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Trabajo Práctico de

Francés
“Educación Sexual
Integral”

 Apellido y nombre: Berón Lucas.


 Profesora: Yanina Bellon.
 Escuela: Escuela Normal Superior Dr. José B. Gorostiaga.
 Curso: 2da “3era”
 Año: 2019.

INTRODUCCION
La educación sexual aparece como un tema del que las instituciones educativas deben
empezar a ocuparse. Sin embargo, la escuela, aun cuando lo negó o incluso lo excluyó
explícitamente, participó desde siempre en formar aspectos de la sexualidad. Lo hizo
cuando indicó que conductas eran esperables para una señorita o cuales eran impropias
para un varón”.
Es claro que hoy la sexualidad entra de modos distintos en la escuela, en primer término
porque tiene otro lugar en la sociedad. La reciente sanción de la Ley de Educación
Nacional y la creación de la Comisión Interdisciplinaria para la puesta en marcha del
Programa Nacional de educación Sexual Integral, son logros a los que se les debe
asignar el valor correspondiente.
Lo expresado conlleva a realizar el presente trabajo monográfico para ayudar a pensar
los mejores modos en que la escuela puede acompañar y promover el desarrollo de la
educación sexual, no solo centrada en la prevención y control médico sino
entendiéndola como un componente importante para una vida plena.
DESARROLLO

En octubre de 2006, el Congreso sancionó la Ley Nacional que crea el Programa


Nacional de Educación Sexual Integral (Ley 26.150). Esta ley establece: “Todos los
educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos
educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional,
provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal”. Pero nadie ignora
que hasta hace poco el tema fue tabú, y que existen opiniones distintas en las escuelas y
en las familias. Esto plantea un desafió importante a la hora de pensar la enseñanza. En
este trabajo se presentara algunas reflexiones y lineamientos para ayudar a enmarcar la
enseñanza de la educación sexual en las instituciones educativas.

Sobre la educación en sexualidad Pero, ¿qué significa educar en sexualidad?, ¿hasta qué
punto los adultos tenemos capacidades y posibilidades de transmitir contenidos que
promuevan comportamientos saludables en este terreno?, ¿cómo podemos promover los
derechos de los jóvenes con responsabilidad?, ¿qué procesos debemos atravesar los
docentes para lograr transmitir contenidos significativos respecto de la sexualidad y qué
sean, a la vez, respetuosos de los chicos, las chicas y de sus derechos?

Es necesario, entonces, reconocer que la escuela forma ideas acerca de la sexualidad,


también en aquellos casos en que la considera como una cuestión personal y privada,
relativa al mundo íntimo de los jóvenes o de la cual las familias son las únicas
responsables.

Educar en sexualidad implica por lo tanto entender que, con frecuencia, ha operado el
silencio o la omisión en cuestiones tan importantes en la vida de las personas como lo es
su relación con el propio cuerpo y con las demás personas. Que esta omisión tiene
efectos diferenciados para distintos adolescentes y jóvenes, que en el contexto de las
desigualdades sociales, regionales y culturales observables en nuestro país, muestran
diversas sexualidades: embarazos no deseados a edades cada vez más tempranas entre
los adolescentes, seguido frecuentemente del abandono escolar cuando los jóvenes
padres no encuentran apoyo familiar y o institucional que les permita sostener el
aprendizaje de criar a sus bebés sin renunciar a sus propia educación, circunstancia que
profundiza su vulnerabilidad social.

Existen también otras formas en que la sexualidad, pretendidamente ignorada, se hace


presente en la escuela: enamoramientos y noviazgos efusivos, discriminación de los
“diferentes” (homosexualidad), conocimiento por parte de los profesores de situaciones
de abuso y de abortos clandestinos, presencia de alumnos infectados con VHI u otra
enfermedades de transmisión sexual, etc.

Así, en lugar de propiciar formas de vivir la sexualidad honesta, respetuosa y


responsablemente, podemos estar dejándolos solos frente a las múltiples situaciones
descriptas, situaciones de riesgo totalmente evitables. Tenemos que saber que, la escuela
es uno de los espacios donde se transmiten valores, conocimientos e información con
mayor sistematicidad durante la infancia y la adolescencia. Se trata de un ámbito donde
chicos y chicas pasan buena parte del día, y donde además, comparten su crecimiento no
solo con pares, sino también con docentes y otras personas investidas de determinada
autoridad en la transmisión de conocimientos válidos y socialmente significativos.

De manera explícita o implícita, los docentes transmiten sus propias perspectivas, ideas,
emociones y prejuicios acerca de la sexualidad a través de as relaciones que establece
con sus alumnos y alumnas.

