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Los aportes de la teoría esgrimida por Sutherland marcaron la génesis de toda una
discusión en el campo de la criminología, orientada a precisar aún más las
características de la delincuencia de cuello blanco, lo cual, por otro lado, llevó
también a la aparición de críticas contra el enfoque de análisis utilizado por el
reconocido sociólogo norteamericano. 5 En ese sentido crítico, autores como
Caldwell subrayaron que el empleo del término white collar crime se justificaba
desde el punto de vista de la investigación científica, pero no desde la perspectiva
"social", en la que se muestra ambiguo, incierto, susceptible de controversia, y dado
que no había sido definido de forma oficial o legal, no era comúnmente aceptado
más que en relación con violaciones del código criminal. 6Discrepancias teóricas
aparte, lo cierto es que hoy en día nadie discute sobre la existencia de tal
criminalidad, así como su considerable relevancia social.
Ahora bien, no debe eludirse el hecho de que una de las principales contribuciones
de la criminología como disciplina científica consiste en ofrecer importantes
clarificaciones al derecho penal en su lucha contra el delito, y como apunta García
Cavero, con quien coincidimos, sin desconocer ciertamente la autonomía científica
de esta rama del derecho, puede decirse que muchas veces la viabilidad de
determinadas propuestas dogmáticas depende en gran medida de ciertas
consideraciones criminológicas. 7 Es por ello que el primer punto de debate
criminológico en función, entre otras, de dotar al derecho penal de la necesaria
claridad para el enfrentamiento de la criminalidad de cuello blanco, es su definición.
Por otro lado, el delincuente económico, dígase quien comete un acto contra la
economía, no tiene por qué pertenecer necesariamente a una clase social alta, y sin
embargo con su actuar provoca un detrimento a la economía como bien jurídico
protegido por el derecho penal. Para estos casos puede utilizarse el término
"delincuencia profesional", pero este último resulta limitado respecto al delito
económico, mucho más amplio dado que no todo el que atenta contra la economía
lo hace desde una profesión u ocupación concreta. Es preciso tener en cuenta, para
entender esta línea de análisis, que en el hoy, el delito económico es más extenso,
objetiva y subjetivamente. Existen, de hecho, delitos económicos que no dependen
de que el infractor lo cometa desde su propia actividad profesional. 22
Ante este, por momentos desconcertante, entuerto terminológico, resulta muy difícil
introducirse al estudio de una literatura criminológica que menciona de forma
constante al delincuente económico cual si fuera, de plano, a la vez delincuente de
cuello blanco, dicho que no tienen por qué coincidir. Ello nos obliga a inferir que
quienes establecen esa aparentemente "ingenua equiparación" están haciendo
referencia al delincuente económico que ostenta además caracteres de "cuello
blanco". La idea anterior puede sustentarse en el hecho de que, claramente, lo
novedoso y requerido del análisis no es el ciudadano común que asume una
conducta contraria a la regulación económica de su Estado, sino el tipo de
delincuente que ostenta cierto estatus de superioridad jerárquica respecto al
ciudadano medio y desde dicha posición actúa con ánimo de lucro en menoscabo
de la economía nacional. Por tanto, en lo sucesivo, cuando hagamos referencia al
delincuente económico, será respecto a este último, el que, también es cierto, si
bien no siempre pertenece a una clase social alta, muchas veces posee caracteres
relativos al "cuello blanco".
INTENTOS POR EXPLICAR LA ETIOLOGÍA DE LA
DELINCUENCIA ECONÓMICA
El reto que implica desentrañar un fenómeno nuevo, diferente, ha colocado a la
delincuencia económica como objeto de estudio predilecto para amplios sectores
de la criminología actual. Uno de los aspectos que más ha inquietado a los
estudiosos de este tipo de criminalidad es el referente a las causas que lo originan.
Las teorías basadas en el aspecto psicológico dieron paso a las que hallaron su
sustento en orientaciones sociológicas. Así, tres han sido las teorías que se
aplicarían directamente al fenómeno de la delincuencia económica: la teoría de la
asociación diferencial de Sutherland; la de la anomia de Merton, y la labelling-
theory.
