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Acoso: Jueces no están preparados

para ver estos casos

Especialistas consideran que archivamiento de denuncia de Magaly Solier puede sentar mal precedente

El reciente fallo judicial que archivó la acusación contra Daniel Durand Tenazoa, denunciado por la actriz
Magaly Solier por presuntamente haberla acosado en el Metropolitano hace un año, ha sido cuestionado por
gran parte de la ciudadanía, que cada vez confía menos en las decisiones del Poder Judicial. La
representante de Flora Tristán, Carla Díaz, criticó la resolución emitida por la jueza Rosa Zuloeta Asenjo, del
57 Juzgado Penal para Reos Libres, por no tener en cuenta que el denunciado tenía antecedentes por acoso.

En diálogo con radio Exitosa, Díaz ahondó en la problemática del acoso callejero y la violencia contra la mujer,
señalando que los jueces no están debidamente sensibilizados con estos temas. “Estamos ante una situación
que refleja los oídos sordos del sistema judicial en el Perú en situaciones como esta. Los jueces deben ser
educados en este tema”, dijo Díaz.

Como se recuerda, la resolución de la mencionada jueza señala que no puede aplicar la Ley 30314 que
castiga el acoso callejero, con penas de 3 a 12 años, ya que esta normativa entró en vigencia en marzo de
este año; es decir, después de ocurrido el hecho, y su aplicación no es retroactiva. La magistrada indica que
la acción que debió interponer la agraviada era una querella. El abogado de Magaly Solier apeló al fallo.

LEY SIN REGLAMENTO

Carla Díaz señaló que la Ley 30314, conocida como “ley contra el acoso", promulgada en marzo pasado por
el Congreso, no puede aplicarse ya que no tiene reglamento. “El reglamento de la ley está pendiente en la
reforma del Código Penal”, dijo.

ACOSADAS EN EL TRANSPORTE

Nueve de cada diez mujeres son víctimas de acoso sexual en el transporte público. Ellas soportan formas de
violencia como tocamientos, masturbación, frotamientos, piropos subidos de tono, entre otros, según
investigación del Colectivo contra el Acoso Callejero.
Ley N° 30314:
Ley para prevenir y sancionar el acoso sexual para espacios públicos

El Congreso de la República aprobó la Ley 30314, Ley para prevenir y sancionar el acoso sexual en
espacios públicos el 05/03/2015, promulgada el 25/03/2015 y publicada en el diario Oficial El
Peruano el 26/03/2015, entrando en vigencia al día siguiente de su publicación .

El objeto d e la presente ley es prevenir y sancionar el acoso sexual producido en espacios


públicos que afectan los derechos de las personas, en especial, los derechos de las mujeres.

¿Dónde se aplica la Ley 30314? En espacios públicos, comprendiendo vías públicas y zonas de
recreación pública.

¿Qué es el acoso sexual en espacios públicos? Es la conducta física o verbal de naturaleza o


connotación sexual realizada por una o más personas en contra de otra u otras.

¿Qué derechos afectan esta conducta? La dignidad, los derechos fundamentales como la
libertad, la integridad y el libre tránsito.

¿Qué sienten las personas acosadas? Intimidación, hostilidad, degradación, humillación o un


ambiente ofensivo en los espacios públicos.

¿Qué elementos deben darse para el acoso sexual en espacios públicos?

a. El acto de naturaleza o connotación sexual; y

b. El rechazo expreso del acto de naturaleza o connotación sexual por parte de la víctima, salvo que
las circunstancias del caso le impidan expresarlo o se traten de menores de edad.

¿Qué conductas son manifestaciones del acoso sexual?

a. Actos de naturaleza sexual, verbal o gestual.

b. Comentarios e insinuaciones de carácter sexual.

c. Gestos obscenos que resulten insoportables, hostiles, humillantes u ofensivos.

d. Tocamientos indebidos, roces corporales, frotamientos contra el cuerpo o masturbación en el


transporte o lugares públicos.

e. Exhibicionismo o mostrar los genitales en el transporte o lugares públicos.