Pero, los docentes ante esta nueva realidad (ley 26150) tienen dudas, inseguridades,
temores y sobre todo falta de contenidos, porque por décadas el tema solo fue tratado en
materia como ciencias Naturales, Formación Ética y Ciudadana sin atravesar otras
asignaturas. Y su tratamiento fue de manera esporádica ya que se privilegia otros
contenidos: aparato reproductor de las flores, célula y energía, fisiología y anatomía
humana, etc.

La falta de educación sexual en la escuela se vincula con varias razones:

• La escuela está fuertemente impregnada del paradigma racional positivista “pienso,


luego existo, donde se privilegian las ideas y el cuerpo sexuado queda fuera.

• Sostener que se puede trabajar en la prevención del Sida sin que previamente se haya
iniciado a los alumnos en el esclarecimiento sexual es una concepción errónea. No se
puede hacer prevención brindando únicamente información sobre las cuestiones
biomédicas y epidemiológicas de la enfermedad.

• La falta de capacitación es otro factor señalado por muchos docentes para demandar a
los especialistas o expertos externos a la institución. Quienes quieran capacitarse para
educar a sus alumnos en el tema de la sexualidad y sida, deberán enfrentar previamente
sus propios miedos y prejuicios.

• El temor a reacciones negativas de madres y padres constituye oro elemento que


disuade a los docentes de encarar la educación sexual con los alumnos. En la práctica
esta dificultad se sortea informando previamente a los padres acerca de la capacitación
que recibirán sus hijos e hijas, y solicitándoles su autorización.

Teniendo en cuenta esto, debemos pensar que en tanto la escuela deje afuera los temas
considerados “tabú” (genitalidad, homosexualidad, desarrollo del cuerpo), haciendo de
lo escolar un espacio donde muchas cosas no se dicen, las prácticas cotidianas del
alumnado transcurrirán por carriles no oficiales de transmisión de la cultura con
posibles falencias en lo que hace a la salud de los individuos, generando un circulo de
información incorrecta.

Por ello, se requiere impulsar una educación en sexualidad que pueda ser abierta,
respetuosa de las ideas y opiniones de los alumnos y alumnas, y que promueva tanto el
conocimiento intelectual y la transmisión de información científica y confiables acerca
de la prevención de riesgos y de embarazos tempranos, como la construcción paulatina
de actitudes, sentimientos, valores y habilidades para el ejercicio de una sexualidad
sana, segura, responsable y sin riesgos.

Para ello. El docente debe establecer puentes con otras instituciones del medio (centro
de salud, biblioteca, escuela, policía, municipalidad) a fin de desarrollar procesos de
trabajo que enriquezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje, en lo que hace a la
“educación sexual”. Además, el docente debe considerar que, a diferencia de la
transmisión de conocimientos en materias como Historia o Geografía, la educación en
sexualidad parte del reconocimiento del sujeto, de su cuerpo y de sus sentimientos como
base del trabajo pedagógico. Educar en sexualidad es, por tanto, una forma de apreciar
que la vida sucede en un cuerpo y que, como seres humanos, podemos también
entender, analizar y cuidar lo que sucede con nuestros cuerpos, como parte del
desarrollo integral de nuestra ciudadanía y nuestras relaciones.

De tal modo, educar en sexualidad implica tanto ofrecer conocimientos para la


prevención de embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, como formar
en valores, sentimientos y actitudes positivas frente a la sexualidad. Una formación así
concebida deberá incluir entre sus objetivos ofrecer información adecuada y veraz sobre
aspectos vitales de la sexualidad, como forma de relación entre las personas, así como
también orientar hacia el acceso a los recursos de salud pública que permitan vivir la
sexualidad de forma responsable, plena y segura.

Algunas aportes para la implementación del programa de educación sexual


La implementación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) implica
el desafío y la oportunidad de enriquecer la propuesta educativa de todas las escuelas
abordando aquellos principios que hacen de la educación una excelente tarea.

Para acompañar este desafío existe una amplia bibliografía que aporta lineamientos
curriculares de la educación sexual, a fin de contribuir a la reflexión y a la
implementación de proyectos en las comunidades educativas. A continuación se abordan
algunos de ellos, seleccionados alrededor de los principales ejes que presenta el
documento del Ministerio de Educación.

Una mirada al Marco Jurídico

Las comunidades educativas debemos asumir el desafío de educar la sexualidad con la


seguridad y la certeza de que, según el sistema jurídico argentino, la educación debe
impartirse con pleno respeto y subsidiariamente al rol protagónico de la familia en su
derecho y deber indelegables de primera educadora de los hijos (Código Civil, Art.
264), tal como afirman las normas de nuestra nación.

