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Loyola Carmona Carlos Daniel

Antropología del cuerpo y modernidad

“El cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en sí mismo”, es resultado de una
“construcción social y cultural”, desde una visión occidental, el cuerpo es visto desde una
óptica “individualista”, que se aleja de los elementos culturales tradicionales, y en muchos
casos, apropiándose de valores y referencias externas, globalizantes, se forja con las
ideologías de los medios de comunicación, es aislamiento y frialdad frente a los demás.

Esta visión eurocentrista del cuerpo es rápidamente rechazada o ajena en culturas


milenarias, el vínculo con la naturaleza, y el sentido de comunidad han terminado por
desembocar en una hermosa concepción del cuerpo humano, que se aleja mucho de los
cánones de enajenación que el hombre “occidentalizado” tiene, y que ejerce relaciones
totalizantes de dominio sobre las concepciones que contrastan con las de él.

Es en la ideología occidental donde se concibe al cuerpo como una posesión, que nos
lleva a adoptar un carácter individualista, que exacerba el ego, se aleja del cosmos, del
universo, de su ser, es reaccionario ante la colectividad y se forma de acuerdo con el sistema
económico y político al que pertenece, el cuerpo, menciona nuestro autor solo existe cuando
se le construye culturalmente, pero dependerá del tipo de cultura la visión que se tenga de él.

Cierto respiro encontró la sociedad occidental en celebraciones y prácticas como las que
se llevaban a cabo en los carnavales, donde se gozaba de cierta libertad sobre el control del
cuerpo; la cosmovisión de la Edad Media no pudo desdeñar al mismo, pues fue el objeto más
preciado de muchas ideologías, símbolo de castigos ejemplares, convertido en reliquia y
orientándose cada vez más hacia su individualización; el cuerpo es sometido, es
desmembrado, es vinculado con el pecado, es portador de los miedos más latentes de dicho
periodo.

El nacimiento del individualismo puede tener sus bases en la Italia del Trecento o del
Quattrocento, los comerciantes son símbolo de individualidad, se aleja de las preocupaciones
colectivas, por su parte, las obras de los artistas reflejan ya un gesto de individualismo en sus
contenidos; el Renacimiento, es portador del devenir ideológico del hombre occidental, es
hervidero de nuevas visiones, es un viaje solitario por los infiernos del hombre, el ego florece
a la par de la independencia del hombre sobre la iglesia, surgen los retratos, los artistas firman
sus obras, viven y son conscientes de su individualidad.

Comienza así la diferenciación voluntaria del cuerpo, pues este factor es fundamental en
el proceso de autonomía corporal, el hombre se aleja de la naturaleza, y se centra más en las
diferencias que tiene con el mismo, el pensamiento burgués florece y abre su mente hacía el
advenimiento del capitalismo, la ciencia ayuda también a considerar el cuerpo como
autónomo, ya no se le considera sagrado, es ahora un objeto de estudio, que puede aislarse
de la naturaleza y servir como objeto de análisis.

La obra de David Le Breton abre paso a forjar un nuevo estudio del cuerpo, es necesario
observar con un nuevo lente a este, pues nos damos cuenta de que una visión renovada,
siempre va generar preguntas pertinentes sobre un periodo histórico aparentemente
estudiado, donde surgirán así nuevas categorías de análisis, que contribuirán con estudios
cada vez más ricos, que llevarán a una comprensión de la cultura y de la sociedad más
profunda.

Le Breton, David. Antropología del cuerpo y modernidad. Buenos Aires, Nueva Visión, pp.
7-61.

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