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Mecanismos de Defensa (Prof.

Luis Carlos Rosero García) 1

MECANISMOS DE DEFENSA

Represión*,
Regresión*,
Formación reactiva*,
Aislamiento*,
Anulación retroactiva*,
Proyección*,
Introyección*,
Vuelta hacia la propia persona*,
Transformación en lo contrario*,
Sublimación*.

Referencia:
Jean Laplanche – Jean-Bertrand Pontalis (2004). Diccionario de Psicoanálisis (edición en
francés, 1967). Buenos Aires: Paidós.
Mecanismos de Defensa (Prof. Luis Carlos Rosero García) 2

REPRESIÓN
«Tenemos [...] razones para admitir una represión originaria, una primera fase de la represión
consistente en que el representante psíquico (representativo) de la pulsión ve rehusado el acceso a
la conciencia. Con ello se produce una fijación; el representante correspondiente perdura, a partir
de este momento, de forma inalterable, y la pulsión queda ligada a él» (Freud, 1915)
Al.: Verdrángung. — Fr.: refoulement. — Ing.: repression. — It.: rimozione.

A) En sentido propio: operación por medio de la cual el sujeto intenta recha zar o mantener en el
inconsciente representaciones (pensamientos, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión. La
represión se produce en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible de
procurar por sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras
exigencias.
La represión es particularmente manifiesta en la histeria, si bien desempeña también un papel
importante en las restantes afecciones mentales, así como en la psicología normal. Puede
considerarse como un proceso psíquico universal, en cuanto se hallaría en el origen de la
constitución del inconsciente como dominio separado del resto del psiquismo.
B) En sentido más vago: el término «represión» es utilizado en ocasiones por Freud en una
acepción que lo aproxima al de «defensa»*, debido, por una parte, a que la operación de la
represión en el sentido A, se encuentra, al menos como un tiempo, en numerosos procesos
defensivos complejos (en cuyo caso la parte es tomada por el todo) y, por otra parte, a que el
modelo teórico de la represión es utilizado por Freud como el prototipo de otras operaciones
defensivas. (Laplanche y Pontalis, p. 375)
Resultan de interés las apreciaciones que Freud hizo en 1926 sobre su propia utilización de los
términos represión y defensa: «Pienso ahora que hay cierta ventaja en volver al viejo concepto de
defensa, aunque estableciendo que debe designar de un modo general todas las técnicas de las
que se sirve el yo en sus conflictos, y que pueden eventualmente conducir a la neurosis, mientras
que reservamos el término
«represión» para designar uno de estos métodos de defensa en particular, que, debido a la
orientación de nuestras investigaciones, pudimos al principio conocer mejor que los otros» (p.
376)
Fundamentalmente, en el texto que le consagra en 1915, la noción de represión conserva la
acepción anteriormente expresada: «Su esencia consiste únicamente en el hecho de separar y
mantener a distancia de lo conciente» (6 a). En este sentido, la represión es considerada a veces
por Freud como un «mecanismo de defensa» particular o más bien como un «destino de la
pulsión» susceptible de ser utilizado como defensa. Desempeña un papel primordial en la
histeria, mientras que en la neurosis obsesiva se inserta en un proceso defensivo más complejo (6
b). (p. 377)
Finalmente, no es posible olvidar que, después de haber incluido la represión entre los
mecanismos de defensa, Freud, comentando el libro de Anna Freud, escribe: «Jamás he dudado
de que la represión no es el único procedimiento de que dispone el yo para sus intenciones. Sin
embargo, la represión es algo muy particular, que se distingue más claramente de los restantes
mecanismos que éstos entre sí» (8).
«La teoría de la represión es la piedra angular sobre la que reposa todo el edificio del
psicoanálisis» (9). La palabra represión se encuentra ya en Herbart (10), y algunos autores han
pretendido que Freud, por intermedio de Meynert, conoció la psicología de Herbart (11). Pero la
represión se impuso como hecho
clínico desde los primeros tratamientos de histéricos, en los que Freud constata que los pacientes
no tienen a su disposición recuerdos que, no obstante, conservan toda su vivacidad cuando son
evocados de nuevo: «Se trataba de cosas que el enfermo quería olvidar y que intencionadamente
mantenía, rechazaba, reprimía, fuera de su pensamiento consciente» (12). (p. 377)
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REGRESIÓN
Al.: Regression. — Fr.: régression. — Ing.: regression. — It.: regressione. —

