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Procesos de frontera y estados de frontera

John L. SWANSON

The Gestalt Journal


1988, Otoño, Vol. XI, nº 2
(traducido del americano al francés
por Brigitte LAPEYRONNIE, 1990)

Corría 1987, Joe Wysong, editor del Gestalt Journal de New York, recibía
el artículo que vas a empezar a leer. Ante la apuesta de las preguntas
teóricas que suscitaba. Joe eligió utilizar este artículo para abrir un debate
teórico como lo había hecho unos años antes con el artículo de LATNER
sobre “La teoría del campo/teoría de los sistemas” o con el artículo de
CROCKER sobre “La profexión”. Esta vez, habiendo ocultado el nombre de
su autor, envió una copia de este estudio a diferentes terapeutas
gestálticos proponiéndoles responderle/reaccionar. En 1988, publicó el
artículo cuya traducción tienes entre las manos, seguido de un cierto
número de reacciones. Dos años después, otras reacciones continúan
llegando al Gestalt Journal y son publicadas regularmente.

Por mi parte, cuando leí este artículo, también tuve ganas de reaccionar
fuertemente... pero descubrí poco después y también con mucho interés la
respuesta de Douglas Davidove que expresaba digamos el 75% de lo que
yo hubiera dicho y de lo que enseñaba desde hacía años, en concreto
sobre la confusión frecuente en los neogestálticos entre “resistencias” y
“pérdida de la función-ego”. Pero esta respuesta de Douglas Davidove era
difícil de leer si no se había leído ya el artículo de Swanson. Le pedí
entonces a Douglas que reescribiera el contenido de su respuesta a
Swanson sin referirse a Swanson y de manera que pudiera funcionar con
independencia. Ese artículo ha sido publicado en esta colección de folletos
con el título “Conflit, résistances et pertes de fonction-ego” (Pérdida de las
funciones-ego, conflicto y resistencia” en Documentos del CTP de Madrid).
Pero el debate continuaba y levantaba otras pistas, me era necesario
empezar por “el caso del principio” si se quería seguir el hilo y, por lo tanto
publicar este artículo.

He aquí el artículo por el que llegó el escándalo. Inaugura una serie


dedicada a las fronteras: ¿Defensas? ¿Resistencias? ¿Pérdidas de
funciones-ego? Tratemos de ver con claridad y hacer avanzar el debate.
JM. Robine.
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PROCESOS DE FRONTERA Y ESTADOS DE


FRONTERA: Proposición de una revisión de la teoría de
la Gestalt sobre las perturbaciones de frontera.

John L. SWANSON

Introducción
“Trabajar en la frontera-contacto” está en el centro de la teoría y
de la práctica de la Terapia Gestalt. Se han escrito muchas cosas desde
hace años sobre la naturaleza del contacto, de las fronteras y de las
perturbaciones de frontera.. La mayor parte de los terapeutas
gestálticos están muy atentos a la cualidad del contacto que ocurre en
la frontera entre el cliente y su entorno. Esta perspectiva teórica ha sido
central para describir y comprender como el enfoque gestáltico de la
terapia es fundamentalmente diferente del de los freudianos o de otros.
Esto nos ha ayudado guiando el movimiento de la Terapia Gestalt hacia
su estatus actual, en tanto que una de las terapias más validas y más
productivas de este período. Por lo tanto, estoy sorprendido de que este
núcleo importante y central de la teoría de la Gestalt permanezca
incompleto y que numerosas diferencias entre los teóricos permanezcan
sin resolver. En este artículo, examino el estatuto habitual de la teoría
de la Gestalt sobre las perturbaciones de frontera, miro los puntos de
acuerdo y desacuerdo y recomiendo algunas revisiones que espero,
contribuyan al desarrollo de la teoría de la Gestalt.

Confusión terminológica
Mi primer interés se dirige a la proliferación de la terminología
utilizada para hablar de las perturbaciones de frontera. Una rápida
ojeada a la literatura gestáltica revela una plétora terminológica a
considerar: los mecanismos neuróticos (PERLS y col, 1951, p.145), las
perturbaciones de frontera (PERLS, 1973, p.25-43), las vías principales
de resistencia a la interacción (POLSTER, 1974, p.71), los mecanismos
psicológicos (Van De REIT y col., 1982, p.64-65), y la inferencia
contacto/frontera (CROCKER y col., 1982, p.67). ¡Una investigación
más minuciosa de la literatura podría incluso revelar aún más términos
a considerar!
Esta proliferación de terminología a propósito de la frontera no es
en verdad una fuerza en la etapa actual del desarrollo de la teoría de la
Gestalt. En su libro “Theories of Counseling and Psychotherapy” (1980),
C. H. PATTERSON presenta los criterios de evaluación de la eficacia de
una teoría entre los cuales cita: la precisión y la claridad (no ambigua,
incoherente, no contradictoria), la parsimonia o la simplicidad
(minimizando la complejidad sin no obstante simplificarla demasiado).
Puede ser que la comunidad gestáltica pudiera hacer a partir de ahora
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un esfuerzo para mejorar la situación haciendo algunos acuerdos sobre


