jan, sino para que pueda casarlas si no coinciden col el criterio que ahora cuya aplicación se trate es el recogido por la jurisprudencia, normalmente
tenga sobre el caso. será casada la sentencia el Tribunal inferior contraria a dicha jurisprudencia.

Ahora bien, tampoco se trata de que los Tribunales ideriores vayan como ha- 10. Jurisprudencia a efectos de casación y jurisprudencia a efec-
ciendo acertijos sobre qué pensaría el Tribunal Supremc del caso si llegase a él, tos interpretativos. Con esta distinción se trata de poner de relieve que

para fallarlo (aquéllos) de acuerdo con el supuesto pensaniento de éste. Sino que si bien a efectos de que el recurso de casación por infracción de jurispru-
se trata de que esa solución que se estima que sería la pe adoptase el Tribunal dencia (L.e.c., art. 1.692, 4.°) pudiese prosperar era preciso que dos o más
Supremo, se habrá hallado por considerarla la preferibt (a la vista de la juris- sentencias 1' del Tribunal Supremo acogiesen igual doctrina como funda-
prudencia anterior y de cualesquiera otros datos nuevos, que es precisamente la mento del fallo, o que hoy bajo la L.e.c. de 2000, sean también precisas
que hay que pensar que aplicaría el Tribunal Supremo. Y en consecuencia, resulta dos o más sentencias para que haya «doctrina jurisprudencial» del T. S. (art.
que la búsqueda, por el Tribunal inferior, de la soluciai que según su criterio 477,3), que asimismo como fundamento del fallo acojan un criterio; sin em-
(orientado por la jurisprudencia y a la vista de todo lo dmás) sea la mejor, lleva
también a hallar la presumible solución que adoptaría —iipotéticamente— el Tri- bargo cuando en sus sentencias este Tribunal adopta cierta opinión, acoge
bunal Supremo, de juzgar el caso ahora.
La orientación de que la jurisprudencia sirve a los Tibunales inferiores, con-
tribuye, siendo la misma para todos, a unificar la interprdación de las normas ju- 12 Ejemplo típico de sentencia de Tribunal inferior casada por el Supremo, a pesar de haber sido
dictada en acatamiento de la jurisprudencia, es el resuelto por éste en Sentencia de 11 julio 1936. En-
tonces el T.S. estimó procedente cambiar su jurisprudencia, y por ello, anuló la sentencia de la Au-
" Lo que no es insólito, sino que ha pasado tantas veces como la juisprudencia ha cambiado so- diencia que había fallado según aquélla.
bre cualquier tema. 13 Véase supra, núm. 5

146 147
MANUEL ALBALADEJO § 17 LA JURISPRUDENCIA

cierto criterio, o sienta cierta afirmación, aunque no lo haga como funda- por otras que resuelvan en sentido opuesto. En parecidos términos, también, sen-
mento del fallo o aunque se trate de que lo hace en una sola sentencia, tal tencias de 29 abril 1972 y 15 julio 1988. La más reciente de 6 marzo 1997 dice
opinión, criterio o afirmación tiene valor interpretativo de la norma a que que lo que admite la doctrina jurisprudencial «es que una sola sentencia que no
se refiera. Así que podrá decirse que si bien no sirve como jurisprudencia haya sido contradicha debe ser seguida por el Juzgador de instancia».
usando la palabra en su sentido estricto, sí vale como jurisprudencia inter-
pretativa, dando a esta expresión el significado de tesis acogida en senten- Mas, es claro que el T.S. puede cambiar después de criterio sentado en
cia (aun como fundamento del fallo, pero que sea una sola) o sentencias una sola sentencia, ya que puede cambiar de jurisprudencia, es decir, del
(ya que pueden ser más de una en las que, acogiéndola, no se adopte como criterio sentado en dos o más.
fundamento del fallo) del Tribunal Supremo.
Que tal jurisprudencia interpretativa 14 deba tenerse en cuenta, incluso 11. Cita de la jurisprudencia.—Para que surtan su efecto (lo mismo
por los Tribunales inferiores en la búsqueda del sentido de normas jurídi- si se alegan en casación que si se aducen como la que he llamado juris-
cas de espíritu dudoso, es cosa segura (en particular cuando sobre el caso prudencia interpretativa) las sentencias que constituyan la jurisprudencia de
falte jurisprudencia verdadera), ya que para esclarecer aquel espíritu puede que se trate, deben de ser citadas con su fecha. Lo que es natural, pues no
utilizarse cualquier procedimiento y es aconsejable consultar la opinión de se puede pretender que los Tribunales conozcan cuál es la de cada senten-
los autores, y es innegable que aún más que ésta debe tenerse en cuenta la cia que mantiene una cierta doctrina. Y, por otro lado, sin tal cita no sería
opinión que, aun sin tener valor de jurisprudencia, en sentido estricto, pueda posible comprobar si en efecto la doctrina que se invoque ha sido mante-
hallarse en las sentencias del Tribunal Supremo. nida efectivamente por la sentencia o sentencias que sean.

Por esas razones en la exposición de nuestro Derecho civil utilizaré también di- Citar la fecha es cosa, no sólo que se exige por esas obvias razones, sino que
cha jurisprudencia interpretativa. Y por motivo análogo utilizaré asimismo la llamada la tiene establecida el Tribunal Supremo 15, salvo que la jurisprudencia sea tan in-
jurisprudencia de la Dirección General de los Registros y del Notariado, ya que igual- sistente o reiterada que huelgue mencionar sentencias, por aparecer en muchísi-
mente ella tiene, no sólo el respaldo de un Centro oficial, sino un valor jurídico más mas.
intenso (valga la frase) que la doctrina de los tratadistas de Derecho civil. Esta excepción aunque no esté formalmente establecida, se impone por sen-
tido común. El Tribunal Supremo no ha declarado que puede prescindirse de la
cita de sentencias en tal supuesto, pero parece que su espíritu sea éste. La sen-
Que la doctrina sentada en una sola sentencia debe de ser apreciada (a tencia de 28 mayo 1968 juzgando un caso en el que se alegó la doctrina legal de
lo menos dentro de los límites señalados) es cosa que el propio Tribunal que «nadie puede ir contra sus propios actos», señaló que sólo se citaba una sen-
Supremo ha afirmado. tencia que la acogiese y agregó «mas aun si se prescinde de que para invocar un
principio de Derecho se cita, en concreto, una sola sentencia, en gracia a lo co-
Así la sentencia de 20 diciembre 1952 sostiene que una sola sentencia no nocida que es esa doctrina, debe advertirse, sin embargo...».
forma jurisprudencia, pero que, como es lógico, no se prohíbe aplicar la doctrina La afirmación (p. ej., hecha en las sentencias de 8 febrero, 16 abril, 31 mayo,
acogida en ella «debiendo, por el contrario, estimarse como una norma que es 20 junio, 3 octubre y 18 noviembre 1980, 12 febrero, 16 mayo, 7 y 9 octubre
conveniente que se siga por las Audiencias y por los Juzgados». La de 11 di- 1981, 1 junio 1982, 10 enero, 17 y 22 marzo y 14 noviembre 1983, 27 enero, 28
ciembre 1953 dice «que una sola sentencia en cuanto a la doctrina jurídica que septiembre, 10 octubre y 10 diciembre 1984, 10 y 13 junio, 13 septiembre y 4
en ella se consigna no tiene más valor que el de un antecedente que por la au- noviembre 1985, 26 abril y 14 noviembre 1986, 6 abril y 20 octubre 1987, 22 y
toridad del Tribunal que la pronuncia debe ser tenido presente al resolver cues- 25 enero, 14 febrero, 24 septiembre, 21 octubre, 4 noviembre 1991, 11 febrero, 5
tiones semejantes o análogas a la discutida en el juicio en que se dictó». Y la de marzo, 27 julio, 28 septiembre, 11 diciembre 1992, 3 febrero, 29 marzo, 9 y 17
24 abril 1970 afirma que aunque una sola sentencia no constituye jurisprudencia, junio, 22 julio, 21 septiembre, 5 y 26 octubre, 31 diciembre 1993, 2, 10 y 21
nada aconseja que una Sala de instancia en caso de dudosa interpretación de una marzo, 24 mayo, 30 junio, 19 y 26 julio, 14 y 20 octubre, 3 diciembre 1994, y
norma no siga la exégesis hecha por el Tribunal Supremo, aunque tal exégesis no 1 febrero, 3, 6 y 25 marzo, 22 mayo, 26 junio, 28 julio, 5, 9 y 30 octubre, 15
se haya reflejado más que en una sentencia, siempre que no aparezca contradicha diciembre 1995, 23 abril, 14 y 15 mayo, 30 julio, 4, 5, 7 y 15 octubre, 23 no-
viembre, 23 diciembre 1996, 19 abril, 1 y 20 diciembre 1997, 26 octubre, 17 no-
14 He llamado jurisprudencia interpretativa a ésta para distinguirla de algún modo de la jurispru-
dencia en sentido estricto. Ahora bien, ya se comprende que también, y con más razón aun, la juris- Así Sentencias de 13 junio 1922, 28 mayo 1968, 2 febrero 1976 y todas las demás que se ci-
prudencia en sentido estricto, tiene, asimismo, valor interpretativo de la norma a que se refiera. tan, en el texto que sigue, al tratar esta materia, pues implican tal exigencia.

148 149
MANUEL ALBALADEJO § 18 LA DOCTRINA CIENTIF1CA

viembre, 28 diciembre 1998, 30 enero, 18 mayo, 15 junio, 5 y 24 julio, 25 sep- Constitución: «La declaración de inconstitucionalidad de una norma jurídica
tiembre, 5 noviembre, 15 diciembre 1999, 12 febrero, 26 septiembre, 3 octubre con rango de ley, interpretada por la jurisprudencia, afectará a ésta, si bien
2000) expresa de que cuando la jurisprudencia es abundante y unánime, es inne-
cesaria su cita particularizada, la hace el Tribunal Supremo, pero para descargarse la sentencia o sentencias recaídas no perderán el valor de cosa juzgada.»
él mismo de precisar fechas de sentencias anteriores que acogieron una doctrina
que ahora invoca en uno de los fundamentos de Derecho de la suya presente. Así Lo que quiere decir que los casos resueltos quedan tal cual, pero que en ade-
que tal afirmación no mira a eximir a los litigantes de aportar las fechas de las lante, lo mismo que la norma en que se basaba viene a perder su fuerza al ser
sentencias que recojan la jurisprudencia que invoquen. De todas formas como la declarada inconstitucional, así también viene a perder su valor de jurisprudencia
razón sustancial es la misma —holgar la cita por lo innecesario de constatar que la creada en su interpretación, por la simple razón de que ya no cabría ni que si-
las sentencias que se citarían acogen una jurisprudencia que notoriamente se ha- guiese basándose en ella ni continuar estableciendo la misma ni crear una nueva
lla aceptada por un gran número de ellas— pienso que lo dicho para un caso con apoyo en la norma descalificada, igual que no podría basarse una jurispru-
puede servir de apoyo en el otro. dencia ulterior en una norma que hubiese sido derogada. Dice el artículo 40, 2 de
la Ley Organica del Tribunal Constitucional: «En todo caso la jurisprudencia de
De todas maneras, es obvio que para evitar riesgos lo más seguro es citar al
menos varias sentencias de entre las muchas que haya. los Tribunales de Justicia recaída sobre leyes, disposiciones o actos enjuiciados
por el Tribunal Constitucional habrá de entenderse corregida por la doctrina deri-
vada de las sentencias y autos que resuelvan los recursos y cuestiones de in-
Citada la fecha el Tribunal tiene el dato necesario para comprobar si, constitucionalidad.»
en efecto, la sentencia existe y adopta la ~trina que se le atribuye. Por
eso no hace falta aportar el texto de aquélla para probar ésta (cfr. la sen-
tencia de 16 abril 1916). § 18
Ahora bien, como la colección oficial que las recoge es la Colección LA DOCTRINA CIENTIFICA
Legislativa, lo que releva de aportarla y hace fe de la existencia de la sen-
tencia es su publicación en dicha Colección, y el texto que vale es el in- SUMARIO: 1. La doctrina científica.
serto en ella. De modo que, por un lado, a él hay que atenerse en caso de
cualquier discrepancia, y, por otro, si la sentencia invocada no aparece en 1. La doctrina científica.—Doctrina, a secas, o bien doctrina cientí-
aquélla, hay que darla por inexistente. fica o doctrina de los doctores o de los autores es la mantenida por los tra-
tadistas o escritores de obras, en nuestro caso, de Derecho civil.
Repetidamente el Tribunal Supremo ha desestimado la alegación de senten- No es fuente de Derecho, sino puro medio para conocerlo (fuente de
cias que, dándose por el recurrente como de cierta fecha, no aparecían en ésta en conocimiento).
la Colección legislativa. Así Auto de 28 diciembre 1891, sentencias de 13 abril Esta doctrina no tiene más valor que el que le confiera la autoridad
1931, 8 junio 1957 y 17 noviembre 1967. científica del autor que la defiende o el que le proporcionen los argumen-
Cabe también que la sentencia esté publicada en el periódico oficial. tos en que se la apoya; pero no obliga a los Tribunales a fallar según ella,
aunque sea unánime. Cosa distinta es la conveniencia de estudiarla para po-
Lo anterior por lo que se refiere a los fallos correspondientes a tiempo der medir su valor intrínseco y decidir sobre la conveniencia o inconve-
al que ya haya alcanzado la publicación de aquella colección. Respecto al niencia de seguirla.
posterior, puesto que cualquier colección privada (así Aranzadi) carece de
valor oficial, o como incluso la sentencia puede ser tan reciente que ni si- Desde antes de publicarse el Código la jurisprudencia venía negando que la
quiera haya sido publicada en ella, habrá que aportarla en forma de testi- doctrina de los autores, de por sí, pudiese considerarse «doctrina legal» y pudiese
monio para que pueda ser apreciada (cfr. la sentencia de 6 abril 1916). ser invocada como tal a efectos de casación (ya que antes de la reforma de 6
agosto 1984 el recurso de casación decía la L.e.c. que se daba, entre otros moti-
Lo dicho, por lo menos, cuando la sentencia que sea no se invoca ante la vos, por infracción, de «doctrina legal»). Después lo ha seguido haciendo. Así en
propia Sala que la dictó. sentencias (omisión hecha de otras más antiguas) como las de 23 junio 1940, 28
octubre 1945, 20 diciembre 1952 y 25 abril 1978. La de 14 diciembre 1967 niega
que sea fuente del Derecho.
12. La declaración de inconstitucionalidad de una norma y la ju- En cuanto a que deba de ser consultada para mayor ilustración, es cosa in-
risprudencia creada interpretándola.—A tenor del artículo 161, 1, a) de la negable, pero no es exacta la afirmación que se lee en alguna obra, de que el Tri-

150 151
MANUEL ALBALADEJO

bunal Supremo recomienda en sus sentencias tal consulta. Así la de 14 mayo 1929
no establece tal recomendación, sino que sólo dice que «los Tribunales aunque
acudan para su mejor ilustración y acierto a las doctrinas científicas, sin embargo
al no tener éstas fuerza de obligar...».
Por último, por su parte, el Tribunal Supremo, para dar mayor solidez a las
tesis que mantiene, a veces invoca que la doctrina científica las apoya. Así la sen-
tencia de 7 febrero 1942, dice de la opinión que propugna «que está, además, re- CAPÍTULO III
conocida por otras fuentes de conocimiento, como la doctrina científica muy nu- INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS CIVILES*
trida». O bien al optar por una de entre varias tesis sobre un extremo, con frecuencia
lo hace apoyándose en ser la acogida por la más autorizada doctrina *científica.
Tal caso es, por ejemplo, el de la sentencia de 9 diciembre 1983. § 19
INTERPRETACIÓN

SUMARIO: 1. Concepto.-2. Fin, objeto y medios de la interpretación.-3. Teorías sobre


la interpretación.-4. Sentido a buscar mediante la interpretación y criterio que
debe presidir ésta.-5. La interpretación efectiva de la vida real.

1. Concepto. E1 fin genérico de la norma es regular la vida social;


fin que se consigue aplicándola. Pero para aplicarla hace falta conocer su
sentido; lo que se consigue mediante la interpretación.

* ARCHI, Interpretatio juris, interpretatio legis, interpretatio legum, en Studi Santoro-Pasarelli,


1972, VI, págs. 1 y ss.; ARCHIVES DE PHILOSOPHIE DU DROIT, L'interpretation dans le droit,
t. XVII, 1972, conteniendo estudios de diversos autores sobre distintos puntos de la interpretación; AS-
COLL La interpretación de las leyes, Bs. As., 1947; BARTHOLOMEYCZIK, Die Kunst der Geset-
zauslegung, 1969; BATLLE, en Comentarios al Código civil dirigidos por ALBALADEJO, I, 1978, págs.
77 y ss., y allí más bibliografía; BETTI, Teoria generale della interpretazione, 2 vols., 1955, Interpre-
tación de la ley y de los actos jurídicos, traducción española, 1975, y Teoria generale della interpreta-
zione, Milán, 1990; CASÁIS, La interpretación, en Ciclo de conferencias sobre el nuevo Título preli-
minar del Código civil, 1975, págs. 21 y ss.; CASTAN, Teoría de la aplicación e investigación del
Derecho, 1947; DE CASTRO, «Naturaleza de las reglas para la interpretación de la ley», en A.D.C.,
1977, págs. 809 y ss.; COING, Die juristischen Auslegungsmethoden und die Lehren der allgemeinen
Hermeneutik, 1959; DEGNI, L'interpretazione della legge, 1909; DELGADO ECHEVERRIA, «La in-
terpretación de la ley», en Libro de las jornadas de Derecho civil, 1975; DE DIEGO, La interpretación
y sus orientaciones actuales, 1943; DIEZ-PICAZO, «La interpretación de la ley», en A.D.C., 1970, págs.
711 y ss.; FUENMAYOR, «La interpretación comparativa del Código y de las Compilaciones civiles»,
Estudios Castán, IV, Pamplona, 1969, pág. 377; FROSINI, La lettera e lo spirito della legge, Milán,
1994; GALLONI, La interpretazione della legge, 1955; GENY, Método de interpretación y fuentes en
Derecho privado positivo, trad. esp.2, 1925, y Science et technique en Droit privé positif, 4 vols., 1921-
1927 (hay ed. de 1954); GIACCHI, Forrnazione e sviluppo della dottrina dell'interpretazione autentica
in Diritto canonico, 1935; GORLA, L'interpretazione del Diritto, 1941; GRASSO, Appunti sull'inter-
pretazione guiridica, 1974; HECK, Gesetzauslegung und Interessenjurisprudenz, 1914; HIPPEL, «La in-
terpretación del Derecho», en R.D.P., 1956, págs. 555 y ss.; LASERRA, L'interpretazione della legge,
1955, y allí bibliografía; LAllARO, Interpretazione sisternatica della legge, 1965; LIPARI, L'interpre-
tazione giuridica, 1971; MARINO, Temi di teoria dell'interpretazione giuridica, Nápoles, 1993; MAR-
'FIN OVIEDO, «Consideraciones sobre la teoría general de la interpretación de las normas jurídicas»,
en R.F.D.U.C.M., 1970, págs. 313 y ss.; MARTINEZ DE AGUIRRE, «El criterio de la realidad social
en la interpretación de las normas», en A.D.C., 1985, págs. 212 y ss.; MARZANO, L'interpretazione
della legge, 1955; NIÑO, La interpretación de las leyes, México, 1971; DE LOS MOZOS, «Jerónimo
González, divulgador y crítico de la jurisprudencia de intereses», en R.C.D.I., 1993, pág. 1699; OLLERO,
Interpretación del Derecho y positivismo legalista, 1982; DE PAGE, L'interpretation des bis, 2 vols.,

152 153
MANUEL ALBALADEJO § 19 INTERPRETACION

La interpretación es la investigación del sentido de la norma a través sino a cualquier búsqueda (fácil o difícil) del sentido de cualquier precepto.
de los datos y signos mediante los que ésta se manifiesta (así, p. ej., a tra- Por eso es falso (en su sentido literal) el brocardo in claris non fit inter-
vés de la letra de la ley). pretatio.
Interpretación de un precepto es «la indagación de su recto sentido», dice la De «desacreditado e injusto», lo califica la Resolución de 17 octubre de 1967 .
sentencia de 21 marzo 1968.
La importancia de la interpretación en la vida jurídica es capital, pues
Toda norma tiene que ser objeto de interpretación, y no únicamente la piénsese que, como ya he señalado en el capítulo anterior, realmente pre-
norma legislativa (ley). Sin embargo, con frecuencia se trata sólo la inter- valece el sentido que mediante la interpretación se atribuya a la norma, aun-
pretación de ésta, cosa que se explica por ser la más importante, al menos que no sea el suyo verdadero 2• Lo que, sin embargo, no quiere decir que
desde el punto de vista práctico.
normalmente no coincidan uno y otro. Coincidencia cuya consecución debe
Lo que aquí diré es válido, en general, para toda norma, aunque en algunos ser preocupación básica del intérprete, hasta el punto de que se formula
casos me refiera a la ley en particular. En ellos, salvo que la naturaleza de lo que como principio jurídico el de que «al aplicar las leyes los Tribunales deben
se trate implique otra cosa, mutatis mutandis, aquello que se exponga vale para de ser fieles intérpretes de la voluntad del legislador» 3.
las demás.
Según lo dicho, toda norma (en el sentid de que también las no legislativas) 2. Fin, objeto y medios de la interpretación.—La meta de la inter-
ha de ser objeto de interpretación. Pero, además, hay que afirmar otra vez que: pretación es la averiguación del sentido o espíritu del precepto 4; pero tal
sentido ha de hallarse a través del cuerpo (las palabras, p. ej., del texto de
Toda norma ha de ser objeto de interpretación, en el sentido de que, la disposición escrita) de éste, que, por tanto, constituye el objeto de la in-
dentro de las diversas clases (legislativas, consuetudinarias), no hay nin- terpretación. Los medios de que el intérprete se vale son cualesquiera da-
guna que escape a esa necesidad, como algunas escaparían, si, por ejem- tos que sirvan para precisar el sentido de la norma o que ayuden u orien-
plo, unas leyes hubiesen de interpretarse y otras no, por entenderse a pri-
mera vista. Pues lo mismo es tarea interpretativa la sencilla de leer el precepto ten en la búsqueda del mismo.
claro y captar —a la primera— su sentido. Lo que ocurre es que esa in-
terpretación es fácil. Pero es también interpretación, ya que interpretar no 3. Teorías sobre la interpretación.—E1 sentido se puede buscar de
muchas maneras y adoptando diversos criterios; surgiendo, así, diferentes te-
se llama solamente a la difícil búsqueda del sentido de las cosas oscuras, orías sobre la interpretación. Enumero las más importantes o que han obte-
nido más difusión. Sobre la base de éstas —que podríamos llamar puras—
1925; PEREZ ALGAR, La interpretación histórica de las normas jurídicas. Análisis del art. 3, 1 del
C.c., 1995; RODRIGUEZ PANIAGUA, «Interpretación y aplicación de la ley>, en R.G.L.J., 1973, t. , otras defienden soluciones sincréticas o eclécticas (por lo menos
235, págs. 431 y ss.; y Ley y Derecho. Interpretación e integración de la ley, 1976; PERELMAN, La pretendidamente), o bien, adoptan posiciones específicas dentro de algunas
lógica jurídica y la nueva retórica, trad. española de Díez-Picazo, Madrid, 1979; PEREZ ALVAREZ, de ellas, matizándolas con determinadas características.
Interpretación y jurisprudencia (Estudio del art. 3.1 del C.c.), Pamplona, 1995; PIANO, Ricerche sulla
teoria dell'interpretazione del Diritto nel Secolo XVI, I, Le premesse, 1956; RONCAGLI, L'interpreta- Teoría de la interpretación literal. A tenor de ella, el sentido de la ley
zione autentica, 1954; ROTONDI, «Legge (interpretazione della)», en N.D.I., VII, 1938, págs. 736 y es el que se deduzca rigurosamente de su letra.
ss., y allí bibliografía; RUIZ VADILLO, «La interpretación de las normas jurídicas en el nuevo Título
preliminar del Código civil español», en D.J., 1974, págs. 1.205 y ss.; SACCO, 11 concetto di inter-
pretazione del Dirino, 1947; SALVADOR CODERCH, La Compilación y su historia. Estudios sobre la ' Véase infra, § 20, núm. 2.
codificación y la interpretación de las leyes, 1985, y en Comentarios al Códigr civil y Compilaciones 2 Significativo es lo que se cuenta (verdad o no) que cierto político decía: «No me importa que
forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alabad, t. I, vol. 1.°, 2. ed., 1992, pág. 515.; SANTOS BRIZ, mis enemigos hagan las leyes, con tal de que me dejen a mí interpretarlas».
La aplicación de las normas jurídicas en el nuevo Título preliminar del Código civil, en Libro-home- 3 Véase sentencia de 11 noviembre 1964.
naje a Roca Sastre, I, 1976, págs. 753 y ss.; SCHREIER, Die Lehre von der Rechtsinterpretation, 1929; 4 Por eso cuando el actual artículo 3, núm. 1, del Código civil, dice que: «Las normas se inter-
SILVA MELERO, «La interpretación judicial en las orientaciones contemporáneas», en R.D.P., 1969, pretarán... atendiendo fundamentalmente al espíritu.., de aquéllas», dice mal, pues: 1.° Por un lado en
págs. 731 y ss.; SOTO NIETO, «La interpretación judicial en las orientaciones contemporáneas», R.D.P., la labor de interpretación hay que atender a muchas cosas (que el artículo recoge), pero entre las que
1979, pág. 295, y «El razonamiento jurídico y la interpretación del Derecho». RJ.C., 1980-2, pág. 447; no está el espíritu, pues éste es lo que se pretende averiguar, es decir, que hallarlo es la meta u obje-
VILLAR, «La perspectiva sociológica en la aplicación del Derecho», R.J.C., 1978, pág. 119; VILAR tivo de la interpretación. 2.° Y por otro lado, tener que atender al espíritu, en el sentido de que se debe
PALASI, La interpretación y los apotegmas jurídico-lógicos, 1975; ZOLL, «Metode d'interpretation en buscar averiguarlo, es cosa a la que se debe atender, no fundamentalmente, sino de forma absoluta y
Droit privé positif», en Etudes Geny, II, 1935, págs. 434 y ss. exclusiva.

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MANUEL ALBALADEJO § 19 INTERPRETACION

Teoría de la voluntad del legislador (voluntas legislatoris, mens legis- 3.0 Habida cuenta del fin de la norma.
latoris), según la que debe buscarse en la ley el espíritu que en ella quiso
encerrar quien la dictó. El artículo 3, número 1, al final, del Código civil dice que las normas se in-
Teoría de la voluntad de la ley, que entiende que una vez la ley existe, terpretarán «atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas». Y
se independiza de su autor, y su sentido es el que en sí objetivamente en- la atinada Resolución de 16 mayo 1974, que la interpretación «debe inquirir so-
cierra (mens legis, voluntas legis), debiendo prevalecer, aunque se demos- bre todo cuál sea, dentro del total ordenamiento jurídico, la ratio y finalidad del
trase que discrepa del que se le quiso atribuir. precepto».
Teoría de los intereses en juego (jurisprudencia de intereses), para la
Fin que es: A) El genérico de toda norma: resolver en justicia el caso
que el intérprete debe investigar los intereses (económicos, sociales, mora-
contemplado, según exige el bien común 5. B) El específico propio de la
les, religiosos, etc.) en lucha, y decidirse por la interpretación que —habida
norma concreta que sea 6. Y uno y otro jugarán sobre el sentido de ésta, de
cuenta de la valoración de esos intereses que hizo el legislador— proteja a forma que lo adecúen al cumplimiento de los mismos, habida cuenta de las
aquél al que se dio preferencia.
circunstancias concretas del momento y lugar.
Teoría del Derecho libre, que —en la parte que se pueda entender que
afecta a la interpretación, y no ya a la creación del Derecho por el juez— Dice el artículo 3, número 1, del Código civil, que: «Las normas se interpreta-
defiende el dejar a éste en libertad en la btjsqueda y fijación del sentido de rán... en relación con... la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas...»
la norma, en vez de someterlo a investigar lo que el legislador quiso, o a
la realización, sobre el propio texto de la ley, de deducciones lógicas para Es decir, el sentido de la norma no es inmutable, sino que puede cam-
averiguar lo que ésta significa en sí. O sea una especie de libre examen, biar a tenor de la situación de la misma en la totalidad del Orcenamiento
aplicado, no a la Biblia, sino a la ley. jurídico y de las exigencias de la realidad. Razón por la que hay que ex-
cluir que por sentido de la norma deba entenderse el que le quiso dar el le-
4. Sentido a buscar mediante la interpretación y criterio que debe gislador que la dictó (voluntas legislatoris), pues, por otro lado, 'a vigencia
presidir ésta.—En mi opinión, el sentido que debe buscar la interpretación de tal norma se apoya, no en el legislador que la dictó, sino en el legisla-
es el de la norma en sí. Y debe buscarlo: dor que la mantiene.
1.0 Según el espíritu de la Constitución.
Esto no es contradictorio con lo dicho al definir la norma —supra § 2, núm. 1—, sobre que el
fin de ésta es ordenar la convivencia de la Comunidad; pues desde un plano más abstrxto y superior,
Pues dice el artículo 5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial que los jue- se puede decir esto, pero, al concretar, debe puntualizarse que la forma de ordenar tal colvivencia debe
ces y Tribunales «interpretarán las leyes y los reglamentos según los preceptos de ser resolviendo en justicia cada caso contemplado, según exija el bien común. Según tl Tribunal Su-
y principios constitucionales conforme a la interpretación de los mismos que re- premo es preferible aquella interpretación que, sin disminuir la función garantizadora, fxilite y flexibi-
sulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo de lice el tráfico jurídico (sentencia de 29 marzo 1984).
Es muy importante la luz esclarecedora que sobre el sentido de la norma puede proyectar el fin
procesos». Y el artículo 87, 1 de la L.O.T.C. dice que: «Todos los poderes pú- de que ésta persiga. Un ejemplo para que se vea en la práctica: La ley concede en cenos casos re-
blicos están obligados al cumplimiento de lo que el Tribunal Constitucional re- tracto (derecho a adquirir lo vendido) al dueño de una finca colindante de otra que se venia, y lo mismo
suelva.» al condueño de una cosa de varios, si uno enajena su parte a un extraño (C.c., arts. 1.521 y ss.); y
puede dudarse (o sea, no verse claro el sentido de la norma) si también corresponde tal derecho de re-
tracto al que era colindante o comunero cuando la finca o la parte de la cosa común e vendió, pero
2.° Bajo la orientación general que impongan los principios genera- ya no lo es (así, porque, a su vez, en el intermedio vendió su finca colindante o su pite en la cosa
les del Ordenamiento y bajo la especial que proceda de los propios del sec- común) en el momento en el que, usando del retracto, reclama la finca o la parte de cosa.
tor jurídico a que pertenezca la norma interpretada. Pues bien, partiendo del fin que persigue la norma que otorga el derecho de retrato, se aclara la
duda (es decir, el fin de la norma nos ha mostrado la interpretación correcta): puesto que tal fin es uni-
ficar propiedadés que, por luchar contra el minifundio, las dos fincas colindantes queden en propiedad
La sentencia de 2 julio 1973, Considerando 1.°, señala ese papel orientador de una sola persona, el retrayente; y que, por luchar contra la pertenencia de una mistra cosa a varias
de los principios generales en la búsqueda del sentido de la norma, y tras su re- personas [por ser situación antieconómica y propicia a problemas], la parte vendida pm( a poder de un
forma de 20 marzo 1984, el artículo 1.°, párrafo 2.°, de la Compilación de Cata- ya condueño, y no vaya a un extraño) y dicha unificación no cabe ya si en el intermedo el retrayente
ha cesado de ser dueño de una de las cosas a unificar (la finca colindante o su parte en la cosa co-
luña, dispone que las normas de Derecho catalán se interpretan «... de acuerdo mún), la interpretación de la norma SEGÚN SU FIN, es la de que el retracto no correspoule ni al colin-
con los principios generales que inspiran el Ordenamiento jurídico», y lo mismo dante ni al condueño que aun siéndolo cuando se vendió la finca contigua o la parte de otro condueño
el artículo 1, 2.°, balear y el 2, 2, gallego. en la cosa común, sin embargo ya no eran al momento de ejercer el retracto.

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MANUEL ALBALADEJO § 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION

Ahora bien, si el sentido puede variar, no es admisible que ello justi- Casi podría affirmarse —no en el terreno de exponer una teoría sino en el de
fique su variación arbitraria, que, además, iría contra la sseguridad jurídica. (diríamos) hacer tuna confidencia en la intimidad— que en la realidad de la vida
la regla de oro de la interpretación de las normas es: en un primer momento bus-
Sólo debe variar —según he señalado— cuando, a tenor die los criterios ex-
car el sentido que les corresponda en teoría, y si resulta justo, moralmente ha-
puestos, lo exijan los principios que presiden el Derechto y el fin que la
blando, para el caso, dárselo; y si no, mientras sea posible, darles el que para el
norma persigue; entonces es la propia Justicia la que reclama el sacrificio caso convenga según esa justicia. De modo que la interpretación que en teoría co-
de la seguridad jurídica, entendida como pura seguridad legalista, como en- rresponde a la norma, es más bien un límite insalvable (si es que tal interpreta-
cadenamiento a lo antes admitido (estancamiento) y no como estabilidad de ción es insoslayable) dentro del que el Tribunal hace lo que cree más justo.
lo justo. De ahí los ffrecuentes cambios de jurisprudencia y los frecuentes destrozos
científicos que lats sentencias hacen en la teoría del Derecho. Los cuales, la ma-
El punto de vista expuesto llevará a realizar una interprettación que puede ca- yor parte de las \veces, se deben a una interpretación de los preceptos que ha sido
lificarse de finalista o teleológica, hoy día aceptada por un ;sector de la doctrina forzada para hacer justicia moral en el caso juzgado, para cuyo fin el Tribunal no
y la jurisprudencia y, desde la reforma del Título preliminar cdel Código civil, lite- suele vacilar en Illegar a la interpretación que sea (aunque científicamente sea re-
ralmente por el artículo 3, número 1, al final. Aunque ciertannente, en materia de chazable) ni en cdecir blanco donde antes dijo negro, arropando el cambio lo me-
interpretación no hay actualmente, ni con mucho, una teoría (que pueda calificarse jor posible, y si es que no lo es, sin arroparlo.
de comúnmente aceptada.

5. La interpretación efectiva de la vida real.—Lo hasta ahora dicho § 20


es lo relativo a la pura teoría de cómo se debe interpretar las normas y de ELEMENTOS DE INTERPRETACION
cuál es el sentido de las mismas que la interpretación debe buscar Pero an-
tes de seguir adelante, permítaseme que añada dos palabra sobre la reali- Sumario: 1. Los elementos de interpretación.-2. Elemento gramatical.-3. Elemento 16-
dad de cómo suelen interpretar las normas los Tribunales; y de qué sentido gico.-4. Elemeinto histórico.-5. Elemento sistemático.-6. Elemento socioló-
buscan en ellas: gico.-7. Interpretación y equidad.
Por supuesto que toman en cuenta todo lo dicho, pero lo que, aparte
de ello o por encima de ello, en resumen, con independentcia de teorías, les 1. Los elementos de interpretación.—Los medios de que el intérprete
induce de forma decisiva en cada caso que juzgan, a dar en él una inter- se vale (llamados también elementos de la interpretación) son —como dije—
pretación u otra a la norma que sea, es el resolver en justicia el pleito (al cualesquiera que sean útiles para el fin de ésta. La doctrina más tradicional
que han de aplicarla) habida cuenta de su fondo moral, es decir, no sólo ha solido distinguhr cuatro: gramatical, lógico, histórico y sistemático.
contemplado en su planteamiento puramente legal. Algunos autones o sentencias añaden otros o adoptan distinto punto de
Y para llegar a tal fin no dudan en contradecir (salvo l que para ello en- vista al clasificarlos; pero lo cierto es que, si no son los únicos que pue-
cuentren en la propia norma o en otras, obstáculos insalvrables) la interpre- den tenerse en menta, sin embargo, bajo esos cuatro tipos cabe englobar
tación que corresponda al precepto según la pura teoría científica, o la que por lo menos casi todas las indicaciones que, en materia de elementos, no
al mismo dieron en otro caso en el que esta otra interpretación convenía hay que olvidar em la labor interpretativa.
para hacer justicia moral.
He aquí alguna jurisprudencia más significativa sobre el tema: Por ejemplo, la
De modo que yo diría que en la realidad práctica los 'Tribunales dan a las sentencia de 15 marzo 1963 dice (Considerando 2.°) que se ha de precisar el sentido
normas, no la interpretación que corresponde con arreglo a las normas de inter- o contenido inurínseco de la norma atendiendo «a su enunciado, sentido lógico, ra-
pretación, sino la que resulte adecuada para cubrir el fin prirmordial de hacer jus- zón o finalidad del precepto, antecedentes del mismo y sistemática de sus (de la ley)
ticia moral en el caso. Y más que guiarse por reglas de interpretación como orien- preceptos en rellación con el que trata de determinarse». La de 1 junio 1968 (Con-
tador positivo, lo que hacen es aplicar su criterio de justicia como mejor creen. siderando 1.0) dleclara que «los Tribunales al aplicar las leyes deben atender al con-
A menos que se vean impedidos de elegir libremente (es decir, ahí acaba su li- texto estableciendo conexión con todos los preceptos del Ordenamiento que traten de
bertad de ser justos según lo que creen) porque la norma tenga un sentido evi- la materia a res;olver, hay que armonizar la letra del artículo específico con su espí-
dentemente insoslayable (así, p. ej., por su letra que revela I absolutamente y de ritu y finalidad....». La de 18 abril 1967 establece que «en materia de interpretación
forma indudable un único espíritu posible), en cuyo caso ham de dárselo mal que de normas legatles si bien es preciso partir de la literalidad de un texto, no puede
pueda pesarles. menos de tenerse en cuenta el valor del resultado, a fin de que tal interpretación con-

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MANUEL ALBALADEJO § 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION

duzca a una cosa racional en el orden lógico, y que no es recomendable encerrar la gún el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los an-
interpretación dentro de los límites estrechos del elemento literal sin contemplar y tecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que
controlar sus resultados, mediante el empleo de los demás elementos históricos y sis- han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad
temáticos que han de poner en claro el verdadero espíritu y alcance de las normas».
Y la de 24 enero 1970 (Considerando 3.°) dice «que en materia de interpretación de de aquéllas.»
las normas legales, como ya declaró esta Sala en su sentencia de 21 noviembre 1934, El texto señala, pues, como elementos de interpretación: el gramatical,
aun sin acoger todas las conclusiones propugnadas por los partidarios del llamado el sistemático, el histórico, el sociológico y el lógico, pues lo de atender al
método histórico evolutivo de la interpretación de las normas jurídicas, puede admi- espíritu de la norma, no es un elemento de interpretación, sino la indica-
tirse hoy como doctrina ponderada y de muy general aceptación, la de que no bas- ción (peor o mejor formulada) de que es a averiguar éste a lo que la in-
tan para realizar completamente la función interpretativa los elementos gramaticales terpretación se encamina 2.
y lógicos, pues si la ley ha de estar en contacto con las exigencias de la vida real, Se manejan todos los elementos conjuntamente, o los que, en cada su-
que constituyen su razón de ser, es preciso que los resultados que se obtengan mer- puesto, proceda. Pero no es que constituyan (cada uno) clases de interpre-
ced a esos dos elementos clásicos, sean reforzados y controlados por la aplicación tación que deban utilizarse con exclusión de las otras, según los casos. Mas,
del que suele llamarse elemento sociológico, integrado por aquella serie de factores
ideológicos, morales y económicos, que revelan y plasman las necesidades y el es-
sin embargo, la interpretación que, como proceso unitario de búsqueda del
píritu de la comunidad en cada momento histórico, y si bien es cierto que estos fac- sentido de la norma, se servirá de los elementos que, en la hipótesis con-
tores, aparte de que no pueden nunca autorizareal intérprete para modificar o inapli- creta, dan luz sobre dicho sentido, se suele denominar gramatical, lógica,
car la norma y sí sólo para suavizarla hasta donde permita el contenido del texto que histórica, etc., según el elemento que, en el caso de que se trate, haya sido
entra en juego, requieren en su utilización mucho tino y prudencia, porque envuelve decisivo.
grave riesgo de arbitrariedad al entregar al criterio subjetivo del Juez apreciaciones
tan delicadas como la de la conciencia moral de un pueblo, se ha de reconocer que 2. Elemento gramatical.—Expresándose la ley mediante palabras, el
su aplicación se hace más segura y decisiva cuando se trata no de estados de concien- primer paso a dar es ver —según las reglas gramaticales— el significado
cia todavía nebulosos o en vía de formación, sino de tendencias o ideas que han pe- de éstas —sentido literal— en su conjunto; de forma que, admitiendo al-
netrado ya en el sistema de la legislación positiva o han tenido su reconocimiento
de manera inequívoca en la Ley suprema del Estado.—Considerando: que esta in- guna varios, se le dará el más acorde con arreglo al contexto.
terpretación de los referidos preceptos positivos debe ser obtenida, como proclama la Como se ha visto, el artículo 3, número 1, lo primero que dispone es
sentencia de 14 octubre 1965, no sólo de la letra estricta del texto legal, sino te- que «las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras,
niendo en cuenta su sentido lógico —que busca el espíritu y sentido, así como la fi- en relación con el contexto».
nalidad de la Ley, al modo como ya dijo esta Sala, especialmente en las sentencias
de 26 noviembre 1929, 27 junio 1941, 5 junio 1945 y 27 noviembre 1947— y su La regla de dar el sentido más acorde con el contexto es la única regla acer-
ponderación sistemática que obliga a considerar el Ordenamiento jurídico como un tada, y no la de que, admitiendo varios sentidos, se le dé el técnico y no el vul-
todo orgánico, como también dijo esta Sala en las sentencias de 14 junio 1944, 25 gar. La sentencia de 28 junio 1947 dice que «para fijar la verdadera inteligencia
enero 1945 y 22 noviembre 1946, entre otras». de las frases o palabras que tienen significación definida en las leyes, hay que
atender al sentido legal y no al vulgar, a menos que resulte, sin duda alguna, que
La reforma de 1973-1974 del Título preliminar ha introducido en el Có- fueron empleadas con alcance distinto de aquél». Pero realmente no es exacta la
digo un texto, el del artículo 3, número 1, dedicado al tema de la interpre- tesis de preferencia al sentido legal, ni siquiera con la salvedad de admitir el vul-
tación de las normas. En él se dice que: «Las normas se interpretarán se- gar si consta que se usa en él la palabra o frase que sea, pues lo que ocurre no
es que sea preferente ninguno, ni el legal ni el vulgar, sino que normalmente ha-
brá que adoptar aquél por la sencilla razón de que las leyes suelen escribirse usando
' Sobre la inclusión en los Códigos de normas de interpretación la Exposición de Motivos de la en sentido legal las expresiones que se utilizan. Y siendo eso así, suele verse, de
reforma del Título preliminar del Código civil dice en su párrafo 13 que: «En punto a la pertinencia o entrada, que la frase tiene el sentido legal, y entonces se le da éste, lo mismo
no de que los Códigos contengan normas predeterminativas de los criterios a utilizar en la interpreta- que se le daría el vulgar, sin necesidad de probar que no tiene el legal, si es que,
ción, no hay una actitud dominante sólidamente consolidada. La tesis negativa tiene en cuenta las ven-
tajas de una mayor libertad por parte del intérprete y remite el problema de los criterios utilizables al de los datos que sea, se ve que la palabra o expresión fue usada en éste.
campo de la doctrina. La tesis afirmativa pondera los beneficios de cierta uniformidad en el modo de También el dar el sentido más acorde con el contexto es la regla segura que
proceder. Por ésta ha sido preciso inclinarse, dado el mandato de la Ley de Bases, que se ha conver- guiará al intérprete al atribuir a la expresión que sea un significado u otro cuando
tido en norma articulada tal y como en ella aparece, es decir, sin mayores especificaciones, por temor
a que los criterios perdieran el carácter esencial y flexible con que vienen enunciados, pues en ningún
caso es recomendable una fórmula hermenéutica cerrada y rígida.» 2 Véase supra, § 19, núm. 2, nota 4.

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MANUEL ALBALADEJO § 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION

tenga varios legales o técnicos. Por ejemplo «ocupar», «ocupación», que en las 13 octubre 1952 establece la «prioridad de la interpretación gramatical cuando
leyes unas veces significan apoderarse de algo que no es de nadie, otras estar el sentido de las leyes no ofreciera duda de ninguna especie acerca del pro-
materialmente instalado en un local o vivienda o finca, otras poseerlo jurídica- pósito del legislador». De donde se sigue que la prevalencia de tal elemento,
mente (aunque no se le habite), etc. Cfr. la sentencia de 1 junio 1968.
no es PORQUE deba prevalecer él, sino CUANDO deba prevalecer, porque re-
almente refleje con exactitud el espíritu.
Ahora bien, el sentido literal no es decisivo, aunque, cuando lo corro- Por otro lado tampoco se puede decir ni siquiera que el elemento gra-
boren los demás elementos, puede coincidir con el sentido interno del pre-
cepto, y, por esto y no por ser literal, prevalecer. matical es preferente cuando el sentido literal sea claro, pues aun el espí-
ritu de las palabras claras puede no ser el que gramaticalmente se desprenda
Debe rechazarse en su significado literal al aforismo in claris non fit intetpre- de éstas, y tal diferencia entre espíritu y palabras claras puede constatarse
tatio. Primero, porque, a pesar de que la letra y el sentido estén claros, la llegada a manejando otros elementos.
éste a través de aquélla, ya es una interpretación, aunque sencilla, como se dijo. Se- En toda esta materia no puede olvidarse que —por definición del fin
gundo, porque el verdadero sentido de tal aforismo es no que no se busque un po- que se persigue con la interpretación— siempre ha de prevalecer el espíritu
sible sentido verdadero que discrepe de la letra engañosamente clara, sino que no se sobre las palabras —como incontables veces ha reiterado el Tribunal Su-
dé un sentido distinto al que realmente se encierra en una letra clara. Por otro lado, premo—, luego éstas sirven para llevarnos a aquél, pero no para imponerse
la claridad de la letra no puede afirmarse, sir habida cuenta del fin de la norma 3. sobre él por muy claras que sean. Abonando este criterio dice la sentencia
de 22 junio 1950 que hay que «aplicar la doctrina de tradición multisecu-
Frecuentemente se dice que el elemento literal es el primero a tener lar, que admite que se puede ir incluso contra el sentido claro e inequívoco
en cuenta.
de las palabras cuando las circunstancias especiales del caso llevan a esti-
mar que no está comprendido en la mente y la intención del legislador»; y
La sentencia de 29 marzo 1962 dice que «en orden a la interpretación de las
normas legales rige como primera regla el sentido literal de su texto...», la de 16 la Resolución de 16 mayo 1974, que la interpretación «si bien debe apoyarse
marzo 1966, que «se ha de atender en primer lugar al significado verbal de las en los términos [elemento gramatical] en que se manifiesta el mandato, pues
palabras», la de 18 abril 1967, que en materia de interpretación «es preciso par- de él son vehículos y testimonio autorizados, debe de inquirir sobre todo...
tir de la literalidad de un texto», y así muchas más sentencias. la ratio y finalidad del precepto, lo que equivale a descubrir, más allá de las
palabras, el verdadero alcance de la norma que con ellas se expresa».
Mas el significado de eso no es, desde luego, que sea, el literal, ele-
mento de más valía o preferente sobre los otros (pues, como se verá des-
decir que su claridad es (por las razones que sea) engañosa, se toma pie de ello para dar al tal texto
pués, pueden éstos prevalecer sobre aquél), sino el de que: 1.° Antes de en- un sentido distinto del literal, con lo que se justifica apartarse de éste.
trar en otras averiguaciones es adecuado ver si de lo que la ley dice se Véase otro ejemplo de interpretación en el que prevalece el espíritu sobre las palabras claras, en
obtiene claramente su espíritu (aunque la verdad es que para establecer que el caso resuelto por sentencia de 20 enero 1962. En ella, que juzgaba un caso de retracto arrendaticio
urbano, bajo la ley de 1956, pero que, en el punto en cuestión, es igual a la de 1964, se trataba de que
éste corresponde a la letra, puede hacer falta, aunque sea de forma somera, el inquilino interpuso el retracto porque éste se lo concede la ley «en caso de adjudicación de vivienda
contrastarlo con otros elementos de interpretación distintos de la sola letra). por consecuencia de división de cosa común, exceptuados los supuestos de división y adjudicación de
2.° No se puede prescindir de una letra clara y cuyo espíritu concuerde fiel- cosa común adquirida por herencia o legado» (art. 47, núm. 3, en relación con el 48, de la L.A.U.). Y
como quiera que en la hipótesis del pleito se estaba ante la donación de un edificio hecha por unos pa-
mente con ella, para atribuirle un sentido distinto, a pretexto de que éste se dres a sus hijos y posterior acuerdo de éstos dividiendo aquél en pisos y adjudicando a la demandada,
sigue de otros elementos de interpretación 3b"• Con exactitud la sentencia de en pago de su parte en la comunidad sobre el total edificio, el piso que el retrayente tenía arrendado,
era claro e ineludible que, con arreglo a la letra de la ley, correspondía el retracto al inquilino, ya que
era un caso de adjudicación (a uno de los condueños) de la vivienda (de la vivienda que el retrayente
3 ocupa) por consecuencia de división de cosa común (el edificio donado por los padres a sus hijos) que
Piénsese en el antiguo texto del artículo 42 del Código civil (antes de ser reformado por la ley
de 24 abril de 1958), cuya letra —si se hubiese interpretado desconectada de su fin— mandaba clara- no ha sido adquirida en común por herencia o legado (puesto que lo ha sido por donación).
mente que todos los católicos se casasen; o en el artículo 779, que queriendo —como se averigua por Ahora bien, a pesar de la letra clara de la ley el Tribunal Supremo hizo prevalecer sobre ella el es-
su finalidad— establecer proporcionalidad, establece claramente, no ésta, sino igualdad («... píritu del precepto, que, según estimó la sentencia, no era el de otorgar el retracto al inquilino en el caso
las mis-
mas partes...»). litigioso, y denegó aquél, a pesar de que literalmente se estaba ante una hipótesis de adjudicación de vi-
Sumamente descriptiva es al propósito la conocida frase de Portalis: «Quand le texte de la loi vienda por consecuencia de división de cosa común que no había sido adquirida por herencia o legado.
est clair, n'est pas permis d'en eluder la lettre sous le pretexte d'en penetrer l'esprit». Para los razonamientos en que el Tribunal Supremo apoyó su afirmación de que el espíritu del pre-
Si bien es verdad que la gran trampa para soslayar la aplicación de tan nítida idea, es obviamente cepto no era el que mostraba su letra, véase el único considerando de la sentencia. Pero tal extremo no
la de decir que es cierta, pero que como para saber si el texto es claro hay que interpretarlo, con importa ahora a nuestros efectos.

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§ 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION
MANUEL ALBALADEJO

El tener que despreciar el sentido literal de las palabras claras se debe, a ve- 772, 1.0, manda de forma clara que el testador «designará al heredero por su nom-
ces, a que el legislador se expresa con términos que no recogen la esencia de lo bre y apellidos», pero basta leer el párrafo 2.° del mismo artículo para ver que el
que quiere mandar, sino que más bien encierran solamente las consecuencias que sentido es distinto a tan clara letra, y que el testador puede designar al heredero en
se siguen de su mandato en el momento en que lo dicta. Algunos ejemplos acla- la forma que le plazca. Así, el artículo 1.524, 1.0, da para ejercer el retracto «nueve
rarán esto: días, contados desde la inscripción en el Registro, y en su defecto, desde que el re-
Cuando en el artículo 1.653 del Código civil se habla de que la finca vuelva trayente hubiera tenido conocimiento de la venta»; pero tan claras palabras no sig-
(revierta) al dueño directo, a falta de parientes (del enfiteuta) dentro del sexto nifican lo que dicen, sino que se puede ejercitar «en el plazo de nueve días desde
grado, lo que se quiere decir con palabras claras, pero inexactas, es «a falta de que tiene el retrayente conocimiento de la venta, y aun sin tenerlo, no después de
parientes con derecho a sucederle ab intestato», pero como el 1.653 se dicta para nueve días de que ésta se hubiese inscrito». Así el artículo 655 del Código civil
regir en un sistema en el que la sucesión ab intestato llega hasta el sexto grado, permite pedir la reducción de las donaciones inoficiosas a quienes «tengan derecho
se utiliza esta expresión; y cuando, con posterioridad, se redujo tal sucesión in- a legítima o a una parte alicuota de la herencia», pero su espíritu no es conceder
testada sólo hasta el cuarto grado (actual art. 954), las palabras (que no se modi- acción de reducción sino exclusivamente a los legitimarios.
ficaron) del artículo 1.653 quedaron inadecuadas, y su interpretación, por mucho
que sigan diciendo claramente «sexto grado», no puede ser otra que «cuarto grado» Las erratas en el texto de la ley, siendo errores materiales, debe sal-
o, más exactamente, «grado al que llegue la sucesión intestada»; y así la inter- varlas el intérprete; no obligando el texto como es, sino como debía ser.
pretación sistemática (puesta en conexión de unos preceptos —en este caso el art.
Esta posición es indiscutible si se piensa que ni siquiera vincula el sentido
1.653— con otros —en este caso el 954-4 señala que el verdadero espíritu de
las palabras del artículo 1.653 no coincide con su clara letra. puramente literal de la ley, aunque no contenga erratas.
E igual se diga, mutatis mutandis de otros casos, como el del antiguo artí-
Este sencillo razonamiento hubiera bastado para el caso que resolvió la sen-
culo 278, 1.°, Código civil, según el que la tutela concluía al llegar el menor a
los veintitrés años, cuando la expresión correcta sería, al llegar a «a la mayoría tencia de 2 noviembre 1955. sentencia en la que salvada la errata, es aplicable el
criterio del texto, porque como dice la misma, si en el «Boletín Oficial del Es-
de edad»; pero dictado para cuando la mayoría se alcanzaba a los veintitrés años, r
tado» resulta que en el artículo 96 [de la L.A.U., de cuya interpretación se tra-
se dijo esto en vez de aquello, y sin embargo había que entender que, rebajada
la mayoría de edad a los veintiuno (Ley de 13 diciembre 1943, posteriormente re- taba], se emplea la palabra consignará, en vez de considerará, esto es debido a
un simple error material, como se desprende, no sólo de que la Ley articulada no
cogida en el Código civil, artículos 320 y 321), los veintitrés años en el artículo
podía introducir variación alguna a lo dispuesto en la de Bases, sino también del
278, 1.0, significaba veintiuno, o más exactamente, significaba «mayoría de edad».
hecho de que en la Colección legislativa del Estado la redacción de ese artículo
Como lo significó después «dieciocho», palabra que fue introducida en la poste-
está en perfecta armonía con lo establecido en la Ley de Bases, encabezándose el
rior redacción del texto legal (que hoy es el art. 276, 1.°) por el Real Decreto-
Ley que rebajó a esta edad la mayoría. indicado artículo diciendo: «al fijar la indemnización, la Junta considerará el pre-
Cosa semejante cabe decir de remisiones que la ley hace, a veces, a otros de cio medio».
Con eso habría bastado. Sin necesidad de argumentar, como sigue haciendo
sus artículos citándolos por su número, cuando realmente el espíritu de esa letra la sentencia, que «... y como los textos de las leyes publicadas en la Colección
es remitir a un cierto precepto, que si bien cuando la remisión se hace ostenta de- legislativa son tan auténticos y oficiales como los insertos en los Boletines Ofi-
terminado número, si cambia después éste, aunque siga diciendo el antiguo, hay ciales del Estado... al comparar los dos textos de la Ley de Arrendamientos Ur-
que entenderlo referido al nuevo, porque realmente el espíritu de la ley no es re- banos que quedan citados, hay que atenerse en este caso al de la Colección Le-
ferirse a un cierto artículo, sino al que encierre el precepto al que se remite. Así
gislativa, que en nada difiere de la Ley de Bases». Pues realmente, lo que debiera
hasta que en la reforma del Código de 2 mayo 1975 se rectificó la inexactitud, haberse dicho —con arreglo al criterio que defiendo— es que, salvada la errata,
la remisión del artículo 1.441, 2.°, a los 183 y 185, conducía a los 181 y 189, y no es que haya un texto —el de la Colección legislativa— que prevalezca sobre
la del artículo 315 al 50, 3.a, conducía al 50, 2.a, y la del artículo 95, apartado 1, el del Boletín Oficial, sino que se demuestra que ambos encierran el mismo es-
al final, de la antigua L.A.U., al número 11 del artículo 96.
Otras veces la letra clara, se averigua por el camino que sea, que no recoge píritu, es decir, que ambos significan «considerará».
el espíritu que se quiso expresar.
Así «testadon>, en el artículo 756 del Código civil, párrafo 2.°, 3.0 y 4•0, no de- 3. Elemento lógico.—El elemento lógico se entiende en dos sentidos:
sea significar «el que ha otorgado testamento», sino el «causante» (aun el intestado). según uno, es apoyar la investigación del espíritu de la ley en el fin o mo-
Así «obligaciones mancomunadas» en el artículo 1.974, párrafo 3.°, por muy claro tivo de ésta; según otro, es la utilización en dicha investigación de razona-
que esté, significa lo contrario, es decir, «obligaciones solidarias» 5. Así el artículo mientos y reglas lógicas.
Desde luego, y a este respecto dice, como ya sabemos, el artículo 3,
Véase justificación de lo dicho en § 107, larguísima nota antepenúltima del núm. 9 número 1, del Código civil, que: «Las normas se interpretarán atendiendo

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MANUEL ALBALADEJO § 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION

fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas.» Ahora bien, se trata aquél (que era cosa común de varios); ahora bien, tal derecho de adquisición por
de que tener presente el fin de la ley es algo que —contribuyendo a escla- división de cosa común no se concede sino al que sea arrendatario de vivienda y
recer el sentido de la norma— no es ya un mero elemento de interpreta- no al que lo sea de local de negocio. Y sin embargo, la ley decía (art. 47, 3.°, in
ción, sino la clave fundamental del criterio que debe orientar aquélla 6• fine) que (al fin de que constase el valor para si el arrendatario adquiría y tenía
que pagar la suma correspondiente) «deberá consignarse en la escritura [de divi-
Por otro lado, la lógica y la utilización de sus principios es indispen- sión] el precio asignado a cada unidad de vivienda o de local de negocio» (¡!) La
sable para interpretar, como para toda tarea que implique razonamiento. Ley de Arrendamientos Urbanos de 1964, que se percató del despropósito, lo su-
Pero, con particular aplicación a la interpretación de normas, la doctrina y primió.
la jurisprudencia suelen formular ciertas reglas lógicas, como: debe recha- Otro ejemplo, el antiguo artículo 841, 2.°, del Código civil para salvar un cho-
zarse la interpretación que conduzca al absurdo; la norma que autoriza a que de legítimas (herencia forzosa) que no podía darse, dictaba un arreglo, que
lo más, autoriza implícitamente a lo menos; y cuando prohíbe lo menos, por tanto era inútil'. En efecto, si concurrían como legitimarios el viudo, hijos
naturales del difunto y ascendientes de éste, correspondía a éstos un tercio de la
ha de entenderse prohibido lo más; donde la ley no distingue no se debe herencia en plena propiedad, a los hijos naturales un cuarto, también en plena
distinguir; la inclusión de un caso supone la exclusión de los demás, etc.
Reglas no siempre exactas, pues, por ejemplo, la última, aplicada siempre, cabía (-1 + — + -L) en
propiedad, y al viudo un tercio en usufructo, luego todo calma
impediría la regulación del caso no contemplado en la ley, por analogía del 3 4 3
contemplado. el total de la herencia, y por esa razón era un despropósito decir que «se adjudi-
Mas la sola lógica no basta para interpittar, pues para la aplicación de cará a éstos [a los hijos naturales] sólo en nuda propiedad, mientras viviese el
sus reglas suele ser preciso haber esclarecido previamente cuestiones como viudo, lo que les falte [que no les puede faltar nada] para completar la legítima».
el fin de la norma u otros puntos, sobre cuya base ha de operar el razo- Hoy tal texto no existe.
namiento.
4. Elemento histórico.—Sobre el sentido de la ley arrojan luz tanto
No hay que confundir la interpretación lógica con la aplicación analógica. los datos históricos relativos a la necesidad que vino a llenar, como aquellos
Aquélla lleva a averiguar que en el espíritu del precepto caben casos a los que otros atinentes al proceso de formación del precepto. Por eso interesa cono-
no alcanza su letra; ésta, aun constatado que el espíritu no alcanza al caso, regula cer las normas en que se inspiró y la tradición jurídica que le precede 8, así
éste aplicándole el principio que preside ese espíritu. como si pretendió establecer una regulación nueva o recoger y perfeccionar
Ejemplo de interpretación lógica sería el siguiente: el antiguo artículo 317 del aquélla a la que sustituyó.
Código civil decía prohibir al menor emancipado vender bienes inmuebles sin con- A tales efectos, son útiles la legislación anterior, los trabajos de las Co-
sentimiento de su padre, pero su espíritu era prohibirle enajenar dichos bienes sin misiones codificadoras, los proyectos elaborados, las discusiones parlamen-
tal consentimiento, porque era absurdo que no pudiese vender, pero sí regalar (do- tarias o de los Cuerpos encargados de la tarea de redactar la ley, las leyes
nar). Otro ejemplo sería el siguiente: En ciertos casos de venta de una cosa, la
ley concede derecho de retracto a determinadas personas. Pues bien, aunque no de base, etc. 9.
lo diga tal ley expresamente, hay que entender que si la venta se hizo a una per-
Numerosas veces el Tribunal Supremo ha destacado el valor interpre-
sona que tendría derecho de retracto preferente sobre otro retracto, el que, en ge- tativo de alguno de ellos.
neral, tendría este segundo, no lo tiene para el caso de tal venta.
El llamado elemento lógico es la más palpable prueba de que el sentido co- Así en las sentencias, entre las más destacadas, de 20 enero 1962, 3 mayo
mún es lo primero y básico para interpretar las normas. Y él mismo nos debe lle- 1963 y 14 octubre 1965.
var a veces a sostener que cierto pasaje legal carece de significación. Es decir, no
se puede afirmar que a la ley, a toda, por ser ley, ha de hallársele un sentido, La explicación se hallaba en que antes de la reforma del Código en 1958, el arreglo era nece-
pues a veces, lo mismo que otras cosas humanas, no lo tiene, ya que el legisla- sario, porque el choque de legítimas podía darse. En aquella fecha se suprimió tal choque, pero no se
dor, como los demás mortales, puede decir una vaciedad. hizo lo mismo con la regla para salvarlo.
Hay sentencia que ha hecho a este respecto alguna vez declaraciones curiosas, como la siguiente:
Por ejemplo, según el artículo 47, 3.°, de la Ley de Arrendamientos Urbanos «Considerando que como el pueblo romano tuvo la misión de crear el Derecho, a él debemos acudir al
de 1956, el arrendatario puede adquirir la vivienda que ocupa en un edificio si la estudiar los problemas jurídicos» (sentencia de 20 junio 1928).
misma se adjudica a uno de los condueños por consecuencia de la división de 9 También son elemento de interpretación las Exposiciones de Motivos que a veces preceden a las
leyes. Así la sentencia de 21 mayo 1984. Pero no se puede decir que sean elemento histórico, porque
no son anteriores a la ley, sino simultáneas a la misma. Véase también supra, § 2, núm. 4, 1.0.
6 En este sentido, sentencia de 29 octubre 1985 sobre retracto de colindantes. CORRIENTE, Valoración jurídica de los preámbulos de los tratados internacionales, 1973.

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MANUEL ALBALADEJO § 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION

Y actualmente el nuevo artículo 3, número 1, del Código civil, declara, Dispone la catalana que: «Para interpretar e integrar esta Compilación y las
como sabemos, que: «Las normas se interpretarán según el sentido propio de, restantes normas se tomarán en consideración las leyes, las costumbres, la ju-
sus palabras, en relación con.., los antecedentes históricos y legislativos...» risprudencia y la doctrina que constituyen la tradición jurídica catalana» (art.
1, 2.°). Lo que más o menos dicen también el artículo 1, 2.° de la balear, y el
Para nuestro Código civil debe tenerse especialmente en consideración la le- 2, 2. de la Ley de Derecho civil gallega. Lo mismo sirve el artículo 1 de la
gislación que le precedió, ya que la Ley de Bases (Base La) estableció que se apo- vasca.
Más extensamente dice la navarra, en su ley 1, 2.°: «Como expresión del sen-
yase en el Proyecto de 1851 «en cuanto se halla contenido en éste el sentido y ca-
tido histórico y de la continuidad del Derecho privado foral de Navarra, conser-
pital pensamiento de las instituciones civiles del Derecho histórico patrio, debiendo van rango preferente para la interpretación e integración de las leyes de la Com-
formularse este primer cuerpo legal [el Código] de nuestra codificación civil sin pilación, y por este orden: las leyes de Cortes posteriores a la Novísima Recopilación;
otro alcance y propósito que el de regularizar, aclarar y armonizar los preceptos de la Novísima Recopilación; los Amejoramientos del Fuero; el Fuero General de Na-
nuestras leyes...». Mas debe recordarse también que frecuentemente los autores de varra; los demás textos legales, como los Fueros locales y el Fuero Reducido, y
nuestro Código no siguieron tales indicaciones, optando por tomar por modelos Có- el Derecho romano para las instituciones o preceptos que la costumbre o la pre-
digos extranjeros, a los cuales —y especialmente al francés— conviene acudir para sente Compilación hayan recibido del mismo.»
explicar muchas instituciones y disposiciones recogidas en el nuestro.
El especial hincapié que hacen las Compilaciones en la utilización del
De todas formas, no se olvide que, de 1% norma, el sentido que se trata elemento histórico se justifica porque las mismas persiguieron, en princi-
de conocer es la actual, y que el hallar el que tuvo cuando se dictó es mero
pio, no establecer una regulación nueva, sino recoger el Derecho vigente
medio de llegar a aquél.
en cada región.
Distinto del elemento histórico es el que podría llamarse histórico al revés.
Con esta expresión inexacta, pero plástica, se significa el camino que ofrece para 5. Elemento sistemático. El Derecho es un todo sistemático, orde-

hallar el espíritu de las normas, no lo que precedió a éstas, sino lo que viniendo nado, cuyas diversas partes coordinan y armonizan entre sí, y, por ello,
después, sirve, puesto que se pronuncia en un cierto sentido, para apoyar que este para la averiguación del sentido de las diversas normas singulares que lo
sentido sea el preferible para las normas en cuestión. componen, debe seguirse la pauta que marque su relación con las demás.
Así los diversos Proyectos de las Compilaciones de Derecho foral que las dis- Esto significa 12 lo que dice el artículo 3 de interpretar las normas «en re-
tintas regiones redactaron como preparación para aquéllas, fueron utilizados como lación con el contexto», es decir, en relación con las demás normas del
elemento de interpretación del Derecho foral vigente entonces '°, ya que tales Pro- Ordenamiento.
yectos pretendían recoger dichos Derechos forales con vistas a compilarlos. En cuanto que esta consideración sistemática ayuda a encontrar el sen-
Igualmente cuando hay que juzgar un caso por una ley ya derogada (pero que tido de la norma, se le denomina elemento (de interpretación) sistemático.
estaba vigente al plantearse la cuestión que se juzga), para interpretar ésta puede
servir de elemento la ley que haya venido a sustituirla, bien porque esta ley pos- A veces ocurre que la relación entre preceptos lleva, no a dar cierto sentido
terior pretendiese recoger el Derecho precedente (así el caso de nuestras vigentes a una norma, sino privarla de él '3.
Compilaciones forales), bien porque, de cualquier modo, lo que se diga en la pos-
terior pueda orientar sobre puntos dudosos en la anterior. En tales sentidos se ha
pronunciado con reiteración el Tribunal Supremo. Así sentencias como las de 21 12 Además de significar, como hemos visto supra, núm. 2, principio, «contexto literal».
octubre 1949, 25 marzo 1964, 28 abril 1964, 8 mayo 1964, 6 abril 1967, 20 no- ' Por ejemplo, el artículo 65 de la Compilación balear, al establecer qué artículos de los dictados
viembre 1971 y 26 octubre 1986 ". para Mallorca regían también en Menorca, disponía que el 24 (no lo decía así, específicamente, pero lo
englobaba porque ordenabA se aplicase en Menorca la parte del Libro I, donde el artículo estaba com-
prendido), luego también su párrafo 2.°, parte 2.°, según la que las porciones vacantes de una herencia
Las Compilaciones forales, salvo la aragonesa, contienen todas, cada que no correspondiesen por derecho de acrecer a los instituidos que heredaron, irían a ellos de todos
una el suyo, preceptos específicos dedicados a disponer que las normas que modos, y no a los herederos intestados del difunto.
Ahora bien, por mucho que el artículo 65 dispusiese la aplicación de eso a Menorca, había que
contienen sean interpretadas teniendo en cuenta el elemento histórico. estimarla improcedente, porque tal aplicación debía ir ligada a que el Derecho en que se dé declare la
incompatibilidad de que 11 herencia de una persona pueda ir parte a los herederos que él nombre, y
parte a los intestados, incompatibilidad que se daba en Mallorca, pero no en Menorca.
'° Cfr. sentencias como las de 23 noviembre 1955, 10 diciembre 1956, 6 julio 1957, 20 noviem- Luego había que concluir que el artículo 65 de la Compilación balear erraba al englobar la apli-
bre 1957 y 25 marzo 1964. cación a Menorca del artículo 24, 2.°, 2.° parte, y que la interpretación sistemática (poner en relación
" Y véase lo dicho supra, § 11, núm. 4. éste con el art. 7, que establecía la incompatibilidad en cuestión para Mallorca, pero artículo que no era

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MANUEL ALBALADEJO § 20 ELEMENTOS DE INTERPRETACION

El Tribunal Supremo ha puesto de relieve con reiteración la utilidad de social es otro elemento de interpretación, que se puede llamar socio-
este elemento sistemático 14. no d u
ulógico.
dable acierto del legislador ha sido recogerlo en la ley, porque sin duda
iIndudable
Tratándose de averiguar el sentido de una norma por medio de las demás del los principales criterios, si no es el principal, que debe presidir cualquier
sistema, la comparación más plástica que se puede hacer es la del rompecabezas, el tarea, y, como una más, la de atribuir un sentido a las normas, es el que pro-
contorno (significado) de una de cuyas piezas se ve por el hueco que dejan las otras. cede de observar lo que postula la realidad social del tiempo en que se actúa.
Aunque estrictamente el lugar de colocación de una norma en el conjunto de
la ley no caiga bajo la idea que se expresa al hablar de elemento sistemático, sin
embargo, le está vecino. La Exposición de Motivos a la reforma del Título preliminar del Código ci-
vil dice sobre el tema que: «La ponderación de la realidad social correspondiente
Respecto de esa colocación se puede decir que también cabe que contribuya
al tiempo de aplicación de las normas introduce un factor con cuyo empleo, cier-
a esclarecer el sentido de la norma que sea. Unas veces sirve para precisar su al-
tamente muy delicado, es posible en alguna medida acomodar los preceptos jurí-
cance (Así si se dice que el que el derecho de representación sucesoria se ubi-
que, art. 924 y SS., dentro de lo relativo a la sucesión intestada —C.c., Libro III, dicos a circunstancias surgidas con posterioridad a la formación de aquellos.»
Título III, Capítulo III— es argumento en pro de que en el Derecho común sólo
se aplique a ésta, y no a la testada, pues de serlo a ambas, se habría situado en De cualquier modo, el uso de tal elemento, si bien no establecido an-
las «Disposiciones comunes» a ambas sucesiones, Libro III, Título III, Capítulo tes en ningún texto legal, era habitual por los tribunales y demás intérpre-
V. Lo cual, a pesar de todo, es falso, porque hgy otras razones a favor de que sea tes de nuestras leyes.
admisible el derecho de representación también en la sucesión testada.) Pero otras
veces se trata sólo de una ubicación desacertada (Así el tratar, p. ej., los derechos Recientemente el Tribunal Supremo ha hecho uso del elemento sociológico
reales de prenda e hipoteca, arts. 1.857 y ss. del C.c., dentro del Libro IV, rela- para excluir que el juego de azar tenga causa torpe (al contrario de lo que esta-
tivo a las obligaciones y contratos). Lo que prueba, una vez más, que la natura- blece el art. 1.798 C.c.) dada la nueva normativa liberalizadora de juegos y casi-
leza de una figura o el espíritu de una norma se averiguan no por un solo ele- nos (ss. de 23 febrero 1988 y 30 enero 1995). Después de la supresión de la pró-
mento de interpretación, sino manejando todos debidamente. rroga forzosa por el Decreto-Ley 2/1985, el Tribunal usó el espíritu liberalizador
de este Decreto-Ley para interpretar otros extremos de la ya derogada Ley de
6. Elemento sociológico.—El artículo 3, número 1, del Código ci- Arrendamientos Urbanos distintos de la prórroga forzosa. Así, entre otras, senten-
vil ordena que las normas se interpretarán habida cuenta de —además cia de 9 marzo 1987. Pero, de cualquier modo, lo que no cabe y, por vía de in-
de los elementos de interpretación expuestos hasta ahora— «la realidad terpretación sociológica, es conculcar el sentido de un precepto dándole el que no
social del tiempo en que han de ser aplicadas» 15. Luego esta realidad tiene por muy preferible que sea el que se le da (sentencias de 26 diciembre 1990,
25 abril 1991, 10 abril 1995).
aplicable a Menorca) nos llevaba a privar de sentido para Menorca al artículo 24, 2.", 2.° parte. Del
asunto se ha dado cuenta la reforma de la Compilación, de 28 junio 1990, y su Exposición de Motivos 7. Interpretación y equidad.—Ya he expuesto 16 cómo la aplicación
dice que en el nuevo texto «se ha subsanado el error que contenía la redacción primitiva al excluir la equitativa del Derecho es una manera de aplicar los principios generales. Sin
aplicación en Menorca del principio de incompatibilidad entre la sucesión testada y la intestada». embargo, de lo que dice el artículo 3, número 2, y la Exposición de Moti-
Sobre lo anterior véase t. IV de esta obra, § 11, núm. 7.
14 Cfr., por ejemplo, las sentencias citadas supra, §
20, núm. 1.
3 Sobre el «tiempo» de aplicación, véase lo que dicen las sentencias de 13 abril 1984, 29 sep-
tiembre 1992 y 7 marzo 1998, según las que el tiempo de que habla el artículo 3.1 es el de la reali- bio de «realidad social». Porque obviamente si, salvo retroactividad, aunque cambie la ley, los hechos
dad social del momento en que se realizó el hecho que se juzga. En la sentencia de 1984 lo juzgado acaecidos bajo la antigua se juzgan a tenor de ésta, eso no tiene nada que ver con que siguiendo vi-
eran los derechos hereditarios que correspondían a una hija en la sucesión de su padre adoptivo; y dice gente la misma ley, haya que interpretarla a tenor de la nueva realidad social cuando es ésta la que
la sentencia que la hija tenía los que le correspondiesen a tenor de la legislación vigente al tiempo de cambió. En conclusión, a mí me parece que en las tres sentencias vistas no viene a cuento meter —
la muerte de tal padre. Pero si bien se ve, lo que la sentencia contempla no es la «realidad social» de como hacen— en juego el cambio de realidad social. Ahora bien, de lo que verdaderamente se debe
tal momento, sino la legislación vigente entonces, que después se cambió. Luego no es un problema de tratar es de si la realidad social que ha de tenerse en cuenta para interpretar las normas es la del mo-
cambio de realidad social, sino de cambio de legislación. Las sentencias de 1992 y 1998 juzgaron dos mento en que se produjeron los hechos que se juzgan, o la del momento en que se juzgan. Y no cabe
casos de discusión, sobre el carácter o no de usurarios o leoninos de sendos préstamosg y dijeron que duda de que, contra lo que dicen las sentencias, es la de este momento (y no la de aquél), pues es en
para resolver si lo eran o no, ha de mirarse al momento en que se otorgaron. Y agregan ambas sen- él cuando el Tribunal que juzgue ha de determinar el sentido que por la realidad social de ahora debe
tencias, pues la una copia de la otra, que es la «de ese momento la realidad social que ha de contem- darse a la norma que aplica ahora. Cuestión distinta es que, para acoplar a la ley un acto que celebra-
plarse, y no la vigente cuando se pretende que el contrato tenga efectividad, pues otra cosa implica in- ron, las partes diesen a la ley cuando lo celebraron el sentido que la realidad social de entonces re-
fracción de los artículos 2.3 y 3.1 del C.c.». Así que se ve que al citar el artículo 2.3 también, como quería entonces para la ley. La sentencia de 30 junio 1998 vuelve a decir que el momento para juzgar
la de 1984, las sentencias de 1994 y 1998, lo que tienen a la vista es el cambio de legislación y la del interés y de la realidad social es el de la celebración del contrato.
irretroactividad de la ley nueva. Cosa que, ciertamente, es así. Ahora bien, eso es algo distinto del cam- '6 Supra, § 16, núm. 7.

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MANUEL ALBALADEJO § 21 CLASES DE INTERPRETACION

vos del nuevo Título preliminar, párrafo 14, podría deducirse que conciben resulta que sustancialmente la interpretación de las normas y la de los nego-
a la equidad como un elemento más de interpretación, cuando realmente, la aunque es interpretación de cosas distintas, tiene en ambos casos igual
cios,
equidad, tomada en su sentido de adaptación de la ley a las circunstancias naturaleza de búsqueda del espíritu, que en el primero encierra la declaración
del caso, no es, a despecho de la significación literal de esta expresión, como del legislador, y que en el segundo, la del otorgante. Por eso se puede decir
ya señalé, un camino por el que se da al precepto el sentido que convenga que mutatis mutandis teorías o reglas formuladas para una valen para la otra.
a las circunstancias del caso juzgado (que eso sería insertar a la equidad en
el proceso interpretativo), sino un camino por el que se desecha la aplica- A este respecto ha dicho el Tribunal Supremo' que «si bien en nuestro Có-
ción del precepto en su formulación concreta (por no cuadrar al caso la re- digo civil —a diferencia de otros extranjeros— no se contienen reglas para la her-
gulación que contiene), y se acude al principio general que lo inspira 17. menéutica de las leyes [se refiere al C.c. antes de la reforma del Título prelimi-
nar, pues entonces no contenía el actual art. 3, núm. 1, que regula hoy tal
interpretación] adoptándose el sistema de la libertad de interpretación, a ello no
«La equidad habrá de ponderarse en la aplicación de las normas» dice el ar- se opone que las disposiciones del mencionado Código de carácter interpretativo,
tículo 3, número 2, principio. Pero como para aplicarlas es paso previo el inter- referidas a negocios jurídicos y a testamentos, puedan aplicarse, con la debida cau-
pretarlas, y ha de aplicarse el sentido que se obtenga de la previa interpretación, tela, a la exégesis de las normas, como parece indicar la sentencia de 27 mayo
parece que aquel pasaje se puede leer «La equidad habrá de ponderarse en la in- 1924, y que puedan completarse con otras reglas o aforismos resultantes de la ex-
terpretación de las normas». Además la Exposición de Motivos a la reforma del periencia y la tradición». Y en las sentencias 23 septiembre 1971 y 9 marzo 1973,
Título preliminar dice en su párrafo 14 quq a la equidad «le incumbe el come- señala también dicho Tribunal la sustancial igualdad, en cuanto aquí importa, de
tido.., de intervenir como criterio interpretativo en concurrencia con los otros» (es
decir, además de los ya expuestos elementos de interpretación). ambas clases de interpretación.
Si ponderar la equidad al interpretar y aplicar las normas significase que para
interpretarlas hay que tomar en cuenta las circunstancias del caso juzgado y los 2. Clases de interpretación por sus resultados.—Una vez averiguado
resultados a que en él conduce el sentido que se dé a la norma que sea, resulta- el sentido de la norma, y comparándolo con la letra de ésta, pueden coin-
ría que la interpretación a elegir dependería no sólo de la norma, sino también cidir uno y otra, o no.
del caso; lo que no es admisible, porque el sentido del precepto es el que es, con En el primer caso se suele hablar de interpretación declarativa 2• En el
independencia del caso que se le somete; y lo que hay es —insisto— que si, por segundo de: 1.0 Interpretación extensiva, cuando el sentido hallado es más
sus circunstancias especiales, el caso no encaja en el precepto, falta ley exacta- amplio que la letra con la que se le expresa (minus dixit quam voluit); por
mente aplicable, y no debe de ser juzgado con arreglo al precepto, sino con arre- ejemplo, la ley dice «hijos», pero se refiere a «hijos, hijas y descendientes
glo al principio (principios generales) inspirador del precepto.
No consiste el interpretar y aplicar el Derecho con equidad en forzar el sen- de ulterior grado». 2.° Interpretación restrictiva, cuando el sentido hallado
tido de los preceptos para ajustarlos al caso juzgado, sino en desechar aquéllos en es más reducido que la letra con la que se expresa (plus dixit quam voluit);
concreto (por inadecuados a las circunstancias del caso) y limitarse a aplicar los por ejemplo, la ley dice «parientes», pero no se refiere a todos, sino a los
principios en que se inspiran. «parientes más próximos». 3•0 Interpretación correctora (en sentido estricto,
porque también son correctoras realmente la extensiva y la restrictiva), cuando
el sentido hallado hubiera requerido, para ser expresado exactamente, no una
§ 21
letra más amplia o más reducida, sino una letra diferente; por ejemplo, la
CLASES DE INTERPRETACION ley dice distribución «por igual», y se refiere a distribución «proporcional».
La interpretación, sea extensiva, restrictiva o correctora, que acabo de
SUMARIO: 1. Interpretación de normas e interpretación de negocios jurídicos.-2. Cla- exponer, se califica así por ser un resultado al que se llega (al averiguar si
ses de interpretación por sus resultados.-3. La interpretación integradora.-4. Cla- el espíritu de la norma coincide o no con su letra), sin preferir de antemano
ses de interpretación según su autor.
un espíritu más amplio o más estricto que las palabras. Mas también se dice,
1. Interpretación de normas e interpretación de negocios jurídicos.— a veces, que ciertas normas son de interpretación restrictiva y que otras lo
Como en la norma lo que se interpreta es la declaración del legislador, y en
el negocio (contrato, testamento) la declaración del otorgante u otorgantes, ' sentencia de 9 diciembre 1967.
2 Que no deja de ser declarativa cuando la letra de la ley admite varios sentidos, de forma que es exacta
para el que se escoja, aunque también lo habría sido para los otros posibles; por ejemplo, la ley habla de «a
I7 Supra, § 16, núm. 7. quien se le puede nombrar sustituto», frase referible a la persona sustituida o al nombrado para sustituir.

172 173
MANUEL ALBALADE.10 § 21 CLASES DE INTERPRETACIÓN

son de extensiva, y no parece que se diga ello en el sentido de que el es- Ahora bien, eso, entendido tal cual suena, es falso, porque en toda norma,
píritu que se pueda hallar vaya (probablemente) a ser más estrecho o riláS sea «favorable» o sea «odiosa», lo que hay que buscar es su verdadero es-
amplio que la letra de la norma en cuestión, sino en el de que al interpre- píritu, sin partir de preferencias de ampliarlo o achicarlo; y lo que realmente
tarlas hay que preferir la idea de obtener un resultado MÁS ESTRECHO
o se debe querer significar con la expresión «ser de interpretación restrictiva»
MÁS AMPLIO. Así la propia ley dispone o el Tribunal Supremo ha dicho
a o «extensiva», es que en caso de duda o inseguridad no se dé una inter-
veces que ciertas normas son de interpretación extensiva (p. ej. las que con- pretación amplia, o no se la dé estricta, a normas en las que, por ser «odio-
ceden al inquilino en la Ley de Arrendamientos Urbanos los derechos de sas» o «favorables» tal interpretación perjudicaría los intereses que las nor-
tanteo y retracto, porque la L.A.U. es legislación en beneficio del inquilino mas en cuestión tutelan. O sea que, con palabras más breves, ser una norma
y por el fin social que persiguen tales derechos, de facilitar a aquél el ac- de interpretación estricta o amplia es frase que debe de ser tomada como
ceso a la vivienda o local de negocio que ocupa 3), y otras muchas más, queriendo decir que se ha de buscar, desde luego, su verdadero espíritu,
que diferentes normas son de interpretación restrictiva 4. pero de tal forma que lo dudoso se tienda a resolver excluyéndolo, en el
primer caso (para así reducirse a lo seguro), e incluyéndolo, en el segundo.
En este sentido hablaré cuando en adelante, por brevedad, diga de alguna
3
sentencias de 27 noviembre 1947, 14 noviembre 1956, 26 marzo 1960, 20 diciembre 1969, etc. norma que es de interpretación restrictiva o extensiva.
4
Así, las limitativas de la capacidad de obrar de los menores (Ley de Protección del Menor de
15 enero 1996, art. 2, 2.°), o las prohibitivas del artículo HII59, Código civil (p. ej., sentencias de 22 Acertadamente centran la cuestión las sentencias de 25 mayo 1945 y 24 mayo
febrero 1958, 14 octubre 1966, 14 octubre 1966 [otra distinta de la anterior], 13 febrero 1967, 11 ju- 1956 cuando afirman, para el caso concreto de la interpretación restrictiva, que
nio 1967 y 2 febrero 1973, 8 noviembre 1989 y 3 septiembre 1996), y en general toda norma prohibi-
tiva (así sentencia de 9 diciembre 1967), y el artículo 811, Código civil (sentencias de 7 noviembre ésta «sólo es oportuna y procedente en aquellos casos en los que la debida apre-
1927, 26 noviembre 1943, 1 julio 1955, 1 febrero 1957, 2 marzo 1959, 29 octubre 1968 y 27 febrero ciación de todas las circunstancias y elementos que puedan poner de relieve el
1971, además de otras más antiguas) y el 1.200 (sentencias de 31 noviembre 1956 y 21 noviembre verdadero sentido de la ley, demuestre que la fórmula empleada por ella dice más
1978), y el 520 (sentencia de 16 mayo y 13 junio 1906 y 21 noviembre 1973) y los (antiguos) 1.413 de lo que la ley quiere efectivamente decir, o lo que es igual, cuando se haga ne-
y 1.415, en cuanto restringen excepcionalmente las facultades del marido (sentencia de 11 abril 1972) cesario, para acomodar la letra al espíritu, corregir la exuberancia verbal de la
y los 1.502 y 1.467 (sentencias de 8 mayo 1965, 20 abril 1967, 24 octubre 1995, 16 febrero 1999 y
14 diciembre 2000) y las exigencias formales para el testamento (sentencias de 5 octubre 1962 y 27 norma». Y la Resolución de 7 junio 1972, que, para el caso concreto de disposi-
noviembre 1968) y la sustitución ejemplar (sentencia de 20 marzo 1967), y la legislación especial de ción prohibitiva, sostiene algo tan sencillo, y que, por supuesto, vale también para
arrendamientos urbanos, en cuanto es un conjunto de disposiciones que limitan las facultades domini- cualquier otra clase de normas, como que «ha de procurar interpretarse en sus jus-
cales del propietario frente al inquilino (sentencia de 26 junio 1970), y en general, toda norma especial tos términos», y no en forma extensiva (ni restrictiva, cabría añadir).
(así la L.A.U.: pongo por caso, sentencia de 16 octubre 1974) o de excepción (véase la jurisprudencia
recogida para el tema supra, § 2, núm. 11), y las de carácter sancionador y punitivo (sentencias de 4
mayo 1974 y 28 diciembre 2000), y las causas de desheredación, que es una de aquéllas (sentencias de 3. La interpretación integradora.-Para acabar con las presentes cla-
30 septiembre 1975 y 28 junio 1993), y las causas de indignidad, que es otra (sentencias de 11 febrero
1946 y 26 marzo 1993), y las que restringen la libre disposición de bienes o el dominio o la libre con-
ses de interpretación, he de referirme a la interpretación INTEGRADORA o, di-
tratación o la capacidad de la persona (sentencia de 18 marzo 1988), y la excepción de orden público cho más brevemente, INTEGRACIÓN 5.
a la aplicación del Derecho extranjero (Resolución de 13 octubre 1976), y el artículo 1.451 (porque an- En sentido estricto, mediante la interpretación, únicamente se obtiene el
tes hay que entender que se quiso contrato, que precontrato, sentencia de 22 abril 1995), etc. espíritu o verdadero significado del precepto de que se trate. pero puede ocu-
De tales normas que restringen la libre disposición de los bienes o que ponen límite al dominio o rrir que éste no haya establecido explícitamente toda la regulación necesa-
que coartan la libre contratación, sólo, para botón de muestra, voy a fijarme en las relativas al derecho
de retracto. Como en su momento se verá (infra, t. III, vol. 2.°, Derechos reales de adquisición)
este ria. En tal caso, hay que seguir uno de dos caminos: 1.0 0 completar la re-
derecho limita el dominio del propietario de la cosa, así como la libre disponibilidad de ésta y la con- gulación que el precepto no dispuso explícitamente, a base de obtenerla de
tratabilidad sobre ella, en cuanto que faculta a la persona que lo tiene a adquirir preferentemente la cosa
en cuestión si el dueño la enajena. Y como esta preferencia, repito, es un límite al dominio, a la dis- lo que, según el espíritu del Derecho que sea, es congruente con la regula-
ponibilidad libre de la cosa y a la libre contratación sobre la misma, las normas relativas al retracto se ción insuficiente explícitamente establecida. 2.° O, dejando subsistente la la-
dice que son de interpretación restrictiva, en el sentido de que deben de tomarse de forma que limiten guna de regulación, acudir, para llenarla, a las normas supletorias de la in-
completa (p. ej., al Derecho común, para rellenar los huecos del foral).
lo menos posible aquéllos, o dicho visto desde el lado del retrayente, que deben de interpretarse res-
tringiendo en lo posible la concesión del retracto. Así lo viene afirmando la jurisprudencia para casos
de diversos retractos (p. ej., sentencias como las de 13 junio 1903, 14 diciembre 1905, 29 noviembre Ahora bien, dentro de la interpretación, en sentido más amplio, cae esa
1921, 11 diciembre 1927, 9 julio, 9 julio [es otra distinta a la anterior], 29 noviembre y 17 diciembre
1958, 12 febrero 1959, 27 marzo 1989, 2 y 16 febrero 1991, etc.). Afirmación que choca con la hecha descrita interpretación INTEGRADORA o INTEGRACIÓN, que consiste, como he
también por la jurisprudencia (véase supra, nota anterior) en materia de retracto arrendaticio urbano, se-
gún la que éste sería de interpretación extensiva. Lo que parece improcedente si se piensa que este re- Véase lo que se dice infra, § 100, núm. 8, al tratar de la integración de la declaración de vo-
5
tracto no es menos que los otros, una limitación a las facultades del dueño de la cosa.
luntad.

174 175
MANUEL ALBALADEIO § 21 CLASES DE INTERPRETACION

dicho, en, antes de acudir al Derecho supletorio 1(que es subsidiario), utili- disposición de rango inferior. A la ley interpretada por disposición de rango infe-
rior, se le debe dar —a pesar de todo— el sentido que —habida cuenta de las re-
zar el propio Derecho de aplicación preferente, p)ara, no del texto singular glas sobre interpretación— se estime verdadero, aunque difiera del mandado dar;
de él frente al que se esté, literalmente tomado, pero sí del conjunto de tal y la disposición interpretadora sólo tendrá el valor orientador (en la búsqueda de
Derecho y de los elementos (así sus antecedentess y tradición histórica del la interpretación exacta) que le confiera la autoridad de que procede.
mismo) utilizables para su interpretación, obtener el sentido que, por su co-
herencia con la figura que sea, complete el trozo de regulación que no ha 2.° Usual, cuando es realizada por los Tribunales. Tiene valor deci-
sido dictado explícitamente para aquélla en el texcto que la contempla. sivo sólo para el caso resuelto. La verificada por el Tribunal Supremo se
califica de jurisprudencial (ya que, en sentido estricto, por jurisprudencia se
A la interpretación integradora se refiere el págrafo 15 de la Exposición de entiende sólo la de este Tribunal), si llega a ser habitual (pues si sólo se
Motivos a la reforma del Título preliminar, cuando habla de que «Más allá de la acoge en alguna sentencia aislada, como quiera que ésta no forma juris-
actividad propiamente interpretativa, en la zona de la investigación integradora. .•» 6.
, en el caso de los Derechos prudencia, no hay tampoco interpretación jurisprudencial, aunque la haya
La interpretación integradora tiene especial relieve
verificado el T.S.). Equiparable a la usual es la que en sus decisiones adop-
forales 7. A ella hay que acudir aun si éstos hablan sólo de interpretación» 8.
tan los diversos organismos públicos y autoridades competentes.
La interpretación (privada) procedente de los tratadistas se denomina
4. Clases de interpretación según su autorn —Fij ado un sentido a la
doctrinal. No tiene más valor que el que le confieran el prestigio de su au-
norma, la interpretación se ha realizado pqr quien se lo fijó. Puede proce-
tor o los argumentos en que se apoya.
der, pues, de cualquiera: por ejemplo, de las partes que, antes de celebrar
un contrato, estudian las normas que le serán aplicables. Esta interpretación
no presenta interés general. Habida cuenta del suieto que la lleva a cabo,
sólo interesan la interpretación que procede de aultoridad u organismo ofi-
cial —interpretación pública— y la que procede cJe la doctrina de los tra-
tadistas —interpretación privada.
La primera puede ser:
1.0 Auténtica, cuando es dada por el propio 1e gis1ador. Cosa que ocu-
[ otra disposición acla-
rre cuando el texto de una ley suscita dudas y se dicta
ratoria; o cuando, no deseando el legislador el setritido que se viene dando
a una ley, establece que sea entendida en otro determinado.

Ahora bien, la disposición interpretadora no det )e ser de rango inferior a la


interpretada (como si se interpretase un art. del Código civil por Orden ministe-
rial), pues, aun admitido que la interpretación autént ica sea verdadera interpreta-
ción —cosa que se discute—, el excluir —mediante Mi disposición interpretadora—
que se le dé otro sentido a la interpretada, es como dierogar ésta en tales posibles
sentidos excluidos, cosa inaceptable (cuando en sí los admita) que se haga por

6 «.•• figuran [sigue diciendo el párrafo] la analogía y el Derecho supletorio». Lo que, según lo

dicho antes en el texto, no es verdad.


' Véase supra, § 12, núm. 11, en varios extremos, y textos legatles forales citados en la parte fi-
nal de § 20, núm. 4.
Y es a esta interpretación integradora a la que se refiere la Compilación navarra cuando habla
de integración de las leyes de la misma (ley 1)- Y cuando dicha CoinPilación (ley 6) señala el papel
de la tradición jurídica navarra, realmente su espíritu no puede ser el de constituirla en fuente del De-
recho navarro supletoria de la Compilación, sino el de señalar que &le de utilizarse para interpretar-
integrar las disposiciones de ésta. El mismo papel ha de asignarse a la tradición jurídica de otras re-
giones (véase supra, § 12, núms. 2, párrafo penúltimo; 4, párrafo?enúltimo; 5, párrafo penúltimo).

176 177
CAPÍTULO IV
EFICACIA DE LAS NORMAS CIVILES
Y LIMITES DE LA MISMA

Sección primera
EFICACIA

§ 22
EFICACIA OBLIGATORIA Y EFICACIA CONSTITUTIVA*

SUMAF ): 1. Eficacia. - 2. Eficacia obligatoria.

1 Eficacia.—Las normas jurídicas son eficaces en dos sentidos: 1.° En


el de [ue —como se vio— tienen fuerza de obligar (eficacia obligatoria) a
su cu iplimiento. 2.° En el de que regulan la parte de la realidad social que
abarc 1, haciendo productores de determinados efectos (jurídicos) a los he-
chos, jue contemplan (eficacia reguladora o constitutiva).

2 Eficacia obligatoria.—La fuerza de obligar de la norma procede


del c -ácter imperativo del Derecho; pero no de ser conocida por aquél a

* MORES CONRADI, en C.C.J.C., núm. 19, 1989, pág. 83; CABANILLAS SANCHEZ, en Co-
mentar s al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alaban, t. I, vol. 1.°,
2.° ed., 992, pág. 659; CARRION OLMOS, «Algunas consideraciones sobre el error de derecho», A.C.,
1990, 1 m. 45, pág. 695, «Algunas consideraciones en sede doctrinal sobre el error de Derecho», Cen-
tenario el Código civil, Asociación de Profesores de Derecho civil, t. I, Madrid, 1990, pág. 405, y «El
error d Derecho en la jurisprudencia del Tribunal Supremo», R.D.P., 1990, pág. 187; COCA PAYE-
RAS, C.C.J.C., núm. 9, 1985, pág. 2981; COSTA, El problema de la ignorancia del Derecho, s.f.
(hay e de 1958, Bs. As.); DEREUX, «Etude critique de l'adage «nul n'est censé ignorer la loi», en
, 1907, pág. 513; DORAL, La noción de orden público en el Derecho civil español, 1967; ES-
« a formulación del error de Derecho en el nuevo Título preliminar del Código civil», en D.J.,
1974, gs. 1.309 y SS.; LALAGUNA, «La ignorancia de la ley y el error de derecho», D.J., 1976, págs.
855 y ;.; MARTI MIRALLES, «De iuris et facti ignorantia», en A.D.C., 1969, págs. 441 y ss.; MA-
ZEAU , «La máxime "error communis facit ius"», en R.T.D.C., 1924, págs. 929 y ss.; MORENO QUE-
SADA «Sobre la exclusión voluntaria de la ley aplicable», R.G.L.J., 1977-1, pág. 101; NAVARRO AZ-
NAR, !'ligación y obediencia: planteamiento moral, jurídico y político del deber de obediencia, Homenaje
a Roe; luan, Murcia, 1989,pág. 601; SZABO, «La Rppole actuel de la máxime "Nul n'est censé igno-
rer la i"», en Etudes de Dr. Comparé, 1966, págs. 61 y ss.; DE LA VEGA BENAYAS, Teoría, apli-
cación , eficacia de las normas del Código civil, Madrid, 1976.

179
MANUEL ALBALADEJO § 22 EFICACIA OBLIGATORIA Y EFICACIA CONSTITUTIVA

quien obliga. Por eso «la ignorancia de las leyes no excusa de su cumpli- 40 mismo por su error. Para ambos, las cosas pasan, en principio, como si
miento» (C.c., art. 6, núm. 1, párrafo 1.°).
aquél conociese la ley, y como si la conociese éste, es decir, como si no
Ahora bien, la razón de ser de este precepto es el que las leyes no que- padeciese el error, luego supiese cuál es la verdad legal.
den sin cumplir porque las desconozcan las personas; y, a su vez, tal crite- La jurisprudencia ha venido insistiendo en esta posición de que el error
rio se apoya en que la organización jurídica que el Ordenamiento establece de-Derecho no excusa de cumplir la ley.
no puede quedar a merced de que tomen o no conocimiento de él los miem-
bros de la Comunidad. Pero cosa muy distinta es que el artículo 6, número Por ejemplo, sentencias, entre otras muchas, como las de 7 julio 1950, 20 ju-
1, párrafo 1.0 del Código civil, imponga a todos el deber de tomar tal co- nio 1955 y 31 diciembre 1969.
nocimiento. Este deber no existe en absoluto para todos, y cuestión distinta La verdad es que en algunas de ellas, y en otras que no procede ver aquí, ha
es que en casos particulares (jueces, funcionarios encargados de aplicar de- estimado el Tribunal Supremo que ciertos errores de Derecho pueden ser apre-
terminada legislación, etc.) ciertas personas hayan de tener el conocimiento ciados por la ley. Lo que, por otro lado, es seguro, puesto que aun desde antes
de las leyes que su cargo les exija de la reforma del Título preliminar del Código civil, la propia ley, en determina-
dos casos, dispone la apreciabilidad del error, sin distinguir que sea de hecho o
El artículo 6, número 1, párrafo 1.0, ha sido interpretado por la jurispru- de Derecho, y, además, a partir de tal reforma se ha introducido, en el artículo 6,
dencia, no como deber de saber las leyes —cosa imposible prácticamente—, número 1, párrafo 2.°, un texto nuevo que reconoce en general la apreciabilidad
sino «en el sentido de que la ignorancia de aquéllas a nadie puede aprove- legal del error de Derecho diciendo: «El error de Derecho producirá únicamente
char», tomado este «no poder aprovechar» et la acepción de «librarse de aquellos efectos que las leyes determinen». Ahora bien, aquel tema (el de que el
acatarlas». Lo cual es, ni más ni menos, que lo que el artículo dice: que error de Derecho no exima del cumplimiento de la ley) es distinto de este otro
ignorarlas no excusa de cumplirlas. (el de que, en ciertos, casos, la ley —bien porque lo diga expresamente, o bien
porque se deduzca así de una adecuada interpretación de la misma— tome en
Forman la jurisprudencia dicha, sentencias como las de 4 abril 1903, 16 mayo cuenta el error que una persona padece sobre ella —error iuris—, y de tal error
1907, 3 junio 1909, 7 julio 1950, 20 junio 1955, 7 diciembre 1956. La de 9 marzo haga derivarse determinadas consecuencias). Y lo que se admite en este otro, no
1928 considera, sin embargo que el artículo 2.° [el antiguo art. 2, equivalente al contradice lo que se ha establecido en el primero, sobre que no se libre el que
actual 6, núm. 1, párrafo 11 del Código civil equivale a «presumir iuris et de sufre el error, de que se le aplique lo que la ley establece. Pues sí que se le aplica
iure que las leyes son conocidas por todos». la ley, pero no la regla general (es decir, que la ignorancia de la ley o la igno-
rancia de que lo que de verdad dice la ley, no exime de su cumplimiento) con-
Y lo que se afirma del que las ignora, es aplicable al que yerra sobre tenida en la ley, sino la excepción contenida en otra ley (que también es ley, que,
asimismo ha de cumplirse), según cuya excepción, en el caso exceptuado, la ig-
ellas: tampoco el error puede eximirle de cumplirlas, luego se le aplican tal norancia de la ley o el error sobre ella, producen determinados efectos especia-
como son, y no como él cree que son.
les. Pero estos efectos especiales a que, en ciertos casos, pueda dar lugar la ig-
Que la ignorancia de la ley no aproveche —en el sentido visto— al norancia de la ley o el error sobre ella, no procede estudiarlos aquí, sino en las
que la padece, es cosa que se explica por las razones antes expuestas. Ahora instituciones a que afectan.
bien, a tenor de éstas queda justificado igualmente que tampoco aproveche Resumiendo en breves palabras lo dicho, debe afirmarse que la ignorancia de
—en el mismo sentido— al que lo padece, un error de Derecho, es decir, la ley o el error sobre ella, no eximen de que se aplique tal cual es realmente, a
la creencia de que la norma dice algo que no significa realmente. En tales menos que otro precepto legal (otra ley), expresa o tácitamente, venga a estable-
casos, si el que sufre el error pudiese eximirse de cumplir la ley por ello cer que cuando se ignora la ley o cuando se yerra sobre ella, se dan ciertos efec-
(como, p. ej., si cuando ésta exige determinado requisito para adquirir un tos especiales que suponen de alguna manera, y en cumplimiento de la ley-ex-
cepción, una desviación de lo que sería, si no existiese esa ley-excepción, el
derecho, el que cree que no lo exige, pudiese adquirirlo sin él), sería como
cumplimiento absoluto de la ley-regla general.
si pudiese eximirse por su ignorancia el que desconoce la ley, ya que real-
mente también el que yerra la desconoce, en cuanto que lo que cree sobre
ella, no corresponde a la verdad, luego ignora ésta.
En conclusión, el que ignora el Derecho, no puede librarse por ello de
que se le aplique, y el que yerra sobre Derecho, tampoco puede librarse de

' En los términos que ya se dijo, supra, § 2, núm. 5.

180 181
MANUEL ALBALADEJO § 23 EFICACIA REPRESIVA

§ 23 Según éste: «Los actos contrarios a las normas imperativas y a las prohi-
EFICACIA REPRESIVA* bitivas son nulos de pleno derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto
distinto para el caso de contravención.»
SUMARIO: 1. Reacción jurídica por incumplimiento de la norma.-2. Actos en fraude de Texto legal que en la reforma del Título preliminar del Código civil ha
la ley.-A) Concepto y consecuencia.-B) Requisitos del fraude.-C) Si es o no venido a sustituir al antiguo artículo 4, 1.°, que expresaba el mismo espí-
requisito el propósito del agente de burlar la ley.-CH) Casos de actos en fraude ritu con las siguientes palabras: «Son nulos los actos ejecutados contra lo
a la ley.
dispuesto en la ley, salvo los casos en que la misma ley ordene su validez.»
Se trata, pues, de que el acto sea contrario a la norma imperativa o
1. Reacción jurídica por incumplimiento de la norma.-Cuando lo prohibitiva '; no basta algún otro modo -que no sea el ir contra ella de -

mandado por la norma es incumplido, el Ordenamiento reacciona de dife- incumplimiento de la norma por el acto, o de disconformidad de éste con
rentes formas. Junto a la eficacia obligatoria -y como complemento de la
misma- está la eficacia sancionadora o represiva. respecto a aquélla.
En concreto, las diferentes clases de sanciones que se establecen para Que haya lo que se podría llamar simple disconformidad o bien omisión de
caso de incumplimiento, se tratan al examinar cada una de las institu- algún requisito que la norma dispone para la plena validez del acto, o que haya
ciones civiles a que afectan. Ahora me referiré, en general, sólo a la realización de éste contra la norma, es cuestión que debe analizarse en cada caso,
única disposición que con ese carácter establece el actual artículo 6, nú- a la vista del precepto legal que sea y del acto que se trate.
mero 3:
La nulidad, que les priva de todo efecto como tales actos, se produce
* ANGELONI, La contravenzione, 1954; AUDIT, La fraude et la loi, 1974; BERCOVITZ, R., en ipso iure, sin que tenga que declararla ningún Tribunal (únicamente si existe
C.C.J.C., núm. 15, 1987, pág. 5083; BONET CORREA, «Los actos contrarios a las normas y sus san- una apariencia de que el acto sea válido, será preciso que el Tribunal de-
ciones», en A.D.C., 1976, págs. 309 y ss.; CAFFARENA LAPORTA, en Comentarios al Código civil y clare que tal apariencia no corresponde a la realidad) ni pueda subsanarse.
Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alaban, t. I, vol. 1.0, 2. ed., 1992, pág. 842;
FISCHER, Die Rechtswidrigkeit mit besonderer Berücksichtigung des Privatsrechts, 1966; CALVOSA,
La ineficacia que procede de esa nulidad se entiende, naturalmente, en
«La frode alla legge nel negozio giuridico», en Diritto o giurisprudenza, 1949, págs. 325 y ss.; CA-
cuanto a que no se darán los efectos que la norma asignaría al acto si no
RRARO, 11 negozio in frode alla legge, 1943, y «Valore attuale della massima "fraus omnia corrum- fuese contrario a ella (p. ej., el matrimonio válido produce el efecto de con-
pit"», en R.T.D.P.C., 1949, págs. 782 y ss.; CESSARI, «La struttura della "fraus legis"», en R.T.D.P.C.,
1953, págs. 1.071 y ss.; COGLIOLO, Fraus legi, en Scritti giurdici van i di Diritto privato, 1940, págs.
vertir a los contrayentes en marido y mujer; efecto que no se produce si tal
437 y ss.; DESBOIS, La notion de fraude a la loi et la jurisprudence française, 1927; DIEZ-PICAZO, matrimonio se contrae -contra la norma que lo prohíbe- por una persona
«El abuso del Derecho y el fraude de la ley en el nuevo Título preliminar del Código civil y el pro- ya casada), pero no en cuanto a que no se den otros efectos que, aparte de
blema de sus recíprocas relaciones», en Di., 1974 y ss.; FUCHS, Umgehung des Gesetzes, 1917; GI-
TRAMA, La corrección del automatismo jurídico mediante las condenas de/fraude a la ley y del abuso
la nulidad, pueda el acto producir (p. ej., el segundo matrimonio de la per-
del Derecho, separata, 1975; JORDANO, «Dictamen sobre abuso de derecho y fraude a la ley", en sona ya casada -que no es eficaz para hacer marido y mujer a los con-
A.D.C., 1960, págs. 958 y ss.; LIGEROPOULO, «Le probleme de la fraude a la loi, 1928, y «La de- trayentes- sí lo puede ser para constituir un delito de bigamia).
fensa del Derecho contra el fraude», en R.D.P., 1930, págs, 1 y ss.; LUCES GIL, «El fraude a la Ley Por excepción -según establece el mismo art. 6, núm. 3-, el acto
en las normas del Título preliminar del Código civil», en Estudios BATLLE, 1976, págs. 487 y ss.;
LLUIS, «El fraude de la ley ante el Derecho interno de los Estados», en R.G.L.J., 1957, II, págs. 587
contrario a Derecho imperativo o prohibitivo es válido cuando la propia
y ss.; MARTIN OVIEDO, «El acto en fraude de la ley como especie del acto contrario a la ley», en norma ordena su validez (se trata de casos en los que la ley, al actuar re-
R.D.P., 1967, págs. 304 y ss.; MESSINA, G., «Sulla frode alla legge nel negozio giuridico di Diritto presivamente contra el que no cumplió uno de sus mandatos o desatendió
privato», en Circolo giuridico, 1907, págs. 210 y ss.; MORELLO, Frode alla legge, 1969; NAVARRO,
El fraude de ley, 1988; NEFF, Beitrüge zur Lehre von der fraus legis facta in den Digesten, 1895; PAC- una de sus prohibiciones, considera preferible castigar con una sanción dis-
CHIONI, «Sull "in fraudem legis agere"», en R.D. Comm., 1911, II, págs. 332 y ss.; PENA, «Sobre el tinta de la nulidad del acto), y se entiende que la ordena cuando establece
fundamento legal de la necesidad del carácter cogente en la norma contravenida, etc.», en A.C., 1990,
págs. 241 y ss.; PFAFF, Zur Lehre vom sogenannten in fraudem legis agere, 1892; PRAT-ROUSSEAU,
un efecto distinto (distinto de la nulidad) para caso de contravención. No
La notion de fraude a la loi, domaine d'application en Droit franÇais, 1937; RODRIGUEZ ADRADOS, siendo preciso, pues, que el mantenimiento de la validez se disponga ex-
«El fraude a la ley», en A.M.N.. Estudios sobre el Título preliminar, I, 1.0, 1977; ROTONDI, Gili ata
in frode alla legge, 1911; SOLS LUCIA, El fraude a la ley, 1989, y «El fraude a la ley en la reciente
jurisprudencia», en R.J.C., 1987, págs. 1.023 y SS.; VETSCH, Die Umgehung des Gesetzes, 1917; VI- ' Una abundante jurisprudencia establece, en efecto, con referencia al antiguo artículo 4, 1.0, que
DAL, Essai d'une theorie generale de la fraude en Droit franÇais, 1957. la validez del acto nulo no hace falta que se establezca textual o expresamente. Así las sentencias de
Aparte de la citada hay más bibliografía específica sobre el fraude en el Derecho internacional pri- 19 octubre 1944, 8 abril 1958, 7 diciembre 1961, 8 octubre 1963, 27 febrero 1964, 22 marzo y 2 no-
vado.
viembre 1965, 8 marzo 1966, 26 noviembre 1968 y 17 octubre 1987

182 183
MANUEL ALBALADE10 § 23 EFICACIA REPRESIVA

plícitamente, sino que basta se deduzca de una adecuada interpretación de El mismo concepto era el que se expresaba cuando en otros fallos el
aquélla ibis. Tribunal Supremo hubo dicho que el artículo 4, 1.0 por sí solo no era bas-
tante para fundamentar una declaración de nulidad.
La validez excepcional del acto (contrario a Derecho imperativo o prohibi-
tivo) la formulaba el antiguo artículo 4, 1.0, con la expresión «salvo los cas Sentencias como las de 26 mayo 1964, 22 marzo 1965, 20 abril 1967, 25 ju-
en que la misma ley ordene su validez», mientras que ahora el nuevo artíc nio 1968, 4 octubre 1969, 30 junio 1978, 8 junio y 22 noviembre 1979, que ci-
6, número 3, la formula diciendo «salvo que en ellas [en las normas, lo mis ' tan otras.
sean las violadas que otras] se establezca un efecto distinto [distinto de la nu-
lidad] para el caso de contravención». Pero el espíritu sigue siendo, también en 2.° Es preciso, ciertamente, demostrar la infracción de la ley que al
el nuevo artículo 6, número 1, que el Ordenamiento disponga la validez excepq
cional del acto contrario a Derecho, pues ya se comprende que si la regla esi ser violada da lugar a que proceda aplicar el artículo 4, 1.0 (hoy el 6, nú-
la nulidad, lo único que exceptúa de la misma es que el propio Derecho que 1a, mero 3; lo que se sobrentiende en adelante). Eso es lo que se significa
establece libere de ella (es decir, ordene la validez) mediante un precepto ex- cuando se dice por la jurisprudencia que es un artículo genérico y que para
cepcional. Ahora bien, el nuevo artículo 6, número 1, al dejar de asar la tradi- su aplicación es preciso otro específico.
cional expresión de «nulidad salvo que se ordene la validez», y escoger la de Pero obviamente no se puede pedir que para estimar un acto nulo a
«salvo que se establezca un efecto distinto para caso de contravención», sigue tenor del artículo 4, sea preciso que otro artículo declare que lo es por
implicando el concepto que aquella primek fórmula significaba, ya que como
es imposible mantener la validez si no es porque el Ordenamiento la dispone
ir contra ley, y no que su disconformidad con ésta produce sólo efectos
excepcionalmente, no se puede menos de entender que hay que dar por hecho diferentes de la nulidad. Entonces evidentemente sobraría el artículo 4.
que la disponga, y que lo que ocurre es que se sobrentiende que la dispone Así, pues, insisto: el artículo 4 sanciona la nulidad; y el otro (u otros)
cuando establece un efecto distinto (distinto de la nulidad) para caso de contra:. texto (que pide la jurisprudencia para que funcione la sanción que dis-
vención. pone aquél) hay que ver si, por lo que establece relacionado con el acto
Todo lo que -insisto- demuestra que:
que sea, da lu g ar a un supuesto en el que acto va contra lo por tal texto
(ley o norma) establecido, y hay, por tanto, un acto contra ley (hay, acto
Con el moderno artículo 6, número 1, lo mismo que con el antiguo' contrario a normas imperativas o prohibitivas) al que, entonces, se apli-
artículo 4, 1.°, la esencia de que el acto contrario a Derecho sea válido,
cará el artículo 4.
está no en que la ley establezca para él otro efecto distinto de la nulidad, 3•0 El artículo 4 sienta un principio general que no es aplicable si la
sino en que disponga excepcionalmente su validez, si bien esto se deduzca nulidad que sea se regula por otras disposiciones concretas.
de que haya ordenado otro efecto (distinto de la nulidad) para el acto con-
tra ley.
Sentencias de 13 junio 1947, 17 octubre 1955, 20 noviembre 1959, 25 fe-
La jurisprudencia, que es muy abundante sobre el antiguo artículo 4, brero y 20 abril 1967, 3 noviembre 1972, 17 octubre 1987, etc.
1.0, precisó el sentido del mismo. De ella conviene recoger afirmaciones que
importaron para esclarecer dicho sentido, y que pueden ser aún útiles, al 4•0 La nulidad que establece el artículo 4 sólo es para cuando el acto
menos en parte, para ilustrar el nuevo artículo 6, número 3.
choca contra ley imperativa 2. Lo que incluso antes de la reforma del Título
1.0 Por supuesto el principio que sienta el actual artículo 6, número preliminar era obvio, ya que sólo si la ley impone algo (no si lo establece
3, antiguo artículo 4, 1.0, ha de aplicarse en concordancia con las normas para cuando los particulares no quieran otra cosa), se puede decir que choca
que regulan cada institución. Lo que significa que es en éstas donde se ha con ella el acto que lo viole. Pero de todos modos el nuevo artículo 6, nú-
de ver si el acto choca con la ley.
mero 1, ha venido a recoger explícitamente la necesidad de que el acto sea
Sentencias como las de 16 diciembre 1953, 20 abril 1967, 23 noviembre 1977 contrario a norma imperativa. Añade también el nuevo texto la nulidad del
y 28 julio 1986. acto contrario a norma prohibitiva, pero ello no cambia el sentido consa-
grado por la jurisprudencia sobre el antiguo artículo 4, puesto que se trata
de que la norma prohibitiva es IMPERATIVA en el prohibir.
'" Norma cogente, dice PENA, «Sobre el fundamento legal del carácter cogente en la norma con-
travenida, etc.», en A.C., 1990, p. 241 ss. Pero yo, de cualquier modo, opto con conservar la termino-
logía legal. 2 Sentencias de 11 marzo 1959, 20 febrero 1961 y 20 abril 1967.

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MANUEL ALBALADEJO § 23 EFICACIA REPRESIVA

5•0 Además, la nulidad no se produce por cualquier disconformi fensor judicial cuando es preceptiva (sentencia de 7 julio 1978), y la elección
del acto con la ley o por cualquier omisión de lo que ésta preceptúe. Y como presidente de una comunidad casas por pisos de un no condueño (senten-
todo lo hecho contra la ley es radicalmente nulo (recuérdese que la nuli cia de 16 enero 1985) y una compraventa que infrinja el artículo 1.459 (senten-
dad que establece el art. 4 es radical), pues a veces la sanción que sufre cia de 7 octubre 1987).
B) No son nulos: la venta o arrendamiento, antes del plazo mínimo que la
el acto por su disconformidad con la ley es distinta de tal nulidad, o bien ley establece, de autovehículos importados, sin divisas ni compensación (senten-
los efectos de dicha disconformidad son efectos que no consisten en inva- cias de 8 junio 1957 y 17 octubre 1961), las operaciones en divisas extranjeras
lidar el acto. faltando la autorización del (hoy desaparecido) Instituto Español de Moneda Ex-
tranjera (sentencia de 8 abril 1958), el alquiler o venta de viviendas de protección
Esto queda ahora dicho expresamente en el nuevo artículo 6, número 3, pero oficial por renta o precio superior al legal (sentencias de 28 abril 1971, 20 marzo
la jurisprudencia ya venía advirtiéndolo bajo el antiguo artículo 4, 1.0. En efectg, 1972, 7 julio 1981, 3 septiembre, 14 octubre 1992, 4 junio, 3 y 10 diciembre
innumerables sentencias hicieron afirmaciones de las dichas u otras equivalente 1993, 18 febrero, 4 mayo 1994, 21 noviembre 1996, 4 febrero 1998, y ver tam-
Así, entre las más modernas, las de 28 enero y 8 abril 1958, 20 noviembre 195 bién la de 22 noviembre 1982 sobre su compra en otros supuestos prohibidos; sin
8 octubre 1963, 10 noviembre 1964, 24 febrero 1964, 22 marzo 1965, 1 febrero embargo, se pronuncian por la nulidad [bien total, bien sólo parcial para en lo que
y 8 marzo 1966, 19 enero y 20 abril 1967, 31 mayo y 26 noviembre 1968, 25 sea excesivo el alquiler o el precio] las de 16 noviembre 1974, 29 noviembre 1977
febrero y 27 junio 1969, 28 junio 1971, 17 mayo y 28 octubre 1974, 28 julio y 15 y 28 febrero 1991, que sustituyen la renta pactada por la legal (v. la dispo-
1986, 17 octubre 1987, 29 octubre 1990. veces las sentencias contienen ariit sición adicional La, ap. 5, de la L.A.U. vigente), y lo mismo las de 17 abril 1978,
~iones literalmente inexactas, pero que, en realidad, no encierran espíritu di. 20 marzo 1979, 27 noviembre y 3 diciembre 1984, 14 enero, 20 junio y 5 no-
tinto de las recogidas. viembre 1985 y 22 abril 1988, que para caso de venta, declaran la nulidad par-
cial por el exceso de precio sobre el legal, la de 12 julio 1979 y la de 26 febrero
6.° Por último, el pretender enumerar, como hacen algunas sentencias 1983), el acuerdo por el que se elige para el cargo de presidente de una comuni-
(así, la de 10 noviembre 1964) los casos en que, según el artículo 4, hay dad de casa por pisos a un no propietario (sentencia 28 octubre 1974), la enaje-
nación de bienes de menores sin autorización judicial previa (sentencias 21 mayo
nulidad radical, es tarea con escaso fruto y lo único seguro es afirmar que, 1984 y 30 marzo 1987), la venta (era de cemento) por precio superior al legal,
en cada uno, habrá que ver si según las propias reglas que regulan el acto que vale con éste (sentencia de 20 mayo 1985). Ver también la Resolución de 3
y las generales que le sean aplicables, procede -por tratarse de un acto junio 1978 sobre caso de inversiones extranjeras. No es nula la transmisión de
contra ley (hoy contra norma imperativa o prohibitiva)- la nulidad radical una farmacia en contravención a las normas administrativas que disciplinan la ti-
a tenor del artículo 4, u otra sanción (porque se está ante un acto en dis- tularidad de las farmacias (sentencia de 17 octubre 1988).
conformidad con la ley pero no contra ella). En todos esos casos, procederá la sanción que proceda, pero no la nulidad.

Son casos en que la jurisprudencia declaró que cierto acto era nulo por contra 2. Actos en fraude de la ley.-A) Concepto y consecuencias.-Sin
ley según el repetido artículo 4, o bien por su disconformidad con la ley aparejaba duda que entre los actos ejecutados contra lo dispuesto en la ley y, por tanto,
otras consecuencias, por ejemplo, impugnabilidad, pero no la nulidad, los siguientes: alcanzados por la nulidad que para ellos establecía el antiguo artículo 4, 1.0 ,
A) Es nula la venta por precio superior al de la tasa oficial de un camión se encontraban los actos en fraude de la ley 3.
usado (sentencia de 27 octubre 1950) y la venta de cierto tipo de alcohol a per- En sentido amplio se dice que se defrauda a la ley cuando se elude su
sona que no puede adquirirlo según las disposiciones vigentes (sentencias de 19
cumplimiento. En tal sentido, fraude a la ley es eludir aquél. Pero como si
diciembre 1958 y 11 junio 1959), y la de una finca adjudicada por el Instituto
ello se hace ostensiblemente, la ley nos es impuesta por la autoridad ade-
Nacional de Colonización (hoy Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agra-
rio), antes de cumplir las condiciones del caso y sin autorización de aquél Insti- cuada, o se nos aplica la sanción correspondiente, lo que sustituye al cum-
tuto (sentencia de 6 noviembre 1961) y la de bienes de los Ayuntamientos sin el plimiento, se suelen utilizar otros caminos para soslayar éste. Tales cami-
cumplimiento de los requisitos legales que en el caso se mencionan (sentencia de nos son: u ocultar el acto prohibido bajo la apariencia de otro (simulación),
4 octubre 1969), y la de viviendas subvencionadas o de protección oficial por pre- O dar un rodeo y amparándose en preceptos (ley de cobertura) dictados con
cio superior al permitido (sentencia de 16 noviembre 1974), y la de bienes ecle- finalidad diferente, realizar de verdad (es decir, no simuladamente) uno o
siásticos sin la correspondiente licencia del superior legítimo (sentencia de 6 ju-
lio 1976), y los acuerdos relativos a la cosa común tomados sin la unanimidad de
los copropietarios, cuando la ley exige ésta (sentencias de 25 abril 1970, 14 di- Unas extensas consideraciones sobre el tema, en la sentencia de 5 febrero 1965 (Sala sexta), Con-
ciembre 1973 y 14 marzo 1983) y los actos celebrados sin intervención de de- siderando 5.0.

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MANUEL ALBALADEJO § 23 EFICACIA REPRESIVA

varios actos que en conjunto proporcionen el resultado prohibido por la ley Así lo precisa también la Exposición de Motivos de la Ley de reforma del
soslayada (ley defraudada). Esto es el fraude a la ley. Título preliminar, al decir en su párrafo veinte segunda mitad que: «... Por otra
parte, si frente a la norma elegida aparece otra tratada de eludir, habrá de apli-
La sentencia de 10 octubre 1962 lo caracteriza como «ataque solapado a las carse la últimat. Ello quiere decir que la consecuencia correspondiente no queda
normas, precisamente para burlarías con apariencias externas de legalidad hasta circunscrita a la nulidad del acto a través del cual pretendiera lograrse un resul-
escrupulosas». Y la de 25 abril 1975 (Sala 6.") como «escapar de un tríandato le- tado fraudulento, sino que ha de comprender también la efectiva aplicación de la
gal apoyándose en las mismas leyes». Ver también las de 16 marzo 1987, 20 mayo norma pertinente, aunque no queden excluidas ciertas consecuencias anulatorias.»
1988, 20 junio 1991, 3 noviembre 1992, 30 junio 1993, 5 abril 1994, 1 diciem-
bre 1995, 19 mayo y 22 diciembre 1997, 9 septiembre 1998. Lo hasta ahora dicho, por lo que atañe al tema en general; en particu-
Y la Exposición de Motivos de la reforma del Título preliminar del Código. lar, por lo que se refería a arrendamientos urbanos sometidos a la L.A.U.
civil, dice en su párrafo veinte, primera parte, que: «En la configuración del fraude antigua, el artículo 9, 2.°, de ésta disponía que: «Los jueces y Tribunales
prepondera la idea de considerar el ordenamiento jurídico como un todo; por eso rechazarán las pretensiones que... constituyan medio para eludir la aplica-
es reputada fraudulenta la sumisión a una norma llevada a cabo con el propósito ción de una norima imperativa, que deberá prevalecer en todos los casos
de obtener un resultado prohibido o contrario al conjunto del ordenamiento». frente al fraude de la ley.»
Que el acto en fraude a la ley es nulo ss cosa que no necesita de es- La nulidad del acto fraudatorio con arreglo al antiguo artículo 4, 1.0, por su-
pecial justificación, pues, como dice DE CASTRO 4, deriva lógicamente del, puesto, la presuponían todas las sentencias que se citarán en este tema. Pero ade-
criterio interpretativo (de la ley) finalista. más la habían afirmado explícitamente las de 13 junio 1959 y 5 febrero 1965
(Sala 6.'), y la Resolución de 14 marzo 1967. Según aquélla, se debe «afirmar,
Sería contradictorio pensar que la ley tolera el fraude, pues 'Sería pensar que por aplicación del apartado primero del artículo 4.° del Código civil, la nulidad
prohíbe un resultado y que, a la vez, permite alcanzarlo (siempre bien entendida; de pleno Derecho de los actos en fraude de la ley, que la Sala debe declarar de
que lo prohibido sea el resultado, y no un determinado Medio de conseguirlo); se- oficio, por ser materia de orden público, con la consecuencia de deshacer la apa-
ría contradictorio, porque sería pensar que prohibe, diríamos, la infracción a cara riencia de protección jurídica que amparaba el acto». Y según la resolución (aun-
descubierta, y permite —ya que el fraude es también infracción— la solapada, que en el caso no se apreció el fraude), el acto fraudatorio produce la nulidad de
que es aún más censurable, si cabe. pleno Derecho con arreglo al artículo 4.° del Código civil (Considerando 1.0 y pe-
núltimo) 6• También, de pasada, la sentencia de 10 noviembre 1964.
De todos modos, el Tribunal Supremo venía declarando la nulidad, a
tenor del artículo 4, 1.0, del acto fraudatorio. De la nulidad hay que salvar al acto fraudatorio (por la misma razón
que, a tenor del antiguo artículo 4, 1.0 y del actual artículo 6, número 3, se
Y al reformarse recientemente el Título preliminar del Código civil se
ha venido a recoger de forma explícita la nulidad de dicho acto, en el ac- salva de ella el acto que sin ser fraudatorio sí es contrario a las normas)
cuando excepcionalmente la ley, en los términos que ya se explicaron 7, man-
tual artículo 6, número 4, según el que: «Los actos realizados al amparo tenga su validez. Y como el mantenimiento de la validez no hace falta que
del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el Orde-
se establezca textual o expresamente 8, podrá deducirse de una interpreta-
namiento jurídico, o contrario a él, se considerarán ejecutados en fraude de ción adecuada de los datos que jueguen, amén de que lo presupone, a te-
ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado
de eludir.»
6 DE COSSIO y GULLON, en CLEMENTE DE DIEGO, Instituciones
(ed. revisada por aquéllos),
Texto que significa: 1.0 Que el acto fraudatorio es nulo (ya que preci- I, pág. 158, dicen que «la declaración de fraude no lleva aparejada necesariamente la nulidad del acto,
samente se parte de que se trate de acto fraudatorio que burle una ley 5 que sino simplemente su pleno sometimiento a la ley defraudada; si es contrario a ella se impondrá, natu-
apareje nulidad del acto contrario a ella). 2.° Que no solamente el acto es ralmente, dicha nulidad; en otro caso, simplemente se actuarán sus consecuencias jurídicas como ex-
clusivamente sometido a dicho régimen de la norma defraudada». Lo mismo DE CASTRO, Derecho ci-
nulo, sino que, además, la ley pretendida burlar tendrá la aplicación que le vil, P, pág. 612, y CASTAN-DE LOS MOZOS, Derecho civil, 1, I", pág. 577. Indudablemente, si puesto
corresponda. que lo malo del acto fraudatorio es que defrauda a la ley, su sanción por ello no puede ser mayor que
la que se deduzca de su sumisión a la ley defraudada. Hasta ahí de acuerdo. Pero es que como al tra-
tar el tema presente se parte de que el acto sea contra ley, y de que lo sea, por tanto, el fraudatorio,
Derecho civil, P, pág. 609. queda claro que éste sólo se librará de la nulidad a tenor de lo que se dice en el texto a continuación.
5
Alcanzando un resultado «prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él», en expresión 7 Supra, núm. 1.
del artículo 6, núm. 4, con lo que cae bajo la nulidad establecida en el núm. 3 del mismo artículo. Véase supra, nota 1 del número anterior y texto correspondiente.

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MANUEL ALBALADEJO § 23 EFICACIA REPRESIVA

nor del actual artículo 6, número 3, última parte, el hecho de que la norma, necesidad de este propósito. Tesis que me parece la acertada, ya que con la
establezca para caso de acto contra ella o en su fraude un efecto distinto nulidad por fraude lo que se persigue no es reprimir la mala fe o intención
de la nulidad. maliciosa del agente, sino evitar que la ley no reciba aplicación; y no se-
ría aplicada, lo mismo si el acto (fraudulento) se le sustrae de propósito,
El salvarse de la nulidad el acto fraudatorio es excepcional en el caso que que sin él. De todos modos, es innegable que en la práctica el acto frau-
acabo de exponer, porque, como ya se ha señalado 9, tratándose de acto contra datorio suele realizarse con el propósito de eludir la ley.
normas imperativas o prohibitivas, su nulidad es la regla, parejamente a como la
es para cualquier otro acto (no fraudatorio) contra tales normas. Pero si se trata De cualquier manera, de lo que no cabe duda es de que, comprobada esta in-
de un acto fraudatorio no equivalente a acto contra dichas normas, es normal — tención (aunque sea por presunciones), se puede ya sin temor juzgar el acto como
y no excepcional— su validez en los términos en que lo sería la del acto a quoi fraudatorio, mientras que, no constando, hará falta sopesar más cuidadosamente si
el fraudatorio equivalga, si bien procederá, desde luego, la debida aplicación de es que aquél fue un caso, no de burlar una ley (la sedicentemente defraudada),
la norma tratada de eludir, y la sanción (no consistente en nulidad) que proceder* sino de simple ejercicio de las facultades que otra (entonces sedicentemente de
por la realización del acto al que el fraudatorio equivalga. Lo que pasa es que etk cobertura) concedía.
la terminología usual ese acto que elude una norma, dando lugar, pues, a su vio-
lación, no se califica de fraudatorio cuando tal violación no consiste en ir contra
ley en el sentido estricto de tal expresión '°. Por su parte, la jurisprudencia, por lo menos si se toman sus palabras

al pie de la letra, lo mismo que se ha inclinado por la tesis de ser necesa-
B) Requisitos del fraude.—Son requisitos para que exista fraude a la ria la intención de burlar la ley, que por la de que no.
ley: 1.0 Que el acto en cuestión suponga la violación efectiva de una ley (a La sentencia de 3 abril 1957 dijo que el fraude sólo es acogible «cuando
la que es contrario o por la que está prohibido el resultado del acto) en existan situaciones o estados aparentes buscados de propósito para eludir un pre-
cuanto va contra su finalidad práctica. 2.° Que la ley en que se ampara (ley cepto legal»; y la de 22 mayo 1969, también en esa línea, habla de que «para
de cobertura) no lo proteja, porque su fin sea otro. que pueda declararse que un acto o una serie de actos han sido realizados en
fraude de la ley es preciso que quien lo propugne suministre al juzgador los ele-
Dice la sentencia de 13 junio 1959 que se requiere: «1.0 Acto o actos que mentos de hecho precisos para llevar a su ánimo el convencimiento de que con
contrarían la finalidad práctica de la ley defraudada, suponiendo su violación efec- el procedimiento negocial empleado, se pretendió evitar la actuación de las nor-
tiva, entendiendo los autores que el acto «in fraudem legis» será nulo siempre mas dictadas para regular otro negocio, y ello con el objeto de lograr, unas ve-
que la ley, según recta interpretación quiera evitar la realización del resultado ces, un fin ilícito, y otras, una eficacia legal distinta a la propia de la finalidad
práctico obtenido, pero no si sólo quisiera prohibir el medio elegido para la re- de la ley actuada».
alización del resultado. 2.° Que la ley en que se ampara el acto o actos (ley de También en otras sentencias se parte de suponer el propósito de defraudar.
cobertura) no tenga el fin de protegerlos —aunque puedan incluirse por su ma- Así, en las de 5 febrero 1965 (Sala 6.a), 21 marzo y 17 mayo 1968, 21 febrero,
teria en la clase de los regulados por ella— por no constituir el supuesto nor- 22 abril y 28 junio 1969, y en la de 8 mayo 1971, Considerando 2.°, que habla
mal, o ser medio de vulnerar abiertamente otras leyes, o perjudicar a tercero.» de que la situación a que se llegó «no resulta ser fruto de una confabulación do-
La de 6 febrero 1957 dice que: «Es precisa una serie de actos que, pese a su losa o de una maquinación urdida para burlar el derecho de retracto» (o, lo que
apariencia de legalidad, viole el contenido ético del precepto legal en que se am- es lo mismo, para evitar la aplicación de la ley que otorgaba tal retracto). Tam-
pare.» Cfr. también las de 3 noviembre 1967, 21 marzo 1968, 23 abril y 22 mayo bién la de 30 noviembre 1973.
1969, 14 diciembre 1972, 14 febrero 1986, 20 junio 1991, 30 junio 1993, 1 di- De todos modos, la realidad es que aunque tales sentencias partan de que hay
ciembre 1995, 20 febrero 1998.. fraude cuando existe propósito de defraudar, y aunque alguna diga que se precisa
este propósito, no deciden específicamente casos en que el tema sea el de si tal
C) Si es o no requisito el propósito del agente de burlar la ley.—No propósito es esencial para que el fraude exista. Pues en los casos que juzgaron:
hay acuerdo unánime sobre si es requisito del fraude a la ley que exista el o rechazaron que hubiese fraude porque entendieron que ni realmente había sus-
propósito de burlarla. Sin embargo, la opinión más extendida " descarta la tracción del acto a la norma sedicentemente defraudada ni tampoco había propó-
sito de defraudarla; o admitieron que había fraude cuando este propósito existía.
Pero —repito— al no plantearse en ellas el tema concreto de si es o no de esen-
9 Supra en el mismo texto de este número y nota 6.
'° Supra, núm. 1.
cia el propósito fraudatorio, no pueden verdaderamente ser adscritas a la tesis de
" Para todos, véase DE CASTRO, ob. cit., págs. 611 y 612; CASTAN-DE LOS MOZOS, ob. cit.,
que para que haya fraude no basta la sustracción del acto a la norma defraudada,
pág. 576; ESPIN, Manual, P, págs. 123 y 124, y en ellos más citas. sino que es preciso, además, el propósito de defraudarla.

190 191
MANUEL ALBALADEJO § 23 EFICACIA REPRESIVA

En la línea de no considerar necesario este propósito —que„ como dije, es la 3.° Por último, los casos claros de obtención de un fin prohibido o contra-
que considero preferible—, la Resolución de 14 marzo 1967 afirrmó que: «No im- rio a Derecho, por medio que la ignorancia o falta de previsión del agente im-
porta tanto el que se haya pretendido por las partes ejecutar un acto en fraude de pida considerarlos como realizados con propósito efectivo de defraudar, cabe es-
un requisito esencial, sino que efectivamente exista fraude.» Y 12a sentencia de 13 timados como producto de una conducta en la que existe un equivalente del propósito
junio 1959 sostuvo que no es necesario «que la persona que reallice el acto o ac- fraudatorio, al que debe equipararse, sin duda, aquella falta de conocimiento, pre-
tos en fraude tenga intención o conciencia de burlar la Ley ni, cconsiguientemente, visión o diligencia que, de haberse tenido, habría hecho observar al agente que su
la prueba de la misma, porque el fin único de la doctrina del fraude es la defensa actuación producía objetivamente una violación del Ordenamiento.
del cumplimiento de las Leyes, no la represión del concierto co intención mali-
ciosa». Igualmente las de 20 mayo 1988, 20 junio 1991, 9 septtiembre 1998, 23 ejemplos
enero 1999. D) Casos de actos que pueden ser en fraude a la ley.—Son
de actos que pueden ser en fraude a la ley: el cambiar de nacionalidad de
país que no a otro que sí admite el divorcio, y así eludir la ausencia de éste
Por último, desde la reforma del Título preliminar dell Código civil, en la legislación propia, y luego recobrar la nacionalidad anterior; el dividir
tanto el texto legal que ha venido a regular el fraude, colmo el de la Ex- una finca en dos, de forma que una de las partes cese de lindar con la que
posición de Motivos dedicado al mismo, literalmente parecen favorecer la
era finca contigua, y así poder evitar que vendiéndola retraiga el colindante
tesis que considera requisito el propósito de burlar la ley. (art. 1.523 del C.c.); el construir otra en edificio de vivienda única, para po-
der venderlo todo, y que no retraiga o tantee ésta su inquilino (L.A.U., art. 25);
Dice el artículo 6, número 4: «Los actos.., que persigan...»„ y que estos ac-
tos «no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de elu- el cambiar de vecindad civil para así burlar los derechos legitimarios que
dir». Y la Exposición de Motivos de la reforma del Título preeliminar, párrafo concede contra el que cambia el Derecho de la vecindad que tenía.
veinte, primera parte: «... es reputada fraudulenta la sumisión al una norma lle- No he dicho que las anteriores son hipótesis de actos en fraude a la
vada a cabo con el propósito de obtener un resultado prohibido....». ley, sino que lo son de actos que pueden ser en fraude a la ley. Ello, por-
que, por ejemplo, no se puede considerar lo mismo el caso del nacional
Sin embargo, es innegable que, a pesar del nuevo argumento literal, que, siguiendo realmente arraigado en su país, adquiere la nacionalidad de
debe de acogerse la tesis contraria, si se la considera preferiible a la vista otro, se divorcia seguidamente y al poco recobra la anterior, que el del na-
de la totalidad de los argumentos manejables en el tema. cional que emigrado, por cualquier motivo que sea, de su Patria, y habiendo
montado una nueva vida en país extranjero, se divorcia al cabo del tiempo
Entre los que no se puede desechar el de que el párrafo de ha Exposición no y volviendo a su país en fecha muy posterior, cuando las circunstancias se
es un precepto legal, y el de que el «persigan» del artículo 6, niúmero 4, se re- lo permiten, recobra entonces su vieja nacionalidad; ni puede juzgarse lo
fiere a «los actos», y no al propósito del agente. Y si bien reahmente el acto no mismo al que, en el ejemplo puesto de la finca, divide ésta después de ha-
persigue, sino que es el agente el que persigue a través de aquél, el «persigan» ber entrado en tratos para venderla, y luego vende sucesivamente las dos
referido a los actos vale como expresión, más o menos feliz, que significaría que partes al mismo comprador, que a quien decide dividir una finca que po-
por el acto que sea se llegaría a un resultado (el prohibido a contrario al Orde-
see, y al cabo de los arios encuentra un comprador al que sucesivamente le
namiento). Y entendido así el «persigan» ya no es argumento ent pro de la tesis
que exige el propósito de defraudar. Y cosa semejante cabe deciir de el «se hu- vende las partes de la antigua finca total.
biere tratado de eludir». Se puede concluir, pues, que los Tribunales tienen en su mano apreciar
si hay fraude o no, según que de las circunstancias se deduzca: bien que
hay realmente sustracción del acto a una norma que habría debido alcan-
De cualquier modo, la discusión sobre si es o no preciso el propósito
de defraudar, si bien teóricamente es de alcance importante, prácticamente zarle; o bien que, por el contrario, el hecho de que la norma no alcance al
lo tiene muy escaso. acto, responde a un desarrollo normal de los acontecimientos.

Y que: 1.0 Por un lado, los actos que objetivamente defraudan a la ley, la
verdad es que suelen realizarse con propósito de defraudarla, aunque no quede
constancia palpable del mismo.
2.° Por otro lado, el tal propósito, aunque no conste de forma directa, puede
estimarse a base de presunciones.

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MANUEL ALBALADEJO § 25 LIMITES EN EL TIEMPO

Sección segunda Aquí tampoco trato de los casos en que procede la aplicación de las normas
LIMITES A LA FUERZA DE OBLIGAR DE LAS NORMAS de Derecho común en territorio foral o de los forales en aquel territorio, o en uno
foral que no sea el suyo, porque tal materia no es propiamente de Derecho civil,
La fuerza obligatoria de las normas tiene unos límites en el espacio y sino de Derecho interregional (cfr. C.c., Capítulo V del Título preliminar, Com-
pilaciones del País Vasco, art. 16, de Cataluña, art. 3, de Navarra, ley 10, de Ba-
en el tiempo.
leares, art. 2 de Galicia, art. 4).

§ 24 Al estudiar las singulares instituciones civiles me ocuparé en cada una


de en qué casos no deben de regirse por nuestro Derecho y de cuándo sí,
LIMITES EN EL ESPACIO
y, en este supuesto, de cuál sea el Derecho español aplicable.
1. Límites en el espacio.—En cuanto a los primeros, disponía el an-
tiguo artículo 1.0 del Código civil que «las leyes obligarán en la Península, § 25
Islas adyacentes, Canarias y territorio de Africa sujeto a la legislación pe- LIMITES EN EL TIEMPO*
ninsular...». Es decir, en principio, en España, en el territorio del Estado
español. SUMARIO: 1. Límites en el tiempo.-2. Entrada en vigor de las leyes.-3. Cesación de
Pero siendo cosa obvia que las normas jurídicas españolas obligan o ri- la vigencia de las leyes.-4. Comienzo y término de vigencia de costumbre y prin-
gen en nuestro país, ya que es a él a donde se extiende el poder normativo cipios generales del Derecho.-5. Valor que conservan las normas jurídicas dero-
gadas.
de nuestro Estado, al reformarse recientemente el Título preliminar del Có-
digo civil, se ha creído oportuno suprimir el artículo que lo decía, aunque, 1. Límites en el tiempo.—En cuanto a los límites de la obligatorie-
naturalmente, en todo el que tiene conexión con el tema, aflora la idea de dad de las normas jurídicas en el tiempo, están marcados por su entrada en
que nuestras normas rigen en España (p. ej., arts. 1, núm. 5, 8, 13, etc.), vigor y por la cesación de éste.
de cuyo territorio nacional se consideran como parte los navíos y las aero-
naves militares españolas, y durante su navegación, los buques o aeronaves
* AFFOLTER, System des deutschen bürgerlichen übergangsrecht, 1903, y
Geschichte des inter-
civiles abanderados, matriculados o registrados en España (C.c., art. 11, núm. 1, temporale Privatsrecht, 1901; BACH, «Contribution a l'etude du probleme de l'application des bis dans
2.°, por determinar estos hechos su nacionalidad española y sumisión a nues- le temps», en R.T.D.C., 1969, págs. 405 y SS.; BORDA, «Retroactividad de la ley y derechos adquiri-
tras leyes de lo que en ellos se realice). dos», Bs. As., 1951; CHIRONI, «Della non retroactivita della legge in materia civile», en Studi e ques-
tioni, I, 1914, págs. 109 y ss.; COCA PAYERAS, en Comentarios al Código civil y Compilaciones fo-
rales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alabart, t. I, vol. 1.0, 2.° ed., 1992, pág. 415; DIEZ PICAZO, L.
Pero que nuestras leyes obliguen también a los españoles, aun fuera de Es- M., La derogación de las leyes, Madrid, 1990; DONATI, contenuto del principio della irretroattivitá
della legge, 1915; FIORE, De la irretroactividad e interpretación de las leyes,
trad. esp., 1927; FRI-
paña, o puedan aplicarse fuera de ella, así como que dentro de nuestro país reci-
SON, The retroactivity of law, 1948; GABBA, Teoria della retroattivitá delle leggP, 1891-98; GARCIA
ban aplicación normas de Derechos extranjeros, es cosa posible, pero que no co- VALDECASAS, G., «Sobre la significación del principio de no retroactividad de las leyes», en A.D.C.,
rresponde estudiar aquí —donde solamente expongo cuál es el Derecho civil español 1966, págs. 45 y ss., y allí bibliografía; GAYA, El principio de irretroactividad de las leyes en la ju-
y las instituciones y normas que lo componen—, sino en el Derecho internacional risprudencia constitucional, 1987; LASALLE, Die theorie der erworbenen Rechte und der Collision der
El principio de irretroactividad
privado, Derecho cuyas normas rectoras aun sin ser Derecho civil se encuentran Gesetze2, 1880, hay trad. francesa, 2 vols., 1904; LOPEZ MENUDO,
de las normas en la jurisprudencia constitucional, Estudios sobre la Constitución española, en home-
contenidas en el Código civil, que antes les dedicaba escasa atención, pero que al naje al profesor García de Enterría, t. I, Madrid, 1991, pág. 455; LORENTE SANZ, «El Derecho tran-
realizarse la reforma del Título preliminar ha regulado detalladamente la materia sitorio en la Compilación aragonesa», en R.C.D.I., 1968, págs. 583 y ss.; MARIN MONROY, «Varios
en el Capítulo IV de aquél. estudios sobre irretroactividad de la ley», en R.C.D.I., en diversos números de los años 1943, 44 y 45;
PACCHIONI, Delle leggi in generale e della loro retroattivitá, 1937; PACE, II Diritto transitorio con
particolare riguardo al Diritto privato, 1945, y «Su una nuova teoria generale del Diritto transitorio»,
Dentro de nuestro país, por lo que atañe a los territorios a que alcanza en R.D. Comm., 1947, I, págs. 256 y ss.; PESTOLAllA, «Irretroattivitá delle leggi», en N.D.I., VII,
la obligatoriedad de las normas que componen los Derechos común y fo- 1938, págs. 208 y ss., y allí bibliografía; PIRES DA CRUZ, Da aplicaÇao das leis no tempo, 1940;
POPOVILIEV, «Le Droit civil transitoire ou intertemporal», en R.T.D.C., 1908, págs. 461 y ss.; ROU-
ral, me remito a lo dicho en el lugar correspondiente '. BIER, Le Droit transitoire2, 1960, y Les conflits de Mis dans le temps 2, 1929-1933; SIMONCELLI,
«Sui limite della legge nel tempo», en Studi Scialoja, I, págs. 355 y ss.; LEVEL, Essai sur les conflits
' Supra, § 11 y ss. de Mis dans le temps, 1959; SUAREZ COLLIA, El principio de irretroactividad de las normas jurídi-
cas, Madrid, 1991.

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MANUEL ALBALADEJO § 25 LIMITES EN EL TIEMPO

Tampoco esta materia es propiamente exclusiva del Derecho civil, en cuant catio legis se mantiene el mismo de los veinte días a partir de la connpleta pu-
que alcanza a la vigencia de toda clase de normas de las distintas ramas del De blicación de las leyes, salvo disposición en contrario. El progreso manilfestado de
recho; pero, a diferencia de la anterior, a falta de una disciplina jurídica especí modo notorio en la variedad y rapidez creciente de los medios de comunicación
ficamente dedicada a estudiarla, suele ser tratada en la Parte general del Dere- y difusión permitía pensar en la posibilidad de un acortamiento de plazo, que, no
cho civil. obstante su igualdad matemática, en función de las circunstancias, resuiltaba pro-
porcionalmente más breve cuando se implantó por el Código civil. Aho)ra bien, si
2. Entrada en vigor de las leyes.—Las leyes comienzan a regir cuando tal punto de vista aconsejaría alguna reducción, ha sido preciso ponderar también
en ellas se establezca expresa o tácitamente', bien con referencia a una fe- el hecho asimismo evidente de que la multiplicación y la complejidad de las le-
yes ha aumentado en términos considerables, con lo que su conocimieinto, si por
cha de calendario, bien con referencia a algún otro dato (p. ej., a partir de un lado se facilita, por otro se dificulta, y esta contraposición de factores ha lle-
cuando el país sea desocupado por las fuerzas enemigas). En defecto de que vado el mantenimiento de la misma disposición.»
en ellas se disponga otra cosa, el Código —art. 2, núm. 1— establece que:
«Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación 3. Cesación de la vigencia de las leyes.—Como dice la senterncia de 14
en el Boletín Oficial del Estado» 2. enero 1958: «Toda disposición jurídica puede ser modificada o derogadla por nue-
La entrada en vigor es, pues: vas disposiciones, como consecuencia necesaria de la esencia del Derecho, pues
1.° Simultánea en todo el país; y no sucesiva, como ocurre cuando se si éste se basa, presupuesto el factor racional, en la voluntad de la enttidad sobe-
marcan diferentes fechas, para la entrada In vigor en los distintos lugares, rana, ha de tener ésta la posibilidad de cambiarlo en cualquier momentto, no obli-
según su alejamiento respecto a aquél en el que primeramente tiene lugar gando, por tanto, al legislador las prohibiciones de modificar la Ley, ya para siem-
la publicación. pre, ya por cierto tiempo, si bien, en cambio, cabe perfectamente que se l prescriban
para la modificación o derogación determinados requisitos, puesto que el Derecho
2.° No inmediata (es decir, tan pronto como se ha promulgado), sino
regula la forma de la legislación.»
aplazada hasta veinte días después (plazo que se denomina vacatio legis), con
objeto de permitir el mejor conocimiento y preparación para la aplicación. Las leyes cesan de regir:
1.0 Cuando, habiéndose marcado la propia ley un plazo de v ida, trans-
Dice sobre este tema el párrafo decimosegundo de la Exposición de Motivos
a la reforma del Título preliminar del Código civil, que: «Como período de va- curre éste; o habiéndose dictado ligada a cierto fin o estado de cc)sas —ra-
tio legis—, aquél se consigue o éste desaparece (p. ej., leyes vilentes du-
' Como dice DE CASTRO, Derecho civil, 13, pág. 700, «el fin o el carácter de un precepto su- rante el estado de guerra).
pone, a veces, sin necesidad de declaración expresa, un mandato de aplicación inmediata; por ejemplo,
respecto de: disposiciones cuyo fin sea comenzar un día fijo, que atiendan a un motivo urgente incom- Sin embargo, no cesa de regir la ley (salvo que se le derogue), aunque de-
patible con un plazo, y hasta en algunas por la razón de que siendo meramente facultativas, no necesi- saparezcan los motivos o circunstancias a los que, aun habiendo impulsado a dic-
tarán plazo». Sobre la jurisprudencia en pro de la aplicación inmediata de las leyes permisivas o facul-
tativas, véase DE CASTRO, loc. cit., nota 3; además la sentencia de 29 marzo 1957 también la acoge. tarla (occasio legis), no se ligó aquélla.
Especialmente es significativa en el tema la de 18 mayo 1907 en la que se dice que el antiguo artículo
I.° del Código civil (hoy art. 2) «se refiere solamente a las leyes imperativas o prohibitivas, esto es, a 2.° Cuando se derogan expresamente, es decir, cuando el propio legis-
las que contienen obligación o prohibición que no pueden eludirse, no a las permisivas, o sea a las que
establecen un derecho o facultad de los que pueda libremente hacerse uso, ya que el vocablo «obliga-
lador establece explícitamente que tal o cual ley pierda su vigor c )bligatorio.
rán» implica institución de preceptos, no concesión de facultades, para las que cuando no haya perjui- Dice el artículo 2, número 2 del Código civil, que: «Las leYes sólo se
cio de derechos preestablecidos, únicamente es necesario que la ley las haya ya otorgado al tiempo de derogan por otras posteriores. La derogación tendrá el alcance (que expre-
ser ejercitadas». El asunto resuelto en esta sentencia consistía en que habiendo sido suprimido en vir-
tud de una ley el requisito de que el testamento ológrafo había que otorgarlo en papel sellado, con lo samente se disponga.»
cual se permitía o facultaba (ley permisiva o facultativa)
que se otorgue en papel común, el mismo día
en que la ley se publicó (y, por tanto, sin que hubiesen pasado los veinte que el antiguo art. 1 del C.c. Como ya sabemos, las disposiciones de rango inferior no pueden derogar a
[hoy, art. 21 establece para la entrada en vigor) el testador del caso testó en ológrafo usando papel co- las de superior (así, una Orden a una Ley) 3. Y aunque sean de rango igual (o aun
mún, siendo después impugnado el testamento aduciendo que no regía todavía la ley supresora del pa- superior la posterior) la derogación no tiene lugar por disposiciones que formulen
pel sellado; pero el Tribunal Supremo —como se ha visto— estimó que sí, porque tratándose de ley meramente principios programáticos. A este respecto dice la Resolución de 6 no-
permisiva o facultativa su entrada en vigor se producía al publicarse.
Se habla de ley en el sentido de norma estatal. La Ley de Régimen Jurídico de la Administra-
ción del Estado (art. 29) lo confirmaba al preceptuar que los Decretos y demás disposiciones adminis-
trativas «entrarán en vigor conforme a lo dispuesto en el [antiguo] artículo 1 del Código civil» (hoy, Código civil, artículo 1, núm. 2. sentencia de 14 enero 1958. Cfr. Ley de Régilben Jurídico de
art. 2, núm. 1). Hoy ver artículo 52,1 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones públicas. las Administraciones Públicas, art. 51.

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§ 25 LIMITES EN EL TIEMPO
MANUEL ALBALADEJO
A esto que afirmo, no obsta el que el artículo 2, número 2, del Código civil
viembre 1950 que «según la doctrina y la jurisprudencia, logos preceptos progra- diga que «la derogación tendrá el alcance que expresamente se disponga». Pues
máticos no son suficientes por sí solos para derogar ipso fact acto las disposiciones
ciertamente tendrá el que se dispuso expresamente, pero también tendrá el que,
en vigor, que continuarán subsistentes hasta que pueda apliglicarse la nueva Ley, aun no expresamente, esté en su espíritu disponer.
porque no es presumible admitir que la voluntad legislativa la haya sido limitar el
Ordenamiento jurídico y privar tácitamente de eficacia a los fs preceptos que aten-
dían necesidades sociales mientras que no son plenamente susatsceptibles de aplica- De cualquier forma, los problemas que pueden plantearse sobre el al-
ción las nuevas normas dictadas» 4. cance derogatorio de una ley y sobre si pretende derogar tácitamente incluso
partes no incompatibles de la antigua, o no derogar partes de ésta (u otras
3° Cuando una ley posterior resulta incompatible co con la anterior. Se leyes) aparentemente incompatibles (pero que no lo son realmente, porque
habla entonces de derogación tácita. la ley nueva sienta sólo una regla general y concibe como excepciones a la
Dice a este respecto el artículo 2, número 2, que: «La a derogación... se misma las antiguas leyes en las que se establece una regulación, de ciertos
extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobóbre la misma ma- casos concretos, discrepante de la regla general después formulada), son pro-
teria, sea incompatible con lo anterior. blemas de interpretación: sólo mediante ésta se puede ver en cada caso
concreto hasta dónde llega el espíritu derogatorio de la ley nueva 6.
De por si, la incompatibilidad con la ley posterior bastasta para derogar a la
anterior; pero frecuentemente se cierran las leyes nuevas colon declaraciones del Son inexactos ciertos aforismos que pretenden recoger criterios aplicables en
tipo siguiente: «Quedan derogadas todas las leyes y disposiciáciones que se opon- este punto. Por ejemplo: Lex posterior generalis non derogat legi priori speciali
gan a la presente.» Ahora bien (aunque muchos autores entIntienden que enton- (porque la excepción —ley especial— no es incompatible con la regla —ley ge-
ces hay derogación expresa, si bien de carácter genérico), tal al declaración huelga neral—) 7. Ahora bien, el aforismo es erróneo, porque se trata de ver —mediante
porque no añade fuerza derogatoria a la que tiene la incomPlripatibilidad entre las la interpretación— si la ley general posterior quiere establecer sólo una regla de
dos leyes, y, además, no sirve —como el precepto en el que ue se especifican las la que se exceptúen los casos contemplados en la especial anterior, o una regla
disposiciones que se derogan— para aclarar posibles dudas as sobre cuáles sean que alcance a esos casos y a otros nuevos 7b".
éstas.
La derogación posterior de una ley derogatoria no hace que vuelva a
La incompatibilidad entre leyes puede proceder: A) De )e que establezcan regir de nuevo la ley antigua. Para eso se precisa que así se establezca.
regulación contradictoria. B) De que la regulación estableciecida en la segunda Sobre este tema, el artículo 2, número 2, del Código civil, dispone en
absorba —aun no contradiciéndola-- a la de la primera ra su parte final que: «Por la simple derogación de una ley no recobran vi-
(p. ej., una ley
nueva más amplia recoge el contenido de disposiciones su sueltas, que antes gencia las que ésta hubiese derogado».
regulaban ciertos puntos de la materia que ella trata). La ley que vuelve a poner en vigor a la que fue antes derogada, se de-
nomina restauradora (soliendo disponerse en la misma que deroga a la de-
Como dice la sentencia de 14 enero 1958: «... con la propromulgación de dis- rogatoria).
posiciones opuestas o distintas de la antigua, o bien con una ret regulación completa
de la materia [en la ley nueva]». Como el nuevo vigor obligatorio de la ley restaurada se apoya en la ley res-
tauradora, aunque no se requiera otra vez la publicación de aquélla, las cuestiones
En principio, la derogación tácita sólo alcanza a la Pabarte de la ley an- sobre el tránsito de la ley derogada a la restaurada se resuelven a tenor de la res-
tigua, incompatible con la nueva; subsistiendo vigente, en en lo demás. Fre- tauradora. Además, si se deroga después ésta, con ella queda derogada la restaurada.
cuentemente no queda claro hasta dónde llega la incompati atibilidad.
4•0 Cuando una ley posterior, aun sin resultar incompaipatible con la an-
terior y aun sin derogarla expresamente, sin embargo debidzidamente interpre- Con la consiguiente aplicación de todo lo dicho al tratar de la misma.
Tal espíritu derogatorio alcanzará, desde luego, a las disposiciones dependientes de la derogada
tada se averigua que se propuso incluso la derogación de le los preceptos de (así, leyes aclaratorias o complementarias de la misma, reglamento para su aplicación, etc.), en cuanto
la anterior no incompatibles con ella. También en este caso so se habla de de- que no puedan subsistir sin la regulación establecida en ella; pero, en otro caso, será cuestión de inter-
rogación tácita. pretación el ver si continúan rigiendo con la nueva (ver la sentencia de 10 mayo 1980).
Aunque, a veces, lo haya recogido la jurisprudencia, como por ejemplo la sentencia de 21 enero
1975 (que cita otras).
"" La sentencia de 4 diciembre 1995 entendió esto en el caso, en mi opinión, erróneamente.
Y véase también lo que se dice y la jurisprudencia que se cita en la última ina parte del § 2, núm. 4.
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198
MANUEL ALBALADEJO § 26 TRANSITO DE LA NORMA ANTIGUA (DEROGADA) A LA NUEVA

Como ya sabemos, en el sistema del Código civil una ley no puede ser sino que, pretendiendo borrarla de la realidad de forma total, se dispone no so-
derogado por la costumbre, ni por el desuso, ni por la práctica en contra- lamente que cese de regir, sino que se entiende que nunca rigió, de modo que
rio (decía el Código civil, en su antiguo artículo 5; y sustancialmente sigue la derogación tiene efectos, no desde ahora, sino efectos (retroactivos) para desde
que comenzó a regir la ley derogada. En tal caso de derogación retroactiva, la
diciendo lo mismo hoy en el artículo 2, número 1, cuando afirma que «las ley derogada no conserva —en principio— valor alguno, pues precisamente lo
leyes sólo se derogan por otras posteriores), pero sí por un principio gene- que se pretende es que ni rija para el futuro ni valga para regular ni siquiera los
ral del Derecho que sea acogido en ley o leyes posteriores. Entonces se hechos que se produjeron su vigencia. Sobre el tema, cfr. la Resolución de 30
puede decir que tácitamente la ley que lo acoge deroga a la otra. diciembre 1967.
Por último, en los Derechos forales que, como el navarro y aragonés, admi-
ten la costumbre contra ley, y dentro de los límites en que la admitan, las leyes § 26
no se derogan por la formación posterior a ellas de costumbre que se les oponga, TRANSITO DE LA NORMA ANTIGUA (DEROGADA) A LA NUEVA
sino que, como ya sabemos 8, simplemente no se aplican mientas que dure la cos-
tumbre en cuestión. 1. Problemas que plantea.-2. Derecho transitorio.-3. Regulación en nues-
SUMARIO:
tro Derecho positivo del tránsito de una ley a otra.-4. Teorías sobre el signifi-
4. Comienzo y término de vigencia de costumbre y principios ge- cado de la irretroactividad de la ley.-5. Grados de retroactividad.-6. Las dispo-
nerales del Derecho.—Las costumbres comitnzan a regir en cada lugar cuando siciones transitorias del Código civil.-7. Las disposiciones transitorias de las
estén formadas, puesto que el Código acepta la costumbre del lugar; luego, Compilaciones forales.
aun las costumbre generales, pueden haber comenzado a ser Derecho en dis-
tintos momentos en los diferentes lugares. 1. Problemas que plantea.—E1 tránsito de la regulación que estable-
Su cesación puede proceder de ser derogadas por una ley o principio cía la norma derogada a la que establece la norma nueva plantea diversos
general del Derecho acogido con posterioridad o de caer en desuso simple- problemas. Unos pueden proceder del propósito del legislador de revisar el
mente (con o sin nacimiento de costumbre contraria). pasado; pero principalmente se originan porque habiendo situaciones, he-
En cuanto a los principios generales del Derecho, o a uno concreto, en- chos y efectos que tienen una duración suficientemente larga como para vi-
tran en vigor con la norma que los acoja como tales, o cuando, viniendo a vir antes y después del cambio de aquéllas, no pueden ser siempre tajante-
unirse una norma a otra (u otras) anterior, sea posible decir que viene (en- mente cortados en dos períodos, sometidos uno a la antigua norma y otro
tonces) a acogerse como principio general determinado criterio que antes a la nueva. Pero, por otra parte, tampoco es siempre posible someterlos en
sólo inspiraba a una disposición concreta. su totalidad a una o a otra, porque: por un lado, la norma nueva —que pre-
Un principio general posterior puede —como se ha visto— derogar le- tende organizar las cosas de cierta forma— no estima conveniente que, en
yes o costumbres o principios generales anteriores. Pero esto también se todo caso, lo comenzado bajo la antigua siga rigiéndose por ella hasta su
puede considerar como derogación tácita (de la regulación anterior) por la completo acabamiento; y, por otro, tampoco es justo que, sin más distin-
ley que se inspira en él. ciones, las innovaciones que se hayan introducido alcancen a desmontar to-
das las situaciones y efectos que se crearon o comenzaron a crearse bajo el
5. Valor que conservan las normas jurídicas derogadas.—Aparte del va- régimen anterior, juzgándolos con arreglo a los nuevos criterios, ya que esto
lor puramente histórico y del que tengan como elemento de interpretación de las provocaría enorme inseguridad jurídica y graves perjuicios.
nuevas normas, las derogadas conservan —a través de las nuevas— cierta fuerza
reguladora cuando, al sustituirse una norma por otra, ésta, respetando las relacio- 2. Derecho transitorio.—Los conflictos que con tal motivo surgen se
nes creadas al amparo de la primera, no las somete totalmente a su regulación;
entonces materialmente la norma derogada sigue regulando la relación, no porque suelen resolver mediante disposiciones, denominadas de Derecho transitorio,
en sí sea ya ley, sino porque es la regulación a que —expresa o tácitamente— la que marcan las fronteras entre aquellos extremos que deben regirse por la
ley (nueva) remite. norma antigua y los que resultan alcanzados por la nueva.
Ahora bien, también puede ocurrir que la derogación de la ley antigua haya
sido hecha con carácter retroactivo, lo que quiere decir, no ya que se la deroga, 3. Regulación en nuestro Derecho positivo del tránsito de una ley
a otra.—En nuestro Derecho, en cada caso singular en que una ley antigua
Véase supra, § 15, núm. 1, al final. sea sustituida por otra nueva, el cambio de regulación y el alcance de la

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§ 26 TRANSITO DE LA NORMA ANTIGUA (DEROGADA) A LA NUEVA
MANUEL ALBALADEJO
noviembre 1995, y la Resolución de 15 noviembre 1986). En el fondo, al reque-
ley recién dictada, respecto a la materia antes regulada por la otra, se regi- rir que la retroactividad se disponga expresamente, lo que el Tribunal Supremo per-
rán por lo que aquélla establezca, bien de forma e(plícita —en las corres- sigue es que —como el Código hace al utilizar el término expreso— sea seguro
pondientes disposiciones transitorias —, bien de forma implícita (pues, en que se halla establecida, aun tácitamente, caso que sería el de que, como dicen las
efecto, mediante la interpretación de las nuevas normas, hecha según las re- sentencias de 3 junio 1995 y 3 noviembre 1997, la ley que sea «ofrezca inequí-
glas generales de toda interpretación, se puede averiguar si pretenden regu- voco carácter retroactivo», aunque no diga de modo explícito que es retroactiva..
lar sólo las situaciones que se creen en el futuro o también las ya exis- Hay cierto tipo de disposiciones que implican su retroactividad, por ejemplo,
las interpretativas, las ejecutivas, las que traten de unificar totalmente la regula-
tentes). Y así el Código civil, cuando vino a sustituir a la antigua legislación ción de la figura a que se refieren, etc. En muchas ocasiones el Tribunal Supremo
civil española reglamentó el tránsito mediante una serie de disposiciones, ha afirmado que las leyes de las mencionadas clases son retroactivas. Así, según
que luego examinaré. la sentencia de 21 enero 1958, las aclaratorias e interpretativas, según la de 11
Ahora bien, si —en todo o en parte— la ley nueva no dispone —ex- marzo 1975 las interpretativas, según la antes mencionada, de 26 mayo 1969, las
plícita o implícitamente— lo contrario, no tendrá efecto retroactivo (C.c., que tratan de unificar la regulación de la figura a que se refieren, y según la de
art. 3, núm. 3). Se sienta, pues, como principio la irretroactividad 2• Y la 16 junio 1956, el principio de irretroactividad no es aplicable por su propia na-
Constitución garantiza que no se establecerá la retroactividad «de las dis- turaleza y alcance, cuando se trata de normas que son mero desarrollo de otras o
posiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales» procuran exclusivamente su ejecución o denuncian su propósito ampliamente rec-
(art. 9, 3) 3, 3bis. • tificador de situaciones morales o sociales con las que la nueva ley se declara in-
compatible o, como ocurre en el caso, cuando persiguen un designio interpreta-
tivo o aclaratorio» 5.
He dicho que aunque no lo establezca expresamente, según las reglas genera-
les de interpretación, se puede averiguar si la ley nueva quiere ser o no retroac-
tiva. Sin ir más lejos, del fin de la norma y de la propia naturaleza del mandato 4. Teorías sobre el significado de la irretroactividad de la ley.—
que encierra se puede seguir su carácter retroactivo. Así es errónea la creencia de Pero ¿qué significa exactamente el principio de irretroactividad de la ley?:
que la retroactividad de una ley de ser establecida de forma expresa. Algunas ve- Según la teoría denominada de los derechos adquiridos, tal principio signi-
ces lo ha dicho así, sin embargo, el Tribunal Supremo (p. ej., en las sentencias de
10 junio 1927 y 16 enero 1963), pero otras ha reconocido lo contrario (cfr. sen-
tencias de 17 diciembre 1941, 3 mayo 1963, 26 mayo 1969, 28 abril 1977 4 y 28 En cuanto a las procesales el Tribunal Supremo ha dicho que sí y que no. Habiendo que adver-
tir que actualmente se ha consolidado la jurisprudencia que niega la retroactividad (sentencia de 24 ju-
lio 1988). De cualquier modo es tema en el que no procede entrar. Cfr. DE CASTRO, Derecho civil, P,
' Que, a veces, no forman un cuerpo aparte, sino que están intercaladas en el texto de la ley, con pág. 727 y nota 4; PRIETO-CASTRO, Derecho procesal civil, I, 1968, págs. 259 y 260 y las sentencias
ocasión de tratar ésta de los diferentes puntos a que se refieren las disposiciones transitorias. citadas en ellos; además, las de 30 abril 1935, 20 diciembre 1940 (Sala sexta) y 15 febrero 1941 (Sala
2 Aunque el Código hable de irretroactividad de la ley, y sus disposiciones transitorias se refieren sexta). La de 26 abril 1963 asegura que «según reiterada y constante doctrina sentada por el Tribunal
a la legislación anterior, lo dicho vale para cualquier clase de norma jurídica: bien porque ley y legis- Supremo las leyes procesales tienen efecto retroactivo y deben aplicarse con preferencia a las que mo-
lación se utilicen en el sentido amplio de norma, o bien por analogía. difican y reforman..., mas si bien es cierto que hasta hace poco, lo mismo en el campo científico que
3 Pero una cosa es que las leyes «sancionadoras no favorables o restrictivas de los derechos indi- en el jurisprudencial, dominaba el criterio unánime de la retroactividad de las leyes de procedimiento —
viduales» no puedan ser retroactivas porque lo establece la Constitución, y otra que las demás (así las sentencias de 26 junio 1888, 26 junio 1895 y 29 septiembre 1924—, ello dimanaba de confundir la ley
relativas a «las relaciones obligacionales de carácter bilateral», sentencia de 3 noviembre 1997) sí pue- que recogía el proceso y la regulaba la relación jurídica material en él discutida y de no considerar como
dan serlo, si bien no lo serán si no se dictan con carácter retroactivo, porque el principio que impera entidades diferentes la acción material y la procesal; pero ahora, a partir de las sentencias de 11 y 23
en nuestro Derecho es el de la irretroactividad, del que puede exceptuarse una ley sólo cuando concu- noviembre 1928, ya no se mantiene esa unidad de doctrina y en algunas sentencias se reconoce que el
rran dos circunstancias, una, que el legislador la quiera retroactiva, y, otra, que no sea de «las sancio- principio del artículo 3.° del Código civil está vigente en el ordenamiento procesal, como lo da a enten-
nadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales», en cuyo caso la Constitución prohíbe al der la disposición transitoria cuarta, siendo de citar, a este respecto, como más reciente y dictadas en ca-
legislador que, aunque quisiese, pueda dictarla como retroactiva. Ver la citada sentencia de 3 noviem- sos análogos al que motiva este recurso: a) la sentencia de 4 diciembre 1959, que mantiene que «las le-
bre 1997. yes de 24 abril 1958, reformadoras de determinados artículos del Código civil y del Título 4.° de la
3b,
la eficacia retroactiva de la Constitución en materia civil —principalmente lo relativo al primera parte del Libro Ill de la L.E.Civ., no tienen efecto retroactivo»; y b) la sentencia de 3 mayo
art. 14—, las sentencias del Tribunal Constitucional de 31 marzo y 21 junio 1981 y 20 diciembre 1982, 1958, que mantiene la tesis de que el juez pudo fijar discrecionalmente en poder de quién habían de que-
con criterios no del todo coincidentes. También, del Tribunal Supremo, las de 10 febrero y 6 octubre dar los hijos, sin que ello suponga la aplicación de la norma nueva —que no podía aplicarse por razón
1986 y 10 noviembre 1987. Sobre el significado de la expresión «derechos individuales», las sentencias del tiempo—, sino la consagración de la doctrina jurisprudencial que ya lo venía sosteniendo». También
del Tribunal Constitucional de 20 julio 1981, 4 marzo 1982 y 4 febrero 1983, interpretando la expre- las sentencias de 8 abril 1983 y 12 junio 1985. En la de 8 noviembre 1995, aparece bien claro que
sión como equivalente a los derechos fundamentales del Título I de la Constitución, así también la del cuando se habla de efecto retroactivo de las normas adjetivas sobre ejercicio de derechos, se trata de que-
T.S. de 19 diciembre 1995. rer significar que aplicando la disposición transitoria 4. del C.c., los derechos que se tengan desde an-
' Según las que implican «un tácito efecto retroactivo las disposiciones que tengan por objeto es- tes y todavía nos e hayan usado, cuando se modifique la legislación relativa a su ejercicio antes de co-
tablecer un régimen general y uniforme, en cuanto sólo concediéndoles efectos retroactivos, se puede menzar éste, se someterán a ella, y no a la vigente al día que se crearon.
conseguir la uniformidad propuesta».

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MANUEL ALBALADEJO § 26 TRANSITO DE LA NORMA ANTIGUA (DEROGADA) A LA NUEVA

fica que esos derechos no deben ser alcanzados por la ley nueva. Según la cultad, etc., o del de normas referentes a la existencia y modo de ser de los de-
teoría denominada de los hechos consumados, significa que la ley nueva sólo rechos), si se pretende formularlos con tal amplitud que con ambos grupos con-
trapuestos, en cada clasificación, se abarque a cualquier figura jurídica o a cual-
alcanza a los hechos futuros, pues los ya verificados se rigen por la antigua.
La teoría de los derechos adquiridos distingue, por un lado, los dere- quier norma.
Por todo ello, se adopta por muchos un criterio diferenciador, no a base del
chos y, por otro, las meras facultades, expectativas, intereses, esperanzas, concepto de derecho, sino del de hecho. Se formula sencillamente así: la norma
etc. Aquéllos, una vez adquiridos, no resultan afectados por la ley irretro- y
debe regular los hechos que se realizan bajo su vigencia (tempus regit factum)
activa; éstos sí. La ley (irretroactiva) nueva alcanza, pues, a los derechos también todos los efectos posteriores que deriven de aquellos hechos. Por ello, la
que se adquieren en el futuro, y en cuanto a las facultades, expectativas, norma nueva sólo es irretroactiva si no alcanza, no ya a los hechos pasados, sino
etc., tanto a las que se adquieren en el futuro, como a las que se tenían a tampoco a los efectos que, aun producidos después de su entrada en vigor, pro-
tenor de la ley antigua. cediesen de hechos acontecidos bajo la antigua.

Por ejemplo, si la ley nueva (irretroactiva) exige escritura pública para ad- Y nuestra ley, ¿qué concepto tiene de la irretroactividad?
quirir la propiedad de un inmueble, aquellas personas iue ya fuesen propietarios Aunque no precise nada en su articulado, sin embargo, de las disposi-
de uno que adquirieron sin tal escritura, porque no la exigía la ley anterior, no se ciones transitorias dictadas para la entrada en vigor del Código civil, se
verán despojados de su derecho (adquirido); pero si se :rata de que con la ley an- puede obtener el concepto de irretroactividad aceptado por la ley.
tigua se alcanzaba la mayoría de edad a los seinte años y con la nueva a los vein-
ticinco, no serán mayores hasta cumplir éstos, aquellas personas que no hubiesen A pesar de que: 1.0 Por un lado en aquéllas se habla —protegiéndolos—
alcanzado los veinte antes del cambio de legislación, pague sólo tenían una mera de derechos adquiridos 7 (de lo cual parecería poder deducirse que se admite
esperanza de alcanzar la mayoría a los veinte 6. el concepto de retroactividad que acoge la teoría de los derechos adquiridos);
Según otra opinión, que pretende mejorar la anteriar, debe distinguirse entre mas, por otro lado, también se habla en ellas de «los actos y contratos cele-
normas que se refieren a adquisición de derechos y normas que se refieren a la brados bajo régimen de la legislación anterior», protegiendo los efectos que
existencia de éstos o a su modo de ser. La irretroactividid exige que aquellas nor- aquéllos tenían según ésta (de lo cual parecería poder deducirse que se admite
mas sólo alcancen a los derechos que se adquieran en el futuro; pero éstas afec- el concepto de retroactividad que acoge la teoría de los hechos consumados).
tan también a los derechos adquiridos (p. ej., si se suprine la esclavitud, el dueño 2.° el alcance que las disposiciones transitorias dan a las normas del Código
pierde su derecho de propiedad sobre sus esclavos, porque el Estado no puede no es siempre el que éstas deberían tener si fuesen irretroactivas, es decir, no
permitir que perdure una situación que se estima condenable). es el que marca el límite de lo que el legislador considera irretroacción (por-
Como se ve, las anteriores teorías se apoyan en el concepto de derecho sub- que precisamente se trata de que, en tales disposiciones transitorias, el legisla-
jetivo y, a base de él, dividen la materia jurídica en dos sectores: derechos ad- dor va estableciendo la irretroacción o la retroacción, según considera más justo);
quiridos, y facultades, expectativas, etc., una; normas lobre adquisición de dere- luego tampoco se puede decir que para el artículo 2, número 3, (que corres-
chos, y normas sobre existencia de los mismos, otra. Ahcra bien, pronto se observa: ponde al antiguo art. 3), son efectos irretroactivos todos los que las disposi-
1.0 Que, a veces, el criterio adoptado lleva a consecuencias inadmisibles; razón ciones transitorias establecen en cuanto a la aplicación de las normas conteni-
por la que se ha de forzar el contenido de cada uno eh los miembros de las di- das en el Código.
visiones, incorporándoles figuras más propias de los otrcs. 2.° Que hay mucha ma-
teria jurídica fuera de los derechos subjetivos y de la; facultades, expectativas, Por mi parte, a la vista de que en la regulación establecida en las dis-
etc., y muchas normas no atinentes a la adquisición de los derechos ni a su exis- posiciones transitorias no se adopta en especial y de forma excluyente nin-
tencia; que habría que incorporar a uno u otro grupo le la clasificación que se guna teoría rígida sobre la irretroactividad (sino que sólo se pretende ir re-
adoptase (con lo cual se desatiende el fundamentum Que hay gra-
3•0 solviendo los problemas con arreglo a un criterio orientador), y sin olvidar
ves dificultades para fijar el concepto de derecho adcpirido o el de normas re- que en algunas de ellas se admiten efectos retroactivos (que, al ser admiti-
ferentes a la adquisición de derechos (y separarlos del de mera expectativa, fa- dos como tales, muestran cuál es el concepto que el legislador tiene de lo
que es la irretroacción), creo que al hablar nuestro Código de que la ley es
La sentencia de 14 diciembre 1950 considera como mera facultad,y no derecho adquirido, la del irretroactiva se pretende expresar la idea de que no debe aplicarse la nueva
arrendatario de subarrendar, si no se le prohibió en el contrato de arreMamiento, establecida en el ar-
tículo 1.550 del Código civil Siendo, pues, una facultad, le afecta la ley posterior; luego los arrendata- a las relaciones creadas bajo la antigua.
rios de los arrendamientos celebrados bajo el Código, perdieron la faculad de subarrendar, si antes de
hacerlo, otra ley (en el caso, las de Arrendamientos Urbanos) vino a estallecer que el arrendamiento no
otorga tal facultad sino cuando se pacta o la autoriza el arrendador. También así la disposición transitoria 1. de la antigua Compilación vizcaína.

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MANUEL ALBALADEJO § 26 TRANSITO DE LA NORMA ANTIGUA (DEROGADA) A LA NUEVA

Cfr. sentencias como las de 12 noviembre 1958 y 18 marzo 1961, para las Estos distintos grados de retroactividad, así como la caracterización de cada
que la irretroactividad consiste en no aplicar la ley a os hechos no producidos uno a tenor de lo que se dice a continuación han sido recogidos en la jurispru-
bajo su vigencia ni a cualesquiera efectos de los misnos, como se sigue de la dencia. Por ejemplo sentencias del T.S.(que se refieren generalmente sólo a as-
primera, y la de 7 mayo 1968 a cuyo tenor quiere decr que «como de todo he- pectos parciales) de 19 noviembre 1957, 12 noviembre 1958, 27 enero 1961, 19
cho nace un derecho, éste ha de regularse por la norma que rigiera al tiempo de enero 1967, 26 mayo 1969, 28 abril 1977, 9 abril 1984, 12 julio 1985, y del T.C.
producirse aquél». También las de 16 enero 1963, 26 nayo 1969 y 19 octubre de 4 febrero 1983 y 16 julio 1997.
1982. La de 28 abril 1977 y la Resolución de 15 septienbre 19838, afirman que
el Código se inspira fundamentalmente en la teoría de 1G derechos adquiridos. Lo 1.0 De grado mínimo: Cuando la nueva ley se aplica sólo a los efec-
cual, dicho en general, no es inexacto y puede confinurse leyendo los párrafos
correspondientes al tema en la Exposición de Motivos ala edición reformada del
de la relación creada bajo la antigua, que se produzcan después de re-
tos
Código civil, pero no excluye que también se proclam, como asimismo rectora gir aquélla.
en la materia, la idea que preside la teoría denominada de los hechos consuma-
dos, cuando afirma dicha Exposición que «como todo deecho nace necesariamente La sentencia de 30 enero 1971, dice hablando de la retroactividad en el caso
de un hecho voluntario o independiente de la voluntad humana, la fecha de ese que juzgó: «... es la de grado mínimo o atenuada, de tal modo que solamente los
hecho, que puede ser anterior o posterior a la promulgacón del Código, es la que efectos producidos por los contratos, cualquiera que sea su fecha, con posteriori-
debe determinar la legislación que ha de aplicarse al deecho que de aquel hecho dad a la vigencia de la nueva ley, habrán de regirse por sus preceptos, debiendo
naciera». resolverse por el Derecho derogado los producidos antes de la vigencia de aqué-
Por último, las sentencias de 22 febrero d980, cons 2.°, y 25 mayo y 3 ju- lla». También se refiere a retroactividad de primer grado el caso juzgado por la
nio 1995 y 3 noviembre 1997, entienden que «nuestro Ordenamiento positivo se sentencia de 26 mayo 1969.
inspira en el principio «tempus regit faetum» o de irretoactividad, en cuya vir-
tud cada relación jurídica se disciplina por las normas •ctoras al tiempo de su Por ejemplo, es dictada una ley que pone como tope del interés del di-
creación, sin que venga permitido alterarla por preceptos ulteriores, al menos que nero el del 5 por ciento, y establece que los intereses que en el futuro de-
ofrezcan inequívoco carácter retroactivo». venguen los préstamos hechos con anterioridad, aunque se hubiesen pactado
superiores, se reducirán al 5 por ciento.
Eso no quiere decir que, en ciertos casos, no sea razonable la retroac- 2.° De grado medio: Cuando la nueva ley se aplica también a los efec-
ción. Pero es el legislador de la ley nueva el que debe valorar ese extremo, tos de la relación jurídica que, producidos antes de dictarse aquélla, aún no
y decretarla, cuando la estima justa; pues, de no haerlo, la ley será irre- se han consumado. Por ejemplo, en el caso anterior, la ley establece que
troactiva. los intereses ya devengados, pero aún no pagados, antes de la nueva ley,
no podrán reclamarse en lo que excedan del 5 por ciento.
A este respecto conviene aclarar dos cuestiones que a veces, se confunden:
Una es la de las teorías sobre el concepto de retroactivilad; con las que se pre- Sobre retroactividad media, en un caso de arrendamientos rústicos, la senten-
tende ver qué se entiende por tal. Y otra distinta es la delas teorías sobre cuándo
deben de ser las leyes retroactivas y cuándo no. Estas teorías (p. ej. la de que la cia de 6 mayo 1988.
ley debe ser retroactiva cuando se trate de materia en cae predomine el interés
público, y no debe serlo cuando se trate de aquellas otus en que predomina el 3•0 De grado máximo: Cuando la nueva ley permite que incluso los
privado) podrán servir de orientación al legislador para cisponer o no el carácter efectos producidos y consumados bajo la antigua, se deshagan de la forma
retroactivo de la ley nueva; pero, por lo demás, no se pecisa de ellas, a efectos en que habían quedado producidos bajo ésta, y se rehagan a tenor de la
de nuestro artículo 2, número, que si puede suscitar duda: sobre qué entiende por nueva. Por ejemplo, en el caso del ejemplo anterior, la ley nueva autoriza
irretroactividad (punto que aquellas teorías pueden servir para aclarar), no las sus- a que incluso los intereses ya pagados bajo la antigua se reduzcan al 5 por
cita, sin embargo, sobre que la establece, salvo disposicion contraria. ciento, pudiendo, el que los pagó, reclamar la prestamista lo que hubiese
5. Grados de retroactividad.—La retroactividad puede ser de diver- pagado de más. se establezca
Ahora bien, como salvo que —expresa o tácitamente 9—
sos grados:
en ella la retroactividad, la ley nueva es irretroactiva, no alcanza en nin-

Que habla de la distinción de derechos adquiridos, por un lado, y ixpectativas de derecho, por Que el carácter retroactivo de la ley puede estar establecido tácitamente, es seguro. Véase lo di-
otro, señalando cuándo se está en aquel caso, y cuándo en éste.
cho supra, núm. 3.

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MANUEL ALBALADEJO § 26 TRANSITO DE LA NORMA ANTIGUA (DEROGADA) A LA NUEVA

guno de esos tres grados de retroacción a las relacioines creadas bajo la an- que reflejan el pensamiento del Código civil —que es Derecho supletorio
tigua 1°• Pero si tal ley nueva establece su carácter retroactivo, habrá que general: art. 4, núm. 3— en lo referente a esas cuestiones ".
aplicarla con el grado de retroacción que señale expresamente, y si se li- Se suelen clasificar las reglas transitorias del Código civil según su ge-
mita a declarar, sin más, dicho carácter retroactivo, lhabrá que, mediante la neralidad: Existen unas especialmente dedicadas a ciertas figuras jurídicas
interpretación, fijar a qué grado se refiere. Siendo at tal efecto muy de te- (como las contenidas en las Disposiciones 5.a a la 12.a y en atlgunos arts.
ner en cuenta la necesidad que la ley nueva pretende llenar en relación con del C.c.: así, 1.608, 1.611, 1.644, 1.655, etc.), y otras de carácter general:
la anterior, así como, si ese criterio no basta, el grado de retroactividad que; las comprendidas en la disposición preliminar y en las 1.a a 4." y 13.a.
para supuestos equiparables al de que se trate, venga estableciéndose en 11- El criterio general que las preside es el de no perjudicar dlerechos ad-
yes coetáneas a la contemplada y, en última instamcia, el tipo de retroac- quiridos haciendo que las relaciones jurídicas conserven el régiimen bajo el
ción que, según los principios que presiden las disposiciones transitorias deli que nacieron, admitiéndose, sin embargo, retroacciones en la favorable, y
Código -civil, quepa aplicar. Pero decidiéndose, en todo caso de duda, por de grado mínimo y, en algún caso, de medio.
el grado inferior de retroacción, ya que el Código civil (art. 2, núm. 3) He aquí las disposiciones transitorias de carácter general (pues nio procede en-
sienta como regla la irretroactividad de las leyes nuevas y, por tanto, debe trar ahora en la exposición singular de las relativas a figuras jurídicas concretas):
entenderse que si se establece la retroacción, pero el grado de ella es du- A tenor de la disposición preliminar, las variaciones introducidlas por el Có-
doso, el principio que preside tal regla implici decidirse por el inferior (en- digo, que perjudiquen derechos adquiridos según la legislación civil anterior, no
tre los que exista la duda). tendrán efecto retroactivo.
«Se regirán por la legislación anterior al Código los derechos nacidos, según
Expresamente en este sentido la sentencia de 27 enero 1961, que alegando ella, de hechos realizados bajo su régimen, aunque el Código los regule de otro
ser de interpretación estricta la retroactividad que se establezca para la norma, re- modo o no los reconozca. Pero si el derecho apareciese declarado por primera vez
suelve el caso discutido entendiendo que se trata en ell de retroactividad de pri- en el Código, tendrá efectos desde luego, aunque el hecho que lo origine se ve-
mer grado, y no de segundo. rificara bajo la legislación anterior, siempre que no perjudique a otro derecho ad-
quirido de igual origen» (Disposición 1.).
«Los actos y contratos celebrados bajo el régimen de la legislación anterior,
6. Las disposiciones transitorias del Código MIL—Como ley nueva, y que sean válidos con arreglo a ella, surtirán todos sus efectos según la misma,
el Código, cuando entró en vigor, reguló mediante unas disposiciones tran- con las limitaciones establecidas en esta regla. En su consecuencia serán válidos
sitorias, el paso de la legislación anterior a la que él establecía. Esas dis- los testamentos, aunque sea mancomunados [rechazados por el Códligo, art. 669],
posiciones no son ya letra muerta; cosa que podría pensarse por el hecho los poderes para testar [rechazados también por el Código, art. 6701.. pero la re-
de que no son normas para aplicar a todo cambio de legislación, sino ex- vocación o modificación de estos actos o de cualesquiera de las cláusulas conte-
clusivamente al que supuso la aparición del Código civil, y éste fue un cam- nidas en ellos no podrá verificarse después de regir el Código, sino testando con
bio que ya pocos problemas nuevos puede plantear. Sin embargo, es inne- arreglo al mismo.» (Disposición 2.a).
«Las disposiciones del Código que sancionen con penalidad civil o privación
gable que, aparte de que por circunstancias accidentatles hayan recobrado a de derechos, actos u omisiones que carecían de sanción en las le yes anteriores,
veces actualidad (así, cuando al publicarse el Apéndice foral aragonés de no son aplicables al que, cuando éstas se hallaban vigentes, hubiese incurrido en
1925, determinó éste —en su Disposición Transitoria— que la transición del la omisión o ejecutado el acto prohibido por el Código. Cuando la falta esté tam-
antiguo Derecho aragonés a él se regiría por las disposiciones transitorias bién penada por la legislación anterior, se aplicará la legislación más benigna»
del Código civil, o cuando, al publicarse posteriormenue el vizcaíno, antiguo (Disposición 3).
y nuevo, el catalán antiguo, el balear antiguo, el gallego antiguo y nuevo y Las acciones y los derechos nacidos y no ejercitados antes de regir el Código
subsistirán con la extensión y en los términos que les reconociera la legislación
el aragonés nuevo, en sus Disposiciones Transitorias [respectivamente 3•° y precedente; pero sujetándose, en cuanto a su ejercicio, duración y procedimiento
1.a, 7.a, única, 5.a y única, núm. 4, y 12.], han remitido a aquéllas), o pue- para hacerlos valer, a lo dispuesto en el Código. Si el ejercicio del derecho o de
dan recobrarla, su principal papel en la actualidad es el de orientar en cuanto la acción se hallara pendiente de procedimientos oficiales empezados bajo la le-
al sentido del artículo 2, número 3 del Código civil, .y en cuanto a la reso- gislación anterior, y estos fuesen diferentes de los establecidos por el Código, po-
lución de cuestiones de Derecho transitorio planteadas por nuevas leyes, ya drán optar los interesados por unos o por otros» (Disposición 4.a).

'° Ver la sentencia de 28 abril 1977. Véase la sentencia de 9 abril 1984 y las Resoluciones de 7 abril 1978 y 15 septiembre 1983.

208 209
MANUEL ALBALADEJO

«Y por último, los casos no comprendidos directamente en las disposiciones


transitorias del Código civil, se resolverán aplicando los principios que les sirven
de fundamento» (Disposición 13.«).

7. Las disposiciones transitorias de las Compilaciones forales.—Como el


Código civil, también las Compilaciones forales contienen disposiciones transito-
rias para regular el paso de la anterior legislación de cada región a la que vino a
establecer la Compilación de cada una.
De esas disposiciones, bastantes se refieren a figuras jurídicas concretas, y su
exposición no procede aquí.
En cuanto a las disposiciones de carácter general, menos la navarra y la ca-
PARTE GENERAL
talana, las demás Compilaciones (como se ha visto en el número anterior) se li-
mitan a remitir a las del Código civil o, callando, se aplica éste supletoriamente.
Por su parte, la Compilación navarra (Disponsición Transitoria 1.") ordena que
lo que establece se aplicará a los actos otorgados y a las relaciones causadas an-
La persona, la relación jurídica,
tes de su promulgación, si bien hay que entender que no se refiere a la eficacia
ya consumada de los mismos (cfr. DisponsiFión Transitoria de la Ley de 1 abril
las cosas y los hechos jurídicos
1987, de modificación de la Compilación).
Y en cuanto a la catalana, su actual disposición transitoria 9.« dispone que a
falta de regulación transitoria singular, para el paso de un Derecho a otro se apli-
carán «los principios que informan el Ordenamiento jurídico de Cataluña».

210
CAPÍTULO V
LA PERSONA

Sección primera
LA PERSONA EN GENERAL Y SU CAPACIDAD*

§ 27
LA PERSONA EN GENERAL**
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Clases de personas.-3. Estudio separado de ambas clases
de persona.-4. Carácter de las normas que regulan la persona física.

1. Concepto.—Personalidad es la condición de persona '. Capacidad


es la condición de capaz.
Jurídicamente es persona todo ser a quien el Derecho acepta como miem-
bro de la Comunidad. Tal aceptación lleva consigo reconocimiento de la ap-
titud para ser titular de relaciones jurídicas, o, con otra expresión, de dere-
chos y obligaciones (capacidad). Y puesto que es a la persona (a toda persona

* DE CASTRO, Derecho civil de España, II, 1, 1952.


** ALONSO PEREZ, «Reflexiones sobre el concepto y valor de la persona en el Derecho civil
de España», A.D.C., 1983, pág. 1117; ALPA, La persona: tra citadinanza e mercato, Milán, 1992; AMATO,
/I soggetto ji oggetto di diritto, Turín, 1990; CIONTI, Segni distintivi della persona e segni distintivi
della personalitá, Milán, 1994; DE COSSIO, «Evolución del concepto de personalidad y sus repercu-
siones en el Derecho privado», en R.D.P., 1942, págs. 749 y SS.; DORAL, «La personalidad jurídica»,
en R.D.P., 1977, págs. 104 y ss.; GANGI, Persone fisiche e persone giuridiche2, 1948; GOMEZ AR-
BOLEYA, «Sobre la noción de persona», en R.E.P., 1949, vol. 27, núm. 47, págs. 104 y ss., y «Más
sobre la noción de persona», en la misma Revista, 1950, vol. 29, núm. 49, págs. 107 y ss.; GUASP,
«El individuo y la persona», en R.D.P., 1959, págs. 3 y ss.; HERVADA, «Concepto jurídico y concepto
filosófico clz persona)>, en La Ley, 1981, págs. 942 y ss.; HOYOS CASTAÑEDA, El concepto jurídico
de persona, Madrid, 1989; ROCA TRIAS, Metodología para un enfoque constitucional del derecho de
la persona, Estudios de Derecho civil en homenaje al Profesor Lacruz Berdejo, vol. 2.°, 1993, pág. 1895;
RUIZ MIGUEL, El derecho a la protección de la vida privada en la jurisprudencia del Tribunal Eu-
ropeo de Derechos Humanos, Madrid, 1994; SERRANO ALONSO, Derecho de la persona, Madrid,
1992; STA \IZIONE, Capacita e minore eta nella problematica della persona umana, 1975; VIDAL
MARTINEZ, «Algunas observaciones acerca del concepto de persona y de los derechos que le son in-
herentes (art. 10.1 de la C.E.) desde la óptica del Derecho civil», R.G.D., 1990, pág. 5297; WERRO,
La protection de la personalité, Friburgo, 1993; ZATTI, Persona giuridica e soggetivitá, 1975.
' A veces la ley habla —impropiamente-- de «personalidad», en otros sentidos; así en Código ci-
vil, antiguo artículo 32, 2Y, y en la antigua L.e.c., artículo 533. En estos casos, significa o capacidad
de obrar o legitimación. Conceptos que después estudiaré.

213
MANUEL ALBALADEJOI
§ 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA
y solamente a ella) a quien el Derecho reconoce capacidad, también la per
sona puede ser definida, jurídicamente hablando, como ser capaz de de § 28
chos y obligaciones. LA CAPACIDAD DE LA PERSONA*
2. Clases de persona.—Son personas el hombre y ciertas organizaci SUMAIUO: 1. Capacidad jurídica y capacidad de obrar.
nes humanas (asociaciones, fundaciones). Aquél se califica de persona ft*
y éstas de personas jurídicas (en sentido estricto, ya que el calificativo de j 1. Capacidad jurídica y capacidad de obrar.—La capacidad que me
rídica también cuadra a la persona física en cuanto persona en Derecho). he referiio cuando antes afirmé que la persona es un ser capaz de derechos
y obligaciones —es decir, al que el Derecho reconoce aptitud para ser titu-
Se debe poner de relieve que al hombre —a lodo hombre— nuestro lar de relaciones jurídicas— es capacidad jurídica.
le reconoce personalidad —admitiendo su natural idoneidad para ser sujetoDerech»
de re- De ella se diferencia la capacidad de obrar o aptitud que el Derecho
laciones jurídicas— en cumplimiento de un imperativo de Justicia (por más que al- reconoce para que la persona realice actos jurídicos.
gunos Derechos positivos hayan desconocido o puedan hacer caso omiso del mismo:
así, cuando a ciertos hombres —esclavos— no se les considera personas, sino co- Cfr. Resoluciones de 24 febrero 1923, Considerando 1.0, de 2D octubre 1933,
sas: objetos, y no sujetos de Derecho), mientras que a las organizaciones
personi- Considerando último, sentencias de 25 octubre 1928, Considerando 2.°, de 11 oc-
ficadas es el Derecho el que, considerando conveniente que puedan ser titulares tubre 1929, Considerando 1.°, que con más o menos exactitud definen a una u
de relaciones jurídicas, les concede una pIrsonalidad que podría haberles
negado otra o las distinguen entre sí.
porque no lo exige necesariamente ni la naturaleza de las cosas ni la Justicia.

3. Estudio separado de ambas clases de persona.—Las diferencias


Por ejemplo, un niño o un incapacitado por locura pueden SER dueños
tentes entre la persona física (hombre) y la jurídica imponen el estudio por exis- —titulares del derecho de propiedad— o acreedores o deudores —titulares
rado de ambas. sepa- activos a pasivos de un derecho de crédito—; pero no pueden CELEBRAR
En primer lugar realizaré el estudio de la física, estudio que abarca lo contrato; para adquirir la propiedad o el derecho de crédito.
tivo a su nacimiento y extinción, capacidad jurídica y de obrar, circunstanciasrela-
qi$
influyen en ésta, estados civiles en que pueden hallarse, domicilio en que radic,1
y ausencia de la misma; acabando con el Registro del estado civil, lugar en e4 Sección segunda
que, de forma oficial, se debe recoger generalmente, todo lo anterior. Posterior- LA PERSONA FISICA*
mente realizaré el estudio de la jurídica.

4. Carácter de las normas que regulan la persona física.—Tanto § 29


las normas referentes a la persona física como a su estado, capacidad COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA
jurf-
dica y de obrar, son, en principio, normas imperativas: se trata de materia
en la que por razones obvias se excluye la autonomía de la voluntad de SUMARIO 1. Comienzo y fin de la Persona física.-2. Comienzo: el nacimiento y los
sujetos los reqrásitos necesarios para que determine la personalidad.-3. Momento del naci-
2•
miento.-4. Partos dobles o múltiples.-5. Protección del concebido.-6. Repre-
sentación del concebido.-7. Fin: la muerte de la persona.-8. Comoriencia.—o.
Prueba del comienzo y fin de la persona física.-10. La inscripción del nacimiento.—
11. La inscripción de la defunción.

1. Comienzo y fin de la persona física.—La personalidad física co-


mienza por el nacimiento y acaba por la muerte del hombre.

• STANZIONE, Capacitá e minore eta nella problematica della persona umana, 1975.
• ARAMBURO, La capacidad civil. Estudio de las causas que determinan, modifican y extinguen,
etc.', 1931; BERCOVITZ, Rodrigo, Derecho de la persona, 1976; BOGGIO, Delle persone fisiche in-
No obstante, véase lo que se dice infra, § 35, núm. 5 y ss. calma, 2 vols., 1888-1889; CABANILLAS SANCHEZ, en Comentarios al Código civil y Compilacio-
nes foralel, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alabart, t. I, vol. 3Y, 2." ed., 1993, pág. 761; DE CAS-
214
215
MANUEL ALBALADEJO § 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA

2. Comienzo: el nacimiento y los requisitos necesarios para que de no conceder personalidad a los nacidos no viables. La viabilidad (aptitud para
determine la personalidad.—Se es persona desde que se nace («El naci- seguir viviendo) no es requisito que nuestro Derecho exija para conceder perso-
miento determina la personalidad»: Código civil, artículo 29, principio), siem- nalidad al nacido. Este, aun no siendo viable, puede vivir más de veinticuatro ho-
pre que el nacido sea un ser vivo y con figura humana. ras; lo mismo que, siendo perfectamente viable, puede morir antes, por un acci-
El nacimiento de un ser muerto, o vivo que no tuviese figura humana, dente, por ejemplo '.
El plazo de las veinticuatro horas no se exigiría con la pretensión de que
no atribuye personalidad al nacido, según se desprende del artículo 30 del —con desprecio al ser humano— no haya más personas que las que el Derecho
Código civil, que requiere: 1.0 Que el nacido viva veinticuatro horas (punto positivo admita, y siempre que se reúnan los requisitos que él establece, sino por-
que después examinaré); cosa imposible si nació muerto. 2.° «Que tuviere que parecería lo más conveniente para las necesidades de la práctica, según las
figura humana.» entendió nuestra tradición jurídica.

Requisito, éste, criticado por considerar que responde a la creencia inexacta Eso dicho, de que la personalidad sólo se adquiriría después de que el
de que la mujer puede dar vida a seres no humanos.. Mas, en todo caso, «impide nacido haya vivido veinticuatro horas enteramente desprendido del seno ma-
que sean personas para el Derecho los seres humano:s que, aun pensando —si es terno, es la opinión indiscutida de toda nuestra doctrina y lo ha sido tam-
que es pensable— que puedan vivir natural o artificialmente hasta algunos días bién la mía hasta que realicé un estudio monográfico sobre el tema 2 y me
después del nacimiento, tienen tal tipo de irregularidad que, según la opinión co-
mún, su figura no es humana (p. ej., acéfalo bicéfalos, etc.; en los que, además, percaté de que la verdad no es esa.. También parecería ser apoyo para esa
su defecto pone de relieve la imposibilidad para seguir viviendo). falsa verdad la Ley del Registro civil, artículo 40, que dispone que «son
inscribibles los nacimientos en que concurran las condiciones establecidas
Según la letra del artículo 30 parecería que a pesar de ser persona por en el artículo 30 del C.c.», una de las cuales condicones, como se ha visto,
el nacimiento (con los requisitos vistos) y desde éste, el Derecho no consi- es la de que el niño haya vivido veinticuatro horas; luego si en el Registro
dera como tal al nacido (no le atribuye personalidad), sino sólo después de se inscriben las personas, y el nacido no es inscribible si no después de
veinticuatro horas de vida. Lo que significaría, no que sea persona a par- veinticuatro horas, como dice además el artículo 42 de tal Ley, es porque
tir de las veinticuatro horas, o porque hayan transcurrido dichas horas desde hasta que éstas pasen no es persona, así que la personalidad se adquiriría
el nacimiento, sino que sólo después de vivir veinticuatro horas admitiría transcurridas ellas. Lo cual lo ha venido recientemente a refrendar una re-
el Derecho que se sea persona desde que se nace. Se trataría, simplemente, solución de la D.G.R.N. de 3 septiembre 1996.
de una condicio iuris: la eficacia del nacimiento (de un ser vivo y con fi- Ahora bien, son falsos todos esos razonamientos e inconsistentes todos
gura humana) se produce, en orden a la atribución de la personalidad, cuando los apoyos a la tesis de que la personalidad sólo se adquiere pasadas las
la condicio —agotamiento del último momento de la hora veinticuatro— se tan repetidas veinticuatro horas; y la verdad es que el ser humano es per-
realiza. sona desde el mismo momento que nace.

Ello se haría así porque, muriendo generalmente dentro de tales horas aque- La demostración de esta verdad no la puedo hacer ahora con detalle; para la
llos seres de los que se puede dudar si nacieron o no vivos, o si tienen o no fi- fundamentación in extenso remito a mi citado trabajo, aquí sólo señalo brevemente
gura humana, en la práctica, por tal procedimiento, se evitan cuestiones y litigios. los argumentos centrales, en cuya virtud, y sin ninguna presunción por mi parte,
Habiendo que negar que ese plazo de veinticuatro horas se establezca con el fin se puede afirmar, no ya que creo llevar razón (como debería decir usando de una
falsa modestia), sino que la llevo, porque, con perdón, tales argumentos son con-
TRO, Derecho civil de España, II, 1, 1952; DEGNI, Le persone fisiche ed i diritti della personalitd,
tundentes, decisivos y no tienen vuelta de hoja.
1939; GANGI, Persone fisiche e persone giuridiche2, 1948; GARRIDO LESTACHE, «La identificación
del recién nacido a efectos civiles», R.G.L.J., julio-agosto de 1989, pág.. 77; GETE ALONSO, La nueva He aquí los argumentos que demuestran lo que digo:
normativa en materia de capacidad de obrar de la persona, 1985; GETE-ALONSO Y CALERA, Nueva
normativa en capacidad de obrar de la persona, 2.° ed., Madrid, 1992; GORDILLO, Capacidad, inca-
pacidad y estabilidad de los contratos, 1988; HELLUM, Birth Law, 1993; MARTIN BERNAL Y GA- He dicho que el Código no exige la viabilidad del nacido para considerarlo persona. Esta es tam-
RRIDO, Identificación del nacido. Historia y estado actual, Madrid, 1994; ONDEI, Le persone fisiche bién la opinión común de nuestros autores. Sin embargo, en contra de ella, PEREZ GONZALEZ, en
e i diritti della personalitá, 1965; PAIS DE SOUSA, Da incapacidade juridica dos menores, interditos dos estudios, siendo el más reciente «El requisito de la viabilidad», en R.D.P., 1944, págs. 273 y ss.
e inabilitados no ambito do Código civil, 1971; PEREIRA DE BULHOES, lncapacidade civil e res- (en especial, págs. 289 y ss., pág. 295 y págs. 296 y SS.), ha mantenido que dicho requisito va implí-
tripoes de direito, 2 vols., 1957; PIOLA, Delle persone ineapaci2, 2 vols., 1925-1926, en II Diritto ci- cito en sus disposiciones.
vile italiano de Fiore. 2 Desde el instante en que nace, todo niño es persona e inscribible en el Registro,
1997.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA

1.0 En nuestro Derecho histórico los plazos que se pidieron en diver- Asamblea General de la ONU el 20 de noviembre de 1989, ambos
sas leyes que hubiese de vivir un recién nacido, no fueron para que única- por la
vigentes actualmente en España, de cuyo Ordenamiento interno pasaron a
mente adquiriese personalidad después de transcurridos, sino para que el parte mediante su publicación en el B.O.E. (C.c., art. 15), y que
niño o niña, a pesar de ser persona desde que nació, ni heredase ni causase formar
como leyes posteriores derogarían a los artículos 40 y 42 de la Ley del Re-
herencia antes de que pasasen los plazos en cuestión, para evitar que una gistro, y que dicen, el Pacto en su artículo 24.2, y la Convención, en su ar-
persona de vida brevísima cambiase el curso de sucesiones, cosa que se con- tículo 7.1, que «el niño será inscrito inmediatamente después de su naci-
sideró desaconsejable.
2.° En la Ley del Registro civil de 1870, con la que convivió el C.e. miento», agregando en el mismo artículo la Convención que el niño «tendrá
derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad...». Y,
hasta la Ley del Registro civil de 1957, se podía inscribir al niño desde que yo, Si esto no es reconocer que es persona, que venga Dios y lo vea..
nacía, luego es que desde entonces era persona. digo
Otra cosa es que aun siéndolo, ni reciba ni cause herencia, ni su vida tenga
El artículo 30 del C.c., ni se oponía a aquella Ley ni excluía la inscripción consecuencias patrimoniales hasta haber vivido veinticuatro horas.
de un recién nacido antes de las veinticuatro horas, de modo que si podía ser ins- Me percato que todo lo que he expuesto, en la práctica no va a alterar las
crito antes era porque era persona antes. El artículo 53 de aquella Ley decía: «Si cosas, porque nunca se inscribe un nacimiento antes de que pasen veinticuatro ho-
se presentare al encargado del Registro el cadáver de un niño recién nacido, ma- ras. Pero una cosa es eso, y otra que no sea inscribible antes.
nifestándose que la muerte ha ocurrido podidespués del nacimiento, se hará cons-
tar por declaración verbal de Facultativo si aquél ha fallecido antes o después de 3. Momento del nacimiento.—Lo más seguro parece afirmar que el
nacer y por declaración de los interesados la hora del nacimiento y del falleci- nacimiento, según la ley (e independientemente de que el concepto sea o
miento. De todas estas circunstancias se hará mención en la inscripción de naci- no incorrecto desde otros puntos de vista), tiene lugar, no a la salida (na-
miento e inmediatamente se inscribirá la defunción en el libro de la sección co- tural o artificialmente) del nuevo ser del claustro materno, sino cuando se
rrespondiente del Registro civil». Texto legal que prueba que bajo la vieja Ley
del Registro y ya vigente el C.c., eran inscribibles los niños sin esperar veinti-
rompe el cordón umbilical. Tesis que se deduciría de la frase que usa el ar-
cuatro horas. tículo 30, in fine: enteramente desprendido del seno materno.
Puede defenderse también la tesis de que el nacimiento es la salida del nuevo
3.0 Cuando el artículo 40 de la Ley del Registro civil de 1957 dice ser del claustro materno, y que, desde ese momento, se entenderá, después, adqui-
que «son inscribibles los nacimientos en que concurran las condiciones es- rida la personalidad, aunque el plazo de las veinticuatro horas se cuente a partir
tablecidas en el artículo 30 del C.c.», que pide las veinticuatro horas, lo de la entera separación (corte del cordón umbilical). Habría, entonces, tres mo-
hace por acoplarse (cree que con lo que dispone se ajusta al C.c., así que mentos: 1.0 nacimiento, 2.° separación total, 3•0 final de la hora veinticuatro. Al lle-
no pretende rectificar a éste) al C.c., luego, si éste, como demuestra su con- gar el último, la personalidad se habría adquirido desde el primero (y no desde el
vivencia con la vieja Ley del Registro, no pedía las veinticuatro horas para segundo). En pro de esta tesis se podría aducir que el plazo de vida (veinticuatro
ser persona, es que tampoco las pide para serio la Ley del Registro de 1957; horas) se cuenta a partir de la separación total —y no del nacimiento— porque es
a aquélla, y no a éste, a la que no suelen sobrevivir los seres respecto a los que
y siéndose persona desde que se nace, se es inscribible desde ue se nace, el plazo de veinticuatro horas evita problemas sobre si fueron o no personas.
a pesar de la letra de los artículos 40 y 42 de esta Ley. De cualquier manera, parece dificilísimo que adoptar la tesis de nacimiento =
4.° Aunque lo expuesto hasta aquí no fuese verdad, sino por completo salida del claustro materno, o la de nacimiento = separación total de la madre, lleve
inexacto, no obstante, hoy todo niño es persona desde que nace, sin nece- a diferentes consecuencias prácticas (pues, el nacido, pero no separado todavía, es
sidad de que pasen, no ya veinticuatro horas, sino ni siquiera un minuto. protegido entonces como concebido y, una vez separado, se le protege como si la
Es persona desde que nace e inscribible en el Registro a partir de entonces separación se hubiese realizado al momento de ser concebido). No obstante, ello
(aunque obviamente en la práctica no se suelan inscribir los recién nacidos es posible: por ejemplo, A instituye herederos a los hijos ya nacidos de B, cuando
ocurra su fallecimiento (de A), y éste acaece después que uno de los hijos de B
inmediatamente después del parto), porque aun dando por bueno que cuando ha salido del claustro materno, pero antes del corte del cordón umbilical (realmente
entró en vigor la Ley del Registro de 1957 no se pudiesen inscribir los ni- esto, en teoría posible, en la práctica más bien es un sueño de posibilidad).
ños sino pasadas veinticuatro horas, semejante precepto estaría derogado hoy
tanto por el Pacto Internacional de derechos civiles y políticos de 19 de di- 4. Partos dobles o múltiples.—Si el parto es doble o múltiple, cada
ciembre de 1966, como por la Convención sobre Derechos del Niño, hecha uno de los nacidos adquiere o no su personalidad, según que los requisi-
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MANUEL ALBALADEJO § 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA

tos expuestos se den o falten para él. El nacido, antes es el mayor (C. c., rable) por nacido desde que fue concebido, haciendo suyos los derechos que
art. 31). le pertenecerían de haber sido persona durante el período de gestación, y
quedando lat situación como si verdaderamente lo hubiese sido (retroacción
5. Protección del concebido*.—Puesto que es el nacimiento el que de los efectos del nacimiento).
determina la personalidad, el concebido, pero no, nacido, ni es persona ni
tiene —por tanto— capacidad jurídica o de obrar ide ninguna clase. Sin em- Estai tesis que adopto, de dar eficacia posterior y retroactiva al NACIMIENTO
bargo, el artículo 29 del Código civil establece que se le tiene por nacido con los requisitos del artículo 30, es preferible a la de dar a la CONCEPCIÓN efi-
para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las cacia aniterior pero sometida a eventual resolución. Y de ninguna manera es exacto
que choque con la letra de nuestra ley. El artículo 29 dice que «el concebido se
condiciones (que ya conocemos) necesarias para ser persona. Con ello se tiene por nacido para los efectos que le sean favorables». Pero esto no significa
pretende que obtenga los beneficios que hubiese podido recibir si hubiese que se lie tenga ya (eficacia inmediata) por nacido, pues el artículo 29 continúa
sido ya persona, en vez de germen de persona (spes hominis). diciendo,: «siempre que nazca con las condiciones que expresa el artículo siguiente».
O sea, sólo se le tiene por nacido si nace y cuando nazca con dichas condicio-
De la total protección que el Derecho dispensa ah concebido, me ocuparé ahora nes, aunque se le tiene —entonces— por nacido desde que fue concebido 3.
sólo de la orden puramente civil.
No hay acuerdo sobre cuál sea su verdIdera niaturaleza jurídica. Para unos, Retrotrayéndose los efectos del nacimiento hasta el momento de la con-
se trata de que el concebido tiene ya una personalidlad provisional o condicional;
para otros, de que, aun sin ser persona, se le concedle una capacidad jurídica con-
cepción, éste es de importancia decisiva. Ahora bien, su fijación exacta es
dicional; otros piensan en la existencia de derechog. (los reservados para el con- difícil. Sobre el particular, se puede pensar que, en principio, se ha de aten-
cebido) con sujeto indeterminado, o sin sujeto, o ide derechos futuros o condi- der al plazo máximo (de trescientos días) posible que el Código establece
cionales (sin entrar en si tienen o no un sujeto actual) o de una expectativa de (argumento ex art. 116) de duración del embarazo. Así lo abonaría el fin
derecho, etc. perseguido —protección del nacido, extendida al período de gestación—,
que, en caso de duda, debe de alcanzar a lo más, ya que se pretende favo-
En mi opinión, como ya he dicho, el concebido carece de personalidad recer al que nacerá, y, por tanto, debe interpretarse en caso de duda, que
y, por ello, de capacidad. Ahora bien, su protección se realiza, no mediante su concepción tuvo lugar lo antes posible, pues cuanto antes haya sido, más
la creación de una personalidad o de una capacidad Qcapacidad de quién?) beneficio cabe que reciba. Pero se puede pensar también que, siendo el em-
condicionales o ficticias, etc., sino haciendo, simplemente, que todos los de- barazo normal de nueve meses, la concepción se presumirá acaecida dos-
rechos o relaciones que serían favorables al concebido, perteneciéndole, si cientos setenta días antes del nacimiento.
ya fuese persona, queden en situación de pendencia, pero sin modificarse De todos modos, como los trescientos (o doscientos setenta) días son
su titularidad actual, hasta ver si el concebido llega a no a ser persona. En- un período máximo posible, aunque, a falta de otros datos, se presuma que
tretanto existe la pendencia, se toman las oportunas medidas precautorias la concepción tuvo lugar al iniciarse aquél, ha de admitirse la prueba de
(C.c., arts. 959 y ss., en especial 965 y 966). Cuando se resuelva (se re- que fue concebido, bien antes, bien después (por lo menos, siempre que de-
suelve por el nacimiento con los requisitos del artículo 30, o por el aborto terminada prueba no sea improcedente por otras razones).
o nacimiento sin dichos requisitos 2), nada habrá sufrido alteración, si el con- Sobre el tema ha recaído la sentencia de 18 octubre 1899 (dictada so-
cebido no llegó a ser persona; y, si llegó, se le tiene (en cuanto a lo favo- bre Derecho anterior al Código civil).
La cual sentencia afirma en el segundo de sus considerandos «que al deter-
* ARROYO I AMAYUELAS, La protección del concebido en eH Código civil, Madrid, 1992; CAS- minar la Ley 4.a, Título 23, Partida 4, sustancialmente contenida en el artículo 56
TAN VÁZQUEZ, «La tradición jurídica sobre el comienzo de la vida humana», R.G.D., dic. 1994, pág. 12457; de la Ley de Matrimonio civil la legitimidad de los hijos teniendo en cuenta el
GARRIDO DE PALMA, (<El nasciturus y el Derecho civil», R.D.N.,, 1983, pág. 123; MALDONADO,
La condición jurídica del nasciturus en el Derecho español, 1946, :y bibliografía allí citada; SEBAG,
día de su nacimiento, y fijar para ello los períodos probables de gestación, má-
La condition juridique des personnes physiques et des personnes morales avant leur naissance, 1938. ximo de diez meses y mínimo de seis, porque estima completa y vividera la cria-
Cfr. artículos 966 y 967 del Código civil Cuando habiéndose tomado las medidas precautorias tura con sólo que su nacimiento tenga lugar un día del séptimo mes, establece
por la equivocada creencia de que existía un ser concebido, se averiigua la verdad (así, por transcurrir
con exceso el término máximo de gestión. Pero, ¿cabe la prueba directa, antes de su transcurso, de que
no hay embarazo?), también cesan, naturalmente, las medidas; pero Ise ve, entonces, que no respondie- En pro de considerar como condición suspensiva el futuro nacimiento, el Código de Sucesiones
ron a un estado real de pendencia. catalán, artículo 265.

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§ 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA
MANUEL ALBALADEJO

con especialidad que esso mismo deue ser judgado de la que nasce fasta en los Así las sentencias de 18 octubre 1899 y 27 octubre 1903. En ésta la expre-
nueve meses, añadiendo: «E este cuento es más usado que los otros»: —Consi sión que el testador usaba era «nacido al ocurrir mi fallecimiento», y el Tribunal
derando que con estas últimas palabras se afirma de modo claro y preciso, y asi Supremo estimó comprendido al concebido entonces, porque «no se deduce de la
lo tiene declarado este Tribunal Supremo, que el término regular normal y ordi- frase... que [el testador] se propusiera preterir con ella al concebido». Por último,
nario de la gestación es el de nueve meses, y en tal sentido, habiendo nacido don la Resolución de 30 diciembre 1902, que no mantiene distinta doctrina, pero que
Zoilo Carlos Calleja el 2 julio 1888, hecho no controvertido por las partes, es ob- excluyó al concebido, no porque no pudiese considerársele englobado en la dispo-
vio que debe reputársele ya concebido el 7 diciembre 1887, y que consiguiente- sición a favor de los nacidos, sino porque el testador requería que al momento de
su muerte el nacido llevase su nombre y apellido, y evidentemente el sólo conce-
mente tenía vida, y por los fundamentos ya expuestos, capacidad para adquirir la
bido aún no llevaba en aquel momento nombre ni apellido alguno y, por eso, y no
parte proporcional del legado al ocurrir el fallecimiento de don Lorenzo Sáenz,
por no haber nacido aún, hubo que entenderlo excluido del beneficio otorgado.
ya que contra la presunción legal favorable a que el recurrente estaba concebido
en dicha época no se ha practicado ni intentado prueba alguna.»
Ahora bien, por lo transcrito se ve que la sentencia sólo afirma que el tér- 6. Representación del concebido.—El artículo 627 del Código civil
mino regular normal y ordinario de la gestación son nueve meses, pero no que establece que: «Las donaciones hechas a los concebidos y no nacidos po-
salvo prueba en contrario haya de presumirse que son diez. Y esto, entendido en drán ser aceptadas por las personas que legítimamente los representarían, si
rigor, llevaría a la conclusión de que, salvo aquella prueba, al nacido habría que se hubiera verificado el nacimiento.» De ahí se puede inducir que éstos re-
reputarlo concebido nueve (y no diez) meses antes. Mas lo que ocurre es que en presentan legalmente a aquéllos.
el caso del pleito bastaba y aun sobraba cdA que hubiese sido concebido nueve Esta disposición, que es aplicación de la protección al concebido, se
meses antes para adquirir el derecho en discusión. Por eso el Tribunal Supremo entiende —por algunos— como constitutiva de un caso de representación
no necesita ir más allá de la afirmación relativa a los nueve meses. Y queda la
duda de si, de haber sido precisos diez meses, este plazo —que dan como má- de aquél siempre que sea preciso 4. Y se piensa que tendrá como repre-
ximo de gestación tanto Las Partidas como la Ley de Matrimonio civil, como ei sentante al que lo sería si hubiese nacido. Deducción que se establece,
Código— no hubiese sido acogido como de presumible concepción del nacido (so- bien por analogía del artículo 627, bien porque —aun sin éste— se piensa
bre el tema véase lo que digo en el Derecho de sucesiones, § 13, núm. 5). que se sigue del 29, ya que el concebido se tiene por nacido para lo fa-
vorable, y lo es el tener representante que vele por sus intereses. Otros,
El artículo 29, al establecer que al concebido se le tiene por nacida por el contrario, niegan la posibilidad de que el concebido —que no es
para lo que le sea favorable, puede plantear dudas, ya que cabe que algui persona— tenga representante; tesis que se apoya, además, en la letra del
nas situaciones encierren aspectos favorables y otros desfavorables. Pero no, artículo 627, que no habla de que haya un representante, sino de que las
se trata de esto, sino de ver cierta duda que puede surgir, no por razón del donaciones hechas a los concebidos pueden ser aceptadas «por las perso-
artículo, sino por razón de que cuando alguien concede algo a determina- nas que legítimamente los representarían si se hubiese verificado el naci-
das personas (el caso generalmente es que los nombró herederos o legata- miento».
rios), sea inseguro si su voluntad se reduce a las ya vivas, o si alcanza tam- De cualquier modo, la aceptación de las donaciones en interés del con-
bién a las solamente concebidas. cebido es posible, sea o no representante suyo el que la realice. Además,
Realmente este tema no es de interpretación de las normas sobre el con- por analogía del artículo 627 y aplicando el espíritu del 29, no cabe duda
cebido, sino de interpretación de las declaraciones de voluntad que se emi- de que otros beneficios en favor del concebido pueden ser aceptados como
tan en negocios que puedan alcanzar a concebidos. las donaciones 5. Y el tener —cuando nazca— al concebido por nacido desde
su concepción, quizá autorice a pensar que —entonces— la actuación de quien
Pero aunque por esa razón podría pensarse que no debe de ser tratado aquí, obró por él, se tenga por representación. Entendiéndose —cuando nace-
sin embargo, conviene hacerlo para aclarar cuándo se entienden incluidos los con-
cebidos en los derechos que el declarante otorga a los nacidos, sin hacer especí- 4 No se puede decir que representantes serán los padres o, al menos, la madre, ya que ésta siem-
fica salvedad (incluyéndolos o excluyéndolos) respecto a los concebidos. pre ha de vivir, pues si esto es cierto no lo es menos que puede estar incapacitada, por ejemplo. Cfr.
MALDONADO, La condición jurídica del nasciturus en el Derecho español, 1946, págs. 258 y ss. so-
La solución dada por la jurisprudencia es la de que, a menos que apa- bre lo que se dice en esta nota y en el texto.
3 Salvo que se trate de beneficios para cuya aceptación sea preciso el nacimiento. Como ocurre
rezca la voluntad del concedente de excluir a los concebidos, se les en- cuando ha sido dejada una herencia al concebido, ya que entonces funciona el futuro nacimiento como
tiende comprendidos en las disposiciones que aquél otorgue a favor de los condición a la que queda sometida la institución, y no es posible aceptar la herencia sino cuando la
nacidos. condición se haya cumplido. Véase infra, t. V, § 15, núm. 4.

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MANUEL ALBALADEJO § 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA

que adquirió el derecho al celebrarse el acto representativo, estando tal de- En cuanto a que haya de haber vivido veinticuatro horas enteramente
recho, hasta el momento del nacimiento, en situuación de pendencia. desprendido del seno materno, estimo por lo dicho supra, número 2, que
Lo anterior, en cuanto al Código civil La CCompilación navarra, por su no es exigencia legal, a pesar de la letra del artículo 30 C.c. y de los artí-
parte, dispone que «Corresponde a los padres lai defensa de los intereses de culos 40 y 42 LRC.
los hijos concebidos y no nacidos, e incluso de Idos no concebidos» (ley 63).
Faltando el requisito de la figura humana, el nacido vivo no es persona, lo
7. Fin: la muerte de la persona.—Se es r persona hasta que se muere: mismo que no lo es si nació muerto; entonces la ley lo considetra criatura abor-
«La personalidad civil se extingue por la muerte dee las personas» (C.c., art. 32). tiva (R.R.C., art. 171), y no procede la inscripción de su nacimiento en el Re-
gistro, sino que se tome razón en un legajo especial que se lleva aparte sobre
Ninguna otra causa la extingue. Hoy día haan desaparecido —al menos en abortos de criaturas de más de, aproximadamente, ciento ochenta días de vida fe-
nuestro Derecho— algunas que conoció la Historia,, así: caída en esclavitud, muerte tal (L.R.C., art. 45).
civil, etc. Dice el artículo 173 del R.R.C.: «La declaración [que ha de hacerse para que
quede recogido en el legajo de abortos aquel de que se trate] y fparte [que habrá
8. Comoriencia*.—Muriendo varias persomas se extingue la persona- de dar el profesional que asista al aborto o al parto] expresarán el aborto o, en
lidad de todas. No pudiendo probarse cuál murió antes, se presumen muer- su caso, el alumbramiento y muerte; contendrán, en cuanto sea posible, las cir-
cunstancias exigidas para la inscripción de nacimiento y defunción y, particular-
tas simultáneamente (art. 33). mente, el tiempo aproximado de vida fetal y si la muerte de la criatura se pro-
dujo antes, al tiempo o después del alumbramiento, indicando, en este último caso,
La Resolución de 2 marzo 1940 y la sentenci:ia de 4 diciembre 1948 son in- con toda exactitud, las horas del alumbramiento y muerte.»
teresantes en cuestiones en conexión con el tema de la comoriencia.
Cuando (con el fin de practicar posteriormente a base de ella la ins-
9. Prueba del comienzo y del fin de la personalidad física.—Co- cripción) se levanta (en los casos en que la ley lo permite) acta del naci-
menzando la personalidad por el nacimiento y lacabando por la muerte, la miento por ciertas autoridades o funcionarios, pero, por haber concurrido
prueba de estos hechos es especialmente importantite; y se consigue una consta- circunstancias que forzaron a ello, tal acta se levantó antes de las veinti-
tación oficial de los mismos mediante su inscriiipción en el Registro Civil. cuatro horas del nacimiento, será preciso demostrar, para practicar la ins-
Sin perjuicio de lo que se dirá, al tratar de 1 éste, sobre la inscripción en el cripción, la supervivencia del nacido a dicho plazo (L.R.C., art. 19, 3.°).
mismo, no sólo del nacimiento y de la muerte, sineo de todos los hechos que afec- Eso dice la ley. Pero yo creo que como es inscribible antes de las veinti-
tan al estado civil, conviene ahora referirse especialmente a algunos puntos parti- cuatro horas, no hay que esperar a su paso para inscribirlo, si bien, como
culares de las inscripciones de nacimientos y de ddefunción. hasta que transcurran, la personalidad que tiene el nacido, carece de efec-
tos patrimoniales, para que conste que los tuvo o tiene, será preciso de-
10. La inscripción del nacimiento.—El nnacimiento se inscribe me- mostrar la supervivencia a dicho plazo.
diante declaración de quien tiene conocimiento cierto del mismo (L.R.C.,
art. 42, principio). «La inscripción en virtud de declaración formulada antes de que el feto vi-
Tanto la declaración como la inscripción, nao proceden sino cuando el viera veinticuatro horas enteramente desprendido del seno maternos se convalidará
nacido tuviese figura humana 5b"• acreditando, en expediente, la supervivencia a dicho plazo» (R.R.C., art. 165).

El plazo normal que se tiene para formular la declaración de nacimiento


* CVELLAT, Des comourants, 1921; LUZZATTO, «Commoridenza», en N.D.I., III, 1938, págs. 396 dice la L.R.C., artículo 42, que es el que va a partir de esas veinticuatro
y ss., y allí bibliografía.
51" Lo de «figura humana», expresión que usó el artículo 1097 del Proyecto de 1851 y repitió la
horas hasta los ocho días siguientes al mismo, Pero, a tenor de. lo que llevo
Ley de Matrimonio civil de 1870, artículo 60 y explicó la Exposiclión de Motivos de esta Ley que sig- expuesto, está claro que el niño se puede inscribir desde que nace, como,
nifica tener «la forma exterior de la especie humana». «Forma» o ««figura» que no se deja de tener sólo además expresamente dicen el Pacto Internacional de Derechos Civiles y la
porque al niño le falten o le sobren miembros (ver también Partidas 4,23,5) o nazca unido a otro, etc.
El caso más llamativo ocurrido en España últimamente de estos suppuestos anormales fue nacimiento en
Convención sobre Derechos del Niño (v. supra, núm. 2), que habrían dero-
Zaragoza el día 6 de agosto de 1995 de un niño con tres piernas; y cuatro brazos, que, sin embargo, gado en el presente extremo al C.c. y a la L.R.C. si éstos de verdad hu-
fue inscrito regularmente en el Registro. biesen tenido el espíritu de no permitir la inscripción antes de las veinti-
224 225
§ 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA
MANUEL ALBALADEJO

El padre, la madre, el pariente más próximo —hasta el cuarto grado de con-


cuatro horas. El plazo de declaración se exteir lerá hasta los treinta días, sanguinidad y el segundo de afinidad: R.R.C., artículo 166, 2.°—, o, en su de-
cuando se acredite justa causa, que constará en la lscripción (R.R.C., art. 166, fecto, cualquier persona mayor de edad presente en el lugar del alumbramiento al
1.0). Pasados dichos plazos, se precisa, en princ ;4io, expediente gubernativo tiempo de verificarse, el jefe del establecimiento o el cabeza de familia, de la casa
para practicar la inscripción (L.R.C., art. 95, 5 ; R.R.C., arts. 311 y ss.). en que el nacimiento haya tenido lugar y, respecto a los recién nacidos abando-
nados, la persona que los haya recogido (L.R.C., art. 43).
a) He dicho que, pasados dichos plazos, se recisa, en principio, expediente
gubernativo para practicar la inscripción. Pero, poiexcepción, el expediente no es Para asegurar lo más posible la variedad de la inscripción, se exige (in-
preciso en ciertos casos de nacimiento (en curso de viaje marítimo o aéreo, en
dependientemente de la declaración anterior) un parte escrito de carácter
campaña, de no funcionar el Registro correspondite (i, en lazareto, cárcel, cuartel, profesional, que deberá dar inmediatamente al Encargado del Registro el
e
hospital u otro establecimiento público análogo, lugar incomunicado o en de -
terminados núcleos de población distantes de las ozinas del Registro), en las que médico, comadrona o ayudante técnico que asista al nacimiento; a falta de
la inscripción podrá practicarse, cualquiera que se; el tiempo transcurrido, en vir- cuyo parte' el Encargado, antes de inscribir, deberá comprobar el hecho por
tud de acta levantada, con los requisitos del asieto correspondiente, por las au - medio del Médico del Registro o por cualquier otro procedimiento regla-
toridades o funcionarios que señale el Reglamentck" C"art. 19, 1.°). mentario (L.R.C., art. 44).
b) El expediente de que se trata se halla reglado en los artículos 311 y ss.
del R.R.C. y, como más saliente, cabe decir deé «En la solicitud para la ins- «El Encargado, antes de inscribir, exigirá el parte adecuado, y no obtenién-
cripción fuera de plazo se expresará que!realizad la investigación oportuna, no dolo o siendo contradictorio a la información del declarante, comprobará el hecho
se ha encontrado inscripción de nacimiento o se pisentará la correspondiente cer- por medio de médico del Registro Civil o su sustituto, que ratificará o suplirá el
tificación negativa...» (art. 311). «En el expedienti se investigará por las pruebas parte exigido. El médico del Registro Civil o sustituto más cercano que resida en
presentadas o de oficio: 1.0 Que no hay previa ins ripción de nacimiento 6• 2.° La población situada a más de dos kilómetros podrá excusar su asistencia, y la com-
in
existencia o identidad del nacido. 3.° Cuantas cinstancias deban constar en la probación se diligenciará en acta separada en virtud de la información de dos per-
inscripción» (art. 312). «En caso de duda sobre e sexo o edad del nacido emi- sonas capaces que hayan asistido al parto o tengan noticia cierta de él. En los Re-
tirá dictamen el médico del Registro o su sustitutc Para determinar el año y po- gistros consulares, en defecto de parte adecuado del médico de cabecera, se acudirá
blación 7 de nacimiento basta la información de do personas a quienes les conste a la información supletoria a que se refiere el párrafo anterior» (art. 168, R.R.C.).
de ciencia propia o por notoriedad 8; pero para recisar más el tiempo y lugar
acreditados por notoriedad se procurará que conoTan otras pruebas» (art. 313). La inscripción hace fe del hecho, fecha, hora y lugar del nacimiento,
Por último, otros requisitos, siempre que no produn ca dilación superior a treinta
días, son exigidos por el artículo 315. Comprobac la existencia o identidad del del sexo y, en su caso, de la filiación del inscrito (L.R.C., art. 41)10; en
5
no inscrito y realizadas las oportunas diligencias, ordenará

practicar la inscrip - ella debe consignarse el nombre que se dé al nacido (L.R.C., art. 54).
ción con cuantas circunstancias hayan quedado ac tadas (art. 316, 1.°).
11. La inscripción de la defunción.—La defunción de la persona debe
Están obligadas a formular la declaración d(erminadas personas. de inscribirse en el Registro.
La inscripción se practica en virtud de:
1.° Declaración de quien tenga conocimiento cierto de la muerte
11 de 5 enero 1968, «natural e im
,-
6 Que falte tal inscripción es requisito, como dice la R esoluc
el Registro Civil y por pura lógica
(L.R.C., artículo 82).
prescindible, exigido por el artículo 312, núm. I.°, del Reglamento msma persona, aunque ésta apare- Esta declaración se prestará antes del enterramiento (L.R.C., artículo 82)
elemental». Se persigue que no haya otra inscripción relativa a la
ciese con distintos datos. En el caso de la resolución se colegía d ciertas circunstancias que el naci- e inmediatamente de la muerte (R.R.C., artículo 273, 1.°). Estando obliga-
de determinado matrimonio, y por
miento que se intentaba inscribir de un sujeto como hijo legítimc das a ella ciertas personas.
tanto, con los apellidos de los cónyuges, aparecía ya inscrito aunqu como hijo natural de otra persona,
y, por tanto, con sus apellidos.
-lunicipal de nacimiento el primero Los parientes del difunto (consanguíneos hasta el cuarto grado y afines hasta
Si no resulta ésta probada, debe considerarse como término
en que conocidamente estuvo el nacido (R.R.C., art. 169). el segundo; R.R.C., art. 273, 2.°) o habitantes de su misma casa o, en su defecto,
1 «es indudable que no pueden ser
8 Debiendo constar los datos de ciencia propia o por notoried,
suficientes, a estos efectos, las declaraciones de los d os testigos premtados, cuando uno de ellos se li-
esta ciudad cree que han nacido 9 O si es contradictorio con la declaración (cfr. R.R.C., art. 168).
mita a afirmar respecto de los interesados que como los ha visto como
tamp oco si hubiesen nacido '9 Datos que constan en ella (cfr., en particular R.R.C., art. 70), llevados, no sólo por la declaración
aquí;pero sin que pueda asegurar a ciencia cierta este hecho, as en os,
en esta ciudad ni las demás circunstancias relativas a dichos nacin
r y el segundo de los testigos de quien la promueve, sino del profesional que da parte del nacimiento (R.R.C., art. 167), pero véase la
sólo declara que ta quelelosconsMelilla, pero en
cinco hijos menores nacieron ignora este hecho en sentencia de 21 septiembre 1999.

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MANUEL ALBALADEJO § 29 COMIENZO Y FIN DE LA PERSONALIDAD FISICA

los vecinos, o si el fallecimiento ocurre fuera de casa, los parientes, el jefe del otro ángulo, más bien constituye un claro caso de infracción (contra la Constitu-
establecimiento o cabeza de familia de la casa en que hubiese ocurrido o la au- ción, art. 9, 3) de la jerarquía normativa, por modificar una ley por un reglamento.
toridad gubernativa (L.R.C., art. 84). Una abundantísima jurisprudencia de la Dirección General de los Registros
ha recaído últimamente sobre casos contemplados en los anteriores preceptos, de
2.° Certificación médica de la existencia de seriales inequívocas de muerte personas que en nuestra pasada guerra presumiblemente murieron, pero sin que
(L.R.C., art. 85, 1.°) ". En los casos en que falte certificado o éste sea in- hubiese identificación de sus cadáveres. La explicación de tal abundancia es la
completo o contradictorio, o el Encargado del Registro Civil lo estime ne- abundancia de intentos de interesados en derechos dependientes de la constancia
de la muerte de aquellos desaparecidos, de conseguir rápidamente tal constancia
cesario, el médico forense adscrito al Registro Civil o su sustituto emitirá por un procedimiento más sencillo que el de tener que recurrir a tramitar la de-
dictamen sobre la causa de la muerte, incluso mediante el examen del ca- claración de fallecimiento.
dáver por sí mismo (L.R.C., art. 85, 2.°, y R.R.C., art. 275). La Dirección General ha dicho que no se da la certeza que pide el artículo
En supuestos excepcionales (cuando el cadáver hubiere desaparecido o 278 si resulta que las personas que testifican sobre la muerte sólo sabían que al
se hubiere inhumado), para practicar la inscripción será necesaria sentencia, interesado «se lo llevaron cierto día a la cárcel, y no lo han vuelto a ver» (Re-
firme, expediente gubernativo u orden de la autoridad judicial, que afirmen solución de 24 abril 1980), ni si no afirman haber presenciado el hecho de la
sin duda alguna el fallecimiento (L.R.C., art. 86)12; habiendo de procederse, muerte, sino sólo que ha desaparecido una persona en determinadas circunstancias
en otro caso, a la declaración del fallecimiento, a tenor de las reglas pro- y es opinión de la ciudad que fue fusilado (Resolución de 24 abril 1980), ni si
pias de ésta 13. lo que simplemente se hace es afirmar la desaparición en combate (Resoluciones
de 7 y 27 mayo 1980, 1, 2, 13 [dos], 15, 20, 27 y 30 [tres] octubre 1980, 19 y
28 enero 1981). También en otros casos de presunta muerte de personas, que con
«No basta para la inscripción de defunción la fama o posibilidad de muerte, frecuencia estaban presas, en nuestra pasada guerra, o en otros semejantes, se de-
sino que se requiere certeza indudable», decía en su primitiva redacción el R.R.C.,
artículo 278, 1.°. negó la inscripción de fallecimiento por no haber presenciado los testigos la muerte
o no haber visto el cadáver (Resoluciones como las de 18 marzo, 21 y 26 mayo,
La reforma del R.R.C. hecha por Decreto de 22 mayo 1969, dio nueva re- 11 y 21 noviembre 1980, 24 marzo, 4 mayo, 11 agosto y 21 septiembre 1981, 5
dacción a ese párrafo primero del artículo 278, que, en la actualidad, acogiendo abril, 29 julio, 13 septiembre y 18 octubre 1983, 27 noviembre 1984, 9 julio 1985,
el criterio con el que la jurisprudencia de la Dirección General había interpretado
el antiguo texto 14, dice que en los supuestos excepcionales de que se trata «no 19 mayo 1995, etc.).
Por el contrario, sí se da la certeza que pide el 278 si los testigos presencia-
basta para la inscripción la fama de muerte, sino que se requiere certeza que ex- ron el hecho de que el interesado cayó mortalmente herido y destrozado por la
cluya cualquier duda racional».
explosión de un mortero (Resolución de 29 abril 1980) o si declaran que vieron
Ciertamente el artículo 278 actual del Reglamento suaviza de forma razona- al interesado caer muerto en combate sin poder recuperar el cadáver porque la
ble la exigencia un tanto excesiva del artículo 86 de la Ley, exigencia que, sin zona la ocupó el enemigo (Resolución de 20 mayo 1980) o si declaran haber visto
embargo, literalmente recogía mejor el 278 antiguo, pues «sin duda alguna» (Ley, la ejecución o la muerte o el cadáver de personas fusiladas o muertas en combate
art. 86) más equivale a «certeza indudable» (Reglamento 278 antiguo) que a «cer- durante durante nuestra pasada guerra (Resoluciones como las de 7, 21 y 31 ju-
teza que excluya cualquier duda racional» (278 actual). Pero la verdad es que lio, 29 septiembre, 8 y 14 octubre y 6 diciembre 1980, 15 [dos], 26 y 27 enero,
como modificar el texto de la Ley es más complicado, por la tramitación que re- 24 febrero, 1, 3, 7 y 11 abril, 4, 8, 16 y 27 mayo, 25 junio, 10 y 13 agosto y 17
quiere, aunque hubiese sido lo más correcto, se optó por modificar sólo el Re- septiembre 1981, 21 y 22 julio 1983, 20 y 21 junio 1985, 19 noviembre 1992, 26
glamento, cosa con la que prácticamente ya vale para entender aplicable al caso febrero, 2 y 14 septiembre 1996 y otras muchísimas), o si declaran que el inte-
un espíritu, el que expresa el Reglamento, que más o menos se puede sostener resado se arrojó al mar en un viaje marítimo e infructuosamente fue buscado a
que es el que corresponde a letra de la Ley. Aunque mirada la innovación desde
continuación (resolución de 4 febrero 1997).
" En los Registros que tuvieren adscrito médico del Registro Civil estará obligado éste a com- La inscripción de defunción hace fe de la muerte de la persona, y de
probar los términos de la certificación y suplirá sus omisiones (L.R.C., art. 85, 2.°, y R.R.C., art. 275).
12 El artículo 87 dispone que: «en tiempo de epidemia, si existe temor fundado de contagio, o
la fecha, hora y lugar en que acontece (L.R.C., art. 81; cfr., en cuanto a la
cuando concurran otras circunstancias extraordinarias, se tendrán en cuenta las excepciones a los pre- constancia y aportación de tales datos, R.R.C., arts. 274, 280).
ceptos anteriores prescritos por Leyes y Reglamentos de Sanidad o las que ordene la Dirección Gene-
ral de los Registros y del Notariado». Caso en el que, por ejemplo, hizo uso la Dirección General de
esa facultad que le concede el artículo 87, fue el de la Resolución de 2 mayo 1972 relativa a la ins-
cripción de defunción de una persona muerta en el frente durante nuestra pasada guerra.
'3 Véase lo que se dice más adelante, al tratar de La Ausencia.
'' Véase la Resolución de 18 mayo 1967.

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MANUEL ALBALADEJO § 30 CAPACIDAD JURIDICA Y CAPACIDAD DE OBRAR DE LA PERSONA

§ 30 sin uso de razón o en situación de embriaguez total o de sonambulismo (ca-


CAPACIDAD JURIDICA Y CAPACIDAD DE OBRAR sos llamados por muchos de incapacidad [de obrar] natural), no le hace re-
DE LA PERSONA almente incapaz de obrar, porque no cambió su estado civil, y mientras no
se le incapacite legalmente (cuando ello sea posible) es capaz de obrar con
SUMARIO: 1. Capacidad jurídica.-2. Capacidad de obrar.-3. Capacidad limitada, pero la capacidad de los mayores, aunque los actos que realice sean inválidos
completable.-4. Legitimación y prohibiciones.-5. Presunción legal favorable a la porque falta entendimiento y voluntad a su autor '. Así que tal invalidez no
mayor capacidad y libertad de la persona.-6. Derecho aplicable. se da por proceder el acto de un incapaz (de obrar) con incapacidad natu-
ral, sino por, aun procediendo de persona capaz (de obrar) según su estado,
1. Capacidad jurídica.—La capacidad jurídica la tiene todo hombre; haberlo realizado sin las condiciones psíquicas que la ley exige, en el su-
comienza con su personalidad y acaba con ella. jeto, para la validez del acto. O, dicho de otro modo, el acto no es invá-
La capacidad jurídica que nuestro Derecho reconoce al hombre, como lido por proceder de un incapaz, sino por proceder de quien no se halla en
aptitud para ser, en general e indeterminadamente, titular de relaciones ju- condiciones de ejercer la capacidad que tiene.
rídicas, es una capacidad abstracta y uniforme para todos. En conclusión:
Ahora bien, como para ser titular de ciertas relaciones, se pueden exi- Para realizar válidamente un acto se precisa:
gir a la persona determinadas aptitudes especiales, se habla, por muchos, de 1.0 Capacidad de obrar, es decir, aptitud abstracta reconocida por el
que para ellas se precisa una especial capaelidad jurídica, ya que, aun te- Derecho para otorgarlo. O si se quiere denominarla así, capacidad (de obrar)
niendo igual la general, la especial puede variar de unos a otros. legal.
2.° Estar, además, en condiciones psíquicas de poder llevarlo a cabo. O
2. Capacidad de obrar.—La capacidad de obrar, como aptitud reco- Si se quiere denominarla así, capacidad natural. Condiciones que faltan al su-
nocida por el Derecho para realizar en general actos jurídicos, ni la tiene jeto que, aun siendo capaz de obrar, sin embargo, carece, por la razón que
todo hombre, ni es igual para todos los que la tienen. Puede faltar totalmente sea (hallarse en estado de demencia, estar dormido o hipnotizado o drogado,
(p. ej., al niño recién nacido) o existir plenamente (como ocurre cuando se encontrarse en situación de embriaguez total, atravesar un delirio febril), del
trata de un mayor de edad, el cual «es capaz para todos los actos de la vida entendimiento y voluntad adecuados para efectuar el acto de que se trate.
civil, salvo las excepciones establecidas en casos especiales»: C.c., art. 322),
o limitadamente (así, si se trata de menor emancipado: C.c., art. 323). Lo mismo que quien es campeón ciclista es capaz de correr a sesenta kiló-
Cuando la falta de idoneidad de la persona para celebrar ahora actos pro- metros por hora, pero no puede hacerlo ahora —no se halla actualmente en con-
diciones de obrar según su capacidad— si tiene una pierna rota.
cede de que aquélla carece actualmente de las condiciones psíquicas de en-
tendimiento y voluntad necesarios para poder llevarlos a cabo (así, si se trata Ciertamente una cosa es la verdadera capacidad de obrar, y otra las
de un niño sin uso de razón o de una persona en estado actual de perturba- condiciones psíquicas adecuadas (la llamada capacidad natural) para obrar
ción mental que los excluye, o de sonambulismo o hipnosis o embriaguez to- válidamente. Pero la verdad es que como tanto una como otras, si faltan,
tal, etc.), se habla, por muchos, de que existe incapacidad natural; cuando la impiden legalmente la realización válida del acto, frecuentemente se piensa
falta tiene su origen, no en esa ausencia de entendimiento y voluntad ade- que de incapaz puede calificarse tanto al que le falta una, como al que ca-
cuados, sino en otras causas, se suele decir que existe incapacidad legal. rece de las otras. Lo cual no es inexacto en un sentido vulgar, pero sí ha-
blando con rigor jurídico. Mas ocurre que a veces, tanto la doctrina como
Esta distinción también se hace o se acoge a veces implícitamente por la ju- la jurisprudencia, y no menos la ley: primero, utilizan la palabra «incapaz»
risprudencia. Así sentencia de 25 octubre 1928, Considerando 2.°.
en un sentido vulgar; y, segundo, en todo el tema de que se trata carecen
de exactitud terminológica 2.
Ahora bien, en rigor la capacidad de obrar general depende del estado
civil de la persona y de su edad. Cada una tiene la que la ley reconoce al
estado civil que ella disfruta y a la edad que tiene. Y, así, una tendrá el ma- La sentencia de 10 marzo 1960 parte de esa errónea base de estimar que hay una incapacidad
yor de edad, otra al menor, otra el incapacitado judicialmente, etc. Y el que, de obrar natural por insania mental.
Véase lo que se dice de este tema al tratar, infra, § 36, de si la incapacidad procede del estado
por ejemplo, una persona mayor de edad se halle, en el momento que sea mental del sujeto o de haberlo incapacitado judicialmente

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MANUEL ALBALADEJO § 30 CAPACIDAD JURIDICA Y CAPACIDAD DE OBRAR DE LA PERSONA

Aunque no es lo mismo el caso de que la persona capaz no esté en condi- válidamente todo acto del tipo de que se trate y para el que se es capaz.
ciones de realizar un acto, que el de que le esté prohibido 3, a los efectos actua- Hace falta, además —como un plus sobre la capacidad de obrar— que al
les se puede decir que es igual de inexacto calificar de incapaz para el acto al su- sujeto le sea posible realizar el acto singular y concreto frente al que ésta.
jeto al que le está prohibido, que calificar de incapaz al que no está en condiciones A esta posibilidad la llaman algunos legitimación. Por ejemplo, se puede te-
de realizarlo.
ner capacidad matrimonial, pero no es posible contraer ciertos matrimonios:
así, con determinados parientes (C.c., art. 47).
Junto a la capacidad de obrar general, cuya extensión varía según el
estado de la persona4 (y que puede ser, como he dicho, plena o no: arts. 322 La jurisprudencia se ha preocupado de distinguir entre falta de capacidad de
y ss.), hay otras capacidades especiales para ciertos actos concretos. Por obrar y prohibiciones. Así sentencia de 27 mayo 1959.
ejemplo, el testamento requiere que el testador tenga más de catorce años
(C.c., art. 663); la adopción, que el adoptante tenga veinticinco arios (C.c., Hay quien utiliza como equivalente del concepto de falta de legitima-
art. 175); etc. ción, el de prohibición. Así que para los autores que lo hacen (y cuando lo
hacen), se puede decir que el acto para el que una persona no esté legiti-
Al estudiar la persona y su capacidad, examinaré las capacidades generales; mada, es un acto que le está prohibido.
las especiales se analizan al estudiar los actos para los que son precisas. Otros, diferentemente, consideran las prohibiciones como un caso espe-
cifico de entre los varios en que falta la legitimación, pues conceptúan de
La incapacidad de obrar, en principio, puede ser suplida por el repre- casos en que se carece ésta, además de aquéllos en que hay prohibición,
sentante legal del incapaz, quien realizará, en nombre del mismo, los actos otros en que, según lo que he dicho más arriba, lo que falta es la llamada
de que se trate, produciéndose para éste los efectos del acto (p. ej., el pa- capacidad especial u otras circunstancias necesarias para la validez del acto.
dre vende en nombre de su hijo menor un bien del mismo). Mas si se trata La prohibición consiste en un veto que —por diversas razones— la ley
de actos personalísimos (matrimonio, etc.), la incapacidad de obrar impide pone para que una persona capaz se vea impedida de realizar determinados
que el sujeto —ni por sí, ya que es incapaz, ni por su representante, ya que actos, veto que puede alcanzar sólo a ciertos actos (p. ej., casos como los
siendo acto personalísimo no cabe sino que lo realice el interesado— cele- de los arts. 1.459 5, 1.677, etc., del Código), o bien, en general, a todos los
bre el acto para el que es incapaz. de tal o cual tipo que procederían de dicha persona (así, ciertas situaciones
producen, para el que las sufre, efectos prohibitivos generales por lo menos
3. Capacidad limitada, pero completable.—E1 sujeto capaz de obrar en un sector de su posible actividad: tal es el caso del concurso o la quie-
celebra el acto por sí solo; y por el incapaz, lo celebra sólo el representante bra, para el concursado o quebrado 6, etc.). Y lo hecho contra la prohibición
legal. Pero, para ciertos actos el sujeto es parcialmente capaz, de forma que es nulo, a tenor del artículo 6, número 3, del Código civil, por ser contra
le está permitido celebrarlos a él, mas no por sí solo, sino con la interven- ley prohibitiva 7.
ción de otra persona que con su consentimiento o asistencia complete su ca- De todos modos, en la materia en estudio hay muchas inseguridades
pacidad insuficiente. Por ejemplo, el menor emancipado necesita para tomar doctrinales, y tampoco la ley da base para adoptar en ella una postura o
dinero a préstamo o para gravar inmuebles o ciertos muebles el consenti- una terminología segura. De manera, pues, que la única conclusión só-
miento de sus padres o curador (art. 323), y el menor también puede otor- lida que puede sacarse es la de que quien no esté legitimado para cierto
gar capitulaciones matrimoniales, pero con necesidad en ciertos casos del acto, no puede realizarlo, y que tampoco puede aquél a quien le esté
consentimiento de sus padres o curador (art. 1.329). prohibido.

4. Legitimación y prohibiciones.—La capacidad de obrar, como ap- 5. Presunción legal favorable a la mayor capacidad y libertad de
titud para celebrar actos jurídicos, no basta por sí sola para poder realizar la persona.—Nuestro Derecho parte de la base —y así lo entienden la doc-

' Véase infra, núm. 4. Pero véase la salvedad que se hace, infra, § 101, núm. 6.
Por circunstancias que después se verán, puede, a veces, entenderse que, en ocasiones, varía, in- Véase infra, § 36, núm. 29.
cluso entre personas del mismo estado, así entre menores emancipados por diferentes causas. Todo ello, Prohibiciones hay muchas en el Código civil y fuera de él, pero carece de utilidad hacer una re-
salvo que se estime que cada una de estas hipótesis da lugar a un estado diferente. lación de ellas u ofrecer una clasificación de las mismas.

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MANUEL ALBALADEJO § 31 EL ESTADO CIVIL DE LA PERSONA

trina y la jurisprudencia, cuya cita huelga por constante y abundante 8- d« contrarse la persona; así, la de casado o de soltero, la de mayor o de me-
que las incapacidades, las limitaciones de capacidad y las faltas de legitil nor de edad, etc.
o con-
'nación o las prohibiciones, no se presumen, sino que han de hallarse efee2 El estar en cada uno de ellos imprime a la persona una cualidad
tivamente establecidas por la ley (que, en principio, está a favor de la 111,Si2 dición que también se denomina -en el segundo sentido- estado.
yor libertad de actuación del sujeto), y las establecidas son de interpretación' Así, quien está ligado en matrimonio (situación o estado matrimonial)
restrictiva, y ha de probarse que concurren en la persona de que se trate tiene la cualidad o estado de casado; quien es de nacionalidad española (si-
siendo esta consecuencia cuestión de hecho a apreciar por los Tribunales. tuación o estado de miembro de la Comunidad española) tiene la cualidad
En aplicación de ese criterio, la Ley de Protección del Menor, de 15 de estado
o estado de español; quien ha cumplido dieciocho años (situación o
enero de 1996 dice que «Las limitaciones de la capacidad de los menores de mayoría) tiene la cualidad o estado de máyor de edad.
se interpretarán de forma restrictiva» (art. 2, 2.°). En materia de estados, el Derecho contempla a la persona con diversos
criterios; y necesariamente ésta se encuentra clasificada, con arreglo a ellos,
6. Derecho aplicable.-La capacidad de la persona se rige por la ley' en distintas categorías o situaciones. Así se es forzosamente, y a un mismo
correspondiente a su nacionalidad y, dentro de ella, la de los españoles, porl tiempo: o casado o soltero; o español o extranjero (nacional de otro país o
la de su vecindad civil (C.c., arts. 9, número 1, y 16, número 1, 1.°). apátrida); mayor o menor de edad, etc. Un estado, pues, no excluye a to-
dos los demás, sino sólo al estado contrario (ser casado no excluye ser ma-
yor de edad o ser español, sino sólo ser soltero).
§ 31 Aunque las situaciones de estado son varias y, por tanto, son varias las
EL ESTADO CIVIL DE LA PERSONA* cualidades que, por estar en ellas, tiene cada persona. En un segundo sen-
tido, se habla en singular, de estado civil o de estado civil de la persona,
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Estados civiles que admite nuestro Derecho.-3. Contro- para referirse al conjunto de las situaciones que son estados, o al conjunto
versias sobre el estado civil.-4. Caracteres del estado civil.-5. Importancia del de las cualidades que, por estar en ellas, tiene cada persona (p. ej., ésta es
estado civil.-6. Contenido del estado.-7. Facultades y acciones de estado.-8.
Sede del estudio del contenido de cada estado y de las facultades y acciones de hijo matrimonial y casado y español, etc.).
estado.-9. Título de estado.-10. Derecho aplicable.
2. Estados civiles que admite nuestro Derecho.-Son estados civi-
1. Concepto.--La expresión «estado civil» tiene dos sentidos: les para nuestro Derecho, los siguientes 1:
En el primero se llaman estados civiles a ciertas situaciones de Dere- 1.° El matrimonio o estado de casado y el de soltería (o viudez o di-
cho, de especial carácter, permanencia y relevancia, en las que puede en- vorciado).
2.° El de filiación o consliciów de hijo o padre, en sus diferentes cla-
ses (matrimonial, no matrimonial reconocida, etc.).
Entre muchas, la sentencia de 23 noviembre 1981, que cita otras y, las de 10 abril 1987, 18 3.° El de nacionalidad o condición de español o extranjero.
marzo 1988, 13 octubre 1990, 24 septiembre 1997, etc.
4.° El de vecindad civil 672 riairión de castellano, catalán, aragonés,
* D'ANGELO, «II concetto giuridico di status», en R. it. p. le se. giur., 1938, págs. 249 y ss.;
AllARITT, «Possesso di stato», en Nssmo. D. I., XIII, 1968, págs. 419 y ss., y allí más bibliografía etc., según se esté sometido al Derecho común o a uno de los forales.
CICU, 11 concetto di status, en Studi Simoncelli, 1917, págs. 61 y ss.; DE COSSIO, «El moderno con-
cepto de la personalidad y la teoría de los «estados» en el Derecho civil actual», en R.D.P., 1943, págs. El párrafo 39 de la Exposición de Motivos de la reforma del Título prelimi-
1 y SS.; DIEZ DEL CORRAL RIVAS, «Resumen de la doctrina de la Dirección General de los Regis- nar del Código civil dice de la vecindad civil que «forma parte del "status" de la
tros sobre estado civil durante 1989-1990», A.C., 1991, núm. 27, pág. 347, «Resumen de la doctrina de
la Dirección General de los Registros sobre estado civil durante el año 1991», A.C., 1992-3, pág. 391, persona, como la nacionalidad».
«Resumen de la doctrina de la Dirección General de los Registros sobre estado civil durante el año
1992», A.C., 1993-3, pág. 429, y «Resumen de la doctrina de la Dirección General de los Registros so-
bre estado civil chirante el año 1993», A.C., 1994-3, pág. 501; GARCIA CANTERO, «La persona viuda en Pretor, 1953, núm. 13, págs. 21 y ss.; PE77.FLLA, «Possesso di stato», en N.D.I., X, 1939, págs.
y su estado civil», en Estudios Serrano, I, 1965, págs. 259 y ss. y «Notas sobre la senectud como es- 58 y ss., y allí más bibliografía; SALVI, II possesso di stato familiare, 1952; SANCHO REBULLIDA,
tado civil de la persona», Homenaje Vallet, t. I, Madrid, 1988, pág. 295; CRISPO, Le persone e lo stato «El concepto de estado civil», en N.E.J. (voz «Estado civil»), VIII, 1956, págs. 862 y ss., y en Estu-
civile, s.f.; FORNES, La noción de status en Derecho canónico, N dios Serrano, I, 1966, págs. 741 y ss.; SARACENI, «Il concetto di status e la sua applicazione in Di-
1975; LOPEZ LOPEZ, La posesión de
estado familia,: 1971; MARQUANT, L'etat civil et l'etat des personnes, ritto eclesiastico», en Arch. Giur., 1945, págs. 107 y ss.
1977; NUOVO DIGESTO ITA-
LIANO, Stato civile, en vol. XII, parte I, págs. 841 y ss., y allí más bibliografía; PARRA LUCAN, ' Véase SACHO REBULLIDA, El concepto de estado civil, en Estudios de Derecho público y pri-
Orientaciones actuales del estado civil, Barcelona, 1993; PERE RALUY, «Concepto del estado civil», vado, ofrecidos al Prof. Serrano, I, págs. 799 y ss.

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MANUEL ALBALADEJO § 31 EL ESTADO CIVIL DE LA PERSONA

5.° El de dependencia o independencia de la persona, según sea mah considerar (con arreglo a criterios personales de los autores que admiten dichos
yor o menor de edad y, aun siendo menor, esté o no emancipada, y ehl estados) especialmente importantes esa situaciones.
subdistinguiéndose cada una de las diferentes formas en que es posible eman- Según una tercera, que peca por defecto, estados lo son sólo aquellas situacio-
nes de la persona como miembro de una Comunidad nacional y de una familia.
ciparse siendo menor (estados de mayor edad o de minoridad, y estados do Ahora bien, al conceptuar como estado civil a una situación, no se está frente
menor emancipado en una u otra forma). a una cuestión puramente terminológica, pues, entonces, la cosa no tendría ma-
6.° El de dependencia o independencia de la persona, según esté o no. yor interés; sino que se trata de que —como he dicho más arriba— el Derecho
incapacitada o tenga capacidad limitada (estado de capacidad o estado dt dicta ciertas reglas aplicables a las situaciones que considera estados civiles (así:
incapacidad, según la clase de incapacitación o limitación de la capacidad). C.c., arts. 9, 244, 4.0, 325, 1.814; C.p., arts. 217 y ss.; L.R.C., arts. 1, 96, 2.°;
Estatuto Ministerio Fiscal, art. 3, 6; etc.), por lo cual tiene interés decisivo pre-
Que los estados son esos, se deduce del concepto que de cada una de las fi- cisar las que lo sean. Y en tal labor no se puede ir guiado por puntos de vista
guras enumeradas tiene nuestro Derecho (cuestión que se estudiará en sus res- puramente especulativos, sino por el criterio adoptado por el Derecho positivo
pectivos lugares). Además, es posible afirmarlo examinando algunos artículos con- ante el que se esté.
cretos, en los que se enumeran estados civiles o hechos concernientes a los mismo',
aunque, a veces, aquéllos o éstos mezclados con otras figuras (C.c., art. 326; L.R.C., 4. Caracteres del estado civil.—Son caracteres del estado civil los
arts. 1, 96, 2.°, etc.; ver también L.e.c., arts. 748 y ss.). siguientes: 1.0 Ser, como, en general, lo referente a la persona, objeto de
La L.R.C. (art. 1) al establecer qué es Iscribible en el Registro del estadó regulación jurídica cogente, que excluye la autonomía de la voluntad (p. ej.,
civil, precisa que lo son no sólo los hechos concernientes a éste, sino también
C.c., art. 1.814). 2.° Ser materia de interés público, por lo que, en los plei-
«aquellos otros que determina la ley». Por tanto, si es seguro que no son estados
las situaciones no inscribibles o aquellas a que conciernen hechos cuya inscrip- tos y procedimientos que versen sobre ella, es obligada la intervención del
ción no se admite, por el contrario, no lo es que lo sean todas aquellas que pue- Ministerio Fiscal en representación de la Comunidad (Estatuto Ministerio
den inscribirse o a las que afectan los hechos inscribibles. Fiscal, art. 3, 6; L.R.C., arts. 4, 24, 92, 2.°, 97, 2.a). 3.0 Tener eficacia ge-
De cualquier manera, hay autores que entienden que, en nuestro Derecho, se neral, es decir, frente a todos (erga omnes) (L.e.c. art. 222, núm. 3, 2.°).
acogen más estados que los que he enumerado. Ahora bien, aunque por mi parte
lo rechazo, al examinar en particular las situaciones (de esas que rechazo que sean La sentencia de 4 febrero 1960 dice que es indivisible «porque no puede di-
estados) que habría más apoyo que en otros casos, para admitir como estados, ex- vidirse estimándolo válido respecto a unos y nulo respecto a otros, o válido en
pondré las razones por las que se excluyen. Pero, en todo caso, no se olvide lo unos aspectos y nulo en los otros».
que acabo de decir.
5. Importancia del estado civil.—La importancia del estado civil se
3. Controversias sobre el estado civil.—Lo expuesto sobre el concepto de halla: 1.0 En que determina, en principio, la capacidad general de obrar de
estado civil y sus clases no —como ya se ha indicado— es indiscutido. Por el la persona, es decir, a cada persona se le otorga la capacidad que corres-
contrario, la doctrina discrepa sobre el particular; y pueden señalarse las siguien-
tes posiciones fundamentales: ponda a su estado total o conjunto de cualidades de estado que reúne 2•
Según una, cabe prescindir de la teoría y del concepto de estado, pues sólo 2.° En que, además, atribuye a la persona ciertos deberes, derechos, etc.
importa el que ciertas circunstancias que concurren en las personas modifican su
capacidad; de forma que los llamados estados no son sino unas de las varias cir- 6. Contenido del estado.—Cada una de las singulares situaciones de
cunstancias modificativas. Tesis inexacta, ya que: 1.° Por un lado, los estados, no estado encierra un conjunto de deberes, derechos, facultades, etc., cuyo con-
sólo determinan la capacidad de la persona, sino que también tienen como con- junto forma el contenido del respectivo estado. Tal contenido varía, según
tenido derechos o deberes (que se conceden o imponen a aquéllas) o implican que la situación (estado) de que se trate. Por cuya razón, a la persona que se
la misma esté sometida a unas u otras normas, etc. 2.° Y, por otro lado, hay pre- encuentra en varias determinadas de ellas (p. ej., se es casado, español so-
ceptos jurídicos aplicables a las situaciones de estado, pero no válidos, en gene- metido al Derecho común, hijo matrimonial, mayor de edad y no incapaci-
ral, para todas las circunstancias (y consideradas como una de ellas, los estados)
modificativas de la capacidad. tado) le corresponde el conjunto de deberes, derechos y facultades que arroje
Según otra, peca por exceso, estado de la persona equivale a toda cualidad o la suma de su estado total.
posición jurídica de la persona, que tenga especial importancia. Hablándose así,
no sólo de los estados que he considerado como tales, sino también, por ejemplo, 2 La admisión dentro de un mismo estado, de personas con diferente capacidad, por otras razones,
del estado de heredero, del socio, del de comerciante, del de funcionario, etc.; por es punto que se tratará más adelante.

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MANUEL ALBALADEJO § 31 EL ESTADO CIVIL DE LA PERSONA

Interesa destacar que alguna de las singulares situaciones de estado tienen portan —porque, en principio, depende de ellos— para la capacidad de obrar de
fluencia mínima en la capacidad de obrar de la persona, mientras que la tiene
yor en el campo de los derechos, deberes, etc., que atribuye. Piénsese, por eje 91a. peTr sí: un la o.
plo, en las normas que han de aplicarse a la persona por razón de tener la nacionali
de estado.—Los estados civiles se fundan en hechos. Por
española (así, C.c., art. 9), o en el deber de vivir juntos, guardar fidelidad y ejemplo, el de casado, en el matrimonio; el de español, en ser hijo de es-
correrse mutuamente (C.c., art. 68), o en el de prestarse alimentos (C.c., art. 14
etc., mientras que en las legislaciones que no limitan, en general, la capacidad pañol 6; etc. Se puede decir que tal hecho es el fundamento del estado de
las personas por razón de matrimonio, este estado no altera la que les corres que se trate. Y algunos, para expresar tal idea de fundamento, utilizan el
atribución del
término título. En ese sentido, título del estado o título de
dería si tuviesen el de solteras.
estado es el hecho en que se basa éste.
7. Facultades y acciones de estado.—Aparte del contenido concre Un amplio sector de doctrina, también habla de título para referirse a
que cada situación de estado tiene, con referencia a la totalidad de la mis aquello que autoriza e impone considerar a la persona como teniendo un es-
se otorgan una serie de facultades y acción (cuyo ejercicio corresponde, tado determinado. Sin entrar en el examen de que realmente le corresponda
veces, sólo al titular del estado, otras bien a ciertos interesados —pa o no. Por ejemplo, el inscrito como español en el Registro Civil debe con-
cónyuge, por ejemplo— o bien a cualquiera que tenga interés legítimo, siderarse como tal. En ese sentido, título del estado o título de legitimación
incluso algunas, al Ministerio Fiscal en repéesentación del interés público): lo es la inscripción en el Registro Civil, y según una opinión, en su de-
para conseguir que sea respetada; para obtener su reconocimiento (si es de* fecto, la posesión del estado de que se trate. Y el título de legitimación ha
conocido: acción de reclamación de estado) o para pedir el estab1ecimient6 de destruirse para que se cese de estimar que a la persona le corresponde
de otro estado que corresponda (así, en algunos casos ciertos parientes de, verdaderamente el estado que proclama.
una persona que dilapida sus bienes tienen la facultad de pedir que se del.
clare pródigo) y constatación, en ambos casos,et iel—Registro Civil; o park El título de legitimación prueba ese estado, en el sentido de que lo
demues-
impugnarla 3. ' tra, pero no es una simple prueba
en la acepción jurídica estricta de este término.
En aquel sentido, la ley (así cfr. L.R.C., art 2, C.c., arts. 112 y ss., y la rúbrica
A estas facultades y acciones les alcanza el carácter, común para lo referenten de este capítulo), la doctrina y la jurisprudencia con frecuencia dicen que son
al estado civil, de estar sustraídas a la libre disposición de los particulares: no prueba del estado civil que se trate.
pueden transmitirse, renunciarse, transigirse, prescribir, etc. (cfr. C.c., arts. 6, núm. 2,
1.271, l.936 Ley de Arbitraje, art. 1).
;
La razón de ser del título de legitimación se halla en evitar que en cada
caso en que el estado entre en juego sea preciso averiguar y probar, tanto
8. Sede del estudio del contenido de cada estado y de las facultades y la realidad y validez de los hechos en que se basa, como que después no
acciones del estado.—En cuanto interesa al Derecho civil 5, el conjunto de sin-
gulares derechos y deberes, etc., que forman el contenido de cada uno de los es- han acontecido otros que lo extingan.
tados, así como las acciones y facultades relativas a éstos en particular (p. ej., Como quiera que el estado civil y su constancia son de interés gene-
acción para impugnar el matrimonio, o la filiación matrimonial, o para reclamar ral, el Derecho ha creado un Registro donde debe inscribirse lo atinente al
la determinación de lo no matrimonial, etc.) se estudian debidamente al tratar de mismo, y teniéndose por verdad (mientras que no sea debidamente desvir-
las instituciones que corresponden a tales estados; instituciones que tienen su puesto tuado) lo que en él consta, serán sus asientos o actas el título de legitima-
en el Derecho de familia —matrimonio, filiación, patria potestad tutela— y en ción que establece la ley (C.c., art. 327; L.R.C., art. 2).
el Derecho de la persona —nacionalidad y vecindad civil—. A continuación --
y salvo por lo que a estos dos últimos respecta, ya que corresponde hacer ahora En su defecto, se acude, según la opinión que antes señalé, a la posesión de
su estudio total— trataré en particular de los distintos estados sólo en cuanto estado como título de legitimación, porque presumiéndose que la realidad con-
cuerda con la apariencia, se estima que verdaderamente la persona tiene el estado
La terminología de «acciones de estado» ha sido ya acogida por nuestra jurisprudencia. Así, sen- que aparenta (posee como si fuera suyo). Pudiendo hacerse constar en el Regis-
tencia de 14 noviembre 1963.
tro, en virtud de expediente gubernativo, con valor de simple presunción, cual-
4 Aunque, generalmente, están sometidos a un plazo de caducidad.
Pues también los estados civiles originan derechos y deberes no civiles, sino correspondientes a
quier estado que se posea (L.R.C., art. 96, 2.°).
otras ramas jurídicas. Por ejemplo, existiendo servicio militar obligatorio, el Estado de español obligaba
a prestar servicio militar a España. 6 A efectos del ejemplo no es preciso enunciar otros modos de adquirir la nacionalidad española.

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MANUEL ALBALADEJO § 32 EL SEXO

Por mi parte, he de advertir que si ciertamente la posesión de estado es una tos, un trato jurídico distinto, a causa de la disparidad de aptitudes físicas
posible prueba del estado, lo que no es nada seguro es el elevarla (o por lo me- que motiva y de la consideración que -según la conciencia social de otros
nos elevarla en general) a la categoría de título de legitimación, porque no se tiempos- merecían el varón y la hembra, respectivamente.
puede decir que, hasta su impugnación y destrucción, demuestre el estado que se
posee, como lo demuestran las actas del Registro Civil. En nuestro Derecho positivo fueron ejemplos de distinto Derecho aplicable,
según el sexo, normas como las siguientes:
10. Derecho aplicable.-E1 estado civil de la persona se rige por la Invalidez del matrimonio mientras se hallase en su poder, si el varón raptó a
ley correspondiente a su nacionalidad y, dentro de ella, el de los españoles, la mujer (antiguo art. 101, 3.°), y no a la inversa.
por la de su vecindad civil (C.c., arts. 9, núm. 1, y 16, núm. 1, 1.°). Ser causa legítima de separación matrimonial la propuesta del marido para
prostituir a la mujer (antiguo art. 105, 4.°).
Las hijas tenían derecho a dote forzosa (antiguos arts. 1.340-1.342).
§ 32 Del caudal de la herencia (del marido) se pagaban a la viuda los vestidos de
EL SEXO* luto (antiguos arts. 1.379 y 1.428).
Era la madre la que, en caso de separación o nulidad del matrimonio con-
SUMARIO: 1. El sexo. servaba en su poder a los hijos menores de siete años (antiguos arts. 67, 70
- 2. El sexo y la capacidad. - 3. La transexualidad.
y 73).
Era preferido el varón: para ejercer la patria potestad (antiguos arts. 154 y
1. El sexo.-La diferencia de sexo no da lugar a que haya un estado 180); para dar licencia a los hijos para contraer matrimonio (antiguo art. 46); para
de hombre y otro de mujer pero, sin embargo, determinó, en diversos pun- designar tutor (antiguo art. 209, 1.°) y vocales del Consejo de familia (antiguo
art. 294, principio); para ser, él, nombrado tutor (antiguos arts. 211, 220, 2.° y 3.°,
* ALVAREZ ALVAREZ, «El estatuto de la mujer soltera o viuda en el Derecho civil español», en
227, 230), vocal del susodicho Consejo (antiguo art. 295), y representante legal
R.D.N., 1973, abril-junio, págs. 7 y ss.; ANCEL, Condition de la femme dans la societé contemporaiene, del ausente (antiguo art. 184, 2.°, 3.° y 4.°); para recibir el título (documento)
1938; BELTRAN DE HEREDIA Y ONIS, «Notas sobre la reforma del Código civil en aplicación del único, cuando interesa igualmente también a mujeres coherederas con él (antiguo
principio de no discriminación por razón de sexo», Estudios de Derecho civil en Homenaje al Profesor art. 1.066).
Lacruz Berdejo, vol. 1.°, 1993, pág. 933; BERCOVITZ, R., Principio de igualdad y Derecho privado, En algunos de esos casos se puede entender que el precepto se establece en
El principio de igualdod en la Constitución española, vol. II, Ministerio de Justicia, Madrid, 1991, pág.
1583; BORRAS, «No discriminación por razón de sexo: Derecho internacional privado español», A.D.C.,
favor del hombre (así los últimos vistos); en otros, que en favor de la mujer (así:
1991, pág. 233; BRANLAR, Le sexe et l'état des personnes, París, 1992; CARRASCO PERERA, «El antiguos arts. 1.340-1.342, 1.357, 1.427). Mas se trata, frecuentemente, de conse-
principio de no discriminación por razón de sexo», Revista Jurídica de Castilla-La Mancha, núm. 11- guir un objetivo que, por sus distintas aptitudes, se pensaba que no se consegui-
12, 1991, pág. 233; COLLIER, Masculinity, Law and the Family, Londres, 1994; DEMICHELI, «Igual- ría midiendo a hombre y mujer con el mismo patrón.
dad jurídica de la mujer», Bs. As., 1973; DIEZ DEL CORRAL, «La transexualidad y el estado civil»,
A.D.C., 1981, pág. 1077, y «Estado civil y sexo. Transexualidad», A.C., 1987, pág. 2135; ELOSEGUI,
«Transexualidad, derecho a la vida privada y derecho al matrimonio. El caso español a la luz de la ju- 2. El sexo y la capacidad.-De cualquier manera, una cosa es que la
risprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y estadounidenses», A.C., 1994-1, pág. 173; diferencia de sexos tenga alcance jurídico, y otra que éste consista en con-
FALCON O'NEILL, Los derechos civiles de la mujer, 1963; GORDILLO CAÑAS, en C.C.J.C., núm.
14, 1987, pág. 4721, y en C.C.J.C., núm. 19, 1989, pág. 303; HEMARD, «Le statut de la femme en
ceder mayor capacidad de obrar al hombre que a la mujer.
Europe oc,cidentale au XXe siécle», en Recueils de la Societé Jean Bodin, XII, 1962, págs. 516 y ss., Aunque históricamente ésta haya recibido un trato desfavorable respecto
y en el mismo vol., otros trabajos sobre la mujer; HERNANDEZ IBAÑEZ, «Selección del sexo y de- del hombre (concediéndole una capacidad inferior a la de éste, o negándo-
rechos de la persona», La Ley, 1992-2, pág. 965; HERNANDO COLLAZOS, «Los artículos 2, 5, 6, 7 sela), hoy en nuestro Derecho civil están definitivamente igualados. El sexo
de la Ley 11/1990», Revista Jurídica de Castilla-La Mancha, núm. 11-12, 1992, pág. 59; MALO, Los
derechos de la mujer en la legislación española, 1950; MARSA, La mujer en el Derecho civil, 1970;
MARTINEZ CALCERRADA, «El nuevo papel de la mujer en el Derecho», La Ley, 1982-1, pág. 877;
MARTINEZ PEREDA, «El transexualismo en el Derecho español», I y II, A.C., 1989-1, págs. 1173 y TINEZ, «¿Se incluye el cambio de sexo (transexualidad) en el libre desarrollo de la personalidad al que
1293, y «El transexualismo en el Derecho español», A.C., 1990, pág. 719; MORENILLA RODRIGUEZ, se refiere el artículo 10.1 de la Constitución española?», R.D.P., 1989, pág. 987, y «Elección de sexo:
«La igualdad jurídica de la mujer en España», R.g.L.J., 1980, núm. 249, pág. 443; NOGUEROL, Dis- comentario a una reciente decisión judicial aplicando la ley española sobre Técnicas de Reproducción
crimination sexuelle et Droits européens, París, 1993; PEREZ DEL RIO, «La normativa comunitaria en Asistida», R.G.d., 1991, pág. 2535; VILLAGOMEZ RODIL, Aportación al estudio de la transexuali-
materia de igualdad de trato y no discriminación por razón de sexo», Revista Jurídica de Castilla-La dad, Madrid, 1994; WACKE, «Del hermafroditismo a la transexualidad», A.D.C., 1990, pág. 677.
Mancha, núm. 13, 1991, pág. 17; REAL PEREZ, «La discriminación por razón de sexo en las Compi- En parte es útil también la bibliografía citada infra, § 35, nota *. De cualquier modo, ésta o aqué-
laciones de Derecho civil foral», R.D.P., 1985, pág. 216; RHODE, Justice and gender: sex discrimina- lla, y más que no considero útil recoger, en cuanto igualados actualmente hombre y mujer, conservan
tion and the Law, Massachusetts, 1991; RICO PEREZ, «Capacidad profesional y jurídica de la mujer», en particular sólo valor histórico. Después de la Constitución, entre otros muchos trabajos, véase, por
en Libro-homenaje a Roca Sastre, II, 1977, págs. 77 y ss., y en págs. 115 y ss., bibliografía; ROCA ejemplo, LASARTE, «La equiparación entre hombre y mujer en la Constitución», en La Ley, 1983, pág.
TRIAS, «Principi d'igualtat e discriminacions per raó de sexe», R.J.C., 1988-2, pág. 297; VIDAL MAR- 1125, etc.

241
MANUEL ALBALADEJO § 32 EL SEXO

femenino no se citaba en el derogado artículo 32, 2.°, del Código civil comoi pados (actual art. 46, 1.0) o haber obtenido dispensa que sólo puede concederse
una de las causas de lo que él llamaba «restricciones de la personalidad& tanto a uno como a otra a partir de los catorce arios (actual art. 48, 2.°). Por úl-
(realmente, de la capacidad de obrar). Y la mayor parte de las incapacida.: timo, la Ley de 15 octubre 1990 se ha dictado para borrar las discriminaciones
des especiales que, por razón de su sexo, alcanzaban a la mujer, fueron ya que subsistiesen por razón de sexo, que yo creo que no era ninguna, pues en todo
caso las habría borrado la Constitución. Lo que la Ley sí ha hecho, ha sido ajus-
suprimidos por la Ley de 24 abril 1958 1 que, según dice en el aptdo. 3•0 tar la letra del Código civil a la eliminación de las discriminaciones.
de su Exposición de Motivos, «se inspira en el principio de que tanto en He dicho que la diferencia de sexo no da origen a un estado de hombre y a
un orden natural como en el social el sexo por sí solo no puede determi- otro de mujer, y, además, ha quedado de relieve la ninguna trascendencia que tiene
nar en el campo del Derecho civil una diferencia de trato que se traduzca, en orden a la capacidad de la persona. Razones por las que puede resultar extraño
en algún modo, en la limitación de la capacidad de la mujer a los efectos que sea el primer tema expuesto a continuación de la teoría general del estado y
de su intervención en las relaciones jurídicas». Las restricciones de capaci- de la capacidad. Ello se debe a la conveniencia de que sea conocido dicho tema
dad que quedaban aún en nuestro Derecho eran restricciornes plra la mujer antes de estudiar en particular diversos estados.
casada (no por el solo hecho de ser mujer, sino por serlo casada), luego no En cuanto que: 1.0 Algún estado (matrimonio) presupone la diferencia de se-
xos. 2.° Ciertos estados no tienen o tenían igual contenido de derechos y deberes
procedían del sexo, sino del sexo dentro del matrimonio 2, y han sido su- para las personas de diferentes sexos (p. ej., antiguamente, ser español imponía
primidas por la Ley de 2 mayo 1975 y por las de 13 mayo y 7 julio 1981. al varón y no a la hembra el deber de prestar servicio militar).
Y la Constitución proclama que: «Los espafighles son iguales ante la ley, sin
que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de... sexo...» (art. 14). 3. La transexualidad*.—La transexualidad es la condición o modo
de ser de la persona que desea el paso del sexo que tiene al opuesto, como
Quedaban, no obstante, por razón del sexo:
1.0 Una prohibición (sólo en parte explicable por razón de que no fuese du-
consecuencia de sentirse de éste y no de aquél. A quien se halla en tal caso
dosa la paternidad) que alcanzaba a la viuda, y no al viudo, relativa a no poder se le llama transexual. Transexualizar es verificar ese paso. Y ¿es ello po-
contraer matrimonio durante los trescientos un días siguientes a la muerte de su sible? También se llama transexual a quien ya se transexualizó.
marido, o antes de su alumbramiento si hubiese quedado encinta, y a la mujer La naturaleza da a cada persona un sexo, y el Génesis, 1, 27, dice que
cuyo matrimonio hubiera sido declarado nulo, en los mismos casos y términos, a Dios hizo al hombre «macho y hembra».
contar desde su separación legal (art. 45, 2.°, anterior a la Reforma de 7 julio Con posibles imperfecciones del propio, o apariencias del contrario, o
1981). incluso con extirpación de atributos de uno u otro, cada persona tiene un
2.° Alguna diferencia en materia de las llamadas capacidades especiales: la sexo y sigue teniéndolo a pesar de todo 3.
de poder contraer matrimonio civil la mujer desde los doce años y el varón sólo Eso presupuesto, la persona de un sexo puede sentirse atraída por el
desde los catorce (C.c., art. 83, 1.°, anterior a la Reforma de 7 julio 1981).
Pues bien, aquella prohibición y esta diferencia han sido borradas por la Ley sexo contrario, lo que es normal, y entonces se llama heterosexual, o no
de 7 julio 1981, que al dar nueva regulación al matrimonio, cambiando por otros sentirse atraída por ninguno o sentirse atraída por los de su propio sexo, y
los antiguos artículos del Código civil, ha venido a suprimir la prohibición, con'
lo que ya no hay diferencia entre el hombre y la mujer para poder casarse desdei * Comentando las sentencias del Tribunal Supremo y también con algún estudio de más vuelos,
que enviuden, y a establecer que uno y otra para casarse necesitan estar emanci- DE ANGEL, en La Ley, 1987-4, pág. 167; DIEZ DEL CORRAL, en A.D.C., 1981, págs. 1.077 y ss.,
y A.C., 1986, marginal 792, y 1987, marginal 691; DOLZ, en P.J., 1989, 16 dic., pág. 167; FERNAN-
DEZ CAMPOS, «La posibilidad del transexual de contraer matrimonio con arreglo a su nuevo sexo ju-
Así las de ser tutoras o protutoras, salvo en ciertos casos (antiguo artíc. 237, 2.°), vocales del rídico», en R.G.D., 1996, págs. 13151 y ss.; GORDILLO, en C.C.J.C., 1987, pág. 4.721, y 1.989, pág.
Consejo de Familia (ya que el antiguo artículo 298 remitía a lo establecido para ser tutor o protutor) y 303; LOPEZ-GALIACHO, La problemática jurídica de la transexualidad, 1997, con la abundantísima
testigo en los testamentos (antiguo art. 681, 1.°). También se admitió que las mujeres (que eran exclui- bibliografía que recoge en las págs. 393 a 417; MARTINEZ-PEREDA, «El transexualismo en el Dere-
das en el antiguo art. 1.341, 2.°) pudiesen declarar cuando se trataba de fijar la cuantía de la fortuna cho español», en A.C. 1989, marginales 335 y 372; VIDAL, en R.G.D., 1989, pág. 987.
de los padres a efectos de forzosa de las hijas. 3 Que haya falsos intersexuales, llamados asimismo hermafroditas, con un solo sexo real, pero con
Esa ley de 24 abril 1958, vino también a suprimir diferencias entre el hombre y la mujer que cla- aPanencias también de otro, no aparta el caso de las reglas de lo que voy a exponer en el tema, pues
ramente no afectaban a la capacidad; así, en el entonces nuevo artículo 105, 1.*, era causa de separa- tra. tándose de que aspiraría entonces el interesado a pasar al sexo que no le corresponde, no cabe pe-
ción el adulterio de cualquiera de los cónyuges, mientras que en el antiguo lo era el de la mujer eit' dirle mas que al no hermafrodita que quiere cambiar de sexo. Y si es que es posible que haya herma-
todo caso y el del marido sólo cuando resultase escándalo público o menosprecio de la mujer; y en el froditas verdaderos, con dos diferentes sexos, pues, de igual rango y plenitud y paralelamente operati-
entonces nuevo artículo 105, 3.°, era causa de separación la violencia ejercida por un cónyuge sobre el' vos, habría que reconocer que tales personas tienen dos sexos e inscribirlos en el Registro Civil como
otro para obligarle a cambiar de religión, mientras que en el antiguo sólo lo era la ejercida por el ma- hombre y mujer a la vez, y además, no tendrían necesidad de transexualizarse porque ya tienen el otro
rido sobre la mujer. sexo; y si lo que ocurre es que aborrecen uno y quieren eliminar sus atributos, la operación necesaria
Después estudiaré este punto. no sería de cambiar de un sexo a otro, sino de suprimir el que sea.

242 243
MANUEL ALBALADEJO § 32 EL SEXO

entonces se llama homosexual, o por los de los dos, y entonces se 11 l'echos Humanos en conocidos casos como el Van-Oosterwijck contra el Reino
bisexual. Aparte de eso, cuando la persona adopta indumentaria del se de Bélgica, y el Rees contra el Reino Unido. Y hasta la considerada nece-
contrario al suyo, se llama travestí. Y, por último, se llama transexual, co sidad de reglamentación del tema hizo que la Asamblea Parlamentaria del
ya he dicho, a quien no es ya sólo que se vea atraído por las de su pro Consejo de Europa interesase el ario 1989, en 29 de septiembre, del Comité
sexo, sino que desea con todas sus fuerzas abandonar el que tiene y pe de Ministros la elaboración de una recomendación en la que se invitase a
necer al contrario, del que se siente y aspira a vivir con arreglo a éste, los Estados miembros a regular la materia mediante textos legislativos.
que se puede describir con frases como «alma de mujer en un cuerpo En resumen, se puede decir que los Derechos extranjeros, unos sí y
hombre», o «alma de hombre en un cuerpo de mujer». otros no, han dictado leyes sobre el llamado cambio de sexo, pero la ver-
dad es que un cambio con efectos bastante limitados, reducidos por lo ge-
Dado que la exposición que hago del tema es sólo jurídica, que nuestra neral a poder simplemente hacer constar en el Registro Civil el nuevo sexo
ni aborda el asunto, y que carezco de preparación en campos como el de la Bio-
logía o Psicología, etc., basta con lo dicho sobre las diversas clases de y cambiar el nombre que se tenía, por otro propio de dicho sexo nuevo.
personas Y ¿qué hay del asunto de la transexualidad en el Derecho español?
en lo que toca a sus inclinaciones sexuales. Sin embargo, es seguro que quedan Desde luego que el Código civil no contempla específicamente el caso
muchas dudas. Digo una, por ejemplo, dentro de lo movediza que pueda ser la
materia y de que la ley calle: ¿Es que se peede separar, a efectos legales se en- y que la idea de sexo que tiene es la de sexo natural.
tiende, del todo a un homosexual de un transexual, pensando que a aquél sólo Lo que difícilmente admite ser acoplado a una concepción distinta, por
le muchos argumentos o ingenio que se derroche queriendo inyectar en el Có-
pasa que le atraen exclusivamente las personas de su sexo y que el transexual de-
sea ardientemente cambiarlo? ¿Es que uno está conforme con su sexo y qui digo civil ideas a las que ciertamente es impermeable. Además, por supuesto
seguir con él aunque manteniendo sus relaciones con personas del mismo, y otra que por ningún lado se ve que ni el Código civil ni la legislación del Re-
quiere pasar al sexo contrario? gistro Civil den pie para considerar posible el cambio de sexo ni siquiera
a puros efectos legales.
El Derecho por supuesto que deja a cada uno con su sexo y con sus Por otro lado tampoco hay en España, como se ha visto que sí hay en
inclinaciones. Pero ¿arbitra la ley un procedimiento para pasar de un sexo otros países, ley especial alguna que se ocupe de la cuestión.
a otro cuando la persona quiere cambiárselo porque no se conforma con vi- Ahora bien, lo que sí se dice es que ante una necesidad nueva o bien
vir en desacuerdo con el que tiene? que se siente más agudamente ahora, o, por lo menos, que una sociedad
Ciertamente que es una gran tragedia si se ha de vivir con un sexo que más permisiva ha hecho suya, debe buscarse una solución que facilite el
no se siente, lo que acontece cuando, por la causa que sea, el sexo que se cambio legal de sexo a quienes se sientan del contrario al que tienen.
puede llamar «sexo psíquico» no concuerda con el «sexo somático». Pero Se ha pensado que el posible cambio cabría apoyarlo en el artículo 10, 1
¿qué solución darle? de la Constitución 4 que proclama ser fundamento del orden político y de
Desde luego no cabe cambiar el sexo biológico o natural ni sustitu- la paz social entre otras cosas «el libre desarrollo de la personalidad»; pues
yéndolo por otro natural, ni por uno artificial que ocupe el puesto de aquél siendo así que quien se siente del sexo contrario tendría derecho a desa-
y haga sus veces por completo. Así que biológicamente no cabe el cambio. rrollar su personalidad a tenor de este sexo, ¿qué menos que concederle el
Pero, ¿puede la ley, en ciertas condiciones, conceder tener otro sexo, cambio como inicio o parte de tal desarrollo?
es decir, considerar como si se tuviese éste a quien lo desea, si se dan di- Si bien que el apoyo que presta el artículo 10, 1, de la Constitución
chas ciertas condiciones, aunque para la realidad natural conserve su sexo cabe tacharlo, por un lado, de demasiado genérico, con inconcreción tal que
verdadero? podría servir para ser utilizado en otras muchas cosas fuera de su fin (en-
Para mí es desfavorable el juicio moral que el caso merece, pero es tre las cuales quizá está la presente); y, por otro lado, cabe tacharlo tam-
ciertamente pensable que el Derecho positivo disponga que en determina- bién de que el «libre desarrollo» de que se habla es el de la personalidad
das circunstancias y con más o menos consecuencias, se considere a efec- que se tiene, con el sexo que se posee, y no es desarrollo aspirar a alcan-
tos legales que el sexo jurídico es otro que el natural. zar una personalidad distinta.
Distintos países han dictado leyes relativas a este problema de la tran-
sexualidad (como Suecia, Países Bajos, Alemania, Italia, etc.) aunque no otros ° Así lo han hecho de un modo u otro las sentencias las sentencias de 15 julio 1988, 3 marzo
muchos, y el tema ha llegado a la Comisión y al Tribunal Europeo de De- 1989 y 19 abril 1991.

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§ 32 EL SEXO
MANUEL ALBALADEJO

Conviene ahora señalar: primero, en qué apoyan las sentencias la posi-


Yo por mi parte, diría que la solución en nuestro Derecho mientras bilidad del cambio de sexo; segundo, qué es realmente lo que se cambia;
haya ley que lo autorice, es la de no ser el cambio legalmente posible. y tercero, qué efectos tiene el cambio; y cuarto, de qué requisitos precisa.
que ni siquiera vale decir que el que no esté previsto constituye una laguna Por lo que toca al apoyo legal del cambio, se piensa por las
a llenar con los principios generales del Derecho, porque ni es laguna, sin° Primero.
sentencias que en cuanto a textos legales, se lo da tanto el artículo 10, 1,
rechazo del Ordenamiento, ni si fuese laguna, los principios generales que de la Constitución, como la permisividad para la transexualidad que resulta
nuestro Derecho tiene apoyarían el cambio. de la reforma del C. penal, y que, además, no estando previsto el caso, es
He expuesto mi opinión. Ahora paso a ver qué han resuelto los Tribu- decir, siendo de regulación inexistente, la laguna que ello supone, debe de
nales. llenarse por la jurisprudencia en su papel de «complementar» el Ordena-
Dejando fuera los casos que o no se han planteado judicialmente o que, miento jurídico, según el artículo 1, número 6, del Código civil (y hasta se
planteados, acabaron en Juzgados o Audiencias, el tema de la transexuali- podría haber dicho otra cosa que, a veces, se suele, la de que en la legis-
dad ha llegado hasta ahora cinco veces al Tribunal Supremo. lación vigente «nada se opone»; lo cual, aun siendo cierto, tiene la respuesta
La primera, en caso que resolvió por sentencia de 7 marzo 1980, en la de que nada se opone ni a eso ni a lo contrario). Y por lo que toca a las
que desestimó el recurso de casación por razones procesales, no entrando razones que justifican el cambio, se aduce la tragedia, que es muy verdad,
en el fondo, y por tanto no decidiendo sobre nuestro tema. de quien legalmente es hombre sintiéndose mujer, o al revés; lo que pide
Después de esta sentencia y antes de todas las posteriores, por ley de que se le autorice a pasar a ser ante la ley del sexo con arreglo al que vive.
25 junio 1983, se reformó el Código penal, alcanzando la reforma entre En cuanto a qué es lo que se cambia, las sentencias recogen
otros artículos al 428 que disponía en su único párrafo de entonces, que las con Segundo.
unanimidad y explican con detalle, que, por supuesto, ni con toda la
penas por delito de lesiones (que lo serían una serie de operaciones de carir cirugía pensable, se cambia el sexo biológico natural. Lo cual es obvio y
bio de sexo, como ablación del pene, etc.) se impondrían aunque mediare no hacía falta que la jurisprudencia lo dijese, pero, diciéndolo, esclarece
consentimiento del lesionado. La reforma, en cuanto importa aquí, consis- aún más su postura, de forma que no pueda pensarse que hace la más mí-
tió en establecer a esa regla del artículo una excepción contenida en un pá- nima concesión a la idea de que la transexualidad cambia el sexo real de
rrafo segundo que se agregó a aquel, excepción según la que al facultativo
que practica cirugía transexual (la cual produce lesiones), le exime de res- algúnSumodo.
sexo natural lo tiene y lo seguirá teniendo el transexual. El único
ponsabilidad penal el consentimiento libre y expresamente emitido por el cambio que se hace es el de que a quien sigue teniendo el sexo que tenía,
paciente. la ley lo conceptúa en adelante como del contrario. Lo cual es una pura
Reforma que, ciertamente, no significa autorizar el cambio de sexo le-
gal, pero que sí legaliza la posibilidad de que la persona modifique los atri- ficción.
butos físicos del sexo que tiene. Lo cual de algún modo parece que revela Como dice la sentencia de 1987: «En una primera aproximación al problema
netamente jurídica, pues
en el legislador una mentalidad favorable al cambio de sexo legal. Si bien justo es convenir que la solución que se adopte ha de ser
asimismo cabría argumentar que no es así, porque lo que hay es sólo el la puramente biológica no puede aceptarse en tanto en cuanto a ésta no puede
haber cambio de sexo, ya que continúan inmutables los cromosomas masculinos»...—
permiso para manipular aquellos atributos, mas de ello no se sigue que tal transexualidad, en el caso que ahora se enjuicia, supone una operación qui-
cosa vaya a poder autorizar la modificación legal del sexo. La
rúrgica que ha dado como resultado una morfología sexual artificial de órganos
Después de la primera sentencia de 1980 y de la reforma del C. penal externos e internos practicables similares a los femeninos, unidos a una serie de
despenalizando la cirugía transexual, otras cuatro sentencias del Tribunal Su- una ficción de hembra
caracteres de que ya se hizo mérito anteriormente.—Será Por-
premo han venido a recaer sobre casos de transexualidad, las de 2 julio si se quiere; pero el Derecho también tiende su protección a las ficciones.
1987, 15 julio 1988, 3 marzo 1989, 19 abril 1991, entrando todas ellas en que la ficción desempeña en el Derecho un papel tan importante como el de la
el fondo del tema y resolviendo todas que es posible el cambio de sexo en hipótesis en. las ciencias exactas. Una y otra son meras suposiciones que hay que
nuestro Derecho. De ellas, todas menos la última tuvieron en contra votos admitir para legitimar determinadas consecuencias en orden a la verdad científica
o de la justicia o utilidad social. Sólo partiendo de una hipótesis es posible esta-
particulares de algún Magistrado. Y, por último, todas ellas recayeron en ca- blecer en ocasiones principios y fundamentar teorías que expliquen todo un orden
sos de paso de hombre a mujer, con extirpación de los genitales de varón de hechos o fenómenos demostrados por la experiencia; y sólo aceptando una fic-
e implantación artificial de aparentes genitales femeninos con otras medidas ción se hace viable en ciertos casos establecer derechos que de otra suerte care-
complementarias.
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MANUEL ALBALADER) § 32 EL SEXO

cerían de base racional o jurídica en que apoyarse...—Esta ficción ha de acep,, este fin; 2.° ni con persona de sexo contrario al suyo natural, pues ya no es le-
tarse para la transexualidad; porque el varón operado transexualmente no pus, galmente de él. Esta afirmación sub 2.° se podría objetar diciendo que si el ma-
a ser hembra, sino que se le ha de tener por tal por haber dejado de ser varól trimonio se rige por el sexo natural, ¿cómo puede resultar impedido por el sexo
por extirpación y supresión de los caracteres primarios y secundarios y presentar legal si el natural lo permitiría? Mas quizás no merece la pena según argumen-
unos órganos sexuales similares a los femeninos y caracteriologías psíquicas y' tando, ya que ¿cómo se va a pretender casar ningún transexual —que cambió de
emocional propias de este sexo.» sexo por su rechazo al que tenía— con una persona ante cuyo sexo el natural del
Y la sentencia de 1988 insiste en que las posibles intervenciones quirúrgicaip transexual siente rechazo?
provocan un «cambio exclusivamente externo de la estructura genital para coal,
venir el aspecto masculino en femenino, bien al revés, dado que el genético sir, Cuarto. Por lo que toca a los requisitos precisos para el cambio, se ne-
gue siendo el mismo»; amén de que en otros pasajes reitera la permanencia MI
sexo que se tenía.
cesita una sentencia que lo disponga. Lo que ciertamente supondrá la exis-
La de 1989 vuelve a repetir lo de la inmutabilidad del sexo naturll y a se-
tencia de las circunstancias que abonen la petición, es decir, sentirse del sexo
ñalar que al incluir al transexual en «un grupo sexual» que no se corresponde cog que se solicita, conducirse como de él, etc. A base de ellos se puede pedir
sus características cromosómicas, que son inmutables, se está «operando por me- el cambio, pero éste se produce por la sentencia constitutiva que lo concede
dio de una ficción». (v. últimamente la resolución de 29 diciembre 1994).
Por último, también la de 1991 explica qiie la resolución que ha de adoptarsét En cuanto a los casos juzgadas por el Tribunal Supremo, en todas hubo
[en el caso juzgado] ha de producir efectos jurídicos [es decir, sólo jurídicos) cirugía transexual que pretendió borrar las trazas exteriores del sexo abando-
pues desde el punto de vista puramente biológico no puede aceptarse en tanto ea, nado y crear otras adecuadas al nuevo, amén de diversas manipulaciones o
cuanto respecto del mismo no puede haber cambio de sexo, ya que continúan in-
mutables los cromosomas masculinos. Y en esta dirección puede decirse que en
procedimientos complementarios.
el ambiente en que se mueve el recurrente (tanto social como familiar o perso-' Ahora bien, las sentencias, si bien todas, como digo, contemplan casos en que
nal) es evidente que ha habido un cambio social de sexo.
se dieron tales operaciones, y hasta se apoyan en ellas para decretar el cambio,
sin embargo, no llegan a especificar que sin las mismas dicho cambio no es po-
Tercero.
Hasta aquí, qué es lo que cambia. En cuanto a los efectos que sible. Así que mientras que no venga a aclararlo una ley, puede quedar la duda
tiene el cambio, de las sentencias no se sigue que sea un cambio a todos de si cabría que a quien aun con los atributos de su sexo le es posible abominar
los efectos jurídicos, sino sólo a los de considerar legalmente del nuevo de ellos y vivir el contrario, le fuese otorgable legalmente éste si lo pide y prueba
sexo a la persona por lo que toca a dos cosas, una, inscribir aquél en el que, incluso sin necesidad de cirugía, conseguir el sexo legal nuevo contribuye al
Registro Civil (una vez firme la sentencia dictada en el correspondiente jui- «libre desarrollo de su personalidad». Pues si realmente esto es así, se ahorraría
cio ordinario 5), y otra, que el nuevo nombre que se de al transexual co- el sufrimiento, el peligro y el gasto de una operación inútil, y digo inútil, ya que,
rresponda al sexo que legalmente se le ha atribuido. por un lado, en hipótesis aun sin ella se podría conseguir también el «libre desa-
rrollo» dicho, y, por otro la intervención quirúrgica no sirve para cambiar el sexo
Por lo demás, se rechaza en particular que pueda contraer matrimonio 6. verdaderamente, sino sólo para, eso sí, sin obtener nuevo sexo real a cambio, per-
der desde luego para siempre los atributos del que se tenía y se sigue teniendo.
Lo que hay que entender como no contraerlo: 1.0 ni con persona de su anti- Comprendo que lo expuesto es algo sofisticado, y que se podría decir que
guo sexo, es decir, de sexo contrario al suyo actual, pues el cambio no sirve para ¿cómo cabe tener ansia angustiosa del nuevo sexo, pero seguir conservando el an-
tiguo?; y que tal cosa, si se estima posible, revela que no hace falta cambio, sino
Pues no se trata de corregir un error registra! padecido al hacer constar en el Registro un sexo que se puede seguir viviendo con el mismo sexo, pero usándolo homosexualmente.
distinto al que tuviese la persona, sino de cambiar por un nuevo sexo legal el que correctamente se ins- Ahora bien, dicho todo eso, queda claro que la ley que eventualmente pueda
cribió en su día.
abordar la regulación de la transexualidad, lo que tendrá que sopesar muy cuida-
La sentencia de 1987 dice que «sin que tal modificación registra! [del sexo] suponga una equi- dosamente es si el cambio se deberá otorgar sólo por pedirlo y justificar sus ra-
paración absoluta con la del sexo femenino [al que se había cambiado en el caso] para realizar determi-
nados actos o negocios jurídicos, toda vez que cada uno de ellos exigiría la plena capacidad y aptitud zones, o si hará falta, además, que se haya eliminado lo eliminable del sexo ver-
en cada supuesto». Lo que obviamente se refiere a no poder casarse la nueva mujer del caso con un va- dadero y creado la apariencia del que se busca tener. Como se ha visto, cabe
rón. En cuanto a la sentencia de 1989 señala que «los eventuales matrimonios del individuo sujeto al pensar en razones para no considerar preciso esto, aunque si se optase por no exi-
cambio serían nulos». Y la sentencia de 1991 advierte que el libre desarrollo de la personalidad del tran- gir la cirugía previa podrían, quizás, acumularse en los Tribunales más procesos
sexual tiene el límite de no poder, al no ser ello posible, contraer matrimonio, aparte de otras limitacio-
nes deducidas de la naturaleza física humana, ya que tales matrimonios serían nulos por inexistentes, de transexualización que recursos de amparo ante el Constitucional.
como se deduce de los artículos 44 y 73, núm. 4, del Código civil, y 32.1 de la Constitución». También
está en contra del derecho a casarse del transexual la resolución de 2 de octubre de 1991.

