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LA MEMORIA REVELADA EN EL CORAZÓN HELADO

DE ALMUDENA GRANDES

Neus Samblancat Miranda


Universitat Autònoma de Barcelona GEXEL-CEFID

El escritor, o es memoria o no es nada.


Juan Marsé

A mi padre. In memoriam
A Pere y a Josep

El 22 de febrero de 1939 moría el poeta Antonio Machado en Collioure, tres


días después fallecía su madre Ana Ruiz. Cuenta José Machado, que al pasar
el cadáver amortajado de su hermano por encima de la cama de su madre
enferma, ésta abrió los ojos un instante y preguntó por él. 1 La muerte del poeta
fue sin duda una catástrofe,2 espejo de una catástrofe mayor: la pérdida de la
guerra civil por las fuerzas republicanas. Machado murió en el exilio, en tierra
francesa, como él murieron muchos más, otros fueron internados en campos
de concentración, o formaron parte de esas tropas que durante la segunda
guerra mundial -otra nueva catástrofe- lucharon por una Francia libre. En el
mismo mes de su partida –febrero-, 68 años después, una escritora nacida en
Madrid, en 1960, Almudena Grandes, publica una novela cuyo título, El
corazón helado, se inspira en los versos que escribe el poeta a comienzos de
siglo : “Españolito que vienes/al mundo, te guarde Dios./Una de las dos
Españas ha de helarte el corazón” 3 y en la respuesta que en diciembre de
1938, apenas dos meses antes de fallecer, dio Machado a Ylya Ehrenburg en
una entrevista: “…Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores,
todo estará muy claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy

1
Antonina Rodrigo, Mujer y exilio ,Prólogo M. Vázquez Montalbán, Madrid, Compañía literaria, 1999,
pp.25-32
2
En palabras de Grandes: “Machado [es] el ejemplo más significativo y más admirable de las virtudes del
republicanismo español. Todo lo mejor está reunido en grado sumo en él. El corazón helado,
conferencia impartida por la autora, invitada por GEXEL-CEFID, en la Universitat Autònoma de
Barcelona, I Seminario sobre Literatura del Exilio, 15 de enero de 2008. DVD.
3
Campos de Castilla (1907-1917) Proverbios y Cantares, LIII, Antonio Machado, Donde las rocas sueñan,
Antología esencial (1903-1939) Selección Joaquín Marco, Barcelona, Círculo de Lectoras, 1999, p.249

1
tan seguro… Quizá la hemos ganado.” 4 Palabras que son trasunto de su actitud
ética, ficcionalizada en varios motivos, aspectos y personajes de la novela de
Grandes. Esta comunicación tiene como objetivos alumbrar la huella de
Machado, “voz de los vencidos,”5 en El corazón helado y analizar la obra

focalizando el tema en el legado que la guerra y el exilio de 1939 ha dejado


en la contemporaneidad, en la memoria de aquéllos que la vivieron y en sus
herederos, conocedores parciales, en muchas ocasiones, de lo ocurrido. “El
impulso del relato tiene que ver con nuestro presente social y cultural de una
manera tan directa –afirma Jordi Gracia- que incluso cuando se abre al pasado
y se inmiscuye en las biografías dañadas por la Guerra Civil, el exilio o la
División Azul, late la voluntad de recordar que eso sucede en el presente y que
todo aquello que sucedió, fuese lo que fuese, no sucedió, sucede, aunque lo
callen los que lo saben, aunque lo ignoren quienes lo heredan”. 6 A este
respecto, una de las citas que precede la primera parte de la novela, titulada “el
corazón” no puede ser más elocuente, en ella Ortega y Gasset recuerda que “lo
que diferencia al hombre del animal es que el hombre es un heredero y no un
mero descendiente.” De este modo Grandes sortea uno de los problemas que
hubiera podido tener su novela, frente al último caudal de novelas sobre la
guerra civil, puesto que el tema de la guerra se trata no en sí mismo, sino en la
herencia que ha dejado sobre los hijos y sobre todo sobre los nietos de sus
protagonistas. La España vencida y del exilio, la que cruza la frontera en 1939
y se asienta en Francia, Argentina o México, pesa como herencia y como
herida que ha de ser restañada, como deuda contraída, como culpa y sobre
todo como vindicación.7 Tal vez por ello la cita de Ortega en el ante texto de la
primera parte de la novela va precedida de otra de Memoria de la melancolía
en la que María Teresa León proclama su condición de desterrada y la

