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QUÉ SON LOS DELITOS ECONÓMICOS

En términos generales, el Observatorio de Multinacionales en América Latina


(OMAL) define los delitos económicos como «actos delictivos cometidos con engaño
con el objeto de buscar un beneficio propio en perjuicio de terceros, tales como
la apropiación indebida de activos, la manipulación contable, la estafa, el soborno y
la corrupción, el blanqueo de dinero, el fraude fiscal, la posición abusiva de
mercado, etcétera». Sin embargo, la cantidad y variedad de delitos económicos
recogida por el Código Penal, como veremos a continuación, es realmente amplia.

TIPOS DE DELITOS ECONÓMICOS

Dentro de la generalidad de delitos económicos podemos diferenciar una gran


variedad de delitos económicos todos ellos presididos por la clara intención del
sujeto que los comete de obtener un beneficio propio causando un perjuicio a otros
y utilizando para ello cualquier tipo de engaño. En este sentido hablamos de:

El hurto, o tomar «cosas muebles ajenas sin la voluntad de su dueño».


1. El robo, o apoderarse «de las cosas muebles ajenas empleando fuerza en las
cosas para acceder o abandonar el lugar donde éstas se encuentran
o violencia o intimidación en las personas, sea al cometer el delito, para
proteger la huida, o sobre los que acudiesen en auxilio de la víctima o que le
persiguieren».
2. La extorsión: obligar a otra persona a «con violencia o intimidación, a realizar u
omitir un acto o negocio jurídico en perjuicio de su patrimonio o del de un
tercero».
3. Robo y hurto de uso de vehículos es decir, utilizarlos sin permiso del propietario
y, a la vez, sin la intención de apoderarse de ellos.
4. La usurpación, u ocupar un bien inmueble o usurpar un derecho real
inmobiliario.
5. La estafa: cuando con ánimo de lucro, se ha uso de «engaño bastante para
producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio
propio o ajeno».
6. La administración desleal, cometido por quien, «teniendo facultades para
administrar un patrimonio ajeno, emanadas de la ley, encomendadas por la
autoridad o asumidas mediante un negocio jurídico, las infrinjan excediéndose
en el ejercicio de las mismas y, de esa manera, causen un perjuicio al
patrimonio administrado».
7. La apropiación indebida: cuando alguien recibe de manera totalmente legítima
un bien que debe devolver sin embargo, llegado ese momento, se niega a
devolverlo o niega a haberlo recibido.
8. Defraudaciones de fluido eléctrico y análogo: defraudar electricidad, agua,
telecomunicaciones, gas o cualquier suministro ajeno, manipulando
contadores, instalando mecanismos o utilizando cualquier otro medio
clandestino.
9. Delito de insolvencias punibles. Ocurre cuando una persona «encontrándose
en una situación de insolvencia actual o inminente», oculta la propiedad de sus
bienes para reducir su patrimonio o simular que sus deudas han aumentado y
así «escapar» de los acreedores, hace negocios disponiendo de sus bienes o
aportándolos como garantía para evitar un embargo, o realiza actos de
disposición sobre sus bienes para adquirir la condición de insolvente y evitar
así el pago de la responsabilidad vicil derivada de sus delitos.
10. Alteración de precios en concursos y subastas públicas: cuando se altera el
precio de los bienes solicitando gratificaciones por no participar en concursos o
subastas, amenazando, prometiendo o gratificando a alguien para que no
participe o cuando se abandone la subasta tras haber obtenido el bien
subastado.
11. Daños a la propiedad ajena.
12. Delitos relativos a la propiedad intelectual, cometidos por quien «con ánimo de
obtener un beneficio económico directo o indirecto y en perjuicio de tercero,
reproduzca, plagie, distribuya, comunique públicamente o de cualquier otro
modo explote económicamente, en todo o en parte, una obra o prestación
literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución
artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier
medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de
propiedad intelectual o de sus cesionarios».
13. Delitos contra la propiedad industrial, en este caso referidos a las patentes y a
su uso no autorizado.
14. El espionaje industrial, cometido por quien «para descubrir un secreto
de empresas apoderare por cualquier medio de datos, documentos escritos o
electrónicos, soportes informáticos u otros objetos que se refieran al mismo, o
empleare alguno de los medios o instrumentos señalados en el apartado 1 del
artículo 197».
15. El desabastecimiento de productos y materias primas en el mercado con la
intención de alterar los precios o perjudicar a los consumidores.
16. El falseamiento de las características de productos y/o servicios ofertados por
parte de fabricantes o comerciantes.
17. El falseamiento, por parte de administradores de una sociedad de emisora de
valores, de la información económico-financiera de los folletos o la información
que la sociedad debe publicar y difundir conforme a la legislación del mercado
de valores, con el fin de captar inversores o depositantes, obtener financiación
o colocar activos financieros.
18. La facturación de cantidades superiores a las reales «por productos o servicios
cuyo costo o precio se mida por aparatos automáticos, mediante la alteración o
manipulación de éstos».
19. El delito de corrupción en los negocios, como por ejemplo «predeterminar o
alterar de manera deliberada y fraudulenta el resultado de una prueba,
encuentro o competición deportiva de especial relevancia económica o
deportiva» cuando de algún modo se forma parte de ella.
20. El delito de sustracción de cosa propia a su utilidad social o cultural, es decir,
destruir, inutilizar, dañar una cosa propia de utilidad social o cultural, o
sustraerla de su interés a la comunidad.
21. Los delitos solitarios, como el falseamiento de cuentas u otros documentos de
carácter económico o jurídico por parte de los administradores de una
sociedad con el fin de causar un perjuicio económico, o negar a un socio sus
derechos, o imponer acuerdos abusivos con ánimo de lucro propio o ajeno
perjudicando al resto de socios sin que repercutan beneficios a la sociedad y
haciendo valer su situación mayoritaria.
22. El delito de receptación, cometido por quien «con ánimo de lucro y con
conocimiento de la comisión de un delito contra el patrimonio o el orden
socioeconómico, en el que no haya intervenido ni como autor ni como cómplice,
ayude a los responsables a aprovecharse de los efectos del mismo, o reciba,
adquiera u oculte tales efectos».
23. Delito de financiación ilegal de los partidos políticos, en relación a la recepción
de donaciones o aportaciones destinadas a un partido político, federación,
coalición o agrupación de electores con infracción de lo dispuesto en el artículo
5.Uno de la Ley Orgánica 8/2007, de 4 de julio, sobre financiación de los
partidos políticos», así como la participación en estructuras u organizaciones
«cuya finalidad sea la financiación de partidos políticos, federaciones,
coaliciones o agrupaciones de electores, al margen de lo establecido en la ley».
24. La categoría de delito económico incluye tantos tipos penales que el sentido
común ayuda más que la pureza técnica para identificarlo.
25. La definición del delito económico da problemas pues el Código Penal, en
este punto en concreto, nos plantea más trabas que ayudas nos ofrece pues,
en efecto, el delito económico no está tipificado, no aparece en la Ley, sino
que se trata de una simplificación simplona y paralegal del conjunto de delitos
contenidos en el Título XIII del Código Penal, relativo a los “Delitos contra el
patrimonio y contra el orden socioeconómico” , que incluye desde el hurto
hasta el blanqueo de capitales.
26. El sentido común nos indica que un delito económico tiene que estar
relacionado con la economía. Ahora bien, la Economía como ciencia bien
poco se puede ver afectada por un delito por lo que, en consecuencia,
tendremos que entender la referencia a la economía como una indicación de
administración y gestión eficaz y, pretendidamente, eficiente de los recursos
escasos.
27. Sin embargo, el Código Penal no refiere el delito económico a pelo sino que
habla de los delitos contra el orden socioeconómico de forma que el delito
económico habría que caracterizarlo a través de dos notas particulares: su
repercusión social y en la sociedad, y la disrupción del orden existente.
28. No obstante lo anterior, en nuestro día a día nos encontramos con que el
concepto de delito económico se extiende más allá, se da de sí, para incluir
todos aquellos otros delitos que se ven marcados por la distracción del dinero
de su legítimo destino, de forma que metemos en el mismo saco tanto los
delitos de financiación ilegal de los partidos políticos como los delitos contra
la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
29. La existencia y realidad de los delitos económicos, sin embargo, no es algo
nuevo. No podemos sostener, manteniendo la cara seria, que ha sido en los
últimos 10 años cuando las empresas han descubierto la forma de eludir el
pago de impuestos, o que en un alarde de creatividad han ideado nuevas
maneras de hacer su contabilidad, ni se nos puede ocurrir pensar que ha sido
recientemente cuando la gente ha descubierto las ventajas de llevarse a
cenar reiteradamente al politicastro de turno. Antes bien, quitándonos la
venda de los ojos, o no se perseguían estas conductas o se hacían de forma
más discreta.
30. En Valencia tenemos el mejor ejemplo. Leyendo periódicos me encuentro
con que Fiscalía destapa una nueva trama de corrupción . Y ya he perdido la
cuenta de las que llevan, bien les podéis preguntar a los compañeros
del despacho de abogados Sánchez Guardiola de Valencia , por si ellos, al
estar sobre el terreno, conocen más del tema.
31.
32. Los delitos penales económicos cada vez son más frecuentes en nuestro
país. Una sentencia favorable puede depender, en gran medida, de contar
con abogados especializados y expertos en este tipo de delitos.
33. Existen delitos penales y existen delitos económicos. Pero también hay
delitos penales económicos, una tipología que cada vez se da con más
frecuencia en los juzgados de nuestro país.
34. La tipología de cada uno de los delitos aparece fielmente plasmada en
nuestro Código Penal. Los delitos penales son muy amplios y, en función de
su naturaleza y consecuencias, pueden representar para el condenado
penas de multa, reclusión o inhabilitación. Dentro de los delitos penales se
encuentran los delitos penales económicos, que están recogidos en nuestra
jurisdicción en el Título XIII, epígrafe 'Delitos contra el patrimonio y contra el
orden socioeconómico'.
35. En todos los delitos económicos hay unos elementos comunes, que
son intencionalidad (voluntad expresa para cometerlos), lucro (beneficio
ilícito en detrimento de otras personas) y engaño.
36. La complejidad de los delitos penales económicos implica la necesidad de
contar con abogados penalistas especializados y con amplia
experiencia. Los abogados de delitos económicos deben estar preparados
para defender a sus clientes ante acusaciones de fraude fiscal, blanqueo de
capitales o fraude societario, que implican muchas ramificaciones e
investigaciones. Además, suelen afectar no solo a personas físicas, sino
también a personas jurídicas, con lo que el proceso se complica mucho más
a la hora de discernir posibles responsabilidades.
37. Delitos fiscales, fraudes, delitos de apropiación indebida y blanqueo de
capitales
38. En los últimos años el número de delitos fiscales, fraudes, delitos de
apropiación indebida y blanqueo de capitales han aumentado en nuestro
país de forma muy significativa, como reflejan diariamente las portadas de
los periódicos.
39. En parte, el incremento de este tipo de delitos se debe a la reciente reforma
del Código Penal, que ha permitido también investigar a empresas o
personas jurídicas, además de a las personas físicas.
40. Los abogados de delitos económicos cobran un papel aún más fundamental
no solo a la hora de representar a las empresas ante posibles acusaciones,
sino también para anticipar situaciones de riesgo, prevenir posibles delitos.
Estos abogados altamente cualificados se ocupan de formar a empresarios
y directivos en códigos de buena conducta y velan por el cumplimiento de la
ley en dichas empresas. El sistema de cumplimiento de las normas por parte
de las empresas recibe el nombre de 'cómplice' y es fundamental para evitar
responsabilidades penales. Los directivos deben estar cada vez más
comprometidos en establecer un sistema eficaz de ‘cómplice’, asesorado por
abogados penales expertos en delitos económicos.
41. Los delitos fiscales son cometidos al omitir una obligación inherente a
personas y empresas: declarar los ingresos percibidos a la hacienda pública.
Esta omisión es constitutiva de delito y no solo de infracción cuando las
cantidades defraudadas excedan los 120.000 euros. Además, para que se
considere un delito con posibles penas de cárcel es imprescindible que el
defraudador haya tenido intención de evitar el pago. En la labor de los
abogados penales está demostrar que no ha habido intención e intentar llegar
a acuerdos con la fiscalía para evitar el ingreso en prisión de sus defendidos,
según los casos. Numerosas personalidades públicas han sido imputadas
por delitos fiscales en los últimos años, siendo muy recientes los casos de
conocidos astros del balón.
42. Los fraudes son delitos muy variados, que tienen como denominador común
el engaño para alcanzar un lucro indebido. Entre los tipos de fraude
destacan el fraude fiscal o el fraude en seguros, uno de los más comunes. El
fraude en seguros es realizado de forma cada vez más frecuente por bandas
criminales organizadas. La automoción es el sector más afectado por esta
clase de fraudes.
43. Los delitos de apropiación indebida ocurren cuando hay una apropiación
ilegal de bienes patrimoniales, dinero o activos. Una persona (que puede ser
un administrador, socio, etc.) traiciona la confianza de otra, apropiándose de
bienes que no le pertenecen. Aunque es corriente que exista una relación de
confianza entre defraudador y víctima, no es necesaria para la consideración
de este delito. Sí es imprescindible la voluntad dolosa de obtener un beneficio
propio con daño a otra persona. La pena para este delito es de seis meses a
tres años de prisión. En el pasado, este delito era tipificado como estafa pero
recientes reformas del Código Penal le confirieron personalidad propia.
44. El blanqueo de capitales se produce cuando se trata de encubrir mediante
operaciones financieras el origen criminal o ilegal de fondos. Las autoridades
han extremado en los últimos tiempos las medidas para controlar el blanqueo
de capitales realizando auditorías de prevención de blanqueo de capitales a
entidades como aseguradoras, servicios de inversión o promotores
inmobiliarios, entre otros. Para atender adecuadamente a estas peticiones
de auditorías son necesarios abogados especializados en blanqueo de
capitales.

Uno de los aspectos más polémicos y a la vez imprescindibles para el abordaje


criminológico de la delincuencia económica es precisamente su definición. El delito,
antes de ser objeto esencial del derecho penal, es entendido como un fenómeno
social, por lo que ha sido interés de estudio de otras ciencias sociales además del
derecho. El delito económico, por su parte, ha estado en el epicentro de análisis de
la criminología desde la década de los años cuarenta del siglo pasado, periodo
histórico en que dicha ciencia debió desmarcarse del esquema tradicional del delito
y el delincuente como premisa para comprender y enfrentar esta nueva forma de
criminalidad.

