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Alejandro Schneider: Los límites dentro de lo posible.

Algunas consideraciones sobre la reforma


agraria en Nicaragua

El 19 de Julio de 1979, con el triunfo de la insurrección popular armada que encabezó el Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se produjo el final de la dictadura de los Somoza. Esta
revolución buscó la reconstrucción del país desvastado mientras se transformaba la economía nacional. De
este modo, los principios del programa sandinista eran la “Unidad Nacional” y la “Economía mixta”,
conformada por dos sectores, Área del Propiedad del Pueblo (APP) y un ámbito que abarcó las Áreas
privadas, lo cual demostraba la alianza de clases que se realizó para derrocar a la dictadura: la burguesía que
se oponía a causa del monopolio político, al favoritismo, la corrupción y represión; los sectores marginados y
explotados rurales y urbanos y las facciones de izquierda con una visión etapista, que consideraban que
Nicaragua debía madurar el modo de producción capitalista.
Luego, de la revolución el medio para alcanzar dichos objetivos fue la realización de una Reforma
Agraria que desarrollará las estructuras productivas de forma racional y eficiente.
Mediante el análisis de dicha Reforma y de las relaciones sociales de producción del agro puede
observarse los límites y contradicciones del modelo gubernamental adoptado a partir de 1979, que
demostrará que si bien el programa sandinista fue antimperialista, antioligárquica y pro-agrario y revindicaba
el avance de la Revolución en torno a la hegemonía popular y a la conducción política de su vanguardia, el
mismo no implicó el establecimiento de una nación socialista.

Desarrollo capitalista durante el régimen de Somoza: Desde 1936, el estado se fue configurando como
una dictadura militar que tenía como bases el control de la jefatura del aparato policiaco militar de la Guardia
Nacional así como el apoyo directo e ilimitado de EE.UU y de la oposición-conciliación de los partidos
políticos tradicionales (conservadores y liberales) durante el régimen. Dicho régimen, consolidó un
capitalismo agroexportador dependiente, periférico y deformado basado en la exportación de café hasta la
década del 50´ que se reemplazó por el algodón, que si bien incrementó la productividad de las tierras y el
trabajo generó un desarrollo desigual a escala regional y social. Un ejemplo de ello, es que mientras se
expandía el algodón, cayó la producción de los rubros alimenticios como los granos para el consumo interno,
siendo necesario el aumento en la importación de esos productos.
Así, la burguesía- tanto grande como mediana-concentró la mayor proporción de la tierra dedicándose
exclusivamente a los cultivos de exportación como la caña de azúcar y el arroz. Sin embargo, mientras la
mediana se dedicaba al desarrollo del cultivo, la grande intervino en el procesamiento agroindustrial, en el
capital comercial y financiero, vinculándose al Estado. Por otra parte, los grandes empresarios como clase no
fueron homogéneos. Existían dos facciones: los tradicionales latifundistas ausentitas y la burguesía moderna
organizada en grupos económicos.
Mientras tanto, se conformó un proletariado itinerante, con trabajo estacional, sin propiedad sobre la tierra
que se encontraba junto con un gran sector de campesinos pobres, poseedores de pequeñas parcelas de tierra

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que no les alcanza para subsistir teniendo que vender su fuerza de trabajo. En la realidad, coexistió una
complementación de una economía doméstica con una capitalista donde, según la época el obrero era
campesino y el campesino era obrero.

