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ÉTICA Y POLITICA

EN EL HISTORIADOR DEL TIEMPO PRESENTE*

Eugenia AffierMontano
UNIVERSIDAD
NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO
INSTITUTODE INVESTIGACIONES
SOCIALES

En el siglo XIX,la historia fue considerada magistra vitae. Se otorgaba a la


disciplina naciente una función educativa, mientras el historiador era visto
como maestro paradoxal de civismo. La política y la ciencia estaban sepa-
radas: el historiador podía comprometerse como hombre, pero no como
historiador. La objetividad debía estar por delante de todo. Esta posición
casi epistemológica se mantuvo hasta después de la Segunda Guerra Mun-
dial, con la creencia de que el compromiso y la acción militante no podían
ser ostentados públicamente, ya que el imperativo para acreditar la verdad
científica debía ser la distancia.' No obstante, luego de la guerra inició el
triunfo de la historiografía militante en las universidades, especialmente a
través del marxismo.
Pese a que el historiador buscaba mantener su asepsia política, la de-
manda social se hacía presente desde los orígenes de esta disciplina: exigencia
de apaciguamiento de versiones partidistas y partidarias de la historia, crea-
ción de historias nacionales para coadyuvar en la construcción del imaginario
de la n a ~ i ó nA. ~partir de los anos sesenta, la historia se vería confrontada con
nuevas demandas, cuando diversos grupos sociales (obreros, regionalistas, y
ciertas minorías como las mujeres, los homosexuales) comenzaron a exigir ser

* Este artículo es resultado de los proyectos "Conmemoraciones de pasados recientes


violentos; memoria e identidad. Una comparación México-Uruguay" (IISUNAM) y "Memoria
y política: de la discusión teórica a una aproximación al estudio de la memoria política en
México" (Conacyt CB-2005-0 I -4929 5). edlier@gmail.com
l Olivier Dumoulin, Le rbk social de l'bistorien. De la chaire au prétoire, París, Albin
Michel, 2003.
Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Refexiones sobre el origen y la drfirsión del
nacionalismo, México, FCE,1993.
EUGENIA ALLIER MONTANO

