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Historia Política
Historia Política
Introducción:
La génesis de este ensayo se da gracias a dos temas que han estado en boga en México
desde hace al menos un lustro: el comunismo y el feminismo. Actualmente ambos tópicos
vive un punto álgido. El comunismo despierta el interés por el recurrente uso del término de
forma peyorativa a causa de la situación venezolana actual y su utilidad para hacer
referencia a Andrés Manuel López Obrador1. Por su parte, el feminismo ha captado
nuevamente la atención del debate público debido a la ola de violencia y feminicidios que
motivan la exigencia de pensar nuevamente el papel de las mujeres en la sociedad y en la
historia.
Lograr una relación entre ambos temas puede ser una tarea bastante compleja por dos
motivos. En primer lugar, la vasta historiografía dedicada al estudio del comunismo suele
estar marcada por el imperante discurso histórico que resalta la importancia de los datos y
figuras centrales, en su mayoría hombres, así como de la necedad de repetir una historia
monográfica que en ocasiones carece de crítica. El segundo motivo que complica poder
establecer una relación entre el comunismo y feminismo es que a las ideas emitidas por
mujeres no se les ha atribuido importancia teórica, sino hasta la formación de un
movimiento feminista organizado que las reivindicó; es por eso que las pocas mujeres
dentro de los partidos comunistas se asumían primero como tal y nunca como feministas.
1
Andrés Manuel López Obrador es el presidente electo mediante el proceso electoral del 2018 a quienes un
sector de la población mexicana tachaban de comunista para desprestigiar su campaña.
El propósito de este ensayo es mostrar la incorporación de la mujer dentro del Partido
Comunista Mexicano de 1919 hasta 1935. Se mostrarán las maneras en que las mujeres se
abrieron paso, las problemáticas a las que se enfrentaron y los resultados que obtuvieron a
lo largo de este proceso. De igual forma se buscará lograr una identificación de los
primeros grupos feministas establecidos en México, que se desarrollaron dentro del PCM, y
que sentaron las bases para el feminismo de la segunda ola que se desencadenaría en la
década de los setenta. Para lograr el objetivo se considera pertinente mostrar los orígenes
del Partido Comunista Mexicano y después evidenciar los esbozos desarticulados de las
feministas mexicanas.
2
Hago referencia a la Revolución Mexicana. Ambas revoluciones fueron prácticamente paralelas en cuanto a
fechas y compartían tintes sociales ya que se lograron en gran medida por la participación popular. Véase
Ana Ribera Carbó, “Campesinos y obreros en la Revolución mexicana. Entre la tradición y los afanes
modernizadores”, en La Revolución mexicana, 1908-1932 (México: Fondo de Cultura Económica, 2010) pp.
15-65
en 19183. La mayoría de estas organizaciones estaban influenciadas por ideales anarquistas,
socialistas y comunistas pero carecían de unidad para presentarse como un frente común.
Fue hasta agosto de 1919 cuando se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional Socialista
en la Ciudad de México. Al encuentro, convocado por iniciativa del Partido Socialista
Mexicano4, asistieron cerca de 70 representantes de sindicatos, organizaciones socialistas,
anarquistas y revolucionarios. El resultado que arrojó el congreso fue el cambio en el nombre
del partido que, gracias a la influencia de Borodinen el congreso, pasó de Partido Socialista
Mexicano a Partido Comunista Mexicano, en noviembre del mismo año. Esto desencadenó la
formación de órganos afiliados al PCM a lo largo del país como el Partido Obrero de
Acapulco (1919), el Partido Socialista Obrero de Yucatán (1919) y el Partido Socialista del
Sureste (1921).
Durante los primeros años el PCM no contaba con una estructura sólida y la unidad del
Comité Central se veía opacada por los constantes roces entre los dirigentes del Partido. Sus
acciones se vieron limitadas a pequeñas localidades rurales donde impulsaron la socialización
de tierras para su cultivo pero carecían de influencia en entidades importantes como Veracruz,
Guadalajara y la Ciudad de México. Para 1920, el número de militantes del Partido no pasaba
de cien lo cual significaba un riesgo para la organización y la aspiración de los soviets de
propagar la revolución en México5. La crisis del PCM se agudizó tras la rebelión de Adolfo
de la Huerta6 en diciembre de 1923 ya que los miembros del Partido decidieron apoyar al
gobierno para sofocar el levantamiento delahuertista sin contar con que el propio gobierno
obregonista los acusaría de haber participado del lado de la rebelión. Sin embargo, el
comunismo en México sobrevivió a las dos primeras décadas posrevolucionarias y a la
persecución de la que fue víctima desde su nacimiento hasta la década de los ochenta. De
menos de cien miembros durante su fundación pasó a cinco mil en enero de 1936; su
ideología logró penetrar en algunas industrias y en el ámbito cultural e intelectual mexicano.
