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El Constitucionalismo
El Constitucionalismo
1.- En estas líneas trataré de describir simplificada y brevemente un libro magnífico tanto por
su profundidad (y alta complejidad) como por su fundamentación. Se trata de un informe de
investigación escrito como un ensayo maduro de un jurista sabio en el que despliega sus
teorías sobre las materias abordadas (Grimm es catedrático e investigador de diversos
organismos, y ex magistrado del Tribunal Constitucional Alemán). Su metodología es
comparativa, tanto desde una perspectiva jurídica como histórica y social. Este trabajo
muestra cómo la explicación profunda de las instituciones jurídicas requiere considerar el
contexto en que nacen y se desarrollan. Asimismo, hace caer una gran cantidad de falsas
premisas en que se sustentan varias corrientes de pensamiento de diferentes especialidades
jurídicas. Ello es uno de los aspectos más relevantes de la obra.
2.- Esta versión española contiene un estudio preliminar en que el catedrático Antonio López
entrega su apreciación tanto de Grimm como de su extensa obra, y examina dos de los más
importantes temas del constitucionalismo actual, los derechos fundamentales (DDFF) como
eje de la Constitución y la defensa de la misma (que también es la defensa de los anteriores).
A continuación, la obra de Grimm. En su primer capítulo aborda la Constitución desde una
perspectiva teórica (concepto, contexto de su origen, y propagación, sus condiciones y
límites, su validez y efectividad, su mutación e identidad, en un contexto de cambio y crisis, y
su futuro). En el capítulo segundo el autor expone las condiciones de nacimiento y las
consecuencias del constitucionalismo moderno, construyendo un modelo explicativo acerca
de la génesis de la Constitución que usará a lo largo de toda la obra y que pondrá a prueba
sobre algunos casos históricos (Inglaterra, Estados Unidos de América, Francia, Alemania y
otros). Luego, desde esa perspectiva genética realiza un análisis sobre la situación actual de
la Constitución. El capítulo tercero conecta los DDFF y la Constitución con las sociedades
burguesas, con lo que su principal tesis queda configurada, sosteniendo que la
Constitución y los DDFF (ambos indisolublemente vinculados entre sí y con la Democracia)
son fruto de las aspiraciones sociales e históricas y la filosofía social burguesas (tesis que
también contrasta con la evolución política y social de los países mencionados). El cuarto
capítulo informa de la evolución histórica de la Constitución (su origen y las luchas por su
implantación, su consolidación y crisis, y su perspectiva actual y futura). El capitulo quinto
aborda un posible retorno a la comprensión liberal de los DDFF. El capítulo final, en buena
medida una evaluación del material tratado, se refiere al futuro de la Constitución, desde las
ideas y condiciones sociales e históricas que la hicieron posible hasta las actuales
condiciones, que podrían plantear dudas acerca de su pervivencia.
3.- La tesis central que el libro defiende y fundamenta es la siguiente: "En la medida en que
estas condiciones (del modelo explicativo) sólo son aplicables a ¡a burguesía moderna, al
modelo social burgués y a la revolución burguesa, la Constitución puede calificarse como
fenómeno burgués " (p. 61). La tesis tiene su reverso: "Cuanto más lejos se hallaba un país
de las circunstancias en las que había surgido el Estado Constitucional, más restringía el
contenido de la Constitución en lo referido a la legitimación y limitación del poder"'. Para
probar esta tesis, Grimm construye un modelo explicativo relativo al nacimiento de la
Constitución moderna (p. 50) en que distingue:
4.- La Constitución nace como un producto de la filosofía social liberal en países donde
existía una burguesía suficientemente fuerte como para imponerla. Si bien nace ligada al
Derecho Natural4, la necesidad de fundarla en la decisión humana la llevó a anclarla en el
Derecho Positivo. Ello se requería para dar un carácter constitutivo (en todos sus aspectos)
al poder político, de modo tal que beneficiara a todas las personas (en adelante ciudadanos
con derechos inalienables) sometidas al poder (un poder dependiente y con limitaciones de
efectos generales y no particulares). Por ello, la Constitución era distinta a las viejas cartas
forales y otros instrumentos jurídicos anteriores (de carácter meramente contractual
derivados del cumplimiento de deberes de los subditos) que vinculaban al detentador del
poder (de origen divino) con sus subditos o una parte de ellos (p. 48).
5.- Grimm aplica su modelo a diversos casos. Destaca la diferencia entre Francia y EEUU.