4
La nuit tombe, Ilya Ehrenburg ( traducido del ruso por Vladimir Volkoff), París, Gallimard, 1966
5
Siguiendo el tono y la línea de análisis que preside el ensayo de Alicia Alted, La voz de los vencidos. El
exilio republicano de 1939 ( Madrid, Aguilar, 2005 ). Tono que la autora sintetiza en las palabras iniciales
de Walter Benjamin y Antonio Machado y páginas adentro en la voz de Gustavo Pittaluga y en las
fuentes orales documentadas.

6
Jordi Gracia, Novela de la restitución, El Pais ( Babelia) 17 de febrero de 2007, p. 7
7
“La España del miedo pesa como herencia y como deuda […] En un doble sentido. En el de la culpa y en
el de la vindicación que es el doble eje sobre el que bascula la trama, ”José María Pozuelo Yvancos,
Herederos de la desdicha, ABC de las Artes y las Letras, 17 de febrero 2007, p.15

2
convicción de su retorno: “Dejadnos las ruinas. Debemos comenzar desde las
ruinas. Llegaremos.”8
La novela comienza con la imagen inicial de un entierro en un pueblo cercano a
Madrid, Torrelodones. A él asisten las gentes del lugar, mujeres de “rodillas
anchas, abultadas, pulposas […] plantadas como árboles chatos en la
descuidada hierba del cementerio”9 y hombres que “se parecían entre sí tanto
como las mujeres […] árboles como ellas, cortos y macizos, capaces de
aguantar calamidades, muy viejos y muy fuertes a la vez.” 10 Al otro lado se
sitúa la familia del difunto, Julio Carrión González, nacido en el pueblo, pero
enriquecido durante la posguerra en Madrid, rico propietario de varias
inmobiliarias. El duelo es contemplado de lejos por una joven desconocida,
Raquel Fernández Perea, que llama la atención de uno de los hijos del fallecido
Álvaro Carrión González.11 Ambos serán los protagonistas de la historia de
amor narrada en tiempo presente. Los dos descubrirán cómo la memoria de
sus dramáticas historias familiares se proyecta, sin retorno, sobre sus vidas.

En estas primeras páginas Grandes presenta sus cartas al lector. En primer


lugar, la voz narrativa en primera persona, correspondiente a Álvaro Carrión, el
único personaje adulto de la familia que se fija en la desconocida.

“ No podía ver sus ojos, pero sí su boca, su barbilla, los labios entreabiertos […] Se
quedó a mi altura, tan lejos de las chaquetas de lana como de los abrigos de pieles,
como si no pretendiera tanto ver como dejarse mirar, consciente tal vez o quizás no, en
absoluto, de que yo era su único testigo, el único que podía mirarla, que recordaría
haberla visto después”12

Esta voz aparecerá en los capítulos impares, ubicados en el presente del


relato, marzo de 2005, aunque con abundantes retrospecciones hacia el
pasado. Esta visión alternará en los capítulos pares con una voz en tercera
persona omnisciente —“el 24 de junio de 1941 hacía calor, un calor seco,
africano e impío, capaz de levantar un espejismo acuático a ras de las aceras

8
Maria Teresa León, Memoria de la melancolía, Buenos Aires, Losada, 1970, p. 30
9
Almudena Grandes, El corazón helado, Barcelona, Tusquets, 2007, p.15
10
Ibídem, p.15
11
Imagen que la autora desvela en el epílogo de la obra , p. 927
12
El corazón helado Op. Cit., p.25

3
—”13 que “relatará fragmentariamente la historia familiar de los Fernández, [los
vencidos]. Sus desgracias en la guerra, sus amarguras en los campos de
refugiados y en la resistencia francesa durante la II Guerra Mundial, la gran
traición que los condenó a perder sus propiedades en España y su regreso al
país con la vuelta de muchos exiliados.” 14 También narrará la historia familiar
de Julio Carrión, [el vencedor] “hijo de un pastor de ovejas alcoholizado y de
una presa política que había muerto en la cárcel,” 15 su doble actuación durante
la guerra civil e inmediata posguerra, su breve estancia en Riga y Francia, su
retorno a Madrid el cuatro de abril de 1947 y su progresiva y pujante
prosperidad.