Reforma Agraria: El objetivo de dicha reforma era incrementar la producción de granos básicos así como
aumentar los productos de exportación para conseguir divisas. Asimismo, satisfacer las demandas del
campesinado de tener tierras y proteger los derechos de propiedad de los medianos y grandes productores.
De este modo, solo fueron confiscados los latifundios y bienes de la familia Somoza y de toda persona
cercana al régimen gracias a los edictos n ° 3 y n ° 38, respectivamente. Sin embargo, al tiempo el edicto n °
38 fue derogado gracias a los compromisos pactados con la burguesía en el marco de la Unidad Nacional y la
Economía Mixta. De este modo, la burguesía antes somocista que se pasa al sandinismo vuelve a convertirse
en oposición por las reformas que comienzan a realizarse.
Más allá de esto, es cierto que se embargó el 43% de las tierras en manos de terratenientes y se
nacionalizó el transporte y las finanzas, que conformaron las APP, siendo administradas por el INRA
(Instituto de Reforma Agraria). Además, los campesinos dispusieron de créditos relativamente suficientes y
no usuarios, insumos accesibles y precios rentables de sus productos en la comercialización con el estado.
Aunque, las cooperativas fueron los más beneficiados sobretodo después de la restricción que el gobierno
realizó en 1981 en las prestaciones a los pequeños y medianos por el uso improductivo y la escasez de mano
de obra para los cultivos de exportación.
Por otra parte, gracias a la presión popular, en 1981 se promulgó el decreto n° 782 de Ley de Reforma
Agraria que tenía una carácter antilatifundista, pero no anticapitalista, el cual establecía que la reforma
garantizaría la propiedad de la tierra a todos aquellos que la trabajaran productiva y eficientemente. Dispuso
que la cantidad de tierras mínimas debería tener el tamaño suficiente como para lograr el salario mínimo
legal y que se les pagaría una indemnización a los propietarios de los campos confiscados. Asimismo,
establecía la asignación de la tierra en orden de prioridades: 1-Campesinos pobres, colonos y cooperativas
que han trabajado la tierra cuando esta ley fue publicada. 2-Campesinos con insuficientes lotes,
especialmente aquellos que estén organizados en cooperativas. 3-Productores individuales, preferentemente
de familias numerosas y los familiares de los héroes y mártires que murieron en la Guerra de Liberación. 4-
Propiedades estatales pertenecientes al INRA.
En 1987, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó la nueva Constitución Política que otorgo a la
reforma agraria un estatus constitucional. Si bien, esto le permitió a los campesinos asegurarse un expreso
derecho jurídico, asimismo estableció los límites del accionar revolucionario y la imposibilidad de modificar
las relaciones sociales de producción capitalistas. De este modo, la norma constitucional consolidó las
distintas, a través de la mención de las diversas categorías de empresas agrarias, las distintas formas de
distribución de la propiedad, también garantizados por los principios de la economía mixta que reguló la
gestión. Así, las heterogéneas cooperativas existentes, la denominada Área Propiedad del Pueblos y las
compañías privadas cohabitaron bajo el espíritu de la Unidad Nacional y la política de colaboración de clases
impulsada desde el gobierno.