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MANUEL ALBALADEJO § 33 LA EDAD

§ 33 Así, las veinticuatro horas, plazo a partir del que -según dice una opinión-
LA EDAD* el nacimiento determina la personalidad 1; los doce arios, para delimitar cier-
tos puntos en orden a ser adoptado (C.c., art. 177); los setenta y cinco arios,
SUMARIO: 1. Concepto y relevancia.-2. Menor y mayor edad.-A) Derecho común.-... para que se reduzca a cinco arios el plazo para la declaración de falleci-
3. Capacidad del mayor de edad.-4. Capacidad del menor de edad.-5. Capad.. miento (C.c., art. 193, 2.°), etc.
dad del menor no emancipado.-6. Capacidad del menor emancipado.-7. Capa- Pero también la edad importa al Derecho civil en orden a determinar
cidad del emancipado por matrimonio.-8. Capacidad del menor que vive con el estado (y, consiguientemente la capacidad general de obrar del sujeto) y
independencia.-B) Derecho foral.-9. Aragón.-10. Navarra.
ciertas capacidades especiales. Sistema que es preferible prácticamente al de
1. Concepto y relevancia.-La edad es el período de tiempo de exiv-
remitir para fijar aquéllos, en todo caso, no a la edad, sino a las aptitudes
tencia de una persona, que va desde su nacimiento hasta el momento de sil físicas o mentales de la persona.
vida que se considere.
A veces, la edad se tiene en cuenta por el Derecho a efectos que, «1 2. Menor y mayor de edad.-Por razón de su edad el sujeto puede
ser menor o mayor: se es menor de edad hasta los dieciocho arios; mayor
sí, no tienen nada que ver ni con el estado ni con la capacidad del sujetd.
de edad, en adelante (Constitución, art. 12, C.c., art. 315, Compilación na-
lb varra, ley 50, 1.0).
* BERCOVITZ, «La vida independiente del menor no emancipado», en A.D.C., 1972, págs. 1083
y SS.; BRENA SESMA, «Intervención del Ministerio Fiscal en la tutela de menores», A.C., 1993-2, pág. «Para el cómputo de los años de la mayoría de edad se incluirá completo el
409; DE CASTRO Y BRAVO, «La Ley de 22 julio 1972 y el artículo 321 del Código civil», A.D.C., día del nacimiento» (art. 315, 2.°). Lo que significa que se cuenta desde las cero
pág. 937; CERRO, «La mayoría de edad de los españoles», R.D.P., 1979, pág. 256; CODERCH, Tra- horas de ese día; luego, la mayoría se alcanza al comenzar (a los cero horas) el
tado de la menor edad, 1917; COMINELLI-INZITARI, La minore eta secondo il nuevo codice civile,
1940; DE LA CUESTA Y AGUILAR, La tutela familiar y disposiciones a favor del menor o incapaz. día del dieciocho aniversario, y no al llegar la hora en que se nació.
Barcelona, 1994; CUEVAS, «La capacidad de los emancipados en general», en R.G.L.J., 1973, t. 235,
págs. 111 y ss.; GETE-ALONSO Y CALERA, «Emancipación y matrimonio», R.D.P., 1985, pág. 3; La ley ampara a toda persona con independencia de su edad, pero por
GONZALEZ PORRAS, «La menor edad después de la Constitución de la reforma del Código civil»,
Homenaje a Beltrán Heredia, Salamanca, 1984, pág. 249; JORDANO FRAGA, «La capacidad general su mayor debilidad se esfuerza más en proteger a los menores.
del menor», en R.D.P., 1984, págs. 883 y ss.; LETE DEL RIO, «La habilitación de edad», en A.D.C.,
1972, págs. 539 y ss., y en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Alba- Así dice la Ley del Menor de 15 de enero de 1996, que «Toda persona o au-
ladejo y Díaz Alabart, t. IV, 2.• ed., 1985, pág. 495; MARTINEZ DE AGUIRRE, «La protección jurí- toridad, y especialmente aquellos que por su profesión o función, detecten una si-
dico-civil de la persona por razón de la menor edad», A.D.C., 1992-IV, pág. 1391; MENDEZ APE- tuación de riesgo o posible desamparo de un menor, lo comunicarán a la autori-
NELA, «La capacidad del menor emancipado mayor de dieciocho años», en R.D.N., 1974, enero-marzo,
págs. 397 y ss., y «El complemento de capacidad del menor emancipado y la ineficacia de sus actos», dad o sus agentes más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato
en R.D.N., 1975, núm. 87, págs. 7 y ss.; MENGUAL, «Consideraciones sobre la emancipación volun- que precise» (art. 13.1).
taria y sobre la habilitación de edad», en R.G.L.J., 1931, t. 158, págs. 384 y ss., y ed. separada; ME-
3. Capacidad del mayor de edad.-Al alcanzar la mayoría, el sujeto
RINO HERNANDEZ, «Mayoría de edad por vida independiente en el Derecho Aragonés», R.C.D.I.,
1979, pág. 587; PEREZ DE CASTRO, El menor emancipado, 1988, y en C.C.J.C., núm. 20, pág. 407;
RAMOS, Capacidad de los menores para contratar y obligarse3, 1907; RELLA CORNACCHIA, / di- se emancipa (C.c., art. 314, 1.°). Sale de la patria potestad (art. 169, 2.°) o
ritti del bambino: dall'enunciazione all'attuazione, Génova, 1992; RICO PEREZ, La protección de los de la tutela 2 (art. 276, 1.0), pasando del estado civil de menor al de mayor,
menores en la Constitución y en el Derecho civil, Madrid, 1980; RODRIGUEZ ADRADOS, «Reforrna en el que «es capaz [de obrar] para todos los actos de la vida civil, salvas
del Código civil en materia de emancipación», R.D.N., 1981, pág. 357; SALILLAS, «La mayoría de
edad en Navarra y su unificación nacional», en A.D.C., 1951, págs. 185 y ss.; SANCHO-REBULLIDA, las excepciones establecidas en casos especiales» (art. 322).
«La edad en el Derecho aragonés», en Estudios Moneva y Puyol, 1954, págs. 341 y ss., y «La capaci-
dad de las personas, por razón de la edad», en la «Compilación del Derecho civil de Aragón», en Esas excepciones pueden ser motivadas por el hecho de requerirse para cier-
R.C.D.I., 1968, págs. 319 y ss.; SERRANO GARCIA, «Aspectos civiles de la Ley aragonesa 10/1989, tos actos una edad más elevada que los dieciocho (así, para poder adoptar hace
de 14 de diciembre, de protección de los menores», R.J.N., núm. 12, 1991, pág. 13; SERRANO SE-
RRANO, «Efectos personales de la emancipación, etc.», en Libro-homenaje a Roca Sastre, II, 1977,
págs. 29 y ss.; SOLAllI, La minore eta nel Diritto romano, 1912; STAZIONE, Capacité e minore etá ' Sólo mediatamente tendría que ver, en este caso, con la capacidad jurídica, en el sentido de que
nella problematica della persona umana, 1975; STOLFI, Fr., «Minore et, etc.», en N.D.I., VIII, 1939, siendo la persona un ser jurídicamente capaz, el alcanzar la personalidad al transcurrir las veinticuatro ho-
págs. 606 y ss., allí bibliografía; STOUFFLET, «L'activité juridique du mineur non emancipé», en ME- ras, sería también alcanzar capacidad jurídica. Sobre mi opinión en el presente tema, véase supra, § 29,2.
LANGES VOIRIN, 1967, págs. 782 y ss.; TENA PIAZUELO, «Instrumentos de la protección de me- 2 En sentido estricto, el término emancipación se reserva para aludir a la salida de la patria po-
nores de la Ley aragonesa de 14 diciembre 1989», R.D.P., 1993, pág. 685; VARGAS, La protección de testad; pero, en sentido amplio -que es en el que lo utilizo, por brevedad- vale también para signi-
menores en el ordenamiento jurídico, Granada, 1994.
ficar la salida de los menores de la tutela.

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MANUEL ALBALADEJO § 33 LA EDAD

falta tener veinticinco años: C.c., art. 175). Serán examinadas al estudiar cada uno Según otra cpinión, tal afirmación es inexacta. El menor es capaz de obrar;
de los actos para los que se requieren las llamadas capacidades especiales (la edad aunque, ciertamente, su capacidad sea más restringida que la del menor eman-
que sea). Pero también puede ocurrir que el mayor, que sería capaz por razón de cipado o que la del mayor. Y los numerosos actos que puede realizar el me-
edad, sea incapaz —en general— por otra causa. Por ejemplo, si se halla inca-
nor, no son excepciones a una supuesta regla general de falta de capacidad.
pacitado por la causa que sea. Puntos éstos que se examinarán después, al tratar
de los demás estados de la persona. Entiende esa opinión 4 que la plena capacidad de obrar, que potencial-
mente tiene todi persona, se le restringe al menor por varias causas; y que
lo que queda, después de esa restricción, constituye el ámbito en el que el
4. Capacidad del menor de edad.—La capacidad de obrar de los me-
menor es capaz de obrar en general.
nores no es siempre igual, pues pueden estar o no emancipados —es decir,
tener el estado de menor edad o bien de menores emancipados—, ya que Esas casas son: 1." Carencia de conocimiento natural. Por la misma está res-
la emancipación, además de por la mayoría de edad, se consigue —dentro tringida la cloacidad de aquellos menores que carecen de aptitud para entender y que-
de la minoridad— por otras causas. rer. El Códig) no marca una edad a partir de la cual se presunta tal aptitud. Por eso,
La capacidad general del menor emancipado es intermedia entre la de en cada caso concreto, habrá que atenerse a su existencia o falta efectiva, que se pro-
menor no emancipado y la de mayor, pues aunque adquiere una tan extensa bará mediane cualquiera de los medios admitidos en Derecho. Y, cuando exista, el
menor puede obrar por sí solo, excepto que la capacidad para el acto de que se trate
como éste, sin embargo, para ciertos actos, es preciso que le sea comple-
tada en la forma que posteriormente se indicará. no le esté e/cluida en virtud de otra de las causas de restricción. Así, por ejemplo,
puede aceptar donaciones puras (C.c., art. 625), 2.° Faltarle independencia, ya que está
Habiendo tratado ya de la mayor, tstudiaré, a continuación, las capaci- sometido a fatria potestad o a tutela. Por esta causa no puede realizar aquellos actos
dades generales de: 1.° LciS-iiores-no
1 emancipados; 2.° Los menores eman- que la ley aribuye á la competencia del titular de la patria potestad o de la miela. Y,
cipados. así, al Me1101 le está sustraída la administración de sus bienes (C.c., arts. 164 y 270).
Además, cono su falta de independencia no es sólo económica, sino también perso-
5. Capacidad del menor no emancipado.—E1 menor no emancipado nal —pues debe, al titular de la patria potestad o tutela, respeto y obediencia (arts.
155 y 268)--, no puede, tampoco, conducirse de forma contraria a la que disponga
se halla en el estado civil de minoridad; en él está bajo la patria potestad
—dentro de sus atribuciones, y habida cuenta de que éstas se conceden en beneficio
o bajo tutela (C.c., arts. 154 y 222, 1.°). del menor— quien tiene sobre el poder directivo. 3.° Tener condición de protegido
En la doctrina es frecuente la afirmación de que el menor no emanci- por la ley. Lo que acarrea que se le excluya de la realización con plena eficacia de
pado o, simplemente, menor (a secas), como lo llamaré en adelante, es, en aquellos actos que pueden serle perjudiciales o que exigen plena responsabilidad.
principio, incapaz de obrar, siendo excepcional la capacidad que se le con-
cede para ciertos actos 3. Y, precisamente por su incapacidad se le somete De cualquier forma que se resuelva la cuestión 5, es indudable que el
a patria potestad o tutela. menor tiene una esfera de capacidad (bien porque en ella esté derogada la
regla general de su incapacidad, o bien porque sea la esfera en la que la
La Resolución de 31 enero 1935 comparte ese criterio, ya que en su Con- regla general de su capacidad no sufre restricción). Así: a los catorce, el
siderando 2.° dice: «... aun cuando pudiera estimarse conveniente la gradual con- menor puede —sea hombre o mujer— hacer testamento (art. 663, salvo oló-
cesión al menor de facultades en orden al régimen de su persona y bienes que, grafo, art. 688l y testificar en la prueba de testigos (L.e.c., art. 361)1'6; a
preparándole para los actos de la vida civil, evitasen el tránsito brusco de la in-
capacidad a la capacidad plena...»; y en el último afirma que «al no poder es- los dieciséis puede ser testigo en testamento otorgado en caso de epidemia
timarse emancipada [es decir, al tener que estimar como menor no emancipada
(art. 701); a les dieciséis (que es a partir de cuando se puede ser emanci-
a la señorita X, debe negársele capacidad para la prestación del consenti- pado por concesión) puede consentir la emancipación o habilitación de edad
miento...» (se trataba del prestado en contrato de compraventa, y se alegó el
art. 1.263: «No pueden prestar consentimiento [contractual]: 1.° los menores no y lo siguiente.
Mantenida por DE CASTRO, Derecho civil, II, I f, págs. 174 y ss. Cfr. para esto
emancipados...»), También JORDANO FRAGA, «La capacidad general del menor», en R.D.P.. 1984, págs. 883 y ss.
Algunos autores, no es dei todo seguro (o al menos lo hacen muy atenuadamente) que adopten
una u otra opinión. Así CLEMENTE DE DIEGO. Instituciones (edición DE COSSIO y GULLON, 1,
Tul es la opinión más extendida más extendida. Por ejemplo, CASTAN-DE LOS MOZOS, De- págs. 206 y 2071 afirma que «los menores... no tienen plenitud de capacidad de obrar», y sezuidamente
recho civil, I, 211, pág. 155; BONET, Compendio, I, paz. 355; ESPIN, Manual, que «los menores no tienen capacidad de obrar».
P, págs. 236 y 240.
Segtin CASTAN (loc. cit.) «es indudable "... que la regla general es la incapacidad de los 'menores'. También podrán testificar los menores de catoreee. pero sólo «si a. juicio del Tribunal, poseen
En él puede verse una relación de los actos excepcionales permitidos a los mismos», el discernimiento necesario para conocer y declarar verazmente {L.e.c., art. 361, 2f).

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MANUEL ALBALADEJO § 33 LA EDAD

(arts. 317, 320, 321); etc. Además de que ciertos actos, para cuya realiza- emancipación cesó tal representación legal), como los celebrados en nom-
ción no se exige una edad determinada, son posible también a los menores bre del menor no emancipado. Aunque, para ciertos de dichos actos, sea
cuando tengan suficiente juicio: por ejemplo, adquirir la posesión (art. 438), preciso que los padres o curador completen la capacidad de aquél, porque
aceptar donaciones, sin ni siquiera necesidad de intervención de sus repre- si bien es capaz para realizarlos, no lo es para actuar en ellos por sí solo.
sentantes legales, si no son condicionales u onerosas (arts. 625 y 626), ejer- La emancipación7 del menor tiene lugar bien por matrimonio bien por
citar sus derechos de la personalidad (art. 162, 1.0), celebrar contratos de concesión (arts. 314, 2.°, 3.° y 4.°, 316 y 317 y ss.).
pequeña entidad para adquirir o enajenar (a título oneroso o gratuito, como La concesión puede proceder:
si le regala a un compañero de juegos un cromo) ciertos artículos propios 1.0 Del que ejerza o de quienes ejerzan la patria potestad.
de su edad o acceder a lugares de recreo adecuados a ésta, o usar deter- 2.° Del Juez.
minados medios de transporte, etc. (véase sentencia de 10 junio 1991).
En los casos de falta de precepto expreso en la ley, el negar o conce- Cuando el menor no estaba bajo patria potestad, sino bajo tutela, la salida de
der al menor capacidad para realizar determinados actos, es cosa que se ha ésta concedida por el Juez, se denomina concesión del «beneficio de la mayor
de realizar, no mecánicamente (como si se dijese: es capaz para todo acto edad» o «habilitación de edad», pero, por lo demás, a nuestros efectos, es igual
para el que no se le niega explícitamente capacidad), sino viendo si, a te- que la emancipación aunque sea designada con otro término, por reservar —como
ya dije— el de emancipación, en sentido estricto, para referirse a la salida de la
nor de los principios en que se inspiran los casos regulados, el no regulado
patria potestad.
cae dentro o fuera del sector de capacistad reconocido (bien como normal,
bien como excepcional) al menor. La emancipación por concesión hace al menor —que ha de tener por
La falta de capacidad de obrar del menor se suple obrando por él (arts. 154, lo menos dieciséis años: C.c., arts. 317, 320 y 321—, como he dicho, de
162 y 267, principio) sus representantes legales, salvo, naturalmente, si se
trata de actos personalísimos, en cuyo caso la realización de los mismos es una capacidad general tan extensa como la de mayor, pero necesita el com-
plemento de la capacidad, o asistencia, consistente en el consentimiento de
imposible absolutamente.
los padres o curador 8, para tomar dinero o préstamo y gravar (o actos equi-
En la esfera en que el menor es capaz, obra él (él celebra el acto), bien valentes, como arrendar en arrendamiento inscribible en el Registro de la
por sí solo (art. 267, in fine), bien —cuando, aun siendo capaz de obrar,
necesita, sin embargo, que su capacidad le sea completada— con asistencia propiedad 9) o enajenar bienes inmuebles o establecimientos mercantiles o
industriales u objetos de extraordinario valor (art. 323).
de quienes tienen sobre él la patria potestad o tutela o el poder protector que
sea (p. ej.: para aceptar donaciones condicionales u onerosas —art. 626—, La extensión de capacidad que experimenta el menor al concedérsele la eman-
para otorgar capitulaciones matrimoniales en ciertos casos —art. 1.329—, cipación, es inmodificable en el sentido de que no cabe, no ya que el concedente
para hacer donaciones por razón de matrimonio —art. 1.338—, etc.). quiera dar al menor una más amplia de la que la Ley fija, sino tampoco que le
otorgue una emancipación más reducida, diríamos, atípica, en la que (con el ar-
6. Capacidad del menor emancipado por concesión.—Como he dicho, gumento de que quien puede lo más, puede lo menos, o de que puesto que está
el menor puede emanciparse antes de alcanzar la mayoría de edad. Entonces, en mano del otorgante no conceder o conceder la emancipación, también puede
del estado de simplemente menor pasa a tener el de menor emancipado. concederla en parte) la capacidad, que se amplía al emancipado, sea más estrecha
La emancipación, y consiguiente nuevo estado, del que es aún menor,
amplía (extiende) su capacidad hasta los límites de la capacidad general El estudio de ella —y de sus diversas formas— se realiza en el Derecho de familia; aquí sólo
plena que se consigue por la mayor edad. Esto quiere decir que, después importan sus efectos en orden a la capacidad.
de la emancipación, será el menor el que obrará, el que celebrará los actos g O si el interés del menor es contrapuesto al de los dos padres (pues si lo es sólo al de uno, ac-
de que se trate 6, y no en su nombre el representante legal (ya que por la túa el otro), en puesto del padre y madre actúa un defensor nombrado por el Juez (C.c,, arts. 163 y
299), y lo mismo si tiene interés contrapuesto el del curador (art. 299).
La presente salvedad entiéndase hecha en adelante, siempre que proceda.
9 Cfr., infra, § 79, núm. 8. Según el artículo 2, 5.°, de la L.H., serán inscribibles: «Los contratos
Poniendo de relieve este obrar (o intervenir él) el menor, aunque haga falta que la asistencia del de arrendamiento de bienes inmuebles y los subarriendos, cesiones y subrogaciones de los mismos», Y
padre, madre o tutor le complete su capacidad, dice la Resolución de 22 mayo 1943 que: «Una inter- véase también la capacidad para dar en arrendamiento en t. II, de esta obra. La reforma del Código ci-
pretación rigurosa de los textos legales acaso exigiera la notificación directa (se trataba de la notifica- vil de 24 octubre 1983 implica la autorización de los padres o del curador para que el menor emanci-
ción de un procedimiento judicial en curso] a la menor emancipada con la asistencia jor(dica de su pa- pado pueda dar bienes en arrendamiento sometido a prórroga forzosa (C.c., arts. 271, 7.0, 272, 4.", y
dre, en vez de la que a éste se hizo como representante legal de su hija...» 290). Cfr. LAR., art. 12.2.

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de la que la ley señala. En ese sentido la Resolución de 31 enero 1935 declaró: blecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor, es pre-
«Considerando que, aun cuando pudiera estimarse conveniente la gradual conce- ciso el consentimiento del otro esposo, si es mayor, y siendo también menor,
sión al menor de facultades en orden al régimen de su persona y bienes que pre- se necesitará, además, el de los padres o curadores de uno y otro (art. 324).
parándole para los actos de la vida civil, evitasen el tránsito brusco de la incapa-
cidad a la capacidad plena, es lo cierto que la emancipación voluntaria concedida Sobre lo dicho hay que señalar una serie de precisiones que han hecho el Tri-
al menor limitada o restringida a actos concretos, no se halla admitida en nues- bunal Supremo o la Dirección General de los Registros. Pero debe advertirse que
tro Derecho positivo, ni puede inferirse de las normas reguladoras de las relacio- como los fallos son anteriores a la reforma del Código civil deben tomarse mu-
nes paterno-filiales: —Considerando, en consecuencia, que si la emancipación con-
tatis rnutandis:
cedida por el padre o madre a los hijos sometidos a su potestad ha de entenderse 1.0 En cuanto a que entre los actos que, no mencionados literalmente en el
con la amplitud establecida por la ley y para todos los actos relativos al régimen artículo 317 45 en el 315 del Código civil, con la expresión «tomar dinero a prés-
de la persona y bienes del menor, salvo los expresamente prohibidos, es evidente tamo, gravar ni vender [art. 317; enajenar, dice el art. 61, pero significan lo mismo]
la imposibilidad de extender tales prohibiciones a supuestos distintos de los le- bienes inmuebles [art. 317; bienes raíces, dice el art. 61]», están, sin embargo, en
gales y muchos menos, como se pretende en el caso debatido, conceder al menor su espíritu, ha dicho el Tribunal Supremo que se hallan: el otorgamiento de aval
una mera facultad adquisitiva que llevaría consigo la instauración de un régimen o fianza, ya que con ellos se comprometen (al menos potencialmente) los inmue-
mixto de emancipación y de patria potestad, término que en nuestro Derecho se bles del menor (sentencias de 27 junio 1941 y 28 septiembre 1968 10) y la adju-
excluyen, puesto que la concesión de la primera es causa de extinción de la se- dicación a un extraño de bienes para pago de deudas (Resolución de 19 noviem-
gunda.» bre 1898). Para la Resolución de 24 febrero 1986 no tiene el emancipado capacidad
legal para ejercer el comercio ni ser factor de una compañía ni administrador de
Puede el menor emancipado por concesión (y entiéndase repetido para una sociedad anónima.
lo que se dice a continuación sobre el menor emancipado por matrimonio) 2.° En cuanto a los actos que caen fuera de la necesidad de consentimiento
contraer toda clase de obligaciones, pero la responsabilidad que por éstas le paterno, materno o del curador, son, obviamente, todos los no comprendidos en
alcance, no podrá hacerse efectiva (sin consentimiento —prestado al con- tales artículos. Pero el Tribunal Supremo o la Dirección General han señalado los
siguientes casos concretos: otorgar poder incluso para enajenación de inmuebles,
traerla o antes de hacer efectiva la responsabilidad— de los padres o cura- ya que el consentimiento paterno no se necesita hasta que el representante con-
dor) sobre sus (del menor) bienes inmuebles o establecimientos mercantiles cierte la venta (Resolución de 26 marzo 1897), criterio, sin embargo, contradicho
o industriales u objetos de extraordinario valor, porque ello equivaldría a por la sentencia de 28 septiembre 1968, según la que el menor emancipado ne-
enajenar éstos sin consentimiento de tales personas, lo que no puede el me- cesita el consentimiento paterno para el otorgamiento de poder para realizar actos
nor hacer. que necesiten tal consentimiento; ser mandatario, a tenor del artículo 1.716 y sin
estarle impedido como tal realizar actos de los comprendidos en el artículo 317,
Para fundamentar estas afirmaciones, véase lo que se dice, así como la juris- ya que éste se refiere sólo a tales actos cuando el menor los realice para sí, y no
prudencia que se cita y el juicio que se emite sobre ella, en el tomo Ti de esta cuando los lleva a cabo para otro (sentencia de 17 enero 1903); representar a sus
obra, Contrato de fianza, Sujetos. hijos para otorgar una partición de herencia (Resolución de 29 noviembre 1901),
que era el acto realizado por la madre en nombre de sus hijos en el caso de la
resolución, pero lo cierto es que ésta dice, con más generalidad, que las restric-
7. Capacidad del emancipado por matrimonio.—La emancipación ciones del antiguo artículo 59 no tenían aplicación al caso, ya que lo que el me-
por matrimonio puede conseguirse desde los catorce años, ya que aunque, nor no puede hacer por sí solo en él, es para sus propios bienes, pero no si obra
en principio, sólo pueden casarse los emancipados (art. 46, 1.°), cabe obte- en representación de sus hijos, doctrina, ésta, que en el fondo tendría coinciden-
nerse dispensa para casarse a partir de los catorce arios (art. 48, 2.°), y se cia con la antes vista sobre realizar como mandatario (representante) para otro lo
queda emancipado por el matrimonio (art. 314, 2.°, y 316). que no puede hacer para sí; posponer hipotecas (Resolución de 20 junio 189811)
El emancipado por matrimonio, aunque sea menor de edad, consigue igual o cancelarlas por haber recibido el pago de la obligación garantizada (Resolución
capacidad que el menor emancipado por concesión, es decir, obra por sí solo de 15 marzo 1902 y actualmente R.H. art. 178, 3.'12); aportar inmuebles a una
en todo, salvo que para tomar dinero a préstamo, gravar o enajenar inmue-
bles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario Pero véase lo que se dice en el t. II, Fianza. Sujetos.
valor necesita el consentimiento de sus padres o de su curador (art. 323). '' Doctrina que no parece aceptable.
'2 Que diciendo hoy que «podrán practicarse las cancelaciones otorgadas exclusivamente por los me-
Eso, si se trata de bienes suyos. Si se trata de bienes conyugales comu- nores emancipados o que hubieren obtenido judicialmente el beneficio de la mayor edad», ha superado
nes a él y su cónyuge, para gravados o enajenados, si son inmuebles, esta- al texto anterior que hablaba de «menores emancipados por concesión del padre o habilitados de edad».

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MANUEL ALBALADEJO § 33 LA EDAD

sociedad (Resolución de 27 julio 1917) 13; practicar la partición de bienes 14 y 9. Referencia a especialidades forales aragonesa y navarra.
rIctificar la misma, es decir, las operaciones particionales '5.
3.° En cuanto al consentimiento que deben dar el padre y la madre, que tal Hay que señalar que en todos los Derechos forales se alcanza la mayoría de
facultad les queda a los que sin la emancipación tendrían la patria potestad, de edad, y, con ella, la capacidad plena a los dieciocho años, como en el común
forma que, siendo como un residuo de ella, no corresponde otorgarlo a quienes (Constitución, art. 12, Compilación aragonesa, art. 6, y ley 50 de la navarra). No
habían perdido aquélla (Resolución de 27 septiembre 1921, que se refiere a caso obstante, son especialidades forales en tema de capacidades por razón de edad en
del antiguo art. 167 según el que pasando la madre a segundas nupcias perdía la Aragón y Navarra, respectivamente, las siguientes:
potestad sobre sus hijos del anterior matrimonio). En Aragón:
4.° En cuanto a las circunstancias del consentimiento que presten el padre y «Tendrán la consideración de mayores los menores de edad desde el momento
la madre o el curador, que puede ser tácito (sentencia de 3 marzo 1911, en la que en que contraen matrimonio» (Compilación, art. 4).
se estimó como consentimiento tácito el que el padre concurrió al contrato como «El menor de edad, cumplidos los catorce años, aunque no esté emancipado,
vendedor juntamente con el hijo), pero que no puede ser un consentimiento ge- puede celebrar por sí toda clase de actos y contratos, con asistencia, en su caso,
neral previo, sino que —como se trata de que el que lo otorga aprecie la conve- de uno cualquiera de sus padres, del tutor o de la Junta de Parientes. Los actos
niencia de la operación— ha de darse caso por caso para percatarse de las cir- o contratos celebrados sin la debida asistencia serán anulables» (art. 5, núm. 1) 17.
cunstancias (Resolución de 13 marzo 1914 y sentencias de 4 noviembre 1925 y Si el menor de catorce años no está emancipado, su representación legal in-
29 septiembre 1968). cumbe a los padres en cuanto ostenten la autoridad familiar (Compilación, art. 14,
núm. 1) o al tutor (C.c., art. 267).
«El mayor de catorce años no emancipado que con beneplácito de sus padres
8. Capacidad del menor que vive con independencia*.—La capaci- o mediando justa causa, viva independiente de ellos, tendrá la libre administra-
dad del menor aumenta cuando viviese independiente de sus padres. Dice, ción de todos sus bienes» (Compilación, art. 5, núm. 3).
en efecto, el artículo 319 que: «Se reputará para todos los efectos, como «El que no haya cumplido dieciocho años necesita, para aprobar las cuentas
emancipado el hijo mayor de dieciséis arios que con el consentimiento de de administración de sus bienes y dar finiquito de las responsabilidades derivadas
sus padres viviere independiente de éstos. Los padres podrán revocar este de la misma, la asistencia y asentimiento de la Junta de Parientes o autorización
consentimiento» 16. Aunque se estime que no es seguro que se trate de ver- judicial» (Compilación, art. 6).
dadera emancipación, lo que sí lo es es que alcanza la capacidad de un En Navarra:
emancipado menor. «El menor emancipado puede realizar por sí toda clase de actos y contratos,
incluso comparecer en juicio, excepto tomar dinero a préstamo, enajenar o gravar
Se requiere: 1.° Vida independiente; que debe entenderse, no como se- bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales, o sus elementos esen-
paración en cuanto al domicilio, sino como vida con autonomía económica ciales, u objetos de valor extraordinario; para estos actos, al igual que para la
(ejercer profesión, tener empleo, administrarse por propia cuenta), aunque comparecencia en juicio que verse sobre los mismos o tenga por objeto bienes de
sea en la casa paterna. 2.°. Con consentimiento (expreso o tácito) del padre las clases indicadas, requerirá la asistencia de uno cualquiera de sus padres o, en
o padres que ejerzan la patria potestad. 3.° Aunque la letra de la ley no su caso, de los Parientes Mayores o del curador. El mayor de dieciséis años que
exige más, es preciso, sin embargo, que la situación de independencia no con el consentimiento de sus padres viva independiente de ellos se considerará
suponga violación, en perjuicio del menor, de los deberes que la patria po- para todos los efectos como emancipado. Los padres podrán con justa causa re-
testad impone a los padres. vocar este consentimiento» '8 (Compilación, ley 66).
En cuanto a los menores no emancipados dice la ley 50, 2.°, que si son pú-
beres, y lo son los mayores de catorce años de uno u otro sexo, tendrán capaci-
dad para los actos determinados en la Compilación, señalando seguidamente (pá-
13 Lo que no creo correcto, porque el bien aportado se enajena, ya que pasa del matrimonio de
rrafo 3.°) que pueden «aceptar por sí solos toda clase de liberalidades por las que
quien lo aporta, al de otra persona, la sociedad. V. la sentencia de 13 diciembre 1982 y las que cita. no contraigan obligaciones, aunque aquéllas contengan limitaciones o prohibicio-
14 Sea de bienes gananciales (liquidación de la sociedad ganancial y división de los mismos), de
herencia o de simple cosa común o comunidad de bienes (Resoluciones de 4 noviembre 1896, 7 enero nes sobre los bienes objeto de la liberalidad», y deduciéndose de la ley 184 que
1907, 30 enero 1911, 1 julio 1916, 28 mayo 1917, 21 febrero 1923 y 21 diciembre 1929). pueden testar.
13 Por el simple razonamiento de que pudiendo hacerlas cabe rectificarlas, al menos por el titular;
no así por los albaceas (cfr. ALBALADE.10, El albaceazgo, 1969, págs. 516 y ss.) por la razón que
concluido su encargo aun con la partición mal hecha, no pueden rectificarla porque ya no son albaceas. '' «Cuando exista oposición de intereses por parte de uno sólo de los padres, la asistencia será
* BERCOVITZ, Rodrigo, «La vida independiente del menor emancipado», en A.D.C., 1972, págs. prestada por el otro. Si la oposición de intereses existe por parte de ambos progenitores o con el tutor
1.083 y as. será suplida por la Junta de Parientes» (art. 5, núm. 2). Véase supra, núm. 6, nota 3.
16 En el mismo sentido el artículo 44 de la Ley de Propiedad intelectual, respecto de la capacidad 18 «Cuando hubiere intereses contrapuestos entre los padres y los hijos bajo su potestad, se re-

para la cesión de derechos de propiedad intelectual. querirá la intervención de defensor judicial» (Ley 64).

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MANUEL ALBALADEJO § 35 EL MATRIMONIO

§ 34 § 35
EL PARENTESCO EL MATRIMONIO*
SUMARIO: 1. El Parentesco. - 2. Parentesco y capacidad. SUMARIO: 1. Efectos jurídicos.-2. Emancipación por matrimonio e incapacidad para
nuevas nupcias.-3. No modificación, por lo demás, de la capacidad de las per-
1. El parentesco.—Estudiar el parentesco, sus clases y grados, es cosa sonas por la contracción de matrimonio.-4. Ninguno de los cónyuges es por ley
que se hace en el Derecho de familia; aquí sólo importa señalar si tiene re- representante del otro.
percusiones en la capacidad del sujeto y que, al menos, la filiación consti-
1. Efectos jurídicos del matrimotdo.—E1 matrimonio es un estado que en-
tuye un estado. cierra un rico contenido de efectos jurídicos, pero no importa ahora sino poner de
relieve, en sus rasgos generales, los que atañen a la capacidad de los casados,
Influencia la tiene, y muy importante, en diferentes materias de Derecho ci- pues los demás se estudian en el Derecho de familia, lugar que es, también, el
vil. Por ejemplo, alimentos entre parientes (C.c., arts. 142 y ss.), patria potestad adecuado para hacer una exposición detallada de aquélla, y de los poderes y de-
(C.c., arts. 154 y ss.), defensa del ausente (C.c., arts. 181 y ss.), instituciones de beres de los esposos, en los diferentes supuestos (normales o anormales) del ma-
guarda (C.c., arts. 215 y ss.), legítimas (C.c., arts. 806 y ss.), sucesión intestada trimonio y en los distintos regímenes patrimoniales o económicos a que aquél
(C.c., arts. 912 y ss.), indignidad para suceder (Cc., art. 756), desheredación (Cc., puede estar acogido.
art. 853). Como se ve, pues, la importancia principal de parentesco se desenvuelve
en el Derecho de familia y en el sucesorio. Pero también, aunque menor, en las
restantes partes del civil. Por ejemplo: «1/ay intimidación cuando se inspira a uno * Parte de la bibliografía que a continuación se relaciona está escrita antes de la ley de 2 mayo
de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave 1975, por lo que ha perdido Vigencia en mucho. No obstante la recojo por ser aún de utilidad en cier-
en su persona o bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o tos aspectos, y me limito a prescindir de otra o más antigua o que conserva menos utilidad.
ascendientes [parientes]» (C.c., art. 1.267, 2.°); se exceptúan de la regulación es- BERCOVITZ, «La capacidad jurídica de la mujer casada en las situaciones anormales del matri-
tablecida en la ley de arrendamientos rústicos los contratos de esta clase celebra- monio», en R.D,P., 1974, págs. 700 y ss.; BONET RAMON, «Los poderes dispositivos de la mujer
casada en el Derecho común», en C.L.N., Secc. 3., 11, 1962, págs. 1 y ss.; BOSCHAN, «La equipa-
dos entre ciertos parientes (LAR., art. 6, 1.»), etc. ración jurídica del varón y la mujer en el Derecho matrimonial europeo», en R.D.P., 1964, págs. 605
Por otro lado, el parentesco es causa de determinadas prohibiciones. Así: ma- y SS.; «Equiparación jurídica de marido y mujer en el Derecho europeo de filiación», en R.D.P., 1966,
trimonio entre ciertos parientes (C.c., art. 47), exclusión de la posibilidad de ser págs. 567 y ss., y «La equiparación jurídica del marido y mujer en el Derecho europeo (Problemas
testigo en testamentos (C.c., arts. 681, 5.°, y 682, 1.°) o de ser instituido en ellos que plantea el Derecho interestatal)», en R.D.P., 1969, págs. 539 y ss.; BOUDON-BRICARD, Sup-
(C.c., arts. 752 y 754), etc. pression de ['incapacité de la fernme maride dans les pays 'mins, 1935; DE LA CAMARA, «Refle-
xiones en torno a la capacidad de la mujer casada». en Estudios Castán, VI, págs. 95 y ss.; CASTAN.
Los derechos de la mujer y la solución judicial de los conflictos conyugales. 1954, y «Los últimos
2. Parentesco y capacidad.—Propiamente, no afecta a la capacidad avances en la condición jurídica de la mujer española», en R.G.L., 1963, I, págs. 5 y SS.; CATEDRA
de obrar, pues no es reducción de la misma la limitación a la libertad de DURAN 1 BAS, Estudios jurídicos sobre la mujer catalana, 1971; DE COM1NGES, «Las mujeres de
España», en Boletín de I. C. de Abogados de Madrid, 1972, págs. 603 y as.; CORTEZO, Situación ju-
disponer de sus bienes que supone el que quien tiene determinados parien- rídica de la mujer casada, 1975; ESPIN, Capacidad jurídica de la mujer casada, 1969; FOSAR, «La
tes (que son herederos forzosos suyos) deba respetar, lo mismo al donar que capacidad jurídica de la mujer casada», en 1975, págs. 271 y ss. y 485 y ss.; «Apéndice al
al nombrar sucesores para después de su muerte, la «legítima» o porción de estudio "La capacidad jurídica de la mujer casada"», en R.C.D.I., 1975, págs. 1.375 y ss., y «Cambio
social y condición jurídica de la mujer casada», en A.D.C., 1974, págs. 695 y ss.; HINOJOSA, La con-
bienes que la ley establece que vaya a parar a éstos', y no pueda tampoco dición de la mujer en el Derecho español antiguo y moderno, 1907; LACRUZ, El nuevo Derecho ci-
dilapidar sus bienes, so pena de ser sometido a cuaratela por prodigalidad vil de la mujer casada, 1975, y La potestad doméstica de la mujer casada, 1963; LETE DEL RIO,
a petición de aquéllos 2 cuando perciban alimentos de él o se encuentren en «Algunas consideraciones sobre la igualdad conyugal», en R.G.L.J., 1967, I, pág. 111; MUÑO Z GAR-
CIA, Las limitaciones de la capacidad de obrar de la mujer casada: 1505-1975, Madrid, 1991; PALA
situación de reclamárselos (C.c., art. 294 y L.e.c., art. 757, núm. 5). MEDIANO, «La promoción de la mujer casada en la Compilación aragonesa y en el Derecho compa-
rado», en Estudios Castán, I, 1969, págs. 291 y as.; PEREZ SANZ, «La situación jurídica de la mu-
jer casada, derechos y deberes de los cónyuges», en Boletín del Col. Not. de Granada, 1976, julio-
agosto, págs. 3 y ss.; RICO PEREZ, «La capacidad de la mujer en el Derecho español: Emancipación
cultural y jurídica», en Pretor, marzo-abril 1975, y ed. separada; SANTOS BRIZ, «La capacidad jurí-
dica de la mujer casada en el Derecho positivo vigente. Líneas básicas de una posible modificación
legislativa», en D.J., 1974, págs. 15 y SS.; SANZ PERNANDEZ, «La situación jurídica de la mujer
Tomo IV, La legítima. casada en el Derecho civil», en Libro-homenaje a Roca Sastre, II, 1977, págs. 751 y ss.; VARIOS, Co-
2 O de sus representantes legales, y si no lo pidieren lo hará el Ministerio Fiscal (L.e.c„ art. 757, ntentarías a las reformas del Código civil, II, 1977; YORIO, «Tratado de la capacidad jurídica de la
núm. 5 in fine). mujer», Bs. As., 1943.

260 261
MANUEL ALBALADEJO § 35 EL MATRIMONIO

2. Emancipación por matrimonio e incapacidad para nuevas nup. diente por su libre voluntad, pues no pueden abandonar el familiar, debiendo
cias.—Como reglas generales relativas a la alteración que por el matrimo- convivir el matrimonio en él.
nio se opeya en la capacidad de la persona (hombre o mujer), tenemos:
1.° La de que la contracción de aquél produce —como sabemos— la En los casos anteriores a la libertad de obrar por sí solo no procede (como
emancipación del que, al casarse, estuviese aún bajo patria potestad (C.c., la emancipación o la imposibilidad de segundas nupcias mientras duran las pri-
arts. 314 y 316); por lo que su estado ' y, consiguientemente su capacidad, meras) del matrimonio en si, sino que sólo existe mientras que éste se halla en
pasan a ser los de persona menor emancipada. circunstancias normales, desapareciendo, aun a pesar de la subsistencia del vín-
2.° La de que el casado no pueda contraer otro matrimonio mientras culo, en caso de separación legal de los cónyuges (en la hipótesis de la adopción,
esté ligado por el primero (C.c., art. 46, 2.°). No es apto para uno segundo cuya regulación detallada se verá en el Derecho de familia, sólo se precisa ad-
vertir aquí que el asentimiento del cónyuge del adoptante, en caso de separación
o pierde al casarse la capacidad para hacerlo de nuevo, mientras que aquél legal no hace falta, art. 177).
subsista, porque nuestra ley acoge la monogamia.
3. No modificación por los demás de la capacidad de las personas 2.° Que la gestión de los bienes conyugales corresponda, en principio,
por la contracción de matrimonio.—Hasta hace poco, en nuestro Derecho conjuntamente a ambos esposos. Lo que no procede de que haya sufrido
la mujer sufría al casarse ciertas restricciones en su capacidad de obrar, res- merma la capacidad de ninguno, sino de los poderes que la ley atribuye a
tricciones hoy suprimidas. cada uno en orden a los bienes comunes. Tema que, por otro lado, no co-
En virtud de ellas, para determinaos actos, que de soltera (o viuda) rresponde estudiarlo en este lugar, sino en el Derecho de familia.
hubiera podido realizar por si sola, de casada, necesitaba licencia de su ma-
rido, o, subsidiariamente, del juez. 4. Ninguno de los cónyuges es por ley representante del otro.
Tal estado de cosas se halla borrado totalmente en el actual texto del
Código civil para el Derecho común, y por el Decreto-Ley de 28 diciem- El tema de que paso a ocuparme no tiene su sede propia en este §, pero lo
bre 1975 para Navarra, que suprimen la autoridad marital, y, consiguiente- toco aquí porque en la práctica conviene conocerlo desde ahora.
mente, la necesidad de licencia para los casos en que era precisa, procla-
mándose en la nueva redacción que se ha dado al artículo 66 que: «El marido No siendo incapaces ni el hombre ni la mujer casados, es claro que no
y la mujer son iguales en derechos y deberes.» Para Navarra, véase la nueva necesitan representante LEGAL. Esto no ya ahora, después de la reforma, sino
redacción de las leyes 53 y ss. de la Compilación Y el artículo 32, 1, de igualmente bajo la ley anterior.
la Constitución proclama que: «El hombre y la mujer tienen derecho a con-
traer matrimonio con plena igualdad jurídica.» Ahora bien, el antiguo articulo 60, 1Y, usaba la desgraciada expresión de que
Cosa distinta de que el matrimonio no produzca, en principio, restric- «El marido es el representante de su mujer», en cuyo significado no tiene interés
ción de capacidad es: entrar actualmente, porque ha sido eliminada por la reforma, pero que, en mi opi-
1.0 Que ciertos actos, que el interesado podría haber realizado por sí nión, a lo más, quería expresar la idea de que como frecuentemente, por su vo-
solo de soltero, requieran, cuando sea casado, el consentimiento de su cón- luntad, la mujer confía al marido sus asuntos, la ley, sin más, estimaba, en prin-
cipio, que los actos en que éste obrase por su esposa, salvo que se dedujese lo
yuge (del marido si los realiza la mujer, o de la mujer si los realiza el ma- contrario para el caso, era porque aquélla le tenía otorgada su representación VO-
rido; con lo que no se apoya, en absoluto, en diferente trato a la mujer que LUNTARIA.
al varón casados) porque afectan a éste de algún modo.
Son casos los siguientes: necesitarse el asentimiento del otro cónyuge
para adoptar (C.c., art. 177), o el consentimiento del marido para que la De cualquier modo, el actual artículo 70 ha venido a introducir en el
mujer pueda ser receptora o usuaria de las técnicas de reproducción asistida tema un nuevo texto clarificador, con cuyo texto, y presupuesto que ningún
cónyuge es representante LEGAL del otro, se especifica la vigencia entre es-
reguladas en la Ley de 22 noviembre 1988 (art. 6, apartado 3); y perder
uno y otro la posibilidad de cambiar de domicilio y crearse uno indepen- posos de la regla de que nadie puede atribuirse la representación de quien
no se la ha otorgado (cfr. art. 1.259). Dice aquel artículo que: «Ninguno de
los cónyuges puede atribuirse la representación del otro sin que le hubiera
' Además de cambiar del de soltero al de casado. sido conferida voluntariamente.»
262 263
MANUEL ALEALADE,J0 § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

Con lo que resulta que se excluye que ostente un cónyuge (y en cuanto /Tiendo, por tanto, dentro del Código civil, la nueva regulación. Pero poste-
más importa en la práctica, el marido la de la mujer) la representación pre- riormente la nueva L.e.c. de 7 de enero de 200 ha derogado los artículos
sunta del otro. reformados, menos tres, sacando la regulación del C.c., e incluyéndola en
El marino la de la mujer, o la mujer la del marido, tendrán la representación
VOLUNTARIA uno del otro cuando se la hayan concedido. Cosa que, sin embargo,
la L.e.c.
no va a suponer grave variación en los casos en que, como ocurre en la actual
sociedad española, el marido actúa por la mujer representándola, pero sin docu- 2. La incapacitación.—Cuando por enfermedad o deficiencia dura-
mento que acredite que aquélla le tiene conferida su representación. Y no va a deras, sean físicas o psíquicas, una persona baja del nivel (que, ciertamente,
suponerla porque, aplicando las reglas generales, la representación puede ser tá- dentro de los límites de normalidad, varía de unas a otras) mínimo admisi-
cita, y, por otro lado, aun sin habérsela otorgado, mediante ratificación, puede ha- ble para poder gobernarse por sí misma a tenor de su estado civil (es de-
cer suyo la mujer el acto que sin poder de representarla celebró para ella su ma- cir, le quepa hacer por sí lo que podría según su estado, p. ej., bien cuando
rido. sea mayor o bien cuando no), la ley establece en beneficio y protección del
interesado, que se le reduzca o limite la capacidad general de obrar, reba-
§ 36 jándosela respecto a la que correspondería al estado civil en que se halla
LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL (p. ej., la capacidad de obrar plena, si es emancipado por mayor edad), ya
DE LA CAPACIDAD NORMAL* que no es apto para poder usarla toda por sí solo.
En efecto, dispone el C.c., artículo 200 que: «Son causas de incapaci-
SUNIARIO: A) Conceptos generales.-1. La reforma de la materia.-2. La incapacitación.— tación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psí-
3. Las ineptitudes, diríamos, de hecho.-4. La necesidad de la incapacitación.-5. quico que impidan a la persona gobernarse por sí misma.»
Reducción de la capacidad normal.--6. Concepto de incapacitación.-7. El caso
de la prodigalidad.—B) Incapacitación por enfermedades o deficiencias persistentes Ingobernabilidad por sí misma, que puede proceder directamente de causa (la
de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí.rnisrna.— enfermedad o deficiencia) psíquica, o de causa física que, a su vez provoque la
8. Las causas de incapacitación y las personas incapacitables.----9. A quiénes co- psíquica que inmediatamente genera la ingobernabilidad (como el sordomudo de
rresponde promover la incapacitación.-10. El procedimiento para incapacitar, y la nacimiento al que su defecto le impidió un desarrollo intelectual normal, por lo
revisión de la incapacitación.-11. La incapacitación afecta al futuro.-12. Alcance que ahora es una persona sin evolucionar), o sólo de causa física (como la inco-
de la incapacitación.-13. Representante legal del incapacitado.-14. Cesación de municación de quien una vez maduro mentalmente, sufre un accidente o enfer-
la incapacitación.-15. Intervalos lúcidos.-16. El internamiento de los presuntos medad que lo deja sordomudo e incomunicado con el exterior, p. ej., por no sa-
incapaces.-17. Medidas cautelares.-18. Exclusión de publicidad.—C) Limitación ber o no poder leer y escribir, con lo que no puede dirigir sus asuntos y quizás
de capacidad por prodigalidad.-19. Concepto.-20. Personas que pueden pedirla.— ni siquiera cabe averiguar su actual estado mental).
21. Personas declarables pródigos.-22. Procedimiento para obtenerla.-23. Exten-
sión de la incapacidad.-24. Actos a que afecta.-25. Cesación.-26. Invalidez de La reducción o limitación de la capacidad general de obrar de quienes
los actos indebidamente realizados por el pródigo solo.—D) El concurso y la quie-
bra.-27. El concurso y la quiebra.
se hallan en tales casos, se llama incapacitación, y se realiza, previo el opor-
tuno procedimiento, en virtud de la sentencia judicial (C.c., art. 199), y no
de otra manera, lo que es garantía de que nadie sea privado de capacidad
A) si no corresponde legalmente.
CONCEPTOS GENERALES Digo que la capacidad se reduce o limita, porque, como después vere-
mos, la incapacitación no puede nunca consistir en despojar a la persona de
1. La reforma de la materia.—La ley de 24 octubre 1983 vino a re- toda su capacidad de obrar.
formar la presente materia, que estaba muy necesitada de ello. La reforma La reducción o limitación son dos formas de incapacitar, y ambas gra-
se produjo, no derogando el Derecho del Código y sustituyéndolo por una duables según pidan las circunstancias del sujeto. Así que, por ejemplo, cabe
ley nueva, sino dando nueva redacción a los artículos de aquél y mante- aplicar una al loco, y otra al sólo débil o retrasado mental. Y cabe también
que la que se aplique lo sea en grado mayor o menor.
* E1SSER, «Die Entmündigunsgründe nach deutschen Recht», en Arch. f, d. c. Praxis, 1941 (26),
La reducción consiste en recortar (en el grado y con la extensión que
págs. 219 y as.; GORDILLO, Capacidad, incapacidad y estabilidad de los contratos, 1988. convenga en el caso) capacidad a la persona que sufre la enfermedad o de-

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MANUEL ALBALADEIO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

ficiencia persistente que le impide gobernarse por sí misma, así que se le forma cerrada (art. 708)1, el sordo o el mudo no pueden ser testigos en los
despoja de parte de la capacidad que le correspondería de estar sano, y se testamentos (art. 681, 2.°).
encomiendan a otra persona que, salvo que proceda la patria potestad pro-
rrogada (art. 171), lasa a ser su tutor y representante legal, las facultades Lo que parte de la doctrina considera como incapacidad de los ciegos y sor-
de que se priva al incapacitado, de modo que no es éste, sino el tutor, quien dos para ser testigos en las cosas cuyo conocimiento depende de la vista o del
en adelante la ejerce, obrando en nombre de aquél. oído, no es sino mera imposibilidad que procede, no de no poder testificar (ser
La limitación consiste en que al enfermo o deficiente se le mantiene incapaz para dar testimonio), sino de no haber podido percibir —por la vista o el
oído— la cosa sobre la que el testimonio se pide. Por eso, en principio, nada obsta
toda la extensión de capacidad que tenía y se deja que siga siendo él quien a que sea testigo quien ciego o sordo actualmente, no lo estaba cuando aconteció
ejerza las facultades que le correspondían y continúan correspondiéndole, el hecho.
pero en vez de permitirle obrar por sí solo, se le impone que en el sector
o asuntos que sea (los demás quedan como antes, pudiendo actuar en ellos 2.° Que cuando, por la causa que sea, y consista o no en perturbación
por sí solo) lo haga con intervención de otra persona, llamada curador, que mental persistente, la persona se halla en situación en que no goza de en-
asintiendo o aprobando lo que el incapacitado realiza, complete la capaci- tendimiento y voluntad adecuados al caso, el acto que realice en tal estado
dad que se dejó a éste, que alcanza al caso, pero necesita la coadyuvación es inválido, ya que se pone por obra faltando el entendimiento y la volun-
de su curador, de modo que el acto sólo vale ejecutado por el incapacitado tad necesarios, y el acto, para serlo, requiere éstos 2. Razón por la que el
con el parecer favorable o aquiescencia e 1 curador. g Derecho rechaza que esté en condiciones para celebrarlo válidamente quien
carece, de forma permanente o transitoria, de los mismos.
3. Las ineptitudes, diríamos, de hecho*.—Aparte de la vista inca- Cuando la perturbación existe, no importa cuál sea su causa (demencia,
pacitación mediante sentencia judicial por enfermedad o defecto físico o men- intoxicación, fiebre), pues únicamente interesa la ausencia de entendimiento
tal persistente que impida gobernarse por sí mismo, hay: y voluntad adecuados, lo mismo que es tal ausencia la que también inte-
1.0 Que otros defectos o enfermedades físicos no afectantes ni al es- resa en otros casos, aunque no haya perturbación mental (p. ej., sonambu-
tado civil ni a la capacidad general de obrar, únicamente originan incapa- lismo, hipnotismo).
cidades especiales, que no precisan ser objeto de declaración judicial, para
aquellos actos cuya realización requiere la aptitud física de la que la enfer- Lo anterior no es dudoso, y el Código en varios casos concretos requiere en-
medad o defecto privó. tendimiento y voluntad del sujeto para la validez del acto. Por lo demás la ter-
minología que utiliza no es uniforme. Así: artículo 663: «Están incapacitados para
testar... 2.° El que accidental o habitualmente se ha hallare en su cabal juicio» >.
También son tenidos en cuenta los defectos físicos con fines que no impor- Artículo 1.261: «No hay contrato sino cuando concurran los requisitos siguientes:
tan ahora porque no atañen a la capacidad. Por ejemplo, para exigir en la cele-
1.° Consentimiento de los contratantes...» (que falta si uno está perturbado). Ar-
bración del acto de la persona que los padezca otros requisitos o requisitos más tículo 681: «No podrán ser testigos en los testamentos:... 4.° Los que no estén en
numerosos de los que se precisan por general. Así: a tenor del Código civil, el
Su sano juicio.», etc.
ciego puede otorgar testamento abierto, pero al otorgamiento deberán concurrir tes-
tigos (art. 697). Requisitos especiales se establecen, asimismo, por el Código ci-
vil para el testamento del sordo en ciertos casos (art. 697) y del que no pueda Ahora bien, como quiera que, en principio, se presume la capacidad de
expresarse verbalmente, pero sepa y pueda escribir (art. 709). Las enfermedades, obrar de la persona (a tenor de su estado civil), habrá que probar caso por
según lo que menoscaben a quien las sufre, sirven también para excusarse de la caso la realización del acto sin entendimiento o sin voluntad, es decir, que
tutela (art. 251, 1.°) o pueden impedir ser tutor (art. 244, 1,°), etc. se realizó en estado de perturbación y que tal perturbación excluía aquéllos.

He aquí incapacidades especiales procedentes de defectos físicos: el ciego


Así, pues, no les resulta afectada su capacidad para testar, sino que les resulta impedido el uso
no puede ser testigo en los testamentos (C.c., art. 681, 2.°), ni testar en de una determinada forma testamentaria.
2 Cosa que señala acertadamente la jurisprudencia. Así sentencias como las de 11 diciembre 1962
y 30 noviembre 1968. Ver también sentencia de 1 febrero 1986. A pesar de que a veces diga, como en
* CASTIGLIONI, «Condizione giuridica degli incapaei non dichiarati», en R.D.C., 1942, págs. 141 la sentencia de 7 octubre 1987, que es capaz el no incapacitado, para zanjar casos de aptitud mental
y ss.; PRADEL, La caudillo,' civil da malade, 1963.
discutida.
Y también parte de la bibliografía recogida infra, apartado B), en nota *. 3 Sobre apreciación de esta incapacidad, sentencias de 10 abril 1987 y 18 marzo 1988.

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MANUEL ALBALADEJO 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

Como dice, por ejemplo, la sentencia de 21 enero 1972, aplicando la regla En conclusión: la persona incapacitada pasa a tener un nuevo estado ci-
de presunción de capacidad expuesta al caso de un mayor de edad, «la presun- vil, en el que tiene una menor capacidad y está sometida a un guardador.
ción normal es que toda persona mayor de edad goza de la plena capacidad de
obrar, mientras que no le demuestre que está privado de razón o de sentido». Tam- 5. Reducción o limitación de la capacidad normal. Se ha visto que, —

bién las de 28 junio 1974, 18 marzo 1988, 19 febrero 1996 y la Resolución de 1 aunque más amplia la de unos que la de otros, tanto los mayores de edad,
diciembre 1987.
como los menores (emancipados o no), tienen una esfera de capacidad de
obrar, que se les concede por estimados aptos para realizar los actos a que
La prueba de haberse realizado el acto sin entendimiento o voluntad aquella esfera abarca. Ahora bien, si concurren ciertas circunstancias (en-
puede conseguirse mediante presunciones. fermedad o deficiencia persistente de carácter físico o psíquico que impide
al interesado gobernarse por sí mismo, prodigalidad) que no se dan en el
Por ejemplo, se prueba que la perturbación excluyente de los repetidos en-
tendimiento y voluntad, existía antes y después del acto, y que es de naturaleza sujeto (mayor o menor) normal, es conveniente reducir o limitar la capaci-
permanente. Sin embargo, no siempre cabe excluir la posibilidad de un intervalo dad concedida, ya que si es oportuno que el sujeto normal mayor de edad
lúcido, y cuando sea procedente presumir la existencia de éste, el que propugna sea totalmente capaz para gobernar su persona y bienes, y que el sujeto nor-
la nulidad del acto será quien haya de probar su inexistencia (que también puede mal menor de edad pueda realizar ciertos actos por sí solo, no lo es, sin
deducirse por presunciones). embargo, que uno u otro sigan teniendo la misma capacidad, si se hallan
en aquellas vistas determinadas situaciones.
Por lo demás, aunque la perturbaci8n no sea transitoria, sino perma-
nente, si el que la padece disfruta de intervalos lúcidos, siendo, como es, 6. Concepto de incapacitación. Como ya dije se llama incapaci-

capaz por no estar incapacitado, nada obsta a la validez de los actos que se tación a la reducción o limitación de la capacidad de obrar, que, con arre-
realicen durante ellos. glo a su estado, tiene el sujeto normal (la incapacitación, sin embargo,
no sólo reduce la capacidad de la persona, sino que cabe le prive tam-
4. La necesidad de la incapacitación. Mas, cuando se trata de en-

bién de poderes que tuviese sobre otras personas o respecto de bienes
fermedades o deficiencias, sean de carácter físico o psíquico, persistentes ajenos). Tal incapacitación se basa en las vistas causas fijadas por la ley
que impidan a la persona gobernarse por sí misma, en la práctica, sería un fija, y se realiza —como ya he dicho antes— después de seguirse el opor-
sistema sumamente inconveniente el de dejar la validez de los actos some- tuno procedimiento, mediante un fallo judicial. Este, al declarar incapaz
tida a la necesidad de una controversia para cada caso y, por otro lado, no al sujeto, modifica su estado civil, constituyéndolo en uno nuevo: el de
se puede tampoco desatender ni a la persona ni a los intereses del sujeto incapacitado 3bis. Antes de dicho fallo, la eficacia jurídica de los actos de
que padece el mal, y que, debido a él, no puede valerse por sí. Por eso, la aquél, cayendo dentro del círculo de su capacidad dependía (en cuanto
ley establece: ahora importa) de que se hubiesen realizado consciente y voluntariamente,
A) Que además de motivar la nulidad del acto pasado —si, cuando y por ello eran válidos, por ejemplo, los realizados por un anormal, no
se verificó, se carecía de entendimiento o voluntad, es decir, de las condi- incapacitado, en un intervalo de lucidez. Después del fallo, suprimida o
ciones psíquicas necesarias para realizarlo— es —como hemos visto— causa limitada por éste, la capacidad de obrar en el sector que sea, el acto, si
de incapacitación para el futuro —es decir, causa para que se prive per- cabe en el sector de capacidad suprimida o limitada, es inválido, aunque
manentemente de capacidad de obrar en adelante— el padecimiento de en- se realice en un momento de lucidez. Y, si se realiza en estado de per-
fermedades o deficiencias físicas o psíquicas (aunque se tengan intervalos turbación, es inválido (nulo), por falta de entendimiento y voluntad, ade-
lúcidos, agregaba el antiguo artículo 200, 2.°, y sigue siendo lo mismo, más de inválido (anulable), por proceder de un incapacitado. Esta segunda
aunque no lo diga el texto actual), cuando impida a la persona gobernarse causa de invalidez la motiva, pues, la incapacitación, y la perturbación
por sí misma. mental (cuando la incapacitación proceda de ésta) sólo es simple funda-
B) Que a los incapacitados por tal razón (cualquier otra no importa- mento para pedir aquélla.
ría ahora) se les someta a guarda legal.
Este segundo punto se tratará en el Derecho de familia; ahora sólo im- 31" La sentencia que establece la incapacitación es constitutiva, es decir, es ella la que hace inca-
porta examinar el primero. paz a la persona: sentencia de 27 enero 1998.

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Fir § 36 LA INCAPAC1TACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD
MANUEL ALB ALA DEJO

Eso es lo que pienso. Pero venía existiendo, sin embargo, otra opinión 2.° Es la que acoge el Código civil, lo mismo que, en otras ocasio-
aunque cada vez menos profesada, según la que: nes, marca un momento fijo a partir del que se es capaz, prescindiendo de
1.0 El acto realizado con carencia de entendimiento y voluntad por la que de hecho exista o falte, en los casos concretos, la aptitud que normal-
causa que sea, es, desde luego, nulo; y, por tanto, lo mismo lo es si quien mente sólo se da cuando aquel momento llega (así, desde los catorce arios
lo celebra es una persona cuerda (que, p. ej., atraviesa un momento de de- se puede testar —C.c., art. 663, 1.°—, aunque, ciertamente, puede el sujeto,
lirio febril, o de embriaguez; etc.) que una perturbada mentalmente, esté o en su caso concreto, percatarse, antes de los catorce arios, del alcance del
no incapacitada judicialmente. testamento).
2.° Mas, la incapacidad por enfermedades o deficiencias (así, por ej.,
Que es el sistema de nuestro Código la incapacidad procede del fallo judi-
locura o demencia) no procedería la de incapacitación judicial, sino del he- cial que incapacita, se apoya, además de lo dicho, en que:
cho de la perturbación en sí, de modo que, por ejemplo, es incapaz el loco 1.0 Dtspués de la reforma de 24 octubre 1983, los nuevos artículos 199 y
por estar de hecho loco, aunque no haya sido incapacitado; y la incapaci- ss. no parece que dejasen (ni los de la L.e.c., 756 y ss., que han venido a susti-
tación se limita a constatar judicialmente tal incapacidad y a establecer, desde tuirlos) duda de que la incapacidad del incapacitado procede del fallo judicial de
que recae, la presunción de que el sujeto que la sufre está loco de hecho. incapacitacán. Lo que ha venido a ser reforzado por la reforma del artículo 1,263,
De la que he sostenido, esa segunda opinión expuesta, no difiere en lo 2.°, cambiando lo que decía antes, «locos o dementes», por lo que dice ahora, «in-
relativo a que el acto otorgado con carencia de entendimiento y voluntad es capacitados», y por la afirmación que hace la jurisprudencia de ser constitutiva la
nulo, cualquiera que sea la causa de tal carencia, y proceda del sujeto (loco sentencia Ce incapacitación. V. nota 3bis.
2.° Y eso mismo ya había antes de la reforma preceptos antiguos del propio
o no, incapacitado o no) que proceda. Pero sí difiere en cuanto a que, con-
Código que lo implicaban, y, no modificados, lo siguen implicando. Así el artículo
siderando causa de la incapacidad el estado de locura, y no la declaración 1.301 penúltimo párrafo, que al fijar el plazo para impugnar el acto inválido de in-
judicial de incapacitación, y deduciendo de ésta la simple presunción de que capacitado, marca su comienzo por la salida de éste de la tutela (la que sólo existe
el incapacitado no está cuerdo, ha de llegar lógicamente a las conclusiones si el sujeto estaba incapacitado, y no por su mera perturbación de hecho).
(discrepantes de las que se siguen de la opinión que profeso) de que: A) 3.° En el caso de la prodigalidad, la «incapacidad antes y después de la re-
Los actos que realice el perturbado (aparte de que sean nulos si se demuestra forma, procede sin duda de la incapacitación, y no apareciendo de la ley que el
que no proceden de persona con entendimiento y voluntad) son inválidos sistema, en cuanto ahora importa, sea distinto para el de incapacitación por las
(impugnables) por ser su autor, aunque no esté incapacitado, incapaz por el causas del artículo 200, no hay razón para estimar que lo es.
hecho de estar loco. B) Los actos que realice un incapacitado judicialmente, 4.° Si el Código civil ha adoptado el sistema más natural, digamos, de aten-
der, no a la incapacitación, sino al estado real del sujeto, no se comprende por
puesto que por estar incapacitado, no es incapaz, sino que sólo se le pre-
qué, en la misma línea, no ha admitido que en intervalo lucido pueda otorgar cual-
sume, son válidos, si se demuestra que aunque no se le hubiese levantado quier clase de acto. Cosa que no ha hecho para los actos para los que priva de
la incapacitación, sin embargo, había recobrado la razón cuando los realizó. capacidad al incapacitado (el art. 1.263, 2.°, no exceptúa de la privación de ca-
Estas dos conclusiones, que se deducen de la opinión que combato, pa- pacidad les intervalos lucidos). Y cuando permite otorgar algún acto en intervalo
recerían más naturales, en cuanto que atribuyen la invalidez (impugnabili- lucido (así, testar: art. 665), es porque, como se verá después 4, la incapacitación
dad) del acto al verdadero estado del sujeto (estar loco de hecho), mientras no priva al incapacitado de capacidad para celebrar ese acto.
que la opinión que defiendo parecería más artificiosa, en cuanto que la im- Por último, el apoyo puramente literal que la opinión que combato parece te-
pugnabilidad la liga al hecho de haber recaído un fallo judicial incapacita- ner en algunas expresiones del Código civil: A) Habría de ceder ante los anteriores
argumentos. B) Bastaría para explicarla la imprecisión de la terminología de nues-
dor, siendo así que, en última instancia, este fallo tiene por razón de ser el
tra ley. C) Aun si dicho apoyo no lo destruyesen estas dos razones, quedaría des-
que efectivamente existía un estado de locura. virtuado al poner en relación con otros los artículos en que se usan tales expresio-
No obstante, entiendo que esta opinión que defiendo: nes, de cuya relación se deduce que éstas no significan realmente que se sea incapaz
1.0 Es preferible prácticamente, ya que, mediante el fallo incapacita- por el simple hecho de hallarse, por ejemplo, en estado de perturbación mental 5.
dor, deja tajantemente deslindada la capacidad de la incapacidad. Evitándose
así cuestiones y pruebas más o menos seguras, sobre si el sujeto no cele-
Números 12 y 15.
bró o sí el acto en estado de perturbación, es decir, si era capaz o no al re- 5 Así, relacionando el artículo 1.263 con el 1.301 se ve por el párrafo penúltimo de éste, que los
alizarlo. Las cuestiones se evitan porque se es capaz antes del fallo, y des- locos o dementes que no pueden prestar consentimiento del apartado 2.° de aquél, son los que están in-
pués, no, y basta aportar el fallo para demostrarlo. capacitados judicialmente (véase lo dicho en el texto supra, sub 2.° anterior). Si bien no es menos cierto

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

Hasta aquí la polémica en el plano de la legislación. En cuanto a la juris- No obstante todo ello, la prodigalidad de algún modo da lugar a una
prudencia, cabe aducir sentencias en apoyo de ambas tesis, aunque sólo sea por- cierta clase de incapacitación, en cuanto es innegable que al declararlo pró-
que acogen literalmente o presuponen una u otra. Así las de 10 marzo 1960 y 21 digo se le limita su capacidad normal, lo que no sólo puede llamarse inca-
enero 1972 apoyarían que la incapacidad procede del estado de hecho de pertur- pacitación dando a esta palabra el sentido tanto de reducción como de li-
bación mental, mientras que la de 21 octubre 1897 parte de la base de que la in-
capacidad procede de la incapacitación, también la de 6 julio 1987, pero lo que mitación de la capacidad, sino que admitido que en verdad la incapacitación,
pasa es que cuando no es segura la perturbación mental el Tribunal Supremo corta rigurosamente hablando, puede consistir en limitar la capacidad del incapa-
por lo sano diciendo que el sujett es capaz si no está incapacitado. No es acla- citado sometiéndolo a curatela, es evidente que la prodigalidad da lugar a
ratoria la sentencia de 21 mayo 1984. una situación tan de incapacitación como la que pesa sobre los incapacita-
De todos modos, por lo general, las expresiones que utiliza la jurisprudencia dos sometidos a curatela.
al respecto no pueden ser decisivas ni sobre la terminología empleada en ellas se
pueden levantar argumentos, por (aparte de otras) dos principales razones, la de
que aquéllas no están usadas con vistas a resolver en el tema, y la de que ésta B)
cabe atribuirla a la imprecisión del léxico imperante en el mismo, de la que la INCAPACITACION POR ENFERMEDADES O DEFICIENCIAS
primera que participa es la propia ley. Aunque, de cualquier manera, la jurispru- DE CARA CTER FÍSICO O PSÍQUICO QUE IMPIDAN
dencia hablase mil veces de que es incapaz el no incapacitado, con tal de que esté A LA PERSONA GOBERNARSE POR SI MISMA*
perturbado, ello podría atribuirse también a que, como en el caso del Código, el
término «incapaz» designa asimismo al que, siendo en rigor capaz, «no está en
condiciones» (como no lo está el perturbiklo) de realizar el acto que sea. 8. Las causas de incapacitación y las personas incapacitables.-
Como ya he dicho y repetido: «Son causas de incapacitación las enferme-
7. El caso de la prodigalidad.-Además de la incapacitación por en-
fermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que im- * AIMONETTO, L'incapacita dell'imputato per infermita di mente. Milán, 1992; ALBERCA, «La
pidan a la persona gobernarse por sí misma, hay otra figura que es la de incapacidad de obrar. Bases científicas del peritaje psiquiátrico», en Symposium de psiquiatría forense,
limitación de la capacidad por prodigalidad. Respecto a ella se puede de- C.S.1.C., 1958, págs. 47 y SS.; AGUNDEZ, «La incapacidad del enajenado. Concepto, declaración y rein-
tegración», en R. D. Proc., 1958, págs. 309 y ss.: AUDIBERT, De la folie et de la prodigalité, 1892;
cir: BERCOVITZ, Rodrigo, La marginación de los locos y el Derecho civil, 1976, y en C.C.J.C., núm. 33,
1.0 No es la prodigalidad una enfermedad, sino una conducta econó- 1993, pág. 973, Problemas en torno a la incapacidad y el fallecimiento de los ancianos institucionales,
Madrid, 1988, «La protección jurídica de la persona en relación con sun internamiento, etc.», en A.D.C.,
micamente desarreglada. 1984, págs. 953 y ss., y «La incapacitación de las personas afectadas por enfermedades mentales cró-
2.° No provoca una limitación de la capacidad en interés del que la nicas de carácter cíclico», en P.J., 1986, septiembre, núm. 3; BRUNSW1G, Die Handlungsfühigkeir des
sufre, sino en el de sus familiares que luego veremos. Geistenkraken, 1902; CAPOZZI, Incapaci e impresa, Milán, 1992; CARRETERO, La problemática ju-
3.° Limita la capacidad, no la reduce (véase supra, núm. 2), así que rídica de los subnormales en España, 1977; CUTILLAS, «Consideraciones sobre el intercambio de pre-
suntos incapaces», en La Ley, 198811, págs. 875 y SS.; DE CASTRO, «Incapacitación del imbécil», en
es paralela a uno sólo de los tipos de incapacitación. A.D.C., 1948, págs. 291 y ss.; DELGADO ECHEVERRIA, en C.C.J.C., núm. 5, 1984, pág. 1569; DE-
Por su parte, ya la reforma del Código civil de 1983 ha querido poner PARTAMENTO DE DERECHO CIVIL DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID, La si-
tuación jurídica de los deficientes mentales en el Derecho español. 1975; FERNANDEZ MART1N GR A-
de relieve que la prodigalidad que antes se consideraba causa de incapaci- NIZO, «La incapacidad de los locos ¿es susceptible de graduación en nuestro Derecho positivo?», en
-

tación, no lo es hoy, que sólo da lugar a sumisión a curatela5bis necesitando R.G.L.J., 1967, t. 222, págs. 213 y ss., y La incapacitación y figuras afines, 1987; GARCIA-RIPOLL
del consentimiento del curador los actos del pródigo que la sentencia de MONTIJANO, en C.C.J,C., núm. 36, 1994, pág. 1051, y La protección del enfermo mental o incapa-
citado, Barcelona, 1991; GETE ALONSO, en C.C.J.C., núm. 28, 1992, pág. 179; GIUNTA, Incapacitó
prodigalidad determine. di agire (Interdizione, inabilitazione, incapacita natural!), 1965; GE1 .PROY, La condirían civile du ~-
-

Ese propósito de la ley está claro, y también es cierto que la nueva Jade mental el de l'inadapté, 1974; KANZ: Legal rights of citizens with mental retardation, 1989; KRAFFT-
L.e.c., artículos 756 y ss., distingue entre incapacitación y declaración de EBBING, Die zweifelhaften Geisteszustánde, 1899; LACABA SANCHEZ, «Internamiento de incapaces:
problemática del artículo 211 del Código civil», La Ley, 1993-4, pág. 1012; LETE DEL RIO, en Co-
prodigalidad. mentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alaban, t. IV, 2, ed.,
1985, pág. 159; LOPEZ VILLAS, «Algunas consideraciones sobre la protección jurídica de los dismi-
nuidos físicos, psíquicos y sensoriales», Homenaje Beltrán de Heredia, Salamanca, 1984, pág. 441; MAR-
que tampoco pueden prestarlo los que no lo están, pero éstos no por razón de ser incapaces, sino de TINEZ DE AGUIRRE, «En torno a la enfermedad mental fásica como causa de incapacitación; régi-
carecer de entendimiento y voluntad cuando la locura les tiene privados de ellos. Ver sentencia de 1 fe- men y consecuencias (Comentario a la S.T.S. de 10 febrero 1986)», A.D.C., 1987, pág. 715; MATEO,
brero 1986 y Resolución de 1 diciembre 1987. «El íntemamiento de los enfermos o deficientes psíquicos», en A.C., 1986, págs. 1.761 y ss.; MOLI-
5bi' Como sigue diciendo el C.c., art. 286, 1°, aunque la nueva L.e.c., arts. 756 y ss., sólo habla NAS, Incapacidad civil de los insanos mentales, Buenos Aires, 2 vols., 1948; MONTARCE, «La inca-
de «persona que debe asistir al'pródigo». pacidad civil de los alienados», Bs. As., 1929; MONTSERRAT VALER°, «Notas sobre la eficacia ju-

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8IAlNliiI3L.A.1.111.7111AICIE110 § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

dades .o deifildencias perisilt4tra1iites lie :carácter [1:11:10} o :pstIguico uie konlidan nisterio Fiscal deberá promover la incapacitación si las personas menciona-
;a :la 'persona .grobernarse .par :sí misma» .:(atrt. 200). das en el apartado anterior no existieran o no la hubieran solicitado».
Basta 'gut [la 'enfermedad ,o dernsiencia !sean idurailleras, lán que se aquieta que «Cualquier persona está facultada para poner en conocimiento del Ministerio
• Ifien linar n lun ,estado permanente 'consume, ocu-ao atando .se, Fiscal los hechos que puedan ser determinantes de la incapacitación» (L.e.c., art.
sufre una que sólo periódicamente produce la alteración. Véase la seutencias de 757, 3, primera parte). «Las autoridades y funcionarios públicos que, por razón
10 febrero 1986 y 26 julio 1999 de sus cargos, conocieran la existencia de posible causa de incapacitación en una
El carácter duradero hay que entenderlo obviamente como que vaya a seguir persona, deberán ponerlo en conocimiento del Ministerio fiscal» (L.e.c., art. 757,
afectando, o sea «como de permanencia hacia el futuro» y no porque haya du- 3, segunda parte).—«Cuando el Tribunal competente tenga conocimiento de la exis-
rado. V. sentencia de 19 febrero 1996. tencia de posible causa de incapacitación en una persona pondrá el hecho en co-
La no gobernabilidad por sí mismo puede ser más o menos acentuada, sin ne- nocimiento del Ministerio fiscal, para que promueva, si lo estima procedente, la
cesidad de ser absoluta. Para acoplar a cada caso el grado de incapacitación está incapacitación (L.e.c., art. 762, núm. 1).----«El Ministerio Fiscal podrá también, en
el artículo 210. Véase la sentencia de 31 octubre 1994. cuanto tenga conocimiento de la existencia de posible causa de incapacitación de
una persona solicitar del Tribunal la inmediata adopción de las medidas a que se
Nadie puede ser declarado incapaz sino por esas causas y en virtud de refiere el apartado anterior.—Las mismas medidas podrán adoptarse de oficio o a
sentencia judicial después de seguido el procedimiento que luego veremos instancia de parte en cualquier estado del procedimiento de incapacitación (art.
(art. 199). 762, 2).—Como regla las medidas a que se refieren los apartados anteriores se
No solamente pueden ser incapacitados los mayores de edad, sino tam- acordarán previa audiencia de las personas afectadas 51er (art. 762, núm. 3). La in-
capacitación de los menores prevista en el artículo 201 C.c., sólo podrá ser pro-
bién Tos menores, emancipados o no. Dice el artículo 201 que: «Los me- movida por quienes ejerzan la patria potestad o la tutela (L.e.c., art. 757, 4).
nores de edad podrán ser incapacitados cuando concurra en ellos causa de
incapacitación y se prevea razonablemente que la misma persistirá después 10. El procedimiento para incapacitar y la revisión de la incapa-
de la mayoría de edad.»
citación.—E1 procedimiento de incapacitación será el juicio verbal (L.e.c.,
art. 753). Su estudio corresponde al Derecho procesal. Pero quizás conviene
Salvo esos tres artículos 1999, 200 y 201, el resto de los que regulaban en
el C.c., 202 a 214, el procedimiento a seguir para incapacitar y otros extremos de señalar aquí que el presunto incapaz puede comparecer en el proceso con
la figura han sido derogados por la nueva L.e.e., disposición derogatoria única, su propia defensa y representación (L.e.c., art. 758, 1).
número 2, 1.°, regulando hoy la materia esta Ley en sus artículos 756 y ss.
La intervención del Ministerio Fiscal es necesaria siempre, bien porque sea
9. A quiénes corresponde promover la incapacitación.—Dice la él quien defienda al presunto incapaz que no lo haga por sí, bien porque él haya
sido el promotor del proceso. Si lo hubiere promovido, se designará un defensor
L.e.c., artículo 757, números 1 y 2: «La declaración de incapacidad pueden judicial al presunto incapaz, a no ser que ya estuviere nombrado. En los demás
promoverla el cónyuge o quien se encuentre en una situación asimilable, los casos será defensor el Ministerio público (L.e.e., art. 758). Pero aun en cualquier
descendientes, los ascendientes o los hermanos del presunto incapaz. El Mi- otra hipótesis será parte en el proceso el Ministerio Fiscal (L.e.c., art. 749).

rídica de la inscripción de la sentencia de incapacitación en el Registro Civil», R.D.P., 1990, pág. 671; «El Tribunal, además de las pruebas que se practiquen oirá a los pa-
O'CALLAGHAN, «La incapacitación», en A.C., 1986, págs. 1 y as.; OLIVEIRA SILVA, «0 homem e rientes más próximos del presunto incapaz, examinará a éste por sí mismo,
as suas perturbagoes mentais no Direito civil portugues», en R. Ordm dos Abogados, 1962, págs. 82 y y acordará los dictámenes periciales necesarios o pertinentes en relación
as.; ORTEGA, «Examen de algunas cuestiones prácticas en relación con las declaraciones de incapaci-
dad y de reintegración a la capacidad de los inhábiles y de los locos o dementes», en R.G.L.J., 1942, con las pretensiones de la demanda y demás medidas previstas por las le-
I, págs. 504 y as.; PALOMAR BARO, «Enajenación mental», en VIII, 196, págs. 417 y SS.; PE- yes. Nunca se decidirá sobre la incapacitación sin previo dictamen pericial
CES MORATE, «Problemática del internamiento judicial de enfermos psiquiátricos», en A.C., 1986, médico, acordado por el tribunal.-2. Cuando se hubiera solicitado en la
págs. 2.429 y SS.; DE LA PLAZA, «El régimen procesal de la declaración de incapacidad», en R.D.P.,
1946, págs. 897 y ss.; RAISON, Le statut des incapables mineurs et majeurs aprs la loi de 14-X11-64 demanda de incapacitación el nombramiento de la persona o personas que
et de la de 3-1-68, 1969; REBUITATI, «Interdizione», en N.D.I., VII, 1938, págs. 8 y as.; REYES, hayan de asistir o representar al incapaz y velar por él, sobre esta cuestión
«Audiencia del Consejo de familia en el proceso de incapacitación», en R.G.D., 1953, págs. 266 y ss.; se oirá a los parientes más próximos del presunto incapaz, a éste, si tu-
MERA, «Algunas cuestiones sobre el internamiento de los enfermos mentales», en R.J.C., 1991, págs. 171
y as.; RUSSO, La protezione giuridica dell'insuficiente mentale, 1990; SAURA MARTINEZ, Incapaci-
tación y tuición, Madrid, 1986. 5' Para ello será de aplicación lo dispuesto en la L.e.c., arts. 734 a 736.

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

viera suficiente juicio, y a las demás personas que el tribunal considere Cuando proceda las sentencias y demás resoluciones judiciales sobre incapa-
oportuno.-3. Si la sentencia que decida sobre la incapacitación fuere ape- citación se comunicarán de oficio a los Registros civiles para la práctica de los
lada, se ordenará también de oficio en la segunda instancia la práctica de asientos correspondientes (L.e.c., art. 755, D. Pero la inscripción o anotación en
el Registro Civil no es constitutiva. Si bien es obligatorio hacerla, el estado civil
las pruebas preceptivas a que se refieren los apartados anterioresde este ar- de incapacitado se tiene desde la sentencia, aun sin que se haya practicado la ano-
tículo». tación o inscripción, aunque, a falta de éstas, no pueda perjudicar a tercero.
El examen por el Juez mismo del presunto incapaz tiene alcance cons-
titucional (Const., art. 10). «A petición de parte se comunicarán también a cualquier otro Registro
público a los efectos que en cada caso proceda» (L.e.c., art. 755, 2).
Según la sentencia de 20 febrero 1989, el artículo 208 del Cc. (hoy 759
L.e.c.) impide que el juez se contente con el informe pericia', sin examinar per-
sonalmente al presunto incapaz. Caso contrario se incurriría en infracción de las 11. La incapacitación afecta al futuro.—La incapacitación afecta sólo
reglas de procedimiento con resultado de indefensión. También sentencias de 12
al futuro: se produce a partir de la sentencia que la declara; y los actos del
junio 1989, 20 marzo y 31 diciembre 1991, 19 febrero 1996 y 9 junio 1997. incapacitado anteriores a la misma no pueden invalidarse por ella, ni si-
Dispone el artículo 751 L.e.c. que en el proceso relativo a la incapacitación quiera los realizados desde que se interpuso la demanda solicitando la in-
no surtirán efecto la renuncia, el allanamiento a la transacción y que el desisti- capacitación. Unicamente si se prueba que se realizaron por el sujeto care-
miento requerirá la conformidad del Ministerio Fiscal. Y el 752 que el proceso ciendo éste de aptitud para entender y querer, se invalidan, pero por falta
se decidirá «con arreglo a los hechos que hayan sido objeto de debate y resul- de tal aptitud, y no porque el sujeto haya sido posteriormente incapacitado.
ten probados, con independencia del momento en que hubieren sido alegados o
introducidos de otra manera en el procedimiento.—Sin perjuicio de las pruebas Ahora bien, lo que ocurre es que si se llega a incapacitar al sujeto porque se
que se practiquen a instancia del Ministerio Fiscal y de las demás partes, el Tri- prueba que está perturbado mentalmente de forma permanente, demostrado que la
bunal podrá decretar de oficio cuantas estime pertinentes.-2. La conformidad de perturbación alcanzó al tiempo de la realización del acto, y que excluye las fa-
las partes sobre los hechos no vinculará al Tribunal ni podrá éste decidir la cues- cultades de entender y querer, habrá que estimar que al otorgar éste carecía de
tión litigiosa basándose exclusivamente en dicha conformidad o en el silencio o entendimiento y voluntad, salvo que se demuestre que lo realizó en un intervalo
respuestas evasivas sobre los hechos alegados por la parte contraria. Tampoco es- lúcido. Sobre los posibles efectos retroactivos de la resolución judicial, sentencia
tará el tribunal vinculado, en los procesos a que se refiere este título, a las dis- de 18 marzo 1988. Ver también la sentencia de 19 febrero 1996.
posiciones de esta Ley en materia de fuerza probatoria del interrogatorio de las
partes, de los documentos públicos y de los documentos privados reconocidos.— Todo ello a salvo las medidas que el Juez haya adoptado durante el
3. Lo dispuesto en los apartados anteriores será aplicable asimismo a la segunda procedimiento de incapacitación para la adecuada protección del presunto
instancia». incapaz o de su patrimonio (cfr., L.e.c., art. 762).
«La sentencia de incapacitación no impedirá que sobrevenidas nuevas 12. Alcance de la incapacitación.—Como la ingobernabilidad por sí
circunstancias, pueda instarse un nuevo proceso que tenga por objeto dejar mismo que su enfermedad o deficiencia provoca en la persona cabe que sea
sin efecto o modificar el alcance de la incapacitación ya establecida» (L.e.c., de distintos grados, la ley permite que la incapacitación a que se la someta
art. 761, I). pueda ser mayor o menor, y ajustable así a las circunstancias del caso. Todo
«Corresponde formular la petición para iniciar el proceso a que se re- lo que corresponda lo determinará la sentencia incapacitadora.
fiere el apartado anterior, a las personas mencionadas en el artículo 202 Es posible, a tenor del artículo 760 L.e.c.:
[cónyuge o descendientes y, en defecto de éstos a los ascendientes o her- 1.° Someter al incapacitado, bien a tutela, bien a curatela, pero no sólo
manos del incapacitado], a las que ejercieren cargo tutelar o tuvieran bajo nombrarle un defensor judicial 6. Lo que, como ya vimos, supone: en aquel
su guarda al incapacitado, al Ministerio fiscal y al propio incapacitado.—Si caso privarle de parte de su capacidad, reduciendo la extensión de ésta y
se le hubiera privado de la capacidad para comparecer en juicio, deberá ob- siendo el tutor quien obra en representación el incapacitado en el sector de
tener expresa autorización judicial para actuar en el proceso por sí mismo. capacidad perdida; y en el caso de la curatela dejarle la capacidad que te-
La sentencia que se dicte deberá pronunciarse sobre si procede o no dejar
sin efecto la incapacitación, o sobre si deben o no modificarse la extensión 6 Aunque en casos de incapacitación pueda haber nombramiento de defensor judicial: Cfr. C.c.,

y los límites de ésta» (L.e.c., art. 761). arts. 215 y 299 y ss., y L.e.c., arts. 758, 2.°, 2, y 760,2.

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nía, pero no intacta, sino limitada, es decir, sometida a la necesidad de que Además de reducir la capacidad de obrar, la incapacitación —corno ya se se-
por lo menos ciertos actos del incapacitado requieran la aprobación del cu- ñaló 8— priva al que la sufre del desempeño de funciones y poderes familiares,
rador, sin la que son inválidos. etc., y de derechos que le correspondían respecto de bienes de otros o de su so-
2.° Y ya dentro de esa posibilidad de elegir, según las circunstancias, ciedad conyugal (p. ej., C.c., arts. 156, 241, 1.387, etc.).
entre tutela y curatela, determinar, además, la sentencia de incapacitación la
mayor o menor entidad de ésta en el caso que sea, de modo que si se acordó Puede parecer sorprendente la afirmación hecha de que al incapacitado,
la tutela, sean más o sean menos, según lo pida el estado de la persona, los por ejemplo, por locura no se le priva de toda su capacidad, cuando, si está
actos sustraídos al incapacitado, y si se acordó la curatela sean más o me- loco, no parece que haya justificación para conservarle la de realizar cier-
nos, a tenor de su importancia y circunstancias, los actos en que no se deja tos actos. Y más pasmoso puede parecer todavía que la capacidad que se
al incapacitado libertad para obrar por sí solo, sino que se exige también dice conserva, alcance a actos como el casarse o el testar, que cabe incluso
intervención del curador. estimar de más importancia que los económicos inter vivos, para los que la
La flexibilidad de la ley no sólo deja en manos del Juez el escoger, se- capacidad sí le resulta suprimida.
gún convenga, entre tutela y curatela, y dentro de una u otra, entre esta- Ahora bien, la explicación se halla en lo ya dicho de que la capacidad
blecerla con más intensidad o con menos, sino que, además, permite, cuando que se suprime es la relativa a aquellos actos que se encomiendan al tutor
cambien las circunstancias del incapacitado, no ya ciertamente devolverle la que se nombrará al incapacitado, para que los pueda realizar por él. El obrar
capacidad si es que se curó, sino modificar el alcance de la incapacitación relativo a tales actos, se pone en adelante (es decir, desde que el, p. ej.,
ya establecida, si sin llegar a curarse, exlerimentó variaciones —a mejor o loco es incapacitado, hasta que se le restituye su capacidad normal) en ma-
a peor— su estado (ver art. 212). nos del tutor, que los, realizará en representación (legal) del incapacitado, y
Ahora, bien, quiero señalar que lo que la ley no permite nunca es que a éste le queda sustraída la capacidad de otorgarlos él.
la incapacitación prive a la persona de toda su capacidad. Diferentemente, los actos no confiados al tutor (testar, casarse, etcétera),
Ello porque la ley estima que la aptitud para ciertos actos, no debe de- siguen en la capacidad que resta al incapacitado, aunque mientras que, por
pender de la incapacitación o no, sino de que la persona que se halle en estar loco de hecho, carezca de entendimiento y voluntad adecuados, no po-
ciertas circunstancias independientes de la incapacitación (p. ej., ser mayor drá tampoco realizarlos, pero si aun hallándose incapacitado judicialmente,
de catorce arios, para poder testar), esté en condiciones de querer cons- atraviesa un momento de lucidez, cabe que los otorgue durante éste.
cientemente al otorgarlos. Por eso valen, procedan o no de un incapacitado
judicialmente, cuando quien los celebra se halla en las circunstancias pedi- No veo otra solución que ésta, o la de entender que se privaría al incapaci-
das por la ley (p. ej., más de catorce arios para testar, o ser menor eman- tado de capacidad también para actos que el tutor no puede realizar por él. Pero
cipado o mayor, para casarse). esta otra solución no tiene ventaja alguna sobre la que defiendo (ya que, perdida
la capacidad para el acto que sea, éste no puede realizarlo el incapaz, y si no es
Así que la pérdida de capacidad por incapacitación ni siquiera es total de los que se confían al autor, tampoco éste), mientras que la que defiendo tiene
en el caso de los locos o dementes, sino que alcanzará sólo a los actos in- en su apoyo dos razones: primera, estar a favor de la menor restricción de capa-
ter vivos (básicamente los patrimoniales: art. 1.263, 2.°, contratar) cuya re- cidad, que es regla que hay que acoger en caso de duda; segunda, hacer posible
alización quedará encomendada al tutor que se nombre al incapacitado, que- que, como sigue siendo capaz, el incapacitado realice por sí el acto cuando dis-
dándole, pues, a éste, capacidad para casarse 6515, testar, etc. 7 (cosas que el frute de un intervalo lúcido.
tutor no puede hacer por él), aunque mientrasque se halle en estadó-dé—c— le-
áa-c-il-actu-c7/a le ¿Otorgar ningún tipo de acto (ni siquiera de aque- Lo afirmado sé apoya en artículos como los siguientes del Código
llos para los que continúa siendo capaz) en tanto en cuanto le falten el en- civil: 46 (que permite casarse a cualquiera que siendo emancipado, no
tendimiento y voluntad suficientes que todo acto requiere. esté, ya casado), 56, 2.° (que si algún contrayente estuviese afectado por
deficiencias o anomalías psíquicas, se limita a exigir dictamen médico so-
6bi' Pero la capacidad que queda, si bien permite celebrar el acto, sin embargo, es —como ya se
bre su aptitud para prestar consentimiento), 121 (que si el reconocimiento
ha dicho antes— sin que se sigan los efectos normales de éste, sino sólo aquellos que caen dentro de de un hijo lo hace un incapaz necesita aprobación judicial, lo que im-
le que permite el estado de incapacitación del sujeto.
' También para reconocer hijos naturales. Hoy no cabe duda de esto, a la vista del nuevo artículo
121 del Código civil. Supra, núm. 6, primer párrafo.

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MANUEL ALBALADFJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

plica que el incapaz no es incapaz para reconocer), 665 (que permite tes- aquí 10. Ahora sólo interesa destacar que —como ya se señaló— por el he-
tar al incapacitado si dos médicos dictaminan hallarse lúcido; luego si cho de la celebración del acto (que caiga en el sector de capacidad perdida)
puede testar aun estando incapacitado, es que la incapacitación no le privó durante la incapacitación, éste padece la invalidez que sea, pero que, ade-
de la capacidad de hacerlo) y 1.263, 2.° (que excluye de prestar consen- más, si efectivamente se realizó con carencia de entendimiento o voluntad,
timiento contractual a los incapacitados 9, y que no autorizándoles a ha- dicho acto es nulo por faltar aquéllos. Ahora bien, para obtener esta nuli-
cerlo ni siquiera en intervalo lúcido, ni aun con garantías semejantes a dad se requiere probar dicha falta (lo que ciertamente puede hacerse me-
las del 665 para testar, prueba que es que se les privó de la capacidad diante presunciones cuando sean procedentes), mientras que la invalidez pri-
de obrar en ese sector, ya que, si la conservasen, podrían obrar en él mera no necesita para conseguirse sino que se aporte el fallo en que se
cuando, por hallarse en intervalo lúcido, tuviesen la suficiente conciencia declara incapaz al agente.
y voluntad). Pero debe de observarse, contra alguna opinión que mantiene otra cosa,
Para los actos que carecen en la ley de un artículo específico del que que el fallo que declara incapaz no fundamenta de por sí sólo y definitiva-
se siga si la incapacitación priva o no de capacidad para ellos, no es aquí mente en adelante la presunción (destruible ciertamente por prueba contra-
posible otra cosa que decir que habrá de resolverse, en cada caso a tenor de ria, pero válida mientras que ésta no se aporte) de que los actos que rea-
las ideas que presidan lo establecido para los otros. Y que guía es, desde lice después del incapacitado son actos realizados por persona carente de
luego, el ver si caen o no dentro de los que el tutor puede otorgar por el entendimiento y voluntad, ni siquiera si se le incapacitó por enfermedad o
interesado: si caen, estarán excluidos de la capacidad dejada a éste; si no deficiencia que las supusiese al momento de incapacitado.
caen, normalmente será debido a que st hallen dentro de la capacidad no
sustraída, pero no cabe excluir de modo absoluto que, por excepción, se La afirmación de que la incapacitación, por lo menos en dicho caso, apareja
trate de supuesto de un acto para el que se perdió la capacidad, pero en el tal presunción es falsa, porque se apoya en el siguiente razonamiento equivocado:
que la ley haya querido que cuando no pueda otorgarlo el interesado no puesto que al sujeto se le declara, por ejemplo, loco, hasta que recaiga fallo con-
tenga otro la facultad de realizarlo por él. trario hay que presumir que sigue estándolo, y estándolo no tiene entendimiento
y voluntad para realizar actos válidos, que requieren de éstos.
Ahora bien, pensando sobre el tema con detenimiento, no se puede menos de
En este caso, puesto que no conserva la capacidad para el acto, ni aun en in-
tervalo lúcido puede otorgado. advertir que:
1.0 El fallo incapacitador implica sólo estimar que al emitirlo se considera
a la persona con un grado de perturbación que le hace inhábil para gobernarse
Para acabar, conviene insistir en que en tanto en cuanto en el sector de por sí misma (C.c., art. 200). Estimar eso, sí, pero cosa distinta es que tal esti-
capacidad que el incapacitado pierde (así la de contratar, Cc., art. 1.263, mación dé pie para afirmar que el sujeto no tiene entendimiento y voluntad. Su
2."), el obrar por él se encomienda al tutor, como ni la tutela ni las facul- perturbación no implica siempre y necesariamente la carencia de éstos, carencia
tades del tutor cesan en los intervalos lúcidos, aparte de que el acto que sea que sería precisa para la nulidad de acto del incapacitado.
no podría realizarlo durante el intervalo el incapacitado porque carece de 2.° Si el fallo incapacitador juzgó a base de la salud mental del sujeto, y no
capacidad para él, tampoco puede realizarlo porque es de los encomenda- decidió en el terna de si en todo acto que realizase obraba sin entendimiento y
dos al tutor. voluntad; si, además, aquel juicio versó sobre el estado mental hasta el tiempo
del fallo, pero no alcanza al posterior; si en este posterior han sido posibles los
Los actos que el incapacitado celebre en el sector de capacidad perdida, intervalos lúcidos; y si, por último, ha sido posible también la recuperación de la
son inválidos. Pero como la invalidez se halla establecida para su protec- salud mental, aunque el sujeto siga incapacitado, porque aún no se tramitó el co-
ción, en principio sólo él o su representante legal puedan pedirla. Lo que rrespondiente juicio restitutorio de la capacidad; si todo lo dicho es así, como lo
quiere decir que el acto es, no nulo, sino impugnable por parte del repre- es, parece inadmisible deducir de la vigencia de la incapacitación que todo acto
sentante legal o del propio incapacitado (cuando recupere la capacidad: C.c., que el incapacitado realice lo realiza con falta de entendimiento y voluntad.
arts. 1.263, 2.° y 1.301, penúltimo). Pero este tema no procede ahondarlo 3.0 Presumir que el sujeto incapacitado carece de entendimiento y voluntad
es presumir que sus actos son nulos por falta de éstos. Con lo que se tendría que
■9 Criterio, éste, de faltarles la capacidad contractual a los incapacitados JUDICIALMENTE (así que no

referirse el artículo a los que aun carentes de razón, no están incapacitados en juicio) que yo mantuve Porque ello exigiría razonamientos que sólo son comprensibles después de haber expuesto la te-
desde antiguo, y que ha venido a confirmar la nueva redacción del artículo 1.263, 2.», que ahora, en oría de la invalidez de los negocios jurídicos e incluso después de haber estudiado singularmente el ne-
vez de hablar, como hacía antes, de «locos o dementes», habla de «incapacitados». gocio de cuya invalidez se trate.

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

por el hecho de estar incapacitado su autor, por ejemplo, por locura, cualquiera 14. Cesación de la incapacitación.—La incapacitación, lo mismo que
podría pedir siempre, e incluso procedería de oficio, la declaración de nulidad no empieza por el hecho de estar enfermo o disminuido, sino por el fallo
(presunta) de los actos, cargando sobre aquél (si quiere defender la no nulidad) la judicial, acaba también cuando, mediante otro fallo inverso (precedido de
prueba de haberlos realizado consciente y voluntariamente. Y así resultaría una un procedimiento análogo al de incapacitación), se restituye, con el estado
pura ilusión el sistema según el que la invalidez de los actos de los incapacita- civil de capaz, la capacidad de obrar de que se privó; restitución que puede
dos por locura es, no nulidad, sino impugnabilidad que sólo puede ser invocada
por el incapaz o su representante legal. pedirse siempre que haya cesado la causa que motivó la incapacitación*.
4.° La presunción de que el sujeto incapacitado carece de entendimiento y
voluntad, choca con el conjunto de los artículos 1.261, 1.300 y 1.301, ya que la Desde que cesa la causa que motivó la incapacitación, hasta que ésta se le-
anulación que los últimos permiten de los contratos concluidos por incapacitados vanta, se sigue teniendo el estado de incapacitado y siendo incapaz de obrar; pero
es anulación de aquellos contratos en que hubo verdadero consentimiento (art. 1.261, el sujeto puede realizar, desde luego, los actos para los que no se le había supri-
1.°), luego fueron otorgados con entendimiento y voluntad por los contratantes. mido la capacidad, actos que podía realizar también durante la incapacitación.
Se podría pensar que esta afirmación huelga por perogrullesca. Pero la hago
porque como los actos que se estima posible realizar en intervalo lúcido, los con-
Para concluir, debe de señalarse que si ciertamente la impugnabilidad sidero yo como actos para los que no se privó de capacidad por la incapacitción 12,
del acto está establecida para la protección del incapacitado (porque aunque quiero que no pase inadvertido que su realización sigue siendo posible porque no
la perturbación que padece no excluya por completo el entendimiento y vo- se había perdido la capacidad para ellas, y no porque perdida ésta, se permitiese,
luntad necesarios [en caso de cuya exclusión el acto sería nulol, sin em- sin embargo, celebrarlos excepcionalmente en intervalo lúcido, y, por igual razón,
bargo, tiene al sujeto por debajo del nivtl normal, y requiere posibilitar la en el período de lucidez que va desde que acaba la locura hasta que el corres-
anulación de lo que otorgó en ese estado de inferioridad), no obstante, con- pondiente fallo judicial reintegra la capacidad.
curriendo las debidas circunstancias, la impugnación puede ser abusiva o Aunque se haya recobrado el sano juicio, lo que no se puede hacer hasta que
contraria a la buena fe (C.c., art. 7). Por ejemplo, si recuperada por com- recaiga este fallo, es realizar actos para los que se priva de capacidad por la in-
capacitación, puesto que la capacidad no se restituye hasta aquél.
pleto la salud, pero no recobrada de nuevo la capacidad por no haberse ins- Esta afirmación parece tan perogrullesca como la anterior. La hago, sin em-
tado el juicio restitutorio, el incapacitado, ocultando la subsistencia de su bargo, para poder especificar seguidamente que aun recobrada la razón, no es po-
incapacitación, celebra contratos que luego impugna al ver la posterior po- sible realizar, hasta que recaiga el repetido fallo restitutorio de la capacidad, los
sibilidad de volver a otorgarlos en mejores condiciones. actos que la ley no faculta a realizar en intervalo lúcido (así contratar).
Todo lo anterior en cuanto a la invalidez de los actos realizados por el De cualquier modo, en la práctica si interesa llevarlos a cabo, bastará otor-
incapacitado sometido a tutela, en el sector de capacidad de que se le privó, gar el acto que sea, y luego no impugnarlo.
que si se trata de incapacitado sometido a curatela, es de aplicación el ar- El Código dice en el artículo 277 que se extingue la tutela (porque acaba la
tículo 293 que dispone: «Los actos jurídicos realizados sin la intervención incapacitación): «... 2.° Al dictarse la resolución judicial que ponga fin a la in-
capacitación o que modifique la sentencia de incapacitación en virtud de la cual
del curador cuando ésta sea preceptiva, serán anulables a instancia del pro- se sustituye la tutela por la curatela.»
pio curador o de la persona sujeta a curatela, de acuerdo con los artículos Por su parte, la sentencia de 21 octubre 1897 dice que la declaración de in-
1.301 y siguientes de este Código.» capacidad «una vez hecha surte sus efectos mientras no se revoque en forma de
Derecho».
13. Representante legal del incapacitado.—La representación legal del
incapacitado sometido a tutela la ostenta el tutor que se le nombre. Los ac- 15. Intervalos lúcidos.—Siéndose incapaz por estar incapacitado, y
tos que éste pueda realizar por aquél dependerán del carácter personalísimo no por hallarse de hecho sufriendo la enfermedad o deficiencia física o psí-
o no de los mismos y del sector a que abarque la incapacidad (C.c., 267) ".
Si el incapacitado fue sometido a curatela, no necesita representante, * Sobre el procedimiento antes de la reforma, que en su día se hizo del C.c. y después la L.e.c.,
sino que actúa por sí mismo, aunque sea preciso que ciertos de sus actos para restituir la capacidad al incapacitado, GONZALEZ ENRIQUEZ, «Procedimiento para la reintegra-
tengan la aprobación del curador. ción a la capacidad de los enfermos mentales», en A.D.C., 1949, págs. 1.135 y ss.; REYES, «El pro-
ceso sobre reintegración de la capacidad», en R.G.L.J., 1957, I, págs. 36 y as.; AGUNDEZ, «La inca-
pacidad del enajenado. Concepto, declaración y reintegración», en R. D. Proc., 1958, págs. 309 y ss.;
" Como ya dije, el estudio que realizo ahora se citie a la incapacitación. La tutela del incapaci- GONZALEZ-ALEGRE BERNARDO, «Procedimiento para la declaración de incapacidad y prodigalidad
tado es materia a estudiar en Derecho de familia. Allí se examinará, pues, a quien corresponda, cuáles y reintegración a la plena capacidad», en R.J.C., 1956, págs. 123 y ss.
son las facultades del tutor, cómo funciona la misma, etc. 12 Véanse Miau. 12 y 15.

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

(plica que impide a la persona gobernarse por sí misma, y no cesando la si se halla en momento de lucidez, puede desde luego otorgar una venta; aunque
incapacitación (el estado de incapacidad) durante los intervalos lúcidos, es sí es cierto (y ésa habría sido la buena doctrina a sentar) que estando el intere-
claro que la parte de capacidad de obrar que la incapacitación suprimió, si- sado incapacitado por locura, no podría celebrar una venta ni siquiera en momento
de lucidez, porque la incapacitación le priva de su capacidad contractual y no hay
gue faltando durante éstos. Por eso, el acto de ese sector celebrado en ellos —como en el caso del testamento— excepción (cuyo sentido ya sabemos 14) que
es inválido. le permita contratar en intervalo lúcido.
Admitir su validez (sedicentemente excepcional), pondría de relieve que
realmente, por la incapacitación, al incapacitado, no se le privó de capaci- 16. El internamiento de los incapaces.—Aun sin ser relativo a su
dad para tal acto; y que la ley persigue únicamente que el acto no se ce- capacidad, que es el tema que nos ocupa aquí, conviene señalar que la re-
lebre cuando de hecho no se está en condiciones mentales de otorgarlo. forma de 1983 introdujo en el Código un nuevo precepto relativo al posi-
O dicho de otro modo: Se trataría de que el acto sería válido, no por ble internamiento de las personas incapaces, precepto en el que se impone
excepción al principio de invalidez del mismo durante la incapacitación, sino la intervención judicial, que antes no era necesaria, a pesar de ser medida
por tratarse de acto comprendido en un sector en el que la incapacitación afectante a la libertad personal del interesado.
no habría privado de capacidad. Hoy dice al respecto el artículo 763 de la nueva L.e.c.:
Y existiendo capacidad para el acto y habiéndolo realizado, por defini- «El internamiento por razón de trastorno psíquico, de una persona que
ción, con conciencia y voluntad (por hallarse el interesado en intervalo lú- no está en condiciones de decidirlo por sí, aunque esté sometida a la patria
cido), no habría razón de invalidez (se sobrentiende, por las causas presen- potestad, requerirá autorización judicial, que será recabada del Tribunal del
tes) del mismo. e lugar donde resida la persona afectada por el internamiento. La autorización
será previa al internamiento, salvo que razones de urgencia hiciesen nece-
El Código permite que el incapacitado judicialmente teste en intervalo de lu- saria la inmediata adopción de la medida. En este caso, el responsable del
cidez, pero sólo en forma notarial, ya que dispone que designará el Notario dos
facultativos que previamente lo reconozcan, y no lo otorgará sino cuando éstos
centro en que se hubiese producido el internamiento deberá dar cuenta de
respondan de su capacidad (art. 665). éste al Tribunal competente lo antes posible y, en todo caso, dentro del plazo
Precepto éste que, según lo dicho antes, hay que entender, no como caso de de veinticuatro horas, a los efectos de que se proceda a la preceptiva rati-
validez excepcional del testamento otorgado por persona incapacitada para testar, ficación de dicha medida, que deberá efectuarse en el plazo máximo de se-
sino como prueba de que la incapacitación no priva de la capacidad para testar, tenta y dos horas desde que el internamiento llegue a concimiento del Tri-
que tiene todo mayor de catorce arios; y que otra cosa es que el que es capaz bunal» (L.e.c., art. 763, 1, 1.° y 2.°).
para testar no pueda hacerlo, porque no esté en condiciones para ello, si, por la
causa que sea, en el momento de que se trata no se halla en su cabal juicio. Los siguientes párrafos de este largo artículo 763 prevén una serie de más
Lo mismo dicho para la capacidad de testar del incapacitado hay que repetir medidas relativas al tema o a casos especiales de él, entre las que destacan las de
para la de casarse que implicaba el antiguo artículo 83, 2 13 y hoy el 46 y 56, 2.". que el Tribunal habrá de oír y examinar por sí mismo al afectado y ser informado
También puede hacerlo en intervalo lúcido. periódicamente sobre la necesidad de mantener la medida..
Las sentencias del Tribunal Supremo de 11 octubre 1929 y 17 marzo 1961
no se refieren a si a un incapacitado judicialmente le cabe obrar en intervalo lú- 17. Medidas cautelares.—Aparte de la propiamente dicha incapaci-
cido, sino que sus casos eran de si existía conciencia y voluntad al realizar el
acto, porque aunque se trate de personas que vengan padeciendo de hecho de falta tación, cuando el Tribunal competente tenga conocimiento de una posible
de lucidez, ésta falte o no al momento de aquél. causa de ella, adoptará de oficio las medidas que estime necesarias para la
Lo que dijo la de 11 octubre 1929 no perseguía sino excluir que fuese vá- adecuada protección del presunto incapaz o de su patrimonio y pondrá el
lido el reconocimiento de hijo natural hecho por el loco fuera de testamento. hecho en conocimiento del Ministerio Fiscal para que promueva, si lo es-
En la de 17 marzo 1961 se rechaza la aplicación de la posibilidad de reali- tima procedente, la incapacitación. Y si es éste el que llega a saber de la
zar el acto en intervalo lúcido, al otorgamiento de una venta, alegando —entre posible causa, podrá solicitar del Tribunal la adopción de tales medidas. En
otras razones— ser exclusiva tal posibilidad para el caso del testamento. Tesis de- todo caso, como regla, éstas se acordarán previa audiencia de las personas
sacertada, desde luego, en dos aspectos: en cuanto dice ser exclusiva del testa- interesadas (L.e.c., art. 762, 1, 2, 1.°, y 3).
mento, y en cuanto lo dice para caso de un no incapacitado, que, siendo capaz,

" Véase supra, núm. 12. 14 Véase lo dicho supra, en este mismo número.

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

Las medidas en cuestión podrán también adaptarse de oficio o a instancia También sentencias de 17 febrero 1904, 21 mayo 1913, 19 junio 1915, 25
de parte en cualquier estado del procedimiento de incapacitación (L.e.c., art.. marzo 1942, 28 marzo 1955, 25 septiembre 1958, 23 marzo 1962, 18 mayo 1962.
762, 2, 2.°). Esta última estima que «puede fijarse el concepto propiamente jurídico de pro-
digalidad diciendo que es la conducta desarreglada de la persona que por modo
18. Exclusión de publicidad.—El Tribunal podrá decidir, mediante pro- habitual malgasta su patrimonio con ligereza, el que pone en peligro injustificado
videncia, de oficio o de instancia de parte que los actos y vistas se cele- con perjuicio de su familia».
bren a puerta cerrada y las actuaciones, siempre que las circunstancias lo También las más recientes de 2 enero 1990 y 8 marzo 1991.
aconsejen (L.e.c., art. 754).
Se requiere una conducta habitual; no basta un acto aislado. Conducta
que importa, no en cuando haya sido ya dañosa sino en cuanto, siendo de
C) presumible continuidad, será perjudicial en el futuro. Se trata de impedir su
LIMITACION DE CAPACIDAD POR PRODIGALIDAD* continuación; pero lo hecho ya, no es atacable (cfr. C.c., art. 279).
19. Concepto.—Cuando una persona es pródiga, ciertas otras pueden Como dice la sentencia de 25 marzo 1942, la declaración de prodigalidad,
obtener que sea declarada judicialmente tal y se le limite su capacidad se- más que carácter sancionador, tiene el de una medida preventiva.
gún convenga al caso.
Para la ley es pródigo quien obstrva habitualmente una conducta so- Es preciso que dicha conducta sea contraria a los dictados de la concien-
cialmente condenable que pone en peligro injustificado su patrimonio. cia social; cosa que ocurre —p. ej.— cuando alguien dilapida y derrocha su
fortuna (según la opinión social, es un «manirroto» o «gasta en cosas inne-
La sentencia de 20 septiembre 1930 dice que la ley 5.a del Título 11, Partida cesarias más de lo que puede») o, sin razón ni tino, emprende negocios
5.u, que por estar derogada carece ya de aplicación, entendió que el «prodigus» arriesgados que seguramente le harán perder su capital, etc. Sin embargo,
latino quería decir en romance desgastador de sus bienes, y partiendo de este con- las empresas aventuradas no son, de por sí, socialmente condenables, sino
cepto, de las definiciones del Diccionario, de la enseñanza de la jurisprudencia y sólo cuando, habida cuenta de las circunstancias, resulten irrazonables. Por
sentido usual y gramatical del vocablo, bien puede afirmarse que, para los efec- otro lado, no es necesario que los actos del sujeto sean inmorales (gastos en
tos civiles, hoy se entiende por pródigo el desgastador o malgastador que con-
sume su hacienda en cosas vanas, inútiles y superfluas, que no guardan propor-
vida viciosa o disipada) 15, pues también es pródigo quien, por ejemplo, des-
ción con los medios de que pueda contar para atender a las necesidades familiares,
tina todos sus ingresos a obras benéficas, y, así, se arruina.
al disipador o dilapidador de sus bienes, manirroto en frase vulgar. La conducta socialmente condenable ha de crear un peligro injustifi-
cado 16 para el patrimonio del pródigo, que repercuta en perjuicio de sus fa-
miliares más allegados, pues no se tiende a proteger a aquél, sino a éstos,
* AUDIBERT, De la folie et de la prodigalité, 1982; BENAVENTE MOREDA, «Legitimación pero a éstos no en todo caso o por sus expectativas hereditarias, sino sólo
del cónyuge para instar la declaración de prodigalidad de conformidad con el artículo 294 del Código
civil», P.E, núm. 24, 1991, pág. 185; DE CILLIS, «Della prodigalitá», 1877; CLE,MENT, Le probleme en su derecho a obtener alimentos del pródigo. Así, cuando, de seguir rea-
de la prodigalité et son evolution en juri.sprudence, 1934; FERRER I RIBA, en C.C.J.C., núm. 23, lizándose los gastos de que se trate, vendrán a faltar los medios necesarios
1990, pág. 507; GIRARD, De la protection des prodigues, 1906; GONZALEZ-ALEGRE BERNARDO, para el sostenimiento de la familia, a tenor de lo que, razonablemente go-
«Procedimiento para la declaración de incapacidad y prodigalidad y reintegración a la plena capaci-
dad», en R.J.C., 1956, págs. 123 y se.; GORD1LLO CAÑAS, en C.C.J.C., núm. 17, 1988, pág. 607; bernado, el patrimonio del pródigo permite esperar.
HEUCKE, Begriff und Reclusstellung der Verschwenders nach riimischem und deutschem Recht bis zum
Bürgerlichen Gesetzbuch, 1898; MONTSERRAT VALERO, «La prodigalidad», en R.G.L.J., 1985, t. 259, Sobre las circunstancias del gasto vano y su desproporción con las posibili-
pág. 8770; GAYAR, «La prodigalidad como causa modificativa de la capacidad de obrar», en Estu- dades del pródigo, así como los actos que pueden considerarse de mala adminis-
dios Castán, I, págs. 229 y ss.; OSSORIO SERRANO, La prodigalidad, 1987, y «Acerca de la posi-
bilidad de que la sentencia de prodigalidad no especifique los actos para los que el pródigo necesita
consentimiento de su curador», en R.F.D.U.G., 1986; PEREZ DE VARGAS, «La declaración de pro-
digalidad en el Derecho español», en R.G.L.J., 1987, I, págs. 857 y ss., y ed. separada; RODRIGUEZ Sentencia de 19 junio 1915.
YNIESTO, La prodigalidad en el nuevo sistema civil de la capacidad de obrar de la persona, Ma- 15

drid, 1991, y La prodigalidad en el nuevo sistema civil de la capacidad de obrar de la persona, 1991; 1' El peligro, procediendo de tal conducta, sería injustificado; y cuando sea justificado, procederá
necesariamente de una conducta socialmente no condenable. Por ejemplo, corre peligro de arruinarse y
SALVADOR CODERCH, «Comentarios a los artículos 294-298 del Código civil», en Comentarios a dejar a los suyos en la miseria, quien emplea todos sus medios en obtener la curación de un hijo en-
las reformas de nacionalidad y tutela, dirigidos por BERCOV1TZ y AMOROS, 1986; VICENS, La con- fermo. Pero el gasto está justificado porque la conciencia social no estima condenable la conducta que
dition da prodigue, 1930.
consiste en hacerlo; y, por eso, no pone trabas a que se siga haciendo.

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tración, y a qué punto han de llegar todos ellos, etc., para que la prodigalidad de reclamárselos es decir, tienen necesidad de ellos, aunque no se los hayan pe-
pueda apreciarse, cfr. principalmente las sentencias de 30 septiembre 1930, Con- dido todavía.
siderando 2.°, 25 marzo 1942 y 18 mayo 1962, Considerando último. El estimar De este moco no se protege la simple expectativa de quien prevea que en el
todo ello es naturalmente facultad de los Tribunales, ya que —como señalan tam- futuro llegará a recesitar alimentos del pródigo. No por ello puede pedir ya la de-
bién esas sentencias— la ley no determina (ni podría) qué actos son suficientes claración de proligalidad, porque todavía no los precisa para vivir actualmente.
para alcanzar, cabría decir, el concepto de pródigo. Así lo declara ezpresamente la sentencia de 22 mayo 1990.
La necesidad de alimentos hay que entenderla en sentido amplio, así que no
La declaración de prodigalidad y limitación de capacidad del pródigo únicamente corr) el estricto deber de alimentos entre parientes de los artículos
no se hacen en beneficio de éste para impedir que se perjudique él mal- 142 y ss., sino tirnbién la obligación de mantenimiento por los padres de sus hi-
gastando sus bienes, Sino que -se hacen en benefició de sus más 22._
1 5x_imos jos en potestad.
familiares. Así que corresponde efectuados 0B-á petición de éstos. - Por otro lad) no hace falta que los alimentos los venga prestando el pródigo,
en cumplimiento de sentencia, sino que basta sin más que los esté proporcionando.
Esto es innegabe, ya que incluso ni es necesario que se halle pagándolos, sino
20. Personas que pueden pedirla.—Establecida sólo en beneficio del que puede tamb.én pedir la declaración de prodigalidad el descendiente o ascen-
cónyuge y en el de los descendientes y ascendientes 17 que perciben ali- diente que sin percibir todavía alimentos, se encuentre necesitado de ellos.
mentos del presunto pródigó o séincuentren en situación de reclamárselos, El artículo 157, 5, L.e.c. excluye de poder pedir la declaración de prodigali-
la declaración de prodigalidad y limitación de capacidad del pródigo úni- dad a los hermanos, que, sin embargo, tienen derecho a alimentos, en los térmi-
camente procede —como dije— a instaniia de esos parientes (y de los di- nos del artículo 143, último párrafo.
chos descendientes y ascendientes, únicamente si se encuentran en el caso Los descendientes y ascendientes podrán pedir la declaración de prodigali-
mencionado) o de sus representantes legales, y, si éstos no la pidieren lo dad aunque el patrimonio del pródigo no haya llegado todavía a estado de no
hará el Ministerio fiscal (art. 757, 5, L.e.c.). poder prestar ya los alimentos, pues se trata de evitar que con su dilapidación
pueda llegar a ao tener medios para sufragarlos. Por eso pienso que cuando el
Así, pues, los propios interesados pueden pedir la declaración de prodigali- pródigo asegura de algún modo los alimentos de las personas a su cargo (así, si,
dad, si quieren, y si no, no; pero el Ministerio fiscal debe hacerlo si no siendo p. ej., da biene3 a una entidad que se dedica a estas operaciones, a cambio de
capaces, no lo piden sus representantes legales. una suficiente renta vitalicia a favor de sus alimentistas), éstas no pueden pro-
El cónyuge puede pedir la declaración de prodigalidad de su consorte en todo mover su declaración de prodigalidad por mucho que malgaste los bienes que se
caso. Así se deduce del artículo 757, 5.° L.e.c. que regula hoy el extremo, y se haya reservado. Pero como es la necesidad de alimentos lo que justifica la pro-
deducía antes del 294 C.c. que lo regulaba entonces que únicamente con referen- moción de la declaración de prodigalidad, creo que no obsta a ella, por ejemplo,
cia a los descendientes o ascendientes habla el primero y hablaba el segundo de el haber dado el pródigo al alimentista un capital con el que pudiese haberse
que sólo pueden hacerlo si están percibiendo alimentos del pródigo o puedan re- mantenido, si por la razón que sea viene después a perderlo, y necesita alimen-
clamárselos. La sentencia de 17 junio 1988 destaca que la condición de alimen- tos de nuevo.
tista es un requisito constitutivo de la legitimación (de los hijos demandantes),
cuya falta puede ser apreciada de oficio por el juez. 21. Personas declarables pródigos.--Estando casado o teniendo des-
Por otro lado hay que entender que no hablando la ley de que convivan los cendientes o ascendientes actualmente con derecho a alimentos contra él, o
esposos, también puede pedir la declaración de prodigalidad el cónyuge separado en situación de poder reclamárselos podrá ser declarada pródiga cualquier
legalmente o de hecho.
Sin duda que por la comunidad de intereses que el matrimonio crea, y por persona emancipada en cuanto que el gobierno que tenga de sus bienes le
los perjuicios que a un esposo puede ocasionar —cualquiera que sea el régimen permita dilapidarlos. Así que no sólo un emancipado por mayoría de edad,
de bienes entre ellos, y aunque actualmente no precise del apoyo económico del sino también un menor emancipado, que puede estar malgastando su patri-
otro— la prodigalidad de su cónyuge, la ley ha preferido permitir que cuando monio mueble. Y no quien, aun estando emancipado, se halla sometido a
el pródigo esté casado, su consorte pueda pedir siempre la declaración de pro- una incapacitación que no le permite hacer lo que quiera de su patrimonio,
digalidad. ni, por tanto, derrocharlo.
Por lo que toca a los parientes descendientes o ascendientes del pródigo, sólo
pueden pedirla si están percibiendo alimentos de él o se encuentran en situación 22. Procedimiento para obtenerla.—El procedimiento para obtener
la limitación de capacidad por prodigalidad —cuya declaración, según el de-
" Como dice la sentencia de 18 mayo 1962, se funda «únicamente en el interés privado familiar», rogado art. 295, del C.c., debía hacerse en juicio contradictorio— es un pro-

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MANUEL ALBALADEJC § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

ceso de incapacitación mutatis mutandis (L.e.c., art. 748, 1.°) en el que con- por capitulaciones o escritura pública estuvieran especialmente afectados al
siguientemente es preceptiva la intervención del Ministerio Fiscal ". levantamiento de cargas matrimoniales, y que para enajenarlos necesitaba
autorización judicial (art. 225 antiguo).
Y por ser de incapacitación, no caben ni la renuncia ni el allanamiento ni la Ahora bien, estos efectos que la declaración de prodigalidad tenía en el
transacción ni intentar la conciliación antes de plantear el pleito (Ley de 24 oc-
tubre 1983, Disposición Adicional, C.c., art. 1.814, L.e.c., art. 751, 1, y el desis-
sector patrimonial-familiar, no consistían en una limitación de la capacidad
timiento requerirá la conformidad del Ministerio Fiscal si existen menores inca- de obrar del pródigo, sino en retirarle los poderes legales que tenía sobre
pacitados interesados en el procedimiento. Amén de que el fallo es inscribible en los indicados bienes no suyos (así los de sus hijos) o no exclusivamente su-
los Registros públicos en los términos ya vistos. yos (así, los de su sociedad conyugal).

La sentencia que ponga fin al litigio, si acoge la prodigalidad, es cons- Que se privase al pródigo de la administración de esos bienes, no era cues-
titutiva de la modificación de capacidad del pródigo, que, en adelante, ve tión —que como privarle de la de los suyos— pudiese hacerse o no, sino que la
de aquéllos le quedaba sustraída por la disposición del antiguo artículo 225 del
limitadas sus facultades por razón de la sentencia. Esta es la que se las li- Código civil, sin necesidad de que lo estableciese la sentencia de prodigalidad.
mita; su conducta malgastadora sólo es el hecho en que la sentencia se Por esa causa no cabía invocar la sentencia de 17 febrero 1904 para mantener la
apoya, para hacerlo; pero la limitación procede de la sentencia. tesis de que pudiese no privársele de la administración de algunos de aquellos
bienes de sus familiares 19.
23. Extensión de la ineapacidid. En cuanto a la limitación de ca-

pacidad que acarrea la declaración de prodigalidad, hay que decir que la Pero después de la reforma de 1983, la ley no se ocupa para nada
que se merma es la capacidad patrimonial inter vivos; la demás queda intacta. en tema de prodigalidad, de si el pródigo pierde o no tales poderes pa-
En efecto, es dentro del campo patrimonial inter vivos, propio del pró- trimoniales-familiares. Su silencio es inaceptable, y un claro ejemplo de
digo (su propia esfera patrimonial), donde la sentencia que declare la pro- legislar mal. Callando la ley ¿debería no privarse al pródigo de poder al-
digalidad, fijará la limitación de la capacidad, es decir, «determinará los ac- guno en el presente campo, ya que sólo debe de mermársele la capaci-
tos que el pródigo no puede realizar sin el consentimiento del curador», dad que la ley señale? Pero ¿cómo es posible dejar intactas las faculta-
decía el art. 298 del C.c., y hoy el 760, 3, de la L.e.c. «sin el consenti- des del pródigo sobre bienes no suyos, cuando, por su conducta desarreglada,
miento de la persona que deba asistirle». hasta se le limitan las que tenía sobre los suyos propios? Y no cabe de-
Mientras que el sector personal y familiar puro no se extiende nunca cir que, puesto que el artículo 760, 3 establece que: «La sentencia que
la merma de capacidad ni la sentencia puede decretarla en ese campo: «La declare la prodigalidad determinará los actos que el pródigo no pueda re-
declaración de prodigalidad no afecta a los derechos y deberes personales alizar sin el consentimiento de la persona que deba asistirle», la senten-
derivados del matrimonio y de la patria potestad, ni atribuye al tutor facul- cia será la que determine si es que en el campo patrimonial-familiar se
tad alguna sobre la persona del pródigo», decía el antiguo artículo 224 del introduce o no la necesidad de que el curador preste su consentimiento
Código civil. Podía, pues, cambiar de residencia, de nacionalidad, testar, a lo que antes el pródigo podía hacer él. No cabe aducir eso porque aun-
contraer matrimonio, etc. Y ello hay que entenderlo hoy lo mismo, aunque que ciertamente que frente al silencio de la ley, si la sentencia dispone
el texto haya sido suprimido, porque para el fin que la declaración de pro- algo al efecto, se aplicará, lo que se debía es haber establecido algo di-
digalidad persigue, estaría fuera de lugar que la sentencia impusiese el con- rectamente por la ley, o, al menos, dicho si es que la sentencia puede
sentimiento del curador para alguno de ellos. disponer en el tema y qué, o si es que el caso tiene distinta solución que
Queda un sector patrimonial-familiar al que la declaración de prodiga- la de intervenir el curador del pródigo en los actos de éste en el campo
lidad siempre afectaba antes, como se deducía de que, de forma imperativa, patrimonial-familiar.
disponía el Código que el tutor que se nombrase al pródigo administraría
los bienes de los hijos que éste hubiese tenido en anterior matrimonio, y el
cónyuge (con el que estuviese unido en matrimonio actual), los ganancia- 19 Como acertadamente mantenía DE CASTRO (Derecho civil, II, 1, pág. 347), esa sentencia no
contradecía lo que sostengo, pues «afirma sólo, exactamente, que los Tribunales no pueden conceder
les, los de los hijos comunes y aquellos administrados por el pródigo que más de lo que se pide [en el caso se pidió únicamente que el pródigo fuese privado de administrar lo
que sus hijos pudieran heredar de sus abuelos o de otras personas], y nada dice —también con razón—
en contra de que hayan de producirse automáticamente ly por ello no tiene por qué declararlo la sen-
18 Véase supra, núm. 9. tencia] los efectos legales que se atribuyen a la incapacitación».

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAPACITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

Aquí no se puede ahondar más el tema, ni hacer todas las posibles con- Tales actos son impugnables sin más, o sea no es preciso que se trate de ac-
jeturas sobre su solución, echando mano de otros textos legales que sirvan,. tos de dlapidación. La ley no exige esto. Y puesto que iguala, en su atacabilidad
si es que de verdad sirven, para el caso 20. A mí me parece que a falta de los actos posteriores a la demanda de prodigalidad a los posteriores a la senten-
cia incapacitadora, hay que pensar que lo mismo que éstos son atacables (por pro-
otra seguridad, lo más sencillo es que la sentencia de prodigalidad determine ceder del declarado pródigo) independientemente de que sean dilapidatorios o no,
qué actos del pródigo sobre los bienes familiares necesitan el consentimiento también aquéllos lo son, independientemente de esto.
del curador, o que, si no lo dispone, se exija tal consentimiento para los mis-
mos actos para los que la sentencia lo pida respecto a los bienes del pródigo. 25. Ctsación.—Cuando cese la causa que motivó la limitación de ca-
Aparte de lo dicho, como quiera que al sujeto se le declara pródigo y pacidad por prodigalidad (L.e.c., art. 761), podrá pedirse 22h11 cesación de
se le limita así su capacidad, le quedan excluidos los cargos o los actos tal limitación, que se obtendrá mediante juicio verbal (art. 753 L.e.c.). Es
—sean patrimoniales, personales o familiares— para los que la ley consi- la sentencia la que restituye, con el estado civil de plenamente capaz, la ca-
dere la prodigalidad como causa de incapacidad especial, o para los que se pacidad de Dbrar sin el límite de ser preciso en ciertos casos el consenti-
requiera la capacidad plena de obrar (así, ser árbitro —L.A.P., art. 12, 1—, ser miento del curador, lo mismo que fue la sentencia de prodigalidad, y no en
tutor —art. 241—, etc.). sí el hecho de ser pródigo, la que cambió dicho estado y limitó dicha ca-
En el sector en que conserva capacidad de obrar material, no hay razón para pacidad de obrar.
que el pródigo no pueda comparecer en juicio, a pesar de que la sentencia de 12
julio 1911 (cfr. también las de 16 enero 1014 y 17 junio 1978) ha dicho que como Sin embargo, parte de la doctrina entiende que cuando vienen a faltar las per-
sólo pueden comparecer en él —a tenor del art. 2 (hoy 7.1) de la L.e.c.— los que sonas beneficiarias de la prodigalidad, la limitación de la incapacidad del pródigo
estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles, no puede hacerlo el pródigo, cesa sin necesidad de fallo judicial".
sin que sea necesario que esto lo haya establecido la sentencia de prodigalidad. En contra, DE CASTRO 24, alega, con razón en mi opinión, que no puede acep-
Con DE CASTRO 21 estimo que el artículo 2 (hoy 7.1) de la L.e.c. puede interpre- tarse la afirmación de que la limitación acabe sin necesidad de procedimiento ju-
tarse en el sentido de que la plenitud de derechos civiles que exige es la de los dicial alguno porque la falta sobrevenida de beneficiarios de la prodigalidad sea
que se tratan de ejercer en el juicio que sea. un hecho que puede probarse en términos de hacer inútil toda controversia, pues
dice: «Es de recordar, ante todo, que si bien uno de los requisitos (causa me-
24. Actos a que afecta.—Se limita la capacidad para el futuro; pero diata) de esta incapacitación es la existencia de herederos forzosos 25, su causa
inmediata y constitutiva es la declaración judicial y que es ésta la que hay que
como quiera que no hay limitación hasta que recae la sentencia, pues ésta revocar para que cese la causa de la tutela 26. La misma prueba de la carencia
se tiene el estado civil de plenamente capaz, en el período que va desde el de herederos forzosos no es tan simple y fácil, no consiste en probar que falle-
comienzo del procedimiento hasta que aquélla se dicta, podría el pródigo ció el heredero (o herederos) forzoso que la solicitara, sino en la falta de todo
disipar sus bienes. Para evitarlo, son posibles varios remedios, y nuestro Có- heredero forzoso. El fin de la tutela significa un cambio de estado, la separación
digo adopta el de que los actos que el luego declarado párrafo realice desde
que se le demande de prodigalidad hasta la sentencia que lo declare tal, si
son de los que ésta le prohibe celebrar por sí solo, padecen igual invalidez ción de prodigalidad no inscrita en el Registro Civil si la desconocían, ni la impugnación de los actos
que el pródigo hubiese otorgado sobre inmuebles entre la demanda y la sentencia de prodigalidad, po-
que si ya recaída la sentencia, los hubiese realizado sin el consentimiento drá dañar a tercero si no se anotó la demanda en el Registro de la propiedad.
de su curador. Tal criterio legal se desprende del artículo 297 del Código, 225i,
el propio pródigo, su cónyuge, su curador, descendientes y ascendientes que perciban ali-

a contrario, ya que se establece que no podrán ser atacados por causa de mentos del pródigo o se. encuentren en situación de reclamárselos y los representantes legales de cual-
quiera de ellos, y el Ministerio Fiscal (L.e.c., arta. 761 y 757,5).
prodigalidad los actos del pródigo anteriores a la demanda de prodigalidad. 23 Así se pronuncian, p. ej., CASTAN. Derecho civil, V, 28, pág. 301; CLEMENTE DE DIEGO,
La impugnación de los posteriores a ésta puede realizarse una vez que sea histituciones (ed, DE COSSIO y GULLON). II, pág. 752; SANTAMAR1A, Comentarios al Código ci-
firrne la sentencia que declare la prodigalidad 22. vi1,1, pág. 287; DE BUEN, Anotaciones al Curso de Colin y Capitant. II, 12, pág. 382; OGAYAR, «La
prodigalidad como causa modificativa de la capacidad de obrar», en Estudios de Derecho civil en ho-
nor del profesor Castán Tobeñas, 1, pág. 287; NAVARRO AMAND1, Cuestionario del Código civil re-
2° ¿Sería aplicable el 1.393, 1.° ó 2.°? ¿O el 1.387, por analogía, si el cónyuge del pródigo es su formado, I, pág. 382.
curador, a tenor de los artículos 234, 1.°, 291? ¿Y el artículo 167 para los bienes de los hijos? ¿O el '4 Derecho civil, II. I.°, pág. 353.
290 C.e.? Téngase en cuenta que cuando DE CASTRO escribía esto, la declaración de prodigalidad po-
21 Derecho civil, II, 1, pág. 349. dían pedirla los herederos forzosos del pródigo.
22 De cualquier modo, para poder hacer efectiva la invalidez en perjuicio de tercero, habrá que ate- Téngase en cuenta que cuando DE CASTRO escribía esto, al pródigo se le sometía a tutela, no
nerse a las reglas generales, así que, por ejemplo, no desplegará frente a ellos su eficacia la declara- a curatela, como ahora.

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MANUEL ALBALADEJO § 36 LA INCAP.CITACION O MERMA POR SENTENCIA JUDICIAL DE LA CAPACIDAD

del tutor y la facultad de cancelar las anotaciones o inscripciones de la incapa- propio 293, la cosa queda todavía peor. De cualquier modo el tema no puede
citación hechas en el Registro Civil y en el de la propiedad, para lo que falta ahondarse aquí.
una declaración judicial».
Y, sin dejar de comprender que sería más sencilla y cómoda la cesación au-
tomática de la limitación, evitando así la necesidad de un procedimiento judicial, D)
aún se puede añadir que el inconveniente de tener que seguir dicho procedimiento, EL CONCURSO Y IA QUIEBRA
a pesar de haber venido a faltar los beneficiarios de la prodigalidad, se justifica
por la mayor garantía que ofrece, amén de que, faltando dichos beneficiarios, no
habría oposición, e incluso que, con la seguridad de aquella falta, cabría realizar, 27. El «Incurso y la quiebra.—El concurso y la quiebra producen
cuando fuese posible (y urgiese) ya el acto bajo la condición de la futura reinte- para el concursado o quebrado una situación de naturaleza jurídica dudosa.
gración de la capacidad plena, aparte de que si se qqiere seguir obrando (como El Código civil dice que «la declaración de concurso incapacita al concur-
legalmente debe aún de hacerse), como durante la limitación (ya que ésta sub- sado para la aqministración de sus bienes y para cualquier otra que por la
siste), el consentimiento preciso del curador no parece que haya razón para que b ley
ler, el courreb
q esrpaodnoda» (art. 1.914), y el de comercio, que, «declarada la quie-
sea negado al pródigo a la vista de dicha falta de beneficiarios de la prodigali- quedará inhabilitado para la administración de sus bienes»
dad, y si, por el contrario, se obra como si el pródigo ya no estuviese limitado, (art. 878) Con tales disposiciones se persigue proteger a los acreedores del
no habrá, sin embargo, riesgo de impugnación por parte de los mismos. concursado o quebrado; pero no suponen un cambio de estado civil, no ori -
ginan una verdadera
incapacitación de la naturaleza de las antes estudiadas
26. Invalidez de los actos indebidarente realizados por el pródigo (restricciones generales —al menos parcialmente— de la capacidad de obrar),
solo.—Si para el acto de que se trate no se limitó la capacidad al pródigo, sino más bien una prohibición de carácter general que impide al concursado
vale o no, sin más, según sus reglas normales. Ahora bien, si el acto es de o quebrado la realización de los actos de que se trata.
los que la sentencia de prodigalidad ha impuesto al pródigo que los cele-
bre con consentimiento del curador, cuando lo otorgue sin él ¿se aplicará el Sententins en que, en menor o mayor grado, se habla de las restricciones
artículo 293? que sufre Ira concursado o quebrado, y, a veces, se emite alguna opinión sobre
Según este artículo: «Los actos jurídicos realizados sin la intervención ellas, lo son, por ejemplo, las de 17 marzo 1930, 3 junio 1911, 12 junio 1922,
del curador cuando ésta sea preceptiva, serán anulables a instancia del pro- 13 mayo 1927, 26 diciembre 1928, 7 marzo 1931, 20 diciembre 1952, 13 y 27
pio curador o de la persona sujeta a curatela, de acuerdo con los artículos febrero Y 28 mayo 1960, 29 octubre 1962, 22 febrero 1963, 11 diciembre 1965,
1.301 y siguientes de este Código.» 22 'abril 1969, 26 marzo 1974, 15 octubre 1976, 12 noviembre 1977, y última-
Mas, resulta que como la curatela en los casos que no son el de pro- mente las más importantes en el tema de 30 junio 1978, 18 febrero 1988, 12
marzo y 25 septiembre 1993, 26 mayo 1998 (que dice que entre la declaración
digalidad, se establece en utilidad del curatelado, y en el de prodigalidad, de
ciosquiebra
en trá yel nombramiento de los síndicos el quebrado conserva para los jui-
en la de los beneficiarios de ésta (el cónyuge, y los descendientes y ascen- Inite la necesaria habilidad procesal siempre que su intervención pueda
dientes con derecho actual a alimentos contra el pródigo o en situación de beneficiar los intereses de sus acreedores), 7 julio 1998 que, recogiendo otras de
poder pedírselos), quedaría chocante que no pudiesen pedir la invalidación aquéllas Y refiriéndose en particular a las de 1993, destaca que la restricción de
del acto precisamente las personas a quienes protege tal invalidez. Por eso los actos que puede celebrar el quebrado, no alcanza a los que no perjudiquen a
me inclino a que sí pueden. la masa de la uiebra o no sean contrarios a los intereses de los acreedores) y 28
En cuanto a que puedan el pródigo y su curador, parece que sí en vir- septiembre 1998 (que destaca que no alcanza la prohibición a los actos que el
tud del artículo 293. ¿Cómo excluir su aplicación a la prodigalidad, cuando quebrado tO realiza voluntariamente, sino por disposición judicial, como es for-
malizar una venta una vez aprobado el remate) y resoluciones entre las menos
está en la sección I, «Disposiciones generales» a la curaterla, uno de cuyos antiguas, romo las de 14, 15 y 16 diciembre 1971 (las dos últimas remiten a la
casos es la prodigalidad? Por otro lado, la impugnabilidad del acto por el primera, Por tratarse de igual tema).
curador, se puede justificar como cuidando los intereses de los beneficiarios
de la prodigalidad (realmente los demás curadores velan por los intereses Los efect()s del concurso y de la quiebra (los indicados y otros que ten-
de sus curatelados, y el del pródigo, por los de los beneficiarios de la pro- gan) se tratar lin al examinar las instituciones concretas a que afecten.
digalidad). Pero de la aplicación del artículo 293 a la prodigalidad, lo que
resulta más incoherente y contradictorio es la legitimación para impugnar el
acto el propio pródigo; y si entra en juego el artículo 1.301, como pide el

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MANUEL ALBALADEJO § 37 LA NACIONALIDAD

§ 37 2. Justificación de su estudio.-La nacionalidad es materia que importa no


LA NACIONALIDAD* sólo al Derecho civil, sino a casi todas las ramas jurídicas (y algunas -por lo
menos según ciertas opiniones- más que al Derecho civil). Pero independiente-
Summuo: A) Ideas generales.-1. Definición usual.-2. Justificación de su estudio.-3.
Derecho vigente.-4. Concepto.-5. Régimen jurídico y capacidad del extranjero dad», A.D.C., 1983, pág. 691; DURAN GARCÍA, «La legalidad y continuidad de la residencia exigida
en nuestro Derecho.-B) Adquisición.-a) En general.--6. Las causas de adquisi- por el párrafo 4.° del artículo 22 del Código civil», R.G.L.J., sept.-oct. 1989, pág. 449; EHRLICH, Über
ción en general.-7. Adquisición originaria y derivada.-8. Adquisición automática Staatsangehórigkeit, 1930; ESPIN ALBA, «Algunas reflexiones acerca del artículo 17.1 del Código ci-
y no.-b) Las causas de adquisición en particular.-9. Adquisición por filiación.- vil», A.C., 1994-4, pág. 829; ESPINAR VICENTE, La nacionalidad y la extranjería en el sistema ju-
10. Adquisición por adopción.-11. Adquisición por nacimiento en el territorio.-- rídico español, Madrid, 1994; ESTRADA CARRILLO, Comentarios a la Ley Orgánica y al Reglamento
de Extranjería, Madrid, 1989; FELIU, «Notas a la proposición de ley de reforma del Código civil en
12. Adquisición por opción.-13. Adquisición por otorgamiento de carta de natu- materia de nacionalidad», en A.C., 1989, págs. 2.469 y as.; FERNANDEZ ROZAS, «El Derecho espa-
raleza.-14. Adquisición por concesión basada en la resiclencia.-14 bis. Adquisición ñol de la nacionalidad», 1987, «Anotaciones a la Instrucción de 16 mayo 1983 de la D.G.R.N. sobre
por posesión de estado.-C) La antigua conservación de la nacionalidad.-15. La nacionalidad española», A.D.C., 1983, págs. 1.299 y as.; FERRER PEñA, Los derechos de los extran-
antigua conservación de la nacionalidad.-CH) Pérdida.-a) En general.-16. Las jeros en España, Madrid, 1989; GARAU JUANEDA, «El concepto de "residencia legal y continuada"
causas de pérdida en general.-b) Las causas de pérdida en particu1ar.-17. Pér- en el artículo 22 del Código civil», La Ley, 1989-4, pág. 1158; GARCIA RUBIO, «Consolidación de
dida voluntaria.-18. Pérdida como castigo.-19. Han desaparecido las demás cau- la nacionalidad española», A.D.C., 1992-3, pág. 929, y «La doble nacionalidad en el ordenamiento ju-
rídico español», R.D.P., 1994, pág. 731, y «La consolidación de la nacionalidad española», en Acr. y
sas de pérdida de las legislaciones anteriores.-D) Recuperación.-20. Recupera- Dro., 1992, núm. 31, págs. 1 y as; GAYA SICILIA, en C.C.J.C., núm. 14, 1987, pág. 4517; GETE-
ción.-E) Doble nacionalidad.-21. Doble nacionalidad. ALONSO Y CALERA, en C.C.J.C., núm. 3, 1983, pág. 913; GIL, «Síntesis de la legislación española
• sobre extranjeros», en R.D.N., 1962, núrris. 37-38, págs. 159 y as.; GIL RODRIGUEZ, La nacionali-
dad española y los cambios legislativos (Alcance de las D.T. de la Ley 18/1990), Madrid, 1993; HER-
A) NANDEZ IBAÑEZ, «Jurisdicción competente en materia de nacionalidad», Homenaje a Roca Juan, Mur-
cia, 1989, pág. 385; HUALDE, «La pérdida voluntaria de la nacionalidad española: breve examen del
IDEAS GENERALES articulo 24 del Código civil», Revista Jurídica de Castilla-La Mancha, núm. 11-12, 1991, pág. 343; ISAY,
«De la nacionalité», en Recueil des Cours de l'Acadenúe de Droit internacional, t. 5 (1924-IV), págs.
1. Definición usual.-Según la opinión más extendida, la nacionali- 429 y ss.. y Fremdenrecht, 1923; LAPRADELLE, La nationalité d'origine, 1938; LASARTE, «Notas
sobre la nacionalidad del menor de edad extranjero adoptado por españoles», en RDP., 1975, págs. 511
dad es el vínculo que une a cada individuo con un Estado determinado. y ss.; LETE DEL RIO, La nueva regulación de la nacinalidad, 2.' ed., 1987, «La adquisición de la na-
cionalidad por opción», A.C., 1994-1, pág. 27, «Pérdida de la nacionalidad», en A.D.C., 1994-II, pág.
83, «La recuperación de la nacionalidad», A.C., 1994-1, pág. 159, y «Beve exégesis de la nueva ley de
* La bibliografía que recojo a continuación ni comprende las obras de Derecho internacional pri- nacionalidad», en A.C., 1991, págs. 301 y as.; LICHTER y ICNOST. Deutsche und auskindiche Straat-
vado ni incluye los estudios interesantes únicamente bajo nuestra antigua legislación de nacionalidad. sangolcitrigkeitsrecht, 1935; LOU1S-LUCAS, La nationalité franvaise, 1929; LOZANO SERRALTA, «La
AGUILAR BENITEZ DE LUGO, «Reflexiones en torno a la sentencia del Tribunal Supremo de nacionalidad originaria en el Derecho español», en LI. 1954 (núm. 130, marzo), págs. 217 y ss.; «La
,

13 febrero 1974», en R.F.D.U.M., 1972, págs. 483 y SS.; AGUILO PIÑA, «La nacionalidad española de pérdida de la nacionalidad», en R.E.D.I., 1951, págs. 521 y SS.; «La naturalización en el Derecho es-
origen», La Ley, 1983-3, pág. 1074, y AGUILO PIÑA, «Adquisición de la nacinalidad española por re- pañol», en I.J., 1952 (núm. 110), págs. 687 y ss., y «La prueba de la nacionalidad», en R.E.D.I., 1952,
sidencia (Ley 51/1982, de 13 de julio, art. 22)», R.D.P., 1984, pág. 531. También en La Ley, 1984-1, págs. 181 y ss.; LUCES GIL, «Análisis de las modificaciones introducidas en el régimen de la na-
pág. 1142; ALVAREZ RODRIGUEZ, Nacionalidad y emigración, 1990, y en C.C.J.C., núm. 32, 1993, cionalidad española por la Ley de 2 mayo 1975», en R.G.L.J., 1975, II, págs. 101 y as., y «El nuevo
pág. 401; AMORES CONRADI, en C.C.J.C., núm. 17, 1988, pág. 437, en C.C.J.C., núm. 18, 1988, régimen español de la nacionalidad y la vecindad civil», en A.C., 1991, págs. 119 y ss.; MARINHO,
pág. 827, y en C.C.J.C., núm. 21, 1989, pág. 827; ARANA DE LA FUENTE, «La Ley 18/1990 sobre Tratado sobre a nacionalidade, 1961; MIAJA, «La nueva ordenación española de la nacionalidad», en
reforma del Cósigo civil en materia de nacionalidad», A.D.C., 1991, pág. 289; ARJONA, «Extranjeros», R.F.D.U., Oviedo, 1955, marzo, núm. 72, págs. 79 y as.; MAURY, «Nationalité (Theorie générale et
en N.E.J., 1958, págs. 403 y ss.; AZNAR, La extranjería en la doctrina de la Dirección general de los Droit franeais)», en Repertoire de Droit internacional, IX, 1931; M1LANS DEL BOSCH, «La adquisi-
Registros y del Notariado, 1974, y La doble nacionalidad, 1977; BONET CORREA, «Los extranjeros ción de la nacionalidad española por los incapacitados (reflexiones en torno a un vacío legal)», R.G.D.,
en el Ordenamiento jurídico español», en R.G.L.J., 1965, 1, págs. 499 y ss.; BOURBUSSON, Traité gé- 1990, pág. 6353; MIQUEL CALATAYUD, Estudios sobre extranjería, Madrid, 1986, y «El régimen pre-
nérale de la nationalité, 1931; CABALEIRO, «La doble nacionalidad», en R.C.L.J., 1962, I, págs. 7 y ferencial en materia de extranjería y las nacionalidades iberoamericanas», R.C.D.I., 1993, pág. 875; MO-
as.; CALVO, «La próxima reforma de la nacionalidad», en R.D.P., 1990, pág. 466; DE CASTRO, «La LINO Y NUÑEZ, «La nacionalidad y la emigración», R.D.P., 1992, pág. 432; OGAYAR, «De los es-
doble nacionalidad», en R.E.D.I., 1948, págs. 77 y ss.; «La adquisición por vecindad de la nacionali- pañoles y extranjeros», en R.G.L.J., 1954, t. 197, págs. 422 y as., y «Adquisición de la nacionalidad y
dad española», en 1945, núms. 37 y 38, págs. 71 y ss.; «La nacionalicé, la double nacionalicé et la de la regionalidad», en R.J.C., 1955, págs. 519 y ss.; PARRA LUCAN, en C.C.J.C., núm. 31, 1993,
supranationalité», en Recueil des Cours de l'Academie de Droit international, t. 102 (1961-1), págs. 521 pág. 183, y «Atribución provisional de la nacionalidad y nacionalidad aparente: los nuevos artículos 17
y as.; DEGNI, «Della cittadinanza», 1921, en II Dir. civ. it. de FIORE, y «Cittadinanza», en N.D.I., y 18 del Código civil», Revista Jurídica de Castilla-La Mancha, núm. 11-12, 1991, pág. 203; PEÑA, en
1938, págs. 183 y as.; DIAZ DE EENTRESOTOS, «Nacionalidad y adopción: el artículo 19 del Có- Comentario al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por ALBALADEJO, I, vol. 3.°, 2. ed.,
digo civil», Revista Jurídica de Castilla-La Mancha, núm. 11-12, 1991, pág. 235; DIAZ GARCIA, La 1993; PEREZ DE CASTRO, «Adquisición de la nacionalidad española por opción», Revista Jurídica de
reforma de la nacionalidad. Comentario a la ley 18/1990, de 17 de diciembre, Madrid, 1991; DIEZ Castilla-La Mancha, n.xo 11-12, 1991, pág. 241; PERE RALUY, Derecho de nacionalidad, 1955; PRIETO-
DEL CORRAL, «Principios de la reforma en materia de nacionalidad», en R.D.P., 1983, págs. 791 y CASTRO ROUMIER, La nacionalidad múltiple, 1962; RAVENTOS, Situación jurídica de los extran-
SS.., y «Resumen de la doctrina de la D.G.R.N. sobre el estado civil durante 1989 y 1990», en jeros en España, en R.C.D.I., 1926, págs. 573 y as.; REGLERO CAMPOS, «La adquisición de la na-
1991, págs. 347 y ss.; DIEZ PICAZO, «El principio de la unidad jurídica de la familia y la nacionali- cionalidad española por residencia en la Ley 18/1990, de 17 de diciembre». Revista Jurídica de Castilla-La

296 297
MANUEL ALBALADEJO § 37 LA NACIONALIDAD

mente de la cuestión sobre si debería tratarse o no en éste, la estudio porque así hace 5 ue cambie a la misma también la de los hijos. 4.a Suprimir la necesidad
lo hace habitualmente nuestra doctrina, porque se reguló en el Código civil y en que e
k ciertos casos existía de llevar a efecto determinada declaración para con-
él se continúa regulando' después de las leyes que reformaron la materia, y por- servar, es decir, no perder la nacionalidad española. 5. Alterar los supuestos en
que la cualidad de nacional constituye uno de los estados civiles de la persona, que ur
i extranjero en el que concurran ciertas circunstancias, puede por sólo su li-
de mayor trascendencia en el campo del Derecho civil. breAncisión
de elegir pasar a ser español (es decir, optar por nuestra nacionalidad).
6.a
ipliar los países respecto de los que se permite que una persona tenga, a la
3. Derecho vigente.—La nacionalidad se regula —bajo la rúbrica de vez, si
u nacionalidad y la española (doble nacionalidad), eliminando la necesidad
de siet
«De los españoles y extranjeros»— en el Título I del Libro 1 del Código. mpre previo Tratado en el que se estipule la posibilidad de doble naciona-
l id a d c
Los artículos que constituyen el contenido de dicho Título no son los pri- le sus ciudadanos y los nuestros. 7.' Introducir la nueva figura denominada
« co ?ise
mitivos que rigieron desde la publicación del Código civil (con alguna va- lidación de la nacionalidad española».
riación y complementación, aportadas por legislación posterior que no se in- 4.
corporó al Código), sino otros nuevos que después de diversas reformas (en Concepto.—Desde el punto de vista de nuestra ley, ser español o
tener nacio nalidad española significa ser miembro de la Comunidad espa-
15 julio 1954 y 2 mayo 1975) han introducido principalmente la Ley de 13 ñola, orgai nizada en forma de Estado. La pertenencia a esta comunidad es
julio 1982, que desarrolló el mandato contenido en él artículo 11 de la Cons- una eualidla d, un estado civil de sujeto (ser español); los que carecen de ella
titución, y la Ley de 17 diciembre 1990. no son esf)año,es,
i son extranjeros..
Estas leyes han llevado a cabo grande modificaciones en la materia. Princi-
PC
palmente son las siguientes: 1.* Ampliar los casos en que se adquiere o no se r eso no son extranjeros los que tienen nacionalidad española, aunque ten-
gan ami
pierde la nacionalidad española. Con la consecuencia de que en muchos de los lemás otra.(Cfr. C.c., art. 24), y sí lo son los que carecen de aquélla, aun-
que nc
nuevos surgirán conflictos con Derechos extranjeros, que con probabilidad consi- ) tengan otra ninguna (apátridas).
derarán que a la persona que sea le corresponde su nacionalidad, no la nuestra.
2.' Igualar a mujer y hombre, en cuanto que cesa de ser preferente, como era an- 5. R.egimen jurídico y capacidad del extranjero en nuestro Dere.
tes, la filiación paterna para atribuir nacionalidad al hijo. 3.' Acabar de eliminar cho.—Las
el aplicabl diferencias entre el régimen jurídico aplicable a los españoles y
el ya semiborrado antiguo principio de unidad familiar (semiborrado por la re-
forma anterior, que suprimía la atribución a la mujer de la nacionalidad del ma-
se rige, en e a los extranjeros, son fundamentales en cuando que cada uno
rido), en cuya virtud debían tener la misma nacionalidad los cónyuges e hijos no una serie de materias, por la ley de su país (así, por lo que atañe
a la capac. idad, y al estado civil, a los derechos y deberes de familia, etc.:
emancipados. Así que ahora esposos e hijos menores pueden tener, y no como C.c., art. s
cosa excepcional, nacionalidades distintas, y el cambiar de la suya los padres no
Cuandl' num. 1).—como hace el Código: art. 27— que «los extranjeros
se dice
gozan en
lo dispuest spaña de los mismos derechos civiles que los españoles, salvo
Mancha, núm. 11-12, 1991, pág. 275; RICO, «La nacionalidad española de los sefardíes», en Estudios mar a:i en las
que leyes especiales
er y en los Tratados», no se pretende afir-
Vallet, II, 1988, pág. 681; PdVES LOPEZ, Los extranjeros en España ante la nueva ley de extranjería, s cho n España todos —españoles y extranjeros— se rigen por el mismo
Barcelona, 1986; RODRIGUEZ MORATA, «La nacionalidad de los emigrantes españoles», Revista Ju- uDneore
rídica de Castilla-La Mancha, núm. 11-12, 1991, pág. 385; SANCHO REBULLIDA, «Un primer apunte y de 1 que son los mismos los derechos, facultades, capacidad, etc., de
sobre la última reforma del Código civil en materia de nacionalidad», Estudios Lacruz, t. I, Barcelona, tos); única] otros (diferencia que procede de regularse por Derechos distin-
1992, pág. 735; SCHATZEL, Das deutsche Staatsangehórigkeitsrecht, 1926; SCHWAZTZ, Das Recht
der Staatsangehbrigkeitrecht im Deutschland und im Ausland seit 1914, 1925; SEISDEDOS MUIÑO,
que negabirnente se trata de rechazar la corriente jurídica (hoy ya superada),
«Pérdida de la nacionalidad: comentario al artículo 25 del Código civil», Revista Jurídica de Castilla- tranjero. a o restringía, en general, la capacidad jurídica o de obrar del ex-
La Mancha, núm. 11-12, 1991, pág. 365; TABORDA FERREIRA, A nacionalidade, 1950; TORO, «la
doble nacionalidad», en R.D.E.A., 1958, págs. 339 y SS.; TRIAS DE BES, Nuevas orientaciones sobre S e ad r
la nacionalidad y admisión de extranjeros, 1914; VARIOS, Comentarios a las reformas del Código ci-
imite, pues, por nuestro Derecho, no una capacidad general del ex-
tranj e r o ig
vil, II, 1977; VARIOS, Comentarios a las reformas de nacionalidad y tutela, dirigidos por BERCOVITZ el extranje•ual a la del español, sino la capacidad que, según su ley, tenga
y AMOROS, 1986; ZEBALLOS, La nationalité, 4 vols., 1914-1919. ro.
Hay además otros muchos estudios que no procede recoger aquí, y que contemplan la situación ju-
rídica del extranjero, no en general, sino por lo que toca a cierta institución, ley o caso particular como, Al
por ejemplo, relativamente a la adquisición de inmuebles, al contrato de trabajo, etc. Por lo demás, omito exigirss
sí, por ejemplo, Resolución de 28 marzo 1974. Capacidad que, no pudiendo
cación' e a los funcionarios ni Tribunales españoles ni el conocimiento ni la apli-
más bibliografía dejada inútil por el cambio de legislación. De la recogida bajo aquélla, sirven los con-
ceptos y para las precedentes del Derecho vigente.
' Persiguiendo con ello poner de relieve su importancia y significado jurídico-civil. la reso de . oficio del Derecho extranjero, es preciso que se acredite, como señala
)1ución, de modo auténtico. También L.c.c., art. 281.2.

298 299
MANUEL ALBALADEJO § 37 LA NACIONALIDAD

Aparte de ello, hay algunas incapacidades especiales o prohibiciones o 7. Adquisición originaria y derivada.-1.° Originariamente, se ad-
reglas particulares que —por diferentes razones en cada caso— alcanzan a quiere la nacionalidad española (se es español de origen, art. 17, principio)
los extranjeros como tales 2. Por ejemplo: limitaciones, en interés de la de- —dentro de los límites que después expondré— por:
fensa o economía nacional, que excluyen de determinados derechos sobre A) Nacer de algún padre español (filiación): ius sanguinis (C.c., art.
ciertas cosas a los extranjeros 3; normas de reciprocidad sobre el reconoci- 17, a).
1
miento de tales o cuales derechos a los extranjeros, sólo si la legislación de B) Nacer en España juntamente con otras circunstancias: ius soli (art. 17,
su país los reconoce a los españoles, etc. 1, b y SS.).
2.° Derivadamente, el sujeto adquiere —con los requisitos que des-
pués expondré— la nacionalidad española (el extranjero pasa a ser español):
B) A) Voluntariamente, porque; a) Bien tiene derecho a conseguirla ba-
ADQUISICION sándose simplemente en su propia decisión (a optar por ella). Así, por ejem-
plo, en ciertos casos, el extranjero que sea adoptado por español o venga a
quedar sujeto a patria potestad éste o lo haya estado (arts. 19 y 20). b) Bien,
a)
tiene derecho a que le sea concedida si se dan ciertas circunstancias, en vir-
EN GENERAL tud de decisión de la autoridad competente. Así, la que se consigue por re-
sidencia (art. 22). c) Bien, puede serle otorgada, si concurren determinados
6. Las causas de adquisición en gineral.—S obre el tema dice el ar- requisitos, por dicha autoridad, si es que lo estima oportuno. Así la obtiene
tículo 11,1 de la Constitución que: «La nacionalidad española se adquiere... por otorgamiento a su favor de carta de naturaleza por reunir el peticiona-
de acuerdo con lo establecido por la ley.» rio circunstancias excepcionales (art. 21).
B) Necesariamente, cuando siéndose extranjero menor de dieciocho años
Lo que significa que rechaza nuestra Constitución la posibilidad de que re- se es adoptado por español (art. 19, 1) 4, O cuando se adquiere por la nueva
sulte establecido procedimiento alguno de adquisición de nacionalidad, por norma figura introducida por el artículo 18, que podemos llamar usucapión de na-
que no sea ley. Es decir, se dispone lo que se denomina reserva de ley, en el sen- cionalidad española mediante poseerla.
tido de que la posibilidad de regulación jurídica del tema, se reserva a leyes, y La adquisición, como he dicho, es originaria si se nace con la nacionalidad
se rechaza que pueda hacerse por otras normas.
Y ya, aunque corresponda a después, quede aquí también dicho que la reserva que sea, y derivada la que se adquiere después de nacer con otra.
de ley la hace la Constitución en el presente artículo no sólo para la adquisición, Una y otra pueden dar lugar a tratamiento distinto. Así, por ejemplo,
sino asimismo para la conservación y pérdida de la nacionalidad. antes a los españoles de origen no se les podía nunca privar de la nacionalidad
como pena, y sí a los que tuviesen nacionalidad española derivada, si bien
La adquisición de la nacionalidad puede ser originaria (la que tiene lu- esto ya ha sido suprimido en el nuevo Código penal; o son los españoles
gar al nacer el sujeto) o derivada (la que tiene lugar por hecho posterior; de origen, y no los de nacionalidad derivada, los que, sin perder la nues-
luego implica cambiar de la nacionalidad que se tenía a otra). tra, pueden adquirir la nacionalidad de un país de particular vinculación con
España.
Pero la verdad es que siendo las cosas así en principio, luego resulta
= Otras, que, a veces se citan por la doctrina, no lo son realmente, o no alcanzan por ser ex- que la ley, a veces, otorga nacionalidad de origen a quienes antes tuvieron
tranjero. Así: 1.°, no poder ser tutores, protutores, ni vocales del Consejo de familia los extranjeros
que no residan en España (antiguos arts. 237, 12Y, y 298: cuyo motivo era, no tanto la extranjería, otra. Eso quiere decir que les iguala en posibles perjuicios y beneficios a
como la no residencia); 2.°, e igual cabe decir de lo que establecía el antiguo artículo 91 sobre las los verdaderos españoles de origen.
proclamas en el matrimonió civil; 3,', no poder ser testigos en los testamentos los que no entiendan
el idioma del testador (art. 681, 3Y, que verdaderamente no se refiere para nada a los extranjeros, y
que perrnite ser testigo al extranjero que entienda el idioma del testador; y excluye de serio al nacional Son casos: los artículos 17, in fine, 18 (si se poseía una falsa nacionalidad
que no lo entienda); 4.°, artículo 684, sobre testamento hecho en lengua extranjera, del que cabe de- española de origen) y 19 del Código civil.
cir lo mismo.
Aunque más bien lo que suele limitarse no es sino que la participación de extranjeros en los de-
rechos en cuestión sobrepase un cierto límite, para impedir que domine a la participación nacional. Mas, También se puede adquirir una nacionalidad necesariamente en otros supuestos: así, al anexio-
entonces, tampoco se excluye del derecho por ser extranjero, sino por pertenecer ya a extranjeros otras narse un país territorio de otro e imponer su nacionalidad a sus habitantes. Pero eso no lo regula el
participaciones. Código.

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MANUEL ALBALADE.10 § 37 LA NACIONALIDAD

8. Adquisición automática y no.—De las adquisiciones originarias y quisición de la nacionalidad española. El interesado tiene entonces derecho a op-
derivadas vistas: tar por la nacionalidad española de origen en cl plazo de dos años a partir de
Unas se producen automáticamente desde que ocurre el hecho con vir- aquella determinación.» Este, es decir, el 112, dice que en principio, la determi-
tud adquisitiva. Así, por ius sanguinis, por ius soli y por adopción adquie- nación legal de la filiación tiene efectos retroactivos.
ren la nacionalidad española el hijo de español o el nacido en nuestro suelo
o el menor de dieciocho años adoptado por español, y por posesión de es- 10. Adquisición por adopción.—Por el hecho de ser adoptado por un
tado la adquiere el que con buena fe y título inscrito la poseyó diez años. español o española (y más si lo son los dos adoptantes) adquiere automá-
Otras hace, ciertamente, adquirir la nacionalidad en virtud de que tiene lu- ticamente la nacionalidad española el adoptado menor de dieciocho años
gar el hecho que fundamenta la adquisición. Pero, aun producido tal hecho, la (art. 19.1).
nacionalidad no se adquiere automáticamente, sino cuando se cumplen deter- El adoptado adquiere nuestra nacionalidad derivadamente, es decir, pasa
minados trámites en los que no se basa la adquisición, pero a cuyo cumpli- a tenerla después de haber tenido la que tuviese antes. Pero nuestra ley, que-
miento se halla ésta subordinada. Así cuando se adquiere por opción, por resi- riendo favorecerle al máximo, dispone que desde la adopción adquiere la
dencia o por concesión de carta de naturaleza. En cuyos tres casos, además de nacionalidad española de origen (así gozará de ciertas ventajas sobre los es-
haber optado el interesado por la nacionalidad española, ed el primero, o ha- pañoles que lo son por haber adquirido derivadamente nuestra nacionalidad).
bérsela otorgado la autoridad, en los otros dos, tiene, en uno y en otros, que:
1.0 Declarar que renuncia a la nacionalidad anterior, si el adquirente La inscripción en el Registro Civil no es constitutiva (Resolución 17 julio
es mayor de catorce años y capaz de preslar una declaración por sí, y no 1985). Según la Resolución de 26 abril 1984 el artículo 18 (hoy 19) no es retro-
activo, y los adoptados antes de 1982 podrán adquirir la nacionalidad por la vía
es nacional de país respecto al que el nuestro admite la doble nacionalidad. de la opción del artículo 19 Código civil (antiguo, hoy ver 20).
2.° Jurar o prometer fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y
a las leyes, si el adquirente tiene la capacidad dicha en el número anterior.
3.° Que la adquisición se inscriba en el Registro Civil español. 11. Adquisición por nacimiento en el territorio.—En principio la atri-
bución de nacionalidad por ius soli, es decir, por derecho de suelo, o ha-
Arts. 23 y 330. ber nacido en territorio nacional, es subsidiaria respecto a la atribución por
ius sanguinis; pero prevalece sobre ésta, imponiendo la española a la se-
gunda generación de extranjeros nacida en España, con el fin de que no
b) puedan «perpetuarse indefinidamente las estirpes de extranjeros en el terri-
LAS CAUSAS DE ADQUISICIÓN EN PARTICULAR torio nacional», según dijo la Exposición de Motivos de la ley de 15 julio
1954, que reformó el Título del Código relativo a la nacionalidad, y repi-
9. Adquisición por filiación.—Son españoles: tió el Preámbulo del Proyecto que el Gobierno remitió a las Cortes, y luego
1.0 «Los hijos de padre o madre españoles» (art. 17, 1,a). Basta, pues, ha sido la ley de 13 julio 1982.
que sea español cualquiera de los dos; y más si lo son ambos. Son españoles:
Una y otra filiación se entienden —naturalmente— como generación. 1.0 «Los nacidos en España de padres extranjeros, si al menos uno de
Por ello son españoles no sólo los hijos matrimoniales de español o espa- éstos hubiera nacido también en España. Se exceptúan los hijos de funcio-
ñola, sino también los no matrimoniales de uno u otra, con tal de que sea nario diplomático o consular acreditado en España (art. 17, 1, b).
conocido el padre o madre español, porque la filiación conste legalmente
de alguna forma (así, por reconocimiento, etc., artículo 120 Código civil). En tanto no conste la extranjería de los padres, se presumen españoles los na-
Siendo desconocidos los padres y el hijo nacido en el extranjero, desde cidos en territorio español de padres también nacidos en España (L.R.C., art. 68).
que consta legalmente la filiación respecto de uno de los padres español,
antes de que el hijo tenga dieciocho años, el mismo se tiene automática- 2.° «Los nacidos en España de padres extranjeros si ambos carecieren
mente por español desde que nació (arts. 17.2, y 112). de nacionalidad o si la legislación de ninguno de ellos atribuye al hijo una
nacionalidad» (art. 17, 1, c).
Aquél dice: «La filiación o el nacimiento en España, cuya determinación se 3.0 «Los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada (art. 17,
produzca después de los dieciocho años de edad, no son por sí solos causa de ad- 1, d). Presumiéndose en tal caso nacidos en España los menores de edad
302 303
MANUEL ALBALADE.10 § 37 LA NACIONALIDAD

cuyo primer lugar conocido de estancia sea territorio español (art. 17, 1, d, 3.° Las personas la determinación de cuya filiación o nacimiento en
2.a parte). España los habría hecho españoles iure sanguinis o iure soli, si se hubiese
Aunque después resulte determinada legalmente la filiación del hijo de producido antes de los dieciocho años de edad, que producido después, sólo
padres desconocidos, bien conste uno sólo, bien consten los dos, el hijo si- les faculta para optar por la nacionalidad española.
gue siendo español aunque los padres sean extranjeros.
En principio, el plazo para optar es de dos años desde la adopción, en el caso
17, el que se dice más abajo, sub c) y d), para el caso 2.°, y de dos años desde
Así se deduce de que el párrafo último del artículo 17 de 1982 atribuyó la
filiación española cuando fijada la filiación del hijo de padres desconocidos, re- la determinación, en el caso 37.
La declaración de opción se formulará, según el artículo 20, número 2:
sultase ser hijo de español o españoles, pero calló el Código sobre que cuando
los padres resultasen ser extranjeros pasase a tener la nacionalidad extranjera el a) Por el representante legal del optante, menor de catorce años o incapaci-
tado. En este caso la opción requiere autorización del encargado del Registro Ci-
hijo nacido en España de padres inicialmente desconocidos. Luego interpretado tal
párrafo a contrario ponía de relieve que el descubrimiento de su paternidad ex- vil del domicilio del declarante, previo dictamen del Ministerio Fiscal. Dicha au-
torización se concederá en interés del menor o incapaz.
tranjera no hacía extranjero al español iure soli. Tesis reforzada por la supresión
del artículo 17, 4.°, in fine, anterior a la Ley de 1982, según el que la atribución b) Por el propio interesado, asistido por su representante legal, cuando aquél
sea mayor de catorce años o cuando, aun estando incapacitado, así lo permita la
de la nacionalidad española iure salí era «sin perjuicio de que, conocida su-ver-
sentencia de incapacitación.
dadera filiación, ésta surta los efectos que procedan».
c) Por el interesado, por sí solo, si está emancipado o es mayor de diecio-
Además si pasara a ser extranjero, perdería la nacionalidad española sin su cho años. La opción caducará a los veinte años de edad, pero si el optante no es-
voluntad, lo que está en contra del principt aceptado por la ley de que, salvo la tuviera emancipado según su ley personal al llegar a los dieciocho años, el plazo
pérdida corno castigo de la nacionalidad española, ésta no se pierde sino cuando para optar se prolongará hasta que transcurran dos años desde la emancipación.
voluntariamente se adquiere otra (ver arts. 24 y ss.).
d) Por el interesado, por sí solo, dentro de los dos años siguientes a la re-
Todos estos argumentos siguen siendo válidos después de la reforma de la na- cuperación de la plena capacidad. Se exceptúa el caso en que haya caducado el
cionalidad por la Ley de 1990. derecho de opción conforme al apartado c).
12. Adquisición por opción.—Bajo nuestro Derecho anterior a la re- Conviene insistir en que siendo la facultad de optar un caso en que por
forma de 1982, en algunos casos un extranjero, por razón de hallarse en su propia sola voluntad puede el extranjero adquirir la nacionalidad espa-
cierta conexión con España, podía decidir pasar a tener la nacionalidad es- ñola, la autoridad o el funcionario que recibe la declaración no tiene nin-
pañola. Lo que se denomina «facultad de optar» por ella. gún papel de conceder u otorgar nada que pida el optante, que no pide nada,
sino que manifiesta que se ha decidido por la nacionalidad española.
Así: Por último, la declaración de opción no es eficaz para atribuir la na-
1.° Los nacidos en territorio español de padres extranjeros que no hubieran
nacido, a su vez, en España y estuviesen domiciliados en ella al tiempo del na- cionalidad sino a partir de que se hayan cumplimentado los trámites que ya
cimiento del hijo (antiguo art. 18, 17) conocemos (ver supra, núm. 8) y con las salvedades entonces expuestas,
2.° Los nacidos fuera de España de padre o madre que originariamente (los son comunes a las adquisiciones de nacionalidad por opción residencia y
dos o uno solo) hubieran sido españoles (antiguo art. 18, 2.°). naturalización: 1.0 Renunciar a la nacionalidad anterior. 1.0 Jurar o prome-
ter fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y a las leyes. 3.° Ins-
Hoy los artículos 19, 2, y 20, 1, establecen los casos de facultad de op- cribir la opción en el Registro Civil (art. 23).
tar por nuestra nacionalidad, que son parcialmente distintos a los de los De-
rechos anterior y anteanterior. Hoy podrán optar por la nacionalidad española: 13. Adquisición por otorgamiento de carta de naturaleza.—La na-
1.0 El extranjero mayor de dieciocho años adoptado por español. cionalidad española se adquiere por otorgamiento de carta de naturaleza,
2.° Las personas que estén o hayan estado sometidas a la patria po- procedimiento llamado también naturalización (naturalizarse español). Lo que
testad de un español. tiene lugar cuando tal gracia se concede discrecionalmente mediante Real
Decreto, previo expediente tramitado por el Ministerio de Justicia, si en el
5 Pues, si reunían estos requisitos, el hijo adquiría la nacionalidad española por ius so/i: antiguo
peticionario concurren circunstancias excepcionales (C.c., art. 21, 1, L.R.C.,
artículo 17, 3f. art. 63, 2.°, R.R.C., art. 223).

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MANUEL ALBALADEJO § 37 LA NACIONALIDAD

No hace falta cumplir más requisitos, corno haber residido durante cierto tiempo por él su representante, o hallarse asistido por él, y previa autorización del
en España, etc., sino sólo reunir cualquier circunstancia que se aprecie por la Ad- Encargado del Registro Civil, art. 21, 2 y 3) emancipado o mayor de die-
ministración que es excepcional al efecto de merecer la adquisición de la nacionalidad. ciocho años 9 (art. 22, 9.°) haya residido legalmente de forma continuada 10
Apreciación que —insisto— es discrecional o dejada al criterio de la Administra- y en tiempo inmediatamente anterior a la petición (art. 22, 3) durante los
ción. De modo que el interesado ni tiene ningún derecho a que la nacionalidad le
sea otorgada ni puede reclamar si es que se le deniega. Simplemente la solicita, plazos siguientes 11.
y la Administración concede o no, siendo en la sola decisión de ésta en la que la A) Diez arios, sin más requisitos (art. 22, 1).
adquisición se basa. B) Cinco años para los que hayan obtenido asilo o refugio (22, 1).
C) Dos años, cuando se trate de nacionales de origen de los países
La carta de naturaleza pueden solicitarla: 1.0 por sí solos los emanci- iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal o de se-
pados o mayores de dieciocho años 6, 2.° y asistidos por su representante fardíes (art. 22, 1) 12.
legal, los no emancipados desde que tengan catorce, 3.° el representante le- D) Un ario, si el solicitante se encuentra en alguno de los siguientes
gal de los menores de catorce años, 4.° el representante legal del incapaci- casos:
tado, 5.° o éste por sí solo o debidamente asistido, según resulte de la sen- a) El que haya nacido en territorio español.
tencia de incapacitación. En los casos 3.°, 4.° y S.°, el rePresentante legal b) El que no haya ejercitado oportunamente la facultad de optar.
sólo podrá formular la solicitud si previamente ha obtenido autorización del e) El que haya estado sujeto legalmente a la tutela, guarda o acogi-
Encargado del Registro Civil que previo dictamen del Ministerio Fiscal, se miento de un ciudadano o institución españoles durante dos arios consecu-
concederá en interés (y si no, no) del metor o incapaz (C.c., art. 21, 3). tivos, incluso si continuare en esta situación en el momento de la solicitud.
La nacionalidad no se adquiere hasta que el solicitante cumpla los re- d) El que al tiempo de la solicitud llevare un año casado con español
quisitos ya vistos (supra, número 8) de renunciar a su nacionalidad ante- o española y no estuviere separado legalmente o de hecho.
rior, jurar o prometer fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y a e) El viudo o viuda de española o español, si a la muerte del cón-
las leyes, a inscribir la adquisición en el Registro Civil (art. 23 del C.c.). yuge no existiera separación legal o de hecho.
Requisitos éstos que han de cumplirse dentro de los ciento ochenta días f) El nacido fuera de España de padre o madre que originariamente
siguientes al de la notificación de la concesión de la carta de naturaleza, hubieran sido españoles (art. 22, 2).
pues si en tal plazo no comparece el interesado ante funcionario competente La nacionalidad se adquiere en virtud de la concesión de la Adminis-
para dar cumplimiento a los mismos la concesión caduca (art. 21, 4). tración. Pero el solicitante tiene derecho a que le sea otorgada si concurren
en él los requisitos vistos y no se opone motivo de orden público o interés
14. Adquisición por concesión basada en la residencia. — Por último nacional.
también se adquiere la nacionalidad española cuando se concede en virtud Por eso cuando se conceda o deniegue indebidamente cabe reclamación
de haber residido en España el interesado (C.c., art. 21, 2, y 22.1). contra el otorgamiento o la denegación. Dice el artículo 22, 5, que: «La
La concesión por residencia la otorga el Ministro de Justicia, previo ex- concesión o denegación de la nacionalidad por residencia deja a salvo la
pediente 7 (C.c., art. 21, 2, L.R.C., art. 63, 1.°), si no se oponen razones de vía judicial contencioso-administrativa.»
orden público o interés nacional (en cuyo caso, el Ministerio de Justicia po- Finalmente, como en los demás casos ya vistos (supra, núm. 8), la ad-
drá denegarla por motivos razonados de tal índole: C.c., art. 21, 2) cuando quisición no se produce hasta que el interesado renuncia a su nacionalidad
el solicitante en los mismos términos (de edad, o emancipación, de obrar anterior, jura o promete fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y
a las leyes e inscribe la adquisición en el Registro Civil (C.c., art. 23).
6 Por sí, como se trata de extranjeros, cuya emancipación se rige por su ley nacional, ésta las con-

cediese dicha emancipación a edad superior a los dieciocho.


7 Que se tramita según se regula en el Reglamento del Registro civil, artículos 220 y ss., y Dis- Véase nota 6 del número anterior.
posición final primera, párrafo segundo. En el que deberá justificarse la buena conducta cívica del in- La interpretación de los conceptos de legalidad y continuidad de la residencia la hace la sen-
teresado y su suficiente grado de integración en la sociedad española (C.c., art. 22, 4). tencia de 19 septiembre 1989.
8 Pero sobre la no especificación de la.s razones, si ello pone el peligro la Defensa Nacional o la 11 Se entenderá que tiene residencia legal en España el cónyuge que conviva con funcionario di-
Seguridad del Estado, véase la Ley sobre derechos y libertades de los extranjeros en España, de 1 ju- plomático o consular español acreditado en el extranjero (art. 22, 3, 2.°).
lio 1985, artículo 23, 3, y la Ley de Régimen jurídico de las Administraciones Públicas de 26 noviem- 12 Sobre la acreditación por sefardíes, véase la Instrucción de la Dirección General de los Regis-

bre. 1992, artículos 37, 5 y 84, 1. tros de 16 mayo 1983.

306 307
MANUEL ALBALADE10 § 37 LA NACIONALIDAD

Requisitos éstos que, como en el caso de la concesión de carta de na- De todo lo dicho resulta que estamos ante una verdadera usucapión de la na-
turaleza, han de cumplirse dentro de los ciento ochenta días siguientes al cionalidad; ciertamente distinta de la de los derechos reales, pero, como en éstos,
de la notificación de la concesión de la nacionalidad por residencia, pues si con una posesión continuada, con título y con buena fe.
el interesado en tal plazo no comparece ante funcionario competente para
das cumplimiento a los mismos, la concesión caduca (C.c., art. 21, 4). C)
LA ANTIGUA CONSERVAC1ON DE LA NACIONALIDAD
14 bis. Adquisición por posesión de estado. — Se introduce en la re-
forma de 1990, en el nuevo artículo 18 del Código civil, una forma de ad- 15. La antigua conservación de la nacionalidad. Normalmente, ad-
quirir la nacionalidad española que antes no existía. Es la que el Preámbulo

quirida una nacionalidad, ésta se conserva, es decir, no se pierde por la mera


de la Ley, párrafo S.°, llama «por posesión de estado», que consiste en que conducta pasiva del sujeto. Eso incluso en casos en que residiendo un es-
el que venga ostentando nuestra nacionalidad sin que le perteneciese, llega pañol en el extranjero, la ley del país le atribuya su nacionalidad por el sim-
a adquirirla si se dan las circunstancias que veremos. Dice dicho párrafo ple hecho de tal residencia. En ellos, para el Derecho español, y a pesar de
del Preámbulo que: «Si se llega a demostrar que quien estaba beneficián- que el Derecho extranjero atribuya su nacionalidad, no se pierde —se con-
dose de la nacionalidad española iure sanguinis o iure sol], no era en rea- serva— la nacionalidad española, sin necesidad de hacer nada (conducta pa-
lidad español, al ser nulo el título de atribución respectivo, no parece justo
que la eficacia retroactiva de la nulidad se lleve a sus últimas consecuen- siva).
cias en materia de nacionalidad [es decit; se produzca todo como si nunca Sin embargo, en otros casos extremos, en los que no solamente el De-
la hubiese tenido]. Para evitar este resultado se introduce una nueva forma recho extranjero atribuye su nacionalidad, sino que es especialmente acen-
de adquisición de la ciudadanía española por posesión de estado, lo que no tuado el arraigo del individuo español en el país extranjero, nuestro ante-
es una novedad en Derecho comparado europeo.» rior Derecho establecía que para no perder la nacionalidad española (se entiende
La nueva forma de adquisición (adquisición siempre, aunque el art. 18 —claro está— no perderla ante nuestro Derecho, porque ante el extranjero
habla de consolidación, porque realmente la nacionalidad española no se te- se pierde si éste establece tal pérdida mediante la adquisición de su na-
nía) se produce mediante «la posesión y utilización continuada de la na- cionalidad) hacía falta un acto del sujeto tendente a conservarla. Entonces
cionalidad española durante diez años con buena fe y basada en un título —si se realizaba el acto— se hablaba de conservación de la nacionalidad:
inscrito en el Registro Civil.., aunque se anule el título que la originó». aunque, indudablemente, también se podía considerar la cuestión desde el
ángulo contrario, y estimar que la figura debía estudiarse, no como conser-
Así, pues, no es que no pueda anularse el título transcurridos los diez años, vación de nacionalidad —que la hay siempre que, en éste o en cualquier
sino que aun anulado, la nacionalidad se mantiene. otro caso, no se pierda—, sino como un caso de pérdida de la misma —si
Siempre es adquisición derivada porque por definición, la persona no tenía no se daba el acto conservador.
realmente nuestra nacionalidad. Pero como consolida, según dice la ley, la na- Los españoles —decía el antiguo art. 26, primera parte, C.c.— que ha-
cionalidad española que aparentemente tenía, será español de origen, si su apa- yan nacido y residan en el extranjero y sean españoles por ser hijos de pa-
rente nacionalidad española era de origen. dre o madre españoles también nacidos en el extranjero, si la ley del país
La posesión de la nacionalidad española hay que entenderla como el hecho
de ostentar ésta. En cuanto a su utilización, no parece que pueda estimarse que
donde residan les atribuye su nacionalidad, para conservar la española ne-
falta si el sujeto la ostenta, pero sus actividades no le obligan a declararse como cesitan declarar —en la forma que fija la ley y que se señala después— ex-
español. Si bien la Instrucción de 20 marzo 1991 aclara que la expresión «pose- presamente su voluntad de conservarla.
sión y utilización», implica una actividad por parte del interesado respecto de la
nacionalidad española poseída; es decir, ha de exigirse que el interesado se haya Realmente esta conservación de la nacionalidad española se daba ante un caso
comportado como español, ejerciendo derechos y deberes derivados de su cuali- que era el reverso de aquel otro en el que nuestro Derecho imponía la nacionali-
dad de español. Pensemos en la tenencia del D.N.1., o pasaporte español, o acti- dad española al extranjero nacido en España de padres extranjeros también naci-
vidades políticas o desempeño de funciones públicas reservadas a españoles, etc. dos en España (C.c., antiguo art. 17, 3.°).
Por lo que toca a la buena fe, habrá que presumirla, según los principios ge- Lo mismo que en un supuesto atribuía nuestro Derecho la nacionalidad es-
nerales, y pienso que ha de consistir en la creencia de ser de verdad español por pañola, por razón de arraigo del extranjero en España, en el otro no podía menos
ignorar que el título de adquisición es realmente inválido. de reconocer que, por análoga causa, se debía perder la nacionalidad española.

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MANUEL ALBALADEIO § 37 LA NACIONALIDAD

Hoy, con la reforma de 1982, ya desapareció esa figura de la conser- aquellos países respecto de los que nuestro Código civil admite la doble nacionalidad
vación" de la nacionalidad española. Y para nuestro Derecho, sin necesi- de los españoles, adquiriendo o usando exclusivamente una de ellas no por eso se
dad de acto alguno, el español conserva su nacionalidad en cualquier caso, pierde la española de origen.
aunque otro Derecho establezca que pase a tener la suya.
La pérdida se producirá una vez transcurridos tres años a contar bien
desde la adquisición voluntaria de la nacionalidad extranjera, bien de la eman-
CH) cipación si es que se trata de pérdida porque el interesado utiliza exclusi-
PERDIDA vamente sólo la nacionalidad extranjera que tenía atribuida antes de su eman-
cipación.
a)
En los casos anteriores hay que insistir en que perdiéndose la nacionalidad
EN GENERAL española sólo por adquirir voluntariamente otra, siguen siendo españoles para
nuestro Derecho todos los que lo sean, aunque Derechos extranjeros les atribu-
16. Las causas de pérdida en general.—La nacionalidad española se yan otra nacionalidad por ciertos hechos no consistentes en la adquisición vo-
pierde: luntaria de ella.
1.0 Voluntariamente.
2.° Como pena o sanción, en cierto, supuestos. 18. Pérdida como castigo.—Segundo. La pierden como castigo, se-
gún el artículo 25, los españoles que no lo sean de origen 15' 15 bis, que en-
Exactamente igual que vimos antes (núm. 6) para la adquisición, dice la Cons- tren voluntariamente al servicio de las armas 16 o ejerzan cargo político en
titución, también para la pérdida, que: «La nacionalidad española se... pierde de un Estado extranjero contra la prohibición expresa del Gobierno español.
acuerdo con lo establecido en la ley» (art. 11, 1).
La pérdida se produce de pleno derecho, y sí bien debe de ser inscrita la ins- 19. Han desaparecido las demás causas de pérdida de las legisla-
cripción no es constitutiva (L.R.C., artículo 67).
ciones anteriores.—En el actual texto legal han desaparecido las causas de
pérdida que anteriormente existan:
b) 1.0 Por no conservación.
LAS CAUSAS DE PÉRDIDA EN PARTICULAR
Como se ha visto más arriba, antiguamente para conservar la nacionalidad es-
17. Pérdida voluntaria.—Pritnero. Según el artículo 24 la pierden siem- pañola, en cierto caso se exigía determinado requisito. Hoy, desaparecida tal ne-
pre que España no se halle en guerra y que el interesado se encuentre eman- cesidad para conservarla, no se pierde por no cumplirlo.
cipado y resida habitualmente en el extranjero:
1.0 Los españoles que teniendo otra nacionalidad renuncien expresa- 2.° Por perderla quienes tuviesen la patria potestad sobre un no eman-
mente a la nuestra. cipado. En cuyo caso, como aplicación del principio, hoy derogado, de uni-
2.° Los españoles que adquieran voluntariamente otra incompatible o dad familiar, con su padre la perdían los hijos en potestad.
3.0 Por condena por sentencia firme a pérdida de la nacionalidad un
que utilicen exclusivamente otra nacionalidad incompatible extranjera 14 que
tuvieran atribuida antes de la emancipación. español no de origen.

La adquisición o uso exclusivo de nacionalidad incompatible con la nuestra,


" Que no puede ser privado, es decir, ni siquiera hacerle perder su nacionalidad como pena, fin-
para mrder ésta, significa que siendo compatible con ella las nacionalidades de lin español de origen, lo establece el art. 11, 2, de la Constitución.
15b" Luego los españoles de origen no la pierden por estas causas. Y no la pierden aunque entre
la nacionalidad española que tuvieron inicialmente y la segunda nacionalidad española que ahora tienen
13 Contemplada, sin embargo, en el artículo 11, 1, de la Constitución, al decir: «La nacionalidad
hayan ostentado alguna extranjera, porque eso no obsta a que sigan siendo españoles de origen.
española se... conserva.., de acuerdo Con 10 establecido por la ley.» Pues es evidente que el sentido de
15 Ver Decreto de 28 diciembre 1967.
ese «conserva» no es referirse al caso normal por lo que se conserva simplemente porque no se pierde. No por simplemente haberse cumplido por el interesado, dentro del mismo territorio español, de-
'4 Por ejemplo, aunque nuestro Derecho considera español al sujeto, por ser hijo de españoles, la terminadas exigencias burocráticas en orden a los deberes militares en otro pais (Resolución de 2 octu-
ley del país en que nació le atribuye su nacionalidad. bre 1981).

310 311
MANUEL ALSALADEIO § 37 LA NACIONALIDAD

De esta pérdida sigue hablando el artículo 25.1,a), pero, no obstante, no existe E)


ya porque el nuevo Código penal ha suprimido la pena de pérdida de nacionali- DOBLE NACIONALIDAD
dad.
Hoy el artículo 25.2 dice que: «La sentencia firme que declare que el intere- 21. Doble nacionalidad.—Consiste la doble nacionalidad en ser la misma
sado ha incurrido en falsedad, ocultación o fraude en la adquisición de la na-
cionalización española, produce la nulidad de tal adquisición, si bien no se deri-
persona nacional de más de un país simultáneamente.
varán de ella efectos perjudiciales para terceros de buena fe. La acción de nulidad
deberá ejercitarse por el Ministerio Fiscal de oficio o en virtud de denuncia, den- La reforma de 15 julio 1954 admitió, en su artículo 22, 4.° y 5.° (mantenido
tro del plazo de quince años.» Pero eso no es pérdida de nacionalidad como cas- sin modificar por la reforma de 1975), la posibilidad de la doble nacionalidad para
tigo, sino declaración de que no se adquirió válidamente. los españoles, disponiendo que «la adquisición de la nacionalidad de un país ibe-
roarnericano o de Filipinas no producirá rpor excepción] pérdida de la nacionali-
dad española cuando así se haya convenido expresamente con el Estado cuya na-
D) cionalidad se adquiera. Correlativamente y siempre que mediara convenio que de
RECUPERACIÓN modo expreso así lo establezca, la adquisición de la nacionalidad española no im-
plicará la pérdida de la de origen, cuando esta última fuera la de un país iberoa-
mericano o de Filipinas». Texto, ése, claro y exacto cuyas sucesivas modificacio-
20. Recuperación.—Una vez perdida la nacionalidad española, puede nes no han hecho (aparte de ampliar los posibles países a que afecta), sino empeorado.
recuperarse cumpliendo los requisitos que establece el actual artículo 26,
que son: Con posterioridad el artículo 11, 3 de la Constitución vino a establecer
1.0 Como regla, ser residente legal en España. que: «El Estado podrá concertar tratados de doble nacionalidad con los pa-
El requisito no se pide a los emigrantes o hijos de emigrantes. Fuera de ese
íses iberoamericanos o con aquellos que hayan tenido o tengan una parti-
caso se podrá dispensar por el Ministerio de Justicia si concurren circunstancias cular vinculación con España. En estos mismos países, aun cuando no re-
excepcionales. conozcan a sus ciudadanos un derecho recíproco, podrán naturalizarse los
españoles sin perder su nacionalidad de origen.»
2.° Declarar ante el Encargado del Registro Civil la voluntad de re-
cuperar la nacionalidad española y la renuncia de su nacionalidad anterior, Sin duda pretendiendo resultar ajustada a ese mandato constitucional, la Ley
salvo ésta sea de país con el que España admita la doble nacionalidad. de 13 julio 1982 reguló el tema de la doble nacionalidad de forma distinta a la
antigua, disponiendo que: «La adquisición de la nacionalidad de países iberoame-
3.0 Práctica en el Registro Civil de la inscripción de recuperación. ricanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial y Portugal o de aquellos con los
Además de esos requisitos generales, hace falta que discrecionalmente que se concierte un tratado de doble nacionalidad, sólo producirá pérdida de la
el Gobierno haya concedido previa habilitación para la recuperación: nacionalidad española de origen cuando el interesado así lo declare expresamente
A) Cuando el que pretende recuperarla la perdió por haber entrado al en el Registro Civil una vez emancipado» (art. 23, último párrafo).
servicio de las armas o ejercido cargo político en un Estado extranjero con- Nueva regulación que difería de la antigua en una serie de extremos, pero
tra la prohibición expresa del Gobierno, o por haber incurrido en falsedad, principalmente en el de que se ampliaba con Andorra, Guinea Ecuatorial y Por-
ocultación o fraude declarados en sentencia firme, en anterior aparente ad- tugal, el círculo de los países (antes sólo los iberoamericanos y Filipinas) cuya
quisición luego invalidada. nacionalidad era compatible con la nuestra. Y para esos países, tal compatibilidad
B) Cuando los que hayan perdido la nacionalidad lo hubiesen hecho se concedía directamente, y sin necesidad de tratado, por el texto del artículo 23,
sin haber cumplido estando obligados a ello, el servicio militar español o último párrafo de la Ley de 1982, que, además, también permitía que cuando se
hubiese concertado tratado de doble nacionalidad con cualquier otro país, la do-
la prestación social sustitutoria. No obstante, la habilitación no será precisa ble nacionalidad la pudiese tener un español respecto al que sea, sin exigir que,
cuando la declaración de recuperación se formule por varón mayor de cua- como lo antes vistos, hubiese tenido o tuviese una particular vinculación con Es-
renta años. paña. Exigencia de tal particular vinculación que o había que darla por sobreen-
tendida o daba lugar a clara inconstitucionalidad, ya que el artículo 13, 3 de la
Constitución pide tal «particular vinculación» para poder concertar tratado de do-
ble nacionalidad.
Discrepaban Constitución y Código.

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MANUEL ALBALADEJO § 38 LA VECINDAD CIVIL

cionalidad española, francesa, etc.), la pertenencia -dentro de aquélla- a central del tema el artículo 14, número 1, de aquél, según el que: «La su-
otra Comunidad regional constituye también otro estado (dentro de ser espa- jeción al Derecho civil común o al especial o foral se determina por la ve-
ñol, se es castellano, catalán, navarro, etcétera). Y así como al anterior estado cindad civil.
se le denomina de nacionalidad, a éste se le denomina de vecindad civil.
Legislar sobre ésta, al menos en cuanto ahora importa, es competencia del
Que, como después' se insistirá con más detalles, no tiene nada que ver con Estado por tratarse de tema decisivo en materia de conflictos de Leyes (ya que
la vecindad administrativa. éstos se resuelven según la vecindad), la exclusiva de cuya legislación atri-
buye al Estado la Constitución (art. 149, 1, 8.°, y véase S.T.C. de 6 mayo
Como quiera que no rigen normas civiles absolutamente iguales en toda 1993).
España, sino que, junto al Derecho civil común hay otros, los Derechos ci- Eso expuesto es lo correcto, y no pensar que lo que dice del punto que me
viles forales, aplicables, aquél y éstos, a ciertos territorios (ya vistos), la per- ocupa el Capítulo V del Título preliminar del Código civil, siendo éste, Dere-
sona estará sometida al que rija en el territorio cuya vecindad civil posesa2. cho supletorio de los forales valdría tanto para las regiones de Derecho común
como para las forales cuyos Derechos callan sobre el asunto, y también valdría
Así se sigue de lo que disponen el Código y sin ser necesario a ve- para aquéllas cuyos Derechos lo tocan, porque, en lo que ahora importa, se li-
ces los Estatutos en autonomía y las Compilaciones forales, siendo el texto mitan a acoger lo que el Código dice o a remitir a ello o simplemente a re-
petir la idea (véanse Compilaciones o Leyes de Derecho foral, vasca, art. 12,
adquisición de la vecindad civil por nacimiento en unéerritorio distinto al de la vecindad de origen», de Cataluña, art. 3, gallega, art. 5, con la salvedad que veremos, de Navarra,
en A.D.C., 1970, págs. 739 y ss., y en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, I, 1978, Ley 11).
págs. 478 y as., y allí más bibliografía, «La vecindad civil en los Estatutos de las Comunidades Autó-
nomas», en R.J.C., 1981, págs. 370 y ss., y «La regulación de la vecindad civil derivada de la Ley
11/1990, de 15 de octubre, sobre reforma del Código civil en aplicación del principio de no discrimi- Como sabemos, no corresponde a nuestra disciplina estudiar los límites
nación por razón de sexo, y de la Ley 18/1990, de 17 de diciembre, sobre reforma del Código civil en de las normas jurídicas en el espacio (ni los conflictos que planteen los cho-
materia de nacionalidad», Estudios de Derecho civil en homenaje al Profesor Lacruz Berdejo, vol. 2.°, ques de las mismas por tal razón); por eso no procede aquí entrar en cuándo
1993, pág. 943, y en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y
Díaz Alaban, t. 1, vol. 2.°, 2. ed., 1994, pág. 1201; BORRAS, «La mujer casada catalana ante el De- sean aplicables o no en un territorio las normas propias de otro. Ahora bien,
recho interregional español», en R.J.C., 1970, págs. 765 y SS.; CELAYA IBARRA, «La vecindad civil sí procede afirmar que siempre que a una determinada situación deba apli-
en Vizcaya tras las últimas reformas», R.D.P., 1994, pág. 619; COCA, «Vecindad administrativa y ve-
cindad civil», en R.J.C., 1981, pág. 133; y «Condición política, vecindad administrativa», Cuadernos de cársele la ley, no del territorio en el que se desarrolla, sino la del sujeto a
la Fac. de Dro. Palma, 1985, págs. 9 y ss.; DURAN, La vecindad civil en la reforma del Código civil que se refiere, ésta será la que corresponda no sólo según su nacionalidad,
por ley de 15 octubre 1990, 1991, «La doctrina estatutaria en el Fuero Nuevo de Navarra», R.J.N., núm.
15, 1993, pág. 121, y El nuevo régimen de la vecindad civil y los conflictos interregionales, Madrid, sino también según su vecindad civil.
1992; GITRAMA, «En tema de adquisición de vecindad civil», en R.D.P., 1976, págs. 267 y ss.; LI-
RIA LAFARGA, La regionalidad o vecindad civil, 1972; LUCES, «El nuevo régimen español de la na-
cionalidad y de la vecindad civil», en A.C., 1991, págs. 119 y as.; MIRALLES GONZALEZ, en C.C.J.C.,
2. Adquisición y pérdida, en general.-La vecindad civil -que
núm. 10, 1986, pág. 3355; OGAYAR, «Adquisición de la nacionalidad y de la regionalidad», en R.J.C., como la nacionalidad puede ser originaria o derivada- se adquiere por fi-
1955, págs. 519 y ss.; PARRA LUCAN, «La vecindad civil: en torno a un proyecto de reforma», RIN., liación, por nacimiento en el territorio de que se trate, por opción, por re-
núm. 5, 1988, pág. 53; PERE RALUY, «La prueba de la vecindad civil», en R.J.C., 1970, número ex- sidencia (salvo declaración en contrario), por residencia (más breve) unida
traordinario, págs. 159 y ss.; RIVAS, La vecindad civil, 1984; ROCA DE LA LAQUE, «Comentario al
auto de la Audiencia Territorial de Barcelona de 3 diciembre 1970: La vecindad local como estado ci- a declaración de voluntad de querer adquirirla, y por adquirir o recobrar la
vil», en R.J.C., 1971, págs. 647 y SS.; SAPENA, «Vecindad civil y conflictos interregionales», en Curso nacionalidad española. La anterior vecindad se pierde al adquirir otra nueva
monográfico sobre la Ley de Bases para la modificación del Título preliminar del Código civil, 1975,
págs. 107 y ss.; SEMINARIO DE LA CATEDRA DURAN 1 BAS, «Comentario a la sentencia del Juz- o por perder la nacionalidad española.
gado Municipal núm. 9 de Barcelona de 18 noviembre 1970: prueba de la regionalidad», en R.J.C.,
1971, págs. 103 y as.; SERRANO GARCIA, «Vecindad civil, ley aplicable a los efectos del matrimo- Pero aunque el español resida en el extranjero, mientras que conserve su na-
nio y viudedad aragonesa en la reciente reforma del Código civil. Su posible inconstitucinalidad», Es-
tudios Lacruz, t. I, Barcelona, 1992, pág. 763; SOTO METO, «La vecindad civil y su prueba», en De-
cionalidad (y con independencia de que adquiera otra, en los casos en que, por
recho vivo. Jurisprudencia comentada, II, 1971, págs. 47 y ss.; TORRES GARCIA, en C.C.J.C., núm. admitirse la doble nacionalidad, es ello posible sin perder la anterior), conserva la
35, 1994, pág. 787. vecindad civil que tuviese, ya que no adquiere otra por residencia en otra región
Omito bibliografía dejada inútil por el cambio de legislación, aunque la que recojo del Derecho española (sentencias de 18 marzo 1925 y de 26 enero 1928 y también Compila-
anterior es a fin de mejor comprensión de los conceptos de la materia.
1 §1-0, núm. 2. ción navarra, ley 12, 1.1. A menos, claro está, que cambie de vecindad civil por
2 Sea ésta común o foral (regional, comarcal o loca». razón distinta a la residencia.

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MANUEL ALBALADEJO 38 LA VECINDAD CIVIL

3. Los casos de adquisición en particular: y Compilación navarra, ley 14). En cuanto al nacimiento en determinado te-
1.° Filiación.-Los hijos adquieren la vecindad civil de sus padres y rritorio, puede ser conocido o presunto (como si se encuentra abandonado
el adoptado no emancipado, la de los adoptantes (C.c., art. 14, núm. 2). en cierto territorio un niño que no se sabe dónde nació); aplicándose a éste
Si al nacer el hijo, o al ser adoptado, los padres tuvieren distinta ve- los preceptos legales sobre presunciones (L.e.c., arts. 385, 2.°, y 386, 1.°);
cindad civil, el hijo tendrá la que corresponda a aquél de los dos respecto y optándose en última instancia por el lugar del hallazgo (L.R.C., art. 16,
del cual la filiación haya sido determinada antes; en su defecto, tendrá la R.R.C., art. 169, y últimamente C.c., art. 17, 1, d, que estima nacidos en
del lugar de nacimiento (lo que ocurrirá si siendo hijo matrimonial, padre un territorio a los menores cuyo primer hogar conocido de estancia sea ese
y madre resultan determinados a la vez) y, en último término (p. ej. si nace territorio).
fuera de España el hijo de dos españoles de distinta vecindad civil), la ve- 3.0 Opción.-Bajo la legislación antigua el nacido en un territorio que
cindad de derecho común (art. 14, 3, 1.°). tuviese vecindad civil distinta de la de éste, podía optar por ella en deter-
Eso mismo se aplica mutatis mutandis por lo que toca a la adquisición minadas circunstancias. Hoy esto sé ha ampliado, y disponen al respecto:
por filiación al hijo de menos de dieciocho años cuya filiación se determine El artículo 14, 3, párrafo últ., que: «En todo caso el hijo desde que
después del nacimiento (arg. artículo 17, 2, y artículo 14, 2, 1.°)3; así que cumpla catorce años y hasta que transcurra un año después de su emanci-
adquiere, en los términos vistos, la vecindad que tengan sus padres o uno pación podrá optar bien por la vecindad civil del lugar de su nacimiento,
de ellos (pues fuera de eso no hay por qué cambiar la de su lugar de na- bien por la última vecindad de cualquiera de sus padres. Si no estuviera
cimiento ni atribuirle la común si nació ey territorio foral). emancipado, habrá de ser asistido en la opción por el representante legal.»
Sin embargo, en todos los casos anteriores, los padres o el que de ellos Y el mismo artículo 14, 4, que aunque, como veremos, el matrimonio
ejerza o le haya sido atribuida la patria potestad, podrán conferir al hijo la no altera la vecindad civil (como antes, que al casarse la mujer adquiría la
vecindad civil de cualquiera de ellos en tanto no transcurran los seis meses del marido) lo que sí permite a cualquiera de ellos es optar en todo mo-
siguientes al nacimiento o a la adopción (art. 14, 3, 2.°). mento por la vecindad del otro, si no están separados ni legalmente ni de
hecho.
La privación o suspensión en el ejercicio de la patria potestad, o el cambio de
vecindad de los padres, no afectarán a la vecindad civil de los hijos (art. 14, 3, 3.°). Solución introducida por la Ley de 15 octubre 1990 que aparenta ser muy li-
beral y demás, pero que encierra el grave peligro de que, por ejemplo, a las puer-
2.° Lugar de nacimiento.-Si son desconocidos ambos padres, se tiene tas de la muerte se cambie de vecindad civil para cambiar el régimen sucesorio.
la vecindad del territorio en que se haya nacido, sin perjuicio de que de-
terminada, después, la verdadera filiación, surta los efectos que procedan 4.0 Residencia.-Se adquiere la vecindad civil de un determinado te-
que serán como ya hemos visto 4 atribuir la vecindad por filiación siempre rritorio:
que se determine antes de los dieciocho años del hijo, a partir de cuyo mo- 1.0 Ipso iure, por residencia continuada y habitual en él de diez años
mento la filiación no opera para atribuirle vecindad distinta a la que le co- salvo que, antes de transcurrir ese plazo, manifieste el interesado su volun-
rresponde por el territorio donde nació (argumento C.c., art. 17, 1, d, y 2, tad en contrario.

«Por residencia continuada de diez años, sin declaración en contrario durante


' Se puede pensar que como sostengo en el texto, al igual que en la nacionalidad y siguiendo en este plazo», dice el Código civil, artículo 14, número 5, 2.°. Véase también L.R.C.,
la vecindad la letra del artículo 14, 2, según la que se atribuye por filiación, se atribuye también por artículo 64 y R.R.C., artículo 225; 1.°, que declara que la adquisición («el cam-
determinación de ésta posterior al nacimiento. Esa sería una primera postura, pero quizás cabe también bio de vecindad civil») se produce ipso jure 4b,
una segunda, la de entender que no hay por qué aplicar por analogía el criterio de la nacionalidad, que
la declaración del artículo 14, 2 es puramente genérica o aplicable sólo a quienes nazcan con filiación
determinada, y que lo único cierto es que en tema de vecindad, el Código calla sobre que el determi-
narse la filiación, haga adquirir al hijo menor la del padre, de modo que debe pensarse que seguirá con 4b" Dice la sentencia de 28 enero 2000: «Tanto el anterior artículo 15 del C.e., como su actual ar-
la que tenía. Yo estimo que es más defendible la postura primera. Pero de cualquier modo, quiero se- tículo 14, vienen a disponer que se ganará vecindad por la residencia continuada -en territorio de de-
ñalar que no merece la pena discutir mucho porque cambie o no cambie de vecindad el hijo cuando se recho común o en territorio de derecho especial o foral- de dos años siempre que el interesado ma-
determine su filiación es cosa de poca monta ante las posibilidades amplísimas que hoy le ofrece la ley nifieste ser esa su voluntad o de diez años a no ser que antes de terminar este plazo el interesado
para cambiilr a la que hubiera querido y no le cambiaron o a la de que sí le cambiaron sin quererlo él manifieste su voluntad en contrario.
(v., infra, Adquisición por opción y por residencia). Esas modificaciones del Código civil en aquella época han de relacionarse con las previsiones de
Y cfr. nota anterior. la Ley de Registro civil de 8 de junio de 1957 y las de su Reglamento aprobado por Decreto de 14 de

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MANUEL ALBALADEJO § 38 LA VECINDAD CIVIL

2.° Por residencia continuada en él de dos afros, cuando el interesado clarante (art. 46 L.R.C. y Resolución de 27 octubre 1986), mas si el Registro com-
manifieste su voluntad de adquirirla. petente está en otro término o existe algún obstáculo, el encargado ante el que se
formule la declaración levantará acta por duplicado de la misma remitiendo una
«Por residencia continuada de dos años siempre que el interesado manifieste al Registro competente para la práctica de la inscripción (R.R.C., artículo 229).
ser ésa [de adquirir la vecindad civil] su voluntad», dice el Código civil, artículo
14, número 5, 1.0. A) Continuidad y habitualidad de la residencia—La residencia, como
Y véanse también L.R.C., artículo 64, y R.R.C., artículo 225, éste sobre que he dicho, ha de ser continuada (C.c., art. 14) y habitual (expresamente lo
en los plazos —de diez o dos años— de residencia no cuenta el tiempo en que exige el art. 225 del R.R.C.). La interrumpe, pues, no una ausencia (o va-
el interesado no pueda legalmente regir su persona (p. ej., vive en el territorio que rias), sean de mayor o menor duración, sino sólo el cambiarla habitualmente
sea, pero se halla bajo la patria potestad). Mas, según ha declarado la sentencia a territorio sometido a Derecho regional distinto.
de 20 febrero 1995, ese precepto del Reglamento es contrario al principio de je- El Código hasta la reforma del Título preliminar en 1973 hablaba sim-
rarquía normativa (Constitución 93), por lo que hay que entender que el tiempo plemente de residencia (art. 15, párrafo penúltimo) a secas, pues, aunque ya
de que se trata sí cuenta para adquirir la vecindad.
entonces el artículo 225 del R.R.C. decía residencia habitual. En 1973 se
modificó la letra del Código introduciendo lo que dice ahora de «residen-
Ambas declaraciones (de no querer adquirir la vecindad civil que sea,
cia continuada» (art. 14). En cuanto al R.R.C. no ha sido tocado. La sen-
o de querer adquirirla) se harán constar en el Registro Civil, y no necesi- tencia de 15 noviembre 1991 dice que se identifica el lugar de «residencia
tan ser reiteradas (C.c., art. 14, núm 5, Ciltimo párrafo), habitual» con el de «domicilio civil», y lo mismo la de 20 febrero 1995.
Una vez prestada la declaración de querer conservar la vecindad civil (de no Que sea ininterrumpida lo exige la jurisprudencia: sentencia de 21 enero 1958,
querer adquirir la otra por el transcurso de diez años), no es necesaria reiterarla que invoca también las de 27 octubre 1900 y 23 diciembre 1904, y sentencias de
cualesquiera que sean el tiempo transcurrido o los cambios de residencia. Tam- 14 diciembre 1967 y 20 febrero 1995. De modo que, bien que se establezca de
poco necesita prestar declaración de conservarla quien haya declarado su volun- nuevo en la antigua región, habría quedado interrumpida si es que se trasladó fuera
tad de adquirir la misma vecindad (L.R.C., art. 65, 2.° y 3.°). Ambas declaracio- de ella, aunque al poco tiempo se restablezca en aquélla por cualquier causa. Sin
nes corresponde hacerlas ante el encargado del Registro de nacimiento para que embargo, no es ese el criterio de la jurisprudencia. Esta hoy considera (apoyán-
se inscriban al margen de la inscripción de éste, no el de domicilio actual del de- dose más o menos erróneamente en sentencias anteriores como la de 29 marzo
1892) que interrupción sólo la hay por traslado de domicilio a región distinta du-
noviembre de 1958. Dado que el artículo 64 de la primera dispone que sea el encargado del Registro
rante año y día. Así la antes citada sentencia de 21 enero 1958, que equiparando
Civil, el de aquel donde conste inscrito el nacimiento u otro que se la remitirá al anterior, el que re- el caso al de la usucapión, estima que, como en ésta —según el C.c., art. 1.944—
ciba las declaraciones de conservación o modificación de vecindad para su inscripción marginal en el la posesión se interrumpe naturalmente «cuando por cualquier causa se cesa en
que corresponda, tal disposición encuentra su desarrollo en el artículo 225 del Reglamento que, en su ella por más de un año».
redacción originaria, disponía: «El cambio de vecindad civil se produce ipso iure, por la residencia ha- Doctrina que creo equivocada en dos aspectos:
bitual durante diez años seguidos en provincia o territorio de diferente legislación civil a no ser que an- 1.0 En cuanto que no hay por qué equiparar el caso presente al de la inte-
tes de terminar este plazo el interesado formule la declaración en contrario. En el plazo para las de-
claraciones de vecindad ante el encargado no se computa el tiempo en que el interesado no pueda, rrupción de la posesión en la usucapión.
legalmente, regir su persona». 2.° En cuanto que, como se expone más adelante, al tratar de la usucapión 5:
La claridad de este precepto reglamentario —que como tal sería imposible que modificara otra «El Código dice (art. 1.944) que «se interrumpe naturalmente la posesión cuando
norma de rango superior, cual dispone el artículo 12.2 del Código civil, el artículo 6 de la Ley Orgá- por cualquier causa se cesa en ella por más de un año.» Pero, en mi opinión, ese
nica del Poder Judicial y el artículo 9.3 de la Constitución— se ve perturbada por la redacción que le artículo no se refiere a cualquier cesación en la posesión, sino sólo a la que se
ha dado el Real Decreto 3.455/1977, de 1 de diciembre que aunque no ha modificado el propósito del
precepto —deja incólume el tiempo establecido para la adquisición ipso iure de la vecindad y el de su produce por despojo. Entonces, como el interesado conserva todavía un año la po-
rechazo, pero suprime en el párrafo segundo la mención de las «declaraciones» al fijar la interrupción sesión incorporal, no deja durante él de ser poseedor, o sea, no se interrumpe su
el plazo para hacerlas— su desafortunada redacción conduce al error de hacer creer que es el plazo para posesión. Pero sí, por ejemplo, abandona voluntariamente la cosa o pierde el po-
adquirir vecindad el que por ello se interrumpe, en clara contravención de lo prevenido en los artícu- der de hecho sobre la misma, porque ésta se le extravía, quedando fuera de él
los 14 actual o 15 anterior del Código civil, error de inmediata corrección, siguiendo las indicaciones (caso que no es el del art. 461), entonces cesa inmediatamente de ser poseedor.
del artículo 3.1 de este Código y para interpretar la norma, la actual de indeseada redacción, desde sus
antecedentes legislativos y desde la realidad social de su tiempo tendente a lograr la unidad familiar. Ahora bien, esto quiere decir que aunque se equiparasen interrupción de residen-
Lamentablemente tampoco se ha corregido la defectuolsa redacción de ese texto, que ha quedado
incompleto) aprovechando la promulgación del Real Decreto 1.917/1986, de 29 de agosto, que modifica
dicho artículo 225». 5 Tomo III, vol. 1.°, de esta obra Usucapión, epígrafe Ininterrumpida.

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MANUEL ALBALADE.10 * 38 LA VECINDAD CIVIL

cia e interrupción de posesión, aquélla, como ésta, cuando son voluntarias, se pro- 5.° Unidad familiar—Antes se adquiría —por razón de unidad de fa-
ducen inmediatamente, sin necesidad de que pase más de un año. milia o dependencia familiar— por la mujer y por los hijos bajo la patria
B) Adquisición ipso iure si es residencia de diez años.—La vecindad se gj.. potestad la vecindad del cabeza de familia, cuando éste tenía otra (así, la
quiere ipso iure, según he dicho, por el hecho de haber residido habitualmente el
mujer contraía matrimonio con varón de otra vecindad) o él la adquiría des-
tiempo legal de diez años, salvo manifestación en contra hecha ante el encargado del
Registro Civil. Hoy, pues, el transcurso de este plazo hace adquirir, salvo dicha ma- pués (el padre cambiaba de vecindad). A falta de padre, los hijos (bajo po-
nifestación en contra, automáticamente la vecindad civil que sea, incluso contra la testad) seguían la vecindad de su madre (antiguo art. 14, núm. 4).
voluntad (si no la manifestó en la forma antedicha) del interesado. En esto está con- La preferencia vista del hombre sobre la mujer, ciertamente discrimi-
forme la doctrina 6, aunque pueda decirse que el transcurso de ese plazo, sin natoria e inconstitucional, se mantuvo inexplicablemente después de la Cons-
festación en contra, permite presumir la voluntad de adquirir la vecindad, y aunqilb titución, a pesar de haberse dictado leyes nuevas conectadas al tema. Yo
algunas sentencias (influidas por la jurisprudencia sobre el Derecho anterior al Có- siempre afirmé que tal preferencia, aun mantenida en la letra del Código,
digo y por el hecho de que realmente sea presumible la voluntad en cuestión) se vi- estaba derogada por la Constitución. Esto lo ha venido a acoger la Ley de
niesen expresando en términos de los que parece que la vecindad se atribuye, no ob-
jetivamente por el solo hecho del transcurso del plazo (siempre, insisto, sin declaración',
14 octubre 1990 que ni hace adquirir a la mujer la vecindad del marido
formal en contra), sino por la presunta voluntad de adquirirla 7. Ahora bien, la ver- (dice el art. 14, 4: «El matrimonio no altera la vecindad civil»), ni declara
dad es que la errónea sentencia de 14 diciembre 1967, invocando jurisprudencia an- que los hijos adquieren preferentemente la vecindad del padre, sino que iguala
terior (de la que merecen especial mención las sentencias de 20 abril 1917, 13 marzo a ambas filiaciones a efectos de poder hacer al tipo de una u otra.
1929 y 21 enero 1958, porque en ellas se resalta, en efecto, la necesidad de la vo- Ahora bien, lo que sí queda de la antigua unidad familiar, hoy dividida,
luntad, sea por la razón antes dicha de qt11 la permanencia de diez años permite in- es lo que procede de la adquisición de vecindad por filiación. Caso en que
ducir la de adquirir la vecindad, sea porque verdaderamente es espíritu de alguna de los hijos pueden adquirir la vecindad del padre o de la madre, con lo que
ellas exigir tal voluntad además de la permanencia, sea porque —como en la de de verdad no hay unidad familiar, sino agrupación por filiación y en dos
1958— se resalta la voluntad, aunque realmente la voluntad que se resalta es la de
establecerse en el lugar [con lo que, faltando tal voluntad, no se adquiere la regio- grupos posibles. En esa filiación el hijo no seguirá los cambios de vecin-
nalidad, no porque sea precisa la voluntad de adquirir ésta, sino porque, aunque se dad del padre a cuya filiación fue adscrito, pero teniendo siempre, aun sin
esté el tiempo que se esté, y en el caso se rechazó que el plazo de diez años hu- cambio, la facultad de seguir la vecindad del padre que sea ejerciendo la
biese sido ininterrumpido, si falta voluntad de estar permanentemente, puede enten- opción supra sub 3.° Opción.
derse que no hay residencia adecuada para que la regionalidad se adquiera automá- 6.° Recuperación y adquisición de la nacionalidad española.—A) Re-
ticamente]) ha parecido entender que cuando existe voluntad (aun no manifiesta ante cuperación.—Cuando un español que perdió su nacionalidad la recupera des-
el Encargado del Registro Civil) demostrada de no adquirir la nueva vecindad civil, pués, al recobrarla readquiere la vecindad civil que tenía cuando la perdió
se conserva la antigua, a pesar de residir en la región cuya vecindad no se tenía. (C.c., art. 15, núm. 3, y Compilación de Navarra, ley 12, 2.°).
Por supuesto que tal jurisprudencia entiendo que, si tiene ese sentido, es equi-
vocada, aunque, en el fondo, se explique: por un lado, porque la errónea tesis que
parece aceptar en materia de adquisición de vecindad es simple medio para lle- Esta dice que: «Los navarros que hubieran perdido la nacionalidad española,
gar a otro resultado que se estimó justo; y por otro, porque el fallo se fundamenta al recuperarla recobrarán también su condición foral.» Y aquél que: «La recupe-
realmente no en lo dicho, sino en que se estimó no haber cumplido el plazo de ración de la nacionalidad española lleva consigo la de aquella vecindad civil que
diez años de residencia en la región con animus commorandi (lo que atañe, por ostentara el interesado al tiempo de su pérdida.»
tanto, a la idoneidad de la residencia, y no a que, además de ella sea precisa la La ley 13 de la Compilación navarra establece una presunción que será apli-
voluntad de adquirir la vecindad). cable en cuanto no haya constancia de la vecindad civil que el interesado tenía
Por la adquisición ipso iure, las sentencias de 2 marzo, 7 noviembre y 20 di- cuando perdió la nacionalidad. Es la de que: «En el expediente de... recuperación
ciembre 1985, 15 noviembre 1991 y 20 febrero 1995, que lo que sí implica es la de la nacionalidad española, se presumirá que adquiere la condición foral de na-
necesidad del animus conmorandi para que exista residencia apta para hacer ad- varro, el extranjero que residiere en Navarra al conseguir la nacionalidad.»
quirir ipso iure la vecindad civil.
Sin duda que la adoptada sobre la vecindad que corresponde al que re-
cupera la nacionalidad española es la solución lógica. El que recupera ésta
ñ Véase, Por ejemplo, CASTAN, Derecho civil, I, 2", pág. 284; DE CASTRO, Derecho civil, II, debe pasar a tener la vecindad civil que tenía cuando la perdió, porque re-
1, pág. 476, texto y nota 2. En contra, HERNÁNDEZ Glb, Antonio, Dictámenes I, 1968, págs. 10 y SS.
Véase, especialmente, lo que dice DE CASTRO en la citada nota 2, y allí las citas de la suso- cupera lo que tenía antes, o sea, su íntegra situación primitiva, y, con ella,
dicha jurisprudencia. También CASTAN, loc. cit. dicha vecindad anterior.

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MANUEL ALBALADEJO * 38 LA VECINDAD CIVIL

Antes de publicarse la Compilación navarra y de modificarse el Código civil, de adquisición o recuperación de la nacionalidad española, se presume que ad-
la doctrina solía acoger la solución adoptada ahora expresamente por ellos 8. quiere la condición foral de navarro el extranjero que reside en Navarra al ad-
quirir la nacionalidad.» Lo que es refrendado por la ley estatal que, como todos
B) Adquisición. En cuanto al extranjero que adquiere la nacionalidad
— los Estatutos, es el Estatuto de autonomía de Navarra, al decir en su artículo 5,
española, la reforma realizada en 1990 del artículo 15 del Código civil ha 3 que: «La adquisición, conservación, pérdida y recuperación de la condición ci-
establecido que el que la adquiera, al inscribir la adquisición en el Regis- vil foral de navarro se regirá por lo establecido en la Compilación del Derecho
tro Civil deberá optar por cualquiera de las vecindades siguientes: civil foral o Fuero nuevo de Navarra.»
Para Cataluña, cuya Compilación se dictó como ley estatal, su artículo 3 re-
a) La correspondiente al lugar de residencia. mitía al Código civil En cuanto al artículo 7, de su Estatuto de autonomía, sin
b) La del lugar del nacimiento. entrar en otros extremos que aquí no importen, dispone en su número 2 que: «Los
c) La última vecindad de cualquiera de sus progenitores o adoptantes. extranjeros que adquieran la nacionalidad española quedarán sujetos al Derecho
d) La del cónyuge. civil catalán mientras mantengan la vecindad administrativa en Cataluña, salvo que
Esta declaración de opción se formulará, atendiendo a la capacidad del manifestaran su voluntad en contrario.» Y hoy reformada la Compilación, el artí-
interesado para adquirir la nacionalidad, por el propio optante, por sí o asis- culo 3 sigue recogiendo la remisión antes dicha al Código civil, y en su párrafo
tido de su representante legal, o por este último. Cuando la adquisición de 2.°, recoge el texto transcrito del artículo 7, 2, del Estatuto.
la nacionalidad se haga por declaración o a petición del representante legal, Por último, para Baleares su Compilación inicialmente no decía nada sobre
la autorización necesaria deberá determinar la vecindad civil por la que se nuestro tema, si bien su Estatuto de autonomía, dispuso en el artículo 6, 2, que:
«Los extranjeros que teniendo vecindad en cualquiera de los municipios de las Is-
ha de optar. las Baleares, adquieran la nacionalidad española quedarán sujetos al Derecho ci-
El extranjero que adquiera la nacionalidad por carta de naturaleza ten- vil especial de las. Islas Baleares mientras mantengan esta vecindad y salvo en el
drá la vecindad civil que el Real Decreto de concesión determine teniendo caso de que manifiesten su voluntad en sentido contrario». Y la reforma de la
en cuenta la opción de aquél, de acuerdo con lo que dispone el apartado Compilación ha venido a disponer en su art, 2, 2.°, que la vecindad civil se re-
anterior u otras circunstancias que concurran en el peticionario». gula por el Código civil.
Esto, siendo aplicable a todo el que adquiera la nacionalidad española, Ahora bien, teniendo el Estado competencia exclusiva sobre nacionalidad (Cons-
vale para la adquisición con ésta de la vecindad civil común o de una de titución, art. 149, 1, 2.a), siendo aplicable a todos los que adquieren la nacionali-
las regiones forales. dad española la opción por la vecindad civil y permitiendo los Derechos forales
De los Derechos de éstas, unos callan sobre el tema presente, pero aun que tocan el tema que el adquirente que sea descarte las suyas, lo que dicen esos
los que lo tocan, dejan al que adquiere la nacionalidad española la opción Derechos no altera la solución adoptada por el Código civil, sino que conduce a
igual resultado.
que le permite el artículo 15 Código civil de escoger o no la vecindad del Por razón de ello se aplica éste en todas las regiones, y así también en el
territorio que sea. Derecho vasco en el que habiendo la vieja Compilación (art. 5) remitido sobre
nuestro tema al Código civil y callando sobre él el Estatuto, la nueva Ley del De-
Ahondemos un poco: recho civil foral del País Vasco dispone en su artículo 16, 2.0, que: «Tendrán la
La regulación de la vecindad civil, en cuanto determina la ley aplicable en vecindad vizcaína aforada los extranjeros que en el momento de adquisición la
caso de conflicto de leyes está reservada a la exclusiva competencia del Estado nacionalidad española, tengan su vecindad administrativa en territorio aforado, salvo
(Constitución, art. 149, 1, 8.a y Ss.T.C. de 6 mayo y 8 julio 1993). opción en contrario del interesado manifestada en el expediente de adquisición de
Así que rige en ella el Código civil como ley estatal. Y rigen para cada re- nacionalidad.» Lo que por no ser la ley del Derecho civil foral del País Vasco ley
gión foral las posibles variantes o modificaciones que al Código civil hayan intro- estatal, no valdría para afectar a la regulación de la vecindad.
ducido para ella leyes estatales, que es el caso de Navarra, Cataluña y Baleares.
En efecto:
Para Navarra, la ley 13 de su Compilación, que en su texto originario fue ley 4. Comarcalidad.—Dispone el artículo 15, número 4, del Código ci-
estatal, y que hoy sigue diciendo lo mismo que entonces, fue: «En el expediente vil (y véase también Compilación catalana, art. 3, 3.0) que: «La depen-
dencia personal respecto a una comarca o localidad con especialidad civil
propia o distinta, dentro de la legislación especial o foral del territorio co-
8 Así, DE \CASTRO, Derecho civil, III, I, pág. 473, nota 6; PERE RALUY, Derecho del Registro
Civil, II, pág. 642; SAPENA, «Vecindad civil de quien adquiere la nacionalidad española», en
rrespondiente se regirá por las disposiciones de este artículo y las del an-
1953, pág. 744; SIMO SANTONJA, «Derecho intranacional e interregional», en R.D.N., abril-junio 1961,
terior.»
dor.;v
cl.
> iEs decir que se aplica mutatis mutandis lo expuesto sobre vecin-
pág. 283; y yo mismo en anteriores ediciones de esta obra.

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MANUEL ALBALADRIO § 39 ESTADOS CIVILES NO ACOGIDOS EN NUESTRO DERECHO POSITIVO

5. Prueba de la vecindad civil y presunción de cuál se ostenta en side, pues puede ocurrir que la discusión verse sobre si realmente reside en un si-
caso de duda*.—Se prueba la vecindad civil probando las circunstancias tio o en otro, y también puede ocurrir que se logre sólo la prueba negativa de
en que se basa su atribución, a lo que, a veces, ayudará el Registro Civil. que no se tiene la vecindad del lugar de residencia, pero sin la positiva de cuál
Pero residiéndose en un territorio, no se ha de probar que se tiene la ve- es la vecindad que sí se tiene.
cindad del mismo, sino que se supone y es quien lo niegue el que ha de
probar que no se tiene. § 39
ESTADOS CIVILES NO ACOGIDOS EN NUESTRO DERECHO
Sentencia de 2 febrero 1995. POSITIVO O CIRCUNSTANCIAS YA NO INFLUYENTES,
EN GENERAL, EN LA CAPACIDAD DE LA PERSONA
En caso de que sea dudosa la vecindad de la persona de que se trate
prevalecerá la que corresponda al lugar de su nacimiento (C.c., art. 14, nú- 1, Estados no admitidos o circunstancias ya no influyentes en general en
mero 6; Compilación navarra, ley 14 v. también el artículo 14 de la Ley la capacidad de la persona.—Históricamente ha habido una serie de situaciones
del Derecho civil foral del País Vasco). o condiciones de la persona que constituyeron estados civiles o, al menos, influ-
yeron notablemente en su capacidad y en sus derechos y deberes; estados actual-
El Código civil dispone que: «En caso de duda prevalecerá la vecindad civil mente no acogidos por las leyes o influencia hoy desaparecida o reducida a mí-
que corresponda al lugar del nacimiento.» La Compilación navarra que: «Cuando nimas proporciones. Piénsese en la diferencia de estados y de derechos entre personas
no sea claramente determinable la condidión foral de navarro, prevalecerá ésta si libres y siervos, entre nobles y plebeyos, en las privaciones de capacidad que ha
correspondiere por razón del lugar de nacimiento.» motivado la no pertenencia a cierta raza o religión o la pertenencia a una deter-
minada (así, p. ej., incapacidades en materia sucesoria niortis causa de moros, ju-
díos, etc.), o el ingreso en ciertas Ordenes religiosas (muerte civil o pérdida de
Obviamente, el criterio del lugar del nacimiento no sirve para resol- capacidad, al menos, patrimonial), etc.
ver la cuestión de la regionalidad dudosa, si se trata de persona no nacida Hoy el Derecho positivo español toma todavía en cuenta, en ocasiones, algu-
en España. Entonces, no habiendo presunción ninguna, habrá que dar por nas de las anteriores circunstancias, o bien la pertenencia a ciertos grupos socia-
buena la vecindad que parezca más verosímil a la vista de las pruebas que les o profesionales; pero lo hace con un criterio radicalmente distinto, pues no
existan. pretende mantener privilegios de ningún orden, sino sólo establecer —habida cuenta
Por último, a tenor del artículo 68 L.R.C. se presumen de vecindad ci- de las especiales características de los grupos sociales o profesionales en cuestión,
vil de una región los nacidos en ella de padres nacidos también en la misma. o de las propias de la circunstancia de que se trate— normas especiales adecua-
das a las mismas. Véase artículo 14 de la Constitución.
Presunción ésta que no ha quedado inútil después de los vistos artículo 14, De cualquier manera, se puede decir que ni son constitutivas de estados ci-
número 6, del Código civil, y ley 14 de la Compilación navarra, ya que éstos a viles, en nuestro Derecho positivo, ni afectan a la capacidad general de obrar,
base del lugar del nacimiento del interesado sientan una regla para resolver los
pues, a lo más, se trata, bien del establecimiento de ciertas incapacidades espe-
casos de vecindad dudosa, mientras que aquél establece, a base del lugar de na- ciales, bien del de prohibiciones, bien de la exigencia de algún requisito particu-
lar o de la concesión de facultades de las que carece la generalidad, pero que se
cimiento del interesado y de sus padres, una presunción que evita la duda, salvo
estima justo otorgar a quienes se hallen en aquellas circunstancias (o en otras que
que se demuestre lo contrario.
lo justifiquen igualmente).
Los preceptos para resolver sobre la vecindad dudosa parecería que quedan
Una vez expuesto lo ya visto, con el fin de poner de relieve que actualmente
inútiles si, a tenor de la sentencia de 20 febrero 1995, se admite, salvo otra prueba,
esas condiciones y estados han perdido la influencia que históricamente tuvieron
la vecindad del lugar de residencia, ya que entonces, por un lado, no hay que pre- en la capacidad de la persona, conviene insistir en que el examen de la trascen-
sumir la vecindad y, por otro lado, para que prospere su negativa, hay que pro- dencia jurídica que aún conserven procede hacerlo al tratar de las instituciones par-
bar que realmente no se tiene, sin que baste aducir que, siendo dudosa, por el lu- ticulares a que se refiere la incapacidad especial, prohibición, etc., que producen.
gar de nacimiento debe de presumirse otra.

Sin embargo, dichos preceptos sobre vecindad dudosa sirven a pesar de dar
por bueno de entrada y sin más que la persona tenga la vecindad de donde re-

* PERE RALDY, «La prueba de la vecindad eiviL, en R.J.C., número extra, 1970, págs. 159 y SS.

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MANUEL ALBALADEJO § 40 EL DOMICILIO

§ 40 2. Domicilio general y domicilia especial.—Como quiera que la ley


puede considerar sede de la persona un sitio a unos efectos o para unos
EL DOMICILIO * asuntos, y otro para otros, se pueden distinguir:
1.0 De un lado, domicilio general, que es el lugar que la ley estima
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Domicilio general y domicilio especial.-3. Domicilio real sede de la persona para la generalidad de las cosas.
y domicilio legal.-4. Casos de domicilio legal.-5. Si el domicilio real y los le- 2.° De otro, domicilios especiales, que son los diversos lugares que la
gales son domicilios generales.-6. Razón de la fijación del domicilio e impor-
tancia de éste.-7. Adquisición y pérdida.-8. Falta o pluralidad de domicilios ge- ley estima sedes de la persona para ciertos asuntos solamente (p. ej., do-
nerales.-9. Residencia y paradero.-10. Domicilio electivo. micilio fiscal, que rige para el pago de impuestos; domicilio procesal, que
rige a efectos de competencia de los Tribunales; domicilio mercantil, que
1. Concepto.—Domicilio en un sentido civil genuino, es el lugar que es el de los Comerciantes, en lo que concierne a los actos y contratos mer-
la ley considera como centro o sede jurídica de la persona. cantiles; domicilio administrativo, que es el que rige a tales efectos; etc.).
Como tal sede bastará entender un lugar más o menos amplio, según
sea preciso a la finalidad del precepto que, en cada caso, se refiera al do- Para el Derecho administrativo (véase el artículo 13 del Texto refundido de
Régimen local y L. Bases, art. 16) los habitantes de un término municipal se di-
micilio. Así, se habla de domicilio, para indicar, unas veces, la vivienda que viden en residentes y transeúntes, y, a su vez, aquéllos pueden ser vecinos y do-
se ocupa, y otras, la población (que es lo más frecuente) o distrito, región miciliados.. Vecinos lo son todos los españoles mayores de edad que residan ha-
o país donde se reside: • bitualmente en un término municipal y estén inscritos con tal carácter en el Padrón.
Domiciliados lo son los españoles menores de edad o los extranjeros que residan,
Como ocurre, por ejemplo, en todos aquellos casos en que, por tratarse de habitualmente en un término municipal, inscritos como tales en el Padrón.
domicilio a efectos de competencia de Tribunales u Organismos, o de adquisi- Desde el punto de visita del Derecho civil, todo ello sólo puede servir de me-
ción de vecindad civil, de nacionalidad, etc., o a otros análogos, sólo se re- dio para probar ' que la persona de que se trate reside efectivamente (en el mo-
quiere determinar si es o no sede de la persona el sector territorial de que se mento que importe) con habitualidad en un sitio, y que, por ello, éste es su do-
trate o al que tal competencia se extiende, o si dicha sede se encuentra o no micilio- Pero no hace domicilio civil de una persona el lugar de su vecindad
dentro de él. administrativa. Y el que se le considere domiciliado administrativamente en un lu-
gar, tampoco determina que ése sea su domicilio civil, salvo que, como, tanto el
Derecho administrativo como el civil, para fijar el domicilio, parten de la resi-
* ALBALADEJO, en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, 1978, págs. 866 y dencia habitual, el civil (real) coincidirá con el administrativo, pero no se deri-
ss., y en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Ala- vará de éste. Y todo ello, además, sin perjuicio de que al juzgar sobre cuál sea
bart, t. I, vol. 3.°, 2. ed., 1993, pág. 921; ALVAREZ VIGARAY, «El domicilio», en A.D.C., 1972,
págs. 549 y ss.; ARJONA, «Domicilio», en N.E.J., VII, 1955, págs. 713 y ss.; ARMINJON, «Con- el verdadero domicilio civil, los Tribunales civiles ni están vinculados por la si-
flits de bis en matiere de domicile», en R. Dr. inter. privé, 1932, págs. 613 y ss,; BARATTA, «Do- tuación administrativa de la persona ni toman lo que el Derecho administrativo
micilio, residenza e dimora», en N.D.I„ V, 1938, págs. 174 y ss., y alli" bibliografía; BARBOSA DE considere como su vecindad o domicilio, sino como meros datos que, juntamente
MAGALHAES, «La doctrine du domicile en Droit international privé», en Recueil des Cours de l'A- con cualesquiera otros, les sirvan para formar su juicio de cuál es efectivamente
cademia de Dr. internacional, t. 23, 1928, págs. 5 y ss.; BATTISTA, «Del domicilio e della resi- la residencia habitual de una persona.
dcnza2, 1923», en 11 Diritto eivile it. de Fiore; BERTRAND, La notion do domicile, 1948; BRU-
NETTI, «Domicilio civile, residenza, dirnora», en II Filangieri, 1912, págs. 481 y ss.; CSSIN, «La La jurisprudencia ha insistido en que son cosas distintas la vecindad (y de-
nouvelle conception du domicile dans le reglement des conflits de lois», en Recueil des Cours de más situaciones de la persona en ese tema) administrativa y el domicilio civil.
l'Academie de Droit international, t. 34, 1931; CARNELUTTI, «Note critiche intorno ni concetti di Así, sentencias de 31 diciembre 1890, 17 noviembre 1898, 20 noviembre 1906, 1
residenza e dimora», en Arch. giur., LXXV, págs. 393 y ss., y en Studi di Dir. civ., 1916, junio 1909, 13 octubre 1911, 14 junio 1919, 5 noviembre 1935, 18 septiembre
págs. 3 y ss.; CASSAGNE, La notion do domicile el ses effets principauz en Droit penal, 1937; 1947, 3 diciembre 1955, 10 junio 1966, 4 mayo 1977 y 15 noviembre 1991.
GALLIZIA, domicile general, 1930; GERIN-LAJOIE, Do domicile et de la jurisdiction des tri-
butraux, 1942; LEVASSEUR, Le domicile et so deternrination en Droit international privé, 1931;
LOISON, Des elements constitutifs do domicile, 1942; MINET, Le domicile de la fernme marié, 1936; 3. Domicilio real y domicilio legal.—La fijación del domicilio no se
NIBOYET, «De la determination et rppof e do domicile en muniere intemational», en Melanges Ca-
pitant, pág. 549; PEPE, Les notions joridique ed administrative do dornicile, 1944; PUIG FERRIOL,
hace siempre por la ley con el mismo criterio:
«Cuestiones en tomo al domicilio civil de las personas», en R.D.P., 1978, págs. 235 y ss.; SMI- Primero. En unos casos se apoya en el hecho de que la persona reside
LARI, Trattato sol domicilio, residenza e dimora e sul domicilio elettivo, 1886; TEDESCHI, Del do- habitualmente en el lugar de que se trate. Este criterio constituye la regla
micilio, 1936, y «Osservazioni in tema di domicilio», en R. Dir. priv., 1935, II, págs. 253 y ss.; VA-
QUER ALOY, en C.C.J.C., núm. 31, 1993, pág. 157; VILLARET, La notion do domicile en Droit
international privé, 1931. ' Véase infro, núm. 3,•nota 9.

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MANUEL ALBALADEJO § 40 EL DOMICILIO

general en nuestro Código civil: «... el domicilio de las personas naturales verdadero domicilio se le basa sólo en ser el lugar donde el interesado «hubiese
es el lugar de su residencia habitual...» (art. 40, 1.°). habitado largo espacio de tiempo con casa abierta, tuviese familia y bienes y ejer-
Al domicilio basado en la residencia habitual se le denomina domici- ciese industria, comercio, etc.».
En la de 19 octubre 1953 se habla de propósito de residir, pero no es sino
lio real. para afirmar que faltando éste falta el domicilio. Mas la verdad es que se estima
No hay acuerdo sobre el sentido de la locución «residencia habitual». que falta porque no se residía en el lagar con permanencia, pues se trataba de
Según una primera opinión (que es la dominante en nuestra doctrina, obreros que habían ido al lugar sólo para efectuar la vendimia.
y acogida más de una vez por las sentencias del T.S.) significa que el En otras se pide sólo residencia con carácter de permanencia (y así, con casa
concepto de domicilio se compone de dos elementos: 1.0 El hecho de re- abierta, etc.), pues —se dice en algunas— eso es residencia habitual. Así, las de
sidir en un lugar (elemento material, corpus); 2.° El propósito o inten- 8 julio 1942, 27 octubre 1942, 30 enero 1945 (que dice que no se exige la per-
ción de la persona de hacerlo de modo permanente (elemento espiritual, manencia de dos años para atribuir a una residencia el carácter de habituabilidad),
animas).
3 diciembre 1955 y 27 abril 1956 (que rechazó el carácter de habitualidad en la
permanencia en un sanatorio, ya que ésta es accidental y transitoria, pendiente de
la curación). Y en muchas (pero que por limitarse a repetir lo de «residencia ha-
En la doctrina, numerosos autores se pronuncian a favor de que sea precisa
bitual», del artículo 40, no puede apreciárseles valor en el tema) simplemente se
la voluntad o propósito de residir establemente en el lugar 2. habla de tal residencia, sin tocar el animas.
En cuanto a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, la verdad es que en
Pero, aparte de las vistas, hay otras en que, como dije al principio, se exige
unas sentencias, por lo menos literalmente, ha recogido la necesidad del animas,
pero en otras, no. Y, además, en aquéllas, en el fondo se sirve de éste para ex- el animas. Ahora bien, no es menos cierto lo que entonces señalé sobre la exi-
gencia de éste. Están en dicho caso principalmente las de 28 noviembre 1940 («la
cluir —diciendo que falta el animus— el domicilio cuando no se está perma-
residencia habitual supone, como elemento fundamental, no la permanencia más
nentemente en el lugar. Por otro lado, estima haber animas siempre que se ha
o menos larga o ininterrumpida en un lugar determinado, sino la voluntad de es-
venido residiendo con permanencia. Así que, en última instancia, deduce aquél
tablecerse la persona efectiva y permanentemente en el lugar»), 26 mayo 1944
de ésta. (que exige la voluntad cierta de permanecer en el lugar, animas manendi), 18 sep-
Examinaré las sentencias: tiembre 1947 (el domicilio supone no la permanencia más o menos larga, sino la
En la de 17 noviembre 1898 no se habla de animas; sólo se dice que el criado
voluntad de la misma [la persona] de establecerse definitivamente en él), las de
doméstico tiene residencia habitual en el lugar en que vive la persona a quien
25 septiembre 1954 y 21 enero 1968 (que trata —esta última— el asunto, no como
presta sus servicios. tema central, pues éste es la adquisición de vecindad civil, pero que, relativamente
En la de 16 octubre 1990 se habla de ánimo de regresar (a lo que considera
al artículo 40 Código civil, dice, como la de 1954, que se refiere no a la resi-
domicilio) para excluir que lo sea el lugar donde se está. Pero para decidir que
dencia más o menos larga, sino a la residencia con intención o voluntad de esta-
el otro era domicilio se hace porque en él tenía el interesado familia y bienes y
blecerse permanentemente en un lugar), la de 21 abril 1972 (según la que «no
allí residió habitualmente más de treinta años consecutivos.
basta la presencia física de una persona en un determinado lugar, para integrar su
En la de 20 noviembre 1906 se dice que no puede menos de estimarse resi-
domicilio en él; hace falta, además, la residencia habitual, con intención de per-
dencia habitual, y, por tanto, domicilio de una persona, la población a donde la
manecer más o menos indefinidamente --animas manendi») y la de 20 febrero
misma traslada su casa y familia para ejercer allí su profesión u oficio por tiempo
1995 (que requiere animas conmorandi, para la residencia habitual que origina la
indeterminado. No se habla de animus, y, además, en el caso, el interesado tra-
vecindad civil).
bajó fuera de su ciudad de origen, en diversos lugares sucesivamente, de los que
volvía a ésta al cesar en sus empleos, y fue durante uno de éstos cuando se con-
sideró su domicilio el pueblo en que estaba con casa y familia habitualmente mien- El primer elemento (corpus) se expresa con la palabra «residencia»; el
tras que aquél durase. segundo (animus) viene requerido por el calificativo «habitual».
En la de 17 febrero 1990 y en la de 27 septiembre 1945, se vuelve a men- Según otra segunda opinión 3 nuestro Código ha abandonado la doctrina
cionar el animas, pero también, no para basar en él el domicilio, sino para ex- rornanista de que el concepto de domicilio se formaba por la unión de cor-
cluirlo (no es domicilio el lugar donde se estaba sin tener bienes ni constar el pus y animus; doctrina que adolecía de graves inconvenientes, y que re-
PROPÓSITO de permanencia). Pero, luego, al decir —en la primera— cuál sea el quería pesquisas y averiguaciones sobre si el sujeto tenía o no animas perpe-
tuo commorandi. Según esta opinión, al exigir el artículo 40, 1.0, «residencia
Así, ESP1N, Manual, P, pág. 284; PEREZ Y ALGUER, en Anotaciones al Tratado de Ennece-
rus, I, 11, págs. 408 y 409; BONET, Compendio, I, pág. 376; SANTAMARIA, Comentarios al Código
civil, I, pág. 96; CASTAN, Derecho civil, 1, 2", pág. 130, estima que el punto es controvertido e in- 3 Mantenida por DE CASTRO, Derecho civil, II, 1, págs. 445 y ss. Ver más recientemente BER-
seguro»; ALVAREZ VIGARAY, «El domicilio», en AtI.C., 1972, pág. 554. COVITZ, Derecho de la persona, 1976, p. 102, y DIF7 PICAZO Y GULLON, Sistema, 14, p. 303 y 304.

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MANUEL ALBALADEJO § 40 EL DOMICILIO

habitual», sólo requiere: 1.0 Estar de asiento (residere) en un lugar. 2.° Que pie residencia, y ésta lo será el sitio en el que se está establecido, aunque,
se trate de residencia normal y presumible para el futuro próximo (ese es por el poco tiempo que se lleve, aún no se pueda calificar de habitual 8 (en
el sentido de «habitual») 4. el sentido de prolongado).
El término «habitual», que para la primera teoría significaba un ele-
mento aparte (animus), para la segunda sólo significa un requisito que debe En cuanto a la manera de probar la residencia habitual, cabe hacerlo apor-
reunir el elemento corpus, único preciso. tando cualesquiera datos aptos para demostrar residencias y habitualidad 9; a
Como se ve, el nudo de la cuestión está en el sentido que se atribuya cuyo efecto pueden servir total o parcialmente: estar la persona incluida en el
a dicho término. Ahora bien, éste, desde luego, no denota en absoluto idea padrón municipal de habitantes, tener instalado desde siempre, en el lugar de
de propósito o voluntad (que van encaminados al arruRo: seguir habitando que se trate, el hogar familiar, haber trasladado a tal lugar los enseres y mo-
biliario usuales y venir viviendo en él desde entonces, encontrarse relacionado
allí) DEL AGENTE, sino que sólo significa un modo de ser (habitual) DE LA el piso en cuestión en la guía telefónica como casa-habitación del titular del
RESIDENCIA. Luego, hay que rechazar la primera opinión 5, pues el artículo 40,
teléfono, etc. 1°.
1.0, sólo pide un elemento material, corpus, y lo único discutible puede ser
qué características se exige que el mismo reúna cuando se requiere que sea
«habitual». Segundo. En otros casos, la ley, omisión hecha de que la persona viva
o resida habitualmente en un sitio o en otro, podría estimar que, por dife-
Según la segunda opinión, «habitual» significa residencia «normal y de pre-
rentes razones, se debiese considerar sede de la misma (domicilio) cierto lu-
sumible continuación». Ahora bien, lite/lb/lente, habitual quiere decir aquello «que gar. Por ejemplo, si como hacía nuestra vieja L.e.c., artículo 64, por el he-
se posee con continuación o por hábito». O sea, residencia habitual es residencia cho de que una persona tenga sometida a su autoridad (paterna o tutelar) a
que se posee continuadamente, o residencia acostumbrada o que usualmente se otra, se considerase domicilio de ésta el que tiene aquélla, o por el hecho
viene teniendo 6. Todo lo cual implica una residencia que ya ha durado, que se de tener el destino en un pueblo, se considerase éste domicilio del en él
prolongó durante cierto tiempo (contemplación del PASADO). Lo que tendría los in- destinado, artículo 67.
convenientes de 1..°, que haría falta que transcurriese algún tiempo para que pa-
sase a ser domicilio el lugar donde se hubiese establecido la persona; 2.°, que, Podrían variar de caso a caso las razones en que se basase el domicilio le-
por otro lado, parece contradecir el concepto social de que domicilio lo hay (nuevo gal; además, no parece sino que en cada uno no haya una sola, o al menos, sean
domicilio) tan pronto como la persona se establece debidamente en un nuevo lu- varias las posibles. Cuando el domicilio legal se estableciese por razón de oficio
gar. Ante ellos, lo más acertado es entender «habitual», no en su sentido estricta- (así el del empleado), se apoyaría en el deber de desempeñar éste, que vincula al
mente literal, sino en el de «normal y de presumible continuación», sentido en el sitio donde se halle. En los casos de domicilio legal, por razón de estar sometida
que, si se examinan los casos resueltos, se comprueba que ha sido tomado fre- la persona a autoridad o poder familiar de otra (padre, tutor), la fijación del do-
cuentemente por la jurisprudencia '. micilio legal de aquélla en el de ésta, se basaría en la dependencia personal, qui-
zás reforzada por coadyuvar al fin de no hacer más incómoda la situación del que,
Ahora bien, excluida la primera opinión, aceptar una u otra interpreta- cuando debiera obrar por el otro (representarlo legalmente) en el domicilio de éste,
ción de habitual, no tiene consecuencias prácticas, porque —como después habría de despla7arse del suyo propio.
se verá— a falta de domicilio se recurre, para que haga sus veces, a la sim-
° Y, desde luego, con el cambio de residencia, habrá dejado de ser habitual la anterior (el domi-
4 De tal forma se prescinde del animus. Alguno pretende salvarlo diciendo que es necesario, pero cilio anterior), aunque todavía no se tenga otra residencia habitual (otro domicilio).
que se induce del hecho de residir habitualmente. Mas tal cosa es puro artificio, y, en definitiva, no im- Si lo que ocurre es que surge la duda de si ya se cesó en la residencia anterior o aún no, y es
porta sino el corpus, pues siempre que lo haya se inducirá de él el animas. que la nueva no es estable, tal duda ha de resolverse a la vista de las circunstancias del caso (así, si
5 Así cabe entender abundante jurisprudencia del Tribunal Supremo que, aunque realmente no plan- se levantó casa, si se cesó en las actividades que se tenían, etc., y si lo levantado se instaló en el nuevo
tee el dilema y se decida por esta solución, sin embargo, exige sólo »residencia habitual» sin entrar en lugar, si en él se recomenzaron aquéllas actividades, etc.).
que haga falta animas alguno. 9 Véanse, por ejemplo, las siguientes sentencias y los datos que valoran para estimar en qué lugar
Tratándose de fijar la sede de la persona, y no un punto particular donde esté hoy o mañana o se reside habitualmente: sentencias de 10 marzo 1894, 1 junio 1909, 6 mayo 1911, 4 junio 1919, 30
una fracción concreta de tiempo, debe juzgarse la habitualidad habida cuenta del conjunto de lugares noviembre 1920, 9 diciembre 1926, 17 febrero 1930, 8 julio 1942, 5 julio 1943, 7 enero 1947, 29 di-
donde está aquélla, y de un período de tiempo adecuado (la totalidad del ario, p. ej., pero no sólo las ciembre 1948, 5 mayo 1949, 23 abril 1952, 3 diciembre 1955, 28 octubre 1963, 15 noviembre 1991 y
vacaciones o sólo el verano, pongamos por caso). 20 febrero 1995. Y también las citadas en otros lugares del apartado Primero de este número.
7 Cfr. muchas de las sentencias recogidas y examinadas una por una, supra, en este mismo 1° El domicilio de los apátridas puede declararse por expediente gubernativo, con valor de simple
número. e presunción (L.R.C,, art. 96, 3.°).

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MANUEL ALBALADEJO § 40 EL DOMICILIO

Al domicilio establecido por la ley sin tener en cuenta la residencia ha- El de este ni ningún precepto dispone que lo sea ni tampoco ningún precepto
bitual" se le denomina domicilio legal 12. establece que haya de convivir con él el pupilo, y cuando conviva porque sea ne-
cesario para atenderlo debidamente, entonces el domicilio real, no legal, del pu-
pilo será el mismo que el del tutor porque reside allí habitualmente. Y si fuese
Se califica también de necesario, en cuanto impuesto por un precepto; a di-
ferencia del real, que, como, en principio, puede ser libremente elegido por el su- necesaria la convivencia, pero no se cumpliese, el pupilo tendría su domicilio donde
residiese, y la falta indebida de convivencia, acarrearía las consecuencias que fuese,
jeto, se llama, asimismo, voluntario.
pero no la de hacer domicilio legal del pupilo el del tutor.
El domicilio legal del hijo en potestad ningún precepto dispone tampoco que
4. Casos de domicilio legal.—Los casos de domicilio legal son ex- sea el del padre. El artículo 154, 1.°, sólo dice que la patria potestad impone al
cepcionales en nuestro Ordenamiento civil, que antes acogía muchos por re- que la ejerce el deber de tener al hijo «en su compañía». Si eso se cumple, como
misión a la antigua L.e.c.; hoy sólo queda el de los diplomáticos que resi- el pupilo que convive con su tutor, el hijo que conviva con su padre tendrá el
dan, por razón de su cargo, en el extranjero y gocen del derecho de mismo domicilio real que el padre porque reside en él, pero no en él su domici-
extraterritorialidad, que será el último que hubiesen tenido en territorio es- lio legal. Y si la convivencia no se cumple, se producirán las consecuencias que
sea, pero no la de hacer domicilio legal del hijo el del padre.
pañol (C.c., art. 40, 2.0). Se acaba así la necesidad de la solución que venía admitiendo la jurispru-
dencia de que cuando los hijos en potestad viviesen habitualmente con tolerancia
Texto que hay que entender referido a toda aquella persona a quien el Dere- de los padres separados de ellos adquiriesen el domicilio del lugar donde real-
cho internacional público otorga inmunidad de jurisdicción derivada del ejercicio mente residiesen.
de funciones diplomáticas o consulares. •
La persona casada no puede libremente, sin más, o, al menos, sin ciertas con-
secuencias, cambiar de domicilio por su sola decisión. En principio los cónyuges
5. Si el domicilio real y los legales son domicilios generales.—En
están obligados a vivir juntos y lo hacen en el domicilio conyugal o familiar, que, mi opinión, tanto el domicilio real como cualquier domicilio legal, son do-
también en principio (C.c., art. 70), pueden escoger de común acuerdo. micilios civiles (porque se hallan establecidos por normas civiles: directa-
Ahora bien, el domicilio conyugal no es un domicilio legal, en el sentido de mente en el C.c. o antes mediante remisión a la antigua L.e.c.) y genera-
que la ley lo fije sin tener en cuenta la residencia habitual (cfr. supra, «Domici- les (porque rigen para la generalidad de las cosas, es decir, son, en principio,
lio real y domicilio legal», el concepto de ese domicilio legal), sino que es un sede de la persona para todos sus asuntos.
domicilio real que —en principio, como se ha dicho— fijan los cónyuges. Mas
que, una vez creado, no puede ser abandonado o cambiado injusta o arbitraria- Así se sigue de que el artículo 40, 1.°, del Código civil, establece el domici-
mente por uno de ellos, como no sea con ciertas consecuencias, sino que sigue lio (real o legal) «para el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obli-
siendo en principio domicilio de cada uno de ambos esposos, aunque alguno de gaciones civiles»; lo que viene a significar «para la generalidad de las activida-
éstos cese injustificadamente de residir habitualmente en él, y por eso se puede des jurídicas civiles». Además, como en las materias que se rijan por otras leyes
decir que es un domicilio legal, en tanto que la nueva situación no haya creado las disposiciones del Código civil (art. 4, núm. 3) se aplicarán como supletorias,
un nuevo domicilio real a quien abandonó aquél. el domicilio general civil deviene domicilio jurídico general.
Creo que hoy ni es domicilio legal del hijo en potestad el del padre que la
ejerza, ni del pupilo el del tutor. Esa opinión que mantengo, se apoya también en que implícita o explí-
citamente la acogió la jurisprudencia.
II Que, sin embargo, puede coincidir accidentalmente con aquél, y que, de hecho coincide nor-
malmente. Además, a la persona que se le señalase un domicilio legal, podría estarle, a la vez, im- En efecto, varias sentencias vinieron a señalar que los domicilios que fijaba
puesto el deber de residir efectivamente en el lugar en que tenga aquél (p. ej., funcionario público con la L.e.c. (ahora me refiero a la antigua L.e.c.) regían no sólo a efectos procesa-
domicilio legal en el sitio en que está destinado —Lex., antiguo artículo 67— y con deber de resi- les, sino a todos los civiles. Así la de 24 mayo 1927 decidió que el funcionario
dir en el mismo). Pero en principio, el domicilio legal es independiente de la residencia efectiva; de
forma que no se deja de tener el mismo aunque, de hecho, se viva habitualmente en otro sitio, in- cuyo domicilio se discutía a efectos de su idoneidad para ser testigo en un testa-
fringiendo el deber de residencia (de cuya infracción, por otro lado, podrán seguirse las sanciones que, mento (lo que evidentemente no es un domicilio a efectos procesales, sino civi-
en cada caso, estén establecidas). Lo que sí podría ocurrir es que la ley que fijase deber de residen- les de orden sucesorio), era idóneo, porque su. domicilio legal (el lugar del des-
cia en determinado lugar, tuviese el espíritu o dijese expresamente que quiere que sea domicilio legal tino que servía: L.e.c., artículo 67), era el del lugar del otorgamiento del testamento
de la persona interesada el lugar en que debe residir. Pero eso ha de establecerlo, y no se presume por (que es el domicilio que el antiguo artículo 681, 2.°, pedía para los testigos). Di-
el deber de residir.
12 Ya se comprende que no porque no sea también legal (en el sentido de «según ley») el otro, ciéndose expresamente en dicha sentencia (Considerando 1.0) que no cabe dedu-
sino porque éste es sólo legal, pero no real (en el sentillo de «residencia verdadera»), cir «cuando se trate de funcionarios públicos que el domicilio de éstos a efectos

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MANUEL ALBALADEJO § 40 EL DOMICILIO

civiles sea distinto al que la ley les imponía» (se refiere al que les imponía la su residenci a habitual; pues cuando era éste, no cabía problema), y que el Código
L.e.c., artículo 67). creyó innecesario repetir, remitiendo, por eso, a lo dispuesto en aquélla, y for-
Igualmente, sentencias de 13 octubre 1911 (también antiguo caso de domici- mulando só lo la regla general sobre el domicilio real (regla que la L.e.c. no ha-
lio de testigo en testamento), 11 abril 1936 (era para constituir el derogado con- bía recogido).
sejo de familia de un menor, y se consideró domicilio de éste el que tenía su ma- Incluso si se estima que la L.e.c. sólo tuvo por fin regular el domicilio legal
dre bajo cuya potestad —que cesa— estaba), y 17 febrero 1953 (implícitamente, a efectos procesales (domicilio especial), no por ello hay base para negar que el
ya que de ser el domicilio legal, que fija L.e.c., sólo a efectos procesales, a la Código, remitiendo a aquélla, acoja como domicilio legal general a efectos civi-
sentencia le habría bastado decir, sin tener que argumentar más, que no siéndolo les el que la misma establecía como domicilio procesal.
a otros efectos civiles, no había más que discutir en el caso). 2.° De entender que la L.e.c. estableció exclusivamente domicilios legales
a efectos procesales, no serían domicilios legales civiles ni el del hijo bajo po-
Esa opinión la compartía un sector de la doctrina ". testad ni el del pupilo, porque como ya he advertido más arriba, en los artícu-
los del Código civil no se establece un domicilio legal —el del padre o tutor—
Pero, según otro parecer, la L.e.c. establecía sólo domicilios legales pro- ni para los hijos sometidos a patria potestad (art. 154) ni para los que se hallen
cesales, y el Código civil, en su artículo 40, 1.°, cuando dicta la regla de bajo tutela (antiguos arts. 199 y 262 a 264, ni los que los han sustituido en la
actualidad, que son los 215 y 267 y ss.). A lo más, tales artículos sólo se puede
que el domicilio, domicilio real, de la persona es el lugar de su residencia entender que implican para dichas personas el deber de convivir o de estar en
habitual sienta el supuesto de domicilio civil general, pero cuando remite al compañía (por lo que toca a la tutela el Código no impone que el tutor haya de
domicilio, domicilio legal, que determine la L.e.c. («... y, en su caso, el tener en su compañía al pupilo) o bajo la vigilancia o guarda de quienes tienen
que determine la L.e.c.»), quiere simplemsnte advertir que valen como do- la autoridad paterna o tutelar sobre ellos. Por esa razón, si efectivamente convi-
micilios especiales, a efectos procesales, los establecidos en esta ley. Y el viesen, tendrían su domicilio real en el lugar de tal convivencia (que será el del
que haya ciertos domicilios legales civiles generales, se seguiría, no de la domicilio real de quienes tuviesen la autoridad sobre ellos). Pero si —por la ra-
L.e.c., sino de que lo establece el Código. zón que sea— no conviviesen efectivamente, como ya he dicho antes, no ten-
drían en tal sitio su domicilio legal, sino su domicilio real en el lugar donde ha-
Así: que el domicilio legal del hijo bajo patria potestad es el del padre que bitualmente residen.
la ejerza, se seguiría del Código civil, artículo 154; y que el del pupilo es el del Todo este tema ha perdido importancia después de la sustitución de la L.e.c.
tutor, de los artículos 199 y 262 a 264 antiguos, etc. de 1889 por la de 2000, que ya no establece, como hacía aquélla, domicilios le-
Aunque el punto es discutido, creo preferible la opinión que acepto, porque: gales (arts. 50 y ss., 155 y ss.), sino competencia territorial de los Tribunales o
I.° La remisión que el artículo 40, 1.°, del Código civil, hace a la Lee. — lugar de realizar los actos de comunicación; la conserva solamente para el caso
«Para el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones civiles, de los diplomáticos porque el domicilio legal de éstos lo establece, no la L.e.c.,
el domicilio de las personas naturales es [el lugar de su residencia habitual y], en sino el Código.
su caso, el que determina la Le.c.»— cabe entenderla como dirigida a conside-
rar como domicilio civil el que ésta señale en los casos (excepcionales) en que, 6. Razón de la fijación del domicilio e importancia de éste. En —

para ciertas personas (hijos bajo patria potestad, personas tuteladas, empleados, Derecho hace falta que se fije a la persona un lugar no para que necesa-
militares, etc.), se considera como su sede jurídica (domicilio) un lugar que es in- riamente esté o actúe (p. ej., contraiga matrimonio, contrate, teste, etc.) siem-
dependiente de su residencia habitual (domicilio, por tanto, legal, y no real).
Tal tesis puede apoyarse en que el Proyecto de 1851 (que, según la Ley de
pre en él 20, sino para que lo haga cuando la ley lo estime conveniente, y
Bases debía inspirar al Código, y que, de hecho, lo inspira frecuentemente) esta- para poder utilizarlo cuando sea preciso marcar —respecto de tal persona—
bleció una regulación civil del domicilio legal, regulación civil que fue recogida un sitio concreto que no esté determinado, o que no proceda determinar de
en la L.e.e. (que, al disponer cuáles son domicilios legales, sentó, no reglas pro- otro modo (p. ej., para que pague una deuda cuyo sitio de cumplimiento no
cesales, sino de Derecho civil material, pues determinándose, en muchos casos, se halla señalado).
la competencia de los Tribunales por el domicilio civil de las personas [cfr. L.e.c., Generalmente, ese sitio es el domicilio de la persona y, en su defecto,
arts. 62 y 63], se estimó conveniente decir a continuación [arts. 64 y ss.] cuál era el de su simple residencia o paradero. Ahora estoy estudiando aquél; des-
el domicilio civil de éstas cuando dicho domicilio era independiente del lugar de pués me referiré a éstos.
15 Así, ESP/N, Manual, 15, pág. 287; PEREZ Y ALGUER, en Anotaciones al Tratado de Ennece-
rus, 1, 11, pág. 287. En contra otros como SÁNCHEZ ROMAN, Estudios, EP, págs, 353 y 354; NA- » Pues, en principio, el Derecho deja libertad de estar y de actuar en el punto que se quiera, sea
VARRO AMANDI, Cuestionario del Código civil refortvado. I, pág. 74. O no siempre el mismo.
J• •

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MANUEL ALBALADEJO * 40 EL DOMICILIO

Pero la importancia del domicilio no reside sólo en ser el sitio donde procede 8. Falta o pluralidad de domicilios generales.—Se discute si se puede
realizar ciertos actos (p. ej.: pagar la deuda alimenticia, Código civil, artículo 149; carecer de domicilio, y si se pueden tener varios generales. Creo que am-
o pagar las que carezcan de lugar fijado, Código civil, artículo 1.171; hacer notifi- bas cuestiones deben de resolverse afirmativamente, pues, aunque no sea lo
caciones, etc.), sino en servir de base para determinar: la aptitud para algo (p. ej., normal, nada obsta a que alguien carezca de residencia habitual (p. ej., va-
para adquirir la nacionalidad española. C.c., art. 22), ser antiguamente testigo en los
testamentos en ciertos casos (C.c., art. 681 derogado) o la exención de ciertos de- gabundo) o tenga varias.
beres (como antes el de formar parte del Consejo de familia, C.c., antiguo 297) o En cuanto a la carencia de domicilio, además de ofrecer la realidad ca-
el alcance de ciertos actos de la persona (p. ej., quiénes serán los geneficiarios de sos indudables (p. ej., vagabundo, persona que vive ambulante en un circo,
determinadas instituciones de heredero, C.c., arts. 747 y 749) o la competencia de nave, etc., o que dejó su residencia habitual y aún no creó otra, como un
Autoridades, Tribunales, Centros y Organismos, ya en materia procesal (Cfr. L.e.c., recién exiliado), no hay necesidad de pretender fijar uno artificiosamente,
arts. 50 y 51), ya, también, para su intervención en actos puramente civiles (p. ej.: puesto que, para desempeñar su papel, cabe acudir al lugar de simple resi-
C.c., arts. 51 y 52 —juez competente para la celebración del matrimonio—, anti- dencia o al paradero del sujeto.
guo 203 —o para proveer al cuidado de los sujetos a tutela hasta el nombramiento En cuanto a la pluralidad de domicilios generales 23, no carece de incon-
de tutor—, antiguo 293 —o antiguamente para constituir el Consejo de familia—,
20 —Registro Civil competente para recibir la declaración de opción por la na- venientes, pues, en principio, se ofrecerían varios lugares (tanto como domici-
cionalidad española—, o la ley aplicable (así, la ley personal de los apátridas 21, lios se tuviesen) para los actos, relaciones, etc., en los que el domicilio es el
L.R.C., artículo 96, 3.°, y su Exposición de Motivos, apartado Xl, in fine), etc. 22. lugar a tener en cuenta (así: para pagar una deuda); cosa que va contra el fin,
que con aquél se persigue, de situar a la persona en un sitio determinado.
Ahora bien, la importancia del domtilio no va más allá de lo ante- Mas, a pesar de todo, creo innegable la posibilidad de tener, a la vez,
rior. Por él la persona resulta jurídicamente localizada —a los efectos que varias residencias habituales (p. ej.: persona que, sin familia que se halle
sea— en un lugar que influye en una serie de cuestiones; pero ni se es- centrada en una, tiene asuntos y casa abierta en dos ciudades vecinas, vi-
tablece una relación jurídica entre persona y lugar (como algunos han cre- viendo indistintamente en cualquiera de ellas).
ído) ni el de domiciliado es un estado civil como el de casado o de es- Creo equivocado pensar que, entonces, se tiene alternativamente el domicilio
pañol, por ejemplo. en el punto en el que en cada momento se esté. Ello porque no se cesa de resi-
dir en un lugar por el solo hecho de ausentarse materialmente de él. En el ejem-
7. Adquisición y pérdida.—El domicilio se adquiere o se pierde ex plo puesto en el texto lo exacto no es decir: la ciudad A es ahora la residencia
lege, independientemente de la voluntad de la persona, cuando concurran habitual, y mañana ya no lo es ésta, sino la B; por el contrario, sería exacto afir-
los hechos a base de los que la ley lo fija o suprime. mar: son —ahora y en todo momento— residencias habituales las ciudades A y
Así, si es real, se pierde el antiguo o se adquiere uno nuevo, cuando B, una que se utiliza unos días, y otra, otros.
se deja la antigua residencia habitual o cuando se establece una nueva; y,
si es legal, se adquiere, pierde o cambia con la adquisición, pérdida o cam- Se pueden tener varios domicilios generales reales; mas no uno real y
otro legal, pues, al fijar éste, la ley tiende precisamente a excluir aquél; lo
bio de la situación de que deriva.
Sólo se puede hablar de que la adquisición o cambio dependan de la que no se conseguiría si subsistiese.
En cuanto a la posibilidad de tener varios generales legales, debe de ser
voluntad de la persona, en el sentido de que ésta libremente pueda dar vida
excluida, en principio, pues cuando en un sujeto concurriese más de una de
a los hechos (así constituir una nueva residencia habitual) de que aquél de-
las causas que motivan domicilio legal parece lo más razonable pensar que, al
pende. Posibilidad que se tiene o no, según el estado civil, correspondiendo,
menos como regla, preponderará una de ellas, a base de la cual se fije aquél.
en general, a los emancipados que no se hallen bajo tutela.
9. Residencia y paradero.—Residencia simple o residencia, a secas 26
es toda la que no es habitual, sea más o menos estable.
2' En los Derechos que siguen el criterio de que la ley personal del sujeto es la ley de su domi-
cilio, éste tiene mucha más importancia. En nuestro Código, como sabemos, la ley personal no es la
del domicilio que el sujeto tiene, sino la de la nación a que pertenezca (cfr. art. 9, núm. 1)1 por eso la " Desde luego, tener uno general y otros especiales, no es cosa anormal, porque precisamente és-
importancia del domicilio para fijar la ley personal, se reduce al caso de las personas que carecen de tos son excepción a aquél, y coexisten con él.
nacionalidad (apátridas). 26 Muchas de las veces la ley habla simplemente de residencia (así C.c., arta. 14, 15, 52), entiendo
22 La Resolución de 30 enero 1970 señala la importancia del domicilio y enumera algunos de los que lo hace por brevedad, pues, como ya dije —supra, núm. 3, .rair Primero— creo que su espíritu se
casos en que se pone de relieve la trascendencia de aquél. refiere a residencia habitual. Lo que no quita para que en otras se pueda referir a la simple residencia.

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MANUEL ALBALADEIO § 41 LA AUSENCIA

En ella, la persona está accidentalmente o de manera ocasional, aunque con § 41


cierto carácter de permanencia (p. ej., padre que pasa unos meses en casa de sus
hijos); e incluso si al término habitual del artículo 40, 1.0, se le da el sentido de LA AUSENCIA*
prolongada 27, es también residencia simple el sitio donde la persona se halla es- SUMARIO: A) Nociones previas.-1. Derecho vigente.-2. Concepto y subdivisiones.-
B) La defensa del desaparecido.-3. Requisitos para constituirla.-4. Nombramiento
tablecida (totalmente, y no de forma accidental u ocasional), entre tanto que no
de defensor.-5. Funcionamiento de la defensa.-6. Efectos de orden familiar, de
haya transcurrido todavía tiempo suficiente para poder considerarlo residencia ha- la desaparición.-7. Cesación de los efectos de la desaparición.-C) Ausencia le-
bitual.
gal.---8. Requisitos para que se produzca.--9. Situación de ausencia y ausencia de-
clarada.-10. Naturaleza.-11. Personas obligadas y facultadas para pedir la de-
Paradero es el lugar donde la persona se halla actualmente (p. ej., de claración de ausencia.-12. Nombramiento de representante del ausente.-13.
tránsito en viaje, se permanece algunos días en una ciudad), sin necesidad Obligaciones y derechos del representante.-14. Reservas o precauciones sobre de-
de tener en él estabilidad alguna. rechos que el ausente adquiriría si viviese (derechos eventuales).-15. Efectos so-
Si una persona vive ambulante o, de cualquier manera, carece de do- bre las relaciones familiares.-16. Fin de la ausencia.-D) Declaración de falleci-
micilio, las veces de éste, a ciertos efectos, pasa a hacerlas la residencia miento.----17. Concepto y petición de la misma.-18. Requisitos.-19. Naturaleza
(cfr. L.e.c., art. 50,1, y C.c., arts. 181 y 183), primero, y por último (si, de la declaración de fallecimiento.-20. Efectos en general.---21. Efectos patrimo-
como dice la L.e.c., art. 50,2), el paradero.
* ALONSO LAMBAN, «Sobre la ausencia en el Derecho aragonés», en Libro-homenaje a Moneva
Mas, no es que la residencia o el parad%) vengan a sustituir a todos los efec- Puyol, 1954, págs. 143 y as.; ASCOLI, «Sulla dichiarazione di mode presunta per prolungata assenza»,
tos a domicilio, sino a los que la ley señale, así a los de competencia territorial en R. D. Privato, 1939, págs. 164 y ss.; AVILA ALVAREZ, «Inscripción de bienes de ausentes, de los
de los Tribunales o a los de nombrarle un defensor o considerarlo en situación de cónyuges y de la sociedad conyugal», en R.C.D.I., 1983, págs. 273 y ss.; BALOG, Verschollenkeit und
ausencia legal. Todeserkldrung, 1909; BATT1STA, «Del domicilio e della residenza. Dell assenza2», 1923, en 11 Diritto ci-
vile italiano de FIORE; BRUNS, «Verschollenheit», en Jahtbuch des Gemeinen Rechts, 1(1857), págs. 90
y ss.; CALLEGARI, «Assenra», en N.D.I., 1, 1937, págs. 891 y ss., y allí bibliografía; CALVO, «Efectos
10. Domicilio electivo.-El llamado domicilio electivo no es sede (domici- de la declaración de fallecimiento en el Derecho de familia», en R.G.L.J., 1978, I, págs. 5 y ss., y 115 y
lio) de la persona ni tiene nada que ver con el centro jurídico de ésta; se trata sim- ss.; CARZONY, ««La ausencia en el Registro de la Propiedad», en R.C.D.I., 1940, págs. 458 y ss.; CO-
plemente de un sitio que las partes (que pueden, en principio, libremente fijar el RRAL, La declaración de fallecimienio, 1991; DF CASTRO, «La remuneración del representante legítimo
que deseen: C.c., art. 1.255) han designado para alguna cosa (p. ej.: para llevar a del ausente», en A.D.C,, 1948, págs. 100 y ss.; DE COSSIO, «La teoría general de la ausencia», en R.D.P.,
cabo una operación, para que un litigio eventual se someta a los Tribunales del 1942, págs. 85 y as., y «El patrimonio del ausente», en R.D.P., 1942, págs. 369 y as.; ESPIN, «La pre-
mismo -prorrogatio fori: L.e.c., art. 54-, para realizar notificaciones -que uti- sunción de paternidad y la ausencia declarada del marido», en R.G.L.J., 1945, t. 178, págs. 9 y ss.; GIOR-
GIANNI, La dicharazione di morte presunta, 1943; IBAÑEZ, «La presunción de muerte y sus efectos con
liza el término en tal sentido-, etc.). Cosa que no afecta para nada al verdadero relación al matrimonio», en R.G.L.J., 1924, t. 145, págs. 321 y as., y «El impedimento dirimente de vín-
domicilio; únicamente que regirá aquel sitio cuando algo hubiese de verificarse en culo y la presunción de muerte con relación al matrimonio», en R.G.L.J., 1928, t. 152, págs. 214 y ss.;
el domicilio exclusivamente en defecto de haberse fijado otro lugar por los inte- LUZZATO, La condizione giuridica dello scomparso, 1920, y L'istituto dell'assenza e la sua riforma, 1924;
resados. MOISSET DE ESPANES, «Ausencia y desaparición», en A.D.C., 1975, págs. 979 y ss.; MONTULL, «La
ausencia en el Derecho aragonés vigente», en A.D.A., VI, 1951-1952, págs. 189 y ss.; OGAYAR, «La au-
sencia en el Derecho sustantivo y adjetivo, 1936, La novísima legislación sobre ausencia», en R.G.L.J.,
1941, t. 169, págs. 414 y ss., y t. 170, págs. 83 y ss. y en Comentarios al Código civil y Compilaciones
forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alabad, t. IV, 2.° ed., 1985, pág. 1; PADIAL ALBAS, «La pre-
sunción de vida en la declaración de fallecimiento», R.D.P., 1991, pág. 1003; PUGL1ESE, «L'instituto
dell'assenza e le sue riforme», en R.D.C., 1919, págs. 209 y as.; PUIG PEÑA, «Ausencia», en N.E.J.,
1951, págs. 114 y ss.; RAU, De l'absence en inatiere civil et militaire, etc., 1921; RIESENFELD, Vers-
ohollenheit und Todeserklünng, 1891; ROBLES FONSECA, «La ausencia en el nuevo Derecho», en R.C.D.I.,
1940, págs. 263 y ss. y 365 y ss.; RODRIGUEZ ALVAREZ, «La presunción de muerte y la ciencia del
Derecho», en R.C.D.I., 1945, págs. 1 y ss.; ROUGROL-VALDEYRON, Recherces sur l'absence en Draft
francaís, 1970; SANTORO-PASSARELLI, «Disciplina della scomparsa nel nuovo Código civil», en R.D.C.,
1939, págs. 377 y ss.; SAPENA, «La ausencia en Aragón», en R.D.P., 1955, págs. 985 y as.; SERRANO
SERRANO, La ausencia en el Derecho español, 1943; «Las declaraciones de ausencia y fallecimiento»,
en R.D.P., 1951, págs. 285 y ss.; «Los efectos de la declaración de fallecimiento», en R.D.R, 1943, págs.
785 y ss.; «La reserva de los artículos 191 y 192», en R.D.P., 1943, págs. 37 y sa., y «Las presunciones
de vida y de muerte en la ley de ausencia», en Estudios Barcia Trenes, 1945, págs. 133 y si.; TAMAS-
SIA, «L'assenza mita storia del Diritto italiano», en Arch. giur., 1886, XXXVI, págs. 474 y ss.; TORRES,
27 Véase supra, núm. 3, sub Primero. «La ausencia en la nueva legislación», en R.D.P., 1940, págs. 47 y ss.: VÁZQUEZ GUNDIN, «El ausente
y sus derechos hereditarios», en R.C.D.I., 1942, págs. 516 y as.

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MANUEL ALBALADEJO § 41 LA AUSENCIA

niales.-22. Efectos familiares.-23. Fin de la situación a que da lugar la decla- En el primer caso no hay razón especial para poner en duda la vida
ración de fallecimiento. del desaparecido, aunque su falta de presencia y el descuido en que que-
daron sus asuntos (si los tenía) exige que (cuando sea preciso) se nombre
A) un defensor para que los atienda. En el segundo, al resultar insólito que, vi-
viendo, no se sepa de él, se duda si el ausente vive o no, pero se estima
NOCIONES PREVIAS
más probable que sí. En el tercero, sin estarse nunca seguro de la muerte,
1. Derecho vigente.—La ley de 8 de septiembre 1939 modificó los se considera más probable que haya acaecido.
textos originarios del Código civil y de la L.e.c. (de 1881, que sigue en vi- Las diferencias entre los tres supuestos y entre las situaciones que pue-
gor en la presente materia) sobre la ausencia, e introdujo los que hoy rigen. den originar —defensa del desaparecido, declaración de ausencia y decla-
ración del fallecimiento— imponen el estudio por separado.
Actualmente la materia de la ausencia que voy a exponer, se halla regulada:
1.0, por lo dispuesto en el Título VIII del Libro 1 del Código civil, tal como lo B)
redactó dicha ley, que alteró la primitiva regulación contenida en el mismo', con
el fin de adaptarla a los progresos y exigencias actuales; 2.0, por lo dispuesto en LA DEFENSA DEL DESAPARECIDO
el Título XII de la segunda parte del Libro III de la L.e.c. (tal como lo redactó
también la repetida ley), que aunque encaminada, en principio, sólo a reformar 3. Requisitos para constituirla.—Procede la adopción de medidas en-
los trámites procesales por razón de ausencia, para poner de acuerdo dicha L.e.c. caminadas a la protección de los intereses de una persona, si concurren los
con las modificaciones introducidas en el Código civil, contiene, sin embargo, cier- requisitos siguientes: I.° Desaparición de dicha persona de su domicilio o
tas disposiciones no puramente procesales, sino de Derecho civil. del lugar de su última residencia (sin necesidad de que transcurra plazo al-
guno determinado). 2.° Sin haberse tenido en ella más noticias. 3.° Ser pre-
2. Concepto y subdivisiones.—En sentido técnico se dice que una cisas las medidas protectoras (como ocurre si hay juicio o negocio que no
persona está ausente, no cuando simplemente no está presente o falta de su admite demora, con perjuicio grave. Si el desaparecido tiene representante
domicilio o residencia 2, sino cuando, habiendo desaparecido, se carece de legal o voluntario con poderes suficientes —y en tanto y en cuanto lo tenga—
noticias suyas. , no hacen falta otras medidas protectoras, pues éste puede tomar las nece-
Desde entonces hay ausencia; pero, dentro de ella se subdistingue así: sarias). 4.° Instancia de parte interesada o del Ministerio fiscal para que se
1.0 Persona simplemente desaparecida, con falta de noticias. Caso en constituya la defensa del desaparecido (art. 181, 1.°).
el que, sin más requisitos y sin necesidad de que transcurra un tiempo de-
terminado, se puede nombrar un defensor del desaparecido, si hay asunto 4. Nombramiento de defensor.—Acreditada mediante información ju-
de éste que no admita demora sin perjuicio grave. dicial sumaria la concurrencia de los requisitos anteriores, el juez nombrará
2.° Persona cuya ausencia (en sentido estricto, dentro de la ausencia defensor de aquél al cónyuge o a un pariente o amigo o a persona solvente
en sentido técnico, pero amplio) puede ser declarada judicialmente; lo que y de buenos antecedentes (C.c., art. 181, 1.°; L.e.c., art. 2.033).
ocurre al transcurrir cierto tiempo de desaparición con falta de noticias (sin
necesidad de haber nombrado previamente un defensor al desaparecido). Cabe concretar así: el nombramiento recaerá en el cónyuge presente mayor
3.° Persona de la que se puede declarar el fallecimiento; cosa posible de edad no separado legalmente, y, en su defecto, sobre el pariente también ma-
si la desaparición con falta de noticias se prolonga cierto tiempo no largo, yor de edad, más próximo, hasta el cuarto grado (por este orden: hijos o des-
pero tuvo lugar en circunstancias de peligro para la vida, o si alcanza una cendientes, ascendientes, hermanos [con preferencia de los de doble vínculo],
duración particularmente larga. No siendo preciso que aquella declaración demás colaterales hasta el cuarto grado, prefiriéndose, dentro de ello: el grado
haya sido precedida de la ausencia. más próximo al más remoto; el descendiente o hermano de más edad y el as-
cendiente menos anciano). A falta de cónyuge y parientes idóneos (así, meno-
res o incapaces) o de presencia de los mismos, o en caso de urgencia notoria,
previa audiencia del Ministerio fiscal, se nombrará: a otro pariente (más allá del
' Posteriormente la ley de 24 abril 1958 modificó el artículo 184.
2 También para aludir a este supuesto de falta de presencia, utiliza la ley el término ausencia: así, cuarto grado) o amigo que el juez estime digno e idóneo, y, en última instan-
artículos 1.176, 1.694, 1.957, 1.958, etc.: pero, en ellos, se desprende el contexto que no se trata de au- cia, cuando tampoco los haya, no estén presentes o exista urgencia notoria, a
sencia en sentido técnico. persona solvente y de buenos antecedentes (art. 181, 2.° del C.c., combinado con

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MANUEL ALBALADEJO § 41 LA AUSENCIA

el 2.033 de la L.e.c. y con supresión de las discriminaciones por razón de fi- cie la existencia de razones graves que se opongan art. 2.034); y, a falta
liación o sexo). de otro padre apto para desempeñarla, se les nombrará tutor («que actuará por sí
solo, sin necesidad de las autorizaciones» que correspondiese otorgar a éste, decía
y sigue diciendo la L.e.c., art. 2.035, pero es claro que después de la reforma de
5. Funcionamiento de la defensa.—La defensa: la tutela, el tutor del presente caso, como el de todo otro, actúa solo y el Juez lo
1.0 Se limita a lo necesario: amparar y representar al desaparecido en autoriza, una y otra cosa por aplicación de las actuales reglas generales).
juicio o en los negocios que no admiten demora sin perjuicio grave (C.c.,
art. 181, 1.°). 7. Cesación de los efectos de la desaparición.—Cesan los efectos
2.° Se realiza por el defensor y por el Juez, que unas actúa directa- provocados por la desaparición: 1.° Si el interesado reaparece. 2.° Cuando
mente y otras controlando a aquél (más o menos, según el asunto de que se declare su ausencia legal. 3.° Cuando se declare su fallecimiento. 4.° Cuando
se trate y los lazos que le ligasen con el desaparecido). éste conste.

A) El Juez podrá adoptar, según su prudente arbitrio, las providencias ne- C)


cesarias a la conservación del patrimonio del desaparecido (art. 181, 3.0, C.c.), es- AUSENCIA LEGAL
tando plenamente facultado para tomar de oficio, con intervención del Ministerio
fiscal, cuantas medidas de averiguación e investigación considere procedente, así 8. Requisitos para que se produzca.—Cuando, además de haber de-
como todas las de protección que juzgue útiles a aquél (L.e.c., art. 2.031, segunda saparecido una persona de su domicilio o del lugar de su última residencia,
mitad). • sin haberse tenido más noticias de ella, concurre alguna de las circunstan-
B) El defensor —dentro de los límites ya vistos— actúa con más o me-
nos facultades, deberes y libertad —corno he apuntado—, según la autonomía
cias que a continuaCión se verán, la ley considera al desaparecido en situa-
que le conceda el juez, por el asunto de que se trata y los lazos que le unieran ción de ausencia legal (C.c., art. 183, principio) y obliga a unos y autoriza
con el desaparecido. A tales efectos: 1.° Si se trata de conservación del patri- a otros a promover la declaración de dicha ausencia legal; situación (de
monio, administrándolo, «el defensor, una vez nombrado, deberá, antes de em- efectos más fuertes que la mera desaparición) requerida por la permanencia
pezar el ejercicio de su cargo, practicar judicialmente con intervención del Mi- de un estado de cosas que, por sí sola, tal desaparición no implicaba.
nisterio fiscal, inventario de bienes muebles y descripción de los inmuebles del Las mencionadas circunstancias son:
desaparecido. Sin embargo, podrá ser autorizado de modo especial por el Juz- 1.° Paso de un año desde las últimas noticias o, a falta de éstas, desde
gado para cualquier actuación determinada que no consienta demora sin perjui- la desaparición, si el desaparecido no hubiese dejado apoderado con facul-
cio grave, aunque no esté terminado al inventario» (L.e.c., art. 2.037). Mas si tades de administración de todos sus bienes.
se trata simplemente de que el defensor haya sólo de representar al desapare- 2.° O bien paso de tres años, si tal apoderado se hubiese dejado. Mas,
cido en juicio o en algún negocio concreto, no será necesaria la práctica del in- aun en este caso, la extinción del apoderamiento (que desampara los bie-
ventario antedicho. 2.' Si se trata de defensor que no sea cónyuge, descendiente
o ascendiente del desaparecido, toda actuación que realice requerirá la autoriza- nes) determina la ausencia legal si al producirse se ignorase el paradero del
ción previa del Juzgado, y, una vez realizada, deberá aquél darle cuenta para su desaparecido y hubiese transcurrido un ario desde que se tuvieron las últi-
aprobación. Sin embargo, el juez, tomando en consideración las circunstancias mas noticias y, en su defecto, desde la desaparición (C.c., art. 183).
de casos y personas, podrá dispensar o moderar la obligación anterior» (L.e.c.,
art. 2.033, 2.°, in fine y 3.°). 9. Situación de ausencia, y ausencia declarada.—Según una opinión,
de por sí la concurrencia de las circunstancias que determinan que la per-
6. Efectos de orden familiar, de la desaparición.—Independientemente sona sea considerada en situación de ausencia legal, no tiene ningún otro
del nombramiento de defensor y de las medidas protectoras de carácter pa- efecto que el de hacer posible la obtención de la declaración de ausencia;
trimonial, el hecho de la desaparición del sujeto produce ciertas consecuencias siendo esta declaración la que opera el cambio en la condición del sujeto:
de orden familiar, encaminadas a remediar el abandono de las funciones (pa- de desaparecido pasa a ser ausente en sentido estricto (declarado ausente) 4.
tria potestad, etc.) que aquél deja de cumplir:
3 Razones que hay que entender como aquéllas que permitirían privar de la patria potestad o sus-
pender su ejercicio.
Si el desaparecido tuviese hijos menores, recaerá exclusivamente en el otro pa- 4 Así, DE CASTRO, Derecho civil. II, 1, pág. 511; DE COSSIO, «Teoría general de la ausencia»,
dre (C.c., art. 156, 4.0) el ejercicio de la patria potestad, a no ser que el juez apre- en R.D.P., 1942, pág. 86
e
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MANUEL ALBALADE.10 * 41 LA AUSENCIA

Según otro punto de vista, la situación de ausencia legal, que se produce Según el artículo 2.038 de la L.e.c.: «La declaración de ausencia legal a que
automáticamente cuando concurren aquellas circunstancias, da lugar de por se refieren los artículos 182 al 184 del Código civil, con el consiguiente nom-
sí a ciertos efectos 5, aunque para que se produzcan los principales y, con bramiento de representante del ausente, se instará por parte interesada o por el
Ministerio fiscal, aportando las pruebas precisas que acrediten la concurrencia en
ellos, la totalidad de los propios de la ausencia (en sentido estricto), hace el caso de cuantos requisitos exige el mencionado Código para tal declaración.»
falta la declaración de la misma 6. El juez podrá acordar, además, la práctica de cuantas otras pruebas considere
oportunas a fin de adquirir el convencimiento de la procedencia o improcedencia
10. Naturaleza.—Aunque no hay acuerdo sobre cuál sea la naturaleza de la declaración.
de los efectos de la ausencia en orden a la condición del sujeto, creo que Es requisito indispensable para la misma la publicidad de la incoación del expe-
deben rechazarse las afirmaciones de que constituye un estado civil o que diente mediante dos edictos que con intervalo de quince días se publicarán en el «Bo-
provoca una modificación de capacidad. Realmente, la persona, aunque esté letín Oficial del Estado», en un periódico de gran circulación de Madrid y en otro de
ausente, sigue teniendo su anterior estado (si éste no varió por otras razo- la capitalidad de la provincia en que el ausente hubiera tenido su última residencia o,
en su defecto, el último domicilio. Además se anunciará por la Radio Nacional dos
nes), y, si vive, en el lugar donde se encuentre, sigue disfrutando de la ca-
veces y con el mismo intervalo de quince días. El Juzgado podrá también acordar
pacidad que antes tenía. Ahora bien, la ausencia repercute en las relaciones otros medios para que esa publicidad sea aún mayor, si lo considera conveniente.
de la persona, produciendo una desconexión entre él y el círculo jurídico en Practicadas las pruebas que se hayan estimado necesarias y transcurridos los
el que antes se desenvolvía y del que ahora está alejada: su patrimonio pasa plazos de los edictos y anuncios, el Juzgado, si por la resultancia del expediente
a ser administrado por un representante, su situación familiar se altera (pierde procediera, dictará el auto de declaración legal de ausencia, que será apelable en
la patria potestad sobre sus hijos, cesa lastutela que viniese desempeñando, un solo efecto.»
etc.), los cambios de estado civil que —donde esté, si vive— sufra después Corresponde ser representante, salvo motivo grave apreciado por el juez: 1.° Al
de la ausencia, son, en principio, irrelevantes en orden a aquel patrimonio cónyuge presente mayor de edad no separado legalmente o de hecho. 2.° Al hijo
mayor de edad; si hubiese varios serán preferidos los que convivían con el au-
o situaciones familiares, etc.; hasta el extremo de que, si realmente murió, sente y el mayor al menor. 3.° Al ascendiente más próximo de menos edad de
resultarán mantenidas artificialmente (a base de la duda sobre su existencia) una u otra línea. 4.° A los hermanos mayores de edad que hayan convivido fa-
una serie de situaciones (la unidad de su patrimonio, etc.). miliarmente con el ausente, con preferencia del mayor sobre el menor. En defecto
de las personas expresadas la representación del ausente corresponde a la persona
11. Personas obligadas y facultadas para pedir la declaración de solvente de buenos antecedentes que el Juez, oído el Ministerio fiscal, designe a
ausencia.—Están obligados, sin orden de preferencia, a pedir la declaración su prudente arbitrio (C.c., art. 184).
de ausencia legal: el cónyuge no separado legalmente, los parientes con- Procede el cese del representante nombrado y la ocupación del cargo por uno
sanguíneos hasta el cuarto grado y el Ministerio fiscal, de oficio o a virtud nuevo: 1.° Por muerte, incapacitación o ausencia de aquél. 2.° Por haber dado lu-
de denuncia. Está facultado para pedirla cualquiera que racionalmente es- gar el anterior a causa de remoción o relevación del cargo (Cfr. C.c., art. 185, pá-
rrafo último, y L.e.c., art. 2.046, 2.°).
time tener sobre los bienes del desaparecido algún derecho ejercitable en
vida del mismo, o dependiente de su muerte (C.c., art. 182). 13. Obligaciones y derechos del representante.—Al representante
—siempre con la supervisión judicial más o menos estrecha que, según los
12. Nombramiento de representante del ausente.—Después de se-
casos, establece la ley— le competen las siguientes obligaciones:
guirse el procedimiento que marca la L.e.c. (art. 2.038, cfr. también, 1.° La pesquisa de la persona del ausente (C.c., art. 184, párrafo 1.°).
art. 2.031), se dicta por el juez auto declarando la ausencia legal y, en él, 2.° La protección y administración de sus bienes y el cumplimiento
se nombrará representante del ausente (L.e.c., art. 2.039) 7. de sus obligaciones (C.c., art. 184, primer párrafo).
5 Así los de los artículos 190, 191 y 192 del Código civil Quienes mantienen la primera opinión, Lo que se realiza conservando y defendiendo el patrimonio de aquél, y obte-
consideran que los de estos dos últimos artículos requieren la previa declaración de ausencia, y que los niendo los rendimientos normales de que fuera susceptible; habiendo de ajustarse
del 190 se dan por la simple desaparición (art. 181) y no por la situación de ausencia (art. 183) no de- para todo ello, a las normas fijadas en la ley (C.c., art. 185, 3.0 y 4.°) 8,
clarada.
6 SERRANO, La ausencia en el Derecho español,
1943, págs. 88 y ss., y 138 y 139. Le sigue
CASTAN, Derecho civil, I, 2", págs. 304 y 305. 8 Y párrafo último de ese mismo artículo, en cuanto que se puede entender que es posible aplicarlo.
El artículo 181 «no faculta para el nombramiento de administrador interino ni para la enajena- habida cuenta de que el artículo 2.046 de la L.e.c. (que fue reformado por ley de fecha posterior a la
ción 1de bienes hasta que sea declarada la ausencia», dice la sentencia de 31 marzo 1959. que estableció el art. 185 del C.c.) absorbe por lo menos parte de la regulación a que aquél remite.

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MANUEL ALBALADERD § 41 LA AUSENCIA

3.° Hacer inventario de muebles y descripción de inmuebles (art. 185, se trate de un hermano, en cuyo caso no sobrepasará los dos tercios (C.c., art.
1.0, C.c.). 186, 1.° y 2.°).

Inventario que se practicará judicialmente con intervención del Ministerio fis- 14. Reservas o precauciones sobre derechos que el ausente adqui-
cal (L.e.c., art. 2.045, 1.°) y que se realizará previamente a que se le provea del riría si viviese (derechos eventuales).—Dudándose si el ausente existe (vive)
Título justificativo de su representación (L.e.c., art. 2.045, 2.°). o no, no se pueden reclamar en su nombre los derechos (no contenidos ya,
al menos potencialmente en su patrimonio) para cuya adquisición es nece-
4.0 Además, si no es cónyuge, hijo o ascendiente del ausente, deberá saria su existencia "; por lo que tal reclamación requiere que aquélla sea
prestar la garantía que el juez fije prudencialmente, y rendir cuentas semes- objeto de prueba (C.c., art. 190). A falta de ésta, el derecho en cuestión si-
tralmente (C.c., art. 185, 2.°; L.e.c., artículo 2046, 2.°). gue el camino que le correspondería si el ausente no viviera. Pero, como
El representante tiene las facultades y derechos siguientes: tampoco hay seguridad de que haya muerto, se adoptan ciertas medidas pre-
1.0 Administrar. cautorias, para el caso de que viva. Por eso cuando se abra una sucesión a
la que estuviese llamado el ausente, su parte pasa a quienes correspondería
Si es cónyuge, hijo o ascendiente, con amplias facultades, y sin necesidad de
si no viviese; mas deberán hacer, con intervención del Ministerio fiscal, in-
licencia del juez para ningún acto, a menos que aquél aprecie circunstancias sin-
gulares que aconsejen imponerle alguna limitación excepcional (art. 2046, 1.° de ventario de los bienes, los cuales reservarán hasta la declaración de falleci-
la L.e.c.); y, si no lo es, con las limitacionis normales que el juez establezca (este miento o hasta que éste se pruebe (C.c., art. 191). Y si, incluso después, se
fijará prudencialmente la cuantía a que pueden ascender los actos de administra- llega a demostrar que el ausente —aunque muerto después— vivía cuando
ción que le sea lícito ejecutar sin licencia judicial, teniendo en cuenta la impor- fue llamado a la sucesión, su parte en ésta deberá —en principio— entre-
tancia del caudal, la naturaleza de los bienes y las conveniencias para su eficaz garse a sus herederos.
protección: L.e.c., art. 2.046, 3.°).
Habiéndose de probar la existencia de la persona, es claro que lo dicho en
2.° Realizar actos de gravamen y enajenación de los bienes, cuando este número se aplica, no sólo al declarado judicialmente ausente, sino que basta
sea útil o necesario, y con la debida autorización judicial (Cc., art. 186, 3,0, se trate de persona simplemente desaparecida (Cfr. sentencia de 9 febrero 1935).
y 185, párrafo último; L.e.c., art. 2.046, 1.°) 9.
15. Efectos sobre las relaciones familiares.---En orden a las relacio-
Las facultades de administración y disposición le corresponden al represen- nes familiares puras y patrimoniales, la declaración de ausencia produce los
tante nombrado, con exclusión de cualquier otro legal o voluntario que antes tu- siguientes efectos (cuando no estuviesen ya producidos por la desaparición
viese el ausente, pues todo otro poder de representación se extingue u'. del ausente):
1.° Pasa el ejercicio de la patria potestad exclusivamente al otro pa-
3.° Ser remunerado a tenor de una serie de circunstancias que se cen- dre de los hijos que el ausente tuviese bajo ella (art. 156, 4.°), y en su de-
tran en tomo a: patrimonio del ausente, carga que la representación supone
fecto se les someterá a tutela.
para el representante, y lazos que ligan a éste con aquél.
En el auto de declaración de ausencia se dispondrá que recaiga exclusiva-
Si no es cónyuge, hijo, ascendiente o hermano (de doble vínculo) del au- mente en el otro padre el ejercicio de la patria potestad sobre los hijos menores
sente, el representante tiene derecho —como remuneración— a una cifra que, fi- del ausente o se ordenará que se constituya la tutela de los mismos, si no pro-
jada por el juez en relación con las rentas o productos líquidos de los bienes, no cede la sumisión a la patria potestad del otro padre (porque no existe, o está in-
exceda del 20 por 100, ni baje del 4 (C.c., art. 185, párrafo último, en relación capacitado, etc.) (L.e.c., artículo 2.041, 2.0).
con el 274).
Si lo es, disfrutará de la posesión temporal del patrimonio del ausente, ha-
ciendo suyos los productos líquidos del mismo en la cuantía que el juez señale 2.° A tenor del artículo 116 del Código, puesto que la declaración
(según los datos que indica la ley), cuantía que podrá ascender al total, salvo que de ausencia constata judicialmente la separación conyugal, cesan de pre-

9 Véase lo dicho supra, en nota 7 de núm. 12. 11 La sentencia de 21 diciembre 1943 aplicó esto para denegar la posibilidad de obtener el bene-
1" Código civil, artículo 183, in fine, y 198; Ley Registro Civil, artículo 88. ficio de justicia gratuita a favor de un ausente.

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MANUEL ALBALADEJO § 41 LA AUSENCIA

sumirse matrimoniales (engendrados por el marido) los hijos que la mu- Pero el régimen matrimonial de bienes no pasa ya a ser el que corres-
jer conciba 12• pondía antes de la ausencia (C.c., antiguo art. 1.439), sino que ya a par-
3.° El cónyuge presente puede pedir la separación personal o el di- tir de la reforma del Código civil por la ley de 2 mayo 1975, se vino a
vorcio, según se detallará en el Derecho de familia, y pasados los plazos establecer y así sigue hoy (nuevos arts. 1.443 y 1.444), que si como con-
que allí se señalarán (C.c., arts. 82, 7.°, y 86, 3.0 a). Y aun sin pedir sepa- secuencia de la ausencia se obtuvo la separación de bienes, los esposos
ración personal o divorcio, puede solicitar la separación de bienes (C.c., arts. seguirán bajo este régimen, salvo que acuerden otra cosa en capitulacio-
189, 1.393, 1.°, 1.415, 1.435, 3.°). nes matrimoniales.

16. Fin de la ausencia. — La ausencia legal acaba cuando se prueba He dicho que el representante debe rendir cuentas de su gestión. Ello, aun-
que no haya un artículo en el que expresamente se exija la rendición, lo presu-
la existencia del ausente (bien porque se presente, bien porque se tengan pone la organización legal de la ausencia, y, en particular, cabe apoyarlos en cier-
noticia de él. Entonces se dictará auto judicial dejando sin efecto el de dej. tos artículos: Código civil, 186, 2.°, in fine, 185, párrafo último; además de que,
claración de ausencia: L.e.c., art. 2.043), cuando se pruebe su muerte (C.c., en otro caso, podrían ser ilusorias determinadas obligaciones impuestas al repre-
art. 188, 1.0) y cuando se declare su fallecimiento (C.c., art. 195). sentante (así, art. 185, 3.°). Agréguese además que la jurisprudencia viene decla-
rando reiteradamente que es obligación de todo el que administra (como el re-
«Si se presentare un tercero acreditando por documento fehaciente haber ad- presentante del ausente) bienes ajenos, rendir cuentas (aparte de otras muchas
quirido, por compra u otro título, bienes del ausente, cesará la representación res- sentencias más antiguas, p. ej. las más recientes de 14 mayo 1965, 14 octubre
pecto de dichos bienes, que quedarán 1 disposición de sus legítimos titulares» 1966, 21 febrero y 28 diciembre 1967, 28 octubre 1969, 27 febrero 1970, etc.).
(C.c., art. 188, 2.0).
En principio subsiste la ausencia, y sólo se reduce el ámbito material de la
representación (del que salen los bienes enajenados). Pero en tanto en cuanto el D)
hecho dé noticias del ausente (piénsese que el documento puede ser o no reciente, DECLARACION DE FALLECIMIENTO
e incluso de fecha anterior a la de la desaparición) podrá repercutir hasta en la
cesación de la ausencia. 17. Concepto y petición de la misma. Se llama declaración de fa-

llecimiento al auto judicial que reputa muerto a un desaparecido.