3
Barry Carr, La izquierda Mexicana a través del siglo XX (México: Era, 1996)
4
Fundado en 1911 por el alemán Paul Zierold.
5
Op. cit. Barry Carr.
6
Levantamiento armado de Adolfo de la Huerta contra el presidente Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles,
entonces candidato a la presidencia, en diciembre de 1923. Tras la derrota, en 1924, Adolfo de la Huerta fue
exiliado a los Estado Unidos.
Desde su creación en 1919 el Partido Comunista Mexicano comenzó a discutir la
inclusión de las mujeres en las actividades políticas. Este debate vendría desde la Unión
Soviética ya que el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que tenía fuerte
influencia sobre la Tercera Internacional, veía al socialismo y al feminismo como un par de
movimientos nacidos de la modernidad y reaccionarios del liberalismo. El socialismo era
visto como un movimiento político-social que pugnaba contra el capitalismo, la explotación
burguesa y la necesidad de construir un nuevo orden económico-social; por su parte, el
feminismo era visto como un movimiento que luchaba por la opresión contra la mujer y por el
reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres en todo aspecto. Hacia inicios del
siglo XX ser socialista significaba luchar contra las estructuras tradicionales de poder y las
mujeres que se asumían como feministas era consideradas como una mujer moderna. Sin
embargo, dentro de la Tercera Internacional había muy pocas mujeres que se decían
feministas antes que comunistas porque la mayoría consideraba al feminismo como ideología
burguesa ya que ésta representaba una forma de separar la unidad en la búsqueda de derrotar
al régimen capitalista e implantar la sociedad comunista.
Para contrarrestar esta idea surgieron tres figuras fundamentales dentro del Comunismo
Internacional: Clara Zetkin, Alexandra Kollontai y Vladimir Lenin quienes pusieron en tela de
juicio la importancia de la incorporación femenina dentro de los Partidos Comunistas. Clara
Zetkin, influyente partidaria del Partido Comunista Alemán (KPD) y feminista, afirmaba que
“las mujeres obreras padecían una situación de desventaja en las sociedades capitalistas”7 y
es por ello que comenzó la organización desde dentro del KPD de grupos de mujeres para
prepararlas debido a la situación de marginación extrema en la que se encontraban. Zetkin
trabajó arduamente para romper con la resistencia que presentaban los hombres del KPD al
incluir a la mujer como un sector importante en la lucha de clases. Alexandra Kollontai,
destacada política y revolucionaria rusa perteneciente al Partido Comunista de la Unión
Soviética, fue sin duda la figura más importante al momento de articular las categorías de
clase y sexo en las teorías comunistas. Kollontai planteaba que era indispensable la inclusión
de la mujer en la revolución ya que ésta no era posible solamente con la desaparición de la
propiedad privada y el ascenso de la dictadura del proletariado, sino que la revolución se
7
Clara Zetkin, Directrices para el movimiento comunista femenino (Alemania: Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista, 1920)
consumaría con un cambio en la vida cotidiana y de las costumbres para el forjamiento de un
nuevo mundo y una nueva relación entre sexos. Por último, Vladimir Lenin, máximo dirigente
del partido bolchevique y figura principal de la Revolución Rusa, pensaba que el éxito de
dicha revolución se debía en parte a la participación de las masas femeninas. A pesar del
discurso progresista que el PCUS proclamaba Lenin seguía mostrando que éste era totalmente
ajeno a la realidad al afirmar que:
La mujer sigue siendo la esclava del hogar, a pesar de todas las leyes emancipadoras,
porque vive agobiada, embrutecida, oprimida y humillada por los pequeños quehaceres
domésticos que la atan a la cocina y a los hijos, obligándolas a gastar sus fuerzas en
faenas domésticas, absurdamente improductivas y aplastantes. La verdadera
emancipación de la mujer, el verdadero comunismo, sólo comenzará cuando las masas
comiencen a luchar por la verdadera economía doméstica y ésta no sea exclusiva de un
sector.8
8
Vladimir Lenin, Nuevos tiempos, viejos errores de nuevo tipo (Moscú: Progreso, 1977)
9
Basta con mencionar la forma en que Aristóteles, uno de los grandes padres de la filosofía griega,
consideraban a la mujer. En La política, Aristóteles ve a la mujer como un ser humano incompleto, de menos
capacidad que el hombre. Este desprestigio hacia la mujer no es exclusiva de la antigüedad. Ya para 1795, en
plenas revoluciones liberales, el machismo de estado francés prohibió la congregación de más de cinco
mujeres en la calle bajo pena de arresto.