“[…] Y comprendió [Julio Carrión] que no había vuelto a un país pacificado, sino prisionero, un
país ocupado donde ya no había vencedores, sino amos. Otros habrían perdido el tiempo
sacando conclusiones, pero a él no le hicieron falta para comprender que se encontraba en el
paraíso de los impostores, de los usureros, de los oportunistas. Un lugar, en fin, inmejorable
para prosperar.”16

En ocasiones ambas voces se enlazarán a final de capítulo e inicio del


siguiente por el recurso de la anadiplosis semántica. En segundo lugar,
Grandes recurre al uso de la “amplificatio como modo de desarrollo narrativo.” 17
Procedimiento recurrente de su técnica narrativa. El corazón helado destaca
especialmente por su profusa adjetivación trimembre o cuatrimembre, cuando
el hilo del discurso se contiene, o de varios elementos más: cinco, seis o
incluso siete adjetivos que suelen acompañarse de una comparación final -una
nueva amplificatio- que apuntala la imagen presentada. “Percibió en silencio su
propia metamosfosis –anota Grandes- mientras se reconocía vivo otra vez, vivo
y sensible, inerme, expuesto, frágil, delicado, vulnerable como los hombres
vivos.”18 Grandes marca desde el primer párrafo de la novela un modo de
narrar basado en la dilatación de las escenas y de los retratos, acogiéndose a
un estilo nominal basado en la suma y yuxtaposición de elementos. En lo que
compete a la trama, la novela se caracteriza por su dilación, por la abundante

13
Op. Cit., p.166
14
Ángel Basanta, El corazón helado, El Mundo ( El Cultural), 15 de febrero de 2007, p. 10
15
Almudena Grandes, El corazón helado, Op., Cit.,p. 517
16
Ibídem., p.536
17
Jordi Gracia, Novela de la restitución,Op. Cit., p.7
18
Almudena Grandes, El corazón helado, Op., Cit., p.452

4
inserción de ramificaciones e historias secundarias. […] “Novela muy bien
armada que se crece en los meandros a menudo infinitesimales y en las
exploraciones interiores exhaustivas.” 19 La complementariedad y el
contrapunto a la vez de las dos voces arriba indicadas permite ir aclarando la
complejidad de la historia “encarnada en el sufrimiento individual de muchos
personajes, e ilustrativa de las dos Españas en permanente conflicto” 20 En el
corazón helado “me interesaba evitar tres peligros -dirá Grandes- quería una
novela política, pero no panfletaria, porque los panfletos son nefastos desde el
punto de vista literario e ideológico; una novela sentimental, pero no
sentimentaloide, y una novela sobre la historia, pero no histórica, es decir, que
no pareciera de no ficción.”21 [El corazón helado ] –dice Grandes- “es una
novela de españolitos, de gente corriente, no aparecen personajes históricos
relevantes. No hay ninguna voluntad de narrar la excepción. Sí, una voluntad
de narrar la norma. Ese destino compartido por muchos, esa Historia
compartida por mucha gente.” 22

La estructura tripartita de la novela compuesta por tres partes de cinco, quince,


y otros cinco capítulos, cada uno de ellos precedidos de parejas de citas, refleja
de un lado la voluntaria simetría buscada por la autora en el inicio y final de la
novela, con ese “estupendo bucle de la analepsis final” 23 en donde se retoman
los cabos sueltos, en donde se justifica y acaba de explicar la historia y en
donde Álvaro Carrión culminará la indagación personal y familiar llevada a cabo
a lo largo de la novela. En El corazón helado- dirá Grandes- “la estructura tiene
un valor expresivo.”24 De ahí el análisis demorado de la parte media, titulada “el
hielo,” la que se abre al pasado, la que da cuenta del final de la guerra civil, 25
del exilio en Francia, tanto de los vencidos como de sus hijos nacidos allí,

19
Jordi Gracia, Op. Cit., p.7

20
Ángel Basanta, El corazón helado, Op. Cit., p.11
21
Ibídem, p.11
22

Almudena Grandes, El corazón helado, conferencia citada.

