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Tfe001753 PDF
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Autor/es
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Facultad
Departamento
Curso Académico
2015-2016
El doble en la literatura: genealogía y aproximación psicoanalítica, trabajo fin de
grado
de Rebeca Rodrigo Jiménez, dirigido por Miguel Angel Muro Munilla (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
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© El autor
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Trabajo de Fin de Grado
Autor:
Fdo.
Titulación:
Abstract
Throughout history, the double has been always a captivating topic for study due
to their deepening in the human nature. It is linked to the human duality, which at first
derives from antithesis between Good and Evil, progressing to a loss of identity or a
split personality. The following essay enquires into the origins, evolution and typology
of the double and its connection with literature, as well as its projection in other arts.
The research aims at trying to understand this topic and to discover its possible
interpretations. In addition, the essay offers a psychoanalytic analysis of the double,
based on the theory of Carl Gustav Jung, of El hombre duplicado from José Saramago
and "Violeta y Lúnula" from Cristina Fernández Cubas: narratives in which the
manifestation of the double and its reflections are essential.
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ÍNDICE
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1. Introducción
La naturaleza humana siempre ha sido de sumo interés para el hombre, con
numerosos estudios y teorías sobre su funcionamiento. En un principio creemos saberlo
todo sobre cómo somos y por qué hacemos las cosas de un modo u otro, sin embargo
hay parcelas de la mente que desconocemos. Los misterios ocultos o entre tinieblas del
inconsciente se asemejan a rompecabezas a los que habrá que buscarles alguna
interpretación.
Debido a la curiosidad innata del hombre, el presente trabajo se centra en un
tema muy explotado en literatura sobre una de las preocupaciones constantes del ser
humano, el doble. La idea de un ser idéntico a nosotros que habita en la misma realidad
y que representa una amenaza para quien lo padece, se documenta ya desde épocas
primitivas y sus religiones, así como en la antigüedad clásica y sus mitos que han hecho
brotar ideas de apariciones en los distintos folclores a lo largo del tiempo —fetch,
vardøger, ikiryō, Etiäinen o Fylgja—. Como vemos, este tema está ligado al hombre
desde sus orígenes y resurge constantemente. En la actualidad una de las cuestiones que
más inquietan al ser humano es la de preservar su identidad en una sociedad que tiende
a disolver su individualidad.
Por ello, me propongo realizar una investigación rigurosa sobre el doble,
exponiendo su genealogía en la que incluiré su origen, evolución y clasificación,
además de su proyección en la literatura y el cine. Tras ello, expondré brevemente la
teoría de Jung sobre doble, que me servirá de base para analizar la novela El hombre
duplicado de José Saramago y el cuento ''Lúnula y Violeta'' de Cristina Fernández
Cubas. La elección de dos autores de diferentes nacionalidades, portuguesa y española,
que nunca hemos abordado en la carrera se debe en primer lugar, a mi interés por
adquirir nuevos conocimientos literarios; y en segundo lugar, para demostrar que el
doble es un tema universal que no entiende de fronteras ni de géneros.
El tema elegido tiene una gran carga psíquica y es por este motivo por el que he
seguido la perspectiva psicoanalítica, una de las ramas de la medicina y la psicología
aprovechada por la teoría literaria, que por otra parte me servirá para demostrar su
importancia para adentrarnos en la psicología humana y desvelar posibles
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interpretaciones de este tema. De todos los autores, el más adecuado, desde mi punto de
vista, es Jung. Por ello, me serviré de su teoría y terminología.
Por último, tras la disección y análisis del doble, expondré mis conclusiones
respecto a su presencia constante no sólo en la literatura, sino en el imaginario
colectivo.
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2. Genealogía del doble
Para poder comprender adecuadamente el poder de la literatura debemos
remontarnos hasta el inicio de ésta con los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea. La
literatura de la Antigüedad clásica ha sido clave para el desarrollo de la cultura
occidental, y aunque es una tradición con orígenes difusos, puede señalarse a Homero
como a uno de sus padres, desde quien se ha ido desarrollando hasta nuestros días. Pero
no sólo desde ese punto, si echamos la vista hacia atrás mucho antes de ese
acontecimiento, observamos la curiosidad del ser humano por lo desconocido, sus
intentos de comprender y evolucionar; desde el fuego hasta la electricidad. Ese destello
de sabiduría también se transmite a través de la oralidad y la escritura, que encierra
conocimientos, inquietudes y teorías sobre el mundo. En numerosas ocasiones esos
saberes se transfieren a través de fábulas y textos religiosos que se han ayudado en gran
medida de la literatura y su poder de transmisión. El ser humano, como sabemos, es un
ser regido tanto por la racionalidad como por la imaginación y, por ello, se sirve de la
literatura para plasmar diversos temas con el cometido de intentar comprender el mundo
y la vida. Uno de esos temas perennes es el doble, que puede tener varias
interpretaciones.
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Realmente, el doble, es un concepto donde el disfraz, el espejo y los recursos
similares a los trampantojos tienen cabida, ya que es mediante la confusión de gemelos,
reflejos o desdoblamientos como se insufla vida al otro yo. Por lo tanto, este fenómeno
consiste en ser consciente de la existencia de otro ser idéntico a sí mismo y que
simboliza una amenaza. Este nuevo individuo se presenta en el mismo plano ficcional,
asemejándose a una experiencia autoscópica. Asimismo, aunque el doble se identifique
con lo siniestro, también se adhiere en casos puntuales a la comedia, con los equívocos
entre gemelos. Igualmente, conlleva una amenaza hacia la propia identidad. El tema del
doble en su vertiente más popular, como se puede intuir, se circunscribe dentro del
marco de lo fantástico, aquello que produce un efecto ominoso (Roas, 2011: 48). Este
efecto introduce una nueva peculiaridad adherida al tema tratado: la percepción de la
realidad. El otro irrumpirá en el plano real, en la cotidianidad, borrando los límites con
lo imposible. Freud a este fenómeno lo denominó Unheimliche —lo no familiar—, ya
que, es lo insólito, lo que produce espanto. Si bien, él ya denunció la subjetividad de
este hecho, cualquier novedad no tiene por qué ser espantosa. Ciertamente, es un
término muy apropiado, ya que como sostiene Freud, actúa como una voz antagónica a
heimlich —lo familiar—, aunque ambas pueden llegar a fundirse. Es interesante
comprobar que dentro de las acepciones de este segundo término no encontramos solo
'lo familiar', sino también 'lo oculto' o 'secreto'. Por esta razón se puede considerar que
no solo lo desconocido provoca angustia, también lo conocido puede producirlo. En
relación al doble, observamos la aparición de otro yo, que nos es de sobra conocido y,
sin embargo, genera la sensación de extrañamiento. Es un fenómeno que se escapa de
nuestro entendimiento y provoca la sensación de turbación. Por otro lado, el sistema de
percepción o distinción de la realidad se anula debido a la incapacidad de demostrar
racionalmente el prodigio, se produce un transvase de lo fantástico en la realidad.
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2. 2. Orígenes y evolución del doble
Los primeros indicios que podemos rastrear sobre el nacimiento del doble tienen
que ver con la biología, exactamente, con la genética. Me refiero a los gemelos
monocigóticos, más conocidos como "gemelos idénticos". Podríamos vincular esta
tipología con la explicación racionalista de Pausanias que existe del mito de Narciso y
que redacta en Descripción de Grecia, en la cual él tiene una hermana gemela que
fallece en trágicas circunstancias. Debido a ello, al verse reflejado en las aguas del lago,
su parecido con ella es asombroso y acostumbra a mirarse asiduamente para apaciguar
su dolor. Realmente, Narciso es una de las figuras más antiguas y características
inherente al doble por la importancia que tiene el reflejo de uno mismo. En la versión
ovidiana de Narciso, éste es un muchacho que cautiva a todos con su gran belleza, sin
embargo nadie es digno de su atención. Finalmente, una de las diosas lo castiga a
enamorarse de su propio reflejo, obligándole a abrazar la muerte, consumiéndose poco a
poco ante la imposibilidad de realizar su amor, por ser él mismo: "Extenuado, dejó caer
su cabeza sobre la verde hierba; la muerte cerró aquellos ojos que admiraban la belleza
de su dueño" (Ovidio, 2003: 135). A partir de este mito, el motivo del espejo será una
parte vital del doble. Para Lacan el «"yo especular" -dentro de su teoría "la fase del
espejo"- impulsa la creación del Yo sobre la imagen de su análogo, que es él mismo
reflejado. De este modo "Yo es Otro" y "simboliza la unión perfecta entre lo interior y lo
exterior» (Paraíso, 1995: 49).