escucharlos por las historias nacionales que, hasta entonces, los habían exclui- texto deseamos revisar la posición ética y política de este nuevo historiador
do. Muchos historiadores en diversos países del mundo parecieron hacerse en dos ámbitos diferentes, aunque de alguna manera ligados: el de la justicia
cargo del reclamo social, emprendiendo nuevas formas de hacer historia (oral, (al ser llamado a declarar como "testigo experto") y el de su intervención
"desde abajo", de las m ~ j e r e s )Casi
. ~ al mismo tiempo, la memoria de testigos en comunidad sin una demanda social expresa (enfrentándose a memorias
comenzó a volverse central en los debates públicos de algunos países europeos sociales vivas).'
(en especial en los años setenta con los sobrevivientes de la Shoah), frente a
lo cual los historiadores empezaron a debatir las relaciones entre historia y EL HISTORIADOR DEL TIEMPO PRESENTE Y LA JUSTICIA
memoria. Así, la descolonización, la irrupción de los nuevos grupos sociales
y del testigo como nuevos sujetos históricos, impulsaron el surgimiento de Con el inicio de la escritura de la historia del tiempo presente, los historiadores
dos nuevas formas de hacer historia que serían centrales en esta coyuntura: comenzaron a ser solicitados como testigos en juicios por crímenes contra la
la "historia de la memoria' y la "historia del tiempo presente". Aunque am- humanidad. Deben ser retenidos tres momentos de este proceso. Primero, el
bas surgieron de la mano, atendiendo el mismo objeto de investigación (la juicio contra Adolf Eichmann (acusado de ser uno de los principales orques-
historización de las memorias en el presente), pronto la historia del presente tadores de la exterminación de los judíos en Alemania durante la Segunda
se demarcó de la primera. Guerra Mundial) en 1961,' que constituyó la primera aparición pública de
Si bien muchos historiadores consideran que, aún hoy, los diversos la memoria del Holocausto, y que hoy se ve como momento fundador: por
proyectos de historia del tiempo presente no tienen sus líneas fijadas, y que primera vez, un juicio se fijó como objetivo explícito "dar una lección de
ella sigue siendo objeto de dudas y de reacomodos, es indiscutible que ya se historia"; por primera vez, apareció el tema de la pedagogía y la transmisión;
puede asegurar que se trata de una historia particular, con un objeto definido por primera vez, un historiador (Salo Baron, profesor de la Universidad de
(el tiempo presente) y con metodologías propias (como el uso del testimo- Columbia) fue citado al estrado para fijar el marco histórico del proceso y,
nio oral).4 Es una historia de lo inacabado, de lo que carece de perspectiva sobre todo, marcó el advenimiento del testigo.9 El segundo momento se ubi-
temporal (de una historia de procesos aún en desarrollo), y definitivamente ca en I 984, cuando por primera vez en Francia se recurrió a los historiadores
ligada con la coetaneidad; es decir, sería aquella que toma como objeto un en una corte, con el fin de testimoniar sobre su conocimiento; al mismo
acontecimiento histórico del cual todavía está viva, al menos, una de las tres tiempo, en esta década se conocería el inicio de la progresiva ascensión del
generaciones que lo experimentaron. No es, pues, como se pensó en un primer testigo.10 El tercero también tuvo lugar en Francia, en los años noventa, y se
momento, la historia de un determinado periodo histórico, sino una historia relacionó con el caso Maurice Papon (prefecto de París durante el gobierno
que va moviendo sus márgenes con el devenir mismo del tiempo h i ~ t ó r i c o . ~ de Vichy), que marcó un doble pasaje del testigo: pasaje a una nueva gene-
El historiador del tiempo presente se enfrenta a pasados recientes, ración (aquella de los niños que crecieron durante la guerra) y, para lo que
"calientes" y vivos, por lo que se ha visto confrontado con posicionamientos
éticos y políticos antes no conocidos. La historia reciente ha sido enfrentada, - Como lo señala Noiriel (Qu'est-re..., op. cit.), estas "nuevas funciones" del historiador
progresivamente, a un problema nuevo que toma proporciones considerables: ponen en primera línea las tensas relaciones entre historia y memoria, tema que daría para un
artículo en si. El lector interesado puede ver, entre otros: Maurice Halbwachs, La memoria
el de la "demanda social" de "peritaje" sobre el pasado.ó En ese sentido, en este
cokctiva, Zaragoza, Ediciones Universitarias de Zaragoza, 2005; Joutard, Esas voces.. . , op. cit.;
Jacques Le Goff, Elorden de la memoria: el tiempo como imaginario, Barcelona, México, I'aidós,
Kd. Philippe Joutard, Esas voces que nos llegan delpajado, México, FCE, 1999; Perer 1991; Pierre Nora, "Entre mémoire et histoire", en Pierre Nora (ed.), Les lieux de mémoire, t.
Burke, Formas de hacer historia, Madrid, Alianza, 2003. I , La République, París, Gallimard, 2001, pp. 23-43; Paul Riceur, La memoria, la historia, el
Julio Arósregui, La historia vivida. Sobre la historia delpresente, Madrid, Alianza Editorial, olvido, Buenos Aires, FCE,2004.
2004. Hannah Arendt, Eichman ajérusakm. Rapportsur la banalitédu mal, París, Gallimard, I 997.
Vid. Écrire l'histoiredu tempsprésent,París, LNRS, 1993; Josefina Cuesta Bustillo, Historia 'Annete Wieviorka, L'1.r~du témoin, París, Plon, 1778.
del presente, Salamanca, Ediciones de la Universidad Complutense, 1993; Marina Franco, 'O Franqois Hartog sugiere que si bien el juicio a Eichmann fue el primer reconocimiento
Florencia Levín (comps.), Historia reciente. Perspectivary desafispara un campo en construcción, del testigo en la escena pública internacional, fue en Estado Unidos, a partir de los años novena,
Buenos Aires, Paidós, 2007. que aquél se impuso (Evidencede l'histoire. Ce que voient ks historiens, París, École des Hautes
Gérard Noiriel, Qu'est-ce que l'histoire contemporaine?, París, Hachette, 1998. Études en Sciences Sociales, 2005).
nos interesa, pasaje de los historiadores a testigos del ministerio público, la en contra de Klaus Barbie, Paul Touvier y Papon en Francia,'' el de Erich
defensa o la acusación. l l Priebke en Italia, e incluso las tentativas de juicio en contra de Pinochet (tanto
Con el correr de los aíios, esta demanda social fue en aumento.12 en Europa como en Chile), sin ponerlos en relación con la emergencia, en
"Los pasados que no pasan"'3 se van haciendo presentes en otras partes del el seno de la sociedad civil de esos países y de la opinión pública mundial,
mundo: Alemania, Suiza, Italia, Israel, Japón. Si bien América Latina ha de una memoria colectiva del fascismo, de las dictaduras y de la Shoah. Esos
conocido, en las últimas décadas, innumerables juicios por crímenes contra juicios se transformaron en momentos de rememoración pública de la historia,
la humanidad,14 los historiadores no han sido solicitados para contextualizar donde el pasado ha sido reconstituido y juzgado en una sala de tribunal."
las circunstancias en las cuales tuvieron lugar los hechos o para "educar a los De esa manera, en el momento en que la memoria iba imponiéndose
jueces". Sin embargo, sí han sido llamados en otra de las modalidades con- en diversos espacios públicos nacionales, el historiador parecía el especialista
temporáneas relacionadas con crímenes de lesa humanidad: las Comisiones necesario por dos causas. Primero, porque se le supone el experto en el pasado
de Verdad, organismos públicos de carácter no jurisdiccional, cuya función ha (lejano O reciente), que puede exponer la verdad histórica ante la sociedad y el
sido investigar un periodo en el que ocurrieron graves violaciones de derechos sistema judicial. Segundo, porque en un momento en que otras disciplinas no
humanos. Sólo por citar algunos ejemplos, mencionemos la Comisión para parecían otorgar respuestas válidas para las decisiones estratégicas que había
la Paz en Uruguay (2000-2003), la Comisión Nacional de Reparación y Re- que tomar, la historia aparentaba poder proveer un discurso explicativo que
conciliación en Colombia (2005-hasta la fecha),I5 y la "Mesa de Diálogo" en ayudara a encontrar soluciones ante problemas heredados de periodos vio-
Chile (1999-2001). En nuestra región, tanto los juicios, como las comisiones lentos.'' Ante la emergencia del testigo y la memoria, se exigió de la historia
de verdad han sido considerados como mecanismos de la justicia transicional, una respuesta sobre la identidad, intrínsicamente unida a la memoria de los
es decir, como elementos que podrían coadyuvar a restaurar la paz común y sujetos, las colectividades y las naciones;" es decir, los historiadores eran
completar la transición a la democracia. llamados a decir lo que es "verdadero" sobre el ayer, para beneficio del hoy
Por ello, es importante situar, históricamente, esta demanda social y del maíiana.
que se ha venido haciendo al historiador. Sería difícil entender los procesos Por todo ello, Henry Rousso considera que estos juicios contemporá-
neos han conllevado una mezcla de géneros entre justicia, memoria e historia.
Advierte que la justicia (que se cuestiona si un individuo es culpable o inocen-
'' Wieviorka, LPre..., op. cit. te), la memoria nacional (resultado de una tensión existente entre recuerdos
I2La participación de historiadores en juicios comenzó antes, en Estados Unidos y Canadá. memorables y conmemorables y olvidos que permiten la supervivencia de la
Pero en ellos no se enjuiciaban acontecimientos recientes, ni acusados de crímenes contra comunidad y su proyección en el futuro) y la historia (una empresa de cono-
la humanidad, sino hechos históricos más lejanos en el tiempo que tenían influencia en el
cimiento y elucidación) son tres registros que, aunque claramente diferentes,
presente. Vid. Dumoulin, Le r d e..., op. cit. En Francia, el primer antecedente se ubica a fines
del siglo XIX con el caso Dreyhis. Hartog menciona que, desde entonces, se mantiene una
se han superpuesto en los juicios por crímenes contra la humanidad.20
matriz dreyfusiana del papel de los historiadores en ese país: su compromiso en los asuntos
de su presente (Evidence..., op. cit.), aunque para nosotros, de Dreyfus a Papon hay un largo
trecho de historia y de modificaciones en las formas de hacer historia y en el compromiso de
los historiadores. l 6 Michel Zaoui, Noelle Herrenschmidt y Antoine Garapon, Mémoires dejustice. LesprocPs

l 3 En alusión a la célebre expresión de Éric Conan, Henry Rousso, Vichy, un passé qui ne Barbie, Touvier, Papon, París, Le Seuil, 2009.
passe pas, París, Gallimard, I 996. "Enzo Traverso, Le passé, modes d'emploi. Histoire, mémoire, politique, París, La Fabrique,

l 4 Sólo por citar algunos de los más importantes habría que sehalar el de las juntas militares 200 5 .

