BOLETÍN SAI

México

OMNIPRESENCIA
DIVINA

Número 15, octubre del 2018

Comité Editorial: Óscar Morado, Luis Muñiz, Lourdes Martínez, Laura León, Leticia Deschamps
Edición: Leticia Deschamps Diseño gráfico: Bibiana Castillo difusión.nal@sathyasai.org.mx
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CONTENIDO
Sai 1

Omnipresencia Divina 2

Omnipresencia divina: unidad con la divinidad 8

Omnipresencia Divina: Yo Soy Dios 9
Enseñanzas de Krishna 10
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SAI
“La divinidad no está confinada a un lugar en particular. Existe en todas partes.
Sólo hay un principio divino. Está presente en todos nosotros en la forma de
“Yo”. Ustedes y Yo no somos diferentes. Somos uno y el mismo. Hagan esfuerzos
por comprender esta verdad. Dios no está separado de ustedes. Él está en ustedes,
con ustedes, alrededor de ustedes, sobre ustedes, debajo de ustedes.”
“Dios está más allá del nacimiento y de la muerte, y es el morador de todos los seres, en la
forma del Atma. Está presente en todos los seres humanos, desde el niño hasta el anciano.
El mismo Dios está presente en una hormiga, en un mosquito, y en todos los pájaros, bestias
y animales. Por lo tanto, no se molesten yendo a buscar a Dios por aquí y por allá.”
“Dondequiera que miren, ahí está presente Dios. En cualquier persona que vean,
está Dios. Dios no tiene una forma diferente. Todas las formas son suyas.”
Sai Baba

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Omnipresencia Divina 1

Luis Alonso Muñiz

“Un verdadero devoto es aquel que ve a Dios a dondequiera que dirija la vista, no sólo cuando la
dirige a la forma de Swami. Ve a Sai en todo y se llena con ese Sai omnipresente.”
“Dios es todo; es todas las formas, todos los nombres; no hay un lugar donde no esté ni un momento
en que no sea. Hasta el diablo indica en su nombre su afinidad, pues comparte una sílaba con el
nombre divino. El trueno es el mensaje de Dios; la lluvia es su gracia. No dejen pasar ni un segundo
sin estar conscientes de su presencia; no dejen pasar ni un acontecimiento sin recordar que Él es
el artífice.”
Sai Baba

1 Luis Muñiz. Plática en la Ceremonia de Lingam de Octubre del 2018. 2

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Una de las prácticas más recomendadas por Sai Baba era la recordación a cada momento de la
Omnipresencia divina. ¿En que consiste y en qué forma podemos llevar a cabo esta práctica?
El sadhana o actividades espirituales que llevamos a cabo como la meditación, el japa, la adoración,
los cantos devocionales, servicio al necesitado, etc. si los hacemos regularmente y en forma correcta,
dan como resultado la transformación del individuo, lo vuelven una persona noble, amable y estable,
capaz de vivir la espiritualidad en la vida diaria. Las prácticas en sí mismas no son el fin, sino el medio
para lograr dicha transformación. En cambio la recordación de la Omnipresencia divina viene a ser el
fin, la culminación de esas prácticas.
Un buen día, el maestro Sai Baba llegó a nuestras vidas y con Él se nos presentó la gran oportunidad
de realizar la meta suprema de la vida humana. Desde entonces, aparte de derramar su gracia y
bendiciones sobre nosotros, Él nos ha estado ofreciendo e invitando a experimentar la paz y el amor
divino, equivalentes al Reino de los Cielos que Jesús ofrecía a sus seguidores, incluso lo ofreció a uno
de sus compañeros de infortunio en la cruz.
Una cita de Sai Baba dice:
“He venido a darles la llave del tesoro de la Bienaventuranza, porque ustedes han olvidado el camino
que conduce a ella. Muy pocos de ustedes desean de mí lo que he venido a darles, la liberación misma.
Yo soy la encarnación de la Bienaventuranza. Vengan, obténganla de mí, moren en ella y tengan paz.”
¿Qué clase de paz? Digamos que hay dos clases de paz: la paz de tener todo lo que quiero y la paz de
no desear lo que no tengo.
Ahora bien, ¿cuál es nuestra primera reacción ante el ofrecimiento que nos hace Sai Baba de
otorgarnos la paz y el amor? Generalmente, nuestro primer pensamiento es de incredulidad; como
somos desconfiados, lo rechazamos, o si no lo rechazamos del todo, le damos largas y lo posponemos
para un mañana que nunca llega; nos decimos que cuando tengamos tiempo, cuando crezcan nuestros
hijos, cuando hayamos terminado de pagar la hipoteca de la casa, el coche, después de año nuevo, etc.
Siempre vamos a tener una excusa para posponer esta invitación de vivir una vida espiritual de una
manera completa en forma inmediata. Sai Baba se refería a este tipo de seguidores cuando decía que
tenía miles y miles de devotos de medio tiempo que le pedían su gracia de tiempo completo.
Sólo que, al posponer esta oportunidad que se nos presenta, nadie nos puede asegurar que las
condiciones actuales se mantengan igual y que la oportunidad no se desvanezca.