Acabada la ausencia se restablece la situación que corresponda, se- Puede instarse (pero no hay obligación de hacerlo, como en el caso de
gún la razón de que acabe. En todo caso cesa la representación del au- la declaración de ausencia: C.c., art. 182), por cualquier interesado o por el
sente y el representante debe rendir cuentas de su gestión y restituir (al Ministerio fisa1, sin necesidad de que se hubiese declarado previamente la
ausente reaparecido o a sus herederos: C.c., art. 187, 2.°, y 188, 1.°) el ausencia (L.e c., art. 2.042) ni constituido la defensa del desaparecido.
patrimonio, con los aumentos que haya experimentado, salvo los produc-
tos que legalmente hubiese hecho suyos en concepto de remuneración 13. 18. Requisitos. La declaración de fallecimiento requiere:

Además, si acaba por reaparición, en principio, se restablecen los pode- O una desaparición prolongada largo tiempo sin noticias del desapa-
res familiares que el ausente tuviera (recupera la patria potestad sobre sus recido.
hijos, p. ej., etc.), reanudándose la convivencia conyugal (si era casado).
Tienno que será: de diez años, a partir de las últimas noticias, o, a falta de
éstas, desde la desaparición; o de cinco años, si al expirar este plazo hubiese cum-
" En este sentido especialmente ESPN, «La presunción de paternidad y la ausencia declarada del
marido», en R.G.L.J., 1945, t. 178, particularmente págs. 14 y as., 38 y 39. Defendiendo la opinión con-
plido el desaparecido setenta y cinco. Contándose ambos períodos a partir del fin
traria, SERRANO, La ausencia en el Derecho español, 1943, págs. 268 y 269 y 389. Estudio más re- 'del año natural en que se tuvieron las últimas noticias u ocurrió la desaparición
ciente sobre el tema, en RIVERO HERNANDEZ, La presunción de paternidad legítima, 1971, págs. (C.c., art. 193, 1.° y 2.°).
369 y ss. Todo ello para antes de la reforma del Código civil. Hoy creo que no tiene duda la solución
del texto.
13 Artículo 187, 2.", dispone: «Si apareciese el ausente, deberá restituírsele su patrimonio, pero TIO O una desaparición en circunstancias de riesgo inminente de muerte
los productos percibidos, salvo mala fe interviniente [p. ej., el representante tiene pruebas de que el au- para el sujeto (que lo sufre realmente o que se presume que lo sufre), si
sente vive o de que murió, y las oculta para no cesar en la representación], en cuyo caso la restitución transcurre un plazo más breve —dos años, un año o tres meses, según los
comprenderá también los frutos percibidos y los debidos percibir a contar del día en que aquélla se pro-
dujo, según la declaración judicial» (pues, desde entonces, el representante no los hace legalmente suyos). casos— sin que aquél reaparezca ni se tengan después noticias suyas.

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MANUEL ALBALADEJO § 41 LA AUSENCIA

Disponen el artículo 193, 30, y el 194: «Cumplido un año, contado de fecha Practicadas las pruebas y hechas las aludidas publicaciones, el juez dictará
a fecha de un riesgo inminente de muerte por causa de violencia contra la vida, auto declarando el fallecimiento si resultan acreditados todos los requisitos que,
en que una persona se hubiese encontrado sin haber tenido, con posterioridad a para sus respectivos casos, exigen los artículos 193 y 194 del Código civil antes
la violencia, noticias suyas. En caso de siniestro este plazo será de tres meses. Se citado.»
presume la violencia si en una subversión de orden político o social hubiese de- La fecha en que se entiende ocurrida la muerte hay que expresarla en la de-
saparecido una persona sin volverse a tener noticias suyas durante el tiempo ex- claración de fallecimiento y determinarla con arreglo a lo preceptuado en los ar-
presado, siempre que hayan pasado seis meses desde la cesación de la subver- tículos precedentes (193 y 194), relativos a la desaparición de larga duración o a
sión».---Artículo 194: «Procede también la declaración de fallecimiento: 1.0 De los la de menor duración, pero en circunstancias de riesgo para la vida, salvo prueba
que perteneciendo a un contingente armado o unidos a él en calidad de funcio- en contrario (art. 195, 2.°). A tenor de ello, en principio, y a excepción de esta
narios auxiliares voluntarios o en funciones informativas, hayan tomado parte en salvedad 15, habrá de fijarse que el momento de la muerte es: La Aquél en el que
operaciones de campaña y desaparecido en ellas, luego que hayan transcurrido dos acaba el plazo de los diez o cinco años siguientes a la expiración del natural en
años desde la fecha del tratado de paz, y en caso de no haberse concertado, desde que se tuvieron las últimas noticias o tuvo lugar la desaparición, si el fallecimiento
la declaración oficial del fin de la guerra.-2.° De los que se encuentren a bordo se declara por desaparición de larga duración 16. 2.a Aquél en el que acaba la si-
de una nave naufragada o desaparecidos por inmersión en el mar, si hubieren trans- tuación de peligro para la vida, cuando el fallecimiento se declara por desapari-
currido tres meses desde la comprobación del naufragio o de la desaparición sin ción en circunstancia de tal peligro (así, subversión, naufragio, etcétera), realmente
haber tenido noticias de aquéllos.—Se presume ocurrido el naufragio si el buque sufrido. 3.' Aquél en el que acaba la situación de peligro para la vida, después de
no llega a su destino, o si careciendo de punto fijo de arribo, no retornase, luego transcurrir el período de tiempo cuyo transcurso sin noticias es base para presu-
que en cualquiera de los casos hayan trailscurrido seis meses contados desde las mir que se dio una situación de peligro para la vida (así, al transcurrir los seis
últimas noticias recibidas o, por falta de éstas, desde la fecha de salida de la nave meses de que se carece de noticias del barco o de la aeronave) (sobre lo anterior,
del puerto inicial del viaje.-3.° De los que se encuentren a bordo de una aero- puede verse la sentencia de 7 febrero 1966).
nave siniestrada, si hubieren transcurrido tres meses desde la comprobación del
siniestro, sin haber tenido noticias de aquéllos o, en caso de haberse encontrado 19. Naturaleza de la declaración de fallecimiento.--La declaración
restos humanos no hubieren podido ser identificados.—Se presume el siniestro si
de fallecimiento se apoya, según lo visto, en la probabilidad de la muerte
en viaje sobre mares, zonas desérticas o inhabitadas, transcurrieren seis meses,
contados desde las últimas noticias de las personas o de la aeronave y, en su de- del desaparecido; se realiza cuando dicha probabilidad prepondera sobre la
fecto, desde la fecha de inicio del viaje. Si éste se hiciere por etapas, el plazo in- de que esté aún vivo; pero no se excluye la posibilidad de esto. Sólo en tal
dicado se computará desde el punto de despegue del que se recibieron las últimas sentido se puede decir (aunque sea expresión inexacta) que establece una
noticias.» presunción de muerte.
A tenor de la letra del Código, al desaparecido se le presume vivo mien-
Previos los tramites que marca la L.e.c. (art. 2.042), y si concurren los tras que no se le declare fallecido; cuando se le declare, se le presume
necesarios requisitos, encaminados unos y otros a excluir la probabilidad de muerto desde el momento que se fije como la fecha del fallecimiento (C.c.,
declarar fallecida a una persona viva, se dicta el auto de declaración de fa- art. 195, 1.° y 2.°). Ahora bien, el verdadero sentido de tal precepto no es
llecimiento, en el que se fijará la fecha en que éste se entiende ocurrido ni el de que hasta la fecha en que se fije el fallecimiento se presuma la
(C.c., art. 195, 2.°). vida con todas las consecuencias que a ésta se deberían atribuir, ni el de
que desde tal fecha se presuma la muerte, también con todas sus conse-
Según el artículo 2.042 de la L.e.c.: «La declaración de fallecimiento a que cuencias 17. Diferentemente, como —constituido el sujeto en ausencia— ni
se refieren los artículos 193 y 194 del Código civil, no requiere la previa decla- antes de la declaración del fallecimiento hay seguridad de vida, ni después,
ración de ausencia legal. Podrá instarse por partes interesadas o por el Ministerio de muerte (sino que en un caso y en el otro son, respectivamente, mayores
fiscal, aportándose todas las pruebas conducentes a la justificación de los requisi-
tos que señalan dichos artículos.» las prbbabilidades de aquélla o de ésta), la ley se limita a establecer: en
El juez acordará, de oficio, la práctica de cuantas pruebas estime necesarias,
y ordenará en todo caso la publicación de los edictos, dando conocimiento de la 15 Aplicase dicha salvedad en el caso de la sentencia de 19 mayo 1945, en que el Tribunal infe-
existencia del expediente, con intervalo de quince días, en el «Boletín Oficial del rior declaró fallecido al desaparecido durante nuestra pasada guerra, en el momento en que fue sacado,
Estado», en un periódico de gran circulación de Madrid, en otro de la capitalidad se supone que para ser asesinado, de la checa en que se hallaba.
de la provincia en que el ausente hubiere tenido su última residencia, o, en su de- En el mismo sentido la jurisprudencia sobre el caso en la anterior regulación del Código: sen-
tencias de 8 marzo 1899, 9 julio 1902, 5 diciembre 1908, 9 febrero 1935.
fecto, su último domicilio, y por Radio Nacional. ri Por eso no existe la contradicción que muchos han opinado que se da entre los artículos 190 y 195.

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MANUEL ALBALADEJO § 41 LA AUSENCIA

aquél, unos efectos que sólo son parcialmente iguales a los de la vida (o si 22. Efectos familiares.—En la esfera familiar se extinguen las rela-
se quiere, que son los de ésta pero atenuados, por lo que se explican arts, ciones que subsistiesen: así, se disuelve la sociedad matrimonial de bienes
como los 190 y 1191); en éste, unos efectos que sólo son parcialmente igua- (y los correspondientes al declarado fallecido se integran en su sucesión, y
les a los de la muerte (o si se quiere, que son los de ésta, pero atenuados) si no se había producido ya la cesación por ausencia, cesa la patria potes-
(cfr. arts. 190, 191, 196, 2.°, y ss.). tad, cesa la presunción de que los hijos de la mujer son matrimoniales (los
Así afecta a la situación jurídica del sujeto, no el lugar en el que, si engendró el marido), etc.
vive, está, sino en el círculo jurídico de donde falta. En cuanto al vínculo matrimonial:
20. Efectos en general.—La declaración de fallecimiento pone fin Hasta la reforma de 1981 no se disolvía por la declaración de fallecimiento,
a la situación anterior: que podía ser la de ausencia declarada (C.c., art. sino sólo por la muerte efectiva (C.c., antiguos arts. 52 y 195, 3.°); luego, aun-
195, principio), la de simple sujeto desaparecido, e incluso la de persona que se ignorase si lo estaba, estaba disuelto aún antes de la declaración de falle-
materialmente (de facto) no presente, pero respecto la que en Derecho no cimiento, si el sujeto verdaderamente había muerto, y no lo estaba, ni siquiera
se hubiese tomado ninguna medida especial (pues, como sabemos, la de- después de aquélla, si seguía aún realmente vivo.
Ahora bien, puesto que al declarado fallecido se le presume muerto, ¿se pre-
claración de fallecimiento no requiere la previa declaración de ausencia: sumía disuelto su matrimonio y, por ello, se permitía contraer otro al cónyuge pre-
L.e.c., art. 2.042, principio). Produciéndose, en general, los efectos de la sente?
muerte del declarado fallecido, pero atenuados y restringidos en ciertos Tratándose de matrimonio civil, la respuesta, según la opinión más extendida,
casos, en cuanto falta —en los término% ya vistos— la seguridad de di- debía, en todo caso, ser negativa 19. El Código no autorizaba el segundo matri-
cha muerte. monio sino mildo constase la disolución (por muerte de un cónyuge) del pri-
mero '2°, y por la declaración de fallecimiento, la muerte —y con ella la disolu-
21. Efectos patrimoniales.—En la esfera patrimonial cesan las rela- ción— sólo se presume.
ciones jurídicas que se extinguirían por la muerte (así, C.c., arts. 513, 1.°, Era seguro que la declaración de fallecimiento no bastaba por sí sola para que
el cónyuge presente pudiese contraer ulterior matrimonio, pues así lo disponía el
529, 1.700, 3.°, 1.732, 3.°, etc.), termina la reserva por derechos eventuales antiguo artículo 195, 3.° del Código civil Pero se discutía si se podía contraer éste,
a favor del ausente (C.c., art. 191) y se abre la sucesión de éste a favor de complementándola con otros requisitos. Ahora bien, dejo el tema porque hoy ya
quienes tuvieran derecho a heredarle, según la fecha en que la declaración no tiene interés.
de fallecimiento sitúa la presunta muerte; imponiéndose a los sucesores al- Si se trataba o si se trata ahora de matrimonio canónico, según el Derecho
gunas limitaciones (que después se señalan) en previsión de que no habiendo de la Iglesia, podían y pueden autorizarse las nupcias ulteriores del cónyuge pre-
muerto realmente el declarado fallecido, reaparezca. sente, cuando (omisión hecha de que haya o no declaración civil de fallecimiento),
como resultaco de la oportuna información canónica, se adquiera la certeza mo-
Su patrimonio se convierte en herencia; que se deferirá como corresponda — ral del fallecimiento efectivo (actualmente Codex iuris canonici de 1983, canon
según haya o no testamento— y a cuya división y adjudicación se aplican las re- 1.707).
glas generales del Derecho sucesorio. Pero: 1.0 Los sucesores, o el sucesor único, Aunque el segundo matrimonio sólo es válido si realmente hubiese muerto el
tienen la obligación de formar notarialmente un inventario detallado de los bienes cónyuge declarado fallecido. Por eso, si éste reaparece (porque, a pesar de la cer-
muebles y una descripción de los inmuebles. 2.° Durante los cinco años que si- teza moral qte se llegó a tener de su fallecimiento, verdaderamente no hubiese
gan a la declaración del fallecimiento: ni los herederos pueden disponer a título muerto), se pone de relieve que la aparente validez del segundo matrimonio no
gratuito 's de los bienes recibidos, ni los legatarios tendrán derecho a exigir los respondía a la realidad.
legados ni les podrán ser entregados, salvo las mandas piadosas en sufragio del Y civilmente no había que cumplir —por este concepto— ningún otro requi-
alma del testador (declarado fallecido) o las establecidas en favor de Instituciones sito para que el segundo matrimonio canónico, alcanzase todos sus efectos civi-
de beneficencia (C.c., art. 196). les. Siendo el sentido del antiguo artículo 195, 3.°, del Código civil
---«La declaración de fallecimiento no bastará por sí sola para que el cónyuge
presente pueda contraer ulterior matrimonio»— el de poner de relieve que —re-
11 El Código prohíbe disponer, en general, a título gratuito; pero si se trata de disposiciones mor-
tis causa no parece que les alcance el espíritu del precepto, ya que el heredero del declarado fallecido
viene a ocupar su lugar y recibe los bienes con sus mismas obligaciones. Tampoco parece que haya '9 Cosa distinta e; si hubiera sido preferible que el Código acogiera la afirmativa.
obstáculo para admitir ya las disposiciones gratuitas inter vivos si, por ejemplo, se realizan a término " Entretanto no puede afirmar que se extinguió el vínculo anterior; por lo que estará impedida
no inferior a los cinco años. la contracción del siguente (C.c., antiguo art. 83, 51.

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MANUEL ALBALADEJO § 42 EL REGISTRO CIVIL

guiado el matrimonio canónico por el Derecho de la Iglesia— aunque en materia § 42


de matrimonio civil la declaración de fallecimiento no hace posible que el cón- EL REGISTRO CIVIL i*
yuge presente pueda casarse otra vez, esto no es obstáculo para que se admita la
posibilidad y eficacia de un segundo matrimonio canónico. Concepto.-2. Razón de ser.-3. Precedentes históricos.-4. Legislación
SUMA1UO: 1.
Hasta aquí lo que había antes de la reforma de 7 julio 1981. Actualmente, la vigente.-5. Organización del Registro.—A) Centro de que depende.—B) Regis-
nueva redacción del Código establece que: tros que lo integran.—C) Secciones en que se divide.—a) Sección de nacimientos
y general.—b) Sección de matrimonios.—e) Sección de defunciones.--ch) Sección
«El matrimonio se disuelve, sea cual fuere la forma y el tiempo de su de tutelas y representaciones legales.-6. Hechos inscribibles.-7. Competencia del
celebración, por... la declaración de fallecimiento de uno de los cónyuges...» Registro y de las diversas oficinas del mismo.-8. Clases de asientos.-9. Valor
(art. 85). jurídico de los asientos.-10. Valor de las llamadas inscripciones constitutivas.—
Lo que significa que para el Derecho del Estado, la declaración de fa- 11. Requisitos de la registración.-12. Concordancia de Registro y realidad.-13.
Rectificación del Registro.-14. Publicidad del Registro.
llecimiento pone fin al matrimonio, sea civil o sea canónico. Este subsistirá
ante la Iglesia, pero el Estado le retira los efectos civiles que le concedió 1. Concepto.—E1 Registro destinado, en principio, a que sean inscri-
(art. 60). El cónyuge presente queda libre, civilmente, se entiende, para po- tos los hechos concernientes al estado civil de las personas, pero también
der casarse otra vez. Pero también queda libre el cónyuge declarado falle- aquellos otros que determina la ley, se llama Registro Civil (C.c., art. 325;
cido, si realmente vive. L.R.C., art. 1, primer párrafo).
Como organismo administrativo, es un centro u oficina en cuyos libros
23. Fin de la situación a que da lugar la declaración de falleci- se hacen constar oficialmente tales hechos.
miento.—Procede dejar sin efecto la declaración de fallecimiento lo mismo
si la persona reaparece que si se constata su muerte efectiva.
Podría pensarse que el lugar adecuado para estudiar el Registro del estado civil es a continua-
Si reaparece, se ha de instar al Juzgado para que, mediante nuevo auto, deje ción de haber tratado del estado civil. Creo, sin embargo, mejor hacerlo como última parte del Dere-
cho de la persona (física), porque en dicho Registro se inscriben hechos que propiamente no atañen al
sin efecto el de declaración de fallecimiento (cfr. Lee., art. 2.043). estado civil, pero que se examinan dentro de la exposición de aquel Derecho.
* Sobre el Registro Civil las obras principales en nuestra doctrina son las de PERE RALUY, De-
El reaparecido, en cuanto a su situación familiar, pasa a tener la que le recho del Registro Civil, 2 ts., 1962, y LUCES GIL, Derecho registra! civil (con modelos y formula-
rios), 4.', 1991. También, HERNANDEZ CANO y CUESTA CORPA, Manual del Registro Civil, 1966.
corresponda según su estado civil (p. ej., readquiere la patria potestad so- Además, ALEJANDRO y TORRES, Registro Civil y Derecho de familia con formularios, 1967; BA-
bre los hijos aun en edad menor, etc.), y recupera sus bienes en la situa- DIA BATALLA, Legislación del Registro Civil. Texto, cotnentarios y jurisprudencia, 1959; CABALLERO
ción en que se encuentren. GEA, Los expedientes del R.c., 1987; DIEZ DEL CORRAL, Síntesis sobre nacionalidad y Registro Ci-
vil, 1978, Lecciones prácticas sobre Registro Civil, 1983, «Observaciones a la reforma del R.R.C.», en
A.C., 1986, págs. 3.132 y ss., y 3.197 y ss., y «Resumen de la doctrina de la Dirección General de los
«Si después de la declaración de fallecimiento se presentase el ausente o se Registros desde la reforma del Reglamento del Registro Civil en 1986 hasta el 31 diciembre 1988»,
probase su existencia, recobrará sus bienes en el estado en que se encuentren y A.C., 1989-II, pág. 2069; DIEZ GOMEZ, «Reforma del artículo 54 de la Ley del Registro Civil», R.J.N.,
núm. 9, 1994, pág. 9; ESCALERA, El Registro del estado civil (Legislación y jurisprudencia y co-
tendrá derecho al precio de los que se hubieran vendido o a los bienes que con mentarios), 1959; BESA, Formularios sobre R.c., 1985; LUCES GIL, La reforma del Reglamento del
este precio se hayan adquirido, pero no podrá reclamar de sus sucesores rentas, Registro Civil, Madrid, 1970; RODRIGUEZ DE CASTRO, «Los jueces de paz: sus funciones en el Re-
frutos ni productos obtenidos con los bienes de su sucesión, sino desde el día de gistro Civil», A.C., 1989-11, pág. 1753, y «Las restricciones a la publicidad formal del Registro Civil»,
su presencia o de la declaración de no haber muerto» (art. 197 del C.c.). La Ley, 1989-3, pág. 850; RUIZ, Formularios y práctica del R.c. comentada, 1987, y Temas del R.c.,
1986; VAZQUEZ NOGUEIRA, Expedientes del Registro Civil y comentarios, 1954.
Aparte de otros estudios escritos sobre la antigua legislación del Registro (caso que es también el
Si se constata la muerte efectiva cesan las limitaciones (cfr. C.c., del último citado).
art. 196) puestas a los sucesores que recibieron la herencia a base de la de- Extranjeras: FRAGOLA, L'ordinamento dello stato civile, 1943; MARQUANT, L'etat civil et Pe-
tar des personnes, 1977; MERS1ER, Traité theorique et pratique des actes de l'etat civiP, 1892; MON-
claración de fallecimiento; mas si la fecha de la muerte real es distinta de FIEU, Manuel des actes de l'etat civiP, 1914; PIOLA, Degli atti dello mato civile2, 1915 (en Il Diritto
la fijada en dicha declaración, aquéllos habrán de entregar la herencia a civile italiano, dirigido por F1ORE); TAILLAND1ER, Manuel formulaire des officies de l'etat civil'',
quienes, según la nueva fecha, corresponda ser sucesores. 1954; VERNIZZI, Trattato di stato civile', 1951.
Más bibliografía española en CASTAN, Derecho civil, I, 2", págs. 434 y ss., y extranjera en N.D.1.,
Por lo demás, se da ya todo efecto que proceda de la muerte real y que Voz, Stato civile, XII, panículo I, 1940, pág. 842; PLANIOL-RIPERT-BOULANGER, Traité élémen-
la declaración de fallecimiento no hubiese producido. taire5, I, núm. 590, y SAVATIER, en Traité pralique de Planiol y Ripert, 12, pág. 223, núm. 1.

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MANUEL ALBALADEJO 42 EL REGISTRO CIVIL

2. Razón de ser.—La experiencia demuestra que los datos relativos nes, entre otras, se produjeron en 1985 (R.D. de 6 marzo), 1986 (R.D. 29 agosto)
al estado civil de las personas deben de recogerse de modo fidedigno y ser y 1987 (R.D. de 8 mayo). De estas reformas la más importante fue la de 1986,
custodiados en archivos oficiales, en vez de esperar a que sea precisa su motivada por la necesaria coordinación del Registro con las reformas del Dere-
aportación, para preparar entonces la prueba de los mismos. Ello beneficia; cho de familia, nacionalidad y tutela, así como con la reforma de las disposi-
ciones orgánicas de la Administración de Justicia operadas por la Ley Orgánica
tanto al interesado, como al Estado y a los terceros, que así pueden obte- del Poder Judicial de 1985. De cualquier modo, en alguno de los artículos re-
ner la información que necesitan cuando entran en relación con aquéllas. formados, el legislador, para ahorrarse de modificar la ley (cosa más larga y en-
gorrosa), ha usado el vicioso e inconstitucional procedimiento de disponer en el
3. Precedentes históricos.—Ilistóricamente el precedente más directo del Re- Reglamento contra lo establecido en aquélla, so capa de desarrollarla, interpre-
gistro Civil se halla en los Registros parroquiales que llevaba la Iglesia católica tarla o aplicarla.
para consignar los bautismos, matrimonios y defunciones. Mas: la división reli-
giosa, las tendencias secularizadoras (en especial a partir de la Revolución fran-
cesa) y el hecho de que —para un completo historial del estado civil— fuesen 5. Organización del registro.—A) Centro de que depende.—E1 Re-
insuficientes los datos que aquéllos recogían, hizo que se instaurasen Registros gistro Civil depende del Ministerio de Justicia. Todos los asuntos a él re-
estatales. ferentes están encomendados —dentro de dicho Ministerio— a la Dirección
En España, por imperativo de la Constitución de 1869, que, al proclamar la General de los Registros y del Notariado (L.R.C., art. 9).
libertad de cultos, puso palmariamente de relieve la necesidad total de un Regis-
tro para los no católicos, se creó en 1870 el del estado civil, abarcando ya a los B) Registros que lo integran.—Dentro de su unidad como centro u
individuos de cualquier religión. La ley (pe principalmente lo reguló era de fecha organismo, el Registro Civil está integrado: 1.° Por los Registros muni-
17 junio 1870, y su Reglamento (para la ejecución, tanto de dicha ley como de 1a cipales. 2.° Por los consulares. 3.° Por el central 3. Este se halla a cargo
de Matrimonio civil) de 13 diciembrel mismo año. Una y otro continuaron rigiendo de dos Magistrados asistidos de dos Secretarios (R.R.C., art. 52); los con-
después de la publicación del Código civil en lo no modificado por éste (Cc., art. sulares, al de los cónsules de España en el extranjero 4, el municipal, al
332), que dedicó al particular el Título XII del Libro I (arta. 325 y 332), además de los Jueces de Primera Instancia o de Paz, cuando proceda, por dele-
de algunas disposiciones aisladas (así, arts. 15, 53, 54, 77 a 79, 115, etc.). Nue- gación de aquéllos, asistidos del Secretario (L.O.P.J., art. 86, y arts. 44
vamente fueron modificados y completados ambos por numerosas disposiciones pos- y ss. del R.R.C.).
teriores, de distintos rangos, pero después han sido derogados completamente, así
como todos los demás preceptos relativos al Registro Civil, salvo lo establecido en C) Secciones en que se divide.—E1 Registro Civil se divide en cua-
el Código en cuanto no resulte modificado por la legislación actual 2. tro secciones, denominadas: la primera, «Nacimientos y general»; la segunda,
«Matrimonios»; la tercera, «Defunciones», y la cuarta, «Tutelas y represen-
4. Legislación vigente.—La ley de 8 junio 1957 y el Reglamento de taciones legales». Cada una de las secciones se llevará en libros distintos
14 noviembre 1958 rigen hoy día la materia, habiendo entrado los dos en (Ley Registro Civil, artículo 33) 5.
vigor en 1 enero 1959, y sido objeto posteriormente de algunas modifica- a) Sección de nacimientos y general.----La primera tiene por fin prin-
ciones.
cipal la inscripción del nacimiento 6 con los datos que la ley marca: sexo,
nombre, etc. (L.R.C., arts. 40 y ss.).
Decreto de 14 noviembre 1958, artículo único, para el Reglamento. En un
principio, la Ley (Disposición Final 2.a) estableció que comenzaría a regir a los
seis meses de su publicación, y que, dentro de ese plazo, se aprobaría el nuevo 3 Han sido suprimidos los antiguos Registros ocasionales. Se trataba de casos especiales en los que
Reglamento. Pero, al no redactarse éste dentro del mismo, se demoró dicha en- los contadores de buques de guerra, los capitanes o patrones de los mercantes y los jefes con mando
trada en vigor. efectivo de Cuerpos militares o de lazaretos u otros establecimientos análogos, desempeñaban las fun-
Por Decreto de 122 mayo 1969 se modificaron numerosos artículos del Re- ciones de Encargados de un Registro meramente transitorio, que sólo era medio para hacer llegar el he-
cho inscrito al definitivo (antiguo R.R.C., art. 2). La supresión obedece a que «de hecho no siempre
glamento, y lo mismo por R.D.L. de 1 diciembre 1977. Posteriores modificacio- funcionaban con arreglo a las prescripciones legales y eran extraños a la técnica de los funcionarios en-
cargados de ellos» (Exposición de Motivos Ley Registro Civil, apartado III). Hoy cfr. artículo 19 de la
Ley Registro Civil.
2 Ley Registro Civil, Disposiciones finales. Como declara su Exposición de Motivos (apartado XII): Estos carecen de Secretario (Reglamento Registro Civil, artículo 53).
«Una ley que aspira a regular todos los aspectos del Registro, agotando con el Reglamento la totalidad 5 Aparte de los cuatro libros principales, correspondientes a las cuatro secciones, se llevan otros
de la materia registra', había de derogar en conjunto, y así lo hace ésta, todas las demás disposiciones auxiliares. Véase Reglamento Registro Civil, artículos 98 y ss.
relativas al mismo. De esta regla se exceptúan las disposiciones del Código civil, que continúan en vi- Para los abortos (si la criatura tiene —aproximadamente— más de ciento ochenta días de vida
gor en cuanto no estén modificadas por lo establecido en esta Ley.» fetal) se lleva un legajo especial (véase L.R.C., art. 45).

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MANUEL ALBALADEJO § 42 EL REGISTRO CIVIL

Al margen de dicha inscripción se inscribirán, en general, todos los de- gistro de tutelas y del Central de ausentes (que quedan suprimidos como
más hechos inscribibles que la ley indique o para los que no se establece Registros autónomos) cuando con arreglo a esta ley no sean objeto de ins-
especialmente que la inscripción se haga en otra Sección. cripción (L.R.C., art. 88, 2.°) 9.

Así, adopción, modificaciones judiciales de capacidad, declaraciones de con- 6. Hechos inscribibles.—Según ya sabemos, en principio, el fin del
curso, quiebra o suspensión de pagos, ausencia o fallecimiento, los relativos a la Registro Civil es la constancia de los hechos que influyen en el estado ci-
nacionalidad y vecindad civil 7, los que afecten a la patria potestad, salvo la muerte vil de las personas. Sin embargo, como quiera que, a veces, no se requiere
de los padres, la filiación, cuando proceda, el reconocimiento, etc. (L.R.C., arts. 46 una inscripción particular para tal constancia, se parte de que I° son ins-
y ss.; R.R.C., arts. 175 y ss.).
cribibles solamente los hechos cuya constancia no se siga ya de otra ins-
De la inscripción de nacimiento se pretende hacer el eje del Registro cripción
en lo relativo a cada persona: cosa que facilita la publicidad registral, ya
Sin perjuicio de que tanto el Código civil como el Reglamento del Registro
que bastará saber el lugar del nacimiento para poder conocer los asientos Civil y la Ley del Registro Civil repitan, concreten o especifiquen la inscribibili-
del Registro referentes a cualquiera g. Esa especie de eje registral se consi- dad de ciertos hechos, esta última determina en su artículo 1.0 la inscribibilidad
gue, no sólo por practicarse —como se ha visto— al margen de la inscrip- (como hechos concernientes al estado civil o de aquéllos que, sin serlo, determina
ción de nacimiento, otras que tienen allí su sede, sino mediante notas de la ley) de: 1.° El nacimiento. 2.° La filiación. 3.° El nombre y apellidos. 4.° La
referencia, que también se toman (o, alemenos, deberían tomarse) al mar- emancipación y habilitación de edad. 5.° Las modificaciones judiciales de la ca-
gen de aquélla, a las demás inscripciones relativas al sujeto que se practi- pacidad de las personas, o que éstas han sido declaradas en concurso, quiebra o
can en las otras secciones del Registro (L.R.C., art. 39). suspensión de pagos. 6.° Las declaraciones de ausencia o fallecimiento. 7.° La na-
b) Sección de matrimonios.—La sección segunda se destina a recibir cionalidad y vecindad. 8.° La patria potestad, tutela y demás representaciones que
las inscripciones de celebración de matrimonio (L.R.C., art. 69). señala la ley 12. 9.° El matrimonio; y 10.° La defunción.
Al margen de las mismas: 1.° Se inscribirán las sentencias y resolu-
ciones sobre validez, nulidad (hoy también divorcio) o separación matri- 7. Competencia del Registro y de las diversas oficinas del mismo.—
monial y cuantos actos pongan término a ésta (art. 76 de la L.R.C.). 2.° De- En el Registro constarán (deberán o podrán inscribirse) los hechos inscri-
berá hacerse indicación del otorgamiento de capitulaciones matrimoniales y bibles que afectan a los españoles y los acaecidos en territorio español, aun-
de la existencia de los actos, resoluciones judiciales y demás hechos que que afecten a extranjeros (L.R.C., art. 15, 1.°).
modifiquen el régimen económico de la sociedad conyugal (antes L.R.C., Dada la pluralidad de oficinas encargadas de la registración, o, como
77, L°, hoy C.c., 1.333). vulgarmente se dice, la pluralidad de Registros, la competencia de cada uno
c) Sección de defimciones.—En la sección tercera se inscribe la muerte se determina así:
de la persona (L.R.C., art. 81). Los nacimientos, matrimonios y defunciones (así como los hechos pos-
eh) Sección de tutelas y representaciones legales.—En la cuarta se ins- teriores referentes a ellos, que sean objeto de inscripción marginal), se ins-
criben el Organismo tutelar y las demás representaciones legales que no sean
de personas jurídicas y sus modificaciones (L.R.C., art. 88, 1.°). Sobre los hechos que son objeto de inscripción o bien de anotación, véase Reglamento Registro
El folio registral de cada Organismo tutelar o representación legal se Civil, artículos 283, 284 y 290. Como he dicho, se suprimen como Registros autónomos el de tutelas,
abrirá con la inscripción primeramente obligatoria relativa al mismo; las pos- que estableció el Código civil (arts. 288 a 292), y el central de ausentes, que estableció el artículo 198
del Código civil al ser reformada la regulación de la ausencia por la ley de 8 septiembre 1939 (Regis-
teriores se inscribirán marginalmente (R.R.C., art. 287, 1.°). tro que organizó el Decreto de 30 diciembre 1939). Ambos quedan incorporados al Registro Civil (L.R.C.,
En esta sección se harán constar, por anotaciones, los hechos y cir- Disposición final 1°).
cunstancias que, conforme al Código civil, constituían el contenido del Re- 1° Independientemente de las notas de referencia a otra inscripción, que tienen por fin conectar en-
tre sí todo lo referente a una persona.
" Así, para saber si una persona está emancipada por mayoría de edad, no hace falta inscribir la
llegada a ella, pues se sigue de la inscripción de nacimiento, donde consta la fecha de éste; mientras
Bajo el régimen de la antigua Ley, el Registro constaba también de cuatro secciones, pero la que, cuando la emancipación tiene lugar por concesión, sí es precisa la inscripción, para saber que la
cuarta, en vez de estar dedicada a las inscripciones a que lo está actualmente, se hallaba destinada a persona está emancipada.
las de «Ciudadanía y vecindad civil», 12 La referencia a las representaciones legales y cuestiones atinentes a las mismas que se han de
8 Exposición de Motivos Ley Registro Civil, apartado IV. registrar, se concreta en el Reglamento del Registro Civil, artículos 283 y 290.

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MANUEL ALBALADEJO § 42 EL REGISTRO CIVIL

cribirán en el Registro municipal o consular del lugar en que acaecen 13 inscripción en este sentido, se desprenderá del contexto). Pero los asientos
(L.R.C., art. 16, 1.°). Las inscripciones relativas al Organismo tutelar se que se hacen en éste son de diversas clases, y no todos inscripciones en
practicarán en el Registro del domicilio de las personas sujetas a la tutela sentido estricto; pues, en sentido estricto, el término inscripción se reserva
en el momento de constituirse éstas (L.R.C., art. 89, 1.°). La representa- sólo para cierta clase de asientos.
ción del ausente se inscribirá en el Registro del lugar en que se haya de- Se practican los siguientes asientos: inscripciones (que pueden ser prin-
clarado la ausencia. La del defensor del desaparecido, en el lugar en que cipales o marginales), anotaciones (que también pueden ser principales o
se constituya la defensa (L.R.C., art. 89, 2.°). Las demás representaciones marginales), notas e indicaciones marginales y cancelaciones.
legales mencionadas se inscribirán en el Registro del lugar en el que se Inscripciones principales, con las que se abre folio en los diversos li-
constituyan 14. bros (R.R.C., art. 131). De esta clase son las de nacimiento, matrimonio,
De los hechos inscritos en el consular se lleva doble registro, porque defunción y la primera que se practique en cada caso de tutela o represen-
«los Cónsules extenderán por duplicado las inscripciones que abren folio en tación legal (R.R.C., art. 130).
el Registro a su cargo, uno de cuyos ejemplares será remitido al Registro Inscripciones marginales, que se consignan al margen de las principa-
central» (L.R.C., art. 12, La parte). les, y lo son todas las referentes a los demás hechos que son objeto de ins-
cripción (R.R.C., art. 130, in fine).
En uno y otro Registro se extenderán, en virtud de parte enviado por con- Anotaciones (figura que —como después se verá-- se diferencia de
ducto reglamentario, todas las inscripciones marginales que se practiquen en cual- la inscripción, no por razón de la forma, sino porque no constituye prueba
quiera de ellos (L.R.C., art. 12, segunda pene). del hecho que recoge, teniendo respecto de él valor simplemente infor-
mativo) principales o marginales: según que con ellas se tienda a una
En el Registro central se recogen, pues: 1.° Los hechos para cuya ins- inscripción principal, que no puede practicarse inmediatamente (en cuyo
cripción no resulte competente ningún otro Registro 15 y aquéllos que no caso, la anotación abre folio registra! y sirve de soporte a futuros asien-
puedan inscribirse por concurrir circunstancias excepcionales de guerra u tos marginales: R.R.C., arts. 150, 154, etc.), o se practiquen al margen
otras cualesquiera que impidan el funcionamiento del Registro correspon- del folio, porque tengan por fin sólo informar de otros determinados
diente. 2.° Los duplicados de las inscripciones hechas ert los Registros con- hechos.
sulares (L.R.C., art. 18. R.R.C., art. 99).
Constituyendo anotaciones, bien principales, bien marginales, son —según
También se inscriben en el Registro central los matrimonios secretos (L,R.C., dispone la L.R.C., art. 38— objeto de anotación: 1.° El procedimiento judicial
art. 78; «R.R.C., art. 99, 3.°). o gubernativo entablado que pueda afectar al contenido del Registro. 2.° El he-
cho cuya inscripción no puede extenderse por no resultar en alguno de sus ex-
8. Ciases de asientos. En un sentido amplio inscribir significa re-
— tremos legalmente acreditado (así, L.R.C., art. 80; R.R.C., arts. 271 y 272) o
gistrar o asentar en el Registro (cuando en adelante se utilice el término por faltar algún requisito formal (así exequatur para sentencia extranjera —L,R.C.,
art. 38, 4.°— o decreto civil de ejecución de resolución o sentencia canónica —
L.R.C., art. 38, 5.°—). 10 El hecho relativo a españoles o acaecido en España
13 Si se desconoce, en el del lugar donde se encuentre el niño abandonado o el cadáver. Si el na- que afecte al estado civil según la ley extranjera, 4.° Aquellos otros cuya ano-
cimiento o matrimonio acontecen en el curso de un viaje, en el lugar donde se abandona el vehículo, tación permitan la Ley o el Reglamento, como ocurre en los supuestos de los
salvo que el nacido o uno de los contrayentes falleciera antes de abandonarlo, pues entonces la ins- artículos 96 de aquélla (el expediente gubernativo del que resulte. A), que no
cripción se practicará en el Registro donde se inscriba la defunción, y si fallecen ambos cónyuges en
el que se inscriba el primer fallecimiento. El fallecimiento en viaje se inscribirá en el Registro Civil del ha ocurrido hecho determinado que pudiera afectar al estado civil; B), la na-
lugar donde haya de practicarse el enterramiento, o en su defecto el de primera arribada. En caso de cionalidad, vecindad o cualquier estado, si no consta en el Registro; C), el do-
naufragio o catástrofe aérea, en el del lugar donde se instruyan las primeras diligencias por autoridades micilio de los apátridas; D), la existencia de los hechos mientras por fuerza ma-
españolas, y en su defecto, en el del lugar del siniestro (L.R.C., arts. 16, núm. I y arts. ss.) con las no- yor sea imposible el acceso al Registro donde deben constar inscritos) y 153,
vedades introducidas en el núm. 2 del artículo 16 por la Ley de 10 enero 1991 y Reglamento del Re- 154 y 290 de éste.
gistro Civil, arts. 67 y ss.).
14 La inscripción de la administración del caudal relicto establecida por el causante se practicará

en el Registro de su último domicilio en España, o, en su defecto, en el lugar donde estuviese la ma- IVCnas marginales, cuyo papel no es, como el de las inscripciones, el
yor parte de los bienes (L.R.C., art. 90, segunda mitad).
15 Caso en el que se halla el nacimiento cuando no ha sido posible averiguar en dónde tuvo lugar
de constatar lo referente al estado civil, ni, como el de las anotaciones, pu-
ni el primer lugar conocido de estancia del nacido (Resoluciones de 17 febrero 1976 y 19 mayo 1980). ramente informativo, sino el de establecer referencias (también se les cali-

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MANUEL ALBALADEJO § 42 EL REGISTRO CIVIL

fica, por ello, de notas de referencia) a unos asientos en el margen de otros, éstos (L.R.C., arts. 41, 69, 81, 93, in fine), o sea, se estima oficialmente
relacionándolos entre sí 16. que, en principio, reflejan la verdad, no pudiendo probarse, al margen del
Registro, que ésta sea otra.
Se dispone la práctica de las mismas en Ley de Registro Civil, artículo 39 y
Reglamento Registro Civil, artículos 155 ss., 218, 236, 237, 288, etc. 17. La inscripción no sólo prueba los hechos inscritos, sino que —en principio— es
la prueba exclusiva de ellos. Es imposible cualquiera otra sobre los tocantes al es-
Indicaciones marginales sobre régimen de bienes, cuyo papel consiste, tado civil, excepto: 1.0 Cuando falta la inscripción de los mismos. 2.° Cuando, aun
no en recoger nada relativo al estado civil, sino en dar publicidad a la exis- existiendo, no se puede certificar del asiento t9, 3° Cuando se impugnan judicialmente
tencia de pactos, resoluciones judiciales y demás hechos que modifiquen el tales hechos inscritos (L.RC., arts. 2.° y 3.°). En cuyos tres casos se admite la uti-
régimen económico de la sociedad conyugal (L.R.C., art. 77; R.R.C., arts. 266 lización de otros medios de prueba, pero siendo requisito indispensable en todos ellos
y ss., véase también el actual art. 1.333 del C.c.). que previa o simultáneamente se haya promovido la inscripción o su reconstitución
(si falta porque se había destruido) o pedido la rectificación del asiento relativo a los
Cancelaciones, que son asientos anuladores de otros, por ineficacia del
hechos que se impugnan (L.R.C., arts. 2.° y 3.°). Consiguiéndose así que, en defini-
acto (que motivó éstos), inexactitud del contenido u otras causas (así, tras- tiva, la versión que prospere de los repetidos hechos no resulte discrepante de la con-
lado del asiento). (En particular, R.R.C., art. 164; también arts. 77, 147, 148, tenida en el Registro, sino que éste la recogerá después de haberse inscrito el hecho
150, etc., y L.R.C., arts. 20 y 30.) que faltaba o rectificado el asiento discrepante de la realidad.

9. Valor jurídico de los asientos.–*Por lo que se refiere al valor de 10. Valor de las llamadas inscripciones constitutivas.—Los efectos
los asientos en orden al estado civil, debe distinguirse el de las inscripcio- atinentes al estado civil se basan siempre en los hechos, y nunca en la pro-
nes del de las anotaciones. pia inscripción (p. ej.: es el nacimiento y no su inscripción, el que deter-
mina la personalidad, o la muerte, y no su inscripción, la que la extingue,
Las notas marginales tienen el puramente accesorio de relacionar unos asien-
tos con otros: las cancelaciones invalidan éstos; y las indicaciones —indepen-
y la celebración del matrimonio, y no su inscripción, la que crea el estado
dientemente de cualquier otra consideración— no se refieren al estado. conyugal). Sin embargo, en ciertas ocasiones, la ley establece que la ins-
cripción, aparte de la publicidad que da al hecho inscrito y de la prueba
Las anotaciones tienen valor simplemente informativo, y, en ningún caso, que pueda ser del mismo, sea necesaria para la propia eficacia del hecho,
constituirán la prueba que proporciona la inscripción (L.R.C., art. 138, prin- de forma que, en tales casos, el hecho no inscrito es totalmente ineficaz.
cipio y final). Entonces, la inscripción se denomina —con terminología inexacta, en ri-
gor— constitutiva. Así ocurre con las inscripciones de adquisición de na-
Pero, publicando un hecho, cuando éste contradice lo inscrito, los terceros no cionalidad española por opción por otorgamiento de carta de naturaleza y
pueden ya ampararse en que la inscripción «hace fe» de ello; así como cuando por residencia (C.c., arts. 23,c, y 330), e igualmente con las de cambio de
advierte (la anotación) que el registro puede resultar incompleto, a dichos terce-
ros les puede perjudicar, después, el hecho no registrado. nombre o apellidos (L.R.C., art. 62, R.R.C., art. 218)20.

Igualmente, en otros casos, la anotación recoge declaraciones que, te- Cosa diferente de la anterior es que, a falta de inscripción, el hecho no ins-
crito carezca sólo de determinados efectos o no sea oponible, al menos en cier-
niendo «valor de simple presunción» (L.R.C., art. 96), sin embargo, dis- tos aspectos, a terceros. Por ejemplo: Ley Registro Civil, artículo 70, Código ci-
pensan de probar el hecho a que se refieren.
vil, artículo 318, etc.
En cuanto a las inscripciones, «constituyen la prueba de los hechos ins-
critos» II (C.c., art. 327, principio; L.R.C., art. 2.°, principio); «hacen fe» de
11. Requisitos de la registración.—La ley rodea la registración de
las debidas garantías, tanto en cuando al medio (documento auténtico, de-
I° Creando, en particular, según ya se vio, una síntesis registral en torno a la inscripción de nacimiento.
Alguna vez, como en el caso del Reglamento Registro Civil, artículo 163, la nota marginal no
es de referencia a otro asiento, sino que contiene determinados datos que, sin duda, el legislador estimó Por ejemplo, se trata de un matrimonio secreto inscrito en el Libro correspondiente del Regis-
oportuno hacer constar así. tro central (L.R.C., arts. 78 y 79).
18 Expresión que, corno dice la Exposición de Motivos —apartado IV— de la Ley del Registro 2° Al tratar de los diferentes hechos en cuestión, se indicará cuáles precisan de inscripción pura su
Civil, hay que entender en todo su intrínseco valor, no meramente procesal. eficacia.

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MANUEL ALBALADEJO § 42 EL REGISTRO CIVIL

elaración de ciertas personas, certificación de Registros extranjeros) de in- 12. Concordancia de Registro y realidad*.--E1 Registro no goza de la
gresar los hechos en el Registro, como en cuanto a los requisitos de forma presunción de integridad, es decir, de recoger toda la realidad jurídica del es-
y solemnidades que se han de observar al practicar los asientos (unidad de tado civil y a cualesquiera otros hechos inscribibles (Exposición de Motivos
acto, datos que constarán en ellos, firmas que son precisas, etc.), así como de la L.R.C., apartado XI); pero para conseguir que refleje, al menos, aquellos
encomendando al Encargado del Registro la calificación de lo que haya de extremos cuya constancia es de interés general, se establece la obligatoriedad
registrar (cosa con la que no se le deja reducido a mero receptor y anota- de la inscripción de los mismos. Deben promover ésta, sin demora: 1.° Las per-
dor de los datos que se le faciliten): sonas designadas en cada caso por la Ley (como se indica en los arts. 25, 44,
45, 71, 84, etc., de la L.R.C.). 2.° Aquellos a quienes se refiere el hecho ins-
«Las inscripciones se practicarán en virtud de documento auténtico o, en los eribible o sus herederos. 3.° El Ministerio Fiscal (L.R.C., art. 24, 1.°, 2.° y 3.°).
casos señalados en la ley, por declaración en la forma que ella prescribe. Tam-
bién podrán practicarse por certificación de asientos extendidos en Registros ex- Las autoridades y funcionarios no comprendidos en los números anteriores, a
tranjeros, siempre que no haya duda de la realidad del hecho inscrito y de su le- quienes consten por razón de sus cargos los hechos no inscritos, están obligados
galidad conforme a la ley española» (L.R.C„ art. 23). a comunicarlos al Ministerio fiscal (L.R.C., art. 24, último párrafo).
La inscripción se llevará a efecto en unidad de acto (L.R.C., art. 30)2'.
Se sigue, en cuanto a su contenido, un sistema de tipificación esquematiza- El deber de promover la inscripción no se extiende a toda clase de
dora, en vez de transcribir literalmente la declaración o documento que se regis- asientos. En principio, sí a las inscripciones; pero no a las anotaciones en
tre. En efecto, la ley art. 35— dispone: «En las inscripciones constarán exclu-
sivamente: 1.° Los hechos de que hacen fe ,egún su clase, con indicación, si fueren
general (cfr. L.R.C., art. 38), aunque sí a algunas (así, R.R.C., art. 291), ni
conocidas, de las circunstancias de la fecha, hora y lugar en que acaecen, y las
a las indicaciones sobre régimen económico de la sociedad conyugal. En
demás exigidas en cada caso por la ley o el Reglamento. 2.° La declaración o do- cuanto a las notas marginales de referencia, se ponen de oficio.
cumento auténtico en virtud del cual se practican. 3.° La fecha de las mismas y Asimismo, se impone al Encargado del Registro el deber de velar por
los nombres de los funcionarios que las autoricen.» la concordancia de éste con la realidad (L.R.C., art. 26, principio).
Se determina que: 1.0 Los asientos se extenderán sin dejar folios o espa-
cios en blanco, ni usar otras abreviaturas o guarismos que los reglamentariamente Para ello no sólo ha de contrastar lo que se le pide inscribir con los datos
permitidos, y que serán nulas las adiciones, apostillas, interlineados, raspadu- que consten en el propio Registro (cfr. art. 27 de la L.R.C.), sino que, si tuviese
ras, testados o enmiendas que no se salven al pie del asiento antes de firmarlo dudas fundadas sobre la exactitud de las declaraciones inscribibles, habrá de rea-
(L.R.C., art. 34). 2.° Los practicados en virtud de declaración serán suscritos lizar las comprobaciones oportunas (cfr. L.R.C., art. 28), y, en el caso de conocer
por el declarante (y si no sabe o no puede, por dos testigos a su ruego), y los un hecho inseribible o que sea causa de rectificación del Registro, deberá de ex-
extendidos en virtud de documento auténtico o resolución judicial o adminis- citar la actuación del Ministerio fiscal y la de los interesados, de advertir a éstos,
trativa, expresarán la fecha y funcionario autorizante o autoridad que las dicta de exigir su actuación, cuando proceda, comunicándose, cuando sea preciso, con
(L.R.C., art. 36). 3.° Se cerrarán con las firmas del Encargado del Registro y los demás órganos del Registro (L.R.C., art. 26, segunda parte; R.R.C., art. 94),
del Secretario; siendo inalterables a partir de entonces, salvo mediante resolu- e, incluso, practicar a veces, de oficio, el asiento pertinente (cfr. L.R.C., art. 67).
ción firme obtenida en procedimiento de rectificación que la ley admita (L.R.C.,
art. 37). En general, las autoridades, funcionarios y particulares prestarán el au-
Por último se establece —L.R.C., art. 27, L°— que el Encargado del Regis- xilio necesario para la concordancia del Registro con la realidad (R.R.C.,
tro calificará los hechos cuya inscripción se solicite, por lo que resulte de las de- art. 95, 1.°).
claraciones y documentos presentados o del mismo Registro 22.
13. Rectificación del Registro.---Las inexactitudes registrales y los de-
En el caso de interrupción, se extenderá, en cuanto sea posible, nuevo asiento, en el que, ante
fectos de los asientos deben ser rectificados.
Lodo, se expresará la interrupción sufrida y su causa. La inscripción interrumpida se cancelará, haciendo
referencia al nuevo asiento (L.R.C., art. 30). A la rectificación y otros procedimientos dedican la Ley y el Reglamento cada
22 En cuanto a las declaraciones, la calificación comprenderá la capacidad e identidad del decla-
uno su Título VT (arts. 92 a 97 y 293 a 369, respectivamente).
rante. La de las sentencias y resoluciones se limitará a la competencia y clase del procedimiento se-
guido, formalidades extrínsecas de los documentos presentados y asientos del propio Registro (L.R.Ci-
vil, art. 27, 2.°). * RICO PEREZ, «Concordancia entre el Registro Civil y la realidad», en R.D.P., 1974, págs. 971
Sobre calificación, véanse artículos 122 y ss. del Reglamento. y ss.

366 367
MANUEL ALBALADE.10 § 42 EL REGISTRO CIVIL

En principio, «Las inscripciones sólo pueden rectificarse por sentencia basado de modo evidente, según el propio asiento, en título manifiestamente ile-
firme recaída en juicio ordinario 23. La demanda se dirigirá contra el Mi- gal 27 (cfr. R.R.C., art. 297); corregir en los asientos los defectos meramente for-
nisterio fiscal y aquellos a quienes se refiere el asiento que no fuesen de- males (como extender el asiento en libro o folio diferente del correspondiente, o
la actuación en el asiento, o diligencias previas, de funcionario de hecho o in-
mandantes» (L.R.C., art. 92, I.° y 2.°). compatible, etc.: Reglamento Registro Civil, artículos 298 y ss.); corregir faltas en
el modo de llevar los libros, que no afecten directamente a inscripciones firmadas;
«En este juicio no tiene lugar la restricción de pruebas que establece el artí- practicar la inscripción fuera de plazo; o reconstituir las inscripciones destruidas.
culo segundo» (L.R.C., art. 92, 3.°), que, como sabemos, confiere, en principio, a Los expediente gubernativos puede promoverlos o constituirse en parte cual-
los asientos registrales el carácter de prueba exclusiva de los hechos inscritos. quier persona que tenga interés legítimo en los mismos. En ellos se oirá siempre al
Ministerio fiscal. Su incoación se comunicará a los interesados, que podrán hacer
No obstante, puede procederse a la rectificación mediante expediente las manifestaciones que estimen oportunas. Cabiendo en última instancia apelación
administrativo en los siguientes casos: contra las resoluciones ante la Dirección General de los Registros (L.R.C., art. 97).
1.0 Error registral cuya evidencia resulte de la propia inscripción o de
la confrontación con otra u otras (L.R.C., art. 93). 14. Publicidad del Registra—En principio, el Registro es público para
quienes tengan interés en conocer los asientos (L.R.C., art. 6.°, 1.0). Este in-
Según este artículo, «pueden rectificarse previo expediente gubernativo: terés se presume en quien solicita certificación de aquéllos (R.R.C., art. 17,
1.0 Las menciones erróneas de identidad, siempre que ésta quede induda- 2.°) 28. Sin embargo, la publicidad se halla limitada por especiales razones,
blemente establecida por las demás circunstancias de la inscripción 24. en ciertos casos.
2.° La indicación equivocada del sem! cuando igualmente no haya duda so-
bre la identidad del nacido por las demás circunstancias. En ellos sólo s'e manifestará el contenido del Registro o librará certificación
3.0 Cualquier otro error cuya evidencia resulte de la confrontación con otra del mismo a la persona a quien directamente afecte; o, con autorización judicial,
u otras inscripciones que hagan fe del hecho correspondiente. a quienes justifiquen interés especial o legítimo y razón fundada. Tales casos son
los de datos relativos, como regla, a filiación no matrimonial o adopción o a las
2.° Error registra] cuya evidencia resulte de la confrontación con los do- causas de nulidad o divorcio o separación matrimonial o de privación o suspen-
cumentos en cuya sola virtud se practicó la inscripción (L.R.C., art. 94, 1.°). sión de patria potestad o a la rectificación de sexo o al legajo de abortos, o, en
3.° Error registra! que procede de documento público o eclesiástico general, a circunstancias de tipo parecido o que estén incorporadas en expediente
ulteriormente rectificado (L.R.C., art. 94, 2.°) 28, que tengan carácter reservado (L.R.C., art. 51; R.R.C., arts. 21 y 22).
4.° Otros supuestos en los que se trata de ajustar los asientos a man-
dado por la ley o a la realidad o de reconstruir los destruidos 26. La publicidad se realiza por manifestación y examen de los libros y por
certificaciones relativas a los asientos de los mismos (L.R.C., art. 6.°, 2.°).
Tales supuestos son, a tenor del artículo 95 de la Ley: Completar inscripcio-
nes firmadas, con circunstancias no conocidas en la fecha de aquéllas (cfr. R.R.C., Las certificaciones pueden ser de algunos29 o de todos los asientos del folio, li-
art. 296); suprimir circunstancias o asientos no permitidos o cuya práctica se haya terales o en extracto, positivas o negativas (si no hubiese asiento) (L.R.C., art. 6, 2.°).

23 «Las inscripciones no pueden rectificarse en virtud de sentencia recaída en proceso penal; no Las certificaciones son documentos públicos (L.R.C., art. 7.°, 1.0).
obstante en cuanto sean contradictorias con los hechos que la sentencia declara probados, serán rectifi-
cadas mediante expediente gubernativo» (R.R.C., art. 293). Cuando la certificación no fuese conforme con el asiento a que se refiere, se
24 Como dice la Resolución de 16 julio 1973, «no es infrecuente que en las inscripciones de de-

función aparezca como casado quien no había contraído matrimonio, y para rectificar esta mención no
estará a lo que de éste resulte, sin perjuicio de responsabilidad que proceda (L.R.C.,
cabe exigir la evidencia absoluta del error, la cual es imposible en los hechos negativos, cuando, de otra art. 7, 2.°).
parte, la referencia aquí al estado de casado no tiene por fin dar fe de él, sino consignar una circuns-
tancia más del sujeto, sin otra finalidad que la de identificar a la persona, y que, por tanto, puede rec-
tificarse en expediente gubernativo, al amparo del núm. 1 del artículo 93 de la Ley del Registro Civil»- Caso que no se da en el supuesto de la Resolución de 21 julio 1973. Véase.
2 En los casos 2.° y 3.° se requiere dictamen favorable del Ministerio Fiscal (L.R.C., art. 94, 21 La antigua Ley del Registro Civil, artículo 30, decía que las certificaciones de los asientos de-
principio). bían expedirse a cualquiera que las solicitase.
2' La rectificación del error en la fecha de nacimiento (cuando al practicar la inscripción de éste 29 Si la certificación no se refiere a todo el folio, se hará constar, bajo la responsabilidad del En-

se consignó una que resulta no ser la real) no puede llevarse a cabo en virtud de expediente adminis- cargado del Registro, que en lo omitido no hay nada que amplíe, restrinja o modifique lo inserto, y si
trativo, sino mediante juicio ordinario (Resolución de I diciembre 1972). lo hay se hará necesariamente relación a ello en la certificación (L.R.C., art. 6, 3.°).

368 369
MANUEL ALBALADEJO § 43 IDEAS GENERALES

Sección tercera ser titular de relaciones jurídicas (capacidad jurídica). Y como quiera que
LA PERSONA JURIDICA* --
privé, París, 1991; FERRARA, Teoría de las personas jurídicas, trad. esp., 1929, y Le persone giuri-
ditfie2 (con notas de Ferrara, jr.), 1958 (reimpresión), y en págs. 1 y 2, abundante bibliografía;
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págs. 553 y ss.; GALVAN, La nacionalidad de las sociedades mercantiles, 1931; GANGI, Persone fi-
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cho español», en Estudios De Castro, 1, 369 y ss.; GARCIA TREVIJANO, «Las personas jurídico-pú-
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Organos de la persona jurídica.-5. Derecho aplicable.
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chaftstheorie 141111 die deutsche Rechrssprechung, reimpresión 1963; Das Wesen der menschlichen Verbünde,
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1904; GIMENEZ AMIGUES, «¿Existe una nacionalidad de las sociedades mercantiles?», en R.J.C.,
Derecho acepta como miembro de la Comunidad reconociéndole aptitud para 1946, págs. 39 y ss,, y La nacionalidad de las sociedades mercantiles, 1949; GlNER, La persona so-
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jurisprudencia, 1989, y 1 ed., 1991; ARIÑO, «Corporaciones profesionales y Administración pública»,
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nes de utilidad pública. Alcance de su régimen específico», en Libro-homenaje a Roca Sastre, II, 1977,
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370 371
MANUEL ALBALADÉJO $ 43 IDEAS GENERALES

esta capacidad, no sólo le es reconocida al hombre, sino también concedida 2. Razón de ser. Como quiera que para una consideración puramente

a determinadas organizaciones humanas, que se crean para conseguir los fi-- natural (y a los efectos extrajurídicos que aquí importan) sólo el hombre
nes más variados, junto a aquél —persona física— están también, como per- es persona, cabría preguntarse: ¿es que el Derecho, junto a la persona fí-
sonas, dichas organizaciones, que, por no ser hombres, se denominan per- sica, crea unos seres irreales —las personas jurídicas— que equipara —al
sonas jurídicas. menos en ciertos aspectos— a aquéllos?, ¡por qué y para qué considera el
En consecuencia, la persona jurídica puede ser definida como «organi- Derecho persona a un ente —la organización— que desde un punto de vista
zación humana encaminada a la consecución de un fin a la que el Derecho natural no lo es?
acepta como miembro de la Comunidad, otorgándole capacidad jurídica». Creo que puede responderse:
El Derecho no crea seres de la nada, sino que atribuye personalidad
(además de al hombre) a ciertos entes que aprehende del campo social, en-
1975; PANTALEON PRIETO, en C.C.I.C.,
tes que sin tener una realidad corporal y espiritual como aquél, sin em-
dica y ficción. Estudio de la obra de Siniballo de Fieschi,
núm. 5, 1984, pág. 1707; PRADA, «La personalidad de los entes religiosos y sus requisitos», en A.D.C.,
1981, págs. 709 y as.; PEIDRO, «En torno al problema del concepto y naturaleza de las personas jurí- bargo, tienen realidad social, una individualidad propia, y toman parte en
dicas: La aportación de Georges Renard», en R.G.L.J., 1952, II, págs. 422 y ss„ y ed. separada; PEPY, la vida de la Comunidad como unidades distintas e independientes (así, un
La nationalité des societés, 1920; PHILIPSBORN, «Der Begriff der Junstischen Person in Mmischen municipio, un club deportivo, una sociedad anónima) de los singulares ele-
Recht», en Z.S.S., 1951 (71), págs. 41 y ss.; PONZANELLI, Gil enti «non profit» in Italia: associa-
zioni, fondazioni, volontariato, «trust», fondi pensiones, Padua, 1994; REYNAL, Nationalité des sacie- mentos que en cada momento concreto, los componen (los vecinos, los so-
res commerciales, 1923; RHODE, Juristische Person und Treuhand, 1932; RITTNER, Die werdende ju- cios, los accionistas), para alcanzar determinados fines que interesan, no a
ristische Person. 1973; ROCA 1 TRIAS, en C.C.J.C., úm.'1, 1983, pág. 167; RUGGIERO, M.L.,
Associazioni, fondazioni, comitati riconosciute (sic) e non, Milán, 1992; REPOSO, «Igualdad constitu-
un solo hombre, sino a una pluralidad de ellos, o que prácticamente sólo
cional y personas jurídicas», en R.G.L.J., 1983, II, págs. 169 y ss.; SALEILLES, De /a personalité ju- s`kon conseguibles, o, al menos, lo son más fácilmente, por organizaciones
ridique2, 1922; SALMON, «Las personas jurídicas en la legislación boliviana», en R.G.L.J., 1925, t. humanas, que por el hombre aislado.
146, págs. 454 y ss.; SCALFI, L'idea di persona giuridica e le formazioni sociali titolari di rapporti
nel Diritto privato, 1968, y Personalita giuridica delle societtl di persone registrate, 1954; SCHNORR
VON CAROLSEELD, Geschichte der juristischen Person, 1933; SEBAG, La cottdition juridique des Hay, sin duda, fines (para cuya consecución se monta una organización a la
personnes physiques et des personnes morales ovan: leur naissances, 1938; SERICK, Apariencia y re- que se concede personalidad jurídica), que también podría conseguirlos una per-
alidad en las sociedades mercantiles. El abuso de derecho por medio de las personas jurídicas, trad. sona física; e incluso se puede entender que todos los fines que las personas jurí-
esp. y comentarios de Derecho español de PUIG BRUTAU, 1958; SILVELA, Francisco, Principios ca- dicas se proponen alcanzar, podrían conseguirse —al menos en teoría— por per-
pitales a que deben ajustarse en nuestra codificación civil la vida y modo de ser de las personas mo- sonas físicas, utilizando determinados procedimientos u organizaciones sin personalidad.
rales, discurso de recepción en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1887, tam-
Todo ello, aunque fuera verdad, no fundamentaría la inadmisión de la persona
bién en R.G.L.J., 1887, t. 71, págs. 120 y 321; SOHM, «Die deutsche Genossenschaft», en Festgabe
Windscheid, 1888; TONNIES, Gemeinschaft und Gesselschaft, 1925; TOSATO, La cittadinanza dele jurídica porque el Derecho ha de atender a la realidad usual, al id quod pleruni-
persone giuridiche, 1923; TRAVIESAS, «Las personas jurídicas», en R.D.P., 1921, págs. 193 y as.; que accidit; y debe, a través de la concesión de personalidad jurídica, de hacer
TRIAS GIRO, «Las personas jurídicas de fin no utilitario en el Derecho internacional», en R.J.C., 1913, más fácil la consecución del fin, o de hacerla prácticamente posible en la gene-
págs. 369 y as., y «Personas jurídicas extranjeras de fin no utilitario según el Derecho español», en ralidad de los casos, cuando su consecución por hombres aislados o por organi-
R.D.P., 1915, págs. 1 y as., y en R.D.P., 1915, págs, I y ss.; TRIAS DE BES, José María, El estado y zaciones sin personalidad sólo en teoría sería posible, o lo sería difícilmente en
la capacidad de las personas jurídicas españolas desde el punto de vista internacional, en Universidad
(Valencia), 1927, págs. 961 y as.; VALLET DE GOYTISOLO, «Persona jurídica», en Panorama de De- la práctica.
recho civil, Barcelona, 1963; VAREILLES-SOMM1ERES, Les persones morales, 1902; VARIOS, La per-
sonnalité ~rale et ses limites, Etudes de Droit comparé et de Droit international public, Travaux et Y lo mismo que por razones de justicia el Derecho reconoce al hombre
recherches de 'Institut de Droit comparé de l'Université de París, XVIII, 1960; VATTIER FUENZA-
LIZA, en C.C.J.C., núm. 18, 1988, pág. 935; VAUTHIER, Etudes sur les personnes morales dans le aptitud para ser titular de las relaciones jurídicas, por razones de convenien-
Droit romain el dans le Droit franvais, 1817; VENTURA-TRAVERSET HERNANDEZ, «El papel del cia u oportunidad (verdaderas o pensadas como tales), atribuye tal aptitud a
Notario en la constitución de las personas jurídicas», R.D.N., núm. 144, 1989, pág. 87; VERRUCOLI, ciertas de aquellas dichas organizaciones 2' 3, pues si bien muchas veces ve-
Ji superamento della personalita giuridica delle societa di capitale, 1964; VILASECA, «Personalidad
de los entes colectivos», en R.J.C., 1958, págs. 25 y ss.; VISSCHER, «La protection diplomatique des
personnes morales«, en Ac. D. Intem. Rec. des Cours, 1961, págs. 399 y ss.; WOLFF, Juristische Per- 2 Podrá discutirse que en determinados casos concretos exista o no verdaderamente tal convenien-
son tínd Staatsperson, vol. I.° de Organschaft .und juristische Person, 1933; ZATTI, Persona giuridica cia; lo mismo que _-por partir de presupuestos según los que sólo el hombre pueda ser titular de rela-
e soggetivitii, 1975; ZJTELMANN, Begriff und Wesen der sogenanten juristischen Personen, 1873.
ciones jurídicas— es posible entender desacertada, en general, la concesión de personalidad a entes que
Además, la bibliografía citada en notas * * de §§ 46 y 47. no son seres humanos.
Sobre extinción, modificación, transformación y fusión de sociedades, véase lo dicho en 01- Ahora bien, desde el punto de vista de nuestro Derecho positivo, ambas cuestiones no importan
RON TENA. ahora, pues ya se comprende que una cosa es que se estime censurable lo que la ley manda o esta-
Supra, § 27, núm. 1. blece, y otra que se reconozca que no por ello deja de mandarlo.

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MANUEL ALBALADEJO § 43 IDEAS GENERALES

ces podrían alcanzarse los fines simplemente a través de una organización sin Con ello he pasado en silencio una polémica larga y extensamente man-
personalidad, otras es preferible —o, por lo menos, se ha estimado serlo----. tenida por los juristas, sobre cuál sea la verdadera naturaleza de la persona
que aquélla, una vez creada, tenga, ella misma, derechos y obligaciones su-, jurídica. Polémica de nula trascendencia para el Derecho 5, pues las distin-
yos (sea propietaria, acreedora, deudora; en definitiva, tenga una esfera jurí- tas cuestiones jurídicas que plantea la figura en estudio, cabe resolverlas con
dica y un patrimonio propios); y no que tales derechos y obligaciones per- total independencia de la teoría que —de entre las muchas mantenidas so-
tenezcan en común o por cuotas a sus componentes (como ocurría si, p. ej., bre dicha naturaleza— se acoja.
a cada uno de los miembros de una sociedad le perteneciese una porción de No obstante, conviene que se señale con insistencia lo siguiente:
los bienes sociales); y para ello ha de conferírsele personalidad, ya que con- l.° Que la personalidad es una categoría jurídica. La persona, en el
ferir ésta es conferir aptitud para ser titular de relaciones jurídicas. sentido de persona humana, es un ser substancial —substancia individual
de naturaleza nacional—. Y, ciertamente, la persona jurídica no es persona
La doctrina que justifica la persona jurídica por razón de la necesidad de crear en ese sentido ni el Derecho lo pretende ni finge que lo sea, sino que para
organizaciones para obtener ciertos fines supraindividuales, olvida que ello, de por
sí sólo, no sirve de tal justificación, pues la admisión de la persona jurídica se, éste persona no significa persona humana, sino ser al que es atribuible la
basa no sólo en la existencia de tales fines y en la conveniencia de crear organi- titularidad de relaciones jurídicas.
zaciones para conseguirlos, sino en la utilidad que a tal consecución presta el que
la organización sea estimada como persona aparte de sus componentes. Atribuibilidad que: 1.° De por sí no implica ni requiere que el ser de que se
En cuanto a la razón decisiva de ser conveniente que los derechos y obliga- trate tenga una naturaleza determinada. 2.° Con la que puede ser investidos lo
ciones, en general las relaciones jurídicas tengan como titular a la persona jurP mismo los hombres (persona en el sentido natural; y, por aquella atribuibilidad,
dica, podría pensarse que se halla en ser ésa la única manera de conseguir que en el jurídico; no siendo, en caso contrario, personas en este sentido [esclavos])
tales relaciones alcancen independencia con respecto a los componentes de tal per- que las entidades sociales, como una sociedad (persona en sentido jurídico sola-
sona jurídica (p. ej., accionistas de la sociedad anónima, socios del club depor- mente), que existen para la realización de intereses humanos.
tivo, etc.), de forma que ni afectan ni son afectadas por las que particularmente
correspondan a dichos componentes (así, de las deudas de la sociedad no res- 2.° Que yerran quienes niegan toda realidad a la persona jurídica, como
ponden los socios, ni las de éstos repercuten en el patrimonio de aquélla). verdadera persona, por partir de la base de que tal sólo lo es el hombre.
Ahora bien, hay que advertir que la independencia también podría haberse
conseguido por otro procedimiento 4. Pensando que cuando el Derecho acoge como persona a entes no humanos,
establece una ficción de persona.
Una vez aceptada la figura de la persona jurídica, en casos en los que la
No obstante, la jurisprudencia opta por «levantar el velo» de la persona-
Sociedad no ofrece espontáneamente organismos a los que se pueda conceder lidad jurídica cuando la personificación del ente colectivo encubre una real
personalidad, es el propio Estado el que los crea (cuando lo estime conveniente identidad con una persona (física o jurídica) que la gobierna de hecho, y la
para sus fines) y, por el Derecho que él mismo dicta, les atribuye aquélla. técnica de la personificación tiende a producir fraude o daño a derechos de
terceros. Se habla entonces de «abuso de personalidad jurídica». Véanse sen-
3. La naturaleza de la persona jurídica.—Brevemente he expuesto tencias de 21 febrero 1969, 28 mayo 1984, 27 noviembre 1985, 16 julio 1987
qué sea una persona jurídica y las razones por las que el Derecho la ad- y otras muchas.
mite junto a la física (hombre).
4. Organos de la persona jurídica.—La persona jurídica es una en-
3 A otras no. Bien porque no reúnen ciertos requisitos, o porque no han cumplido determinadas
tidad cuya estructura interna —como se verá— varía, según el tipo de que
formalidades (cuando la ley las exige previamente al otorgamiento de personalidad), o porque, en defi- se trate, pero en la siempre deben existir los órganos adecuados para el de-
nitiva, se trata de organizaciones que no son de aquellos tipos a que la ley estima preferible elevar al sarrollo de la actividad que está llamada a desempeñar, y de la que pueda
rango de persona jurídica.
En esta materia, con las organizaciones a las que se concede personalidad y con aquellas a las que
requerir la titularidad de las relaciones jurídicas de que es capaz.
se niega, ocurre algo comparable en cierto aspecto a lo que acontecía con los Ordenamientos jurídicos Los órganos están compuestos o encarnados por personas físicas.
que, admitiendo la esclavitud, dividían a los hombres en dos grupos: los que eran personas para el De-
recho, y los que (siendo desde el punto de vista natural hombres como aquéllas), para dicho Derecho
no eran personas sino cosas (esclavos). Con lo que entro en la que pueda tener desde un punto de vista de política jurídica, que aquí
Véase infra, * 62, núm. 2, Patrimonio colectivo. no me ocupa

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MANUEL ALBALADEJO § 43 IDEAS GENERALES

Se precisan órganos para la formación de lo que se puede llamar vo- último y 7.", respectivamente, que «quien actúa por una persona jurídica puede
luntad de la entidad 6, para la exteriorización de ésta y ejecución de las de- hacerlo ya en concepto de representante no vinculado de manera permanente a la
cisiones, y para ponerla en relaciones con terceros; órganos que dirijan la misma —caso en el que se da la concurrencia de dos voluntades distintas, como
vida del ente, y a través de los que éste obre. son la del representante y la de la entidad representada—, ya en concepto de ór-
gano de manifestación de ésta y entonces la voluntad del órgano vale como vo-
Tales órganos pueden variar de persona a persona, y ser unipersonales luntad de la persona jurídica, tesis que en nuestro Derecho autorizan los términos
(así, presidente) o colegiados (así, junta de miembros). en que se halla redactado el artículo 38 del Código civil». Y la de 1965, «... que
actúa como un auténtico órgano del ente comunitario al que personifica en las re-
Reciben diversas denominaciones (junta general, asamblea de miembros, junta laciones externas del mismo, sustituyendo con su voluntad individual la auténtica
directiva, consejo de administración, gerentes, administradores, patronos, presidente, voluntad social o común y viniendo a ser un puro instrumento físico a través del
director), unas veces por ser realmente órganos distintos (así, junta general y pre- cual actúa la comunidad, lo cual elimina la distinción y contraposición de sujetos
sidente), y otras porque la terminología acuñada por la ley o por la doctrina de- típicos de la representación y permite al propio tiempo considerar todo lo reali-
nomina de diferente manera a un mismo órgano, en las distintas clases de per- zado por el Presidente, no como hecho «en nombre de la comunidad», sino como
sona jurídica. si ésta misma fuese quien lo hubiera realizado». (La sentencia lo dice para un su-
puesto de propiedad de casas por pisos, luego con mayor razón, para caso de per-
Salvo el caso de que se forme parte de un órgano por el hecho de for- sona jurídica.) También sentencias de 3 julio 1968 y 30 mayo 1995 y resolución
marla de la entidad (así, el socio en cuanto a la junta general), las perso- de 31 marzo 1979.
nas físicas que encarnan aquél son designidas según determinen las reglas La posición del órgano con respecto a la persona jurídica es monista; y hay
internas de dicha entidad (los estatutos señalan, p. ej., que por votación en un acto de ésta cuando aquél obra, porque no obra como persona (física), aparte,
como ser distinto e. independiente (lo mismo que el hombre actúa a través de sus
junta general) o por la ley. brazos, p. ej., y no éstos con vida propia). La posición del representante frente al
Cada órgano tiene sus atribuciones, su campo de acción. Lo que, como representado es dualista; y cuando obra hay un acto DE éste, aunque sea un acto
tal órgano, realice dentro de ellas, se considera acto de la persona jurídica; PARA aquél, porque obra como persona (física) aparte, aunque por cuenta de otra.
ésta obra mediante aquél. Naturalmente que, además de tener órganos, una persona jurídica también puede
Las leyes más modernas ya suelen recoger afirmaciones explícitas en tener (como la física) un representante, y que éste obre para ella. Por ejemplo, el
ese sentido de que lo que haga el órgano se conceptúa como ejecutado por presidente de una sociedad, en vez de desplazarse a otra ciudad para celebrar como
la persona jurídica 7. órgano de aquélla un contrato con un tercero, nombra —obrando por la misma—
un representante que lo concluya.
Sin embargo, otras veces la ley, o bien leyes más antiguas, o bien la juris-
prudencia y la doctrina hablan frecuentemente de representantes para referirse a 5. Derecho aplicable.--La ley personal correspondiente a las personas
aquellos órganos de la persona jurídica que la ponen en relación con terceros 8; y, jurídicas es la determinada por su nacionalidad, y dentro de ello, por su ve-
según una opinión, es que realmente ésta, careciendo de ser psíquico-físico, no cindad civil, rigiendo en todo lo relativo a capacidad, constitución, represen-
puede obrar por sí, sino que es como una persona física incapaz, que necesita una tación, funcionamiento, transformación, disolución y extinción de la persona.
representante que lo haga por ella. Mas, a tenor de una concepción que considero
preferible, se trata de órganos y no de verdaderos representantes. Código civil, artículos 9, número 11, 16, número 1, 1.8; Compilación nava-
La doctrina va aceptando cada vez más ampliamente esta opinión, la propia rra, ley 16, L°. Ley de fundaciones catalanas (art. 1), Ley de fundaciones gallegas
legislación actual habla ya muchas veces de «órgano» y no de «representante», y (art. 1). A tenor de esos mismos preceptos:
la jurisprudencia lo ha acogido explícitamente así. Cfr., por ejemplo, sentencias
del Tribunal Supremo de 21 marzo 1946, 19 junio 1965, 30 diciembre 1975, 17
marzo 1980 y 9 enero 1984. Dicen la primera y la tercera, en sus Considerandos En la fusión de personas jurídicas de distinta nacionalidad o vecindad
civil, se tendrán en cuenta las respectivas leyes personales.

6 Pues aun en las fundaciones que —como se verá— se rigen por la voluntad del fundador, hay
una serie de puntos en los que la aplicación concreta de las directrices marcadas por ésta, supone la
necesidad de otra voluntad que decida en cada caso.
Cfr., por ejemplo, Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones públicas, artículo 144, etc.
Al exterior —relaciones con terceros— todavía se puede defender que realmente haya un repre-
sentante, pero hacia adentro —relaciones internas de la persona jurídica— no parece posible.

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MANUEL ALBALADEJO § 44 CLASES

§44 persona jurídica distinta. En este caso hay cesión a otra persona, distinta de la
que lo ocupaba, del uso del local y, no estando autorizada dicha cesión, procede
CLASES la resolución del arriendo. Cfr. sentencia de 15 marzo 1968. Esto era así bajo la
L.A.U. derogada y seguirá alcanzando a los arrendamientos a los que era aplica-
SUMARIO: 1. Clases.-2. Públicas y privadas.-3. Asociaciones y fundaciones.-4. De ble. Bajo la ley nueva, artículos 32 y 35.
interés público y de interés privado.
La existencia, además del Estado, de pluralidad de personas públicas,
1. Clases.—Las personas jurídicas pueden ser: públicas (de Derecho
público) o privadas (de Derecho privado); asociaciones o fundaciones; de se debe a que aquél para la consecución de sus fines ha de servirse de or-
interés público o de interés privado. ganismos colaboradores y auxiliares y, por ello, aceptar la existencia de en-
tes menores o, a veces, crearlos él mismo o, incluso en ocasiones, incor-
porar a la maquinaria estatal entes que existían desde antes como organizaciones
2. Públicas y privadas.—Se discute cuál es el criterio acertado para
distinguir las personas en públicas y privadas. En mi opinión: privadas.
Personas jurídicas públicas son las entidades que, por supuesto, teniendo
El aumento que constantemente viene experimentando el número de fines y
personalidad, están encuadradas en la organización estatal formando parte tareas cuya realización es asumida, por unas u otras razones, por el Estado, así
de la misma en uno u otro sector. Por ejemplo, una provincia, un munici- como el fraccionamiento (debido al aumento de volumen de la gestión a realizar)
pio, una Universidad Pública', el hoy desaparecido Instituto Nacional de en distintas nuevas unidades, de lo que antes constituida una sola, da lugar al au-
Industria 2, el Banco de España 3 y °Cosi/muchos Organismos públicos au- mento, a veces excesivo, que hoy contemplamos del número de las personas ju-
tónomos y Entidades públicas empresariales 4' 5. rídicas públicas.

He dicho que personas jurídicas públicas lo son las entidades que teniendo Personas jurídicas privadas son las que no forman parte de la organi-
personalidad... Lo que es obvio, puesto que un organismo sin personalidad no es zación estatal, como un club de recreo o una sociedad mercantil.
persona ni pública ni privada. Ahora bien, a pesar de eso he querido que conste
expresamente la necesidad de que el organismo tenga personalidad, porque de ella
carecen muchos organismos oficiales que son meros departamentos o secciones A tenor de la sentencia de 11 abril 1935, sería de Derecho privado la persona
administrativas, aunque gocen de una cierta autonomía, como un negociado o una jurídica que cae «fuera del ámbito de las condiciones y competencias propias de
oficina especial, que, si bien tienen mayor o menor independencia en su propio un órgano del Estado». A tenor de la sentencia de 1 marzo 1952, lo seria la per-
ámbito, realmente son simples ruedas de un todo superior al que compete la única sona jurídica que «no forma parte integrante de la Administración» (Considerando
2.», in fine). Las sentencias de 20 noviembre 1981, 25 febrero 1984 y 26 no-
personalidad jurídica reconocida.
El interés práctico de distinguir entre lo que es un mero departamento o sec- viembre 1998 del T.S., y la del T.C. de 5 julio 1983 dicen que un Colegio pro-
ción administrativa y lo que es un organismo con personalidad jurídica propia, fesional es una Corporación de Derecho público. Sentencias, éstas, relativas a los
está, por ejemplo, en que en el primer caso, si el Ministerio de que depende des- Colegios profesionales, ciertamente obedientes a la Ley de 13 de febrero de 1974,
tina a otras oficinas un local que tenía arrendado y ocupado por cierto Departa- cuyo artículo 1 dice que los Colegios profesionales son Corporaciones de Dere-
mento, no hay cambio de arrendatario, a los efectos de la ley de Arrendamientos cho público. Como lo mismo las sentencias de 10 diciembre y 26 octubre 2000
urbanos, mientras que sí lo hay si el ocupante era un organismo con personalidad y las que cita que dice que lo son los Heredamientos de Aguas y Comunidades
jurídica propia (aunque encuadrado en el susodicho Ministerio) y el local pasa a de regantes. Calificación de ser de Derecho público todas esas personas, para mí
ser ocupado por otro organismo (aun dependiendo del mismo Ministerio) que sea equivocada por mucho que lo diga la propia ley, como lo es que ésta diga que
es persona jurídica de Derecho público la Fundación Lázaro Galdiano, v. infra,
nota 8.
' Ley de Reforma universitaria, articulo 3. También toca el tema la de 20 mayo 1941, en la que, con independencia de
Ley de 25 septiembre 1941, artículo I. que la entidad de que se trataba fuese o no de Derecho público, y sin necesidad
3 Ley de 1 junio 1994, art. 1.
Ley de Organización y funcionamiento de la Administración General del Estado, artículos 42 y de abordar tal extremo, habría bastado al Tribunal Supremo partir de la base de
s.s., y 53.. que —como señalo más adelante 6- no rigen las mismas normas para todas las
5 La Ley de 22 marzo de 1993 reguladora de las Cámaras Oficiales de Industria, Comercio y en personas de Derecho público (se trataba de si en el caso —demanda contra la Liga
su caso, Navegación, dice que éstas son Corporaciones de Derecho Público. Y el Estatuto Legal del Con-
sorcio de Compensación de Seguros, articulo 1, dice que éste es una «entidad del Derecho público».
También la Ley de 13 febrero 1974 dice que lo son los Colegios profesionales. Al final de este número.

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MANUEL ALBALADEJO § 44 CLASES

española contra el Cáncer— era aplicable la necesidad de la reclamación previa en esta tesis el hecho de que la Abogacía del Estado haya aceptado en juicio la re-
la vía gubernativa, que es precisa cuando la demanda se dirija contra la Hacienda presentación del Instituto demandado porque esta circunstancia, explicable perfec-
Pública: cfr. L.e.c., de entonces, art. 533, antiguo 7.°). Y el Tribunal Supremo afirma tamente por la misión tutelar que el Estado se arroga sobre las entidades de esa
de una entidad, que según la sentencia, «participa del ejercicio de funciones pú- índole a la que concretamente aluden algunos otros preceptos de la disposición
blicas», que no constituye, sin embargo, un «organismo estatal». Lo cual es cierto, que se interpreta, no trasciende a la resolución del problema discutido, que parte
sin duda, en el sentido en el que la sentencia lo dice. Pero es que —insisto-- para de la indudable autonomía económica de la institución respecto de la Hacienda
dejar las cosas en su sitio, habría bastado señalar —como que ciertamente hace el pública, para deducir sus obligadas consecuencias».
Tribunal Supremo, pero sin indicar que es la única que importa al tema— que lo
de la necesidad de la reclamación previa en la vía gubernativa no es para deman- Considero inexactos otros criterios propuestos, para distinguir entre per-
dar a toda persona jurídica pública, sino sólo a algunas (como dice la misma sen- sonas jurídicas públicas y privadas.
tencia: «... es evidente que cuando las consecuencias de la litis no pueden afectar
al patrimonio público, no hay para qué recurrir a ese trámite»). Como son:
En relación con el tema personas jurídicas de Derecho público —personas ju- El de haber sido creadas (mediante ley, acto administrativo, etc.), por el Es-
rídicas de Derecho privado, dice literalmente la sentencia en examen; «... porque tado o una Comunidad autónoma, Provincia o Municipio, las personas jurídicas
aun cuando en el problema de la distinción entre las personas jurídicas llamadas públicas, y por particulares, las privadas. Pues aquéllos pueden dar vida a perso-
de Derecho público y de Derecho privado, no se haya llegado, por disparidad de nas jurídicas privadas o que se rijan en lo más importante de su actividad por el
los criterios rectores, a conclusiones que hayan ganado al máximo asenso y aun- Derecho privado (v. L.O.F.A.G.E., arts. 41 y ss., y 53 y ss.), precisamente con la
que en el caso concreto que por esta senWncia se resuelve, constituya un obstá- idea de, sin dejarlas incumplidas, no acoger en su seno la realización de ciertas
culo la técnica del Código civil que unas veces como en su artículo 37 usa el tér- tareas. Y, por otro lado --como he dicho—, puede, también, atraer a su organi-
mino Instituto, condición que conviene a la Liga contra el Cáncer, y al Centro zación, después de creadas por las particulares, otras entidades.
que condensa sus benéficas actividades, como equivalente al de carta fundacional; El de estar sometidas o no (o más o menos estrechamente) al control y vigi-
otras lo asimila a la fundación (art. 39) y alguna, equipara las expresiones fun- lancia estatales. En cuanto que el Estado también somete a ellos —en tanto en
dación y establecimiento, lo cierto es que si ambas entidades, participan del ejer- cuanto lo considera conveniente— a las personas jurídicas privadas.
cicio de funciones públicas según los términos en que está concebido el Decreto El de perseguir fines de interés público o privado 7. En cuanto —como se
de 2 abril 1930, que les reconoció carácter oficial, ello ni quiere decir que cons- verá posteriormente— muchas personas jurídicas privadas cumplen fines de inte-
tituyan organismos estatales, ni mucho menos, e importa aclararlo, que su patri- rés público, e incluso algunas de ellas —las fundaciones— necesariamente han de
monio se confunda con el del Estado, y cómo ésta es precisamente la razón por cumplirlos.
la cual, lo mismo las normas anteriores a la L.e.c., a que alude concretamente el El de hallarse dotadas o no de potestad pública o potestad de imperium, pues,
número séptimo de su artículo 533, que el Reglamento ordenador del procedi- aunque es seguro que la persona que la tenga es pública, también lo es que no
miento económico administrativo, respondieron al propósito de que se subsanase siempre hace el Estado partícipe de ella a todas las entidades que forman dentro
rápida y eficazmente el agravio que el particular reclamase y obedecieron a la de su organización (y que él mismo frecuentemente califica expresamente de per-
idea de arbitrar un especial procedimiento de conciliación, atendida la imposibili- sonas de Derecho público en las leyes creadoras de las mismas), pues muchas ve-
dad de transigir intereses y derechos del Estado, es evidente que cuando las con- ces no es precisa tal potestad para realizar la misión (piénsese en la enorme va-
secuencias de la litis no pueden afectar al patrimonio público, no hay para qué riedad de las que hoy asume el Estado) encomendada al ente 8' 9.
recurrir a ese trámite, que, además de ineficaz seria innecesariamente dilatorio;
conclusión que, en el caso contemplado lleva a la consideración de que si la Liga
Española contra el Cáncer es una organización oficial tal como afirma el artículo 7 Incurre en confusión entre entidad de Derecho público y entidad de interés público, por ejem-
primero del Decreto que la reconoció, ostenta, sin embargo, personalidad para ser plo, la sentencia de 4 marzo 1959.
sujeto de derechos y obligaciones (art. segundo); tiene un patrimonio privativo for- Por ejemplo, un caso clarísimo sería el de la conocida «Fundación Lázaro Galdiano», creada por
mado por subvención oficial, pero integrado además por el producto de sus bie- el Estado por ley de 17 julio 1947, como persona jurídica de Derecho público (art. 1 de dicha ley). Y
cabe preguntarse ahora: ¿qué potestad de imperium tiene tal entidad? Claro que cabría decir (y es lo
nes, por los frutos de la propia actividad del Instituto que es su secuela y por las que Yo creo) que no es persona de Derecho público, aunque lo diga la ley.
donaciones, cualquiera que sea su procedencia, que reciba (art. noveno) y puede No contradice mi teoría quien entienda que tiene potestad pública toda persona jurídica que está
disponer de él con limitaciones que no son las que condicionan la capacidad de realmente encuadrada en la organización estatal (pues las que carecen de ella, formando prima facie
obrar del Estado y la de los organismos que lo integran (art. séptimo); todo lo parte de dicha organización, es que son verdaderamente entes que, aunque creados por el Estado [o pro-
que permite concluir, abundando en las razones que ya dieron con acierto los Tri- vincia o el municipio] para servir intereses generales, no forman realmente parte de su estructura, sino
que son organismos aparte de ésta, aunque estén vigilados o dirigidos o dependan de los poderes pú-
bunales de instancia, que no se está en el caso a que se refiere la Ley procesal blicos). Pues ello no choca con la misma; únicamente que entonces habrá que considerar que todas las
y es por ello desestimable el recurso interpuesto; sin que arguya contradicción con personas públicas tienen potestad pública, y que realmente no son públicas las que carecen de ella.

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MANUEL ALBALADEJO § 44 CLASES

Debe advertirse que las personas públicas, aun en los casos en que lo que, dentro de los que la ley admite, éste le marque, según las directrices
esencial de su misión se halle en actuar como sujetos de potestad pública, que le fije '2.
pueden también entrar en relaciones de Derecho privado y ser titulares de
derechos y obligaciones privados (p. ej., un municipio alquila un local A las asociaciones también se les denomina, por ser unas uniones de personas,
—entrando en la relación privada de arrendamiento— para instalar en él ofi- universitates personarum, y las fundaciones universitates bonorum (o bien estable-
cimientos: así, establecimientos de instrucción o de beneficencia), porque, al menos
cinas). Es lo que se llama capacidad de Derecho privado de las personas según una extendida opinión, el ente al que se concede personalidad es un conjunto
públicas 10. Por ello, pues, la distinción entre personas públicas y privadas de bienes organizados según ciertas reglas y destinados a un fin determinado.
no debe entenderse en el sentido de que unas y otras se muevan siempre
en campos totalmente separados. Ciertas asociaciones suelen designarse, a veces, no con este nombre,
sino con el de corporaciones. Cosa que ocurre particularmente cuando se
Por lo demás, aquí deberían importar sólo las personas privadas o la actua- trata de asociaciones de Derecho público. No son, pues, las corporaciones
ción dentro del campo del Derecho privado de las públicas. Pero como, para una
más perfecta comprensión global de la teoría de la persona jurídica, conviene fre- un tercer tipo de persona jurídica, aunque la ley, en ocasiones, se exprese
cuentemente referirse, tanto a las privadas como a las públicas, aunque, en prin- de forma que parece darlo a entender.
cipio, la exposición que a continuación hago, vaya orientada a aquéllas, a menudo
me refiero —a título de ejemplo, o para determinadas distinciones, o con objeto Así, Código civil, artículo 35: «Son personas jurídicas: 1.° Las Corporacio-
de precisar ciertos puntos, etc.— a éstas. • nes, asociaciones y fundaciones...» Artículo 37: «La capacidad civil de las cor-
poraciones se regirá por las leyes que las haya creado o reconocido; la de las aso-
De todas formas, la separación de las personas jurídicas en de Derecho ciaciones, por sus estatutos...»
Realmente, lo que hay es lo que he dicho, y que las asociaciones que se lla-
público y de Derecho privado, no significa que a todas aquéllas, por un man corporaciones suelen crearse, o al menos ser reconocidas (si ya existía ante-
lado, y a todas éstas, por otro, les sean aplicables bloques de normas dis- riormente un ente u organización), por leyes (o, más exactamente, por disposicio-
tintos para cada una, pero uniformes para cada uno de los dos grupos. Pues nes estatales) especiales dictadas con ese objeto; mientras que las demás asociaciones
la verdad es que, en un campo y en el otro hay gran variedad entre las per- nacen simplemente por un acto constitutivo celebrado —a tenor de la ley general
sonas jurídicas que están en cada uno, y según esa variedad, se rigen por que corresponda, según la clase de asociación de que se trate— por particulares
distintos preceptos. Así como también hay normas que se aplican igualmente (p. ej., los asociados, en el establecimiento de una entidad o centro cultural).
a las de un campo y a las de otro. Por esa razón, el artículo 37 del Código civil remite, en cuanto a la capaci-
dad de la asociación-corporación, a la ley especial creadora (o reconocedora) suya;
y en cuanto a la capacidad de la asociación-asociación, a sus estatutos, que son
3. Asociaciones y fundaciones.—Según la estructura interna de la or- reglas que se establecen por los organizadores, y que se contienen, o al menos se
ganización de que se trate, la persona jurídica puede ser: aprueban, en el acto creador de aquélla.
1.° De tipo asociación, cuando está constituida por una pluralidad de
personas (miembros) agrupadas. Rigiéndose normalmente la vida del grupo De la bipartición asociación-fundación doy ahora sólo una idea básica,
según la voluntad general de sus componentes y tendiéndose a satisfacer co- que permita comprender la exposición de la materia en los puntos en que
rrientemente un interés común a los mismos, o bien un interés supraindivi- entre en juego la distinción entre ambas. Posteriormente ahondaré en las di-
dual. Por ejemplo, una sociedad anónima, un círculo de recreo, una aso- ferencias entre una y otra.
ciación religiosa o científica, etc. Dentro del tipo asociación, se denominan sociedades a las personas ju-
2.° De tipo fundación, cuando el ente no está constituido por una unión rídicas que persiguen obtener beneficios económicos (ganancias para repar-
de personas, sino por una organización de bienes creada por una persona tirlas, dice el art. 1.665 del C.c.).
(que en adelante queda fuera de aquél ") —fundador— para perseguir el fin
Prescindo ahora de entrar en el tema de que hay sociedades que son perso-
'° La personalidad jurídica es una: no es, pues, que el ente tenga doble personalidad (del Derecho nas jurídicas, y otras que no lo son; y en la exposición que sigue, parto siempre
público, por un lado, y de Derecho privado, por otro), sino aptitud para ser titular de relaciones públi- de referirme a las sociedades que sean personas jurídicas.
cas y aptitud también para serio de relaciones privadas (lo que se suele llamar doble capacidad).
" O, si queda dentro, es de forma puramente accidental, y. desde luego, no como miembro, sino como
órgano servidor. Por ejemplo, el fundador establece que mientras viva será él el patrono de la fundación. 12 Señala las diferencias entre asociaciones y fundaciones, por ejemplo, la sentencia de 23 junio 1964.

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MANUEL ALBALADE.10 § 44 CLASES

La frontera entre unas y otras no conviene examinarla aquí, por no tocar ma- talaciones a personas menesterosas, con la mitad de ellas, repartiéndose la
teras que son propias para estudiar más adelante, y las derivaciones de las cua- otra mitad entre los socios), hay que admitir la posibilidad de que la misma
les, aunque importasen aquí, no podrían ser ahondadas con clara y total com- sea, en parte, de interés público y, en parte, de privado; persona mixta, a la
prensibilidad y manejo de argumentos sino una vez tratado el --diríamos— que, en cuanto la diversidad de sus fines lo requiriera, serían aplicables, bien
tema-madre.
Por estas razones, en sede de estudio de la persona jurídica, sólo al final de las disposiciones válidas para un tipo, bien las dictadas para el otro.
su exposición me ocupo brevemente de las llamadas entidades sin personalidad 13,
y en cuanto a ver detalladamente qué sociedades son personas jurídicas y cuáles Creo inexacto el punto de vista según el que la persona jurídica debe quedar
no, es asunto que queda para ser examinado al tratar el contrato de sociedad 14. adscrita a uno u otro tipo, y tal adscripción realizarse a base del fin principal que
persiga. Además, no siempre un fin es el principal, y secundarios los otros, sino
que pueden perseguirse todos en la misma línea. El fin principal, si lo hay, po-
4. De interés público y de interés privado.—Según persigan un fin dría servir para decidir sobre la elección de normas que hubieran de aplicarse a
de utilidad general 15 o sólo particular, las personas jurídicas pueden divi- la totalidad de la persona jurídica, y fuesen incompatibles para las personas de
dirse en de interés público o de interés privado. Por ejemplo: una funda- uno y otro tipo.
ción para atender enfermos o una asociación cultural o científica 16, en el Debe advertirse, sin embargo, que, a veces, la pluralidad aparente de fines, re-
primer caso, y una sociedad encaminada a obtener lucro o ganancias que' almente encierra uno solo, y los demás son meramente etapas o medios ordenados
repartir entre sus socios, en el segundo. a la mejor consecución del único fin verdadero. En la práctica, en estos casos, se
De cualquier manera, tal clasificación chocará con todos los inconve- piensa, a veces, que hay un fin principal y otros secundarios, y ello sirve (equi-
nientes que tenga delimitar en la práctica dónde acaba la utilidad puramente vocadamente) de apoyo a la tesis de que en cada persona debe prevalecer un fin.
particular y dónde comienza la general.
Apoyándose en el artículo 35 del Código civil y concordantes, la doc-
Distinta del fin es la actividad que, para conseguirlo, se desarrolla. Por ejem- trina divide a las personas jurídicas, según el fin que persigan, en de inte-
plo, con fin de lucro se crea una sociedad anónima dedicada a explotar minas, o, rés público y de interés privado.
con el mismo fin de lucro, se dedica otra sociedad a la fabricación de material Pero conviene advertir que, en mi opinión, dicho artículo no se enca-
pesado, o bien a la de juguetes. mina a establecer tal división, sino que presuponiendo que hay entes de am-
Determinadas actividades de las que desarrollan las personas jurídicas pueden bas clases, lo que pretende es sentar que unos y otros son —cuando pro-
ser de interés público, e incluso hallarse especialmente protegidas por tal razón (p. ceda— personas jurídicas (para evitar problemas sobre si tienen o no
ej., leyes protectoras de industrias de interés nacional); y otras, no. Pero la posi- personalidad distinta y aparte de la de sus componentes).
ble división de las personas jurídicas, en personas jurídicas que desarrollan, bien
una actividad de interés público, o bien una de interés privado, no puede ser con-
fundida con la división de las mismas —por razón de su fin— en personas jurídi- Advertido esto, hay que señalar ahora que un sector de dicha doctrina, en
cas de interés público, por un lado, y de interés privado, por otro. Además, es evi- vez de estimar que el criterio en que se basa la mencionada división es el que
dente que no existe especial motivo para que aquella división quede reducida sólo he acogido, cree, diferentemente, que son personas jurídicas de interés privado
al ámbito de las personas jurídicas, ya que también las personas físicas pueden de- solamente aquéllas que persiguen un fin de lucro o ganancia (por tanto, benefi-
sarrollar actividades de ambas clases (p. ej., el dueño de una industria de interés cio positivo, y no sería ni siquiera persona de interés privado aquélla que persi-
nacional, lo es, no una sociedad anónima, sino don Fulano de Tal). Y, por último: guiese el fin de reportar un beneficio económico a sus miembros —un grupo de
para perseguir un fin de interés privado (p. ej., fin de ganancia partible entre los familiares, p. ej., que no admita extraños—, pero mediante el reducirles gastos o
socios) es posible la existencia de una persona jurídica dedicada a actividad de in- proporcionarles productos a precios más económicos que los normales) para re-
terés público (p. ej., a la explotación de una industria de interés nacional). partirla entre sus miembros 17; siendo las demás de interés público. Tesis que con-

Aunque sólo sea porque una persona jurídica puede perseguir más de un 17 Tal opinión se apoya: en que el artículo 35, 2.°, enumera las personas jurídicas de interés par-
fin (p. ej., entidad organizada para obtener ganancias y socorrer en sus ins- ticular, en que el 36 establece que se regirán por las disposiciones relativas al contrato de sociedad, y
que en el 1.665, que lo define, dice que es aquel contrato por el que «dos o más personas se obligan
a poner en común dinero, bienes o industria, con ánimo de partir entre sí las GANANCIAS.
" Infra, 50. Por mi parte, creo que de esos artículos sólo se sigue que hay unas asociaciones de interés pri-
14Infra, t.II de esta obra. vado -las sociedades— que persiguen el fin de ganar para repartir, y que las asociaciones que sean de
«Que tiendan a promover el bien común», en frase de la Ley de Asociaciones, artículo 4, 1. interés particular, aunque persigan un fin distinto de ese, se regirán también por las normas legales apli-
16 o una Cámara de Comercio, Industria y Navegación (sentencia de 10 abril 1974). cables a aquellas.

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MANUEL ALBALADE.10 § 45 NACIMIENTO DE LA PERSONA ,MRIDICA

sidero inaceptable en cuanto que son muchos los fines que sin ser el de ganar 1. Nacimiento.—La persona física existe desde que el hombre nace;
para repartir entre sus miembros, no pueden, sin embargo, considerarse sino de la jurídica, desde que se atribuye personalidad al ente de que se trate, cosa
puro interés privado. Por ejemplo: como acabamos de ver, el de beneficiarse eco- que puede ocurrir, bien cuando se constituye (nace) la organización, bien
nómicamente un grupo de familiares no mediante ganancia, pero sí mediante una después, porque así como para nuestro Derecho no hay hombres sin perso-
disminución de gastos; el de obtener ganancia para darla a un tercero o repar-
tirla entre extraños, no como obra de carácter social o benéfico, sino puramente
nalidad jurídica ', sí hay organizaciones que carecen de ella.
de utilidad egoísta para la persona (o personas) concreta beneficiaria (A trans-
fiere todos sus bienes a B y C, a cambio de que éstos constituyan una sociedad Bien porque no ofrezcan suficiente base para estimar la existencia de un ente
cuyas ganancias percibirá A mientras viva); y, en general, el de satisfacer nece- autónomo, bien porque, aunque la ofrezcan realmente, no se desee, por su crea-
sidades económicas no lucrativas, o bien puramente ideales (así, de recreo), pero dor o por sus componentes, llegar a dar vida a un ser con personalidad propia
atinentes sólo a los componentes (miembros) de la entidad, y no útiles para la bien porque la ley no quiere ni siquiera que exista tal organización (y, como, de
comunidad (p. ej., una docena de amigos forman una asociación cerrada al in- hecho, a veces, no puede impedir que se forme clandestinamente, le niega, por lo
greso de nuevos miembros, a la que aportan bienes, con el exclusivo objeto de menos, y además de tomar contra ella medidas de otro tipo, lo que está en su
divertirse y viajar) mano conceder: la personalidad independiente), bien porque, aun no oponiéndose
a su existencia, estima preferible que no pase de ser una organización de hecho
a ser otro sujeto nuevo distinto de sus componentes.
Cosa distinta de que efectivamente la persona jurídica persiga fines de
interés público o privado, es la de que las que se hallen en aquel caso, ha- A esa atribución de personalidad se le llama reconocimiento, dándose,
yan sido reconocidas —mediante la oportuna declaración formal— como de pues, igual sentido a las expresiones atribuir que reconocer la personalidad.
«utilidad pública» *. En tal supuesto gozan de ciertas ventajas (así cfr. LA,,
art. 4, Decreto de 20 mayo 1965, arts. 2 y ss., y RD de 19 julio 1996) de A tenor de lo dicho, queda claro que, rigurosamente hablando, es inexacta
las que carecen las que, aun siendo de interés público, no hayan obtenido la afirmación (muy frecuente) de que la persona jurídica se compone de dos ele-
aquella declaración. Esta puede ser hecha (pueden «ser reconocidas como mentos: I.° Una organización o substrato; 2.° El reconocimiento. Pues no se trata
de utilidad pública») a favor de las asociaciones dedicadas a fines asisten- de que se den dos elementos que unidos formen un ser —la persona jurídica—
ciales, cívicos, educativos, culturales, deportivos, sanitarios, de defensa del sino de que al único ser simple que existe, al único elemento —la organización
medio ambiente, de fomento, de la economía social o de la investigación, o substrato— se le concede —reconoce— personalidad. Pensar otra cosa sería
de promoción del voluntariado social, o cualesquiera otros fines que tien- como pensar —pues habría iguales razones que la persona física se compone
de dos elementos: el hombre y el reconocimiento, por el Derecho, de su perso-
dan a promover el interés general (LA., art. citado). nalidad.

§ 45 Después me ocuparé de la organización; ahora voy a examinar el lla-


NACIMIENTO DE LA PERSONA JURIDICA Y LOS LLAMADOS mado reconocimiento.
ELEMENTOS DE LA MISMA, EN GENERAL
2. El llamado reconocimiento y clases del mismo: gegérico y es-
SUMARIO: 1. Nacimiento,-2. El llamado reconocimiento y clases del mismo: genérico pecifico.—En nuestro Derecho, la atribución de personalidad, o reconoci-
y cspecífico.-3. Reconocimiento genérico y sus clases: por libre constitución y miento de las personas físicas tiene lugar por el mero hecho de la existen-
por disposiciones normativas.----4. Reconocimientos admitidos en nuestro Derecho.— cia del ser humano, pero para otorgarlo a las organizaciones, que por él se
5. Personalidad de las entidades regidas por otros Derechos.-6. El sustrato de la convierten en personas jurídicas, caben dos sistemas (lo que no quiere de-
persona jurídica en general.-7. El fin. cir que cada Derecho positivo haya de acogerse a uno sólo, pues puede
adoptar uno para una clase de personas jurídicas, y otro, para otras):
11: Por mucho que una interpretación puramente literal de los artículos 35, 2.°, 36 y 1.665 (inter-
pretación, en todo caso, discutible, por varias razones) parezca abonarlo, Creo que no se puede llegar a 1 Sobre la supuesta necesidad de que transcurran veinticuatro horas desde el nacimiento, para que
la conclusión de que en los ejemplos puestos, en el texto, ya que no hay un fin de ganancia para re- éste atribuya personalidad: Cfr., supra. § 29, ntlin. 2.
partir entre los socios, la persona jurídica es de interés público. 2 La ley 44 de la Compilación navarra habla de que para crear una persona jurídica de tipo fun-
* BADENES, «Las asociaciones de utilidad pública. Alcance de su régimen especifico», en Libro- dación es precisa la voluntad del fundador «de conferir personalidad jurídica a la fundación», lo que es
homenaje a Roca Sastre, II, 1977, págs, 13 y SS. un plus sobre el querer establecer la organización que se funda.

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MANUEL ALBALADE10 § 45 NACIMIENTO DE LA PERSONA JURTDICA

1.0 Que el Derecho establezca que, dándose determinadas circunstan- Se podría entender que se adopta el segundo sistema en el Derecho público
cias, adquiere automáticamente —ipso jure ipsoque facto— personalidad ju- (y en algunos casos de entidades privadas que puedan ser creadas por acto esta-
rídica, la entidad que las reúna. Se puede hablar entonces de reconocimiento tal): por ejemplo, leyes (o decretos o cualquier otra disposición) que la confieren
al B. de E., al I.N.S., a cualquiera de los llamados Organismos autónomos o en-
genérico hecho por EL DERECHO. tidades públicas empresariales 3, a ciertos Montepíos y Mutualidades, etc. (Cfr.
2.° Que el Derecho establezca que para atribuir la personalidad jurí- Cc,, art. 37, principio).
dica se requiere una decisión de los poderes públicos, que la confieran sin- Mas, realmente, en estos casos, la concesión específica de la personalidad
gular y específicamente en cada caso a la entidad de que se trate 3. Se puede tiene lugar, no porque cada una de esas entidades, de haber sido creadas por par-
hablar, entonces, de reconocimiento específico o de concesión —caso por ticulares (en casos en que ello fuera posible), no hubiese adquirido su personali-
caso— del reconocimiento, hecha POR EL ESTADO 4. dad, una vez que hubiese cumplido los requisitos legales preceptivos automática-
mente, sin necesidad de concesión (pues, por el contrario, sí que la habrían adquirido
Este sistema se basa simplemente en el deseo del poder público de controlar automáticamente, salvo que en algún caso especial el Ordenamiento exija necesa-
la adquisición de personalidad jurídica por los entes que no sean hombres. No se riamente la concesión singular, y solamente en tal caso se podría decir que es pre-
basa, como creen algunos, en la razón de que siendo naturalmente personas sólo cisa para dicha adquisición), sino porque para crearlas el Estado ha de hacerlo
el hombre, para hacer personas a otros seres haga falta un acto del Estado (pues mediante ley (o decreto, etc.), en la que, a La vez, se dice conceder personalidad
para elevar a éstos a tal categoría bastaría —sin necesidad de acto específico, para al ente que se crea.
cada caso, del Estado— establecerlo en un precepto general por el Ordenamiento
Jurídico que el propio Estado dicta), ni seebasa tampoco en el propósito de que 3. Reconocimiento genérico y sus clases: por libre constitución y
no haya dudas sobre cuáles son entes de hecho (sin personalidad distinta de la de por disposiciones normativas.—Dentro del reconocimiento genérico, se dis-
sus componentes) y cuáles entes-personas (entre ellos la frontera estaría, desde tinguen dos subclases: La Reconocimiento por libre constitución. 2.° Reco-
luego clara, según hubiese o no acto del Estado atribuyéndoles personalidad; pero nocimiento llamado por disposiciones normativas. Se da éste, cuando la per-
también lo estaría, sin necesidad de aquél, exigiendo, por ejemplo, la inscripción
en un registro, cosa posible dentro del sistema, que se verá, llamado de «dispo-
sonalidad se otorga en el momento en el que, llenando la entidad de que
siciones normativas»; además de que, si el propósito del legislador de un deter- se trate los requisitos determinados en la ley, ello es atestiguado por un
minado Derecho positivo hubiese sido trazar tal frontera, estimando adecuado para acto de autoridad (generalmente mediante la inscripción en un Registro ofi-
ello el procedimiento de concesión de la personalidad por acto del Estado, dicho cial, previo examen por la autoridad de que se trata, de si aquéllos se cum-
Derecho no aceptaría sino sólo ese sistema). plieron). Existe reconocimiento por libre constitución cuando la personali-
La concesión puede verificarse en diversas formas, que varían, no sólo de De- dad se otorga por el simple hecho de constituirse el ente 6, de nacer, como
recho a Derecho, sino incluso dentro de uno mismo, según la importancia, clase, si dijéramos.
etc., de la entidad de que se trate: así, concesión mediante ley, decreto, acto ad-
ministrativo, etc. Como dicen algunas sentencias (véase infra, § 46, núm. 2) refiriéndose cier-
tas de ellas a las asociaciones de la Ley de 1964, «desde el momento en que
En nuestro Derecho privado, la personalidad jurídica se atribuye de la existe concurrencia de voluntades de los promotores se produce una asociación
primera manera. con personalidad jurídica».

Código civil, artículo 35, número 1.0, párrafo 2.0, y Ley de Asociaciones, ar- Conviene que queden bien claras dos cosas:
tículo 3; Código civil, artículo 35, número 2.°, en relación con los 36, 1.667 y Una, que el sistema de atribución de la personalidad por disposiciones
1.668; C. de comercio, artículo 116; Compilación navarra, ley 44; Ley de Anóni- normativas es perfectamente distinto teórica y prácticamente del de atribu-
mas, artículo 7; Ley de Sociedades de Responsabilidad limitada, artículo 11; Ley ción por concesión, pues en éste la personalidad la confiere el acto (con-
de Cooperativas, artículo 7; Ley de fundaciones, artículo 3, 1, etc.
cesivo) del poder público, y, en aquél, la intervención de la autoridad u or-
ganismo no es para conceder nada, sino que es el último hecho que unido
' Entidad la que —como dije— puede ser creada por el poder público y serle reconocida simul-
táneamente la personalidad, en el mismo acto, decreto, ley, etc., que la crea, o puede existir clesde an-
tes; debiendo, naturalmente —aparte de lo anterior— reunir los requisitos que el Ordenamiento jurídico Ver L.O.F.A.G.E., art. 40.
exija para que la personalidad pueda serle otorgada. c' Rigurosamente no es exacta la terminología utilizada, pues lo libre es la adquisición de la per-
4 Al decir Estado englobo a cualquier organismo oficial que según la ley pueda atribuir al ente sonalidad; mientras que —como después veremos— puede no haber sido libre la creación de la orga-
personalidad jurídica, por ejemplo, la Diputación Foral de Navarra (ley 42 de la Compilación navarra). nización, a la que es atribuida libremente la personalidad.

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MANUEL ALBALADEJO § 45 NACIMIENTO DE LA PERSONA JURIDICA

a los demás que la ley requiera, forma con ellos un supuesto de hecho com- Así, Cooperativas, artículo 7 de la Ley de Cooperativas, etc. 7.

plejo, que, realizándose, tiene como efecto automático la atribución de la


personalidad. B) De las personas tipo fundación, todas, ya que la nueva Ley de fun-
Otra, que el sistema de atribución de la personalidad por libre consti- daciones (art. 3) aplicable en eso en España entera (Disposición Final pri-
tución no quiere decir ni que ésta se otorgue a organizaciones de puro he- mera, 1), acaba con el procedimiento anterior que en muchos casos conce-
cho (es decir, que viven al margen o de espaldas al Derecho), ni que en tal día personalidad a las fundaciones por el sistema de libre constitución.
constitución no hayan de haberse cumplido todos los requisitos que la ley
establezca (p. ej.: además de tener un fin lícito, constituirse en escritura pú- 4. Reconocimientos admitidos en nuestro Derecho.—En conclusión,
blica, si es preciso, etc.), sino sólo que la personalidad se atribuye por tal en nuestro Derecho caben los tres sistemas, según las entidades de que se
constitución, sin necesidad de que para obtenerla sea además preciso que trate: como regla, aunque de poco alcance práctico, el de libre constitución,
todo ello, y el cumplimiento de cualesquiera otros requisitos, quede consta- como excepción, de máxima importancia en la práctica, el de disposiciones
tado por acto de autoridad o en forma oficial. normativas, y el de concesión, en casos de creación de la entidad por el Es-
Y, volviendo al hilo de la exposición, después de hechas estas dos acla- tado, que al crearla le otorga personalidad, a ella en concreto, en el acto
raciones, dentro del sistema de reconocimiento genérico, ¿qué subtipo de él (ley, decreto, etc.) creador.
adopta nuestro Derecho privado? Creo que, como regla, el de libre consti-
De cualquier modo, hay que decir que los tres sistemas de reconocimiento,
tución, aunque con tantas excepciones y Jan amplias, en las que se acoge el que parece tener más riesgo de que dé lugar a personas jurídicas ocultas, ig-
el de disposiciones normativas, que éste en la práctica tiene muchísima más noradas o desconocidas, el sistema de libre constitución (puesto que los otros dos,
importancia que el otro. el de concesión y »el de disposiciones normativas, en uno la persona la crean los
propios poderes públicos, y en el otro la persona sólo existe a partir de su ins-
No acogiendo la ley (como no la acoge) una regla general distinta para el cripción en un Registro público), realmente no tiene tanto, por dos razones: una,
otorgamiento de personalidad, no cabe duda de que la regla es la de otorgamiento para el caso de las sociedades civiles, en el que si bien ni siquiera existe Regis-
por libre constitución, ya que puesto que partimos de la base de que la persona- tro, si la sociedad se mantiene oculta, no se le concede personalidad (por lo que
lidad se otorga y de que no se exijan otros requisitos para otorgarla, es que el se juzgará como una simple comunidad de bienes, C.c., art. 1.669), así que en el
otorgamiento tiene lugar, sin necesidad de ellos, por el solo hecho de estar cons- supuesto no hay persona jurídica que no aparezca; otra razón para el caso de las
tituido el ente de que se trate. asociaciones que no son sociedades, en el que, por un lado, con independencia
de que existan desde que se constituyeron, se les suele imponer la obligación de
En efecto: inscribirse en algún Registro, y, por otro lado, ya se comprende qué escasas ac-
1.0 En cuanto al sistema de libre constitución, se adopta para las per- tividades legales puede desarrollar una entidad que en ningún sitio conste oficial-
sonas jurídicas de tipo asociación civil, bien sean sociedades (que tengan mente que exista.
personalidad, porque no todas la tienen) civiles (C.c., art. 35, núm. 2.°, en
relación con los 36, 1.667 y 1.669), bien sean asociaciones (que no sean 5. Personalidad de las entidades regidas por otros Derechos.—Ade-
sociedades) civiles (ver Constitución, art. 22, y las sentencias [dos] de 3 ju- más de atribuir nuestro Derecho positivo la personalidad jurídica según los
lio 1979, 21 abril 1982, 2 noviembre 1987 y 7 marzo y 22 julio 1989, to- criterios que acoge, acepta, también, que la tengan (abstracción hecha de la
das contencioso-administrativas). forma de atribución) los entes que, regidos por otro Derecho, la disfruten
2.° En cuanto al sistema de disposiciones normativas, se adopta en conforme a éste (así, Derechos extranjeros, Derecho canónico, aunque, a ve-
otros caso. De ellos los que más importan al Derecho privado son: ces, se exija que se inscriban en algún Registro español: Cfr. C.c., arts. 9,
A) De las personas tipo asociación, el de las sociedades mercantiles, núm. 11, y 28, Acuerdos con la Santa Sede, Asuntos jurídicos, art. I, Ley
que adquieren la personalidad por inscripción en el Registro mercantil (C.com ., de Libertad Religiosa de 5 julio 1980, artículo 5).
arts. 19, 24, 116, 119; L.A., art. 7; Ley de Sociedades de responsabilidad
limitada, art. 11); pero igual ocurre en otros muchos supuestos —tinos de 6. El sustrato de la persona jurídica en general.----Segün lo dicho, la
entidades privadas y otros de públicas— en los que, previo el cumplimiento personalidad jurídica se reconoce a ciertas organizaciones o entidades que son
de los requisitos establecidos, la inscripción en el Registro que corresponde,
determina la adquisición de personalidad por el ente de que se trate. 7 Supra, § 44, núm. 3.

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MANUEL ALBALADEJO § 46 LAS ASOCIACIONES EN PARTICULAR

el sustrato o ser al que se confiere aquélla. Tales organizaciones son -como que se trate de fines perpetuos, ni aun de cierta permanencia; pudiendo con-
se vio- de dos tipos: asociaciones y fundaciones. Ambas distintas en su es- sistir en algo cuyo proceso de consecución no sea ni siquiera largo. Ahora
tructura interna; siendo también diferentes los actos por los que se crean y bien, sin duda no debe tratarse de un objetivo tan fugaz que vaya contra el
las reglas que regulan su funcionamiento. mínimum de estabilidad que, por pura lógica, presupone la creación del ser
Por todo ello, conviene estudiar por separado estos puntos respectivos jurídico que es la persona.
de cada una. Previamente trataré en conjunto del fin, ya que en cuanto a Reuniendo los caracteres antedichos, el fin puede ser de cualquier ín-
éste sí es útil hacer unas consideraciones comunes a asociaciones y funda- dole: cultural, religioso, artístico, científico, de lucro, etc. Y puede ser, tam-
ciones. bién, uno o plural.
Las fundaciones requieren, como después se verá, un fin de interés pú-
7. El fin. E1 fin perseguido por la persona jurídica ha de ser posi-
- blico («fines de interés general», art. 34 de la Constitución).
bl, lícito y determinado.
La posibilidad la requiere el simple sentido común. La licitud (aparte El fin es importante a diversos efectos, que ya se han señalado o que se in-
de implicarla la propia ley, ya que no es aceptable que otorgue personali- dicarán: así, para determinar ciertas reglas especiales a que queda sometida la per-
sona o la formación de su sustrato (p. ej., caer o no en el ámbito de la L.A.).
dad a seres para ir contra lo que ella rechace) y la determinación las exi-
gen generalmente (o se deducen de) las diversas disposiciones reguladoras
de los distintos tipos de persona jurídica. Así, Código civil, artículos 1.666 § 46
y 1.670, y ley de Asociaciones, cuyo Aculo 1, apartado 1, establece ex- LAS ASOCIACIONES EN PARTICULAR*
presamente que ha de tratarse de fines «lícitos y determinados». Ultima-
mente los artículos 22, 2 y 5, y 34, 2, de la Constitución. SUMARIO: 1. Concepto.-2. Acto constitutivo.-3. Reglas de funcionamiento.-4. Plu-
ralidad de miembros.-5. Patrimonio.-6. Disposiciones reguladoras de las diver-
Caracteres, cuya existencia queda asegurada en los casos en que la persona- sas clases de asociaciones.
lidad no se adquiere sino previa una intervención del poder público.
Entonces, a falta de ellos, no es posible llenar los trámites previos a la atri- 1. Concepto. De la unión organizada de una pluralidad de personas
-

bución de la personalidad. resulta un organismo social independiente de sus componentes (asociados,


Si se trata de personas jurídicas que se constituyen libremente, la falta de los
mismos -p. ej., es ilícito el fin perseguido-, creo que es obstáculo para la ad-
miembros), al que se denomina asociación.
quisición de la personalidad (pues, como sabemos, la libertad de constitución no
significa que el sustrato al que la personalidad se otorga no tenga que reunir los * ALBIEZ DOHRMAN, «Las agrupaciones societarias y no societarias de profesionales liberales»,
requisitos debidos). Estudios Lacruz, t. I, Barcelona, 1992, pág. 11; ALTMANN, Handbuch des deutschen Vereinrechts, 1905;
En cualquier caso, si llega a crearse una situación de aparente existencia de BADENES GASSET, «Las asociaciones de utilidad pública». Homenaje a Roca Sastre, II, Madrid, 1976,
persona jurídica, a ciertos efectos (p. ej., para evitar perjuicios a terceros), proce- pág. 13; BUISSERET, Traité des associations satis but lucratifi, 1960; BÜLOW, Das Vereinsrecht des
B.G.B., 1902; CAPILLA RONCERO, en núm. 9, 1985, pág. 2919; CARPIO, «El patrimonio
derá aplicar las reglas que regirían si existiese verdaderamente. Mas, una vez com- de la asociación y los derechos de los asociados», en R.C.D.I., 1972, págs. 767 y ss.; CLARET, Las
probada la falta del requisito (p. ej., se constata que es ilícito el fin perseguido), asociaciones, su régimen jurídico, 1941; CRISAFULLI, «Associazioni», en N.D.I., 1, 1937, págs. 1.035
no sólo se pone de relieve la inexistencia de personalidad, sino que procede la y as., y allí bibliografía; FERNANDEZ FARRERES, Asociaciones y Constitución, 1987; KINT, Les as-
disclusión de la organización (sustrato de que se trate). sociations sans but lucratffl, 1974; LASARTE, «Notas sobre el derecho de asociación y la regulación
jurídica de las asociaciones», en La Ley, 1984/1, págs. 135 y ss.; LOPEZ NIETO, Manual de aso-
ciaciones. Doctrina, legislación, jurisprudencia y formularios, 3. ed., 1992; LOPEZ NIETO Y MALLO,
«Se entiende determinados los fines de la asociación cuando no exista «La normativa de las asociaciones sometidas a regímenes especiales», en D.J., 1979, págs. 353 y as.;
duda respecto a las actividades que, efectivamente, se propone desarrollar, Las asociaciones y su normativa legal, 1980; y Manual de asociaciones. Doctrina, legislación, juris-
prudencia, formularios', 1988; LOPEZ SANTOS, «La defensa de los intereses generales de los consu-
según se deduzca de los estatutos y de las cláusulas del acta fundacional». midores y el artículo 18 del R.D. 825/1990, de 22 de junio, sobre el derecho de representación, con-
Como fines ilícitos hay que entender los sancionados por las leyes penales, sulta y participación de los consumidores y usuarios a través de sus asociaciones», Estudios sobre Consumo,
es decir, son lícitos los que no estén tipificados como delitos (Constitución núm. 22, 1991, pág. 31; LLUIS Y NAVAS, Derecho de asociaciones, /967; MARIN LOPEZ, en C.C.J.C.,
art. 22.2 y véase C.p., art. 515). núm. 22, 1990, pág. 123, Sri C.C.J.C., núm. 28, 1992, pág. 285, en C.C.J.C., núm. 33, 1993, págs. 781
y 887, y en C.C.J.C., núm. 35, 1994, pág. 769; PAEZ, «Tratado de las asociaciones civiles», Bs. As.,
Aunque en la práctica preponderan las personas jurídicas que se cons- 1964; PANTALEON PRIETO, «Asociación y sociedad (a propósito de una errata del C.c.)», A.D.C.,
tituyen para la consecución de fines duraderos, sin embargo, no es preciso 1993-1, pág. 5; PELLISE, «Asociación», en N.E.J., HL 1951, págs. 61 y ss.; PICHAT, Le contrat d'as.

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MANUEL ALBALADEIO § 46 LAS ASOCIACIONES EN PARTICULAR

Que algunas personas jurídicas (de Derecho público) de tipo asociación ten- pública, si se aportaren a ella bienes inmuebles. Pero la verdad es que, según la
gan, además, como elemento constitutivo el territorio, es cosa en la que no entro, opinión más extendida en doctrina y en jurisprudencia, ese precepto no establece
por caer fuera del campo del Derecho civil. una forma ad soleinnitatein, sino sólo una forma a los efectos del artículo 1.280,
que más adelante 4 estudiaré.
2. Acto constitutivo.—E1 acto constitutivo del que surge el organismo
social independiente (aunque aún no adquiera personalidad) puede proceder Salvo que se trate de asociaciones sometidas a leyes especiales 5 o que
del Estado (ley, decreto, acto administrativo, por los que se crea y nor- se constituyan según el Derecho canónico o que sean sociedades civiles o
malmente se reconoce a la vez personalidad— al ente) o de los particula-

mercantiles, la constitución deberá seguir los trámites que marca la Ley de
res, que, a su vez, han podido celebrarlo libremente o porque mediante una Asociaciones, artículos 3 y 2 6, en lo no derogados por el artículo 22 de la
disposición, que no cree al ente, ella misma, el poder público les obliga a Constitución.
asociarse (entonces el acto constitutivo es un acto debido) 1. El derecho de asociación es de los protegidos por la Ley de 26 diciembre
El acto constitutivo consiste en la declaración de las personas que par- 1978, de protección jurisdiccional de los derechos fundamentales. Sobre el alcance
ticipan en él de unirse en asociación para perseguir el fin de que se trate 2, de este derecho, en lo que respecta a la facultad de expulsión de los asociados y
a tenor de las reglas que se fijan en él o que se determinan después a base al control jurisdiccional de los acuerdos asociativos, puede verse la, sentencia del
de las directrices cardinales que en tal acto se marquen. Tribunal Constitucional de 22 noviembre 1988. El artículo 22 de la Constitución
Si la asociación la crea el Estado, el acto constitutivo lo es la disposi- atribuye a los Tribunales la exclusiva competencia para disolver o suspender las
ción creadora. actividades de la asociación, en virtud de resolución motivada, sin que la Admi-
nistración pueda arrogarse esta competencia (sentencia, Sala 4.a, de 3 marzo 1979).
En aquel caso puede ser: bien un acto conjunto, en el que se da una suma A su vez, la normii referida sólo establece el mecanismo de la inscripción en un
de voluntades paralelas, encaminadas al mismo fin y tendentes a satisfacer un in- Registro, a los exclusivos efectos de publicidad.
terés común (se funda, p. ej., una asociación cultural, que no persigue lucro para Según la Ley de Asociaciones, art. 3, los trámites de constitución son:
los que la integran); bien un contrato, en el que los que lo celebran, aunque per- «1. La libertad de asociación se ejercitará jurídicamente mediante acta en
sigan unirse —objetivo común—, actúan también como partes, es decir, no para- que conste cl propósito de varias personas naturales que, con capacidad de obrar,
lelamente, sino unos frente a otros, tendiendo principalmente a proteger cada uno acuerden voluntariamente servir un fin determinado y lícito según sus estatutos.
sus particulares intereses en el futuro desenvolvimiento del ente que se constituye 2. Los estatutos, además de las condiciones lícitas que establezcan, deberán
(se otorga, p. ej., un contrato de sociedad, cada uno con la mira puesta en obte- regular los siguientes extremos:
ner la mayor participación posible en las ganancias que se prevén). 1.0 Denominación, que no podrá ser idéntica a las otras asociaciones ya re-
El acto constitutivo, en principio, no requiere forma solemne. gistradas, ni tan semejante que pueda inducir a confusiones.
Frecuentemente es necesaria porque la exigen las disposiciones especiales apli- 2.° Fines determinados que se propone.
cables a la asociación de que se trate (p. ej., las sociedades anónimas han de cons-
tituirse en escritura pública: L.A., art. 7; cfr., también, C.com ., art. 119). También ' Véase t. 11, Contrato de Sociedad. Forma.
la forma solemne podría ser requerida por razón de los bienes que a la asociación 4 § 99, núm. 6.
se aportan por los asociados; y tal caso podría ser el del artículo 1.667 del Có- Por ejemplo, una cooperativa o un club o federación deportiva, etc.
digo civil, que determina que la sociedad civil habrá de constituirse en escritura 6 Dispone ésta en ese artículo 2: «Quedan excluidas del ámbito de aplicación de esta ley las en-
tidades que se rijan por las disposiciones relativas al contrato de sociedad, según se define en las le-
yes, y se constituyan con arreglo al Derecho civil o mercantil, así como, sin perjuicio de lo que en cada
sociation, 1910; SANCHEZ DE FRUTOS, «La asociación. Su régimen jurídico en el Derecho español», caso establezca la presente ley, las asociaciones siguientes:
en R.C.D.I., 1965, págs. 883 y si.; SAUTER, Der eingetragene Vereln, 1965; SERRERA, «Algunas du- 1. Las Asociaciones constituidas según el Derecho canónico a que se refiere el artículo 4.° del
das sobre la legislación de asociaciones», en R.C.D.I., 1971, págs. 9 y ss.; VARIOS AUTORES, Les Concordato vigente y las de la Acción Católica española, en cuanto desarrollen fines de apostolado re-
asociations et fondations en Europe, Lyon, 1990.
ligioso, manteniéndose, por lo que se refiere a actividades de otro género, de acuerdo con el artículo
Además de la bibliografía citada en Sección Tercera, La persona jurídica*. 34 de dicho texto concordado, en el ámbito de esta ley (esto hay que referirlo hoy a lo establecido en
' Infra, § 76, Actos libres y debidos. La asociación forzosa es más propia del Derecho público. los Acuerdos con la Santa Sede).
= En la práctica basta con que aparezca como querida la creación de una entidad autónoma, por- 2. Las que se constituyan conforme a lo previsto en el párrafo segundo del artículo 16 del Fuero
de los Españoles, las reguladas por la legislación sindical y las restantes sujetas al régimen jurídico del
que se suelen querer tal cual la realidad las ofrece, es decir, con personalidad jurídica propia taunque
los interesados ignoren la verdadera naturaleza jurídica de la cuestión). Pero como quiera que el Orde- Movimiento (hoy, extremo éste no vigentel.
namiento no atribuye a fortiori la personalidad jurídica, los interesados pueden excluir (expresa o táci- 3. Las de funcionarios, civiles y militares, y las del personal civil empleado en los establecimien-
tamente) que la organización que crean adquiera personalidad, aun siendo de aquellas que normalmente tos de las Fuerzas Armadas, se regirán en su caso, por sus leyes especiales.
la tienen. Entonces dan vida a una entidad de hecho (cfr., infra, § 50). 4. Cualesquiera otras Asociaciones reguladas por Leyes especiales.»

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3.° Domicilio principal y, en su caso, otros locales de la asociación. Pero hoy, a partir de la Constitución, artículo 22, debe de entenderse, y así
4.° Ambito territorial de acción previsto para la actividad. lo ha hecho el Tribunal Supremo en varias sentencias contencioso-administrativas,
5Y Organos directivos y forma de administración. de 3 julio 1979 (dos), 21 abril 1982, 2 noviembre 1987 y 7 marzo y 22 julio
6.0 Procedimiento de admisión y pérdida de la cualidad de socio. 1989, que no hay control previo de los poderes públicos para el nacimiento de
7.° Derechos y deberes de los mismos. las asociaciones, de manera que actualmente rige para ellas el sistema de reco-
8.° Patrimonio fundacional, recursos económicos previstos y límites del pre- nocimiento por libre constitución.
supuesto anual.
9.° Aplicación que haya de darse al patrimonio social en caso de disolución. Por último, hay que señalar que tampoco la registración de aquélla es
4. Cuando el patrimonio de la asociación no sea superior a la cantidad de requisito para que la personalidad se le otorgue, puesto que, como se des-
un millón de pesetas y el límite inicial de su presupuesto anual a la de cien mil prende de la ley, artículo 5, número 3, y especialmente en su final, y del
pesetas y la actividad social previstas no rebase los límites provinciales, corres- Decreto de 22 mayo 1965, artículo 9, tal registración es posterior a la vá-
ponderá al Gobernador (hoy delegado o subdelegado del Gobierno), previo los in- lida constitución de la misma. Y ahora la Constitución señala en su artículo
formes que según la índole de la asociación sean preceptivos en cada caso, dic- 22, 3, que: «Las asociaciones constituidas al amparo de este artículo debe-
tar por escrito resolución motivada decidiendo acerca de la licitud y determinación rán inscribirse en un registro a los solos efectos de publicidad.»
de los fines a que se refiere el párrafo uno de este artículo, visando los estatutos
o, en su caso, recabando las rectificaciones que fueran precisas con arreglo a las Una vez constituida la asociación, aunque no haya una regla general
disposiciones previstas en el párrafo dos del presente artículo. Los Gobernadores que obligue a inscribirla en un Registro al efecto, la realidad es que la ma-
civiles, no obstante, cuando se susciten duelas acerca de los extremos arriba men- yor parte de ellas deben ser registradas porque así lo mandan para los di-
cionados, o atendidas la naturaleza y características de las asociaciones, elevarán versos casos las disposiciones especiales relativas a sus diferentes clases.
el expediente al Ministro de la Gobernación, en la forma y a los efectos preve-
nidos en el párrafo siguiente. Ahora bien, no hay un Registro único, sino diversos Registros llevados en los
5. Dentro del plazo de treinta días, el Gobernador elevará al Ministerio de la centros a los que, por razón del tipo de asociación de que se trate, ha parecido al
Gobernación (hoy Interior), convenientemente informado, el expediente relativo a legislador adscribirlos. Para las sociedades mercantiles, el mercantil, que se lleva en
la calificación de los fines de las asociaciones cuando el patrimonio rebase la ci- las capitales de provincia, y en las Plazas de Ceuta y Melilla por Registradores mer-
fra de un millón de pesetas o el límite presupuestario inicial sea superior a las cantiles (R.R.M., arts. 13 y 16); para las Cooperativas, el especial que se lleva en el
cien rnil pesetas anuales, o cuando las actividades sociales previstas rebasen el Ministerio de Trabajo (Ley Cooperativas, art. 110); para las civiles que no persigan
ámbito provincial. Previos los informes que según la índole de la asociación sean fin de lucro, el especial que se lleva en la Subdelegación del Gobierno en cada pro-
preceptivos en cada caso, corresponderá al Ministro de la Gobernación dictar por vincia y el general que se lleva en el Ministerio del Interior (LA., art. 5), etc.
sí o someter al Consejo de Ministros la pertinente resolución acerca de la licitud A efectos de tomar razón en este último, dispone el artículo S.°, número 3,
y determinación de los fines de la asociación, y, en su caso, visar igualmente los de la Ley de Asociaciones; «La inscripción en los Registros nacional y provin-
estatutos. Igual facultad corresponderá al Ministro de la Gobernación con ocasión ciales se verificará, respecto de las asociaciones sometidas al ámbito de aplica-
de los recursos de alzada interpuestos contra los actos y resoluciones de los Go- ción de esta ley, de oficio y dentro del plazo de un mes, a contar desde la fecha
bernadores civiles. de las resoluciones a que se refieren los párrafos cuarto y quinto del artículo 3.°,
6. Cuando la asociación cumpla los requisitos que se establecen en los pá- y en los casos de asociaciones excluidas por comunicación de la autoridad com-
rrafos anteriores y sus fines no puedan considerarse como ilícitos o indetermina- petente, dentro del mismo plazo a contar desde que las asociaciones quedaron vá-
dos con arreglo a lo dispuesto en el artículo primero, párrafos segundo y tercero, lidamente constituidas.
de la presente ley, la autoridad gubernativa no podrá denegar el reconocimiento Tanto los Registros provinciales como el Registro nacional de asociaciones
de la asociación.» serán Públicos» 7,
Sobre esa regulación hay que señalar que no adscribía las asociaciones de que No hay régimen registra! para las asociaciones civiles (llamadas sociedades)
se trata al régimen de otorgamiento de la personalidad jurídica por concesión, sino que se proponen un fin de lucro.
al de disposiciones normativas, porque realmente la resolución de que hablan los
números 4 y 5 del artículo 3, no concedía la personalidad (a pesar de la termi- Cuando se adquiere la personalidad jurídica por el sistema de libre cons-
nología que usa el núm. 6, in fine, cuando habla de que si cumplen los requisi- titución, desde que tiene lugar el acto constitutivo existe la nueva persona;
tos debidos, la autoridad gubernativa no podrá denegar el reconocimiento a la aso-
ciación), sino que simplemente establecía que los fines que la entidad perseguía
eran lícitos y determinados, por lo cual cumplían ese requisito exigido por la ley. Sobre el valor de la registración, véase lo dicho, supra, § 45, núm. 3, y, especialmente, nota 7,
Atestiguado ello, la personalidad la adquiría la asociación automáticamente. y lo que se dice en el texto del presente núm. V, el artículo 22, 3 de la Constitución.

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cuando se adquiere por el sistema de disposiciones normativas o de conce- la persona jurídica, para aquéllas no hay otras que las de la Ley de Asociaciones,
sión, el acto constitutivo da lugar sólo a la existencia de un ente de hecho, que sólo se refiere, no al aspecto civil, sino al político-administrativo.
que pasa a ser persona mediante el acto por el que se atestigüe haber cum-
plido los requisitos legales o mediante la concesión. 4. Pluralidad de miembros.—Se requiere, según lo dicho, una plu-
ralidad de personas.
3. Reglas de funcionamiento.—Distinto del acto constitutivo es el con-
junto de reglas por las que se regirá la vida de la asociación, reglas que se Cfr., por ejemplo, Código civil, artículo 1.655; C. de comercio, artículo 116,
contienen bien en la disposición estatal que la crea, bien en los denomina- que hablan de «dos o más personas»; Ley de asociaciones, artículo 3, número 1,
dos estatutos o en el propio contrato de que la asociación nace 8. que habla de «varias personas naturales», etc.
La pluralidad puede ser de personas físicas o jurídicas, pues pueden reunirse,
no sólo aquellas, sino éstas. Por ejemplo, una federación de clubs deportivos o
A veces, normas especiales relativas a determinadas clases de personas jurí- una agrupación de sociedades mercantiles o de Colegios profesionales (de aboga-
dicas exigen el establecimiento de dichas reglas y que prevean determinados pun-
tos en particular 9. Las mismas adquieren vigor al constituirse la asociación, y dos, médicos, etc.).
Si anteriormente he hablado siempre para la hipótesis de que los miembros
aquello que, por la razón que sea, no aparezca previsto en ellas, de una u otra de las asociaciones fuesen personas físicas, ha sido para evitar confusiones.
forma (y siempre que esa falta no suponga invalidez en la constitución), se regirá
por las normas legales adecuadas (p. ej.: si no se ha fijado un domicilio para la
asociación, se entenderá que lo tiene en el lugar en que se halle establecida su
No cabiendo asociación con un solo miembro o sin ninguno. En tales
representación legal o donde se ejerzan las wlases las principales funciones de su casos no llega a nacer (si la falta era inicial) o se extingue (si la reducción
instituto [C.c., art. 411) que después indicaré las que son. del número sobreviene después).
Lo anterior es; sin duda, esencial, desde un punto de vista puramente
En tales reglas se suele establecer, con más o menos detalles, lo rela- lógico y, por lo menos, normal en la realidad. Pero, por razones de utili-
tivo a extremos como los siguientes: 1.0, la forma de actuar para conseguir dad práctica (que básicamente consisten en librar de responsabilidad por las
el fin; 2.°, los actos a que la asociación se dedicará normalmente; 3.°, los deudas sociales a los bienes del socio único que éste no aportó a la socie-
órganos sociales (así, asamblea de miembros, junta directiva, presidente) de- dad), en ciertos casos hay que admitir que el Derecho positivo tolere la exis-
liberantes y ejecutivos, de formación de la voluntad social y de exteriori- tencia y personalidad del ente, a pesar de no haber pluralidad de miembros
zación de la misma frente a terceros, así como su competencia y atribucio- o inicial o sobrevenida 10: por ejemplo, sociedad anónima o de responsabi-
nes; 4,°, los derechos y deberes de los miembros, y el régimen de ingreso lidad limitada que se constituyen o que se quedan después con un solo so-
y salida (renuncia, expulsión, etcétera); 5.°, el domicilio de la entidad; 6.°, cio (véase L.S.A., arts. 14, 34, 1, d, y 311, L.S.R.L., arts. 125 ss.).
el patrimonio de la misma, su administración y empleo, y su destino en caso
de disolución; 7.°, las causas de ésta, etc. Y también sentencias de 30 septiembre 1955, 3 octubre 1955, 19 noviembre
1955 y 21 diciembre 1965, algunas de las cuales ya decían que igualmente podía
subsistir con un solo socio la sociedad de responsabilidad limitada. Véanse, asi-
De cualquier manera, no cabe aquí examinar todas estas cuestiones para los mismo, las Resoluciones de 11 abril 1945 y 22 noviembre 1957, 7 julio 1980 y
diversos tipos de asociaciones posibles. Hacerlo, además, me llevaría, las más de 21 junio 1990, la primera y la última de las cuales se ocupan detenidamente de
las veces, más allá del campo del Derecho civil (piénsese en las asociaciones pú-
blicas, en las asociaciones mercantiles, y en que otras como Cooperativas, Mu- la justificación de la entidad con un solo socio.
tualidades, Montepíos, etc., son objeto de estudio fuera de nuestra disciplina). Den-
tro de ésta, por razón de unidad de materia, dejo para examinar juntamente con Ciertas clases de asociaciones sólo se justifican o son de utilidad cuando
el contrato de sociedad la regulación de la vida de las sociedades, y en cuanto a se reúne una cantidad de asociados especialmente numerosa. Por eso en de-
las demás asociaciones, no son objeto de regulación civil general que se refiera,
en principio, a todas ellas, porque, aparte de las normas que el Código dicta para c' Sobre el terna, BOTANA, .La sociedad de responsabilidad limitada de socio único en los De-
rechos comunitario y español», en Cuadernos de Derecho y comercio, 8, dic. 1990, págs. 31 y as.; BO-
TER, «Anónimas unipersonales», en R.D.P., 1947, págs. 33 y as.; GARC1A ALVAREZ, La 0.1., per-
sona jurídica mercantil de fisonomía unipersonal, 1944; GRISOLI, Le societa con un solo socio, 1971
«Estatutos» los denomina la Ley de Asociaciones.
8
(hay trad_ esp. de González Iborra, 1976); JORDANO, «La sociedad de un solo socio», en R.P.M.,
Por ejemplo, el artículo 3.°, núm. 2, de la Ley de Asociaciones exige que se precisen los extre- 1964, núm. 91, enero-marzo, págs. 7 y ss.; PALA MEDIANO, «Sociedades unipersonales», Conferen-
mos que he expuesto en el texto del número anterior.
cia reseñada en R.G.L.J., 1947, págs. 507 y SS.

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terminados casos la ley exige una cifra mínima superior a dos "; por ejem- y si no lo es 16, las escasas disposiciones del Código civil relativas a la persona
plo, tres para la constitución de una Sociedad Cooperativa 12, jurídica en general, y las disposiciones de la Ley de Asociaciones, y del De-
creto de 20 mayo 1965 y, en su defecto, las demás fuentes normativas esta-
Dentro de las asociaciones, las hay de las que no resultan afectadas por el blecidas en el artículo 1 del mismo (costumbre y principios generales 17).
cambio de miembros (así, una sociedad deportiva en la que pueden darse de baja Ahora bien, las disposiciones que parecería que regulan en general a
socios antiguos, o de alta nuevos), pero existen también otras, creadas intuita per- las asociaciones —L.A• de 24 diciembre 1964 y Decreto de 20 mayo 1965—
sonae, en las que el cambio no es posible, y hasta se extinguen por muerte de al- básicamente sólo contemplan —como ya dije— el aspecto puramente no ci-
guno de ellos (e incluso por otras circunstancias acaecidas a los mismos: así, in- vil del ejercicio del llamado derecho o libertad de asociación y las rela-
capacitación, insolvencia) (cfr. C.c., art. 1.700). ciones entre la asociación y el poder público, pero no la detallada regula-
ción interna de la misma y de sus relaciones con terceros 18.
5. Patrimonio.—Normalmente la asociación tiene un patrimonio; pero
no es siempre imprescindible que exista éste, pues no es, él, un elemento Además, en cuanto a este aspecto del control (tanto anterior al nacimiento, como
componente de aquélla, sino un conjunto de derechos (y obligaciones) del durante la vida de la organización) estatal sobre las asociaciones, todas ellas, sean de
que la misma es titular. Sin embargo, el Derecho para evitar que se creen interés público o privado —salvo, como se vio, las que se rijan por leyes especiales,
o subsistan asociaciones inútiles requiere, en principio, la existencia de un o sean sociedades civiles o mercantiles o sean católicas de las que contempla el art. 2
patrimonio 13 inicial o al menos que se asegure la manera de llegar a te- de la Ley 19—, están sometidas a la Ley de Asociaciones y Decreto de 20 mayo 1965.
nerlo, en forma suficiente para atender a la necesidades sociales, y cuando
se pierde (a veces, incluso, parcialmente) establece la extinción de la per- De todos modos, la repetida Ley de Asociaciones y el Decreto de 20 mayo
sona 14; mas no si la falta de medios, a tenor de las circunstancias, debe 1965 establecen algunas disposiciones civiles relativas a la regulación de la
juzgarse como transitoria y no afecta de modo decisivo el papel que la aso- asociación. Así las siguientes: que el órgano supremo de la asociación es la
ciación desempeña 15. asamblea de los asociados (Ley, art. 6, núm. 2), que salvo lo dispuesto en los
estatutos, queda válidamente constituida en primera convocatoria si concurre
6. Disposiciones reguladoras de las diversas clases de asociaciones.— la mayoría (presente o representada) de aquéllos, y en segunda, cualquiera que
Dije que el fin que la asociación persigue puede ser de cualquier índole, con sea el número de concurrentes (Decreto, art. 10, núm. 4), que los acuerdos se
tal de que sea lícito. Ahora bien, la diversidad de fines suele dar lugar a di- adoptarán por mayoría (Ley, art.6, núm. 2), que la asamblea general deberá
versidad de tipos de asociación, que requieren diferente regulación jurídica; ra- convocarse en sesión ordinaria una vez al año para aprobación de cuentas y
zón por la que no son iguales las normas aplicables a todas. En el caso de que presupuestos (Ley, art. 6, núm. 2), que, sin perjuicio de lo dicho sobre la asam-
haya disposiciones reguladoras de una asociación singular, se aplican ellas; y blea general, la asociación estará regida por una junta directiva (Ley, art. 6,
si no, las normas especiales (así, Leyes de Cooperación, de Anónimas, de So-
ciedades de responsabilidad limitada, de Montepíos y Mutualidades de previ-
Salvo que se trate de asociaciones católicas, a que se refiere el artículo 2 de la Ley de Aso-
sión, etc.), válidas para cada una determinada clase de asociaciones. A falta de ciaciones, en cuyo caso se rigen por el Derecho canónico, y el Estado se limita a aceptar su persona-
unas y otras, si la asociación es una sociedad se aplicarán las disposiciones le- lidad y la regulación que aquél establezca en orden a la misma (aunque, a veces, exija que se inscri-
gales relativas al contrato de sociedad (bien civil, bien mercantil) (C.c., art. 36), ban en algún Registro español): Código civil, artículo 38; Ley de Asociaciones, artículo 2; Acuerdos
con la Santa Sede, Asuntos•jurídicos, artículo I, Ley de libertad religiosa de 5 julio 1980, artículo 5.
Inducibles principalmente de lo establecido en otras leyes relativas a tipos especiales de aso-
" Otras veces ocurre que se establece una cifra máxima tope. Así, el limitado número de acadé- ciaciones, de lo dicho en el Código civil para las sociedades y de las normas que en el mismo regulan
micos en una Academia científica (de la Historia, de la Lengua, etc.), o la cifra de cincuenta socios, la comunidad de bienes.
número del que antes no podía exceder el de componentes, de una sociedad de responsabilidad limitada 1g Realmente, los susodicho Ley y Decreto, como he dicho, exigen el cumplimiento de ciertos trá-
(antigua Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada, art. 1). mites, aunque no vaya a tener personalidad jurídica. Y, por otro lado, por razón de no proponerse un
32 Así lo establece, en principio, el artículo 8 de la Ley de Cooperativas; y dos, si se trata de co- objetivo jurídico-privado, omiten casi toda la regulación civil de la entidad. Sería, pues, equivocada la
operativas de segundo grado (en que los socios son cooperativas). creencia de que la Ley de Asociaciones (y el Decreto de 20 mayo 1965) contienen toda la regulación
13 Cfr., por ejemplo, Código civil, artículo 1.665; Código de comercio, artículo 116; Ley de'Aso- civil de las llamadas asociaciones en sentido estricto, y el Código la de un subtipo de asociaciones lla-
ciaciones, artículo 3, núm. 2, apartado 8f; Ley de Anónimas, artículo 8, etc. mado sociedad (las sociedades civiles).
14 Cfr., por ejemplo, Código civil, artículo 1.700, 2f; Código de comercio, artículo 221; Ley de Aquéllas, porque el legislador ha entendido que ya están sometidas al control que fije la ley es-
Anónimas, artículo 260, 4.°, etc. pecial de que se trate, o que no ofrecen el peligro para cuya evitación se implanta la regulación del de-
15 Cfr., Código civil, artículo 39. recho de asociación; éstas, porque ha entendido que invadiría la esfera del Derecho canónico.

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MANUEL ALBALADEJO § 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

núm. 3), que el presidente de la asociación ostentará la representación de ésta Aquí me ocupo sólo de las fundaciones de Derecho privado, que son las lla-
(Decreto, art. 10, núm. 2), que para enajenar bienes, nombrar juntas directivas madas por antonomasia fundaciones. En Derecho público también hay organismos
que no tienen como sustrato o base una agrupación o comunidad de personas, sino
y otros cargos, etc., hará falta (salvo que otra cosa dispongan los estatutos) el que análogamente a las fundaciones privadas, son cuerpos ideales a los que es-
voto favorable de dos tercios de los socios constituidos en asamblea extraor-
dinaria (Decreto, art. 10, núm. 3), y que la modificación de estatutos debe de
aprobarse en ésta (Ley, art. 6, núm. 4, Decreto, art. 1, núm. 2). untes», en R. de Educación, 1952, número marzo-abril, págs, 53 y ss.; GARCÍA DE ENTERRIA, «Cons-
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«La acción administrativa sobre la beneficencia privada, y en especial sobre las fundaciones de este carác-
ter», en C.L.N., Secc. 3.. IV, 1963, págs. 341 y ss.; GAUDEMET, «Les fondation en Occident au Bas Etn-
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.

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turales privadas», en R.A.P., 1973, págs. 377 y ss.; GONZÁLEZ MORENO, Naturaleza y régimen jurídico
de las Cajas de Ahorro, Madrid, 1983; GORDELER, «La fondazione guate forma giuridica dell'impresa ceo-
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Legislación especial reguladora de las diferentes clases de nornica». en Nuova R. de D. Comm., 1950, 111, págs. 5 y ss. y 142 y ss.; DE GRACIA, «De las fundacio-
fundación.-3. Cuál sea el ser social o sustrato al que se otorga personaliad.--4. nes como personas jurídicas», en R.T., 1886, págs. 27 y 363, y Las fundaciones, 1897; KEPPEL, The Foun-
Organos.-5. El acto de fundar.-6. La dotación.-7. El fin perseguido ha de ser dation, 1930; KIGER, Operating Principies of ¡he Larger Foundatiom, 1954; KOHLER, «Über das Recht
de interés general.-8. Naturaleza del acto fundacional.-9. Adquisición de perso- der Stiftungen», en Archv. fluir bürgerliches Rccht, 3 (1890), págs. 228 y as.; LACRUZ, «Las fundaciones en
la Constitución española de 1978», en A.D.C., 1983, págs. 1.455 y ss.; LAF3OURDEI1 E, Du rnode d'eta-
nalidad por la fundación y desarrollo de su actividad.-10. Control, inspección o blissement des fondations en Droit ~dente, 1897; LAUN, Stiftungen un der griechischen und riimischen
protectorado de la Administración Antike', 1914; DE LAPRADELLE, Theorie et pratique des fondations perpetuelles, 1895; LE BRAS, «Les
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1. Concepto. La fundación es una obra que, para la persecución de GRUNEBAUM-BALLIN, «Essai sur les fondation par testament», en R.T.D.C., 1904, págs. 253 y SS.; LEVY-
ULLMANN y ESCARBA, «Les fondations en Ingleterre», en Travaux de la semaine internationale de Droit,
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un determinado fin, se erige en ente autónomo. 1937; LEZON, «La fundación benéfica», en R.T., 1914, págs. 628 y ss.; LIERMANN. Handbuch des Slif-
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luz de sus nuevas funciones», en R.D.P., 1965, págs. 567 y ss.; DE LORENZO GARCIA, El nuevo Dere-
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daciones de Derecho privado, 1986, obra que recoge otros dos libros anteriores del autor; BEHREND, Die ne.s y la sociedad civil, Madrid, 1992; DE LORENZO GARC1A, CABRA DE LUNA (coordinadores), Presente
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en Cuadernos de Previsión Social, 1963, págs, 65 y ss.; GARCIA CONDE, «Las fundaciones benéfico-do- ter. des Droits de l'Antigua& 1935, págs. 19 y ss.; PRADA, J.M. DE, «Algunas observaciones en cuanto al

402 403
MANUEL ALBALADETO § 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

Latido constituidos por una organización de medios para cumplir ciertos fines se que se cita posteriormente), Real Decreto de 29 julio 1924 e Instrucción de 20 julio
les otorga personalidad. Se les llama entidades institucionales, y su conjunto forma 1926 para el mismo fin en las fundaciones docentes de enseñanza agrícola, pecuaria
la denominada Administración pública institucional que es el paralelo en el De- o minera (estos dos últimos, después derogados, al restablecer la Ley General de
recho público de las personas de tipo fundacional en el privado. Educación de 4 agosto 1970, la competencia del Ministerio de Educación en tema
de fundaciones docentes de cualquier clase), Decreto de 16 marzo 1961 sobre fun-
2. Legislación especial reguladora de las diferentes clases de fundación.— daciones laborales y Decreto de 21 julio 1972 por el que se aprueba el Reglamento
En materia de fundaciones ha habido y hay una abundante legislación especial que, de las fundaciones culturales privadas y entidades análogas y de los servicios admi-
aunque en su mayor parte no es Derecho privado y se refiere a la intervención esta- nistrativos encargados del protectorado sobre las mismas, Real Decreto de 29 junio
tal en la vida de aquéllas, a veces contiene preceptos civiles o de los que sirven para 1979 distinguiendo las fundaciones en docentes y culturales y delimitando compe-
trazar los rasgos sustanciales de la figura que nos ocupa. Enumeraré las principales tencias en materia de unas y otras, etc., y finalmente la Ley estatal de fundaciones
disposiciones generales aplicables actualmente o que han regulado mucho tiempo la de 24 noviembre 1994, que en la que hoy rige que deja .1-ige7ii-e-l'a-parte de la le-
materia y han sido derogadas recientemente en la materia de estudio, referentes to- gis aciói quério se le oponga, Reglamento de 23 febrero 1996.
7"----1
das ellas a beneficencia (pues la fundación es una entidad que, al menos en Dere- El derecho de fundación para finalidades de interés general está hoy recono-
cho privado, es pensada por las leyes especiales como realizadora de fines benéfi- cido por el artículo 34 de la Constitución. En desarrollo de este derecho y en vir-
cos): Ley general de beneficencia de 20 junio 1849 y su Reglamento, de 14 mayo tud de la asunción eStYtniaria de esta competencia se ha producido la legislación
1852, derogados hoy, Real Decreto e Instrucción de 27 enero 1885, para la organi- autonómica sobre fundaciones.
zación, régimen, gobierno y administración superior de los establecimientos de be-
neficencia general, Real Decreto e Instrucción de 14 marzo 1899, para el ejercicio
3. Cuál es el ser social o sustrato al que se otorga la personali-
del protectorado del Gobierno en la benefwencia particular no docente, Real Decreto
de 27 septiembre 1912 e Instrucción de 24 julio 1913, para el mismo fin en la do- dad.—Así como en el caso de la persona jurídica tipo asociación puede
cente (estos dos últimos, ya fueron derogados por el Reglamento de 21 junio 1972, afirmarse que el ser social o ente al que se atribuye la personalidad (la con-
dición de persona) es el organismo creado por la unión de los asociados,
proyecto de Ley de Fundaciones», La Ley, 1993-2. pág. 849, y «Las fundaciones», en A.C., 1987, págs.
en el de la fundación es muy debatido cuál sea dicho ser.
1.185 y ss., y «Una futura ley de fundaciones», en A.C., 1989, págs. 2617 y ss., y 2677 y SS.; PUIG FE- En esta cuestión puramente conceptual, mi opinión es que el ente ideal
RROL, «El patrimonio fundacional en la Ley de fundaciones catalanas», en A.D.C., 1983, pág. 1.641; RA- lo constituye la obra, que consiste en, sirviéndose de los bienes adscritos,
VIER DU MAGNY, Le contra: de fondation, 1894; REIC10E, «Stiftungsbegriff und Stiftungsrechts in Mit-
telalter», en Z.S.S., Ger. Ab., 1933, págs. 247 y ss.; RESCIGNO (a cura di): Le fondazioni in Italia e all'stmo,
perseguir un fin, mediante la adecuada organización humana. A ella se atri-
Padua, 1989; RICO PEREZ, «La función tutelar de las fundaciones», R.G.LJ., 1988, pág. 387; RIEMER, buye —por razones, como sabemos, de conveniencia práctica— la aptitud
Die Stffiwzgen, 1975, Las fundaciones en la Constitución española, en 1982; «Centro de Fundaciones. Ré- para ser titular de derechos y obligaciones.
gimen jurídico básico de las fundaciones», en Temas de fundaciones, núm. 3, 1979, y Régimen jurídico de
las fundaciones: constitucional, civil, administrativo, fiscal y autonómico', 1988; ROMANELLI, 11 negocio
di fondazione nel Diritto privar° e nel Diritto pubblico, 1935; ROMANO, Foundations of Corporate Lass, Ni fin ni bienes ni organización faltan nunca, e incluso cuando el fundador
1993; ROMERO G1RON, Las fundaciones, 1886; ROUSSEL, Les fondations de bienfaisance, leur modes de se limitase, por ejemplo, a asignar unos bienes a la consecución de determinado
constitution, 1898; RUBIO RODRIGUEZ, Las fundaciones benéfico-religiosas en el Derecho común espa- fin, con omisión en el tema del camino y la forma de perseguirlo, hay normas
ñol, 1985; SCHEURL, «Familienstiftung», en Arch. f.d.c.P., 77 (1891), págs. 238 y ss.; SCHLOSSMANN, del Ordenamiento para llenar la laguna.
«Zur Lehre von den Stiftungen, etc.», en J.J., 27 (1881) págs. 1 y ss.; SCHNEIDER, M., y SCHNEIDER,
P., Les fondations culturelles en Eumpe, Fondazione Adriano Olivetti, Roma, 1989; SEGRELLES, «Necesi-
dad de reforma de la legislación sobre Beneficencia y Asistencia Social», en R.G.L.J., 1966, t. 221, págs. La tesis de que el ente lo es la obra resultaba ya reforzada por el De-
293 y ss,; SHIELDS, American Foundations and their fields, 1955; STINTZ1NG, «Über des Stiftungsges- creto de 16 marzo 1961 sobre fundaciones laborales, puesto que en él (art. 1.°)
chaft», en Anch. f.d.c.P., 88, págs. 400 y ss.; STRACMANS, «Textes des actes de fondation de l'Ancien Em-
pire», en R. linera des Droits de l'Antiquité, 1955, págs. 31 y ss.; STRICKRODT, Die Stifiung als neue quedaba bien claro que es la obra (de carácter asistencial) la que es inves-
Unternehmensform, 1951; TRASERRA, Las fitndaciones pías atIO2011212.5; 1985; TRONQUOY, De la notion tida la de personalidad.
furidique internationale de la fondation, 1908; VALER° AGUNDEZ, La fundación como forma de empresa, Hoy el artículo 1, 1, de la Ley de fundaciones define a éstas como «las
1969; VARIOS AUTORES, Hacia una nueva Ley de Fundaciones, Fundación Marcelino Botín, Santander,
1992 y «Fundaciones y mecenazgo en el Estado de Bienestar», en Temas de fundaciones, 1988, núm. 1; VA- organizaciones constituidas sin ánimo de lucro que por voluntad de sus cre-
RIOS AUTORES, 15 anys de la llei catalana de fioulacions privades, 2000; VARIOS AUTORES, La ley adores tienen afectado de modo duradero su patrimonio a la realización de
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rales privadas«, en R.J.C., 1973, págs. 319 y ss., «Una ley de fundaciones privadas», en R.J.C., 1,977, págs.
565 y ss., y «Fundacions privades 1 publiques», R.J.C., 1992-1, pág. 9; «En torno a la legislación catalana concede a la organización, que es como decir la obra.
sobre fundaciones privadas», en R.J.C., 1983. págs. 7 y ss.; V1LASECA y otros, Fwidacions privades cata-
lanes, 1984; Z1EBARTH, St fiun gen, en Pauly-Wissowa Real-Enziclopádie, suplemento III, págs. 1.236 y SS. Existen en la fundación: 1.°, un conjunto de bienes; 2.°, adscritos a la perse-
Además, la bibliografía citada en Sección Tercera, La persona jurídica*. cución de un fin; 3.°, mediante una determinada organización. Y, frente a ello, las

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MANUEL ALBALADEJO § 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

opiniones sobre cuál es el sustrato que se personifica, van desde quienes estiman cuya composición me ocuparé después (núm. 9), los miembros del cual son
serlo la unidad ideal formada por esas tres cosas, hasta quienes consideran que lo designados, o fijado cómo han de serlo, por el fundador; supliendo en el
es sólo una de ellas aisladamente (según unos, los bienes o el patrimonio —la tema lo que disponga la ley. En cualquier caso deben atenerse a lo esta-
fundación, es una imiversitas bonorum—; según otros, la organización; según otros, blecido, en las reglas fundacionales y en las leyes, sobre su gestión y con-
el fin —por razones de conveniencia el Ordenamiento jurídico estima al propio trol de la misma por el poder público.
fin como un ente capaz de derechos y obligaciones—). Además, las teorías no
acaban ahí, porque hay quienes entienden que el soporte de la personalidad lo es
la voluntad objetiva del fundador (que, formada por éste, en adelante queda sub- 5. El acto de fundar.—Del acto de fundar hay que decir lo siguiente:
sistiendo como un algo ideal independiente). Que, en principio, puede otorgarlo cualquier persona física o jurídica,
Teoría muy extendida y que al profano, a primera vista, puede parecer más sen- sea privada o pública, salvo que las normas reguladoras de ésta lo exclu-
cilla y convincente es la que considera que el sustrato que se personifica son los yan (art. 6, 1 y 4).
bienes o el patrimonio, no ya por los presupuestos de que se parta para llegar a Si el fundador persona privada, tiene capacidad general de obrar y dis-
ella, sino incluso por la propia terminología empleada para denominar a la funda- ponibilidad a título gratuito de los bienes con que dote a la fundación, puede
ción (universitas BONORUM), y porque tratándose de buscar un sustrato que soporte fundar por su sola voluntad (art. 62); en otro caso ha de hacerlo con el
la personalidad, son sin duda, los bienes el más palpable que se puede hallar. Siendo asentimiento de las personas que deban completar su capacidad. En cuanto
apoyable tal punto de vista en los propios textos positivos, según los que «consti- a fundar en testamento, aunque no lo aclare bien la ley, bastará la capaci-
tuyen las fundaciones... el conjunto de bienes y derechos destinados a ...» (R.D,
de 27 septiembre 1912, artículo 2, e Instryiición de 20 junio 1926, artículo 2, hoy dad de testar.
derogados, y artículo 1 del Reglamento de 21 julio 1972 que seguía hablando de Tales capacidad y disponibilidad a título gratuito la deben tener obvia-
que: «Tendrán el carácter de fundaciones, culturales privadas aquellos patrimonios mente también las personas jurídicas que funden, aunque para éstas la ley
autónomos destinados...», así como el artículo 1 del R.D. de 29 junio 1979.) sólo diga (persiguiendo señalar qué órganos de la persona deben decidir fun-
Contra esta teoría se aduce que el patrimonio es objeto y no sujeto; que la dar) que en las de tipo asociación el acuerdo debe adoptarlo «la junta ge-
fundación (persona) tiene un patrimonio, pero que éste no es, él mismo, la per- neral o asamblea de socios» y en las de tipo fundación (o institución), «su
sona; que entonces sería, a la vez, sujeto y objeto (algo así como si el hombre órgano rector» (art. 6, 3).
tuviere un derecho de propiedad sobre su propio cuerpo). Objeción que, juzgada
a tenor de los presupuestos de que ha de arrancar la teoría combatida, no puede Presupuesta la concurrencia de los requisitos que la ley exige en el fundador,
considerarse decisiva, en cuanto que para admitir tal teoría hay que partir de la no parece que, en principio, haya obstáculo en que aquél pueda fundar igual por
base de que excepcionalmente se personifica a los propios bienes que son el pa- sí mismo que mediante representante.
trimonio del ente creado. Si la que funda es una persona jurídica de Derecho público, debe de cumplir
En mi opinión, a tenor de nuestro Derecho positivo, más contundente es la lo que la ley establezca para hacerlo. Por ley estableció el Estado fundaciones
objeción de que, según los textos antes citados la fundación no es simplemente como por ejemplo la Lázaro Galdiano (Ley de 17 julio 1948), la Inés Luna Te-
el conjunto de bienes, sino el conjunto de bienes destinados a... rrero (Ley de 22 septiembre 1955), etc. Véase nota 7, de número 10.
Desde luego, de lo que no cabe duda es de que el sustrato en la fundación
no lo es la unión de una pluralidad. de personas, pues: 1.° Aunque exista tal plu-
ralidad de personas qué diríjan3dministren y gestionen los asuntos de aquélla,
Que, se puede fundar bien en acto inter vivos otorgado en escritura pú-
como órganos a través de los que la misma obra, son órganos, no en concepto de blica, bien en testamento (art. 7, 1, 2 y 3).
miembros de la persona jurídica, sino en el de servidores de ella. 2.° Y, por otro
lado, tampoco el conjunto de los beneficiarios del fin que la fundación cumple Puede también ocurrir, por ejemplo que A, donando o dejando en herencia cier-
(así, los enfermos cuidados o menesterosos atendidos por la obra benéfica), son tos bienes a B, disponga que éste: 1.°, cree una fundación; y 2.°, adscriba parte de
componentes de la fundación (como los socios son miembros de la sociedad), sino aquéllos al fin que indique. Entonces, la fundación surge cuando, por acto inter vi-
simplemente personas sobre las que recae la acción de aquella. vos, B cumple el deber que se le impuso. Se trata en tal caso de fundación mo-
da]. La causa remota de la misma es la carga impuesta por el autor de la liberali-
dad, pero inmediatamente el acto creador la realiza el beneficiario de aquélla. Cosa
4. Organos.—Sin impedir al fundador establecer otros posibles, Ja ley distinta de la fundación hecha en testamento y de la imposición al heredero (o le-
exige al menos uno. gatario) del gravamen de crear él una fundación, es el instituirlo con la carga de
La fundación, obra mediante este órgano de gobierno y representación hacer algo (p. ej., destinar a tal o cual cosa ciertos bienes), pero sin que ello dé
que con terminología tradicional, la ley denomina Patronato (art. 12) de origen a una fundación. Cfr., Tribunal Supremo, sentencia de 9 febrero 1948.

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MANUEL ALBALADEJO § 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

Cuando el testador nombre heredera (en todo o en parte de sus bienes, o en luntad del fundador que sea contraria a la presente Ley se tendrá por no puesta,
el remanente que quede después de liquidar su herencia, etc.), a una fundación salvo que afecte a la validez constitutiva de aquélla. En este último caso no pro-
que encomienda constituir a sus albaceas (es el supuesto de la sentencia de 2,6 cederá la inscripción de la Fundación en el Registro de fundaciones.»
marzo 1968; cfr. también la de 6 febrero 1969), hay un caso igual (salvo por lo
que se refiere a que no es institución sub modo o con carga) al de que enco- 6. La dotación.—Como acto, la dotación es aquel por el que se ads-
miende tal constitución a sus herederos. Desde luego, la fundación no trace hasta criben a la fundación determinados bienes que le permitan cumplir su fin
su constitución e inscripción en el Registro. Otro tema es si puede recibir lo que fundacional. También se llama dotación corno objeto a esa masa de bienes.
el testador le dejó. Tema que hay que resolver afirmativamente, pero no a base La fundación habrá de estar dotada antes de adquirir personalidad, puesto
de adelantar la constitución de la fundación. Mas no es éste, sino el Derecho de
sucesiones, el lugar para estudiarlo. que accede a ésta mediante la inscripción en el Registro de fundaciones de
su escritura de constitución, y ya en tal escritura se precisa que conste la
Que la escritura pública inter vivos o el testamento en que se funde dotación. Como hemos visto, dice, en efecto, la ley, artículo 8, que la es-
deben contener por lo menos los siguientes extremos: los datos del funda- critura de constitución de una fundación debe de contener, al menos, los si-
dor, la voluntad de constituir la fundación, la dotación, los estatutos y la guientes extremos... «c) La dotación, su valoración y la forma de realizar
designación de los patronos, es decir, de quienes constituyen el órgano de su aportación.»
gobierno, que se llama, como ya he dicho, patronato, de la fundación (arts. Según el artículo 10 (núms. 1 a 4), que es el que regula la dotación: Esta
8 y 73). puede consistir en bienes y derechos de cualquier clase, y ha de ser adecuada
y suficiente para el cumplimiento de los fines fundacionales (núm. 1).
En efecto, dispone dicho artículo 8 que: «La escritura de constitución de una
Cabe aportar la dotación de una vez o de forma sucesiva, en cuyo caso
Fundación deberá contener, al menos, los siguientes extremos:—a) El nombre, ape- el desembolso inicial será al menos del veinticinco por ciento del total, y
llidos, edad y estado civil de los fundadores, si son personas físicas y la deno- el resto a hacer efectivo en un plazo no superior a cinco años (núm. 2, 1.°).
minación o razón social si son personas jurídicas, y en ambos casos la naciona- Si la dotación consiste en dinero, se fijará su cuantía en pesetas. Si con-
lidad y el domicilio.—b) La voluntad de constituir una Fundación.—c) La dotación, siste en aportaciones no dinerarias, se cuantificarán también en pesetas, es-
su valoración y .1a forma de realizar su aportación.—d) Los estatutos de la Fun- pecificando los criterios de valoración utilizados (núm. 3, primera parte).
dación, cuyo contenido se ajustará a las prescripciones del artículo siguiente.— En cualquier caso, se acreditará ante el Notario que autorice la escri-
e) La identificación de las personas que integran el órgano de gobierno, así como tura la realidad de las aportaciones (núm. 3, parte final).
su aceptación si se efectúa en el momento fundacional.» Vale como dotación el compromiso de aportaciones de terceros, si es-
tán garantizadas, pero en ningún caso se puede considerar dotación el mero
Y, por último, que en los estatutos debe constar la denominación que propósito de recaudar donativos (núm. 4).
se dé a la entidad, sus fines, domicilio y ámbito de actividad, reglas de ac- Y, por último, la consideración legal de dotación la tiene no sólo el 21-,
tuación, lo relativo a su órgano de gobierno y toda otra disposición que lio_ con el que se funda, sino también los bienes y derechos con- los
trimoi_
quiera establecer el fundador (art. 9). que durante fa existencia de la fundación se aumente aquél con carácter per-
manente por el fundador o el Patronato (núm. 2, 2.°).
Artículo que dispone que: «1. En los estatutos se hará constar:—a) La deno- Siendo irrevocable1 el negocio fundacional inter vivos, lo es, asimismo,
minación de la entidad, en la que deberá figurar la palabra Fundación, que no po- la dotación que forma parte de él (Ley, arts. 7, 2, y 8 e). En cuanto a la
drá coincidir, o asemejarse de manera que pueda crear confusión, con ninguna otra
previamente inscrita en el Registro de Fundaciones.—b) Los fines fundacionales.— fundación establecida mortis causa, hasta la muerte del fundador son revo-
e) El domicilio de la Fundación y el ámbito territorial en que haya de desarrollar cables, como el testamento que las contenga, tanto la fundación como su
principalmente sus actividades.—d) Las reglas básicas para la aplicación de los dotación 2,
recursos al cumplimiento de los fines fundacionales y para la determinación de
los beneficiarios.—e) El órgano de gobierno y representación, su composición, re-
glas para la designación y sustitución de sus miembros, causas de su cese, sus ' Infra, núm. 8, 2.°.
Por supuesto que decae la dotación si se revoca la fundación (salvo que se pueda entender que
atribuciones y la forma de deliberar y adoptar acuerdos.—f) Cualesquiera otras 2
el testador quiere mantener para los bienes un destino ya fuera de la fundación), pero también decae la
disposiciones y condiciones lícitas que los fundadores tengan a bien establecer.— fundación si es sólo la dotación la que se revoca o disminuye, de forma que quede una dotación que
2. Toda disposición de los estatutos de la Fundación o manifestación de la yo- no cumpla los requisitos para poder fundar.

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MANUEL ALBALADEJO 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

Hecha inter vivos o en testamento la dotación es un acto unilateral gra- diversos datos que, siendo, en sí, generales, sirvan de medio para indivi-
tuito 3 de la persona que destina los bienes. dualizar, por ejemplo, a la única familia concreta que los reúne.
La dotación hecha en fundación testamentaria implica haber observado
las solemnidades para testar. Y como inter vivos ha de fundarse mediante Por otro lado, no excluye al interés general el hecho de que se concedan pre-
escritura pública en la que constará la dotación, nunca faltara a ésta la so- ferencias a casos determinados (el fundador de la entidad, para atender necesita-
lemnidad máxima que se exige para la transmisión gratuita de inmuebles dos, establece que en primer término sean ayudados los componentes actuales o
(C.c., art. 633). futuros de ciertas familias, lo que por lo menos es válido respetando el art. 2, 3,
de la ley de fundaciones); mas, habida cuenta de las circunstancias (p. ej., la cuan-
7. El fin perseguido ha de ser de interés general.—El fin perse- tía de los medios de que la fundación dispone), debe rechazarse también toda fun-
dación que tienda a conseguir sólo el interés de los sedicentes casos preferentes.
guido por la fundación ha de ser, como ya sabemos, posible, lícito, de- En estos supuestos, cuando la interpretación de la voluntad del fundador lleve a
terminado y, además, de interés general; no cabiendo en nuestro Dere- la conclusión de que realmente no hay sólo una preferencia a favor de la familia
cho 4 fundaciones de interés particular, aunque fuesen altruistas (así, A establece de que se trate, sino que se quisieron satisfacer exclusivamente intereses familia-
una fundación para atender a la familia actual y posteriores descendientes res, o que sólo van a ser éstos los que de hecho se van a poder satisfacer, la fun-
de B), pues no en vano el Código civil al enumerar las personas jurídicas, dación será nula.
así como admite asociaciones de interés particular (art. 35, 2.°), sólo acoge
a las «... fundaciones de interés público...» (art. 35, 1.0) y después la Cons- La fundación debe perseguir un fin de interés general, pero la ley (las
titución ha venido también a decir que «Se reconoce el derecho de funda- leyes especiales y el propio Código, que, aunque no dedica mayor atención
ción para fines de interés general...» (art. 34, 1), e igualmente establece la al tema, remite —en su artículo 38, 2.°— a lo que dispongan aquéllas para
Ley de fundaciones, que éstas «deberán perseguir fines de interés general» los establecimientos de instrucción y beneficencia) siempre han contemplado
(art. 2, 1) 5. especialmente —por lo menos en lo que atañe a las fundaciones de Dere-
El Reglamento de las fundaciones culturales privadas, de 21 julio 1972, cho privado— a aquéllas que persiguen un fin de interés general que sea
ya vino a ratificar la necesidad de que el fin fuese de interés público, al benéfico, entendiendo que lo es el de satisfacer GRATUITAMENTE necesidades
decir en su artículo 83, 2.°, que «el reconocimiento de las fundaciones cul- intelectuales o físicas (como el que cumplen Escuelas, Colegios, Hospita-
turales privadas españolas sólo podrá llevarse a cabo cuando sean de inte- les, Casas de Maternidad, Hospicios, Asilos, Manicomios, etc.). Y cabe pre-
rés público». guntarse ¿por qué no aunque aun sin ser puramente gratuito, sea beneficioso
en otro concepto?
De cualquier modo, ya es tan inútil insistir más en que hoy sólo caben fun-
daciones de interés general, y no simplemente particular, como seguir discutiendo Ver Real Decreto de 14 marzo 1899, artículo 2. El artículo 2 del Decreto de
si antes sí cabían éstas en algunos casos. 16 marzo 1961, sobre fundaciones laborales, dijo que la fundación puede perse-
guir fines como los siguientes: «Guarderías infantiles, escuelas, residencias para
La existencia o no de interés general 6 es una cuestión de hecho. Desde jubilados, centros recreativos, culturales y de formación profesional, economatos
el interés general total al puro interés individual hay una gama de casos in- laborales, instalaciones deportivas, servicios médicos de empresa u otros centros
termedios (el fin de la fundación es atender a los necesitados de una ciu- de asistencia sanitaria, regímenes becarios, grupos de viviendas, y en general cual-
dad o de una determinada profesión o que tengan una cierta procedencia, quier otra clase de realizaciones asistenciales para beneficio o disfrute de quienes
etc.). El interés general no lo es menos por el hecho de reducirse el cír- presten o hayan prestado servicio en el Centro de trabajo de que se trate.»
culo de los posibles favorecidos; pero no puede admitirse que se utilicen
Hoy la Ley de fundaciones, artículo 2 dice que: «1. Las fundaciones
3 No es donación (contrato).
deberán perseguir fines de interés general: de asistencia social, cívicos, edu-
Se trata de una regla de Derecho positivo, que no es requerida por la propia naturaleza de la cativos, culturales, científicos, deportivos, sanitarios, de cooperación para
fundación. el desarrollo, de defensa del medio ambiente o de fomento de la economía
Para la Compilación navarra, ley 44, 1.°, habla de «interés social evidente», y la Ley de funda-
ciones catalanas, de «interés general» (art. 1), lo mismo que la canaria (arts. 1.2, 2.2 y 8.2).
o de la investigación, de promoción del voluntariado, o cualesquiera otros
Sobre el significado de «interés general», LOPEZ JACOISTE, «La fundación y su estructura a de naturaleza análoga.-2. La finalidad fundacional debe beneficiar a co-
la luz de sus nuevas funciones», en R.D.P., 1965, concretamente págs. 577 y se. lectividades genéricas de personas. Tendrán esta consideración los colecti-
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MANUEL ALBALADEJO § 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

vos de trabajadores de una o varias empresas y sus familiares.-3. En nin- La sentencia de 23 junio 1964 dice que «aunque los fundadores sean varios, se
gún caso podrán constituirse fundaciones con la finalidad de destinar Sus tiene siempre un acto unilateral, un haz de voluntades convergentes en dirección única».
prestaciones a los cónyuges o parientes del fundador hasta el cuarto grado Hay que afirmar que hasta en el supuesto de que dos personas celebren un
contrato por el que una de ellas se obliga a constituir una fundación, ésta nacerá
inclusive.» (posteriormente) del acto unilateral que la parte obligada realizará en cumplimiento
Ahora bien, realmente hay que advertir que la fundación puede perse- del contrato.
guir también cualesquiera otros fines de interés general (que sin ser bené-
ficos en esa estricta acepción de «beneficencia» que subviene a necesida- 2.° Es irrevocable desde que se realiza inter vivos, porque no es po-
des humanas, lo serían en cuanto que procurasen algo beneficioso para la sible retractarse después, y si se otorgó en testamento, es revocable hasta la
Comunidad). muerte del fundador.
En materia de personas jurídicas de tipo fundación ocurre: por un lado, que El Real Decreto de 27 septiembre 1912, relativo a las fundaciones benéfico-
la Administración crea organismos que no son denominados fundaciones, sino En- docentes disponía en su artículo 9 irrevocabilidad desde el momento de la cons-
tes institucionales, pero que lo son como tipo de persona jurídica (p. ej., el Ins- titución, porque ésta se producía, como sabemos, al realizarse el negocio funda-
tituto Nacional de Industria); por otro, que a veces los establecimientos benéficos cional (cfr. el art. 10), si era inter vivos, por ser entonces, eficaz inmediatamente.
oficiales no tienen personalidad, sino son sólo departamentos de una entidad su- Y no había razón para aplicar criterio distinto aunque se tratase de otra clase de
perior que ostenta aquélla, y, por último, que normalmente no se crean por los fundaciones. Mas, si el negocio fundacional se realiza en testamento, como quiera
particulares personas jurídicas de tipo fundacional que persigan un fin no bené- que, según lo que ya he indicado, no produce efecto hasta la muerte del testador,
fico (en el sentido estricto antes señalado), como si, por ejemplo, en su testa- y hasta entonces es revocable, mientras que tal momento no llega, la declaración
mento, alguien, con sus bienes, constituyese una entidad destinada a fabricar ar- de voluntad de constituir la fundación es revocable.
mas para el Ejército o barcos para la Marina. Por todo ello, en la práctica se El Reglto. de fundaciones docentes y culturales privadas (antes dichas do-
explica que como persona jurídica tipo fundación la doctrina tenga especialmente centes) de 21 julio 1972 refrendó la irrevocabilidad, al establecer —art. 5, 3.°—
presentes a los establecimientos particulares de carácter benéfico. que si expresada la voluntad fundacional, el fundador no otorgaba después la carta
fundacional que el Reglamento exigía, la otorgaría el Protectorado (es decir, el
Por razón del interés general que persigue, la fundación goza de algunos Organismo al que correspondiese ejercer tal protectorado sobre la clase de funda-
privilegios que no corresponde estudiar aquí, sino sólo señalar su existencia, ción de que se tratase). En dicho Reglamento, pues, seguía valiendo el criterio
acogido bajo el Derecho anterior. Y lo mismo actualmente, para toda clase de fun-
pues no constituyen Derecho civil (así, exención de ciertas responsabilidades, daciones, el negocio fundacional es irrevocable en los términos vistos, aunque no
beneficios fiscales, etc.). Y la concesión de esos privilegios explica, por otro haya una declaración específica al respecto en la nueva Ley de fundaciones.
lado, el control que corresponde a la Administración sobre las fundaciones,
para que ni sean disfrutados indebidamente ni se deje de cumplir efectivamente 3.° Es solemne, contra la regla general de que los negocios jurídicos
por aquéllas su función, en atención a la que se conceden esos privilegios. pueden realizarse en cualquier forma. En efecto, como hemos visto, la Ley
de fundaciones establece que la fundación puede constituirse inter vivos o
8. Naturaleza del acto fundacional.—El acto fundacional es unilate- innortis causa, y que ésta lo será en testamento, y aquella en escritura pú-
ral no recepticio, irrevocable desde que se realiza, si es inter vivos, o desde blica (art. 7).
la muerte del fundador, si éste estableció la fundación en testamento, so- 4.° El negocio fundacional supone la voluntad, no sólo de crear una
lemne y encaminado a dar vida a la nueva persona. obra, sino de que ésta sea un sujeto autónomo; en otro caso no nacería la
I.° Es unilateral, pues procede de una sola parte: el fundador no tiene fundación como sujeto, sino simplemente una organización para un fin, pero
frente a sí en tal negocio nadie más (otra parte) con quien acordar la cre- siendo los bienes propiedad de otra persona: así, siguiendo siendo del fun-
ación del ente. Si así fuera, éste procedería de un contrato (acuerdo de vo- dador, o pasando a ser del heredero de éste (si se dispuso en testamento),
luntades contrapuestas). Pero, incluso en el caso de que los fundadores sean o de aquél a quien se hubiese impuesto —con la atribución de los bienes—
varios, sus voluntades corren paralelas: se encuentran del mismo lado, ex el deber de realizar la obra.
uno latere (y no frente a frente), tienden a conseguir el mismo fin, a satis-
facer el mismo interés; razón por la que habría una sola parte compuesta 9. Adquisición de personalidad por la fundación y desarrollo de
de varias personas. su actividad.—La personalidad la adquiere la fundación por la inscripción

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MANUEL ALBALADEJO 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

de su escritura constitutiva en ei correspondiente Registro (art. 3), que para lando la ley, además de la estructura y cargos del Patronato, quiénes lo pue-
las de competencia estatal se lleva en el Ministerio de Justicia (art. 36). den componer, cómo se ingresa en él y se ejercen los cargos y se cumplen
La inscripción es de la escritura constitutiva inter vivos o del testamento sus funciones, las que son siempre gratuitas, las facultades que tienen y la
que desde un principio se hubiese otorgado en escritura pública o que des- delegabilidad o no de ciertas de ellas, la responsabilidad y cese de los pa-
pués de fallecer el testador se hubiese elevado a documento público. tronos y su sustitución y suspensión.
Mientras que la inscripción no se da, no alcanza personalidad la fun- En cuanto al patrimonio de la fundación, los artículos 17 a 20, después
dación, lo mismo sea fundación ya constituida en testamento no elevado de señalar que puede estar constituido por toda clase de bienes y derechos
todavía a documento público, que fundación constituida en escritura pú- susceptibles de valoración económica y que administrarlo y disponer de él
blica aún no inscrita, que fundación no creada todavía sino simplemente corresponde al Patronato con sujeción a los estatutos y a la ley, establecen
ordenada crear. que debe de estar inventariado, figurar a nombre de la fundación e inscri-
De cualquier manera, para esos casos la ley dispone ciertas medidas en- birse a él en los Registros que proceda, hallándose la enajenación y otros
caminadas a que la fundación se establezca debidamente después o a que actos sobre el patrimonio sometidos a ciertos requisitos y, en determinados
se inscriba la existente aún no registrada. Y hasta que su registración llega casos a autorización del Protectorado o notificación al mismo, amén de que
exige garantías e impone algunas responsabilidades a fin de que concluya en la aceptación de herencias dejadas a las fundaciones, éstas responden del
satisfactoriamente el proceso creador de la fundación y se preserve lo que pasivo hereditario sólo intra vires hereditatis, no pudiéndose aceptar sin au-
en el futuro será su patrimonio. torización del Protectorado legados o donaciones con cargas que quepa des-
naturalicen el fin fundacional, ni tampoco sin tal autorización o en su de-
Dispone, en efecto, el artículo 7, 4 que: «Si en la constitución de una Fun- fecto aprobación judicial, repudiar herencias, legados o no aceptase donaciones.
dación por acto monis causa, el testador se hubiera limitado a establecer su vo- Por lo que toca a la aplicación del patrimonio y destino de sus rendi-
luntad de crear una Fundación y de disponer de los bienes y derechos de la do- mientos a los fines fundacionales y a incrementar la dotación fundacional y
tación, la escritura pública en la que se contengan los demás requisitos exigidos a gastos de administración posibles, la ley, en los artículos 21 y 25 esta-
por esta Ley se otorgará por el albacea testamentario y, en su defecto, por los he-
rederos testamentarios y en caso de que éstos no existieran, por la persona que blece disposiciones al respecto, siendo de destacar la de que siempre den-
se designe por el Protectorado.» Y ordena el artículo 11 que: «Otorgada la escri- tro de tener que destinarse efettivamente el patrimonio y sus rentas a los
tura fundacional y en tanto se procede a la inscripción en el Registro de funda- fines fundacionales, al cumplimiento de éstos deberá ir al menos el setenta
ciones, el órgano de gobierno de la fundación realizará, además de los actos ne- por ciento de los ingresos netos.
cesarios para la inscripción, únicamente aquellos otros que resulten indispensables
para la conservación de su patrimonio y los que no admitan demora sin perjuicio Inicialmente se imponen a la fundación (arts. 21 a 23):
para la fundación, los cuales se entenderán automáticamente asumidos por ésta 1.° Algunos límites en cuanto a situaciones en que no se puede hallar, o
cuando obtenga personalidad jurídica. En el supuesto de no inscripción, la res- puede estarlo sólo en determinadas condiciones, como si se trata del formar parte
ponsabilidad se hará efectiva sobre el patrimonio fundacional, y, no alcanzando de ciertas sociedades.
éste, responderán solidariamente los patronos.» 2.° Otras obligaciones instrumentales, que hagan más efectiva su misión (como
dar información suficiente de sus fines y actividades y ser imparcial en la deter-
Adquirida la personalidad jurídica por la fundación, la ley regula de minación de sus beneficiarios) o que sirvan de garantía a su gestión económica
forma detallada imposible de recoger en una obra como la presente, su vida (como llevanza de contabilidad, confección anual de inventario, balance y cuenta
y actividad que se rigen por la voluntad del fundador, por sus estatutos y, de resultados, presupuesto y liquidación del anterior y de memoria expresiva de
en todo caso por la ley (art. 1, 2), estando, como ya sabemos, gobernada y sus actividades, de cambios en sus órganos de gobierno, etc., y sumisión a audi-
representada por un Patronato a cuyos miembros corresponde cumplir los toría externa si concurren determinadas circunstancias).
fines fundacionales y administrar el patrimonio de la fundación manteniendo
plenamente el rendimiento y utilidad del mismo (art. 12). 10. Control e inspección o protectorado de la Administración.—
Se detalla, en los artículos 13 y siguientes, la composición del' Patro- Las personas jurídicas de tipo fundación pueden ser, según ya vimos, res-
nato cuyos miembros habrán de ser al menos tres personas físicas o jurídi- pecto a la persona jurídica en general, de Derecho público (como las nu-
cas (que designarán una física que las represente), que si no está dispuesto merosas entidades creadas por el Estado, o Comunidades autónomas, provincia
diferentemente por el fundador, elegirán de entre ellas un presidente; seña- o municipio para atender a fines específicos, que no consisten en una unión

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MANUEL ALBALADETO § 47 LAS FUNDACIONES EN PARTICULAR

de personas, que forman la llamada Administración institucional; piénsese, tándoles a tal efecto el apoyo necesario.—b) Velar por el efectivo cumplimiento
por ejemplo, en el Instituto Nacional de la Salud, o bien en el Banco de de los fines fundacionales de acuerdo con la voluntad del fundador y teniendo en
España, y lo mismo en otros muchos Organismos autónomos con persona- cuenta la consecución del interés general.—c) Verificar si los recursos económicos
lidad jurídica propia 7) o de Derecho privado (p. ej., la Fundación March). de la Fundación han sido aplicados a los fines fundacionales.—d) Dar publicidad
Aquéllas se rigen por las disposiciones singulares que las regulan o por las a la existencia y actividades de las fundaciones.—e) Ejercer provisionalmente las
funciones del órgano de gobierno de la Fundación si por cualquier motivo falta-
generales propias de la clase de entidades de que se trate; éstas, por lo es- sen todas las personas llamadas a integrarlo.—f) Cuantas otras funciones se esta-
tablecido en sus reglas fundacionales y en la ley. blezcan en las leyes. En todo caso, el Protectorado está legitimado para ejercitar
Unas y otras están sometidas a una serie de normas cuyo estudio ex- la correspondiente acción de responsabilidad por los actos ilegales, antiestatutarios
cede de lo posible en la presente obra, donde sólo cabe a lo más, dar idea o negligentes de los patronos, así como para instar el cese de éstos por no de-
general de las básicas: baste, pues, señalar, por lo que respecta a las fun- sempeñar su cargo con diligencia, y para impugnar los actos y acuerdos del Pa-
daciones privadas, que, ya que también satisfacen un interés general la Ad- tronato que sean contrarios a los preceptos legales o estatutarios por los que se
ministración 8 ejerce control e inspección sobre ellas, lo que con una ter- rige la fundación. El Protectorado, por otro lado será el que conceda autorización
minología tradicionalmente consagrada se denomina protectorado, para velar a la fundación para realizar los actos que según la ley requieran de aquélla (art.
33), como ocurre en numerosos casos (así en los art. 19, 1, 2 y 3, 20, 2 y 3, 26,
por la realización del mismo, para que en ésta no se deje de cumplir lo es- 27), y a él deberá la fundación darle cuenta de ciertos actos (así en los de los
tablecido por el fundador y en la ley, para que puedan gozar de ciertos be- art. 19, 2 y 3, 22, 3, etc). Y, por último, puede, asimismo, el Protectorado que
neficios, para que sean tanto suplidas las deficiencias de lo que el funda- observe las graves irregularidades que señala la ley en la gestión de la fundación
dor dispuso, como modificadas las reglas cfne, por el cambio de circunstancias, requerir al Patronato para la adopción de medidas oportunas, lo que, siendo de-
resulten posteriormente inadecuadas, etc. satendido, permitirá al Protectorado solicitar al Juez la intervención temporal de
la fundación, intervención en la que el Protectorado asumirá las funciones del Pa-
Por ejemplo, lo previsto en el artículo 23 de la Ley, sobre presentación al tronato (art. 34).
Protectorado del inventario, balance de situación y cuenta de resultados de la fun-
dación, así como memoria expresiva de las actividades fundacionales y de la ges- El visto Protectorado o control e inspección de la Admón, se vino re-
tión económica, y además presupuesto correspondiente al año siguiente y liquida- alizando por diversos Ministerios, según el fin perseguido por las funda-
ción del año que vence, O poder acordar el Protectorado, a tenor del artículo 27 ciones. Actualmente, y debido tanto a la reestructuración de la Adminis-
la modificación de los estatutos fundacionales, que siendo necesaria no haya sido tración central, como a la implantación de las autonomías regionales, ha
efectuada por el Patronato, que también puede hacerlo si conviene, a tenor del ar-
tículo 28 poder oponerse a la fusión que entre fundaciones propongan sus Patro- habido y seguirá habiendo traspaso de competencias sobre Protectorado de
natos o solicitar del Juez, la fusión de aquellas fundaciones que con fines análo- fundaciones, de la Administración central a las autonómicas. Ello aconseja
gos por sí mismas ya no puedan cumplirlos aisladamente, a tenor del artículo 30 no entrar aquí en concreciones sobre qué organismos ejercen el Protecto-
instar cuando proceda la extinción de la fundación. Como dice en general el ar- rado de las diversas fundaciones. Debiendo ser suficiente decir que el mismo
tículo 32: «El Protectorado facilitará el recto ejercicio del derecho de fundación corresponde a la Administración pública. Criterio, éste, que viene, además,
y asegurará la legalidad de su constitución y funcionamiento correspondiéndole a abonado por la razón de que el tema, más que civil, es administrativo. De
tal fin las siguientes funciones.—a) Asesorar a las fundaciones ya inscritas y a las cualquier modo conviene señalar que para las fundaciones de competencia
que se encuentren en período de constitución sobre aquéllos asuntos que afecten estatal, dice el artículo 32, 2, de la Ley de Fundaciones que: «El Protec-
a su régimen jurídico y económico, así como sobre las cuestiones que se refieran
a las actividades desarrolladas por aquéllas en el cumplimiento de sus fines, pres- torado será ejercido por la Administración General del Estado.»

El Estado, a veces, crea fundaciones con bienes que recibe de particulares. Por ejemplo, «Fun-
dación Lázaro Galdiano», «Fundación Inés Luna Terrero», establecidas, respectivamente, por Ley de 17
julio 1947 y Decreto-Ley de 22 septiembre 1955. Lo que podría inducir a confusión sobre su carácter.
Se trata, en estos dos casos, de supuestos en los habiendo sido dicho Estado el heredero del señor Lá-
zaro Galdiano y de la señora Luna Terrero, consideró conveniente destinar los bienes recibidos, a de-
terminados fines, y a tal objeto creó las adecuadas fundaciones, que, según dicen sus disposiciones cre-
adoras, son personas jurídicas de Derecho público (véase el art. 1.° de cada una de las dichas disposiciones
creadoras).
" A tenor, básicamente, de la legislación vigente de la señalada, supra, núm. 2.

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Pr § 48 DOMICILIO, NACIONALIDAD, CAPACIDAD Y RESPONSABILIDAD
MANUEL ALBALADEJO

§ 48 El domicilio viene, además, oficialmente constatado en las hipótesis en las


que la persona jurídica de que se trate deba de hacer constar en Centros o Re-
DOMICILIO, NACIONALIDAD, CAPACIDAD Y RESPONSABILIDAD gistros oficiales el lugar del mismo (así: L.A., art. 3, R.R.M., arts. 114 y 115,
120, 174, 178), o su cambio haya de reflejarse en ellos, o simplemente para cum-
SWAR10: A) Domicilio.-1. Domicilio.—B) Nacionalidad y vecindad civil.-2. Nacionalidad plir ciertos trámites o para constituirse, estén fijados centros u oficinas cuya com-
y vecindad civil.—C) Capacidad.-3. La persona jurídica tiene capacidad jurídica petencia se determine por razón del domicilio (así: LA., arts. 3 y 5).
y de obrar.-4. Ambito de capacidad de la persona jurídica.-5. Autorización para
ciertos actos.-6. No uniformidad de la capacidad de las personas jurídicas.-7.
Capacidad de las personas jurídicas reguladas por Derecho no español.-8. Prohi- B)
biciones.—D) Responsabilidad de las personas jurídica.-9, Responsabilidad.-10. NACIONALIDAD Y VECINDAD CIVIL
Derecho a repetir.
2. Nacionalidad y vecindad civil.—No hay acuerdo sobre si a las
A) personas jurídicas cabe o no aplicarles la idea de nacionalidad entendida en
DOMICILIO el sentido que tiene para las personas físicas. Mas lo cierto es que —aun-
que haya que admitir que se trata de una utilización puramente analógica
1. Domicilio.—Las personas jurídicas tienen su domicilio, según la in- de los términos «español» y «extranjero»— nuestro Derecho estima que tam-
terpretación que estimo preferible del arlculo 41 del Código civil ': bién las personas jurídicas pueden ser españolas o extranjeras.
1.0 En el lugar fijado en la disposición creadora de la persona jurí-
La nacionalidad de una persona jurídica es posible fijarla con arreglo a va-
dica, o en el que determinen las reglas por las que se rige (estatutos, reglas rios criterios, que pueden variar de Derecho a Derecho. Pero, es más, un mismo
fundacionales). Derecho positivo puede adoptar, según el tipo de persona jurídica de que se trate,
criterios distintos para determinar su nacionalidad: así, el de la nacionalidad de
Los preceptos reguladores de las distintas clases de personas jurídicas suelen los socios (o de su mayoría), el de la procedencia de los bienes (p. ej., en una
requerir que en dichas reglas se señale el domicilio de aquéllas fp. ej., L.A., art. 3, fundación), el del lugar donde la entidad se constituya, el de Ordenamiento jurí-
núm. 2, 3.0, L.G.C., art. 5; Ley de Anónimas, art. 9, e), L.S.R.L., art. 7; L.F., art, dico con arreglo al que lo haga, el del lugar en el que esté domiciliada, o en el
9, 1, c, etc.]. Lo que no quiere decir que en todo caso pueda señalarse como do- que radique la dirección de la misma, o en el que se hallen sitas las explotacio-
micilio un lugar arbitrariamente elegido, sino que normalmente deberá fijarse uno nes a que se dedique, etc.
al que.realmente esté ligada la persona (así, Ley de Anónimas, artí. 6, L.F., art 4),
muchas de las cuales están, por otro lado, vinculadas a un cierto sitio23. En general, ateniéndome a nuestro Derecho positivo, respecto a las
personas jurídicas de Derecho civil, sólo cabe consignar aquí que, según
2.° Cuando no se haya determinado tal lugar, en el que se halle esta- la opinión más extendida, apoyada en el artículo 28 del Código civil, son
blecida la representación legal de la persona (la dirección, junta o consejo españolas las domiciliadas en España, y extranjeras, las que lo estén en
que la rija). otro país 4.
3.° A falta de determinación de un domicilio en las reglas que la go-
biernen, y careciendo de sede fija la representación legal de la persona, el En efecto —y sin entrar en los problemas que sobre la materia pueden sur-
domicilio de ésta será el lugar donde se ejerzan sus principales funciones. gir—, el artículo 28 del Código civil establece: «Las corporaciones, fundaciones
y asociaciones reconocidas por la ley y domiciliadas en España, gozarán de la na-
En ciertos casos se obliga a que la persona tenga su domicilio en territorio cionalidad española, siempre que tengan el concepto de personas jurídicas con
español (así Decreto-Ley de 17 julio 1947, art. 1; Ley de Anónimas, art. 5; L.S.R.L.,
art. 7, L.E, art. 4, etc.).
Véase también el Decreto-Ley de 17 julio 1947, artículo 1. Dejo al margen las personas jurídi-
cas de Derecho público (que, en cuanto forman parte de la organización estatal, tienen la nacionalidad
I Asimismo, véase L.e.c,, artículo 66, en relación con el 65. del Estado de que se trate) y las de Derecho privado no civil, para las que hay disposiciones en cuyo
2 Sobre la inadmisibilidad de fijar el domicilio en un lugar arbitrario desconectado de donde se sentido no procede entrar aquí (cfr. especialmente, C.com ., arts. 15 y 21, último párrafo: Ley de Anó-
dice que se hallará «la oficina central», cfr., por ejemplo, la Resolución de 17 julio 1956. nimas, art. 5; Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada, art. 6).
2 Que, en todo caso, sólo es supletorio —C.c., art. 4, m'in 3— de lo que otras leyes puedan dis-
Sobre el que pueda estimarse la existencia como domicilio de la sociedad, de un domicilio real,
distinto del que figura en los estatutos, véase, por ejemplo, la sentencia de 29 marzo 1969. poner —explícita o implícitamente— sobre la nacionalidad de las personas jurídicas.

u.

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MANUEL ALBALADEJO § 48 DOMICILIO, NACIONALIDAD, CAPACIDAD Y RESPONSABILIDAD

arreglo a las disposiciones del presente Código. Las asociaciones domiciliadas en 2.° Al campo de los derechos de la personalidad (tiene derecho a cier-
el extranjero [no gozarán de la nacionalidad española —podríamos añadir—, pero] tas distinciones y prerrogativas particulares, a un nombre 6, protegido frente
tendrán en España la consideración y los derechos que determinen los Tratados o . a todos, etc.).
leyes especiales.»
Así, la Ley de Asociaciones, artículo 3, número 2, 1.°; Ley de Sociedades de
Lo dicho para la nacionalidad es repetible para la vecindad civil. En su responsabilidad limitada, artículo 2; Ley de Anónimas, artículo 2, 2.°, etc.; Re-
territorio cabe afirmar que a la persona jurídica corresponde la del territo- glamento del Registro mercantil, artículo 407.
rio de su domicilio (C.c., arts. 9, núm. 11, 16, núm. 1, 28 Compilación na-
varra, ley 15, ley sobre fundaciones privadas catalanas, arts. 1 y 9, 1, c), 3.° Al campo patrimonial.
Código civil, artículo 38: «... pueden adquirir y poseer bienes de todas cla-
C) ses, así como contraer obligaciones y ejercitar acciones civiles y criminales».
CAPACIDAD Asimismo lo reconocen para supuestos concretos leyes especiales. Por ejem-
plo, para bienes inmateriales: propiedad intelectual (art. 5 de la Ley de 11 no-
viembre 1987), marcas (art. 10 de la Ley 10 noviembre 1988), patentes (art. 15
3. La persona jurídica tiene capacidad jurídica y de obrar.--La de la Ley de 20 marzo 1986).
capacidad, como sabemos, puede ser jurídica o de obrar. Las persona jurí-
dica tiene la primera, pero ¿y la segundtfr En mi opinión, también, porque Lo que no quiere decir que tengan necesariamente capacidad en todo
entiendo —como dije— que las personas físicas que materialmente realizan el campo patrimonial:
por las jurídicas los actos de que se trate (celebren contratos, enajenan bie-
nes, etc.), son órganos, mediante los cuales obran éstas. No ya porque no pueden disfrutar, por ejemplo, de ciertos derechos patrimo-
Según otra concepción —también ya setialada—, la persona jurídica, niales, que, como el de uso o habitación, presuponen, según una discutible opi-
aunque puede ser titular de relaciones jurídicas (capacidad jurídica), dado nión, un titular que sea persona física, sino porque pueden estar excluidos más o
que le falta el ser físico-psíquico, no puede obrar por sí, ya que no puede menos totalmente en un Derecho positivo concreto (aunque no sea el caso del
hablarse de una conducta suya, y, al igual que las personas físicas incapa- nuestro) y por razones que éste estime de conveniencia, de otros (piénsese que,
p. ej., apareciese una disposición excluyendo a las personas jurídicas de poder ser
ces, son sus representantes (concibiéndose como tales, y no como órganos, titulares de derechos sobre bienes inmateriales).
a las personas físicas que realizan en nombre de aquéllas, los actos de que
se trata) los que obran por ella. 4.° Al campo de la adquisición mortis causa.
4. Ambito de capacidad de la persona jurídica.—La capacidad (ju- Por testamento (C.c., art. 746). Y, consiguientemente, a aceptar o repudiar he-
rídica y la de obrar, si se admite y, si no, la posibilidad de que sus repre- rencias (art. 993 y 994). Ya se comprende que no es que no puedan recibir ah in-
sentantes obren por ella) de la persona jurídica ¿es, en principio, general, o testato, sino que a esa sucesión son llamados los parientes, por lo que, de hecho,
sea, se extiende como regla, a toda relación o acto jurídico, alcanza sólo las personas jurídicas no adquieren por ella. Salvo cuando, a falta de parientes,
al sector patrimonial, o sólo le es otorgada la que requiera el fin que per- sucede ab instato el Estado (véase arts. 956 y ss. del Cc.) o una Comunidad Au-
siga la persona de que se trate? tónoma.
Cabe responder que, según los principios en que parecen inspirarse las
A todo lo hasta ahora dicho se extiende la capacidad de la persona ju-
disposiciones concretas que nuestro Derecho contiene, la capacidad de las
personas jurídicas se extiende generalmente: rídica, excepto cuando se trate de algo que implique personalidad física.
1.° Al campo de los derechos corporativos (persona jurídica que forma
parte de otra, como puede formarla una física). 6 Como dice la sentencia de 21 octubre 1972, el nombre constituye un derecho inalienable que
distingue a cada persona física de las demás, «materia en todo aplicable a las personas jurídicas, que
también tienen su personalidad con nombre propio consistente en la razón social...».
La sociedad X, que es dueña de mil acciones de la sociedad Z, vota como Pero no a utilizar un nombre legalmente y otro frente al público. En tal sentido, por ejemplo, la
miembro, en la Junta de accionistas de ésta. sentencia de 26 mayo 1956.

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MANUEL ALBALADEJO § 48 DOMICILIO, NACIONALIDAD, CAPACIDAD Y RESPONSABILIDAD

Desde luego, es seguro que, en cualquier caso, carecen de capacidad (jurídica lidad de entes ideales que carecen de un substrato físico, y por tanto, el fin de
o de obrar) para aquellas relaciones o actos que presuponen la existencia de un ellas no constituye por sí un límite de su capacidad, en el sentido de que la per-
ser humano (p. ej., matrimonio, filiación, alimentos, etc.), porque, en tales casos, sona jurídica sólo existe en el círculo cerrado de su fin, fuera del cual el ente
aun admitida como regla la capacidad general, se estaría ante excepciones deri- se desvanece como sombra, debiendo concluirse que las personas jurídicas son
vadas de la propia naturaleza de las cosas. Ahora bien, lo que no estará muchas reales y capaces aunque se extralimiten de su fin, sin perjuicio de las relacio-
veces totalmente claro es si tal o cual relación o acto presupone una persona fí- nes de la autoridad administrativa y de la responsabilidad de sus órganos». En
sica. Por ejemplo, es frecuente estimar que ésta se requiere para ser titular de los el mismo sentido las sentencias de 6 marzo y 14 mayo 1984 y 16 diciembre
derechos reales de uso y habitación; opinión que no me parece acertada. Pero este 1985. La de 7 mayo 1987 afirma la capacidad de una fundación para prestar
punto se tratará en el Derecho de bienes. avales y pignorar efectos mercantiles, tal como preveían sus estatutos. Igual-
mente la de 23 marzo 1988.
Por último, la capacidad de la persona jurídica no abarca al campo del Y la Resolución de 8 octubre 1964, según la que «en Derecho español no
Derecho de familia. hay ninguna norma concreta que resuelva la cuestión, por lo que se acude a las
disposiciones generales contenidas en el artículo 39 del C. civil 286 del de Co-
mercio, 76 [hoy 1291 de la Ley de Sociedades Anónimas y 11 [hoy 57 ss.] de la
Salvo en tanto en cuanto se admita que pueden ejercer cargos tutelares o, en
de Sociedades de Responsabilidad Limitada, que si han motivado algunas discre-
general, los que implican el ejercicio de una potestad protectora que no presu-
pancias doctrinales de opinión, se inclinan en general por el reconocimiento de la
ponga necesariamente un vínculo de filiación. capacidad jurídica, fundándose, además, en la protección de los intereses en juego,
El punto se tratará particularmente en el Derecho de familia. Ahora baste se- entre los que merece una mayor el tercero de buena fe al que no debe obligár-
ñalar que el Código establece, después dela Ley de 24 octubre 1983, que reformó
sele al contratar con una sociedad a que valore y se asegure de la adecuación en-
la incapacitación y la tutela, en el nuevo artículo 242 que: «Podrán ser también
tre el negocio concluido y el objeto social, criterio compartido por la sentencia
tutores las personas jurídicas que no tengan finalidad lucrativa y entre cuyos fi-
del Tribunal Supremo de 5 noviembre 1959».
nes figure la protección de menores e incapacitados.» Y la Resolución de 2 febrero 1966, que sólo excluye de la capacidad gene-
ral de la persona jurídica los actos que estén en contradicción con su naturaleza
Para acabar, cualquier supuesto concreto que se presente dudoso, no o con disposiciones legales.
debe de ser, según el campo a que pertenezca, automáticamente incluido Por último, la Resolución de 1 julio 1976 declara que «el objeto social no li-
o excluido del ámbito de capacidad, sino ser considerado, previamente, mita la capacidad de la sociedad, sino sólo la esfera de actuación de los admi-
a la luz de los principios en que se inspiran los casos contemplados en nistradores». En el mismo sentido, las Resoluciones de 2 octubre 1981 y 31 mayo
la l ey. 1986.

Así, según la sentencia de 13 marzo 1953, el que tiene capacidad para tomar 5. Autorización para ciertos actos.—Aun siendo capaces de obrar,
en pago por cesión de bienes, éstos de sus deudores, la tiene para la gestión y para realizar determinados actos puede ocurrir que ciertas personas jurídi-
administración de los bienes hasta su venta. Y, según la Resolución de 2 febrero cas necesiten obtener tal o cual autorización. Lo que acontece por muy dis-
1966, una sociedad mercantil puede, aunque no como norma habitual, porque es- tintas razones según los casos.
taría en contradicción con su fin de lucro, hacer donaciones, otorgadas como ac- De cualquier modo, la necesidad de tales autorizaciones guarda seme-
tos aislados (cfr. especialmente sus Considerandos 3.° y ss.).
janza, por lo menos externa, con la que para realizar también ciertos actos,
tienen personas físicas parcialmente capaces (p. ej., los menores emancipa-
Por su parte, nuestra jurisprudencia se inclina por estimar que, en prin-
dos de la de los padres o curador).
cipio, la capacidad de las personas jurídicas no se reduce al ámbito del fin El Código prevé algunos supuestos (así, para repudiar una herencia las
que persigan, sino que es general (alcanzando, pues incluso, a ese ámbito personas jurídicas de interés público precisan de aprobación judicial con au-
no señalado como exclusivo de las personas físicas, por razón de su natu- diencia del Ministerio fiscal, y en particular para las fundaciones, pide la
raleza humana). del Protectorado la ley de fundaciones, art. 20, 3, y si se trata de estable-
Así la sentencia de 5 noviembre 1959 dice que «en nuestro Dercho por cimientos públicos oficiales, necesitan aprobación del Gobierno para repu-
principio, las personas jurídicas gozan de una capacidad plena y general, por diarla y para aceptarla: C.c., arts. 993 y 994), pero hay muchos más en las
consiguiente, en una esfera que va más allá de las relaciones económicas y que leyes especiales, y sobre todo cuando se trate de personas públicas, o aun
se extiende a todo campo, salvo aquellos límites que derivan de su misma ala- privadas de las sometidas a control estatal particularmente intenso, suele re-
u.
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MANUEL ALBALADEIO § 411 DOMICILIO, NACIONALIDAD, CAPACIDAD Y RESPONSABILIDAD

querirse para todo acto importante (vender inmuebles, transigir, litigar, etc.) verdaderamente viene a desempeñar en el tráfico jurídico (p. ej., si se di-
autorización del Organismo que ejerza aquél 7. jese en los estatutos que la persona de que se trate tiene capacidad sólo para
adquirir derechos, pero no obligaciones); pero pienso que hay un sector en
6. No uniformidad de la capacidad de las personas jurídicas.—La el que no se ve por qué puede ir contra el espíritu del Ordenamiento (ya
capacidad de las personas jurídicas no ha de ser uniforme para todas ellas. se ha visto que de que lo admite su letra, no hay duda) el que la persona
El Código al establecer que se regulará por la ley que las haya creado o jurídica fije su capacidad 8, por ejemplo, los estatutos de ésta excluyen que
reconocido o bien, si no lo han sido por ley especial, por lo establecido en pueda dar dinero a préstamo o adquirir tales o cuales derechos o poseer in-
sus estatutos o reglas fundacionales (art. 37), permite (por lo menos inter- muebles, etc.
pretado literalmente) que la capacidad de cada persona se moldee para ella
en concreto. Punto, éste, que a continuación examinaré más detalladamente. La sentencia de 20 marzo 1908 estimó que en una Caja de Ahorros y Monte
Pero de todas maneras, lo dicho más arriba sobre capacidad, sería apli- de Piedad cuyos estatutos la autorizaban a dar dinero a préstamo sobre prendas,
cable a cualquier persona jurídica, en defecto de preceptos especiales —le- carecía de capacidad para tomarlo dando ella en prenda objetos que tomó en tal
concepto.
gales, estatutario o fundacionales— propios. Claro que en el ese caso, o en otro de que se trate, no hay que concebir o
No cabe duda de que por ley que cree o reconozca una determinada construir la figura, ni como un caso de limitación de las facultades de los órga-
personalidad jurídica se puede atribuir a ésta más o menos capacidad de la nos de la persona jurídica —que podrían hacerlo si no les estuviese excluido, o
que el Derecho positivo de que se trate atribuya en abstracto a la persona que pueden hacerlo sólo en tales o cuales circunstancias— ni como un caso de
jurídica. prohibición 9, sino como falta de aptitud del ente para realizar el acto o tener el
derecho.
Por ejemplo, vigente una disposición que no reconociese a las personas jurí-
dicas nada más que capacidad para obligarse, pero no para ser titular de derechos 7. Capacidad de las personas jurídicas reguladas por Derecho no
reales, exceptp sobre dinero, o bien, vigentes las ya derogadas leyes desamortiza- español o español bien foral, bien común.—Las personas jurídicas ex-
doras (si se entendía que afectaban a la capacidad y no que eran meras prohibi- tranjeras o las que, aun siendo españolas, están sometidas al Derecho ca-
ciones), se crea por acto del poder público una fundación a la que se permite, sin
límite, ser propietaria y poseer bienes de todas clases.
nónico, se rigen en cuanto a su capacidad ante el Derecho español, por lo
establecido por el Derecho (de Estados extranjeros o de la Iglesia católica)
Y también podría decirse que por sus estatutos o reglas fundacionales que les sea aplicable, según lo dispuesto en nuestras leyes y en los Trata-
cabría aumentar o disminuir la capacidad de una persona dentro de lo que dos internacionales (C.c., arts. 28 y 38, 2.0, y asimismo, art. 9, núm. 11;
los preceptos generales reguladores en abstracto de la persona jurídica per- Acuerdos con la Santa Sede, Asuntos jurídicos, art. I).
mitan, si es que realmente esos preceptos permiten configurar como se quiera En todo caso es inadmisible, desde el punto de vista de nuestro Derecho, que
dicha capacidad. Pero ¿es que esta materia se deja verdaderamente a la au- prevalezca en el territorio español cualquier cosa relativa a la capacidad de dichas
tonomía de la voluntad? Según una opinión, no (aunque lo parezca, por la personas jurídicas que —si ello es posible— choque con nuestras leyes penales,
forma de expresarse el Código); pues la persona jurídica no puede capitis- de policía, de seguridad pública o sea contrario al orden público (C.c., art. 8,
disminuirse voluntariamente. Ahora bien, en mi opinión, desde luego, la ca- núm. 1 y 12, núm. 3).
pacidad no es ampliable por los estatutos o reglas fundacionales más allá
de la admitida por la ley (así se establece, en éstos, que la persona jurídica En cuanto a la capacidad de las personas jurídicas españolas, si son de
puede adquirir y tener —aunque estuviese vigente una legislación desamor- Derecho común, se rige por éste, y si de Derecho foral, por el de la región
tizadora— toda clase de bienes, o puede repudiar herencias, sin aprobación de que sean (C.c., arts. 9, núm. 11, y 16, núm. 1).
judicial, aun siendo de aquéllas para las que la exige el art. 993 del C.c.,
etc.), ni suprimible para hipótesis que implicarían algo que chocase con el
concepto de persona jurídica que acepta la ley o con el papel o utilidad que
Pues se está frente a un supuesto radicalmente distinto al de la persona física, y la capacidad
La Ley de Asociaciones, artículo 9, establece la necesidad de las autorizaciones que marca, para normal que se atribuye por la ley a la jurídica depende puramente de razones de conveniencia.
que las entidades de que se trata reciban donaciones. 9 Véase supra, § 30, núm. 4.

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MANUEL ALBALADEJO § 48 DOMICILIO, NACIONALIDAD, CAPACIDAD Y RESPONSABILIDAD

D) La responsabilidad civil de las personas jurídicas por los actos de sus ór-
RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS ganos es admisible en nuestro Derecho positivo, en el que, aunque no existe
un texto legal que la establezca en general, hay preceptos que la acogen para
8. Responsabilidad.—¿Responde civilmente 1° la persona jurídica por ciertas personas jurídicas (art. 144 de la Ley de Régimen Jurídico de las Ad-
los actos u omisiones de sus órganos? Por ejemplo, A, que es la persona ministraciones públicas de 26 noviembre 1992, según la que «cuando las Ad-
física a quien, según los estatutos de una asociación, corresponde contratar ministraciones públicas actúen en relaciones de Derecho privado, responderán
por ella, celebra con un tercero una compraventa en nombre de aquélla, y directamente de los daños y perjuicios causados por el personal que se en-
luego la incumple, o la cumple morosamente, o al celebrarla, engañó dolo- cuentre a su servicio, considerándose la actuación del mismo, como actos pro-
samente al tercero, que resulta perjudicado. ¿Queda obligada la asociación pios de la Administración, bajo cuyo servicio se encuentre»; también art. 145,1),
a resarcir estos perjuicios o el daño que ocasiona aquel incumplimiento o donde cabe ver aplicado un principio válido también para los demás casos.
aquella mora? Por su parte la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, aunque sin
La respuesta afirmativa se impone intuitivamente, aunque sólo sea entrar en mayores profundidades, ni solucionar dificultades teóricas del tema,
por el hecho de que siendo la actuación del órgano, actuación de la per- tiene admitida la responsabilidad en cuestión. Y también el Código penal,
sona jurídica 11 es evidente que la responsabilidad alcanza a ésta; ya que artículos 120 ss.
responde por sus propios actos. Y, además, por razones de equidad y de
necesidad práctica de la vida social 12, pues: 1.0 La persona jurídica, que El T.S. en numerosos fallos, en muchos de los cuales ha abordado específi-
se beneficia de lo que sus órganos hacéln por ella, debe estar también a camente el asunto y sentado explícitamente la afirmación de que las personas ju-
las resultas de los actos antijurídicos que éstos realicen en el ejercicio de rídicas responden por los actos ilícitos de sus órganos ya que se convierten en su-
jetos pasivos de cuantas obligaciones contraigan éstos a tenor del artículo 1.099,
sus funciones (no basta haber realizado el acto con ocasión de éstas), es
entre las que figuran las procedentes de culpa extracontractual (sentencia de 28
decir, siempre que actúen como tales órganos, dentro de sus atribuciones septiembre 1964 y 17 marzo 1980). Asimismo la sentencia de 11 marzo 1961 dice
(Qui sentit commodum, sen tire debet et incommodum). 2.° Los terceros (implícitamente) que la persona jurídica responde de los actos contractuales de sus
que se relacionan —a través de sus órganos— con la persona jurídica, gestores. La sentencia de 3 mayo 1967 establece que una sociedad puede ser de-
toman en cuenta a ésta y no a aquéllos (confían, p. ej., en su solvencia, clarada en estado de quiebra fraudulenta, así como cómplice de dicha quiebra. Y
y no atienden a la de la persona física que sea órgano); y además de ello, la de 3 julio 1968 afirma que las personas jurídicas contraen responsabilidad con-
en cualquier otro caso,- suele ser más sólida y segura la garantía que su- tractual y extracontractual por los actos que realicen las personas físicas mediante
pone la responsabilidad de la persona jurídica, que la personal de sus ór- las que aquéllas obran. Ver también la de 8 octubre 1984.
ganos.
Es indudable, en efecto, que es a través de sus órganos como la per-
sona jurídica deviene titular de derechos y obligaciones. Ahora bien:
" Aquí me refiero a la responsabilidad civil. No entro en la cuestión de si cabe o no responsabi- I.° En cuanto la obligación se compone de débito y responsabilidad,
lidad penal de la persona jurídica.
Aparte de la responsabilidad penal, la persona jurídica puede ser responsable civilmente por los una vez que la persona jurídica es sujeto deudor en una obligación, res-
perjuicios que el delito ocasione (cfr. C.p., artículo 19), bien principalmente, si se admite —y en los ponde si, a través de sus órganos, no la cumple (C.c., arts. 1.101 y 1.105).
Derechos que lo hagan— que es responsable penalmente, bien de forma subsidiaria, cuando, en defecto
del responsable penal (persona física, órgano de la jurídica, que, p. ej., es insolvente) la ley cargue so-
bre ésta la responsabilidad civil, derivada del delito (argumento ex art. 22 del C.p.). Salvo excepciones, queda exenta de responsabilidad si el incumplimiento no
" Véase supra, § 43, núm. 4. es culpable. Ahora bien, entiendo que no cabe estimar —a base de que la culpa
" Apoyada la responsabilidad en estas razones, es exigible, pues, aunque no se acepte que la per- que exista, siempre provendrá, no del órgano como tal, sino de la persona física
sona física es órgano de la jurídica, y se piense que su acto no es acto de ésta, sino acto de un repre- que lo encarna— que cuando la persona jurídica incumple, hay siempre incum-
sentante (persona física) para su representado (persona jurídica).
De cualquier manera, en general la doctrina que entiende que la persona física es representante y plimiento no culpable (respecto de tal persona jurídica y, aunque, naturalmente, se
no órgano de la jurídica, entiende que la responsabilidad de ésta por los actos de aquélla se rige por pueda exigir indemnización a la persona física órgano).
las reglas de la representación. 1 Tal tesis —que haría inmaculadas a las personas jurídicas— encuentra apoyo
Ahora bien, apoyando exclusivamente en ella la responsabilidad de la persona jurídica, ésta no res- aparentemente en la consideración de que, a tenor de los estatutos o reglas que
pondería por los actos en que, como en los ilícitos, no cabe representación en sentido jurídico (pues no
es aceptable el valor en Derecho del poder dado a otro para hacer algo que choque con sus normas), regulan la actividad del órgano, sólo será posible la actuación de éste ajustada a
sino solamente el encargo, en sentido puramente vulgar, de hacer algo por otro. Derecho. Mas, realmente, tal consideración, verdadera en sí, no sirve de apoyo a

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MANUEL ALBALADEJO § 49 MODIFICACIÓN, EXTINCIÓN DE LA PERSONA JURIDICA

la tesis en cuestión, porque para ésta lo decisivo es que tales estatutos o reglas Lo anterior a base del principio de Derecho que preside, artículos como el
conceden una esfera de facultades —para que su actuación valga como realizada 1.904 del Código civil («el que paga el daño causado por sus dependientes puede
por la persona jurídica— al órgano de que se trate, dentro de cuya esfera puede repetir de éstos lo que hubiese satisfecho») y el 145, 2, de la Ley de Régimen
moverse libremente, y cuando, al hacerlo, abusa de tales facultades, no por eso jurídico de las Administraciones públicas («La Administración correspondiente, cuando
su actuación deja de valer como de la persona jurídica, que precisamente la acepta hubiese indemnizado directamente a los lesionados, podrá exigir de sus Autorida-
por suya de antemano. des y funcionarios y demás personal a su servicio la responsabilidad en que hu-
bieran incurrido por dolo, culpa o negligencia grave...»).
2.° En cuanto que los hechos ilícitos son fuente de obligaciones, pues
de ellos nace la de reparar el daño causado (se responde del mismo) (Cfr., § 49
Código civil, artículos 1.089 y 1.902), la persona jurídica resulta obligada
(responde) por el acto ilícito que sus órganos realicen como tales, puesto MODIFICACIÓN, EXTINCIÓN DE LA PERSONA JURIDICA
que, reconociéndole el Código en general capacidad de obligarse (art. 38) Y DESTINO DE SU PATRIMONIO
mediante los actos de sus órganos, esta capacidad alcanza a las obligacio- 2. Extinción.--3. Destino del patrimonio.
SUMARLO: 1. Modificación.
nes procedentes de cualquier fuente, es decir, de cualquier acto que aqué-
-

llos realicen como tales dentro de sus atribuciones.


En el artículo 1.903, 4.°, no cabe 13 (ni en su letra ni en su espíritu) la res- 1. Modificación.—Las personas jurídicas pueden sufrir modificacio-
ponsabilidad de la persona jurídica por icf% actos de sus órganos, puesto que di- nes (p. ej., cambios en su estructura, órganos, régimen interno, fines, forma,
cho artículo se refiere a la que tiene una persona (física o jurídica) por los actos etc.) conservando su identidad.
de sus dependientes. Cuándo ocurra' así, y cuándo, por el contrario, la alteración de que se
La de órgano y la de dependiente son dos figuras distintas, aunque puedan trate, provoque la extinción de una personalidad y el nacimiento de otra, es
coincidir en una misma persona física. Es dependiente, pero no órgano, por ejem- cosa a considerar al estudiar en particular los diversos tipos singulares de
plo, el conductor del camión al servicio de un establecimiento; su misión es pu- persona. Pero se trata de cuestión muy interesante no sólo teórica, sino tam-
ramente material; por ejemplo, llevar al domicilio del cliente la mercancía que la bién prácticamente, ya que habiendo sólo modificación, la misma persona,
sociedad (persona jurídica) dueña de dicho establecimiento vendió a aquél por me-
dio de su gerente (órgano). puesto que subsiste, sigue manteniéndose en la titularidad de las relaciones
Ahora bien, si en nuestra ley no hubiese ningún precepto aplicable a la res- jurídicas que le pertenecían; mientras que si hay extinción, la nueva per-
ponsabilidad de las personas jurídicas por los actos de sus órganos, entonces ca- sona que surja (si surge) se encontrará fuera de aquellas relaciones de la
bría aplicar, como principio general del Derecho, el que inspira el artículo 1.903, antigua que no sean susceptibles de traspaso o que no lo sean sino mediante
4.°. Principio según el cual alcanzaría a la persona jurídica la responsabilidad por la conformidad de terceros. Por ejemplo, en los contratos de arrendamiento
los actos de sus órganos, como le alcanza por los de sus dependientes, al aplicar sometidos a la ley especial de urbanos (L.A.U.), en los que la persona ju-
tal principio, en el artículo 1.903, 4.°, al caso de éstos. Pero debiendo quedar bien rídica sea arrendatario, el cambio de personalidad, y no su modificación (ya
claro que no se trataría de haber aplicado este artículo (interpretado extensiva-
mente), sino el principio que lo inspira. que por aquél resulta que la cosa arrendada pasa a manos de persona dis-
tinta del arrendatario), sin consentimiento del arrendador, faculta a aquél
9. Derecho a repetir.—Entiendo que la persona jurídica perjudicada para resolver el contrato.
por el acto que, si bien es suyo, fue realizado por su órgano, puede di-
Para casos resueltos en la jurisprudencia no muy vieja, pueden verse, por ejem-
rigirse contra la persona física que encarne éste, basándose en la utiliza- plo, sentencias como las de 16 mayo 1963, 4 mayo 1964, 30 diciembre 1969, 22
ción indebida de facultades, y al objeto de que le sea resarcido el per- enero 1974, 25 junio 1983, 25 enero, 17 junio y 22 octubre 1988, 2 marzo 1991,
juicio (o para que se den todas las consecuencias que procedan, incluso 29 diciembre 1992, 17 marzo 1993, y Resolución de 26 noviembre 1971 (según
de otros órdenes) que le produjo hacer efectiva la susodicha responsabi- las que el cambio de nombre de la persona jurídica no afecta a la conservación
lidad. de la misma personalidad que tenía), 5 diciembre 1962, 17 enero 1963 y 25 ju-
nio 1983, y Resolución de 26 noviembre 1971 (según las que si una persona ju-
13 A pesar de que según alguna sentencia pueda parecer lo contrario. V., por ejemplo, la de 17
rídica absorbe a otra, ésta se extingue, pero la personalidad de la absorbente si-
marzo 1980. gue siendo la misma), 29 abril 1963 (según la que el cambio de socios en la

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MANUEL ALBALADEJO § 49 MODIFICACIÓN, EXTINCIÓN DE LA PERSONA JURID1CA

sociedad de responsabilidad limitada, no cambió a la personalidad de aquélla la judicial, que resolverá «la fusión de aquellas fundaciones que no puedan
diferencia del caso de la regular colectiva en que sí la cambia: sentencias como cumplir sus fines por sí mismas 3).
las de 31 octubre 1962, 20 junio 1963, 17 mayo 1965, 7 diciembre 1965 y 8 ju-
nio 19731), 12 junio 1962, 30 diciembre 1969, 18 noviembre 1972 y Resolución 2. Extinción.—Las causas de extinción de las personas jurídicas no
de 21 febrero 1951 (que señalan otros cambios que —si no sobrepasan ciertos lí- son uniformes para todas, pues ya se comprende que siendo éstas de di-
mites— no suponen el de personalidad jurídica). versos tipos y subtipos, hechos que para unas pueden ser trascendentales,
Sobre otros casos en los que hay o no cambio de personalidad, véase, por
ejemplo, en legislación, Ley de Anónimas, artículos 223 y ss. para otras son irrelevantes; por ejemplo, la muerte de un socio extingue la
En jurisprudencia, sentencias (además de las recién citadas que afirman el asociación basada en la consideración a las personas (C.c., art. 1.700, 3.°),
cambio de personalidad para el supuesto del de socios en la sociedad regular co- y no afecta para nada a aquélla en que cada socio no es sino un número
lectiva), como las de 15 diciembre 1956, 24 abril y 25 mayo 1959, 12 junio 1962, más (una sociedad anónima, un club deportivo).
etc., juzgaron casos que estimaron como de cambio de personalidad '.
Aquí, sólo me ocuparé de las causas de extinción en general; las propias sólo
Las modificaciones pueden proceder de la voluntad de la propia per- de determinados tipos de persona, deben ser examinadas al estudiar éstas en par-
sona (así, la acuerdan sus miembros 2) o ser dispuestas por la autoridad, ticular 4.
cuando le competa tal facultad (p. ej., a la Administración que ejerza el pro-
tectorado de las diversas fundaciones, corresponde solicitar de la autoridad En primer término cabe distinguir entre causas que operan porque es-
tablecidas por la ley, y causas extintivas que lo son por haberse fijado como
tales en las reglas constitutivas de la persona (estatutos, reglas fundaciona-
1 Ahora bien, al manejar, en este tema de cambio de personalidad, la jurisprudencia del Tribu-
nal Supremo, que es jurisprudencia recaída en pleitos sobre resolución de contratos de arrendamiento les), como el transcurso de cierto plazo (C.c., art. 39, principio, L.F., art. 29,
sometidos a la L.A.U., debe de advertirse que en las sentencias citadas el Tribunal Supremo afirmó a) o el cumplimiento de determinada condición.
(con acierto o sin él, que ese es tema en el que no entro) que había cambio de personalidad; pero Se extingue la persona jurídica, según dispone la ley, además de por el
que en otras sentencias que no viene a cuento citar aquí, porque no hablan de tal cambio de perso-
nalidad, dijo simplemente que procedía la resolución del contrato apoyándose en el artículo 31, núm. transcurso del plazo que se hubiese podido fijar para su vida 5, principal-
4, de la antigua L.A.U., porque, según la letra de éste, en relación con el 114, 5,°, tal resolución pro- mente: por causas que afectan al fin perseguido (se consiguió ya, p. ej.), al
cedía cuando, no cumplidos los requisitos que señalaba el Capítulo 4.° de la ley, haya «cambiado de sustrato al que se reconoció la personalidad (se disolvió la asociación, p. ej.),
forma NO par ministerio de la ley» la sociedad arrendataria (pues por tal cambio no por ministerio
de la ley, se reputa causado el traspaso [art. 31, núm. 4 dicho] y como éste se ha realizado —al no a la concesión de ésta (se revoca el reconocimiento), o a los medios de que
haberse cumplido los requisitos legales— de modo distinto del autorizado por la ley en su Capí- la persona disponía (quedan insuficientes).
tulo 4f, procedía la resolución [art. 114, 51); es decir, que la aplicación literal del artículo 31, núm.
4 de la antigua L.A.U., llevaba a la conclusión, según esa jurisprudencia, de que cuando la sociedad
arrendataria cambiaba de forma (se sobrentiende siempre que sea sin haberse cumplido los requisitos Al fin perseguido: como cuando éste —según acabo de decir— ya se ha con-
que establecía el Capítulo 4.° de la ley) por voluntad de los interesados, procedía la resolución por seguido o devino imposible de alcanzar física o jurídicamente (C.c., art. 39; L.F.,
traspaso ilegal, con independencia de que la transformación hubiese supuesto o no cambio de per- art. 29, b y c)6.
sonalidad. Y, por tanto, no puede estimarse que la jurisprudencia del Tribunal Supremo que daba lu- Al sustrato al que se concedió la personalidad: como cuando desaparece la
gar a la resolución del arrendamiento sometido a la L.A.U., por transformación voluntaria de la so- pluralidad de socios 7 o baja del número mínimo fijado por la ley, o la asamblea
ciedad arrendataria, fuese una jurisprudencia que necesariamente partiese de que tal transformación de socios acuerda disolver la asociación (sustrato), o se pierden, definitivamente,
producía un cambio de personalidad, y que, por ello, los casos que juzgó eran casos en que el Tri-
bunal Supremo estimó que había tal cambio.
Por eso sólo he recogido las sentencias en que, aparte de haber dado lugar a la resolución del
arrendamiento, el Tribunal Supremo afirmó que había en el caso, cambio de personalidad. • Ley de fundaciones, artículo 28, 2.
Tema distinto del anterior era el de si se debía entender que realmente el espíritu del antiguo ar- 4 Por ejemplo: Ley de Anónimas, artículo 260; Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada,

tículo 31, núm. 4, de la L.A.U., era el de que no debiese considerarse traspaso la transformación de la artículo 104; Código de comercio, artículos 221 y 222; Código civil, artículos 1.700 y L701; Ley Ge-
sociedad que, aun siendo voluntaria, fuese meramente modificativa, y no cambiase la personalidad de neral de Cooperativas, artículos 103 y as.
ésta. Pero la verdad es que hoy ese tema carece de utilidad desde que el artículo 31, 4 de la antigua • Véanse Resoluciones de 4 y 19 octubre 1965 sobre prórroga de éste otorgada antes del venci-
miento de aquél, pero registrada después (era Sociedad de Responsabilidad Limitada). Cfr. también la
LAU se redactó diciendo: «No se reputará causado el traspaso en los casos de transformación, fusión
o escisión de sociedades o entidades públicas o privadas», y el artículo 32, 3 de la L.A.U. de 1995 dice Resolución de 18 enero 1958, en tema de prórroga ineficaz.
que: «No se reputará cesión el cambio producido en la persona del arrendatario por consecuencia de la, • No hay extinción si lo que sobreviene es sólo la imposibilidad transitoria de conseguir el fin (así
por guerra). Cfr. sentencia de 23 febrero 1948. Cfr. también sentencia de 14 febrero 1945.
fusión, transformación o escisión de la sociedad arrendataria».
= Por ejemplo, Ley de Asociaciones, artículo 6, núm. 4; Ley de Anónimas, artículo 228, 1."; Ley • Salvo que, como sabemos, excepcionalmente se admitan sociedades con un socio sólo (véase su-
de Sociedades de Responsabilidad limitada, artículo 14, etc. pra. § 46, núm. 4).

431
430
MANUEL ALBALADEJO § 49 MODIFICACIÓN, EXTINCIÓN DE LA PERSONA IURID1CA

todos los bienes de la fundación, o el ente de que se trate se fusiona con otro o capacidad) de finalizar todo lo relativo a las relaciones jurídicas en que in-
es absorbido por éste o se fracciona en varios o se transforma, de tal manera que tervino. Aparte de la discusión sobre si en ciertos casos, durante el período
deba estimarse que no subsiste la misma personalidad jurídica 8, o cuando la per- de liquidación se conserva la personalidad, lo que parece seguro que puede
sona jurídica deja de cumplir ciertos requisitos que —una vez existente-- le ven- afirmarse es que, según qué tipo de persona jurídica sea y según cuál sea
gan exigidos so pena de extinción (como presentación a la autoridad de determi- la causa extintiva, en unas hipótesis es más acertado entender que durante
nados documentos), o cuando por disposición general (así, ley), referente a ¡as
personas jurídicas de aquella clase, o bien por acto de la autoridad relativo a una la liquidación sigue siendo persona jurídica, y en otras que durante tal pe-
persona jurídica concreta (p. ej., sentencia en la que se declara ilícita cierta aso- ríodo pasa a ser una entidad sin personalidad.
ciación), se decreta la disolución (así: LA., art. 6, núm. 7; C.c., art. 1.666; C.p,,
art. 520) 9. 3. Destino del patrimonio.—Cuando la persona jurídica se extingue
(aunque no se deshaga su sustrato —asociación, p. ej., a la que se le priva
A la concesión de la personalidad: de forma que si no se suprime, sub- de personalidad, sin disolverla—), su patrimonio debe de transferirse a otra
siste el sustrato como ser social, pero en adelante, el Derecho lo considera (u otras, físicas o jurídicas), puesto que la extinguida ya no puede ser su-
como una organización sin personalidad jurídica propia ". Por ejemplo, a jeto de él.
determinados Organismos oficiales dotados de personalidad jurídica se les Quienes lo reciben pueden ser bien las personas que formaban parte de
suprime ésta por una ley, dejándolos reducidos a meras ruedas de la es- la extinguida (los miembros de la asociación), bien extraños, pues, según
tructura estatal, englobados dentro de la personalidad del Centro superior al los casos, el destino del patrimonio de las diferentes personas jurídicas ex-
que pertenecen. tinguidas se rige por reglas distintas.
A los medios de que la persona dispone para conseguir sus fines: como Es posible en esta materia indicar los siguientes rasgos básicos para per-
cuando, por diversas razones, la ley, por considerar que han llegado a ser sonas jurídicas de Derecho privado ":
insuficientes o inadecuados tales medios, dispone que, aun sin haber per- En primer término el destino a dar al patrimonio es el que se hubiese
dido totalmente su patrimonio, se extingan ciertas personas jurídicas (C.c., señalado para caso de extinción en los estatutos de la asociación o en las
art. 1.700, 2.°; Ley de Anónimas, art. 150, 3.°, etc.). reglas fundacionales (C.c., art. 39; Compilación navarra, ley 47; L.A., art. 3,
En algunos de los anteriores casos, la extinción —según se ha visto— núm. 2, 9.'; L.F., art. 1, en las limitaciones que marca, LE catalanas, art. 9,
se produce como consecuencia de un acto de la autoridad, mas no en todos 2, etc.).
los restantes opera ipso iure la causa extintiva, sino que, a veces, se requiere En su defecto:
para su eficacia que recaiga decisión o declaración, al respecto, de la autori- 1.° Si se trata de asociaciones de interés privado, sean o no socieda-
dad (p. ej., cfr., Ley de Entidades estatales autónomas, artículo 14, 3.°, L.E, des en el sentido estricto del término, el destino del patrimonio se rige por
art. 30); pudiendo entonces decirse, si se quiere, que es ésta la causa extintiva. las reglas aplicables a éstas (C.c., art. 36), que no es ahora momento de es-
La extinción de la persona jurídica no es siempre instantánea; en oca- tudiar 13, pero que, en principio, por el carácter egoísta de tales entidades,
siones, cuando el hecho extintivo se produce, la persona entra en un perí- es el de ser partido entre sus miembros (C.c., art. 1.708).
odo llamado de liquidación, en el que conserva su personalidad (punto éste
discutido "), mas al solo objeto (y a ese campo se reduce en adelante su Si se disuelve por ilícita una sociedad, las ganancias se destinarán a los es-
tablecimientos de beneficencia de su domicilio, y, en su defecto, a los de la pro-
vincia (C.c., art. 1.666, 2.°).
Cfr. particularmente Ley de Fundaciones, artículos 28 y 29, d.
9 Cosa distinta, y que no afecta a la extinción de la persona jurídica, es que clandestinamente siga •
funcionando la organización de que se trate.
1° La sentencia de 12 abril 1941 dice que «la persona jurídica puede extinguirse por supresión, es 12 Las de Derecho público se rigen generalmente por leyes especiales, que suelen determinar si el
decir, por un acto de la autoridad que le retire a aquélla el reconocimiento que la había prestado y anule patrimonio de las extinguidas pasa simplemente al Estado, a éste con algún destino especial, o a deter-
consiguientemente su subjetividad». minadas entidades concretamente. Por ejemplo, la Ley de Entidades estatales autónomas, artículo 11,
" Pero, véase, por ejemplo, Ley de Anónimas, artículo 264; Ley de ordenación y supervisión de núm. 2, dispone que «el patrimonio de los organismos autónomos extinguidos pasará al Tesoro», y el
los seguros privados, de 8 de noviembre de 1995; Ley de fundaciones, artículo 31, y sentemlias como Reglamento de Servicios de las Corporaciones locales (aprobado por Decreto de 17 junio 1955) dice
las de 14 febrero 1945, 11 febrero 1956, 20 abril y 4 julio 1959, 5 mayo 1965, 10 mayo 1982. La Re- que al disolverse (extinguirse) la institución (fundación) creada por aquéllas, serán ellas las que le su-
solución de 5 junio 1953, estimó que la asociación del caso perdió su personalidad por el hecho ex- cedan en su patrimonio (art. 88, 2).
tintivo quedando como asociación sin personalidad durante el período de liquidación. Véase también la '3 Sino al examinar el contrato de sociedad civil; pues, si se trata de sociedades comerciales, su
de 21 marzo 1947. estudio queda para el Derecho mercantil.

432 433
MANUEL ALBALADEJO § 50 ENTES SIN PERSONALIDAD

2.° Si se trata de asociaciones de interés público 14 o de fundaciones, las que por disposición de un benefactor se adscriben bienes a la consecu-
sus bienes se aplicarán a la realización con fines análogos o de interés ge- ción de un fin, a través de ciertas reglas) que siendo —al menos prima fa-
neral. cie— iguales que las asociaciones o que las funciones en cuanto al sustrato
o ser social, sin embargo, no son personas jurídicas porque, por la razón
En interés de la región, provincia o municipio que principalmente debieran que sea, no les ha sido atribuida esta cualidad (p. ej., los miembros no qui-
recoger los beneficios de la institución extinguida, dice el Código civil, artículo sieron que su organización tuviese personalidad, o falta el cumplimiento de
39 (que ha de relacionarse con el 35, 1.°). Por su parte la Compilación navarra ciertos requisito para conseguirla, etc.).
no establece esa especificación, sino que dice simplemente simplemente que: «Cuando
se extinga una fundación sin haberse previsto el destino de sus bienes, adquirirá
éstos la Comunidad Foral de Navarra (ley 304), que los aplicará a fines similares Así: De tipo asociación: una sociedad mercantil, aún no inscrita en el Registro,
a los establecidos por el fundador». Ver también Ley de fundaciones, artículo 31, una sociedad civil cuyos pactos se mantengan secretos entre los socios (C.c., art.
Ley de fundaciones catalanas, artículo 9, 2, y Ley de fundaciones de interés ga- 1.669). De tipo fundación; disposición gratuita de una masa de bienes a favor de de-
terminada persona física o entidad con la carga de montar y sostener con ella cierto
llego, artículo 24. establecimiento benéfico o de destinar ciertas cantidades o la renta (toda o parte) de
los mismos a determinados fines, y según ciertas reglas (C.c., art. 788); caso en el
Se determina de ese modo, pues, el fin a que se aplicarán los bienes. que no hay más persona que la del beneficiario, que pasa a ser titular de los bienes
Y si no está también determinada la persona que los recibirá (que puede es- de que se trate, aunque con el gravamen (modo) de cumplir la carga impuesta.
tarlo: así en las reglas fundacionales, L.F., art. 31, 2), corresponderá elegirla La ley de 8 junio 1987, reguladora de los Planes y Fondos de Pensiones, ha
de diversa forma, según los casos. • regulado los fondos de pensiones como patrimonios separados sin personalidad ju-
rídica, administrados por sociedades independientes.
Ley de fundaciones, artículo 31, 2, Compilación navarra, ley 47, 2.°, y Ley
de fundaciones catalanas, artículo 9, 2, y artículo 24 de la Ley de fundaciones de Se puede hablar entonces de asociaciones o de fundaciones sin perso-
interés gallego. nalidad o no reconocidas o de hecho.
De hecho solamente en lo relativo a carecer de la cualidad de persona, pero
§ 50 no en cuanto a que se trate de una figura sin regulación jurídica.
ENTES SIN PERSONALIDAD* Por lo demás, no se olvide de la Ley de Asociaciones se aplica —como ya
he dicho— lo mismo a las que tengan (o vayan a alcanzar) personalidad jurídica
SUMARIO: 1. Asociaciones y fundaciones sin personalidad.-2. Entidades y sujetos co- que a las de hecho.
lectivos sin personalidad jurídica en el Derecho navarro.
No son en absoluto entidades rechazadas por el Derecho como organi-
1. Entidades sin personalidad.—Hay organizaciones que carecen de zaciones; son sólo organizaciones que no pasan de esta categoría a la de
personalidad. Se trata de uniones de personas (miembros) o de obras (en persona.

También el Derecho puede, no sólo no otorgar personalidad a ciertas organi-


" El caso no se presentará en las reguladas por la Ley de Asociaciones, cuyo artículo 3, ndm. 2, zaciones, sino ir contra estas mismas como tales organizaciones (ilícitas, prohibi-
9.°, ordena que en sus estatutos o reglamentos se establezca la aplicación que haya de darse a los fon-
dos o haberes sociales, en caso de disolución,
das). Entonces, si infringiendo las normas prohibitivas, clandestinamente continúan
* BRONZETTI, Persone giuridiche e associazioni non riconosciute nella giurisprudenza, 1973:
existiendo, se puede hablar de organizaciones de hecho. Pero no es este sentido,
CARRES1, «Potere di disposizione e legittimazione processuale dalle associazioni non roconosciute», de hecho contra Derecho, en el que estoy utilizando aquí la expresión.
R.T.D.P.C., 1948, págs, 208 y s.s.; EPINAY, De la capacité juridique des associations non reconnues
d'utilité publique, 1897; EROLI, Le associazioni non riconosciute, Nápoles, 1990; FUSARO, La asso- en
ciazione non riconosciuta, modelli normativi e esperienza atipiche, Milán, 1991; GIERKE, Vereine ohne jurídica que corresponde varía según la situación que hay
RechtsfilhigkeiP, 1902; GIOVENE, Le associazioni di fruto nel Diritto privato, 1914; GRECO, Le fon- cada caso.
dazioni non riconosciute, Milán, 1980; HEINTZE, Der nichtrechtsfiihige Verein, 1902; LIN1DEMANN,
Der nichtrechtsfühige Verein, 1910; MAR:JACA, Considerazioni su i L'omitan e fe pubbliche sottoscri-
zioni, 1933; NEUBECKER, Vereine ohne Rechtsfiihigkeit, 1908; DE LA OLIVA SANTOS, La sociedad n'aciones no reconocidas, trad. y notas de GITRAMA, s.f.; RUDNICKI, Der nichtrechtsfiihige Verein,
irregular mercantil en el proceso, 1971; RAGUSA, Atipicita e disciplina delle associazioni non rico- 1910; SCHWARTZ, Der nichtrechtsfühige. Verein, 1899: DE VALLES, «La condizione giuridica e pro-
nosciute. Padua, 1992; ROCA Y TAJAS, en C.C.I.C., núm. 1, 1983, pág. 167; RUBINO, Las aso- cessuale degli enti di falto», en R.D.C., 1918, X, págs. I y ss.

434 435
MANUEL ALBALADEJO

Así, en lo que podríamos llamar fundación modal, existe un negocio gratuito


con carga, al que son aplicables las reglas de éstos; y en el supuesto de aso-
ciaciones sin personalidad, se aplican las reglas de la comunidad de bienes (C.c.,
art. 1.669).
El Decreto de 20 mayo 1965 se ocupa, en su Capítulo IV, de lo que deno-
mina «Asociaciones de hecho de carácter temporal», que realmente se refiere a
las actividades promovidas por personas físicas o jurídicas encaminadas a la re- CAPÍTULO VI
caudación de fondos para cualquier finalidad licita. LA RELACION JURIDICA

Sección Primera
LA RELACION JURIDICA, LA INSTITUCION
Y EL DEBER JURIDICOS

§ 51
LA RELACION JURIDICA*
• SUMARIO: 1. Concepto de relación jurídica. - 2. Estructura. - 3. Clases.

1. Concepto de relación jurídica.—Relación jurídica es aquella si-


tuación en que se encuentran varias personas entre sí, regulada orgánica-
mente por el Derecho, partiendo de un determinado principio básico. Por
ejemplo: la relación conyugal, que, por la contracción del matrimonio, nace
entre marido y mujer, o la relación arrendaticia, que la celebración del con-
trato de arrendamiento genera entre arrendador y arrendatario.
La relación jurídica tiene su origen en un hecho jurídico (el matrimo-
nio, el contrato, etc.) y engloba o puede englobar un conjunto, una trama
de poderes, facultades, deberes, etc., que corresponden a las personas que
en ella intervienen.

2. Estructura.--Analizando su concepto, cabe distinguir:


1.0 Las personas entre las que se da o titulares que concurren en la
misma. Los que cuando, en la situación de que se trate, se les atribuyen
derechos o facultades, son denominados sujetos activos de éstos; calificán-

* ALFONSIN, Contribution d Vetarle de la relation juridique en Dmit international privé, en Me-


langes Maury, I, 1960, p. 27 ss.; BAGOLIN1, Notas acerca de la relación jurídica, en A.D.C., 1950,
págs. 7 y SS.; DE BUEN, La teoría de la relación jurídica en el Derecho civil, en el Libro-homenaje
a Clemente de Diego, 1940, págs. 181 y ss.; CICALA, JI rapport° giuridico4, 1959; C1CU, Considera-
zioni sulla struttura del rapport° giuridico (separata), 1944; DOMINGUES DE ANDRADE, Teoria ge-
ral da relacao juridica 2, 1966; FERREIRA, Algunas reflexiones acerca de la relación jurídica, en R.G.L.J.,
1982, t. 253, p. 3; GARCIA GARCIA, La relación jurídica desde las perspectivas práctica y teórica,
R.C.D.I., 1990, pág. 399; GIL FAGOAGA, La relación de Derecho, 1918; PALAllOLO, Teoria del
rapport° giuridico, en R. Dic. civ,, 1944, págs. 114 y ss.; PUGLIATT1, 11 rapport° giuridico unisogge-
tivo, en Saggi di Diritto eivile, 1951, págs. 42 y siguientes.

436 437
MANUEL ALBALADEJO § 53 LA INSTITUC1ON Y EL DEBER JUR1DICOS

dose de sujetos pasivos a aquellos sobre los que recaen deberes. Ahora La suma de las diversas instituciones jurídicas civiles, que se ligan y
bien, frecuentemente, los distintos titulares son, a la vez, sujetoa activos y relacionan unas con otras, constituye el Derecho civil.
pasivos (por ejemplo en la relación de compraventa, el vendedor debe la
cosa y tiene derecho al precio, y el comprador debe éste y tiene derecho 2. El deber jurídico*.—Las relaciones jurídicas originan deberes. El
a aquélla). deber jurídico consiste en la necesidad de observar cierto comportamiento
2.° El objeto o materia social sobre el que la relación versa (e) bien (acción u omisión) que viene impuesto por las normas reguladoras de la re-
de que se trate, los servicios prometidos, los vínculos familiares, etcétera). lación a personas que intervienen en ésta.
3.0 El contenido, que está constituido por la masa de poderes, facul- Hay deberes a los que corresponde un derecho correlativo en otro su-
tades, deberes, etc., que la relación encierra. Los que pueden ser múltiples jeto, lo que ocurre generalmente cuando aquél se impone en beneficio de
(por ejemplo, la relación que nace de la compraventa contiene derechos y éste: así, al deber de pagar el deudor, corresponde el derecho del acree-
deberes recíprocos a favor y en contra del comprador y del vendedor) o dor a ser pagado. Pero no todo deber tiene frente a él un derecho: así la
únicos (por ejemplo, la relación que genera el préstamo sin interés, sólo vacunación obligatoria por prescripción de disposiciones sanitarias, cons-
contiene a favor del prestamista el derecho a la devolución, y a cargo del tituye un deber, sin que se conceda a nadie un derecho a la vacunación
prestatario el deber de realizarla). de los demás'.

Mas no siempre las relaciones jurídicas son fuente inmediata de derechos y Los deberes jurídicos: I.° Pueden recaer sobre una o varias personas deter-
deberes, sino que, respecto de algunos mili sólo poseen la potencia de producirlos minadas (el deudor, el hijo sometido a la potestad del padre, etc.), o sobre la ge-
en concurrencia de ulteriores requisitos (por ejemplo, la relación de parentesco, neralidad (por ejemplo, todos deben respetar la propiedad o la personalidad de los
de por sí sola no confiere derecho a alimentos, que surge con la necesidad que demás). 2.° Pueden ser deberes de una conducta a favor del titular del derecho
de los mismos tenga un pariente y la posibilidad de prestarlos el otro). correlativo, o simplemente deberes de no perturbar a los demás en el disfrute de
sus derechos y situación jurídica.
3. Clases.—La fundamental clasificación que de las relaciones jurídicas
puede hacerse es la siguiente: Relaciones jurídicas públicas o privadas. Estas, úni-
Sección Segunda
cas que aquí importan, son las que se dan entre particulares o en las que, si in-
terviene el Estado o algún ente público, lo hace como un particular. Por razón de EL DERECHO SUBJETIVO
su materia, las relaciones privadas son: 1. Relaciones jurídicas de estado: que de-
terminan el puesto de la persona en la sociedad civil. 2. Relaciones jurídicas fa-
miliares: que determinan el de cada uno de los miembros de la familia. 3. Rela- § 53
ciones jurídicas de cooperación social: que determinan el de cada uno de los miembros CONCEPTO Y ESTRUCTURA*
componentes de una persona jurídica (asociación). 4. Relaciones jurídicas de trá-
fico: relativas a las distintas clases de poderes que el Ordenamiento admite sobre SUMARIO: 1. Concepto y naturaleza.-2. Estructura.-3. Sujeto.-4. Contenido.-5,
los bienes económicos, y a la circulación e intercambio de éstos. Objeto.

1. Concepto y naturaleza.—También las relaciones jurídicas originan


§ 52 derechos subjetivos a favor de las personas que en ellas intervienen.
LA INSTITUCION Y EL DEBER JURIDICOS
* B1NDER, Rechtsnorm und Rechtsflicht, 1912; CICU, Dovere e diritto, 1921; IRT1, Due saggi sul
SUMARIO: 1. Institución jurídica. - 2. El deber jurídico. dovere giuridico (obbligo-onere), 1973; PEIDRO y RODRIGUEZ-ARIAS, Teoría del deber jurídico y
del derecho subjetivo, en R.G.L.J., 1948, tomo 183, págs. 257 y ss.
1. Institución jurídica.—Se denomina institución jurídica al conjunto 1 Cosa distinta es que se pueda denunciar el hecho del incumplinnento, no en cuanto violador de
un derecho (inexistente), sino en cuanto infractor de un deber jurídicamente exigible.
de normas referentes a las relaciones jurídicas de una cierta clase ol en ge- * ARA PINILLA, Aceita de la concepción del derecho subjetivo en el realismo jurídico escan-
neral, a una figura jurídica determinada. En tal sentido es una institución el dinavo, R.G.L.J., 1982, t. 253, pág. 495; BALLADORE-PALLIERI, Diritto soggetivo e diritto reale,

matrimonio (en cuanto forman una unidad las normas relativas a él), otra en Jus, 1952, págs. 1 y siguientes; BARBERO, Diritto soggetivo, en Foro ita., 1939, IV, 1 y ss,, y en
Studi di teoria generale del Diritta, 1953; BUCHER, Das subjetive Recht als Normsetzungsbefugnis,
la propiedad, otra la compraventa, etc. 1965; CASTAN TOBEÑAS, El concepto de derecho subjetivo, en R.D.P., 1940, págs. 121 y ss,, De-

438 439
MANUEL ALBALADEJO § 53 LA INST1TUCION Y EL DEBER JURID1COS

Por derecho subjetivo entiendo un poder respecto a determinado bien voluntad y la del interés bien basadas en presupuestos distintos) otras que la
(en sentido amplio, por tanto, bien moral o material, cosa, utilidad, com- niegan. Cosa que, sin embargo, es rechazable, no ya desde un punto de vista
portamiento, etc.), concedido inicialmente por el Ordenamiento jurídico a la meramente teórico, sino evidentemente desde el de nuestro Derecho positivo.
persona para la satisfacción de intereses dignos de protección. El poder concedido para obrar (facultas agendi) dentro de los límites
permitidos, nace del Ordenamiento (norma agendi) que lo protege e impone
La sentencia de 22 septiembre 1959 lo definió como «un poder jurídico atri- sea respetado; permitiendo reprimir las violaciones de que se le haga ob-
buido a una voluntad y con aptitud para satisfacer intereses humanos». jeto y obtener, incluso coactivamente, aquello para lo que el poder faculta.
Se trata de un poder de dominación independiente, de un ámbito de se-
Prescindo aquí de la exposición de teorías y polémicas sobre el derecho ñorío unitario que se entrega a la persona. Independiente en el sentido de
subjetivo. Mas no se puede dejar de advertir que principalmente desde que que es susceptible de existencia apartel.2. Unitario, en el de que, aunque su
en la doctrina del pasado siglo se contrapusieron en orden al concepto de de- amplitud permita que se manifieste en diferentes facultades (así, en princi-
recho subjetivo las dos teorías, de la voluntad (SAVIGNY, W1NDSCHEID) y del pio, el propietario —titular del derecho subjetivo de propiedad— puede usar
interés (JBERING) (según la primera, el derecho subjetivo es «el poder de la la cosa —facultad de uso— y percibir sus frutos —facultad de disfrute—
voluntad protegido por el Ordenamiento»; según la segunda, realmente el de-
y enajenada o gravarla o reivindicarla, si se la habían arrebatado, etc.), és-
recho subjetivo es «un interés jurídicamente protegido», pues no sería, si no, tas son sólo repercusiones, en distintos aspectos, de la potestad global que
posible que tuviesen derechos los seres —así, niño, loco— a los que falta la
el derecho subjetivo es.
voluntad), se ha discutido, y se sigue dikutiendo hoy, cuál sea el concepto El interés en atención al que se concede el derecho subjetivo no ha de
acertado de esta figura jurídica. habiendo, junto a las diversas teorías que afir- ser necesariamente un interés que haya de concurrir en cada persona que
man la existencia del mismo (bien intermedias o conciliadoras entre la de la tenga un derecho de aquella clase, sino un interés al que, en abstracto, di-
cho poder le sea útil medio de satisfacción, aunque, en el caso concreto, no
rechos subjetivos, en N.E.J., VII, 1955, págs. 102 y as., y Situaciones jurídicas subjetivas, Madrid, se utilice para conseguirlo, o el sujeto de que se trate no pueda alcanzarlo
1963; DE CASTRO, Derecho civil, 13, págs. 632 y ss.; CESARINI-SFORZA, II diritto soggetivo, en (por ejemplo, persona sorda con derecho a entrada en una sala de concier-
R. ita. p. le Seienze giur., 1947, págs. 181 y ss.; COING, Signification de la ?ration de droit subjenf, tos), o no sea ni siquiera un interés de éste, pues puede tratarse hasta de
en A.F.D., IX, 1964, pág. 1 y as.; DABIN, El derecho subjetivo, trad. esp., 1955, y Droit subjetif et
subjetivisme juridique, en A.F.D., IX, 1964, págs. 17 y SS.; DIAZ CRUZ, Todavía sobre el derecho un interés de otra persona, para la que se siga el goce de la ventaja deri-
subjetivo, en R.G.L.J., 1947, tomo 181, págs. 555 y SS.; DUSI, Diritti soggetivi e facolta giuridiche, vada del derecho (así, en los llamados derechos fiduciarios, para quien los
en Studi Seriesi, 1902, XIX, págs. 225 y si.; FERRANTE, ti concetto di diritto soggetivo e acune sue
applicazioni, 1947; FOLGADO, Evolución histórica del concepto de derecho subjetivo (Estudio espe-
admita, y derechos-deberes3).
cial en los teólogos-juristas españoles del siglo XVI), 1960; GARBAGNATI, Diritto soggetivo e po-
tere giuridico, en Ius. 1941, págs. 550 y si.; GATTI, Derechos subjetivos y relaciones jurídicas, Bue- 2. Estructura.—EI análisis de la estructura del derecho subjetivo nos
nos aires, 1992; GUARINO, G., Potere giuridico e diritto soggettivo, 1990; JONESCO, La notion de
droit subjetif dans le Droit privé 2, 1979; MARTIN BLANCO, El concepto de situación jurídica en descubre: un sujeto, al que pertenece; un objeto, sobre el que recae; un con-
Karl Larenz. (En torno al concepto de derecho subjetivo), en R.G.L.J., 1950, tomo 188, págs. 670 y tenido, que encierra.
ss.; MARTINEZ VAZQUEZ DE CASTRO, Breves notas para una teoría de los derechos subjetivos
fundamentales, La Ley, 1983, pág. 985; MICHAELIDES-NOVAROS, L'evolution recente de la notion
de droit subjetif, en R. Trim. D.C., 1966, págs. 216 y ss.; MIELE, Potere, diritto soggetivo e interesse, 1 Mientras que otros poderes que no son derechos subjetivos no se conciben en sí. Por ejemplo,
en R.D. Comm., 1944, I, págs. 114 y si.; MORINEAU, II concetto di diritto soggetivo, en Jus, 1954, el de elegir una u otra prestación en la obligación alternativa o el de constituir en mora al deudor, que
págs. 157 y si.; NATOLI, 11 diritto soggetivo, 1943; OERTTMANN, Zur Struktur der subjektiven Pri- presuponen un derecho-madre: el que tiene el acreedor contra el deudor alternativo o moroso.
vatrechte, en Arch. f.d.c. Praxis, 123, págs. 129 y ss.; PEDRO y RODRIGUEZ-ARIAS, Teoría del Aunque esta existencia esté vinculada a la de otro derecho subjetivo, de tal forma que, a falta
deber jurídico y del derecho subjetivo, en R.G.1.3„ 1948, tomo 183, págs. 247 y si.; RODOTA, Di- del segundo, haya de desaparecer el primero. Por ejemplo: derecho de hipoteca y derecho de crédito
cussioni e polentiche sul diritto soggetivo nella Germanio orientale, en R.D.C., 1963, I, págs. 5 y si.; que resulta garantizado por el mismo. Entonces se dice que aquél es derecho accesorio de éste.
SANTI ROMANO, Fragmentos de un diccionario jurídico, trad. esp., 1964, págs. 297 y si.; SCHULZ- Al derecho accesorio le falta independencia, pero en un sentido distinto al en que hablo en el texto,
SCHAEFFER, Das subjektive Reclu int Gebiet der unerlaubten Handlung, 1915; ROUBLER, Droits pues el derecho accesorio es un poder concebible en sí, aunque sea dependiente en el sentido de que
subjetifs et situations juridiques, 1963; SPERDUTI, Contributo alla teoria delle situazioni giuridiche su vida pende de la del derecho principal.
soggetive, 1944; SCHUPPE, Der Regrrff des subjektiven Rechts, 1887 (reimpresión de 1963); 9PINOLA, Por ejemplo: es derecho fiduciario .para quien no rechace la figura, no como hago yo— la pro-
Dos direitos subjetivos, 1941; THON, Rechtsnorm und subjektives Recht, 1878, y trad. ita.2, 1962, y piedad concedida con fines de administración (para que el propietario fiduciario administre las cosas en
Norma giuridica e diritto soggettivo, Palia, 1993; VATTIER FUENZAL1DA, Observaciones críticas interés de otro); es derecho-deber la patria potestad, que se concede en beneficio del hijo sometido a
en tema de derecho subjetivo, en ADC, 1981, p. 355 y ss. ella. En estos casos el derecho no se deja al libre arbitrio del titular del mismo. En ellos es patente la
Más bibliografía francesa en MAZEAUD, LeÇons de Droit civil, P, por JUGLART, pág. 15, nota 1. distinción entre sujeto del derecho y portador del interés.

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MANUEL ALBALADEJO § 53 LA 1NSTITUCION Y EL DEBER JURIDICOS

3. Sujeto.—Sujeto del derecho es la persona investida del poder en que • manifiesta en los diversos actos para que el titular resulta facultado: con-
éste consiste. junto de facultades.
La sustancia de cada derecho la forma su contenido; siendo éste el que
He dicho que no siempre lo es el portador del interés, y hay que añadir que distingue unos derechos de otros: así, el mismo sujeto, A, tiene sobre el
tampoco es siempre sujeto el que actúa el derecho o es portador de la voluntad mismo objeto, X, bien un derecho de propiedad, bien uno de usufructo, se-
que gobierna éste. Así, por las personas incapaces son sus representantes legales gún le corresponda sobre él un poder más o menos amplio (respectivamente,
quienes ejercitan sus derechos.
arts. 348 y 467 del C.c.).
El sujeto es conceptualmente necesario para el derecho subjetivo; pero En abstracto, el mismo tipo de derecho tiene siempre el mismo contenido;
transitoriamente puede estar indeterminado (o faltar?)4. Entonces (aunque pero en los casos concretos puede variar de derecho a derecho, por diversas ra-
hay diversos puntos de vista para explicar esta hipótesis), según una teo- zones. Por ejemplo: se resta contenido al derecho de propiedad, si resulta gravado
ría, la situación de poder se mantiene intacta en espera de que se concrete por un usufructo; o bien, es distinto el contenido del usufructo normal del del
el titular (i,o aparezca el titular futuro?). (Así: derecho conferido a un con- usufructo en que ese contenido esté modificado por los interesados o por la ley
cebido aún no nacido; herencia aún no aceptada por los posibles suceso- (Cfr. C.c., art. 4676).
res, etc.).
El sujeto puede ser uno solo (titular único) o plural (cotitularidad5: por Dentro del contenido o conjunto de facultades que un derecho confiere
ejemplo, copropiedad de una cosa). • a su titular sitúan algunos la de disponer del mismo (así venderlo, donado,
renunciarlo, etc.). Esto, naturalmente, no puede decirse sino para aquellos
Un derecho se encuentra en cotitularidad, o en comunidad de titulares, cuando derechos cuya titularidad esté a merced de quien la tiene, de forma que
pertenece a varias personas. Así, en el ejemplo puesto de que una cosa corres- pueda desprenderse del derecho en cuestión, gravado, etc. Cosa que no ocu-
ponda en propiedad a más de un dueño. Entonces quienes lo sean son cotitulares rre con todos (por ejemplo, con la patria potestad y, generalmente, con los
(en el caso, copropietarios) del derecho (en el caso, propiedad) sobre ella. derechos familiares), pero que suele acontecer con los concedidos en inte-
Distinta de la comunidad en la titularidad (cotitularidad) de un derecho es la
rés egoísta de aquél a quien se otorgan.
hipótesis de que sobre una misma cosa recaigan dos o más derechos distintos,
cada uno perteneciente a una persona. Por ejemplo, sobre la cosa X propiedad de Ahora bien, según otra opinión, la facultad de disponer del derecho no
A, tiene B un derecho de usufructo. Entonces A y B no son cotitulares de dere- forma parte del contenido de éste, sino que es un poder que se otorga al
cho alguno, simplemente existe entre ellos la relación que procede de que sus dos titular, fuera de dicho contenido, encaminado a permitir a tal titular reali-
distintos derechos tengan por objeto la misma cosa. zar los actos que versen sobre el derecho (así, venderlo)*.
Lo expuesto ha sido puesto de relieve, por ejemplo, por la sentencia de 14 Concebida de una u otra forma, la facultad de disponer, aunque co-
diciembre 1973. rresponda normalmente al titular del derecho (que sea disponible), puede
también o faltarle (por ejemplo, A nombró heredero a B, pero estable-
El derecho puede estar conexo directamente al sujeto (por ejemplo, A ciendo que no pudiese enajenar ni gravar, con lo que, al heredar, éste
es dueño de la cosa X), o bien indirectamente (así, el derecho real de ser- no puede disponer de los derechos que recibió) o pertenecer a otra per-
vidumbre sobre un predio —llamado sirviente— corresponde al sujeto que sona (en el caso anterior A ordenó que sólo C pudiese, cuando lo esti-
sea dueño de otro predio —llamado dominante— a favor del que aquélla se mase conveniente, otorgar la venta de los bienes de la herencia que B
halle establecida). recibió).
4. Contenido.—Contenido del derecho es el señorío que el poder con- 5. Objeto.—Sería equivocado entender por objeto sólo las cosas ma-
cedido confiere al sujeto sobre el objeto. Señorío o ámbito de poder que se teriales del mundo exterior (una finca, un mueble, etc.).

La jurisprudencia ha insistido en que «es principio de todo Ordenamiento que los derechos no Y véase tomo 11I de esta obra, Concepto del usufructo v poderes del usufructuario.
pueden existir sin pertenecer a un sujeto». Así, sentencias de 17 abril 1953, 29 enero 1955, 26 enero * Véase CANO MARTINEZ DE VELASCO, La disponibilidad del derecho subjetivo, en R.D.N.,
1959, 14 mayo 1975, y resolución de 14 septiembre 1964. 1985, enero-marzo, p. 55 y SS.; FERNANDEZ-VILLAVICENCIO, La facultad de disposición, en A.D.C.,
La construcción jurídica de esta figura (que puede presentar diversas variantes) es discutida. 1950, particularmente págs. 1.043 y ss.

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MANUEL ALBALADEJO § 54 CLASES

Objeto del derecho es la entidad o parte de la realidad sobre la que re- tivo parece admitirlo (cfr. C.c., arts. 475, 469, 1.874; L. H., arts. 106 y SS.,
cae el poder concedido al sujeto. etc.). Los que acogen la opinión afirmativa alegan la posibilidad de que un
En principio, puede serlo todo aquello (por ejemplo, una cosa corporal, derecho sea considerado como cosa (incorporal o inmaterial) y sometido a
una persona, una conducta humana, una idea, etc.) sobre lo que de alguna otro. La posición negativa se apoya, por otros, en la inadmisibilidad de que,
forma o en algún sentido sea posible tener un poder jurídico; sin que ello sin perder su naturaleza, pueda quedar sujeto a otro poder el poder jurídico
quiera decir que necesariamente deba quedar sometido en todos sus aspec- en que el derecho consiste; aparte de que, aun admitida en principio la fi-
tos al señorío del sujeto. gura, las consecuencias que se siguen son o inaceptables o distintas a las
Se pueden distinguir los siguientes: ciertas cualidades de la persona o propias de un derecho sobre objeto normal.
ciertos atributos, aspectos o manifestaciones de la personalidad (objeto de En la doctrina parece ahora dominar la tesis de que realmente no hay
los llamados derechos de la personalidad: derecho al honor, derecho a la derechos sobre derechoss, sino bien transmisión a un sujeto de parte de las
propia imagen, etc.); los productos del espíritu humano (denominados bie- facultades que encerraba un derecho perteneciente a otro (con cuyas facul-
nes inmateriales: por ejemplo, obras científicas, literarias, artísticas, etc.); tades, al desglosarlas de éste, se constituye otro derecho), o bien casos de
otras personas (sobre las que se tienen derechos familiare: patria potestad, cotitularidad (los titulares —del derecho base y del llamado derecho sobre
etc.)7; la conducta o determinados actos de los demás individuos (objeto de derecho— devienen realmente cotitulares de aquél, por lo que a cada uno
los derechos de crédito); las cosas materiales del mundo exterior (un edifi- compete parte del poder conferido por el mismo).
cio, un mueble) y fuerzas del mismo (por ejemplo, la electricidad); la par-
ticipación de la persona en ciertas entidades (por ejemplo, en una sociedad),
de las que es miembro; y determinadas concesiones de exclusivas y otros
§ 54
privilegios.
CLASES
La sentencia de 21 noviembre 1940 dijo que «aun siendo muy diversos los
sentidos que cabe atribuir en Derecho al término «objeto» y las teorías que ha for- SUMARIO: 1. Clasificaciones.-2. Absolutos y relativos.----3. Por razón del objeto.-4.
mulado la doctrina científica al tratar de determinar qué ha de entenderse por ob- Patrimoniales y no patrimoniales.-5. Derechos potestativos.
jeto en las relaciones jurídicas o en los derechos subjetivos, no cabe duda que en
las relaciones que dan lugar a los «derechos personales» o de «obligación», el ob- 1. Clasificaciones.—La doctrina ha hecho numerosas clasificaciones de los
jeto del derecho y consiguientemente de la relación jurídica radica, no en la cosa derecho subjetivos. Muchas de ellas carecen de interés fundamental, en cuanto,
del mundo exterior que pueda constituir el contenido de la prestación, sino en un faltas de decisivo valor práctico o sistemático, se limitan a agrupar los derechos
elemento vinculado a la esfera personal y de libertad del sujeto obligado, o sea la según tengan o no determinadas características. Así, cuando se les divide en trans-
conducta, comportamiento o «prestación» misma del deudor; y sólo en las rela- misibles o intransmisibles, según que puedan o no ser transferidos de un sujeto a
ciones que dan lugar a los llamados «derechos reales», se puede considerar como otro; o en heredables y no heredables, según que sean o no susceptibles de trans-
objeto o substrato del correspondiente derecho subjetivo a la cosa, mueble o in- mitirse mortis causa; o en principales y accesorios, según que puedan existir por
mueble, sometida al señorío del titular y susceptible de utilización económica», sí mismos o estén ligados a otro, del que dependen.

Se discute si objeto de un derecho puede serlo otro derecho (los lla- La clasificación de los derechos subjetivos debe hacerse a tenor de lo
mados derechos sobre derechos" En varios casos, nuestro Derecho posi- básico de los mismos, y no de las facultades secundarias que encierren o
de algunas de las características que reúnan. Sólo nos interesan los dere-
No se debe pensar que estimar la persona como objeto de derecho o, en general, de cualquier chos privados, y, en general —salvo advertencia— cuando hable de dere-
poder o facultad es algo que repugna a la dignidad humana, Lo es, sí, el admitir que sobre ella recaiga,
por ejemplo, un derecho patrimonial (dominio: un hombre —esclavo— es objeto de la propiedad de chos subjetivos (a secas) me referiré a los privados, que, en principio, son
otro). Pero hay otros poderes que concordemente con la dignidad humana, recaen sobre la persona: los que nacen de las relaciones jurídicas privadas.
piénsese en la patria potestad como se indica en el texto, o en la tutela, o en el que recíprocamente
tiene cada cónyuge respecto del otro.
* BELTRáN DE HEREDIA, José, Usufructo sobre usufructo en la legislación española, en R.D.P., de los denominados derechos sobre derechos. en Estudios sobre Derecho de cosas, 1973, págs. 159 y
1941, págs. 255 y ss.; DALMASES, El usufructo de derechos2, 1932; GULLON, El derecho real de ss., y Lo hipoteca sobre derechos, en Estudios sobre garantías reales, 1973, págs. 36 y ss.
subhipoteca, 1957; MARIN, Los derechos sobre derechos, en R.G.L.1., 1947, II, págs. 419 y ss., y De- Aunque no haya obstáculo en conservar la expresión, una vez aclarado su verdadero
rechos sobre derechos, en N,E.J., VII, 1955, págs. 86 y SS.; VALLET DE GOYTISOLO, El problema Sentido,

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MANUEL ALBALADE10 § 54 CLASES

2. Absolutos y relativos.--Derechos absolutos son aquellos que con- Derechos sobre bienes inmateriales o derechos sobre las creaciones del
fieren a su titular un poder inmediato y directo sobre otra persona (así, la espíritu humano, que recaen sobre la obra realizada por éste (derechos de-
patria potestad o poder paterno a que está sometido el hijo) o sobre un bien nominados, por nuestra Ley, de propiedad intelectual, industrial, etc.).
material o no (por ejemplo, el derecho de propiedad de un edificio, el de- Derechos de crédito (también llamados derechos de obligación), que son
recho del autor sobre su propia obra literaria, el que una persona tiene a su aquellos que recaen sobre la conducta de otra persona, concediendo a su ti-
honor y buen fama, etc.). Derechos relativos son los que confieren a su ti- tular el poder de obtener de aquélla una determinada prestación, es decir,
tular un poder sobre la conducta de otra persona (como el que corresponde de obligarle a que observe una cierta conducta (dar, hacer o no hacer al-
al acreedor a que le pague su deudor). gima cosa; como transferir un objeto, prestarle un servicio, etc.).
Según una extendida opinión, los derechos absolutos tienen eficacia frente Derechos de monopolio, que son los que tienen aquellas personas a las
a todo el mundo (ergo (mines), pues, no sólo confieren un poder inmediato y que han sido concedidas determinadas exclusivas y otros privilegios.
directo sobre algo, sino que excluyen la intervención ajena en la esfera de se-
ñorío que conceden, imponiendo a los demás el deber de respetarla (así, por 4. Patrimoniales y no patrirnoniales*.—Otra clasificación distingue
ejemplo, el derecho de propiedad); mientras que los relativos se dirigen sólo a los derechos en patrimoniales y no patrimoniales. Según la opinión más
contra la persona individualmente determinada frente a la que se ostentan, con- extendida, los primeros son los concedidos para la satisfacción de intereses
firiendo a su titular un poder con respecto de ésta (sobre su conducta) y no económicos, susceptibles, en principio, de valoración en dinero; los segun-
frente a todos (así, por ejemplo, los derechos de crédito a que el deudor en- dos se encaminan fundamentalmente a llenar intereses morales o ideales o,
tregue una suma, dé un objeto, etc.). Sin eitibargo, esto no quiere decir que no en general, no evaluables pecuniariamente.
se imponga a todos el respeto al derecho que el titular tiene contra el obligado. Serían derechos patrimoniales los reales y los sobre productos del es-
píritu humano (llamados bienes inmateriales: obras científicas, literarias, ar-
3. Por razón de objeto.—Habida cuenta de su objeto, los derechos sub- tísticas, etc.), los de crédito, los denominados de monopolio, y algunos de
jetivos se distinguen en: los derechos corporativos (así el derecho a percibir un socio su cuota en los
Derechos de la personalidad, que son los que pertenecen al hombre —en beneficios de una sociedad). Serían derechos no patrimoniales los de la per-
los términos que después se verá— sobre ciertos aspectos o manifestaciones sonalidad, los de familia puros, y algunos de los corporativos (por ejemplo,
de aquélla (derecho al honor, a la propia imagen, etcétera), para proteger su derecho a votar en la junta de socios).
libre desenvolvimiento.
Derechos de familia, que corresponden a unos miembros de ésta sobre Cosa distinta de que un derecho se pueda medir en dinero es la de que tenga
otros o sobre la conducta de éstos (potestad del padre sobre el hijo, del tu- ciertos efectos o resultados pecuniarios. Por ejemplo, derechos no patrimoniales,
tor sobre el pupilo', derecho de alimentos entre parientes), y se conceden a como la patria potestad (derecho familiar) o el derecho al honor o a la integridad
su titular, bien a causa de deberes que pesan sobre él hacia la persona so- física (derechos de la personalidad) tienen consecuencias pecuniarias, cuando el
metida al derecho (que es simple medio para el cumplimiento de aquéllos; hijo sometido a aquella potestad posee bienes (en cuyo caso, el usufructo de ellos
correspondía antes, ahora ya no, al padre) o cuando el que viola el honor o la in-
por ejemplo, al padre se le otorga la patria potestad para que vele por el tegridad física de otro ha de resarcirle económicamente el perjuicio que ello le
hijo), bien a causa del interés superior del grupo familiar, pero no por ra- haya causado (no se trata sino de que, a veces, no existe otra forma de compen-
zones egoístas de la simple utilidad del titular. sar el daño ocasionado).
Derechos corporativos, que corresponden a una persona por formar parte
de ciertas entidades (derecho a percibir su cuota en los beneficios de una 5. Derechos potestativos*.—Parte de la doctrina científica considera como
sociedad, o a participar en las juntas de miembros y votar en ellas, etc.). una categoría de derechos subjetivos los denominados derechos potestativos2.
Derechos reales, que recaen inmediatamente sobre una cosa corporal
atribuyendo al titular un señorío sobre ella, bien total (como el de propie- * DORAL Y IVIARTINEZ ECHEVARRIA, Los derechos patrimoniales ante el concepto de dinero,
dad), bien limitado (como el de usufructo, servidumbre, etcétera). Estudios Tirso Carretero, pág. 155; MORENO QUESADA, La categoría de los derechos patrimoniales,
en R.G.L.J., 1967, tomo 54, págs. 941 y si.
* BIGADOR, Los derechos facultativos en el Codea Iuris canonici, en Estudios de Deusto, 1953,
nihil. 2, págs. 343 y si.; DE CASTRO, Derecho civil, 13. págs. 677 y si.; MESSINA, Diritti protesta-
' Aunque no siempre la tutela corresponda a un familiar, se estima como derecho familiar (o cua- tivi y Diritti facoltativi, en Scriti giuridici, V, 1948, págs. 3 y ss., y 61 y si., y en Nuovo Digesto ita-
sifamiliar, si se prefiere). liano, IV, 1938; PULEO, / diritti potestativi (individuazione delta fattispecie), 1959; SECKEL, Die Ges-

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MANUEL ALBALADEJO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

Aunque en este terreno hay muchos puntos inseguros, una extendida opinión, ción de donaciones, rescisión y resolución de relaciones contractuales, etc., hasta
entre quienes aceptan tal clase de derechos, entiende que son aquellos que con, el punto de que en realidad se es titular de la acción creante, y no del derecho
ceden el poder de actuar sobre una situación jurídica preexistente, provocando una' creado, puesto que para que surja éste es condición indispensable que se ponga
alteración de la misma. Por ejemplo: derecho a concluir un contrato mediante aeep'; en ejercicio la acción concedida para modificar o extinguir situaciones jurídicass»..
tación de la oferta, derecho a impugnar un negocio jurídico o a revocarlo o a pe-
dir la resolución de un contrato o a ocupar las cosas que no son de nadie, etc:.
En muchos casos se trata realmente de que el sujeto (del que se dice que po- § 55
see un derecho potestativo) tiene simplemente una posibilidad de hacer algo (poi., VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO
ejemplo, ocupar una cosa abandonada) como consecuencia de ser capaz de obrar;
razón por la que también se podría decir que el que es capaz para testar tiene de- SUMARIO: 1. Nacimiento.-2. Adquisición.-3. Adquisición originaria y derivativa.—
recho a testar, y que el que lo es para contraer matrimonio, tiene derecho a ca- 4. Adquisición a título particular y adquisición a título universal.-5. Modificacio-
sarse. En otros casos, se trata de que el sujeto que interviene en una relación ju-' nes.-6. Extinción.-7. Pérdida.-8. Renuncia.-9. Causas de los efectos anterio-
rídica le resultan atribuidas ciertas facultades (y no propiamente poderes independientes, res.-10. Ejercicio de los derechos.-11. Límites del ejercicio de los derechos.-12.
como lo son los derechos subjetivos). Límites extrínsecos.—!3. Límites intrínsecos.—l4. Protección de los derechos.—
Si en los supuestos anteriores se califica de derechos a las figuras contern-' 15. Defensa represiva.-16. Defensa preventiva.
piadas, es claro que se emplea el término en un sentido amplio que sobrepasa el
concepto que he expuesto de derecho subjetivo. Por eso, parte de la doctrina re-
chaza esta categoría de los derechos potestativos. Sin embargo, aunque para la. 1. Nacimiento.—El nacimiento de un derecho es su originación o ve-
mayor parte de las figuras que se engloglin dentro de tal categoría vale, en gene-, nir a la vida. Así, el derecho de propiedad sobre la pieza cazada, nace cuando
ral, lo dicho, debe advertirse que algunos poderes conferidos, a una persona y ten- se la captura; el derecho del vendedor al precio, nace cuando se celebra la
dentes a permitirle adquirir algo o, en general, a modificar una situación jurídica compraventa, etc.
preexistente, tenían o han adquirido en el Derecho moderno una importancia es-: Sobre el momento en el que el nacimiento tiene lugar, sólo se puede
pecial, y son concebidos actualmente por nuestra ley como verdaderos derechos decir, en general, que se produce cuando concurren todos los requisitos a
subjetivos (y no como meras facultades secundarias): así, el iris delationis o de- los que el Ordenamiento jurídico lo supedita.
recho hereditario', el derecho de opción, el derecho de retracto, ete.4. A ellos, si
se quiere, se les puede denominar derechos potestativos; pero en mi opinión no En varias sentencias ha dicho el T.S. que «el nacimiento de un derecho es el
es útil hacer una categoría aparte con los mismos, y los considero englobados, a momento en que éste adquiere una existencia concreta por concurrir todos los su-
cada uno según su naturaleza, en las otras clasificaciones de derechos subjetivos puestos a los cuales el Ordenamiento jurídico lo condiciona» (sentencias de 11
que les correspondan. mayo 1960, 21 mayo 1961 y 21 noviembre 1968).
En la sentencia de 11 de mayo 1966, el T.S. ha dicho que «los llamados de-
rechos potestativos conceden a su titular la facultad o poder para provocar un
efecto jurídico en favor de un sujeto y a cargo de otros, lo que puede tener lu- 2. Adquisición.—Adquisición de un derecho es la atribución de éste
gar haciendo cesar un preexistente estado de Derecho, lo cual sucede en 1a im- a una persona que se convierte en titular del mismo.
pugnación de la validez del matrimonio o de la legitimidad de los hijos, revoca- No a toda adquisición corresponde un nacimiento, porque puede ad-
quirirse un derecho que ya existía y pertenecía a otro. Así, A, en vez de
capturar la pieza de caza —que hasta entonces no era de nadie—, adquiere
taltungsrechte, en Festgabe /Coa, 1903, págs. 205 y SS.; NAHAR, Le droit d'option, contribution á l'e-
t'orle do droit potestatif et de l'acte unilateral, 1967. su propiedad comprándola a quien la cazó.
2 También designados con otras denominaciones, como: derechos de formación o de modificación
jurídica o del poder jurídico, etc. 3. Adquisición originaria y derivativa.—La adquisición puede ser ori-
3 Derecho a adquirir —aceptándola— la herencia a que se ha sido llamado. Su naturaleza es, sin
embargo, discutida; pensando muchos que no se trata de un verdadero derecho subjetivo, sino de una ginaria o derivativa.
facultad o posibilidad que tiene el llamado a la herencia. Este puede aceptarla, como puede celebrar un Es originaria cuando, sin basarse en derecho anterior alguno, se ad-
contrato de compraventa o puede contraer nupcias. Mas, la tesis correcta es la de que se trata de un quiere uno ex novo: en el ejemplo anterior, A se apropia de una cosa (el
verdadero derecho. Ahora bien, ahondar el tema sólo procede en el Derecho de sucesiones.
Cuáles sean en particular esos derechos, es cosa que depende de cada Ordenamiento Jurídico, animal cazado) que no tenía dueño.
pues, como se verá, que un determinado poder o potestad sea meramente facultad secundaria o parte
integrante de un derecho, o bien sea constitutivo de un derecho subjetivo, es algo que no puede deci-
dirse a base de razonamientos lógicos abstractos, sino habida cuenta de que el Ordenamiento de que se derecho potestativo la acción para pedir la de-
5 También la sentencia de 23 junio 1961 considera
trate haya elevado o no tal poder al rango de derecho subjetivo. claración de paternidad natural.

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MANUEL ALBALADEJO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

Es derivativa cuando, el hacer suyo el derecho el adquirente se basa en Tal ocurre como regla; pero ésta sufre excepciones en algunos casos,
la pérdida del mismo por aquel a quien pertenecía, o en que un derecho de en los que la ley, para proteger, por especiales razones, a ciertas personas,
éste resulte reducido o limitado, constituyéndose, con las facultades que se permite lo que se llama «adquisición a non domino» o adquisición proce-
le restan, un derecho nuevo a favor del adquirente: así, el comprador ad- dente del no titular, que se produce cuando el adquirente recibe realmente
quiere derivativamente la propiedad de la cosa, porque el vendedor se des- un derecho que no pertenecía a su transmitente o lo recibe libre de los gra-
poja de ella, o el usufructuario adquiere derivativamente el derecho de usu- vámenes con los que éste lo tenía.
fructo, porque el propietario reduce (limita) su poder sobre la cosa, A la adquisición derivativa se le llama transmisión o sucesión3; que
despojándose de la facultad de disfrutarla. En el primer supuesto, se habla puede tener lugar inter vivos o monis causa, según que el derecho se trans-
de adquisición derivativo-traslativa (porque el mismo derecho se traspasa mita (suceda en él un sujeto a otro) entre vivos (A vende su derecho a B),
de uno a otro sujeto); en el segundo, de adquisición derivativo-constitutiva o de una persona a otra por causa de muerte de aquélla (B hereda los de-
(porque, sobre la base del derecho más amplio, se constituye otro, que es rechos de A).
el que recibe el adquirente).
Realmente, sin embargo, sólo hay transmisión o sucesión si la adquisición es
Así, pues, la distinción entre adquisición originaria y derivativa se funda so- derivativo-traslativa, pues si es derivativo-constitutiva no se transmite el derecho,
bre la falta o existencia de una relación de causalidad entre la pérdida de un de- aunque la terminología pueda justificarse, si se quiere, porque se transfiere de la
recho, o de parte de las facultades de éste, por una persona, y la adquisición por persona llamada transmitente (o causante) a la llamada adquirente (o causahabiente)
otra del mismo, o de otro que se forma clon las facultades perdidas por aquélla. la facultad o grupo de facultades con las que se forma el derecho (desgajado del
Con la adquisición derivativa coincide, pues, siempre una pérdida (o limita- derecho-madre) que éste adquiere.
ción), que es la causa de la adquisición. Con la originaria no tiene que coincidir Por otro lado, conviene advertir desde ahora, que, aunque el sentido estricto
tal pérdida (o limitación), pero puede coincidir accidentalmente; mas, incluso en del término sucesión es el indicado más arriba, se le suele reservar para referirse
este caso, la pérdida (o limitación) no es causa, sino consecuencia de la adquisi- a la sucesión mortis causa (a la que por brevedad se denomina »sucesión» a se-
ción: por ejemplo, A, que posee como si fuera suya una cosa propiedad de B, cas) y no a la transmisión de derechos inter vivos.
llega a convertirse por el transcurso del tiempo en dueño de la misma (figura que
se llama usucapión), y al ganar A la propiedad, la pierde B. 4. Adquisición a título particular y adquisición a título univer-
La adquisición originaria es siempre adquisición de derecho nuevo: bien so-
bre cosa que antes estaba libre de todo derecho', bien sobre cosa que, siendo ob- sal—Hay adquisición a título universal cuando el adquirente recibe unita-
jeto de derecho, éste se extingue al nacer y adquirirse el nuevo (caso de la usu- riamente o en bloque el total patrimonio de una persona (o una porción
capión). La adquisición derivativa puede ser adquisición de derecho ya existente del mismo) por un solo acto que alcanza a aquél entero, sin necesidad de
o de derecho nuevo; pero, en este caso, ocurre —como se ha visto— no que so- cumplir para cada derecho que encierre, los requisitos singulares que exi-
bre la cosa no existía ningún poder anteriormente, sino que existía un derecho giría su adquisición individual. Hay adquisición a título particular cuando
más amplio, y de él se desgajan algunas facultades, que pasan a constituir el de- el adquirente recibe un bien o un derecho singular, aisladamente conside-
recho nuevo que se adquiere. rado (o varios de ellos, pero cada uno considerado separadamente de los
otros) a base de un acto relativo al mismo en especial, con necesidad de
La importancia de la distinción entre adquisición originaria y derivativa que se cumplan para él los requisitos concretos exigidos para su adquisi-
se halla principalmente en que, como «nadie puede dar más de lo que tiene»2, ción individual.
el que adquiere derivativamente un derecho lo recibe con los gravámenes
En el caso de la adquisición a título universal el adquirente pasa a ocu-
que lo tenía quien se lo transmitió, y no lo llega a adquirir si realmente no
pertenecía a quien aparentemente se lo traspasa. par el puesto del titular anterior del patrimonio y, una vez en él, se en-
cuentra en la posición que éste tenía respecto al conjunto patrimonial y a
cada uno de sus singulares componentes. En el caso de la adquisición a tí-
' Porque lo estuvo siempre (así cosa nullius) o porque, aun habiendo sido en un tiempo objeto de tulo particular lo que recibe el adquirente es el bien o derecho concreto de
derecho, luego éste se extinguió (así, cosa que fue abandonada por su dueño: res derelicta).
2 A este respecto dice la sentencia de 2 junio 1971 que como «el demandante había devenido pro-
3 Transmitir es suceder. Pero lo que ocurre es que con este término se mira a los sujetos —uno
pietario por tal título derivativo, obvio es que, cualquiera que fuere su condición en la esfera hipoteca-
ria, su dominio no podía alcanzar más extensión de terreno que la que dicho señor [el vendedor de- sucede a otro en la titularidad del derecho—, y con aquel término se mira al derecho —que es traspa-
mandado] había adquirido a su vez por las compraventas [anteriores]». sado de un sujeto al otro-

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MANUEL ALBALADEJO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

que se trate, que a efectos de su transmisión, ha sido separado del resto del Toda extinción provoca una pérdida, en cuanto, acabándose, el derecho
patrimonio en que se hallaba. cesa para su titular; pero cuando se pierde por transmisión, subsiste a pe-
El único caso de adquisición a título universal que admite nuestro De- sar de la pérdida.
recho es el de quien sucede como heredero a la persona de quien recibe los
bienes. Los demás casos de adquisición, lo son a título particular, lo mismo 8. Renuncia*.-Una forma -como otras muchas que hay- de per-
si se trata de que una persona adquiere por muerte de otra algo de ella como der los derechos es mediante renuncia. Sin embargo, examino ésta ahora en
legatario de la misma, que si se trata de que ínter vivos se transmite un particular por razón de facilitar la comprensión de materias posteriores.
bien o derecho de su antiguo titular a otro nuevo. Renuncia de un derecho es el acto por el que el titular hace dejación
voluntaria del mismo. Así, pues, no se trata de que lo transmite a otra per-
5. Modificaciones.-Son modificaciones todas las alteraciones que, sona, sino de que simplemente se desprende de él.
sin cesar de ser el mismo, sufre el derecho desde que nace hasta que se
La sentencia de 5 octubre 1953 (Sala social) la define como «acto unilateral
extingue. de dejación voluntaria o abandono de un derecho, prescindiendo de que el dere-
Aunque, en rigor, el derecho en sí no se altera al cambiar de sujeto, se cho renunciado se transmita a otra persona». La de 13 de febrero 1965, como «ab-
puede estimar como una modificación tal cambio. dicación o dejación de un derecho privativo del renunciante». La de 4 de mayo
1976, como «aquella manifestación de voluntad que lleva a cabo el titular de un
Sin embargo, según una opinión, oiurriría precisamente lo contrario: el cam- derecho por cuya virtud hace dejación del mismo sin transmitirlo a otra persona».
bio de sujeto implicaría el surgir de un derecho nuevo, pues la identidad de éste También las de 5 marzo 1991 y 5 abril 1997.
se destruye al cambiar de titular.
Considero rechazable esta tesis, según la que lo que se transmite no es el de- Esto, obviamente, sólo es posible respecto de los derechos de que po-
recho, sino su objeto (la cosa, por ejemplo), sobre la que pasa a recaer el dere- demos disponer (así, pues, no, por ejemplo, de los que ostentamos en inte-
cho (distinto, aunque tenga igual contenido que el anterior) nuevo. Tal tesis, apli- rés de otro, como el padre la patria potestad sobre el hijo, o de los que son
cada con rigor, acarrearía grandes inconvenientes prácticos: así tratándose de un inseparables del sujeto).
derecho nuevo, no subsistirían las características, limitaciones o preferencias del
antiguo, ni sus derechos accesorios, etc.
* Dejando aparte los que versan sobre casos singulares de renuncia o de la misma fuera del De-
recho privado, pueden verse, entre otros, los siguientes estudios:
Las modificaciones pueden ser subjetivas (cambio de titular; aumento ATZER1-VACCA, De/le rinunzie secando ji Codice civile italiano', 1915, y en págs. IX y as., bi-
o disminución de titulares: la cosa propiedad de varios condueños se adjú- bliografía; BACHER, Revision des Verzichtsbegriffes, en Ji., 1861 (5), págs. 222 y ss.; BONET CO-
RREA, La renuncia exonerativa y el abandono liberativo en el C.c., R.G.L.J., 1961, pág. 241; BORDA,
dica por entero a uno de ellos)4 y objetivas, y éstas, cuantitativas (aumento La teoría de los actos propios, 2. ed., Buenos Aires, 1993; BOZZI, Rinunzia, en Nuovo D. it., XI, 1939,
del objeto o disminución del mismo: el dueño del inmueble le eleva un piso págs. 711 y as.; DE BUEN, Renuncia de derechos, en Enciclopedia jun Seix, tomo 27; CABANILLAS
más, por ejemplo) o cualitativas (la deuda no pagada se convierte en in- SANCHEZ, en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por Albaladejo y DIaz
Alaban, t, 1, vol. 1.. 2. ed., 1992, pág. 714 y as.; CADARSO, Actos propios y renuncia de derechos.
demnización de daños y perjuicios). en EJ., 1988, núm. 9, p. 73 y as.; CANO MART1NE,Z, DE VELASCO, La renuncia a los derechos, 1986;
DIEZ-PICAZO, La doctrina de los propios actos. Barcelona, 1963, y en C.C,J.C., n.° 6, 1984, pág. 1855;
ESNAU ESPIAU, en C.C.J.C., n.° 3, 1983, págs. 735 y u.; n.° 13, 1987, págs. 4345 y ss.; FERRI,
6. Extinción.-Extinción de un derecho es su muerte o fin. nunzia e tifiar° nel Diritto privato, 1960; DU GHESNE, Regriff und Arfen des Verciclues. en Arch. des
Sus causas, como las de nacimiento, son variadísimas: así, la muerte bürg. Rechts, 1916 (42), págs. 296 y SS.; GONZALEZ, Jerónimo, La renuncia en el Derecho inmobilia-
del sujeto, si el derecho era personalísimo (por ejemplo, derecho de ali- rio, en R.C.D.I., 1931, págs. 35 y ss., 113 y as., 269 y ss., y en Estudios de Derecho hipotecario y de
Derecho civil, II, 1948, págs. 17 y as.; GRAMMATIKAS. Theorie generale de la renonciation en Droit
mentos), o bien, el transcurso del plazo que tenía de vida, o la destrucción civil, 1971; LATORRE, M. Enza, Abbandono e rinuncia liberatoria, Milán, 1993; LESSONA, Essai
de su objeto, etc. d'une theorie genérale de la renonciation en Droil civil, en R.T.D.C., 1912, págs. 361 y ss.; MACIOCE,
negozio di rinuncia nel diritto privara t. 1 (Parte General), Nápoles, 1992; MEISSELS, Zur Lehre
von Verzichte, en Grlinhut Zeitschri«, 1891 (18), págs. 665 y as., y 1892 (19), págs. 1 y ss.; MIGUEL
7. Pérdida.-Pérdida de un derecho es su separación del titular a que TRAVIESAS, La renuncia, en R.G.L.J., 1929, 11, págs. 554 y as.; M1QUEL GONZALEZ, en C.C,J.C.,
pertenecía. n.° 1, 1983, págs. 73 y ss.; PIRAS, La rimmzia net Diritto privato, 1940; POU DE AVILES, La renun-
cia en el Derecho español; RAYNAUD, La renonciation a un droif, en R.T.D.C„ 1936, págs. 763 y ss.;
ROCA JUAN, La renuncia liberatoria del comunero. A.D.C., 1957, pág. 91; SEILLAN, L'acre abdica-
No es modificación sujetiva la renuncia al derecho, porque con ella éste se extingue. of R.T.D.C., 1966, págs. 686 y SS.; WALSMANN, Der Verzicht, 1912.

