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Introducción
A principios del siglo XIX, buena parte de lo que hoy se conoce como la República
Bolivariana de Venezuela comenzaba a sacudirse la monarquía española que la había
dirigido por más trescientos años. Durante ese lapso, considerando como referentes
instituciones europeas, se habían perfeccionado y arraigado nuevos modos de administrar,
de reglar, de obedecer y de ejecutar el mundo americano. Es decir, en tres centurias se
había consolidado una nueva forma de gobernar. Funcionaban, por ejemplo, organismos y
oficios a partir de características propias de estos lares: un monarca, Consejo de Indias y
Casa de Contratación de Indias allá, acá virreinatos y virrey para cada cual, encomenderos,
misioneros, pseudo caciques, gobernadores, capitanes generales, audiencias, fiscales,
alguaciles, alcaldes y otros más (Elliott, 1990y Lockhart, 1992). Estos desaparecieron
aparecieron de acuerdo con las necesidades. Cada quien sabía cuál era su rol y hasta dónde
llegaban sus límites, si los tenía. Transcurrido ese tiempo ¿ha madurado el mundo criollo?
¿Sospecha haber encontrado su identidad? El 19 de abril 1810 debido a un movimiento
civil liderado por la élite criolla, miembros tradicionales del cabildo caraqueño, se rechaza
la Regencia como autoridad y se instituye la Junta Conservadora de los Derechos de
Fernando VII; pero el 5 de julio de 1811, este pueblo ya no se defiende los derechos de
Fernando VII, contrariamente, declara la separación del trono español de este trozo de
tierra. En catorce meses, Fernando dejó de ser un “desgraciado”, como sinónimo de
“desdichado”, “desafortunado”, para convertirse en alguien indigno de confianza porque
“había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba”, como
recoge el Acta de la Independencia de Venezuela cuando refiere los hechos de Bayona. Y
esta valoración negativa, otra vez la decretaban hombres de palabras, de leyes. Pero,
además, hay claros indicios de que algunos de estos hombres delineaban un nuevo sistema
político, el cual hablaba de división de poderes y de ascenso al poder mediante el voto
(Leal Curiel, 2013), no de monarquía absoluta ni por herencia o por voluntad divina.
El caudillismo en Venezuela
La oposición se generó entre dos grupos, unas llamadas disociadores que tuvieron su
expresión en la multiplicación de caudillos que se disputaban el poder político y la otra, la
fuerza integradora, la cual sostenía como ideal de nación la modernización del país, esto
acabaría con el poder de los jefes locales. A estas fuerzas, se insertaban las clases populares
por sentimientos paternalistas frente a los caudillos regionales o en búsqueda de mejores
condiciones de vida, la lucha se centraba en la disputa por la propiedad de la tierra o por
lograr el ascenso social. Todas estas situaciones condujeron a la conformación de los
partidos políticos.
Causas
Para acceder al poder, los caudillos se rebelaban aliándose con militares, deponían al
gobernante actual, disolvían el Congreso y se auto proclamaban presidentes provisionales.
Después de un corto plazo se elegía un nuevo congreso y se convocaba a elecciones
presidenciales. En las elecciones salía elegido el caudillo que había presidido anteriormente
la revolución y deposición del antiguo gobernante o diputados.
Los principales partidarios de los caudillos, aparte de sus hombres de armas de confianza,
fueron los miembros de las clases enriquecidas. Así, estos aseguraban un flujo de dinero
para el Estado del caudillo de turno y este se comprometía a darles beneficios.
Consecuencias
Por otro lado, es importante resaltar que, al hablar de caudillismos se habla también de
consolidación de fuertes regionalismos, que mermaron el casi inexistente estado-nación.
Así, hoy en día aún existen algunos de esos fuertes regionalismos, especialmente en el sur
andino, que, a pesar de no ser una consecuencia directa del caudillismo, ayudó a que se
solidificaran algunos de ellos. Por esta razón, algunas veces planes unificadores resultan
insostenibles.
Política caudillista
La Venezuela Independiente
En 1953, Pérez Jiménez dirigió el país instaurando una nueva dictadura. El 11 de abril
de 1953, después de tres meses de deliberación, la Asamblea constituyente dio su
aprobación final a una nueva constitución, que fue promulgada el 15 de abril. El país, que
era llamado oficialmente Estados Unidos de Venezuela desde 1864, tomó entonces el
nombre de República de Venezuela.
