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La Otra Política, la de la Digna Rabia

John Holloway
1. Rabia, rabia, rabia.
Rabia como la de los jóvenes en Grecia en las últimas semanas. Rabia ante la violencia de la
policía, rabia ante los bajos sueldos y la falta de oportunidades.
Rabia hoy ante la masacre de los palestinos en Gaza por el ejército israelí. Rabia ante los cinco
años de matanza y destrucción en Irak.
Rabia, rabia aquí, todos los días. Rabia ante la represión de Atenco y los 112 años de prisión
dictados a Ignacio del Valle. Rabia ante la violación de las compañeras que luchan por una vida
digna. Rabia ante la violencia cotidiana de la policía. Rabia ante la destrucción de los bosques.
Rabia ante el racismo, rabia ante la brecha obscena entre los ingresos de los ricos y la miseria de
los pobres, rabia ante la arrogancia de los poderosos. Rabia porque ellos están convirtiendo un
país precioso en un país podrido, un país donde vivir es vivir con miedo.
Rabia porque no es sólo México sino el mundo entero que se pudre, que se está destruyendo.
Rabia porque vivimos en un mundo basado en la negación de la humanidad, la negación de la
dignidad. Rabia porque la única forma de sobrevivir es vendiéndose. Rabia porque la crisis de este
sistema se está traduciendo en más pobreza, más violencia, más frustración.
2. Rabia, rabia, rabia. La rabia rompe. La rabia rompe la víctima. Antes de la explosión de rabia
somos víctimas, víctimas del sistema capitalista. Lo único que podemos hacer como víctimas es
sufrir, pedir cambios, formular demandas. Como víctimas necesitamos un líder, un partido. Como
víctimas esperamos un cambio en el futuro, una revolución en el futuro.
Con el grito de rabia rompemos con eso, decimos “¡no, no somos víctimas, somos humanos, ya
basta de vivir así, ya basta de sufrir! Ya no vamos a pedir nada a nadie, ya no vamos a formular
demandas, ya no vamos a esperar la revolución en el futuro porque el futuro nunca llega. Vamos a
cambiar las cosas aquí y ahora.”
Rabia, digna rabia. La rabia anticapitalista es una digna rabia porque rompe con la condición de
víctima, porque ya tiene el deseo de otra cosa, de un mundo diferente, porque detrás de los gritos
y de las barricadas hay otra cosa, la construcción de otras relaciones sociales, la creación de otro
hacer, de otro amar.
3. La rabia es el umbral de la dignidad. Pero la pura rabia no es suficiente porque todavía no crea
los cimientos de otro mundo, todavía no crea la base para resistir la reintegración al capitalismo.
Abre la puerta a una política radicalmente otra, a un hacer radicalmente distinto, pero el pleno
desarrollo de la digna rabia significa no solamente el grito de No, no obedecemos, no aceptamos,
no nos subordinamos. También es el Vamos a hacer otra cosa, vamos a vivir de una forma que no
encaja con el capital. Luchamos contra el capitalismo no solamente con manifestaciones y piedras
sino también (y tal vez sobre todo) construyendo otra cosa. Luchamos contra el capitalismo
viviendo el mundo que queremos crear.
¡Ya basta! Ya basta de vivir así, ya basta de crear todos los días un sistema que nos está matando.
Pero detrás del ¡Ya basta! zapatista hay otra cosa, sin la cuál el zapatismo no tendría la fuerza que
tiene. Detrás de la urgencia del ¡Ya basta! hay otra temporalidad, la temporalidad del Caminamos
no corremos porque vamos muy lejos. El núcleo del zapatismo es la construcción paciente de otro
mundo, la creación aquí y ahora de otras relaciones sociales. Las comunidades zapatistas de
Chiapas luchan contra el capitalismo viviendo el mundo que quieren (y queremos) crear. Luchan
contra el capitalismo yendo más allá del capitalismo. Esta es la digna rabia.
No solamente los zapatistas por supuesto. La digna rabia existe por todos lados. Existe en todos
los lugares y todos los momentos donde la gente dice “No, no vamos a aceptar el dominio del
capital, o del dinero, vamos a hacer otra cosa.” A veces es el No que se enfatiza, a veces es la
construcción de otra cosa. A veces es la rabia que se expresa más claramente, a veces la
dignidad, pero es importante reconocer la unidad, las líneas de continuidad entre los dos tipos de
lucha. Por eso la tolerancia, el anti sectarismo tiene que ser elemento central de cualquier política
de la digna rabia. Queremos juntar los dos lados, la rabia y la dignidad, y la única forma de hacerlo
es respetando las diferentes formas de lucha.