Para tales menesteres, sin duda, ha debido pertrecharse con nuevas y


revolucionarias concepciones. Quintero Olivares, en esa cuerda de análisis, es
categórico cuando refiere que a diferencia de lo que acontece con la "vulgar"
delincuencia contra la propiedad, de la que se predica su carácter de desviada y
propia de las clases sociales subalternas, y para la que se proponen programas de
"recuperación" y "reeducación", la delincuencia "económica" se presenta como
parte del propio sistema, insometible a los mismos principios que esta otra,
intratable con las mismas penas. La pretensión de abordarla con las mismas armas
sólo puede entonces encerrar el inconfeso propósito de tolerarla, lo que no puede
extrañar toda vez que sería absurdo esperar que el bloque dominante se volviera
contra sus propios miembros, sometiéndoles a un sistema represivo generado para
otros. La actual sociedad democrática tiene que plantear una alternativa de política
penal para la salvaguarda, al menos, de las mínimas garantías que, en principio,
dice defender cualquier "Estado social de derecho". 1

Resulta necesario, entonces, que cualquier estudio sobre el delito económico se


atavíe de herramientas de análisis criminológico, esto es, utilice los conocimientos
alcanzados por la criminología en este ya no tan novedoso campo de estudio, de
manera que contribuyan dichos postulados a la configuración del propio derecho
penal en su perenne función de hacer frente a tales nocivas conductas delictivas.
No se trata sólo de la necesaria definición de un fenómeno para su mejor
comprensión, sino también, y ello viene a colación con lo anterior, de establecer,
con base en ello, las más efectivas formulaciones político-criminales para su
enfrentamiento. Ese es el encargo esencial de la criminología, 2 y hacia esos
derroteros se encaminan los análisis subsiguientes, siempre desde la panorámica
central ya no del fenómeno delictivo en su clasificación genérica, sino en específico
relativa a su variante económica.

DISCUSIÓN SOBRE LA DEFINICIÓN DE CRIMINALIDAD


ECONÓMICA
Como elemento inicial es preciso clarificar que no es precisamente Edwin
Sutherland, con su proclamada teoría del delincuente de cuello blanco, pionero en
los estudios criminológicos sobre la delincuencia económica. En 1872, Edwin C. Hill
hizo alusión a esta forma de criminalidad. 3 Similar tópico abordó Edward A. Ross
en 1907, en su trabajo TheCriminaloid. Unos años más tarde, en 1935, un estudio
de Albert Morris hace contrastar la criminalidad de las clases bajas (o del también
llamado submundo) con una criminalidad propia de las clases altas
(upperworld). 4 Ahora bien, sin negar la importancia de los autores y trabajos
precedentemente enunciados, no cabe duda de que el más representativo de los
estudios criminológicos sobre la delincuencia económica recae sobre Edwin H.
Sutherland, quien en 1939, con motivo de su alocución presidencial ante la
Sociedad Americana de Sociología, utilizó la expresión white collar criminality por
primera vez, y ésta ha trascendido épocas para llegar hasta nuestra realidad actual,
con una vigencia tal que muchos desconocedores del término lo consideran
acuñado recientemente.

Los aportes de la teoría esgrimida por Sutherland marcaron la génesis de toda una
discusión en el campo de la criminología, orientada a precisar aún más las
características de la delincuencia de cuello blanco, lo cual, por otro lado, llevó
también a la aparición de críticas contra el enfoque de análisis utilizado por el
reconocido sociólogo norteamericano. 5 En ese sentido crítico, autores como
Caldwell subrayaron que el empleo del término white collar crime se justificaba
desde el punto de vista de la investigación científica, pero no desde la perspectiva
"social", en la que se muestra ambiguo, incierto, susceptible de controversia, y dado
que no había sido definido de forma oficial o legal, no era comúnmente aceptado
más que en relación con violaciones del código criminal. 6Discrepancias teóricas
aparte, lo cierto es que hoy en día nadie discute sobre la existencia de tal
criminalidad, así como su considerable relevancia social.

Ahora bien, no debe eludirse el hecho de que una de las principales contribuciones
de la criminología como disciplina científica consiste en ofrecer importantes
clarificaciones al derecho penal en su lucha contra el delito, y como apunta García
Cavero, con quien coincidimos, sin desconocer ciertamente la autonomía científica
de esta rama del derecho, puede decirse que muchas veces la viabilidad de
determinadas propuestas dogmáticas depende en gran medida de ciertas
consideraciones criminológicas. 7 Es por ello que el primer punto de debate
criminológico en función, entre otras, de dotar al derecho penal de la necesaria
claridad para el enfrentamiento de la criminalidad de cuello blanco, es su definición.

Se presentan entonces dos orientaciones fundamentales en su estudio: la línea de


investigación que se centra en la figura del delincuente de cuello blanco (orientación
al autor), y las investigaciones criminológicas orientadas al delito cometido, en las
que se resaltan los efectos sociales de este tipo de criminalidad (orientación al
hecho). De los puntos de partida de cada una de estas orientaciones criminológicas
se desprenden distintas consideraciones para el derecho penal.

 La investigación criminológica orientada al autor. Esta línea de investigación


criminológica fue iniciada por Sutherland, quien calificó como criminalidad de
cuello blanco los "delitos cometidos por una persona honorable, con prestigio
social y en el marco de su ejercicio profesional". 8 Es posible apreciar que el
hecho delictivo cometido por el delincuente de cuello blanco quedaba de esta
manera relegado a un segundo plano, siendo el objeto de investigación las
características personales del autor. 9
 La investigación criminológica orientada al hecho. La otra forma de
caracterizar criminológicamente la delincuencia económica se obtiene
recurriendo a criterios de identificación ofrecidos por el hecho cometido. Ya
no es la figura del autor la que permite hablar de delincuencia de cuello
blanco, sino ciertas características empíricas del delito económico.

Con base en dichas perspectivas de análisis, la filiación de los autores es diversa,


en la pretensión de delinear lo mejor posible un concepto de criminalidad económica
que abarque con la mayor exactitud esta tipología de delito. 10 En lo particular, no
creemos producente descartar alguna de las posturas anteriores, aunque tampoco
es conveniente adherirse en exclusivo a una sola de éstas. Debe producirse una
simbiosis entre las características del hecho y del autor que permita, en primer lugar,
decidir qué bienes jurídicos se deben proteger, contra qué conductas concretas se
les resguardará, así como establecer, como ya apuntamos, las pautas político-
criminales más certeras en su tratamiento.

En este análisis no debe preterirse en modo alguno la dimensión jurídica. El delito,


desde una óptica jurídica, es, en primer orden, una infracción de una norma. De una
norma legal. 11 Pues si bien los intentos por definir la criminalidad económica desde
la criminología deben aportar al derecho penal las pautas fundamentales para su
mejor incorporación a la normativa, no es menos cierto que finalmente será la
voluntad estatal la que defina desde qué enfoque se delimitará la delincuencia
económica.

En cuanto a esta dimensión jurídica, a la hora de definir al delito económico se ha


señalado, a nuestro criterio de forma muy atinada, que no es sólo misión del derecho
penal definir al delito económico; tiene que haber, además, aportación de elementos
de otras ramas del derecho que han de crear unas preestructuras mediante las
cuales se pueda seleccionar, en las conductas de los agentes, lo que es materia
propia de aquellas ramas, que ellas asumen y resuelven por cauces específicos, de
aquellos otros aspectos que, trascendiéndolas, devienen inevitablemente el área
penal. 12

La constante controversia en torno a la definición del delito económico resulta difícil


de conciliar en la actualidad. A pesar de ello, podríamos asumir al delito económico
en un sentido criminológico, siguiendo el criterio de Herrero Herrero, cuando lo
establece como toda agresión, prohibida o no por el ordenamiento jurídico, que
ponga en grave peligro los esquemas fundamentales de producción, distribución y
consumo de los bienes de la comunidad como tal, o de un número apreciable de
sus miembros, o que afecte, de igual forma, sus sistemas de financiación y de
cambio. Todo ello, provocando el nacimiento de un daño directo y real; acudiendo
al uso de métodos y formas atentatorios al equilibrio y fiabilidad de aquéllos, o a
través de la comisión de otros delitos, ejecutados por puro móvil de
enriquecimiento. 13
Por supuesto, este concepto criminológico probablemente no resulte útil para ser
aplicado, directamente, a la punición de tales comportamientos. Ello produciría un
quebrantamiento de los principios de legalidad y seguridad jurídica. Pero ha de ser
utilizado para inspirar, para informar, adecuadamente los preceptos penales del
ordenamiento jurídico económico. Resulta cierto también que no se menciona al
sujeto comisor en esta conceptualización; no aparece el "delincuente de cuello
blanco" de Sutherland ni otras características del infractor. ¿Significa ello que tanto
Sutherland como otros autores que se han encargado de definir criminológicamente
a este tipo de delincuente han quedado de forma deliberada olvidados? Apuesto a
que no es así. De hecho, sus aportes revolucionaron en su momento los postulados
criminológicos que no concebían otro delincuente que el marginal, el desposeído,
como parte de un segmento sin opciones en una sociedad clasista por
excelencia. 14 Pero nuestro derecho penal actual no debe ser orientado a los
autores. Un ejemplo es que tampoco los delitos que comúnmente perpetran
individuos de esas clases bajas de la sociedad establecen que son ellos
precisamente los que los cometerán. Se trata de establecer hechos, no autores,
pues esto último generaría una anarquía e inseguridad jurídica de caracteres y
consecuencias insospechadas.

EL BINOMIO DELINCUENTE DE CUELLO BLANCO-


DELINCUENTE ECONÓMICO
Con el propósito de continuar clarificando conceptualmente al delincuente
económico, un aspecto a significar es que algunas expresiones utilizadas en la
literatura criminológica para referirse a un fenómeno similar aunque no idéntico se
han ido desvirtuando, lo cual se puede percibir en la forma con que se alude
indistintamente a la "delincuencia económica", "delincuencia de cuello blanco",
"delincuencia de caballeros" y "delincuencia profesional", sin que se delineen de
manera correcta sus puntos convergentes y divergentes. De ellas, la más
consagrada y de mayor resonancia internacional, la de "delincuencia de cuello
blanco", resulta hoy ser de común uso en todos los idiomas. 15
Al abundar sobre su real significado, Bajo y Bacigalupo resumen tres características
esenciales para su definición: la comisión de un delito, el alto nivel social de la clase
a que pertenece el autor y la relación entre la infracción y la actividad
profesional. 16 Sin embargo, advierten que cada autor añadirá aquellas otras que le
parecen importantes a determinados efectos. Así, a las tres características
mencionadas se han ido sumando otras, tales como: la lesión de la confianza en el
tráfico mercantil; el abuso de la credulidad o ignorancia de la víctima; la utilización
de especial astucia por parte del autor para impedir su descubrimiento, bien porque
presenta el hecho como lícito, bien porque impide por distintas razones la denuncia
de la víctima; la conciencia de la ilicitud del hecho, pero no su trascendencia
criminal; la creación de una imagen de honorabilidad; la pertenencia del autor a un
sector de actividad económica, etcétera. 17 La acentuación de una u otra de dichas
características da lugar al nacimiento de las distintas expresiones referidas up
supra.

Es por ello que la "delincuencia profesional" nace de aquellos sujetos cuya


actuación delictiva está más acentuada en el vínculo entre la infracción y la actividad
profesional que en la pertenencia del autor a una clase social determinada.
Schneider la define como aquella que "lesiona las esperanzas institucionalizadas
que se anudan al rol profesional". Esta corriente, que también utiliza la
expresión occupational crime, aleja, por supuesto, su preocupación del aspecto de
clase que otros coligen de la delincuencia de cuello blanco, entendida como una
forma más de explotación. En este concepto se incluirían no sólo la delincuencia de
cuello blanco propia de clases de alto nivel social, sino también la llamada de "cuello
azul", referida a las actividades de profesionales obreros.19

Por su parte, la expresión "delincuencia de caballeros" (Kavaliersdelikt) se refiere a


los delitos cometidos por personas de alto nivel social, aun cuando el hecho no
tenga ninguna relación con su actividad profesional. Se trataría de delitos tales como
el duelo, la tenencia ilícita de armas, infracciones de tipo automovilístico,
etcétera.20 Si en la "delincuencia profesional" no es el elemento de la pertenencia a
la clase social alta lo que la delimita sino el vínculo entre la infracción y la actividad
profesional del autor, en la "delincuencia de caballeros" es todo lo contrario, de ahí
que a nuestro entender se trate de una tipología demasiado abierta, que puede en
disímiles casos deslindarse de la polémica que se centra en el binomio delincuencia
de cuello blanco-delincuencia económica.

El solapamiento de ambas tipologías en su utilización se explica, según Bajo y


Bacigalupo, porque ya el propio Sutherland dentro de las actividades económicas,
científicas o políticas que podrían dar lugar a la delincuencia de cuello blanco, se
preocupó fundamentalmente de las infracciones económicas, relegando el resto de
las actividades profesionales; y consideran admisible tal polarización debido a que
las dos terceras partes de los delincuentes de cuello blanco son propietarios o
directores de empresas. 21

Por todo lo anterior, debe quedar esclarecido el hecho de que la delincuencia


económica es una especie de la de cuello blanco, cifrándose el carácter especial de
la primera en que la actividad profesional consiste, precisamente, en una actividad
de índole mercantil. Ello no impide, a nuestro entender, que debamos considerar
entre la delincuencia de cuello blanco y la económica un área de convergencia, es
decir, estaríamos en presencia de un delincuente económico y a la vez de cuello
blanco cuando converjan en dicha persona las características de pertenencia a una
clase social alta, y cometa una infracción vinculada a su actividad profesional,
siendo ésta de índole mercantil.

A su vez, un delincuente de cuello blanco no necesariamente es también un


delincuente económico, y viceversa. Ello se colige de la posibilidad cierta de que un
individuo perteneciente a una clase social alta cometa una infracción vinculada a su
actividad profesional, pero ésta no sea atentatoria contra la economía a la luz de los
conceptos de delito económico ya abordados. Podríamos estar en presencia, en tal
caso, de delitos funcionariales, relativos a la corrupción, y no contra la economía
propiamente dicha.

Por otro lado, el delincuente económico, dígase quien comete un acto contra la
economía, no tiene por qué pertenecer necesariamente a una clase social alta, y sin
embargo con su actuar provoca un detrimento a la economía como bien jurídico
protegido por el derecho penal. Para estos casos puede utilizarse el término
"delincuencia profesional", pero este último resulta limitado respecto al delito
económico, mucho más amplio dado que no todo el que atenta contra la economía
lo hace desde una profesión u ocupación concreta. Es preciso tener en cuenta, para
entender esta línea de análisis, que en el hoy, el delito económico es más extenso,
objetiva y subjetivamente. Existen, de hecho, delitos económicos que no dependen
de que el infractor lo cometa desde su propia actividad profesional. 22

En estos elementos es que sustanciamos nuestra crítica al ambivalente uso de los


términos "delincuente de cuello blanco" y "delincuente económico" en la literatura
penal y criminológica, así como en cualquier discurso científico referente al tema.
Comprender las sutiles pero cardinales diferencias entre tales términos desde el
punto de vista criminológico es premisa insoslayable para un correcto abordaje
futuro de esta problemática actual, ya sea desde la propia criminología o desde el
derecho penal.