23
José María Pozuelo Yvancos, Herederos de la desdich, Op.. Cit., p.15

24
Almudena Grandes, El corazón helado, conferencia citada.

25
La familia Fernández se reúne por última vez en su casa de Madrid el 19 de febrero de 1939, El
corazón helado, Op. Cit.,p.240

5
aportando en estas páginas la autora la visión de la segunda generación. Este
cuerpo central pleno de retrospecciones, de largo aliento, “desmesurado y
prolijo,” en palabras de Domingo Ródenas, 26 da cuenta también del escenario
europeo en conflicto de la II guerra mundial 27 y del alistamiento a la División
Azul, por parte de Julio Carrión. En esta parte se narra la fragua de la amistad,
traicionada pocos años después, entre Julio Carrión e Ignacio Fernández, el
abogado, capitán comunista en la guerra civil, exiliado, internado en el campo
de Barcarès en el sur de Francia, combatiente contra los nazis en la II guerra
mundial y con el tiempo abuelo de Raquel Perea. Pero además la estructura
convoca tres niveles: el hoy desde el que se vive e interpreta la guerra civil y el
exilio, el ayer que pende sobre esas vidas y el legado de dignidad o de silencio
que transmite la novela. [El corazón helado] “es un libro sobre la memoria, algo
que me preocupa y me fascina”-recuerda Grandes. 28 Los tres niveles serán
cómplices, además, de las citas que preceden cada una de las partes y, una
vez más, de Machado. Si Ortega y Gasset y María Teresa León precedían la
primera parte, a modo de voces que anuncian la doble herencia de culpa y de
lucha que aflora a lo largo de la novela, en la segunda parte de la obra, la más
política, la doble cita de Constancia de la Mora y de Antonio Bahamonde
contrapone una vez más esas dos Españas. Mientras Constancia de la Mora
recuerda en sus memorias Doble esplendor el programa del Frente Popular,
Bahamonde en su obra Un año con Queipo de Llano (Memorias de un
nacionalista) da cuenta de “que lo interesante era limpiar bien a España de
marxistas.” […] Aquí en treinta años no hay quien se mueva”-apostilla. Como
colofón final, la tercera parte resguarda la huella de los versos de Machado en
su propio título, homónimo al de la novela, y lee esas dos Españas desde el
presente por medio de una reflexión de Francisco Ayala sobre “ la poesía de
circunstancias”29 y un poema que canta a la libertad fechado en 1977. La suma
de estos ante textos, seis en total, melodías iniciales de una composición,

26
Domingo Ródenas, “El cuerpo central (¡de 600páginas![…] peca de desmesurado y prolijo”, Ominosos
legados, Op.., Cit., p.51
27
Una imagen ilustrativa del mismo es el dibujo a tinta de Xavier Nogués: Europa: baralla de gossos
(1938).
28
Miguel Ángel Trenas, Entrevista a Almudena Grandes, que publica El corazón helado, “La generación
de nuestros abuelos fue mucho más moderna que la nuestra,” La Vanguardia, 13 de febrero de 2007,
p.40
29
Una vez más la dualidad pues el fragmento de Ayala alude a ese estar ”tan por encima de ciertas
cosas” mientras que la jarcha que la antecede alienta el logro de la libertad.

