Conocimiento y Fe

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CONOCIMIENTO Y FE (CLEMENTE DE ALEJANDRIA)

El cristianismo es una religión llena de matices. Esto


se hace evidente la diversidad caminos o carismas que
nos ofrece para re-ligarnos con Dios. Podríamos
agrupar este conjunto de matices agrupados en tres
conjuntos: devocionales, caritativo-sociales e
intelectuales.

En realidad, el camino verdadero es un compendio de


estos tres conjuntos, ajustado a nuestro carisma
personal. El principal problema de toda persona es
conseguir un equilibrio entre los tres matices a fin de
no perder el norte en la vida.

Aunque la existencia de carismas ayuda eficazmente el


objetivo de unir o acercar la divinidad y la humanidad de
cada uno de nosotros, esta ventaja se vuelve en nuestra
contra en más e una ocasión. Esto se hace patente
cuando se propone un camino como la única forma
válida de acceso a Dios.
El desarrollo de la teología es una evidencia de la
necesidad de acercarnos a Dios también con el
intelecto. La imbricación (relación, conexión) de Fe y
conocimiento no es ni mucho menos un camino de
invención moderna Al igual que los demás, se desarrolló
desde los primeros siglos. El cristianismo puede
englobar ciencia y razón sin perder un ápice de
profundidad y trascendencia.
La escuela de Alejandría fue una de las pioneras en este
camino y en ella florecieron un número importante de
Padres de la Iglesia. Uno de estos Padres, Clemente
de Alejandría, nacido en Atenas allá por el año 150 dC,
fue uno sus mayores exponentes. Clemente fue sucesor
de Panteno en la dirección de la escuela catequética
alejandrina (Didaskalion). La escuela alejandrina formó
a eminentes teólogos, muchos de ellos considerados
Padres de la Iglesia. Podríamos citar, aparte de
Clemente, a Orígenes, San Dionisio de Alejandría, San
Gregorio Taumaturgo o San Metodio de Olimpo, entre
muchos otros.
Hoy compartimos con vosotros un breve texto de
Clemente, que muestra con claridad la necesidad de ir
más allá de la Fe a encontrarnos con el
conocimiento (*):
Por ello, [el conocimiento*] traslada al hombre hacia el
parentesco divino y santo del alma y mediante una luz
característica suya, cruza los progresos místicos hasta
que se restablezca en el lugar supremo del descanso,
después de haber enseñado al limpio de corazón a
contemplar a Dios cara a cara científicamente y con el
don de la comprensión.

De alguna manera ahí reside la perfección del alma


dotada de conocimiento, que habiendo superado toda
purificación y servicio aparece con el Señor, donde se
encuentra colocada inmediatamente
después. Ciertamente la Fe es un conocimiento*
compendiado, por así decirlo, de las verdades
perentorias, y el conocimiento es la demostración
firme y segura de lo recibido mediante la Fe, pues
está edificado sobre la Fe por la enseñanza del
Señor y conduce a la certeza inquebrantable, a una
comprensión adecuada acompañada de ciencia.

A mí me parece que la primera transformación salvífica


es la de los paganos hacia la Fe, como ya he afirmado;
en cambio la segunda transformación es la de la Fe al
conocimiento*. No obstante, cuando ésta [última] se
resuelve en amor, inmediatamente constituye entre el
que conoce y el que es conocido, las relaciones de un
amigo con otro.
Stromata VII, 57,1-4

Al igual que los otros caminos, el conocimiento es


mística que permite acercarse al misterio
cristiano de forma especialmente relevante. Este
acercamiento permite acceder a la trascendencia
implícita a todo lo creado y a nuestra propia
trascendencia, como buscadores de la comprensión de
la revelación de Dios.
Fijémonos que Clemente lo indica claramente en la
última frase del texto:

“No obstante, cuando ésta [última] se resuelve en


amor, inmediatamente constituye entre el que
conoce y el que es conocido, las relaciones de un
amigo con otro”. Cuando uno conoce a Dios, entonces
puede amarlo como amigo a Quien debe todo.
Leyéndolo nos acordamos del siguiente pasaje
evangélico:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»
El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es
el mayor y el primer mandamiento. El segundo es
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los
Profetas.»
Mt 22, 36

Cristo nos da una pista adicional… no nos olvidemos de


nuestro prójimo en el camino del amor, ya que dejaría
de ser el verdadero camino. De igual forma no
debemos olvidemos del amor a Dios… ya que
perderíamos el norte rápidamente.

Notas:

[*] Sobre la palabra conocimiento (gnosis) es necesario hacer un comentario adicional. El sentido del
conocimiento que utiliza Clemente transciende el mero saber científico, conocer natural o
espontáneo. Sería más ajustado entenderlo como la sabiduría que permite unir lo profano y lo
sagrado en un todo coherente y trascendente. Dicho esto, también es importante no confundir el
conocimiento, tal como lo entiende Clemente, con la diversidad de doctrinas y herejías gnósticistas.

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