Lo anterior, si bien plantea escollos difíciles de superar por el derecho penal para el
enfrentamiento de la delincuencia económica, no debe determinar, pues, la no
intervención de dicha rama del derecho por excelencia coactiva cuando otras
estrategias de corte preventivo son incapaces de evitar el hecho delictivo. El
derecho penal no constituye la solución al problema delincuencial de ninguna
sociedad, esta máxima la hemos aprendido desde nuestras primeras lecciones de
criminología; sin embargo, su rol y consecuente necesidad en los tiempos actuales
y futuros no ofrecen lugar a refutaciones. De ahí que, aun con estas problemáticas
que acabamos de plantear, la persecución penal del delito económico no se debe
descartar en modo alguno. Dicho de otro modo: se precisa implementar políticas
económicas y sociales que, lejos de sustituir a la política criminal de amplio espectro
aplicable en la materia, le sirvan de necesario acompañamiento.
El autor primeramente abunda sobre la necesaria base metodológica que debe guiar
la elección de sanciones a las personas naturales. Hace mención a las dos
soluciones principales que se utilizan en diversas legislaciones internacionales. Una
de ellas, la solución unitaria, es acogida por Alemania y consiste en aplicar,
independientemente de poseer un amplio catálogo de sanciones en su Código
Penal, sólo sanciones de prisión y multa al delincuente económico.
Las características personales de los autores, los cuales rara vez han cometido
delitos con anterioridad, tratándose de personas con alto estatus, respetabilidad,
con una excelente hoja de servicios, no permite aplicar tampoco sanciones
excesivamente severas contra éstos, y el efecto disuasorio de la pena es también
dudoso. Se ha mencionado en determinados momentos la posible efectividad de
aplicar sanciones privativas de libertad sin posibilidades de remitirlas
condicionalmente; sin embargo, a nuestro criterio, ello significaría un retroceso,
dado el esfuerzo que conllevó alcanzar ese tipo de beneficios a lo largo de la historia
de la humanidad.
A las observaciones anteriores desearíamos agregar que hoy cada vez más es
cuestionable el papel de la sanción de privación de libertad impuesta al delincuente
económico, por cuanto, en franca acogida de las corrientes minimalistas del derecho
penal, muchas legislaciones penales han establecido penas de corta duración de
manera general, y en particular para estos delitos. Por ende, resulta menos temido
por muchos de estos individuos, quienes realizan a la perfección sus análisis costo-
beneficio: ir a la prisión por un periodo corto y egresar del establecimiento
penitenciario a disfrutar de sus ganancias, las que permanecen durante ese tiempo
casi siempre muy bien resguardadas.
Otros estudios intentan convencer, por el contrario, que es la sanción de multa (en
ese caso una multa elevada) la más efectiva para imponer a los delincuentes
económicos, tratándose de individuos cuyo principal botín delictivo es el
enriquecimiento de sus arcas personales; por tanto, es hacia ese ámbito donde se
pretende concentrar al derecho penal, presuponiendo que al sancionado en
cuestión le será más gravoso quedarse sin riquezas que pasar un determinado
periodo en prisión. Pero la multa no parece resolver de momento el problema. En
primer lugar, no siempre es posible cuantificar el monto exacto de las ganancias
generadas por el actuar delictivo del sujeto comisor. Incluso, de poder cuantificar
dicha cifra con apego a la realidad, tampoco las fórmulas actuales de la mayoría de
los códigos penales permiten elevar la cuantía de la multa de manera proporcional
a la ganancia ilícita. 40
Otra de las sanciones cuyo uso se ha extendido en los últimos años respecto al
delincuente económico es la de inhabilitación profesional. Valorada la poca
efectividad que presenta la multa en este tipo de delitos, esta pena o medida se
considera apropiada para, temporalmente o a perpetuidad, excluir de la vida
económica, sobre todo, a quienes desde el principio tienen como finalidad el delito.