En el campo de las religiones, si indagamos sobre las más antiguas como el
Primitivismo o el Zoroastrismo, captamos ideas que podemos vincular al doble. La
visión cosmogónica del mundo lógicamente no era como la actual, motivo por el cual
los hombres primitivos no trazaban una línea divisoria entre lo natural y lo sobrenatural
del mismo modo que lo hacemos hoy. En su visión existen dos conceptos fundamentales
que son el dinamismo —relacionado con el poder sobrenatural, que se atribuye a
cualquier ser— y el animismo —"el aliento de vida" conocido como alma—. Se concibe
el alma como algo separado del cuerpo y de naturaleza totalmente opuesta al éste. Esta
concepción se repite en filosofía con autores como Pitágoras o Platón y se transmite con
el mito del carro alado. Siguiendo con la religión, para los pueblos primitivos el alma
era considerada como el doble del cuerpo, su sombra. En el Zoroastrismo, además, se
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encuentran dos espíritus gemelos antitéticos: Spenta Mainyu —espíritu benévolo— y
Angra Mainyu —espíritu malvado—. Representan tanto el antagonismo entre el Bien y
el Mal como el de creación y destrucción. Posteriormente, el Cristianismo también será
un ámbito importante donde encontrar más relaciones de hermanos, gemelos o no,
antitéticas que se relacionan con el doble. Los casos más conocidos son el de los
hermanos Caín y Abel —hijos de Adán y Eva— o Esaú y Jacob —hijos de Isaac y
Rebeca—.
Paulatinamente, lo fantástico empieza a insertarse dentro de este asunto, primero
a través del folclore con apariciones de uno mismo de manera sobrenatural o una
transformación en animal: en Irlanda encontramos el fetch —aparición de una persona
viva—; en la mitología nórdica se encuentra el término fylgja —ser sobrenatural que
acompaña a una persona, frecuentemente en forma de animal—, este concepto es muy
similar al espíritu protector conocido como nahual en territorios mesoamericanos; en
Finlandia tienen el etiäinen —espíritu mensajero—; en Escandinavia el vardøger —
espíritu predecesor o doble fantasmal de uno mismo, que representa a un espíritu
guardián—; en Escocia existe la creencia en el Trow —especie de trol que roba recién
nacidos y deja sus propias criaturas en su lugar—; y en Japón encontramos el ikiryō —
representación del alma de uno separada del cuerpo y que puede servir como espía de
quien te inflija algún mal—.
Dentro de los antecedentes más antiguos de la literatura, además del mito de
Narciso, encontramos la comedia teatral. Dentro de ella, una de las más representativas
es Los menecmos de Plauto, en la que se producen una serie de equívocos entre dos
hermanos gemelos, que fueron separados al nacer. A partir de ella se originan las
comedias de 'gemelos idénticos', donde el doble aparece como enredo. Y otra destacada
del mismo autor es Anfitrión, de donde se origina el término 'sosia', con el robo de
identidades intencionado como engaño.
Con el tiempo, de la comicidad se pasa a entender el doble como encarnación de
lo tenebroso que habita en el hombre o como presagio de muerte. La literatura fantástica
de terror del Romanticismo deja muestras de ello en obras como Los elixires del diablo
de Hoffman o en "William Wilson" de Poe. En ese periodo y hasta nuestros días se
agrega a la interpretación del doble, además de una lucha de contrarios, la perdida de
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identidad, como ocurre en el El doble de Dostoyevski. La manifestación del
Doppelgänger, 'el que camina a tu lado', simboliza que los diferentes protagonistas son
un "ser perdido, aislado, desarraigado, incapaz de adaptarse a su mundo, tan
descentrado como la realidad que le ha tocado vivir […] personajes que, perdidos en ese
mar de signos indescifrables de la realidad, tratan infructuosamente de acomodarla a sus
ideas y deseos". (Roas, 2011: 161). Por otro lado, la visión cómica se vuelve a dar en la
literatura contemporánea de la mano de autores como Fernando Iwasaki. En su relato
"Soy el clown de mi clon" encontramos a un personaje que en vez de angustiarse por la
existencia de un clon, lo ve como un modo de librarse del trabajo, hasta que descubre
que su otro yo es más afortunado en asuntos de faldas: "descubrí desolado que ese hijo
de mala probeta ligaba más que un librero de viejo. ¿Cómo era posible siendo igualito a
mí?" (Iwasaki, 2012: 18). Termina por consentir que su clon continúe la vida que a él le
hubiese gustado vivir y no puede realizar, convirtiéndose así en su clown.
La intertextualidad de la literatura con las otras artes es evidente, por ello vemos,
en relación con este tema, como el doble al ser parte del imaginario colectivo se
bosqueja en la pintura romántica, apareciendo en How to met themselves de Rossetti o
posteriormente en el surrealismo de Magritte en La reproduction interdite. La travesía
del doble continua en el séptimo arte. Ya desde sus comienzos fue uno de los temas
predilectos por sus múltiples interpretaciones, como vemos en El estudiante de Praga
(Rye y Wegener, 1913) con el recurso del reflejo del personaje en el espejo. La
adaptación literaria al cine es una de las vías más fructíferas y comunes en este asunto
del doble, de ella se traspasan a la pantalla múltiples versiones del doble. Dentro de los
casos más llamativos y que se adhieren al tipo conocido como Doppelgänger están las
versiones de El doble de Dostoyevski y El hombre duplicado de Saramago: The Double
(Ayoade, 2013) y Enemy (Villeneuve, 2013).
Asimismo, me gustaría resaltar unas figuras literarias donde la dualidad no es de
naturaleza malvada, sino que es una versión potenciada de sí misma con habilidades
para enfrentarse al mal. Me refiero a los superhéroes como Superman, Batman o Hulk
de cómics del universo DC y Marvel, que han sido llevados a pantalla en numerosas
ocasiones. En ellos, se retoma la dicotomía entre el Bien y el Mal, donde los villanos
son el espejo del superhéroe. De todos modos, analizando cada figura por separado, el
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villano está desenmascarado mientras que el superhéroe oculta su verdadera
personalidad.
Al igual que en la literatura, en el cine se alternan películas donde la risa se abre
paso y deja de lado lo terrorífico. Dentro del tratamiento cómico es significativo el uso
de la confusión de géneros como en Victor Victoria (Edwards, 1982), donde la
protagonista genera el enredo de la trama al crear una nueva identidad. Se convierte en
un hombre, que finge ser mujer, con el objetivo de alcanzar la fama. No obstante,
sobresale la variante del doble que implica un desdoblamiento o escisión de la
personalidad en sus diversas variantes: trastorno de identidad masculino en Persona
(Bergman, 1966); una transferencia de personalidad femenina en un hombre en Psicosis
(Hitchcock, 1960): o el desdoblamiento femenino en Mulholland Drive (Lynch, 2001).
La interpretación del doble como pérdida de identidad o conflicto con el 'yo' ligado a los
trastornos y al ambiente, será una constante en el cine psicológico y de terror.
Otro medio en creciente auge, donde se manifiesta el doble, es la televisión. En
los últimos años ha habido un incremento del tema del doble en las series como recurso
para profundizar en la psicología de los personajes o como paréntesis para jugar con
versiones alternativas de uno o varios protagonistas dentro del mismo plano ficcional, e
incluso otros paralelos o hipotéticos. Tenemos ejemplos de versiones alternativas dentro
de las comedias como Friends (Crane y Kauffman, 1994), hasta dramas que se
vertebran por la aparición de diversos Doppelgänger como en Orphan Black (Fawcett y
Manson, 2013). Además, también tiene cabida la interconexión entre televisión, cine y
literatura, como vemos en la serie Penny Dreadful (Logan, 2014), donde observamos la
interacción de personajes sacados de novelas góticas. En la serie se vuelve a retomar la
lucha continua entre el Bien y el Mal, relacionando lo religioso con la existencia de
seres sobrenaturales cautivados por el mal y que habitan en el mundo terrenal. Además,
se indaga en la crisis de identidad y en los contenidos ocultos del inconsciente.