en Argentina (198 y); los de Pinochet y algunos de sus colaboradores en Chile a partir de los l 8 Pero si la historia ha estado presente en la justicia, el derecho también ha terminado

anos noventa; el de Juan María Bordaberry (presidente de la República, 1972-1976) y Juan por influir a la historia. La visión del siglo xx como el siglo de la violencia ha conducido, en
Carlos Blanco (ministro de Relaciones Exteriores durante la dictadura) en 2006 en Uruguay; muchas ocasiones, a la historiografía a trabajar con categorías analíticas prestadas del derecho
el de Luis Echeverría Álvarez en México. Vid. Kathryn Sikkink y Carrie Booth Walling, "La penal. 1.0s actores de la historia son llevados al papel de "ejecutores", "víctimas" o "testigos".
cascada de justicia y el impacto de los juicios de derechos humanos en América Latina", en Traverso, Lepassé.. .,op. cit.
Cuadernos del CLAEH, Uruguay, núms. 96-97, PP. I 5-40. l 9 Zbi&m.

l 5 Agradezco el dato a Jefferson Jaramillo. 20 Henry Rousso, La Hantise d u passé, París, Textuel, I 998.
EUGENIA ALLIER MONTANO

En el fondo, la vinculación entre justicia e historia es vieja, pues hay una aparece como prolongación de la actividad profesional. Surge entonces la
serie de elementos comunes entre ellas: índices, pruebas, testimonios. Como figura del especialista que busca desacreditar el sentido común y afirmar la ver-
lo senala Carlo Ginzburg, han existido al menos tres momentos importantes al dad de la profesión frente a los a r n a t e u r ~ . ~ ~
respecto. El primero se dio en el siglo xix cuando se entendía la historia como Para Thomas, la irnprescriptibilidad de los crímenes contra la humani-
juicio: se imponía al historiador enjuiciar a personajes y acontecimientos en dad significa, en realidad, que ellos serán prescritos cuando el último testigo
función de un principio -los intereses superiores del Estado-. La posición de de la época (víctima o victimario) haya muerto. En ese sentido, la imprescrip-
Marc Bloch definió el segundo momento en este vínculo, cuando frente al tibilidad mantiene el pasado en el presente; es decir, lo vuelve contemporáneo
dilema "juzgar o comprender", optó por la segunda a l t e r n a t i ~ a El .~~tercero a todos mientras quede un testigo vivo. Por todo ello, el historiador puede
sería el contemporáneo, cuando fue actualizada la relación entre derecho e ser testigo en este tipo de juicios, porque lo imprescriptible lo convierte en
historia, al ser convocados los historiadores en calidad de testigos en procesos contemporáneo de los hechos, un testigo mejor informado que los otros.25
penales por delitos de lesa humanidad.12 Este testimonio sui géneris ha conllevado, obviamente, cuestiones
A partir de este tercer momento surgieron acaloradas discusiones, en de orden ético, pero también ha renovado las interrogaciones más viejas de
especial dentro de la comunidad académica, y se demarcaron principalmente orden epistem~ló~ico, al poner en cuestionamiento la relación de la justicia
cuatro problemáticas: las formas de inscripción del historiador en los juicios, con la memoria de un país y también la del juez con el historiador, con sus
las relaciones que establecen la historia y el derecho con la verdad, los campos modalidades respectivas de tratamiento de pruebas y el estatuto diferente de
de discusión del saber histórico y el papel social del historiador. la verdad según sea producida por la investigación histórica o enunciada por
Veamos la primera. Frente a la corte, el historiador presta juramento el veredicto de un tribunal.26 De hecho, no pocos han considerado que, en
declarando, como todo testigo, "juro decir la verdad, nada más que la verdad, estos juicios, el historiador es solicitado e instrumentalizado con fines que casi
toda la verdad". Pero, ;qué tipo de testigo es? N o puede ser testigo moral no tienen que ver con los procedimientos de la hi~toria,~' transformándose
(pues no conoce al acusado), no puede ser testigo material (pues no tuvo un de narrador y divulgador de la verdad histórica, en juez de la historia y de
contacto efectivo con la realidad sensible de los hechos y de los actos incri- los partícipes de la historia.
minados: no es su memoria visual ni auditiva lo que lo lleva a ser testigo). Y es ahí donde aparece la segunda problemática, centrada en los lazos
Es "testigo experton: alguien cuyo conocimiento del pasado (de hecho, sólo que la historia y el derecho establecen con la verdad, y en las tensas relaciones
conoce aquello de lo que es testigo por huellas) sobrepasa al de los individuos entre el juez y el historiador. Por ello, es imprescindible recordar las tres fases
ordinarios, y por ello puede ayudar a una corte o un jurado a comprender que componen el trabajo del historiador, y a través de las cuales se acerca a
su tema de i n v e ~ t i ~ a c i ó nEn
. ' ~ el curso de las audiencias, cuando los histo- la verdad histórica: I) la documental, 2) la explicativa/comprensiva y 3) la
riadores "testimonian", esclarecen gracias a sus competencias profesionales r e p r e s e n t a t i ~ aAunado
.~~ a esto, los tres elementos que conforman esta dis-
el contexto histórico de los hechos concernidos. Así, la actividad de experto ciplina (crítica documental, problematización y validación colectiva) deben
siempre estar articulado^.^^
21 Marc Bloch, Apologíapara la historia, México, INAH-FCE,1996.
22 Ginzburg entró en el debate social sobre el papel del historiador en los juicios 24 ROUSSO menciona que el experto convocado por la jusricia puede encontrarse en dos
contemporáneos, no como testigo sino por medio del análisis hi~torio~ráfico y teórico de los situaciones: para dar cuenta de fenómenos generales, escablecidos formalmence por leyes
procesos verbales del caso Sofri, a quien considera inocente: su preocupación central no es la científicas, o porque ciene conocimiento del dossier o del acusado. Y para él, los historiadores
del juicio histórico, sino la prueba. Adriano Sofri, Ovidio Bompressi y Giorgio Pietrostefani, 1
en juicios por crímenes contra la humanidad no han estado ni en la primera ni en la segunda
inculpados del asesinato del comisario Calabresi (sospechoso de la muerte de un anarquista situación.
en 1969), cometido en Milán en 1972, fueron condenados en 1988 sin más prueba que las 25YanThomas, "La vérité, le temps, le juge et l'historien", Le Debut, núm. Ior, 1998,
confesiones de un "arrepentido". Gracias a su trabajo como historiador de procesos de brujería, PP. 17-36.
especialmente de la Inquisición en los siglos xvr y WII, Ginzburg analiza las relaciones entre "Traverso, Le passé. . . , op. rit.
prueba, testimonio y verdad, historiador y juez. Se trata de uno de los aporces más lúcidos 2' ROUSSO, La Hantise. . ., op. cit.
sobre el tema. Carlo Ginzburg, Le juge et l'historien, París, Verdier, I 998. 28
Ricarur, La memoria.. . , op. cit.; Bloch. Apología.. . , op. cit.
23 Dumoulin, Le r61e ..., op. cit. Le Goff, El orden.. . , op. nt.
Sin embargo, los tribunales contemporáneos se ubican como si el testigos que vieron el crimen, que reaccionaron, que no pudieron impedirlo,
i
veredicto pronunciado fuera a sustituir al tribunal de la historia (ese antiguo I que lo toleraron o lo aprobaron.32
aforismo de Hegel). Pero como ha señalado Ginzburg, el historiador no debe Muchos historiadores han señalado, acertadamente, que en algunos
erigirse en juez, no puede emitir sentencias. Su verdad -resultado de su in- juicios, amén de que no se sigue el método histórico, no se realizan estos
vestigación- no tiene un carácter normativo, pues ella es relativa y provisoria, procedimientos. En ese sentido, Rousso evidencia tres periodos en la relación
jamás definitiva. Sólo los regímenes autoritarios, donde los historiadores son historia-juicios por crímenes contra la humanidad. El primero, luego de
I
reducidos al rango de ideólogos y propagandistas, poseen una verdad oficial. la Segunda Guerra Mundial, cuando por primera vez se instituyó un gran
La historiografía no está jamás fijada, porque en cada época nuestra mirada número de tribunales -internacionales o nacionales-, en los cuales se exhu-
sobre el pasado -interrogado a partir de nuevos cuestionamientos, sondeado maron documentos y se reflexionó sobre los acontecimientos; en ellos, los
con ayuda de categorías de análisis diferentes- se modifica. No obstante, el historiadores estuvieron asociados a los procesos de instrucción, colaborando
historiador y el juez comparten un mismo objetivo: la búsqueda de la verdad, en reunir las piezas, y utilizándolas posteriormente para estudios históricos
y esta búsqueda necesita pruebas. La verdad y la prueba son las dos nociones originales. Es decir, los juicios ayudaron a escribir la historia reciente, que aún
que se encuentran en el centro del trabajo, tanto del historiador como del no había sido abordada por los historiadores. Por ello, las primeras historias
juez. La escritura de la historia implica un procedimiento argumentativo del Genocidio estuvieron permeadas por la lógica judicial de Nuremberg En
-una selección de hechos y una organización de la narración-, cuyo para- un segundo momento, en los años sesenta y setenta, muchos historiadores
digma sigue siendo la retórica de sepa judicial. La retórica es "un arte de la trataron de separarse de esta lógica judicial, buscando comprender el acon-

