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Una Visión Druidica Sobre Las Abejas
Una Visión Druidica Sobre Las Abejas
Veamos un artículo sobre una cosmovisión druídica sobre las abejas y los nexos
naturales que tienen con el Druidismo.
“Nada se asemeja más a un alma que una abeja, ella va de flor en flor como un alma
de estrella en estrella y ella trae la miel como un alma trae la luz”
Victor Hugo
Albert Einstein
(Anónimo)
Historia
Las abejas son insectos, animales invertebrados que pertenecen a la familia de los
himenópteros, igual que hormigas, abejorros, avispas y etc.
Hay aproximadamente unas 20.000 especies, desde abejas gigantes que comen
hojas y miden más de 3cm de largo, hasta la abeja enana de 2mm.
La abeja melífera es solo una de estas especies, pero es de la que trataremos, ya que
es la que produce miel. La mayoría de las otras abejas no viven en colonias,
prefieren una vida más solitaria. Los abejorros, por ejemplo, viven en madrigueras
en el suelo.
La abeja melífera, vive en colmenas hechas de cera, la cual está formada con celdas
hexagonales, donde depositan los huevos y la miel. Esas colmenas pueden llegar a
albergar desde 30 mil hasta 80 mil individuos. Es un insecto muy sofisticado que
ha evolucionado durante millones de años. En nuestros días las abejas viven un
promedio de 65 días. En otoño e invierno las obreras viven de 90 a 120 días.
Podemos decir que la vida media de las abejas obreras en general es de 85 días. Sin
embargo, las abejas reinas, suelen vivir entre 3 y 5 años, las cuales son las únicas
fértiles dentro de la colmena y las responsables de que continúe el crecimiento
dentro del enjambre y por ello, las abejas obreras la protegen hasta la muerte.
En todos los lugares y en todas las épocas la miel ha sido objeto de consumo por
parte de la Humanidad, siendo considerada un alimento digno de ser ofrecido a los
dioses.
Las abejas en su evolución, hasta el presente han tenido relación simbiótica con el
ser humano. Ya desde la Edad de Piedra el ser humano apreció la miel de las abejas
melíferas silvestres, tanto por su rareza como por su sabor.
Para el hombre primitivo descubrir la miel como alimento y como edulzante, fue un
cambio positivo para el desarrollo de su existencia, como lo fue descubrir la rueda.
Desde antaño, la miel estuvo presente en festivales religiosos (ceremonias, ritos de
culto o veneraciones) de todo el mundo, como un alimento para los dioses). No solo
se apreció su aspecto culinario sino que también fue usado como antiséptico y
como ungüento en el proceso de embalsamiento de los difuntos.
La miel que producen las abejas, es un alimento que los seres humanos conocen y
consumen, según los antropólogos, desde hace unos 200 mil años, lo que ha hecho
del mismo un alimento mítico, rodeado de leyendas que le atribuyen toda clase de
virtudes curativas y nutritivas. Para los primeros cazadores-recolectores, que aún
no habían desarrollado atuendos protectores, recoger la miel de las abejas fue una
acción tan punzante como coger una rama en llamas.
El hidromiel que fue y es una bebida alcohólica a base de miel fermentada y agua,
tuvo un papel importante en muchas tradiciones celtas, siendo considerado como
una bebida ritual de la inmortalidad en las sociedades célticas que la emplearon.
La importancia del hidromiel fue tan grande que las salas de Tara cuando los reyes
de Irlanda gobernaban, fueron llamadas la casa del Circulo del Hidromiel.
Como sabemos, la cerveza fue la bebida favorita, entre otros, de los pueblos celtas,
tanto en su vida cotidiana como en las celebraciones especiales, sin embargo
podemos considerar al hidromiel o aguamiel como la bebida precursora de la
cerveza.
Existen evidencias, de las que se supone son las más antiguas de Europa, de
consumo de cerveza fermentada, posiblemente con cebada y miel, en el yacimiento
del Valle de Ambrona, junto a la localidad de Miño de Medinacelli (Soria) en un
enterramiento datado en torno a 2500 a.EC.