la terminología y siendo prudentes, coherentes y también precisos y
posibles para su futura utilización. Esto permitiría reducir y contener la
cantidad de charlatanerías psicologizantes que pululan en las aguas
psicológicas de la teoría de la Gestalt. Espero que este artículo
contribuirá a empezar el diálogo necesario para trabajar en esta
dirección. El desafío es descubrir qué terminología puede ser útil y
clarificante, y cual puede ser redundante y fuente de confusión.
Aunque probablemente se utilice como más frecuente el concepto
de “perturbación de frontera”, Sylvia FLEMMING CROCKER ha
subrayado un problema en su utilización: sus connotaciones
peyorativas que no tienen en cuenta las dimensiones sanas de cada una
de las perturbaciones (1981, p.14). Cada uno de estos fenómenos tiene
formas sanas que no se convierten en “perturbaciones” más que cuando
se vuelven rígidas por la pérdida personal de la toma de consciencia y
del movimiento necesario en la formación de un contacto con a la vez
uno mismo y su propio entorno. Me gustaría también rechazar el
término de “mecanismo” de nuestros proyectos de terminología, ya que
este término mecanicista no se ajusta bien a una teoría organísmica.
Sin perder más tiempo y espacio con mis objeciones por una u otra de
las posiciones, me gustaría sugerir la que prefiero, un nuevo término, a
saber “procesos de frontera”. Este término incluiría a la vez las formas
sanas y patológicas. Esta noción de proceso para una terapia que se
centra en el proceso me parece más pertinente. La utilización habitual
de “perturbaciones de frontera” parece más adecuado a las formas
disfuncionales y patológicas.

Inclusión en la lista
Me gustaría compartir con vosotros mi malestar en relación a la
“lista” de los procesos de frontera. Hay tres fuentes de malestar: (1) no
hay definiciones claras, ni criterios sobre qué constituye un proceso de
frontera; (2) no creo que la lista contenga miembros de una misma
clase; (3) no hay organización clara, ni descripción de las interrelaciones
entre estos fenómenos.
La historia de la “lista”: ¡La primera lista comprendía 22
miembros! Frederick PERLS, en un capítulo titulado “Neurosis”, en “Yo,
Hambre y Agresión”, creó una lista de “medios de evitación” dividida en
tres categorías. La proyección y la retroflexión están puestas en la
tercera categoría (1947, pp. 65-66). La introyección no forma parte de la
lista, pero es objeto de discusión en otra parte del libro llamada
“Metabolismo mental” (pp. 128-134). En el libro siguiente, a menudo
citado como el trabajo principal sobre la Gestalt y llamado “Terapia
Gestalt: novedad, excitación y crecimiento” están presentadas en la
segunda parte, y está comprendida allí la retroflexión, la introyección y
la proyección (1951, p. 145). No obstante, en la tercera parte, está
presentada una lista de las cinco “interrupciones” incluyendo la
confluencia, la introyección, la proyección, la retroflexión y el egotismo
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(1951, p.451). Una de las contribuciones propuestas por los POLSTER


consiste en añadir la deflexión a la serie de perturbaciones de frontera
(1974). ¿Está bien eso? Su lista no hace referencia al concepto de
perturbación de frontera, sino más bien “a los caminos esenciales de
resistencia a la interacción” (p. 71). En el número de otoño de 1981 del
Gestalt Journal, Sylvia Flemming CROCKER propone añadir la
“proflexión” a esta lista de perturbaciones de frontera. Esta propuesta
ha dado lugar a un debate teórico entre Joël LATNER (contra esta
inclusión) y Sylvia CROCKER y Myriam POLSTER (partidarias de esta
inclusión), debate que ha sido publicado con el título “Un diálogo sobre
la teoría”, en otoño de 1982 en el Gestalt Journal (pp. 67-108): La
controversia es llevada también al hecho de saber si sí o no, la
“proflexión” como la “deflexión” merecen ser incluidas en esta sagrada
lista. Desgraciadamente, no se ha conseguido un consenso armonioso a
través del diálogo. Joël LATNER, en sus comentarios en las
conclusiones, nos dice: “No estoy mejor dispuesto hacia la ‘proflexión’ y
la ‘deflexión’ que antes, pero pienso que un examen minucioso de lo que
constituyen las perturbaciones de frontera-contacto , y de lo que
constituyen los criterios válidos para poder considerar algunas nuevas,
es una buena idea” (p. 107). ¡Yo opino lo mismo!

Procesos de frontera y estados de frontera


¿Qué es lo que constituye un proceso de frontera? “Los procesos
de frontera” son los conceptos que describen las maneras
fundamentales según las cuales los seres humanos se comprometen o
se desentienden de su entorno. Estos no son fenómenos únicos o
caprichosos, sino procesos fundamentales. Uno o más entre ellos
pueden a menudo ser utilizados como perspectivas reveladoras para
obtener el esclarecimiento sobre los acontecimientos en la frontera-
contacto. Estos procesos son importantes ya que realizan la cualidad de
contacto entre el organismo y su entorno.
No creo que la “confluencia” pertenezca a la lista de procesos de
frontera. Pienso que el hecho de añadirla es ir para atrás en la teoría de
la Gestalt. Me he sentido molesto por su presencia en la lista sin saber
de donde provenía esta molestia. Un día, hace ya algunos años, tuve
una experiencia de “¡ahah!” cuando me di cuenta que si hablábamos de
retroflexionar, introyectar y proyectar, ¡no hay un verbo “confluenciar”!
(NdT existe en francés y existe en español). Os sugiero que la
confluencia no pertenezca a la lista ya que es “un estado de frontera” y
no un “proceso de frontera”.

Los estados de frontera. “Los estados de frontera” nutren un


marco helado para las descripciones de la frontera-contacto entre el
organismo y su entorno. Los procesos sanos de frontera describen como
los estados sanos de frontera están creados en la frontera en un campo
organismo-entorno, así como las perturbaciones de frontera describen
cómo el contacto sano entre el organismo y su entorno puede estar
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interrumpido, creando estados de frontera disfuncionales. Los


conceptos clínicos más útiles son los que nos ayudan más eficazmente
a identificar y a comprender lo que pasa en la frontera-contacto, nos
ayudan a diferenciar los procesos sanos de los procesos patológicos, y a
describir cómo los estados sanos o patológicos de frontera se crean.