Ahora bien, la eficacia de esa inhabilitación depende de que su cumplimiento sea
debidamente vigilado, para evitar el empleo de los llamados "hombres de paja",
especies de testaferros que garantizan la continuidad de la carrera delictiva del
inhabilitado, sin necesidad de que éste participe directamente. Por tanto, parece
que la realidad una vez más tiene la capacidad de desbordar a la norma, y la
inhabilitación profesional corre el riesgo de convertirse en un mero simbolismo. No
obstante, entendemos necesaria su aplicación, siempre insistiendo en que debe ser
debidamente controlada.
Otra sanción específica, positiva en muchos delitos, la cual también podría traer
dividendos en el ámbito de la delincuencia económica, es el trabajo social voluntario
(community service), que actualmente encuentra cada vez más adeptos entre la
opinión internacional y los códigos penales modernos. Debemos expresar que el
aspecto positivo de dicha sanción no radica sólo en el efecto útil del servicio
prestado por el delincuente a la comunidad, sino también en la repercusión
psicológica que los servicios prestados voluntariamente a otros tienen en beneficio
del individuo que los realiza.
Tanto cuando se impone como cuando se ejecuta esta pena, hay dos aspectos de
vital trascendencia que deciden su efectividad. Uno es el relativo a la voluntariedad
interna del sancionado, y el otro tiene que ver con las dificultades externas de
organización y vigilancia del trabajo voluntario. Para el delincuente que está
dispuesto a aceptar su condena, el trabajo voluntario es una sanción casi ideal y
que merece ser aplicada a todos los infractores siempre que las circunstancias lo
permitan. Sin embargo, estamos lejos de pretender que todos o la mayoría de los
delincuentes económicos aceptarán asumir un trabajo, a la vista de todos, para él
humillante.
Entre tanto, se ha ido extendiendo también el uso de una medida que, si bien no
califica como sanción penal propiamente dicha sino como un elemento
complementario, puede tener un efecto plausible sobre el delincuente económico,
por ello la traemos a colación en el presente trabajo. Se trata de la publicidad del
procedimiento o de la sentencia. Se ha planteado con acierto que el efecto
preventivo y retributivo de tal publicidad resulta válido sobre todo para la empresa
del infractor, de modo que algunas legislaciones no permiten sino la publicación del
nombre de la persona jurídica o agrupación. En ocasiones, ciertamente, los
inculpados están dispuestos a toda suerte de concesiones si se renuncia a publicar
sus nombres, dada la pérdida de credibilidad que como empresario, hombre de
negocios, puede sobrevenirle. De ahí la importancia de esta medida.
Herrero Herrero, quien por cierto, en relación con el punto anterior, aboga por un
aumento del uso, a la par de la privación de libertad, de la multa y el decomiso,
propone tres grupos de medidas, entre las cuales se encuentran aquellas que a su
criterio deben ser de carácter social. 41
Se trata de comportamientos que, desde luego, nadie conoce mejor que sus actores
y sus víctimas próximas. El extirparlos o reducirlos depende, en gran medida, de
que se llegue, por parte de estos actores, a un consenso para lograr tal objetivo. A
los infractores se les mirará "desde adentro" como insolidarios y deshonestos. Y
estas valoraciones poseen, cuando se trata de profesionales, notable fuerza de
disuasión. No se trata, por supuesto, de ninguna panacea, pero sí puede generar
impulsos apreciables de reducción del "mal", derivados de la conciencia de
autoprotección creada en esos grupos profesionales y de la actitud permanente de
censura que representa para los miembros insolidarios. No se trata, por supuesto,
de ninguna clase de "derecho" paralelo, sino de afianzar pautas sociales de
actuación.
Los autores David Baigún y Pedro Biscay, en un trabajo conjunto más actual, han
ofrecido sus consideraciones respecto a la prevención de los delitos
económicos. 42 Introducen la necesidad de un organismo único de control en el cual
se le otorgue más protagonismo a la sociedad civil. Explican que se trataría de un
organismo autónomo de carácter mixto compuesto por representantes de los entes
estatales y técnicos civiles designados por las organizaciones de la sociedad. Este
organismo, independiente de los poderes del Estado, estará facultado para controlar
las actividades en los que él tome parte (sistema aduanero, régimen tributario,
privatizaciones, créditos, empréstitos) con el agregado de que la elección de los
delegados estatales deberá efectuarse por concurso de oposición y antecedentes,
y la de los representantes de la sociedad civil por designación directa.