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2.3. Paradigma del Doble
La sombra del doble ha perseguido a la humanidad desde tiempos inmemoriales,
como ya hemos visto. Por este motivo ha proyectado diversas tipologías, que en el
fondo reflejan los mismos miedos. En esta clasificación dejaré fuera el modelo de
gemelo idéntico o malvado para centrarme en los casos de un individuo y una misma
identidad, que por otro lado, puede encarnar dos seres dentro del mismo plano ficcional.
La razón por la que omito esa tipología, es por no constituir un desdoblamiento, como sí
lo serán, aunque con distintos matices, los que diseccionaré a continuación. Para ello,
me apoyaré en el análisis de Bargallo y añadiré aportaciones propias. En primer lugar,
se encuentra una bifurcación del doble según el punto de vista: ajeno o personal. En
segundo lugar, tiene lugar una ramificación del segundo tipo, que origina tres nuevas
tipologías:
1) Doble ajeno: se refiere a aquel que el protagonista descubre como mero
espectador, es decir, la duplicidad persigue a alguien conocido y no a sí mismo.
Se puede apreciar una característica curiosa de esta tipología, ya que abundan los
dobles femeninos. Ellas generalmente representan el papel de la amada deseada,
simbolizando la búsqueda del amor ideal y la imposibilidad de obtener lo que
uno aspira, además de denunciar la caducidad de la belleza —"La madona de
Pablo Rubens" de Zorrilla o "Ligeia" de Poe—. Hay algún caso más particular en
el que la protagonista es mujer y ese doble femenino desvela la rivalidad y los
remordimientos por un asesinato cometido -"La mujer de verde" de Fernández
Cubas-.
2) Doble personal: es el tipo más explotado y el que comúnmente encontramos en
el arte y la literatura. El protagonista, en ocasiones el propio narrador, es quien
sufre un desdoblamiento de personalidad o la aparición de un ser idéntico a sí
mismo. Ambos modelos se relacionan con el término alemán Doppelgänger. La
característica primordial, aunque no fundamental, es la del parecido innegable,
dos seres con una misma identidad física, pero distintas personalidades —"La
muerte de mi doble" de Salaverría—. Esta categoría a su vez es susceptible de
ramificarse y origina diferentes modalidades de doble de acuerdo a su creación
(Bargalló, 1994: 17):
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Fig. 1 Fusión
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Fig. 2 Fisión
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segundo. La fisión, además, es una particularidad que subyace
ocasionalmente entre el escritor y la obra literaria, principalmente en
poesía. El sujeto lírico es una máscara del propio poeta, se produce una
disociación fruto de una creación artística consciente. Entre los
escritores que contribuyen a esta fisión están Fernando Pessoa, Juan
Ramón Jiménez o Alejandra Pizarnik:
Fig. 3 Metamorfosis
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proviene de los mitos que podemos encontrar en Las metamorfosis de
Ovidio como Licaón, quien fue convertido en lobo como castigo de
Zeus. A partir de ese momento se ha transmitido y desarrollado el tema
del Hombre Lobo o de forma más global la metamorfosis de un
individuo en animal o monstruo. También existen metamorfosis
femeninas como el súcubo —la versión masculina sería íncubo—,
demonio que se transforma en mujer. Este modelo en particular es de
carácter sexual. La característica primordial de estos seres es que no
tienen pleno control ni consciencia de la metamorfosis, siendo este otro
'yo' un foco que irradia maldad y terror. Otro modelo dentro de esta
categoría es la relación de Dorian Gray y su cuadro, en la conocida obra
de Wilde, siendo su retrato el que sufre la metamorfosis de todas las
transgresiones que comete él. Esta tipología de dobles metamórficos es
muy común en la literatura fantástica y juvenil, siendo la colección de
Harry Potter un buen ejemplo, ya que su escritora, J.K. Rowling, es una
declarada aficionada y estudiosa de la tradición clásica. Por ello en sus
novelas encontramos 'animagos' —bruja o mago que puede convertirse
en un animal de su elección—. A excepción de otros casos literarios,
aquí vemos cierto dominio y posibilidad de elección sobre la
metamorfosis. No ocurre del mismo modo en El Extraño caso de Dr.
Jekyll y Mr. Hyde. El género fantástico o de terror siempre ha tenido un
especial interés por todo lo relacionado con la identidad y su fragilidad.
El recurso del monstruo debe ser entendido como una metáfora muy
expresiva que simboliza los miedos, contradicciones y desafíos a los
que se enfrenta el ser humano en su vida diaria. Asimismo, puede ser
entendido como el desequilibrio que supone alejarse de los paradigmas
convencionales.
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3. Teoría psicoanalítica
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antepasados, pero no esas experiencias mismas" (Jung, 2009: 129). Estos aspectos ya
los hemos visto anteriormente en el estudio del doble, puesto que representa a un
arquetipo que Jung denomina "sombra". Este arquetipo simboliza una personalidad
oculta, una parte inferior de la personalidad que agrupa disposiciones psíquicas
personales y colectivas que no son realizadas por no corresponderse con el modo de
vida elegida de manera consciente, de modo que si existe una identificación del Yo con
ella, puede originarse el desdoblamiento. La "sombra" constituye «una personalidad
parcial relativamente autónoma en el inconsciente con tendencias antagónicas … Como
figura onírica la sombra tiene el mismo sexo que el que sueña. Como parte inconsciente
personal, la sombra pertenece al Yo; pero como arquetipo del "adversario" pertenece al
inconsciente colectivo» (Jung, 2008: 482).
Dentro de los tipos psicológicos, Jung establece a partir de una observación
empírica dos modelos: la introversión y la extraversión. La primera actitud ante el
mundo es de independencia del sujeto frente a la realidad y la segunda es de
sociabilidad con lo exterior.
El proceso de individuación consiste en llegar a ser un ente particular o como
dice Jung "llegar a ser sí-mismo". Este proceso debe generar un individuo psicológico
indivisible, es decir, una totalidad. Otros términos relacionados son 'mismación' y
'autorrealización' y suponen al igual que individuación una relación entre la consciencia
y lo inconsciente. Una de las hipótesis de Jung es la de si existe una personalidad
escondida, ya que en todo hombre y mujer existe una dualidad inconsciente; en ellos
habrá una personalidad femenina y en ellas una masculina. Este nuevo concepto está
vinculado a ánima —imagen femenina— y ánimo —imagen masculina—, que
representan un puente entre la consciencia individual y el inconsciente colectivo, ya que
ambos se identifican con un complejo personal o una imagen arquetípica. Además, al
ser una imagen inconsciente, "se suele proyectar en la figura amada, siendo una de las
principales razones de atracción pasional y su antagónico" (Jung, 2008: 471).
Por último, persona, "es un complicado sistema de relaciones entre la conciencia
individual y la sociedad" (Jung, 2009: 132). Representa la imagen pública que muestra
cada individuo de sí mismo y que actúa como máscara para satisfacer los papeles que
espera la sociedad de cada uno.
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4. José Saramago
El escritor lusitano, José Saramago (Azinhaga, 1922 - Tías, 2010), es considerado
por muchos críticos como uno de los mejores narradores de la literatura contemporánea.
Su vida estuvo vinculada profundamente a España, en gran medida por su matrimonio
en 1988 con la periodista española Pilar del Río, quien tradujo al castellano la mayoría
de sus obras.
Su labor literaria comenzó en 1947 con la obra Terra do pecado y hasta sus últimos
años no dejó su prolífica pluma. Su obra más polémica, O Evangelho Segundo Jesus
Christo, originó su traslado a Lanzarote, donde se estableció hasta su fallecimiento, tras
las duras críticas recibidas. Póstumamente, se publicaron Claraboia y Alabardas,
alabardas, Espingardas, espingardas. En reconocimiento a la labor realizada en el
mundo literario, en 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Su obra demuestra un hondo interés por los conflictos que afectan al hombre en
relación con el mundo que le rodea. La mayoría de ellas son de corte filosófico como
Ensayo sobre la ceguera o La caverna y reflejan preocupaciones en torno a temas como
la sociedad, la libertad, la muerte o la identidad. En El hombre duplicado veremos el
problema de la identidad con el conflicto que supone descubrir un ser semejante a sí
mismo. El protagonista de la novela dudará de su propio 'yo' y flotarán en el aire
cuestiones como: ¿Es posible la existencia de dos seres idénticos?, ¿Quién soy yo? o
¿Quién es quién?
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tanto, es el 'otro' y en concreto estamos ante una manifestación del Doppelgänger, al
coexistir dos individuos con una identidad en el mismo plano ficcional.