En continuidad con estas normas, el Programa Nacional de Educación Sexual Integral


reconoce la necesidad de respetar la libertad de conciencia y pensamiento, tanto de las
personas como de los establecimientos educacionales y sus proyectos educativos. Se
cree importante que los educadores seamos respetuosos de los derechos de las familias y
conscientes de nuestros propios derechos.

Se considera también que los proyectos que las comunidades educativas implementen,
tanto en el ámbito de las escuelas de gestión estatal como de gestión privada, deben
contribuir al fortalecimiento del valor de la vida humana desde la concepción hasta la
muerte natural, de la complementariedad física, moral y espiritual del varón y la mujer,
y de la institución familiar basada en la unión estable del varón y la mujer, abierta a la
procreación y a la educación de los hijos. Estos son los principios que sostiene la
Constitución Nacional (Declaración Internacional de Derechos Humanos, Convención
Americana sobre Derechos Humanos La ley 26.206 de Educación Nacional promueve a
la familia como el agente primario y natural de educación: “La familia es agente
primario y natural de educación.” (Art. 128, inc. a); “Derecho de los padres a que sus
hijos reciban una educación integral.” (Art. 8 y 11, inc. b); “Derecho a que sus hijos
sean respetados en su libertad de conciencia.” (Art. 126, inc. b); “Derecho de los padres
a elegir una institución educativa cuyo ideario responda a sus convicciones filosóficas,
éticas y religiosas.” (Art. 128, inc. c). En este sentido, recordemos que el Art. 5 de la
Ley 26.150 afirma que “cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración
de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural,
en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”.
Pacto de San José de Costa Rica , Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), y en el
sistema jurídico argentino (Código Civil Argentino, Ley 26.206 de Educación Nacional,
entre otras). La ley ampara la promoción de estos valores, por lo que, como ciudadanos
y docentes, tenemos responsabilidad de fomentarlos, en beneficio de toda la sociedad.

Visión integral de la sexualidad

La educación de la sexualidad supone una visión profunda del ser humano y un camino
moral amplio y rico, originado en la noción del hombre como persona y no se limita
solamente a los aspectos sanitarios, técnicos y científicos. La riqueza de lo humano
merece que ciertos conceptos como los de libertad, sexualidad, amor, procreación,
matrimonio y familia sean considerados en toda su integridad.

No es la persona individualmente, ni siquiera una determinada cultura o sociedad la que


ha de “interpretar” el sentido de la sexualidad, sino que esta debe ser considerada a la
luz de algunos principios antropológicos y éticos inalienables.

Principios antropológicos

• La sexualidad es un componente básico de la personalidad, un modo propio de ser, de


manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano.
• Es parte integrante del desarrollo de la personalidad y de su proceso educativo.
• En la sexualidad radican las notas características que constituyen a las personas como
varones y mujeres, tanto en el plano biológico como en el psicológico, cultural y moral.
Principios éticos:

La sexualidad orientada, elevada e integrada por el amor adquiere auténtica calidad


humana. El amor tiene su propia lógica que deriva en una comunión fecunda tanto física
como espiritual. Esta lógica que reconocemos como ley natural ofrece el marco moral y
ético que guía su ejercicio y propone un camino respetuoso de la misma naturaleza
humana.

Por los vínculos estrechos que hay entre la persona y los valores éticos, la educación
debe llevar a los niños y adolescentes a conocerlos y estimarlos como garantía necesaria
y preciosa para el crecimiento responsable de la sexualidad humana.

El cuidado de la salud: una mirada integral

El cuidado de la salud es un derecho humano fundamental; comprende el bienestar


físico, mental, social y espiritual de nuestros niños y jóvenes. Incluye aspectos
relacionados con su desenvolvimiento educativo, con la adecuada participación en las
actividades de la comunidad, con el desarrollo de su máxima potencialidad, y no es solo la
ausencia de enfermedades.

La salud del niño y del adolescente está vinculada a su progreso en las diferentes etapas
de la vida. En las circunstancias presentes, se requiere un equilibrio óptimo entre las
acciones destinadas a estimular el crecimiento personal y aquellas dirigidas a prevenir o
responder a determinados problemas.

La adolescencia es una etapa de la vida en la cual tiene lugar el empuje de crecimiento


puberal y la aparición de las características sexuales, así como la adquisición de nuevas
habilidades sociales, cognitivas y emocionales; por eso es importante ayudar a los
adolescentes en esta etapa, ya que la autoestima, autonomía, valores e identidad se van
afirmando en este proceso. Es importante identificar riesgos y reforzar factores
protectores a través de la promoción y la prevención de la salud desde esta mirada
integral es aconsejable:
• Orientar a padres, docentes y adolescentes sobre los cambios que suceden en la
adolescencia.