Por su parte, los autores, al igual que Herrero, conceden importancia a los llamados
códigos de conducta, pero con un elemento agregado: la necesaria participación de
la sociedad civil en la elaboración y el control real y efectivo del cumplimiento de los
mismos por parte de las empresas (deberán preverse a tal fin mecanismos de
auditoría, sistemas de inspección sobre funcionamiento, calidad, etcétera, y registro
sobre aspectos financieros, contables y fiscales de las empresas).
Martínez Pérez, 45 otro de los autores de referencia en este tópico, centra la atención
en dos cuestiones: la informativa 46 y la organizativa, no sin antes realizar la crítica
a la escasa atención de la literatura criminológica a las reacciones del público frente
a la delincuencia económica, en contraposición a lo que acaece respecto a la
delincuencia que se ha convenido en llamar tradicional. Las medidas organizativas,
a su vez, transitan por la puesta en funcionamiento de organizaciones con
características similares a las mencionadas por Baigún y Biscay.
Esta alianza entre los agentes económicos y el Estado se evidencia en los índices
de los códigos de conducta o códigos éticos que hasta hace poco han sido la
principal base normativa del gobierno corporativo. En todos ellos, si bien con distinta
intensidad, se recogen como aspectos la prevención y sanción, por parte de la
empresa, de un buen número de comportamientos delictivos (corrupción,
explotación de trabajadores, no discriminación, medio ambiente, etcétera). Los
resortes con que cuenta el Estado para asegurar este nuevo contrato social son, en
primer lugar, el propio mercado. Los inversores, y muy especialmente los
denominados inversores institucionales, se han percatado ya de que una empresa
que no es capaz de cumplir con la normativa legal o que no ha dispuesto de un
adecuado sistema de vigilancia y control es una empresa mal gestionada y, por
tanto, a la larga, de dudosa rentabilidad. Por tanto, el gobierno corporativo como
término no tiene otro significado que el de "sistema mediante el cual las sociedades
deben dirigirse y controlarse". 48
Se trata de que las empresas se comporten como buenos ciudadanos (good citizen
corporations), lo que implica la adquisición de responsabilidad social (social
responsibility) 49 con el fin de contribuir al desarrollo social y económico de las zonas
en las que actúen, y comprometerse a cumplir niveles de exigencia mayores que
los que se desprenden del simple respeto a las normas. Ésta es una cuestión
especialmente importante en países en vías de desarrollo en los que la normativa
protectora del medio ambiente, de protección del trabajador, de prohibición del
trabajo infantil o anticorrupción, bien puede ser muy deficiente o simplemente
inexistente. Pero no sólo se trata del fin, sino también del modo de gestionar. El
gobierno corporativo significa intensificación de los deberes de vigilancia,
transparencia y que igualmente supone un nuevo marco en lo que se refiere a los
deberes de fidelidad de los administradores con la sociedad.
Soborno y corrupción
Ambas son prácticas habituales en las grandes transnacionales; según el informe
del año 2011 de Transparencia Internacional, «el soborno en el extranjero sigue
siendo una práctica rutinaria para muchas compañías en todo el mundo».
Especialmente si hablamos de los hidrocarburos, el sector en el que más se
generalizan este tipo de mecanismos para lograr contratos y negocios exitosos. Los
ejemplos de las petroleras Total, que realizó sobornos en Irán para conseguir
explotaciones de gas, y ExxonMobil, que hizo lo propio en Kazajstán, así como las
acusaciones de corrupción a Shell en Nigeria, así lo demuestran. Es frecuente la
presencia de grandes empresas de la construcción en las tramas de corrupción
descubiertas en torno a las obras públicas y el urbanismo, especialmente en el
marco de la “burburja inmobiliaria” de los últimos años: por ejemplo, altos cargos de
las constructoras FCC —involucrada en el “caso Palma Arena” de corrupción en
Baleares—, ACS y OHL —modificación de licitaciones para quedarse con la
concesión en la construcción de carreteras—, entre otras, han estado involucrados
en este tipo de delitos.