En diciembre de 1968, Rafael Caldera Rodríguez, el líder del COPEI (Partido social-
cristiano), logra una estrecha victoria electoral sobre Leoni y se instaló a la cabeza del país
en marzo de 1969.
Los años '80 se caracterizaron por una crisis económica y el retorno de la AD al poder:
Jaime Lusinchi (1984-1989) y de nuevo Carlos Andrés Pérez. En febrero de 1989, el
aumento brutal de los precios al consumidor en el cuadro del programa de austeridad y
medidas de rigor desencadenó vivas protestas en Caracas. Este descontento popular
continuo frente a la política del gobierno se concretó con abstenciones masivas en las
elecciones locales de 1989.
En 1992, fueron aplastadas dos tentativas de golpe de estado, pero el poder quedó
debilitado. Pérez fue suspendido en sus funciones en mayo de 1993, después de que el
Senado decidiera hacerlo pasar a juicio por desvío y abuso de fondos públicos.
En diciembre de 1993, Rafael Caldera fue nuevamente elegido como presidente del
país. Caldera suspendió las garantías constitucionales, con el objeto de contener la crisis
económica y poner fin a la agitación social
Expansión (1847-188):
Durante el período que se inicia con el ascenso de José Tadeo Monagas al poder
apoyado por los sectores asociados al Partido Liberal y que culmina con la alianza entre
liberales y conservadores para derrocar a Monagas en la Revolución de Marzo en 1858, se
modifican los términos mediante los cuales se había erigido el clima de consenso político
capaz de favorecer un período de relativa estabilidad y se produce un proceso de expansión
del caudillismo como elemento predominante del sistema político. La modalidad de poder
que impera durante la hegemonía de José Tadeo Monagas no se sostiene sobre mecanismos
institucionales formales como en el período precedente, sino que, desde el poder, el primer
mandatario fomenta una red de lealtades personales y familiares que constituyen la base de
su predominio político. Durante su mandato se manifiesta una aguda crisis económica, hay
enormes tensiones entre los bandos conservador y liberal, surgen numerosos focos
subversivos en distintas partes del territorio. No obstante, en virtud de los intereses que
sostienen su particular régimen personalista, caudillista y nepótico, controla la designación
de su sucesor y lleva a la primera magistratura a su hermano, el general José Gregorio
Monagas. Al concluir el mandato de éste, José Tadeo Monagas regresa al poder con un
clima de abierta intranquilidad y malestar político. La crisis económica, las carencias
institucionales, la existencia de numerosas facciones armadas en la región de los llanos, los
levantamientos que propician los sectores desafectos al régimen, la modalidad de poder
sostenida sobre la red de lealtades del caudillo, favorecen la expansión de las fuerzas
disgregadoras, estimulan la indisciplina social y el fortalecimiento de prestigios políticos y
militares a nivel local. Finalmente, el proyecto de una reforma constitucional abiertamente
centralizadora, así como las aspiraciones de poder entre los sectores liberales y
conservadores, propician el derrocamiento de Monagas y el inicio de un período de
inestabilidad política que culmina con el estallido de la Guerra Federal (1859), momento
culminante de la acción caudillista.
Auge 1859-1870):
Extinción (1899-1903):
Cuando ocurren los sucesos que conducen a la independencia (...) se generan pugnas
interiores cuyo objeto es la toma del poder (...) La clase social más empinada y los soldados
cuya estrella comienza a brillar en las guerras contra el imperio, pretenden ocupar el vacío
dejado por los conquistadores. Pero para la consecución de la meta son buenos todos los
derroteros y pueden utilizarse todas las doctrinas. Por lo menos así se colige de la
manipulación del federalismo en el siglo XIX, durante la propia lucha de emancipación y
en el período de la organización nacional (1983: 83).