 Rescatar hábitos de convivencia: encuentros en el hogar, salidas juntos, diálogo


familiar
 Fomentar el vínculo con pares y la inserción social en diferentes grupos: recreativos,
deportivos, religiosos, voluntariado, etcétera.
 Compartir el interés en las actividades escolares.
 Discutir límites, el respeto a adultos y pares, evitar presiones negativas.
 Dialogar sobre proyectos futuros.
 Respetar la privacidad del adolescente

En cada período es importante prestar atención a:


• El desarrollo: que haya equilibrio entre los aspectos físicos, cognitivos, sexuales,
emocionales y sociales.

 La detección de las conductas de riesgo.


 Los posibles signos y síntomas de enfermedad y malestar emocional. Sus
consecuencias en la salud, en la vida escolar, en la relación con pares y en los
vínculos familiares.
 Trastornos de aprendizaje o de conducta, interferencias en la actividad escolar,
múltiples ausencias o abandono de los estudios. Son posibles causas las
disfunciones familiares, los problemas médicos, las situaciones de abuso sexual, los
trastornos mentales o el abuso del alcohol y las drogas.

Es preciso, entonces, realizar un seguimiento adecuado y desarrollar un plan,


reflexionando en forma participativa con los adolescentes sobre posibles cambios en la
conducta, valorando los pro y los contra, las oportunidades y las barreras. Las
comunidades educativas debemos promover la autoestima de nuestros jóvenes, discutir
con ellos estrategias para vencer obstáculos, comprender sus problemas y participar en
la búsqueda de soluciones.

Considerando los puntos anteriores, es importante señalar, además que, una propuesta
pedagógica en educación sexual integral requiere, por una parte, impartir
intencionalmente contenidos relativos a la sexualidad, la reproducción, la promoción de
la salud y los derechos de los adolescentes y, por la otra, invitar a que las escuelas sean
capaces de revisar y transformar formas negativas que, por acción o por omisión,
pueden estar operando en sus prácticas de educación en sexualidad, y opten por asumir
a este como un tema que requiere formación para los docentes y espacios sistemáticos
de formación y orientación con el alumnado. Este abordaje admite que la educación
sexual integral es un proceso integral, cuyas características principales se enmarcarían
en que:

• Los alumnos son sujetos de derechos, que sus opiniones y necesidades deben ser
tenidos en cuenta.

 Es un proceso de enseñanza y aprendizaje (los educadores también se educan en el


intercambio), relacionado con las dimensiones biológicas, emocionales y sociales de
la sexualidad humana y de su expresión.
 Busca ofrecer conocimientos, habilidades y valores para promover la salud y el
desarrollo personal.
 Se desarrolla en contextos formales y no formales; a través de nuevos contenidos
curriculares, así como también de espacios para el desarrollo de talleres específicos.
 Entre sus contenidos básicos deben incluirse: conocimiento y cuidado del cuerpo;
sexualidad como una construcción social; embarazo y prevención; transmisión,
consecuencias y protección de las enfermedades de transmisión sexual y el vih/sida;
comportamiento sexual seguro y responsable; planificación familiar; derechos
sexuales y reproductivos; violencia sexual y habilidades para decidir libremente si
tener o no relaciones, cuando tenerlas y bajo que condiciones de cuidado mutuo,
entre otras temáticas.
 Se subraya la importancia de la educación para la universalización del acceso a los
servicios de salud reproductiva y para el pleno ejercicio del derecho a la salud.

Finalmente se puede decir que, el papel de la escuela en la educación en sexualidad


responde tanto al cumplimiento de la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable
(Ley 25.673) y de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (Ley 26.150), como
también a una responsabilidad previamente establecida frente a la protección de los
derechos de niños, niñas y adolescentes.

Conclusión
Para la educación, el mayor desafío es recuperar al hombre, “ayudarlo a encontrarse y
descubrir su vocación esencial”.

Hablar de sexualidad implica inevitablemente hablar, poner la mirada y considerar al


hombre, ya que la sexualidad es un componente básico de la personalidad; un modo
propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir
el amor humano. Por eso es parte integrante del desarrollo de la personalidad y de su
proceso educativo. En la sexualidad radican las notas características que constituyen a
las personas como varones y mujeres, tanto en el plano biológico como en el
psicológico, cultural y moral. Es el eje de su evolución individual y de su inserción en la
sociedad. Hablar de educación de la sexualidad es hablar del presente y del futuro del
hombre –varón y mujer.

Se espera que estos sencillos aportes ayuden a las instituciones educativas en su


permanente búsqueda y anhelo de servicio al hombre y a la sociedad.

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