Ante este, por momentos desconcertante, entuerto terminológico, resulta muy difícil
introducirse al estudio de una literatura criminológica que menciona de forma
constante al delincuente económico cual si fuera, de plano, a la vez delincuente de
cuello blanco, dicho que no tienen por qué coincidir. Ello nos obliga a inferir que
quienes establecen esa aparentemente "ingenua equiparación" están haciendo
referencia al delincuente económico que ostenta además caracteres de "cuello
blanco". La idea anterior puede sustentarse en el hecho de que, claramente, lo
novedoso y requerido del análisis no es el ciudadano común que asume una
conducta contraria a la regulación económica de su Estado, sino el tipo de
delincuente que ostenta cierto estatus de superioridad jerárquica respecto al
ciudadano medio y desde dicha posición actúa con ánimo de lucro en menoscabo
de la economía nacional. Por tanto, en lo sucesivo, cuando hagamos referencia al
delincuente económico, será respecto a este último, el que, también es cierto, si
bien no siempre pertenece a una clase social alta, muchas veces posee caracteres
relativos al "cuello blanco".
INTENTOS POR EXPLICAR LA ETIOLOGÍA DE LA
DELINCUENCIA ECONÓMICA
El reto que implica desentrañar un fenómeno nuevo, diferente, ha colocado a la
delincuencia económica como objeto de estudio predilecto para amplios sectores
de la criminología actual. Uno de los aspectos que más ha inquietado a los
estudiosos de este tipo de criminalidad es el referente a las causas que lo originan.

Algunos estudios primigenios se concentraron en la personalidad del autor como


explicación causal fundamental. El famoso Psicograma de Mergen califica como el
referente esencial de esta variante explicativa, quizá por lo sugestivo de su
contenido, por su novedad y, probablemente, también por su virulencia cáustica y
mordaz en la descripción de la estructura psíquica de esta clase de
delincuente. 23 Su descripción de la personalidad del delincuente económico ha sido
muy criticada, 24 sobre todo con base en que, pese a que Mergen confiesa basar sus
conclusiones en encuestas personales, examen de procesos judiciales y análisis de
tratamientos psicoterapéuticos, su método, aparte de otros graves defectos, no es
fiable porque no da prueba alguna de la realidad de los análisis que dice haber
efectuado. Sin embargo, el Psicograma de Mergen, en contraste con la severa
desacreditación de que fue objeto, 25 ha dejado para la posteridad, en parte de su
descripción, una serie de factores personales coincidentes con los comúnmente
admitidos para este tipo de delincuentes.

Las teorías basadas en el aspecto psicológico dieron paso a las que hallaron su
sustento en orientaciones sociológicas. Así, tres han sido las teorías que se
aplicarían directamente al fenómeno de la delincuencia económica: la teoría de la
asociación diferencial de Sutherland; la de la anomia de Merton, y la labelling-
theory.

La teoría de la asociación diferencial (differentialassociation) fue formulada por


Sutherland en 1939 en su manual Principles of Criminology y aplicada en 1949 para
el esclarecimiento de la delincuencia de cuello blanco. Sutherland rechaza las
explicaciones psiquiátricas del comportamiento criminal o "desviado", de inútil
aplicación, por demás, en los delitos económicos cometidos por grandes empresas,
y las explicaciones que afectan a una clase social particular. Sutherland intenta
entregar entonces una teoría explicativa del delito, con independencia de la
condición socioeconómica del autor. La conducta criminal, señalaba, como
cualquier otro comportamiento, es consecuencia del aprendizaje a lo largo de un
proceso de "interacción" con los demás. Como consecuencia de ello se produce a
todos los niveles de la sociedad y no sólo en las clases inferiores como se entendía
tradicionalmente. 26

Expuesta en nueve puntos, 27 y aplicada a la delincuencia económica, se advierte


que todos los sujetos de una comunidad de economía competitiva obediente al
principio de "adoración del éxito" están sometidos a necesidades y valores comunes
centrados en el dinero y el consumo. El delincuente económico surge entonces
porque, sometido a estas necesidades y valores, aprende el comportamiento
criminal mediante la interacción personal en un grupo en el que prevalecen las
interpretaciones favorables a la violación de la ley sobre las contrarias. 28

La teoría de la asociación diferencial, en su aplicación a la delincuencia económica,


ha sido blanco de reparos, basados en que no explica diversas formas de esta
delincuencia consideradas de manera aislada, así como que dicha teoría no fue
suficientemente contrastada desde el punto de vista experimental, pues el hecho de
que determinados supuestos estudiados por el propio Sutherland no desdigan
ciertos postulados no se entiende suficiente. Se trata de supuestos en que,
efectivamente, la lesión de la ley se valora de manera más positiva que su
cumplimiento, pero antes de la realización del hecho la valoración por parte del autor
era distinta, no explicando la teoría de la asociación diferencial este cambio de
actitud valorativa frente a la norma.

Entre tanto, la conocida teoría de la anomia, 29 aplicada a la delincuencia económica,


describe que la aparición de los comportamientos desviados depende de los fines
perseguidos, del grado o intensidad con que se quieran realizar y de las
posibilidades legítimas o ilegítimas que dentro de la comunidad tiene un sujeto para
conseguirlos. Conforme a ello, la delincuencia económica de un país se explicaría
en función de la intensidad de los fines individualmente perseguidos de lucro,
prestigio, progreso, y la aceptación de las posibilidades ilegítimas de conseguirlos.
Uno de los méritos que adornan esta teoría estriba en su utilidad para explicar el
fenómeno delictivo independientemente del sistema económico en que se
desenvuelva. 30

Por su parte, la teoría del labell in gapproach o de la estigmatización, a pesar de su


avanzada propuesta y de ser considerada por García-Pablos de Molina el eslabón
más moderno del pensamiento del "comportamiento desviado", más que una teoría
explicativa de la totalidad de la delincuencia lo es sólo de la delincuencia tradicional.
Aplicada a la delincuencia económica no explica tanto su existencia como su cifra
negra. Se olvida con esto que al lado de la cifra negra hay una cifra real de
delincuencia económica que es perseguida y castigada y cuya existencia precisa de
una explicación. 31

Resumiendo el presente acápite, ciertamente no puede afirmarse de forma tajante


que alguna de las teorías descritas pueda explicar de manera total y convincente
este fenómeno delictivo moderno; sin embargo, tampoco es responsable negar que
las distintas fórmulas elaboradas sobre la etiología de esta delincuencia ofrecen
perspectivas y aportaciones de gran valor para una correcta comprensión de esta
tipología delictiva, lo que es imprescindible para conseguir combatirla, tanto desde
un punto de vista preventivo como represivo.

FACTORES CRIMINÓGENOS DE LA DELINCUENCIA


ECONÓMICA
Las explicaciones expuestas con anterioridad plantean una visión parcial del
problema etiológico de la delincuencia económica. Las teorías psicológicas se
encuentran inmersas en la línea de la criminología tradicional, acusada, quizá no
sin razón, de cierta carga ideológica al pretender explicar la delincuencia como
fenómeno patológico-individual. Las teorías sociológicas, por su parte, contienen un
mal originario dado que se han basado en verificaciones sobre formas de
delincuencia típicamente norteamericanas, no reproducibles en otros lugares;
obviando por completo los factores psicológicos, lo cual les hace inservibles para la
explicación de formas concretas de aparición del fenómeno delictivo.

En consecuencia, asentimos el planteamiento de Göppinger cuando refiere que es


necesario huir de las explicaciones monistas de la delincuencia y no olvidar que su
estudio ha de comenzar conociendo al autor, pero no aisladamente, sino al "autor
en sus interdependencias sociales". 32 A continuación resumiremos aquellos
factores individuales y sociales que, con mayor consenso, se consideran
explicativos de la delincuencia económica.

En cuanto a las características de la personalidad del autor, no se debe negar su


innegable rol en este fenómeno delictivo, independientemente del actual rechazo a
cualquier teoría que pretenda encontrar meramente en estas características
personales la explicación del delito.

Conviene la doctrina, de acuerdo con la sistematización realizada por Bajo y


Bacigalupo, 33 en la concurrencia de los siguientes factores personales:

1. La característica esencial de esta delincuencia es su pertenencia a las altas


capas sociales, condición que no sólo constituye el elemento definidor de la
delincuencia económica, sino que, desde otra perspectiva, es además un
importante factor criminógeno. El autor goza por su posición social de una
imagen determinada que provoca una estima social, contrariamente a lo que
ocurre con el delincuente común, llegando incluso a considerársele
socialmente adaptado, frente al delincuente profesional. Esta imagen de
honorabilidad e integridad, que cuidan muchos de crear y mantener, les
facilita la relación con grupos de poder como la judicatura o el gobierno. A
consecuencia de ello va adquiriendo poder e influencia que utilizará para la
satisfacción de intereses personales.
2. La inteligencia y astucia que se atribuye a estos delincuentes se prueba en
la facilidad que tienen para no ser descubiertos, presentando el hecho como
consecuencia del azar o atribuyéndolo a terceros.
3. La especial peligrosidad del autor, que se deriva no sólo de la enorme
lesividad social del delincuente económico, sino también de características
personales. Aun sabiendo que el hecho es punible, no dudan en cometerlo
si creen posible eludir la prisión, lo que demuestra una inclinación natural al
delito. El hecho de que el delincuente económico no ostente condenas
anteriores cuando se le procesa no es por falta de anterior comisión de
hechos similares, sino por deficiencia en la persecución penal, ya que se ha
comprobado que la mitad de los autores han delinquido con anterioridad,
aunque no hubieran sido condenados. Por otro lado, esta tendencia a
delinquir no se ve influida por los efectos resocializadores, intimidantes o
traumatizantes de la prisión, dada la insignificancia de la reacción social al
recobrar la libertad.
4. Aunque están al corriente de la ilegalidad de sus actos no los consideran
actos "criminales". Las razones son variadas: a) porque creen que su alta
posición social les otorga un derecho a violar la ley, sobre todo cuando
entienden perseguir un fin de interés social (aumentar las exportaciones, por
ejemplo); b) porque consideran la ley injusta o irracional; c) porque el hecho
ilícito se comete con cierta habitualidad en el grupo a que pertenecen (por
ejemplo, el fraude fiscal), y d) porque tienen una imagen estereotipada del
"criminal", que asocian a las clases inferiores y con la que no cuadra su propia
imagen.
5. Por último, no puede olvidarse como importante factor individual de esta
delincuencia la propia situación económica del autor. La delincuencia
económica no es posible sin poseer medios suficientes, cuya ausencia sólo
permitiría la comisión de pequeños delitos contra la propiedad. Esta
apreciación no impide que, dentro de este contexto económico de suficiencia
de medios, ciertos delitos se produzcan cuando el delincuente sufre
condiciones económicas complicadas, como ocurre con quiebras, fraudes
con letras o cheques que se explican por falta de liquidez consecuencia de
la fuerte competencia o deudores morosos. Pero aún en estos casos se trata
de sujetos poseedores de bienes.

Relativo a los factores sociales, también Bajo y Bacigalupo brindan sus


consideraciones, dejando claro, en principio, que éstos pueden encontrarse en una
serie de apreciaciones comunes en las teorías que se expusieron con anterioridad.
En tal orden, plantean que hay características propias del sistema económico
capitalista que son decisivas a la hora de explicar este fenómeno delictivo. Se trata
del legítimo deseo de enriquecimiento y el sistema de la libre competencia. A todo
ello hay que añadir las consecuencias derivadas del desarrollo económico actual. 34

Otro cambio profundo se percibe en el prestigio como signo de diferenciación social.


En este punto, se señala que este indicador, antes relacionado con la cultura, la
alcurnia o el estamento de pertenencia, ha pasado a depender en lo fundamental
del éxito económico. El principio del éxito, en consecuencia, somete al individuo a
la necesidad del dinero y del consumo, convirtiéndose en motor de la vida de
muchos.

DIFICULTADES EN LA PERSECUCIÓN PENAL DE LOS


DELITOS ECONÓMICOS
Tal y como se ha venido analizando, los factores explicativos fundamentales de la
delincuencia económica ofrecen una información valiosa en el orden de la
orientación precisa hacia las formulaciones político-criminales más eficaces en su
combate. Ahora bien, ¿de qué forma es posible hacerle frente de manera efectiva a
este tipo de delincuencia a gran escala? A continuación tratamos de describir las
dificultades de toda índole que impiden la implantación de medidas más eficaces,
describiendo seguidamente los medios de lucha: desde las sanciones penales,
último recurso del derecho para lograr la finalidad perseguida, pero dilemáticas en
sumo grado cuando de delincuentes económicos se trata, hasta las medidas de
profilaxis social que deben anteponerse a la actuación de la maquinaria penal. Ello,
se aclara, no significa desplazar o prescindir del derecho penal.

En general, no debe apostarse sólo por una política criminal represiva-retributiva al


más clásico estilo, sino que además se precisa acudir, sobre todo, a una vía de
estricta prevención. Ello, a su vez, requiere de un extenso y profundo saber
criminológico, del conocimiento más exhaustivo posible de esta fenomenología
delincuencial, utilizando la base científica ya existente sobre el delito económico y
sus causas, elementos que ya se desarrollaron precedentemente en el presente
trabajo.

Bajo ese prisma, es menester iniciar el presente análisis planteando la coincidencia


de criterios doctrinales acerca de que la delincuencia económica está carente de un
control social y jurídico mínimamente satisfactorio, lo que se patentiza en la elevada
cifra negra de esta delincuencia. 35 Una lucha pertinente contra tal fenómeno
delictivo se encuentra, pues, rodeada de dificultades.

De acuerdo con Bajo y Bacigalupo, una de dichas limitaciones es la relativa a las


características propias del hecho en cuestión. Dentro de esta causal se incluye la
"apariencia externa de licitud", lo que en estos tiempos pasa por la relatividad que
entraña ser un empresario de éxito, del cual rara vez se conoce si su prosperidad
se debe a la comisión de ilícitos penales o no. Como consecuencia de ello, se
percibe la llamada "ausencia de afectividad del delito" (crime appeal), aspecto
distintivo respecto de lo que ocurre con otros delitos como asesinato, violación, robo,
etcétera. Mencionan los autores que otra cuestión desencadenada por la apariencia
de licitud del hecho es la denominada "moral de frontera", término utilizado para
advertir que en el mundo económico rige "el mínimo tolerable del comportamiento
ético", partiendo del presupuesto de que el nivel ético en el ámbito económico es
realmente muy bajo. A lo antedicho se suman los aspectos relacionados con la
actitud social hacia este tipo de delitos. La ausencia de negativa valoración social
hacia los mismos se refleja en los escasos niveles de delación o denuncia.
Se presentan dificultades, a su vez, para el tratamiento jurídico y la persecución
judicial. Estos obstáculos se pueden resumir en los siguientes aspectos: en primer
orden, la tipificación del hecho económico lesivo reviste más dificultades de las
previstas. Desde un punto de vista técnico surge ya la dificultad de traducir al
lenguaje del tipo penal los conceptos y criterios pertenecientes al ámbito de la
economía, en donde, por otra parte, influyen especialmente los rápidos avances
tecnológicos. El problema procesal de la prueba se añade a esta relación de
dificultades, habida cuenta de que los delitos tradicionales (homicidio, robo,
etcétera) producen por sí mismos "indicios racionales de criminalidad"; sin embargo,
esto no suele ocurrir en los delitos económicos, lo cual dificulta especialmente su
persecución.