4. La dignidad no es la dignidad de las víctimas, sino de los sujetos activos (y de las sujetas
activas). La política de la digna rabia, es decir la otra política, es un caminar que deja atrás la
política de las víctimas, la política de demandas, la política de las denuncias constantes, la política
de líderes y partidos y Estado. La digna rabia pone a nosotras y nosotros en el centro. Nosotras y
nosotros creamos el mundo con nuestra creatividad, nuestra actividad. También somos nosotras y
nosotros que creamos el capitalismo que nos está matando: por eso sabemos que podemos dejar
de crearlo. También somos nosotras y nosotros que estamos creando la crisis actual del
capitalismo, o, mejor, nosotras y nosotros somos la crisis del capitalismo.
Es importante insistir en esto porque la crisis constituye una amenaza muy seria para la otra
política. La crisis nos jala hacia la vieja política de la izquierda, hacia la política de la víctima, la
política de las demandas.
Hay básicamente dos formas de hablar de la crisis. La forma más obvia es echar la culpa a los
capitalistas y al capitalismo. La crisis es la demostración del fracaso del capitalismo. Necesitamos
una revolución. Hay que hacer la revolución de la forma más eficiente posible. Y mientras, tenemos
que pedir más empleo, más gasto social, subsidios para los pobres y no para los ricos. La
comprensión de la crisis como la crisis de ellos nos regresa a la política de la víctima, de las
demandas, de la revolución futura.
La otra forma es decir que no, no es así: nosotras y nosotros somos los responsables de la crisis, y
no es que tengamos que hacer la revolución porque ya la estamos haciendo y la crisis es la
expresión visible del hecho que la estamos haciendo. El capitalismo es un sistema de dominación,
de subordinación. La existencia del capital depende de nuestra subordinación. No solamente eso,
sino que depende de una subordinación cada vez más absoluta de la vida al trabajo alienado. Si no
logra imponer esta subordinación total, entra en crisis abierta.
Nosotras y nosotros somos los insubordinados, nosotros somos la crisis del capital. La gran crisis
de 29 fue resultado de la ola de insubordinación que se expresó en la revolución rusa. La crisis de
hoy es resultado de las olas de insubordinación de los últimos cuarenta años. La crisis en ambos
casos es una crisis pospuesta, pospuesta por la expansión de crédito, que oculta el vínculo entre la
insubordinación y sus consecuencias y da a la crisis de subordinación la apariencia de una crisis
financiera. La expansión del crédito es una suerte de apuesta sobre la explotación futura del
trabajo, es decir sobre la subordinación futura de nuestra actividad, una apuesta que el capital está
perdiendo. Nosotros somos la insubordinación que es la crisis del capital, y no nos vamos a
subordinar.
Es mejor asumir nuestra responsabilidad. Nos ayuda a entender nuestra fuerza: no somos los
perdedores de siempre: nuestra rebeldía, nuestra insubordinación, nuestra dignidad está
sacudiendo al sistema. La crisis del capital es la expresión de la fuerza de nuestra dignidad.
Entonces no hay que pensar en la crisis como el colapso del capitalismo sino como la erupción de
la dignidad, el nacimiento de otra cosa, de otras relaciones sociales, relaciones sociales basadas
en la dignidad, en la digna rabia.
El desafío de la otra política es fortalecer este proceso, esta creación de otro mundo. No puede ser
cuestión de pedir más empleo o más Estado, porque estos significan la renovación de la
subordinación al capital. No pedimos nada a nadie, más bien vamos desarrollando aquí y ahora la
insubordinación creativa, expandiendo lo más que podamos los momentos y espacios donde
decimos “no nos vamos a subordinar a los requerimientos del capital, vamos a hacer otra cosa,
vamos a fomentar la auto-ayuda, la cooperación, la creación en contra del capital.” No es fácil, no
es obvio, pero esta es la dirección en la cuál tenemos que caminar, que explorar. Con rabia, pero
con una rabia que va abriendo otras perspectivas, creando otras cosas, una digna rabia.
Preguntando caminamos.

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