6
“epígrafes [que] harán resonar algunas cuerdas del texto futuro," 30 resulta tan
elocuente para la poética de la novela como el epílogo gratulatorio final 31 que
Grandes añade como si de un nuevo capítulo se tratara: “un capítulo más del
libro por su extensión” – dirá Grandes-. 32 En él recuerda el carácter ficticio de la
novela y a la vez señala la verdad histórica de los episodios más crueles de la
guerra civil que se narran o de las expropiaciones de posguerra. Además de
evidenciar la procedencia de un sinfín de historias contadas, de fuentes orales,
que apuntalan ese patrimonio común del tema sobre el que Grandes construye
su obra de ficción. Con simétrica belleza, la suma desemboca en la referencia
en la página final de la obra “a don Antonio Machado, por todo y por el título.” 33
No es el único homenaje literario, aunque sí es el vertebrador, que aparece en
El corazón helado. Grandes ha construido una novela de estirpe galdosiana, el
realismo es la técnica predominante. “Ambiente, personajes y conflicto son los
estribos del modelo realista de novela, que la autora preconiza y practica.
Conforme a él, ésta es su obra más ambiciosa, en la que esas virtudes triunfan
inapelablemente.”34 A este modelo, admirado reiteradamente por la autora, 35
“fanática de Galdós,” según expresa, 36 se suman “procedimientos aprendidos
en la novela del siglo XX como el monólogo interior, a veces tejido con las
voces de varios personajes en su dramática corriente de conciencia […]
Tradición y modernidad se unen en momentos culminantes de la novela, como
la sangrante lectura de la carta de la abuela Teresa –madre de Julio Carrión-
por Álvaro y su descubrimiento de lo que su padre les había ocultado.” 37 Éste
es uno de los momentos más intensos de una novela, que convoca un océano
de historias y una multiplicidad de registros y tonos. “Épica en el fervor de las
30
[…] “El epígrafe permite observar que el texto se escribe siguiendo variaciones, poniendo en marcha
un lenguaje que se despliega como dialogar formal, gracias a contrapuntos y variaciones, repeticiones y
diferencias, fugas y ampliaciones. El epígrafe hará resonar algunas cuerdas del texto futuro." Caturla,
Alberto, "El epígrafe como reto de lectura", A orillas del texto (tesis doctoral, pendiente de lectura),
dirigida por Dr. Robert Caner-Liese, Departamento de Teoría de la Literatura, Universidad de Barcelona.
31
José María Pozuelo Yvancos, lo califica de “fundamental” Herederos de la desdicha, Op. Cit., p.15
32
“Un capítulo más del libro por su extensión,” Almudena Grandes, El corazón helado, conferencia
citada.
33
El corazón helado, Op. Cit.,p.933
34
Domingo Ródenas, Ominosos legados, Op. Cit.,, p.51
35
Almudena Grandes. La memoria emocionada, Milagros Pérez Oliva, El País Semanal, p.14 “ Yo siempre
he admirado mucho la novela del XIX porque esa fue la gran época de la novela. Los novelistas aún
podían aspirar a la totalidad, eran salvajes porque eran inocentes.
36
Almudena Grandes, El corazón helado, conferencia citada.

37
Ángel Basanta, El corazón helado, Op..Cit., p.11

7
ideas, incluso con el empleo del epíteto épico ‘la viuda roja’ referido a la bella
Paloma,”38 o vejatorio “el sapo” referido a la delatora Mariana, la madre de
Angélica, futura esposa de Álvaro Carrión. Lírica en la expresión de los
sentimientos, en la lectura de esas cartas que entreveran el texto: la que
Carlos escribe a Paloma, aprendida de memoria por Anita, reiterada a lo largo
de la obra como continuo estribillo o la carta de despedida, fechada el 2 de
junio de 1937, que escribe Teresa González a su hijo de 14 años Julio Carrión,
leída por Álvaro, su nieto, 68 años después, en otro de los momentos más
intensos de la obra. Esta carta de tres páginas de extensión, mitad de un
diálogo a través del tiempo, entreverada de las reflexiones y de las respuestas
de Álvaro a Teresa González, su abuela ausente, y de los reproches a su padre
fallecido, por haber ocultado a su madre, por haberla tapiado en vida, actúa a
modo de bisagra de la novela, al establecer un triálogo generacional, que
demuestra que la historia no avanza en línea recta, pues Álvaro se siente más
cerca de su abuela, esa mujer moderna de los años 30, maestra, socialista,
valiente y digna, que de su padre. Porque la novela es también en este
meandro un homenaje a las mujeres que lucharon por la defensa de sus
derechos en el primer cuarto del siglo XX. Pivota además sobre esta carta “la
carga moral de la razón,” en palabras de Vázquez Montalbán, 39 que legitima en
Teresa a los vencidos y les hace ganar la guerra: “[…]Y ya sé que esta victoria
póstuma, simbólica y tardía nunca te consolará de aquella derrota pero tú, hoy,
has ganado la guerra, abuela,” 40 al tiempo que legitima, en el presente, la
memoria no distorsionada de la guerra, en el personaje de Álvaro, que recoge
el testigo. Carta acariciadora, la escritura “como un tacto de palabras,” 41— “ella
[ Teresa] había escrito mis ideas con su letra antigua y femenina, de trazos
largos y picudos, elegantes—” 42
que redime la conciencia de un lector –Álvaro-
que se siente traidor a su padre, encarnación del vencedor, el franquismo, y fiel
a su abuela –Teresa-, la vencida, imagen de la II República. […] “Porque
aquella voz me llamaba, me estaba hablando a mí, […] porque era la voz de mi
abuela, y tenía razón, tú no puedes ser como ellos, tú tienes que ser un
38
Ibídem, p.11
39
Antonina Rodrigo, Mujer y exilio ,Prólogo M. Vázquez Montalbán, Madrid, Compañía literaria,
1999,p.14
40
El corazón helado, Op,. Cit.,p.305
41
Carme Riera, La meitat de l’ànima, Barcelona, Proa, 2004, p. 46
42
El corazón helado, Op,. Cit.,p.306