Francia (cuyo ejemplo influyó a toda Europa continental) debió transformar a los ideales
burgueses y liberales su sistema jurídico, político y social luego de la Revolución Burguesa,
ya que la sociedad prerrevolucionaria era estamental-feudal y había una praxis estatal
mercantilista y dirigista. EEUU, al contrario, tenía una sociedad burguesa por lo que tras su
independencia sólo debió instaurar Constituciones (Federal y Estaduales) acordes a su orden
(social, jurídico y político) burgués. Apesar de heredar gran parte del sistema jurídico de
Inglaterra, decidió escriturar la Constitución y no heredar la idea de omnipotencia del
Parlamento porque habiéndose cometido abusos a los derechos de los americanos por el
Parlamento inglés (que legalmente también los representaba) se estimó necesario establecer
que los derechos estaban sobre el Parlamento. Ello dio paso, según Grimm, a la idea de
DDFF y Constitución en el sentido moderno (p. 67).
La Inglaterra de la época también era una sociedad burguesa y liberal (donde nobles y
burgueses compartían los derechos y deberes derivados del poder) pero no influyó
directamente en la Europa continental debido a que no había sistematizado su Constitución
en el modo en que a la Europa Continental le resultara comprensible. En este país está el
origen de los DDFF y el constitucionalismo, pero no completó el proceso pues carecía de
Constitución formal.
7.- Otro punto relevante tratado por Grimm (pp. 77) se refiere al origen y desarrollo de los
DDFF. Afirma que ellos son un producto de las revoluciones burguesas de fines del S. XVIII y
pertenecen al programa del moderno constitucionalismo. No hay Constitución y DDFF sin
sociedad burguesa, pero al contrario, podía haber sociedad burguesa sin ellos (p. 99), y por
ello es un error considerar cualquier libertad jurídicamente protegida como un DDFF. Ellos
constituyen un modelo muy determinado que rompe con pasadas expresiones de
reconocimientos de derechos, los cuales eran privilegios concedidos de modo gracioso por
reyes para influir políticamente en sectores sociales (estamentos) o geográficos (fueros).
Opuestamente, los DDFF tienen carácter universal (pertenecen a todos los hombres) y son
independientes (e indisponibles) de la voluntad de los soberanos (los hombres los poseen
por naturaleza y el Derecho Positivo sólo los reconoce). No es el soberano quien los
configura sino que ellos configuran al poder soberano. Grimm revisa y contraste los
modernos catálogos de DDFF con las antiguas formas de protección jurídica de la libertad, y
en tal sentido explica que en la construcción del orden social burgués (liberal), los DDFF
tuvieron por función separar la sociedad (autónoma y autogobernada) del Estado (limitado y
regulado, cuya función será proteger los derechos). Esta distinción es importante.
En Inglaterra se consideraba que los DDFF eran disponibles para el Parlamento por que era
el representante de los gobernados y siempre había luchado por protegerlos. Grimm, con
Stourzh, afirma que el origen de la conversión de las libertades en DDFF en Inglaterra no se
consumó al no haberse transformado en derechos constitucionales12, y que fue en EEUU
donde se perfeccionan explícitamente los DDFF, con rasgos de superioridad jerárquica y
protección jurisdiccional, vinculando a todos los poderes públicos y ubicándose sobre el
Parlamento (p. 90). En Alemania las declaraciones de derechos contenidas en las normas
superiores (que no eran constituciones modernas) del S. XIX de los pequeños estados
alemanes (Austria y Prusia se resistían a cualquier influencia del constitucionalismo) tuvieron
mero carácter positivo (sin reminiscencias iusnaturalistas racionalistas) y debían su
existencia a la mera voluntad del monarca, se formularon como derechos de los ciudadanos
del Estado (derechospúblicos subjetivos) y no como derechos del hombre, lo que unido a la
supervivencia de los derechos estamentales-feudales, frenaba el desarrollo pleno del
principio de la libertad, fundamental para el constitucionalismo moderno (p. 96). En la
Francia post-revolucionaria los DDFF fueron configuradores del orden social, se adecuó el
sistema jurídico a los principios liberales y una vez concluido el proceso los DDFF
garantizaron la permanecía del sistema y del Derecho burgueses. En EEUU, donde había
una sociedad burguesa, los DDFF otorgarían al nuevo Estado sólo una función de
abstención.
Grimm examina la posibilidad de separar los DDFF de sus condiciones originales (el
orden burgués) y que ellos pudieran servir en nuevos órdenes sociales. En el orden burgués
liberal la igualdad y libertad terminaron para muchos siendo sólo un sueño inmerecidamente
irrealizable, por lo que nacieron nuevas interpretaciones de los DDFF que excedieron los
intereses burgueses. Se reclamó la concreción de la base material de los DDFF (que sólo
fueron posibles para quienes tuvieran educación y propiedad) y que dejaran de constituir
instrumento de opresión de los poderosos (p. 104), lo que exigía restringir la libertad y
propiedad para extender la libertad igual y efectiva. Ello significó que los DDFF se revirtieran
en una amenaza a los intereses burgueses, lo que motivó a los burgueses a abandonarlos o
a darles una interpretación defensiva, donde la defensa contra el Estado sustituyó a su valor
central {¡a libertad personal igual13). De ahí que la conclusión del autor es que los DDFF
tienen un papel que cumplir en la medida que se adaptan a la cambiante realidad estatal y a
las nuevas amenazas a la libertad.