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Entonces los cambios surgidos de la implementación de la Reforma fueron: el crecimiento del área de
explotación agrícola; mayor rendimiento de los productos de consumo interno desde 1980-1981 con el maíz,
sorgo, arroz, frijoles, pollos y porcino; por último dentro de las zonas dedicadas a la producción hubo un
decrecimiento del área orientada a los bienes exportables y un incremento en lo destinado a los artículos para
el mercado interno.
Por estos años, se crearon distintos tipos de cooperativas y la conformación de tierras o empresas
agrícolas en manos del estado por el impulso de los pequeños campesinos por sociabilizar el crédito, las
técnicas de trabajo y la comercialización de sus productos. Existía la intención de introducir nuevas formas
sociales de producción, aunque sin abolir la explotación capitalista. Alrededor de las Cooperativas Agrícolas
Sandinistas (CAS) y de las Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS) se aglutinó la mayoría del
movimiento campesino, las cuales fueron estimuladas y apoyadas por el Estado desde el comienzo, ya que
les convenía por la necesidad de incrementar la productividad y también por el interés político y económico
de crear un sector asociativo dentro de las relaciones de producción en las áreas rurales.
Por otra, es para destacar la intervención del proletariado agrícola y los campesinos pobres en la
dirección de las empresas y en las tareas generales, así como en el control de la producción. Además, en el
transcurso de 1970 nació la ATC que englobo a este proletariado agrícola y tuvo una gran participación en
los planes de salud, educación y control de abastecimiento popular. Como esta, también surgieron otras
agrupaciones campesinas y obreras que intentaron defender la revolución frente a la institucionalización de
la Reforma y a la reglamentación y canalización de los conflictos de clase mediante el establecimiento de
claros límites que terminaron por poner un freno, luego de la revolución, a la experiencia obrera directa que
se estaba desarrollando. En este contexto, las primeras medidas adoptadas fueron los Convenios Colectivos
de Trabajo, que legalizaban e institucionalizaban la gestión obrera. Otra medida, importante fue la creación
de los Consejos Consultivos en las APP, donde participaban los trabajadores del sector agropecuario. Pero,
su intervención fue minoritaria y su acción solo consultiva. Luego, se formaron los sindicatos por empresas
con el fin de establecer una correspondencia entre la organización empresarial y las agrupaciones gremiales.
En conclusión, la revolución nicaragüense y su reforma agraria fue un proceso que se enmarcó dentro
de las contradicciones sociales existentes en la sociedad capitalista y por el accionar que adopto el
sandinismo desde 1979. No debe olvidarse la presión de los EE.UU, bajo Ronald Reagan que buscaba
contener los procesos turbulentos de la región en el marco de las guerras de baja intensidad, por los
conflictos Este-Oeste. Para concretar estos objetivos, recurrió al sabotaje hasta la intervención militar directa
con fuerzas de operaciones especiales hasta el emplazamiento de centros de entrenamiento militar en
Honduras. Las agresiones ocasionadas por esta ingerencia afectaron el desenvolvimiento de la reforma
agraria, sobretodo en las áreas fronterizas del país y en la organización de las cooperativas de trabajo.
El resultado de ello, fue el fenómeno de corrupción la piñata por los dirigentes altos y medios del
FSLN que se apropiaron de distintos bienes y que hoy en día, se consumó una contrarreforma agraria que
volvió a constituir al latifundio.

Torres Rivas: Guatemala: medio siglo de historia política

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Con la dictadura de Estrada Cabrera (1898-1920) que inaugura el siglo, la revolución liberal se vuelve
gobierno conservador y sigue entregando el país al inversionista extranjero, consolidando un capitalismo
dependiente agrario de exportación, que había comenzado durante el gobierno de Barrios en 1871. Este
capitalismo se combinó con las formas de producción precapitalista de Guatemala, dando como resultado
una doble condición de las clases sociales. Así, el mozo-colono y el peón-migrante tendrán la doble
condición de semiasalariados. Por otra parte, la burguesía cafetalera fundaba su poder en una forma de
relaciones de producción no burguesas por su condición de terrateniente rentista que se mezclaba, al mismo
tiempo, con el del burgués inversor.
Los pilares de la estructura de la economía agraria de exportación fueron la oferta abundante de tierras
y la constitución de un mercado de trabajo en el que la mano de obra indígena resultaba barata, abundante y
obediente. Por lo tanto, la acumulación del capital se realizaba más a través de la sobreexplotación de la
mano de obra semiservil que de los incrementos de la productividad y dependió menos de la inversión
doméstica que de los impulsos del comercio de exportación. Así, pobreza e ignorancia se combinaron en
provecho de la gran propiedad, como ser el reglamento de jornaleros de 1877 que permitió el traslado
violento de indígenas desde sus comunidades del altiplano en dirección de las haciendas cafetaleras. Durante
el gobierno de Cabrera, esta fue la principal tarea de la policía, arrastrar por la fuerza las manos aptas para la
zafra del café.
Así, la naturaleza de las relaciones sociales de producción, la forma de la propiedad territorial y la
extroversión de la economía cafetalera, limitaron el carácter de productor capitalista, reforzando su rasgo
terrateniente.
Nos encontramos frente a una burguesía rural que vivió como productora una existencia contradictoria,
además se vio debilitada económicamente por el sector nacional-alemán integrado al mercado exterior y
estuvo dividida políticamente entre liberales y conservadores. Por otra parte, estaba la masa campesina
indígena dominada junto con la ciudadanía inerte y la pequeña burguesía urbana de pulperos, artesanos,
maestros y empleados que se dividieron entre la vergüenza de la dictadura y la atracción al poder. Ante esta
situación, se fortaleció la tradición autoritaria a través de la constitución de estructuras de mediación en que
el ejército, la política y grupos político-burocráticos del partido liberal ejercían el control. Lo cual, explica
que el régimen de Cabrea se prolongara por tanto tiempo, ya que este mediante el terror y la fuerza aseguraba
el orden interno y la paz social, que demandaban los cafetaleros alemanes, los plantadores norteamericanos y
los terratenientes nacionales.
Esto demuestra que la representación tradicional del régimen de Cabrera como continuador de la
tradición autoritaria liberal-conservadora con orígenes en el dominio español y en el estilo colonizador fue
falso, a pesar de haberse reelegido por 22 años mediante la farsa electoral.
La penetración del capital norteamericano en el país es un ejemplo. Este se dio con la construcción de
ferrocarriles, la obsesión desarrollista de la época. La historia de la penetración imperialista forma parte de la
historia de los ferrocarriles y por ello, de los gobiernos liberales. La metamorfosis en República bananera
con la fundación de la United Fruit Co, fue posterior y significó la producción directa del banano, la