3
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Una vez un mendigo se sentó en el portal del palacio imperial a la espera de que alguna
alma caritativa le diera alguna limosna. Casi al final del día, sin que hubiera recibido nada,
ya se iba cuando escuchó el sonido de clarines y trompetas que anunciaban la comitiva del
rey. Éste, con todo su cortejo, volvía de un recorrido por la ciudad. El rey, al ver al mendigo
a las puertas de su palacio, detuvo la carroza, se bajo de ella y se dirigió al mendigo. Éste,
le pidió limosna. El rey, sonriendo maliciosamente le dijo: “Tengo muchas riquezas que
puedo darte, pero tú, ¿qué me das? Dame cualquier cosa, y tanto como me quieras dar.
Lo que sea que me des te lo pagaré en oro”. El mendigo, mirando al rey con desconfianza,
trataba de entender lo que éste le pedía. Lentamente abrió su bolsa donde guardaba
algunos granos de arroz. Con mucho recelo, tomó un grano de arroz y se lo dio al rey. El
rey se sonrió, tomó el grano de arroz y ordenó a su ministro: “ve al tesoro y toma un grano
de oro y dáselo a este mendigo”. Aún antes de que el mendigo se percatara de la estupidez
que había cometido, el rey ya se había ido.
Como el mendigo de esta historia, nosotros también desconfiamos y no creemos gran cosa en lo que
Sai Baba nos dice. En consecuencia, no nos esforzarnos lo suficiente ni estamos dispuestos a hacer los
cambios necesarios en nuestra personalidad para poder recibir los dones y gracia de Sai.
Sai Baba al igual que Jesús descendió a la tierra para salvarnos de todo este embrollo y sufrimiento
que es la vida, para darnos el último empujoncito; pero la salvación implica un precio, no es del todo
gratuita. Implica el ofrecimiento de nuestras faltas, deseos, anhelos y miserias, implica cierto sacrificio
y, nosotros, ¿qué es lo que sacrificamos, qué le ofrecemos? Tan solo le ofrecemos reverenciarlo durante
la ceremonia, hacer algún servicio en su nombre, la renuncia de algún pequeño mal hábito, aunque me
guarde otros mayores. En resumen, no le damos nada valioso, nada que produzca la transformación
de nuestras vidas. En realidad, nos pasa como al mendigo, no tenemos mayor confianza y fe en
Sai Baba.
Otro punto de reflexión sería preguntarnos, si tal como nos encontramos ahora mismo, estamos
listos y somos aptos para recorrer el camino espiritual, incluso para aceptar y aplicar en nuestra vida
esta invitación o sugerencia de Sai.
Él se refería a la Omnipresencia divina así:
Por qué gastar tanto tiempo tratando de lograr el control de la mente? Practiquen otro
sadhana, el sadhana de apreciar lo divino a su alrededor. Crean que el Atma dentro de ustedes
es el mismo Atma que activa a todo el mundo haciéndolo vivir y amar, gemir y pedir.2