inclusión de la mujer en la educación durante la segunda mitad del siglo XIX le dio
herramientas para comenzar la lucha por sus derechos.
La siempreviva fundada en Yucatán por Rita Cetina11, uno de los iconos feministas en
México, sería el primer grupo femenil que mayor impacto causó en la lucha por el
reconocimiento de la mujer en la sociedad. Esta era una organización que tenía como tarea
establecer un proyecto educativo para la mujer y lograr el reconocimiento del sufragio
femenino. Entre sus logros destaca la creación de un plantel donde se impartieran clases de
literatura y arte; también destaca la creación en 1870 de la revista homónima a la
organización que, con el apoyo del gobernador Manuel Cirerol y Canto que proporcionaba la
imprenta estatal al servicio de la revista, logró exponer las ideas de las alumnas del plantel
fundado por Rita Cetina y sus compañeras como Dolores Peraza, Guadalupe Cetina,
Concepción Rivas, entre otras, cuyas preocupaciones abarcaban temas referentes a la
educación de la mujer y de la familia, así como la inclusión de poesía y traducciones de textos
franceses. Si bien la revista impulsada por La Siempreviva contaba con contenido femenino y
que pugnaba por la educación femenina ésta no era considerada como feminista, como sí lo
fue más tarde Violetas de Anáhuac, debido al apoyo directo de Cirerol y Canto.
10
Secretaría de la Presidencia, México a través de los informes presidenciales. La educación Pública. (México:
Secretaría de Educación Pública y Secretaría de la Presidencia, 1976)
11
Rita Cetina (1846-1908) fue una distinguida educadora y poetisa que provenía de una familia de clase
media y con ideología liberal. Obtuvo su título como profesora de enseñanza primaria y superior en 1878.
Como se ha mencionado, tras la inclusión de la mujer en la educación pública surgieron
las primeras revistas femeninas y feministas. La primera revista feminista de la que se tiene
registro es Violetas del Anáhuac que nació en 1887 bajo la dirección de Laureana Wright de
Kleinhans y se mantuvo en circulación hasta 188912. La aparición de este tipo de revistas y
periódicos dio paso a una mayor organización política y sindical femenina a finales del siglo
XIX e inicios del XX. Una de las organizaciones más destacadas fue la que se formó en 1906
llamada Las admiradoras de Juárez que se consideraba el órgano femenil del Club Liberal
Ponciano Arriaga. Las admiradoras de Juárez estuvo impulsado por Eulalia Guzmán, Luz
Vera y Hermelinda Galindo, siendo Galindo una de las figuras más destacadas dentro del
feminismo mexicano de las primeras décadas del siglo XX.
No obstante, esta nueva ideología que pregonaba por la igualdad de la mujer encontró
rápidamente una oposición y crítica en los sectores más conservadores, eclesiásticos y en la
población mexicana en general. Horacio Barreda13, positivista de finales del siglo XIX,
mostró argumentos “científicos” con los cuales probaba que la mujer era inferior física y
mentalmente al hombre. Escribió una serie de artículos como “Hijo de don Gabino” y
“Estudios sobre feminismo” en donde calificaba a las mujeres como nocivas, ineficaces,
retrógradas y revolucionarias y afirmó que el movimiento feminista “atentaba contra la
integridad de la familia y marcaba un retroceso hacia una sociedad progresiva” 14. Durante
gran parte del porfiriato y los primero años de la Revolución Mexicana, la mujer era vista
como un lastre para la sociedad que vivía a costas de la miserable economía de los padres o
esposos.
Casi treinta años después de que Violetas del Anáhuac viera la luz, fue fundado el
periódico feminista La Mujer Moderna bajo la dirección de Hermelinda Galindo en 1915.
