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Desde la antigüedad el conocimiento humano ha sufrido constantes

transformaciones que, de cierta manera han modificado el mundo que nos rodea.
Nuestra capacidad analítica es la cualidad que nos separa de los animales; de
algún modo fuimos honrados al ser dotados con el arte de discernir la mayoría de
los acontecimientos que ocurren en nuestro entorno, a través de lo cual logramos
mejorar las condiciones de vida para la supervivencia.

Según Aristóteles ʺTodos los hombres por naturaleza anhelan saberʺ; aspecto
interesante que sería la mayor característica del ingeniero Vannevar Morgan que,
no conforme con la fama de grandes proyectos pasados, decide enrumbarse en la
ejecución de una construcción que ante la vista y corta creatividad de muchos
resultaba absurda, ya que por lo general, y con relación al camino del
emprendimiento, este resulta ser muy difícil.

Cabe destacar que el mundo de la creatividad exige audacia y además


persistencia. En Morgan es notorio y además hago énfasis en esto: la pasión en
perfecta sincronización con la ciencia, es capaz de desarrollar ideas y realizar
proyectos que van más allá de los límites que impone la naturaleza, puesto que la
mayor limitante resulta ser la mente.

Una vez que el ser humano encuentra la inspiración, cosa que muchas veces
resulta ser compleja, la mente es capaz de volar y es ahí donde resultan ideas,
que por muy alocadas que parezcan, cuando son fundamentadas con la ciencia no
están lejos de la realidad. En este caso específico, el ingeniero observa una
enorme posibilidad de comercio interestelar, por ello propone la construcción de un
ascensor espacial.

Cabe mencionar que más allá de las limitaciones que impone la mente, este
proyecto presentaba limitantes técnicas vinculadas con la resistencia de
materiales y además económicas, debido a la gran inversión que demandaba.
Respecto al primer limitante Clarke expresa que los cálculos demostraban que
ninguno de los materiales existentes sería lo bastante fuerte: ʺel mejor de los
aceros se rompería bajo su propio peso mucho antes de poder cubrir los treinta y
seis mil kilómetros que separan la Tierra de la órbita sincrónicaʺ, puesto que los
mejores aceros ni siquiera se acercaban a los límites teóricos de resistencia.

Los sueños no se truncan si existe constancia, por ello, el primer obstáculo queda
resuelto con la tecnología desarrollada desde el siglo XX hasta el siglo XXII, con
base en la existencia de nanotubos de carbono que dieron origen a
hiperfilamentos que, según expresa el autor de la obra, fueron el resultado de 200
años de trabajo en física del estado sólido, tratándose exactamente de un cristal
de diamante continuo seudounidimensional, cuya microestructura consta de un
átomo enlazado a tres vecinos.

Estos filamentos tenían la capacidad de soportar la carga que una cápsula


especialmente diseñada llevaría a órbita espacial, que consta de un elevador
convencional adaptado con una fuente de energía, una polea y un contrapeso. En
la revista virtual Ciencia y Cultura, García (2016) en su comentario respecto a la
autoría de este libro, expone que la carga que debe soportar el hiperfilamento
puede ser aproximada a 20 toneladas, cuyo esfuerzo está en el orden de unos
25,000 GPa.

Teniendo en cuenta que principalmente, la estructura de un material depende de


su procesamiento y el rendimiento depende de sus propiedades, es posible para
mí, incluso la afluencia de incredulidad que resulta pensar que un delgado
filamento, inferior a lo que puede ver el ojo humano, ya que según expresa el
escritor este es invisible, es capaz de soportar el peso combinado de la cápsula y
el propio peso de los humanos que contiene en todo el viaje interestelar; he ahí las
facilidades que a una proyección tecnológica puede desarrollar el avance de la
ciencia.

Al margen del segundo limitante que resulta ser el monto de inversión para el
proyecto, destaca uno más enraizado en las entrañas de los posibles
inversionistas, siendo este el escepticismo ante la duda de que si la inversión
realmente sería rentable. En todo caso la Tasa Mínima de Rendimiento mixta,
hablando en términos mercantiles, establecida por la comisión terrestre y
extraterrestre debió ser muy elevada.
Ante la falta de aceptación de lo que a veces se puede ver como una idea
descabellada, la persistencia y el hecho de arraigarse en lo que se cree
fervientemente, es lo que marca la diferencia.

Muchos no veían en Morgan el potencial para desarrollar la construcción del


elevador, pero sí un vecino planetario fue capaz de comprender la viabilidad y
necesidad de dicho ascensor para sacar provecho del comercio espacial; este fue
el vicepresidente de Marte, quien textualmente le dijo: usted está en el planeta que
no le corresponde, haciendo alusión a la tecnología retrasada que posee el
planeta debido a ciertos problemas que Clarke señala en su obra como política,
cultura y religión.

De acuerdo con lo expresado anteriormente, con enfoque en la política, es común


un temor presente con la competencia desleal, lo que señala el autor como peleas
burocráticas que estallarían cuando los diseñadores de cohetes y la industria
aeroespacial se enteraran de la idea de Morgan, queriendo destruirla o apropiarse
de la misma. Esto es algo que sin duda detiene a muchos artistas en temas de
innovación.

Una vez que se han superado las limitantes de carácter material para poner en
marcha el proyecto es menester no desvincularse de la motivación y la pasión por
alcanzar las metas. El combustible de nuestra imaginación debe alimentarse con
el conocimiento adquirido a través de la investigación.

Morgan a pesar de todo mal pronóstico logró conciliar su obra, pudo observar la
realización de su idea, sin embargo, ante las complicaciones que hubo en uno de
los viajes espaciales, este se negaba al fracaso, puesto que si un accidente de
esa magnitud ocurría, en el que resultaran muchas pérdidas humanas, es posible
imaginar la clausura de la ya construida Central Espacial.

La firmeza y determinación de este personaje, me atrevo a decir, lo llevan a


inmolarse, pues ante una larga lucha por salvar el resto de vidas humanas y dejar
en evidencia la segura funcionalidad de su proyecto, fue capaz poner en riesgo su
propia vida, lo que al final lo condujo hasta la muerte.
Si algo es notorio y, de gran provecho mencionar, es que en la ruta del
conocimiento, la maduración de una vida enriquecida de sabiduría depende de
nunca conformarnos con lo que sabemos. Ante todo pronóstico destaco que la
imaginación, por más ciencia ficción que parezca al ser desarrollada, los hilos del
conocimiento que con ello se obtiene, son tejidos en un telar que, sustentados con
la ciencia no están lejos de la realidad.
Lista de Referencias:

García, F. (2016). Elevador a la Luna. Recuperado de:


https://www.revistac2.com/elevador-a-la-luna/

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