8
hombre digno, bueno, valiente, y por eso aquella carta ya no tenía nada que
ver con la memoria de mi padre […] aquella carta sólo tenía que ver conmigo,
con mi propia memoria, mi propio concepto de la dignidad, la bondad, la
valentía, pero la guerra terminará algún día, y vencerá la razón, vencerán la
justicia y la libertad, la luz por la que luchamos […] ninguna victoria es
comparable a ésta […] que derrota a la historia, al tiempo y a la muerte […] y
yo que creía que mi vida no era esto […] que mi vida era una apacible llanura
de tierras cultivadas que no exigía excesos de mis ojos ni de mi conciencia […]
y sin embargo ahora te tengo a ti […] te tengo a ti, dondequiera que estés,
abuela. Y a las voces de Teresa y Álvaro se suman ahora en una nueva
lectura los versos de Miguel Hernández: […] “quiero escarbar la tierra con los
dientes, queridísimo hijo de mi corazón, quiero apartar la tierra parte a parte,
perdóname si puedes, a dentelladas secas y calientes, las ideas son mucho
más de lo que parecen, quiero minar la tierra hasta encontrarte, no hemos
tenido suerte, hijo mío, y besarte la noble calavera, a lo mejor estoy
equivocada y desamordazarte, y lo hago por amor , y regresarte…43

El corazón helado es también una novela de personajes moralmente


ambiguos,44 retratados en perspectiva a través de las voces de otros,
haciéndose, o de personajes de una pieza que renuncian a la venganza como
Ignacio Fernández Muñoz, “íntegro en su esencial bondad y sabiduría
humana.”45 Novela que atrapa a sus lectores por la totalidad de los amores que
presenta no únicamente en las relaciones sentimentales que viven las
diferentes generaciones que aparecen y sus descendientes: Ignacio y María,
Teresa y Manuel, Ignacio y Anita, Carlos y Paloma, Ignacio y Raquel, narradas
en fluido flash back o en copresente narrativo, — “te he querido hasta el límite
de mis fuerzas, Paloma, te sigo queriendo con todo lo que soy”—, 46 sino
también por la absoluta devoción entre miembros de la misma familia, como los
hermanos Mateo e Ignacio Fernández o el cariño secular ente Ignacio
Fernández y su nieta, Raquel Perea. Como es habitual en su narrativa Grandes
construye un universo de mujeres fuertes, en la piedad o en la maldad. El
personaje de Álvaro, además, desde el que se narra el presente hasta el punto
43
Almudena Grandes,El corazón helado, Op, Cit.,pp.306-307
44
El Norte de Castilla, Valladolid, Almudena Grandes, Escritora, 13 de febrero de 2007, p.59
45
Ángel Basanta, El corazón helado, Op. Cit.,p.11
46
Almudena Grandes, El corazón helado, Op,. Cit.,p.639