¿Qué medidas deben realizar los gobiernos regionales, provinciales y locales contra el
acoso sexual en espacios públicos?

a. Establecer los procedimientos administrativos para la denuncia y sanción del acoso sexual,
sancionando con multas, a las personas naturales o personas jurídicas que permitan que sus
dependientes sufran el acoso sexual cuando estén en el lugar de trabajo.

b. Incorporar medidas de prevención y atención de actos de acoso sexual en espacios públicos en


sus planes operativos institucionales.

c. Capacitar a su personal, en especial a los miembros de sus servicios de seguridad


Hace algunas semanas, el Congreso de la República del Perú,
aprobó con 76 votos a favor, cero en contra y dos abstenciones,
la “Ley de prevención, atención y sanción del acoso sexual en
los espacios públicos” (en adelante, la Ley), reformando el
Código Penal (artículos 176°, 176°-A, 183° y 450°), y
estableciendo la pena de 3 a 12 años para aquellos individuos
que cometan el denominado acoso sexual callejero.

Es importante señalar que el Proyecto de Ley fue presentado por


el Grupo Parlamentario Acción Popular, por iniciativa de la
congresista Rosa Mavila León, quien a pesar de las críticas
recibidas al contenido del mismo, ha sabido defender los
alcances de su iniciativa en cuanto espacio ha tenido la
oportunidad de participar, destacando la relevancia del mismo y
la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el
proceso legislativo, sobre todo, cuando se trata de defender los
derechos de las mujeres y niñas de nuestro país.

Por ello, y ante el desconocimiento que aún tiene la ciudadanía


(pienso sobre todo en las mujeres) en torno al contenido y
alcances de esta Ley, aprovecharemos esta columna para
resumir brevemente los aspectos más saltantes de la misma,
pues creemos fundamental que los ciudadanos, pero más las
ciudadanas, tomen nota acerca de este nuevo marco de
protección que las mujeres y niñas peruanas tienen a partir de la
decisión congresal aprobada, como ya dijimos, de manera casi
unánime por el Parlamento nacional.

Sobre la finalidad de la Ley


El objetivo de la Ley es prevenir y sancionar el acoso sexual
producido en los espacios de uso público, como las calles y los
medios de transporte público, que afectan por lo general la
dignidad, la libertad, el libre tránsito y el derecho a la integridad
física y moral de las niñas, niños, adolescentes y mujeres.

Sobre el ámbito de aplicación de la Ley y los sujetos


implicados

Al hablar del ámbito, la Ley se refiere a los espacios de uso


público, como calles, avenidas, parques, plazas, y otros de
similar naturaleza. También incluye dentro de este concepto a
los medios de transporte público.

Con respecto a los sujetos de la misma, la Ley hace alusión a


dos figuras: 1) Acosador/a: toda persona, varón o mujer, que
realiza un acto o actos de acosos sexual en los ámbitos antes
señalados; y 2) Acosado/a: toda persona, varón o mujer, que es
víctima de acoso sexual en los ámbitos señalados.
Sobre el concepto de “acoso sexual callejero”

Para la Ley, el acoso sexual callejero es la conducta física o


verbal de naturaleza o connotación sexual, realizada por una o
más personas en contra de otra u otras, quienes no desean y/o
rechazan estas conductas por considerar que afectan su
dignidad, sus derechos fundamentales como la libertad,
integridad y libre tránsito, creando en ellas intimidación,
hostilidad, degradación, humillación o un ambiente ofensivo en
los espacios públicos.

Sobre la configuración del “acoso sexual callejero”

La Ley señala que para que se configure el acoso sexual


callejero se debe presentar alguno de los siguientes elementos:
1) El acto de naturaleza o connotación sexual que afecta la
conducta y libre tránsito de las víctimas, así como su dignidad,
libertad e integridad; 2) El rechazo de los actos de acoso sexual
que afectan la toma de decisiones en el normal desarrollo de las
actividades regulares en la vida pública de las víctimas.