El presente pretende ubicar y comentar acerca de aquellas conductas que han sido
denominadas por la doctrina y jurisprudencia penal como delitos de orden
económico, específicamente en Venezuela, partiendo de la necesaria definición de
Derecho Penal, para luego pasar a la definición de una de sus ramas como es el
Derecho Penal Económico, siendo que los delitos económicos constituyen el
contenido de éste y finalmente luego de hacer un interesante recorrido histórico por
la evolución de las leyes penales en Venezuela desde Bolívar hasta llegar a la
actualidad, adentrándonos en la abundante y dispersa legislación Venezolana,
encontrando aunque no precisamente bajo esa denominación muchos de estos
delitos en el código penal y en leyes especiales penales y no penales, en las cuales
se repiten en muchos casos conductas tipificadas en la ley penal general
Venezolana que las tenía previstas desde su implementación en este país.
La Especulación.
En el análisis de la estructura del tipo tenemos que éste presenta un sujeto activo
indeterminado y un núcleo rector complejo alternativo que consta de tres verbos
rectores, a saber: vender, alterar y condicionar; el objeto material es determinado,
porque pese a que se refiere a “los bienes” en sentido general, son solamente
aquellos bienes en los cuáles la autoridad competente le haya fijado un precio, con
lo cual quedan excluidos de este tipo penal aquellos bienes en los cuales el Estado
no haya fijado un precio de venta al público.
El Acaparamiento.
Este tipo penal posee dos verbos rectores que forman un núcleo del tipo complejo
alternativo, esos verbos en infinitivo son: y retener, según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española restringir significa “Ceñir, circunscribir, reducir a
menores límites” y retener refiere “Interrumpir o dificultar el curso normal de algo”,
lo que significa que si nos ajustamos a la semántica de los verbos rectores este tipo
penal debió denominarse de otra manera que no fuera acaparamiento, si embargo
si ubicamos el significado del verbo “acaparar” encontramos que el mismo es
“Adquirir y retener cosas propias del comercio en cantidad superior a la normal,
previniendo su escasez o encarecimiento”, así pues podemos establecer una
conexión entre el verbo rector retener y acaparar con lo que estaría definido
enteramente el precepto de la conducta sancionable.
El Boicot.
Este tipo penal que acoge el nombre de Charles Cunningham Boycott, quien fue el
primer administrador irlandés a quien se aplicó el boicoteo, en 1880, para lograr una
redistribución de las tierras y mejorar la situación de los granjeros en alquiler, por
iniciativa de la “Irish Land League” que sugirió una alternativa no violenta para
obligar al capitán a ceder una rebaja de los arrendamientos: suspender todo tipo de
tratos con él, de allí en adelante se acuñó la expresión “boicotear” y hoy en día es
un verbo transitivo de la lengua española que significa: “Excluir a una persona o a
una entidad de alguna relación social o comercial para perjudicarla y obligarla a
ceder en lo que de ella se exige” o “Impedir o entorpecer la realización de un acto o
de un proceso como medio de presión para conseguir algo”.
Al comparar la denominación del tipo con la definición de la misma encontramos
que el legislador establece como punible la acción de impedir la producción,
fabricación, importación, acopio, transporte, distribución y comercialización de
bienes, sin embargo no establece con cuál fin se llevaría a cabo tal tropiezo, porque
si se trata aunque no se especifica de impedir para ejercer presión tampoco se
especifica sobre quien se ejercería esa presión, producto de la antes mencionada
omisión legislativa podría sancionarse a quienes por ejemplo impidan la producción,
fabricación, importación, acopio, transporte, distribución y comercialización de
alimentos en mal estado o aquellos que en su proceso de elaboración han
presentado algún defecto, lo cual luce desproporcionado siendo que persiguen in
fin lícito.