9
de que “el verdadero tema de la novela es la conciencia de Álvaro Carrión,” 47
vive una historia de amor en muchas direcciones: históricas, políticas y
sentimentales, cauces en los que se tejen, a través de las abundantes
introspecciones psicológicas que pueblan la novela, el asombro, el dolor y el
deseo de reconciliación imposible con su nombre, “cargado de vileza.” 48
Grandes escribe una novela política “desde el punto de vista sentimental, de
los sentimientos de los personajes”49 y este rasgo consolida su singularidad y
probablemente una de las claves de su éxito. Pero aún hay más, por medio de
diferentes guiños intertextuales, la autora cose a su texto los versos de Miguel
Hernández, en más de una ocasión, los del Lorca de Poeta en Nueva York al
referirse al exilio como “río que no desemboca,”50 Los de María Teresa León al
hablar de la guerra civil y decir “aquellos años fueron los mejores de nuestra
vida”51 o pulsa la memoria con el topónimo galdosiano de “Orbajosa,” ciudad
levítica famosa por su consumo de ajos,52 al referirse a ese “país de salvajes
comedores de ajos.”53 También hace que Ignacio Fernández conozca en un
calabozo al capitán Vicente Dalmases, personaje del Laberinto mágico
maxaubiano. De la mano de Aub, la autora nos introduce en el tema de la
vuelta y en la visión que tiene del exilio la segunda generación, en el caso de
El corazón helado los nacidos en Francia. Ya en su epílogo gratulatorio
menciona explícitamente el ensayo coordinado por Alicia Alted y Luciennne
Domergue, El exilio republicano español en Toulouse (1939-1999), “una
conmovedora recopilación de historias personales –anota Grandes- [que] me
enseñó a mirar hacia el exilio francés.54

El punto de vista de la segunda generación se dramatiza en el personaje de


Ignacio Fernández Salgado, el hijo de ese capitán comunista que saluda a
47
Almudena Grandes, El corazón helado, conferencia citada.

48
“Y menos al comprobar el despiadado cinismo de su madre con el corazón de piedra”El corazón
helado, Ángel Basanta, Op.. Cit., p.11
49
Milagros Pérez Oliva Almudena Grandes. La memoria emocionada. Entrevista. “Pero no es una novela
sobre los hechos históricos, sino sobre la construcción sentimental de esos hechos” EPS, 5 de febrero
2007, p.14
50
Como no recordar ante esta imagen el poema de Federico García Lorca, perteneciente a Poeta en
Nueva York (Madrid, Cátedra, 1992)“Niña ahogada en el pozo (Granada y Newburg)”
51
El corazón helado, Op. Cit., p.638
52
Benito Pérez Galdós, Doña Perfecta, Madrid, Cátedra, 1988
53
El corazón helado, Op. Cit., p.617
54
Ídem.,, p.923

10
Dalmases, nacido en Toulouse, mediada la segunda guerra mundial, mientras
su padre -soltero e ignorante de su venida al mundo- lucha contra los nazis. Su
nacimiento aporta una nota melodramática al desarrollo de la novela –otro
nuevo registro- y un nuevo meandro histórico – el de la Francia ocupada— y
permite a la autora ubicarse tras la mirada de unos nuevos ojos, de una voz
distinta. En este segundo bucle de la segunda parte de la novela presenta
Grandes la visión del exilio y de sus constantes: la mitificación de lo perdido, la
identidad escindida, el perpetuo deseo de volver, el aplazamiento continuo,
pero lo ve, lo escucha y lo lee desde la voz de los hijos de los exiliados, desde
una mirada crítica y dividida que pone en cuestión la cultura recibida, y sus
sacros valores, las costumbres extrañas en otra tierra, el legado de un exilio
que no se hizo y se tiene que vivir como propio, el desgarro y la desubicación
que supone la condición de a-terrado, en palabras de Adolfo Sánchez
Vázquez,55 de no pertenecer ni al país de salida ni al nuevo. Ese perpetuo no
saber de dónde se es, de esa vida a medias, inadaptada y carente, con la
mirada puesta en una “presencia póstuma y fantasmal.” Matiza y distingue
también la autora de Los aires difíciles en esta parte de la novela el exilio
francés, más duro, si posible es, por su cercanía geográfica del lugar de
partida, del exilio americano.