Otro elemento, aunque no exento de polémica, es el que refiere la ausencia (y a la


vez necesidad) de especialización. Esta cuestión presenta dos tendencias: una
relativa a la especialización del juez en cuestión, y la otra que insiste en la
especialización no ya del magistrado sino de su personal auxiliar. En este último
caso, se trata de que el personal auxiliar sea capaz de examinar la contabilidad,
analizar balances, comprender la gestión empresarial, la informática, el
funcionamiento de la bolsa, del comercio exterior, etcétera, para la obtención,
escrutinio y clasificación de la información. Se enfatiza que el juez sin tal
asesoramiento no puede seguir la marcha de los interrogatorios sobre temas de alta
especialización, ni entender pruebas que parezcan insignificantes y que sólo peritos
cualificados pueden revelar como decisivas.

Por su parte, Martínez Pérez 36 también se ha referido a las problemáticas en la


represión de estos delitos. Menciona el autor los mecanismos selectivos que
privilegian a esta clase de delincuentes, la escasa severidad de los órganos de
persecución penal y la inexistencia en la colectividad de una auténtica conciencia
social de reproche a estos delitos. Adiciona el rol negativo que juega la creciente
internacionalización de esta delincuencia, lo que en relación con la aún insuficiente
colaboración entre Estados para la persecución de actos que ya no se concentran
en un país de manera exclusiva sino que se cometen al unísono en más de uno, sin
duda ha coadyuvado a que su represión se vea en gran medida entorpecida.

Resalta Martínez Pérez un factor en el que la doctrina criminológica ha puesto


especial énfasis. Se trata de una cierta identificación entre el legislador y los
potenciales delincuentes en este terreno, indicando que los hombres que
intervienen en la elaboración de las leyes proceden del mismo medio, se rigen por
el mismo sistema de valores y gozan del mismo estatus social que los hombres a
los que esas leyes van dirigidas. De otro lado, también menciona el temor y el
respeto de las personas de alto rango estatal a causa de la posible existencia de
represalias y del hecho de que sus campañas electorales están frecuentemente
subvencionadas por aquella clase de personas.

En lo que atañe en concreto a la legislación penal, destaca el arcaísmo de muchos


textos punitivos que hoy están vigentes. Estos textos, pensados para la protección
de intereses de naturaleza privada, son, a su criterio, inadecuados para proteger
intereses jurídicos supraindividuales y para reprimir las nuevas manifestaciones de
esta clase de delincuencia. Además, añade que la regulación jurídico-penal en
materia económica se caracteriza por su oscuridad y dispersión. Las legislaciones
carecen de numerosas tipicidades y, paralelamente, las que existen adolecen de
excesiva vaguedad. En tal particular concuerda con Kaiser, quien ha resumido esta
cuestión en el siguiente planteamiento: "el sedicente derecho penal económico no
está organizado de forma adecuada, ofreciendo una regulación intrincada, dispersa,
insuficiente y oscura, que en no pocos casos impide la aplicación de sus tipos a las
actividades ilícitas perpetradas en la esfera económica". 37

En el ámbito procesal resulta recurrente el tema de la especialización de jueces y


personal auxiliar, las posibilidades del delincuente económico para defenderse en
el proceso mediante la utilización de toda clase de recursos, las particularidades de
la prueba, ya mencionadas, en este tipo de delito y, por último, el comportamiento
poco colaborativo de las víctimas en el proceso, siguiendo como mero objetivo
principal no la procuración de que el delincuente económico sea castigado, sino el
intento de recobrar el dinero perdido y que sean indemnizadas con prioridad a otras
víctimas que no se hayan percatado de su condición. Además, puede suceder que
la propia víctima esté implicada de alguna manera en actividades ilícitas derivadas
de la comisión del delito, lo que complejiza más el asunto.

Lo anterior, si bien plantea escollos difíciles de superar por el derecho penal para el
enfrentamiento de la delincuencia económica, no debe determinar, pues, la no
intervención de dicha rama del derecho por excelencia coactiva cuando otras
estrategias de corte preventivo son incapaces de evitar el hecho delictivo. El
derecho penal no constituye la solución al problema delincuencial de ninguna
sociedad, esta máxima la hemos aprendido desde nuestras primeras lecciones de
criminología; sin embargo, su rol y consecuente necesidad en los tiempos actuales
y futuros no ofrecen lugar a refutaciones. De ahí que, aun con estas problemáticas
que acabamos de plantear, la persecución penal del delito económico no se debe
descartar en modo alguno. Dicho de otro modo: se precisa implementar políticas
económicas y sociales que, lejos de sustituir a la política criminal de amplio espectro
aplicable en la materia, le sirvan de necesario acompañamiento.

LA PROBLEMÁTICA DE LAS SANCIONES PENALES


APLICABLES A LOS DELINCUENTES ECONÓMICOS
Un tópico que no ha escapado a la controversia doctrinal es el relativo a la necesidad
o no de imponer sanciones especiales a los delincuentes económicos, y, en caso
afirmativo, cuáles; o si sólo bastaría modificar la práctica existente de las sanciones
ya previstas por la ley para hacerle frente a este tipo de delito. Sobre estos
particulares Tiedemann ha realizado interesantes aportes, merecedores de toda
atención y estudio. 38

El autor primeramente abunda sobre la necesaria base metodológica que debe guiar
la elección de sanciones a las personas naturales. Hace mención a las dos
soluciones principales que se utilizan en diversas legislaciones internacionales. Una
de ellas, la solución unitaria, es acogida por Alemania y consiste en aplicar,
independientemente de poseer un amplio catálogo de sanciones en su Código
Penal, sólo sanciones de prisión y multa al delincuente económico.

Un modelo opuesto al anterior es el acogido por otras legislaciones, dígase Estados


Unidos, donde, al menos en ciertos ámbitos, como el de los delitos previstos en la
legislación antitrust, 39 se recomienda la pena de prisión breve, sin posibilidad de
suspenderla condicionalmente, como método del short sharp shock, lenguaje
bastante brutal, según Tiedemann, con quien concordamos, aunque sería
interesante comprobar si realmente en la práctica resulta tan "brutal" como
aparenta. Además, se utiliza la multa y, de manera adicional, se aplica una serie de
otras sanciones, como prohibir temporalmente hacer publicidad, obligar al infractor
a dar un informe sobre la comisión del delito ante una reunión de carácter privado,
o poner a prueba a una empresa o persona jurídica. Sin embargo, ya sea aplicando
uno de estos modelos exclusivamente o una variante ecléctica entre ambos, se
critica que no existen estadísticas sobre la aplicación, mucho menos sobre la
efectividad de dichas sanciones, así como que la ya mencionada indulgencia de los
tribunales hacia ciertos delincuentes de esta naturaleza y la desigualdad con que
se sanciona, ya sea con más o menos severidad, incluso dentro del territorio de un
mismo Estado, atenta contra la constatación de efectividad de dichos modelos.

Las características personales de los autores, los cuales rara vez han cometido
delitos con anterioridad, tratándose de personas con alto estatus, respetabilidad,
con una excelente hoja de servicios, no permite aplicar tampoco sanciones
excesivamente severas contra éstos, y el efecto disuasorio de la pena es también
dudoso. Se ha mencionado en determinados momentos la posible efectividad de
aplicar sanciones privativas de libertad sin posibilidades de remitirlas
condicionalmente; sin embargo, a nuestro criterio, ello significaría un retroceso,
dado el esfuerzo que conllevó alcanzar ese tipo de beneficios a lo largo de la historia
de la humanidad.

Además, recuerda Tiedemann, en el mundo se han hecho ya bastante habituales


un conjunto de situaciones que ponen en tela de juicio el efecto que pueda surtir la
pena privativa de libertad, cuando durante su cumplimiento intervienen altos
personajes en auxilio del condenado, se presentan certificados falsos acerca de la
salud del condenado, sin obviar los notorios privilegios de los que goza el
delincuente económico durante la ejecución de dicha pena respecto a los
sancionados por otros delitos comunes.

A las observaciones anteriores desearíamos agregar que hoy cada vez más es
cuestionable el papel de la sanción de privación de libertad impuesta al delincuente
económico, por cuanto, en franca acogida de las corrientes minimalistas del derecho
penal, muchas legislaciones penales han establecido penas de corta duración de
manera general, y en particular para estos delitos. Por ende, resulta menos temido
por muchos de estos individuos, quienes realizan a la perfección sus análisis costo-
beneficio: ir a la prisión por un periodo corto y egresar del establecimiento
penitenciario a disfrutar de sus ganancias, las que permanecen durante ese tiempo
casi siempre muy bien resguardadas.

Otros estudios intentan convencer, por el contrario, que es la sanción de multa (en
ese caso una multa elevada) la más efectiva para imponer a los delincuentes
económicos, tratándose de individuos cuyo principal botín delictivo es el
enriquecimiento de sus arcas personales; por tanto, es hacia ese ámbito donde se
pretende concentrar al derecho penal, presuponiendo que al sancionado en
cuestión le será más gravoso quedarse sin riquezas que pasar un determinado
periodo en prisión. Pero la multa no parece resolver de momento el problema. En
primer lugar, no siempre es posible cuantificar el monto exacto de las ganancias
generadas por el actuar delictivo del sujeto comisor. Incluso, de poder cuantificar
dicha cifra con apego a la realidad, tampoco las fórmulas actuales de la mayoría de
los códigos penales permiten elevar la cuantía de la multa de manera proporcional
a la ganancia ilícita. 40

Otra de las sanciones cuyo uso se ha extendido en los últimos años respecto al
delincuente económico es la de inhabilitación profesional. Valorada la poca
efectividad que presenta la multa en este tipo de delitos, esta pena o medida se
considera apropiada para, temporalmente o a perpetuidad, excluir de la vida
económica, sobre todo, a quienes desde el principio tienen como finalidad el delito.
Ahora bien, la eficacia de esa inhabilitación depende de que su cumplimiento sea
debidamente vigilado, para evitar el empleo de los llamados "hombres de paja",
especies de testaferros que garantizan la continuidad de la carrera delictiva del
inhabilitado, sin necesidad de que éste participe directamente. Por tanto, parece
que la realidad una vez más tiene la capacidad de desbordar a la norma, y la
inhabilitación profesional corre el riesgo de convertirse en un mero simbolismo. No
obstante, entendemos necesaria su aplicación, siempre insistiendo en que debe ser
debidamente controlada.

Otra sanción específica, positiva en muchos delitos, la cual también podría traer
dividendos en el ámbito de la delincuencia económica, es el trabajo social voluntario
(community service), que actualmente encuentra cada vez más adeptos entre la
opinión internacional y los códigos penales modernos. Debemos expresar que el
aspecto positivo de dicha sanción no radica sólo en el efecto útil del servicio
prestado por el delincuente a la comunidad, sino también en la repercusión
psicológica que los servicios prestados voluntariamente a otros tienen en beneficio
del individuo que los realiza.

Tanto cuando se impone como cuando se ejecuta esta pena, hay dos aspectos de
vital trascendencia que deciden su efectividad. Uno es el relativo a la voluntariedad
interna del sancionado, y el otro tiene que ver con las dificultades externas de
organización y vigilancia del trabajo voluntario. Para el delincuente que está
dispuesto a aceptar su condena, el trabajo voluntario es una sanción casi ideal y
que merece ser aplicada a todos los infractores siempre que las circunstancias lo
permitan. Sin embargo, estamos lejos de pretender que todos o la mayoría de los
delincuentes económicos aceptarán asumir un trabajo, a la vista de todos, para él
humillante.

Contradictorio porque comúnmente estos delincuentes, en su momento de


esplendor delictivo, y como parte de su fachada de buenos ciudadanos, se interesan
por los problemas comunitarios, contribuyen incluso a su solución; sin embargo, una
vez sancionados no es necesario ocultar su real desprecio por los problemas más
acuciantes de la comunidad, por lo que trabajar en función de ellos desde su
condición de sancionados no parece ser una variante ni mucho menos tentadora
para estos delincuentes. De hecho, tampoco se puede decir que los ordenamientos
jurídico-penales actuales en su mayoría establezcan esta sanción para delitos
económicos, sino más bien para otras tipicidades particularmente menos graves.

Entre tanto, se ha ido extendiendo también el uso de una medida que, si bien no
califica como sanción penal propiamente dicha sino como un elemento
complementario, puede tener un efecto plausible sobre el delincuente económico,
por ello la traemos a colación en el presente trabajo. Se trata de la publicidad del
procedimiento o de la sentencia. Se ha planteado con acierto que el efecto
preventivo y retributivo de tal publicidad resulta válido sobre todo para la empresa
del infractor, de modo que algunas legislaciones no permiten sino la publicación del
nombre de la persona jurídica o agrupación. En ocasiones, ciertamente, los
inculpados están dispuestos a toda suerte de concesiones si se renuncia a publicar
sus nombres, dada la pérdida de credibilidad que como empresario, hombre de
negocios, puede sobrevenirle. De ahí la importancia de esta medida.

Dos tendencias se manifiestan en la publicidad del procedimiento o la sentencia:


algunos Estados se afilian a la misma sólo en materia de protección del medio
ambiente y del consumidor; mientras en otros se publica el juicio únicamente en los
casos de violación de bienes estrictamente personales, como el honor y los
derechos sobre la propiedad intelectual. Sin embargo, resulta cuestionable que en
la actualidad se haga hincapié en una medida que a menudo queda relegada en lo
fundamental por la actuación temprana de la prensa y medios de comunicación en
general, los que en cualquier momento del proceso ofrecen información sobre el
mismo, en ocasiones tergiversada, según los intereses en juego.
ESTRATEGIAS PREVENTIVAS COMO MEDIO DE LUCHA
CONTRA EL DELITO ECONÓMICO
Con base en lo hasta aquí expuesto, no caben dudas de que la represión del delito
económico por parte del derecho penal a todas luces no aporta soluciones
medianamente efectivas a esta problemática de nuestros tiempos, tampoco parecen
eficaces las sanciones penales con que cuentan los códigos penales modernos para
hacer frente al delincuente económico. Esta conclusión parcial no resulta
sorprendente, tomando como base el análisis previo sobre este tipo de delincuencia,
sus causas, peculiaridades, todo lo cual pone la varilla particularmente alta al
derecho penal, más inclusive que en el caso de los restantes delitos comunes. Ello,
asumiendo desde lo racional que prescindir de la respuesta penal a estos delitos
sería una tamaña irresponsabilidad, sí nos conduce a repensar el asunto, por lo que
resulta imperativo delinear otros medios de lucha que se deben y pueden articular
para combatir de manera más eficaz la criminalidad económica.