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las cosas. Tanto el original como el duplicado están encerrados en un mundo del que no
pueden salir y del que no tienen las coordenadas, así como del mismo modo, el laberinto
se relaciona con la búsqueda de uno mismo, aspecto crucial en la novela. En el
intercambio de identidades juegan a ser "un enredador de laberintos y perdido en
ellos" (Saramago, 2015: 348).
Debido a la duplicación de un hombre surge el arquetipo de "sombra" con el
rasgo de adversario. Para cada uno la existencia del otro representa una amenaza que
proviene del inconsciente colectivo. En un primer momento, Antonio supone la
materialización de la sombra de Tertuliano, que a diferencia de él triunfa en la vida.
Llegado el punto de reconocimiento entre ellos, se invierte la consideración inicial de
quién es el duplicado, siendo Tertuliano por haber nacido minutos después. El hecho de
perder el puesto de original conlleva la frustración y a la confusión que el protagonista
augura con antelación: "He estado con él, ahora no sé quién soy" (Saramago, 2015:
249). La situación que se deriva de la pérdida de identidad es la búsqueda de una nueva,
es decir, un proceso de individuación para volver a ser único. Asimismo, aparte del
desdoblamiento físico que representa el fenómeno de Doppelgänger, podemos observar
un desdoblamiento mental en ambos personajes: Tertuliano tiene al Sentido Común, que
interactúa como un personaje más; mientras que Antonio tiene su alias Daniel Santa-
Clara, quien viste diferentes máscaras de acuerdo a las obligaciones de su trabajo.
En cuanto a la presencia femenina, es importante señalar el arquetipo de mujer
asociado a la madre de Tertuliano. La figura de la madre personal tiene una
significación distinta para cada individuo y, a al mismo tiempo, se adhiere un arquetipo
proyectado sobre ella a partir de un fondo mitológico. En este caso, la madre actúa con
sus acertados presentimientos como arquetipo de madre-bruja, en la que recae "la
autoridad mágica de lo femenino, la sabiduría y la altura espiritual que sobrepasa el
entendimiento" (Paraíso, 2009: 166). Tertuliano llega a comparar a su madre con
Casandra, la hija del rey de Troya que advirtió en vano que la ciudad acabaría reducida
a cenizas si aceptaban el caballo de los griegos. Finalmente, las mujeres de ambos
personajes, representan un arquetipo femenino ligado al ánima. En ella reside una
imagen de la mujer que pertenece al imaginario colectivo del hombre. Para cada uno de
ellos, la mujer del otro simboliza la lujuria a la que no se pueden resistir.
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4.1.4. El espejo y el disfraz en el proceso de individuación
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detonante y víctima de la tragedia al considerar la barba como un desafío y, por ello, él
será una pieza clave en la transición de Tertuliano hacia la individuación. Interpreta el
comportamiento y existencia de su doble como una amenaza semejante al caballo de
Troya. La intromisión de éste en su vida conyugal hace brotar la semilla de la duda en
Helena: si la voz es igual, todo los demás podría serlo también y entonces no sabría
"quién es uno y quién es otro" (Saramago, 2015: 214). En vez de continuar su vida con
normalidad, la vía que toma el actor es la del desquite, justificando sus actos como la
defensa del agravio hecho a su mujer.
Antonio, ciego de odio, es guiado por el inconsciente colectivo, donde habitan
sus fantasías adúlteras, represiones dirigidas por el ánima. Su plan es "llevarse a la cama
a la amante de Tertuliano Máximo Afonso con malas artes, además de responder a la
bofetada con una bofetada más sonora" (Saramago, 2015: 302). Cree proceder
conscientemente en defensa de su mujer, cuando sus actos poco o nada tienen que ver
con ella, sino con su ego herido. Su seguridad ha sido hecha añicos y necesita
reconstruirla con un acto de infidelidad, cuyo objetivo es atormentar a Tertuliano. La
máscara social de Antonio es la de un "hombre fuerte" pero tras ella se esconde un "niño
enfadado". Por otro lado, su actitud denuncia su sentimiento de superioridad sobre su
doble, no sólo por haber sido el primero en nacer e identificarse con el original, sino por
su personalidad arrolladora, su matrimonio y trabajo. No obstante, sus fantasías de
grandiosidad implican ciertas ansiedades inconscientes. La existencia de Tertuliano es
para él una posible rivalidad en el campo amoroso ya que Helena, su mujer, es la que
más angustiada se muestra con la nueva situación. Esto conlleva que en Daniel afloren
los celos y una necesidad imperiosa de ser él quien cruce la línea y reemplace a
Tertuliano para mantener relaciones sexuales con María Paz, con el objetivo de
asesinarle simbólicamente, dándole donde más le va a doler. Al fin y al cabo, son los
otros los que constituyen la identidad de cada uno y si los demás, especialmente una
pareja, no puede diferenciarte de un doble, eso conlleva la destrucción del 'yo'. Antonio
se convierte en agresor para defenderse de sus miedos inconscientes, porque la virilidad
juega un papel primordial: si fuera su doble quien realizara este acto ilegítimo supondría
su castración y asesinato.
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Finalmente, Tertuliano decide igualmente sumergirse en el abismo y llevar a
cabo la misma acción que su doble, suplantar su identidad para acostarse con la mujer
de Antonio. La aceptación del desafío implica la fase final de individuación, que se
realiza de manera involuntaria al morir en el accidente de tráfico Antonio, junto a María
Paz. La nueva situación conlleva la perdida de su identidad inestable originaria y ser
'otro' afianzado como ser indivisible, al completarse el proceso de individuación. La
superación de su 'yo' y el reconocimiento de 'sí-mismo' promueve en el desenlace que
Antonio Claro —anteriormente Tertuliano Máximo Afonso— no participe en un nuevo
desdoblamiento que amenaza otro individuo, eliminando la raíz del problema desde el
principio. De cualquier modo, el final resultante no sugiere una solución, sino nuevos
problemas: asumir la identidad del muerto y enfrentarse a nuevas situaciones que
afectan a la identidad, como nuevos Doppelgänger.
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5. Cristina Fernández Cubas
En el mundo de lo fantástico y el doble también hay hueco para la inventiva
femenina, entre ellas en el panorama literario español del siglo XX destaca Cristina
Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945). La producción de esta escritora catalana está
orientada al relato breve, aunque también se desenvuelve con destreza en la novela y el
teatro como vemos en El año de Gracia (1985) y en Hermanas de sangre (1998),
respectivamente.
En la gran recopilación de sus escritos en Todos los cuentos (2009), tenemos
relatos tanto inquietantes —"Los altillos de Brumal"— como cómicos —"Helicón"—,
protagonizados en su mayoría por mujeres y que ahondan en su psicología, como
veremos en "Lúnula y Violeta". Además, junto a otros autores españoles
contemporáneos como José María Merino, Javier Marías o David Roas, su narrativa
será insistente en el tema del doble, como búsqueda de la identidad.
Violeta es una mujer solitaria y desilusionada consigo misma que aspira a ser
escritora. El ambiente, una inhóspita pensión, y su personalidad acomplejada no le
permiten progresar. Un día, conoce a Lúnula, una mujer que irradia alegría y seguridad,
con quien siente una conexión inmediata y decide irse a vivir con ella al campo. La
amistad que construyen al poco tiempo se ve fracturada debido a que Violeta le confía
su manuscrito a Lúnula, quien "sustituye con una agresiva tinta roja" (Fernández Cubas,
2009: 34) párrafos enteros. La convivencia se deteriora hasta acabar con la partida de
Lúnula y la muerte de Violeta. No se desvelará hasta el final con la "Nota del Editor"
que ambas mujeres son personalidades escindidas de la identidad de Victoria Luz.
La duplicidad que se manifiesta en este relato es de la tipología de fisión, que se
descubre en una segunda lectura. En ese momento, descubrimos el simbolismo que gira
alrededor del relato: Los continuos intentos de dominio de la escritura de Victoria Luz,
la protagonista real, provoca el agotamiento de su 'yo' consciente que frente al conflicto
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depresivo por no alcanzar lo que desea, hace surgir el fenómeno esquizoparanoide, con
la escisión de la personalidad en dos representaciones de sí misma, como defensa
primitiva. La realidad se distorsiona para poder combatir la angustia. El hecho de
desdoblarse en dos personas, supone una alteración de la imagen tradicional del doble,
que tiende a ser un único duplicado de un mismo individuo —a excepción de los clones
—. Sin embargo, es una vía más dentro de las posibilidades del tema que, además,
simboliza igualmente la amenaza. Los dobles, en este caso, no son un reflejo idéntico de
la protagonista, sino que encarnan una versión alternativa. Ambas representan las
sombras que habitan en el inconsciente y que forman parte de sí misma. Por tanto, son
los complejos que se encuentran al acecho, transmitiéndole la ansiedad por la falta de
inspiración y el intento continuo por alcanzar la perfección en la escritura.