Una vez lograda la independencia del yugo español, surgían caudillos regionales que
aupados por la población regional circundante, pensaban que era posible conducir o
manejar el país, en la misma forma que manejaban sus haciendas particulares o manejaban
a la peonada, y es así que cada uno a su manera trata de presidir el País, con el mismo látigo
con que manejaba a sus peones en la hacienda o en el Fundo. Es por ello que se origina el
caudillismo, y desde luego es con el paso del tiempo y la madurez de la población que se
van logrando avances y en el Siglo XX, con la muerte de Juan Vicente Gómez, surge la
Democracia, con presidentes que buscaban la participación de la mayoría, sin embargo, la
verdadera participación todavía no se ha alcanzado en Venezuela, que resulta lo que logran
los líderes que son la contraposición de los caudillos, por cuanto los líderes, tienen poder de
convocatoria, pero buscan la participación de las minorías.
Una vez separada Venezuela de la Gran Colombia, la vida política del país siguió bajo
la jefatura del General José Antonio Páez, nombrado Presidente Provisional en 1830 y
Presidente Constitucional para el período 1831-183. Durante este gobierno se organizó la
administración de la República de acuerdo con la Constitución sancionada por el Congreso
de Valencia. El proceso político iniciado en 1830 se caracterizó por la pugna entre los
caudillos salidos de la guerra de la independencia, los cuales van a representar a menudo, a
los grupos políticos antagónicos que empezaron a definirse después de 1830. Estas pugnas
entre los caudillos se resolvieron en última instancia por medio de las armas. Por eso
podemos decir que las guerras civiles fueron la expresión política de nuestro desarrollo
durante este periodo.
El gobierno encabezado por Páez después del pronunciamiento separatista, no ejercía
autoridad real en todo el país. En provincias y regiones aisladas, imperaba el poder de los
caudillos locales. El movimiento separatista había sido promovido y realizado por la
oligarquía caraqueña y los caudillos militares del centro, encabezados por el General Páez.
Fueron ellos los que convocaron el Congreso de 1830, desconocieron a Bolívar y pusieron
a Páez al frente del gobierno. Estos hechos hicieron aflorar las viejas rivalidades de las
provincias y en especial entre Caracas y las provincias orientales, que por razones históricas
y dada la importancia que tenían en aquellos momentos, aspiraban una vez más a encabezar
la República.
En los primeros treinta años de la República, la escena estuvo dominada por los dos
caudillos más importantes de esa etapa: José Antonio Páez y José Tadeo Monagas. Después
de 1863, año en que terminó la Guerra Federal , surgieron y se sucedieron en el poder
nuevos caudillos rurales hasta 1935 en que murió el último de ellos y el de más larga
hegemonía en nuestra historia: Juan Vicente Gómez
Durante este período, la alternabilidad a que se refieren las constituciones, no fue otra
cosa que la alternabilidad entre los caudillos. Algunos de ellos se mantuvieron, directa o
indirectamente, muchos años en el poder; otros pasaron por períodos breves.
Cuando se estudian los nombres de quienes ejercieron el poder durante el siglo pasado
y las primeras décadas del presente, observamos como cinco de estos caudillos: Páez ,
Monagas , Guzmán Blanco , Castro y Gómez gobernaron más de ochenta años de los
primeros cien de nuestra historia republicana
En los primeros treinta años de la República, la escena estuvo dominada por los dos
caudillos más importantes de esa etapa: José Antonio Páez y José Tadeo Monagas. Después
de 1863, año en que terminó la Guerra Federal , surgieron y se sucedieron en el poder
nuevos caudillos rurales hasta 1935 en que murió el último de ellos y el de más larga
hegemonía en nuestra historia: Juan Vicente Gómez .
Durante este período, la alternabilidad a que se refieren las constituciones, no fue otra
cosa que la alternabilidad entre los caudillos. Algunos de ellos se mantuvieron, directa o
indirectamente, muchos años en el poder; otros pasaron por períodos breves.
Cuando se estudian los nombres de quienes ejercieron el poder durante el siglo pasado
y las primeras décadas del presente, observamos como cinco de estos caudillos: Páez ,
Monagas , Guzmán Blanco , Castro y Gómez gobernaron más de ochenta años de los
primeros cien de nuestra historia republicana
Venezuela, con un millón de kilómetros cuadrados, contaba con una población que
escasamente llegaba a 800 000 habitantes en 1830 y a un 1000000 en 1840. Era una
población rural, dispersa en pequeños pueblos, haciendas y hatos. Caracas, el centro urbano
más importante, apenas contaba con 50 000 habitantes; y mucho menos las otras ciudades.