Herrero Herrero, quien por cierto, en relación con el punto anterior, aboga por un
aumento del uso, a la par de la privación de libertad, de la multa y el decomiso,
propone tres grupos de medidas, entre las cuales se encuentran aquellas que a su
criterio deben ser de carácter social. 41

Las mismas se deberán orientar hacia tres direcciones. En la primera, encaminada


a la moralización del campo económico-financiero, el autor recurre a la
promulgación de códigos de conducta, erigidos en un conjunto de principios y de
recomendaciones no coercitivos que regulan ciertas prácticas comerciales con el fin
de que se desarrollen dentro del respeto a determinadas reglas deontológicas.
Estos códigos de conducta o éticos tendrían como aspecto positivo los siguientes:
la ventaja, con respecto a la norma jurídica, de acomodarse mejor a la trepidante
dinámica de aquellas actividades; se trata de reglas que, al no ser impuestas desde
fuera, propician que las personas se adhieran con más convicción a esa regla
obligante, por el hecho de ser percibida como la emanación de la propia voluntad;
por último, la de hacer posible un rápido control (al ser elaborados por personas
"vitalmente" expertas) de las disfunciones que, en este escenario, se presentan
insidiosa y asiduamente.

Se trata de comportamientos que, desde luego, nadie conoce mejor que sus actores
y sus víctimas próximas. El extirparlos o reducirlos depende, en gran medida, de
que se llegue, por parte de estos actores, a un consenso para lograr tal objetivo. A
los infractores se les mirará "desde adentro" como insolidarios y deshonestos. Y
estas valoraciones poseen, cuando se trata de profesionales, notable fuerza de
disuasión. No se trata, por supuesto, de ninguna panacea, pero sí puede generar
impulsos apreciables de reducción del "mal", derivados de la conciencia de
autoprotección creada en esos grupos profesionales y de la actitud permanente de
censura que representa para los miembros insolidarios. No se trata, por supuesto,
de ninguna clase de "derecho" paralelo, sino de afianzar pautas sociales de
actuación.

La segunda dirección propuesta por Herrero conduce a la creación y potenciación


de una opinión social contraria a esta clase de disfunciones. El autor opina que la
prevención de estos delitos ha de propugnar una buena información sobre los
perjuicios de los mismos a la comunidad para que vayan creándose,
progresivamente, actos reflejos de rechazo por parte de aquélla. Se deberá dar
publicidad, lo más extensa posible y de forma continuada, de las fachadas tras las
que estos delincuentes se esconden. Sólo así, añade, se podrá conseguir la
colaboración ciudadana en la persecución de esta plaga social y hacer que sus
progenitores actúen con conciencia de culpabilidad o, por lo menos, de que la
sociedad les juzgará como lo que son, auténticamente delincuentes.

Muy relacionado con lo anterior ofrece la tercera dirección de trabajo, relativa a la


necesidad de que las víctimas colaboren en la detección, persecución y juzgamiento
de los delincuentes económicos. Para tal empeño el autor realiza una serie de
propuestas: informar a las víctimas potenciales de estos delitos (mediante
campañas de publicidad oficial, elaboradas por profesionales en cuanto al fondo y
la forma) sobre la naturaleza de estos delitos, sus efectos graves para ellas, los
modos más ordinarios de llevarse a cabo y sobre el perfil sociológico de los
principales sujetos activos; informar a las víctimas sobre sus derechos y sobre las
vías que pueden tomar para defenderse frente a la criminalidad económica y sobre
la necesidad de ponerse en contacto con las autoridades competentes (o sus
agentes) para encauzar su propia acción y facilitar su protección; además, se
precisará hacer efectivos, desde las instituciones públicas, proyectos de asistencia,
reparación e indemnización a las víctimas de estos delitos, no sólo como respuesta
a posibles exigencias de justicia, sino como vehículos de interesar a las víctimas en
este proceso complejo de lucha contra el delito.

Los autores David Baigún y Pedro Biscay, en un trabajo conjunto más actual, han
ofrecido sus consideraciones respecto a la prevención de los delitos
económicos. 42 Introducen la necesidad de un organismo único de control en el cual
se le otorgue más protagonismo a la sociedad civil. Explican que se trataría de un
organismo autónomo de carácter mixto compuesto por representantes de los entes
estatales y técnicos civiles designados por las organizaciones de la sociedad. Este
organismo, independiente de los poderes del Estado, estará facultado para controlar
las actividades en los que él tome parte (sistema aduanero, régimen tributario,
privatizaciones, créditos, empréstitos) con el agregado de que la elección de los
delegados estatales deberá efectuarse por concurso de oposición y antecedentes,
y la de los representantes de la sociedad civil por designación directa.

Por su parte, los autores, al igual que Herrero, conceden importancia a los llamados
códigos de conducta, pero con un elemento agregado: la necesaria participación de
la sociedad civil en la elaboración y el control real y efectivo del cumplimiento de los
mismos por parte de las empresas (deberán preverse a tal fin mecanismos de
auditoría, sistemas de inspección sobre funcionamiento, calidad, etcétera, y registro
sobre aspectos financieros, contables y fiscales de las empresas).

Aclaran que su propuesta de códigos, lejos de ser un esquema de recomendaciones


y compromisos asumidos por las empresas, busca generar un sistema de
autorregulaciones de control externo que permita la inspección de los propios
afectados. En este sentido, la propuesta nada tiene que ver con el aspecto ético que
impregna el conjunto de acuerdos celebrados entre las empresas y los Estados,
conocidos bajo el rótulo de "responsabilidad social empresaria". 43

Otra de las propuestas de Baigún y Biscay, referida al sector financiero y bancario,


insiste en la necesidad de un control más rígido por parte del Estado y la comunidad,
realizado en varias direcciones: primeramente, la eliminación de los llamados
"paraísos fiscales", lo cual exige, como es lógico, el compromiso de los países
centrales, puesto que ellos, según los autores, son los principales dueños de tal
decisión; 44 en segundo lugar, partiendo de que la peculiar naturaleza de las
transacciones financieras internacionales no admite ningún mecanismo de
autorregulación ni códigos de conducta, como sucede en las esferas del comercio
y la industria, en ese ámbito es decisiva la regulación estatal, el monitoreo y
participación cívica en temas tales como aprobación de los informes anuales de
gestión, selección de directores, seguimiento periódico sobre su actuación, etcétera;
en tercer lugar, las unidades de información financiera y los sistemas de control y
supervisión bancaria requieren especial atención frente a delitos como el lavado de
activos y los vaciamientos bancarios en perjuicio del orden financiero y los
depositantes. Por ello, entienden perentorio el diseño de sistemas institucionales
que posean márgenes de acción independientes del poder administrador, que
cuenten con recursos técnicos y financieros propios y que actúen de modo
transparente y en permanente diálogo con la sociedad civil.

Los citados autores plantean, finalmente, que se debe promover el desarrollo de


bases de datos que permitan efectuar análisis inteligentes de toda la información
sobre actores privados, empresas y funcionarios públicos que participan o lo
hicieron a lo largo de los años, en delitos de índole económica. Dicha base de datos
funcionaría a modo de mapa de delitos económicos y permitiría, entre otras
cuestiones, elaborar listados de empresas, empresarios y funcionarios públicos
para su especial vigilancia por parte de los organismos. Con esta propuesta se
obtendrían datos útiles para hacer frente a dos situaciones recurrentes: funcionarios
que han defraudado al Estado y que siguen ocupando puestos de principal jerarquía
dentro de él, así como grandes grupos económicos que también lo defraudan y, sin
embargo, continúan como proveedores de éste.

Martínez Pérez, 45 otro de los autores de referencia en este tópico, centra la atención
en dos cuestiones: la informativa 46 y la organizativa, no sin antes realizar la crítica
a la escasa atención de la literatura criminológica a las reacciones del público frente
a la delincuencia económica, en contraposición a lo que acaece respecto a la
delincuencia que se ha convenido en llamar tradicional. Las medidas organizativas,
a su vez, transitan por la puesta en funcionamiento de organizaciones con
características similares a las mencionadas por Baigún y Biscay.

Para finalizar, consideramos preciso hacer una somera referencia al denominado


"gobierno corporativo" o corporate government dada su trascendencia actual como
medio de lucha fundamentalmente preventiva de la delincuencia económica
generada por las empresas. Originado en los Estados Unidos, este programa
normativo parte de la necesidad de que las empresas colaboren con el Estado con
el fin de asegurar la eficacia del derecho. Si las grandes empresas multinacionales
y las sociedades cotizadas no se convierten en una suerte de agentes del Estado,
comprometiéndose seriamente en la prevención y sanción de los comportamientos
desviados que puedan realizar sus empleados y directivos, gran parte de las normas
de conducta cuya eficacia se trata de asegurar mediante el derecho penal
económico serán papel mojado. 47

Esta alianza entre los agentes económicos y el Estado se evidencia en los índices
de los códigos de conducta o códigos éticos que hasta hace poco han sido la
principal base normativa del gobierno corporativo. En todos ellos, si bien con distinta
intensidad, se recogen como aspectos la prevención y sanción, por parte de la
empresa, de un buen número de comportamientos delictivos (corrupción,
explotación de trabajadores, no discriminación, medio ambiente, etcétera). Los
resortes con que cuenta el Estado para asegurar este nuevo contrato social son, en
primer lugar, el propio mercado. Los inversores, y muy especialmente los
denominados inversores institucionales, se han percatado ya de que una empresa
que no es capaz de cumplir con la normativa legal o que no ha dispuesto de un
adecuado sistema de vigilancia y control es una empresa mal gestionada y, por
tanto, a la larga, de dudosa rentabilidad. Por tanto, el gobierno corporativo como
término no tiene otro significado que el de "sistema mediante el cual las sociedades
deben dirigirse y controlarse". 48

Se trata de que las empresas se comporten como buenos ciudadanos (good citizen
corporations), lo que implica la adquisición de responsabilidad social (social
responsibility) 49 con el fin de contribuir al desarrollo social y económico de las zonas
en las que actúen, y comprometerse a cumplir niveles de exigencia mayores que
los que se desprenden del simple respeto a las normas. Ésta es una cuestión
especialmente importante en países en vías de desarrollo en los que la normativa
protectora del medio ambiente, de protección del trabajador, de prohibición del
trabajo infantil o anticorrupción, bien puede ser muy deficiente o simplemente
inexistente. Pero no sólo se trata del fin, sino también del modo de gestionar. El
gobierno corporativo significa intensificación de los deberes de vigilancia,
transparencia y que igualmente supone un nuevo marco en lo que se refiere a los
deberes de fidelidad de los administradores con la sociedad.

Estamos ante una tipología delictiva que si bien no se puede catalogar ya de


novedosa, tampoco deja de plantearnos constantes dilemas porque,
contradictoriamente, cada vez resulta más palpable nuestro limitado conocimiento
sobre sus características esenciales y las formas más efectivas de enfrentarla.

Pudiera parecer que el delito económico es un problema que atañe en exclusivo al


derecho penal, cuando buena parte de la literatura se concentra en sus elementos
dogmáticos. La criminología, sin embargo, tiene mucho que decir acerca de estos
delitos. En la medida en que más se estudien sus determinantes y particularidades,
más eficaces estrategias de lucha se podrán implementar para su reducción a
niveles tolerables. Estamos convencidos, incluso, de que cualquier análisis
dogmático sobre el tema será mucho más integral si al realizarlo se tiene presente
la necesaria perspectiva criminológica.
DELITOS ECONÓMICOS
No es posible combatir cualquier problemática, máxime si se trata de un fenómeno
delictivo, sin comprender con exactitud sus definiciones y características distintivas.
Por ello, insistimos en acudir concienzudamente a los saberes criminológicos en un
tema tan actual y peliagudo como el que nos ha ocupado en el presente trabajo. Los
Estados tienen hoy el deber de comprometerse a luchar contra este flagelo, pero si
tal encargo no se hiciera efectivo, las investigaciones criminológicas deben
continuar encarando a la delincuencia económica para entregar a quienes
corresponda sus comprometido pueden englobarse en este término aquellos
negocios o actos delictivos cometidos con engaño con el objeto de buscar un
beneficio propio en perjuicio de terceros, tales como la apropiación indebida de
activos, la manipulación contable, la estafa, el soborno y la corrupción, el blanqueo
de dinero, el fraude fiscal, la posición abusiva de mercado… Son prácticas
frecuentes en el mundo de las grandes empresas, que pueden generar graves crisis
económicas si no existen mecanismos eficaces de control público.
La última etapa del siglo XX, cuando mayor auge ha tenido la liberalización y la
desregulación económica, ha sido la de mayor crecimiento de la criminalidad
económica. La envergadura del problema, como se ha visto en la crisis financiera
global iniciada en 2008, tiene dimensiones sistémicas. En este contexto, los delitos
económicos pueden ir desde la corrupción y el soborno para la obtención de
concesiones y compra de empresas, hasta los flujos ilícitos de dinero que mueven
montos del orden de billones de dólares, pasando por los fraudes empresariales
que se multiplican en las burbujas especulativas, especialmente cuando se atisban
los inicios de su colapso.

Soborno y corrupción
Ambas son prácticas habituales en las grandes transnacionales; según el informe
del año 2011 de Transparencia Internacional, «el soborno en el extranjero sigue
siendo una práctica rutinaria para muchas compañías en todo el mundo».
Especialmente si hablamos de los hidrocarburos, el sector en el que más se
generalizan este tipo de mecanismos para lograr contratos y negocios exitosos. Los
ejemplos de las petroleras Total, que realizó sobornos en Irán para conseguir
explotaciones de gas, y ExxonMobil, que hizo lo propio en Kazajstán, así como las
acusaciones de corrupción a Shell en Nigeria, así lo demuestran. Es frecuente la
presencia de grandes empresas de la construcción en las tramas de corrupción
descubiertas en torno a las obras públicas y el urbanismo, especialmente en el
marco de la “burburja inmobiliaria” de los últimos años: por ejemplo, altos cargos de
las constructoras FCC —involucrada en el “caso Palma Arena” de corrupción en
Baleares—, ACS y OHL —modificación de licitaciones para quedarse con la
concesión en la construcción de carreteras—, entre otras, han estado involucrados
en este tipo de delitos.

Flujos ilícitos de dinero


Según la organización Global Financial Integrity, en el período que va del año 2000
al 2009, los países del Sur perdieron 8,4 billones de dólares en flujos ilícitos que
proceden del crimen organizado y tráfico de drogas, de sobornos, corrupción y de
la evasión fiscal. En esto las grandes transnacionales tienen un papel destacado:
más de la mitad de tales montos de dinero —concretamente el 53,9%— proceden
de la facturación fraudulenta en el comercio internacional, generalmente entre
matrices y filiales de las transnacionales, para evitar el pago de impuestos. Además,
se calcula que los países periféricos pierden 124.000 millones de dólares al año por
la fuga de capitales a PARAÍSOS FISCALES. La dimensión de este fraude fiscal
tiene gravísimas consecuencias sociales y económicas en los países periféricos, ya
que el dinero defraudado impide, sin ir más lejos, la inversión en SERVICIOS
PÚBLICOS y en la reducción de la pobreza.
Fraude empresarial
Los fraudes empresariales de gran envergadura han estado asociados en su
mayoría a la generación de burbujas especulativas cuyo crecimiento, en número y
tamaño, ha sido favorecido por la liberalización y la desregulación financiera y
económica. Es en la quiebra de cada una de estas burbujas cuando se conocen
públicamente un conjunto de irregularidades económicas, como la manipulación
contable y la obtención fraudulenta de financiación, donde el soborno y la corrupción
también juegan un papel importante.