La voz del relato pertenece a Violeta, quien intercala sus vivencias junto a
Lúnula con reflexiones de su cuaderno de notas. Los reflejos y la consideración que
tiene de sí misma son fundamentales para comprender el curso que toma el relato. Su
debate interno en torno a sus aspiraciones en la vida y sus continuos fracasos derivan
hacia en una negación de su 'yo' reflejado día tras día en el espejo de la pensión. Los
reflejos, como escribió Borges, en ocasiones son monstruosos y nos devuelven la
imagen de aquello que detestamos y, en Violeta, evidencian el desprecio que siente por
sí misma.
Su decisión de aislarse en el campo para buscar la inspiración coincide con el
abandono de sí misma al hacer añicos el objeto de su odio. Su conducta se explica de
este modo: olvida de manera inconsciente su reflejo al conocer a Lúnula, cuyo nombre
tiene una gran carga simbólica, ya que se vincula con un tipo de espejo —luna pequeña
—. A partir de este momento, la considerará su modelo a seguir, un reflejo viviente que
representa su ideal.
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irrealidad, entre el sueño y la vigilia: "Tras el malva de uno de los velos la tienda
adquirió de pronto una lividez irreal. ¿Soñaba?" (Fernández Cubas, 2009: 31). La
realidad que se narra se sitúa en un plano ficcional dentro de la mente de Victoria Luz.
Ella en su delirio distorsiona su mundo y transfiere el poder a su inconsciente que
origina dos personalidades antitéticas. Por un lado, tenemos a Violeta, una mujer frágil y
acomplejada; y por el otro, a Lúnula, una mujer de confianza arrolladora y el don de la
oratoria. Lo que destaca en el relato es la poca importancia que se le da al físico, ya que
el modelo ideal, Lúnula, tiene un físico deforme y unos "dientes descascarillados y
enfermizos" (Fernández Cubas, 32), mientras que a Violeta, para su sorpresa, se la
describe como hermosa. Esto es un claro indicativo de que la importancia está en su
psicología. Asimismo, cada una de ellas es la personificación del inconsciente: Violeta
es la más cercana al 'yo real', ya que representa el inconsciente personal, donde recaen
las experiencias negativas del 'yo consciente' y "se organizan como una constelación.
Los complejos, partes desgajadas de la psique, pasan a funcionar al margen de la
consciencia" (Paraíso, 1995: 39). En cambio, Lúnula es el inconsciente colectivo, donde
residen los arquetipos y sentimientos subliminales propios de la especie que pueden
ponerse en marcha en cualquier momento. Del mismo modo que cada personalidad
inconsciente se ha materializado, también lo han hecho sus espacios vitales. A pesar de
que al principio Violeta ocupa la habitación principal, —espaciosa y luminosa—
acabará en la pequeña y sombría para que Lúnula, enferma, pueda recuperarse. El
conflicto entre ellas y el deterioro de Lúnula surge cuando Violeta le confía su
manuscrito. Lúnula lo inunda de miles de anotaciones que destruyen párrafos enteros y
provocan la imposibilidad de Violeta para distinguir su propia identidad: "¿Dónde
termino yo y dónde empieza ella" (Fernández Cubas, 2009: 39).
Poco a poco, Violeta se va dejando gobernar; el inconsciente colectivo se
superpone al personal, ya que en Lúnula gobierna un arquetipo dominante conocido
como personalidad-mana. En esencia, es una figura colectiva masculina, aunque en las
mujeres se identifica con la gran sabiduría. En este caso particular, la sabiduría como el
conocimiento del arte de la palabra que encarna el 'yo ideal' y ansía alcanzar Victoria
Luz a través de Violeta. El mana, de este modo, toma posesión del 'yo consciente' y
conduce el inconsciente. La identificación con esa personalidad social y el abandono de
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la individual provoca que no se puedan entrelazar y poder llevar a cabo un proceso de
individuación para alcanzar la identidad deseada. Lúnula —el inconsciente colectivo—
obtiene el control voluntario de Violeta —inconsciente personal—- y origina la
autodestrucción por no poder compenetrarse. La separación entre ellas induce a la
muerte real de V.L, recordemos que Lúnula se marcha por unos días a la ciudad y
Violeta se consume hasta fallecer. En el plano real, V.L. se identifica con el abandono de
las musas y reconocimiento de la ineptitud para la escritura que se transfiere a Violeta:
"¿Cómo se me pudo ocurrir alguna vez que yo podía narrar historias? La palabra, mi
palabra al menos, es de una pobreza alarmante" (Fernández Cubas, 2009: 38).
Por último, dentro de la simbología, es importante destacar el papel del
jacarandá: este árbol de flores violetas, —originariamente de hoja perenne, aunque en
un lugar frío y hostil, como el bloqueo poético, puede mutar a caduca— representa el
numen. Por ello, cuando ha logrado florecer, la inspiración aparece y Lúnula se
encuentra exuberante. Sin embargo, desaparece tan rápido como viene y toma su lugar
la obsesión correctora por encontrar las palabras adecuadas, consumiendo a Violeta.
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6. Conclusiones
La investigación del doble dentro de la literatura y otros campos ha servido para
adentrarnos en sus orígenes y observar su evolución a lo largo de los años, para
demostrar las características esenciales engarzadas a él: lucha de entidades opuestas que
se inician con la polaridad arquetípica entre el Bien y el Mal y la presencia continua de
lo ominoso, exceptuando cuando se emplea en su vertiente cómica. Aun así, la amenaza
late tanto en la confusión de gemelos como en la escisión del 'yo'. Además, su vínculo
con lo fantástico se debe al especial interés que tiene este género por la identidad y su
fragilidad. Se recurre a la metáfora para simbolizar los miedos, contradicciones y
desafíos a los que hay que hacer frente en la vida diaria. El desequilibrio que supone el
alejamiento de los paradigmas convencionales, se ve reforzado por la irrupción de
fenómenos inexplicables en la realidad.
En los últimos siglos, el tema del doble se ha orientado hacia el enigma que
representa el ser humano y su identidad inestable, recurriendo a la aparición de 'otro yo'
como desdoblamiento —fusión, fisión y metamorfosis—. En la mayoría de los casos el
conflicto llegará a su fin con la muerte de uno de ellos, como hemos visto en El hombre
duplicado o en "Lúnula y Violeta". Sin embargo, es un desenlace aparente, porque
conlleva la concepción estoica del "Eterno Retorno". El fenómeno, lleva ligada la
repetición infinita del conflicto, porque nunca se tendrá la certeza de haberse librado de
la amenaza, existiendo la posibilidad de nuevos enfrentamientos. Esta idea es
perceptible en Saramago y Fernández Cubas, a pesar de tener una tipología distinta de
doble: en él encontramos el Doppelgänger y en ella la escisión de la personalidad.
Tertuliano, además de vivir bajo una nueva identidad, tendrá que afrontar las futuras
perturbaciones de su individualidad; y Victoria Luz, de no haber acabado consigo
misma, hubiese tenido que afrontar sus continuos complejos y desvirtuaciones. De
cualquier manera, en ambas narraciones se explora, desde diferentes perspectivas, la
pérdida de identidad, utilizando las metáforas y los símbolos. Sin embargo, la gran
diferencia entre ellas, es que en El hombre duplicado solo puede quedar uno para
librarse de la amenaza, mientras que en "Lúnula y Violeta" es necesario el 'otro' para
que el 'yo' pueda seguir existiendo, debido a que es una parte desgajada de sí misma.
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Por otro lado, me gustaría destacar la importancia y valor de la crítica literaria,
en concreto la rama del psicoanálisis, para observar desde otro prisma los contenidos de
la literatura en relación con el mundo que nos rodea. Gracias a ella y las teorías de Jung,
he podido intentar interpretar el funcionamiento de la mente en torno a una de las
grandes preocupaciones de la cultura occidental que se ha mantenido vigente desde el
siglo XIX hasta nuestros días: la disolución del 'yo'. Últimamente, ha resurgido con
fuerza en la literatura y en el cine, por simbolizar el conflicto interno que conlleva
salvaguardar la propia identidad dentro de la globalización y masificación de la
sociedad actual. Asimismo, la incursión en el doble me ha hecho descubrir que el
hombre es como Proteo, es decir, mutable. Las diferentes situaciones a las que se tiene
que enfrentar en la vida obliga a recurrir a la máscara para poder ser aceptado dentro de
los parámetros establecidos por la sociedad, ya sea por la presión de alcanzar un modelo
idealizado de nuestro 'yo' o encajar en la colectividad.