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propiedad de ferrocarriles y muelles, el control del servicio marítimo y el monopolio de los mercados de
consumo, ante lo cual se beneficio la fracción liberal-terrateniente que llevaba las tareas de administrativas
de control y orden.
En 1918, grupos de terratenientes de tradición conservadora, comerciantes y profesionales de la ciudad
de Guatemala, formaron el Partido Unionista para derrocar a Cabrera. Por la agitación popular que
encabezaron los líderes la Asamblea Nacional tuvo que declarar en 1820 enfermo mental al presidente y
nombrar en su lugar al terrateniente Carlos Herrera. Empezó así la semana trágica que termino con la
rendición del ejército de la dictadura y la prisión del ex jefe de estado. Esta fue una breve guerra civil, con
más de dos mil muertos, que pudo haber cambiado la historia rural y social del país, pero al estar organizada
por las clases dominantes solo implicó un cambio de mando, que utilizó a la masa popular para su fin. Así, el
5 de diciembre de 1921 el ministro de Guerra José María Orellana derrocó al presidente Herrera que
continuó con la economía agraria fundada en el trabajo extensivo de la tierra y la explotación y
subordinación indígena.
El 14 de febrero de 1931, fue electo el general Jorge Ubico, el último de los militares liberales
descendientes de la generación reformista de 1871, cuando ya los efectos de la depresión internacional
desorganizaban sin defensa a la economía de exportación. Ubico recibió el reconocimiento diplomático del
imperialismo norteamericano tres veces consecutivas, ya que ante el desorden producido por el comercio
mundial, debido a la baja de la oferta industrial y demanda agrícola, iba a mantener el orden.
Así, ante la contracción de la demanda de café y la disminución de los precios, Ubico estableció la
contracción del gasto público, equilibrio presupuestales, disminución de salarios, defensa de la paridad
monetaria y una política de fuerza que lo llevo a asesinar “preventivamente” al núcleo fundador del partido
comunista, al movimiento sindical y a perseguir a sus rivales políticos. De esta forma, se combinó deflación
con represión teniendo que pagar el precio del capitalismo dependiente las masas campesinas y urbanas.
Entre la Gran Depresión y la segunda guerra mundial el autoritarismo se basó en un Ejecutivo Fuerte, con un
Parlamento al cual accedía solo el Partido Liberal y conflictos sociales congelados por el arbitrio policial.
Asimismo, el general Ubico sustituyó el régimen legal de mandamientos- del sistema de trabajo
forzado, peonaje estacional, régimen de colonos o peonaje por deuda vitalicia- por la Ley contra la vagancia
que establecía que todo campesino indígena mayor de 18 años debía trabajar su propia tierra en un mínimo
de 25 cuerdas, lo cual equivalía a hacerlos trabajar en las haciendas de café de manera forzosa, ya que no
poseían tierras, para eludir el castigo que no era la cárcel, sino el trabajo en la construcción de caminos por
entre 100 y 150 días.
El régimen de partido único y un Poder Ejecutivo fuerte, justificado en una etapa de grave
estancamiento económico y malestar social, ya no lo era después de la depresión. Es que en 1931, Ubico se
convirtió en el instrumento salvador de los intereses cafetaleros, pero en 1944 ya no era necesario ni
representaba ningún sector, ya que el ubiquismo fue una estructura piramidal de poder, construido sobre
lealtades tradicionales sin organización o representación orgánica de intereses de clase. Era un régimen de
excepción. El sistema ubiquista fue la respuesta política inmediata a la crisis del comercio de exportación y