Este se creó entre el ambiente revolucionario ya que se consideraba que la mujer no podía
mantenerse alejada de las actividades políticas y sociales, así como para reforzar la búsqueda
de la igualdad entre hombres y mujeres puesto que éstas eran vistas solamente como adelitas
12
Violetas del Anáhuac fue una revista semanal donde se emitían opiniones literarias, políticas, ciencias
exactas y temas domésticos mediante ensayos, así como la inclusión de biografías de mujeres ilustres, todos
los escritos eran firmados por mujeres. Véase Lucrecia Infante, Las mujeres y el amor en Violetas del
Anáhuac. Periódico literario redactado por señoras (1887-1889) (México: Instituto Mora, 1996)
13
H. Barreda nació en 1863 y murió en 1914. Hijo de Gabino Barreda.
14
Horacio Barreda, Estudios sobre feminismo, en Lourdes Alvarado, El siglo XIX ante el feminismo. Una
interpretación positivista, (México: UNAM, 1991)
que acompañaban a sus maridos y eran relejadas de los cargos públicos. La búsqueda por el
reconocimiento de la mujer siempre se intentó por la vía pacífica aunque muchas veces no era
escuchada del todo. Galindo buscaba esto siempre con un tinte de respeto hacia los demás
sectores del país, esto se ve reflejado en la primera publicación de La Mujer Moderna cuyas
páginas dicen lo siguiente:
Tras el Segundo Congreso Feminista llevado a cabo en noviembre del mismo año
Yucatán se convertiría en la cuna del movimiento feminista mexicano debido al ascenso a la
gubernatura del general socialista Salvador Alvarado en 1915 quien animó a las mujeres a
convocar ambos congresos feministas. Con la llegada de Alvarado se vivió una introducción
de reformas políticas, económicas y sociales; impulsó la liberación de los peones de las
haciendas, intentó quitarle poder a lo que llamó la “casta divina”16 e impulsó el movimiento
feminista que se había mantenido en la penumbra desde la aparición de la yucateca Rita
Cetina. Los esfuerzos de Salvador Alvarado vieron una línea de continuidad con el posterior
gobierno de Felipe Carrillo Puerto quien apoyó a su hermana, Elvia Carrillo Puerto en la
organización de las mujeres en la zona yucateca.
15
Hermelinda Galindo, “Laboremos”, La mujer moderna, (septiembre de 1915) p. 2
16
Salvador Alvarado bautizó de forma irónica como “casta divina” a las clases dominantes dueñas de
haciendas de henequén.
Mujer de nuevo cuño, innovadora en cuestiones políticas y sociales, así es descrita la
hermana menor de Felipe Carrillo Puerto, Elvia17. En 1919 fundó la Liga Feminista Rita
Cetina cuya labor era impulsar el papel de la mujer dentro de la política no nada más como
medio de promoción sino como contendientes en los cargos públicos, también fomentaba
actividades y campañas de alfabetización mediante incentivos a las mujeres que participaban
en estas. Los frutos de la Liga Feminista Rita Cetina se vieron durante las elecciones de la
legislatura estatal de Yucatán en 1923 ya que lograron tres diputaciones y una suplencia 18. El
panorama para las mujeres era alentador al menos en la Península de Yucatán ya que durante
los gobierno de Alvarado y de Carrillo Puerto las mujeres trabajaban en cargos de
administración pública, lograron obtener mejoras en las condiciones de trabajos domésticos y
lograron una importante reforma en el Código Civil para que las mujeres solteras tuviesen los
mismos derechos iguales a los hombres. No obstante, tras el asesinato de Felipe Carrillo
Puerto en 1924, las victorias obtenidas por el sector femenino se desplomaron a tal grado que
Elvia Carrillo Puerto fue obligada a renunciar a su curul. Tras décadas de lucha, la mujer
lograba formar parte del debate público en el México postrevolucionario y buscaría la manera
de introducirse en el ámbito político por lo que vería en el Partido Comunista Mexicano una
nueva oportunidad para ser escuchada.
Las rojas más rosas: la mujer y el Partido Comunista Mexicano entre 1919 y 1935
Como se menciono con anterioridad tanto el socialismo como el feminismo fueron dos
movimientos que buscaban contrarrestar los malestares causados por el liberalismo y que
tarde o temprano se verían en una encrucijada. Si bien, el movimiento feminista vio un fuerte
revés con el asesinato de Felipe Carrillo Puerto, y a pesar de la falta de apoyo oficial, éste no
desapareció y vio en Alexandra Kollontai una oportunidad de integrarse y continuar la lucha
dentro del PCM19. Ante las crecientes número de los grupos organizados de mujeres y la
petición cada vez más fuerte de las exigencias, el Partido Comunista Mexicano decidió
17
Gabriela Cano, “las feministas en campaña”, Debate Feminista (septiembre de 1991) p. 283
18
La propia Elvia Carrillo obtuvo una abrumadora victoria como diputada del quinto distrito de Yucatán,
Beatriz Peniche obtuvo el segundo distrito, por su parte, Raquel Dzib y Guadalupe Lara fueron diputada
electa y suplente, respectivamente, del tercero y cuarto distrito yucateco.