452 453
MANUEL ALBALADEIO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

Mas aun circunscrita al círculo de aquéllos, la renuncia no es válida gj- Sión unilateral de voluntad». Sin embargo, esta sentencia presenta otros aspectos
contraría el interés o el orden público5 o perjudica a terceros (así el deudor de los que parecería poder deducirse que, puesto que las obligaciones emanadas
que carece de otros bienes para satisfacer sus deudas, no puede —porque de un contrato —según dice la sentencia— no son susceptibles de renuncia uni-
perjudicaría a sus acreedores— renunciar a la propiedad de lo que necesita lateral del acreedor, pues se precisa que la acepte el deudor, no es renunciable
para pagar aquéllas). unilateralmente el derecho de aquél. Pero realmente, a la vista de la repetida sen-
Ese límite a la validez de la renuncia de los derechos lo pone el pro- tencia, no se puede extraer esta conclusión, sino la de que lo que dice para las
pio art. 6, número 2, del C.c. que es el mismo que admite el principio de obligaciones es cosa que se refiere a cuando las partes, en virtud de mutuo di-
senso (que sí es bilateral) se eximen de las recíprocas que les ligan. Sobre el tema,
que los derechos concedidos por la ley son renunciables. posteriormente, sentencia de 15 octubre 1986.
En cuanto al tipo de invalidez de que adolecería la renuncia, y al procedi-
miento a seguir para la defensa de lo que la misma dañaría, dependerán tanto de El derecho renunciado, desde luego que siempre lo pierde el renun-
la renuncia de que se trate, como del interés o derecho que hubiese de padecer ciante. Pero, por lo demás, su suerte posterior depende de cuál sea dicho
el daño. Pero aquí no procede hacer más precisiones, ya que el tema sólo viene derecho y de otras circunstancias.
tratado en general y también son de tipo general los vistos preceptos relativos al
mismo. Si es uno de crédito, se extingue y el deudor queda liberado de su correla-
tiva obligación. Si es el de propiedad también se extingue, y la cosa en adelante
Por supuesto, con independencia dy todo lo anterior, en que se con- queda sin dueño, pero esto sólo si es mueble, pues si es inmueble la adquiere el
templa una renuncia en perjuicio de los demás, tampoco cabe la renuncia Estado (Ley Patrimonio del Estado, art. 21, Reglamento, art. 51). Si es un dere-
de un derecho, sea de la clase que sea, y aunque pudiese pensarse que sólo cho real sobre cosa ajena, en principio también se extingue, y el dueño de ésta
dañaría al renunciante, cuando la ley la prohibe. Así, por ejemplo, la de la tiene en adelante libre de aquel gravamen. Si lo que se renuncia es no la titu-
laridad entera de un derecho, sino la parte de titularidad que nos correspondiese
ciertos de los derechos del arrendatario en arrendamiento de vivienda so- en él (por ejemplo, el usufructo de un rebaño corresponde a dos personas, a quie-
metido a la L.A.U. (art. 6). nes lo dejó en común un pariente que murió), pueden ocurrir diversos casos, pero
La renuncia es acto unilateral del renunciante, pues depende de su sola suele suceder que el cotitular que no renunció, al extinguirse la cuota de derecho
voluntad. del otro por la renuncia, ensancha su derecho absorbiendo ésta.
Este no es lugar para examinar cada caso, sino simplemente de dar idea de
No cabe aquí entrar en la discusión sobre si puede o no haber renuncias bi- los que son posibles.
laterales (procedentes de acuerdo entre partes, y no sólo de la voluntad del re-
nunciante). En cualquier caso, creo que cabe extinguir un derecho en virtud de Como quiera que la renuncia merma los derechos del renunciante (que
acuerdo, pero que eso no es una renuncia, y que también por pacto se puede asu-
mir el compromiso de renunciar a algo, pero que en sí la renuncia (cumplimiento al hacerla pierde el renunciado) y esto se produce sin que reciba nada a cam-
de aquel acuerdo) es necesariamente unilateral. Sobre el tema, envío a lo que digo bio, la jurisprudencia (inspirada en la misma idea que hace decir al art. 1.289
en el Derecho de obligaciones, al hablar de la Remisión6 como causa extintiva de del C.c., que cuando sea insoluble una duda en la interpretación de un con-
las obligaciones, ya que la remisión es una renuncia (al derecho de crédito), y en trato, si éste es gratruito, se resolverá a favor de la menor transmisión de
tema de remisión es donde más acusadamente se defiende por muchos la bilate- derechos e intereses) restringe en diversos aspectos y por diferentes cami-
ralidad (la necesidad de acuerdo entre acreedor y deudor para que éste quede li- nos, la renuncia y su efectividad sólo a lo seguro (valga la expresión).
berado del derecho de aquél).
La sentencia de 5 octubre 1953 (Sala social), dijo, como ya vimos, que «la Así diciendo: 1.0 Que toda renuncia debe de interpretarse restrictivamente
renuncia es un acto unilateral de dejación voluntaria...» y agregaba que «no existe (por ejemplo, muchas de las sentencias recogidas después bajo el número 3.0).
en la renuncia otra voluntad que la del renunciante». También la de 24 octubre
2.° Que el mero retraso en el ejercicio de un derecho no puede tomarse como
1955. Y la de 13 febrero 1965 aseguró que la renuncia «implica una mera emi-
renuncia (así, sentencias de 18 abril 1902, 17 mayo 1941, 5 marzo 1948 y 4
mayo 19767). 3.° Que la renuncia ha de ser clara, explícita (otras veces dice ex-
5 Frase que permite englobar tanto la exclusión de la renunciabilidad de derechos por ser indispo-
nibles (como he señalado en cl párrafo anterior), como porque, aun no siéndolo en general, sin em- 7 Agregan esas sentencias que «mientras que no pase el tiempo de prescripción» (o caducidad, ca-
bargo, en el caso concreto, choque con dicho interés u orden. bría añadir). Ahora bien, pasado este tiempo el derecho se extingue por caducidad o prescripción, y no
Tomo U, § 47. por la renuncia. Por otro lado, de por sí el retraso (mientras que todavía se esté en tiempo hábil) no

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§ 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO
MANUEL ALBALADEJO

la legislación vigente el momento de renunciar). Deberá excluirse, si se trata de


presa), inequívoca y terminante, sin que quepa deducirla de conductas de dudoso un derecho de los que la ley estima irrenunciables. Pero entonces, su no renun-
significado (sentenciass como las de 4 octubre 1962, 30 enero 1963, 8 febrero, ciabilidad depende de ser irrenunciable, y no de ser futuro. Y, por ser irrenuncia-
6 marzo y 1 julio 1964, 13 febrero 1965, 4 octubre, 21 noviembre 1968, 10 oc-
ble, no cabría renunciado aunque fuese presente (es decir, ya concedido por la le-
tubre 1969, 6 mayo y 8 y 19 junio 1972, 14 febrero, 8 y 30 junio 1973, 23 enero
y 25 mayo 1974, 4 mayo 1976, 11 octubre 1977, 7 marzo 1978, 6 y 17 febrero, gislación vigente).
En conclusión, diríamos: un derecho concedido por legislación futura, no es
5 mayo y 7 junio 1979, 4 noviembre 1981, 18 marzo 1982, 7 junio, 26 sep- renunciable ya, si se trata de un derecho irrenunciable; si no, cabe renunciado
tiembre, 24 octubre y 24 noviembre 1983, 15 julio 1985, 25 abril 1986, 11 ju- (pues no es irrenunciable por ser futuro), aunque no debe admitirse que se haya
nio y 16 octubre 1987, 4 marzo 1988, 20 y 23 octubre 1990, 5 marzo, 3 junio, renunciado sino cuando conste con seguridad que la renuncia ante la que se está,
24, 28 y 31 octubre, 8 y 11 noviembre, 6 diciembre 1991, 3 abril, 14 julio 1992, alcanza efectivamente en concreto al derecho eventual futuro de que se trate.
1 abril 1993, 3 diciembre 1994, 30 mayo 1995, 5 abril 24 septiembre 1997, 30 Y esto que digo, hay que entenderlo con la salvedad de que será irrenuncia-
marzo 2000..
ble el derecho eventual futuro, si del espíritu de la ley se deduce que a ese de-
También han de incluirse en esa línea restrictiva de la renuncia, las senten- recho lo estima irrenunciable por el hecho de ser futuro. Mas tal irrenunciabili-
cias (por ejemplo, la de 21 enero 1969) que sostienen que «la renuncia de dere-
dad de un derecho por ser futuro, no es regla que establezca explícitamente nuestro
chos no puede referirse a otros que a los reconocidos por la legislación vigente Ordenamiento ni que esté implícita en él; luego, no cabe partir de ella como un
al tiempo de celebrarse aquélla, pero no a los establecidos y regulados en la le- principie, sino, únicamente, acogerla como una excepción, cuando conste que la
gislación posterior» (considerando penúltimo de la sentencia citada).
establece.
Ciertamente se ha de pensar que lo renunciado son los derechos que se tie-
nen ya otorgados por la ley, pues lo normal es que al renunciar -aunque se haga
con fórmula muy general, en la que literalmente incluso quepan los derechos que 9. Causas de los efectos anteriores.-Tanto el nacimiento de un derecho,
eventualmente se nos puedan otorgar por la ley en el futuro- sólo se tengan pre- como su adquisición, modificación, extinción y pérdida son efectos jurídicos, que
sentes (y, por tanto, la voluntad de renuncia sólo se encamine a ellos) los dere- se hallan producidos por hechos (los llamados hechos jurídicos), cuyo estudio se
chos que ya tenemos. realiza después. Como se verá pueden ser muy variados, y particularmente per-
Ahora bien, otra cuestión es el decidir si los derechos que eventualmente miten distinguir las adquisiciones, modificaciones, pérdidas y extinciones volunta-
pueda concedernos la ley en el futuro, son renunciables ya (desde antes de te- rias, de las que no lo son.
nerlos), por lo que la renuncia que se haga ahora, puede englobarlos. Esta cues-
tión cabe plantearla desde el ángulo de que, aunque la renuncia alcance explíci- 10. Ejercicio de los derechos*.---Ejercer un derecho es usar del
tamente a los eventuales derechos futuros, se haya hecho, a pesar de con fórmula mismo. Ejercicio de un derecho es la actuación de su contenido.
literalmente demasiado amplia, con espíritu de querer renunciar sólo a ciertos de- Ese ejercicio, en el sentido amplio que está más de acuerdo con el len-
rechos eventuales futuros que se tienen presentes (únicamente ellos) al hacer la guaje corriente, comprende, tanto los actos de uso y disfrute del objeto del
renuncia, pero no a otros que después (imprevisiblemente, si se quiere) la ley derecho (el dueño habita la casa de su propiedad o consume la cosecha de
otorga, y a los que, cabiendo dentro de la letra de la renuncia, no incluía la vo- su finca, etc.), como la utilización de acciones y otros medios de defensa
luntad del renunciante.
Y planteada la cuestión desde tal ángulo, hay que resolverla con el criterio que pertenecen al titular para la protección de dicho derecho (así, el dueño
restrictivo de entender renunciados sólo los derechos eventuales futuros que conste reivindica la cosa de que fue desposeído).
de forma segura que se querían renunciar. Ahora bien, si tal voluntad segura de
renuncia consta para un cierto derecho eventual futuro, no parece correcto que se El ejercicio del derecho no requiere -naturalmente- la actuación de todas
le excluya de la renuncia por ser futuro (es decir, por no estar ya concedido en las facultades que el mismo atribuye al titular; basta -en principio- con la de
cualquiera de ellas.

significa nada, pues el hecho de que el titular del derecho no lo use inmediatamente que pueda, no cabe Normalmente, los derechos se pueden ejercer por su titular y desde que
utilizarlo en su contra, ya que ha sido precisamente la ley la que le otorgó, para poder utilizarlo, un existen. Pero cabe: 1.° Que se ejerzan por otra persona, a la que incluso
plazo más largo. De todas formas, de estas afirmaciones no cabe deducir que la jurisprudencia citada
lucha contra fantasmas, pues lo que ocurre es que en los casos resueltos intenta señalar que no hay re- puede corresponder dicho ejercicio (así, al representante legal del titular in-
nuncia, pues éstas sí que cabe deducirla del retraso (retraso impropiamente hablando, puesto que aún capaz). 2.° Que éste sólo sea factible (total o parcialmente) a partir de un
se está en tiempo) en el ejercicio del derecho, unido a otros datos (datos cuya concurrencia se negó en
los casos resueltos).
" Sin embargo, esa jurisprudencia, desde luego, no persigue excluir la validez de la renuncia cuando * BATLLE, Ejercicio de los derechos, en N.E.J., VIII, 1956, págs. 140 y as.; GOMEZ ORBA-
ésta efectivamente exista, aunque sea tácita (ver, por ejemplo, sentencias de 22 mano, 6 mayo y 7 di- NEJA, El ejenicio de los derechos', 1975.
ciembre 1963, 16 octubre 1987), sino sólo impedir que se vea una renuncia donde realmente no la hay.
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MANUEL ALBALADE-TO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

momento posterior (por ejemplo, el crédito a término, que sólo cuando éste La concurrencia puede resolverse con dos criterios; 1.° El de dar pre-
llega puede ser exigido). ferencia a uno de los derechos, en cuyo caso resulta limitado el ejercicio
del otro (u <olas). El orden de preferencia puede establecerse con arreglo a
Ya sabemos que hay derechos intransmisibles. Ahora bien, en principio, la in- distintas bases: así, prevalencia del derecho real sobre el crédito, del más
txansmisibilidad del derecho no implica también la intransmisibilidad de su ejer-
cicio, que puede realizar otra persona en vez del titular. Pero, en otros casos, de
antiguo sobre el más moderno, del que reúna determinadas otras caracterís-
ciertos derechos personalísimos, sólo el titular puede ejercerlos: ello ocurre gene- ticas sobre el que carezca de ellas (por ejemplo, C.c., arts. 1.523, 3.0 1922
ralmente con los de familia, y también con algunos patrimoniales (por ejemplo, y ss., etc.) 2.° El de reducir parcialmente el campo de ejercicio de los di-
el de uso y el de habitación: C.c., art. 525). versos derechos concurrentes (C.c,, art. 1.522, 2,°, por ejemplo).

El ejercicio de los derechos puede ser facultativo u obligatorio. Soliendo 13. Límites intrínsecos.-Es límite intrínseco para el ejercicio de
pertenecer a aquella categoría los patrimoniales, y a ésta los de familia, cuya un derecho el de que el Ordenamiento no ampara tal ejercicio cuando es
misión se frustraría si el titular fuese libre de no ejercerlos, ya que no se abusivo**.
conceden para su beneficio.
** ALONSO SÁNCHEZ, La aplicación jurisprudencia: de la doctrina del abuso del derecho en
Los derechos de ejercicio facultativo, aunque se puede no ejercitarlos, sin em- los conflictos de propiedad horizontal, Aranzadi Civil, ti.° 22, 1993, pág. 11; BATLLE, en Comentarios
bargo, si no se ejercen durante cierto tiempo, suelen extinguirse (así, no uso del al C.c. y Conrps forales, dirigidos por Albaladejo, I, 1987, págs. 116 y ss., y allí más bibliografía; BUT-
usufructo, art. 513 C.c., o de las servidumbres, arts. 546, 2.° prescripción extintiva TIN, L;usage abusif des droits, 1904; CALVO SOTELO, La doctrina del abuso del derecho como li-
mitación del derecho subjetivo, 1917; CAMPION, De l'e.xercice antisocial de droits subjetifs (Theoria
de los derechos en general, arts. 1.930 y ss., etcétera). de l'abus des dreits), 1925; CAPILLA RONCERO, en C.C.J.C., n,' 14, 1987, pág. 4821; CARRANZA,
Por último, hay derechos susceptibles de ejercicio reiterado (así, la propie- El abuso del derecho en la reforma del Código civil, Buenos Aires, 1970; CASSO, Aportación a la sis-
dad), y otros que se extinguen por el mismo, al menos en su forma normal (así, temática del abuso del derecho, 1935; CASTAN VAZQUEZ, El abuso del derecho en el nuevo título
el derecho de crédito muere al recibirse el pago). preliminar, en A.A.M.N., XXII, págs. 475 y SS.; CASTIGLIONI, El abuso del Derecho, Buenos Aires,
1921; CONDORELL1, El abuso del derecho, 1971; CHAFIK CHEMATA, La theorie de l'abus des droiis
chez les jurisconsultes musulmans, en R. intem. D. comparé, 1952, págs. 217 y as.; DELGADO DE
11. Límites del ejercicio de los derechos.-Es seguro que los lími- MIGUEL, El abuso del Derecho y la función ecológica de la propiedad. Centenario del Código Civil,
tes del ejercicio de un derecho son, cuando más, los del poder que con- dirigido por Rico Pérez, t. IV, Madrid, 1989, pág. 309; DELGADO ECHEVERRÍA, en C.C.J.C., tu° 19,
1989, pág. 159; DIEZ-PICAZO, El abuso del derecho y el fraude de la ley en el nuevo título prelimi-
cede; fuera de éste no se trataría de verdadero uso (ejercicio) del poder •
nar del C.c. y el problema de sus recíprocas relaciones, en Documentación jurídica, 1974, número 4,
que se tiene, sino de obrar de hecho, como si se tuviera uno del que se págs. 1329 y ss.; FAIREN MARTINTEZ, El abuso del derecho, en R.D.N., 1960, enero-marzo, págs. 425
carece. y ss.; FATHY. In doctrine musulmane de tabas des droits, 1913; FLEITAS, El abuso del derecho en
la reforma del C.c. argentino, 1944; GETE-ALONSO, en Comentarios al Código civil y Compilaciones
Prácticamente, podrá ser dudoso, en algún supuesto, hasta dónde llega forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alabart, t. I, vol. 1.°, 2. ed., 1992, pág. 862; GIL RODRI-
el poder, y, por ello, dudarse, asimismo, de hasta dónde puede llegar su GUEZ, en C.C.J.C., n.° 5, 1984, pág. 1509; n.° 7, 1985, pág. 2135; GIORGIANNI, L'abuso del dirigía
ejercicio. Pero éste no es problema que deba ocuparme ahora. Aquí se trata nella teoria de la norma giuridica, 1963; GITRAMA, La corrección del automatismo jurídico mediante
las condenas del fraude a la ley y del abuso del derecho, separata, 1976; GOLDSCIIMIDT, La teoría
de ver si, presupuesto que estén establecidos prácticamente con claridad los del ahuso del derecho y el anteproyecto brasileño de un Código de obligaciones, en Estudios de Dere-
límites del derecho, y sabiendo que no puede ejercerse fuera de ellos, siem- cho comparado, Caracas, 1958, págs. 305 y ss.; GONZALEZ ALEGRE, La teoría del abuso del dere-
pre se puede realizar tal ejercicio en toda la extensión que dichos límites cho como principio informador en las relaciones de vecindad, en R.D.E.A., 1968, págs. 35 y ss.; JOR-
permitan. DANO. Dictamen sobre abuso del derecho y fraude a la ley, en A.D.C., 1960, págs. 958 y ss.; JOSSERAND,
De l'abus des droits, 1905, y De l'esprit des droits et de leal- relativite2, 1939 (hay trad. esp.); LE-
La respuesta debe ser negativa, pues el ejercicio de un derecho tiene ONEANTI, El ahuso del derecho, Buenos Aires, 1942; LLUIS, El ejercicio antisocial del derecho, en
otros límites, aparte de los de éste. R.G.L.J., 1980, fi, págs. 115 y ss.; LUQUE, El abuso del derecho como subversión de la certidumbre
de la norma jurídica, en R.J.C., 1958, págs. 425 y ss.; MARIN PEREZ, Abuso del derecho, en N.E.J.,
II, 1950, págs. 127 y ss. (en la 138, bibliografía), MARKOVITCH, La theorie de l'abus des droits en
12. Límites extrínsecos*.-Son límites extrínsecos los que surgen por Drait comparé, 1936: MARSON, L'abus da droit en matiere de control, 1935; MARTIN BERNAL, El
la concurrencia de otros derechos el choque con los cuales impide el ejer- abuso del derecho, 1982; MART1NEZ-CALCERRADA, La buena fe y el abuso del derecho, en R.D.P.,
1979, págs. 434 y as.; MARTINEZ USEROS, La doctrina del abuso del derecho y el orden jurídico
cicio del primero en toda su posible amplitud. administrativo, 1947; MASNAITA, El abuso del derech a través de la persona colectiva, 1967; DE LA
OLIVA, La teoría del abuso del derecho en el Tribunal Supremo (Glosa a la sentencia de 14 de fe-
* LOPEZ ALARCON, El derecho de preferencia, en A.U.M., y ed. separada, 1960; LOPEZ BE- brero de 1944), en R.F.D.U.M., 1944, enero-julio, núm. 14, pág. 175; PARDO, El uso, el abuso y el
RENGUER, La colisión de derechos, en A.U.M. Curso 1955-56, págs. D. 67 y ss. no uso de los derechos subjetivos, en R.D.P., 1964, págs. 3 y ss.; PERROCHET, Essai sur le theorie
de l'abus da droit, 1920; PORCHEROT, L'abus du droit. 1902; RAMS ALBESA, en C.C.J.C., n.° 11,

458 459
MANUEL ALBALADEJO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

El ejercicio es abusivo cuando, si bien se actúa dentro del círculo que cesal hoy el mismo principio se recoge en el art. 11 de la Ley Orgánica del
la ley marca como frontera al derecho que sea, sin embargo, de algún modo Pode rJudaiqaulí.
Judicial.
éste no es usado con arreglo al papel que está llamado a desempeñar o al Hasta los nuevos textos legales, que después analizaré. Pero ahora
interés que está destinado a servir. conviene advertir que antes de ellos nuestro Ordenamiento tampoco permi-
O, dicho de otro modo, el acto que sea (acto en que consiste el ejer- tía el ejercicio abusivo de los derechos; pues si bien faltaba un texto que
cicio) cae dentro de los que el derecho que se usa permitiría de por sí re-. explícitamente lo dijese en general, constituía, sin duda, ya entonces uno de
alizar (por ejemplo, levantar un muro en nuestra finca), pero, aun siendo los principios generales del Derecho.
esto así, el realizarlo en ciertas condiciones o con cierto fin o propósito, es"
rechazable (por ejemplo, lo es que el dueño levante el muro, sin ninguna Además, en general, se podía, según una opinión, incluso apoyar la tesis que
rechaza dicho ejercicio abusivo, en el espíritu que cabía en artículos concretos,
utilidad para él, sino con el solo objeto de quitar luz o vistas al vecino).
coimo el 1.902 («El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo
culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado»). Art. que sigue en
En principio no se puede excluir que el que ejerza un derecho perjudique los vigor, pero al que, sirviese o no antes, ahora sería innecesario acudir desde que
intereses de otras personas, pues precisamente ocurre que la concesión de un de-
recho significa que el Ordenamiento estima que en el posible conflicto de intere- se introdujo el nuevo 7.
En particular rechazaban también el abuso algunos preceptos singulares: así
ses debe prevalecer el protegido por dicho derecho. El perjuicio, pues, no es tal,
antigua L.A.U., art. 9. «Los jueces y Tribunales desestimarán las pretensiones que
desde un punto de vista jurídico. Y en este sentido se dice que «el que usa de su
ante ellos se formulen por demandante o demandado con manifiesto abuso de de-
derecho no perjudica a nadie». Pero una cosa es que resulte perjudicado el inte- recho»; e igualmente, el art. 5 de la ley de 22 de julio de 1961 (sobre reconoci-
rés ajeno como consecuencia de un acto 'que, estando dentro del ámbito de poder miento de ciertos derechos a la mujer) decía que aunque (en las hipótesis que re-
que un derecho nos concede, satisface nuestro interés (fin del derecho), y otra que gulaba) el marido negase autorización, la negativa no sería eficaz «cuando se declare
el derecho sirva como medio para un simple fin de perjuicio de intereses que no
chocan con los nuestros. judicialmente que ha sido hecha con abuso de derecho». Artículo, el primero, que
sigue vigente lo que disponía, porque aunque está derogado el precepto, su con-
tenido se haya comprendido actualmente en el art. 11 de la L.O.P.J., y el segundo
Actualmente nuestra ley acoge de forma expresa la regla de que no está que hoy, al haberse suprimido por la Ley de 2 de mayo de 1975 la autorización
permitido el ejercicio abusivo de los derechos. Lo hace el C.c. en un nuevo marital, carece de vigor.
texto introducido con ocasión de la reforma de 1974 del Título preliminar Y, por último, tanto la doctrina como la jurisprudencia acogían el abuso del
del mismo. derecho como límite al ejercicio del mismo.
En efecto, desde aquella reforma el art. 7 del C.c. dice: «1. Los dere- La jurisprudencia sobre el tema venía y aun viene siendo muy abundante. Por
chos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe.-2. La esa razón prescindo, en principio, de citar sentencias demasiado antiguas. Muchas
ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo de las que recayeron lo fueron para la antigua L.A.U., cuyo art. 9, como se acaba
acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las cir- de decir, condenaba el abuso de derecho. No obstante, no se puede afirmar que
por ello esas sentencias no valían para la teoría general del abuso del derecho
cunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites norma- (porque en el caso de las mismas hubiese un texto especial que vedaba dicho
les del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la co- abuso), pues la verdad es que, aun dictadas con ocasión de ese caso particular,
rrespondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o solían sentar afirmaciones de carácter general para todo supuesto de abuso. Pero,
administrativas que impidan la persistencia del abuso»9. Para el ámbito pro- por lo demás ni siquiera tal obstáculo lo era realmente, ya que otras muchas sen-
tencias fueron dictadas para casos que no eran el del art. 9 de la L.A.U.
He aquí una larga lista de fallos o no muy antiguos o modernos que se han
1986, pág. 3665; RESCIGNO, L'abuso del diritto, en R.D.C., 1965, I, págs. 205 y ss.; RODRIGUEZ- ocupado, en uno u otro punto o aspecto, del repetido abuso del derecho: senten-
ARIAS, El abuso del derecho', 1971; ROTONDI, Abuso di diritto, en R.D.C,, 1933, págs. 348 y
RUIZ DE VELASCO, José Marfa, La buena fe como principio rector del Ordenamiento jurídico espa-
SS.; cias de 27 enero, 6 y 24 febrero y 22 septiembre 1959, 25 noviembre 1960, 3 y
ñol en relación con las prohibiciones del fraude de la ley y ahuso del derecho, en R.G.L.J., 1976, tomo 25 mayo y 9 junio 1961, 7 febrero y 13 diciembre 1962, 28 y 30 enero, 26 marzo,
240, págs, 547 y ss.; SIEBERT. Verwirking und Unzulüssigkeit der Rechtsausiibung, 1934, y Von Wes- 15 abril, 9 mayo, 10 junio y 23 diciembre 1963, 18 y 27 enero, 7 y 12 febrero,
sen des Reelustnissbrauchç. über die konkreter Gestaltung des Rechte, 1935; SULTÁN, Contribution a 4 abril y 27 octubre 1964, 17 noviembre 1965, 12 febrero y 13 junio 1966, 13
l'etude de l'abus des droits, 1926; YORIO, El abuso del derecho, en R,D.P., 1979, págs. 434 y ss. febrero, 4 marzo y 18 y 28 noviembre 1967, 9 enero, 1 y 21 marzo, 3 abril 1968,
9 Ahora bien, el ejercicio contra prohibición legal, no es
ejercicio abusivo (que es el que ahora 31 enero, 21 marzo (Sala sexta), 20 mayo y 30 junio 1969, 12 enero 1970, 17
importa) del derecho que se tiene, y dentro de sus límites, sino pura y simplemente ejercicio que ex-
travasa éstos. junio 1971, 5 junio 1972, 5 y 30 mayo 1973, 9 junio 1975, 26 abril 1976, 22

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MANUEL ALBALADE.10
ir
§ 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

abril 1978, 7 julio 1980, 22 abril 1983, 2 febrero y 17 marzo 1984, 14 febrero y mente sin un fin serio y legítimo) o bajo forma objetiva (cuando el daño pro-
27 mayo 1986, 13 junio y 16 julio y 3 diciembre 1987, 22 octubre 1988, 5 marzo viene de exceso o anormalidad en el ejercicio del derecho).---Considerando que,
1991, 20 febrero, 14 marzo 1992, 14 diciembre 1993, 16 febrero, 27 abril, 6 mayo, lejos de existir en nuestro sistema jurídico precepto alguno que impida la acep-
8 junio, 10 noviembre, 2 diciembre 1994, 11 abril, 19 y 23 mayo 1995, 15 marzo, tación del principio prohibitivo del abuso del derecho, se registran a través de
9 mayo, 25 septiembre, 4 diciembre 1996, 3 y 4 julio 1997, 10 febrero, 28 marzo, algunas reglamentaciones muy modernas, e incluso también a través del articu-
30 mayo, 30 junio 1998, 6 febrero, 24 abril 1999 y 18 julio 2000, etc. lado del Código civil, numerosas formas e instituciones concretas que responden
Y como sentencia inicial más importante de las que abrieron cauce jurispru- a la idea de que la facultad de ejercitar los derechos no es ilimitada, o que con
dencia! a la teoría del abuso del derecho, debe citarse la de 14 febrero 1944, cu- análogo alcance, recogen el principio de la buena fe, como criterio general que
yos considerandos 2.° al 5,', que transcribo por su importancia y argumentación ha de presidir la actuación de las relaciones jurídicas; siendo también de notar
en el tema, dicen así: «Considerando que el clásico axioma qui jure suo with!" que el artículo 1.902 del citado Cuerpo legal, al establecer el principio funda-
neminem laedit proclamado en las fuentes romanas y que plasmó, dentro de nues- mentalísimo de que quien «por acción u omisión cause daño a otro, interviniendo
tro Derecho histórico, en la regla «non face tuerto a otro, quien usa de su dere- culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado», sin precisar de
cho», quiere decir que el ejercicio del derecho es lícito aun cuando merced a él, modo estricto que esa acción u omisión sea contraria a la ley o extraña a la es-
se lesionen simples intereses de terceras personas, y, por consiguiente, en tesis fera del derecho, permite admitir, con una interpretación amplia, que pueda al-
general, no hay obligación de indemnizar los daños causados con ocasión de tal canzar esta responsabilidad a los actos u omisiones realizados en el ejercicio abu-
ejercicio; mas no debe darse a esa máxima un alcance demasiado literal y abso- sivo de los derechos; sin que existan, por otra parte, razones legales que impidan
luto, que la pondría en pugna con las exigencias éticas del Derecho, reconocidas dar a los conceptos de abuso y de culpa toda la extensión y amplitud que de-
en todos los tiempos y que ni siquiera fueron extrañas al propio Derecho de mandan las exigencias morales impuestas por las características del vivir social
Roma, en el cual los rigores del individualiátno jurídico estuvieron templados por actual, incluyendo en el ámbito del abuso del derecho todos los móviles ilegíti-
multitud de normas concretas que limitaban el absolutismo de los derechos ob- mos de cualquier ,clase que puedan determinar la conducta del titular, bien ten-
jetivos.—Considerando que la doctrina moderna, en trance de revisar y, en cuanto gan la característica extrema de la intención de dañar o ya consistan únicamente
sea necesario rectificar los conceptos jurídicos, impulsada por las nuevas necesi- en simples faltas que se traduzcan en una utilización anormal del derecho de que
dades de la vida práctica y por una sana tendencia de humanización del Dere- se trate, no adecuada a su verdadero espíritu y finalidad.---Considerando que la
cho civil, ha elaborado la teoría llamada del abuso del derecho, sancionada ya jurisprudencia de esta Sala, aparte de haber hecho en muchas ocasiones virtual
en los más recientes ordenamientos legislativos, que considera ilícito el ejercicio aplicación de los principios en que descansa la teoría del abuso del derecho, a
de los derechos cuando sea abusivo; y si bien existen discrepancias, teóricas y ha recogido recientemente de manera formal, como un complemento o aclaración
positivas, en orden a importantes puntos, entre ellos la construcción sistemática necesaria al antiguo principio de que quien usa de su derecho no daña a nadie,
de la teoría en cuestión (al debatirse si se trata de una simple aplicación de la al consignar en sentencia de 13 junio 1942, la salvedad de que ese principio ju-
doctrina del acto ilícito, o de una teoría autónoma que opera dentro de una es- rídico no tiene un valor absoluto y ha de ser atemperado por la doctrina que ad-
pecie de zona intermedia constituida por los actos cumplidos dentro de la esfera mite la indemnizabilidad del daño ocasionado en el ejercicio del derecho, siem-
del Derecho, pero mediando un abuso y engendrando una responsabilidad), así pre que ése se actúe en forma abusiva».
como también la extensión del principio prohibitivo con relación a las diversas No existía, sin embargo, acuerdo sobre qué requisitos debían reunirse para es-
categorías de derechos subjetivos, y, sobre todo, las condiciones o elementos sub- timar que hubiese abuso de derecho. Se ofrecían fundamentalmente dos puntos de
jetivos u objetivos, que han de determinar la estimación del abuso, es lo cierto vista. Según uno (criterio subjetivo), el abuso lo habría cuando sin interés legí-
e innegable, de todos modos, que tales dudas o divergencias no pueden borrar la timo, el derecho fuese usado para dañar intereses ajenos; según otro (criterio ob-
conformidad sustancial del pensamiento jurídico moderno en torno a la idea de jetivo), el abuso lo habría siempre que el derecho fuese usado de una forma anor-
que los derechos subjetivos, aparte de sus límites legales, con frecuencia defec- mal, contraria al destino económico y social del mismo (o sea, no como medio
tuosamente precisados, tienen otros de orden moral teleológico y social, y que de satisfacer el interés para el que se concedió). Según muchas de las sentencias
incurre en responsabilidad el que, obrando al amparo de una legalidad externa y del T.S. citadas, el concepto de abuso del derecho, tal como lo ha recogido y per-
de un aparente ejercicio de su derecho, traspasa en realidad los linderos impuestos filado la doctrina científica española y la jurisprudencia, se integraría por los si-
al mismo por la equidad y la buena fe, con daño para terceros o para la socie- guientes elementos esenciales: «a) Uso de un derecho, objetiva o externamente le-
dad; tesis ésta que ha sido patrocinada también por la doctrina científica patria, gal; b) daño a un interés no protegido por una específica prerrogativa jurídica; c)
que ha recogido y perfilado el concepto del abuso del derecho, considerándolo inmoralidad o antisocialidad de ese daño, manifestada en forma subjetiva (cuando
integrado por estos elementos esenciales: a) uso de un derecho, objetiva o exter- el derecho se actúa con la intención de perjudicar o sencillamente sin un fin se-
namente legal; b) daño a un interés no protegido por una específica prerrogativa rio o legítimo) o bajo forma objetiva (cuando el daño proviene de exceso o anor-
jurídica; y c) inmoralidad o antisocialidad de ese daño, manifestada en forma malidad en el ejercicio del derecho». Con lo que se acogen como buenos, lo
subjetiva (cuando el derecho se actúa con la intención de perjudicar o sencilla- mismo el criterio subjetivo que el objetivo.
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MANUEL ALBALADEJO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

Presupuesto que se rechace el ejercicio abusivo de los derechos, es, qui- trascendencia como en el caso de la litis es tesis de la sentencia de primer grado
zás, posible dudar si realmente se trata de que el abuso cae fuera de los lí- aceptada por la recurrida, determinan que el ejercicio del derecho se torne inad-
misible» V. también la de 2 febrero 1996.
mites del derecho, fuera del ámbito de poder que aquél confiere (límites
que vienen marcados por su fin, quedando más allá de ellos el acto abu-
Mientras que en el supuesto de ejercicio abusivo, la ley va más lejos,
sivo), o si se trata de un caso en el que, si bien el acto cae dentro del ám-
pues entonces no sólo desprotege el ejercicio del derecho, sino que además:
bito del poder que el derecho confiere, sin embargo, se prohibe el ejercicio
1.0 Considera ilícito el acto en que tal ejercicio consiste, y establece el de-
del mismo. Si se acepta la primera hipótesis, no habría ejercicio —uso-- ber de indemnizar (que, procediendo de hecho ilícito, se rige por el art.
del derecho, sino acto realizado sin derecho para él; en el otro, sí habría 1.902 y concordantes) el daño que produzcal°. 2.° Permite pedir la adopción
ejercicio (no permitido) del derecho. de las medidas judiciales y administrativas que impidan la persistencia del
De cualquier modo, voy a examinar los nuevos textos legales regula-
abuso.
dores del caso, partiendo de que hay uso ABUSIVO del derecho, que es el El ejercicio abusivo o abuso (en el sentido estricto en que ahora tomo
criterio que nuestro legislador acoge. el término) del derecho consiste en una conducta activa o pasiva («acto u
Empiezo por el C.c.: omisión», dice el art. 7, número 2, del C.c.) dañosa para tercero, que, aun-
Presupuesto que el derecho se tiene y que en virtud del mismo el acto que procede del titular de un derecho, sin embargo, sobrepasa manifiesta-
de que se trata sería realizable en principio, sin embargo, la ley no protege mente los límites normales (límites que no son los legales, sino los que,
el ejercicio de aquél para llevar a cabo éste, si tal ejercicio es disconforme dentro de éstos, considere corrientes la conciencia social de la época) del
con las exigencias de la buena fe o es dhtisocial o es abusivo. ejercicio del mismo. La sentencia de 24 abril 1999 considera abuso del de-
En sentido amplio, en cualquiera de los tres casos (disconformidad con recho ejercitarlo «Más allá de sus límites éticos».
la buena fe, antisocialidad, abuso) se puede decir que el ejercicio del dere- Para juzgar cuándo se sobrepasan esos límites normales del ejercicio
cho es abusivo (la sentencia de 14 febrero 1936 dice que abuso y ejercicio del derecho, hay que tener en cuenta la intención del autor, el objeto o fi-
antisocial son prácticamente lo mismo). Pero tampoco es inexacto dar un nalidad de la conducta y las circunstancias en que se realice.
sentido más específico al término, abusivo, y sostener que el ejercicio es
abusivo sólo en el último supuesto, y que en los otros debe ser calificado, Así el Código civil ha venido a recoger la antes expuesta orientación juris-
no de abusivo sino de bien contra la buena fe, bien de antisocial. prudencia] que admitía tanto el criterio subjetivo como el objetivo para configu-
En estos dos la ley no ampara, o retira su protección, al ejercicio del rar el abuso.
derecho, pero no va más lejos. De modo que el titular que quiera imponer
a otro el ejercicio de su derecho cuando el uso que hace de éste es contra También una opinión da expresa acogida como límite del ejercicio del
la buena fe o antisocial, no puede pretender, como normalmente podría, que derecho a la no excluibilidad por el titular, del disfrute de su derecho por
el Ordenamiento y los Tribunales le apoyen si el otro no se aviene a aca- otro cuando tal disfrute o uso ni daña ni obstaculiza el suyo, es decir es
tarlo voluntariamente. inofensivo (inocuo) para éste.

Según la sentencia de 21 mayo 1982, hay ejercicio del derecho contra la buena Se citan como ejemplos de este uso inocuo, el espigueo o recogida de resi-
fe, o en el ejercicio «se falta a la buena fe cuando se va contra la resultancia de duos de cosechas abandonadas en el terreno por el propietario, el pastoreo que
los actos propios, se realiza un acto equívoco para beneficiarse intencionadamente utiliza hierbas o rastrojos que el dueño desprecia, el aprovechamiento de produc-
ciones espontáneas del suelo que aquél no explota, el paso por terreno ajeno que
de su dudosa significación o se crea una apariencia jurídica para contradecirla des-
pués en perjuicio de quien puso su confianza en ella, señalando también la doc- su titular no cultiva, etc.''.
Casos en los que, mientras que aquel a quien corresponda el derecho a la ex-
trina científica moderna más autorizada que actúa contra la buena fe el que ejer- plotación que sea, no comience a realizar ésta en propia utilidad, el disfrute de la
cita un derecho en contradicción con su anterior conducta en la que hizo confiar misma por otro no tendría su raíz en la tolerancia del titular del derecho, sino en
a otro —prohibición de ir contra los actos propios—, y especialmente infringe el
mismo principio el que ejercita su derecho y tan tardíamente que la otra parte
pudo efectivamente pensar que no iba a actuario —retraso desleal—, vulnerando, I° Hace argtín tiempo juzgó un caso la sentencia de 5 enero 1977. Véase.
tanto la contradicción con los actos propios, como el retraso desleal, las normas " Puede verse LOPEZ DE HARO, El «fus usas inocui», en R.D.P., 1920, págs. 16 y SS.; también
éticas que deben informar el ejercicio del derecho, las que lejos de carecer de GONZALEZ GARCIA, La facultad de exclusión del propietario, 1986.

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MANUEL ALBALADEIO § 55 VIDA DEL DERECHO SUBJETIVO

que el ejercicio de éste tiene como límite el de no poder oponerse a la explota. No obstante, en algunos casos se confía al interesado la represión de la vio-
ción que el otro realiza. lación consumada de su derecho. Como tales se citan, por ejemplo, el que el pro-
pietario de una finca pueda cortar por sí mismo las raíces de los árboles vecinos
Para concluir el tema del abuso del derecho, debe de señalarse que la que se introduzcan en su terreno (Cc., art. 592), así como los supuestos de de-
jurisprudencia viene indicando' que tal doctrina «es de índole excepcional recho de retelición que la ley acoge13.
y de alcance singularmente restrictivo».
16. Defensa preventiva.—El Ordenamiento jurídico admite la intervención
14. Protección de los derechos.—E1 Ordenamiento, que confiere los protectora de los particulares más ampliamente en cuanto a la defensa (pre-
derechos, establece, asimismo, medidas protectoras o defensivas, encamina- ventiva), encaminada a impedir que la violación llegue a producirse o que,
das a evitar que sean violados o, si lo son, a reprimir la violación; permi- en general, el derecho resulte dañado: 1.° Permitiendo establecer garantías
tiendo, además, que, en ciertos casos, los interesados establezcan otras con o cauciones personales o reales (como la fianza, la prenda, la hipoteca, etc.)
los mismos fines. que tiendan a asegurar en el futuro la efectividad del derecho garantizado.
Los medios defensivos pueden ser judiciales y extrajudiciales o priva- 2.° Autorizando a que mediante legítima defensa (es decir, aquella necesa-
dos. ria para repeler un ataque actual e injusto contra el derecho defendido: C.
Aunque su estudio corresponde al Derecho procesal, conviene hacer aquí penal, artículo 8, núm. 4.°) se impida que se consume la violación inten-
una ligera indicación sobre la acción como medio de defensa de los dere -
tada del derecho. 3.° Autorizando, asimismo, que se evite un daño para un
chos: derecho, aun a costa de dañar otro ajeno, siempre que concurran determi-
Con terminología procedente del Derecho romano, se denomina acción nadas circusntancias (estado de necesidad: C. penal, art. 8, 7.0)*.
al poder que tiene la persona para promover un proceso ante los Tribuna-
les de Justicia en reclamación de protección para lo que cree su derecho. Sección Tercera
SITUACIONES JUR1DICAS SECUNDARIAS
Que puede no serio realmente, y, por eso, el Tribunal fallar luego recono-
ciéndoselo a aquel a quien el actor (el que acciona) lo reclamaba.
Las relaciones jurídicas colocan a la persona en diversas situaciones y le con-
fieren distintos poderes. El más típico de éstos es el derecho subjetivo normal, y
Ordinariamente el interesado acciona o interpone la acción cuando por la situación jurídica estudiada con más detalles por la doctrina es aquella en que
parte de alguien le es violado el derecho de que se trate; y lo hace con el este derecho subjetivo consiste. Ahora bien, hay otras, de las que paso a exami-
fin de que la violación cese y de que por mandato de los Tribunales se res- nar las principales.
tablezca la situación legal. Pero también es posible que, aun sin perturba-
ción actual, pero con la amenaza ele que en el futuro alguien intente discu-
tirle su derecho, al interesado le cenvenga obtener ya la declaración judicial
de que ese derecho existe y la corresponde. Entonces si pide a los Tribu-
nales, no que restauren el derecho violado, sino que declaren de quién es
el mismo, la acción que ejercita se llama declarativa. Y es, puede decirse,
una forma de protección preventiva de aquél.

15. Defensa represiva.—En cuanto a la defensa represiva hay que par- 13 Hipótesis en las que ante la infracción de nuestro derecho por otra persona, autoriza la ley a
tir de que, en general, está confiada al Estado, a través de los jueces y Tri- que retengamos lo que deberíamos devolverle o entregarle (por ejemplo, C.c., arts. 453, 502, 2.°, 522,
bunales, la tarea de reprimir la violación ya efectuada de los derechos, puesto 1.730, etc.).
* BRASIELLO, Lo stato di necessita nel finillo romano e nel sistema legislativo vigente, 1903;
que permitir a los particulares que en este terreno «se tomen la justicia por BRIGUGLIO, El estado de necesidad en el Derecho civil, trad. esp. y notas de García Amigo, 1971 (y
su mano» llevaría, en definitiva, al imperio de la fuerza. IlláS bibliografía en pág. 14, nota 12); CIIIRONI, Lo stato di necessita in finillo privara, 1906; JA-
POCE, Lo stato di neeessitá nel Dirino privato, 1917; LA ORDEN, El estado de necesidad en el De-
recho privado, 1933; LALLEMENT, L'etat de necesité en modere civik, 1922; MIGUEL TRAVIESAS,
La defensa privada, en R.D.P., 1915, págs. 193 y ss.; PALLARD, L'exception de necessité en prOli Ci-
12 Por ejemplo, la sent. de 7 julio 1980, que recoge otras. vil, 1949; VALLIMARESCO, La justice privée en Droit moderne, 1926.

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MANUEL ALBALADEJO § 56 LAS LLAMADAS EXPECTATIVAS DE DERECHO

§ 56 desde que la donación se celebró, el donante está vinculado a no frustrar el


LAS LLAMADAS EXPECTATIVAS DE DERECHO* germen del derecho que pertenece al donatario.
SUMARIO: 1. Las llamadas expectativas de derecho.-2. Derechos a término de ejer- La expectativa jurídica es distinta de la mera esperanza (de hecho) de que un
cicio.-3. Expectativas de derecho, en sentido propio.-4. Derechos existentes sin derecho llegue a nacer y sea adquirido por el interesado. Por ejemplo, A otorga
titular definitivo. testamento, y en él nombra heredero a B; pero como quiera que en cualquier mo-
mento puede revocar el testamento, B no adquiere una expectativa a la herencia
1. Las llamadas expectativas de derecho.—E1 nacimiento de un de- de A.
recho y su adquisición por una persona para poder ejercerlo normalmente, La sentencia de 21 marzo 1964 (considerando penúltimo) señala esa diferen-
cia entre mera esperanza de hecho y la expectativa jurídica.
pueden requerir la concurrencia de varias circunstancias. Si éstas no se re-
alizan coetáneamente, sino de forma sucesiva, es posible que, a medida que
vayan concurriendo, el Ordenamiento jurídico disponga que se produzcan 4. Derechos existentes, pero sin titular definitivo.—Aunque nor-
ciertos efectos, diferentes del nacimiento, de la adquisición y de la ejerci- malmente todo derecho tiene en cada momento un titular concreto, éste puede
tabilidad normal del derecho definitivo, pero encaminados a que no se frus- faltar transitoriamente, o no estar aún determinado de forma definitiva'. Por
tre la posibilidad de los mismos. ejemplo, los derechos de A, que falleció, pero cuyos presuntos sucesores
Puede hablarse entonces —a tenor de una extendida (aunque discutible) aún no aceptaron la herencia; o bien, B tiene un derecho de usufructo so-
opinión— de que existe una expectativasde derecho. bre una finca de A, pero se estableció que si C termina su carrera —y
Cabría distinguir realmente: derechos a término de ejercicio, expectati cuando la termine— el usufructo pasará a él hasta que se extinga.
vas de derecho, y derecho existentes, pero sin titular definitivo. Puesto que ya hay derecho nacido, no existe expectativa (en sentido ob-
jetivo) de derecho; pero se puede hablar de que el posible (o posibles) ti-
2. Derechos a término de ejercicio.—E1 derecho ya se tiene, pero no tular definitivo tiene una expectativa (de adquirir el derecho).
puede actuársele o ejercérsele (aún no es exigible) hasta que llegue el tér- En los anteriores casos se da una situación de pendencia o interinidad2
mino (transcurra el plazo) de que se trate. Por ejemplo A compra a B un respecto al ejercicio del derecho, en el primero, respecto a su nacimiento,
inmueble, pero acuerdan aplazar el pago del precio. B tiene ya un derecho en el segundo, respecto a su adquisición definitiva, en el tercero. Los inte-
a cobrar después. resados —tanto quien pueda ser futuro titular definitivo, como quien sea ac-
tual titular transitorio— están protegidos por la ley en sus respectivas posi-
3. Expectativas de derecho en sentido propio.—El derecho, por falta ciones. Mientras que la situación interina dura no pueden obrar tan libremente
de realización de cierto requisito, aún no nació, pero por haberse producido como podrían hacerlo si les perteneciese ya definitiva y normalmente el de-
ya algunos de los sucesos que lo generarán (al concurrir el requisito que recho de que se trate, e incluso éste a veces se confía a la custodia de una
falta), el Ordenamiento crea una situación en la que se protege al futuro tercera persona.
eventual adquirente, a través de determinadas medidas. Entonces se dice que Creo preferible no puntualizar más aquí. El estudio de la regulación concreta
éste tiene una expectativa encaminada a la obtención del derecho (si llega (y de los poderes que corresponden a los respectivos interesados) que el Ordena-
y cuando llegue a nacer). Por ejemplo: A dona a B un inmueble, a condi- miento jurídico establece para cada una de las singulares situaciones interinas, se
ción de que termine su carrera; entonces, hasta que B no la termine no nace hará al tratar de ellas en particular, pues difiere de unas a otras.
su derecho a que le sea transsferkla la propiedad de dicho inmueble, pero

* DE CASTRO, Derecho civil, 13, págs. 676 y SS.; DEMOGUE, Des divas eventuels, en R.T.D.C.,
1905, págs. 723 y ss., y 1906, págs. 231 y ss.; FERNANDEZ COSTALES, Los derechos patrimonia-
les eventuales: las expectativas, los derechos adquiridos para el finura y la jubilación forzosa antici-
pada, en Estudios Lacruz, I, 1992, pág. 301; IGLESIAS CUBRIA, Los derechos patrimoniales even-
tuales, I, 1961; RUBINO, La fattispecie e gli effetti giuridici preliminari, 1939; VERD1ER, Les droils ' Sin que, por ello, la situación de poder o señorío en que el derecho consiste, sufra alteración en
eventueLs: Contribution a l'etude de la formation sucessive des droits, 1955. Sí misma. Continúa, pues, intacta, aunque el poder no se halle atribuido a una persona concreta.
Más bibliografía principalmente en IGLESIAS, ob. cit., páginas 6 y ss., y RUBINO, ob. cit., págs. 2 Ya se comprende que, de hecho, una situación tendencialmente interina puede tener larga dura-
121, 122 y 306. ción, y una tendencialmente definitiva, cambiar en breve plazo.

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§ 57 PROTECCION RIRIDICA SIN OTORGAMIENTO DE DERECHO SUBJETIVO
MANUEL ALBALADEJO

§ 57 3. Las facultades jurídicas*.—Aunque el uso del lenguaje y la pro-


pia terminología legal' las denominan frecuentemente derechos, son real-
PROTECCION JURIDICA SIN OTORGAMIENTO
mente distintas de éstos las facultades' que forman parte de un derecho to-
DE DERECHO SUBJETIVO tal (siendo sólo aspectos aislados de un concepto unitario de poder) o que
existen como contenido de una relación jurídica. Por ejemplo, el que tiene
SUMARIO: 1. Protección jurídica sin otorgamiento de derecho subjetivo.-2. Efectos
reflejos del Derecho objetivo.-3. Las facultades jurídicas. un derecho de propiedad, tiene —en principio— la facultad de usar la cosa,
la facultad de transformarla, la facultad de percibir sus frutos, etc.
La facultad jurídica es, pues, la posibilidad de actuar que se concede a
1. Protección jurídica sin otorgamiento de derecho subjetivo.—En una persona formando parte del contenido de un derecho subjetivo o, en ge-
su regulación de las relaciones humanas, estableciendo relaciones jurídicas, neral, de una relación jurídica.
el Derecho objetivo no siempre concede derechos subjetivos para la pro-
tección de los intereses dignos de ella. La frontera entre el poder que se configura por el Ordenamiento como mera
El Ordenamiento jurídico crea figuras singulares de derecho subjetivo facultad, y el poder al que se concede rango de derecho subjetivo, es insegura y
sólo en los casos en los que por alcanzar una individualidad más acusada variable, no dependiente puramente de criterios lógicos abstractos, sino que el Or-
el interés de los particulares (así, propiedad, usufructo, servidumbres, dere- denamiento de que se trate se haya decidido por una u otra solución, habida cuenta
chos de crédito; aunque muchos de ellos —como, por ejemplo, los créditos de la realidad social concreta que regula. Así, la hipoteca, derecho real hoy día,
o las servidumbres— admitan gran variedjd de contenidos) o por otras ra- fue históricamente mera facultad integrante de ciertos derechos.
Así como el derecho subjetivo es independiente y autónomo, las facultades
zones, conviene —según las concepciones jurídicas dominantes— la pro- se dan agrupadas en un haz que forma aquél, o están unidas a una relación jurí-
tección particularmente autónoma e independiente que se consigue teniendo dica básica sin que, como tales facultades, puedan, en principio, tener vida aparte:
un derecho. tal como ser enajenadas separadamente del derecho total que las engloba, o ser
Otras veces, dicha protección se realiza, simplemente, bien como efecto renunciadas conservando éste, o extinguirse subsistiendo aquél o la relación jurí-
reflejo de lo establecido en el Derecho objetivo, bien mediante la atribu- dica base. Ahora bien, sí puede ocurrir que con alguna o varias de las facultades
ción al interesado, no de un derecho subjetivo, sino de una mera facultad que corresponden al titular de un derecho se cree —desgajándolas de aquél— un
jurídica. Lo que, sin embargo, habida cuenta de sus circunstancias, no derecho menor. Por ejemplo, el poder de disfrutar la cosa —facultad del dueño—
puede constituir, separándose de la propiedad, el derecho de usufructo. Porque hay
quiere decir que, entonces, el interés de que se trate quede tutelado más facultades, o conjuntos de ellas, que conceden una potestad que no sólo sirve como
débilmente. parte de un derecho, sino que —a tenor de cada Ordenamiento concreto— puede
tener entidad para formar un derecho aparte.
2. Efectos reflejos del Derecho objetivo.—Lo establecido por las nor-
mas con vistas al bien común, protege ocasionalmente, de reflejo, intereses
individuales. Si se establece, por ejemplo, vacunación obligatoria en pro de
la salud pública, se beneficia a cada individuo, al resultar obligados los de-
más a vacunarse, restando así a aquél posibilidades de contraer la enferme-
dad de que se trate; pero no se concede a cada ciudadano un derecho sub-
jetivo a la vacunación de los demás.

Ahora bien, la protección que la norma dispensa no queda entonces a dispo-


sición del beneficiario —como sucede generalmente cuando se tiene un derecho
subjetivo—, sino que son los poderes públicos los encargados de promoverla de
oficio, aunque al particular interesado le es posible, en ciertos casos, intervenir en * DE CASTRO, Derecho civil, 13, págs. 671 y SS.; DUSI, Diritti soggetivi e facolta giuridiche, en
la satisfacción de su interés, consiguiendo la efectiva observancia de la norma que Studi senesi, 1902, XIX, págs. 225 y ss.; LECOMPTE, Essai sur la ',orlan de faculté en Droit civil,
le es beneficiosa, no mediante la invocación de un derecho (cuyo), sino instando 1930.
ante los Organismos adecuados el cumplimiento de un deber (de otro) jurídica- 1 Por ejemplo, Cc., arts. 470, 4 52.
mente exigible. 2 Por esas razones, también yo usaré, a veces, el término «derecho» en el sentido de «facultad».

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MANUEL ALBALADEJO
§ 59 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN GENERAL

Sección Cuarta
mar personales —por contraposición a los patrimoniales—, y que son los
EL PODER JURIDICO DE LA PERSONA más importantes para el individuo.
EN LA ESFERA NO PATRIMONIAL
El respeto debido a los mismos suele proclamarse en Constituciones políticas
§ 58 o textos análogos, y su violación se castiga mediante sanciones penales, y civil-
mente, por lo menos, imponiendo a quien la realiza el deber de indemnizar o re-
LA ESFERA JURIDICA DE LA PERSONA parar económicamente el daño causado (Código civil, art. 1.902). En nuestra Cons-
titución, arts. 10, 15 y 18.
SUMARIO: 1. Esfera jurídica de la persona y esfera no patrimonial.
Ahora bien, como —según ya sabemos— el Derecho objetivo no siem-
1. Esfera jurídica de la persona y esfera no patrimonial.—La to- pre concede derechos subjetivos para proteger los intereses dignos de tutela
talidad de relaciones jurídicas de que una persona es titular constituye su jurídica, cabe preguntarse si la protección de que ahora trato se realiza o
esfera jurídica. Dentro de ella, cabe distinguir dos grupos de relaciones cons- no mediante el otorgamiento a la persona de verdaderos derechos subjeti-
titutivos, dentro de aquélla, de dos esferas menores: 1.0 El formado por las vos —a la vida, a la libertad, al honor, etcétera— que tengan por objeto ta-
patrimoniales, que son las de naturaleza económica, susceptibles, en prin-
les bienes.
cipio, de valorarse en dinero. 2.° El formado por las no patrimoniales, tam-
bién llamadas personales. • Según una opinión, sí, y dichos derechos —en plural— podrían denominarse
El conjunto de las relaciones que forman el primer grupo se llama pa- —por la íntima conexión que tienen con la persona— derechos de la personali-
trimonio. El de las que forman el segundo carece de un nombre que sirva dad!. Según otra 'opinión, sólo puede reconocerse un derecho —global— de la
para designarlo globalmente. personalidad, que comprende en un bloque unitario la totalidad de los bienes de
Del patrimonio me ocuparé en breve. Y, aparte de lo ya dicho sobre la personalidad''. Según una tercera, debe negarse en este terreno la existencia
ellas, las principales relaciones patrimoniales —y los singulares derechos, lo mismo de uno que de varios derechos, pues se trata de casos de protección
facultades y obligaciones que constituyen su contenido— se estudian en las
partes especiales del Derecho civil, donde también tiene su sede (Derecho
separada, 1952; DE CASTRO, Los llamados derechos de la personalidad, en A.D.C., 1959, págs. 1237
de familia) el examen en singular de importantes relaciones no patrimonia- y ss.; CLAVERIA, Reflexiones sobre los derechos de la personalidad a la luz de la Ley Orgánica 1/1982
les. A continuación, pues, paso a tratar sólo de algunas de éstas: las cons- de 5 de mayo, en A.D.C., 1983, págs. 1243 y ss., y Notas para la construcción jurídica de los llama-
titutivas de los llamados derechos de la personalidad. dos derechos de la personalidad, en Estudios Beltrán, 1984. págs. 101 y ss.; DEGN1, Le persone frsi-
che ed i diritti della personalita (en Trattato de Vassalli), 1939; DIEZ DIAZ, ¿Derechos de la perso-
nalidad o bienes de la persona?, en R.G.L.J., 1963, t. 214, págs. 858 y ss.; DE CUPIS, 1 diritti della
personalita, dos vols., 2.' ed., 1982; DECOCO, Essai (Pune theorie generale des droits sur la personne,
§ 59 1960; GONZALEZ PEREZ, La dignidad de la persona, 1986; GROSSEN, La proteclion de la persa-
LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN GENERAL* nalité en Drod privé, 1960; HUBMANN, Das persónlichkeitrecht, 1953; IGARTUA, Los derechos de
la personalidad como técnica de protección de la personalidad, tesis doctoral, 1987; KAYSER, Les
droits de la personalité. Aspects theoriques et pratiques, en R.T.D.C., 1971, págs. 445 y ss.; LARENZ,
SUMARIO: 1. Derechos de la personalidad. - 2. Sus caracteres. El derecho general de la personalidad en la jurisprudencia alemana, en R.D.P., 1963, págs. 639 y ss.;
L1NDON, Les droits de la personalité, 1974; LOPEZ AGU1LAR, Derechos fundamentales y libertad
1. Derechos de la personalidad.—El Derecho protege a aquellos bie- negocial. Madrid, 1990; LOPEZ JACOISTE, Una aproximación tópica a los derechos de la personali-
dad, en A.D.C., 1986, 1059 y SS.; DI MAJO, Profili dei diritti della personalitó, en R.T.D.P.C., 1962,
nes o intereses que, como la vida, la libertad, el honor, etc., podríamos Ila- págs. 69 y ss.; MOCHY ONORY, Studi mulle origini storiche dei diritti essenziali della persona, 1937;
NERSON, Les droits extrapatrimoniaux, 1939, págs. 505 y ss,, bibliografía, y 1.47 protección de la per-
* ABRAHAM, J., Freedom an ¡he Court. Civil rights and liberties, 1989; DE ANGEL YAGÜE.Z, sonalidad en el derecho privado francés, en R.G.L.J., 1961, I, págs. 7 y ss.; O'CALLAGHAN. Sinopsis
La protección de la personalidad en el Derecho privado, en R.D.N., 1974, enero-marzo, págs. 7 y sS.; de los derechos de la personalidad, en A.C., 1986, págs. 1885 y ss.; ONDEL Le persone fisiche e i di-
BELTRAN DE HEREDIA, José, Construcción jurídica de los derechos de la personalidad (discurso de ritti della personalith, 1965; PERREALI, Des droits de la personalité, en R.T.D.C., 1900, págs, 501 y
ingreso en la R. Academia de Jurisprudencia y Legislación), 1976; BESSONE, Dirito soggetivo, e «droir s.s.; ROGEL, Bienes de la personalidad, derechos fundamentales y libertades públicas, 1985; ROMEO
de la personalité», en R.T.D.P.C., 1973, págs. 1175 y SS.; BORMANN, Die Praxis des Personlich- COLOMA, Los bienes y derechos de la personalidad, 1985; VARIOS, Alcuni problemi sui diritti della
keitsschutze in Frankreich verglichen mit dem Recht der Bundesrepublik Deutschland, 1974; CAE1V1- personalita. 1964.
MERER, Die privatrechtliche Persónlichkeitsschutz nada deutschen Recht, en Festsrzft Hippel, 1967, ' También se les conoce con otras denominaciones, pero adopto —sin entrar en si es más o me-
págs. 22 y ss.; CASTAN, Los derechos de la personalidad, en R.G.L.J., 1952, Ii, págs. 5 y ss., y ed. nos afortunada— la terminología más extendida.
1" La sentencia de 17 de 1997 rechaza esta opinión.

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§ 59 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN GENERAL
MANUEL ALBALADEJO

—directa o indirecta— de intereses humanos sin otorgamiento de derecho subje- gridad física, a la salud física, a la mental, a la espiritual, a la última asis-
tivo alguno. tencia religiosa, etc.).
En nuestro ordenamiento no hay respuesta para todas y cada una de
No voy a entrar en la polémica —ni a exponer los argumentos utiliza- esas preguntas, pero, por lo menos literalmente, se califica, como he dicho,
dos en pro y en contra de las diversas tesis-- planteada sobre esta cues- de derechos a varias de las figuras de que se trata.
tión. Sólo interesa señalar que, en abstracto, y partiendo del concepto que De cualquier manera que se piense sobre los derechos de la personalidad, en
he acogido de derecho subjetivo2, no cabe negar que es posible la existen- adelante los doy: 1.°, por existentes en nuestro Derecho positivo; 2.°, y como ca-
cia de derechos de la personalidad, consistentes en diferentes poderes, in- sos de ellos, los que después examinaré. Pues una vez advertido todo lo anterior,
dependientes entre sí, concedidos al sujeto en orden a los diversos bienes y señalados sus caracteres especiales (que preciso a continuación), no hay incon-
(vida, libertad, honor, etc.) personales que tienen propia individualidad. veniente en seguir hablando —aunque no se tenga la certeza de que, en sentido
Así, el objeto de tales derechos no lo sería la misma persona (con lo estricto, lo sean— de derechos subjetivos.
que se soslaya la objeción hecha por algunos autores, de que la admisión
de los derechos de la personalidad supondría la aceptación de que el ente 2. Sus caracteres.—Son:
al que se confiere el poder —sujeto: la persona— es precisamente el ente 1.° Necesarios, en el sentido de que, en principio, corresponden a toda
sobre el que éste recae —objeto: la persona—, cosa considerada inacep- persona4ler (aunque, en ciertos casos, puedan suprimirse o suspenderse total
table), sino ciertas manifestaciones, cuallidades o atributos de la persona- o parcialmente: así, el derecho a la vida del condenado a muerte, o el a la
lidad, que son concebibles como algo distinto de la propia persona en sí libertad, del condenado a prisión); a diferencia de los demás derechos sub-
misma3. jetivos, que se pueden tener, pero de los que también se puede carecer (se
Presupuesta la adnaisibilidad, en teoría, de los derechos de la persona- puede ser propietario, o no, tener o no derechos de crédito, etc.).
lidad, cabe preguntarse. ¿Los acoge nuestro Derecho positivo? es decir, la 2.° Inseparables de la persona. Esta no puede disponer de ellos: no
protección que ésta dispensa a los intereses o bienes de la personalidad, ¿da es posible su transmisión ni su renuncia (cfr. C.c., arts. 6, núm. 2, y 1.271);
origen a derechos subjetivos a favor de los beneficiarios (que lo son todas ni se pierden por el transcurso del tiempo (cfr. art. 1.936). En cuanto a la
las personas)? indisponibilidad la establecen también diversos preceptos reguladores en con-
En mi opinión, aunque en un plano científico la respuesta afirmativa creto de algunos de los derechos de que se trata (Ley de 5 mayo 1982, art.
fuese insegura, lo que no cabe negar es que así lo venía creyendo un sec- 1, párrafo 3).
tor de la doctrina patria'', y que, a partir de la Constitución (v. arts. 10 y 3.° Originarios o innatos, porque se adquieren por ser persona, sin
15 y ss.), una serie de leyes vienen calificando de «derechos» a varias de concurrencia de ninguna circunstancia o hecho adquisitivo especial'.
las figuras de que se trata, amén de que la jurisprudencia sostiene específi- 4.0 Absolutos, pues confieren un poder inmediato y directo sobre el
camente que son «derechos»41,.. bien de que se trate, y son oponibles frente a todos (erga onmes).
Presupuesta la contestación afirmativa en la cuestión anterior, queda otra 5•0 Extrapatrimoniales, pues no son valorables en dinero ni en ningún
aspecto gozan de naturaleza económica, aunque puedan tener alguna reper-
pregunta: ¿Qué derechos de la personalidad admite nuestro Ordenamiento?
cusión pecuniaria o su lesión se repare mediante una suma de dinero ante
¿sólo hay ciertos bienes personales, especialmente destacados o que tienen
la imposibilidad de repararla de otra forma6.
particular autonomía (así: vida, libertad, honor, nombre, etc.), que dan ori-
gen (cada uno) a un derecho de ellos? o ¿cualquier bien o faceta de un bien
que tenga algún tipa de protección suya específica supone que existe un de-
""' Por eso huelga que sean declarados para algunas en particular, como hace la Ley de 15 de enero
recho (autónomo) a él? (Por ejemplo, derecho a la vida, derecho a la inte- de 1996 de Protección del Menor, para éste (arts. 4 y ss); mas lo que ocurre es que se quiere poner de
relieve que no está privado de ellos, aunque los tenga adaptados a sus circunstancias cuando corres-
Cfr. .supra, § 53, número 1. ponda.
S Al menos, como regla, aunque haya alguna excepción. Así, el llamado «derecho moral de autor»,
3 Recuérdese que objeto del derecho puede serio toda entidad incluso inmaterial, y, por ello, un que éste adquiere cuando da a luz la obra (escribe la novela, hace el invento, etc.). Véase infra, § 60,
bien no corporal (finca, mueble), sino moral (el honor, etc.). número 9.
Esta, aparte de en obras generales, como ya se ha visto supra nota *, se ha ocupado del terna O bien tal lesión produzca además —rnediatamente— un perjuicio económico, que, entonces es,
de los llamados derechos de la personalidad, también en estudios monográficos, según su propia naturaleza, reparable en dinero.
"" Así, la sentencia de 17 diciembre 1997.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

§ 60 En nuestro Derecho, el nombre, tomado en ese sentido, se compone de


LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR dos partes: una primera llamada nombre propio (o individual, o de pila, por
imponerse a los cristianos en la pila bautismal); otra segunda, llamada nom-
SUMARIO: 1. Clases.—A) Derechos de la personalidad en la esfera espiritual del hom- bre de familia o apellidos (que son dos) (L.R.C., art. 53).
bre.—a) El nombre.-2. El nombre.-3. Adquisición.—A) Del nombre.—B) De los Para evitar confusiones conviene, desde ahora, advertir que, no ya sólo
apellidos.-4. Cambio de nombre y apellidos.—A) Del nombre.—B) De apelli- en el lenguaje vulgar, sino también en la terminología legal, la palabra «nom-
dos.—b) Pseudónimo y títulos nobiliarios.-5. Pseeudónimo y títulos nobiliarios.— bre», a secas, se utiliza habitualmente en el sentido de nombre propio, y no
c) Honor.-6. Honor.—d) Intimidad personal.-7. Intimidad personal y familiar.—
e) Imagen.-8. Imagen. Derecho moral de autor.-9. Derecho moral de para referirse al nombre —en sentido jurídico técnico— completo, compuesto
autor.—B) Derechos de la personalidad en la esfera corporal.—a) Vida.-10. por el nombre de pila y los apellidos.
Vida.—b) Integridad física.-11. Integridad física.-12. Cadáver.—c) Libertad.—
13. Libertad. Es el nombre medio fundamental de identificación de la persona en la vida
social, e interesa a todas las ramas jurídicas, tanto privadas como públicas, pues
1. Clases.—De entre las diversas clasificaciones posibles, adopto la no sólo importa en las relaciones de los particulares entre sí, sino también en las
que los agrupa en relativos: 1,0, a la esfera espiritual de la persona; 2.°, a que mantiene la persona con el Estado.
la esfera corporal.
Toda persona debe tener un nombre, y a cada uno corresponde con
exclusividad tanto el derecho como la obligación de llevar el suyo y sólo
A) el suyo. Pudiendo lo mismo exigir a los demás su reconocimiento cuando
DERECHOS DE LA PERSONALIDAD EN LA ESFERA le es discutido su uso que vedarles éste, cuando (indebidamente) lo utili-
ESPIRITUAL DEL HOMBRE zan, ya que la ley ampara el nombre frente a todos (L.R.C., art. 53, in
fine).
a) Aquí no expondré todas las normas jurídicas relativas al nombre, sino sólo
EL NOMBRE* las fundamentales civiles, contenidas en el C.c. y en la Ley y Reglamento del Re-
gistro civil.
2. El nombre.—En sentido técnico jurídico, el nombre es el conjunto
de palabras que designan a cada persona (cfr. L.R.C., artículo 53 pr.) y la 3. Adquisición.—Por lo que se refiere a la adquisición del nombre
individualizan frente a todos. total, y a su inscripción en el Registro, deben distinguirse las del nombre
propio, de las de los apellidos.
* ACUÑA, Consideraciones sobre el nombre de las personas, Bs. As., 1967. BATTLE, El dere- Como la materia se rige por la ley personal del interesado (Código ci-
cho al nombre, 1931; BLONDEL, Elude juridique sur le norn patronimique, 1905; CAPIZZANO, La vil, art. 9, núm. 1), siendo éste extranjero (R.R.C., art. 219) se aplica su ley
nada del diritto al nome civile, en R. Dir. Comm. 1962, I, págs. 249 y SS.; DE CUPIS, II diritto all'i-
dentita personale, 1949; DIEZ DEL CORRAL, Resumen de la doctrina de la Dirección Gral. R.N. de en lo relativo al nombre que pueda imponérsele, a los apellidos que le co-
1986 a 1988, en A.C., 1989, págs. 2069 y ss., y Resumen de la doctrina 115 la D.G.R.N. sobre estado rresponden y al idioma en que ha de ser inscrito en el Registro todo ello.
divil durante el año 1992, A.C., 1993, XXVII, p. 429. DIEZ GOMEZ, El nombre de las personas en
el Derecho español, Revista Jurídica del Notariado, 1993, n.° 7, pág. 69; FICKER, Das Recht des büur-
Si se trata de españoles:
gerlichen Naniens, 1950; FORNER, Nombres y apellidos, 1994; JORNOD, La femme et le nom en Droit A) Del nombre.—Desde su nacimiento, toda persona tiene derecho a
suisse et franrais, Ginebra, 1991; LEVY-CAEN, De l'usage abusif da nom en Droit franrais et anglais, un nombre propio, pero no a uno determinado, sino al que se le imponga
en Am. Inst. Dr. comparé de Paris, 1934, págs. 258 y ss.; LINACERO DE LA FUENTE, El nombre y
los apellidos, Madrid, 1992; LOPEZ ALARCON, Influencia canónica en la regulación jurídica del nom-
bre propio, en Pretor, 1976, 5 y ss. e Influencia canónica en la regulación jurídica del nombre propio, sicas y el Registro Civil, A.C., 1988, pág. 1001; SALEILLES, Le droir au nonr individuel dans le Code
en Estudios Baffle, 1978, p. 417 y ss.; LUCES GIL, El nombre civil de las personas naturales en el civil allemand en R. Crtque, 1900, XXIX, págs. 94 y ss.; SOTO NIETO, La alteración en el orden
Ordenamiento jurídico español, 1977; MIGUEL TRAVIESAS, El derecho al nombre, en R.D.F. 1916, de los apellidos, etc., en La Ley, 1981/4, págs. 918 y SS.; MARTINEZ-CALCERRADA, Apellidos: la
págs. 158 ss.; MIRONESCO, Le nom des personnes en Drait comparé, 1933; OTTO, Valor jurídico y alteración de su orden, en la Ley, 1982/4, págs. 1102 y ss.; SUDRE, Le droit au nom, 1903; VIL-
social del hombre, 1928; PERE RALUY, Derecho del Registro civil, I, 1962, págs. 511 y ss.; PERREAU, HENA DE cARVALHO, Do direito ao nonte, 1972, y O norne das pesareis e o direito, 1989. Sobre
La droit au nom en mullere civil, 1910; PLAISANT y JACQ. Traité des noma, 1921; PL1NER, El nom- la naturaleza y características del derecho al nombre, puede verse, por ejemplo, la sentencia de 14
bre de la persona, Buenos Aires, 1965; RODRIGUEZ CASTRO, El nombre propio de las personas ft- marzo 1969.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

en la inscripción de nacimiento' —y desde entonces lo adquiere— por quien 4.° No sea diminutivo del verdadero nombre o variante familiar o co-
corresponda (por los padres o guardadores, dice el R.R.C., art. 193, 1.02), loquial del mismo que no haya alcanzado (luego se puede poner si la al-
y, en su defecto, por el Encargado del Registro civil (L.R.C., art. 55, 3,°; canzó) sustantividad'bis.
R.R.C., art. 193, 2.°).
Con la reforma del art. 54, ha quedado inútil una enorme cantidad de reso-
El nombre que se imponga a la persona no puede ser el mismo que el de un luciones que, aunque cada vez menos intolerantemente, venían rechazando nom-
hermano vivo, ni tampoco la traducción usual a otra lengua del nombre que el bres y más nombres por no ser de persona, por ser un apellido, por querer po-
hermano lleve (L.R.C., art. 54, 3.)); como, por ejemplo, si el hermano se llama nerse en versión extranjera cuando existía una traducción usual española, por
Francisco, a quien se impone el nombre no se le puede llamar Francois o Fran- proponerse con ortografía distinta de la española, etc.
cesco o Francesc, etc. De cualquier modo que sea, quiero hacer unas breves consideraciones sobre
los nuevos preceptos. En efecto:
1.° No parece que se pueda rechazar ya ningún nombre por ser impropio
El nombre que se imponga podría ser, desde luego, uno simple, como de persona, puesto que la ley hace hoy de persona, en el sentido de imponible
Francisco, o también dos simples unidos por un guión, y escritos ambos con a ésta, todo nombre, tanto sea de los que habitualmente se venían dando a las
mayúscula inicial, como Francisco-José, o incluso uno compuesto, como Ma- personas (así Juan o Luisa, etc.), como sea de cualquier ser o cosa (joya, flor,
ría de los Angeles; pero no más, es decir, ni cabe pasar de dos simples, ni río, lugar, animal, te1a3ter) o incluso de fantasía (v. circular de 2 de julio de 1980),
cabe poner uno compuesto y alguno simple (L.R.C., art. 54, 1°, R.R.C., art. etc. De modo que el rechazar la imposición de cierto nombre no de persona, po-
192, 1°). • drá hacerse no por ésto, sino sólo por ser «objetivamente perjudicial» a quien se
Pero no se puede poner como uno dos simples unidos, como Josema, le impone.
ría (en el caso se pidió Josepmaria), pues en el sentir popular Jose y Ma- 2.° Es admisible la imposición de nombre en cualquier idioma español o ex-
tranjero, y en este caso, lo mismo si carece que si tiene traducción a una lengua
ría son dos nombres independientes, que han de escribirse con mayúscula española. Y, puesto que se pueden poner nombres de fantasía, parece que quien
inicial, y, si se ponen unidos con un guión (res. de 11 marzo 1996). lo imponga puede variar la ortografía del nombre respecto a la que le corresponda
Por lo demás, en cuanto al nombre que quepa poner, desde la Ley de en el idioma en que lo impone, o inventar, si quiere una versión o variante de
6 de julio de 1994 que redactó de nuevo el art. 54 de la L.R.C., ha cam- nombre español o extranjero, como en vez de Juana, Joana o Janina, etc. (v. res.
biado por completo la regulación legal del tema. de 15 abril 1996.
3.° Por nombre que induzca a error en cuanto al sexo, hay que seguir en-
Antes estaban prohibidos los nombres extravagantes, impropios de personas, tendiendo (aparte de lo que pueda tener de discutible) el nombre con el que se
irreverentes o subversivos así como la conversión en nombre de apellidos o seu- designa a una persona que tiene sexo contrario al que unívocamente implica el
dónimos, o poner a un español nombre en versión extranjera si tenía traducción nombre; como poner Antonio a una mujer o Antonia a un hombre. Así, pues, sí
usual a lengua española (de modo que se le podía poner Antonio, en castellano, es posible poner lo mismo a hombre que a mujer un nombre ambiguo, es decir,
o Antoni en catalán, o Andoni en vasco, pero no Antoine en francés). que se use indistintamente para uno u otro, como Trinidad, Loreto, Cruz, Sacra-
mento, Asunción, Adoración, Ascensión, etc.4; pero no es posible poner a un va-
Hay, a tenor del nuevo art. 54, 1°, L.R.C., está permitido cualquier rón el nombre de fantasía Relanda, que por su terminación indica sexo feme-
nombre con tal de que: nino4bk, y sí el de Muaré, que aunque es nombre de tela, es del género masculino4ter,
y sí a una mujer el de Ana Abel, porque Ana es femenino, aunque Abel sea mas-
1.0 No perjudique objetivamente a la persona'. culino, en su conjunto no inducen a error en cuanto al sexo, ya que en el uso so-
2.° No haga confusa la identificación.
3•0 No induzca en su conjunto a error en cuanto al sexo.
"'' Estiman que la alcanzaron, por ejemplo, Mariona, las resoluciones de 10 y 25 noviembre 1995,
Maite, la de 3 noviembre 1995, Fanny. la de 10 noviembre 1995, Josefina, la de 17 noviembre 1995,
Véase la resolución de 23 junio 1968 relativa a que no por haber declarado el padre en testa- y que no la alcanzaron Cathy, la de 21 octubre 1995, Wimi, la de 17 noviembre 1995, losefina, la de
mento el nombre que elegía para su hijo, adquiere éste desde entonces y por ese hecho derecho a él. 15 abril 1996, Nacho, la de 8 octubre 1996, etc.
2 A los padres, según la resolución de 21 diciembre 1967 les corresponde como contenido de la '1" Como Muare, resolución de 25 mayo 1995.
patria potestad; así que hoy, a tenor del art. 156, conjuntamente, salvo que la tenga 11110 solo,i en cuyo Esto empezó negándolo la reolución de 9 de junio de 1979. Pero después se adoptó al criterio
caso es a él (así, por ejemplo, resolución de 25 mayo 1992). que recoge el texto. V. resoluciones de 22 mayo, 1981, 24 abril 1984, 9 marzo 1989, 23 mayo y 28 di-
3 El nombre Cheyenne dice la resolución de 14 octubre 1995 que le perjudica, y la de 2 marzo ciembre 1992, 30 marzo 1993.
1996, que perjudica Nacho para Cataluña, por ser sinónimo de chato, y la resolución de 2 octubre 1996 Resolución de 11 mayo 1995.
dice que le perjudica el de Cheroky, 4t" Resolución de 25 mayo 1995.

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MANUEL ALBALADEJO 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

cial, de los nombres, si son más de uno, el sexo se deduce del primero, así José 13) De los apellidos.—En principio, los apellidos de la persona vienen
María, de varón, y María José, de hembra4quater. Induce a error en cuanto al sexo. determinados por su filiación (son los primeros del padre y la madre, o sólo
Lhoscalquinqu'e'. los dos de aquél o ésta, si no consta el otro)6 (L.R.C., arts. 53 y 55, 1.°,
4.° En cuanto a poder imponerse los nombre lo mismo en su versión diría-
mos formal, como Antonio o Francisco o José, que en su versión diminutiva o C.c., arts. 109 y 111 y ss., R.R.C., art. 194); debiéndose inscribir en el Re-
familiar o coloquial que haya alcanzado sustantividad, es decir, que está recibida gistro Civil.
socialmente de una manera general, como Tono, Paco o Pepe, ciertamente que el
nuevo art. 54 viene a cerrar un periodo en el que al principio no se admitía, por En primer término, el primero del padre (apellido paterno: R.R.C., art. 194,
ejemplo, Lola (por entender que debía ser Dolores) y luego sí, o se admitía Paco 1.0); en segundo término, el primero de la madre (apellido materno?: R.R.C., art.
en vez de Francisco, pero no Pepe en lugar de José. El periodo ese está, digo, ya 194, 1.0), pudiendo ambos padres de común acuerdo resolver antes de la inscrip-
concluido; ahora viene el de discutir cuándo un diminutivo ha alcanzado sustan- ción registral poner primero el de la madre y segundo el del padre; el orden de
tividad y cuando no, y si es que eso no debe tener límite; así que Francisco ¿es apellidos del hijo mayor se aplicará para todos sus hermanos posteriores de la
también Paco y Curro y Currito y Pancho y Pancha() y Frasquito y Frasco y Fras- misma filiación; los hijos al alcanzar la mayor edad podrán solicitar que se altere
cuelo y Fran y Paquirri y Paquirrín y Paquito y Paquitín y Pacote y Pacorro, etc.?5; el orden de los apellidos (C.c., art. 109). Todo eso ocurre, se trate de hijos ma-
desde luego el diminutivo de Francisco, Fuco, aún no se estima que haya alcan- trimoniales o no, con tal de que en este caso su filiación esté legalmente deter-
zado sustantividad, porque lo deniega la resolución de 19 de septiembre de 1995, minada respecto a padre y madre (R.R.C., art. 196, 2.°). Si lo está sólo respecto
como la de 23 marzo 1996, deniega Nacho, por Ignacio, la de 8 julio 1996, de- a uno, llevan los dos apellidos de él, y por su mismo orden. Pero cuando lo esté
niega Txema por José María, la de 4 septiembre 1996, deniega Marieli por Ma- sólo respecto de uno, cabe, si así lo deseas, invertir su orden (L.R.C., art. 55, 2.°).
ría Elisa, otra también de 4 septiembre P996 deniega Ray por Raimundo. Los hijos adoptivos llevarán los apellidos de los adoptantes o del adoptante, dado
A mí, a la vista de que la ley tolera nombres hasta de fantasía y no excluye el tenor del actual art. 178 C.c. (los arts. 201 y ss. R.R.C. no se encuentran aún
sino los que objetivamente perjudiquen a la persona, no se me alcanza la razón adaptados a la reforma de la adopción de 1987).
de que los nombres que sean diminutivos o familiares o coloquiales no vayan a
poder ser escogidos aunque, no hayan «alcanzado sustantividad» ¿Por qué se puede Si la filiación no determina los apellidos (así, por no constar), el En-
poner como nombre el de un viento o de una flor o una palabra que se inventen cargado del Registro impondrá al nacido unos apellidos de uso corriente9
los padres, con tal de no ser objetivamente perjudiciales al hijo, y no se va a po- (L.R.C., art. 55, 3.°), que, en principio, le corresponden hasta que aquélla
der poner a éste un diminutivo nuevo que a nadie se le haya ocurrido nunca?
Por otro lado, en toda la presente materia de admitir o no ciertos nombres o se determine (R.R.C., art. 196, 2.°).
su cambio, etc., la D.G.R.N. está procediendo, en los muchísimos casos que ac-
tualmente le llegan, de un modo en ocasiones desconcertante, por no entenderse 4. Cambio de nombre y apellidos.—A) De nonibre.—Del nombre
por qué razones acepta o deniega cambios a veces, cuando otras, ante algo que inscrito en el Registro puede pedirse el cambio'°" (L.R.C., art. 57 pr.).
parece semejante, rechaza o acepta.
Para acabar con esta materia, baste advertir que contra los nombres impues-
tos que luego no gusten a los interesados, está el gran remedio de las facilidades 6 Los apellidos son dos imperativamente, incluso para los extranjeros nacionalizados españoles, y
en este caso el primero será el del padre y el segundo el de la madre, porque se aplica la legislación
que da la ley para poder cambiárselos (v. número siguiente). española, aunque en la legislación del país del nacionalizado español se impusiese primero el apellido
de la madre (resolución de 28 enero 1997).. A tenor del art. 213 del R,R.C. se completarán. El 199 lo
El nombre de la persona debe constar en el Registro civil para lo cual que permite es cosa diferente de que el nacionalizado quede con un solo apellido. Ver la resolución de
28 noviembre 1983.
el impuesto, se expresará en la inscripción de nacimiento (L.R.C., art. 54, Apellido que es el primero de los suyos personales (de soltera), aunque sea extranjera (pues, tén-
1.0). Y no habiéndose impuesto o declarado ni constando cuál sea, o siendo gase en cuenta que frecuentemente las legislaciones extranjeras atribuyen a la mujer al casarse el ape-
inadmisible, el Encargado del Registro, después de requerir infructuosamente llido de su marido): R.R.C., art. 194, t.°.
Los interesados o sus representantes legales: R.R.C., art. 198. Lo que sigue teniendo utilidad a
su imposición (o notificación del impuesto), impondrá, él, uno de uso co- pesar de que después de la reforma de 1981, el nuevo art. 109 del Código permite solicitar la altera-
rriente (L.R.C., art. 55, 3.°, R.C.C., art. 193, 2.°). ción del orden de sus apellidos a cualquier persona (ver el número 4 siguiente, al final en el texto),
pues para solicitar esta alteración ha de hacerlo el interesado y ser mayor de edad.
9 No puede imponerse, entonces, como apellido el de Expósito u otro indicador de origen desco-
4.1"" Resolución de 3 junio 1995. nocido, ni nombre propio (R.R.C., art. 196, 1.°).
4q"'"T"" Resolución de 4 septiembre 1996. No se trata de cambio de nombre, en el sentido actual, sino de rectificación que procede por
Y no se olvide que como los nombres pueden ponerse en idioma extranjero también cabe llamar en-or en el sexo, cuando ocurre que se intenta cambiar de femenino a masculino, o al revés, porque
con diminutivo o versión familiar o coloquial que haya alcanzado sustantividad en el idioma que sea, el nombre inscrito discrepa del sexo real de la persona (véanse resoluciones de 2 marzo y 12 junio
como Bob, Bobby, Jim, Jimmy, Johnny, Liz, Dick, Nick, etc. 1971).

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MANUEL ALBALADEIO 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

1.° Cuando fue impuesto con infracción de las normas legales12. que el Ministerio, aunque no lo expliquen las resoluciones de la D.G.R.N., ha de
2.° Para traducir a un idioma español el nombre extranjero (L.R.C. estimar que la constituye el solo hecho de ser deseado el nombre nuevo, ya que
art. 59, 5.°). viene concediendo el cambio por la simple petición sin alegación de causa alguna,
y advirtiendo que en los casos 1.°, 2.° y 3.° (principalmente en éste, de estar jus-
Lo que sigue siendo posible hoy, que aunque cabe imponer a un español un tificado el uso del nombre que se pide) la autorización de cambio debe solieitár-
nombre extranjero, puede después pedirse el cambio de éste para traducirlo a una seie no a él, sino al Juez.
lengua española.
Para el cambio de nombre, caben, según lo dicho, dos procedimientos:
3.° Cuando fuese distinto del usado habitualmente, en cuyo caso el bien el de obtener la correspondiente autorización para el mismo del Juez
cambio será por éste (L.R.C., art. 59, 4,°, R.R.C., art. 209, 4.0)13,14. de primera instancia, bien de obtenerla del Ministerio de Justicia. En am-
4.° Sin más, cuando lo desee el interesado, lo puede autorizar el Mi- bos casos, aquélla se otorga previo el oportuno expediente, que siempre ins-
nisterio de Justicia, por el nombre que aquél desee, puesto que en los tres truye el Juez, aun cuando sea el Ministerio quien haya de autorizar.
casos anteriores la facultad de autorizar el cambio la tiene el Juez cuando
se den los supuestos previstos (infracción en la imposición del nombre que Véanse arts. 57, 59 y 97 de la ley, y 205, 206, 209, 216 y siguiente y 341
se lleva, traducción del mismo, y usar habitualmente el que se pide), pero y siguientes del Reglamento. Ver resoluciones de 20 febrero y 9 marzo 1989.
en el caso 4.°, que estoy viendo, el Ministerio puede autorizar sin más que
haya justa causa y no perjudique a teriero (L.R.C., art. 60, R.R.C., art. En todo caso el cambio requiere justa causa y que no haya perjuicio
206, últ.). de tercero, y no surtirá efecto hasta que no esté inscrito.

Perjuicio de tercero que no se ve en principio, cuando cualquier nombre, y Véansc arts. 60 y 62 de la ley, y 210 y 218 del Reglamento.
también aquel a que cambia, pudo ponérsele en su día al interesado; y justa causa
Además de esos casos de cambio de nombre, la ley de 4 de enero de
Cuando lo que ocurre es, no que se rectifica un error en el sexo y, como consecuencia, se designa. 1977, vino a autorizar sin las cortapisas que existían antes, la inscripción
con un nuevo nombre, acorde con su sexo verdadero, a la persona (todo lo que puede hacerse en vir- del nombre en cualquiera de las lenguas españolas, permitiendo en su art.
tud de expediente registral), sino que en virtud de operación quirúrgica aquélla es transexualizada, la 2 que a petición del interesado o de su representante legal, el encargado del
solución no es que pueda ser registrado el cambio de sexo y el de nombre en virtud de simple expe-
diente, sino aplicar la regla de que, en principio, «las inscripciones sólo pueden rectificarse por senten- Registro sustituyese, sin más trámites, por su equivalente en una de aqué-
cia firme recaída en juicio ordinario» (L.C.R., art. 92, 1.0). Si bien —e insisto que dando por buena la llas, el nombre propio impuesto en otra con anterioridad a dicha ley. Hoy,
posibilidad biológica—, si puede resultar imprecisa la frontera entre aflorar el sexo que verdaderamente con más amplitud, el artítuclo 54, último párrafo, de la L.R.C., dispone que
se tenía desde antes, y cambiarlo, cabe que sea posible el cambio de nombre por expediente en tanto
en cuanto el sexo que conste en el Registro quepa estimar que lo fue por errónea apreciación del ver- «A petición del interesado o de su representante legal, el encargado del Re-
dadero que luego aflora, y que antes y ahora era el mismo. gistro sustituirá el nombre propio de aquél por su equivalente onomástico
En relación con el tema de la transexualidad, supra § 32, núm. 3. en cualquiera de las lenguas españolas».
De cualquier modo hay que advertir que una cosa es el cambio de nombre por cambio de sexo, y
otra el que continuando inscrito en el Registro el mismo sexo, se estime justa y admisible la petición Por último, junto a los vistos, que podemos llamar ordinarios, queda
de cambio de nombre de la persona que sintiéndose femenina, y, según ciertos certificados médicos (en otra forma de cambio de nombre por Decreto a propuesta del Ministerio de
cuyo valor no voy a entrar), ha pasado a ser mujer, solicita que se cambie su antiguo nombre, que era Justicia, con audiencia del Consejo de Estado, que, aunque no lo dice ex-
exclusivamente de varón, por otro, que siendo aplicable tanto a varón come :a hembra, le permitirá en
el futuro aparentar que le corresponde como mujer. Ese es el caso de la resolución de 22 mayo 1981, presamente la ley, se entiendel5 que corresponde aplicarla sólo cuando hay
11 Por supuesto que el nombre a que se cambie ha de resultar legalmente imponible (resolución de cambio de nombre y apellidos a la vez, razón por la que llamo al caso ex-
11 marzo 1976). traordinario de cambio conjunto.
11 Véase L.R.C., art. 59, 2.0, y R.R.C., arts. 209, 2.0 y 212, 1.0.
" Pero cuando discrepe el que se lleva del usado, no procede cambiar aquel que conste en el Re-
gistro, sino durante la vida del interesado. Una vez fallecido, no cabe sino hacer constar, como men- Se apoya en el art. 58, 2.0, L.R.C., pero que no hay razón para aplicarlo al
ción de identidad (R.R.C. art. 137), el nombre usado, al margen de la inscripción de nacimiento o ma- cambio de nombre solo se sigue de que éste puede hacerse sin más por el Mi-
trimonio (resoluciones de 25 noviembre 1964, 9 febrero 1965, 7 julio 1969, 16 febrero y 21 octubre nisterio de Justicia por sí solo.
1970 y 5 agosto 1977),
14 En otros casos, lo que hay, no es que se cambie el nombre que se tenía, sino que realmente se
tiene un nombre diferente del que consta en el Registro, y puede rectificarse éste (así, a pesar de ha- 15 V. O.M. de 11 mayo 1984 y DIEZ DEL CORRAL, Lecciones prácticas sobre Reg. civ., 2.' ed.,
berse impuesto debidamente el de ALFONSO, en el Registro consta, por error, ALONSO). 1983, pág. 101,

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MANUEL ALBALADEJO 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

B) De apellidos.—E1 cambio de ape1lidos14 puede ser de dos clases: Las causas que establece la ley para permitir el cambio de apellidos
impuesto por la ley o querido por el interesado. son:
Se da el primero cuando a aquél resultan corresponderle apellidos dis- 1.' Una primera, de cambio mínimo, consistente en anteponer la partí-
tintos de los inscritos, a causa de que su filiación cambia respecto a la que cula «de» al primer apellido que fuere usualmente nombre propio o empe-
recogía el Registro, o de que deben modificarse los apellidos del extranjero zase por tal (así creo que hay que entender hoy el art. 195 R.R.C., que dice
que adquiere la nacionalidad española. «apellido paterno», pero que debe alcanzar al materno, si éste se antepuso).
Lo que se hace simplemente por petición del interesado al Encargado.
Lo primero sucede en virtud de fallos judiciales sobre filiación, por recono-
cimiento, y en general cualquier forma de determinar legalmente la filiación", y Debe concederse la anteposición de la partícula «de» si el apellido es nom-
por adopción". Con la salvedad de que el hijo o sus descendientes pueden evitar bre propio, aunque también sea usualmente apellido, por ejemplo Martín, que tanto
el cambio que les correspondería (por virtud de la nueva filiación que produciría es apellido como nombre, da derecho a quien se llame, pongo por caso, Juan Mar-
el cambio), si piden conservar los apellidos que venían usando (Ley, art. 59, 3.°; tín, a llamarse Juan de Martín. V. resoluciones como las de 13 y 15 junio 1994.
Reglamento, arts. 209, 3.0)9.
En cuanto al extranjero que adquiere nuestra nacionalidad, porque sus apelli- 2.° Que los apellidos indiquen origen desconocido (así Expósito) o ha-
dos han de consignarse con arreglo a la legislación española (R.R.C., art. 213), yan sido impuestos con infracción de normas establecidas (Ley art. 59, 1.°
salvo que se conceda la conservación de la forma en que se tenían (R.R.C., art. y 2.°, Reglto., art. 209, 1.0 y 2.°, 212, 2.°, y 365),
199); lo que no se otorga para que se ostente un solo apellido (como ocurre en 3.' Que se persiga la adecuación gráfica al español de la fonética de
muchos países)20, pues entonces el segundoliapellido será el primero personal de
la madre. apellidos extranjeros (Ley, art. 59, 5.°, Rglto., art. 209, 5.°).
4.' Para proceder .a regularizar ortográficamente los apellidos cuando la
Se da el cambio por voluntad del interesado cuando es autorizado a so- forma inscrita en el Registro no se adecue a la gramática y fonética de la
licitud de éste por las causas que establece la ley21, que, como en el caso lengua española correspondiente (R.C., art. 55, párrafo último).
del nombre, sólo lo permite si media justa causa y sin perjuicio de tercero 5." Que simplemente, y sin más necesidad de justificación, se desee to-
y con eficacia únicamente a partir de que se inscriba. mar el que se propone, cuando en éste concurran ciertas circunstancias.
Estas circunstancias son (Ley, arts. 57 y 58; Reglamento, arts. 205 y SS.):
Véanse arts, citados al tratar de este tema en el nombre.
A) Que el apellido PROPUESTO constituya una situación de hecho no creada
por el interesado (como si, por ser muy frecuente el apellido primero del padre y
16 Como el del nombre, no es posible cuando se trata de persona fallecida. Entonces sólo cabe ha- muy significativo el segundo, una persona es llamada habitualmente por los dos
cer constar los apellidos no inscritos como mención de identidad (resoluciones de 16 febrero 1970, 30 de aquél; lo que de hecho se traduce en que aunque la situación haya sido cre-
enero 1978, 26 mayo 1980, 29 julio y 21 octubre 1983, 30 noviembre y 7 diciembre 1984, 7 enero y ada por el interesado, se puede pedir el cambio del apellido que se tiene al por
27 marzo 1985, 27 febrero, 5 marzo y 14 mayo 1986, 10 febrero y 16 noviembre 1987, 6 octubre 1988
y 29 mayo 1989). el que se es conocido), o evite la desaparición de un apellido español, o que EL
17 Menos excepciones como la del art. 111, según el que el hijo, salvo que lo solicite II o su re- QUE SE LLEVA sea contrario al decoro u ocasione graves inconvenientes (como si
presentante legal, no ostentará el apellido del progenitor cuando la filiación de éste haya sido deterini- es malsonante o da lugar a burlas, etc.)22.
nada judicialmente contra su oposición o haya sido condenado en sentencia penal firme a causa de las B) Que los elementos del apellido propuesto (así, se quiere llevar el que se
relaciones a que obedezca la generación. llevaba, pero modificado en algo, o se quiere llevar como primero en vez del pri-
18 Para este último caso, véase art. 178 C.c., aunque no habla específicamente. Por su parte no es-
tán al día L.R.C., art. 56 y R.R.C., arts. 201 y SS. mero del padre, los dos del padre unidos) pertenezcan legítimamente al peticio-
El cambio por adopciones es voluntario en el sentido de que el cambio no se daría sin la adop- nario (lo que obviamente significa, no que le correspondan como apellido, pues
ción, que voluntariamente se hizo. Pero, esto presupuesto, el cambio en el Registro se impone por man- entonces lo tendría sin necesidad de obtener la modificación, sino que no pueda
dato legal. elegir libremente el apellido que le plazca, porque sólo cabe escoger entre los de
" La conservación puede ser de los que le corresponderían legalmente o de los que venía usando su familia).
(con un uso que no puede exigirse sea largo si el interesado es un niño de corta edad: así resolución
de 21 enero 1970) de hecho, que, tales, de no haber habido reconocimiento, habrían prevalecido en la C) Que la modificación introducida en el apellido que se llevaba provenga de
inscripción de nacimiento (resoluciones de 21 enero 1970 y 14 junio y 2 julio 1972). 1 la línea correspondiente a éste. Por ejemplo, si en vez de apellido simple, como
" Resoluciones de 28 noviembre 1983, 19 febrero 1988, 5 diciembre 1989 y 20 septiembre 1990.
21 Una cosa son estas causas o casos en que el cambio puede solicitarse, y otra es que, aparte de
aquéllas, ha de mediar justa causa para pedirlo, justa causa que, en verdad, son sólo palabras, pues " «Se entiende que un apellido causa graves inconvenientes cuando fuere extranjero o, por cual-
basta que el solicitante desee el cambio. quier razón, lleve consigo deshonra» (R.R.C., art. 208, 2.0, final).

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

Pérez, se solicita uno compuesto, como Pérez-Leonés, el Leonés no podrá prove- cargado del Registro, bien el Ministerio de Justicia (Ley, arts. 57 y ss., 97,
nir de la línea materna si el Pérez es el primer apellido (que procede del padre), Rglto., 205 y ss. y 341 y ss.).
ni de la paterna, si el Pérez es segundo apellido (que procede de la madre). Esta Además de esos dos procedimientos normales, cuando se den circuns-
exigencia sub C) la considera derogada por el nuevo art. 109 del C.e. (véase des- tancias excepcionales, a pesar de faltar los requisitos que se señalaron más
pués) la resolución de 30 de junio de 1981. Lo que no creo exacto23, porque este
artículo permite cambiar el orden de los apellidos, y así anteponer el de la ma- arriba que justifican la petición de cambio de apellidos, podrá accederse al
dre al del padre, pero no dice por ningún lado que, cambiado o no el orden, si mismo por Decreto, a propuesta del Ministerio de Justicia, con audiencia
se modifica el apellido que sea, paterno o materno, no haya de respetarse lo que del Consejo del Estado (L.R.C., art. 58, 2.°, Rglto., art. 208, 2.°).
aún sigue diciendo el art. 57, 3.°, L.R.C., de que el elemento alterador «ha de Señalaré, por último, que el cambio de apellidos mediante autorización
provenir de la línea [paterna o materna] correspondiente al apellido [paterno o ma- alcanza a los descendientes de aquél a quien se le cambia (luego, el ape-
terno] que se trata de alterar». Y no se me diga que sí lo autoriza el actual art. llido que tenían de ese ascendiente, se cambia por el nuevo que éste tome)
205, 3.°, del R.R.C., porque es un caso más en que el legislador quiere cambiar automáticamente, si están bajo la patria potestad, y cuando se inscriba en
la ley por Decreto, lo que es inaceptable24. el Registro el consentimiento expreso (otorgado en el expediente de cam-
Como regla, deben de darse conjuntamente una de las tres circunstancias se-
ñaladas, sub A) más las señaladas sub B) y C). Pero a tenor del art. 207 R.R.C.,
bio o dentro de los dos meses siguientes a la inscripción de éste) del des-
por excepción, bastará que se dé únicamente la primera (que el apellido propuesto cendiente (Ley, art. 61, Rglto., arts. 204 y 217).
constituya una situación de hecho no creada por el interesado) señalada sub A (es Además de las vistas causas que permiten el cambio de apellidos, des-
decir, sin necesidad de que concurran, a la vez, las sub B) y C) si se trata de uno pués de la reforma de 1981, el nuevo art. 109 del Código autoriza a cual-
de los siguientes casos: a) Bien de que di apellido que lleve el interesado y va a quier persona mayor de edad26 a que le sea invertido el orden de sus ape-
ser cambiado, no le corresponda por naturaleza, «y el propuesto sea usual25 o per- llidos, pasando, pues, el primero a ser segundo, y el segundo a primero. Tal
teneciere a la línea de apellidos conocida» (es decir, sea otro apellido que el in- cosa no necesita autorización alguna judicial ni ministerial, ni tiene límite
teresado no lleva, pero que pertenece a la línea del apellido que llevándolo sí le alguno de tiempo, y se consigue simplemente compareciendo ante el En-
corresponde por naturaleza). b) Bien de que el apellido propuesto corresponda a
quien tuviere adoptado, prohijado o acogido de hecho al interesado; lo que hay
cargado del Registro y solicitándolo (ver Circular de la D.G.R.N. de 2 de
que entender como acogido legalmente o de hecho, ya que el prohijamiento no junio de 1981, apartado último)27.
existe, y la adopción atribuye automáticamente al adoptado el apellido del adop-
tante, luego no tiene que buscar que se le otorgue por el procedimiento que es- b)
tamos viendo.
PSEUDONIMO* Y TÍTULOS NOBILIARIOS**

5.5 Que aun cuando no concurra causa alguna de las vistas, se den cir-
cunstancias excepcionales (Ley, art. 58, 2.°, Rglto., art. 208, 2.°). 5. Pseudónimo y títulos nobillarios.—El pseudónimo es un nom-
Para el cambio de apellidos existen, como para el de nombres, dos pro- bre ficticio, de fantasía, asumido por la persona, en vez del suyo verda-
cedimientos normales en los que, previo el oportuno expediente, autoriza
aquél, según de qué cambio se trate, bien el Juez de primera instancia En- " Pero no pueden pedirlo por los menores sus representantes legales (res. 20 mayo y 12 noviem-
bre 1993).
77 Pero no cabe invertirlos sino una sola vez, es decir, no cabe después volver a pedir la reinver-
23 Tampoco PEÑA BERNALDO DE QUIROS, en Comentarios a las reformas del Derecho de fa- sión (res. de 29 octubre 1984, 18 febrero 1988, 2 junio 1990 y 21 septiembre 1994).
milia, I, 1984, pág. 812. * FERRARA, E, Nome d'arte e seudonimo nella tutela del diritto d'amare, en R.D. comm., 1939,
24 El actual art. 205, 3.° del R.R.C., dice «Que los apellidos que resulten del cambio no proven- págs. 159 y SS,; PACCHIONI, 11 diritto al seudonimo, en R.O. comm, 1909, I, págs. 16 y as.; SE-
gan de la misma línea». Lo que significa que no se admite que alguien cambie sus apellidos ponién- MON, El derecho al seudónimo, Buenos Aires, 1946.
dose sólo del padre o sólo de la madre. El antiguo 205, 3.°, decía algo distinto, que el cambio «pro- ** ALVAREZ CAPEROCHIPI, en C.C.J.C., n.° 22, 1990, pág. 173; CERV1LLA GARZON, La
venga de la línea correspondiente al apellido que se trata de alterar», lo que significa tener que hacerse sucesión en los títulos nobiliarios, Madrid, 1993; FERNANDEZ COSTALES, Títulos nobiliarios: De-
la modificación del apellido que sea, paterno o materno, con elementos paternos o maternos (así Pérez, redro sucesorio especial y principios objetivos no discriminatorios. Principio de igualdad de sexo y
por la madre, y López-Rozas unido, por el padre que se apellida de primero López y de segundo Ro- principio de seguridad jurídica. Comentario a la S.T.S. (Sala I.") de 28 de abril de 1989, La Ley,
zas). Mientras que la nueva letra del art. 205, 3.°, que excluye que los apellidos (todos los apellidos) 1989-4, pág. 464; HERNANDEZ-GEL ALVAREZ-CIENFUEGOS. Preferencia del varón en la sucesión
que resulten después del cambio provengan de la misma línea, autorizaría a mezclar apellidos paternos nobiliaria después de la Constitución, Madrid, 1992; LOPEZ VILAS, Régimen jurídico de los títulos
y maternos (el art. 109 C.c. no permite mezcla, sino anteposición de materno a paterno) modificando nobiliarios, 1974; MART1NE.Z PEREDA, La inconstitucionalidad de la preferencia masculina en la
el del padre y el de la madre con elementos aquél de la rama materna y éste de la paterna. sucesión de títulos nobiliarios. I y II, Actualidad Civil, 1991, pág. 545 y 565; RAMS ALBESA,
" Sobre supuesto de este caso véase la resolución de 29 noviembre 1976. C.C.J.C., n.° 11, 1986, pág. 3767; ROMAN GARC1A, Sobre la preferencia masculina en la sucesión

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§ 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR
MANUEL ALBALADEJO

dero, en cierto sector de sus actividades (literarias, artísticas en general),, Principalmente, el título nobiliario se adquiere por concesión del Jefe
no para ocultar con fin de engaño (como ocurre con el nombre supuesto) del Estado, se transmite por muerte del titular, pero, en general, con espe-
el que realmente le corresponde, sino para encubrir éste de forma con- ciales características (así, preferencia de primogenitura, masculinidad, etc.29b6),
y, en ciertos casos, se puede perder temporal o vitaliciamente el derecho a
vencional. llevarlo, por haberse hecho indigno del mismo30.
A muchas personas se las conoce o ha conocido, en lo que podríamos Lo visto sobre pseudónimo y títulos nobiliarios, lleva a indicar que si
llamar sus relaciones no oficiales, más por su pseudónimo que por su nom- bien los derechos a los mismos son considerados, generalmente, como de
bre (piénsese en Azorín, Clarín, Voltaire, etc.); y así usado, el pseudónimo la personalidad -y, en efecto lo son, en cuanto recaen sobre bienes (idea-
responde a un interés lícito. les) personales, y no sobre cosas patrimoniales y económicas, y se hallan
Falta en nuestro Derecho una protección legal específica del pseudó- en íntima conexión con la persona-, sin embargo, no reúnen totalmente
nirno, pero, por analogía, puede aplicársele alguna de las normas válidas aquellos caracteres (ser necesarios, originarios, inseparables de su titular: vé-
para el nombre, particularmente aquellas que -como el derecho a excluir
ase supra, 8 59, núm. 9) que se han señalado para los más típicos derechos
a los demás de su uso o a ser indemnizados por los perjuicios causados por de la personalidad.
éste- no suponen una relación de la persona con la Administración pública
(Registro civil, por ejemplo), o una regulación basada en circunstancias fa-
miliares (adquisición de los apellidos por filiación, por ejemplo), u otras co- C)

sas similares. HONOR*


Hoy el pseudónimo constituye un derecho moral del autor de obra li-
teraria, artística o científica, derecho que le permite decidir si la obra ha de 6. Honor. E1 honor o la dignidad moral de la persona es un bien al
-

publicarse bajo su nombre o con pseudónimo (Ley de Propiedad intelectual,. que ésta tiene derecho, y los demás el deber de respetar.
art. 14, párrafo 2).
En cuanto al título nobiliario es un nombre civil cuyo fin no es indi- V. la sentencia del T.C. de 3 de julio de 1997.
291'''

vidualizar a la persona, sino hacerle una especial distinción honorífica28. " Basta pensar que todas ésas son profundas diferencias con el régimen jurídico del nombre ordi-
nario. Este ni se pierde por indignidad ni, por ejemplo, lo ostenta sólo el padre, y se transmite, a su
Dentro de que el título nobiliario no da derecho a ningún contenido muerte, al primogénito, sino que todos los hijos tienen, por el hecho de serio, y desde que nacen, el
material, sino que sólo confiere un honor, su naturaleza es análoga a la del mismo apellido que su padre.
derecho al nombre ordinario. Como dicen las sentencias del T.C. de 24 mayo * AGUILERA FERNÁNDEZ, L.a libertad de expresión del ciudadano y la libertad de prensa o
información, Granada, 1990; BASTERO, La legítima defensa del honor, en Rey. Universidad (Zaragoza),
1982 y de 3 julio 1997, son semejantes a las del derecho al nombre, la ad- 1943, págs. 475 y ss.; BELLO LANDROVE, Infracciones contra el honor, etc., R.G.L.J., 1986, t. 260,
quisición, uso y 'protección frente a terceros del derecho al título. Sin em- págs. 707 y ss.; BERCOVITZ, R., en C.C.J.C., n.° 16, 1988, pág. 179; n.° 27, 1991, pág. 1085; n.° 29,
bargo, en ciertos aspectos, los campos de uno y otro se hallan separados 1992, pág. 507; BELLMALLEN y otros, Derecho de información. Sujetos y medios, Madrid, 1992; BI-
GERIEGO GONZÁLEZ-CAMINO, Consideraciones sobre los parlamentarios como posibles autores de
por diferencias, procedentes del distinto fin y papel de cada una de ambas intromisiones ilegítimas en el Derecho al honor en la LO. 1/82, de 5 de mayo. A.C., 1991, n.° 26, pág.
figuras: así; el título puede transmitirse, y el nombre es personalísimo; y 337. Y en La Ley, 1991-4, pág. 1194; BUSTOS PUECHE, ¿Prevalece la libertad de expresión sobre el
sólo éste reúne todos los caracteres que más arriba29 he señalado como pro- derecho del honor?, Jurisprudencia práctica Tecnos, n.° 39, Madrid, 1992; CARMONA SALGADO, Li-
bertad de expresión e información y sus límites, Madrid, 1991; CASAS VALLES, en C.C.J.C., n.° 23,
pios de los derechos de la personalidad. 1990, pág. 443; u.° 26, 1991, pág. 481 y Honor, intimidad imagen, en R.J.C., 1987, págs. 286 y ss;
Existe una legislación especial sobre títulos nobiliarios, constituida bá- CASTAN VAZQUEZ, La protección al honor en el Derecho español, en R.G.L.J., 1957, II, págs. 688
y ss.; CLAVERIA GOSALBEZ, en C.C.J.C., n.° 15, 1987, pág. 5235, Interés general, libertad de ex-
sicamente por el R.D. de 27 de mayo de 1912, la Ley de 4 de mayo de presión e información y derecho al honor. Comentario a la S.T.S. de 24 de octubre de 1988, La Ley,
1948 y el Decreto de 4 de junio de 1948. 1989-1, pág. 499, y Negocios jurídicos de disposición sobre los derechos al honor, la intimidad y la
Propia imagen, A.D.C., 1994, III, pág. 31; COSSIO, Manuel de, Derecho al honor Técnicas de pro-
tección y límites, Valencia, 1993; CREVILLEN SANCHEZ, Derechos de la personalidad, honor, inti-
en los títulos de nobleza, R.D.P., 1992, pág. 52; VALLTERRA FERNANDEZ, Derecho nobiliario es- midad personal y familiar y propia imagen en la jurisprudencia. Madrid, 1995; DORAL, Derecho al
pañol, Granada, 1989. honor, etc., en BI.C., Not. Gr. 1982, págs. 887 y ss.; ESTRADA, El derecho al honor, etc., 1989; FE-
28 Que su fin no sea individualizar, no quiere decir que no pueda «contribuir a fa identifichción de
LIU, ¿Tienen honor las personas jurídicas?, 1990; FERNÁNDEZ COSTALES, Intromisión ilegítima en
su titulan>, como a veces señala la legislación o la jurisprudencia (en tal sentido, la sentencia de 1 ju- el derecho al honor y a la libertad de expresión. Daños al patrimonio moral: su indemnización y me-
lio 1972). Ciertamente puede contribuir, como cualquier otro dato (sea físico, moral, etc.) que permita
didas protectoras. Comentario a la S.T.S. (Sala 1.') de 18 de abril de 1989, La Ley, 1989-4, pág. 313;
diferenciar a una persona de las demás.
FERRER RIBA, Sobre la capacidad de derechos fundamentales de las personas jurídicas y su derecho
29 § 59, nUrnero 2,

489
488
MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

-
Las sentencias de 23 de marzo y 26 junio 1987 creen que el derecho al ho- El prestigio profesional «ha de reputarse incluido en el núcleo del de-
nor cabe tomarlo en una acepción subjetiva, como sentimiento de la propia dig- recho al honor».
nidad, u objetiva, como reconocimiento que los demás hacen de nuestra propia
dignidad. Posteriormente, en el mismo sentido otras sentencias que recogen las úl- Sentencia del T.C. de 14 diciembre 1992 y del T.S. de 31 enero, 20 marzo y
timas, de 24 enero 1997 y 27 enero y 5 febrero 1998. 15 diciembre 1997, 31 diciembre 1998, 22 enero 1999 y 15 febrero 2000.

al honor, en R.J.C., 1996, págs. 761 ss.; GARCIA SANZ, El derecho a opinar libremente, Madrid, 1990; Constituye ataque al honor de una persona las expresiones vejatorias
GARC1A VALDECASAS, Alfonso, El hidalgo y el honorr, 1948; GARRIDO, El derecho al honor de relativas a sus padres.
las sociedades mercantiles en el ordenamiento inglés, A.D.C., 1991, pág. 745; GONZALEZ PEREZ, J.,
La degradación del derecho al honor (honor y libertad de información), Madrid, 1993, y La dignidad
de la persona, 1986; GONZALEZ POVEDA, Derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y
Sentencia de 31 enero 1997.
a la pmpia imagen: cuestiones procedimentales, A.C., n.° 6, 1995, pág. 115; GUTIERREZ-ALVIZ y
CONRADI, Información veraz, crónica y crítica periodística, A.C., 1992-1, pág. 25; HELLE, Der Schutz No lo constituyen de por sí la presentación de denuncias o ejercicio de
der persünliche Ehre und der Wirtchaftlichen Rufes in Privatrecht, 1946; HERRERO TEJEDOR, E, Ho-
nor, intimidad y propia imagen, 1990 y 1994; IGARTUA ARREGUI, en C.C.J.C., n.° 7, 1985, pág.
acciones penales contra el interesado por quien parece víctima de la actua-
2235; n." 19, 1989, pág. 263, Crónica de la última jurisprudencia norteamericana en materia de liber- ción de éste.
tad de expresión e información, A.C., 1982-2, pág. 1433, La protección del honor y la intimidad, en
P.J., 2.' época, Mirn. 5, págs. 89 y ss., y Comentario a sent sobre lagunas en la normativa del dere- Sentencia de 8 febrero 1997.
cho de rectificación, en P.J., 1986, núm. 4;; JAEN VALLE10, La ponderación de intereses en la reso-
lución del conflicto entre el derecho a la información y e• derecho al honor (a propósito de la última
El derecho al honor lo proclama el artículo 18, número 1, de la Cons-
jurisprudencia), R.G.D., 1989, pág. 37, y Libertad de expresión y delitos contra el honor, Madrid, 1992;
LAX, P., 11 diritto di rettifica nell'edítoria e nella radiotelevisione, Padua, 1989; LOPEZ GUERRA, La titución, y viene siendo protegido en disposiciones jurídicas de diversas cla-
libertad de información y el derecho al honor, en EL, núm. esp. VI, 1989, pág. 286; LOPEZ JACOISTE, ses como en las leyes de 26 de diciembre de 1978 y 5 de mayo de 1982.
Honor, intimidad e imagen ante la responsabilidad civil, en Estudios VALLET, IV, págs. 537 y ss.; LO-
PEZ ULLA, Libertad de informar y derecho a expresarse. La jurisprudencia del Tribunal Constitucio- Así en la dicha Ley de 26 de diciembre 1978, a cuyo ámbito se incorporó
nal, Cádiz, 1994; GERPE y otros, El conficte entre la !libertas d'inforniació y el dret a honor, etc., en
R.J.C., 1997, pags. 431 ss.; MARTIN CASALS, en C.C.J.C., n.° 18, 1988, pág. 945, y Notas sobre la
por virtud de R.D. de 20 febrero 1979, y en la también señalada Ley de 5 de
indemnización del daño moral en las acciones por difamación de la LO. 1/1982, Centenario del Có- mayo de 1982 de protección civil del derecho al honor, a la intimidad y a la pro-
digo Civil, Asociación de Profesores de Derecho Civil, t. II, Madrid, 1990, pág. 1231; MARTIN CA- pia imagen, en el Código penal (que castiga, en los arts. 205 y ss.), los delitos
SALS y SALVADOR CODERCH, en C.C.J.C., n.° 21, 1989, pág. 751; MARTIN MORALES, El dere- contra el honor, constituidos por la injuria y la calumnia, y en el propio Código
cho fundamental al honor en la actividad política, Granada, 1994; MONEVA, El honor, 1924; MUSCO, civil (si no específicamente, sí, al menos, en cuanto que, como tiene reiterada-
Bene giurídico e tutela dell'onore, 1974; O'CALLAGHAN IvIUSIOZ, Jurisprudencia reciente sobre los
derechos al honor, intimidad e imagen, A.C., n.° 1, 1995, pág. 1, Derecho al honor. A.C., 1990, n.° 1,
mente declarado la jurisprudencia, procede indemnizar -art. 1.902- no sólo los
pág. 1, El derecho al honor en la evolución jurídica posterior al Código civil, Centenario del Código daños materiales que se causen a otro, sino también los morales, entre los que es-
Civil, Asociación de Profesores de Derecho Civil, t. II, Madrid, 1990, pág. 1547, y Libertad de expre- taría la lesión del honor), en la Ley de Prensa e Imprenta de 18 marzo 1966, al
sión y sus límites: honor, intimidad e imagen, 1991; PERLINGIERI, Información, libertad de prensa y regular los derechos de réplica y rectificación en la prensa periódica31, así como
dignidad de la persona, en R.J.C., 1987, págs. 285 y ss.; RAUSCH, Das Persürtlichkeitrecht und der
Schutz des Einzelnen von verletzzenden Pressebildern, 1969; RICCIUTO, II danno da mass-media, Pa-
dua, 1990; RICO PEREZ, Protección civil de la dignidad personal, en Estudios ROCA JUAN, 1989, Sobre el derecho de rectificación, La Ley, 1992-1, pág. 871; SALVADOR (director), El mercado de las
págs. 739 y ss.; RODRÍGUEZ GARCIA, Contingencias varias de jurisprudencia y honor, Madrid, 1994, ideas, 1990; SALVADOR y otros, ¿Qué es difamar? Libelo contra la ley del libelo, 1988; SALVADOR
La protección de los llamados derechos de la personalidad: honor de la persona jurídica. Comentario CODERCH y otros, El derecho de la libertad, Madrid, 1993; SALVADOR CODERCH, en C.C.J.C., n."
jurídico a la S.T.S. (Sala 1.°) de 5 de octubre de 1989, A.C., 1990, n.° 33, pág. 477, y Construcción 26, 1991, pág. 403 y 441; n.° 29, 1992, pág. 377; n." 30, 1992, pág. 763 y 791, y núm. 39, 1995, pág.
juídica sobre la protección de los llamados derechos de la personalidad. Honor (de la persona jurí- 851; SALVADOR CODERCH, LLOVERAS FERRER y SEUBA TORREBLANCA, en C.C.J.C., n.° 34,
dica), en R.F.D.U.C.M., núm. 76, págs, 355 y ss;; RODRIGUEZ MOURULLO, Libertad de expresión 1994, pág. 19; SERRA CALLE.TO, en C.C.J.C., n.° 24, 1990, pág. 973; SOBRAO, Información y dere-
y derecho al honor: criterios jurisprudenciates para la resolución de los conflictos, Estudios sobre la cho de réplica, 1974; VARIOS AUTORES, Hermanos Patiño contra «El País» y «Diario 16», A,D.C.,
Constitución Española en homenaje al profesor García de Enterría, t. II, Madrid, 1991, pág. 893; RO- 1991, pág. 833, Libertad de expresión, Anuario 1990, P.P.U., Madrid, 1991, y Jornadas nacionales so-
GEL VIDE, El derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen y las liber- bre libertad de expresión y medios de comunicación, La Laguna, abril de 1990, Poder Judicial, XIII,
tades de expresión e información en la jurisprudencia del Tribunal Supremo y en la del Tribunal Cons- número especial; YSAS SOLANES, La protección a la memoria del fallecido en la LO. 1/1982, Ho-
titucional, Poder Judicial, n.° 22, 1991, pág. 81. También en Homenaje Lacruz, vol. 2.0, 1993, pág. 1913; menaje Vallet, t. VI, Madrid, 1988, pág. 789.
ROJO AJURIA, Libertad de expresión, difamación y Derecho civil, Homenaje Lacruz, vol. 2.°,1993, 31 Según el art. 58: «Toda persona natural o jurídica que se considere injustamente perjudicada por
pág. 1947; ROMERO COLOMA, El honor y la libertad de expresión en la Constitución española de cualquier información escrita o gráfica que la mencione o aluda, inserta en una publicación periódica, po-
1978 y en la doctrina del Tribunal Constitucional, La Ley, 1994-2, pág. 951, y ROMERO COLOMA, drá hacer uso del derecho de réplica en los plazos y en la forma que reglamentariamente se determinen.
Los derechos al honor y a la intimidad frente a la libertad de expresión e información. Problemática Podrán también ejercitar este derecho los representantes legales del perjudicado, así como sus he-
procesal, Pamplona, 1991; ROVIRA SUEIRO, en C.C.J.C., n.;36, 1994, pág. 993; SAINZ DE MARCO, rederos si hubiere fallecido».

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

en el Decreto de 31 marzo 1966, que reglamentó dicho derecho de rectificación32, expresiones no exceden de lo habitual y el asunto de interés público o re-
también lo reglamentó el Estatuto de RTV (art. 25), y últimamente la Ley de 26 levancia general.
de marzo de 1984, reguladora del derecho de rectificación, según cuyo art. 1 «toda Pero el honor no sólo se puede perjudicar con inforrnaciones falsas,
persona, natural o jurídica, tiene derecho a rectificar la información difundida por contra lo que ya hemos visto el remedio, sino mediante expresión de pen-
cualquier medio de comunicación social, de hechos que a aludan, que considere
samientos ideas u opiniones que lo dañen, los que, por mucho que cada uno
inexactos y cuya divulgación pueda causarle perjuicios». La rectificación lo será
exclusivamente «de los hechos de la información» (art. 2, 2.°). sea libre de tener los que quiera, lo que no puede es ofender con ellos a
otro formulando sobre él juicios injuriosos o vejatorios, luego no debe to-
La información de un hecho deshonroso dañará sin duda el honor de lerarse ni su manifestación ni la difusión de éstos, porque por mucho que
quien lo cometió. Pero no por ello irá aquélla si es verdad contra el de- el ofensor sienta verdaderamente lo que dice y así no ofenda con una opi-
recho al honor, que sufrirá por causa del propio dañado, no del informante. nión falsa, sin embargo atacan también al derecho al honor, como la atri-
Pero sin que de cualquier modo, por muy veraz que sea el hecho en cues- bución de hechos deshonrosos falsos.
tión, quepa difundirlo, si ello ataca el derecho a la intimidad. Es decir, A pesar de ser cierto todo lo anterior no puede negarse que la materia
para informar de hechos, hay que ser veraz33 y respetar el derecho a la adolece de cierto relativismo y pide bastante flexibilidad al enjuiciar los ca-
intimidad. sos, pudiendo afirmarse que cuando se trate de asuntos de interés general,
La abundantísima jurisprudencia que viene produciéndose últimamente34 debates de opinión, etc., siempre habrá cierta relajación del derecho al ho-
tanto sobre el derecho al honor como a ¿os de intimidad y propia imagen nor, para impedir tanto el encorsetamiento de aquéllos con una excesiva
y con frecuencia mezclados los tres o aplicable lo resuelto mutatis mutan- apreciación de que por todas partes está en juego el derecho al honor de
dis a los tres, suele recaer en el choque de ellos con el derecho a la infor- los participantes, como la mediatización de los mismos con la amenaza de
mación veraz y a la difusión de pensamientos, ideas y opiniones (Constitu- acciones legales.
ción, art. 20, 1, a y c) que tiene su límite en aquéllos (Const. art. 20, 4). Por ejemplo, la sentencia de 25 noviembre 1997 no estima ofensivos para el
Tema aquí, desde luego no ahondable, del que brevemente he de limitarme honor calificativos como los siguientes aplicados a una persona por un periodista
a decir que el derecho a la información prevalece cuando ésta es veraz, las con motivo de censurar la actuación de aquélla en el desempeño de un importante
cargo deportivo: hombre sin palabra, pájaro volador, incompetente, inepto, irres-
ponsable, impresentable, semejante individuo, chancleta.
32 También en el Decreto de 6 de mayo de 1964 (Estatuto de la profesión periodística), Anexo
(Principios generales de la profesión periodística), IV, se dijo que: «Es obligación ineludible de todo pe- El derecho al honor visto aquí, es más propio de las personas natura-
riodista, el más estricto respeto a la dignidad, ...el honor, la fama y la reputación de las personas».
Desde el ámbito de la publicidad, actualmente los arts. 3 y 6 de la Ley general de Publicidad de 11 les, aunque la jurisprudencia35, indecisa, unas veces haya venido incluyendo
noviembre 1988. y otras excluyendo de él según sus características a las personas jurídicas.
La veracidad no falta en lo esencial aunque no sean del todo exactos detalles secundarios no Hoy el T.S. reconoce el derecho de éstas al honor como derecho constitu-
traídos de mala fe. Por otro lado, respecto de la veracidad del hecho de que se informa, no puede exi-
girse más de una comprobación razonable. cional fundamental.
Verla recogida en el libro de O'CALLAGHAN, págs. 243 y as., y como posteriores del T.C„ al- En cualquier caso, para que haya ofensa al derecho al honor se requiere
gunas, como las de 11 noviembre; 30 marzo y 17 noviembre 1991, 11 febrero 1992, 15 febrero y 21 que el hecho o expresión, atentatorio al mismo, resulte divulgado, no bas-
marzo 1994, 22 mayo y 11 septiembre 1995, 24, 25 y 30 noviembre, 7, 12, 14, 29 y 30 noviembre, 30
diciembre 1995, 12, 14, 26, 28 marzp, 30 abril, 5, 14, 24 y 26 junio, 16, 26, 28 junio, 15 julio, 4 sep- tando, pues, la imputación puramente privada hecha al ofendido.
tiembre, 22, 24, 28 octubre, 2 noviembre, 16, 28, 30 y 31 diciembre 1996, 24 y 31 enero, 13 y 20 fe-
brero, 14 y 20 marzo, 11, 24 y 25 abril, 25 mayo, 20 junio, 7 y 24, 30 y 31 julio, 9, 11 y 15 sep- Así las sentencias de 30 diciembre 1991 y 27 abril 2000.
tiembre, 8, 10 y 22 octubre, 10, 13 y 24, 25 noviembre 1997, 26 y 27 enero, 27 marzo, 28 mayo, 12,
13 y 17 junio, 18, 30 y 31 30 diciembre 1999, 15, 17 y 24 febrero 2000, 13 marzo, 11, 17, 18 abril,
26 julio, 27 septiembre, 18, 25 y 31 octubre y 15 y 22 diciembre 2000, 10 enero 2001. La sentencia
de 11 abril 2000 dice, recogiendo otras muchas, que no se puede dar amparo a expresiones injuriosas
innecesarias para el mensaje que se quiere divulgar en el derecho a la información. Lo que, sin em-
bargo, no quita para que en otros casos en circunstancias semejantes y con insultos producidos, liga el 35 V. SentS. corno las de 21 enero y 24 octubre 1988, 9 febrero, 28 abril, 5 octubre, 5 diciembre
T.S. que no atentan al honor porque son ejercicio de la libertad de expresión que prevalece sobre el de- 1989, 15 abril, 6 junio 1992, 9 diciembre 1993, 5 abril 1994, 30 noviembre 1995, 27 julio 1998, bas-
recho al honor en el supuesto de personas con relevancia pública, así en el pleito que resolvió la sen- tantes de las cuales sí afirmaron corresponder también el honor a las personas jurídicas, dentro, como
tencia de 12 mayo 2000. Y del T.S., docenas de ellas, entre las últimas, las de 19 septiembre, 14, 16 digo, de sus características. También del T.C. las de 11 noviembre 1991, 26 septiembre y 11 diciembre
y 20 diciembre 1994 y 6, 13, 23, 25 y 27 marzo y 6 abril 1995. 1995 y 21 mayo, 9 octubre 1997, últimamente.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

vidades que forman su círculo íntimo, personal y familiar, poder que le per-
INTIMIDAD PERSONAL Y FAMILIAR* mite excluir a los extraños de entrometerse en él y de darle una publicidad
que no desee el interesado.
7. intimidad personal y familiar.-Consiste el derecho a la intimi-
dad personal en el poder concedido a Ja persona sobre el conjunto de acti- El derecho a la intimidad para ser violado requiere una actuación de intro-
misión de cierta gravedad en el círculo del interesado, así que no hay violación
por divulgar o propalar chismes de escasa entidad, como si una sirvienta difunde
* Sobre el tema puede consultarse para todo IGLESIAS CUBRIA, El derecho a la intimidad, 19X que su antigua señora le salían frecuentemente granos en la cara o llevaba cierta
y más recientemente BATLLE SALES, El derecho a la intimidad privada y su regulación, 1972 (en cu- agenda de piel de cocodrilo, o cuáles son sus hábitos de lectura o la ropa que po-
yas págs. 197 y ss. hay recogida una abundantísima bibliografía sobre el tema), además. El secreta de
libres de contabilidad y el secreta bancario. Dos manifestaciones del derecho a la intimidad privada,
see, o su horario familiar o lo que se come en su casa (sentencia de 31 diciem-
en R.G.L.J„ 1975, II, pág. 5. Posteriormente, AGUILAR, La defensa de la intimidad como nueva límite bre 1996).
a las obligaciones de información tributaria, en R.D.B.B., 1983, págs. 829 y ss.; AMAT LLARI, De-
recho a la propia imagen y su valor publicitario, Madrid, 1992; AVILéS GARCIA, Algunas conside-
raciones jurisprudencicdes acerca de los derechos a la intimidad y a la propia imagen, La Ley, 1989-
Manifestación concreta del mismo es el llamado derecho al secreto de
3, pág. 845; CARRASCOSA GONZÁLEZ. Régimen jurídico del flujo internacional de datos inforrnatizados las comunicaciones, y en especial de las postales, telegráficas y telefónicas,
de carácter personal, R.G.D., 1992, oct.-nov., pág. 9527; CARRASCOSA LOPEZ, La protección de da- que proclama el art. 18, 3, de la Constitución. Las Leyes de 26 de diciem-
tos personales (en la L.O.R.T.A.D. y Derecho Comparado), Mérida, 1994; CASAS VALLES, en C.C.J.C.,
n.° 33, 1993, pág. 923; CASTELLS ARTECHE, La limitación informática, Estudios sobre la Constitu-
bre de 1978 y 5 de mayo de 1982 vinieron a proteger la intimidad perso-
ción Española en homenaje al profesor García de Enterría, t. II, Madrid, 1991, pág. 943; CATAUDE- nal y familiar y la segunda señala en su artículo séptimo una serie de lo
LLA, La tutela civile della vita privata, 1972; CESAR R.VERA, El derecho a la vida privada, su re- que se consideran intromisiones ilegítimas en la misma, como emplazamiento
gulación y contenido en la legislación y jurisprudencia comparadas. R.D.P., 1989, pág. 99; CORDOBA
GARCIA, El secreto profesional de t'Os periodistas, R.G.D., 1992, pág. 1137; CREVILLEN, Derechos y utilización de aparatos de escucha, filmación, grabación, dispositivos óp-
de la personalidad. Honor, intimidad personal y familiar y propia imagen en la jurisprudencia, 1995; ticos, etc., para el conocimiento de a vida íntima de las personas, así como
DAVARA DOMINGUEZ, Derecho informático, Pamplona, 1993; FAR1ÑAS MATONI, El derecho a la la divulgación o revelación de datos y hechos relativos a la misma, etc. No
intimidad, 1983; FARIÑAS, El derecho a la intimidad, 1983; GARCIA SAN MIGUEL (ed.): Estudios
sobre el derecho a la intimidad, Madrid, 1992; GARUTTI, La tutela chile della personalita nello spet- se reputarán, con carácter general, intromisiones ilegítimas las actuaciones
tacolo, Padua, 1991; GONZALEZ GAITANO, El deber de respeto a la intimidad, Pamplona, 1990; DE autorizadas por ley o por los interesados expresamente o acordadas por la
LA HAZA, Observaciones a una sentencia del TC. sobre la inviolabilidad del domicilio y derecho a Autoridad competente de acuerdo con la ley, ni cuando predomine un inte-
la intimidad de las personas jurídicas, en La Ley, 198813, pág. 811; 1GARTUA ARREGUI, en C.C.J.C.,
n.° 12, 1986, pág. 4081; n.° 18, 1988, pág. 973; JIMENEZ ESCOBAR, Sobre la aplicación de la Ley rés histórico, científico o cultural relevante (arts. 2 y 8 de la dicha ley).
Orgánica 5/1992 a los ficheros automatizados de datos de carácter personal mantenidos por los abo- También defienden la intimidad las sanciones establecidas en el Código
gados, R.J.C., 1995-1, pág. 35; KAYSER, P.. La protectiorz de la vie privée, Paris, 2. ed., 1990; LO- penal por violación de la misma descubrimiento y revelación de secretos,
ZANO Y PEREZ, Libertad informática y leyes de protección de datos personales. Madrid, 1989; LU-
CAS MURILLO DE LA CUEVA, El derecho a la autodeterminación informativa. La protección de los en general (arts. 197 y ss.).
datos personales frente al uso de la información, Madrid, 1990; MARCHENA GOMEZ, La protección
de la intimidad de los menores: perspectivas civil y penal, R.G.D., dic. 1994, pág. 12471; MARTINEZ La jurisprudencia ha concretado esta protección legal y constitucional del de-
DE PISON CAVERO, El derecho a la intimidad en la jurisprudencia constitucional, Madrid, 1992; DE recho a la intimidad. Es un derecho vinculado a la personalidad, cuya protección
MIGUEL CASTAÑO, El derecho a la intimidad frente al derecho a la infirmación, etc., en R.G.L.J.,
1982 (1), págs. 325 y ss.; O'CALLAGHAN, El derecho a la intimidad, Estudios Lacruz, t. I, Barce-
alcanza incluso frente a la revelación de datos de otras personas, cercanas al ac-
lona, 1992, pág. 645; ORTI VALLE°, Derecho a la intimidad e informática, Granada, 1994; PARRA tor (sentencia del Tribunal Constitucional de 2 diciembre 1988). En concreto esta
LUCAN, Derechos de la personalidad, Intromisión ilegítima y derecho a la intimidad (com. a sent.) en sentencia, que versaba sobre la comercialización de un vídeo con escenas de la
A.D.C., 1987, págs. 985 y ss.; PATENAUDE, La protection des conversations en Droit privé, 1976; muerte de «Paquirri», ha sostenido (en contra de la del Tribunal Supremo de 28
PRADA ALVAREZ-BUYLLA, La publicidad registra? y el derecho a la intimidad, R.C.D.T., n.° 610, octubre 1986) que la emisión durante unos momentos, por televisión, de una imá-
1992, pág. 1113; PUENTE MUÑOZ, El derecho a la intimidad en la Constitución, en A.D.C., 1980, genes noticiabIes y objeto de interés (la cogida del torero y su traslado a la en-
págs. 915 y ss.; R1GAUX, F., La protection de la vie privée et des autres biens de la personalité, Bruy-
lant-LGDJ, 1991; RODRIGUEZ GARCIA, Sobre la protección jurisdiccional de los derechos a la in- fermería de la plaza) no supone que se conviertan en ptiblicls y que quede legi-
timidad y a la propia imagen. Comentario a las sentencias del Tribunal SupreMo de 28 de octubre de
1986 y del Tribunal Constitucional de 2 de diciembre de 1988, La Ley, 1989-2, pág. 1055; ROJO MU-
RTA, C.C.I.C., n.° 27, 1991, pág. 859, La tutela civil del derecho a la intimidad, en A.D.C., 1986, pág. zados, Madrid, 1993; VELU, Le droit au respecto de la vie privé, 1975; VIDAL,
El derecho a la inti-
133, y La tutela civil del derecho a la intimidad (comentario a sem.), en A.C., 1988, págs. 1073 y ss; midad, etc., 1984; y algunas de las obras de la bibliografía al apartado C). WARREN y BRANDEIS,
ROMERO COLOMA, El derecho a la intimidad privada y su problemática, I y II, A.C., 1989-11, págs. El derecho a la intimidad, trad. esp., 1995.
2241 y 2341; RUIZ MIGUEL, La configuración constitucional del derecho a la intimidad, Madrid, 1994; En particular sobre el mismo en materia epistolar, CASTAN VAZQUEZ, El derecho al secreta de
TRUYOL SERRA y VILLANUEVA, Derecho a la intimidad e informática, en Inf. jur, 1973, julio-sep- la correspondencia epistolar, en A.D.C., 1960, págs. 3 y ss.; GENY, Des drafts sur les lettres misives,
tiembre, págs. 103 y ss; VELÁZQUEZ BAUTISTA, Protección jurídica de datos personales automati- 2 vols., 1911.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

timada la permanente puesta a disposición del público mediante su grabación en ejemplo, ser fotografiado) y uso (utilización de cualquier forma: para re-
cintas de vídeo. El propio Tribunal Constitucional consideró en sentencia de 26 producirla, publicarla, exponerla, etc.) de tal imagen.
noviembre 1984 que no es una zona reservada por el derecho de intimidad el es- Intuitivamente parece que hay algo que inclina o pronunciarse contra la
tado de las cuentas bancarias de los contribuyentes; lo que hoy ya acogen las le- posibilidad de que los demás puedan libremente y sin límite alguno obte-
yes fiscales. El Tribunal Supremo ha considerado que la esfera de la intimidad ner imágenes de nuestro físico (el fotógrafo callejero que quiera hacérnosla
personal está determinada por las ideas que prevalezcan en el momento en la so-
ciedad y por el propio concepto que cada persona, según sus actos propios, man-
a nuestro pesar) y usarlas —aunque sea de forma correcta y no lesiva—
tenga al respecto, y determinen sus pautas de comportamiento (sentencias de 28 como les plazca (publicarlas en la prensa, exponerlas en los escaparates, fi-
octubre 1986 y 7 diciembre 1999). Es una intromisión prohibida por el art. 7, pá- jarlas en las esquinas). Pero, por otro lado, en nuestro Derecho, ningún pre-
rrafo cuarto, de la Ley de 5 de mayo 1982, la revelación por parte de la Federa- cepto legal específico concedía al hombre la exclusiva de obtención y uso
ción Española de Atletismo en favor de una agencia de prensa, de datos cromo- de su imagen, ni requería que a tales efectos hubiesen de conseguir los de-
sómicos de una atleta, según los cuales no podría participar en pruebas de más permiso del interesado.
competición femenina (sentencia de 13 marzo 1989). También es intromisión ile- Ante la ausencia de texto legal y de práctica consuetudinaria al res-
gítima difundir en un periódico una conversación telefónica, que se grabó (sen- pecto, para basar este derecho a la propia imagen, que, en común opinión,
tencia de 22 diciembre 2000) y dar a propósito de un incendio noticia pormeno- parecía —en abstracto— preferible admitir, cabía entender que la obtención
rizada del estado interior de la vivienda, calificarlo de tercermundista, referirse a
la posibilidad de tener anestesiados a los hijos para que durmiesen durante la au- o uso de la imagen sin licencia del interesado constituía una intromisión in-
sencia de la madre, decir que ésta llega a casa con algún hombre y totalmente justa en el círculo de la persona, círculo que según el principio, que más
bebida, sin dar otra justificación que haboulo oído a los vecinos, que no se iden- arriba se ha aceptado, de que cada uno tiene poder para intervenir sólo en
tifican, y sin haber probado ninguna de las afirmaciones, las cuales, por su pro- lo suyo, se reserva al señorío del sujeto cuyo es.
pio carácter, aunque fueran ciertas, rebasarían los límites de la libertad de infor- Hoy ya la ley sí protege específicamente el derecho a la propia ima-
mación e invadirían la intimidad del interesado (sentencia de 18 diciembre 1997). gen que proclama el art. 18, 1, de la Constitución y han venido a amparar
la Ley de 26 de diciembre de 1978 (a cuyo ámbito lo incorporó el R.D. de
e) 20 de febrero de 1979) de protección jurisdiccional a los derechos funda-
mentales de la persona, y más recientemente la de 5 de mayo de 1982, de
IMAGEN*
protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y
a la propia imagen.
8. Imagen. Consiste la imagen en la reproducción del aspecto físico

Según esta ley, no está permitida la captación, reproducción o publica-
de una persona mediante cualesquiera procedimientos (fotografía, dibujo, pin- ción por fotografía, filme o cualquier otro procedimiento, de la imagen de
tura, etc.). una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera de ellos, ni
Y se pregunta, ¿tiene la persona derecho a su propia imagen? Expre- la utilización del nombre, voz o imagen de una persona para fines publici-
sión que se emplea en el sentido de poder disponer sobre la obtención (por tarios, comerciales o de naturaleza análoga» (art. 7, núms. 5 y 6), salvo que
faculte para ello la ley o los interesados""s o lo disponga o acuerde la Au-
* Estudia con detenimiento el tema del derecho a la propia imagen una notable sentencia de la toridad competente (ver artículos 2 y ss., y 8, 1).
Audiencia Territorial de Zaragoza, de 9 junio 1967 (que puede verse examinada en AD.C., 1968, págs. Como límites naturales del derecho a la propia imagen, señala el art.
195 y ss.). En cuanto a la doctrina científica, un trabajo ciertamente importante y completo dedicado al 8, 2, que el mismo no impedirá:
mismo en España es el de GITRAMA, Imagen (Derecho a la propia), en Nueva Enciclopedia Jurídica,
tomo XI, 1962, págs. 301 y ss., y en págs. 371 y ss., aloundantísima bibliografía, y El derecho a la a) Su captación, reproducción o publicación por cualquier medio, cuando
propia imagen hoy, en Est. VALLET, VI, 1988, págs. 203 y ss. AMAT LLARI, en C.C.J.C., n.° 30, se trate de personas que ejerzan un cargo público o una profesión de noto-
1992, pág. 925; CASAS VALLES, Derecho a la imagen: el consentimiento y su revocación, en PI, ju-
nio 1989, núm. 14, pág. 131. ESTRADA, El derecho a la imagen, etc., en A.C., 1990, núm. XXV, pág.
347; HERCE DE LA PRADA, El derecho a la propia imagen y su incidencia en los medios de difu-
sión, Barcelona, 1994; IGARTUA ARREGUI, en C.C.J.C., n.° 14, 1987, pág. 4561, y La apropiación ' En el caso de la sentencia de 7 octubre 1996 era una campaña oficial de promoción del «res-
comercial de la imagen y del nombre ajenos, Madrid, 1991; ROYO JARA, La protección civil del de- peto a los mayores», así que sin propósitos económicos en que se usaron sin permiso imágenes de per-
recho a la propia imagen, 1987. Como obra más extensa en Italia, FERRARA, L., II diritto sulla pro- sonas.
prio imagine, nel movo Codice civile e nella nuova legge sal dirimo d'autore, 1942. Más modernamente, " Autorizada por éstas la captación (como quien se hace una foto o tolera que se la hagan), no
BECOURT, Le droit de la personne sur son itnage, 1969; VERCELLONE, II diritto sal propio ritratto, por eso en sí está autorizada la difusión (sentencias de 29 marzo 1996, 18 de julio de 1998 y 24 abril
1959. Además, algunas de las obras de la bibliografía al apartado C). 2009), salvo que la autorización de captarla envuelva que lo es para ser difundida.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

riedad o proyección pública y la imagen se capte durante un acto público iTirnonial sobre la misma, llamado derecho sobre bien inmaterial. Derecho del
o en lugares abiertos al público. que puede disponer (como, en general, de los demás patrimoniales): por ejem-
plo, vende la novela para que sea editada, o el invento para que sea explotado
Dice la sentencia de 17 diciembre 1997 que se puede ser persona de pro- por otro. Pero, además, tiene otro derecho de naturaleza personal denominado
yección pública, por ejemplo, por tener el interesado actividades de trascendencia —más o menos acertadamente— derecho moral de autor, cuyo objeto es, no
económica. el bien patrimonial en que, económicamente considerada consiste la obra, sino
el bien que ésta es considerada literaria, artística, científicamente, etc.
b) La utilización de la caricatura de dichas personas, de zeuerdo con el
uso social. La legislación relativa al derecho moral del autor es la misma que regula el
c) La información gráfica sobre un suceso o acaecimiento público derecho patrimonial de propiedad intelectual (derecho sobre bien inmaterial) que
cuando la imagen de una persona determinada aparezca como meramente se estudia como una clase de propiedad en el tomo III de esta obra. La legisla-
accesoria. ción ahora vigente se recoge en los arts. 14, 15 y 16 de la Ley de Propiedad in-
telectual de 11 noviembre 1987.
La sentencia de 7 julio 1998 entiende que, sin necesidad de que lo autorice el
interesado, también se puede difundir la imagen de una persona que tenga una Y así como el derecho patrimonial (derecho sobre bien inmaterial) pro-
cierta notoriedad en el ámbito de que se trate, cuando ello se hace como acceso- tege los intereses económicos del autor, el derecho moral protege los pura-
rio de un artículo periodístico que se publica en aras de la libertad de información. mente ideales (ser reconocido como creador de la obra, impedir que otro se
arrogue ese mérito, tener la gloria y prestigio literario, científico, etc., de
Las excepciones vistas sub a) y b) no juegan respecto de las autorida- haberla realizado), a' veces tanto o más importantes que aquéllos.
des o personas que desempeñen funciones que por su naturaleza necesiten Deben, pues, distinguirse cuidadosamente tres cosas: 1.° El derecho so-
el anonimato de quien las ejerce. bre los singulares ejemplares de una obra; derecho de propiedad sobre cada
libro concreto, que corresponde al que lo adquiere. 2.° Derecho sobre la
La jurisprudencia ha aplicado estas normas, sosteniendo que ha de entenderse obra abstractamente considerada como bien económico distinto de los ejem-
por imagen la figura, representación, semejanza o apariencia de una cosa, y que, plares que resultan al editarla; derecho que inicialmente corresponde al au-
a efectos de la Ley de 1982, imagen es la representación gráfica de la figura hu- tor, pero que éste puede transferir (por ejemplo, vende al editor la llamada
mana mediante un procedimiento mecánico o técnico de reproducción, y que en
un sentido jurídico es la facultad del interesado de difundir o publicar su propia propiedad del libro, en abstracto). 3.° Derecho sobre la obra idealmente con-
imagen, y, por ende, el derecho de evitar que los terceros realicen su reproduc- siderada, desde el punto de vista literario, científico, etc., como reflejo de
ción (sentencias de 11 abril 1987, 29 marzo 1988, 9 febrero y 13 noviembre 1989, la personalidad de su autor.
29 septiembre y 19 octubre, 7 noviembre 1992, 18 octubre 1994, 3, 7 y 21 oc- El derecho moral de autor es un derecho de la personalidad" en cuanto
tubre 1996, 21 octubre 1997, 30 enero 1998, 27 marzo 1999, 24 abril y 6 no- que íntimamente conexo a ésta. Es inseparable de su titular, que no puede
viembre 2000). disponer de él (sería, por ejemplo, inadmisible que un tercero, pagando una
suma de dinero al autor, fuese autorizado a proclamarse creador de la obra:
serlo depende, no de un pacto sino de haberla hecho realmente).
Tal derecho hoy lo reconoce expresamente la actual Ley de propiedad
DERECHO MORAL DE AUTOR*
intelectual, pero ya había sido reconocido de una u otra forma por la juris-
prudencia.
9. Derecho moral de autor.—El creador de una obra del espíritu (no-
vela, tratado científico, invento, etc.), tiene, como ya sabemos, un derecho pa-
GADO, Los derechos del escritor y del artista según los teólogos-juristas españoles de la primera mi-
tad del siglo XV1L en A.J. escurialense, II, 1961; MARTINEZ ESPIN, Daño moral de autor (comenta-
BERCOVITZ, Derecho de autor y destrucción de la obra plástica, en A.D.C., 1986, págs. 217 y rios a la sentencias del Tribunal Supremo, Sala 1., de 14 y 29 de diciembre de 1993). EJ., n. 33, 1994,
SS. y en C.C.J.C., n.° 27, 1991, pág. 739; CAFARENA, ALBALADEIO y BERCOVITZ, Comentarios a pág. 403; PEREZ SERRANO, El derecho moral de los autores, en A.D.C., 1949, págs. 7 y SS.; RAMS,
los arts. 14, 15 y 16 de la Ley de Propiedad intelectual, en Comentarios a la Ley de Propiedad intelec- en Comentarios al Cc. y Comps. forales, dirigidos por Albaladejo y Díaz Alaban, V. 4, A, 1994.
tual (coordinador Rodrigo BERCOVITZ), 1989; CARRASCO PERERA, en C.C.J.C., n.° 33, 1993, pág. ' Supra, § 54, números 3 y 4.
1105; ESPIN CANOVAS, Las facultades del derecho moral de los autores y artistas, Madrid, 1991; FOL- "b" Así lo resaltan sentencias como las de 28 enero 1995 y 23 mallo 1999.

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MANUEL ALBALADEJO 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

Así sentencias como las de 4 abril 1936 y 21 junio 1965. Después la sen- B)
tencia de 9 diciembre 1986, pero negando ser derecho de la personalidad. DERECHOS DE LA PERSONALIDAD
EN LA ESFERA CORPORAL*
Las facultades que encierra este derecho moral de autor son, a tenor de
lo dispuesto en el art. 14 de la Ley de Propiedad intelectual, con carácter
inalienable e irrenunciable:
a)
1.0 Decidir si su obra ha de ser divulgada y en qué forma. No puede,
pues, ser constreñido a publicar su obra ni por personas que tengan autori- VIDA
dad sobre él (padres, tutores), ni por quienes saldrían beneficiados por la
publicación (acreedores). Este derecho es conocido como «derecho de iné- 10. Vida.—Derecho básico de la personalidad es el derecho a la vida,
dito» y ya fue reconocido por la sentencia de 21 junio 1965. que corresponde a cada hombre respecto a la suya. En virtud del mismo,
2.° Determinar si tal divulgación ha de hacerse con su nombre, bajo éste se encuentra facultado para impedir (aunque de facto no siempre lo
pseudónimo o anónimamente. consiga) no sólo la producción de los hechos que, sin duda, le producirían
3.° Exigir el reconocimiento de su condición de autor de la obra («de- la pérdida de aquélla, sino, también, la de los que le pondrían en determi-
recho de paternidad», ver sentencia segunda del T.S. de 4 abril 1936). Este nado peligro especialmente próximo de tal pérdida.
mismo derecho, para los artistas, intérpretes y ejecutantes, lo reconoce el La vida humana, como cuadra a su importancia, goza de una tutela muy
art. 107 de la Ley. fuerte, mediante la inclusión en el Código penal, como constitutivos, en ge-
4.° Exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier de- neral, de delitos, de los acto g contra ella (cfr. Código penal, arts. 282 y ss.).
formación, modificación o alteración o atentado contra ella que suponga per- Además, corno en el caso de otros bienes, mediante la exención de res-
juicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación. ponsabilidad criminal a quienes obran en legítima defensa de la misma (C.
5.° Modificar la obra respetando los derechos adquiridos por terceros penal, art. 20), y la imposición del deber de reparar económicamente el daño
y las exigencias de Bienes de Interés Cultural. causado, a quien prive de ella a otro (C. penal, art. 109, C.c., art. 1.902).
6.° Retirar la obra del comercio, por cambio de sus convicciones in- Reconoce el derecho a la vida el art. 15 de la Constitución.
telectuales o morales, previa indemnización de daños y perjuicios a los ti- El derecho a la vida no carece, sin embargo, de límite, en cuyo caso,
tulares de derechos de explotación. Si posteriormente el autor decide reem- por razones superiores al propio valor de la vida individual, se puede pri-
prender la explotación de su obra deberá ofrecer preferentemente los var de ella a la persona (así, cuando y donde esté admitida, ejecución de
correspondientes derechos al anterior titular de los mismos y en condicio- la pena de muerte) u obligarle a que se ponga en riesgo de perderla (así,
nes razonablemente similares a las originarias. en tiempo de guerra, a los combatientes, o, también en paz, a las fuerzas
7.° Acceder al ejemplar único o raro de la obra, cuando se halle en de policía, etc.).
poder de otro, a fin de ejercitar el derecho de divulgación o cualquier otro Como los demás de la personalidad, el derecho de la vida es indispo-
que le corresponda. Este derecho no permitirá exigir el desplazamiento de nible a irrenunciable; es decir, se tiene también el deber de conservarla. No
la obra y el acceso a la misma se llevará a efecto en el lugar y forma que es admisible ni transferir a otro poder sobre ella (por ejemplo, derecho a
ocasionen menos incomodidades al poseedor, al que se indemnizará, en su matarnos al cabo de cierto tiempo, a cambio de damos ahora un precio)38
caso, por los daños y perjuicios que se irroguen. ni quitársela, suicidándose39, pues se trata de un bien preciso, no sólo para
El ejercicio post Inortem de estos derechos se regula en los artículos
15 y 16 de la Ley. * DIEZ DIAZ, Los derechos físicos de la personalidad. Derecho .somático, 1963; MARTINEZ-
CALCERRADA, El derecho a la vida y a la integridad física, en A.C., 1987, págs. 1241 y SS.; PAM-
BLANCO y otros. Comentarios sobre una futura ley de eutanasia, R.D.P., 1990, pág. 275; RODRI-
GUEZ AGUILERA, El derecho a una muerte digna, R.J.C., 1989-4, pág. 1127.
Todo ello chocaría civilmente con artículos como los 1.271 y 1.275.
39 Aunque el suicidio no constituya delito (lo constituye sólo el prestar auxilio a otro o inducirlo
para que se suicide —C. penal, art. 143—, cosa que realmente podría explicarse en cuanto contribuye
a quitar la vida a otra persona), ello no quiere decir que esté permitido. Lo rechazan la moral y las
buenas costumbres. Y cosa distinta es que —a pesar de no permitirlo el Derecho— el atentar contra la
vida propia no constituya delito, por obvias razones de compasión hacia el interesado.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

el interesado, sino —aunque sólo se le contemple desde un punto de vista constitutivos de delito, de los actos contra ella (cfr. C. penal, arts. 147 y
humano, terrenal— para la familia y la sociedad. ss.). Además, igualmente mediante la exención de responsabilidad criminal
El deber de conservar la vida propia veda, desde luego, la realización al que obra en legítima defensa de la misma (C. penal, art. 20), y la im-
de hechos contra ella; pero como quiera que otros suponen, si no una muerte posición, a quien lesiona la integridad corporal de otro, del deber de repa-
segura, sí, al menos, un riesgo, hay que preguntarse: ¿hasta dónde es lícito rar económicamente el daño causado (C. penal, art. 109; C.c., art. 1.902).
arriegaria? ¿qué actos o contratos, de entre los que versen sobre prestación Como los demás de la personalidad, el derecho a la integridad física es
con una conducta que suponga riesgo para la vida del interesado, son jurí- indisponible e irrenunciable; es decir, el interesado tiene también, en principio
dicamente aceptables? Piénsese, por ejemplo, en los toros, en las exhibi- el deber de conservarla, no estándole permitida la amputación, destrucción4° o
ciones circenses, en el boxeo y otros deportes violentos, etc. disposición de miembros u órganos ni la transferencia a otro de poder sobre
En un amplio sector, la respuesta —salvo que por la ley se fije la ad- ellos (por ejemplo, se concede a otra persona derecho a un riñón nuestro, que
misión o exclusión de figuras concretas— depende de la concepción social habríamos de entregarle cuando lo pidiese para su trasplante), que, por otro
dominante en cada momento y lugar; pero creo que deben considerarse ju- lado, versaría sobre algo que, como el cuerpo humano (entero, y cada una de
rídicamente inadmisibles, aunque de hecho se practiquen, los supuestos en las _partes que lo componen), está fuera del comercio, pues no es una cosa.
los que las probabilidades reales de muerte sean muy marcadas. Puede, sin embargo, sacrificarse la integridad física, o ponerla en riesgo,
en caso de que haya valores superiores en conflicto con el derecho a la
b) • misma (por ejemplo, el bien común manda arriesgarla en la guerra), o cuando
surja conflicto entre la propia vida y la integridad física, en el que sin duda
INTEGRIDAD FÍSICA*
prevalece la protección de aquélla, sin la que ésta no tiene sentido, o cuando,
11. Integridad ilsica.—E1 derecho a la vida excluye los ataques a la
para proporcionar un beneficio mayor que el daño que la mutilación causa,
integridad corporal, en cuanto que ir contra ésta puede redundar en pérdida se otorgue a otro una pieza o víscera del propio cuerpo mediante un acto
(así la cesión de un riñón poi 'el padre al hijo enfermo de ambos) que la
(segura o posible) de aquélla. Pero, aparte de eso, el hombre tiene un de-
recho —independiente del de la vida (o sea, aun en el caso de que ésta no conciencia social no rechace.
corra prácticamente riesgo)— a su integridad física, como reconoce hoy el En cuanto ahora importa, respecto a la disponibilidad por la persona de
art. 15 de la Constitución. la integridad de su propio cuerpo, no afectan a aquélla los actos que ver-
san sobre productos de éste, o que, aun versando sobre partes o elementos
Como en el caso de la vida, también la integridad corporal del hombre
goza de una fuerte tutela, mediante la inclusión en el Código penal, como del mismo, no suponen una disminución corporal sustancial y permanente
(por ejemplo, sangre para transfusión, piel para injertos, pelo, leche, etc.).
La Ley de 28 de octubre de 1979 y su Reglamento de 22 de enero de
* Pueden verse ALONSO TEJUCA y MARTIN GOMEZ, Aproximación jurídica al problema de 1980 regulan actualmente la cesión de partes del propio cuerpo, que ha de
la eutanasia, La Ley, 1992-3, pág. 861; ALVAREZ LINERA, El derecho a la vida y a la integridad.
Prohibición de tortura, en La Ley, 1987, 3, págs. 862 y ss.; BADENES, Los derechos del hombre so-
ser gratuita, observándose en ella las prescripciones sanitarias que señala la
bre el propio cuerpo, en R.G.L.J., diciembre 1957, y edición separada; BORRELL MACLA, La persona ley, y ser compatible con la vida del cedente, no disminuyéndole grave-
humana (Derechos sobre el propio cuerpo vivo o muerto), 1954; CARRANZA, Los transplantes de ór- mente su capacidad funcional. Posteriormente las leyes de 22 noviembre y
ganos frente al Derecho civil, 1972; DIEZ DIAZ, El derecho a la integridad física, en R.G.L.J., 1965
(II), págs. 105 y ss., El derecho a la disposición del cuerpo, en R.G.L.J., 1967 (I), págs. 681 y ss., y
28 diciembre 1988 han venido a regular, respectivamente, las técnicas de
Los derechos físicos de la personalidad. Derecho somático, 1963; DUVAL-ARNOULD, Le corps de reproducción asistida y las donaciones y utilizaciones de embriones y fetos
l'enfant sous le régard de Droit, París, 1994; GARCIA CANTERO, Los modernos transplantes de ór- humanos o sus células, tejidos u órganos.
ganos ante el Derecho, en Foro Gallego, 1969, núm. 141, y ed. separada; GORDILLO, Transplantes de
órganos: pietas familiar y solidaridad humana, 1987. LABBEE, La condition juridique du corps hu-
main avant la naissance et aprés la mort, París, 1990; LATOUR, El cuerpo humano como objeto del 12. Cadáver.—Muerta la persona no puede ya hablarse de derechos
Derecho, en R.G.L.J., 1955, I, págs. 161 y ss.; MARTINEZ-CALCERRADA, El derecho a la vida y a de la misma, y su cadáver pasa a ser algo cuya naturaleza examinaré opor-
la integridad física, en A.C., 1987, págs. 1297 y ss.; MAZEUD, León, Los contratos sobre el cuerpo
humano, en A.D.C., 1953, págs. 81 y SS.; MORELL, Los principios de ordenación del tráfico jltridico
hemoterápico, en R. Admón. Pública, 1974, enero-abril, págs. 35 y ss.; NANNINI. U., 11 consenso al 4° Aunque no lo castigue el Código penal, que no sanciona sino la lesión a otra persona y la au-
trattamento medico: presuposti teorici e applicazioni giurisprudenzicdi in Francia. Germain e Italia. Mi- tomutilación no sea delito, no quiere decir que esté permitida, sino sólo que no se considera oportuno
lán, 1989; RUIZ PEREZ, Consideraciones jurídicas sobre el transplante de órganos, en A.C., 1989, castigarla penalmente, como, por ejemplo, tampoco se castiga penalmente el no pago de una deuda. Y
págs. 333 y ss. Además, la bibliografía citada en la nota * siguiente. ello no significa que sea lícito no pagarla.

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MANUEL ALBALADEJO § 60 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD, EN PARTICULAR

tunamente4'. Sin embargo, cabe preguntar si el interesado tiene en vida un Tal derecho aparece hoy declarado en la Constitución, art. 17, y prote-
derecho de la personalidad que le permita disponer para el futuro del pro- gido mediante la imposición de penas al que lo viole (delitos contra la li-
pio cadáver entero o de partes del mismo. La respuesta es que sí, pero la bertad: Código penal, arts. 163 y siguientes), además de venir obligado a la
disposición no puede exceder de los límites que autoricen la ley, la moral correspondiente indemnización por daños.
y las buenas costumbres*. Como derecho inherente a todo hombre, es indisponible, pudiendo sólo
Normalmente se refiere a los funerales o a la forma y lugar de sepul- obligarse la persona a conductas que restrinjan más o menos establemente42
tar el cadáver; pero también se puede destinar éste a otros fines (científi- aspectos parciales —que la ley no estime imprescindibles— de tal libertad
cos, didácticos, etc.). (hacer esto o lo otro o no hacerlo por ejemplo, no ejercer tal o cual clase
Es también admisible la cesión de piezas u órganos o el permiso de ex- de comercio o no cambiar de domicilio durante cierto plazo o permanecer
tracción otorgado para una persona para cuando fallezca. La antes vista Ley en un local prefijado con tal o cual fin durante determinadas horas del día,
de 27 de octubre de 1979 y su Reglamento de 30 de diciembre de 1999, etc.), pero no entregar a otro su libertad personal totalmente o renunciar por
se refieren también al caso de que tales operaciones se realicen con cadá- completo a ella.
veres. E imponen, como cuando el concedente está vivo, que ha de tratarse
de cesiones gratuitas. El art. 5, 3, de dicha ley llega a establecer que «Las Frente al concepto expuesto de derecho a la libertad (personal), entienden otros
personas, presumiblemente sanas, que falleciesen en accidente o como con- autores tal derecho como la posibilidad de que la persona, dentro del círculo de
secuencia ulterior de éste, se considerarán asimismo como donantes de sus lo jurídicamente lícito, obre en un sentido o en otro o se abstenga de obras (puede
restos si no consta oposición expresa delfallecido». celebrar o no una compraventa, testar o no, elegir un domicilio u otro): derecho
a la libre realización de la proipa actividad en todas las formas y bajo todos los
aspectos.
C') Ciertamente numerosos preceptos de las diferentes ramas jurídicas protegen el
LIBERTAD** libre desarrollo de la actividad de la persona en todo aquello para que es capaz
(por ejemplo: Constitución, arts. 16 y 17 y 19 sobre movilidad y libre fijación de
domicilio; Código penal, artículos ya vistos, sobre libertad personal; C.c., art. 1.255,
13. Libertad.—El hombre tiene derecho a su libertad personal, por la sobre libertad contractual; arts. 756, 5." y 6.°, y 806, a contrario, sobre libertad
que entiendo la libre disponibilidad de la propia persona. de testar y disponer de testamento, etc.), pero no creo que sean englobables to-
dos ellos, y las libertades que implican, como manifestaciones de un único dere-
Ello siempre dentro de los límites que marque la ley, en general, y de los que cho subjetivo a la libertad. Y a quien piense lo contrario, cabría preguntarle, en
se sigan de las situaciones o estados en que la persona se encuentre (por ejem- todo caso, que cuál es la utilidad de semejante construcción que agrupa las cosas
plo: para los casados, recíproco ius in corpore, exclusivo del otro cónyuge, y de- más diversas.
ber de convivencia con éste —C.c., artículo 68—; para el sometido a patria po- Algunos autores incluso claisifican y examinan en particular las distintas li-
testad o tutela, el poder que sobre su persona tiene el padre o tutor —C.c., arts. bertades concretas que engloba el derecho (total) a la libertad así concebido. Y
154 y ss., 215 y ss.—). dejando a un lado las llamadas libertades políticas (libertad religiosa, de asociación,
de prensa, de reunión, etc.) para ceñirse sólo a las que interesen directamente al
Derecho privado, suelen enumerar las siguientes: libertad de locomoción y resi-
." Infra, Capítulo VII. El objeto del derecho: las cosas. dencia, de correspondencia, matrimonial, contractual y comercial, testamentaria y
* Puede verse, principalmente, ARROYO FERNANDEZ, Aspectos médico-legales de la extracción de trabajo. Ahora bien, en mi opinión, tales divisiones carecen de interés, además
y trasplantes de órganos, en A.C., 1987, págs. 1871 y ss.; CARRANZA, Los trasplantes de órganos
de ser dudoso que agoten el campo de la libertad de la persona. No veo razón
frente al Derecho civil, La Plata, 1972; GARCIA CANTERO, Coloquio sobre la muerte y los trasplantes
de órganos, en A.D.C., 1968, págs. 659 y SS.; GOMEZ-REINO, Aspectos jurídicos de los trasplantes para que no se hable, igualmente, de libertad de tutela (para nombrar tutor y para
de órganos, en R.D.J., 1971, XII, nüm. 48, págs. 60 y SS.; LOPEZ LOPEZ, Angel, Problemas jurídi- aceptar el cargo), de sucesión (para aceptar o no la herencia), de nacionalidad (po-
cos de los trasplantes de tejidos y órganos humanos, en A.D.C., 1969, págs. 145 y ss., especialmente, der adquirir o perder la española), de adopción, etc. Y ya se comprende que, si-
págs. 148 y ss.; MORENO-LUQUE CASARIEGO, Consideraciones sobre la ley de trasplante de órga- guiendo ese camino, se trataría de hacer una lista de actos para los que la per-
• nos, etc., en La Ley, 1984/1, págs. 1162 y ss.; REYES MONTERREAL, Problemática jurídica de los
trasplantes de órganos, en R.G.L.1., 1961, I, págs. 404 y SS; ROMEO CASABONA, La Ley de tras-
sona es en abstracto capaz; cosa que, en este lugar, estaría falta de utilidad.
plantes y sus repercusiones sociales, en La Ley, 1982/1, págs. 784 y ss.; SAENZ DE SANTAMAR1A,
Donación de órganos y testamento, en La Ley 198613, pág. 912; y también lo que dicen algunas obras
de las citadas en nota * anterior.
** GARCIA MORILLO, El derecho a la libertad personal, 1995. " Cfr. C.c., art. 1.583.

504 505
MANUEL ALBALADEJO § 61 EL PATRIMONIO

Sección Quinta Si, por ejemplo, una persona hereda a otra, igual da decir que recibe su pa-
trimonio (compuesto de activo y pasivo), que que recibe su patrimonio (derechos)
EL PODER JURIDICO DE LA PERSONA con sus cargas (obligaciones). Y, si fuera posible transmitir los derechos a una
EN LA ESFERA PATRIMONIAL persona y Das obligaciones a otra, igual daría decir que aquélla recibe el patrimo-
nio, y ésta las cargas, que aquélla recibe el activo patrimonial y ésta el pasivo.
§ 61 Ni siquiera que un Derecho positivo parta de uno u otro concepto, implica
que luego no hable de «patrimonio» en el otro sentido. Por eso, en cada caso,
EL PATRIMONIO* hay que investigar en qué acepción se utiliza el término'.
SUMARIO: 1. El patrimonio: concepto y contenido.-2. Misión del activo patrimo- En nuestro Derecho civil, en general, parece adoptarse la primera con-
nial.-3. patrimonio y capacidad patrimonial.-4. Transmisión del patrimonio. cepción'. Así la herencia (el patrimonio que fue del difunto) se compone de
«bienes, derechos y obligaciones» (arts. 659 y 661 del C.c.), y el patrimonio
1. El patrimonio: concepto y contenido.--Teniendo toda persona ca- del ausente lo forman tanto el activo como el pasivo (cfr. C.c., arts. 181, úl-
pacidad para ser titular de derchos y obligaciones, en suma, de relaciones timo, 185, 3.S, 186, 1.03, 187, 2.a, 188, 1.0). Y también la jurisprudencia habla
de Derecho, las que efectivamente tenga forman, como ya dije, su esfera frecuentemente del patrimonio como conjunto de derechos y obligaciones4.
jurídica, y las que de entre ellas sean de naturaleza patrimonial, constituyen
—como también señalé— su esfera patrimonial. A tal concepción no son obstáculos artículos como los 506 y 1.911 del C.e.
Según una opinión, el patrimonio deila persona es el conjunto de rela- Aquél, porque en vez de pensarse que la exclusión de las deudas al hablar en él
ciones jurídicas, sean activas (derechos) o pasivas (obligaciones) que, en el de patrimonio, prueba que ésta no las comprende, debería más justamente enten-
momento de que se trate, forman esta esfera. Según otra, patrimonio es sólo derse que prueba lo contrario, ya que, en otro caso, no haría falta excluirlas'. Este
el conjunto de derechos que en ella se contienen; entendiéndose que las —a cuyo tenor «del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con to-
obligaciones no son parte (la parte pasiva) del mismo (que sólo comprende dos sus bienes presentes y futuros»—, porque puede ser entendido como expre-
el activo), sino carga que lo grava. sando que del pasivo patrimonial se responde con el activo6,7.
La anterotro alcance que el terminológico; y lo
que importa únicamente es ver si en cada caso que la ley habla de patri-
monio o se refiere a él, piensa en el patrimonio total o sólo en el patri- Lo mismo cabe decir cuando sean los particulares los que lo usen en un negocio.
2 A continuación me refiero al sentido en el que el término aparece utilizado en el Código civil.
monio activo. Decidirse por una u otra solución es problema de interpreta- Sin embargo, en otras leyes (así civiles especiales, mercantiles, fiscales, etc.), es también utilizado fre-
ción de la norma ante la que se esté. cuentemente en el sentido de patrimonio activo, y en el de patrimonio neto o saldo que resulta de la
diferencia entre el pasivo y el activo (en este sentido hay que tomarlo usualmente cuando se habla, por
ejemplo, de «aumento patrimonial»).
3 Sobre éste, véase nota 5.

* ATARD, Notas críticas a la teoría clásica del patrimonio, en R.D.P., 1934, págs. 305 y ss.; ' Por ejemplo, sentencias de 18 junio 1959, 27 junio 1963, 19 octubre 1963, etc.
BIRKMEYER, Ober das Vermógen int juristischen S'infle, 1879; DE BUEN (Nestor), El patrimonio, Mé- Además, aun prescindiendo de este razonamiento, que el usufructuario de un «patrimonio» esté
exento del pago de las deudas, cabría explicarlo, no porque bajo el término «patrimonio» no se entien-
xico, 1950; CASTAN, En torno a la teoría del patrimonio, en Rey, de la Real Academia de Jurisp. y
dan comprendidas éstas, sino porque las deudas, valga la expresión, son «capital negativo», y el usu-
Legis., números 1, 3 y 4, y ed. separada, 1952; CATALA, La transfonnation du patrintoine dans le fructuario no adquiere la cosa usufructuada (capital), sino el derecho de usufructo sobre ella; así, pues,
Droit civil ~denle, en R. trim. Droit. cirt. 1966, págs. 185 y ss.; COLLIMET, Bona et patri:mine, en ni en los créditos (que formasen parte del patrimonio) pasaría a ser acreedor ni en las deudas deudor,
Estudios Andreades, 1940; DE COSSIO, La teoría del patrimonio, en Estudios ofrecidos al Prof. Se- y, por ello, no tendría obligación de pagarlas.
rrano, I, 1965, págs. 125 y ss. (además de un estudio anterior bajo el mismo título en Anales Univer- Esta es cuestión para tratar con ocasión del usufructo, pero en todo caso, el argumento sobre el
sidad Hispalense, y ed. separada, 1940); DORAL, El patrimonio como instrumento técnico-jurídico, en art. 506 no puede obtenerse para la cuestión en estudio, sino relacionándolo con los 509 y 510.
A,D.C., 1983, págs. 1269; FAIREN MARTINEZ, Patrimonio y responsabilidad patrimonial, en R.D.N., 6 Ciertamente que, en pura lógica, también podría sostenerse que de las deudas, carga del patri-
1962, núm. 36, págs, 241 y SS.; FISCHER, Subjet tutti Vermdgen, 1923; GAZIN, Essai critique sur lo monio, se responde con éste (art. 1.1911), y que el heredero recibe el patrimonio (derechos) y las car-
notion de pu:ni-noble dans la doctrine classique, 1910; KOHLER, Das Ventligen als sachenrechtliche gas (obligaciones) del mismo (arts. 659 y 661). Asimismo cabría entender que las deudas son «afec-
Einheit, en Archiv fue burgerlichen Recht, XXII, págs. 1 y SS.; MEROVACH, Le patrimoine, en Rey. ciones que gravan el patrimonio». Véase C.c., art, 186, t.°, in fine.
mm. de Dr. civ., 1936, págs. 810 y ss.; DE LOS MOZOS, Aproximación a una teoría generalkdel pa- 7 Las obligaciones de cuyo cumplimiento responde inmediatamente el deudor con su activo patri-
trimonio, R.D.P., 1991, pág. 587; OTERO, La doctrina del patrimonio, 1930; PAULO CUNHA, Do pa- monial (bienes) son, en principio, las patrimoniales. Para las de otro tipo (por ejemplo, deberes fami-
triznottio, I, 1934; PFAFF, Zur Lehre von Venni:igen nach riimischen Reck, en Festschift Hanausek, 1925, liares, etc.), también son una garantía los bienes, pero sólo en tanto en cuanto el incumplidas dé lugar
págs. 89 y SS.; PLASTARA, La notion juridique da patrimoine, 1903; ROCA, El patrimonio, en R.C.D.I., a que nazca a cargo de la persona, y como consecuencia del incumplimiento, una obligación patrimo-
1926, págs. 171 y ss. nial (así, la de resarcir daños, la de abonar una pensión, etc.).

506 507
MANUEL ALBALADE.I0 § 62 PATRIMONIOS ESPECIALES

Cada una de las relaciones que componen el patrimonio es un elemento Lo que la persona tiene siempre, es capacidad patrimonial o aptitud para ser
del mismo, y él es el conjunto de todas, pero constituye sólo eso, un con- titular de relaciones patrimoniales. Mas esta capacidad no es, ella misma, el pa-
junto, y no una unidad sustantiva independiente y distinta, resultante de la trimonio, sino sólo un aspecto de su capacidad jurídica en general.
agrupación de sus componentes singulares. De tal modo, pues, no se puede
pensar que, en principio, el patrimonio sea un objeto, una entidad aparte, 4. Transmisión del patrimonio.—Sin duda son transmisibles (salvo
sobre la que la persona tenga un derecho autónomo', como si se dijese que excepciones) los singulares elementos que componen el patrimonio. Pero,
existe un derecho de propiedad sobre el patrimonio. en cuanto a éste, se discute si es posible su transmisión como un todo: trans-
misión total (de todo el contenido) y unitaria (por un solo acto).
Se concibe, sin embargo, frecuentemente el patrimonio de la persona falle- En nuestro Derecho el patrimonio se transmite como un todo cuando
cida, como un todo que es objeto del derecho hereditario de quien está llamado su titular muere; entonces lo adquieren globalmente y por un solo acto —
a sucederle. la aceptación de la herencia— sus herederos (C.c., artículos 659 y 661)9.
Quien entiende que la herencia comprende (o puede comprender) relaciones Mas mientras que la persona vive, puede perder la totalidad de los derechos
no patrimoniales, considera como formando parte del objeto del derecho here- que lo integran, y entonces quedarse sin patrimonio, aunque conserva su ca-
ditario, no sólo al patrimonio, sino, además, las otras relaciones jurídicas here- pacidad patrimonial; pero no puede transmitir su patrimonio como un todo.
dables.
Porque: I.° Si la ley no le permite transmitir todos sus bienes gratuitamente
De titular del patrimonio se puede hablar sólo en el sentido de lo que la (C.c., arts. 634 y 635; y véase también ley 159 de la navarra), transmitiéndolos a
personA cuyo es es titular de cada una (II* las relaciones que lo componen. cambio de otro (o de algún derecho o si se reserva alguno sobre los que trans-
De unidad patrimonial se puede hablar sólo en el sentido de que hay mite), éstos serían los que en adelante constituirían su patrimonio. 2.° Además, in-
un conjunto de relaciones jurídicas agrupadas por la circunstancia de per- dependientemente de lo anterior (es decir, aun permitiéndole la ley donar todos
tenecer todas a la misma persona (titularidad común). sus bienes), el aparente acto transmisivo único, encerraría realmente una suma de
Aunque por licencia del lenguaje debida a brevedad de expresión, se transmisiones singulares de los diversos elementos componentes del patrimonio,
habiendo de cumplirse para cada una de ellas sus requisitos específicos10.
hable, a veces, de que el patrimonio se compone de cosas o de bienes, en
rigor, son los derechos sobre éstos los que integran aquél (así, el derecho
de propiedad, y no la cosa objeto del mismo). * 62
No forman parte del patrimonio las simples situaciones de hecho como PATRIMONIOS ESPECIALES*
la esperanza de heredar a un familiar aún vivo, la capacidad de trabajo de
la persona, el enclavamiento de un lugar ventajoso de una tinca, etc. SUMARIO: 1. Patrimonio separado.-2. Patrimonio colectivo.-3. Patrimonio de des-
tino.
2. Misión del activo patrimonial.—El activo patrimonial sirve, por
un lado, a la satisfacción de los fines y necesidades de la persona, y por 1. Patrimonio separado.—El hasta ahora visto se llama —por perte-
otro, de garantía para sus acreedores, en cuanto que, como ya se vio, «del necer a la persona— patrimonio personal. Mas en ciertos casos y para fi-
cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, nes especiales (que, respecto a determinados bienes se consideran preferen-
presentes y futuros» (C.c., art. 1.911). tes sobre los generales a cuya satisfacción sirve el patrimonio personal normal)
la ley establece que, de la totalidad de las relaciones que forman el patri-
3. Patrimonio y capacidad patrimonial.—Según una teoría, toda per-
sona tiene un patrimonio. Mas, si se concibe éste, según lo dicho, como
conjunto, de derechos y obligaciones, de relaciones patrimoniales, sin duda Cuando trate (tomo V, volumen primero de esta obra) de la adquisición de la herencia, me ocu-
carecerá de él quien —aunque en la práctica sea insólito— carezca por com- paré de si en los Derechos forales tiene lugar o no mediante aceptación (véanse art. 5 del C. de sucs.
catalán y ley 315 de la Comp. navarra). Ahora, a los efectos que importan, basta decir que, en todo
pleto de obligaciones y de derechos patrimoniales. caso, siempre se transmite y adquiere como un todo.
1° Así para la transmisión de bienes muebles, de inmuebles, de créditos, de deudas, de derechos
sobre bienes inmateriales, etc.
8 Aunque, por brevedad, se utiliza tal expresión para referirse al caso de que alguien tenga el mismo * BRINKMANN, Alíes and Nenes über Sammelvennügen, 1913; DONADIO, Patrimoni separan,
derecho sobre un conjunto de bienes. Por ejemplo, usufructo de un patrimonio (art. 506). 1942; PINO, 11 patrimonio separato, 1950.

508 509
§ 62 PATRIMONIOS ESPECIALES
MANUEL ALBALADE.TO

acoger ciertos bienes al régimen de patrimonio familiar de colonización, etc.) al


monio de una persona, se separe un grupo, constituyendo con él lo que se que la ley liga el nacimiento de dicho patrimonio separado.
denomina un patrimonio separado', que queda aislado del resto2, aunque, Lo anterior no quiere decir, sin embargo, que la persona no tenga cierto po-
por lo general, nb totalmente, sino sólo en determinados aspectos. der para, en determinados aspectos, agrupar sus derechos y obligaciones patrimo-
niales como a ella le plazca (por ejemplo: para conceder la administraciópn de
Se citan como casos': algunos en que puede encontrarse la herencia que al- sus bienes a diversos gestores, los agrupa según el sitio donde radican, o, para
guien recibe, cuando no se funde con el patrimonio de dicho heredero: así la he- responder de determinada deuda, hipoteca ciertos inmuebles, limitando a ellos su
rencia aceptada a beneficio de inventario (en cuya hipótesis la persona tiene dos responsabilidad', y deja libres los demás), pero tal cosa no es crear patrimonios
masas patrimoniales, la suya propia y la que heredó, respondiendo de las deudas separados.
y demás cargas de la herencia, sólo con los bienes de la misma —Cc., art. 1.023—
) o la dejada en fideicomiso (en cuya hipótesis —véase C.c., arts. 781 y ss.— 2. Patrimonio colectivo.—Así como en el caso del patrimonio sepa-
hay un primer heredero que la adquiere, pero posteriormente pasará a otro here- rado hay una persona titular de dos patrimonios, también puede ocurrir que
dero sucesivo, y mientras que pertenece a aquél, dicha herencia no se mezcla con
el patrimonio privativo del mismo), y antes de la reforma del Código en 1981, el un solo patrimonio pertenezca a varias personas. Entonces cada una de ellas,
peculio del hijo menor no emancipado que no correspondiese al padre en usu- además de ser titular exclusivo de su patrimonio personal, es colectivamente,
fructo (en cuyo caso, además del patrimonio normal del menor, que administraba es decir, juntamente con las demás, titular del otro patrimonio, que por eso
y usufructuaba su padre, tenía aquel otro, el compuesto por los bienes o rentas se llama colectivo.
que se le dieron para su educación e instrucción: Cc., art. 162), la dote inesti-
mada (en cuyo caso, la mujer tenía dos 'tasas patrimoniales suyas: la normal o No hay patrimonio colectivo siempre que una o varias cosas pertenecen a una
parafernal y la formada por los bienes que aportó al matrimonio en concepto de pluralidad de personas. Pero este punto lo trataré más adelante.
dote inestimada, cuya administración correspondía al marido —artículo 1.357—,
y que respondían sólo subsidiariamente de ciertas deudas —art. 1.362—). Aunque no indiscutidos, se suelen considerar casos de patrimonio co-
De los casos anteriores, en unos, las dos masas patrimoniales no se hallan lectivo en nuestro Derecho: los bienes gananciales —que pertenecen a los
afectadas por la misma responsabilidad por deudas; en otros, están sometidas a cónyuges—, la herencia indivisa —que pertenece a los coherederos—, etc.
diferente administración, o una es y otra no objeto de un derecho de usufructo,
etc. Mas, aparte del sector afectado por lo que podríamos llamar fundanzentum
separatiorris, en los demás aspectos, los patrimonios de la persona están gene- Cuando una colectividad de personas —que forman un grupo— tiene perso-
ralmente sometidos a un tratamiento jurídico unitario. Así, por ejemplo, la res- nalidad jurídica (como las asociaciones), entonces su patrimonio no es un patri-
ponsabilidad por deudas personales del heredero, alcanza, tanto al patrimonio pro- monio colectivo (de las distintas personas físicas, miembros de la jurídica), sino
pio de éste, como al recibido bajo beneficio de inventario (cfr., arts. 1.023, 3.°, un patrimonio personal (de la persona jurídica).
y 1.034).
He dicho que la segregación del patrimonio separado la establece la ley. En 3. Patrimonio de destino.—Puede ocurrir que un patrimonio carezca
general, la persona no puede por su sola voluntad y porque le apetezca así en el transitoriamente de titular actual', pero que el conjunto de relaciones jurí-
caso que sea, detraer, en cualquier hipótesis en que quiera, de su patrimonio to- dicas que los forman continúe agrupando en un haz, en espera de que en
tal grupos de relaciones (existentes o que puedan surgir después) y formar con el futuro quede determinada la persona a quien ha de pertenecer. Tal es el
ellas un patrimonio separado (declarándolo exento, por ejemplo, de responsabili- caso de la herencia en el período que va desde que muere el causante hasta
dad por deudas no procedentes de ese grupo de relaciones); únicamente cabe ca- que, al aceptarla, la adquiere el heredero6.
lificar de voluntaria la creación del patrimonio separado, en el sentido de ser vo-
luntaria, la realización del hecho (así, aceptar la herencia a beneficio de inventario, Tal patrimonio suele llamarse de destino, por basarse su unidad actual,
no en la pertenencia a una persona, sino en la destinación común (al titu-
lar futuro) de todas las relaciones que lo componen.
' Cuando se le califica de separado, en oposición a patrimonio personal, no se quiere decir que
no pertenezca a la persona, y no sea, en este sentido, personal. Sólo se trata de expresar —con termi-
Ley Hipotecaria, art. 140. En caso de no limitarse la responsabilidad, la deuda se hallará garan-
nología más o menos feliz— que se está frente a algo diferente del patrimonio personal normal. tizada especificamente por el mismo derecho de hipoteca a favor del acreedor, pero además, del cum-
Ingresando O saliendo de cada uno respecto al exterior los derechos y obligaciones que corres-
pondan al sector que abarque. Por ejemplo, las rentas y frutos de tos bienes de cada uno pasan a en- plimiento de la misma responderá genéricamente el deudor también con todos sus demás bienes (Ley
grosar aquel al que pertenezcan. Al menos, esto ocurre así normalmente. Hipotecaria, art. 105. C.c., art. 1.911).
5 No admite nuestro Derecho patrimonios que permanentemente carezcan de titular.
3 Siendo a título de ejemplo, la cita de la regulación legal de los puestos, se contrae sólo al De-
recho comtín, En ese tiempo se dice que la herencia está yacente, hererlitas jacens.

511
510
CAPÍTULO VII
LAS COSAS*

Sección Primera
IDEAS GENERALES

63
EL CONCEPTO JURIDICO DE COSA**

SUMARIO: 1. Concepto y análisis del mismo.-2. La unidad de la cosa.-3. Cosas y


bienes.

1. Concepto y análisis del mismo.—Objeto del derecho subjetivo es,


como ya dije, la entidad sobre la que recae el poder en que aquél consiste.
De entre los posibles objetos del derecho, sólo interesa ahora examinar
las cosas.
El concepto jurídico de cosa es distinto de la acepción que tanto en
sentido filosófico como vulgar se da a dicha palabra. Para el Derecho es
cosa toda entidad material o no, de naturaleza impersonal, que tenga una
propia individualidad y sea susceptible, como un todo, de dominación pa-
trimonial constitutiva de un derecho independiente.
Esta definición debe ser analizada:

BIONTDI, Los bienes, trad. esp., 1961; GROSSO, Le cose, 1930; HUSSERL, Der Rechtsgegenstand,
1933; LOMONACO, Della distinzione dei beni e del possesso (en II Diritto eivile italiano), reimpre-
sión de la 2. edición, 1922; MALUQUER DE MOTES, Sustancia, forma y destino de las cosas en
el Código civil, Madrid, 1992; DI MARZO, Le cose e á diritti suite cose, Lezioni, 1922; SCHERI-
LLO, Lezioni di Diritto romano, le cose, 1949: SOHM, Der Gegenstand, Festschrift f Degengkolb,
1905.
** CANDIL, La electricidad como objeto de Derecho, en R.D.P., 1925, págs. 177 y ss.; CAR-
NELUTTI, Le energie come oggetto di rapporti giuridici, en Riv. Dir. comm., 1913, I, págs. 354 y ss.;
CICALA, Elementi reo ji ed elementi ideali nella formazione del concetto giuridico di cosa, en Riv, Dir,
agrario, XXI, 1942, págs. 7 y ss; FUENTES. Naturaleza fr-sico-jurídica de la electricidad, en R.C.D.I.,
1934, págs. 833 y ss., y 915 y ss.; GHIRON, Salla dottrina delle cose inmateriali, en Studi Vivante, 1,
1931, págs. 507 y ss.; GRECO, 1 diritti sui beni itunateriali; MAIORCA, La cosa in soaso giuridico.
Contributo alla critica di un dogma, en Memorie Ist. giur. Univ. Torino, serie II, ntim, 34, 1937, y L'og-
geno dei diritti, 1939; MESSINETTI, Oggettivirá giuridica delle cose incorporali, 1970; PINO, Contri-
buto aun leona giuridica dei beni, en Riv. trim. Din eiv., II. 1948, págs. 824 y SS.; PUGLIATT1, Beni
e cose in senso giuridico, 1962.

513
MANUEL ALBALADEJO
§ 63 EL CONCEPTO JURIDICO DE COSA

1.0 Entidad material o no, significa que por cosa hay que entender no
florío del hombre, sin embargo, el Derecho no lo admite, por diferentes ra-
sólo los objetos corporales, sino también todo ser que, aun careciendo de
un cuerpo sólido, líquido o gaseoso, pero teniendo una realidad perceptible zones, como el respeto a la persona en lo que fue su base corporal, o con-
por los sentidos (así, la electricidad), o incluso puramente ideal (así, una sideraciones religiosas, o de orden moral, etc.
obra literaria: cosa inmaterial), es equiparado por el Derecho a aquéllos (por Por eso, sobre ellas es posible un poder de mero hecho (pero ni siquiera cons-
lo menos en el aspecto que ahora importa). titutivo de posesión —y no ya de propiedad— jurídicamente hablando), en el cual
2.° De naturaleza impersonal, es decir, que no se trate del cuerpo (to- el Derecho no solamente no protege a la persona, sino que puede dar lugar a que
tal) del hombre vivo ni de los miembros o componentes que forman parte se le impongan sanciones.
de él.
3.0 Con propia individualidad, o sea, que tenga una existencia unita- 5.° Que tal dominación constituya un derecho independiente. Lo que
ria, separada, en el tráfico jurídico. Individualidad que puede proceder de significa que no es cosa aquello que, aun pudiendo haberlo sido antes, ha
cualquier circunstancia: por ejemplo bien de su propia naturaleza (un ani- perdido su propia individualidad, de tal forma que ahora no hay derecho
mal es una unidad natural), bien de obra del hombre, que material o ideal- aparte sobre ella. Así un ladrillo que forma parte de un edificio, pues aun
mente la aisla (un litro de líquido o un metro cúbico de gas recogido en siendo objeto de dominación, como trozo de éste, no se tiene una propie-
un recipiente, un trozo de terreno que, aun sin separación tangible del que dad aislada del mismo.
lo circunda, se constituye en finca aparte, los diversos pisos de un edificio
que se construye en régimen de propiedal por pisos, por lo que cada uno En relación con el extremo en estudio dice el considerando 2.° de la resolu-
de ellos pasa a constituir cosa distinta). ción de 4 de noviembre 1925 «Considerando que en nuestro sistema hipotecario,
4.0 Susceptible como un todo de dominación patrimonial (apta para basado en superficies deslindadas, el edificio independiente que responde a un con-
ser objeto de apropiación: art. 333). Así, pues, que se trate de algo que cepto tradicional está destinado a un uso perpetuo y se ajusta a un plan arquitec-
puede ser sometido, en su unidad, al señorío económico del hombre: tónico y a un rudimentario proyecto, viene a formar con su solar un todo único
en el sentido económico y jurídico, compuesto de partes íntimamente relaciona-
Por no tener tal aptitud no son cosas en sentido jurídico: das y materialmente enlazadas qaue se prestan tan poco a ser objeto de una pro-
A) El Sol o las estrellas (a los que no alcanza el poderío del hom- piedad aislada, como los materiales empleados en la construcción, las ruedas de
bre) ni las llamadas cosas comunes a todos (res comrnunes omnium), como un reloj en marcha o los órganos de un animal vivo, y esto no por capricho del
el aire o el mar (sobre los que, aun alcanzándole, no es admisible un de- legislador o por exagerada orientación doctrinal, sino porque desde el momento
recho exclusivo de alguien, que los abarque en su totalidad). en que las partes integrantes de un objeto se presentan como necesarias para la
existencia del todo y son, más que cosas independientes, verdaderos trozos que se
Aunque un particular pueda apropiarse de determinada cantidad de agua del encuentran en recíproca dependencia corporal, carecen de las condiciones presu-
mar, que extraiga de éste, o un Estado tener ciertos derechos, no sobre el mismo puestas o exigidas por el mismo carácter absorbente e ilimitado del derecho del
en su conjunto, sino sobre un determinado sector (aguas territoriales, mar litoral). dominio, tal y como aparece reflejado en nuestras leyes civiles».
Entonces pasa a ser cosa la cantidad de agua extraída o la franja marítima cons-
titutiva del susodicho sector. Creo que en nuestro Derecho cabe aceptar el concepto expuesto de cosa,
en el que se engloban ciertas energías (la doctrina y la jurisprudencia pe-
B) Ciertas otras cosas en sentido vulgar, como el cadáver' o restos nal han conceptuado a la electricidad como cosa mueble) y las llamadas co-
humanos (mientras que no se pueda estimar, según las concepciones socia- sas inmateriales (cfr. C.c., arts. 428 y 429), en cuanto unas y otras pueden
les, que han pasado a ser cosas sin relación con la persona a la que sir- ser objeto de apropiación (Cc., arts. 333 y 335).
vieron de base2), sobre los que, aun siendo posible, en su totalidad, el se-
Además, tal concepto amplio de cosa —que no reduce éstas a las que tengan
1 Na pasa a ser propiedad de los herederos o parientes, sino que, libre de señoríos sobre él, está un cuerpo material— no resulta infecundo. La infecundidad podría provenir de
destinado a reposar en el sepulcro, existiendo —al menos normalmente— un deber de enterrar,; y san- que dicho concepto amplio coincidiese con el de objeto de derecho; pero seme-
ciones, incluso penales, para «el que faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violase jante hipótesis no se da, pues, además de las cosas, así entendidas, siguen exis-
los sepulcros o sepulturas o practicase cualquiera actos de profanación de cadáveres» (C. penal, art. tiendo otros objetos de derecho, distintos de ellas (cfr. supra, 53, número 5, y
526). Todo ello, salvo que se incinere, por ejemplo. particularmente artículos como los 1.271 y 1.272, donde se distinguen, explícita-
2 Por ejemplo, una momia, un esqueleto prehistórico.
mente, como objetos de derechos las cosas y los servicios [prestaciones]).
514
515
MANUEL ALBALADEJO 63 EL CONCEPTO JURIDICO DE COSA

No obstante lo anterior, no cabe excluir que, como construcción científica, que medie la voluntad de su dueño: por ejemplo, el propietario del predio conti-
pueda adoptarse la de que son sólo cosas las corporales, y que las energías que guo adquiere por usucapión la franja del mío que, lindando con el suyo, poseyó
se consideran cosas y las llamadas cosas hunateriales, no son tales cosas en sen- como si constituyese parte de aquél.
tido estricto, sino otros objetos de derecho a los que, dentro de ciertos límites, Ahora bien, dicho titular puede, desde luego (salvo que en algún caso ex-
cabe aplicarles iguales normas jurídicas que a las cosas corporales. cepcional la ley lo prohíba), tanto dividir la cosa, como separar de ella sus di-
En definitiva, se trata de una cuestión puramente conceptual. versas partes integrantes, convirtiéndola, así, en varias cosas distintas suscepti-
bles ya en derechos diversos. E incluso es posible, manteniendo la unidad, constituir
2. La unidad de la cosa.—La unidad que la cosa es, se forma: bien diferentes derechos que recaigan o tengan por objeto unas u otras partes de la
desde un principio, bien porque después le nacen o se le unen otras partes cosa (se alquila un piso del inmueble, o se constituye un derecho de habitación
sobre tal piso, se otorga derecho a fijar anuncios sólo en determinado muro del
—que antes podían constituir en sí cosas autónomas— que pasan a englo- mismo, se dan en prenda sin desplazamiento los frutos pendientes de una cosa
barse en aquélla, como un sector más de su unidad (por ejemplo: los la- [Ley de hipoteca mobiliaria y prenda sin desplazamiento, art. 52, 1.°], se hipo-
drillos que A ha utilizado en hacer un nuevo tabique divisorio en su casa teca la finca, excluidos —como determina el art. 111, 2.° de la L.H., salvo dis-
o en reparar un muro ruinoso; o bien A absorbe dentro de su finca rústica posición en contrario— los frutos pendientes, que son los que aún forman parte
un trozo de terreno que su vecino B le vende de la suya), o como una parte de la cosa, etc.).
integrante de la misma. Mas pienso que, a pesar de que la ley no lo diga explícitamente —y aunque
De esas partes, que podríamos llamar no originarias, conviene men- haya otras excepciones y figuras de dudosa construcción jurídica: así, la llamada
cionar aquí, en particular, a las denominado accesiones, que son las que la propiedad dividida, derechos reales como los de balcón, palco o asiento en el te-
atro, etc.—, debe entenderse que nuestro Código parte de la idea de que los de-
cosa produce3 o que se le incorporan natural o artificialmente (cfr. C.c., art. rechos sobre las cosas (derechos reales) habitualmente abarcan a éstas en su to-
353)4. La ley, en principio, considera que cuando dos cosas se unen física- talidad y sólo son posibles sobre dicha totalidad°. De forma que cuando viene a
mente de forma inseparable (se entiende, como regla, sin detrimento), viene, existir lo que parece un derecho real sobre parte de una cosa, probablemente es
en adelante, a haber una cosa sola (cfr. C.c., arts. 334, 1.°, 2.° y 3.°, 353, que esta parte (de una cosa en sentido vulgar) se ha hecho —adquiriendo sufi-
358 y ss.). ciente individualidad propia, en el tráfico—, ella misma, una cosa (en sentido ju-
También la unidad que la cosa es puede surgir, como tal, de la divi- rídico) autónoma. Tal hipótesis se ve más clara cuando el derecho sobre la parte
sión de otra preexistente (el dueño del edificio lo derriba y, en adelante, es es el de propiedad (porque éste parece dar categoría de cosa autónoma al objeto
propietario de varias cosas distintas: el solar y los materiales de derribo, las sobre que recae; y así surgen otras cosas —las resultantes de la división— al di-
puertas y ventanas del antiguo edificio, etcétera), o de la transformación, en vidirse un edificio por pisos o al repartirse en lotes una finca rústica); mientras
que cuando se trata de otro, se evidencia como más posible admitir que se puede
una cosa nueva, de la totalidad o parte de otra materia anterior (del bloque estar frente a un derecho sobre parte de una cosa (en sentido jurídico). De cual-
de mármol, el escultor hace una estatua). quier modo, hay que pensar que no se pueden hacer cosas independientes a aque-
Se podría pensar que la unidad que —en los términos vistos— la cosa es, se
halla protegida por el Derecho, y no puede —en principio— fraccionarse, al me- 5 Pues si bien la cosa debe tener una existencia individual (cfr. supra, mim. 1, sub 3.°), ello no
nos por voluntad de quien no sea su titular, no siendo susceptible de derechos o impide que ciertos derechos puedan tener por objeto sólo partes de cosa.
relaciones que recaigan sobre partes de la misma (por ejemplo, no se puede em- 6 La resolución de 27 enero 1928 dice en relación con este tema que: «Considerando que en vir-

bargar sólo un piso del edificio salvo, claro, que exista una propiedad separada tud del principio esquemáticamente concretado con la frase «una sola cosa, un solo derecho», las fin-
de cada piso, o hacer objeto de ejecución patrimonial sólo una parte integrante de cas inscritas en el Registro de la Propiedad no pueden ser objeto más que de un solo dominio, así como
los derechos reales se extienden a la superficie deslindada, en su integridad, sobre todo cuando llega el
aquél, etc.). Mas, aunque, en efecto, tal opinión sea exacta para una serie de hi- momento de discutir las garantías o responsabilidades y de distribuir las cantidades obtenidas entre los
pótesis, sin embargo, en otros casos la unidad de la cosa puede quebrantarse sin que figuran con distinto rango hipotecario:
Considerando que por tan fundamental motivo puede afirmarse, en general, que siempre que un
derecho real deba concretarse a una porción de finca sin trascender al resto, es preciso segregar la par-
3 Aunque precisamente estén destinadas a separarse y a ser otra cosa, en tanto que esto no sucede, cela afectada, y en el supuesto de que esta segregación sea hipotecariamente imposible, hay que dene-
son parte de la cosa madre. gar la inscripción solicitada:
4 La accesión no supone siempre una verdadera incorporación en el sentido de unirse físiamente Considerando que las anteriores reglas generales no impiden que un derecho real grave la totali-
cosas antes separadas, sino, a veces, una ampliación del derecho de propiedad a un nuevo sector que, dad de una finca para los efectos del rango hipotecario o de la prelación frente a otras cargas y ami-
por disposición del Ordenamiento jurídico —pero sin que cambie la situación física de aquél respecto gue en una porción física del inmueble, como las servidumbres de luces o de paso u «oneris ferendi»,
a la cosa base— viene a formar, juntamente con ésta, un objeto más extenso bajo el mismo derecho que pueden ser preferentes por su entrada en el Registro a otro derecho que afecte por igual a todo el
anterior. Por ejemplo, C.c., art. 370. inmueble y, sin embargo, radican en un trozo, lindero o esquina del mismo».

516 517
§ 64 LA COMERCIALIDAD DE LAS COSAS
MANUEL AlEALADEf O

Has partes que el tráfico rechace como susceptibles de constituir en su indepen- dera aptas para ser objeto de apropiación', siendo sólo cosas en sentido vulgar, se
dencia una unidad útil (el techo o las paredes de un inmueble no son susceptibles hallarían, fuera de la anterior clasificación. Sin embargo, frecuentemente se esti-
de ser de diversos dueños). Entonces se podrá, sí, fraccionar materialmente la uni- man también estás como otras extra conunercium. Ciertamente la cuestión es sólo
conceptual; en definitiva, no siendo cosas (jurídicas), no pueden ser objeto de re-
dad que la cosa es, y constituir así cosas diversas, pero no es posible, mante-
niéndola físicamente unida, hacer jurídicamente varias cosas del todo físico. laciones privadas.

3. Cosas y bienes.—Anteriormente7 he hablado de bienes, dando al Entendida rigurosamente la bipartición entre cosas en el comercio y fuera
término un sentido amplio que abarca los bienes patrimoniales y los extra- del comercio, como referida al comercio o tráfico jurídico de Derecho pri-
patrimoniales (vida, libertad, honor, etc.). También bien es palabra que se vado (relaciones jurídicas privadas), cosas fuera del mismo lo serían sólo
utiliza por la ley (por ejemplo: C.c., arts. 667, 668, 747, 763, 806, 968, las de dominio público.
1.023, 1.031, etc.) en el sentido de todo elemento patrimonial activo (no las
obligaciones). Pero, nuestra ley frecuentemente habla de bien como sinó- 2. Cosas de tráfico libre o restringido.—Dentro del campo del De-
nimo de cosa en sentido jurídico (por ejemplo, C.c., arts. 333 y ss., 659, recho privado, el comercio o tráfico de unas cosas es libre —y así pueden
1.024, etc. e incluso, a veces dice «cosas o bienes»: art. 436, 1.°). Así, una pertenecer a cualquiera, o ser vendidas, arrendadas, etc., sin limitaciones—;
finca o un mueble son bienes, y a éstos se contraponen las cosas, en sen- el de otras es restringido (por ejemplo, armas, venenos, objetos de arte, etc.),
tido vulgar (las estrellas, el aire), que no son bienes (que no son cosas en en distintos aspectos y por diversas razones (artísticas, de higiene, de esca-
sentido jurídico) porque no son susceptible% de apropiación (C.c., art. 333). sez, de moral, de seguridad, etc.) en los diferentes casos.
Unas veces no es posible que pertenezcan o sean usadas sino por cier-
tas personas (que tengan determinados títulos o aptitudes), otros para su trá-
§ 64 fico se requieren determinadas licencias (por ejemplo, las llamadas guías o
LA COMERCIALIDAD DE LAS COSAS* permisos para venta o compra de tales o cuales artículos alimenticios, ar-
mas, explosivos), etc.
SUMARIO: 1. Cosas fuera del comercio privado.-2. Cosas de tráfico libre o restrin-
gido.
Sección Segunda
1. Cosas fuera del comercio privado.—La ley habla de «cosas que LAS DISTINTAS CLASES DE COSAS, EN PARTICULAR
están fuera del comercio de los hombres» (así, C.c., arts. 865, 1.271, 1.936).
Ello supone la división de las cosas en dos categorías: res in commercio y Las cosas son susceptibles de diversas clasificaciones. A continuación
res extra commercium. Las primeras son las susceptibles de ser objeto de expongo las más relevantes jurídicamente. De ellas, nuestro Ordenamiento
relaciones jurídicas privadas (de propiedad, de compra, de usucapión, etc.); establece explícitamente algunas; otras, las presupone.
las segundas, las que están excluidas de éstas.
Dichas clasificaciones se hacen, a veces, por razón de las cualidades objeti-
Se debería tratar —conviene tenerlo presente— de cosas en sentido jurídico, vas de las cosas (así, la que las divide en fungibles y no fungibles), pero otras se
pues la res conununes omnium o las que, como el cadáver, el Derecho no consi- apoyan en otros diferentes fundamentos de división (por ejemplo, la bipartición
de cosas de dominio público y de propiedad privada se basa en el distinto poder
jurídico que recae sobre ellas).
Supra, § 53, número 1, y § 59, número 1. El orden de exposición adoptado lo ha sido teniendo en cuenta que el más
*ALEGRE, La extraconrercialidad y sus consecuencias, en R.D.P., 1971, págs. 139 y ss.; BIOND1, perfecto conocimiento de algunas clases requiere la explicación previa de otras.
La vendita di cose fuori di commercio, en Studi in onore di Salvatore Rieeobono, IV, 1936, págs. 1 y
SS.; BRANCA, Le cose extra patrimonium humani juris, 1940; KASER, Vom Begriff des comtnercium,
en Studi in onore di Vieenzo Arangio-Ruiz, 11, 1952, págs. 131 y ss.; LONGO, La «res extra com-
mercium» e l'azione di danni nei contratti di vendita nulli, en Studi in more di Pietro Bonfante,
1930, págs. 363 y ss.; MANENTI, Concetto della «communio» relativamente alíe cose privare, alle
pubbliche ed alle «communes omitan», en Filangieri, XIX (1894), páginas 1 y siguientes; RICCA-
13ARBERIS, Cosa de otro y cosa fiera del comercio en la venta romana y moderna, en R.D.P., 1953,
págs. 89 y ss.; WAPPAVS, Zur Lehre von den Rechtsverkehr entzogenen Sachen nach rdmischen und
heutigen Recht, 1867.
1 Véase supra, número 1.

518 519
MANUEL ALBALADEJO § 65 COSAS DE DOMINIO PUBLICO Y DE PROPIEDAD PRIVADA

§ 65 Son cosas de dominio público las que perteneciendo al Estado o enti-


COSAS DE DOMINIO PUBLICO Y DE PROPIEDAD PRIVADA* dades públicas están destinadas al uso o servicio público.
Se requiere, pues:
SUMARIO: 1. Cosas de dominio público y de propiedad privada en el C.c. y legisla- 1.0 Pertenencia a una persona jurídica de Derecho público (Estado, Co-
ción concordante. munidad Autónoma, Provincia, Municipio, etc.).
1. Cosas de dominio público y de propiedad privada.-Las cosas C.c., arts. 339, 343 y 344; Texto refundido Régimen Local, art. 74; Ley Ba-
son de dominio público o de propiedad privada (C.c., art. 338). ses, art. 79: Reglamento de bienes de las entidades locales, de 13 junio 1986, art.
2; Ley del Patrimonio del Estado, art. 1, y Reglamento, art. 1.
División ésta que -como acabo de decir- no se basa en la naturaleza de la
cosa, pues una misma puede ser en unos casos de dominio público y, en otros, 2.° Destino:
de propiedad privada. A) Bien al uso público (o sea al aprovechamiento general).
Para el Derecho común, cuyas disposiciones son aplicables, sin varian- Como los caminos, canales, ríos, torrentes, puertos y puentes construidos
tes, en todas las regiones forales menos Navarra, se puede decir lo siguiente: por el Estado, las riberas, playas', radas y otros análogos (C.c., artículo 339,
1.°), los caminos provinciales y los vecinales, las plazas, calles, fuentes y es-
tanques y aguas públicas, los paseos y las obras públicas de servicio general,
* ALVAREZ-GENDIN, El dominio público de los fflenes muebles, en Rey, de la Facultad de De-
recho de la Univ. de Oviedo, 1954, primer trimestre, págs. 7 y SS.; Naturaleza demanial pública de los costeadas por los mismos pueblos o provincias (C.c., art. 344, 1.°; Texto refun-
edificios y de los bienes muebles, en Estudiso dedicados al Profesor García Oviedo, I, 1954, págs. 17 dido Régimen Local, art. 74; Reglamento de bienes de las entidades locales, art.
y as.; El dominio público. Su naturaleza jurídica, 1956; ARENO, Afectación de bienes al servicio pú- 3; Ley Patrimonio del Estado, art. 1; Reglamento, art. 1; cfr. art. 132, 2, de la
blico, 1973; BAILL1ERE, Du domaine public de l'Etat, 1882; BALLBE, Concepto del dominio público, Constitución).
1945, y Las reservas demciniales, Revista de Administración Pública, 4, 1951; BERMEJO, Bienes mu-
nicipales, en MEI., II, 1951, págs. 377 y SS.; BIERMANN, Die bffentlichen Sachen, 1901; BONT-
HOUX, Du domaine de l'etat, 1972; CLAVERO AREVALO, La inalienabilidad del dominio público, B) Bien al servicio público* (o sea que, aun sin que la cosa se dedi-
1958; CASSESE, I benipublici, 1969; DUVERGER, L'affectation des immeubles dornaniaux aux servi- que al uso común, esté afectada al ejercicio de funciones estatales, provin-
ces publics, 1940; ESCRIBANO COLLADO, Las vías urbanas, Madrid, 1973; FERNÁNDEZ DE VE-
LASCO, Sobre la incorporación al Código civil español de la noción del dominio público, en R. Fac. ciales, etc.).
de D. de Madrid, número homenaje a Gascón y Marín, 1942; FERNANDEZ RODRIGUEZ, La situa-
ción de los colindantes con las vías públicas, Revista de Administración Pública, p.° 69; GARCIA DE
E,NTERRIA, Sobre la imprescriptibilidad del dominio público, en Dos estudios sobre la usucapión 2, El art. 132, párrafo 2.°, de la Constitución determina que en todo caso son dominio público esta-
1974; GARCIA-TREVUANO, Titularidad y afectación demanial en el ordenamiento jurídico español, tal la zona marítimo terrestre, las playas, el mar territorial y los recursos naturales en la zona econó-
en Rey. de Administración Pública, 1959, núm. 29, páginas 11 y ss.; GARRIDO FALLA, en Comenta- mica y la plataforma continental. Esta declaración ha sido desarrollada por la vigente Ley de Costas de
rios al Cc. y Comps. forales, dirigidos por Albaladejo, V, 1,0, 2.' ed., 1990, págs. 67 y ss.; GONZA- 28 julio 1988 (art. 3 y 4). Hasta hace poco estuvo por determinar cómo se pronunciaría la jurispru-
1.F.7 BERENGUER, La teoría del dominio público y el patrimonio municipal, en Rey, de Estudios de dencia civil sobre el debatido tema de los enclaves privados en zona marítimo terrestre (véase Disposi-
la Vida Local, 1959, núm. 107, págs. 689 y ss.; GUAITA, Sobre el dominio público natural, en Estu- ción Transitoria primera de la citada Ley de Costas, según la que a lo más sus propietarios pasarán a
dios Martín-Ballestero, 1983, págs. 287 y ss.; GUICCIARDI, II demonio, 1935, e 11 concetto di dema- ser simplemente titulares de un derecho de ocupación y aprovechamiento por un tiempo máximo de se-
nio pubblico ne1 nuovo Codice civile, en Scritti giuridici in <more della Cedam, II, 1953, págs. 505 y senta años si cumpliesen ciertos requisitos y solicitasen la correspondiente concesión. Lo cierto es que,
SS.; GUYARD, La distinción du domine public et da domaine privé, 1939; JANSSE, Les traits prin- ya vigente la Constitución, los Tribunales han continuado admitiendo la posible existencia de enclaves
cipaux du regime des biens du domaine public, 1938; LOPEZ RODO, El Patrimonio nacional, 1954; privados. Sobre esta jurisprudencia y su valor actual puede verse BERCOVITZ, Zona marítimo terres-
MARTIN MATEO, La cláusula de precario en las concesiones de dominio público, Revista de Admi- tre: naturaleza de dominio público; enclaves de dominio privado, Cuadernos Cívitas de Jurisprudencia
nistración Pública, n,' 56, 1968; MESA-MOLES SEGURA, Sobre la propiedad pública en el Derecho civil, núm. 6, págs. 2.037 y ss.; CARRASCO, Zona marítimo terrestre, dominio público, construccio-
administrativo, en Estudios dedicados al Prof. García Oviedo, 1, 1954, págs. 107 y as.; MONTEIL, For- nes realizadas por concesionario, Cuadernos Cívitas de Jurisprudencia civil, núm. 9, págs. 2.821 y ss.;
mation et evolution de la notion de detnanialité publique, 1902; NIETO, Los bienes comunales, Madrid, JIMENEZ DE CISNEROS, Zona marítimo terrestre: naturaleza de dominio público. El carácter de la
1964; PAREJO ALFONSO, Dominio público: un ensayo de reconstrucción de su teoría general. Re- Manga del Mar Menor; Cuadernos Cívitas de Jurisprudencia civil, núm. 17, págs. 667 y ss. La senten-
vista de Administración Pública, 100, 1983, y Protección registra! y dominio público, 1975; PELLOUX, cia de 6 de julio 1988, la anterior más cercana a la Ley de Costas vino a decir lo que no es lo que
La notion de demanialité publique depuis la fin de l'anden droit, 1932; PROUDHON, Traité du do- dispone la Ley de Costas, que la zona marítimo-terrestre es de dominio público, pero que los particu-
main public, ecl. 1883, cinco vols.; R1CHEMONT, Du domaine public, 1885; ROVELLI, 1 beni dema- lares pudieron adquirir sobre ella «un dominio degradado» o un derecho real atípico, que les da dere-
niali, 1937; SALA ARQUER, La desafectación de los bienes de dominio público, Madrid, 1980; SAN- cho a poseerla, para ser privado de los cuales debe indemnizarse. Igualmente la de 20 enero 1993. V.
CHEZ BLANCO, La afectación de los bienes de dominio público, Sevilla, 1979; SÁNCHEZ MORON también las de 12 noviembre 1988, 4 julio 1994 y 10 junio 1996.
y otros, Los bienes públicos, 1997; WALINE, Les mutations demaniales, 1925; ZANOBINI, 11 concetto * ARIÑO ORTIZ, La afectación de bienes al servicio público, 1973; CLIMENT BARBERA, La
di proprien't pubblica e requisiti giuridici della demanialitá, en Studi senesi, 1923, 47, págs. 253 y ss. afectación de bienes al uso y servicio público, Valencia, 1979.

520 521
§ 67 COSAS DENTRO Y FUERA DEL PATRIMONIO
MANUEL ALBALADE.10

Como las murallas, fortalezas y demás obras de defensa del territorio, las mi-
gables, etc.; v., por ejemplo, Ley Bases Régimen Local, art. 80, 1); no pue-
nas mientras que no se otorgue su concesión, las Casas Consistoriales y Palacios den ser, como se dijo, objeto de relaciones jurídicas privadas. V. art. 132,
provinciales, los mataderos, mercados, lonjas, escuelas, hospitales, hospicios, mu- 1, Constitución.
seos y otros análogos (C.c., art. 339, 2.0; Texto refundido Régimen Local, art. 74;
Ley Bases, art. 79; Reglamento de bienes de entidades locales, art. 4; Ley del Pa- Así hay que entender su inalienabilidad. Sin embargo, pueden ser transmiti-
trimonio del Estado, art. 1; Reglamento, art. 1). das por una persona jurídica pública a otra (por ejemplo, el Estado cede a un Mu-
nicipio el dominio público sobre un edificio).
Son cosas de propiedad privada las que pertenecen a los particulares o
Los bienes que constituyen el «Patrimonio nacional.»* (compuesto
al Estado o entidades públicas sin estar destinadas al uso o servicio público.
por el Palacio de Oriente, Parque de Campo del Moro, Palacio de El
C.c., arts. 340, 344, 2.°, 345; Texto refundido Régimen Local, art. 74, y Re-
Pardo, La Granja, Aranjuez, etc.), antiguo «Patrimonio real», pertenecen
glamento de bienes de entidades locales, art. 6; Ley del Patrimonio del Estado, al Estado y se rigen por una ley especial, de 16 de junio de 1982, es-
art. 1; Reglamento, art. 1. tando destinados en principio al uso y servicio del Rey y de los miem-
bros de la Real Familia para el ejercicio de la alta representación que
A pesar de no estar destinadas al uso o servicio público (caso en el que la Constitución y las leyes les atribuyen (art. 2, 1.°). En defecto de di-
la cosa, aun perteneciendo al Estado o ente público, no sería de dominio cha Ley, se aplicará con carácter supletorio la Ley del Patrimonio del
público, sino de propiedad privada), las cobas que pertenecen al Estado son, Estado (art. 6, 1).
por excepción, de dominio público, si una ley les confiere expresamente tal
carácter. Esto lo dispone en general la Ley del Patrimonio del Estado, art. § 67
1, y su Reglamento, art. 1, que además, atribuyen, en particular (arts. cita- COSAS DENTRO Y FUERA DEL PATRIMONIO
dos, apart. 1.°, párr. 2.°), tal carácter de dominio público a los edificios pro-
piedad del Estado en los que se alojen órganos del mismo. SUMARIO: 1. Cosas dentro y fuera del patrimonio.
Los bienes que pertenecen al Estado u otra entidad pública como de
propiedad privada se llaman patrimoniales (Texto refundido Régimen Lo- 1. Cosas dentro y fuera del patrimonio.—Sobre las cosas puede acon-
cal, arts. 74 ss.; Ley Bases, art. 79; C.c., arts. 343 ss.). tecer que, en el momento de que se trate, recaiga o no efectivamente un
De entre los bienes de dominio público, se llaman comunales «aque- derecho de alguien. Por ejemplo, un mueble propiedad de A, en el primer
llos cuyo aprovechamiento corresponda al común de los vecinos» (Texto re- caso, y un animal que no tiene dueño, en el segundo.
fundido Régimen Local, arts., 75 y 78; Ley Bases, art. 79,3). A base de ello se establece la clasificación de las cosas en dentro y
Las dos antedichas clases de cosas —las de dominio público y las de fuera del patrimonio.
propiedad privada— están sometidas a un régimen jurídico distinto.
A las de propiedad privada, se aplica, en principio, la regulación nor- Según una opinión, en sentido estricto, están fuera del patrimonio las cosas
mal establecida en el Derecho civil. objeto de dominio público. Entonces realmente «estar fuera del patrimonio» se en-
tiende como no ser objeto actual de derechos privados.
Aunque para las que pertenecen, como propiedad privada, a los entes públi-
cos rijan también, y con preferencia, disposiciones especiales (Cfr.: C.c., art. 344; Toda cosa mueble puede estar en una u otra situación; y en la segunda
Ley del Patrimonio del Estado, art. 2; Reglamento, art. 2; Ley Bases Régimen Lo- puede hallarse: bien por no haber tenido nunca dueño (res nullius), bien por-
cal, art. 80,2). que, aun habiéndolo tenido, fuera después abandonada y aún no la ocupó
nadie (res derelicta).
Son las dominio público', y no las de propiedad privada, las que es- En cuanto a los inmuebles, según una opinión, pueden estar también
tán fuera del comercio (así como inalienables, imprescriptibles, inernbar- fuera del patrimonio, pero, según otra, siempre están dentro de él, pues, en

* Véase LOPEZ RODO, Naturaleza jurídica de los bienes del Patrimonio nacional, en Estudios
Para las que, sin embargo, en defecto de otras disposiciones, entra en juego el C.c., como De- dedicados a Gascón y Marín, 1952, El Patrimonio nacional, 1954.
recho supletorio general que es (C.c., art. 4, número 3).

523
522
MANUEL ALBALADEJO § 69 CONSUMIRLES Y NO CONSUMIRLES

el caso de que carezca de otro dueño, pertenecen al Estado (como propie- tales] o enajenándolas, de tal forma que su titular puede usarlas una sola
dad privada)'. vez. Por ejemplo, el vino, el aceite, el pan, el dinero2.
No consumibles o de utilidad reiterada son las susceptibles de ser usa-
das repetidamente con arreglo a su naturaleza, sin por ello destruirlas o per-
§ 68 derlas (gastarlas). Por ejemplo, un traje, una finca.
CORPORALES E INCORPORALES*
El Código formula la distinción entre bienes (cosas) consumibles y no con-
SUMARIO: 1. Cosas corporales e incorporales. sumibles, en el art. 337 (pues, aunque equivocadamente las califique de fungibles
y no fungibles, se refiere a aquéllas), diciendo que «a la primera especie perte-
1. Corporales e incorporales.—Serían cosas corporales, según el sen- necen aquéllas de las que no puede hacerse el uso adecuado a su naturaleza sin
que se consuman; a la segunda especie corresponden las demás». Ahora bien, aun-
tido literal del término, las que tuviesen una entidad corporal, sea sólida, lí-
que no se hable del consumo por inutilización ni por enajenación (sin el que el
quida o gaseosa (un mueble, un bidón de gasolina), pero, con un criterio dinero, por ejemplo, no sería una cosa consumible, puesto que materialmente no
más amplio, el Derecho entiende por tales aquellas perceptibles material- se destruye por el uso), creo que cabe en el espíritu del art. 337, pues nada obliga
mente por los sentidos, con lo que también lo son energías no corporales a tomar 1a expresión de éste en sentido puramente físico, de destrucción.
(electricidad, por ejemplo).
Son cosas incorporales o inmateriales las que tienen una entidad inte- En principio, el destino de las cosas y el uso adecuado al mismo, se
lectual, como una obra literaria, artística,scientífica, etc. Sin embargo, no juzgan desde un punto de vista objetivo, habida cuenta del papel natural
debe olvidarse que se trata sólo de cosas en sentido jurídico, y no son, por que están llamadas a jugar (por ejemplo, el de los comestibles servir de ali-
ello, cosas incorporales los bienes ideales, como el honor, la libertad, etc. mento, el de los combustibles, ser quemados, el de un vehículo, valer de
medio de transporte, etc.).
Los derechos no son cosas, sino poderes sobre cosas o sobre otras entidades
(la conducta humana, por ejemplo). Sin embargo, la ley y la doctrina, a veces, los Son, pues, independientes no sólo del que pueda haberles asignado, por ejem-
califica de cosas —utilizando el térrnino en un sentido lato— o de bienes incor- plo, el propietario, sino también de otras funciones que la cosa pueda desempe-
porales. ñar en las relaciones humanas (por ejemplo, los comestibles, combustibles, vehí-
culos, etc., en poder del productor y del comerciante están destinados a la venta
y no al consumo; mas no se debe entender que su enajenación sea, desde el punto
§ 69 de vista jurídico, un consumo).
CONSUMIBLES Y NO CONSUMIBLES
2. Las llamadas cosas deteriorables.—De las cosas no consumibles,
SUMARIO: 1. Consumibles y no consumibles. - 2. Las llamadas cosas deteriorables. muchas se deterioran por el uso repetido', éste incluso puede dejarlas a la
larga inservibles para su destino, aunque no las destruya. Entonces se cali-
1. Consumibles y no consumibles.—Consumibles o de utilidad sim- fican de cosas deteriorables. Ello, sin embargo, no autoriza a considerarlas
ple son aquellas cosas cuyo uso con arreglo a su destino las consume mate- como consumibles gradualmente, y entender que las cosas consumibles se
rialmente (con lo que se destruyen) o sólo es posible inutilizándolas como subdividen en consumibles de forma inmediata y consumibles paulatina-
mente (deteriorables). De admitirse tal punto de vista, se ampliaría extraor-
dinariamente la categoría de consumibles, y carecería en gran parte de in-
El problema, en particular, se estudiará después, al tratar, en el tomo III de esta obra, Derecho
de bienes, de la «Ocupación». terés la bipartición consumibles-no consumibles.
* KAGAN, Res corporalis and res incorporalis. A comparalson of roman and english Law, en Tu-
lane Law Review, XX, 1945, págs. 98 y ss.. y XXI, 1946, págs. 378 y ss.; MONIER, La date d'ap-
parition de dominium et de la distinction juridique de res en corporales et incorporales, en Studi in
onore di Siro Solazzi, págs. 347 y SS.; PFLüGER, Ober kdrperliche und unkürperliche Sachen, en Z.S.S. I Por ejemplo, el papel de escribir se inutiliza, como tal, una vez usado.
(rom. Ab.), 1947, págs. 65 y ss.; PUGLIFSE, Res corporales e res incorporales e il problema del di- 2 También todas aquellas cuyo destino es ser transformadas en otras, deben considerarse en su pri-
rato soggettivo, en Studi in onore di Vineenzo Arangio-Ruiz, III, 1953, págs. 244 y SS.; GHIRON, Su- mera forma como consumibles: así las llamadas materias primas.
da dottrina delle cose inmateriali, en Studi Vivante, 1, 1931, págs. 507 y ss.; MESSINETII, Oggetti- Cosa distinta es el llamado deterioro procedente —aun sin uso— del paso del tiempo, que al-
vita giuridica delle cose incorporad, 1970. canza generalmente a todas las cosas temporales.

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MANUEL ALBALADE,TO
§ 71 MUEBLES E INMUEBLES

§ 70 que, equivocadamente, utiliza también ambos términos para referirse a las


FUNGIBLES Y NO FUNGIBLES* cosas consumibles y no consumibles (cfr. arts. 337 y 1.740).
SUMARIO: 1. Fungibles y no fungibles. Consumibilidad y fungibilidad son conceptos distintos, como ya se ha visto.
Lo que no obsta para que muchas cosas fungibles sean, a la vez, consumibles (así,
1. Fungibles y no fungibles.—Las cosas son sustituibles (también de- el trigo, el vino); junto a ellas están las fungibles no consumibles (un libro, un
nominadas fingibks) o no sustituibles (infilngibles), según que en el tráfico par de zapatos) y las consumibles no fungibles (una pieza de pastelería artística).
jurídico se tomen en cuenta bien sólo a tenor de sus caracteres genéricos
(por ejemplo, el dinero, el trigo, los ejemplares de una edición de un libro),
bien habida cuenta de sus circunstancias específicas (tal cuadro de Goya). § 71
Las primeras se suelen determinar por su número, peso o medida'; las se- MUEBLES E INMUEBLES*
gundas, por datos que las individualizan singularmente.
SUMARIO: 1. Concepto y enumeración.—A) En el Código civil.—B) En la Compila-
El criterio diferenciador entre cosas fungibles e infungibles es un cri- ción navarra.-2. Importancia de la distinción.-3. Fincas rúsicas y urbanas.
terio objetivo (son iguales todos los ejemplares de un libro, todos los co-
ches que de un determinado tipo lanza una fábrica, etc.; y son desiguales
los distintos cuadros de Goya). 1. Concepto y enumeración.—La división de los bienes en muebles
e inmuebles alcanza a las cosas y a los derechos. Se trata de que la ley
Lo anterior no excluye que cuando los particulares gocen de libertad para re-
quiere catalogar dentro de uno u otro de ambos grupos a todos los bienes
gular sus relaciones jurídicas, puedan establecer que en tal o cual caso se tomará patrimoniales.
en cuenta individualmente, con arreglo a ciertas circunstancias, determinada cosa Ese espíritu es el del art. 333 del C.c. al establecer que todas las co-
en sí fungible (por ejemplo, A compra el coche que haga el número 1.000.000 de sas —dando al término, según se deduce de los artículos siguientes, una
los que fabrique tal o cual sociedad), o que una cosa infungible se agrupe —a acepción amplia, de elemento patrimonial— que son o pueden ser objeto de
base de circunstancias comunes— como otras, haciéndola objeto, no individual, apropiación se consideran como bienes muebles o inmuebles.
sino genéricamente, de una relación jurídica (A se obliga a entregar a B por X
pesetas un cuadro —cualquiera— de Gaya).
Ahora bien, entonces la cosa de que se trate no cesa de ser fungible ni pasa a * BENEYTO, Sobre los bienes muebles en el Derecho medieval español, en R.G.L.J., 1933, t.
sedo por voluntad de la persona, sino que, sin dejar de serlo o de no serlo, habrá 163, págs. 798 y ss.; DIEZ-PICAZO, Los bienes inmuebles en el C.c. español, en R.C.D.I., 1977,
sido tomada en cuenta individualmente, en un caso, y genéricamente, en el otro. págs. 937 y as.; EGEA, Los bienes inmuebles por destino: la maquinaria industrial, en R.C.D.I.,
En semejantes hipótesis, hablan algunos autores de cosas específicas (indivi- 1973, págs. 23 y ss,; FREJAVILLE, Les meubles par anticipation, 1927; GARCIA CANTERO, No-
tas sobre la individualización de las fincas, A.D.C., 1965, pág. 853, y La finca como objeto de de-
dualmente determinadas) y genéricas (cualquier dentro de las que reúnan ciertas recho real, R.C.D.I., 1966, pág. 281; GARCIA ATANCE, Cosas. Bienes. Clasificación de las cosas
características). Pero se trata, no de dos categorías de cosas, sino de dos formas en corporales e incorporales. Bienes muebles e inmuebles, en A.DA., 1945, págs. 51 y ss.; GOURY,
de fijar las que han de ser o pueden ser objeto de una relación jurídica. Origine et developpement de la distinction des biens en meubles et inineubles, 1897; GULPHE, L'in-
mobilisation par destination, 1947; JACQUES, Histoire de la distinction des biens en meubles et
meubles, 1885; KÜBLER, Res ~biles und inmobiles, en Studi Bonfante, II, 1930, págs. 345 y SS.;
El Código presupone la distinción de las cosas en fungibles e infungi- MARIANI DE VIDAL, Régimen jurídico de las cosas muebles, Bs. As., 1973; MARTINEZ DE AGUI-
bles y la aplica en varios artículos (cfr. 1.196, 2.°; 1.452, 2.° y 3.°); aun- RRE, en C.C.I.C., n.° 14, 1987, pág. 4747; MORAL GONZALEZ, Bienes inmuebles: aspectos jurí-
dicos y económicos de su valoración, Madrid, 1991; DE PABLO CONTRERAS, en C.C.J.C., n.° 20,
1989, pág. 557, y Bienes muebles e inmuebles en Derecho navarro, R.J.N., u.° 15, 1993, pág. 65;
* BENSA. Sul concetto di cose fungibili, en Studi in onore di Fadda, II, 1905, página 353 y SS.;
PERISSINOTTO, Contributo alto studio degli itunobili per destinazione, en R.D. Agr., 1937, I, págs.
BONET CORREA, El dinero como bien jurídico, en Estudio Casgtán, IV, 1969, págs. 87 y ss.; GON-
85 y ss.; PUGLIATTI, La distinzione Ira beni mobili ed innzobili, 1930, e Inmobili e pertinenze nel
ZÁLEZ MARTINEZ, Jerónimo, Cosas fungibles, en Estudios de Derecho hipotecario y de Derecho ci-
progetto del secondo libro del C.c., en Riv. Dir. agrario, XVIII, 1939, págs. 33 y ss.; Presupposti
vil, III, 1948, págs. 178 y ss.; HALDERT, Juristische Natur der Vertretungssachen, 1888; JHERING,
ed effetti dell'inmobilizzacione per destinazione, en Foro della Lombardia, 1934, págs. 559 y SS.;
Beitrage zur Lehre von der Gefahr beim Kaufcontracte, en J.J. IV (1861), págs. 366 y ss.; KARLOWA,
Über den Begriff der fungible,: Sachen, en Grtinhu'Is Zeitschrift, XVI (1888), págs. 406 y SS.; ROGUIN, RASI, Distinzione Ira cose mobili ed inniobili nel Diritto postclassico e nella Glossa, en Atti Congr.
Les choses fongibles et les choses de consommation, en Rec, de l'Universite de Lausanne, 1892, págs. di Verona, 1953, IV, págs. 430 y ss.; RENAUD, Die Lehre von Eintheilung der Sachen in bewegl.
133 y ss.; SAVAGNONE, La categoria delle «res jlingibili», en Bulletino Ist. Din Dom., núms. 55-56 und unbewegl. nach franziis. Recht (Kritische Vierteljahr. f. Rechtsw. des Auslandes, XXIII); SAN-
(1952), págs. 18 y ss. TOS BRIZ, en Comentarios al C.c. y Camps. forales, dirigidos por Albaladejo, V, t.°, 2. ed., 1990,
1 Pero pueden determinarse de otra forma. Véase lo que se dice después en el texto. págs, I y ss.; SCHILLER, Res mobiles-, inmobiles und semoventes, en Atti Congr. inter. di D. rom.,
II, págs. 431 y ss.

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MANUEL ALBALADEJO § 71 MUEBLES E INMUEBLES

Como dice la resolución de 9 de febrero de 1946: «A tenor del artículo 333 Las minas, canteras y escoriales, mientras su materia permanece unida al ya-
del Código civil, todas las cosas apropiables se reputan bienes muebles o inmue- cimiento, y las aguas vivas o estancadas3 (apartado 8.°).
bles, con lo cual en nuestro Derecho esta clasificación, como summa divisio re- Todo lo que esté unido a un inmueble de una manera fija, de suerte que no
rum, agota los elementos patrimoniales». pueda separarse de él sin quebrantamiento de la materia o deterioro del objeto
(apartado 3.0)3b". Y así «los lavabos, inodoros, baíleras, radiadores y tuberías ex-
Las cosas corporales pueden tener una situación fija en un lugar del es- teriores, desde el momento en que de manera fija se inmovilizan por su unión o
pacio, de forma que no sea posible desplazarlas o no lo sea sin detrimento agregación a un inmueble, pierden su naturaleza peculiar y adquieren la conside-
ración jurídica de inmuebles por incorporación, al quedar unidos a un inmueble
de su naturaleza (como, por ejemplo, el suelo o un edificio), o por el con- de manera duradera y precisa» (sentencia de 18 marzo 1961). Y también es in-
trario, pueden ser transportables de un sitio a otro sin menoscabo. En el pri- mueble por incorporación la maquinaria adherida de modo que forme parte inte-
mer caso, serían inmuebles, y muebles, en el segundo. grante de un inmueble (sentencia de 3 enero 1905: véase especialmente el resul-
Ahora bien, la ley ni —como se ha visto— restringe a las cosas cor- tando 1.0). Y lo es un pozo abierto en el campo y la maquinaria a él incorporada
porales la bipartición en muebles e inmuebles ni adopta para catalogarlas de modo permanente para la extracción de aguas (sentencia de 23 junio 1956). Y
únicamente el criterio teórico indicado. el parquet instalado en una casa, desde que queda adherido al suelo (sentencia 27
Para determinar los que nuestro Derecho positivo estima como bienes noviembre 1978). No lo son, por el contrario, los transportadores para frigoríficos
muebles o inmuebles, hay que acudir, pues, no a un criterio físico, sino a de que trata la sentencia 28 febrero 1977, al no ser su unión al inmueble de ca-
la enumeración que él mismo establece o a diversos criterios jurídicos que rácter permanente. Ni «la maquinaria que, propia del vendedor con facultad de
extracción, está incorporada en la fábrica de la compradora» (sentencia de 20 oc-
—a veces independientemente del físico—bsienta. A base de todo ello, cabe tubre 1977). Ni el parquet acopiado en la obra, pero aún no adherido al suelo
concluir lo siguiente: (sentencia de 27 noviembre 1978). Ni unas estructuras metálicas instaladas en un
a) Son bienes inmuebles: inmueble, pero no unidas a él inseparablemente sin quebrantamiento de la mate-
1.° Por naturaleza o incorporación: el suelo y lo a él incorporado. ria o deterioro del objeto (sent. de 24 marzo 1992).
En concreto, según el art. 334 del C.c.: 2.° Por destino: los bienes, muebles en sí, puestos al servicio de un
Las tierras', edificios, caminos y construcciones de todo género adheridas al
suelo (apartado 1 .°).
inmueble por su propietario4 o, en ciertos casos, asignados a un sitio fijo,
Los árboles y plantas y los frutos pendientes, mientras estuviesen unidos a la aun sin tal relación de servicio.
tierra o formaren parte integrante de un inmueble (apartado 2.0)2. Pero debe de tenerse bien presente que la razón de la inmobilización
del mueble es la puesta al servicio de un inmueble. Lo que quiere decir que
1 Entre los inmuebles por naturaleza o incorporación (es decir, entre los que son inmuebles, por-
cuando realmente no se trate de esto, sino de que tanto el inmueble como
que realmente no son movibles: bien inicialmente, bien porque han sido, después, incorporados a una el mueble han sido puestos ambos al servicio de otro fin (y no el mueble
cosa no movible) enumera por lo general nuestra doctrina, además de otros bienes que no importan al servicio del inmueble), cada uno de ambos conserva su naturaleza, aun-
ahora, las tierras y las aguas vivas o estancadas (recogidas, aquéllas, en el apartado 1.0 del art. 334
del C.c., y éstas en el 8.0; y por mí, a continuación en el texto). Por ejemplo, CASTAN, Derecho ci-
que estén ligados por el común servicio a que se destinan.
vil, 1, 2, págs. 536 y 537; ESPIN, Manual, 15, pág. 392. Ahora bien, respecto a unas y otras, merece De todos modos, aun puesto al servicio de un inmueble, no se com-
la pena señalar lo siguiente: prende por qué el mueble se va a convertir en inmueble; lo que de verdad
Como ya he expuesto, la catalogación de los bienes en muebles e inmuebles no se apoya sólo en
la movilidad o no de los mismos. Por eso cuando la ley lo dispone así apoyada en criterio diferente de será es un mueble,que sigue siéndolo, pero que se ha hecho accesorio del
la inmovilidad, pueden ser inmuebles bienes movibles. Pero no sería correcto considerar inmuebles por inmueble.
ser inmovibles (inmuebles por naturaleza o incorporación) bienes que realmente son movibles.
Advertido esto, conviene indicar que para las tierras o para las aguas, que son concretamente los Con razón dice Picard45': «La clase de inmuebles por destino, que es una
casos que me ocupan ahora, no se puede negar la inmovilidad de aquéllas como suelo o terreno, ni és-
tas como caudal (aunque el agua concreta corra continuamente y así cambie) o masa. Pero son movi- fuente de dificultades constantes, cabe que sea la creación más inútil del Dere-
bles como tierra o como líquido (tan movible es éste que en la corriente se desplaza por sí solo). cho moderno. Bastaría admitir que los accesorios mobiliarios de un fundo, desti-
Piénsese en los camiones de tierra que se transportan para llevar la de buena calidad al sitio donde la nados a su explotación, no pueden ser separados de él sin la voluntad de su pro-
hay de mala, o para relleno o para dar firmeza a un suelo arenoso, etc., sin que haga falta arrancarla
(pues entonces sería, a los efectos de su posible traslado, como si se derribase un edificio, con 'lo que
se convierten en desplazables los materiales porque se arrancan de la unidad indesplazable que forma- 3 Lo que implica que pasan a formar parte integrante del inmueble (sent. de 24 marzo 1992).
ban), sino tomarla de la superficie del suelo donde está amontonada o situada. Véase lo que se dice en la nota anterior 1.
2 Y así es inmueble la cosecha que se vendió, pero aún está unida a la finca, y a esa renta siendo 4 Pero véase la sentencia de 13 noviembre 1923.

de inmueble, le es aplicable cl art. 1.504, y no el 1.505 (sent. de 11 diciembre 1980). " En PLANIOL-RIPERT, Traité pratique de Droit civil francais, 111, Les biens, 2.* ed., 1952, p. 80.

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MANUEL ALBALADETO § 71 MUEBLES E INMUEBLES

pietario, cuando el fundo y los accesorios pertenecen a la misma persona. No ha- y no art. 1.957 y ss. que fijan los para inmuebles) o lo adquiere ex art.
bía necesidad ninguna de desconocer la clasificación natural de cosas muebles e 4644ter(y. la sentencia de 25 febrero 1992), o para donarlo no hace falta
inmuebles...» escritura pública, ni semejantes muebles inmobilizados tienen acceso al
La tal categoría de inmuebles con destino ya no lo acogen los Derechos mo- Registro de la Propiedad, ni para enajenarlos o gravarlos hace falta al
dernos, como el suizo (art. 655), el portugués de 1966 (art. 204), el italiano de menor emancipado que lo consientan sus padres o curador, ni autoriza-
1942 (art. 812), cambiando en ello respecto al antiguo, el peruano de 1984 (art. ción judicial para que lo hagan representando al menor o incapaz sus pa-
885), etc.
dres o tutor, ni la competencia judicial cuando se ejerciten acciones rea-
El espíritu del art. 334 en sus apartados 4.° y ss., espíritu en el que debe de les sobre ellos es la de L.e.c., art. 52, 1.°, sino la del artículo 50,1, ni
tomarse el apartado 5.°, (pues el legislador lo que persigue es la llamada inmovi- pasan de muebles a inmuebles en el artículo 903, 1.0 C.c., ni al inmue-
lización del mueble por estar al servicio del inmueble), exige que el objeto de la ble por destino le alcanza el artículo 1.591, aunque diga que sí la sen-
industria (por ejemplo minera) o de la explotación (por ejemplo agraria) lo sea el tencia de 17 diciembre 1997, la de 21 julio 200 y las que cita apoyan la
propio inmueble, según su naturaleza (pues es una mina o un predio rústico). Por tesis que mantengo.
eso yerra la sentencia de 23 marzo 1946 cuando dice que los aparatos y utensi-
lios destinados a contener y medir gasolina y grasas, muebles por su naturaleza, En concreto, según el art. 334, citado, del C.c., son inmuebles por destino:
son inmuebles por destino por hallarse destinados por el propietario a satisfacer Las estatuas, relieves, pinturas u otros objetos de uso u ornamentación, colo-
las necesidades de la explotación que se establece en el edificio (véanse también cados en edificios o heredades por el dueño del inmueble en tal forma que revele
sentencias como las de 19 noviembre 1949,27 febrero 1956). Pues, en efecto, ta- el propósito de unirlos de un modo permanente al fundo (apartado 4.°).
les utensilios sirven al negocio o empresa Je venta de gasolina y grasas, pero no Las máquinas, vasos, instrumentos o utensilios destinados por el propietario
al inmueble en que ésta radica. Y por supuesto que los establecimientos mercan- de la finca a la industria o explotación que se realice en un edificio o heredad, y
tiles no son bienes inmuebles (basta pensar que su hipoteca es hipoteca mobilia- que directamente concurran a satisfacer las necesidades de la explotación misma
ria. Ley Hipotecaria mobiliaria, arts. 19 y ss). (apartado 5.°).
No obstante, es obvio que, no por su destino, sino por incorporación a in- Los viveros de animales, palomares, colmenas, estanques de peces o criade-
mueble, determinados utensilios, artefactos o máquinas que se unan materialmente ros análogos, cuando el propietario los haya colocado o los conserve con el pro-
a aquél, pasan a ser parte integrante del mismo. pósito de mantenerlos unidos a la finca y formando parte de ella de modo per-
No se convierten en muebles por destino los adquiridos por el comprador bajo manente (apartado 6.°).
reserva de dominio y destinados a su explotación mercantil (sentencia de 2 julio Los abonos destinados al cultivo de una heredad, que estén en las tierras donde
1987). hayan de utilizarse (apartado 7.°).
Yerra la sentencia de 23 de diciembre de 1995 cuando considera el mobilia- Los diques y las construcciones que, aun cuando sean flotantes, estén desti-
rio de una casa como inmueble por estar destinado al servicio de ésta (pienso que nados por su objeto y condiciones a permanecer en un punto fijo de un río, lago
así hasta las bombillas, las alfombras y las sillas serían inmuebles) y cuando con- o costa (apartado 9.'9.
sidera también al ganado como inmueble por su destino a la finca de explotación
pecuaria, lo que tampoco es exacto porque realmente no sirve el ganado a la finca
(otra cosa sería que en una finca agrícola haya ganado destinado a su explota- 3.° Por analogía (o sea, por ser inmueble el objeto sobre que recaen):
ción), sino la finca al ganado, o, si se quiere, el ganado y la finca a la explota- las concesiones administrativas de obras públicas y las servidumbres y de-
ción pecuaria, pero como esta explotación no es un bien inmueble, el ganado no más derechos reales sobre bienes inmuebles (artículo 334, apartado 10).
es inmueble por estar destinado a ella. b) Son bienes muebles5:
I.° Por naturaleza: las cosas susceptibles de apropiación no compren-
Por otro lado, como el carácter de inmueble del mueble inmobilizado, didas en la enumeración anterior que se pueden transportar de un punto a
es pura ficción, pienso que, a pesar de todo (y aunque la ley no haga
salvedad alguna), tales bienes se rigen por los preceptos propios de los -h" Lo que se deduce de la sentencia de 23 diciembre 1995.
muebles, cuando el hecho o acto que les afecte, se produzca fuera de la Diferente de «cosa mueble», en sentido técnico jurídico, es el «mueble», en el sentido de cosa
esfera de su relación con el inmueble. Por ejemplo, si el objeto que su que sirve para amueblar. Una silla, por ejemplo, es un mueble y, a la vez, una cosa mueble; un traje
es una cosa mueble, pero no un mueble.
dueño destina permanentemente al servicio del fundo, lo llega a poseer Para delimitar en qué sentido hay que entender el término mueble en los diferentes casos, dicta el
otro, por la razón que sea, en concepto de dueño, lo usucape por el trans- Código ciertas reglas: arts, 346 y 347. Sobre que en el caso de éste, al hablar de muebles, van inclui-
curso del plazo que la ley fija para usucapir muebles (así, C.c., art. 1.955, das las alhajas, véase la sentencia de 2 octubre 1975.

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MANUEL ALBALADE.J0 71 MUEBLES E INMUEBLES

otro sin menoscabo de la cosa inmueble a que estuvieren unidas (argumento En cuanto que no estando comprendidos en la enumeración legal de inmeu-
C.c., art. 335). bles, se reputan muebles (art. 335).
La sentencia de 3 mayo 1975, considerando 1.°, conceptúa bien mueble el im-
Y así son muebles los minerales separados de su yacimiento (sentencia de 28 porte de la mano de obra invertida en una construcción.
enero 1915) y las escombreras y escoriales depositados en la superficie de un finca
(sentencia de 18 febrero 1970). Lo que se sigue a contrario del art. 334, S.°. Tam- En concreto, el art. 336 señala: Las rentas o pensiones, sean vitalicias o
bién es mueble la construcción de madera no adherida definitivamente al suelo, y hereditarias, afectas a una persona o familia, siempre que no graven con caiga
retirable (sentencia de 3 abril 1975). real una cosa inmueble, los oficios enajenados, los contratos sobre servicios
públicos y las cédulas y títulos representativos de préstamos hipotecarios.
2.° Por analogía:
En primer lugar, las cosas no corporales (bienes inmateriales o pro- Especificando o aclarando posibles dudas sobre los bienes catalogables como
ductos del espíritu) y las jurídicamente corporales que, como la electrici- muebles, bien según su naturaleza, bien por analogía o por exclusión, cabe señalar:
dad6, físicamente carecen de un cuerpo material, propiamente dichol. Es mueble una concesión de suministro de gasolina (sentencia de 23 marzo
1946) y lo serán también las cosas no incorporadas o no adheridas a un inmue-
Es indudable que los llamados bienes 1NMATERIALES (así la propiedad intelec- ble, de forma que puedan separarse de éste sin deterioro, como un quiosco y cris-
tual y la industrial), cuyo objeto carece de entidad corporal, no son muebles en talera para la venta de dulces y bollos establecido en el portal de una finca (sen-
el sentido puramente material en el que se dividen en muebles c inmuebles los tencia de 5 junio 1975), y como unos cierres laterales puestos a una galería y un
bienes corporales. Hasta aquí, de acuerdo. Mora bien, según he dicho, la bipar- tejado de uralita, pero todo sobre bastidores o marco de madera, sujetado por lis-
tición muebles-inmuebles —a pesar de lo impropio de la terminología—, real- tones y tornillos, pero no empotrado o incorporado al inmueble de forma per-
mente alcanza, no sólo a las cosas corporales, sino a todos los derechos, aunque manente por obra de albañilería o fábrica (sentencia de 14 marzo 1963, y véanse
carezcan de un objeto material. Por ello, en nuestra ley, cualquiera que sea el de- también otras, como las de 5 mayo 1960, 27 octubre 1961 y otras muchas, dic-
recho de que se trate, ha de ser catalogado entre los muebles o entre los inmue- tadas con motivo de realización de obras en inmuebles arrendados bajo el régi-
bles. Y ésta es la razón de este primer grupo que estoy estudiando de la catego- men de la L.A.U.).
ría de muebles POR ANALOGÍA. Es decir, dentro de él se engloban los objetos de Igualmente son muebles los títulos-valores (la ley, como se visto, cita expre-
derecho constituidos por cosas NO CORPORALES. samente las cédulas y títulos representativos de préstamos hipotecarios) y así lo
Presupuesto lo anterior, es evidente que como las obras del espíritu (creacio- reconoce la jurisprudencia (por ejemplo, sentencia de 29 octubre 1912, resolución
nes literarias, inventos, etc., que son objeto de las llamadas propiedad intelectual de 2 marzo 1965), aunque algún fallo, como la sentencia de 3 octubre 1913 baya
e industrial) son cosas no corporales, caen dentro del grupo de muebles por ana- dicho erróneamente que no lo son los títulos de la Deuda pública, apoyándose en
logía. Por ello no cabe negarles —como hacen algunas sentencias: así, las de 19 los arts. 335 y 336, que no los recogen (ciertamente no aluden a ellos en con-
febrero 1970, 1 junio 1971 y 20 mayo 1975, entre las más recientes— el carác- creto, pero sin duda que los comprenden. Por otro lado, la sentencia en cuestión,
ter de muebles (en el sentido dicho) aduciendo que forman una categoría aparte, lo que realmente perseguía era eliminarlos, porque no son muebles en el sentido
la de «bienes inmateriales». Y ya la antigua R.O. de 25 de abril de 1894 reputó de cosa que sirve para «amueblar». Lo cual es cierto, y lo dicen los arts. 346 y
cosa mueble la propiedad intelectual, y lo mismo el art. 30 de la ley de 16 de 347, en los que realmente se apoyó tal sentencia para excluirlos de un legado de
mayo de 1902. Es además susceptible de hipoteca mobiliaria (Ley de Hipoteca muebles. Y con eso bastaba para fundamentar su fallo. Pero quiso reforzar su ar-
mobiliaria, arts. 45 y ss). gumentación, equivocadamente, con la consideración de que tampoco eran mue-
bles a tenor de los artículos 335 y 336).
En segundo lugar, los derechos reales sobre cosas muebles (argumento Por último, queda claro que son muebles (con independencia de que esté o
art. 334, 10). no reconocido por legislación o jurisprudencia anteriores) las cosas susceptibles
3.° Por exclusión: en principio, los demás derechos patrimoniales (por de hipoteca mobiliaria o de prenda sin desplazamiento de la posesión (Ley de Hi-
poteca mobiliaria y prenda sin desplazamiento de 16 diciembre 1954), como los
ejemplo, de crédito) que no sean reales sobre cosas inmuebles. establecimientos mercantiles y la propiedad intelectual o industrial (aunque, erró-
neamente, lo negó para aquéllos la sentencia de 18 abril 1952).
6 Véase CANDIL, La electricidad como objeto de Derecho, en R.D.P., 1925, págs. 177 y as., en
particular, la pág. 187. Sobre el tema, también FUENTES, Naturaleza físico jurídica de la electricidad,
en 1934, págs. 833 y ss. 2. Importancia de la distinción.—La importancia de la distinción en-
/ Unas y otras son muebles en cuanto que, según el art. 335, se reputan como tales todas las sus- tre bienes muebles e inmuebles, está en que respecto a muchas cuestiones
ceptibles de apropiación no enumeradas por la ley entre las inmuebles. se aplican a unos normas diferentes que a los otros.
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MANUEL ALBALADEJO
§ 71 MUEBLES E INMUEBLES
Así, en cuanto a: la capacidad o complemento de la misma, exigidos para dis-
poner de ellos (por ejemplo, cfr. C.c., art. 323; aunque para disponer de ciertos dustrial o de casa-habitación, la edificación y la situación en la ciudad. 2.°
muebles, se pidan iguales que para disponer de inmuebles), las solemnidades de Concurriendo en una misma finca caracteres contradictorios, se decide a base
los actos y contratos relativos a los mismos (por ejemplo, cfr. C. civil, arta. 632, del principal.
633, 1.667, etc.), el tiempo y demás requisitos precisos para adquirirlos por usu-
capión (por ejemplo, C.c., arts. 464, 1.955, 1.957, 1.959, etc.), la resolubilidad au- A veces, como en el caso de la sentencia de 19 octubre 1981, no teniendo
tomática o no, por falta de pago, de la venta de unos u otros (por ejemplo, arts. establecido un destino la finca en cuestión (un estanque con la maquinaria nece-
1.504 y 1.505), etc. saria para proporcionar agua, lo que cabría calificar de explotación hidráulica) su
adscripción a rústica o urbana es problemática; lo que no ocurriría si estuviese
Aparte de lo dicho, a ciertos de los bienes considerados jurídicamente adscrita a un fin determinado.
inmuebles en principio, pero que son físicamente muebles, se les aplican, Cabe pensar si sería mejor reconocer la existencia de un tertiwn genus de
en determinados supuestos, las reglas de éstos; así como a los bienes con- fincas.
siderados jurídicamente muebles en principio, se les aplican en algunas hi- Pero esto sólo tendría utilidad si a la que sea en cada caso, no le fuesen apli-
pótesis —por disposición de la ley o por voluntad de su titular-- las reglas cables ni los preceptos para rústicas ni los para urbanas. Lo que —al menos en
dictadas por los inmuebles. general— no es el caso de nuestro Derecho, en el que la finca, debiendo ser so-
metida a una u otra legislación, sería rústica o urbana a efectos legales, aunque
no lo fuese —diríamos— por naturaleza. Con lo que el tal tertium genus carece-
Así cuando al buque, que es mueble (C. de Comercio, art. 585), se le consi- ría de interés jurídicamente hablando.
dera inmueble al solo efecto de poder ser objeto de hipoteca (Ley de hipoteca na-
val de 21 agosto 1893, art. 1, 2.°). Lo que ya se comprende que no es ni más ni
menos que un caso de hipoteca mobiliaria). La distinción es .de suma importancia, pues apareja la aplicación de
preceptos distintos (si se arrienda una finca urbana, se aplica cuando pro-
3. Fincas rústicas y urbanas.—A ciertos bienes inmuebles por natu- ceda la Ley de Arrendamientos urbanos, y si es rústica, la de Arrenda-
raleza o incorporación, se les llama fincas. Estas son cosas constituidas por mientos rústicos; si se vende una finca rústica, se concede —cuando pro-
un trozo de terreno 1° edificado o no, incluso sólo por una parte de un edi- ceda— al propietario de la vecina el retracto llamado de colindantes: C.c.,
ficio (un piso). art. 1.523; etc.).
Las fincas se dividen en rústicas y urbanas. Estos criterios para distinguir las fincas rústicas de las urbanas, han sido
El criterio distintivo no lo fija la ley, pero, a tenor de la opinión más recogidos por una jurisprudencia muy abundante, de la que, a continuación,
extendida", hay que tener en cuenta: la situación (encontrarse en la ciudad citaré los fallos. Pero antes interesa destacar que también la jurisprudencia
o en el campo), la construcción (estar o no edificada), el destino (dedicarse tiene señalado que el carácter rústico o urbano alcanza a la finca en su to-
a casa-habitación o a industria o comercio, o, por el contrario, a explota- talidad. De forma que aun habiendo parte aisladamente urbana y parte ais-
ción agrícola, forestal pecuaria o cinegética) y la accesoriedad (en una finca ladamente rústica, hay que englobar la finca, por el todo, en un grupo o en
cuyo fin fundamental es el cultivo, hay parte destinada a vivienda para dar el otro.
albergue a quienes se ocupan de aquél; o, por el contrario, un chalet dedi-
cado a vivienda tiene una zona de jardín para recreo). Así, más específicamente, además de otras de las que cito más adelante, que
también aplican ese criterio, sentencias de 29 noviembre 1951 (Sala social), 14
Juzgando en conjunto se puede adscribir la fmca al grupo de las rústi- noviembre 1956, 24 junio 1958 (Sala social), sentencias que son apoyo a la vez
cas o de las urbanas, partiendo de la base de que: 1.° En pro de lo rústico de que el carácter de la finca debe de ser juzgado unitariamente, y de que el cri-
militan la situación en el campo, la no edificación y el destino agrícola, pe- terio para decidir es el de cuál sea la parte preponderante.
cuario, forestal o cinegético; y en pro de lo urbano el destino comercial, in- Por lo que atañe a la jurisprudencia que recoge los criterios distintivos entre
finca rústica y urbana, siendo tan abundante, omito las sentencias más antiguas
(pero conviene señalar que, de las que cito, unas, simplemente aplican tales cri-
'° Según lo dicho, supra, núm. 1, sub 3.°. terios, y otras, además, exponen cuáles son), y así menciono las de: 8 mayo 1944,
U Construida por la doctrina a base de decisiones de la jurisprudencia y de textos legales dictados 6 noviembre y 11 diciembre 1947, 10 junio 1954, 9 diciembre 1955 (Sala social),
•con otros fines.
En particular sobre el tema, ROCA SASTRE, Derecho hipotecario, 116, págs. 415 y as. V. CUTI- 21 abril y 26 junio 1956, 14 mayo 1958 (Sala social), 24 junio 1958 (Sala so-
LLA, Reflexiones sobre el concepto de finca rústica, en La Ley, 1986/1, pág. 1212. cial), 29 noviembre 1958, 17 diciembre 1958, 7 noviembre 1959, 19 diciembre
1959, 15 noviembre 1961, 20 enero 1962, 27 febrero 1962 (Sala sexta), 4 octu-
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MANUEL ALBALADEJO § 71 MUEBLES E INMUEBLES

bre 1963, 25 marzo 1966, 15 abril 1971, 20 noviembre 1974, 4 noviembre y 26 que, por las razones expuestas más arriba, considero equivocadas). También hay
diciembre 1977, 14 octubre 1978, 8 abril 1980 (al destino urbano, para el que, sentencias que, como la de 18 enero 1974, señalan la cuestión pero no toman par-
aun sin haber sido ya aplicada a él, fue comprada por el adquirente la hasta en- tido, o, como las de 28 octubre 1976 (Sala sexta) y 9 abril 1984, que si bien es-
tonces finca rústica), 19 octubre 1981, 29 octubre 1985, 14 noviembre 1991, 9 timan no rústica (sin decir que es a los solos efectos de la legislación de arren-
mayo 1996. damientos rústicos) a la finca que duplica el valor de las de su tipo (con lo que
De ellas algunas ponen de relieve que debe de usarse, y efectivamente usan, podría pensarse que se la considera no rústica a todos los efectos), sin embargo,
el auxilio que la legislación de arrendamientos rústicos presta para discriminar en- es porque hablan con vistas sólo a denegar el retracto que la L.A.R. concede al
tre lo urbano y lo rústico. Lo cual es cierto, así como que debe utilizarse cual- arrendatario de finca rústica, o como la de 4 noviembre 1977, que estimó no rús-
quier apoyo que presten otras posibles disposiciones, del tipo que sean, como, por tica, para denegar el retracto de colindantes (C.c., art. 1.523), a una finca sin ba-
ejemplo, la L.A.U. o la Ley del Suelo. Ahora bien, eso es una cosa, y otra muy sarse como criterio determinante en el de la L.A.R.
distinta es que deba aceptarse que es finca urbana toda la que queda excluida de Tocado ya ese punto de que la legislación de arrendamientos rústicos, como
la legislación de arrendamientos rústicos. Esto no es admisible por la sencilla ra- otra legislación cualquiera, puede servir de apoyo para discriminar entre lo rús-
zón de que el concepto de finca rústica de dicha legislación sólo lo es a efecto tico y lo urbano, pero que no es admisible que el fundamento de la división de
de los arrendamientos que la misma regula (L.A.R., art. 1, y v. los ss.). En otras las fincas en rústicas y urbanas se establezca en que la finca quede incluida en o
palabras, realmente las fincas son o no rústicas, según un criterio que se podría excluida de la legislación de arrendamientos rústicos, conviene ahora referirse a
llamar natural (en cuya búsqueda cabe manejar argumentos que sean extralbles de otro criterio que se ha sostenido para dividir las fincas en rústicas y urbanas. Se
la legislación de arrendamientos rústicos), que es el que vale, en principio, para trata del criterio de la Ley del Suelo. Ahora bien, por mi parte creo que tampoco
el Derecho civil. Ahora bien, ciertas fincas, aun siendo rústicas, según este crite- puede, como propugnan algunos autores'3, resolverse la cuestión de distinguir en-
rio, la ley de arrendamientos rústicos (porPlazones que no procede examinar aquí), tre finca rústica y urbana, por la simple aplicación de la ley de 13 de mayo de
las excluye de su ámbito, y entonces se dice que NO SON RUSTICAS a efectos de 1956, llamada Ley del Suelo, cuyo texto vigente es el de 13 de abril de 1998, y
dicha legislación de arrendamientos, cuando realmente lo exacto es decir que A lo no derogado del Texto refundido de 26 de junio de 1992, de modo que fuesen
PESAR DE SER RUSTICAS quedan fiera de ella. Pues bien, tales fincas deben de ser, fincas urbanas las que constituyen para tal ley suelo urbano o urbanizable, y fin-
a los efectos de ahora, y en general para todos, salvo para los de la legislación cas rústicas las que se hallan en suelo no urbanizable. Dicha ley creo que sirve
de arrendamientos rústicos, consideradas rústicas'2, y así, por ejemplo, para ver si para establecer la distinción entre lo urbano y lo rústico sólo a los fines de or-
procede o no el retracto de colindantes (art. 1.523, Código civil) o a qué sucesor denación urbana propios de ella, si bien ayuda a distinguir fincas rústicas y ur-
debe de ir cierta finca cuando el testador legó —pongo por caso— a uno las rús- banas, pero no por si sola la ley y sin más, porque, por ejemplo, ¿es que va a
ticas y a otro las urbanas. Sin embargo, lo cierto es que la jurisprudencia no siem- considerarse como urbana a cualesquiera efectos civiles una tierra actualmente de
pre ha visto claro en este tema. Así que unas veces —acertadamente en mi opi- cultivo, pero constitutiva para la Ley del Suelo de suelo urbanizable? Realmente,
nión— estimó que hay fincas que son rústicas, a pesar de que, desde el punto de por otro lado, la jurisprudencia (como se ha visto) no sigue tal criterio para dis-
vista de la legislación de arrendamientos rústicos, no se las considere como tales tinguir las fincas rústicas de las urbanas".
(así sentencias de 29 noviembre y 17 diciembre 1958, 27 febrero 1962, 31 enero
1963 Sala sexta y 15 abril 1971; ver también las de 23 junio y 14 diciembre 1978
y 9 febrero 1984). Y otras consideró que hay que conceptuar como no rústicas a
todos los efectos, incluso a los no puramente arrendaticios, a fincas que, aun de-
dicadas a cultivo agrario, no son estimadas como rústicas por la legislación de
arrendamientos rústicos (así sentencias de 31 mayo 1959, 4 marzo 1960, 12 fe-
brero 1972, 17 noviembre 1979, y cfr. también la de 23 junio 1976, sentencias

12 Se trataba básicamente del art. 2, núm. 2, ap. 3.°, párrafo 1.° del antiguo Reglamento de arren-

damientos rústicos, que decía que no tendrían el carácter de finca rústica (no se olvide que ese mismo
artículo establecía que lo que disponía era a los efectos de este reglamento; luego, no a otros): «Las FERNANDEZ-BOADO y LUNA SERRANO, Aspectos agrarios de la Ley del Suelo, en el vo-
tierras, dentro o fuera de las zonas y planes de ensanche de las poblaciones, cuando por su proximidad lumen «Coloquios sobre problemas de la Ley del Suelo», 1965, págs. 64 y ss. En contra, CANO TE-
a éstas, a estaciones ferroviarias, carreteras, puertos y playas, tengan un valor en venta que duplique, LLO, El concepto de finca agraria, dentro de la clasificación de los bienes inmuebles por naturaleza,
por lo menos, el precio normal que en el mercado inmobiliario corresponda a las de su misma calidad en el Derecho español, en A.D.C., 1969, pág. 539.
y cultivo». Lo que quiere decir que, según este texto, no era rústica a efectos del arrendamiento rús- " Así la sentencia de 18 abril 1997 dice que aunque un suelo sea por ley no urbanizable, no por
tico, la finca que aunque fuese rústica y se dedicase efectivamente al cultivo agrario, valiese —por las eso sólo ha de considerarse rústico, lo que no puede estimarse tanto por su colindancia con el suelo ur-
razones que se señalaban— más del doble que las de su tipo. Hoy a igual conclusión se llega sobre los bano, como por no haber estado desde hace mucho tiempo destinado a la explotación agrícola. Pero vé-
arts. 1 y 7 de la nueva LAR. ase la sent. de 20 noviembre 1974.

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MANUEL ALBALADEIO
§ 72 COSAS DIVISIBLES E INDIVISIBLES

§ 72
Es indivisible la cosa lo mismo si la ley prohibe la división, que si su
COSAS DIVISIBLES E INDIVISIBLES* separación en partes la destruye como tal cosa3 o la convierte en varias de
diferente naturaleza que el todo (un automóvil puede descomponerse en me-
SUMARIO: 1. Cosas divisibles e indivisibles. das, motor, carrocería, etc., o un caballo vivo hacerse trozos, pero entonces
cesa de haber automóvil o caballo, para exitir piezas de aquél o pedazos de
1. Cosas divisibles e indivisibles.-Jurídicamente se califica a una cosa carne de éste), que si, aun conservando tal naturaleza, el valor de las di-
de divisible cuando no disponiendo la ley que la división está prohibida', si versas partes sumado, es sensiblemente inferior al que tenían reunidas (por
fuese fraccionada en partes, éstas serían otras cosas (menores, pero com- ejemplo, un brillante es indivisible porque entero tiene un valor superior al
pletas en si) de igual especie que el todo y de un valor sensiblemente pro- que alcanzaría la suma de los de sus fragmentos), que si dividida resulta
porcional al de éste. Por ejemplo, una pieza de tela, una partida de trigo, inservible para el uso a que se destina (C.c., art 400, 1.°, al final).
y, en ciertos casos, una finca rústica o urbana.
En el caso de poder dividirse de hecho, sin destrucción ni resultar inservible ni
Pues las fincas, aun tratándose de casos en que la ley permita su división, perder valor sensiblemente, si la división no obstante la prohibe la ley, se aplica la
puede ocurrir que, según las circunstancias, de dividirse, se inutilicen para su indivisibilidad de jurídica (en sentido estricto), y si es indivisible por aquellas causas,
fin (por ejemplo, una plaza de aparcamiento en la que, dividida, no quepa un la indivisibilidad se denomina de hecho. La sent. de 3 abril 1995 yerra al respecto.
coche), o se produzca un daño importante: así una rústica que en sus diversas Aunque el art. 1.062 del C.c. hable literalmente de cosa «indivisible o que
partes tiene producciones y necesidades flij ue se complementan (caso de la sen- desmerezca mucho por su división», su espíritu no es sino el de que también en
tencia de 17 marzo 1921, aunque la regla general cuando se trata de una ex- este caso del mucho desmerecimiento es jurídicamente indivisible, aunque no lo
tensión de terreno de carácter rústico, es su divisibilidad, pues como dice la sen- sea desde un puntó de vista material o la división no destruya totalmente el va-
tencia de 30 marzo 1957, en principio, es susceptible de división), o un solar lor de la cosa.
que dividido dejaría, por su pequeñez, notablemente restringidas las posibilida- La sentencia de 31 enero 1984 (ver también las de 13 julio 1981, 9 febrero
1983, 7 marzo 1985, 10 noviembre 1995 y 30 julio 1999) viene a confirmar este
des de construcción (véanse, por ejemplo, sentencias de 12 diciembre 1949, 24
criterio, y además señala que para que se estime indivisible jurídicamente tiene
junio 1966, 12 febrero 1972 y 11 junio 1976 y 30 noviembre 1979, por un lado,
y por otro, las de 28 abril 1955 y 27 febrero 1970, en que, respectivamente, se que desmerecer mucho, como dice el artículo, «lo cual significa tanto como que
por esa división haya de sufrir grave quebranto y demérito» (también las de 26
denegó y aceptó la divisibilidad)2. La divisibilidad, como se desprende de esa abril 1963 y 30 julio 1999); así que es divisible «aun cuando desmerezca algo»
jurisprudencia, y tienen dicho, además, otras muchas sentencias (véanse, por ejem- al dividirla (véanse, asimismo, otras más antiguas, como las de 28 diciembre 1928,
plo, las de 28 noviembre 1957, 15 febrero 1966, 10 febrero 1973, 8 febrero 30 mayo 1933, 28 noviembre 1957, etc.).
1974, 27 febrero 1979, 9 febrero y 6 junio 1983, 17 abril 1986, 21 marzo 1988, Análogamente al caso del art. 1.062, en el del 401, 1.°, al final hay que en-
28 noviembre 1992, 25 enero 1993, 3 abril, 10 y 29 noviembre 1995, 25 marzo tender que la cosa materialmente divisible, es indivisible jurídicamente si dividida
y 13 julio 1996, 2 julio 1998, 22 marzo, 14 diciembre 1999 y las en ellas ci- resulta inservible para el uso a que se destina. Posteriormente véanse las senten-
tadas), es cuestión de hecho sometida al criterio del Tribunal de instancia que cias de 3 marzo 1976, 27 febrero 1979 y 30 julio 1999.
sólo puede ser atacada en casación cuando éste haya infringido los preceptos
aplicables al apreciar las pruebas. La divisibilidad o indivisibilidad hay que juzgarla tal cual sea y esté la
cosa de que se trate al tiempo de apreciar si reúne el uno o el otro carác-
* BIANCHI, I principi nel Diritto civile italiana, 1881, y La divisibilita e ter. Con omisión, pues, lo mismo de cómo haya sido antes, que de que me-
la indivisibilita delle cose corporali, en Arch. giun, 79 (1882), págs. 32 y ss.; EISELE, Civilistis-
che Kleinigkeiten, en J.J., 31 (1892), págs. 360 y ss.; GAUDEMET, Etudes juridiques de
diante modificaciones, aunque sean pequeñas y poco costosas, pueda alte-
sion en Droit roinain, 1934; STEINLECHNER, Revision der Lehre von Teilbarkeit und Unteilbar- rarse su actual modo de ser.
keit, 1876.
' Por ejemplo, como lo está si se trata de una unidad mínima de cultivo (Ley de Reforma y De- En tal sentido se ha pronunciado expresamente la sentencia de 10 febrero 1973
sarrollo Agrario, art. 44), o de un piso que, de dividirse, sus partes no fueran susceptibles de aprove- al declarar que una cosa no es divisible por el hecho de que «con poco gasto
chamiento independiente por tener cada una salida propia a un elemento común del edificio 0,2 la vía
pública (cfr. Código civil, arts. 396, 1.°, y 401, 2.°).
2 Otros fallos que pueden consultarse para ver el juicio del T.S. sobre la divisibilidad o no en el
caso son, por ejemplo, los de 18 enero 1968, 7 marzo 1969, 3 marzo 1973, 13 julio 1981, 7 marzo y 3 Aun las cosas divisibles pueden ser objeto de una división material que equivalga jurídicamente
27 junio 1985, 17 octubre 1987, 3 abril 1995, 21 noviembre 1996, 2 julio 1998. a destrucción. Por ejemplo, la pieza de tela que se fracciona en trozos de tan pequeño tamaño que queda
inutilizada.

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MANUEL ALBALADEJO § 73 LAS COSAS Y LAS RELACIONES DE CONEXION DE SUS PARTES

y obra se la acople para la divisibilidad», si en su estado actual no cabe fraccio- que formen una unidad superior constitutiva de otra cosa (en sentido jurí-
narla sin que resulte inservible para el. uso a que se destina. Las sentencias de 3 dico); pues incluso cuando antes de formar el todo, existían como cosas con
abril 1995, 21 noviembre 1996 y 30 julio 1999 dicen que no es divisible si genera individualidad propia, ésta ha desaparecido por completo (por ejemplo, los
«un gasto considerable». Lo que haría pensar que excluye la divisibilidad tanto el
«gasto considerable» para adaptarla a ser dividida como el «gasto considerable» ladrillos se han hecho casa, los trozos de metal, lingote).
mayor de mantenerla dividida en vez de unida. Ver también las de 9 febrero 1983,
30 junio 1993, 12 marzo y 13 julio 1996 y 2 julio 1998 con consideraciones sobre 3. Cosas compuestas.—Cosa compuesta es aquella que tiene una uni-
exclusión o no de la divisibilidad si el fraccionamiento en partes acarrea ciertas di- dad, pero en la que son distinguibles distintas piezas que las integran, que,
ficultades y necesidad de gastos para acoplar a la división o ulteriores desembolsos antes y fuera del todo que forman, tenían su propia individualidad. Por ejem-
en las cosas resultantes. Las sentencias de 11 mayo y 30 julio 1999 hablan de que plo, un automóvil (formado por ruedas, carrocería, motor, etc.), un edificio
la cosa es indivisible si ello ocasionara gastos considerables (cita otras). (en el que, además de la obra, hay puertas, ventanas, etc.).
La divisibilidad o indivisibilidad, no procediendo de criterios puramente 4. Partes integrantes.—La cosa compuesta está formada por als lla-
materiales de descomposición en piezas diversas, no guarda relación con el madas partes integrantes (los árboles lo son de la finca forestal, C.c., art.
hecho de que la cosa sea simple o compuesta. Así, según hemos visto, es 334, 1.°, 2.° y 3.°; las puertas de una casa lo son de ésta, etc.), que se ha-
indivisible un automóvil (cosa compuesta) y divisible una extensión de te- llan unidas entre sí.
rreno (cosa simple). De cualquier modo la locución «parte integrante» es usada entre noso-
La división puede realizarse de unallforma material (la pieza de tela se tros sin excesivo rigor, para referirse en general, y con distintas variantes,
corta en dos) o puramente ideal (la finca rústica de cien hectáreas se parte a aquello que de algún modo forma parte o corresponde a una cosa o está
por una línea imaginaria en dos de cincuenta). unido a ella. Lo que se debe a que, como dice la resolución de 19 no-
viembre 1943, «en la legislación patria no existe un concepto técnicamente
Si la cosa es indivisible y pertenece a varios, cabe enajenada y repartir el elaborado de las partes integrantes».
precio; entonces se divide, no la cosa, sino su valor (cfr. artículo 404), y si no
puede ser enajenada, habrá que adjudicarla a un condueño y establecer compen- Así la sentencia de 14 marzo 1896 dijo (siguiendo al art. 334, 2.°) que son parte
sación para los otros (sentencia de 27 octubre 1995, y ver también la de 21 no- integrante del inmueble los frutos pendientes. La resolución de 15 junio 1929, que
viembre 1996).
los objetos muebles incorporados a un inmueble entran en la categoría de partes
inegrantes de éste, si no pueden separarse sin quebrantamiento de la materia o de-
§ 73 terioro del objeto. La de 23 marzo 1946, que son parte integrante de un inmueble
los aparatos y utensilios destinados a satisfacer las necesidades de la explotación
LAS COSAS Y LAS RELACIONES DE CONEX1ON DE SUS PARTES que se halla establecida en aquél. La de 9 julio 1958 piensa (aunque realmente no
O DE COSAS ENTRE SI sienta afirmación categórica) que el patio de una edificación es parte integrante de
la finca. Y la de 17 febrero 1965, que las aguas lo son de la finca a la que van
SUMARIO: 1. Idea general.-2. Cosas simples.-3. Cosas compuestas.-4. Partes in- destinadas. También se refiere a las partes integrantes la de 17 junio 1971.
tegrantes.-5. Pertenecientes.-6. Cosas accesorias.-7. Universalidades de cosas.
5. Pertenencias*.—Distinta de la parte integrante es la pertenencia
1. Idea general—Dentro de la unidad que la cosa es —y que, conviene te- de una cosa. La pertenencia es otra cosa que conservando por completo
nerlo presente, se juzga con arreglo a un criterio económico social— se deben
analizar una serie de puntos para ver cuándo se está ante una cosa simple, cuando
ante una compuesta o cuante ante varias que tienen entre sí cierta conexión. * ANDREOLI, Le periinenze, 1936; BALLARIN, Partes, pertenencias y accesorios, en Temis,
1957, núm. 2, págs. 149 y SS.; CARROZZA, Sta procedimento di destinazione pertinenziale, en R.D.
2. Cosas simples.—Cosa simple es aquella que tiene unidad natural Agrario, 1967, oct.-dbre., págs. 767 y ss.; CLAVERIA. Las pertenencias en el Derecho privado espa-
ñol, en A.D.C., 1976; CONTURSI LISI, Le pertinenze, 1952; HOLTÓFER, Sachteil und Suchzuhehdr
(un caballo, por ejemplo) o artificial (un abrigo, un lingote de metal, por in rtimischen asid gemeinen Recht, 1972; KOHLER, Zur Lehre von den Pertinenzen, en J.J., tomo 26,
ejemplo), de manera que, aunque quepa distinguir en ella sectores (la ca- 1887, págs. 1 y ss.; PUGLIATTI, Inmobili e pertinenze nel progetto secondo libro del C.c., en Riv- Dir.
beza o el cuerpo del caballo, las solapas o las mangas del abrigo), éstos no agrario, XVIII, 1939, págs. 33 y as.; SIEBERT, Zubehbr des Unternehmens asid Zubehür des Grands-
tala, en Fratschrift Gieseke, 1958, págs. 59 y ss.; RASI, In tema di pertinenze, en Riv. Trim. Dir, e
constituyen, desde el punto de vista del tráfico, cosas (en sentido vulgar) proc, civ„ 1953, pág. 809 y ss., y Le pertinenze e le cose accesorie, 1954.

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MANUEL ALBALADEJO § 73 LAS COSAS Y LAS RELACIONES DE CONEX1ON DE SUS PARTES

su separación e individualidad, se halla puesta de modo permanente al ser- En cuanto a las pertenencias, se les puede calificar, ciertamente, de co-
vicio de una principal, por disposición de (en principio) su propietario, de sas accesorias3, pero su accesoriedad es distinta de la que aquellas cosas
forma que entre ambas se establece un vínculo objetivo. Como las esta- que sirven a la principal, porque a tal fin las utiliza su titular, pero sin es-
tuas, máquinas, instrumentos o utensilios colocados en edificios por su tar ligadas a ésta por un vínculo objetivo. Por ejemplo, para almacenar una
dueño, de tal forma que se revele el propósito de éste de unirlos a aquél mercancía el dueño emplea envases, o para montar un caballo usa una si-
de modo estable (cfr. C.c., art. 334, 4.°, S.°, 6.° y 7.°). En la generalidad. lla, pero sin estar destinados aquéllos o ésta al servicio permanente de la
de los casos la pertenencia sigue el destino de la cosa principal (cfr. L.H., cosa envasada o del caballo montado.
art. 111, 1.°, Ley de hipoteca mobiliaria y prenda sin desplazamiento, ar- La relación de accesoriedad que se podría llamar subjetiva (por con-
tículo 42). traposición de la objetiva, que surge entre una cosa y sus pertenencias),
puede manifestarse en la forma vista o en otras muchas, y tiene relevancia
para el Derecho particularmente en cuanto que aplicando éste (aunque no
De cualquier modo, la suerte común de ambas no es que sea impuesta al pro- siempre) la máxima acceso rium sequitur principale, los actos de disposición
pietario, sino que precisamente se basa en que éste destinó la pertenencia al ser-
vicio de la cosa principal; así, pues, si lo desea, le bastará desvincularla de ésta,
de una cosa o la transmisión de la misma u otros actos o hechos que de
para que no hayan de seguir igual camino. cualquier manera recaigan sobre ella, se entiende —salvo voluntad contra-
ria de los sujetos que intervengan en ellos— abarcan a sus accesorios (cfr.
por ejemplo, C.c., arts. 883, 1.097, y L. hipoteca mob. y prenda sin despl.,
`. Nuestro Derecho no utiliza la termintlogía de «pertenencias» que, sin art. 39, y entre otras sentencias, la de 28 junio 1975).
embargo, parte de nuestra doctrina y jurisprudencia' si han acogido. No obs-
tante, tal concepto de cosa que se halla puesta al servicio permanente de Según una extendida opinión4 nuestro Código establece unas reglas para de-
otra a la que resulta ligada por un vínculo objetivo, se encuentra recogido terminr, entre dos cosas relacionadas, cuál es la principal y cuál la accesoria. Re-
en el art. 334, 4.° y ss. del C.c. y en la ley 347 de la Comp. navarra, sién- glas que serían: «Se reputa principal, entre dos cosas incorporadas, aquélla a que
dolo los que antes he llarnado2 «inmuebles por destino». Y por supuesto que se ha unido otra por adorno o para su uso o perfección» (art. 376). «Si no puede
también puede haber pertenencias de bienes muebles, cuando una cosa esté determinarse por la regla del artículo anterior cuál de las dos cosas incorporadas
es la principal, se reputará tal al objeto de más valor, y, entre dos de igual valor,
puesta al servicio de otra mueble: así, el marco, del cuadro; el estuche, del el de mayor volumen» (art. 377, 1.1. Deduciendo de ahí la doctrina, que se atiende
objeto que guarda; la funda, del objeto enfundado, etc. en primer término a la existencia dependiente o independiente de las cosas y a su
importancia y finalidad; al valor; y, en último término, al volumen.
6. Cosas accesorias*.—En sentido amplio, por cosa accesoria se en- En mi parecer, tal opinión es errónea (y el error viene provocado por la ter-
minología que usa el Código, que habla de cosa principal y accesoria), pues pre-
tiende la que sirve a otra principal o le es útil auxiliar en el más perfecto supuesto que cosa accesoria es la que sirve a otra, no es posible que se estime
desarrollo de su función, o en general la está subordinada. que, precisamente por el hecho de ser más grande o más valiosa, la más grande
A tenor del art. 376 del C.c., sería cosa accesoria la que sirve para es servida por la más pequeña, o la más valiosa por la menos costosa. Y lo que
adorno, uso o perfección de otra. ocurre realmente es lo siguiente: Como se trata de dos cosas que se unen —y en-
tre las cuales puede no existir relación ninguna de accesoriedad— lo que se ne-
Según una opinión, la categoría de cosas accesorias engloba a las partes in- cesita no es sino fijar un criterio para la atribución del todo formado, al dueño
de una de ellas, y tal criterio es el de la importancia de dichas cosas, llamándose
tegrantes, a las pertenencias y, además, a todas aquéllas que, aun sin ser partes
por la ley —inexactamente— cosa principal a la más importante y accesoria a la
integrantes o pertenencias de otra cosa, están ligadas a ésta por una relación (aun menos (Cfr. arts. 375, 376, 377). Ahora bien, cuando realmente haya una
no permanente) de servicio. cosa principal y otra accesoria, aquélla se considera más importante; pero cuando
En mi opinión, la parte integrante no es otra cosa, sino un elemento de la no es posible fijar la importancia a base de una relación de accesoriedad, hay que
cosa de que se trate. atender al valor, o, en su defecto, al volumen. En conclusión —insisto--, la re-

1 Véase, por ejemplo, las sentencias de 17 junio 1971, 26 diciembre 1986 y 21 julio 2000 y las
3 Al hablar la Comp. navarra, en su ley 347, de «accesorios que se destinan a su [de las fincas]
que cita.
§ 71, número 1, sub 2.°. servicio», se refiere a las pertenencias de inmuebles, o inmuebles por destino.
4 Así ESP1N, Manual, P, pág. 3981 CASTAN, Derecho civil, II, 1, pág. 258.
* GOUBEAUX, La regle de l'accesoire en Droit privé, 19,69.

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MANUEL ALBALADE10 § 74 FRUTOS, GASTOS Y MEJORAS

lación de accesoriedad se fija a base del papel que las cosas desempeñan; y el Ahora bien, esto no impide que en algún caso rijan ciertas reglas especiales
valor o el volumen son cuestiones extrañas a tal relación, aunquft-csirvan, subsi- respecto a las que serían aplicables si se estimase la existencia de una pluralidad
diariamente, para determinar a quién haya de atribuirse el todo que forman al de derechos independientes entre sí sobre cosas no relacionadas unas con otras.
unirse dos cosas que no son la una accesoria de la otra. O, si se quiere, es posible que, excepcionalmente, se apliquen normas que tengan
por base la admisión en ciertos aspectos de un derecho sobre el todo. Por ejem-
7. Universalidades de cosas*.—Junto a las cosas singulares (tanto sim- plo, si sobre un rebaño recae un usufructo, a tenor del art. 499 del Cc. y ley 416
ples como compuestas), están las llamadas cosas complejas o universalida- de la Compilación navarra, el caso se regula de forma distinta de la que corres-
des de cosas. Se trata de las constituidas por una agrupación de cosas sin- pondería si existiesen tantos usufructos como cabezas de ganado independientes
gulares que, aunque distintas entre sí, son designadas unitariamente, y, al unos de otros.
menos en ciertos aspectos, consideradas como una unidad (por ejemplo un De todos modos ese caso de lo que podría llamarse derecho global sobre el
conjunto es excepcional, y en principio no se da fuera de la hipótesis de que el
rebaño, una biblioteca).
derecho sea de usufructo, y de que la casa universal objeto del usufructo sea un
rebaño.
Nuestra ley contempla en diversos casos tales universalidades. Por ejemplo,
C.c., arts. 499, 659, 1.531, 1.532, Ley de hipoteca mobiliaria y prenda sin des-
plazamiento, art. 54, etc. 74
Distínguese por muchos, entre universalidad de hecho (universitas facti) y de
Derecho (universitas iuris). La primera es un conjunto de elementos reunidos por FRUTOS*, GASTOS Y MEJORAS**
agrupación física (un rebaño, por ejempltl; la segunda un conjunto de elementos
que forman una agrupación puramente ideal, basada en un común tratamiento ju- SUMARIO: 1. Concepto de fruto.-2. Clases.-3. Frutos de los derechos.---4. Situa-
rídico que —en algún aspecto— la ley dispone para sus componentes (una he- ciones de los frutos.-5. Gastos y mejoras.
rencia, por ejemplo, aunque este tema es muy inseguro).
1. Concepto de fruto.—Sin entrar en razones de otro tipo, examino aquí el
Creo que, en general, debe negarse que el conjunto constituya realmente concepto y clases de frutos, porque es preciso conocerlos antes de empezar el es-
una cosa aparte de las singulares que lo componen, de forma que, como tal tudio de los actos jurídicos (que pueden tener por objeto las cosas fructíferas o
conjunto, venga a ser un objeto único de derecho, objeto único que estaría los frutos de las cosas) y de las Partes especiales del Derecho civil, ya que han
de ser manejados al realizar dicho estudio.
integrado por los singulares componentes del conjunto, que habrían perdido Las cosas prestan a la persona una utilidad; le proporcionan un beneficio. Ta-
su individualidad aislada. les son, por ejemplo, los que consisten en usar una vivienda (habitarla), servirse
de un vehículo o percibir la cosecha de un fundo.
No hay, pues, una propiedad del rebaño, por ejemplo, sino que se es dueño
de cada uno de los animales que lo forman5
* AFFOLTER, Fruchtrecht, 1911; ALONSO PEREZ, en Comentarios al Código civil y Compila-
ciones forales, dirigidos por Albaladejo, t. V, vol. 1.0, 2.` ed., 1990, pág. 287; CRO1ZAT, La notion de
* BARBERO, Le universalitá patrimonial, 1936; BIONDI, Le dottrinu giuridica della universitas fruits en Droit civil, en Droit cornmercial et en Droil fiscal, 1926; DELGADO ECHEVERRIA, Ad-
nelle fonti rornane, en Jus., 1955, págs. 254 y ss.; BONFANTE, La formazione scolastica della dottrina quisición y restitución de frutos por el poseedor, A.D.C., 1975, pág. 551; DIEZ-PICAZO, Producción
dell'universitas, en Scritti giuridici, I, págs. 307 y ss.; CALVA() TELLES, Das universalidades, 1940; de los bienes y rendimientos económicos, en R.C.D.I., 1978, págs. 465 y ss.; GARCIA CANTERO,
GARY, Les notions d'universalité de fait et de'universalité de dmit, 1932; GOMA, La universitas como Concepto de frutos en el Código civil español, en R.D.N., 1955, julio-diciembre, y ed. separada; GOP-
posible objetivo de derecho, en Est. de D. privado dirigidos por Martínez-Radio, I, 1962, págs. 287 y PERT, Über die Organischen Erzeugnisse, 1869; HE1MBACH, Die Lehre von der Frucht, 1843; LUNA
SS.; HASSE, Über Urriversitates iuris und rerum, en A. f.d.c. P., 5 (1822), págs. I y ss.; LUCCI, La SERRANO, Las mejoras fundiarias rústicas, Temis, 1965, pág. 65; MARTIN RETORTILLO, Cirilo,
dourina delle universitates renun nel Diritto medioevale, en Arch. giur., 1904, págs. 305 y ss.; MI- Notas sobre el concepto de frutos, en R.D.P., 1932, págs. 87 y ss.; y 351 y ss., Los frutos según el
LONE, Le universitate rentm. Studio di Diritto romano, 1894: MUEHLENBRUCH, Über die sogenannte Código civil, en R.D.P., 1934, págs. 318 y ss.; Los frutos en el Derecho español, en RJ.C., 1949, págs.
iuris und facti universitates, en Arch. f.d.c. Praxis, 17 (1834), págs. 331 y s.s.; PINO, Universalitá di 519 y SS.; Clases de frutos en el Código civil, en A.D.C., 1951, págs. 139 y ss.; MONTEL, Frutti, en
mobili e beni composti, en Giur. it., 1949, 1, 1, col. 127; PUGLIATTI, Riflessioni in tema di universi- N.D.I., VI, 1938, págs. 145 y ss.; MOSCO, I fruid nel Diritto positivo, 1947; PETRAZYCKI, Die
ras, en R.T.D.P.C., 1955, págs. 955 y SS.; TENDI, Le universitates rerum, 1906; TORRENTE, In tema Lehre vom Einkommen, 2 vals., 1893-1895; REICHEL, Der Begriff der Frucht ita nimischen Recht
di cose campaste e di universalitá, en Giur. completa Cas. civ., 1948, 3, págs. 1.173 y ss.; WARNKO- und in deutschen B.G.B., en J.J., 42 (1901), págs. 205 y ss.; ROVIRA MOLA, Frutos, en N.F.J„ X,
NIG, Ober den Begrijf und die juristische Wichtigkeit des sogennante universitos rerum, en Arth. f.d.c. 1958. págs. 193 y ss.; VALPUESTA, Frutos, productos y accesiones en el depósito civil, R.D.N., 1982,
Praxis, 1928, págs. 169 y ss. pág. 345.
La sent. de 13 octubre 1987 referente a la empresa, dice que nuestras leyes desconocen el con- ** CARROZA, I miglioromenti dele cose, I, 1965; FAYARD, Les impenses, 1969; ROZES, Les
cepto de empresa como universalidad, por lo que su transmisión originará los diferentes negocios jurí- travaux et constructions da preneur sur le fond loué, 1976; VATTIER, Las mejoras en el arrendamiento
dicos que requieran sus elementos. V. también la de 12 junio 1990. rústico, 1978.

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MANUEL ALBALÁ DEJO § 74 FRUTOS, GASTOS Y MEJORAS

En sentido lato, se dice que la cosa se disfruta cuando se obtiene su utilidad; 2. Clases.—Los frutos son naturales o civiles.
pero, en sentido estricto, por disfrute de la misma hay que entender sólo la ob- 1.0 Fruto natural es el que produce directamente la misma cosa fruc-
tención de los frutos que la cosa produzca.
tífera. Por ejemplo: del árbol, su cosecha; del animal, la lana, leche, estiér-
col, crías, etc.; de la mina, el mineral extraído, del bosque, la tala y demás
Jurídicamente por fruto' se entiende toda cosa que es rendimiento eco- rendimientos.
nómico de otra (cosa-madre) conforme a su destino y sin alteración de su
sustancia. En cuanto a que la tala y demás rendimientos del bosque son frutos del mismo,
se deduce de argumento ex arts. 485, C.c., 282, Comp. catalana, Ley 417 Comp.
Las sentencias de 6 marzo 1965 y 5 marzo 1999 lo definen como «todo be- navarra, ya citados en nota 3, y asimismo la sentencia de 6 marzo 1965. Ver tam-
neficio o rendimiento que, con propia sustantividad, se deriva de la utilización o bién la sentencia de 3 noviembre 1986.
explotación de una cosa». No son frutos o rendimientos de capital las acciones Por lo que toca al mineral extraído de la mina, argumento art. 477 y véase
nuevas suscritas o las ampliaciones de aquél (sent. de 15 junio 1982) ni lo es el lo que se dice en el Derecho de bienes, al tratar del usufructo.
mayor valor que adquiera la cosa (sentencia de 5 marzo 1999). Después de publicado el Código (antes también lo había hecho en sentencias
de 7 mayo 1879 y 27 septiembre 1883), alguna vez el T.S. ha negado que el mi-
El concepto jurídico de fruto no coincide, pues, con el concepto pu- neral extraída de la mina sea fruto (así en el caso de la sentencia de 30 junio
ramente natural de fruto orgánico (según el que sólo serían frutos las pro- 1950, pero la verdad es que lo dijo entonces para excluir la aplicación del art.
ducciones de las cosas, que éstas dan naturalmente por su propio modo 1.501, 2.*, del C.c.), pero otras no (así en la de 21 febrero 1963, en la que, refi-
de ser: como las frutas un árbol o las*crías un animal), sino que —apo- riéndose a un contrato de arrendamiento de mina, dice que el mineral es «fruto
yado en un criterio económico-social-- abarca también a cualesquiera otros natural», por «ficción»). Cfr. asimismo las de 31 mayo 1904 y 8 julio 1915.
También la doctrina ha acogido ya la idea de que el mineral es «fnito»4.
productos que con arreglo a su destino, se obtienen de ellas (por ejemplo,
el mineral que se extrae de la mina, o la madera que regularmente se ob- No debe llevar a engaño la terminología, y hacer creer que sólo son
tiene de la explotación de un bosque tallar) o de hacerlas objeto de una 1.
frutos naturales los que antes hemos llamado orgánicos, pues también lo
relación jurídica (por ejemplo, la renta que produce el arrendamiento de son los calificados de productos.
un edificio). Dentro de los frutos naturales cabe distinguir (pero la distinción —aun-
Según una teoría: Fruto es aquello que la cosa madre da por su aptitud cre-
que establecida por el Código— es inútil y sin alcance práctico alguno) en-
adora, y que, por tanto, deja íntegra la materia de aquélla; los frutos se reprodu- tre: 1.0 Frutos naturales en sentido estricto, que son «las producciones es-
cen (regularmente, por lo general: así, la uva que da la vid, de la que todos los pontáneas de la tierra y las crías y demás productos de los animales» (arts.
años hay cosecha). Mientras que producto es todo lo demás que de una cosa se 354, 1.0 y 355, 1.0). 2.° Frutos industriales que son los «que producen los
obtiene, reprodúzcase o no (así, el mineral de la mina). predios de cualquier especie a beneficio del cultivo o trabajo» (art. 354, 2.°
Ahora bien, nuestro Derecho positivo ni formula un concepto general de pro- y 355, 2.°).
ducto, como figura distinta de la de fruto, ni —aun siendo posible estimar que lo
presuponga— establece una regulación distinta para frutos y productos. El criterio distintivo entre fruto natural e industrial se halla, pues, puramente,
en que los dé la naturaleza espontáneamente o a virtud del trabajo (la encina sil-
Que el expuesto es el concepto de fruto que acoge nuestro Derecho po- vestre de bellotas naturales; la cultivada, bellotas industriales).
sitivo, creo que se deduce de que éste considere fruto todo lo que las co- Cuando para fabricar algo se utiliza una cosa (por ejemplo, una máquina)
sas producen2, y de que el usufructuario —a quien corresponden los frutos como medio de transformar la materia primera, o utilizando una cosa como ins-
de la cosa usufructuada— tiene derecho a productos de ésta que no son fru- trumento de trabajo, se obtiene una ganancia, ni el producto transformado, en aquel
caso, ni la ganancia conseguida, en éste, son frutos ni industriales ni de ninguna
tos en sentido orgánico3. otra clase. No es por proceder de la Industria por lo que se califica de tales a los
frutos industriales. Sin embargo, una curiosa sentencia de 5 enero 1925 lo estimó
1 Sobre el concepto del fruto puede verse GARCIA CANTERO, Concepto de frutos en el C.c. es-
pañol, en R.D.N., 1955, julio-diciembre, y ed. separada.
z C.c., art. 353, rúbrica de la sección 1 del capítulo II del libro II del C.c. —»Del derecho de ac- 4 Así, especialmente MART1N RETORTILLO, Cirilo. Los frutos de las minas, en A.D.C., 1952,
cesión respecto al producto de los bienes»—, y arts. 354 y 355. págs. 1.019 y ss., y DIEZ-PICAZO, Naturaleza jurídica de los minerales, en AD.C., 1945, págs.
3 Cfr. por ejemplo. art. 485 del C.c., arts. 279 y ss. de la Comp. catalana, y ley 417 de la navarra. 355 y ss.

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MANUEL ALBALADETO / 74 FRUTOS, GASTOS Y MEJORAS

así5. Se trataba de una fábrica de hilados de algodón, y el T.S. dijo: «Conside- Considéranse frutos de un derecho los naturales o civiles de una cosa
rando que al decirse en el párrafo segundo del art. 355 de la ley sustantiva que cuando dicho derecho recae sobre la cosa y atribuye a su titular los fru-
son frutos industriales los que producen los predios de cualquiera especie, con esta tos de ésta (por ejemplo, son frutos del derecho de usufructo los de la
frase «cualquiera especie» se generaliza y extiende, indudablemente, el sentido de cosa usufructuada)6. También sometiendo el derecho a una relación jurí-
la palabra predio, no limitándolo a los rústicos o agrícolas y rurales, sino com- dica, se dice que son frutos del mismo los que su titular perciba por tal
prendiendo también a los de cualquiera otra clase, con la expresa condición, ver- razón (por ejemplo, la renta que corresponde al usufructuario que arrienda
dadera diferencia específica, de que sean producidos los frutos a beneficio del cul- a otro su derecho de usufructo si se entiende que ello es posible: Cfr.,
tivo y del trabajo, modo claro y terminante de distinguirlos de los naturales y
civiles, que concretamente se determinan en los párrafos primeros y tercero del C.c., art. 480).
aludido artículo del Código, y si se atiende al valor gramatical y etimológico de En esos casos igualmente cabría haber mantenido que, realmente, se
las palabras, como, según el Diccionario de la Lengua castellana, predio, del la- trata de que al titular de un derecho le correspondan los frutos DE la cosa
tín proedium, es hacienda, tierra o posesión inmueble, y nadie podrá negar que sobre que éste recae; y que, por lo demás, no hay inconveniente en hablar
posesión inmueble es una fábrica, y no cabe duda de que, gramaticalmente, pre- de frutos DEL derecho.
dio es también una fábrica o industria fabril, y los frutos que por el esfuerzo y el
trabajo del hombre en una industria se producen, son industriales, y si a la lógica La construcción que se haga de los derechos sobre derechos afectará a esta
elemental y rudimentaria de las gentes de común sentir se atiende, confirmase tal cuestión.
apreciación, ya que en el sentido vulgar, pero no absurdo, y a las veces, base del
científico, cuanto de la industria nace, industrial es, y si nos atenemos al sentido Ahora bien, en los casos en que el derecho fructífero no recae sobre
jurídico, relacionando el precitado art. 355 con el 334 del repetido Código, como
en el número quinto de este artículo se dice que son bienes inmuebles las máqui- una cosa, no cabe duda de que —presupuesta la admisión por nuestra ley
nas, vasos, instrumentos o utensilios destinados por el propietario de la finca a la de los frutos civiles— los frutos son de él. Por ejemplo, frutos consistentes
industria o explotación que se realice en un edificio o heredad y que directamente en el importe de los vencimientos de rentas perpetuas, vitalicias u otras aná-
concurran a satisfacer las necesidades de la explotación misma, y en el caso con- logas (así, Cc., art. 355, 3.°, in fine), o en los réditos que produce un ca-
creto del artículo antes dicho, claramente se expresa cuáles son los frutos indus- pital prestado. En estam hipótesis, el derecho (que da fruto) es el de renta
triales, diferenciándolos de los civiles, por modo tan evidente que es imposible con- vitalicia (perpetua, etc.) o el de crédito que el prestamista tiene contra el
fundirlos, toda vez que a los industriales caracterízalos el ser a beneficio del cultivo prestatario.
o del trabajo, palabra que no sólo comprende el del campo, sino también, y qui-
zás más propiamente, el fabril o industrial, es notorio que industriales son los pro-
ductos o frutos de la fábrica a que se refiere en su testamento don J. B. P.». 4. Situaciones de los frutos.—Los frutos naturales pueden estar en
También en esa sentencia se contienen otras erróneas confirmaciones en torno las siguientes situaciones:
a frutos civiles e industriales en relación con el art. 475. 1.° Pendientes7 o aun no separados de la cosa madre, pero ya apa-
En realidad, todas las equivocadas afirmaciones de tal fallo no persiguen sino rentes, manifiestos o nacidos. El Código dice que, desde entonces, se repu-
resolver equitativamente el caso, cosa que, sin embargo, también pudo hacerse por tan frutos; y si se trata de animales, basta que estén en el vientre de la ma-
otros caminos. dre (art. 357). La Comp. navarra dice que se consideran bienes muebles
desde que sean aparentes (ley 347, al final).
2.° Fruto civil o jurídico es el que produce la cosa fructífera pero no En el Código se estima que son aparentes o que están manifiestos o
directamente o procediendo de ella misma, sino como consecuencia de ha- nacidos cuando de hecho lo están. Lo que, a tenor de la opinión común,
berla hecho objeto de una relación jurídica de la que nace el derecho a ob- ocurrirá desde que sean perceptibles como unidos aún a la cosa madre, pero
tener el fruto. Por ejemplo, renta que se percibe por el arrendamiento de un ya visibles en sí.
inmueble o mueble (art. 355, 3.°). En la Compilación se dictan reglas en la ley 354, para estimar si son
aparentes, manifiestos o nacidos, o todavía no:
3. Frutos de los derechos.—No sólo las cosas, sino también los de-
rechos pueden producir frutos.
6 Y si el derecho tiene por objeto otro derecho (en el sentido ya visto,
supra, § 53, núm. 5), son
frutos de aquél los de éste (véase, por ejemplo, art, 475 del C.c. y la ley 418 de la Comp. navarra).
5 Otra sentencia de 24 abril 1984, considerando penúltimo, también yerra al hablar de frutos «in- Cfr., por ejemplo, C.c., arta. 452, 472, etc.
dustriales» para referirse a los rendimientos que produce la explotación de un negocio. MORENO QUESADA, Régimen jurídico de los frutos pendientes, en R.C.D.I., 1967, págs. 963 y s.s.

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MANUEL ALBALADEJO § 74 FRUTOS, GASTOS Y MEJORAS

«Si la heredad que los produce es de tierra blanca o destinada al cul- biera dar sus frutos a otro (por ejemplo, al dueño que la recupera), pues en-
tivo de cereales», se considera que lo son «después del día veinticinco de tonces deberá de indemnizarle por la no restitución tanto de los consumidos
marzo, festividad de la Anunciación de Nuestra Señora». como de los debidos percibir, ya que no existiendo no pueden ser entregados.
«Si se trata de viñas u olivares» se considera que lo son «después del Tratándose de frutos civiles —como son entidades fraccionables— se
día veinticuatro de junio, festividad de San Juan Bautista». consideran producidos por días (art. 451, 3.0, del C.c.; Comp. navarra, ley
Por último, «en todo otro tipo de cultivo» se juzgará según los usos 353). No para constituir tantas entidades aparte como número de días, sino
del lugar. para dividir lo que sea —a efectos de su atribución a quienes corresponda—
En el sistema del C.c. mientras que los frutos aparentes, manifiestos o en proporción a dicho número.
nacidos están pendientes, forman un todo con la cosa madre; es decir, hasta
el momento de la separación hay una sola cosa. Pero también es posible 5. Gastos y mejoras.—Gasto hecho en la cosa es toda empleo patri-
que —siempre pensando que llegarán a ser cosas distintas— se consideren monial que se realiza en ella. Cuestión ésta que no plantea problema, en
como dos, y se constituyan derechos diferentes sobre cada una, o que un principio, sino cuando se hace por quien no es su dueño.
derecho recaiga sobre sólo alguna de ellas. En cuanto aquí (cfr. principalmente, C.c., arts. 453 a 455) importa, los
gastos pueden verificarse para conservar la cosa o su normal función eco-
Por ejemplo, hipoteca sobre la cosa madre, que no alcanza a los frutos (EH., nómica (por ejemplo, reparaciones necesarias) o para mejorarla; en este caso
art. 111, 2.°) o prenda sin desplazamiento que alcanza sólo a éstos (Ley de Hi- la mejora obtenida puede ser útil (por ejemplo, hace la cosa más produc-
poteca mobiliaria y prenda sin desplazamffinto, art. 52, 1.0), o embargo contra el tiva o le da más solidez, etc.) o de puro lujo o mero recreo (por ejemplo,
arrendatario, que alcanza a la cosecha aún pendiente (sentencia de 21 junio 1982). se la embellece con .adorno s, pinturas, etcétera).