1
persuasión nacida frente a los tribunales", dice Ginzburg; ahí, delante de un tecimiento de otra manera. El tercer tiempo intervino con lo que Rousso
público, se ha codificado la reconstrucción de un hecho por palabras. Y aun- llama la segunda depuración (los años cincuenta en Alemania, y a partir de
que todo ello no es despreciable, ahí se detienen las afinidades. La verdad de la década de los ochenta en Francia). En este momento, los historiadores ya
la justicia es normativa, definitiva y apremiante. Ella no busca comprender,
sino establecer responsabilidades, absolver a los inocentes y castigar a los
culpables. Comparada con la verdad judicial, la del historiador no es sólo
provisoria y precaria, también es problemática. Resultado de una operación
1 no participaron en la fase de instrucción (cuando se reúnen, seleccionan y
critican las pruebas; es decir, un procedimiento que presenta analogías con
la investigación histórica), sino que se limitaron a narrar una historia ya de-
sarrollada por la historiografía, conocida por amplias capas de la sociedad,
intelectual, la historia es analítica y reflexiva, busca echar luz sobre las estruc- y en la cual los magistrados utilizaron un conocimiento histórico en parte
turas subyacentes a los acontecimientos, las relaciones sociales en las cuales establecido, y no ayudaron a generarlo.33
están implicados los hombres y las motivaciones de sus actos. En resumen, Por lo anterior, la tercera problemática tiene que ver con la diferencia
se trata de otra verdad, indisociable de la interpretación. No se limita, exclu- de los campos en los cuales se discute el saber histórico. Ya se vio que el cam-
sivamente, a establecer los hechos, busca ponerlos en contexto, explicarlos po de la historia no es el mismo que el de la justicia: en la comunidad de
formulando hipótesis y buscando las causas. Si es el historiador adopta el I historiadores se cree en el saber acumulativo, en la discusión con otros es-
"paradigma judicial", su interpretación no posee la racionalidad implacable, pecialistas, en la no existencia de una verdad única e inmutable. Cuando el
mesurada e incontestable ne~esaria,~' aunque sería iluso considerar que los historiador va al tribunal, da una única versión del pasado, no hay discusión
trabajos históricos no vehiculan también, implícitamente, un juicio sobre con otros historiadores, y el juez se queda con la idea de que sólo existe una
el pasado.3' De cualquier manera, los mismos hechos engendran verdades verdad del pasado.34 Por ejemplo, en Estados Unidos y Canadá, la confiden-
diferentes: ahí donde la justicia cumple su misión desipando y condenando cialidad del abogado pasa al historiador, éste no puede discutir su testimonio
al culpable de un crimen, la historia comienza su trabajo de investigación con otros (se limita una de las características propias de la historia, que la
discusión en comunidad), ni siquiera en sus cursos. El compromiso con el
y de interpretación, tratando de explicar cómo se convirtió en criminal, su
relación con la víctima, el contexto en el cual actuó, así como la actitud de los
l
l
" Ibtdem.
"Ginzburg, Le juge.. . , op. cit. 13 Rousso, La Hantise.. ., op. cit.
Traverso, Le passé.. ., op. cit. 14 Durnoulin, Le r6le..., op. cit.
La posición de cada historiador dependerá, en última instancia, de las
relaciones que establezca entre función crítica, función cívica y función ética.
Finalmente, sería esta última la que dicte la decisión, ya que como señala Pero el trabajo del historiador del tiempo presente no se ve comprometido,
Foucault, la ética es una práctica reflexiva de la libertad a través del "ejercicio ética y políticamente, sólo cuando se desarrolla a partir de una demanda
de uno sobre sí mismo, mediante el cual intenta elaborarse, transformarse y social. La simple intervención en el terreno, la propia escritura de la historia,
acceder a cierto modo de ser [. ..] El cuidado de sí es el conocimiento de sí [...] conllevan ya transformaciones en el colectivo social estudiado. Aparecerse
pero también es el conocimiento de ciertas reglas de conducta o de principios en una comunidad para analizar su historia significa ya una modificación, en
que son, a la par, verdades y prescripciones. Cuidarse de sí es pertrecharse ocasiones violenta, de lo que se va a investigar. Veamos un breve, pero signifi-
de estas verdades y ahí es donde la ética está ligada al juego de la verdad.42 cativo, ejemplo de ello. El ro de julio de 1941 el ejército de ocupación alemán
La ética sería, entonces, el ejercicio sobre uno mismo, y la pregunta de si en Polonia ordenó asesinar a todos los judíos de la población de Jedwabne
uno está viviendo según sus principios. Por ello, el cuestionamiento estará (unas 1600 personas, la mitad de la comunidad). La orden fue cumplida
siempre abierto: imposible clausurar la pregunta por uno mismo, por las por una veintena de los propios vecinos polacos. No obstante, durante afios
reglas de conducta que nos guían, por el acercamiento epistemológico que nadie parecía recordar la historia de esa manera: la memoria de los pobladores
se tiene frente al mundo y los saberes que se están produciendo. La ética es sostenía que habían sido los alemanes quienes habían asesinado a los judíos. A
una cuestión personal y, por ello, cada uno reacciona con su conciencia, sus finales del siglo XX,el historiador estadounidense, de origen polaco, Jan Gross,
capacidades personales, sus opciones ideológicas y sus límites.43 comenzó a estudiar el acontecimiento y "descubrió" la divergencia entre la
En ese sentido, no debe despreciarse que en el origen de estos juicios memoria local y la historia, transformándose en el "develador" de la "verdad
puede localizarse la búsqueda de "moralizar la historia". Las víctimas y sus histórica" frente a las "manipulaciones de la memoria". En 2001 publicó el
descendientes lo han vivido como actos simbólicos de reparación. No se resultado de sus i n ~ e s t i ~ a c i o n ye slos
~ ~debates no se hicieron esperar.
trataría de identificar justicia y memoria, pero muchas veces "hacer justicia" Efectivamente, tras la publicación de su libro, Gross se volvió centro
significa "hacer justicia a la memoria". La justicia ha sido, a lo largo de la de la atención pública: la nueva narración del acontecimiento por él realizada
segunda mitad del siglo xx y lo que va del XXI,un momento importante en conllevó tanto una reevaluación sin precedentes de las relaciones entre judíos
la formación de una conciencia histórica colectiva. La imbricación de la y polacos durante la Segunda Guerra Mundial, como un apasionante debate.
historia, la memoria y la justicia está en el centro de la vida colectiva. El his- En 2004, muchas de las voces polacas de esta discusión fueron publicadas en
toriador puede operar las disrinciones necesarias, pero no puede negar esta una traducción al inglés, donde pueden leerse las refutaciones que se hicieron
imbricación, debe asumirla con las contradicciones r e s ~ l t a n t e sy, ~a~partir al h i s t o r i a d ~ rPor
. ~ ~otra parte, una investigación posterior, conducida por el
de ello tomar una posición ética. Polish Institute of National Remebrance, apoyó de manera parcial las con-
clusiones de Gross sobre la masacre, pero difirió en el número de víctimas,
la extensión de la participación alemana y el hecho de que oficiales alemanes
hubieran o no estado presentes en la masacre.