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prosperó porque encontró un país abonado por la tradición autocrática, señorial, agraria en las relaciones
políticas y sociales.
Ante estas circunstancias, se formó una coalición antidictatorial en 1944, que incluía muchos sectores
sociales, pero fueron los estudiantes los que comenzaron la rebeldía la cual desencadenó en un petitorio
pidiendo la renuncia de Ubico, que sucedió en Julio del mismo año. Pero, este dejó en su reemplazó a una
junta de generales que tras varias huelgas obrero-artesanales, el inicio de la organización sindical y política
de grupos urbanos, la intensa actividad de maestros y estudiantes, convirtieron la gesta cívica en
enfrentamiento armado, logrando expulsarlos el 20 de octubre.
Este acontecimiento es denominado como la “Revolución de octubre”, al ser el inicio de un nuevo
ciclo económico, que planteó-sin eliminar la economía cafetalera-el desarrollo industrial y la diversificación
agrícola; inauguró también una nueva forma de convivencia política, la vida democrática y las posibilidades
de organización y participación ampliada.
El primer signo de esta renovación fue el llamado a las primeras elecciones libres en diciembre de
1944, donde el doctor Arévalo obtuvo la presidencia con el 86% del total de votos emitidos. Este periodo,
fue un momento de ampliación de las bases sociales del poder, con la introducción de las clases medias a
la estructura administrativa del gobierno; con la concesión del derecho del sufragio a los analfabetos y las
mujeres, la libre organización de partidos y organizaciones sociales, la autonomía municipal y la
representación de las minorías electorales, la libertad de prensa y un clima de tolerancia y estímulo para el
debate ideológico, así como la declaración de la legislación laboral y de protección social en la zona rural.
Sin embargo, este no significó un cambio radical del sistema de dominación política ni una alteración de la
subordinación indígena y estructura colonial guatemalteca.
Puede decirse, entonces, que la política de Arévalo fue una política reformista, típicamente
pequeñoburgués, que englobó a la pequeña burguesía urbana (pequeños propietarios comerciales, artesanales
y de servicios) y los estratos asalariados intermedios (maestros, burócratas, oficiales del ejército, empleados,
etc) representados en el Frente Popular Libertador, el Partido de Acción Revolucionaria y Renovación
Social. Pero, como la vocación antioligárquica de la pequeña burguesía democrática es de cortísimo plazo y
se trasmuta, gracias al ejercicio del poder político, en vocación burguesa, el proceso económico-social de
inspiración moderna se agotó rápidamente. Pasando así de la democracia liberal contra Ubico en 1945 al
anticomunismo en 1955 que aplaudió el derrocamiento de Arbenz. Esto es comprensible en el sentido de que
ni con Arévalo ni con Arbenz se sustituyó la importancia de los intereses de la fracción agrarioexportadora y
mercantil de la burguesía, que por el contrario, se vio favorecida por las medidas liberales de dichos
gobiernos. Pero, paralelamente, a esto la actuación popular se consolidaba mediante la Confederación
General de Trabajadores (1951) que agrupo a 400 sindicatos y 100.000 obreros, a lo cual se suma el
fortalecimiento de la Confederación Nacional Campesina que organizó inicialmente comunidades indígenas
y termino siendo un organismo representativo de los obreros agrícolas y campesinos minifundistas.
Durante el gobierno de Arévalo, la intolerancia de la burguesía agraria llevó a desencadenar 28
intentos de golpe de estados que fueron evitados gracias a la movilización armada de Guatemala y la lealtad
de grupos de oficiales democráticos.