8.- Grimm considera que las dos mayores innovaciones de la dogmática de los DDFF de
la posguerra son el principio de proporcionalidad 14 y el despliegue del contenido jurídico
objetivo de los DDFF (p. 155). Mientras el principio de proporcionalidad se desenvuelve en
el marco de la defensa negativa de los DDFF y la defensa de la libertad contra las
intromisiones del Estado, la comprensión jurídico objetiva de los DDFF abre nuevas áreas a
la aplicación de ellos, produciendo su expansión, en términos de irradiación a las relaciones
entre privados, los derechos de prestación o derechos de participación frente al Estado, al
deber estatal de su protección, a sus garantías procesales, a los principios de organización
de las instituciones públicas y privadas, y otros espacios que progresivamente se abren. De
ahí que hoy los DDFF no sólo son una obligación para el Estado sino para toda la sociedad,
y obligan no sólo negativa sino positivamente a ambos. Esto no deja de generar críticas,
tales como la elevada discrecionalidad de la interpretación jurídico-objetiva de los DDFF y la
consiguiente pérdida de racionalidad en la aplicación jurídica, y de ser la causa de la
usurpación de competencias políticas por parte de los tribunales (especialmente el Tribunal
Constitucional), con el consecuente costo para la Democracia, lo que lleva a algunos a
abogar por recuperar la vieja concepción negativa y subjetiva de los DDFF. Para Grimm la
crítica es superada con la dogmática de la protección frente a la intervención. Por lo demás,
sólo en EEUU la revolución significó sólo el establecimiento de una Constitución y de DDFF,
pues en Francia (y luego en toda Europa) el constitucionalismo instaurado tras la revolución
significó la reforma del orden social. Por ello los DDFF no fueron considerados meras
defensas frente a o límites al Estado que dejaban subsistente las condiciones existentes,
sino que hicieron las veces de principios supremos conductores del orden social a establecer
(siendo mandatos de actuación al Estado) y llamados a dar firmeza y continuidad a la
reforma del sistema jurídico (p. 159). De ahí que los DDFF siempre tuvieron tanto un aspecto
negativo como positivo, este último latente desde la instauración completa del orden liberal
en la Europa continental, que luego resurgirá con la caída de la premisa liberal de acuerdo a
la cual con el simple establecimiento de la libertad igual la sociedad automáticamente se
conduciría a la prosperidad y la justicia. La cuestión social evidenció que la sola libertad sin
equilibrio de fuerzas conducía al derecho del más fuerte, produciendo acumulaciones de
poder social que generaban riesgos a la libertad. El modelo liberal no era capaz de producir
los ajustes necesarios y el problema que había intentado resolver no aparecía resuelto. De
ahí que la respuesta para lograr la eficacia de los DDFF sea la recuperación de la dimensión
jurídico objetiva de los DDFF (p. 163)15 y su mandato se dirige a todos los poderes, ejecutivo,
legislativo, judicial16. Pero a diferencia de la defensa negativa de los DDFF (que exige la
anulación del acto violatorio) su defensa positiva (frente a una omisión) exige un actuar
inespecífico, no hay un actuar constitucionalmente definido sino una multitud de opciones
conforme a la Constitución (y en principio corresponde a las autoridades políticas decidir
conforme a los recursos disponibles). Esta situación plantea un sinnúmero de cuestiones
problemáticas a la actividad de la Administración y de los Tribunales, frente a las cuales
Grimm también sugiere algunas soluciones para abordarlas (pp. 171 y 173)17, los que llevan
también al análisis de los contenidos y límites de la argumentación jurídica institucional.
Tema interesante, pero del que no puedo explayarme aquí.
1
Son los casos de Alemania, Suecia o Polonia, en los ejemplos de Grimm. Otro ejemplo del
difícil camino hacia el constitucionalismo en Europa (siguiendo el análisis de Grimm) es el
caso de España, que lo instaura sólo a partir de la caída del franquismo y con la Constitución
de 1978 (ver Jiménez, Rafael, El Constitucionalismo. Proceso de Formación y Fundamentos
del Derecho Constitucional, Marcial Pons, Barcelona, 2005).
2
La Constitución moderna tiene una estructura bien definida, tanto formal como
materialmente. Tiene carácter normativo (con características y contenidos precisos, que la
distingue de figuras tales como la constitución aparente) y no fáctico o empírico (relacionada
a elementos descriptivos y formativos de las realidades sociales y políticas nacionales).