2 Sai Baba. Mensajes VIII. Capítulo 9. 4

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En una ocasión Sai Baba preguntó por uno de sus devotos principales; le dijeron que había ido a
hacerle el puja3 a Ganesha. Sai Baba se sonrió y comentó que las prácticas que había hecho en esta vida
y en vidas pasadas lo habían conducido hasta él, ¿qué necesidad tenía ahora de seguirlas haciendo?
Así también, nosotros llegamos a Sai, gracias a los esfuerzos y méritos de muchas vidas y Él,
cumpliendo con su misión nos ofrece lo que tanto anhelamos: la Felicidad Suprema o liberación. Nos
anima y dice, tómenla, no tengan temor, no se arrepentirán; Dios es lo más dulce y lo más bello que
pueda haber. Y, nosotros, ¿cómo reaccionamos?
No nos vaya a suceder como al leñador que le oró al Dios de la muerte.
Un leñador recogió y apiló una pesada carga de leña mayor que la de otros días porque en
esa ocasión necesitaba más dinero. Esperó mucho tiempo en el camino del bosque para
que alguien le ayudara a poner la carga sobre su cabeza, pero nadie pasaba. Lamentándose
de su pobreza maldecía a su suerte. Ya cansado, le oró a Yama, el dios de la muerte: “¿Por
qué me has abandonado? Llévame contigo y termina esta vida miserable”. Y como su
oración era muy intensa y sincera, Yama se le apareció y le dijo: “Ven, no temas, te llevaré
a mi reino”. El leñador, muy asustado le respondió: “No, mi querido Señor, todavía no, y
no hallando qué más decirle, agregó: Por favor, levanta esta carga de leña y colócala sobre
mi cabeza”.
La muerte a la que se refiere esta historia no necesariamente es la muerte física, más bien, es la muerte
a este mundo ilusorio, la muerte del yo falso que siempre pregonamos y que anida en nosotros para
que en su lugar se instale el Yo verdadero o la Consciencia Suprema. Swami era un ejemplo vivo de
esto, Él moraba todo el tiempo en la Realidad, en lo incomensurable, más allá de toda descripción, en
el estado de Omnipresencia divina.
O como le sucedió también al estudiante que le oró a Hanumán para que le ayudara en su examen.
Un estudiante de matemáticas le oró a Hanumán para que lo ayudara en el examen. Le
prometió que si lo ayudaba compraría una buena porción de dulces y otros regalos y se
los daría como una ofrenda. Hanumán quedó complacido con su promesa y esa noche
en sueños le reveló las respuestas del examen. Al día siguiente, al presentarse al examen
encontró que todo estaba resuelto tal y como Hanumán le había mostrado en el sueño.
En menos de una hora terminó la prueba y, como aún le quedaba una hora más, se puso
a escribir la lista de dulces y regalos que había prometido como ofrenda a Hanumán.
Calculó que le iban a costar unas cien rupias. Pero la codicia y el deseo le hicieron pensar:

3 Puja: Ritual de adoración. 5

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“Para que gastar tanto. Cincuenta rupias serán más que suficiente”. Luego se le ocurrió,
“Hanumán no requiere de ningún dulce, es suficiente si tan sólo le doy las gracias”.
Enseguida sonó la campana y con prisa entregó su prueba y regresó a casa muy satisfecho
con su triunfo. Le contó a su padre como con la ayuda de Hanumán le había ido muy bien
en el examen. Cuando le dieron el resultado se fue para atrás; en vez de entregar la hoja
del examen había entregado la lista de los ingredientes de la ofrenda que le iba a hacer a
Hanumán.
Swami concluye diciendo que muchos de los devotos o buscadores espirituales, tratan de regatear
con Dios y creen que lo pueden engañar. Lo quieren utilizar para resolver sus problemas personales y
prometen adorarlo si les cumple lo que le piden. Él, claro está, los ayuda según su entrega y sacrificio,
hasta cierto límite.
En nuestro caso, si ahora decidiéramos vivir en Dios, (por una determinación) en esta Omnipresencia
divina, nuestro cuerpo seguiría viviendo lo que el poder divino ha decidido que viva, pero uno, la
esencia de uno, desde ya, empezaría a participar de la Felicidad Suprema en la vida cotidiana. No
tendría nada que temer. Sai Baba decía: “¿Por qué temer si yo estoy aquí?” El “yo” se refiere a la
Consciencia Suprema, el Ser real y el “aquí” se refiere al corazón espiritual dentro de nosotros.
Y, ¿que es lo que me impide llevar a cabo esta práctica de la Omnipresencia divina, aceptar el reto
de vivir en Dios todo el tiempo y ser uno con Él? Es la identificación con el cuerpo y la mente, la falta
de una fe y determinación firmes que me hagan poner en acción lo que Swami me sugiere, lo que me
recomienda u ordena que haga.
Además, también es difícil, si no imposible, reconocer que el Atma que acepto ser, es el mismo Atma
que está en todos; esto se debe a que me siento separado de los demás y la relación que tengo con ellos
es de cuerpo a cuerpo, de mente a mente y, por lo tanto, no estoy de acuerdo, juzgo, desapruebo y estoy
en conflicto todo el tiempo con los demás.
Para resolver este obstáculo, podría empezar a aplicar esa enseñanza de Sai Baba que dice: “Ve las
faltas de los demás por grandes que sean como mínimas y las tuyas por mínimas que sean como
grandes y concéntrate en corregirlas”.
Entonces, mi relación con los demás poco a poco cambiaría, se volvería una relación de corazón a
corazón, de ser a ser; de esencia a esencia; la separación con ellos poco a poco desaparecería y ya no
me afectarían sus faltas ni me fijaría tanto en ellas. Si persisto en tal actitud, llegaré a sentir la unidad
de sus almas con la mía y finalmente tendré la vivencia de ser el Atma universal única.

