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Etiología

Se trata de un conjunto de alteraciones físicas y psíquicas que padecen los


niños como consecuencia de un prolongado internamiento en instituciones
sanitarias u hospicios, privados de la afectividad de sus madres. Fue descrito en
1946 por el psiquiatra René Spitz, que estudió el desarrollo psicoafectivo de 100
pequeños que vivían en un orfanato cercano a Nueva York, durante la II Guerra
Mundial. A pesar de estar bien cuidados, los niños entraban en un estado de
aletargamiento y estupor que podía llevarles a la muerte. Curiosamente, los
afectados volvían a la normalidad al ver a sus madres.
Se clasifica en tres períodos: En un primer período los niños se vuelven
llorones y exigentes y se aferran a quien se acerque. En segundo período los
lloros se conviertes en gritos, comienzan a perder peso y se detiene su desarrollo,
en una tercera fase el niño se repliega y rechaza con contacto adoptando una
postura típica (acostado boca abajo).
El trastorno se manifiesta en bebés de entre 6 a 18 meses cuando
previamente existía una buena relación con la madre, de las que se le separe
bruscamente. Cuando las relaciones previas son malas los trastornos son
diferentes. Cuando las relaciones previas es total, las consecuencias son funestas,
cualesquiera que fueran las relaciones previas entre madre e hijo.
La carencia de relaciones objetables imposibilitan la descarga de los
impulsos agresivos, y el niño la resuelve haciendo que estas reinviertan sobre si
mismo. Esta autoagresión se traduce en fuertes cabezazos contra los barrotes de
la cuna, en darse dificultades para asimilar los alimentos que les son ofrecidos.
La carencia afectiva se prolonga la indiferencia se acentúa llegando a un
estado de atontamiento y estupor que Spitz denomino depresión anaclítica. Hay
una regresión del desarrollo motor y estado somático resulta severamente
afectado: decaimiento del estado general, pérdida progresiva de peso,
debilitamiento de las defensas del organismo frente a las infecciones que se
repiten, llegando a un estado de miseria física próximo a la caquexia que facilita la
mortalidad.
El único tratamiento curativo del síndrome de frustración precoz es el
maternaje: vuelta de la madre o cambio de su actitud o sustitución eficaz por otra
persona.
Mientras que el insomnio se agudiza progresivamente. Todo ello hace que su
deterioro aumente hasta dar lugar a una situación irreversible que lleva al niño al
marasmo (delgadez extremada de todo el cuerpo provocado por una larga
enfermedad).

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