Dentro de un proceso psíquico que comporta una trayectoria o un desarrollo, se designa


por regresión un retorno en sentido Inverso, a partir de un punto ya alcanzado, hasta otro
situado anteriormente. Considerada en sentido tópico, la regresión se efectúa, según
Freud, a lo largo de una sucesión de sistemas psíquicos que la excitación recorre
normalmente según una dirección determinada.
En sentido temporal, la regresión supone una sucesión genética y designa el retorno del
sujeto a etapas superadas de su desarrollo (fases libidinales, relaciones de objeto,
identificaciones, etc.).
En sentido formal, la regresión designa el paso a modos de expresión y de
comportamiento de un nivel inferior, desde el punto de vista de la complejidad, de la
estructuración y de la diferenciación. (p. 357)

El término «regresión» se utiliza con mucha frecuencia en psicoanálisis y en la


psicología contemporánea; la mayoría de las veces se concibe como un retorno a formas
anteriores del desarrollo del pensamiento, de las relaciones de objeto y de la
estructuración del comportamiento. (p. 357)
Freud se ve inducido entonces a diferenciar el concepto de regresión, como atestigua el
siguiente pasaje, añadido en 1914 a La interpretación de los sueños:
«Distinguimos tres clases de regresiones:
a) tópica, en el sentido del esquema (del aparato psíquico);
b) temporal, en la que se reactivan formaciones psíquicas más antiguas;
c) formal, cuando se reemplazan los modos de expresión y de representación habituales
por otros primitivos.
«Estas tres formas de regresión son, en su fundamento, una sola y, en la mayoría de los
casos, se unen, ya que lo más antiguo en el tiempo es también primitivo en su forma y, en
la tópica psíquica, se sitúa más cerca de la extremidad percepción» (I b) (p. 358)
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FORMACIÓN REACTIVA:
Al: Reaktionsbildung. — Fr.: formation réactionnelle. — Jng.: reaction-forma-tion. —
It.: formazione reattiva.
Actitud o hábito psicológico de sentido opuesto a un deseo reprimido y que se ha
constituido como reacción contra éste (por ejemplo, pudor que se opone a tendencias
exhibicionistas).
En términos económicos, la formación reactiva es una contracatexis de un elemento
consciente, de fuerza igual y dirección opuesta a la catexis inconsciente.
Las formaciones reactivas pueden ser muy localizadas y manifestarse por un
comportamiento particular, o generalizadas hasta constituir rasgos de carácter más o
menos integrados en el conjunto de la personalidad.
Desde el punto de vista clínico, las formaciones reactivas pueden adquirir valor de
síntoma por lo que representan de rígido, de forzado, de compulsivo, por sus fracasos
accidentales, y por el hecho de que a veces conducen directamente a un resultado opuesto
al que conscientemente se busca (summum jus, sitmma injuria).
Desde que efectuó las primeras descripciones de la neurosis obsesiva, Freud puso en
evidencia un mecanismo psíquico particular que consiste en luchar directamente contra la
representación penosa, substituyéndola por un «síntoma primario de defensa» o
«contrasíntoma» consistente en rasgos de personalidad (escrupulosidad, pudor,
desconfianza de sí mismo) que se hallan en contradicción con la actividad sexual infantil
a la que en un principio se había entregado el sujeto durante un primer período llamado
«de inmoralidad infantil». Se trata de una «defensa exitosa», en la medida en que los
elementos que intervienen en el conflicto, tanto la representación sexual como el
«reproche» que ésta suscita, han sido globalmente excluidos de la conciencia en favor de
virtudes morales llevadas al extremo (1). (p. 162)
En la neurosis obsesiva las formaciones reactivas adquieren la forma de rasgos de
carácter, de alteraciones* del yo, que constituyen dispositivos de defensa en los que
desaparece la singularidad de las representaciones y de las fantasías implicadas en el
conflicto: así, un determinado individuo mostrará, en general, compasión por los seres
vivos, mientras que su agresividad inconsciente se dirige a algunas personas
determinadas. La formación reactiva constituye una contracatexis permanente. «El sujeto
que ha elaborado formaciones reactivas no desarrolla ciertos mecanismos de defensa para
utilizarlos cuando amenaza un peligro pulsional; ha cambiado la estructura de su
personalidad, como si este peligro se hallara siempre presente, para estar preparado en
cualquier momento en que el peligro aparezca» (2). Las formaciones reactivas son
especialmente manifiestas en el «carácter anal» (véase: Neurosis de carácter). (p. 163)
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AISLAMIENTO
AL: Isolieren o Isolierung. — Fr.: isolation. —Ing.: isolation. — It.: isolamento. —
Mecanismo de defensa, típico sobre todo de la neurosis obsesiva, y que consiste en aislar
un pensamiento o un comportamiento de tal forma que se rompan sus conexiones con
otros pensamientos o con el resto de la existencia del sujeto. Entre los procedimientos de
aislamiento podemos citar las pausas en el curso del pensamiento, fórmulas, rituales y, de
un modo general, todas las medidas que permiten establecer un hiato en la sucesión
temporal de pensamientos o de actos.