19
Alexandra Kollontai se encontraba en México ya que fue la primera mujer embajadora de la Unión
Soviética. Su presencia alimentó las teorías feministas mexicanas mediante el cuestionamiento del papel de
la mujer en temas políticos y motivó a la organización de las mujeres para buscar una inclusión en el Partido
Comunista Mexicano.
atender la “cuestión de la mujer” mediante la formación de tres órganos: el Consejo Feminista
Mexicano (CFM) de 1919 a 1926, el Departamento Femenil del Partido Comunista Mexicano
(DFPCM) de 1926 a 1932 y finalmente la Comisión Permanente del Segundo Congreso
Nacional de Obreras y Campesinas (SCNOC) de 1933 a 1935. Durante este apartado se
mostrará lo que motivó la formación de estas tres organizaciones, sus logros y también parte
de las problemáticas más importantes que debieron sortear en su intento de consolidación
dentro del Partido.
El Iconoclasta, cuyo lema era “por la liberación de la mujer”, fue elaborado por las
maestras Ana Berta Romero y María Trinidad Hernández21. En páginas se leían artículos de
Evelyn Trent Roy, Juana Gutiérrez, María del Refugio García, Elena Torres y de las propias
fundadoras los cuales hablaban sobre la consideración del sufragio femenino y la igualdad de
las condiciones y derechos laborales entre hombres y mujeres. Las páginas del periódico que
se elaboró en la Perla Tapatía tendrían una influencia en la Ciudad de México lo que provocó
la consolidación del grupo “Alma Roja”, formado principalmente por obreras textiles,
telefonistas y bordadoras quienes tenían ideología comunista y anarquista. “Alma Roja” fue
uno de los varios grupos feministas que fueron ganando un lugar dentro del PCM debido a su
ideología y lo aguerridas que resultaban las integrantes.
20
Es importante aclarar que el Partido Comunista Mexicano dejó de existir como tal en 1981. El actual
partido que es mencionado en El Machete es el Partido Comunista de México fundado en 1994.
21
Alma Sánchez, El feminismo mexicano ante el movimiento popular (México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 2002)
La creciente organización femenil bajo las influencias de periódicos, revistas, así como la
influencia de las ideas feministas con corte socialista de Alexandra Kollontai motivaron la
formación del Consejo Nacional de Mujeres en 1919. Elena Torres, Refugio García, ambas
miembros del PCM desde su fundación y Evelyn Roy fueron las impulsoras de esta
organización que reclutó miembros femeninos del PCM, anarquistas y obreras, aunque es
necesario decirlo que las integrantes iníciales eran en su gran mayoría mujeres de clase media
que habían participado en la Revolución Mexicana y que provenían de diversos estados de la
República. En 1923 cambiaría su nombre definitivo a Consejo Feminista Mexicano (CFM)22.
La principal distinción del CFM en comparación con otras organizaciones fue su marcada
postura política socialista así como la búsqueda de una internacionalización de sus demandas
así como la incorporación del materialismo histórico para el análisis de la condición de la
mujer mexicana. La agenda del CFM estuvo marcada por tres rublos: el económico, el social
y el político.
Las exigencias dentro del aspecto económico eran principalmente la igualdad salarial
entre hombres y mujeres, la mejora en las condiciones laborales y la protección de la
maternidad, es decir, de las mujeres embarazadas y de aquellas que recién se habían
convertido en madres. Las demandas que cubrían el aspecto social incluían el derecho al
agrupamiento de sectores liberales, la construcción de dormitorios y comedores para
trabajadoras y mujeres en estado de vulnerabilidad, así como la regulación y protección de las
prostitutas. Por su parte la igualdad de derechos ciudadanos y una reforma al Código Civil,
como se había hecho anteriormente en Yucatán durante los gobierno de Alvarado y Carrillo
Puerto, eran las demandas que se encontraban en el aspecto político. Para obtener una mayor
difusión de estas demandas y para atraer a más mujeres a sus filas se impulsó la formación de
la revista quincenal La Mujer. Órgano del Consejo Feminista Mexicano que vería la luz en
1921 bajo la dirección de Julia Nava.
