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El Acoso mediático1, por Marina Parés Soliva2

Desde hace un tiempo, la mayoría de los medios de comunicación tradicionales, a saber


prensa y televisión, han perdido cualquier mínima vocación de servicio público y son
guiados por la lógica implacable de las leyes de mercado. En el siglo XXI, el único poder
real, el que todo lo controla y manipula, es el poder económico, un poder que entre otras
cosas es el dueño y señor de los propios medios de comunicación. En este punto podemos
hablar de manipulación, esto es, de intervenir con medios hábiles, y a veces arteros, en la
política, la economía, etc., con distorsión de la verdad y al servicio de intereses
particulares. Es conocido por gran parte de la opinión pública que eso es algo que sucede
a diario. Lo más despreciable cuando se habla de manipulación en los medios de
comunicación, es comprobar que los espacios destinados a informar, a mantener al
ciudadano al tanto de la actualidad y la realidad que le rodea, están sujetos a toda clase
de operaciones políticas y económicas que terminan por traducirse en una imagen
distorsionada que conviene a los patrocinadores de la información. Aquí puede introducirse
el concepto de acoso mediático que consiste en un hostigamiento al que una persona es
sometida mediante el uso de los medios de comunicación. Su finalidad es contaminar a la
opinión pública para que vaya en contra de un rival, de tal manera que el instigador pueda
librarse de él sin mancharse las manos. Para ello se ejercen un conjunto de
comportamientos caracterizados por una violencia psicológica, aplicada de forma
sistemática durante un tiempo sobre otra persona con el objeto de provocar su
desprestigio. A menudo, a través de estos métodos se consigue cambiar la conducta de
voto de la opinión pública. Estas prácticas acostumbran a encubrir ilegalidades y fraudes y
tienen graves consecuencias sociales: por un lado provocan indefensión en la víctima del
acoso y por otro fomentan el desarrollo de ideas opresoras y dañan los derechos
democráticos. Este uso ilegítimo de los medios de comunicación tradicionales ha dado
lugar a que el ordenamiento jurídico regulara desmanes, mediante la figura del delito de
injurias y calumnias. Dicha regulación legal, actualmente, no es aplicada en las redes
virtuales, que cuentan con una insólita impunidad.
Lo cierto es que el acoso mediático es una estrategia bien planificada que se organiza en
dos tiempos. La primera acción consiste en poner en escena un castigo inmerecido
sustentado por argumentos falaces. Quienes los sostienen se presentan como
abanderados o salvadores, pero quien ejerce las sanciones es la comunidad que ha sido
objeto de la manipulación., quedando los instigadores en la sombra. Estos justicieros,
además de dejarse llevar por la ira y la irreflexión, violan la Ley, ya que se toman la
justicia por su mano, son fiscales, jueces y verdugos. La segunda acción consiste en
construir un clima de condena generalizado hacia la víctima. El castigo fulminante provoca
rechazo por un comportamiento o acción de la víctima que ha sido falseado. Se maligniza
a la víctima, se la hace responsable de infinidad de errores que no son probados. Se
consuma la venganza con el linchamiento social programado con anterioridad por el
instigador que ha quedado en la sombra.
Este proceder atenta contra la auténtica información que, por una parte, es incompatible
con la difamación y la calumnia que les roba la fama y el honor a las personas; y por otra,
acepta las rectificaciones y rectifica las informaciones lesivas.
Es importante unir periodismo y dignidad humana, la Unesco señala al respecto que el
respeto del derecho de las personas a la vida privada y a la dignidad humana, en
conformidad con las disposiciones del derecho internacional y nacional, que conciernen a
la protección de los derechos y a la reputación del otro, así como las leyes sobre la

1Esta conferencia ha sido modificada a los efectos de este manual. Publicado en el boletín electrónico de investigación de la
asociación oaxaqueña de psicología AC. Volumen 6 Nro.2.2010.Pág.165-171.memorias del 3er. Congreso Virtual Internacional de
Psicólog@s navegantes. http://www.conductitlan.net/notas.boletin.investigación/105_acoso_mediatico.pdf
2Diplomada en Trabajo Social y perito Social Jurídico. Experta en acoso laboral (mobbing) propietaria de la web Acoso Moral y ex
administradora de la Plataforma de Afectados por Mobbing. Colabora con diversas asociaciones y es miembro de The international
Association on Bullyng and Harassment on the Workplace de la Asociación Mexicana de Antropología Biológica (AMAB). Es
miembro de Honor de la Asociación Balear contra el Mobbing- (ANAMIB), Coordinadora General del Observatorio Internacional
del Mobbing (OIM). Actualmente preside el Servicio Europeo de Información sobre Mobbing (SEDISEM)
difamación, la calumnia, la injuria y la insinuación maliciosa, hacen parte integrante de las
normas profesionales del periodista.
Para que estos derechos no se atropellen deben existir, por un lado, leyes que sancionen
el descrédito y la difamación, ya sea en los medios de comunicación tradicionales o en las
nuevas tecnologías, y por otro, un Tribunal Internacional que obligue a restituir la dignidad
de las víctimas de acoso mediático en los mismos medios en los que fue desacreditada.
Por último, y a modo de reflexión final es necesario que cada ser humano sepa que:
 Se puede difamar (creer y propagar rumores) o defender la dignidad humana.
 Se puede entregar el poder a los manipuladores y oportunistas o implicarse y
comprometerse
Se puede aceptar vivir en un mundo injusto y cruel o hacer algo para que sea
más decente.

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