El texto más explícito de Freud sobre el aislamiento se encuentra en Inhibición, síntoma


y angustia {Hemmung, Symptom und Angst, 1926) (la), donde se describe como una
técnica especial de la neurosis obsesiva.
Algunos pacientes se defienden contra una idea, una impresión, una acción, aislándolas
del contexto por una pausa durante la cual « (…) ya nada tiene derecho a producirse,
nada se percibe, ninguna acción se realiza» (1 b). Esta técnica activa, «motriz», la califica
Freud de mágica; la relaciona con el procedimiento normal de concentración en el sujeto
que se esfuerza en impedir que su pensamiento se desvíe de su objeto actual.
El aislamiento se manifiesta en diversos síntomas obsesivos; se ve actuar especialmente
en la cura, donde se pone en evidencia por la consigna de la libre asociación, que se
opone a aquél (sujetos que separan radicalmente su análisis de su vida, una determinada
sucesión de ideas del conjunto de la sesión, cierta representación de su contexto ideo-
afectivo).
En último análisis, Freud refiere la tendencia al aislamiento a un modo arcaico de
defensa contra la pulsión: la prohibición de tocar, «[...] siendo el contacto corporal la
meta inmediata de la catexis de objeto, tanto agresiva como amorosa» (1 c). (P. 17)
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ANULACIÓN RETROACTIVA
Al.: Ungeschehenmachen. — Fr.: annulation rétroactive. — Ing.: undoing (what has
been done). — It.: rendere non accaduto o annullamento retroattivo. —
Mecanismo psicológico mediante el cual el sujeto se esfuerza en hacer como si
pensamientos, palabras, gestos o actos pasados no hubieran ocurrido; para ello utiliza un
pensamiento o un comportamiento, dotados de una significación opuesta.
Se trata de una compulsión de tipo «mágico» particularmente característica de la neurosis
obsesiva.
La anulación fue brevemente descrita por Freud en Análisis de un caso de neurosis
obsesiva; en donde analiza los «[...] actos compulsivos en dos tiempos, el primero de los
cuales es anulado por el segundo [...]. Su verdadera significación estriba en que
representan el conflicto de dos movimientos opuestos y de intensidad casi igual, lo cual
es siempre, según mi experiencia, la oposición entre el amor y el odio» (1 a).
En Inhibición, síntoma y angustia (Hemmung, Sympton und Angst, 1926), este proceso es
descrito por Freud con el término Ungeschehenmachen (literalmente: hacer que algo no
haya sucedido); en este mecanismo, junto con el del aislamiento, ve una forma de
defensa característica de la neurosis obsesiva y lo califica de procedimiento mágico;
muestra su especial intervención en los ceremoniales obsesivos (2 a). (p. 28)
Observemos que la anulación retroactiva se presenta bajo modalidades bastante diversas.
Unas veces un comportamiento es anulado por el comportamiento directamente opuesto
(así, el paciente de Análisis de un caso de neurosis obsesiva vuelve a colocar en un
camino una piedra que, en un primer tiempo, había retirado para que el vehículo de su
amiga no chocase con ella); otras veces, se repite el mismo acto, pero con
significaciones, conscientes o inconscientes, opuestas; por último, puede ocurrir que el
acto de anulación resulte contaminado por el acto que tiende a borrar.
Fenichel da un ejemplo (4 b) que ilustra estas dos últimas modalidades: un individuo se
reprocha a sí mismo el haber malgastado el dinero comprando un periódico; querría
anular este gasto pidiendo la devolución del dinero, pero, no osando hacerlo, piensa que
si compra otro periódico se sentirá más tranquilo. Pero el quiosco ya está cerrado;
entonces el individuo tira al suelo una moneda de igual valor al del periódico. Para
designar tales secuencias de actos, Freud habla de síntomas «difásicos»: «A una acción
que pone en ejecución cierta orden, sigue inmediatamente otra que detiene o anula la
primera, aunque no llegue a poner en ejecución su contraria» (2 b). (p. 29)
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PROYECCIÓN
= Al: Projektion. — Fr.: projection. — Ing.: projection. — It.: proiezione. —
A) Término utilizado, en un sentido muy general, en neurofisiología y en psicología para
designar la operación mediante la cual un hecho neurológico o psicológico se desplaza y
se localiza en el exterior, ya sea pasando del centro a la periferia, ya sea del sujeto al