La escasa población reflejaba la magnitud del precio que tuvo que pagar el país por su
independencia. De 900 000 habitantes que tenía en 1810, antes de la guerra, había
descendido a menos de 800 000 en 1830 sin tomar en cuenta el crecimiento que debió
ocurrir en esos 20 años. La despoblación aparecía, pues, como el primer problema que
debía resolver la República. En 1831 el Ministro del Interior, Antonio Leocadio Guzmán, lo
planteaba en los siguientes términos:
"No tenemos caminos por falta de hombres; no tenemos navegación interior por esta
misma falta; y por ella es pobre nuestra agricultura, corto el comercio, poca la industria,
escasa la ilustración, débil la moral y pequeña Venezuela. Todo debemos esperarlo de la
población; y hablaré de ella cuanto me sea dable, porque bajo la zona tórrida, al ver la
fecundidad prodigiosa de nuestra tierra, los muchos y poderosos elementos de prosperidad
que encierra, y al compararlos con su estado de infancia y debilidad, nada creo más
necesario ni más digno de la atención del soberano que poblarla".
Para poblar era preciso promover y favorecer la inmigración de extranjeros y su
asentamiento en el país, con lo cual se esperaba también ayudar al progreso general,
mediante el incremento de la producción. En este sentido las recomendaciones del Ministro
al Congreso de 1831, fueron acogidas y se dictaron
Las medidas a favor de los extranjeros que vinieran a radicarse en Venezuela. Además,
hubo también propietarios particulares que promovieron la inmigración interesados en
obtener mano de obra extranjera para sus haciendas y contribuyeron a establecer familias
inmigrantes en plan de colonización agrícola, como fue el caso de la "Colonia Tovar"
fundada por iniciativa de uno de estos propietarios, Martín Tovar , en tierras de su
propiedad, al Oeste de Caracas.
Sin embargo, los gobiernos fueron tímidos en la adopción de medidas eficaces para
favorecer estos propósitos; y, además, las condiciones sociales, económicas y políticas
imperantes en el país durante esa época, constituyeron un serio obstáculo para el desarrollo
de una política de inmigración y colonización agrícola acorde con esta necesidad. Durante
el período de 1830 a 1936, el número de inmigrantes por año no llegó a 1000, es decir, el
aporte de la inmigración fue muy pequeño para que pudiera tener efectos significativos en
el Crecimiento de la población ni en las condiciones económicas y sociales del país.
Aspecto Económico
Los peones devengaban salarios miserables que les eran pagados en fichas con las
cuales de los artículos de primera necesidad a los peones sobrepasaban en 200% los precios
usuales en las poblaciones. Hasta 1913. Los salarios de los peones en las haciendas
oscilaban entre 2 y 3 bolívares diarios para los hombres y 1 y 1,50 para las mujeres.
Con tan bajos salarios los trabajadores se vean forzados a contraer deudas con los
terratenientes a los cuales pedían créditos en dinero o en artículos de la bodega. Estas
deudas tuvieron carácter hereditario. "Si el peón fallecía, su mujer y sus hijos y los pocos
bienes familiares responden ante el amo del pasivo del jefe de familia". Al terminar la
guerra, la masa de soldados, en su totalidad de origen campesino, volvieron a sus lugares de
origen; pero allí se encontraron sin hogar ni trabajo, frente a los antiguos propietarios que
mantenían el mismo sistema de explotación a la población rural. Muchos de estos ex-
soldados, impelidos por el malestar económico, constituían bandas armadas que "mataban
las reses esparcidas en las sabanas, sin más objeto que apoderarse de los cueros y el sebo,
para venderlos".
Esta situación predominante en los llanos, era consecuencia directa del malestar
económico que agitaba a las masas rurales después de la guerra; y continuó siendo un
elemento explosivo que con frecuencia dio origen a sublevaciones, levantamientos y
guerras civiles durante todo el período de la Venezuela agropecuaria. "No pocas veces los
militares descontentos incorporaron bajo sus banderas a la famélica masa humana que
vegeta en los latifundios o deambula enguerrillada por los llanos y serranías" (Federico
Brito Figueroa. Ensayos de Historia Social de Venezuela). “Diversas regiones del país se
hallaban constantemente asoladas por bandoleros, algunos con la connivencia de las
autoridades. Nadie se aventuraba por los caminos sin una buena escolta. Prácticamente no
pasaba día sin que alguien fuese perseguido por revolucionario o conspirador”. (Antonio
Arraiz. "El Nacional").