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Con Arbenz, se profundizan las reformas, ya que intenta transformar al país en una sociedad
capitalista independiente y moderna, con el menor costo social y la mayor dignidad nacional. Para ello, era
necesario fortalecer el mercado interno enfrentando a los terratenientes y ampliarlo enfrentado al
imperialismo, con una activa movilización y en provecho de las masas populares. El medio para lograrlo, fue
la Reforma Agraria. De esta forma, se realizó un censo que mostraba que el 2% de los propietarios
acaparaban más del 70% de la tierra cultivable mientras que el 57% de los campesinos no poseían tierras.
Así, a partir de junio de 1953 hasta el día de renuncia de Arbenz, firmó decretos expropiatorios de 495.843
hectáreas de tierra de ociosa acaparada durante siglos como símbolo de status y de poder arbitrario; de ese
total un poco más de 150.000 hectáreas fueron arrancadas del enclave bananero norteamericano en un acto
soberanía que precipitó la abierta conspiración del imperialismo contra el gobierno democrático. En menos
de dos años, el régimen entregó tierra a más de 100.000 campesinos y dio créditos por valor de 18 millones
de dólares, pero también estableció el pago en dinero y en bonos del estado por el valor de la tierra
expropiada.
Pero, los objetivos nacionales del proceso revolucionario no se agotaron con la política agraria-
expropiación terrateniente, creación de medianos productores de mercado interno, cooperativas de
producción y consumo, etc- sino que existió un esfuerzo por la diversificación y modernización agrícola.
Asimismo, se crearon empresas paralelas y competitivas de transporte y energía eléctrica de propiedad
estatal para enfrentarse al monopolio norteamericano.
De este modo, se llevó a cabo un movimiento nacional revolucionario, antifeudal y antiimperialista,
que enfrentaba a las fuerzas nacionales en crecimiento con los intereses extranjeros; aunque no por ello,
socialista, ya que el objetivo era crear un capitalismo independiente, nacional y democrático. El socialismo,
era una tarea de largo plazo, problema de otra generación, ya que se creía en la versión leninista de las etapas
de la revolución que proclamó la II Internacional. Así, el estado intento apoyarse en el desarrollo de una
contradicción social que resultó una ilusión de izquierda: la lucha contra los terratenientes por parte de la
burguesía manufacturera en alianza con el proletariado y los campesinos pobres.
A principios de 1954, una banda mercenaria, con cuarteles en Honduras y programada por la Agencia
Central de Inteligencia, pero dirigida por el coronel Carlos Castillos Armas, invadió Guatemala, con el apoyo
interno y la traición castrense que desmoralizó a los líderes políticos y al propio presidente, llevándolo a su
renuncia el 27 de junio de 1954. De esta manera, se renunció a la defensa armada de la revolución de las
fuerzas multitudinarias del movimiento obrero y las organizaciones campesinas que quedaron apoyando al
régimen ante la campaña anticomunista de las fuerzas de derecha que hicieron dudar a los sectores medios.
Fue inevitable la contrarrevolución a cargo del gobierno de Castillo Armas (1954-1956) que tuvo
como objetivo “desovietizar” el país conforme al “Plan de Tegucigalpa” y que eligió como medio la
violencia política: matanza de miles de campesinos tildados comunistas por reclamar una parcela de tierra,
de decenas de integrantes de comités agrarios locales, la expulsión violenta de viejas heredades campesinas,
la cárcel para mil de sindicalista, estudiantes y maestros y la fuga de más de 50.000 personas a México.
Asimismo, se estableció la ilegalidad de todas las organizaciones sindicales, se disolvió el Congreso y
derogó la Constitución de 1945; el código de trabajo fue reformulado y el decreto 31 sancionó legalmente la