objeto. Este sentido implica acepciones bastante diferentes.
B) En sentido propiamente psicoanalítico, operación por medio de la cual el sujeto
expulsa de sí y localiza en el otro (persona o cosa) cualidades, sentimientos, deseos,
incluso «objetos», que no reconoce o que rechaza en sí mismo. Se trata de una defensa de
origen muy arcaico que se ve actuar particularmente en la paranoia, pero también en
algunas formas de pensamiento «normales», como la superstición. (p. 308)
Si bien Freud encuentra la proyección en diversos campos, le atribuye un sentido
bastante estricto. La proyección aparece siempre como una defensa, como la atribución a
otro (persona o cosa) de cualidades, sentimientos, deseos, que el sujeto rechaza o no
reconoce en sí mismo.
El ejemplo del animismo es el que mejor demuestra que Freud no usa la palabra
proyección en el sentido de una simple asimilación del otro a sí mismo. En efecto, muy a
menudo se ha intentado explicar las creencias animistas por la supuesta incapacidad de
los primitivos de concebir la naturaleza de forma distinta según un modelo humano;
asimismo, refiriéndose a la mitología, se dice con frecuencia que los antiguos
«proyectaban» sobre las fuerzas de la naturaleza las cualidades y pasiones humanas.
Freud (y ésta es su principal aportación) sostiene que una tal asimilación tiene su origen
y su fin en un desconocimiento: los «demonios», los «aparecidos» encarnarían los malos
deseos inconscientes. (p. 309)
… a pesar de estas dificultades de fondo, la utilización freudiana del término
«proyección» se halla claramente orientada. Se trata siempre de arrojar fuera lo que no se
desea reconocer en sí mismo o ser uno mismo. Al parecer, este sentido de rechazo, de
arrojar fuera, no era el preponderante antes de Freud en el empleo lingüístico, como lo
atestiguan, por ejemplo, las siguientes líneas de Renán: «El niño proyecta sobre todas las
cosas lo maravilloso que lleva en sí mismo». Este empleo ha sobrevivido, como es
natural, a la concepción freudiana y explica algunas ambigüedades actuales de la noción
de proyección en psicología e incluso a veces entre los psicoanalistas. (p. 312).
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INTROYECCIÓN.
AL: Introjektion. — Fr.: introjection. —Ing.: introjection. — It.: introiezione.
Proceso puesto en evidencia por la investigación analítica: el sujeto hace pasar, en forma
fantaseada, del «afuera» al «adentro» objetos y cualidades inherentes a estos objetos.
La introyección está próxima a la incorporación, que constituye el prototipo corporal de
aquélla, pero no implica necesariamente una referencia al límite corporal (introyección
en el yo, en el ideal del yo, etc.).
Guarda íntima relación con la identificación. (p. 205)
El término «introyección», creado por simetría con el de proyección, fue introducido por
Sandor Ferenczi. En Introyección y transferencia (Introjektion und Übertragung, 1909)
escribe este autor: «Así como el paranoico expulsa de su yo las tendencias que se han
vuelto displacenteras, el neurótico busca la solución haciendo entrar en su yo la mayor
parte posible del mundo exterior y convirtiéndola en objeto de fantasmas inconscientes.
Por consiguiente, puede darse a este proceso, en contraste con la proyección, el nombre
de introyección» (la). Con todo, resulta difícil desprender, del conjunto de este artículo,
una acepción precisa de la noción de introyección, ya que Ferenczi parece utilizarlo en
un sentido amplio, el de una «pasión por la transferencia», que conduce al neurótico a
«atenuar sus afectos libremente flotantes ampliando el círculo de sus intereses» (1 b).
Llama introyección a un tipo de comportamiento (principalmente en el histérico) que
también podría denominarse proyección.
Freud adopta el término «introyección» y lo opone claramente a la proyección. El texto
más explícito a este respecto es Las pulsiones y sus destinos (Triebe und Triebschicksale,
1915), donde se considera el origen de la oposición sujeto (yo)- objeto (mundo exterior)
como correlativa a la oposición placer-displacer: el «yo-placer purificado» se forma por
una introyección de todo lo que es fuente de placer y por una proyección. (p. 205)
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VUELTA HACIA LA PROPIA PERSONA