Fronteras sanas y fronteras patológicas


Las fronteras eficaces tienen necesidad de bastante permeabilidad
para permitir al alimento entrar, y suficiente impermeabilidad para
mantener la autonomía y no dejar entrar los elementos tóxicos. El acto
de contactar sanamente es más flexible que rígido y está caracterizado
por un movimiento rítmico entre el acto de contactar (encontrar y
comprometer al entorno) y el acto de separar (retirarse en una
consciencia de sí mismo). Las fronteras eficaces requieren la capacidad
de discriminar, de reconocer y de apreciar a la vez las similitudes y las
diferencias. Este poder discriminativo de la consciencia permite a la
persona hacer la diferencia entre ella misma y los otros, haciendo
posible un contacto auténtico y los momentos de fusión siendo capaz de
preservar su propia autonomía y una identidad separada.
Contrariamente al contacto sano, las perturbaciones en la
frontera-contacto están caracterizadas por la rigidez más que por el
movimiento y por la ausencia de toma de consciencia más que por la
capacidad de discriminar. Sin movimiento no hay toma de consciencia,
solamente hábito. Las fronteras ineficaces interrumpen el
funcionamiento presente.

Los estados de frontera de aislamiento y de confluencia


El movimiento en la frontera-contacto , ya sea sensorial o motor,
fluctúa entre el acto de contactar (movimiento exterior hacia el
encuentro y el compromiso con el entorno) y el acto de replegarse
(movimiento interior de toma de consciencia hacia su propio organismo
ya sea esto hacia sus pensamientos, fantasías, estados corporales,
sentimientos, gestos, etc...). Esta polaridad natural del movimiento a la
vez exterior hacia el entorno o de repliegue hacia el organismo es
comparable a los dos “estados de frontera” polares: confluencia y
aislamiento. Estos “estados de frontera” pueden ser más o menos sanos
o patológicos, según la naturaleza y la extensión de las perturbaciones
de frontera que cogen sitio en la frontera-contacto. Yo he sido iniciado a
esta manera de mirar las interacciones personales en términos de
opuestos polares de aislamiento (fobia a la confluencia) y de la
confluencia (fobia al aislamiento) por Robert RESNICK en una sesión en
Gestalt de parejas (cf. Figura 1)

AISLAMIENTO (fobia a la confluencia)


La separación rígida con el entorno provoca el aislamiento. El
aislamiento está caracterizado por un repliegue crónico, una ausencia
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de conexión con el entorno. La frontera-contacto está cerrada de


manera rígida y es impermeable, como una pared. Esta
impermeabilidad bloquea la asimilación de un alimento adecuado
abastecido por el entorno. Cuando las personas están atascadas en el
aislamiento, son “fóbicas a la confluencia”, tienen miedo de ser
engullidas o de ser poseídas por los otros, incluso aunque deseen la
intimidad. Los estilos que están asociados a esto, pueden engendrar la
rebelión, el conflicto, las luchas de poder, una agresividad pasiva, un
arreglo de las cosas para ganar o perder y un repliegue como estrategias
de evitación.

ESTADOS DE FRONTERA
CONFLUENCIA AISLAMIENTO

“fusión” “encuentro” “aislamiento”


no contacto contacto no contacto

pérdida de las fronteras por: pérdida de las fronteras por :


fluidez rigidez
permeabilidad impenetrabilidad
y disolución y distanciamiento

pérdida de sí mismo pérdida del otro

Figura 1: Los estados de frontera de aislamiento y de confluencia

Bill se sienta bien hasta el fondo en su silla, eligiendo sus


palabras muy cuidadosamente. Echando de vez en cuando ojeadas por
la ventana, su contacto a nivel de los ojos es rápido y prudente. Bill
expresa su irritación hacia su mujer ya que ella “me necesita siempre
para cualquier cosa”. Por oposición, expresa su orgullo por su
capacidad para cuidar de sí mismo, sin tener que depender de los otros.
Un tema surge, el hecho de que los otros le rompen los pies. Aunque
sus sentimientos estén retenidos, siento la frustración de Bill y su
inquietud. Se queja de no sentir suficiente satisfacción o cumplimiento
por sus esfuerzos. Siento que algo crece en él por su voz ronca. A veces
me siento examinado de lejos, a veces apuntado por sus palabras; y de
lo que Bill tiene necesidad o lo que desea de mí no lo establece
directamente.

CONFLUENCIA (fobia al aislamiento)


Contrariamente al estilo de la fobia de la confluencia de Bill,
Marie se balancea en su silla adelantándose en mi dirección, las manos
cogidas. Sus ojos, dirigidos hacia mí son suplicantes. Sus sentimientos
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surgen. Su pena y su necesidad me tocan. Parece estar perdida y espera