Sobre la manifestación del “acoso sexual callejero”

Según la Ley, el acoso sexual callejero puede manifestarse a


través de las siguientes conductas: 1) Actos de naturaleza
sexual o verbal o no. Se entiende por actos de naturaleza sexual
no verbales a las miradas persistentes e incómodas, ruido de
besos y/o silbidos, entre otros; 2) Comentarios, bromas e
insinuaciones de tipo sexual; 3) Gestos obscenos que resulten
insoportables, hostiles, humillantes u ofensivos; 4) Tocamientos
indebidos, roces corporales, frotamientos contra el cuerpo o
masturbación en el transporte o lugares públicos; y 5)
Exhibicionismo o mostrar los genitales en el transporte o lugares
públicos.

Ahora bien, tomando como base para nuestro comentario la


exposición de motivos del Proyecto de Ley, considero necesario
realizar algunas notas (datos, cifras, comparaciones) que
ayuden a comprender la magnitud del problema que esta Ley
(junto a otras medidas) busca solucionar, así como también la
importancia que como sociedad le debemos dar a este tipo de
iniciativas -que desde una perspectiva de género- apuntan a
proteger a las mujeres de nuestro país.

Como bien se señala en el Proyecto, la violencia contra las


mujeres es parte de un proceso continuado de violencia, que
tiene sus orígenes en contextos de discriminación previos,
marcados por un sistema social machista que no considera a la
mujer como sujeto de derecho, con ejercicio pleno de su
ciudadanía y sexualidad.

Además, la violencia de género, expone el Proyecto, adopta


diversas formas, desde la violencia sexual hasta los feminicidios.
Nuestro país registra la más alta tasa de denuncias de casos de
violación sexual en América Latina, siendo que el 82% de los
delitos de violación sexual reportados a nivel nacional se
registraron en Lima y Callao.

Casualmente, refiere el Proyecto, una de estas formas de


violencia de género, quizás la más “popular”, es el caso del
acoso sexual callejero, es decir, aquellos en los que las mujeres
que transitan por las calles, usan el servicio público de
transporte urbano o en otros espacios públicos, se ven
expuestas, a ofensas a su dignidad, a su libertad e integridad,
con palabras obscenas, tocamientos, entre otras formas de
acoso sexual.
Por ello, es importante señalar que son las mujeres las
principales víctimas (excepcionalmente también son los
varones) de esta forma de violencia. Así, un estudio realizado
por la Pontifica Universidad Católica del Perú (2013), reveló que
más del 40% de las personas que manifestaron que en los
últimos 6 meses habían sido víctimas de acoso sexual en la calle
o el transporte público, con personas desconocidas del sexo
opuesto, eran mujeres.

Es necesario recordar, como también se hace en el Proyecto,


que desde sus orígenes el acoso sexual estuvo muy ligado al
centro de labores, sin embargo, actualmente el acoso sexual
puede ocurrir en una variedad de circunstancias y lugares; en
nuestro país se encuentra especialmente vinculado a los
espacios públicos como las calles y al transporte público. Es
justamente en estos espacios en los cuales se concentran una
serie de formas de acoso sexual como tocamientos,
frotamientos, masturbación, comentarios vulgares, entre otras
formas de violencia sexual.

La gravedad de la problemática antes descrita, presente no sólo


en nuestro país, sino también en otras partes del mundo, ha
motivado que en la legislación comparada de otros países, sin
considerar aquellos que han regulado el acoso sexual en el
ámbito laboral, encontremos leyes que protegen a las mujeres
frente a este tipo de actos de violencia sexual. Entre los países
que han legislado sobre esta materia tenemos a Suiza, Reino
Unido, España, Australia, Chile, Guatemala, Venezuela, Brasil,
Bolivia y Ecuador.