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contrarreforma agraria. Además, se creó el Comité Nacional de Defensa contra el Comunismo para dirigir la
caza de brujas y legalizar el terror. Por otra, parte el gobierno anticomunista recibió donativos
norteamericanos por 80 millones de dólares para llevar a cabo la modernización capitalista que se basaba en
la estabilidad monetaria, la rebaja de salarios para impedir las alzas, el total respeto a la empresa privada e
industrialización con predominio del capital extranjero. Esto fue estimulante para el empresariado local, al
revalorizar políticamente la propiedad privada, al ilegalizar el conflicto social y facilitar la sobreexplotación
de la mano de obra local. Por otra parte, el capital extranjero retornó para controlar sin embozos la
industrialización nacional. Así, bajo este régimen el país se convirtió en exportador de carne, azúcar y
algodón.
Por otra parte, se intentó reconstruir un bloque de poder con la alianza de la burguesía, la fracción
agrario-exportadora y la industrial, pero esto fue difícil debido a la puja de poder entre la misma clase y por
la construcción de un estado autoritario que conservaba los rasgos señoriales y precapilistas del siglo pasado.
De este modo, entre 1958 y 1963 se produjo la crisis más profunda en la normalización del poder
contrarrevolucionaria y en la implementación de las fórmulas de la democracia liberal.
En el año 58´ asumió el gobierno, Ydígoras Fuentes, que para contribuir a fortalecer la capacidad de
capitalización de la burguesía entregó las fincas nacionales a manos del sector privado y expropió a
centenares de campesinos a favor de la United Fruit Co, además realizó una nueva legislación de fomento
industrial que sirvió para que todas las pequeñas y grandes manufacturas de alimentos, cosméticos, fármacos,
etc, de origen norteamericano se aposentaran como industrias nacionales de competencia fácil para el
mercado común de Centroamérica. Por otra parte, aceptó colaborar con el gobierno norteamericano en los
planes de invasión a Cuba, a cambio de obtener una proporción mayor de la cuota de azucarera arrebatada a
la isla y el perdón de la deuda de 1.8 millones de dólares que la CIA había prestado a Castillos Armas. Así,
se asentaron en La Helvetia. Ante esto, se desencadenó un levantamiento militar por el descontento de
algunos oficiales del operativo mercenario y la existencia de una base militar privada ajena a su control.
Del alzamiento resultó el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, unos 20 oficiales jóvenes,
iniciadores de la lucha guerrillera en el país y pronto, algunos de ellos, radicalizados políticamente por
influencia castrista. Del descontento social resultó la crisis de marzo y abril de 1962, por la cual las masas se
volcaron a las calles en manifestaciones diarias, paralizando el tráfico de la ciudad de Guatemala, realizando
encuentros armados, barricadas y actos de sabotaje en distintas partes del país. A la convocatoria a la huelga
general respondió el sector de las clases medias: se paralizó la enseñanza media y universitaria, los hospitales
y tribunales de justicia, luego se unieron los gremios de médicos, ingenieros, abogados y otros. Este llamado
no llego a la fábrica, aunque los obreros, individualmente, estuvieron presentes.
Pero, esta euforia y movilización pequeñoburguesa, no poseía una dirección política oportuna, por lo
que el esfuerzo colectivo se consumió a sí mismo comprobándose que no había conciencia política de los
intereses comunes ni voluntad de poder hegemónico. Y con tales carencias, el pueblo, era una masa de
maniobra electoral o carne de cañón para aventuras golpistas. Y así fue. A pesar de la elección del pueblo
para la postulación presidencial del doctor Arévalo, el Ejército se opuso y realizó un golpe de estado el 29 de
marzo de 1963 que durará hasta marzo de 1966. Este fue estimulado por la burguesía guatemalteca que temía

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por el sufragio universal. De ese modo, se cerró el camino a la democratización de la vida política del país y
otra vez se sufrió una nueva ola de terror: asesinatos políticos, detenciones ilegales, amenazas y control de
las actividades normales de la vida ciudadana. Se derogó la Constitución y disolvió el Parlamento, se
suspendieron los partidos políticos y se ilegalizó la actividad sindical.
Así, el ejército funcionó como pretoriano, en el sentido de que se puso al servicio de los intereses
dominantes y como bonapartista, porque al constituir como institución del estado una estructura mediadora,
de intermediación autoritaria, buscaron justificar la constitución en una genérica representación de intereses,
no una pluralidad sino una generalidad de los mismos en nombre de los altos intereses de la nación.

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