Por otro lado, los escándalos financieros y económicos ponen de manifiesto la


relación privilegiada entre la élite empresarial y los responsables políticos. La
ausencia de una correcta supervisión, la inexistencia de medidas que eviten tanto
la formación de burbujas especulativas como de delitos económicos y,
directamente, la connivencia de los poderes públicos en dichos delitos, hablan por
sí solos. A pesar de que el dinero defraudado es compensado con fondos públicos,
detrayéndolo de otras partidas presupuestarias necesarias para la mayor parte de
la población, los responsables suelen terminar impunes, o con penas mínimas. En
ello tiene que ver, y mucho, esta privilegiada relación entre políticos y empresarios.

Si bien las EMPRESAS TRANSNACIONALES derivan los fraudes a cargos


subalternos, quien puede realizar la manipulación contable y la malversación de
fondos es la alta dirección. Según un estudio publicado en Critical Perspectives on
Accounting, los presidentes ejecutivos participaron en el 70% de los 276 fraudes
que la Comisión de Valores de Estados Unidos detectó entre 1987 y 1999.
Breve historia del fraude empresarial
El caso del banco Overend, Gurney & Company, que colapsó en 1866, ya mostró
cómo la desregulación financiera y la ausencia de supervisión pública en el sistema
capitalista facilitaba la comisión de delitos financieros con graves consecuencias
económicas y sociales. Los gestores de este banco fueron juzgados por fraude
debido al falseamiento de la información en la emisión de acciones; sin embargo,
fueron absueltos. Otro ejemplo se sitúa en la antesala de la crisis de 1929: en los
años veinte se generó una burbuja especulativa en el sector inmobiliario de Florida,
que colapsó, entre otras causas, por una serie de fraudes.

En la década de los ochenta, la burbuja especulativa de los llamados “bonos basura”


quebró y con ella sus creadores —los denominados “señores de la avaricia”—, que
fueron procesados por cargos de fraude, estafa y otros delitos financieros. Más
tarde, en los años noventa, se desarrolla una gran burbuja financiera y tras su
implosión, entre los años 2000 y 2001, quedó un largo rastro de casos de fraude
empresarial. El ejemplo más conocido es el de la transnacional Enron, que quebró
en 2001 por la manipulación contable y la creación de empresas ficticias para ocultar
las ganancias fraudulentas. En este escándalo estuvo involucrada tanto la auditora
Arthur Andersen, que destruyó documentos que mostraban irregularidades durante
las auditorias a la compañía, como el propio gobierno de George W. Bush. Y
además de Enron, hubo numerosos casos de fraude contable en esos mismos años:
pueden citarse, entre otros, los de la transnacional estadounidense de las
telecomunicaciones WorldCom, la compañía francesa Vivendi Universal y la
empresa italiana Parmalat.

La quiebra de la burbuja especulativa de las hipotecas subprime, que ha originado


una gran crisis financiera y económica desde el año 2008, especialmente en los
países centrales, también ha llevado aparejados diversos casos de corrupción y
fraude. En 2010, la Comisión de Valores de EE.UU. acusó a Goldman Sachs de un
fraude en relación con instrumentos de deuda vinculados a las subprime. A su vez,
la agencia que supervisa los MERCADOS hipotecarios de Estados Unidos preparó
una demanda contra Bank of America, JPMorgan Chase, Goldman Sachs y
Deutsche Bank, entre otros bancos, acusándolos de tergiversar la calidad de las
hipotecas que vendían durante la burbuja inmobiliaria. Por último, están
las AGENCIAS DE CALIFICACIÓN, las transnacionales de los seguros como AIG,
las empresas de inversión como Fannie Mae y Freddie Mac, entre otras, que no han
sido aún juzgadas pero que, según todos los indicios, contribuyeron a la
manipulación de información que derivó en la crisis financiera.

DELITOS DE ORDEN ECOMICO EN VENEZUELA:

El presente pretende ubicar y comentar acerca de aquellas conductas que han sido
denominadas por la doctrina y jurisprudencia penal como delitos de orden
económico, específicamente en Venezuela, partiendo de la necesaria definición de
Derecho Penal, para luego pasar a la definición de una de sus ramas como es el
Derecho Penal Económico, siendo que los delitos económicos constituyen el
contenido de éste y finalmente luego de hacer un interesante recorrido histórico por
la evolución de las leyes penales en Venezuela desde Bolívar hasta llegar a la
actualidad, adentrándonos en la abundante y dispersa legislación Venezolana,
encontrando aunque no precisamente bajo esa denominación muchos de estos
delitos en el código penal y en leyes especiales penales y no penales, en las cuales
se repiten en muchos casos conductas tipificadas en la ley penal general
Venezolana que las tenía previstas desde su implementación en este país.

En Venezuela, la Constitución Nacional en su artículo 114 establece: “El ilícito


económico, la especulación, el acaparamiento, la usura, la cartelización, y otros
delitos conexos, serán penados severamente de acuerdo a la ley”.

El mencionado artículo es el marco de regulación de los delitos económicos y si bien


es cierto en nuestro país no existe un texto normativo especial para regular los
delitos económicos, al realizar un análisis de las conductas que la doctrina ha
denominado como tales encontramos que en nuestra abundante y dispersa
legislación sustantiva penal, están descritos tipos penales que atentan contra el
orden económico, siendo éstos los que forman parte del derecho penal económico
tal como se dijo anteriormente. Así tenemos que los delitos de orden económico que
encontramos en nuestra legislación son los siguientes:

La Especulación.

Según Córdoba (2003:233) citando a Alfonso Ortiz Rodríguez, expresa que:

“En un sentido genérico, especular significa efectuar operaciones comerciales


financieras con la esperanza de obtener beneficios derivados de las variaciones de
los precios o de los cambios; en un sentido restringido, puede ser definida como la
operación comercial que se efectúa con mercaderías, valores o efectos públicos con
fines de lucro desproporcionado”.

En el análisis de la estructura del tipo tenemos que éste presenta un sujeto activo
indeterminado y un núcleo rector complejo alternativo que consta de tres verbos
rectores, a saber: vender, alterar y condicionar; el objeto material es determinado,
porque pese a que se refiere a “los bienes” en sentido general, son solamente
aquellos bienes en los cuáles la autoridad competente le haya fijado un precio, con
lo cual quedan excluidos de este tipo penal aquellos bienes en los cuales el Estado
no haya fijado un precio de venta al público.

El Acaparamiento.

Este tipo penal posee dos verbos rectores que forman un núcleo del tipo complejo
alternativo, esos verbos en infinitivo son: y retener, según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española restringir significa “Ceñir, circunscribir, reducir a
menores límites” y retener refiere “Interrumpir o dificultar el curso normal de algo”,
lo que significa que si nos ajustamos a la semántica de los verbos rectores este tipo
penal debió denominarse de otra manera que no fuera acaparamiento, si embargo
si ubicamos el significado del verbo “acaparar” encontramos que el mismo es
“Adquirir y retener cosas propias del comercio en cantidad superior a la normal,
previniendo su escasez o encarecimiento”, así pues podemos establecer una
conexión entre el verbo rector retener y acaparar con lo que estaría definido
enteramente el precepto de la conducta sancionable.

El Boicot.

Este tipo penal que acoge el nombre de Charles Cunningham Boycott, quien fue el
primer administrador irlandés a quien se aplicó el boicoteo, en 1880, para lograr una
redistribución de las tierras y mejorar la situación de los granjeros en alquiler, por
iniciativa de la “Irish Land League” que sugirió una alternativa no violenta para
obligar al capitán a ceder una rebaja de los arrendamientos: suspender todo tipo de
tratos con él, de allí en adelante se acuñó la expresión “boicotear” y hoy en día es
un verbo transitivo de la lengua española que significa: “Excluir a una persona o a
una entidad de alguna relación social o comercial para perjudicarla y obligarla a
ceder en lo que de ella se exige” o “Impedir o entorpecer la realización de un acto o
de un proceso como medio de presión para conseguir algo”.
Al comparar la denominación del tipo con la definición de la misma encontramos
que el legislador establece como punible la acción de impedir la producción,
fabricación, importación, acopio, transporte, distribución y comercialización de
bienes, sin embargo no establece con cuál fin se llevaría a cabo tal tropiezo, porque
si se trata aunque no se especifica de impedir para ejercer presión tampoco se
especifica sobre quien se ejercería esa presión, producto de la antes mencionada
omisión legislativa podría sancionarse a quienes por ejemplo impidan la producción,
fabricación, importación, acopio, transporte, distribución y comercialización de
alimentos en mal estado o aquellos que en su proceso de elaboración han
presentado algún defecto, lo cual luce desproporcionado siendo que persiguen in
fin lícito.

Alteración fraudulenta de precios.

El delito de Agio encuentra su antecedente legislativo en el Código Penal, el cual en


el capítulo V referido a los fraudes cometidos en el comercio, las industrias y
almonedas (subastas) en el marco del título VI del libro segundo del libro II
denominado “De los delitos contra la fe pública”, en el artículo 334.

Según Grisanti (2007B, p.1093), este precepto apareció por primera vez en el
Código Penal de 1897, como texto del artículo 297 y luego en el Código de 1904,
expone que este es el delito de los agiotistas y citando al Dr. Guillermo Cabanellas,
aquellos que “se dedican al agiotaje, a especular acaparando artículos escasos,
para así obtener ganancias abusivas en jugadas poco limpias de bolsa”.

En la versión más novedosa del delito de agiotaje recogida en la ley especial, se


utiliza el verbo difundir, en detrimento de los verbos propalar, propagar o divulgar,
lo cual resulta irrelevante ya que todos los mencionados verbos tienen el mismo
significado.

Alteración fraudulenta de condiciones de oferta y demanda.

En opinión de Córdoba y Ruíz (2003, p.246), tenemos que:


“Para la estructuración del tipo penal se requiere la presencia de un ingrediente
subjetivo, consistente en que el autor pretenda alterar las condiciones del mercado,
que deben ser entendidas como las condiciones normales dentro del sistema
capitalista, y que tienen fundamento en varias normas constitucionales. En
consecuencia, podemos afirmar que se trata de un delito de resultado, como quiera
que es indispensable que efectivamente se destruyan, inutilicen, hagan
desaparecer o deterioren los bienes a que hace alusión el tipo penal. No obstante,
no se hace necesario que se surta una efectiva alteración de las condiciones del
mercado, de suerte que es un delito en el que basta la mera puesta en peligro del
orden económico social para la configuración del delito”.

Ahora bien, lo que si resulta ininteligible es la denominación del tipo penal ya que
en su contenido no se encuentra descrita ninguna circunstancia expresada bien en
adverbio o en gerundio que se refiera a la alteración fraudulenta de las condiciones
de oferta y demanda.

Contrabando de extracción.

En su criterio Graziani (2004, p.572) expone que:

“como un delito económico considera Huertas al contrabando, al expresar que la


sustracción de las mercaderías al control aduanero, como presupuesto único para
que
se configurara el delito de contrabando, respondía a un concepto arcaico y así se
amplió el ámbito de la figura del contrabando, a fin de que la represión más que al
clásico contrabando tributario, alcanzara al contrabando económico, tendiente a
evitar los controles que el estado moderno ejerce sobre las operaciones de
importación o exportación por medio de restricciones de tipo económico, en
resguardo de sus divisas en el comercio internacional”.

De la usura genérica y la usura en las operaciones de financiamiento.


El legislador venezolano en las dos tipos penales anteriormente reguló la ganancia
excesiva por una prestación en relación a la contraprestación y fruto del análisis a
los preceptos encontramos que el aparte único del artículo 144 se refiere a la misma
conducta que la descrita por el artículo 145 de la ley especial, lo cual plantea una
gran inseguridad jurídica al no conocerse con certeza, cuál es la disposición
aplicable mas si la primera establece una pena menor.

Para Ranieri (1975, p.147):

“Usura es el hecho de quien, aprovechándose del estado de necesidad de una


persona, se hace dar o prometer de esta, en cualquier forma, para sí o para otra, en
compensación de dinero o de otra cosa mueble, intereses u otras ventajas
usurarias; o también el hecho de quien le procuras a una persona, en estado de
necesidad, una suma de dinero u otra cosa mueble, haciéndose dar o prometer para
sí mismo o para otro, por su mediación, una compensación usuraria”.

La Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia con ponencia del
magistrado Jorge L. Rosell Senhenn, según sentencia 1.228 del 28 de septiembre
de 2000, se estableció que: “la usura es un atentado contra los intereses
económicos generales, en virtud de que el interés que se pacte debe ser superior al
permitido por la ley”.

Delito Económico

De acuerdo a la ONU: El término “delitos económicos y financieros” se refiere,


a cualquier delito no violento que da lugar a una pérdida financiera.
Estos delitos, por lo tanto, comprenden una amplia gama de actividades
ilegales, incluidos el fraude, la evasión tributaria y el blanqueo de dinero. La
categoría de “delincuencia económica” es difícil de definir y su conceptualización
exacta sigue siendo
un reto.
Según Fernández y Martínez (1983): “Los delitos económicos atacan la economía
en su conjunto, el orden económico; lesionan por lo tanto los intereses
jurídicos económicos meta individuales, que divergen sustancialmente de los
intereses jurídicos particulares, para cuya protección están ideados los clásicos
delitos contra la propiedad o el patrimonio”.
Fundamentos Constitucionales de los Delitos Económicos: Según la CRBV, Los
delitos económicos están tipificados en el Capítulo VII de los Derechos Económicos
en los siguientes artículos 113, cuando se refiere a la disposición de no permitir
monopolios, así como el abuso de la posición de dominio y de las demandas
concentradas, y por cuanto el estado tiene la facultad para tomar las medidas
necesarias para evitar que estas actividades pudieran realizarse, y el Articulo 114
refiere como delito económico el Ilícito económico, la especulación, el
acaparamiento, la usura, la cartelización y otros delitos conexos.

Delitos Bancarios

Se consideran delitos bancarios aquellas acciones que, por su naturaleza, son


cometidas mediante operaciones propias de los bancos u otras institucionesfinanci
eras, en detrimento de los clientes del los mismos. Así pues, son delitos bancarios
los cometidos por todas aquellas personas, naturales o jurídicas, que involucren
el manejo fraudulento de fondos del banco o la simulación de operaciones del
mismo, además del tráfico de documentos mercantiles en forma contraria a lo
estipulado en la ley o el forjamiento de los mismo.