como objetivo echar luz sobre toda una época y una política. Fueron una forma de reparación 45 Jan T. Gross, Vecinos,Madrid, Crítica, 2002.
tardía, una especie de catarsis a escala nacional, una manera de proclamar que Francia es capaz 46 Polonsky y Michlic introducen el debate, concentrándose en cómo Vecinos incomoda
de afrontar su pasado. En ese sentido, rechazaba que el concexto general hiscórico pudiera las viejas y nuevas controversias de la memoria social polaca y de la identidad nacional. Los
incriminar a un individuo en particular. Rousso, La Hantise.. ., op. cit. editores presentan una variedad de voces polacas relacionadas con el papel de la masacre y de
42 Michel Foucault, "La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad", en Obras las relaciones entre polacos y judíos en la historia de Polonia. Incluyen muescras de las discintas
esenciales, vol. 3, Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, Paidós, 1999, PP. 393-41 5, PP. estrategias usadas por intelectuales y élites políticas al enfrentarse con el oscuro pasado del
394, 397-398. país, para sobreponerse al legado del Holocausto y para responder al libro de Gross. Antony
43 Rousso, La Hantise.. . , op. cit. Polonsky y Joanna B. Michlic (eds.), ZSe Neighbors Respond: Zhe Controversy over theJedwabne
44~raverso, Lepassé.. ., op. cit. Massacre in Pokznd, Princeton, Princeton University Press, 2003.
~ I C YA POL~TICAEN EL HISTORIADOR DEL TIEMPO PRESENTE