El doble, en definitiva, demuestra que nuestro peor enemigo siempre seremos
nosotros mismos desde el momento en que tengamos conciencia de nuestro ser: "el peor
enemigo que pueda salirte al paso serás siempre tú mismo; tú mismo te acechas en las
cavernas y bosques. ¡Solitario, sigues el camino que ha de conducirte a ti mismo! ¡Y por
este camino pasas junto a ti mismo y tus siete demonios!" (Nietzsche, 2012 :63).
34
7. Bibliografía
Estudios
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Figuras
- Fig. 1. Fusión: modificación a partir de la figura 3.
- Fig. 2. Fisión: modificación a partir de la figura 3
- Fig. 3. Metamorfosis: Zerinity. (2008). Dr. Jekyll and Mr. Hyde. [Ilustración]
Recuperado de: <http://zerinity.deviantart.com/art/Dr-Jekyll-and-Mr-
Hyde-74678449>
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8. Anexos
Llegué hasta aquí casi por casualidad. Si aquella tarde no me hubiera sentido
especialmente sola en el húmedo cuarto de la pensión, si la luz de una bombilla cubierta
de cadáveres de insectos no me hubiera incitado a salir y buscar el contacto directo del
sol, si no me hubiera refugiado, en fin, en aquel bar de mesas plastificadas y olor a
detergente, jamás habría conocido a Lúnula. Fueron quizá mis ansias desmesuradas de
conversar con un ser humano de algo más que del precio del café, o tal vez la necesidad,
apenas disimulada, de repetir en alta voz los monólogos tantas veces ensayados frente al
espejo, lo que me hizo responder con excesiva vivacidad a la pregunta ritual de una
mujer desconocida. «Sí, la silla está libre», dije, y, asustada ante la posibilidad de no
haber sido comprendida, lo repetí un par de veces. «No espero a nadie», insistí. «Está
libre. Siéntese.» Turbada ante mi propia torpeza, me concentré en la taza de café ya fría,
la tercera, la cuarta taza de café consumida sin ganas, alargada eternamente por miedo a
dejar aquel local, a encontrarme de nuevo en la soledad ruidosa de la calle, a pasear
fingiendo un rumbo en atención a esos rostros indiferentes que, en mi desmaña, me
hacían sentirme observada. O abandonar angustiada mi único contacto con el mundo y
recluirme una vez más en aquella habitación angosta. Un escalón, dos, tres, cuatro.
Cinco pisos casi tan ruidosos como las calles de las que pretendía huir. Escaleras
desgastadas por el paso diario de cientos de personas que, al igual que yo misma,
estaban demasiado asustadas para balbucear un saludo o esbozar una sonrisa. Pero aquel
día iba a revelarse distinto. Subí los escalones de dos en dos, con la felicidad de la
pesadilla que termina, sonriendo, cantando por primera vez desde mi llegada a aquella
ciudad inhóspita y difícil. Subía brincando como una colegiala estúpida, reteniendo en
mi nariz aquellos olores que se me habían hecho cotidianos. Sofrito de cebolla, meados
de gato, sábanas chamuscadas, serrín. Mis oídos iban saludando con alegría el trepidar
de un tenedor contra la clara de huevo, los lloros de los niños, las peleas de los vecinos.
Me sentía feliz y, al llegar a mi rellano, pulsé el timbre de la pensión sin importarme la
advertencia hasta ahora religiosamente respetada: «Llame sólo una vez. No somos
sordos». Al recoger mis cosas, mi última mirada fue para la luna desgastada de aquel
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espejo empeñado en devolverme día tras día mi aborrecida imagen. Sentí un fuerte
impulso y lo seguí. Desde el suelo cientos de cristales de las más caprichosas formas se
retorcieron durante un largo rato bajo el impacto de mi golpe.
Lo recuerdo todo con precisión. Yo volcada sobre el resto de mi cuarto café, sin
nada ya que degustar, turbándome más y más con mi propia incomodidad. Y ella
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sonriendo junto a mí como un ama comprensiva, ordenando con soltura una infusión de
verbena, haciéndose oír con su voz amable pero enérgica en aquel local donde, tantas
veces como tazas pasaban por mi mesa, tenía que hacer un brutal esfuerzo para
imponerme. Pero yo seguía angustiada, sin atreverme a levantar la vista, con el
pensamiento, insoportable para mi orgullo, de haber dejado traslucir mis ansias de
comunicación, mi soledad, parte de mí misma.
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pagar el importe. Luego, a la salida, nos contemplamos por última vez ante la luna del
escaparate. «Vente a vivir conmigo», dijo. «Unos días en el campo te sentarán bien.»
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Pero desde hace unos días Lúnula no se ha levantado de la cama. Tiene un poco
de fiebre y me ha pedido que retrase mí vuelta a la ciudad. No he sabido negarme ni me
he sentido disgustada ante la posibilidad de postergar un poco mi enfrentamiento con el
mundo. Sin embargo, hay algo en nuestra convivencia que ha cambiado desde que estoy
aquí y que, a ratos, me hace sentirme incómoda. Hoy, por ejemplo, cuando ayudaba a mi
amiga a trasladarse al dormitorio espacioso, mucho más adecuado para su estado actual,
he visto olvidadas sobre un diván las hojas dispersas de mi manuscrito. Indignada ante
esta falta de cuidado, he dejado caer la muda de sábanas al suelo y le he dirigido unas
frases de reproche. Lúnula, entonces, ha intentado ayudarme a recomponer el orden, me
ha hablado de su fiebre y se ha deshecho en excusas. Sus ojos, más desorbitados que de
costumbre, parecían contritos y asustados. «Perdona», decía con un hilo de voz.
«Debieron de caerse anoche mientras releía las primeras páginas.» Me he excusado a mi
vez y, en señal de desagravio, he restado importancia al asunto. Pero luego, cuando
sobre la mesa de nogal pretendía releer el manuscrito, mi disgusto ha ido en aumento.
Lo que en algunas hojas no son más que simples indicaciones escritas a lápiz,
correcciones personales que Lúnula, con mi aquiescencia, se tornó el trabajo de incluir,
en otras se convierten en verdaderos textos superpuestos, con su propia identidad, sus
propias llamadas y subanotaciones. A medida que avanzo en la lectura veo que el lápiz,
tímido y respetuoso, ha sido sustituido por una agresiva tinta roja. En algunos puntos
apenas puedo reconocer lo que yo había escrito. En otros tal operación es sencillamente
imposible: mis párrafos han sido tachados y destruidos.
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sexo. Recuerdo también las indiscretas miradas del camarero y las risitas socarronas de
una pareja de estudiantes acomodados en la mesa vecina. La exuberancia de Lúnula era
difícil de aceptar cuando no se la conocía en profundidad, cuando no se le escuchaba,
como yo, relatar historias fantásticas con tanta destreza o dotar de interés a cualquier
tema que, de otros labios, nunca hubiese aceptado oír. En cierta forma, mi amiga
pertenecía a la estirpe casi extinguida de narradores. El arte de la palabra, el dominio del
tono, el conocimiento de la pausa y el silencio, eran terrenos en los que se movía con
absoluta seguridad. Sentadas en el zaguán, a menudo me había parecido, en estos días,
una entrañable ama de lámina sudista, una fabuladora capaz de diluir su figura en la
atmósfera para resurgir, en cualquier momento, con los atributos de una Penélope
sollozante, de una Pentesilea guerrera, de una gloriosa madre yaqui. Sabía palabras —o
las inventaba quizás— en swahili, quechua y aimara. Ilustraba sus relatos con todo tipo
de precisiones geográficas y su conocimiento de la naturaleza era apreciable. Pero, en
un mundo de tensiones y barbarie, ¿de qué podían servir todas sus artes? Lúnula, la
mejor contadora de historias que haya podido imaginar, se recluía en aquella casa
alejada de todo, donde poder dar rienda suelta a su creatividad. Lo demás, los supuestos
placeres del mundo, no parecían importarle lo más mínimo.» Esta es la segunda página
de mi cuaderno. ¿Por qué hablaré de Lúnula en pasado?, me pregunto ahora.