Entre los celtas galos se bebía una cerveza de trigo llamada “corma” que a veces se
mezclaba con miel. Esta bebida alcohólica procuraba a sus consumidores un éxtasis,
que en algunos ritos hieráticos y/o pre-bélicos, desembocaba en una embriaguez
sagrada por lo que era considerada como un líquido divino
Los celtas de Iberia o celtíberos comían básicamente carne y pan y bebían vino con
miel, como nos indica el texto de Apiano:
“Comen carnes variadas y abundantes y como bebida toman vino con miel, pues la
tierra da miel suficiente y el vino lo compran a los mercaderes que navegan hasta
allí”. No obstante, se sabe que la bebida más usual de los celtiberos, no era el
costoso vino con miel, sino que producían una cerveza de trigo conocida como
caelia de sabor áspero, que en ocasiones era consumida con carácter ritual. Así
ocurrió entre los últimos combatientes numantinos contra los romanos, que se
hartaron de carne semi-cruda y “caelia” antes de su lucha final.
“Los británicos y los Hiberi o irlandeses, en lugar de vino, usan un licor llamado
courmi o Curmi, hecho de cebada".
El propóleo
El propóleo es una sustancia que obtienen las abejas de las yemas de los árboles y
que luego procesan en la colmena, convirtiéndola en un potente antibiótico con el
que cubren las paredes de la colmena, con el fin de combatir las bacterias, virus y
hongos que puedan afectarla. Si algún enemigo de las abejas, logra penetrar en una
colmena, las abejas encargadas de la defensa lo eliminan para luego momificarlo
con propóleo impidiendo así su putrefacción. La referencia más lejana del propóleo
la hallamos en el antiguo Egipto, donde ya fue usado por la clase sacerdotal,
quienes eran los encargados de embalsamar los cadáveres de los difuntos de cierto
prestigio; dentro de esta última labor, el propóleo era una de las sustancias más
utilizadas para dicha tarea. Las célebres momias se han conservado hasta nuestros
días, gracias, entre otras cosas, a los propóleos. En las trepanaciones de cráneo que
se practicaban en la Edad de Bronce, se empleaba el propóleo, pues hoy conocemos
que el propóleo es el mejor cicatrizante conocido, y uno de los mejores productos
antibacterianos y antifúngicos de amplio espectro, siendo 3,5 veces más potente
como anestésico que la morfina.
Hoy es usado en casi todas las ramas de la medicina debido a sus propiedades, pues
es rico en bioflavonoides y aceites esenciales, además de contener oligoelementos,
vitaminas y aminoácidos.
Por otra parte se puede constatar como el uso de un pesticida comercial llamado
“clothianidin” vendido por la empresa “Bayer Cropscience” con el nombre
comercial de “Poncho” estaba aniquilando a las abejas en zonas de Alemania, según
la "Asociación de Apicultores de Alemania". Esta empresa, “Bayer” uno de los
líderes mundiales en fabricación de plaguicidas, no fue la primera vez que fue
denunciada por ser la causante de la mortandad de abejas debido a sus plaguicidas.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) calificó a estos
productos como altamente tóxicos para las abejas.
Pero eso no es todo, ya que el problema de raíz viene dado por la puesta en práctica
de lo que la mentalidad capitalista, llama monocultivos o cultivos intensivos, que
no son otra cosa que una explotación masiva y salvaje, que desea satisfacer una
demanda excesiva de recursos que hace una población inconsciente, también ahora
llamada “consumismo”, que en general se halla condicionada por la divulgación por
todos los medios propagandísticos de productos alimenticios, cuyo tratamiento es
nefasto para la Naturaleza, y esto incluye a las abejas, y consecuentemente también
al ser humano. Ambas posturas, capitalismo con su industrialismo a ultranza y
consumismo con su avidez por el derroche y acaparamiento de recursos, se hallan
confrontadas con los ideales éticos de la filosofía de vida druídica armonizada con
la Naturaleza, pues en aras del mayor rendimiento y beneficio económico posible,
ya hace décadas que se dejaron de plantar cultivos de cobertura, que son aquellos
cultivos que optimizan la feracidad del suelo y la calidad del agua, y que pueden
controlar las malezas y las plagas, ayudando a aumentar la biodiversidad.