Muchas preguntas debieron pasar por la mente de Gross antes de no se conoce aún en América Latina, vale la pena retomar un ejemplo de la
escribir su libro, que cuestionaría las visiones del pasado hegemonizadas pú- región.51A fines de 1998, Pinochet daba a conocer, desde Londres, la "carta
blicamente: por un lado, debió sentirse responsable de su descubrimiento y, a los chilenos" (donde aseguraba que la crisis que había conducido al golpe
por otro, sabía que la revelación tendría implicaciones políticas y éticas muy de Estado se constrenía al periodo I 964- I 973, adjudicando toda la respon-
importantes en Polonia, en especial en el pueblo de Jedwabne. Su decisión, sabilidad a la Unidad Popular de Salvador Allende), a la que se sumaron las
podemos pensar, partió justamente de la "responsabilidad: frente a la verdad controvertidas interpretaciones de la historia nacional realizadas por sus par-
histórica, frente a los judíos asesinados, frente a las posturas éticas y políticas tidarios políticos e intelectuales. Frente a las dos iniciativas, 1 1 historiadores
de los vecinos del pueblo. Asumir los debates que vendrían, el malestar que se hicieron público el "Manifiesto de historiadores" a través del cual contestaban
generaría entre los pobladores de Jedwabne, las transformaciones memoriales las "afirmaciones históricas" esgrimidas por la derecha chilena. Sergio Grez,
y sociales que advendrían con la revelación, implicaba asumir también una uno de los especialistas firmantes, sostendría que el combate por la historia es
responsabilidad frente a la cuestión. Es un ejemplo claro de que la labor del político, ya que si la memoria de una nación no está constituida, en lo fun-
historiador tiene implicaciones éticas y políticas en su propio terreno. damental, por el saber "histórico científico" producido por los historiadores,
Si el historiador puede, simplemente, realizar su labor y ésta tiene sin lugar a dudas éste influye en la formación de identidades y tradiciones:
consecuencias políticas y sociales, también ocurre que decida asumir un "Era necesario, porque así lo exigía nuestro rol social y nuestro compromiso
compromiso frente a la historia, que es también suya.47Así, por ejemplo, ético, refutar con todo el peso de nuestro saber y quehacer profesional las
algunos han decidido iniciar juicios civiles. Es el caso de Serge Klarsfeld, manipulaciones y tergiversaciones de la historia de las últimas décadas de la
quien entabló una demanda en Alemania para juzgar a los responsables de vida de la nación expresadas en esos documentos y por otros medios ligados
la puesta en marcha de la "solución final" en Francia durante la Segunda al poder hegemónico en Chile".52
Guerra Mundial: "Decidimos recurrir a la justicia para dar a conocer la Todos estos ejemplos resaltan algunos puntos relevantes sobre las di-
verdad histórica y, deliberadamente, con toda lucidez, desencadenamos una mensiones ética y política en la intervención y en la labor del historiador del
serie de casos j~diciales";~~ partía de la idea de que, al interponer los casos, y tiempo presente, que conviene analizar. En particular dos problemáticas: la
con el efecto mediático correspondiente, se podría arrojar luz sobre hechos relación con las fuentes (las memorias de los testigos) y las formas de escritura
históricos soterrados. En otras ocasiones, los historiadores han decidido de la historia.
retomar juicios civiles que habían tenido una sentencia "incorrecta" desde el
punto de vista históric0.~9
Traverso, Lepassé. .., op. cit.
Si bien la posición central que han tenido los historiadores, desde hace
5' No está de más señalar que, en México, el peso de los historiadores en las discusiones
algunas décadas, en los debates públicos sobre el pasado reciente en Europa5' sobre el pasado reciente es prácticamente nulo. Por ejemplo, durante los debates sobre la
idoneidad del término genocidio, resultantes del proceso judicial que entabló la Fiscalía Especial
47 De hecho, la toma de posición del historiador frente al mundo que vive no es novedosa. para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado en contra de Luis Echeverría ÁIvarez y otros
Ya en 1940, en medio de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, Bloch redactó unas presuntos responsables de lo ocurrido el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, las voces de los
hojas, que no sabía si verían la luz, acerca de la guerra que estaba viviendo: se trata de un historiadores casi fueron inexistentes. Vid. Eugenia Allier Montaño, "Presentes-pasados del 68
testimonio personal, mezclado con las reflexiones teóricas del historiador como protagonista mexicano. Una historización de las memorias públicas del movimiento estudiantil, 1968-ZOO~",
de un acontecimiento histórico, en el que mostraba no sólo que la historia del tiempo presente en Revista Mexicana de Sociología, 71, núm. 2, 2009, pp. 287-317. Es muy posible que ello
era posible, sino que la "frialdad del historiador no era irreconciliable con ciertos valores. se deba a la débil posición de la historia del tiempo presente en México. En otros países de la
Marc Bloch, La extraña derrota, Barcelona, Crítica, 2002. región, donde el peso de esta historia es más evidente, muchos historiadores han comenzado
48 Serge Klarsfeld, "La justice et le temps présent", en Écrire l'histoire du tempsprésent, op. un cuestionamiento importante de su posición ética y política, como por ejemplo, Federico
cit., París, pp. 381-383, p. 382. Guillermo Lorenz, "La memoria de los historiadores", en Lucha Armada en la Argentina,
49 Sobre el caso Audin vid., por ejemplo, el trabajo de Pierre Vidal-Naquet, LAffaireAudin, núm. 1, 2004, pp. 64-70.
1757-1978,París, Éditions de Minuit, 1989, y el yacomentado de Ginzburg, Lejuge.. ., op. cit. 52 Sergio GrezToso, "Historiografía y memoria en Chile. Algunas consideraciones a partir
Sobre Vidal-Naquet, historiador y memorialista, vid. Franqois Hartog, "Memorias e historia. del manifiesto de historiadores", en Bruno Groppo y Patricia Flier (eds.), La imposibilidad