22
Esperanza Tuñón Pablos. Mujeres que se organizan (México: Porrúa, 1992)
mantenían un constante debate en torno a las problemáticas de las mujeres en el norte del
continente. Uno de los decretos de la Conferencia en suelo estadunidense fue la planeación
del Primer Congreso Feminista Panamericano para la Elevación de la Mujer que se llevaría a
cabo en la Ciudad de México en 1923. Entre los temas que se trataron en el congreso llevado
a cabo en la Ciudad de México estaban el derecho al divorcio, la educación sexual, la
protección social de la mujer y sus hijos y la insistencia por obtener el sufragio femenino.
El crecimiento del CFM fue tal que durante los congresos feministas celebrados en Nueva
York entre 1922 y 1923 se contó con la participación de delegadas permanentes, como Elena
Arizmendi, quienes cuestionaron la forma en que los hombres comenzaban a ver al feminismo
internacional. En suma, el CFM se autodefinió como una organización feminista que buscaba
devolverle a la mujer el lugar que le correspondía en la sociedad. No obstante, las reiteradas
diferencias ideológicas entre los miembros, así como las disputas causadas por algunos
hombres del Partido que veían con recelo los logros obtenidos por las mujeres, comenzaron a
quebrar la unidad y a causar crisis dentro del Consejo Feminista Mexicano a tal grado de
lograr su disolución en 1926. Sus principales dirigentes siguieron dentro de las filas del
Partido Comunista Mexicano realizando una labor silenciosa para la constitución de un nuevo
órgano femenino que no dejara morir los logros obtenidos hasta ahora.
En mayo de 1926 se llevó a cabo el IV Congreso del Partido Comunista Mexicano donde
se abordaría de forma oficial por primera vez la “cuestión de la mujer”. En el decreto final del
congreso se enuncia que “ningún Partido Comunista puede juzgar completos sus trabajos si no
atiende en debida forma la organización y control de las masas femeninas”23. Sin embargo, la
inclusión de las mujeres en el Partido no respondía a un ideal romántico sino que era
“motivada por una necesidad puramente económica, evitar que el capitalismo explote a esa
gran masa sin conciencia de clase formada por varias miles de trabajadoras” y es por eso que,
continúa el decreto del PCM, “ es un deber del Partido Comunista el buscar un mejoramiento
inmediato de la mujer que trabaja como asalariada, organizarla a fin de poderla educar para
llevar a cabo la Revolución Social”24.
23
“Resoluciones del IV congreso del partido”, El Machete, 3 de junio, 1926. p. 3
24
Op. Cit. El Machete, p. 3
Para atender estas demandas se creó el Departamento Femenil del Partido Comunista
Mexicano que tuvo un periodo de actividades de 1926 a 1932. Por primera vez el PCM
atendería de forma inmediata la “cuestión de la mujer” mediante el establecimiento de normas
básicas dentro del Partido que le daban a la mujer ya no un papel secundario que incluía solo
la difusión sino las dotaba de la capacidad para obtener puestos dirigentes dentro del Partido
así como cierta autonomía para el trabajo por y para las mujeres. El primer gran cambio fue la
creación de un departamento femenil central cuya dirigencia estaría destinada para mujeres;
las labores de este departamento incluían la educación, organización y orientación de las
mujeres. El principal obstáculo que se vivió durante este nuevo periodo en la lucha femenil
dentro del PCM fue la poca presencia de mujeres en las filas del Partido lo cual mermó la
plena acción del DFOCM. Para darle solución se propuso en un inicio que el Departamento
trabajara en conjunto con las Juventudes Comunistas mexicanas mientras que se buscaba la
inclusión formal de todas las mujeres y familiares de los miembros activos del PCM para
alimentar sus filas. En el papel esta inclusión era un intercambio satisfactorio, mientras las
feministas lograban articular de nuevo sus grupos para exigir sus demandas, el PCM se
comprometía a proporcionar apoyo logístico, panfletos, desplegados e informes tanto del
interior del partido como los emitidos por el PSUC y la Tercera Internacional.