En el sistema de la Comp. navarra, desde que los frutos son aparentes, Cfr. también la sentencia de 8 mayo 1964. En el Derecho histórico, Partidas
manifiestos o nacidos, se consideran bienes muebles (ley 347, al final) como 7, 33, última parte, y D. 50, 16, 79.
otra cosa aparte de la cosa madre.
2.° Separados. A partir de cuyo momento son una cosa nueva en el A esas tradicionales clases de mejoras, la nueva L.A.R. ha venido a
C.c., pues, como ya se ha visto, en la Comp. navarra lo son desde que es- añadir las que llama mejoras de carácter social, que son las que quedando
tán aparentes, manifiestos o nacidos. incorporadas a la finca, faciliten la prestación del trabajo en condiciones de
En el caso del Código es desde que se separan cuando pasan a ser de mayor comodidad o dignidad o tengan por objeto la promoción de los tra-
quien correspondas (art. 451, 2.°). En el de la Comp. pasan a ser de quien bajadores» (art. 57, 2).
corresponda desde que se hallan aparentes, manifiestos o nacidos. Según lo dicho, no es lo mismo gasto que mejora 9. Pero, frecuente-
mente, se utilizan ambos términos como equivalentes, hablándose de gastos
Así se sigue de la ley 353 en relación con la 354, ya que aquélla establece que o mejoras necesarios, útiles, y de recreo (o suntuarios).
«Cuando otra persona distinta del propietario tiene derecho a los frutos, adquiere En cuanto a la producción de frutos, también puede ocasionar un gasto
los naturales por su percepción, SALVO LO DISPUESTO EN LA LEY SIGUIENTE». Y en ésta (cfr., por ejemplo, C.c., art. 356; Comp. navarra, ley 354, al final).
se dispone que «Cuando el propietario u otra persona que tenga derecho a los fru-
tos deba cesar en la posesión de la heredad que los produce le corresponderán és- Realmente, ni el gasto es una cosa ni tampoco la mejora; y por eso puede
tos Como APARENTES conforme a las reglas siguientes...» (reglas ya vistas antes). parecer improcedente hablar de ellos al examinar la teoría de las cosas. Pero se
trata de que conviene exponer aquí sus conceptos, para poder manejarlos con pos-
3.° También se habla de frutos consumidos y de podidos o debidos per- terioridad en las diferentes instituciones en que sea preciso. Al estudiar éstas, será
cibir para referirse a los que, después de obtenerlos, ya se gastaron, y a los que el momento de determinar a quién corresponde en definitiva beneficiarse de las
no llegaron a obtenerse, pero que lo habrían sido, de haber usado una cierta di- unas o soportar los otros, y qué derechos o deberes competen en orden a ellos.
ligencia. Cuestiones que tienen importancia cuando el que poseía la cosa de-
9 E incluso, a veces, el gasto hecho no consigue su objetivo, y ni redunda en conservación ni en

Del propietario, del poseedor, del usufructuario, del arrendatario. Se trata de cuestión que no pro-
9 mejora de la cosa: o bien ésta resulta mejorada sin gasto alguno por obra de la naturaleza, o del tiempo
cede examinar ahora. (así, Cc., an, 456).

550 551
CApíTuLD
»
LOS HECHOS JURIDICOS EN GENERAL* r(ig---

§ 75
EL HECHO JURIDICO
SUMARIO: 1. Hechos jurídicos.-2. Efectos jurídicos.-3. Ejemplos de hecho jurídico
y de hecho no jurídico.-4. Causa de los efectos jurídicos.

1. Hechos jurídicos.—En la infinita variedad de los hechos, unos son


jurídicamente relevantes y otros no. Aquéllos se denominan hechos jurídi-
cos. Estos se llaman simplemente hechos o bien hechos no jurídicos.
Por relevancia jurídica se entiende el dar lugar a consecuencias o efec-
tos jurídicos.
Se puede, pues, definir el hecho jurídico como todo acontecimiento o
estado —en general, todo suceso o falta del mismo (ya que también hay
hechos negativos)— al que por su sola realización, o juntamente con otros,
liga el Derecho objetivo la producción de un efecto, que es efecto jurídico
precisamente en cuanto dispuesto por ese Derecho objetivo.

* ALBALADE.10, El hecho jurídico, 1955; ALSINA, Los hechos jurídicos, en Jurisprudencia argen-
tina, 1955, IV, sección doctrinal, págs. 57 y SS.; ALLARA, Vicende del rapport° giuridico. Fattispecie, Fatti
guridici, 1941; CAMMARATA, 11 significato e la fiinzione del «fano» nella esperienza giuridica, en An-
nali Univusitri di Macerata, 1929, págs. 293 y ss.; CANDIAN, Atto autorizato, atto mareriale tecito, atto
tollerato. Contribuí° olla teoría dell'atto gimidico, en Saggi di Diritto, III, 1949, págs. 47 y ss.; CESA-
RINI SFORZA, Note per una teoría generale degli allí giuridici, 1932; ESPINIOLA, Manual do Codigo ci-
vil brasildro: dos factos juridicos, tres vols., Río de Janeiro, 1923; KLEIN, Peter, Die Rechtshandlungen
im engeren Sinne, 1912; KLEIN, Joseph, Die schuldhafte Parteihandlungen, 1885; LONGO, Paul giuridici,
negozi giuridici, 1940; MANIGIC, Das rechtswirksame Verhalten, 1939, Das Anwendwigsgebiet der Vorsch-
nften für die Rechtsgeschafte, 1901, Das system der juristischen Hancllungen im acuesten Schrifturn, en J.J.
LXXXIII (1933), págs. 1 y ss., Studi di diritto italiano e tedesco atila natura e linquadramento sistema-
tico degli atti giuridici privati, en Anuario di Dir. comp., XVI (1942), págs. 133 y ss.; MIRABELLI, L'atto
non negoziale nel Diritto privato italiano, 1955; NEPPI, Determinazione del concetto di fasto giuridico e
sua importanza per la scienza del finito, en Riv. intemazionale di Filosofia del Diritto, 1956; ORGAZ,
Concepto del hecho jurídico, en La Ley, tomo 59, págs. 892 y ss.; PANUCCIO, Le dichiarazioni non ne-
goziali di volonta, 1966; PUGLIATII-FALZEA, I fatti giuridici, 1945; PUIG BRUTAU, Actos jurídicos, en
N.E.J., tono II, 1950, págs. 328 y ss., Actos ilícitos, en N.EJ., tomo II, 1950, págs. y ss.; ROMANO
(Santi), Frcunmenti di un dizionario giuridico, Aui e negozi giuridici, 1947, págs. 3 y ss.; RUBINO, La fat-
tispecie e gli effetti giuridici preliminari, 1939; SCOGNAMIGLIO, Falto giuridico e fattispecie complessa,
en Riv. trim. Dir. e Proc. civ., 1954; TESAURO, Atti e negozi giuridici, 1933; TRIMARCHI, Atto giuri-
dico e ncgazio giuridico, 1940; VIDAL RAMÍREZ, Teoría general del acto jurídico, 1985.
Además, la bibliografía citada en el Cap, siguiente para el negocio jurídico en general.

553
§ 76 LAS CLASES DE HECHOS JURIDICOS
MANUEL ALBALADEJO

verdaderamente lo que se hace es atribuir, en determinados casos, iguales


Un mismo hecho puede dar lugar a diferentes efectos, en concurrencia con efectos a dos hechos distintos. Cosa posible porque la ley, que no puede
otros hechos diferentes en cada caso, o bien operando sobre situaciones preexis-
tentes distintas. También un hecho puede tener iguales efectos que otro, o que va- convertir un hecho en otro, es, sin embargo, dueña en la atribución de efec-
rios otros conjuntamente. tos jurídicos.

Aquí interesan sólo los hechos atinentes al Derecho privado (hechos ju- 3. Ejemplos de hecho jurídico y de hecho no jurídico.—Ejemplos
rídicos privados), aunque, por brevedad, se hable simplemente de hechos ju- de hecho jurídico son la muerte de una persona (que provoca la apertura
rídicos. de su sucesión), el matrimonio (que crea el estado conyugal) o la com-
praventa (que obliga recíprocamente a los contratantes). Son ejemplos de
2. Efectos jurídicos.—Conviene hacer una aclaración sobre en qué hecho no jurídico, la puesta del sol, la caída de la lluvia, el leer, el pa-
consisten los efectos jurídicos. Leyendo a algunos autores parecería que es- sear, etc.
tos efectos consisten siempre en la adquisición, pérdida o modificación de
Para evitar una posible confusión, hay que indicar que, puesto que aquí ha-
derechos subjetivos. Mas tal idea, no sería exacta, ya que también se dan
blo en abstracto, naturalmente que la juridicidad o no juridicidad de un hecho se
efectos jurídicos en el campo de los deberes jurídicos y en el de las facul- entiende predicada de su tipo abstracto. Es decir, que el tipo de hecho (ponerse
tades o potestades (que no son verdaderos y propios derechos subjetivos), el sol, llover) es no jurídico, aunque en concreto determinada puesta de sol o de-
y en el del nacimiento de la personalidad (de personas físicas o jurídicas), terminada lluvia puedan serlo (en cuanto den lugar a efectos jurídicos: así, si la
y en el de la capacidad jurídica o de obraP, y en el de los estados civiles, puesta del sol ha sido contemplada como término final de un negocio jurídico, o
y, en general, en el de toda otra situación o posición jurídica, es decir, re- el que llueva ha sido puesto como condición en otro negocio).
gulada por el Derecho. Así que el efecto jurídico no consiste sólo en la ad-
quisición, pérdida o modificación de derechos subjetivos, sino en la pro- 4. Causa de los efectos jurídicos.—Se discute cuál es la causa de los efec-
ducción de cualquier modificación en el mundo jurídico, es decir, de tos, si el hecho o la norma jurídica (el Ordenamiento jurídico). Y lo cierto es que
cualquier alteración en la situación jurídica preexistente. ambos son igualmente necesarios para la producción del efecto, pero evidente-
mente no están en un mismo plano. La norma, al atribuir efectos a determinados
Respecto al momento de operarse el efecto, hay que decir que el con- hechos, crea una serie de causas jurídicas. Indudablemente, sin norma que lo dis-
junto de requisitos que exige la ley para la producción de aquél, puede darse ponga, no se daría el efecto. Luego el hecho lo produce porque existe la norma.
simultánea o sucesivamente. Pero, mientras que el efecto del conjunto no Pero ésta no es la causa, sino que es la creadora de una relación de causalidad
se produce hasta el final, es posible que el surgir de los singulares requisi- entre hecho y efecto. Causalidad que, por tanto, descansa en. la ley, en vez de ba-
tos vaya dando vida a determinados efectos cuya finalidad es preparar o sarse en el orden natural.
asegurar el efecto definitivo. Respecto a éste, aquéllos se denominan preli-
minares o prodrómicos.
§ 76
Ahora bien, también puede ocurrir que el efecto definitivo, cuando se
produzca, se considere acaecido desde el momento en el que tuvo lugar el LAS CLASES DE HECHOS JURIDICOS
cumplimiento del primero de los varios requisitos exigidos, o, en general,
SUMARIO: 1. Clasificaciones de los hechos jurídicos.-2. Clasificaciones de los hechos
en un momento anterior al de la producción real de tal efecto definitivo. En
voluntarios.
estos casos se habla de efecto retroactivo.
Cuando la ley, para que tenga lugar un efecto requiere, sin más, un solo 1. Clasificaciones de los hechos jurídicos.--Los hechos jurídicos son
hecho simple, aquél se produce tan pronto como éste se realiza. Así, por la susceptibles de clasificar según muchos criterios. Sin embargo, aquí sólo
muerte de una persona se abre su sucesión. voy a estudiar aquellas clasificaciones que presenten mayor interés:
Hay efectos iguales que proceden de hechos distintos: por ejemplo, la Por el valor que tienen para la producción del efecto, los hechos se
propiedad se adquiere por sucesión mortis causa y por ocupación y por do-
poueden dividir en hechos que fundamentan dicho efecto (que son causas
nación, etc. Por eso cuando se dice que existe una ficción legal (es decir, del mismo) y hechos que meramente dan ocasión a que el efecto se pro-
que tal o cual hecho se considera como si fuese uno distinto del que real- duzca (que son únicamente condición para que otro hecho, el hecho-causa,
mente es, y que sus efectos son los asignados a aquél que se finge ser),
555
554
MANUEL ALBALADETO § 76 LAS CLASES DE HECHOS JURIDICOS

despliegue su eficacia)'. Ejemplos de los primeros serían el reconocimiento Por su contenido, los hechos jurídicos se distinguen en positivos y ne-
de un hijo o el otorgamiento de un contrato. De los segundos, la aproba- gativos: hecho positivo es aquel que consiste en un acontecimiento (por
ción judicial (que la ley exige a veces) de aquél o la realización de la con- ejemplo, celebrar un contrato), y hecho negativo es aquel que consiste en
dición puesta a éste. la falta de un acontecimiento, en una omisión (por ejemplo, no pagar una
Son hechos simples los formados por un solo elemento (suceso u omi- deuda).
sión), como la muerte de una persona. Son hechos complejos los que con- Sin duda la más importante de las clasificaciones de los hechos jurídi-
tienen varios elementos, es decir, requieren la concurrencia de varios suce- cos es la que los distingue en naturales y voluntarios. Por mi parte, para
sos (hablaremos, cuando del sentida de la expresión no se desprenda otra designar a los primeros, hablaré de hechos naturales. En cuanto a los se-
cosa, de suceso comprendiendo también la omisión), que son considerados gundos, utilizaré indistintamente las expresiones «hechos voluntarios» y «ac-
en su conexión (formando una «unidad organizada»). Por ejemplo, el con- tos jurídicos».
trato, que exige al menos dos elementos: las declaraciones de voluntad de Presupuesto esto, para el Derecho es hecho natural aquél en que el acon-
los contratantes. tecimiento que contempla la ley —si es uno solo— es un acontecimiento
natural, o en cuya composición —si lo forman varios— sólo entran acon-
Conviene insistir en que se trata de un solo hecho (complejo) y no de una tecimientos naturales (así, es hecho natural la muerte, y lo es el quedar la
suma de hechos simples. Que en los diferentes casos haya hecho complejo o haya tierra depositada en el fundo, y lo es el quedar el río en otro cauce; y lo
una suma de hechos simples, depende de que el Derecho organice o no una uni-
dad. Esta existe, por ejemplo, en todo contypto y por tanto, en el contrato de do- es, asimismo, el morir por la caída de un rayo, o el que la tierra haya sido
nación (C.c., art. 623). No la forman, sin embargo, la declaración testamentaria depositada paulatinamente por efecto de la corriente —C.c., art. 366—, o
instituyendo heredero, y la aceptación de la herencia por el llamado. De manera el que el río cambiase de cauce por la avenida —C.c., art. 370—). Y es
que así como la adquisición del donatario se apoya en dos declaraciones —oferta hecho voluntario aquel en que el acontecimiento que contempla la ley —si
del donante y aceptación de aquél— que se unen en un solo hecho (complejo), es uno solo— es la conducta humana, o en cuya composición —si lo for-
la del heredero se basa escalonadamente en dos hechos; testamento —que le ofre- man varios acontecimientos— entra la conducta humana como causa del re-
ció la herencia— y aceptación —que acogió el ofrecimiento—. sultado (así, el cambiar el río de cauce por obras, el morir una persona a
manos de otra).
Los hechos jurídicos se distinguen en acontecimientos y estados, según No son conducta humana, ni los procesos y estados puramente inter-
se agoten en sucesos instantáneos o consistan en situaciones de carácter más nos' ni la actuación externa que se produce inconsciente o involuntariamente,
o menos duradero. El acontecimiento se realiza en un momento determi- como un movimiento del cuerpo ocasionado por vis absoluta, es decir, por-
nado. El estado se origina en un acontecimiento. Son acontecimientos: el que se nos obligó a realizarlo materialmente a la fuerza. Además, para que
otorgar testamento, la adquisición de la posesión, etc. Son estados: la au- el Derecho estime la conducta como humana, se requiere que la voluntad
sencia, la incapacidad, la posesión, el no uso, etc. de la cual proviene sea normal en una medida diferente según los casos, a
Todo hecho, en cuanto productor de efectos jurídicos, es constitutivo de tenor de lo que pida el acto que sea.
éstos. Pero, presupuesto tal carácter, es posible ahondar más, observando
que el efecto puede consistir, bien en constituir, bien en modificar, bien en No incluyo en la definición de hecho voluntario, la referencia a que haya una
extinguir un derecho subjetivo o una facultad o la capacidad, etc. Y alu- voluntad encaminada a realizarlo —voluntad del hecho— (voluntad de aprehen-
diendo a esto, se habla de hechos constitutivos, modificativos o extintivos. der la cosa, en la ocupación, de sembrar, en la sendnatio, etc.), porque, siendo
Ejemplos de ellos son la compraventa (en cuanto nacen de la misma los también hechos jurídicos los negativos, se requerida una voluntad encaminada a
derechos de las partes a la cosa y al precio), la incapacitación por enfer- no realizarlos (voluntad de no pagar, o de no usar la servidumbre, etc.), y como
medad mental (en cuanto modifica la capacidad del declarado incapaz) y el
pago (en cuanto extingue la obligación). Cfr., por ejemplo, sentencia de 7 diciembre 1966, considerando U", que advierte que «el consentimiento
[contractuall supone una voluntad concorde de los intervinientes en el contrato, que tiene un proceso de
elaboración interna propio del acto humano que, para ser tal, requiere que se lleve a efecto con inteligencia
y libertad; esta fase íntima, se desarrolla en la propia conciencia del sujeto, a través de los momentos
1 Obsérvese que esto no choca con lo dicho, supra, núm. 4, del § anterior, porque siempre hay un psicológicos denominados de «motivación», «deliberación» y de «decisión», que no pueden tener n'ascendencia
flecho causa, y no se afirma que el hecho-condición sea condición de eficacia de la norma, sino con- jurídica hasta que la voluntad formada «se manifiesta». También la de 9 octubre 1974 según la que al elemento
dición de eficacia de otro hecho jurídico. interno de las relaciones humanas no puede llegarse en derecho más que a través de actos que lo exterioricen.

556 557
MANUEL ALBALADEJO § 76 LAS CLASES DE HECHOS JURIDICOS

se considera también, a veces, como acto la omisión basada en el simple olvido que el Derecho los atribuye a su realización independientemente de que
--sin que sea precisa por tanto una voluntad de omisión , resultaría que en es-
— el agente los quiera o no. Se habla en este caso de efectos ex lege. Por
tos hechos omisivos por olvido, no habría voluntad de realizarlos, luego no ha- ejemplo: si descuidas el depósito que se te confió, indemnizarás el per-
bría voluntad del hecho. juicio que se produzca o, en general, si causas daño a otro, interviniendo
1El hecho voluntario se basa en que la conducta que lo forma en todo o en culpa o negligencia, estarás obligado a repararlo. El efecto —como digo—
pter, es voluntaria. Pero no requiere necesariamente una voluntad directamente
encaminada a producirlo. Normalmente esta voluntad existe y, porque existe, el puede ser o no querido. Ni una cosa ni otra importan. La ley, al prefijar
agente observa la conducta adecuada para producir el resultado exterior. Pero cuando el que corresponde a determinado acto, no tiene en cuenta sino la reali-
tal voluntad falta, no por eso deja de haber hecho voluntario, si la conducta que zación de éste, haciendo caso omiso de la intención del agente en orden
lo constituye es voluntaria y el resultado que produce en el mundo exterior es al a los efectos.
menos previsible. Por ejemplo, es hecho voluntario —a los efectos de la biparti- Es declaración de voluntad el acto jurídico en el cual la conducta hu-
ción de los hechos jurídicos en naturales y voluntarios— al producir sin querer mana consiste en la exteriorización de un querer, conducta que el agente
una inundación en el fundo vecino por abrir voluntariamente las compuertas de la observa exeactamente con la mira de que se produzca el efecto, o sea,
balsa propia, habida cuenta de que, presupuesta tal apertura, la inundación era pre- persiguiendo éste, que es producido también POR la realización del acto,
visible. pero producido precisamente PORQUE3 el agente lo quiso, y corresponde
(tal efecto) al contenido de voluntad que se declaró, de forma que dicho
2. Clasificaciones de los hechos voluntarios.—Los hechos volunta- contenido es decisivo en orden a la regulación de aquél (efecto). Se de-
qios o actos jurídicos pueden dividirse, atendiendo a diversas razones, en clara querer que se dé un efecto, y el Derecho hace que este efecto tenga
distintos grupos. Aquí interesa sólo examinar las clasificaciones de los mis- lugar porque ha sido , querido por el declarante. Es decir, es relevante el
mos en: actos lícitos e ilícitos; actos libres y debidos; actos jurídicos en propósito del agente, y la ley, al determinar las consecuencias del acto, le
sentido estricto _37, declaraciones cré ~E
-
asigna éstas o aquéllas en cuanto, según se deduce de la declaración, son
El acto lícito es el conforme al Derecho objetivo. El Ordenamiento con- queridas. Se habla entonces de efecto ex volun tate. Por ejemplo: si el tes-
siente en que se realice —o lo ordena si es un acto debido—, y le atribuye tador instituye heredero a Ticio —o sea, declara su voluntad de Ticio le
efectos. El acto ilícito es contrario al Derecho objetivo. El Ordenamiento suceda—, Ticio será llamado a la herencia. Así, pues, en el acto con efi-
no lo quiere, lo prohibe, pero lo ha de soportar cuando de facto se pro- cacia ex voluntate, la ley tienen en cuenta fundamentalmente el objetivo
duce. Y también le atribuye efectos. Ejemplos de uno y otro son una com- perseguido al realizar el acto, es decir, el efecto que con él se pretende
praventa y la destrucción caprichosa de una cosa ajena. producir; estimando, tal ley, el acto como un medio para obtener un fin
posterior: los efectos.
Los efectos de los actos ilícitos son variadísimos. Pueden consistir, por ejem- Resumiendo: los efectos de todo acto jurídico los produce el acto; pero
plo, en la obligación de reparar el daño causado o en la obligación de prestar ga- en el acto jurídico en sentido estricto se basan en la realización de éste, y
rantía o en la extinción de derechos pertenecientes al autor del acto ilícito, etc.
Ejemplos de efectos jurídicos de actos ilícitos se hallan en nuestro C.c., arts. 170, en la declaración de voluntad se basan en el propósito del agente. En un
1.902, etc. caso hay efecto, porque se hizo (el acto). En el otro, porque se quiso (el
efecto).
Los más importantes actos jurídicos son las declaraciones de voluntad,
Dentro de los actos jurídicos se distinguen los libres de los debidos.
Estos son los que se realizan en acatamiento de un deber jurídico. Por ejem- que, por si solas o juntamente con otros elementos, forman los llamados ne-
plo, el cumplimiento de la obligación —pago—, o la prestación de alimen- gocibrriifiarcos, de los cuales trataré- después. Ahora paso a ocuparme de
tos. Aquéllos son los que jurídicamente nada obliga a realizar, como, por las clases -de -actos ju-17cliC-J.s7J-ti. Sentido estricto*.
Se subdistinguen éstos en actos semejantes a los negocios y actos no
ejemplo, testar o celebrar un contrato de compraventa.
Los hechos voluntarios o actos jurídicos se dividen en actos jurídicos semejantes a los mismos.
en sentido estricto y declaraciones de voluntad, según que el efecto jurí-
dico se produzca ex lege o ex volun tate. Cfr. sentencia de 13 mayo 1959, considerando 4.°.
* En particular, sobre ellos puede verse KLEIN, Peter, Die Rechtshandlungen im engeren Sinne,
Es acto jurídico en sentido estricto, el que encerrando —como todo 1912 y como obra también monográfica más moderna que recoge la doctrina anterior; MIRABELLI.
acto jurídico— una conducta humana, produce los efectos jurídicos por- L'atto non negoziale nel Diritto privara. italiano, 1955.

558 559
MANUEL ALBALADEJO § 76 LAS CLASES DE HECHOS JURIDICOS

La terminología no es, sin embargo, uniforme, ni tampco esa bipartición se 2.° Extteriorizaciones de acontecimientos espirituales que no son una volun-
acepta por todos. Es más, lo corriente en nuestra actual doctrina es contraponer tad. Así, extteriorizaciones de una creencia o de un conocimiento, convicción, opi-
los «actos reales» o los «actos semejantes a los negocios jurídicos». nión, sentimúento, etc.
Aparte de eso, hay que tener en cuenta que como no toda declaración de vo- No se dieclara voluntad alguna. No hay duda, pues, de que el efecto jurídico
luntad constituye de por sí un negocio jurídico (sino que, como ya se ha indicado no se prodtlice ex voluntate. Que accidentalmente el sujeto manifieste determinada
y se verá después, se precisa, a veces, de la concurrencia de otros elementos), en voluntad, faworable o no a los efectos jurídicos, es perfectamente inoperante. Los
vez de hablar de actos semejantes o no semejantes a los negocios sería más exacto casos más tlipicos son, quizás, las llamadas declaraciones de ciencia, uno de cu-
hablar de actos semejantes o no a las declaraciones de voluntad. Sin embargo, con yos ejemplos es el reconocimiento de un hijo (C.c., arts. 120 y ss.).
esta advertencia, conservo la terminología por razón de ser usual. Cuando se trata de manifestaciones dirigidas a otra persona, se habla de no-
tificaciones.
Son actos semejantes a los negocios, aquéllos en los que si bien el
efecto se produce ex lege, sin embargo, la realidad es que se suelen eje- A los actos semejantes a los negocios —cuando falten normas especí-
ficas dictadas 'para ellos— serán aplicables las referentes a las declaracio-
cutar con conciencia del mismo y normalmente con la intención de pro-
nes de voluntad, en tanto lo justifique la analogía de unos y otras.
ducirlo. Es decir, aunque su producción no se base en que sea querido, el
Junto a los actos semejantes a los negocios, la doctrina española más
agente lo suele querer. Por ejemplo, el reconocimiento de un hijo (C.c.,
arts. 120 y ss.). moderna suele situar, siguiendo a un autorizado sector de la alemana, otro
grupo de actos llamados reales, que juntamente con aquéllos integran la ca-
A su vez, dentro de estos actos semtjantes a los negocios, cabe señalar di-
tegoría de actos jurídicos en sentido estricto. Yo, sin embargo, prefiero agru-
versos tipos: parlos bajo la calificación de no semejantes a los negocios, que es de ma-
1.° Exteriorizaciones de voluntad, que la ley dota de efectos jurídicos, pero yor amplitud. lEn ellos, el sujeto, al ejecutar el acto, no suele perseguir los
sin que éstos correspondan al contenido de voluntad que se exterioriza (ni ésta efectos que el Ordenamiento fija ex lege, a diferencia de lo que ocurre en
puede modificarlos). los semejantes a los negocios, en los que sí suele hacerlo. La conducta que
La diferencia, pues, entre esas exteriorizaciones constitutivas de actos seme- el agente observa va encaminada a un resultado de hecho —material gene-
jantes a los negocios y las declaraciones de voluntad, está en que en éstas el efecto ralmente--, o bien, siendo voluntaria, lo produce sin pretenderlo, pero lo
jurídico corresponde al contenido de la voluntad declarada (voluntad que regula cierto es que el conjunto formado por la conducta humana y el resultado
esos efectos y que —como regla— puede modificar, en los casos concretos, los de hecho, es, u su vez, considerado por la ley como causa de un efecto ju-
que la ley estableció en abstracto), y en aquéllas no, porque en éstas lo importante rídico4. Ejemplos tenemos en la especificación o realización de una obra de
es la voluntad declarada, mientras que en aquéllas, aunque consisten también en
manifestar una voluntad, lo que importa no es tanto lo que se manifiesta querer, nueva especie empleando materia ajena, como si se hace vino de la uva de
sino el haberlo manifestado voluntariamente. Por ejemplo, si en una declaración de otro, o pan, de su harina (C.c., art. 383), la adquisición o el abandono de
voluntad se instituye heredero, el efecto jurídico ex voluntate consiste en el lla- la posesión (C.c., arts. 438 y 460), etc.
mamiento a la herencia del instituido, efecto cuyo contenido corresponde a la vo-
luntad que se declaró. Mientras que, diferentemente, en la intimación que el acre-
edor dirige al deudor para que éste cumpla la obligación —intimación que es una
exteriorización de voluntad constitutiva de un acto semejante a los negocios— el
efecto jurídico que se produce —en el caso de que el deudor no cumpla-- es el
quedar éste constituido en mora (C.c., art. 1.100), efecto que no corresponde al
contenido volitivo que el acreedor exteriorizó, pues éste manifestó querer el cum-
plimiento de la obligación, cosa que es distinta de la constitución en mora.
Otros ejemplos de exteriorizaciones de voluntad constitutivas de actos jurídi-
cos semejantes a los negocios son numerosos requerimientos, reclamaciones, con-
minaciones, negativas, etc. Así el hecho por los acreedores para que no se rea-
lice, sin su concurso, la división de la cosa común (C.c., art. 403), la dirigida al
tercer poseedor de la finca hipotecada, para que la desampare (art. 126 L. H.), la Cuando el Derecho toma en cuenta sólo el resultado de hecho, con omisión de que sea provocado
del propietario a contribuir al seguro del predio sujeto a usufructo (C.c., art. 518, por la conducta humana, no se está —como ya he dicho— en presencia de un acto jurídico, sino de un
2.°), etc. hecho natural,

560 561
CAPÍTULO IX
EL NEGOCIO JURIDICO*

Sección Primera
LA FIGURA DEL NEGOCIO JURIDICO"

§ 77
GENERALIDADES
SUMARIO: 1. El negocio jurídico como medio de autorregulación de intereses jurídicos.—
2. Negocio jurídico y autonomía de la voluntad.-3. El concepto de negocio jurí-
dico, la teoría general del mismo y la terminología utilizada.-4. Negocio jurídico
y declaración de voluntad.-5. El negocio jurídico, hecho jurídico unitario.-6. Del
hecho al negocio jurídico.

1. El negocio jurídico como medio de autorregulación de intereses


jurídicos. Ante el problema de si las relaciones entre los miembros de la

* AGU1AR, Hechos y actos jurídicos, Buenos Aires, 1950, cinco volúmenes; ALBALADEJO. El
negocio jurídico, 1958; ALVAREZ SUAREZ, El negocio jurídico en Derecho romano, 1954; BARAN-
DIARAN, Manual del acto jurídico, Lima, 1951; BERCOVITZ RODRIGUEZ-CANO, R.: «La doctrina
de la base del negocio en el ordenamiento jurídico alemán», Homenaje Valles, T. VI, Madrid, 1988, pág.
19; BETTI, Teoria generale del negozio giuridico, reimpresión de la 2. ed., 1955 (hay trad. española
de anterior ed.); BOFFI, La teoría general de los actos jurídicos en el Código civil, anteproyecto del
doctor Bibiloni y proyecto de la comisión reformadora, Buenos Aires, 1945; BOGGIO, Disposiciones
generales sobre los actos jurídicos, Lima, 1940; CALASSO, 11 negozio giuridico 2. ed., 1959; CA-
RIOTA-FERRARA, El negocio jurídico (trad. española), 1956; CASTRO Y BRAVO, DE: El negocio
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CORRAL TALCIANI: «El negocio jurídico: ¿un concepto en crisis? A propósito de una obra de Gio-
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tragsverhültnisse, en „U, 90 (1943), págs. 121 y ss.; MACCHIA, Lineamenti di una teoria generale del

563
MANUEL AL13ALADEJO § 77 GENERALIDADES

Comunidad deben ser regulados desde arriba, por el poder público, o por varra, ley 7, etc.). Por eso conceden al sujeto un amplio poder para estruc-
los propios interesados, según su voluntad (naturalmente, siempre dentro de turar tales relaciones jurídicas según su propia voluntad declarada, ya que
ciertos límites), los Derechos privados actualmente vigentes dentro del ám- tratándose de producir efectos frente a los demás, no sería admisible tomar
bito de nuestra civilización y, entre ellos, el español, acogen la segunda so- como pauta la voluntad meramente interna, que, por definición, es desco-
lución, por estimar que el orden más adecuado para las relaciones privadas nocida para éstos.
de los individuos es el que ellos mismos establecen en armonía con su modo A tal objeto, el medio de que se sirve el Derecho es la atribución a las
de concebir sus necesidades y con sus peculiares aspiraciones y manera de declaraciones de voluntad de los individuos de efectos jurídicos congruen-
pensar (por ejemplo, C.c., art. 1.255; Comp. aragonesa, art. 3; Comp. na- tes con ellas, es decir, dicho medio consiste en elevar a causas jurídicas de
los efectos apetecidos, a los actos en que el sujeto manifiesta querer una
regulación determinada dentro de la esfera que le es propia. Esta declara-
negozio jiuridico, 1948; MOTA PINTO, Notas sobre alguns temas da doutrina geral do negocio juri-
dico, 1967; MOZOS DE LOS, El negocio jurídico (Estudios de Derecho civil), 1987; «La teoría gene- ción de voluntad, por sí sola o en unión de otras, o bien en unión de otros
ral del negocio jurídico: su oportunidad e importancia», A.D.C., 1986, III, pág. 787; «El objeto del ne- elementos que no sean declaraciones de voluntad, o de unas y otros con-
gocio jurídico», R.D.P., 1960, pág. 372; R1CCA, Su i cosidetti rapporri contrattuali di falto, 1965; RUIZ juntamente, es constituida en fundamento del efecto jurídico, y el hecho que
SERRAMALERA, Derecho civil. El negocio jurídico, 1977; SANTORO-PASSARELLI: Doctrinas ge-
nerales del Derecho civil, trad. española de Luna Serrano, Madrid, 1964; SCIALOIA, Negocios jurídi- lo produce —formado, pues, necesariamente al menos por una declaración
cos (trad. española), 1942; SCOGNAMIGLIO, Contributo olla teoria del negozio giuridico, 2, ed., 1969; de voluntad, pero posiblemente por más declaraciones y otros elementos—
Lezioni sul negocio giuridico, 1962; SEGRE, Corso di Diritto civile. Negozio giuridico, 1929; Studki
sul coticen° di negozio gittridico, en Seria! giuridici, I, 1930, págs. 193 y ss.; SIEBERT, Faktische Ver-
se llama negocio jurídico.
tragsverhültnisse. Abhandlungen des Arbeitsrechts, 1958;015IMITIS, Die faktischen Vertragsverhaltnisse
als Ausdruck der gewandelten sozialen Funktion der Rechtsinstitute des Privatsrechts, 1957; SIMON- 2. Negocio jurídico y autonomía de la voluntad.—Pero no es ne-
CELLI, Lezioni sui negozi giuridici, 18944895; STOLFI (Giuseppe), Teoría del negozio giuridico (reim- gocio jurídico cualquier declaración de voluntad, porque la ley no atribuye
presión), 1961, hay trad. esp., 1959; TORRENT, El negocio jurídico en Derecho romano, 1984; VÁZ-
QUEZ IRUZUBIETA: «La moral y las buenas costumbres en el Derecho español», A.C., 1988, pág. efectos jurídicos a todas las expresiones del querer humano, sino sólo a las
2.481; ZITELMANN, Die Rechtsgerschafte im Entwulf cines BGB. 1888-1890. que, a tenor de las ideas en que se inspire cada Ordenamiento positivo, los
Además, véase la bibliografía del capítulo anterior, merecen (por ejemplo, no ocurre tal en el caso de que dos personas mani-
** ALFARO AGUILA-REAL, «Autonomía privada y derechos fundamentales», A.D.C., 1993-1,
pág. 57; AMOROS GUARDIOLA, Las limitaciones de la autonomía de la voluntad según el pensa- fiesten querer dar un paseo juntas o reunirse una noche a cenar; de forma
miento de Federico de Castro, en A.D.C., 1983, p. 1.129 y SS.; BETTI, Autonomia privala, en Novis- que si después una de ellas no está dispuesta a hacer lo que acordó con la
simo Digesto italiano, I, vol. 2, 1958, págs. 1.559 y ss., y allí bibliografía; CASANOVAS, La autono-
mía de la voluntad en Derecho internacional privado, en A.D.C., 1976, págs. 1.003 y ss.; CASTRILLO,
otra, ésta no le puede exigir jurídicamente el cumplimiento de lo prome-
Autonomía y hereronomia de la voluntad en los contratos; en A.D.C., 1949, págs. 565 y SS.; CASTRO, tido, ya que el acuerdo careció de eficacia vinculante desde el punto de
DE, Notas sobre las limitaciones intrínsecas de la voluntad, en A.D.C., 1982, p. 987 y ss.; ESPIN, Los vista jurídico).
límites de la autonomía de la voluntad en el Derecho privado, 1954; ESPINAR, Líneas de orientación
para una concepción del negocio jurídico, en R.G.L.J., 1963, t. 214, págs. 819 y ss.; FERRANTE, Ne-
gozio giuridico. Caneca°, 1950; FERRARA, Teoría del negozio Bleck° nel Diritro civile italiano, 2.' Y, por otro lado, también exige la ley ciertos requisitos en el que emite la
ed., 1914; FERRI, Nozione giuridica di antonornia privara, en Riv. that. Dir. e proc. civ., 1957, págs. declaración, en la propia emisión, etc. En definitiva, si bien el centro del negocio
129 y ss., y La autonomía privada, trad. esp., 1968; FLUME, Rechtsgeschdft und Privatantononde, 1960; lo es la voluntad (declarada), pilar fundamental, y a veces único de aquél, el po-
GOUNOT, De l'autonornie de la volonté en Droit privé, 1912; GRASSETTI, La rilevanza dell'intento der de tal voluntad y su autonomía no se admiten de modo absoluto, sino sólo
giuridico in caso di divergenza dall'intento empírico, 1940; HIPPEL, Das problern der rechtsgeschdf-
dichera Privatautonomie, 1936; MANIGK, Die Privatautonomie im Aufabau der Rechtsquellen, 1935, y
como principio, resultando aquélla soberana, mas con las excepciones y dentro de
Neubau des Privatrechts, 1938; MOLANO, La autonomía privada en el Ordenamiento canónico, 1974; los límites que le marca la ley, pues ésta —como regla— debe salvaguardar, tanto
NAVARRO, Limitaciones del principio de autonomía de la voluntad, en R.G.D., 1946; págs. 482 y ss.; el interés de la Comunidad, como los de terceros, e incluso el del propio sujeto
PALERMO, Funzione illecita e autonomia privara, 1970; PASSERIN D'ENTREVES, 11 negozio giuri- del negocio (protegiéndose, a veces, a éste contra sí mismo: por ejemplo, C.c.,
dico, Saggio di fflosofia del Diritto, 1934; PUGLIATTI, Autonomía privara, en Enciclopedia del Diritto, arts. 634 [que le impide regalar lo que necesite para vivir] y 1.102 [que le im-
IV, 1959, págs. 366 y ss.; ROCAMORA, Libertad y voluntad en el Derecho, 1947; ROMANO (Santi),
Autonomía privata, en Riv. trim. di Din pubblico, 1956, págs. 801 y as., y en Studi in onore di Fran-
pide renunciar de antemano a pedir el resarcimiento del daño que le pueda oca-
cesco Messineo, IV, 1959, págs. 327 y ss.; Autonomia, en Frammenti di un Dizionario giuridico, 1953, sionar quien debiéndole algo, incumple de mala fe su obligación hacia él]), ha-
págs. 14 y ss., y Autonomia privata (Appunti), 1957; RUBINO, La fattispecie e gli effetti giuridici pre- ciendo que en la aplicación de esas directrices a unas circunstancias que a menudo
liminar!, 1939; SEGRE, Studi sul concetto del negozio giuridico secando II diritto romano e il nuovo cambian, varíe, desde luego, con frecuencia el campo de autonomía de la volun-
diritto germanico, en Riv. ital. per le scienze gine, 1900, XVIII, págs. 161 y ss.; SILVA MELERO, tad (piénsese hoy día en la reducción que sufrió en amplios sectores: relaciones
Contribución al estudio del negocio ilícito en Derecho civil, en R.G.L.I., 1931, tomo 159, págs. 15 y
ss.; REVERTE NAVARRO en Comentarios al Código civil y Compilaciones Forales, dirigidos por AL-
laborales, arrendamientos de inmuebles, tasas y precios de artículos fijados por la
BALADO° y DIAZ ALABART, t. XVII, vol. 1.° A, 1993, pág. 100. autoridad, etc.).

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MANUEL ALBALADEJO
77 GENERALIDADES

La primera y más evidente regla que debe sentarse es la de que la vo-


mos, o cuando encargamos un traje al sastre, o tomamos un empleado a
luntad sólo vale en cuanto que el negocio reúna los requisitos prescritos por
nuestro servicio, o alquilamos un coche, o adquirimos localidades para un
la ley (así, capacidad del sujeto, forma de la declaración, aptitud del objeto,
espectáculo, u otorgamos testamento o contraemos matrimonio.
etc.). O sea, al sujeto, para regular sus relaciones (jurídicas), según su vo-
luntad, la ley le facilita un instrumento —el negocio— que aquél ha de uti-
lizar tal como se le da configurado, sin que él pueda, según esa voluntad 3. El concepto de negocio jurídico, la teoría general del mismo y
la terminología utilizada.—Es posible construir una teoría general del ne-
(porque ahora dicha voluntad es inoperante), cambiar la estructura o los re-
gocio jurídico, porque de las que son hoy singulares figuras del mismo se
quisitos o el modo de ser del negocio que utiliza. No se puede, por ejem-.
puede inducir un sistema de conceptos y principios comunes a todas. Y el
plo, donar una cosa inmueble por escritura privada, porque el C.c. (artículo
mérito fundamental de haber realizado tal tarea corresponde a los pandee-
633) exige escritura pública, ni se puede otorgar un testamento irrevocable,
tistas alemanes del pasado siglo.
aunque así lo desee el testador (cfr. art. 737 del C.c.) ni puede éste testar
El concepto de negocio jurídico, la teoría general del mismo, y la ter-
en forma ológrafa, si es menor de edad (C.c., art. 688, V).
minología utilizada (Rechtsgeschdft) han pasado, por lo general, de la doc-
Aplicando el principio de autonomía de la voluntad, la ley permite, 4
trina alemana a la italiana (negozio giuridico) y a la española, etc. (sin em-
los particulares, crear negocios nuevos no regulados especialmente en ella
(siempre —se entiende— que, al crearlos, observen las normas dictadas para bargo, no a la francesa).
En nuestra ley no se suele utilizar el término «negocio» (y cuando se
el tipo genérico de negocio a que el creado pertenezca) y Inodificar los efec-
tos de un negocio singular regulado por ella (por ejemplo, es suprirnible la hace —por ejemplo, se hacía en el viejo art. 1.248— no se le da el sen-
tido técnico de negocio jurídico), sino que se habla de «acto», con sentidos
obligación de saneamiento, en la compra-venta: cfr. Cc., arts. 1.474 y ss.);
muy diversos; mas, muchas veces, el que tiene coincide con el que se atri-
pero, en ciertas ocasiones, se limita a poner a disposición de aquéllos, ne-
buye a la idea de «negocio jurídico»: así, por ejemplo, en los artículos si-
gocios preestablecidos, dotados de efectos inalterables en todo o en parte.
guientes del C.c.: 667, 670, 988, 1.280, 1,°, etc.
Tal suele ocurrir, frecuentemente, en el Derecho de familia. Es posible ca-
sarse o no, y los efectos del matrimonio —que libremente se elige— se pro-
ducen porque queridos; pero en este campo, no hay más tipo posible de 4. Negocio jurídico y declaración de voluntad.—Entre los actos ju-
rídicos o hechos voluntarios, se han indicado unos con el nombre de de-
unión (se entiende, que no sea de mero hecho) que el matrimonio, cuyos
claraciones de voluntad. Asimismo, ha quedado expuesto que hay hechos
efectos personales no pueden pactarse libremente. La autonomía de la vo-
jurídicos simples y complejos, según que el que sea conste de uno o varios
luntad llega en estos casos a su grado mínimo.
elementos. Y ahora se puede decir que el hecho jurídico voluntario llamado
Así, pues, la propia ley reduce esa autonomía de la voluntad, al esta-
«negocio jurídico» —que es aquel que tiene como centro una o varias de-
blecer requisitos inalterables del negocio, o al preceptuar directamente unos
claraciones de voluntad— puede ser hecho simple, en cuyo caso consta sólo
límites a aquélla; mas hay aún otros límites que proceden de la moral, de
de una declaración de voluntad —por ejemplo, un testamento— y, por tanto,
las buenas costumbres, del orden público, o conceptos similares, a los que
lo mismo daría llamarlo negocio jurídico que declaración de voluntad; pero
remite la ley misma (por ejemplo, C.c., arts. 6, número 2; 1.255, 3•0; Comp. también puede ser hecho complejo, y entonces puede encerrar varias decla-
aragonesa, art. 3; Compilación navarra, ley 7, etc.).
raciones de voluntad, o bien una o más declaraciones de voluntad y ade-
De lo dicho antes y de lo afirmado ahora, hay que concluir que el ne-
más otros elementos. Por ejemplo, una compraventa es un hecho complejo,
gocio jurídico es un medio para la autorregulación de los propios intereses
que contiene dos declaraciones de voluntad: una del vendedor y otra del
en el campo jurídico, o, lo que es lo mismo, que es un instrumento para
comprador (C.c., art. 1.445); un préstamo es un hecho complejo que con-
actuar, en tal campo, la voluntad privada en tanto en cuanto ésta es reco-
tiene dos declaraciones de voluntad —una del prestamista y otra del presta-
nocida por el Ordenamiento; de forma que la autonomía —más o menos
tario— más otro elemento, la entrega que el primero hace al segundo de la
amplia, según los casos— de dicha voluntad se ejercita a través de él; siendo
cosa prestada (Cc., art. 1.740); y así otros casos.
enorme su relevancia, puesto que la parte mayor y más importante de las
relaciones de Derecho que se establecen, proceden de negocio jurídico. Piénsese
5. El negocio jurídico, hecho jurídico unitario.—Conviene recalcar
que son negocios jurídicos los que celebramos, lo mismo cuando compra-
que el negocio jurídico es siempre un solo hecho jurídico, enclavado den-
rnos el diario alimento, que cuando arrendamos la vivienda en que habita-
tro de la categoría «actos», es decir, que es un solo acto jurídico. Los sin-
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MANUEL ALBALADEJO
§ 78 ANÁLISIS DEL CONCEPTO, ELEMENTOS Y EFECTOS DEL NEGOCIO

guiares sucesos que lo componen son elementos del mismo aunque, natu- «Siendo el fundamental de los requisitos del negocio la declaración de vo-
ralmente, estos elementos por sí solos, es decir, aisladamente, fueran o pu- luntad...», dice, por ejemplo, la sentencia de 30 septiembre 1%3. Igualmente la
dieran ser también hechos o actos jurídicos. La razón es que la ley forma de 25 mayo 1944, y otras. Y las de 5 noviembre 1957 y 13 mayo 1959 afirman
con ellos una unidad superior, que responde al modo de ser de las cosas, que «la voluntad es la creadora del negocio jurídico [y] constituye verdaderamente
como reflejan la terminología y el común sentir en la vida jurídica, pues en la esencia, el principio activo y generador, no habiendo negocio allí donde la vo-
ésta se habla, por ejemplo, de compraventa o de préstamo, como un todo, luntad está ausente.»
y se les concibe como un acto y no como una suma de sucesos —dos de-
claraciones de voluntad en aquélla, u otras dos declaraciones más la entrega Unico elemento del negocio lo es la declaración de voluntad, ya que el
de la cosa en éste—, sucesos que constituyan en estos casos —lo que no efecto (cuya producción ex volun tate he dicho ser también de esencia al ne-
quiere decir que no lo puedan constituir en otros— actos autónomos. gocio) no es parte, sino consecuencia del negocio.
Mas es preciso, en materia de elementos de éste, tratar aún dos cues-
6. Del hecho al negocio jurídico.—En conclusión, hemos llegado a ver tiones:
qué sea el negocio, siguiendo el camino descendente: hecho, hecho jurídico, acto Primera: ¿Hay algún otro elemento necesario a todo negocio jurídico,
jurídico, negocio jurídico. El primero, que no produce efectos jurídicos; el se- es decir Al negocio jurídico, genéricamente hablando?
gundo, que los produce; el tercero, que —además de producirlos-- procede de La doctrina no está acorde en este punto, y un gran sector de ella en-
la voluntad humana; el cuarto, que —además de producirlos y de proceder de tiende ser la causa otro elemento necesario a todo negocio. Posteriormente
la voluntad humana— los produce porque son queridos, ya que el agente tiende, dedicaré un examen especial a este punto, y en él tendré ocasión de expo-
al realizarlo, precisamente a producirlos. Para el Derecho, en el primero nada ner detenidamente la cuestión.
es relevante, en el segundo lo es la fenomenicidad (resultado exterior), en el ter- Segunda: Pudiendó ser un negocio —como todo acto— simple o com-
cero lo es la fenomenicidad y la voluntariedad (del acto), en el cuarto lo son la
fenomenicidad, la voluntariedad (del acto), y el propósito (del agente). Es de-
plejo, puede encerrar uno o más elementos.
Ya se ha visto que en cualquier negocio debe existir, por lo menos, una
cir, que en el negocio jurídico, a la voluntariedad del acto hay que añadir la de-
claración de voluntad, ya que el acto precisamente consiste en declarar una vo- declaración de voluntad. Pero ahora se debe insistir en la advertencia de que
luntad. no siendo iguales todos los negocios, algunos pueden requerir más elemen-
tos del mínimo indispensable común a todos ellos.
En primer término, muchos, como ya he dicho, requieren más de una
§ 78 declaración de voluntad. Tal es el caso de los que no sean unilaterales, como
ANALISIS DEL CONCEPTO, ELEMENTOS Y EFECTOS DEL no lo son la compraventa o el arrendamiento, que precisan, cada uno, de
NEGOCIO Y MOMENTOS DEL CICLO NEGOC1AL dos declaraciones: la del comprador y vendedor, o las del arrendador y arren-
datario.
SUMARIO: 1. Esencia del negocio jurídico.-2. Elementos del negocio.— 3. Efectos.— Mas, aparte de la declaración o declaraciones de voluntad, hay nego-
4. Acto ilícito y negocio ilícito.-5. Definición provisional.-6. Teoría preceptiva.— cios que se componen también de otros elementos (que pueden ser de muy
7. Elementos, presupuestos, antecedentes, etc.-8. Contenido.-9. Formación, efi- variada naturaleza): por ejemplo, de la entrega de la cosa (así, en los con-
cacia y consumación. tratos reales: C.c., arts. 1.740, 1.758, 1.863), etc. Estos elementos distintos
de la declaración (o declaraciones), cuando son precisos en un negocio, son
1. Esencia del negocio jurídico.—A tenor de lo hasta ahora dicho, igualmente esenciales que aquélla para dar vida a éste.
queda claro que la esencia del negocio jurídico reside:
En cuanto al acto (género próximo) que es el negocio, en contener una 3. Efectos.—Los efectos perseguidos por el sujeto se producen porque el
declaración de voluntad. Ordenamiento liga su producción a la celebración del negocio, y la liga porque
En cuanto al efecto, en producirse ex voluntate (diferencia específica). son queridos —ex voluntate— por el sujeto; pero la doctrina no está de acuerdo
sobre si tales efectos han de ser queridos como efectos jurídicos o si basta con
2. Elementos del negocio.—Corno elemento (suceso singular compo- que lo sean como prácticos; dándose razones en pro de ambas soluciones'. Sin
nente del negocio) necesario o pieza imprescindible en cualquier negocio,
está, pues, la declaración de voluntad. Para el tema modernamente entre nosotros puede verse CASTRO, DE, El negocio jurídico, § 27,
con cita de obras, autores, exposición y examen de argumentos.

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MANUEL ALBALADEIO 78 ANALISS DEL CONCEPTO, ELEMENTOS Y EFECTOS DEL NEGOCIO

embargo, en general, parece aceptable sostener que al sujeto del negocio le basta ley, que se prcduzca, pero previniendo que es posible, lo regula, atribuyéndole
perseguir efectos prácticos, que, en cuanto acogido por la ley el acto que los pro- un efecto, no p-otector, sino, precisamente, desfavorable. Ahora bien, si el nego-
voca, resultan elevados a jurídicos: los efectos, vistos por el sujeto, pueden ser cio jurídico —a diferencia del acto ilícito— es, exactamente, una figura creada
prácticos, pero establecidos por la ley, son jurídicos. Así, pues, no se precisa una por la ley y ofecida al sujeto para que obtenga los efectos apetecidos —efectos
especial voluntad encaminada a éstos. que la ley distone se produzcan porque son queridos—, resultaría absurdo que
Se debe añadir que basta querer los efectos fundamentales o principales, te- la ley ofreciest al particular negocios ilícitos, en los que el efecto —dispuesto
niendo una representación de los mismos. Así, el comprador ha de querer la cosa por ella en cuanto querido por el sujeto— repugnase a la propia ley que lo or-
para sí, sin que sea preciso ni siquiera que conozca todos los demás efectos que dena; ya que b ordena, no como castigo, sino como premio. O sea, el negocio
la venta produce. jurídico no es un esquema de lo que no se debe hacer, y si se hace se castiga
Los efectos secundarios, que se establecen por el Derecho porque son con- (como lo es el acto ilícito), sino que es un esquema de lo que se puede hacer.
gruentes con el fin perseguido, con objeto de perfeccionar la obtención del mismo, Por eso, se ha de concluir que, evidentemente, como tales negocios, no puede
no se producen ex lege, sino ex voluntate, porque se quiso al menos el funda- haber negocio ilícitos en sí (aunque pueda acontecer que a una conducta, que
mental, y ellos son adecuados a éste; de forma que, como su última raíz, está la el agente quiso fuese negocial, la ley la estime como constitutiva, no de nego-
voluntad negocial (Cfr., C.e., art. 1.2582). Por tanto, tendrán lugar en tanto que cio, sino de atto ilícito). Pero sí puede ocurrir que un negocio, en sí lícito, sea
ésta no los excluya positivamente. utilizado en casos concretos en los que la ley lo prohibe, o que se persiga a tra-
vés de él un fn que la ley desaprueba. Entonces pueden suceder tres cosas: 1.a,
El negocio no puede producir otros efectos que los que la ley reconoce que la ley rexcione, negando al negocio los efectos que normalmente produci-
y admite, ya que su eficacia procede precivmente de la sanción que le con- ría' (si, ademls de negarle esos efectos —ex voluntate—, dispone otros efectos
cede el Derecho, y sería contradictorio que éste no quisiese absolutamente —ex lege—, ;e estaría en el supuesto de seudo negocio, que realmente es un
un efecto, y ordenase, a la vez, su producción. acto ilícito) ja, que • la reacción —por razones que no importan ahora— con-
sista, no en la negación de los efectos negociales4, sino en —presupuesta la ad-
misión de éstes— la imposición, además, de otros efectos (desfavorables) ex lege;
4. Acto ilícito y negocio ilícito. Frecuentemente se habla de «nego-

3.a, que no haya reacción, de forma que el negocio sea eficaz (ex voluntate) y
cio ilícito», lo que plantea la cuestión de si, habiendo actos lícitos e ilíci- no se siga ningún efecto (desfavorable) ex leges.
tos, los negocios lícitos pertenecen a aquel grupo y los ilícitos a éste. Ante Si en cualquier de esos casos —o en todos— se estima el calificativo de ilí-
tal cuestión, la doctrina discrepa, por dos razones: por diferencias de crite- cito como aduado, entonces se puede decir que se está frente a un negocio ilí-
rio y por diferencias de terminología, ya que no todos los autores dan el cito. Bien entmdido que lo ilícito, lo rechazado, no es realmente el negocio en
mismo sentido al término ilícito, aunque haya en su fondo una idea común sí, en abstract) (y no hay que olvidar que para establecer la separación entre lí-
de «contrario a Derecho». citos e ilícitos los actos jurídicos se contemplan en abstracto, y, por tanto, habrá
que contemplar al negocio —en cuanto acto— en abstracto), sino el realizarlo en
En mi opinión hay lo siguiente: Es indudable que el acto ilícito no es figura circunstancias en las que la ley no lo admite o lo prohíbe: por ejemplo, contraer
creada o permitida por la ley, ofreciéndola al sujeto; sino que no deseando, tal matrimonio citrtos parientes entre sí (C.c., art. 47); celebrar compraventa las per-
sonas indicadas en el art. 1.459, etc.
Al disponer este art, que los contratos (negocios jurídicos) obligan (es decir, producen el efecto
de obligar) «no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado [o lo que es lo mismo al cumplimiento Concluyendc: el negocio jurídico, como acto, es siempre un acto lícito.
de los efectos hechos constar específicamente como queridos] sino también a todas las consecuencias que, Los denominados negocios ilícitos no pueden, en cuanto negocios, situarse
según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley», no establece que el contrato pro- entre los actos il:citos. El calificativo ilícito no tiene exactamente el mismo
ducirá unos efectos —los expresamente pactados— ex voluntate, y otros —los no expresamente pacta-
dos, pero que sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley— ex lege, sino que sólo quiere significar sentido en ambo.; casos.
que el contrato produce ex voluntate, no únicamente los efectos singularmente precisados por las partes,
sino también todos aquellos otros que, aun no previstos específicamente por éstas en su acuerdo, sin em-
bargo se siguen del mismo a tenor de la buena fe, del uso y de la ley. Porque tales efectos completan ' El art. 6, mímelo 3, del C.c., sienta como regla: «Los actos contrarios a las normas imperativas
los otros previstos por aquéllas, basándose, como éstos, en la voluntad de los interesados, que está a la y a las prohibitivas sal nulos de pleno derecho».
raíz de los especificados y de los no especificados por las partes. No habiendo entre unos y otros la di- El mismo art. 6, número 3, continúa diciendo: «... salvo que en ellos se establezca un efecto dis-
ferencia de ser unos queridos por ellas y otros dispuestos por la ley, sino sólo la de que aquéllos fueron tinto para el caso de amtravención».
señalados por los contratantes, y éstos, no, pero se apoyan también en su voluntad, que la ley hace efi- 5 En la hipótesis 1." se califica la ley de lex perfecta (lex quae vetar aliquid fieri, et si factum sil,
fcaz incluso para lo no previsto, porque la eficacia que la ley da al contrato en el campo de lo no pre- rescindir); en la 2., ch. lex minusquamperfecta (lex quae retal aliquid fieri, et si factum si:, non res-
visto por él, completa el total de la eficacia presumiblemente querida por los contratantes para su acuerdo cindit, sed poenane initngit); en la 3., de lex imperfecta (lex quae vetat aliquid fieri, et si factum sit,
en los —podríamos decir— cabos que éste dejó sueltos y en los extremos que no especificó. non rescindir nec poeram iniungit).

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MANUEL ALBALADE.10 § 78 ANAL1SIS DEL CONCEPTO, ELEMENTOS Y EFECTOS DEL NEGOCIO

5. Definición provisional.—Recapitulando, se puede definir provisio.. mento esencial a todo negocio. Mas, a tenor de una tradicional doctrinar'
nalmente el negocio jurídico como acto jurídico lícito (género próximo), que distingue a los elementos del negocio en esenciales, naturales y acci-
constituido al menos por una declaración de voluntad privada —pero que dentales, el término elemento tendría otro sentido. A saber:
puede estar compuesto por más declaraciones de voluntad y por otros ele- Elementos esenciales (essentialia negad° son aquellos sin los que el
mentos—, acto que el Derecho tutela, reconociéndolo como base (funda- negocio no puede llegar a formarse.
mento) para la producción de los efectos que dicho Derecho ordena tengan
lugar en congruencia con lo que, a tenor de la declaración, se puede cali- No hay zcuerdo en cuáles sean; y desde quienes los reducen a la declaración
ficar de querido (efectos ex voluntate) (diferencia específica). de voluntad, luta quienes enumeran una larga relación (declaración, voluntad, ca-
pacidad, legitimación, objeto, causa, forma), hay diversas posiciones intermedias.
6. Teoría preceptiva.—Según una teoría preceptiva, normativa u objetiva, Además, los elementos esenciales pueden ser comunes y especiales, según sean
es errónea la concepción que ve en el negocio jurídico un acto cuyo contenido es esenciales a todo negocio, o sólo lo sean a un tipo. Los antes citados serían esen-
esencialmente volitivo, pues, por el contrario, el negocio tiene naturaleza precep- ciales comunes.
tiva, consiste en una norma establecida por la autonomía privada, en una regla-
mentación dictada para regular los intereses de los sujetos que lo celebran. El Elementos naturales (natura ha negotii) son los que cada negocio lleva
mandato o precepto establecido para el futuro, en efecto, procede de la voluntad, consigo, salvo que sean eliminados por los sujetos que lo celebran; cosa po-
pero ésta es algo anterior —es un momento psicológico previo— al mismo; es sible, por no ser imprescindibles.
fuente generadora del acto, pero no conteldo en éste. La voluntad se ha deter-
minado, en un sentido o en otro, antes del negocio; se agota con la declaración; Pero, eit realidad, tan pronto como se advierte a qué se refiere la doctrina,
y lo que queda es sólo lex privara estatuida por ella. Y al igual que una vez nos percatamos que no se trata de elementos, sino de efectos —consecuencias—
existente una Ley —Derecho— no importa ya el legislador, una vez creada la re- del negocio. Los elementos naturales no existen, pues; y esa denominación se
gla que regula las relaciones privadas —negocio-- no importa el que la dictó (la refiere a los efectos normales, que pueden ser suprimidos por los interesados.
voluntad). Tal es, por ejemplo, la obligación de saneamiento en la compraventa (C.c., arts.
En mi opinión esta teoría tiene el interés de haber llamado la atención sobre 1.474 y ss.:E.
que el negocio jurídico es un precepto o reglamentación establecida por la auto-
nomía privada; lo que, en efecto, es. Pero aparte de eso, no puede desconocerse
que proviene de la voluntad de las partes, y que, por ello ésta, en principio, es Elementos accidentales (accidentalia negotii) son aquellos que no for-
su fundamento, y decisiva para todo lo relativo a la reglamentación que estable- man parte del tipo abstracto de negocio de que se trate, pero que los inte-
ció, y, por tanto, también al contenido que ésta encierra6. resados pueden agregar. Y al agregarlos devienen esenciales para el nego-
cio concreto contemplado; de forma que no son accidentales respecto de
7. Elementos, requisitos, presupuestos, antecedentes, etc.—Hay una éste, sino respecto del tipo de negocio al que pertenece al celebrado. Así,
serie de términos que se manejan al referirse a la estructura o sposición la condición es elemento accidental, pero celebrado un negocio determinado
del negocio, así como a las condiciones (en sentido vulgar) que son preci- bajo condición, ésta es un elemento esencial de ese negocio.
sas para que el mismo surja y sea plenamente eficaz. Se habla de requisi- Suelen estudiarse como elementos accidentales —aparte de que lo sean otros—
tos, elementos, presupuestos, antecedentes, etcétera. la condicien, el término y el modo. De ellos --que posteriormente serán exami-
A mi modo de ver, por «elemento» del negocio, lo más correcto sería nados en particular— sólo cabe decir (especialmente del modo, por un lado, y de
entender cada uno de los componentes del mismo. En este sentido, he ve- la condición y el término por otro), ahora, que su influencia sobre el negocio es
nido hablando, hasta ahora, de la declaración de voluntad, como único ele- tan dispar, que realmente sólo tienen en común la accidentalidad susodicha.
Ademas, según advierte la doctrina, hay otros elementos que pueden ailadir
los sujetos al negocio. La forma, por ejemplo; de tal manera, que un negocio de
6 La principal obra exponente de la teoría preceptiva es la de BETTI,
Teoria generale del negozio
tipo no solemne, puede devenir solemne, por voluntad de los interesados: así, cabe
giuridico (hay traducción española de la primera edición, de MARTIN PEREZ, Teoría general del ne- acordar que determinado contrato que se va a celebrar, deba serio en escritura pú-
gocio jurídico, 1949). blica, ad wlemnitatem (es decir, como requisito solemne en cuya falta el negocio
La exposición de las críticas a la concepción subjetiva del negocio, que hace la teoría preceptiva, es nulo), aun cuando la ley no la exige.
'así como réplica a las mismas y la exposición y crítica de la teoría preceptiva pueden verse especial-
mente en CARIOTA FERRARA, Il negozio giuridico (hay traducción española de ALBALADE,10, El
negocio jurídico, 1956, y la materia a que me refiero, se trata en págs. 60 y ss.). Que, a veces, recogió la jurisprudencia. Por ejemplo, sentencias de 11 marzo 1929 y 10 junio 1958.

572 573
§ 78 ANALISIS DEL CONCEPTO, ELEMENTOS Y EFECTOS DEL NEGOCIO
MANUEL ALBALADEJO

De este modo, nos encontramos con que hay elementos accidentales (como 1.0 El contenido entendido como conjunto de elementos que compo-
la condición o el término) de los que depende la eficacia del negocio: éste existe nen el negocio. En tal sentido, por ejemplo, el contenido del negocio de
desde su celebración, pero sólo cuando se cumpla la condición (suspensiva) o lle- aceptación de la herencia es simplemente la declaración de voluntad del
gue el término (inicial), producirá efectos. Mientras que hay otros elementos ac- aceptante; el de la compraventa lo son las dos declaraciones de comprador
cidentales (la forma ad solemnitatem), en cuya falta, no solamente no hay efec- y vendedor; el del préstamo las declaraciones de las partes y la entrega de
tos, sino que tampoco hay negocio, puesto que el negocio formal es inválido si la cosa.
no reviste la forma debida.
2.° El contenido, entendido como conjunto de efectos que el negocio
Además, muchos autores consideran también como elementos accidentales, gran produce. En tal sentido, el contenido, por ejemplo, de la compraventa con-
número de posibles cláusulas especiales que los sujetos agregan frecuentemente al
tipo escueto de esquema negocial (así, la cláusula penal, las arras, etc.).
siste en la serie de derechos y de obligaciones que de ella surgen, a favor o
A la vista de lo dicho, se comprende la escasa utilidad de la clasificación ex- a cargo del vendedor y comprador. En nuestra doctrina está muy extendida
puesta, pues sus miembros ni son todos elementos (así, no lo son, desde luego, esta aceptación, que, rigurosamente hablando, es inexacta, ya que los efectos
ni los naturales, ni los accidentales, como la condición, el término, la cláusula pe- quedan fuera del negocio en sí, y son no parte, sino consecuencia del mismo.
nal o las arras), y ni siquiera tienen de común el actuar sobre el negocio de igual 3.° El contenido, entendido como lo querido (expresado como tal en
manera los de cada categoría, pues, dentro de la misma, unos dan lugar a invali- la declaración). En tal sentido, el contenido del negocio es la voluntad ne-
dez del negocio, otros a su ineficacia y otros ni a aquélla ni a ésta. gocial, que se hace patente incluso en todas las cláusulas especiales que a
veces se insertan en el negocio (arras, cláusula penal, pactos especiales, etc.),
Los denominados elementos esenciales son frecuentemente calificados, y que, como se vio, muchos consideran como elementos accidentales.
en sentido estricto, de requisitos del negocio. O sea, sea equiparan enton-
ces los términos elementos y requisitos. 9. Formación, eficacia y consumación.--Formación es el surgir del
negocio, el nacer, el venir a la existencia. El negocio se forma cuando se
Por lo que hace a nuestro Código, habla de «requisito», en artículos como los han reunido todos sus elementos. De tal manera, que si consta de una sola
124, 1.261, 1.300, etc., en un sentido no siempre estrictamente idéntico, pero que- declaración de voluntad, queda formado desde que ésta existe; y si requiere,
riendo significar las circunstancias que son de esencia al negocio; y con el mismo además, otros elementos, cuando éstos concurren: así, no queda formado el
propósito emplea otras veces (así, art. 1.278) la expresión «condiciones esencia-
les para su validez». contrato de préstamo hasta que no se entrega la cosa.
El concepto expuesto de formación se expresa también con otros tér-
Por mi parte, creo que, desde un punto de vista de lógica abstracta, no minos, como conclusión y perfección, que particularmente se utilizan para
habría que equiparar elementos y requisitos, sino considerar que los ele- aludir a la formación de ciertos negocios, como los contratos.
mentos que se admitiesen, deberían reunir ciertos requisitos: por ejemplo, La formación es cosa distinta de la validez; y así, el negocio formado puede
el elemento declaración de voluntad debe reunir el requisito de hallarse exento ser inválido. Por ejemplo, si adolece de un vicio (error, dolo, intimidación, etc.).
de vicios (error, dolo, etc.). De manera que así quedaría claro que puede
existir el elemento, pero ser inválido el negocio por no reunir aquél los de- Como la producción de efectos (eficacia) no ha de coincidir con la for-
bidos requisitos. mación del negocio, un negocio puede haberse formado y ser todavía ine-
Dos palabras, por último, sobre los presupuestos, antecedentes y otros ficaz. Incluso muchos negocios se realizan pensando en una eficacia fu-
términos, también utilizados frecuentemente. tura: piénsese en el período que va desde el otorgamiento del testamento
Estamos aquí en un terreno mucho más inseguro que el anterior, y lo (formación) hasta la muerte del testador, período en el que el testamento
único que, en abstracto, parece poder aceptarse es que de presupuestos o es ineficaz,
antecedentes se debería hablar para referirse a circunstancias previas, ex-
trañas al cuerpo del negocio, aunque sea necesario que concurran para que Junto a la eficacia que se podría llamar principal, del negocio, hay otra con-
éste opere. servativa o protectora o previa, que se produce en los negocios jurídicos ya for-
mados, pero todavía ineficaces, y que tiende a proteger su eficacia principal fu-
8. Contenido.—De contenido del negocio se puede hablar en diver- tura. Por ejemplo, en el negocio bajo condición se producen ya efectos conservativos
sos sentidos: (C.c., art. 1.121, 1.°).

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MANUEL ALBALADE10 § 79 CLASES DE NEGOCIOS JURIDICOS

Los negocios en formación producen, a veces, efectos, pero éstos normalmente Por ejemplo, la compraventa es un negocio bilateral y el testamento lo es unila-
tienen su causa, no en el negocio, sino en el elemento o en los elementos que ya teral, si se les clasifica con arreglo al número de partes que intervienen en su ce-
han surgido. lebración; y, asimismo, aquélla es un negocio no solemne y éste solemne, si a lo
que se atiende para clasificarlos es a que la ley exija o no que revistan determi-
Así como para la formación del negocio es preciso que hayan concu- nada forma.
nido todos los elementos del mismo, para que sea eficaz es preciso que Aquí expondré solamente las clasificaciones que presenten un mayor interés.
concurran los requisitos de eficacia, cuando para tal eficacia son necesarios
éstos además de aquéllos. 2. Negocios típicos y atípicos* .—Negocios típicos son aquellos para
La diferencia entre elementos del negocio y requisitos de eficacia, ya los que el Derecho ha predispuesto un esquema particular; es decir, los pre-
sabemos que consiste en que el conjunto de aquellos fundamenta los efec- vistos y regulados de una manera individual. Por ejemplo, la compraventa
tos, mientras que éstos sólo condicionan la producción de dichos efectos, (C.c., arts. 1.445 y SS.), la donación (C.c., arts. 618 y ss.) o el mandato
pero sin ser base de los mismos. (C.c., arts. 1.709 y SS.). Negocios atípicos son aquellos que, sin tener una
Los requisitos de eficacia, también llamados condiciones de eficacia, disciplina especial, permite el Derecho que puedan celebrarse (cfr. Cc., arts.
pueden ser voluntarios (cuando dependen de la voluntad de las partes) o le- 1.254 y 1.255).
gales (cuando los exige la ley). Ejemplo de los primeros lo es la condición, Los negocios típicos se llaman también nominados, y los atípicos, in-
y de los segundos, la inscripción de la aceptación de la hipoteca unilateral nominados; mas esta segunda terminología no debe inducir a error, porque
(L.H., art. 141) para el negocio unilateral dIel que nace ésta (L.H., art. 138), la esencia de la distinción se halla no en que tengan o no un nombre, sino
o la celebración del matrimonio para las capitulaciones matrimoniales (C.c, en que —como señalé— sean o no sean objeto de una disciplina especial.
art. 1.334), o la muerte del testador para el testamento. Y cosa distinta es que los típicos tengan un nombre en Derecho y los atí-
La consumación (término que, a veces, utiliza la ley: así, C.c., art. 1.301, picos puedan carecer de él, lo cual no siempre sucede.
4,0) es el momento final del negocio, si éste es de tracto único, o el co- Los negocios típicos son los que más frecuentemente se celebran (por
mienzo del final, si es de tracto sucesivo. cuya frecuencia, precisamente, se les dota de unas normas propias), o los
Consiste la consumación en la realización del fin perseguido por el ne- especialmente interesantes para el Ordenamiento, por otras razones.
gocio; cosa que también se denomina ejecución y cumplimiento. Con la con- Según la menor o mayor autonomía que se concede a la voluntad pri-
sumación se cierra el ciclo negocia', y surge una nueva situación jurídica, vada, hay casos en los que sólo es posible la celebración de negocios típi-
entre la cual y la precedente se insertó el negocio, precisamente con el fin cos, sin que sean, ni siquiera, modificables sus efectos (así ocurre en el De-
de regular el cambio de ésta. Así, por ejemplo, en la compraventa, el com- recho familiar personal), y otros en los que no sólo es posible modificar
prador deviene dueño de lo comprado y el vendedor del precio; que era pre- éstos, sino también celebrar negocios atípicos, como acontece generalmente
cisamente lo que perseguían con aquélla. en materia contractual, siendo entonces cuando se deja mayor libertad a la
inventiva humana.
§ 79
CLASES DE NEGOCIOS JUR1DICOS * ASCARELLI, Cantrarro misto, negozio indiretto, negotiuminixtum cum donatione, en R.D. Comm.,
1939, II, págs, 462 y as.; CASTRO LUCINI, Los negocios atípicos, en R.D.N., 1974, julio-diciembre,
págs. 7 y ss,; DUALDE, La materia contractual única, en Homenaje a Clemente de Diego, 1940, págs.
SUMARIO: 1. Generalidades.-2. Negocios típicos y atípicos.-3. Negocios solemnes y 25 y as.; FUBINI, Contribución al estudio de los contratos complejos, en R.D.P„ 1931, págs. 1 y ss:,
no solemnes.-4. Negocios «inter vivos» y «mortis causa».-5. Negocios familia- GENNARO, DE, I contratti ntisti, 1934; GRAZIANI, II mandato di credito, en Studi, 1953, págs. 113
res y patrimoniales.-6. Negocios de atribución patrimonial y no atributivos.-7. y as.; HOENIGER, Vorstudien zuna Problem des gemischten Vestriige, 1906, y Die gemischten Vertrage
Negocios de disposición y de obligación.-8. Negocios de administración ordina- in ihrem Grundformen, 1910; JORDANO, Los contratos atípicos, en R.G.L.J., 1953, tomo 195, págs,
ria y que exceTrc—
ei le ella.-9.-Negocios principales y accesorios.—lo. Negocios 51 y ss., y Contratos mixtos y uniones de contratos (coment. a s, 27 feb. 1950), en A.D.C., 1951, págs.
321 y ss.; LA LUMIA, Contratti misii e contratti innominati, en R.D. Comm., 1912, I, págs. 719 y ss.;
gratuitos, onerosos y_ neutros.-11. Negocios unilaterales y plurilatellies PERE RALUY, Régimen jurídico del arrendamiento atípico. Arrendamiento ad melioramdunt y simila-
res (coment. a s. de 13 junio 1961), en A.D.C., 1963, págs. 202 y ss.; PEREZ SERRANO, El contrato
1. Generalidades.—Los negocios jurídicos son susceptibles de clasificar desde de hospedaje, 1930; PORCIOLES, Arrendamientos complejos, en N.E,J., 11, 1950, págs. 924 y ss., RO-
VIRA MOLA, Contrato complejo, en N.E.J., V, 1953, págs. 374 y ss.; SCHREIBER, Gemischte Vertrdge
muchos puntos de vista. Además, es obvio que un mismo negocio puede englo- in Reichsschuldrecht, en D., 1911 (60), págs. 106 y ss.; TUNC, Le contrat de garde, 1942,
barse dentro de distintas categorías, al contemplarlo desde diversos puntos de vista. Véase la bibliografía citada en este mismo Derecho Civil, II, § 65.

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MANUEL ALBALADEJO § 79 CLASES DE NEGOCIOS JURID1COS

Cuyos productos, no obstante, siempre se pueden reducir a las cuatro clási- modo que el negocio es inválido como tal negocio si no adopta la FORMA
cas categorías: do ut des, do ut facias, facio ut des, facio ut facias, es decir, doy
para que des, doy para que hagas, hago para que des, y hago para que hagas, y exigida o si no se cumple la FORMALIDAD prescrita.
a sus posibles combinaciones: facto et do uf des, do ut des et facias, etc. Por eso se ha dicho que más exacto que hablar de negocios forma-
les y no formales, sería hacerlo de negocios con forma obligada y con
El que un negocio sea típico no quiere decir —como se acaba de forma libre.
afirmar— que sea absolutamente inmodificable su esquema legal. Puede La regla general, en nuestro Derecho, es la de que los negocios jurídi-
serio (por ejemplo, compraventa) o no (por ejemplo, matrimonio). Mas, cos no son formales (sistema de libertad de forma), pero, sin embargo, en
acontece que será, a veces, dudoso, si en un caso concreto nos enconj ciertos casos, por excepción, se requiere la forma o la formalidad, so pena
tramos frente a un negocio típico, que sigue siéndolo, a pesar de habér- de nulidad si no se observa; siendo ésta unas veces forma única (por ejem-
sele introducido modificaciones, o si nos hallamos frente a uno atípico,1 plo, la donación de inmuebles ha de hacerse en escritura pública: C.c., art.
aunque para construirlo se hayan tomado o tenido a la vista cosas pro- 633), o concediéndose, otras veces, la facultad de elegir entre varias formas
pias de uno típico. también determinadas (por ejemplo, el testamento puede otorgarse en di-
versas formas ad solemnitatem: C.c., arts. 676 y ss.).
Como lo que caracteriza a tos negocios típicos es el ser objeto de una regu-
lación particular, puede haber no sólo negocios típicos regulados por la ley, sino 4. Negocios «inter vivos» y «mortis causa»*. Mortis causa es el —

también por la costumbre, siempre que sean objeto de tal regulación consuetudi- negocio que tiene por función peculiar la de regular para después de la
naria particular; es decir, de una regulado"i preferente a las normas generales muerte del sujeto, relaciones o situaciones que se originan esencialmente
generales a todo negocio o a una clase de éste— legislativas o consuetudinarias, por tal muerte, de guisa que ésta no es un acontecimiento que pueda fal-
que el Derecho establezca. Lo cual ocurre en el caso de remisión legal concreta tar, sino que es necesaria para que dichas relaciones o situaciones se pro-
a la costumbre, pero no en el de remisión a ésta en defecto de todo el Ordena
miento legislativo (C.c., art. 1, número 3), ya que en éste se comprenden normas duzcan.
generales además de las particulares (cfr. C.c., lib. IV, título II «De los contra- Los demás negocios son inter vivos, aunque se concluyan eventualmente
tos», en general). con vistas a la muerte (por ejemplo, contrato de seguro, que puede ser se-
La práctica o la doctrina científica pueden llegar —a base de aplicar normas guro para cobrar por los familiares del asegurado cuando éste muera), o
generales, o mediante analogía, o por el procedimiento adecuado, según cada De- aunque sus efectos accidentalmente se verifiquen o alcancen después de la
recho positivo— a establecer la regulación concreta de un negocio no contem- misma (por ejemplo, compraventa que han de cumplir los herederos, por
plado individualmente en el Ordenamiento jurídico. Tal negocio no deviene típico muerte del vendedor), o aunque ésta se ponga como tope inicial o final de
por ello, a tenor de lo que he expuesto ser esencia de la tipicidad. tales efectos (por ejemplo, arrendamiento cuya vigencia se pacte hasta la
muerte del arrendador)'.
3. Negocios solemnes y no solemnes*.—Todo negocio tiene una Fundamentalmente el negocio monis causa regula el destino del pa-
forma, porque de alguna manera han de realizarse los elementos que lo com- trimonio del sujeto para después de su muerte y produce efectos a partir
pongan; y siendo precisa al negocio, como mínimo, una declaración de vo- de ésta (por ejemplo, testamento); mas la eficacia al momento de la muerte
luntad, es evidente que el negocio, al menos, tiene la forma de la declara- y precisamente por ésta, no es nota esencial del negocio, ya que un ne-
ción de voluntad (verbal, escrita, etc.). gocio mortis causa, como lo es la revocación del testamento2 (C.c., art.
En ese sentido todos los negocios son formales; pero al hablar de ne- 738: la revocación no es en sí un testamento, aunque, ciertamente debe
gocios no formales (o no solemnes) y de formales (o solemnes) se alude a hacerse «con las solemnidades necesarias para testar») es eficaz tan pronto
que mientras que unos pueden celebrarse en cualquier forma, otros o deben
serlo en una FORMA determinada (así, la donación de inmuebles, en escri-
tura pública, C.c., art. 633) o requieren, además de la declaración de vo- * GIAMPICCOLO, Atto monis causa, en Enciclop. del Dir., IV, 1959, págs. 232 y ss., y allí abun-
dante bibliografía; JORDANO, Teoría general del testamento, en Anales de la Universidad hispalense,
luntad, de alguna FORMALIDAD (así la donación verbal de cosa mueble pre- 1963, vol. XXIII, págs. 61 y as., y en Estudios Serrano, I, 1965, págs. 431 y SS.
cisa de que simultáneamente se entregue ésta, C.c., art. 632, 2.°), de tal Sobre criterio distintivo entre acto inter vivos y mortis causa, véanse sentencias como las de 6
mayo 1927 y 6 marzo 1945, y resolución de 19 mayo 1917.
= La revocación es precisamente un negocio monis causa porque, mediante la derogación del tes-
* Véase bibliografía citada infra, § 99. tamento, se encamina a abrir paso a una regulación para después de la muerte, distinta a la que el tes-
tamento establecía.

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MANUEL ALBALADEJO § 79 CLASES DE NEGOCIOS JURIDICOS

como se realiza, derogando el testamento ahora, y no cuando muera el Los negocios patrimoniales se subdividen en negocios reales, obligato-
sujeto que revocó. rios y sucesorios, según produzcan la transferencia, constitución o modifi-
Son negocios mortis causa el testamento (Cc., art. 667) —aunque éste cación o extinción de derechos reales, de derechos de crédito (obligaciones),
pueda contener disposiciones, englobadas dentro de él formalmente, que no o regulen la sucesión monis causa.
son monis causa; por ejemplo: reconocimiento de un hijo natural, recono-
cimiento de deuda, nombramiento de tutor por el testador para sus hijos, 6. Negocios de atribución patrimonial y no atributivos.—Los ne-
establecimiento de una fundación, etcétera— y su revocación (C.c., art. 738), gocios patrimoniales pueden ser o no de atribución (patrimonial). Son de
así como el contrato sucesorio y la donación monis causa (éstos, si bien atribución aquellos por los que una persona enriquece el patrimonio de otra,
no los admite el Código [cfr. arts. 1.271, 2.°, y 620} si están acogidos en mediante el ingreso en el mismo de un nuevo derecho o la supresión de un
los Derechos forales). gravamen que pesase sobre aquél. Por ejemplo, la compraventa, la condo-
nación de una deuda, la concesión de un derecho de usufructo —que enri-
Frecuentemente se denominan negocios (o disposiciones) de última voluntad quece el patrimonio del usufructuario— o la renuncia al mismo —que en-
a los negocios monis causa; lo que es inexacto, salvo que el negocio mortis causa riquece el patrimonio del nudo propietario—. No es de atribución patrimonial,
sea libremente revocable, cosa que no ocurre, generalmente, para el contrato su- porque no hace ingresar derecho alguno en el patrimonio de otra persona,
cesorio (negocio monis causa) en las legislaciones que lo admiten. Realmente el el abandono de una cosa mueble, que la convierte en cosa sin dueño.
negocio de última voluntad es, como su nombre indica, aquel que refleja la vo-
luntad postrera del sujeto (y para ello, ha de ser revocable, ya que pudiendo cam-
biarse después de voluntad [yo/untas ambulatoria est usque ad vitae supremum
7. Negocios de disposición y de obligación.—Son negocios de dispo-
exitum], si no es revocable el negocio, puede que en él, al morir el otorgante, esté sición los que provocan inmediatamente la pérdida o gravamen de un dere-
recogida una voluntad que no sea la suya última3). Y, a tenor de esto, queda claro cho; como la tradición o entrega de la cosa con ánimo de transferirla —que
que negocio de última voluntad y negocio mortis causa, no son una misma cosa transmite el derecho de propiedad al accipiens, haciéndoselo perder al tra-
(el contrato sucesorio es negocio monis causa, y no de última voluntad), aunque dens (C.c., art. 609)— o la condonación —que extingue el derecho de cré-
todo negocio de última voluntad sea un negocio monis causa: se trata simple- dito (C.c., art. 1.156)—. Son negocios de obligación los que no provocan
mente de que éste es el género y aquél la especie. por sí la pérdida o gravamen de un derecho, sino que simplemente se limi-
En cuanto a usar una y otra expresión como sinónimas, no reviste gravedad tan a prepararla, mediante la constitución del deber (obligación) de transmi-
en los Derechos en que no se admiten más negocios monis causa que los de úl-
tima voluntad.
tir o gravar tal derecho; como, por ejemplo, la compraventa —que no trans-
mite la propiedad, sino que sólo obliga a transmitirla: C.e., arts. 609 y 1.445—.
5. Negocios familiares y patrimoniales* —Son negocios familiares o
Dentro de los negocios de disposición cabe distinguir entre:
de Derecho familiar los que persiguen el fin de constituir, modificar o ex- l. Negocios de disposición constitutivos, y de disposición traslativos, según
tinguir relaciones familiares (o, ampliando el concepto, cuasifamiliares), como que transfieran un derecho existente anteriormente (transmisión, por ejemplo, de
el matrimonio, la adopción y el nombramiento de tutor; y son negocios pa- la propiedad) o que den vida a un derecho nuevo (como si el pleno propietario
trimoniales los que tienen por fin constituir, modificar o extinguir relacio- grava su cosa creando un derecho de usufructo sobre ella).
nes patrimoniales, como la compraventa o el arrendamiento. 2.° Negocios de disposición reales y obligacionales, según que la pérdida o
Hay, asimismo, negocios patrimoniales familiares, entendiendo por ta- gravamen sea de un derecho real (tradición, por ejemplo, de la cosa vendida) o
les los que regulan el régimen patrimonial basado en relaciones familiares: de crédito (condonación, por ejemplo, de lo que se nos debe).
por ejemplo, las capitulaciones matrimoniales.
8. Negocios de administración ordinaria y que exceden de ella*.—
Ante todo, será conveniente aclarar la terminología, que no es uniforme. A
Ciertamente que también puede ocurrir que, aun siendo revocable el negocio y habiendo cam-
biado después de voluntad el otorgante, sin embargo, no lo haya revocado, por lo que, a pesar de ser
negocio de última voluntad, no refleje la última verdadera de quien sea. * AGUILERA DE LA CIERVA, Actos de administración de disposición y de conservación, 1973,
Ciertamente eso es posible porque el llamado negocio de última voluntad se denomina así, no por- y en págs. 315 y ss., más bibliografía; La venta de frutos como acto dispositivo, en A.D.C., 1975, págs.
que la voluntad que recoge sea de forma necesaria la última, sino porque la ley lo establece para que 3 y ss. y Autonomía del acto de conservación, en R.D.P., 1975, págs. 726 y ss.; BONFANTE, // con-
pueda recogerla, si es que el interesado lo ha usado efectivamente para expresada. cetto di atto di amministrazione e 1/ colaran° di assicurazione da parte del inabilitato, en RU. Comm.,
* DIEZ-PICAZO, El negocio jurídico de Derecho de familia, en R.G.L.J., 1962, I, págs, 771 y SS. 1905, I, págs. 409 y ss., y en Scritti, 111, 1926, págs. 336 y ss,; FERRARA, A., Antministrazione (fui

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MANUEL ALBALADEJO § 79 CLASES DE NEGOCIOS JURIDICOS

los negocios de administración se les llama también (salvo a algunos, se- pende y en función del cual se justifica. Son principales, por ejemplo, la com-
gún una terminología) de administración ordinaria, y a los que exceden de praventa o el préstamo; son accesorios, por ejemplo, la confirmación o el con-
trato de prenda, ya que aquélla tiende a extinguir la acción con que se podría
la administración, se les denomina, asimismo, de administración extraordi- atacar la compraventa impugnable (C.c., art. 1.309), y ya que éste tiende a crear
naria o bien (por lo menos a un sector de ellos) de disposición, pero dando una garantía, por ejemplo, a favor de quien hace un préstamo a otro (C.c., art.
a este término un sentido distinto del que tiene en la bipartición negocios 1.857, 1,°).
de disposición-negocios de obligación, expuesta en el número anterior. Según una opinión, no deben ser confundidos con los negocios accesorios
(que son en sí verdaderos negocios completos, aunque dependientes) otras figuras
Pues, en efecto, hay negocios de disposición, en el sentido de negocios que ex- que, aunque encierren una declaración de voluntad, realmente no son negocios,
ceden de la administración, que no lo son de disposición, en el sentido contrapuesto sino bien elementos de un negocio, bien requisitos de un elemento, bien circuns-
a negocios de obligación —como, por ejemplo, la venta de la cosa administrada—, tancias externas al negocio, pero que influyen en su eficacia (condiciones legales
y hay negocios que son de administración y que, sin embargo, son, en este sentido de eficacia) —que sean una u otra cosa depende de cómo en los diversos casos
contrapuesto a los de obligación, verdaderos negocios dispositivos —como, por ejem- organice el negocio el Derecho positivo—. Por ejemplo, las autorizaciones, ve-
plo, la tradición de la cosecha fruto de la cosa administrada—. nias, asentimientos, licencias, aquiescencias (la terminología es muy variada) que
Los negocios de administración son los que se refieren únicamente al goce, se exigen en muchas ocasiones, y que unas veces han de preceder al negocio,
conservación y uso de la cosa o patrimonio administrado, alcanzando sólo a 'lo otras otorgarse al celebrarse éste y otras pueden ser posteriores al mismo: así C.c.,
que ésta produce (como el empleo de las rentas que dé, la venta de los frutos que arts. 323, 1.329, 1.330, 1.338, 1.377, etc. Mas, en opinión de otros, las figuras en
se le obtengan), o si alcanzan a ella mismg, no enajenándola ni constituyendo so- cuestión (que cabe que tengan distintas naturalezas, según los casos concretos),
bre ella derechos reales; los demás son de disposición. pueden realmente ser elementos de un negocio o requisitos de un elemento, en
Ahora bien, se distingue, asimismo, entre negocios de administración ordina- cuyo caso no constituyen ellos, de por sí, un negocio; pero cuando realmente son
ria, que son los dichos, con exclusión de los que aun sin constituir sobre la cosa algo externo y distinto al negocio a que se refieren, entonces ellos mismos son
derechos reales, sin embargo la someten a algún otro derecho que la ley, en cierto un negocio ya (si consisten en una declaración de voluntad privada, y no en una
modo, considera equivalente a aquéllos (así, cuando se da en arrendamiento ins- decisión de una autoridad, por ejemplo), negocio accesorio del otro. Y el que lo
cribible en el Registro de la propiedad4), y negocios que exceden de la adminis- sean no es incompatible con que funcionen —pongamos por caso— como condi-
tración ordinaria, que son tanto los de disposición, en el sentido aclarado, como ciones de eficacia del negocio principal; porque nada impide que un negocio (el
los que aun sin dar lugar a la enajenación o gravamen de la cosa, la someten a accesorio) sea condición de eficacia de otro (el principal).
uno de esos derechos equivalentes a gravamen.
10. Negocios onerosos, gratuitos y neutros*.—Los negocios jurí-
9. Negocios principales y accesorios,—Negocio principal es aquel que puede dicos de atribución patrimonial son onerosos o gratuitos (llamados tam-
existir por sí solo; negocio accesorio es aquel que presupone otro del que de- bién lucrativos), según que la atribución se realice con o sin sacrificio
por el adquirente; es decir, vaya o no acompañada de una contrapresta-
di), en Nuovo D. it. I, 1937, págs. 393 y ss.; FERRARA, E, Gli atti di amministrazione, en II Filan- ción a cambia.
gieri, 1903, págs. 337 y ss., 417 y ss., 513 y ss.; GITRAMA, La administración de la herencia en el
Derecho español, 1950, y El acto de administración en el Derecho civil, en A.A.M.N., XIX, 1976, págs.
331 y SS.; GOLDSCHMIDT, L'acte d'administration en Droit civil franvais, 1898; GORLA, L'atto di
No son onerosos, por tanto, los negocios en que aquél a quien se hace la atri-
disposizione dei diritti, 1937; GREGORIO, DE, Gli atti di amministrazione nelle societá per azioni e bución contrae sólo el deber de restituir, ya que la devolución, aun siendo equi-
la respons-abilitá limitad, en Foro ita., 1954, I, col. 1.271 y ss.; LE BARON, L'acre d'administration valente de lo que se entregó, no es contraprestación que se realice como com-
en Droit civil franvais, 1916; LOJACONO, Atti di amministrazione, en Enciclop del Dir., II, págs. 152 pensación del beneficio que el adquirente recibe. Así, pues, son gratuitos, el mutuo
y ss.; MICHELLI, Atti di ordinaria e straonlinaria amministrazione nena societá per azioni, en Ojos- sin interés y el comodato. Y son onerosos, el mutuo con interés y el arrenda-
tizia civile, 1955, I, págs. 273 y ss.; MIRABELLI. I cosidetti mil di amministrazione, en Scritti Scia-
loja, III 1953, págs. 351 y ss.; MORENO QUESADA, Los supuestos de administración legal en el miento de cosas, no porque el mutuatario y el arrendatario deban devolver; sino
porque, además, pagan intereses por la suma recibida, o renta, por la cosa arrendada.
,

C.c., en Estudios Serrano, 1, 1965, págs. 669 y ss.; NATOLI, L'amministrazione dei beni ereditari,
1947; D'ORAll1, Gli culi di amministrazione e l'acquisto nell'interesse dei minan, en Ann. Univ. Ca-
merino, XVI, 1941, págs. 183 y ss,; ORGAZ, El acto de administración en el Código civil, en Nuevos
Estudios de Derecho civil (Buenos Aires), 1954, págs. 50 y ss.; PAGEAUD, L'acte conservatoire comme * CHAMPEAUX, Etude sur la nadan juridique de l'acte a titre gratuit en Drait civil franÇais,
acte nécessaire, 1941; PINTO. Administración, en N.E.J., II, 1950, págs. 371 y ss., y Disposición, en 1931: DOPEYROUX, Contribution a une théorie genérale de ¿'ame a titre gramil, 1955; ESMEIN,
la misma obra, VII, 1955, págs. 627 y ss.; TRASBOT, Lacte d'administration en Droit privé franois, Etude de lacte juridique a titre gratuit, 1934; MOSCO, Onerositá e gratuita degli atti giuridici, 1942;
1921; VERDOT, La notion d'acre d'administration en Droit privé francais, 1963. OPPO, Adempimento e liberalid 1947; PRADA, DE, La onerosidad y gratuidad de los actos jurídi-
4 Para un estudio más detenido del tema, véase tomo II de esta obra: Arrendamiento de cosas. Na- cos, en A.A.M N., XVI, 1968, págs. 225 y SS.; TILOCCA, Onerosita e gratuita, en R.T.D.P.C,, 1953,
turaleza del acto de dar en arrendamiento. págs. 53 y as.

582 583
MANUEL ALBALADEJO § 79 CLASES DE NEGOCIOS JURIDICOS

En los negocios onerosos se pretende obtener un beneficio a cargo del de un derecho exigible legalmente que dicho remunerado tenga contra el
adquirente (o de cada uno de los adquirentes, si son varios: así en la com- rernunerante por el favor o beneficio que le dispensó (cfr. C.c., a rts. 619
praventa lo son el comprador y el vendedor, que reciben cosa y precio, y y 622).
se desprenden de precio y cosa); en los gratuitos se busca sólo el hacerle
una liberalidad, no obteniendo nada a cambio de lo que se le da. 11. Negocios unilaterales y plurilaterales*.—Es negocio unilateral
el que procede de una sola parte —ex uno latere—, y es bilateral o pluri-
A efectos de onerosidad, es indiferente que el beneficio que se consigue del lateral, el que procede de dos o más partes —ex duobus vel pluribus late-
adquirente —a cambio de la ventaja que se le proporciona—, vaya a parar a quien ribus—.
hace el sacrificio (atribuyente) o a un tercero (cfr. C.c., art. 1.257, 2.°). Proceden de una parte el apoderamiento (del poderdante), el testamento
o su revocación (del testador), la aceptación o la repudiación de la he-
Además de los negocios que, por su propio modo de ser, bien son ne- rencia (del instituto heredero), etc. Proceden de varias partes, por ejem-
cesariamente onerosos (como la compraventa —C.c., art. 1.445— y el arren- plo, todos los contratos (de los contratantes), el matrimonio (de los con-
damiento —C.c., art. 1.543—), bien gratuitos (como el comodato —art. 1.740, trayentes), etc.
2.0— y la donación —art. 618—), los hay neutros, en el sentido de que Frecuentemente parte y persona coinciden: así cuando A compra algo
pueden ser indistintamente onerosos o gratuitos: por ejemplo, el mutuo (que a B, A y B son dos personas y dos partes. Pero ocurre, también, que en un
puede ser con o sin interés: C.c., art. 1.7401 2.°), el depósito (art. 1.760: ya negocio varias personas pueden estar todas de un mismo lado —ex uno la-
que si se pacta una retribución para el depositario, es oneroso, y si no, gra- tere—, o encontrarse en la misma posición por tener igual interés, en vez
tuito), el mandato (art. 1.711, 1.°: ya que si se pacta una retribución para de estar frente a frente: así cuando conjuntamente varios condueños, A, 13
el mandatario, es oneroso, y sino, gratuito), la fianza (ya que se puede pac- y C, venden a otra persona, D, la cosa común, A, 13 y C constituyen una
tar retribución o no para el fiador: art. 1.823, 1.°, etcc.). sola parte —la parte vendedora— en el contrato (negocio) de compraventa,
En los negocios onerosos, la equivalencia de prestación y contrapresta- en el que D es la otra parte (compradora).
ción no tiene que ser objetiva, sino que basta con que, según la voluntad
de las partes, una constituya la contrapartida de la otra, considerándola como Según lo dicho es el número de partes en el negocio, y no el de personas, el
comprensación de la ventaja conferida. que determina la unilateralidad o plurilateralidad de aqué15. Ahora bien, el número
de partes se encuentra en función de las situaciones o posiciones en que los suje-
tos o personas pueden hallarse en el negocio, debido al juego de intereses que éste
Nuestro Derecho frecuentemente, así el Código en numerosos artículos, se regula; de forma que cuando hay un solo centro de intereses, los sujetos —aun-
refiere a la onerosidad o gratuidad de los negocios (por ejemplo, arts. 460, 2.°, que sean varios— no pueden sino tener una sola posición, y, entonces, el negocio
618, 622, 825, 827, 878, 2.°, 889, 890, 1.°, 968, 1.274, 1.396, 2.° 1.401, 1.° es unilateral (por ejemplo, varios usufructuarios, renuncian conjuntamente a su de-
1.711, 1.740, 1.760, etc.), y el régimen de unos y otros discrepa en muchos pun- recho sobre la cosa usufructuada en común), y cuando hay dos o más centros de
tos, aunque se trate con frecuencia de normas dictadas con vistas a negocios intereses, los sujetos tienen varias posiciones (por ejemplo, la del que se desprende
concretos, que no siempre son susceptibles de aplicarse a todos los de una u de la cosa por el precio, distinta de la del que se desprende del precio por la cosa)
otra categoría. Los gratuitos se caracterizan por una menor firmeza (por ejem- y, entonces, ei negocio es bilateral, trilateral, etc. Pudiendo —como se vio— estar
plo, C.c., art. 1.297; L.H., art. 37; C. comercio, art. 880, etc.), por una respon-
sablidad también menor, de la parte benefactora (cfr. y compárense C.c., arts.
622, 638, 1.103, 1.187, 2.0; 1.726, 1.766, 1.461, 1.474 y ss., 1.529 y ss., 1.540, * ASCARELLI, El contrato plurilateral, trad. esp., 1949; BENEDETTI, Del contralto al ziegozio
1.554, 1.560, etc.), por la exigencia de una capacidad menos rigurosa para la unilaterale, 1969; DIONISI, ll problema dei negozi giuridici unilaterali, 1972; MARTIN DE LA MOU1TE,
parte beneficiada (cfr. arts. 625, comparándolo con 1.263), por la necesidad de L'acte juridique unilateral, 1951; NADAR, Le droit d'option, contribution l'etude du droit potestatif
et de l'acte unilateral, 1967; ROUJOU DE BOUBéE, Essai sur lacte juridique collectif, 1961.
forma normalmente más rígida que los onerosos (compárense, entre otros, arts. 5 Creo preferible prescindir aquí de ciertas sulxlistinciones (que, a veces, suelen hacerse por la doc-
632 y 633 con 1.278), etc. trina al tratar de la bipartición de los negocios en unilaterales y plurilaterales) a tenor de las cuales se
habla —con terminología no siempre uniforme, y, también, con no siempre seguros conceptos— de
Dentro de los gratuitos, cabe aún distinguir entre los gratuitos, es- acuerdos, actos conjuntos, colectivos, complejos, etc., para referirse generalmente a casos en que una
parte está integrada por varios sujetos, o a casos especiales de negocios plurilaterales. En nuestro De-
itrictamente hablando, y los remuneratorios, que son aquéllos en que la li- recho no parece fecunda una construcción general de tales subdistinciones; y otra cosa es que en su-
beralidad se hace como muestra de agradecimiento y en retribución de be- puestos concretos (que más bien merecen ser estudiados en las Partes especiales del Derecho civil) pre-
neficios o favores recibidos del remunerado, pero no en concepto de pago senten interés.

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MANUEL ALBALADEJO § 80 LA DECLARACION DE VOLUNTAD

compueta cada parte no sólo en los negocios unilaterales, sino también en los bi- Sección Segunda
laterales o plurilaterales, de más de una persona (por ejemplo, varios venden la LA DECLARACION DE VOLUNTAD*
cosa común, o varios compran en común la cosa de un tercero).

El obrar por el mismo interés -o sea, el encontrarse en la misma po- § 80


sición- da lugar a declaraciones de voluntad intrínsecamente iguales (en LA DECLARACION DE VOLUNTAD
el ejemplo anterior, todos los comuneros declaran vender, o todos declaran
comprar); mientras que los intereses -o posición- diferentes se reflejan SUMARIO: 1. Declaración de voluntad y voluntad de declarar.-2. La declaración de yo-
en declaraciones intrínsecamente distintas (en el ejemplo anterior, una parte luntad.-3. Unidad de voluntad y declaración.
declara vender, y la otra, comprar). Ahora bien, ni siquiera los intereses di-
1. Declaración de voluntad y voluntad de declaran-La declaración de
ferentes, o las posiciones contrapuestas -que son causa de la pluralidad voluntad negocia] en el acto' de manifestar la voluntad de negocio, es decir, es
de partes-, excluyen que con el negocio se persiga un interés ulterior o la conducta por la que el sujeto exterioriza lo querido. Cualquier g,lo es apto b
superior Común (así matrimonio, contrato de sociedad, etc.). para realizarla -la palabra, el escrito, signos, gestos-, con tal de que sirva para )
hacer patente exteriormente la voluntad negocial interna.
Desde luego, de cada parte puede haber varias declaraciones (ya que el ne-
gocio no es unilateral o plurilateral porque contenga una o más declaraciones), y,
consistiendo la declaración en la exteriorizaiión de lo querido, hay varias decla- * ALFARO AGUILA-REAL en C.C.J.C., rif 22, 1990, pág. 299; BLASCO GASCO en C,C.J.C.,
raciones cuando exteriorizan su voluntad varios sujetos, aunque constituyan una n.° 25, 1991, pág. 153; BONFANTE, 11 silenzio nella conclusione dei contratti, en Scritti giur., III,
sola parte6. Exitiendo, entonces, como un paralelismo entre dichas declaraciones, 1926, págs, 150 y SS.; BOULANGER, Volonté reele et volonté declaré, en Liber amicorum Baron
que corren parejas, en vez de emitirse frente a frente, como las que proceden de Louis Fredericq, 1966, págs. 199 y ss.1 CAMPAGNA, / ,rnegozi di attuazione» e la manifestazione
dell'intento negoziale, 1958; CANO MARTINEZ DE VELASCO, La exteriorización de los actos ju-
dos partes distintas. rídicos: su forma y la protección de su apariencia, Barcelona, 1990; CAR1OTA-FERRARA, Valonia,
En ciertos casos se discute si se está ante un negocio en el que una (o la manifestazione, negozio giuridico, en Annuario di E/ir. comparato, XV (1941), págs, 374 y SS.; CHA-
única) parte está compuesta por varios sujetos (que emiten varias declaraciones), BAS, De la declaration de volonté en Drait civil franÇais, 1931; CLAVERIA GSALBEZ en C.C.J.C.,
o si se está ante varios negocios, en cada uno de los cuales cada uno de aquellos n.° 1, 1983, pág. 117; DIAZ AMBRONA, «El silencio en la teoría del negocio jurídico (Notas a la
sujetos es una parte. Por ejemplo, en el caso de renuncia, por varios condueños, S.T.S. de 19 de diciembre de 1990)», A.C., 1991, n.° 48, pág. 667; DIEGO, DE, El silencio en el
Derecho, 1925; DURANY PICH en C.C.J.C., n.° 31, 1193, pág. 133; DURMA, La notification de vo-
a la cosa común, ¿se está ante una renuncia de varios o ante varias renuncias, lonté, 1930; ESPERANZA MARTINEZ-RADIO, DE LA, «La función de la voluntad en los negocios
cada una de uno? Creo que en la práctica puede darse tanto un caso como otro, jurídicos», Estudios Castán, V, Pamplona, 1969, pág. 457; FERRáND1Z GABRIEL, «Perfección, sus-
y que es la voluntad de los sujetos la decisiva. tantividad y eficacia de la declaración de voluntad recepticia», R.J.C., 1986, pág. 105; FIGA FAURA,
La voluntad, la declaración, Mr: .1. L. Austin y el Ordenamiento de Alcalá, en Libro homenaje a Roca
Sastre, II, 1977, páginas 165 y siguientes; GIAMPICCOLO. La dichiarazione recettizia, 1959; GOR-
A tenor de lo dicho más arriba, cuando en un negocio es preciso que D1LLO CAÑAS en C.C.J.C., n.° 10, 1986, pág. 3,405; HEBRAUD, Rappole respectif de la volonté
un sujeto sea asistido por otra persona, o ésta le autorice o asienta a lo et éléments objetifs dans les actes juridiques, en Melanges Maury, 1960, II, págs. 420 y ss.; HELL-
por aquél hecho, la intervención de esa persona -con la consiguiente de- MANN, Zar Lehre von der Willens-erklarung, en II., XLII (nueva serie); 1SAY, Zur Lehre von der
claración de autorización, de asentimiento, etc. (por ejemplo, de los pa- Willenserkldrung, en J,J., XLIV (nueva serie); KRAUSE, Schweige irn Recht.s-verkehr, 1933; LOPEZ
MERINO, Las notificación en el Ordenamiento jurídico español, 1987; MANIGK, Willenserkliirung
dres o curador al menor emancipado -artículo 323-, etc.), cuando es und Willensgeschtift, 1907; PUGLIATTI, La volontá, elemento esenziale del negozio giuridico, en Di-
preciso que se verifique en el negocio7, no tiene lugar en concepto de litio civile: Metodo, Teoria, Prattica, 1951, págs. 63 y ss.; PUIG PEÑA, Declaración de voluntad, en
parte en tal negocio, sino que se integra dentro de la parte que el sujeto N.E.J., VI, 1954, p. 283 y ss.; R1EG, Le rppole de la volonté dans lacte juridique en droit franyais
et aliemand, 1961; ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU, Función de la voluntad en la creación del
autorizado o asistido. negocio jurídico, en Estudios, I, 1948, págs. 1 y ss.; ROVIRA y PALOMAR, Problemas de la con-
tratación entre personas distantes, en A.D.C., 1958; SALE1LLES, De la declaration de volonté. Con-
tribution a l'etude de Jacte juridique dans le Code civil allemand, 2.* ed., 1929; SCHLESINGER,
Dichiarazione (teoría generale), en Enciclopedia del Diritto, XII, 1964, págs. 372 y ss.; SOTGIA,
Apparenza giuridica e dichiarazione olla generalita, 1930; SOTO NIETO, Estimación jurídica del si-
lencio, en Rey. de Dro. esp. y arner., XI, 2 (1966), págs. 121 y ss.; VARIOS, Le rppole de la yo-
lonté dans le Droit, vol, publicado en Archives de Philosophie du Droit nouvelle série, 1957; WINDS-
6 Es inadmisible pensar que puede haber una declaración de varios; pues lo único posible es que CHEID, Wille und Willenserkldrung, 1878.
varios declaren -pluralidad de declaraciones- querer algo igual a lo que declaran los demás. ' Acto en sentido vulgar; no acto en el sentido de acto jurídico, porque sólo es un elemento del
7 Que a veces puede tener lugar fuera de él, como condición de eficacia, por ejemplo. acta jurídico que es el negocio.

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§ 80 LA DECLARACION DE VOLUNTAD
MANUEL AL,BALADEJO

Como acto (positivo), la declaración precisa de la voluntad encaminada a re- Esto acontece porque hay libertad para asignar a una conducta un valor de-
claratorio del que ésta, por sí, carece. Así, por ejemplo, las partes, pueden pactar
alizar la conducta externa, el comportamiento material, en que tal declaración con- signos convenidos como medio de declaración (tales son las claves postales, tele-
siste (quien hace involuntariamente un signo que en el tráfico significa aceptación
de una oferta, no manifiesta aceptar ésta). gráficas, etc.); pero es necesario, en todo caso, que el sentido discrepante del nor-
Como declaración, se requiere, además de la voluntad del acto, el tener cgazien„
mal quede patente ante el círculo de los sujetos afectados por el negocio; y tal
sentido no se puede presumir sin más.
que éste tiene valor declaratorio, es decir, conciencia de que exterioriza una Realmente, ¿se puede pensar que, en el caso visto, la declaración la consti-
voluntad (negocial) (quien hace voluntariamente un signo que en el tráfico signi-
tuye sólo la conducta declaratoria; o es más exacto afirmar que tal declaración se
fica aceptación de una oferta, pero ignora tal significación, no manifiesta aceptar compone de dos elementos: la conducta declaratoria y el previo pacto-clave? La
ésta).
respuesta a esta pregunta tiene alcance práctico, ya que, cuando se trate de un ne-
La declaración de voluntad supone, pues, dos voluntades:
Primera. La voluntad declarada (se quiere comprar o vender o arrendar, etc.); gocio solemne, si se acepta —como parece más indicado— la segunda solución,
cuyo objeto es el negocio. dicho pacto-clave habría de revestir la forma ad solemnitatem (argumento art. 672).
Segunda. La voluntad de declarar (se quiere declarar que se quiere comprar
2Y Que el sujeto, aun observando una conducta que tiene normalmente de-
terminado valor declaratorio, le quite éste total o parcialmente, mediante lo que
o vender o arrendar, etc.); cuyo objeto es la declaración.
Esta voluntad, a su vez, implica: se llama protesta o reserva3.
En este caso, si el sujeto no excluye todo valor declaratorio de su conducta,
l.° La voluntad de la conducta externa (se quiere pronunciar las palabras o
ésta debe entenderse en el sentido que —en defecto del excluido-- le sería atri-
hacer el signo o escribir la carta, etc.).
buible; y si se trata de que se quita a la conducta todo valor declaratorio, enton-
2.° El conocimiento del valor declaratorio de esa conducta (se sabe que las ces el supuesto no importa ahora, ya que se está estudiando la declaración de vo-
palabras, el signo o la carta, etc., ponen dl relieve la voluntad —negocial— de
comprar o vender o arrendar, etc.). luntad, y en la hipótesis presente no la habría4.

3. Unidad de voluntad y declaración.—Aunque sean distinguibles con-


El comportamiento en que la declaración consiste, supone, en resumen, ceptualmente la declaración y la voluntad negocial declarada, las dos for-
una doble dosis de voluntad: voluntad como contenido del comportamiento
(declaración de voluntad) y voluntad como causa del comportamiento (vo- man una unidad —la declaración de voluntad—, que es elemento del ne-
luntad de declarar). O sea, el querer que se -dIclara y el querer declararlo. gocio, elemento que no puede subsistir sin la unión de ambas. Se precisa
una declaración de algo (la voluntad); no siendo viables, separadamente, ni
2. La declaración de voluntad.—Las conductas que el sujeto observa una declaración de nada ni una voluntad que fuese perceptible, en el ne-
tienen cierto sentido, o sea, para expresar ciertas cosas se utilizan determi- gocio, sin declaración.
nadas conductas; pues bien, en realizar éstas voluntaria y conscientemente He venido hablando de que pilar central del negocio es la voluntad
consiste la declaración (de voluntad); y el contenido volitivo de la declara- (declarada), de que es esencia del mismo contener una declaración de vo-
ción (voluntad declarada) es lo que, de acuerdo con el sentido de los sig- luntad, y de que esta declaración de voluntad es el único elemento nece-
nos, palabras, etc., empleados, resulta como voluntad del declarante. sario a todo negocio. Y conviene precisar ahora lo siguiente:
En el negocio jurídico se tiende a proteger la voluntad real del sujeto,
La declaración, para serlo realmente, ha de permitir que de ella se in-
fiera una determinada voluntad de negocio; y si el medio empleado da lu- haciéndola capaz de producir los efectos apetecidos. Mas, tal voluntad no
puede ser conocida sino a través de la unidad que es la declaración nego-
gar, bien a una declaración ininteligible (como si se dice: quiero que A sea
mi heredero, pero que no me herede), o bien a una declaración con varios cial de Voluntad (si es conocida a través de medios exteriorizadores inde-
sentidos posibles (como si se dice, sin más: quiero celebrar un contrato), pendientes y aparte del negocio, no hay ya una voluntad negocial, a cuya
sin que sea factible decidirse razonablemente por uno, no hay verdadera de- protección se tienda, en cuanto que no se encuadra en un negocio). Ahora
claración de voluntad2. bien, en pura especulación, cabe distinguir: la declaración —como vehículo
o cuerpo portador de la voluntad—, la voluntad declarada —como conte-
Ahora también puede ocurrir:
I.° Que el sujeto emita una declaración de voluntad, utilizando medio» que 3 Sin embargo, no debe olvidarse que cuando se protesta contra hechos (propios), prevalecen és-
en el tráfico jurídico no tienen normalmente valor declaratorio de tal voluntad. tos: Protestado contra facturn non valet.
4 Si quitando a la conducta su valor declaratorio normal, se le atribuye otro, se está en el caso del

Véase, sin embargo, apartado 1.°.


2 lo que se dice infra, § 100, número 6, «Declaración ininteligible».

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MANUEL ALBALADEJO
§ 81 CLASES DE DECLARAC1ON

nido o alma de la declaración— y la voluntad interna del declarante — Ejemplos de declaración recepticia lo son la oferta de contrato, la acep-
como lo verdadera y efectivamente querido por éste—. Pues bien, el ele- tación de ésta, etc. Ejemplos de no recepticia lo son la declaración testa-
mento del negocio lo es la unidad formada por la declaración (cuerpo) y mentaria, su revocación, la ocupación, la aceptación de la herencia.
la voluntad declarada (alma); no pudiendo pensarse en que lo sea una uni-
Ahora bien, las declaraciones no recepticias se distinguen en dos cla-
dad formada por la declaración de voluntad y la voluntad interna (unidad
en la que habría dos voluntades, que, eventualmente, pueden discrepar: la ses: 1., declaraciones sin destinatario, como un testamento, que no se di-
declarada y la interna). rige a nadie, sino que sólo manifiesta la voluntad del testador; 2.a, declara-
La voluntad interna, ni es elemento del negocio ni forma parte de otro ciones con destinatario, frente al que ha de manifestarse lo que sea (que no
vale declarado para ante otra persona), pero que vale y es eficaz desde que
elemento: la declaración de voluntad. Y otra cosa es que, como después se se hace, aparte de que llegue antes o después o incluso no llegue al desti-
verá5, si el elemento «declaración de voluntad» discrepa de la voluntad in- natario, como es la reclamación interruptiva de la prescríción dirigida al
terna (cuando quepa que sea conocida por otros caminos distintos del ne- prescribiente, o es la notificación de la elección hecha al deudor en la obli-
gocio) pueda ser invalidado (pero, no prevaleciendo la voluntad interna, sino
provocando la destrucción del negocio), gación alternativa (Cc., arts. 1.133 y 1.136).
La declaración recepticia y la no recepticia, pero con destinatario, aparte
de contener una voluntad (declarada) y de suponer una voluntad de decla-
§ 81 ración, implican una voluntad de comunicación al destinatario.
CLASES DE DECLARACION Ciertas declaraciones han de emitirse ante una autoridad o ante deter-
minadas personas o funcionarios, o de dirigirse a ellos (por ejemplo, C.c.,
SLTMARIO: 1. Declaraciones recepticias y no recepticias.-2. Declaraciones expresas y tá- arts. 317, 694, 700, 1.008, 1.011, 1;012, etc.). Sin embargo, tales personas
citas.-3. Declaraciones presuntas.-4. El silencio como declaración de voluntad.— no son los destinatarios de la declaración, ni ésta es por eso recepticia, sino
5. Declaraciones directas e indirectas. que se trata de requisitos de forma del negocio.
Hay diversas clases de declaración. Expongo las más interesantes. Son 2. Declaraciones expresas y tácitas' .—Existen teóricamente dos cri-
éstas: declaraciones recepticias y no recepticias, expresas, tácitas y presun- terios para distinguir las manifestaciones expresas de las tácitas, el objetivo
tas, directas e indirectas. Examinaré también, en particular, el silencio como y el subjetivo.
declaración. Según el criterio objetivo, declaración expresa es aquélla realizada con
medios que por su naturaleza están destinados a exteriorizar la voluntad (me-
1. Declaraciones recepticias y no recepticias.—Toda declaración de dios objetivos de declaración), como la palabra, el escrito, etc.; y es decla-
voluntad se exige por el Derecho con el fin de que lo querido sea recog- ración tácita la que consiste en un comportamiento (hechos concluyentes:
noscible exteriormente, pero unas han de dirigirse hacia las personas a quie- facta concludentia), que sin ser medio destinado por su naturaleza a exte-
nes afectan para que les lleguen y valgan entonces, y otras basta simple- riorizar la voluntad, la exterioriza, sin embargo, porque a través de él se ad-
mente con que se emitan, sin que sea preciso encaminarlas ni que lleguen vierte que el sujeto que lo realiza tiene una voluntad determinada: por ejem-
a nadie. Las primeras se llaman recepticias, y no recepticias, las segundas. plo, aprehender la cosa, en la ocupación, o arrojarla lejos de sí, en la derelicción.
Según el criterio subjetivo, declaración expresa es la realizada por el
A tenor de lo dicho es equivocado creer que la diferencia entre declaración sujeto precisamente con el fin de exteriorizar la voluntad que declara, o de
recepticia y no reeepticia radica en que aquélla se emite para que sea conocida, propósito (por ejemplo, queriendo declarar que instituyo heredero a A, otorgo
y ésta no se emite con tal fin; y es, asimismo, equivocado pensar que aquélla es testamento nombrándolo tal), es decir, para hacerlo saber; y es declaración
la que se perfecciona por su llegada al destinatario, y ésta la que se perfecciona
por la sola emisión (porque precisamente lo que ocurre es lo contrario, es decir,
tácita la que2 exterioriza una voluntad a cuya exteriorización no iba enca-
que el perfeccionarse por la llegada al destinatario, o por la emisión, son conse- minada la declaración (por ejemplo, A pidió un préstamo a B, y éste le es-
cuencias —y no causas— de ser o no ser recepticia la declaración).
' Entre las más modernas, sents. corno las de 26 mayo 1986 y 28 septiembre 1987 definiéndolas
y recogiendo otras que señalan la admisión de esta declaración en nuestro Derecho.
5 Infra, Sección cuarta. 7 Utilizando o no —eso no importa— medios que por su naturaleza estén destinados a declarar la
voluntad.
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MANUEL ALBALADEJO § 81 CLASES DE DECLARAC1ON

cribe diciéndole que le ingrese en su cuenta corriente por adelantado el 6 3. Declaraciones presuntas.—De las declaraciones tácitas hay que dis-
por ciento del interés del primer ario; lo que aunque no lo haya dicho, sin tinguir las llamadas presuntas, que frecuentemente se denominan también
duda revela su voluntad de prestar). tácitas o se confunden con aquéllas.
Háblase de declaración presunta en los casos en que el Derecho consi-
En todo caso, la declaración tácita siempre se ha de consistir en una conducta dera a cierto comportamiento (que no se encamina a declarar o que no es,
que le revele inequívocamente la voluntad que sea (así, por ejemplo, Ss. de 28 por su naturaleza, medio de declaración) como declarador de una determi-
abril y 26 mayo 1986). nada voluntad, es decir, la ley dispone que una conducta debe ser conside-
rada como declaración de tal o cual voluntad. Se dice, entonces, que la ley
Y cabe ahora preguntarse: ¿cuál adopta nuestra ley? La verdad es que deduce o presume la voluntad. Y la conducta que da base para tal presun-
no puede responderse que una u otra, pues en las numerosas veces que ha- ción, se califica de declaración presunta.
bla de que la declaración tiene que ser expresa', lo que normalmente quiere Realmente la ley hace eso porque la conducta observada por el sujeto,
decir, no es que haya de ser expresa (dando a este término su sentido ri- corresponde normalmente a la determinada voluntad que se presume.
guroso, se le tome según el criterio objetivo o se le tome según el subje- En la declaración tácita es el sujeto que tiene conocimiento de ella, el
tivo), sino que no ha de ser presunta (véase número siguiente), o que en que a tenor de la conducta del declarante, establece que ésta encierra, sin
la declaración de que se trate la voluntad que sea conste efectivamente o duda, una determinada voluntad. En la declaración presunta es la ley la que
realmente (de verdad, sin género de duda) o de una manera clara o mani- establece que la conducta del declarante encierra probablemente una deter-
fiesta o segura o cierta o evidente, o queela declaración (para el punto que minada voluntad.
se pide que sea expresa) contenga especificado el extremo de que se trate, Por lo anterior —aun dentro de lo forzado que pueda ser hablar en ri-
o lo manifieste explícitamente, etc. gor de declaración de voluntad presunta—, resulta que si se prueba que re-
almente el sujeto que realizó la conducta no tuvo la voluntad que la ley
Esos sentidos que he dicho que tiene el término expresa (referido a la declara- presumió, no deberán producirse los efectos previstos4. O sea, la declara-
ción) utilizado en la ley, unas veces se desprenden claramente del precepto que sea,
pero frecuentemente los ha puntualizado la jurisprudencia. Esta, muy abundante, no ción presunta admite prueba de voluntad contraria. Y cuando esta prueba se
puedo examinarla aquí. Pero sí cabe señalar, a título de ejemplo, algunas senten- excluye, y el comportamiento calificado de declaración presunta produce ne-
cias: Así, la de 19 junio 1958, aludiendo al art. 900 C.e. (facultades expresamente cesariamente los efectos previstos, no cabe duda de que estamos, no frente
conferidas al albacea por el testador), dice que se refiere a las «clara y verdadera- a una declaración de voluntad, sino frente a un acto jurídico con efectos no
mente» concedidas (luego también las concedidas tácitamente con tal de que conste ex voluntate, sino ex lege.
con seguridad la concesión). Y la de 24 junio 1965 entiende que expresamente sig- Ejemplos de declaraciones presuntas son los contemplados en el C.c.,
nifica «con palabras o demostraciones claras». Y para la de 28 marzo 1968, «ex- 1 arts. 1.188, 1., 1.189, 1.191, 1.566, en no todos los cuales se puede ase-
preso» hasta tal punto no significa «expreso» (en sentido genuino) que —refirién- gurar, sin embargo, que se admita la prueba contraria.
dose al art. 1158, 2.°— entiende que la «expresa voluntad» que este artículo requiere, Ahora bien, nuestra ley habla frecuentemente de expreso (véase número
existe en el caso porque «va implícita en el contrato» (lo que significa que entiende
que había voluntad expresa porque se probó haber realmente tal voluntad). anterior) en el sentido de no presunto.

Así, pues, expresa en la terminología de nuestro Ordenamiento, tiene 4. Silencio como declaración de voluntad.—Habida cuenta de que la
diversos sentidos. Por ello aquí no se puede hacer otra cosa que adver- declaración de voluntad es la conducta por la que el sujeto exterioriza lo
tirlo, y si en algún negocio singular se exige declaración expresa en sen- querido, no cabe duda de que dicha declaración puede realizarse a través
tido riguroso, o en alguno de los otros, se verá al estudiar el mismo en de actos o de omisiones, con tal de que unos u otros sean aptos para ha-
particular. cer ver la voluntad. En principio, por tanto, hay que admitir que el silen-
cio --omisión1— puede valer como declaración.
3 Véanse, por ejemplo, los siguientes artículos (aparte de muchísimos más de otras leyes) del C.c.

que utilizan la palabra expresa: 4.2, 237, 1.°, 463, 476, 600, 662, 780, 783, 785, 825, 828, 864, 866, Salvo que deba mantenerse la declaración —cosa que no ocurre siempre— a base de los princi-
873, 874, 876, 884, 901, 905, 909, 970, 1.036, 1.051, 1.0, 1.070, 2.°, 1.090, 1.100, 1.°, 1.132, 1.136, pios de responsabilidad y confianza: cfr. infra, Sección cuarta.
1.137, 1.153, 1.158, 2.°, 1.169, 1.508, 1.550, 1.610, 1.755, 1.767, 1.°, 1.768, 2.0, 1.827, etc. Véase lo dicho supra, § 76, número 1 (hechos positivos y negativos).

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§ 81 CLASES DE DECLARACION
MANUEL ALBALADEJO

Como dice la sentencia de 7 diciembre 1966 la declaración puede ha- (declaratoria) del sujeto es cosa que corresponde tratarla en el capítulo de-
cerse «a través de diversos medios que van.., hasta el mero silencio, cuando dicado a la interpretación del negocio'.
por la peculiar posición del sujeto debe entenderse por sí mismo, como una Por silencio, en el sentido lato que conviene aquí al término, hay que
expresión de voluntad». Mas, como añade la de 12 junio 1987, en tesis ge- entender, en general, todo tipo de conducta omisiva, y no sólo el silencio
neral, como no sea con grandes cautelas, no cabe reputar la inactividad como verbal o epistolar. La declaración la constituye esa conducta omisiva; pero
declaración de una voluntad. ésta, de por sí sola, sería inexpresiva. Por ello, debe adelantarse aquí algo
que cuadra inciear al tratar de la interpretación del negocio: En efecto, ob-
jeto de la interpretación, lo es la declaración; mas, para apreciar el signifi-
Véanse las observaciones de la sentencia de 29 enero 1965. Posteriormente cado de ésta, es preciso tener en cuenta las circunstancias en que se emite
las de 30 marzo 1973, 10 mayo 1975, 13 febrero 1978 y 18 febrero 1987. La de
28 junio 1993 dice que el silencio absoluto no es productor de efectos más que
—circunstancias en las que se observa la conducta—; infiriendo de todo
cuando la ley o las partes se los reconozcan previamente. Y la de 22 noviembre ello, dicho significado9. Así, pues, si bien es cierto que para interpretar cual-
1994 afirma que «es cierto que normalmente el silencio no puede valer como de- quier declaración, ésta debe apreciarse según los datos que la circundan, tal
claración de voluntad, pero no lo es menos que tiene la asignación jurídica de cosa adquiere especial relevancia cuando la declaración se emite mediante
asentimiento o conformidad cuando el que calla tenga la obligación de contestar silencio, ya que éste carece de un sentido en sí (como otras declaraciones
o cuando sea normal que se manifieste el disentimiento si no se quiere aprobar pueden tenerlo), y que se le atribuya uno u otro, depende de las circuns-
el hecho de que se tiene conocimiento». tancias en las que se guarde.
Cuando el silencio constituya declaración, es obvio que, en general, ha-
Por su parte la Compilación navarra, en su ley 20, acoge también el brá que aplicar las reglas de éstas, y que deberá reunir los requisitos exi-
valor declaratorio del silencio, al decir: «El silencio o la omisión no se con- gidos a las m_smas. (Por ejemplo, será preciso haberlo observado volunta-
siderarán como declaración de voluntad, a no ser que así deba interpretarse riamente, así como tener conciencia de su valor declaratorio).
conforme a la ley, la costumbre o los usos, o lo convenido entre las par-
tes». V. la sentencia de 23 septiembre 1986. Cuando se trate de que mediante el silencio se realice una declaración re-
cepticia, ha de llegar, para perfeccionarse, a conocimiento del destinatario. El mo-
El problema, pues, que plantea el silencio no es el de ver si puede va- mento de recepción no será, evidentemente, el de haber silencio —que existía
ler como declaración, sino solamente el de ver cuándo la constituye y cuál desde antes—, sino el de que, presupuesto el silencio, deba considerarse descar-
es su sentido, porque, en nuestro Derecho civil, no hay regla general so- tada definitivamente su ruptura (la declaración lo es el solo silencio, pero el sen-
bre el particular, aunque, a silencios concretos, se les dé determinados sig- tido de éste se sigue, no de él solo, sino conjugado con el transcurso del tiempo
nificados'. razonable).

Ciertamente no debe olvidarse que se trata, no de determinar cualesquiera Generalmente la declaración mediante silencio, es declaración tácita (por
efectos jurídicos del silencio (por ejemplo, silencio del interesado, en la prescrip- lo Cifár,X711a—
e. x éri-Pártkulár, 'II-reglas de éstas)., pero puede
ción adquisitiva o extintiva, o silencio que viola un deber de avisar, y que da lu- ser expresa;_por_ejemplo, silencio previamente convenido como equivalente
gar a daños y perjuicios), sino sólo de valorar el silencio como declaración de a un acuerdo, si el-aceptante no responde a una determinada oferta en cierto
voluntad.

Ahora bien, partiendo de que el silencio puede ser tal declaración, no 5. Declaraciones directas e indirectas.—La declaración —como acto—
es éste el momento de ver, ni cuándo lo sea7 ni —si lo es— cuál sea el consiste en la realización de la conducta declaratoria; su emisión, pues, se
sentido que se le deba atribuir. El buscar el sentido que tenga la conducta realiza cuando se observa tal conducta.
Ahora bien:
6 Por ejemplo, Cc., arts. 1.005, 1.556, etc.
Hacerlo, sería tanto como tratar de precisar ahora cuándo puede ser declaración un signo o un 8 Infra, § 100.
gesto, por ejemplo. Se trata de cuestiones de hecho, que dependen de las circunstancias. Mas, los mis- infra, § 100, Labor de interpretación y elementos utilizados en ella y La interpretación del si-
mos criterios que sirvan para decidir cuándo son concluyentes los hechos positivos, valen para el si- lencia
lencio.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 82 PE.RFECCION Y SUSTANTIVIDAD DE LA DECLARACION

A veces la declaración va llegando a noticia de quien proceda, según Ahora bien, los Códigos antes vistos atribuyen al declarante la declaración
se va emitiendo. Por ejemplo, mientras que A está haciendo verbalmente que llega al destinatario —o sea, cargan sobre aquél la equivocaciópn sufrida en
una oferta de contrato, B, a quien se dirige, y que le oye, está tomando co- la transmisión—, basándose esta solución en que las consecuencias de tal equi-
nocimiento de la misma. vocación ha de padecerlas el que utiliza el medio transmisor. Pero como realmente
Otras veces la declaración se emite del todo, y, posteriormente a la emi- el declarante no quiso lo que aparece como si él lo hubiese declarado, se le per-
sión, se toma conocimiento directo de ella. Por ejemplo, cuando quedando mite impugnar la declaración, al igual que si hubiese sufrido un error.
En definitiva se trata de ver si el riesgo de la desfiguración de la declaración,
plasmada la declaración en un medio exterior —pongamos por caso, carta debe recaer sobre el declarante o sobre el receptor. Bien entendido que, tanto en
del declarante—, medio al que también se suele llamar declaración (ya que un caso como en el otro, el perjuicio que se siga de tal desfiguración, dará dere-
declaración es el acto de declarar —conducta consistente en escribir—, pero, cho a quien lo sufra a exigir su reparación, si procede, al culpable de aquélla
lo es también el efecto —carta— del acto), este medio llega al destinatario (nuntius, oficina de telégrafo, salvo que, al menos en casos no dolosos, esté es-
—el sujeto que recibe la carta la lee—. tablecida por ley o por pacto, la irresponsabiidad).
Mas otras veces, la declaración se realiza, y después, a través de un Si el riesgo recae sobre el receptor, la declaración que éste recibe es nula (ya
medio que no es la declaración como efecto (que no es, como en el ejem- que no es atribuible al declarante); bien que aquél pueda exigir daños y perjui-
plo anterior, la carta del declarante), sino que es un medio transmisor, dis- cios al transmisor. Si el riesgo recae sobre el declarante, la declaración que el re-
tinto de tal declaración, llega a conocimiento del interesado. Por ejemplo, ceptor recibe, vale provisionalmente, aunque aquel declarante pueda impugnarla,
pudiendo exigir entonces al transmisor los perjuicios que la impugnación le pro-
se envía un telegrama haciendo una oferta, o ésta se hace mediante un men- duzca (por ejemplo, la indemnización que haya de satisfacer al destinatario que
sajero, o publicando un anuncio en los periódicos. confió en la validez de la declaración).
En los dos primeros casos la declaración se llama directa o inme-
diata; en el tercero, mediata o indirecta (terminología que algunosm uti- A tenor de nuestro Derecho positivo, creo que se deben aceptar las si-
lizan también, en otro sentido, para aludir a las declaraciones expresas y guientes soluciones:
tácitas). Si el declarante es responsable de la desfiguración de su declaración
En la declaración mediata o indirecta, puede ocurrir que el medio trans- (por ejemplo, si rellenó confusamente el impreso del mensaje a transmitir,
misor la refleje fielmente, haciéndola llegar al interesado tal como se emi- o si confió su declaración a un mensajero no idóneo), a base del principio
tió. Pero también es posible que sea transmitida inexactamente: por ejem- de responsabilidad'2, se mantiene la validez de la declaración transmitida.
plo, el mensajero se equivoca al repetir la oferta, o la oficina de telégrafos, 2.a Si el declarante no es responsable de la desfiguración de su decla-
al cursar el telegrama, no recoge exactamente lo que se escribió en el im- ración, ésta no le es imputable, y no vale como tal declaración; bien que
preso. En estos casos es posible incluso que la desfiguración de la declara- el receptor, cuando proceda, pueda exigir perjuicios (si confió en ella) al
ción se haga a propósito (el mensajero de mala fe, hace una oferta de venta transmisor (art. 1.902) o incluso al declarante, cuando éste deba responder
en 100 y no en 200, como se le dijo). por los actos del transmisor (art. 1.903; aunque luego aquél pueda repetir
Cabe ahora preguntarse: ¿qué trato jurídico ha de darse a tales supuestos? contra éste: art. 1.904).
Algunos Códigos (así B.G.B., § 120; italiano, art. 1.433) establecen que a la
transmisión inexacta (por lo menos a la no hecha a posta) se aplican las reglas § 82
del error, por estimar que prácticamente equivale a un supuesto de error obsta- PERFECCION Y SUSTANTIVIDAD DE LA DECLARACION
tivon, ya que éste es discrepancia entre lo querido y la declaración, y en el caso
de la transmisión inexacta, la DECLARACIÓN que recibe e/ INTEREsAno, también dis- SumARio: 1. Perfeccion de la declaración.—A) No recepticia.—B) Recepticia.-2. Sus-
crepa de lo que el declarante quiso.
tantividad de la declaración desde su emisión a su perfección.
Ciertamente, en puridad de principios, en el supuesto en estudio, no discrepa
lo declarado de lo querido, sino que coinciden, y lo que discrepa de ambos es la
declaración que llega al destinatario, que no es la verdadera declaración. 1. Perfección de la declaración.—Perfección de la declaración signi-
fica nacimiento de la misma a la vida del Derecho: acabar de formarse.

1° Y también, a veces, nuestro Tribunal Supremo. Así en la sentencia de 8 de febrero de 1964. 12 Véase infra, Sección cuarta, especialmente los epígrafes Posición de nuestra Derecha positivo y
" Véase infra, «Error obstativo», en § 86, número I, D).
Posición de la jurisprudencia.

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MANUEL ALBALADEI0 § 82 PERFECCION Y SUSTANTIVIDAD DE LA DECLARACION

Las declaraciones no recepticias se perfeccionan cuando se emiten; las bre 1982 y 1, 22 y 24 diciembre 1992, 8 octubre 1993 y 24 abril 1995, 7 marzo
recepticias, cuando llegan a conocimiento del destinatario. Cuando la de- 1996, aunque en algunos de esos casos se estimó la validez por ser culpable el
claración ha de revestir una forma determinada —solemne— no se perfec- destinatario de no habela conocido a tiempo'.
ciona si no concurren los requisitos de forma'.
Se requiere ahondar en estas afirmaciones, por las razones que se ve- Aquel artículo dispore que «la aceptación hecha por carta no obliga al
rán seguidamente. que hizo la oferta, sino chsde que llegó a su conocimiento». Ahora bien, el
A) No recepticia.—La emisión de la declaración acaba materialmente contrato obliga desde que se perfecciona (o sea, desde que se forma) —«los
al finalizar la conducta que la exterioriza: por ejemplo, al terminar de ha- contratos se perfeccionan.. y desde entonce~a...»: C.c., art. 1.258—,
blar, si es oral, o al firmar el testamento ológrafo o la carta. Pero, para el luego si obliga desde que se conoce láássuarlán„ es porque entonces se
Derecho, la emisión requiere que la declaración salga del círculo de su au- perfecciona; y como la perfeccion del contrato se realiza cuando concurren
tor, que éste se desprenda de ella de forma que sea recognoscible a los de- la oferta y la aceptación (art. 1.262, 1.°), quiérese decir que tal perfección
más; momento que se llama también expedición; que en el caso de la de- coincide con la perfección de esta aceptación, ya que la oferta estaba per-
claración oral coincide con la emisión, pero que en el de _la escrita, se_ retrasa feccionada desde antes.
hasta que la carta se envía. Así, pues, del art. 1262 se obtiene la fijación del momento de perfec-
Así, pues, jara el Derecho, la emisión abarca también el momento de ción de las declaraciones recepticias4, ya que no hay razón para suponer que
la expedición (éste forma parte de aquélla). Salvo en aquellos casos en los dicho artículo no contensa la aplicación de un principio genera15, que sufre
que por el tipo de declaración de que se trate (por ejemplo testamento oló- excepciones en materia mercantil, puesto que, según el art. 54 del C. de co-
grafo), esté justificado que quede exclusivamente en poder del declarante mercio, «los contratos que se celebren por correspondencia quedarán per-
hasta un momento posterior (sin que esto haya de ser interpretado como pe- feccionados desde que se conteste aceptando la propuesta».
ríodo de meditación sobre si verdaderamente se quiere o no la declaración,
El sistema aceptacb, como relga, por nuestro C.c., es el más exigente; pero
que aún es mero proyecto). En estos casos hay emisión sin necesidad de hay otros posibles, aceptados por otros Derechos, por nuestro C. de comercio,
expedición. como acabamos de ver o propuestos por la doctrina. Son el de la emisión (la de-
Como quiera que la declaración precisa de voluntad de emitirla, no debe claración se perfecciona al emitirla), el de la expedición (se perfecciona por la ex-
ser voluntaria sólo la exteriorización, sino también la expedición, cuando la pedición o desaproplacón de la misma por el declarante: claro es que, donde se
emisión requiere de ésta. De tal forma que falta la voluntad de declarar si admita que la expedici5n es el momento final del proceso emisivo, no habrá per-
escrita y firmada la carta, pero guardada en el propio cajón, se envía, sin fección posible antes do la expedición) y el de la recepción (la declaración se per-
fecciona al ser recibida por el destinatario, aun antes de que éste llegue a tomar
voluntad de su autor, por otra persona.
conocimiento de su conenido).
B) Recepticia.—En principio, el momento de llegar a conocimiento del
destinatario es en el que la declaración recepticia se perfecciona2 en nues- Habida cuenta del perfeccionamiento de las declaraciones recepticias en
tro Derecho civil (argumento ex art. 1.262, 2.°). nuestro Derecho, por el conocimiento de las mismas, y no por su recepción,
es evidente que terrninoLógicamente, habría sido más exacto denominarlas
Y así si debió realizarse dentro de cierto plazo, no vale si aquél la conoce
declaraciones cogniticias, en ves de recepticias.
después, según dice la sentencia de 22 mayo 1963. Y el mismo criterio es el man-
tenido por las más recientes de 26 mayo 1976, 29 septiembre 1981, 10 diciem- A pesar de lo dichc, es indudable que, aplicando en todo su rigor la
teoría de la perfección por el conocimiento, quedaría el arbitrio del desti-
1 Sin embargo, lo referente a la forma no se trata aquí sino en el § 99.
Hablo de perfeccionarse. El punto es debatido. Otros dicen que la declaración recepticia es per- 3 Véase infra, en este mismo número.
fecta desde que se emite, y que la toma de conocimiento por el destinatario es sólo requisito de su efi- 4 En materia de donación, ¿son contradictorios !os arta. 623 y 629?, por lo que ¿neutralizándose
cacia, o bien que ni aun eso, sino que simplemente es un presupuesto o condición para que alcance re- debe aplicarse el criterio obtenida del I.262?, ¿o debe prevalecer el 623 o el 629?, ¿o son compatibles?
levancia jurídica externa. Ya se comprende que aquí no es posible ahondar el tema. Baste señalar que Me inclino por esto, por las razmes que se exponen en el tomo II de esta obra, Derecho de obliga-
a perfeccionarse, para quien así lo entienda, cabe darle el sentido de que la declaración llegue a su ple- ciones, volumen 2.°, Donación.
nitud en todos los aspectos. Sobre lo anterior, véase principalmente GIAMPICCOLO, La dichiarazione Otra cosa es que, en cuanb a la obligatoriedad de la declaración para el declarante pueda haber
recettizia, 1959, págs. 169 y as.; también FERRANDIZ, Perfección, sustantividad y eficacia de la de- discusión. Yo creo que la obligabriedad que dispone el párrafo segundo del art. 1.262, procede, no de
claración de voluntad recepticia, en R.J.C., 1986, pág. 105. la perfección de la declaración, sino de la perfección del contrato. Sobre tal punto volveré después.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 82 PERFECC/0.4 Y SUSTANTIVIDAD DE LA DECLARACION

natario retrasar aquélla, demorando tal conocimiento, incluso de forma do-


¿Y en qué momento le entiende posible la toma de conocimiento por
losa (no se lee la carta recibida, a pesar de poder hacerlo). Solución injusta, e] destinatario?: A partir de la recepción. Pienso que en nuestro Derecho
que se ha de evitar, puesto que no debe pensarse que sea ése el espíritu de del que se Pruebe por el declarante haber llegado la declara
la ley. o ó-
debe po de r con
abastar
el destinatario (recepción); presumiéndose, a partir de enton-
Dos caminos son posibles: 1.0 Entender perfeccionada la declaración ces, que si éste no llegó a conocerla fue por culpa suya, quedando a su
sólo por la toma del conocimiento, pero quedando obligado el destinatario cargo la prueba contraria.
al resarcimiento de perjuicios ocasionados, si la toma tardía del conocimiento Adoptar otra posiciór, equivaldría a hacer ilusoria en la práctica la te-
le es imputable (art. 1.902). 2.° Entender que, habida cuenta de la diligen-
sis que defiendo. Además, en su apoyo podría alegarse el espíritu que aflora
cia debida, a la toma de conocimiento se equipara —a base del principio en artículos como los 1.113 y 1.256, aunque, evidentemente, el caso no en-
de responsabilidad— 1a posibilidad de la misma y la imposibilidad de la caja en la letra de los mismos ni en los supuetos que contemplan.
que sea culpable el destinatario.
El interés no solariente teórico, sino práctico, de fijar el momento de per-
Esta es la tesis de (si bien en otra hipótesis, pero con criterio aplicable a la fección de la declaracie'n es evidente, en cuanto que en él se perfecciona también
actual) la sentencia de 29 septiembre 1960, y de las más recientes de 26 mayo el negocio, salvo que conste de más elementos.
1976, 29 septiembre 1981, 21 octubre 1996, 9 diciembre 1997, 24 noviembre 1998..
La de 1976 estimó haberse perfeccionado la declaración que, enviada a su desti-
natario con antelación suficiente para quil le fuese conocida a tiempo, lo fue, sin 2. Sustantividad de la declaración desde su emisión hasta su per-
embargo, después por culpa de aquél, a causa de que habiendo señalado un do- fección.—Cuando la declaración se perfecciona al ser emitida, no cabe el
micilio distinto del suyo real (o no habiendo informado del cambio del mismo, si problema de cuál es su kituación en el período de tiempo que va desde la
es que, siendo exacto el facilitado, se mudó después a otro) la notificación de la emisión a la perfección, puesto que porque ambas son simultáneas; pero tal
declaración de que se trataba, que se intentó hacer dentro de plazo en el domici- problema surge para las declaraciones recepticias, que no se perfeccionan
lio señalado, le fue hecha efectivamente en el real, dos días después, cuando éste por su emisión.
pudo ser averiguado. La de 1981 estimó perfeccionada la declaración a pesar de Hay respecto a él, 'arias posiciones posibles:
no haber sido recibida en plazo por no ser hallado el destinatario en su domici-
lio al que fue el Notario a requerido en tiempo hábil. La de 1996 la estimó per-
Según una, desde ge es emitida, la declaración recepticia, aunque to-
feccionada porque el destinatario avisado por Correos a tiempo, no pasó a reco- davía no es perfecta, &quiere, sin embargo, autonomía, sustantividad, in-
ger el envío (que fue devuelto al Notario remitente) en el que se le hacía la dependizándose, en cierto sentido, de su autor, de manera que aunque éste
notificación, causa que el T.S. estimó imputable a él solo. La de 15 noviembre muera o pierda su capacidad, no resulta afectada la declaración, que sub-
1999 la estimó no perfeccionada porque entregada a una persona cuya relación siste, perfeccionándose kl ser recibida por el destinatario, o cuando éste la
con el destinatario no constaba, no se probó que aquélla se la hubiese hecho sa- conozca, según se adopte la teoría de la recepción o la del conocimiento.
ber a éste. Ver también las de 10 diciembre 1982, 22 diciembre 1992 y 21 fe- Y, por ejemplo, si murk) el oferente y se trataba de una oferta de contrato,
brero y 24 diciembre 1994, 24 abril 1995, 24 noviembre 1998, que mantienen que éste —a su vez— se perfeccionará (si es aceptada) entre el aceptante y los
se presume que conoció la declaración quien pudo conocerla guardando una dili-
gencia media. herederos del oferente.
De modo, pues, que únicamente no habría perfección de la declaración re-
cepticia aun enviada, si la culpa de no llegar al destinatario es del remitente (por Esta posición la kceptan algunos códigos modernos, como el alemán (§ 130,
ejemplo, éste no tomó nota del cambio de domicilio que aquél le participó) o del 2.°) y el portugués (2rt. 226, 1.°), y, en España, autores influidos especialmente
medio de transporte (así el correo funcionó mal o con retraso6) o de caso fortuito por aquél, por la doctrina germánica y por la consideración de que tal solución
o fuerza mayor. —según se dice, mál progresiva y conveniente— no tropieza, en nuestro Dere-
cho, con ningún precepto legal que se le oponga. Mas, aun aceptándola, no se la
tiene, generalmente, Dor segura.
Considero preferible el segundo camino, admisible teóriocamente, aun- Por mi parte, la lechazo, por los motivos que después expondré, y no ya por
que sólo sea por ser más útil desde el punto de vista práctico. razones históricas, y ni siquiera porque no esté aceptada en códigos no menos
progresivos, pero sí hiás modernos que el alemán y más apegados al tronco co-
mún de que arranca el nuestro, como lo es el italiano de 1942 (arg. art. 1.330).
6 Lo que demuestra que siendo de importancia la declaración conviene tomar las medidas precisas
En cuanto a la i.trisprudencia: Una vez se ha limitado a decir que «en torno
para que con seguridad llegue a tiempo; lo que forma parte de la diligencia exigible al remitente. a la eficacia, perfección y sustantividad o no sustantividad de las declaraciones de
600 601
MANUEL ALBALADEJO § 82 PERFECC1ON Y SUSTANTIVIDAD DE LA DECLARACION

voluntad, una vez emitidas, se suscitan graves problemas, no siempre claramente 1.°) se apoya, en nuestro Defecho, en los siguientes argumentos, aparte de ser
previstos en nuestro Código civil» (sentencia de 21 junio 1945). Pero otra vez aceptada de manera expresa o tácita por parte de nuestra doctrina':
(sentencia de 16 marzo 1961, Sala sexta) ha dicho en general (aunque la afirma- Primero. Por lo que respecta a la dependencia de la declaración, de la capa-
ción la sentaba con vista al caso de si la oferta no aceptada aún, se podía retirat cidad del declarante, en que:
sin más) y literalmente que «la unilateral declaración de voluntad carece de sus- 1.0 Falta todo texto legal en el que se acoja una doctrina de excepción como
tantividad y puede ser retirada voluntariamente antes del conocimiento de su acep- es la de que una declaración adquiera sustantividad o independencia de su autor
tación» (pues entonces ya habría contrato, le habría dado sustantividad e impedi- antes de obligar, como obliga desde que se perfeccionó el entero negocio de que
ría retirarla). forma parte. Tal excepción no sería inaceptable, pero si lo es admitirla por el có-
modo y sofístico camino consistente en invocar la ausencia de texto legal que la
Por último, la más reciente sent. de 23 marzo 1988* ha negado la trans- excluya, cuando en realidad —como excepción que es— cabalmente habría que
misión mortis causa de la oferta no aceptada (y habría que agregar, con invocar el texto legal que la acoge.
aceptación conocida por el oferente: art. 1.262, 2.°). Esa afirmación mía de la no sustantividad de la declaración se deduce del
C.c. (v. infra sub segundo). Eso la demuestras.
Habría otra posición posible: la declaración no adquiere sustantividad, sino
desde que se perfecciona; de tal manera que si, por ser recepticia, tal perfección Así, más modernamente, LALAGUNA, Sobre la perfección de los contratos y el C.c., en Libro
tiene lugar por llegar a conocimiento del destinatario, hasta entonces —pero no homenaje a ROCA JUAN, 1989, pág. 412, y antes, SANCHEZ ROMAN, Estudios, 1V2, pág. 227; SCA-
después— la pérdida de capacidad o la muerte del declarante repercutirán sobre EVOLA, Código civil, XX, pág. 589; VALVERDE, Tratado de Derecho civil, IIP, pág. 243; CASTAN,
la declaración invalidándola. Derecho civil, I, 2", págs. 657 y ss., da la cuestión corno dudosa, pero prefiere la solución contraria a
la mantenida en el texto. ROVIRA y PALOMAR. Problemas de la contratación entre personas distan-
tes, en A.D.C., 19513, pág. 185, creen que el silencio del Código «abre el camino a la posibilidad de
Pero, para mí hay que ir aún más lejos, adoptando una tercera posición arbitrar la solución más conveniente y justa en cada caso, sin necesidad de someterse al imperio de re-
en nuestro Derecho que es: 1.0 La declaración de voluntad, aunque se haya glas rígidas e inflexibles que impongan un criterio determinado» (lo que es inaceptable, porque lo que
perfeccionado, es decir, tenga conocimiento de ella el destinatario si es recep- no cabe es que el punto, a tenor del art. 1 de C.c., tenga una regulación en blanco para que se resuelva
cada caso como mejor se crea).
dcia, depende aún del declarante —y se invalida si éste muere o pierde la ca- Otra parte de la doctrina se pronuncia a favor de que la declaración adquiera sustantividad desde
pacidad—, 2.° Además, no le vincula —de forma que puede ser libremente re- su emisión, y que así se independice del declarante, quedando sin ser afectada por la muerte o pérdida
vocada— hasta que se concluye o perfecciona el negocio de que forma parte. de capacidad de éste. En tal sentido, PUIG BRUTAU, Fundamentos de Derecho civil, II, 1.°, págs. 249
y as., especialmente página 243; PEREZ y ALGUER, en Anotaciones al Tratado de Enneccerus, 1, 21,
Por ello solamente cuando en un negocio la perfección de una decla- págs. 149 y 150; BONET, Compendio, I, págs. 635 y 636, y MORENO QUESADA, La oferta de con-
racioón coincida cronológicamente con la perfección del negocio, devendrá trato, en R.D.N., 1956, abril-junio, págs. 107 y as., en concreto capítulo 11, ninguno de los cuales uti-
aquélla entonces independiente de la capacidad de su autor, y será vincu- liza argumentos de Derecho positivo que apoyen su tesis (salvo MORENO QUESADA, que esgrime el
art. 1.057 del C.c. —págs. 182 y ss.— lo que es totalmente improcedente).
lante u obligatoria para éste; pero no por razón de haberse perfeccionado la Vista nuestra doctrina, se percibe que, salvo PUIG BRUTAU, que aporta razonamientos tomados
declaración, sino por razón de haberse perfeccionado el negocio; de tal ma- de autores anglosajones, el resto de quienes propugnan la tesis que aquí rechazo, vienen a decir, como
nera que en este momento devienen obligatorias, no solamente esa última PEREZ y ALGUER, que iniciaron esta corriente, que en el punto en estudio hay una laguna legal, y
que la solución que propugnan debe acogerse por ser la más racional, según unos, la más moderna y
declaración, sino todas las demás, que, siendo componentes del negocio, se progresiva, según otros, y porque para aceptarla, no hay en la ley obstáculo que se oponga. Razona-
hubiesen perfeccionado con anterioridad: la oferta y la aceptación del con- mientos todos ellos que no resisten la crítica. En efecto, dejando de lado lo de que sea la más racional
trato devienen obligatorias —es el contrato el que deviene obligatorio— a (que no se ve por qué no haya de serlo la contraria) o la más moderna (que ya hemos visto antes que
no es cierto) o progresiva, queda sólo la afirmación de que existe una laguna legal y que puede (y debe
la vez, por la perfección del contrato, cuando ésta tiene lugar mediante la en virtud de ser la mejor) llenarse con la solución en cuestión, porque nada se opone a ella en nuestra
perfección de la aceptación. ley. Ahora bien, la tal laguna no se puede llenar con la regla que parezca mejor, aduciendo que nada
se le opone (pues tampoco se opone nada a la contraria, y, además, realmente con el criterio de que no
hay un texto expreso contrario, se podrían aceptar innumerables interpretaciones en esta materia y en
La opinión expuesta (que indudablemente no es ni menos progresiva ni ra- otras), sino que ha de llenarse con la que se acoja el Ordenamiento, o sea, con la que corresponda se-
cional ni más anticuada que las contrarias, como demuestra su aceptación por el gún los principios en que se inspira dicho Ordenamiento. Es decir, se trata de que hay que apoyar po-
Código italiano —arts. 1.328 y 1.330—, tanto como pueda demostrar lo opuesto, sitivamente la que se admita; y el apoyo que se sigue del criterio que se induce de sus artículos (1.262,
la acogida por el B.G.B., §§ 130, 2.° y 145, y por el Código portugués, art. 226, 633, 2.°, que son de los que se puede colegir el principio aplicable al caso en estudio) es innegable-
mente contrario a la tesis que vengo combatiendo.
Por último, más recientemente DIEZ-PICAZO, La muerte y la incapacidad sobrevenida del ofe-
rente, en Estudios Menéndez, IV, 1996, pp. 4867 ss., viene a entender que por muerte o pérdida de ca-
* V. DELGADO ECHEVERRÍA, Intransmisibilidad mortis causa de la oferta de contrato, en Po-
pacidad del oferente se extinguirá o no la oferta según de qué contrato sea.
der judicial, 1988, núm. 12, p. 127 y SS.
8 Contra lo que cree DELGADO ECHEVERRÍA, ob. cit., pág. 130.

602 603
MANUEL ALBALADEJO § 83 LOS VICIOS, EN GENERAL

2.° El art. 633, 2.°, dispone que la aceptación de la donación «podrá hacerse negocio sea libremente revocable, como lo es, por ejemplo, el testamento), puede,
en la misma escritura de donación o en otra separada; pero no surtirá efecto si sin embargo, acontecer que se renuncie (por ejemplo, durante un determinado plazo
no se hace en vida del donante». Ahora bien, es indudable que estamos frente a que se especifique) al derecho de revocar tal declaración (también, claro está, salvo
un caso de declaración de voluntad —oferta9— que se invalida por la muerte del el caso de que, por excepción, tal renuncia no sea posible, como ocurre, asimismo,
declarante en el período que va desde la emisión de la declaración a la perfec- con el testamento: C.c., art. 737). Entonces la irrevocabilidad de la declaración
ción del negocio (que necesita aún de la declaración de voluntad del aceptante), procederá de la renuncia —y no de la perfección de la mencionada declaración—
pues evidentemente, «la aceptación no surtirá efecto» (usando la terminología le- que puede considerarse posible sobre la base del art. 6, número 3, del C.c., que
gal) porque no subsiste la oferta. Ante ello, ¿se puede mantener que el art. 633, admite ea principio la renunciabilidad de los derechos. Y, en semejante caso, no
2.°, a contario, prueba que en los demás casos la muerte del declarante no afecta puede objetase que la declaración unilateral de voluntad no sea fuente de obli-
a su declaración? Parece seguro que el argumentum a contrario no es pertienente, gación (de derecho de crédito), porque no es que el declarante esté obligado por
habida cuenta de lo que acabo de decir (sub L°) y de que el fin del art. 633, 2.°, su declaración —obligación que consistiría en el deber de cumplir lo en ella pro-
no es sentar una excepción a una supuesta regla contraria, sino simplemente — metido—, sino que está vinculado a lo declarado, en el sentido, no de que deba
diría yo— advertir que, aunque se permita aceptar la donación en escritura sepa- cumplirlo, sino de que no puede revocar, aunque la obligación que de la declara-
rada, sin embargo, en aplicación de la regla general, no debe olvidarse que ha de ción surgirá hacia otro sujeto (y el correlativo derecho de éste) no nazcan hasta
vivir todavía el donante. Luego, la posición que defiendo es regla general en nues- que el negocio de que tal declaración forma parte, se perfeccione.
tro Derecho, como lo prueba, al aplicarla, el art. 633, 2.°'°; aunque ello no quiera Mas, si el declarante vinculado revoca, aun sin deber hacerlo, ¿se entenderá
decir que no haya excepciones, como la del art. 597, 3.°, cuyo texto, comparado que carece de efecto la revocación, y que la declaración subsiste, o será más acer-
con el del 633, 2.°, no deja lugar a dudas, por su formulación, de que en él, y tado estimar que la revocación será válida, pero se deberán indemnizar daños y
no en éste, se recoge verdaderamente unasexcepción". perjuicios, porque constituye un acto al que le es aplicable el art. 1.902? Creo
Segundo. Por lo que respecta a si la declaración obligal2 o vincula a su au- más razonable la primera hipótesis, que, además, cuenta con el apoyo de la ju-
tor antes de la perfección del negocio de que es parte, la tesis que defiendo ha- risprudencia (sentencia de 7 marzo 1968).
lla apoyo en que en cualesquiera de los artículos de nuestro Código atinentes al He dicho que, como regla general, la declaración puede revocarse antes de la
particular, encontramos obligaciones para los declarantes, pero procedentes del ne- perfección del negocio, mas conviene advertir que la revocación propiamente di-
gocio, y no de la declaración aislada. Basta confrontar, por ejemplo, el art. 1.258 cha sólo es posible una vez que la declaración se haya perfeccionado (así, si es
o el propio 1.262, para convencemos de que las obligaciones de los contratantes recepticia, desde que la conoció el destinatario). Antes de ese momento, hallán-
nacen al perfeccionarse el contrato, pero sin que por la perfección de una decla- dose la declaración in fieri —carta en camino, por ejemplo—, sólo es pensable
ración aislada surja obligación alguna —ni siquiera la obligación o vinculación de que se impida que llegue a perfeccionarse, retirándola —por ejemplo, se telegra-
mantener la declaración— a cargo de quien la realizó. En el 1.262 queda claro fía al destinatario advirtiéndole que la carta que recibirá, se da por no escrita—,
que obliga la aceptación —precisamente porque con ella ya hay contrato—, pero lo cual no es, propiamente hablando, constitutivo de una revocación.
no se dice que la sola oferta obligue a mantenerla al oferente, y no habiendo con-
trato todavía, tal obligación no podría ser contractual, y no se explicaría, por otro
lado, por qué habría de cargarse sobre el declarante (oferente) una obligación que Sección Tercera
no le viene impuesta por ningún precepto. VICIOS DE LA VOLUNTAD
Ahora bien, si el declarante, como regla, no queda obligado o vinculado por
su declaración, sino cuando se perfecciona el negocio (salvo, claro está, que él
§ 83
9 El que el supuesto contemplado sea de donación en la que la oferta parte del donante, no ex- LOS VICIOS, EN GENERAL*
cluye que en este contrato pueda ser oferente el donatario. Entonces se trata de que éste pide que se le
regale algo,
I° Aún hay otro argumento: que por el espíritu que informa el contrato de donación, debe de in-
SUMARIO: 1. Defectos de la declaración.-2. Formación viciosa de la voluntad.
terpretarse la ley lo más favorablemente al donatario. Y si eso es así, y, no obstante, la muerte del do-
nante, aun después de conocida la oferta por el donatario (o sea, ya perfeccionada), hace caer ésta Si 1. Defectos de la declaración de voluntad.—La declaración de voluntad
no había sido aceptada antes de dicha muerte, con más razón cualquier otra declaración —que ni si- puede ser defectuosa por diversas causas. Por ejemplo, como el declarante, según
quiera tenga el espíritu de favorecer al destinatario— debe de extinguirse por la muerte del declarante
antes de que se perfeccione el contrato de que iba a formar parte,
" Como se ve, digo que el art. 633,2.", aplica la regla general, y no que sea una excepción que * BORDA, Observaciones a la teoría de los vicios del consentimiento, en A,D.C., 1961, págs. 925
es lo que me atribuye DELGADO, ob. cit., pág. 130. y ss.; GETE-ALONSO, Nulidad del matrimonio por falta de consentimiento, P.J., n.° 27, 1992, pág.
'2 Aunque hablo de obligación, lo hago por ser un término más llano, pero es obvio que no debe 181; IGARTUA ARREGUI en C.C.J.C., n.° 10, 1986, pág. 3.227; LUNA, Los vicios del consentimiento
entenderse en el sentido de derecho de crédito. contractual, en Estudios Polo, 1981, 449 y ss.; MORALES MORENO en Comentarios al Código civil

604 605
§ 84 INTTMIDACION
MANUEL ALBALADEJO

1966, 15 junio 1966, 28 febrero 1969, 20 junio 1973, 7 enero 1975, 15 febrero
se verá', ha de ser capaz, el defecto de aquélla es posible que proceda de la in- y 17 octubre 1977, 21 junio 1978, 12 febrero 1979, 10 marzo y 9 abril 1980, 6
capacidad de éste: o también puede consistir, como a su debido tiempo se verá2, diciembre 1985, 16 enero 1987, 27 marzo 1989, 4 y 26 diciembre 1990, 11 mayo
en no haberse observado la forma exigida por la ley. Mas antes, he de ocuparme y 21 julio 1993, 29 marzo 1994, 30 mayo, 8 junio 1995, 2 abril 1998, 29 di-
de otros defectos, que son los siguientes: I.° La voluntad puede estar viciada (por ciembre 1999, 10 febrero, 25 noviembre y 29 diciembre 2000.
dolo, error, etc.). 2.° La declaración (voluntad declarada) puede discrepar de la vo-
luntad (voluntad interna o real o verdadera). 3.° La aparente declaración puede no
ser ni siquiera una verdadera declaración. 4.° La declaración puede no proceder En cuanto a la apreciación de la existencia del vicio que sea, es decir,
del sujeto del negocio. de la concurrencia de las circunstancias que dan lugar a que en los distin-
tos casos concretos se haya producido aquél, es cuestión, de hecho, que co-
En esta sección voy a estudiar los vicios de la voluntad, dejando para las si- rresponde juzgar, por tanto, al Tribunal de Instancia.
guientes los demás defectos, salvo que -por las razones que se verán- el error
obstativo -que es un supuesto de discrepancia (inconsciente) entre voluntad y de- Así sentencias muy numerosas, como (entre las más modernas) las de 28 marzo
claración- lo estudiaré también en ésta, juntamente con el error vicio de la vo- y 27 mayo 1957, 27 junio 1963, 15 diciembre 1966, 28 febrero 1969, 22 mayo
luntad. 1971, 15 febrero 1977, 6 abril y 31 diciembre 1979, 7 y 13 julio 1981, 26 no-
viembre 1985, 17 mayo 1986, 16 enero 1987, 4 diciembre 1990, 22 abril 1991,
2. Formación viciosa de la voluntad.-Se dice que la voluntad se ha 23 mayo, 18 julio 1996, 2 abril 1998, etc. Esto antes, que ahora, desde la reforma
formado viciosamente, cuando en tal formación intervino un elemento (vi- de la LEC de 30 abril 1992, ni siquiera cabe en ningún caso recurrir en casación
cio), cuya intervención considera el Derecho inadmisible; cosa que ocurre por error del Tribunal de Instancia en la apreciación de las pruebas de las que de-
si se llega a querer algo porque se intimida al sujeto para que lo quiera, o duzca la existencia o falta del vicio. Aunque lo que sí cabe es recurrir en casa-
porque se le engaña dolosamente con aquel fin, o porque quien quiere algo, ción por haber infringido el Tribunal de instancia el Derecho aplicable a los he-
lo quiere por padecer un error. chos que estimó probados (v. sent. de 21 julio 1993), o por haber infringido el
aplicable a la apreciación de la prueba.
El vicio afecta a la formación de la voluntad interna, y luego, decla-
rándose lo que se quiso, resulta también afectada por él la voluntad decla- Las anteriores afirmaciones de tipo general, serán debidamente puntua-
rada. Por ejemplo, decido (quiero internamente) comprar una joya por creerla
lizadas, mostrando sus consecuencias y límites, a través del examen en con-
-erróneamente- de oro, y declaro comprarla: el error alcanzó a ambas vo-
luntades, interna y declarada. creto de los diversos vicios.
El Derecho considera inválido el negocio con voluntad viciada, porque
al poner a disposición del particular la figura que es el negocio jurídico, lo § 84
hace con el fin de que aquél regule sus relaciones según su voluntad real, INTIMIDACION*
pero según una voluntad real libre y normalmente formada.
Mientras que no se pruebe por quien corresponda, la ley estima que la SUMARIO: 1. Concepto.-2. ¿Es vicio de la voluntad negocial o de la voluntad de de-
voluntad se formó sin vicio. clarar?.-3. Análisis de los factores que intervienen en la intimidación.-A) El mal.--
B) La amenaza.-C) El temor.-CH) La evitación del mal como motivo determi-
Lo que no sólo se sigue de las reglas generales sobre la prueba, sino que lo nante de la intimidación.-D) Datos para juzgar de la intimidación.-4. Invalidez.
ha venido declarando con reiteración el T.S.: así en sentencias como las de 22
marzo, 1941, 5 diciembre 1953, 5 diciembre 1959, 27 febrero 1964, 31 marzo 1. Concepto.-La declaración de voluntad es inválida cuando el su-
jeto la realiza intimidado por la amenaza injusta de un mal que sufriría de
y Compilaciones Forales
no emitirla.
dirigidos por ALBALADEJO y DIAZ ALABART, t. XVII, vol. 1f B, 1993,
pág. 341; RIVIERE, Des vices do consentement en Droit anglais, 1922; ROCA SASTRE y PUIG BRU-
TAU, Vicios de la voluntad, en Estudios, 1, 1948, págs. 18 y ss.; VIÑAS MEY, Los vicios de la vo-
* BRETON, La ',Miau de violence en rant que vice do consentement, 1925; CANDIAN, Aspetti
luntad testamentaria, Conf. en Col. Not. Valencia, 1948, p. 431 y ss.; ZANI, L'evoluzione storico-dom-
della violenza moral(' como atto che invalida il consenso, en Dir. fallim., 1952, I, págs. 171 y ss.; CAR-
marica dell'ordierno sistema dei vizi del volere, en Riv. it, scienze giuridiche, 1927, págs. 355 y SS. y
NELUT71, Captazione del testamento e indegnit'a a soccedere, en Riv. Dir. eiv„ 1933, págs. 1 y ss.;
486 y ss.
CARRES1, La violenzu nei contratti, en Riv. Dir, e proe. civ., 1958, II, págs. 40 y 55; CASTELLO, 11
1 Infra, § 92.
regime della violenza nei negozi giuridici, en Riv. it. per le se. giur., 1939, págs. 279 y ss.; COTTINO,
2 Infra, § 99.

607
606
MANUEL ALBALADEJO § 84 1NTIMIDACION

Se habla entonces de que existe un vicio de la voluntad, denominado ración, como sufrir el mal—, pero no se le deja en la libertad completa que el
intimidación o violencia moral (vis compulsiva), porque se ejercita sobre el Derecho requiere para que el acto sea válido. No se le deja, en cuanto que se le
ánimo y no sobre el cuerpo, como la violencia física: est animo, non cor- obliga injustamente a elegir entre un mal que jurídicamente no está obligado a
poni, Mata. soportar, una declaración que jurídicamente tampoco se halla constreñida a rea-
lizar, bajo la amenaza de aquel mal, y un riesgo (si reacciona contra quien lo in-
«Hay intimidación —dice el art. 1.267, 2.°, refiriéndose a los contra- timida) que no tiene por qué correr. Siendo así que libremente no habría apete-
tos— cuando se inspira a uno de los contratantes el temor racional y fun- cido ninguna de las tres cosas.
dado de sufrir un mal inminente y grave en su persona o bienes o en la
persona o bienes de su cónyuge, descendientes o ascendientes.» Realmente hay voluntad, pero voluntas coacta; y, por ello, se permite
Es vicio consistente en la alteración del normal proceso formativo de impugnar el negocio (quamvis coactus l'amen volui, non intelligitur voluisse
la voluntad, pues aparece un motivo determinante —la intimidación— to-
qui coactus est).
talmente insólito; y aunque realmente se quiere lo que se hace (quamvis si En conclusión: hay una excepción a la irrelevancia jurídica de los mo-
liberum esset noluissem, tamen coactus voluil), sin embargo, no se quiere tivos en que se apoya la voluntad; y por lo injusto del motivo (la intimi-
con absoluta libertad2. dación) determinante de aquélla, se permite impugnar el negocio.
Operando psicológicamente sobre el declarante, la intimidación le deja un 2. ¿Es vicio de la voluntad negodal o de la voluntad de declarar?—Se-
margen de libertad —en cuanto puede escoger entre tres cosas: 1., emitir la de- voluntad negocio!; pero
gún la conununis opiata, la intimidación es un vicio de la
claración que se le exige; 2.», soportar el Alai con que se le amenaza; 3.», reac- también se sostiene que es un vicio de la voluntad de declarar.
cionar contra quien lo intimida, procurando, así, evitar tanto el emitir la decla- A tenor de aquella tesis el proceso sería el siguiente: a base de la intimida-
ción, el sujeto se decide, forma su voluntad interna, y luego, al manifestarla, coin-
ciden declaración y voluntad. El vicio se inserta en el momento de formación de
Violenza privata e vio/caza politica, en Foro paclano, 1950, 1, col. 1.145 y ss.; CZYHLARZ, Der Ein-
fluss des Zwanges, en 3.3., XIII, págs. 1 y ss.; D'AVACK, Sal «metas consultas» nel Codex iuris ca- la voluntad interna. Una vez formada ésta (con vicio), lo demás es normal; se de-
nonici, en Studi in onore di E. Besta, 1938; DEMOGUE, De la violence colme vice du consentetnent, cide exteriorizada (voluntad de declarar) y se exterioriza efectivamente (declara-
en Rey. trim. Din eiv., 1914, págs. 450 y ss.; DIEZ-PICAZO, La intimidación en la jurisprudencia del ción).
T.S., en A.D.C., 1979, págs. 545 y SS.; DOSEITI, La violenza nel matrimonio del Diritto canonico, Según la segunda tesis, realmente el vicio se insertaría, no en la formación
1943; FEDELE, Metas ab extrinseco, iniuste incussus, consulto illatus, en Riv. Dir. cedes., 1934 y 1935; de la voluntad (negocial) interna, sino en la formación de la voluntad de decla-
FUNAIOLI, L'erronea credenza de la vialenza morale in I luisce sulla validitá del negozio giuridico?, en
Studi senesi, 1938, vol, LII, fase. 5; La violenza ed it dolo tnotivanti it volere nell'interesse dell'estra-
rar: se decide declarar algo que no se quiere. Por ejemplo, A no quiere vender, y,
neo, en Studi senesi, 1926, págs. 87 y ss.; In tema di vio/caza e dolo nei contratti, en Foro ital., 1931, naturalmente, ni aun intimidándolo, se le puede constreñir a que interiormente lo
I, cols. 1.249 y ss.; La teoria della violenza nei negozi giuridici, 1927, y In tema di violenzza e dolo quiera; ahora bien, la amenaza puede decidirlo a declarar lo que no quiere. Su
nei contratti, en For. ita., 1931, I, col. 1.251 y SS.; GETE-ALONSO en C.C.I.C., n.° 8, 1985, pág. 2.479; voluntad (interna) discreparía de su declaración; y así como en otros casos tal dis-
GIACCHI, La violenza nel negazio giuridico canonico, 1937; GIORDANO, In tema di violenza morale crepancia procede de que el declarante lo quiere libremente (simulación, reserva
e disfnatuntento di uno stato di pericolo, en Riv. Dir. comas., 1954, I, págs. 56 y ss.; GORDILLO,
mental, etc.), o bien, se produce sin que él lo sepa (error obstativo), en este caso
Violencia viciante, violencia absoluta e inexistencia contractual, en R.D.P., 1983, págs. 214 y SS.; LONGO,
Note critiche in tema di violenza morale, en Bull. Ist. Din rom., 1934, págs. 68 y s.s.; LUBTOW, Der dicha discrepancia tiene lugar sabiéndolo el declarante y queriéndola (quiere la
Edikstitel «Quod netas causa», 1932; LUCCA, La violence comise vice da contra! et du consentement declaración, tiene voluntad de declarar), pero queriéndola por el vicio —intimi-
en Droit comparé, 1930; MENGONI, «Metas causan dans» e «netas incidens», en Riv. Din comrn.. dación— a base del que se forma su voluntad de declarar.
1952, 1, págs. 20 y SS.; MORALES MORENO, Intimidación, etc., en A.D.C., 1988, págs. 607 y ss.; Una tesis y otra admiten defensa. Y, por ejemplo, desde un punto de vista re-
SANFILIPPO, 11 «netas» nei negozi giuridici, 1934; SANTORO-PASSARELLI, Violenza e annulla-
memo del contralto, en Din e giur., 1947, págs. 160 y ss., y en Saggi di Diritto civite, 1961, I, págs.
alista, no cabe negar que al intimidante poco le importa lo que quiera interna-
267 y ss.; SCHLIEMANN, Die Lehre vont Zwange, 1861; SCHLOSSMANN, Die Lehre vom Zwange, mente el intimidado, y sólo necesita que declare, aunque sea distinta su voluntad
1874; SCHULZ, Die Lehre vom erzwutigenen Rechtsgeschaft, en Z.S.S., 1922, págs. 171 y SS.; SCOG- interna. Esto, indudablemente apoyaría la segunda tesis; pero igualmente apoya la
NAMIGLIO. Note in tema di violenzza ~ale, en Riv. Din comm., 1953, II. págs. 386 y SS.; SIMIO- primera la observación de que, habitualmente, quien declara bajo intimidación quiere
NESCO, De la violence et de ses effets, 1914; TRABUCCHI, Vioienza, en Nuevo Digesto italiano, t. lo que declara (quiere el negocio, la compraventa, por ejemplo, como una unidad,
XII, vol. 2.°, págs. 1.057 y ss.; TUMEDEI, Dolo, violenza e indegnitá a succedere, en Riv. Din civ. y no sólo la declaración: quiere no sólo declarar, sino también lo declarado), aun-
1933, págs. 375 y SS.
' D. 4, 2, 21, 5. que lo quiere como mal menor, y no lo querría si fuese libre.
2 «Como el
consentimiento para obligarse debe ser perfectamente libre», según decía GARCIA GO-
YENA (Concordancias, motivos y comentarios del Código civil español, Comentario al art. 991), glo-
sando el Proyecto de 1851, el Código siguiendo a éste, considera impugnable la declaración arrancada Sobre el tema, con cita de autores y obras, puede verse CARIOTA-FERRARA, El negocio jurt-
por intimidación, ya que el intimidado no es «perfectamente libre». ilico, trad. esp., págs. 453 y 454.

608 609
MANUEL ALBALADEJO
§ 84 INTIMIDACION

Cabe concluir que no en todos los casos concretos obrará uniformemente la Cfr. sentencia de 27 febrero 1964 y también lo que decían las Partidas (7, 33,
intimidación, sino que de facto puede viciar bien la voluntad interna, bien la de 7). Aquélla, en su considerando 1.0 perfila la importancia del mal. Estas decían
declarar (provocando así una divergencia entre declaración y voluntad). «metes en latín tanto quiere decir en romance, como miedo de muerte, o de tor-
De todas formas, admitir teóricamente una u otra tesis, no cambia las cosas mento de cuerpo, o de perdimiento de miembro, o de perder libertad o las cartas
en la práctica, ni altera las normas aplicables a tenor de nuestro Derecho positivo. porque la podría amparar, o de reseebix desonrra porque fincada enfamado; e de
tal miedo como éste o de otro semejante, fablan las leyes deste nuestro libro,
3. Análisis de los factores que intervienen en la intimidación.— (piando dizen que pleyto o postura que orne faze por miedo, non deve valer. Ca
Examinaré los diversos aspectos y puntos que interesan en la declaración por tal miedo, non tan solamente se mueven a prometer, o fazer algunas cosas,
de voluntad viciada por intimidación. los ornes que son flacos, mas aun los fuertes. Mas otro miedo que non fuesse de
A tenor de lo apuntado poco ha, se puede precisar: tal natura a que dizen vano, non escusaria al que se obligas se por el». El C. de
El intimidante anuncia un mal, cuya producción aparece como depen- sucs catalán habla de «intimidación grave» (art. 126).
diente de él, y al objeto de obtener la declaración, amenaza con aqué14; in-
funde al intimidado el temor de sufrirlo y, para evitarlo (motivo determi- Pero, habida cuenta del perjuicio que supone la declaración para el
nante), éste emite la declaración. intimidado, ¿deberá entenderse por suficientemente grave todo mal que
sea mayor que el mal que ocasionará la emisión de la declaración? Pa-
La necesidad de que concurran esos requisitos, la viene exigiendo reiterada- rece que sí.
mente la jurisprudencia: así en las sentencias de 25 mayo 1944, 4 julio 1947 (que
se limita a remitir a aquélla), 28 octubre$1947, 28 marzo 1957, 7 febrero 1958, Así se deduce de la antes citada sentencia de 27 febrero 1964, que habla de
27 junio 1963, 27 febrero 1964, 15 diciembre 1966, 21 marzo 1972, 31 diciem- mal grave en el sentido de mal mayor (maioris malitati) que el que se padecería
bre 1979, 7 marzo y 26 noviembre 1985, 5 abril 1993 y 7 febrero 1995. con la declaración que se pide. Ver también la de 6 octubre 1994.
Conviene agrupar la materia alrededor de las ideas centrales de: el mal, Que alcance a la persona o bienes (cuerpo, patrimonio, honor, etc.) del
la amenaza, el temor y la evitación de aquél como motivo determinante de intimidado o de su cónyuge, ascendientes o descendientes. Sin embargo, ha-
la declaración. bida cuenta de que el fin de la norma es salvaguardar la libertad de deci-
A) El mal.—El mal, para nuestro Código, ha de ser «inminente y grave», sión, debe afirmarse que procede la impugnación también si el mal reca-
y recaer sobre «la persona o bienes [del intimidado], o en la persona o bie- yera sobre otras personas o bienes, siempre que la amenaza del mismo intimide
nes de su cónyuge, descendientes o ascendientes» (C.c., art. 1.267, 2.°). Por al sujeto a quien se quiere arrancar la declaración. Conclusión que puede
su parte, al tratar de la intimidación, que ella denomina «violencia moral», obtenerse, bien por no considerar taxativa la enumeración del art. 1.267, 2.°,
la Compilación navarra se limita a decir que ha de ser grave (ley 19, 2.°). in fine, bien porque se tome como mal que sufre el intimidado, la repercu-
Inminente, debe entenderse en el sentido, no de que sea necesariamente sión en él de la acción realizada directamente sobre otro: por ejemplo, yo
de inmediata producción, en el caso de que el amenazado se negase a emi- sufro un mal (dolor) si asesinan a mi novia o a un amigo íntimo. Ahora
tir la declaración, sino en el de que no sea remoto. bien, en estos casos habrá de probarse —incluso por presunciones— que la
amenaza intimidó.
Siéndolo, puede ocurrir: bien que, por lejano, no atemorice, desde luego, aunque El mal puede proceder de cualquiera, aunque no sea de la persona que
se sepa que llegará (en cuyo caso no hay intimidación); o bien que, por lejano, sea amenaza con él.
racional confiar en que habrá tiempo de prevenirse contra él (en cuyo caso tampoco
hay intimidación, pues faltará asimismo el temor racional de sufrirlo en el futuro). Lo que se explica porque lo que intimida al coaccionado es el padecer él el
mal, y no que se lo infiera precisamente quien le amedrenta.
Grave no sólo ratifica la idea de que se trate verdaderamente de un mal
(excluyendo, por ejemplo, las meras molestias o contrariedades), sino que B) La amenaza.—La amenaza debe encaminarse a obtener la decla-
requiere sea un mal de trascendencia o de entidad5. ración de voluntad. Esto, aunque el Código no lo exige explícitamente,
se desprende, no sólo de una consideración racional de la cuestión, sino
4 No sería amenaza el. anuncio de un mal que no dependiese de quien intimida: así, un terremoto. también del argumento de analogía sobre el artículo 1.267, 1.°: «Hay vio-
Véanse las sentencias de 31 diciembre 1979. considerando 6.0, 21 julio 1993 y 6 octubre W94.
lencia [intimidación, habría que decir en el caso presente] cuando para
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MANUEL ALBALADEJO § 84 INTIMIDACION

arrancar el consentimiento se emplea una fuerza irresistible [ahora, una celebra el negocio, sin ser constreñido por nadie. Por ejemplo, se contrae
amenaza]». matrimonio por temer que se suicide la novia abandonada, sin que ésta anun-
Hay que amenazar con la producción del mal, y como no hay amenaza cie tal propósito con el fin de forzar a la boda.
no existe intimidación (aunque exista «el temor racional y fundado de su- Evidentemente, aún importa menos el mal temido, cuando es ilusorio,
frir un mal inminente y grave») en los casos en que la producción del mai y sólo existe en la mente de quien lo teme.
no se utiliza como tal amenaza. El llamado metas reverentialLs no invalida la declaración. «El temor de
Se suelen poner ejemplos de temor producido por acontecimientos na- desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto no anulará
turales (terremoto, tempestad), que al hacer prever al sujeto un peligro, le el contrato» (C.c., art. 1.267, 4.°).
induzcan a evitarlo celebrando un negocio que no habría celebrado normalmente. La ley estima no ser suficiente mal para el intimidado el que representa
Por ejemplo, se ofrece una elevada suma a un miembro de las fuerzas de el desagrado de aquellas personas. Mas, aparte de que no sea un mal grave,
socorro, por ser puesto a salvo. Igualmente, aun en casos de acontecimien- no cabe duda de que, aunque lo fuese, no invalidaría por intimidación, ya
tos no naturales (la suma anterior se ofrece al verse asaltado por una cua- que no hay amenaza. Otra cosa es que tales personas amenacen al intimi-
drilla de bandoleros)6. dado con su desagrado; o bien le amenacen con otro mal. En este caso,
puede haber intimidación, pero en aquél no, pues, aunque se amenace con
Con motivo de nuestra pasada guerra, hubo en algunos lugares y momentos él, no es, como digo, mal grave el desagrado.
lo que podría calificarse de «clima revolucionario» o «situación de terror» o «te- La arnaza ha de ser injusta; requisito que aunque no explícito en el
rror ambiental», para ciertas personas, quelipudo dar lugar a otorgamiento de ac-
tos para evitarse (el otorgante o uno de ellos) peligros que se preveían como po- Código, señala la jurisprudencia; exigiendo algunas sentencias que «la ame-
sibles (por ejemplo, donación a favor de cierta entidad para eludir persecuciones, naza y el influjo que pueda ejercer sobre la voluntad revista matiz antijurí-
o contrato favorable a cierta persona para no incurrir en su antipatía, que podía dico, por cuanto no quepa reputarlos lícitos como consecuencia de una co-
ser ocasionada a perjuicios, etc.). En esos casos (algunos de los cuales, con ver- rrecta y no abusiva utilización de los derechos».
dadera o pretendida realidad en las circunstancias invalidadoras del otorgamiento,
llegaron al T.S.: así los de las sentencias de 18 febrero 1944, 30 junio 1944, 18 Sentencias que exigen que la amenaza sea injusta son, por ejemplo, las de 12
noviembre 1944, 20 febrero 1947, 4 y 9 diciembre 1948), verdaderamente pudo febrero 1915, 16 diciembre 1915, 23 diciembre 1935, 21 junio 1943, 18 febrero
haber intimidación (aun sin amenaza expresa, pero haciendo una petición u oferta, 1944, 25 mayo y 18 noviembre 1944, 4 julio y 28 octubre 1947, 21 marzo 1950,
y dejando, aun tácitamente, apreciar al destinatario los riesgos —que se percibían 13 marzo 1953, 17 octubre 1955, 28 marzo 1957, 18 marzo 1958, 27 junio 1963,
en el ambiente— que correría de no aceptarlas), en cuya hipótesis el acto sería 27 febrero 1964, 15 diciembre 1966, 21 marzo 1972, 31 diciembre 1979, 7 marzo,
atacable por razón de ella. Pero pudo también tratarse de otorgamiento del mismo 26 noviembre y 6 diciembre 1985, 5 marzo 1992, 5 abril y 21 julio 1993, 6 oc-
sin amenaza de nadie (y, por tanto, sin intimidación), sino sólo por el temor del tubre 1994.
afectado (así, para congraciarse con la otra parte, por cuya mente ni siquiera hu-
biese pasado aprovecharse de las circunstancias). En estos supuestos, como en las
más arriba dichas situaciones de peligro, no habrá intimidación, aunque cierta- Siempre será injusta la amenaza de un mal injusto (aunque se persiga,
mente el negocio puede ser atacable por inmoral (cuando realmente lo sea). al intimidar, un fin lícito: por ejemplo, se amenaza de muerte al deudor,
para que nos pague), pero puede ser también injusta la amenaza de un mal
Sin embargo, cuando utilizando un peligro para un sujeto, alguien que justo en sí (amenaza de denunciar un delito, si su autor no dona cierta suma).
puede y debe evitárselo, le amenaza con no hacerlo (el mal con que se Para juzgar, pues, de la justicia o injusticia de la amenaza, hay que exa-
amenaza es la no evitación), salvo que emita determinada declaración, en- minar el medio utilizado, el resultado perseguido, y la relación entre am-
tonces hay también intimidación. bos, pues puede ocurrir que siendo ambos lícitos en sí, el Derecho consi-
Por igual razón que la antes dicha (falta de amenaza) no hay intimida- dere injusta la utilización de uno para conseguir el otro.
ción en los supuetos denominados de temor ab intrinseco incussus. En ellos
es el propio atemorizado quien para evitar la producción del mal que teme, Aunque en varias de las sentencias citadas el T.S. declaró, en general, que no
es injusta la amenaza de ejercer un derecho o de utilizar contra el intimidado
ciones o denuncias o procedimientos judiciales que legalmente tenga la facultad
6 Disposición concreta sobre posibilidad de anular o modificar el contrato de salvamento marítimo de interponer quien amenaza, sin embargo, se trataba de casos en que realmente
celebrado bajo la influencia del peligro, contiene la ley de 24 diciembre 1962, art. 8- el derecho o acción se usaba correctamente. Pues aunque, como en el de la sen-

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MANUEL ALBALADEJO § 84 LNTIMIDACION

tencia de 12 febrero 1915, se estuviese ante amenaza de un procedimiento crimi- citados, ya por uno de los contratantes, ya por un tercero de acuerdo con él»), de
nal para obtener la cesión de ciertos bienes, creyó el T.S. que ésta era adecuada, 30 abril 1947 (que habla, como uno de los argumentos para desechar la intimi-
y que, a tenor de lo que se trataba, debería haberla hecho el cedente, aun sin tal dación, de que «tal intimidación [refiriéndose a la del caso], si lo fuera, no pro-
amenaza. Ahora bien, en varios otros, el T.S. admitió (o juzgó pleitos en que se cedió del otro contratante, o de persona en relación con él...»), 28 octubre 1947
daban) como amenazas injustas las de realizar actos que, sin ser necesariamente (que, también como uno de los argumentos para desechar la intimidación en el
ilícitos en sí, persiguiesen no el fin suyo propio, sino el de obtener una declara- caso, habla de que «falta el supuesto fundamental para estimarla, ello aparte de
ción de voluntad que el intimidado emitiría para evitarlos. En el caso de la sen- no demostrarse el acuerdo entre la compradora y el comité marxista para coac-
tencia de 7 mayo 1920, amenaza de seguir procedimiento criminal pendiente, para cionar al recurrente...») y de 27 febrero 1964 y 31 diciembre 1979 (que con in-
obtener el otorgamiento de un poder. En el de la de 21 febrero 1924, amenaza de vocación de la de 30 abril 1947, aquélla, y de otras, ésta, afirman que para pro-
descubrir a la novia anteriores relaciones del novio con otra mujer y existencia vocar la invalidación de un negocio por intimidación se requiere «ineludiblemente
de un hijo natural, para obtener documento con promesa de entrega de cierta suma. que uno de los contratantes o persona que con él se relacione, valiéndose de un
En el de la sentencia de 21 marzo 1950, amenaza de llevar adelante procedimiento acto injusto...»), también la de 22 abril 1991, y la de 21 julio 1993 (según la que
judicial de incapacitación, para obtener que la amenazada contrajese el matrimo- la amenaza ha de proceder de uno de los contratantes o persona que con el se
nio que se le proponía. En la de 27 mayo 1957, amenaza de procedimiento cri- relacione).
minal (por delito realmente cometido) para obtener otorgamiento de acto (no del Hasta aquí, la literalidad de las sentencias. Pero, no obstante ser ésa, la ver-
que lo cometió) en beneficio del que amenazaba, que cubriese los daños econó- dad es que, por lo general, su espíritu es otro. En efecto, por lo que atarle a las
micos que el delito le causó. Por Ultimo, en el de la de 18 febrero 1944, dijo el de 1964 y 1979, se trata de que recogen una frase de la primera de 1947. Y res-
T.S. que «en ningtín caso es legítima la denunciar a los Tribunales, si se uti- pe-C-to a las dos de 1947 y la de 1991, no pretenden excluir realmente la intimi-
liza con el fin ilícito de obtener ventajas o de mejorar convenios ya concertados». dación que procediese de un tercero sin relación con la parte no intimidada, sino
Como dice DE CASTR07, «los jueces tienen así que realizar la delicada tarea que —con más o. menos acierto en la formulación de la idea— tratan sólo de
de distinguir entre las presiones usuales en la vida de los negocios, que como ta- mantener la validez de negocios en los que no hubo intimidación (aunque pudiera
les se estiman permitidas, de aquellas otras claramente reprobadas. Así, por ejem- haber otro vicio) porque no hubo amenaza procedente de nadie (ni parte ni ter-
plo, las amenazas explícitas o implícitas de retirar ayuda o ejercer represalias; en cero); y es para expresar que no había (en el caso) amenaza (aunque pudiese ha-
los casos de renovación de letras, mantenimiento de cuentas de crédito, no ejer- ber temor, por otra causa) procedente de nadie (y que por eso no había intimida-
cicio de la facultad de resolver el contrato imponiendo su novación con condi- ción), para lo que utilizan aquellas desafortunadas frases.
ciones más gravosas, convenios sobre reparto de mercados, transacción ante la
amenaza de un proceso». C) Temor—El temor que se inspire con la amenaza del mal debe ser
racional y fundado (art. 1.267, 2.°), al menos aparentemente, cuando se tomó
Aparte de que, como ya dije, el mal puede proceder de cualquiera, tam- la decisión de emitir la declaración, pues si no, ni lo sería, por ejemplo, el
bién puede proceder de cualquiera la amenaza; sea o no parte en el nego- provocado con una pistola que el amenazado ignoraba ser de palo.
cio, sea destinatario de éste, o sea un tercero: «La violencia o intimidación CH) Evitación del mal como motivo determinante de la declaración.—
anularán la obligación, aunque se hayan empleado por un tercero que no Para evitar el mal con que se le amenazó, mal que teme sufrir, el intimi-
intervenga en el contrato» (C.c., artículo 1.268). dado emite la declaración (viciada). Hay un nexo casual entre intimidación
y declaración, en cuanto que el sujeto se decide a ésta ante la siguiente re-
Que la intimidación no tenga que proceder de la otra parte es innegable, ya presentación: la falta de declaración acarreará el mal; la declaración evita
que lo dice expresamente ese artículo. Y la razón de que pueda proceder de cual- el mismo.
quiera, es (análogamente a como ya dije al hablar de que el mal podía proceder
de cualquiera) que lo que intimida al coaccionado es el padecer el mal con el que Esto se suele poner de relieve con distintas expresiones: se habla de
se le amenaza, independientemente de quién le amenace (la otra parte o un ter- que la intimidación es determinante de la declaración, de que la motiva, o
cero) con él. de que es su causa, etc. Así sent. de 22 abril 1991 y 21 julio 1993.
Sin embargo, algunas sentencias parecería que piensan que la intimidación En el art. 1.265 del C.c. queda claro ese nexo de causalidad: «Será nulo
tiene que proceder de la otra parte, o que, al menos, requieren que cuando quien el consentimiento prestado por.. intimidación...». También lo queda en la
intimida es un tercero, lo haga de acuerdo con la parte no intimidada. Así las de ley 19, 2.° de la Compilación navarra: «Son anulables las declaraciones vi-
18 junio 1928 (que habla de que «ha de derivarse [la intimidación] de actos ejer- ciadas por violencia.., moral grave...».
Realmente ocurre que, normalmente, para celebrar los diferentes nego-
7 El negocio jurídico. 1971, pág. 145. cios posibles, los sujetos adoptan diversos motivos determinantes: se com-

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MANUEL ALBALADEJO § 85 DOLO

pra porque se necesita la cosa o porque ésta apetece, o se da en préstamo En efecto, de tales disposiciones se puede inducir la existencia de un princi-
pio general, del que las mismas son aplicación; y debe aplicarse también dicho
una suma para obtener los intereses pactados, o se da en arrendamiento un principio incluso en caso en que no exista una norma concreta que lo recoja para
piso porque no se necesita habitado. Ahora bien, cuando media la intimi- determinados negocios. La tesis que defiendo queda singularmente reforzada, no
dación, el motivo se unifica: se compra, se da en mutuo o se arrienda para ya por la propia naturaleza del vicio en cuestión (más brutal que el dolo y más
evitar el mal con que se es amenazado. grave que el error), sino por las siguientes razones: La Todos los negocios cuya
¿Quién habrá de probar el nexo causal entre intimidación y decla- impugnación por vicios se regula en el Código, son impugnables por intimidación;
ración? sin que existan excepciones o límites, como en el caso de otros vicios (por ejem-
plo, disposiciones testamentarias no impugnables por error)8. 2.a Determinadas ra-
La amenaza del mal habrá de probarla quien la alegue, pero, una vez zones que abonan la validez excepcional del negocio con voluntad viciada, no al-
probada, la prueba de que la declaración se emitió por intimidación, puede canzan al supuesto de que el vicio sea la intimidación (por ejemplo, la estabilidad
obtenerse a base de presunciones. Así que, demostrado, por ejemplo, que A del matrimonio, que justifica su inimpugnabilidad por dolo9).
quería obtener determinada declaración de B, y que le amenazó de muerte
con ese fin, se presume que la declaración que B emitió la emitió por la Hablando aquí del negocio jurídico en general, no se puede ahondar el
intimidación. No obstante, siempre cabe a A la posibilidad de demostrar que tema de si el tipo de invalidez que la intimidación produce es siempre la
—en contra de lo normal—, a pesar de sus amenazas, B se decidió a de- impugnabilidad (como lo es en el caso de los contratos: C.c., arts. 1.265,
clarar por otras causas. 1.300 y-ss., y en especial ha insistido para ellos, recientemente, la juris-
D) Datos para juzgar de la intimidalión.—Interesa destacar sólo que prudencia: sentencias de 8 marzo 1958, 27 febrero 1964 y 5 marzo 1992),
tanto el temor infundido, como que dicho temor sea suficiente para deter- o si, a veces, lo es la nulidad (como también se mantiene por otra opinión,
minar a declarar, se juzgará a tenor de las circunstancias del intimidado: por ejemplo, en el caso del testamento). Tal extremo sólo cabe profundi-
«Para calificar la intimidación debe atenderse a la edad y a la condición de zarlo al estudiar en particular cada negocio. Y esto que digo para la inti-
la persona» (C.c., art. 1.267, 3.°). Se trata, no de un criterio subjetivo (se- midación, entiéndase repetido al hablar de los demás vicios de la voluntad.
gún el cual se apreciaría incluso el metus vani hominis), sino de un crite-
rio objetivo relativo, que permite apreciar las circunstancias para tener en
§ 85
cuenta si el tipo medio de sujeto en cuyo caso se reuniesen, resultaría o no
intimidado. DOLO*

Especialmente, cfr. sentencias de 21 marzo 1950, considerando 2.°, 27 febrero SUMARIO; 1. Concepto.-2. Dolo bueno y malo, causante e incidental.-3. Comporta-
miento (elemento objetivo).-4. Animus (elemento subjetivo).--5. Error.-6. Ca-
1964, 21 marzo 1972 y 22 abril 1991, que destacan que hay que atender «a las
circunstancias personales y ambientales que concurran en el sujeto intimidado». rácter determinante.-7. Efectos.-8. Compensación.-9. Prueba.-10. Cesación de
la impugnabilidad.
4. Invalidez.—Consecuencia de la intimidación es ser el negocio ata-
1. Concepto.—Otro vicio de la voluntad es el dolo.
cable, por haberse emitido la declaración bajo la influencia del temor, y pro- Hay dolo —se puede decir a tenor de nuestro Código civil, artículo
ceder éste de la amenaza encaminada a obtener la declaración. 1.269— cuando con palabras o maquinaciones insidiosas se induce a emi-
La invalidez la establece la Compilación navarra en general, al decir en
su ley 19, 2.° que «Son anulables las declaraciones viciadas por violencia...
moral grave[s]...». Y aunque no la establece el Código en general, es regla 2 Cfr. infra, § 86, número 9, F).
segura para todos los negocios, y puede construirse sobre las disposiciones 9 Infra, § 85, número 7.
* ALZAMORA, El dolo en nuestra legislación civil. Lima, 1926; ASCOLI, II dolo come causa di
del mismo referentes a ciertas figuras especiales: así, arts. 73, 5.° (matri- annullamento nei contrata, en Giur. ital., 1910, 1, 2, 443 y ss.; ATARD, El dolo en el Derecho civil,
monio), 141 (reconocimiento de hijos), 1.265, 1.267, 1.268 (contratos), 673 1925; BEDARR1DE, Traité da dol et de la fraude en matire civil et commercia14, cuatro vols., 1887;
(testamento), pues, aunque literalmente no la mencione, la abarca su espí- BERUM, Contributo alla specificazione della nozione di dolo, 1909; BIOND1, «Dotas causan: dans»
e «dotas incidens», en Riv. Din comm., 1912, págs. 13 y ss., y 1914, págs. 100 y SS.; BONNASSIES,
ritu (T.S., sentencias de 22 febrero 1934 y 16 abril 1959), y 997 (acepta- Le dol dans la conclusion da ~tren', 1955; CARCATERRA, Dotas bonus, Dalas maitu, 1970; CA-
ción y repudiación de la herencia). El C. de sues catalán la establece para RRANZA, El dolo, vicio de la voluntad en el Derecho civil argentino, en A.D.C., 1973, págs. 585 y
la aceptación y repudiación de la herencia y los testamentos (arts. 26 y 126). ss., y El dolo en el Derecho civil y comercial. Estudio doctrinario y jusriprudencial, 1973; CASTRO

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MANUEL ALBALADE.10 § 85 DOLO

tir una declaración que sin ellas no se hubiese realizado. Como «omnem fino o el más barato o el único útil), que, si ciertamente tomados literal-
calliditatem fallaciam machinationem ad circunveniendum fallendum deci- mente son engañosos, sin embargo, por ser corriente su uso en el comercio
piendum alterum adhibitam», definió el dolo LABEON (D. 4, 3, 1, 2)1. jurídico y sobreentenderse su verdadero alcance, no dan habitualmente lu-
Se trata de un error provocado por un comportamiento engañoso, para gar a engaño, y aun si, por excepción, lo dan, no permiten impugnar la de-
conseguir una declaración, que se emite debido a aquél. claración emitida por haberlos tomado en sentido riguroso, pues falta en
Se precisan, pues: el comportamiento engañoso (elemento objetivo), el ellos un verdadero comportamiento doloso, y, por otro lado, el destinatario
ánimo de engañar para obtener la declaración —animus decipiendi— (ele- no debe ignorar su verdadera significación en el mundo negocia13.
mento subjetivo), la producción del engaño o error', y, por último, que éste Dentro del dolus maitu, cabe distinguir el causante (causan' dans) y el
determine la declaración. incidental (incidens). Es causante el dolo cuando determina la emisión de
El error es causa inmediata de la declaración, y, a su vez, el dolo es la declaración, que sin él no se hubiese realizado (cfr. Cc., art. 1.269, in
causa inmediata del error y mediata de la declaración. fine); es incidental, cuando también sin él se hubiese emitido, pero en con-
diciones diversas y generalmente más favorables para el que lo sufre.
2. Dolo bueno y malo, causante e incidental.—Antes de entrar más Naturalmente, como aun sin dolo incidental se habría realizado la
a fondo en el estudio del dolo vicio de la voluntad, que invalida la decla- declaración, el mismo no permite impugnarla, pero sí fundamenta el re-
ración, que es el definido más arriba, conviene distinguirlo del dolus bonus sarcimiento de perjuicios (si los hubo), que debe indemnizar el que lo
y del incidental. etnpleN(C.c., art. 1.270, 2.°: «El dolo incidental sólo obliga al que lo
Sólo es dolo, propiamente hablando el dolus malus; pero frente a él empleó a indemnizar daños y perjuicios»). Entonces se está simplemente
existe un denominado dolus bonus, consistente en aquellas alabanzas exce- ante un supuesto de. hecho ilícito (art. 1.902: «El que por acción u omi-
sivas, afirmaciones exageradas, encomios de tipo general o abstracto, etc. sión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado
(así, cuando la propaganda asegura de un producto que es el mejor o el más a reparar el daño causado»), pero no ante un vicio de la voluntad; aun-
que se suele aludir a él con ocasión de tratar del dolo vicio de la vo-
luntad, que también es en sí un acto ilícito, pero que, además, por ha-
JOVER, Dolo negocia! y reserva mental, en PI. 1987, núm. 7, págs. 135 y SS.; CIACCIO, In tema di
,
ber determinado la producción de la declaración, es fundamento para
dolo contraituale quale vizio del consenso, en Foro ital., 1931, I, col. 642 y SS.; COSTA, La exceptio impugnar ésta.
doli. 1897; DE COSSIO, El dolo en el Derecho civil, 1955, y Dolo y captación en las disposiciones
testamentarias, en A.D.C,, 1962, págs. 277 y ss.; DELGADO ECHEVERRÍA en C.C.J.C., n.° 20, 1989,
pág. 465; DIAZ ALABART, La gravedad del dolo, en Act. civ., 1987, págs. 2,637 y ss.; EICHLER,
Sobre la indemnización procedente en caso de daños causados por dolo inci-
Die Rechtslehre vont Vertrauen, 1950; FREUNDLICH, Die gemeinrechtliche Lehre V0111 «dotas causam dental, véase la sentencia de 16 diciembre 1975.
dans» und aincidens», 1903; FUNAIOLI, La violenza ed it dolo motivanti il volere nell'interesse delres-
tranco, en Studi senesi, 1926, págs. 87 y ss., y In tema di violenza e dolo nei colaran& en Foro ital., Ocupándome aquí de los vicios de la voluntad, es claro que sólo im-
1931, 1, col. 1.249; HA2VIBURGER, Treu und Glauben in Verkeht; 1930; LITTEN, Zum Dolus-Begrtff
in der «actio de dolo», en Festgabe fur Güterbock, 1910, págs. 257 y SS.; LONGO, Contributo ala dot- porta (y a él entiendo referirme en lo sucesivo) el dolo que a la vez sea
trina del dolo, 1937; MESSINEO, Note differenziali Ira dolo e frode, en Riv. Dir. comm., 1933, I, págs. malus y causante.
558 y SS.; MONTEL, L'azione di danni per dolo e la prescrizione dell'annullamento, en Riv. Dir. coman.,
1933, I, págs. 558 y ss., y Sula proponibilita dell'azione aquiliana per dolo dopo la prescrizione
d'annullamento del negozio, en And. di Dir. comp., IX, fase. 4.°; MORALES, El dolo como cri- 3. Comportamiento (elemento objetivo).—Con tal de que sea enga-
terio de imputación de la responsabilidad del vendedor por los defectos de la cosa, en A.D.C., 1982, ñoso, cualquier comportamiento o conducta puede constituir el elemento ob-
págs. 591 y ss.; MOTTA, L'ázione exua-contrattrude di danni per dolo e la prescrizione dell'annulla-
mento, en Foro lombardo, 1932, págs. 761 y ss.; MOZOS, DE LOS, El principio de la buena fe, 1965; jetivo del dolo.
Del dolo civil al dolo procesal, en R.D.P., 1984, págs. 339 y SS.; PALUMBO, L'azione di dolo, 1935;
PECORARO-ALBAN1, Il dolo, 1955 (útil en parte, pero se refiere al dolo penal); PERR1N, Le dol dans Así, pues, astucias, argucias, mentiras, sugestiones, artificios; consisten en la
la formation des actes juridiques, 1941; QU1ÑONERO, El dolo omisivo, en R.D.P., 1979, págs. 345 y invención de hechos falsos, en la ocultación de los existentes, o en suministrar re-
ss,; ROJO AJURtA, El dolo en los contratos, Madrid, 1994; TAG, Le dol vice du consentement en Droit ferencias incompletas de éstos, etc. «Palabras o maquinaciones insidiosas», es la
franÇais, el la misrepresentation en Droit anglais, 1926; TRABUCCHI, II dolo nella teoria dei vizi del
volere, 1937; zANI, Figura giuridica e concetto del dolo come vizio del consenso, en Studi senesi, expresión que utiliza el art. 1.269 del C.c., dejando con ello el más amplio mar-
1916, págs. 518 y ss. gen para englobar en la misma cualquier clase de comportamiento, sea por co-
1 Cfr. al respecto. sentencia como la de 28 febrero 1969.
2 Requisitos que especifican las sentencias de 20 mayo 1959 y 11 mayo 1993. Ver tambiln las de
21 junio 1979, 3 febrero 1981, 1 octubre 1986 y 23 julio 1998. Cfr. la sentencia de 16 enero 1930.

618 619
MANUEL ALBALADEJO § 85 DOLO

misión (positivo) o por omisión (negativo)4. Ahora bien, el siemple silencio, para Sentado lo anterior, se obtiene la conclusión de que cuando se com-
constituir una conducta dolosa requiere que exista, por la razón que sea, un de- porta dolosamente en los negocios bilaterales un tercero, en principio, no es
ber de informar (así, conforme a la buena fe o a las opiniones del tráfico). Ade- impugnable la declaración emitida como consecuencia del engaño doloso; y
más, según la clase de negocio, puede exigirse o no una mayor franqueza a los sólo tendrá derecho el que lo sufrió, a que se le indemnicen daños y per-
sujetos: mayor, por ejemplo, en contratos como mandato o sociedad; menor, en juicios por acto ilícito (C.c., art. 1.902)7bis, y a que, si el error a que el en-
otros en que la contraposición de intereses justifica una superior reserva, y que el
sujeto que desee informarse investigue los datos que le importen: por ejemplo, en
gaño le indujo constituye de por sí vicio como tal error, se le permita im-
la compraventa o el arrendamiento. pugnar la declaración por error; pero no por dolo.
Ahora bien, si el comportamiento doloso del tercero es conocido y apro-
El comportamiento deberá ser grave', como pide el art. 1.270. Lo que vechado por la otra parte en el negocio (por ejemplo, el probable vendedor
no es que sea determinante (que eso es otra cosa que pide el art. 1.269, y sabe que un tercero engaña al probable comprador, sobre la cosa que él pre-
veremos infra, núm. 6), sino que tenga entidad o importancia suficiente (y tende venderle), puede haber dolo de esta parte, ya que pudiendo consistir
no sea una pura maniobra de poca monta) para justificar la inducción al el dolo en una conducta omisiva, sería posible que lo constituyese la ocul-
otorgamiento de la declaración. tación por una parte a la otra del engaño de que el tercero hizo víctima a
ésta. Por ese camino, el dolo inicialmente del tercero, no en sí, sino en
De modo que si con la maniobra grave se determina la declaración, el ne- cuanto provoca un dolo reflejo de una parte, daría lugar a impugnabilidad
gocio será impugnable por dolo (grave y determinante), pero no lo será aunque de la-declaración.
la declaración sea determinada (p. ej., plr negligencia del engañado) por el en- Cuando el tercero, al engañar, obra como instrumento de una parte (por
gaño, si éste fue leve; lo mismo que no invalida de declaración el haberla obte- ejemplo, el vendedor encarga a un extraño que embauque al comprador),
nido por intimidación, que aunque determinante, consista en una amenaza fúti16. hay que estimar que el comportamiento doloso procede de la parte, siendo
el extraño mero ejecutor material. Aparte de otras razones, admitir lo con-
Frente al declarante, si el negocio es unilateral, el comportamiento en- trario consagraría un fraude a la ley, incluso de mayor gravedad que el dolo
gañoso puede ser realizado por cualquiera, aunque no sea el destinatario normal, ya que normalmente menos se desconfiará de un extraño que de
(cuando se trate de declaración recepticia); pero si el negocio es bilateral, una parte interesada.
debe de serlo por la otra parte. En los negocios plurilaterales, el comportamiento doloso puede obser-
«Será nulo —dice el art. 673 del C.c. para el caso de un típico nego- varse sólo por una parte o por varias, y engañar a todas las demás o sólo
cio unilateral— el tesamento otorgado con... dolo...»; y el C. de sucs cata- a algunas. Aplicando el espíritu del art. 1.269, se llega a la conclusión de
lán, art. 126, dice que es nulo el testamento otorgado con engaño, e im- que quien o quienes sufrieron el dolo pueden impugnar sus declaraciones,
pugnable la aceptación o repudiación de la herencia conseguida con dolo. con efecto sólo frente a quien obró con él, salvo que no pueda prescindirse
Lo que, sin precisar más, significa que basta el dolo en sí, provenga de de tal parte, en cuyo caso se anulará el negocio totalmente.
quien provenga. Por el contrario, tratándose de negocio bilateral, se dispone:
«Hay dolo cuando con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno 4. Animus (elemento subjetivo).—Además del comportamiento en-
de los contratantes, es inducido el otro...» (art. 1.269)7. gañoso (elemento objetivo), se ha visto que el dolo requiere el animus de-
cipiendi (elemento subjetivo); de forma que aquél debe ir gobernado por
Me parece más segura esta opinión que la de creer que, tratándose de nego-
cios bilaterales, el dolo debe provenir de la otra parte; si de unilaterales, recepti-
éste.
cios, del destinatario; y sólo cuando se trate de negocios unilaterales no recepti- El anirnus decipiendi consiste en el propósito de engañar (medio) para
cios, es aceptable que el dolo proceda de cualquiera. obtener así la declaración (fin); o, al menos, en la conciencia de que ésta
no se emitiría sin el engaño que conscientemente se lleva a cabo.
4 V. las sents, de 3 febrero y 26 octubre 1981, 1 octubre 1986, 15 julio 1987, 18 julio 1988,
27 marzo y 28 noviembre 1989, 11 mayo 1993, 23 octubre 1997 y 27 noviembre 1998. A tenor de esto, queda claro que, en principio, no constituye dolo el engaño
6 V. la s. de 15 julio 1987 y DIAZ ALABART, La gravedad del dolo, en Act. civ. 1987, p. provocado por un error del presunto sujeto doloso. Por ejemplo, el vendedor da
2.637 y SS.
6 Metus vatti hotninis, o temor de pusilánime. D. 4, 2, 6. V. supra, § núm. 3, A. y D.
Cfr. la sentencia de 8 marzo 1929, considerando último, y la de 13 diciembre 2000, EJ. segundo.. 71'6 Así la sentencia de 13 diciembre 2000.

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MANUEL ALBALADE.10 § 85 DOLO

una información inexacta al comprador, no maliciosamente, sino creyendo decir es así, el engañado tiene dos armas en su mano para atacar tal declaración:
la verdad, y aquélla decide al comprador. la impugnación por error y la impugnación por dolo'°. Pero precisamente
En estos casos, el sujeto engañoso siempre tiene por lo menos a su disposi- se trata de que cuando por dolo se provoca un error, entonces se puede im-
ción la impugnabilidad de la declaración por error (si concurren los requisitos de-
bidos) y el derecho a ser indemnizado, si procede a tenor del art. 1.902; mas pugnar por dolo la declaración sin necesidad de que el error sea de los que
puede dudarse si aplicando el principio de reponsabilidad habría derecho a la im- permiten por sí impugnarlo. Unicamente es necesario que el error, dolosa-
pugnación por dolo cuando la falta de voluntad (dolosa) de quien engaña sea sus- mente provocado, sea determinante, cosa en la que después insistiré.
tituida por su responsabilidad. A tenor de lo dicho, basta un error en los motivos, lo que sin dolo, se-
ría irrelevante. Así, A compra una casa en la montaña porque —con el fin
El animas decipiendi se reduce sólo a lo dicho; y ni hace falta propó- de que la compre— el vendedor B (médico) le ha hecho creer que está en-
sito de dañar, ni de obtener lucro doloso, e, incluso, puede no producirse fermo y que allí sanará. El contrato es impugnable por dolo.
perjuicio alguno'. No obstante, habitualmente existirá la conciencia de pro- A la provocación del error se equipara el mantenimiento en el que, desde
ducir un daño al declarante, y un beneficio para sí, y precisamente se en- antes, padecía el declarante, o el mantenimiento en la ignorancia.
gañará por esta consideración. Un último punto, antes de concluir con este apartado:
He dicho que el error provocado por el dolo puede ser de cualquier
Es insólito el caso de que el dolo se ejercite con propósito benévolo, preten- clase, y que para impugnar la declaración por dolo no es preciso que el
diendo engañar para que otro emita una declaración que le es beneficiosa, pero
que por falta de clara visión o por obstinación no querría emitir si no se le en- error Plrovocado sea de aquéllos que permiten impugnar la declaración por
gañara. También en este caso —habiendo, Amo hay, dolo-- cabe impugnar la de- error. Ahora bien, esto debe ser entendido con el límite de que el error pro-
claración, pues cada uno es dueño de sus actos y puede, si le place, dejar de ob- vocado por el dolo sea excusable, pues siendo inexcusable la declaración
tener un beneficio; además de que, si realmente prefiere el beneficio obtenido, le no es impugnable por el dolo que lo ocasionó, ya que padecer un error inex-
es posible abstenerse de impugnar; razón práctica por la que —aparte de las teó- cusable", aun si es provocado por dolo, es culpa (puesto que es inexcusa-
ricas— el derecho a la impugnación debe concederse. ble) del que lo padece. Y permitir, en tal caso, impugnar la declaración por
5. Error.—E1 comportamiento insidioso que observa el sujeto del dolo,
dolo, sería premiar la irresponsabilidad del que lo sufre, que, siendo inex-
cusable, no debió caer en el error doloso.
con ánimo de engañar, provoca un error en el declarante, que cree en la re-
alidad de la apariencia que el otro crea o mantiene9.
6. Carácter determinante.—E1 último requisito para qe la declara-
Sentencias que advierten la provocación del error por la maquinación del que ción sea impugnable por dolo, es que el error en que se hizo incurrir al de-
engaña son, por ejemplo, las de 11 abril 1912, 31 mayo 1921, 19 abril 1928, 3 clarante haya determinado aquélla Que se haya sido inducido a celebrar un
julio 1954, 18 junio 1955, 1 junio 1962, 14 mayo 1964, 20 diciembre 1967, 23 contrato que sin las palabras o maquinaciones insidiosas no se hubiera he-
marzo 1973, 11 mayo 1993, 7 mayo 1994 y 23 octubre 1997. cho, dice el art. 1.269. Y a su vez el 1.265 establece que es nulo el con-
sentimiento (impugnable la declaración) prestada por (relación de causali-
Tal error puede ser de cualquier clase, y no es necesario en absoluto dad) dolo; y la ley 19, 2.°, de la Comp. navarra dice que «Son anulables
que sea de aquéllos que permiten impugnar la declaración por error 9bis. Si las declaraciones viciadas por.. dolo».
El dolo incidens, que sólo obliga a indemnizar daños y perjuicios (C,c., artículo 1.270, 2,0), sí Que el dolo sea grave significa lo que vimos supra, núm. 3. Grave no quiere
lo requiere para hacer posible la acción. Para la sentencia de 26 noviembre 1985 hay dolo en la acti- decir determinante como cree una opinión doctrinal y jurisprudencial (v. DiAz ALA-
tud del contrayente que se sirve de la astucia para celebrar un matrimonio para lograr la satisfacción SART, ob. cit., p. 2.641 y ss.).
de sus apetencias sexuales. Según la sentencia de 1 octubre 1986 no hace falta propósito de dañar, y Una cosa es que por dolo de una parte se determine la otra a celebrar un
según la de 27 marzo 1989, par que exista dolo no es preciso que el causante del mismo tenga la in- contrato y éste efectivamente se celebre, aunque sea impugnable por el dolo, y
tención de proporcionarse para sí ciertas ventajas.
9 Pero, como dice DE COSSIO,
El dolo es el Derecho civil, 1955, pág. 319, «en el lenguaje vul- cosa distinta es que un engaño cause perjuicio a quien por él se decide a cele-
gar no es lo mismo engañarme que me engañen, y en el campo del Derecho tampoco es posible con-
fundir ambos conceptos», y véanse, asimismo, las págs. 317 y ss. sobre las diferencias entre dolo y
error no provocado por dolo.
'° Como advierte la sentencia de 3 de julio 1954.
El C. de obligaciones suizo, artículo 28, dice que ef que sufre el dolo «no queda obligado aun- " Sobre la necesidad de que el error sea excusable para que permita la impugnación de la decla-
que su error no sea esencial».
ración, véase infra, 86, número 6.
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MANUEL ALIBALADEJO § 85 DOLO

brar un contrato que cree celebrar de verdad, pero que realmente no vale. En este Esa norma no es susceptible de aplicar en los negocios unilaterales, pero sí
caso ciertamente que se debe indemnización por el daño que se haya ocasionado, en los plurilaterales, siempre dejando a salvo la posición de las partes que no
pero no hay impugnación por dolo de un contrato, aunque impugnable, efectiva- obraron dolosamente.
mente celebrado. En la equivocación de confundir este dolo con el dolo verda-
dero cae la sentencia de 26 junio 1995. 9. Prueba.—El dolo ha de ser probado" por quien lo alegue". Mas,
para que prospere la invalidación de la declaración emitida por dolo, ¿bas-
7. Efectos.—La declaración viciada por dolo, en principio, se dice, es tará probar la conducta dolosa, o hay que probar aparte el animus decipiendi
inválida. del sujeto que lo ejercita, el engaño que provocó (el error en que se hizo
En nuestro Código la invalidez para los contratos se recoge en el art. caer) al sujeto que impugna, y que tal engaño le determinó a declarar?
1.265, y para los testamentos en el 67312. También en el 997 para la acep- Si no constan todos estos extremos, no se habrá demostrado realmente
tación y repudiación de la herencia, pues aunque este artículo no aluda con- que se fue inducido a declarar por causa de dolo.
cretamente al dolo, permite la impugnación «cuando adoleciesen de alguno Ahora bien, probados los hechos externos en que consiste el compor-
de los vicios que anulan el consentimiento». En la Compilación navarra, la tamiento doloso, no parece que se requiera, además, una prueba directa, una
ley 19, 2.°, dice en general que «Son anulables las declaraciones viciadas demostración aparte, mediante la aportación de nuevos hechos, de la exis-
por... dolo». Y el C. de sucs catalán declara inválidos por dolo el testamento tencia del animus decipiendi, del engaño, y del nexo de causalidad. Estos
y la aceptación o repudiación de la herencia (arts. 26 y 126). podrán\ establecerse mediante presunciones edificadas sobre la base de la
En los casos en que la ley no establezca de forma explícita o implícita conducta exterior (dolosa) cuya existencia se demostró, habida cuenta de si
la invalidez por dolo, no cabe afirmar a pilori y sin más, tal invalidez, por- normalmente la conducta observada encierra animus decipiendi "bis y es su-
que puede ocurrir que haya razones excepcionales que abonen la validez del ficiente para engañar; y de si, también normalmente, el engaño de que se
negocio. Ello dependerá fundamentalmente de la naturaleza de éste y de trate determinaría la declaración que se emitió. Si normalmente es así, co-
otras circunstancias. rresponde al autor de la conducta insidiosa probar que tal conducta, por la
Cuando con referencia a un negocio o a una clase de negocios, la ley causa que sea, no constituyó un supuesto de dolo que viciase la declara-
no se ocupa en absoluto de los vicios de la voluntad, será menos dudosa la ción; por ejemplo, porque el declarante, a pesar de las maquinaciones, te-
admisibilidad del dolo; pero parece que generalmente habrá que excluirlo nía conocimiento de la realidad; o bien porque habría emitido la declara-
cuando la ley regula para un negocio singular otros vicios sin alusión al ción aun sin tales maquinaciones.
dolo. Tal es el caso del matrimonio (cfr. C.c., art. 73).
10. Cesación de la impugnabilidad.—En los mismos términos en que
En el que, seguramente, el legislador rechaza la relevancia del dolo, tanto por más adelante'5 expongo cuándo cesa la impugnabilidad por error, creo que,
hacerlo el Derecho canónico, modelo que inspiró frecuentemente la regulación ci- mutatis mutandis, cesa también la por dolo.
vil, como porque deben evitarse fáciles y frecuentes impugnaciones del matrimo-
nio, habida cuenta de no ser excesivamente raros los casos en que la voluntad de
uno de los contrayentes se capta dolosamente.

8. Compensación.—Aun en el supuesto de que un negocio pudiera


ser impugnable por dolo, en concreto la impugnación no se concede cuando
actuaron dolosamente las dos partes. A tenor del art. 1.270, 1.°, se puede
decir que cesa la impugnabilidad, de «haber sido empleado por las dos par-
tes contratantes».
Se trata de la llamada compensación del dolo; compensación que re-
quiere ser dolo determinante el de ambas partes. 1: Lo que puede hacerse por indicios, pues la ley no exige la prueba directa (sentencia de 10 marzo
1910)
m Véase la jurisprudencia citada en § 83, número 2, párrafo 5.°.
14bI «Siendo difícil —como dice la sentencia de 8 junio 1995— la prueba directa de su elemento
12 Véase la sentencia de 10 mayo 1972 sobre aplicabilidad al caso del testamento de la doctrina subjetivo, interno o intencional».
del dolo en los contratos. § 86, número 11.

624 625
MANUEL ALBALADEJO § 86 ERROR

§ 86 error vicio, en cuyo caso coinciden éstas, pero la voluntad se formó anor-
ERROR* malmente por haber creído el sujeto algo que no correspondía a la realidad,
y tal voluntad no se habría formado de haber conocido la verdad. Por ejem-
SUMARIO: 1. Error obstativo.-A) Concepto.-B) Supuestos posibles.-C) Hay error obs- plo, si queriendo vender por 100, se declara vender por 10, hay error obs-
tativo sólo si la voluntad discrepa de la declaración después de interpretada ésta tativo, llamado también error en la declaración o error impropio. Si se quiere
debidamente.-C) Diferencia entre error obstativo y vicio. D) Regulación positiva.- vender por 10 y se declara así, pero se quiso ese precio creyendo que lo
2. Error vicio.-3. Estudio unitario.-4. El error ha de ser esencial.-5. Error par- vendido era de metal dorado, cuando realmente era de oro, entonces hay
cial.-6, Excusabilidad.-7. Error de hecho y de Derecho.-8. Clases de error.- error vicio; llamado también error propio.
A) In Corpore.-B) Error in substantia e in qualitate.-C) In quantitate.-CH) De B) Supuestos posibles.-Son supuestos posibles de error obstativo:
cuenta.-D) Error in persona.-E) Error in negotio.-F) Error en los motivos, 9, 1.0 El sujeto emite una declaración no querida tal como resulta emi-
Efectos.-A) En general.-B) Error in quantitate.-C) Error de cuenta.-CH) Error
in persona.-D) Error en las consecuencias del negocio.-E) Error en los elemen-
tida. No se quiere la declaración en su configuración exterior, pero por error
tos o requisitos.-F) Error en los motivos.-10. Silencio de la ley en casos de (obstativo) se emite. Por ejemplo, se dice o escribe una palabra diversa de
error.-11. Cesación de la impugnabilidad.-12. Prueba. la deseada (lapsus linguae o calami).

1. Error obstativo.-A) Concepto.-Provoca el error obstativo una O por no conocer bien un idioma se dice una que no significa lo que se
quería expresar (así, se ofrece en venta por 10, ten en inglés, lo que se quería
discrepancia inconsciente entre declaración y voluntad. Diferenciándose da
• of4cer por 20, pues se cree que ten significa veinte), se entrega una cosa en
vez de otra, se firma un documento confundiéndolo con otro, o, sin leerlo, se
* ALBALADEJO, El error en las disposiciones testamentarias, R.D.P., 1948, pág. 423, y De nuevo
firma uno que se cree dice algo distinto de lo que verdaderamente dice, o se
sobre el error en las disposiciones testamentarias, A.D.C., 1954, pág. 319; ALONSO PEREZ, Notas a firma en blanco, siendo, después, rellenado el documento de forma distinta a lo
la trad. esp. de PIETROBON, El error en la doctrina del negocio jurídico, 1971, y El error sobre la que quiso el firmante', o se mete en el sobre dirigido a A la carta que se es-
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626 627
MANUEL ALBALADEJO § 86 ERROR

cribió a B, y enviándola, no habiendo otros datos aclaratorios, resulta declarado principio de lue falsa demonstratio non nace!; lo que supone que el dato equi-
frente a A, lo que se quería para B, o siendo el vendedor dueño de los pisos vocado, pero con equivocación salvable, no crea error obstativo.
tercero y cuarto de una casa, quiere vender el tercero, pero se equivoca y dice
cuarto. En estos casos, por definición, falta la voluntad de esa declaración, aun-
que hay voluntad de declaración (de otra declaración). Y, evidentemente, al no CH) Diferencia entre error obstativo y vicio.—Normalmente —al me-
querer esa declaración no se quiere tampoco su contenido, sino que se quiere nos en teoría— la distinción entre error obstativo y error vicio es segura;
el de la que se deseaba emitir: hay, pues, discrepancia entre lo querido y lo que pero, en ciertos casos, puede ser dudoso si se trata de uno o de otro. Ello
resulta declarado. acontece porque en ocasiones no queda claro si lo que se declara discrepa
de lo que se quiere, o si lo que realmente hay es que, coincidiendo decla-
2.° El sujeto emite una declaración que es querida tal como resulta ración y voluntad, lo que se quiso, se quiso por error (vicio).
emitida, pero que es inadecuada para manifestar la voluntad real. La decla-
ración se quiere en su configuración exterior, pero, por error (obstativo), Sin embargo, a tenor de lo dicho para el segundo grupo de casos de error
significa algo distinto de lo que se pretendió expresar. Por ejemplo, se vende obstativo, debe resolverse que se trata de éste siempre que la declaración sea ina-
el fundo X creyendo que se llama así el fundo Y. decuada para expresar lo querido. Por ejemplo: yo quiero vender el objeto X y,
refiriéndose a él mi voluntad, digo que vendo el objeto que está en el almacén,
porque creo que tal objeto X se encuentra allí; resultando, sin embargo, vendido,
O se compra tal fundo en un millón de pesos creyendo tratarse de pesos ar- el bjeto Y, que es el que realmente está en tal lugar Hay error obstativo porque
gentinos, cuando realmente del contrato se deduce que son mejicanos, o que- dis repa lo luerido (X) de lo declarado (Y), por ser inadecuada la declaración
riendo arrendar se da en cornodato, poi* creer que «comodar» significa «arren- para referirse a X. Pero también puede ocurrir que se quiera vender el objeto que
dar», o quien contrae matrimonio, al otorgar el sí, no sabe (cosa quizás está en el almacén (la voluntad se refiere a éste) y, en efecto, se declare venderlo;
prácticamente increíble) qué es el matrimonio (que declara contraer), o quien hace mas el vend3dor formó su voluntad de venderlo por la errónea creencia de que el
testamento ignora lo que jurídicamente significa testar (no tiene, pues, verdadera objeto en cuestión era el X y no el Y, como realmente sucedía. Entonces, hay
voluntad de testar). En estos casos hay voluntad de realizar la conducta declara- error vicio' porque no es que discrepe lo querido de lo declarado, sino que se
toria realizada; pero, por tener ésta un sentido distinto del creído, no hay volun- formó por error la voluntad interna.
tad del contenido volitivo declarado. En definitiva, la declaración discrepa de la
voluntad, porque la conducta que se observó (coincidente con la que se quiso
observar) no expresa lo querido. D) Regulación positiva.—Visto qué sea conceptualmente el error obs-
tativo, cabe preguntarse qué efectos debe producir en teoría y cómo se re-
C) Hay error obstativo sólo si la voluntad discrepa de la declaración gula en nuestro Derecho.
después de interpretada ésta debidamente.—Debe quedar bien claro que para La ley no habla de él en particular'', sino sólo de «error», en general.
que haya error obstativo debe existir discrepancia entre lo querido y el sen- Ante ello caben dos posiciones: 1 a Entender aplicable la regulación legal
tido que, después de interpretada debidamente, resulta atribuido a la decla- al error obstativo, por considerarlo una clase de error. 2. Entenderla no apli-
ración2. Así, pues, si ésta, pritna facie, dice algo que discrepa de la volun- cable directamente, por estimarla referida al error vicio. Bien que en este
tad, pero realizando, después, una exégesis más profunda, se concluye que segundo caso, puede pensarse: A) Que para el error obstativo deben regir
su sentido verdadero es otro, coincidente con la voluntad interna, entonces las reglas propias de los supuestos de discrepancia entre voluntad y decla-
no hay error obstativo. ración. 13) Que a tal error, debe aplicarse, por analogía, lo dispuesto para
el error vicio.
Igualmente no lo hay cuando aunque de una parte de la declaración pueda La jurisprudencia, si bien no se ha planteado concretamente el tema,
deducirse cosa distinta de la querida, no obstante, interpretando aquélla en su con- sin embargo, de lo que resolvió en casos de los que se puede sacar doc-
junto, se logra restituir su verdadero sentido incluso a aquella parte. Podrá haber, trina para éste, y de las propias expresiones que utiliza, parece que se ha
en tal caso, mera equivocación, o, si quiere, error (en sentido vulgar), pero no en inclinado por la aplicación de las reglas propias de la discrepancia entre vo-
el sentido jurídico de error (obstativo). Por ejemplo, si se quiere instituir heredero luntad y declaración, aceptando que hay nulidad «porque el error obstativo
a A, y al dar los datos para designarlo, aunque se le llama B, queda claro, por
otras circunstancias y extremos de la declaración, que el instituido es A. Rige el
3 Que sea jurídicamente relevante o no es cosa que, a los efectos del ejemplo, no importa.
Sí, a veces, la jurisprudencia, como en las sents. de 4 y 16 junio 1992, 25 febrero 1995, 22 di-
Así expresamente la sentencia de 24 noviembre 1967. ciembre 1999, etc.

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excluye el consentimiento», y que como «implica una disconformidad o luta (la que, como el error obstativo, genera falta de consentimiento) igual
senso», hace al contrato inexistente. tratamiento (hacer el negocio anulable, no nulo) que a la intimidacióna; de
modo que ser ésto así en el caso violencia-intimidación, inclina a pensar que
Así lo dice la sentencia de 23 mayo 1935. Véanse asimismo las de 26 no- pueda serlo lo mismo en el caso error obstativo-error vicio.
viembre 1956 y 22 diciembre 1999.

Parte de nuestra doctrina se decide por la aplicación de los preceptos 2. Error vicio.—Segün lo ya apuntado, hay error vicio cuando se forma
una determinada voluntad (interna) sobre la base de una creencia inexacta9.
relativos al error vicio5, mientras que otra opina que esta aplicación no pro- Cuya voluntad coincide con lo declarado (salvo en el caso de que además
cede, pues, tratándose de discrepancia entre declaración y voluntad, lo que haya un error obstativo). Por ejemplo, se compra un cuadro por creerlo de
se produce es la inexistencia o nulidad de la declaración (salvo los princi- un pintor famoso, cuando realmente no lo es; o se vende un objeto cre-
pios de responsabilidad y confianza)6, consecuencia diferente de la produ- yendo que no es de oro, cuando realmente lo es.
cida por el error vicio, que hace la declaración meramente impugnable. Hay una declaración que recoge la voluntad interna; pero, como ésta se
En mi criterio, para resolver la cuestión debería tenerse en cuenta —como formó viciosamente, aquélla es impugnable.
ya ha puesto también de relieve la doctrina— que aunque especulativamente Conceptualmente el error vicio funciona como motivo que determina la
el error obstativo y el vicio aparezcan como dos figuras perfectamente dis- formacióyi de la voluntad (si se compra una finca por creerla —errónea-
tintas, sin embargo, desde el punto de vista de las consecuencias que tengan mente— rústica o se compra un cuadro por creerlo —erróneamente-- de
respecto de la declaración, merecen recibj el mismo trato cuando desembo-
quen en algo que para la realidad práctica sea sustancialmente igual. un pintor famoso, el error motiva de decisión de comprarlo).
Cuando en lo que en la realidad social importa sean análogos, la re- Para que haya error se requiere que la idea errónea sea suficientemente segura.
gulación jurídica de uno y otro no debería ser diferente, aunque uno y otro Por eso, cuando sólo se estima probable o posible una cosa, no hay error en el caso
sean ciertamente diferentes, porque lo son, pero sólo en algo cuya impor- de que la idea, insegura, que se tenía de ella no corresponda a la realidad. Así ocurre
tancia es puramente especulativa. cuando el cuadro comprado no es de un pintor famoso, y se compró pensando que po-
Prueba de que la igualdad de trato, que yo preferiría para nuestro De- dría sedo o que lo sería probablemente; pero sin estar convencido de que lo fuese.
recho positivo, es conveniente, se halla en el B.G.B. (§ 119), en el Código El T.S., en la sentencia de 28 febrero 1974 juzgó un caso así, declarando haber
italiano de 1942 (art. 1.433) y en el Código portugués (art. 247). Cuerpos lugar al recurso interpuesto contra la de la Audiencia, que había estimado el error'°.
en los que, con pleno conocimiento de la cuestión suscitada, se resolvió ésta
a favor de la equiparación. Al error se equipara la ignorancia; hablándose también de error vicio
Ahora bien, una cosa es mi opinión sobre el trato legal que debería re- cuando la voluntad se formó viciosamente, no por un conocimiento equi-
cibir el error obstativo, y otra diferente el averiguar el criterio legal sobre tal vocado, sino por una falta de conocimiento de la realidad (ignorancia).
trato. Este criterio, a la vista del sentido en que es entendida nuestra ley por
la jurisprudencia antes citada, había de ser el de que el error obstativo da 3. Estudio unitario.—Señaladas las diferencias de concepto entre
lugar a la nulidad de la declaración (excepto que ésta deba mantenerse a base error vicio y obstativo, así como qué efectos producen uno y otro en cuanto
de la responsabilidad del declarante y de la confianza de los demás7), a mt-
nos que un precepto establezca la impugnabilidad, en vez de la nulidad. Mas V.infra § 91, núm. 3.
la verdad es que contra ésta y en favor de la simple anulabilidad hay tam- 9 De dar el concepto de error, o de definirlo haciendo más o menos consideraciones al respecto,
se ha ocupado frecuentemente la jurisprudencia. Por ejemplo, sentencias, entre las más modernas, de 21
bién un buen argumento, el de que el propio Código da a la violencia abso- mayo 1963, 30 septiembre 1963, 11 marzo 1964, 15 junio 1966, 27 mayo 1982, 29 enero 1986, 27
marzo 1989, 2.5 febrero 1995, 19 febrero 1996, 21 mayo, 23 octubre 1997, 6 febrero 1998, etc.
15 No sólo no hay error, sino que ni siquiera procedería aceptar que, mantenido el negocio como
5 DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, I, 1970, pág. 122; PEREZ y AL-
no erróneo, sin embargo, se redujese la contraprestación que se hubiese dado por la cosa que se pensó
GUER, en Anotaciones al Tratado de ENNECCERUS, I, 21, págs. 196 y ss.; ROCA SASTRE en Es- podría ser más valiosa. Tal reducción no procede porque de algún modo se trataría de un negocio ale-
tudios de Derecho privado, I, págs. 15 y ss.; ALONSO PEREZ, Anotaciones a PIETROBON, El error atorio, ya que, por ejemplo, el exceso de precio (exceso sobre el que luego resulta que la cosa vale ob-
en la doctrina del negocio jurídico, 1971, págs. 494 y as. jetivamente) no es sino lo que cuesta la probabilidad o posibilidad de que la cosa valga realmente más
6 Se pronuncia en este sentido DE CASTRO, El negocio jurídico, 1971, pág. 125; GULLON,
(quien paga 100.000 pesetas por un cuadro que puede ser del pintor X, quizá ha pagado diez veces lo
negocio jurídico, 1969, pág. 43, expone las dos opiniones, pero no decide. que, no siendo de él, vale realmente, pero no es menos cierto que si efectivamente fuese del mismo,
Véase infra, número 6, y * 87, número 4.
su precio sería mucho más alto de las 100.000 pesetas).

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a la invalidez de la declaración, es preferible, para evitar repeticiones y para ¿Cuál sigue nuestro Derecho?
una mejor comprensión de la materia, hacer unitariamente el estudio que si- En principio la doctrina" y la jurisprudencia más extendidas estiman
gue, sin perjuicio de que oportunamente se pongan de relieve (o se den por que el subjetivo.
sobreentendidos, si la aclaración fuese obvia) cualesquiera extremos que sean
distintos para uno y otro. Así sentencias del T.S. de 14 junio 1943, 5 marzo 1960, 30 septiembre 1963,
Para abreviar, aunque se hable de impugnabilidad por error, se sobre- 26 noviembre 1974, 29 diciembre 1978, 9 abril 1980, 4 enero 1982. Pero véase
entiende, también, que me refiero a nulidad, cuando el error obstativo de la de 21 junio 1978.
que se trate provoque nulidad. Por lo demás, cuando proceda, cualquier afir- Mas, aun pareciendo exacta tal tesis, se debe hacer una aclaración: El crite-
mación hecha para uno, entiéndase mutatis mutandis para el otro. rio subjetivo seguramente inspira el art. 1.266, párrafo 2.°, y la propia parte final
del párrafo primero. Pero incluso también la primera parte de éste, ya que se exige,
para que haya error, que la sustancia12 sea distinta de la que se creyó, pero, pre-
4. El error ha de ser esencial.-El error, en los términos que des- supuesto esto, el error tendrá relevancia no por este simple hecho, sino sólo en
pués se verán, permite impugnar la declaración, pero para ello ha de ser cuanto el creer distinta la sustancia haya determinado en el caso concreto al su-
esencial, en el sentido de ser de tal índole que sin haberlo padecido no se jeto a emitir la declaración.
hubiese emitido la declaración. Para expresar este concepto también se dice
que ha de haber sido determinante de aquélla o que ha de haber constituido Ah)ra bien, como la prueba del error incumbe al que sostiene haberlo su-
la causa principal de la misma. frido, cuando se acepte el criterio subjetivo, pero el error no sea esencial se-
1 gún el criterio objetivo, habrán de probarse por el declarante no sólo los he-
La necesidad de que sea esencial se desprende del propio papel que está lla- chos constitutivos del error (a base de cuya prueba se presume en el caso concreto
mada a desempeñar la impugnación de la declaración por error: papel que con- la esencialidad del error, si éste es esencial según el criterio objetivo), sino tam-
siste en invalidarla, pero solamente si no se hubiese emitido sin el error. Positi- bién que ese error fue esencial según el criterio del declaranteo. La dificultad
vamente tal necesidad se apoya en el art. 1.266 (véase 1.', in fine, y 2.°, in fine),
y en el espíritu que lo informa y en que la ha acogido la jurisprudencia y tam- de esta prueba igualará prácticamente el criterio subjetivo al objetivo.
bién el art. 73, 4.°.
Así sentencias como las de 30 abril 1896, 16 febrero 1935, 14 junio 1943, 9 Pero véase la sentencia de 9 abril 1980, considerando penúltimo, última parte.
marzo 1951, 26 noviembre 1956, 30 septiembre 1963, 8 junio 1968, 7 y 12 abril
1976, 15 febrero 1977, 18 abril, 21 junio y 29 diciembre 1978, 9 abril 1980, 12 5. Error parcial.-El error puede alcanzar a toda la declaración o
junio 1982, 29 abril 1986, 14 y 18 febrero 1994, 23 febrero 1995, 19 febrero sólo a una parte de ella. Se habla en este supuesto de error parcial. Y aun-
1996, 21 mayo, 23 octubre 1997, 6 febrero 1998, 30 septiembre 1999, 10 febrero, que sea parcial el error puede ser esencial; cosa que depende de si la de-
26 julio y 20 diciembre 2000, y, más o menos implícitamente, otras muchas de claración, en su conjunto, se habría emitido o no, de haber conocido exac-
las que cito en tema de error. Algunas de las cuales señalan la esencialidad como tamente la parte de la realidad sobre la que se erró.
nexo de casualidad entre el error y la declaración.

Si es obstativo, es esencial el error cuando la discrepancia entre vo- 6. Exeusabilidad*.-Nuestra ley no establece expresamente que el error
luntad y declaración recae en algo esencial (se declara donar a A, cuando sea excusable. Pero lo cierto es que la jurisprudencia sí lo exige. Y tam-
se quería donar a B); si el error es vicio, es esencial cuando sin él no se bién expresamente lo hace la Compilación navarra (ley 19, 2.°).
habría formado la voluntad que se declaró.
El criterio para juzgar la esencialidad puede ser objetivo o subjetivo.
" Se pronuncia en tal sentido, GULLON, El negocio jurídico, 1969, página 39 y nota 1; ALONSO
Es objetivo cuando para formar tal juicio se tiene en cuenta la opinión del PEREZ, Anotaciones a PIETROBON, El error en la doctrina del negocio jurídico, 1971, pág. 503.
tráfico, o sea el sentir común ante un caso como el contemplado. Es sub- 12 Sobre el significado de «sustancia de la cosa», véase infra, número 8, B).

jetivo cuando sólo se atiende a si el sujeto concreto que padeció el error 13 Pues, como dice la sent. de 4 enero 1982, «generalmente la común opinión del tráfico econó-
mico-jurídico sobre lo que es relevante y primordial en el bien objeto del contrato, coincidirá con lo
atribuyó carácter decisivo, para emitir su declaración, a la circunstancia so- deseado por las partes».
bre la que erró. * En la doctrina española, sobre el tema de la excusabilidad, principalmente ALONSO PEREZ,
Naturalmente, también cabe combinar ambos criterios, y adoptar algún Anotaciones a PIETROBON, El error en la doctrina del negocio jurídico, 1971, págs. 334 y ss.; CAS-
ecléctico. TRO, DE, El negocio jurídico, 1971, págs. 115 y ss.; MORALES. El error en los contratos, 1988, págs.
215 y ss., y De la excusabilidad a la imputabilidad del error, en A.A,M.N., XXIX, págs. 53 y ss.

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Es inexcusable el error en que habiendo observado una conducta razo- No cabe duda de que el error de Derecho no tiene que ver con la cuestión
nable se podría haber evitado incurrir, de forma que si se ha caído en él, de la obligatoriedad del cumplimiento de la ley, pues una cosa es que la igno-
ha sido por culpa del que lo padece, que no guardó la diligencia que el rancia o errónea noticia de ésta no excuse de cumplirla (Cc., art. 6, núm. 1, 1.0),
caso exigía, con la que podría haberlo evitado. y otra que por ignorarla o interpretarla erróneamente se emita una declaración (que
Es error excusable aquél en el que razonablemente se puede caer, aun- el sujeto era dueño de emitir o no) que, habiendo conocido o interpretado bien
que se caiga por causa del que yerra, siempre que no sea por culpa suya". aquélla, no se hubiese emitido. Tal compatibilidad del error de Derecho con que
la ignorancia de la ley no excuse de cumplirla, está reconocida hoy expresamente
en el nuevo art. 6, núm. 1, del C.c., que junto a proclamar esto último en su pá-
Para el error obstativo es aplicable lo que dice la sentencia de 23 mayo 1935 rrafo 1.», admite, en el 2.», el error de Derecho. Por ejemplo, no porque se ignore
(«,.. a virtud de los principios de responsabilidad y de protección a la bona fides que la ley ordena el pago de un impuesto, es posible excusarse de pagarlo, in-
y a la seguridad del comercio jurídico, que se oponen a que pueda... ser alegada cumpliendo así aquélla. Mas, cosa diferente es que si se dona una cosa creyendo
la ineficacia del negocio por la parte misma que es culpable de haberla produ- que el donatario adquiere sólo el derecho a usarla temporalmente, y después se
cido»).
llega a saber que la donación lo convierte en dueño, se pueda impugnar tal do-
La excusabilidad del error se requiere por numerosas y modernas sentencias, nación, porque realmente no se quiso donar, sino sólo dar en comodato.
como las de 14 junio 1943 («aun cuando el C.c. patrio no establece expresamente
el requisito de que el error sea excusable, hay que entender con una nutrida doc-
trina científica que un error que se haya podido evitar con una regular diligencia, Hay error de Derecho cuando la voluntad (si es vicio) o la discrepan-
no puede ser invocado por el que haya incurrido en él, para anular la declara- cia entre ésta y La declaración (si es obstativo) es determinada por igno-
ción»), 9 marzo 1951, 16 diciembre 19531 26 noviembre 1956 (aunque diga que rancia o inexacto conocimiento o interpretación de una norma jurídica. Lo
el tema requiere muchas matizaciones), 5 marzo y 6 abril 1962, 21 mayo 1965, hay de hecho, cuando la ignorancia o inexacto conocimiento versan sobre
11 marzo 1964, 23 marzo 1966 (estas dos, implícitamente), 8 junio 1968, 7 abril algo que no sea uma norma jurídica: por ejemplo, un hecho, una cosa, una
1976, 15 febrero 1977, 18 abril, 21 junio y 29 diciembre 1978, 9 abril 1980, 7 persona.
julio y 9 octubre 1981, 4 enero, 27 mayo y 12 junio 1982, 4 diciembre 1985, 7
noviembre 1986, 30 septiembre y 7 noviembre 1987, 4 diciembre 1990, 30 mayo El error sobre el derecho subjetivo no es error de Derecho, aunque recaiga
1991, 14 y 18 febrero, 29 marzo y 7 mayo 1994. 1 julio 1995, 25 enero, 28 sep- sobre un derecho, ya que no recae necesariamente sobre una norma. Será error
tiembre 1996, 21 mayo, 23 octubre 1997, 6 febrero 1998, 30 septiembre 1999, 10 de Derecho o (.1e hecho, según verse sobre un elemento de hecho o de Derecho.
febrero, 26 julio y 20 diciembre 2000. Por ejemplo, s;e puede creer erróneamente que A es propietario del objeto X: el
error será de hecho, si es que se ignora que lo había donado; pero el error será
A tenor de ello, y puesto que aun siendo inexcusable el error, la vo- de Derecho, si es que, sabiendo que lo había donado, se cree que el donante sólo
luntad está viciada, hay que recurrir para mantener la validez del negocio pierde temporatimente el uso de lo donado.
con error inexcusable, a la responsabilidad del que lo sufrió. De forma que
aun habiendo padecido el error, ha de pechar con el negocio quien por falta La admisibilidad en nuestro Ordenamiento del error de Derecho se apoya
de la diligencia exigible, incurrió en aqué114". en la ley, en la Jurisprudencia (que lo acoge)15 y en la doctrina (que co-
múnmente lo vertía aceptando). Antes la ley no lo admitía expresamente,
7. Error de hecho y de Derecho.-E1 error puede ser de hecho o de pero, hablando de error en general (art. 1.266), no lo excluía'6. Hoy (des-
Derecho, error facti o error iuris. Admitiéndose éste hoy comúnmente, en
vez de rechazarlo, por la creencia equivocada de que lo contrario supone
aceptar de iure que la ley pudiese incumplirse por ignorancia o error. Así sentencias como las de 4 abril 1903, 7 julio 1930, 20 marzo 1951, 16 diciembre 1953, 27
febrero 1954, 6 abril 19)62 y 21 mayo 1963, que dice que «puede derivar de la ignorancia de una norma
jurídica, en cuanto a ball contenido, existencia o permanencia en vigor para el caso concreto, siempre
que el sujeto se haya diecidido a realizar el negocio jurídico concertado como consecuencia de ese des-
14 Algunas de las sentencias citadas después sobre la excusabilidad del error exigen que para po- conocimiento, porque ell artículo 1.265 no distingue a estos efectos entre el error de hecho y el de De-
der impugnar el negocio por error, éste, además de ser excusable (en el sentido de no ser irrazonable recho». También la senitencia de 4 diciembre 1990.
caer en él), no sea imputable al que lo padece. Ahora bien, ello significa que el haber caído en él no 16 Algunos artícultos del Código hablaban sólo de error de hecho (así el 1.234, el 1,817, 2.°). Au-
haya sido culpa del que erró, y no que se rechace como fundamento de la impugnación el error en el tores había que entendíían que era para excluir, en esos casos, el de Derecho. Si se aceptaba esto como
que se haya incurrido por causa, aunque inculpable, imputable al que yerra. bueno, había otro argutmento en favor de la admisión corno regla del error de Derecho, ya que excluirlo
También cuando algunas sentencias dicen que no puede alegar el error la parte que dio lugar al en casos concretos no tenía sentido si no se le aceptó en general.
mismo, quieren decir que no se puede aducir el error de cuya producción se es culpable. Por mi parte, paras el eso del art. 1.817, 2.°, véase lo que digo en el tomo II, volumen 2.°, al tra-
1451' V. sentencia de 6 febrero 1998. tar de la invalidez del .contrato de transacción.

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pués de la reforma del título preliminar) se admite expresamente el error de la cosa que era ajena), 8 marzo 1929 (lo es ser ajena la consa vendida), 6 junio
Derecho en el nuevo art. 6, número 1, 2.0; y lo mismo se hace en la ley 1953 (lo es el tener lo vendido unas condiciones —no libertad de gravámenes ni
19, 2.°, de la Comp. navarra. capacidad industrial, etc.— distintas de las estimadas), 4 diciembre 1956 (lo son
las malas condiciones, que no se pensaron, del motor del vehículo vendido), 5
8. Clases de error.—La bipartición del error en de hecho y de Derecho es marzo 1962 y 1 diciembre 1971 (lo es el creer propietario a quien era usufruc-
exhaustiva. Ahora agruparé los distintos errores, según otros criterios, teniendo en tuario, lo que podría tener determinadas consecuencias), 20 enero 1964 (lo es el
cuenta los supuestos más usuales, trátese de errores vicios u obstativos, de hecho creer que la finca no estaba incluida en plan de Ordenación urbana y sometida
o de Derecho. parte de ella a expropiación, siendo el comprador constructor), 30 septiembre 1964
A) In corpore.—Error in corpore es el que recae sobre la identidad del ob- (lo es la fijación del precio calculándolo para fanegas de marco real, cuando re-
jeto: se vende el fundo X, cuando se quería haber vendido el Y'7. Es siempre almente el contrato dice fanegas de sembradura, que tienen otras dimensiones), 27
error obstativo, como todo error en la identidad, sea del objeto, del sujeto o del octubre 1964, 20 abril 1965 y 15 febrero 1977, 1 marzo y 27 mayo 1983, y 27
negocio. marzo 1989 (lo es comprar terreno considerándolo edificable, no siéndolo), 2 marzo
B) Error in substantia e in qualitate.—Por error in substantia se pueden en- 1955, 15 febrero 1977 (lo es la tasación y enajenación equivocada, que versaron
tender diversas cosas. Con un criterio estricto, sólo lo sería aquel error que reca- sobre finca distinta a la que debió ser objeto del procedimiento de apremio), 9
yese sobre la materia de que fuese el objeto (joya de oro, en vez de cobre). Pero abril 1980 (no lo es que la cosa, un solar, tenga menores dimensiones que las su-
normalmente hoy la doctrina y jurisprudencia, de los Derechos que, como el nues- puestas, cuando no consta que era esencial que su cabida fuese la que creía), 4
tro, utilizan todavía la expresión «error en la substancia» (art. 1.266, 1.°), dan a enelro 1982 (lo es no ser apto para el consumo humano el manantial comprado
la misma un sentido amplio que alcanza * la materia, sustancia o esencia de la como de agua minero-medicinal), 3 marzo 1994 (lo es creer el vendedor arren-
cosa, así como a aquellos atributos, cualidades o caracteres que siendo propios de datario de lo vendido al comprador, pues no siéndolo no tenía derecho de retracto),
aquéllas o incluso más o menos conexos a las mismas, son tenidos en cuenta (por 12 noviembre 1996 (lo es creer que la finca comprada, que era de secano, es
ejemplo, un terreno en su modo de ser no varía proque la ley prohiba edificar en transformable en de regadío, lo que impedía la legislación aplicable), 23 octubre
él, pero su inedificabilidad puede provocar un error in substantia, si, equivocada- 1997 (lo es creer que la finca comprada no tenía limitaciones urbanísticas que sí
mente, el comprador lo cree edificable). padecía).
Así se llega incluso a englobar dentro del error in substantia al error en las C) In quantitate.—También puede el error ser in quantitate, es decir, versar
cualidades —in qualitate— cuando éstas son sustanciales, dejando entonces la ex- sobre la cantidad, bien sea en cuanto a las dimensiones de la cosa, o en cuanto
presión error in qualitate para referirse sólo a las cualidades secundarias o acci- al número de unidades que encierra, o en cuanto a la cifra por la que se ad-
dentales. quiere, etc.
En mi opinión, cuando el art. 1.266, 1.°, habla de error «sobre la sustancia CH) De cuenta—El error de cuenta, que aparece recogido en el párrafo ter-
de la cosa que fuere objeto del contrato o sobre aquellas condiciones de la misma...», cero del art. 1.266, no debe confundirse con el de cantidad, pues consiste en un
su espíritu alcanza al error en cualquier aspecto del asunto de que se trate. mero defecto de cálculo u operación aritmética, cuyos factores o bases se hallan
Unicamente que para permitir la impugnación ha de haber sido aspecto bá- fijados sin error's. Por ejemplo, se vende una finca de diez hectáreas en diez mil
sico para celebrar el negocio, es decir, ha de haber sido esencial («que principal- pesetas, por haber padecido un error al multiplicar aquellas diez, por diez mil pe-
mente hubiesen dado motivo a celebrarlo»). setas, cifra en que cada una se valoró. Así no cabe confusión con el error de can-
Al respecto véase, por ejemplo, lo que dicen las sentencias de 10 octubre tidad, consistente, por ejemplo, en comprar un solar porque se cree que tiene X
1962 y 24 noviembre 1966, y otras como las de 5 enero 1917 (lo es el contratar metros cuadrados de extensión, que es la que se necesita para levantar determi-
sobre valores que luego resulta que no podían ser objeto de cotización ni servir nado inmueble.
para garantía de obligaciones mercantiles), 31 diciembre 1919 (lo es el haber ad- D) Error in persona.—A diferencia del error in corpore —referente al ob-
quirido maquinaria que se decía nueva y en estado de conservación, construida jeto—, el error in persona —referente al sujeto— (que para ser enfocado con un
hacía diez o doce años, pero realmente construida hacía cuarenta y siete), 27 abril criterio igual al adoptado para aquél, habría de versar sólo sobre la identidad de
1921 (lo es el haber prestado el consentimiento desconociendo que en la escritura la persona: dono a A, queriendo donar a B), puede recaer sobre la identidad —
se renunciaba a la liquidación de gananciales y a que otros colacionasen), 31 mayo individualidad— o sobre las cualidades corporales o morales, jurídicas o de he-
1921 (lo es el comprar como nuevo un coche que realmente era usado), 20 no- cho de la persona.
viembre 1925, 15 octubre 1973 y 15 febrero 1977 (lo es considerar del vendedor
18 La sentencia de 18 diciembre 1965 dice que tal error «se cifie al materialmente padecido al trans-

cribir o consignar alguna cifra o al cometido al efectuar cualquier operación matemática, con los gua-
Equivocadamente la sentencia de 17 junio 1980 estima error que recala sobre la sustancia de la rismos referentes a conceptos a estimar». Y la de 25 febrero 1963, que lo es el simple error de cálculo
cosa (art. 1.266, 1.°), el que se refería a la identidad de ésta. U operación aritmética, y no «en la inexactitud de los factores que da lugar a un error de concepto».

636 637
MANUEL ALBALADEJO § 86 ERROR

Fácilmente se comprende que se trata de que en la terminología consagrada, viene —aclarado lo anterior— no hablar de motivos para designar esas ra-
así como para referirse al error sobre el objeto se dubdistingue entre error in cor- zones objetivas. De manera que al error en ellas lo llamaré error vicio; y
pore (atinente a su identidad), error in substantia, error in qualitate, etc., para re- al error en las razones personales subjetivas y mudables de sujeto a sujeto,
ferirse a la persona, todos estos errores, se engloban bajo el epígrafe común de error en los motivos; error que, como se verá después, sólo excepcional-
error in persona. mente permite impugnar la declaración.
El error en la identidad de la persona es siempre obstativo; el error en las
cualidades puede ser también vicio: así, arriendo los servicios de A porque creo 9. Efectos.—A) En general.—La declaración emitida por error vicio
que es un competente electricista, cuando realmente no sabe nada de electriciad.
E) Error in negotio.—Bajo la denominación de error in negotio no siempre u obstativo es generalmente impugnable por el que lo sufre, en el primer
se alude a lo mismo, aunque, desde luego, se trate, en todo caso, de error re- caso, y nula, en el segundo, salvas, en uno como en el otro, las limitacio-
ferente al negocio. Principalmente se entiende por tal el error sobre la índole, con- nes que a continuación se expondrán. Pero, como se verá, debe probarse el
tenido principal o naturaleza del negocio: por ejemplo, se da en enfiteusis, cre- error, y hay que advertir que el T.S. entiende que la fuerza anulatoria del
yendo que se llama así a una clase de arrendamiento. No hay, sin embargo, error error «tiene un sentido excepcional muy acusado».
in negotio, cuando materialmente, por un lapsus, se dice enfiteusis, pero se sabe
lo que es ésta y lo que es el arrendamiento, y se quería arrendar y también se Así lo han dicho repetidas sentencias, como las de 14 junio 1943, 9 marzo
pretendió decir arrendamiento. 1951, 5 marzo 1962, 30 septiembre 1963, 14 mayo 1968, 28 febrero 1974, 15 fe-
Error en las consecuencias del negocio o en los efectos de éste: se quiere, brero 1977, 21 junio 1978, 12 febrero 1979, 9 abril 1980, 9 octubre 1981, 4 di-
por ejemplo, dar algo en prenda, pero se wuiere, por creer que el constituyente no ciembre 1990, 30 mayo 1991 y 4 junio 1992, 6 febrero 1998, 22 diciembre 1999.
pierde la posesión de lo pignorado (Cc., art. 1.863), o se quiere vender una cosa,
pero creyendo que como vendedor no se responde de la evicción ni de los vicios El Código establece la impugnabilidad en una serie de supuestos (lo
ocultos (C.c., arts. 1.461 y 1.474). En muchas ocasiones este error es error in ne-
gofio, porque creer que tiene otros efectos de los que realmente tiene, cuando se que no excluye, de por sí, que aquélla se admita para otros no menciona-
trata de los fundamentales, va ligado a creer que tiene una naturaleza distinta de dos): arts. 73, 4.°, para el matrimonio, 1.265 para los contratos en general,
la real. 1.817 para la transacción. En otros no se habla explícitamente de error, pero
Existe error en los requisitos o elementos del negocio cuando el sujeto cree está comprendido o presupuesto: arts. 767, 862, 1.0, 997 406, 1.073. La
que la ley exige requisitos que verdaderamente no son exigidos, o que no se pre- Comp. navarra establece también la impugnabilidad (anulabilidad) en gene-
cisa alguno que realmente se requiere. Por ejemplo, ignorando el art. 1.863 se cree ral, al decir en su ley 19, 2.0, que «son anulables las declaraciones viciadas
válidamente celebrado un contrato de prenda, sólo por el acuerdo, sin entrega de por error». El C. de sucs catalán establece la invalidez por error de la acep-
la cosa. tación o repudiación de la herencia (art. 26).
Como decía antes, para dar lugar a la impugnación o a la nulidad, el
F) Error en los motivos.—Ya se dijo' que el error vicio funciona como error ha de ser esencial, dando igual que recaiga in corpore que in subs-
motivo que determina la formación de la voluntad. Ahora bien, como por tantia que in qualitate que in quantitate que in persona que in negotio (aun-
motivos, en sentido técnico, se entienden las razones personales, ajenas en que la letra de la ley no aluda a todos ellos: cfr. artículo 1.266).
sí al negocio jurídico, que inducen a emitir la declaración (en este sentido
es, por ejemplo, motivo de la compra el querer la finca para reposar en ella Conviene precisar ahora una serie de puntos.
o el quererla porque se cree haber sido nombrado para desempeñar un cargo 8) Error in quantitate.—E1 error in quantitate se rige por el artículo 1.266,
en la localidad donde aquélla radica, o el querer el cuadro para adornar una in fine, en cuanto que hubiese determinado principalmente la emisión de la
habitación), no son motivos, en tal sentido técnico, aquellas razones objeti- declaración.
vas que fundamentan la voluntad (así, aunque la finca se compre porque Ahora bien, con frecuencia se examinan por la doctrina supuestos de error
sea rústica, o el cuadro se compre porque sea de un pintor famoso, no es (obstativo) in quantitate, admitiéndose en algunos de ellos la validez de la decla-
motivo —en sentido técnico— de la compra de la finca el que ésta sea rús- ración por la cantidad menor. Por ejemplo, se quieren donar 1.000 pesetas, pero,
tica, o de la compra del cuadro, el que éste sea de un pintor famoso). Por por error, se declara donar 2.000, y el donatario acepta. La donación vale por
1.000. En este y otros casos, se debe advertir que el aforismo in eo quod plus est
eso, al objeto de evitar confusiones provocadas por la terminología, con- minus inest, no puede aplicarse en general, y que realmente la única norma se-
gura es la de que se debe tender a la conservación, al menos parcial, del nego-
'9 Número 2 de este §.
cio: siendo posible establecer las siguientes reglas: La El negocio unilateral es vá-

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MANUEL ALBALADEJO g 86 ERROR

lido por la cantidad menor, puesto que ésta se quiso y se declaró (va comprew Údo técnico. El negocio, sin embargo, es inválido, pero lo es por razón de la
dida en la voluntad y en la declaración de la mayor): por ejemplo, se legan 1.000 falta del requisito en sí. Por ejemplo, en el caso de que se crea válidamente ce-
pesetas, habiendo querido legal 100; el legado es válido por 100, aun en un De- lebrado un contrato de prenda, sin haber entregado la cosa (C.c., art. 1.863), o
recho positivo que admitiese la impugnación del legado en caso de error. se crea válidamente otorgado un testamento ológrafo en el que falte la fecha (Cc.,
negocio bilateral es, también, válido por la cantidad menor, si en la voluntad de art. 688, 2.°).
la mayor va implícita la de la menor y ésta se declara o va implícita en la can-
tidad declarada: por ejemplo, el caso visto antes de donación; o bien, en una com- F) Error en los motivos. El error en los motivos es irrelevante en prin-
-

praventa el vendedor quiere vender por 500, pero por error declara 1.000, y el cipio21, aunque haya sido determinante de la declaración. Por ejemplo, no
comprador está de acuerdo; o el comprador, que quiso ofrecer 1.000, declaró 500, se habría comprado la finca de haber sabido que realmente no se había sido
por error, y el vendedor acepta: estas compraventas son válidas por 500. Ahora
bien, si el querer la cantidad mayor no implica querer la menor, el negocio es im-
nombrado, como erróneamente se creyó, para desempeñar un cargo en el
pugnable: por ejemplo, el comprador, queriendo comprar por 500, declara com- lugar en que aqauélla radica.
prar por 1.000, y el vendedor acepta; en este caso la cifra menor, querida por el Se suele decir, a veces, que es causa de impugnación cuando el motivo
comprador, no lo fue, ni siquiera implícitamente, por el vendedor. (erróneo) se ha elevado a condición; pero esto es inexacto porque entonces
C) Error de cuenta.-E1 error de cuenta sólo dará lugar a su corrección, dis- se trata de que opera la condición y no el error en el motivo.
pone el art. 1.266, 3."; no procediendo, pues, nunca, la impugnación. Tal error no Es realmente relevante, como error en el motivo, el error que determina
lo es realmente, sino que se trata de una simple equivocación, o, si se quiere, la institución de heredero o el nombramiento de legatario, cuando el mo-
error en sentido vulgar, pero no jurídico, pues presupone un mero fallo en una tivo (causa) se expresa en el testamento, y siendo erróneo (falsa) resulta del
operación aritmética o en un cálculo, ctios factores se conocen con exactitud. propio testamento que es determinante, es decir, que no se habría hecho la
Así, pues, salvada la equivocación, cosa posible por la corrección de la operación,
con elementos de la propia declaración, resulta que ésta ha recogido verdadera- institución o legado de haberse conocido la verdad (la falsedad de la causa)
mente la voluntad, en cuyo caso no hay error (obstativo), razón por la que la im- (C.c., art. 767, 1.0, y C. de sucs catalán, art. 126).
pugnación no procede.
CH) Error in persona.-E1 error in persona sólo es esencial en los negocios Que en materia testamentaria, como regla, sea irrelevante el error en cualquier
celebrados intuitu personae, así el matrimonio (art. 73, 4.°), o ciertos contratos - otro caso22 (conclusión que parecería se sigue del citado art. 767, 1.0, a contra-
«El error sobre la persona sólo invalidará el contrato cuando la consideración a rio, del art. 673, que no menciona al error como causa de invalidez del testa-
ella hubiese sido la causa principal del mismo», dice el art. 1.266, 2.°- como la mento, y del art. 743, que lo declara inválido sólo en los casos expresamente pre-
donación, o el arrendamiento de servicios de un sujeto por razón de sus conoci- venidos en el Código23) es tema que se tratará detenidamente en el Derecho de
mientos. Sucesiones. Mas quede desde ahora claro que, de cualquier modo, es obvio que,
Al error in persona en materia testamentaria aludiré después. con la constancia testamentaria que pide el art. 767, 1.0, toda creencia errónea que
D) Error en las consecuencias del negocio.-El error en las consecuencias impulse al testador a instituir, da lugar a error en los motivos que permite atacar
del negocio es, sin duda, causa de invalidez cuando es error in negotio20, es de-
cir, cuando versa sobre las consecuencias o efectos fundamentales, ya que ha- Así sentencias de 14 junio 1943, 28 octubre 1946, 6 abril 1962, 30 septiembre 1963, 15 febrero
biéndose creído otros efectos se creyó celebrar otro negocio. Por ejemplo, es ata- 1977, 21 junio 1978, 1 abril 1982, 30 diciembre 1985, 17 febrero 1989, 29 julio 1999.
cable la donación, si el donante pensaba que el donatario sólo adquiría derecho :" Salvo que tiene, sin duda, por base una presunción de error al art. 862.
al uso temporal de la cosa. 3-3 Que sea irrelevante, en principio, el error en el testamento no es doctrina aceptada por todos. Sí
El error sobre consecuencias secundarias o de Derecho supletorio (en gene- por unos (como OSSORIO, Manual de sucesión testada, 1957, págs. 469 y 470; LACRUZ, Anotacio-
nes a la trad. esp. del Derecho de sucesiones, de B1NDER, 1953, pág. 88; ALONSO PEREZ, en Ano-
ral, los llamados natura/ja negotii), no se considera como causa de impugnación. taciones a P1ETROBON, El error en la doctrina del negocio jurídico, 1971, págs. 697 y SS.; VIÑAS,
Por ejemplo, no es impugnable la venta si el vendedor creyó que no estaba obli- Los vicios de la voluntad testamentaria, en el volumen «Curso de conferencias en el Colegio Notarial
gado al saneamiento de la cosa vendida, o ignoraba estarlo. Si es error obstativo de Valencia», 1949, págs. 461 y ss.). No por otros (como DE CASTRO, El negocio jurídico, 1971, págs.
(así, por error, en vez de escribir «el vendedor queda obligado al saneamiento», 127 y SS.; ROCA SASTRE, en Anotaciones a la traducción española del Tratado de ENNECCERUS,
se escribió, «el vendedor no queda obligado al saneamiento»), anulará la parte KIPP y WOLEF, V., 1.0, pág. 173: BONET, Compendio, V, pág. 242: LACRLJZ, en Derecho de Suce-
siones de LACRUZ-SANCHO, 12, números 255 y 256). Unos terceros se limitan a exponer el desa-
errónea o la declaración total, según la conexión entre la parte errónea y el todo. cuerdo, sin tomar partido (como ESPÍN, Manual, V3, págs. 374 y 375; GULLON, El negocio jurídico,
E) Error en los elementos o requisitos.-E1 error en los elementos o requi- 1969, pág. 44). Por mi parte, del asunto ya me ocupé con más detenimiento en dos trabajos: El error
sitos del negocio es irrelevante como tal error: no hay realmente error en sen- en las disposiciones testamentarias y De nuevo sobre el error, en el volumen «Estudios de Derecho ci-
vil», págs. 423 y ss. Ultimainente GÓRD1LLO, El error en el testamento, en A.D.C., 1983, págs. 747
y ss,, y comentario al art. 767, 1.0, en Comentarios al C.c. y Comps, forales, dirigidos por ALBALA-
20 Véase supra, número anterior, E). DEIO, X, 1, 1987, págs. 327 y ss, y ESP1AU. El error en 'las disposiciones testamentarias, 1994.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 86 ERROR

el testamento. Y, esto presupuesto, sobran más averiguaciones sobre qué errores godos patrimoniales, aun emitida la declaración por error vicio u obstativo,
con tal constancia son invalidantes, puesto que todos los determinantes caben bajo
error en los motivos24. sería inatacable —sobre la base del principio de conservación del negocio
Sin embargo, desde ahora se puede adelantar que de lo anterior no debe de- y de la buena fe: C.c., arts. 7, núm. 1, y 1.258, Comp. navarra, ley 17—,
ducirse que en materia testamentaria no haya absolutamente lugar a invalidez por cuando se accede por quien corresponda (la otra parte, por ejemplo) a man-
error; por ejemplo, in cotpore o in persona o in sztbstantia, sino sólo por error tenerla como, si no hubiese habido error.
en los motivos, en sentido técnico; porque se trata: 1.°, de que esos errores hacen Por ejemplo: A compró un objeto en un millón de pesos argentinos se-
posible la invalidez en cuanto que constituyan un error en el motivo determinante, gún su voluntad, mejicanos según su declaración; el negocio es inatacable
y éste y su carácter de determinante resulten del testamento; y 2.°, de que quien si (presupuesta la inexistencia de otros obstáculos) el vendedor accede a re-
testa por error (por ejemplo, otorga un testamento, ignorando el alcance jurídico cibir en pago el millón de pesos argentinos. O bien, A ordenó se le enviase
de lo que hace; caso muy improbable en la realidad), realiza un acto nulo poi
error obstativo (ya que lo que declaró no corresponde a su voluntad). una pieza de seda de las que vio anunciadas a un precio que consideró ba-
rato; mas al recibirla comprueba que es artificial, en vez de natural, error
10. Silencio de la ley en casos de error.—Cuando la ley calle res- por el que se decidió a adquirirla: la compraventa es inimpugnable por error,
pecto a los vicios de la voluntad en un negocio concreto o en una clase de si el vendedor está dispuesto a mantenerla a base de pieza de seda natural.
negocios, el problema de si procede o no la impugnación por error se re-
solverá por analogía sobre las hipótesis previstas en aquélla. Cuando —di- 1. Prueba.—E1 error debe ser probado por quien lo alega. La prueba
ferentemente— para un negocio se regulf la impugnación por otros vicios versará bien sobre los hechos externos que hayan inducido a él, bien sobre
de la voluntad, o sólo por algún o algunos tipos de error, deberá estudiarse determinada conducta del sujeto, la cual implique que quien la observa pa-
cuidadosamente si es que, en principio, el legislador quiso excluir, respec- dece el error que se alegue, etc. Tales datos permitirán deducir si hubo o
tivamente, la posibilidad de impugnar tal negocio por error, o la posibilidad no error.
de impugnarlo por errores distintos de los contemplados en la ley. Tal ocu- Asimismo habrá de probarse que fue esencial; pero el que lo sea, po-
rre, como se ha visto, para los testamentos, e igual afirmación es factible drá presumirse si —según la opinión común— el tipo de error padecido es
quizás en otros casos. esencial.

Sin embargo, en ciertos casos extremos, incluso habiendo acogido explícita- Ahora bien, como según he dicho", en nuestro Derecho se adopta el criterio
mente la ley como causa de impugnación para un negocio, sólo algún error con- subjetivo para valorar la esencialidad, puede ocurrir que un error esencial para di-
creto, parece excesivo excluir cualquier otro, argumentando a contrario: por ejem-
cha opinión común, no lo sea en el caso, porque el que lo padeció se movió a
plo, relativamente al antiguo art. 101, 2.°, excluir a base de él el error in negotio: celebrar el negocio por otra razón (por ejemplo, el objeto comprado no era de
los contrayentes ignoran lo que es el matrimonio25. oro, sino de latón, pero el comprador pagó lo que pagó y lo quería adquirir por-
que había pertenecido a cierta persona): entonces, presumiéndose esencial a tenor
de lo que es corriente, habrá de probarse por quien tenga interés en mantener la
11. Cesación de la impugnabilidad.—Por el propio fin que persigue validez de la declaración, que el error en el caso contemplado no fue esencial para
la atacabilidad por error, considero indudable que, por lo menos en los ne- el sujeto declarante.

2 4 También era «error en la persona», a tenor de la letra y del espíritu del antiguo art. 101, 2.°, el En principio, se admite cualquier prueba, salvo que otra cosa se de-
tradicionalmente denominado error qualitatis redundans in errorem personae. Error (obstativo) que existe duzca de normas especiales, como, por ejemplo, ocurre en materia testa-
cuando la cualidad —sobre la que se yerra— de la persona ha sido utilizada como medio de indivi-
dualización y no como motivo de la voluntad. Por ejemplo, hay error qualitatis redundans in errorem
mentaria, donde se exige la prueba intrínseca (basada en el mismo testa-
personae al querer casarse con el hijo del rey, por esta cualidad, si la voluntad va encaminada a con- mento) para el error en el motivo que determinó la institución de heredero
traer matrimonio con él, pero se otorga el sí erróneamente, frente a otra persona. Habría por el contra- o el nombramiento de legatario (C.c., artículo 767, 1.°, 2. parte).
rio, error irrelevante, si creyéndose (erróneamente) a una persona hijo del rey se contrae matrimonio
con ella, Entonces, encaminada la voluntad a contraer con la persona concreta allí presente, el que la
decisión la haya determinado la creencia errónea, es intrascendente.
25 Habría ciertamente error in negotio si —cosa prácticamente casi imposible— se desconociese la

más elemental noción del matrimonio (Cfr. Código de Derecho canónico, canon 1.096). Y a pesar de
no existir error en la persona, se debía sostener la invalidez. Pero el tema, por un lado, sólo puede ser
ahondado en el Derecha de familia, y, por otro lado, lo zanja el nuevo art. 73, 4.'.
" Supra, número 4.

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MANUEL ALBALADETO § 87 TEORIA GENERAL

Sección Cuarta Así lo afirman numerosas sentencias. De entre ellas, se pueden citar, por ejem-
plo, las de 16 abril, 13 junio y 15 octubre 1964, 29 y 30 junio y 5 julio 1966, 9
DISCREPANCIAS ENTRE VOLUNTAD Y DECLARACION abril 1970, 5 abril 1997, etc.

§ 87 ¿Y qué debe ocurrir cuando la declaración y voluntad discrepan? Va-


TEORIA GENERAL rias teorías se han formulado2:

SUMARIO: 1. Discrepancia entre declaración y voluntad.-2. Teorías de la voluntad y de 2. Teorías de la voluntad y de la declaración.—Según una teoría
la declaración.-3. Teorías intermedias.-4. Teoría adoptada.-5. Posición de nues- llamada de la voluntad, cuando la declaración está en desacuerdo con aqué-
tro Derecho positivo.—A) Textos legales en que se apoya la regla general.—a) Pro- lla, el negocio es inválido. Esta opinión se apoya en la creencia de que el
tección a la declaración.—b) Protección a la voluntad.—B) Textos legales en que negocio se basa esencialmente en la voluntad, mientras que la declaración
se apoya la excepción.—C) Conclusión.-6. Posición de la jurisprudencia.-7. Exa- carece de valor por sí, pues no es sino un simple medio exteriorizador de
men de los casos de discrepancia; referencia al error obstativo.
aquélla.
Conviene advertir aquí que, discrepando voluntad y declaración, sería
1. Discrepancias entre declaración y voluntad.—Hay discrepancia
un cr‘aso error mantener que el negocio es válido según la voluntad, y no
entre declaración (voluntad declarada) y voluntad (voluntad interna) cuando
según la declaración, porque aquélla prevalece sobre ésta.
el contenido volitivo asignado a la declanlición, después de ser debidamente
interpretada, es distinto de lo que el declarante quiso internamente, bien por- Tal teoría voluntarista olvidaría que, por definición, la voluntad que dis-
crepa de la declaración, no aparece en el negocio; y olvidaría también que
que quiso otra cosa, bien porque no quiso nada. Por ejemplo, A quiere le-
sería pretensión absurda la de mantener el negocio a base de una voluntad
gar el fundo X, y por error (obstativo) declara legar el fundo Y; o B, de
acuerdo con C, y para defraudar al Fisco, celebra con aquél una compra- distinta de la que aparece en él.
venta (simulada), que ninguno de los dos quiere. Por eso cuando, hablando de las discrepancias entre declaración y vo-
Por voluntad declarada —conviene insistir en ello—, se entiende, no luntad, se dice que «prevalece ésta», hay que entender tal expresión en el
la que se deduzca de una interpretación exclusivamente literal de la decla- sentido de que «no prevalece la declaración», invalidándose el negocio.
ración, sino aquella que constituye el espíritu de esta declaración. Según otra teoría, llamada de la declaración, debe prevalecer ésta; apo-
Por voluntad interna se entiende, no la que es exclusivamente interna yándose tal solución en la afirmación de que el Derecho no toma en consi-
(pues entonces no la conocería sino el sujeto que la tiene), sino la que es deración el querer meramente interno. La sustancia del negocio no lo es la
externa respecto del negocio de que se trate; es interna (del sujeto) porque voluntad, sino la declaración (de voluntad) en su forma exterior u objetiva.
no ha trascendido al negocio, aunque haya trascendido al exterior, aparte
del negocio. Por ejemplo, en la simulación, los sirnulantes se manifiestan La declaración no es la servidora o el medio exteriorizador de la voluntad,
sino que es lo fundamental, porque la voluntad mientras que permanece interna
—al margen del negocio simulado— sus voluntades internas. sólo es algo preparatorio de la formación del acto volitivo que se objetiva en la
La declaración discrepa de la voluntad en los casos siguientes: error declaración, objetivación del querer, el cual, fuera de ésta, es como si no exis-
obstativo, simulación, reserva mental y declaración no hecha en serio. En tiese. Además de que únicamente es susceptible de ser conocida la voluntad con-
el primero, la discrepancia no es querida, sino que se da a pesar del de- tenida en la declaración —voluntad declarada—, y la seguridad del tráfico y el
clarante: en los otros tres, es precisamente éste quien voluntariamente de- respeto a la buena fe que debe presidir los negocios exigen que sea inoperante
clara algo que no quiere. una voluntad (interna) que los demás no han conocido ni podido conocer.
La discrepancia no se presume, sino que en principio, mientras que no
sea probada' por quien la afirme, el Derecho considerará la voluntad de- 3. Teorías intermedias.—Ambas teorías comenzaron pronto a hacerse
clarada como coincidente con la real. concesiones recíprocas, ante las inadmisibles consecuencias prácticas que aca-
rreaba lo mismo la aplicación de la una que de la otra.
' Esta prueba debe ser sólida. A este respecto advierte la sentencia de 24 marzo 1969 que «en Dere-
2 Sobre ellas, con cita de autores y obras, puede verse DE CASTRO, El negocio jurídico, 1971,
cho debe partirse de la normalidad contractual, y que el conflicto entre la voluntad interna y su manifesta-
ción debe en todo caso resolverse, si en realidad existiere, a medio de una prueba convincente y segura». págs. 58 y SS.

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e
MANUEL ALBALADEJO § 87 TEORIA GENERAL

Sin entrar en los detalles de las numerosas formulaciones en que han terpretada--, para sentar la regla general, no cabe sino aceptar que, en principio,
plasmado las posiciones intermedias a que las moderaciones de ambas teo- el negocio sólo es válido en tanto que ambas voluntades —declarada y real—
rías extremas dieron lugar, cabe, sin embargo, precisar lo siguiente: coincidan.
La teoría de la voluntad se suaviza mediante la admisión de la res- Y si no hay coincidencia (no coincidencia que habrá de conocerse a base de
ponsabilidad del declarante; de tal forma que, aun discrepando la voluntad datos extranegociales, de los que se siga una voluntad real distinta a la declarada
en el negocio; ya que, en otro caso, el dato negocial, revelador de la voluntad
de la declaración, hay que atenerse a ésta cuando de la discrepancia sea cul3 real, formaría parte de la declaración, pasando, así, a ser voluntad declarada la
pable el declarante, por no haberse comportado con la necesaria diligencia. voluntad real), no triunfa ni la voluntad declarada ni la real, sino que ambas de-
La teoría de la declaración se suaviza mediante la admisión del princi- vienen inoperantes: ésta porque no está en el negocio3 y aquélla porque, aunque
pio de que la declaración discrepante de la voluntad, sólo prevalece manda esté en él, no coincide con la real. Pues si se despreciase —en beneficio de la
razonablemente haya confiado en ella el destinatario, es decir, cuando díg declarada— la real, se frustraría el fin y razón última del negocio; y si se des-
buena fe y obrando con la diligencia debida haya creído que coincidía coá preciase —en beneficio de la real— la declarada, se despreciaría el propio nego-
la voluntad. • cio (lo que sería contradictorio), haciendo caso omiso de su elemento «declara-
Responsabilidad (del declarante) y confianza (de los demás) pueden, a ción de voluntad».
su vez, coordinarse, de guisa que la declaración que discrepe de la volun- El principio de validez del negocio sólo en tanto que la voluntad declarada
tad, deba mantenerse, a base de la responsabilidad, pero sólo en tanto en coincida con la real (principio que puede llamarse «de voluntad»), no carece de
límites, que vienen exigidos por obvias razones teóricas y prácticas. Se trata de
cuanto se haya confiado razonablemente en la concordancia de ambas. Pu, que ahora entre en juego el tercero de los presupuestos de que he partido: la res-
diendo, pues, ocurrir que, aun siendo responsable de la discrepancia el de- ponsabilidad del declarante (principio de responsabilidad) y la justificada confianza
clarante, el negocio sea inválido, si el destinatario de la declaración se per, de los demás (principio de confianza), para evitar los inconvenientes que podría
cató o debió percatarse de tal discrepancia. producir en el tráfico jurídico la aplicación exclusiva de la tesis expuesta. Por vir-
tud de la responsabilidad del declarante, vale la voluntad declarada, aunque la real
4. Teoría adoptada.—En mi opinión, la solución acertada de los pro- sea distinta, cuando la discrepancia proceda de culpa de aquél. Mas tal excepción
blemas que plantea la discrepancia, entre la declaración (de voluntad) y vo= sólo está justificada cuando los demás haya confiado explicablemente en que am-
luntad (real o verdadera), se halla siguiendo la pauta marcada por la última bas voluntades coincidían, y de la falta de coincidencia les derive un perjuicio4;
opinión expuesta, donde se combinan el valor de la declaración que se apoya en otro caso, se aplica la regla general.
en la voluntad, con el mantenimiento de aquélla, en otros casos, a base de
la responsabilidad y la confianza. En cuanto a la voluntad real —por las razones ya vistas— queda claro
que nunca, ni siquiera excepcionalmente, producirá los efectos queridos, pre-
Tal solución requiere partir de los siguientes presupuestos: 1.° La razón úl- valenciendo sobre la declarada, cuando discrepe de ésta, sino que sólo dará
tima del negocio, como instrumento puesto por la ley a disposición del sujeto, es base para —salvo la excepcional aplicación expuesta de la responsabilidad
el que éste regule sus relaciones e intereses, según su voluntad REAL. 2Y Elemento del declarante y de la confianza de los demás— invalidar el negocio; con
del negocio es la declaración de voluntad (voluntad declarada), porque la volun- lo cual no habrá efectos ni según la voluntad declarada ni según la real.
tad real, en tanto que sea puramente interna, no puede ser conocida en el nego-
cio; luego no puede ser elemento de éste; y si se declara, es ya voluntad decla-
rada. Ahora bien, no cabe duda de que al acoger la voluntad declarada, se tiende 5. Posición de nuestro Derecho positivo.—Aparte de la opinión que
a acoger la voluntad real, pensando que normalmente coincidirán una y otra, y teóricamente se considere más adecuada para solucionar los problemas que
que el sujeto tiene, normalmente también, en su mano, la posibilidad de exte- planteen las discrepancias entre voluntad y declaración, la cuestión hay que
riorizar lo realmente querido. 3.° La seguridad del tráfico exige que, aunque dis-
crepe de la voluntad, se mantenga la validez de la declaración, por lo menos cuando 3 Y el negocio no puede ser eficaz a base de una voluntad que no está en él, es decir, con un con-
sea el declarante responsable de la discrepancia, y los demás que hayan confiado tenido volitivo que le es ajeno: por ejemplo, queriendo legar la cosa X, se reserva mentalmente esa vo-
justificadamente en que —corno es normal— tal discrepancia no existía, resulta- luntad, y se declara legar la cosa Y; de forma que, si prevaleciese la voluntad real, el legado sería vá-
rían perjudicados por su existencia. lido respecto a la cosa X.
La confianza justificada de los demás, para ser protegida, supone que, de no serio; habría per-
Admitidos los dos primeros presupuestos —y recordando que sólo hay dis- juicio para el confiado. O sea, no se protege —porque no tiene objeto tal protección, y entonces pre-
crepancia entre la voluntad real y la declarada cuando no coincida con aquélla el valece el principio de voluntad, que, en tal caso es inofensivo— la confianza que, aun sin protección,
contenido volitivo de la declaración, después de haber sido ésta debidamente in- no perjudica al confiado.

646 647
MANUEL ALBALADEJO § 87 TEOR1A GENERAL

enfocarla desde el punto de vista del Derecho positivo, respondiendo a la frente —dentro de la declaración— son las palabras y el espíritu; y se da el
triunfo a éste, pero, naturalmente, en cuanto sea espíritu declarado.
pregunta: ¿qué posición adopta al respecto el Derecho español? Y, como en los arts. 675 y 1.281, 1.°, también aflora la protección a la de-
El Código no contiene normas generales ni tampoco particulares sobre claración, por ejemplo, en el art. 1.261, 1Y, del que se sigue que no hay contrato
los distintos supuestos de discrepancia; habiendo de recurrirse a los princi- sin concordancia de declaraciones, en cuanto que no hay contrato sin «consenti-
pios generales del Derecho. Y a tenor de éstos, se puede defender para nues- miento de los contratantes», y el consentimiento se manifiesta (consiste) «en el
tro Derecho positivo la teoría que he acogido desde un punto de vista doc- concurso de la oferta [declaración} y de la aceptación [declaración]» (art. 1.262,
trinal, salvo que, excepcionalmente, en ciertos negocios singulares, por 1.°).
razones concretas, se deba adoptar alguna solución especial. Pero aquel triunfo (del espíritu DECLARADO sobre las palabras de la declara-
ción) no puede servir de apoyo para afirmar que nuestra ley concede prevalencia
Hasta aquí, por lo que atañe al C.c. En cuanto a la Compilación nava- a la voluntad real (que discrepando de la declarada no aparece en la declaración)
rra, la solución es la misma, como se deduce de lo que disponen sus leyes sobre la voluntad declarada6. Aquel triunfo sólo puede servir para afirmar —y eso
18, 1.° y 2155. no lo niego— que en las declaraciones no hay que pararse en las palabras; de
forma que se debe buscar el sentido que quiso darles el declarante. Con ello se
Fundamento la afirmación hecha anteriormente, de que los principios genera- pretende que después de la interpretación, lo que se obtenga como voluntad de-
les de nuestro Derecho acogen la teoría que he defendido, en que: clarada, sea lo que realmente quiso el declarante, pero no se pretende que lo que
1.° Los artículos del Código, de los que se pueden inducir aquéllos, no la después de la interpretación se obtenga como voluntad declarada sea para arrum-
contradicen, mientras que, en algunos de ellos, halla apoyo. bado ante una voluntad real que, por definición —si es discrepante de aquélla—,
2.° Aun presupuesta la total ausenciasde apoyo en textos legales concretos, no puede averiguarse a través de la declaración.
pero presupuesta también —corno efectivamente ocurre— la inexistencia de tex- b) Protección a la voluntad—Se sigue la protección a la voluntad, de los
tos de los que inducir otros principios distintos, hay que admitir aquéllos, por ser, propios arts. 675 'y 1.281, en cuanto que en ellos la interpretación se hace en
sin duda, más justos, más adaptados a la conjugación de los intereses en juego y busca de la voluntad real, así como de otros, por ejemplo, 1.265 y siguientes, re-
más acordes con la lógica jurídica y figura técnica del negocio (donde, no se ol- ferentes a los vicios de la voluntad: puesto que si importase solamente la decla-
vide, la voluntad no puede ser conocida sino a través de la declaración). ración, no empecería que la voluntad estuviese viciada; luego la impugnabilidad
A) Textos legales en que se apoya la regla general.—Textos legales en cu- por vicios demuestra la protección a la voluntad, ya que se concede por haberse
yos principios inspiradores se apoya la regla general, de que para la validez del perturbado el normal proceso formativo de dicha voluntad (real).
negocio es precisa la concordancia de declaración y voluntad, son todos aquellos, B) Textos legales en que se apoya la excepción.—Textos legales en cuyos
como los arts. 675, 1.281, 1.261, 1.265 y siguientes, de los que se sigue la pro- principios inspiradores se apoya la excepción —de que prevalece la declaración
tección a una y a otra; y lo son porque no se puede proteger a las dos si no con- cuando de la discrepancia es responsable el declarante, y los demás confiaron jus-
cuerdan; y, por otro lado, la protección a una sola, frente a la otra, no se halla tificadamente en la concordancia—, son por ejemplo, los arts. 7, núm. 1, 1.256,
establecida, como regla, en la ley. 1.258 y 1.902.
a) Protección a la declaración.—Se sigue la protección a la declaración, in- Es innegable que prácticamente la validez y el cumplimiento de los negocios
cluso de los artículos que, según una equivocada opinión, hacen prevalecer la vo- queda al arbitrio del declarante, cuya voluntad discrepa de su declaración, si se
luntad sobre aquélla. Tales son los 675 y 1.281. Para demostrar que a tenor de admite que, como en la reserva mental, por ejemplo, siendo él responsable de tal
ellos ha de protegerse a la voluntad declarada, basta recordar que se refieren a discrepancia, el negocio pueda invalidarse. Es obvio que, entonces, si se preconstituye
la interpretación. Lo que se sigue de dichos artículos, no es que —presupuesta la una prueba de la discrepancia, la validez del negocio queda al arbitrio del sujeto,
discrepancia— prevalezca la voluntad (voluntad real) sobre la declaración (volun- que podrá decidirse por conservar oculta o no tal discrepancia, según le convenga,
tad declarada), sino que, partiendo de la declaración (voluntad declarada), triunfa y así hacer que el negocio se mantenga o caiga. Todo ello, evidentemente, es inad-
el espíritu sobre la letra. En los arts. 675 y 1.281 no están frente a frente la vo- misible a tenor del principio inspirador del art. 1.256.
luntad y la declaración, porque no pueden estarlo, ya que tratándose de interpre- Igualmente es innegable que, en la mayor parte de los casos, irá contra la buena
tación —interpretación que tiene por objeto la declaración— lo que está frente a fe, recogida en los arts. 7, número 1, y 1258, la alegación por el responsable de la
discrepancia, de ésta como causa de invalidez; por lo que, en definitiva, la buena
fe exigirá el mantenimiento del negocio como si la discrepancia no existiese.
S Según la primera: «La declaración de voluntad, expresada en cualquier forma, es válida y legítima Asimismo, en la misma línea de pensamiento que preside el art. 1.288 —»La
para el ejercicio de los derechos que de la misma [es decir, de la declaración y no de la voluntad no de- interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la
clarada] se deriven». Según la segunda: «Los actos producen los efectos propios de la declaración manifes-
tada por las partes, pero si fueran simulados sólo valdrá lo que aquéllas hayan querido realmente hacer, siem-
pre que fuese lícito y reúna todos los requisitos formales que la ley exija para el mismo». De donde se sigue Véase, sobre este tema, infra, número 6.
que por sí solas, es decir, si no concuerdan la una y la otra, ni la voluntad ni la declaración son eficaces. 6

648 649
MANUEL ALBALADEJO § 87 TEORÍA GENERAL

parte que hubiese ocasionado la oscuridad»— está la idea de que se mantenga el cuando la disconformidad sea imputable al declarante, por ser maliciosa o por
negocio en perjuicio de quien ocasionó culpablemente la discrepancia (que es aún haber podido ser evitada con el empleo de una mayor diligencia, existiendo a la
peor que la oscuridad, porque ésta deja en la duda, pero aquélla hace creer cla- vez buena fe en la otra parte, se ha de atribuir pleno efecto a la declaración, a
ramente en lo contrario). Y hay que advertir que no habrá perjuicio procedente virtud de los principios de responsabilidad y de protección a la bona lides y a
de hacer caso omiso de la discrepancia —mantenimiento del negocio—, para los la seguridad del comercio jurídico, que se oponen a que pueda ser alegada la
demás —otra parte, destinatario—, que creyendo en la concordancia, reciben los ineficacia del negocio por la parte misma que es culpable de haberla producido»
efectos del negocio como si ésta existiese. (sentencia de 23 mayo 1935 referente a un caso del que es extraíble doctrina
Por último, a base del art. 1.902 es posible afirmar que, en ciertos casos, ha- para el error obstativo). Y el propio Tribunal ha dicho después (sentencia de 27
biendo de reparar el daño del que se es responsable —daño que surgiría si el ne- octubre 1951, referente a un supuesto de simulación): «Que si bien en el caso
gocio se invalida por discrepancia—, el camino más corto es el de evitar tal daño, de discordancia consciente entre la voluntad de los contratantes y sus declara-
manteniendo —por razón de la responsabilidad— la validez del negocio. Se po- ciones, no existen en nuestro Código civil normas que determinen si habrá de
dría objetar que el art. 1.902, puesto que presupone el daño, también presupone darse prioridad a la voluntad real o a la declarada, puede admitirse, como regla
la invalidez del negocio; pero se puede responder que todo artículo que obliga a general, y así lo estableció la sentencia de esta Sala de 23 mayo 1935, que en
reparar el daño no presupone el daño, porque lo quiera para luego repararlo, sino ausencia de textos legales concretos que enfoquen el problema, debe estimarse
porque parte de que se haya producido (como así es en el caso del 1.902, al pro- preferente la voluntad real». Alegándose en pro de esta tesis, al igual que en la
ceder de hecho ilícito); mas, que el principio —que es lo que importa ahora— sentencia de 23 mayo 1935, los arts. 1.265, 673, 1.281 y 675. En la misma lí-
que inspira tal artículo, sin duda que justifica la evitación del daño —mediante el )lea, más sentencias, como las de 13 marzo 1952, 31 mayo 1963, 31 mayo 1965,
mantenimiento del negocio, a pesar de la discrepancia— cuando ésta es posible, 4 junio 1969, 5 marzo 1975, 26 enero 1981 y 5 abril 1997. En ellas también
siendo tal evitación camino más corto Ora llegar al fin apetecido, que es el de se establece que debe prevalecer la voluntad interna sobre la declarada. Pero re-
que, en definitiva, no haya perjuicio. almente ello no significa sino que comprobada la discrepancia, la declaración
Conc/usión.—Me parece que si estos argumentos positivos se agregan a los debe de ser inválida. Cosa que se deduce, no sólo de una consideración racio-
teóricos expuestos más arriba7, queda, sin duda, demostrado que nuestro Derecho nal del problema, sino de que el propio T.S. ha declarado que donde falta la vo-
acoge la tesis que propugno. luntad no hay negocio (por ejemplo, sentencia de 13 mayo 1959), y de que en
otros fallos tiene establecido que «el Derecho exige para la eficacia del negocio
6. Posición de la jurisprudencia.—El Tribunal Supremo ha declarado la coincidencia o conformidad entre la voluntad real y la voluntad declarada»
sobre la cuestión que acabo de tratar que «no obstante la diversidad de te- (sentencia de 12 junio 1941), y que «lo decisivo para la existencia y aficacia del
negocio jurídico es que se declare una voluntad y que lo declarado se ajuste re-
orías que en el campo doctrinal se han formulado acerca de los efectos de almente a lo querido» (sentencias de 14 junio 1943, 30 septiembre 1963 y 14
la divergencia entre la voluntad y su declaración en los negocios jurídicos, mayo 1968, también la de 12 febrero 1979).
en ausencia de textos legales concretos que enfoquen el problema en el C.c. Lo de que triunfe la voluntad interna, valiendo el negocio con ella, como
patrio, puede admitirse, como regla general, la de que es preferente la vo- dijes, no puede aceptarse, presupuesto que, por definición, el negocio no la re-
luntad real a la voluntad declarada, pues así se infiere, no sólo de las tra- coge. Y ocurre simplemente que así como en materia de interpretación se habla
diciones constantes de nuestro Derecho, sino además de la norma contenida por la jurisprudencia del triunfo de la voluntad interna sobre la declarada, para
en los artículos 1.265 y 673, relativos a la nulidad de los contratos y de los expresar simplemente que debe prevalecer el ESPÍRITU de la declaración sobre su
testamentos por vicios del consentimiento, y aun de la que establecen los LETRA, así también en materia de discrepancia entre voluntad y declaración, SE EX-
PRESA INCORRECTAMENTE —DICIENDO PREVALENCIA DE LA VOLUNTAD SOBRE LA DE-
artículos 1.281 y 675 a propósito de la interpretación de esos respectivos CLARACIÓN— LA IDEA DE ANULACIÓN DE LA DECLARACIÓN POR DISCREPANCIA CON
actos jurídicos, siquiera haya de ser atenuado el rigor de dicho principio LA VOLUNTAD.
con una serie de necesarias restricciones, que implican parciales desviacio-
nes hacia la teoría llamada de la declaración. La invalidez de la declaración, invalidez apoyada en el principio de vo-
luntad, tiene como excepciones los casos en que deba mantenerse, a pesar
Y «entre las cuales, de conformidad con la opinión científica más generali-
zada, figuran como fundamentales las siguientes: Primera. Que la divergencia ha de la discrepancia, a base de los principios de responsabilidad y confianza
de ser probada por quien la afirme, ya que si no se prueba, el Derecho consi- (criterio acogido por sentencias como las de 23 mayo 1935, 13 marzo 1952,
derará la voluntad declarada comb coincidente con la voluntad real. Segunda. Que 1 diciembre 1959, 5 abril 1997).

7 Número 4. Supra, número 4.

650 651
§ 88 RESERVA MENTAL
MANUEL ALBALADEJO

También las sentencias de 24 noviembre 1943 y 14 junio 1963, que en tema 2. Efectos.—En cualquier caso, salvo lo que después indicaré, preva-
de silencio como declaración de voluntad, expresan que por responsabilidad del lece la declaración, siendo inoperante la voluntad (interna) reservada.
que calló, su silencio puede hacer como declaración de lo que realmente no quiso.
Y naturalmente que, aun no dicho expresamente por otras sentencias en tal tema, Cfr. sentencias de 15 marzo y 13 junio 1951, 6 junio 1958 y 26 noviembre
en esa idea del mantenimiento por responsabilidad, se basa la tesis de que el si- 1985.
lencio vale como declaración (aun de lo no querido) cuando se calló pudiendo y Así lo establecen, por ejemplo, el § 116 del B.G.B., y el art. 244, 2.°, del
debiendo hablar, de no haber tenido la voluntad que el silencio haría presumir. C.c. portugués de 1966.

7. Examen de los casos de discrepancia; referencia al error obs- Esta conclusión parece evidente, pues si se hubiese de invalidar la de-
tativo.—Paso ahora a examinar singularmente cada uno de los casos de dis- claración, faltaría toda seguridad en el campo negocial, ya que cualquiera
crepancia entre voluntad y declaración. Pero excluyo al error obstativo, ya podría alegar, después, que no quiso lo que manifestó; y ni siquiera el exi-
estudiado9. Debo, pues, examinar la reserva mental, la declaración no hecha gir pruebas rigurosas, solucionaría el problema, porque entonces la seguri-
en serio y la simulación. dad negocial pasaría a depender no de la palabra dada (declaración emi-
tida), sino de la habilidad en obtener o preconstituir las pruebas para no
hacer honor a la misma.
§ 88
RESERVA MENTAL* Se dice que en propio fundamento en que se basa la ineficacia de la reserva
e frente a la declaración, halla apoyo la excepción de que cuando la reserva sea co-
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Efectos. nocida (conocida, claro está, a través de un medio que no es la declaración), y
en tanto en cuanto lo sea, la declaración es inválida frente al que conoce aqué-
1. Concepto.—La divergencia entre voluntad y declaración puede pro- lla. Cosa posible, ya que la reserva no deja de serlo porque, aparte de la decla-
ducirse por el hecho de que el declarante reserve para sí su verdadera vo- ración negocial, el sujeto exprese su verdadera voluntad, o ponga de relieve que
no quiso lo que declaró. Se trataría, entonces, de una reserva manifestada.
luntad, declarando otra, de forma que, ante la declaración, ni siquiera el Ahora bien, lo mismo entendiendo que la declaración pierde su fuerza cuando
destinatario —si lo hay— tiene motivo para pensar que no coincide con la la reserva se conoce, que entendiendo que al ser conocida no hay verdadera re-
voluntad. Se dice entonces, con expresión procedente de la Teología, que serva, se llega a la conclusión de la invalidez de la declaración; porque lo mismo
existe reserva mental (reservatio mentalis); o, mejor, declaración con reserva adoptando un punto de vista que adoptando otro, no puede negarse la invalidez
mental. de aquella declaración cuya discrepancia con la voluntad interna no permanece es-
La reserva mental es posible en toda clase de negocios, sean o no re- condida.
cepticios. En orden al presente tema, se pueden recoger las siguientes afirmaciones del
El fin perseguido mediante la declaración hecha con reserva es el T.S.:
La sentencia de 15 marzo 1951 habla de no prevalecer la reserva de una parte,
de engañar al destinatario, o, en general, a quienes tengan conocimiento «desconocida por la otra». Y la de 6 mayo 1950 (que, aunque dictada para un
de aquélla; mas el engaño no es preciso que se realice con propósito in- caso de simulación, vale en lo que importa, para el actual) dice que cuando la
moral. declaración.., no responde a su [del declarante] intención y esa divergencia entre
la declaración y la voluntad es conocida de la parte a quien va dirigida.., no puede
9 Supra, § 86, números 1 y siguientes.
atribuirse a tal declaración valor jurídico de ninguna especie».
* BAER, Scheingeschafte, 1931; CELICE, B., Les réserves et le non vouloir dans les ocies juri- Por su parte, el B.G.B. (§ 116) establece que si la reserva es conocida por el
diques, Paris, 1968; FERRER, Simulation und sogenannte Mentalreservation nach rihnischeta Reck, 1892; destinatario, la declaración es nula. Y es cuanto al Código civil portugués, dis-
IUANUS, De la reticence dans le contrats, 1924; KOHLER, Studen über Mentalresenution und Simu- pone (art. 244, 2.°) que en tal caso la reserva tiene los efectos de la simulación'.
lagion, en J.J. XVI (1878), págs. 91 y ss.; Noch einmal über Mentalreservation und simulation, en J.J.
XVI (1878), págs. 325 y ss.; Ober den Willen im Privatrecht, en II XXVIII (1889), págs. 166 y SS.;
PARELLA La reticenza nei negozi giuridici, en Temi emiliana, 1930, II, págs. 231 y ss., y en Studi in Aplicando el principio de responsabilidad del declarante, vale la decla-
onore di Asedi, 1930, págs, 373 y s.s.; PESTALOZZA, Regriff der Mentalreservation im Sinne des § ración mientras que la voluntad (interna) divergente de ésta se halla oculta;
116 B.G.B., 1904; VISINTINI, Contribuía alio studio della reticenza nella fonnazione dei contralli, en
R.D.C,, 1969, págs. 62 y ss., y La reticenza nella formazione del contrani, 1974; VOGEL, Mental re-
servation und Simulatian, 1906; WETTE, Mentalreservation, Simulation tord fraudem legis agere, 1900;
WOLFF, Mentalreservation, en J.J. 81 (1931), págs. 53 y ss. 1 hrfra, § 90.

653
652
y
MANUEL ALBALADEJO
§ 89 DECLARACION NO HECHA EN SERIO
y limitando el principio de responsabilidad por el de confianza, deviene in- a esto, otros entienden que la declaración, como actuación exterior, existe
válida la declaración, en cuanto que —por conocerse la reserva— no sus- y es querida (por lo que hay declaración y voluntad de declarar), pero que,
cita, aquélla, tal confianza.
La prueba de ser conocida la reserva pesa sobre el que alega tal cono- por no corresponder lo declarado Con la voluntad interna, hay un caso de
cimiento como causa de invalidez de la declaración. discrepancia consciente entre declaración y voluntad.