Pierre Vidal-Naquet", en Historia y Grafia, núm. 2 9 , 2007, pp. I 9 5-204. del olvido. Recorridos de la memoria en Argentina, Chiley Uruguay, Buenos Aires, Ediciones Al
50 Ejemplo de ello fue la querella de los historiadores en Alemania, en los años noventa. M a r g e n l ~ ~2001,
~ c , pp. 209-228, p. 213.
En la realización de la historia presente, las fuentes escritas pueden ser sacralización de una herencia portadora de sentido y que por lo mismo se juzga
poco accesibles, por estar dispersas y porque una gran cantidad de archivos indiscutible) e historiadores (las exigencias debidas a la imperiosa búsqueda
aún están cerrados. Pero existe un contrapeso esencial: la existencia de fuentes de la verdad).55
orales, los testimonios de protagonistas y testigos de la historia. Si bien estas Entre el historiador y el protagonista de la historia se da, entonces, una
fuentes pueden presentar dificultades técnicas y m e t ~ d o l ó ~ i c apara
s , ~ lo
~ que relación asimétrica del vínculo: el poder de las fuentes y la fuente del poder,
aquí nos interesa existe una problemática, no sólo técnica, conectada con las según L a b ~ r i eSe
. ~ trata
~ de distancias que, en ocasiones, son difícilmente
tensas relaciones entre historia y memoria: los vínculos entre historiadores y salvables: entre la convicción de la experiencia vivida y las interrogaciones
testigos. Por un lado se encuentran las correlaciones de poder que se estable- críticas realizadas de lejos sobre el desarrollo del pasado; entre las virtudes
cen entre ambos sujetos ("yo soy el que conoce", asegura el historiador; "yo de la conmemoración y el rigor del método histórico; entre las amnesias
soy quien lo vivió", afirma el actor). No ha sido extrano observar, en algunos puntuales o los arreglos del tiempo remodelado y las duras realidades de la
países, ríspidos y acalorados debates públicos. En más de un coloquio sobre cronología minuciosamente reconstituida; entre una "memoria-identidad"
la Segunda Guerra Mundial, especialistas y partícipes de la historia se han y las memorias fuertemente autopsiadas y recortadas por las necesidades de
descalificado mutuamente al asegurar que la verdad está de su lado: el histo- la verdad.j7
riador "no sabe" porque no estuvo ahí, el testigo "no comprende" la situación Como refiere Traverso, el conjunto de los recuerdos de los testigos
global porque no cuenta con todas las fuentes necesarias para poder hacer un forma una parte de la memoria social, una memoria que el historiador no
análisis !general.j4 puede ignorar y que debe respetar, explorar y comprender, pero a la cual
Si, como se mencionó, el historiador siempre es criticado por sus pares, no se debe someter. No tiene el derecho de transformar la singularidad de
en el caso de los del tiempo presente se agrega la crítica de los protagonistas. esta memoria en un prisma normativo de escritura de la historia. Su tarea
Al tratarse de una historia que justamente parte de la existencia de testigos
vivos (por algo hay quienes la llaman "historia vivida"), éstos pueden cues-
5 5 Laborie, "Histoire et résistance.. .", op. cit. Sin embargo, en ocasiones se rozan los in-
tionar los resultados del historiador. De hecho, en ocasiones, la historia ha
tereses de ambos. Ejemplo de ello son los cientos de miles de desaparecidos (quizás una de los
.ido considerada, por los protagonistas, como instrumento de la "traición". más graves herencias del siglo xx), consecuencia de guerras y represiones militares. Si bien
Primero, porque el historiador es incapaz de relatar con exactitud y de re- los objetivos de unos y otros pueden ser diferentes (los familiares de desaparecidos, transfor-
constituir en su plenitud fenómenos complejos; segundo, por la dificultad mados en actores políticos, buscan localizar a sus seres queridos; los historiadores tratan de
para dar un lugar justo, en una visión de conjunto, a los aspectos multiformes restablecer la verdad histórica), un lazo los une: conocer qué fue de aquellos que aún no tienen
de las experiencias individuales; tercero, las distintas etapas de la memoria una sepultura. Y es que, para los familiares, una de las mejores maneras de rendir homenaje
a sus seres queridos es contribuir al establecimiento de la verdad sobre su destino final. Sobre
complican la reconstitución del pasado, pues un testigo puede recordar sus
los objetivos e intereses en la reconstrucción del pasado para familiares de desaparecidos e
vivencias de maneras diferentes según el momento, ya que en buena medida historiadores, vid. Eugenia Allier Montarío, "Sara y Simón o la reconstrucción del pasado: el
la memoria está determinada por el presente; finalmente, se encuentran las problema de la verdad en la escritura de la historia del tiempo presente", en Cuicuilco. Revista
diferencias entre los saberes y los objetivos de testigos (la confiscación y la de la Escuela Nacional de Antropología e Historia I 1, núm. 30, 2004, pp. 9 - 4 5
56 Por asimetría no debería pensarse exclusivamente en una posición de "superioridad
del historiador frente al testigo, pues las fuentes son también lugares de poder. Abiertamente
53 Imposible discutir este punto en este texto, pues además de ser amplio, no es el tema reivindicado o discretamente ejercido, este poder permite, por diversos medios, ejercer un
que nos convoca. Sin embargo, el lector puede encontrar un desarrollo de la cuestión en derecho de control sobre el utilizador. No es sólo el historiador quien tiene el poder, también el
Joutard, Esas voces..., op. cit.; Pierre Laborie, "Histoire et résistance: des historiens trouble- protagonista de la historia que detenta un testimonio (oral o escrito) sobre el pasado. Laborie,
mémoire", en Écrire I'histoire du tempsprésent, op. cit., pp. I 33-141; Nathan Wachtel, "Memoria "Histoire et résistance.. .", op. cit.
e historia", Revista Colombiana de Antropología, núm. 35, 1999, PP. 70-90; Robert Perks y 57 Idem. Frente a todo ello, una de las opciones es realizar más encuentros entre historiadores
