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Un crimen llamado educación

Luis Alexander Guevara Valenzuela

Diplomado en Pedagogía Universitaria Comfamiliar Nariño.


Carlos Geovanny Campiño Rojas
Ipiales
2018
Un crimen llamado educación

En base al documental “un crimen llamado educación” y su distinto análisis sobre los problemas
que aquejan a nuestro sistema educativo; surgen una serie de interrogantes que en el presente
ensayo se trataran, de tal forma que podamos lograr despejar esos interrogantes y desde un punto
de vista personal lograr acercarnos a la idea de que es lo que esta pasando con la educación y
cómo podemos empezar a transformarlo.

En el transcurso del ensayo realizaremos varias preguntas estructuradas por párrafos y de la


mejor forma posible se procederán a contestarlas todo esto desde un punto de vista crítico y
constructivo en mejora de nuestra educación.

Hoy en día el mundo es muy cambiante, lo hace constantemente, es aquí donde nos preguntamos
si todo es tan cambiante porque ¿el sistema educativo sigue siendo el mismo desde hace más de
200 años? Nuestros niños y jóvenes hoy aprenden mucho más por YouTube y en la Universidad
se la pasan estudiando 5 años para graduarse y darse cuenta al final que no saben nada. Sistema
encaminado solo a lo teórico más que al aprendizaje y la experimentación.

Se evalúa el nivel de las instituciones educativas en más de 70 países utilizando los exámenes
PISA, donde el leer, saber matemáticas y ciencias rige quién es “superior” a los demás,
esquivando la responsabilidad de enseñar competencias blandas y habilidades para la vida. Los
Pensum académicos poseen una docena de materias, por no hablar de muchas más en algunos
países pero ninguna enseña a ser feliz, a ser un líder, a cómo manejar una entrevista de trabajo y
ni siquiera algo tan básico como hablar en público. Enseñan 4 horas semanales de matemáticas y
nunca se ha enseñado a alimentarse correctamente, dormir con conocimiento científico y, lo más
importante, a gestionar las emociones.

De igual manera esas enormes decepciones provocadas por calificaciones, en un mundo donde
permiten que nuestros niños se sientan inferiores por sacar una mala nota. Lo más extraño de todo
es que se sabe científicamente que existen 8 inteligencias en el ser humano. Cada uno de nuestros
niños podría tener un potencial enorme en alguna de ellas, pero ahí están, siendo presionados y
frustrándose enormemente porque se les enseña en muchos casos que solo las matemáticas y las
ciencias nos aseguraran el éxito.

El problema no solo radica en la forma cómo está estructurado el sistema educativo. Las
universidades cuentan con enormes imperios inmobiliarios, pero carecen de tecnología de punta
en sus laboratorios y cada vez se otorgan menos becas para poder acceder a los estudios.

Los maestros no se encuentran actualizados en sus campos, muy pocos están capacitados para
prevenir y controlar casos constantes de bullying y que a pocos les apasiona su trabajo como
docente pues están desmotivados. Pero el problema llega aún más lejos, cuando nos damos
cuenta que cuando el niño o el joven fracasan en el colegio, los padres culpan a los maestros y los
maestros dicen que es responsabilidad de los padres. Un círculo vicioso de buscar culpables
donde los únicos perjudicados son nuestros hijos.

¿A dónde hemos llegado con todo esto? A tener académicos impartiendo clases de finanzas
siendo evidente su falta de recursos y liquidez. A la aparición de un enorme mercado negro donde
se venden títulos profesionales con sellos holográficos, registros numerados en portales oficiales
y firmas oficiales de la Secretaría de Educación Pública. Es aquí donde comienzan a aparecer los
gobiernos corruptos que inventan evaluaciones de maestros con el objetivo de reducir la carga
laboral de miles de profesores y así preparar la venta del sistema educativo de su país a grandes
consorcios internacionales que se lucran de forma millonaria con la educación. Simplemente lo
volvieron un negocio sin pensar en la esencia de educar en lo correcto a su pueblo.

Un sistema donde hay que levantar a nuestros hijos a las 5:30 a.m. para que estén en clase a las 7
corriendo con suerte. Cuando es más importante dormir, jugar y socializar en la infancia que
despertarse a una clase de matemáticas. Llegan al colegio y se les dan 2 horas de tareas para la
casa, incluyendo fines de semana y a niños de 5 años se les enseña a leer y multiplicar, siendo
que el cerebro no está preparado para estas labores según los más importantes neurocientificos.

Cuando el sistema educativo se centra en que el 90% de sus clases sean completamente teóricas,
mientras que el 57% de los jóvenes que se gradúan no saben leer, ni escribir correctamente, a la
vez que su nivel de comprensión es pésimo. Esto sucede porque se enseña a memorizar y no a
aprender. Los estudiantes se matan memorizando una semana todo lo que necesitan para un
examen y al terminar toda esa información se esfuma.

Hoy por hoy nacen términos como el llamado “generación de los estudiantes huérfanos”, porque
al llegar a casa sus padres viven tan ocupados en “cosas importantes” todo para pagar los créditos
imposibles creados por el complot de las secretarías de educación, instituciones educativas y
bancos, que no tienen ni idea de lo que están aprendiendo sus hijos. Por lo único que preguntan es
por las calificaciones para terminar de dañar la autoestima de aquellos que no sacaron buenas
notas, pero nunca hay un ¿Cómo te sientes? O un te amo o un abrazo que mucha falta debe
hacerle a nuestros hijos.

Aún en muchas instituciones, los estudiantes no tienen la posibilidad de evaluar a sus docentes
para conocer cómo se sienten ellos con la educación que están recibiendo y en pocos de los que
esta práctica sí se implementa, estas evaluaciones son solo una fachada, porque aún se considera
poco importante la opinión de los estudiantes. Lo que sí se hace es controlar de forma
irresponsable la gran energía de muchos niños con una droga para apagar pienso su creatividad en
medio de una clase aburrida. Y según el documental en donde sorprende la carta que escribió
Diego un niño de tan solo 11 años antes de lanzarse de un onceavo piso en Madrid, en la cual
pidió perdón a sus padres por suicidarse, justificando que esta era la única forma de dejar de ir al
colegio.

Más aún que existan cientos de suicidios que suceden hoy en Corea del Sur, India, Japón y el
resto del mundo. Todo por no ser aceptados en la universidad de sus sueños o por reprobar en la
universidad, lo cual los pone en el centro de una enorme presión social y familiar.

Y así seguiríamos con muchos casos y críticas, pero debemos aceptar esta realidad educativa y
asumir nuestra responsabilidad en ella. Hoy el sistema educativo no les entrega las competencias
necesarias a nuestros hijos y es triste ver convertido algo tan noble como la educación, en algo
que no solo no cumple sino que afecta a toda esta generación.

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