El negocio celebrado con reserva mental conocida es nulo frente al que la co-
2. Efectos.—De cualquier manera que se resuelva la anterior disputa,
noce; mas, por excepción, la doctrina, generalmente excluía —por razones mora- es nula la declaración no emitida seriamente, que no se toma en serio; in-
les y sociales, procedentes del interés supraindividual que encarnan-- ciertos ne- dependientemente de que, a tenor de las circunstancias, hubiese fundamento
gocios, de tal nulidad: así, el matrimonio. Exclusión que muchos estiman no posible para creerla seria.
hay ante el nuevo art. 73, l.°. Es nula también la declaración no emitida seriamente, cuando se la emite
Pero no cabe aquí, sino al estudiar los negocios singulares, ahondar el tema en la confianza de que se. advertirá su falta de seriedad, y, a tenor de las
de los efectos peculiares que en cada uno pueda tener la reserva mental o el que circunstancias, está fundada esa confianza.
ésta sea conocida.
No obstante, puede ocurrir que, en este caso, se tome en serio la declaración;
mas ello, no sólo no la hace válida, sino que ni siquiera da lugar a ningún deber
§ 89 de indemnizar a cargo del declarante.
DECLARACION NO HECHA EN SERIO En ambos casos, la nulidad se basaría, según una opinión, en que falta ver-
daderamente una declaración negocial; según la otra, en que, aun existiendo, dis-
SUMARIO: I. Concepto. 2. Efectos,
- crepa de la voluntad, y ni siquiera puede ser mantenida a base del principio de
responsabilidad del declarante, porque de las circunstancias se deducía la falta de
1. Concepto.—En una serie de supuestos la declaración de voluntad seriedad, cosa por la que es la negligencia del destinatario, y no la culpa del de-
se emite sin seriedad. Por ejemplo, por broma —declaración jocandi causa'- clarante, la que, en todo caso, pudo llevar a aquél a confiar en la declaración.
- Pero no me refiero sólo a este caso, sino incluso a aquellos en que la falta
de seriedad no proceda de broma; como lo son: declaración hecha en es- Queda el problema de que, en algún supuesto rarísimo, la declaración
cena durante una representación teatral, o hecha por jactancia, o por corte- se tome en serio, confiando en ella, y, además, esa confianza esté justifi-
sía, o a modo de ejemplo, o con fin didáctico, etc. cada, a tenor de las circunstancias.
Evidentemente, en los casos vistos, falta la voluntad negocial; pero se Para unos (y en esto nuestra doctrina recibe la influencia de la solu-
discute si hay o no voluntad de declarar y declaración (de lo no querido) ción que el B.G.B., § 118, adopta2), incluso en este caso, la declaración es
o, si, realmente, no hay ni siquiera ni declaración ni voluntad de declarar, nula, pero surge para el declarante el deber de indemnizar. Para otros, la
pues se entiende que para que se pueda hablar de éstas es preciso que la declaración es válida, sobre la base de los principios de responsabilidad y
declaración se haga sub specie negotii, cosa que no ocurre ni cuando se confianza; tesis que juzgo preferible, al menos en principio.
hace por broma o como ejemplo o en escena, en cuyos casos falta a la de-
claración toda realidad negocial, y no hay ni siquiera declaración aparente,
sino una mera farsa de declaración, no siendo tampoco voluntad de decla-
ración (negocial) la que se encamina a realizarla. Quienes así piensan, con-
cluyen que en el supuesto en estudio no hay discrepancia entre declaración
y voluntad (interna), ya que realmente falta una verdadera declaración. Frente

1 En el sentido del texto, no es declaración en broma aquélla con la que se persigue engañar, ha-
ciendo creer en la seriedad; consistiendo la broma en provocar el engaño. En tal caso, se trata realmente
de declaración con reserva mental. Hay declaración en broma, únicamente cuando se emite para que no
sea tomada en serio, o, a lo más, para que siendo tomada en serio, en un primer momento, el destina-
tario se percate de la broma antes de que se sigan consecuencias de su error.
2 Asimismo, el art. 245, 2.0, del Cc. portugués.
654 655
e
MANUEL ALBALADEJO § 90 SIMULACION

§ 90 el destinatario- emiten una declaración (o declaraciones) no coincidente


SIMULACION* con la voluntad interna, con el fin de engañar a los terceros.
Como dice la sentencia de 19 diciembre 1951, «la simulación implica el con-
SUMARIO: I. Concepto.-2. Fin perseguido, medio empleado y acuerdo simulatorio.--3. cierto de voluntades de los contratantes..., para engañar a un tercero mediante una
Diferencias con figuras afines.-4. Clases de simulación.-A) Absoluta y relativa.-
B) Clases de simulación relativa.-5. Regulación legal.-A) Código civil.-B) Com- apariencia de verdad».
Otras muchas sentencias se ocupan del concepto de simulación. Por citar al-
pilación navarra.-6. La simulación en casos particulares.-A) Simulación entre gunas de las más salientes, pueden verse, por ejemplo, las de 25 junio 1930, 21
sólo algunas partes.-B) Simulación en determinados negocios. junio 1953, 29 octubre 1956, 1 diciembre 1964, 29 enero 1965, etc., resolución
de 30 mayo 1995 sobre simulación en el matrimonio.
1. Concepto. Hay simulación de negocio cuando, de común acuerdo,
-

las partes entre sí -o, si aquél es unilateral, de acuerdo el declarante con Se persigue, pues, con el negocio simulado, un fin de engaño, utili-
zando como medio una declaración divergente de la voluntad; divergencia
* ACUÑA, La simulación de los actos jurídicos, Buenos Aires, 1936; ANGELONI, La donazione que se fija a través de un acuerdo simulatorio. Examino separadamente esos
disimulara s-otto forma di contrario oneroso e la donazione per cambiale in bianco, en Scritti giuridici, tres puntos:
1956, págs. 145 y ss,; ASCARELLI, Suda simulazione in materia di societá e sulla simulazione di mo-
dificazione statutaria, en Studi in tema di societá, 1952, págs. 215 y ss.; ASUA GONZALEZ en C.C.J.C.,
n.° 16, 1988, pág. 71; AURICCHIO, La simulazione del negozio giuridico, Premesse generali, 1957; Della simulazione di effetti negoziale. Padua, 1992; GAYA SICILIA en C.C.J.C., n.° 19, 1989, pág. 205;
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656 657
§ 90 S1MULACION
MANUEL ALBALADEJO
La sentencia de 9 junio 1967 define el acuerdo simulatorio como «pacto de
2. Fin perseguido, medio empleado y acuerdo simulatorio.—En cuanto emitir... unas declaraciones discordantes con sus [de las partes1 voluntades in-
al fin perseguido, es el de engañar a terceros, pues existiendo acuerdo en- ternas».
tre las partes, o con el destinatario de la declaración, no pueden resultado En rigor serían diferentes el acuerdo de realizar el negocio simulado, y el
ni aquéllos ni éste. acuerdo que constata que discrepa de las verdaderas voluntades. Pero realmente,
Fin de engaño, no implica ni intención de dañar, y ni siquiera ilicitud. existiendo el primero, y celebrado después el negocio previsto en él, ya aquél per-
Se puede querer engañar, por ejemplo, a un pariente pedigüeño, a cuyo efecto mitirá normalmente presumir la existencia del segundo acuerdo (porque la implica,
salvo haber decidido las partes, después, celebrar el negocio verdaderamente).
se simula un acto que disminuya nuestro patrimonio; o se puede querer en-
gañar, por jactancia, para dar la impresión de riqueza, a cuyo efecto se si-
No es acuerdo simulatorio, sino declaración disimulada (cosa que estu-
mula, por ejemplo, la compra de un predio. En ambos casos, hay simula-
diaré después) aquella en que se manifiesta un contenido volitivo, no inva-
ción con fin lícito. Pero éste es ilícito, pongamos por caso, cuando se simulan
actos de enajenación para defraudar a los acreedores, o para evitar un im- lidador total o parcialmente, sino distinto de la declaración simulada.
puesto qaue nos alcanzaría si el Fisco averiguase que lo enajenado simula- A veces, en la práctica, declaración disimulada y acuerdo simulatorio se
damente nos sigue perteneciendo. hallan unidos (e incluso la declaración disimulada, muchas veces supone im-
El medio utilizado es la declaración divergente de la voluntad. Divergen- plícitamente, un acuerdo simulatorio que quite vigor a la parte de la declara-
cia consciente. En esto la simulación se diferencia del error obstativo, en el )ción simulada, que contradice la disimulada); pero son separables: así, si si-
que la discrepancia entre declaración y voluntad se produce inconscientemente. multáneamente se vende una cosa por 100, pero realmente se establece
a ocultamente que será permutada por otra, hay acuerdo simulatorio en cuanto se
La antedicha divergencia se admite por la doctrina dominante y por la juris- declara (ocultamente) no vender, y hay declaración disimulada en cuanto se de-
prudencia'. Sin embargo, según otros, no se trata realmente de que lo querido dis- clara (ocultamente) permutar.
crepe de lo declarado, sino de que discrepen entre sí una declaración (externa)
que se quiere aparezca ante los terceros, y otra declaración (interna: mantenida El acuerdo simulatorio es acuerdo con la otra u otras partes; y, si el
oculta por las partes), llamada también contradeclaración, que, reflejando la vo- negocio simulado es unilateral, con el destinatario.
luntad real, se quiere produzca los efectos verdaderos, aunque ocultos.
Realmente —según mi opinión— la divergencia existe entre declaración y vo- No es acuerdo el que se celebra entre el declarante y un tercero; en tal caso,
luntad; porque en el negocio simulado la declaración externa, que es la declara- habría reserva mental de aquél comunicada a éste, aunque para reservarse la vo-
ción propia del negocio (simulado), discrepa de la voluntad; y el hecho de que luntad hubiese seguido las indicaciones del tercero. Por eso, la simulación no es
ésta coincida con otra declaración —declaración interna o contradeclaración—, no posible en los negocios unilaterales con declaración no recepticia? (por ejemplo,
modifica las cosas, pues lo que acontece es que, además de discrepar de la vo- testamento, aceptación o repudiación de la herencia, derelicción, etc.), en los que
luntad, la declaración discrepa también de la contradeclaración (en la que se re- sólo es posible la reserva mental, aunque ésta pueda comunicarse o ser conocida
coge esa voluntad). Lo importante es aquella discrepancia y no ésta, aunque es por terceros interesados o por alguno de éstos en particular. Pero es que, como
cierto que es a través de ésta como aquélla se hace patente. ahora se verá, una cosa es el acuerdo simulatorio, y otra la reserva conocida.
Simulación y reserva mental se diferencian por el acuerdo simulatorio. Cuando
En cuanto al acuerdo entre los simulantes (también llamado acuerdo si- la discrepancia entre voluntad (real) y declaración (simulada) se establece de con-
mulatorio, contradeclaración2 o declaración interna, como se vio, por con- formidad entre los sujetos (partes, o declarante y destinatario), hay simulación.
traposición al acuerdo simulado, declaración o declaración externa) hay lo Cuando la discrepancia se establece por el declarante —aunque éste la haga sa-
siguiente: ber antes o después a los demás, aun incluida la otra parte, si la hay—, existe re-
serva mental, reserva que puede ser desconocida (conocida sólo por el declarante)
El acuerdo simulatorio es aquel por el que se determina que lo decla-
o conocida (por otras personas)4.
rado no es realmente querido; en él se establece a qué parte de la declara-
ción alcanza la falta de voluntad, o si ésta es total.
3 A base de lo dicho, queda claro que no puede haber simulación cuando la declaración, aun de-
biendo emitirse ante alguien (por ejemplo, una autoridad o funcionario) no sea recepticia, es decir, ese
alguien no sea su destinatario.
1 Expresamente, entre las sentencias sobre ello, las de 6 mayo 1950, 17 febrero y 30 junio 1966, 4 Lo general es que en la reserva se quiera engañar en primera línea a la otra parte (o al destina-
9 junio 1967, etc. tario, si el negocio es unilateral recepticio), y a los terceros, de forma secundaria; mientras que en la
2 También se llama, por algunos, contradeclaración a lo que yo, mis adelante, denomino declara- simulación se persigue fundamentalmente el engaño del tercero.
ción disimulada.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 90 SlIVIULACION

El acuerdo simulatorio debe no ser posterior a la declaración simulada411'; pues


si lo fuese no habría realmente simulación de ésta, sino posterior anulación de la En la simulación absoluta no hay, pues, ningún negocio, sino la apa-
misma por voluntad contraria. Ahora bien, si se mantiene oculto el acuerdo pos_ riencia de uno; en la relativa hay uno, que no es el aparente (al que éste
tenor derogatorio, resulta realmente simulada la vigencia de la declaración dero- sirve de pantalla), o que lo es sólo en parte.
gada; por ello, el trato jurídico que debe darse a este supuesto es el mismo que
al de la simulación típica. Prácticamente, en la generalidad de los casos, no ha_ En la simulación absoluta, el papel del negocio simulado no es el de ocultar
brá diferencia entre acordar previamente que será simulado el negocio que va a el acuerdo simulatorio (ya que éste no es el objetivo perseguido, sino precisa-
celebrarse, y acordar ocultamente, a raíz de celebrarlo, que carezca de valor5; pues, mente el medio necesario para conseguir la simulación); mientras que en la si-
prácticamente, también el acuerdo simulatorio puede concebirse como una anula- mulación relativa, el fin del negocio simulado sí es el de ocultar al disimulado, o
ción anticipada de la declaración a la que se refiere. a los elementos disimulados, para que los efectos que aparecerán al exterior se
crean procedentes de un negocio que no es aquél del que realmente proceden (por
3. Diferencias con figuras afines.—El negocio simulado se distingue: ejemplo, para ocultar que la adquisición de la cosa de B por A procede de do-
Del negocio indirecto', en que éste es un negocio verdadero y querido por las nación, aquél simula haberla vendido a éste).
partes, aunque con él se persiga fin distinto al que normalmente realiza el tipo de
negocio utilizado', mientras que el negocio simulado no es sino un negocio apa- B) Clases de simulación relativa.—La simulación relativa puede recaer
rente, y no querido. sobre el propio negocio, o bien sobre el objeto, sujetos o contenido del mismo.
Del negocio fraudulentog en que —como el indirecto—, también éste, a dife- En aquel caso, el negocio que aparece como querido es distinto del que-
rencia del simulado, es un negocio verdadero y querido, aunque con él se persiga rido realmente. Por ejemplo, se esconde una donación bajo la máscara de
verificar el fraude. Lo que ocurre es que lte se puede realizar, bien mediante un
negocio real (por ejemplo, venta de bienes con objeto de defraudar a los propios una compraventa. En éstos, se quiere el negocio que aparece al exterior,
acreedores), bien mediante un negocio simulado (por ejemplo, venta ficticia de pero no se le quiere tal como aparece. Por ejemplo, se vende la misma cosa,
bienes para que aparentemente éstos hayan salido del patrimonio del deudor). Por pero por un precio superior al simulado, o se vende puramente, en vez de
eso el negocio simulado no es en sí un negocio fraudulento, aunque pueda servir bajo condición, como se fingió.
de medio o instrumento, como cualquier otro negocio verdadero, para defraudar En la simulación referente al sujeto, se trata de que uno aparece como
(véase sentencia de 22 diciembre 1987). celebrante del negocio o destinatario del mismo (cuando el negocio sea uni-
lateral recepticio), mientras que verdaderamente lo es otro. Aquél se llama
4. Clases de simulación.—A) Absoluta y relativa.—Aparte de que, testaferro u hombre de paja; siendo un sujeto interpuesto ficticiamente, ya
por el fin perseguido, la simulación pueda ser, como se vio, lícita o ilícita, que el negocio realmente se celebra con otra persona, y sólo aparentemente
puede también ser absoluta o relativa, según que detrás del negocio simu- se celebra con el testaferro.
lado falte todo otro negocio (colorem habet, substantiam yero nullam), o,
por el contrario, se oculte uno, total o parcialmente distinto, verdaderamente La simulación referente al sujeto, llamada también interposición ficticia de
querido, pero disimulado (colorem habet substantiam yero alteram). persona, debe ser distinguida de la interposición real, que existe cuando verdade-
ramente el negocio se quiere celebrar con el sujeto interpuesto; pero se habla de
La jurisprudencia que estudia la distinción entre simulación absoluta y rela- interposición porque, en definitiva, los efectos del negocio sólo se producirán tran-
tiva, es muy abundante. Por citar algunas de las más destacadas o más modernas, sitoriamente en cabeza de la persona interpuesta, la cual los transmitirá después a
pueden mencionarse sentencias como las de 12 julio 1941, 29 enero 1945, 24 di- otra (a aquélla que si la interposición fuera ficticia habría de recibir directamente
ciembre 1956, 13 febrero 1958, 12 abril 1975, 29 marzo y 10 abril 1978, 5 no- los efectos del negocio disimulado): tal es, por ejemplo, el caso del mandatario,
viembre 1981, 24 febrero 1986, 22 diciembre 1987, 22 septiembre 1989, 27 fe- sin representación directa, que contrata con otra persona, en su propio nombre,
brero 1998. pero por cuenta del mandante; en el negocio celebrado entre aquella persona y el
mandatario, hay una interposición real (del mandatario 9).

5. Regulación legal.—A) Código civil.—Falta en nuestro Código una


Pero otra cosa es que siendo anterior o simultáneo, el ponerlo por escrito sea posterior. regulación completa de simulación y de sus efectos; aunque con vistas a
Véase lo dicho sobre escritura contradictoria, C.c., art. 1.230.
6 Infra, § 94, número 1.
7 Aquí no es lugar de examinar el negocio indirecto. Así pues, lo que digo ahora, lo digo para
quien lo acepte. 9 La interposición real del mandatario sin representación directa, se da en tanto en cuanto los efec-

3 Infra, § 94, número 2. tos del negocio en el caso del mandato no representativo directo se produzcan en cabeza del mandata-
rio, y no directamente en la del mandante. Sobre ello véase infra, § 102, número 11.

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MANUEL ALBALADEJO * 90 SIMULAC1ON

casos concretos (especialmente, a los atinentes al sujeto) contiene el C.c. cuando se ha querido un negocio distinto del simulado, o bien cuando no
algunas disposiciones singulares: así arts. 628, 755, 1.4591°, y, en general, se simula un negocio distinto del querido, sino que la simulación sólo al-
establece el art. 1.276 la nulidad del contrato simulado, al decir que «la canza a algún elemento o aspecto de aquél, será válido el único negocio
expresión de una causa falsa en los contratos dará lugar a su nulidad». que hay, pero lo será tal como fue querido, y no de la manera que se le
Pero, por otro lado, la jurisprudencia, en sus fallos, ha sentado una serie simuló.
de afirmaciones en las que se contiene la construcción del tema en nues-
tro Derecho positivo. Naturalmente, la validez que afirmo del negocio disimulado o del negocio di-
El negocio simulado es nulo, pues en él falta la voluntad interna, ya que simulado en parte, debe juzgarse a tenor de las reglas generales; y he hablado de
no se quiere lo declarado; y, además, aunque la discrepancia entre voluntad tal validez, presuponiendo que el negocio reúna los necesarios requisitos. «La si-
mulación relativa encuentra términos de regulación en el art. 1.276 que sienta el
y declaración es imputable al declarante (o a los declarantes), sin embargo, principio de nulidad de los contratos, en los que se hace expresión de una causa
la validez del negocio no se mantiene a base del principio de responsabili- falsa, si bien deja a salvo el caso de que estén fundados en otra verdadera y lí-
dad, ya que, no habiendo confiado en tal validez ninguna de las partes ni el cita» (sent. de 12 julio 1941). El negocio simulado es nulo, pero el disimulado
destinatario (si era negocio unilateral recepticio), se impone la invalidez a será válido si es lícito y reúne, además, los requisitos que correspondan a su na-
tenor del principio de confianza, que limita al de responsabilidad. turaleza especial, y entre ellos «otra causa verdadera y lícita» que ha de probarse
(art. 1.276, in fine), distinta de la simulada (expresada, pero falsa: art. 1.276, in
La jurisprudencia que declara la nulidad del negocio es muy abundante. Unas principio).
veces dice que es nulo, otras que es inexistInte, otras nulo radicalmente por Me-. Esa validez, si el negocio reúne los requisitos necesarios, ha sido insistente-
xistencia, otras que le faltan los elementos necesarios para que nazca, otras que mente afirmada por la jurisprudencia (además de otras muchas más antiguas, por
no da nacimiento a ninguna relación jurídica, otras que da lugar a mera apa- ejemplo, las de 15 enero y 9 diciembre 1959, 22 marzo y 10 octubre 1961, 3 abril
riencia carente de contenido y efectos, otras que es nulo por falta de causa (re- 1962, 8 mayo y 1 diciembre 1964, 14 mayo y 20 octubre 1966, 20 diciembre
almente como se simula el negocio se simula todo). Baste citar, entre las menos 1968, 26 marzo 1971, 4 diciembre 1975, 25 febrero 1976, 29 marzo 1978, 26
antiguas, sentencias corno las de 11 febrero, 21 marzo, 14 octubre y 12 diciem- mayo 1986, 19 noviembre y 22 diciembre 1987, 9 mayo 1988, 11 febrero 1989,
bre 1960; 5 octubre 1962, 28 junio 1963, 25 abril, 2 y 8 mayo 1964, 30 junio y 4 junio 1990, 22 enero 1991, 24 febrero 1992, 8 febrero 1996.
11 noviembre 1965, 24 febrero, 30 junio y 4 noviembre 1966, 27 mayo y 22 ju- Si el negocio disimulado es solemne, deberá, según lo dicho, haber observado
nio 1967, 4 mayo 1968, 11 marzo 1969, 8 febrero 1972, 16 abril 1973, 12 junio la forma necesaria, y la causa del mismo debe de hallarse dentro de dicha forma.
y 30 diciembre 1976, 15 noviembre 1977, 11 y 24 febrero 1986, 5 marzo y 22 Por eso si, por ejemplo, es una donación de inmuebles disimulada bajo una venta,
diciembre 1987, 13 abril, 29 septiembre y 28 octubre 198811, 30 diciembre 1991, aunque ésta se haya hecho en escritura pública, como quiera que en la forma (es-
23 y 24 octubre 1992 y 7 febrero 1994, 26 marzo y 21 octubre 1997, 21 sep- crituraria) no se ve sino la causa de la venta (transmisión de cosa por precio), y
tiembre y 24 noviembre 1998, 8 julio y 31 diciembre 1999, 29 diciembre 2000 y no la de la donación (transmisión liberal de la cosa), al requerirse la constancia
resolución de 30 mayo 1995. de ésta en tal escritura (art. 633), la donación es nula. Así lo establece, con acierto,
una jurisprudencia (sentencias, además de muchas más antiguas, como las de 11
Siendo lo simulado nulo, si la simulación es absoluta, no hay nada vá- febrero y 30 abril 1986, 13 octubre 1987, 2 diciembre 1988, 16 febrero 1990, 20
octubre 1992, 7 mayo 1993, 28 mayo 1996), en contra de otra que admite la va-
lido, y si es relativa, será nulo el negocio simulado y válido el disimulado'2, lidez de la donación por entender (erróneamente) que basta la escritura pública de
venta para cubrir la forma de la escritura pública de donación (sentencias, aparte
de otras más antiguas, de 9 mayo 1988, 23 y 27 septiembre 1989, 22 enero y 18
1» Sin embargo, no sólo abarcan supuestos de simulación, y, además, cuando se refieren a casos julio 1991, 19 noviembre 1992, 29 marzo, 20 julio y 13 diciembre 1993, 30 sep-
en que ésta se presupone, realmente no se encaminan a regularla, sino que persiguen reglamentar lo re-
lativo al negocio disimulado (ordenando su invalidez). tiembre 1995, 20 diciembre 199613, 14' 12.
" La acción para pedir la declaración de nulidad no se extingue por el paso del tiempo (v. infra,
§ 105, núm. 4), y siendo medio para alcanzar tal declaración constatar la simulación, es claro que tam-
poco se extingue por el tiempo la acción encaminada a demostrar la simulación de lo que es aparente '3 Véase al respecto un estudio de dicha jurisprudencia en VALLET DE GOYTISOLO, Las dona-
(s. 22 dic. 1987). ciones de bienes inmuebles disimuladas, según la jurisprudencia del Tribunal Supremo, en A.D.C., 1972,
12 Que puede ser no sólo uno, sino varios. La sentencia de 26 marzo 1971 dijo que el art. 1.276 págs. 669 y ss., y en Estudios sobre donaciones, 1978, págs. 591 y as., y en Negocios en fraude de ley,
«no excluye en modo alguno que en el contrato aparente se encubran dos o más figuras jurídicas dife- simulados, fiduciarios e indirectos, en R.D.N., núm. 14, abril-junio 1995, pp. 199 as.
rentes (aquí un arrendamiento de local y una opción de compra), y nada impide con sujeción al texto Examina VALLET, asimismo, la doctrina sobre el tema. En cuanto a su posición personal en el
legal, que estando ambas figuras contractuales fundadas en causa verdadera y lícita, surtan la debida mismo, es contraria al punto de vista mantenido en el texto. Pero lo es por partir de distintos presu-
eficacia» (considerando 3.°). puestos, pues estima que ni la donación es un contrato, ni la forma que exige el art. 633 es para el acto

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MANUEL ALBALADEJO § 90 SIMULACION

La nulidad, en los términos vistos, del_ negocio simulado, puede, desde 1971 (Sala 6.*), 20 noviembre 1975 (Sala 6.a), 26 noviembre 1976 (Sala 6.a), etc.
luego, invocarse (por quien tenga interés legítimo y actual'6) frente a los En algunos supuestos sí se admitió que los simulantes la invocasen frente a ter-
simulantes, y debe apreciarse de oficio17. ceros: así, sentencias como las de 16 noviembre 1956, 25 abril 1964, 27 enero
1967, 3 abril y 10 mayo 1968, 22 octubre 1970, 20 mayo 1981, 1 julio 1982, re-
Y, por ejemplo, el enajenante simulado, puede reivindicar la cosa del simulado caídas en casos de retracto ejercitado por el tercero en virtud del negocio simu-
adquirente, porque la invocación de la simulación puede hacerla, no sólo un tercero lado (también muchas de las antes citadas recayeron asimismo en casos de re-
frente a un simulante, sino también un simulante frente al otro (sentencias, por ejem- tracto ejercitado por tercero en virtud del negocio simulado). Ahora bien, tales
plo, de 30 junio 1931, 26 octubre 1934, 6 abril 1954, 23 mayo 1956, 30 mayo 1958, fallos no contradicen la afirmación que he hecho de que la nulidad no puede ser
7 abril 1960, 14 mayo 1960, 31 mayo 1963, 6 febrero 1964, 29 enero 1965, 28 oc- invocada por los simulantes frente a los terceros de buena fe.
tubre 1965, 3 junio 1969, 8 febrero y 27 diciembre 1972, 4 diciembre 1975, 28 fe- Pues ocurre que el acoger y hacer prosperar, esas sentencias, la alegación de
brero 1980, 11 noviembre 1986, 23 octubre 1992, algunas de las cuales dicen que nulidad por simulación, alegación que el simulante hace frente al tercero, es de-
al impugnar un simulante no es aplicable el principio de que nadie puede ir contra bido a estimar la mala fe de ese tercero, que, por lo general, intentaba aprove-
sus propios actos principio que como dice la más moderna sentencia de 5 noviem- charse de un precio simulado (muy inferior al verdaderamente pactado) en la es-
bre 1990, entre otras, no rige si el acto es ineficaz o contra ley). Sin embargo, en critura pública de compraventa, con el fin de retraer la cosa vendida, no por el
algunas sentencias se ha negado la impugnación a los simulantes, al menos en cier- precio verdadero, sino por el simulado'.
tos casos (cfr., por ejemplo, sentencias de 11 marzo 1960, 17 enero 1963, etc.)". \ En realidad es innegable que el retrayente que quiere beneficiarse de la ocul-
tación del verdadero precio de compra, que (poniendo uno inferior) suelen (para
Pero los terceros interesados, ajenos. a la simulación, que hayan con- evitar impuestos) hacer las partes en la escritura pública de venta, e intenta que-
fiado en la apariencia del negocio creada por la misma (terceros de buena darse con la cosa por el precio simulado, obra de la peor fe posible. Por otro lado,
aunque no le sea directamente demostrable que conoce la simulación, sin embargo,
fe) no deben ser perjudicados por tal nulidad. es perfectamente claro que dicho conocimiento es presumible (se prueba, pues,
Esta, por tanto: por presunciones) en una inmensa cantidad de casos en los que el precio de es-
1.0 No puede invocarse u oponerse por los simulantes a dichos terce- critura es notablemente inferior al corriente que la cosa tiene en el mercado. Y,
ros de buena fe, pero sí a los de mala. por esa razón de que se presume que conoce la simulación, es por lo que no le
cabe alegar que ha confiado en la apariencia (de precio) creada (en la escritura
Así, entre otras, sentencias de 27 octubre 1951, 19 enero 1954 (Sala 6.a), 29 pública) por los simulantes. Y si no ha confiado en la apariencia que la simula-
enero 1965, 18 febrero 1969 (Sala 6.a), 13 marzo 1966 (Sala 6.a), 23 noviembre
15 El T.S. ha rechazado (así, en la sentencia más reciente de 20 mayo 1981) la alegación del art.
1.230 por el tercero retrayente que aducía que a tenor de tal artículo no produce efecto contra él lo
de donar, sino para la tradición que consuma la liberalidad. acordado fuera de una escritura pública por los otorgantes, para alterar lo pactado en ésta (se trataba de
Doctrina que comparte el punto de vista mantenido en el texto, puede verse en VALLET, ob. cit., que el precio figurado en la escritura era inferior al realmente establecido).
en loc. cit., págs. 667, nota 31. Además, de modo especial, lo defiende DE CASTRO, La simulación y El T.S. adujo (considerando 5.°) que para aplicar el art. 1.230, como se desprende de su texto, hace
el requisito de forma en la donación de cosa inmueble, en A.D.C., 1953, págs. 1.003 y ss., y El ne- falta que lo acordado contra lo pactado en escritura pública, lo haya sido en documento privado, y que
gocio jurídico, 1971, § 436, y DIAZ ALABART, La nulidad de las donaciones de inmuebles simula-
no cabe extender por analogía dicho precepto al caso de haberlo acordado en contrato verbal, porque
das, etc., en R.D.P., 1980, págs. 1.101 y SS.
se trata de disposición de interpretación restrictiva.
14 Además de las sentencias en las que se declara la validez de la donación, y de las en que se Argumentación que no resiste la más leve crítica. Porque ¿quién creería que fuese espíritu de nues-
niega, en unas terceras, el T.S. da la cuestión por discutible. Así en la de 11 mayo 1976, considerando tro Derecho que contra la escritura no vale lo establecido en documento privado, pero si lo acordado
último. En la de 19 noviembre 1987 se declara que la validez de la donación depende de las circuns- de palabra? Semejante tesis es tan absurda que podrá aducirse para salir del paso en el caso de la sen-
tancias de hecho concurrentes en cada caso. tencia, sacarse de encima la incómoda alegación por el recurrente de la letra del art. 1.230, y rechazar
15 En esa línea debe incluirse, sin duda, también las de 10 marzo 1978, que considera inválida la
así el recurso, pero no -pienso- con pretensión de convencer a nadie de ella.
donación del caso por la ilicitud de su causa, cuando, siendo disimulada bajo una venta, no guardaba Sin embargo, como otras tantísimas veces, la posición del T.S., aunque torpemente argumentada es
como donación, la forma exigida a ésta. justa, pues no se puede admitir que, quien sin duda conocía (y ello es presumible por el simple hecho
115 Sentencia de 23 octubre 1973. Ver también sentencias de 5 diciembre 1986, 22 diciembre 1987,
de ser mucho más bajo del normal; pues aunque la sent. de 24 febrero 1993 dice que la simulación no
13 abril 1988.
17 Véase infra, 105, número 4. Lo que ni puede declararse de oficio, salvo razón de orden pú-
se presume por simplemente ser el precio inferior al de mercado, eso valdrá para precios no especta-
cularmente inferiores o en que aparezca razón que justifique la inferioridad) que el precio verdadero de
blico o perjuicio de tercero, es la existencia de negocio disimulado, si lo hay (sent. de 7 febrero 1992). la cosa era muchísimo más alto, intente quedársela por el consignado en la escritura pública. Quien obra
En materia de atacar al negocio simulado, la abundantísima jurisprudencia no cabe exponerla así es un verdadero sinvergüenza. Mas contra él lo que procede decir no es que el art. 1.230 no es apli-
aquí. Por otro lado, la legitimación para ello de los herederos (voluntarios y forzosos de las partes) pre- cable al caso por la razón que el T.S. alega, sino que quien la invoca es de mala fe y el artículo pre-
fiero tratarla en el Derecho de Sucesiones, al estudiar si han de acatar lo hecho por el causante. En pro supone que lo sea de buena, o que abusa de su derecho, o, lo que creo más correcto, que la inaplica-
de la doctrina correcta, de que tanto los forzosos como los voluntarios pueden atacar el negocio que su bilidad proviene de que no se trata de alterar lo pactado en la escritura pública, sino de demostrar que
causante simuló, la sentencia moderna de 23 julio 1993. no fue verdaderamente querido lo dicho en ésta. V. la sentencia de 11 julio 1996.

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MANUEL ALBALADEJO § 91 FALTA DE DECLARACION PROCEDENTE DEL SUJETO DEL NEGOCIO

ción creó, no cabe aplicar la protección que la ley dispensa al que creyó en la B) Simulac ón en determinados negocios.—Que los efectos de la simulación
verdad de lo simulado, sino que hay que dejar que esto, en vez de valer (excep- en ciertos negocios, discrepen o no de lo que he dicho en general sobre ella, sólo
cionalmente) frente al tercero, no valga, puesto que ni realmente es como parece es posible ahoniarlo al tratar singularmente esos negocios.
ni el tercero confió en que lo era. V. la sentencia de 11 julio 1996.

2.° Los terceros de buena fe sí pueden alegar la simulación frente a los Sección Quinta
simulantes. FALTA DE DECLARACION PROCEDENTE DEL
SUJETO DEL NEGOCIO
Así, sentencias de 11 marzo 1960, 3 abril 1962, 31 mayo 1963, 29 enero y
2 octubre 1965, 5 enero 1966, 25 abril 1967, etc., y véanse también algunas de
las citadas en el texto correspondiente a nota 18. § 91
FALTA DE DECLARACION PROCEDENTE DEL
Puede, además, surgir conflicto de intereses, por razón del negocio si- SUJETO DEL NEGOCIO
mulado, entre terceros de buena fe (que hayan confiado en su validez).
Por ejemplo, entre acreedores del vendedor simulado y acreedores del si- SUMARIO: 1. Casos m que se da.-2. Falta de comportamiento voluntario.-3. Violen-
mulado comprador. Entonces, cuando otra cosa no se siga de la natura- ) cia.-4. Falta de conciencia del valor de declaración.-5. Declaración no proce-
dente del sujete del negocio.-6. Definición definitiva del negocio jurídico.
leza o particular protección o clase de los derechos de los terceros, o de
alguna disposición especial, el conflicto te debe resolver, en principio, a
tenor de la regla de que el negocio simulado es nulo, y, por ello, carece 1. Casos en que se da.—No hay declaración procedente del sujeto del
de efectos. negocio, en dos casos: 1.0 Cuando no hay declaración, sino una apariencia
B) Compilación navarra.—Por su parte, la Compilación navarra ha ve- de la misma. 2.° Cuando, habiéndola, no procede del sujeto del negocio.
nido a establecer en términos generales: 1.°, la nulidad del negocio simu- Aunque haya una apariencia de declaración, ésta no es verdadera: 1.0
lado; 2.°, la validez del disimulado, si reúne los requisitos debidos; 3.°, la Si no hubo voluntad del comportamiento o conducta en que la declaración
imposibilidad de invocar aquella nulidad contra terceros de buena fe (que consiste. 2.° Si, am n realizándolo voluntariamente, no se tenía conocimiento
hayan confiado en la apariencia de verdad del negocio simulado). o conciencia de su valor de declaración.

Dice, en efecto, su ley 21: «Los actos producen los efectos propios de la de- 2. Falta de comportamiento voluntario.—Falta un comportamiento
claración manifestada por las partes, pero si fueran simulados sólo valdrá lo que voluntario siempie que, por cualquier causa, no es imputable al sujeto el
aquéllas hayan querido realmente hacer, siempre que fuere lícito y reúna los re- acto externo en l que la declaración consiste, o no lo es una parte del
quisitos formales que la Ley exija para el mismo. mismo, sin la que —aun siéndole imputable el resto— no puede decirse que
La nulidad de la declaración simulada no puede alegarse contra terceros de haya conducta declaratoria.
buena fe».
Nos encontramos en este último supuesto de inimputabilidad parcial, cuando,
6. La simulación en casos particulares.—Antes de finalizar el estudio de por ejemplo, se escribe la carta aceptando una oferta de contrato, pero se guarda
la simulación, conviene advertir lo siguiente: en el cajón del escritorio, para meditar sobre la conveniencia de enviarla, y el se-
A) Simulación entre sólo algunas partes.—Simulación por acuerdo en el que cretario, creylndolo un olvido, la remite al oferente.
no intervienen todos los sujetos que son partes en el negocio, o en el que no in- Cabe aqu decir que falta la voluntad de declarar (de enviar, sin cuyo envío
tervienen todos los destinatarios del mismo. Por ejemplo, contrato de sociedad, en no hay declarición emitida, sino mera preparación de la misma), pero que si el
el que, contrayéndolo cuatro contratantes, sólo dos acuerdan entre sí que sea si- destinatario justificadamente confió de buena fe en la declaración, y el declarante
mulado. no observó la diligencia debida, habida cuenta de las circunstancias, para evitar
La solución que parece más correcta es la de pensar que, en principio, no hay el envío de lz declaración, ésta es válida; en caso contrario es nula.
verdadera simulación (sino sólo reserva mental de los supuestos simulantes) mien- Hay inimputabilidad total, por ejemplo, si el sujeto por un tic nervioso alza
tras que no intervengan en el acuerdo todas las partes o el declarante y todos los o baja la callza (signo afirmativo) sin percatarse de ello, o habla o escribe en
destinatarios. Ahora bien, si es separable del resto del negocio lo simulado, hay estado de demencia o de embriaguez o sonambulismo, o forzado por violencia
nulidad de esto. física.

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MANUEL ALBALADEJO § 91 FALTA DE DECLARACION PROCEDENTE DEL SUJETO DEL NEGOCIO

Aquí voy a examinar a continuación el supuesto de violencia; en los A tenor de lo dicho, se trata de un supuesto en el que, en puridad de
otros, en principio, hay nulidad, pues falta la voluntad de declarar y, con- principios, falta no sólo la voluntad interna, voluntad que discrepase de la
siguientemente, la declaración de voluntad. declaración, sino que, faltando también ésta, no existe ni siquiera una vo-
luntad de declarar.
3. Violencia* .—Hay declaración obtenida mediante violencia física, vis Ahora bien, en nuestro Derecho positivo, los efectos de la violencia se
absoluta, vis phisica o vis carpani illata, cuando el acto en que aquélla con- equiparan a los de la intimidación (vis relativa); de forma que el negocio
siste se arranca materialmente por la fuerza al violentado. El Código, con padece igual clase de invalidez que el afectado por intimidación2.
ocasión del contrato, dice: «Hay violencia cuando para arrancar el consen-
timiento se emplea una fuerza irresistible» (art. 1.267, 1.°)1. Mas esta solución, desde el punto de vista práctico, es quizás más conve-
niente; y, desde luego, no cabe atribuirla a que el legislador iguale violencia e in-
La jurisprudencia ha señalado que violencia e intimidación se diferencian por timidación, s.no a que, aun percatado de sus diferencias (como lo prueba no sólo
ser aquélla «fuerza física irresistible», «constricción material», «fuerza material» el hecho de definir a ambas marcando sus fronteras —art. 1.267—, sino el de que
y ésta «fuerza moral» o «amenaza grave» (sentencias de 18 junio 1928 y 22 fe- generalmente, aunque hable de ellas juntamente, las diferencia3), no quiso reflejar
brero 1934), éstas en el terreno de las consecuencias. Por eso, cuando, respecto de un tipo con-
ereto de negocio, la ley no hable de su invalidez por causa de violencia, hay que
entender, aplicando el principio de equiparación de sus efectos a los de la inti-
No importa que se emplee por la otra parte o por un tercero (art. 1.268). midación, que es anulable, pero no nulo (como la doctrina ha pretendido a veces,
• especialmente para legislaciones extranjeras iguales en este punto a la nuestra, ba-
Dice ese art. que: «La violencia o intimidación anularán la obligación que de
sándose en existir declaración del intimidado, en un caso, y faltar; realmente, de-
ellas dependa, aunque se hayan empleado por un tercero que no intervenga en el claración de violentado, en el otro), si tal negocio es anulable, pero no nulo,
contrato». No obstante, alguna sentencia ha exigido que procedan «de uno de los cuando se caebró bajo intimidación'.
contratantes o de un tercero de acuerdo con él» (así la de 18 junio 1928, y las
demás que se citan en el § 84, número 3 B), último párrafo). Remito a lo dicho Es inválido todo negocio viciado por violencia. La Compilación nava-
(en tal lugar) al tratar de la intimidación, que vale ahora igualmente.
rra dice en ger eral que son anulables las declaraciones viciadas por vio-
Realmente no se está, en el caso presente, frente a una verdadera de- lencia física grave. El Código sólo habla de ella con ocasión de algunos ne-
claración de voluntad, sino meramente ante una apariencia de la misma; gocios, pero evidentemente —a tenor de lo dicho al hablar de la intimidación—,
pues ni siquiera existe un acto del sujeto violentado (al que, por ejemplo, a los demás se aplicarán esas reglas por analogía. El C. de sucs catalán de-
clara nulos la aceptación o repudiación de la herencia y el testamento otor-
se le mueve a la fuerza la cabeza para que parezca que hace un signo afir- gados por violencia (arts. 26 y 126).
mativo), sino un acto del que violenta, que, utilizando al otro como simple
instrumento, es quien produce el resultado exterior. Habla el Código de invalidez del negocio por violencia (o usa palabra sinó-
nima) en los arts.: 673, refiriéndose al testamento; 1.265, 1.267, 1.°, 1.268 y 1.301,
El que violenta sofoca la declaración del violentado (si es que éste pensaba 3.0, refiriéndose a los contratos.
emitir alguna: Cfr., por ejemplo, art. 674), es decir, le impide obrar, y, a la vez,
obra él, sin que en la aparente declaración de dicho violentado tenga éste un pa-
4. Falta de conciencia del valor de declaración.—Como he dicho
pel superior al que, por ejemplo, tiene la pluma en la redacción de una declara- tampoco hay declaración verdadera cuando el sujeto, aun observando yo-
ción escrita: non agit, sed agitar

2 Ultimamente ha venido a apoyar esta afirmación la ley 19, 2.", de la Compilación navarra, al
* Ver bibliografía recogida al tratar de la intimidación, y JORDANO FRAGA, Falta absoluta de disponer que son anilables lo mismo las declaraciones viciadas por violencia moral (intimidación) que
consentimiento, interpretación e ineficacia contractuales, 1988. física.
' Hay quien estima que la fuerza irresistible puede no ser un procedimiento puramente material, 3 Así a.m. 1,265, L268, 1.301, 756, 6.° del C.c., ley 19, 2.°, de la Compilación navarra, y art. 12
de arrancar la declaración, sino también una situación que constriñendo al sujeto, no le deje (como le
C suca. catalán.
deja la intimidación, si bien a cambio de padecer el mal con que se le amenaza) la posibilidad de opo- 4 No hago afirmación categórica de que todos los negocios celebradas por intimidación sean anu-
nerse.
lables, y no nulos radicalmente, porque, aunque ése sea el caso normal, se discute para algunos nego-
De todas formas, igualándose como se verá, los efectos de violencia e intimidación, es inútil Ver cios. Y no pucliendc tratar tal extremo, sino al examinar estos negocios en particular, dejo para enton-
si se trata de una u otra. ces el ver qué clase de invalidez es la de cada uno cuando se obtenga por intimidación.

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§ 91 FALTA DE DECLARACION PROCEDENTE DEL SUJETO DEL NEGOCIO
MANUEL ALBA LADEJO

correctamente se observa que la simulación propiamente dicha es una «inteligen-


luntariamente la conducta externa, no tiene conciencia de que ésta valga cia entre los otorgantes para dar lugar a una mera apariencia jurídica», lo que es
como declaración. Por ejemplo, se hace un ademán que significa normal- diferente de la «falsedad del documento en el que el contrato se consigna, por ha-
mente asentimiento, ignorándolo el que lo ejecuta. berse suplementado la firma del que figura como transmitente», como dice la sen-
Así como en el caso de violencia, normalmente hay conciencia del va- tencia de 5 mayo 1958 (cfr, también la de 11 diciembre 1965).
lor de declaración del comportamiento exterior que, no queriéndolo, se re-
aliza, como instrumento del que violenta, en el caso presente falta aquella No hay negocio ni del sujeto que actúa —por no actuar como quien
conciencia, pero se quiere el comportamiento. Hay voluntad del acto (en es— ni de aquél como quien se actúa —por no ser él quien actúa—.
sí), pero no voluntad de declaración, porque aquél no se quiere como de-
claración (se quiere el ademán, en el ejemplo puesto, pero no se quiere A veces la jurisprudencia no se puede sustraer a una cierta confusión entre la
asentir mediante él). La declaración es, pues, nula. Mas ocurre que la apa- nulidad del negocio simulado y la falta de negocio que hay en el caso de la fal-
sedad. Cfr. las primeras sentencias citadas en el párrafo anterior.
riencia de declaración, cuando suscita la confianza de los demás, que la to- La sentencia de 13 marzo 1969 establece con más exactitud la nulidad, di-
man razonablemente por verdadera declaración, y procede, además, de culpa ciendo (se trataba de un caso de elevación a escritura pública de un contrato en
del sujeto, que obrando con la debida diligencia debió percatarse del signi- el que, coincidiendo nombre y apellidos, de padre e hijo, éste obtiene la eleva-
ficado que se le daría, vale como declaración, no siendo invocable frente a Filón a escritura a su favor, cuando fue aquél el que celebró el contrato o, más
ella, la falta de voluntad interna, ni la de voluntad de declarar. /exactamente aún, el adjudicatario en la subasta) que «el Ayuntamiento otorgó una
Sobre la base, pues, del principio de *responsabilidad, la declaración es escritura pública plasmando en la misma un contrato ya perfecto, al ser engañado
válida, y sólo cabe que sea nula, cuando aun siendo culpable el sujeto, a por el recurrente len casación] que, dolosamente, tomó el lugar de quien había
su conducta no se le atribuyó de buena fe por lo demás valor declaratorio, celebrado el contrato, supuesto en el que claramente aparece el vicio de consen-
timiento que produce la nulidad e inexistencia declarada...».
o no debió atribuírsele.
Por último, cuando al transmitirse la declaración ésta resulta desfigu-
El art. 246 del nuevo Código civil portugués regula los supuestos en cues-
tión, incluido el de violencia, estableciendo que cuando se da ésta o el declarante rada (por ejemplo, por equivocación del nuntius o de la oficina del telé-
no tiene conciencia de hacer una declaración negocial (y lo que dice vale tam- grafo), la que recibe el destinatario no es la verdadera declaración del su-
bién para los casos supra número 2, en cuanto que en ellos el que realiza un com- jeto del negocio; por eso éste es nulo, salvo que, aplicando los principios
portamiento involuntario, no tenga conciencia de su valor declaratorio, según la de responsabilidad y confianza, sea, excepcionalmente, válido por haberlo
opinión del tráfico) la declaración carece de todo efecto, pero que si la falta de creído justificadamente el destinatario, y ser el declarante culpable de la ine-
conciencia se debe a culpa del declarante, éste queda obligado a indemnizar a la xacta transmisión de la declaración.
otra parte.
6. Definición definitiva del negocio jurídico.—A la vista de la defi-
5. Declaración no procedente del sujeto del negocio.—La hay cuando nición que di de negocio jurídico', y habida cuenta de los casos excepcio-
procede de otro que falsamente aparenta ser quien dice, o actúa como si nales contemplados, en los que el negocio es válido a base de los princi-
fuera distinta persona, o cuando, habiendo una declaración del sujeto del pios de responsabilidad y confianza, se puede definirlo definitivamente como
negocio, ésta llega desfigurada al destinatario, de forma que la que éste re- acto jurídico lícito, constituido al menos por una declaración de voluntad
cibe no es atribuible a aquél. privada, acto que el Derecho tutela, reconociéndolo como base para la pro-
ducción de los efectos que dicho Derecho ordena tengan lugar en congruencia
Cuando la aparente declaración de uno, procede de otro que celebra el nego- con lo que a tenor de la declaración se puede calificar de querido, bien por-
cio fingiendo ser aquél o atribuyéndole la declaración —por ejemplo, A, diciendo que realmente lo sea, bien porque aun no siéndolo, así lo exijan la res-
ser 13, celebra un contrato como si fuera E, o falsifica la firma de éste, haciendo
a C una oferta que éste acepta—, no hay, desde luego, declaración del sujeto su-
ponsabilidad del sujeto y la confianza justificada de los demás.
plantado, e, independientemente de otras consecuencias de la falsificación o su-
plantación, la declaración no puede producir efectos como si proviniese de quien
aparece provenir.
En estos casos, a veces se habla de simulación. Véanse, por ejemplo, sen- 5 Supra, § 78, número 5.
tencias como las de 30 enero y 25 abril 1958 y 28 marzo 1963. Otras veces más
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670
MANUEL ALBALADEJO
92 SUJETO Y OBJETO

Sección Sexta
éstos, y la invalidez por causa de incapacidad se estudia en la Sección de-
SUJETO Y OBJETO DEL NEGOCIO dicada a «Invalidez del negocio».
Por todo ello, ahora basta recordar que al momento de otorgar el ne-
§ 92 gocio el sujeto debe de tener conciencia y voluntad suficientes (la llamada
SUJETO* Y OBJETO**
capacidad natural), y ser capaz, con la capacidad legal general (la general
que —sea plena, artículo 322, o restringida— le baste para celebrar el ne-
SUMARIO: 1. Papel que desempeñan respecto del negocio.-2. Sujeto.-3. Objeto: ter- gocio) y la denominada especial3 que le sea precisa para el tipo de nego-
minología y concepto.—A) El objeto como fin.—B) El objeto como cosa o pres- cio de que se trate; necesitando que se le complete su capacidad, cuando
tación.—C) El objeto como materia del negocio.-4. Requisitos del objeto. ello sea preciso'', así como estar legitimado' para realizar el negocio singu-
lar ante el que se hallé.
1. Papel que desempeñan respecto del negocio.—El sujeto (o los sujetos),
el objeto, y el fin, no son elementos o componentes del negocio, sino cosas ex- 3. Objeto: terminología y concepto. E1 Código y la doctrina hablan

ternas al mismo. Así, en la compraventa, por ejemplo, el contrato (negocio) es de «objeto», pero el concepto de éste es inseguro.
algo aparte del comprador y del vendedor (entre los que se celebra), de la pres- A) El objeto como fin.—Todo negocio persigue un fin; o, según la ter-
tación de lo comprado y de su precio (sobre las que el contrato recae)', y del
minOlogía de otros, se propone un objeto. En este sentido, si se entiende
cambio de lo uno por lo otro (cambio que es el fin perseguido, mediante la com-
praventa).
por objeto el fin, remito a lo que se dirá en el § siguiente.
Sin embargo, a los efectos de que sea completo ahora el estudio relativo al B) El objeto corno cosa o prestación.—Para otros, por objeto hay que
negocio, es necesario tratar aquí del sujeto, del objeto y del fin de aquél, pues re- entender el «objeto o cosa» sobre que versa el negocio. En tal sentido, por
percuten en la consideración que el Derecho hace del mismo. Este § versará so- ejemplo, es objeto de la compraventa tanto lo vendido —cosa— como lo
bre los dos primeros; el fin será examinado en el siguiente. pagado —precio--. Y, también, se denomina «objeto», no ya a la cosa, sino
a la «prestación» a que se viene obligado por razón del negocio; en esta
2. Sujeto. A reserva de lo que se dirá al estudiar la representación,
— acepción, serían «objeto» de la compra-venta la prestación o conducta del
puede afirmarse ahora que sujeto del negocio es quien lo celebra, la per- vendedor --que debe transmitir la cosa— y la del comprador —que debe
sona (o personas) que emiten la declaración (o declaraciones) de volun- pagar el precio—.
tad. Esta declaración debe proceder de un sujeto (persona) en condiciones Si a «objeto» se le dan esos sentidos —que se le pueden dar—, no es
actuales de entender y querer, y capaz (de obrar) para celebrar el negocio posible decir que el negocio (es decir, que todos los negocios) tienen un
de que se trate (capacidad negocial); en otro caso, es inválida. Igualmente objeto, sino que lo tienen sólo los (patrimoniales) que recaen sobre cosas
debe estar en las necesarias condiciones psíquicas y ser capaz de recibirla (así, ocupación derelicción) o sobre prestaciones (así, compraventa, arren-
el destinatario, si lo hay; siendo, también, inválida —por no llegar a per- damiento). Ahora bien, la realidad es que tanto nuestro Código (cfr., por
feccionarse por la recepción— la declaración dirigida a un inconsciente o
incapaz.
El estudio de las condiciones psíquicas precisas y de la capacidad no 3 Supra, § 30, número 2.

corresponde hacerlo aquí. En general, se hizo al tratar del Derecho de la 4 Supra, § 30, número 3.
Supra, § 30, número 4.
persona2; la capacidad concreta para los diversos negocios, se examina en 6 La clase de invalidez que produce la falta de los requisitos anteriores, varía. Se examina al es-

tudiar la «Invalidez del negocio»; pero por dar, ahora, una visión unitaria de las diferentes consecuen-
* FALZEA, II soggetto riel sistema dei fenomeni giuridici, 1939; LOPEZ BERENGUER, La iden- cias que provoca, apuntaré que: la falta de entendimiento y voluntad (de la llamada capacidad natural)
tificación de las personas en la relación jurídico-civil, 1950; PIAllA, L'identificacione del soggetto produce nulidad del negocio (pues no existe una verdadera declaración negocial, que, como sabemos,
negozio giuridico, 1968.
requiere conciencia y voluntad) y la falta de capacidad legal acarrea invalidez, pero ésta no es siempre
** IRTI, Oggetto del negozio giuridico. en Novissimo D. it., IX, 1965, págs. 799 y ss.; MOZOS, de la misma clase, sino que depende del negocio de que se trate (así, es nulo el testamento otorgado
DE LOS, El objeto del negocio jurídico, en R.D.P., págs. 372 y ss. por un menor de catorce años --C.c., art. 663, 1 o el testamento ológrafo otorgado por un menor
' Sin embargo, es frecuente hablar, al estudiar los singulares negocios, de elementos personales de edad —art. 688, 1.°—; mientras que —según la opinión que creo acertada— es impugnable el con-
(examinando bajo tal rúbrica lo referente a los sujetos que los celebran) y de elementos reales (exami- trato celebrado por un menor o incapacitado --C.c., art. 1.300 y ss.— que sólo sea incapaz legal y no,
nando entonces aquello sobre lo que recae el negocio). a la vez, natural). En cuanto a la falta del debido complemento de capacidad o de la necesaria legiti-
2 Supra, capítulo V, sección segunda.
mación, suele ser: de aquél, nulidad o impugnabilidad (véase infra, * 105, números 3 y 9); y, de ésta,
nulidad (véase infra, § 105, número 3).

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MANUEL ALBALADEJO

ejemplo, arts. 1.261, 2.°, 1.271 y siguientes, etc.) como nuestra doctrina y Sección Séptima
jurisprudencia más extendidas, suelen hablar de objeto en tales sentidos, aun.i LA CAUSA*
que, desde luego, sin gran precisión terminológica.
C) El objeto como materia del negocio. En mi opinión, si al hablar
-

§ 93
del objeto del negocio (de todo negocio), se quiere que el concepto tenga
alguna utilidad y no sea repetición de otros (como del de fin) hay que ea; DOCTRINA DE LA CAUSA
tender por objeto aquello -la realidad- sobre que el negocio versa, la ma4.--
SUMARIO: 1. Generalidades.-2. Concepción objetiva.-3. Concepción subjetiva.-4. Con-
teria de éste, es decir, los bienes, utilidades, intereses o relaciones sobre qq9
cepción unitaria.-5. Ambito de la causa.-6. La causa en nuestro Código civil-
recae la voluntad negocial, o, si se quiere, que se regulan por el negocio, A) De qué es la causa.-B) Qué es la causa.-7. Regulación legal de la causa.-
8. Concepción anticausalista.-9. La causa del negocio jurídico.-A) Motivos. B)
La sentencia de 5 junio 1978 dice que nuestro Ordenamiento «tiende a esta- Fines subjetivos.-C) Fin objetivo y típico. CH) Pluralidad de fines objetivos.-
blecerlo [el objeto] como aquella realidad sobre que el contrato incide y en rela- 10. Jurisprudencia del T. S. sobre la causa.-11. La causa objetiva y la causa sub-
ción a lo que recae el interés de las partes o la intervención negocial o móvil jetiva en el C.c.
esencial del contrato, es decir, el comportamiento a que el vínculo obligatorio sil
jeta al deudor y que tiene derecho a exigirle el acreedor, referido no el aspecto
obligacional objetivo inmediato, o sea a los derechos y obligaciones que se eón!. ) 1. Generalidades.-En la teoría del negocio jurídico hay un punto
tituyen, sino al mediato, que puede consi5áir tanto en cosa propiamente dicha, bien discutidísimo: el de la causa. Para unos, ésta es un elemento del negocio;
de la naturaleza exterior o procedente da ingenio humano, o en un acto de una
persona integrador de prestación». * ALBALADEJO, La causa, R.D.P., 1958, pág. 315; ALONSO PEREZ, El error sobre la causa,
en Estudios Castán, Hl, 1969, págs. 9 y ss.; ALVAREZ SUAREZ, El problema de la causa en la tra-
4. Requisitos del objeto.-Las normas del Código que exigen la dición, Madrid, 1945; AMOROS GUARDIOLA, Los antecedentes del C.c. respecto a la presunción de
existencia de causa, en Centenario del C.c., I, 1990, p. 101 ss.; ARROYO, «Trust» y ley civil. R.J.C..
citud, determinación (o determiriabilidad) y posibilidad del objeto, pueden 1983/1, pág. 95; ATARD, La causa ilícita, en R.C.D.I., 1957, págs. 352 y SS. y 641 y SS.; BARCIA,
referirse al objeto en el sentido que ahora le doy. Teniéndose, pues, como La causa ilícita en las obligaciones y en los actos jurídicos, Bs. As., 1966, y La causa ilícita en las
requisitos generales a cualquier clase de objeto: ser posible (art. 1.272), de- obligaciones y en los actos jurídicos, 1966; BATTISTON1, La causa nei negozi giuridici (Dal Diritto
intermedio al Cc. it.), 1932; BOVER, La nadan de transaction. Contribution a l'etude des concepts de
terminado o determinable (art. 1.273) y lícito (no contrario a las leyes o á cause et d'acte declaratif, 1947; BRESSE, Théorie de la cause des acres en Droit anglais, 1929; BRUSA,
las buenas costumbres: art. 1.271). También la Comp. navarra exige que sea 11 concedo della causa nei ttegozi giuridici, 1901; CAMARA, DE LA, Meditaciones sobre la causa, en
posible y moral (ley 19, 2.°). R.C.D.I., 1978, págs. 637 y ss.; CAP1TANT, De la causa de las obligaciones, traducción española, 1927;
CARDAH1, L'execudon des conventions inmorales et illicites, en R. Inst. D. Comp., 1951 (jul.-sepbre.),
págs. 385 y ss.; CARRESI, negozi ',tecito per contrarieta al buon costume, en R.T.D.P.C., 1949, pág.
Ver últimamente la sentencia de 5 junio 1978 y 10 octubre 1997. 29; CARUSI, La causa dei negozi giuridici e l'autonotna della volonta nel Diritto privato italiano, 1947;
Además, hay ciertos objetos respecto de los que no se permiten determina49,1 CHEVR1ER, Essai sur l'histoire de la cause dans les obligations, 1929; CLAVERIA GOSALBEZ en
tipos de negocios: se trata de objetos no idóneos para esos negocios. Y, aunque Comentarios al Código civil y Compilaciones Forales, dirigidos por ALBALADEJO y DIAZ ALABART,
ello es cosa a examinar con ocasión de tratar de cada negocio en particular, pue- t. XVII, vol. I.° B. 1993, pág. 519; en C.C.J.C., n.° 10, 1986, pág. 3.387; n,° 13, 1987, pág. 4.281;
den citarse ahora, a título de ejemplo, supuestos como los siguientes: en principio; CUEVA, El problema de la causa en el Derecho civil y en el Derecho cambiario, Quito, 1939; DA-
BIN, La teoría de la causa, trad. esp.2, 1955; DAVID, Cause et consideration, en Melanges MAURY,
en nuestro Derecho común, no es materia apta para ser objeto de contrato la su- II, 1960, págs. 111 y SS.; DEIANA, Alcuni chiarimenti milla causa del negozio e dell'obbligazione, en
cesión mortis causa (Cc., art. 1.271), ni para ser objeto de donación, los bienes R.D.C., 1938, págs. 1 y as. y 105 y ss.; DIAZ-PICAZO, El concepto de causa en el negocio jurídico,
futuros (art. 635), ni de cesión los derechos de uso y habitación (art. 525), ni de en A.D.C., 1963, págs. 3 y SS.; DORAT DES MONTS, La cause inmorale. Etude de jurisprudence,
renuncia el derecho a legítima (art. 816), ni de contrato las relaciones sexuales en- 1956; DUALDE, El concepto de la causa de los contratos, 1949; ESTIBALEZ, La «consideration» en
tre dos personas, etc.; y en el navarro no se puede «disponer de cosas litigiosas, el Derecho contractual inglés, en Est. de Deusto, 1957, número 9, y La causa de la obligación, en
R.J.C., 1960, págs. 45 y ss.; FERRARA, Teoria del negozio Medio nel Diritto civile italiano, 1914;
en tanto no se declare quién tiene derecho a hacerlo, a no ser que se haga bajo FERRI, G. B., Causa e tipo ;zeda teoria del negozio giuridico, 1966; GALLI, El problema de la causa
condición suspensiva de confirmarse la propiedad del disponente» (ley 366). .' y el C.c, argentino, 1935; GARCIA MONGE, Contratos con causa ilícita, en R.D.P., 1964, pág. 856;
GOROSTIAGA, La teoría de la causa ante el Derecho civil comparado, Buenos Aires, 1942; HAMEL,
La cause dans les liberalités, 1920; IONASCO, Les recents destinées de la theorie de la cause en Draft
civil, en R,T.D.C., 1931, págs. 41 y ss., y La cause dans les ocies a titre onereux, 1923; JORDANO
BAREA, La causa en el sistema del C.c. español, en Centenario del C.c., I, 1990, p. 1.041; JORDANO
FRAGA en C.C.J.C., n.° 17, 1988, pág. 629, y Causa. motivo y fin del negocio, en A.D.C., 1949, págs.
749 y ss. (comentario a la s. de 30 junio 1948); KESSLER, Einige Betrachtungen zar Lehre von der

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MANUEL ALBALADEJO 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

siendo muy amplio el sector doctrinal que entiende que en todo negocio En lo único que parece estar de acuerdo la doctrina causalista es en
sólo hay dos elementos esenciales: la declaración de voluntad y la causa. que sí hay causa; mas discrepa en cuanto a qué sea, y en cuanto a cuál es
Para otros, la causa es algo perfectamente inútil. su ámbito. Señalaré tres concepciones eausalistas: la objetiva, la subjetiva y
Dejando para después el examen de esta última tesis (anticausalista), la unitaria.
expondré brevemente las distintas concepciones causa/islas.
2. Concepción objetiva.-No se crea que bajo este epígrafe se va a
encontrar una única idea de lo que sea la causa. Mas bien, por el contra-
Consideration, en Festschrift Rabel, 1954, pág. 251; KLINGMÜLLER, Causa und Schuldversprechen, rio, son muchas las posiciones adoptadas por los autores que pueden en-
en Z.LH,R., 1906, 58, págs. 152 y ss.; LACRUZ, Notas para el estudio de la «pronasio sine causa» globarse bajo la denominación común de «causalistas objetivos». Recogiendo
en los Fueros de Aragón, 1944, y La causa en los contratos de garantía, en R.C.D.I., 1981, págs. 709
y SS.; LAJE. La noción de causa en el Derecho civil', Buenos Aires, 1954; LALAGUNA, Sobre la causa sólo los puntos centrales (que algunos autores, luego, matizan diferentemente)
en los contratos, en La Ley, 1988, 4, núm. 2.133, p. 1 y ss.; LOTIVIAR, Über causa bu riAischen de las teorías más extendidas, se puede sintetizar que por causa se entien-
Recht. Beitrag zar Lehre von den Rechtsgeschisften, 1875; LOUIS-LUCAS, Volonté et cause, 1918; MAL-
den las siguientes cosas:
VAGNA, 11 problema della causa, en R.D.C., 1934, págs. 118 y ss.; MART1N-BALLESTERO. De la
causa en los negocios jurídicos contractuales, en R.G.L.J., 1956, 1. pág. 705; MAURY, Le concept et El fin práctico del negocio.
le rppole de la cause des obligations dans la jurisprudence, en R. Inst. D. Comp., 1951, núm. 30, págs. Ia razón económico-jurídica (o, según otros, la razón justificadora de
485 y ss., y Essai sur le rppole de la notion d'equivalence en Droit civil franlais, 1920; MELICH, La
causa en la teoría del contrato, etc., en A.D.C., 1984, pág. 3.; MERLA, Exposición de la doctrina de
los efectos jurídicos) del negocio.
la causa. Santiago de Chile, 1940; MIGUEL TRAVIESAS, Lit causa de los negocios jurídicos, en R.G.L.1„ La función (según unos, jurídica; según otros, práctico-social, etc.) que
1919, t. 134, págs. 28 y ss., 105 y ss., 211 y as., 320 y ss. y 502 y as.; MIRABELLI, Causa, oggetto, caracteriza a cada tipo de negocio, reconocida por el Derecho.
fimzione, ittteresse, en Arch. giur., 1950, t.°, págs. 91 y as., y Causa subiettiva e causa obbiettiva, en
R.T.D.P.C., 1951, págs. 323 y ss.; MORALES MORENO en C.C.J.C., ti.° 18, 1988, pág. 919, y Inti-
midación, ausencia de causa, causa ilícita y culpabilidad de los contratantes, en A.D.C., 1988, págs.
La síntesis de la voluntad de las partes y del objeto del negocio, objetivados
607 y ss.; MOTTA, La causa dele obbligazioni nel Diritto civile italiano, 1929; MOZOS, DE LOS, por la ley.
La causa del negocio jurídico. Notas para una reconstrucción dogmática de su concepto, en R.D.N., El efecto jurídico por el cual (persiguiéndolo) la voluntad se manifiesta.
1961, julio-dbre., págs. 283 y ss., y Causa y tipo en la toería general del negocio, en R.D.P., 1970,
págs. 739 y as.; NUÑEZ LAGOS en Código civil de Scaevola, XXX, 2, 1961, págs. 452 y ss.; D'ORS,
Una relección sobre la causa, en De la guerra y de la paz, 1954, págs. 159 y ss.; OSILIA, Conside-
La causa, así entendida, es invariable para cada tipo de negocio. Por
razioni sulla causa del contratto, en R.T.D.P.C., 1942, págs. 344 y SS.; OSSORIO MORALES, La doc- ejemplo, en todas las compraventas el fin del contrato es el de cambiar cosa
trina de la consideration en el Derecho contractual inglés, 1932; PALERMO, Funzione illecita e auto- por precio; lo mismo que, también en todas ellas, la razón del mismo es
nomia privara, 1970; PEÑA BERNALDO DE QUIROS, José María, Causa ilícita y fraude de acreedores,
en A.D.C., 1962, págs. 1,086 y ss. (comentario a la sentencia de 26 abril 1962); PORRAS 113AÑEZ, ese cambio; y la función que cualquier compraventa realiza es la de verifi-
La causa, R.D.N., 1962, pág. 141, y El negocio jurídico y su causa, en R.D.P., 1973, págs. 603 y ss. carlo. Asimismo, en todos los arrendamientos de cosas se trata de cambiar
y 721 y ss.; PRIETO-CASTRO, El fin en el contrato, en Rey. Universidad (Zaragoza), 1932, págs. 73 la renta por el uso (o uso y goce) de lo arrendado. Y en todas las dona-
y ss.; PROSPERETTI, 11 problema della causa nel contratto di lavoro, en Studi Rossi, 1954, págs. 375 ciones se pretende el enriquecimiento liberal del donatario.
Y as.; PUGLIATH, N140Vi aspetti del problema della causa ne negozi giuridici, en el vol. Diritto eivile
(Saggi), 1951, págs. 65 y ss., y Precisazioni in tema di causa del negozio giuridico, en loc. cit., págs. Además de ser elemento objetivo invariable para cada tipo de negocio,
105 y ss.; RAUCH, Der Begriif der «consideration» in anglounterikanische Schuldrecht, Zugleich ein la causa -a tenor de la doctrina que estoy exponiendo- es algo perfecta-
Beitrag zur Lehre von der Kausa, 1940; REDENTI, La causa del contratto secando il riostra Codice, mente diferente, y distinguible, de los motivos (razones subjetivas, particu-
en R.T.D.P.C., 1950, págs. 894 y SS.; RENAUD, La cause et le motif dans le contras' et les libéralités,
1930; RIERA A1SA, La promesa abstracta de deuda en el antiguo Derecho de Aragón, en R.D.P., 1942, lares y mudables) que impulsan a las partes a celebrar el negocio, y de los
págs. 43 y ss,; RIEZLER, Berufung auf aigenes Unrecht, en 3.1., 1941 (89), págs. 177 y ss.; RIVERO fines subjetivos concretos que éstas persigan en cada caso particular. Por
HERNANDEZ en C.C.J.C., n, 31, 1993, pág. 195; ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU, La causa en ejmplo: la causa de la compraventa es siempre el intercambio cosa-precio,
el negocio jurídico, en Estudios, 1, 1948, págs. 49 y ss.; RUBIO TORRANO en C.C.J.C., n.° 6, 1984,
pág. 1.943; SAIGNET, Le contrat inmoral, 1939; SANCHEZ-BLANCO, La causa y el acuerdo sobre aunque el fin subjetivo perseguido por las partes cambie de una compra-
la causa en los negocios jurídicos, en Inf. jur., 1950, págs. 1.183 y as., y Onerosidad, gratuidad y causa, venta a otra: así, se compra la casa para (con el fin de) habitarla, o bien
en R.D.R, 1952, págs. 476 y ss.; SANCHO REBULLIDA, Notas sobre la causa de la obligación en el para arrendarla; y aunque también cambien, de una a otra, los motivos que
Cc., en R.G.L.I,, 1971, II, págs. 663 y ss., y ed. separada; SCHLOSSMANN, Zar Lehre von der Causa,
1868; SILVA, La «consideration» en el Derecho civil puertorriqueño, 1971; STAMPE, Causa und abs- impulsan a comprar: así, se compra aquella casa para habitada, porque gusta
trakte Geschafte, en Z.f.H.R., 1904 (55), págs. 387 y ss., y Grundiss der Wertbewegunslehre, en Arhiv. su situación, o porque está soleada y no es cara, etc..., o se compra aque-
fd,c. Prax., 1911 (108), 1913 (110); TABORDA, Do conceito de causa dos actos juridicos, 1946; TO- lla otra para arrendarla, porque se estima muy remunerador el alquiler que
RRALBA, Causa ilícita: exposición sistemática de la jurisprudencia del T.S., en A.D.C., 1966, págs.
661 y ss.; WESTERMANN, Die causa im franzbsischen und deutschen Zivilrecht, 1967. se sabe ofrecen por ella.

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MANUEL ALBALADEJO § 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

3. Concepción subjetiva.—Al igual que la concepción objetiva, tam- A estas últimas posiciones, que no refieren la causa al negocio o a una
poco la subjetiva tiene una dirección única. Ahora bien, cualquiera de las clase de negocios, les dedicaré atención posteriormente, al tratar de nuestro
diversas que, dentro de ella, se siguen, desecha la radical separación que la Derecho positivo.
concepción objetiva establece entre causa del negocio, de un lado, y de otro;
fines concretos perseguidos por los sujetos, móviles y motivos, de estos su- 6. La causa en nuestro Código civil.--En mi opinión, a la vista del
jetos. Código civil, el problema de la causa hay que plantearlo y resolverlo de la
Para la concepción subjetiva, la causa es el elemento o momento psico- siguiente manera:
lógico que determina la voluntad; la razón o motivo decisivo que induce a A) De qué es la causa.—La causa que nuestra ley contempla es la de
negociar; el fin particular cuya consecución impulsa a realizar el negocio, la obligación.
En definitiva, la causa no consiste en el fin abstracto y permanente —siena-
pre igual— de cada tipo de negocio, sino en la finalidad concreta perse- Esta afirmación se apoya, no sólo en ser ésa la concepción clásica recogida
guida por las partes en el negocio contemplado en particular. por los Códigos que inspiraron al nuestro, sino en las razones que ahora se ex-
pondrán.
Sin ánimo de entrar en las inacabables discusiones sobre la causa, que me Tal afirmación, sin embargo, puede discutirse argumentando que, en ocasio-
llevarían demasiado lejos, no conviene silenciar ahora que, únicamente en la verr nes, habla el Código literalmente de causa del contrato —«De la causa de los
sión que expongo después (número 11) estimo admisible la teoría subjetiva de la Contratos»; rúbrica de la sección 3.a, capítulo II, título II, libro I—v, y otras ve-
misma, que ha sido aceptada a veces por bi jurisprudencia de nuestro T.S.i. Tal ces, por la forma de expresarse, parece que se refiere a ella —arts. 1.262, 1.°,
teoría, con independencia de cuál sea el ámbito de la causa —que después se L275, 1.276, 1.277—.
verá— carece de todo apoyo en nuestros textos positivos (claramente objetivos, No obstante, pienso que se trata de una inexactitud terminológica; y, en todo
por lo menos en principio, todo ello según luego se expondrá). caso, el argumento, meramente literal, que se apoya en la mencionada inexacti-
tud, se deshace con las siguientes consideraciones:
1.° El Código dice —art. 1.261— que «no hay contrato sino cuando concu-
4. Concepción unitaria.—Según una tercera corriente de opinión, tanto rren los requisitos siguientes: 1.0 Consentimiento de los contratantes. 2.° Objeto
la consideración exclusivamente objetiva de la causa, como la meramente cierto, que sea materia del contrato. 3.° Causa de la obligación que se establezca».
subjetiva, son parciales, porque cada una sólo toma en cuenta un aspecto de Queda, pues, claro que requisito del contrato es que haya una causa de la obli-
la cuestión. Es, pues, preciso elevarse sobre ellas, aunándolas, porque no son gación.
realmente contradictorias ni incompatibles entre sí. Y junto al fin que el ne- 2.' Presupuesto lo anterior, es evidente que aunque el Código —por brevedad
gocio persigue en abstracto, hay que dar relevancia causal al propósito que de expresión— habla, después, de causa del contrato, realmente quiere decir causa
indujo al sujeto a alcanzarlo (por lo menos cuando este propósito se incor- de la obligación que el contrato genera.
pora al negocio, como razón determinante de la declaración de voluntad). 3.a Por último —y esta consideración sería decisiva por si sola— la causa que
se define en el art. 1.274 es la causa de la obligación de cada parte contratante
o del único contratante obligado. Parece, pues, innegable que hay que admitir que
5. Ambito de la causa.—El estudio que ahora realizo versa sobre el el Código contempla la causa de la obligación, pues no va a definir una causa,
negocio jurídico; pero no todas las teorías sobre la causa entienden que ésta para luego, al establecer la regulación —arts. 1.275 y ss.—, referirse a otra.
lo sea del negocio (sólo del negocio y de todo negocio), sino que las opi- A base de lo expuesto, estimo probado que nuestro Código contempla la causa,
niones van desde quien piensa que todo acto jurídico requiere una causa, no de un negocio —el contrato—, sino de la obligación'.
hasta quien entiende que la causa —en el sentido específico en que vengo
hablando de esta figura— sólo se refiere a las obligaciones contractuales. Ahora bien, lo dicho en la ley para ésta, puede extenderse a cualquier
Entre ambos extremos, las posiciones intermedias son varias: la causa, se otra clase de atribución patrimonial (atribución que enriquece el patrimonio
entiende que lo es del negocio o del negocio patrimonial o del negocio de de otro, bien haciéndole adquirir nuevos derechos, bien liberándolo de obli-
atribución patrimonial o del negocio de atribución patrimonial inter vivos o gaciones)3. Incluso el propio modo de ser de las cosas lo requiere así, pues
del contrato o de la declaración de voluntad o de la atribución patrimonial
o de la obligación.
2 En el mismo sentido, véase SANCHO REBULLIDA Notas sobre la causa de la obligación en
el Código civil, en R.G.L.J., noviembre de 1971, y edición separada, págs. 4 y ss.
' Véase lo que se dice, infra, número 10. 3 Cfr., por ejemplo, la sentencia del T.S. de 25 de mayo de 1944.

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§ 93 DOCTRINA DE LA CAUSA
MANUEL ALBALADEJO

lo mismo que nadie se obliga a favor de otro (es decir, atribuye a éste un La causa de cada atribución es la misma para cada tipo de negocio, ya
derecho de crédito) sin causa, tampoco nadie realiza sin causa ninguna otra que precisamente en atención a las causas de las atribuciones se agrupan
clase de atribución patrimonial. Por ello, se puede concluir que la causa de los negocios que las realizan. Así, en todas las compraventas la causa de la
que nuestro Código habla (causa de la obligación) cabe referirla, no al ne- obligación —atribución a favor del vendedor— del comprador (obligación
gocio, sino a la atribución patrimonial. No es causa, pues, de la compra- de entregar una suma —el precio—) es la obtención del derecho a la cosa.
Los fines —causas— que más frecuentemente persiguen las atribucio-
venta —negocio--, por ejemplo (causa que, según un sector de la teoría ob-
jetiva, consistiría en el cambio de cosa por precio), sino causas: causa de nes patrimoniales, son: 1.0 Obtener un contravalor. Por ejemplo, en la com-
praventa, el vendedor, al celebrarla, confiere al comprador derecho a la cosa,
la obligación del comprador y causa de la obligación del vendedor, porque,
con el fin de obtener él el derecho al precio. Se habla, entonces, de causa
al obligarse aquél, atribuye un derecho a éste, y al obligarse éste, atribuye
credendi o acquirendi. 2.° Enriquecer a otro gratuitamente. Por ejemplo, al
un derecho a aquél: dos atribuciones, por tanto; para cada una de las cua- celebrar la donación, el donante confiere al donatario el derecho a lo do-
les hay una causa.
nado, por mera liberalidad Se habla, entonces, de causa donandi. 3.° Li-
B) Qué es la causa.—Sentado de qué sea la causa, hay que ver ahora berarse de una obligación. Por ejemplo, lo mismo el vendedor que el do-
qué sea: el art. 1.274 la define diciendo que «en los contratos onerosos se
nante, cuando —al cumplir el contrato— transfieren al comprador o al donatario,
entiende por causa, para cada parte contratante, la prestación o promesa de la cosa vendida o donada (que deben a éstos), lo hacen para extinguir la
una cosa o servicio por la otra parte; en los remuneratorios, el servicio o obligación que sobre ellos pesa. Se habla entonces, de causa solvendi.
beneficio que se remunera, y en los de puPa beneficencia, la mera liberali- Además de perseguir un solo fin, una atribución patrimonial puede per-
dad del bienhechor». seguir varios; dándose entonces un fin compuesto o combinación de causas.
Sin que el Código haya estado feliz de expresión en ese artículo, no Por ejemplo, A se obliga a transferir a B la propiedad de un objeto a cam-
cabe, sin embargo, negar que a base de él queda claro que se acoge el con- bio de una cantidad inferior a su valor —cosa de la que los dos están cons-
cepto objetivo de causa. La causa, pues, es el fin inmediato y objetivo a cientes y quieren— pçrque se desea enriquecer liberalmente a 13 por la di-
que la atribución se dirige: porque la atribución es un mero medio de al- ferencia. La atribución de A a B, persigue, pues, un precio y una liberalidad.
canzar aquel fin. Aparte de ese fin bbjetivo (causa) de la atribución, quien la hace —al
igual que antes decía para el negocio, cuando exponía la concepción obje-
Es decir, no tiene su justificación en ella misma. No se realiza sólo por en- tiva de la causa de éste—, la hace persiguiendo sus fines subjetivos, y la
riquecer, sino que se enriquece por algo. Como resultado inmediato, la atribución
produce un enriquecimiento al que la recibe, y la razón o fin de este enriqueci- hace por sus motivos particulares, inoperantes, en principio, para el Dere-
miento es la causa de aquélla. Habiéndose adoptado como término técnico jurí- cho. Así, se paga la deuda sólo por temor de ser llevado a los Tribunales,
dico el de causa, que deriva del Derecho romano, y ha llegado a significar, para o bien se paga por ser un hombre justo, o se dona por caridad, o bien, ex-
la Ciencia del Derecho, fin jurídico, por contraposición a motivos de hecho o a clusivamente, con fines propagandísticos. Sobre esta materia remito a lo que
cualquiera otra clase de fin. diré más adelante, que también es válido para el caso presente.

Así, transfiero, por ejemplo, una suma a A (lo enriquezco) para pagarle 7. Regulación legal de la causa.—La causa ha de existir y ser lícita;
lo que le debo, o, por ejemplo, me obligo hacia él (lo enriquezco) para que, no siéndolo la que se opone a las leyes o a la moral (articulo 1.275).
a su vez, él se obligue a otra cosa hacia mí. Y no se explicaría que le trans-
firiese la suma simplemente por transferírsela, o que me obligase hacia él La causa ilícita, que se opone a las leyes o a la moral, es una causa existente;
simplemente por obligarme. y cosa distinta es que se simule un negocio, en cuya hipótesis falta realmente el
negocio y la causa.
Atribuciones patrimoniales de una misma clase pueden tener diversas causas, Por eso es errónea la afirmación de la sentencia de 16 mayo 1975, conside-
Por ejemplo, A se obliga a entregar una suma a B, bien en concepto de precio rando 2Y, de que el negocio jurídico del caso «constituia una simulación, una mera
apariencia, de contrato tendente a impedir la recuperación normal de su disfrute
—se está ante una compraventa—, bien en concepto de liberalidad —se está ante por los propietarios [del disfrute del piso arrendado por el usufructuario] una vez
una donación—; o A transfiere a B la propiedad de una suma, bien en concepto
extinguido el usufructo, que es lo que constituye la ilicitud de la causa a que se
de pago —se está frente a un cumplimiento de obligación—, bien en concepto de
mutuo —se está frente a un préstamo—. refiere el art. 1.275 del Código civil».

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MANUEL ALBALADEJO § 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

La idea que expresa la sentencia, de ilicitud mediante simulación, está relati- 19945bK. Por otro lado, la causa presunta, a falta de otros datos, se estima one-
vamente extendida en nuestra práctica jurídica, cuando, sin embargo, lo único co- rosa, no gratuita. Así la sent. de 10 mayo 1994. Pero esto daría lugar a desajuste
rrecto es que, además de ser posibles los negocios con causa ilícita, puede darse con la realidad si en ésta la causa no es verdaderamente onerosa.
también la figura de perseguir el daño de otra persona —el fin ilícito de dañarla—
creando una apariencia de negocio. 8. Concepción anticausalista.—Según una opinión, la causa es algo
perfectamente inútil, y los códigos que la acogen, podían haber prescindido
La falta de causa, o su ilicitud, producen invalidez (nulidad: art. 1.275) de la misma, sin que nada cambiase por ello.
de la atribución y del negocio atributivo. Si la causa por la que aparentemente En general, quienes mantienen eso, lo hacen contemplando, en concreto,
se hace una atribución —por ejemplo, se adquiere derecho a una cosa, apa- la causa de las obligaciones contractuales, y advierten que en los contratos
rentemente por compraventa— resulta falsa, la atribución es inválida —nula-- onerosos, la causa se confunde con el objeto (prestación de la otra parte) y
, salvo que se pruebe que estaba fundada en otra verdadera y lícita (art. 1.276)4. en los gratuitos con el consentimiento del que hace la liberalidad.

La formulación de este artículo es, al menos, equívoca, en cuanto que ha- La tesis anticausalista supone una objeción contra la causa como requisito
blando literalmente de que «la expresión de una causa falsa en los contratos dará necesario autónomo, establecido por el Derecho positivo. Como tal, la causa se-
lugar a la nulidad, si no se probase que estaban fundados en otra verdadera y lí- ría innecesaria, y el papel que se piensa está llamada a desempeñar ya se cubre
cita», induce a pensar que el mismo contrato se mantiene a base de otra causa. de otra manera: así, su inexistencia o ilicitud coincidirían con las del objeto (del
Mientras que, desde luego, el contrato en el que la causa de una atribución es contrato) o con la carencia de la voluntad de donar; su falsedad, con la simula-
falsa (por ejemplo, la obligación de entregkr una cosa, no tiene por causa la obli- ción, etc.
gación de pagar un precio por ella, en cuyo caso sería compraventa) no se man- En efecto, es innegable que al poder atacarse la atribución por razón de su
tiene como tal contrato, sino como otro distinto (si en el caso tiene por causa la causa, es, por lo menos, normal que también pueda atacarse el negocio atributivo,
mera liberalidad del obligado, la obligación de entregarla se mantiene a base de por defecto de alguno de sus elementos. Pero, aun admitiendo la afirmación de
otra causa, causa donandi, y el contrato es válido, no como compraventa, sino que siempre que hay invalidez basada en la causa, la hay también por alguna otra
como donación)5. Esto es otra prueba de que el legislador, en el art. 1.276, piensa razón, debe aceptarse que ello: 1,0 Facilita la invalidación del negocio (y de la
en la causa de la obligación (atribución) y no en la del contrato, ya que, mante- atribución), dando más caminos para alcanzarla. 2.0 Permite cobijar bajo la inva-
niendo por otra causa, la misma figura, este mantenimiento se refiere a la figura lidez procedente de la causa de la atribución especialmente casos en que existe y
de la obligación, y no a la del contrato. es lícito el objeto de la atribución de que se trate, pero no lo es el de la que se
persigue a cambio de aquélla.
Aunque no se exprese cuál es la causa, se presume que existe una, y Además, el hecho de que, por ejemplo, la falta de la contraprestación perse-
que es lícita, mientras que el deudor (en general, el atribuyente) no pruebe guida por' la atribución, provoque la inexistencia de causa de ésta, no empece para
lo contrario (art. 1.277). que dichá causa sea pensable como algo distinto de tal contraprestación, algo con-
sistente,/ no en la misma contraprestación (como una interpretación equivocada,
La presunción de existencia y licitud de la causa, aunque establecida en el por exclusivamente literal, del art. 1,274, podría hacer pensar), sino en ser ésta el
art. 1.277, concretamente para el caso del contrato, es aplicable también a los ne- fin buscado con aquella atribución.
gocios unilaterales, como declaró la sentencia de 26 mayo 1950. Desde el punto de vista de nuestro Derecho positivo, es innegable que inútil
Pero esta regla de que, en principio, la causa aunque no se exprese se pre- —por suponer una repetición— o no, la causa se exige. Desde un punto de vista
sume, no rige para la inscribibilidad de los actos en el Registro de la propiedad, doctrinal, no cabe duda de que tanto el fin (causa) de la atribución, como el del
donde no se admite su ingreso si no consta la causa que tengan. Así lo habían
dicho, aparte de otras más antiguas, resoluciones de la D.G.R.N., como las de 7
y 26 octubre y 2 noviembre 1992 y 11 julio 1993, y lo recuerda la de 19 enero Pero la verrdad es que las razones que da la D.G.R.N. para pedir que la causa conste (p. ejem.,
que para poder calificar la aptitud de los otorgantes, debe de conocer la causa el Registrador), justifi-
carían también, contra lo que dispone el artículo 1.277 C.c., la necesidad de que la causa se expresase
4 Hay que probar la existencia de ésta, de modo que, por ejemplo, demostrado que era inexistente
incluso a efectos extrarregistrales. Así que habría que pensar dos cosas: una, que cuando la causa sea
la causa onerosa (de una compraventa aparente), no por ello queda acreditado entonces que realmente indiferente no será preciso que conste ni a efectos registrales; y, otra, que sí tendrá que constar incluso
lo que existía era una causa gratuita (de donación). Véase sobre el particular la sentencia de 2 enero a efectos extrarregistrales si es relevante que sea una causa en vez de otra. Ahora bien, ello lleva a te-
1978, considerando Ultimo. Se trata, pues —conviene insistir— de que, demostrada la falsedad de la ner que pensar que en ciertos casos en que es relevante, lo mismo a efectos registrales que extrarre-
causa expresada, se estime que no hay tampoco otra; y no de que el que prueba la falsedad de la causa gistrales, cuál sea la causa, ésta siempre tendrá que constar (así, por ejem„ si es onerosa o gratuita, a
expresada, asimismo deba de probar el hecho negativo de que tampoco hay otra causa. efectos de la mayor o menor fortaleza o debilidad del acto, o de posibles repercusiones en la legítima
Así mucha jurisprudencia. Por ej., sents. de 9 mayo 1988 y 23 mayo 1994. de los herederos forzosos).

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MANUEL ALBALADE10 § 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

negocio, merecen ser estudiados con autonomía, ya que suponen el examen — Normalmente nuestro Derecho no entra en el campo de los motivos6,
interesante— de las figuras objeto del mismo, no en sus elementos, sino desde el de forma que éstos no influyen en la apreciación que hace del negocio. Sin
punto de vista de su meta; cosa no sólo fecunda para la más completa compren_ embargo, en ciertos casos los toma en consideración de una u otra forma:
sión de la materia, sino que permite analizar determinadas características y clasi- así, para permitir impugnar las disposiciones testamentarias (art. 767, 1.°,
ficaciones que se apoyan en tal meta, fin o causa, exponiendo aquel análisis en que, aunque utilizando el término «causa», se refiere al «motivo»), cuando
un lugar sistemáticamente adecuado. se yerra en los motivos'.
Ciertas legislaciones, con saludable criterio, toman en cuenta la ilicitud
9. La causa del negocio jurídico.—Hasta aquí, lo referente a la causa de los motivos para invalidar el negocio a que impulsaron (así, Código ita-
de la atribución patrimonial. Pero, como se vio, según una corriente doc4 liano de 1942, arts. 626, 788 y 1.345), pero no es el caso de la nuestra, en
trinal, no es ya la atribución patrimonial —o, al menos, no es solamente la que, incluso con referencia a algún supuesto concreto, se establece la va-
ésta—, sino el negocio jurídico, el que tiene una causa. Es decir, caben dos lidez del negocio, a pesar del motivo ilícito (así, art. 767, 2.°, donde la ex-
soluciones, para la mencionada corriente: hay causa, no de la atribución, presión «causa contrario a Derecho» significa «motivo ilícito»).
sino del negocio, o bien, hay causa de la atribución y causa del negocio. Sin embargo, con frecuencia el negocio con motivos ilícitos es un ne-
Por eso voy a examinar ahora la cuestión de la causa del negocio. Y, gocio con objeto también ilícito, o bien un negocio al que los motivos se
para mí, este examen debe recaer, en principio, sobre el fin objetivo y tí- le incorporan, pero no como tales motivos, sino como cláusulas, como
pico del mismo. condición, etc. Entonces la invalidez que pueda alcanzar el negocio, pro-
A) Motivos*.—Antes de tratar del fin del negocio, conviene referirse a cede, no de los motivos en sí, sino de la ilicitud del objeto o de la con-
los motivos por los que se celebra y a los fines subjetivos que con él se dición, etc.'.
persiguen. Hay motivo ilícito, cuando éste es contrario a las leyes o a la moral
El negocio jurídico, como todo acto de voluntad, presupone unos mo- (argumento ex art. 1.275).
tivos, por los que el sujeto (o sujetos) lo realiza. B) Fines subjetivos.—Además de tener sus motivos, los sujetos mediante
Como ya se ha indicado al tratar de las teorías sobre la causa del ne- el negocio, buscan la consecución de fines subjetivos, que también varían
gocio, y al referirse a la de la atribución, estos motivos son las razones sub- de negocio a negocio. Por ejemplo: se contrae matrimonio, para vivir con
jetivas, particulares y mudables de negocio a negocio, que impulsan a ce- la mujer amada, o bien se contrae para vivir cómodamente con las rentas
lebrarlo. Por ejemplo: se contrae matrimonio por amor, o por interés; se de la esposa; se compra un libro para leerlo o bien para regalarlo; etc.
compra un objeto porque gusta o porque se necesita o porque es barato. Y Aunque una cosa es el fin y otra el motivo, no cabe duda de que la
huelga decir que, a veces, no se celebra el negocio por un solo motivo, sino consideración o representación del fin propuesto, constituye motivo que im-
por varios. pulsa a la formación de la voluntad encaminada a conseguirlo.
Al igual que los motivos, esos fines subjetivos son, en principio, jurí-
El T.S. distingue, en su jurisprudencia, la causa de los motivos: así en abun- dicamente irrelevantes, y sólo adquieren importancia para el Derecho (aun-
dantísimo número de sentencias. Entre las más modernas, por ejemplo, las de 30
enero y 4 marzo 1960, 16 junio y 23 noviembre 1961, 30 septiembre 1963, 27 que la adquieren, no como tales fines, sino como la figura a través de la
febrero y 26 abril 1964, 20 enero, 25 mayo y 4 octubre 1965, 27 diciembre 1966, que se incorporan) cuando se incorporan al negocio. Por ejemplo: persi-
8 julio 1974, 8 julio 1977, 7 julio, 24 noviembre y 30 diciembre 1978, 22 no- guiendo el fin de que una persona estudie, se le hace una donación con la
viembre, 6 y 31 diciembre 1979, 9 abril 1980, 3 febrero y 2 diciembre 1981, 1 carga (modo) de que curse una carrera; o se hace la donación bajo la con-
abril 1982, 8 julio 1983, 30 diciembre 1985, 17 febrero 1989, 4 enero, 8 y 31 dición de que estudie.
mayo 1991, 29 marzo 1993, 11 abril 1994, 25 mayo, 29 julio 1995, etc. Pero tam- C) Fin objetivo y típico.—A diferencia de los fines subjetivos vistos, todo
bién, en la jurisprudencia en que se ha hecho eco de la doctrina subjetiva de la negocio en abstracto tiene un fin objetivo, inmediato, invariable, siempre el
causa (cfr. supra, núm. 3), eleva a causa el motivo determinante. Ahora bien, en
tal caso, habría que reservar el término «motivos» para referirse a todos los de-
más motivos, que no devienen causa. Y, como dice la sentencia de 8 julio 1974, sólo son relevantes cuando lo dispone la ley.
7 Véase, además, lo que se dice en la Sección tercera sobre que los vicios de la voluntad, psico-
lógicamente actúan como motivo de que se celebre el negocio que los padece.
8 Para la ilicitud, del objeto, cfr. supra, § 92, número 4, para la de la condición, infra, § 96, La
* DEIANA, / rnntivi nel Diriao privalo, 1939; JOSSERAND, Les ~biles dans les acres juridi-
ques de Droit privé, 1921 (hay trad. esp., 1946).
condición.

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MANUEL ALB ALADO() § 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

mismo para todos los negocios de la misma clase, y que es independiente —como se viol°— una atribución puede mantenerse a base de un fin dis-
tanto de aquellos fines, como de los motivos9. Por ejemplo, es fin objetivo tinto del que en un principio parecía cumplir.
de la adopción la creación de la relación paterno filial; lo es del matrimonio Ahora bien, como según he indicado antes", la Ciencia del Derecho
la creación de la relación conyugal; de la compraventa, el cambio de cosa utiliza el término causa para referirse al fin jurídico, el fin objetivo inme-
por precio; de la donación, el enriquecimiento liberal del donatario; del tes- diato y típico del negocio suele denominarse causa de éste.
tamento, la regulación de la sucesión mortis causa; etc. El fin objetivo es Quede, sin embargo, bien sentado que no es a la causa, entendida en
igual para todos los negocios del mismo tipo, por la sencilla razón de que este sentido, a la que se refiere el Código, aunque le sean aplicables los
persiguiéndose un fin diferente, se trataría de un negocio de tipo distinto. principios que éste contiene para la causa de la obligación, ya que siendo,
Ese fin típico que en abstracto es perseguido por cada clase de nego- tal causa, fin de ésta, dichos principios valen para aplicarlos también al otro
cios, puede faltar en concreto para un negocio singular, bien porque en el fin (del negocio).
caso particular sea imposible de alcanzar, bien porque no sea querido, etc. CH) Pluralidad de fines objetivos.—Paralelamente a lo dicho para la
Entonces el negocio es inválido (nulo: argumento ex art. 1.275) porque, siendo causa de las atribuciones patrimoniales, un negocio, puede no sólo perse-
un medio enderezado al fin, es inoperante sin éste. guir un fin objetivo, sino varios. Precisamente una atribución con causas
combinadas no puede sino hacerse mediante un negocio que persiga varios
Ahora bien, es, por lo menos, normal que la invalidez, del negocio, proce- fines, porque fin (simple o múltiple) del negocio y de la atribución, corren
dente del fin, no sea imprescindible para atacar éste, porque implica ya invalidez
por razón de los elementos o requisitos del negocio. Por ejemplo, siendo el fin
parejos. Por ejemplo, deseando un fin de cambio y de liberalidad a la vez,
de la compraventa el cambio de cosa por precio, si dos personas simulan celebrar A y B celebran compra-venta de una cosa por un precio inferior al que vale.
compraventa, pero sin querer realmente tal cambio, no querer el fin implica no
querer realmente lo que se declara (se declara comprar y vender), y, por ello, la No hay que confundir, sin embargo, el negocio como un fin objetivo múltiple,
declaración de voluntad (elemento del negocio) es inválida. con aquellos negocios en que se persigue un fin objetivo simple, pero en los que
juegan otros fines subjetivos. Así, si un comerciante vende con rebaja al público en
general, o le hace descuento a un determinado cliente antiguo, no se persigue, en
Debe ser un fin lícito. Esto, en principio, no puede menos de ocurrir cada caso, obtener un precio y hacer una liberalidad, sino que simplemente se busca
tratándose de negocios típicos (regulados particularmente por el Ordenamiento), un fin objetivo, de cambio de cosa por precio (venta); y las rebajas o el descuento
ya que, en otro caso, la ley no habría recogido y protegido tales negocios se establecen con fin (subjetivo) de estimular a comprar o de conservar la clientela.
—medios para un fin que ella proscribiría—. Mas, también ha de ocurrir
en los negocios atípicos (no regulados particularmente en el Ordenamiento): Que el negocio con fin (objetivo) múltiple, pueda seguir siendo nego-
se trata de exigencia, no sólo contenida en los principios generales (y no cio del tipo correspondiente a uno de los fines (así, en el ejemplo puesto
puede menos de ser así, pues sería absurdo aceptar que el Derecho permita más arriba, bien compraventa, bien donación12) o que pase necesariamente
negocios —cuyo valor es él quien lo establece— en contra de sus propios a ser un negocio mixto (en el sentido de negocio de tipo distinto a cada
criterios), sino que trasciende a artículos concretos (C.c., arts. 6, número 3, uno de los negocios correspondientes a cada fin aislado), es cosa sobre la
1.255, 1.275). Y si el fin no es lícito, el negocio es inválido (nulo: argu- que no hay acuerdo.
mentos arts. 1.275 y 6, número 3). De todas maneras, el fin múltiple da lugar a 1417 negocio, que es cosa
No hay que presumir que el negocio tiene un fin —como se presume distinta de dos negocios que, aun externamente unidos, persigan individual-
que lo tiene la atribución patrimonial: art. 1.277— cuando no se hace cons- mente cada uno su fin propio. Que, en un caso concreto, se trate del pri-
tar explícitamente cuál sea; pues, a diferencia de la atribución, todo nego- mer supuesto, o bien, del segundo, es una cuestión de hecho.
cio de por sí implica un fin determinado, como ya he expuesto.
Un negocio, la falsedad de cuyo fin se prueba, no puede mantenerse 10. Jurisprudencia del T.S. sobre la causa.—Así como en la doc-
a base de otro fin, pues cambiando el fin cambia el negocio, mientras que trina se han empleado ríos de tinta sobre la causa, sin llegar a un acuerdo,

9 Un fin se puede perseguir por diferentes motivos: se compra un libro parque se le quiere leer o
1° Supra, número 7.
regalar o destruir. Y por un mismo motivo se pueden perseguir fines diferentes: porque se quiere leer 1' Supra, número 6.
un libro, se le compra, o se le alquila o se toma prestado. 12 Aunque se le apliquen también reglas especiales para el otro fin.

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MANUEL ALBALADE.10 § 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

también en la jurisprudencia han recaído en el tema de la causa numerosp que ha acogido la concepción objetiva,
simas sentencias, entre las que las hay para todos los gustos. Y realmente
no cabe afirmar que en unos períodos se haya acogido una concepción, y Por ejemplo, sentencias de 3 abril 1929 (por citar una antigua particular-
mente contundente), 22 febrero 1940, 12 julio 1941, 8 febrero 1943, 18 abril
en otros, otra, sino que los fallos, aun de la misma época, unas veces si- 1945, 6 diciembre 1947, 30 enero y 25 abril 1960, 13 mayo 1963, 27 febrero
guen un criterio, y otras el contrario. No se puede decir por ello que el T.S. y 26 mayo 1964, 20 enero y 25 mayo 1965, 8 noviembre 1968, 13 abril 1970,
-dentro de la inseguridad doctrinal- haya adoptado un punto de vista ju- 8 julio 1974, 8 julio, 6 octubre y 15 noviembre 1977, 7 julio y 30 diciembre
risprudencial sobre la causa. Lo que verdaderamente sí ha hecho el T.S. es 1978 (dos sentencias de esta fecha), 30 mayo y 31 diciembre 1979, 1 abril 1982,
utilizar ésta para resolver cada caso, en que jugaba y que se le sometió, de 8 julio 1983, 30 diciembre 1985, 4 mayo 1987, 1 julio 1988, 17 febrero y 19
la forma más moral y equitativa, adoptando para ello la concepción de la julio 1989, 31 enero y 8 mayo 1991, 24 enero y 11 junio 1992, 6 noviembre
causa que fuese más conveniente a tal fin. De modo que cuando, por ejem- 1993, 25 mayo 1995, 8 febrero 1996, 1 abril y 28 julio 1998, 20 diciembre
plo, en un negocio se observaba un fondo inmoral de la operación de que 2000, etc.
se tratase, no ha dudado el T.S. en acoger como causa el móvil determi-
nante o el motivo ilícito común, de forma que así pudiese declararse, por que la subjetiva,
razón de la causa, la invalidez del acto".
Se ha dicho que, si bien con sus diversas jurisprudencias, la doctrina Por ejemplo, sentencias de 2 abril 1941, 12 abril 1944, 5 junio 1945, 12
abril 1946, 6 diciembre 1947, 24 marzo 1950, 29 abril 1950, 20 junio 1955, 3
del T.S. es siempre causalista (es decir, rechaza la teoría anticausalista). Lo y 4 febrero 1961, 23 noviembre 1961, 26 abril 1962, 28 septiembre 1963, 27
cual es cierto, pero tampoco es posible Itra cosa, a la vista del C.c., que febrero 1964, 13 mayo 1965, 25 febrero 1966, 27 diciembre 1966, 24 abril
exige la causa. 1967, 29 abril Y 2 octubre 1972, 4 diciembre 1975, 19 mayo y 9 diciembre
Ahora bien, dentro de eso: 1981, 15 febrero 1982, 18 noviembre 1994, 13 marzo 1997, 13 abril y 27 oc-
tubre 1998.
lo mismo ha hablado (o presupuesto) -fiel al art. L275- de que no Si bien sentencias que adoptan la objetiva, admiten también la posibilidad de
hay causa, sino causas" (para cada parte la prestación de la otra), causa subjetiva cuando las partes elevan a la categoría de ésta, causalizándolo, el
móvil que les guió en el caso. Así sentencias de 30 diciembre 1978, 30 marzo,
Lo ha hecho en sentencias como las de 22 marzo 1955, 20 enero 1959, 25 22 noviembre y 6 diciembre 1979, 3 febrero y 2 diciembre 1981, 15 febrero 1982,
abril 1960, 27 febrero, 26 y 29 mayo y 23 noviembre 1964, 29 enero y 16 oc- 8 julio 1983, 4 mayo 1987, 30 diciembre 1985, 29 marzo 1993, 11 abril 1994, 1
tubre 1965, 8 julio 1977, 30 mayo y 3 octubre 1979, 5 marzo 1987, 1 julio abril 1998.
1988, 19 noviembre 1990, 8 mayo 1991, 20 julio 1993, 18 noviembre 1994, 29
julio 1995, 8 febrero 1996, 24 septiembre 1997, etc., por citar algunas de entre y cuando ha acogido una u otra, lo mismo lo ha hecho oponiéndose ex-
muchas. presamente a la contraria, que dejándole una puerta abierta, e incluso, a ve-
ces ha deseado -más o menos teórica o positivamente- armonizadas,
que ha acogido la causa sólo para los contratos o para los negocios de atri-
bución patrimonial (cfr. la sentencia de 25 mayo 1944), o que, diferente- Por ejemplo, cfr. sentencias de 31 octubre 1946, 7 diciembre 1948, 31 octu-
mente, la ha acogido en general para el negocio jurídico, bre 1951, 17 marzo 1956, 19 noviembre 1974, 19 noviembre 1990, 6 noviembre
1993, etc.

Véase TORRALBA, Causa ilícita: Exposición sistemática de la jurisprudencia del T.S., en A.D.C.,
1966, págs. 661 y SS.
y hasta ha afirmado que si bien la causa tal como la concibe el Código es
Posteriormente la sentencia de 28 octubre 1974 estimó ser negocio con causa ilícita la venta de objetiva, la jurisprudencia más reciente tiende a configurarla como subje-
un local como habitable, sin serio y a sabiendas, por hallarse tal destino prohibido por la ley (se tra- tiva. Lo cual es algo así como decir que dicha jurisprudencia cree oportuno
taba de una buhardilla de habitabilidad prohibida para vivienda); y la de 16 noviembre 1974, sedo
también la venta por precio superior al permitido de viviendas subvencionadas. La de 20 mayo 1985 prescindir del Código.
consideró causa torpe la negativa a vender al precio fijado reglamentariamente. La de 15 febrero 1982
consideró causa ilícita la finalidad negocial contraria a la moral o ley, y común a las partes. La de 18 Por ejemplo, la sentencia de 23 noviembre 1961, que dice: «La doctrina de
noviembre 1 994 no consideró ilícita la donación por ser hecha a la persona que vivía more uxorio con la causa es una de las más confusas del Derecho civil regulada con excesiva va-
el donante.
14 Supra, número 6. guedad en nuestro Código, pero éste la considera como uno de los elementos cons-

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§ 93 DOCTRINA DE LA CAUSA
MANUEL ALBALADEJO

EL FIN SUBJETIVO OPERA EN EL FIN OBJETIVO. De forma que se descausa-


titutivos del contrato necesarios para darle nacimiento, y, según está regulada en
nuestro primer Cuerpo legal, la causa tiene carácter objetivo estando constituida liza el resto de lo que, quedando dentro del fin objetivo, no satisfaría, ade-
por el fin que se persigue en cada especie contractual, no por los motivos que más, el fin subjetivo de que se trate. 2.' Pensando que a la causa objetiva
impulsan a cada parte a contratar, cual se desprende de la descripción —pues no normal se ha agregado con carácter causal el fin subjetivo, de modo que
puede calificarse de definición— que contiene el art. 1.274 al determinar qué se entonces, siendo este fin una parte de la causa, ésta no existe (porque no
entiende por causa en los contratos onerosos en los remuneratorios y en los de li- existe entera) si, aunque se obtenga el fin objetivo, no se alcanza además
beralidad. Segundo. La doctrina científica moderna tiende a construir una teoría el subjetivo.
subjetiva de la causa, viendo en ésta, no sólo el fin abstracto y permanente del
contrato (móvil específico), sino la finalidad concreta perseguida por las partes e Por ejemplo, si las partes celebran una compraventa o un arrendamiento
incorporada al acto jurídico como elemento determinante de la declaración de vo- para instalar en el local comprado o arrendado una casa de tolerancia, se
luntad (móvil impulsivo y determinante), doctrina acogida por nuestra jurispru- puede decir que: o bien (construcción 1.') borran para ese caso otro papel
dencia más reciente, la que tiende a dar relevancia jurídica y consideración de que la transferencia de la cosa o de su uso pudiera tener, y dejan como sola
causa a los motivos, cuando éstos son ilícitos», causa el cambio de precio o alquiler por cosa o su uso, pero para toleran-
cia; o bien (construcción 2.a) que han hecho causa el cambio, para destino
11. La causa objetiva y la causa subjetiva en el C.e.—Hasta aquí, a tolerancia, de cosa por precio, o de uso por alquiler.
la que se puede llamar concepción objetiva de la causa15 y concepciones Lo que, con cualquiera de las dos construcciones, es un fin ilícito, luego,
(objetiva o no) que de tal causa ha admitido la jurisprudencia16. da lugar a un negocio con causa ilícita.
Ahora bien, ha de decirse que, puesth que la jurisprudencia, admitiendo Otro ejemplo (realmente acontecido): para que en adelante viva junto
la causa subjetiva interpreta la ley como acogiéndola, y puesto que dicha a ella su madre y así poder atenderla mejor, una hija compra un piso con-
ley, también acoge sin duda (por las razones expuestas y porque asimismo tiguo al que ella habita, conociendo el vendedor todas tales circunstancias
lo admite, según se ha visto, la jurisprudencia) la objetiva, es imprescindi- y partiendo ambos contratantes de la idea de que sin tal fin de traslado de
ble encontrar una explicación a que nuestro Ordenamiento acepte la causa la madre junto a la hija, la compra no tiene razón de ser ni a la compra-
entendida simultáneamente tanto en su versión objetiva como en la subje- dora le interesa la adquisición en cuestión. Todo ello hasta el punto de que
tiva. Y esta explicación creo que es la siguiente: por tratarse precisamente de piso (que acaba de quedarse vacío) contiguo
En principio, el Código parte de estimar como causa el fin objetivo y (lo que hace posible ponerlo en comunicación interior con el de la hija), se
típico, con omisión de los motivos y fines subjetivos de las partes en cada ha accedido a pagar por él un precio superior que el pactado para otro piso
caso. Ahora bien, así como el art. 1.275 exige imperativamente una causa, de más valor, al que ya se tenía una opción de compra, pero que no estaba
el 1,274 no impone imperativamente que ésta lo sea sólo y exclusivamente en el mismo edificio, sino en otro vecino. Pues bien, aunque las partes lo
dicho fin objetivo. De modo que se entiende que lo es éste, únicamente ignoran, la madre ha muerto ya. Y entonces esa compraventa carece de causa
cuando los interesados, en uso de la autonomía de la voluntad que —den- y es, por ello, inválida, aunque cumpla el fin objetivo de cambio de cosa
tro de lo lícito— les concede el art. 1.255, no han querido otra cosa. Y la por precio, ya que en ella la causa no es este solo cambio, sino tal cambio
quieren si en el negocio concreto de que se trata han perseguido como fin para que la madre viva junto a la hija.
del mismo, no simplemente el objetivo propio del caso, sino éste con CIER- A tenor de lo dicho, no es que unas veces la causa se entienda en su
TAS PARTICULARIDADES INCORPORADAS. Lo que se produce porque cabe que versión objetiva, y, otras, en la subjetiva, según convenga, sino que siem-
lo que normalmente son fines subjetivos que quedan fuera de la causa, se pre, en principio, y salvo otra voluntad de las partes, la causa es la obje-
causalicen, especificando con ellos el fin objetivo general perseguido en abs- tiva. Ahora bien, si los otorgantes del negocio, en uso de su autonomía de
tracto por aquel tipo de negocio. Entonces cabe estimar que la situación voluntad, han querido, como fin del mismo, una determinada (que, presu-
puede construirse de dos maneras: 1." Pensando que tales fines subjetivos puesto el fin suyo objetivo, es decir, sin cambiar éste, sino partiendo de
quedan, no ellos convertidos en causa, sino convirtiendo en casa, DENTRO conseguirlo, le agregue algo), se suele decir que es causa en sentido sub-
del fin objetivo general, SOLO EL SECTOR ACOTADO POR LA REDUCCION QUE jetivo EL FIN QUE, DENTRO DE LA CONSECUCIÓN DE LA CAUSA OBJETIVA Y
ADEMAS DE ÉSTA (además, porque la consecución de ésta, no puede supri-
mirse ni sustituirse por el otro fin Leómo sería posible que hubiese una
15 Número 9. compraventa que no persiguiese el objetivo de cambiar cosa por precio?],
'6 Número 10.

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MANUEL ALBALADEJO § 93 DOCTRINA DE LA CAUSA

sino, tal otro fin, perseguirse añadido al objetivo del negocio), se proponen Que la jurisprudencia ha procedido así, es un hecho innegable. Ahora bien,
las partes17,7b's. asimismo parece innegable que la causalización de los fines subjetivos persegui-
Y, entonces: dos no debe reducirse a la de los malos.
A) Bien falta la causa cuando, aunque el negocio cumpla su fin obje-
tivo (por ejemplo, cambio de precio por cosa), no cumple el subjetivo aña- Por supuesto que la existencia de la causa subjetiva ha de estimarse
dido (por ejemplo, cambio de precio por cosa para vivir la madre, o para sin necesidad de que los otorgantes del negocio lo hayan establecido es-
montar un negocio de tolerancia, etc.), ya que —como decía antes— o el pecíficamente, por ejemplo, en el documento que recoja aquél, sino que
fin objetivo ha sido descausalizado por la voluntad de los interesados, en basta que efectivamente esté en la voluntad de las partes, puesto de relieve
la parte en que no sirva para obtener el fin subjetivo de que se trate (cons- por la conducta de las mismas, o que se deduzca del planteamiento del ne-
trucción La), o el fin subjetivo ha sido hecho causa agregándolo al obje- gocio que persigue —sobre el suyo objetivo— ese fin especial concreto y
tivo (construcción 2.). que sin él no se habría celebrado. Sin embargo, es evidente que el no ha-
B) Bien, es inmoral la causa si, aunque no lo sería por sí solo el fin berla establecido explícita y documentalmente, puede dar lugar a dificultad
objetivo (por ejemplo, intercambio de precio por cosa), lo es el propó- de probarla.
sito que, agregado a éste, persiguen las partes (por ejemplo, intercambio Por otro lado, conviene dejar claro que para que el fin subjetivo pase
de precio por cosa PARA dedicarla al negocio inmoral de tolerancia), por- a ser causa, puesto que es convertirlo en fin asignado por las partes al ne-
que, en el caso, se ha celebrado el negocio partiendo de excluir la cau- gocio, no basta que fuese el que determinó a una de éstas a celebrar aquél,
salidad de todo cambio precio-cosa ctue no sea para destinar ésta a aquel sino que si procede de varias partes, es preciso que haya sido asimismo
propósito. determinante para las demás, o que al menos éstas hayan partido de la base
La concepción expuesta de la causa subjetiva, en cualquiera de sus dos o aceptado el presupuesto de que el negocio no se celebraría si no fuese
construcciones, es decir, bien no como una causa distinta de la objetiva, para la consecución de dicho fin". En otro caso, los fines subjetivos, por
sino como un plus sobre ésta, o bien como un plus que suprime la virtud mucho que hayan sido impulsivos o determinantes exclusivos para que una
causal de la causa objetiva en cuanto no sirve para satisfacer ese plus, tiene parte celebre el negocio, quedan en su rango normal de puros fines subje-
la ventaja de armonizar ambas causas. A la vez, tal concepción, no dando tivos irrelevantes para el Derechol9.
la exclusiva de la causa subjetiva a las causas inmorales, permite que el Una vez expuesta mi opinión sobre la causa en el sentido objetivo y
negocio sea inválido, no por cumplir fines inmorales, sino por no satisfa- en el subjetivo, cuando en adelante hable de que la causa es el fin objetivo
cer fines morales agregados a la causa objetiva (por ejemplo, por no po- del negocio, lo hago con la salvedad de todo lo anterior, que doy por so-
der llenar el de servir de vivienda a la madre para cuya morada se adqui- breentendido.
ría el piso).
Antes de dejar el tema de la causa subjetiva, quiero hacer la siguiente ob-
La verdad es que la jurisprudencia prácticamente viene usando la causa sub- servación: viendo lo dicho, se cae en la cuenta de que si las partes quieren la
jetiva sólo para declarar nulos negocios que persiguen un fin inmoral o de cual- agregación al negocio de una causa subjetiva, sustancialmente es como si qui-
quier modo ilícito. Esto hasta tal punto que la sentencia de 23 noviembre 1961 siesen celebrar éste bajo la condición de que se dé el hecho que persigue el fin
ha llegado a decir (considerando quinto), refiriéndose a la versión subjetiva de la subjetivo que sea (así, en el caso de la hija que compra la casa para que su ma-
causa que es «doctrina acogida por nuestra jurisprudencia más reciente, la que dre viva junto a ella, es como si la compra, con su causa objetiva normal, se hu-
tiende a dar relevancia jurídica y consideración de causa a los motivos CUANDO biese hecho bajo la condición de que viva la madre). Y entonces surge la pre-
ESTOS SON ILICITOS». También las de 31 diciembre 1979, 19 mayo 1981, 15 fe- gunta: ¿en puridad de doctrina, no sería más correcto construir la causa subjetiva,
brero y 1 abril 1982, 11 diciembre 1986, 22 julio 1995 y 30 noviembre 2000.. no como causa, sino como un caso de celebración bajo condición del negocio de
que se trate?
Por mi parte creo que podría construirse, en efecto, como un caso de nego-
11 Cfr. la opinión que sobre el tema formula DIEZ-PICAZO en El concepto de causa en el nego- cio condicional, pero que: 1.°, de cualquier modo, cabe también que sea cons-
cio jurídico, en Estudios de Derecho público y privado ofrecidos al Prof. SERRANO, 1. pág. 210. truido como hipótesis de causa subjetiva, y, 2.°, como tal lo construye la juris-
17bi' En apoyo de este criterio cabría aducir la sentencia de 13 abril 1998, cuando dice (EL cuarto,
párraf. 2.°), refiriéndose al fin perseguido por una renta, que será el objetivo de la operación que sea,
«salvo que la finalidad del contrato para la compradora fuese conocida y compartida por la vendedora,
18 Sobreel particular insisten mucho las sentencias de 3 febrero y 2 diciembre 1981,
constituyendo entonces la causa específica de la compraventa».
Véase supra, número 9, sub B).

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MANUEL ALBALADESO § 94 CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA

prudencia, así que hay que optar por que en nuestro Derecho positivo se cons- no se obtiene (así, en el ejemplo puesto, a través de la compraventa, en vez de a
truye, no como negocio condicional, sino como negocio con causa subjetiva. través de la donación).
El negocio indirecto no es un negocio simulado ni en todo ni en parte. En el
ejemplo anterior es querida realmente una compraventa, y realmente querido —
§ 94 para favorecer al comprador— el precio fijado, aun con conocimiento —de am-
CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA bas partes— de que la cosa vale más; no es, pues, un precio fingido que oculta
otro —el mayor— verdaderamente establecido.
SUMARIO: 1. Negocios indirectos.-2. Negocios en fraude a la ley.-3. Negocios cau- Puesto que admitir la posibilidad del negocio indirecto implica afirmar que el
sales y negocios abstractos.-4. Negocios fiduciarios. negocio celebrado no cambia porque se persiga, además, con él el otro fin (que
se consigue a través de los efectos que el negocio produce por si solo), el lla-
1. Negocios indirectos*.—Se califica a un negocio de indirecto cuando, mado negocio indirecto no es un tipo especial de negocio —no puede hablarse de
presupuesto su fin inmediato objetivo y típico (causa), se le utiliza, además, él como categoría dogmática—, sino que es un negocio cualquiera —el negocio
causal empleado— aplicado a otro fin además de al suyo típico. Ahora bien, otra
para un fin objetivo distinto de aquél. cosa es que el sistema de servirse de negocios para fines diversos de los suyos,
dé lugar a una serie de cuestiones procedentes, no del negocio utilizado, sino de
El negocio indirecto sólo es posible en tanto en cuanto se admita que aun la utilización para un fin diverso.
persiguiendo también otro fin, el negocio en su conjunto sigue perteneciendo a la
clase de negocios propia del primer fin perseguido; pues, de no admitir esto, el
segundo fin no se conseguiría por un nuigocio extraño a él (negocio indirecto), Se dice que al negocio indirecto, de por sí, se le aplican las normas
sino por otro negocio específicamente adecuado (negocio directo). propias del negocio .que esi, pero que al fin —indirecto— perseguido por
él, se le aplican las normas que la ley establezca en orden a tal fin, nor-
Sentemos, por ejemplo, la hipótesis de la compraventa celebrada por A mas que se refieren a éste —en cuanto supone consecución de un resul-
y B por un precio inferior al que la cosa vale, con el fin de enriquecer li- tado—, y no al medio por el que se consigue (normas fiscales, sobre cola-
beralmente a B por la diferencia. Sería un negocio indirecto, pues se utili- ción y reducción de liberalidades, sobre incapacidades, etc.). Y si lo que
zaría un negocio (compraventa) para un fin (enriquecimiento liberal) dis- establece la ley es que las normas de que se trate se apliquen a los actos
tinto del suyo típico (intercabio de cosa por precio). que persigan ciertos fines, serán aplicables al negocio indirecto las normas
que le correspondan por el fin indirecto, en cuanto que, por aquél, también
Siento la hipótesis anterior, a mero título de ejemplo y desde un punto de se alcanza este fin.
vista doctrinal, con abstracción de nuestro Derecho positivo (y del nada claro art.
622), así como de que no se estimase ni ser el negocio una donación utilizada a Cuando la obtención del fin (diverso) no procede directamente deI negocio
la vez con fin de venta, ni tratarse de un negocio en parte venta y en parte do- celebrado, no puede calificarse a éste de indirecto2. Y esto sucede:
nación, o de dos negocios unidos, uno de venta por la parte a que alcanza el pre- 1.° Cuando se utiliza un negocio, juntamente con otro u otros, unidos y en-
cio, otro de donación por la parte en que se quiere enriquecer gratuitamente al caminados, en conjunto, a un fin ulterior, fin que se obtiene directamente por otro
adquirente.
Ahora bien, lo mismo que el fin típico del negocio, el fin llamado indirecto,
se alcanza directamente mediante el negocio utilizado. Así, pues, el término indi- ' La resolución de 19 julio 1973 consideró venta el acta del caso, luego, al ser oneroso, no ad-
recto —lo mismo aplicado a negocio que a fin— es convencional, y sólo signi- mitía el establecimiento de prohibiciones de disponer al adquirente (véase tomo III, vol. 1.0 de esta obra,
Prohibiciones de disponer). El razonamiento de que la intención de las partes fue celebrar una venta, y
fica que el fin se ha perseguido a través de un negocio con el que normalmente que no hay más dato en pro de su liberalidad que la frase de la escritura, de que se vendía por precio
menor del posible (considerando 4.°), razonamiento que (siendo estimado tal contrato oneroso) funda-
mentaba la inadmisibilidad de la prohibición de disponer, parece indicar ser espíritu de la resolución el
* ASCARELLI tiene varios estudios sobre el tema, principalmente los contenidos en II negozio in- de que si hubiese aparecido, con seguridad una liberalidad PARCIAL (por la diferencia entre el precio co-
diretto, Saggi giuridici, 1940, y también otros en Studi in tema di contrató, 1952; DE GENNARO, Sul brado y el valor real), no habría procedido la inadmisión de la prohibición. Por mi parte pienso que de
valore giuridico del negozio indiretto, 1939; GRAZIANI, Negozi indiretti e negozi fiduciari, en R.O. ese espíritu se sigue: o que la D.R.G.N. rechaza el negocio indirecto, ya que sólo lo habría aceptado
Comen., 1933, I, págs. 414 y as.; MOSSA, Negozio indiretto, en N. Riv. D. Comm., E (1948), II, págs. de haber proclamado que el negocio del caso era, sin duda, una venta, aunque hubiese seguridad de que
157 y SS.; ORTEGA PARDO, Donaciones indirectas, en A.D.C., 1949, págs. 918 y ss.; RODRIGUEZ por él se alcanzase (al vender por precio inferior al valor) efectivamente un fin indirecto (la liberalidad
ARIAS, El negocio indirecto y figuras jurídicas afines, en R.G.L.J., 1949 (XVII), págs. 290 y ss.; RU- Por la diferencia); o que, de admitirlo, estima que le son aplicables, a la parte con que se alcanza el
BINO, El negocio jurídico indirecto, trad. esp., 1953, y en notas de págs. 3, 5 y 6, más bibliografía fin indirecto, las normas propias del negocio específicamente propio para alcanzar este fin.
alemana e italiana. 2 La paradoja se explica por el sentido en el que se emplea el calificativo indirecto.

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§ 94 CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA

negocio, partiendo del fin ya obtenido por aquél. En este caso, el primer negocio
no constituye sino un eslabón hacia el fin ulterior, que se alcanza, no por el di- presamente sobre el visto tema de la admisibilidad o no de la figura como siendo
sólo del negocio usado. Por otro lado, los fallos que rechazan la admisibilidad de
rectamente, sino por su combinación con el otro u otros negocios.
obtener fines prohibidos o en fraude de la ley o en perjuicio de terceros, de por
2.° Cuando se utiliza un negocio, al que se añaden nuevos pactos o cláusu-
sí no excluirían la admisión del negocio indirecto, pero con aplicación al fin in-
las que, formando parte de él, llevan a conseguir un fin —a través del total ne-
directo de las reglas propias del tal fin. Queda, sin embargo, lo relativo a si es
gocio en que se integran— que faltando tales pactos o cláusulas no se habría con-
admisible el negocio indirecto, no para eximir de las reglas aplicables al fin in-
seguido por aquél solo. En este caso, el mencionado fin, no se alcanza sino mediante
directo que mediante él se obtiene, sino al solo efecto de que baste aplicarle las
la agregación al negocio básico, de aquellas estipulaciones y, por eso, no se puede
del negocio usado. Y creo que no, tanto por las razones expuestas antes, como
decir que proceda directamente de este negocip básico, sino del negocio total que
porque tal soluciópn es la más acorde con la insistente jurisprudencia6 que viene
forman aquél y las referidas estipulaciones. No hay, pues, negocio (que debería
declarando que los negocios son lo que son y no lo que se les llama, y con la
ser el básico) indirecto, sino negocio (el total) directo.
idea de que sobre la conceptuación que las partes den a los mismos, aun real-
Para este supuesto se habla, también, por algunos, de negocios indirectos; pero
mente querida, prevalece la en que los tenga la ley'.
creo que inexactamente.

Y cabe preguntarse ahora si nuestra ley admite el negocio indirecto. 2. Negocios en fraude a la ley*.—Corno se sabe, la ley permite
Por mi parte, en principio, creo que no', y que el caso de la pretendida ciertos fines (así, crear la relación conyugal, cambiar cosa por precio,
persecución por las partes de fines indirectos al negocio que usan (por ejem- etcétera), regulando para la consecución de los más importantes o fre-
plo, venta por bajo precio con el fin de engiquecimiento gratuito del adquirente cuentes, negocios específicamente encaminados a conseguirlos (el matri-
por la diferencia) hay que entender que es conceptuado por nuestro Derecho o monio, la compraventa), aparte de que algunos puedan obtenerse (para
como hipótesis de dos negocios unidos, cada uno por la parte que en el total quien discrepe del .rechazo que he hecho de la figura en el número an-
corresponde al fin perseguido, o como hipótesis de negocio mixto que, si bien terior) a través de otros negocios (calificados, según se acaba de ver, de
sería uno sólo, está compuesto, en las partes que sea, por los que correspon- indirectos). Y —como también se sabe— siendo muchísimos los fines
derían a las distintas en que es idealmente separable el fin total perseguido. admisibles, a tenor de los principios y criterios del Ordenamiento, para
muchos de ellos no se regula negocio especial, sino que se deja al ar-
La razón básica para adoptar esa postura ante el negocio indirecto, se halla en bitrio de los particulares establecer los encaminados a tales fines lícitos:
que es la más natural, pues es innegable que para el sentir del hombre normal, negocios atípicos.
cuando dos personas están de acuerdo en entregar una y recibir la otra algo por la Pero, otros fines, la ley los rechaza; y entonces, no sólo no crea un ne-
mitad de lo que vale, por querer dar gratuitamente la otra mitad, lo que hay es que gocio para conseguirlos, sino que prohíbe a los particulares celebrar nego-
en parte se vende y en parte se regala'', razón por la que las reglas de la donación cios que conduzcan a tal fin.
deben de aplicarse (pues si no se burla a la ley) no sólo al fin perseguido —en la Ahora bien, aunque la ley no diga que haya fines prohibidos, sino ne-
parte en que es regalar—, sino también al medio o negocio empleado, ya que otra gocios prohibidos, hay que inducir que el fin se prohibe para aquel caso y
cosa permitiría, so capa de haber utilizado un negocio para un fin distinto del suyo,
eludir las reglas aplicables al negocio no usado (porque su fin se consiguió a tra-
para cualquier otro: o sea, que el mismo fin tampoco puede ser conseguido
vés del otro), y así, por ejemplo, donar la mitad indivisa de un inmueble sin otor-
gamiento de la escritura pública que exige para ello imperativamente el art. 633, 6 Véase infra, § 100, número 7.
por el procedimiento de vender la otra mitad al donatario. ' Véase la nota 16 del lugar citado en nota anterior.
La jurisprudencia, aunque usa a veces la expresión «negocio indirecto»5, no * AMOROS, La elusión y la evasión tributaria, en R.D.F. y Hac. Púb., 1965, y cid. separada; BAZ,
Essai sur la fraude a la loi en Droit musultnan, 1938; CARRARO, II negocio in frode alla lege, 1943,
suele ser para referirse al concepto en estudio, y desde luego no ha resuelto ex- y Valore untarle della massima «fraus omnia corrumpit», en R,T.D. e Proc. civ., 1949, págs. 782 y ss.;
CESARIN1, La struttura della fraus legis, en R.T.D. e Proc. civ., 1953, págs. 1.071 y ss.; DESBOIS,
La notion de la fraude a la loi, etc., 1927; FUCHS, Umgehung des Gesetzes, 1917; LIGEPOULO, Le
3 Véase DE CASTRO, E/ negocio jurídico, cit., §§ 495 y ss., donde hace una acertada crítica del
probleme de la fraude a la loi, etc., 1928, y La defensa del Derecho contra el fraude, en R.D.P., 1930,
mismo que destruye los argumentos usados en su defensa.
4 Y decir que es una venta totalmente, pero con la que se obtiene en parte el fin de enriquecer
págs. 1 y ss.; LOIS, Teoría del fraude en el proceso civil, 1948; PALAO, El fraude a la ley en el De-
recho tributario, en R.D.F. y Hac. E, 1966, núm. 63, pág. 677; ROMEA, Geseizumgehung in deraschen
gratuitamente, es como decir que se vende incluso en la parte en que no se cambia por precio; lo que
es falso, ya que venta sólo la hay en tanto en cuanto se persigue cambio de cosa por precio. En rela- internaticonalen Privatrecht, 1955; ROTONDI, Gli atti in frode alta legge nella dottrina romana e ne-
na sua evoluzione posteriore, 1911; VETSCH, Die Unrgehung des Gesetzes, 1917; VIDAL, Essai dime
ción con el tema es un modelo de confusión la sentencia de 13 marzo 1982.
Así sentencias como las de 25 noviembre 1959, 14 marzo 1964, 20 enero 1966 y 4 octubre 1976, theorie générale de la fraude en Droit franÇais, 1957.
entre otras. Además otras obras más antiguas sobre fraude a la ley en Derecho internacional privado, pueden
verse en DE CASTRO, Derecho civil, P, pág. 602, nota 2.

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por otro negocio; salvo que haya razones para decidir que lo prohibido es con independencia— de la causa de la atribución que por él se realiza, y
el medio (negocio) y no el fin. causal a aquél cuya validez y efectos dependen de esa causa.
Dado que el negocio realizado persiguiendo claramente un fin prohi- Así que la abstracción consiste en aislar la validez y efectos del nego-
bido por la ley, es invalidado por ella, caben dos caminos tendentes a evi- cio, de la causa en cuestión, a diferencia del negocio causal, en el que aqué-
tar esto: ocultarlo bajo una falsa apariencia de perseguir otro fin (simula- llas dependen de la causa, y, faltando ésta, no hay negocio válido ni se dan,
ción) o realizar un negocio o un conjunto de negocios que, amparándose en por tanto, los efectos negociales.
normas dictadas con finalidad distinta, alcancen el resultado prohibido (ne-
gocio en fraude a la ley). Una cosa es la causa (fin) de la atribución patrimonial, y otra la declaración
De la nulidad del negocio simulado, se trata en otro lugars; aquí sólo de voluntad (el convenio o la voluntad unilateral, cuando proceda) que fija cuál
es aquella causa. Así, por ejemplo, para poder decir que A se obliga (atribución)
toca poner de relieve que también es nulo el negocio en fraude a la ley. a favor de B con el fin de que (causa) B se obligue a favor de A, es preciso que
Esta nulidad procede —como ya dije al tratar de los actos en fraude de la A y B hayan convenido (convenio causal) que es ése y no otro el fin (causa) por
ley— de causas objetivas y es independiente de que el sujeto haya tenido el que A se obliga.
o no ánimo de defraudar, pues lo proscrito es el resultado, y no su obten- En las atribuciones patrimoniales que se realizan mediante negocio jurídico
ción con propósito fraudulento. Aunque lo usual, en la práctica, es precisa- es preciso: 1.0 La declaración de voluntad atributiva (en el ejemplo anterior: acuerdo
mente la existencia de ese ánimo, y sólo excepcionalmente ignora el sujeto de A y B de que aquél queda obligado a favor de éste). 2.0 La declaración de vo-
que es ilícito el fin que persigue con el negocio o negocios que celebra. luntad sobre el fin (causa) de la atribución.
Sobre la nulidad del negocio en fratde de la ley, remito a lo dicho9 Pero esta segunda declaración puede formar o no parte de la total declaración
de voluntad del .negocio de atribución. a) Si forma parte de la misma, la validez
respecto a los actos en fraude de la ley. Aquí basta añadir sólo que, ade- del negocio depende de la causa que se ha fijado a la atribución. b) Pero si no
más del entonces recogido art. 6, número 4, también el 1.255 («Los con- forma parte, puede ocurrir: a') que la validez del negocio dependa de dicha causa;
tratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan b') que no dependa de ella. Y en este último caso (sub b') se dice, en sentido pro-
por conveniente, siempre que no sean contrarios [directa o indirectamente; pio, que el negocio es abstracto, porque por ser abstracto se entiende el negocio que
descubierta o encubiertamenteJ a las leyes, a la moral, ni al orden público») es válido independientemente de la causa de la atribución que por él se realiza.
facilita un apoyo textual para la anulación del negocio en fraude.
Si con el negocio fraudatorio se persigue un fin ilícito, el negocio es Conviene insistir en que la abstracción se entiende referida a la causa
nulo por ilicitud de su causa (art. 1.275). Ahora bien, si lo que ocurre es de la atribución y no a la causa (fin) del negocio. Ello por la sencilla razón
que la defraudación de la ley consiste, no en perseguir un fin ilícito, sino de que, de por sí, la atribución no implica una causa determinada (así, la
en eludir la aplicación de la que realmente corresponde al fin perseguido, obligación de A a favor de B, puede tener por causa, bien otra obligación
entonces el negocio no será nulo por causa ilícita, sino que simplemente se de B a favor de A, bien la mera liberalidad de A, etc.), mientras que, de por
le someterá a la ley que procedaw. sí, el negocio sí implica un fin (causa) determinado (así, el fin de la venta
es necesariamente el cambio de cosa por precio, el de la donación, el enri-
3. Negocios causales y negocios abstractos*.—Se llama abstracto al quecimiento liberal del donatario, etc.); por cuya razón, todos los negocios
negocio que es válido independientemente —y cuyos efectos se producen serían causales, si lo que tuviese en cuenta fuese la causa del negocio.

Supra, § 90, número 5. 1983, pág. 15; GONZÁLEZ ENRIQUEZ, La confesión extrajudicial y el art. 1.407 del C.c., en A.A.M.N.,
Supra, § 23, número 2. XIII, 1962, págs. 461 y ss.; HECHK: El negocio jurídico real abstracto, R.C,D.1., 1965, pág. 1.443;
Véa.se lo dicho en § 23, número 2 y su nota tercera. HECK, Das abstrakte din gliche Rechtsgescháft, 1937; LACRUZ, Notas para el estudio de la «promis-
* ALBIEZ DOHRMANN, El reconocimiento de deuda: aspectos contractuales y probatorios, 1987; sio sine causa» en los fueros de Aragón, 1944; LOPEZ VILAS, Los llamados negocios jurídicos abs-
ASCARELLI, Titoli causali e negozio di accertamento, en Saggi giuridici, 1949, págs. 447 y SS.; BÁHR, tractos, en R.D.P., 1965, págs. 487 y ss., y Estudio sobre el reconocimiento de deuda, en R.D.P., 1965,
Die Arterkennung als Verplichtung.sgrund3, 1894, y Zur Verstándigung tiber Anerkennungsvertrag, en JJ.. págs. 845 y ss.; MESSINA, Contributo alia dottrina della confesione, en Scritti, II, 1948; MOZOS, DE
2 (1858), págs. 283 y ss. y 367 y ss.; CASAS VALLES en C.C.J.C., n.° 2, 1983, pág. 371; CLAVE- LOS, Negocio abstracto y reconocimiento de deuda, en A,D.C., 1966, págs. 369 y ss.; NUÑEZ LA-
RIA GOSALBEZ en C.C.J.C., n.° 2, 1983, pág. 509; COHN, Zur Lehre von Wesen der abstrakte Ver- GOS, en Scaevola, Código civil, XXX, 2, 1961, págs. 593 y ss.; PANUCCHIO, La confesione stragiu-
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1932, págs. 327 y ss.; ESCRIVA DE ROMANI, El reconocimiento abstracto de deuda y la sentencia págs. 43 y ss.; SANAHUJA, Estudio del reconocimiento de deuda, en La Notaría, 1945, núm. 80, págs.
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extrajudicial, trad. esp., 1958; GETE-ALONSO, El reconocimiento de deuda, 1989, en C.C.J.C., n.° LACARREGUI, Causa y abstracción causal en el Derecho civil español, 1977.

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MANUEL ALBALADEJO 94 CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA

Incluso el negocio por el que se establezca solamente que «A y B acuerdan existe y que es lícita, mientras el deudor no pruebe lo contrario»—, ya que, ante
que aquél transmite y éste adquiere en propiedad la cosa X» es un negocio cuyo él, no se está frente a abstracción de la causa, sino frente a no expresión de la
fin (causa) queda patente: pues es el de que B adquiera la propiedad de la cosa misma (supra, caso sub a, a'), que es algo muy distinto, pues una cosa es que el
(omisión hecha de la causa —causa de la atribución, y no del negocio— por la negocio no dependa de ella (negocio abstracto), y otra que, aun dependiendo, no
que la adquiera). sea preciso que conste. Aunque la causa no conste (porque la declaración causal
no forme parte de la declaración negocial), no obstante, se presume que existe y
Ahora bien, siendo independiente de la causa la validez del negocio que es lícita (salvo prueba contraria), dependiendo el negocio de la causa (pre-
abstracto, no importa que aquélla falte o sea ilícita, pues, en cualquier caso, sunta); y destruida la presunción, el negocio sigue la suerte de todo negocio cau-
los efectos se producen igualmente, es decir, la atribución perseguida por sal sin causa.
De la presunción de causa que el art. 1.277 sienta (para el caso de que aqué-
el negocio se realiza (así, si la atribución perseguida consistía en conferir lla no se exprese) se dice que supone, para la causa, una abstracción procesal, de
A a B un derecho de crédito, A deviene obligado a favor de B; o, si la tipo probatorio —relevación de la PRUEBA de la causa—, pero no relevación de
atribución consistía en la transmisión de una cosa, B adquiere la propie- la CAUSA —abstracción material—. Sin embargo, se debe advertir que también
dad de ésta). cuando la causa se exprese, se está relevado de probarla. Evidentemente la pre-
Y cabe preguntarse ahora: ¿nuestro Derecho acoge el negocio abstracto? sunción de que existe, se ha de dar, con mayor razón, cuando se exprese (aunque
Creo que la respuesta debe ser negativa, a la vista del art. 1.275, que podría expresarse una causa inexistente —art. 1.276—); y la letra del artículo («Aun-
no deja lugar a dudas: «Los contratos sin causa [de la atribución 3 o con que la causa no se exprese... se presume que existe...») implica la misma pre-
causa ilícita no producen efecto alguno». • sunción para el caso de que se haya expresado.
La validez del negocio, pues, depende de la causa; luego no hay ne-
gocio abstracto. Cuando el negocio es causal —con o sin expresión de causa—, el
resultado injusto que supondría la atribución patrimonial sin causa o con
Y tal dependencia se dispone en general, es decir, lo mismo para el caso de causa ilícita, se evita mediante la necesidad de la causa (B, en princi-
que la declaración causal forme parte de la declaración de voluntad negocian' que pio, no deviene acreedor de A, si la obligación de éste carece de causa;
para el de que no la forme. Siendo prueba de ello que aunque seguidamente se o no se convierte en propietario de la cosa que A le entrega, si carece
establece en el Código la innecesidad de que la declaración causal forme parte de de causa la atribución de la propiedad), cuya falta o ilicitud, invalida el
la declaración negocial de voluntad (art. 1.277: «Aunque la causa no se exprese negocio, que no produce, pues, efectos. Mientras que cuando el negocio
en el contrato...»), sin embargo, no se exceptúa tal hipótesis de la aplicación de es abstracto, el resultado injusto que acarrea la atribución sin causa, no
lo dispuesto en el art. 1.275 sobre la necesidad de la causa (y de su licitud) para se evita, sino que ha de repararse después; y no a través de atacar el
la validez del negocio.
negocio (que aun sin causa es inatacable y eficaz), sino borrando los
efectos que aquél produjo, cosa que se realiza mediante la concesión al
Sin entrar en otra clase de argumentos, se puede afirmar que no hay perjudicado de una acción tendente a la restitución de la ventaja patri-
razón para entender que fuera del caso contemplado, sea otro el criterio le- monial atribuida sin causa. Pero se trata de una acción personal; con lo
gal. Es más, de aquél debe inducirse el principio general acogido. cual el transmitente en el negocio abstracto sin causa, se halla en in-
Por otro lado, no es válido, en pro de que en nuestro Derecho sea posible el ferioridad respecto al que en un negocio causal sin causa, no llegó a
negocio abstracto, el argumento de que puede celebrarse a base del principio de transmitir —por faltar aquélla—, por lo que conserva acción real para
autonomía de la voluntad. Pues el art. 1.261 establece de forma imperativa que recuperar la cosa que entregó.
«no hay contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes: ...3.° Causa de
la obligación que se establezca».
negocio jurídico abstracto, porque precisamente este precepto presume que es vital e ineludible la exis-
Y menos aceptable, a favor de la admisibilidad del negocio abstracto es el tencia y validez de la causa, por estar limitado su alcance al solo y exclusivo valor de una presun-
art. 1.27712 —»Aunque la causa no se exprese en el contrato, se presume que ción, pues siendo un precepto de carácter predominantemente probatorio y procesal, ha de circunscri-
birse el mismo a la simpre inversión de la carga de la prueba de la causa». Véanse rechazándolo
también las más recientes de 30 diciembre 1978, 3 noviembre 1981, 29 enero, 28 marzo, 30 junio y
" Art. 1.262: «El consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación so- 25 noviembre 1983, y 20 octubre 1993 mientras que la de 22 junio 1988 sí acoge bajo el art. 1.277
bre la cosa y la causa [declaración causal] que han de constituir el contrato». al negocio abstracto, también lo acoge la de 14 marzo 1989 y la resolución de 14 octubre 1986. Más
12 Como dice la acertada sentencia de 3 febrero 1973: «... no hay que olvidar que el artículo ci- reciente con cita de anteriores, véase la de II marzo 1993. También las de 21 julio 1994 y 13 y 23
tado [el 1.277] no sirve para fundamentar la pretendida existencia en nuestro sistema del dispositivo del febrero 1998.

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§ 94 CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA
MANUEL ALBALADEJO

La Una atribución (A y fi celebran un acto por el que se traspasa a éste el


4. Negocios fiduciarios*.-Se califica de fiduciario al negocio que derecho de propiedad). Parte positiva que concede un poder mayor del necesario
voy a estudiar, porque se basa en la confianza o fiducia que se deposita en y adecuado al fin perseguido.
la persona a la que, mediante el negocio, se le hace la atribución patrimo- 2.a Una declaración de voluntad" limitativa de ese mayor poder. Parte nega-
nial fiduciaria. tiva, tendente a reducir éste, para que se le use sólo dentro de los límites del fin
Por negocio fiduciario se entiende aquél por el que se realiza una atri- perseguido. Pero declaración de voluntad, de alcance más débil que aquella con-
bución patrimonial que sobrepasa (que es más amplia) el fin perseguido, cesión; pues no impide el abuso del poder -en el sentido de utilizarlo aun fuera
obligándose, a la vez, el que la recibe, a usar de ella sólo dentro de los lí- de los límites queridos por el fiduciante-, sino que sólo obliga personalmente al
fiduciario. De forma que si éste viola su obligación, es, sin embargo, válido lo
mites de aquel fin y a la posterior restitución de lo adquirido. Por ejemplo, que realice, salva siempre su responsabilidad para con aquél. Por ejemplo, si vende
A (que recibió de B un préstamo) por razones de comodidad, transfiere a a un tercero la cosa suya propiedad se le transmitió, la venta es válida, aunque
B la propiedad de un objeto, con el fin de que sirva de garantía a éste por luego puedan exigírsele daños y perjuicios.
el préstamo hecho; comprometiéndose B a retransmitírselo, cuando le sea
devuelta la cantidad prestada, y a no disponer de la cosa entretanto. Son casos usuales de negocio fiduciario: la transferencia de la propie-
La atribución realizada (transmisión de la propiedad del objeto a B) so- dad con el fin de garantía (cuando al fiduciario le bastaría un simple dere-
brepasa el fin perseguido (constituir una garantía a favor de B), pues ese cho de hipoteca o prenda sobre la cosa transmitida) y obligación de resti-
fin se hubiese obtenido, por ejemplo, con sólo dar a B el objeto en prenda tución, en su día; la transferencia de la propiedad con fin de administración
(sin necesidad de transmitirle su propiedad). o gestión, y devolución una vez acabadas éstas; la cesión de créditos con
propósito de que sean cobrados por el fiduciario y, luego, transmitido al fi-
Como se ve, el negocio total se compone de dos partes: duciario lo que se cobró; ete.14.
Y es necesario responder ahora a la pregunta: ¿nuestro Derecho admite
* ALBALADEJO, El llamado negocio fiduciario es simplemente un negocio simulado relativamente, el negocio fiduciario?
A.C., 1993-4, pág. 663; CARIOTA-FERRARA, I negozi fiduciari, 1933; CASTRO, DE, El negocio fidu-
ciario, en R.D.N., 1966, núms. 53-54, págs. 7 y ss., y en A.A.M.N., XVIII, 1972, págs. 5 y ss., y El ne: El Código civil no establece nada al respecto, de una forma explícita,
godo jurídico. 1971, págs. 379 y ss.; CLARET MARTI, De la traducia y del trust. Estudio de Derecho pero el Tribunal Supremo, en varias sentencias, ha estimado que la figura
comparado, 1946; DELGADO ECHEVERRÍA en C.C.J.C., n.° 4, 1984, pág. 1.155; FERRARA, / negozi cabe dentro de nuestra ley.
fiduciari, en Studi Scialoja, II, 1905, págs. 747 y ss.; FUENTE_SECA, CRISTINA, El negocio fiduciario
en la jurisprudencia del T.S., 1997; GARRIGUES, Negocios fiduciarios en Derecho mercantiP, 1976, y en
págs. 97 y ss., abundante bibliografía; GERSTLE, Das reine Treuhandgeschaft int schweizerischen Priva- En algunas lleva hasta sus últimas consecuencias la admisión; en otras se li-
trecht, 1917; GETE-ALONSO en C.C.J.C., n.° 14, 1987, pág. 4.621; u.' 22, 1990, pág. 333; n.° 27, 1991, mita a decir explícita o implícitamente que es admisible, o explica su estructura
pág. 759; GOLTZ, Das fiduciarische Rechtgeschaft, etc., 1901; GOMEZ GALLIGO, Titularidades fiducia- o la acepta más o menos verbalmente, pero resuelve el caso realmente sin hacer
rias, A.C., 1992-3, pág. 533; GONZÁLEZ PALOMINO, La adjudicación para pago de deudas, en A.A.M.N., apliación de lo que implicaría rigurosamente la figura. En el tema véanse senten-
I, 1945, págs. 207 y ss.; GRASSETTI, Del negozio fiduciario e della sua anunissibilita nel nostro ordl-
namento giuridico, en R. D. Comm., 1936, I, págs. 345 y ss.; GRAZIANI, Negozi indiretti e negozi cias como las de 23 mayo 1935, 25 mayo 1944, 28 enero 1946, 23 febrero 1951,
dan, en R. D. Comm., 1933, I, págs. 414 y ss.; HEIN, Gnmdriss der Treuhdndrecht, 1929; JORDANO, 3 mayo, 17 junio, 31 octubre y 28 diciembre 1955, 4 enero, 22 mayo y 25 sep-
El negocio fiduciario, 1959, Dictamen sobre recuperación de bienes transmitidos fiduciariamente, en A.D.C., tiembre 1956, 10 julio 1957, 10 noviembre 1958, 5 diciembre 1959, 8 marzo 1963,
1966, págs. 619 y ss., Causa, motivo y fin del negocio, en A.D.C., 1949, p. 749 y ss., y Mandato para 14 marzo, 11 junio y 15 octubre 1964, 18 febrero, 30 octubre, 20 noviembre y
adquirir y titularidad fiduciaria, en A.D.C., 1983, págs. 1.435 y ss.; LACAL, El tema del negocio fidu- 14 diciembre 1965, 20 enero 1966, 21 marzo y 18 noviembre 1969, 4 abril 1972,
ciario, en R.D.P., 1950, págs. 777 y ss.; LADARIA, Legitimación y apariencia jurídica, 1962; LIPARI,
negozio fiduciario. 1964; ME1ER, Das fiduziarische Rechtsfe.schaft, 1922; MESSINA, Negozi fiduciari, en
3 mayo y 4 diciembre 1976, 30 abril 1977, 27 junio 1980, 9 diciembre 1981, 19
scritii, I, 1948, págs. 1 y SS.; MEZQUITA DEL CACHO, Negocio aparente y negocio fiduciario, en R.D.E.A., mayo y 2 junio 1982, 20 mayo 1986, 6 abril y 9 octubre 1987, 12 febrero, 8
1960, núm. 21, págs. 37, A y ss.; MOZOS, DE LOS, «Negocio fiduciario», La Ley, 1986/4, pág. 1.026;
NAVARRO MARTORELL, La propiedad fiduciaria, 1950; NORD, Das Recht des Treuhandet; 1927; OERT-
MANN, Die fiducia in romisaen Privatrech, 1890; PEREZ DE ONTIVEROS BAQUERO, Consideracio-
13 También atributiva -carácter que no importa ahora- en el sentido de que confiere un derecho
nes en torno al pacto de fiducia «cm creditore», R.J.N., n.° 12, 1991, pág. 69; REYMOND, Essai sur la
de crédito al fiduciante: derecho a que el fiduciario actúe dentro de los límites prometidos, y a que re-
norme et les limites de Pacte fiduciaire, 1948; RODRIGUEZ ROSADO, Fiducia y pacto de retro en ga-
rantía, 1998; SAPENA, Actualidad de la «fiducia CUM creditore», en R.D.N., 1957, julio-diciembre, págs. transmita, después, lo que recibió.
14 Verdaderamente que antes de la transferencia de la propiedad en los dos casos primeros, o de
125 y ss.; SCHÓN, Trenhündgeschüfte, en Archiv. tb. Rechts, 1910 (35), págs. 291 y ss.; SCHONY, Treuhünd-
geschafte, della fiducia, 1961; SERRANO GARCIA en C.C.J.C., n.° 31, 1993, pág. 343; SIEBERT, Das la cesión, en el tercero, se establece un acuerdo en cuya virtud el fiduciante se obliga a la transmisión
rechtsgeschüfte Treuhandverhültniss, etc., 1953; SOTO NIETO, La titularidad del fiduciario en la fiducia o cesión; y el fiduciario a la conservación y restitución.
«cunt creditore», en R.D.N., 1957, julio-diciembre, págs. 125 y ss.; VIDAL, La venta en garantía en el Este acuerdo (negocio) no es sino puramente obligacional, sin la parte real que supone la poste-
Derecho civil común español, 1990. rior transmisión de la propiedad al fiduciario.

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MANUEL ALBALADEJO § 94 CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA

marzo, 18 abril, 28 octubre y 22 diciembre 1988, 19 mayo 1989, 7 marzo 1990, ministración, etc.); y si se estima insuficiente esa causa para justificar la atribu-
30 enero, 7 mayo y 5 octubre 1991, 6 y 21 julio 1992, 29 marzo, 5 abril, 5ju- ción mencionada, ésta sería inválida, por excesiva.
lio y 15 octubre 1993, 14 julio y 14 octubre 1994, 13 marzo y 22 junio 1995, 22 Por último, para otros, la tesis acertada es la de la validez del negocio fidu-
febrero, 2 y 3 diciembre 1996, 19 junio, 7 octubre 1997, 13 mayo, 4 junio, 4 ju- ciario, apoyada en la validez de la atribución fiduciaria, como atribución causal,
lio, 9 diciembre 1998, 31 marzo, 15 junio. 13 y 27 julio, 16 noviembre 1999 y cuya causa es la causa fiduciae. Tesis que yo he mantenido con anterioridad'', ba-
resoluciones de 10 junio 1986 y 30 junio 1987. sada en las consideraciones siguientes:
El fin (causa) del negocio fiduciario consiste en el intercambio del derecho
Mas, considerando la cuestión con independencia de la jurisprudencia, que se transmite, por la ventaja que con tal transmisión obtiene el fiduciante (con-
¿cuál es la solución acertada y por qué razones? seguir el crédito que se garantiza, sernos administrada la cosa, cobrársenos el cré-
Pienso ahora que el negocio fiduciario, como tal, parecería que no es dito cedido) unida a la potestad de recuperarlo después. El fin (causa) de aquella
transmisión (atribución) es la obtención de la ventaja que la garantía, la admi-
admisible en nuestro Derecho, porque sobrepasando el medio utilizado al nistración o el cobro, juntamente con la posterior restitución, supone para el fi-
fin perseguido, éste no es causa suficiente para mantener aquél. Habría una duciante (para éste, la causa es la «promesa de la cosa o servicio por la otra parte»
íntima disonancia dentro del ámbito del negocio, un desacuerdo de éste con- —art. 1.274—). Ventaja ésta, la esperanza de cuya consecución se apoya, no sólo
sigo mismo, lo que es inadmisible. Por ejemplo, el fin de garantía o el de en lo pactado, sino especialmente en la confianza que el fiduciario inspira al fi-
administración o el de cobro, carecen de fuerza para justificar la transfe- duciante.
rencia de la propiedad de la cosa que se da en garantía o que se da para Ahora bien, después de la crítica que DE CASTRO ha hecho de la causa fidu-
administrar, o la del crédito cuyo cobrqbse pretende. ciae, creo demostrada la inconsistencia de la concepción que la acoger'.
Ahora bien, el negocio fiduciario vale como negocio del tipo que re-
sulte justificado por el fin perseguido (garantizar al fiduciario su crédito o, ALBALADEJO, El negocio jurídico, 1958, pág. 225. También otro antiguo, como yo, mantene-
que administre la cosa de que se trate, o que cobre el crédito que se le ci- dor de la misma, se ha convertido, convencido, como yo, por la crítica de De Castro (véase más ade-
lante, nota 17 y texto correspondiente). Se trata de JORDANO, el antes defensor máximo de la teoría
dió), y, por tanto, transmite al fiduciario un poder adecuado a ese fin. Ese que, tanto él como yo, consideramos ahora errónea. Véase JORDANO, Mandato para adquirir y titu-
es el criterio de la jurisprudencia actual. Basándose esta afirmación, bien en laridad fiduciaria, en A.D.C., 1983, págs. 1.435 y ss.
17 Del negocio fiduciario se ocupa en El negocio jurídico, págs. 379 y ss. (donde se recogen otros
que se estime querida realmente sólo la transmisión de este poder menor, estudios que anteriormente publicó sobre el tema presente).
bien en que se piense que hay conversión de negocio". Y así, la transmi-, Como quiera que sin exponer tal crítica habría que confiar, sin verlas, en las razones que de-
sión fiduciaria que se haga de algo, da al que lo recibe, no la propiedad (ni muestran la mencionada inconsistencia, parece necesario, a pesar de la extensión que ocupará, transcri-
siquiera la propiedad formal, que dicen algunos para expresar la idea de ha- bir las páginas que DE CASTRO dedica al tema.
Dice en las páginas 407 y siguientes:
ber sido puesta a su nombre), sino sólo la representación del dueño para «Los defensores más alerta de la construcción del doble efecto [doble efecto, porque, como ya se
poder obrar en el caso según los fines del verdadero negocio perseguido. ha visto, el negocio fiduciario tiene efecto real —transmisión de la propiedad— y efecto obligacional
—que el adquirente quede obligado a usar de aquel derecho para el fin perseguido, y luego a retrans-
Otra opinión —partiendo, también, de la insuficiencia de la causa para justi- mitirlo-1 han abandonado por insostenible en Derecho español la teoría de la dualidad negocial y con-
sideran el negocio fiduciario unitariamente, con una propia y peculiar causa, la que llamarán causa fi-
ficar, en el negocio fiduciario, la atribución del poder (excesivo) al fiduciario— duciae. Se dirá entonces que, si conforme al artículo 1.274, la simple promesa de una cosa o servicio
considera que dicho negocio sólo es admisible como negocio abstracto, en los De- puede ser causa de los contratos onerosos: "Este servicio consistirá, en nuestro caso, en el deber del fi-
rechos que acepten éste, puesto que, entonces, la atribución fiduciaria sería una duciario de servirse de la cosa o del derecho conforme a las instrucciones del fiduciante y de restituir-
atribución abstracta, y válida, por tanto, independientemente de su causa. los de acuerdo con estas instrucciones. La causa fiduciae, identificada con la finalidad de mandato o
Pero respecto de esta tesis, entiendo que no sirve para fundamentar el nego- garantía visible en el negocio obligatorio, es la que constituye la causa de ese negocio complejo que
llamamos fiduciario" (GARRIGUES, Negocios fiduciarios en Derecho Mercantil, 1955, pág. 29). Se le
cio fiduciario en nuestro Derecho, que no admite negocios abstractos. E incluso, caracteriza como una causa atípica, consistente en el "juego de una prestación o atribución patrimonial
partiendo —a fines de argumentación— de dicha admisión, hay que estimar que frente a la promesa obligacional del fiduciario de servirse de la res fiduciaria conforme a lo pactado y
el negocio fiduciario no sería uno de ellos, pues si se toma en consideración, tal de restituir al fudiciante o a un tercero, la misma cosa o derecho recibido" (JORDANO, El negocio fi-
cual es, en su totalidad, no existe sólo la susodicha atribución, sino, también, el duciario, 1959, pág. 118). Consistente se afirma también "en el intercambio del derecho que se trans-
acuerdo obligacional (sobre el uso que ha de hacerse del derecho transmitido, y mite, por la ventaja que con tal transmisión obtiene el fiduciante" (garantizarnos por nuestra deuda, ser-
su restitución posterior), en cuya virtud aparece la causa de aquélla (es decir, que, nos administrada la cosa, cobrársenos el crédito), unida a la potestad de recuperarlo después»
(ALBALADEJO, El negocio jurídico, 1958, pág. 225).
por ejemplo, la transmisión de la propiedad persigue sólo fin de garantía o de ad- Estas ingeniosas afirmaciones —sigue DE CASTRO— merecen comprobarse con algún despacio.
Puede servir a tal efecto la venta en garantía. ¿Dónde se encuentra aquí la reciprocidad de prestaciones
Propia del contrato con causa onerosa? A la entrega de la cosa confiada no corresponde el precio, que
15 Véase infra, § 105, números 5 y siguientes. aquí no existe. Las obligacicnes asumidas por el fudiciario no pueden ser valoradas como contrapres-

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MANUEL ALI3ALADEIO § 94 CIERTAS CLASES DE NEGOCIOS EN ATENCION A LA CAUSA

De todo lo dicho resulta que despojando de falsos ropajes al negocio Ante eso, a poco que se piense se cae en la cuenta de que este segundo
fiduciario, me parece que se puede decir que realmente nos encontramos: negocio, al que no se da difusión, no es ni más ni menos que un negocio
.1) Por fuera, con el que podríamos llamar negocio exterior (porque realmente querido y disimulado, y que el primero es uno no querido y si-
es el único que aparece; el otro las partes se lo callan) o excesivo (para el mulado. Así que verdaderamente las reglas que deben aplicarse al denomi-
fin perseguido) o transmisión fiduciaria (por ejemplo, la llamada venta fi- nado negocio fiduciario son las de la simulación porque lo que de verdad
duciaria en garantía; que es cosa doblemente engañosa, porque ni se quiere es es un negocio simulado que encubre uno disimulado.
vender, de modo que la cifra que figure como precio es ficticia, ni siquiera
se quiere transmitir, sino sólo entregar en garantía). Postura, ésta, que cada vez está asumiendo con más claridad y expresamente
2.° Por dentro, el llamado negocio (o, si se quiere, parte limitativa la jurisprudencia. Así en la sentencia de 15 junio 1999, que recogiendo otras si-
milares dice: «Que ciertamente esta Sala ha mantenido la doctrina del negocio fi-
del poder transmitido por el negocio fiduciario total) obligacional por el que duciario, en su consideración del doble efecto, real y obligacional, que fue im-
el receptor de la fiducia se compromete a usar de lo recibido sólo dentro portado incluso en su terminología de la doctrina alemana, pese a ser distintos los
de las facultades que se le quieren conferir. presupuestos básicos del Derecho civil en este extremo; pero la doctrina española
más especializada discute su autonomía, niega la existencia de la llamada causa
tación de la pérdida de la propiedad que sufriría el fiduciante; no son un quid pro quo. El fiduciante fiduciae y cada vez más lo asimila, en muchos casos, al negocio jurídico simu-
no ha recibido nada, por lo que ha dado. Las obligaciones del fiduciario harán tan sólo que su bene- lado, con simulación relativa, cuyo negocio disimulado será válido si reúne los
ficio sea inferior del que lo sería por una donación simple, por la que se adquiere plena y definitiva- elementos precisos para su validez; la propia jurisprudencia no ha sido ajena a
mente la propiedad sin abonar precio; pues se dice quIll adquiere la propiedad plena y definitivamente, esta evolución y en ocasiones apunta la existencia de la simulación: la sentencia
con la promesa de tener en cuenta que la recibe a fines de garantía; a la manera, si se quiere, de quien de 6 de julio de 1992 dice que «la actora, propietaria formal, no puede obtener
es favorecido con algo, bajo una carga o modo. El fiduciario recibe la propiedad, recibe también la ga-
rantía y en contraprestación nada ha dado, de nada se ha desprendido; el fiduciante pierde la propie-
más que la devolución de lo garantizado, pero sin que acceda a su patrimonio de
dad, se desprende de ella para garantizar a otro y nada ha recibido, ni por lo uno ni por lo otro. En la modo definitivo el derecho de propiedad, al no ser esa la finalidad perseguida,
venta en garantía, por tanto, no parece posible encontrar una causa que merezca el calificativo de one- que sólo quiso la garantía, sin voluntad de comprar o vender»; la de 5 de abril
rosa y que así justifique el paso pleno y definitivo de la propiedad del fiduciante al fiduciario. de 1993 dice: «lo que sitúa el caso que nos ocupa en el ámbito jurídico de la si-
Si se analiza la venta en garantía, la realidad que ofrece es más imple y más compleja de lo que mulación (absoluta o relativa) pero no en el de la fiducia»; la de 22 de febrero
se nos ha dicho. Nos encontramos ante una escritura de venta. No frente a una manciparía o al con- de 1995 dice, refiriéndose a un negocio fiduciario, que «no puede integrar en su
trato transmisiva alemán. Por ello, la venta, como contrato causal y no abstracto, requiere una causa.
Al no haber precio, el negocio de compraventa se revela como contrato simulado. Por mucha fuerza patrimonio el objeto sobre el que recae como si la titularidad fuese suya y no del
taurnatúrgica que se vea en el término negocio fiduciario, nunca llegará hasta convertir lo falso en ver- fiduciante» y añade: «el instrumento jurídico que se utiliza suele ser el de una
dadero. Puede la compraventa encubrir otro negocio. Este negocio disimulado será el de garantía. Mas compraventa ficticia...»; la de 2 de diciembre de 1996 se refiere expresamente a
los negocios de garantía, no son negocios independientes, sino que para su existencia requieren la dé la «simulación de la (compraventa) referente a los recurrentes...»; la de 19 de ju-
aquel crédito de cuyo cumplimiento responden. La venta en garantía corrientemente se usa para garan- nio de 1997, tras exponer la doctrina del contrato fiduciario, declara «ineficaz la
tizar un préstamo. El por qué y para qué del negocio fiduciario será entonces proporcionar al presta- compraventa que configura el contrato real del negocio jurídico fiduciario con-
mistas una seguridad más de cobro. Esta será la causa de la fiducia cum credítore.
Al escudriñar las interioridades del negocio fiduciario se descubre su carencia de propio sentido y templado en el inismo».—En el presente caso, por más que se hable de negocio
su naturaleza de artificio empleado para servir resultados que caen dentro del ámbito de otras figuras jurídico fiduciario en 1a sentencia de instancia, que no le aplica los efectos que
jurídicas, las que le imprimen distinto y específico carácter. Ello es lo que se ha destacado al decir que según la doctrina le eran propios, no hay sino un negocio jurídico simulado. Las
la pluralidad de funciones del negocio fiduciario impide que tenga una única causa, y que, por ello, ha- • partes celebran sendos contratos de compraventa y en documento privado, reco-
brá que negar que el negocio fiduciario constituya una categoría unitaria. En verdad, resulta antinatural nocido por todas ellas, manifiestan que lo han celebrado «sin verdadero animo
incluir bajo la misma rúbrica la venta en garantía en la que la situación fiduciaria se impone por el fi- vendendi». La simulación es relativa, en el sentido de que encubre, disimula, el
duciario y en su exclusivo beneficio, y la fiducia can; ~leo, en la que el fiduciario actúa a la conve-
niencia del fiduciante. verdadero negocio jurídico...» También la sentencia más reciente de 13 julio 1999.
La construcción examinada del negocio fiduciario choca todavía con otro obstáculo: la inadecua-
ción de la causa fiduciae respecto al efecto de transmitir una propiedad, de modo pleno y definitivo.
Eliminada la compraventa como tal título transmitivo, por ser simulada o inexistente, queda como único
título el disimulado de garantía o de mandato. La transmisión de la propiedad requiere un título o causa
adecuada. El garantizar un cobro o el cumplir un encargo no son títulos que puedan justificar, resliee-
tivamente, una pérdida y una adquisición de propiedad, de modo pleno y definitivo.»
Hasta aquí la crítica de la teoría explicativa del negocio fiduciario mediante la admisión de la causa
difuciae. En cuanto a la crítica de otra explicación del mismo (inconsistente también, como la de la
causa fiduciae), la de la adquisición por el fiduciario de una propiedad formal que contiene poder dis-
positivo, mientras que el fidueiante conserva la propiedad material, véanse págs. 409 y 420 y SS.

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MANUEL ALBALADEJO § 95 IDEAS PREVIAS

Sección Octava Los denominados elementos accidentales que examino a continuación


LOS DENOMINADOS ELEMENTOS ACCIDENTALES —la condición, el término y el modo—, no son tales elementos del nego-
DEL NEGOCIO JURIDICO cio, sino —salvo el modo— requisitos de eficacia del mismo. Y digo salvo
el modo, no porque éste sí sea elemento, sino porque ni siquiera es requi-
sito de eficacia.
§ 95
IDEAS PREVIAS* Por otro lado, por razones de unidad de materia, al hablar del término, exa-
minaré también —aunque no sea requisito de eficacia— el término de ejecución.
SUMARIO: 1. Generalidades.-2. Terminología. Dejaré los restantos «elementos accidentales» para ser examinados —si
tal examen lo justifica su importancia o la frecuencia de su uso—, con oca-
1. Generalidades.—Nuestra doctrina suele estudiar bajo la denomina- sión de estudiar los negocios en que se suele insertar (así, por ejemplo, las
ción de elementos accidentales del negocio o de autolimitaciones de la vo- arras en la compraventa) o con motivo de exponer los requisitos sobre que
luntad o de determinaciones o disposiciones accesorias, tres figuras, que versan (así, la forma ad substantiam voluntaria, en el capítulo referente a
son la condición, el término y el modo. la forma del negocio).
Como ya he expuesto', se suelen llamar «elementos accidentales» a
una serie de figuras, cuya característico común se halla en depender de 2. Terminología.—Además de elementos accidentales del negocio, termino-
la voluntad de las partes, de manera que éstas pueden, si quieren, aña- logía que se explica por lo expuesto, pero que, como vimos, es inexacta, se sue-
dirlas a un negocio concreto2, sin que, salvo tal agregación, éste, de por len llamar las figuras en estudio autolimitaciones de la voluntad, y determinacio-
sí, las requiera: en tal caso se hallan la condición, el término, el modo, nes o disposiciones accesorias.
En cuanto a la expresión «autolitnitaciones de la voluntad» es exacta en el
la forma ad solemnitatem pactada por los sujetos, la cláusula penal, las sentido de que ésta, por virtud de la autonomía que el Ordenamiento jurídico le
arras, etc. reconoce, se restringe a sí misma, reduciendo el valor que en otro caso tendría,
y los efectos más amplios que —faltando la limitación— se seguirían ex volun-
Expuse asimismo', que la influencia sobre el negocio de cada una de ellas es tate del negocio. Así, si en vez de celebrar un contrato a término o bajo condi-
distinta, pues mientras en unos casos depende de las mismas la eficacia de aquel ción, se celebrase puramente, los efectos de aquél se darían en todo caso, y no
(así: negocio condicional), en otras el elemento accidental atañe a la validez de sólo si se cumple la condición o hasta que llegue el término (final), porque ha-
dicho negocio (así: forma ad solemnitatem acordada por las partes), y en otras el brían sido queridos no únicamente para si la condición se cumple o mientras no
elemento accidental no atafie ni a la eficacia del negocio (producción de los efec- llega el término, sino también faltando aquella o sin el límite de éste.
tos de éste) ni a su validez; sino que simplemente afecta a la voluntad, modifi- Por lo que respecta a la denominación de «determinaciones o disposiciones
cando la que normalmente contiene el tipo de negocio de que se trate, declarán- accesorias», debe observarse que, siendo cosa distinta la accidentalidad de la ac-
dose querer, por ejemplo, otras cosas, además de las habituales en la clase de cesoriedad, los elementos accidentales que, como la condición y el término, son
negocio celebrado, y, por ello, producirá, sobre los efectos corrientes, otros nue- requisitos voluntarios de eficacia, son accidentales —pueden existir o no—, pero
vos (así: negocio con cláusula penal, con arras, etc.). no accesorios, en cuanto que, existiendo, depende de ellos la eficacia del nego-
cio, y no son algo secundario agregado a éste. Mientras que sí es accesorio, ade-
más de accidental, el modo que, como he dicho, no es requisito de eficacia.
* ALBALADEIO, Condición, término y modo, R.D.N., 1957, pág. 45; BORGNE, Contribuzione
alfa dottrina delle determinazioni accesorie negli atti giuridici, 1891; LUCIFRED1, L'atto amministra-
tivo nei s-uoi elementi accidentali, 1941; PUGLIATTI, Ano giuridico e determinazioni accesorie di vo-
lontá, en el vol. Diritto civile, 1951, págs. 121 y as.
' Supra, § 78, número 7.
2No añadidas, no existen, es decir, el negocio se da sin ellas. Esto es obvio, por el propio con-
cepto de elemento accidental. De cualquier manera, la jurisprudencia viene señalando (así lo ha hecho
varias veces, refiriéndose a la condición: sentencias de 5 diciembre 1953, 7 noviembre 1973, 15 marzo
1979, 21 abril 1987) que la existencia en cuestión «no se presume». Con lo que quiere decir, no ya
literalmente que «no se presume», sino que mientras que no conste con seguridad que fue querido el
elemento accidental hay que preferir estimar que el negocio está libre de él.
Supra, § 78, número 7.

e
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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

§ 96 denominadas condiciones impropias.-11. Necesarias e imposibles.-12. Condicio-


LA CONDICION* nes referentes a un hecho presente o pasado.-13. Condicio iuris.-14. Condicio-
nes perplejas.-15. Condiciones prohibidas.-16. Pendencia de la condición.-A)
SUMARIO: 1. Concepto.-2. Requisitos-A) Incierto.-B) Establecido arbitrariamente.- Pendencia de la condición suspensiva.-B) Pendencia de la condiciópn resoluto-
3. Construcción jurídica.-4. Tiempo y forma.-5. Sumisión parcial.-6. Signifi_ ria.-17. Cumplimiento de la condición.-18. El llamado cumplimiento por equi-
cado.-7. Aponibilidad.-8. Condición puesta a un acto puro.-9. Clases de con- valencia.-19. Cumplimiento como sanción contra la mala fe.-20. Efectos del cum-
diciones.-A) Suspensivas o iniciales y resolutorias o finales.-B) Positivas y plimiento.-21. Retroactividad.-22. Incumplimiento.
negativas.-C) Expresas y tácitas.-CH) Casuales, potestativas y mixtas.-10. Las
1. Concepto.-Se llama condición a la limitación puesta por el sujeto
a su declaración de voluntad, en virtud de cuya limitación los efectos jurí-
* ADICKES, Zar Lehre von den Bedingungen, 1876; ALBALADEJO, La institución de heredero dicos del negocio se hacen depender de un acontecimiento incierto. En tal
bajo condición, discurso de ingreso en la R. Acad. de Jurispr., legis., y contestación de Beltrán de He-
redia, J., 1983; ALVAREZ VIGARAY, La retroactividad de la condición, en A.D.C„ 1964, págs. 828 y caso, se dice, por brevedad, que el negocio es condicional, pero realmente
ss.; BARBERO, Contributo olla teoria della condizione, 1937; BARTIN, Theorie des conditions im- no es el negocio, sino la producción de sus efectos la que se halla sub con-
possibles, illicites ou contraires aux ntoeurs, 1887; BELTRAN DE HEREDIA, José, En torno a la con- dicione.
dición potestativa, en R.D.R, 1963, págs. 215 y SS.; BORONA, Sula dottrina dele condizioni, 1887;
130ZZO, Le condizioni nel Diritto privatu, en Filangieri, 1906, págs. 721 y SS.; BRUCK, Bedingungs- Con la palabra condición se designa no sólo la limitación establecida,
feindliche Rechtsgescheifte, 1904; BRUNETTI, Le condizioni impossibili e illecite nei testamenti, en Arch. sino también el acontecimiento incierto del que se hacen depender los efec-
giur., 1922, págs. 181 y ss.; BUFNO1R, Theorie deftlu condition, 1866; BUTERA, La condizione riso- tos del negocio.
lutiva nella istituzione di erade, 1904; CAPILLA RONCERO en C.C.LC., n.° 10, 1986, pág. 3.327; CI-
COGNA, A proposito di condizioni inmoral, en Studi senesi, 1940, págs. 224 y ss.; CRESPO, La si- Así, pues, si se dona, por ejemplo, un bien a A, si llega a ser abogado,
tuación de pendencia en las obligaciones condicionales, en Centenario del C.c., 1, 1990, p. 541 y SS.; hay una donación condicional, en la que la condición -en el sentido de
CZYHLARZ, Zar Lehre von den Resolutivbedingung, 1871; DELGADO ECHEVERRÍA en C.C.J.C., n.° acontecimiento- consiste en que A sea abogado, y la condición -en el
1, 1983, pág. 247; DIEZ-PICAZO, El tiempo de cumplimiento de la condición y la duración máxima
de la fase de conditio pendens, en Est. Castán, III, 1969, págs. 181 y ss.; DONATUTTI, Sull'adempi- sentido de limitación-- consiste en no querer que éste adquiera el bien en
mento fittizio delle condizioni, en Studia et documenta, 1937, págs. 63 y ss.; DUSI, Cenni sala retro- todo caso, sino sólo en el de ser abogado.
ativittá dele condizioni, en Studi Schnpfer, III, págs. 514 y ss.; ENNECCERUS, Reclitsge.schaft, Be-
dingung und Anfangstermin, 1889, y Begriff und Wirkung der Suspensivbedingungs und Anfangstennin,
1871; EYGANT, De leffet retroactif de la condilion accomplie, 1922; FALZEA, La condizione e gli ele- En sentidos distintos de aquéllos que ahora le doy, y que, no teniendo nada
rnenti del/arto giuridico, 1941; GROSSO, Contributo alio studio dell'adempimento della condizione, que ver con ellos, deben mantenerse cuidadosamente reservados para utilizarlos
1939; La finzione dell'adernpimento della condicione, 1930, e Impedimento al verificarsi della condi- cuando proceda, se llaman también condiciones a los requisitos o circunstancias
zione e finzione di adempimento, en R. D. Comm., 1939, págs. 52 y SS.; FUENTESECA, CRISTINA, que debe reunir algo, por ejemplo un negocio, o a los términos en que éste se
La condición potestativa, 1999; MAGNO, Studi sal negozio condizionato, 1930; MARQUEZ, El con-
trato y las relaciones jurídicas sometidas a la «condlio iuris», Bs.As., 1963; MAllA, Condiciones ilí-
celebró (negocio celebrado en tales o cuales condiciones) o a las cláusulas, pac-
citas en los testamentos, trad. esp., 1904; MOISSET DE ESPANES, Notas sobre dos elementos acci- tos y estipulaciones que forman el contenido del mismo (cfr., por ejemplo, art.
dentales de la relación jurídica; el plazo y la condición, en Estudios Carretero, pág. 341; MONTES en 1.255, etc.).
Comentarios al Cc. y Comps, forales, dirigidos por ALBALADEJO, XV, 1.0, 1989, págs, 989 y ss., y
allí más bibliografía, y en la misma obra, ALBALADEJO en tomo X, 2, 1984, págs. 400 y ss.; OERT-
MANN, Rechtshedingung, 1924; PADOAN, Contributo alta teoria della condizione, 1900; PAN1EN, 2. Requisitos.-E1 acontecimiento en que consiste la condición debe
Theorie générale des conditions impossibles, illicites et inmorales dosis les liberalités, 1899; PELAYO ser incierto y establecido arbitrariamente por el sujeto.
HORE, Sobre la condición resolutoria, R.D.P., 1948, pág. 517; RICCOBONO, Fonnazione del dogma Estos requisitos significan:
della trasmissibilitir all'erede dei rapporti sotto condicione, en Studi Perozzi, 1925, págs. 351 y ss.;
RUGGIERO, DE, Sal trattamento dele condizioni impossibili e contra leges, en Bull. Ist. Dir. rom., A) Acontecimiento incierta-Incierto, que sea la realización insegura,
1904, págs. 162 y ss.; RUIZ, Sobre la condición y sus aledaños, en R.C.D.I., 1950, págs. 785 y SS., y sin que importe que sea más o menos probable.
1951, págs. I y ss.; SCHREURL, Zar Lehre von den Nebenbestirnmungen bei Rechtsgeschüften, 1871;
SCIALOJA, Sale condizioni impossibili nei testumente, en Studi, TI, págs. 161 y ss.; SEGURA, La con-
dición en el Derecho comparado hispano-cubano, en R.C.D.I., 1934, págs. 260, 335 y 423; STOLFI, La doctrina suele hablar de que el acontecimiento ha de ser «futuro e in-
Culpa pro impleta condicione est, en R.D.C., 1926, págs. 66 y ss.; TENDI, Contributo alla dottrina de- cierto»; pero huelga hablar de futuro, y basta exigir que sea incierto, puesto que
lla natura e del concetto della condizione, en Giur. it., 1906; IV, 1; TORRES DE CRUELLS, La me- si el acontecimiento es pasado o presente, podrá ser desconocido por el sujeto,
dida cautelar del art. 1.121 del Código civil, en A.D.C., 1959, págs. 1.219 y ss.; VALLET DE GOY- pero no incierto: luego la incertidumbre ya implica la futuridad.
TISOLO, Donación, condición y conversión jurídica material, en A.D.C., 1952, págs. 1.205 y ss.; WEND,
Die Lehre von bedingten Rechtgeschdft, 1872; WINDSCHEID, Die Wirkung der erftilten Bedingung,
1851; ZAPPULLI, Condizione nei negozi giuridici, en Nuevo D. it., Hl, 1938, págs. 724 y ss., y allí El Código -art. 1.113-, desafortunadamente, exige «suceso futuro o
más bibliografía; ZUZUNADA, El negocio jurídico condicionado, Arequipa, 1942. incierto, o suceso pasado que los interesados ignoren». Sin embargo, es evi-

710 711
MANUEL ALBALADEJO 96 LA CONDICION

dente que ni aun un precepto legal puede cambiar la naturaleza de las co- Cfr., por ejemplo, T.S., sentencias de 21 junio 1932, 17 marzo 1934, 21
julio 1951, 6 diciembre 1957, 22 noviembre 1962, 18 mayo 1963, 20 enero
sas. Posteriormente se verá el alcance del mismo. 1966, 17 marzo 1966 y 10 junio 1967. La de 7 junio 1971 dice: «... aconteci-
13) Acontecimiento establecido arbitrariamente.—Establecido arbitra- miento futuro e incierto al que subordinan las partes la eficacia del negocio ju-
riamente, significa que no se exija por la ley o por la naturaleza de las co- rídico, que es lo que constituye la condición...». También la de 6 noviembre
sas, sino que sea puesto, pudiendo no haberlo sido, por el sujeto. 1971, considerando 2.°, 21 febrero 1978, considerando 1.°, y 15 marzo 1979,
La falta de incertidumbre o de arbitrariedad impide que sean condicio- considerando penúltimo. Más recientes, las de 30 junio 1986, 21 abril, 30 di-
nes una serie de figuras, que, sin embargo, se califican de condiciones im- ciembre 1987, 6 y 8 mayo 1991, 6 febrero 1992, 11 noviembre 1994, 23 ju-
propias. Tales son: las condiciones imposibles (Código civil, arts. 792, 1.116), lio, 30 septiembre, 5 octubre 1996. Las de 30 septiembre 1993 y 24 junio 1995
las necesarias (C.c., art. 1.125, 2.°), las de presente o de pasado (condi- dicen, sin embargo, que en el negocio condicional, aunque la obligación ya ha
nacido, no produce la plenitud de sus efectos hasta el cumplimiento de la con-
ciones in praesens vel in praeteritum collate) (C.c., art. 1.113, 1.0 in fine) dición.
y las legales (condiciones iuris).
En efecto: según el art. 1.114, «la adquisición de los derechos, así como
3. Construcción jurídica. — He dicho que condición es la limitación la resolución o pérdida de los ya adquiridos [si la condición es resolutoria],
puesta por el sujeto a su declaración de voluntad, en cuya virtud los efec- dependerán del acontecimiento que constituya la condición». Y teniendo en
tos del negocio se hacen depender de un acontecimiento incierto. cuenta que la adquisición o pérdida de los derechos son el efecto del ne-
Con esa definición he sentado mi oilinión en cuanto a dos cuestiones: gocio, queda claro que son los efectos, y no el propio negocio lo que de-
1." La voluntad negocial (declarada) es una sola. pende de la condición.
La expresión «limitación puesta a la declaración de voluntad», debe en-
tenderse, no en el sentido de nueva voluntad positiva que venga a poner Se puede decir que sobre la letra de la ley no es posible llegar a una con-
fronteras a otra voluntad anterior que resulte así limitada, sino en el sen- clusión segura, porque el art. 1.113 habla de que «será exigible toda obligación
tido de que la limitación opera de manera que inicialmente se forma una cuyo cumplimiento no dependa de un suceso futuro o incierto...». Lo cual, enten-
sola voluntad más reducida. dido literalmente, significaría que de la condición lo que depende no es ni siquiera
el efecto del negocio —efecto que consiste en el nacimiento de derechos u obli-
Hay un solo querer unitario, aunque limitado, porque la voluntad se dirige al gaciones—, sino simplemente el cumplimiento de la obligación.
efecto negocial, no simplemente, sino sólo en el caso de que concurra (o falte) De cualquier manera, en ambos artículos —1.113 y 1.114— la ley presupone
un hecho (el puesto como condición). Por ejemplo: se quiere que A sea heredero, existente un negocio, y de la condición —según sus palabras—, no dependen sino
pero no absolutamente, sino que sólo se quiere que lo sea si ocurre tal o cual los efectos de éste (derechos y obligaciones) o el cumplimiento de estos efectos
cosa. Hay limitación respecto al supuesto de haber querido que A fuese heredero (obligaciones).
en cualquier caso (institución pura). Se puede decir, sin embargo, que, en puro rigor lógico, de la condición de-
pende la voluntad (y, con ella, el negocio), ya que no hay voluntad de negocio,
2. Presupuesta la existencia de una sola voluntad, no es ni dicha vo- en todo caso, sino sólo para el de que se dé la condición (o de que falte ésta),
puesto que sólo se quiere bajo ella.
luntad ni el negocio lo que queda pendiente de la condición (suceso); sino Ahora bien, esa posición puramente lógica, choca, en cierto modo, con una
que es esa voluntad la que existiendo, al querer sub condicione, pone sub realidad práctica: la de que ya hay un hecho exterior, el negocio verificado (aun
condicione, los efectos del negocio. siendo cierto que la voluntad que encierra es condicionada), y un vínculo creado
por él, vínculo que se llenará de efectos si la condición se cumple, pero que, aun
Ahora bien, no hay acuerdo en la doctrina sobre si del suceso puesto como antes de esto, liga y enlaza a las partes, y produce ciertos resultados (prodrólni-
condición depende la propia voluntad o el negocio, de forma que dicha voluntad o cos) y encierra ya una expectativa a favor de quien eventualmente adquirirá el de-
el negocio no existen si no acaece tal suceso; o si de éste, lo que depende no es recho sub condicione.
la voluntad ni el negocio —que ya existen—, sino la producción de los efectos. Todo lo anterior, sin tener en cuenta que tratándose de condición resolutoria,
el negocio y los efectos se dan ya, sin duda.
Esa tesis, que acepto, parece la más acorde con nuestros textos legales De manera que, por esas razones (en cierto modo, si se quiere, vulnerables
atinentes al particular, y la que implícita o explícitamente acoge nuestra doc- lógicamente), no resulta incongruente decir que hay negocio, y que de la condi-
trina en general, así como nuestra jurisprudencia. ción lo que pende son los efectos de éste.

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

4. Tiempo y forma.—A tenor de lo dicho, se sigue que la condición (no 7. Aponibilidad.—Pero si, generalmente, se puede moldear la propia
en el sentido de suceso, sino en el de limitación) no puede establecerse después voluntad, autolimitándola, o se puede tender a influir en la voluntad de los
de emitida la declaración de voluntad, y que ha de revestirse de la forma que para
tal declaración se exija. demás, en la forma vista, esto no ocurre siempre, pues hay negocios que
En efecto: la declaración de voluntad limitada, no es sino una declaración de no admiten condición2 porque el Ordenamiento jurídico los coloca fuera del
menos voluntad (por ejemplo, si se instituye heredero a A si las naves llegan de campo en el que la voluntad es autónoma, estimando que en ciertos su-
Asia, hay un querer menos amplio que si se le instituye heredero lo mismo para puestos (por razones de diversa índole; de sentimiento moral, de intereses
el caso de que lleguen que para el de que no lleguen), pero es declaración de una superiores, de estabilidad de determinadas relaciones jurídicas, etc.), sólo es
sola voluntad. Ahora bien, esa menor voluntad, al nacer menor, requiere que la posible querer puramente o no querer.
limitación (condición) exista desde un principio. Los negocios que no admiten limitaciones de la voluntad se denominan
Y, por otro lado, cuando fuese precisa una forma para la declaración (valiendo puros: actus legitimi3.
la voluntad sólo en cuanto declarada en esa forma), es evidente que si el límite
(condición) puesto a la declaración de voluntad, no guarda la forma que aquélla
requiere, será inválida la limitación, porque valdrá la declaración formal, sin lí- También se llaman puros aquellos negocios que, aunque admitan limitaciones,
sin embargo éstas no han sido establecidas en el caso concreto. Así, pues, habi-
mite alguno, ya que tal declaración carece de un límite puesto por la propia vo-
luntad observando la forma, y sin observar ésta, tal voluntad es inoperante. tualmente, lo mismo se habla de puro para aludir al negocio que no tiene limita-
ción, que para aludir al que no puede tenerla. Pero aunque maneje así la termi-
Cuando después de celebrar un negocio puramente, se dice que se le somete
nología, del contexto se seguirá el sentido utilizado en cada caso.
a condición, realmente se celebra un nuevo negocio con contenido igual al del
primero, pero sometido a condición. Nuello negocio que, si tal es la voluntad del
las partes, sustituirá al primero. Tal inadmisión, a. veces, se establece explícitamente en el Ordenamiento.
Mas no siempre es esto preciso, pues, como acabo de indicar, rechazando la
5. Sumisión parcial.—La condición, consistiendo en un límite, puede alcanzar: ley en ciertos negocios el principio de autonomía de la voluntad, se sigue de
A toda la voluntad declarada, de manera que se quiera todo, pero sólo para ello que en éstos, aunque no se excluya expresamente, tampoco es admisible
algún o algunos supuestos (se instituye heredero a A, si las naves llegan de Asia). la condición. En los casos en que no se prohíba, y no se encuentren en este
A parte de la voluntad declarada; a una cláusula singular; de manera que se último supuesto, hay que decidirse, en principio, por la admisibilidad, mas
quiera en parte puramente y en parte bajo condición (se instituye heredero a A en viendo, después, si ésta no repugna a la naturaleza y fin del negocio.
todo caso, pero si las naves no llegan de Asia deberá destinar a cierto fin una de- En nuestro Código se declara, en términos generales, la aponibilidad de
terminada cantidad)'.
condición, con referencia a las disposiciones testamentarias (art. 790) y a
6. Significado.—De lo que llevo expuesto se deduce que la figura de la con-
los contratos (art. 1.255); y también otros preceptos de nuestras leyes con-
dición es un instrumento facilitado al sujeto para: templan o presuponen la aponibilidad de condiciones a singulares negocios
1.0 Tener en cuenta el futuro y adecuar las relaciones jurídicas o los efec- (por ejemplo, C. suc. catalán, art. 154, 2.°; Comp. navarra, ley 519, etc.).
tos de los negocios a las posibles variaciones que el porvenir traiga. Por ejemplo Se la excluye expresamente en otros casos: así en la aceptación y repudia-
se le lega un bien a A, pero bajo la condición —resolutoria— de que no cese de ción de la herencia (art. 990), en la disposición de la legítima (art. 813, 2.°)
pertenecer al Ejército. y en el matrimonio (art. 45, 2.°).
2.° Conseguir que los motivos individuales, irrelevantes de por sí jurídica-
mente, devengan relevantes. Por ejemplo, el motivo que impulsa a comprar una A pesar del silencio legal, debe concluirse, después de un examen singular de
finca, es el de haber tenido noticia de que se va a ser trasladado de destino a la los diferentes negocios, que en su generalidad no lo admiten los de Derecho de
ciudad donde se compra tal finca. Mas como, aun siendo inexacta la noticia, la familia: matrimonio (para éste, además, expresamente hoy, art. 45, 2.°), adopción,
compraventa sería eficaz, se eleva el motivo a condición, comprando bajo la de emancipación por concesión, etc.
ser trasladado efectivamente.
30 Influir, mediante la constitución de un estímulo, en la conducta humana.
Por ejemplo, deseando que A se haga ahogado, se le dona una finca bajo la con- Por último, el Derecho puede establecer que ciertos actos sea posible
dición de que llegue a sedo. realizarlos bajo determinada clase de condición, y no bajo otra. Por ejem-

' Sobre que la condición puede afectar sólo a parte de las relaciones nacederas del negocio con- = Otros admiten sólo cierto tipo o clase de condición.
dicional, cfr. la sentencia de 21 junio 1932. 3 D. 50, 17, 77.

714 715
MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

plo, suspensiva, sí, pero resolutoria, no. Así el Derecho catalán (C. sucs, art. ción de los efectos del negocio (cfr. C.c., arts. 1.113, 1.114, 799 y ss., y
154) o balear (art. 16) cuando rechazan la aponibilidad de condición reso- L.H., art. 142).
lutoria a la institución de heredero, y admiten sólo que se haga bajo con-
En la práctica, a veces, no resulta claro si, en un caso, se trata de unas o de
dición suspensiva. las otras. Por ejemplo, si se dona algo si el donatario llega a realizar determinado
acto, se está frente a una condición suspensiva, y si se concede un derecho de
8. Condición puesta a un acto puro.—Si un negocio puro se realiza alimentos mientras que el aIimentista no cese de pertenecer a determinada enti-
bajo condición, prohibida o no, la reacción —explícita o implícita— de los dad, se está frente a una resolutoria; pero si se dice: «te dono tal fundo si no
ordenamientos, es, según los casos: bien invalidar el acto o bien tener la tengo hijos», puede ser dudoso si los efectos se quieren a partir de que el donante
condición por no puesta, valiendo aquél como puro. no pueda tener hijos, o si se quieren desde ahora y hasta que los tenga. Para re-
Esa dualidad de soluciones se apoya en razones de oportunidad prác- solver la duda habrá que recurrir a las normas sobre interpretación de la declara-
ción, pues nuestra ley no establece, como regla general, ninguna presunción a fa-
tica, porque en buenos principios lógicos, debería acogerse sólo la primera, vor de una u otra clase de condición, aunque en casas concretos se presuma celebrado
puesto que el Derecho tiene poder para declarar inválido un negocio —como el negocio bajo aquélla o bajo ésta: por ejemplo, «la venta hecha a calidad de en-
lo es el actus legitimus celebrado sub condicione— realizado en contraven- sayo o prueba de la cosa vendida, y la venta de cosa que es costumbre gustar o
ción a sus normas; mas no debería disponer que la limitación (condición) probar antes de recibirlas, se presumirán hechas siempre bajo condición suspen-
puesta a lo querido, se borre (se tenga por no puesta), ya que eso es con- siva» (artículo 1.453 del C.c.). Caso en que se discutió si la condición del caso
siderar querido también lo que indudablemente no lo fue. (Considerar que- era suspensiva o resolutoria fue, p. ejem., el de la sentencia de 5 octubre 1996.
ridos los efectos inclusa para el caso de incumplimiento de la condición).
A base de ese argumento lógico debe decidirse que cuando en general B) Positivas y negativas.—La condición es positiva cuando consiste en
la ley —como en el caso de la nuestra— no determine que la condición se que acontezca algo que modifique el actual estado de cosas, y es negativa
tiene por no puesta, en principio el acto puro realizado sub condicione es cuando consiste en que falte determinado suceso, y que, por tanto, las co-
inválido. sas no varíen. A la primera se refiere el art. 1.117 («La condición de que
ocurra algún suceso...»); a la segunda, arts. como los 1.118 («La condición
Sin embargo, es necesario reconocer que, en ciertos casos, razones de utili- de que no acontezca algún suceso...»), 793, 800, etc.
dad práctica análogas a las que justifican el que la ley —en contra de la lógica—
disponga que se tiene por no puesta en algunos supuestos la condición prohibida Es indiferente la formulación gramatical, pues se puede expresar de forma ne-
apuesta a un negocio que admita condición, podrían justificar también el tenerla gativa un suceso positivo (por ejemplo, «si no te quedas soltero») y de forma po-
—excepcionalmente— por no puesta en hipótesis de actos puros celebrados sub sitiva un suceso negativo (por ejemplo, «si permaneces soltero»)4.
condicione, en que la ley no lo establezca así.
C) Expresas y tácitas.—La condición puede ser expresa o tácita, CO510
Por último, es innegable que si para el caso concreto de que se trate, en general la declaración de voluntad. Por ello el negocio es condicional,
la ley ha dispuesto que si el acto puro se celebra bajo condición será vá- aunque la condición no se declare expresamente, siempre que se deduzca
lido, y ésta se tendrá por no puesta, no hay sino aplicar en él tal dispo- de la declaración que se quiso sub condicione (cfr. C.c., arts. 795, 796, 800,
sición. 1.115).

Así el art. 154, 1.° del C. de sucs. catalán, y el 16 de la Comp. balear, que Pero como la regla son los actos puros, hace falta que conste la aposición de
mandan que si se instituye heredero bajo condición resolutoria, valga la institu- condición, y su existencia no se presume (así sentencias de 5 diciembre 1953 y
ción, pero se tenga por no puesta la condición, e igual, tenerla por no puesta or- 31 maizo 1964).
dena el art. 45, 2.° C.c. para el matrimonio celebrado bajo condición.
CH) Casuales, potestativas y mixtas.—La condición es casual cuando
9. Clases de condiciones.—Las condiciones pueden ser de diversas su realización depende del azar o de la voluntad de un tercero (cfr. art.
clases:
A) Suspensivas y resolutorias.—Suspensivas o iniciales y resolutorias
o finales, según que de su cumplimiento dependa el comienzo o la cesa- 4 Sobre condición positiva o negativa, cfr. la sentencia de 10 abril 1956.

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDIC1ON

L115, 2.n mitad). Por ejemplo: se dona algo a A, si la cosecha es mala, o Mas, los actos externos que prácticamente no requieren esfuerzo o sacrificio
si B hace cierto viaje. Es potestativa si depende de la voluntad de uno de alguno (aunque constituyan, en rigor, algo más que la simple manifestación
los interesados'. Por ejemplo: se dona a A, si el cierto viaje lo hace él. Es de querer: por ejemplo: «te daré cien, si alzo la mano»), hay que conside-
mixta cuando depende en parte de la voluntad de uno de los interesados y rarlos como casos de condiciones puramente potestativas, pues si no, se echa-
en parte de otras circunstancias. Por ejemplo, se dona a A, si llega a ser ría por tierra el fin práctico de la distinción entre éstas y las potestativasm.
abogado, cosa que no depende sólo de que A lo quiera6, 7•
Este fin práctico es el siguiente:
No todos los negocios que admiten condición, admiten todas aquellas que de- La condición potestativa es siempre admisible (salvo, claro está, que no lo
pendan de la voluntad de un tercero (condición casual, según hemos dicho). Ad- sea por razones ajenas a la cuestión ahora tratada) y puede depender de la vo-
mitirlas, sin más, sería, a veces, dejar el negocio en manos del tercero; cosa no luntad de cualquiera de las partes en el negocio; mientras que la condición pura-
siempre posible: por ejemplo, el art. 670, 2.°, establece que no podrá dejarse al mente potestativa sólo es admisible si depende de la voluntad del acreedor o ad-
arbitrio de un tercero la subsistencia del nombramiento de herederos o legatarios. quirente del derecho (ex parte creditoris), pero no si se establece ex parte debitoris,
o sea dependiendo de la voluntad del deudor u obligado o disponente del dere-
A su vez, dentro de las condiciones potestativas, se distingue entre po- cho, es decir, en general, de aquel a cuyo cargo se producirían los efectos del ne-
testativas (o simplemente potestativas) y puramente potestativas. Aquéllas son gocio condicional. Doctrina, ésa, recogida en el art. 1.115, al decir que «cuando
las que, dependiendo de la voluntad del interesado —en el sentido de que el cumplimiento de la obligación dependa de la exclusiva voluntad del deudor, la
para llegar a realizarse, ha de promoverlas éste—, requieren, no obstante, un obligación condicional será nula»", 12' 12b1'.
La explicación de semejante posición se suele afirmar que se halla en que
acto de él que no consista sólo en el acto •volitivo, es decir, no consista ex-
cuando se pone por condición que la persona que debe quedar obligada —efecto
clusivamente en el puro querer, sino en que el querer influya en un suceso del negocio, efecto que se producirá o no, según se cumpla o no la condición—
extraño a él (no consiste exclusivamente en querer, por ejemplo, la condición por la declaración de voluntad, sólo lo queda si quiere (condición), realmente no
de «si haces cierto viaje», ya que no basta quererlo, sino que hay que ha- queda obligada desde que el negocio se celebra; y si después quiere, es ésta nueva
cerlo). Las puramente potestativas, llamadas también condiciones de querer declaración, y no aquélla, la que verdaderamente le obliga. Mientras que si quien
(si volueris, si voluero) son las que consisten sólo en querer (manifestado)9. ha de querer o no, es el acreedor, ya existe el negocio y queda sujeto el deudor,
porque su obligación depende de un nuevo querer, pero querer de otra persona.
Nuestra doctrina suele afirmar que no toda condición puramente potestativa
5 Generalmente se dice que la potestativa es la que depende de la voluntad de las partes. Sin em- ex parte debitoris está prohibida, sino sólo la suspensiva; de manera que el ne-
bargo, esto no es exacto siempre. Lo es cuando, por ejemplo, se dona algo a A, si éste hace cierto viaje; gocio puede someterse a la condición resolutoria del mero querer del deudor. Sin
pero no lo es si se le instituye heredero si hace dicho viaje, ya que A ni es parte en el testamento ni embargo, tal tesis no parece exacta, ya que el art. 1.115 no distingue, debiendo,
siquiera destinatario de éste. Por eso prefiero decir que la condición potestativa es la que depende de
la voluntad de uno de los interesados (favorecido o perjudicado), porque A siempre lo será.
6 Debe hacerse la salvedad de que en la práctica, casi nada queda excluido de la dependencia de

acontecimientos extraños a la voluntad del sujeto. En el ejemplo, puesto de condición potestativa, de si '° Conviene advertir que la terminología que utilizo al hablar de condiciones potestativas y pura-
A hace cierto viaje, se podría entender que es mixta porque también depende en parte del azar, ya que mente potestativas, no debe servir para provocar confusión sobre nuestro Derecho positivo, pues éste
A puede verse impedido de hacerlo, aunque lo quiera, bien por la guerra que estalle, bien por quedar habla de potestativas y de puramente potestativas indistintamente (cfr. arta. 795 y 800), aunque formula
inmovilizado por una enfermedad, bien por no encontrar billete, etc. Pero, a pesar de esto, en la nor- con exactitud el concepto de condición puramente potestativas en el art. 1.115 —al decir... «Cuando el
malidad de los casos, se entiende que es potestativa tal condición, en cuanto que normalmente para su cumplimiento de la condición dependa de la exclusiva voluntad del deudor...»—, más sin denominarla
cumplimiento es decisiva la voluntad del sujeto. entonces puramente potestativa.
7 La importancia de distinguir potestativas, casuales y mixtas, no es puramente especulativa, sino
Nula sólo la obligación dependiente de la condición, pero, en principio, no el negocio entero
también práctica. Por ejemplo, que según sea la condición potestativa o sea casual o mixta, vale su cum- (sentencias de 21 diciembre 1965 y 4 marzo 1975)
plimiento en cierto tiempo, y no en otro: arts. 795 y 796. 1= Es errónea la afirmación hecha alguna vez aislada por el T.S. (así, sentencia de 7 enero 1958)
s La sentencia de 21 enero 1907 contempla la de que «el legatario dejase de beber vino». de que anula el negocio la condición que depende de la voluntad de una de las partes, pues de la que
9 Desafortunadamente, las sentencias de 25 septiembre 1978 y 9 febrero 1998 consideran como ha de depender es de la del deudor, y aun más, exclusivamente de ella, de forma que no hay nulidad
condición potestativa, dependiente de la exclusiva voluntad del deudor, el que éste realizase la venta de si depende también de la del acreedor (sentencia de 14 octubre 1959). En la línea correcta, las más re-
una cosa de su propiedad. La solución de los casos es justa, pero por otras razones. La sent. de 30 sep- cientes sentencias de 8 noviembre 1978 y 11 abril 1996, que citan otras.
tiembre 1993 considera como simplemente potestativa la de obtener una licencia de edificación porque 12b', Para evitar esa nulidad, entiende una jurisprudencia que, dentro de lo que quepa, ha que in-
había de solicitarla el interesado, pero concederla dependía de la Administración, también la de 3 di- terpretar restrictivamente que la condición que sea, se debe dejar al puro arbitrio del deudor, y así se
ciembre 1993. V. asimismo la de 5 octubre 1996 en caso en que una parte alegó ser casual la condi- estima que no es condición invalidante «aquella en que la voluntad del deudor depende de un conjunto
ción de obtener tal licencia, por depender de la Administración. La de 19 octubre 1996 consideró con de motivaciones e intereses que actuando sobre ella, influyen en su determinación, aun cuando estén
acierto, no puramente potestativa la de adquirir algo de un tercero. confiados a la sola valoración del interesado, siendo de citar en esta línea las sentencias de, entre otras,
15 noviembre y 3 diciembre 1993».

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

por tanto, aplicarse lo mismo a las condiciones suspensivas que resolutorias. Y, Ahora bien, en unos casos los sujetos lo sabrán ya (así en la condición ne-
por otro lado, la admisión de la condición resolutoria puramente potestativa de- cesaria o imposible, si conocen de antemano lá necesidad o imposibilidad), y en
pendiente del deudor no tiene en su apoyo sino la consideración, discutible, pero, otros lo desconocerán (en la condición de suceso pasado que ignoren si y cómo
en todo caso, meramente logicista, de que quien se obliga a partir de cuando se realizó); mas --como ya se dijo— tal desconocimiento es cosa distinta de la
quiera, aún no se obligó, mientras que quien se obliga hasta cuando quiera, ya se inseguridad objetiva. Faltando la inseguridad no hay estado de pendencia entre el
obligó: luego en este caso ya hay obligación, y en aquél aún no. Mas tal consi- momento en el que el negocio sería eficaz sin la condición y el momento de re-
deración logicista —admitido que sea exacta— no puede destruir la realidad de alización de esta condición (impropia): por el contrario, el efecto ya se produjo o
que prácticamente tampoco queda sujeto, tampoco queda obligado, quien sólo lo no se produjo ni se producirá porque se incumplió la condición (condición de pa-
está mientras que quiere, pues su voluntad no queda ligada por algo que le venga sado o de presente), o no se producirá nunca (condición suspensiva imposible) o
impuesto'3. nunca cesará (condición resolutoria imposible) o se producirá o cesará sin duda
Aparte de lo dicho, cuando de la condición puramente potestativa no depende (condición necesaria, en la que no hay pendencia, sino aplazamiento).
únicamente la obligación, sino un conjunto de derechos y obligaciones, como toda
una relación jurídica o todo un contrato, es posible —por lo menos a veces— so- Examino singularmente estos tres tipos de condiciones impropias, con
meter el conjunto a la condición puramente potestativa de que quiera uno de los objeto de precisar no sólo lo relativo a las mismas, sino, negativamente, las
sujetos, aunque éste sea en parte deudor en tal conjunto". Cfr., por ejemplo, C.c., fronteras de las propias.
arts. 1.453 y 1.507.
11. Necesarias e imposibles.—En las necesarias, la necesidad de que
10. Las denominadas condiciones 4mpropias.—Hasta aquí las clases el acontecimiento se realice, puede ser de cualquier orden, con tal de que
de condiciones verdaderas que se admiten. mas, como ya expuse", para de- dicha realización sea fatal. Por ejemplo, es condición necesaria la que con-
signar figuras que realmente no reúnen los requisitos de incertidumbre y ar- sista en la muerte de una persona: Te daré cien si muere A.
bitrariedad exigidos a la condición, se habla también de condiciones im- Se aplican las normas del término, por tratarse realmente de un término
propias; por lo que se suele acoger la bipartición de las condiciones en incertus guando: C.c., art. 1.125 (especialmente párrafo 2.°, y párrafo 3,°, a
propias e impropias, siendo propias las que acabo de estudiar. cuyo tenor se reafirma no ser condicional el negocio sub condicione nece-
En cuanto a las llamadas impropias, se subdistinguen en necesarias, im- saria).
posibles, de presente o pasado, y legales. En las necesarias, en las imposi- En las imposibles, la imposibilidad de que el acontecimiento se realice,
bles y en las de presente o pasado, falta la incertidumbre (pues el suceso también puede ser de cualquier orden. La doctrina distingue una imposibi-
en que la condición consiste se producirá necesariamente, o es irrealizable, lidad de Derecho y otra de hecho, según que proceda o no del Ordena-
o —aunque se ignore— ya se realizó o se frustró); en las legales, falta la miento jurídico. Existirá la primera, si, por ejemplo, se,dice: Te daré cien
arbitrariedad (pues el suceso en que la condición consiste lo exige la ley). si compras la vía pública. Existe la segunda cuando se dispone: Instituyo
Después hablaré de las legales; ahora me ocupo de las otras. heredero a A, si toca el cielo con la mano.
Aun en el caso de estar sometido a ellas el sedicente negocio condi-
cional, sus efectos son seguros o lo es la falta de los mismos, tanto en el No es preciso que la imposibilidad sea absoluta, sino que basta con que sea
caso de suceso pasado o presente, como en el suceso futuro, pero necesa- relativa, con tal de que alcance al caso concreto16.
rio (que es cierto en cuanto al sí), como en el de suceso imposible (que es Deben considerarse imposibles los acontecimientos posibles en pura teoría,
cierto en cuanto al no). pero prácticamente irrealizables o que supusieran un esfuerzo desmesurado (por
ejemplo, vaciar un lago). Es cuestión de hecho ver dónde se halla en cada su-
puesto el límite de lo posible.
Además, los ejemplos que, como el de compraventa con pacto de retro, se suelen aducir de con- Como regla, la posibilidad o imposibilidad de la condición se valora a tenor
dición resolutoria puramente potestativa dependiente del deudor, son inadecuados, ya que, concretamente de las circunstancias jurídicas (Ordenamiento jurídico) y de hecho existentes al
en ese supuesto, no hay resolución por la pura voluntad del deudor en cuanto que: 1.°, el vendedor no
es sólo deudor (sobre esto, véase lo que se dice a continuación en el texto); 2.°, la resolución no de-
pende de su sola voluntad sino que ha de reembolsar al comprador el precio de la cosa y los gastos
(cfr. art. 1.518). 16 No contradice esta afirmación la sentencia de 19 enero 1965 cuando dice que «sólo pueden es-

14 Cfr. sentencias de 29 marzo 1972, 2 junio 1993 y 9 febrero 1998. Para el caso de que se con- timarse como imposibles las condiciones que lo sean en absoluto», pues con tal expresión sólo quiere
trade el art. 1.256, véase BELTRáN DE HEREDIA (José), En torno a la condición potestativa, en eliminar de la imposibilidad a «las que penden de la situación accidental del deudor, que puede variar
RDP., 1956, págs. 217 y 218. por cambio de las circunstancias o por un esfuerzo de la voluntad del mismo». Ver en el mismo sen-
15 Supra, número 2, B). tido la de 14 marzo 1986.

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

momento de celebrar el negocio. Mas es admisible que la voluntad del declarante querrá los efectos que declaró querer si la condición se cumplía. Todo lo de-
se refiera a otro momento. Por ejemplo, al momento en el que el negocio sería más, es decir, pensar que habría querido puramente, de haber conocido la im-
eficaz sin la condición —en el testamento, a la muerte del testador—, o bien al posibilidad de la condición, son —como decía— únicamente conjeturas que no
momento en el que la condición deberá presumiblemente verificarse (presupuesta deben torcer una exégesis objetiva de la realidad. O sea, así como, según in-
su posibilidad). dicaba antes, la condición necesaria excluye la limitación (de la voluntad) —
se quiere realmente sin el límite de la condición—, la condición imposible ex-
La imposibilidad —absoluta o relativa— ha de ser inicial, en el sen- cluye la voluntad —no se quiere realmente lo condicionado—. Ahora bien,
tido de que exista al momento en el que debe juzgarse sobre ella. La que presupuesto lo anterior, resulta que si la condición es suspensiva, no se quie-
ren los efectos del negocio (por eso la condición invalida a éste), y si es re-
se podría calificar de imposibilidad sobrevenida, no es realmente sino un solutoria no se quiere la cesación de los mismos (por eso la condición se tiene
caso de incumplimiento de condición (condicio deficit) en cuanto que ésta por no puesta).
ya no podrá realizarse17. Si la condición imposible es negativa, se tiene por no puesta (1.116, 2.0), sea
Para las condiciones imposibles el Código dispone que: 1.°, «anularán suspensiva o resolutoria. Solución igual a la adoptada para los testamentos, y que
la obligación que de ellas dependa», salvo que sean de no hacer una cosa presenta igual flanco a la crítica, por cuanto que, suprimida la condición, resulta
imposible, en cuyo caso se tienen por no puestas (art. 1.116); 2.0, «se ten- querido puramente lo que, habiendo sido querido bajo condición imposible, no fue
drán por no puestas y en nada perjudicarán al heredero o legatario, aun realmente querido.
cuando el testador disponga otra cosa» (art. 792); también el art. 158 C. de Si la condición imposible negativa es suspensiva, el art. 1.116, 2.°, lleva a la
conclusión razonable, ya que no se podrá hacer lo imposible —y, por ello, el ne-
sucs catalán. gocio deberá ser eficaz inmediatamente, que es lo que ocurre al tener la condi-
En principio, la regulación diferente de los arts. 1.116, 1.0, y 792, es, res- ción por no puesta—; pero si la condición imposible negativa es resolutoria, al
tenerla por no puesta, resultará querido lo que no lo fue; por ejemplo, no quiere
pectivamente, aplicable a los actos inter vivos y a los monis causa. Y la dife- donar quien dona para que los efectos de la donación cesen (condición resoluto-
rencia —invalidez en un caso: vitiantur et vitiant; y consideración de no puestas,
ria) si el donatario A no toca el cielo con la mano.
en el otro: vitiantur sed non vitiant— se basa en razones históricas, aunque el con-
siderar en los actos monis causa, la condición imposible como no puesta, se ex-
plica por algunos diciendo que una vez que el testador cese de vivir no puede re- 12. Condiciones referentes a un hecho presetnte o pasado.—Las con-
petir el acto monis causa, cosa que posiblemente haría, si pudiese, cuando se diciones referentes a un hecho presente o pasado, aunque las admita como
percatase de la imposibilidad de la condición, realizando entonces el negocio pu- condiciones propias el art. 1.113 del C.c. (cuando los interesados ignoren el
ramente. Mas la realidad es que para aceptar esa explicación hay que presuponer suceso en que la condición consista), realmente no son condiciones en cuanto
dos cosas: 1.a, que el testador ignoraba la imposibilidad de la condición; y
que de haberla conocido habría realizado el negocio puramente. Lo cual sólo son que objetivamente —como he dicho antes— el efecto jurídico se producirá
conjeturas. o no —a tenor de que el suceso ignorado haya acaecido o falte— desde el
No plantea problema el art. 792, en cuanto que el negocio bajo condición im- momento en el que el negocio, al cual es anterior la sedicente condición,
posible, sin más distinciones, se considera puro". Pero por lo que respecta al art. sería eficaz sin ella. No hay, pues, pendencia, sino desconocimiento por los
1.116, 1.°, que tampoco distingue, cabe dudar si la invalidez que establece alcanza sujetos de la situación objetiva.
a todo negocio celebrado bajo condición positiva imposible, sea suspensiva o re- Lo dicho vale para el caso de que el sujeto ponga como condición, un
solutoria. Duda que, en mi opinión, debe resolverse estimando inválido el nego- suceso pasado o presente que él cree no acaecido aún (cfr. art. 796, 2.°).
cio celebrado bajo condición imposible positiva suspensiva; y estimando no puesta
la condición, si ésta fue resolutoria.
Tal solución se apoya en que el que quiere bajo condición imposible, no Ni siquiera se puede aceptar, sin más, que consista la condición, no en el
quiere realmente aquello que condiciona (decir: te daré cien, si tocas el cielo acontecimiento pasado, sino en el conocimiento posterior que se tenga de aquél.
con la mano, es decir que no te daré los cien). Y si lo que ocurre es que el Ciertamente este conocimiento será un hecho futuro, pero solamente incierto en
declarante desconoce la imposibilidad, no por eso deja de ser cierto que no el sentido de si se llegará a no a tener. En cuanto que acaecido ya el aconteci-
miento, el conocimiento que posteriormente se tenga de él --si es exacto— no
puede ser más que uno. O sea, no es incierto el conocimiento que se pueda te-
17 Pero ver la sentencia de 18 diciembre 1985, sobre la condición suspensiva de obtener licencia ner de un hecho ya sucedido, sino que solamente es incierto si se llegara a tener
de edificación. tal conocimiento. Por eso, únicamente poniendo como condición la figura de este
18 Una cosa es que no plantee problema de interpretación, y otra que sea criticable la tesis que
sienta, segundo supuesto, existirá una condición propia.

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA COND1CION

Se puede, sin embargo, querer un efecto si aconteció algo que se ig- dicio), sino que su coincidencia reside en ser ambas requisitos de eficacia del
nora. Tal figura, además de denominarla condición de pasado o de presente negocio: legal, la una; voluntario, la otra. Y,. a tenor de ello, la condicio iuris
se la ha designado con el nombre de «suposición» y con el de «presupuesto». podría consistir en acontecimientos que no fuesen inciertos, con tal de que de
Entonces —según he dicho— el efecto se produce desde el momento en el ellos dependiese la eficacia del negocio (por ejemplo, acontecimiento futuro, pero
que el negocio sería normalmente eficaz; mas, la duda subjetiva sobre el cierto).
acontecimiento en cuestión, da lugar a que, hasta que llegue a disiparse, las Por el contrario, aceptando el concepto de condicio iuris que expuse al prin-
cipio de esta materia, resultaría que entre ella y la condicio facti (que entonces sí
partes deban proceder como procederían si el efecto se hallase pendiente de serían dos especies del género condicio) no habría —como he dicho— sino dife-
un acontecimiento que fuese incierto. Y a tal situación le son aplicables las rencia de origen: la ley, para una; la voluntad, para la otra.
reglas de las situaciones condicionales (salvo en cuanto dichas reglas se ba- De todas maneras, tengan en común unas y otras lo que tengan, e incluso
sen en la realización futura del acontecimiento: por ejemplo, lo que respecta aunque sean intrínsecamente iguales, no operan igual respecto de los efectos del
a la verdadera retroactividad), a tenor del art. 1.113, 1.", in fine. negocio al que se refieren. Y hasta cuando unas y otras dan lugar a la pendencia
de dichos efectos, a este pendencia no se aplican las mismas normas en ambos
13. Condicio iuris. Cuando la eficacia de un negocio se hace de-

casos.
pender de un acontecimiento incierto, pero esta dependencia procede de la
naturaleza del negocio o la dispone el Ordenamiento jurídico, en vez de es- Se citan como ejemplos de condicio iuris: la muerte del testador res-
tablecerla arbitrariamente el sujeto, se caliiica a tal acontecimiento de «con- pecto al testamento (Cc., art. 667)20, la celebración del matrimonio respecto
dición de Derecho» —en el sentido de impuesta por el Derecho—, condi- a las capitulaciones matrimoniales (C.c., art. 1.334), numerosos asentimien-
cio iuris; contraponiéndola a la impuesta por voluntad del sujeto, que se tos de terceras personas, que requieren ciertos negocios, etc.
califica de «condición de hecho», condicio facti.
Respecto de los efectos de la condicio iuris, ni siquiera se puede hacer una
Mas ese concepto de condicio iuris —a tenor del que intrínsecamente no dis- teoría general, pues varían de negocio a negocio y son distintos según las dife-
crepa ésta de la condicio facti, sino que se diferencian en la diversa proceden- rentes condiciones.
cia de una y otra: la ley, para una, y la voluntad del sujeto, para la otra— no Por lo que atañe a si el cumplimiento tiene o no efecto retroactivo (como lo
es el único posible, porque no todos los autores entienden lo mismo por condi- tiene, en principio, en las condiciones facti), tampoco es posible establecer una
cio iuris. Por ello, conviene advertir que, para muchos, condicio iuris significa regla; cosa que se explica por las razones tan dispares que en cada supuesto sir-
requisito exigido por la ley. Siéndolo para unos autores cierto tipo de requisitos ven de base a la condicio iuris. Por ejemplo, es evidente que no hay retroactivi-
(habitualmente, de eficacia). E, incluso, para algunos, cualquier requisito legal dad cuando celebradas las capitulaciones matrimoniales, se cumple después la con-
del negocio —sea de existencia de validez o de eficacia— sería una condicio iu- dicio iuris de la contracción del matrimonio.
ris19. Sin embargo, a mi modo de ver, tal sentido es demasiado lato y, a lo más, Si en un negocio concreto el sujeto pone como condicio facti alguna condi-
debe llegarse a admitir que las condiciones iuris son requisitos legales de efica- cio iuris exigida por aquél (por ejemplo, si se otorgan las capitulaciones matri-
cia, y consiguientemente no son parte constitutiva del negocio, sino circunstan- moniales bajo la condición de casarse) aquélla es irrelevante: huelga (non bis in
cias externas a éste, pero sin cuya concurrencia tal negocio no despliega aún sus idern) en cuanto a su influencia sobre los efectos del negocio, pero no perjudica
efectos. a éste.
Aceptando este último concepto de condicio iuris, ésta no tiene de común
con a facti el ser también una condición (no son dos especies del género con- 14. Condiciones perplejas. Se habla de condiciones perplejas, cuando

el acontecimiento puesto como condición contradice lo querido. Por ejem-


19 También la jurisprudencia utiliza la calificación de condicio iuris sin gran rigor. En las senten-
plo: «Quiero que A sea mi heredero, pero sólo para el caso de que muera
cias de 28 mayo 1958, 5 noviembre 1959, 23 octubre 1980, la aplica a la ratificación del contrato he- antes que yo». Las cita el art. 158 C. de sucs. catalán.
cho sin poder, en la de 17 noviembre 1961, a la necesidad de que para que el acto de conciliación in- Realmente, la condición perpleja supone una declaración cuyo conte-
terrumpa la prescripción, sea seguido dentro de dos meses del correspondiente juicio, en la de 16 enero
1963, a la presentación de un certificado que la ley exige para dar efectividad a un derecho, en la de nido volitivo resulta, no sólo reducido, sino excluido por la limitación (con-
5 julio 1966, al quedar bienes, en el fideicomiso de residuo, en la de 9 marzo 1968, a la declaración dición) que se pone a tal declaración. Cosa inaceptable porque, por defini-
de ruina, en la resolución del arrendamiento (de la antigua L.A.U.) por causa de ruina, en la resolución ción, la condición es sólo una limitación.
de 4 diciembre 1980, habla de «elemento estructural o condicio iuris», en las sentencias de 22 abril
1997 y 21 diciembre 1998 estima condicio iuris del convenio regulador de los arts. 81 y 86 C.c. a su
aprobación judicial (art. 90, 7.°). " Acontecimiento que no es incierto sino solamente en cuanto al cuándo.

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

El Código contempla, en particular, ciertos supuestos de condiciones cuya


En el fondo, en tales condiciones llamadas perplejas, lo que existe es
ilicitud puede ser dudosa en abstracto, precisando cuándo hay ilicitud y cuándo
una invalidez de la declaración por ser ininteligible en su conjunto: A tra- 11024. La hay en el caso del art. 793, L°, l. parte (condición absoluta de no con-
vés de ella no se puede saber qué es lo que se quiso. traer primero o ulterior matrimonio). No la hay en los casos del art. 793, 1.°, 2."
parte (condición absoluta de no contraer matrimonio, cuando ha sido puesta al
15. Condiciones prohibidas.—No todo suceso incierto puede ponerse cónyuge viudo por el cónyuge difunto o por los ascendientes o descendientes de
como condición, porque dentro de ellos los hay que el Derecho los rechaza. éste) ni del párrafo 2.° de dicho artículo (legado de usufructo, uso o habitación,
Así, pues, igual que existen negocios que no admiten condiciones, hay con- o de una pensión o prestación personal, por el tiempo que se permanezca soltero
o viudo)25.
diciones que no son admisibles. 0, si se quiere, hay sucesos inciertos que
el Derecho excluye que puedan constituirse en condición, por ilícitos o in-
morales. De cualquier manera, la ley, jurisprudencia y doctrina los designan Al igual que en el caso de negocio bajo condición imposible, y aco-
como condiciones «ilícitas» o «inmorales» o «contrarias a las buenas cos- giendo la misma diferencia de criterio entre los inter vivos y los mortis
tumbres», o, en general, condiciones prohibidas, en vez de afirmar que no causa, el negocio celebrado bajo condición prohibida, si es monis causa se
son admisibles como condiciones por carecer del requisito de licitud o del considera puro —la condición se tiene por no puesta— (art. 792, C.c. «Las
de moralidad. condiciones... contrarias a las leyes o a las buenas costumbres se tendrán
Tales condiciones aparecen contempladas en los arts. 792, 793, 794 y por no puestas y en nada perjudicarán al heredero o legatario, aun cuando
1.116, 1.°, C.c. y 159 C. de sucs catalán. el testador disponga otra cosa» y 159 C. de sucs catalán); y si es inter vi-
vos, queda inválido (art. 1.116, 1.", del C.c., «Las condiciones... contrarias
La inmoralidad o ilicitud21 no lo es del suceso en sí, sino en cuanto, en el a las buenas costumbres y las prohibidas por la ley anularán la obligación
caso concreto, el ponerlo como condición, estimula a la ilicitud o inmoralidad (ir que de ellas dependa», y también ley 519 de la Comp. navarra), en el caso
contra normas imperativas, orden público, moral o buenas costumbres, bien ha- de condición ilícita suspensiva, y se tiene por no puesta, si se trata de con-
ciendo algo prohibido, bien no haciendo lo mandado, etc.)22. Por ello hay con- dición ilícita resolutoria.
dición inmoral o ilícita cuando el suceso inmoral o ilícito deba consistir en cierta
conducta del sujeto que será favorecido por el cumplimiento de la condición. Y Tal es la regla general, siendo excepción a la misma, por ejemplo, el art. 794
las hay, también, cuando aun sin tender directamente a un resultado prohibido, del C.c., que establece la invalidez de la disposición monis causa hecha bajo la
lo procuran o facilitan indirectamente23. Por el contrario, no es inmoral ni ilícita condición de que el heredero o legatario haga en su testamento alguna disposi-
la condición, cuando el suceso inmoral o ilícito se contempla con el fin de evi- ción en favor del testador o de otra persona.
tarlo (por ejemplo: se dona algo bajo la condición resolutoria de que el donata-
rio robe).
A veces, la inmoralidad puede consistir en disminuir la espontaneidad de cier- 24 Fallos de la jurisprudencia relativos a condiciones prohibidas por ilícitas o inmorales son algu-
nos como los siguientes: resolución de 31 mayo 1951 (poner como resolutoria de un contrato de renta
tos actos, influyendo en decisiones tomadas en materias en las que el sentimiento vitalicia el impago de pensiones, si no había que devolver las pagadas y el bien dado para constituir la
moral exige la supresión de influencias extratias (así algunas condiciones de con- renta era infructífero), sentencias de 20 mayo 1959 (poner como resolutoria de los derechos concedidos
traer o no contraer matrimonio). el que los nombrados sucesores planteasen cuestión judicial contra ciertos actos ilícitamente otorgados
por el causante), 12 diciembre 1959 (poner como suspensiva para adquirir determinados derechos el que
los llamados a éstos pasasen por cierto acto otorgado por el concedente sin corresponderle), 8 mayo
21 Que se juzga a tenor de la conciencia social del tiempo en que se la contemple, y no del en 1965 (poner como resolutoria de la compraventa de inmuebles el simple impago del precio, ya que ello
que la condición fue puesta, como dijo la sentencia de 4 marzo 1968, para el caso de una establecida va contra el espíritu del art. 1.504).
hacía muchísimos años. 25 En materia de matrimonio, o algún aspecto de él, puesto como condición, pueden citarse sen-
12 Dice la sentencia de 12 diciembre 1959: «Si toda condición es, en definitiva, sólo medio para
tencias como las de 7 enero 1926 (que no negó la licitud de la de no casarse con cierta persona), 21
la consecución de un fin, necesariamente ha de verse influenciada, imprimiéndole carácter, por una do- octubre 1967 (que aceptó la licitud de la resolutoria de que el donatario no se casase a gusto del do-
ble circunstancia, la de la licitud sustancial del acto u omisión, de aquélla que en sí consistía, y por la nante) y 11 junio 1964 (que estimó que la puesta por el esposo a su esposa sobre perder el usufructo
del designio o propósito que con su cumplimiento pretenda conseguir quien la impone, de tal suerte que que le dejaba si contraía nuevo matrimonio, se entiende cumplida si aun sin contraerlo, lleva a cabo
tanto si lo primero es contrario a Derecho, como si la finalidad perseguida es hacer posible lo que la una unión ilícita que queda puesta de manifiesto por la concepción de un hijo natural), y la resolución
ley no permite realizar, es evidente que la condición que se dirija a tan arbitrario fin, habrá de repu- de 15 marzo 1974, que si bien no recata propiamente en caso de condición, lo que dice vale para ésta
tarse contraria a Derecho». (que estimó ilícita la cláusula de que en una sociedad anónima la viuda de accionista a la que por he-
21 Por ejemplo: se dona algo a A, bajo la condición de que B sea muerto por C, existiendo estre- rencia del mismo le correspondan acciones, si contrae nuevo matrimonio queda obligada a transferir
chas relaciones entre A, B y C, por lo que es posible que A procure inclinar a B al crimen, ofrecién- aquéllas a los otros accionistas). Posteriormente la sent. de 28 noviembre 1981 no rechazó la de casarse
dole parte de lo que recibirá por la donación. con persona noble.

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MANUEL ALBALADEJO
§ 96 LA CONDICION

16. Pendencia de la condición.—Celebrado un negocio sub condi- Esta expectativa es de la misma naturaleza que el derecho a que tiende; for-
cione, la producción de los efectos queda en espera de que aquélla se cum- mando parte del patrimonio del titular, si aquél es patrimonial. No es frustrable
pla o no. por el eventualmente obligado, que debe proceder de forma que si la condición
Mientras que la condición está pendiente los efectos del negocio no se se cumple pueda realizar la conducta a la que entonces vendrá obligado efecti-
producen, si es suspensiva26, o se producen, si es resolutoria. Cuando la con- vamente; y a tal objeto, «el acreedor puede, antes del cumplimiento de las con-
dición se cumple, se producen los efectos del negocio, si era suspensiva, o diciones, ejercitar las acciones procedentes para la conservación de su derecho»
cesan si era resolutoria. Incumplida la condición, dichos efectos definitiva- (art. 1.121, 1.°)27 (cfr. también arts. 801 y ss.). La expectativa, cuando proceda,
tiene acceso al Registro de la Propiedad (cfr. Ley Hipotecaria, art. 9, 2.0; R. H.,
mente no se producirán, si era suspensiva, o cesan de hallarse amenazados art. 51, 6.°).
de cesación, si era resolutoria. La expectativa es —si lo es el derecho principal— transmisible, pudiendo dis-
poner de ella su titularn, como podría disponer de aquél; siempre, naturalmente,
Esto es lo que, en síntesis, se puede afirmar; pero es preciso ahondar en la quedando su adquirente —en cuanto al derecho principal— sometido al eventual
cuestión para perfilar, lo mismo los conceptos de cumplimiento e incumplimiento cumplimiento de la condición. Transmisibilidad que se apoya para nuestro Dere-
que sus consecuencias, así como ciertos efectos provisionales (distintos de los nor- cho positivo en arts. como los 1.112 y 1.257, cuyo espíritu —a falta de limita-
males del negocio) que se producen antes del cumplimiento de la condición. ción— hay que entender que alcanza a la expectativa del derecho correspondiente29.
La frustración de la expectativa por causa que dé lugar a indemnización o re-
Hay pendencia de la condición mientras que el suceso en el que ésta paración a favor del titular de aquélla (por ejemplo, la destrucción por el otro con-
consista no se verificó, pero puede verificarse. tratante, de la cosa objeto del contrato condicional), confiere a éste una expecta-
Una vez celebrado el negocio, mientras que la condición pende, aquél tiva a la indemnización o reparación, para el caso de cumplimiento de la condición
vincula a las partes o es irrevocable en los términos en que lo sería si fuese (C.c., art. 1.122; 2.° y 4.°).
puro; adquiriéndose una expectativa por aquéllos a quienes favorecería la El titular de la expectativa, no siéndolo todavía del derecho a que la misma
tiende, es claro que no puede aún ejercer éste. Por ejemplo, no es exigible el pago
resolución de la situación de pendencia. (art. 1.113, 1.°) y si se realizó, es repetible (art. 1.121, 2.°), ni procede la com-
pensación (art. 1.196, 4.°), etc.
A) Pendencia de la condición suspensiva.—Siendo aún ineficaz el negocio en B) Pendencia de la condición resolutoria.—Los efectos del negocio se pro-
orden a la producción de sus efectos normales, y consistiendo éstos en la adqui- ducen cono si fuera puro3°, mas como eventualmente se resolverán, si la con-
sición, modificación o extinción de derechos u otras situaciones jurídicas, no se dición se cumple, existe una expectativa de que las cosas vuelvan a su antiguo
producen todavía aquéllos; pero, sin embargo, tienen lugar una serie de efectos estado.
previos, que —como decía— no son los propios del negocio, sino que persiguen En esta situación expectante, la posición de los sujetos es opuesta a la que
asegurar que si la condición llega a cumplirse se producirán éstos, evitando que tenían en el caso de pendencia de condición suspensiva, y, habida cuenta de ello,
pendente condicione se frustre la posibilidad de los mismos. lo dicho para éste tiene aplicación a aquél. Así, por ejemplo, quien enajenó bajo
Se discute cuál es la verdadera naturaleza de la situación creada por el ne- condición resolutoria, tiene una expectativa de readquisición de lo enajenado, y
gocio, antes de que la condición se cumpla. En particular, en cuanto al que ad-. puede realizar los actos procedentes para su conservación.
quirirá derechos en el caso de tal cumplimiento, se le considera ya titular, bien
de un derecho condicional, bien de un derecho eventual, bien de un derecho al
derecho, bien de una expectativa de derecho. Debiendo de advertirse que no siena-. 17. Cumplimiento de la condición.—Consiste el cumplimiento en la
pre los autores que defienden una u otra cosa, utilizan tales diferentes terminolo- realización del suceso puesto como condición, o en su no realización, si ésta
gías para expresar conceptos verdaderamente diferentes. Por mi parte, habida cuenta es negativa.
de que el derecho definitivo no se adquirirá sino cuando la condición se cumpla Si la condición es potestativa o casual dependiente de la voluntad de un
(cfr., art. 1.114), creo preferible hablar de que la celebración del negocio crea una tercero, la realización del acto en que consista, no constituye un deber para
expectativa de producción de los efectos de éste, atribuyendo, pues, al adquirente el sujeto, que es libre de ejecutarlo o no (condicio non est in obligatione).
eventual una expectativa de adquisición.
" Véase TORRES DE CRUELLS, La medida camelar del art. 1.121 del Código civil, en A.D.C.,
21 Sobre que no se producen, no sólo los efectos propios del negocio, sino tampoco los efectos de 1959, págs. 1.219 y SS.
28 Cfr. resolución de 13 mayo 1936.
otro orden, a que daría lugar la celebración de aquél (así la resolución de un contrato, resolución que
29 Si la expectativa se adquiere por acto monis causa, la opinión dominante rechaza su transnüsi-
se pactó para el cso de que se celebrase otro, que después se celebra, pero bajo condición), véase
sentencia de 2 julio 1951. bilidad, apoyándose en el art. 759.
30 Así, cfr, la sentencia de 17 marzo 1966.

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96 LA CONDICION
MANUEL ALBALADEJO

a aquéllos la obtención de las ventajas que del cumplimiento se les seguirían, y


Puede ocurrir que se haya marcado tiempo en el que la condición deba cum- dejando, a la vez, mediante la fianza, cubierta la eventualidad del incumplimiento.
plirse durante él. En otro caso, mientras que el suceso no llegue a ser imposible,
puede tener lugar el cumplimiento, si se trata de condición positiva; y, siendo ne-
gativa, no puede decirse cumplida mientras que el suceso sea posible. 18. El llamado cumplimiento por equivalencia.—Se dice, a veces,
El Código contiene algunas disposiciones sobre lo anterior: que es posible el cumplimiento por equivalencia, queriendo significar con
«La condición de que ocurra algún suceso en un tiempo determinado, extin- ello que no siempre es necesario que acontezca específicamente el suceso
guirá la obligación desde que pasare el tiempo o fuera ya indudable que el acon- en que la condición consiste, para que éste se tenga por cumplida. Por ejem-
tecimiento no tendrá lugar» (art. 1.117). plo, basta en ocasiones, en las condiciones potestativas (y mixtas), que el
«La condición de que no acontezca algún suceso en tiempo determinado, hace sujeto, un acto del cual se ha puesto como condición, tenga voluntad de re-
eficaz la obligación desde que pasó el tiempo señalado o sea ya evidente que el alizarlo, o haga de su parte lo que pueda en orden a tal realización, aun-
acontecimiento no puede ocurrir.—Si no hubiere fijado tiempo, la condición de-
berá reputarse cumplida en el que verosímilmente se hubiese querido sefialarm, que no alcance a ésta.
atendida la naturaleza de la obligación» (art. 1.118)*. Aunque éste segundo pá- Mas, sobre ese particular, debe precisarse que realmente no existe el
rrafo del artículo 1.118 sobre el tiempo en que verosímilmente se debe cumplir llamado cumplimiento por equivalencia, sino que a base de una recta in-
la condición con plazo no fijado, se refiere literalmente sólo a las negativas, el terpretación de la voluntad del sujeto que establece la condición, se puede
precepto se aplica también a las positivas, han dicho las sentencias de 5 octubre obtener la conclusión de que lo querido como condición no es exclusiva y
1996 y 24 julio 1998, contradiciendo expresamente a la de 28 diciembre 1984, necesariamente la realización del suceso de que se trate, sino que puede
que dijo ser aplicable sólo a las negativas. • serlo también la de otro que en la mente de aquél tenga el mismo valor.
Además, en materia testamentaria, también establece el Código reglas parti-
culares, que, sin duda, son de interpretación de voluntad:
«La condición puramente potestativa [expresión que alcanza también a las
Pondré dos ejemplos para una mejor comprensión: 1.° La realización del he-
condiciones simplemente potestativas] impuesta al heredero o legatario ha de ser cho puesto como condición ha devenido difícil o imposible, pero, según la vo-
cumplida por éstos, una vez enterados de ella, después de la muerte del testa- luntad (aunque no declarada expresamente, sí, al menos, presumible) de quien
dor. Exceptiiase el caso en que la condición, ya cumplida, no pueda reiterarse» puso aquélla, es equiparable a dicha realización la actividad exterior del sujeto
(art. 795). (suficiente normalmente para conseguirla), o, incluso, la mera voluntad del mismo
«Cuando la condición fuere casual o mixta, bastará que se realice o cumpla de realizar el acto, aunque no lo pueda ejecutar. Luego dicha actividad exterior
en cualquier tiempo, vivo o muerto el testador, si éste no hubiese dispuesto otra o la mera voluntad de realizar el acto, cuando éste no puede ya ejecutarse, son,
cosa. Si hubiese existido o se hubiese cumplido al hacerse el testamento, y el tes- en sí, según la voluntad del sujeto que condiciona, cumplimiento estricto y no
tador lo ignoraba, se tendrá por cumplida [en cuyo caso, el negocio nace puro]. cumplimiento por equivalencia. 2.° Aun sin que se toque, el tema de la imposi-
Si lo sabía, sólo se tendrá por cumplida cuando fuere de tal naturaleza que no bilidad de realización del hecho puesto como condición, hay casos en que vale
pueda ya existir o cumplirse de nuevo» (art. 796). (Realmente, en el último su- como el mismo otro hecho distinto (siempre porque se parte de la idea de que
puesto hay condición imposible que se tiene por no puesta). uno y otro están equiparados en la voluntad del sujeto que condicionó), de forma
Por último, «si la condición potestativa impuesta al heredero o legatario fuere que, aunque no haya acontecido aquél, si se realizó éste, se tiene la condición
negativa, o de no hacer o no dar, cumplirán con afianzar que no harán o no da- por cumplida. Así la sentencia de 4 noviembre 1908 estimó cumplida la condi-
rán lo que fue prohibido por el testador, y que, en caso de contravención, devol- ción de que los donatarios se separasen de la compañía del donante cuando aqué-
verán lo percibido con sus frutos e intereses» (art. 800). llos hubieron de abandonarla a instancias del propio donante por consecuencia
Se trata de que, como el incumplimiento puede tener lugar en tanto vivan el de las faltas de respeto, desobediencia y aun amenazas de que le hacían objeto.
heredero o el legatario, se busca la solución práctica de equiparar la prestación de La de 11 junio 1964 consideró que la condición puesta por el difunto esposo a
la fianza (cautio ~iota) al cumplimiento de la condición haciendo así posible su esposa sobre perder el usufructo que le dejaba si contraía nuevo matrimonio,
se cumplió cuando, aun sin contraerlo, la esposa llevó a cabo una unión sexual
de la que tuvo un hijo natural. La de 26 noviembre 1973 equiparó a la condi-
La sentencia de 24 julio 1998, en un caso en el que la condición a la que no se fijaba plazo ción puesta de enviudar, el hecho de quedar libre el interesado, no por muerte
de cumplimiento, puesta a un contrato por el que las partes acordaban dar cierto destino a unos loca- de su cónyuge, sino por anulación del matrimonio. Y la resolución de 10 di-
les, era que éstos quedasen libres de los inquilinos que los ocupaban, estimó que seis dios (que habían
pasado cuando se discutió el tema) era un plazo muy superior al que verosímilmente hubiesen querido ciembre 1991 estimó que la condición puesta por el testador de que su testa-
las partes para el cumplimiento de la condición. mento valiese sólo si no sobrevivía a la operación a que iba a ser sometido, se
* Sobre este tema, cfr. DIEZ PICAZO, El tiempo de cumplimiento de la condición y la duración cumplió aunque sobrevivió a la mesa de operaciones pero quedó en estado de
máxima de la fase de condicio pendens, en «Estudios de Derecho civil en honor del profesor Castán coma hasta su fallecimiento un mes después.
Tobefias», III, págs. 183 y as.

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MANUEL ALBALADEJO § 96 LA CONDICION

A tenor de lo dicho, hay que afirmar que las normas legales que establezcan los efectos del negocio, si era suspensiva, o cesando los mismos, si era re-
los llamados cumplimientos por equivalencia son normas de interpretación de vo- solutoria.
luntad, y que, por tanto, cuando haya que admitir que se quiso como condición
exclusivamente la realización efectiva de un determinado suceso, no vale como
cumplimiento de la misma ningún sustitutivo. 21. Retroactividad.—El cumplimiento de la condición puede operar
irretroactiva o retroactivamente. En el primer caso los efectos del negocio
19. Cumplimiento como sanción contra la mala fe.—Cuando el in- se producen o cesan a partir del cumplimiento. En el segundo, una vez cum-
teresado en que la condición no se cumpla impide su cumplimiento, la con- plida la condición, se considera al negocio como eficaz (si era suspensiva)
dición se tiene por cumplida: dolus pro impleta condicione (arts. 1.119 y o ineficaz (si era resolutoria) desde que lo hubiese sido de haberse cele-
791)32, ". brado puramente.

Se requiere que el interesado en que la condición no se cumpla, observa vo- No digo que se considera eficaz o ineficaz el negocio desde que se celebró,
luntariamente una conducta contraria a la buena fe (art. arts. 7, núm. 1, y 1.258), porque éste puede también ser negocio que aun celebrado puramente no produzca
conducta que sea causa del incumplimiento de la condición" inmediatamente sus efectos: por ejemplo, testamento.
Sin embargo, si según el sentido de la condición, el cumplimiento de ésta está
confiado al libre arbitrio del interesado (por ejemplo, piénsese en casos de con- En nuestro Derecho, según la opinión común, se acepta el principio de
diciones potestativas), no existe violación de la buena fe, y no procede la aplica- la retroactividad36. Sin embargo, lo que se puede asegurar es que, por lo
ción del art. 1.119, si, actuando a tenor de se conveniencia, impide aquél el cum- menos, no se acoge sin importantes limitaciones37.
plimiento.
El art. 1.119 se basa no en una interpretación de voluntad del sujeto condi-
cionante, sino en el principio de buena fe. Y considero dudoso que quien esta- El art. 1.120 dispone que «los efectos de la obligación condicional de dar,
blece la condición, pueda en todo caso disponer que en el supuesto en estudio la una vez cumplida la condición, se retrotraen al día de constitución de aquélla».
condición no se tenga por cumplida. Y el art. 1.123, 1.°, establece que «cuando las condiciones tengan por objeto re-
Si quien impide el cumplimiento de la condición es un extraño, no será apli- solver la obligación de dar, los interesados, cumplidas aquéllas, deberán restituirse
cable el art. 1.119, pero puede haber derecho a indemnización, a tenor del art. lo que hubiesen percibido». Lo cual, habida cuenta de la relación entre los arts.
1.902 del C.c. o de la ley 488, 2.° de la Comp. navarra, por el perjuicio que el 1.1120 y 1.122 con el 1.1123, y de lo que éste establece en los párrafos 2.° y 3.°,
incumplimiento produzca. hay que entenderlo en el sentido de que las condiciones resolutorias tienen el
mismo efecto retroactivo que las suspensivas, presupuesta la distinta finalidad de
20. Efectos del cumplimiento.—Cumplida la condición (también se unas y otras. Por último, el art. 154, 2.°, del C. de sucs. catalán, dispone que: «El
instituido heredero bajo condición suspensiva que, cumplida ésta acepte la heren-
dice realizada o existente la condición: condicio existit), cesa el estado de cia, la adquirirá con efecto retroactivo al tiempo del fallecimiento del testador».
incertidumbre, poniéndose fin a la pendencia y produciéndose ipso lure35 También la ley 519 de la Comp. navarra.
Asimismo, dentro de la señalada línea de la retroactividad, regula el Código
32 D. 50, 17, 161: «Está admitido en Derecho civil que siempre que el interesado en que no se la pérdida, deterioro o mejora —pendiente la condición— de la cosa objeto del
cumpla una condición haga que ésta no se cumpla se tenga por cumplida». negocio condicional, lo mismo para el caso de condición suspensiva que resolu-
33 Bastaría el art. 791 para aplicar el art. 1.119 al caso del testamento. No obstante, quien piense toria referentes a obligaciones de dar (véanse arts. 1.122 y 1.123, 2.°).
que el art. 798, 2.°, alcanza no sólo al modo, sino también a la condición, apoyaría la afirmación del
texto directamente en este artículo. Así la sentencia de 3 junio 1967.
Casos discutidos pueden verse, por ejemplo, en los que fueron objeto de las sentencias de 28 36 Así por ejemplo, expresamente sentencias de 13 diciembre 1946 y 9 abril 1947, y resoluciones
abril 1953 y 30 diciembre 1961. Por su parte, la sentencia de 3 julio 1973 estimó cumplida la condi- de 31 diciembre 1930, 7 mayo 1960, 31 mayo y 18 diciembre 1985, 30 junio 1986, 6 febrero 1992 y
ción cuyo incumplimiento se debió a la conducta obstaculizadora contraria a la buena fe, del interesado. 24 junio 1995, 23 diciembre 1996.
La sentencia de 18 diciembre 1985 resolvió un supuesto donde el art. 1.119 no se aplicó en un caso " Véase en particular la sentencia de 21 diciembre 1996 que dice que «La doctrina mayoritaria
donde, con independencia de la actitud del interesado, de todas formas la condición no se habría po- al comentar el artículo 1.120 y los demás concordantes ha ido abandonando ta idea del efecto retro-
dido cumplir. activo de la condición de forma absoluta.., en nuestro Derecho, aunque se mantiene la palabra retro-
35 Sentencias de 18 enero 1900, 4 noviembre 1908, 22 diciembre 1945, 9 abril 1947, 8 mayo 1965, acción (art. 1.120) se aplica con mayores limitaciones, sus efectos prácticos quedan fundamentalmente
30 octubre 1983 y 30 septiembre 1993. Señala la antepenúltima que puesto como condición resolutoria reducidos a los siguientes: a la convalidación de los actos realizados por el titular que resulte defi-
el incumplimiento de las obligaciones que nazcan de un contrato (bilateral) ese incumplimiento resuelve nitivo durante la situación de pendencia y a que se declare la invalidez de los actos realizados en el
aquél automáticamente, a diferencia del caso del art. 1.124, que sólo concede el derecho a pedir la re- mismo período por el titular interino extralimitándose del ámbito de su poder» (Fundamento de De-
solución. recho 3.°).

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MANUEL ALBALADEJO § 97 TERMINO

Puede concluirse que los actos realizados durante la pendencia de la condi.. rece segura la posibilidad de afirmar que impedido, en los términos de aquél, el
ción (por ejemplo, actos de disposición del enajenante o del adquirente) han de incumplimiento, la condición se tendrá por incumplida (así, la sentencia de 17
ser juzgados como se les habría juzgado si el negocio hubiese sido puro*. marzo 1941).
Ahora bien, los efectos retroactivos del cumplimiento de unas y otras condi-
ciones, tienen los siguientes límites:
1.° «Cuando la obligación imponga recíprocas prestaciones a los interesa-
dos, se entenderán compensados unos con otros los frutos e intereses del tiempo § 97
en que hubiese estado pendiente la condición. Si la obligación fuese unilateral, TERMINO*
el deudor hará suyos los frutos e intereses percibidos, a menos que por la natu-
raleza y circunstancias de aquélla debe inferirse que fue otra la voluntad del que SUMARIO: 1. Concepto.-2. Término de eficacia y término de ejercicio.-3. Término
la constituyó.» esencial y término accidental.-4. Otras clases de término.-5. Licitud y posibili-
2.° «En las obligaciones de hacer y de no hacer, los Tribunales deter- dad del término.-6. Negocios que admiten y que no admiten término.-7. Efec-
minarán, en cada caso, el efecto retroactivo de la condición cumplida» (art. tos de la aposición de término a un negocio puro.-8. Fijación del tértnino.-9.
1.120, 2.°). Norma que vale para las condiciones suspensivas y resolutorias Efectos del término.-10. Supresión por la ley del término establecido.
(art. 1.123, 3.°).
Las mencionadas disposiciones sobre retroactividad y sus límites, en princi-
1. Concepto.—El negocio jurídico a término o a plazo es aquel ne-
pio, son aplicables en los casos de otros negocios condicionales, en alguno de los
cuales la propia ley remite a ellas (cfr. lt. 791). Ahora bien, ahondar el tema en gocio en el que las partes (o la parte) no quieren que los efectos se pro-
materia de Derecho de sucesiones es cosa que no puede hacerse aquí, pues para duzcan sino desde o hasta un momento futuro, pero cierto (art. 1.115, 1.°:
razonar la posición que corresponda, es preciso manejar conceptos que sólo cuando «... señalado un día cierto...»).
se estudie aquél cabe exponer. El término es el momento en el que comienza o acaba la eficacia del
Tratándose de normas de Derecho dispositivo, los interesados pueden supri- negocio: en el primer caso, se le califica de inicial (dies a quo); en el se-
mir los límites vistos, a la fuerza retroactiva del cumplimiento de la condición, gundo, de final (dies ad quem).
así como aumentarlos o excluir por completo la retroactividad (argumento arts.
El negocio, ya celebrado, carece de efectos hasta que el término inicial
1.255 y 1.120, 1.°, in fine); e igualmente ocurre que ciertos negocios, por su na-
turaleza normalmente suponen la no retroactividad del cumplimiento de la condi- llega; por eso también se habla de término suspensivo. Por otro lado, el ne-
ción (así, contratos de ejecución continuada o periódica). gocio, que ya se celebró y es eficaz, cesa de tener efectos cuando llega el
término final; por eso también se le denomina término resolutorio. Y, na-
22. Incumplimiento.—El incumplimiento de la condición (también se turalmente, el negocio, además de ser a término inicial o final, puede ser a
dice que falta la condición: condicio deficit) tiene lugar cuando llega a ser término inicial y final, cuando se marca un doble tope a la eficacia, en
cierto que no se realizará el suceso puesto como condición o transcurre el cuanto a su comienzo y en cuanto a su fin.
tiempo que expresa o tácitamente se le dio de posible realización.
Al igual que el cumplimiento, el incumplimiento pone fin al estado de * APPLETON, Apercus ttouveaux sur le terne certain ou incertain en Droit romain et moderne,
pendencia, de forma que si la condición es suspensiva se sabe que ya no en R. Grale du Droit, 1926, págs. 9 y ss.; BRUNETTI, Ji dies incertus nelle disposizioni testamentarie,
tendrá efectos el negocio, y si, es resolutoria, desaparece la posibilidad de 1893; CASAS VALLES en C.C.J.C., n.° 2, 1983, pág. 371; DIEZ-PICAZO, El pago anticipado, en
R.D.M., 1959, 1, págs. 37 y ss.; ENNECCERUS, Rechtsgescheift, Bedingung und Anfangstermin, 1889,
cesación de los mismos. y Begriff und Wirkung der Suhpensivbedingund und Anfangstermin, 1871; FERNANDEZ NOVOA, Tér-
-

En ambos casos se extinguen las expectativas de quienes habrían ad- mino esencial, en A.D.C., 1954, págs. 737 y ss.; GRAZIANI, II termine esenziale, en Studi, 1953, págs.
301 y SS.; MOISSET DE ESPANES, Notas sobre dos elementos accidentales de la relación jurídica: el
quirido derechos en caso de cumplimiento. plazo y la condición, en Estudios Carretero, págs. 341 y as.; MONTES, en Comentarios al C.c. y Camps.
forales, dirigidos por ALBALADEJO, XV, 2.°, 1983, págs. 1 y ss., y allí más bibliografía, y en la misma
La ley no establece qué efectos tenga el incumplimiento impedido volunta- obra, ALBALADEJO, en tomo X, 2.°, 1984, págs. 544 y s.s.; MORENO QUESADA, El vencimiento
riamente por el interesado (como regula el supuesto de que éste impida volunta- anticipado del crédito por alteración de sus garantías, en A.D.C., 1971, págs. 429 y SS.; NATOLI, 11
termine esenziale, en R. D. Comm., 1947, I, págs. 221 y ss.; REVERTE NAVARRO, Los términos de
riamente el cumplimiento), pero, por analogía de lo dispuesto en el art. 1.119, pa- gracia en el cumplimiento de las obligaciones, 1975; RUGGIERO, DE, 11 dies impossibilis nei contratti
e nei testamenti, en Bull. Ist. Dir. rom., XV, págs. 5 y ss.; SINIEON, Das befristete Rechtsgeschaft,
ss., en 1889; VICENTE Y GELLA, El término esencial, en R.D.M., 1949, 8, págs. 7 y ss.; ZAPPULLI, Ter-
* ALVAREZ VIGARAY, La retroactividad de la condición, en A.D.C., 1964, págs. 829 y mine, en Nuevo Dig. it., XII, 2, 1940, págs. 59 y ss., y allí más bibliografía.
particular, págs. 844 y ss.
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MANUEL ALBALADEJO § 97 TERMINO

2. Término de eficacia y término de ejercicio.--Hasta aquí me he rante el que desarrollar su eficacia. Pero el negocio en el que el término es
referido solamente a una de las funciones que puede desempeñar el término; elemento accidental, debe ser distinguido del negocio que por propia natu-
pero aún le cabe otro papel: no influir en la eficacia del negocio (entendida raleza requiere un tiempo limitado en el que falten, o durante el que se pro-
ésta exclusivamente como producción de los efectos de dicho negocio), sino duzcan sus efectos o, en general, sus consecuencias3. Así, es accidental el
atañer únicamente —limitándolos también en el tiempo— al ejercicio de los término puesto a la institución de heredero, porque también el heredero pudo
derechos y al cumplimiento de las obligaciones, ya producidos, que hayan ser instituido sin límite de tiempo, aunque, naturalmente, los efectos de la
sido los efectos del negocio. institución (adquisición del derecho a ser heredero y, posteriormente, serio
Si A presta a B 10.000 pesetas para que se las devuelva en el plazo permanentemente) se desarrollen en el tiempo. Y, por el contrario, no es ac-
máximo de dos años, y sin intereses durante los primeros seis meses, a par- cidental la existencia de un plazo limitado durante el que el depositario cus-
tir del sexto mes nace la obligación de pagarlos. Pero si A vende a B una todie la cosa depositada, o el comodatario use la dada en cornodato; pues
cosa y acuerdan que el precio se pague a los seis meses, B será deudor del en un caso y en el otro, la propia naturaleza del negocio (depósito o co-
precio desde la celebración de la compraventa (porque desde entonces ésta modato) implica la no dejación definitiva de la cosa en poder del deposita-
—siendo ya eficaz— ha hecho nacer la obligación de pagarlo), pero el pago rio o comodatario (cfr. arts. 1.740, 1.758). En estos supuestos se habla de
no puede serle exigido hasta que el plazo llegue. término esencia14.
A tenor de lo dicho, queda claro que es posible, la concurrencia en un
Así lo explica expresamente alguna sentencia, como la de 28 noviembre 1914,
y lo implican arts. como el 1.125 del lo dice la ley 519 de la Comp. na-
mismo negocio, del término esencial y del accidental. Así, por ejemplo: A
varra. Cfr. también la de 10 junio 1967. arrienda a B una cosa por un año (término esencial), pero acuerdan que la
cosa será eniregada a B dentro de tres meses (término accidental).
En la primera hipótesis, se trata de término de eficacia o esencial; en Nuestro Código, aunque contiene numerosos artículos en los que
la segunda, de término de ejercicio, o de ejecución del negocio, y enton- se alude al término, regula éste expresamente, con ocasión de tratar de
ces, en rigor no se podría hablar de un negocio a término, ya que no es el la institución de heredero y del legado —art. 805— y de las obligaciones
negocio lo que pende del término, sino su ejecución: por eso algunos au- —arts. 1.125 y ss.—.
tores entienden que este tipo de término no es una modalidad del negocio,
sino de su cumplimiento. 4. Otras clases de término.—De lo que llevo ya expuesto resulta que
el término mede ser: inicial o final; de eficacia o de ejecución; accidental
Que en el supuesto concreto nos encontremos ante uno u otro tipo de tér- o esencial; pero aún es preciso examinar otras categorías: primeramente,
mino, depende bien de la naturaleza de la cosa de que se trate, bien de lo que- cierto y determinado, o cierto, pero indeterminado.
rido por el sujeto o los sujetos del negocio, pero ambos tipos aparecen contem-
plados en nuestra ley. Se refiere al primero el art. 805, 1.0, cuando dice que «será He dicho que en todo caso, el término es un día futuro y cierto, que
válida la designación de día o de tiempo en que haya de comenzar o cesar el ha de llegar necesariamente. «Entiéndese por día cierto aquel que necesa-
efecto de la institución de heredero o del legado». Se refiere al segundo el art. riamente ha de venir, aunque se ignore cuándo», dice el art. 1.125, 2.°. Y
1.125, 1.0, al establecer que «las obligaciones para cuyo cumplimiento se haya se- de ahí se sigue que cabe que se trate de un día —además de cierto— fijo,
ñalado un día cierto, sólo serán exigibles cuando el día llegue»L. determinado directamente, que se sabe que ha de llegar y cuándo (dies cer-
Habitualmente, en materia sucesoria es de eficacia el término establecido2, y tus an et guando) (por ejemplo, «el día dos de enero próximo», o bien
en materia de obligaciones, de ejecución. Precisamente es prueba de ello el que «dentro de treinta días»); o que se trate de un día cierto pero no determi-
la ley contemple especialmente aquél en aquella materia y éste en ésta. nado directamente, sino por la producción de un acontecimiento que nece-
sariamente ha de realizarse, pero se ignora cuándo (dies certus an et in-
3. Término esencial y término accidental.--Los efectos del negocio certus guando) (por ejemplo, el día que muera A). Si la incertidumbre consiste
precisan producirse en el tiempo; por ello, todo negocio implica tiempo da-
3 Por ejemplo, la sentencia de 16 enero 1928 establece con claridad esa distinción.
1 Otros artículos del Código implican también esta clase de término: así art. 1,467. La terminología en la contraposición esencial-accidental, no debe producir confusión con la dis-
1 Aunque también puede ser de ejecución, como cuando se nombra sucesor, pero se dispone que tinción ---examitada más arriba— entre término esencial (en el sentido de término de eficacia) y tér-
no se le entregará la herencia hasta cierto día (así hasta que sea mayor). mino de ejecución.

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97 TERMINO
MANTEL ALBALADEJO
plo, el día en que alcance la pubertad un impúber ya muerto, puede significar el
en si ha de llegar o no el día, el negocio es condicional y no a término día en que la alcanzaría, si viviese. En tal caso nos encontramos, salvando la ine-
(art. 1.125, 3.0)5. xactitud de las palabras, ante un término posible.

También puede ser el término expreso o tácito, según haya sido establecido 6. Negocios que admiten y que no admiten término.—Hay nego-
señaladamente, o resulte de la naturaleza y circunstancias del negocio (cfr. art. cios que admiten término y otros no; inadmisión que puede proceder de su
1.128). propia naturaleza o de disposición de la ley. Ejemplo de aquéllos lo es la
Puede hallarse establecido en beneficio del sujeto activo o del pasivo o de
ambos. El art. 1.127 dispone: «Siempre que en las obligaciones se designa un tér-
compraventa; de éstos lo es la aceptación o repudiación de la herencia (art.
mino, se presume establecido en beneficio de acreedor y deudor, a no ser que del 909 del Cc.), o bien la institución de heredero en Cataluña (C. de sucs.,
tenor de aquéllas o de otras circunstancias, resultará haberse puesto en favor del art. 154) o Mallorca o Menorca (Comp. balear, arts. 16 y 65), o el matri-
uno o del otro». monio (art. 45, 2.°).
Normalmente, los negocios que no admiten condición tampoco pueden
5. Licitud y posibilidad del término.—Tratándose de un momento realizarse a término; pero puede no suceder así: por ejemplo, en Derecho
futuro, pero cierto, del tiempo, es claro que el término en sí, no puede ser catalán y balear de Mallorca y Menorca, por aplicación del principio semel
ilícito, y aun siendo término incertus guando, el suceso con relación al cual heres semper heres, la institución de heredero —que puede realizarse con-
se fija el día, tampoco puede ser ilícito (como podría serlo el acontecimiento dicionalmente (sólo bajo condición suspensiva)— no es posible, como se
puesto por condición) al ser de realizació& fatal y necesaria. acaba de decir, verificarla a término, a diferencia de lo que ocurre en el
Cuando se pone como término un momento imposible, no hay realmente Derecho común (art. 805).
término, que precisamente es momento futuro y cierto en cuanto al sí (el im- Nuestro Derecho admite, en general, el término en artículos como los
posible es cierto en cuanto al no). Ahora bien, faltando realmente el término, 805 (referente a la institución del heredero y al legado), 1.125 (referente a
cabría pensar en dos soluciones: 1.a, el negocio vale como puro; V, el ne- las obligaciones, pero no a ningún negocio en particular como fuente de las
gocio es inválido. Mas, habida cuenta de que se quieren precisamente los mismas) y 1.255 (referente al contrato, y en cuyo espíritu, sin duda, cabe
efectos o consecuencias del negocio, dentro de los límites del término, o sea, el término) del C.c., ley 519 de la Comp. navarra (referente a las prome-
se quiere limitadamente (autolimitación de la voluntad), separar el querer, de sas), etc. En otros supuestos queda —como ya se vio en el art. 990— re-
los límites que se le impusieron, sería escindir la voluntad, cosa que es ina- chazado explícitamente.
ceptable. Por ello hay que entender: 1.0 Si el negocio es a término inicial,
cuando éste es imposible, el negocio es inválido, pues realmente no quiere Mas en todos los casos en los que la ley calla sobre el particular, no cabe
sus efectos quien los quiere a partir de un momento que no puede llegar. 2.° uniformemente llegar a la solución idéntica de aceptar o rechazar la aponibilidad
Si el negocio es a término final, cuando éste es imposible, el negocio es vá- del término. Para resolver cada uno de ellos hay que tener en cuenta —como de-
cía al hablar de la condición— si el negocio de que se trate se halla colocado
lido como puro, pues realmente no quiere que cesen los efectos quien quiere fuera o dentro del campo en el que la voluntad es autónoma: en aquel supuesto,
que cesen cuando llegue un momento que no puede llegar. aun a falta de prohibición, hay que decidirse por la inadmisibilidad del término;
en éste, debe, en principio, aceptarse la aponibilidad, salvo que ésta repugne a la
Todo lo anterior, como regla, basada en la propia lógica jurídica; mas es pen- naturaleza o fin del negocio.
sable que en algún supuesto la ley disponga otra cosa (por ejemplo, validez como En toda esta materia puede servir de guía lo establecido para la condición
puro, del negocio a término inicial imposible); en tal caso, aun consciente de la (aunque, a veces, pueda extraerse de ello un argumento a contrario); y, como de-
contradicción lógica, el intérprete debe acatar el precepto, sin duda dictado por cía también al tratar de ésta, cabe afirmar en general, después de un examen sin-
razones de utilidad práctica. gular de los diferentes negocios, que los de Derecho de Familia no admiten tér-
A veces ocurre que ante un término prima facie imposible, la interpretación mino.
del negocio lleva a la conclusión de ser la imposibilidad sólo aparente. Por ejem-
7. Efectos de la aposición de término a un negocio puro.—Cuando
5 ,‹La fijación por la Administración de la superficie edificable [como consecuencia de un plan de
un negocio puro se celebra a término, puede ocurrir que, para el caso que
ordenación urbana] es un hecho que ha de suceder [porque legalmente es un trámite necesario en el sea, la ley disponga bien la invalidez del negocio de que se trate, bien que
caso], aun cuando su fecha sea desconocida, por lo que se está ante una obligación [la sometida a aquél] éste quede válido y el término se tenga por no puesto. Esto acontece, se-
a plazo» (sentencia de 15 febrero 1980).
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gún el art. 154 C. sucs. catalán y el 16 de la Comp. balear, cuando se ins- 22 septiembre 1993 que cita obras, 31 octubre 1994), pero no a la fijación de la
tituye heredero a término, violando la disposición legal que lo prohibe, y duración del negocio mismo (lo que hemos llamado antes término esencial).
También en esa línea la sentencia de 24 junio 1969. Y sin duda que lleva ra-
en el art. 45, 2.°, C.c, para el matrimonio. zón esa jurisprudencia. Sin embargo, parece innegable que a falta de haberse fi-
Hasta aquí, bien. Pero, si en el caso que sea, la ley sólo prohibe esta- jado la duración al negocio (que de por sí o por voluntad de las partes sea tem-
blecer el término y calla sobre las consecuencias que acarrea el que se le poral) por las partes o, de algún modo (así, arts. 1.577 y 1.571, C.c.), por la ley,
establezca, se plantea, ante el silencio legal, el mismo problema ya exami- procederá aplicar el art. 1.128 por analogía, y lo fijará entonces el juez.
nado respecto de la condición: ¿es inválido el negocio o se tiene el término
por no puesto? 2.° Cuando haya quedado a voluntad del deudor (art. 1.128, 2.°).
Sobre este asunto remito a lo expuesto al hablar de la condición6, ya
que también son válidas ahora aquellas razones. A basé de ellas, pues, hay La fijaeioón que haga el Juez o Tribunal en ejercicio de su facultad discre-
que decidirse, en principio, por la invalidez del negocio, pues en otro caso cional de fijarlo, no es censurable en casación (sentencia de 11 diciembre 1980),
resultaría éste, en contra de lo querido, sin límite de tiempo inicial o final, y la fijación procede que la haga aun de oficio (sentencias de 24 febrero 1914 y
según fuese el término que se tuviese por no puesto. 27 enero 1995).

8. Fijación del término.—E1 término puede fijarse por las partes, por 3.° Cuando las partes determinen que será el juez quien lo fije.
un tercero, por la ley o por el juez; siempres claro está, que se trate de ma-
Pero no procede la aplicación del art. 1.128 si se estableció que el cumpli-
teria en la que no esté excluida la intervención de terceros (en sentido am- miento deberá realizarse en cierto tiempo a partir de que lo exigiese el acreedor.
plio), como ocurre, por ejemplo, en el caso de la institución de heredero o Tampoco procede, según la sentencia de 18 octubre 1969, si la obligación para
legatario (C.c., art. 805 en relación con el 670). cuyo cumplimiento no se fijó un plazo, no se cumplió dentro de uno racional.
Criterio, el de esta sentencia, erróneo, en mi opinión, pues el art. 1.128 esta-
Excepcionalmente, un negocio no celebrado a término, puede verse sometido blece que el plazo no fijado, lo fijarán los Tribunales. Así que el no haberse cum-
posteriormente a término de ejecución: ejemplo, art. 1.124, 3.°. plido en uno racional, sólo puede impedir la fijación por los Tribunales si es que
la racionalidad deja ver que, implícitamente se ha querido que se cumpla en un
El término lo fija la ley en supuestos concretos, en defecto de que lo tiempo no fijado pero no superior a cierta duración. Entonces, por esa duración
hayan hecho las partes, y presupuesto siempre un negocio celebrado a tér- máxima implícita, los Tribunales no podrán fijar un plazo pasada ella.
mino, pero sin haberse precisado éste. En conclusión, si no existe absolutamente fijación de plazo por las partes o
por la ley, lo fijan los Tribunales, haya transcurrido el tiempo que sea sin haberse
cumplido la obligación.
Ejemplo, arts. 1.577 y 1.581'.
En el caso de la sentencia, se trataba de obligaciones recíprocas. Ahora bien,
ni así parece justificado el criterio del T.S., puesto que la facultad de resolver és-
Lo fija el juez: tas —C.c., art. 1.124— la parte que cumplió sólo se concede si hay incumpli-
1.° Cuando, sin haber sido señalado por las partes, de la naturaleza miento de la otra, y, no habiéndose fijado plazo para cumplir, no se puede decir
y circunstancias del negocio se deduzca que se ha querido a término (art. que haya incumplimiento hasta que lo fijen los Tribunales y el deudor no cum-
1.128, 1.°). pla en el fijado'.

Pero, como señala la sentencia de 15 octubre 1965, este artículo se aplica cuando Las partes lo pueden fijar al celebrar el negocio, pero también, al ce-
habiéndose querido término' no se marcó su extensión (así también la sentencia de lebrarlo, pueden establecer que, siendo a término, éste lo fije después: 1.°,
el juez —como se acaba de ver—; 2,', un tercero; 3.°, ellas mismas —poste-
Supra, § 96, número 8.
riormente— de mutuo acuerdo; 4.°, el acreedor (argumento ex, art. 1.128,
A veces, la ley remite, por ejemplo, a la voluntad del acreedor: así, art. 1.750. Pero cuando se 2.°); 5.°, el deudor. En este último caso —como ya se vio— lo fijará tam-
deja en manos del acreedor si concurren circunstancias que puede que no acontezcan, por ejemplo, uno bién el juez.
presta dinero a otro, reservándose exigirle la devolución cuando lo necesite, debe de aplicarse el art.
1.128, 1.0 (sentencia de 31 octubre 1994).
Lo que excluye que pueda prosperar la fijación de este término cuando lo que pasa es que no
señalado no consta que se haya querido (sent. de 31 enero 1992). S'
el art. 1.124, véase el tomo II de esta obra, Obligaciones unilaterales y bilaterales.

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MANUEL ALBALADEIO
* 97 TERMINO

Ahora bien, cuando el término no se haga depender de la mera voluntad del


deudor (curn volueris), sino de que éste pueda (cum potueris) algo (así, cumplir tos del negocio, ya había surgido la obligación, y, por tanto, se paga algo que se
la obligación), se dice que puede fijarlo tal deudor; mas en este caso se debe ob- debe; mas si el término es de eficacia, es posible repetir lo pagado antes de la
servar: l. Que no depende de su voluntad, sino de un acontecimiento (que pueda) llegada del término, en cuanto que, pendiente aún la eficacia del negocio, no existe
extraño a ésta. 2.0 Que, concebido en rigor, este supuesto, como el poder es algo todavía obligación (efecto de éste), y lo que se paga no se debía (argumento ana-
eventual, nos encontraríamos frente a un caso, no de término, sino de condición. logía ex art. 1.121, 2.°).
Pero realmente, y salvando que en un supuesto concreto pueda ser querido lo con- Llegado el término inicial, el negocio, a partir de tal llegada, opera ya, como
trario, el término «cuin potueris» es verdadero término, y no condición, pues debe si fuese puro (arts. 850 y 1.125, 1.0).
ser entendido como concesión de facilidades al deudor (que cumpla cuando pueda, 2.° Pendiente el término final, también opera el negocio, como si fuese puro;
sin que el cumplimiento se imponga en un momento determinado, con posible per- y llegado aquél, no se destruyen para el pasado los efectos producidos —el tér-
turbación grave para el obligado), pero no —según su significado literal— como mino no tiene alcance retroactivo—, como sucede con la condición resolutoria,
concesión de la posibilidad jurídica —y no de mero hecho— de no cumplir si no sino que simplemente se pone un límite a la prolongación de los efectos del ne-
se puede (acontecimiento incierto). gocio, y éstos cesan de producirse en el futuro (art. 805).
Si el plazo está señalado por días a contar desde uno determinado, quedará
éste excluido del cómputo, que deberá empezar en el día siguiente (C.c., art. 1.130 En todo caso, la llegada del término opera ipso iure. Aplicación de ello
específicamente para el caso presente, y con el mismo criterio en general, el art. es el art. 1.565.
5, número 1); naturalmente, salvo voluntad negocial contraria.
Con referencia a la extinción de un derecho de usufructo establecido a tér-
9. Efectos del término.—La función que el término desempeña en el mino final, la sentencia de 19 noviembre 1958 especifica que llegado aquél la ex-
negocio es distinta, según sea aquél inicial o final. Como ya dije, en un tinción se produce 'por ministerio de la ley, es decir, ipso iure.
caso, hasta que el término llegue, quedan suspendidos los efectos o el ejer-
cicio de los derechos, según se trate de término de eficacia o de ejecución; Cuando el término se ha establecido en beneficio de una parte (art.
y en el otro las consecuencis del negocio se desarrollan normalmente, pero 1.127, in fine), ésta puede renunciar al mismo, deviniendo entonces puro el
cesan cuando llega el término. negocio, y siendo aplicables, por tanto, sus reglas.

Ahora bien, una y otra cosa tienen lugar de la siguiente forma: En otro caso, que es el que se presume (art. 1.127, al principio), el término
1.° Pendiente el término inicial, no hay incertidumbre en cuanto a la pro- impide tanto obtener el cobro, como hacer el pago, antes de que venza, salvo que
ducción futura de los efectos (que aún no se producen, si el término es de efica- se avenga la otra parte. Ver la sentencia de 29 enero 1983.
cia) o al ejercicio futuro de los derechos (que se producen a la celebración del
negocio, si el término es de ejecución). Ambos son seguros, aunque, si el término 10. Supresión, por la ley, del término establecido*.—A pesar de haberse
es incertus guando, se ignore el momento en el que tendrán lugar. Hay simple- fijado un término, éste es suprimido por la leym en ciertos casos. Tales casos son:
mente una dilación, a diferencia de lo que ocurre en el negocio condicional, en «1.° Cuando después de contraída la obligación, resulte [el deudor] insolvente,
cuyo caso hay una inseguridad. Hasta la llegada del término se tiene una expec- salvo que garantice la deuda. 2.° Cuando no otorgue al acreedor las garantías a
tativa de derecho (si el término es de eficacia) o una expectativa de ejercicio del que estuviese comprometido. 3Y Cuando por actos propios hubiesen disminuido
derecho ya nacido (si el término es de ejecución); expectativas transmisibles (art. aquellas garantías, después de establecidas, y cuando por caso fortuito desapare-
799), si es transmisible en sí el derecho efecto del negocio; expectativas que, en cieran, a menos que sean inmediatamente sustituidas por otras nuevas e igualmente
general, se puede decir reúnen las características que los derechos a que se re- seguras» (art. 1.129)".
fieren (así, son cedibles, renunciables, etcétera, si lo son éstos).
Es posible tomar medidas conservativas (art. 805, argumento art. 1.129 y ar- * CLEMENTE MEORO, Los supuestos legales de vencimiento anticipado de las obligaciones,
gumento analogía ex art. 1.121, 1.°) y solicitar —si hay en ello interés legítimo— 1991: MORENO QUESADA, El vencimiento anticipado del crédito por alteración de sus garantías, en
la oportuna declaración de la expectativa o derecho ya existente. Por último, no A.D.C., 1971, págs. 429 y ss.; POLACCO, Cenni sugli effetti della decadenza del termine disposta
se puede repetir lo que se hubiese pagado antes de llegar el término (pero si el dall'art. 1.176 C.c., en R. D. Comm., 1915, I, págs. 93 y ss.
'° Sobre la verdadera naturaleza de lo que el art. 1.129 llama pérdida por el deudor del derecho a
que pagó ignoraba cuándo lo hizo la existencia del plazo, tendrá derecho a re- utilizar el plazo, véanse BELTRáN DE HEREDIA (José), El cumplimiento de las obligaciones, 1956,
clamar del acreedor los intereses o los frutos que éste hubiere percibido de la cosa pág. 277: DIEZ-PICAZO, El pago anticipado, en R.D.M., 1959, julio-septiembre, pág. 67, y, principal-
dada en pago) (art. 1.126); pero esta imposibilidad de repetir, sólo la creo acep- mente, MORENO QUESADA, El vencimiento anticipado del crédito por alteración de sus garantías,
table si el término es de ejecución, puesto que habiéndose producido ya los efec- en A.D.C., 1971, págs. 432 y ss.
" Sobre el tema, la sentencia de 22 noviembre 1997 con cita de otras.

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MANUEL ALBALADEJO § 98 EL MODO

Los supradichos casos de vencimiento anticipado, a pesar de que se había se- 2. Accesoriedad del modo. Así como la accidentalidad es nota co-

ñalado un plazo, los creo aplicables sólo al término de ejecución, por dos razo- mún a la condición, al término y al modo, la accesoriedadi es privativa de
nes: 1.a, porque, agravando la condición del deudor, no deben extenderse por ana- éste. En aqiellos casos no se quieren los efectos del negocio, sino presu-
logía; 2.1% porque presuponen la obligación ya nacida (especialmente, art. 1.129, puestos la c-indición o el término (A, al vender bajo condición suspensiva, es
1.0: «... después de contraída la obligación...»), siendo así que si el término es de que no quicre los efectos de la venta, si la condición no se cumple); lo cual
eficacia, tal obligación (efecto), no nace hasta la llegada del término. significa qm la voluntad se auto/imita, reduciéndose a querer los efectos sólo
para el caso de que concurran las circunstancias previstas (concurrencia que
§ 98 no es, pues accesoria): hay, pues, una sola voluntad, pero encaminada a una
EL MODO* hipótesis mis restringida. Por el contrario, en el caso del modo, hay dos vo-
luntades: uta encaminada a los efectos normales del negocio; otra, distinta,
SONIAIUO: 1. Concepto.-2. Accesoriedad del modo.-3. Naturaleza del negocio modal.— aparte, que formula una disposición accesoria, deseando unos efectos depen-
4. Distinción de otras figuras.-5. Contenido del modo.-6. Modo imposible o ilí- dientes de lquellos efectos normales (el donante sub modo en primer término
cito.-7. Nacimiento de la obligación modal.-8. Revocación del negocio modal.— quiere dona, y además quiere —partiendo de la previa validez y eficacia por
9. Cumplimiento e incumplimiento de la obligación modal. sí, de la dcnación— que el donatario haga tal o cual cosa).

1. Concepto. Se llama modo, carga o gravamen (aunque el Código


— 3. Nnuraleza del negocio modal. E1 modo no cambia la naturaleza

utiliza también, impropiamente, para designar a esta figura, la palabra condi- del negock al que se añade: así, pues, por ejemplo, la donación modal si-
ción: arts. 647, 1.0; 651, 2.°; 798, 2.°; por el contrario, el C. de sucs. catalán, gue siendo negocio gratuito, y no pasa a ser oneroso, por el gravamen im-
arts. 161 ss., habla de modo) a la obligación accesoria que puede imponerse puesto al dmatario2. Ello porque no afecta a la gratuidad el hecho de la im-
al beneficiario, en los negocios a título gratuito (testamento, donación). Es, posición 1 una prestación que no es contrapartida (contraprestación) de la
pues, el modo, un límite a la liberalidad, o un gravamen que pesa sobre ésta. ventaja adquirida, sino que sea sólo una disminución del valor de la atri-
bución patihnonial. El modo, tampoco divide aquella naturaleza (como si se
Si el otorgante libera del modo para el caso de que sea imposible de cumplir, dijera que la donación modal es negocio gratuito en cuanto exceda de la
habrá que ver, por interpretación, si es que quiere en su lugar un modo sustitutorio,
o si verdaderamente, por imposibilidad del modo inicial, se queda libre de todo modo.
cuantía del gravamen, y negocio oneroso, en lo que alcance éste). El ne-
Si se niega el carácter gratuito del negocio con modo, aún cabría salvar el gocio sub nodo continúa teniendo íntegramente su naturaleza, a la vez que
propósito del otorgante, considerándolo negocio sometido a la condición en que íntegramente a todo él le afecta la carga. Aunque, desde luego, es innega-
consiste la carga modal. ble que la cuantía del beneficio es menor cuanto mayor sea la carga; pero
eso no alt(ra la naturaleza del negocio, por la misma razón de que tan do-
Además de designar a la obligación impuesta, el término «modo» sirve nación sera aquélla por la que A regala a B 1.000, como aquella otra por
para referirse a la disposición que la establece, y también a la cláusula la que se e regalara sólo 100.
modal.
Qie el negocio sub modo sigue teniendo la naturaleza del puro se sigue, ade-
* ALBALADEJO, en Comentarios al C.c, y Camps. forales, dirigidos por ALBALADEJO, VIII, 2.°, más, (el art. 619: «Es también donación.., aquélla en que se impone el donatario
1986, págs. 369 y ss., y X, 1°, 1984, págs. 484 y s.s., y en ambos lugares más bibliografía- , AMAT LLARI un graramen inferior al valor de lo donado».
en C.C.J.C., n.° 25, 1991, pág. 71; ANTUNES VARELA, Ensaio sobre o conceito do modo, 1955; BIONDI, Consecuencia de lo anterior es que rigen las normas propias del negocio (que
Modo (Diritto romano), en Novissimo D. it., X. 1964; BOUYSSOU, Les liberalités avec charges en Droit lo reptarían si fuese puro), salvo la aplicación de ciertas disposiciones especia-
civil Framis, 1947; CANO TELLO, La institución y legado sub modo en el Cc., en R.C.D.I., 1956; les, per razón del modo: en efecto, las reglas de los negocios a título gratuito que
CASTAN, El modo en los actos jurídicas, en R.D.P„ 1918, págs. 91 y ss.; 1919, págs. 102 y as.; 1921,
págs. 211 y ss.; DURAN, Modo y liberalidad, en Estudios Vallet, III, 1988, págs. 293 y ss.; GIORGIANNI, se basin en el enriquecimiento efectivo que se reporta al beneficiario, no son apli-
modus testamentario, en Studi Messineo, I, 1959, págs. 189 y SS.; LUNA SERRANO, Disciplina del cables en absoluto o no lo son, por lo menos, a la parte de enriquecimiento que
modo testamentario imposible, en A.D.C., 1968, págs. 109 y ss,; MEZQUITA DEL CACHO, La cldusula resultE absorbida por el gravamen (C.c., arts. 622, 626, 638).
modal ante el Registro de la Propiedad, en R.D.P., 1960, págs. 21 y ss.; MONTES, El modo testamenta-
rio y las prohibiciones de disponen en A.D.C., 1974, págs. 301 y ss.; MOZOS, DE LOS, El modo como
elemento accesorio de la voluntad negocia!, en R.D.P., 1978, págs. 223 y ss.; SCUTO, II «modus» nel Di-
rico civile italiano, 1909; TORRALBA, El modo en el Derecho civil, 1966, y en págs. 337, abundante ' Véanselas sentencias de 16 diciembre 1992 y 6 abril 1999.
bibliografía; ZAPPULLI, Modus, en Nuovo D. h., VIII, 1939, págs. 681 y mis. 2 Véanselas sentencias de 16 diciembre 1992 y 6 abril 1999.

744 745
MANUEL ALBALADEJO
§ 98 EL MODO
4. Distinción de otras figuras.—Precisados así los perfiles del modo,
es posible distinguirlo de otras figuras con las que pudiera ser confundido. En este sentido queda clara la distinción en los arts. 1.114 y 797, 2.°, del C.c.
Según el primero, «en las obligaciones condicionales la adquisición de los dere-
A saber: chos, así como la resolución o pérdida de los ya adquiridos dependerán del acon-
A diferencia del modo, la mera recomendación o consejo (nudunt pra- tecimiento que constituya la condición». Por el contrario, según el segundo, lo de-
eceptum) no tiene eficacia jurídica constrictiva (no obliga jurídicamente) sino, jado sub modo «puede pedirse desde luego, y es transmisible a los herederos que
en todo caso, sólo moral. afiancen el cumplimiento de lo mandado por el testador, y la devolución de lo
Se diferencia el modo de la contraprestación en los negocios onerosos, percibido con sus frutos e intereses si faltaren a esta obligación».
en que no existe entre él y la liberalidad la interdependencia que en éstos
se da entre prestación y contraprestación, que no son una accesoria de la En conclusión, la condición pone en trance de ser o no ser dichos
otra, sino que se encuentran en un mismo plano. efectos del negocio; el modo se limita a añadir a éstos una' obligación
Se diferencia, asimismo, el modo del móvil o motivo (o motivos) por- nueva, que precisamente encuentra apoyo en la previa producción de aque-
que, desde luego, el modo considerado en sí mismo no es un motivo; sólo llos efectos5.
es una obligación; aunque accidentalmente la imposición de tal obligación En cada caso concreto, la investigación sobre si se trata de un negocio
al beneficiario del negocio gratuito, pueda ser motivo que impulse a verifi- condicional o modal se resuelve en una quaestio facti, en la que no deben
car éste, o el deseo de ver realizada la conducta a que constriña la obliga- pesar excesivamente las palabras utilizadas por el sujeto, ya que la propia
ción impuesta, haya determinado a tal verificación. ley —a veces— llama condición al modo.
El motivo, en principio, es jurídicamente irrelevante como tal motivo. Lo que La identidad terminológica legal no da lugar a confusión, porque del contexto
ocurre es que lo mismo que puede ser elevado a condición, dependiendo enton- de los artículos que tratan del modo llamándolo condición, se deduce que se re-
ces de él los efectos del negocio, puede también ser elevado a modo. En ambos fieren no a la condición en sentido técnico, sino al modo. Ahora bien, sí puede
casos ya no opera como motivo: A se decide a donar mil a B porque desea (mo- haber lugar a confusión, si el término «condición» se utiliza por los sujetos en un
tivo) que haga un viaje; ahora bien, si donó pura y simplemente, y B no viaja, negocio, y del contexto no se sigue el sentido en el que se emplea.
la donación queda ilesa, aunque constase el motivo que le impulsó a donar; mas La duda sobre si se quiere un negocio condicional o modal puede originarse
si donó bajo la condición de que viajase, o al donar impuso la carga (modo) de también, no por los términos empleados, sino por otras razones por las que no
viajar, entonces el viaje adquiere relevancia jurídica, pero la adquiere como he- aparezca clara la voluntad. Por ejemplo, se designa una prestación a realizar por
cho (viaje) y no como motivo. La máxima relevancia la alcanza, desde luego, si el donatario, pero no se determina explícitamente si se le impone como modo, o
se elevó a condición, pues sin viaje la donación queda ineficaz; pero una rele- si se hace depender la donación de que la cumpla (condición).
vancia intermedia se consigue elevándolo a modo (cuáles sean en concreto los
efectos de la falta de viaje en este caso, se verán después): el modo, pues, desde A este respecto el mismo Código dicta una norma específica: «La ex-
el punto de vista práctico sería un término medio entre el motivo como tal (ino- presión del objeto de la institución [de heredero] o legado, o la aplicación
perante) y el motivo elevado a condición. que haya de darse [modo] a lo dejado por el testador, o la carga que al
mismo se impusiese, no se entenderá como condición, a no parecer que ésta
Con lo dicho queda también apuntado que la esencia de la distinción era su voluntad» (art. 797, l.°).
entre condición y modo radica en que de aquélla dependen los efectos del
negocio, mientras que tales efectos, en el negocio. modal, se producen in- 5. Contenido del modo.--Se ha dicho ya que el modo es una obli-
dependientemente del modo, que sólo obliga a cumplir éste (aunque como gación impuesta al beneficiario (también la ley lo califica de obligación:
sanción, si se incumple, sea, en los términos que después expondré, posi-
ble revocar el negocio, que ya fue eficaz)3. Para expresar tal diferencia se
5 Se ocupan de la distinción entre modo y condición las sentencias de 2 enero 1928, 17 marzo
dice que la condición suspende (más exacto sería decir que hace inciertos 1961 y 18 diciembre 1965. En la de 3 junio 1967 se contempla figura dudosa de ser lo uno o lo otro.
los efectos), pero no constriñe, y el modo constriñe, pero no suspende4. En la de 18 diciembre 1953 se estima que se trata de modo el deber impuesto. En la de 28 mayo 1969,
parte de lo establecido se conceptuó como condición, y otra parte como modo. Véanse tales sentencias
para apreciar el criterio del Tribunal Supremo. En la de 19 octubre 1973 está claro que los deberes im-
La condición es requisito de eficacia; el cumplimiento del modo lo es de irrevocabilidad. puestos son obligaciaones modales. «... descartado... que tanto la compraventa [con el dinero que se ha-
4Como dice la sentencia de 8 junio 1971, del cumplimiento del modo no depende la efectividad bía donado a la compradora] del piso, reserva del derecho de usufructo vitalicio la favor de la donante]
del negocio. También la de 2 noviembre 1944. y convivencia en el mismo del donante y donatario no son sino obligaciones a cumplir por esta úl-
tima...».
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MANUEL ALBALADEJO § 98 EL MODO

art. 797, 2.°, in fine); y conviene precisar ahora que, al serlo, le son apli- modal, que incumplió aquélla, de los beneficios que éste le reportó. Esto se
cables, en principio, las reglas que rigen a éstas, salvo lo que después se consigue revocando la donación (art. 647 del C.c., ley 162, 1.0, de la Comp.
verá sobre si responde en caso de incumplimiento. Consiguientemente, la navarra) o —ante la imposibilidad de revocar el testamento después de muerto
prestación contenido del mismo puede consistir en cualquier conducta que el testador— haciendo que quede ineficaz la institución, y el heredero o le-
pueda ser objeto de obligación —dar hacer o no hacer alguna cosa lícita, gatario incumplidor devuelva lo percibido (art. 797, 2.°). Sin embargo, por
determinada o determinable, y posible: arts. 1.088, 1.271 y ss.—. El art. brevedad, en lo sucesivo, hablaré para abarcar ambos supuestos, de revoca-
797, 1.°, alude, en concreto, a un tipo de contenido del modo: el que im- ción de negocio modal.
pone «la aplicación que haya de darse a lo dejado por el testador». El derecho a revocar nace de la ley: C.c., arts. 647 y 797, 2.°, sin que sea
preciso pactado al celebrar la donación o concederlo al otorgar el testamento. Tal
6. Modo imposible o ilícito.—En el caso de modo no determinado o derecho es renunciable (pues nada en la ley se opone a esta renuncia; abonándola,
determinble, imposible o ilícito, el negocio —como ya apunté— es válido, sin embargo, el principio de autonomía de la voluntad y el argumento a contra-
y el modo se tiene por no puesto (sin distinción entre actos inter vivos y rio, art. 652).
mortis causa), basándose tal solución en el carácter accesorio de aquél. La revocación no opera ex lege, sino a petición (art. 647: «... revocada a ins-
tancia del donante...»; «... pedir la devolución de lo percibido...»: art. 797, 2.6).
Se puede pensar, sin embargo, que la tesis de considerar el modo no puesto En ella la sentencia es constitutiva. Quien la demanda habrá de probar el incum-
(vitiatur sed non vitiat), en vez de sostenes la invalidez del negocio (vitiatur et plimiento del modo (sentencia de 13 mayo 1991).
vitiat), sólo es defendible, salvo voluntad contraria (el testador dispone que si el
modo es ilícito, el negocio sea nulo); cosa que es cierta; pero hay que advertir La revocación, tiene efectos retroactivos (cfr. arts. 647, 2.° y 797,
que en tal supuesto la invalidez del negocio no procede de la ilicitud del modo, 2.°). Pero tales efectos resultan morigerados por otros preceptos (así, art.
sino de la voluntad del testador, que realmente somete al negocio a modo y a 651, 2.°).
condición (condición consistente en la licitud de aquél). La Compilación catalana rechazaba expresamente en su art. 111, 4.0, la
Aunque el modo sea contrario a Derecho, y conste, además, que el mismo posibilidad de conseguir la ineficacia de la institución de heredero por in-
fue motivo exclusivo que determinó a celebrar el negocio modal (como si se dis-
pone: instituyo heredero a A con el deber de matar a B, y si no fuera por eso no
cumplimiento del modo. Disponía, en efecto, que: «El incumplimiento del
lo querría por mi heredero), será válido el negocio con omisión del modo: «La modo impuesto a la institución de heredero nunca podrá dar lugar a la re-
expresión de una causa [motivo] contraria derecho, aunque sea verdadera, se ten- solución de aquélla, sin perjuicio de que, en dicho supuesto, pueda el tes-
drá también por no escrita» (art. 767, 2.°). V. también C. de sucs. catalán, art. tador gravarlo de sustitución fideicomisaria o establecer otras prevenciones.
165. Hoy el art. 161 del C. de sucesiones mantiene igual criterio.

7. Nacimiento de la obligación modal.—La obligación modal nace 9. Cumplimiento e incumplimiento de la obligación modal.—Tra-
cuando se adquiere la liberalidad. tándose de una obligación (modal), el favorecido por la liberalidad, viene
Esto ocurre, en principio, con la concurrencia de la voluntad del obli- obligado al cumplimiento6. Al cumplimiento equivale el incumplimiento cau-
gado, cuando éste acepta dicha liberalidad (cfr. C.c., arts. 618, 630, 863, sado por intervención obstaculizadora del interesado en que se incumpla:
1.003, 1.023, etc.): así, cuando sea de la herencia, si se trata de carga im- «Cuando el interesado en que se cumpla o no impidiere su cumplimiento
puesta a un heredero; o cuando se celebra —acuerdo de donante y donata- sin culpa o hecho propio del heredero o legatario, se considerará cumplida
rio— el contrato de donación, si se trata de gravamen impuesto a éste. la condición [modo]» (art. 798, 2.°). También equivale al cumplimiento exacto
el cumplimiento análogo, cuando aquél no es posible: «Cuando sin culpa o
Por excepción, nace la obligación modal sin necesidad de aceptación del obli- hecho proio del heredero o legatario no pueda tener efecto la institución o
gado, cuando el juego de ciertas figuras hace que no sea precisa la intervención el legado de que se trata el artículo precedente [institución o legado sub
de éste para la adquisición de la liberalidad (así, adquisición ipso iure del legado, modo] en los mismos términos que haya ordenado el testador, deberá cum-
o adquisición ex lege de la herencia: arts. 1.002, 1.005, etc.).

8. Revocación del negocio modal.—Si se incumple la obligación mo- 6 Como dice la sentencia de 9 junio 1971, que recoge otras, tiene «fuerza vinculante» para el gra-

dal, existe generalmente el derecho de despojar al beneficiario del negocio vado, y si no se cumple, «faculta a su exigencia». También la sentencia de 6 abril 1999.

748 749
§ 98 EL MODO
MANUEL ALBALADEJO

responsabilidad del deudor, venía ocupado por la revocabilidad del negocio


plirse en otros, los más análogos y conformes a su voluntad» (art. 798, 1.°), sub modo.
y ver también art. 165 del C. de sucs. catalán.
Según esta concepción: en la obligación normal, el obligado debe cumplir (dé-
La sentencia de 9 junio 1971 señala que el modo deberá cumplirse, caso de bito) y responde (responsabilidad) con todo su patrimonio para el caso de in-
no ser posible en los mismos términos ordenados, en otros similares, e invoca a cumplimiento; en la obligación modal, el obligado debe cumplir (débito), pero so-
tal efecto el art. 798, pero por analogía; lo que no parece correcto, porque real- bre él no pesa para caso de incumplimiento sino la amenaza de revocación del
mente dicho art. se refiere al modo, y no a la condición en sentido exacto, así acto qi.e, a la vez de imponerle la obligación, le benefició.
que no hay aplicación analógica a aquél de lo que habría sido dicho para ésta La Sin embargo, no debe olvidarse que aunque en este caso no exista la coac-
más reciente sentencia de 10 mayo 1991 con corrección sí aplica el art. 798 al ción que supone la responsabilidad, es realizada por la que supone la revocabili-
modo como dictado directamente para él. dad, ccacción que es tan fuerte como aquélla.
El establecer que se cumpla en forma análoga cuando no se aposible darle Esta opinión mía la apoyaba en que el art. 647 dice que la donación será re-
ejecución en los términos ordenados por el disponente, excluirá generalmente vocada a instancias del donante cuando el donatario haya dejado de cumplir el
que el obligado quede liberado de cumplir cuando, por causa de fuerza mayor modo, y el art. 797, 2,°, habla de afianzar el cumplimiento o la devolución de lo
o caso fortuito la obligación se habría extinguido al haberse hecho imposible su percibido con sus frutos e intereses, si faltaren a esta obligación. O sea, parece
cumplimiento estricto. Ahora bien, si sin culpa del obligado tanto este cumpli- que la ley, para el caso de incumplimiento, no piensa sino en la devolución (de
miento como el análogo devienen imposibles, queda aquél liberado de la obli- la libemlidad percibida).
gación modal. Y si es él culpable de la imposibilidad, deberá resarcir daños y
perjuicios. •
En la actualidad creo que la obligación modal es una obligación nor-
mal, y, como ésta, susceptible de cumplimiento forzoso. Y que, además, si
El cumplimiento lo puede pedir el sujeto a cuyo favor se estableció la
se incumple, faculta generalmente para pedir la revocación del negocio sub
obligación modaP, pero también otros interesados: aquéllos que puedan pe-
modo. Digo generalmente, porque así es a tenor de los arts. 647 y 797, 2.°,
dir el cumplimiento de lo dispuedsto en el negocio del que nace la obliga- del C.c., pro no según el art. 164, 4.° del C. de sucesiones catalán, como
ción modal: así el donante o sus herederos, si se trata de donación modal,
se ha vistew.
o los herederos o albaceass si se trata de modo impuesto en testamento9. V.
art. 162 del C. de sucs. catalán. A cambiar de criterio me ha movido básicamente la razón, puesta insistente-
En cuanto al incumplimiento, surge un problema: el de si en caso de mente de relieve por la doctrinal', y no estimada suficientemente por mi ante-
incumplimiento se puede pedir el cumplimiento forzoso (específico o gené- riormente, de conseguir una mayor protección para el favorecido con el modo,
rico) o sólo la revocación del negocio modal. que, de no tener derecho a exigir el cumplimiento forzoso, quedaría sin armas
Caben dos opiniones: l. La de que se puede exigir el cumplimiento, frente al obligado, si se tratase de modo en el que no fuese posible la revocación
y, como en las demás obligaciones, si no cumple voluntariamente el deu- por ircumplimiento, o si aun siéndolo, el favorecido no fuese una de las perso-
dor, procede el llamado cumplimiento forzoso en forma específica o gené- nas que podrían pedirla.
rica. 2. La de que el cumplimiento se puede exigir, pero si no se consigue Y partiendo de conseguir —mediante su derecho a exigir el cumplimiento for-
zoso— la protección necesaria para el favorecido con el modo, la letra de los arts.
que voluntariamente lo realice el obligado, sólo es posible pedir —por quien 647 y 797, la he tomado ahora en el sentido, que antes rechacé, no de con-
proceda que, como se vio, no es siempre el que pueda pedir el cumpli- ceder la revocación en vez de la exigibilidad del cumplimiento forzoso, sino de
miento— la revocación del negocio modal. contemplar sólo aquélla, y de concederla, pues, además (es decir, con indepen-
Por mi parte, esta segunda opinión, la he mantenido con anterioridad, dencia) del derecho a dicho cumplimiento forzoso.
partiendo de la base de no ser la obligación modal una obligación normal 1 Li sentencia de 6 abril 1999 declara específicamente que se puede pedir o la
con débito y responsabilidad, sino una obligación en la que el puesto de la revocación o el cumplimiento de los daños por incumplimiento; y que ejercitada
la acción de revocación por incumplimiento, si la sentencia la desestima por en-
Las autoridades competentes, si es modo de interés público (antes R.D. de 27 de septiembre de
1912, art. 12; hoy, Reglamento de las fundaciones culturales privadas, de 27 de julio de 1972, arts. 72 u) Supra, número anterior.
y 103 y ss.). 11 Así, EIEZ-PICAZO y GULLON, Instituciones, 1, pág. 272; LUNA SERRANO, Disciplina del
Para éstos especialmente el C. de sucs. catalán, art. 316, 2.°. modo testamentario imposible, en A.D.C., 1968, págs. 121 y 122; TORRALBA, El modo en el Dere-
9 Sobre el tema de quién puede pedir el cumplimiento del modo, véase TORRALBA, ob. cit., págs. cho civil, 1965, pág. 243,
208 y ss, y 305 y SS.; MONTES, ob. cit., apartado II, 4, a).

751
750
§ 99 LA FORMA
MANUEL ALBALADEJO

tender que hubo cumplimiento, ya no podrá después exigirse éste, pero si el fa- Sección Novena
llo no toca ese extremo, se puede en otro pleito pedir el cumplimiento, auqneu la LA FORMA Y LA INTERPRETACION DEL NEGOCIO
revocación se hubiera desestimado por otra causa en sentencia anterior.

En consecuencia, incumplida la obligación modal, se puede exigir, por §99


quien corresponda, o el cumplimiento forzoso o la revocación del negocio, LA FORMA*
una cosa u otra, a su elección. O, si prefiere, puede pedir alternativamente
SUNIARIO: 1. Concepto de forma y clases de la misma.-2. Negocios formales y no for-
ambas, dejando la elección al obligado.
males.-2 bis. Forma de la emisión de la declaración y otras formas.-3. Forma
Queda solamente un punto: el de si, incumplida la obligación, se puede pe- y documento.-4. El principio de libertad de forma y sus excepciones en nuestro
dir directamente la revocación del negocio desde entonces, o si se debe previa- Derecho .-5. Clases de forma.-6. Las llamadas formas ad probationem.-7. Forma
mente solicitar el cumplimiento, para que sólo no obteniéndolo, quede libre el ca- a otros efectos.-8. Forma legal y forma voluntaria.-9. Reproducción del nego-
cio en otra forma y reconocimiento formal del mismo.-10. Ley aplicable a la
mino a la petición de resolución.
Por supuesto que el tema se plantea si es que aún cabe cumplir, pues en otro forma de los negocios y actos jurídicos.
caso carece de sentido obligar a pedir previamente lo que no es posible obtener.
Pero pudiendo cumplirse todavía, ¿no parece que lo mismo que, en principio, el I. Concepto de forma y clases de la misma.-En un primer sentido,
deudor no incurre en mora automáticamente por el hecho de no cumplir a tiempo, la forma del negocio es la manera (de palabra, por escrito, mediante cierta
sino que incurre sólo cuando el acreedorie reclama que cumpla'2, por igual ra-
zón, sólo se debe incurrir en la sanción que la revocación es, cuando ha sido re-
clamado el cumplimiento. Razón que se vería reforzada por el hecho de que hata * ALEGRE, Elevación a escritura pública de documentos privados, en R.D.P., 1974; págs. 791 y
4 SS.; BETEILLE-RAQUIN, Quelques' notions sur le fonnalisme ancien es moderne, en Ann. de l'Univ.
entonces no se ve que haya nada contra el cumplimiento (que ha podido ser de- de Lyon, 3." serie, XXVII, 1965, págs. 71 y ss.; BONO, DEL, Dichiarazione e documento, en Temi,
bido, por ejemplo, a olvido), y por el de que la normalidad de la figura -que 1949; Dichiarazione ripmduttiva e negozio d'acenamento, en Archivo giuridico, 1948, págs. 182 y ss.;
está creada para que, manteniendo el negocio, se cumpla la carga- pide que an- Dichiarazione reproduttiva, 1948; CA1COYA, Significado de la existencia de forma del art. 1.279, en
tes de que se revoque se intente que se cumpla? A.A.M.N., XXVII, 185; CAND1AN, Documentazione e documento, en Ene. Diritto, XIII, 1964, págs.
De cualquier modo, a la vista de P. 5, 46, y de la sentencia de 19 enero 1901, 579 y SS.; Documento e negozio giuridico, 1, 1925, y Nuove riffessioni sude dichiazarioni riproduttive
dei negozi giuridici, en Saggi, I, 1931, págs. 179 y ss.; CARIOTA-FERRARA, La forma dei contratti
habrá que optar por no ser necesario, en principio, el previo requerimiento para ed i con ¡raid sulla forma, en R. Not., 1948, págs. 8 y ss.; CARNELUIT1, Documento e negozio giu-
que se cumpla. ridico, en R.D.P.C., 1926, I, págs. 181 y ss.; Documento ricognitivo e rinnovativo, en la misma Rey..
1942, págs. 234 y ss.; CLAVERIA GOSALBEZ en C.C.J.C., n.° 2, 1983, pág. 609; n.° 8, 1985, pág.
2.527; COLORN1, Per la storia della pubblicitá inmobiliare e mobiliare, 1954; CORRADO, II negozio
di accertamento, 1942; CUESTA SAENZ, DE LA, en C.C.J.C., n.° 18, 1988, pág. 875; DEGENKOLB,
Die Vertragsvollziehung ale Vertragsrepmduktion, en Arch. f.d.c. Prax., 1887, 71, págs. 161 y ss.; DE1ANA,
Osservazioni sulla prova dei negozi solenni, en R.D.P.C., 1937, II, págs. 3 y ss.; DIEZ GOMEZ, El
ejercicio de la fé pública por diplomáticos, R.D.N., 1988, pág. 45; FLOUR, Quelques remarques sur
l'evolution du formalisme, en Etudes Riper, I, 1950, págs. 93 y ss.; FRANZ, Die Formbedürstigen Rechts-
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4
produzione del negozio giuridico, 1933; GUERREIRO, Lacte juridique solennel, 1975; GUGL1ERI, La
forma en los negocios jurídicos, en Estudios Vallet, VI, 1988, págs. 253 y as.; GUTIERREZ DEL SO-
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der Aufrechterhaltung fonnnichtiger Schuldvertrdge, en Archiv. f.d.c. Praxis, 36 (1957), págs. 381 y ss.;
MOENECLAEY, De la renaisance du formalisme dans les contracts en Dmit civil et conunerciale franÇais,
1914; MOSSA, La documentazione del contenuto contrattuale, en R. D. Comm., 1914, I, págs. 414 y
12 Véase infra, tomo II, § 32, número 2.