Según Grisanti (2007B, p.1093), este precepto apareció por primera vez en el
Código Penal de 1897, como texto del artículo 297 y luego en el Código de 1904,
expone que este es el delito de los agiotistas y citando al Dr. Guillermo Cabanellas,
aquellos que “se dedican al agiotaje, a especular acaparando artículos escasos,
para así obtener ganancias abusivas en jugadas poco limpias de bolsa”.
Ahora bien, lo que si resulta ininteligible es la denominación del tipo penal ya que
en su contenido no se encuentra descrita ninguna circunstancia expresada bien en
adverbio o en gerundio que se refiera a la alteración fraudulenta de las condiciones
de oferta y demanda.
Contrabando de extracción.
La Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia con ponencia del
magistrado Jorge L. Rosell Senhenn, según sentencia 1.228 del 28 de septiembre
de 2000, se estableció que: “la usura es un atentado contra los intereses
económicos generales, en virtud de que el interés que se pacte debe ser superior al
permitido por la ley”.
Delito Económico
Delitos Bancarios
Legitimación de capitales.
Es el proceso mediante el cual las organizaciones criminales logran darle
apariencia de legalidad a todos aquellos capitales y bienes provenientes de la
actividad ilícita, logrando a través de dicho proceso el ocultamiento del origen ilícito
de los referidos capitales y bienes
Colocación
El Legitimador de Capitales dispone del efectivo de procedencia ilegal para
insertarlo directamente en el sistema financiero o trasladarlo a otra localidad.
Presentación
El Legitimador de Capitales busca apartar los beneficios ilegales de su origen
ilícito al pasarlo por una serie de transacciones financieras (conversiones o
movimientos), esperando con este proceso que la conexión sea más difícil o
realmente imposible de detectar.
Ilícito Aduanero
Delito Tributario
Son aquellos que fundamentalmente lesionan derechos individuales y
sociales de los Ciudadanos. Así por ejemplo, el no pago de los tributos por doble
facturación afecta el derecho individual de cada contribuyente, pues debe soportar
junto al resto de contribuyentes la carga tributaria generada por
los ingresos evadidos; además se origina una competencia desleal ya que
los productos y/ o servicios del evasor obtienen una clara ventaja indebida.
También afecta los derechos sociales de todos los ciudadanos, pues el evasor
se apropia de los ingresos que el Estado requiere para cumplir sus funciones en
beneficio de la sociedad en su conjunto y como consecuencia, recibirán
un servicio público precario.
Se puede definir como delito tributario, toda acción deliberada e intencional que
comete un contribuyente con la finalidad de hacer daño al individuo o a la sociedad.
Es la acción del contribuyente que en provecho propio o de un tercero, valiéndose
de cualquier artificio, engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta, deja de pagar
en todo o en parte los tributos que establecen las leyes.
Marco Legal:
Delitos
El delito es toda acción u omisión voluntaria penada por la ley. Esta definición
está contenida en el artículo 1º del Código Penal. En forma simple, es la comisión
de un hecho que la ley castiga con una cierta pena.
Lo que hace característico al delito, es la existencia de una norma jurídica que
debe haber sido dictada con anterioridad al hecho, que amenace fija una sanción al
que realiza el hecho. Es decir previene la conducta por la amenaza de la sanción, y
no por la prohibición.
La ley no prohíbe robar, pero sanciona el robo con penas privativas de libertad.
Además de la norma previa, el delito contiene una conducta típica, es decir la
definición del hecho que la norma quiere impedir. "El empleado público que tenga a
su cargo fondos públicos...". Este tipo dice que se aplicará la norma, sólo al
empleado público, pero que además tenga a su cargo, es decir bajo su
responsabilidad "fondos públicos". Por eso se dice que la conducta normada, debe
caber exactamente en el hecho cometido, ya que si no calza perfectamente, no es
ese el tipo penal aplicable.
Control de Cambio
Es una intervención oficial del mercado de divisas, de tal manera que los
mecanismos normales de oferta y demanda, quedan total o parcialmente fuera de
operación y en su lugar se aplica una reglamentación administrativa sobre compra
y venta de divisas, que implica generalmente un conjunto de restricciones tanto
cuantitativas como cualitativas de una entrada y salida de cambio extranjero.