que yo la guíe. Expresa la soledad y la desesperación de comunicarse
con su marido: “Justo en el momento en el que parecemos entendernos,
acabamos siempre en una pelea que nos separa. Y me vuelve loca
cuando no quiere sentarse y que lo hablemos”.
La conexión rígida con el entorno tiene como resultado la
confluencia, el opuesto polar del aislamiento. La confluencia está
caracterizada por un “aferramiento” al contacto. El auto-apoyo,
necesario en una retirada sana, falta. Las personas en confluencia
sienten a menuda la angustia de fantasías catastróficas, de como sería
imposible sobrevivir sin alguien a quien llevar y cuidar de él. La
confluencia se caracteriza por una fuerte dependencia de los demás
para su apoyo. La frontera-contacto está rígidamente abierta y
permeable, haciendo a la persona vulnerable en un entorno tóxico.
Cuando las personas están atascadas en la confluencia, son fóbicas al
aislamiento, a la vez temerosas de ser abandonadas y deseosas de que
las dejen solas.
Al temer el aislamiento, las personas atascadas en la confluencia
evitan los disgustos y el conflicto. Tienen historias y expectativas de
castigo por sus diferencias más que una apreciación de sus diferencias.
Esto lleva a una petición de parecido y a un rechazo para tolerar las
diferencias. Llegan a un acuerdo superficial por conformidad y
subordinación de sus propias necesidades por las necesidades de los
otros; y tienen una tendencia a estar de acuerdo, a capitular, lo
quieran o no. Hay un abandono de la identidad y una tendencia a
unirse pasivamente y a conformarse con las estructuras existentes.
El precio que pagan las personas por una existencia sin
conflictos, es una pérdida de sí mismos. El abandono de la identidad
tiene como consecuencia la pérdida de su identidad distintiva y su
autonomía. Las personas atascadas en la confluencia no sienten
frontera entre ellos y los demás, no saben donde acaban y donde
empiezan los otros. Esta ausencia de diferenciación entre ellos mismos
y los otros entraña una pérdida de su sentido de ellos mismos. Cuando
están atascados en la confluencia, las personas no se atreven a
identificar cómo se sienten, sino que comprueban en primer lugar lo
que ocurre en los otros, con el fin de ver qué es lo apropiado y esperado.
Al tomar una postura dirigida de otro modo, ponen su centro de
“validación” fuera de sí mismos. “Ser parecido” es una preocupación
primera fundamental.
Cuando la confluencia es una preocupación de frontera
predominante, sus valores individuales y concretos de la persona,
pensamientos, sentimientos, necesidades, y preferencias van a ser
difíciles de identificar. La utilización constante de un “nosotros” es un
índice habitual de la presencia de confluencia. Otro índice es la
ausencia manifiesta de un “yo”, por el que las posiciones individuales se
vuelven claras.
Formas sanas de confluencia y aislamiento. Cuando el entorno
nutre al individuo, se abre y se funda en la confluencia para tener
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experiencias paroxísticas momentáneas de toma de consciencia y de


éxtasis intensos, sentimientos de unión y de amor. En estas
situaciones, las diferencias tienen necesidad de no ser negadas ni
eludidas, pero pueden ser aceptadas y autorizadas a pasar a un
segundo plano de su propia consciencia. Pueden incluso alimentar una
cierta química complementaria que va a añadir excitación al encuentro
y a la fusión.
Por otro lado, cuando el entorno es tóxico, cerrar la frontera
puede ser importante a nivel de protección. También, incluso en un
entorno nutricio, el hecho de retirarse en sí mismo para hacerse
consciente de sus propias necesidades y para confirmar su identidad y
su autonomía, es una actividad importante. Cuando las personas se
retiran y “se sienten unificadas”, tienen una sensación aguda de sus
necesidades concretas, de su identidad y de su autonomía, pueden
experienciar el momento paroxístico de la experiencia de la “soledad”,
de la paz con ellos mismos.
El trabajo con las personas liadas en la confluencia y en el
aislamiento. Cuando se trabaja con personas que tienen perturbaciones
de confluencia, el centramiento de la terapia está en el acto de ayudar a
los pacientes a descubrir como diferenciarse de los demás, ayudarlas a
descubrir sus propias necesidades y su dirección. Las intervenciones
terapéuticas invitan al cliente a la individuación. He aquí algunos
ejemplos: enunciados tales como “nosotros” son explorados con el fin de
ver cómo cada persona citada está implicada en este colectivo;
enunciados como “yo” son alentados; preguntas como “¿qué sientes
ahora?” y “¿qué quieres ahora?” son utilizadas para invitar al cliente a
la separación/individuación.
Las intervenciones eficaces para ayudar a los clientes que tienen
problemas de aislamiento, implican identificar el repliegue aislador del
paciente, llevar la atención del cliente, e invitarle a experimentar y a
mantener el contacto. He aquí algunos ejemplos: “¿Qué has sentido
cuando desvías los ojos de mí?” ... “DIME además...”, “Mira si puedes
seguir conmigo cuando tienes la experiencia de la tristeza”.

Debate de los procesos de frontera


Después de haber recomendado sacar la confluencia de la lista de
los procesos de frontera y clasificarla como estado de frontera, me
gustaría examinar los otros procesos de frontera: introyección,
proyección, retroflexión, proflexión y deflexión. ¿Qué relaciones tienen
unos con otros? ¿Cómo entran en un modelo de funcionamiento
sistemático del organismo humano? ¿Hay sitio aún para descubrir un
proceso suplementario que se pudiera añadir a la lista? ¿Y cómo estos
procesos son afectados por la creación de estados de frontera de
confluencia y aislamiento?
La revisión de la literatura, aunque muy incoherente y conflictiva
en muchos puntos, es muy coherente por lo que atañe a la inclusión de
tres procesos de frontera en muchas listas: introyección, proyección y
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retroflexión. Miriam POLSTER dice que estos procesos no han nacido


con la Terapia Gestalt, sino con FREUD: “Sino que él llegó el primero
con la introyección, la proyección y, si leemos atentamente, con la
retroflexión también” (CROCKER y col. , p. 82). En este artículo, he
adoptado la inclusión de estos tres procesos de la lista. Confluencia,
profexión y deflexión son más “controvertidos”, también quiero
examinar sus cualidades para su integración en la lista. Además, yo
introduciría la “fijación”, un opuesto polar a la deflexión, como
“candidato” a considerar.

Introyección y proyección
La introyección y la proyección son procesos de frontera distintos
y son considerados como opuestos polares. Cuando las personas
introyectan, se vuelven ellos mismos responsables de lo que han hecho,
forman parte del entorno. Cuando las personas proyectan, hacen
responsables al entorno de lo que proviene de su self. Cuando
introyectan, las personas dicen “yo” cuando quieren decir “ellos”.
Cuando proyectan, dicen “ellos” cuando quieren decir “yo”. Introyectar
implica un acto de hacer entrar, es una dirección hacia el interior.
Proyectar implica un acto de salir, es una dirección hacia el exterior.