Visión Druídica
Se dice que existe una tríada dorada entre la miel que producen las abejas, las
flores que aportan el polen y las colmenas donde habitan las abejas y producen la
miel.
A un nivel simbólico, los druidas de antaño, buenos observadores de la Naturaleza,
se percataron de que se podía constituir metafóricamente una Tríada sagrada,
puesto que la miel aportaba alimento y salud, las abejas aportaban conocimiento
con su lenguaje secreto y sus largas lenguas que también le sirve para obtener el
néctar de las flores, y las colmenas aportaban ejemplos primordiales de
colaboración y cooperación en una comunidad organizada y laboriosa, que parece
tiene como órgano regente y dirigente a una Conciencia o Inteligencia Superior,
que se expresa a través de la reina de la colmena y que para muchos seguidores
druídicos es analogía de la Fuente Suprema.
Una futura abeja reina surge de uno de los huevos de la anterior reina pero son las
abejas obreras las que la alimentan con jalea real y cuidan en su fase larvaria. Una
reina en su lucha, puede picar reiteradamente sin morir. Por lo tanto, para los
celtas es el epítome y ejemplo de los atributos de la mujer celta guerrera y de la
soberanía céltica, puesto que los soberanos o regentes celtas de tiempos pre-
cristianos eran elegidos y mantenidos por la voluntad de sus pueblos. Ser un rey
celta, más que un privilegio, se convirtió en una esforzada responsabilidad en la
que el rey no solo debía trabajar incansablemente por el bienestar y progreso de su
comunidad, sino que debía estar en armonía con los dioses y que éstos lo
favoreciesen y protegiesen, dando respaldo a su reinado. Son pues un símbolo
importante que indica laboriosidad y cooperación.
Un enjambre de abejas, es una condición social regida por un super-organismo que
hace que el individuo sea menos importante que el colectivo. Sin embargo, si el
colectivo progresa, también progresa el individuo. Es una analogía de un sistema
sinergético donde existe una interacción entre los integrantes de un sistema, en el
cual el Todo, es más que la partes individuales que lo componen, es en cierta forma,
una analogía del Panenteísmo sugerido por algunos Druidas.
Conviene aclarar que las funciones del zángano en una colmena, no son solo
fecundadoras de la reina, como popularmente se cree, sino que tienen otros
cometidos como producir calor y calentar a la larva o cría de abeja, colocándose
sobre los hexágonos del panal y reemplazando a las obreras nodrizas, liberando a
éstas para que puedan realizar otras funciones. Los zánganos realizan también la
trofalaxia, que es la conducta de repartir alimento entre las obreras, proveyendo
alimento hasta a 50 obreras. El néctar, con gran porcentaje de agua, debe pasar
varias veces por el buche de las obreras para llegar a ser miel, de esta forma, los
zánganos contribuyen a la elaboración de la miel.
Por otro lado, los antiguos celtas de Gales, creían que las abejas llevaban y traían
mensajes entre los mundos, éstas eran el símbolo de la diosa Madre "Henwen"
(Vieja Blanca), enorme Cerda Blanca, madre también del imponente gato
mitológico llamado Cath Palug, del mito galesa. De ella, se cuenta que engendró
también un grano de trigo y a una abeja.
En el poema galés “Y Goddodin” escrito por el bardo galés Aneirin hacia el año 600,
se menciona el hidromiel en diferentes fragmentos, incluso se cita los cuernos
habilitados para beber hidromiel.
Las leyendas celtas de Irlanda, narran que Conchobar era un adicto al consumo de
miel de abeja y en las leyenda de Fraech o “Táin Bó Fraech” se relata como a los
regentes Ailill y Medb de Connaught, se les ofrece un endulzado salmón cubierto de
miel, cocinado y aderezado por su hija la princesa Findabair.
Niamh, o “Niamh Chinn Óir” (la del pelo dorado) describió a Oisin y a los Fianna
en su encuentro con ellos, una parte de la Tierra Mítica del Otro Mundo o Tir na
N’og (Tierra de la Juventud), de donde ella provenía, de esta manera:
Pero no solo los pueblos celtas rindieron culto a las abejas y a la miel, sino que de
muchas variadas formas, muchos otros pueblos entre los indoeuropeos, desde
Occidente hasta el Oriente de Europa, pasando por los pueblos del Mediterráneo,
ofrendaron en el pasado algún tipo de veneración u homenaje a las abejas, a la miel
y al hidromiel.