Desde 1830 los gobiernos dictaron severas medidas para castigar a los culpables de
estos hechos. La "Ley sobre Conspiradores" de 1831 y la "Ley de Hurtos" de 1836,
constituyeron los instrumentos de represión que aplicó el gobierno contra los jefes y
participantes de estas bandas armadas. La mencionada Ley de Hurtos traía la siguiente
disposición:
"Los capitanes o cabezas de gavillas que infesten ciudades o caminos sufrirán la pena
del último suplicio, y los demás cómplices la de ciento cincuenta azotes distribuidos en tres
porciones de quince en quince días y diez años de presidio. Para los hurtos de cien a
quinientos pesos se impondrán al reo cincuenta azotes de dolor y dos años de trabajo en las
obras públicas. De quinientos a mil pesos, el mismo número de azotes y cuatro años de
trabajos forzados; y de mil pesos en adelante setenta y cinco azotes, con seis años de
presidio".
Estos severos castigos, inspirados por los latifundistas, no alcanzaron nunca a los
caudillos principales que conspiraron y se alzaron contra el gobierno, a los cuales, con harta
frecuencia se les perdonaron sus intentonas y se les ofrecieron indultos y garantías. Pero sí
se aplicaron a quienes promovieron la lucha contra el poder local y las propiedades de los
latifundistas. Sin embargo, a pesar del rigor de estas leyes, continuó el malestar social y los
alzamientos de las masas rurales como expresión de la lucha contra la oligarquía
terrateniente.
Teniendo esto en cuenta se puede concluir, que el sistema político venezolano ha sido
construido en base a un pacto entre miembros de las élites, en el cual los partidos políticos
dominantes y sus líderes "caudillescos" eran los actores principales.
Caudillismo hoy
Ha pasado mucho tiempo desde que Venezuela rompió con el modelo de dominación
colonial y se instauró la república y sin embargo parece que aún no encontramos el camino
que nos conduzca a la construcción de un ser cultural y político realmente estable y
autónomo. Este devenir entre una manera de ser y hacer, entre ser una cosa y dejar de serlo
para comenzar a ser otra cosa sin que podamos consolidar algo relativamente permanente,
impregna y marca el camino recorrido y la memoria codificada de lo que nos constituye
como pueblo. El escrutinio de la actualidad sociopolítica venezolana plantea el reto de
seguirle la huella al modo como en un segmento determinado del recorrido, adquieren
cuerpo una multiplicidad de tendencias que se condensan en un punto de inflexión (un
momento histórico, una coyuntura política) con los procesos reales.
Podemos intentar dibujar un mapa con las coordenadas fundamentales que a nuestro
modo de ver las cosas, podrían estar configurando la fenomenología de los procesos
sociopolíticos hoy. Este mapa por más exhaustivo que sea nunca será completo pues los
procesos son más ricos que el discurso que intenta dar cuenta de ellos y el ser humano en su
pensamiento, discurso y acción como respuesta al particular momento histórico que le ha
tocado vivir, siempre será más complejo que el más sofisticado y profundo de los
conocimientos.
La “Loca Luz Caraballo”, del poeta Andrés Eloy Blanco, nos muestra las desastrosas
consecuencias humanas de un caudillismo que deja a los pueblos “como capilla sin santo”.
Y es que el caudillismo en la práctica mantenía desintegrado, desgarrado y sangrando al
país.
Pensamos que como se vio en 1902, las potencias mundiales hubiesen hecho toletes al
país y se lo hubiesen anexado.
El caudillismo supone una visión corta, miope, elemental, rudimentaria e inculta del
‘ser’ y ‘hacer’ político.
Es muy difícil que en una sociedad altamente desarrollada surjan estos ‘seres
providenciales’. Pueden, en cambio, surgir líderes.
Esto nos demuestra, sin duda alguna, que no hemos alcanzado una profunda y plena
madurez político-cultural.