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En la oración de la mañana Sai Baba se refiere a la práctica de la Omnipresencia divina en la frase

“teniéndote siempre en mi mente”. Y en la oración antes de dormir hace el reconocimiento de que fue
dicha Omnipresencia divina la que actuó e hizo todo.

Oración de la mañana
¡Oh Señor! Acabo de salir de la matriz del sueño. Estoy decidido en este día a llevar a
cabo mis tareas como una ofrenda a Ti, teniéndote siempre en mi mente; haz que mis
pensamientos, palabras y acciones, sean sagrados y puros. No permitas que cause daño
a nadie y no permitas que nadie me cause daño a mí. Guíame y diríjeme en este día.

Oración de la noche
¡Oh Señor! Las tareas que esta mañana deposité a tus pies, se han terminado; fuiste
tú quien me hizo hablar, pensar y actuar; por lo tanto, deposito ante tus pies de
loto mis pensamientos, palabras y acciones. Recíbeme, voy de regreso a Ti.

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Omnipresencia divina:
unidad con la divinidad4
Luis Alonso Muñiz

“Deben ver a Dios en cada cual. A quienquiera que encuentren, ofrézcanle sus
respetos considerándolo como una encarnación de Dios. Esa es una verdadera
meditación. Dios está en ustedes, ustedes mismos son Dios. Entonces, ¿dónde
van a ir en busca de Dios? ¿Hay alguien que sale para ir a algún lugar en busca
de sí mismo? Puesto que ustedes mismos son Dios, ¿cómo puede haber otro
Dios? Volteen su visión hacia dentro y vean a Dios dentro de ustedes.”
Sai Baba

4 Extractos de las pláticas de Luis Muñiz en las ceremonias de Lingam de los meses agosto y septiembre del 2018 8
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Omnipresencia Divina: Yo Soy Dios

Krishna dijo: “Piensa en mí, dedícate a mí, mantén tu mente en mí, y yo me encargaré de tu vida”
Sai Baba también ha dicho: “Entréguense a mí y yo cuidaré hasta el más mínimo detalle de su vida”.
Esto significa vivir y practicar sus enseñanzas en forma seria y sincera. Entonces, Él estará siempre
con nosotros, ante nosotros, detrás, al lado, encima. En otras palabras, experimentaremos su
omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia.
En las pequeñas historias que Swami contaba, relató la de Mansuri, un mártir que vivió en Benarés al
norte de la India hacía más de 400 años:
Debido a su pureza y las enseñanzas de su Maestro, Mansuri tenía una fe inquebrantable
en la sentencia védica “So Ham”, que significa “Yo soy Él”, ”Yo soy Dios”. Cuando la gente
le preguntaba que si en verdad era Dios, Él, sin dudarlo, contestaba tres veces: “Sí, yo soy
Dios”. Con el tiempo, se volvió el blanco de la envidia y el odio de la gente prominente de
Benares. Se quejaron con el rey diciendo que sin tener el conocimiento de las escrituras
andaba pregonando que Él era Dios, insultando así a los eruditos y gente religiosa de
Benares.
El rey mandó a llamar a Mansuri y le preguntó, ¿quién eres tú? “Yo soy Dios”, respondió.
Lo mandó examinar con los médicos. Éstos concluyeron que estaba sano y no estaba
loco. Entonces el rey le aconsejó a Mansuri que dejara de decir que era Dios para que los
eruditos y sacerdotes no lo acusaran de blasfemia.
Mansuri rehusó el consejo y dijo que prefería renunciar a su vida que renunciar a su fe
en su inquebrantable unidad con la Divinidad. Le preguntó al rey, “¿por qué quieres que
renuncie a la Verdad? La Verdad es: “Yo soy Dios; tú eres Dios; todos somos Dios”.
Al no cambiar su actitud y desobedecer al rey, éste ordenó que le cortaran las manos.
Mientras los guardias ejecutaban la orden, Mansuri siguió exclamando “Yo soy Dios”, a
la vez que sonreía. Los verdugos fueron ante el rey y le reportaron que Mansuri seguía
sonriente repitiendo su afirmación a pesar de sangrar profusamente.
Entonces, el rey fue a donde estaba Mansuri y encontró que todo el lugar vibraba con el
sonido “Yo soy Dios” que provenía incesantemente de los labios del sonriente Mansuri a
la vez que la sangre seguía brotando de sus brazos. Al poco tiempo Mansuri murió con su
rostro sonriente y las palabras “Yo soy Dios” en los labios.