La retroflexión y la proflexión
Son también procesos de frontera distintos y son considerados
como opuestos polares. Según las palabras de CROCKER, “la proflexión
es una especie de opuesto a la retroflexión en el sentido de que el
‘proflector’ hace algo a otro en lugar de hacerlo, como en la retroflexión,
algo a o para sí mismo” (1981, p.19). Cuando las personas
retroflexionan, se tratan a sí mismos de la manera como les gustaría
tratar a los demás o ser tratados por los demás. Cuando proflexionan,
las personas hacen a alguien lo que les gustaría que les hicieran. Con la
proflexión, hay una corriente de energía que sale (p. 13). Con la
retroflexión, hay una corriente de energía hacia el interior.
Incluyo la proflexión en la lista de procesos de frontera, aunque
reconozco que su inclusión puede ser prematura. La incluyo por las
siguientes razones: 1. describe un fenómeno que ocurre en la frontera
entre uno mismo y los otros. 2. Tiene a la vez formas sanas (modelar) y
formas disfuncionales; 3. Parece ser un acontecimiento bastante
corriente para que sea considerado como primario -modelar no es en
verdad un acontecimiento raro-; 4. CROCKER describe las
intervenciones terapéuticas utilizables para la destrucción de las
proflexiones.
La proflexión necesita resistir la prueba del tiempo. Aunque sé
que la introducción hecha por CROCKER de la proflexión no estimulaba
demasiado una implicación productiva por parte de los demás.
¿Cuantos entre vosotros habéis encontrado útil este concepto?
Personalmente, no soy a menudo consciente de que la proflexión entra
en mi trabajo terapéutico. Me pregunto si es porque no estoy
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suficientemente familiarizado con ella. No estoy habituado a reconocerla


y a trabajar con ella. ¿Cuantos de entre vosotros han tenido sesiones de
entrenamiento en el reconocimiento y empleo de la proflexión? ¿Ha
demostrado ser válida?
¿Es que yo encuentro inútil la proflexión debido a una zona ciega
personal, de mis propias tendencias personales no conscientes a hacer
esto demasiado? Me acabo de acordar de un día que le daba un masaje
de cuello y de hombros a mi mujer y que me sorprendió oírla decir:
“¿Tienes necesidad de un masaje hoy, eh?”. Estaba haciéndole lo que
deseaba que me hiciera. ¡La sorpresa provocó la pérdida de mi
proflexión! Mis necesidades no expresadas y escondidas quedaron al
aire. Este proceso puede ser endémico para muchos terapeutas que
tienen esta cualidad de “socorristas”. Quizás una vez que hayamos
ejercido el proceso con nosotros mismos, nos volveremos más capaces
de reconocerlo y utilizarlo productivamente en nuestro trabajo con los
demás.
Hace ya cinco años que CROCKER introdujo el concepto de
proflexión en la teoría de la Gestalt. Pienso que es ya tiempo, para la
comunidad gestáltica, de echarle otra mirada a su viabilidad. ¿Es inútil
o su valor ha sido descuidado?

Deflexión
La deflexión hace alusión a un debilitamiento del contacto debido
al hecho de que está “fuera de blanco”. En la deflexión según los
POLSTER, “la vivacidad se retira por la utilización de perífrasis, de un
lenguaje excesivo, por el hecho de descartar algo que alguien dice
riéndose, de no mirar a la persona a la que se habla, de ser más
abstracto que específico, de no centrarse en los hechos, de no encontrar
más que malos ejemplos o ninguno, de ser diplomático en lugar de ser
directo, de emplear un lenguaje estereotipado en lugar de un lenguaje
original, de sustituir las emociones suaves por emociones fuertes, de
hablar del pasado mientras que el presente es más pertinente, de
hablar de en lugar de hablar a, y de no conceder importancia a lo que
se acaba de decir” (1974, p.89). En la deflexión, la persona compromete
el entorno en base a un tiro mal pretendido, dispersándose, cambiando
a menudo rápidamente y de manera abrupta de tema sin focalización ni
continuidad. No tiene suficiente energía investida en ningún lugar para
conseguir más de vuelta.
La deflexión tiene su lado sano como los otros procesos de
frontera. Los POLSTER indican las situaciones (como la utilización del
lenguaje diplomático en las relaciones internacionales) en las que es
importante y habitual quitar la vivacidad, las situaciones en las que la
deflexión de la rabia destructiva puede ser sabia y necesaria (pp. 89-
90). Y como lo señala Robert HARMAN, hay situaciones en donde el
hecho de quitar la vivacidad puede permitirnos mantener el contacto
más que retirarnos o atacar. Puede también habilitarnos para tener una
respuesta a todos los estímulos que nos invaden.
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El concepto es útil también al sugerir intervenciones terapéuticas