Alistair Thompson (eds.), 7he Oral History Reader, LondresINueva York, Routledge, 1998; y protagonistas, que favorezcan el diálogo tanto sobre sus labores y objetivos respectivos, como
Danide Voldman, "La place des mots, le poids des témoins", en Écrire l'biítoire du temps acerca de los acontecimientos en cuestión. Ejemplo de este diálogo, no forzosamente bien
présent, París, CNRS, 1993, pp. 123-1 32. logrado, fue la mesa redonda organizada por el periódico Libération en 1997, para aclarar la
54 Algunos ejemplos de ello pueden verse en Simone Veil, "Réflexions d'un témoin", en acusación de traición que pesaba sobre Lucie y Raymond Aubrac, integrantes de la Resistencia
Annales 48, núm. 3, 1993, PP. 691-702. durante la Segunda Guerra Mundial. Vid. Rousso, La Hantise.. ., op. cit.
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públicos. Y es que en toda narrativa del pasado, ya sea memorial o histórica, Porque, como se ha dicho, al intervenir en una comunidad, se enfrenta
siempre deberían estar presentes el compromiso ético y la pluralidad de in- con elementos éticos y políticos que, aunque de alguna manera le son ajenos,
terpretaciones.65 Si la historia reciente sólo es narrada por los actores o sus también lo tocan, pues es él quien los genera a través de su propia intervención
simpatizantes es necesariamente más "caliente" que "fría". Es imprescindible en el colectivo social; es decir, lo que la intervención (en cuanto inclusión
que la historia sea "enfriada" por los especialistas.'6 Desde ahí que no pocos violenta o no, demandada o no) genera en el terreno donde se efectúa. Cabe
investigadores hayan sugerido que la historia podría ser una especie de psi- entonces suponer que el historiador, al realizar una intervención, debería
coanálisis nacional, cuando se trata de historias violentas y convulsa^.'^ cuestionarse la propia labor que está realizando, lo que su intervención
N o obstante, donde las luchas memoriales por el pasado reciente significará, los aspectos éticos y políticos movilizados por el simple hecho
violento son aún muy fuertes y las memorias de los victimarios poderosas, de presentarse en una colectividad en la que será alguien ajeno; lo que todo
el historiador se transforma en "guardián de memoria".'* Por eso, "Contra ello tendrá como consecuencias en el momento mismo de la intervención y
los militantes del olvido, los traficantes de documentos, los asesinos de la posteriormente. ¿Qué implicará la publicación de su trabajo o la entrega de
memoria, contra los revisores de enciclopedias y los conspiradores del silencio resultados a la comunidad?, jcómo debe realizarse?, ¿cuáles son las "mejores
[...] el historiador solo, animado por la austera pasión de los hechos, de las formas" para transmitir el conocimiento?
pruebas, de los testimonios, que son los alimentos de su oficio, puede velar Como se ha visto, la labor del historiador del tiempo presente difícil-
y montar guardia".69 mente puede ser separada de las acuciantes problemáticas del mundo contem-
poráneo. Como se ha ido seiíalando, la justicia, la memoria, la identidad y la
EL CUIDADO DE Sí Y DE LOS OTROS, ¿UNA CUESTIÓN PERSONAL? localización de la verdad histórica son cuestiones fundamentales para muchas
sociedades contemporáneas, para seres humanos que se ven tocados por una
Difícil labor la del historiador del tiempo presente cuando se confronta con historia social, política y mundial que los ha afectado de diversas maneras. Y
posturas éticas y políticas frente al trabajo realizado. ;Debe mantenerse al el historiador, al escribir la historia, toma una posición ética y política, como
margen de los juicios civiles y políticos de su tiempo?, jdebe conformarse lo hace al intervenir en el colectivo social del cual quiere escribir parte de la
como el garante de la verdad histórica, incluso frente a los reclamos de los historia, cuando cuestiona verdades jurídicas o inicia acciones en la justicia
testigos que vivieron los hechos?, jtiene el derecho de modificar las versiones civil; y, como se ha analizado, cuando se ve comprometido con el mundo
de la historia y de la memoria que han sido hegemonizadas en el espacio pú- actual al aparecer la solicitud social de su experiencia científica. Pero el "com-
blico de una nación o un grupo? Es evidente que cada historiador responde promiso" ético y político del historiador no puede ser sino el compromiso de
de manera diferente a estas interrogantes. Quizá por ello es más "sencillo" un hi~toriador.~'
abstenerse de estudiar historias aún "calientes", que cuentan con testigos ¿Qué ética puede resaltarse ante estas disyuntivas? Quizá saber que
vivos que pueden no sólo confrontar lo dicho por el historiador, sino que se el pasado debe responder a las interrogaciones del hoy: no sustraerse a las
verán tocados por la intervención y las aseveraciones formuladas por él. Quizá interrogantes del tiempo presente es quizás el único modo de resistir a la
la única respuesta posible es que debe estar del lado de la responsabilidad: mecánica implacable del olvido,71 pues son preguntas que no tienen una
con la verdad histórica, pero también con el colectivo social, asumiendo las respuesta unívoca, a las que sólo pueden darse esbozos de la responsabilidad
dimensiones ética y política de su labor. social frente a la alteridad.

65 Nora Rabotnikof, "Memoria y política: compromiso ético y pluralismo de interpreta-


ciones", en Revista Uruguaya de Ciencia Política, núm. 9, 1996, pp. 143-1 50.
" Francois Bloch-Lainé, "La décision", en Écrire l'hirtoire du temps présent, op. cit., pp.
365-368.
67 Paul Ricoeur, La memoria.. ., op. cit.; Dominick LaCapra, Escribir la historia, escribir el
trauma, Buenos Aires, Nueva Visión, zoo 5. 70 Pierre Vidal-Naquet, "L'engagement de I'historien", en Écrire l'histoire du tempsprésent,
68 Lorenz, "La memoria.. ."-art cit. op. cit., pp. 383-388.
69 Joseph Yerushalmi, llsos del olvido, Buenos Aires, Nueva Visión, 1989, p. zy. 71 Laborie, "Histoire et résistance.. .", op. cit.

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