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El rey muy conmovido se postró a los pies de Mansuri. Mandó traer a los sacerdotes,
eruditos y líderes religiosos que acusaban a Mansuri y los regañó diciendo: ¿de qué
les sirven todos sus estudios de los libros si no pudieron reconocer ni comprender la
grandeza de Mansuri. Él había establecido la unidad en el pensamiento, palabra y obra.
Ustedes no practican lo que leen ni lo que enseñan; todos ustedes son una sarta de
mentirosos, engreídos y envidiosos de personas verdaderamente grandes. Engañado por
ustedes, he cometido el pecado de haber asesinado a una persona santa. Sin embargo, el
se ha convertido en un mártir al sostener la verdad más elevada de “Yo soy Dios”. Para
enseñarles una lección y darles una fuente de inspiración a ustedes y a toda su progenie,
voy a construir una estatua para Mansuri en su propia colonia de brahmines
Swami comentó que la verdadera devoción no era ser un erudito en las escrituras o llevar las prácticas
espirituales rutinariamente, sino la realización de la verdad en uno mismo, así como en los demás, lo
cual sólo se puede lograr mediante el apego firme a la verdad, la pureza de corazón y el amor universal.

Enseñanzas de Krishna
Según Sai Baba, el término Krishna tiene tres significados:
Krishyati iti Krishnah, “Krishna es aquel que cultiva”. Esto es, Krishna cultiva el campo de los
corazones quitando las hierbas de los malos pensamientos y cualidades negativas, regando de amor y
sembrando las semillas de la devoción.
Karshathi iti krisnah, “Krishna es aquel que atrae”. Atrae mediante sus gestos, palabras, milagros.
Hace feliz a todo aquel que se acerca a Él.
Kushyati iti krisnah, “Krishna es aquel que está siempre en bienaventuranza”. Sin importar donde se
encontrara, ya sea en un festejo o en el campo de batalla, siempre estaba feliz.
Krishna nació como el octavo hijo. Esto es significativo porque el samadhi (absorción total) es
el octavo estado del logro espiritual. Los primeros siete son: yama, niyama, asana, pranayama,
pratyahara, dharana y dhyana (conducta ética, disciplina, posturas, control de la respiración, control
de la mente y los sentidos, concentración, meditación).
El Señor sólo puede vislumbrarse después de lograr estas siete etapas, cuando la mente y el corazón
se han purificado en el proceso.

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Samadhi proviene de sama (igual) y dhi (inteligencia), esto es, samadhi es un estado en que la
inteligencia capta la igualdad fundamental de cada ser, el estado de unidad. No sólo desaparecen todas
las ideas de diferencia y distinción, sino también la idea de cualidades opuestas: frío, calor, alegría
tristeza, bueno, malo. Cuando el hombre alcanza este estado, el Señor, Krishna, nace automáticamente
en su Consciencia.
Mientras estemos absorbidos, hipnotizados por las actividades mundanas, las escrituras no nos
revelarán sus secretos. Sólo cuando nos hartemos del mundo y sus objetos, Krishna, la luz de la
Consciencia nacerá en la profundidad de nuestro corazón.
En un festival de Krishna, Sai Baba relató algunas anécdotas de Krishna.
En una ocasión, Yashoda la madre de Krishna, le dijo: “Krishna, tenemos mucha
mantequilla en nuestra casa, pero Tú no la comes. En cambio, vas a las casas de las vecinas
y robas su mantequilla, aún cuando traten de echarte.
¿Por qué hace Krishna esto? La mantequilla simboliza el corazón de las Gopikas el cual
es suave y está lleno de amor. Krishna le explicó a Yashoda la razón por la cual prefería
la mantequilla de sus vecinas a la mantequilla ofrecida por Yashoda. Los corazones de
las Gopikas eran puros y estaban llenos de devoción desinteresada hacia Krishna. Su
devoción era superior al afecto maternal de Yashoda, el cual tenía un tinte de egoísmo.
Krishna le dijo a Yashoda: “Yo me siento atraído por los corazones de aquellos que son
puros y desinteresados”.
Así, Krishna roba los corazones de las Gopikas que están llenos de amor. Si ustedes
cultivan un amor puro, desinteresado y desprovisto de ego, Dios se manifestará ante
ustedes inmediatamente. No necesitarán esperar siquiera un momento. Es sólo por causa
de su ilusión, nacida de su apego al cuerpo, que la gente padece sufrimientos.
Sai Baba también contaba un ejemplo de este amor puro, desinteresado, desprovisto de ego:
Una vez, Yashoda andaba buscándolo: “¿Dónde está Krishna, a dónde se ha ido?,
preguntaba”. Ella buscaba a Krishna porque lo identificaba con su forma física.
Pero, una vez que ustedes se dan cuenta de que Krishna está en todas partes, ya no
necesitan buscarle.
Mientras Yashoda buscaba a Krishna, llegó Radha. “¡Oh, Radha! ¿Has visto a mi niño? ¿Ha
ido a tu casa? He buscado en todas partes y he ido a todas las casas, pero no puedo hallarle.