Así, para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la


promulgación de instrumentos jurídicos internacionales que
protegen el derecho de las mujeres a vivir libres de violencia
refleja el consenso y el reconocimiento progresivo por parte de
los Estados del trato que éstas tradicionalmente han recibido en
sus respectivas sociedades, lo que ha dado como resultado que
sean víctimas y estén expuestas a diferentes formas de
violencia, que incluyen la violencia sexual, psicológica, física y el
abuso de sus cuerpos.
Ahora bien, a partir de lo señalado en líneas previas, es
fundamental tener en claro que el acosador puede ser cualquier
persona como, por ejemplo, un trabajador en un restaurante, de
una mecánica o construcción, un cliente, padre de familia,
estudiante, vecino o simplemente un extraño. Asimismo, en el
Proyecto se advierte que si bien el acoso constituye una
conducta repetitiva, también puede tratarse de un hecho aislado
o irrepetible.

Del mismo modo, se precisa en el Proyecto que la víctima no


necesariamente es la persona acosada sino que también puede
ser un testigo del acoso que encuentra dicha conducta como
ofensiva y, por ello, es afectado por ella. Sin embargo, en
algunos casos es posible que no existan testigos, lo cual no
implica la inexistencia del acoso, ya que esta conducta se da en
lugares públicos y por extraños, que consiste en conductas
verbales o no verbales relacionadas con la sexualidad tanto del
acosador como de la víctima.

Finalmente, resulta fundamental que las entidades públicas


encargadas de hacer cumplir esta Ley (Gobiernos Sub
Nacionales, Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables,
Ministerio de Educación, Ministerio de Salud, Ministerio de
Transportes y Comunicaciones y Policía Nacional del Perú)
asuman cabalmente este compromiso, diseñando planes de
acción, seguimiento, prevención y sanción de este tipo de
conductas de violencia contra la mujer.

Por ello, creo que como sociedad, tal y como se dice en el


Proyecto, debemos reconocer que el acoso sexual es un grave
problema directamente relacionado con el ejercicio abusivo del
poder, de la concepción de superioridad de los varones, que los
coloca en una posición jerárquica de poder, lo que facilita la
violencia contra las mujeres en el Perú. De allí, la gran
importancia que adquieren este tipo de propuestas en
sociedades machistas como la nuestra, pues ellas buscan
prevenir y sancionar conductas que atentan contra la libertad e
integridad sexual de las mujeres, así como su derecho al libre
desarrollo y a llevar una vida libre de violencia.
El acoso sexual callejero es una de las formas de violencia de género
contra las mujeres que más propuestas de intervención ha generado en
los últimos años. Más allá de estar de acuerdo o no con ellas, resulta
interesante que el debate no se centre solo en penalizar la conducta.
Recordemos las iniciativas de reforzar la capacidad de autodefensa de
las mujeres (actual Premier Ana Jara y ex ministro del Interior Walter
Alban), los servicios de transporte público diferenciado por sexo
(alcaldesa Susana Villarán), la suscripción de un Acta de compromiso
político suscrito por diversas entidades públicas (ministra de la Mujer
Carmen Omonte) o la reciente presentación del Grupo Terna (ministro del
Interior Daniel Urresti).
¿QUÉ DICEN LAS LEYES PERUANAS?
La Constitución Política del Perú hace énfasis en que la finalidad última de la
sociedad y del Estado es la persona humana y la protección de su dignidad.
Contempla expresamente el derecho humano a la libertad y a la seguridad
personal.
El Artículo 24 de la Constitución menciona que son deberes primordiales del
Estado: “defender la soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos; proteger a la población de las amenazas contra su
seguridad; y promover el bienestar general…”