= AL: Wendung gegen die eigene Person. — Fr.: retournement sur la personne pro-pre.
— Ing.: turning round upon the subject's own self. — It.: riflessione sulla propria
persona.
Proceso mediante el cual la pulsión reemplaza un objeto independiente por la propia
persona. (p. 456)

Complemento (según consulta):

Agresión contra el propio yo es una forma muy especial de desplazamiento y se establece


cuando la persona se vuelve su propio blanco sustitutivo. Usualmente se usa cuando nos
referimos a la rabia, irritabilidad y la agresión, más que a impulsos más positivos.
Constituye la explicación freudiana para muchos de nuestros sentimientos de
inferioridad, culpa y depresión.
Complemento:

Volver contra sí mismo implica redirigir hacia unos mismo aquellas emociones que
estaban dirigidas hacia otra persona; si un individuo depende de alguien poco fiable o
inestable puede ser más llevadero volver contra sí mismo la crítica y la rabia que produce
esta situación y sentirse responsable de ella que reconocer la impotencia y la
vulnerabilidad de necesitar a alguien con quien no se puede contar.
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TRANSFORMACIÓN (DE UNA PULSIÓN) EN LO CONTRARIO

= Al: Verkehrung ins Gegenteil. — Fr.: renversement dans le contraire. — Ing.: reversal
into the oposite. — lt.: conversione nell'opposto. — Por.: interversáo do impulso o da
pulsáo
Proceso en virtud del cual el fin de una pulsión se transforma en su contrario, al pasar de
la actividad a la pasividad.