posibles cuando el deflexionar sirve para interrumpir sanamente el
contacto con el entorno. Por ejemplo, el terapeuta puede hacer
experimentar al cliente con una palabra rápida o lenta, señalar los
“saltos” de tema del cliente para que explore o invitar al cliente a
experimentar y a mirar a qué se parece eso si se mantiene como la
emergencia de una simple experiencia.
La deflexión parece corresponder al criterio de inclusión como
proceso de frontera ya que describe fundamentalmente los
acontecimientos que tienen lugar en la frontera-contacto, tiene aspectos
sanos y no sanos reconocibles, y estas distinciones pueden servir para
guiarnos a crear intervenciones terapéuticas útiles.
¿¿Qué es lo que hace entonces que la deflexión sea un proceso de
frontera controvertido? LATNER está de acuerdo en decir que la
deflexión es un concepto importante: “Pienso que vuestro concepto es
como estos otros conceptos psicológicos como alienación, culpa,
sublimación, represión. Sería el último en negar que son válidos pero,
tal como son, ninguno de ellos es una perturbación de la frontera-
contacto” (p. 79). No obstante, LATNER no acepta la deflexión como un
proceso de frontera serio ya que no es primario ni irreductible.
Mantiene que la deflexión puede ser reducida a una combinación de
retroflexión y de proyección (p. 70). La deflexión entraña una desviación
de la energía del objetivo deseado. Así, mantiene que: “Con el fin de
desviar, en primer lugar debéis resistiros a la respuesta inicial (de
miraros mientras os hablan, y entonces hacer otra cosa, como mirar
alrededor). Con el fin de hacer otra cosa, la persona tiene necesidad de
bloquear su propio interés en miraros y de hacer entonces algo con lo
que queda... Deflexión y desviación implican un movimiento de algo
hacia algo distinto. Y esto empieza con la retroflexión” (p. 79). Esto es
en contestación a lo que afirma Miriam POLSTER: “En la deflexión, hay
otra alternativa para mantener la parte saliente en reserva, es la de
expresarla, pero expresarla fuera-de-objetivo”. El debate está entonces
en saber si sí o no, la desviación del objetivo inicial debe empezar en
una retroflexión (un bloqueo).
No obstante, incluso si la deflexión empieza en una retroflexión,
LATNER no me convence de que sea reductible en la retroflexión y en la
proyección, ni en ninguna otra combinación de procesos de frontera. El
“hacia otra cosa” de LATNER permanece no específico. Acabo estando
de acuerdo con Miriam cuando dice: “La deflexión es un concepto
válido, observable y útil. Los comportamientos que he descrito no
pueden ser encontrados convenientemente en términos de retroflexión
y/o de proyección...” (p. 82). También, el concepto de deflexión no
debería ser sacado de la lista ya que no ha sido demostrado claramente
si podía ser reducido a las combinaciones de otros procesos.
Fijación
Desde que las polaridades parecen abundar en el mundo
gestáltico, he empezado a plantearme preguntas sobre la existencia de
un opuesto polar a la deflexión. Entonces, me pareció que podía
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encontrar la respuesta simétrica que faltaba en el modelo teórico al


explorar los procesos obsesivo-compulsivos descritos en términos de
“que es lo que da lugar a la frontera-contacto”. Yo llamo a este proceso
de frontera “fijación”. La deflexión va y viene, yendo de una figura a
otra. En la fijación, la persona permanece con lo antiguo y lo familiar,
baraja las mismas cartas, tiene obsesiones, continúa hasta la nausea,
aferrándose a la esperanza de conseguir, eventualmente un poco de
alimento. Cuando hay fijación, la persona permanece compulsivamente
con la misma figura. No va hacia la novedad, no se mueve hacia el
futuro. La fijación rígida, como la deflexión, conduce también a una
reducción de la cualidad y de la intensidad del contacto. El
aburrimiento proviene de la atención continua hacia lo que no es
nutritivo. También la fijación puede conducir a un estado de
consciencia de tipo trance embotante. Estar pasivo ante un aparato de
tele es un ejemplo habitual. Visualmente, tener los ojos fijos es una
forma de fijación, lo mismo que echar una ojeada es una forma de
deflexión. La fijación esta desprovista de movimiento de exploración
curiosa, necesaria para la creación de figuras vivas e interesantes. Hay
situaciones para las que la fijación tiene una función sana, útil. La
fijación sana puede suponer perseverancia, una estabilidad, el hecho de
permanecer con una situación provocadora y difícil, con el fin atravesar
las frustraciones y los obstáculos para llegar a una conclusión final y
gratificante. La fijación, en tanto que proceso de frontera, sugiere
intervenciones terapéuticas variadas como experimentar con sorpresa,
con burla, con humor y otras formas de contexto rápidamente
cambiantes, por citar simplemente algunos.
Imaginaros mi sorpresa cuando, después de haber “descubierto”
la fijación como proceso de frontera, caí en la cita siguiente, sacada de
“Gestalt Therapy”: “De manera neurótica, el egotismo es una especie de
confluencia con la toma de consciencia deliberada y una tentativa de
aniquilación de lo incontrolable y de lo sorprendente. El mecanismo de
evitación de la frustración es la fijación (soy yo quien lo subraya), la
abstracción del comportamiento controlado que viene del proceso en
curso” (PERLS y col., 1951, p.456). La forma sana de este proceso es
también descrito así: “Normalmente, el egotismo es indispensable en
todo el proceso de complejidad elaborada y de larga maduración; sino
hay un compromiso prematuro y la naturaleza de una destrucción
desalentadora”. (P. 456).
En los párrafos que siguen, a pesar de una última negación de lo
contrario (p. 458), el egotismo es presentado como un rasgo del
carácter. Por ejemplo: “elimina las sorpresas del entorno... Su método,
para conseguir inmediatamente satisfacción, es compartimentalizar
(sic): poniendo entre paréntesis una actitud que está acabada y sin
peligro, puede dosificar la cantidad de espontaneidad. Cualquier
ejercicio de tal control deliberado nutre su suficiencia (y una
desconfianza del mundo). Dando una cierta cantidad de sagacidad y
bastante self-awareness para no hacer demandas imposibles a su
fisiología, el egotista se transforma a sí mismo fácilmente en una
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‘persona libre’, bien ajustada, modesta y ayudadora” (p. 457). LATNER