753
752
MANUEL ALBALADEJO
§ 99 LA FORMA

ceremonia) de realizarse el mismo. Así, la forma de la compraventa es ver-


bal, si tal contrato se celebra haciéndose oralmente la oferta y la acepta- En un segundo sentido se llama también forma a las formalidades que,
ción. En este caso la forma del contrato en cuestión es el medio de expre- aparte de la declaración de voluntad, son exigidas por la ley en ciertos ne-
sión de la voluntad negocial. Y si se tratase de un negocio que, además de gocios. Por ejemplo, según el Código civil, la donación verbal de cosa mue-
la declaración de voluntad, constase de otros elementos, también sería forma ble, precisa, además del acuerdo de las partes, la entrega de lo donado (C.c.,
el medio de realizarse los demás elementos que fuesen. art. 632, 2.°). Y el negocio constitutivo de hipoteca inmobiliaria contractual
En este primer sentido, la forma no es, pues, un elemento más del ne- requiere, además del contrato correspondiente otorgado en escritura pública,
gocio (como lo son la declaración de voluntad u otros), sino que es la ves- que ésta se inscriba en el Registro de la propiedad (C.c., art. 1.875, L.H.,
tidura exterior de estos elementos, o los ritos o solemnidades que se han arts. 138 y 145).
de observar para darles vida. Por ejemplo, las palabras pronunciadas en la Dichas formalidades son otro elemento que se añade a la declaración
compraventa verbal, o escritas, en la escrita, no son otro elemento del con- de voluntad, para, juntamente con ésta, constituir el negocio. Pero tal ele-
trato, sino que son la fisonomía (forma) del elemento declaración de vo- mento es concebido como una solemnidad, y el acto en que consiste (en-
luntad. O bien, la presencia del juez autorizante y de los testigos, no es un trega de la cosa, inscripción en el Registro) se estima como forma (en ese
elemento más del matrimonio, sino que es el ambiente -forma- en el que segundo sentido de forma, no como manera de realizarse los otros elementos,
debe necesariamente tener lugar la emisión de las declaraciones de los con- sino de requisito que ha de añadirse a éstos) del negocio.
trayentes: ante el juez y los testigos (C.c., art. 57).
Presupuesto que en este segundo sentido en que se habla de forma, la misma
consiste en otro elemento del negocio, es claro que también este elemento, es de-
ss.; MOZOS, DE LOS, La forma del negocio jurídico, en A.D.C., 1968, págs. 745 y SS.; NEGRI, Alle cir, esta forma tiene, a su vez, su forma en el sentido (primero que he dado a
origini del formalismo giuridico, 1962; NICOLO, 11 riconoscirnento e la transazione nel problema della forma) de manera de realizarse. Y así la entrega (forma en el sentido de forma-
rinnovazione del negozio e della novazione delrobbligazione, en Annal. Ist, scienze giur. etc. di Messina, lidad) de la cosa mueble donada verbalmente, puede hacerse de diversas formas
VII, 1933, págs. 375 y s.s.; NUÑEZ LAGOS, Contenido sustantivo de la escritura pública. en Centenario (forma en el sentido de manera de realizarla), por ejemplo, si es dinero, bien dán-
de la Ley del Notariado, Seec. II, vol. I, 1962, págs. 5 y ss.; Tres momentos del título notarial, en R.D.N., dolo de mano a mano, bien transfiriéndolo a la cuenta corriente del donatario.
1965, julio-diciembre, págs. 7 y es.; Estudios sobre el valor jurídico del documento notarial, en A.A.M.N.,
I, 1945, págs. 379 y ss.; Documento público y autenticidad del fondo, en R. del Notariado (Buenos Ai-
res), 1947, y ed. separada; Hechos y Derecho en el instrionento público, 1950; Contenido y sustantividad Históricamente a veces ha bastado (principalmente en los Derechos pri-
de la escritura pública, en R.D.N., 1964, enero-marzo, págs. 7 y ss.; La firmeza de las relaciones jurídi-
cas constituidas en escritura pública, en Confs. Col. Not. Valencia, 1949; El pasado y su prueba, valor
mitivos) que un negocio hubiese cumplido con la forma exigida por la ley,
confesarlo del instrumento público, en R.D.N., 1956, julio-diciembre, págs. 7 y ss.; Los esquemas con- para que fuese válido, omisión hecha de, podría decirse, su interior Enton-
ceptuales del instrumento público, en R.D.N., 1953, núms. 1-2, págs. 49 y SS.; ORESTANO, Formalismo ces, el llenar la forma prescrita es lo que da vida al negocio (forma dat
giuridico, en Enciclop. ital., apéndice Hl, 1962, págs. 658 y ss.; ORIVIANNI, Forma del negozio giuridico,
en Novissimo D. ital., VII, 1961, págs. 555 y ss.; PLAZA, DE LA, Apuntes para el estudio de los erro-
esse rei) que existe y vale por haberla observado, y es inatacable por otra
res de hecho y de Derecho en casación, en A.A.M.N., I, 1945, págs. 561 y SS.; PROSPERI, Forme com- razón (así, por no haber sido realmente querido).
plementarle e atto recettizio, en R. D. Comm., ntims. 7-8, 1976, págs. 189 y ss.; REGLERO CAMPOS En tal supuesto puede decirse que la forma tiene valor constitutivo por
en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por ALBALADEJO y DIAZ ALA-
BART, t. XVII, vol. I.° B, 1993, pág. 621; RICCOBONO, L'Imporianzia e u decadimento delle forme so-
sí sola, o, por abreviar, simplemente que tiene valor constitutivo.
lenni nel mondo romano, en Miscellanea Vermeersch, II, 1935, págs. 15 y es.; ROCA JUAN, Sobre forma, Mas hoy, en nuestro Derecho civil han desaparecido los negocios for-
prueba y documento, en Comentario del C.c., n, 1990, págs, 1.807 y ss.; ROCA SASTRE, La forma en males de ese tipo, y quedan sólo negocios en los que haber observado la
el negocio jurídico, en Estudios, I, 1948, págs. 85 y se.; RODRIGUEZ ADRADOS, El documento en el
Código Civil, R.D.N., 1989, n.° 143, pág. 225; ROUXEL, Recherche des principes generaux régissant l'e- forma que la ley exige, es esencial para que valgan, pero no basta la forma
volution contemporaine du formalisme des actes juridiques, 1934; SAPENA La escritura inscrita como por sí sola. De modo que también es preciso para que el negocio valga que
forma del negocio: Su destrucción, en Centenario de la Ley Notarial, Secc. II, vol. 1, 1962, págs. 177 y
se.; SEGRE, Ricognizione, riproduzione e rinnovazione del negozio giuridico, en R.D.C., 1926, 1, págs.
existan y valgan los demás elementos que la ley requiere, y que, asimismo,
417 y se., y en Schitti giur, I, 1930, págs. 639 y ss.; TARELLO, Formalismo, en Noviss. D. it., VII, 1961, valga internamente el elemento del que la forma es la manera de realizarse.
págs. 571 y se.; TEDESC1T1, Forme volontarie nei contratti, en Studi Ascoli, 1931, págs. 199 y ss.; VA- Para expresar el diferente papel que la forma juega en el caso antes
LLET DE GOYTISOLO, Documentos privados. Legitimación de firmas y documentos públicos, R.D.N., visto y en el presente, se dice que en éste tiene valor integrativo (en vez
1979, pág. 349; VARIOS AUTORES, Les modes non formels d'expresion de la volonté, en Travaux de
FAssociation Hetui Capitant, Joutnées suisses, XX, año 1968, 1972; Studi in onore di Michele Giorgiannk
de constitutivo), ya que no da vida y validez al negocio por sí sola, sino
forma degli atti nel dirimía privara, Nápoles-Roma, 1988, y Sistema jurídico y documento. La forma es- juntamente con los demás requisitos que la ley establece para aquél.
crita en las legislaciones latinas, socialistas y anglosajonas, en R.D.N., 1962, I, págs. 15 y ss.; VAZQUEZ
BOTE, Sobre el artículo 1.279 del Código civil, en R.G.L.J., 1970, II, págs. 825 y ss,
Para acabar con el tema de los sentidos de la palabra forma y de los
valores que la forma tiene en el negocio, únicamente hacer una adverten-
754
755
MANUEL ALBALADEJO § 99 LA FORMA

cia: en adelante (salvo que para mayor puntualización parezca, en algún su- • 2 bis. Forma de la emisión de la declaración, y otras formas.—A tenor
puesto, procedente otra cosa) hablaré de forma englobando lo mismo la forma de lo dicho, hay que rechazar la idea de que la forma del negocio sea sólo la
como manera de realizarse los elementos del negocio, que la forma como forma de la emisión de la declaración de voluntad. Esto no puede ser aceptado,
formalidades o solemnidades, constituidas por otros nuevos requisitos que ya que si ciertamente la declaración de voluntad ha de emitirse de alguna forma,
además de aquéllos exige la ley para la validez del negocio. Y sólo me re- no es menos verdad que: 1.0 pudiendo un negocio tener otros elementos, además
feriré a una acepción con exclusión de la otra cuando así lo advierta o se de la declaración, también éstos tienen una forma. 2.° La forma del negocio no
desprenda del contexto. es siempre ni sólo forma de emisión de la declaración, es decir, no es siempre
forma de actuación del declarante, sino que también puede ser forma (circuns-
tancias) que rodee —en medio de la cual se emita— la declaración, o formalida-
2. Negocios formales y no formales.—Como ya dije' todos los nego- des que deban seguir a esta emisión, para entender que hay declaración perfecta
cios son formales, puesto que de alguna manera (forma) han de verificarse (formal). En tales casos ocurre algo análogo a cuando la declaración es recepti-
los elementos que los compongan. Mas, como también he señalado, a tenor cia. Entonces, aun emitida, no se perfecciona sino por la recepción, e igualmente,
de la forma, los negocios se dividen en formales (o solemnes) y no forma- en el caso presente, aun emitida, la declaración formal no se perfecciona sino
les, no porque unos tengan forma y otros no, sino porque unos puedan adop- cuando la emisión se vio rodeada de las solemnidades necesarias (por ejemplo, la
tar cualquier forma y otros deban realizarse de determinada forma (o de celebración del matrimonio ante el juez y dos testigos [C.c., art. 57], el otorga-
una de entre varias formas determinadas: por ejemplo, el testamento puede miento del testamento en inminente peligro de muerte, ante cinco testigos [C.c.,
otorgarse, no en cualquier forma, sino en una de entre las distintas que la art. 7011) o cuando, después de la emisión, se le agregan las solemnidades preci-
ley admite: así, C.c., arts. 676 y siguientes" deban contener —además de sas. 3.° Como, según se ha visto ya, la forma no es sólo la forma (valga la pa-
la declaración de voluntad— determinadas formalidades. El fiindamentum radoja), sino también las formalidades, es claro que hay forma del negocio que
no lo es de la emisión de la declaración de voluntad, sino que consiste en crrRAs
divisionis es, pues, el que la forma sea libre o no.
formalidades que, aparte de aquélla, deben de cumplimentarse en el negocio.
En los negocios formales, la declaración de voluntad (o cualquier otro
elemento), que, aun realizada, lo haya sido sin guardar la forma debida (o 3. Forma y documento.—La exigencia de forma queda cumplida con
una de las formas debidas), es inválida2 y, por ello, lo es el negocio, y lo la realización o ejecución de la solemnidad (emisión de la declaración me-
mismo es inválido cuando, aparte de la declaración de voluntad, exige la
diante el medio declaratorio ordenado, o emisión de la misma rodeada de
ley alguna formalidad, y tal formalidad no se ha observado. Y en tales ca-
las circunstancias dispuestas, o acompañada o seguida de las formalidades
sos el negocio no puede menos de ser inválido, ya que precisamente se con-
sideran como formales, aquellos negocios en los que la inobservancia de la establecidas por la ley). El negocio vale desde entonces. Pero puede ocu-
rrir que el cumplimiento de la forma deje o no rastro. Este no queda, si
forma o de la formalidad prescritas por la ley, da lugar a su invalidez. En
ellos se dice que la forma o formalidad es esencial; ad essentiam, ad so- aquélla es verbal (verba volant); sí queda, si es escrita (scripta manent),
lemnitatem, ad substantiam, o ad validitatem 2b". porque, al cumplirla, se crea una cosa nueva: el documento, sea público o
privado.
Ahora bien, hay que distinguir el cumplimiento de la forma, del docu-
' Supra, § 79, número 3.
2 Entre las no muy viejas que se ocupan extensamente de la invalidez del negocio solemne en el
mento. Este no puede menos de resultar creado como consecuencia de aquél,
que no se observó la forma, especialmente cfr. la sentencia de 13 mayo 1963 que, además, recoge otras puesto que precisamente la forma consiste en una actividad que tiene como
anteriores sobre el tema. Igualmente las de 15 octubre 1985, 14 mayo y 10 diciembre 1987. La segunda resultado el documento. Pero, cumplida la forma, el negocio es válido, y ya
de ellas entendió que la exigencia de forma solemne en la donación de inmuebles se extiende además
al pacto (accesorio) de reversión. Sobre un caso de hipoteca, la de 31 octubre 1986 entendió, con todo, no se requiere la posterior subsistencia del documento, cuya desaparición o
que era preciso distinguir entre válida constitución de la hipoteca y constitución erga omnes de la misma, destrucción no altera aquella validez, ya que, aunque se destruya, no se
siendo exigible sólo respecto a este efecto el requisito de forma solemne del art. 1.875 del Cc, La de puede destruir la forma del negocio, es decir, el hecho de haber observado
25 abril 1991 razonó en un caso de testamento cómo aun conocida verdaderamente la voluntad, no vale
el acto si no guardó la forma. la conducta que creó el documento. Y si bien destruido o desaparecido el
"" Cuando la forma o la formalidad es esencial, ni vale el acto sin forma ni cabe sin guardar la documento, puede haber dificultad de demostrar que se observó la forma,
forma obligarse a celebrarlo después guardando la forma al celebrarlo, porque sin guardar, la forma al cabe utilizar para tal demostración cualquier otro medio de prueba (por ejem-
obligarse no surge verdaderamente obligación de cumplir dspués guardando la forma entonces, ya que
ello serM defraudar a la ley que no quiere que ski forma surja obigación, puesto que si se admitiese que
surja sin guardar la forma desde un principio, se quedaría obligado a otorgar después el acto con la forma ma inicialmente. Así que, por ejemplo, no ha de cumplirse otorgando más tarde escritura pública una
debida, que es precisamente a lo que la ley no quiere que se quede obligado sin haber guardado la for- donación de inmueble hecha en escritura privada.

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§ 99 LA FORMA
MANUEL ALBALADEJO
rniliar y el sucesorio, tiene, el susodicho principio, menos valor práctico, ya
plo, probar por testigos que se guardó dicha forma y se otorgó el docu- que, en éste, su figura central, el testamento, es siempre formal, y, en aquél,
mento luego desparecido). solo se admiten negocios típicos, que son generalmente formales también.
Por lo que atañe a la Compilación navarra, sí dispone en su ley 18, 1 f,
La jurisprudencia en numerosas sentencias ha admitido sin el documento la que «La declarac.ón de voluntad, expresada en cualquier forma, es válida
prueba de que se había observado la forma: así sentencias de 12 julio 1905, 30 y legitima para el ejercicio de los derechos que de la misma se deriven».
octubre 1906, 18 octubre 1913, 10 enero 1919, 4 marzo 1924, 8 noviembre 1930,
además de otras más antiguas. La primera no recayó exactamente en un supuesto Excepciones4a1 mencionado criterio de libertad de forma, son, por ejem-
en el que faltase el documento, pero dijo (en un caso de testamento ológrafo, y plo, las contenidas en el C.c., artículos como los siguientes: 57, 317, 632,
refiriéndose a la necesaria constancia en el mismo, como requisito de solemni- 633, 676 y ss., 738, 1.008, 1.327, etc.5.
dad, de la verdadera fecha de su otorgamiento: art. 688) en su considerando 1.0 Una disposición general sobre la necesidad excepcional de forma, es
que «no es lícito suplir la falta de formalidades, sin las que no existe propia- la que contiene la ley 18, 3.°, de la Comp. navarra, al establecer que «En
mente testamento, con prueba alguna a posteriori, como no vaya encaminada a los casos en que esta Compilación exija cierta forma, se considerará de so-
justificar que aquéllas se han observado». Las demás sentencias recayeron en ca- lemnidad».
sos en que se estimó la existencia de censos enfitéuticos, para cuya constitución
era antes del Código, y es después (C.c., art. 1.628), necesario el otorgamiento Lo que significa que, a diferencia de ciertos casos en que, requerida una forma
de escritura pública, cuando, desaparecida ésta, consta probado, sin embargo, que por la ley, el espíritu de ésta (en interpretación de la jurisprudencia o de la doc-
se otorgó en su día.
trina) no es el de establecer una forma esenciaI6, la Compilación navarra desea
Alguna moderna (la de 22 marzo 19681ha dicho inexactamente (refiriéndose
hacer constar que las formas que ella pueda pedir para ciertos actos jurídicos, sí
a la constancia por escrito del consentimiento para subarrendar en régimen de
son, en principio; formas esenciales.
L.A.U. (hoy, art. 8, 2), consentimiento que requiere esencialmente forma escrita)
que «el documento en que dicha autorización se consigne será la única prueba
posible de su realidad». Pero sin duda que no se propone variar aquel criterio, 5. Clases de forma.—La forma, en general, puede ser oral o escrita,
sino que sólo, se trata de un exceso verba' para impedir que se admita el con- precisándose, además, en determinados supuestos, la concurrencia, a efectos
sentimiento que realmente no se otorgó por escrito, aunque hubiese habido vo- formales, de testigos, de autoridades o funcionarios, que reciban o autori-
luntad de concederlo; así que debe de valer el consentimiento si se dio por es- cen el acto, etc.
crito y ésto se prueba, aunque no se pueda aportar el documento. El examen de. la forma de cada negocio corresponde verificarlo al es-
Argumento en pro de que, en principio, vale el negocio, si al celebrarlo se tudiar éstos en particular. Aquí sólo indicaré —por ser las más comunes—
guardó la forma, aunque después haya desaparecido el documento, es el de que
las razones que sustentan la exigencia de forma, se satisfacen al observar aqué-
que:
La forma escrita privada consiste en el otorgamiento escrito de la de-
lla, subsista o no después el documento.
claración negocial, que los declarantes asumen mediante su firma7. Gene-
Puede ocurrir que para algo (ejercicio de ciertos derechos procedentes ralmente no es preciso que el texto esté escrito de puño y letra del decla-
del negocio, o para hacer valor determinados efectos de éste, etcétera) un rante, pero sin embargo, puede serlo: así, testamento ológrafo (C.c., art. 688).
Derecho positivo exija la existencia o la posesión del documento. Mas, sin La firma es necesaria cuando la forma escrita se precisa ad solemnitatem. En
embargo, tal exigencia no tiene nada que ver con la forma. los documentos privados, unas veces es presupuesta por la ley, y otras la exige
(cfr. C. civil, arts. 1.223, 1.225, 1.226, 1.227, 688, etcétera). Cosa distinta es que,
4. El principio de libertad de forma y sus excepciones en nuestro cuando el negocio no requiere forma escrita, pueda, no obstante, servir como prueba
Derecho.—E1 principio de libertad de forma no está expresado en nuestro del mismo url documento sin firmar (cuando, por ejemplo, de la grafía se deduce
Código civil en ninguna norma general, pero ello no es preciso3, pues jus-
tamente habría de haberse formulado el principio contrario, de haberlo aco- 4 Bastaría —si no hubiese ninguna otra razón para apoyarlo— advertir que los negocios solemnes

gido. Ahora bien, con relación a los contratos, se aplica al disponer el art. los establece la ley como excepción, para demostrar la existencia del principio de libertad de forma.
5 Cfr. DE LOS MOZOS, La forma del negocio jurídico,
en A.D.C., 1968, págs. 763 y ss., con
1.278 que «los contratos serán obligatorios cualquiera que sea la forma en enumeración de negocios formales.
que se hayan celebrado...». Sin embargo, en sectores como el Derecho fa- Véase supra, número 2, al final, y, por ejemplo, infra, números 6 y 7.
Con la firma se asume el escrito. El texto se presume auténtico, salvo prueba en contrario. Ver
la sentencia de 24 septembre 1980.
3 Ni cuadra a nuestro Código, que no contiene disposiciones generales sobre el negocio jurídico.
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MANUEL ALRALADEJO § 99 LA FORMA

quién lo escribió, y del texto se sigue que se celebró el negocio al que el docu- prueba- con dificultades para ser probado, es cosa que prácticamente ten-
mento se refiere)s. drá toda la trascendencia que se quiera, pero que teóricamente no afecta
para nada a su existencia, validez y eficacia civilmente plenas.
Cuando la forma escrita es pública, el documento que perfecciona la Pues bien, quienes admiten las formas ad probationem, suelen estimar
declaración de voluntad formal es autorizado por notario o empleado pú- que tales son las prescritas por el art. 1.280. Pero, realmente no se encie-
blico competente, con las solemnidades requeridas por la ley (Código civil, rran en él formas ad probationemi2 ni tampoco los documentos públicos o
art. 1.216), solemnidades que no son iguales en todos los casos. Las dichas privados en que -según dice- «deberán constar» los negocios que enu-
formas, en el sentido de manera de realizarse el negocio; en cuanto a forma mera, son documentos excluyentes de cualquier otro medio de prueba: por
en el sentido de formalidades que, además de la declaración de voluntad, ejemplo de la testifical (arts. 1.244 y 1.280). Luego no cabe duda de que,
establezca la ley para el negocio, tenemos como ejemplos: la inscripción en en nuestro Derecho positivo, los negocios a que se refiere el art. 1.280: 1.0
un Registro público (así, el civi19, el de la propiedad")) del negocio de que Son válidos, aunque se hayan celebrado sin observar las formas que dicho
se trate, la entrega de la cosa objeto del negocio", etc. artículo establece. 2.° Pueden ser probados, aunque no sea mediante la es-
critura pública o privada (documento). 3.° Pueden ser también probados aun-
6. Las llamadas formas ad probationem.-No hay sino una sola que se hubiesen celebrado sin observar la forma escrita (documental).
clase de forma exigida por la ley a efectos formales: la forma ad solem- En nuestro Código, el papel del art. 1.280 no es el de establecer for-
nitatem. En cualquier otro caso, siendo la forma libre, el negocio puede mas ad probationemn, sino el más modesto de permitir (según se desprende
adoptar cualquiera, sin que, por no adoptar una determinada, sea inválido. de ese artículo y del 1.278 y del 1.279, interpretados por la jurispruden-
Sin embargo, se habla, junto a la forma ad solemnitetem, de otra: la forma cia") que los contratantes, desde que «hubiese intervenido el consentimiento
ad probationem. Esta sería una forma, no exigida para la validez del ne- y los demás requisitos necesarios para la validez» del contrato, puedan re-
gocio, que no es inválido si no la observa, sino establecida con el fin de cíprocamente compelerse'5, 16' 16bis a hacer constar por escrito el negocio, ya
permitir que el negocio pueda ser probado únicamente a través de la forma celebrado y perfecto".
prescrita (ad probationem). Se establece, pues, no a efectos formales, sino
con fines probatorios. De modo que del negocio nacerían todas sus Conse- Desde entonces tienen facultad de exigirse recíprocamente el otorgamiento del
cuencias, podría ser cumplido voluntariamente, etc., y la forma ad proba- documento (público o privado) que establezca el art. 1.280, y dice la sentencia de
tionem sólo dejaría sentir su influencia cuando, al reclamar ante los Tri-
bunales, por cualquier razón ligada con el negocio, hubiese que probar la 12 Aunque lo diga la literalidad, no el espíritu, de sentencias como las de 3 y 21 febrero 1987, 4
existencia de éste. julio 1994.
Naturalmente, semejante «forma» no tiene nada que ver con la forma "Así lo dice expresamente la sentencia de 6 marzo 1978, aunque alguna otra, como la de 30 sep-
verdadera, sino que sólo tiene que ver con la prueba de los negocios. Y tiembre 1993 consicere lo contrario, si bien sólo literalmente..
" Que es tan abundante que casi huelga su cita. Pero entre las más modernas véanse sentencias
campos completamente distintos son el de la forma y el de la prueba. De como las de 6 octubre y 25 noviembre 1965, 21 mayo y 28 noviembre 1966, 26 enero 1967, 4 mayo
manera que el negocio existente y válido, tropiece, por cualquier orden de 1968, 26 noviembre 1970, 2 octubre 1972, 17 febrero y 4 diciembre 1975, 9 diciembre 1977, 6 marzo,
causas -y, entre ellas, por la de no haberse celebrado en forma apta para 10 abril, 2 y 10 noviembre 1978, 26 junio 1981, 30 junio 1982, 20 mayo 1983, 5 mayo 1986, 3 fe-
brero 1987, 30 septembre y 3 octubre 1988, 30 septiembre 1993 y 24 noviembre, 12 marzo y 4 julio
1994, 12 marzo 1995, 16 mayo 1996, 30 noviembre y 27 febrero 1999, y como muy extensa sobre el
tema la de 29 noviembre 1950.
Es inexacto el sentido literal de la afirmación hecha alguna vez por el T.S. (así, sentencias de 7 15 Sin necesidad de que se baya pactado (explícitamente, sentencias de 4 marzo 1952, 9 mayo y
marzo 1994 y 23 septiembre 1997, que cita otras) de que «la esencia de la obligación contraída por es- I noviembre 1970, 30 mayo 1972, e implícitamente todas las que interpretan los arts. 1.279 y 1.280).
crito es la firma de la persona obligada» y que «al no haber firma no hay obligación» o que «para la '6 Pudiéndose atorgar el documento por la autoridad, si no se aviene a hacerlo el obligado, por-
eficacia de una obligación contraída por escrito es esencial la firma de la persona obligada o de otra que se trata de conducta no infungible. Así la sentencia de 1 enero 1984.
en su nombre». Realmente la esencia de la obligación es la voluntad expresada o el acuerdo de las par- 191'1' Creo que con gastos a cargo de quien lo pide. se puede reclamar el otorgamiento del acto en
tes: lo que pasa es que a falta de firma, habrá de constar por otro medio que el texto redactado recoge documento público, aunque el artículo 1.280 sólo requiera privado.
la expresión de voluntad de los interesados y que éstos asuman el texto queriendo su vigencia. 17 Consecuencia práctica de que el negocio sea éste, y lo posterior sólo constancia del mismo en
9 Cfr. C.e., art. 23, último párrafo, 26, 1, e, 330 y lo dicho supra, § 42, número 10.
escritura pública o privada, es que las prohibiciones surgidas después de celebrado aquél (por ejemplo,
'fi Cfr. C.c., art. 1.875 L. H. art. 145 y lo dicho infra, tomo III, volumen 2.° de esta obra, Dere- la del art 1.459) no deben de impedir la posibilidad de llevar a efecto con posterioridad a ellas la su-
cho de hipoteca. sodicha constancia (cfr. la sentencia de 11 junio 1966).
" Cfr. C.c., arta. 632, 1.740, 1.758, etc., y lo dicho en el tomo II, volumen 1.° de esta obra, Con-
Esto que digo, coordínese con lo que afirmo en el número siguiente sobre cuándo se celebra (lla-
tratos consensuales y reales. mado reproductivo) y cuándo, simplemente, se constata después la celebración del negocio anterior.

760 761
§ 99 LA FORMA
MANUEL ALBALADE,10
de los límiles de esa autonomía. Por eso, no es admisible la forma voluntaria
7 febrero 1964, que están asistidos de «acción obligacional para compelerse» al cuando es imperativa la norma que ordena la libertad de forma.
mismo (lo que realmente significa que pueden pedirlo judicialmente, pero no que En particular, la Comp. navarra dispone de manera específica la posibilidad
tal deber de otorgamiento sea una obligación en sentido técnico). Naturalmente, de que los interesados establezcan una forma voluntaria. En efecto, después de
salvo que hayan acordado, por ejemplo, que el otorgamiento de la escritura pú- sentar el principio de libertad de forma, agrega en su ley 18, 2.°: «No obstante,
blica no pueda pedirse hasta haber satisfecho íntegramente el precio. Y si se acordó los actos o contratos para los que la Ley no exija una forma determinada pero
una fecha de pago del precio sin condicionar a ello el otorgamiento de la escri- ésta se hublere convenido expresamente, no se considerarán perfeccionados sin el
tura pública habrá que pagarlo en ella, aparte de que se pueda reclamar el otor- cumplimiento de dicha forma».
gamiento (sentencia de 21 noviembre 1994). Por otro lado, si se trata de derechos
ya extinguidos, de forma que carezca de finalidad práctica elevar a escritura el El negocio celebrado sin observar la forma voluntaria ad solemnitatem
acto de que nacieron, desaparece esa facultad de compelerse al otorgamiento de
aquélla (sentencia de 30 enero 1946). Mas, mientras que el contrato esté vigente, es inválido.
subsiste la facultad en cuestión, aunque haya transcurrido desde que se celebró el También establece la Comp. navarra, en su art. 18, 2.°, 2.' parte, que
plazo de prescripción, pues dice la sentencia de 9 mayo 1970 que «habida cuenta «Cuando se trate de un acto que usualmente revista una forma determinada,
que los contratos constituyen un todo orgánico, enlazando unas cláusulas con otras se presumirá que las partes han querido supeditar la perfección del acto al
y supeditadas las accesorias a lo que forma el núcleo, la obligación principal, cumplimiento de la misma».
causa del concurso de voluntades y demás que el pacto de elevar a escritura pú- Lo que es presumir que, en tal caso, la forma usual no esencial, ha sido
blico lo convenido en el documento privado, es una facultad más que una obli- elevada por lat partes a forma esencial VOLUNTARIA. Y, a menos que se des-
gación latente en todo convenio, aunque nci lo exprese especialmente; aparece in- truya la presunción (véase Comp., ley 24), se estimará inválido el acto, si
dudable que al menos mientras subsista la vigencia del contrato y el ejercicio de
los derechos y obligaciones a que dio nacimiento, pervive el pacto accesorio de no guardó la forma usual.
poder ser instrumentado públicamente». También la de 14 febrero 1986.
La sentencia de 10 octubre 1980 (para el Derecho común) ha venido a reco-
7. Forma a otros efectos.—En ciertos casos, el Derecho establece la forma nocer que las partes pueden establecer por pacto, como forma esencial, una que
no ordene la ley. En cuanto a si la forma usual no esencial se presume, como en
con un carácter distinto de los hasta ahora vistos (no se trata, pues, de formas as
solemnitatem ni ad probationem ni —como las del art. 1.280— exigibles por las
el Derecho navarro, elevada a forma esencial voluntaria, no se pronuncia en ge-
neral la sentencia, que en el supuesto, se limitó a excluir la esencialidad aduciendo
partes). Por ejemplo, cuando se dispone que el negocio no puede oponerse a ter-
ceros si no adoptó determinada forma (cfr. C.c., art. 1.230). En tales casos —en no haberse demostrado en todo caso tal uso.
los que no siempre la forma tiene igual naturaleza— el negocio, aunque no hu-
biese adoptado la forma de que se trate, es válido y eficaz, en principio, con ex- 9. Reproducción del negocio en otra forma y reconocimiento for-
clusión del sector a que se extienden las consecuencias de la falta de forma. mal del mismo.—Presupuesto que la forma es la manera de realizarse el
negocio, no es posible dar el negocio ya realizado una forma nueva, de
8. Forma legal y forma voluntaria.—La forma del negocio, cuando modo que subsista aquel mismo, pero con otra vestidura. y no solamente
no sea exigida por disposición de la ley, puede serlo por voluntad de los eso, sino que siendo elemento del negocio la declaración de voluntad, cuando
particulares. Por ejemplo, A y B convienen que los futuros contratos de com- se emite la segunda declaración, en la forma segunda, se está celebrando
praventa —contratos para los que la ley no exige forma— que se celebren otro negocio, en cuanto que se está ante otra declaración de voluntad; siendo
entre ellos, deben concluirse en escritura pública. Entonces se califica a la totalmente equivocado pensar que por tratarse de declarar idéntico conte-
forma de voluntaria (voluntaria, se sobreentiende, en cuanto a su origen; no nido volitivo, el negocio es único, aunque con dos declaraciones.
en cuanto a su observancia, que ya no es voluntaria).
Pero ver la sentencia de 30 noviembre 1996.
La posibilidad de la forma voluntaria se deduce en general del principio de
autonomía de la voluntad (cfr. art. 1.255), y, naturalmente, ha de operarse dentro Así, pues —utilizando la terminología usual, y salvo lo que después
diré—, al «elevar el negocio a otra forma» o al «llenar» ésta, después de
celebrado aquél en otra, o al «revestirlo» de la misma a posteriori, se ce-
La sentencia de 9 mayo 1970 expresa esa idea de no haber obligación en sentido técnico, di-
ciendo que «es una facultad más que una obligación». Y la de 11 noviembre del mismo año habla de lebra un nuevo negocio (aunque éste encierre contenido idéntico al del an-
que la obligación de otorgar la escritura, lo es «no en el sentido de reciprocidad obligacional, sino en terior, o sea, exprese igual voluntad) si es que de verdad se está declarando
la acepción vulgar de que pueden compelerse, unos a los otros».
763
762
MANUEL ALBALADEJO § 99 LA FORMA

de nuevo la voluntad (pues también puede ocurrir que —aparte de la pura ción que dice haberse establecido irrevocablemente en momento anteriores al otor-
literalidad de las expresiones utilizadas— realmente sólo se esté refiriendo gamiento de la escritura, pero que inequívocamente y con claridad que hace im-
o relatando la celebración del primero). posible toda interpretación contraria está contradicho por los términos de la misma,
Se habla, entonces, de negocio reproductivo, o de reiteración, repeti- parejos, por cierto, como no podía menos de ocurrir, con los del poder conferido
ción, renovación, etc., del negocio. a su representante por el vendedor, sólo ve en el documento notarial un medio
probatorio que recoge íntegramente un contrato anterior perfecto, y niega toda efi-
No deben confundirse con el negocio reproductivo ninguno de los dos cacia constitutiva al acuerdo de voluntad, claramente establecido en la escritura
siguientes supuestos: pública; olvidando así, que este interesantísimo aspecto del documento notarial tan
1.0 El de que habiéndose celebrado, sin observar la forma debida, un cuidadosamente estudiado por la técnica que en pos de soluciones satisfactorias
negocio solemne, se concluya otro después, observándola. Por ejemplo, se para definirlo en Derecho, ha acudido en ocasiones a la tesis del llamado contrato
dona una cosa inmueble por escritura privada; mas, después, se dona en es- reproductivo, expresión de una renovación contractual por la que se refunden su-
critura pública. Ahora bien, exigiendo ésta ad solemnitatem, el art. 633 del cesivas declaraciones de voluntad sobre las que se presta nuevo consentimiento,
C.c. y la ley 161, a) de la Comp. navarra, realmente la primera donación y otras veces a la construcción, no menos original, de los llamados contratos de
no existió; luego la segunda no es su reproducción, sino la única donación fijación jurídica, así denominados porque con designios de claridad y de certeza
existente. establecen —fijándolas y declarándolas estables— situaciones jurídicas, no pugna
con el sentido de las normas que en el Derecho positivo español se han traído
2.° El de que —como ya ha quedado apuntado— habiéndose celebrado contradictoriamente a colación; porque si bien el art. 1.279 del Código civil con-
válidamente un negocio, se facilite su prueba, o, de cualquier modo, se pro- sagra la validez de cualquier acuerdo consensual anterior al otorgamiento de la
ceda a dejar constancia —que interese para los efectos que sea, que pue- escritura pública y sostiene que los negocios jurídicos quedan perfeccionados mera
den ser muchos— mediante el reconocimiento de tal celebración, de haber voluntate, ni puede decir ni ha dicho que, en determinados casos la escritura no
tenido lugar el negocio. Por ejemplo, A, verbalmente, vende a B el objeto puede tener valor constitutivo, en contraste con los supuestos, a que claramente
X, y, posteriormente, acuden al Notario haciendo constar que anteriormente alude el art. 1.224 del propio Código, en que no tiene otra significación que la
han celebrado dicho contrato, manifestando, asimismo, las condiciones en de medio de reconocimiento de un acto o contrato preexistente; y es notorio que
que tuvo lugar. No se trata, pues, de que emitan en otra forma nuevas de- así como en este caso, de igual modo que cuando el acuerdo primario y la es-
claraciones de comprar y vender (el mismo objeto, en las mismas condi- critura coinciden, ésta no hace otra cosa que dar forma a lo ya preexistente, a ma-
nera de specificatio, en eventos de manifiesta discordancia, como el de autos, no
ciones y por el mismo precio), sino de que reconocen haber comprado y es posible hacer prevalecer contra los términos categóricos y claros del documento
vendido antes y en la forma en que lo hubiesen hecho. Se trataría —en el notarial, una posible convención anterior que no sólo no se llevó a la escritura,
ejemplo puesto— de haber reconocido ante Notario la celebración de una sino que pugnaba abiertamente con la estipulación de que la cosa enajenada ha-
compraventa. bía de dedicarse a los fines de enseñanza que, según la sentencia, fueron los úni-
cos que movieron la voluntad del transrnitente, o a aquellos otros que tuviere por
En nuestro Código, el art. 1.224 —salvo in fine— se refiere al supuesto exa- conveniente el Ayuntamiento comprador, expresión superflua si hubiese perdurado,
minado en el anterior caso segundo, de escritura de reconocimiento. como se pretende, la voluntad inicial que, además, revela cuál fue la realmente
declarada en el contrato, que fijó definitivamente la situación de las partes y que,
El negocio reproductivo viene a ocupar el sitio del anterior, es decir, le por ello, ni permite valorar a efectos interpretativos los actos anteriores, ni con-
sustituye, derogándolo, consecuentemente; por eso, si realmente no hay pura siente interpretación deducida de las posteriores que sin violencia no pueden li-
garse con el convenio primario con abstracción de la escritura que indudablemente
reproducción, sino que uno y otro discrepan en algo, prevalece el segundo.
El art. 1.224, in fine, contempla este caso. prescindió de él».
La de 6 junio 1969, en su considerando 8,°, entendió, recogiendo en parte lo
dicho en la anterior: «Que la técnica jurídica extranjera, y lo mismo los Ordena-
La jurisprudencia del T.S. se ha ocupado del tema, distinguiendo entre nego- mientos positivos de algunos países, al estudiar los documentos, distinguen los que
cio reproductivo, de un lado, y, de otro, simple reconocimiento de negocio cele- llaman primordiales, que son los que se redactan en el mismo momento del na-
brado anteriormente; e indicando cómo en aquel caso prevalece lo dispuesto en el cimiento de la obligación o del derecho real, y aquellos otros que son redactados
reproductivo, si hay discrepancias entre éste y el reproducido. con posterioridad, y que se otorgan, bien para hacer constar la confirmación de
En efecto, la sentencia de 28 octubre 1944 dijo en su considerando 3.0: «Con- un acto anulable —llamados, por tal razón, confirmativos— o bien para reempla-
siderando: En este punto, que la sentencia de instancia, al resolver como lo hace, zar al título primordial que haya sido perdido o para interrumpir la prescripción,
el contrato de compraventa en cuestión por la sola virtud de un pacto o condi- o para constatar lo que no tenía constancia escrita o la tenía defectuosa, que, por

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MANUEL ALBALADE.10 § 100 LA INTERPRETACION

tales razones, se denominan recognoscitivos; y este propio Tribunal, cuando se ha baste a éste haber observado: bien la forma requerida por la ley del lugar
encontrado con ese fenómeno del documento posterior, hubo de precisar su ver- donde se celebró, bien la pedida por la ley aplicable a su contenido, o por
dadero alcance, según la finalidad perseguida, y dijo en la sentencia de 28 octu-
bre 1944, que la técnica notarial, para explicarlo ha acudido, en ocasiones, a la la personal de su otorgante único, o personal común a los otorgantes, si son
tesis del llamado contrato reproductivo, expresión de una renovación contractual varios, o bien la preceptuada por la ley del lugar donde radiquen, si se trata
por la que se refunden sucesivas declaraciones de voluntad sobre las que se presta de acto relativo a inmuebles.
nuevo consentimiento, y, otras veces, a la construcción de los llamados contratos
de fijación jurídica, así denominados porque, con designio de claridad y de cer- Hasta aquí lo visto que dispone el art. 11 es coherente. Pero agrega en su nú-
teza, establecen, fijándolas y declarándolas estables, situaciones jurídicas anterio- mero 2 que: «Si la ley reguladora del contenido de los actos y contratos exigiese
res, y agregó que los supuestos a que claramente alude el art. 1.224 del propio para su validez una determinada forma o solemnidad, será siempre aplicada, in-
Código..., no tienen otra significación que la de medio de reconocimiento de un cluso en el caso de otorgarse aquéllos en el extranjero». Párrafo ante el cual hay
acto o contrato preexistente». que afirmar la inadmisibilidad de su sentido literal, ya que éste —prescribiendo
Y, por último, la sentencia de 22 enero 1970, en la que la afirmación (acer- para la forma la observancia de la ley aplicable al contenido— desvirtuaría lo que
tada) de que el plazo de caducidad de la acción de rescisión por lesión (en Ca- ya antes se ha visto que establece el propio art. 11 en sus otros números.
taluña) comienza desde la fecha del otorgamiento de la venta en documento pri- El sentido, pues, de ese número 2 del art. 11 tiene que ser otro, que la ju-
vado, y no cuando la misma se eleva a escritura pública, se apoya en que, no risprudencia aún no ha aclarado, y sobre el que la doctrina ha sentado diversas
habiendo novación extintiva (con lo que no se niega que la renovatio pueda .ser hipótesis21.
otro negocio jurídico [novatorio, pero sólo modificativamente], y no simplemente A tenor del art. 16, núm. 1, párrafo primero del C.c., los criterios expuestos
reconocimiento del celebrado en documento privado), quedan vivas las obligacio- sobre la ley aplicable a la forma de los actos y negocios, cuando se trate de re-
nes, acciones y facultades (y, entre ellas, la de impugnar por lesión) a que dio lu- solver si es la española o una extranjera, se usan igualmente para decidir cuál sea
gar la venta privada, y por eso, el tiempo de duración cuenta desde ésta. V. tam- la que corresponda aplicar de las diversas legislaciones, común y forales, vigen-
bién la de 30 septiembre 1992. Pero asimismo la de 30 noviembre 1998. tes en España.

10. Ley aplicable a la forma de los negocios y actos jurídicos.—


§ 100
Como idea general° (y sin mayores profundizaciones, que son propias del
Derecho internacional privado) cabe recoger aquí la de que, a tenor del art. LA INTERPRETACION*
11, números 1, 1.1 parte, y 3, del C.e.„ para nuestro Derecho, aparentemente
la ley aplicable a la forma es, en primer término, la del lugar donde se ce- SUMARIO: 1. Concepto.-2. Sentidos que pueden atribuirse a la declaración.-3. Sentido
que debe atribuirse a la declaración.-4. Argumentos en pro de la tesis expuesta-
lebre el acto que debe observarla20, y la ley española, si aun celebrado en 5. Camino para precisar el sentido que debe atribuirse a la declaración.-6. De-
el extranjero, es autorizado por funcionario diplomático o consular español. claración ininteligible.-7. Interpretación, fijación de los hechos, calificación jurí-
Pero 'se establece después (núm. 1, 1,0, segunda parte) que también se- dica y subsunción.-8. Interpretación e integración.-9. Labor de interpretación y
rán válidos los actos celebrados en la forma exigida por la ley aplicable a elementos utilizados en ella.-10. Interpretación del silencio.-1. Clases de inter-
su contenido, o en la exigida por la ley personal del disponente o común a pretación.-12. Naturaleza de las normas de interpretación.-13. Normas de inter-
los otorgantes o, si se trata de bienes inmuebles, por la ley del lugar en que pretación e interpretativas.-14. Normas de interpretación en nuestra ley.
radiquen.
Al templar con las excepciones vistas la necesidad de que los actos 1. Concepto.—La declaración de voluntad, una vez realizada, debe ser
guarden la forma que pida la ley del lugar de su celebración, realmente se objeto de interpretación.
ofrece la posibilidad de que, según sea mejor para la validez del acto, le
21 La profundización de los cuales y exposición de los argumentos en que cabe apoyar las diver-
sas posibles interpretaciones del texto legal no es propio de esta obra, sino de las de Derecho interna-
19 Y con independencia, pues, de que en casos singulares, haya disposiciones particulares, como cional privado. Véase por todos GONZALEZ CAMPOS y GARCIMARTIN en Comentarios al Código
ocurre para la forma de la constitución de la curatela y demás instituciones de protección, art. 9, nú- civil y Compilaciones forales dirigidos por ALBALADE_10 y DIAZ ALABART, I, ed., 1995,
mero 6, párrafo 2 del C.c. págs. 826 y as.
20 «Si tales actos fuesen otorgados a bordo de buques o aeronaves durante su navegación, se en- * ALFEREZ, El testamento y su interpretación, en R.C.D.I., 1973, págs. 69 y as.; AVILA ALVA-
tenderán celebrados en el país de su abanderamiento, matrícula o registro. Los navíos y las aeronaves REZ, El instrumento público en la reforma de 1984, Madrid, 1985; BEIM, E., Interpretación de la ley
militares se considerarán como parte del territorio del Estado a que pertenezcan» (art. 11, núm. 1, pá- y de los actos jurídicos, trad. esp., 1975, y Teoria generale della interpretazione, Milán, 1990; CA-
rrafo 2.°). LLATAY, Etudes sur l'interpretation des conventions, 1947; CANO MATA, La interpretación de los

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MANUEL ALBALADEJO § 100 LA INTERPRETACION

La interpretación es la actividad tendente a fijar el sentido de la de- picados, buscar la voluntad que con ellos se quiso expresar'. Mas, como
claración, es decir, a precisar cuál es la voluntad negocial que la declara- quiera que en la declaración no es posible hallar la voluntad interna, sino
ción exterioriza. en cuanto se declaró2, resulta que la interpretación no se puede orientar a
buscar esa voluntad interna, sino (a lo más) a buscar una voluntad decla-
Ver como menos antiguas, las sentencias de 10 marzo 1978, considerando 3.°, rada que presumiblemente coincida con la interna. Ahora bien, por breve-
18 y 22 abril 1978, considerandos 3.° y 7.°, respectivamente, 26 marzo 1979, coin- dad, se suele decir que se investiga la voluntad interna, o que el fin de la
siderando 2.°, 4 mayo 1984, 9 mayo y 20 octubre 1986.
interpretación es hallar la voluntad interna.
Presupuesto lo anterior, es indudable que en materia de interpretación,
Cuando se quiere declarar algo, se buscan las palabras, signos, eteéte- no pueden enfrentarse dos voluntades, la interna y la declarada, ni decidirse
raz, que lo expresen adecuadamente. Una vez encontrados, se utilizan en -
por aquélla en vez de por ésta, sino que sólo se pueden enfrentar los posi-
el proceso emisivo- para exteriorizar lo querido. Pues bien, habida cuenta bles sentidos (las posibles voluntades) que la declaración admita, decidién-
de esto, el proceso interpretativo parece que debería consistir en realizar a dose por uno o por otro.
la inversa la anterior operación: partiendo de los signos, palabras, etc., ern-
2. Sentidas que pueden atribuirse a la declaración.-Si se opta por
el sentido que -partiendo de que lo admite la declaración- le dio presu-
contratos civiles, en A.D.C., 1971, págs. 193 y ss.; CASELLA, II contralto e l'interpretazione, 1960;
CASTAN VAZQUEZ, La interpretación del testamento 41 el Derecho común, en R.D.P., 1973, abril; miblemente el declarante3, se puede calificar tal interpretación de subjetiva
CIAN, Forma solenne e interpretazione, 1969; CLAVER1A GOSALBEZ en C.C.J.C., n.° 5, 1984, pág. o voluntarista; si se opta por el sentido que la declaración tiene según la
1.669; n.° 12, 1986, pág. 3.877; CLEMENTE DE DIEGO, Sobre la interpretación de los contratos,
1944; DANZ, La interpretación de los negocios jurídicos, trad. esp.3, 1955; DEREUX, De l'interpre-
opinión común del tráfico, la interpretación es calificable de objetiva o de-
ration des actes juridiques prives, 1906; DOMINGUES DE ANDRADE, InterpretaÇao duma clausula clarac ionista.
testamentaria e algunas considerapoes gerais sobre a teoria de interpretafao dos testamentos, 1952; Además, cabe también pensar que pueda darse a la declaración el sen-
GARCIA AMIGO, Interpretación del testamento, en R.D.P., 1969, págs. 931 y ss., e Integración del ne-
gocio jurídico, en A.A.M.N., XXIII, pág. 79; GRASSETT1, L'interpretazione del negozio giuridico, 1938,
tido en que fue entendida o debió serlo por quien la recibe (el sentido en que
y allí bibliografía; Contrasto (Interpretazione del), en Nuevo Dig. it., IV, 1938, págs. 70 y SS., y alli bi- debió serio coincidirá con el sentido que tenga según la opinión del tráfico).
bliografía; HEVIMELSCHEIN. Beitrage zur Lehre vont Rechtsgeschlift,I, Über die Auslegung der Rechts- Nuestro Derecho adopta en principio el sistema de interpretación sub-
geschüft, 1930; IRTI, Letture bettiane sul negozio giuridico, Milán, 1991; IVANIER, La interprétation jetivista (aunque con las limitaciones que a continuación examinaré), no sólo
des faits en droit, Paris, 1988; JORDANO BAREA, La interpretación del testamento, 1958; La inter-
pretación de los contratos, en Est. Vallet, I, 1988, pág. 309, y La voluntad verdaderamente última del
por lo que después se verá que establecen los preceptos correspondientes,
testador en la teoría de la interpretación del testamento, en R.D.E.A., 1960, nám. 23, págs. 224 y ss.; sino por lo que se deduce de la jurisprudencia recaída en el tema, y por-
LARENZ, Die Methode der Auslegung des Rechgescháfte, 1930; LASARTE, Sobre la integración del que esta misma, en bastantes ocasiones, lo ha proclamado expresamente.
contrato, etc., en R.D.P., 1980, págs. 50 y SS.; LEONHARD, Die Auslegung der Rechtsgescháfie, en Ar-
chiv. fd.c. Praxis, 1922 (120), págs. 14 y ss.; LOPEZ LOPEZ en Comentarios al C.c. y Cornps, fora-
les, dirigidos por ALBALADEJO, XVII, 2.°, 1981, págs. 1 y ss., y en la misma obra, JORDANO BA- Por ejemplo, sentencias de 7 febrero 1964, 24 junio 1964, 9 diciembre 1965,
RBA, IX, 1, A, 1990, págs. 206 y ss.; MANIGK, Irrtum und Au.slegung, 1918; MARTINEZ SARRION, 2 febrero 1972, 4 mayo 1984, 24 julio 1992, 24 febrero 1998, etc.
La narración y la fé en el documento, RON., 1989, n.° 143, pág. 199; MESSINA, L'interpretazione Aunque algunas otras como las de 24 junio 1969 y 8 noviembre 1983 parten
dei contratti, 1906; MIGUEL TRAVIESAS, Los negocios jurídicos y su interpretación, en R.D.P., 1925,
de un criterio objetivo o declaracionista pero, en conclusión, no llegan a diferente
págs. 39 y ss.; MIQUEL. La interpretación de los contratos: vinculación entre teoría y práctica, en
R.J.C., 1981, págs. 789 y ss.; MORALES MORENO en C.C.J.C., n.° 18, 1988, pág. 919; MOSCO, resultado que si adoptasen el criterio subjetivo, mas admitiendo las limitaciones
Principi sull'interpretazione dei negozi giuridici, 1952; OPPO, Pmfili dell'interpretazione oggetiva del que luego se verá.
itegozio giuridico, 1943; PICONTO NOVALES, noria de la interpretación de E. Betti, R.D.P., marzo
1993, pág. 226; PUIG BRUTAU, La interpretación del testamento en la jurisprudencia, en A.A.M.N.,
XIII, 1962, págs. 509 y as.; QUADRI, Interpretazione del negozio giuridico nel Diritto intemazionale ' Cfr. así las sentencias de 5 mayo 1967 y 4 mayo 1984. Igualmente las de 20 octubre 1986 y 9
privar°, en Studi Romano, III, págs. 207 y as.; RESCIGNO, Interpretazione del testamento, 1952; ROCA junio 1987.
I TRIAS en C.C.J.C., n.° 1, 1983, pág. 167; SANTA CRUZ, La interpretación romana del negocio ju- 2 O sea, para hallarla, debe estar recogida en la declaración -así el C.c., art. 675, 1.0, in fine,
ha-
rídico, en R.D.P., 1940, págs. 42 y SS.; SCALF1, La qualificazione dei contratti, 1962; SCHREIER, bla de que «se observará lo que aparezca más conforme a la intención del testador según el tenor del
terpretation der Gesetze und Rechtsgeschafte, 1927; SEVIO SANTOJA, La interpretación de las dispo- mismo testamento»-, haberse expresado de alguna forma, o poder deducirse de ella de alguna manera.
siciones mortis causa, en R.D.P., 1961, págs. 371 y as.; TRABUCCHI, 11 rispetto del testo nell'interpretazione Si el negocio se celebra mediante representante, el sentido a investigar en la declaración, es el
degli atti di ultima volonta, en Scritti Carnelutti, III, 1950, págs. 685 y as.; VATTIER FUENZALIDA que se señala infra, 102, núm. 8, sub C). Mas, si no habiendo representación, la declaración la re-
en C.C.J.C., n.° 7, 1985, pág. 2.145; n.,xo 9. 1985, pág. 2.855; n.° 15, 1987, pág. 5.209; n.° 18, 1988, dacta no el declarante, sino un tercero, siendo éste sólo el ejecutor material, aunque se encargue de dar
pág. 935; n.° 22, 1990, pág. 271, y La interpretación integradora del contrato en el Código civil, en forma técnica adecuada a lo que el sujeto del negocio quiso expresar, el sentido que ha de buscarse es
A.D.C., 1987, págs. 495 y ss. el que presumiblemente quiso el sujeto del negocio.

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§ 100 LA INTERPRETACION
MANUEL ALBALADEJO

3. Sentido que debe atribuirse a la declaración.—Y el primer pro-


lo menos como regla, salvo que en algún caso (que será estudiado con de-
blema de la interpretación es: ¿cuál de esos sentidos debe atribuirse a la de- talle al estudiar el negocio que sea) deba (o no, que es el punto que, por
caber sea discutible, no puede ahondarse aquí) triunfar totalmente el prin-
claración? cipio de voluntad.
Este problema debe resolverse (habida cuenta del fin que se aspira a
llenar con el negocio —regular las propias relaciones a tenor de la volun- Así, pues, si por ejemplo, en un contrato el oferente emite una declaración
tad real del sujeto— y habida cuenta también de que el negocio es decla- en un sentido que cabe en la declaración, pero que es diferente del que le daría
ración de voluntad, y no voluntad meramente interna) a base de los princi- la opinión del tráfico, mas el destinatario la toma en aquél, y la acepta, al nego-
pios de voluntad, responsabilidad y confianza4. Es decir, aplicando el cio, al ser interpretado, hay que atribuirse el sentido que le atribuyeron las partes
principio de voluntad con los límites que derivan de la responsabilidad del (intención común de los contratantes: C.c., art. 1.2818). Pero si el destinatario la
declarante y de la confianza de los demás. A base del susodicho principio, toma justificadamente en el sentido que le daría la opinión del tráfico, y la acepta,
a la declaración, si lo admite, se le atribuirá el sentido que presumiblemente la interpretación debe atribuir al negocio el sentido que le daría esa opinión (no
quiso expresar el declarante. A base de la responsabilidad de éste y de la hay aquí intención común, pero la responsabilidad del oferente —espíritu art. 1.258,
confianza de los demás, cuando una declaración tenga determinado sentido, y art. 1.288—: hace concordar las declaraciones de oferente y aceptante). Ver el
según la opinión del tráfico, y los demás hayan confiado razonablemente en párrafo de la sentencia de 18 febrero 1980 recogido supra, nota 5.
que ése fue el que le dio el sujeto, que provocó dicha creencia por utilizar
culpablemente expresiones inadecuadas, prerwalecerá tal sentido sobre el otro5, Por lo demás, mientras que de cualquiera datos no se deduzca lo con-
siempre que, en caso contrario derive, para los demás, un perjuicio de aque- trario, no hay razón para pensar ni que el declarante dio a su declaración
lla confianza, pues otra cosa sería contraria a la buena fe (arts. 7, número un sentido distinto del que le atribuye la opinión del tráfico9, ni que los de-
1, y 1.258 del C.c., leyes 17 y 490, 1.°, de la Comp. navarra)6,7. Esto, por más la tomaron en otro diferente de éste.
Cuando se comprueba, por cualesquiera medios, que el sujeto quiso re-
almente algo, que a tenor de la declaración no es posible considerar como
4 Ya expuestos, supra, § 87, números 4 y 5.
La prevalencia de ese sentido que la declaración tiene según la opinión del tráfico u opinión co- declarado en ella, el camino a seguir no es el de embutir —a través de una
mún, está establecida en los preceptos de nuestras leyes que ordenan que se le dé el sentido usual, es sedicente interpretación— esa voluntad en la declaración, afirmando que, in-
decir, el que sea costumbre, o —lo que es lo mismo— que se interprete conforme a la costumbre (ver terpretada subjetivamente, tal declaración manifiesta algo que no manifiesta,
C,e., art. 1.287. Comp. navarra, leyes 176 y 281, 2.9, y no conforme «a lo que cada uno [de las par-
tes en un contrato, sobre el sentido de cuyas cláusulas discrepan después] pensó al contratar sobre aque- aunque fuese lo que realmente quiso el declarante; sino que el camino a se-
llo que es objeto de discordia, ya que una cosa es que conforme a los arts. 1.281 y 1.282 haya de in- guir es impugnar —cuando proceda, y siempre salvando que deba ser man-
dagarse la intención «de los contratantes», y otra cosa muy diferente que esa intención haya de averiguarse tenida por los principios de responsabilidad y confianza— la declaración,
según lo que «ellos [cada uno cosa distinta] quisieron» (sent. de 18 febrero 1980, y ver también las de
6 febrero y 30 noviembre 1981, 30 abril 1982 y 14 mayo y 8 noviembre 1983). por discrepar de la voluntad internai".
6 La ya citada sentencia de 24 junio 1969 dice en su considerando cuarto: «Que la seguridad del
comercio (es decir, las transacciones jurídicas en que la prestación concreta y la obligación de efectuarla
y ley 17 de la Comp. navarra, y que, sin duda, ha de presidir la interpretación, es la que impone que
se determinan por las declaraciones de voluntad de los hombres), sólo queda garantizada cuando, para
expresar una determinada voluntad interna, se emplea una declaración de voluntad en el sentido que le el principio de voluntad resulte limitado por los de responsabilidad y confianza. Así que el decir que
es propio y que le atribuye la opinión de la generalidad de las gentes, y quien lo hizo puede confiar la declaración de voluntad ha de interpretarte a base del principio de voluntad limitado por los de
en que la parte contraria realizará las obligaciones dadas a conocer de ese modo, y, sobre todo, que responsabilidad y onfianza, es como afirmar que tal declaración ha de interpretarse con arreglo a la
buena fe,
cuando el juez tenga que determinar como intérprete la prestación, fallará ateniéndose también al sen-
tido usual; si el juez en los casos que interpreta un negocio jurídico siguiendo simplemente los usos so- Ver también la; más recientes de 13 abril 1981, 14 mayo y 8 noviembre 1983, 13 diciembre 1986.
ciales, invoca también en su fallo cl principio de la buena fe, no es que quiera acusar de fraude al otro Pero puede ocurrir que algunos de esos demás den a la declaración un sentido, y otros, otro. No
contratante, que en la mayor parte de los casos creerá de buena fe que el sentido de la declaración de obstante, esa declaración debe entenderse en el sentido que le atribuyó el declarante, si las otras partes
voluntad que ella afirma es el exacto y el falso el que contiene la parte contraria, sino que lo que quiere en el negocio o el destinatario, la toman de .el. Pero, aunque todas las partes hayan dado igual sentido
a la declaración, ésta no puede perjudicar a terceros que hayan confiado razonablemente en que tenía
expresar es que la buena fe prohíbe dar por querido lo no usual, sin una clara salvedad, teniendo que un sentido distinto, pero que es el que le atribuye la opinión del tráfico.
allanarse si no ha dado a conocer inequívocamente su voluntad divergente». 8 Realtnente el art. 1.281 no utiliza la expresión intención común de los contratantes; pero sin duda,
Evidentemente todo ello es, salvo que el destinatario tome la declaración en el verdadero sen- cuando habla de «intención» se refiere a la común, entre otras cosas, porque es la «intención de los
tido no usual que le dio el declarante, pues entonces no va contra la buena fe entender aquélla en contratantes», la cual (en singular), siendo de los dos (o más), no puede ser sino común. Ver, por ejem-
ese sentido. plo, la sent. de 9 junio 1994.
La propia sentencia, en su considerando I% afirma la necesidad de aplicar el principio de buena 9 D. 50, 17, 114.
fe en la interpretación de las declaraciones de voluntad, y, en el I°, se extiende en consideraciones Sobre esto véase supra, § 87, números 2, 4 y 5.
sobre dicha buena fe. Ahora bien, la buena fe proclamada en los arts. 7, número 1, y 1.258 del C.C.

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770
MANUEL ALBALADEJO § 100 LA INTERPRETACION

En los negocios bilaterales, fijado el sentido de cada una de las de- en el receptor. Mas dicho artículo no implica que la declaración oscura no puede
claraciones, según el principio de voluntad y los límites de la responsabi- ser interpretada en el sentido que le dio el declarante, si el receptor la entendió
lidad y la confianza, puede ocurrir que aquéllas concuerden o no. Si con- en el mismo sentido; ni implica, tampoco, que siempre haya de interpretarse en
el sentido que le dio el receptor, si este sentido no es adecuado (es decir, si su
cuerdan hay negocio jurídico, si no, no lo hay realmente, pues existe un confianza no es razonable). En resumen, lo dispuesto en el art. 1.288 supone, no
caso de disenso. como pudiera parecer a primera vista, una interpretación necesariamente desfavo-
rable al declarante que provocó la oscuridad, sino la acogida de la responsabili-
4. Argumentos en pro de la tesis expuesta.—Las opiniones expuestas so- dad de éste y de la confianza justificada del receptor, como límites al sentido que
bre el problema del sentido que debe atribuirse a la declaración, se apoyan: aquél atribuyó a su declaración.
1.0 En que nuestra ley acoge el principio de voluntad, limitado por los de
responsabilidad y confianza. Que esto es así ya ha quedado demostrado en otro 5. Camino para precisar el sentido que debe atribuirse a la de-
lugar, al tratar de la discrepancia entre voluntad y declaración"; y en el caso de
la interpretación, hay igual razón que en el de tal discrepancia, para aplicar los claración.—Sentado ya lo referente al sentido que debe atribuirse a la de-
mencionados principios. claración, queda un segundo problema: ¿qué camino seguir para determinar
2.° En que, de los propios artículos dedicados a la interpretación, todos los ese sentido?
que pueden afectar a la cuestión tratada, encajan, en principio, en los moldes ex- He hablado de dar, en principio, a la declaración, el sentido presumi-
puestos. Son aquéllos el 675 y 1.281 del C.c. y las leyes 176, 281, 2.°, y 490, ble que le atribuyó el declarante. Ello, por salvar, si es posible, su volun-
1.0, de la Comp. navarra, que recogen las directrices de la interpretación, y que tad verdadera. Pero no se olvide que no se trata de que conozcamos esa
ahora examinaré, y el art. 1.288 del C.c., que recoge los límites que al principio voluntad, y, después,, tomemos la declaración, para tratar de encajar aquélla
de voluntad ponen los de responsabilidad y confianza'2. en ésta, sino que la voluntad la averiguamos a través de la declaración. Y
En efecto, dice este artículo que «la interpretación de las cláusulas oscuras de lo que quiero poner de relieve es que, como no siempre las palabras co-
un contrato no deberá favorecer a la parte que haya ocasionado la oscuridad». Y rresponden literalmente al espíritu, hay que procurar encajar en las palabras
ello significa que la declaración —o la parte oscura de ella— que ha sido tomada
en un sentido (admisible) por la otra poarte, vale en este sentido —aunque el de-
de la declaración el espíritu que, a través de ésta, se averiguó.
clarante le hubiese atribuido otro—, por causa de la responsabilidad de ese de- O sea, lo decisivo es el espíritu, es decir, el camino a seguir para de-
clarante y de la confianza razonable (creencia de ser otro el sentido) que suscitó terminar el sentido de la declaración, es el camino de su espíritu; siendo a
tenor de éste, y no de las palabras, como se fija el sentido de tal declara-
" Véase supra, § 87, números 4 y 5.
ción, según se sigue de los arts. 675, 1.281 y 1.283 del C.c., dedicados, res-
La jurisprudencia no discrepa de las líneas generales que he expuesto, salvo que a base de al-
12 pectivamente, a regular la interpretación de testamentos y contratos, pero
gunas sentencias (así de las de 6 marzo 1944, 18 junio 1948, 6 febrero 1958, 3 abril 1965, 25 mayo, cuya doctrina es, en general, aplicable al negocio jurídico.
23 septiembre 1971, 26 noviembre 1974, 6 febrero y 22 abril 1978, 24 marzo y 30 abril 1981, 24 marzo
y 8 junio 1982, 26 marzo 1983, 29 febrero, 8 marzo y 13 abril 1984, 1 julio 1985, 10 febrero y 10 En efecto:
abril 1986, 2 septiembre 1987, 24 noviembre y 31 diciembre 1992, 31 diciembre 1996, 26 abril 1997, 1.° Prevalece el espíritu contrario a las palabras (arts. 1.281, 2.°; 675,
18 julio 1998, etc.), quizá es posible afirmar que la responsabilidad del declarante y la confianza de los 1.0, primera mitad, y 1.283).
demás limitan al principio de voluntad en las declaraciones recepticias, pero no en las no recepticias,
donde ha de prevalecer la voluntad del declarante siempre que de alguna forma pueda entenderse ex-
presada en la declaración. Esta opinión la profesa también parte de nuestra doctrina. Aquí no puede «Si las palabras pareciesen contrarias a la intención evidente de los contra-
ahondarse el tema, pero debe señalarse que: 1.° Hay declaraciones no recepticias que evidentemente 110 tantes, prevalecerá ésta sobre aquéllas» (art. 1.281, 2.°). «Toda disposición testa-
pueden interpetarse habida cuenta sólo del principio de voluntad: por ejemplo, ciertas renuncias, funda-
ción, etc. 2.0 Incluso en aquellas declaraciones no recepticias que se consideran interpretables sólo a
mentaria deberá entenderse en el sentido literal de sus palabras, a no ser que apa-
base del principio de voluntad (testamento, por ejemplo), la cortapisa que pueda resultar para aquél si rezca claramente que fue otra la voluntad del testador», en cuyo caso prevalecerá
se acepta su limitación por los de responsabilidad y confianza no será obstáculo para que en la mayo- ésta (art. 675, 1.0, primera mitad). «Cualquiera que sea la generalidad de los tér-
róa de casos prevalezca totalmente la voluntad del declarante (expresada de alguna forma en la decla- minos [palabras] de un contrato, no deberán entenderse comprendidos en él cosas
ración), pues no habrá en ello perjuicio (en el sentido que ahora importa) para nadie que confíe en el distintas y casos diferentes de aquellos sobre los que los interesados se propusie-
sentido que la opinión del tráfico daría a la declaración. De todos modos el estudio detallado del asunto
sólo cabe hacerlo al estudiar el testamento. Cfr. ALFEREZ, El testamento y su interpretación, en R.C.D.I., ron [espíritu] contratar» (art. 1.283).
1973, págs. 69 y si.; CASTAN VAZQUEZ, La interpretación del testamento en el Derecho coman, en
R.D.P., 1973, en particular, pág. 288; GARCIA AMIGO, Interpretación del testamento, en R.D.P., 1969,
págs. 931 y ss.; JORDANO, La interpretación del testamento, 1958; PUIG BRUTAG, La interpretación 2.° Prevalece el espíritu recogido en las palabras (arts. 1.281, 1.°; 675,
del testamento en la jurisprudencia, en A.A.M.N., XIII, 1962, págs. 509 y as. 1.0, primera mitad).

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MANUEL ALBALADEJO § 100 LA INTERPRETACION

«Si los términos de un contrato son claros y no dejan duda sobre la inten- éste fuese gratuito, se resolverán en favor de la menor transmisión de de-
ción de los contratantes, se estará al sentido literal de sus cláusulas» (art. 1.281,
1.°). «Toda disposición testamentaria deberá entenderse en el sentido literal de
rechos e intereses. Si el contrato fuese oneroso, la duda se resolverá en fa-
sus palabras», cuando no aparezca que fue otro el espíritu» (art. 675, 1.°, pri- vor de la mayor reciprocidad de intereses»".
mera mitad). La parte segunda del art. 1.289 no se refiere a la interpretación, y ni
siquiera dispone el sentido que habrá de atribuirse a la declaracioón sino
3.° Prevalece el espíritu, en caso de duda sobre si las palabras lo re- que se limita a decretar la nulidad de ésta por ininteligible14: ((Si las dudas
cogen o no. «En caso de duda, se observará lo que aparezca más conforme de cuya resolución se trata en este artículo recayesen sobre el objeto prin-
a la intención del testador, según el tenor del mismo testamento» (art. 675, cipal del contrato, de suerte que no pueda venirse en conocimiento de cuál
1.°, in fine). fue la intención o la voluntad de los contratantes, el contrato será nulo». Y
En estos artículos no se dispone el triunfo de la voluntad interna sobre el C. de sucs. catalán dice que «Las disposiciones [testamentarias] ininteli-
la declarada -cosa que es imposible, como he dicho-, sino el triunfo del gibles se considerarán no formuladas» (art. 110).
espíritu de la declaración (aunque a este espíritu se le llame «voluntad»,
como en el art. 675, 1.°, primera mitad, y en el 1.289, 2.°; se le llame «in- 7. Interpretación, fijación de los hechos, calificación jurídica y subsun-
tención», como en el propio art. 675, 1.°, in fine, en el 1.281 y en el 1.289, ción.-La interpretación debe ser distinguida de la fijación de los hechos.
2.°; o se le llame «propósito» [»propusieron»], como en el art. 1.283, in Tal fijación es un estadio previo al interpretativo. Consiste en precisar los
fine) sobre las palabras o términos de ésta, cobijándose en aquél la volun- realmente acontecidos y de qué forma se produjeron. Así, determinar cuá-
tad negocial. les fueron exactamente los actos constitutivos de la conducta declaratoria
Por eso, a los que toman contacto con la declaración no les es lícito del sujeto del negocio. Es después de fijar esos hechos (actos), cuando, como
pararse en las meras palabras de ésta ni aferrarse a la letra. componentes de la declaración, se pueden interpretar, atribuyéndoles un de-
terminado sentido.
Esa prevalencia del espíritu sobre las palabras, la recoge, siguiendo al Có-
digo, la abundantísima jurisprudencia recaída sobre el tema, y cuando, a veces, El T.S., en abundante cantidad de sentencias, ha precisado la distinción entre
dicha jurisprudencia habla de que debe prevalecer (véanse, por ejemplo, senten- fijación de los hechos e interpretación. Entre las más recientes o significativas
cias como las de 3 abril 1965, 1 abril, 30 abril, 31 mayo 1966, 5 mayo 1967, 7 pueden verse las de 15 febrero, 11 abril y 3 julio 1964, 27 octubre 1966, 27
marzo 1968, 25 mayo y 23 septiembre 1971, 15 noviembre 1972, 31 enero y 9 marzo, 23 junio y 20 diciembre 1967, 16 enero 1970, 25 marzo 1971, 15 octu-
marzo 1973, 26 noviembre 1974, 16 octubre 1975, 17 febrero 1977, 10 marzo, bre 1975, 8 enero y 2 noviembre 1976, 30 noviembre 1978, 9 noviembre 1979,
18 y 22 abril, 4 diciembre 1978, 26 enero 1981, 13 abril y 4 mayo 1984, 9 ju- 6 febrero 1981, 24 febrero 1983, en las que se señala: que fijar los hechos con-
nio y 26 noviembre 1987, 27 junio 1988, 24 julio 1992, 24 febrero 1998, y en- siste en determinar cuáles son aquéllos en que se expresa la voluntad; que dicha
tre las más recientes, por ejemplo, la resolución de 10 enero 1974) la intención, fijación es precisa para, después, buscar el sentido que los fijados encierren; y que
la voluntad, la voluntad real, la voluntad verdadera, la voluntad interna, no in- la fijación hecha por el Tribunal inferior es susceptible de casación, al amparo del
tenta mantener la idea de que triunfe sobre el sentido de la declaración un que- artículo 1.692, 4.°, L.e.c., ya que aquél pudo, por error, no tomar en cuenta he-
rer que, puramente interno, no trascendió a ella, sino que son expresiones que pre- chos que sí debió, o tomar otros que no (así también sentencias como las de 18
tenden significar -como lo significan los términos que utiliza el Código- que abril 1964, 4 mayo, 28 septiembre, 18 noviembre, 18 diciembre 1965, 11 mayo
sobre la letra de la declaración ha de triunfar el espíritu de ésta. 1968, 2 y 17 febrero y 1 marzo 1971, 2 febrero 1972, 4 enero 1977, 9 noviem-
bre 1979, 6 febrero 1981, 14 junio, 16 octubre, 23 diciembre 1982, 17 y 31 enero
6. Declaración ininteligible.-Hasta aquí las normas de nuestra ley 1983, 27 mayo y 9 junio 1986, etc.). Esto era así hasta la reforma del recurso de
regulan la labor de interpretación de la declaración. Mas cuando, a tenor casación por la Ley de 30 de abril de 1992 sobre Medidas urgentes de reforma
de ellas, no pudiese asignarse un sentido a una parte de aquélla, la propia procesal. Hoy, suprimido el antiguo núm. 4.° del art. 1.692 de la L.e.c., no cabe
ley determina cuál se le atribuirá, mediante otra norma. Entonces, ya no se la casación por error del Tribunal inferior en sus apreciaciones, así que en el caso
en estudio, como en cualquier otro la casación sólo es posible en tanto en cuanto
está dentro del campo de la interpretación. al apreciar lo que sea, la sentencia inferior infrinja normas.
Dispone el art. 1.289, 1.°, del C.c.: «Cuando absolutamente fuese im-
posible resolver las dudas por las reglas establecidas en los artículos pre-
cedentes, si aquéllas recaen sobre circunstancias accidentales del contrato, y Véase swpra, § 80, número 2.
14 Ver las sentencias de 8 abril 1987 y 10 julio 1991.

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§ 100 LA INTERPRETACION
MANUEL ALBALADEJO

calificar inexactamente una figura jurídica, está violando, interpretando errónea-


La interpretación sigue la fijación de los hechos, y a su vez, es seguida mente o no aplicando las normas o doctrinas legales que le correspondan (sobre
por la calificación jurídica y la subsunción del negocio bajo las normas. Una los extremos anteriores, entre las sentencias más modernas, cabe destacar algunas,
vez determinado el sentido de la declaración, llega el momento de adscri- como las de 25 enero 1963, 19 febrero y 23 noviembre 1965, 10 marzo 1966, 19
bir el negocio celebrado a uno de los tipos o categorías que la ley regula. y 23 junio 1967, 28 febrero, 22 marzo 1969, 20 y 26 junio 1970, 29 mayo 1972
Es decir, de calificar jurídicamente aquello que la interpretación estableció [Sala 6.1, 22 octubre 1973, 15 marzo y 17 septiembre 1976, 6 febrero, 13 marzo
ser voluntad del declarante (o de los declarantes). Por ejemplo, precisar si y 29 octubre 1982, 24 febrero 1983, 4 diciembre 1987, 1, 30 y 31 julio 1991, 10
el convenio celebrado entre A y 13, cuyo contenido volitivo nos mostró la mayo 1995, 19 diciembre 1998, etc.), habiendo declarado también el T.S. que la
interpretación, es un contrato de arrendamiento o una enfiteusis o una apar- calificación jurídica hecha por el Tribunal de instancia debe de prevalecer siem-
cería. Esto es necesario porque los sujetos, persiguiendo usualmente fines pre que sea admisible'7.
económicos o prácticos, se desentienden, a veces, de la técnica jurídica, y
porque, aunque no lo hagan, sin embargo, la calificación que den al nego- La calificación jurídica es necesaria, para, a base de ella, aplicar al ne-
cio no puede aceptarse si no es la que debe ser. Así, pues, la calificación gocio celebrado las normas legales propias del negocio (o categoría de ne-
jurídica se realiza no a base de los nombres dados (por ejemplo, no ha de gocios) a cuyo tipo -después de la calificación- se estima pertenece aquél.
calificarse de arrendamiento a un negocio porque por las partes haya sido Esta nueva fase se denomina subsunción del negocio bajo las normas.
llamado así), ni tampoco por la voluntad de los sujetos, de encuadrar al ne- Subsunción que da lugar a unos u otros efectos, según se apliquen al ne-
gocio celebrado dentro de una u otra catejoría, sino porque realmente lo gocio unas u otras normas.
que la interpretación fija como querido caiga objetivamente dentro del marco
A este respecto, conviene advertir, aunque la cuestión se trate especifica-
que la ley traza de lo que sea éste o aquél negocio, o ésta o aquélla clase mente después, que dichas normas propias de la categoría jurídica en que puede
de negocios. encuadrado el negocio, servirán para suplir las deficiencias de la regulación
establecida por las partes en todas aquellas cuestiones en que los sujetos no
El T.S., en su jurisprudencia, ha separado, con toda nitidez, en el total pro- suelen pensar cuando celebran el negocio. Y de ahí la importancia de la cali-
ceso interpretativo, el estadio concreto en que consiste la calificación jurídica, y ficación jurídica, y subsiguiente subsunción, que al realizarse bajo un grupo
en docenas de sentencias' 5 ha dicho que ésta se realiza, no por el nombre que las de normas o bajo otro -según que la calificación haya adscrito al nego-
partes hayan dado al negocio, sino por lo que las cosas son, es decir, juzgando cio celebrado a una u otra categoría- hará que de éste se sigan unos u otros
por su «contenido», o sea «a tenor de lo que corresponda a la naturaleza de las efectos.
estipulaciones»16. Las cosas con lo que son, y no lo que se las llame (sent. de 11
noviembre 2000). Asimismo ha señalado el T.S. que la calificación jurídica es una 8. Interpretación e integración.-Mediante la interpretación única-
cuestión de Derecho y que puede, por tanto, ser recurrida en casación al amparo
del art. 1.692, 1.° (después 4.°) y hoy 477 L.e.c., ya que el Tribunal inferior, al mente se establece el sentido de lo declarado, pero en la declaración puede
no haberse regulado todo lo necesario. En tal caso hay que seguir uno de
los dos caminos:
15 Entre las no muy antiguas, por ejemplo, las de 7 junio 1971 y 22 enero 1974 (Sala sexta), 14
1.0 0 el de completar lo que la declaración no estableció, a base de
octubre y 18 noviembre 1974, 4 diciembre 1975, 6 abril 1976, 21 mayo 1977, 28 marzo, 12 junio, 26 obtener de la voluntad declarada la que presumiblemente (porque es la más
octubre y 7 noviembre 1978, 9, 12 y 19 junio y 22 diciembre 1979, 24 mayo, 3 y 9 octubre 1980, 10
noviembre 1981, 19 febrero, 30 abril, 2 junio, 1 y 5 julio y 19 octubre 1982, 4 abril 1987, 4 febrero congruente con ella) corresponde para el punto no regulado, por ser la que
1988, 7 mayo 1991, 24 marzo, 3 mayo, 7 julio y 11 noviembre 1993, 15 mayo y 3 junio 1994, 7 fe- se le habría dado, de haberlo contemplado específicamente.
brero, 11 abril, 10 mayo, 13 octubre 1995, 7 y 13 noviembre, 22 diciembre 1996, 28 septiembre 1998,
26 abril 2000. También entre las más recientes resoluciones de la Dirección General de los Registros y
del Notariado, las de 27 y 29 diciembre 1973.
16 Para !a calificación jurídica se atiende a éstas, juzgadas a tenor de cómo las conceptúa la ley.
17 Siempre que no sea ilógica o absurda, dicen últimamente las sentencias de 3 diciembre 1976,
Es decir, no a tenor de cómo las hubiesen conceptuado las partes en una construcción de las mismas 30 diciembre 1977, 30 mayo y 9 julio 1979, 24 abril, 6 mayo, 10 y 12 junio, 3 octubre y 18 noviem-
verdaderamente querida y con conciencia de la realidad, pero que discrepase de la construcción que del bre 1980, 30 enero 1981, 19 febrero 1982, 30 octubre 1983, 8 julio 1986, 15 abril 1988, 3 mayo, 2 ju-
caso hace la ley. lio 1993, 16 y 20 mayo y 3 junio 1994, 24 febrero, 25 marzo, 1 abril, 23 octubre, 22 diciembre 1995,
La conceptuación de las partes, aunque querida en los términos dichos, es irrelevante de por sí. Ya 20 febrero 1996, 21 mayo 1997, 21 noviembre, 19 diciembre 1998, 8 febrero 1999. Lo que tiene el
que en tanto en cuanto discrepe de la legal, es como catalogar la figura en cateogoría distinta de la que sentido de dar preferencia (sobre la que propugna alguno de los interesados) a la calificación jurídica
según la ley corresponde. Por ejemplo, aunque realmente sea querido como heredero del instituido para del Tribunal de instancia, en los mismos términos en que se le da a la interpretación realizada por éste
recibir exclusivamente cosa cierta, no puede sino ser legatario si el Derecho que sea construye la he- (véase infra, núm. 12, último párrafo), y, por tanto, debiendo ser mantenida salvo que viole normas del
rencia como sucesión universal. ordenamiento.

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MANUEL ALBALADEJO § 100 LA 1NTERPRETACION

2.° O el de, dejando la laguna en la regulación voluntaria, es decir Mas tal pensamiento, de suplir en vez de integrar, no es acertado, ya
negocial, acudir supktoriamente para llenarla a lo dispuesto en las normas que, por definición, la ley pretende suplir sólo a falta de regulación esta-
jurídicas. blecida por la voluntad de los interesados. Y siendo esto así, es más con-
De esos dos caminos —completar la declaración con su propia sus- gruente con ese espíritu legal el suplir únicamente a falta de voluntad efec-
tancia O dándola por incompleta suplir sus vacíos con regulación legal—
tiva y, además, de regulación extraíble para el caso de lo que si bien no
el primero se llama integrar la declaración. dijo esa voluntad efectiva, es, sin embargo, congruente con ella, y presu-
De lo que se sigue que en puro rigor la integracioón no es interpreta- miblemente, aunque no expresado, estuvo en el ánimo (o lo hubiera estado,
ción (de la declaración). Pero en un sentido amplio forma parte de ella pu- de plantearse el punto) de quien o quienes otorgaron el negocio que fuese.
diendo calificarse de interpretación integradords.
La integración no se puede hacer simplemente aplicando el criterio per- 9. Labor de interpretación y elementos utilizados en ella.—La apli-
sonal de quien busca completar las lagunas que existen en la regulación es- cación de las normas de interpretación —al verificar la tarea interpretativa—
tablecida en la declaración, sino que ha de atenerse a las disposiciones le- es una labor jurídica. La fijación de los hechos (período previo al interpreta-
gales que establecen la manera de integrar, ya que esas disposiciones marcan tivo) acaba con la determinación de las palabras, signos, etc., que constituyen
el procedimiento más adecuado para precisar lo presumiblemente querido la declaración de voluntad; y la investigación del sentido (interpretación) que
por el declarante. para el Derecho tienen tales hechos, es cuestión de Derecho y no de hecho.
Tal labor ha de estar presidida por la buena fe, como se sigue, no sólo
Y así, por ejemplo: el art. 1.287 del ae. dice que el uso o la costumbre del de la inadmisibilidad de que cualquier Ordenamiento acepte lo contrario,
país se tendrán en cuenta para suplir en los contratos la omisión de cláusulas que,
de ordinario, suelen establecerse. Y la Comp. aragonesa, que cuando un pacto su- sino de que en nuestro Derecho hay preceptos —como los arts. 7, número
cesorio se refiera a determinada institución consuetudinaria deber aquél integrarse 1, y 1.258 del C.c., y la ley 17 de la Comp. navarra— en que se puede
con arreglo al uso u observancia de tal instituciópn (art. 107). Y la Comp. nava- apoyar concretamente semejante afirmación.
rra, que los pactos sucesorios se integrarán conforme a la costumbre del lugar y
supletoriamente según las disposiciones de la Compilación sobre actos de última Como ya señalé20, la acertada sentencia de 24 junio 1969 se ocupa especial-
voluntad (ley 176); y que en la fiducia sucesoria, la integración de la voluntad mente de este punto. Después de afirmar en su considerando 2.° la aplicablidad
del causante debe ajustarse a la costumbre del lugar y a los usos de la familia del principio de buena fe en materia de interpretación, dedica el 3.° a ahondar el
(ley 281, 2.°). tema, diciendo: «Que las palabras buena fe como norma interpretativa significan
En general, apoyo positivo para aplicar a la integración el criterio que sos- confianza, seguridad y honorabilidad basadas en ella, por lo que se refieren sobre
tengo, es el espíritu que se induce del art. 1.258 del C.c.. todo al cumplimiento de la palabra dada; especialmente la palabra fe, fidelidad,
quiere decir que una de las partes se entrega confiadamente a la conducta leal de
Podría pensarse que no habiéndose regulado en la declaración todo lo la otra en el cumplimiento de sus obligaciones, fiando en que ésta no le enga-
necesario, el camino más adecuado fuese, no el de integrar aquella en los ñará, observación perfectamente exacta que se funda en que el hombre cree y con-
términos expuestos, sino el de suplir sus deficiencias de regulación, con la fía que una declaración de voluntad surtirá en un caso concreto sus efectos usua-
les, los mismos efectos que ordinaria y normalmente ha surtido en iguales casos;
regulación supletoria (supletoria de la voluntad negocia') que establezcan y esta fe, esta confianza de las partes no deben quedar frustradas por un fallo ju-
para el caso las normas jurídicas. dicial que atribuya otros efectos, por lo que los fallos judiciales deberán estable-
cer la prestación de lo normal y ordinario, la prestación usual, conforme a lo dis-
" Que es facultad del Tribunal de instancia y ha de respetarse en casación mientras se mantenga puesto en el art. 1.258 del C.c., que recoge el principio romano ea enitn, quae
dentro de los límites de los criterios lógico-jurídicos, sin desorbitar con exégesis arbitrarias los textos sunt moris et consuetudinis, in bonae fidei judiciis debent ven me (párr. 20, Ley
examinados. Habiendo de utilizarse en esa tarea integradora tales textos en su total clausulado, los pro- 31, Título I, Libro XXI del Digesto)». También la más reciente de 15 noviembre
pios actos de los contratantes y especialniente la conducta observada por éstos durante la ejecución del 1977, con cita de otras.
negocio (véanse sentencias como las de 75 enero 1961, 31 octubre 1962, y 27 marzo 1967; también la
de 26 noviembre 1974).
19 Piénsese que faltando normas en el ordenamiento para llenar el vacío que deje la falta de regu- Objeto de dicha labor de interpretación lo es la declaración, pero con-
lación del punto que sea en la declaración, habrá que acudir a los principios generales del Derecho (C.c., viene añadir que la declaración en el medio, en el ambiente en que se emite:
art. 1, n.° 1), principios que, en mi opinión, no pueden sino ordenar que el tipo de regulación que se
dé al punto vacío, sea el que se deduzca de aplicarle el espíritu reflejado en las otras cláusulas de la
declaración (y eso es precisamente la integración).
20 Supra, número 3, nota 6.

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MANUEL ALBALADEJO § 100 LA INTERPRETACION

es decir, no puramente las palabras de que, por ejemplo, consta, sino las tumbre del país (que se tendrá en cuenta para interpretar las ambigüedades:
palabras dónde, cómo y cuándo se pronuncian; porque esas circunstancias art. 1.287, elemento llamado consuetudinario), el fin perseguido con el nego-
pueden hacer uno u otro su significado. Sin embargo, cuando se trata de cio (se refleja este elemento en los arts. 1.283, 1.28423, 1.286), los motivos
una declaración que llega después al receptor desconectada de las circuns- que hubo para celebrar éste (motivos de los sujetos, irrelevantes en otros as-
tancias que rodearon su emisión (por lo que éste las desconoce), en el sen- pectos, pero útiles para interpretar sus declaraciones), las palabras o expre-
tido que le atribuya no puede exigirse que jueguen aquellas circunstancias. siones utilizadas (arts. 675, 1.0, y 1.281, 1.°: elemento llamado gramatical), la
Esa labor, como ya he dicho, tiene por objeto la declaración de volun- conexión entre las diversas partes o cláusulas de la declaración (art. 1.285:
tad, y parte o arranca de ésta; pero hay que advertir que para realizarla se elemento llamado sistemático), las reglas de la lógica (arts. 1.284 y 1.286:
utilizan una serie de medios que son distintos del objeto. La interpretación elemento llamado lógico), el disfavor con que la ley mira al culpable de la
versa sobre éste, pero se vale no sólo del mismo, sino también de otros ele- expresión oscura23bis (art. 1.288: elemento llamado sancionadoras), el principio
mentos. El sentido que, en definitiva, se atribuya a la declaración, debe es- de favor debitoris (Comp. navarra, ley 490, 3.0 25), las circunstancias socioló-
tar recogido en ésta, pero para averiguarlo es posible recurrir a cosas ex- gicas (ver la sentencia de 6 abril 1984), etc.
ternas a ella. Todos estos elementos se manejan conjuntamente, o se utilizan en cada
caso los que sean precisos o quepa utilizar; pero no son ellos constitutivos
Habida cuenta de esto, si la declaración es formal o solemne, el sentido ob- de distintas clases de interpretación, clases que deban aplicarse cada una en
tenido mediante la interpretación debe caber dentro de las palabras, o del escrito, distintos supuestos o bien que hayan de ser unas preferentes respecto de
etc., que guardaron la forma requerida (cfr. sspecialmente las sentencias de 8 ju- otras26. Ahora bien, la interpretación -que es unitaria como proceso de bús-
lio 1940, 25 mayo 1971, 26 noviembre 1974 y 5 junio 1979), porque ellos son
la declaración (formal). Sin embargo, el intérprete, puede utilizar para fijar tal sen-
tido los elementos interpretativos comunes a todos los negocios, sean o no for-
males, porque una cosa es que el sentido atribuido a la declaración se refleje en junio 1985, 18 y 20 febrero 1987, 21 abril, 30 septiembre y 4 octubre 1993, 29 febrero 1996, 22 fe-
brero, 28 junio 1997, 6 febrero, 19 junio 1998, entre otras muchísimas que asimismo señalan que tam-
la conducta observada guardando la forma prescrita, y otra que tal sentido sólo
bién debe atenderse a los actos anteriores, que el art. 1.282 no menciona expresamente. O, como dice,
pueda ser buscado con elementos que se hallen dentro del acto formal. V. la sen- la de 9 marzo 1973, debe atenderse a «la total conducta de los interesados»; lo que engloba todos sus
tencia de 2 septiembre 1987 y las otras muchas que cita. actos sean anteriores, simultáneos o posteriores.
En las declaraciones no formales, como la conducta declaratoria no tiene un 23 D. 50, 17, 67, y la reciente sentencia de 6 abril 1984.

límite inflexible (el de la forma), pueden ser conducta declaratoria (y, por ello, La expresión es oscura cuando después de haber utilizado los otros elementos de interpreta-
objeto de interpretación, y no meramente elementos interpretativos) actos externos ción, sigue sin verse su sentido, bien porque no se le vea ninguno, bien porque se le vean varios igual-
mente admisibles.
a la declaración. Con lo cual hay mayor amplitud (al poder ser más amplia la de- " Lo que se aplica particularmente cuando, como en el caso de los contratos de adhesión, es una
claración) para estimar que el sentido averiguado cabe dentro de aquélla (cfr., por parte la que los redada y otra la que se adhiere. Casos en las sentencias de 13 diciembre 1934, 27 fe-
ejemplo, la sentencia de 30 abril 1966). brero 1942, 12 marzo, 17 octubre, 12 noviembre 1957, 14 abril 1959, 4 mayo 1961, 16 marzo 1962,
18 febrero 1966, 11 junio 1966, 12 mayo 1969, 23 noviembre 1970, 31 marzo 1973, 2 noviembre 1976,
11 octubre 1977, 12 mayo 1983, 16 marzo, 6 y 13 abril 1984, 13 diciembre 1986, 27 noviembre 1991,
Por elementos de la interpretación, se puede afirmar que se entienden 22 julio 1992 y 19 julio 1995, 24 octubre 2000, entre otras muchas. La de 27 octubre 1943 (Sala sexta)
cualesquiera datos que sirvan para precisar el sentido de la declaración -aun interpretó una cláusula en disfavor de la parte que la había escrito de su puño y letra, por entender que,
no siendo parte de ella- y cualesquiera criterios que orienten en la búsqueda ésta, al redactarla, fue la culpable de la oscuridad. Ya las Partidas decían (7, 33, 2, in fine) que «... es-
tonce debe interpretar [el Judgadori la dubda contra aquel que dixo la palabra, o el pleyto oscuramente,
de ese sentido21. Lo son, pues: los actos de los sujetos, anteriores, coetáneos a daño del e a pro de la otra parte». La sent. de 21 diciembre 1992 dice que los arts. 1,281 ss. son
y posteriores a su declaración (Cc., art. 1.282, y T.S., en numerosas senten- preferentes sobre el 1.288, pero lo que hay realmente es que éste procede sólo si hay oscuridad. La de
cias22) (en cuanto pueden servir para esclarecer ésta), así como el uso o cos- 19 julio 1995, que sólo sino puede averiguarse por otro camino el verdadero sentido, se dará el desfa-
vorable para el culpable de la expresión oscura. Y la de 27 septiembre 1996, que la cláusula es oscura
cuando después de haber utilizado los criterios de interpretación, sigue sin saberse cuál de los diversos
21 El T.S. define los elementos como medios o instrumentos que el intérprete ha de poner en juego sentidos posibles tiene la cláusula.
dentro de un proceso interpretativo unitario (sentencia de 6 marzo 1944, ver también la de 26 noviem- " Que dice: «Los pactos se presumirán en favor del deudor, salvo que esta presunción resulte con-
bre 1974). traria a la naturaleza o circunstancias del acto»,
13
Como las de 11 octubre, 23 noviembre 1966, 27 marzo y 10 junio 1967, 5 junio y 9 octubre " Excluyendo esto, dice la sentencia de 25 mayo 1971, referente a un caso de interpretación de
1968, 18 febrero 1970, 1 y 25 marzo, 1 abril, 29 mayo, 14 junio, 8 y 28 octubre, 12 y 19 noviembre testamento, que «... no imponiendo el art. 675, ni podía hacerlo, un orden sucesivo de prelación en que
1971, 20 noviembre 1972, 20 febrero, 24 abril, 14 junio y 12 noviembre 1973, 20 febrero, 30 marzo deban utilizarse los criterios interpretativos, gramatical, lógico sistemático y teleológico». Y agrega que
1974, 16 octubre 1975, 24 abril, 9 junio 1976, 5 julio, 28 octubre y 10 noviembre 1977, 10 marzo, 3 se deben utilizar «conjunta y combinadamente los elementos todos de la interpretación». También la de
y 7 julio 1978, 22 junio 1979, 9 y 20 febrero y 25 marzo 1981, 22 noviembre 1982, 30 abril 1984, 13 26 noviembre 1974, 8 marzo 1984, etc.

780 781
§ 100 LA 1NTERPRETACION
MANUEL ALBALA DEJO

definitiva, las palabras suelen responder a los actos internos o anímicos de su


queda del sentido de la declaración, y que debe servirse en cada caso de autor, como dicen las sentencias de 25 abril 1963, 23 septiembre 1971 y 26
todos los elementos que den luz sobre tal sentido- se suele calificar de li- noviembre 1974). Así que tal letra es sólo un punto de arranque, si bien luego
teral, sistemática, etc., según el elemento que en el caso concreto haya sido han de manejarse todos los demás elementos de interpretación. Ahora bien,
decisivo. también sobre la letra clara prevalece el espíritu, si es que, racionalmente, cabe
constatar que discrepa de aquélla (así sentencias como las de 10 diciembre
El T.S. enumera muchos elementos de interpretación. Pero frecuentemente se 1957, 18 octubre 1963, 16 noviembre 1964, 13 diciembre 1966, 24 noviem-
refiere a los más clásicos como el gramatical, lógico, histórico, sistemático y te- bre 1967, 5 octubre 1970, 15 noviembre 197228, 26 noviembre 1974, 11 di-
leológico (por ejemplo, en sentencias como las de 11 abril 1964, 26 septiembre ciembre 1992, etc.). Y la jurisprudencia rechaza el aforismo in claris non fit
1964, 3 y 6 abril 1965, 27 marzo 1967, 25 mayo 1971, 26 noviembre 1974, 8 interpretatio (que califica de «brocardo desacertado e injusto», resolución de
marzo 1984, 27 mayo 1986, etc.). Sin embargo, es claro que cualquier otro posi- 17 octubre 1967, y de «superado por la doctrina», sentencia de 17 octubre
ble es utilizable. Y así dice el T.S. que para interpretar pueden servir todas las 1977)29, y enseña que ya el poder afirmar la claridad de un texto implica una
circunstancias que quepa que contribuyan a la acertada investigación de la vo- previa interpretación y que también la implica dar a una declaración su sen-
luntad de los otorgantes (por ejemplo, sentencias de 13 febrero 1960, 14 enero tido literal (sentencias como las de 26 noviembre 1962, 7 febrero 1964, 27
1964, 19 febrero y 28 septiembre 1965 y 6 abril 1984, etc.). octubre 1956, etc.).
Frecuentemente el T.S. advierte que hay que partir, para interpretar, de la
letra de las declaraciones de las partes y, a veces, afirma que el literal es el 10. Interpretación del silencio.-Ya se vio" que el silencio puede
primer elemento de interpretación o que no hay que recurrir a los demás, que
son secundarios, cuando el sentido de la dvlaración sigue con seguridad el de
ser medio apto para declarar la voluntad. Y, cuando sea declaración, para
la letra (así sentencias como las de 15 junio 1960, 24 junio 1964, 13 marzo interpretarlo basta aplicar las reglas expuestas. Pero, ciertamente, merecen
1965, 21 octubre 1966, 27 septiembre y 24 noviembre 1967, 31 octubre 1968, ponerse de relieve algunos aspectos peculiares de la interpretación del si-
2 febrero 1972, 25 febrero 1977, 6 y 10 marzo y 18 abril 1978, 11 diciembre lencio.
1979, 28 febrero 1981, 16 febrero 1983, 20 noviembre 1985, 12 febrero, 4 y En primer término, como ya he dicho31, objeto de la interpretación lo
10 marzo 1986, 1 abril 1987, 24 septiembre y 18 octubre 1991, 24 julio 1992, es la declaración en medio del ambiente o circunstancias que la rodean, y
6 julio 1993, 5 diciembre 1994, 28 junio, 7 y 28 julio, 3 octubre, 14, 23 y 30 aunque esto no sólo es así en el caso del silencio, sin embargo, en dicho
diciembre 1995, 19 y 28 febrero 1996, 17 y 25 abril, 17, 21 y 23 mayo, 4 di- caso presenta una mayor importancia la apreciación de esas circunstancias,
ciembre 1997, 30 enero, 2, 24, 25 febrero, 5, 6, 25 marzo, 3 abril, 8 mayo, 10 ya que al silencio sólo puede atribuirse el sentido que se deduzca de su re-
junio 1998, 20 febrero, 4 marzo, 19 junio 1999, 30 marzo y 3 noviembre
2000). Mas lo dice, no en el sentido de que sea el principal, sino en el de que lación con ellas".
primero es ver la letra, para si no presenta dudas sobre cuál sea su espíritu, no
dar a aquélla un sentido diferente del que claramente manifieste" (ya que, en Si en cualquier caso el sentido atribuido al silencio, a tenor de las circuns-
tancias y según las reglas que a continuación precisamos, discrepa de lo interna-
28 Para la jurisprudencia, la primacía del texto (o triunfo del sentido literal) sólo lo es, presupuesto
mente querido por el sujeto, el negocio es inválido, salvo que deba ser mantenido
que no haya razón para estimar que no acoja el verdadero espíritu, y así dice la sentencia de 17 junio a base de los principios de responsabilidad y confianza.
1970: «Los contratos se ejecutarán y cumplirán según los términos en que fueron hechos o redactados,
sin tergiversar con interpretaciones arbitrarias el sentido recto, propio y usual, de las palabras dichas o
escritas, lo que equivale a imponer la primacía del texto contractual, cuando el mismo se basta para re- Según cuyo 2.° considerando: «Aunque el art. 1,281 del Código quiere que lo que es claro no
gular la relación jurídica contemplada». Igualmente la de 5 octubre de ese mismo año. En cuanto a la 28
se interprete [afirnación notoriamente inexacta, pues tal artículo no dice eso, sino que, presupuesto,
de 10 junio 1992 interpretó que la condición de morir viudo el testador se daba al morir viudo de la como no puede nunos de ser, y sobre ello véase a continuación en el texto, que se interprete, lo que
esposa que tenía cuando testó, aunque al morir estuviese casado otra vez.
el artículo dice, que es, en definitiva, lo que, aunque incorrectamente, la sentencia quiere expresar, es
Y la de 18 noviembre 1972 dice que «la primera regla de hermenéutica es la literal, cuando los cuando
términos empleados son claros: art. 1.281 del C.c.». Lo que quiere significar que hay que atenerse al que se le dé el sentido literal, que es el que claramente tiene], este principio sólo es aplicable
en las palabras aparezca ron evidencia el propósito del negocio que corresponde a la voluntad real,
sentido literal (primera regla de hermenéutica, según la sentencia) cuando es claro que las palabras re- pero no cuando del total contenido del contrato, puede deducirse que esa intención no concuerda con
cogen el espíritu, ya que, en otro caso, como se expone después en el texto, también prevalece sobre
el texto claro el espíritu, si es que éste no coincide con las claras palabras. lo expresado».
20 Aunque m'in algunas sentencias (así la de 25 enero 1978) lo invoquen (dice esa sentencia que
Por su parte, asimismo la resolución de 10 enero 1974, que insiste en que se debe dar primacía a «la claridad de los términos de un contrato elimina la necesidad de interpretarlo»). Ver también sen-
lo realmente querido, sobre el sentido literal de las palabras, recuerda que ello es «sin que sea lícito al
intérprete prescindir de esa literalidad cuando de sus términos aparece inequívoca la intención del de- tencia de 1 octubre 1986.
clarante». 3° Supra, § 81, número 4.
3 I Supra, § 81, número 4 y número anterior.
También las sentencias de 26 noviembre 1974, 20 mayo 1977, 3 julio 1978, 6 diciembre 1979, 2 " Como sefula la jurisprudencia (por ejemplo, sentencia de 24 enero 1957).
septiembre, 26 noviembre 1987, 26 abril 1991, 7 y 28 julio 1995.

782 783
MANUEL ALBALADEJO § 100 LA INTERPRETACION

El sentido que se debe atribuir al silencio se obtiene aplicando los prin- Pero un valor declaratorio distinto del que tenga según la opinión del
cipios de voluntad, responsabilidad y confianza, como se ha visto en gene- tráfico, no puede ser asignado, sin más, por uno solo de los sujetos del ne-
ral para la interpretación. gocio, al silencio38, sea éste suyo o sea de otros interesados. El caso que
A base del primero, debe dársele el sentido presumible en que, a tenor más frecuentemente ofrece la realidad cotidiana es el segundo: así alguien
de las circunstancias, es guardado por quien lo observa (así, pues, se le in- hace una oferte y manifiesta en ella que el silencio del destinatario lo in-
terpreta, por ejemplo, bien como denegación, bien como aquiescencia a una terpretará comc aceptación. Pues bien, no se puede imponer a los demás el
oferta recibida). Mas, limitado el principio de voluntad por los de respon- deber de responder (cuando no lo tengan por otras razones). E incluso en
sabilidad y confianza, puede ser preciso asignarle un sentido que incluso el caso de que se realice, por ejemplo, el envío del objeto a que se refiere
después conste que no es el querido, cuando el que calló pudo y debió ha- el proyectado negocio, advirtiendo que si no se devuelve dentro de cierto
blar (cfr. Comp. navarra, ley 20), si no quería que su silencio se interpre- tiempo, se considerará adquirido, no se sitúa al destinatario en el deber de
tase como fue razonablemente interpretado, a tenor de las circunstancias (qui reexpedirlo si no desea la adquisición.
tacet consentire videtur ubi loqui debuit et potuit)B.
Ahora bien, junto a lo que acabo de decir, debe advertirse: I.° Que, en 11. Clases de interpretación.—Habida cuenta del resultado de la in-
principio, no existe ningún deber general de hablar en todo caso, aunque en terpretación, ésta puede ser extensiva, restrictiva y declarativa. Es extensiva
algunos pueda hallarse establecido por la norma jurídica o por la opinión cuando el sentido atribuido a la declaración, es decir, su espíritu, resulta
del tráfico en armonía con la buena fe. 2.° Que lo que, desde luego, es ine- más amplio (eitenso) que su letra (minus dixit quam voluuit). Por ejemplo,
xacto es afirmar, sin más, bien que el que.calla otorga (qui tacet cansen- cuando, aun hablándose sólo de «hijos», sin embargo, se comprende tam-
tire videtur), bien que el que calla, ni afirma ni niega (qui tacet neque ne- bién a los dercás descendientes y se entiende así aquel término. Es restric-
gat neque utique fatetur)34. tiva si el sentido —espíritu— de la declaración es más reducido que las pa-
labras empleadas (plus dixit quam voluit). Por ejemplo, si aun hablando de
Generalmente, las circunstancias en que el silencio debe valer como acepta- «bienes», de otros datos conexos al negocio, se sigue que éste se refiere ex-
ción se dan más frecuentemente entre presentes que entre ausentes, y más entre clusivamente a «bienes inmuebles»39. Es declarativa, en el caso de que es-
los que ya tienen relaciones que entre quienes no las tienen". píritu y letra coincidan.
Independientemente de la opinión del tráfico, en ciertos casos, los sujetos pue- Por el sujeto de quien procede, la interpretación puede, principalmente,
den preestablecer (cfr. Comp. navarra, ley 20, al final), para un negocio, deter- ser auténtica y judicial. Es auténtica aquélla que se realiza por los propios
minado sentido a expresar mediante el silencio (por ejemplo, los futuros compra- sujetos del negocio. Por ejemplo, el comprador y el vendedor precisan, de
dor y vendedor acuerdan que el no contestar a la oferta de aquél supondrá aceptación común acuerdo, el sentido de una cláusula de la compraventa.
de la misma). Se trata, en tal caso, de una declaración mediante el silencio puesto
en conexión con el acuerdo previo. Y ello es consecuencia de la posibilidad ya Es, sir embargo, inexacto que los sujetos del negocio puedan (aunque haya
vista" de asignar a una conducta un valor declaratorio del que ésta puede care- acuerdo entre ellos) atribuir el sentido que quieran a sus declaraciones, dándoles
cer en sí37. uno distinb del originario. Unicamente ocurre que —cuando la ley no disponga
otra cosa, y salvos los intereses de terceros, que hubiesen confiado en el sentido
33 Que ha tenido y todavía conserva gran difusión, dice el T.S., del punto de vista que se encierra
normal gut la declaración tenía en el tráfico jurídico— al poder modificar el ne-
en este aforismo. Lo acepta recalcando que implica dos elementos: uno subjetivo (posibilidad de con- gocio, puelen llevar a cabo una llamada interpretación que realmente cambie el
tradecir) y otro objetivo (obligación de contestar, o, cuando menos, que el que calle fuese natural y nor- sentido de sus declaraciones anteriores.
mal que manifestase su disentimiento si no quería aprobar los hechos o propuestas de la otra parte).
Son sentencias que exponen ese criterio o que lo aplican, las de 24 noviembre 1943, 27 abril 1945, 18
junio y 26 noviembre 1948, 25 noviembre 1950, 6 diciembre 1952, 27 mayo y 12 noviembre 1955, 4
y 24 enero 1957, 14 junio 1963, 29 enero 1965, 30 abril y 25 noviembre 1966. Ver también más re- " Cosa distina es que cuando, independientemente del valor declaratorio que se le asignó uni-
cientemente la de 13 febrero 1978 y 30 junio 1995. lateralmente, el gut calle desee expresar con su silencio igual voluntad que la otra parte entiende que
1, 13. 50, 17, 142. expresa, el negocio resulta celebrado.
a Como dice la sentencia de 14 junio 1963: «Cuando entre éstas (las partes) hay relaciones se- " Como las nomas jurídicas, también hay declaraciones de voluntad que son de interpretación res-
guidas de negocios, existe el deber de hablar» (para rechazar, lo que, guardando silencio, puede consi- trictiva, en el sentido de deber atribuírseles sólo el espíritu más reducido, y no el más amplio que no
derarse por la otra como aceptación tácita), sea seguro que tenían (véase supra, § 21, número 2). Tal es el caso de las renuncias (véase supra, §
36 Supra, § 80, número 2. 55, número 7), o de las cláusulas penales (ver sentencias 12 diciembre 1996 y 6 mayo 1998 y las que
" Cfr. sentencias de 25 noviembre 1950 y 5 y 9 junio 1959. citan).

784 785
MANUEL ALBALADEJO § 100 LA INTERPRETACION

Es interpretación judicial la llevada a cabo por el juez, y vincula a las Y por eso es por lo que el T.S. establece la casación para cuando la senten-
partes en el juicio. cia recurrida realice una interpretación contraria, absurda o desorbitada, porque es
claro que en este caso habrá violado las normas sobre interpretación, ya que és-
12. Naturaleza de las normas de interpretación.-Pre supuesto que nues-
tas no es pensable que permitan interpretar de esa manera. Una de las sentencias
tro Derecho positivo contiene una serie de normas de interpretación (y dejando de más detenidas y específicas sobre el tema es la de 18 febrero 1998, que dice: ‹(La
lado la cuestión de si es o no conveniente que los Códigos contengan tales nor- interpretación de los contratos es función reservada a los Tribunales de Instancia
no susceptible de ser revisada en casación, a no ser que aquélla sea arbitraria, iló-
mas), cabe preguntarse cuál es la naturaleza de las mismas.
gica o contraria a la Ley. La doctrina jurisprudencial ha sido resumida por la sen-
La cuestión que se debate sobre la naturaleza de las normas de interpreta- tencia de 21 de mayo de 1997 en los siguientes términos (fundamento 1.°, párrafo
ción, y que importa ahora, es la de si son realmente preceptos rigurosamente 2.°): La jurisprudencia de esta Sala ha sido constante y reiterada en la doctrina de
imperativos, o son quizá simples reglas orientadoras, no obligatorias para el in-
térprete. que la función de interpretación del contrato corresponde a los Tribunales de ins-
tancia, a no sei que haya sido ilógica, arbitraria o contraria a la ley, especialmente
En mi opinión, son verdaderas y propias normas jurídicas, imperativas, a las normas sobre interpretación. Dicen las sentencias de 8 de mayo de 1991, 5
como tales", cuyos destinatarios lo son todos los ciudadanos, y no sólo los de julio de 1994, 7 de julio de 1994, 9 de julio de 1994 y 13 de julio de 1994:
jueces, y cuya infracción por una sentencia es motivo de casación, ya que el la interpretación de los contratos es función propia del Tribunal de instancia, cuyo
recurso de casación ha lugar, por infracción, por la sentencia, de normas del resultado hermenéutico ha de ser mantenido y respetado en casación, a no ser que
Ordenamiento jurídico que fueren aplicables para resolver las cuestiones ob- el mismo sea ilógico o contrario al buen sentido o a la ley o haya incidido en
jeto del proceso (L.e.c„ art. 477), y los artículos del C.c. referentes a la in- manifiesta equivocación. En el mismo sentido, precisan las de 25 de enero de
terpretación de los negocios, son leyes, que resultan infringidas, por la sen- 1995, 4 de febrero de 1995 y 10 de abril de 1995: la interpretación de los con-
tencia que sea, cuando la declaración de voluntad no se interpreta como mandan tratos está atribuida a los órganos de instancia, cuyo criterio sólo puede ser mo-
esos artículos. dificado en ca;ación cuando se acredite que es ilógico o contrario a la ley: lo que
En este sentido se pronuncia la jurisprudencia (por ejemplo, sentencias de resume la citada anteriormente, de 29 de marzo de 1994: Tiene declarado con rei-
14 mayo, 28 septiembre, 18 noviembre, 18 diciembre 1965, 29 diciembre 1966, teración esta Sala que la interpretación de los contratos es función privativa de
11 mayo 1968, 6 noviembre y 6 y 15 diciembre 1976, 4 enero 1977, 6 y 13 los Tribunales de Instancia cuyo resultado ha de ser respetado en casación a no
marzo y 10 mayo 1978, 7 febrero, 13 y 27 marzo, 23 octubre, 30 noviembre ser que el rniano se muestre ilógico, contrario o contradictorio con alguna de las
1981, 18 mayo 1983, 3 mayo 1984, 7 mayo y 9 junio 1986, 4 diciembre 1987, normas legales de hermenéutica establecidas en los artículos 1.281 a 1.289 del
24 julio 1992, 28 noviembre 1994, 22 abril 1995, 16 febrero 1996. Pero ad- C.c.; y lo reitxan las de 31 de enero de 1997 y 11 de febrero de 1997: la inter-
virtiendo que, sin embargo, debe de prevalecer la interpretación hecha por el pretación es facultad de la instancia, que sólo puede combatirse en casación de-
Tribunal de instancia siempre que sea racional o, cuando no sea manifiesta- mostrando que es ilógica o vulneradora de preceptos legales». Después hay en el
mente arbitraria, absurda o desorbitada (y otras muchas expresiones equivalen- mismo sentido otras muchas sentencias, como, entre las últimas, la de 19 sep-
tes que el T.S. utiliza para significar que no se trate con evidencia de inter- tiembre 1999, que es una de las que más sentencias anteriores recoge, y ya en el
pretación errónea que infringe las normas sobre interpretación que establece la segundo semestre 2000, las de 5, 13, 19 y 25 julio, 2 y 28 septiembre, 20 y 28
ley [o la jurisprudencial), aunque quepa alguna duda, y no sea absolutamente noviembre y 5, 7, 8, 12 y 22 diciembre.
seguro que la interpretación dada al negocio por el Tribunal de instancia es la
acertada. Las sentencias que, en unos u otros términos, se manifiestan así, se 13. Normas de interpretación e interpretativas.-Las normas de in-
cuentan por centenares. terpretación deben distinguirse de las interpretativas. Así como aquéllas fi-
De cualquier modo se debe insistir en que después de la última reforma de jan cómo ha de realizarse la búsqueda del sentido de la declaración, éstas
la casación, procediendo esta, en cuanto ahora importa, sólo por infracción de nor- -interpretando, ellas mismas, tal declaración o alguna de sus expresiones-
mas, la sentencia inferior, por mucho que haya incurrido en interpretación desa-
certada en el caso, sólo puede ser casada si al interpretar mal incurrió en viola- indican el sentid) que debe atribuírseles. O sea, unas -las interpretativas-
ción de las normas sobre interpretación (u otras). Ver las sentencias de 2 octubre partiendo de la tase de una labor de interpretación que el legislador se plan-
1995 y 27 junio 1996. teó antes de dictar la norma interpretativa, nos dan la conclusión conse-
guida, es decir, ?.1 sentido hallado -y que, por haberlo hallado, manda que
se atribuya- a determinadas declaraciones, o a determinadas expresiones,
40 Es falso el argumento, en pro de que no sean imperativas, según el cual carecen de este carác- que forman part de aquéllas.
ter, ya que, si los sujetos del negocio están de acuerdo en dar a sus declaraciones un cierto sentido, no
se aplican, para hallar tal sentido, las normas de interpretación. Ejemplos de normas interpretativas lo son los arts. 346, 347, 749, 751,
Sobre esto, cfr. lo que se dice, supra, «Clases de interpretación». 770 del C.c., etc.
786 787
MANUEL ALBALADEJO '01 LA REPRESENTACION EN GENERAL

Ahora bien, generalmente el sentido que la norma interpretativa manda Sección Décima
atribuir a la declaración, no es un sentido necesario, sino solamente presu- LA REPRESENTACION*
mible: es el que suelen tener esa clase de declaraciones. Por ello se adopta
la solución (muy conveniente, sobre todo desde el punto de vista práctico)
de suponer que lo tiene, en el caso concreto, salvo que de la propia decla- § 101
ración se deduzca otro distinto. LA REPRESENTACION EN GENERAL
14. Normas de interpretación en nuestra ley.-En resumen, después SUMARIO: 1. Ideas previas.-2. Clases.-A) Representación activa y pasiva.-B) Re-
de lo que llevo expuesto, se puede concluir, sobre las normas de interpre- presentación legal y voluntaria.-C) Representación directa o indirecta.-CH) Re-
tación que contiene nuestro Código: existe el art. 675 especialmente dedi- presentación en interés del representado y en interés ajeno.-3. Concepto de re-
cado a la interpretación de los testamentos. Por lo demás -y salvada la presentación.-4. Diferencias entre la representación y otras figuras.-A)
Representación y transmisión de la declaración.-B) Representación y contrato a
prevalencia del mismo para el caso contemplado-, en la interpretación de favor de tercero. C) Representación y órgano de persona jurídica.-5. Ambito de
cualesquiera otros negocios serán aplicables, en cuanto sea posible, y con la representación.-6. El negocio del representante consigo mismo.
las adaptaciones convenientes, el art. 675 y los 1.281 a 1.290, en defecto
de otros particulares de algún negocio concreto, pues hay dispersas por el 1. Ideas previas.-En la celebración del negocio jurídico puede ac-
Código y otras leyes algunas normas de interpretación dictadas para nego- tuar el propio interesado (sobre el que recaerán los efectos) u otra persona
cios determinados, normas también aplicables a otros, con preferencia a aque-
llos artículos cuando, por razón de analogía, proceda.
* ALBALADEJO, La ie7resentación, A.D.C., 1958, pág. 767; ALESSANDRI, La autocontratación
o el acto jurídico consigo mimo, 1931; ARRUE MENDIZáBAL en C.C.J.C., n.° 24, 1990, pág. 1.033;
La jurisprudencia ha señalado la igualdad sustancial, en principio, de las nor- AV1LA NAVARRO, La representación con poder Estudio de Derecho notarial y registra!, Madrid, 1992;
mas de interpretación de contratos y testamentos, así como la aplicación de la doc- BADENAS, Apoderamiento y representación voluntaria, 1998; BALBI, La stipulazione del contralto ad
trina que contienen a todo negocio jurídico (sentencias como las de 16 febrero opera di una sola persona, 1936; BARRARA, La representación en el Derecho privado, México, 1967;
1935, 25 abril 1963, 4 marzo 1968, 5 julio 1972, 31 enero 1978, etc.). BERCOV1TZ RODRIGUEZ-CANO, R. en C.C.J.C., n.° 31, 1993, pág. 53; BLASCO GASCO en C.C.J.C.,
n.° 22, 1990, pág. 35; BORGER, Der Inhalt der Mimada des Prokuristen, 1903; BUCHKA, Die Lehre
von der Stellveriretung, 1852, BUEN, DE, La representación en el Derecho civil, etc., en Rey. Univer-
En cuanto a la Comp. navarra, dedica la ley 490 a la interpretación de sidad, Panamá, 1944, núm. 22, págs. 51 y SS.; CáMARA, DE LA, La revocación del mandato y del po-
las obligaciones. Y el art. 110 del C. de sucs. catalán trata de la del testa- der, en A.A.M.N., IV, 1948, págs. 551 y ss.; CAMPOS, Mandato y representación, en R.C.D,I., 1932,
mento. págs. 27 y ss.; CASTRO, DE, El autocontrato en el Derecho privado español, en R.G.L.J., 1927, 151,
págs. 334 y ss.; CASTRO LUCINI, «Distinción entre poder y mandato (a propósito de la Resolución
de 22 de enero de 1988)», 1-lomenaje a Vallet, t. V, Madrid, 1988, pág. 155; CLARISSE, De la repre-
sentation. Son rppole dons la creation des obligations, 1949; DIAZ ALABART en C.C.J.C., n.° 21,
1989, pág. 943; D1AZ DE ENTRESOTOS, El autocontrato; 1990; DIEZ PICAZO, Forma y voluntad
en el negocio de apoderamiento, en R.C.D.I., 1970 (11), págs. 1.138 y SS.; El concepto jurídico de re-
presentación en el Derecho privado, en A.A.M.N„ XVI, págs. 153 y ss., y La representación en el De-
recho Privado, 1992; FERNANDEZ CASTAÑEDA, La irrevocabilidad en el poder de representación,
en Colegio Notarial de Barcelona, Temas varios de Derecho público y privado, 1943, págs. 65 y SS,;
FERNANDEZ COSTALES, La posibilidad real del autocontrato en nuestro Derecho, en R. Col. Ab.
Oviedo, 1973; FERNANDEZ VARA, Socio único, cónyuge nrandatario y otros autocontratos ante el
Registro de la Propiedad, Jurisprudencia Práctica Tecnos, n.° 11, Madrid, 1991; FERRARI, Gestione di
affari e rappresentanza, 1962; FERRER CORREIA, A procurasvo na teoria da rapresentaÇao volunta-
ria, 1948; FLATTET, Les colarais par cornple d'autrui, 1950; GARCIA REVILLO, El llamado auto-
contrato, 1934; GASPAR ALFARO. La representación indirecta, en Estudios de Dro. privado dirigidos
por Martínez-Radio, 1, 1962. págs. 313 y ss.; GOMES, O poder de representafao. en Est. Casta% III,
1969, págs. 231 y ss.; GOMEZ ORBANEJA, Legitimación y representación en La Notoria, 1948, págs.
157 y ss.; GONZÁLEZ ENRIQUEZ, La distinción entre poder y mandato en el C.c. español, en R. in-
tem. Not., 1960, ntims. 46-47, págs. 83 y ss.; GONZALEZ PACANOWSKA en C.C.J.C., n.° 22, 1990,
pág. 113; GORDILLO CASAS en C.C.J.C., n.° 6, 1984, pág. 1.919; n.° 15, 1987, pág. 5.015; n.° 26,
1991, pág. 643, y La representación aparente, 1978; GULLON, Mandatario que adquiere en nombre
propio, en Estudios De Castro, I, 1976, págs. 759 y SS.; HELLMANN, Die Stellvertretung in Rechts-
geschiffle, 1882; HERNÁNDEZ MORENO, Mandato, poder y representación, etc., en R.J.C., 1980, págs.

788 789
101 LA REPRESENTACION EN GENERAL
MANUEL ALBALADEJO

por él. Como si, por encargo de B, A compra a C una casa para aquél. otro; representado -o dominus negotii o principal- a aquél por quien se
Cuando esto ocurre se dice que hay representación. Denominándose repre- obra; y negocio representativo, al verificado así.
sentante -y también apoderado, procurador, etcétera- a quien obra por
La actuación del representante vale como si fuese del representado, en
cuya cabeza se producen sus efectos.
Es, evidentemente, distinto el obrar por otro que el obrar bajo el nom-
373 y as.; HUPKA, La representación voluntaria en los negocios jurídicos, trad. esp., 1930; JORDANO, bre de otro. En un caso hay representación; en el otro, falsificación o su-
Mandato para enajenar; A.D.C., 1951, pág. 1.459; LENEL, Mandato y poder; en R.D.P., 1924, págs.
369 y ss.; LEON LEON, La irrevocabilidad del mandato: un problema no resuelto, o ante una aporía plantación'.
jurídica, R.D.P., 1994, pág. 411; LINARES, Poder y mandato. Problemas sobre su irrevocabilidad, 1991; Mediante el término representación, además de la acción de represen-
MADRAY, De la representation en Droit privé, 1931; MAIORCA, Osservazioni sulla nozione generale tar (cuya consecuencia es la realización del negocio representativo), se de-
di rappresentanza, en Studi senesi, 1941, pág. 55; MARIN GARCIA DE LEONARDO, «Sustituto, su-
bapoderado y auxiliar: una interpretación de los artículos 1.721 y 1.722 del C.c.», Revista Jurídica del
signa a la figura o institución jurídica -acogida en nuestro Derecho- en
Notariado, n.° 8, 1993, pág. 65; MASNATTA, La autocontratación, 1965; MASOT, La revocación de cuya virtud es posible que una persona obre por otra. Y también se habla
los poderes y su falta de publicidad, en Est. Vallet, II, 1988, págs. 563 y as.; MERINO, Sobre la uni- de conferir la representación, u ostentarla, etc., para significar que se con-
cede poder de representación o facultad de representar, o que se tienen tal
lateralidad del poder, en R.D.N., 1971, núm. 71, págs. 137 y as.; MIGUEL TRAVIESAS, La repre-
sentación voluntaria, en R.D.P., 1922, págs. 123 y ss., y La representación y otras figuras afines, en
R.D,P., 1923, págs. 33 y as.; M1l-1E1S, Die Lehre von der Stellvertretung, 1885; MONTSERRAT VA- poder o facultad.
LERO, El poder irrevocable, 1982; MORENO-LUQUE CASARIEGO Y OTROS, Negocio jurídico y
representación, 1989; MOSCO, La rappresentanza voluntaria nel Diritto privar°, 1961, hay trad. espa-
ñola, La representación voluntaria, 1963; MÜLLER-FREIVINFELS, Die Vertretung be/ni Rechtsgescháft, 2. Clases.-La representación puede ser: activa o pasiva; legal o vo-
1955; MUÑOZ DE DIOS, G., La ratificación: retroactividad y derechos de terceros, en La Ley, 1984/2, luntaria; directa o indirecta; y se dice por muchos que también puede ser
págs. 1.154 y SS.; NATTINI, La dottrina generale della procura. La rappresentanza, 1910; 11 negozio
autorizzativo, en R. D. Comm., 1912, I, págs. 485 y ss., y La domina generale della procura la rap-
en interés del representado o en interés ajeno.
presentanza, 1910; NEPPI, La rappresentanza nel Diritto priwito moderno, 1930; NUÑEZ LAGOS, A) Representación activa y pasiva.-La representación es activa cuando
Mandatario sin poder, en R.D.P., 1946, págs. 609 y ss.; Escrituras de apoderamiento, en R.D.N., 1954, se emite una declaración de voluntad por otro o, en general, se celebra por
núm. 3, págs. 215 y ss., y La ratificación, en RON., 1956, núm. 11, págs. 7 y ss,; OLAECHEA, La
autocontratación en la doctrina, en el Derecho comparado y en la legislación peruana, 1942; PEREZ
otro, un negocio (pues también el representante puede dar vida a elemen-
FERNANDEZ DEL CASTILLO, Representación, poder y mandato, 1984; POPESCO-RAMNICEANO, tos del negocio que no sean la declaración: así, entregar la cosa, en el prés-
De la representation dans les actos juridiques en Droit comparé. 1927; PORPETA, Sustitución del po- tamo) o, de cualquier modo, se desempeña una actividad por otro; es pa-
siva, cuando el representante recibe por el representado la declaración o
der, en A.A.M.N., I, 1945, págs. 135 y ss.; POWELL, The Law of Agency, 1952; PUGLIAITI, Studi
sulla rappresentanza, 1965, y Salla rappresentaza indiretta in Diritto civile, en el vol. Diritto eivile
(Saggi), 1951, págs. 187 y ss.; PUIG BRUTAU, Sustitución de poder y mandato, en Estudios de De- actuación que sea.
recho privado (ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU), 1, 1948, págs. 434 y ss.; RAVA, Circolazione giu-
ridica e reppresentanza indiretta, 1953; RIVERO HERNANDEZ, Naturaleza y situación del contrato Frecuentemente, una y otra se dan unidas: así, al contratar por representante,
del falsas procuraron en A.D.C., 1976, págs. 1.047 y as., y La voluntad negocial y la representación,
según que éste sea oferente o aceptante, representará activamente para ofrecer y
en Libro-homenaje a Roca Sastre, II, 1977, págs. 229 y SS.; ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU, La ra-
tificación, en Estudios, 1, 1948, págs. 470 y ss., y La representación voluntaria en el negocio jurídico, pasivamente para recibir la aceptación de la otra parte, o bien representará pasi-
en el mismo lugar, págs. 113 y SS.; ROMANO, F., La ratifica nel Diritto privato, 1964; RUIZ-RICO vamente al recibir la oferta y activamente al aceptarla. Pero pueden darse aisla-
RUIZ, La representación en interés del representante, 1985; RÜMELIN, Das selbscontrahiren des Stell- das, como ocurre cuando en un negocio unilateral se emite la declaración por re-
vertreters nach Gemeinen Recht, 1889; SAGGESSE, La rappresentanz,a nella teoria e nella prattica del presentante, o cuando en un negocio unilateral recepticio se recibe aquélla por
Diritto privar° italiano, 1933; SCHLOSSMANN, Die Lehre von der Stellvertretung, 1900; SERNA ME-
ROÑO en Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por ALBALADEJO y DIAZ representante.
ALABART, t. XVII, vol. 1.° A, 1993, pág. 463; SOTO NIETO, Causas de extinción del apoderamiento, Para que haya representación activa, el representante ha de (dentro del ám-
en R.J.C., 1974, págs. 767 y ss.; Aspectos fundamentales de la representación, en R.J.C., 1974, págs, bito de libertad mayor o menor que se le haya confiado para decidir) intervenir
543 y as., también ambos estudios en Cuestiones jurídicas, I, 1976, págs. 155 y ss. y 71 y SS.; Sustitu- él en la formación de la voluntad que declara. Entonces declara él una voluntad
ción de poder; en el mismo vol., págs. 207 y ss., y El autocontrato o contrato consigo mismo, en De- en cuya formación tomó parte. Mientras que en el caso de que la voluntad la haya
recho vivo. Jurisprudencia comentada, II, 1971; TABOADA, Los poderes generales para pleitos.: facul-
tades que otorgan y actividades procesales que no autorizan, en R.D.N., 1970, núms. 69-70, págs. 7 y
formado y declarado el propio interesado, y al llamado representante sólo se le
ss.; TARTUFAR1. La rappresentazzza nella conclusione del contralto, 1892: VALLIMARESCO, Des ac-
tes juridiques avec soi-mppente, en R.T.D.C., 1962, págs. 937 y SS.; VARIOS AUTORES, La represen-
(Incontro di studi), Padua, 1992; VOGEL, Die Pro/aura rrach deutschen schweizerischen und franzásis-
tación orgánica y la representación voluntaria en el ámbito internacional. R.D.N., 1989, n.° 145 y 146,
pág. 11, y Negocio jurídico y representación, Madrid, 1989; VASSELLI, Somiglianze e chfferenze fra la chen Reck. 1903; WACKE, A., La autocontratación en el derecho de representación romano y mo-
derno, A.A.M.N., t. XXIX, pág. 241; WüRDINGER, Geschichte der Stellvertretung (Agency) in En-
ratifica del contralto concluso dal falsas procurator e la convalida del contralto annullabile, en GiUL
gland, 1933.
completa Cass. Civ., 1953, V, págs. 116 y ss.: VETTORI, G., La representazione: profili interpretativi
degli art. 467, 468 e 469, Nápoles, 1993; VISINTINI, G. (a cura di), Rapresentanza e gestione ' Véase supra, § 91, número 5.

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MANUEL ALBALADEJO § 101 LA REPRESENTACION EN GENERAL

confíe el papel de transmitir la declaración, no se está verdaderamente frente a Evidentemente, que se hable de representación legal en uno u otro sentido,
un representante, sino frente a un nuntius o mensajero. Punto, éste, sobre el que se desprenderá del contexto.
después volveré, pero en el que, aunque se diga que el nuncio EMITE o DECLARA
una voluntad que se le dio formada, realmente lo que hace es TRANSMITIR una de- «A la representación legal se aplicará la ley reguladora de la relación
claración que ya se le dio emitida. jurídica de que nacen las facultades del representante, y a la voluntaria, de
Para que haya representación tpasiva, es preciso que la declaración se perfec- no mediar sometimiento expreso, la ley del país donde se ejerciten las fa-
cione cuando llega a conocimiento del representante, que es su destinatario (por
cuenta del representado); sin que haga falta que posteriormente sea llevada a co- cultades conferidas» (C.c., art. 10, número 11, y 16, número 1, párrafo 1.°).
nocimiento del representado. Pues cuando se trata de que una declaración se co- C) Representación directa o indirecta.—Hay representación directa
munique a alguien para que la transmitida a otro, no perfeccionándose hasta que cuando el representante obra en nombre y por cuenta del representado; la
éste la recibe, se está frente a un nuntius de recepción. hay indirecta, cuando obra por cuenta de éste, pero en nombre propio.
Ejemplo de la primera es: A ha conferido a B poder de representación
B) Representación legal y voluntaria. Derecho aplicable en uno y otro para que le compre inmuebles, y éste, usando de tal poder y declarando al
caso.—La representación es voluntaria o legal (llamada, también, necesa- vendedor comprar para A, acepta una oferta de venta que le hace C. Ejemplo
ria), según que la confiera el interesado o la ley. Ambos supuestos se con- de la segunda: A, sin concederle poder para que obre en su nombre, encarga
templan en el art. 1.259, 1.0, al disponerse que «ninguno puede contratar a a B que le compre inmuebles, y B, cumpliendo el encargo, pero sin declarar
nombre de otro, sin estar por éste autorizado o sin que tenga por ley su re- que, en definitiva, no es para sí, compra una casa a C, con destino a A.
presentación I egal »2. . En el primer caso B, representante, actúa EN CONCEPTO de tal en sus
relaciones con C, y en ellas queda establecido que lo que hace lo hace POR
En la voluntaria, de la voluntad del interesado (representado), depende no sólo y PARA A; en el segundo aunque realmente lo que hace lo hace también por
el nombrar representante, sino también el elegir al sujeto que haya de sedo. En y para éste, tal cosa queda oculta, y ante C pasa como si B obrase para sí,
la legal, la representación se impone necesariamente; mas la persona del repre- puesto que no le hace saber que lo que realiza es como representante de A.
sentante, en unos casos viene totalmente predeterminada y en otros no. Que se utilice una modalidad u otra depende de las conveniencias del caso
(así, se usará la indirecta cuando interese mantener en secreto que la adquisi-
La representación legal tiende en unos casos a suplir la falta de capa- ción de lo comprado es para quien es, interés que puede deberse a diferentes
cidad del representado y en otros a proteger a terceros contra la posible con- razones lícitas: por ejemplo, se sabe que conociéndose la gran potencia eco-
ducta de aquél (lo que se consigue privándole de realizar ciertos actos y en- nómica del comprador, se pediría mayor precio) o de irrelevancia o falta de
comendándolos a otro [representante)). interés que presenten las correspondientes aclaraciones (así, si un amigo me
encarga que le compre un libro donde resido, por no haberlo donde vive él,
Pero no debe ser confundida ni con la asistencia personas parcialmente inca- resultaría fuera de lugar que al entrar en una librería cualquiera para adqui-
paces ni con la necesidad de que alguien preste su asentimiento al negocio cele- rirlo, explicase al librero que no es para mí, y que obro como representante).
brado por otro. En estos casos, el negocio lo celebra personalmente el interesado, A la directa se le llama, también, representación propia o inmediata o
aunque otro le asista o asienta; en aquél, lo celebra el representante por cuenta abierta; a la indirecta, impropia, mediata, oculta, o bien, representación en
del dominus. sentido económico, pero no jurídico. Ahora bien, parte de esa terminología
La dicha diferencia entre representación voluntaria y legal la recoge la sen-
tencia de 22 junio 1979. Por supuesto, y como advierte también esa sentencia, a se debe a que la indirecta no se conceptúa por algunos como verdadera re-
veces se habla de representación legal, no en el antedicho sentido de representa- presentación (y por eso se la denomina impropia o representación en sen-
ción legal, sino en el de que la representación ante la que se está corresponde de tido económico, pero no jurídico).
forma legal a quien la alega, es decir, no se trata de un caso de representación Se discute —como acabo de apuntar— si la indirecta es o no verda-
legal, sino de una representación legal o voluntaria, que según Derecho ostenta dera representación. Creo que lo es (y justificaré más adelante mi opinión,
quien sea. cuando me ocupe en particular de la figura:Y). Mas, evidentemente, quien lo
acepte así no podrá exigir en el concepto de representación el requisito de
= Cuando quien obra como representante no lo es realmente, o, aun siéndolo, sus poderes no al-
canzan a lo que hace —punto que después estudiaré— la representación será legal o voluntaria, según
se invoque poder (que falta realmente) legal o voluntario. 'Infra, § 102, B), La representación indirecta,

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§ 101 LA REPRESENTACION EN GENERAL
MANUEL ALBALADEJO

que el representante obre en nombre del representado, sino que admitirá que En estos casos, como se trata, no de verdadera representación, sino de,
sólo es de esencia el obrar pr cuenta ajena. habiéndosenos entregado los poderes que son de otro, usarlos, obrando con
CH) Representación en interés del representado y en interés ajeno.— efectos para él, o, si se quiere denominar la figura representación, como se
Se dice que el representante puede actuar bien en interés del representado trata de que tal representación se utiliza ordenada a un fin ulterior, fin que
—mandatum mea gratia—, bien en interés ajeno a éste: así, en interés pro- se establece por una relación aparte (así, en el contrato de exclusiva venta),
pio (del representante) —pmcurator in rem suam; mandatum tua gratia— algunas de las reglas que normalmente son aplicables a dicha representa-
o en interés de terceros —mandatum aliena gratia—. E igualmente se dice ción, se alteran, en cuanto su aplicación pudiese frustrar aquel fin. Por ejem-
que puede actuar en interés común a varios de los anteriores. plo, el poder de representación concedido para fin de cobro, será irrevoca-
Realmente «en interés de quién obra el representante», es expresión con ble (pues por la revocación, se frustra, sin duda, el interés del representante
dos sentidos: de cobrar directamente). Y en su uso no habrá de seguir (como en el uso
1.° De por sí la representación se concede para que el representante de la representación genuina) el representante las instrucciones del repre-
obre por el representado (es decir, por cuenta de éste') y en interés DEL sentado (sino que podrá usarlo a tenor de lo pactado en el contrato por el
Mout.. Así que, en un primer sentido —que es ése—, se puede decir que que se le hace posible cobrar mediante la percepción de lo que el tercero
el representante obra en interés del representado. debe al representado).
2.° Pero ocurre que, utilizando como medio el obrar por cuenta de
otro, cabe atender intereses que no sean de éste, sino del propio que obra 3. Concepto de representación.—A la vista de lo hasta aquí expuesto,
o de terceros, pero intereses que son EXTERNOS a la representación en sí y teniendo en cuenta principalmente que la representación puede ser indi-
misma, es decir, que no son los que ésta de por sí satisface. recta y que sólo es genuinamente representación cuando se otorga en inte-
Por ejemplo: representación con fin de cobro (el representante se hace rés del representado, cabe definirla como el encomendar a alguien (repre-
pago de lo que le debe el representado, quedándose con lo que para éste sentante) el poder de obrar, en los límites que se fijen, por cuenta y en
recibe al representarlo), representación retribuida para ventas en exclusiva, interés de otro (representado).
que realiza el representante de cosas del representado, representación para
la simple obtención de la facultad de influir en el patrimonio ajeno', repre- 4. Diferencias entre la representación y otras figuras.—A) Repre-
sentación de los síndicos en el concurso o quiebra, para defensa de los in- sentación y transmisión de la declaración.—La representación es diferente
tereses de los acreedores del concursado o quebrado. de la transmisión de la declaración de voluntad, y por eso son distintas las
En todós esos ejemplos, el interés es el de cobrar el representante, el figuras de representante y de nuntius o mensajero. Distinción que ya afirmé,
de que éste gane la retribución por las ventas que haga, el de administrar pero que trato ahora más detenidamente.
y disponer del patrimonio ajeno, el de salvaguardar la posición de los acre- El representante emite la declaración SUYA de una voluntad que él ha
edores del concursado o quebrado, etc. Y en ellos, llamados de representa- formado (aunque haya sido por cuenta del representado) o en cuya forma-
ción en interés ajeno (no del representado), lo que se da realmente es el po- ción ha tenido parte, es decir, ha tenido, al menos, un ámbito de libertad
ner en manos del representante poderes de obrar que pertenecen al (por ejemplo, en relación a la elección de la otra parte en el negocio, o al
representado, y, a diferencia del caso de la genuina representación (en el objeto de éste, o a su contenido, o a su precio, en el que decide él (y ha-
que se le confían al representante para que pueda obrar por y EN INTRÉS del biendo de ajustarse a determinadas instrucciones, éstas marcan los límites
representado), no se le confían, sino que se le entregan en interés de otro de su libertad de decisión en el uso de la representación); realiza (celebra)
(del mismo que los recibe o de terceros). por si el negocio; es declarante en éste, o destinatario de la declaración (si
es representante pasivo). En definitiva, su labor comienza, pues, antes de
Aunque en la representación directa se represente a otro sin poder para ello, tendencia/niente se que la voluntad se declare, si es representante activo, y si lo es pasivo, con-
obra no sólo en su nombre, sino también por su cuenta, ya que no se desea un negocio eficaz para sí siste en recibir la declaración (recepticia), que, con ello, se perfecciona. El
propio, sino eficaz para aquél (aunque luego no lo sea por la falta de poder).
5 No cabe duda de que al representante puede interesarle el solo hecho de adquirir ese poder so-
nuntius —lo mismo si es nuntius de envío que de recepción—, diferente-
bre el patrimonio de otro para llevar, él, la dirección de éste (dentro de los límites que sea). Por ejem- mente, es sólo un auxiliar, un mero cooperador de hecho —vehículo, ins-
plo; hijo con poder de control sobre el patrimonio del padre, al que herederá (por lo que le interesa que trumento transmisor, mensajero, portavoz— que contribuye a que la decla-
en éste entren los derechos que en él juzgue preferibles); copropietario con plenos poderes de sus co- ración, que ya se le dio formada (por lo cual, no es él declarante) llegue a
partíciples en orden a la cosa común, etc.

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MANUEL ALBALADEJO § 101 LA REPRESENTACION EN GENERAL

su destinatario; transmite o reproduce la declaración, mediante la que el otro ficio (generalmente un derecho) al tercero, que es extraño a la conclusión
celebra el negocio, pero no lo celebra él, ni siquiera en nombre y por cuenta del contrato.
del otro; y cuando es nuncio de envío, lo mismo que cuando lo es de re-
cepción, la declaración que transmite (si es recepticia) sólo se perfecciona En cuanto al negocio, no hay, pues, ninguna semejanza ni entre representante
cuando, enviado por el declarante, la hace llegar al destinatario, o cuando, (que actúa en nombre y por cuenta de otro, o, por lo menos, por cuenta de éste)
enviado por el destinatario, transmite a éste la que recibió6. y estipulante, ni entre representado (en cuyo nombre y por cuya cuenta o, al me-
nos, por cuya cuenta se actúa) y tercero. En cuanto a los efectos, todos (con las
precisiones que, si se trata de representación indirecta, se harán al estudiar ésta)
Se ocupan de la distinción entre ~tila y representante la sentencia de 17 los del negocio representativo se producen a favor o en contra del representado y
mayo 1976, considerando 2.°, y 30 mayo 1978, considerando 2.°. de la otra parte, mientras que, en el contrato a favor del tercero, se producen a
favor o en contra de las partes, y únicamente resulta, además, la adquisición de
Por ejemplo: hay nuncio cuando éste dice a la otra parte en el nego- un derecho a favor del tercero'.
cio: «A me ordena comunicarle que vende a usted en cien el objeto X»;
hay representante cuando éste declara: «En nombre de A, he decidido ven- C) Representación y órgano de persona jurídica.—Es diferente la re-
der a usted en cien el objeto X». presentación, de la emisión de la declaración de voluntad de las personas
jurídicas, mediante sus órganos; aunque, frecuentemente, las leyes, las ju-
En la declaración corporalizada (escrita en carta, por ejemplo) se diferencia risprudencia y la doctrina, para aludir a éstos, hablen de «representantes»
claramente la misión del nuncio (que hace llegar a a A la carta escrita por B) de de las personas jurídicas.
la del representante. En la declaración oral es, de hecho, posible que, a veces, La persona jurídica tiene tanto sus órganos internos de deliberación y de
haya duda de si se trata de nuncio o de representante. Pero, en todo caso, es evi- ejecución, como aquellos externos a través de los que entra en relación con ter-
dente que el ser lo uno o lo otro, dervia de los antedichos conceptos, y no de la ceros. Ahora bien, ciertamente que son personas físicas (equivocadamente con-
forma de expresarse el sujeto.
cebidas como representantes de la persona jurídica) las que desempeñan el pa-
., Por lo demás, es claro que el propio representante puede valerse de un min-
ció para transmitir la declaración que él hace -en nombre y por cuenta del repre- pel de órganos (así, gerente); pero esto no implica que tales personas físicas
sentado. celebren, ellas, por sí, el negocio (inexactamente llamado representativo), pero
por cuenta de la persona jurídica. Es decir, no hay un negocio (representativo)
La labor del nuncio comienza después de emitida la declaración; lo cual de la persona física, pero con efectos para la persona jurídica, sino que hay ne-
lo distingue no sólo del representante, que emite ésta, sino también de aque- gocio. de ésta (y para ésta), realizado por el órgano adecuado para-v-e-riTia-rlo,
llos auxiliares —mecanógrafo, por ejemplo— cuyos servicios se utilizan para a través del que la persona jurídica desenvuelve su capacidad de obrar, que con-
plasmar la declaración que emite un sujeto, o que, de cualquier manera, co- siste en una actividad que le es directamente imputable a ella. Para hablar hoy
operan a realizarla o a hacerla inteligible al destinatario (por ejemplo, in- día de esta figura se usa la locución «representación orgánica».
térprete).
Véase de no hace mucho la sentencia de 9 enero 1984. También, por ejem-
A base de lo dicho, resulta claro que, según se trate de nuncio o de plo, la resolución de 21 noviembre 1985 y la sentencia de 27 marzo 1987. Sobre
representante, deben aplicarse criterios distintos en una serie de puntos la representación que ostenta el presidente de una comunidad de propietarios en
(por ejemplo, el nuntius no necesita la capacidad que se exige al repre- régimen de propiedad horizontal, ver sentencia de 9 marzo 1988.
sentante).
B) Representación y contrato a favor de tercero.—Es diferente la re- Lo anterior no excluye, sin embargo, que, al actuar la persona jurídica
presentación, del contrato a favor de tercero (C.c., art. 1.257, 2.°, Comp. mediante otra persona (física), se creen situaciones a las que, por analogía,
navarra, ley 523), ya que en éste dos personas —una de ellas el estipulante, sean . de aplicación normas referentes a la representación, ni excluye tam-
que es el que podría ser confundido con el representante— celebran entre poco que, como una persona física, también la jurídica pueda confiar a un
sí, en nombre y por cuenta propia, un contrato dirigido a atribuir un bene- representante el que actúe por ella'.

La tarea del nuncio de recepción comienza al recibir la declaración que ha de transmitir; la del Para más precisiones véase el tomo 11, vol. 1.° de esta obra, Contrato a favor de tercero.
representante pasivo, acaba en tal momento. 8 Véase lo dicho, supra, § 43, número 4, al final.

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MANUEL ALBALADE.TO
§ 101 LA REPRESENTACION EN GENERAL

5. Ambito de la representación.—Aunque hasta aquí he venido ha-


Se trata del llamada negocio del representante consigo mismo, o bien,
blando de representación aplicada a negocios jurídicos, hay que aclarar, an-. con terminología propia del supuesto prácticamente más interesante, auto-
tes de seguir adelante, que la representación es posible no sólo en aquéllos
contrato.
sino también en actos no negóciales (por ejemplo: intimaciones, requeri- Una primera posicion negativa, ante este problema, excluye la posibi-
mientos, comunicaciones)9, en el ejercicio de derechos y facultades, etc. lidad de la figura, apoyInd-Ose, bien en ser precisa la pluralidad de sujetos,
El Código civil, en la esfera de los actos patrimoniales inter vivos, la bien en que, en todo caso, de un solo sujeto no pueden provenir dos (o
acoge expresamente para la adquisición de la posesión (art. 439) y para los más) declaraciones de ■oluntad distintas (porque, aun cabiendo que emita
contratos (art. 1.259). La Comp. navarra, en su ley 51, presupone que es dos declaraciones, no serían de dos voluntades, sino una misma voluntad).
posible, en principio, en toda clase de actos («todos los actos») que el in- Posición que se combato, afirmando que es posible una actuación plural de
teresado pueda realizar por sí.
la mism-a—p-efs-oria, que Forma y emite más de una declaración, por cuenta
La regla de admisibilidad de la representación es, por lo menos, se- y en nombre de sujetos distintos: A, en nombre de B, decide y declara ven-
gura en los actos y negocios de Derecho patrimonial inter vivos; con las der el objeto X en 1.0(10, y en nombre de C, decide y declara comprarlo
excepciones que procedan, bien de la naturaleza de ciertos actos o nego- en ese precio. Sin entra en más detalles ni en los presupuestos de que se
cios, que exigen la intervención personal del interesado, bien de disposi- parte para mantener las anteriores posiciones, ni en uleriores teorías, baste
ción de la ley.
señalar la segunda explicación: Según tal explicación, no habría realmente
Por lo que atañe a los negocios patyjmoniales mortis causa, normal- una pluralidad de declaraciones, sino que una sola declaración también puede,
mente se halla excluida (Cc., art. 670). Y-en el campo del Derecho perso- en ciertos casos, ser ecpivalente (o producir los efectos) a un acuerdo. De
nal y familiar, tampoco suele acogerse la posibilidad de obrar por repre- manera que el represen ante A, en el ejemplo anterior, teniendo poderesde
sentantes (es excepción el art. 55). Y frecuentemente la actuación de los B y de C, se halla en condiciones de establecer, por declaración única, que
representantes legales, en este campo, se realiza no como representantes, la cosa X, propiedad el; B, se atribuye a C, a cambio de 1.000 pesetas de
sino como titulares de una potestad, que ejercitan en nombre propio (ya que C, que se atribuyen a
les compete), pero en interés del sometido a ella.
Después de haber dicho que la representación no se reduce al campo La sentencia de 15 febrero 1968 acepta esta teoría del acto unilateral.
del negocio jurídico, puede parecer improcedente estudiarla dentro de éste,
pero se explica por ser en él donde con mucho tiene la mayor impor- De cualquier manera que se piense sobre las anteriores teorías, lo que
tancia. Por otro lado, estudiándola fuera del mismo, daría simplemente parece seguro es que rara nuestro Derecho positivo el autocontrato es ad-
lugar a un nuevo Capítulo de la Parte general. Por la que realmente ha- misible, en tanto en clamo queden a salvo los intereses contrapuestos, so-
cer una cosa o la otra, no tiene mayor trascendencia. Incluso práctica- metidos a la voluntad () voluntades) de un mismo sujeto, o cuando, aun sin
mente conviene examinarla ahora, antes de tratar de la invalidez e inefi- quedar aquéllos a salve, el interesado, posible perjudicado, lo haya autori-
cacia del negocio jurídico, para poder comprender al exponer éstas, zado; de forma que solo ha de excluirse el autocontrato cuando, sin que
cuándo se dan por ciertas causas que concurren en la celebración de ne- esté concedida la faculad de autocontratar, haya peligro de que alguno de
gocios representativos. los interesados resulte )erjudicado. Por último debe de señalarse que la Ley
de fundaciones ha venido a consentir el autocontrato entre la fundación y
6. El negocio del representante consigo mismo.—,Es posible que sus patronos si lo autcriza el Protectorado (art. 26).
una persona celebre un negocio, obrando, a la vez, como representante de Las anteriores aflimaciones se apoyan en las exclusiones de autocon-
dos partes, o bien siendo él parte en el negocio y, a la vez, representante tratación, que la ley establece en casos particulares —en los que hay pe-
de la otra parte? Por ejemplo, A, representante de B y de C, actuando al ligro de perjuicio—, cue implican la admisión de la regla general contra-
mismo tiempo en nombre y por cuenta de ambos, vende por uno y compra ria, y en que, en otros casos, cuando se autoriza a autocontratar, ya se
por el otro una finca propiedad de aquél que interesaba a éste. prescinde (a efectos ch. quitar validez al acto) de tomar en cuenta el per-
juicio posible.
9 Así, interrupción de la prescripción por representante: sentencias de 27 junio 1969 y 8 marzo Son casos de autocontratación excluida los de contraposición de inte-
1972.
reses entre el hijo no :.mancipado y el padre representante legal (C.c., arts.
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MANUEL ALBALADEJO § 101 LA REPRESENTACION EN GENERAL

[62 y 163), entre el tutor y el pupilo (C.c., arts. 221, 2.°, 237 bis, 299, 1.°, General de los Registros y del Notariado, en las Resoluciones de 29 diciembre
1.459, 1.°), entre representado y representante (C.c., art. 1.459, 2.°), entre 1922, 30 mayo 1930, 30 noviembre 1932, 23 enero y 9 marzo 1943, 4 mayo 1944,
comitente y comisionista (C. comercio, art. 267). 9 febrero 1946, 26 septiembre 1951, 1 y 30 julio 1976, 9 mayo 1978, 1 febrero
La exclusión, creo que ha de entenderse que alcanza a cualquier otro 1980, 1 marzo 1982, 20 septiembre 1989, 29 abril y 21 mayo 1993, 20 octubre
1994, 17 diciembre 1997, 11 mayo 1998.
supuesto de contraposición de intereses; y, en los demás, rige la regla ge- En cuanto al T.S., en particular la sentencia de 6 marzo 1909 (cfr. también
neral. la de 24 marzo 1930), rechazó la figura, admitida después, con los límites seña-
El obstáculo que el interés contrapuesto al de la persona que obra, re- lados, en las de 5 noviembre 1956, 22 febrero 1958, 30 noviembre 1961, 27 oc-
presenta para la validez del autocontrato, queda removidoi° cuando se pre- tubre 1966, 21 febrero y 30 septiembre 1968 y 23 mayo 1977. La de 8 julio 1968
determina el elemento del negocio, del que el perjuicio podía derivarse (por pasó sobre el tema diciendo simplemente que es «figura de difíciles contornos en
ejemplo, el representado fija el precio de venta de la cosa para cuya venta nuestro Derecho y de discutida admisión en el mismo». Las de 3 noviembre 1971
se nombra representante a otro) o cuando, de cualquier manera, se autoriza y 29 mayo 1976 presuponían la admisión en general del autocontrato, al decir que
la autocontratación (C. comercio, art. 267, 1.°, in fine). Por eso, en ambos no era posible en los casos de que se trataba. También lo aceptan las de 8 enero
1980 y 31 enero y 29 octubre 1991, y no habiendo contraposición de intereses, y
supuestos, ésta es posible. la de 15 de marzo 1996 sí fue autorizada.
La exclusión de los autocontratos no permitidos, se ha construido prin-
cipalmente de dos modos, en principio: 1.0 Bien se considera tratarse de ca- Celebrado un autocontrato excluido, no hay acuerdo sobre qué clase de
sos en que existe una prohibición legal ds celebrar el negocio representa- invalidez o ineficacia sea la suya. Para unos es nulo (C.c., art. 6, núm. 3),
tivo; luego, potencialmente el poder de representación faculta también para para otros, anulable (C.c., arts. 1.300 y ss.)" y, para otros, es ineficaz, como
autocontratar; y, en los casos en que existe prohibición, es por ésta por lo el negocio celebrado sin poder, siendo ratificable (C.c., arts. 1.259 y 1.727).
que no puede celebrarse, a menos que la dispense el interesado. 2.° Bien se
considera que el autocontrato no permitido no cae dentro de las facultades Esa disparidad de criterios se debe, en principio, a la diversidad de opiniones
del representante, es decir, éste no puede autocontratar porque, según el cri- sobre la razón de que no se admitan los autocontratos que la ley rechaza. Así, si
terio de la ley, el poder de representación, salvo que conceda en especial la se piensa que están prohibidos, habrá que considerarlos nulos, a tenor del art. 6,
facultad de autocontratar, no otorga ésta para los casos en que pueda haber núm. 3, cuando, no obstante, se celebren; mientras que los considerarán inefica-
perjuicio para el interesado. ces pero ratificables, quienes crean que la autocontratación no permitida no es un
; Aunque sin acuerdo en la forma de construirla, o bien sin entrar en cuál caso de prohibición (en sentido técnico) legal, sino de carencia de la facultad de
sea su construcción, la autocontratación es aceptada hoy para nuestro De- celebrar el autocontrato.
recho por ley, doctrina* y jurisprudencia.
Por mi parte, opto, al menos en principio, por la última solución (que
Así lo hace expresamente en la actualidad el Código después de sus últimas se acoge explícitamente por un sector de la jurisprudencia y la doctrina)12,
reformas. Ver arts. 162, 2.0, 163, 221, 2Y, 237 bis, 299, 1.0. pues siendo admisible dogmáticamente, tiene en su apoyo la razón práctica
Y, con los dichos límites de que no hubiese contraposición de intereses o de de que por un lado, el negocio existe legalmente y el representante no puede
que hubiese sido autorizada o se tratase de actos de ejecución, aceptaba también desconocerlo, y, por otro, que al interesado no le afecta, si no lo ratifica,
antes, y lo sigue haciendo, la autocontratación la jurisprudencia de la Dirección pero si le interesa, puede ratificarlo, mientras que si se le estima nulo, no
cabe ratificación.
'° Al menos en los casos de representación voluntaria. No se puede afirmar lo mismo siempre en
los de legal (cfr. art. 1.459, primer párrafo y número 1).
* Véanse principalmente BONET, en SCAEVOLA, Código civil, XXVI, volumen 2.°, 1951, págs.
130 y so.; CASTAN, Derecho civil, I, 211, págs. 447 y os., y 1111 1, págs. 450 y SS.; CASTRO, DE, El
autucantrato en el Derecho privado español, en R.G.L.J., 1927, tomo 151, págs. 334 y SS., y Temas de
Derecho civil, 1972, págs. 114 y ss.; D1AZ DE ENTRESOTOS, El autocontrato, 1990; DIEZ-PICAZO,
Fundamentos del Derecho civil patrimonial, 1, 1970, págs. 129 y so.; ESPÍN, Manual, IW, págs. 391
y 392; FERNANDEZ COSTALES, La posibilidad real del autocontrato en nuestro Derecho, en R. Col.
Ab. Oviedo, 1973; GARCIA REVILLO, El llamado autocontrato, 1934; PEREZ y ALGUER, Anota- " Este criterio es el acogido por el Código italiano (art. 1.395) y el portugués de 1966 (art. 261).
ciones al Tratado de Derecho civil de ENNECCERUS, K1PP y WOLFF, 1, 21, págs. 248 y os.; ROCA 12 Véase, de los autores citados en la nota 11, DE CASTRO, ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU
SASTRE y PUIG BRUTAU, Estudios de Derecho privado, 1, 1948, págs. 143 y so. y DIEZ-PICAZO, y la semi. de 21 mayo 1993.

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MANUEL ALBALADEIO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

§ 102 Y al agregar dicho art., como excepciones, que «... sino [es decir, que el man-
datario-representante sí es responsable a la parte con quien contrata] cuando se
LA REPRESENTACION VOLUNTARIA
obliga a ello expresamente o traspasa los límites del mandato sin darle conoci-
miento suficiente de sus poderes», se refiere a los casos de que: 1.0, además de
A) actuar en nombre del representado, se obligue al representante en nombre Propio
(así, si fía 'personalmente la obligaciópn que asumió en nombre de aquél); 2.°,
LA REPRESENTACION DIRECTA obra excediéndose de sus poderes'.
SUMARIO: A) Representación directa.-1. Concepto.-2. Requisitos para que una per- 2. Requisitos para que una persona celebre como representante di-
sona celebre, como representante directo, un negocio eficaz para otra.-3. La con-
recto un negocio eficaz para otra.—Dos son los requisitos para que una per-
teniplatio domini.---4. El poder.—A) Concepto y naturaleza del apoderamiento.—
B) Apoderamiento y relación subyacente.—C) Diferencia entre poder y mandato.--CH) sona celebre como representante directo un negocio eficaz para otra: 1.0 Obrar
Capacidad.—D) Forma.—E) Objeto.—F) Extensión.—G) Subrrepresentación y sus- por cuenta de ésta o, además, en su nombre. 2.° Obrar con poder bastante.
titución.—H) Invalidez.—I) El poderdante conserva la facultad de celebrar él el Cuando se obra sia poder (porque falta totalmente, porque, aun existiendo, se
negocio representativo y de encomendarlo también a otro representante.—J) Justi- sobrepasan sus límites, o porque se extinguió), en principio el negocio es ine-
ficación del poder.—K) Extinción.—L) Subsistencia de los efectos del poder ex- ficaz para el representado, ya que sin aquél nadie puede producir efectos en
tinguido.—LL) Gestiones en curso.-5. La actuación del representante y el uso del la esfera jurídica ajena. No obstante, si aun sin poder, se celebró un negocio
poder.-6. Representación sin poder.-7. lea ratificación.-8. El negocio represen- en nombre y por cuenta ajena, o aun sólo por cuenta ajena, hay negocio re-
tativo.—A) Capacidad.—B) Forma.—C) Interpretación.—CH) Vicios, discrepancias, presentativo, puesto que, tratándose de representación directa, éste es aquél
conocimiento o ignorancia, y buena o mala fe.-9. Liquidación de la relación en- en el que el sujeto actúa en nombre y por cuenta de otro (aunque no tenga
tre representante y representado.-10. Pluralidad de negocios contradictorios.—B)
.La representación indirecta.-11. La representación indirecta.—C) Negocio cele-
poder para ello)3, y aun tratándose de representación indirecta, es aquel en
brado por persona a designar.-12. Negocio celebrado por persona a designar. que el sujeto actúa por cuenta de otro. Y el interesado (representado) puede
hacerlo suyo (ya es para él, pero puede hacerlo de él), mediante ratificación.
1. Concepto.—Como dijel, la representación es directa cuando el re-
O sea, en esencia, se puede decir:
presentante obra no sólo por cuenta del representado, sino también en su 1.0 Para que byp. negocio representativo hace falta obrar bien sólo
nombre.
por cuenta ajena, bien, además, en nombre ajeno (contemplan° dominé).
Entonces la actuación de aquél vale, lo mismo internamente (es decir, 2.° Para que el negocio representativo sea eficaz para el representado
entre representado y representante) que al exterior (es decir, en las relacio- es preciso, en principio, tener poder de representación, en cuyo caso lo es
nes con la otra parte o con terceros), como si fuese de éste, al que se atri- desde que se celebra. Pero también, puede serlo, sin poder, en caso que des-
pués veremos (apariencia de poder) o mediante ratificación.
buye, produciendo en cabeza de él todos sus efectos, y quedando el repre-
sentante eliminado de la relación en cuestión, en la que los derechos y las 3. La contemplado domini.—A la autorización para obrar en nom-
obligaciones nacidas del negocio representativo, frente a la otra parte, co- bre y por cuenta de otro (que puede provenir de la ley, como proviene en
rresponden al representando, que por eso debe cumplirlos (art. 1.727, 1.0, la representación legal, o de la voluntad del dominus, caso que es el de la
del C.c., y la ley 557 de la Comp. navarra) o puede exigirlos directamente voluntaria, que faculta para celebrar negocios en su nombre y acepta que
(ley 557 de la Compilación navarra).
Cuando el art. 1.725 del C.c. dice que «el mandatario que obra en concepto ' Caso que se estudia después, número 6.
de tal [es decir, como representante directo, en nombre del representado], no es 3 Puede parecer contradictorio hablar de que se obra «por cuenta ajena», cuando se carece de po-
responsable personalmente a la parte con quien contrata», significa que el que der para ello. Pero hay lo siguiente:
Esa expresión significa que se obra con efectos para otro; y se adopta a la vista del supuesto (nor-
queda directamente obligado es el mandante (representado), porque las obligacio- mal) de que tales efectos se den porque los quiere el representante y porque los quiere el representado.
nes y los derechos nacen directamente entre él y la otra parte con quien el re- Dependen, pues, de ambos: y, entendida la expresión en sentido riguroso, no se puede obrar por cuenta
presentante contrata. de otro (o sea, con efectos para otro), si falta poder concedido por éste. Mas ocurre que, indepen-
dientemente del poder, se habla de obrar «por cuenta de otro» cuando tendencialmente se desea el ne-
gocio para éste, y no para sí, de forma que el que lo realiza lo realiza encaminado a que sea eficaz
Supra, § 101, número 2 C). para éste (aunque luego no lo sea, precisamente por falta de poder).

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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

los efectos de éstos se den respecto de él) se le llama poder de representa- según que la representación conferida sea indirecta o directa. Tal autoriza-
ción. Posteriormente lo estudiaré. Ahora me reduzco a tratar de la llamada ción atribuye a aquél la facultad de obrar por cuenta del representado o tam-
contemplatio dominé. bién en su nombre; lo que asimismo se llama poder de representación, en
La actuación en nombre y por cuenta de otro —el dominus, el represen- el sentido de facultad de representar.
tado—, ó más brevemente, el obrar por otro, agere nomine alieno, se llama, Puede haber sido atribuido por la ley o por voluntad del representado,
con afortunada expresión3bis, contemplatio dominé,. que pone acertadamente de como ya se vio: representación legal y voluntaria. Sin embargo, en sentido
relieve que se quiere el negocio, no para sí, sino para aquél, y que, por ello, estricto, se utiliza el término poder para significar exclusivamente la facul-
se desenvuelve la actividad negocial teniéndolo presente (contemplándolo). tad de representación concedida por voluntad del interesado, mediante ne-
Realmente la contemplatio dominé supone que en el negocio (represen- gocio jurídico. También se utiliza tal término para designar el negocio jurí-
tativo) no sólo el representante manifieste que obra —o recibe— por otro4, dico —apoderamiento— por el que el poder se concede, y el documento en
sino también que la otra parte, que celebra con él el negocio —o que lo el que aquél se otorgó (así, cfr. art. 1.733, in fine).
recibe— obre —o reciba—, a su vez, considerándolo como representante. A continuación examino la concesión del poder mediante negocio jurí-
dico; después trataré del poder concedido por ley.
El negocio representativo tiene, pues, sobre el normal, necesidad de la con- A) Concepto y naturaleza del apoderamiento.—E1 negocio jurídico de
templado domini, es decir, de una declaración de los que lo celebran, de eficacia
para el representado. Declaración que puede ser expresa o tácita. Puede haberla
concesión u otorgamiento de poder se llama apoderamiento. El apodera-
tácita, por ejemplo, cuando la cosa objetc, del negocio es conocidamente del do- miento es un negocio unilateral constituido por la declaración de voluntad
minus (contemplado ex re) o cuando se desprende de otras circunstancias (con- del poderdante.
templatio ex facti circunstantiis)5 que el negocio no es para quien lo celebra (así,
la cocinera que compra en el mercado). Aun en el caso de que vaya unido a otro negocio no unilateral, o se otorgue
sobre una relación básica bilateral, o forme parte de una regulación más compleja
Cuando el representante actúa en su propio nombre, aunque lo haga por —así, cuando se presenta ligado a un contrato de mandato o de sociedad—, no
cuenta ajena, no hay —dice la jurisprudencia— contemplado domini. se altera su naturaleza, pues la concesión de la facultad de representación, que es
creo que sí la hay, aunque sólo de parte del representante, porque la otra su esencia, se produce por la sola voluntad del representado. En nuestra ley hay
argumentos concretos en pro de la unilateralidad. Así, art. 1.259: «Ninguno puede
parte piensa que el negocio es para aquél, y no para el representado. contratar a nombre de otro sin estar por éste autorizado...». Queda, pues, sufi-
cientemente claro que el poder lo crea la voluntad del que lo otorga'.
4. El poden—El poder es la autorización concedida al representante6 Que es unilateral lo dice expresamente la jurisprudencia (sentencias de 1 di-
para obrar por cuenta del representado6bo por su cuenta y en su nombre, ciembre 1944, 6 abril 1964, 5 febrero 1969, 6 marzo 1978), y la declaración puede
hacerse, dice la de 18 diciembre 1948, al representante o al tercero para contra-
tar con el cual se otorga, afirmando la de 6 marzo 1978 que es recepticia.
3bi'Que acoge la jurisprudencia. Así la sentencia de 19 noviembre 1997.
4Así, expresamente, las sentencias de 17 diciembre 1959 y 8 junio 1966.
Sobre el art. 1.717, 2.°, in fine, del C.c., y 287 del C. de comercio, véase lo que se dice al tra- B) Apoderamiento y relación subyacente.—El apoderamiento puede
tar de la representación indirecta (infra, número 11). otorgarse solo (A nombra representante a B, sin más, pensando simplemente
A veces la ley exige que el poder se inscriba en un Registro público (así, el mercantil, en el caso
del art. 87, 2.°, RgIto, Registro mercantil). Y cuando la persona que lo recibe debe resultar individuali- en que en el futuro pueda sustituirle, si es preciso), o unido a otros nego-
zado y ello recogido en el Registro, puede no servir sino la individualización hecha a título personal, cios (por ejemplo, mandato, sociedad, etc.: véase Comp. navarra, ley 52),
y no por otros datos. La resolución de 13 mayo 1976 rechazó la registrabilidad del poder otorgado por en vigor actual, que son explicación del otorgamiento de aquél, relaciones
un Banco a sus apoderados (a quienes lo fuesen en cada momento, y no a favor de personas ciertas,
individualmente determinadas por su nombre y apellidos). subyacentes o básicas respecto al mismo, y que generalmente constituyen
Para inscribir en el Registro de la Propiedad la venta de un inmueble otorgada por el representante un negocio de gestión por el que el sujeto a quien se nombra representante
de la sociedad vendedora designado como tal para ese acto concreto, no hace falta la inscripción del
poder en el Registro mercantil (resolución de 25 agosto 1976 y hoy, art. 87, 2f, in fine, R.R.M.). se obliga a hacer algo, la ejecución de lo que le es posibilitada por la fa-
Autorización que obviamente no se da si lo que se ha conferido al mal llamado representante cultad de obrar en nombre del poderdante.
son simples facultades de negociar en interés del llamado representado, con vistas a la posible conclu-
sión de un acuerdo, pero sin haberle sido encomendada la conclusión de éste. La sentencia de 7 abril
1998 se ocupa con detenimiento del tema. Son claros casos del mismo todos aquellos en que quien hace En contra, MERINO HERNANDEZ, Sobre la unilateralidad del poden en R.D.N., 1971, número
el encargo se reserva la decisión de aceptar o no el acuerdo a que se haya llegado. 71, págs. 137 y ss.

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MANUEL ALBALADEIO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

De cualquier modo, y aun estimando que el poder requiere una rela- CH) Capacidad.—
ción básica vigente en que apoyarse, no puede negarse que cuando ésta no
aparezca externamente en conexión con él, sino que el mismo se muestre Dos citerios se suelen mantener en orden a la capacidad que ha de tenerse para
aislado: 1.° Deberá presumirse la existencia y licitud de la relación, salvo otorgar el poder. Según uno, a falta de regla especial para el negocio jurídico que
es el otortamiento de poder, hay que acudir a las generales para realizar negocios
prueba en contrario (C.c., art. 1.277). 2.° En tanto tal relación no se des- jurídicos y resolver el punto a base de ellas. Según otro, para otorgar poder se pre-
cubra al exterior ni aparezca (en el tema de que se trate y frente a la per- cisa la capacidad necesaria para celebrar el negocio para el que aquél se concede.
sona que sea) ligada al poder, la vida de éste se desarrollará como si fuera La telis de que sea precisa la capacidad necesaria para el negocio represen-
independiente de aquélla. tativo se apoya en la consideración de que, al darse el poder, se hace posible la
C) Diferencia entre poder y mandato.—Esa relación puede ser el man- celebraciói de aquél, y en que exigir la capacidad general resulta excesivo, cuando
dato. Ambos, poder y mandato, son diferentes. Aquí conviene ocuparse de el poderdaite puede celebrar, con menos capacidad, el negocio para el que apo-
esa diferencia. dera a oto, y resulta insuficiente, si para este negocio hace falta una capacidad
superior ala general. Y la tesis de que sea precisa la capacidad general se apoya:
en que ur negocio jurídico ha de regirse por sus reglas especiales, y, en su de-
Sin embargo, hasta hace poco ha existido confusión entre ellos, confusión que fecto, por las generales a su categoría; en que falta en la ley una norma de re-
abarcando, naturalmente, a todo lo que a ambas figuras se refiere, era confusión misión a h capacidad requerida para el negocio representativo; y en que una cosa
entre los actos que de una y otra surgen —apoderamiento y contrato de man- es éste y mra el apoderamiento, y si bien cuando se realice aquél, deberá ser ca-
dato—, y confusión entre representante y iyandatario. Y dentro de esa línea se ha- paz de reilizarlo por sí el representado, cuando otorgue el poder no precisa una
lla nuestro Código (cfr. arts. 1.709 y siguientes). Pero actualmente, la_clistineión capacidad que la ley sólo exige para el acto futuro.
se halla establecida de forma clara y aceptada por nuestra doctrina y jurispruden- Ciertamente, Una cosa es el negocio de apoderamiento y otra el negocio repre-
cia. En ésta, por ejemplo, sentencias de 16 febrero 1935, 1 febrero 1941, 22 mayo sentativ-d;.Por lo que cabe pensar en capacidades distintas para uno y para otro. Pero
1942, 6 marzo 1943, 1 diciembre 1944, 27 enero 1945, 21 marzo 1946, 18 di- no es meros cierto que también cabe pensar —como hace una extendida opinión—
ciembre 1948, 20 diciembre 1954, 21 enero 1957, 13 noviembre 1958, 17 di- que la capacidad para aquél viene determinada por la capacidad para éste, por la pro-
ciembre 1959, 2 noviembre 1961, 20 marzo 1964, 28 febrero 1975, 28 junio 1978, pia .naturaeza de las cosas y sin necesidad de disposición particular que lo establezca.
10 octubre 1986, 1 marzo 1988.
En mi opinión, para otorgar el poder basta con que el otorgante tenga
La distinción entre ambos se verá más clara si se examina cuando se en ese mon-unto la capacidad necesaria para celebrar el acto para el que
haya estudiado el contrato de mandato. Pero, no obstante, señalaré ahora apodera al re)resentante (arg. ley 51, Comp. navarra). •
que la relación de mandato tiene su origen en un contrato (negocio bilate-
ral), el de mandato, obligatorio inter partes, en virtud del cual el mandata- En eta°, esa ley dispone que: «Toda persona capaz puede realizar mediante
apoderad( todos los actos que podría realizar por sí». Ahora bien, como para re-
rio se compromete a realizar una actividad o celebrar un negocio por cuenta alizarlos mediante apoderado, ha de haberle concedido antes el poder, es claro que
del mandante, pero sin que pueda obrar a nombre de éste. Mientras que el el que qiepa realizar por apoderado lo que se podía por sí mismo, implica que
poder, como facultad de obrar en nombre y por cuenta de otro, o sólo por para apocerar al otro para que los realice, basta la capacidad necesaria para rea-
su cuenta surge de un negocio unilateral —apoderamiento— (o de la ley) lizarlos e poderdante.
procedente del representado; pero el representante no resulta obligado a nada
como consecuencia de serlo. Lo dichc es así porque pudiendo apoderar para infinidad de actos (así,
Puede darse poder sin mandato o mandato sin poder de representación. administrar, Iravar, enajenar muebles, enajenar inmuebles, etc.) y no siendo
Mas también puede darse el mandato unido a éste (mandato representativo igual la capacidad necesaria para todos ellos, no tiene sentido pensar en una
directo en el que se unen mandato —contrato— y concesión de poder de capacidad (inca y siempre la misma para otorgar todo poder.
representación —acto unilateral— a favor del mandatario), de forma que el
mismo sujeto sea, a la vez, mandatario y representante directo. Entonces, Advilrtase que si la capacidad exigida para el acto para el que se apodera
fuese meior que la exigida para conceder el poder, se daría el absurdo de que
como representante, puede obrar en nombre y por cuenta del representado- aquél se podría celebrar personalmente, pero no por apoderado, cuando precisa-
mandante y, como mandatario, tiene la obligación de hacer (obrar) por cuenta mente la representación tiende a que podamos encomendar a otro que haga lo que
y en nombre de aquél, lo que le prometió. podemos hacer nosotros. Y a otro resultado igualmente extraño se llega si la ca-

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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

pacidad pedida para dar poder es inferior a la que se necesita para el acto para después, con la facultad recibida y el consentimiento que los padres pres-
el que se apodera, pues como no es admisible que mediante representante poda- ten, el representante celebra un negocio que con el mismo consentimiento
mos hacer lo que no podemos por nosotros mismos, hay que llegar a la conclu- el representado podía haber celebrado cuanto otorgó el poder'°.
sión de que el poder no podrá usarse hasta que el otorgante alcance la capacidad
para el acto para el que apoderó; lo que de por sí no es inaceptable (pues sería En otras palabras, el menor emancipado tiene capacidad para vender inmue-
como dejar preparada de antemano la posibilidad de que el representante obre en
bles, pero deberán consentir la venta sus padres, luego aplicando la regla de que
nuestro nombre cuando nosotros seamos capaces de hacer lo que le encomenda-
parto, según la que se puede conceder poder para el acto para el que el poder-
mos), pero implica el riesgo de que el ahora incapaz no obre prudentemente al
dante es capaz al conceder aquél, se puede decir que el menor emancipado es ca-
otorgar el poder, prudencia que se supone (y también se supone que no le hace
paz de otorgar poder para vender inmuebles, pero debiendo consentir la venta sus
falta más, porque hay que estimar que, pudiendo realizarlo por sí, se está maduro
para poder decidir también que lo realice otro por nosotros) al que ya es capaz padres.
para el acto. Sobre el tema de si el menor emancipado puede otorgar por sí solo poder
para vender inmuebles han recaído una resolución de 26 marzo 1897 y una sen-
tencia de 28 septiembre 1968.
De modo, pues, que un mayor de edad tiene capacidad para conceder Mas la verdad es que la primera lo que aceptó fue la validez de la venta he-
poder para vender inmuebles, un menor, con tal de que tenga uso de razón, cha por el representante del menor emancipado, venta a la que el padre de éste
tiene capacidad para conceder poder para aceptar donaciones puras", y no prestó su consentimiento, que no había prestado al otorgamiento del poder. Y res-
puede conceder poder un incapacitado con incapacidad que alcance al acto pecto a la validez de éste sin dicho consentimiento, dice que «el menor emanci-
para el que se apoderaría. pado puede dar poder para realizar un acto a que la ley lo autoriza expresamente,
También puede una persona conceder poder para realizar los actos que tanto porque lo esencial en tales casos es tener la facultad que se delega, cuanto
realizados por él necesitarían para su validez el consentimiento de otro. Por porque al declarar el art. 317 [antiguo] del C. civil que la emancipación habilita
ejemplo, a tenor del C.c. el menor emancipado puede conceder poder para al menor para regir su persona y bienes como si fuera mayor, con las solas ex-
que el representante venda inmuebles. Mas como la venta que de éstos hi- cepciones que establece taxativamente, no consignándose entre ellas la de otorgar
el contrato de mandato, es evidente que puede otorgarlo». Y luego agrega la re-
ciese el menor emancipado necesitaría el consentimiento de sus padres o de solución que «si bien el poder obrante ya en este recurso, y examinado por el
su curador (C.c., art. 323) también lo necesita, pero no al otorgar el poder, mismo Registrador en su informe, no reúne las condiciones legales para su efi-
sino cuando se haga, la venta que en uso del poder realice el representante. cacia, es lo cierto que no puede ser objeto de resolución en este recurso por no
haber sido presentado oportunamente para su calificación en el Registro».
Pero obsérvese que no se trata de que los padres o el curador hayan de con- En cuanto a la. sentencia, rechazó la validez de la venta por haberse realizado
sentir que el hijo otorgue un poder para vender el inmueble X, sino de que el usando un poder para vender inmuebles que si bien había sido otorgado con con-
hijo, por sí sólo, puede otorgar el poder para que el representante venda consin- sentimiento paterno por un menor emancipado, sin embargo, tal consentimiento
tiendo los padres o consintiendo el curador la venta. Así que el repetido consen- paterno por un menor emancipado, sin embargo, tal consentimiento se prestó en
timiento se presta, no al apoderamiento (negocio de otorgamiento de poder), sino términos generales, lo que la ley rechaza, porque el fin que se persigue es que el
a la venta (negocio representativo). padre examine la conveniencia de la venta concreta que sea, fin que no se cubre
si de forma previa y general consiente de antemano cualquier venta posible. De
Esta solución creo que es la correcta, pues el menor emancipado tiene cualquier modo, la sentencia en cuestión se manifiesta expresamente en su consi-
ya capacidad de vender inmuebles con el consentimiento paterno, y lo que derando octavo contra el criterio acogido por la resolución y dice en tal conside-
confía al representante es una facultad que entra en su capacidad actual9, rando que «ha sido duramente criticada por el más genuino intérprete de nuestro
Código civil [se refiere a MANRESA, cuyas palabras transcribe o continuación en-
trecomilladas], tildándola de «inconcebible» y diciendo de ella que [y ahora viene
8 Véase tomo U. volumen segundo, de esta obra, Contrato de donación.
Ahora bien, concedido sin más aclaraciones el poder, hay que entender que en él se confieren
las facultades que el poderdante tiene, y no más. Por ejemplo, si se concede por el menor emancipado virtud de un poder para vender sin consentimiento, sino ante una venta que adolecerá del tipo de in-
poder para vender inmuebles, sin más aclarar, no es aceptable pensar que quiere otorgarlo para que sean validez que adolecería una venta otorgada por el menor sin consentimiento paterno.
vendidos sin consentimiento paterno, sino que lo otorga presuponiendo que la futura venta la consien- Y es caso distinto del en que se apodere a otro para celebrar un negocio para el que el poder-
tan los padres. dante no sea capaz ahora. Entonces, aunque ya lo sea cuando el negocio se celebre (por ejemplo, un
E incluso aunque el poderdarate diga expresamente que autoriza a vender sin este consentimiento, menor no emancipado concedió poder para enajenar inmuebles y el representante lo usa después de que
su poder no es inválido sino por el exceso, de forma que el consentimiento paterno, seguirá siendo pre- aquél haya alcanzado ya la mayoría), no se le confió (al otorgar el poder) al representante una facultad
ciso para la venta, y otorgada ésta sin él, se estará, no ante una venta nula por haberla celebrado en que el representado tuviese cuando se la confió.

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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

el párrafo de MANaEs Al" «con esa facultad queda anulado el art. 317, ya que todo taño°. A estas razones cabría unir la de inutilidad actual del poder otorgado al
lo que prohibe al menor emancipado, podrá hacerlo valiéndose de un apoderado, incapaz.
lo cual es absurdo, porque la facultad para conferir un poder está íntimamente re- En mi opinión a base de lo anterior, se podría sentar el siguiente razona-
lacionada con las facultades que en ese poder se confieran, pues el mandante en miento, según el punto de vista de nuestro Derecho positivo:
tal acto transmite al mandatario el derecho para realizar lo que aquél puede rea-
lizar por sí, nunca una facultad que no está en el mandante y no es, por tanto, Puesto que el negocio representativo (a que se encamina el apodera-
transmisible».
miento) no es para el apoderado, no hace falta a éste la aptitud para reci-
De todo lo dicho por MANRESA y transcrito por la sentencia, por brevedad,
sólo indicaré que la afirmación de que admitiendo que el poder se otorgue sin
bir los_ efectos de aquél; pero como ha de obrar —aunque en nombre y por
consentimiento del padre, se anula el art. 317, carece de fundamento, pues ni en
cuenta del poderdante— no se puede nombrar representante a un incapaz
el caso de la resolución se produjo tal mal (sino que el padre consintió la venta de._hacerlo.
_ Ahora bien, a efectos de recibir apoderamiento, las normas so-
hecha por el representante, como debería haberla consentido si la hubiese hecho bre capacidad de obrar son las generales, salvo que se admite la capacidad
el hijo, con lo que el 317 se respetó) ni la tesis de que el poder lo puede otor- del menor emancipado, incluso para aquellos actos que, si fuesen para él,
gar el hijo sin consentimiento paterno lo produce tampoco, porque tal tesis no eli- requerirían la asistencia de otras personas (padre, curador) o la mayoría de
mina la necesidad del consentimiento, sino que insiste en que éste ha de prestarse edad (art. 1.716, principio)", y la de quienes tienen limitada su capacidad,
al vender y no al apoderar. Y, naturalmente, como cuando el representante vende con tal de que el negocio representativo pudiesen realizarlo para sí.
usando poderes que ha concedido un menor emancipado, aparece la necesidad del D) Forma.—El negocio jurídico de apoderamiento puede estar cpristi-
consentimiento Jo mismo que cuando es ellmenor emancipado el que vende por tuido —como, en principio, cualquier otro— por una declaración de volun-
sí, no hay razón para pensar que el permitir otorgar el poder sin consentimiento
del padre facilite burlar el art. 317 porque al vender luego no se sepa que la venta
tad expresa o tácita .(C.c., art. 1.710, 1.°).
procede de un menor. En general, no está sometido a forma ad solemnitatent (C.c., art. 1.710,
2.°; Comp. navarra, ley 18, 1.°); no requiriendo, por tanto, aquélla que se
pueda exigir para el negocio para cuya celebración se concede poder. La no
Hasta aquí la capacidad para otorgar el poder. En cuanto a la necesa- necesidad de forma es aplicación de la regla general de libertad de ésta, que
ria para recibirlo: -
acoge nuestro Derecho.
Caben dos criterios:
Según el art. 1.280, 5.°, deberán constar en documento público: «El poder para
1.° Uno primero sería que puesto que el representante no ha de aceptarlo, contraer matrimonio, el general para pleitos y los especiales que deban presentarse en
no se requiere que tenga capacidad alguna para realizar aceptación; y como tam-
juicio; el poder para administrar bienes y cualquier otro que tenga por objeto un acto
poco le obliga a nada, como obliga el mandato al mandatario, ni siquiera nece- redactado o que deba redactarse en escritura pública o haya de perjudicar a tercero».
sita capacidad de obligarse. Por otro lado si se concede poder a un incapaz, nada Ahora bien, el sentido y alcance de la exigencia de forma que el art. 1.280
se le perjudica; únicamente que el acto para el que se le apodere, no podrá rea- establece, ya ha quedado explicado anteriormente, y lo allí dicho, en general, cabe
lizarlo mientras que no alcance la capacidad necesaria12.
repetirlo aquí para el apoderamiento.
De todo lo que puede deducirse que el representante que se nombre puede
ser —al menos cuando lo sepa el poderdante, para evitarle así riesgos por nom-
brarle creyéndose capaz— un incapaz, aunque mientras que lo sea no podrá ce- E) Objeto.—Por su objeto, el apoderamiento es general o especial.
lebrar negocios representativos. El Código dice que: «El mandato [poder] es general o especial. El pri-
2.° Otro criterio sería el de que para nuestro Derecho positivo, no puede mero comprende todos los negocios del mandante [poderdante]. El segundo,
resolverse la cuestión en pura lógica, pero sin considerar los argumentos que re- uno o más negocios determinados» (art. 1.712).
sultan de lo establecido para el mandato, pues aunque existe la radical diferen-
cia de que el mandatario se obliga hacia el mandante y el apoderado no, sin em-
Que el poder (no ya el mandato) se extinga en el C.c. por las causas del art. 1.732, 3." (véase
bargo, no parece acorde con el espíritu de una legislación que, como la nuestra, "
infra, sub K)) no serviría de argumento que trasladado al caso presente demostrase que, puesto que se
confunde mandato y poder, juzgar cuál sea la capacidad necesaria para ser apo- extinguiría el que tuviese, es que el incapaz no puede recibir apoderamiento. Y no lo demostraría por-
derado, con independencia del criterio legal sobre la necesaria para ser manda- que cabe pensar que la ley prefiera quitar el poder al que teniéndolo deviene incapaz, para evitar rie-
gos al poderdante, pero que, al menos cuando éste conoce la incapacidad, no le impide nombrar repre-
sentante al incapaz, para que cuando llegue a tener capacidad pueda realizar el negocio representativo.
" Código civil, 116, pág. 755. 14 También sentencias de 17 enero 1903 y 28 septiembre 1968, y ver HERNÁNDEZ MORENO,
12 Véase infra, número 8, sub A). Nueva lectura del art. 1.716 del C.c.. en R.J.C., 1980, págs. 373 y ss.

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MANUEL ALBALADE.I0 § 102 LA REPRESENTAC1ON VOLUNTARIA

Naturalmente, «todos los negocios del poderdante», a lo más, puede enten- bilidad de su atribución mediante apoderamiento «concebido en términos genera-
derse como todos los negocios que admiten representación. Por otro lado, también les» —según la terminología del Código, art. 1.713, 1.°— o mediante «poder ge-
puede ser general el poder cuando alcanza a todos los negocios de una cierta es- neral» —según otra expresión usada frecuentemente, pero que puede producir con-
fera (todos los que el poderdante tenga en cierto país, o en cierto género de in- fusión con el sentido que le atribuí más arriba'6— (como si se dijese: «Nombro
dustria, etc.). a A mi representante, pudiendo hacer por mí todo lo que pueda hacer yo mismo»):
El poder especial alcanza no sólo al negocio o negocios determinados a que «El mandato [poden l concebido en términos generales —dice el art. 1.713—
se refiera, sino también a lo necesario para realizar éstos. no comprende más que los actos de administración. Para transigir, enajenar, hi-
potecar o ejercer cualquier otro acto de riguroso dominio, se necesita mandato
La anterior división se apoya, pues, en el objeto del poder; en que éste [poder] expreso17. La facultad de transigir no autoriza para comprometer en árbi-
se confiera para asuntos, o recayendo sobre cosas, determinados, o bien para tros o amigables coinponedores".»
Creo que se trata de normas imperativas, con omisión de investigación de
una generalidad de aquéllos o de éstas. Así, es -Oder gen-éral, el que per-
lo querido. Incluso cuando pudiera saberse que una de esas facultades (para las
mite administrar todos los bienes del poderdante; y especial, el que faculta,
que se exige poder expreso) quiso atribuirse por el poderdante y, además, su
con respecto a la finca X, para administrarla, gravarla, enajenarla o realizar atribución quepa en la letra de la declaración de apoderamiento (como en el
cualquier negocio atinente a ella. ejemplo anterior, cabe la facultad de enajenar cuando B dice: «Nombro a A mi
F) Extensión.—Cosa distinta del obiet2 del poder, es la extensión de representante, pudiendo hacer por mí todo lo que pueda hacer yo mismo»), el
las facultades que se dan al representalljTconten(dá del poder). Por ejem- poder concebido en términos generales no es suficiente para atribuirla. Sirviendo
plo, A apodera a B en lo concerniente a la 'n'ea 51; pero ¿sólo para actos de ratio a aquellas normas —y a una abundante jurisprudencia que las aplica—
de administración? ¿o también de gravarrten, enajenación, etc.? la consideración de que, de admitir lo contrario, sería sumamente difícil en in-
Presupuesta una exacta fijación de lo anterior (objeto), la amplitud de numerables ocasiones probar la exclusión de determinadas facultades --que no
las facultades concedidas por el apoderamiento (extensión del poder), tam- se pensó conceder—, de una declaración que correctamente interpretada las abar-
bién es, en principio, una quaestio voluntatis. caría todas; cosa que se evita exigiendo la mención particular, con lo que queda
Los límites del poder son el borde de su extensión; y el representante fuera de duda y de polémica, que la voluntad se encamina también a ellas in
no puede sobrepasarlos: «El mandatario [representante] no puede traspasar concreto.
En todo caso la jurisprudencia tiene declarado que el poder es de interpreta-
los límites del mandato [poder]», dispone el art. 1.714; y el 1.715: «No se ción estricta. Así, recientemente las resoluciones de 29 abril y 21 mayo 1993.
considerarán traspasados los límites del mandato [poder] si fuese cumplido
de una manera más ventajosa para el mandante [poderdante] que la seña-
lada por éste». G) Subrrepresenta,ción y sustitución.—E1 representante puede tener o no
facultades para nkimbrar otro representante. Se trata, simplemente, de que,
Ahora bien, la ley no deja a la libre voluntad del sujeto todo lo relativo a los
e.ntre los negocios representativos que el poder le permite celebrar, se en-
términos en que se ha de declarar su voluntad de apoderamiento, sino que exige cuentre o no el apoderamiento.
para ciertas facultades la concesión específica (o especial, según otra terminolo-
gía, que se presta a confusión con la distinción del poder en general y especial; Lo que significa que el término especial se usa verdaderamente, no sólo en el sentido de que se
o _expresa, según dice el propio Código, art. 1.7)3, 2.°, in fine, término .que no se trate de otorgamiento de poder singularmente para el acto que sea, sino también en el de que se trate
refiere a que la voluntad haya de declararse expresamente, sino a que, aun de de otorgamiento de poder que, aun no siendo específico para ese acto, sin embargo, hay seguridad de
forma tácita, se atribuya específicamente la facultad de que se trate, o que haya que realmente lo comprende (véase supra, § 81, número 2).
seguridad de que ésta ha sido querida conferir"), quedando así excluida la posi- En el caso de la sentencia citada se trataba de que la facultad otorgada al representante para ena-
¡enar la cosa cuya administración tenía confiada, permitió al Tribunal estimar que también podía darla
en arrendamiento constitutivo de acto de administración extraordinaria.
15 La jurisprudencia ha venido reconociendo insistentemente que cuando el art. 1.713, 2f, habla de 16 Supra, sub E).
«mandato expreso» se refiere no realmente a que no sea tácito, sino a que sea específico. Entre las más 17 Mandato expreso que lo mismo puede otorgarse por escrito que de palabra, pues evidentemente
modernas que se ocupan del tema con detenimiento, la sentencia de 20 noviembre 1968, que, además, la concesión específica para lo que sea, no exige que sea hecha por escrito. Pero es que, aparte de la
recoge otras muchas anteriores. lógica, lo dice el art. 1.710: «El Imandatoj expreso puede darse por instrumento público o privado y
De la sentencia de 18 diciembre 1973 se sigue que la concesión del poder especial o específico aun de palabra». Véase también sobre el tema, la sentencia de 20 noviembre 1968 entre las ma_, re-
para hacer cierta cosa, no ha de ser realmente una concesión específica (en sentido propio, es decir, cientes que lo tocan, recogiendo, asimismo jurisprudencia anterior.
otorgamiento en particular de la facultad de hacer esa cierta cosa) de la posibilidad de hacerla, sino Ni la facultad de vender autoriza para litigar (sent. 10 noviembre 1992). Pero la facultad de ena-
que basta que sea concesión de poder que la alcance o englobe de forma segura, de manera que, aun jenar y gravar autoriza para ratificar en nombre del representado, lo que sin poder de éste hizo antes
sin mencionarla en concreto, quede comprendida en las facultades que se confieren al representante. el representante (sent. de 21 octubre 1997).

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MANUEL ALBALADE.TO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

Nada dispone, específicamente, el Código sobre lo anterior. Por ello, en 1.727, 2.0; Comp. navarra, ley 557). En cuanto a lo. hecho por subrrepre-
cada caso concreto, habrá que juzgar, a tenor de las reglas generales, la ex- sentante nombrado, está, evidentemente, hecho sin poder, y también es ra-
tensión del poder, para ver si éste autoriza o no a nombrar en nombre y tificable directamente por el dominus. Si la ratificación se concede al nom-
por cuenta del representado otro representante para aquél. bramiento de subrrepresentante, entendemos que tácitamente abarca —en
Esta creo que es la tesis acertada. Sin embargo, la jurisprudencia aplica principio— a los negocios qaue éste concluyó.
a la suhrrepresentación el art. 1.721, 1.° (así la sentencia de 7 noviembre Distinto de todo lo anterior es la facultad del primer representante para
1977, considerando penúltimo) a cuyo tenor el representante siempre que nombrar un Sustituto:
no se lo haya prohibido el representado puede nombrarle a éste otro repre- El nombramiento de sustituto no es un negocio representativo. El re-
sentante'9. presentante no nombra en nombre y por cuenta del representado un susti-
tuto para sí, sino que en nombre y por cuenta propia, es decir, sin repre-
Cuando, obrando en nombre y por cuenta del representado, el representante sentar a aquél, se designa, a sí mismo, un representante. Que se suele calificar
nombra un nuevo representante, puede ocurrir:
1. Que se quiera la extinción del primer poder (cfr. art. 1.735); en cuyo
de sustituto, porque obrará por el representante; pero que al obrar por éste,
caso, en adelante, habrá sólo un nuevo representante, quedando eliminado el pri- realiza la conducta que éste había de realizar para el representado.
mero, cuyo poder resulta revocado tácitamente20. En esta hipótesis se habla de En resumen, el llamado sustituto, no es un representante del represen-
transmisión de poder, pero, realmente, se trata de un apoderamiento nuevo, de tado primero, sino que es simplemente un representante del representante,
igual contenido que el antiguo, que el primer apoderado otorga, en virtud de su que, al representarlo, obra para el representado: por ejemplo, A (sustituto)
poder, en nombre y por cuenta del represestado. en representación de B (primer representante) celebra un contrato de en nom-
2.° Que, además de nombrar otro representante, se quiera mantener el pri-
mer poder, existiendo así dos representantes, con igualdad de facultades, que pue- bre de C (representado).
den ser solidarios o mancomunados.
La facultad de nombrar otro representante —facultad de subrrepresentación—
3f Que se quiera mantener el primer poder, pero nombrando (también el
primer representante, en nombre y por cuenta del representado) otro representante para el representado, es contenido del poder de representación otorgado por éste,
para algún o algunos negocios singulares de los que entran en aquel poder. En ya que tal facultad se encamina a realizar un acto representativo (nombrar, en
este caso se habla de subapoderamiento, en sentido estricto. nombre y por cuenta del representado, un representante).
4f Que se quiera mantener el primer poder, pero nombrando (siempre el pri-
mer representante, en nombre y por cuenta del representado) otro representante La facultad de nombrar un sustituto —facultad de sustitución—, puesto
para cualesquiera asuntos del representado, que no entrasen en el poder del pri- que no -se encamina a un acto representativo (sino a designarse, por propia
mer representante, que, respecto de ellos, sólo tenía poder para apoderan cuenta y en propio nombre, un representante), no es contenido del poder
En los casos anteriores, el segundo representante resulta nombrado en virtud otorgado por el representado. Es, diferentemente, una facultad que, fuera del
de un negocio representativo celebrado por el primer representante, en nombre y poder de representación —aunque materialmente se conceda unida a éste o
por cuenta del representado, de forma que sus efectos se producen en cabeza de
éste; por lo que el segundo representante lo es, sin más, del representado; y la en el mismo acto de conferirlo— puede otorgar el representado al repre-
posible responsabilidad del primer representante por el nombramiento del segundo, sentante, cuando no tenga interés decisivo en que éste actúe personalmente.
se juzga a tenor de las reglas sobre realización de los negocios representativos. Tal facultad también la puede conceder la ley; y en nuestro Derecho se da
En adelante, por brevedad, hablaré de subrrepresentante para referirme al se- al representante siempre que el representado no la haya prohibido: «El man-
gundo representante, en cualquiera de los anteriores supuestos de representante datario [representante] puede nombrar sustituto, si el mandante [represen-
nombrado por el representante.
tado] no se lo ha prohibido» (art. 1.721, principio).
El nombramiento de subnepresentante, cuando se carece de facultades La jurisprudencia es poco feliz en lo referente al subapoderamiento y a la
para ello, es una extralimitación de poder, susceptible de ratificación (art. sustitución, que no distingue debidamente, aludiendo, además, confusamente, a po-
der y mandato —nombramiento de sustituto por el mandatario, que puede, por
ello, quedar desligado de sus obligaciones para con el mandante; cosa cierta, pero
19 Artículo que como .se expone más adelante en el texto, se refiere a la sustitución, que es dis-
tinta de la subrrepresentación. que supone transmisión de obligaciones o cesión de contrato (de mandato): cfr.,
10
Para esto, es claro que el primer representante tiene que tener poder no sólo para apoderar a principalmente, sentencias de 6 diciembre 1897, 22 noviembre 1919, 25 junio 1920
otro, sino para revocar su propio poder. y 14 diciembre 1943. En ésta, que perfila mejor algunos de los puntos antes pro-

814 815
MANUEL ALBALADEJO 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

miscuamente manejados, se dice que: «Si bien el art. 1.721 del C.c. no señala di-; sin designación de la persona del sustituto, nombra a uno notoriamente in-
ferencia alguna entre la transmisión del mandato y sus sustitución o delegación,, capaz o insolvente (art. 1.721, números 1.0 y 2.°).
varias sentencias de la misma Sala, entre otras las de 6 octubre 1891, 15 diciembre
1897, 8 mayo 1920 y 25 enero 1925, de acuerdo con la doctrina científica, dan Aparte de las acciones normales, en los dos casos anteriores el representad(
a conocer que la transmisión se opera cuando el mandatario, obrando en nombre tiene acción directa contra el sustituto (art. 1.722).
del mandante y en virtud de facultades por ése conferidas, con o sin designación
de la persona del sustituto, traslada a otro las facultades de que fue investido, con
el efecto de quedar desligado del mandato y puesto en su lugar el sustituto para'
Cuestión claramente distinta de la subrrepresentación y de la sustitu•
actuar a nombre del mandante, en relación directa con él; en tanto que por la de- ción, es la utilización por el representante de auxiliares que le ayuden er
legación o sustitución, el mandatario hace intervenir a un tercero en el negocio ordena1 negocio representantivo. Caso de ello es la utilización de nuncio
objeto del mandato, bien mediante un poder que le otorga en nombre propio, ya II) Invalidez.—El apoderamiento, como negocio jurídico, puede ser in
simplemente traspasándole en confianza la cosa y el encargo recibido, sin desli- válido por las causas generales de invalidez de los negocios y, entre ellas
garse en ninguna de estas formas de sus relaciones jurídicas con el mandante, para naturalmente, por vicios de la voluntad o porque ésta discrepe de la decla
con el cual queda responsable el sustituyente de los actos de estos auxiliares que
designa por propia iniciativa». También las de 9 mayo 1958 y 2 marzo 1992*.
ración23.
Con acierto señala la resolución de 30 julio 1976 que el nombramiento de
En principio, habrán de aplicarse las reglas pertinentes al supuesto
sustituto no afecta a la subsistencia de la representación. invalidez de que se trate. Pero se debe advertir que si el poder es revoca
ble, mientras que no se haya usado, es superflua la impugnación, ya qul
El Código dispone que «lo htcho por el sustituto nombrado contra la para destruirlo, basta, sin más, con revocarlo.
prohibición del mandante [representado] será nulo» (art. 1.721, in fine). I) El poderdante conserva la facultad de celebrar él el negocio repre
sentativo y de encomendarlo también a otro representante.—Por último, con
Ahora bien, no sólo se trata de ver la validez y eficacia de lo hecho por el sus- viene advertir que el otorgamiento de poder:
tituto nombrado contra la prohibición —que es el caso contemplado en la ley—, Ni quita, de por sí, al poderdante, la facultad de realizar personalment
sino también de ver las del propio nombramiento.
El representante puede —como cualquiera— nombrar un representante para el negocio para el que aquél se concedió.
sí; pero lo que —por la prohibición— no puede hacer es que éste, al trepíesen- Sentencias de 13 febrero 1897, 21 enero 1957 y 9 octubre 1965. Resolució
tarle a él, obre can eficacia para el representado21. Tanto, pues, el nombramiento
como la actuación del representante (sustituto) del representante, son inoperantes de 1 marzo 1982.
para el representado. Y, aunque el art. 1.721, in fine, hable de «nulo», creo que
el representado puede ratificar lo que el sustituto (obrando como representante del Ni la de conceder también poder a otra persona para que lo verifiqu
representante) haga por él. (cuestión distinta es que- la concesión del segundo poder pueda suponer rt
vocación tácita del primero).
Cosa diferente de la sustitución es la responsabilidad por la gestión del
sustituto. Punto que absorbe principalmente la atención que nuestra ley de- Ver resolución de 1 marzo 1982.
dica a esta materia. Tal responsabilidad alcanza al representante cuando no
se le dio facultad para nombrarlo22 o cuando, aun habiéndosele dado, pero J) Justificación del poder.—La jurisprudencia, y en algún caso concret,
la ley, han declarado, para ciertos supuestos, que la existencia del apoden
* En la doctrina cfr. principalmente PORPETA CLERIGO, Sustitución de poden en A.A.M.N„ miento debe justificarse24 por el representante que la alegue.
págs. 135 y SS.; PUIG BRUTAU, Sustitución de poder y mandato, en «Estudio de Derecho privado»
(ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU), 1, págs. 434 y SS. Cfr. T.S. sentencias de 30 octubre 1906, 11 mayo 1940, 30 abril 1957, 28 jun
2' Es decir, entre los actos representativos que, como representante suyo le encomiende, no puede
estar la realización de actos representativos para el representado. 1961, 10 febrero 1995 (que toca el tema de si puede pedirse en caso de subapod
22 La facultad de nombrar sustituto, aunque, como dije no es contenido del negocio de apodera- ramiento la justificación del poder del representante primero cuando esté recogido
miento, sin embargo, es efecto nonnal del otorgamiento de éste, en el sentido de que —fuera de él— se
entiende concedida naturalmente al apoderado. Este, por tanto, la tiene, si no se le priva positivamente en R.C.D.I., 19
de ella (prohibiendo la sustitución: art. 1.721, principio). Ahora bien, entre tenerla como efecto natural o 13 Véase DIEZ-PICAZO, Forma y voluntad en el negocio de apoderamiento,
tenerla como efecto establecido directamente por voluntad del poden:tante, media la diferencia de que es (II), págs. 1.138 y as.
24 No siempre puede exigirse la justificación documental, cfr. la
sentencia de 6 febrero 1971.
menos o más ligera la eventual responsabilidad del representante por el nombramiento de sustituto.

816
MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

el subapoderamiento) y 28 julio 1999 (que se refiere a la justificación del poder que Por último, el art. 1.280 dice que: «Deberán constar en documento pú-
pida aquel a quien el representante exije una conducta en nombre del representado; blico... 5.° El poder pata-contraer matrimonio, el general para pleitos y los
invocando la sentencia la exigibilidad de la justificación, en virtud del artículo 1.280.5°, especiales que deban presentarse en juicio; el poder para administrar bie-
in fine,, sobre el que después volveré), Código de comercio, art. 447, 2.°. También
ver resolución de 15 febrero 1982, y la más reciente de 19 noviembre 1985.
nes, y cualquier otro que tenga por objeto un acto redactado o que deba re-
dactarse en escritura pública, o haya de perjudicar a tercero».
En mi opinión, así debe ser cuando la otra parte con la que celebra el Ya se ha expuesto" el alcance que tiene la forma que exige el art. 1.280.
negocio representativo tiene interés (y por ello pide la justificación) en ase- A lo allí dicho remito para el caso presente. Y como entonces afirmé, tal
gurarse que los derechos o ventajas que Icluiesp frente al representado, re- precepto significa que los interesados pueden compelerse a hacer constar en
alniente está facultado el representante para otorgarlos por aquél o qué la la forma exigida el acto (en el caso actual, el poder) de que se trate.
conducta que le exige realmente está facultado para exigirla. Ahora bien, en mi opinión, la constancia del poder en documento pú-
Pero no es preceptivo justificar el poder, por el contrario, cuando el blico, como la dispone el art. 1.280, 5.°, o sea, el compeler a que el poder
acto del representante no otorga derechos a quien está frente a él en dicho se haga constar en documento público, es algo que, presupuesto que se trate
acto representativo o no le obliga. Por ejemplo, A, como representante de de poder encaminado a los fines que dicho art. 1.280, 5.°, señala, no puede
B, interrumpe frente al deudor C, la prescripción de la deuda que éste tiene exigir cualquiera, sino, además del representante a quien el poder se con-
a favor de 13. fiere, sólo quienes, a tenor de lo antes dicho, puedan exigir la justificación
del poder.
En este sentido ha dicho la sentencia 5e 10 octubre 1972 que «la doctrina ju-
risprudencia] no tiene el rotundo alcance que se le atribuye [por el recurrente]... De modo que el tercero que vaya a celebrar un negocio representativo con el
ni exige que conste acreditada la existencia de tal mandato y mucho menos la re- representante, negocio por el adquiera derechos contra el representado, puede exi-
presentación, caso que la hubiera [el representante] invocado». gir al representante que, en virtud de que conste en documento público, le de-
muestre que realmente ostenta el poder que aduce tener (y si no, le cabe, al men-
cionado tercero, negarse a la celebración del negocio representativo). Pero cuando
El poder concedido debe considerarse vigente mientras que no se pruebe se trate de que el representante realiza un acto representativo frente a un tercero
lo contrario. que por tal acto no adquiere derechos contra el representado27, el tercero en cues-
tión, como no puede exigir la justificación del poder, tampoco puede exigir que
Cfr. resoluciones de 29 noviembre 1900, 26 junio 1912, 21 octubre 1916 y conste en la forma del art. 1.280, 5.".
10 febrero 199525.
K) Extinción.—En primer lugar, es seguro que el poder se extingue por
El Reglamento notarial, art. 164, exige en su párrafo 1.0 que se exprese las causas generales a cualquier relación jurídica, como serían: el cumpli-
en la escritura si los otorgantes intervienen por su propio nombre o en íé-- miento de la condición resolutoria puesta al apoderamiento, o la llegada del
presentación de otro, «reseñándose en este caso el documento del cual surge término final, o la celebración del negocio para el que se concedió, o el ha-
la representación». Y en el 2.° agrega que: «La [representación] voluntaria cerse éste imposible, etc.
[que es la que surge del apoderamiento] habrá de justificar siempre en el Aquí no procede hacer un examen particular del tema, sino sólo invo-
mismo acto del otorgamiento [de la escritura del negocio representativo] o, car la aplicabilidad de las reglas generales.
con la conformidad de los demás otorgantes, en un momento posterior, lo En segundo término, hay que afirmar que cuando el poder se otorga
que se podrá hacer constar en la forma prevista en el párrafo segundo del haciendo constar la relación básica por la que se concede, se extingue con
art. 176 de este Reglamento». Artículo según el que podrá formalizarse me-
diante diligencia de adhesión én la escritura matriz, autorizada dentro de los
Supra, § 99, número 6.
sesenta días naturales a contar desde la fecha de su otorgamiento, o en es- 26
" Erróneamente la ya antes citada sentencia de 18 noviembre 1972 declaró (con exceso verbal que
critura independiente, sin sujeción a plazo. se explica por lo dicho en el texto) que el arrendador hubiera podido exigir, al adquirente que le noti-
ficó el traspaso (que debía notificarle el cedente), que le justificase el poder mediante su constancia en
documento público. (Dice la sentencia, al principio de su considerando penúltimo, que «con fundamento
distinto del expuesto por los demandados, es decir, del mandato verbal y expreso, aunque desconocido
15 También NUÑEZ LAGOS, Escrituras de apoderamiento, en R.D.N., 1954, número 3, págs. por el actor y al que éste hubiera podido oponer el defecto de forma derivado del número 5 del art.
233 y 234. 1.280 del C.c,...»).

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MANUEL ALEALADEIO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

ésta. Mas si el otorgamiento por la relación básica que sea no se recoge ni cluye la revocabilidad (por ejemplo, C.c., art. 1.692, 1.°; otro ejemplo, po-
expresa ni tácitamente en el apoderamiento, para considerarlo extinguido ha- dei—donferido a base del acuerdo de que lo que reciba para el representado
brá que probar la que fuese y su extinción. se lo quedará el representante en pago de lo que aquél le debe29. La posi-
Por último, hay que referirse a las causas peculiares y directas de ex- bilidad de que el poder sea irrevocable la acoge expresamente la Comp. na-
tinción del poder: varra en su ley 52, al decir que: «El poder de representación podrá revo-
La doctrina dominante actualmente en España, entiende que a este punto carse libremente por el poderdante, salvo que se hubiere concedido con carácter
es aplicable lo que en el Código se dispone para el mandato, a cuyo tenor: irrevocable en razón de un interés legítimo del apoderado o de que entre
«El poder se acaba: 1.° Por su revocación. 2.° Por renuncia del represen- éste y el poderdante exista una relación contractual que justifique la irre-
tante. 3.° Por muerte28, quiebra o insolvencia del representado o del repre- vocabilidad».
sentante» (art. 1.732). Sin embargo, aun en los casos en que el poder es irrevocable, se debe
Por su parte, la Compilación navarra, en su ley 52, establece, en prin- entender que si no es revocable ab libitum, sí lo es cuando media justa
cipio, la extinción del poder por revocación del poderdante. Y en la 559, causa (así, art. 1.692, 1.° in fine).
refiriéndose al mandato, establece la extinción de éste por revocación del
mandante o renuncia del mandatario (párrafo 2.°), o por la muerte de uno Podría pensarse que, teniendo que mediar una justa causa para revocar el po-
u otro (párrafo 1.°), pero no habla de que se extinga por quiebra o insol- der irrevocable, se trata, no de verdadera revocación (ya que no se basa en la li-
vencia de ninguno de ellos. bre voluntad del poderdante), sino de que es obtenible su retirada por razón de
En particular, conviene referirse ahotti a cuestiones que plantean algu- la justa causa. Mas, piénsese que la concurrencia de la justa causa no pone fin
nas de las mencionadas causas de extinción: de por sí al apoderamiento, sino que sólo faculta al poderdante para revocarlo (lo
que puede no hacer si no quiere). Luego, la revocación se basa en su voluntad.
Primera. La revocación, que es la declaración del poderdante de poner Aunque, a diferencia del poder revocable, la del irrevocable requiera que, para
fin al poder, es causa de extinción. adquirir el derecho a revocarlo, se dé justa causa30.

Esto está claro en la ley 52 de la Compilación, dictada para el poder, y en La revocabilidad es de esencia (luego, no puede suprimirse) en la re-
el art. 1.732 del C.c., que vale para él aunque esté dictado para el mandato. Es
declaración unilateral, y recepticia. La revocación puede hacerse expresa o tácita- presentación genuina, ya que, dándose en interés del representado, puesto
mente. Pudiendo constituir la tácita, conductas como las siguientes: 1.0 Gestionar que éste, en interés propio suyo, confía al representante la facultad de obrar
personalmente el poderdante el negocio para el que se apoderó otro. 2.° Nombrar por él, no tendría sentido que si estima que le conviene revocar, no pueda
nuevo representante para el mismo negocio —art. 1.735—. 3.° Reclamar al re- hacerlo.
presentante la devolución del documento en que conste el poder (que el art. 1.733 Pero cuando la representación se otorga en interés del representado o
del Código y la ley 559, 3.0, de la Compilación navarra contemplan, no como su- de terceros, como se trata, según ya dije", de que realmente se entrega a
puesto de revocación tácita, sino como consecuencia de una previa revocación). otro la disponibilidad de facultades de las que es titular el representado, sí
Claro está que es posible que tales conductas no respondan a voluntad revocato- es posible (pactable o existente de modo natural aunque no se pacte) la irre-
ria, como, por ejemplo, cuando de lo que se ira ta es de tener dos representantes
en vez de uno (excepción al art. 1.735) o de recuperar el documento en el que
vocabilidad, cuando la justifica la relación en cuya virtud se entrega a ese
consta el poder, por razones distintas a la revocación. otro la disponibilidad de tales facultades.
En esta relación, que es algo aparte de la concesión de representación (que se
Por excepción, el poder puede ser irrevocable cuando se ha suprimido apoya en ella y se explica por ella), se encuentra el fundamento o causa de la en-
la facultad de revocarlo, o cuando se otorga por una relación básica qii¿":ex-

29 Cfr. en tal sentido, también, la jurisprudencia: así sentencias como las de 22 mayo 1942, 1 di-
" El antiguo art. 1.732, 3.0, decía: «Por muerte, interdicción, quiebra...». Al suprimirse la inter- ciembre 1944, 15 junio 1946, 3 junio 1950, 26 noviembre 1954, 2 noviembre 1961, 6 marzo 1967, 6
dicción civil, se eliminó del art, la palabra interdicción. Pero ocurre que, según una acertada opinión mayo 1968, 4 mayo 1973, 18 febrero 1977, 25 enero 1978, 21 octubre 1980, 20 abril 1981, 25 no-
anterior a la reforma, allí «interdicción» tendría un sentido más amplio que la pura y estricta «inter- viembre 1983, 31 octubre 1987, 26 octubre 1991, 11 mayo 1993, 19 noviembre 1994, 30 enero 1999,
dicción civil». De cualquier modo, suprimida hoy del art., ¿se han quitado de él todas las causas de ex- y la resolución de 29 octubre 1987.
tinción que encerrase el espíritu de la palabra «interdicción»? Me parece muy fuerte mantener que no 3° Sobre cuándo concurre ésta véase la sentencia de 24 diciembre 1997 e infra, tomo U, § 114,
se extinga por incapacitación (que era uno de los casos a que abarcaba el espíritu de interdicción) del
representante. núm. 3, nota 20 bis.
31 Supra, § 101, número 2, sub CH).


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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

trega (llamada concesión de poder de representación) de las facultades, y —como Tercera. El poder se extingue por muerte del poderdante o del repre-
digo— en tanto que a tenor de ella se justifica la irrevocabilidad, ésta es admisible. sentante. El Código lo dice —como se ha visto— para el mandato, en la
Ahora bien, hallándose la causa de la irrevocabilidad en la relación subya- regulación promiscua que hace de mandato y poder. La Compilación nava-
cente al otorgamiento del poder irrevocable, como quiera que aunque no se ex-
prese en tal otorgamiento, se presume que existe y que es lícita (C.c., art. 1.277),
rra lo dice —como también se ha visto— para el mandato. Pero en ambos
no habrá que demostrar tales existencia y licitud para mantener la irrevocabilidad, casos vale también para el poder.
sino que, presurniéndose, será preciso, por el contrario, que el que ataque dicha
irrevocabilidad demuestre que no existe relación subyacente qaue constituya causa En cuanto al caso de mandato post mortem, por el que el mandante enco-
lícita de la misma. mienda al mandatario algo para después de su muerte, la Comp. establece (ley
La jurisprudencia32 adopta sustancialmente la posición que he expuesto, aun- 559, 1.°, 1 parte) que éste queda obligado a cumplir el encargo. Luego en tal
que, a veces, con expresiones no exactas en su sentido literal. caso no se extingue el mandato por la muerte del mandante.
Véanse las sentencias citadas en la nota 30. De ellas se sigue: que la irrevo- Ahora bien, esta figura no procede estudiarla ahora. Y, aquí, de ella, sólo cabe
cabilidad es posible; que no puede admitirse si le falta una causa suficiente (afir- decir que, sea como sea, su hipótesis no es aplicable al poder, ya que después de
mación, ésta, presupuesta unas veces, y que otras se hace explícitamente: así, vé- morir el que hace el encargo, será posible que el que lo recibió esté obligado a
anse, principalmente, las sentencias de 22 mayo 1942, 1 diciembre 1944, 12 junio realizarlo, pero desde luego no como representante del difunto, ya que, si bien se
1947, 30 abril 1955, 2 noviembre 196133, 4 febrero 1967, 18 febrero 1977 y 19 puede cumplir un encargo hecho por persona que ya no vive, por definición no
noviembre 1994, algunas de las cuales, partiendo implícitamente de que no hay se puede cumplir obrando por ella. Y si el obrar fuese por sus sucesores, a los
causa en el caso, se limita a afirmar que la irrevocabilidad pactada en él va con- que el difunto impuso un representante, obraría en todo caso por tales sucesores.
tra los arts. 1.732, 1.°, y 1.733); y que ldbexistencia y licitud de la causa se pre-
sumen (especialmente, sentencia de 6 marzo 1967). Ampliamente ahora, sobre irre- Cuarta. Msolveñcia significa concurso35.
vocabilidad del poder, sentencia de 31 octubre 1987.
Ultimamente la sentencia de 25 noviembre 1983 ha declarado (en caso de po- Ahora bien, la quiebra o insolvencia de poderdante o de representante
der concedido ligado a arrendamientos de servicios) que el poder aun concedido extinguirán el poder en el C.c., si se aplica el art. 1.732, 3.°, al poder. Pero
irrevocablemente, puede revocarse, pero si se revoca sin justa causa, hay que in- no lo extinguen en la Compilación navarra, en la que tal causa de extin-
demnizar daños. ción ni siquiera la recoge la ley 559 para el mandato.
Extinguido el poder, el representado puede compeler al representante a
Segunda. Considero que la renuncia del representante no es medio apto la devolución del documento en que conste aquél (art. 1.733 del C.c., y ley
para extinguir el poder34. Lo es para poner fin al mandato que surge de la 559, 3.°, de la Comp.). También puede compelerle a devolver todos los otros
unión de voluntades de mandante y mandatario, porque por su sola volun- documentos que le hubiese entregado (esto lo dice expresamente la Comp.
tad se puede desligar un sujeto de un vínculo contractual, como el mandato, navarra, ley 559, 3.°, y no lo especifica el Código, pero igual cabe afirmar
cuando la ley se lo permite (art. 1.732, 2.°, del C.c., y ley 559, 2.°, de la para éste).
Comp. navarra); pero por su renuncia no puede impedir el representante ha- L) Subsistencia de los efectos del poder extinguida A pesar de la ex- —

llarse autorizado para obrar en nombre y por cuenta de otro, cuando tal au- tinción (y lo mismo cabe decir de la invalidación, o bien considerarla un
torización procede —acto unilateral— de la sola voluntad del otro. Lo mismo caso de aquélla) del poder, la ley, en ciertos casos, establece el manteni-
que no se puede impedir ser amado u odiado. miento de la eficacia del mismo, como si existiese. Se pretende con ello
Cosa distinta es que se pueda no utilizar el poder de representación conferido. proteger al representante y a los terceros que ignoran sin responsabilidad la
mencionada extinción.

52 En la doctrina, sobre el tema, principalmente, DE LA CÁMARA, La revocación del mandato y Por tanto, son posibles los supuestos siguientes (ya que si la conocen ambos,
del podes ea A.A.M.N.. IV, 1948, págs. 551 y ss., en particular págs. 641 y ss. o debieron conocerla, no hay problema):
n Dice ésta en su considerando segundo que la jurisprudencia «ha admitido la irrevocabilidad del
apoderamiento cuando no sea simple expresión de un mandato, o sea de una relación de mutua con-
fianza, sino que obedece a otra causa, como el cumplimiento de un contrato concluido en interés del n Véase para todos, BONET en SCAEVOLA, Código civil, XXVI, vol, 1", 1951, especialmente
representante y de terceras personas». pág. 774. Pero cfr. sentencia de 20 enero 1973.
34 Luego no es aplicable a éste tal causa de extinción que, desde luego, la Compilación navarra La sentencia de 5 marzo 1977 dijo que «la simple insolvencia por su difícil precisión, no es apta
establece, no para el poder, sino para el mandato, lo mismo que hace el Código, aunque éste, cierta- por sí sola para condicionar un acto jurídico lla extinción de la representación] de tanta trascendencia»,
mente en su regulación de la figura confundida con el poder. y negó que fuese causa de extinción la suspensión de pagos, que «no supone de suyo la insolvencia».

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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

Primero. No 1a conoce (ni debió conocerla) ninguno. Entonces todo ocurre Así sentencias como las de 5 diciembre 1958, 10 febrero 1967 y 3 julio
como si el poder subsistiese: «Lo hecho por el mandatario [representante] igno- 1976. El considerando tercero de la de 1958 dice que tal doctrina «en el fondo
rando la muerte del mandante o cualquiera de las causas que hacen cesar el man- es el substratum del art. 1.738, al establecer que surtirá todos sus efectos res-
dato [poder], es válido y surtirá todos sus efectos respecto a los terceros que ha- pecto de terceros que hayan contratado de buena fe con el mandatario [repre-
yan contratado con él de buena fe» (art. 1.738). sentante], lo hecho por éste después de darse cualquiera de las causas que ha-
Segundo. La conoce (o debió conocerla) el tercero y la ignora el represen- cen cesar el mandato [representación], entre las que está su revocación; pues la
tante. El negocio representativo es inválido (argumento a contrario, art. 1.738). ignorancia de esa causa que se menciona no debe limitarse al mandatario [re-
Tercero. La conoce el representante y la ignora (sin deber habido conocerla) presentante], sino extenderla a los terceros contratantes, lo mismo que concurra
el tercero. Hay que sádistinguir: o sin concurrir con la de aquél, ya que la relación que este artículo regula es
1.° Poder dado para celebrar él negocios representativos con determinadas con los terceros de buena fe y los efectos para con éstos». Y el considerando
personas. Su revocación no puede perjudicar a ésta: «Cuando el mandato [poder] segundo de la de 1976 explica que «dicho precepto [el art. 1.738] defiende a
se haya dado para contratar con determinadas personas, su revocación no puede éste [al tercero que contrata con el ex representante] sobre la base de una es-
perjudicar a éstas si no se les ha hecho saber» (art. 1.734). El posible perjuicio pecie de protección de la confianza en la apariencia frente a la realidad jurídica,
del tercero se evita dando validez y eficacia al negocio representativo respecto al constituyendo dicha norma una excepción a los principios generales a tenor de
representado; y siempre éste puede exigir responsabilidades al representante. los que el error invalida de derecho el consentimiento, ya que se encuentra jus-
2.° Poder no dado para celebrar negocio representativo con determinadas tificado por los principios de equidad, y como esta validez constituye una fic-
personas. Interpretando a contrario sensu el art. 1.734, en su pura literalidad, ción jurídica establecida por la ley para beneficiar a los terceros de buena fe,
hay que llegar a la conclusión de que la fxtinción del poder perjudica a los ter- ya que el conocimiento de la revocación del poder que no llega a éstos sólo
ceros que, sin saberlo, hayan celebrado el negocio con el ex .representante. Aun- cabe imputar al poderdante el riesgo en la creencia del mismo, que sólo él ha
que, naturalmente, puedan aquéllos exigir responsabilidad a éste (argumento art. creado, y por eso la buena fe de aquéllos es en estos casos fundamento sufi-
1.725). ciente por sí solo para que sean protegidos». Ver también la resolución de 20
El sentido contrario del art. 1.734, literalniente es el de que si el poder no octubre 1994. Sobre revocación de poder inscrito en el Registro, ver resolución
se dio para contratar con determinadas personas, su revocación puede perjudicar- de 19 noviembre 1985.
les, aunque no se les haya hecho saber. Así que conociendo la revocación el re-
presentante y no siendo el poder para contratar con determinadas personas, el que
contrate con el representante ignorado la revocación (o, en general, la extinción o LL) Gestiones en curso.—Aun extinguido el poder, en ciertos casos, el
invalidez), resultará perjudicado, lo que significa que el negocio representativo no representante o sus sucesores (si se extinguió por muerte de éste) se hallan
se mantiene como si hubiese estado vigente el poder, es decir, que por tal nego- obligados a continuar en el ejercicio de sus funciones (así, arts. 1.718, 2.°,
cio no queda ligado el representado con el tercero. 1.737, 1.739).
Cosa que, sin duda, es razonable si aunque el tercero ignorase la revocación
(en general, la extinción o la invalidez del poder) debía haberla conocido, per9 Dice el primero que el mandatario (representante) «debe también acabar el
que puede dudarse que sea justa si el tercero ignorante de la revocación, no clé- negocio que ya estuviese comenzando al morir el mandante, si hubiese peligro en
bía haberla conocido, o sea no es responsable de su ignorancia. la tardanza».
Ahora bien, si la solución de la duda se busca a tenor de la pura literalidad Y el segundo, que: «El mandatario [representante], aunque renuncie al man-
del art. 1.734, a contrario sensu, no parece que haya más salida que la de con- dato con justa causa, debe continuar su gestión hasta que el mandante [represen-
siderar que el negocio representativo no sirve para ligar al representado con el tado] haya podido tomar las disposiciones necesarias para ocurrir a este falta».
tercero (y en ese sentido se dice que la revocación del poder perjudica a éste). Y el tercero, que: «En el caso de morir el mandatario [representante], debe-
Pero si se ponen en juego los principios de buena fe, responsabilidad y confianza rán sus herederos ponerlo en conocimiento del mandante [representado] y proveer
y se estima que el representado fue culpable de que el tercero confiase en la no entretanto a lo que las circunstancias exijan en interés de éste».
revocación (así, por no haber desvanecido la apariencia de que el representante
sigue siéndolo), se llega a la conclusión de que la responsabilidad del represen-
tado (que no deshizo la apariencia de estar vigente todavía la representación), la
Se afirma, entonces, que tal continuación no tiene carácter representa-
confianza justificada del tercero (que no es responsable de su ignorancia de la re- tivo, sino que se trata sólo de gestiones derivadas de la anterior represen-
vocación) y la buena fe que deben presidir los negocios, mantienen la validez xlel tación. Mas, ciertamente, es pensable que, en algunos supuestos, éstas ha-
representativo frente al representado como si no hubiese habido revocación (u otra yan de desarrollarse mediante la realización de algún negocio en nombre y
causa de extinción o de invalidez) del poder. Esta es la solución a que ha llegado por cuenta del representado. Lo cual daría lugar realmente a un poder de
la jurisprudencia. representación conferido ex lege con carácter provisional.

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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

Considero que lo dicho para las gestiones en curso es aplicable a las Regio- Las consecuen:..ias del abuso son:
nes forales, incluida Navarra, por análoga razón a la expuesta al final del apar- 1.0 En todo caso, responsabilidad del representante frente al repre-
tado anterior, para el caso de subsistencia de los efectos del poder extinguido.
sentado.
2.° Ser positle causa justa la revocación, aun del poder irrevocable
5. La actuación del representante y el uso del poder.—E1 repre-
(C.c., art. 1.692, V).
sentante, por el solo hecho de serlo (de tener poder) no tiene deber ninguno 3Y Dar lugar a irnpugnabilidad del negocio, si perjudica al repre-
de realizar el negocio representativo; y otra cosa es que como consecuen- sentado, y el tercero con el que aquél se celebró se halla consciente del
cia de la relación subyacente esté comprometido a celebrarlo (por ejemplo,
abuso (no obró ce buena fe) (argumento ex art. 1.738 y principio de
se halla obligado a ello por virtud de mandato: C.c., art. 1.709 del C.c., y
ley 555, 1.0, de la Comp. navarra). buena fe).
Junto a esos deberes en cuanto a la realización del negocio representa-
tivo y de obrar de acuerdo con las instrucciones del representado y en in-
Aun cuando no esté obligado a realizar cierto negocio o cierto tipo de nego-
cios, sino sólo facultado para verificarlos, si se obligó a llevarlos a cabo si eran
terés de éste, el representante tiene derecho a que aquél le adelante los me-
convenientes, debe concluirlos cuando lo sean; y lo mismo cuando simplemente dios necesarios para dar cumplimiento a su encargo.
habiéndose encargado la mejor gestión en interés de! representado, realmente sea
más beneficioso que otra cosa la realización del negocio. «El mandane [representado] —dice el art. 1.728, 1.°, del C.c.— debe antici-
par al mandatario, si éste lo pide, las cantidades necesarias para la ejecución del
a mandato [representación>. Y la ley 555, 2.0, de la Comp. navarra, dispone que
Ahora bien, cuando celebra el negoi co representativo, tiene deber de
obrar dentro de los límites del poder (art. 1.714) y atenerse a las instruc- «el que encarga a .otro una gestión quedará obligado... a proveerlo de las canti-
ciones del representado, y a falta de ellas hará todo lo que, según la na- dades necesarits para realizarla»,
turaleza del negocio, haría un buen padre de familia (C.c., art. 1.719; Comp.
navarra, ley 555, 1.0). Siendo responsable, frente al representado, no sólo 6. Represeltación sin poder.—Según lo que llevamos ya visto, queda
del dolo, sino también de la culpa (C.c., art. 1.726; Comp. navarra, ley claro que cuando e habla de representación sin poden se alude a haberse
559, 3.°). celebrado un nqocio representativo sin poder bastante para ello. Lo que
El representante ha de obrar en interés del representado, pues (salvo los ocurre cuando: 10 Nunca existió poder"". 2.° Existió, pero está ya extin-
llamados casos de representación en interés ajeno, que ya he dicho36 lo que guido. 3.° Existe pero no comprende el negocio celebrado (cfr. C.c., art.
realmente son) la representación se ejerce en beneficio de éste (cfr., en par- 1.714, y Comp. navarra, ley 557).
ticular, los arts. 1.715 y 1.719 del C.c., y las leyes 555, 1.0 y 556, 1.0, de
la Comp. navarra). De los casos vistos de falta de poder, hay que excluir aquellos en que, a pe-
Violación de ese deber es el abuso del poder, que se da cuando, obrando sar de tal falti, el negocio representativo, por las razones antes dichas (principios
dentro de los límites de éste, se actúa en contra del interés que se debe pro- de buena fe, -esponsabilidad y confianza) respecto a la subsistencia de los efec-
teger (por ejemplo, se vende a un precio muy bajo la cosa del dominus), tos del poder extinguido (o, análogamente, para los del poder inexistente o insu-
ficiente), debi de ser eficaz como si hubiese poder bastante.
o, en general, no siguiendo las instrucciones del representado". entonces lo Más detaladamente hay que señalar que lo dicho38 (y en los términos enton-
hecho por el representante, en tanto que realizado dentro de las facultades ces expuestos sobre las correspondientes responsabilidad y confianza de los inte-
que el poder le confiere (es decir, dentro de los límites de éste) es válido resados) respIcto al mantenimiento de la vigencia del poder extinguido o invá-
en principio (véanse sentencias como las de 18 febrero 1941, 5 febrero 1969 lido, juega rnutatis mutandis también para aquellos supuestos en que: 1.° Aun
— —

y 17 mayo 1971, sobre lo anterior). a falta inicia: de poder, haya una apariencia39 del mismo que haga las veces de
su existencia real. 2.° El poder no comprenda (inicialmente o porque después se
haya revocad) o extinguido en esa parte) la facultad de realizar el negocio de que
36Supra, § 101, número 2, sub CH).
" Distingue entre límites del poder e instrucciones del poderdante al representante, por ejemplo,
la sentencia de 22 mayo 1942. Tal distinción, clara en teoría, puede no parecerlo en la práctica, sobre "bi Que es el ca,o visto supra, nota 6 bis.
todo cuando, pongamos por caso, siendo el poder verbal, y dadas también de palabra las instrucciones, 36 Supra, númerc 4, sub L).
no quede seguro, si es que alguna de las cortapisas puestas, lo son a las facultades concedidas al re- 39 Cfr. las sentercias de 24 abril 1970, 28 junio 1984 y 18 septiembre 1987, y también sirve la de
presentante o a su libertad para usar de ellas (véase sentencia de 6 marzo 1943). 27 septiembre 1995 y la de 10 febrero 1996.

826 827
MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

se trata, pero exista una apariencia de que dicha facultad corresponde al repre- La jurisprudencia al negocio representativo celebrado sin poder, unas veces lo
sentante°. califica de mulo o inexistente, afirmando que falta el consentimiento, luego cae
bajo el art. 11.261 (otras dice que es nulo para el representado), pero, sin embargo,
Como el negocio celebrado sin poder es un negocio en el que el que admite que si se le ratifica deviene eficaz. Otras veces sostiene que el negocio no
obra lo hace por cuenta y en nombre del supuesto poderdante, es, pues, un es nulo, sino que se halla en estado de suspensión. Por último, algunas sentencias
negocio para éste. Un caso, como se sabe, de verdadera representación (aun- enumeran lats diversas posiciones sin decidirse por ninguna. Cfr. las sentencias de
14 diciembre 1940, 29 enero 1945, 7 julio 1944, 25 junio 1946, 9 diciembre 1953,
que sin poder), ya que -según se expuso- anteriormente- la esencia de 2 julio 19541, 6 junio 1959, 5 diciembre 1959, 8 octubre 1962, 29 marzo y 10 oc-
ésta es el obrar por cuenta de otro; siendo el poder preciso sólo para que tubre 1963, 18 junio 1964, 13 diciembre 1965, 11 junio 1966, 6 abril 1967, 5 fe-
el negocio, así celebrado, sea eficaz en cabeza de éste. brero 1969,, 14 diciembre 1973, 17 diciembre 1974, 30 abril 1976, 23 octubre
1980, 26 abril 1986 y 27 marzo 1987, 5 mayo y 10 septiembre 1997.
El negocio sin poder se puede celebrar dando éste por existente o presupo-
niendo su falta. En este caso, no se trata sino de un negocio que se somete al 2.° Es unt negocio revocable, antes de la ratificaciópn, por el tercero
evento de la ratificación posterior, que cuando no se otorga no carga responsabi-
lidad alguna sobre el representante41. En aquél, si el tercero confió razonablemente
que lo celebró con el representante (art. 1.259, 2.°, in fine).
en la existencia del poder, el representante que conociese o debiese conocer su
falta de poder, le responde de los perjuicios que se le sigan de tal (arts. 1.725 y 7. La rattificación. La ratificación es la declaración unilateral de vo-
-

1.902 del C.c. y ley 488, 2.°, de la Comp. navarra)42. luntad recepticia del represeUtado44, de querer para sí el negocio que se ce-
lebró en su nombre (negocio representativo) sin poder.
Ahora bien, el negocio representantivo celebrado sin poder es un ne- Constituye un negocio jurídico accesorio del que se ratifica.
gocio menos sólido que el celebrado con él, porque: Se la equiipara al apoderamiento -ratihabitio mandato aequiparatur--
1.0 Si bien no es un negocio nulo ni anulable, sino válido, es, sin em- (C.c., arts. 1259, 2.°, 1.727, 2.°, 1.892; Comp. navarra, leyes 557 y 561);
bargo, ineficaz para aquél en cuyo nombre se ha concluido («En lo que el consistiendo slu peculiaridad en ser otorgada a posteriori. De modo, pues,
mán-dalario. [representante] se haya excedido, no queda obligado el mandante que, como aquél, hace que el negocio sea eficaz en cabeza del representado.
[representado]», dice el art. 1.727, 2.°, y también ley 557 de la Comp. na-
varra) porque falta el poder, e ineficaz. para aquel que lo concluye, porque Como dice el art. 1.727, 2f: «Queda obligado el mandante [representado)...
no lo concluye en su nombre'". Así, pues, su eficacia se halla suspendida, cuando lo ratifica». Igualmente, leyes 557 y 561 de la Compilación navarra.
pendiente de la ratificación (C.c., arts. 1.259, 2.° -que, sin embargo-, .úti-
liza inexactamente el término «nulo»- y 1.727, 2.°, según el que el repre- El ratificante necesita de la capacidad que requiera el negocio que se
sentado queda obligado cuando ratifica lo hecho en su nombre sin poder, ratifica, y tenerla al momento de ratificar.
ley 557 de la Comp. navarra). --.> De por sí., la ratificación no precisa hacerse en ninguna forma solemne
y puede ser tácita, inclusive.
Solución ésta prácticamente la más conveniente, porque con ella se deja al in-
teresado la posibilidad de que, si lo estima conveniente, le haga producir efectos, Así, sentencias de 14 marzo 1927, 6 abril 1934, 14 diciembre 1940, 25 junio
ratificándolo; evitándole, también, la necesidad de impugnarlo, si no desea aquéllos. 1946, 5 albril 1950, 9 enero 1951, 15 junio 1966, 31 enero y 29 marzo 1968, 30
abril 197(6, 22 diciembre 1977, 10 mayo 1984 y 26 noviembre 1986, 2 octubre
1995, 16 febrero 1996, 27 diciembre 1999, muchas de las cuales señalan que hay
4° Creo errónea la jurisprudencia contenida en sentencias como las de 1 julio 1963, 16 octubre ratificacióM tácita, si el representado aprovecha los efectos beneficiosos para él,
1964, 28 septiembre 1968, 6 octubre 1970, etc., en las que, de una u otra manera, se estima que exis- del negocio que se celebró en su nombre sin poder.
ten esas apariencias. Véase infra, tomo III, V, § 61, número 3, sub e), última nota_
41 Salvo que, por ejemplo, hubiese garantizado la ratificación; en cuyo eso su responsabilidad -

si aquélla no se otorga- procede de la garantía que prestó, y no de la falta de ratificación.


4.1 Cfr. la reslolución de 3 marzo 1953 y las sentencias de 27 mayo 1958, 3 julio 1962 y 30 junio
42 Y sentencias de 6 marzo 1943, 9 diciembre 1944, 22 junio 1966, 10 febrero 1967 y 29 abril
1969. 1978. La de 14 jumio 1974 dice (para el caso de figura de ratificación, o por lo menos sustancialmente
43 Teorías sobre la situación del negocio celebrado sin poder y no ratificado, se hallan expuestas en equiparable a éstas a los efectos que aquí importan) que el tercero (que contrató con el representante sin
NUNE ' Z LAGOS, en La ratificación, en R.D.N., 1956, y ed. separada, págs. 30 y ss., y en SCAEVOLA, poder), al margera de la naturaleza o no recepticia de la ratificación «tiene derecho a conocer que se ha
Código civil, XXX, volumen 1.0, págs. 391 y ss., y más recientemente, en RIVERO HERNANDEZ, Na- producido, como mínimo indispensable de seguridad en el tráfico jurídico». Lo que significa que puede
turaleza y situación del contrato del «falsus procurator», en A.D,C., 1976, págs. 1.047 y as. revocar el negociio hasta que la conozca (o debiese haberla conocido).

828 829
MANUEL ALBALADE.10 102 LA FtEPRESENTACION VOLUNTARIA

Ahora bien, según una opinión, está sometida al art. 1.28045 como cualquier 8. El negocio representativo. Como sabemos, negocio representa-

otro negocio. Pero considero más exacto entender que, dado su paralelismo con tivo es el celebrado por cuenta y en nombre de otro (omisión hecha, ahora,
el apoderamiento, lo que hay que afirmar es que ha de adoptarse la forma —no de la existencia del poder). Aquí interesa examinar sus peculiaridades, y no
solemne— requerida para éste en los casos del art. 1.280, S.°. todos aquellos puntos que tiene comunes con cualquier otro negocio no re-
presentativo.
La ratificación ha de verificarse antes del momento en que el tercero Lo primero que se discute es de quién es el negocio representativo, es
revoque el negocio (art. 1.259, 2.°, in fine). decir, quien lo celebra o interviene en él. Varias teorías se han formulado
La ratificación opera retroactivamente: se considera desde la celebra- al respecto*.
ción del negocio que éste es eficaz y que lo es para el dominus. Esta doc-
trina es tradicional, se halla reconocida por el Código, aunque no expresa- Recoge las principales la resolución de 19 marzo 1936. Posteriormente ver la
mente para la ratificación, sí en hipótesis cuya analogía con ella es evidente sentencia de 3 mayo 1977. La más moderna de 30 mayo 1978 acoge (verbal-
en este punto (art. 1.120) y, además, se acoge por la jurisprudencia. mente) la teoría de la representación.

T.S., sentencias como las de 7 mayo 1897, 14 diciembre 1940, 7 julio La teoría de la representación considera que el negocio lo celebra el
1944, 29 enero 1945, 25 junio 1946, 5 abril 1950, 27 mayo 1958, 3 julio 1962, representante (en este sentido, es de éste), que es el sujeto que interviene,
10 octubre 1963, 22 junio 1966, 29 marzo 1968, 25 octubre 1975, 30 abril formando y declarando la voluntad. Ahora bien, los efectos se producen para
1976, 22 diciembre 1977, 31 enero y ;julio 1978, 10 mayo 1979, 23 octubre el representado (porque los sujetos lo quieren y la ley lo permite, acogiendo
1980, 27 marzo 1987, 11 octubre 1990, 4 diciembre 1995, 22 octubre 1999, la institución de la representación).
13 marzo 2000.
La teoría de la ficción estima que, desde el punto de vista jurídico, el
negocio lo celebra el representado, pues, aunque materialmente actúa el re-
Aplicando el aforismo ratihabitio mandato comparatur, el negocio ra- presentante, sin embargo, lo hace como instrumento de aquél.
tificado resulta eficaz ex tunc tal cual si hubiese sido celebrado con poder. Una teoría intermedia, entiende que representante y representado obran
Habitualmente se dice que son límite a esa retroacción los derechos ad- conjuntamente (cada uno en la medida en que su voluntad es la que da lu-
quiridos, medio tempore, por terceros. gar al contenido volitivo que se declara) en la formación de la voluntad ne-
En este sentido, también el T.S., sentencias de 25 junio 1946 y 2 julio 1954 gocia! que se declara; siendo así el negocio de los dos, aunque los efectos
y resoluciones de 3 julio 1926, 3 marzo 1953, 23 octubre 1980. sean sólo para el último.
Considero exacta esta teoría", pues si el negocio es del representante
Pero me parece más exacto afirmar que la retroacción de la ratificación en el sentido de que lo celebra él, que es quien emite la declaración (y no
es siempre absoluta, sin que haya que establecer excepción particular al- se limita a transmitir una declaración que ya se le dio emitida), no es me-
guna, sino simplemente aplicar las reglas generales de protección de terce- nos cierto que en la formación de la voluntad negocial intervienen repre-
ros (que no procede tratar aquí), a cuyo tenor, ciertamente, en algunos su- sentado y representante en dosis más o menos intensas cada uno. Y si bien
puestos la retroacción puede ser irrelevante frente a aquél1os46. Este deber aquél facultó a éste, para obrar en su nombre, no cabe duda de que al obrar
ser el sentido que se dé al aforismo: Ratihabitio non retrahitur in preiudi- dentro de los límites del poder y según las instrucciones recibidas, viene a
cium tertii. encontrarse dada ya parte de la voluntad que él completará y declarará ínte-
gramente.
Asimismo puede ocurrir que por incompatibilidad de la ratificación con otro De modo, pues, que parece seguro poder llegar a las siguientes con-
acto realizado medio tempore por el dominus, aquélla no pueda verificarse. clusiones: 1.' El negocio lo celebra el representante, que es el que declara
La ratificación, por último, al asumir el dominus el negocio ratificado, releva la voluntad. 2.' Es innegable que el representado interviene de algún modo
al representante de la responsabilidad que hacia el tercero tuviese, por haber ce-
' lebrada el negocio sin poder.
* Sobre este tema y los demás que se estudian en el número presente, véase, en particular, RI-
en Libro-homenaje a Roca Sastre, II,
VERO HERNANDEZ, La voluntad negocial y la representación,
Así NUÑEZ LAGOS, La ratificación, cit., pág. 36. 1977, págs. 230 y ss.
Véase NUÑEZ LAGOS, La ratificación, en R.D.N., 1956, y ed. separada, págs. 39 y es. " Cambiando la opinión que anteriormente he mantenido en el tema.

830 831
MANUEL ALBALADEJO 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

en el negocio en cuanto interviene en la formación de la voluntad negocia'. la conducta declaratoria de éste hay que estar para ver si, por ejemplo, tal
3.a Los efectos son para el representado. declaración concuerda o no (disenso) con la de otra parte.
Lo anterior, por lo que atañe a la representación voluntaria, pues en la En cuanto a las discrepancias entre declaración y voluntad, se juzgan
legal, siendo incapaz el representado", la voluntad negocial no cabe duda según de quién haya sido la voluntad negocial en el punto de que se trate.
de que es sólo del representante.
A base de lo expuesto, hay que juzgar lo relativo al negocio represen- Por otro lado, si bien lo normal será que, por ejemplo, la simulación dependa
tativo. de que el representante haya concertado con la otra parte que el negocio que se
A) Capacidad—La capacidad de obrar debe tenerla el representante, aparenta no responde a lo querido, no cabe, sin embargo, descartar que aun ha-
biendo celebrado seriamente el acto el representante, la otra parte y el represen-
que es quien obra; pero como el negocio no es para él, no se precisa_ que tado estuvieran previamente conformes en no tener tal acto por realmente querido.
tenga la capacidad requerida para el negocio de que se trate, sino que-basta
cuando más" la general (C.c., art. 1.716)5°, ni precisa estar legitimado para Para apreciar los vicios que afectan a la voluntad negocial, deberá verse
dicho negocio ni importa que le esté prohibido. quién decidió según su voluntad, el punto de que se trate, y, entonces, haya
En cuanto al representado: si la representación es legal, es precisamente sido bien el representado, bien el representante, sólo se tomará en cuenta el
incapaz51, ya que tal representación se otorga con el fin de que otro pueda vicio padecido por él52.
hacer en su nombre lo que él no puede por sí (dentro del círculo de nego-
cios que, por no ser personalísimos, admiten aquélla); y si la representación Por ejemplo, A apodera a B para que, sin reparar en el precio, le compre de-
es voluntaria, habida cuenta de que ha potido intervenir en la formación de terminado objeto que cree de oro, cuando realmente es de latón; B lo compra, a
la voluntad negocial, y de que si no pudiese celebrar el negocio por sí, y precio como si fuese de oro, consciente de que no lo es, pero ignorante del error
se le autorizase a celebrarlo por representante, se frustraría el fin de la ley, que A padece, y aviniéndose a pagar tan alto precio porque sabe el extraordina-
debe ser capaz para celebrar tal negocio y hallarse legitimado para el mismo rio interés de A. Pues bien, por el error de éste, la compra es, en principio, im-
y que no le esté prohibido. pugnable". Y si es B quien compra para A un objeto de regalo que éste le en-
cargó, y paga un alto precio por creerlo de oro, cuando no lo es, se puede impugnar
Comp. navarra, ley 51 y sentencia de 4 noviembre 1925. la compra por el error de B.

B) Forma.—Siendo la declaración del representante, y celebrando Por otro lado, en el negocio representativo se reflejará el resultado de
éste el negocio, él debe observar los requisitos de forma prescritos por posibles vicios, etc., que afecten al poder de representación o, en general,
la ley. a la relación representante-representado. Por ejemplo, si aquél obtuvo el apo-
C) Interpretación.—También la interpretación que debe darse a la de- deramiento mediante coacción o dolos', impugnado el poder, se vendrá abajo
claración, ha de partir de la base de que ésta es del representante. Sin em- con él, el acto que se realizó usándolo.
bargo, es evidente que como elementos para buscar el sentido decisivo, pue-
Y lo mismo se diga si se le apoderó, por error, para vender inmuebles, en
den utilizarse especialmente el poder de representación, la relación subyacente vez de para comprarlos, pues entonces es impugnable la venta que se haga. Ahora
entre representante y representado y la intervención de aquél en la forma- bien, excepcionalmente, en todos estos casos, el negocio representativo impugna-
ción de la voluntad negocia' y en los posibles proyectos de declaración que ble, deberá ser mantenido cuando sea preciso, como protección al tercero que de
haya facilitado al representante.
CH) Vicios, discrepancias, conocimiento o ignorancia, y buena o mala
fe.—He dicho y repetido que la declaración es del representante. Así que a 52 Esto si es que el daño del vicio procede sólo de la intervención del que sea, y con ella sola se
produce el perjuicio. Por ejemplo, el representado señaló el tipo de objeto que encomendó comprar al
representante, y, pensando ser de oro, fijó, también aproximadamente, la cifra que éste podría ofrecer
" O aun capaz, otorgada para que no intervenga el representado en el negocio. como precio, cifra que, aceptada por la otra parte, constituyó el precio.
49 Digo cuando más, porque si para el negocio representativo basta una inferior es lógico que al Si B consiguió el objeto a precio no de oro, el error de A es irrelevante (salvo que lo sea por
representante ni siquiera se le exija la general. Así, para aceptar donaciones puras. otra razón: por ejemplo, porque sólo quería el objeto en el caso de que fuese de oro), pues entonces
" Sentencias de 17 enero 1903 y 28 septiembre 1968. Realmente el art. 1.716 se dicta para el tal error, por sí solo no llegó a engendrar el daño por el que se permite la impugnación en el negocio
mandatario (que se obliga frente al mandante, lo que no hace el representate), pero pone de relieve que erróneo.
el representante no necesita la capacidad para el negocio que celebra. " Cfr. la sentencia de 8 febrero 1955. También la de 28 septiembre 1968, considerando antepe-
51 Véase lo dicho en nota 48. núltimo.

832 833
MANUEL ALBALADE.10 § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

buena fe ha contratado con el representante, estimando válido su poder (no así, si. Para concluir de liquidar la relación entre representante y representado,
tal tercero conocía el vicio del poder).

cada uno deberá abonar al otro ciertas sumas (así el representante al repre-
Por último, en cuanto al conocimiento (o deber conocer) o ignorancia sentado por intereses de cantidades de éste usadas por aquél; o el repre-
que engendren buena o mala fe a los derechos que proceda (por ejemplo, sentado al representante por sumas adelantadas por éste, y los correspon-
posesión de buena fe: arts. 451, 464, 1.473, 1.940, etc.), cabe que haya que dientes intereses) e indemnizarse recíprocamente los daños y perjuicios causados
tener en cuenta tanto al representante como al representado, y, por ello, por uno a otro.
puede bastar, por ejemplo, la mala fe de uno para que se excluyan total-
En efecto, especifica el Código que:
mente del acto los efectos de la buena55. La razón es que cuando la buena El representante debe intereses de las cantidades que aplicó a usos propios,
o mala fe se establece con vista al que recibirá los efectos del negocio (así, desde el día en que lo hizo, y de las que, concluido el negocio representativo, re-
adquirente de buena o mala fe) es evidente que importa la del representado, tenga, desde que se haya constituido en mora (C.c., art. 1.724).
que es en el que recaen aquéllos. Y si se estableció para quien lo celebrase, «El mandante [representado] debe —como ya sabemos59— anticipar al man-
aunque la mala fe sólo haya alcanzado a la formación de voluntad del re- datario [representante], si éste lo pide, las cantidades necesarias para la ejecución
presentante, también afecta al representado, puesto que éste responde de la del mandato [representación].
conducta de aquél en el ejercicio de la representación dentro de los límites Pero si el mandatario [representante] las hubiere anticipado, debe reembol-
del poder. sadas el mandante [representado] aunque el negocio no haya salido bien, con tal
que esté exento de culpa el mandatario [representante].
El reembolso comprenderá los intereses de la cantidad anticipada, a contar
9. Liquidación de la relación entre representante y representado.—
desde el día en que se hizo la anticipación» (art. 1.728).
Como todo el que maneja o administra bienes ajenos, el representante ha «Debe también el mandante [representado] indemnizar al mandatario [repre-
de rendir cuentas al representado (art. 1.720 del C.c., ley 555, 1.0, de la sentante] de todos los daños y perjuicios que le haya causado el cumplimiento del
Comp. navarra). mandato [representación] sin culpa ni imprudencia del mismo mandatario [repre-
sentante]» (art. 1.729).
Aunque este artículo dice literalmente que: «Todo mandatario [representante] En ese artículo se habla sólo de la obligación de indemnizar el representado
está obligado a dar cuenta de sus operaciones.., al mandante [representante]», la al representante, pero también existe la de que éste indemnice a aquél por los da-
expresión significa rendirlas56, cosa que, por otro lado, se sigue de la jurispril- ños que le cause, puesto que responde de los que ocasione por dolo y por culpa
dencia57. Además, así lo dice literalmente la ley 555, t.°, de la Comp. navarra, (art. 1.723).
La rendición lleva aparejada también la justificación de las cuentas. «El mandatario [representante] podría retener en prenda las cosas que son ob-
En cuanto a las demás circunstancias de la misma y a las obligaciones que jeto del mandato [representación], hasta que el mandante [representado] realice la
la completan, véase lo que se dice al tratar del tema en el Derecho de obliga-' indemnización y reembolso de que tratan los dos artículos anteriores» (art. 1.730).
ciones". Allí se estudia también la cuestión de si es o no posible la relevación de' «Si dos o más personas han nombrado un mandatario [representante] para un
la rendición o de la justificación. negocio común, le quedan obligadas solidariamente para todos los efectos del man-
dato [representación]» (art. 1.731).
Además de la obligación de rendir cuentas, tiene el representante la de Por su parte, la Comp. navarra señala que:
entregar al representado el saldo favorable a éste. El 1.720, en su segunda «En todo caso, el que encarga a otro una gestión quedará obligado a indem-
mitad, dice que deberá «abonar al mandante [representado] cuando haya re- nizar al mandatario [representante] de los gastos y perjuicios que la gestión le
cibido en virtud del mandato [representación], aun cuando lo recibido no se haya reportado» (ley 555, 2.°).
debiere al segundo», «El mandante [representado] y el mandatario [representante] o, en su caso,
sus herederos, responderán de los daños causados, por su culpa en la terminación
o liquidación del contrato [negocio representativo]» (ley 559, 3.°).
55Cfr. la sentencia de 11 junio 1954.
56Como he demostrado en ALBALADE.10, El albaceazgo en el Derecho español, 1969, págs. 10. Pluralidad de negocios contradictorios.—E1 apoderamiento con-
633 y si. cede la facultad de obrar por el poderdante, pero, como ya sabemos, no
57 Entre los más recientes, sentencias de 21 febrero y 28 diciembre 1967, 28 octubre 1969, 27 fe-
brero 1970.
" Tomo 11, volumen primero, de esta obra " Supra, número 5.

834 835
MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTAC1ON VOLUNTARIA

quita a éste la posibilidad de concluir por sí el negocio para el qe se apo- afirmando, por tanto, que sólo se puede decir que constituye representación
dera, o de apoderar también a otra persona para que pueda, asimismo, ce- en sentido económico, pero no jurídico.
lebrarlo. ¿Y qué ocurre si los dos representantes, o el representado y uno Como sabemos, a diferencia de lo que ocurre en la directa, en la re-
de aquéllos realizan negocios contradictorios?60: por ejemplo, venden la presentación indirecta el representado encarga al representante que realice
misma cosa. por su cuenta el acto que sea, pero no en su nombre; de forma que, al ce-
En principio hay que afirmar que, siendo negocios para el dominus, se lebrarlo, el representante, si bien in pectore obra en interés y por cuenta del
deben de aplicar las reglas propias para el caso de que los dos negocios hu- representado, no lo revela a la otra parte con quien lo celebra, o sea, que
biesen sido celebrados por éste (reglas cuyo estudio no es de este lugar). procede como si se tratase de un acto para él, en el que no se toma en con-
sideración que verdaderamente es un representante.
Ello, naturalmente, advirtiendo que cuando el otorgamiento del segundo po-
der (art. 1.735) o la realización del negocio por el dominus, supongan una revo- El caso es el del mandato sin poder de representación, en el que el manda-
cación tácita del primer apoderamiento, el apoderado en éste habrá realizado un tario recibe el encargo del mandante (C.c., art. 1.709), y al cumplirlo obra en su
negocio sin poder, si lo realiza después (salvo que, a pesar de la extinción de su propio nombre, sin que aparezca al exterior el de aquél (C.c., art. 1.717), como
poder, subsistan los efectos del mismo o deba estimarse como celebrado con po- aparece en el mandato representativo directo (art. 1.725).
der, por la apariencia de éste). Entonces existirá un solo negocio eficaz para el
dominar, y el choque sólo puede plantearse, en tal caso, entre este negocio y la La alternativa central que plantea la representación indirecta es la si-
posible ratificación del otro; choque al mit, debe repetirse, serían de aplicar las guiente:
reglas sobre negocios celebrados por el mismo sujeto. 1.° Puesto que el representante actúa como si el negocio representa-
Sin embargo, no se puede descartar que prevalezca el negocio posterior cele- tivo fuese para él, y la otra parte en tal negocio se liga con él, y no con
brado por el representante, porque haya que mantenerlo frente a la parte que lo el oculto representado, los efectos del negocio ¿se dan directamente todos
concluyó con aquél, a base de la buena fe de esa otra parte y de la responsabili-
dad del representado (por celebrar, él mismo, sin tomar las oportunas medidas para
entre la otra parte y el representante, y luego, para transmitir al represen-
evitar la celebración del otro, otro negocio, contradictorio con el que autorizó). tado los que recibió el representante, hace falta otro acto que los traspase
Mas siendo tan respetable la parte que celebró un negocio con el represen- de éste a aquél?
tante, como la que celebró el otro con el representado, el choque de intereses de
esas dos partes, en ocasiones, deberá de resolverse a base de las reglas aplicables Al decir todos los efectos me refiero tanto a las obligaciones que nacen del
al caso en que los dos negocios hubiesen sido celebrados por el representado. negocio (pongamos por caso, de compra que el representante hizo a la otra parte,
de modo que ésta le debe la cosa al representante, y éste es quien debe el precio
a aquélla), como a que el cumplimiento de tales obligaciones es también eficaz
B) en cabeza del representante (de modo que cuando la otra parte le entregue la cosa
comprada, le transmite la propiedad de la misma; y luego hace falta que el re-
LA REPRESENTACION INDIRECTA presentante la transmita, a su vez, al representado).
11. La representación indirecta.—Dije°1 que la representación indi- 2.° ¿O aunque la representación no hay sido tomada en consideración
recta es verdadera representación. Tesis, ésta, que comenzó manteniendo al- en el negocio (no haya aparecido al exterior), no todos los efectos de éste
gún autor aislado en nuestra doctrina, pero que cada día va ganando nue- se dan directamente entre el representante y la otra parte, sino que por lo
vos adeptos62, aunque batantes tratadistas" sigan profesando la contraria, y menos algunos se producen directamente entre ésta y el representado?
Véase TEDESCHI, Negozi giuridici incompatibili, en Archivo giuridico, 1920, volumen 101, Por ejemplo, si bien la compra hecha por el representante constituyó a éste
págs. 210 y ss. y a la otra parte en obligados recíprocamente a pagar el precio y a entregar la
" Supra, § 101, número 2, sub C) cambiando la opinión que anteriormente he mantenido en el tema.
62 La adoptó inicialmente DE CASTRO, que la sigue manteniendo hoy en Temas de Derecho ci-
vil, 1972, págs. 108 y ss. y 125 y ss. Además, DIEZ-PICAZO, El concepto jurídico de representación
en el Derecho privado, en A.A.M.N.. XVI, págs. 153 y SS,; GULLON, El negocio jurídico, 1969; págs. vi/. I, 2", pág. 737; ESPIN, Manual, l, pág. 435; GASPAR ALFARO, La representación indirecta, er
231 y 232, y también Mandatario que adquiere en zionzbre propio, en Estudios jurídicos en homenaje Estudios de Derecho privado dirigidos por Martínez-Radio, 1962, I, págs. 313 y ss.
al profesor Federico de Castro, 1, 1976, págs. 759 y ss. Alguna sentencia, como la de 18 diciembre 1948, ha dicho también que «sólo merece el nonibn
63 Por todos, pueden verse, por ejemplo, BONET, Compendio, I, pág. 695; CASTAN, Derecho ci- de representante la persona que celebra el negocio en nombre de otra».

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MANUEL ALBALADRIO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

cosa (efectos directos entre ellos), sin embargo, cuando la cosa es entregada al re- Aplicando lo dicho:
presentante, éste recibe la posesión, pero recibiéndola por cuenta del representado, l.° Si el representado conserva en su poder las cosas o derechos so-
tal entrega sirve para transmitir directamente la propiedad de la cosa de la otra bre los que encomendó al representante que celebrase el negocio represen-
parte al representado.
tativo, obviamente siguen siendo suyos, aunque por la facultad concedida a
aquél de obrar por él, cuando realice el negocio representativo, los efectos
En mi opinión hay que optar por esta segunda solución, y precisar que sobre esas cosas o derechos serán como si lo hubiese realizado él mismo,
los efectos se producen, bieni directamente entre la otra parte y el repre-
sentado, bien directamente entre aquélla y el representante, en los siguien- y se recibirán directamente por la otra parte.
tes términos: 1° Si el representado, en vez de conservar en su poder las cosas o de-
La transmisión de los derechos que se enajenan a través del negocio rechos sobre los que se habrá de celebrar el negocio representativo, los en-
tregó al representante, éste los tiene en posesión, pero siguen siendo de aquél"
de que se trata, se produce directamente entre la otra parte y el represen- halrá- que, verificado tal negocio, los traspase a la otra parte. Y el acto del
tado, pero las obligaciones que nacen del negocio, en principio, se dan di-
rectamente entre aquélla y el representante. representante sirve para traspasarlos directamente del representado a la otra
parte, porque a lo que el representante obre, la ley, en virtud de la repre-
Así que si A, representante indirecto de B, compra en su propio nombre una
sentación que se le tiene confiada, le da iguales efectos que si lo hubiese
cosa para éste a C, las obligaciones que la venta genera se dan entre A y C, pero hecho el representado. Luego, sirve para que se produzca la transmisión de
cuando C entrega la cosa a A, la proptdad la adquiere directamen-te B. lo que, aun en posesión del representante, seguía siendo del representado.
Esa transmisión directa (entre el representado y la otra parte), que propugno, 3.° Si en virtud del negocio representativo, el representante recibe co-
de los derechos que se enajenan a través del negocio representativo es la más sas o derechos de la otra parte con quien lo celebra por cuenta del repre-
acorde, como acertadamente se ha dichom, con el común sentir (pues lo que ad- sentado, tales cosas o derechos que recibe (si bien internamente y sin que
quiero por encargo, con dinero de otro, y para él, no es Mío, sino suyo). Además aparezca al exterior) para el representado, las adquiere éste, aunque quedan
la ley, por un lado no la excluye con ocasión de regulas el tema (pues en el art. en posesión del representante, que, en adelante, las posee, hasta que las en-
1.717 del C.c., como después se verá, cuando establece que los efectos de la re- tregue al representado, pero perteneciendo a éste69. De modo, pues, que no
presentación indirecta se dan, no directamente entre la otra parte y el represen-
tado, sino entre ésta y el representante, se refiere a las obligaciones que nacen del es preciso un segundo acto para transmitir al representado el derecho a la
negocio representativo) y, por otro, en disposiciones dictadas para otras materias, cosa que sea. Unicamente —eso sí— ha de entregársele la posesión que aún
la acepta implícitamente65. Y, por último, también hace esto cierta j urisprudencia66, tenga de uno u otra al representante.
aunque alguna otra —sin constituir fundamento del fallo— lo haya rechazado, por Todo lo anterior ocurre aunque al no aflorar al exterior la representa-
lo menos verbalmente°. ción parezca que hay traspaso de cosas o derechos sólo entre la otra parte
y el representante.
" Por DE CASTRO, Temas, pág. 128. Y ni éste ni el representado —en cuyas relaciones existe, aunque oculta
65 Véanse arts. 908 y 909, 4.° y 7.° del C. de comercio. a los demás, concedida la representación— pueden oponerse a que todo haya
También se cita como apoyo el art. 252 del C. penal, .segtin el que: «Serán castigados con las pe-
nas del artículo 249 o 250, en su caso, los que en perjuicio de otro se apropiaren o distrajeren dinero, sucedido como si hubiese habido representación directa.
efectos valores o cualquier otra cosa mueble o activo patrimonial que hayan recibido en depósito, co- Si bien frente a los extraños a la misma, la representación y sus efec-
misión o administración, o por otro título que produzca obligación de entregarlos o devolverlos...». Ahora
bien, este artículo del C. penal relativo a la apropiación indebida, no es apoyo seguro de la tesis de que
tos no pueden hacerse valer sino cuando sea posible a tenor de las reglas
se trata, ya que dicha apropiación existe aunque la cosa no la haya adquirido el representado, sino el generales de protección de los terceros.
representante, porque en todo caso, como debería transmitirla después a aquél, la habría recibido por Hasta aquí los efectos relativos a la transmisión de derechos que se ena-
«título que produzca obligación de entregarlos [la cosa, dinero o efectos que fuesenl», y en el sentido jenan a través del negocio representativo.
penal se los apropia indebidamente, si no lo hace.
" Cfr. últimamente, la sentencia de 26 noviembre 1970. Anteriormente otras, como las de 26 mayo En cuanto a los derechos y obligaciones que surgen del mismo, he di-
1950, 3 junio 1953, 22 diciembre 1955, 19 diciembre 1963, 22 mayo 1964, 22 noviembre 1965. cho que se dan directamente entre la otra parte y el representante. Siendo
67
Así, la sentencia de 17 diciembre 1959 dijo que en la representación indirecta el representante
adquiere los derechos que se enajenan «aunque esa titularidad sea necesariamente provisional, en trán-
sito hacia el patrimonio del mandante [representado]». Anteriormente, la de 3 mayo 1954. Véanse tam-
bién las de 3 mayo 1977, consd. 1.°, 16 mayo 1983 y 18 enero 2000. Cfr. la sentencia de 6 diciembre 1967, donde se señala que la representación indirecta para el
Unícamente en la más antigua de 26 octubre 1929 se rechaza como fundamento del fallo, la trans- cobro no apareja la transmisión al representante de la titularidad del crédito cuyo cobro se encomienda.
misión directa de la otra parte al representado. 69 Véase la sentencia de 26 noviembre 1970.

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MANUEL ALBALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

así porque, en principio, no puede quedar ligada aquélla con el represen- bre» (véase art. 1.717, principio), lo que excluye la contemplatio domini y con
ella la representación directa.
tado, con quien no celebró el negocio (art. 1.257 del C.c.) (tal ligamen po- Sentencias que aplican el inciso final del párrafo 2.° del art. 1.717, omisión
dría ser perjudicial a esa otra parte, por ejemplo, si el representado es me- hecha de fundamentarlo en una contemplado domini tácita, son, por ejemplo, las
nos solvente o peor pagador que el representante). Ello a tenor del art. 1.717 de 1 mayo 1900, 10 julio 1946, 21 abril 1970, y en particular la de 23 enero
menos párrafo 2.°, al final. 1969, 75 que al rechazar la tesis del recurrente de que no podía estimarse que la
persona con quien contrató fuese representante del actor y obrase como tal, afirma
Art. 1.717 (menos 2.° párrafo al final) del C.c.70. «Cuando el mandatario [re- que «la sentencia recurrida se basa en que el recurrente conocía la condición de
presentante] obra en su propio nombre, el mandante [representado] no tiene ac- que el señor P. obraba como apoderado y por orden del actor; pero aun cuando
ción contra las personas con quienes el mandatario [representante] ha contratado, así no fuera [es decir, aun cuando hubiese desconocido que actuaba como repre-
ni éstas tampoco contra el mandante [representado]». sentante, con cuyo desconocimiento no cabe contemplatio domini], siempre resul-
«En este caso, el mandatario [representante] es el obligado dirctamente en fa- taría que, conforme al citado art. 1.717, el mandante [representado] tiene acción
vor de la persona con quien ha contratado, como si el asunto fuera personal suyo.» contra los que hubieren contratado con el mandatario [representante] cuando el
«Lo dispuesto en este artículo se entiende sin perjuicio de las acciones entre contrato afecte a cosas propias del poderdante».
mandante [representado] y mandatario [representante].»
La construcción expuesta de que la relación obligatoria que establece
A que las obligaciones que nacen del negocio representativo se den en- el negocio representativo indirecto liga —salvo la excepción del art. 1.717,
tre representante y la otra parte, establece una excepción el art. 1.717, pá- 2.°, al final— a la otra parte con el representante, y a éste con aquélla, pa-
rrafo 2.°, parte final, según la que: «Exceptúase el caso en que se trate de rece la más conforme con el texto de la ley.
cosas propias del mandante [representado]». Lo que significa que en este Ahora bien, en mi opinión, aún cabe ir más lejos, y cuando poste-
caso las obligaciones se dan —como en la representación directa— entre la riormente la representación se pone al descubierto, estando conforme la
otra parte y el representado. otra parte", es admisible mantener que el representante resulta eliminado
de la relación, pasando a ocupar su puesto el representado, pudiendo, así,
Al hablar el art. 1.717, en esa parte final del párrafo 2.°, de «cosas propias dirigirse directamente éste contra la otra parte y ésta contra él, siempre
del mandante [representado]», quiere significar en general empresa, asuntos o en el bien entendido que por cada uno no podrá exigirse u oponerse al
negocios?' de éste. Y han de ser conocidamente del mismo, o serlo de forma otro sino lo que se podría haber exigido u opuesto entre el representante
notoria72.
Según una opinión73, el art. 1.717, párrafo 2.°, parte final, al exceptuar de y dicha otra parte.
obligación directa entre representante y la otra parte, el caso de «que se trate de
cosas propias del mandante [representado]», recoge un supuesto de representación A otras explicaciones históricas o dogmáticas prefiero, como más realista, aun-
directa en el que se da contemplado domini tácita, pues si bien no se declara ex- que pueda considerarse heterodoxa, esa doctrina expuesta de que una vez reve-
presamente que el negocio es para el representado, sin embargo, ello se ve, por lada la representación, el representado, puesto que el negocio era para él, ocupa
tratarse de cosas suyas'''. su puesto de parte en el mismo, y se viene a estimar, entonces con efectos frente
Y por ser un caso de representación directa, las obligaciones que surgen del a la otra parte, por su conformidad, que los ligados por tal negocio fueron real-
negocio se dan directamente entre el representado y la otra parte. mente esa otra parte y el representado, que, por tanto, en adelante pueden diri-
Ahora bien, esta opinión me parece rechazable porque si bien en la repre- girse directamente el uno contra el otro, usando y exigiéndose entre sí los dere-
sentación directa cabe que la contemplatio domini sea tácita, no es éste el caso chos, obligaciones y acciones que les confiere el negocio representativo, que es
en estudio, en el que se parte de que el representante «obre en su propio nom- de ellos.
Esta especie de poner las cosas en su sitio (y siempre sin perjuicio de ter-
cero), cuando la representación oculta se revela, no es sino llevar a la práctica lo
7') GULLON, Mandatario que adquiere en nombre propio, en Estudios jurídicos en homenaje al que representado y representane conocieron y quisieron, pues, según sus volunta-
profesor Federico de Castro, I, 1976, págs. 759 y ss. des, el negocio que se celebrara por éste, era para aquél, lo que precisamente per-
7' Cfr. C. de comercio, art. 246 y sentencias como las de 8 junio 1966, 23 enero 1969 y 24 sigue que sus efectos (derechos, obligaciones, acciones) sean para él.
abril 1970,
72 Así sentencias de 8 junio 1966 y 23 enero 1969.
Que ha recogido la jurisprudencia. Así sentencias de 17 diciembre 1959, 8 junio 1966 y 1 di-
ciembre 1982. Ver también la de 28 noviembre 1973.
Véase lo dicho, supra, número 3, al final. 16 Cfr. art. 287 del C. de comercio.
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MANUEL ALEALADEJO § 102 LA REPRESENTACION VOLUNTARIA

Por eso ni el representado ni el representante es concebible que tengan inte- los documentos relativos a la transmisión o la documentación que corres-
rés legítimo en que la ley mantenga el negocio como de éste. Tal interés sólo ponda al adquirente, puedan, unos y otra, redactarse a nombre de quien in-
puede tenerlo la otra parte, que al celebrarlo lo celebró como personal con el que dique el «representante».
realmente era un simple representante de otro. Y puede verse perjudicado por el
cambio de contraparte, o simplemente puede no apetecerle. Y puesto que él se
De ese modo quien, por ejemplo, compra algo para revenderlo, sin te-
ligó legalmente con determinada persona, está en su derecho de qu-Sé—ritátitenga ner aún comprador, y desea evitarse los trámites, molestias, gastos e im-
tal vínculo precisamente con ésta. Pero aceptando el cambio, nada impide que la puestos de formalizar dos transmisiones, celebra con su vendedor una com-
ley, en adelante, considere como ligando a la otra parte y al representado el ne- praventa como representante de la persona cuyo nombre dará después, y cuando
gocio que aquélla celebró con quien ocultamente actuaba por y para éste. encuentre comprador, facilita el de éste como el de su «representado», pu-
Entonces, en virtud de que les liga entre sí, el representado y la otra parte diendo así concluirse la operación como si el primer vendedor hubiese ven-
pueden —como decía— dirigirse uno contra otro usando los derechos, obligacio- dido directamente —mediante representante— al segundo comprador.
nes y acciones que surgen del negocio.
Esa explicación expuesta, no se me oculta, sin embargo, que no es la co- Riesgos para el primer enajenante no suele haberlos por desconocer la per-
rriente77. Pero su raíz se halla en aplicar a posteriori (cuando la representación se
sona concreta del representado oculto, pues el representante u otra persona cono-
descubre) la misma regla de tres que aplica el art. 1.717, 2.°, última parte, cuando
aun no habiendo negocio representativo directo, establece los efectos directos del cida de aquél, garantiza generalmente la operación, o ésta se hace al contado.
negocio entre representado y la otra parte.
Además de cubrir aquel fin, que no es caso de representación, sino de
ocultación de la verdad, la figura en estudio puede darse en caso de repre-
sentación auténtica. Como si el representado, que realmente lo es y existe
NEGOCIO CELEBRADO POR PERSONA A DESIGNAR* ya, no quiere que aparezca su nombre, pero el representante desea que conste
que el negocio no es para si.
12. Negocio celebrado por persona a designan—Bajo esta denomi- Entonces no hay un caso igual al de la representación indirecta (porque
nación se conoce el caso de que alguien concluya un negocio con otro pero en ésta el representado celebra el negocio en su nombre, como si fuese para
manifestando a éste que no lo hace para si, sino en nombre de un repre- él) ni al de la directa normal (porque en está, por la contemplado dominio
sentado oculto, que después designará. del representado concreto, sabe la otra parte con quién celebra el negocio).
Habría representación directa con contemplatio domitzi de un represen-
En conexión con el tema, cfr. sentencias como las de 23 marzo y 15 junio 1945. tado que la otra parte no se sabe quién es, o faltaría la representación di-
recta, si se considera que sólo hay contemplado domini cuando se contem-
El fin que se persigue frecuentemente es el de que quedando en sus- pla la persona concreta de que se trata.
penso, hasta la designación, la persona del representado, cuando se otorguen De cualquier modo, como según mi opinión, aun en la representación in-
directa, el acto del representante hace adquirir directamente la cosa o el dere-
" Sobre el tema, véanse, por ejemplo, 130NET, en SCAEVOLA, Código civil, XXVI, vol. 2.0, pág. cho al representado, éste lo recibe directamente en el supuesto de negocio por
42; CASTAN, Derecho civil, IV", pág. 530, nota 1; CASTRO, DE, Temas de Derecho civil, 1972, pág. persona a designar, si es que verdaderamente se trata de un caso de represen-
130; DIEZ-PICAZO, El concepto jurídico de la representación en el Derecho privado, en A.A.M.N.,
XVI, pág. 157; GULLON, Mandatario que adquiere en nombre propio, en Estudios jurídicos en ho- tado existente en realidad, pero no revelado aún. Si lo que ocurre es que no
menaje al profesor Federico de Castro, I, 1976, págs. 759 y SS.; MANRESA, Código civil, X", pág. hay representado, sino que se aparenta su existencia en espera de encontrar
494; NUÑEZ LAGOS, Mandatario sin poder, en R.D,P., 1946, pág. 615 (la sentencia de 8 junio 1966, comprador para lo que se afirma haber comprado para la sedicente persona
en su considerando tercero recoge casi literalmente lo que este autor dice en el párrafo primero de la
página citada). oculta, entonces, realmente hay una adquisición realizada por el «representante»,
* Sobre a principalmente, CARRESI, Funzione e struttura del contralto per persona da nominare, que no es tal, sino un enmascarado adquirente de la cosa para si.
en R.D.C., 1958, 1, págs. 593 y ss.; CASTRO, DE, Contrato por persona a designar. (Nota crítica al Nuestra legislación civil no ha regulado específicamente la presente fi-
libro de ENRIETI1, II contrato per persona da nominare, 1950), en A.D.C., 1952, págs. 1.369 y SS.;
ENRIETTI, 11 contratto per persona da nominare, 1950; PENNA SILICO, Profili della contrattacione gura hasta la promulgación de la Comp. navarra, que se ocupa de ella en
per persona da nominare, 1995; SERRANO, El contrato a favor de persona por designar. hasta la pri- su ley 514, y la construye como negocio jurídico que el interesado celebra
mera mitad del siglo XIX, 1956; QUINTEROS, El contrato por persona a nombrar; 1971; VALLET
DE GOyTISOLO, Contrato de compra-venta a favor de persona a determinar, en A.A.M.N., VIII, págs. en su nombre y para sí, pero concertando con la contraparte su derecho a
559 y ss. subrogar a otro en su puesto.

842 843
MANUEL ALBALADEJO § 103 LA REPRESENTACION LEGAL

Entonces realmente el interesado actúa a título personal, y no como re- Nuestro Derecho regula numerosos casos de representación legal. Como
presentante de un representado oculto; por lo que el negocio es un negocio ejemplos, baste citar los siguientes del Derecho común: el del titular de la
no representativo, en el que simplemente ocurre que una parte se reserva el patria potestad, o del defensor judicial, en cuanto a los hijos que se hallan
derecho de ceder's a quien desee, su posición contractual. Y no es un ne- bajo aquélla (C.c., arts. 154, 162 y 163), el del tutor o el defensor judicial
gocio representativo que la otra parte celebra ya, mediante el representante, en cuanto al pupilo (C.c., arts. 267 y 299), el del representante del ausente
con una persona que se designará después. (art. 184) y el del defensor del desaparecido (art. 181) y del concebido y
De cualquier modo, como, según la Comp., cuando se designa a la per- no nacido (C.c., art. 627), el de los síndicos, en cuanto al concursado o que-
sona que sea (al sedicente oculto representado) ocupa retroactivamente, con brado (L.e.c., arts. 1.218 y 1.219), el del administrador de la herencia (prin-
efectos desde que se celebró, el puesto de parte en el negocio, acontece cipalmente, C.c., arts. 801 y ss., 1.206, L.e.c., 798), etc.
que prácticamente el resultado de éste es el de un negocio celebrado me-
diante representante por un representado a designar después. 2. Ideas centrales en el tema.—E1 primer punto discutido en tema
Si dentro del plazo correspondiente (que lo es el acordado, o, si no, el de representación legal es el de si verdaderamente es representación o se
de año y día a partir de que se le requiera), el «representante» no notifi- trata de otra figura en la que una persona, por diversas razones, así por te-
case a la contraparte la designación de la persona que sea, el negocio ten- ner una potestad sobre otra, puede también ejercer facultades de las que es
drá definitivamente por partes a quienes lo celebraron. titular ésta.
De cualquier modo, lo que es seguro es que por la diversidad de tipos de
Dice literalmente la ley 514: «Puede dbncertarse un contrato con facultad, para representación legal que acoge el Ordenamiento, hay escasas posibilidades de
cualquiera de las partes, de designar posteriormente a la persona que deba subro- hacer una teoría general útil. Por ello aquí expongo sólo las ideas centrales so-
garse en sus derechos y obligaciones. El otro contratante, en cualquier momento, bre los diversos tipos, quedando para estudiar en las materias correspondien-
podrá requerir a quien esté facultado para que haga la designación dentro del plazo tes (así, patria, potestad, tutela, etc.) la regulación de cada uno de ellos.
máximo de año y día, a contar del requerimiento, a no ser que en el contrato, o Incluso la razón de ser de los mismos, difiere radicalmente de unos a
por ley, se hubiere establecido otro término. otros. Y junto al caso en que la representación se confiere —como corres-
La declaración que designe la persona deberá notificarse a la otra parte den- ponde a su verdadera naturaleza— en interés del representado, que, por ser
tro del plazo. Hecha la notificación, la persona designada se subroga en los de- —en mayo o menor grado— incapaz de obrar, necesita de alguien que lo
rechos y asume las obligaciones de la parte que le designó, con efecto desde el haga por él (caso del menor cuyo representante es el padre que lo tiene bajo
momento de la celebración del contrato.
Si dentro del plazo no se notificare la designación de persona, el contrato pro-
su potestad), está también el de que en interés de terceros se confieran al
ducirá todos sus efectos entre las partes que lo celebraron». llamado representante poderes que corresponderían al llamado representado,
pero que se sustraen a éste y entregan al otro para que el uso que de ellos
pudiese hacer aquél no perjudique a dichos terceros (así el caso de los sín-
§ 103 dicos, representantes en el concurso o en la quiebra). De modo que no se
LA REPRESENTACION LEGAL* trata sino de manejo como instrumental de la figura de obrar por otro, en
casos de entrega a uno de facultades de ese otro, que, no siendo en interés
SUMARIO: 1. Casos de la misma.--2. Ideas centrales en el tema. de éste, sino persiguiendo otros fines, no da lugar —corno sabernos'— a
representación genuina.
1. Casos de la misma.—A diferencia de la voluntaria, la representa- De la representación legal en general se puede decir que: 1.0 Sus casos
ción legal no se concede por el interesado, sino por la ley, que, además, están tipificados en la ley, y no caben sino los que ésta enumera. 2.° En
fija la extensión de los poderes que se confieren al representante. ellos el representante no depende de la voluntad del representado ni en cuanto
a recibir la representación ni en cuanto a instrucciones sobre su uso, sino
que las facultades que se le confieren son las que la ley marca, y el uso de
78 Véase tomo It de esta obra,
La cesión del contrato.
* ARAGONES, Notas sobre la representación legal en el Cc., en R.C.D.I., 1993, págs. 192 y ss.: las mismas se rige por lo que la ley establece.
CáMARA, DE LA, Estudio sobre la representación legal en Derecho mercantil, en Estudios jurídicos
en homenaje al profesor Federico de Castro, I, 1976, págs. 295 y SS.; GARCIA CANTERO, Notas so-
bre la representación legal en el Derecho de familia, en A.C., 1990, págs. 119 y ss. 1 Supra, § 101, número 2, sub CH).

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MANUEL ALBALADEJO
104 INEFICACIA EN GENERAL

El representante legal queda inyestido de sus poderes al serio del cargo, peña, no puede designar un representante o sustituto (ni esto es cosa que tenga
potestad, etc., a cuyo titular se conceden aquéllos, y, por lo general, tales que veír con lo que ahora trato); y, por otro lado, el hecho de que el sujeto in-
poderes se extinguen, también, juntamento con ese cargo, potestad, etc. . vestido de aquéllos es, también, representante (legal) del menor o incapacitado, en
La capacidad exigida al representante, en principio, no puede ser sino cuya representación podrá o no nombrar un subrrepresentante o sustituto, según
la requerida para el cargo o potestad a cuyo titular se confiere la represen- la naturaleza del negocio de que se trate y el que la ley (que le confirió la re-
tación legal. presentación) haya o no querido o partido de la base de la conveniencia de su ac-
A veces, se designa un solo representante legal (por ejemplo, el tutor, tividad personal. Cosa que variará según los diversos supuestos de representación
aunque también puede ser más de uno), pero en algunos casos son varios legal y según los negocios que, en cada uno de ellos, puedan celebrar los repre-
(así, L.e.c., arts. 1.210 y ss.). sentantes legales por el representado. Habiendo, incluso, quien afirma que, en prin-
cipio, debería ser más amplia la facultad de sustitución en la representación legal
El ámbito a que se extiende la representación y las facultades concedi- que en la voluntaria, ya que en ésta el poderdante —que es capaz— puede actuar
das al representante, yarían según la representación legal de que se trate; e también por sí, y, en aquélla —siendo incapaz—, el único sujeto que puede obrar
incluso dentro de una Misma clase pueden no ser iguales en todos los su- es el representante.
puestos (así el art. 760,1, LEC dice que la sentencia que declare la incapa- Al igual que he dicho para la representación voluntaria, cosa distinta, y que
citación determinará la extensión y los límites de ésta). no plantea problema, es que el representante legal utilice para ejercer sus funcio-
La justificación del poder no requiere sino probar que se ostenta el nes auxiliares que le ayuden.
puesto a cuyo titular se otorga la representación legal de que se trate2. Que
el negocio, que en concreto sea, caiga o 119 dentro del poder, no precisa de Sección Undécima
especial justificación, sino que basta alegar la norma en que se atribuya al
INEFICACIA E INVALIDEZ*
representante la facultad de realizar ese tipo de negocio. Cuando la exten-
sión de aquél no esté precisada exactamente en la ley, sino que pueda va-
riar, hará falta justificarla adecuadamente (así, con la sentencia de incapa- §104
citación: art. 210). INEFICACIA EN GENERAL
El art. 164 del Reglamento notarial establece que en las escrituras la inter- SUMARIO: 1. Ineficacia. 2. Ineficacia inicial.
- - 3. Ineficacia posterior.
vención de los otorgantes se expresará diciendo si lo hacen por su propio nom-
bre o en representación de otro, y que cuando la representación emane de la ley,
se expresará esta circunstancia, no siendo preciso que tal representación se justi- 1. Ineficacia. Los negocios jurídicos se acogen por el Ordenamiento

fique si consta por notoriedad, al notario autorizante. Luego si habrá que justifi- para que tengan lugar sus efectos peculiares, y con ese fin realizan los su-
carla en otro caso.
* En principio la bibliografía que sigue no recoge los estudios relativos sólo a negocios jurídicos
Creo que, cuando por analogía proceda, deberá aplicarse, dentro de concretos.
los límites oportunos, lo dicho, al hablar de la representación voluntaria, ALBALADEJO, Invalidez de la declaración de voluntad, A.D.C., 1957, pág. 985, y Estudio sis-
temático de la rescisión por lesión en más de la mirad en los Derechos catalán y romano, R.D.P„ 1976,
sobre la subsistencia de los efectos del poder extinguido y sobre las ges- pág. 980; ALVAREZ VIGARAY, «Introducción al estudio .cle la inoponibilidad», Homenaje Vallet, t. L
tiones en curso. Y, en principio, es posible —mutatis mutandis — com- Madrid, 1988, pág. 81; ASCARELLI, 1nesistenza e 'milita. Problemi giuridici, 1959, I, págs. 227 y ss.;
pletar con las de la representación voluntaria, las normas de la legal que BARASSI, Teoria della ratifica del contraria anulabile, 1988; BETTI, Conversione del negozio giuri-
sean insuficientes. dico, en Noviss. D. it., N, 1959, págs. 811 y ss.; BORRELL, Nulidad de los actos jurídicos según el
Código civil español, 1947; BOURGEON, Distinction de l'inexistence et de l'annulabilité des ocies ju-
ridiques, 1885; BUTELER, Clasificación de las nulidades de los actos jurídicos,
Córdoba (R.A.), 1939;
En cuanto a la posibilidad de subapoderamiento o sustitución en la represen- CARMONA, La confirmación y la ratificación de los actos jurídicos, Santiago de Chile, 1943; CARTW-
tación legal, hay que distinguir: por un lado, el cargo y las funciones —patria po- RIGHT, Unegual bargaining: a story of vitiating factors in the formarion of contraer, 1991; CASELLA,
Nullhzá parziale del contrasto e inserzione automaticadi clausole, 1974; CASI1GLIONE,
Derecho civil
testad, tutela— para las cuales, ciertamente, el sujeto que los ostenta o desem- argentino. Nulidad de los actos jurídicos, 1920; CHIRONI, L'inesistenza del negozio giuridico e la pos-
sibilitá di sanarlo, en R. D. Comm., 1914, II, págs. 182 y ss.; CLAVERIA, La confirmación del con-
trato anulable, 1977; CONSO, 11 comerla e le specie d'invaliditá, 1955; CORREIA, A converyao dos
2 Sentencia de 11 mayo 1940 y cfr. la de 29 abril 1955 (Sala sexta) y la resolución de 2 marzo actos juridicos ineficazes, en Bol. E Dro. y ed. separada, 1949; COUTURIER, La confirmation des ac-
1965. res nuls, 1971; CRESCENCIO, DE, La dottrina della confenna e della ratifica degli atti mili per di-
fetto di forma secando el Cc. italiano, 1885; CRISCUOLI, La ?milita parziale del negozio giuridico,

846 847
MANUEL ALBALADEJO § 104 INEFICACIA EN GENERAL

jetos los negocios concretos. Sin embargo, éstos no siempre producen los ocasionen, cono a veces ocurre, otros efectos distintos de los típicos nego-
efectos que les son propios. Entonces se les califica de ineficaces, aunque cialesi.
A veces e negocio es eficaz, pero no cuenta frente a terceros2; es de-
1959; CUEVAS, La nullite des actes juridiques, 1950; DELGADO ECHEVERRÍA en C.C.J.C., ri.° 2, cir, las cosas, para éstos, se hallan como si no hubiese negocio. Este con-
1983, págs. 465 y 499, y La anulabilidad, en A.D.C., 1976, págs. 1.021 y ss.; DIEZ, C. M.,
La con- cepto se exprsa de muy distintas maneras. Así se dice que es ineficaz
versión del contrato nulo, Barcelona, 1994; DIEZ-PICAZO,
Eficacia e ineficacia del negocio jurídico,
en A.D.C., 1961; págs. 809 y as., y «La anulabilidad de los contratos», Homenaje Lacruz, vol. 2.°, 1993,
frente a tercens, o irrelevante para éstos, o inoperante, o que no puede in-
pág. 1.221; DROGOUL, Essai d'une theorie générale des nullités, 1902; DUPEYRON,
La regularisa-
vocarse ante dios, o que les es inoponible. Omisión hecha del acierto en
don des actes nuls, 1972; ENRIETTI, Appund sull'articolo 1.311 del C.c.,
en R.D.C., 1939, págs. 253 la terminologii que se escoja, el concepto que se quiere expresar es el an-
y ss.; ESP1N, La nulidad absoluta del negocio jurídico y los efectos de la prescripción extintiva y de
la usucapión, en A.D.C., 1970, págs. 519 y ss.; FEDELE,
L'invaliditá del negozio giuridico di Díritto tedicho.
privato, 1943; FERRARI, Inesistenza e nullitá del negozio giuridico,
en R.T.D.P.C., 1958, págs. 514 y
no
2. Inerimia inicial 1.° Como los efectos proceden del negocio,
s.s.; FERRARIN1, L'invalidita degli atti giuridici, 1892; FINZI, Studi su/le nullita del negado giuridico,
-
1920; FTSCHER, Konversion unwirksamer Rechtsgeschüfte,
en Festschrift Wach, I, 1913, págs. 179 y
s.s.; GALLI, Crítica de la clasificación de las nulidades, Buenos Aires, 1940; GIUFFRE, se verifican ciando realmente no lo hay, sino que existe, a lo más, sólo una
degli red giuridici mediante con versione in Diritto romano, 1966; GOETTINGER,
L'utilizzazione
Der Begnff LIttwirksamkeit apariencia de negocio o éste es incompleto. Entonces el aparente negocio
es inexistente.Por ejemplo: compraventa sin aceptación, con sólo oferta (cfr.
¿ni B.G.B., 1904; GOMEZ MARTINEZ FAERNA, Le nulidad parcial de los negocios jurídicos,
en Es-
tudios de Derecho privado, bajo la dirección de Martínez-Radio, I, 1962, págs. 338 y SS.; GORDILLO
CAÑAS en C.C.J.C., n.° 36, 1994, pág. 1.029; La nulidad parcial del contrato con precio ilegal,
en C.c., arts. 1.2(1, 1.°, y 1.262, 1.°), préstamo sin entrega de la cosa (cfr. C.c.,
A.D.C., 1975, págs. 101 y s.s., y Nulidad, anulabilidad e inexistencia, en Centenario del C.C.. I, 1990,
págs. 935 y SS.; GROSSI, Nullita dei negozi giuridici, 116; GUCrGENHE1M, art. 1.740).
ridiques, 1970; GUILARTE ZAPATERO,
L'invalidité des acres ja- 2.0 COIID los efectos los produce el negocio -real y completo- por-
que el Ordenuniento los dispone, tampoco tienen lugar cuando, aun exis-
De nuevo sobre la ineficacia de los actos dispositivos de bie-
nes de menores e incapaces realizados por sus representantes legales, A.C., 1992-3, págs. 443 y 481;
GULLON, La confirmación, en A.D.C., 1960, págs. 1.195 y s.s.; HARTERMANN,
Etude sur la dis- tiendo aquél rerdadera y completamente, se ha realizado bien contra una
tinction des actes inexistants et des actes nuls, 1889; JACOBI, Die fehlerbafte Rechtsgescháfte,
f.d.c. Praxis, 1902 (86), págs. 17 y ss.; JAPIOT, Des nullités en matiere d'actes juridiques,
en Arch. norma que esablece su ineficacia, bien viciado de un defecto por el que la
VANDERA, Nulidad, anulabilidad y rescindibilidad, en 1909; LA- ley sanciona ul ineficacia. Por ejemplo: testamento mancomunado (art. 669).
R.D.P., 1913-14, págs. 171 y as.; LOPEZ BEL-
TRAN DE HEREDIA, La nulidad conducta!, 1995; LOPEZ FRIAS,
Clases de nulidad parcial del con-
trato en el Derecho español, en A.D.C., 1990, págs. 851 y ss.; LUTZESCO,
nullités, 1938, hay trad. esp., 1945; LLAMBIAS,
Theorie et pratique des Al igual que lo que acabo de decir, esa norma puede también disponer otros
efectos -ex lege- sancionatorios, que no son efectos
Efectos de la nulidad y anulación de los actos jurí-
dicos, Bs_ As„ 1953; MACCHIA, La conferma dei negozi giuridici, en negociales.
Riv. it. Scienz, giur., 1929; MA-
RIN PADILLA, Principio general de conservación de los actos y negocios jurídicos,
1990; MARTIN
No inportan, ahora, aquellos negocios llamados irregulares, en los que a pe-
RETORTILLO, Algo sobre las acciones de inexistencia en el Derecho civil,
en Colegio Notarial de Bar- sar de no haberse celebrado tal como la ley requiere, la eficacia negocial no re-
celona. Estudios Jurídicos, 1959, págs. 31 y as.; MIGUEL TRAVIESAS, Sobre nulidad jurídica, en sulta afecada (aunque, sin embargo, se produzcan -como digo-, además, otras
R.G.L.J., 1914, t. 124, págs. 491 y ss., 1 125, págs. 60 y s.s.; MORENO LUQUE, Notas sobre la efi-
cacia e ineficacia del negocio, etc., en A.C., 1986, págs. 2.621 y SS.; MORENO MARTINEZ en C.C.J.C., consecuerrias desfavorables para el sujeto).
n.° 35, 1994, pág. 717; MORENO MOCHOLI, Las irregularidades en el negocio jurídico,
en R.D.P.,
1946, págs. 21 y s.s.; MOSCO, i4 conversione del negazia giuridico, 1947; MOXO, en A.D.C.,
Nulidad y false-
dad civil del instrumento público, en A.A.M.N., Hl, 1946, págs. 199 y as.; MOZOS, DE LOS,
La ine- 482 y s.s.; SAPEN1, Ineficacia del negocio jurídico en el apéndice al Cc.1903;
vigente en Aragón,
SERRANO ALONSO, La
xistencia del negocio jurídico, en R.G.L.J., 1960, t. 208, págs. 463 y ss., y 1956, págs. 119 y s.s.; SATTA, La conversione del negozio M'indico,
jurídico, 1959, y en págs. 163 y ss„ bibliografía; NIETO,
La conversión del negocio
confirmación de le negocios jurídicos, 1976, y en págs. 127 y s.s., bibliografía; SILLER, Die Konver-
Nulidad en los actos jurídicos, Es. As., 1971; Nulidad jurídica civil y res-
OERTMANN, Invalidez e ineficacia de los negocios jurídicos, sion, en Arch. f.d. Prax., 1933 (138), págs. 149 y ss.; SILVA MELERO,
en R.D.P., 1929, págs. 65 y s.s.; OLIS, La 'milité pardelle des ocies juridi-
La nulidad del acto jurídico, etc.1, 1964; PASETTI, La sanatorio per conferirla del testamento o della ponsabilidad pend, en R.G.L.J., 1962. I, págs. 3 y as.; SilvILER,
La sanatoria del negozio giuridico nullo, 1946; SOTO NIETO,
Nulidad de
donazione, 1953; PIEDELIEVRE, Des effets produits par les actes nuls, ques, 1969; SIMNE, DE,
1911, y Quelques reflexions Algunas considera-
sur la maxime quod nullum est, nullum producir effecnun, en Melanges Voirin, 1967, págs. 638 y ss.; los contratos, en1.‘tiestions jurídicas, III, 1976, págs. 19 y SS.; TABOADA ROCA,
en Estudios Vallet, VI, 1988, págs. 653 y ss.; TAS
PIGA, Nullitá (in genere), ciones sobre la iteficacia de los actos jurídicos,
en Nuovo D. it., VIII, 1939; págs. 1.143 y s.s., y allí bibliografía, y Nullita en JJ., 1943 (90), págs. 101 y s.s.; TAUDA-
(azione di), en el mismo lugar, págs. 1.154 y ss.; PUCCINI, CHE, Yertragsvenültnisse nach ttichtigen Vertragschluss,
Studi sulla nullita relativa, 1967; RIERA
AISA, Convalidación (del negocio jurídico), en N.E.J., V, 1953, págs. 694 y ss., y GAN,
La nullité, iannulation et la resaludan partielle das controls. Contribution a Petude de l'ineficacite
Conversión (del ne- De la confirmation des actes nuls, 1911; VALLET
gocio jurídico), en el mismo lugar, págs. 713 y s.s.; ROCCO,
La convalescenza dei negozi giuridici, en partielle desadesluridiques, 1952; TR1FONESCU, en A.D.C., 1952, págs. 1.205 y
R. D. Comm., 1910, II, págs. 178 y as.; RODRIGUES VENTURA, A conservalao des actos jurídicos DE GOYTISOLC Donación, condición y conversión jurídica material,
no Direito romano, 1947; ROMANO, La revoca degli atti giuridici privad, A conviyao e a redulao dos negocios jurídicos, 1945.
1935; ROMEA, Zar Lehre s.s.; VAZ,
von der Konversion des Rechtsgeschtifte, etc., en Arch. f.d.c. Prax., 1853 (36), págs. 67 y as.; RUI DE ' En general recuérdese lo dicho, supra, 78, número 3.
ALARCAO, Invalidade dos negocios jurídicos, en Bol. Minist Just., núm. 89, y A 2 Por ejempb, cfr. art. 1.230. Ahora bien, si cuando se cumplen ciertos requisitos, el negocio de-
confinnavan dos ne- viene eficaz tantlién frente a terceros, se califica a aquéllos de «condiciones de eficacia» del negocio
gocios anulaveis, 1, 1971; SANDROCK, Subjetive und objetive Gestalnmgskófte bei der Tellnichtigkeit
vom Rechtsgeschafte. Ein Beitrag zur Auslegung von 139 BOB, en Arch. f.d.c. Prax., 1961 (t59), págs, frente a éstos.

848 849
MANUEL ALBALADEJO § 105 INVALIDEZ

Como ya sabemos, el negocio puede chocar con normas de diversas clases. 3.° Porque, sin más, el tipo de negocio de que se trate, por su modo
Todo choque da lugar a negocio irregular. Pero —repito— ahora no importa sino de ser, permite su posterior destrucción por virtud de determinados actos.
la irregularidad que redunda en ineficacia. Por ejemplo, revocación del testamento (cfr. C.c., arts. 737 y ss.).
4.0 Porque el negocio tiene una eficacia (al menos potencial) tempo-
3.° Como —a veces— la producción de los efectos requiere, no sólo ralmente limitada, o requiere para subsistir que se den o falten determina-
que haya negocio, sino también que concurran las llamadas condiciones de das circunstancias. Por ejemplo, testamentos militares que caducan cuatro
eficacia, tampoco hay efectos3 cuando, aunque haya negocio, faltan aqué- meses después que el testador haya dejado de estar en campaña (cfr. C.c.,
llas. En este caso, sin embargo, el negocio es potencialmente eficaz; y sólo art. 719), negocio a término final (cfr. C.c., art. 805), o bajo condición re-
si el requisito de eficacia no puede ya verificarse, deviene aquél ineficaz solutoria (cfr. C.c., arts. 1.113 y 1.114), etcétera.
definitivamente. Por ejemplo: capitulaciones matrimoniales, con muerte de
uno de los otorgantes, antes de contraer el matrimonio (cfr. C.c., art. 1.334);
institución de heredero bajo condición suspensiva que se incumple (cfr. C.c., § 105
art. 801, 1.0, in fine). INVALIDEZ
Dentro de la inseguridad terminológica que reina en esta materia (lo
mismo en la ley [aunque en algunas Compilaciones forales se haya corre- SUMARIO: 1. Invalidez e ineficacia de negocio jurídico.-2. Nulidad.-3. Casos de nu-
lidad.-4. Consecuencias de la nulidad.-5. Conversión del negocio nulo.-6. Re-
gido en parte] que en la jurisprudencia y doctrina)4, estimo preferible lla- quisitos de la conversión.-7. Apoyo positivo de la conversión.-8. Clases de con-
mar al negocio: inexistente, en el primeis caso, nulo en el segundo, e inefi- versión y supuestos de ésta.-9. Anulabilidad.-10. El poder de impugnar.-11.
caz (en sentido estricto, ya que también los otros son ineficaces), en el tercero. Convalidación del, negocio anulable.-12. Causas de convalidación. A) Confir-
El primer caso conviene descartarlo del estudio que voy a realizar, ya mación.—B) Otras causas de convalidación.-13. Invalidez parcial.-14. Indemni-
que no se trata de un estado —se podría decir— patológico del negocio, zación por razón de invalidez.
sino de que falta un negocio o un negocio completo. Se está ante una si-
tuación en la que, aunque exista un hecho exterior o elementos parciales de I. Invalidez e ineficacia de negocio válido.—Los negocios nulos' y
un negocio, ni a aquél ni a éstos les cuadra la denominación de negocio los anulables2 se llaman inválidos, advirtiéndose que, en ellos, la carencia
(total), aunque, a veces, se les dé. de efectos, en los primeros, o la amenaza de destrucción que pesa sobre los
segundos, procede de un defecto intrínseco al negocio; a diferencia de lo
3. Ineficacia posterior.—Junto a la clasificación anterior se podría ha- que ocurre en las otras categorías de negocios ineficaces inicialmente o de
cer otra, relativa a los negocios eficaces (al menos potencialmente), pero eficacia amenazada, en las que la ineficacia procede de una causa externa
cuya eficacia puede destruirse por diferentes motivos: al negocio.
1.° Porque el negocio en sí adolece de un defecto que la ley no con- El interés central que ha de ocupar ahora el estudio que emprendo re-
sidera bastante como para negarle inicialmente los efectos (o la potencia side en los tipos de ineficacia motivada por invalidez, pues de ellos, den-
para producir éstos), pero sí para permitir que —por quien corresponda— tro de las diferencias que haya de unos negocios a otros, y de que a algu-
se le ataque e invalide y, con ello, se borre su eficacia. Por ejemplo, con- nos no sea aplicable lo que diré, conviene hacer un examen unitario y general,
trato celebrado por error, violencia, intimidación o dolo (cfr. C.c., art. 1.265). aunque sin pretender ahora encuadrar en cada uno de tales tipos todas las
Llámanse anulables estos negocios. posibles invalideces de los singulares negocios (tarea sólo oportuna al ha-
2.° Porque, si bien el negocio en sí no adolece de defecto alguno, sin cer el estudio particular de éstos). Esos tipos son dos: nulidad y anulabili-
embargo, la ley o las partes hayan establecido que determinadas circunstan- dad, que examinaré seguidamente.
cias que se den en las relaciones a que aquél afecta, permitan que —cuando
concurran— pueda atacarse el negocio. Por ejemplo, contrato válido, pero La jurisprudencia se ha ocupado frecuentemente de diferenciarlos (aunque, a
que produce lesión en más de la cuarta parte (cfr. C.c., arts. 1.290 y 1.291). veces, distingue un tercer concepto, el de inexistencia, y otras usa este término).
Por citar solamente sentencias más interesantes, véanse, por ejemplo, las de 7 fe-
3Aunque puede haber efectos prodrómicos o preliminares. Véase supra, 78, número 9. ' Supra, número 2, sub 2.°.
No se utiliza una terminología uniforme ni exclusiva para cada caso; incluso un mismo término 2 Supra, número 3, sub 1.°,
se usa, a veces, para expresar supuestos radicalmente distintos.