En la actualidad, no existe una Ley que regule los actos ilícitos correspondientes
al régimen cambiario que en determinado momento pueda presentarse en el país.
Sin embargo, existe, un anteproyecto de Ley presentado en la Asamblea Nacional
que tiene como finalidad disciplinar las operaciones que se puedan derivar de la
aplicación de este régimen, denominada Ley de Delitos cambiarios.
Régimen Cambiario
El régimen cambiario se refiere al modo en que el gobierno de un país maneja
su moneda con respecto a las divisas extranjeras y como se regulan las
instituciones del mercado de divisas.
El banco central de cada país es el que se encarga de definir el régimen
cambiario como parte del sistema monetario. La elección de una u otra forma de
manejar la moneda responderá a la política monetaria de cada país.
El régimen cambiario influye decisivamente en el valor del tipo de cambio y en
las fluctuaciones del mismo.
A continuación expondremos las características principales de los dos
regímenes básicos existentes:
Tipo de Cambio Fijo
Es cuando el Banco Central de un país determina el valor de su moneda en
referencia a una moneda extranjera, a una canasta de monedas, o a otra medida
de valor, por ejemplo el oro. En consecuencia, la máxima autoridad monetaria de
dicho país realiza las compras y ventas a ese precio para mantenerlo fijo.
Los tipos de cambio fijos son criticados porque, al ser un precio rígido pueden
generar rigideces y desequilibrios en la economía. Por ejemplo, un déficit de
balanza de pagos se puede prolongar por un período de tiempo sin que el tipo de
cambio se modifique para equilibrarla.
La fijación del tipo de cambio, puede ser útil para disminuir la inflación. Si existe
una fuerte convicción de que el compromiso de mantener el tipo de cambio se va a
cumplir, se pueden eliminar las expectativas de devaluación y con ello la
especulación, que siempre resulta un factor importante que desencadena grandes
períodos inflacionarios. Además, el control de la oferta monetaria deja de ser
efectivo, debido a que bajo un régimen de tipo de cambio fijo los flujos de capitales
esterilizan todo movimiento de la oferta monetaria.
Tipo de Cambio Flotante
Este régimen suele denominarse también de tipo de cambio libre o flexible. La
relación entre la moneda nacional y las extranjeras estará marcada por la demanda
y ofertas de divisas del mercado.
De este modo, bajo tipo de cambio flotante, el tipo de cambio se determina sin
intervención del gobierno en el mercado de divisas.
Si bien hemos presentado las dos posturas teóricas antagónicas, en la práctica,
no se suele recurrir al régimen de flotación pura, debido a la gran volatilidad
cambiaria y a los efectos en la economía real.
Es por ello que es más común la aplicación de un sistema de cambio variable
de flotación sucia, en el cual la autoridad monetaria realiza operaciones en el
mercado abierto para fijar una banda de cotización para las divisas extranjeras. Se
fija un máximo y un mínimo dentro de lo cual se deja fluctuar el precio de la moneda
libremente. Ante una fuerte fluctuación del tipo de cambio, el Banco Central
intervendrá en los mercados vendiendo o comprando moneda, de forma de
restablecer el precio de las mismas y acomodarlo dentro de los parámetros
previamente fijados.
Características Del Control De Cambio
• Fijación de un tipo de cambio por autoridad del Estado
• Los mecanismos normales de oferta y demanda quedan fuera de operación.
• La reglamentación administrativa para su control es aplicada por el Estado.
• Restricción de la entrada y salida de divisas.
Divisa
Divisa del latín divisa, del verbo divido -dividir; se refiere a toda la moneda
utilizada en una región o país ajeno a su lugar de origen. Las divisas fluctúan entre
sí dentro del mercado monetario mundial. De este modo, podemos establecer
distintos tipos de cambio entre divisas que varían constantemente en función de
diversas variables económicas como el crecimiento económico, la inflación o el
consumo interno de una nación.