ha subrayado la importancia de la utilización del lenguaje para
establecer claramente la diferencia entre “la distinción entre personas” y
“la distinción entre las características del contacto” (LATNER, 1986,
p.4). El término “egotismo” es un término a propósito del carácter,
cercano al narcisismo, mientras que “fijación” es un término mejor para
el proceso de frontera. Puede haber “fijación”, pero no “egotización”.
Esta terminología y esta distinción confusas en Gestalt Therapy
pueden tener un factor que haya contribuido a la desaparición del
término. En la mayor parte de las publicaciones gestálticas, este
término está ausente. El artículo de LATNER es una excepción. Emplea
el término egotismo y lo define como una combinación de sus propias
palabras y las de Gestalt Therapy: “es un aferramiento a lo que es
conocido, una interrupción de la relajación del control y de la
supervivencia, de la concesión a la situación de lo que conduciría a un
crecimiento” (PERLS y col., p.456). Esta definición es de hecho
coherente con el proceso de frontera que es la fijación, como he escrito
más arriba.
Una descripción de las relaciones polares entre la deflexión y la
fijación puede encontrarse también en Gestalt Therapy. En el capítulo
titulado “Contactar el entorno”, aunque los términos de deflexión y
fijación no estén utilizados, dos “dificultades opuestas en la formación
figura/fondo” son descritas (PERLS y col, 1951, p.58). La primera
dificultad está descrita como “incapacidad para vaciar el fondo” en el
que “las figuras no pueden volverse unificadas” (p. 58). Estas
“situaciones de impaciencia” entrañan el proceso llamado deflexión por
los POLSTER. La segunda dificultad, contraria a la anterior, está
descrita como “atención deliberada y obligada cuando la figura se
vuelve demasiado rígidamente esperada, de tal manera que no permite
a un nuevo interés que estaba situado en el fondo, entrar” (p. 57).
También, una lectura atenta de Gestalt Therapy se revela como un
soporte considerable para incluir a la vez la deflexión y la fijación como
procesos de frontera.
En la revisión que propongo de la teoría de la Gestalt, hay seis
procesos de frontera, cada uno emparejado con un opuesto polar. Un
vistazo a este esquema de organización de los procesos de frontera
como pares de opuestos polares es presentado en la figura 2.

Relaciones entre y a través de los procesos de frontera


Estos procesos de frontera no se excluyen. Como ha dicho Miriam
POLSTER, “Retroflexión y deflexión, con seguridad, no se excluyen;
ocurre lo mismo para la retroflexión y la proyección: Y si esto no es
debido a algunas introyecciones, mucha gente no tendería a... etc”.
(CROCKER y col., 1982, p.78). Otro ejemplo de interrelaciones
complejas de los procesos puede encontrarse en GESTALT THERAPY:
“No hay ninguna duda sobre el hecho de que la más importante
pantalla de proyección abstracta, es la consciencia o la ley moral... Es la
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rabia de la persona contra los obstáculos frustrantes (esta rabia, no


obstante, no puede hacerla explotar, ni incluso sentirla como tal, debido
a su identificación con (o introyección de) los modelos sociales que
proyecta ahora al interior de su consciencia. Entonces sufre bajo su
látigo... El modelo introyectado asegura la pantalla sobre la que la
persona puede proyectar la agresión. ¡La fuerza de la consciencia es la
fuerza de su propia rabia reactiva!” (PERLS y col., 1951, pp.218-219).
Esta cita revela las reacciones complejas entre la proyección, la
introyección y la retroflexión.
Al argumentar contra la reducción de la deflexión como una
combinación de retroflexión y de proyección, Miriam POLSTER dice:
“Con seguridad, comprendo que por otro lado (en caso de deflexión), la
persona puede estar también gobernada por la proyección o la
retroflexión pero tal complejidad en la descripción de ‘la perturbación’
existe siempre”. (CROCKER y col., 1982, p.73). Así los procesos de
frontera pueden existir en combinaciones complejas. Examinar como
una persona crea un estado de frontera dado hablando de la
perspectiva de cada uno de estos procesos de frontera podría ser útil en
algunas situaciones para dar una visión más profunda y más completa
de lo que ocurre en la frontera. En otras situaciones, no obstante, esto
podría crear dificultades no necesarias y una confusión sin relación y
no pertinente con el desarrollo de una relación terapéutica
incrementada.

LOS PROCESOS DE FRONTERA


(Formas disfuncionales: perturbaciones de frontera)

Proyectar --------------- (opuestos polares) ---------------- Introyectar


Proflexionar ------------ (opuestos polares) ---------------- Retroflexionar
Deflexionar ------------- (opuestos polares) ---------------- Fijar

Figura 2. Los procesos de frontera como opuestos polares

La creación de estados de frontera


En este artículo, sostengo que la confluencia no es un proceso de
frontera sino un estado de frontera que está creado por combinaciones
complejas de procesos de frontera. Este punto de vista esta ilustrado
más adelante por la comparación y la puesta en contraste de los
procesos de frontera implicados en la creación de los estados de
frontera de confluencia y aislamiento.