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MANUEL ALBALADEJO § 105 INVALIDEZ

brero, 12 y 14 marzo y 6 diciembre 1958, 13 octubre 1960, 8 octubre 1963, 7 dez. Pero salvando los que he llamado antes' negocios inexistentes, creo que
enero 1964, 25 noviembre 1965, 27 mayo 1968, 1 diciembre 1971, 26 noviem- cualesquiera otros de los que se encuentran en la ineficacia del caso supra
bre 1974, 7 enero 1975, 18 diciembre 1981, 2 febrero 1982, 14 marzo 1983, 21
mayo 1984. 104, núm. 2, 2.°, caen bajo el concepto de nulos.
Esta es la posición que considero preferible en la debatida cuestión de si junto
Pero antes de hacerlo, hay que insistir3 en que hablando aquí en gene- a los negocios nulos debe situarse otra categoría de negocios inexistentes. Los hay,
ral, y únicamente para delinear los tipos normales de invalidez, no puede ciertamente, inexistentes, si este término —repito— se entiende en el sentido que
ahondarse ahora, sino cuando se estudie cada uno de los negocios singula- le doy más arriba5. Pero no considero útil englobar bajo esta categoría una serie
res, a cuál de los tipos que expondré es adscribible cada clase de invalidez de negocios en los que —según el criterio del Derecho positivo-- no existe una
del negocio que sea (o si es que aquella invalidez de que se trate, tiene re- mera apariencia (vacía) negocial ni existe sólo alguna de las piezas de que el ne-
glas suyas especiales, no encuadrables en lo dicho en general aquí sobre in- gocio se compone, sino que existe algo que, a pesar de no reunir todos los re-
validez del negocio jurídico). quisitos legales, debe entenderse como negocio (total), aunque sea defectuoso (nulo)6.

Ahora bien, de los supuestos de ineficacia no motivada por invalidez, hay que La nulidad puede ser textual, cuando es establecida expresamente por
decir que: la ley, o virtual, cuando, aun sin disponerla expresamente, se sigue de no
1.° Bien se trata de casos particulares aplicables sólo a determinados tipos reunir el negocio los requisitos exigidos por aquélla.
de negocios; lo que aconseja tratarlos en las partes especiales del Derecho civil,
cuando dichos negocios se examinen (nr ejemplo, la rescisión por lesión, de los 3. Casos de nulidad.—Son casos de nulidad, en generar, 71)", los de
contratos válidamente celebrados [art. 1.290 del C.c.j, la revocación —figura no
uniforme en sus diversas manifestaciones: testamentos, art. 737; mandato, art.
negocios con falta 'de requisitos de los que, a tenor del Derecho positivo,
1.732; donación, arts. 644 y ss., etc.—, la caducidad, de ciertos testamentos, art. no se siga la inexistencia de aquéllos (pues si se sigue, realmente no existe
719, etc.). negocio), en el sentido más arriba dado a este término, o que se celebran
Hacer una teoría general de los mismos, carece de utilidad, ya que (además en contra de lo dispuesto en normas imperativas (C.c., arts. 6, núm. 3)8. En
de reducirse exclusivamente al ámbito de ciertos negocios), son figuras dispares concreto:
entre sí. Cuando falta la voluntad de la conducta declaratoria o la conciencia del
2.° Bien se trata de casos ya vistos en §§ anteriores, que ahora simplemente valor declaratorio de la conducta o una declaración inteligible o procedente
recuerdo. Tales son: el negocio bajo condición o a término, en tanto que aquélla no del sujeto del negocio o que ha sido transmitda inexactamente o carece de
se cumple o éste no llega (si son suspensivos), o desde que se cumple la una o
llega el otro (si son resolutorios); en general, el negocio bajo condición de eficacia la forma ad solemnitatem.
(facti o iuris) en tanto ésta falta; el negocio representativo celebrado sin poder, etc. Cuando falta el consentimiento (art. 1.261, 1.0)9.
Por supuesto, falta el consentimiento si siendo partes en el negocio personas
La invalidez, dice la jurisprudencia (así la sentencia de 13 febrero físicas únicas (así, un comprador y un vendedor), no lo prestó alguna de ellas, o
1984), es de interpretación restrictiva; lo que equivale a decir que sólo
debe de estimarse cuando sea seguro que la ley la establece en el caso y
que se da en él. 104, número 2, 1,°, e in fine.
Supra, §
Supra, § 104, número 2, e in fine. Sin embargo, un sector de la doctrina y jurisprudencia en-
2. Nulidad.—Se llama negocio nulo a aquel que, por causa de un de- tiende que hay inexistencia si falta algún requisito, y nulidad si, concurriendo todos, el negocio se eje-
cuta contra lo dispuesto en norma imperativa o prohibitiva (C.c., art. 6, número 3).
fecto, en principio no es apto para producir sus efectos jurídicos propios. En el sentido del texto, DIEZ-PICAZO, Eficacia e ineficacia del negocio jurídico, en A.D.C.,
Tal producción le es negada definitivamente; considerándosele, a ese res- 1961, págs. 824 y 825.
pecto, como no realizado: nullum est negotium; nihil est actum. Y siempre con la salvedad de que en cierto caso o negocio concreto la ley no construya la in-
validez (que, en teoría, hubiese debido caer en la hipótesis presente) como de otro tipo.
Sólo un negocio que existe puede valer o no valer; luego sólo un ne- 761, Que en ciertos temas la invalidez de algo sea nulidad o anulabilidad, no puede detallarse aquí.
gocio que existe puede ser nulo, ya que la nulidad es una clase de invali- Por ejemplo, en el caso de la propiedad horizontal que sean nulos radicalmente, o sólo impugnables los
acuerdos tomados por ta Junta de copropietarios sin la unanimidad que exija la ley. Sobre ello, véase
infra, tomo III, § 62.
s Véanse los casos resueltos por la jurisprudencia citada supra, § 23, número 1, sub 6.".
3 Y recuérdese lo dicho, supra, § 84, número 4, último párrafo.
9 Sentencias de 28 abril 1977, 4 y 6 abril 1984 y 20 septiembre 1991.

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MANUEL ALBALADEIO § 195 INVALIDEZ

la sola existente si el negocio era unilateral. Pero falta también si en el negocio a conocimiento de éste): así, niño sin uso de razón o individuo enajenado
que sea, una parte está constituida por varias personasm, y no lo otorgan todas mental, o en estado de embriaguez, sonambulismo, etc.
ellas, o si debiendo formarse por una cierta mayoría, se presta sin haber obtenido
ésta, o no ha intervenido alguna de las personas que debía haberlo hecho para Aparte de la nulidad y para mejor protección del sujeto incapaz, desde un
formar la voluntad, o si, como en el caso de personas jurídicas públicas, la ley punto de vista práctico, faltando la capacidad legal, el negocio es anulable. Con
establece determinado procedimiento y trámites para la formación de la voluntad ello se consigue que, independientemente de que el negocio pueda ser nulo por
del ente, y los mismos no se observaron.
falta de la llamada capacidad natural, no se tenga sino que probar tal incapaci-
En el caso resuelto por la sentencia de 20 marzo 1969 se declaró el acto dad legal (ser menor, estar incapacitado judicialmente) para obtener la anulación.
«nulo de pleno Derecho al faltar el consentimiento de todas las personas que de-
bían haber intervenido en su otorgamiento». Se trataba de designar heredero en
Aragón «un pariente consanguíneo por cada rama familiar y el cura párroco del Cuando falta la capacidad legal, en ciertos casos, para los que la ley la
lugar, los que dispondrán acerca de la designación del heredero»; y «es incues- requiere so pena de nulidad (testamento, en general, C.c., art. 663, 1.°, oló-
tionable que se está indicando que serán esas tres personas quienes tendrán que grafo, art. 688, matrimonio, art. 46, 1.0), y no de sola anulabilidad, como
decidir, decisión que se permite que sea por junto —es decir, por unanimidad— sucede en otros, en los que la falta de la llamada capacidad natural da lu-
o por mayoría, pero siempre en relación con la intervención de los tres, pues no gar a nulidad, y la de capacidad legal, a anulabilidad (contratos, argumento
se habla de asistencia, sino de disposición, en contra de lo que va abiertamente arts. 1.300 C.c. y siguientes, de los que se infiere que en éstos, sólo hay
la idea de una simple concurrencia de dos de los designados, cual en este caso anulabilidad; mientras que, faltando tal argumento en el caso de los otros
sucedió».
Las sentencias de 22 junio 1967, 23 itebrero 1981, 26 febrero 1982, 19 di- negocios, hay que decidirse por su nulidad).
ciembre 1985, 29 abril 1986 y 24 julio 1998 declararon nulos por falta de con- Cuando hay falta de asistencia (complemento de capacidad del decla-
sentimiento contratos en los que no habían prestado aquél todos los partícipes de rante) o de licencias o autorizaciones y, según la construcción del Derecho
lo enajenado, rechazando la validez sólo por la cuota de quienes consintieron o positivo, la falta de las mismas provoca nulidad (pues, como sabemos, unas
la validez en parte como enajenación de cosa de otro. veces la sanción por su falta es la ineficacia del negocio, otras la nulidad
A tenor de las de 25 abril 1970 y 14 diciembre 1973 se pueden estimar nu- y otras la anulabilidad)13.
los los actos realizados sin la suficiente mayoría de condueños de los bienes a Cuando hay discordancia entre voluntad y declaración, dentro de los lí-
que afecten, o sin la unanimidad de los interesados, si es precisa. Y por faltar ésta mites que ya conocemos.
declararon nulas las ventas de que se trataba (en las que no habían prestado su Cuando falta o es ilícita la causa (arts. 1.261, 3.°, y 1.275 del C.c.).
consentimiento todos los condueños de lo vendido) las sentencias de 11 abril 1953,
23 junio 1976 y 14 marzo 1983. Por el contrario, otras sentencias declararon sólo
Sin que deba estimarse que sólo hay anulabilidad, apoyándose en el art. 1.301,
impugnables, no nulos, ciertos actos celebrados sin la unanimidad de los condue-
ños que pide la ley. Así ver sentencias de 26 junio 1998 y otras citadas en ella 4.°, del C.c. (que al hablar de falsedad de la causa, se refiere a causa viciada por
e infra, tomo III, 62. error", caso en el que, aunque viciada, hay causa) o en los 1.305 y 1.306 (ya que
Por último, según las de 13 mayo 1970, 7 diciembre 1973 y 9 abril 1980, se estén estos artículos, junto a los que se refieren sólo a la anulabilidad es debido
a que en el Capítulo VI del Título II del Libro IV del Código se contienen dis-
estimaron nulos por falta de consentimiento los contratos de que se trataba, en los
que la voluntad de una de las partes (el Ayuntamiento) no se había formado o no posiciones que a veces son para una, a veces para la otra).
se había formado guardando los preceptos aplicables al caso. La sentencia de 12 abril 1946 ha dicho, por su parte, que: «... no es conecto el
Para el matrimonio, la resolución de 30 mayo 1995 lo consideró nulo por no calificativo de contrato con causa falsa que el Tribunal de instancia ha dado a la do-
existir verdadero propósito de casarse. nación, ni por esta vía se podría mantener la tesis de que el contrato es meramente
anulable cuando la causa, aun siendo verdadera, no es lícita, pues la ilicitud vicia
Cuando faltan las condiciones psíquicas de entendimiento y voluntad
adecuadas al acto" (la llamada capacidad natural de entender y querer)12
13 Ver casos como el artículo 1.329 C,c., y sentencia como la de I julio 1995. Sobre la venta de
del declarante o destinatario (cuando la declaración se perfecciona al llegar bienes eclesiásticos sin la licencia correspondiente del Superior legítimo ver la sentencia de 6 julio 1976.
Y sobre la de menores sin autorización judicial, ver las sentencias de 9 mayo 1994, 30 julio 1999 y 21
enero 2000, de las que la de 1999 mantiene la nulidad y las otras la anulabilidad.
Véase supra, § 79, número 11. La adquisición de bienes por extranjeros, cuando la ley establezca que necesariamente ha de ins-
" Sentencias de 28 abril 1977, 4 y 6 abril 1984 y 21 enero 2000. cribirse en el Registro de la propiedad, parece que no es nula aunque no se haya inscrito, porque puede
12 Necesariamente falta entonces la voluntad de la conducta declaratoria y la conciencia de su va- inscribirse después, y vale. V la sentencia de 30 septiembre 1982.
lor de declaración. Por ello se trata del primer caso enumerado, visto desde otro ángulo. 14 Véase DE CASTRO, El negocio jurídico, cit., pág. 500.

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MANUEL ALBALADEJO § 105 INVALIDEZ

sustancialmente el negocio y lo vuelve radicalmente nulo, según se desprende de los Por su parte, la Compilación navarra ha querido distinguir expresamente
términos en que están concebidos los arts. 1.275 y 1.276 del Código civil, siquiera los negocios nulos de los anulables, estableciendo con respecto a aquellos, en
no sean tan expresivos como los del art. 985 y concordantes del Proyecto del año su ley 19, 1.0, que «son nulas las declaraciones de voluntad emitidas por me-
1851, que incluyó explícitamente la licitud de la causa entre los requisitos esencia-
nores no emancipados o personas que no se hallen en su cabal juicio, las de
les del contrato, dando así mayor luz en materia de nulidad y anulabilidad, aunque
en realidad no sea dudoso que los artículos 1.300 y 1.301 del Código vigente ex- objeto imposible o inmoral y todas aquellas que estén prohibidas por la ley»17.
cluyan de su ámbito el contrato con causa ilícita, tanto porque la ilicitud equivale a
carencia de causa, según el art. 1.275, como porque para nada se menciona el caso Salvo que, en el caso del menor, ésta sea púber (varón mayor de catorce, y
de ilicitud en el cómputo de los cuatro años que dura la acción de anulabilidad». mujer mayor de doce) y la Comp. le reconozca capacidad para el acto que sea
También la sentencia de 23 noviembre 1961 señaló que la falta o ilicitud de (ley 50).
causa da lugar a nulidad, a pesar de los arts. 1.301 y siguientes.
Y la de 1 diciembre 1971 ha afirmado que: «El propio texto del Código ci- 4. Consecuencias de la nulidad. E1 negocio nulo carece inicial y
-

vil, en el capítulo 6.° del Título 2.° del Libro 4.°, bajo el epígrafe «De la nulidad perpetuamente de todo efecto negocial. Quod nullum est, nullum habet ef-
de los contratos», se ocupa de las dos especies de nulidad (la absoluta y la rela- fectum. La situación jurídica permanece como estaba antes del negocio, y
tiva), como lo prueba el que el art. 1.305 hable de que la nulidad provenga de los interesados o cualquiera pueden seguir comportándose, a tenor de ello,
ser ilícita la causa u objeto del contrato, o sea que el Código no las diferencia ni como si aquél no existiese.
distingue, claramente, por sus causas y efectos, habiendo sido la opinión cientí-
fica y la jurisprudencia de los Tribunales las que, verdaderamente, han establecido
la distinción entre ellas. • Véanse sentencias como las de 31 diciembre 1907, 11 diciembre 1940, 29 oc-
tubre 1956, 22 octubre, 10 noviembre y 1 diciembre 1964, 29 enero 1965, 22
Las sentencias de 2 octubre 1972 y 28 octubre y 16 noviembre 1974, 24 enero
marzo y 2 junio 1969, 13 mayo 1970, 1 diciembre 1971, 25 enero, 7 marzo 1972
1977, 3 diciembre 1979, 5 noviembre 1981, 20 mayo 1985, 11 diciembre 1986,
(segunda sentencia), 31 enero y 16 abril 1973, 14 marzo 1974, 6 julio y 30 di-
19 julio 1989, 10 marzo 1994 y 20 junio, 13 noviembre 1997, 21 septiembre, 27
ciembre 1976, 24 enero y 28 junio 1977, 31 abril 1978, 31 diciembre 1979, 13
y 30 octubre 1998, 14 marzo 2000, también han insistido en que la causa ine-
junio y 21 octubre 1982, 5 marzo y 14 noviembre 1991, 24 febrero 1992, 15 ju-
xistente o ilícita da lugar a la nulidad del negocio a tenor del art. 1.275.
nio 1994, 21 enero 2000.
Cuando hay carencia, ilicitud o indeterminción e indeterminabilidad del
Lo dicho tiene lugar ipso jure, y sin necesidad de ejercicio de acción
objeto (arts. 1.261, 2.°, 1.271 y ss. del C.c.).
alguna ni de ninguna declaración o fallo en el que se haga constar.
Cuando se celebra el negocio (o la parte del mismo que sea) contra ley
imperativa o prohibitiva "bis, y la norma que la contiene es lex perfecta" (es Sólo, excepcionalmente, en algún caso, como el del matrimonio, se admite
decir, no establece para la contravención efecto distinto de la nulidad, art. cierta eficacia del negocio nulo (cfr. C.c., art. 79).
6, núm. 3), comprendiéndose aquí los casos más dispares entre sí (faltas de Naturalmente, la falta de efectos negociales no impide, sin embargo, que se
legitimación, prohibiciones en sentido estricto, negocios bajo condición verifiquen aquéllos propios de los hechos puestos en juego ni que tengan lugar
prohibida, o negocios puros sub condicione, salvo que se tenga por no puesta, los que se apoyan, no en la validez del negocio, sino en la situación de hecho
etc.): por ejemplo, C.c., arts. 46, 47, 669, 1.102, 1.116, algunos apartados que la aparente validez de aquél pueda crear (así, usucapión de la cosa que a base
del 1.459, 1.690, 2.°, 1.859 (pacto comisorio), Comp. navarra, ley 366, etc.16. del negocio comienza a poseerse en concepto de dueño).

A pesar de lo dicho sobre la carencia de efectos, puede ocurrir que de


1411' No es cierto que, como dice la sentencia de 26 abril 1995 (con cita de otras muchas), no sea hecho se establezca, o se pretenda establecer, un estado de cosas a tenor
aplicable la nulidad civil del negocio por ser administrativas las leyes o disposiciones que viole. Hay del negocio nulo (por ejemplo, en la compraventa nula, el comprador se po-
otras muchas sentencias que sí establecen la nulidad en este caso (v. supra, § 23, núm. 1), cuando la
disposición que sea sí afecta a la sustancia civil del acto. Ahora bien, lo que sí ocurre de verdad es que sesiona de la cosa en concepto de tal, o la reclama al vendedor, como si la
la infracción, por ejemplo, de preceptos fiscales, contables, etc., o la omisión de trámites puramente ad- compraventa fuese válida; o bien, aduciendo que ya se realizó la partición
ministrativos prescritos, no afectan a la validez civil del acto cuando éste no viole ley civil ni norma de herencia -que, en efecto, se practicó, pero que es nula-, un cohere-
de alcance civil contenida en disposición administrativa, aparte, ¡claro!, de la exigibilidad de lo omitido
o de la sanción aplicable por ello, que siguen vigentes.
15 Cfr. supra, § 78, número 4 y nota 5.
16 También cabría contemplar desde este punto de vista los negocios prohibidos por causa u ob- 17 Y disponiendo en la ley 489 que «Las obligaciones serán nulas.., conforme a lo dispuesto en la
jeto ilícitos o inmorales. ley 19».

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MANUEL ALBALADE.10 § 105 INVALIDEZ

dero se opone a que se proceda a verificar la partición judicial que otro quiera valen los excesos verbales de algunas sentencias que afirman en general
pide). Semejante situación puede dar lugar a la necesidad o al interés de (aunque a la vista de distinto supuesto) que de las causas de nulidad no pueden
obtener una declaración de nulidad que corte la perturbación o que sirva de aprovecharse (o invocarlas) los que hubiesen dado lugar a ellas. La sentencia de
presupuesto para hacer cesar el estado de hecho contrario a la realidad ju- 14 marzo 1974, en su considerando primero, acoge contundentemente esa buena
rídica. Así, pues, cuando alguien se ampara en la existencia de una apa- doctrina, de que incluso los causantes de la nulidad pueden invocarla'', afirmando
lo siguiente: «Es de rigor comenzar el estudio del mismo [del recurso] con las
riencia de validez, es preciso —al no poder el perjudicado tomarse la jus- aseveraciones siguientes: A) Las causas en que puede fundamentarse tal petición
tifica por propia mano— ejercitar la correspondiente acción —o excepción— [de nulidad absoluta o inexistencia] son las siguientes: Primero. La falta de un re-
encaminada, no a atacar el negocio ni a borrar sus efectos (que ya faltan quisito esencial para que pueda haber contrato, contemplada en el art. 1.261 del
dsde antes), sino a destruir aquella apariencia de validez, haciendo constar C.c., que enumera el consentimiento, el objeto y la causa de los contratos; y Se-
que la realidad ha quedado inmutable no obstante el negocio. gunda. Las que resultan del art. 1.255 en que se concede a los contratantes la li-
bertad de establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conve-
Cfr. sentencias del T.S. de 3 enero 1947, 30 septiembre 1959, 31 mayo 1963, niente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral o al orden público,
23 junio 1966, 3 junio 1968, 4 noviembre 1969, 7 marzo 1972 (segunda senten- en cuyo caso hay «prohibición», y se puede ir contra los mismos, solicitando su
cia), 5 abril 1978, 31 diciembre 1979, 21 octubre 1982, 29 abril 1986. nulidad. En contratos de esta clase son características esenciales: primera: SE PER-
Como dice la de 1972, refiriéndose al acto nulo: «Pues, si bien se trata de MITE ACCIONAR CONTRA LOS MISMOS A LAS PROPIAS PARTES QUE LOS SUSCRIBIERON,
un acto que no existe al faltar alguno de los elementos esenciales para su exis- sin que pueda oponerse la excepción de ir contra los propios actos, puesto que
tencia o bien si es radicalmente nulo por ser contrario a una prohibición expresa ir contra algunos de los motivos que vician el acto, supone el cumplimiento de
de la Ley, no podrá tener otra sanción ql la máxima de carencia total de efec- un deber; que debe ser bien acogido, CUALQUIERA QUE HAYA SIDO LA PRETERITA
tos jurídicos que se concreta en la clásica fórmula «quod nullum est nullum ef- ACTUACION [es .decir, aunque haya sido él el causante de la nulidad] DE QUIEN
fectum producit», desde el instante mismo de su celebración, pues al no llegar a POSTULA LA NULIDAD».
nacer, jurídicamente hablando equivale al surgir de algo carente de toda virtuali- No obstante, alguna sentencia distinta, como la de 13 noviembre 1970, ha di-
dad, pero siempre en todo caso con necesidad de una previa declaración judicial choque «quien suscribió un contrato y se aprovecha del mismo no puede útilmente
que constate, en el orden civil, la nulidad o la inexistencia que, aun con valor impugnarlo como nulo por ilicitud de causa» (siendo así que en tal hipótesis sí se-
meramente declarativo, es indispensable para deshacer la apariencia del acto rea- ría realmente nulo, y no impugnable). Cfr. también las de 4 mayo 1970, 3 abril
lizado». Y como señala de la 1969 y literalmente igual otras anteriores: «Si bien 1971, 21 mayo 1975 y 8 marzo 1995 (que dice que no pueden aprovecharse de
según opinión corriente, la inexistencia o nulidad absoluta del contrato obra de las causas de nulidad de un contrato quienes hubiesen dado lugar a ellas).
pleno Derecho y sin necesidad de declaración judicial, por no producir el acto Y que corresponda a todo interesado, aunque no baya sido parte ni interve-
efecto alguno, tal doctrina no siempre puede admitirse como exacta, pues al crear nido en el negocio, hay abundante jurisprudencia que lo dice o lo aplica. Entre
todo negocio jurídico, una apariencia de validez se hace indispensable destruirla, las sentencias no antiguas, por ejemplo, la de 26 noviembre 1946, 11 abril 1953,
si constituye obstáculo al ejercicio de un derecho». 12 abril 1955, 31 marzo y 30 septiembre 1959, 12 diciembre 1960, 9 marzo y 23
noviembre 1963, 4 enero 1965, 31 diciembre 1979, 4 abril 1984, 19 mayo 1998,
Se trata, pues, de acción y fallo declarativos, es decir, que no originan 17 febrero 2000, y espíritu de la de 15 febrero 1977, que, sin embargo, no se
la invalidez, sino que expresan que existía. dictó en caso de nulidad.

Sentencias de 16 mayo 1945, 7 marzo 1972 (segunda sentencia). También la 2.° Sin embargo, no es pública, salvo en ciertos supuestos de nulidad
de 31 enero 1973. del matrimonio en que puede interponerla el Ministerio fiscal (cfr. C.c., art.
74 y 75).
La acción o excepción: 3.° No se extingue por el paso del tiempo, ya que no se trata de ejer-
1.0 Corresponde a todo interesado en que la nulidad conste, aunque citar un derecho (a invalidar, a suprimir efectos) que pudiera extinguirse por
no haya sido parte ni intervenido en el negocio. aquel paso, sino —repito— de poner de relieve que el negocio es desde an-
tes inválido y que los efectos verdaderamente no existen.
Corresponde a todo interesado incluso a los causantes de la nulidad". No rige
aquí, por supuesto, el art. 1.302 (que es para el caso de impugnabilidad), y ni si
19 La ley 494 de la Comp. navarra permite invocar la nulidad al propio causante al disponer que
»Quien ha reconocido en un documento el cobro de una cantidad... podrá impugnar el documento pro-
9 Véase lo dicho supra, § 90, número 5.
bando la inexistencia de dicho pago».

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MANUEL ALBALADEJO § 105 INVALIDEZ

Que no se extinga por el paso del tiempo, lo ha declarado una abundante ju- restitución. Si bien ciertamente que no morirá por prescripción, sino por falta de
risprudencia. Así, sentencias de 19 diciembre 1951, 20 y 23 octubre 1954, 25 oc- interés. Ahora bien esta falta de interés no se sigue del solo hecho del transcurso
tubre 1958, 8 octubre 1962, 27 marzo y 13 mayo 1963, 13 y 27 febrero, 3, 20 y del tiempo de prescripción de la acción de restitución, sino que hace falta, ade-
31 marzo 1964, 28 mayo 1965, 20 marzo 1969, 16 abril y 14 diciembre 1973, más que el demandado con ésta alegue la prescripción, ya que si no la alega será
14, 22 marzo y 23 diciembre 1974, 20 diciembre 1975, 10 octubre 1977, 13 abril condenado a la restitución (v. infra § 10, núm. 4, párrafo prenúltimo), de modo
1978, 6 marzo y 5 noviembre 1981, 13 junio 1982, 14 marzo y 25 abril 1983, 4, que mientras que exista tal posibilidad no se podrá decir que la acción declara-
6 y 9 abril 1984, 12 marzo, 29 abril, 6 mayo, 6 junio y 5 diciembre 1986, 22 di- tiva carece de interés.
ciembre 1987, 26 enero 1988, 19 julio y 23 octubre 1989, 16 febrero 1990, 14
noviembre 1991, 15 febrero y 23 octubre 1992, 23 y 27 julio 1993, 15 junio 1994, La declaración de nulidad puede y debe incluso efectuarse de oficio,
19 y 23 mayo 1995, 4 noviembre 1996, 29 abril 1997, 26 junio 1998, 26 febrero, cuando el juez conoce los hechos que la provocan.
8 julio 1999, 21 enero 2000.
Sentencias de 29 marzo 1932, 17 mayo y 29 octubre 1949, 27 octubre 1956,
La no extinción de la acción para pedir la nulidad se entiende que es 13 junio 1959, 1 diciembre 1964, 23 junio 1966, 28 abril 1971 y 28 mayo 1973,
no extinción por prescripción, pues si la acción a lo que está sometida es 31 diciembre 1979, 31 marzo 1981, 14 marzo 1983, 11 octubre 1995, 20 junio
a un plazo de caducidad, transcurrido éste, ya no puede ejercitarse porque 1996, 24 abril 1997 (que da la impresión de querer decir que no todas las nuli-
sí se ha extinguido, es decir, caducada una acción de nulidad, el acto por dades pueden apreciarse de oficio), 3 julio 199920.
muy nulo que fuese, vale para siempre coo si hubiese sido válido, ya que Alguna de ellas viene a señalar algo que es evidente: que si ciertamente la
su nulidad no es alegable caducada la acción que habría permitido pedirla. declaración de nulidad procede de oficio, sin embargo, será preciso que se trate
de negocio realmente nulo; y siendo, a veces, discutible, si determinado caso es
o no de nulidad (o bien sólo se trata de que existen ciertas infracciones que no
Esto es así por mucho que alguna sentencia como la de 26 junio 1998 pa- dan lugar a verdadera nulidad), para que proceda declararla, hará falta que conste
rezca decir que la nulidad ni prescribe ni caduca.
con certeza la nulidad.
Mas, realmente, puesto que, conocidos los hechos, es el Tribunal el que ha
Ahora bien, aparte de que no se extinga por el paso del tiempo la ac- de juzgar si se trata o no de verdadera nulidad, debería ser el propio Tribunal el
ción para pedir la declaración de nulidad de un negocio, lo que sí se ex- que (puesto que conoce el Derecho -principio de iura novit curia- y debe de-
tingue por el transcurso del plazo que corresponda en el caso que sea (plazo clarar de oficio la nulidad si existe) también de oficio entrase en el tema de si el
que, según el art. 1964, 2.°, es de quince años si la acción de reclamación negocio litigioso es o no nulo de pleno Derecho y, siéndolo, declarase de oficio
es personal y la ley no le tiene marcada otra duración) es la acción para tal nulidad.
Ahora bien, la sentencia lo que dice es que para que puedan «los Tribunales
pedir la restitución de lo que se hubiese dado por el negocio nulo. Ello por- anular de oficio el acto o negocio jurídico que se hubiere sometido a su Conoci-
que una cosa es pedir que se declare su nulidad, y otra pedir que se nos miento, es necesario no sólo que se acredite cumplidamente en el pleito que el
devuelva lo que dimos. mismo se concertó contrariando las prescripciones contenidas en algún precepto
legal (sentencias de 27 marzo 1925 y 24 octubre 1959), sino también que la san-
De modo que cabría no poder ya reclamar ésto, siendo así que se está toda- ción impuesta por éste al infractor, consiste precisamente en la nulidad de lo con-
vía en tiempo (que nunca se acaba) de pedir aquéllo. venido y no en otra cosa distinta, por no ser posible en este último supuesto aña-
Por raro que parezca, ésto es así. Y, además, con un agravante, que como el dir aquella declaración...».
Derecho no admite el ejercicio de acciones sino cuando el que las interpone tiene De cualquier modo la no apreciación de oficio de la nulidad en el caso, se
interés, si el único interés que tenía era el de conseguir la devolución de lo que explica porque no se trataba en él de nulidad verdadera.
dio por el negocio nulo, y ya ha pasado el plazo para poder conseguir dicha de-
volución, no puede ni siquiera interponer la acción de declaración de la nulidad 2° No obstante, en alguna sentencia del T.S. ha mantenido literalmente lo contrario. Así la de 24
porque carece de interés para perseguir que se haga tal declaración, ya que le es mayo 1977 afirma que «según la constante y reiterada doctrina jurisprudencial, incluso la nulidad radi-
inútil pues aunque la consiga, no puede obtener la devolución. cal o absoluta es preciso alegarla para que pueda ser declarada». Afirmación inexacta, tanto en cuanto
Lo que significa que pasado el plazo para poder exigir la devolución, sólo se a la tesis que sostiene, como a que sea la acogida por constante y reiterada jurisprudencia. Si bien la
puede interponer con éxito la acción declarativa si se tiene en ella algún interés tal afirmación del T.S. no tiene verdaderamente el espíritu que parece, y fue hecha innecesariamente,
que no sea de obtener la ya inalcanzable devolución. porque el caso de que se trataba no era de nulidad, sino de impugnabilidad.
La sentencia de 7 julio 1978 parece apoyar la apreciabilidad de oficio de la nulidad, no por ésta
Así que aunque se diga, y con razón, que la acción declarativa es impres- én sí, sino por tratarse en el caso, de un acto de «Derecho de Familia caracterizado por las notas de
criptible, en la práctica puede arrastrarla a morir la prescripción de la acción de interés público, contenido ético y transpersonalismo».


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§ 105 INVALIDEZ
MANUEL ALBALADE.10

1952. La prueba del enriquecimiento corresponde —como señalan algunas de ellas—


Todo lo construido a base del negocio nulo debe deshacerse, salvo que al que reclama la restitución.
la nulidad sea inoponible frente a determinados terceros (así, L.H., art. 34). 30 «Cuando la nulidad provenga de ser ilícita la causa u objeto del contrato76,
Luego, en principio, habrán de restituirse las prestaciones ejecutadas en cum- si el hecho constituye un delito o falta común a ambos contraantes carecerán de
plimiento de aquél, juntamente con sus incrementos21, hasta dejar las cosas toda acción entre sí y se procederá contra ellos, dándose, además, a las cosas o
como antes de dicha ejecución (C.c., art. 1.303 )22, 23. 24. precio que hubiesen sido materia del contrato, la aplicación prevenida en el Có-
digo penal respecto a los efectos o instrumentos del delito o falta.
1.° Si la restitución fuese imposible por pérdida, se deberán restituir los fru- Esta disposición es aplicable al caso en que sólo hubiere delito o falta de
tos percibidos y el valor que tenía la cosa cuando se perdió"bi', con los intereses parte de uno de los contratantes; pero el no culpable podrá reclamar lo que hu-
desde la misma fecha (art. 1.307). «Mientras uno de los contratantes no realice la biere dado, y no estará obligado a cumplir lo que hubiera prometido» (art. 1.305)27.
devolución de aquello, a que, en virtud de la declaración de nulidad, esté obli- 4.0 «Si el hecho en que consiste la causa torpe no constituye delito ni falta,
gado, no puede el otro ser compelido a cumplir por su parte lo que le incumba» se observarán las reglas siguientes»:
(art. 1.308). a) «La Cuando la culpa esté de parte de ambos contratantes, ninguno de ellos
2.° «Cuando la nulidad proceda de la incapacidad de uno de los contratan- podrá repetir lo que hubiera dado a virtud del contrato, ni reclamar el cumpli-
tes, no está obligado el incapaz a restituir sino en cuanto se enriqueció con la miento de lo que el otro hubiese ofrecido.»
cosa o precio que recibiera» (art. 1.304)25. Eso es lo que establece el Código en su art. 1.306, 1.a. La Comp. navarra, en
La jurisprudencia se ha ocupado del alcance del enriquecimiento del incapaz su ley 510, 2.°, ordena sustancialmente lo mismo, al decir que «es irrepetible lo
tanto en orden a quiénes comprende como a cuándo existe. No lo hay (y ello es que se da a causa de un convenio inmoral para el que pagó, aunque lo sea tam-
evidente, ya que, si no, no tendría utilidat el artículo) por la sola entrega de la bién para el que cobró».
suma que fuese, sino cuando produzca aumento o beneficio en el patrimonio del Eso que establece lo mismo el Código que la Compilación, parece un salu-
incapaz (sentencia de 22 octubre 1894). En orden al tema pueden verse senten- dable castigo para el que no puede obtener la restitución, pero no menos resulta
cias, como las de 21 octubre 1897, 17 octubre 1916, 15 junio 1918 y 15 febrero un premio para el otro, que es tan culpable como aquél.
Por esto, quizás, la jurisprudencia no mira con excesiva simpatía la aplica-
ción de ese derecho a no devolver lo que inmoralmente se recibió. Y siempre ha-
21 Devolución de la cosa con sus frutos y del precio son sus intereses. Ver la sent. de 13 diciem- lla alguna razón par que no prospere cuando el que se queda con lo de la otra
bre 1980 sobre la devolución o no de las utilidades obtenidas que sean de otro tipo. Sobre devolución
de intereses, sentencia de 17 junio 1986, declarando que son los intereses legales y no los pactados los parte, no pierde a cambio lo que ésta tenía de él.
que se deben restituir. De modo que podría decirse que el T.S. no dificulta la aplicación del art.
La devolución en cuestión es como la dispone la ley, pero, obviamente, puede regularse de otra 1.306, 1 f, cuando siendo recíprocas las pérdidas de ambas partes, quedan com-
forma por los interesados (v. la sent. de 17 abril 1997). pensadas. Así en el caso de la sentencia de 19 marzo 1948 (Sala sexta), en el que
22 Y así abonar a la otra parte la plusvalía que hubiese pagado (sentencia de 19 junio 1981). debiendo fijarse en trigo la renta del arrendamiento rústico78, no se hace por culpa
27 Este artículo se refiere lo mismo al supuesto de nulidad (sentencia de 10 noviembre 1966, 6 ju-
lio 1976, 27 junio 1977, 28 septiembre 1996), que al de la anulabilidad. Pero para el que entienda que de ambas partes, cuyo acuerdo fijando la renta en dinero viola el precepto que
se refiere sólo a éste, se aplicaría también al de nulidad por analogía, ya que estaría dictado para cuando ordena establecerla en trigo. Y el T.S. revisó (anuló) la sentencia anterior, que es-
se obtiene la anulación, momento en el que el negocio anulable pasa a correr parejas con el nulo. timaba que declarada la nulidad del contrato por esa razón, procedía aplicar el art.
Por otro lado, según tiene declarado reiteradamente la jurisprudencia (últimamente, la sentencia de 1.303 y restituirse los contratantes sus prestaciones, y proclamó que por el con-
26 marzo 1974, estimatoria del recurso, y las que se citan en la correspondiente segunda sentencia) los trario, puesto que se trata de una causa torpe común a ambos contratantes, pro-
artículos 1.303 y concordantes son aplicables en los casos de invalidez normales, pero no cuando se
trata de la que procede de que el acto que sea queda comprendido dentro del período de retroacción de cede aplicar el art. 1.306, l..
la quiebra. Para tal caso, según el art. 878, «Declarada la quiebra, el quebrado quedará inhabilitado para Pero si, diferentemente, el caso es de que solamente una de las partes no res-
la administración de sus bienes. Todos sus actos de dominio y administración posteriores a la época a tituiría (porque en poder de la otra no hay nada que, no restituyéndolo tampoco,
que se retrotraigan los efectos de la quiebra serán nulos». Y la invalidez de que se trata da lugar a
que la restitución se produzca a favor del patrimonio del quebrado, pero no a que quien celebró con él
el acto inválido recobre lo que por su parte entregó.
26 Pero no en los demás casos de nulidad (sentencia de 30 junio 1931; cfr. también las de 7 fe-
" Cuya restitución, como dice la sent. de 27 junio 1977, es independiente de la buena o mala fe
del poseedor de lo que se debe restituir, y regulada por ese ar-t, específicamente no procede aplicar los brero 1959 y 24 enero 1977).
" Entre otras sentencias no antiguas relativas a los arts. 1.305 y 1.306, pueden verse, por ejem-
preceptos relativos a la restitución de la posesión (arts. 451 y ss.). plo, las de 27 octubre 1956, 8 junio 1957, 23 noviembre 1961, 31 diciembre 1979, 20 mayo 1985, 11
241'6 Bien «perdió» materialmente, bien «perdió» jurídicamente, como si una cosa se adquirió a non
domino por un tercero, y así, quien la debía devolver, no puede entregarla a quien debía dársela (sent.
diciembre 1986, etc., que determinan la procedencia o no, en el caso, de aplicar aquéllos, o hacen cier-
de 6 junio 1997). las consideraciones sobre tos mismos.
25 Artículo que creo es aplicable, no sólo en caso de anulabilidad, sino también de nulidad, clase
Aquí no puedo entrar en más problemas de los que examino a continuación en el texto en orden
de invalidez que es la que padece el negocio cuando la parte de que se trata se halla en estado de la a esos artículos ni en el acierto o no de la jurisprudencia en cuestión.
28 Como ocurría bajo el Derecho entonces vigente.
llamada incapacidad natural (así carece de uso de razón al celebrar el negocio).

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pueda así —valga la frase— resarcirle de lo que no le devuelven a ella), el T.S. la que no hubiese de restituir a la otra (pues entonces el T.S. opta por aplicar el
siempre halla alguna razón para que no prospere el derecho a quedarse lo reci- art. 1.303).
bido por causa torpe. En efecto: Véase también la sentencia de 7 febrero 1959, considerando tercero.
Así es en el caso de la sentencia de 5 octubre 1957 (donación de hombre a b) «2." Cuando la culpa esté de parte de un solo contratante, no podrá éste
su amante), en la que, en definitiva, la donataria no se quedó con lo donado, pues repetir lo que hubiese dado a virtud del contrato, ni pedir el cumplimiento de lo
si bien la culpa era de ambos contratantes (que conciertan la donación con la in- que se le hubiera ofrecido. El otro que fuera extraño a la causa torpe, podrá re-
moral base de sus relaciones ilícitas), sin embargo, el T.S. rechazó como «cues- clamar lo que hubiera dado, sin obligación de cumplir lo que hubiera ofrecido»
tión nueva» la alegación del art. 1.306, 1.', para negarse a la devolución. Pero (art. 1.306, 2.").
agregó, además, que, en todo caso, no habría procedido aplicar ese artículo, pues Están fundadas estas disposiciones en el adagio in pari causa turpitudinis, me-
los hechos que ocasionaban la nulidad eran delictivos («adulterio o amanceba- liar est condicia possidentis.
miento, dado el conocido estado civil de casado del actor [donante]»), por lo que
hubiese procedido aplicar el 1.305, 1.0. (Me basta con decir esto, que revela el El negocio nulo no puede convalidarse de ninguna manera. Rige la re-
criterio del T.S. de eludir el resultado que considera injusto del art. 1.306, 1.';
pero en cuanto a la procedencia de aplicar al caso el 1.305, 1.0, tendría mucho
gla catoniana: «Quod ab initio vitiosum est, tractu temporis convalescere
que discutir, y llevaría a muy curiosas consecuencias). Y la sent. de 30 octubre non potest». (D. 50, 17, 29). Aplicación de ella es el art. 1.310 del C.c.:
1985 que también declaró inaplicable el art. 1.306, 1., si el contrato por el que «Sólo son confirmables [convalidables] los contratos que reúnan los requi-
uno entrega algo a otro, sin tomar él nada, es simulado. (Realmente, en el caso sitos expresados en el art. 1.261 [los contratos que no sean nulos]».
bastaba para excluir el art. 1.306, _U, decir que no había causa torpe).
Y lo es lo mismo en el caso de la sentencia de 17 octubre 1959 (donación También la jurisprudencia señala la no convalidabilidad del negocio nulo. Por
de hombre soltero a su amante, también soltera), en el que el Tribunal de instan- ejemplo, sentencias de 1 enero y 27 mayo 1947, 21 abril 1958, 30 septiembre
cia había aplicado el art. 1.306, 1.°, y el T.S. casó la sentencia, aduciendo su ina- 1959, 4 y 11 marzo 1960, 8 octubre 1962, 27 marzo 1963, 13 febrero, 22 octu-
plicabilidad —luego, por tanto, no podía retener la donataria lo donado— porque bre y 10 noviembre 1964, 17 febrero, 14 abril, 23 junio, 4 noviembre 1966, 23
—según afirma el T.S.— dicho precepto «contempla la hipótesis de contratos con noviembre 1970, 8 febrero 1972, 16 abril 1973, 3 octubre 1974, 20 diciembre
prestaciones recíprocas y no aquellos otros en los cuales sólo consta la entrega de 1975 y 30 diciembre 1976, 10 octubre 1977, 20 noviembre 1980, 13 junio 1982,
algo, sin compensación de adverso, por una de las partes» (considerando 2.°, al 14 marzo y 25 abril 1983, 21 mayo 1984, 11 diciembre 1986, 26 enero 1988, 8
final). Afirmación inexacta, ya que: 1.° El art. no dice que se restrinja a éstos marzo 1989, 20 enero 1998, 8 marzo 1999, 21 enero y 26 julio 2000.
(contratos bilaterales) su precepto. 2.° Cuando afirma que no se podrá exigir la
devolución de lo dado o pedir el cumplimiento de lo prometido, no implica que Lo dicho es lo que, en general, se puede afirmar aquí. No obstante, en
haya de haber prestaciones recíprocas, sino que simplemente se trata de alcanzar determinados casos las ideas expuestas pueden sufrir excepción. Pero espe-
al caso de que las haya, pero sin excluir al de que se trate de contrario unilate- cificarlo sólo es posible al tratar de cada negocio en particular.
ral. 3.° El caso, que puede darse en contrato bilateral con causa torpe común a
ambas partes, de que una haya cumplido y la otra no, y ésta pueda —a tenor del
art. 1.306, 1."— ni devolver lo que recibió ni cumplir lo que prometió, muestra Por ejemplo, las convalidaciones de los arts. 75, 762, etc.
que el precepto no excluye el beneficio de una sola de las partes (sin perder ella
nada, y sin que la otra, no restituyendo o no cumpliendo, encuentre compensa- 5. Conversión del negocio nulo.—E1 negocio nulo puede convertirse.
ción), lo que no es situación sustancialmente diferente a la que en el contrato uni- Hay conversión cuando un negocio jurídico nulo es mantenido como
lateral produce el que el donatario se quede lo donado, y el donante nada; razón negocio jurídico válido de otro tipo diferente.
por la que, presupuesto que el precepto no dispone la exclusión de los contratos El fundamento de la conversión suele opinarse que se halla en el prin-
unilaterales, hay que entenderlos incluidos, puesto que el fin (inequitativo, si se cipio de conservación del negocio jurídico, en cuya virtud el Ordenamiento,
quiere) de la norma se alcanza igualmente en ellos, y puesto que la situación que siendo posible, procura salvar al negocio de la destrucción o ineficacia. Mas
en la realidad práctica provocan es la misma que puede darse en algunos de los
bilaterales (aquellos que ya estén cumplidos por una parte, y no por la otra).
tal opinión e inexacta en cuanto que la conservación sería el permanecer
La sentencia de 17 octubre 1959 cita en apoyo de su doctrina a la de 10 ju- del negocio, mientras que la conversión es el cambiar del mismo, al pasar
lio 1902, que realmente no recayó en igual supuesto, pero que muestra, por lo a constituir otro negocio con los materiales (elementos y requisitos) que se
que dice al final de su último considerando, que en el sentir del T.S. el art. 1.306, reunieron para formar infructuosamente el primero. Realmente, pues, no se
1.', debe usarse para que no haya restitución cuando lo que cada parte se queda conserva ni se salva éste, sino que se conservan los elementos existentes,
se compensa con lo que se queda la otra, pero no cuando fuera una sola parte para, haciendo con ellos un negocio distinto, salvar el fin propuesto y los

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efectos que con aquél perseguía la voluntad negocial. Hay favor voluntatis, unánimemente se entiende— en los mismos términos; admisión que la abo-
y no favor negotii, porque se cambia de negocio en homenaje a aquélla, ha- nan principalmente dos razones:
ciéndola pilar central del nuevo. La Presupuesta la concurrencia de los elementos del segundo negocio
A este proceso, siguiendo la terminología del Derecho común, se le y de la voluntad hipotética de celebrarlo, el respeto a la voluntad del su-
llama conversión del negocio. jeto, que impera en nuestro Ordenamiento (cfr. C.c., arts. 675, 1.255 y 1.281;
Comp. aragonesa, art. 3; Comp. navarra, leyes 7 y 8, etc.) lleva necesaria-
6. Requisitos de la conversión.—La conversión precisa de dos cir- mente a mantener la tesis defendida.
cunstancias, una objetiva y otra subjetiva. Consiste la objetiva en que los 2.' En algunos textos concretos (C.c., art. 597; C. de comercio, arts.
elementos y requisitos existentes, que son insuficientes o inadecuados para 719, 729, 463 y 466) se establecen casos de conversión que evidencian la
el primer negocio, sean los necesarios para el segundo. Consiste la subje- admisión del principio de convertibilidad, del que son aplicaciones.
tiva en que sea admisible una voluntad hipotética de las partes: que, de ha-
ber conocido la invalidez del primero, hubiesen querido el segundo. 8. Clases de conversión y supuestos de ésta.—La conversión puede
ser, según la doctrina más extendida, material o formal. Es material cuando
Esta voluntad es meramente hipotética, y no puede ser una voluntad realmente un negocio se convierte en otro sustancialmente distinto. Por ejemplo, do-
existente que quiera el segundo negocio para el caso de que sea nulo el primero, nación, en préstamo. Es formal cuando queda el mismo negocio, pero con
pues si se da tal voluntad real, no habrá entonces conversión —traslado de vo- forma diferente. Por ejemplo, el testamento cerrado nulo, que vale como
luntad (y demás elementos) del negocio luto, que fite el que se quiso, al otro ne- ológrafo (C.c., art. 715, in fine).
gocio—, sino que habrá dos voluntades, una —que se frustra— del negocio nulo, Que realmente la llamada conversión formal no es una verdadera con-
y otra del válido, que es querido directa, aunque subsidiariamente. versión, en el sentido en que hemos hablado de ésta, es indudable, en cuanto
Esa voluntad hipotética es, naturalmente, voluntad del sujeto, si el negocio es
unilateral, y voluntad común si es plurilateral (arg. art. 1.281 del Código civil).
que no se cambia de negocio.
Pero, sentado esto, no es puro conceptualismo insistir en que no lo es. Dife-
En principio, la voluntad hipotética debe admitirse cuando —sin nin- rentemente de la conversión material, no hay duda posible en la formal sobre la
gún dato del que se siga su exclusión— en fin práctico y los efectos per- voluntad de las partes, ni ésta es hipotética, sino real, pues es querido el mismo
seguidos se consiguen de forma fundamentalmente igual a través del nego- negocio, aunque para salvarlo se le revista de forma diferente; y los efectos se-
cio en el que se convierta el nulo, que se habrían conseguido a través de rán, por tanto, iguales —son los mismos efectos—, ni más fuertes ni más débi-
éste. Puesto que a las partes lo que les importa es el fin práctico y no el les. Por último, así como advertí, al comenzar a tratar de la conversión, que ésta
medio jurídico utilizado, es justo que el Derecho salve, mediante la con- no se fundamenta en el principio de conservación del negocio, sí es ésta lá razón
de ser de la formal.
versión, la consecución de aquél fin.

La voluntad hipotética también debe admitirse, por lo general, si con el se-


Son ejemplos de conversión29; la donación nula, que puede valer como
gundo negocio se consiguen efectos semejantes, más débiles o menores, a los que préstamo; la pignoración nula, que puede valer como constitución de dere-
se hubiesen obtenido con el nulo. Por ejemplo, el contrato de donación nulo puede cho de retención; el préstamo a la gruesa, que puede valer como préstamo
convertirse (presupuesta la entrega de la cosa) en mutuo o comodato; o el nego- sencillo, si falta el requisito de ponerse en riesgo los efectos sobre los que
cio nulo constitutivo le prenda, en negocio constitutivo de derecho de retención. se toma el dinero (C. de comercio, arts. 719 y 729); la novación nula de
una obligación en cuyo cumplimiento el deudor está en mora, que puede
7. Apoyo positivo de la conversión.—Ordenamientos como el alemán valer como remisión de los efectos de ésta; el endoso de la letra posterior
(B.G.B. § 140), el italiano (C.c., art. 1.424) y el portugués (C.c., art. 293) a su protesto sólo produce efectos de la cesión ordinaria (Ley Cambiaria,
acogen, en general, la convertibilidad del negocio, exigiendo la existencia de art. 23); la concesión de servidumbre hecha solamente por alguno (no por
los elementos y requisitos necesarios —en los términos ya vistos— al se- todos) de los copropietarios de la finca gravada, que puede valer como cons-
gundo negocio, y apoyándolo en el criterio subjetivo expuesto, de la volun-
tad hipotética. Y aunque en nuestro Derecho falta un texto de carácter ge- ' 29 Mas ejemplos, y análisis de algunos de los que cito, en DE LOS MOZOS, La conversión del
neral en el que se la acoja, sin duda, se encuentra también admitida —como negocio jurídico, 1959, págs. 146 y ss.

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titución de la obligación de no impedir al favorecido el ejercicio del dere- recho a impugnarlo (hay invalidez potencial) (art. 1.300 del C.c.: «Los con-
cho que se quiso conceder (Código civil, art. 597); la institución de here- tratos en que concurran los requisitos que expresa el art. 1.261 [que no sean
dero a favor de una persona jurídica, que no llegando a haber existido o nulos9, pueden ser anulados... siempre que adolezcan de alguno de los vi-
careciendo realmente de personalidad, puede valer como institución a favor cios que los invalidan con arreglo a la ley»).
de las personas físicas agrupadas para formarla (realmente, para no formarla). En conclusión, el negocio anulable:
Mientras no sea firme la resolución judicial que declare su anulación,
Algunos autores señalan, para evitar equívocos, una serie de figuras como dis- es un negocio válido.
tintas de la conversión. Tales son: 1.° La validez del negocio disimulado, en la si-
mulación relativa, que evidentemente no se debe a conversión del simulado, sino Véanse las sentencias de 14 junio 1920, 9 enero 1933, 21 junio 1956, 13
a que es querido aquél, y no éste. 2.» La validez del negocio verdaderamente que- mayo 1963, 25 noviembre 1965, 23 julio 1993, 15 junio 1994, 27 febrero y 21
rido, que es válido como tal negocio, aunque se le haya denominado con un nom- mayo 1997, 11 mayo y 27 noviembre 1998. Según esa de 11 mayo, la invalida-
bre inexacto (por ejemplo, arrendamiento, en vez de cornodato), validez que se ción no se logra por vía de excepción, sino por acción o reconvención; pero la
debe a que se quiso uno distinto de aquél cuyo nombre se utilizó. 10 La validez de 27 noviembre dice que también se puede lograr por «excepción».
parcial de un negocio, que sólo es invalidez del resto, y no conversión en otro.
Mas también la doctrina, por diferentes razones, suele dar como ejemplos de Una vez impugnado eficazmente, equivale al negocio nulo.
conversión de negocio jurídico, figuras que tampoco lo son, a tenor del concepto Son casos de anulabilidad:
que de la misma he acogido, bien por no tratarse de verdaderos negocios, bien
por no tratarse de verdadera conversión, sito de la llamada conversión formal, o 1.» Ciertos negocios, como los contratos celebrados por incapaces le-
de normas interpretativas con mantenimiento de la misma figura negocial, o de gales (C.c., art. 1.263)31 (pues en otros, como se vio32, esa incapacidad es
normas imperativas (omisión hecha de la voluntad hipotética) que responden a la causa de nulidad) o en los que lo sea el destinatario de la declaración, o
naturaleza de las cosas. realizados sin la debida asistencia o autorización (cuando ésta sólo se re-
Limitándome a nuestro Derecho positivo he de precisar que son casos de és- quiere para la inimpugnabilidad del negocio)" (art. 1.322, 1.°, del C.c., por
tos: la conversión del testamento cerrado en ológrafo (C.c., art. 715, in fine); la ejemplo)34.
de escritura pública, en documento privado (Código civil, art. 1.223); la de las 2.° En general, los negocios celebrados por error vicio, dolo, intimi-
disposiciones en beneficio de alma, en disposición según el art. 747; la de las dis- dación y violencia, a menos que, como sabemos, tales vicios o alguno de
posiciones en favor de los pobres en disposiciones en favor de los pobres del úl-
timo domicilio del testador (Cc., art. 749); la de las disposiciones en favor de los ellos, sea irrelevante en determinados casos o la invalidez de que, por pa-
parientes, en disposiciones a favor de los más próximos en grado (Código civil, decerlos, adolezca el negocio, se construya, el alguno de éstos, por la ley,
art. 751); la de sociedades cuyos pactos se mantengan secretos entre los socios y bien como no de impugnabilidad, bien como de ésta, pero con caracterís-
en que cada uno de éstos contrate en nombre propio con terceros, en comunida- ticas especiales (de todos modos, cfr. por ejemplo, los arts. 1.26535, 673, 73,
des de bienes (C.c., art. 1.669); la del depósito con permiso para usar y servirse
de la cosa el depositario, en préstamo o comodato (C.c., art. 1.768), etc.
3' En tal sentido, sentencia de 6 febrero 1974, por ejemplo.
31 Sentencias de 17 junio 1904, 25 junio 1908, 3 julio 1923, 28 abril y 19 diciembre 1977. Aun-
9. Anu1abilidad29b's.—E1 negocio anulable (también llamado impug- que la de 10 septiembre 1997 los considera nulos.
nable), es plenamente eficaz, pero, por haberse celebrado con determinados " Cfr. supra. número 3.
33 Sentencia de 31 diciembre 1896, en cuyo caso se trataba de contratos celebrados a nombre de
defectos, está amenazado de destrucción, con la que se borrarían retroacti- menores sin la necesaria autorización judicial. También las sentencias de 9 diciembre 1953, 29 noviembre
vamente los efectos producidos. Se trata de un negocio provisionalmente vá- 1958, 25 junio 1959, 19 diciembre 1977, 21 mayo 1984, 30 mayo 1987 y 9 mayo 1994, en unas de
lido (no hay invalidez actual) que, por tanto, modifica la situación jurídica las cuales se considera nula, y en otras sólo anulable, luego convalidable al alcanzar el menor la ma-
yoría, la enajenación por los padres de bienes de los hijos en potestad, sin autorización judicial previa.
preexistente (por ejemplo, en la compraventa anulable, habiendo efectos de Lo que ¿debería llevar también, quizás a la conclusión que a la convalidase asi mismo la autorización
compraventa, el vendedor adquiere derecho a la cosa, y el comprador al judicial posterior?
precio), pero cuya nulidad está pendiente de la voluntad del titular del de- 24 Y véanse también otros casos que ha decidido la jurisprudencia, supra, § 23.
" Este artículo se refiere a los contratos. Así que, sin más, cuando una partición (de cosa común,
de herencia) se haga por contrato le es aplicable la irnpugnabilidad, ya que es uno de ellos (sentencia
de 6 noviembre 1934; ver también las de 26 noviembre 1974 y 7 enero 1975). Pero aunque no se haga
29bi' A ésta, y no a la nulidad, se refieren los artículos 1.300 y as. del C.c. (sents. de 27 febrero por contrato, ha declarado el T.S. con referencia al C.C. (sentencia de 13 octubre 1960 recaída en un
1997). Y dicen las de 27 noviembre 1998 y 21 enero 2000 que la palabra «nulidad» usada por la ley, cáso de partición hecha unilateralmente por contador-partidor) que: «Que carente nuestro Código civil
hay que entenderla «como correspondiente a la figura doctrinal de la anulabilidad». de una regulación específica sobre la nulidad de las particiones, fuera del precepto aislado del art. 1.081

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4.° y S.°, 767, 782, 997 y 1.817 del C.c., y las leyes 19, 2.° y 489 de la La razón de dejarlo sólo en su mano, a diferencia del caso de la acción por
Comp. navarra). nulidad del negocio, está en que en este caso el negocio no lo quiere la ley por
Conviene insistir desde ahora en que lo mismo en los negocios de De- él en sí, mientras que en aquél no lo quiere por lo que darla al perjudicado"; ra-
recho de familia (así matrimonio) que en el testamento, es inseguro que re- zón por la que pone la decisión en manos de éste.
ciban aplicación todas las reglas generales aquí expuestas o que se expon-
gan a continuación sobre la figura de la impugnabilidad, pues, en ellos, no Tratándose de contrato impugnable, se concede también al obligado sub-
siempre es indiscutible que la invalidez se subdivida en dos categorías —nu- sidiariamente en defecto del que padeció el vicio (C.c., art. 1.302)39.
lidad e irnpugnabilidad—, cuyas características de cada una coincidan en todo En ningún caso procede la anulación ex officio, sino sólo a petición de
momento con las que para ambas se han expuesto o se expondrán. De cual- quien corresponda.
quier modo, sólo al estudiar esos negocios en particular, puede tratarse con La acción de impugnación tiene duración limitada, aunque ésta no siem-
detalle de la invalidez de los mismos. pre la misma, sino que varía según los negocios (por ejemplo, C.c., arts.
76, 2.°, 1.301, en último caso, como plazo supletorio, art. 1964). El plazo,
10. El poder de Impugnar.—El poder de impugnar —y la corvespon- en principio, es de caducidad40.
diente acción o excepción— se concede no a cualquier interesado, sino a Y, según una opinión, la exceptio nullitatis dura lo que aquélla, no apli-
aquel en cuyo favor se establece la anulabilidad36: así, al incapacitado por cándose el brocardo quae temporalia sunt ad agendurn, perpetua sunt ad
excipiendum, pero según otra tesis, la nulidad, si bien no es reclamable por
alguna de las causas posibles, al que pace el error o el dolo, al cónyuge
sin cuyo consentimiento obró el otron; pero no a la otra parte (por ej., C.c.,
38 Puede ocurrir, sin embargo, que el uso de la facultad de impugnar sea abusivo o contrario a la
arts. 1.322, 1.302, 76, primer párrafo, 293, arg. arts. 1.311 y 1.312). Quie- buena fe (C.c., art. 7), en cuyo caso la impugnación debe de ser rechazada. Como un supuesto de tal
nes pueden interponerla bien por sí, bien por sus representantes voluntarios caso, véase lo dicho supra, § 36, número 14, A), parte final, sobre la impugnación maliciosa por el in-
o legales, salvo que se trate de materia personalísima. capacitado por demencia del acto que realizó recobrado completamente el uso de razón, pero antes de
que hubiese recaído fallo restitutorio de su capacidad. Véanse también los razonamientos de la senten-
cia de 4 mayo 1970.
Dejando el poder de impugnar en manos del dicho interesado, queda a juicio de " Sobre el tema, véase DE CASTRO, El negocio jurídico, pág. 507. La sentencia de 15 febrero
éste no usarlo si no le conviene, pues puede ser que no le convenga. Por ejemplo, 1977, erróneamente, habla de la concesión a otros interesados, cosa improcedente en el caso de la im-
por coacción me hicieron comprar carísima una cosa. Pero luego sube de tal modo pugnabilidad, y admisible sólo en el de nulidad. Y la sentencia de 19 mayo 1998 dice que el artículo
el precio de las cosas o el de aquélla en particular, que ya es negocio quedármela. 1.302 permite «ejercitar la acción de nulidad de los contratos a los obligados principal o subsidiaria-
mente en virtud de ellos, pero no prohibe ejercitarla a los terceros perjudicados por los mismos [y cita
otras sentencias que dice recogen esta doctrinal, y menos aun si la causa de nulidad— es radical y ab-
relativo a la partición hecha con uno a quien se creyó heredero, que se declara nula de pleno Derecho, soluta». Con lo que da la impresión de que si se trata de nulidad absoluta desde luego que puede ejer-
hay que entender aplicables a la materia los principios generales del Derecho sobre nulidad de los ne- citar la acción cualquier interesado, pero que también pueden interponerla éstos si se trata de impug-
gocios jurídicos y principalmente de los «inter vivos» contractuales, partiendo de la distinción capital nabilidad. Lo que es inexacto, y constituye un exceso verbal de la sentencia, en el caso de la que se
entre la inexistencia o nulidad absoluta y la nulidad relativa o anulabilidad, estimando como particio- trataba de nulidad absoluta.
nes radicalmente nulas aquellas, por ejemplo, en que falte el consentimiento de las personas que deban Sólo al estudiar los singulares negocios se puede ahondar el tema de si en algún caso el plazo
prestarle en su caso (arta. 1.261 y 1,262) y como particiones anulables aquellas viciadas por la incapa- es de prescripción. Aquí, a título de ejemplo, baste señalar que la ley 34 de la Comp. navarra dice que
cidad de las personas que a ellos concurran o la ausencia de las formas prescritas para garantía de las «las [acciones] de impugnación de actos anulables prescriben a los cuatro años». No cabe entrar ahora
mujeres casadas (defecto en el consentimiento por la intervención de una mujer casada sin autorización en la discusión de si el plazo del art. 1.301 es de caducidad o de prescripción (si bien cierta jurispru-
del marido [antes de su supresión] o de la autoridad que deba suplirla en los casos expresados de la dencia dice esto [y no sólo por imprecisión terminológica, sino abordando específicamente el tema de
ley) o de los incapaces (falta de representación de los sometidos a tutela o de la autorización del tutor) si de verdad es prescripción o caducidad, si bien algunas de las sentencias que invocan a otras no lo
(arts. 1.265 y 1.270) con los efectos señalados por los arts. L300 a 1,314». hacen con gran acierto porque en vano he buscado alguna de las invocadas]; por ejemplo, las senten-
Y lo mismo, por ser también realmente un contrato, lo convenido en acto de conciliación es sus- cias de 25 abril 1960, 28 octubre 1974, 27 marzo 1989, 23 octubre 1992, 4 febrero y 10 marzo 1994,
ceptible de impugnar a tenor de lo establecido para la impugnabilidad de aquéllos (sentencias de 8 fe- 8 abril 1995 y 27 mayo 1997, aunque otras dicen lo contrario, como las sentencias de 3 julio y 3 no-
brero 1905 y 22 febrero 1950). viembre 1992, 5 octubre 1994 y 31 julio 1997; a lo cual, con tanto cambio de opinión, intermitente-
" Aunque el art. 1.302 dice que no podrán impugnar los que «produjeron el error», es una ex- mente, lleva a la duda de qué es de una de tres cosas: una, si es que el T.S. es de opinión tan muda-
presión desafortunada para significar que no puede hacerlo quien no lo padece; así que su espíritu es ble y remudable, que varía cada dos por tres; otra, si es que cuando dice una cosa u otra, no sabe de
que aun sin haber dado causa («producido») el error, tampoco puede impugnar la parte que no lo su- verdad qué significa la diferencia con otros casos de lo que está diciendo en cada uno; y la tercera, si
fre, aunque no lo hubiese causado. es que cree que es lo mismo en todos, aunque emplee expresiones distintas en cada uno), o si es que
37 O si se trata del art. 1.322, cuando el marido, necesitando el consentimiento de la mujer, obra no se refiere al plazo de impugnación del contrato, sino al de reclamación de la devolución de lo que
sin él, sólo la mujer (o sus herederos) puede impugnar (véase sentencias de 17 febrero 1974, 22 junio se dio por él. Ciertamente no es esto lo que dice el artículo, y su texto hoy no ha de no tener el sen-
1966, 6 mayo 1969, 27 mayo 1987, etc.). tir-10 que literalmente le corresponde (con independencia de que cuando se dictó tuviese, según algunos,
otro), si no se ven (que no se ven) razones para ello.

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§ 105 INVALIDEZ
MANUEL ALBALADEJO
Conviene precisar que propiamente la convalidación no elimina la causa de im-
acción sino durante el plazo de caducidad, es, por el contrario, indefinida- pugnabilidad, sino sólo sus efectos: es decir, exclusivamente la intpugnabilidad misma.
mente oponible como excepción. Por ejemplo, la parte que celebró el con- Por ejemplo, en el negocio celebrado por error o mediante dolo, no es posible bo-
trato bajo la intimidación de la otra, transcurridos los cuatro años desde que rrar a posteriori la celebración errónea o dolosa (pues aunque desaparezcan después
la intimidación cesó (plazo de caducidad de su acción, según el art. 1.301), el error o el dolo, esto ya no importa en cuanto al negocio celebrado, pues desa-
no podrá impugnar aquél, pero sí podrá oponer la excepción de nulidad al parecen después de haber producido el mal: el nacimiento del negocio a causa del
vicio); mas sí puede hacerse que el negocio sea tan válido (tan inimpugnable) como
intimidante si, aun pasado ese tiempo, éste, que hasta ahora no había in- si se hubiese celebrado sin tales vicios; y en eso consiste la convalidación.
tentado obtener el cumplimiento del contrato, se lo reclama.
En mi opinión esta segunda tesis es preferible a tenor de los antece-
dentes históricos, cabe en la letra de los textos vigentes y, además, en ca- Como dije43, en principio, sólo son convalidables los negocios impug-
sos como el visto, dará lugar a una solución más equitativa que la con- nables, pero no los nulos.
traria". Tal principio encuentra aplicación en el art. 1.310 del C.c. al establecer
Hasta aquí, bien. Mas, hay, asimismo, que decir que si lo que se busca que «sólo son confirmables [convalidables1 los contratos que reúnan los re-
es que siempre prevalezca la equidad, lo más útil sería que ni siquiera ca- quisitos expresados en el art. 1.261»; requisitos sin los que el contrato es nulo.
ducase la acción; y que si de lo que se trata, con la caducidad, es de dar Sin embargo —sea ilógico o no— son susceptibles de convalidación al-
firmeza definitiva a las situaciones no atacadas durante cierto tiempo, tal gunos negocios nulos. Ello ocurre, según dispone el art. 75, del C. civil, en
firmeza requiere, aunque sea a costa de/11a equidad, que, pasado el plazo, ciertos casos de matrimonio contraído por menores; y, según tiene decla-
tampoco sea alegable la excepción de nulidad. rado el T.S., en supuestos de testamento otorgado con defecto de forma, que
La acción de impugnación tiende —como indiqué— a destruir el ne- se convalida si se ejecuta voluntariamente por los interesados. Pero este tema
gocio y a borrar su eficacia. Y esos son sus resultados, si prospera, debiendo sólo puede ahondarse al tratar del testamento.
restablecerse la situación anterior al mismo. La sentencia tiene efectos re-
troactivos. Siendo artículos reguladores, en casos concretos, del restableci- 12. Causas de convalidación.—La doctrina enumera diversas causas
miento de la situación anterior, los ya vistos 1.303, 1.304, 1.307 y 1.30842. de las que puede proceder la convalidación, como son: la confirmación, la
llamada prescripción sanatoria", la ejecución voluntaria por parte del titu-
Quedan a salvo, sin embargo, excepcionalmente, los efectos de aquellos ne- lar del derecho a impugnar y la pérdida —en ciertos supuestos— de la cosa
gocios que, como el matrimonio, hasta cuando son nulos, tienen cierta eficacia objeto del negocio impugnable.
(art. 79); y es límite a la retroactividad la inoponibilidad de la misma, en ciertos En primer término, parece posible mantener que alguna de esas figuras
casos, a los terceros amparados en la buena fe y en la publicidad (así, L.H., art. se engloba dentro de otra, de la que no es sino una variedad o supuesto
34, C.c., arts. 464, 1.473). particular (así, como después se verá, la ejecución voluntaria es un caso de
Uno de los efectos que se mantiene excepcionalmente como si el negocio no confirmación). Pero, por lo menos, todas ellas se pueden reducir a dos gru-
se invalidase es el de retracto a base de la enajenación impugnada (sentencia de
27 enero 1965). pos: 1.0, convalidación porque lo quiere el sujeto del negocio —convalida-
ción ex voluntate—, como lo son la confirmación y la ejecución volunta-
11. Convalidación del negocio anulable.—Los negocios anulables pue- ria; 2.°, convalidación porque lo dispone la ley —convalidación ex lege—,
den convalidarse. como lo san la prescipción sanatoria o la pérdida de la cosa.
Se llama convalidación (también denominada sanación, subsanación, con- A) Confirmación.—Consiste la confirmación en la declaración de que-
valecencia, etc.), a la desaparición de la impugnabilidad. rer la validez definitiva del negocio impugnable.
Declaración que puede revestir dos aspectos. Uno positivo: se quiere mante-
41 Para la doctrina sobre el tema, así como para un examen de. los argumentos en tomo al mismo,
ner el negocio (que era impugnable). Otro negativo: se renuncia al derecho a im-
véase DE CASTRO, El negocio jurídico, cit. § 577 (págs. 509 y ss.), que destaca cómo el art. 1.300 del
C.c., al decir que «La acción de nulidad sólo durará cuatro años», sigue al Proyecto de 1851 (art. 1.184),
que decía que «no puede reclamarse por vía de acción sino dentro de cuatro años», a lo que GARCÍA 43 Supra, números 4, in fine, y II, principio.
GOYENA (Concordancias, motivos y comentarios, tomo III, pág. 194) comentaba que «como excepción " Pero sobre su verdadera fuerza convalidante, véase lo que se dice más adelante (sub 13) en este
podrá oponerse cuando quiera porque las acciones temporales son perpetuas como excepciones». mismo número.
" Supra, número 4.
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MANIJEL ALBALADEJO
§ 105 INVALIDEZ

pugnarlo45. Ambos son el anverso y el reverso de una cosa misma; pues quien Sobre el tema ver la sentencia de 19 diciembre 1977 referente a contrato otor-
quiere la validez definitivamente, no puede dejar de renunciar a impugnar, ni quien
gado por menores de edad, que si tenían conocimiento y voluntad cuando lo ce-
renuncia a impugnar, puede querer la invalidez. Por eso la confirmación puede re- lebraron, puede ser confirmado una vez que los otorgantes alcancen la mayoría.
alizarse bien declarando mantener el negocio, bien renunciando a la acción de im-
pugnación. Igualmente, sentencia de 21 mayo 1984.

La confirmación es un negocio jurídico accesorio del convalidado. La confirmación ha de realizarse después de cesada la causa que, existente
Debe realizarse por aquél a quien corresponde el derecho de impugna- al momento de la celebración del negocio, dio lugar a la impugnabilidad de
ción (aquél que tuviese el derecho a invocar la causa de «nulidad», en ex- éste (arg. art. 1.311): así, por ejemplo, después de haberse desvanecido el
presión del art. 1.311 del Cc.), sin necesitarse de la otra parte, si la hay error o desaparecido la intimidación. Cosa por demás obvia, ya que, en otro
(C.c., art. 1.312). Es, pues, la confirmación, un negocio unilateral. caso, estaríamos frente a un nuevo negocio —la confirmación— tan im-
Como negocio jurídico se halla sometido a las reglas de éstos (así es, pugnable como el confirmado por razón de la misma causa que hizo im-
a su vez, impugnable por vicios de la voluntad, etc.); y aplicando dichas pugnable éste.
reglas puede afirmarse que, por el principio de libertad de forma, y salvo La confirmación requiere previo conocimiento de la causa de impug-
disposición contraria en casos concretos, no requiere forma ad solemnita- nación del negocio que se confirma (arg. art. 1.311: «... con conocimiento
tem, ni, por ello, la forma del negocio confirmado (si éste era solemne); e de la causa de nulidad...»).
igualmente puede realizarse mediante declaración expresa o tácita: «La con-
firmación —dispone el art. 1.311— puedeshacerse expresa o tácitamente. Se Según un sector de la doctrina, la confirmación ha de realizarse por el sujeto
consciente de quo del hecho (causa de impugnación) que conoce, nace para él un
entenderá que hay confirmación tácita cuando, con conocimiento de la causa derecho a impugnar; pues se puede ignorar éste, como ocurre si, por ejemplo, A,
de nulidad y habiendo ésta cesado, el que tuviese derecho a invocarla eje- que contrató engañando dolosamente, llega, después, a percatarse del engaño, pero
cutase un acto que implique necesariamente la voluntad de renunciarla». cree que, a pesar de éste, el contrato es inatacable.
Un caso de confirmación tácita, en cuanto que cabe en el artículo ci- Mas este requisito de conocer —además del hecho que motiva la impugna-
tado, es la ejecución voluntaria del negocio impugnable, por aquél a quien bilidad— que se tiene el derecho a impugnar, 110 parece ni necesario ni útil, por
corresponde el derecho a impugnarlo. Es seguro que basta una ejecución las siguientes razonees: 1.a ¿Cómo puede haber verdadera confirmación —que en-
parcial o el comienzo de la ejecución, con tal de que se exteriorice, con lo cierra la voluntad de confirmar, voluntad que equivale a la de suprimir la im-
realizado, la voluntad confirmatoria. pugnabilidad— si no se sabe que hay derecho a impugnar? 2.* Admitida la posi-
bilidad de confirmación, a efectos de razonamiento, habría confirmación viciada
La jurisprudencia ha estimado la existencia de confirmación tácita en ca- si se realizó por ignorar que se tenía el derecho de impugnar.
sos como los siguientes: haber recibido, después de alcanzar la capacidad ne-
cesaria (el que sin tenerla celebró el negocio), sin protesta ni reserva, los dos La confirmación purifica al negocio de los vicios de que adoleciera,
últimos plazos del precio convenido en el negocio anulable (sentencia de 25 desde el momento de su celebración (C.c., art. 1.313), extinguiendo el de-
junio 1908); haber consignado en su presupuesto (el Ayuntamiento deudor) par- recho de impugnación y la correspondiente acción (C.c., art. 1.309).
tida para atender la pensión censal reconocida en el acto anulable (sentencia de
16 abril 1912); haberse dispuesto posteriormente por el interesado de los bie- La convalidación del negocio desde su celebración, ha hecho opinar, a parte
nes adquiridos por el acto impugnable (sentencias de 3 julio 1923 y 21 mayo de la doctrina, que la confirmación tiene efecto retroactivo. Cosa que, a veces,
1940), o haberse aprovechado de las consecuencias de éste (sentencia de 10 también ha sido expresamente dicha por la jurisprudencia. Por ejemplo, sentencias
marzo 1956)46.
de 15 marzo 1945 y 25 junio 1946, según la que, «la confirmación ha de tener
forzosamente efecto retroactivo, no sólo por imperio de lo expresado en el art.
En cuanto a la capacidad (o bien a los complementos de la misma) ne- 1.313 del C.c., sino también porque es lógico que así sea, desde el momento que
cesaria, se requiere la que haga falta pard celebrar el negocio que se confirma. la confirmación no afecta para nada a la perfección del contrato, sino a la puri-
ficación de los vicios de que adolecía».
La retroactividad alcanzaría el período que va desde el momento de la cele-
45
La sentencia de 28 abril 1977 dice que la confirmación es «renuncia al derecho de obtener la bración del negocio impugnable hasta el momento de su confirmación.
declaración de nulidad». Ver también la de 21 mayo 1984.
" Y véase jurisprudencia citada supra, 102, número 7, para el caso análogo de ratificación. Por mi parte, en principio, creo equivocada esta opinión de la retroactividad
de la convalidación, pues el negocio impugnable existe y es eficaz desde su ce-
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MANUEL ALBALADE.10 105 INVALIDEZ

lebración, bien que lo sea bajo la amenaza de impugnación; ahora bien, al desa- En resumen, para que la pérdida de la cosa sea convalidatoria se requiere que
parecer —mediante la confirmación— tal amenaza, no se producen efectos para se haya producido siendo capaz el sujeto y se deba a dolo o culpa del mismo.
el pasado (efectos retroactivos), sino que simplemente el negocio y los efectos ya
producidos cesan de estar amenazados de destrucción. 13. Invalidez parcial.—La invalidez puede ser total o parcial, según
que afecte a todo el negocio o a una parte del mismo (por ejemplo, sólo
La confirmación, en principio, es eficaz a favor y en contra de terceros°. una parte del negocio choca con las buenas costumbres o con una prohibi-
La razón de esto consiste en que, siendo eficaz el negocio impugnable mien- ción legal —así, excede del tiempo permitido— o no guarda la forma ad
tras que no se le impugne, la imposibilidad definitiva de impugnar, que pro- substantiam —así, se donó, como pide la ley, un inmueble en escritura pú-
duce la confirmación, no altera en absoluto la situación del negocio respecto blica, pero la carga de cuidar al donante, no se recogió en aquélla, sino en
a los terceros, y ni les perjudica ni les favorece más de lo que les perjudi- documento privado—, etc.). Y, en este caso, cabe preguntarse si el negocio
caría o favorecería que el sujeto, que puede impugnar antes de la confirma- continúa siendo válido en lo restante o si la invalidez de una parte acarrea
ción, de hecho se abstenga de hacerlo, cosa de la que, sin duda, puede abs- la del todo, provocando una invalidez total refleja.
tenerse. Los Derechos positivos, no adoptan inflexiblemente al respecto ni la po-
sición de la invalidez total en cualquier supuesto, ni la de la invalidez par-
Dejándose, por supuesto, a salvo todo lo relativo a los casos (así, art. 1.111 cial en todo caso. Ahora bien: unos —como el alemán— parten de la regla
del C.c.) en que el tercero pueda o ejercer el derecho (a impugnar) del interesado de la invalidez total, exceptuando de ellas las hipótesis en que proceda su-
o atacar el acto (la confirmación) de éste line le lesione. poner —mediante la debida prueba aportada por quien lo alega— que el ne-
gocio se habría celebrado también sin la parte inválida; y otros —como el
B) Otras causas de convalidación.—Igualmente se convalida el nego- italiano— parten de la regla de la invalidez parcial, debiendo probarse, por
cio cuando transcurre el tiempo durante el que podía ejercitarse la acción quien propugna la invalidez total, que el negocio fue querido sólo in roto
de impugnación. Llámase a esta figura prescripción sanatoria. Terminolo- (principio utile per mutile non deber vitiari, C. 5, 3, 37).
gía que no es muy afortunada, ya que, según sabemos, la acción se extin- ¿Cuál es la posición del Derecho español?
gue, no por prescripción, sino por caducidad. Además, el negocio se con- No hay problema cuando, para ciertos casos, la ley ordena bien la in-
validará totalmente si, junto con la acción, caduca también la exceptio validez sólo de la parte, bien la invalidez del todo. Por ejemplo, C.c., arts.
nullitatis48, en otro caso sólo se convalida a medias, pues no es impugna-
641, 2.°, 737, 2.°, 767, 781-785, 2.°, 786, 792, 793, 794, 814, 815, 1.155,
ble por la acción, pero al exigirse su cumplimiento, puede oponerse la ex- 1.826; Ley de Usura de 23 julio 1908, art. 1; Ley General de Consumido-
cepción de invalidez por la parte a la que correspondería la acción ya ca- res y Usuarios, art. 10; etc.
ducada.
«También se extinguirá la acción de nulidad [impugnación] de los con- Salvo que, si la norma (que declara bien que la invalidez de la parte produce
tratos cuando la cosa objeto de éstos, se hubiese perdido por dolo o culpa sólo invalidez parcial, bien que produce invalidez total) no es imperativa, puede
del que pudiera ejercitar aquélla», dispone el art. 1.314, I .°, del C.c. aceptarse —cuando se pruebe debidamente— que en el negocio singular de que
se trata, la voluntad efectiva de los sujetos acogió una solución distinta a la esta-
Lo que es otro supuesto de convalidación, del que (además, naturalmente, de blecida por aquélla. Por ejemplo, que no se quiso la validez del negocio sin la de
no alcanzar a los negocios que sean nulos, y no solamente anulables: últimamente, la cláusula poenal (cfr. art. 1.155), o que no se quiso la institución sin la sustitu-
sentencia de 6 febrero 1974) la propia ley exceptúa la hipótesis de que la causa ción (cfr. art. 786).
de la acción fuese la incapacidad de alguno de los contratantes, hipótesis en la
que la pérdida de la cosa no será obstáculo para que la acción prevalezca —es Tampoco hay problema cuando la propia ley sustituye la parte inválida
decir, para que no haya convalidación—, a menos que hubiese ocurrido por dolo por otra válida, pues entonces todo el negocio es válido, pero con la parte
o culpa del reclamante —del titular del derecho de impugnación—, después de inválida sustituida. Por ej., antes en los arrendamientos rústicos, cuya renta
haber adquirido la capacidad (art. 1.314, 2.°). debía fijarse en trigo, aunque se fijase en dinero, no había invalidez, por-
que la ley (Decreto-ley de 15 julio 1949 y antiguo Reglamento Arrenda-
47 También DE CASTRO, El negocio jurídico, cit., pág. 515; GUILLON, La confirmación, en mientos Rústicos, art. 7, núm. 3), cambiaba la suma de dinero por una can-
A.D.C., 1960, págs. 1.217 y 1.218.
43 Véase lo que se dice, ,supra, número 10. tidad de trigo.

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MANUEL ALBALADEJO § 105 INVALIDEZ

Se reduce, pues, la cuestión a determinar cómo deben ser juzgados los La indemnización alcanzará sólo al llamado «interés negativo» o «in-
restantes casos. Creo que partiendo de la invalidez sólo parcia149 salvo que, terés de confianza»; concepto distinto del de «interés positivo». Este se ob-
por la naturaleza del negocio, no pueda existir la parte válida sin la invá- tendría de comparar la situación provocada por la invalidez con la que exis-
lida (por ejemplo, invalidez del pacto de intereses, cuando es inválido el de tiría si hubiese validez y se cumpliesen los efectos del negocio; aquél resulta
capital); pero admitiéndose, siempre, que el que propugne la invalidez total de cotejar la situación en que estaría la parte perjudicada, si no hubiese ce-
pruebe que en el caso concreto, según la deducible voluntad hipotética de lebrado el negocio o hubiese conocido desde un principio su invalidez, con
los sujetos99, no fue querido el negocio sin la parte inválida. la situación actual en que tal parte se encuentra (por ejemplo, gastos para
la conclusión del negocio, gastos hechos con vistas a su cumplimiento —
La invalidez sólo parcial encuentra apoyo en el principio de conservación del así, transporte del objeto del mismo—, subida de precio de las cosas que
negocio, principio que, sin duda, es acogido por nuestro Derecho (y proclamado se ve forzado a adquirir mediante otro negocio, al conocer la invalidez del
por la jurisprudencia, sentencias, por ejemplo, de 30 octubre 1944, 7 noviembre
primero, etc.).
1967, 5 noviembre 1982, 20 mayo 1985, 8 junio 1993, y aplicado en los casos
de invalidez parcial que resuelve. Además, con carácter general, ha sido defen- La indemnización, puesto que realmente procede de acto ilícito, se rige por
dida por la jurisprudencia y también aplicado en concreto en numerosos casos no lo que se dice al tratar de éstos", y, por tanto, vale para el caso presente, lo di-
previstos por la ley: así sentencias de 30 marzo 1950, 8 marzo 1951, 11 noviembre cho allí sobre que tal indemnización a de consistir en una suma que represente el
1955, 22 enero, 21 y 27 mayo 1958, 7 junio 1960, 6 abril y 15 junio 1963 (Sala
montante del daño cuando se repara, y no cuando se
causó o valoró.
6.a), 1 abril 1965, 8 enero 1968, 17 octubre 1969 (Sala 6.a), 10 octubre (con cita El daño que se ocasione al no causante de la invalidez, se repara así, si es
de otras muchas) y 29 noviembre 1977, 7 ilio 1978 (con cita de otras muchas), por pérdida del poder adquisitivo de la moneda. Por ejemplo, por intimidación fui
20 marzo 1979, 31 octubre 1981, 2 noviembre 1983, 13 y 21 febrero 1984, 20
mayo 1985, 30 abril 1986, 22 abril 1988, 23 junio 1992, 18 marzo 1998. obligado a comprar una cosa, luego impugné la venta y, anulada, se me devuelve
el precio, cuando la peseta ha perdido un 50 por ciento del poder adquisitivo que
tenía cuando pagué aquél. Entonces tengo derecho a pedir, corno daños por inva-
en
lidez, que se me dé la cantidad necesaria para completar el poder adquisitivo,
14. Indemnización por razón de invalidez.—Ante los eventuales per-
juicios que podría producir la invalidez del negocio, muchas veces la va- el día de la devolución, de la suma que di el día en que pagué el precio.
lidez del mismo se mantiene excepcionalmente a base de los principios de No se repara, en principio, el daño que por razón de desvalorización, se oca-
responsabilidad y confianza'', y otras, aun partiendo de la invalidez, aque- sione al causante de la invalidez (o sea, lo ha de soportar dicho causante), ya que
llos perjuicios se evitan haciendo ésta inoponible frente a determinadas no procede de culpa del otro, sino suya. De modo que si en el ejemplo puesto,
personas. es a él a quien hay que devolverle la suma (así si por intimidación fui obligado
a vender una cosa, e impugnada la venta, he de devolver el precio), sólo habré
Sin embargo, en otros casos, cuando la invalidez existe y es oponible, de darle la cifra que me pagó, aunque haya disminuido su poder adquisitivo.
puede perjudicar a quien confió en la validez. Y en tal caso, ¿cuáles son
los preceptos reguladores? Carece nuestro Código de normas dictadas par-
ticularmente para la cuestión: y ante ello creo que debe aplicarse el art.
1.902 (o su equivalente, la ley 488, 2.°, de la Comp. navarra, si se trata de
esta región), habiendo lugar a la indemnización del perjudicado cuando: 1.0
La apariencia de validez permita razonblemente confiar en ella y efectiva-
mente se haya confiado. 2.° La defraudación de aquella confianza, como
consecuencia de la invalidez, produzca un perjuicio. 3.° Tal invalidez se haya
ocasionado por conducta culpable.

49 En el mismo sentido, DIEZ-PICAZO,


Eficacia e ineficacia del negocio jurídico, en A.D.C., 1961,
pág. 829; GULLON, El negocio jurídica, pág. 202. Véase también, GORDILLO,
La nulidad parcial,
cit., en loc. cit., págs. 183 y ss.
5° Véase supra, número 6, primera parte, y asimismo, las sentencias de
4 marzo 1975, conside-
rando 2.° y 7 julio 1978, considerando 11.'. Las de 4 diciembre 1986 y 17 octubre 1987 dicen que cabe
aceptar nulidad parcial siempre que conste que se habría concertado el negocio Sin la parte nula.
51 Véase .supra, § 87, números 3 y siguientes. el tomo II de esta obra, Actos ilícitos.
52 Véase

878 879
CAPÍTULO X
EL TRANSCURSO DEL TIEMPO*

§ 106
DETERMINACION Y MEDIDA DEL TIEMPO

SUMARiO: 1. Efectos del transcurso del tiempo.-2. Cómputo del tiempo.-3. Compu-
tación natural y civil.-4. Día inicial.-6. Días festivos.-7. Las diversas unidades
de tiempo.

1. Efectos del transcurso del tiempo.—E1 transcurso del tiempo es


un hecho natural que produce numerosos efectos jurídicos, bien por sí solo,
bien juntamente con otras circunstancias.

* ALAS, DE BUEN y RAMOS, De la prescripción extintiva, 1918; ALBALADEJO, Comentarios


al art. 1.973 del C.c., en R.D.P., 1977, p. 987 y ss.; ALBALADEJO, La interrupción de la prescrip-
ción extintiva civil por acto de conciliación no seguido de demanda, en R.G.L.J., 1967 (noviembre), y
ed. separada, y Sentido de la jurisprudencia sobre prescripción quinquenal de los intereses, en R.C.D.1.,
1966, págs. 129 y as.; Si la reclamación extrajudicial interrtunpe la prescripción desde que se hace o
cuando la recibe el prescribiente; ALBALADEJO, El plazo de la acción para recobrar la posesión, ¿es
de prescripción o de caducidad?, R.D,P., 1990, pág. 551; ALBALADEJO y RODRIGUEZ MORATA
en Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales (Comentario a los arts. 1930 1960 del C.c.),
-

dirigidos por ALBALADEJO y DIAZ ALABART, T. XXV, vol. 1, 1993; ALBALADEJO y REGLERO
CAMPOS en Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales (Comentario a los arts. 1.961 al fi-
nal del C.c.), dirigidos por ALBALADEJO y DÍAZ ALABART, t. XXV, vol. 2.0, 1994; ANGEL DE,
Caducidad y autonomía privada: especial referencia a la interrupción de la caducidad por acuerdo de
las partes, en La Ley, 1986 4, págs. 1.003 y ss.; ANGEL DE, La interrupción de la prescripción ex-
-

tintiva por reclamación del acreedor en el Derecho comparado, en La Ley, 1986/4, p. 1.048 y ss.; AR-
GANARAS, La prescripción extintiva, Bs. As., 1966; ARELLANO, Las obligaciones, los contratos y
la prescripción en el Derecho navarro, 1946; ASCOLI, Prescrizione estintiva e reivindicarlo, en Studi
Scialoja, 1, págs. 473 y se.; BALDO, Tractatus de praescriptionibus, Venetlis, 1582; BARBOSA DE
MAGALHAF,S, Prazos de caducidades, de prescri o e de propositura de accOes. Lisboa, 1950; BAUDRY-
LACANTINERIE y T1SSIER, Della prescrizione, en la trad. italiana del Traité de Baudry-Lacantinerie,
1930; BERCOVTIZ, R. en C.C.J.C., n.° 6, 1984, pág. 1.817; BOLCH1M, 1 diritti facoltativi e la pres-
crizione, 1899; BOUTON D'AGNERES, Des courtes prescriptions, 1907; BRANCA, Non uso e pres-
crizione, en Scritti Ferrini, I, 1947, págs. 169 y ss.; BRINZ, Ober die Zeit im Rechte, 1882; BUFFE-
LAN LANORE, Essai sur la notion de caducité des acres juridiques en Dmit civil, 1963; CABANILLAS
-

SANCHEZ, en C.C.J.C., n.° 27, 1991, pág. 1.009; CANDIAN, Prescrizione e decadenza, en Terni, 1950,
págs. 1 y ss.; CARBONNIER, Notes sur la prescription extintive, en Rey. trim. D. C.. 1952, págs. 171
y se.; CARNELLITI, Appunti sulla prescrizione, en Riv. Dir. Proc. civ,, 1933, I, págs. 32 y as.; CAPON,
La prescripción anual de las acciones civiles derivadas de culpa extracontractual, etc., en A.D.C., 1983,
p. 288 y ss,; CARUSI, Come opera la prescrizione. Debito prescrito e obbligazione naturale, Milano,
1947; CASADO, La prescripción de los intereses, en R.C.D.I., 1930, págs. 497 y ss y 577 y ss.; CA-
VARETTA, La prescrizione nel Diritto internazionale privato, 1918; CERVERA, Tratamiento jurídico

881
MANUEL ALBALADEJO § 106 DETERMINACION Y MEDIDA DEL TIEMPO

Por ejemplo, por su paso se alcanza la mayoría de edad, o se puede hay noticias, o le está permitido disponer a título gratuito a quien heredó
declarar ausente o fallecida a la persona que desapareció y de la que no al declarado fallecido, o se extinguen o adquieren derechos, etc.
Ahora bien, aunque en muchos aspectos la influencia del paso del tiempo sólo
del transcurso del tiempo en el Derecho comparado, en R.J. de la Universidad de Puerto Rico, 1960,
abril, páginas 207 y SS.; CONTRERAS, De la prescripción extintiva civil, Concepción, 1945; CORDON, puede ser tratada al examinar los puntos concretos a que afecta, tanto la forma
La interrupción de la prescripción extintiva por el ejercicio de la acción entre los Tribunales, en 1..,a de computarlo como algunos efectos de su transcurso se suelen estudiar en la parte
Ley, 1983/1, p. 1.161 y ss.; CHAUSE, De la prescriptiva liberatioire des creances, en Rey, crit., de Ieg, general del Derecho civil, en cuanto que atañen a las distintas partes especiales,
et jurispr., 1983, páginas 481 y ss.; D'AVANZO, La prescrizione in materia civile e commerciale, 1940; y conviene conocerlos antes de entrar en el examen de las mismas.
DIAS MARQUES, Prescricr.7o extintiva, Coimbra, 1953; DELGADO ECHEVERRIA en C.C.J.C., n.° 20,
1989, pág. 465; DIAZ ALABART en C.C.J.C., n.° 24, 1990, pág. 1.059; DIEZ-PICAZO, La interrup-
ción de la prescripción extintiva por reclamación judical y el desistimiento de la demanda, en Est. Va- 2. Cómputo del tiempo.-E1 tiempo puede ser determinado me-
Ilet, 1988, p. 203 y ss.; DIEZ-PICAZO, En torno al concepto de prescripción, en A.D.C., 1963, págs. diante la fijación directa de un momento concreto del calendario (por
969 y ss.; La interrupción de la prescripción, en R.D.N., 1963, números 61-62, págs. 13 y ss.; La pres-
cripción en el Código civil, 1964; DOMÍNGUEZ BENAVENTE, Oportunidad de hacer valer la pres- ejemplo, el día 1 de enero de 1980). Entonces no hay problema sobre
cripción en la legislación chilena, en Bol. Fac. de Dro. y Ciencias Sociales de la Univ. de Córdoba, su computación; se trata del llamado tiempo fijo. Pero también puede
LA., 1969, y ed. separada; DOMINGUEZ MOLINA, Distinción entre la interrupción y la suspensión ocurrir que un momento sea precisado a base de otro (por ejemplo, pa-
de la prescripción de las acciones: su aplicación a las derivadas del transporte ferroviario, en R.J.C.,
1956, v. 47, págs. 3 y ss.; DOMINGUEZ MOLINA, Distinción entre la interrupción y la suspensión garás dentro de seis meses), o que -de cualquier manera- resulten te-
de la prescripción de las acciones, en R.J,C., 1956, p. 3 y SS.; ESCAQUES, La prescripción de las ac- nidos en cuenta ciertos períodos de tiempo (por ejemplo, prescripción de
ciones en el Fuero de Vizcaya, en Zumárraga, núm. 5, y ed, separada, 1956; ESPIN, La nulidad abso- seis o de quince años, etc.). Entonces es necesario partir de una regla
luta del negocio jurídico y los efectos de la prescripciol extintiva y de la usucapión, en A.D.C., 1970,
págs. 519 y ss.; FALGUERA, Compendio de la prescripción catalana, 1875; FLANDIN, De la pres- sobre la forma de ,medir o computar el tiempo, que en esta ocasión se
cription liberatoire, en Droit international privé, 1881; FUENMAYOR, La interrupción judicial de la llama tiempo móvil.
prescripción extintiva en el Derecho navarro, en A.D.C., 1974, págs. 3 y SS.; GANGI, II momento ini-

3. Computación natural y civil.-Dos sistemas de computación son


ziale della prescrizione estintiva, en R. it. p. le sc. giur., 1904, págs. 221 y ss.; GIL RODRIGUEZ, Los
privilegios del crédito salarial, ¿prescriben o caducan?, «Poder Judicial», n.° 5, marzo 1987, pág. 77;
GIS MONDI, La prescrizione estintiva nel Diritto canonico, 1940; GIUSANA, Appunti sulla prescri- posibles: computación natural y computación civil.
zione, en Riv. D. C., 1957, I, págs. 424 y ss.; Decadenza e prescrizione, 1943; GOMEZ CORRALIZA,
La caducidad, 1990; GOMEZ CORRALIZA, El cumplimiento voluntario de la obligación prescrita, La
En aquél, el tiempo se mide de momento a momento: por ejemplo, un
Ley, 1990-3, pág. 843; GOMEZ CORRALIZA, Comentarios jurisprudenciales sobre la caducidad, en espacio de siete días sería el que fuese desde las once de la mañana del día
La Ley, 1988/4, p. 800 y ss,; GONDARD, De la suspensión de la prescription, 1904; GONZALEZ PE- uno de un mes hasta las once de la mañana del día ocho del mismo mes'.
REZ, La norma sobre el cómputo de plazos del C.c. y su aplicación al procedimiento y proceso admi- Diferentemente, en la computación civil se toman en cuenta los días com-
nistrativo, en U., 1974, p. 1.297 y ss.; GRASSO, Sulla distinzione tra prescrizione e decadenza, en
R,T.D.P.C., 1970, págs. 866 y ss.; GRAWEIN, Verjührung und gesetzliche Befristung, 1880; GROPA- pletos -y no las fracciones menores- que van desde las cero horas hasta
LLO, Contributo cala teoria generale della prescrizione, 1930; GUI1ERREZ SOLAR, La interrupción
de la prescripción extintiva por reclamación judicialén La Ley, 1983, p. 950; HEFELMANN, Die ge-
richtliche Geltendmachung des Anspruchs als Grund des Verjiihrungsunterbrechung, 1930; HERMANN, cripción de acciones, en R.J.C., 1946, v. 50, págs. 43 y ss.; PORPETA, Caducidad y prescripción, en
Civilrechtliche Friesten und Verjührungen des deutschen Reichsgestze, 1900; HOLDER, Theorie der Zeit- R.D.M., 1949, pág. 431, y en Colegio Notarial de Valencia. Curso de Conferencias, 1949, págs. 171 y
berechnung, 1873; JOURDAN, La prescription d'apres le Code civil allemand, 1906; LALAGUNA, Los siguientes; PUIG BRUTAU, Caducidad, prescripción extintiva y usucapión, 1988; PRESTON y NEW-
créditos hipotecarios, separata 1976; por último la bibliografía citada infra § 107, núm. 6; MADRUGA TON, Limitation of action, 2. ed.; PUGLIESE, La prescrizione nel Dirimo cid/e. Parte seconda. La
MENDEZ, Interrupción de la prescripción de acciones personales por reclamación extrajudicial del prescrizione estintiva. 4.' ed., 1924; PUIG BRUTAU, Caducidad, prescripción extintiva y usucapión,
acreedor, en Estudios Beltrán, 1984, p. 471 y ss.; MESSINEO, Variazioni sid concetto di erintuizia <tila 1986; ROMANO (Santi), Decadenza, en Frammenti di un Dizionario giuridico, 1947, págs. 46 y ss.;
prescrizione" en R.T.D.P.C., 1957, págs. 505 y ss.; M1RABELLI, Della prescrizione (en 11 Diritto ci- ROMERICK, Fristbestimmung, 1902; RUPERTO, Prescrizione e decadenza, 1968; RUT, Gesetzliche Be-
vile italiano, dirigido por FIORE), 2.' ed., 1915; MODICA, Teoria della decadenza, 1906; MONTEL, fristung. 1901; ROSENBERG, Verjührung und gesetzliberatoire, en Rey. critique de leg. el jurispr., 1889,
L'azione di danni per dolo e la prescriziotte dell'azione di annullamento nel rregozio, en R. D. Comm-, págs. 224 y ss.; RUBIO LINIERS, La prescripción extintiva del crédito hipotecario, en R.C.D.I., 1978,
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rrupción de la prescripción por demanda, Córdoba (Argentina), 1968; MIJRJAS, Notas sobre la pres- SCHAUER, Die Verjiihningsfristen des BGB, 1990; SCHWALBACH, Verjahrung und gestetzliche Be-
cripción inmemorial, en R.G.L.J., 1948, tomo 193, págs. 305 y as.; NAENDRUP, Die Verjühnmg als fristung, en XX; SURVALLE, Obligation, prescription liberatoire, en Rey. critique de leg. et ju-
Rechsscheinswirkung, en D., 75 (1925), págs. 237 y as.; OSSORIO MORALES, Prescripción de ac- rispr,, 1889, págs. 224 y ss.; TABOADA ROCA, La interrupción de la prescripción extintiva provocada
ciones en Derecho catalán (comentario a sentencia), en R.G.L.J., 1941, tomo 169, págs. 350 y ss.; PA- por actos del acreedor, etc., 1972; TEDESCHI, v, Lineamenti della distinzione Ira prescrizione estintiva
GANO, Sal valore del principio equae temporalia ad agendum, perpetua ad excipiendum», en Din e e decadenza, 1948; TRIMARCHI, Prescrizione e decadenza, en <din», 1956, págs. 218 y as.; UNTER-
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pág. 1.979; OROZCO, La interrupción de la prescripción extintiva en el C.c., 1986; OROZCO, La al- dure, en Rey. uitn. D. C., 1950, págs. 439 y as.; VAZE1LLE. Trabé des prescriptions3, 1753; WEIS,
teración convencional de los plazos de prescripción, etc., en A.C., 1986, p. 2.149 y ss.; PENA, Alre- Verjührung und gesetzliche Befristung nach dem bürgerlichen Rechte des deutschen Reiches, 1905; ZE-
dedor de la aplicación al transporte ferroviario de la distinción entre interrupción y suspensión de pres- LLER, Die Verjültrung. 1956.

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MANUEL ALBALADEJO § 106 DETERMINAC1ON Y MEDIDA DEL TIEMPO

el final de la hora veinticuatro'. Ahora bien, las fracciones de día, puede ocu- 4. Día inicial.—Para la computación civil, el día en que ocurre el
rrir que se las considere como día entero o que se las excluya del cómputo. acontecimiento determinante o decisivo en orden a la iniciación del plazo:
a) Unas veces se incluye en éste, considerándolo como día entero.
En el primer caso, un período de siete días que comience —no importa a qué
hora— durante el día uno de un mes, acabará al fin de la hora veinticuatro del C.c., art. 1.960, 3.°, en cuanto a la usucapión; C.c., art. 315, 2.°, en cuanto a
día siete; en el segundo, un período de siete días que comience una vez iniciado
el día uno, acabará al fin de la hora veinticuatro del día ocho. la edad.

Realmente ningún precepto establece, en general que el tiempo se Com- b) Otras, se le excluye (dies a quo non cornputatur in termino), co-
pute civil y no naturalmente, pero la opinión acogida por la jurisprudencia' menzando el plazo a correr a partir del siguiente.
y dominante en nuestra doctrina4 entiende que como regla rige la computa- Código civil, art. 1.130; Ley Carnbiaria, art. 91; L.e.c., art. 133.1; R.R.C., art.
ción civil'. 6, 2.°. Hasta la reforma del título preliminar, esos artículos; después de la reforma,
la exclusión del cómputo del día que se señala como inicial, la establece como
De cualquier manera, si el plazo o su fijación procede de la voluntad privada regla general para todos los plazos el nuevo art. 5, núm. 1.
y ésta tiene autonomía en el asunto de que se trate, será decisivo lo que por ella La exclusión del día inicial' del cómputo, además de los casos vistos en que
querido' (lo mismo sobre la anterior que sobre lo que después diré en orden a los la señala la ley, la había venido estableciendo también la jurisprudencia en fallos
días inicial y final y al tiempo continuo y útil). En otro caso, habrá que atenerse atinentes a otras materias, como para el plazo de prescripción extintiva (sentencia
a lo dispuesto en la ley para el supuesto toncreto7, y, en defecto de precepto dic- de 16 de noviembre de 1968, y también la de 12 mayo 1973, realmente plazo de
tado para el de que se trate, se aplicará la computación civil, ya que se aceptó caducidad) y para dictar el laudo en un arbitraje (por ejemplo, sentencias de 26
corno regla general. enero 1929, 23 enero 1946, 12 febrero 1957, 19 febrero, 22 mayo 1965, 19 oc-
tubre 1968, 23 octubre 1973, 21 enero 1975, 15 junio 1979, 20 mayo 1982 y 2
febrero 19839). Por su parte, la sentencia de 30 enero 1974 fue la que más exten-
I Para evitar confusiones, conviene señalar que la jurisprudencia habla, a veces, «de momento a samente y con más lujo de razones se ocupó de fundamentar la admisión en nues-
momento» para referirse, no a lo que se dice en el texto, sino a que no se excluyen del cómputo los tro Derecho como regla general de la exclusión del día señalado para comienzo
días festivos (así, sentencia de 23 enero 1946). Entonces la expresión «de momento a momento» se usa, del cómputo, estimando la existencia de una «máxima que ha llegado a constituir
no en su sentido literal (contar el tiempo, de forma absolutamente exacta, desde el instante en que co-
menzó hasta el instante de que se trate), sino en el de que cuenta todo el tiempo (incluso el que haya un auténtico principio general de que «dies a quo non computatur in termino»,
sido festivo) comprendido entre el momento inicial y el que se contemple. válido en todos los Ordenamientos jurídicos modernos, arraigado de tal modo que
2 Para evitar equívocos, conviene señalar que la jurisprudencia (así, últimamente la sentencia de 21 los compiladores de las vigentes Codificaciones no estimaron preciso ni siquiera
enero 1975) suele utilizar la terminología de computación natural y civil para referirse a otro concepto justificar su validez y a cuya aceptación contribuyó poderosamente la doctrina del
distinto del expresado en el texto: al de que los meses se cuenten por los días que tengan (en cuyo caso Derecho canónico que lo mantuvo inalterada hasta el actual [se refiere al de 19171
dice que se computan naturalmente), o bien se estime como mes cada período de treinta días (en cuyo
caso dice que se computan civilmente), según se dice más adelante (número 7 siguiente). Codex iuris canonici, en cuyo canon 34, párrafo tercero, número 3, se proclama
También se habla de computación civil en un tercer sentido: el de que se trate de plazos sustanti- expresamente». Después la de 1 febrero 1977, ha insistido en lo mismo, invo-
vos (civiles), y no procesales. cando a la de 1974.
3 La sentencia de 16 noviembre 1968 en caso de prescripción extintiva, dice que entender que cl La exclusión del cómputo —queda bien claro— no consiste en hacer inhábil
plazo (prescriptivo) ha de contarse de momento a momento «obligaría a una penosa indagación del mi- (para aquello de que se trate) a la fracción de día que se excluye, sino en que,
nuto preciso en que tales momentos se produjeran», a la vista de lo cual, el T.S. opta por el sistema de
computación civil. además de ella, haya de pasar el número de días que se requiera.
Pero ha sido la más reciente sentencia de 30 enero 1974 la que más se ha ocupado de fundamentar
la vigencia en nuestro Derecho de fa computación civil. Posteriormente la confirma la de 1 febrero 1977. El precepto (antes sólo el art. 1.130; ahora, además, y como regla ge-
4 Por ejemplo, ESPIN, Manual, P, pág. 464; CASTAN, Derecho civil, 1, 2", página 829. Véase
también el comentario de GARCIA GOYENA (en sus Concordancias, motivos y comentarios del Có- neral, el 5, número 1) del C.c. que (adoptando la posición sub b antes ex-
digo civil español) al art. 1.049 del Proyecto de 1851, equivalente al 1.030 del C.c. puesta) excluye del cómputo una fracción de dial°, no solamente vale para
5 En Derecho romano, D. 2, 12, 8, decía: «Según la costumbre romana, el día comienza a media
la computación civil, sino que, presumiéndola, es, además, una regla (dis-
noche y concluye a la media noche siguiente. Así, pues, todo lo actuado en esas veinticuatro horas, es
decir, en dos mitades de noche y en el día intermedio, es lo mismo que si hubiera hecho en cualquier
hora del día.»
Véase infra, número 7, nota 5 y texto correspondiente.
La Exposición de Motivos a la reforma del título preliminar señala, al comienzo de su párrafo 9Y véanse las citadas en el tomo III de esta obra, Derecho de bienes, Retracto, Plazo de ejercicio.
18, que las normas legales al respecto son interpretativas (de la voluntad de los particulares). 15 La fracción de éste que, ya ocurrido el acontecimiento de que se trate, falta aún para que el día
Por ejemplo, C.c., art. 193, 2.°, 2.8.
acabe, ya que el plazo se comienza a contar desde las cero horas del siguiente.

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MANUEL ALBALADEJO § 106 DETERMINACION Y MEDIDA DEL TIEMPO

positivall) para marcar el comienzo del plazo, independientemente de la com- plo, de una deuda en curso de prescripción), hace falta que tal día último
putación civil: aquél comienza a partir del día siguiente al determinado, haya pasado totalmente (C.c., art. 1960, 3.°, in fine).
siendo así que éste también pudo haber sido incluido EFECTIVAMENTE entero
en el plazo. No se acogió la regla, que rigió (o rige) en otros Derechos, de que el día co-
menzado se tiene por completo (dies coeptus pro completo habetur).
Por ejemplo, el prestamista concede, para devolver la suma, un plazo de veinte
días a partir del quince de junio. El primer día que cuenta es el dieciséis. 6. Días festivos.—Respecto a los días festivos, no existía, antes de la
Por ejemplo, se establece en una compraventa que el comprador pagará el reforma del título preliminar del C.c., disposición alguna de carácter gene-
precio dentro de los sesenta días de recibir la mercancía; y, quedando excluidas
las horas que transcurren desde la recepción hasta el final de ese día, tiene se- ral que estableciese su exclusión en el cómputo del tiempo. Por eso (salvo
senta a partir del siguiente. disposición especial contraria para el caso particular que fuese) contaban
como cualquier otro, en cuanto a los plazos civiles. Criterio éste que ha ve-
Con ese precepto de los arts. 5, número 1, y 1.130 se consigue un fin nido a ser confirmado explícitamente por la antedicha reforma, ya que el
muy interesante en la práctica: evitar dudas cuando en los negocios jurídi- nuevo art. 5, número 2, del C.c. establece que: «En el cómputo civil de los
cos las partes se expresan de modo que no resulta seguro ni quisieron ex- plazos no se excluyen los días inhábiles»12. Lo que se expresa diciendo que
cluir del cómputo o incluir en él el día marcado. en tales plazos el tiempo es continuo.
El espíritu del 1.130, antes, y ahora también del 5, número 1, es, sin duda, La jurisprudencia lo había declarado así para diversos tipos de plazos (por
el de que en ningún plazo cuente el día que se marque para delimitar su comienzo. ejemplo, sentencias de 26 de enero 1929, 6 octubre 1931, 23 enero 1946, 21
Sin embargo, tanto e] viejo 1.130, como el moderno 5, número 1, como la Ex- mayo 1951, 22 mayo 1965, 5 octubre 1966 y 27 mayo 1971, y véase tomo
posición de Motivos a la reforma del título preliminar, párrafo 18, han seguido de esta obra, Retracto. Plazo de ejercicio, y jurisprudencia allí citada). También
tenazmente manteniendo una letra que no dice eso (lo que pasa es que a pesar de véase L.R.C., artículo 32, según la que: «A efectos del Registro civil, son há-
su obstinación en no decirlo bien, se ve claro el espíritu). En efecto, según la le- biles todos los días y horas del año», y resolución de 13 diciembre 1971. En
tra de la ley es en los plazos señalados POR DÍAS, a contar de uno determinado, cambio, para los términos judiciales señalados por días, deben descontarse los
en los que éste queda excluido del cómputo. Luego si el plazo se señala por se- inhábiles (L.e.c., art. 133, 2, 1Y), pero no así en los señalados por meses (art.
manas o por quincenas o por meses o por años, etc. (como si se concede uno de 133, 3, 1.°).
seis meses a contar de] 5 de abril próximo), no dice la ley que quede excluido
del cómputo el día inicial.
Eso trae la consecuencia de que, si dentro del plazo debe hacerse algo
5. Día final.—E1 día último queda comprendido en el plazo hasta el que esté prohibido realizar en día festivo (por ejemplo, piénsese en la le-
final de la hora veinticuatro, de forma que: gislación sobre descanso dominical), será preciso verificarlo en uno que no
1.° Si se trata de plazo dentro del que se tiene la posibilidad de hacer lo sea; y si el día festivo es el último del plazo, antes de éste.
alguna cosa, es apto —en principio— cualquier momento de dicho día final.
En unos casos el T.S. ha declarado que aunque el último día sea inhábil, no
Así la sentencia 17 noviembre 2000 con cita de otras. se prorroga al siguiente (así la sentencia de 29 septiembre 2000, para el plazo del
Salvo que, en determinados momentos, no sea procedente la realización del art. 1.490 y la de 14 noviembre 1962, para el de retracto), otras, que sí se pro-
acto, por causas extrañas a la cuestión que aquí se trata. Por ejemplo, si se pre- rroga (así, también para el plazo del art. 1.490, la sentencia de 22 mayo 1965, y
tende realizarlo a horas intempestivas (argumento arts. 7, número 1, y 1.258 así está resuelto hoy en general por la L.e.c., art. 133.4, para plazos procesales) y
del C.c.). para plazo de retracto, la de 21 noviembre 1981, que razona la prórroga en gene-
ral), pero, en otros, falló Aue sólo cabe hacerlo en día hábil que esté comprendido
2.° Si se trata de plazo que es preciso que transcurra para adquirir en el plazo. Véase tomo III de esta obra, Derecho de bienes, Retracto, Plazo de
algo (por ejemplo, usucapir una cosa) o para liberarse de algo (por ejem- ejercicio, y jurisprudencia alli citada. Cfr. también la sentencia de 25 junio 1968.

12 Como dice la Exposición de Motivos (párrafo 18, al final) a la reforma: «respecto a la com-
" Véase lo dicho en nota 6 del número anterior. putación civil se mantiene la regla tradicional de no excluir los días inhábiles.»

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§ 106 DETERMINACION Y MEDIDA DEL TIEMPO

Pero en principio —y salvo lo dicho sobre el descanso dominical, o mes de febrero o al de marzo, por ejemplo) era un plazo de tantos períodos de
análogo— nada obsta al cumplimiento de obligaciones en días no labora- treinta días, como meses fuesen. Cosa que motivaba que si los meses concre-
bles. De cualquier modo, si para el caso de que se trate hay disposición es- tos a los que tocaba entrar en él eran de más o de menos de treinta días, el
pecial, se aplica ésta. plazo fijado en meses no acabase en fecha igual a la que comenzó (así iniciado
un día 25, no concluía al comenzar el día 25 del mes ulterior que fuese). Con
El pago de una letra de cambio cuyo vencimiento sea en día considerado lo que se producían frecuentes problemas motivados por pensar erróneamente
como festivo, será exigible el primer día hábil siguiente. Igualmente, cuando los interesados que tenían de tiempo hasta día (del mes ulterior) del mismo nú-
deba efectuarse en día festivo cualquier otro acto relativo a la letra, como la mero que el iniciaP4. Problemas que, por justicia del caso, alguna vez la ju-
presentación a la aceptación y el protesto (Ley Carnbiaria, art. 90). También risprudencia resolvió contando los meses de fecha a fecha, a pesar del texto le-
L.e.c., art. 113.4. ga116,17.

Por último, ha de advertirse que si se trata de plazo establecido, no por La misma computación de fecha a fecha debe de realizarse si el perí-
ley sino por voluntad de los particulares, el que en él el tiempo sea o no odo se marca por trimestres, semestres, medios arios, etc., porque la razón
continuo, es decir, se cuenten o no los días festivos, habrá de decidirse in- es la misma, ya que se toma por unidad el mes o el año. No así, si se
terpretando debidamente la voluntad de los sujetos que lo fijaron". Mas, a marca por semanas o quincenas, casos en los que habrá que calcular siete
falta de otros datos, deberá entenderse que, puesto que se trata de plazo ci- o quince días. Puede quedar duda para el marcado en medios meses, si al-
vil, el tiempo es, en principio, continuo. canza a mes de 28, 29 ó 31 días".
Según ya se ha expuesto19, cuando no esté establecida otra cosa, el plazo
7. Las diversas unidades de tiempo.—E1 calendario que se utiliza es señalado a partir dé determinado día comienza a las cero horas del día si-
el gregoriano (cfr. C. de comercio, art. 6O, 1.°). guiente. Y como el día determinado queda excluido, el plazo concluye al
Las horas deben de tenerse en cuenta según la hora oficial, aunque la
natural sea otra.
La expresión día puede tener tres sentidos: 1.0 Plazo de veinticuatro ho- " Con razón dice la Exposición de Motivos a la reforma del título preliminar del C.c. (párrafo 18,
parte penúltima) que: «...La computación de fecha a fecha en los plazos fijados por meses o años es al
ras. 2.° Plazo que va de la hora cero al final de las veinticuatro. 3.° Tiempo menos propicia a equívocos.»
que pasa desde que sale hasta que se pone el Sol. 3 Ver, por ejemplo, la sentencia de 17 noviembre 1956. La de 21 mayo 1959 mantuvo que no es
que el antiguo art. 7 del Cc. significase que un mes (sin nombre) equivalía a un período de treinta días,
Noche es el período que va desde que se pone hasta que sale el sol. sino que cuando se aludía a un mes (en abstracto), aunque en el período hubiese meses de más o me-
Mes es el período que va de cierto día al mismo día del mes siguiente. nos de treinta días, todos se contaban como si fueran de treinta. Ahora bien, semejante criterio era inad-
Año es el período que va de un cierto día al mismo día del año si- misible por ser tanto como decir, contra lo que establecía el art. 7, que un mes no era un período de
guiente. treinta días, sino un período de treinta, o de más o de menos, según que en el plazo marcado en abs-
tracto (es decir, no pensando en meses determinados) cayesen en concreto meses de treinta días o de
Los períodos de varios meses o de varios años van desde el día inicial más o de menos. Lo cual habría sido como sostener que un mes es un período que va (sin importar
hasta igual día de tantos meses o años después como número de unos u los días) del día que sea de un mes al mismo del siguiente.
otros tiene el período. En el caso lo correcto hubiese sido afirmar que, según la voluntad de las partes, el plazo se de-
bía contar de esta segunda forma.
Eso y lo anterior significa el nuevo art. 5, número 1, del C.c. (introdu- 3 Al no disponerse en el antiguo art. 7 nada para los años, la jurisprudencia contaba éstos de fe-
cid en la reforma de 1974 del título preliminar) al decir que «si los plazos cha a fecha, y no como períodos de doce veces treinta días.
La sentencia de 18 enero 1968 (en caso de prescripción de acción por daños extracontractuales)
estuvieran fijados por meses o por años, se computarán de fecha a fecha». dijo que «el año [que señala el art. 1.968, 2.1 ha de entenderse de fecha a fecha, sin alterar esta con-
ceptuación la circunstancia de que por comprender un año bisiesto constase de un día más». Y cali-
Tal disposición cambia 10 que establecía el antiguo art. 7, según el cual un fica de «extraña teoría» la invocada por el recurrente, de que un año consta de doce períodos de
plazo de meses fijado en abstracto (es decir, sin referirse específicamente al treinta días —o sea, 360 días—, teoría apoyada en que la ley dice que un mes es un período de
treinta días. También otras sentencias, en diversas clases de plazos, contaron un año desde el día que
fuese al mismo día del año siguiente (así, las de 31 marzo 1924, 22 diciembre 1945, 23 septiembre
1966 y 19 enero 1973).
Sentencia de 5 mayo 1971, referente a plazo fijado para arbitraje. También, en otro caso de plazo 17 Así, la sentencia de 21 enero 1975 para el criterio aplicable bajo el texto del C.c. anterior a la
de arbitraje, la más reciente de 21 febrero 1977, que recoge otras muchas, declara que los interesados reforma del Título Preliminar.
puede establecer que los días inhábiles se excluyan del plazo que conceden, pero que si no lo hicieron, 3 La sentencia de 2 febrero 1982 considero que medio mes eran 15 días (cuando en el plazo ha-
se cuentan en él. bía meses de diferente número de días).
Supra, número 4.

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MANUEL ALBALADEJO § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

final de la hora veinticuatro del día del mismo número (que el determinado) Pues a diferencia de la extintiva (que, en principio, alcanza —en los térmi-
que corresponda al mes o año sucesivo que sea. nos que luego se dirá—, a todos los derechos patrimoniales), sólo afecta a algu-
nos reales (razón por la que se explica su examen al estudiar éstos). Por lo de-
Y si está establecido, por excepción, que el día determinado queda in- más, ambas difieren en distintos requisitos, teniendo en común sólo el paso del
cluido en el cómputo, el plazo acaba al final de la hora veinticuatro del día tiempo y la inacción del titular del derecho (que —como he dicho-- se extingue
de número anterior (al determinado) que corresponda al mes o ario sucesivo en la extintiva y que, en la adquisitiva, se adquiere por la persona —distinta del
que sea. titular— que lo posee como si fuera suyo); circunstancias que no justifican el es-
«Cuando en el mes del vencimiento no hubiera día equivalente al ini- tudio conjunto de las dos.
cial del cómputo, se entenderá que el plazo expira el último del mes» (C.c.,
art. 5, número 1, in fine). Y si hay día equivalente al inicial (en el sentido 2. Concepto de prescripción extintiva.—Los derechos se extinguen
de primer día que cuenta20) del cómputo, el plazo acaba al final de la hora cuando durante cierto tiempo permanecen inactivos e irreconocidos, es de-
veinticuatro del anterior. cir, no se ejercitan por el titular ni se reconoce su existencia por el obli-
Por último, es seguro que si se habla en negocios jurídicos de años, me- gado (A debe una suma a B) o poseedor (A tiene una cosa de B). Tal fi-
ses, noches o días (lo mismo que si se habla de semanas, quincenas, medios gura se llama prescripción extintiva.
meses o medios años, trimestres, etc.), habrá que dar a tales expresiones el sen-
tido que marquen las reglas de interpretación de aquéllos, que puede ser dis- El profano puede equivocarse aquí, y creer inexactamente que en ciertos ca-
tinto del atribuido en la ley (por ejemplo, 1c contratantes, al hablar de meses, sos no hay ejercicio del derecho. Por ejemplo, que no se ejercita el de propiedad
querían referirse a períodos abstractos de treinta días). Pero, en principio, tal si no se usa la cosa sobre la que recae. Creencia equivocada, porque, poseyén-
dola, el dueño ya ejercita su derecho, aunque no la use materialmente.
sentido, no habiendo datos en contra, será el que señala el art. 5, número 1.
3. Su verdadero significado.—Como sabemos, se denomina acción al
§ 107 medio o poder que compete a la persona para pedir la protección judicial
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA de lo que cree su derecho (así: el propietario que demanda ante los Tribu-
nales al poseedor de su cosa para que se la restituya, ejercita la acción rei-
SUMARIO: 1. Adquisición y extinción de derechos por el paso del tiempo.-2. Concepto vindicatoria; el prestamista —mutuante— que reclama la devolución de lo
de prescripción extintiva.-3, Su verdadero significado.-4. Fundamento.-5. Am- prestado, ejercita la acción de mutuo, etcétera).
bito de la prescripción.-6. Requisitos.-7. Comienzo de la prescripción.-8. Inac- Por brevedad hablo y hablaré de extinción (prescripción) del derecho o,
tividad inicial.-9. Interrupción.—Primero. Precisiones sobre cuándo es interrup- por seguir la terminología legal, de extinción (prescripción) de la acción; pero
tivo el ejercicio de la acción.—Segundo. Cuestiones particulares que plantea la no hay acuerdo' sobre si realmente prescribe aquél o la acción que corres-
interrupción por ejercicio de la acción ante los Tribunales.—Tercero. Precisiones
sobre la interrupción por reclamación extrajudicial o por reconocimiento del sujeto ponde para hacerlo efectivo, o si lo que ocurre es que subsistiendo uno y otra,
pasivo.-10. Comienzo de nueva prescripción.-11. Suspensión.-12. Efectos.— la llamada prescripción de los mismos, consiste sólo en que la ley faculta al
13. Renuncia.-14. Carácter de las normas que regulan la prescripción. sujeto pasivo para que, amparándose en el transcurso del tiempo, se niegue a
hacer lo que debe, cuando se le reclame pasado el plazo de prescripción.
1. Adquisición y extinción de derechos por el paso del tiempo.— En mi opinión, esta última es la tesis acertada. En el fondo de las co-
El transcurso del tiempo unido a otros factores provoca la adquisición o ex- sas, se trata de que —por razones que después expondré— al pasar cierto
tinción de derechos a través de diversas figuras jurídicas, como son la pres- tiempo inactivo e irreconocido el derecho, el Ordenamiento lo deja a la
cripción adquisitiva, la prescripción extintiva, la caducidad y el no uso. Ahora buena voluntad del sujeto pasivo, retirando al titular el poder de imponerlo
me ocuparé sólo de la segunda; después lo haré de los dos últimos; en a aquél.
cuanto a la prescripción adquisitiva, también llamada usucapión, se trata en
el Derecho de bienes, tomo III de esta obra. Ya decían las Partidas (3,29,22). «Perezoso seyendo algund orne treinta años
continuadamente, que non demandase en juicio sus debdas, a aquellos que gelas

20 Y no es el sentido inexacto, pero que también se usa, de día que se fija para sellalar el comienzo 1 Ni en la doctrina ni en la jurisprudencia, que unas veces habla de acción y otras de derecho. En
del plazo, según lo antes dicho, como regla comienza al siguiente. la doctrina, cfr. ALAS, DE BUEN y RAMOS. De la prescripción extintiva, 1918, págs. 90 y ss.

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debieren, podiendolo facer, si dende en adelante gelas quisiese demandar poderse tular, por la sola voluntad del sujeto pasivo, al renunciar éste a la prescripción?)
y an amparar contra el por ese tiempo, e non serian tenudos de gelas pagar, si y la forma de operar dicha prescripción, es decir, los efectos de ésta.
non quisieren». Razones por las que, aunque la letra del Código puede inclinar a rechazar la
Algún autora se ha ocupado con posterioridad especialmente del tema de si tesis que defiendo, después se verá cómo es la que responde más a la realidad
lo que prescribe es el derecho o la acción, y resume su opinión' diciendo que del propio Código.
prescriben las «facultades de exigir». Lo que es tesis sustancialmente igual a la
que mantengo.
Ahora bien, según la terminología de la ley, más parece que fueran las
Hay quien estima4 que lo que prescribe es el derecho, y aduce que si se en-
tiende que la prescripción alcanza sólo a la efectividad procesal de éste, a la que acciones las que se extinguen por prescripción, pues, si bien algunas veces
mata, pero dejando vivo aquél, el mismo podría ser invocado por su titular fuera
el Código habla —al referirse en general a la prescripción adquisitiva y ex-
de ese campo de efectividad. tintiva— de que se extinguen por prescripción los derechos y las acciones
Sin embargo, tal punto de vista hay que rechazarlo con arreglo al concepto (arts. 1.930 y 1.932), posteriormente, al regular la extintiva —capítulo III,
expuesto, del efecto que la prescripción produce. Este efecto, he dicho que no es del título XVIII, del libro I—v habla exclusivamente de prescripción de las
ni la extinción del derecho ni la de la acción, de modo que existiendo aquél, el acciones (rúbrica de dicho capítulo, y arts. 1961 a 1.974, en todos los cua-
interesado puede invocarlo, y no extinguida tampoco la acción, puede, asimismo, les se menciona siempre la prescripción de las acciones, y ni una sola vez
accionar ante los Tribunales, pidiendo su protección. Ahora bien, como la conse- la del derecho). Por su parte la Compilación catalana (art. 344) habla de la
cuencia que ha producido la prescripción ha sido la de retirar al titular del dere- prescripción extintiva de «las acciones y derechos». Y la navarra (título IV
cho el poder de imponer éste, dejándolo, Rues, a la voluntad del sujeto pasivo,
resultará que lo mismo en el campo procesar que en el extraprocesal, e igualmente
del libro preliminar, y leyes de ese título) «De la prescripción de las ac-
cuando el titular exige su derecho que cuando lo opone a la exigencia del pasivo ciones».
(así, opone a éste aquel derecho, alegando que la deuda que su deudor le reclama
se compensó con dicho derecho, es decir, con lo que éste le debía a él), tal de- Ha de advertirse que en ciertas ocasiones, siendo la acción de que se trata,
recho no prevalece, sino en cuanto que dicho sujeto pasivo lo acepta'. defensiva, no del derecho en su totalidad, sino de aspectos parciales del mismo,
la prescripción de aquélla viene perfectamente diferenciada de la del derecho (que
no se produce). Entonces ocurre que quedó a voluntad del sujeto pasivo, no el
Lo dicho sobre que el Ordenamiento deja, el derecho prescrito, a la derecho en su integridad, sino el aspecto (del mismo) que resultaba protegida por
buena voluntad de su sujeto pasivo, retirando a su titular el poder de im- la acción prescrita.
ponerlo aquél, es cosa que alguno podría entender como contradictorio con Por ejemplo, prescribiendo la acción negatoria6 nacida de cierta perturbación
la subsistencia del derecho. Pero, por mi parte, considero que el no poder causada al propietario de una cosa, éste no pierde ni su propiedad ni la defensa
imponer un derecho no equivale necesariamente a su extinción, aunque sea para el futuro de otras perturbaciones iguales a la ya sufrida, pero sí la posibili-
un estado anormal, de excepcional debilidad del mismo. dad de imponer la efectividad de la misma y el resarcimiento de daños en el caso
del que se originó la acción negatoria prescrita.
Tal punto de vista:
1.° Se adapta mejor que los otros a la conciencia social, ya que ésta no suele 4. Fundamento.—E1 fundamento de la prescripción se halla en la opi-
estimar que el derecho cese de existir por el paso del tiempo, e incluso concep- nión (más o menos discutible) de que el poder público no debe proteger in-
túa desfavorablemente a quien se ampara en la prescripción como única razón en definidamente, y con el vigor con que dispensa esa protección en los casos
sí para no cumplir lo que debe.
normales, a los derechos que ni se usan por su titular ni son reconocidos
2.° Explica perfectamente, y no mediante forzadas argumentaciones, cues- por aquél sobre quien pesan, pues ello iría contra la seguridad jurídica ge-
tiones que después veremos, como la renunciabilidad de la prescripción ganada
(si el derecho se hubiese extinguido, ¿es que lo adquiriría de nuevo el antiguo ti- neral, que sufriría alteración si una actuación que se ha prolongado durante
largo tiempo sin ser impugnada, pudiera verse atacada, después, mediante
acciones no hechas valer nunca por nadie hasta entonces.
DIEZ-PICAZO, La prescripción en el Código civil, 1964, págs. 33 y ss.
Ob. cit., pág. 38.
Por otro lado, se tiene la idea de que peca de negligente el titular de
'Así, DE CASTRO, Ternas de Derecho civil, 1972, págs. 166 y ss. Véase también DIEZ-PICAZO- un derecho que no lo usa en tiempo oportuno; de que, además, sin la pres-
GULLON. Instituciones de Derecho civil, I, 1973, págs. 202 y ss. cripción no se estaría a cubierto de reclamaciones carentes de verdadero fun-
5 Por eso en los ejemplos que pone DE CASTRO (pág. 168 de la obra citada), el derecho pres-

crito no triunfa a ningún efecto contra quienes se invoca, si es que éstos no se avienen a aceptarlo vo-
luntariamente. Véase infra, torno III, vol. I.. § 57, Acción negatoria.

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damento (porque éste nunca existió, o se había extinguido ya); y de que la ciclo del derecho que aunque se haga en plazo se realice deslealmente tan tarde
propia persona que las padeciese, incluso pudo haber perdido o dejado per- que pudo la otra parte pensar que ya no iba a ejercitarse.
der los medios de defensa que hubiese tenido contra las mismas (cuanto
más tiempo pasa, más probable es la desaparición de dichos medios: así, se Las razones expuestas, constituyen un fundamento, no para imponer la
extravía el recibo del pago realizado, al que, realmente, ya no se prestaba extinción del derecho o acción, sino para facultar al sujeto pasivo a que se
mucha atención, o bien, confiando en que ya nunca será reclamada la deuda, niegue a satisfacer la reclamación. Este podrá -si quiere- invocar la pres-
el deudor lo destruye, como uno de tantos documentos viejos), o no acor- cripción, pero no sería justo protegerle automáticamente -ipso iure- sin
darse o no tener ya seguridad (por lo lejano del tiempo) de haber cumplido necesidad de que él decida"", pues hay que pensar que, probablemente, no
o no oportunamente lo que debía. tomará la decisión de invocarla, si realmente no debe tomarla. El Derecho,
pues, con la prescripción, facilita un arma para que sea utilizada a discre-
La jurisprudencia con frecuencia se ocupa del fundamento de la prescripción, ción. Moralmente no debe servirse de ella quien verdaderamente se sabe
y suele entender que se halla en la seguridad jurídica o en el abandono presunto obligado a lo que se le reclama; pero, en aras de la seguridad jurídica, es
del derecho, o en el mantenimiento de la estabilidad de las relaciones jurídicas, preferible correr el riesgo de que la use injustamente una persona, a dejar
aunque ello no se ajuste a la estricta justicia, o en ser sanción a la negligencia y expuestas a todas a reclamaciones viejas, de cuya legitimidad o ilegitimi-
descuido en el uso de los derechos, o en la inactividad de éstos, o en su ejercicio dad es difícil estar seguro por el tiempo transcurrido.
tardío, etc. Véanse entre las más modernas, por ejemplo, las sentencias de 12
marzo y 21 abril 1958, 26 diciembre 1961, 25 enero 1962, 6 junio y 26 octubre Algunas sentencias8 estiman que la prescripción «debe merecer un tra-
1963, 27 febrero y 12 noviembre 1964, 4 junio 1965, 29 octubre 1966 (Sala 6.a), tamiento restrictivo» (especialmente si la prescripción es corta, dice alguna
14 abril y 1 junio 1973, 21 diciembre 1974, 9 julio y 7 noviembre 1975, 16 ju- sentencia; pero ya se comprende que tal restricción es para todas las pres-
nio 1976, 19 diciembre 1979, 5 noviembre 1981, 8 marzo y 7 julio 1982, 31 cripciones si bien es de las cortas mayor el riesgo de que por descuido se
enero, 9 y 29 marzo, 28 abril, 27 mayo, 7 julio y 12 diciembre 1983, 2 febrero pase el tiempo), es decir, que en la duda debe de rechazarse la prescripción
1984, 6 mayo, 12 julio y 19 septiembre 1985, 17 marzo, 21 abril, 9 mayo y 7 por ser, como ha quedado expuesto, «un instituto no fundado en la intrín-
julio 1986, 6 noviembre 1987, 2 octubre 1988, 14 febrero 1989, 9 y 19 octubre seca justicia», y que, por eso, el momento de inicio de la prescripción, si
1990, 7 y 22 febrero, 5 marzo, 30 julio, 14 octubre 1991, 16 marzo, 30 mayo no es seguro, debe estimarse que es lo más tarde dentro de lo que se dis-
1992, 15 marzo, 24 mayo, 14 julio, 30 septiembre, 3 diciembre 1993, 14 febrero,
20 junio 1994, 26 diciembre 1995, 8 abril, 26 septiembre, 6 octubre 1997, 8 fe- cuta, pues así se evita, si cabe, la prescripción8b".
brero 1998, 22 noviembre, 21 diciembre 1999, 7 y 30 noviembre 2000.
La verdad es que no es acertado fundamentar la prescripción en el abandono 5. Ambito de la prescripción.-Segun el art. 1.930, 2.°, se extinguen
presunto del derecho de su titular. Omisión hecha de la voluntad de éste, el de- «por la prescripción los derechos y las acciones de cualquier clase que sean».
recho prescribe porque objetivamente transcurrió el plazo durante el que cabía im- Pero realmente el espíritu de nuestra ley es más reducido del que parecen
ponerlo. Sólo inexactamente cabe decir que tal transcurso permite suponerlo esas palabras, porque la expresión «prescriben los derechos y las acciones
abandonado. Ciertarncnte que, aunque constase la voluntad de no abandonarlo, de cualquier clase que sean», no significa que prescriban todos, sino que
prescribiría igualmente. Y afirmar que es que no se admite más prueba del no (dentro del ámbito al que la prescripción se extiende según la concepción
abandono que la de haberlo ejercitado, es poner de relieve que realmente lo que de nuestro Código) es indiferente la clase de derecho o de acción de que
importa no es el abandono presunto, sino el no ejercicio'.
Un tema quiero sólo apuntar aquí: Como el derecho prescribe por el paso del se trate.
tiempo sin usarlo, es claro que, en principio, cabe usarlo hasta el final del plazo.
Pero, ¿puede ser abusivo o contra la buena fe su ejercicio tardío, aunque aún den-
tro de plazo? Que puede ser abusivo depende de las circunstancias, pero ¿parece Así que no puede apreciarse de oficio y en juicio ha de alegarse en el escrito de contestación
que, de por sí solo, no cabrá considerar abusivo el ejercicio dentro del plazo por (sent. de 30 noviembre 2000 y las que cita).
muy tardío que sea, pues pensar otra cosa lo que fundamentaría sería solamente 8 Como las de 17 diciembre 1979, 12 diciembre 1980, 22 octubre y 5 noviembre 1981, 8 marzo
1982, 31 enero, 7 y 14 julio y 9 diciembre 1983, 2 febrero y 22 septiembre 1984, 6 mayo 1985, 31
al acortamiento del plazo prescriptivo? Ver las sentencias de 21 mayo 1982 y 4 enero, 17 marzo, 21 abril, 6 y 9 mayo, 14 julio, 19 noviembre 1986, 25 mayo, 15 julio y 6 noviem-
julio 1997 (con cita de otras, que admite claramente que pueda ser abusivo el ejer- bre 1987, 20 octubre y 26 noviembre 1988, 14 febrero 1989, 7 y 22 febrero, 5 marzo, 6 y 30 julio
1991, 30 mayo 1992, 26 febrero, 15 marzo, 24 mayo, 30.septiembre, 3 diciembre 1993, 14 febrero 20
junio, 18 julio 1994, 26 diciembre 1995, 21 febrero, 8 abril, 27 mayo, 6 octubre, 31 diciembre 1997,
7 Sobre fundamento de la prescripción, cfr. en la doctrina, ALAS, DE BUEN y RAMOS, De la 18 febrero, 3 marzo, 23 mayo, 18 junio 1998, 22 noviembre, 21 diciembre 1999.
prescripción extintiva, 1918, págs. 58 y SS. "" Sentencia de 19 febrero 1998.

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Ello se debe a que antes existía una distinción entre acciones personales, re- Dentro de los patrimoniales, la prescripción alcanza a los derechos, pero
ales y mixtas, diciéndose que estas últimas no eran prescriptibles, y el legislador no aisladamente a las singulares facultades (frecuentemente llamadas, ine-
del Código quiso, en el art. 1.930, 2.°, desechar tal cosa.
xactamente, derechos: así, cuando se dice que el dueño tiene el derecho de
usar la cosa, el de obtener sus frutos, el de disponer de ella, etc.) que son
El ámbito de la prescripción es el de los derechos y acciones patrimo-
niales. De forma, pues, que por prescripción se extinguen en principio to- contenido de aquéllos (in facultativis non datur praescriptio"). Todas ellas
dos éstos, pero sólo ellos. Los demás derechos —de la personalidad, de fa- resultan afectadas en bloque por la prescripción del derecho, pero no son
desglosables a efectos de prescripción extintiva'2. Igualmente no son pres-
milia,. etc.— o las acciones relativas a los mismos, no son prescriptibles.
criptibles los llamados derechos potestativos" que no sean realmente dere-
Lo anterior no lo dice explícitamente la ley en general, pero, sin duda, se ha- chos, sino facultades secundarias, contenido de una relación jurídica (por
lla en su espíritu, y se deduce: I.° Del examen de los artículos que el Código de- ejemplo, la de impugnar un contrato: Cc., art. 1.301), que se extinguen, sí,
dica a regular la prescripción extintiva (arts. 1.961 y ss.), donde sólo se contem- por el paso del tiempo; pero no por prescripción, sino por caducidad.
plan acciones relativas a derechos patrimoniales. 2.° De que el art. 1.936 —»Son
susceptibles de prescripción todas las cosas que están en el comercio de los hom- Por ser simplemente facultades de los respectivos dueños —coherederos, con-
bres»— refleja el principio y encierra el sentido de excluir de aquélla a los dere- dueños o propietarios de fincas colindantes— y no derechos independientes, a la
chos y acciones extrapatrimoniales, que están fuera del comercio. 3.° Del examen división o deslinde (cfr. sobre ellos las sentencias citadas en nota 11), no pres-
de las leyes (26 y siguientes) que la Compilación navarra dedica a regular «la pres- criben las acciones para pedir la partición de la herencia, la división de la cosa
cripción de las acciones». En la ley 41 de etquélla, se dice que son imprescripti- común o el deslinde de las propiedades contiguas (C.c., art. 1.965 y Comp. na-
bles: «Uno. Las acciones de estado civil que no tengan establecido plazo [de ca- varra, ley 41, número 3, salvo lo que establece la ley 34914).
ducidad] para su ejercicio. Dos. La acción declarativa de la cualidad de heredero»9. Y aunque no la diga explícitamente el Código, como en el caso anterior, es
Con lo dicho basta, en general; sería inútil querer hacer una lista de derechos evidente que, por la misma razón, tampoco prescriben otras acciones como la de
imprescriptibles. De cualquier modo como caso recogido singularmente por la ju- amojonarniento'5 o de cerramiento de fincas (Código civil, art. 388)16.
risprudencia, se puede citar, por ejemplo, el del derecho de alimentos. La senten- El T.S. lo ha dicho también de otras facultades: así de la de exigir la eleva-
cia de 7 octubre 1970 señala que su naturaleza familiar le priva de estar en el co- ción a escritura pública de lo acordado en documento privado'7.
mercio de los hombres otorgándole así carácter imprescriptible. Y que la
prescriptibilidad que se establece en el art. 1.966 no es la del derecho de ali- 6. Requisitos. Segun el concepto expuesto" de prescripción, ésta re-

mentos, sino la de las concretas pensiones alimenticias ya devengadas. quiere:


También ha declarado recientemente el T.S. la imprescriptibilidad de otros de- 1.0 Inactividad del derecho'''. Expresión sintética (a riesgo de que sea
rechos, pero la verdad es que lo que directamente negó para ellos fue la usuca-
pabilidad (o prescriptibilidad adquisitiva), no la extinguibilidad por prescripción,
tachada de literalmente inexacta) con la que se quiere significar que no haya
aunque ésta se desprenda de lo dicho para aquélla. Así, las sentencias de 16 de habido ejercicio de la acción ante los Tribunales ni reclamación extrajudi-
junio 1916 y 8 noviembre 1950, para el derecho a los apellidos. cial del titular del derecho ni reconocimiento del mismo por el sujeto pa-
sivo (argumento, art. 1.973 del C.c.)20.
Tampoco se extinguen por prescripción aunque sean patrimoniales, las
acciones meramente declarativas tendentes a obtener la declaración de nu- " Sentencias de 3 marzo 1942, 8 junio 1945, 28 noviembre 1957 y 31 enero 1957, 7 febrero 1997.
lidad de los actos jurídicos, ya que, como se dijo en su lugarm, no se trata 12 Otra cosa es que por usucapión (prescripción adquisitiva) se pueda adquirir un derecho que se
forme a base de una facultad que se desgaja de otro. Por ejemplo, el que, sin ser usufructuario, usu-
con ellas de ejercitar un derecho (a invalidar, a suprimir efectos) que pu- fructúa la cosa de otro, llegará a adquirir el derecho de usufructo (C.c., art. 468 in fine). Y, entonces,
diera extinguirse por el paso del tiempo, sino a poner de relieve que el acto el propietario habrá perdido la facultad de gozar de la cosa (C.c., art. 348). Pero no por prescripción
es inválido desde antes y que los efectos realmente no existen. extintiva, sino como consecuencia de la prescripción adquisitiva de otro.
13 Cfr. supra, capítulo VI, § 54, número 5.
En algunos casos los derechos no patrimoniales pueden resultar afecta- '4 Véase III, § 59, núm. 7, sub A).
dos por el paso del tiempo, pero no por prescripción, sino por caducidad, 15 Véase tomo III de esta obra, Derecho de bienes, Acción de deslinde y amojonamiento.
como después se verá. 16 Véase tomo III de esta obra, Derecho de bienes, Acción de cerramiento de fincas.
Véase sentencia de 9 marzo 1970 y supra. § 99, número 6.
18 Supra, número 2.
'9 También se usan otras expresiones por la doctrina o por la jurisprudencia, para expresar ese con-
9 Respecto al número tres de esa ley, véase en el texto más adelante. cepto. Por ejemplo, «silencio de la relación jurídica» (así las sentencias de 17 marzo 1961 y 31 enero 1980).
i° Supra, § 105, número 4.
25 Para más precisiones sobre cuándo existe inactividad del derecho, véase infra, número 9.

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MANUEL ALRALADEJO § 107 LA PRESCR1PCION EXTINTIVA

2.° Durante los plazos que marque la ley, que señala una serie de ellos, Acciones personales (es decir, las relativas a un derecho no real): las
que voy a exponer esquemáticamente. No obstante, hay otros en más luga- que no tengan señalado otro término especial, quince años (artículo 1.964,
res de aquéllos y en leyes especiales, que explícitamente están dejados a in fine); las que lo tengan, el que se marque.
salvo (art. 1.938 del C.c.).

Considero preferible referirme a los mismos al tratar de cada figura concreta entiendo yo así. Agregando DE CASTRO que «las referidas acciones reales [de cuya prescripción ex-
para la que estén establecidos. Por ejemplo, al tratar de la hipoteca mobiliaria y tintiva se trata] pueden dirigirse contra quien no ha ganado la titularidad correspondiente o contra quien
está poseyendo por otro título que el dominical (por ejemplo, como arrendatario o depositario), y ellas,
de la prenda sin desplazamiento21, me ocuparé del plazo de prescripción de las en su caso, podrán ser enervadas por prescripción extintiva».
acciones hipotecaria y pignoraticia correspondientes. Además de que para muchos " En el texto y en lo dicho en la nota anterior ha quedado ya presupuesta mi opinión en orden a
es discutible si, aunque se califiquen por el legislador de supuestos de prescrip- la relación entre prescripción adquisitiva (usucapión) y prescripción extintiva.
ción, son verdaderamente de caducidad. En cuanto importa ahora, sólo interesa señalar que considero que, aunque producida la primera se
extingue el derecho del anterior titular (y con él las acciones que lo protegían en sus manos), sin em-
bargo no creo —como una opinión entiende— que carezca de autonomía la prescripción extintiva de
Por conservar la terminología legal, hablaré de plazos de prescripción las acciones reales, de modo que para el caso de ellas no haya —a despecho de lo que dicen los artí-
de acciones: culos 1.962, primera parte, y 1.963, 1.°— prescripción extintiva sino cuando alguien ha usucapido el
Acciones reales (es decir, las relativas a un derecho real): sobre in- derecho de que se trate. (Esa opinión podrá ser la acogida por la Compilación navarra, al decir en su
ley 39, apartado b). que: «Las acciones reales que no tengan establecido plazo especial sólo prescriben
muebles, treinta años (art. 1.963), salvo la de servidumbre, veinte años (art. a consecuencia de la usucapión con la que resulten incompatibles». Pero por lo que atañe al Derecho
546, 2.°, porque extinguido por no uso durante veinte años el derecho de común, no la considero correcta).
servidumbre, no puede sobrevivirle la acción); sobre muebles, seis años (ar- Mas la verdad es que. aunque no la comparto, ésa es una opinión extendida que, por ejemplo, ha
mantenido hace algún tienuio entre nosotros DIEZ-PICAZO, La prescripción en el Código civil, 1964,
tículo 1.692); acción hipotecaria, veinte arios (art. 1.964 del C.c. y 128 de págs. 159 y ss., diciendo en concreto (págs. 161 y ss.) que: «Es en la acción reivindicatoria donde más
la L.H.)22; acción hipotecaria mobiliaria y pignoraticia sin desplazamiento, agudamente se plantea el problema a que antes aludíamos, de las relaciones entre la usucapión y la pres-
tres años (L.H.M., art. 11). cripción extintiva. En la doctrina se ha sostenido generalmente que la acción reivindicatoria, en sí misma
considerada, es imprescriptible o, por lo menos, que no prescribe en tanto que el poseedor demandado
no haya completado los requisitos necesarios para usucapir. Otra solución conduce al absurdo. Pues,
Para las reales sobre muebles, añade el art. 1.962 que «salvo que el posee- efectivamente, si se pensara que, sobre la base del artículo 1.963, es posible una prescripción extintiva
dor haya ganado por menos tiempo el dominio [o el derecho real de que se trate], de la acción reivindicatoria separada e independiente de la usucapión, se llegaría al siguiente punto:
Como el demandante no puede reivindicar, en la práctica ha perdido el dominio; pero como el deman-
conforme el art. 1.955, y excepto los casos de extravío y venta pública, y los de dado no lo ha adquirido, puesto que, por hipótesis. no ha usucapido, es un simple poseedor. Una si-
hurto o robo, en los que se estará a lo dispuesto en el párrafo tercero del mismo tuación semejante tendría que llevar a la siguiente conclusión: la cosa, objetivamente, habría devenido
artículo citado». Y para las reales sobre inmuebles, el art. 1.963 agrega en su pá- nunius, pero el poseedor. al ser su posesión irreivindicable, en la práctica es un propietario. Esta re-
rrafo 2.° que lo que dispone «se entiende sin perjuicio de lo establecido para la ductio ad absurdum, parece probar que efectivamente no se produce prescripción extintiva de la acción
adquisición del dominio o derechos reales por prescripción [usucapión1». reivindicatoria del vetas dominas más que cuando en el poseedor concurren los requisitos de la usuca-
Ahora bien, conviene tener presente que cuando el poseedor usucape (pres- pión —ordinaria o extraordinaria— y el poseedor puede ser considerado como un novas dominas.
cripción adquisitiva) la cosa por el transcurso de menos tiempo que el que nece- La conclusión anterior lleva —continúa DIEZ-PICAZO— a pensar que el dominio no se pierde
por la simple falta de uso o de ejercicio, sino sólo en virtud de una prolongada posesión de otra per-
sita la acción para extinguirse por prescripción, no se trata de que se extinga por sona a título de dueño. O también: que el hecho que pone en marcha la prescripción extintiva de la ac-
prescripción extintiva la acción para reclamar aquélla, sino de que la pérdida de ción reivindicatoria no es la simple pérdida de la posesión del dominas, sino el comienzo de una pos-
la acción es consecuencia de la pérdida del derecho, por haberlo adquirido otro sesio ad usricapionein de otra persona. Sólo la posessio ad usucapionem constituye verdadera violación
por la otra clase de prescripción (usucapión)23. 24. del derecho de propiedad. [Esto es falso, pues también constituye violación de la propiedad tener la
cosa contra la voluntad de su dueño, aunque no se niegue el derecho de éste, y esa violación puede
perseguirse con reivindicatoria, que nace, pues, desde la posesión del tenedor aun no ad usucapionem;
2' En el tomo III de esta obra, Derecho de bienes. todo lo cual ya lo advertía SAVIONY, Sistema del Derecho romano actual, trad. esp. IV, p. 188. Y la
22 El plazo de ejercicio de la acción para retener o recobrar la posesión (c.c., artículos 460, 4.°, acción empieza a prescribir a partir de ese momento, y prescribe de no reivindicarse antes de que venza
1968, 1,°, L.E.C., art. 439.1, Compilación navarra, ley 37), que muchos discuten si es de prescripción el plazo.]. Y sólo la falta de defensa del dueño frente a esta violación determina el comienzo de la pres-
o de caducidad, optando unos por aquello y otros por esto, creo, con unos terceros, que es de pres- cripción.
cripción, salvo que si la acción se ejercita como posesoria en el antes llamado juicio interdictal (como Como hemos dicho ya en otro lugar —concluye DIEZ-PICAZO— en materia de derecho de do-
siempre ocurre en la práctica) está sometida a caducidad porque este juicio no puede plantearse pasado minio, la llamada prescripción extintiva y la llamada usucapión no son más que dos caras a dos ver-
un año de la perturbación. Véase para todo, mi trabajo El plazo de la acción para recobrar la pose- tientes de un único fenómeno jurídico, pues se presentan, por lo tanto, siempre indisolublemente liga-
sión ¿es de prescripción o de caducidad?, en RDP., 1990, págs. 551 y ss. y sentencia de 10 marzo das. Para el derecho de dominio, pues, los artículo 1.962 y 1.963 no añaden nada a los artículo 1.955
1994 que acoge tal criterio con extensos razonamientos. y 1.959. Yo diría aún más: la prescripción del dominio debe entenderse regulada por los artículos últi-
" Pero la «correlación entre prescripción extintiva y usucapión, no impide siempre el juego de mamente citados, es decir, 1.955 y 1.959, y no por los que ahora contentamos. O dicho de otro modo,
aquélla», opinan algunos, como DE CASTRO (Temas de Derecho civil, 1972, pág. 154). y también lo cuando en los artículos 1.962 y 1.963 se habla de una prescripción extintiva de las acciones reales, no

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MANUEL ALBALADEJO 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

Se marcan, en efecto, una serie de plazos más reducidos, para las lla- El de cinco años para acciones encaminadas a exigir el cumplimiento
madas prescripciones cortas. Son: de las obligaciones de pagar pensiones alimenticias, precio de los arriendos
de fincas rústicas o urbanas, y cualesquiera otros pagos que deban hacerse
se debe considerar incluida entre ellas a la acción reivindicatoria, cuyo régimen jurídico en materia de
por años o en plazos más breves (art. 1.966).
prescripción resulta de las reglas sobre prescripción del dominio».
DIEZ-PICAZO se reafirma en su postura y la argumenta con más detalle en otro trabajo más re- Ese plazo es el aplicable a los pagos periódicos de un arrendamiento finan-
ciente, Las relaciones entre usucapión y prescripción extintiva, y la prescripción extintiva de la acción
reivindicatoria, en Estudios Roca Juan, 1989, p. 221 y ss.
ciero (sent. de 24 mayo 1997).
El plazo de cinco años del art. 1.966 se duda si es aplicable a la prescrip-
Ahora bien, concluido de exponer lo que escribe DIEZ-PICAZO, he de insistir en que, a mi jui-
cio, la tesis esa que rechazo, es equivocada. Así que realmente (hablando en términos generales, y, por
ción de los intereses que produzca una deuda.
tanto a reserva de casos de excepción que, de haberlos se examinarían en el estudio de las singulares La solución es que se aplica a los intereses compensatorios, pero no a los
acciones reales), fa prescripción extintiva de las acciones reales tiene autonomía, y salvo que antes que moratorios. Para éstos rige la prescripción de quince años, que es la general para
ella se produzca la usucapión del derecho que protegen (supuesto de los artículos 1.962, segunda parte, acciones personales que no tienen señalado otro plazo25.
y 1.963, 2.9, en cuyo caso la acción se extingue por consecuencia de tal usucapión del derecho, salvo El plazo del art. 1.966 no es aplicable al caso (que no cae bajo el número
ese caso, digo, la extinción de la acción puede producirse por prescripción, aunque no haya usucapión 3.0 de aquél) de que el pago periódico no sea de una cantidad fija, sino de suma
por otro del derecho que sea. Como viene a reconocer hoy la sentencia de 29 abril 1987 y otras mu-
chas, posteriores como las de 17 febrero y 26 mayo 1988, o anteriores, como son las de 15 enero 1902, variable consistente en una parte de los beneficios que proporciona la explotación
3 marzo 1909, 28 enero 1915, 7 julio 1921, 29 septiembre 1929, 13 julio 1942, 12 marzo 1958, 14 de una película (sentencia de 9 de octubre 1971, dictada en caso en el que se re-
abril 1958, 14 abril 1973, 12 marzo 1974, 18 abril 1974, 15 octubre 1975, 5 octubre 1976. La de 2 di- clamaba el total de la participación en los beneficios)26.
ciembre 1998 no desmiente lo anterior, sino que, sin decidif, dice simplemente que el que la acción rei-
vindicatoria pueda o no extinguirse por prescripción, con independencia de la usucapión de la cosa que
se reivindicaría, es tema «muy discutible y discutido». El de tres años' para las acciones encaminadas a exigir el cumplimiento
Del tema roe he ocupado con más detalle en un estudio titulado, La prescripción de la acción rei- de las obligaciones de pagar una serie de honorarios, gastos, estipendios,
vindicatoria, en A.D.C., 1990, p. 25 y as., y también lo ha hecho DE LA CUESTA,
Notas sobre la
prescripción extintiva de la acción reivindicatoria, en Estudios Vallet, VI, 1988, p. 63 y ss., que se
servicios y suministros, que marca el art. 1.967, debidos a abogados, far-
muestra favorable a admitir la prescripción extintiva de la acción con independencia de la usucapión. macéuticos, menestrales, posaderos, etc.
Y el argumento que la tesis que combato aduce contra tal afirmación, se refuta simplemente con
advertir que el hecho de que el demandante no pueda reivindicar porque prescribió la reivindicatoria, En concreto, según dicho artículo: «Por el transcurso de tres años prescriben
no permite asegurar que ha perdido el dominio, pues su situación no es sino la de cualquier titular de las acciones para el cumplimiento de las obligaciones siguientes:
un derecho extinguido por prescripción, es decir, que lo tiene, pero no puede imponerlo, porque el ver-
dadero efecto de la prescripción (según se ha dicho antes: número 3) es que el Ordenamiento deja el La de pagar a los jueces, abogados, registradores, notarios, escribanos, pe-
derecho a la buena voluntad del sujeto pasivo, retirando al titular la facultad de obligar a aquél a aca- ritos, agentes y curiales sus honorarios y derechos, y los gastos y desembolsos
tado (y precisamente DIEZ-PICAZO, considerando, como considera [véase su obra citada, págs. 33 y que hubiesen realizado en el desempeño de sus cargos u oficios en los asuntos a
ss.] ése el verdadero efecto de la prescripción extintiva, no puede, sin contradecirse, alegar, en materia que las obligaciones se refieran.
de prescripción de acciones reales, tal debilidad del derecho, como argumento en pro de que la pres-
cripción extintiva de ellas no es autónoma, sino sólo un reflejo de la correspondiente usucapión). Con-
La de satisfacer a los farmacéuticos las medicinas que suministraron; a los
serva, pues, el dueño, un dominio debilitado, porque prescrito extintivamente, y si otro posee la cosa y profesores y maestros sus honorarios y estipendios por la enseñanza que dieron o
aún no la usucapió, se podrá decir que es prácticamente dueño, porque no se le puede imponer por el ejercicio de su profesión, arte u oficio27.
titución al dueño teórico verdadero, pero tal cosa se puede decir en este caso lo mismo que en la res-
el del
deudor de deuda prescrita se puede decir que prácticamente no es deudor: lo que sólo significa que lo
es reflejo de la pres-
pero que no se le puede obligar a que pague si él no quiere hacerlo voluntariamente. Y, por otro las acciones reales no tienen prescripción extintiva autónoma, sino sólo la que es
lado (y aunque el caso sea de laboratorio, sirve para argumentar en el tema) el que sigue siendo dueño, cripción (nsucapión) del derecho de que se trate.
pero con acción reivindicatoria prescrita, si bien no puede reivindicar su cosa, si ésta llega después a " Para la distinción entre intereses compensatorios y moratorios, véase tonto II, Obligaciones de
su poder por otro camino, sí puede conservarla contra la reivindicación que pudiera intentar contra él intereses.
el no dueño. Para las razones y jurisprudencia que fundamentan la afirmación de que la prescripción quinque-
Para concluir el tema presente, hay que señalar que las sentencias de 14 abril 1973, 12 marzo y nal se aplica a los intereses compensatorios y no a los moratorios, véase ALBALADEJO. Sentido de la
18 abril 1974, 15 octubre 1975 y 5 octubre 1976, sirven de apoyo a la tesis que defiendo (la segunda jurisprudencia sobre prescripción quinquenal de intereses, en R.C.D.I., 1966, págs. 129 y ss.
dice que la «prescripción extintiva [de la acción reivindicatoria] ejercitada por el demandado no se ha La jurisprudencia sobre el terna que se estudia en el citado trabajo, está constituida por las sen-
producido porque tampoco ha transcurrido el plazo de treinta años», la antepenúltima habla en general, tencias de 24 junio 1897. 24 mayo 1918, 20 febrero 1925, 3 junio 1932, 14 noviembre 1934, 31 mayo
aunque el caso era de reinvindicatoria, de que los plazos de prescripción aplicables son los fijados en 1957, 13 junio y 10 octubre 1959, 14 marzo 1964, 3 febrero, 17 marzo 1994.
el art. 1.963, y la última dice que para ser ejercitable la acción reivindicatoria es menester que subsista 26
La sentencia de 30 junio 1950 (segunda sentencia) dijo lo contrario que la de 9 octubre 1971.
«por no haber transcurrido el plazo señalado por el art. 1.963, párrafo 1.° del Código civil»), y que la " Pero el art. 1.967, 2.°, no es aplicable si no es reclamación de honorarios, sino que se trata de
de 13 julio 1942 no lo resuelve, pues si bien dice, en su considerando último, que la acción del ante- una acción personal resultante de liquidación de cuentas, aunque las partidas de éstas procedan de ho-
rior titular se extingue cuando se produce la usucapión del nuevo (lo que es obvio), no afirma que éste norarios devengados por consecuencias de trabajos profesionales realizados (ver la sentencia de 22 no-
sea la única prescripción extintiva de tal acción, que es lo que haría falta para apoyar la tesis de que viembre 1982 y la que ésta cita).
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MANUEL ALBALADEK) § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

I' La de pagar a los menestrales, criados y jornaleros el importe de sus ser- nal. Y ahora, después de la reforma del título preliminar, se deduce del nuevo art.
vicios y el de los suministros o desembolsos que hubiesen hecho, concernientes 5, número 1, del C.c., según —repitiendo en general lo que el 1.130 dice para el
a los mismos. comienzo del plazo en las obligaciones— el que: «Siempre que no se establezca
4.a La de abonar a los posaderos la comida y habitación, y a los mercaderes otra cosa, en los plazos señalados por días, a contar de uno determinado, quedará
el precio de los géneros vendidos a otros que no lo sean", o que siéndolo, se de- éste excluido del cómputo, el cual deberá empezar en el día siguiente.» Ambos
diquen a distinto tráfico"N'. artículos hablan de plazo señalado por días, con lo que si el plazo está señalado
por meses o años, no le alcanza la letra de la disposición. Pero, como ya he di-
El de un ario para recobrar o retener la posesión (en la que se fue in- cho", el espíritu de ésta es que el día señalado para comienzo de un plazo, quede
quietado o de la que se fue despojado) fuera de juicio interdictal (hoy en- fuera del cómputo, que comenzará al siguiente.
globado en el verbal), para «la acción para exigir la responsabilidad civil
por injuria o calumnia, y por las obligaciones derivadas de la culpa o ne- La prueba de que aún no prescribió el derecho que sea, es decir, de
gligencia de que se trata en el artículo 1.092»29 (art. 1.968). que todavía no transcurrió por completo el plazo de prescripción, corres-
ponde, si la otra parte lo contradice, a quien ejercita aquél. A dicha otra
7. Comienzo de la prescripción.—Como es requisito de la prescrip- parte le basta aducir que ya prescribió.
ción la inactividad del derecho durante el plazo que la ley marque, el co-
mienzo de dicho plazo se calcula desde que la actividad de aquél, siendo Que la prueba de la no prescripción pesa sobre el que invoca el derecho que
posible, no tiene lugar35. Lo cual ocurre: Bien inicialmente (a partir del mo- sea, se sigue de que a quien invoca éste le corresponde probar (C.c., art. 1.214)
mento que a continuación veremos), cuando hay inactividad desde el prin- que aún está en vigor y es exigible, cosa que sólo prueba demostrando que no
está todavía transcurrido el plazo prescriptivo. La sem. de 22 mayo 1992 la dijo
cipio. O bien después, cuando habiendo nacido y siendo ejercitado el dere- para caso de caducidad, que es análogo al presente efecto.
cho, la actividad cesa posteriormente. Entonces se dice que la repetida actividad Lo que pasa es que constando el día del nacimiento del derecho (p. ejem., si
interrumpe la prescripción; y una vez cesada aquélla, comienza otra vez a se prestó dinero para devolver el 1 de enero de 1990, consta que se puede pedir
contarse el plazo, es decir, comienza a correr de nuevo la prescripción. la devolución desde entonces), acreditada la fecha en que se reclama, ya se ve, sin
A tenor de lo que ya he dicho36, el plazo prescriptivo, lo mismo en el más, si pasó el plazo de prescripción o no. Si pasó, se presume prescrito el dere-
caso de inactividad inicial que en el de cese posterior de actividad, comienza cho, salvo que se pruebe que hubo interrupción. La sentencia de 6 octubre 1997
a las cero horas del día siguiente al en que se produce el hecho determi- dijo que la alegación de prescripción comporta para quien la opone demostrar cuál
nante del comienzo de la prescripción. es el día inicial del cómputo del plazo. Cosa que se afirma porque como sí se ha
demostrado que se adquirió un derecho, se presume que se sigue teniendo, salvo
Así lo había declarado el T.S.", estimando aplicable el criterio del artículo que conste que se extinguió, al que lo reclama y prueba que lo adquirió, si se pre-
1.130 —si un plazo se señala por días «a contar desde uno determinado, quedará tende por la contraparte que prescribió, ha de demostrársele que fue así porque al
éste excluido del cómputo, que deberá empezar en el día siguiente»—, pues no momento de la reclamación ya había pasado el plazo de prescripción. Demostra-
ción que obliga a probar la fecha de comienzo de la prescripción al que la invoca.
existe razón para no aplicar igual regla al caso presente, dice dicho Alto Tribu-
8. Inactividad inicial.---E1 tiempo para la prescripción, cuando no haya
28 Caso en el que está la venta de un ómnibus por el fabricante a un no comerciante (sent. de 14
mayo 1979). También la sent. de 12 diciembre 1983 aplicó al caso el 1.867, 4.°, por ser venta de co- disposición especial que otra cosa determine, se contará desde el día en que
merciante a otro que no lo era, aduciendo que porque esta venta no es mercantil. pudo ejercitarse la acción de que se trate (artículo 1.969), es decir, desde
28bi, El artículo 1.967, 4.°, no alcanza al caso que juzgó la sentencia de 6 octubre 1997, según de-
claró ésta.
«cuando pueda ser realizado el derecho con ella [la acción] se actúa» dice
" En el 1.902 y en todos los demás artículos que el Capítulo II del Título XVI del Libro IV del la jurisprudencia39.
C.c. regulan responsabilidad por actos ilícitos (últimamente, sentencia de 11 febrero 1977). Pero no a
la acción de responsabilidad civil derivada de delito, cuyo plazo de prescripción la fija el Tribunal Su- Desde el día en que pudo ejercitarse la acción. Así que aunque sea duradera
premo en 15 años (ver la jurisprudencia en el tomo II de esta obra, § 156, núm. 3, nota 22). la situación de que nace la acción de cuyo ejercicio se trata, como la posibilidad
" Como el que alegue la prescripción ha de probarla, cuando la fecha de iniciación de la situa- de ejercicio se da desde el comienzo de la situación (o a partir de cierto plazo
ción sea insegura o no conste, habrá de probarla quien alegue que, por partir de aquélla, ya transcurrió
el plazo prescriptivo.
" Supra, número 4.
37 Sentencia de 16 noviembre 1968, relativa a un caso de aplicación del artículo 1.969 al comienzo
" Supra, § 106, número 4.
de la prescripción de una acción de reclamación de daños extracontractuales. Sentencias de 25 enero 1962 y 29 enero 1982
39

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MANUEL ALBALADE.10

del derecho cuando la ley así lo determine o prefije, como excepción»40. Indi-
desde el principio de ésta), el tiempo de prescripción va corriendo desde el co-
cándose en la de 1997 que corre la prescripción aunque sea incapaz y carezca
mienzo (o desde que vence el plazo por cuyo transcurso nace la acción), aunque, de tutor aquel contra quien se prescribe (aparte de que se pueda ejercitar la ac-
por seguir dándose duraderamente la situación, siga subsistente la causa que ori-
ginó la acción. ción como tutor o guardador de hecho). Y señalándose en la de 31 octubre 1968
que el comienzo de la prescripción «no requiere el conocimiento de la existen-
Véase la sentencia de 22 abril 1975, que mantuvo tal criterio en caso de cie- cia de la acción por su titular, bastando el transcurso del tiempo legal para que •
rre al público de local de negocio en el que el arrendador más o menos vino a
aducir que había ejercitado en plazo la acción a que el cierre le facultaba con- se consume»".
tra el arrendatario, ya que los quince años (a tenor del art. 1.964 del C.c.) de
prescripción de aquélla comienzan, no desde que se produjo el cierre, sino desde Esa ejercitabilidad en abstracto, que puede calificarse de objetiva, es la
cuando éste cesó, pues hasta entonces se está incurriendo en la causa generadora regla; de la que el propio Código exceptúa algún caso (así, art. 1.968, 2.°,
de la acción. que se expone más adelante) en el que comienza la prescripción desde que
el interesado conoce el hecho del que la acción nace. Y como quiera que
Lo mismo da que se entienda que lo que prescribe es el derecho, que el desconocimiento de la acción por el interesado, impide subjetivamente el
se piense que prescribe la acción, o que, ni uno ni otro se extinguen, pero ejercicio de la acción objetivamente ejercitable, se califica tal imposibilidad
que el sujeto pasivo puede —si quiere— no cumplir lo que le incumba. En de subjetiva.
todo caso, como el titular del derecho de que se trate, dispone de acción Ahora bien, aunque en mi opinión, el criterio del Código es tomar en
para hacerlo valer, la prescripción se cuenta a partir de que dicha acción se cuenta, en principio, sólo la imposibilidad objetiva (como se demuestra por
puede ejercitar. el espíritu del art. 1.932 y por el hecho de que la admisión de la imposi-
La posibilidad de ese ejercicio es tenida en cuenta —en principio— en bilidad subjetiva se hace en el 1.968, 2.°, excepcionalmente42), la jurispru-
abstracto, y no por los impedimentos que, por sus circunstancias singula-
res, puedan afectar al titular del derecho en un caso concreto (por ejemplo,
4° La desafortunada sentencia de 9 junio 1076 invoca ésta en apoyo de la tesis que mantiene. Pero
si estuvo ausente o es incapaz o desconocía la existencia del derecho o del
la verdad es que desfigura al transcribirlas, sus palabras, pues en vez de repetir lo que dice de que «la
hecho que generó la acción, etc.). doctrina jurisprudencial viene interpretando [el art. 1.9691 en el sentido de que... se refiere de manera
notoria a la posibilidad LEGAL b, no de mero HECHO, por las circunstancias que concurran en el perju-
A este respecto, establece el art. 1.932 que «Los derechos y acciones se ex- dicado] de hacerlo [es decir, de ejercitar la acción]», afirma que viene interpretándolo en el sentido de
tinguen por la prescripción en perjuicio de toda clase de personas, incluso las referirse «de manera notoria a la POSIBILIDAD de hacerlo». Con lo que, suprimido lo de LEGAL, queda
expresado algo obvio (que la prescripción de la acción no comienza sino desde el día en que pudo ejer-
jurídicas, en los términos prevenidos por la ley. Queda siempre a salvo a las citarse —art. 1.969, in fine-- porque evidentemente desde que se pudo es desde cuando hay posibili-
personas impedidas de administrar sus bienes, el derecho para reclamar contra dad), pero totalmente no aclaratorio, ya que se ha eliminado la especificación de que debe de tratarse
sus representantes legítimos, cuya negligencia hubiese sido causa de la pres- de posibilidad legal, y no de hecho. Y añade luego la sentencia de 1976, continuando la transcripción
cripción». de la de 1971, que «por lo que sólo deben ser tenidas en cuenta las condiciones o circunstancias per-
sonales del titular del derecho», cuando lo que dice la de 1971 es que «por lo que sólo deben ser te-
Lo que significa que en el puesto del impedido, pudiendo haber ejercitado la nidas en cuenta las condiciones o circunstancias personales del titular del derecho cuando la ley así lo
acción su representante, es como si pudiese haberlo hecho aquél. Y, de cualquier determine o prefije, corno excepción».
modo, aun a falta de tal representante, o bien cuando el impedimento sea de puro Por lo demás, la sentencia de 1976, que persigue sin duda resolver en equidad, no se inclina por-
hecho (por ejemplo, persona secuestrada y mantenida un tiempo en privación de que la posibilidad de ejercicio de la acción haya de ser de hecho (según las circunstancias del actor),
libertad, lo que le impide ocuparse de sus derechos), la ley ha considerado pre- sino que partiendo de que sea posibilidad legal, entendió que ésta no se daba en el caso, en el que de
lo que se trataba era de si la prescripción de la acción para exigir responsabilidad civil por hecho lí-
ferible que, a pesar de todo, la prescripción corra, cuando el derecho o acción, en cito (art. 1.968, 2.°) comienza desde que es conocido el dafto por el perjudicado o desde que éste co-
abstracto, es ejercitable. noce su montante (extremo del que me ocupo infra, tomo 11, § 156, número 3).
Tal criterio legal está siendo puesto de relieve de forma explícita por la ju- 4' Alguna sentencia discrepa de esa línea. Así la de 25 enero 1964, según la que como para que
risprudencia desde antiguo y hasta hoy, con insistencia. Así en sentencias como un derecho prescriba es necesario que pueda ser ejercitado, «si el titular se encuentra en la imposibili-
las de 1 junio 1900, 8 mayo 1903, 31 octubre y 9 noviembre 1968, 12 febrero dad de ejercitarlo a consecuencia de un obstáculo cualquiera que proceda ya de la ley, ya de fuerza ma-
yor o hasta de la misma convención, la prescripción no comienza a correr contra aquél hasta el día en
1970, 22 marzo 1971, 13 noviembre 1972, 19 noviembre 1973 y 26 septiembre que cesa o desaparece esa imposibilidad».
1997. Diciéndose literalmente en la de 1971 que el art. 1.969, al establecer que Eso que dice la sentencia, me parece que no es, pero lo que, desde luego no es, por mucho que
el tiempo para la prescripción de las acciones se contará desde que pudieron la sentencia también lo diga, es que tal criterio sea el que «como fórmula general, la doctrina cientí-
ejercitarse, viene siendo interpretado por la jurisprudencia en el sentido de re- fica y la jurisprudencia proclaman al unísono» (¡!).
ferirse «de manera notoria a la posibilidad legal de hacerlo, por lo que sólo de- 42 Que es excepcional y no aplicable a los otros casos por analogía, lo ha dicho explícitamente la
jurisprudencia. Así, sentencias de 31 octubre 1968, 12 febrero 1970 y 22 marzo 1971.
ben ser tenidas en cuenta las condiciones o circunstancias personales del titular

904 905
MANUEL ALBALADE.10 § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

dencia del T.S., por evidentes razones de equidad, acepta, aparentemente, sino también que sean perceptibles externamente en el círculo del interesado", es
en algunos casos que la imposibilidad subjetiva impida el comienzo de la decir, que no permanezcan ocultos para éste, pues si lo están, habrá ciertamente
prescripción. Así en los de acción de resolución del contrato de arrenda- posibilidad de ejercicio de la acción, entendida tal posibilidad en su sentido más
miento sometido a la L.A.U. anterior, y en la actual, arts. 23 y 27, por riguroso, pero socialmente más bien se puede decir que hay una burla de ejercicio
obras inconsentidas realizadas por el arrendatario alterando la configura- posible.
Y con lo dicho, no se abre paso a una concepción subjetivista de la imposi-
ción de la casa arrendada, o por cesión, traspaso o subarriendo ilegales,
bilidad de ejercicio de la acción (pues queda al margen si el titular de ésta co-
cuando el hecho se oculta y el arrendador no tiene otro medio razonable nocía o no su existencia o si se vio o no imposibilitado de ejercerla por impedi-
de conocerlo43. mentos personales: alejamiento, pérdida de datos, enfermedad, etc.), sino que se
Presupuesta esta jurisprudencia y presupuesto también que el T.S. viene atiende sólo a la circunstancia, que también es objetiva, de la cognoscibilidad efec-
afirmando que la imposibilidad que pide el art. 1.969 es objetiva, o hay que tiva del hecho que genera la acción.
estimar que ciertas imposibilidades subjetivas son —a efectos legales— equi-
parables a la objetiva que pide tal artículo, o hay que estimar que, de al- Diría yo que nuestra ley adopta el criterio objetivo, pero que éste, para
gún modo, esos casos vistos de la L.A.U. (u otros que fuesen de igual tipo) el T.S. consiste en que exista y sea cognoscible el hecho que genera la ac-
constituyen supuestos de imposibilidad objetiva. Y esto es lo que creo, y ción, con independencia de que el titular lo conozca o no, y con indepen-
por creerlo he dicho antes que en ellos el T.S. acepta aparentemente la im- dencia de que por impedimentos suyos personales se vea imposibilitado de
posibilidad subjetiva. entablar aquélla.
Mi punto de vista se resume así: Y lo más que se puede objetar --que creo que no— es que en esta versión
Con más o menos acierto en la forma de fundamentar sus fallos, hay que sos- del T.S. de la 'objetividad de la imposibilidad, se utilice con cierta impropiedad el
tener que el T.S. estima como cayendo, de algún modo, dentro de la imposibili- término objetivo. Término que, por otro lado, aunque utilizado por el T.S. alguna
dad objetiva los casos vistos (y estimaría otros semejantes que se presentasen), vez (así, sentencia de 12 febrero 1970), más bien ha sido manejado por doctrina,
puesto que no sólo proclama en otras sentencias que el criterio del art. 1.969 es pues aquel Alto Tribunal lo que en realidad hace es simplemente adoptar el cri-
el de la imposibilidad objetiva, sino que incluso lo hace en las mismas en que re- terio que con tal término se expresa.
suelve aquellos casos con criterio aparentemente subjetivo, afirmando, por otro
lado, que sólo por excepción —que la ley no acoge en el caso presente— puede Volviendo al hilo general de la exposición, hay que decir que el posi-
admitirse la imposibilidad subjetiva.
ble ejercicio de la acción, unas veces tiene lugar al constituirse el derecho;
Ahora bien, siendo eso así, no hay sino ver cómo se construye un criterio ob-
jetivo en el que quepan los casos en estudios u otros semejantes. Y ese criterio
otras con posterioridad (así: la acción para exigir el pago de una deuda [que
nos lo apunta lo dicho en las sentencias que los resolvieron, sobre que no puede es derecho para el acreedor] a plazo, nace cuando éste vence, y no cuando
admitirse el comienzo de la prescripción mientras que el hecho que lo generaría se celebra el negocio que da vida al derecho [sentencia de 22 diciembre
permanezca oculto y el interesado no haya tenido medio razonable de conocerlo, 1945]; e igualmente, la acción reivindicatoria, para obtener la restitución de
y en especial, la afirmación de una de ellas, la de 19 mayo 1965, según la que la cosa que nos pertenece, nace cuando se nos despoja de ésta, y no cuando
«el tiempo prescriptivo corre desde el instante que haya posibilidad de hacer va- se adquirió su propiedad).
ler el derecho, esto es, desde el momento que el hecho que lo engendra conste
de forma notoria, que es cuando en un sentido lógico y jurídico puede ejercitarse,
Por lo menos generalmente, si el derecho es de crédito, la acción nace cuando
porque sería absurdo e injusto computar el plazo cuando el hecho permanece oculto insatisfecho aquél puede exigirse el cumplimiento (si es derecho puro, desde la
o clandestino y, por consecuencia, sin posibilidad de enervado o contrarrestado realización del hecho que lo genera; si es a plazo o condicional, desde que el
en forma eficiente». tiempo llega o la condición se cumple [cfr. sentencias de 24 mayo 1933, 6 junio
Por tanto, se puede afirmar que, según nuestro T.S., para que haya posibili-
dad objetiva de ejercitar la acción que sea, es preciso, no sólo que se hayan rea-
lizado los hechos de los, estrictamente hablando, nace su posibilidad de ejercicio, 44 Por ejemplo, en el caso concreto de la sentencia de 21 febrero 1977, no pudiendo descubrirse
el incumplimiento de un contrato hasta cuatro anos después de plantar lo comprado (plantones que sólo
por los frutos se conoce no ser de la clase debida, y no hay cosecha hasta cuatro años de la planta-
ción), la acción por incumplimiento comenzará a prescribir entonces y no desde la entrega de la cosa,
43 Sentencias de 7 marzo 1962, 11 junio 1963, 19 mayo 1965, 19 abril 1967, 31 octubre y 11
aunque ciertamente que desde ésta se ha realizado el hecho (no cumplir debidamente) de que estricta-
noviembre 1968, 12 febrero 1970, 1 abril, 6 noviembre 1971, I jumo 1973, 5 jumo 1974, 15 fe- mente hablando nace la posibilidad de ejercicio de la acción. Véase también la sentencia de 10 octu-
brero 1975.
bre 1977.

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MANUEL ALBALADEJO 107 LA PRESCR1PCION EXTINTIVA

1961 y 2 julio 1963]; si el obligado lo estaba a hacer algo, desde que debía ha- se cuenta, no desde que se realiza el hecho del que nacen el derecho y la ac-
cerlo, si lo estaba a no hacer, desde que, haciendo, incumple"), y si es real u otro ción, sino desde que lo supo el agraviado)", 1.970 (cuando la acción tiene por
absoluto, cuando sea lesionado (por ejemplo, se desposee de la cosa a su dueño objeto la reclamación del cumplimiento de obligaciones de capital con interés o
o se impide al usufructuario que goce de la misma, etc.). renta, la prescripción se cuenta desde el último pago de la renta o del interés),
1.972 (cuando la acción tiene por objeto la rendición de cuentas o el resultado
El Código, en una serie de artículos, establece disposiciones especiales de las mismas, la prescripción se cuenta a partir de que cesó en su cargo quien
para casos concretos. debía rendirlas5°, o desde la fecha en que el resultado de las cuentas fue reco-
nocido por conformidad de las partes interesadas por conformidad de las partes
Algunos de ellos no son excepciones a la regla señalada, de que la pres- interesadas), ley 28 de la Comp. navarra (la prescripción se cuenta a partir de la
cripción comienza desde el día en que pudo ejercitarse la acción, sino que prestación del servicio o entrega de los géneros o animales, por cuya prestación,
son simplemente fijación específica de en qué momento se entiende que co- en aquel caso, o venta, en éste, se adeuda la remuneración o precio de cuya pres-
mienza la posibilidad de dicho ejercicio. Así, arts. 1.962 (desde que se pierde cripción se trata).
la posesión), 1.971 (desde que quedó firme la sentencia)46.

También la jurisprudencia ha señalado, a veces, en qué momento se entiende 9. Interrupción. — El transcurso del plazo prescriptivo puede inte-
que empieza la posibilidad del ejercicio. Así la sentencia de 20 junio 1969 dijo rrumpirse.
que cuando el pago ha de hacerse en divisas extranjeras, previa la concesión de Puesto que el derecho prescribe porque no se le ejercita, es claro que
las mismas por el Instituto Español de Moneda Extranjera, la posibilidad del ejer- siendo la interrupción un corte de la prescripción, debe de producirse cuando
cicio del derecho a exigir el pago comiera desde la concesión, aunque aún no el titular lo usa, lo que ocurre si lo reclama, aparte de que quien lo in-
se haya producido el abono del contravalor en moneda española. cumple acepte o no acepte, o ni siquiera conozca la reclamación">". Por eso
es no recepticia ésta.
Otras constituyen (en todo o en parte) verdaderamente excepciones, en
las que se determina un particular momento de comienzo de la prescripción. La jurisprudencia ha insistido en que siendo la interrupción una excepción a
la extinción por prescripción, ha de interpretarse restrictivamente (sentencias de
Así artículo 1.967 (en los casos señalados en el mismo, la prescripción se 31 diciembre 1917, 19 noviembre 1941, 24 abril 1952, 8 noviembre 1958, 11 fe-
cuenta, no desde que pudo reclamarse la remuneración debida, sino desde que
dejaron de prestarse, los servicios" de que se trata"), 1.958, 2.° (la prescripción
L° (sentencias de 4 enero 1901 y de 25 junio 1969).
" Se discute para aquellas hipótesis en que el tiempo de cumplir (dentro de to que sea posible) En definitiva, según la jurisprudencia más reciente, lo que dispone la segunda mitad del párrafo
de la voluntad de algunos de los interesados: por ejemplo, se presta una suma para devolverla cuando 4.° del art. 1.967 sobre comenzar a contar la prescripción desde que dejaron de prestarse los servicios
la reclame el que la dejó: de que se trata, se aplica a los que, enumera tal artículo en todos sus párrafos. Así lo han dicho las
46
Realmente, no desde la fecha de la firmeza de ésta, sino desde la de su notificación, ya que, sentencias de 12 febrero 1990, 15 noviembre 1996, 8 abril 1997.
como dice la sentencia de 17 enero 1970 «el cómputo del plazo [de prescripción] debe partir desde la El Proyecto de 1888 sólo contenía tres párrafos (véase PEñA BERNALDO DE QU1ROS, El An-
notificación a las partes que es cuando éstas se enteran de los derechos y obligaciones que les impone teproyecto de Código civil español, 1965, pág. 754, y allí en nota 380, la opinión de PEÑA sobre el
la resolución». Asimismo sentencias como las de 19 noviembre 1941 y 13 octubre 1965 afirman que sentido del actual 1.967). Y el texto que del Código se publicó en la Colección Legislativa dice «los
«los principios de orden procesal señalan de un modo general el momento de la publicación de la sen- CUATRO párrafos anteriores», en vez de «los TRES».
Véase LOPEZ y MELON, Código civil. Versión crí-
tencia como el que indica el comienzo de producción de sus efectos para las partes y para el exterior». tica del texto y estudio preliminar, 1967, pág. 497.
También la sentencia de 14 julio 1982. " Dice que éste conoció el daño, aunque ignorase quién era el responsable (sentencia de 22 marzo
47
El dejar de prestarlos determina (al transcurrir los tres años) la prescripción del derecho total a 1971). En caso de daños personales, la Jurisprudencia más reciente fija el dies a quo en la fecha del
la retribución por todos los prestados, y no es que cada día vaya prescribiendo la parte de remunera- alta médica (sentencias de 6 mayo 1985, 21 abril 1986, 8 julio 1987 y otras). En caso de daños conti-
ción que corresponda a la parte de servicios que vaya alcanzado el trienio desde que se prestó. Cfr, las nuados, las de 19 noviembre 1986 y 15 marzo 1993 y otras entienden que no comienza a correr el
sentencias de 29 marzo 1965, 8 abril 1997, 30 mayo 1998. plazo mientras siga produciéndose el daño.
48
En la mitad segunda del apartado o párrafo 4.° se dispone que «el tiempo para la prescripción 5° Sólo importa el momento de ese cese, sin que se tome para nada en cuenta la temporalidad de
de las acciones a que se refieren los tres párrafos anteriores se contará desde que dejaron de prestarse la obligación de rendirlas», como dice la sentencia de 15 abril 1971, para significar la frecuencia de su
los respectivos servicios». Ahora bien, los tres párrafos anteriores, ¿son el I.°, 2.' y 3.° --y queda ex- rendición (así, semestral, anual, o bien una sola vez al acabar el cargo).
cluido el 4.° en su primera mitad—, o son el 2.°, 3.0 y la primera mitad del 4.°1 En mi opinión se de- Que baste emitir la reclamación, que interrumpe desde entonces, y no cuando llega a cono-
berían comprender los cuatro párrafos, dando por hecho que lo dicho en la segunda mitad del 4.° abarra cimiento de su destinatario, tiene apoyo en la sentencia de 22 julio 1997, que se refiere a que basta
a lo dispuesto en su mitad primera, y por eso sólo se habla de los tres párrafos anteriores, para refe- que se haga y no es preciso que la conozca o deba conocerla el interesado si se publica por edictos.
rirse también a los 1.°, 2.° y 3.0. Otros entienden que queda excluida la primera mitad del párrafo 4.°. Pero que la reclamación deba de haber llegado a conocimiento del deudor lo mantuvo la sentencia de
Y otros que los tres párrafos anteriores son el 2.°, el 3.° y la primera mitad del 4.°, segunda mitad, al 13 octubre 1994.

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MANUEL ALBALADEJO § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

brero 1966, 3 mayo y 10 octubre 1972, 19 septiembre 1985, 17 abril 1989, 4 cho causante del daño, el derecho a cuya indemnización sea el que esté en
mayo 1995, 26 septiembre 1997, 18 junio 19985'. curso de prescripción), pues el art. 114 de la Ley de Enjuiciamiento Cri-
También ha declarado que ha de probarla el que la alegue (últimamente, sen- minal establece que entonces no podrá seguirse pleito sobre el mismo he-
tencias de 25 junio 1969 y 22 febrero 1991 y 16 noviembre 1998) lo que es ló- cho, debiendo suspenderse si hubiese comenzado, hasta que recaiga senten-
gico, puesto que, como la prueba de las obligaciones incumbe al que reclama su cia firme en la causa criminal o sobreseimiento o archivo de diligencias,
cumplimiento (art. 1.214), habrá de probar la interrupción el que exige el del de-
recho que afirma no prescribió, ya que al alegar la interrupción realmente aduce
notificados al interesado521". A partir de entonces, comenzará de nuevo la
que el derecho (obligación para la otra parte) existe porque no se extinguió (como prescripción civil del derecho de que se trate.
habría sido lo normal y presumible) por el paso del tiempo, al haber sido la pres- Una vez dicho lo anterior, no me ocuparé aquí con más detenimiento
cripción cortada por la interrupción. de la interrupción de la prescripción por el procedimiento penal, ya que
Por último, ha declarado asimismo que la interrupción es una cuestión de he- donde realmente interesa el tema es al estudiar la responsabilidad civil pro-
cho cuya apreciación corresponde al Tribunal de instancia (sentencias de 29 junio cedente de actos ilícitos53, y ver allí detalladamente cuando prescribe o se
1964, 31 mayo 1965, 11 febrero 1966, 30 diciembre 1967, 3 mayo 1972, 8 marzo, interrumpe la prescripción del derecho al resarcimiento del ario que el acto
7 noviembre 1975 y 16 marzo 1981).
ilícito produjo.
Ahora bien, una vez enumerados brevemente los procedimientos inte-
Interrumpida la prescripción, no sirve el tiempo ya pasado; y para pres- rruptivos, respecto de los tres primeros relativos al Derecho común hay que:
cribir es preciso comenzar de nuevo.
primero, precisar más sobre lo aplicable a todos; segundo, examinar algu-
Cfr., por ejemplo, las sentencias de 4 Alero 1926, 22 diciembre 1950, 12 ju- nas cuestiones que plantea la interrupción judicial; tercero, detallar extre-
nio 1997. mos relativos a la reclamación extrajudicial y al reconocimiento del sujeto
pasivo.
La interrupción se produce, según el C.c.: 1.°, por el ejercicio de la co- Por lo que atañe al Derecho navarro, cuyas especialidades ya se han
rrespondiente acción ante los Tribunales; 2.°, por reclamación extrajudicial expuesto, basta afirmar que lo que a continuación se dice vale para él en
del titular del derecho, frente al sujeto pasivo, y 3.°, por cualquier acto de tanto en cuanto admita el procedimiento intemiptivo de que se trate, y no
reconocimiento del mismo por este sujeto pasivo (art. 1.973); pues en to- lo regule diversamente en el punto que sea.
dos esos casos cesa lo que he llamado inactividad del derecho, inactividad Primero. Precisiones sobre cuándo es interruptivo el ejercicio de la ac-
que, para que se produzca la prescripción, es preciso dure (es decir, se dé ción.—En primer lugar, debe de precisarse que la interrupción se produce
ininterrumpidamente) el plazo que la ley marque. sólo si la acción que se ejercita ante los Tribunales es la que corresponda
al derecho de que se trata, y no otra" (por ejemplo, si causados daños a la
A tenor de la sentencia de 4 marzo 1983 (y ver otras que cita), que invoca misma persona por dos actos distintos de un único sujeto, se acciona por
la analogía del art. 1.946, 1.°, para que sirva la interrupción el acto interruptivo el perjudicado para obtener la indemnización debida por uno de aquellos, y
ha de ser válido. Así que no sirve uno que después se anula. luego se intenta invocar el ejercicio de dicha acción como interruptor de la
En mi opinión, tal criterio habría que matizarlo mucho, pues cabe un acto prescripción de la indemnización debida por el otro), o si la reclamación o
que no valga para su fin, pero sirva como interruptivo en cuanto encierre vo-
luntad de reclamación. el reconocimiento se refieren al derecho mismo, y verdaderamente aquélla
es una reclamación y no un simple recordatorio o protesta de no querer per-
La interrupción también se produce cuando se promueve juicio crimi- derlo, pero sin que constituya una exigencia efectiva de él.
nal en averiguación de un delito o faltas' (que uno u otra constituyan el he-
Lo de que la acción o la reclamación (que ambas son sustancialmente una
51
exigencia, judicial, una, y extrajudicial, la otra) o el reconocimiento del derecho
Esta interpretación restrictiva lo sería como excepción a la interpretación restrictiva que según deban ser exactamente del derecho de cuya prescripción se trate, es obvio, pues
el propio T.S. merece la prescripción (véase supra, núm. 4, al final), ya que
ción, se facilita la prescripción. Algunas de las sentencias citadas restringiendo la interrup-
interrupción en aras de interpretar restrictivamente la prescripción. supra, núm. 4, al final, facilitaron la
52 Se trata de interrupción, y no de suspensión V., entre otras, la sentencia de 20 septiembre de 1996 y las en ella citadas.
(sobre ésta, véase número 11). Que sea así lo ha 321'1'
aplicado
innumerables veces el T.S., pero hay alguna sentencia en particular, como la de 10 junio 1966, 53 Que se estudia en el Derecho de obligaciones, Parte especial, tomo II de esta obra.
en la que se refuta especialmente que se trate de suspensión. 'Si es que un hecho genera dos acciones, véase la sentencia de 28 abril 1980, y las que cita, so-
rrupción la sentencia de 14 abril 1978. Ultimamente dice que se trata de inte-
bre posible repercusión del ejercicio de una en la prescripción de la otra.

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MANUEL ALBALADEJO 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

sólo cabe que se interrumpa la prescripción de lo exigido o reconocido. De todos bre 1961, 6 diciembre 1968, 25 y 27 junio 1969, 8 marzo y 10 octubre 1972, 20
modos, una insistente jurisprudencia lo ha señalado así: sentencias de 3 enero 1919, junio 1994.
6 febrero 1928, 19 noviembre 1941, 31 mayo 1952, 25 junio 1957, 6 diciembre Igualmente, que sea hecha frente al sujeto pasivo, y no frente a otro (por
1962, 11 febrero 1966, 3 mayo 1972, 8 marzo 1975, 28 marzo 1981, 16 noviembre ejemplo, por error, se dirigió la demanda contra quien se creía que era el verda-
1985, 20 junio 1994. dero deudorg): así, sentencias de 1 junio 1990, 27 octubre 1927, 24 abril 1952,
En cuanto a que deba tratarse de una verdadera reclamación, como dice la 24 abril 1958, 26 diciembre 1961, 6 diciembre 1968, 22 marzo 1971, 8 marzo
sentencia de 6 diciembre 1968: «Para cumplir la exigencia del artículo 1.973 del 1972, 4 marzo 1983, 24 diciembre 19945159.
Código se hace preciso, a fin de que la interrupción de la prescripción se pro- También ha declarado la jurisprudencia que el reconocimiento del derecho ha
duzca, que la voluntad del acreedor se exteriorice mediante un acto por el que de hacerse frente al titular""'' de éste (sentencia de 6 febrero 1967). Y proceder
expresamente reclame -exija-- de su deudor el cumplimiento de una obligación del sujeto pasivo y no de un tercero: así, la sentencia de 25 junio 1969, que, al
al mismo atribuida, no siendo suficiente para ello la mera manifestación externa hablar de que «en general, los actos del tercero no sirven para interrumpir la pres-
de la existencia de un derecho sin el acto volitivo de una verdadera reclamación cripción», lo mismo es aplicable a la reclamación hecha por un tercero, en vez
a la persona obligada.» de por el titular del derecho en prescripción, que al reconocimiento de tal dere-
Ahora bien, sin duda que entre el mero recordatorio de una deuda, sin nin- cho hecho por un tercero, y no por el sujeto pasivo.
guna dosis de reclamar su pago, y el puro acto de simplemente exigir de forma Ciertamente que el art. 1-973, aplicable a toda esta materia, habla de recla-
inexorable éste, hay una serie de posibilidades intermedias en las que debe en- mación del acreedor y de reconocimiento de la deuda por el deudor, pero es evi-
tenderse que hay reclamación -y, por tanto, interrupción de la prescripción- dente que lo hace por haber tenido presentes sólo los derechos de créditos, y que
siempre que la conciencia social estime que se trata de una conducta en la que, su espíritu abarca a los sujetos activo y pasivo de que se trate, aunque no lo sean
con más o menos suavidad y de fornie! más o menos tajante o apremiante, se en un derecho de crédito (así, reclamación del propietario frente al poseedor).
muestre la decisión de obtener el pago. Por último,- seguro que lo mismo la reclamación del titular que el reco-
Mas esto que digo, no lo digo principalmente por precisar la frontera entre nocimiento que del derecho haga el sujeto pasivo59'er, cabe, según las reglas ge-
lo que no es reclamar y lo que sí lo es, aunque con fórmulas corteses, sino por-
que, según lo que se verá más adelante" a tenor del espíritu de nuestra ley, cabe
que se reclame una deuda, pero sin exigir inexcusablemente a quien se reclama, 57 Ciertamente que
la interpretación que se dé a la ley no ha de ser sólo pura lógica pero no es
el pago actual y total de la misma. Tal, por ejemplo, debe ser -siempre, digo, menos verdad que debe de ser congruente con otras interpretaciones que se le hayan dado al aplicarla
según el espíritu de nuestra ley-, el caso del acreedor que sabiendo al deudor en otros aspectos. Esto viene a cuento porque insistentemente entiende la jurisprudencia que la pres-
cripción se basa en una presunción de abandono del derecho, y puesto que por otro lado, la interrup-
escaso de medios en la actualidad, pero con abundancia de ellos en breve, le pide ción se produce desde la reclamación que haga el titular, y no desde que el sujeto pasivo h. recibe, pa-
ya el pago de todo lo que le debe, pero manifestándole avenirse a cobrar ahora recía lógico que en congruencia con ambas cosas, interrumpiese la prescripción también la reclamación
sólo parte, y el resto, después. dirigida en tiempo hábil, por error a quien no es el verdadero sujeto pasivo y, comprobado el error ya
después de transcurrido el plazo preceptivo, comunicada posteriormente al verdadero.
55
La sentencia de 24 junio 1971 consideró válida la reclamación dirigida al Jefe Jerárquico del de
Además, el ejercicio de la acción o de la reclamación deben proceder la entidad que en rigor era el sujeto pasivo. La de 2 febrero 1 984 entendió que la reclamación contra
del titular-56 del derecho, y el reconocimiento, del sujeto pasivo de éste, y la compañía de seguros interrumpe la prescripción frente al daflarite asegurado, tratándose, como se tra-
taba, de un caso en que el asegurador resulto absuelto al no estar cubierto el riesgo. La de 28 mayo
no de un tercero en ninguno de los tres casos; y han de efectuarse contra 1984 consideró interrumpida la prescripción de la acción derivada del art. 1.902 del Código cuando se
el sujeto pasivo, en los dos primeros, y frente al titulan en el tercero, y no reclama al Ayuntamiento por los dados producidos por una sociedad anónima municipal,
sirve que se realicen contra o frente a otras personas. Todo ello con salve- 59
Una sentencia aislada, la de 27 junio 1928, dijo que «conforme al art. 1.973 del Código civil,
dad, naturalmente, de que cabe actuar por representante. basta para interrumpir la prescripción que el acreedor reclame extrajudicialmente la deuda del que con-
ceptúa obligado a satisfacerla». Afirmación que está contra lo dicho en el texto y mantenido por la ju-
risprudencia corriente, de que ha de reclainarse al deudor verdadero. En el caso se trataba de acreedor
Que la exigencia del derecho debe proceder del titular, no de tercero, lo ha que reclamó la padre considerándolo representante legal (que realmente no lo era) de su hijo. Así
dicho repetidamente la jurisprudencia: sentencias de 12 octubre 1891, 2 marzo aparte de otras razones que, según el T.S. justificaron apreciar la interrupción, no hacía falta afirmar que,
que
1896, 15 febrero 1899, 31 marzo 1924, 3 mayo 1957, 7 enero 1958, 26 cliciem- se interrumpe aunque se reclame al no deudor, que es cosa distinta de reclamar al verdadero deudor, pero
considerando representante suyo a quien no lo es. Otra posterior de 16 marzo 1992 dictada en caso de
caducidad, pero que mutatis mutandis sirve para ahora, estimó interpuesto el retracto en tiempo cuando
se demandó no al adquirente del bien retraído, sino a quien le había representado al comprarlo.
Nota 69, párrafo penúltimo. 596" Pero véase lo que digo en la nota siguiente.
36
O de un comunero en la titularidad que la ejerza en interés de la comunidad, beneficiando así
la interrupción también a los demás. Aquí basta aplicar la conocida jurisprudencia de que todo comu- '911, Si la interrupción por reclamación del titular o por reconocimiento del sujeto pasivo se basa
nero puede obrar en interés de la comunidad. Ultimarnente ver la sentencia de 12 marzo 1982 que, ade- en que el derecho muere si no se le usa, tendría que valer la interrupción aunque se reclame frente a
más, permite enfocar el tema de cuándo el actuante obra o no como comunero: así si invoca sedo, o persona distinta del obligado, o éste reconozca el derecho frente a persona distinta del titular, ya que
si no restringe su actuación al interés de su parte. también se usa el derecho aunque no se le use frente a quien corresponde.

912 913
MANUEL AL13ALADEJO
§ 107 LA PRESCRIPC1ON EXTINTIVA

nerales en materia de representación, que se realicen por el interesado o por quien


le represente con poder bastante60. Así lo señalan también algunas sentencias como
Segundo. Cuestiones particulares que plantea la interrupción por ejer-
las de 18 enero 1968, 21 junio 1969, 8 marzo y 10 octubre 1972, 10 marzo 1983 cicio de la acción ante los Tribunales.-En segundo lugar hay que ocu-
y 16 noviembre 1998 (dictadas contemplando el caso de reclamación por repre- parse ahora de algunas cuestiones particulares que plantea la interrupción
sentante). Y parece innegable, asimismo, que igualmente por aplicación de las re- por el ejercicio de la acción ante los Tribunales. Respecto a ella, debe se-
glas generales en materia de representación, la falta o insuficiencia del poder ñalarse:
puede ser suplida por la posterior ratificación que el interesado haga de la re- 1.0 Que la produce, desde luego, la demanda de que se trate, pero que,
clamación o del reconocimiento que del derecho en cuestión haya hecho otro en asimismo, la produce la demanda encaminada a pedir el beneficio de justi-
su nombre. Siempre que la ratificación haya tenido lugar antes de que la pres- cia gratuita, cuando en ella ya aparece precisado que la obtención de dicho
cripción se consumase, pues la posterior ni debe valer con arreglo al argumento beneficio se persigue para entablar posteriormente gratis en el juicio que co-
ex art. 1.259, 2.°, in fine (cfr. también 1.257, 2.°, in fine), ni podría tener la vir-
rresponda, la acción de reclamación del derecho de que se trate (que ha de
tud de dar eficacia al acto que no habiéndola tenido antes, hizo posible la ex-
tinción del derecho61. ser el que esté en prescripción).
Si bien parece que la interrupción por demanda del beneficio debería valer
La jurisprudencia ha rechazado que sean interruptivas ciertas actuacio- sólo como adelanto de la interrupción por el verdadero ejercicio de la acción en
nes o disposiciones administrativas. el juicio correspondiente62.
Afirmando simplemente que la prescripción se interrumpe por la demanda de
Así en las sentencias de 28 enero 1915, 26 febrero 1993, 2 febrero 1995 y 7 beneficio de justicia gratuita, o advirtiendo que para tal interrupción es preciso
abril 1998. Pero yo pienso que si en alguilo de los casos juzgados en ellas hu- que se señale en aquélla el litigio en que se utilizará el mencionado beneficio,
biese habido verdaderamente una reclamación efectiva del titular del derecho en sentencias (dictadas antes de la reforma de la L.e.c. de 1984 en que cambia la
prescripción al sujeto pasivo o un reconocimiento por éste del mismo, se habría terminología de beneficio de pobreza por beneficio de justicia gratuita) como las
admitido la interrupción. Mas, lo que pasó en todos los casos juzgados fue que de 9 marzo 1899, 23 noviembre 1892, 9 octubre 1906, 1 abril 1918, 4 noviem-
en ellos se trató de algún tipo de actuación administrativa o de otro tipo de los bre y 24 diciembre 1927, 9 enero 1930, 19 noviembre 1941, 8 junio 1946, 29
interesados, pero actuaciones en las que faltó reclamación por el titular o reco- septiembre 1948 (Sala social), 14 y 20 marzo y 28 diciembre 1964, 16 diciembre
nocimiento por el deudor del derecho en curso de prescripción. 1966, 3 mayo 1972, 9 julio 1975, 28 febrero y 9 junio 1976, 9 octubre 1978, 17
abril y 17 junio 1980, 19 mayo 1981, 27 mayo 1983, 2 febrero 1984, ,19 sep-
tiembre y 4 octubre 1985, 17 marzo 1986, 20 octubre y 26 noviembre 1988, 7
60 Poder que puede ser verbal, sin que se exija que se acredite para realizar el acto interruptivo.
La sentencia de 10 octubre 1972 dijo, en su considerando 7.0, que la doctrina jurisprudencia! «aun- febrero 1991. Y hasta algunas sents. como la de 17 marzo 1986 y 26( diciembre
que niega eficacia a los actos interruptores realizado por terceros, no se la niega a los realizados por 1995 dice ser interruptiva la solicitud de nombramiento de abogado y procurador
mandatario verbal del titular de la acción, ni exige que conste acreditada la existencia de tal mandato, con objeto de entablar la demanda de justicia gratuita.
y mucho menos, la representación, caso que la hubiera invocado». Ver también las de 18 enero 1968 y
9 diciembre 1983.
El recurso de casación que desestimó aquella sentencia, argumentaba que, puesto que el acto in- 2.° Que también se produce la interrupción por la petición de conci-
terruptivo perjudicaba a tercero (el deudor), el poder para realizarlo debía constar en documento pú- liación previa a la demanda en que se reclamará el derecho en prescripción
blico según el art. 1.280, 5.°, al final. Argumento al que la sentencia responde (creo que con acierto (L.e.c. de 1881, art. 479).
en la solución, pero no en su razonamiento) que: «La invocación, que la parte hace del número 5.°
del art. 1.280 del C.c. relativa a la necesidad de que conste en documento público el poder otorgado
para acto que haya de perjudicar a tercero, es inoperante porque aparte de que en este caso concreto, Antes de la reforma de la L.e.c. en 6 de agosto de 1984, hubo dos jurispru-
dicha invocación va contra la doctrina de la sentencia [de 18 enero 19681 acabada de citar, ella des- dencias: Una en la que se exigía para que la petición de conciliación fuese inte-
cansa en una confusión cual es la de unificar los conceptos de mandato y representación..., siendo de rruptiva, que después se promoviese el correspondiente juicio dentro de los dos
advertir que el artículo invocado se refiere concretamente al «poder» otorgado para alguno de los fi-
meses de haberse celebrado el acto de conciliación sin avenencia. Lo que se pe-
nes mencionados en el mismo, en tanto que el mandato, autorización de gestión, puede darse en cual-
quiera de las formas establecidas en el artículo 1.710 del Código civil, entre ellas la verbal, suficiente día por el T.S. en equivocada aplicación del antiguo art. 479 de la L.e.c. y del
en este caso para la actuación que había de realizar el mandatario, simple comunicación de la vo- 1.947 del C.c. que se refieren a prescripción, pero sólo a la adquisitiva o usuca-
luntad del actor,..». pión, mientras que el T.S. los extendía también a la extintiva. Otra jurisprudencia
Véase lo que sobre Justificación del poder se dice supra, § 102, número 4, sub 3. que comprendiendo que si la prescripción extintiva se interrumpe, a tenor del art.
6' La ratificación en cuestión, no tiene que constar en documento público ni privado. Ello, aparte
1.973 del C.c., por cualquier reclamación del acreedor, incluso reclamación ex-
de que cualquier otra razón, viene corroborado por el criterio seguido en materia de poder por la ju-
risprudencia vista en la nota anterior. Ni a tenor de ese mismo criterio, será de aplicación al art. 1.227
para que perjudique (la ratificación) al deudor.
" Igualmente DIEZ-PICAZO, La prescripción, cit., pág. 119.

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MANUEL ALBALADEIO § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

trajudicial, de su derecho, o por cualquier acto, también incluso extrajudicial, de aplicar igual criterio a interrupción por demanda, así que una vez admitida ésta
reconocimiento del derecho por el obligado, no se podía menos de entender que la interrupción se produce desde su presentación. Por su similitud con la conci-
en cuanto en la conciliación hubiese reclamación por el sujeto activo o reconoci- liación, tiene igualmente eficacia interruptiva la reclamación previa en vía admi-
miento por el pasivo, debía interrumpir la prescripción extintiva, sin necesidad de nistrativa (sentencia 28 mayo 1984).
que se demandase ni nunca ni dentro de los dos meses siguientes, porque la re- En mi opinión, conteniendo la demanda una reclamación del derecho en pres-
clamación o reconocimiento en conciliación ya eran, por sí mismos, tan relevan- cripción, ya sería interruptora de por sí, aunque, por no reunir los requisitos le-
tes por lo menos como una reclamación o reconocimiento extrajudiciales, y, como gales, no valiese como demanda. Pero, puesto que ha de reclamarse frente al mismo
éstos, debían interrumpir la prescripción extintiva. sujeto pasivo, y de la demanda que por no reunir aquéllos, en definitiva no sea
Actualmente, por un lado, se ha suprimido en general la necesidad de conci- admitida, no se dará traslado al demandado, resultaría que, de aceptarse que in-
liación previa al juicio en que se demande un derecho, y, por otro, como la ley terrumpe la demanda no admitida, habría interrupción por reclamación no plante-
no establece nada que condicione en general la interrupción de la prescripción ex- ada a dicho sujeto pasivo"; lo que es inaceptable.
tintiva, a que después de la conciliación —si voluntariamente se intentó— se pre- A pesar de que la demanda se hubiese presentado ante Juez incompetente, en-
sente demanda sobre el derecho que sea63 resulta que, en principio, la conciliación tiendo que (por analogía de lo dispuesto en el art. 1.945, y en cuanto que haya
interrumpe de por sí la prescripción extintiva desde el momento en que se pre- reclamación frente al sujeto pasivo) interrumpirá la prescripción.
sente la petición de conciliación, si, después, esta petición se admite (L.e.c. de
1881, art. 479).
5.0 Que también se produce la interrupción cuando el que exige el de-
recho en prescripción no es el demandante que acciona, sino el demandado
3.° Que también se produce interruhción por instar diligencias prepa- en la contestación. Así que el ejercicio de la acción es interruptivo lo mismo
ratorias de ejecución (sent. de 14 julio f993). Y así otros casos.
4.° Que el momento de producirse la interrupción es: cuando tiene lu- realizado en demanda que en reconvención.
gar mediante acto de conciliación, al presentarse la papeleta correspondiente; Véase la sentencia de 17 diciembre 1927.
y cuando mediante demanda, al presentarse ésta.
Tercero. Precisiones sobre la interrupción por reclamación extrajudicial
Si la interrupción se produce por demanda de justicia gratuita, también desde
la presentación de ésta (véase jurisprudencia citada al tratar de aquel tema, de la o por reconocimiento del sujeto pasiva—En cuanto a la interrupción por
que algunas sentencias lo afirman). reclamación extrajudicial o por reconocimiento del sujeto pasivo, debe se-
Si la interrupción es por conciliación, se produce, según el artículo 479 de la ñalarse:
L.e.c. de 1881, mantenido en vigor por la nueva, una vez admitida la petición, 1.0 Que la reclamación con tal que sea —como ya se advirtió— real-
desde el momento en que se presentó la papeleta de conciliación. mente reclamación, y no un mero recordatorio, puede revestir innumerables
En cuanto a la interrupción por demanda, también la jurisprudencia (salvo al- formas y consistir en cualquier tipo de comunicación, escrito, etc., o, en la
guna sentencia aislada que afirmó producirse la interrupción desde el emplaza- gestión que sea, con tal de que se haga patente la petición del derecho.
miento del demandado: así, la de 8 julio 1933) venía considerando que se produ-
cía desde la presentación de aquélla; unas sentencias, sin añadir más; otras, indicando La jurisprudencia sobre el tema se refiere a casos como presentación de la
que ha de tratarse de presentación de demanda que cumpla los requisitos legales factura correspondiente (sentencia de 23 noviembre 1917), carta pidiendo el abono
y a la que se unan los documentos que la ley exige; y otras, finalmente, seña- de los daños sufridos (sentencias de 11 febrero 1966 y 6 diciembre 1968), escrito
lando que hace falta que la demanda sea admitida (lo que hay que entender como recabando del representante legal del deudor (RENFE) la indemnización proce-
significando que cuando lo sea, se tiene por interrumpida la prescripción desde dente (sentencia de 30 diciembre 1967), telegrama dirigido por el acreedor al deu-
que se presentó). Véanse sentencias de 31 diciembre 1917, 6 julio 1920, 7 febrero dor (sentencia de 11 febrero 1977), reclamación por carta (sent. 21 noviembre
y 19 diciembre 1924, 24 diciembre 1927, 27 junio 1928, 30 junio 1941, 9 marzo 1997), reclamación administrativa al Ayuntamiento responsable de los daños que
1942, 19 febrero 1945, 24 marzo 1953, 9 febrero 1954, 15 febrero 1961, 16 di- se pide se resarzan (sent. de 14 julio 1998), etc.
ciembre 1966, 26 abril 1969, 26 noviembre 1970, 7 noviembre 1975. V. también
la de 10 octubre 1986 y 20 octubre 1988. Y hoy, a la vista del art. 479 L.e.c.,
que si la interrupción es por conciliación declara que se entiende producida desde b" Como se ha dicho más arriba, en este mismo número.
que se presentó la petición de conciliación, si es después admitida, no hay sino 65 Del razonamiento hecho se sigue que si (por hipótesis de laboratorio) el demandante hubiese en-
viado particularmente una copia de la demanda no admitida al demandado, ello le valdría para inte-
rrumpir la prescripción por reclamación extrajudicial.
66 Petición que muestre inequívocamente el sujeto pasivo la decisión de obtener el pago (senten-
63 Así también las sents. de 15 y 16 diciembre 1993. cia de 10 marzo 1983).

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MANUEL ALBALADEID § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

2.° Que el reconocimiento, puesto que el propio art. 1.973 habla de En las obligaciones solidarias [aunque, por error, se dice mancomunadas],
«...y por cualquier acto de reconocimiento...», puede ser del tipo que sea, cuando el acreedor no reclame de uno de los deudores más que la parte que le
corresponda, no se interrumpe por ello la prescripción respecto a los otros co-
expreso o tácito, con tal de que se deduzca que el sujeto se considera so-
deudores»69.
metido (aunque a la vez aparezca que desearía no estado, y que si depen-
diera de su sola voluntad no cumpliría lo debido) al derecho de que se trata.
69 Este párrafo 3.° del art. 1.974 emplea la palabra «mancomunadas»
queriendo significar «solida-
rias». En efecto:
«Basta cualquier conducta del sujeto pasivo de la cual resulte, directa o in- 1° La utilización (inadecuada en la terminología del Código) en el presente caso de la palabra
directamente, su conformidad con la existencia de la prestación», dice la senten- «mancomunadas», se debe a que ese párrafo 3.° está tomado literalmente, como el art. 1.974 entero, del
cia de 12 marzo 1970. Y según la de 18 diciembre 1964, hay reconocimiento correspondiente art. del Proyecto de 1888 que, copiado a su vez del Proyecto de 1851, hablaba de «man-
cuando «con palabras o por medio de una conducta concluyente [se] ha afirmado comunadas». Ahora bien, la terminología que utiliza este Proyecto de 1851, es distinta de la actual; y
la existencia y vigencia [del]) derecho» No requiere forma, sentencia de 16 no- «mancomunada» es el término con el que designa a las obligaciones «solidarias». Y lo mismo el Pro-
viembre 1998. yecto de 1888 que el Código, al cambiar la terminología, llaman, en los artículos que se refieren al
tema solidaridad-mancomunidad, obligaciones «solidarias» a las que el Proyecto de 1851 flama «man-
El reconocimiento no importa que sea sin precisión de la cantidad ni que haya comunadas». Pero, sin duda por una inadvertencia, al Proyecto de 1888 se le escapó cambiar el término
conformidad en el concepto en que se recibió (¿préstamo o depósito?) (sentencia «mancomunadas» por el de «solidarias» en el caso del art. 1.974, 3.°, y el Código, transcribiendo lite-
de 31 mayo 1952). ralmente al Proyecto de 1888, incurrió en el mismo defecto. Con lo cual ese precepto de nuestro art.
Considera la jurisprudencia casos de reconocimiento, por ejemplo, la entrega 1.974, 3.°, dispone literalmente lo mismo que el 1.988, segunda mitad, del Proyecto de 1851, siendo así
que tal disposición es en éste referente a las obligaciones que hoy se llaman «solidarias», y que él llama
a cuenta del total de la deuda (sentencias como las de 23 noviembre 1917, 27 oc-
«mancomunadas»,
tubre 1944, 17 marzo 1961 y 12 marzo 1970), el poseer como usufructuario, ya 2.° Si no bastara esa explicación, queda otro argumento para demostrar lo propuesto, el argumento
que ello implica la admisión del derecho del nudo propietario (sentencia de 25 de que, aplicado a las obligaciones que hoy llamamos mancomunadas, el art. 1.974, 3,°, es absurdo,
abril 1929), la consignación en su presupuesto (por el Ayuntamiento deudor) de mientras que es plenaniente lógico aplicado a las solidaridades. Efectivamente:
la cantidad necesaria para pagar la deuda en cuestión (sentencia de 26 junio 1928), A) Como en las obligaciones mancomunadas la deuda se considera dividida en tantas partes (tantas
deudas) como deudores, el acreedor no puede reclamar a cada deudor sino su parte (cfr. arts. 1.137 y
ciertas conversaciones con la otra parte que prueban la admisión de la deuda (S.
de 10 febrero 1986), etc. 1.138, e infra, tomo II, Derecho de obligaciones, Obligaciones mancomunadas y solidarias), por lo cual
no tiene sentido que el art. 1.974, 3.°, diga que «en las obligaciones mancomunadas, cuando el acree-
dor no reclame de uno de los deudores más que la parte que le corresponda...» (no correspondiéndole
3.° Que cualquier acto judicial que no valga como reclamación judi- nada más que una, no cabe caso de que pueda reclamársele más).
Por otro lado, aun dando por bueno ese absurdo, ¿cómo se puede admitir, razonando correctamente,
cial, pero sea reclamatorio frente al sujeto pasivo, valdrá para interrumpir que se interrumpa la prescripción para los otros deudores (a quienes no se reclama) por la reclamación
la prescripción como reclamación extrajudicial. Y, mutatis mutandis, dígase que el acreedor haga a un deudor del total de la deuda, es decir, de la parte que le corresponda a él y
lo mismo para el reconocimiento del derecho en prescripción, hecho por di- de las que no le correspondan (pues corresponden a los otros)?
cho sujeto. Tal cosa, que habría que deducir (y que algunos deducen [por no haber encontrado la verdadera
explicación de por qué el art. 1,974, 3.°, habla de «mancomunadas»l: así SANTAMARIA. Comentarios
al Código civil, II, pág. 1.030; REYES MONTERREAL, en SCAEVOLA, Código civil, XXXII. volu-
Una vez ahondadas las distintas causas de interrupción, sólo queda, para aca- men segundo, 1965, págs. 1.009 y as., aunque insistiendo en que es inadmisible en buenos principios)
de la parte final del art. 1.974, 3.0, no tiene sentido si se piensa que sólo interrumpe la prescripción la
bar esta materia, señalar que el Código establece, en un par de artículos, disposi-
reclamación que se haga al deudor, no a terceros (véase supra, este mismo número, al principio y bajo
ciones especificativas de los efectos de la interrupción en ciertos casos particula- el apartado Primero), y que, siendo diversas deudas las diversas partes de la deuda mancomunada, de-
res. A saber: bidas por diversos deudores, interrumpiría la prescripción para un deudor la reclamación que de su deuda
Según el artículo 1.974: «La interrupción de la prescripción de acciones en se hiciese a un tercero que no la debe.
las obligaciones solidarias aprovecha o perjudica por igual a todos los acreedores B) Por el contrario, aplicado a las obligaciones solidarias, el art. 1.974, 3f, es plenamente lógico,
pues significa que teniendo el acreedor la facultad de cobrar el todo de la deuda, de cualquier deudor,
y deudores»67. Ver también sentencias como las de 22 octubre y 5 noviembre 1981. cuando no usa esa facultad, y se limita a pedir al deudor a quien reclama, el pago sólo de la parte
Esta disposición rige igualmente respecto a los herederos del deudores en toda que en la distribución interna de la deuda le corresponde, es como si no usase (por lo menos en lo
clase de obligaciones. que ahora importa) de su derecho a la solidaridad, y de la pluralidad de deudas entonces resultantes,
reclamase sólo una, razón por la que tal reclamación no interrumpe la prescripción de las .otras. Ahora
bien, como los efectos del no uso de la facultad de exigir el todo no cabe ampliarlos más allá de lo
" El efecto interruptor propio del caso de la solidaridad se da también en el del autor material del que marca la ley, habrá que entender que, por haber reclamado sólo una parte al deudor, ciertamente
daño y del responsable por los actos de aquél, del art. 1.903 (sentencia de 14 febrero 1964), y en ca- se permite que siga la prescripción a favor de los demás deudores (e incluso que siga por las partes
sos de responsable del daño y asegurador del mismo (sentencias de 25 noviembre 1969, 22 octubre y no reclamadas a favor del deudor a quien se reclamó) pero que antes de que se consume esa pres-
5 noviembre 1981). Ello es porque tales casos son realmente de solidaridad. V tomo II, § 16, núm. 3, cripción (que será primero, que la nueva que empiece a correr, desde la reclamación, para la parte re-
y allí más jurisprudencia. clamada) podrá aún el acreedor pedir el todo de la deuda a cualquier de los deudores incluso al que
6' Y del acreedor. Véase la sentencia de 7 marzo 1912 antes reclamó sólo parte, pues la renuncia que se puede entender que hay en la conducta del acreedor

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MANUEL ALBALADEJO
§ 107 LA PRESCR1PCION EXTINTIVA

Según el artículo 1.975: «La interrupción de la prescripción contra el deudor


principal por reclamación judicial de la deuda surte efecto también contra su fia- Debe precisarse que el nuevo cómputo comienza a las cero horas del
dor; pero no perjudicará a éste la que se produzca por reclamaciones extrajudi- día siguiente (espíritu art. 5, núm. 1, del C.c.)72 al en que terminó el acto
ciales del acreedor o reconocimientos privados del deudorz.70. interruptivo.
Si éste consistió en reclamación extrajudicial o en reconocimiento del
4.0 Que la interrupción como ya dije (supra, núm. 9, al principio) se derecho por el sujeto pasivo, la prescripción comienza de nuevo al día si-
produce desde el reconocimiento del derecho por el sujeto pasivo o desde guiente al en que se reclamó o se reconoció (véase C. de comercio, art.
la reclamación del titular de aquél, pues no es recepticia71. 944, 3.°).

10. Comienzo de nueva prescripción.—He dicho que una vez produ- Si la reclamación extrajudicial hecha a un Organismo de la Administración
cida la interrupción, para que comience de nuevo la prescripción es preciso (en el caso a un Ayuntamiento) tiene un plazo para ser resuelta y transcurrido hay
que darla por desestimada, la prescripción comienza de nuevo cuando se destirna
que vuelva otra vez a correr el tiempo, y que no sirve el transcurrido antes. en el curso del plazo, o cuando éste vence (sent. de 14 julio 1998).

en el caso del art. 1.974, 3.°, por ningún lado se sigue de la ley que alcance a la solidaridad como Si el acto interruptivo consistió en el ejercicio de la acción ante los Tri-
posición total. bunales, la interrupción dura hasta el día en que el procedimiento judicial
Conviene señalar aquí que, como se enseña al hablar de la solidaridad (tomo II de esta obra, vo-
lumen 1.°, Obligaciones mancomunadas y solidarias) ésta confiere al acreedor la facultad de exigir el concluya". Ahora bien:
todo (la deuda entera) a cada deudor, pero no le obliga% hacerlo. De modo que también el acreedor, 1.0 Cuando concluya por desistimiento del actor, por caducidad de la
si quiere, puede exigir —sin por ello perder, su posición de acreedor solidario— a cada deudor sólo instancia o por absolución del demandado, la interrupción se tiene por no pro-
parte de la deuda que a ese deudor corresponda en la relación interna entre los deudores. En tal caso
habría, no una renuncia a la solidaridad sino sólo un no uso, en el caso, de las facultades que la so- ducida (analogía art. 1.946, 2.° y 3.° del C.c. y C. de comercio, art. 944,
lidaridad confiere. De modo que tal facultad se abdicaría sólo para ese punto (y las consecuencias de 2.° Y cuando concluye por sentencia firme en la que se estime la de-
la abdicación se producirían en él solo), pero quedarían incólumes, por lo demás, cualesquiera otras fa- manda, comienza a partir del día siguiente a tal firmeza" una prescripción
cultades del acreedor solidario.
Por último, se debe advertir que lo que el art. 1.974, 3f, dispone sobre la no interrupción de la nueva: la del derecho a exigir el cumplimiento de lo establecido en la sen-
prescripción para los demás deudores, cuando el acreedor no reclame de uno de ellos nada más que la tencia (véase art. 1.971 del Código civil)76.
parte de la deuda que (en la relación interna) le corresponda, no hay que entenderlo aplicable cuando 3.° En cuanto a si la interrupción se produjo por iniciación de proce-
aunque se reclame sólo parte, se reclama como parte del todo que la deuda (total) es. Pues en tal caso
es como si se reclamase la deuda (total) entera (con lo que se interrumpiría la prescripción por el to- dimiento criminal, la prescripción se reanuda al día siguiente de la notifi-
tal y para todos los deudores) pero consintiendo sólo en cobrar la parte que (en la relación interna) co- cación al prescribiente, de su conclusión o al día siguiente de la firmeza de
rrespondiese al deudor a quien se reclama (véase GARCIA GOYENA, Concordancias, motivos y co- la sentencia lo que también ocurre por el vencimiento del plazo del posible
mentarios del Código civil español, IV, pág. 339, comentario al art. 1.988, donde se viene a afirmar que
se interrumpe la prescripción para todos los deudores (mancomunados, dice GARCIA GOYENA, pero recurso no interpuesto (v. sents. como las 0'1.7 enero y 8 junio 1970, 1
significando solidarios en la terminología actual] cuando el acreedor «pida a uno de ellos el todo, o una marzo 1982, 24 junio 1988, 24 abril 1992 y 30 septiembre 1993).
porción, como haciendo parte del todo»). Véase lo dicho más arriba en este mismo número del texto,
apartado Primero, sobre la reclamación de la deuda.
Antes de acabar esta larga nota sólo hay que indicar que ha sido PE BERNALDO DE QUIROS
el que advirtió que la incongruencia de la palabra mancomunadas en el art. 1.974, 3f, proviene de ha- 72 Véase supra, § 106, número 4, y número 8 del presente §.
ber sido tomada del Proyecto de 1851, donde tenía el sentido de solidarias. Por eso hay que contar a " Y si el acto interruptivo consistió en la demanda de justicia gratuita (supra, núm. 9, Segundo,
PEñA entre los que propugnan (por lo menos en la idea central) la interpretación que he hecho del art. sub 1.°), comienza de nuevo la prescripción desde la sentencia (más exactamente, desde su notificación)
1.974, 3.° (véase su libro El Anteproyecto del Código civil español, 1965, pág. 756 y notas). Y lo mismo que resuelve sobre aquel beneficio (sentencias de 9 julio 1975, 28 febrero 1976 y 2 febrero 1984). Si
hay que decir de DE CASTRO, Temas de Derecho civil, 1972, págs. 165 y 166, que cita a aquél y con- se interrumpe por demanda de conciliación, la nueva prescripción comienza a correr desde la celebra-
sidera «inexplicable» e inútil tel art. 1.974, 3.°] si se refiere a las obligaciones mancomunadas tal y ción del acto de conciliación (sentencia de 10 octubre 1986).
como se entiende este término en el Código civil». " Véase sentencia de 19 febrero 1945, también ALAS, DE BUEN y RAMOS, De la prescripción,
Por la misma razón que no se admite la renuncia a la prescripción en perjuicio de tercero (cfr. cit., números 125 y 126 y DIEZ-PICAZO, La prescripción, cit., págs. 125. En contra, las sentencias de
art. 1.937). 4 enero 1901 y 24 enero 1928, estimaron que la caducidad de la instancia no borra retroactivamente la
" Véase mi estudio Si la reclamación extrajudicial interrumpe la prescripción desde que se hace interrupción, sino que simplemente marea el final de la misma, de modo que comienza a correr de nuevo
o cuando la recibe el prescribiente, en R.D.P., 1966, p. 523 ss. La sentencia de 14 mayo 1966 no apoya entonces.
que sea recepticia, pues simplemente parte de que como en el caso estaba probada la recepción, ni si- Se apoyan ambas sentencias en que el art. 1.946 está dictado para la usucapión. Lo que es cierto.
quiera es preciso entrar a ver si es que no es recepticia. La sentencia de 12 mayo 1997 dice que «no Mas, en mi opinión, es aplicable también a la prescripción por analogía, porque la razón es la misma
es cabalmente exacto que el artículo 1.973 CC. exija que conste la recepción por parte del deudor de en ambos casos.
la... reclamación extrajudicial». 75 Véase supra, número 8.
Véanse sentencias de II noviembre 1905 y 15 diciembre 1908. Cfr. también la de 3 mayo 1972.

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MANUEL ALBALADEJO § 107 LA PRESCRIPCION EXTINTIVA

11. Suspensión.---La prescripción, además de interrumpirse, puede La ley de 1 abril 1939 suspendió los términos para la prescripción de dere-
suspenderse. La suspensión, mientras que dura, paraliza el curso chos y acciones, con efectos retroactivos al 17 de julio de 1936, en todos los ca-
de la pres-
cripción (praescripto donnit); pero, a diferencia de la interrupción77, sos en que por la situación de las personas, de los bienes o de los medios nece-
no inu- sarios o adecuados, no hubiera sido posible desde entonces el ejercicio de los
tiliza el lapso de tiempo ya transcurrido, y cuando la suspensión cesa (si expresados derechos y acciones (art. 1); empezando a correr de nuevo la pres-
llega a cesar) y la prescripción comienza de nuevo a correr, para calcular cripción para cada caso desde el día en que se hallase en territorio liberado la
el plazo total, se computan sumándolos, el tiempo de prescripción transcu- persona que sin la suspensión hubiese sido perjudicada por su transcurso y con-
nido antes de la suspensión, y el transcurrido después. tase con los medios de justificación suficientes para hacer valer su derecho o ac-
ción (art. 6).
La suspensión se puede producir una vez comenzada la prescripción, pero En materia de Detasas, las reclamaciones ante la correspondiente Junta, no in-
también cuando existía la causa suspensiva en el momento en el que, de haber terrumpen, sino que suspenden la prescripción del derecho reclamado, hasta el tér-
faltado, se hubiese iniciado aquélla. Luego se puede concluir que el tiempo en el mino del procedimiento (véanse Ley de 24 junio 1938, art. 4, redactado de nuevo
que no pudo ejercitarse el derecho es de suspensión de la prescripción (cfr. sen- por D. L. de 2 septiembre 1947; Reglamento de 28 diciembre 1938, art. 60, prin-
tencia de 29 enero 1952). cipalmente, y sentencias citadas en nota 77, además de otras más antiguas).

Ciertas situaciones que, como algunos supuestos de incapacidad del ti- 12. Efectos.-Como ya he dicho78, el sujeto pasivo, cuando transcu-
tular del derecho al que afectaría la prescripción, históricamente fueron cau- rre el plazo de prescripción, queda facultado para ampararse en ello y de-
sas de suspensión de la misma, han deskparecido en nuestro Derecho. negar lo que debía hacer; pero no hay extinción automática (ipso iure) del
derecho o de la acción79.
Este determina: Que los derechos y acciones se extinguen por la prescripción Por lo que, aun transcurrido dicho plazo, el titular de aquél no se ve
en perjuicio de toda clase de personas, incluso las jurídicas, en los términos pre- impedido de dirigirse extrajudicialmente contra dicho sujeto pasivo, o de
venidos por la ley, quedando siempre a salvo a las personas impedidas de admi- interponer ante los Tribunales la acción que hasta entonces no usó. Es-
nistrar sus bienes el derecho para reclamar contra sus representantes legítimos, tos no pueden rechazar de oficio (por propia iniciativa: ex officio) la de-
cuya negligencia hubiese sido causa de la prescripción. Y que la prescripción pro- manda, aunque de lo ante ellos aducido se desprenda que transcurrió sin
duce sus efectos jurídicos a favor y en contra de la herencia antes de haber sido
interrupción el plazo prescriptivos". Si el sujeto pasivo no alega u opone
aceptada y durante el tiempo concedido para hacer inventario y para deliberar (ar-
tículos 1.932 y 1.934). a la petición del demandante (excepciona, como se dice con terminolo-
gía técnica jurídica) tal transcurso, será condenado a cumplir lo que deba,
Sin embargo, aunque no todas establecidas con carácter permanente, son a restituir la cosa reclamada, etc.". Igualmente si, frente a una reclama-
posibles en nuestro Derecho hipótesis de suspensión de la prescripción. Así, ción se aviene a ejecutar lo que, invocando el derecho prescrito, se le
la que se dispuso para los casos que previó, por la ley de 1 de abril de 1939, exige, jurídicamente no puede considerarse que realiza un acto de libe-
o la que puede disponerse, a tenor del art. 955 del Código de comercio, en ralidad82, sino que cumple un deber; cosa que tiene importancia a deter-
casos de guerra, de epidemia, etcétera. Y de carácter permanente son los ca- minados efectos.
sos de suspensión regulados en la legislación sobre Detasas (el Reglamento
correspondiente, art. 1, dice que las Juntas de Detasas «serán consideradas " Supra, números 3 y 4, última parte.
" El que el art. 1.961 diga que «las acciones prescriben por el mero lapso del tiempo fijado por
como Tribunales de Comercio para las reclamaciones del Transporte»). la ley», no quiere decir sino que la facultad de ampararse en la prescripción (para negarse a cumplir lo
que sea) se otorga automáticamente al sujeto pasivo.
" Sentencias de 17 noviembre 1948, 25 abril 1953, 6 octubre 1956, 31 mayo y 5 julio 1957, 16
La jurisprudencia ha señalado las diferencias entre ambas. Así sentencias de 22 diciembre 1950, febrero 1961, 18 octubre y 29 noviembre 1963, 31 enero 1968, 28 enero 1983, 3 julio 1984, 7 julio
1986, 23 enero 1987, 23 junio 1993, 31 marzo y 26 septiembre 1995, 21 febrero 1997. Las sentencias
31 marzo y 15 diciembre 1955, 16 diciembre 1957, 10 junio 1966, 30 octubre 1971, 10 junio 1985, 31
enero 1986 y 12 junio 1997. En la doctrina, cfr. ALAS, DE, BUEN y RAMOS, De la prescripción ex- de 6 mayo 1963, 7 julio 1978, 27 mayo 1991 y 21 marzo 1995 dijeron que hay que oponer la excep-
y que, si no, se entiende renunciada tácitamente,
tintiva, 1918, págs. 181 y ss.; DE CASTRO,
Temas de Derecho civil, 1972, págs. 164 y ss.; DIEZ-PI- ción de prescripción en la contestación a la demanda,
CAZO, La prescripción en el Código civil, 1964, págs. 100 no siendo luego oponible en la dúplica.
y ss.; DOMINGUEZ MOLINA, Distinción " Habitualmente esto suele ser atribuido a las exigencias del procedimiento civil; pero lo cierto es
entre la interrupción y la suspensión de la prescripción de las acciones: su aplicación a las derivadas
del transporte ferroviario, en R.J.C., 1946, v. 47, págs. 3 y as.; PENA, que cuadra con el punto de vista que he acogido sobre los efectos de la prescripción.
Alrededor de la aplicación al " Sólo en sentido vulgar se puede decir que lo hace graciosa o liberalmente (en cuanto se pudo
transporte ferroviario de la distinción entre interrupción y suspensión de prescripción de acciones, en
R.J.C., 1946, v. 50, págs. 43 y ss. no hacerlo).

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13. Renuncia.—A la prescripción ganada se puede renunciar; pero la la ley, o que interrumpirán la prescripción otros hechos además de los de-
ley no admite la renuncia previa83 (art. 1.935, 1.°, del C.c.)". Como sub- terminados en el art. 1.973 del C.c.87, o que la interrumpirá solamente el
sisten el derecho y la acción, la renuncia no hace revivir a éstos; simple- ejercicio de la acción ante los Tribunales, o que la suspenderán determina-
mente quita al renunciante la facultad de oponer la prescripción a la recla- dos acontecimientos, por ejemplo, la incapacidad del titular del derecho, etc.),
mación (judicial o extrajudicial) del titular del derecho. haciendo caso omiso de los exigidos por la ley.
La renuncia puede ser expresa o tácita (arts. 1.935, 2.°, 1.937, in fine)", Pero no se puede sentar la regla de que sea admisible lo que facilite la
y para hacerla es preciso tener capacidad de enajenar (artículo 1.935, prin- prescripción, y no lo que la dificulte; ni tampoco la contraria. Pues, como
cipio) y haber obtenido las autorizaciones precisas para haber enajenado, si veremos después, se admite que la regulación legal sea modificada en uno
es que eran necesarias. y en otro sentido. En conclusión, la admisibilidad de cada modificación con-
creta, debe ser examinada en particular. Mas esto no es posible hacerlo aquí.
Cfr. la sentencia de 11 marzo 1967.
De cualquier modo, parece que, en general, sí cabe sentar ciertas afir-
A pesar de la renuncia, la prescripción puede ser hecha valer por la maciones, como las de que:
persona a quien aquélla perjudique (art. 1.937). 1.0 Sobre la prescripción ganada hay libertad de pacto (como se de-
muestra por la posibilidad de renunciarla, ya que si se admite perderla del
Dice ese artículo: «Los acreedores [del renunciante], y cualquier otra persona todo, más se admitirán acuerdos de menor entidad); luego las dudas en el
interesada en hacer valer la prescripción, podrá utilizarla a pesar de la renuncia tema se reducen a la prescripción en curso" y a la prescripción futura.
expresa o tácita del deudor o propietario.» 2.° Habida cuenta de las razones que fundamentan la admisión de
la prescripción por la ley, la autonomía presumible de voluntad no debe
14. Carácter de las normas que regulan la prescripción.—Hay quien extenderse a que las partes establezcan la imprescriptibilidad de los de-
entiende que las normas relativas a la prescripción son Derecho cogente; rechos que el Ordenamiento declara prescriptibles; luego, las dudas en el
mas debe advertirse que, al menos, no lo son totalmente, y que en ciertos tema se reducen a la modificabilidad de las condiciones legales de pres-
puntos, los particulares pueden establecer una regulación distinta a la dis- cripción89.
puesta por la ley86. Lo que no significa, sin embargo, que la autonomía de 3.° Tratándose de derechos irrenunciables o impuestos cogentemente
voluntad de los interesados alcance a todos los extremos de la prescripción. en algún aspecto hay que rechazar la autonomía para, en el aspecto que sea,
En tema de prescripción no pueden fijar por completo los interesados modificar por voluntad de las partes lo que la ley establezca sobre la pres-
los requisitos que les plazca (así, pactan que el derecho, para que prescriba, cripción; luego, las dudas en el tema se reducen sólo a los derechos en tanto
tendrá que ser sólo de determinado tipo, o que el plazo será tal o cual, o que sean de libre disposición de su titular.
que comenzará a computarse a partir de distinto momento que el fijado en Lo anterior hablando en general. Ahora conviene examinar las dispo-
siciones legales) nconcretas que nuestro Derecho contiene sobre autonomía de
Pero véase la sentencia de 30 enero 1928.
la voluntad en ateria de prescripción, y algunos fallos jurisprudenciales re-
" El Código dice que «no les renunciablel el derecho de prescribir para lo sucesivo». Pero tal ex- caídos en la Materia. En efecto:
presión tiene el sentido que se indica en el texto. 1.0 La Compilación navarra, en su ley 27, dispone que: «No tendrán
Podría pensarse que como lo renunciable es la prescripción ganada, queda excluida tanto la re-
nuncia previa al comienzo de la prescripción, como la que se hiciese estando ésta en recurso. Ahora efecto los convenios o disposiciones destinados a modificar los plazos le-
bien, considero renunciable el tiempo ya corrido en la prescripción en curso, porque en la parte trans- gales de prescripción.»
currida es tiempo ganado,- y lo que no es posible es renunciar, no ya antes del comienzo del plazo, sino
ni siquiera durante éste, a la prescripción que se ganará si llega a transcurrir entero. Por otro lado, re-
chazar la renunciabilidad (que he admitido) del tiempo ya transcurrido, carece de utilidad, puesto que 87 Por ejemplo, la ausencia del deudor, o el dejar éste de frecuentar el círculo del acreedor, o el
el renunciante puede interrumpir la prescripción (cosa que no diferirá de la renuncia al tiempo ya trans- recordatorio que de la deuda le haga cualquier tercero, etc.
currido) reconociendo el derecho (art. 1.973, in fine). " Aunque para la parte de curso ya transcurrido no parece razonable mantener criterio distinto que
" Dice el art. 1.935, 2.°: «Entiéndese tácitamente renunciada la prescripción cuando la renuncia re- para la prescripción ganada.
sulta de actos que hacen suponer el abandono del derecho adquirido». Es caso de renuncia el otorga- Véase lo dicho en la nota 83 del número anterior.
miento de documento de reconocimiento de deuda después de haber prescrito ésta. Ver la sentencia de 89 Ya que declarando la ley la prescriptibilidad de todos los derechos aptos para prescripción, no
30 abril 1970, que cita otras. habrá caso de poder establecer las partes de prescriptibilidad de un derecho que pudiendo prescribir, no
" Cfr. sobre el tema DIEZ-PICAZO, La prescripción en el Código civil, 1964, págs. 61 y ss. sea prescriptible legalmente.

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MANUEL ALEALADE.TO
4 108 INFLUENCIA JUR1DICA DEL TRANSCURSO DEL TIEMPO

Precepto que deja la duda de si las demás circunstancias (que no sean Dice esta sentencia en su último considerando, que «la cuestión propiamente
los plazos) de la preseripciónw, son modificables para las partes. O si es de Derecho que plantea el motivo segundo, único que resta por examinar, ha de
que la Compilación, aunque sólo habla de inmodificabilidad de los plazos resolverse en el sentido de la licitud del pato de suspensión de la prescripción du-
porque es el caso que se suele presentar en la práctica, encierra el espíritu rante el tiempo de transmisión de los expedientes respectivos ante la Comisión
de que —como los plazos— también son inmodificables las demás cir- Mixta de Navieros y Representantes del Ministerio del Ejército, organizada por la
cunstancias establecidas por la ley. Orden ministerial de 17 de mayo de 1946, porque sólo supone un mero retraso
En mi opinión, esto es lo más verosímil. Y, desde luego, lo que se del efecto prescriptivo y no lleva implícita la renuncia a la prescripción futura, la
cual vuelve a reanudarse al terminar la tramitación de aquéllos de modo análogo
puede afirmar con seguridad es que por lo menos con igual razón que para al establecido por el artículo 2.° del Decreto-ley de 2 de septiembre de 1947, con
los plazos, es espíritu de la Compilación excluir la alteración de las cir- relación al procedimiento de conciliación ante las Juntas de Detasas». Y agrega
cunstancias legales de la prescripción que sean de importancia comparable después que el pacto de suspensión de la prescripción no viola «los arts. 4 y 1.255
o superior a la del plazo (por ejemplo, pactar causas de suspensión, o su- del Código civil, porque no se trata de ningún pacto contrario a la Ley, ni a la
primir procedimientos de interrupción que establezca la ley, o acordar al- moral, ni al orden público; ni aún al art. 955 del Código de comercio, que auto-
guno que ésta no disponga). riza al Gobierno para acordar la suspensión de los plazos de prescripción en las
circunstancias extraordinarias que señala, porque si bien en cuanto se impone de
De cualquier modo, hay que dejar a salvo la dispuesto en la ley 28, in fine. modo obligatorio e imperativo, para todos los interesados sólo es facultad que co-
rresponde al Gobierno, ello no excluye el que puedan acordarla las partes en uso
2.° En cuanto a la jurisprudencia, ninguno de cuyos fallos recayó en de su autonomía y libertad contractual, como tampoco impide que después de ven-
aplicación de Derecho foral: cida una deuda el deudor y el acreedor concierten en interés recíproco un nuevo
No se admitía el convenio por el que se alarga el plazo; ahora sí se plazo, no ya en el concepto de un mero reconocimiento de la obligación, que en-
traña la interrupción de la prescripción, sino con el carácter puramente suspensivo
de la llamada prescriptio dormiens y que es el reconocido en la sentencia y sirve
Se admite —y así lo ha hecho el Tribunal Supremo— el convenio por de base a la impugnación del recurso, siendo de más limitados efectos por lo ge-
el que se reduce92 el plazo. neral que la interrupción misma; ni puede estimarse tampoco la violación del ar-
tículo 942 del repetido Código de comercio, pues, aunque declare que los térmi-
Sentencias de 23 febrero 1918, 28 enero 1932, 11 junio y 29 noviembre 1934, nos fijados en él para el ejercicio de las acciones procedentes de los contratos
27 marzo 1936, 7 abril 1959, 15 marzo 1975, 30 mayo 1984, 29 enero 1985 y mercantiles serán fatales, sin que contra ellos se dé restitución, este precepto sólo
30 junio 19879'. puede referirse al acreedor en circunstancias ordinarias, pero no cabe interpretarlo
en términos absolutos, puesto que si por virtud de lo prevenido en el artículo 944
Se admite también el acuerdo por el que se suspende la prescripción. del propio cuerpo legal basta para prolongarlos un simple acto del deudor pres-
cribiente reconociendo la duda o renovando el documento en que consta, ha de
Sentencia de 16 diciembre 1957. estimarse equi”lente un acuerdo con el acreedor, en que por mutua conveniencia
se establezca un plazo de suspensión del término prescriptivo».
Véase supra, párrafo segundo de este mismo número.
PL
Pues se entendía que sería renunciar a prescribir en el tiempo legal; cosa que se estimaba choca
con el espíritu del art. 1.935, 1.0. Mas, hoy se mantiene lo contrario a base de la autonomía de la vo- § 108
luntad. V. Ss. 30 mayo 1984 y 30 junio 1987.
" Sería como la renuncia a parte del plazo que lo protege, hecha por el perjudicado por la futura
INFLUENCIA JUFJDICA DEL TRANSCURSO DEL TIEMPO,
eventual prescripción. Lo que, salvo que haya perjuicio de tercero, no parece que sea rechazable (por A TRAVES DE OTRAS FIGURAS
contrario al interés u orden público: C.c., art. 5, núm. 2).
Pero cfr. la sentencia de 22 diciembre 1971, en la que aunque el T.S. no decidió en el tema, sin
embargo, tanto el Juzgado como la Audiencia utilizaron para apoyar sus fallos, la razón de que *da pres- Sumario: 1. Caducidad: concepto.-2. Ambito.-3. Fundamento.-4. Efectos.-5. Ca-
cripción es una institución legal cuyos plazos no pueden fijarse contractualmente». sos.-6. Carácter de las normas que regulan la caducidad, y supletoriedad para ésta
" Que los casos en que recayeron, sean o no de verdadera prescripción, no afecta a que, aun no de las dictadas para la prescripción.-7. No uso.-8. Prescripción inmemorial.
siéndolo, la doctrina acogida en ellos sirva sustancialmente para la prescripción.
1. Caducidad: concepto.—La caducidad significa que algo —gene-
" Lo que no parece chocar menos (que lo dicho en nota 91) con el sentido que se da al art. 1.935,
1.0, por los que afirman que va contra él el alargar por pacto el plazo de prescripción fijado por la ley.
Aunque, si bien se mira choca muy poco menos porque tan alarga el que alarga, como el que deja de con- ralmente una facultad o un llamado derecho potestativo, tendentes a modi-
tar y luego recomienza, pero sin computar el tiempo en que no contó, pues así alejó el momento final. ficar una situación jurídica— nace con un plazo de vida, y que, pasado éste,
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se extingue. Se trata, pues, de que la facultad o el derecho que sea es de diciembre 1983 dicen que como regla la caducidad no admite interrupción pero
duración limitada. sí excepcionalmente; lo que, en mi opinión, es erróneo, y se dice para caso de
ejercicio de la acción en acto de conciliación, cuando lo correcto habría sido afir-
Como dice la sentencia de 28 septiembre 1998, «en la caducidad se trata del mar que no hay interrupción, pero que el ejercicio en conciliación (cuando ésta
cumplimiento de un plazo a cuyo término no es posible ejercitar un derecho o fuese obligatoria, como lo era antes de la reforma de la L.e.c.) seguida, dentro
una acción determinados». del plazo del antiguo art. 479 de la L.e.c., de demanda es ya ejercicio válido, sién-
dolo igualmente otros trámites oficiales o reclamaciones previas que deban pre-
ceder por imperativo legal a la propiamente dicha interposición de la acción ca-
Tal concepto lo refleja fielmente la Compilación navarra, al decir en su ducable. En el mismo sentido que la sentencia citada, la de 11 marzo 1987. La
ley 26 que: «Las acciones que tienen un plazo establecido no pueden ejer- de 8 noviembre 1983 admite la interrupción por un acto procesal, válido. Sin em-
citarse después de transcurrido». bargo, aunque esto se sigue de esa sentencia de 23 diciembre 1983, otras veces
La prescripción significa, no que algo nazca con un plazo de vida, sino había dicho el T.S. que la caducidad sólo se impide por el verdadero ejercicio de
que, si durante detenninado tiempo está inactivo, no se puede luego impo- la acción, no por la conciliación (así sentencias de 7 mayo 1981, 1 febrero 1982
ner Se trata, pues, de que lo que sea, si bien es de duración ilimitada sólo y 30 mayo 1984); otra cosa que creo que hay que mantener ahora en tanto en
sigue siendo exigible si no se le deja en desuso cierto tiempo. cuanto se ha suprimido la obligatoriedad de la conciliación. La de 28 septiembre
La jurisprudencia se ha ocupado repetidas veces del concepto de cadu- 1998 admitiría la interrupción de la caducidad cuando se produzca una situación
de fuerza mayor o cualquier otra causa independiente de la voluntad de los liti-
cidad y de distinguirla de la prescripción. gantes'.
Por ejemplo, sentencias pioneras en el tema, de 27 y 30 abril 1940 (recaída
aquélla en caso de caducidad [por no haberlo protocolizado en plazo] de testa-
El plazo de prescripción -como se ha visto antes- sí la admite; aun-
mento ológrafo, y ésta en caso en el que se estimó no haber caducado el dere- que, ciertamente, si hay inactividad desde que el derecho nace, el plazo de
cho de retracto de que se trataba) (de por entonces, también la resolución de 3 prescripción transcurre desde el nacimiento, no porque haya de contarse desde
agosto 1939) y otras muchas (entre las últimas) como las de 8 octubre 1962, 25 éste, sino porque desde él estuvo el derecho inactivo.
junio 1963, 18 octubre 1963, 22 mayo 1965, 11 mayo 1966, 24 junio 1968, 28
enero 1969 (Sala sexta), 26 diciembre 1970, 20 mayo 1972, 28 junio 1973, 31 Al igual que se dijo al tratar de la prescripción, la prueba de que aún se está
octubre 1978, 25 mayo 1979, 7 mayo 1981, 28 enero 1983, 10 noviembre 1994, en tiempo de ejercitar el derecho o facultad que sea, es decir, de que no pasó to-
12 junio 1997, 28 septiembre 1998. davía el plazo de caducidad, corresponde a quien ejercita aquéllos; a la otra parte
le basta alegar que ya caducaron.
En el caso de la caducidad, el tiempo se cuenta necesariamente desde Expresamente en tal sentido, la sentencia de 15 junio 1973.
el nacimiento; en el de la prescripción, desde que hay inactividad del de-
recho y, por eso, si después de nacer se le ejercita, el tiempo se cuenta 2. Ambito.-La caducidad se aplica generalmente no a los derechos,
desde que la actividad cesa. propiamente hablando (aunque, a veces, sí, como al retracto), sino a las fa-
El plazo de caducidad no admite, pues, interrupción. cultades o poderes jurídicos cuYo fin es promover un cambio de situación
jurídica (por ejemplo, al_poder de impugnar un contrato o el matrimonio
Como han declarado numerosas sentencias: por ejemplo, las de 25 septiem- o un estado de filiación, etc.)', tengan o no carácter patrimonial; mien-
bre y 22 diciembre 1950, 21 noviembre 1955, 4 mayo 1956, 27 mayo 1957, 25 tras que la prescripción -como sabemos- se aplica a los derechos patri-
junio 1962, 22 mayo y 6 octubre 1965, 15 marzo 1968, 28 enero 1969 (Sala sexta) moniales.
(según la que «una vez puesta en marcha la correspondiente acción... sigue im- En conclusión, puede decirse que la caducidad alcanza generalmente:
perturbable hasta su reconocimiento o extinción, sin posibilidad de renacer»), 25 1.0 A los derechos patrimoniales que, aunque son verdaderamente de-
febrero 1969, 20 mayo 1972, 20 junio 1973, 26 junio 1974, 31 octubre 1978, 7 rechos, sin embargo, tienen carácter de secundarios en alguna situación jurí-
mayo 1981, 1 febrero 1982, 14 febrero 1986, 6 junio y 20 octubre 1990, 8 julio
y 30 septiembre 1992, 20 julio y 14 diciembre 1993, 17 abril 1995, 12 febrero, dica. Por ejemplo, el de retracto, que va ligado a la situación de colindante
18 noviembre 1996, 12, 19 junio 1997, 23 septiembre 1998, 28 octubre 1999, 13
septiembre 2000. Pero véase la de 8 septiembre 1983, que parecería decir que se ' Pienso que resulta extraña esa interrupción de la caducidad, como las otras admitidas por sen-
interrumpe por casos fortuitos o por hechos independientes de la voluntad del que tencias citadas más arriba. Creo que más bien se trate de suspensión (v. supra. § 107, núm. 11).
no ejercita la acción, por causas ajenas a él. También las de 25 mayo 1979, 23 Cfr. sentencias de 11 mayo 1966 y 25 mayo 1979.

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(retracto de colindantes), o a la de condueño (retracto de condueños), o a la 1970, 22 diciembre 1971, 20 mayo 1972, 28 junio 1973, 26 junio 1974, 31 oc-
de arrendamiento (retracto arrendaticio de la L.A.U. o de la L.A.R.), etc. tubre 1978, 7 mayo 1981, 28 enero y 18 noviembre 1983, 21 abril y 7 julio 1986,
6 junio 1990, 22 mayo 1992, 23 junio 1993, 27 mayo 1996.
Así, los plazos para ejercitar un derecho de opción (sentencia de 26 enero
1988 y 29 mayo 1996) o para ejercitar un retracto (sentencia de 21 octubre 1985, Eso quiere decir que, si el sujeto pasivo no se avino voluntariamente a
y ver muchísimas más en el tomo 11 de la presente obra, Retractas). darle satisfacción durante el plazo de caducidad, antes de que concluya éste,
ha de haberse iniciado ante los Tribunales (en el procedimiento que corres-
2.° A las facultades o poderes que sin ser verdaderamente derechos ponda o mediante los trámites que legalmente deban precederlo) el ejercicio
subjetivos, otorgan la posibilidad de alterar una situación jurídica patrimo- del derecho o acción que sea.
nial. Así la de impugnar un contrato o la de rescindirlo, etcétera. V. la sen-
tencia de 4 marzo 1999. Y si el procedimiento en que se usó ésta no era el adecuado, aunque su ejer-
cicio se haya realizado dentro del plazo de caducidad, puesto que no se usó en
Así, el plazo para el ejercicio de las acciones a que se refiere el art. 1.490 tiempo ADECUADAMENTE, la acción caduca, a menos que antes dei vencimiento
C.c. (sentencias de 8 noviembre 1983 y 11 marzo 1987). También el plazo de del plazo que sea, se interponga de nuevo en el procedimiento que realmente co-
ejercicio de la acción de nulidad del art. 1.301 C.c. (ver las sentencias sobre rresponda (sentencia de 26 junio 1974).
este punto en la nota 40 del § 105, número 10). También es de caducidad la
acción de nulidad del art. 16, párrafo 1.°, de la Ley de Propiedad horizontal 5. Casos.-Son plazos de caducidad los señalados en los siguientes
(sentencias de 18 diciembre 1984, 14 febrero, 18 y 20 junio 1986, 16 diciem-
bre 1987 1 febrero, 13 octubre y 25 noviembre 1988, 6 febrero 1989, y 2 abril arts. del C.c.: 43, 2.°, 76, 2.°, 136, 137, 141, 369, 612, 615, 1.299, 1.301 y
y 23 mayo 1990. en otros muchos.
Sin embargo, en numerosos supuestos la doctrina y la jurisprudencia
3.° A las facultades, acciones, poderes o derechos que tienen natura- (que no siempre establecen debidamente la frontera entre prescripción y ca-
leza extrapatrimonial. Así las acciones relativas al estado civil de las per- ducidad, y que frecuentemente hablan de prescripción en casos que son de
sonas. caducidad, cosa que, por otro lado, también hace, a veces, la ley) son va-
cilantes. En ellos, para decidir la cuestión, es especialmente inseguro (más
3. Fundamento.-El fundamento de la caducidad se halla en que con que en otros casos) el argumentar a base de la terminología que la ley uti-
frecuencia la conveniencia exige que las situaciones jurídicas no estén per- lice, pues ésta habla frecuentemente, además de «caducidad», de plazo de
manentemente sometidas a la posibilidad de revisión, de forma que, aunque duración de la acción, o de ejercicio, o después del que no es posible éste,
haya razones para permitir ésta, el que está facultado para ello, ha de ha- o de que por su transcursoia acción se extingue o prescribe, etc.
cerlo prontamente (según el plazo que en cada caso la ley estime adecuado) \
o pierde tal posibilidad. Presupuesto lo anterior,'':, o es útil hacer aquí una lista exhaustiva de los ca-
sos de caducidad (como tam oco la he hecho al estudiar la prescripción), dado
4. Efectos.-El efecto del cumplimiento del plazo de caducidad se pro- que habría que argumentar en cada uno de los discutidos las razones por las que
duce automáticamente, es decir, una vez transcurrido, el poder, acción o de- se estima o no de caducidad, lo que excede de lo procedente en este lugar. Así,
pues, queda para estudiar en las diversas instituciones de que se trate, si deter-
recho que sea, se extingue ipso iure, y no es necesario que ello sea alegado minados supuestos son de caducidad o de prescripción.
por el interesado, sino que los Tribunales lo apreciarán de oficio2.
Así lo ha declarado reiteradamente el T. S. Cfr., entre las sentencias más mo- 6. Carácter de las normas que regulan la caducidad, y supletorie-
dernas, las de 5 marzo, 18 octubre y 20 noviembre 1963, 22 febrero 1965, 22 di- dad para ésta de las dictadas para la prescripción.-En cuanto que exista
ciembre 1966, 28 enero 1967, 17 noviembre 1967, 24 junio 1968, 26 diciembre (cuando exista) comunidad de razón, lo dispuesto por la ley para la pres-
cripción o lo antes expuesto para ésta, será aplicable a la caducidad en las
lagunas de la regulación de la misma.
2 Si la caducidad en el caso que sea no la estableció la ley, sino que ha sido dispuesta por las par-
tes (caducidad voluntaria o negocia!, y no legal: cfr. el considerando 7.° de la sentencia de 26 diciem- De principal interés es lo relativo a la modificabilidad por voluntad pri-
bre 1970 y la sentencia de 10 noviembre 1994), la apreciabiIidad de la misma ex officio es insegura. vada de los preceptos legales sobre caducidad. En tal tema, por lo general,

930 931

MANUEL ALBALADEJO § 108 INFLUENCIA JURIDICA DEL TRANSCURSO DEL TIEMPO

lo dicho para la prescripción tiene igual razón para ser aplicado a la cadu- Por ejemplo, a la acción del art. 647 del C.c., el plazo del art. 652 y no del
cidad. Y algunas sentencias de las recogidas sobre él al tratar de aquélla, re- 1.964, in fine. O el plazo del retracto análogo, y no el del art. 1.963, a un re-
cayeron en casos que realmente (a pesar de la, a veces, inapropiada termi- tracto sobre inmueble que hipotéticamente pudiese conceder una nueva ley olvi-
nología usada por los fallos) eran de caducidad o lo eran más probablemente. dándose de marcarle duración, o que se otorgase en virtud de pacto en caso en
que la ley no lo concede.
Sobre prórroga y extensión de los plazos de caducidad, véanse las sentencias
de 30 mayo 1984, 29 enero y 11 octubre 1985, 24 enero y 21 abril 1986 y 30 7. No uso.—Un derecho se puede extinguir por el paso del tiempo
junio 1987. sin usarlo. Se trataría de hipótesis distinta a las de prescripción o caduci-
dad, pues el no uso se referiría no a la falta de ejercicio de acciones o fa-
Por supuesto que, tratándose de derechos o facultades indisponibles, hay cultades jurídicas, sino al no aprovechamiento material de la cosa sobre la
que rechazar que los interesados puedan modificar lo dispuesto en la ley que el derecho recae (así, no uso de una servidumbre: C.c., arts. 546, 2.°,
sobre su caducidad3. Fuera de ese caso: 1.° El criterio, ya expuesto, con- y 548, si es que realmente en estos arts. «no uso» no está utilizado como
trario al alargamiento y favorable al acortamiento de los plazos de pres- sinónimo de prescripción, cosa ésta que es la que cree la opinión común).
cripción, no parece que haya razón para entender que deba ser distinto si La Compilación navarra dispone en su ley 25 que: «Los derechos pue-
se trata de caducidad. 2.° Y queda la cuestión relativa a si es admisible el den extinguirse por falta de uso en los casos previstos por el pacto, la cos-
establecimiento de plazos de caducidad donde la ley no los señala o donde tumbre o la ley.» V. también leyes 406 y 421.
simplemente estableció uno de prescripciór? Cuestión que, en principio, pa-
rece que debe de resolverse afirmativamente. 8. Prescripción inmemorial.—Ni el C.c. ni las Compilaciones fora-
les hablan de prescripción o tiempo inmemorial en el sentido de extinguirse
Conviene señalar al respecto que el Código italiano dispone en su art. 2.965 algo por razón de él. Figura que en realidad —al menos actualmente en
que: «Es nulo el pacto con el que se establecen términos de caducidad que hacen
excesivamente difícil a una de las partes el ejercicio del derecho.»
nuestro Derecho— no es una prescripción o una institución especial, sino
simplemente un caso en el que el no ejercicio desde tiempo inmemorial de
Para acabar, debe de advertirse que establecida por la ley (explícita o un supuesto derecho, daría como resultado que —en defecto de otras prue-
implícitamente) la caducidad (o por los particulares, si son ellos los que es- bas sobre su existencia o falta— se presumiese que realmente no existe, o
tablecen un derecho caducable no otorgado en la ley4) en algún caso, sin que, si consta que realmente existía, el no guardarse memoria de su uso,
señalamiento de plazo, éste, a falta de un precepto sobre el tiempo de ca- facilite la prueba de que ya transcurrió el tiempo preciso (el que sea en cada
ducidad en los casos no previstos, debe tener la duración que en la ley se caso) para su prescripción5.
marque para las hipótesis de prescripción en la materia que sea y, en úl- El tiempo iamemorial no requiere para serlo el paso de un determinado
tima instancia, la que se marque para los plazos de duración no determi- número de años (la sentencia de 11 de enero de 1985 rechaza que hayan
nada, ya que tal duración es a la única que cabe acudir. de ser más de treinta), sino, como su nombre indica, que no se conserve
memoria de su comienzo, en el sentido de que sea más antiguo éste de lo
Así habría que echar mano de arts. como los 1.962, 1.963, 1.964, in fine, que alcanza aquélla (cfr. sentencias de 21 diciembre 1931 y 14 octubre 1957,
C.c., o Comp. navarra, ley 39, o Comp. catalana, art. 344. y P. 3, 31, 15, infine).

Todo ello, a menos que la evidente analogía con otro supuesto, acon- De lo que sí se habla en algunos preceptos de nuestras leyes es de posesión
seje aplicar al plazo no determinado una duración igual a la del plazo de inmemorial y de usucapión (es decir, de prescripción adquisitiva) inmemorial. Pero
tal tema no es de este lugar. La Compilación catalana, en su hoy derogado art.
ese otro supuesto. 343, 2Y, decía que la usucapión inmemorial tenía lugar «cuando la actual gene-
ración, ni por sí misma ni por tradición de la anterior, haya conocido otro estado
El art. 2.986 del Cc. italiano dispone que: «Las partes no pueden modificar la disciplina legal de cosas».
de la caducidad ni pueden renunciar a la caducidad misma, si ésta está establecida por la ley en mate-
ria sustraída a la disponibilidad de las partes».
4 Por ejemplo, A otorga en su testamento un derecho de retracto a favor de su heredero B, para 5 De todos modos, véase lo dicho supra, § 107, número 9, al principio, sobre el tema de la prueba

si C, a quien deja un legado, vende después la cosa que le legó. de la subsistencia del derecho, mediante la prueba de la interrupción de su prescripción.

932 933
MANUEL ALBALADETO

Idea que, aplicada a la prescripción inmemorial, significaría que sería aquella


por la que prescribiría el derecho cuyo uso no haya sido conocido por la actual
generación por sí o por tradición de la anterior.

§ 109
DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO E INTERREGIONAL INDICE
SUMARIO: 1. Derecho internacional privado e interregional.

1. Derecho internacional privado e interregional.---E1 transcurso del


tiempo, y sus efectos, se rigen por la ley aplicable al caso en el que aquél
se dé y éstos hayan de producirse. De modo que tratándose de prescripción PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN 9
extintiva, de caducidad o de cualquier otra figura posible, cuando se esté ABREVIATURAS MÁS USADAS 13
frente a un poder (derecho, acción o facultad) al que aquéllas afecten, la le- BIBLIOGRAFIA 15
gislación aplicable será la que corresponda a ese poder.
INTRODUCCION
Con relación a la prescripción así lo han declarado las sentencias de 18 di-
ciembre 1928 y 21 diciembre 1940. Y actualmente se sigue del art. 10 del nuevo EL DERECHO CIVIL OBJETIVO
Título preliminar del C.c. (y del 16, núm. 1, primer párrafo), según el que: «1.
La posesión, la propiedad y los demás derechos sobre los bienes inmuebles.., se
CAPÍTULO I
regirán por la ley del lugar donde se hallen. La misma ley será aplicable a los
bienes muebles... 10. La ley reguladora de una obligación se extiende a los re- EL DERECHO CIVIL
quisitos del cumplimiento y a las consecuencias del incumplimiento, así como a
su extinción». SECCION PRIMERA.—E1 Derecho 19
§ 1. El Derecho en general 19
1. Derecho natural 19
2. Derecho humano 20
3. Positilvidad del Derecho 21
4. Concordancia con el Derecho positivo con el natural 21
5. Derecho objetivo y derecho subjetivo 21
§ 2. La norma jurídica 22
1. Concepto 22
2. Caracteres 22
3. Norma jurídica y disposiciones incompletas 24
4. Textos no normativos 25
5. Destinatarios de la norma y deber de conocerla 27
6. Clases de normas 28
7. Rígidas y elásticas 28
8. Comunes y particulares 29
9. Necesarias y supletorias 29
10. Generales y especiales 30
11. Regulares y excepcionales 31
12. Privilegio 33

934 935
INDICE INDICE

§ 3. Derecho público y Derecho privado 34 5. La Disposición final derogatoria 54


1. Derecho público y Derecho privado: criterio adoptado 34 6. La revisión del Código civil 55
2. Otros criterios 36 7. Reformas al texto del Código civil 55
3. Posiciones tripartitas 37 § 10. La demás legislación civil y el carácter supletorio general del Có-
digo 57
SECCIÓN SEGUNDA.-E1 Derecho civil 37
1. Legislación civil no codificada 57
§ 4. Concepto y contenido del Derecho civil 37
37 2. Carácter supletorio general 58
1. El Derecho civil, Derecho privado general
2. Derechos privados especiales 39 SECCIÓN QUINTA.-Derecho común y Derecho foral 59
3. Contenido y definición del Derecho civil 40 59
§11. Derecho común y Derecho foral, en general
4. El Derecho civil, unidad histórica 40 59
1. Derecho común
5. Otros sentidos de la expresión «Derecho civil» 40
2. Derecho foral 61
6. Otros pretendidos Derechos privados especiales 41
3. Causas de la diversidad de Derechos civiles en España 62
§ 5. Plan del Derecho civil 43 4. Codificación del Derecho común y compilación del foral 62
1. Necesidad de un plan 43 64
§ 12. Los singulares Derechos forales
2. Planes más usuales y plan adoptado 43
1. Las regiones forales 64
3. Contenido concreto de cada pallte 44 64
2. Derecho foral catalán
§ 6. El Derecho civil español 45 3. Derecho foral aragonés 67
1. Concepto 45 4. Derecho foral balear 68
2. No uniformidad del Derecho civil español 45 5. Derecho foral gallego 70
3. Limitación de nuestro estudio al Derecho civil positivo español 6. Derecho foral navarro 71
común 45 7. Derecho foral vizcaíno 73
4. Cuerpos legales básicos que contienen nuestro Derecho civil 8. Derechos forales ayalés y guipuzcoano 74
común y los forales 45 9. Derecho foral de cierta comarca extremeña 75
SECCIÓN TERCERA.-La codificación en general y la de nuestro Derecho 10. Diversidad entre los Derechos forales y el común, y entre
civil 46 el total régimen jurídico de las regiones forales y los territo-
rios de Derecho común 76
§ 7. La codificación en general 46 77
11. Vigencia del Derecho común en las Regiones forales
1. Codificación y compilación 46
2. Ventajas e inconvenientes de la codificación 46
CAPh'ULO II
3. El movimiento codificador 47
FUENTES DEL DERECHO CIVIL
§ 8. La codificación española 47
1. La codificación española 47 SECCIÓN PRIMERA.-Fuentes del Derecho civil español 81
2. La Ley de Bases 50 § 13. Las fuentes del Derecho civil español, en general 81
3. Redacción y entrada en vigor del Código 50 1. Fuentes normales y fuentes materiales 81
4. Las dos ediciones del Código civil SI 2. Fuentes de nuestro Derecho civil 82
3. Prelación entre las fuentes en el Derecho común 83
SECCION CUARTA.-E1 Código civil español y nuestra demás legislación 87
4. Prelación entre las fuentes en las Regiones forales
civil 52 91
5. Fuentes formales y materiales de nuestro Derecho civil
§ 9. El Código civil 52 92
§14. La Ley
1. Estructura de nuestro Código civil 52 92
1. Sentidos de la palabra «ley»
2. Contenido 52
2. La ley como norma jurídica estatal 93
3. Influencias recibidas 53
4. Orientación y juicio crítico 53 § 15. La costumbre 96

936 93
INDICE INDICE

1. Concepto 96 § 18. La doctrina científica 151


2. Actual importancia del Derecho legislado y del consuetudina- 1. La doctrina científica 151

rio 98
3. Requisitos 98 CAPtruLo III
4. Fundamento 102 INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURIDICAS CIVILES
5. Clases 102 § 19. Interpretación 153
6. Cambio del puesto normal de la costumbre como norma regula- 1. Concepto 153
dora del caso 107 2. Fin, objeto y medios de la interpretación 155
7. Prueba de la costumbre 107 3. Teorías sobre la interpretación 155
8. Los usos 110 4. Sentido a buscar mediante la interpretación y criterio que debe
§ 16. Los principios generales del Derecho 112 presidir ésta 156
1. Concepto 112 5. La interpretación efectiva de la vida real 158
2. Teorías sobre el concepto de principios generales 114 § 20. Elementos de interpretación 159
3. Punto de vista adoptado sobre el concepto de principios gene- 1. Los elementos de interpretación 159
rales 115 2. Elemento gramatical 161
4. Principios generales positivos y extrapositivos 115 3. Elemento lógico 165
5. Aplicación de los principios generales 115 4. Elemento histórico 167
6. La analogía 120 5. Elemenio sistemático 169
7. La equidad 122 6. Elemento sociológico 170
8. Las reglas y máximas jurídicas 125 7. Interpretación y equidad 171
9. Los principios generales y la analogía en el Derecho foral 125 § 21. Clases de interpretación 172
SECCION SEGUNDA.-La jurisprudencia y la doctrina científica 127 1. Interpretación de normas e interpretación de negocios jurídicos 172
2. Clases de interpretación por sus resultados 173
§ 17. La Jurisprudencia 127
3. La interpretación integradora 175
1. Sentidos de la palabra «jurisprudencia» 127
4. Clases de interpretación según su autor 176
2. Jurisprudencia la crean sólo las sentencias de la Sala corres-
pondiente 130
CAPITULO IV
3. Jurisprudencia la creaban antes sólo las primeras sentencias, EFICACIA DE LAS NORMAS CIVILES
y ahora sólo la parte de la sentencia (única) que resuelve el Y LIMITES DE LA MISMA
recurso de casación 131
4. No crean jurisprudencia los fallos o resoluciones no proceden- SECCION PRIMERA.-Eficacia 179
tes del Tribunal Supremo 132 § 22. Eficacia obligatoria y eficacia constitutiva 179
5. La jurisprudencia como modo habitual o reiterado de deci- 1. Eficacia 179
dir una cuestión 133 179
2. Eficacia obligatoria
6. Cuándo hay igual criterio entre dos o más sentencias 134
7. Cambio de jurisprudencia 137 § 23. Eficacia represiva 182
8. La jurisprudencia no es fuente 139 1. Reacción jurídica por incumplimiento de la norma 182
9. ¿Vincula la jurisprudencia a los Tribunales inferiores? 145 2. Actos en fraude de la ley 187
10. Jurisprudencia a efectos de casación y jurisprudencia a SECC1ON SEGUNDA.-Límites a la fuerza de obligar de las normas 194
efectos interpretativos 147
11. Cita de la jurisprudencia 149 § 24. Límites en el espacio 194
1. Límites en el espacio 194
12. La declaración de inconstitucionalidad de una norma y la juris-
prudencia creada interpretándola 150 1 § 25. Límites en el tiempo 195

938 1 939
INDICE INDICE

1. Límites en el tiempo 195 8. Comoriencia 224


2. Entrada en vigor de las leyes 196 9. Prueba del comienzo y del fin de la personalidad física 224
3. Cesación de la vigencia de las leyes 197 10. La inscripción del nacimiento 224
4. Comienzo y término de vigencia de costumbre y principios ge- 11. La inscripción de la defunción 227
nerales del Derecho 200 § 30. Capacidad jurídica y capacidad de obrar de la persona 230
5. Valor que conservan las normas jurídicas derogadas 200 1. Capacidad jurídica 230
§ 26. Tránsito de la norma antigua (derogada) a la nueva 201 2. Capacidad de obrar 230
1. Problemas que plantea 201 3. Capacidad limitada, pero completable 232
2. Derecho transitorio 201 4. Legitimación y prohibiciones 232
3. Regulación en nuestro Derecho positivo del tránsito de una ley 5. Presunción legal favorable a la mayor capacidad y libertad de
a otra 201 la persona 233
4. Teorías sobre el significado de la irretroactividad de la ley 203 6. Derecho aplicable 234
5. Grados de retroactividad 206 § 31. El estado civil de la persona 234
6. Las disposiciones transitorias del Código civil 208 1. Concepto 234
7. Las disposiciones transitorias de las Compilaciones forales 210 2. Estados civiles que admite nuestro Derecho 235
3. Controversias sobre el estado civil 236
4. Caracteres del estado civil 237
PARTE GENERAL 5. Importancia del estado civil 237
LA PERSONA, LA RELACIÓN JURIDICA, LAS COSAS 6. Contenido del estado 237
Y LOS HECHOS JURIDICOS 7. Facultades y acciones de estado 238
8. Sede del estudio del contenido de cada estado y de las fa-
CAPITULO V cultades y acciones de estado 238
LA PERSONA 9. Título de estado 239
10. Derecho aplicable 240
SECCIÓN PRIMERA.-La persona en general y su capacidad 213
§ 32. El sexo 240
§ 27. La persona en general 213 240
1. Concepto 1. El sexo
213 2. El sexo y la capacidad 241
2. Clases de persona 214 243
3. La transexualidad
3. Estudio separado de ambas clases de persona 214
4. Carácter de las normas que regulan la persona física § 33. La edad 250
214 250
§ 28. La capacidad de la persona 1. Concepto y relevancia
215 2. Menor y mayor de edad 251
1. Capacidad jurídica y capacidad de obrar 215 251
3. Capacidad del mayor de edad
SECC ION SEGUNDA.-La persona física 215 4. Capacidad del menor de edad 252
5. Capacidad del menor no emancipado 252
§ 29. Comienzo y fin de la personalidad física 215 254
1. Comienzo y fin de la persona física 6. Capacidad del menor emancipado por concesión
215 7. Capacidad del emancipado por matrimonio 256
2. Comienzo: el nacimiento y los requisitos necesarios para que de- 258
8. Capacidad del menor que vive con independencia
termine la personalidad 216 259
3. Momento del nacimiento 9. Referencia a especialidades forales aragonesa y navarra
219 260
4. Partos dobles o múltiples 219 § 34. El parentesco
5. Protección del concebido 1. El parentesco 260
220 260
6. Representación del concebido 223 2. Parentesco y capacidad
7. Fin: la muerte de la persona 224 § 35. El matrimonio 261

940 941

INDICE INDICE

1. Efectos jurídicos del matrimonio 261 § 37. La nacionalidad 296


2. Emancipación por matrimonio e incapacidad para nuevas nup- A) Ideas generales 296
cias 262 1. Definición usual 296
3. No modificación por lo demás de la capacidad de las perso- 2. Justificación de su estudio 297
nas por la contracción de matrimonio 262 3. Derecho vigente 298
5. Ninguno de los cónyuges es por ley representante del otro 263 299
4. Concepto
§ 36. La incapacitación o merma por sentencia judicial de la capacidad 5. Régimen jurídico y capacidad del extranjero en nuestro Dere-
normal 764 cho 299
A) Conceptos generales 264 B) Adquisición 300
1. La reforma de la materia 264 a) En general 300
2. La incapacitación 265 6. Las causas de adquisición en general 300
3. Las ineptitudes, diríamos, de hecho 266 7. Adquisición originaria y derivada 301
4. La necesidad de la incapacitación 268 8. Adquisición automática y no 302
5. Reducción o limitación de la capacidad normal 269 b) Las causas de adquisición particular 302
6. Concepto de incapacitación 269 9. Adquisición por filiación 302
7. El caso de la prodigalidad 272 10. Adquisición por adopción 303
B) Incapacitación por enfermedades • deficiencias de carácter 11. Adquisición por nacimiento en el territorio 303
físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí 12. Adquisición por opción 304
misma 273 13. Adquisición por otorgamiento de carta de naturaleza 305
Las causas de incapacitación y las personas incapacitables 273 14. Adquisición por concesión basada en la residencia 306
_1 98.
A-quiénes corresponde promover la incapacitación 274 14. bis Adquisición por posesión de estado 308
10. El procedimiento para incapacitar y la revisión de la incapaci- 309
C) La antigua conservación de la nacionalidad
tación 275 309
15. La antigua conservación de la nacionalidad
11. La incapacitación afecta al futuro 277 310
CH) Pérdida
12. Alcance de la incapacitación 277 310
13. Representante legal del incapacitado a) En general
282 16. Las causas de pérdida en general 310
14. Cesación de la incapacitación 283 b) Las causas de pérdidas en particular 310
15. Intervalos lúcidos 283 17. Pérdida voluntaria 310
16. El internamiento de los incapaces 285
18. Pérdida como castigo 311
17. Medidas cautelares 285
18. Exclusión de publicidad 19. Han desaparecido las demás causas de pérdida de la legislación
286 311
C) Limitación de capacidad por prodigalidad anteriores
286 312
19. Concepto 286 D) Recuperación
20. Personas que pueden pedirla 20. Recuperación 312
288 313
21. Personas declarables pródigos 289 E) Doble nacionalidad
22. Procedimiento para obtenerla 21. Doble nacionalidad 313
289
23. Extensión de la incapacidad 290 § 38. La vecindad civil 315
24. Actos a que afecta 292 --- 1. Concepto y transcendencia 315
25. Cesación 293 2. Adquisición y pérdida, en general 317
26. Invalidez de los actos indebidamente realizados por el pródi- 3. Los casos de adquisición en particular 318
go solo 294 4. Comarcalidad 325
D) El concurso y la quiebra 295 5. Prueba de la vecindad civil y presunción de cuál se ostenta
27. El concurso y la quiebra 295 en caso de duda 326

942 943
INDICE INDICE

39. Estados civiles no acogidos en nuestro Derecho positivo o cir- 21. Efectos patrimoniales 354
cunstancias ya no influyentes, en general, en la capacidad de la 22. Efectos familiares 355
persona 327 23. Fin de la situación a que da lugar la declaración de falleci-
miento. 356
1. Estados no admitidos o circunstancias ya no influyentes en ge-
neral 'en la capacidad de la persona 327 § 42. El registro civil 357
I. Concepto 357
§ 40. El domicilio 328 358
328 2. Razón de ser
1. Concepto 358
3. Precedentes históricos
2. Domicilio general y domicilio especial 329 358
3. Domicilio real y domicilio legal 329 4. Legislación vigente
5. Organización del registro 359
4. Casos de domicilio legal 334 361
5. Si el domicilio real y los legales son domicilios generales 335 6. Hechos inscribibles
7. Competencia del Registro y de las diversas oficinas del mismo 361
6. Razón de la fijación del domicilio e importancia de éste 337 362
7. Adquisición y pérdida 338 8. Clases de asientos
9. Valor jurídico de los asientos 364
8. Falta o pluralidad de domicilios generales 339 365
9. Residencia y paradero 339 10. Valor de las llamadas inscripciones constitutivas
11. Requisitos de la registración 365
10. Domicilio electivo 340 367
12. Concordancia de Registro y realidad
§ 41. La ausencia 341 13. Rectificación del Registro 367
A) Nociones previas 342 14. Publicidad del Registro 369
1. Derecho vigente 342
2. Concepto y subdivisiones 342 SECCION TERCERA.-La persona jurídica 370 .1
B) La defensa del desaparecido 343 § 43. Ideas generales 370
3. Requisitos para constituirla 343 1. Concepto 370
4. Nombramiento de defensor 343 2. Razón de ser 373
5. Funcionamiento de la defensa 344 3. La naturaleza de la persona jurídica 374
6. Efectos de orden familiar, de la desaparición 344 4. Organos de la persona jurídica 375
7. Cesación de los efectos de la desaparición 345 5. Derecho aplicable 377
C) Ausencia legal 345 378
8. Requisitos para que se produzca 345 § 44. Clases
1. Clases 378
9. Situación de ausencia, y ausencia declarada 345 378
2. Públicas y privadas
10. Naturaleza 346 382
3. Asociaciones y fundaciones
11. Personas obligadas y facultadas para pedir la declaración de 384
346 4. De interés público y de interés privado
ausencia
12. Nombramiento de representante del ausente 346 § 45. Nacimiento de la persona jurídica y los llamados elementos de la
13. Obligaciones y derechos del representante 347 mismita, en general 386
14. Reservas o precauciones sobre derechos que el ausente adqui- 1. Nacimiento 387
riría si viviese (derechos eventuales) 349 2. El llamado reconocimiento y clases del mismo: genérico y es-
15. Efectos sobre las relaciones familiares 349 pecífico 387
16. Fin de la ausencia 350 3. Reconocimiento genérico y sus clases: por libre constitución
y por disposiciones normativas 389
D) Declaración de fallecimiento 351
351 4. Reconocimientos admitidos en nuestro Derecho 391
17. Concepto y petición de la misma
5. Personalidad de las entidades regidas por otros Derechos 391
18. Requisitos 351
6. El sustrato de la persona jurídica en general 391
19. Naturaleza de la declaración de fallecimiento 353
7. El fin 392
20. Efectos en general 354
945
944
.4!

INDICE INDICE

§ 46. Las asociaciones en particular 393 CAPtruLo VI


1. Concepto 393 LA RELACION JURIDICA
2. Acto constitutivo 394
3. Reglas de funcionamiento 398 SECCION PRIMERA.-La relación jurídica, la institución y el deber jurídicos.
4. Pluralidad de miembros 399 § 51. La relación jurídica 437
5. Patrimonio 400 1. Concepto de relación jurídica 437
6. Disposiciones reguladoras de las diversas clases de asociaciones 400 2. Estructura 437
§ 47. Las fundaciones en particular 402 3. Clases 437
1. Concepto 402 § 52. La institución y el deber jurídicos 438
2. Legislación especial reguladora de las diferentes clases de fun- 1. Institución jurídica 438
dación 404 2. El deber jurídico 438
3. Cuál es el ser social o sustrato al que se otorga personalidad 405
4. Organos 406 SECCION SEGUNDA-El derecho subjetivo 439
5. El acto de fundar 407 § 53. Concepto y estructura 439
6. La dotación 409 1. Concepto y naturaleza 439
7. El fin perseguido ha de ser de interés general 410 2. Estructura 441
8. Naturaleza del acto fundacional • 412 3. Sujeto 442
9. Adquisición de personalidad por la fundación y desarrollo 4. Contenido 442
de su actividad 413 5. Objeto 443
10. Control e inspección o protectorado de la Administración 415
§ 54. Clases 445
§ 48. Domicilio, nacionalidad, capacidad y responsabilidad 418 1. Clasificaciones 445
A) Domicilio 418 2. Absolutos y relativos 446
1. Domicilio 418 3. Por razón de objeto 446
B) Nacionalidad y vecindad civil 419 4. Patrimoniales y no patrimoniales 447
2. Nacionalidad y vecindad civil 419 5. Derechos potestativos 447
C) Capacidad 420
§ 55. Vida del derecho subjetivo 449
3. La persona jurídica tiene capacidad jurídica y de obrar 420
1. Nacimiento 449
4. Ambito de capacidad de la persona jurídica 420
2. Adquisición 449
5. Autorización para ciertos actos 423
3. Adquisición originaria y derivativa 449
6. No uniformidad de la capacidad de las personas jurídicas 424
4. Adquisición a título particular y adquisición a título universal 451
7. Capacidad de las personas jurídicas reguladas por Derecho no
5. Modificaciones 452
español o español bien foral, bien común 425
6. Extinción 452
D) Responsabilidad de las personas jurídicas 426 452
7. Pérdida
8. Responsabilidad 426
8. Renuncia 453
9. Derecho a repetir 428 457
9. Causas de los efectos anteriores
§ 49. Modificación, extinción de la persona jurídica y destino de su pa- 10. Ejercicio de los derechos 457
trimonio 429 11. Límites del ejercicio de los derechos 458
1. Modificación 429 12. Límites extrínsecos 458
2. Extinción 431 13. Límites intrínsecos 459
3. Destino del patrimonio 433 14. Protección de los derechos 466
§ 50. Entes sin personalidad 434 15. Defensa represiva 466
1. Entidades sin personalidad 434 16. Defensa preventiva 467

946 947
1

INDICE INDICE

SECCION TERCERA.-Situaciones jurídicas secundarias 467 13. Libertad 504


* 56. Las llamadas expectativas de derecho 468 SECCION QUINTA.-E1 poder jurídico de la persona en la esfera patrimonial 506
1. Las llamadas expectativas de derecho 468 506
§ 61. El patrimonio
2. Derechos a término de ejercicio 468 506
1. El patrimonio: concepto y contenido
3. Expectativas de derecho en sentido propio 468
4. Derechos existentes, pero sin titular definitivo 469 2. Misión del activo patrimonial 508
3. Patrimonio y capacidad patrimonial 508
§ 57. Protección jurídica sin otorgamiento de derecho subjetivo 470 4. Transmisión del patrimonio 509
1. Protección jurídica sin otorgamiento de derecho subjetivo 470
§ 62. Patrimonios especiales 509
2. Efectos reflejos del Derecho objetivo 470
1. Patrimonio separado 509
3. Las facultades jurídicas 471
2. Patrirnono colectivo 511
SECCION CUARTA.-E1 poder jurídico de la persona en la esfera no patri- 3. Patrimonio de destino 511
monial 472
472 CAPÍTULO VII
§ 58. La esfera jurídica de la persona
1. Esfera jurídica de la persona y esfera no patrimonial 472 LAS COSAS
§ 59. Los derechos de la personalidad, en general 472 SECCION PRIMERA-Ideas generales 513
1. Derechos de la personalidad 472 513
* 63. El concepto jurídico de cosa
2. Sus caracteres 475 513
1. Concepto y análisis del mismo
§ 60. Los derechos de la personalidad, en particular 476 2. La unidad de la cosa 516
1. Clases 476 3. Cosas y bienes 518
A) Derechos de la personalidad en 1a esfera espiritual del hom- 518
bre 476 § 64. La comercialidad de las cosas
1. Cosas fuera del comercio privado 518
a) El nombre 476
2. Cosas de tráfico libre o restringido 519
2. El nombre 476
3. Adquisición 477 SECCION SEGUNDA. Las distintas clases de cosas, en particular 519
4. Cambio de nombre y apellidos 481
§ 65. Cosas de dominio público y de propiedad privada 520
b) Pseudónimo y títulos nobiliarios 487
5. Pseudónimo y títulos nobiliarios 487 1. Cosas de dominio público y de propiedad privada en el C.c
y legislación concordante 520
c) Honor 489
6. Honor 489 * 67. Cosas dentro y fuera del patrimonio 523
d) Intimidad personal y familiar 494 1. Cosas dentro y fuera del patrimonio 523
7. Intimidad personal y familiar 494 § 68. Corporales e incorporales 524
e) Imagen 496 1. Corporales e incorporales 524
8. Imagen 496 § 69. Consumibles y no consumibles 524
0 Derecho moral de autor 498 1. Consumibles y no consumibles 524
9. Derecho moral de autor 498 2. Las llamadas cosas deteriorables 525
B) Derechos de la personalidad en la esfera corporal 501
a) Vida 501 § 70. Fungibles y no fungibles 526
10. Vida 501 1. Fungibles y no fungibles 526
b) Integridad física 502 § 71. Muebles e inmuebles 527
H. Integridad física 502 1. Concepto y enumeración 527
11 Cadáver 503 2. Importancia de la distinción 533
c) Libertad 504 3. Fincas rústicas y urbanas 534

948 949
INDICE INDICE

* 72. Cosas divisibles e indivisibles 538 § 78. Análisis del concepto, elementos y efectos del negocio y momentos
1. Cosas divisibles e indivisibles 538 del ciclo negocial 568
§ 73. Las cosas y las relaciones de conexión de sus partes o de cosas 1. Esencia del negocio jurídico 568
entre sí 540 2. Elementos del negocio 568
3. Efectos 569
1. Idea general 540 570
2. Cosas simples 540 4. Acto ilícito y negocio ilícito
5. Definición provisional 572
3. Cosas compuestas 541 572
4. Partes integrantes 541 6. Teoría preceptiva
7. Elementos, requisitos, presupuestos, antecedentes, etc. 572
5. Pertenencias 541 574
8. Contenido
6. Cosas accesorias 542 9. Formación, eficacia y consumación 575
7. Universalidades de cosas 544 576
§ 79. Clases de negocios jurídicos
§ 74. Frutos, gastos y mejoras 545 576
1. Generalidades
1. Concepto de fruto 545 577
2. Negocios típicos y atípicos
2. Clases 547 578
3. Negocios solemnes y no solemnes
3. Frutos de los derechos 548 579
4. Negocios inter vivos y monis causa
4. Situaciones de los frutos 549 580
5. Negocios familiares y patrimoniales
5. Gastos y mejoras 551 580
6. Negocios de atribución patrimonial y no atributivos
7. Negocios de disposición y de obligación 580
CAPÍTULO VIII
8. Negocios de administración ordinaria y que exceden de ella._ 581
) LOS HECHOS JURIDICOS EN GENERAL 9. Negocios principales y accesorios 582
§ 75. El hecho jurídico 553 10. Negocios onerosos, gratuitos y neutros 583
1. Hechos jurídicos 553 11. Negocios unilaterales y plurilaterales 585
2. Efectos jurídicos 554 587
SECCION SEGUNDA.-La declaración de voluntad
3. Ejemplos de hecho jurídico y de hecho no jurídico 555
4. Causa de los efectos jurídicos 555 § 80. La declaración de voluntad 587
1. Declaración de voluntad y voluntad de declarar 587
* 76. Las clases de hechos jurídicos 555 588
1. Clasificaciones de los hechos jurídicos 555 2. La declaración de voluntad
3. Unidad de voluntad y declaración 589
2. Clasificaciones de los hechos voluntarios 558
§ 81. Clases de declaración 590
DC
CAPÍTULO 1. Declaraciones recepticias y no recepticias 590
EL NEGOCIO JURIDICO 2. Declaraciones expresas y tácitas 591
3. Declaraciones presuntas 593
SECCION PRIMERA.-La figura del negocio jurídico 563
4. Silencio como declaración de voluntad 593
§ 77. Generalidades 563 5. Declaraciones directas e indirectas 595
1. El negocio jurídico como medio de autorregulación de intereses § 82. Perfección y sustantividad de la declaración 597
jurídicos 563 1. Perfección de la declaración 597
2. Negocio jurídico y autonomía de la voluntad 565 2. Sustantividad de la declaración desde su emisión hasta su per-
3. El concepto de negocio jurídico, la teoría general del mis- fección 601
mo y la terminología utilizada 567 605
4. Negocio jurídico y declaración de voluntad 567 SECCION TERCERA.-Vicios de la voluntad
§ 83. Los vicios, en general 605
A. El negocio jurídico, hecho jurídico unitario 567
605
6. Del hecho al negocio jurídico 568 1. Defecto de la declaración de voluntad

951
950
INDICE INDICE

2. Formación viciosa de la voluntad 606 § 88. Reserva mental 652


§ 84. Intimidación 607 1. Concepto 652
1. Concepto 607 2. Efectos 653
2. ¿Es vicio de la voluntad negocial o de la voluntad de declarar? 609 § 89. Declaración no hecha en serio 654
3. Análisis de los factores que intervienen en la intimidación 610 1. Concepto 654
4. Invalidez 616 2. Efectos 655
§ 85. Dolo 617 § 90. Simulación 656
1. Concepto 617 1. Concepto 656
2. Dolo bueno y malo, causante e incidental 618 2. Fin perseguido, medio empleado y acuerdo simulatorio 658
3. Diferencias con figuras afines 660
3. Comportamiento (elemento objetivo) 619
4. Clases de simulación 660
4, Animus (elemento subjetivo) 621
5. Regulación legal 661
5. Error 622
6. La simulación en casos particulares 666
6. Carácter determinante 623
7. Efectos 624 SECCION QUINTA.-Falta de declaración procedente del sujeto del negocio 667
8. Compensación 624 667
§ 91. Falta de declaración procedente del sujeto del negocio
9. Prueba e 625 667
1. Casos en que se da
10. Cesación de la impugnabilidad 625 667
2. Falta de comportamiento voluntario
§ 86. Error 626 3. Violencia 668
1. Error obstativo 626 4. Falta de conciencia del valor de declaración 669
2. Error vicio 631 5. Declaración no procedente del sujeto del negocio 670
3. Estudio unitario 631 6. Definición definitiva del negocio jurídico 671
4. El error ha de ser esencial 632 672
SECCION SEXTA.-Sujeto y objeto del negocio
5. Error parcial 633
§ 92. Sujeto y objeto 672
6. Excusabilidad 633
1. Papel que desempeñan respecto del negocio 672
7. Error de hecho y de Derecho 634
2. Sujeto 672
8. Clases de error 636
3. Objeto: terminología y concepto 673
9. Efectos 639
4. Requisitos del objeto 674
10. Silencio de la ley en casos de error 642
11. Cesación de la impugnabilidad 642 SECCION SEPTIMA. La causa 675
12. Prueba 643 § 93. Doctrina de la causa 675
1. Generalidades 675
SECCION CUARTA.-Discrepancias entre voluntad y declaración 644
2. Concepción objetiva 677
§ 87. Teoría general 644 3. Concepción subjetiva 678
1. Discrepancias entre declaración y voluntad 644 4. Concepción unitaria 678
2. Teorías de la voluntad y de la declaración 645 5. Ambito de la causa 678
3. Teorías intermedias 645 6. La causa en nuestro Código civil 679
4. Teoría adoptada 646 7. Regulación legal de la causa 681
5. Posición de nuestro Derecho positivo 648 8. Concepción anticausalista 683
6. Posición de la jurisprudencia 650 9. La causa del negocio jurídico 684
7. Examen de los casos de discrepancia; referencia al error obs- 10. Jurisprudencia del T.S. sobre la causa 687
tativo 652 11. La causa objetiva y la causa subjetiva en el C.c. 690

952 953
INDICE, INDICE

§ 94. Ciertas clases de negocios en atención a la causa 694 9. Efectos del término 742
1. Negocios indirectos 694 10. Supresión, por la ley, del término establecido 743
2. Negocios en fraude a la ley 697 § 98. El modo 744
3. Negocios causales y negocios abstractos 698 1. Concepto 744
4. Negocios fiduciarios 702 2. Accesoriedad del modo 745
SECCION OCTAVA.-Los denominados elementos accidentales del negocio 3. Naturaleza del negocio modal 745
4. Distinción de otras figuras 746
jurídico 708
5. Contenido del modo 747
§ 95. Ideas previas 708 6. Modo imposible o ilícito 748
1. Generalidades 708 7. Nacimiento de la obligación modal 748
2. Terminología 709 8. Revocación del negocio modal 748
§ 96. La condición 710 9. Cumplimiento e incumplimiento de la obligación modal 749
1. Concepto 711 SECCION NOVENA.-La forma y la interpretación del negocio 753
2. Requisitos 711
3. Construcción jurídica 712 § 99. La forma 753
4. Tiempo y forma 714 1. Concepto de forma y clases de la misma 753
5. Sumisión parcial 714 2. Negocios formales y no formales 756
2 bis. Forma de la emisión de la declaración y otras formas 757
6. Significado 714
7. Aponibilidad 715 3. Forma y documento 757
8. Condición puesta a un acto puro 716 4. El principio de libertad de forma y sus excepciones en nuestro
9. Clases de condiciones 716 Derecho 758
10. Las denominadas condiciones impropias 720 5. Clases de forma 759
11. Necesarias e imposibles 721 6 Las llamadas formas ad probationem 760
12. Condiciones referentes a un hecho presente o pasado 723 7. Forma a otros efectos 762
13. Condicio iuris 724 8. Forma legal y forma voluntaria 762
14. Condiciones perplejas 725 9. Reproducción del negocio en otra forma y reconocimiento for-
15. Condiciones prohibidas mal del mismo 763
726
16. Pendencia de la condición 728 10. Ley aplicable a la forma de los negocios y actos jurídicos 766
17. Cumplimiento de la condición 729 § 100. La interpretación 767
18. El llamado cumplimiento por equivalencia 731 1. Concepto 767
19. Cumplimiento como sanción contra la mala fe 732 2. Sentidos que pueden atribuirse a la declaración 769
20. Efectos del cumplimiento 732 3. Sentido que debe atribuirse a la declaración 770
21. Retroactividad 733 4. Argumentos en pro de la tesis expuesta 772
22. Incumplimiento 734 5. Camino para precisar el sentido que debe atribuirse a la decla-
§ 97. Término 735 ración 773
1. Concepto 735 6. Declaración ininteligible 774
2. Término de eficacia y término de ejercicio 736 7. Interpretación, fijación de los hechos, calificación jurídica y
3. Término esencial y término accidental 736 subsunción 775
4. Otras clases de término 737 8. Interpretación e integración 777
5. Licitud y posibilidad del término 738 9. Labor de interpretación y elementos utilizados en ella 779
6. Negocios que admiten y que no admiten término 739 10. Intepretación del silencio 783
7. Efectos de la aposición de término a un negocio puro 739 11. Clases de interpretación 785
8. Fijación del término 740 12. Naturaleza de las normas de interpretación 786

954 955

INDICE INDICE

13. Normas de interpretación e interpretativas 787 6. Requisitos de la conversión 866


14, Normas de interpretación en nuestra ley 788 7. Apoyo positivo de la conversión 866
8. Clases de conversion y supuestos de ésta 867
SECC1ON DECIMA.-La representación 789 868
9. Anulabilidad
§ 101. La representación en general 789 10. El poder de impugnar 870
1. Ideas previas 789 11. Convalidación del negocio anulable 872
2. Clases 791 12. Causas de convalidación 873
3. Concepto de representación 795 13. Invalidez parcial 877
4. Diferencias entre la representación y otras figuras 795 14. Indemnización por razón de invalidez 878
5. Ámbito de la representación 798
6. El negocio del representante consigo mismo 798 CAPÍTULO X
§ 102. La representación voluntaria 802 EL TRANSCURSO DEL TIEMPO
A) La representación directa 802 § 106. Determinación y medida del tiempo 881
1. Concepto 802 1. Efectos del transcurso del tiempo 881
2. Requisitos para que una persona celebre como representante 2. Cómputo del tiempo 883
directo un negocio eficaz para otra 803 3. Computación natural y civil 883
3. La contemplatio domini 803 4. Día inicial 885
4. El poder 803 5. Día final 886
5. La actuación del representante y el uso del poder 826 6. Días festivos 887
6. Representación sin poder 827 7. Las diversas unidades de tiempo 888
7. La ratificación 829 890
8. El negocio representativo 831 § 107. La prescripción extintiva
1. Adquisición y extinción de derechos por el paso del tiempo 890
9. Liquidación de la relación entre representante y representado 834 891
10. Pluralidad de negocios contradictorios 835 2. Concepto de prescripción extintiva
3. Su verdadero significado 891
B) La representación indirecta 836 893
11. La representación indirecta 836 4. Fundamento
5. Ambito de la prescripción 895
C) Negocio celebrado por persona a designar 842 897
12. Negocio celebrado por persona a designar 842 6. Requisitos
7. Comienzo de la prescripción 902
§ 103. La representación legal 844 8. Inactividad inicial 903
1. Casos de la misma 844 9. Interrupción 909
2. Ideas centrales en el tema 845 10. Comienzo de nueva prescripción 920
SECCION UNDECIMA.-Ineficacia e invalidez 847 11. Suspensión 922
12. Efectos 923
§ 104. Ineficacia en general 847
13. Renuncia 924
1. Ineficacia 847
14. Carácter de las normas que regulan la prescripción 924
2. Ineficacia inicial 849
3. Ineficacia posterior 850 § 108. Influencia jurídica del transcurso del tiempo, a través de otras fi-
guras 927
§ 105. Invalidez 851
1. Invalidez e ineficacia de negocio válido 851 1. Caducidad: concepto 927
2. Nulidad 852 2. Ambito 929
3. Casos de nulidad 853 3. Fundamento 929
4. Consecuencias de la nulidad 857 4. Efectos 930
5. Conversión del negocio nulo 865 5. Casos 931

956 957
INDICE

6. Carácter de las normas que regulan la caducidad, y supletorie-


dad para ésta de las dictadas para la prescripción 931
7. No uso 933
8. Prescripción inmemorial 933
109. Derecho internacional privado e interregional 934
1. Derecho internacional privado e interregional 934

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