La creencia más extendida entre todos ellos, era la que relacionaba a las abejas con
la idea de una supervivencia del alma tras la muerte.
Una idea que también se refleja en las prácticas del chamanismo siberiano, en
cuyas creencias, se cree que el alma puede abandonar el cuerpo, no solo cuando
éste fallece, sino en estados de trance, y entonces, adopta formas de animales; y
esto incluye a las abejas.
En Galicia y norte de Portugal aun existe un rito funerario que proviene desde la
ancestralidad pre-cristiana, ─probablemente céltica─ denominado el rito del
“Abellón” o “Avexon”, el cual escenifica mediante magia simpática, una antigua
creencia para favorecer la salida del alma de un cadáver. (Se llama magia simpática
o empática a las prácticas metafísicas basadas en creencias por lo que lo semejante
afecta a lo semejante o lo similar causa lo similar).
Se creía que las abejas eran portadoras de almas de difuntos, y se las respetaba
igual que a cualquier otro animal que tuviese connotaciones mágicas y
psicopómpicas. Dicho rito consistía en una danza circular, donde cogidos de las
manos los asistentes al funeral, zumbaban como psicopómpicas abejas.
Bien se sabe que las abejas tienen una danza ritual circular y cimbreante, que es
conocida como la “danza de las abejas” relacionada con la posición del sol, que les
sirve como lenguaje codificado por el que comunican a sus congéneres la existencia,
dirección y distancia de las fuentes de abastecimiento y de los recursos necesarios
para la colmena.
Augurios-agüeros
Las abejas han sido utilizadas como elementos centrales para pronosticar presagios
y han servido como oráculos para pronunciar profecías. Su vuelo, sus danzas
protocolares, su ausencia y/o presencia, han sido interpretados como signos tanto
positivos como negativos.
Para los celtas, las abejas siempre fueron animales de diversos simbolismos, tanto
de buen augurio, como de mal agüero.
Por el contrario, entre los astures, ─ creencia que aún perdura en los ámbitos más
rurales, procedente de épocas atávicas ─ si una abeja, a la que se consideraba
sagrada, entraba volando en un hogar, esto era signo de buena fortuna y el presagio
de muchos parabienes. Sin embargo, si la abeja que entraba en un hogar era
perseguida o era eliminada, suponía una desgracia y un anuncio de mal fario.
La diosa celta Brigitt, estaba asociada a las abejas y a la magia, cuyo vínculo es a
través de un pomar de manzanas que se creía existía en el Otro Mundo, del cual las
abejas extraían su néctar mágico.
Así proyectaban los celtas esas concepciones sobre el Otro Mundo y sus “islas”
denominadas en las leyendas Avalon, Emain Ablach, o Insula Pomorum” también
conocida como “Isla Afortunada”; y donde el Hidromiel no podía estar ausente.
“Hay allí una cuba de hidromiel alegre que se reparte entre los de casa; siempre
permanece, está establecida la costumbre de que esté llena para siempre jamás”.
Con la cera virgen de abeja, se elaboraron velas y cirios, si bien las primeras velas
que se fabricaron fueron elaboradas con sebo o grasa animal, la cera virgen
procedente de las colmenas apícolas, fue usada como un medio ritual de
comunicación con la Divinidad y siempre vinculado a propósitos místicos.
Los arqueólogos han hallado en Egipto porta velas que se fechan en el año 1600
a.EC. Para los celtas el descubrimiento de las velas se anota en fechas más tardías,
pues el hallazgo más antiguo de una vela, se remonta al primer siglo de la EC,
descubierta en Avignon (Francia). Ya el escritor Plinio el Jóven, mencionaba de los
celtas, que tenían “luces hechas de sebo encendido y cera derretida”. O como el
geógrafo Estrabón apuntaba de los cántabros; “Tienen vasos de cera como los
celtas”.
El panal y su forma.