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Las relaciones económicas en tiempos de oro: esclavitud, contrabando y vías

fluviales

Construcción territorial en el Chocó, Volumen I


Extracción de oro: encuentro de Embera, afroamericanos y europeos en la cuenca
del Atrato. Siglo XVIII
Erik Werner Cantor
Programa de historia local y regional del Instituto Colombiano de Antropología
ICAN-PNR, con la organización OBAPO
1999
Universidad Nacional de Colombia
Historia sociocultural de Colombia
Profesor Augusto Gómez López

Estefanía Gutiérrez Galvis


CC. 1019120137
martes octubre 29 de 2019

En el texto “Extracción de oro: encuentro de Embera, afroamericanos y europeos


en la cuenca del Atrato. Siglo XVIII” Erik Werner Cantor presenta el panorama
económico del siglo XVIII en torno a la extracción del oro y su coarticulación con
otras actividades como la agricultura, el comercio y el transporte (principalmente por
el río Atrato). Además, presenta un análisis de cómo estas dinámicas económicas
estuvieron enmarcadas bajo roles sociales basados en el grupo étnico y las
funciones productivas. Es así como el autor plantea un panorama económico que
se basó en la división de fuerzas productivas donde los esclavos afrocolombianos
se dedicaron a las actividades de extracción del oro y los indígenas fueron relegados
a la producción agrícola, la construcción de canoas y al transporte fluvial. Estas
actividades fueron indispensables para el sostenimiento de las cuadrillas, fuerza
trabajadora necesaria para el sostenimiento de la actividad minera. A su vez, el
sistema social y económico estuvo caracterizado por la figura del corregidor,
encargado de la administración de la economía local, era quien asignaba los
salarios de los trabajadores y los tributos, además de tener control total sobre la
mano de obra negra e indígena. A continuación presentaré los postulados y
argumentos presentados por Cantor frente a este panorama y daré una opinión
personal conclusiva sobre los impactos actuales que creo ha tenido al herencia
colonial española en Colombia.
Durante le siglo XVIII, la extracción del oro fue una actividad productiva que estuvo
afectada por el bajo desarrollo tecnológico y por lo tanto, como lo plantea el autor,
“el principal recurso para lograr tal fin era la mano de obra negra sometida a
condiciones de esclavitud” (Cantor, pg. 71). El trabajo minero estuvo organizado por
cuadrillas, que Cantor propone como unidad de análisis para poder entender cómo
se organizaba y distribuía el trabajo en la época: “Estas unidades estaban nucleadas
de manera compacta en torno la identificación con un propietario o con una cadena
de propietarios de la misma familia, con una empresa o con un lugar determinado”
(pg. 72). En ellas, se asignaba un capitán negro que estaba a cargo de dirigir las
labores de los esclavos afrocolombianos para garantizar el cumplimiento de los
mandatos del minero. La actividad aurífera requería, a su vez, de un terreno que
tuviera acceso a grandes fuentes de agua cercanas para poder efectuar el proceso
de extracción del oro. Para ello se construían canales que desviaban el curso natural
del río o de la fuente de agua, para poderla contener, darle altura y poder
aprovecharla. En este proceso, los esclavos se dedicaban a la construcción de los
canales y al proceso de extracción del oro mezclado en donde era necesario
remover la tierra, filtrarla y seleccionar las piedras. Las funciones fueron distribuidas
según la fuerza y capacidad de trabajo de cada quien. Las mujeres, principalmente
se dedicaban al “mazamorreo”, es decir, al trabajo manual de separación del oro.
Por su parte, los indios fueron destinados al trabajo agrícola, a la construcción de
canoas y al transporte fluvial, separados de los esclavos negros debido a la creencia
que de manera conjunta podían sublevarse. Por esa razón Cantor habla de una
coexistencia de negros e indios, pero no de una convivencia entre ellos. La actividad
agrícola fue fundamental para el abastecimiento de las cuadrillas y por ende, el
sostenimiento de las minas. Los indígenas embera desarrollaron el sistema de
“tumba y pudre” para los cultivos. Ellos, además tenían conocimiento de los ciclos
vitales de algunos árboles y de las características geográficas de la región. Los
indígenas tributarios debían trabajar para pagar el tributo, el cual era una deuda
impuesta para obligar un pago al corregidor. Relacionado con el salario, lo más
rentable para los indígenas era el trabajo en la construcción de las canoas y el
transporte fluvial a través de ellas, donde ejercían la función de cargueros y guías.
Sin embargo, los indígenas estuvieron expuestos continuamente a estafas, robos,
endeudamiento y a desarrollar diversos trabajaos no pagos que dificultaba muchas
veces su subsistencia. El excesivo trabajo influenció a su vez, que no pudieran
dedicarse a sus cultivos propios y que fueran saqueados.
Cantor analiza cómo la actividad aurífera estuvo articulada e integrada con la
producción agrícola y el comercio; sin la agricultura y el comercio, la actividad
minera no se habría desarrollado. Como ya presenté, la agricultura fue fundamental
para el mantenimiento de las cuartillas, ahora expondré el rol del comercio y sus
actores analizados por el autor. La importancia de la importación y comercialización
de productos va en tres vías o aspectos. Por un lado, fue necesario poder
comercializar alimentos que no necesariamente se producían en el lugar y que eran
importantes para abastecer a las cuadrillas. Por otra parte, las mercancías traídas
de España (como vino, aceitunas, ropas de castilla, cera) fueron importantes para
suplir con las necesidades económicas, sociales y culturales de los españoles. Por
último, fue usual el comercio de elementos como hierro, acero y otros materiales o
