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Vivo en la ciudad de La Plata y hace un poco más de un mes, la plaza principal de la ciudad

ubicada en frente de la gobernación, se encuentra sitiada por policías nacionales. El fin era disipar
e impedir la venta de diferentes artículos, nuevos y usados, que hace ya alrededor de tres años,
muchas personas venden (Plaza San Martín no será el único lugar, también en otras plazas, parques
y ferias organizadas) para paliar la crisis económica y laboral que cada vez excluye más gente,
incrementando y profundizando las formas de violencia para ello, tanto de manera sutil como
explícita. Asusta la impronta y el impacto simbólico que tienen los cuerpos de los policías rodeando
la plaza. Asusta porque los efectos de disipación e impedimento de venta ambulante se extiende a
la posibilidad de cualquier otra práctica que se ve truncada ante la presencia de los cuerpos
militarizados y armados. El temor no opera por una acción presente y efectiva, basta con la mera
presencia de los cuerpos policiales, cuya investidura ya nos dice quién detenta del poder (para
muches también se convierte en alerta la memoria viva y latente sobre el rol policial tanto en estado
de facto como en estado democrático respecto a desapariciones, por motivos políticos, por trata, y
torturas, vejaciones y demás humillaciones y violencias por motivos raciales, étnicos, genérico-
sexuales y de clase). Parafraseando a Foucault, si el poder siempre circular porque sin resistencia no
hay poder y cuando aquella está ausente nos encontramos frente a un estado/proceso de
dominación ¿Cómo podemos leer esta situación de distintos tipos de violencia que no sólo legitima,
sino que (re)produce y naturaliza, normativiza, el estado a través de los cuerpos y la institución
policial? Las posibilidades de resistencia se reducen, por obvios motivos, y con ella las inventivas
para que las que podían ocurrir (tanto para la sobre-vivencia como para la violencia estatal) ocurran
de otra manera. ¿Son estos, los mismos cuerpos de hace 60 años? ¿Son los mismos en el ejército
que en la comisaría? ¿Cómo se construyen esos cuerpos, cómo actúa la profesionalización de la (no)
empatía y la distribución de las violencias? Por supuesto que estos cuerpos no son los únicos
disciplinados, vivimos atravezades por múltiples dispositivos que coagulan, en términos generales,
nuestras subjetividades (desde las instituciones formales conocidas hasta las producciones audio-
visuales, la circulación de discursos e imágenes expres, entre otros). (¿es la robotización el mayor
esplendor del disciplinamiento?).

Me interesa la temática sobre la robotización y lo relativo a lo humano, sobretodo pensando


en que “los robots” (tal como se muestran en distintas películas, como nombran en la clase la de
Tarminator, Blade Runner, ExMachine, entre otras, y alguna series como Westoworld y Human)
implican toda una industria decidida y fundamentada a “realizarlos” y producirlos. ¿Cómo es/son
el/los humano/s que están involucrados en la producción de la robótica, acorde a los fines ético-
políticos (según plantean algunos autores) de la misma? ¿Qué imagen nos devuelve de nosotres
mismes, el robot? ¿Qué diferencias habría entre ambas entidades? Así como ocurre en algunas
ficciones la humanización de los robots ¿es posible y en qué medida la robotización humana? Y en
ese sentido ¿Es la robotización el mayor esplendor del disciplinamiento?

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