La agenda que ocuparía al Departamento Femenil del PCM sería en gran parte la misma
que dejó pendiente el Consejo Feminista Mexicano marcando principalmente los aspectos
económicos y sociales. En el primer rubro, el económico, resaltaba la importancia de luchar
por la igualdad salarial y la mejora de éstos así la igualdad de derechos laborales y sindicales
entre obreros de ambos sexos; también se agregaron nuevas demandas como el
acondicionamiento higiénico de los lugares de trabajo y la libertad de organización sindical
para ambos sexos sin dejar de lado la relevancia de la mujer. En cuanto al aspecto social se
continuó con la exigencia del establecimiento de la mujer de manera formal dentro de la
educación y se agregaron las demandas sobre creación de nuevas escuelas industriales y
centros educativos para la mujer y la creación de bibliotecas con acervo de corte marxista y
feminista.
Una de las propuestas hechas por el Departamento Feminista del PCM y que abrió el
debate dentro del Comité Central en México fue la integración total de la mujer dentro del
Partido para darle mayos solución a sus demandas y no mediante un órganos especializado, es
decir, que la mujer ocupara exactamente las mismas funciones dentro y fuera del Partido
Comunista Mexicano. La disyuntiva entre los que apoyaban la integración total de la mujer y
los que se oponían estuvo presente durante la mayor parte de vida del DFPCM. Los
opositores, que eran la gran mayoría de los miembros del PCM, argumentaban que si se le
otorgaba a la mujer la total integración al Partido éstas desarrollaría una mayor capacidad
crítica que podría provocar un rompimiento entre los sindicatos, organizaciones y una
fragmentación dentro del Partido. Este debate marcaría el inicio del fin del Departamento
Femenil del PCM ya que el apoyo recibido por parte del Comité Central se vería reducido lo
que entorpeció y nulificó acciones que el Departamento tenía planeadas. Otro factor que
motivó el declive de este órgano fue la inclusión forzada de las mujeres que no eran miembros
oficiales del partido.
La urgencia por ensanchar al sector femenino dentro de las filas del PCM obligó a incluir
a mujeres de todos los estratos sociales y culturales disponibles ya que el único requisito era
ser pareja o familiar de algún miembro activo del Partido. No es casualidad que el número de
miembros haya pasado de 191 en 1925 a 1800 hacia 193325. Este reclutamiento significó la
diversidad de ideologías que iban desde comunistas convencidas hasta anarquistas, liberales,
sindicalistas y feministas, así como también la inclusión de personas que carecían de
conocimientos políticos y que solamente sabían leer y escribir si el panorama era alentador. El
número de miembros que componían el Departamento Femenil del Partido Comunista
Mexicano nunca se supo, ni siquiera un aproximado, lo que habla de una inestabilidad, una
carente organización real y un compromiso por parte del PCM.
Hacia 1928 el Comité Central del PCM planteaba la urgencia de llevar a cabo una
reorganización del Partido. Dicha organización se basaba en dos puntos, la bolchevización del
Partido, es decir marcar una diferencia radical con las demás organizaciones progresistas que
nacieron en el México postrevolucionario y la necesidad de convertir al PCM en un partido de
masas. Finalmente en 1929 desplegaron una serie de decretos que hablaban sobre la reforma
partidista, en ellos no se incluía al Departamento Femenil del PCM por lo cual esta
25
Op. Cit, Barry Carr. P 25
reestructura sería el último clavo al ataúd26. Para inicios de la década de los treinta el PCM
vería un competidor en cuanto a la convocatoria femenina se refiera ya que el Partido
Nacional Revolucionario (PNR) emprendería la labor de darle voz a una pequeña parte del
sector femenino.
Los primeros años de la década de los veinte y la mayor parte de la década de los treinta
significarían un gran avance en cuanto al reconocimiento de la mujer dentro de la sociedad.
Para 1929, el Partido Nacional Revolucionario incluyó la necesidad de de otorgarle
participación política a la mujer y en las actividades cívicas mexicanas; el PCM veía
necesario fortalecer a las masas explotadas y es por eso que identificó la urgencia de crear el
movimiento sindical y campesino. Hubo otros partidos como el Partido Nacional
Antireeleccionista que incluyeron en su agenda el tema referente al sufragio femenino. Los
partidos políticos ya sabían de la importancia del sufragio femenino, sin embargo, las disputas
entre las pocas mujeres comenzaron al momento de definir las formas en que ésta se
obtendría.