herramientas indispensables en el trabajo minero. En las relaciones comerciales,
los mineros se vieron en desventaja frente a los corregidores. Por una parte, los
mineros debían mantener a las cuartillas, razón por la cual, debían muchas veces
comprarle alimentos básicos a los corregidores. Por otro lado, en la última parte del
siglo XVIII, la producción minera decreció y se vieron endeudados frente a los
comerciantes que les fiaban. También los costos de vida eran muy altos debido a
las dificultades de las rutas comerciales y a los precios de las mercancías. Por el
contrario, los comerciantes se beneficiaron y tuvieron grandes ganancias. Los
comerciantes de metales, como lo plantea Cantor, tuvieron grandes ganancias
debido a las siguientes tres características: “[…] al negociar directamente en las
minas, obtenían grandes cantidades de oro. En segundo lugar, algunos de ellos
eran a la vez propietarios de depósitos de mercancías. Por último, siempre tuvieron
a la mano la posibilidad de practicar el contrabando” (Cantor, pg.81). La cuestión
del contrabando se abarcará más adelante.
Los corregidores, como se mencionó en la introducción de la presente reseña,
pudieron enriquecerse de diferentes maneras: a través del cobro del tributo, la venta
de productos agrícolas a comerciantes y mineros, y la recolección de los impuestos
de alcabala y de pasaje. El corregidor principal era el de Quibdó, quien decidía sobre
los demás, sin embargo, el poder de los corregidores se vio implicado en disputas
entre ellos por el control económico.
En el desarrollo comercial el contrabando fue un fenómeno que surgió del encuentro
de distintos intereses por parte de mineros, comerciantes y extranjeros. En la época
resultó más rentable el contrabando que la comercialización de mercancía de
manera legal. Esto obedece a la fuerte demanda de la mercancía y a los distintos
impuestos que se debían pagar a la corona y a las guardias costeras para
ingresarla. Un producto entraba como contrabando según la ruta empleada, el tipo
de artículo y la evasión del impuesto requerido. Por ejemplo, la navegación de la
parte baja del río Atrato estaba prohibida. La evasión de impuestos con el
contrabando permitía poder vender la misma mercancía a menor precio, además de
tomar rutas de transporte más rápidas. El contrabando se facilitó por la falta de
control por parte de las autoridades, ya que los funcionarios muchas veces no
seguían sus funciones de control y vigilancia sobre el río Atrato. Esta situación
aumentó debido al incumplimiento en los pagos de los funcionarios. A finales del
siglo XVIII Las vías del Atrato fueron abiertas buscando fortalecer la producción
aurífera que se vio debilitada por el alto costo de vida y los precios cada vez más
altos para mantener las minas. Sin embargo, esta situación no mejoró y causó el
abandono de varias minas, dejando en libertad a varios afrocolombianos e
indígenas embera que se dedicaron a una economía de autosubsistencia.
Como podemos ver, la producción aurífera se vio influenciada y estuvo conectada
con la producción agrícola y el comercio. La división del trabajo en esclavos negros
dedicados a la extracción del oro e indígenas agrícolas y dedicados a la
construcción de las canoas y el transporte fue fundamental para el desarrollo
económico. Además, el comercio estuvo marcado por el contrabando y las
relaciones socioeconómicas que se tejieron entre comerciantes, corregidores y
mineros.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente, he reflexionado sobre cómo
esta realidad del contrabando y la ilegalidad (en sus aspectos sociales y culturales)
la seguimos viviendo en Colombia. En lugares como la Guajira, el contrabando está
difundido, se vende pimpina muy barata que viene de Venezuela. En Cartago,
Quibdó y otras zonas que fueron a su vez lugares comerciales en el siglo XVIII,
sigue dominando el comercio informal. Sin embargo, ¿Qué hay detrás del
contrabando? ¿Qué otras cosas esconde la ilegalidad? El problema detrás de la
ilegalidad en Colombia está en las relaciones sociales que se entretejen detrás de
esas dinámicas económicas. Leyendo el texto de Erik Werner Cantor, me he
preguntado sobre cómo son las relaciones socioeconómicas actualmente en el país.
A mi forma de verlo, hemos heredado muchas cosas del siglo XVIII, pues es en las
zonas más apartadas y menos vistas por el gobierno, donde se desarrolla en mayor
medida el contrabando y donde aún podemos ver que existen prácticas de minería
ilegal con esclavitud moderna de indígenas que trabajan a bajo costo. Esto, sin
mencionar las dinámicas de violencia, de disputa de tierras y de desplazamientos
masivos de personas que fueron desarraigadas de sus lugares de origen, así como
en la época colonial poco a poco se fueron despojando de sus tierras a los
indígenas. ¿Cómo sería posible cambiar esta realidad? El problema de la ilegalidad
no está tanto en la evasión de impuestos, sino en las dinámicas sociales que se
desprenden de ello. Colombia presenta índices de desigualdad e inequidad muy
altos en donde hay diferencias en la calidad de vida según la región, el género y el
grupo étnico. Los indígenas y las comunidades afro siguen siendo las más afectadas
y las regiones más apartadas siguen estando dominadas por la ilegalidad, el trabajo
con mano de obra barata y el desarraigo de los pueblos de sus tierras. Tal vez si
miramos las relaciones económicas junto con el momento histórico y los roles
sociales que se desprenden, se podrían plantear acciones políticas que
reconstruyan el tejido social del país. Considero que en Colombia se invisibilizan
estas realidades y se niega el análisis de lo económico asociado a las relaciones
sociales y culturales.

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