Este tipo de delitos se encuentra tipificado en el Decreto con Rango, Valor y


Fuerza de Ley de Reforma Parcial de la Ley General de Bancos y Otras Instituciones
Financieras, publicado en la Gaceta Oficial, específicamente en el Capítulo II de su
Título VII, De las Sanciones Penales

Legitimación de capitales.
Es el proceso mediante el cual las organizaciones criminales logran darle
apariencia de legalidad a todos aquellos capitales y bienes provenientes de la
actividad ilícita, logrando a través de dicho proceso el ocultamiento del origen ilícito
de los referidos capitales y bienes
Colocación
El Legitimador de Capitales dispone del efectivo de procedencia ilegal para
insertarlo directamente en el sistema financiero o trasladarlo a otra localidad.
Presentación
El Legitimador de Capitales busca apartar los beneficios ilegales de su origen
ilícito al pasarlo por una serie de transacciones financieras (conversiones o
movimientos), esperando con este proceso que la conexión sea más difícil o
realmente imposible de detectar.

Métodos Más Frecuentes Para la Legitimación de Capitales


· Depósitos Bancarios.
· El Auto préstamo.
· El Casino o las Casas de Juegos.
· Doble facturación.
· Las transacciones en el exterior.
· Las inversiones directas.
· Las Agencias de Viajes / Casas de Cambio.
· Las Cuentas Corresponsales.
· Las Tarjetas de Crédito.
· Los Cheques de Caja.
· El Contrabando de Dinero.
· Correo Ultra rápido: Currier, etc.
· Empresas de Importación.
· Compras o fusiones de empresas de seguro utilizando dinero Extranjero o
Nacional.
· Emisión de pólizas referidas a personas inexistentes a fin de justificar altos
ingresos ilícitos.
· Ampliaciones del capital de las aseguradoras usando dinero ilegitimo.
· Compra de bienes con dinero ilícito, para luego ser usados como parte de
las garantías en para integrar el capital operativo de la empresa.
· Compra de bienes muebles e inmuebles, transferencias de divisas y títulos
valores, apuestas, etc. a través de computadoras vía Internet.

Este tipo de delitos se encuentra tipificado en la constitución de la Republica


Bolivariana de Venezuela, en la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada en
su artículo 4:

Legitimación de capitales. Quien por sí o por interpuesta persona sea


propietario o poseedor de capitales, bienes, haberes o beneficios cuyo origen
derive, directa o indirectamente, de actividades ilícitas, será castigado con prisión
de ocho a doce años y multa equivalente al valor del incremento patrimonial
ilícitamente obtenido.
La misma pena se aplicará a quien por sí o por interpuesta persona realice las
actividades siguientes:
1. La conversión, transferencia o traslado por cualquier medio de
bienes, capitales, haberes, beneficios o excedentes con el objeto de ocultar o
encubrir el origen ilícito de los mismos o de ayudar a cualquier persona que participe
en la comisión de tales delitos a eludir las consecuencias jurídicas de sus acciones.
2 El ocultamiento o encubrimiento de la naturaleza, origen, ubicación, destino,
movimiento, propiedad u otro derecho de bienes.
3 La adquisición, posesión o la utilización de bienes producto de algún delito
previsto en esta Ley.
4. El resguardo, inversión, transformación, custodia o administración de bienes
o capitales provenientes de actividades ilícitas.
Los capitales, bienes o haberes objeto del delito de legitimación de capitales
serán decomisados o confiscados según el origen ilícito de los mismos.
Además de en la Ley Orgánica sobre Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas:
Artículo 37: Tipifica el delito de Legitimación de Capitales.

Artículo 205: Establece la creación de la CONACUID y le otorga las facultades


como órgano rector, regulador y creador de Políticas Públicas.

Artículo 213 al 220: Establece las facultades de la Dirección Contra la


Legitimación
de Capitales (Prevención, Control y Fiscalización).

Otras Normativas Nacionales

Resolución 333-97 de la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones


Financieras. “Normas sobre Prevención, Control y Fiscalización de las Operaciones
de Legitimación de Capitales Aplicables al Sistema Financiero Venezolano”.

Resolución 510-97 de la Comisión Nacional de Valores. “Normas sobre la


Prevención, Control y Fiscalización de las Operaciones de Legitimación de
Capitales Aplicables al Mercado de Capitales Venezolano”.

Resolución 040-99 de la Comisión Nacional de Valores. “ Normas Relativas a la


Transparencia de los Mercados de Capitales”.

Resolución 006-0598 de la Junta de Emergencia Financiera “Normas para la


Autorización y Funcionamiento Aplicables a los Operadores Cambiarios”

Resolución 98-03-01 del Banco Central de Venezuela “Normas sobre


Operadores
Cambiarios Fronterizos”.
Resolución 99-2-2-2820 de la Superintendencia de Seguros “Normas sobre la
Prevención, Control y Fiscalización de las Operaciones de Seguros y Reaseguros,
para evitar la Legitimación de Capitales”.

Ilícito Aduanero

Son hechos contrarios a las disposiciones legales que regulan la renta y la


actividad aduanera. Las disposiciones legales aduaneras señalan que el
contrabando y la infracción aduanera constituyen ilícitos aduaneros
Los Ilícitos Aduaneros son todas aquellas transacciones que no cumplen con lo
requerido a la Ley, en lo referente a las operaciones realizadas en las Aduanas,
como son: Importación y Exportación. Además de todas aquellas que no presentan
facturas u otros documentos obligatorios, requisitos y características exigidos por
las normas tributarias y facturas u otros documentos obligatorios a través de
máquinas fiscales.
El término ilícito aduanero incluye toda clase de violaciones e incumplimientos
a las disposiciones que tienen relación con el derecho aduanero. Así, el ilícito
aduanero es la violación que las personas obligadas al cumplimiento de las normas
legales, realizan con conductas consistentes en dejar de hacer lo que la disposición
legal ordena.
Los ilícitos aduaneros por su naturaleza pueden ser de carácter administrativo
(infracciones, faltas, etc.) o de carácter penal (delitos) contrabando. Por su
naturaleza los delitos violan los derechos creados por la sociedad, y las infracciones
en cambio contravienen las disposiciones de carácter administrativo.
Por su gravedad los delitos son sancionados con penas privativas de libertad,
mientras que las infracciones con sanciones de carácter económico
La Ley Orgánica de Aduanas y sus Reglamentos es la normativa a nivel
nacional encargada de controlar este delito.

Delito Tributario
Son aquellos que fundamentalmente lesionan derechos individuales y
sociales de los Ciudadanos. Así por ejemplo, el no pago de los tributos por doble
facturación afecta el derecho individual de cada contribuyente, pues debe soportar
junto al resto de contribuyentes la carga tributaria generada por
los ingresos evadidos; además se origina una competencia desleal ya que
los productos y/ o servicios del evasor obtienen una clara ventaja indebida.

También afecta los derechos sociales de todos los ciudadanos, pues el evasor
se apropia de los ingresos que el Estado requiere para cumplir sus funciones en
beneficio de la sociedad en su conjunto y como consecuencia, recibirán
un servicio público precario.

Asimismo los delitos se llevan a cabo mediante fraude, es decir, mediante


engaño, ardid o astucia. Bajo este supuesto la persona que comete el delito burla el
ordenamiento tributario, induciendo premeditadamente a error al fisco.

Una conducta típica es la obtención de beneficio o ventajas tributarias,


simulando circunstancias inexistentes que constituyen requisito para la obtención
del beneficio.

Se puede definir como delito tributario, toda acción deliberada e intencional que
comete un contribuyente con la finalidad de hacer daño al individuo o a la sociedad.
Es la acción del contribuyente que en provecho propio o de un tercero, valiéndose
de cualquier artificio, engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta, deja de pagar
en todo o en parte los tributos que establecen las leyes.

Corresponde a la justicia penal ordinaria la instrucción, juzgamiento u aplicación


de las penas en los delitos tributarios de conformidad con la legislación sobre
la materia

Marco Legal:

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 133


enfatiza el carácter general del deber de tributar y de los tributos cuando establece
categóricamente que: Toda persona tiene el deber de coadyuvar a los gastos
públicos mediante el pago de impuestos, tasas y contribuciones que establezca la
ley.

De igual forma el Capítulo II Del Régimen Fiscal y Monetario en su Sección


Segunda: Del Sistema Tributario reza:
Artículo 316. El sistema tributario procurará la justa distribución de las cargas
públicas según la capacidad económica del o la contribuyente, atendiendo al
principio de progresividad, así como la protección de la economía nacional y la
elevación del nivel de vida de la población; para ello se sustentará en un sistema
eficiente para la recaudación de los tributos.
Artículo 317. No podrá cobrarse impuestos, tasas, ni contribuciones que no
estén establecidos en la ley, ni concederse exenciones y rebajas, ni otras formas de
incentivos fiscales, sino en los casos previstos por las leyes. Ningún tributo puede
tener efecto confiscatorio.
No podrán establecerse obligaciones tributarias pagaderas en servicios
personales. La evasión fiscal, sin perjuicio de otras sanciones establecidas por la
ley, podrá ser castigada penalmente.
En el caso de los funcionarios públicos o funcionarias públicas se establecerá
el doble de la pena.
Toda ley tributaria fijará su lapso de entrada en vigencia. En ausencia del mismo
se entenderá fijado en sesenta días continuos. Esta disposición no limita las
facultades extraordinarias que acuerde el Ejecutivo Nacional en los casos previstos
por esta Constitución.
La administración tributaria nacional gozará de autonomía técnica, funcional y
financiera de acuerdo con lo aprobado por la Asamblea Nacional y su máxima
autoridad será designada por el Presidente o Presidenta de la República, de
conformidad con las normas previstas en la ley.
El Código Orgánico Tributario es el fundamento legal que rige esta materia el
cual dispone en su artículo 1:

“Las disposiciones de este Código Orgánico son aplicables a los tributos


nacionales y a las relaciones jurídicas derivadas de esos tributos.
Para los tributos aduaneros el Código Orgánico Tributario se aplicará en lo
atinente a los medios de extinción de las obligaciones, a los recursos administrativos
y judiciales, a la determinación de intereses y en lo relativo a las normas para la
administración de tales tributos que se indican en este Código; para los demás
efectos se aplicará con carácter supletorio.
Las normas de este Código se aplicarán en forma supletoria a los tributos de
los estados, municipios y demás entes de la división político territorial. El poder
tributario de los estados y municipios para la creación, modificación, supresión o
recaudación de los tributos que la Constitución y las leyes le atribuyan, incluyendo
el establecimiento de exenciones, exoneraciones, beneficios y demás incentivos
fiscales, será ejercido por dichos entes dentro del marco de la competencia y
autonomía que le son otorgadas, de conformidad con la Constitución y las leyes
dictadas en su ejecución.
Para los tributos y sus accesorios determinados por administraciones tributarias
extranjeras, cuya recaudación sea solicitada a la República de conformidad con los
respectivos tratados internacionales, este Código se aplicará en lo referente a las
normas sobre el juicio ejecutivo.”

Delitos

El delito es toda acción u omisión voluntaria penada por la ley. Esta definición
está contenida en el artículo 1º del Código Penal. En forma simple, es la comisión
de un hecho que la ley castiga con una cierta pena.
Lo que hace característico al delito, es la existencia de una norma jurídica que
debe haber sido dictada con anterioridad al hecho, que amenace fija una sanción al
que realiza el hecho. Es decir previene la conducta por la amenaza de la sanción, y
no por la prohibición.
La ley no prohíbe robar, pero sanciona el robo con penas privativas de libertad.
Además de la norma previa, el delito contiene una conducta típica, es decir la
definición del hecho que la norma quiere impedir. "El empleado público que tenga a
su cargo fondos públicos...". Este tipo dice que se aplicará la norma, sólo al
empleado público, pero que además tenga a su cargo, es decir bajo su
responsabilidad "fondos públicos". Por eso se dice que la conducta normada, debe
caber exactamente en el hecho cometido, ya que si no calza perfectamente, no es
ese el tipo penal aplicable.

Control de Cambio
Es una intervención oficial del mercado de divisas, de tal manera que los
mecanismos normales de oferta y demanda, quedan total o parcialmente fuera de
operación y en su lugar se aplica una reglamentación administrativa sobre compra
y venta de divisas, que implica generalmente un conjunto de restricciones tanto
cuantitativas como cualitativas de una entrada y salida de cambio extranjero.
En la actualidad, no existe una Ley que regule los actos ilícitos correspondientes
al régimen cambiario que en determinado momento pueda presentarse en el país.
Sin embargo, existe, un anteproyecto de Ley presentado en la Asamblea Nacional
que tiene como finalidad disciplinar las operaciones que se puedan derivar de la
aplicación de este régimen, denominada Ley de Delitos cambiarios.

Según el Anteproyecto de Ley de Delitos Cambiaros se sancionarán:

Las acciones que no acaten las normas, los procedimientos y deberes


establecidos para obtener divisas, cuando exista la restricción y control de las
mismas. (Articulo 2)

Será aplicada a las personas naturales y jurídicas venezolanas y extranjeras


que actúen como administradores, intermediarios, verificadoras o beneficiarios de
las operaciones cambiarias que se realicen en el marco del régimen cambiario
establecido por el Ejecutivo Nacional. (Artículo 4)

Las personas naturales o jurídicas, venezolanas o extranjeras, que ingresen


divisas al país destinadas a fines lícitos, estando vigente controles o restricciones a
la libre convertibilidad de la moneda, deberán registrarlas ante las autoridades
cambiarias o ante los órganos creados al efecto, y tendrán derecho a exportarlas
con los beneficios e intereses siempre que cumplan con los requisitos que a tal fin
establezcan los Convenios Cambiarios celebrados entre el Ejecutivo Nacional y el
Banco Central de Venezuela, así como de las normas derivadas de su aplicación.
(Artículo 5)

Toda persona que compra o venda divisas, vulnerando los requisitos,


condiciones o lapsos establecidos en el convenio de control de cambio vigente, o
sin la intervención de la institución autorizada para afectar dicha operación, será
sancionada con prisión de diez (10) a catorce (14) años y multa de cinco (5) a diez
(10) veces el equivalente en bolívares del monto de la respectiva operación
cambiaria. (Artículo 7)

Régimen Cambiario
El régimen cambiario se refiere al modo en que el gobierno de un país maneja
su moneda con respecto a las divisas extranjeras y como se regulan las
instituciones del mercado de divisas.
El banco central de cada país es el que se encarga de definir el régimen
cambiario como parte del sistema monetario. La elección de una u otra forma de
manejar la moneda responderá a la política monetaria de cada país.
El régimen cambiario influye decisivamente en el valor del tipo de cambio y en
las fluctuaciones del mismo.
A continuación expondremos las características principales de los dos
regímenes básicos existentes:
Tipo de Cambio Fijo
Es cuando el Banco Central de un país determina el valor de su moneda en
referencia a una moneda extranjera, a una canasta de monedas, o a otra medida
de valor, por ejemplo el oro. En consecuencia, la máxima autoridad monetaria de
dicho país realiza las compras y ventas a ese precio para mantenerlo fijo.
Los tipos de cambio fijos son criticados porque, al ser un precio rígido pueden
generar rigideces y desequilibrios en la economía. Por ejemplo, un déficit de
balanza de pagos se puede prolongar por un período de tiempo sin que el tipo de
cambio se modifique para equilibrarla.
La fijación del tipo de cambio, puede ser útil para disminuir la inflación. Si existe
una fuerte convicción de que el compromiso de mantener el tipo de cambio se va a
cumplir, se pueden eliminar las expectativas de devaluación y con ello la
especulación, que siempre resulta un factor importante que desencadena grandes
períodos inflacionarios. Además, el control de la oferta monetaria deja de ser
efectivo, debido a que bajo un régimen de tipo de cambio fijo los flujos de capitales
esterilizan todo movimiento de la oferta monetaria.
Tipo de Cambio Flotante
Este régimen suele denominarse también de tipo de cambio libre o flexible. La
relación entre la moneda nacional y las extranjeras estará marcada por la demanda
y ofertas de divisas del mercado.
De este modo, bajo tipo de cambio flotante, el tipo de cambio se determina sin
intervención del gobierno en el mercado de divisas.
Si bien hemos presentado las dos posturas teóricas antagónicas, en la práctica,
no se suele recurrir al régimen de flotación pura, debido a la gran volatilidad
cambiaria y a los efectos en la economía real.
Es por ello que es más común la aplicación de un sistema de cambio variable
de flotación sucia, en el cual la autoridad monetaria realiza operaciones en el
mercado abierto para fijar una banda de cotización para las divisas extranjeras. Se
fija un máximo y un mínimo dentro de lo cual se deja fluctuar el precio de la moneda
libremente. Ante una fuerte fluctuación del tipo de cambio, el Banco Central
intervendrá en los mercados vendiendo o comprando moneda, de forma de
restablecer el precio de las mismas y acomodarlo dentro de los parámetros
previamente fijados.
Características Del Control De Cambio
• Fijación de un tipo de cambio por autoridad del Estado
• Los mecanismos normales de oferta y demanda quedan fuera de operación.
• La reglamentación administrativa para su control es aplicada por el Estado.
• Restricción de la entrada y salida de divisas.