Ignacio Fernández Salgado, que nunca había estado en España, ya estaba harto de España, harto
de la tortilla de patatas y de las sevillanas, de los villancicos y de los refranes, de Cervantes y de
García Lorca, de los mantones y de las guitarras, de Fuenteovejuna y del Tenorio, del cerco de
Madrid y del Quinto Regimiento, de comer uvas en Nochevieja y de levantar en el aire una copa
de champán para escuchar siempre las mismas palabras, el año que viene en casa. […] Lo
insoportable era ser hijo de exiliados españoles, haber nacido, haber crecido, haberse hecho un
hombre en un exilio como aquél, denso, espeso, concentrado, estimulado a perpetuidad y
perpetuamente torturado por la cercanía, la conciencia de esa frontera tan próxima y tan
inalcanzable a la vez como un tarro de caramelos de colores situado un centímetro, sólo un
centímetro, por encima de los dedos de un niño hambriento. Qué horror el exilio, aquel exilio
ajeno que le habían hecho vivir como propio, a él, que era francés, que no era francés, que no
sabía de donde era pero tampoco podía permitirse el lujo de que no le importara ser de ninguna
parte, porque no había nacido en un país, sino en una tribu, un clan envalentonado de su propia

55
Adolfo Sánchez Vázquez, “Fin del exilio y exilio sin fin, ”en Recuerdos y reflexiones del exilio, GEXEL,
Sant Cugat del Vallès, Barcelona, 1997, p. 46

11
desgracia, un campamento de nómadas inválidos y satisfechos de su invalidez, una sociedad de
ingratos incapacitados para apreciar lo que tenían, una aldea de idiotas que no sabían leer los
mapas ni vivir en el tiempo de los calendarios, los eternos y voluntariosos inadaptados que
hallaban un placer malsano, intenso y difícil, en sus placenteras carencias, porque siempre les
faltaba algo y sólo sabían disfrutar de la mitad de las cosas, siempre infelices, siempre a medias,
siempre encerrados en las minúsculas dimensiones de una patria portátil, una presencia póstuma
y fantasmal a la que llamaban España y que no existía, no existía, no existía” 56

El momento final de esta escisión — todo en la novela se construye desde los


sentimientos— correrá de la mano de la memoria y del amor. Ignacio
Fernández Salgado en su visita a Madrid, acompañado por Raquel Perea
Millán, nacida en el exilio también, conoce de labios de su tía Casilda, en otro
nuevo meandro en el que Grandes dibuja el paisaje moral y social del exilio
interior, la historia de su tío, Mateo, y al oírla comprende el daño irreparable
“causado por una dictadura que hizo de la violencia su primer valor y su
práctica permanente.”57

“Escribo Mateo Fernández Muñoz todos los meses, y escribo 1915, una rayita,1939, y
también sé que lo borran enseguida, pero para poder borrarlo, antes tienen que leerlo. […]
Porque lo que quieren es que Mateo no haya vivido nunca, eso es lo que quieren, ¿lo entendéis?
¿Lo entiendes tú, Ignacio? […] Quieren que no haya vivido nunca. No han tenido bastante con
matarlo, ahora quieren que no hubiera nacido, y por eso dicen que nunca se casó conmigo,
[Casilda] por eso nuestro hijo no puede llevar sus apellidos, por eso no hay ninguna tumba con
su nombre, para borrarlo, para eliminarlo, para matarlo del todo. Pero Mateo vivió, vivió y yo
viví con él, y para eso sigo viviendo, solo para eso…” 58

[…] “En 1971, cuando nació su primer hijo varón, Ignacio Fernández Salgado y Raquel Perea
Millán decidieron llamarle Mateo. Nadie les preguntó por qué, pero todos supusieron que era
una forma de cerrar el eslabón…”59

56
El corazón helado, Op. Cit.,p. 604
57
Ricard Vinyes El País, 7 de enero, 2009, p.25 La cita completa es: “El daño causado por la dictadura de
un estado que hizo de la violencia su primer valor y su práctica permanente, ha tenido unas
consecuencias y un legado sencillamente imperdonables, tan sólo puede ser explicado, reconocido y
sumido”
58
El corazón helado, Op. Cit., p. 637
59
El corazón helado, Op. Cit.,p. 638

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“Esta novela me ha cambiado la vida” 60- dice Grandes. “Es el libro que más me
ha afectado, más me ha cambiado y más me ha hecho pensar.[…] La ficción es
un instrumento más para reflexionar sobre la realidad. ” 61

«La memoria revelada en El corazón helado de Almudena Grandes»


por Neus Samblancat Miranda se encuentra bajo una Licencia Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
www.gexel.es/lamemoriarevelada.pdf

60
Almudena Grandes, El corazón helado, conferencia citada.

61
El Norte de Castilla, Valladolid, Almudena Grandes, Escritora, Op. Cit., p. 59

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