En Las pulsiones y sus destinos (Triebe una Triebschicksale, 1915), Freud, considerando
los «destinos pulsionales», incluye entre ellos, además de la represión y la sublimación,
la transformación en lo contrario y la vuelta hacia la propia persona. Inmediatamente
indica que estos dos procesos (el primero de los cuales afecta al fin, el segundo al objeto)
se hallan, en realidad, tan íntimamente ligados entre sí (como se observa en los dos
principales ejemplos, el del sadismomasoquismo y el del voyeurismo-exhibicionisrno)
que resulta imposible describirlos por separado.
La vuelta del sadismo en masoquismo implica, a la vez, el paso de la actividad a la
pasividad y una inversión de papeles entre el que inflige los sufrimientos y el que los
soporta. Este proceso puede detenerse en una fase intermedia, en la cual existe
ciertamente una vuelta hacia la propia persona (cambio de objeto), pero el fin no se ha
vuelto pasivo sino simplemente reflexivo (hacerse sufrir a sí mismo).
En su forma completa, en la que se ha realizado el paso a la pasividad, el masoquismo
implica «[...] que se busca a una persona ajena como nuevo objeto que, en virtud de la
transformación del fin, debe asumir el papel del sujeto» (1 a).
Tal transformación no puede concebirse sin hacer intervenir una ordenación fantaseada,
en el cual el otro individuo se convierte imaginariamente en el sujeto al cual se atribuye
la actividad pulsional. (p. 446)

Además de la transformación de la actividad en pasividad, que afecta al modo, a la


«forma» de la actividad, Freud considera una transformación «del contenido», o
transformación «material»: el del amor en odio. Pero hablar aquí de transformación sólo
le pareció válido en un plano puramente descriptivo; en efecto, amor y odio no pueden
comprenderse como destinos de una misma pulsión. Tanto en la primera (1 b) como en la
segunda (3) teoría de las pulsiones, Freud les atribuye un origen diferente.
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SUBLIMACIÓN.

AL: Sublimierung. — Fr.: sublimation. —Ing.: sublimation. — It.: sublimazione. —


Proceso postulado por Freud para explicar ciertas actividades humanas que
aparentemente no guardan relación con la sexualidad, pero que hallarían su energía en la
fuerza de la pulsión sexual. Freud describió como actividades de resorte principalmente
la actividad artística y la investigación intelectual.
Se dice que la pulsión se sublima, en la medida en que es derivada hacia un nuevo fin, no
sexual, y apunta hacia objetos socialmente valorados.
El término «sublimación», introducido en psicoanálisis por Freud, evoca a la vez la
palabra sublime, utilizada especialmente en el ámbito de las bellas artes para designar
una producción que sugiere grandeza, elevación, y la palabra sublimación utilizada en
química para designar el proceso que hace pasar directamente un cuerpo del estado
sólido al estado gaseoso.
A lo largo de toda su obra, Freud recurre al concepto de sublimación con el fin de
explicar, desde un punto de vista económico y dinámico, ciertos tipos de actividades
sostenidas por un deseo que no apunta, en forma manifiesta, hacia un fin sexual: por
ejemplo, creación artística, investigación intelectual y, en general, actividades a las
cuales una de comportamientos en una transformación de las pulsiones sexuales: «La
pulsión sexual pone a disposición del trabajo cultural cantidades de fuerza
extraordinariamente grandes, en virtud de la particularidad, singularmente marcada en
dicha pulsión, de poder desplazar su fin sin perder en esencia intensidad. Esta capacidad
de reemplazar el fin sexual originario por otro fin, que ya no es sexual, pero se le haya
psíquicamente emparentada, la denominamos capacidad de sublimación» (1 a). (p. 416).
… (Comentario): La hipótesis de la sublimación fue enunciada a propósito de las
pulsiones sexuales, pero Freud sugirió también la posibilidad de una sublimación de las
pulsiones agresivas (7).

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