Tipos De Control De Cambio


• Control de Cambio absoluto: Es la reglamentación total de la oferta y la
demanda de divisas, es prácticamente imposible de implementarla, por las
inevitables y múltiples evasiones y filtraciones que tienen lugar cuando la economía
no es enteramente centralizada.
• Control parcial o mercado paralelo: Es el control parcial determinante de la
oferta de divisas, a precios determinados, con cuyas divisas se atienden
necesidades esenciales de la economía; y un mercado marginal, es permitido en el
cual se compran y venden cantidades de divisas sorprendentes de operaciones que
se dejan libres, y se determinan precios de mercado; este mercado paralelo o
marginal, se autoriza para impedir el funcionamiento del mercado negro.
• Cambios múltiples: Es aquel en que para cada grupo de operaciones, de
oferta y demanda, se fija un tipo de cambio, todos preferenciales y entrada de
capital, y para determinadas importaciones y salida de capital; tipo no preferenciales
para las operaciones restantes.
• Cambio rígido: Es aquel cuyas fluctuaciones están contenidas dentro de un
margen determinado. Este es el caso de patrón oro, en que los tipos de cambio
pueden oscilar entre los llamados puntos o límites de importación o exportación de
oro, por arriba o por debajo de la paridad. Si los tipos de cambio excedieran de
dichos límites ocurrirían movimientos de oro que harían volver a las cotizaciones al
margen determinado. Su funcionamiento exige la posibilidad concreta de dichos
movimientos de oro y se asegura además, mediante un mecanismo operativo de
movimientos de capital a corto plazo, ligados a una relación entre los tipos de
cambio y las tasas monetarias de interés.
• Cambio flexible: Es aquel cuyas fluctuaciones no tienen límites precisamente
determinados, lo que no significa que tales funciones sean ilimitadas o infinitas. Es
el caso del patrón de cambio puro y del papel moneda inconvertible. Son los propios
mecanismos del mercado cambiario y, en general la dinámica de las transacciones
internacionales del país, los que, bajo la condición esencial de la flexibilidad,
permiten una relativa estabilidad de los cambios, dadas las elasticidades de oferta
y demanda de los diversos componentes de la balanza de pagos.
• Cambio fijo: Es aquel determinado administrativamente por la autoridad
monetaria como el Banco Central o el Ministerio de Finanzas y puede combinarse
tanto con demanda libre y oferta parcialmente libre como con restricciones
cambiarias y control de cambios.
• Cambio único: Este rige para todas las operaciones cambiarias, cualquiera
que sea su naturaleza o magnitud. Se tolera cierta diferencia entre los tipos de
compra y de venta de la divisa como margen operativo para los cambistas en cuanto
a sus gastos de administración, operación y beneficio normal. El ideal del Fondo
Monetario Internacional es este tipo de sistema, que no admite discriminación en
cuanto a la fuente de origen de las divisas, ni en cuanto a las aplicaciones de las
mismas en los pagos internacionales.
Ventajas Del Control De Cambio
•Pueden aplicarse a los cambios extranjeros para la compra de bienes y servicios o
las transferencias de capital.
•Proteger las reservas internacionales, la balanza de cambio y el tipo de cambio.
•Conlleva a un control de precios
Desventajas Del Control De Cambio
•En primer lugar restringe directamente la libre elección de países en los que los
individuos pueden comprar o invertir.
•Generalmente provoca un "mercado negro" de monedas escasas.
•En particular, por lo que se refiere a los países subdesarrollados, aunque también
en los países más avanzados, puede conducir a una corrupción de los funcionarios.

Situación Actual Del Control De Cambio En Venezuela


Comisión de Administración de Divisas (CADIVI)
Implementada en febrero de 2003 por el Ejecutivo Nacional, esta comisión
regula la venta de dólares en el mercado nacional actualmente, sus promotores
afirman que fue una medida necesaria con el fin de evitar la fuga de divisas, la
disminución de las reservas internacionales, la merma en los aportes al fisco,
desestabilización del valor externo de la moneda, todo esto consecuencia de la
evasión fiscal, el paro que experimentó la industria petrolera, y la fuga masiva de
capitales en los últimos meses, y de la desestabilización en palabras del gobierno
"auspiciada por los sectores más elitescos y poderosos del país".
En términos del Ejecutivo: "La economía venezolana fue golpeada duramente y
estaba al borde de un colapso comenzando el 2003, año en el que precisamente de
acuerdo con las proyecciones macro-económicas, se lograría la consolidación de
programas sociales destinados a mejorar la calidad de vida de toda la población".
En vista de esta situación, el Ministerio de Finanzas en representación del
Gobierno y el Banco Central de Venezuela, establecen un régimen de control
cambiario y mediante decreto presidencial es creado el 5 de febrero de 2003 la
Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), cuya misión es "administrar con
eficacia y transparencia, bajo criterios técnicos, el mercado cambiario nacional y
asume el reto de contribuir con su buena ejecutoria y el concurso de otras políticas,
al logro de la estabilidad económica y el progreso de la Nación…".
Para la venta de dólares a personas naturales, jurídicas, y otras instituciones se
solicitan una serie de recaudos, según sea el caso, por ejemplo para las personas
jurídicas entre muchos otros se incluyen: solvencia con respecto al pago de ISLR,
IVA, INCE, SSO y otras documentaciones de actualización de las empresas.
Esta comisión ha recibido muchas críticas de expertos economistas entre las
cuales destacan:
• La inconstitucionalidad del régimen del control de cambios, ya que se dice
que las libertades económicas previstas en la constitución, están siendo violadas.
• Lo engorroso que resulta la cantidad de recaudos y el tenerlos todos al día
es casi imposible.
• La modificación constante de los requisitos solicitados (cambian cada 15
días)
• La demora en la entrega de divisas en sus primeros meses de aplicación,
resultó ser la crítica principal, ya que han tardado más de 3 meses en otorgar los
dólares.
• El riesgo de que se convierta en otro RECADI, ya que existe la posibilidad de
que se creen empresas "fantasmas" que se hagan pasar por organizaciones de
carácter prioritario con el fin de que se le agilice el otorgamiento de divisas a estas,
quedando en ventaja con respecto a empresas reales.
• Porque trae como consecuencia un mercado "negro" o paralelo que cotiza el
precio muy por encima del fijado por el gobierno y que fluctúa con el aumento de la
demanda y con el paso del tiempo.
El fundamento legal que rige esta materia es la Ley Contra Ilícito Cambiario la
cual en su artículo 1 deja claro su objeto:
“La presente Ley tiene por objeto establecer los supuestos de hecho que
constituyen ilícitos cambiarios y sus respectivas sanciones”

Divisa
Divisa del latín divisa, del verbo divido -dividir; se refiere a toda la moneda
utilizada en una región o país ajeno a su lugar de origen. Las divisas fluctúan entre
sí dentro del mercado monetario mundial. De este modo, podemos establecer
distintos tipos de cambio entre divisas que varían constantemente en función de
diversas variables económicas como el crecimiento económico, la inflación o el
consumo interno de una nación.

La divisa es el dinero en moneda de otros países en depósitos bancarios.

La Comisión de Administración de Divisas o CADIVI, es un órgano regulador


adscrito al Ministerio del Poder Popular para las Finanzas de la República
Bolivariana de Venezuela, fue creada en el año 2003 a través del decreto de control
cambiario que impuso el gobierno el 5 de febrero de ese mismo año. Actualmente
la encabeza Manuel Antonio Barroso como presidente.

La fuga de capitales era la mayor preocupación del gobierno nacional, debido a


la fuerte especulación que merodeaba en la población, a raíz de ello, mediante el
decreto 2.330 el Presidente de la República, en Consejo de Ministros, el 5 de
febrero de 2003, creó la Comisión de Administración de Divisas junto con el Proceso
de Control Cambiario. Además en Venezuela se cuenta con la Ley de Ilícitos
Cambiarios siendo uno de sus objetivos acabar con el mercado paralelo, para ello,
establecerán sanciones coercitivas millonarias para aquellas empresas o personas
que divulguen a través de cualquier medio de comunicación información bursátil y/o
de divisas que sea distinta a la oficial, de igual forma, reiteran que la asignación de
divisas es intransferible, y que si se le da un uso distinto a lo solicitado, las multas
podrán hasta doblar el monto de la operación ilegal, es decir, que en caso de que
se consuman ilegalmente los cupos para viajeros, las multas podrían ascender a los
10.000 dólares estadounidenses.

Lavado de Dinero como delito Económico Internacional


El blanqueo de dinero(también conocido en algunos países como lavado de
dinero, lavado de capitales, lavado de activos, blanqueo de capitales o legitimación
de capitales) es el proceso a través del cual es encubierto el origen de los fondos
generados mediante el ejercicio de algunas actividades ilegales o criminales
(narcotráfico o estupefacientes, contrabando de
armas, corrupción, desfalco, fraude fiscal, crímenes de guante
blanco, prostitución, malversación pública, extorsión, secuestro, trabajo
ilegal, piratería y últimamente terrorismo).

El objetivo de la operación, que generalmente se realiza en varios niveles,


consiste en hacer que los fondos o activos obtenidos a través de actividades ilícitas
aparezcan como el fruto de actividades legítimas y circulen sin problema en
el sistema financiero.

En el 11 Congreso de Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Justicia


Penal se dijo que las actividades como el tráfico de drogas, la explotación de
recursos naturales, la corrupción y la apropiación ilícita de fondos bancarios afectan
el bienestar económico de las personas.
Se expuso que las consecuencias de estas actividades van más allá de las
pérdidas financieras y el bienestar económico de la sociedad. "Es importante que la
gente sienta que están viviendo en una sociedad justa y recta y, si no se investigan
los delitos, las personas empezaran a sentirse profundamente ofendidas".
Se declaró que las personas que están detrás de los delitos financieros a
menudo son listas y sofisticadas, haciendo uso de recursos financieros para tener
contactos con funcionarios encargados de impartir la justicia. "Las autoridades
tienen que combatir la interferencia de influencias poderosas, y eso a veces es más
difícil de combatir que a la misma delincuencia. Si los que quebrantan la ley son
miembros del gobierno, una acción rápida y decisiva deberá restaurar la confianza
de la sociedad en la política gubernamental en esa materia.
La legitimación de capitales en Venezuela está penada con cárcel. Así lo
establece la Ley Contra la Delincuencia Organizada. El delito se configura cuando
la persona intenta esconder o disfrazar el origen de los fondos generados en una
actividad ilícita, para hacer valer ante el tráfico comercial que su procedencia es una
fuente lícita. En algunos países esta conducta es tipificada bajo la denominación de
Lavado de dinero o blanqueo de capitales.
El artículo 4 de la mencionada Ley estatuye: Quien por sí o por interpuesta
persona sea propietario o poseedor de capitales, bienes, haberes o beneficios cuyo
origen derive, de forma directa o indirecta, de actividades ilícitas o de delitos graves,
será castigado con prisión de ocho a doce años y multa equivalente al valor del
incremento patrimonial ilícitamente obtenido. Es el delito de Legitimación de
capitales o lavado de dinero con pena de prisión.
En Venezuela se constata a través de los medios de comunicación que la cifra
de lavado de dinero ha aumentado en forma progresiva en los últimos tres años en
comparación a los años anteriores. La Unidad de Inteligencia Financiera
venezolana, adscrita a la Superintendencia de Bancos y otras Instituciones
Financieras (SUDEBAN), ha registrado así nuevos casos. Lavado de dinero,
legitimación de capitales o blanqueo de dinero, son distintas formas de denominar
este tipo penal que consiste tanto en la conversión o transferencia de bienes de
procedencia criminal con el fin de disimular el origen ilícito de bienes como en
ayudar a los implicados en esta actividad a evitar las consecuencias jurídicas de sus
actos.
El lavado de activos se constituye, por ejemplo, en la apertura de cuentas
bancarias en los llamados paraísos fiscales. Estas cuentas son engordadas por
recursos dinerarios generados en los sectores comerciales que hacen uso intensivo
del dinero en efectivo: restaurantes, casas de juegos, bingos, casinos, entre otros.
Conforme a la práctica profesional, en nuestro carácter de abogados en Venezuela,
hemos observado que las actividades que presentan alto riesgo en esta materia
son: la promoción inmobiliaria, la compra y venta de bienes, el sector de la
construcción de viviendas, la compraventa de oro, compra venta de naves,
aeronaves y vehículos, compra y venta de objetos de arte, fundaciones y
asociaciones. Por último, en una auditoría legal evacuada en condición de segunda
opinión, el dictamen concluyó que el blindaje del patrimonio personal con función
preventiva es una de las maneras de preservar o proteger los bienes y activos de la
persona natural o jurídica. Los bienes que pueden ser objeto del cúbrase o blindaje
patrimonial son: los inmuebles y los muebles habidos en ellos, las cuentas
bancarias, joyas, obras de arte y los vehículos.

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