Por su parte, el código Penal peruano castiga el acoso sexual en su forma


de acciones explícitas encontradas en el Art. 183 “Será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de dos años el que, en lugar público, realiza
exhibiciones, gestos, tocamientos u otra conducta de índole obscena”; sin
embargo, esta figura no admite los piropos y silbidos. A pesar de ello, castiga
en el Artículo 183 del Código Penal en el capítulo de Ofensas públicas los actos
considerados más agresivos. Es un avance importante introducido al nivel
jurídico nacional en el 2001.
No obstante, debido a la naturaleza del acoso sexual callejero, resulta muy
difícil acreditar pruebas de haber sido víctimas de actos de este tipo, por lo
cual, la vía legal puede ser muy pocas veces utilizada.
Por ello – si bien recomendamos que toda mujer que ha sido víctima de acoso
denuncie estos actos – nuestros esfuerzos no van avocados a perfeccionar las
leyes ya existentes o exigir que se creen nuevas; sino a crear consciencia sobre
la problemática, es decir, trabajar

el problema desde lo comunicacional, educativo y con énfasis en la sanción


social que como ciudadanos y ciudadanas debemos hacer de estas prácticas.
¿Qué es el acoso sexual callejero (ASC)?
Son prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios
públicos como la calle, el transporte o espacios semi públicos (mall, universidad, plazas,
etc.); que suelen generar malestar en la víctima. Estas acciones son unidireccionales, es
decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una
comunicación real con la persona agredida.
Las prácticas de acoso sexual callejero son sufridas de manera sistemática, en especial por
las mujeres, ocurriendo varias veces al día desde aproximadamente los 12 años, lo que
genera traumatización no sólo por hechos de acoso especialmente graves, sino por su
recurrencia.

¿Por qué el ASC es violencia?


Porque es una práctica no deseada, que genera un impacto psicológico negativo y que las
personas, especialmente mujeres, pueden vivir varias veces al día desde los 12 años, en
promedio.
Los efectos del acoso se demuestran en acciones cotidianas de la víctima como:
 Cambiar los recorridos habituales por temor a reencontrarse con el o los agresores.
 Modificar los horarios en que transita por el espacio público.

 Preferir caminar en compañía de otra persona.

 Modificar su modo de vestir buscando desincentivar el acoso.

¿Qué prácticas son consideradas ASC?


 Miradas lascivas
 “Piropos”

 Silbidos, besos, bocinazos, jadeos y otros ruidos

 Gestos obscenos

 Comentarios sexuales, directos o indirectos al cuerpo


 Fotografías y grabaciones del cuerpo, no consentidas y con connotación sexual

 Tocaciones (“agarrones”, “manoseos”, “punteos”)

 Persecución y arrinconamiento

 Masturbación con o sin eyaculación y exhibicionismo

¿Por qué no es culpa de las víctimas?


Todas las personas tienen derecho a transitar libremente y con la confianza de no ser
violentados, independiente del contexto, la edad, la hora del día o el vestuario que ocupa la
persona agredida, los derechos humanos no dependen ni se suspenden por detalles del
entorno. No hay excusas ni justificaciones para el acoso sexual callejero.
Es violencia de género, pues refleja en el espacio público la desigualdad de poder entre
hombres y mujeres, a través del abuso sexual. En la actualidad, la violencia sexual es
penada y no tolerada en otras situaciones y contextos (acoso laboral, estupro, violación),
pero está pendiente sancionarla cuando ocurre en los espacios públicos.
Algunas manifestaciones de acoso sexual callejero son aceptadas como “folclóricas” o
“tradicionales”, lo que tampoco debe ser argumento para tolerar esta vulneración. La
violencia no puede ser patrocinada con orgullo por ningún pueblo o nación.
A la vez, el acoso callejero se vincula a la “coquetería” y sexualidad. Cada cual tiene
derecho a experimentar su sexualidad como estime conveniente, siempre que no atropelle
las libertades del resto. Quienes manifiestan su incomodidad y rechazo tienen derecho a
mostrar su incomodidad. Asimismo, quienes acostumbran a acosar, deben comprender que
han confundido la coquetería y galantería con violencia sexual.
Por todo lo anterior, las víctimas no deben sentir culpa o vergüenza por sufrir acoso sexual
callejero, puesto que NUNCA ES SU CULPA. Lo importante es reflexionar de manera
crítica y consciente, teniendo en cuenta que esta problemática afecta a personas
particulares, pero responde a un fenómeno social complejo.
Revisa también
¿Qué hacer ante el acoso sexual callejero?
¿Cómo denunciar?

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