Me levanto a las cinco y saco agua del pozo. Un cubo para cocinar, otro para
nuestro aseo, dos o tres para la limpieza de la casa y un barreño para refrescar la huerta.
En esta operación invierto por lo menos dos horas, pero así y todo —a pesar de que me
desenvuelvo mejor que en los primeros días— sé que no resulta suficiente. Las
hortalizas han cambiado de aspecto desde que Lúnula no puede ocuparse de ellas y,
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quizá porque el calor aumenta de hora en hora, las reservas del pequeño aljibe han
menguado considerablemente. También las provisiones que hace unos días parecían
eternas están a punto de agotarse. Extrañamente, el camión del pueblo que solía pasar
por aquí de cuando en cuando parece haberse olvidado de nuestra existencia. «Ocurre a
veces», me dijo Lúnula ayer noche mientras cenaba en la mesa de su dormitorio.
«Luego, de repente, se acuerdan otra vez y vuelven a pasar.» Pero, mientras, nos
hallamos aisladas y algo hay que comer. Por eso esta mañana no he tenido más remedio
que matar un gallo. Ha sido un trabajo duro, desagradable en extremo para una persona
como yo, totalmente ajena a las tareas de una granja. Lúnula, envuelta en un batín de
seda china, se ha encargado de dirigir la operación desde la ventana de su cuarto.
«Retuércele el cuello», decía. «Con decisión. No le demuestres que tienes miedo. Es un
momento nada más. Atóntalo. Maréalo. No le des respiro.» He intentado inútilmente
seguir sus consejos. El gallo estaba asustado, picoteando mis brazos, dejando entre mis
dedos manojos de plumas. He sentido náuseas y, por un momento, he abandonado
corriendo el corral. Pero Lúnula seguía gritando. «No lo dejes ahora. ¿No ves que está
agonizando? Casi lo habías estrangulado, Violeta. Remátalo con el hacha. Así. Otra vez.
No, ahí no. Procura darle en el cuello. No te preocupe la sangre. Estos gallos son muy
aparatosos. Aún no está muerto. ¿No ves cómo su cabeza se convulsiona, cómo se abren
y cierran sus ojitos? Eso es. Hasta que no se mueva una sola pluma. Hasta que no
sientas el más leve latido. Ahora sí. Murió. Cerciórate. Un gran trabajo, Violeta.» Y yo
me he quedado un buen rato aún junto al charco de entrañas y sangre, de plumas teñidas
de rojo, como mis manos, mi delantal, mis cabellos. Llorando también lágrimas rojas,
sudando rojo, soñando más tarde sólo en rojo una vez acostada en mi dormitorio: un
cuarto angosto sin ventilación alguna al que sólo llegan los suspiros de Lúnula
debatiéndose con la fiebre.
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hermosa». Me he quedado sorprendida. Hermosa es una palabra que no había oído hasta
ahora en labios de Lúnula. Ni hermosa, ni bella, ni agraciada, ni bonita. En sus historias,
ahora me daba cuenta, sugería a menudo estas cualidades sin nombrarlas jamás
directamente. En cuanto a los objetos, era distinto. En este punto —y recuerdo los
objetos del desván— Lúnula solía prodigar epítetos con verdadera generosidad. Las
naturalezas muertas eran «soberbias», la cómoda de cedro «deliciosa», las muñecas de
porcelana «de una gran belleza»... Es posible que ahora tenga fiebre yo y que mi pobre
mente, incapaz de ordenar la avalancha de imágenes que se amontonan en mi cerebro,
intente escabullirse como pueda deteniéndose en cualquier palabra pronunciada al azar,
concentrándose en el zumbido intermitente de una avispa, sintiendo paso a paso el lento
deslizarse de una gruesa gota de sudor por mi mejilla. Pienso noche y día, sombra y luz,
leño y fuego, y noto cómo mis pensamientos se hacen cada vez más densos y pesados. A
mi lado un viejo maletín de cuero verde, con algunos objetos acomodados ya en el
fondo, se empeña en recordarme una antigua decisión. Pero no tengo fuerzas. «Estos
días», digo en alta voz por la simple necesidad de comprobar que aún no he perdido el
habla, «estos días de calor y trabajo me han agotado profundamente.»
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con sus brazos. «Tienes que cuidarte, Violeta. Te estás abandonando.» Y sigue con su
actividad frenética. Cuidarte, pienso, abandonarte. También es la primera vez que en
esta casa se habla de cuidados y abandonos.
El jacarandá florece una vez al año y por muy escasos días, incluso, a veces, por
tan sólo unas horas. Es un árbol de la familia de las bignoniáceas, oriundas de América
tropical. No necesita atenciones especiales, pero sí un clima determinado y una dosis
constante de humedad. Es poco probable, pues, que las semillas que ha plantado Lúnula
germinen en nuestro huerto, tan necesitado de agua; es más, si hemos de hacer caso al
prospecto que acompaña el envoltorio, tal empresa parece condenada de antemano. Pero
Lúnula es capaz de desafiar a cielos y a infiernos. Si nada se logra, nada teníamos y
nada se ha perdido; si, por el contrario, nuestros cuidados consiguen algún resultado,
¿existe algo más hermoso y mágico que asistir al florecimiento caprichoso de un
jacarandá? Posiblemente no. Y Lúnula me relata una vez más historias de amor que
nunca sucedieron, juramentos de fidelidad eterna bajo el auspicio de la pálida flor
desagradecida e inconstante, fábulas de veneno, pasión y desencanto. Si uno tiene la
suerte, la oportunidad o el placer de ser distinguido por su compañía, deberá cerrar los
ojos y formular un deseo. Pero mucho cuidado: el deseo debe ser grande, importante y,
sobre todo, inédito. Es decir, jamás debe haber sido formulado con anterioridad porque
entonces la flor reina, tiránica y veleidosa, se encargará, por secretas artes y maleficios,
de desbaratar cualquier solución feliz que el propio destino ofrezca al suplicante. Ay de
aquellos amantes enardecidos que, cegados por su pasión, recorren las llanuras del
Yucatán o las espesuras tropicales del Ecuador en busca de la flor antojadiza con un
ruego latente en sus corazones. Abrasados por su propio ardor no se dan cuenta de que
sus viajes y penalidades son absolutamente inútiles y de que su desgracia está ya fallada
de antemano. «Flor injusta y fascinante», dice Lúnula y echa sobre la tierra agrietada el
último pozal de agua.
He roto definitivamente mi bloc de notas; ¿para qué me puede servir ya? Sin
embargo, he conservado por unos instantes algunas páginas. Basura, pura basura.
¿Cómo se me pudo ocurrir alguna vez que yo podía narrar historias? La palabra, mi
palabra al menos, es de una pobreza alarmante. Mi palabra no basta, como no bastan
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tampoco las escasas frases felices que he logrado acuñar a lo largo de este cuadernillo.
Ella en cambio parece disfrutar en demostrarme cuán fácil es el dominio de la palabra.
No deja de hablarme, de cantar, de provocar imágenes que yo nunca hubiese soñado
siquiera sugerir. Lúnula despilfarra. Palabras, energía, imaginación, actividad.
«Lúnula», había escrito en una de esas hojas que ahora devora el fuego, «es
excesiva.» ¿Qué he pretendido expresar con excesiva me pregunto. ¡Y con qué
tranquilidad intento definir la arrolladora personalidad de mi amiga en una sola palabra!
Pienso excesiva, exceso, excedente, arrollo, ronroneo, arrullo y me pongo a reír a
carcajadas. ¿Dónde están los ojos de Lúnula, sus manos rasgando el aire, el cuerpo
fundiéndose con el calor del verano? ¿Cómo puedo atreverme a intentar siquiera
transcribir cualquiera de sus habituales historias o fábulas si no sé suplir aquel brillo
especial de su mirada, aquellas pausas con que mi amiga sabe cortar el aire, aquellas
inflexiones que me pueden producir el calor más ardiente o el frío más aterrador?
¿Cómo podría hacerlo? Mi bloc de notas arde en el fuego de la chimenea y no siento
apenas ningún atisbo de tristeza. Ahora le toca el turno a mi manuscrito. Quiero ojearlo,
pero siento una angustia infinita en el estómago. El trabajo de tanto tiempo, pienso.