Confluencia. En el estado de confluencia (fobia al aislamiento),


hay una petición de parecido y una incapacidad para tolerar las
diferencias. Hay un abandono en beneficio de lo mismo, un
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aferramiento al contacto a todo precio que entraña una pérdida del self.
El proceso de frontera de fijación está embrollado en este aferramiento
al contacto. El miedo al aislamiento y al abandono es tan fuerte que la
persona es engullida y poseída por los otros con el objetivo de mantener
una relación. Esto se da en primer lugar durante el proceso de frontera
de la introyección. La frontera rígidamente entraña el hecho de hacer
entrar de manera no discriminativa al entorno, de engullir por entero.
La unión pasiva y la conformidad a las estructuras existentes pueden
también entrañar la retroflexión de impulsos espontáneos que se
expondrían a las diferencias y harían correr el riesgo del conflicto y de
la separación. Mientras que la necesidad sea expresada, la agresividad
es retroflexionada. La persona, en consecuencia, es exigente consigo
misma, mientras que es tolerante e indulgente con los demás. Cuando
la persona que es fóbica al aislamiento dice “nosotros”, esto puede
querer decir “tú”.
Aislamiento. En este estado aislado (fobia a la confluencia), el
miedo de ser engullido por lo demás o que ellos tomen posesión de él, se
extiende. El aislamiento, más que ser experimentado como un
abandono terrorífico, es vivido como un refugio seguro contra la
invasión. El proceso de frontera de la deflexión puede ser utilizado para
mantener esta seguridad contra una invasión. La frontera-contacto está
rígidamente cerrada e impermeable como una pared. Más que ser
dirigido hacia los demás, la persona fóbica a la confluencia es el punto
de mira de sí misma, en su fuero interno. El estado de aislamiento
entraña en primer lugar el proceso de frontera de la proyección. La
frontera impermeable rígida bloquea “el acto de dejar entrar” al entorno.
La persona entonces proyecta su self sobre el entorno más que coger de
él y hacerle entrar. Cuando la persona fóbica a la confluencia dice
“nosotros”, hay que traducirlo por “yo”. Más que en conformidad pasiva
con las estructuras existentes y con los otros, la persona en estado
fóbico a la confluencia es más dominante y agresiva para decidir las
estructuras externas y los demás se conforman con sus necesidades.
Mientras que la agresión con la que rechaza a la gente es expresada, la
necesidad (impulso hacia los otros para el contacto que lleva a los otros
hacia sí mismo) está bloqueada. La necesidad es entonces a menudo
proyectada sobre los otros y denigrada en tanto que debilidad. El miedo
a ser engullido entraña una hiperevaluación y un esfuerzo constante de
autonomía y de autosuficiencia. Las tentativas retroflexionadas de
autosuficiencia, ofreciéndose a sí mismo la ayuda que le gustaría que le
ofreciera alguien, pueden, con sus efectos aislantes, también tener un
proceso de frontera activo en la creación del estado de aislamiento.

Resumen y conclusiones
En este artículo, he pasado revista a la proliferación actual de la
terminología y los desacuerdos sobre la teoría de la Gestalt que atañen
a las perturbaciones de frontera. He propuesto también algunas
revisiones de la teoría existente de las perturbaciones de frontera que,
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espero, estimulen a un mayor diálogo y lleven a un mayor consenso,


coherencia y mejora en esta parte central de la teoría de la Gestalt.
Mientras que el término “perturbación de frontera” es adecuado para
describir el proceso no sano/disfuncional que tiene lugar en la frontera-
contacto, el término “proceso de frontera” es recomendado como
término general que incluye a la vez los procesos funcionales y
disfuncionales. Pretendo que la confluencia no sea un proceso de
frontera; no existe el verbo “confluir”. También, propongo que esta
pertenezca a una categoría diferente a la que llamaría “estados de
frontera”. El “compañero” polar del estado de confluencia es el
aislamiento. Estos estados polares están descritos a la vez en sus
formas sanas y no sanas, y las implicaciones terapéuticas para cada
una de las formas disfuncionales se sugieren.
En este artículo, reviso también la lista de los miembros de los
procesos de frontera. Mientras que he adelantado que la introyección, la
proyección y la retroflexión son procesos viables, los procesos más
controvertidos de confluencia, proflexión y deflexión son examinados.
Las relaciones entre estos procesos son también exploradas. La
introyección y la proyección son también descritas como opuestos
polares. Y finalmente, introduzco un nuevo proceso de frontera llamado
“fijación”, el opuesto polar al proceso de deflexión. Como ilustración
final de la manera como el sistema teórico propuesto queda, describo
como las procesos de frontera están implicados en la formación de los
estados de frontera de confluencia y de aislamiento.
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Referencias

Crocker, S. (1981), Proflection


The Gestalt Journal, Vol. IV, nº2, Fall, pp. 13-34
Crocker, S. Latner, J. Polster, M. y Wyson, J. (1982)
A Dialogue on Theory
The Gestalt Journal, Vol V, nº 2, Fall, pp. 67-108
Harmon, R. (1982): Working at the Contact Boundaries
The Gestalt Journal, Vol. V, nº1, Spring, pp. 39-48
Latner, J. (1986): Spelling Out Structures
The Gestalt Journal, Vol. IX, nº2, Fall, pp. 3-28
Patterson, C.H. (1980): Theories of Counseling and Psychotherapy
(Third Edition), New York, Harper and Row
Perls, F. (1969): Ego, Hunger and Agression
New York, Ramdom House
(hay versión en español: Yo, Hambre y Agresión,
Ed. Fondo de Cultura Económica, México -agotado-)
Perls, F., Hefferline, R. Y Goodman, P. (1951): Gestalt Therapy
New York, Dell
Perls, F. (1973): The Gestalt Approach and Eyewitness to Therapy
Palo Alto, CA, Science and Behavoiur Books
(hay versión española: Teoría de la Neurosis,
Ed. Cuatro Vientos, S. De Chile)
Polster, E. Y Polster, M. (1974): Gestalt Therapy Integrated
New York, Vintage Books
(hay versión española: Teoría y técnica de la terapia gestáltica,
Ed. Amorrortu, Buenos Aires)
Van De Reit, V., Korb, M. Y Gorrell, J. (1980): Gestalt Therapy An
Introdution
New York, Pergamon
Yontef, G. : Gestalt Therapy: A Dialogic Method
Artículo no publicado
(hay versión española en Proceso dialógico & Psicoterapia Gestalt,
Ed. Cuatro Vientos, S. De Chile)

Este artículo ha sido traducido de “Processus de frontiêre et états de


frontiêre” de John L. Swanson , versión francesa de B. Lappeyronnie,
Documento nº 35 del Institut de Gestalt-thérapie de Bordeaux, por
Carmen Vázquez Bandin del Centro de Terapia y Psicología de Madrid,
1997.

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