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¿Le has visto?” Radha cerró los ojos y cantó el nombre de Krishna con su corazón lleno de
amor. En ese mismo momento Krishna apareció.
Este incidente sorprendió a Yashoda. Ella le dijo a Radha: “Todo el tiempo pensé que
Krishna era mi hijo y yo su madre. Pensaba que nadie tenía más amor por Krishna que
yo. Pero ahora me doy cuenta de que tu amor por Krishna es muy superior, y además,
está dotado de gran poder. Hay tanto poder en tu amor, que en el momento en que le
recordaste con amor, Él se manifestó ante ti.”
¿Qué tipo de amor tenía Radha por Krishna? Era un amor puro, inmaculado y totalmente
desprovisto de ego. Es por eso que Krishna se manifestó ante ella en ese momento y lugar.
Si hay el mínimo rastro de impureza y ego en sus corazones, Dios nunca se manifestará ante
ustedes, sin importar durante cuántas horas, días e incluso yugas (eones) puedan rogarle.
Yashoda tomó la mano de Radha y le dijo: “Debido a mi ignorancia, yo pensaba que mi
amor por Krishna era el más grande. Estaba equivocada. Por favor, enséñame el camino
del amor que tú sigues”. Radha replicó: “Madre, esto no es algo que una persona pueda
enseñarte o darte. Una vez que te des cuenta de tu verdadero Yo Mismo, y tengas fe total
en Krishna, ese amor se desarrollará en ti automáticamente.”
En el Bagavat Gita, Krishna de una manera sencilla y directa da los pasos a seguir para solucionar
el problema del ser humano. Dice: “Fija tu mente en mí y has que tus pensamientos moren en mí;
desde ahora sólo vivirás en mí”. Esta es la solución. El hombre está presente no donde se encuentre su
cuerpo, sino donde se encuentre su mente. Así, si la mente se vuelca hacia Dios verdaderamente estará
en la presencia Divina.

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Dios está presente en todos los seres humanos, está presente en todos los animales.
Dondequiera que miremos, ahí está presente Dios. En cualquier persona que veamos,
está Dios. Dios no tiene una forma diferente. Todas las formas son suyas, todas son
divinas.
La omnipresencia divina está en nosotros mismos porque no estamos separados de
Dios, Él está en nuestro interior, nosotros somos Dios.
“Dios no esta fuera de ti. Esto implica pensar todo el tiempo Dios está
en mi; Dios esta haciendo todo”…Piensa “todo esto es tuyo; todo es tú
mismo” Yo soy la Consciencia. Yo soy el Atma. Dios y yo somos uno.
Si cultivamos un amor puro, desinteresado, desprovisto de ego, si volcamos nuestra
mente hacia Dios, Él se manifestará ante nosotros inmediatamente.
Si nuestra mente y corazón se han purificado, si la inteligencia capta la igualdad
fundamental de cada ser y desaparecen todas las ideas de diferencia, distinción y
dualidad; si acepto que el atma que está en mi es el atma que esta en todos los seres,
podremos realizar una relación de corazón a corazón, de ser a ser, de consciencia a
consciencia; entonces, podremos realizar a Dios.

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