3
Para Grimm, democracia, Estado de Derecho y división de poderes flanquean la protección
sustancial de los DDFF y estabilizan la disociación existente entre Estado y Sociedad. La ley
(Parlamentaria) se convierte en el eje del sistema (el parlamento actúa como eslabón entre
Estado e individuos o sociedad, tanto porque la representa y tiene la potestad exclusiva de
limitar los DDFF), y el éxito del modelo depende de su aptitud para vincular la actividad del
Estado (184).
4
Nos referimos aquí concretamente al iusnaturalismo racionalista, secularizado y
contractualista de los S XVII y XVIII.
5
Podemos ver la distancia de esa idea de Constitución, con la Constitución Política de Chile.
6
Este interesante rasgo se contradice con cierta tendencia en la doctrina constitucional
chilena de otorgar a la Constitución un contenido valórico de tal entidad que lleva a
concebirla sin lagunas, lo cual es extremadamente peligroso para una democracia, más aún
considerando el origen altamente cuestionable de nuestra Constitución y el papel de un
Tribunal Constitucional que coacciona su aplicación aún en contra del proceso democrático.
Sobre un análisis respecto de las implicancias intervención del juez constitucional en la vida
institucional, Stone Sweet, Alez; Governing with judges. Constituional Politics in
Europe.Oxford University Press, New York, 2000. Luis Prieto estima que el juez
constitucional es un protagonista político (Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales,
Editorial Trotta, Madrid, 2003, p. 96).
7
Pero en Derecho Comparada la revisión judicial no es un tema exento de debate. Ver, por
ejemplo, las obras de Jeremy Waldron (v.g., Law and Disagreement, Oxford: Clarendon
Press, 1999).
8
Para Grimm uno de los riesgos de la jurisdicción constitucional es que con la excusa de
interpretar las indeterminadas normas constitucionales se puede modificar su sentido
produciendo una mutación constitucional (p. 37). Por ello mantiene la interrogante acerca de
los límites de una interpretación lícita (de adecuación a las nuevas situaciones históricas y
sociales) y su obstaculización a la modificación formal de la Constitución.
9
A mi juicio, esto evidencia el abismo existente entre los sistemas constitucionales
anglosajones y europeos continentales, y además que la inquietud por protegerlos del
proceso político a través de mecanismos tales como la jurisdicción constitucional constituye
una carga histórica enquistado en la conciencia colectiva que no constituye un elemento
necesario para el sistema constitucional democrático.
10
Donde el principio de legalidad tiene una aplicación muy limitada frente a la nueva
actuación extensiva, prospectiva, poliédrica, sin claros contornos de hechos y
consecuencias.
11
Que también generan riegos a los DDFF y desajustes en la actuación constitucional de los
órganos estatales.
12
Discrepo en esto de Grimm, pues estimo que en Inglaterra la importancia y funcionalidad
de los derechos no hacía necesaria su formalización jurídica, por ejemplo, al estilo alemán.
Esto se vincula a las especiales características del sistema jurídico ingles, extrañas para los
continentales. Considérese el hecho de que hoy Inglaterra es el único país europeo que ha
incluido la Carta Europea de Derechos Humanos como norma interna de rango
constitucional, lo que otorga a los DDFF un contenido muchísimo mayor al de los catálogos
de derechos constitucionales, los que implican una manera de limitar y cercenar los derechos
humanos y adecuarlos a las prácticas internas (como sucede en Chile).
13
Grimm define libertad como preeminencia de la autodeterminación, frente a la heteronimia,
la posibilidad de proyectar un plan de vida propio, de establecer relaciones ventajosas, pero
siempre con la reserva de un derecho igual para todos.
14
El principio de proporcionalidad (al igual que la extensión y efectos del contenido objetivo
de los DDFF) no es un tema pacífico. Considérese, v.g., que Robert Alexy (Constitutional
Rights, Balancing, and Rationality, Ratio Juris, Vol. 16 N°2 June 2003, 131-40) discute al
respecto con Jürgen Habermas (Between Facts and Norms. Trans. W. Rehg. Cambridge:
Polity. 1st ed. 1992, 1996).
15
Este es un tema presente en toda Europa actualmente, y que está en la base de las
reformas -en actual tramitación-ai recurso de amparo constitucional en España.
16
El autor da ejemplos en los que se elimina la intervención estatal y sin embargo el DDFF
no reaparece, con lo que el DDFF sólo puede satisfacerse con una prestación estatal (p.
170).
17
Considérese que en España las omisiones son consideradas como actos pasibles de
recursos de amparo constitucional ante el Tribunal Constitucional en el proyecto de reforma a
su ley orgánica.