Basura, basura, basura, me dice una segunda voz. Miro por la ventana, Lúnula sigue
ocupada en el huerto. Acaba de amontonar las hojas secas y se dispone a prenderles
fuego. Intento darme prisa; no soportaría ahora una mirada más de conmiseración. Abro
el manuscrito al azar y leo, también al azar, un par de párrafos. Siento los retortijones de
siempre ante los errores de siempre. Me aburre mi redacción, me molestan ciertos
recursos supuestamente literarios que me empeño en repetir. ¿A quién intentaba
engañar?, me digo. No importa a quién pero a ella no. A Lúnula nunca la podré engañar.
Me detengo en sus notas: estoy muy cansada y apenas puedo descifrar su caligrafía.
Pero no importa. Ella seguramente quiso ayudarme, ¿para qué seguir, pues? Oigo ya sus
pasos, pero intento releer algún párrafo más. No encuentro los míos. Están casi todos
tachados, enmendados... ¿Dónde termino yo y dónde empieza ella? Lúnula entra ahora y
yo me apresuro a derramar una lluvia de folios sobre las brasas. Ella parece no darse
cuenta. Se ha acercado al fuego y me ha dicho: «Hoy precisamente empieza el invierno,
¿lo sabías?».
48
Lúnula, esta tarde, se ha marchado a la ciudad. «Se trata de muy pocos días», ha
dicho. «Arreglar unos asuntillos y volver.» Vestía un traje de satén negro y llevaba el
pelo recogido tras las orejas. Estaba hermosa. Antes, mientras le cepillaba y trenzaba el
cabello, se lo he dicho. Cada día que pasa sus ojos son más luminosos y azules, su
belleza más serena. Pero Lúnula conoce demasiado los cumplidos y no me ha prestado
atención. Le he pintado las uñas con cuidado y le he preparado el maletín de cuero
verde con todo lo que puede necesitar para estos días. También he querido acompañarla
un trecho hasta la estación pero mi amiga se ha negado: «Tienes mucho que hacer», ha
dicho. Y, en realidad, no le falta razón. En los últimos días, he descuidado totalmente la
casa. Voy a tener que limpiar a fondo, dar una capa de barniz a la escalerilla de madera
y ordenar todos los vestidos de Lúnula, plancharlos o remendar allí donde los años han
desgarrado las sedas. Porque, si me doy prisa en terminar con el trabajo pendiente, quizá
me quede tiempo aún para arreglar la habitación de los trastos, seleccionar los objetos
hermosos, colocarlos en la otra sala y darle una sorpresa a Lúnula cuando regrese.
Además he decidido no utilizar el dormitorio durante estos días. Me acurrucaré aquí,
junto a la puerta, como un perro guardián, contando los minutos que transcurran,
esforzándome en oír las llantas del camión antes de que pase, vigilando constantemente
por si algún zorro intenta devorar nuestras gallinas, colocando recipientes profundos a la
primera gota de lluvia, privándome del agua para que nada le falte a nuestro jacarandá
(oh, árbol maravilloso, ¿florecerás?, y dime, tú que sabes de la vida y de la muerte,
¿volverá pronto Lúnula?), curtiendo las pieles de los numerosos conejos que he debido
sacrificar en los últimos tiempos. Así, cuando Lúnula regrese, todo estará en perfecto
orden.
49
forense, se había producido por inanición. Tras un registro minucioso de las
dependencias de la casa — cuya descripción, perfectamente ajustada a la realidad, se
ofrece en páginas anteriores (párrafo segundo) —, se hallaron numerosas prendas,
sábanas, manteles y demás accesorios de uso frecuente en cualquier hogar, adornados
con las mismas iniciales que la finada ostentara en el día de su muerte. No se
encontraron cartas, tarjetas ni ningún documento de identidad, pero preguntados los
vecinos del pueblo más cercano (unos quince kilómetros) acerca de la(s) posible(s)
moradora(s) de la granja, pudiéronse reunir los siguientes datos, que, como letra muerta,
pasaron a formar parte del ritual atestado. El carnicero del pueblo, hombre de ciertos
recursos y poseedor de una tienda- furgoneta con la que solía desplazarse bajo pedido
por los alrededores, reconoció haber prestado algunos servicios a la granja y haber
atendido, en más de una ocasión, a una tal señorita Victoria. Otros, el cartero y el
empleado de telégrafos, por ejemplo, recordaban haber acudido alguna vez al lugar que
nos ocupa para despachar correo o telegramas a una tal señora Luz. Todos ellos
coincidían en que era de mediana estatura y discretamente agraciada, aunque disentían a
la hora de ponderar su generosidad y filantropía. Hubo alguien, en fin, para quien el
nombre completo de Victoria Luz no resultó del todo desconocido. Huelga decir, por
otra parte, que los nombres de Violeta y Lúnula no despertaron en los encuestados
ningún tipo de recuerdo.
50
8.2. Anexo II. Referencias sobre el doble en el cine y la televisión
Películas
Searchlight.
Searchlight Pictures.
Rodar.
Filmindustri.
- Carax, Leos. (Director). (2012). Holy Motors [Película]. Francia: CNC / Les Films
- Coixet, Isabel. (Directora). (2013). Mi otro yo [Película]. Reino Unido: Rainy Day
- Cronenberg, David. (Director). (1988). Dead Ringers [Película]. Canadá: The Rank
Organisation.
51
- Fassbinder, Rainer Werner. (Director). (1978). Despair [Película]. Alemania del
- Fincher, David. (Director). (1999). El club de la lucha [Película]. EE.UU: Fox 2000
Pictures.
- Harron, Mary. (Directora). (2000). American Psycho [Película]. EE.UU.: Lions Gate.
Pictures.
- Kar-Wai, Wong. (Director). (1994). Chungking Express [Película]. Hong Kong: Jet
Tone Productions.
- Kubrick, Stanley. (Director). (1980). The Shining [Película]. EE.UU.: Warner Bros.
- Kubrick, Stanley. (Director). (1999). Eyes Wide Shut [Película]. Reino Unido: Warner
Bros Pictures.
- Lewin, Albert. (Director). (1945). The Picture of Dorian Gray [Película]. EE.UU.:
MGM.
- Losey, Joseph. (Director). (1963). The Servant [Película]. Reino Unido: Springbok
Films.
52
- Lynch, David. (Director). (2001). Mulholland drive [Película]. EE.UU: Les Films
- Mamoulian, Rouben. (Director). (1931). Dr. Jekyll and Mr. Hyde [Película]. EE.UU:
MGM.
- Mullingan, Robert. (Director). (1972). The Other [Película]. EE.UU: 20th Century
Fox.
Prana-Film GmbH.
- Parker, Oliver. (Director). (2009). Dorian Gray [Película]. Reino Unido: Ealing
- Parrish, Robert. (Director). (1969). Doppelgänger (Jorney to the Far Side of the
Pictures.
- Romanek, Mark. (Director). (2010). Never Let Me Go [Película]. Reino Unido: Fox
Pictures.
53
- Schwabenitzky, Reinhard. (Director). (1984). Didi - Der Doppelgänger [Película].
- Scott, Ridley. (Director). (1982). Blade Runner [Película]. EE.UU: Warner Bros.
Pictures.
Entertainment International.
- Weneger, Paul. (Director). (1913). Der Student von Prag [Película]. Paul Weneger.
- Wiene, Robert. (Director). (1920). Das Kabinett des Dr. Caligari [Película].
- Wilder, Billy. (Director). (1959). Some Like It Hot [Película]. EE.UU.: United
Series
- Bays, Carter y Thomas, Craig. (Directores). (2005). How I met your mother [Serie de
televisión]. EE.UU.: CBS.
- Brooker, Charlie. (Director). (2011). Black Mirror [Serie de televisión]. Reino Unido:
Zeppotron.
54
- Crane, David y Kauffman, Marta. (Directores). (1994). Friends [Serie de televisión].
EE.UU.: NBC / Warner Bros.
- Davis, Jeff. (Director). (2005). Criminal Minds [Serie de televisión]. EE.UU.: CBS.
- Groening, Matt. (Director). (1989). The Simpsons [Serie de televisión]. EE.UU.: 20th
Century Fox.
- Lynch, David y Frost, Mark. (Directores). (1990). Twin Peaks [Serie de televisión].
EE.UU.: Lynch/Frost Productions / Propaganda Films.
- Whedon, Joss. (Director). (1997). Buffy the Vampire Slayer [Serie de televisión].
EE.UU.: WB.
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