26
Resoluciones aprobadas por el pleno del CC del Partido Comunista Mexicano, ¡contra el oportunismo, la
bolchevización! (México: AHCEMOS, 1929)
27
Carmen Ramos, Mujeres de ayer: participación política femenina en México (México: Estudios Políticos,
1997)
embargo, durante este congreso lograron limar asperezas por el bien común de la mujer y
debatieron temas en torno a la exigencia del apoyo a madres solteras, castigo a los hombres
que golpeaban a sus esposas, la creación de fuentes de trabajo, la regulación de la
prostitución, facilidad en los trámites de divorcio y el control de la natalidad. Para darle
continuidad al proyecto y a las demandas se decidió instaurar la Comisión Permanente del
Segundo Congreso Nacional de Obreras y Campesinas (CPSCNOC), cuya vigencia fue de
1933 a 1935.
El final de la Comisión Permanente que había nacido del Segundo Congreso Nacional de
Obreras y Campesinas se vivió con el ascenso de Lázaro Cárdenas a la presidencia de la
República. El movimiento de mujeres modificó sus formas de organización aboliendo la
segmentación entre grupos para darle paso a la cooperación unificada que daría pie al Frente
Único Pro Derechos de la Mujer. Este retomaría todas las demandas que nacieron durante la
segunda mitad del siglo XIX en México durante el cardenismo, que a pesar de sus ideales
progresistas se resistió a otorgar el sufragio femenino puesto que se temía que las mujeres
representaran una fuerza electoral para la derecha, y sería el principal organismo que buscaría
28
Consuelo Uranga nació en 1903, en Chihuahua y murió en 1977 en la Ciudad de México. Fue una de las
mujeres más emblemáticas del comunismo en México, líder sindical y feminista. Véase Luis Hernández,
Consuelo Uranga: la roja (México: Nueva Vizcaya, 2017)
el reconocimiento femenino y feminista hasta la llegada a México de la segunda ola del
feminismo mundial durante la década de los setenta.
Conclusiones
Como se ha reflejado a lo largo del ensayo, las acciones llevadas a cabo y organizaciones que
surgieron dentro del Partido Comunista Mexicano durante 1919 a 1933 fueron resultado de
labores silenciosas por parte de los grupos de mujeres. La estructura partidista limitaba el
apoyo y las facilidades que podían otorgarle, de igual forma, carecieron de todo
reconocimiento explicito y muchas veces tuvieron que lidiar con el acoso, la censura e incluso
el feminicidio. Fueron procesos que las mujeres vivieron de manera aislada e impulsaron
gracias a sus habilidades artísticas, sus escritos y las incesantes faenas de agitación de masas y
propagandas.
Si bien, los discursos y las formas en que estos grupos de mujeres organizadas exigieron
sus derechos y reconocimiento gozan de una variedad es posible identificar puntos centrales
en las peticiones y problemáticas dentro de los cuales destacan el derecho al sufragio
femenino, la igualdad salarial y laboral entre hombres y mujeres o el acceso a la educación.
Así mismo se presentan peticiones que podrían parecer ajenas a la primera mitad del siglo XX
tales como el derecho al aborto o la facilidad en cuanto a trámites de divorcio. Todas estas
exigencias representan los pilares en los cuales se cimenta la lucha feminista que tomaría
fuerza en México y en el mundo a partir de la década de los setenta. De igual forma, se busca
evidenciar que el discurso del Partido Comunista Mexicano, que en teoría se jactaba de
representar el progreso y la igualdad de clases, apartaba en la práctica la inclusión de las
masas femeninas.
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Rita Segato. La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficante de sueños, 2016.
inmediato y el primer paso es dignificar la lucha femenina, feminista y la incesante y ardua
lucha que día a día enfrentan las mujeres para lograr el reconocimiento en una sociedad donde
impera el capitalismo patriarcal.
BIBLIOGRAFÍA:
- Carr, Barry. La izquierda mexicana a través del siglo XX. México: Era, 1996.
- Lenin, Vladimir. Nuevos tiempos, viejos errores de nuevo tipo. Moscú: Progreso, 1977
-Segato, Rita. La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficante de sueños, 2016.
Archivo CEMOS:
- Resoluciones aprobadas por el pleno del CC del Partido Comunista Mexicano, “¡contra el
oportunismo, la bolchevización!” PCM, caja 4. Clave 13, Exp. 9
- “Instructivo para el trabajo femenil”. PCM, caja 12. Clave 10, Exp. 01
-Órgano Central del Partido Comunista en México, “Tarea entre las mujeres”. El Machete, 8 de
julio de 1926.