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Ejercicio de la Liberación

En estos días hablaba con un vecino. Según él, para prosperar dentro del país hay
que robar, ser corrupto.

Abogado, médico, psicólogo y, sobre todo, administrador corrupto.

Me molestó su posición, pues, dentro del campo laboral venezolano, se ha


erradicado esto, debido a la falta de conciencia. Punto que trata la entrevista realizada por
el Instituto de acción cultural de Ginebra al pionero de la liberación, Paulo Freire.

Pienso que un jefe, que destruye al trabajador, y también destruye su porvenir, o


aquel profesor que no hace otra cosa que maltratar a un alumno, discriminándolo,
diciéndole cuánto ignora, son aquellos que define Freire en la entrevista como la “clase
dominadora”.

Pero ¿qué pasaría si ese estudiante o trabajador, objetivamente, tomara su lugar


correspondiente dentro del lugar donde se desempeña, para desarrollar sus habilidades?

Eso define Freire como la praxis del “reflexión-acción”.

En los años 1962 y 1964 se dio una revolución en Brasil.

Los brasileros, apenas si comenzaban a leer, se revelaron ante sus dominadores.

¿Qué daría paso a esto? ¿El que sabían leer y escribir? Pues en la entrevista no se
demuestra así.

Los brasileros se concientizaron. Tomaron las medidas necesarias, para un cambio y


un nuevo proceso político y socio-económico en el que pudieran desarrollar sus
habilidades.

Pero al sometido -o sumizo- se le descuenta libertad.

En el caso del estudiante, por temor, no define su posición y sus derechos dentro
de un salón de clases. Mientras que el trabajador, con una sonrisa de oreja a oreja,
permite que su patrón haga con él lo que le dé la gana.

El rol del trabajador social, en éstos casos, sería determinar el grado de conciencia
que posee el afectado. Pues, se sabe que el dominador sabe que domina. Y aunque el
dominado sepa que está dominado, valga la redundancia, no hará nada para defenderse.
La conciencia no se desarrolla, como define la entrevista, dentro de un marco
histórico. Ciertamente la historia es “cuento viejo”, pero es la realidad plasmada
esperando por un cambio. Eso entiendo de una de las citas de Freire en la entrevista:

“La historia no hace nada, no libra ninguna clase de lucha: quién hace todo esto,
quien posee y lucha es el hombre mismo, el hombre real, vivo; no es la historia que utiliza
el hombre para alcanzar sus fines –como si se tratase de una persona aparte- porque la
historia no es sino la actividad del hombre que persigue sus objetivos”.

Lo que rige a lo que Freire llama revolución es el sentir del oprimido.

Si no se siente dominado, no verá las consecuencias de los no beneficios que esto


otorga.

Mi rol como trabajador social está en hacer descubrir a esa persona qué posee para
poder surgir por sí misma. Sin caer en lo que Freire denomina pequeño-burgués.

Esto implica que el afectado haga su burguesía.

Un ejemplo sería: como el estudiante está oprimido, porque el profesor no le


permite libertad, el estudiante irrespeta a sus padres, compañeros y demás.

Entiendo que la represión no está sólo en las casas.

En los liceos, públicos y privados, institutos universitarios, hospitales. En todo está


la represión.

Quedaría de mi parte, como servicial trabajador social, determinar las causas y


consecuencias arraigadas de éstas represiones y, a la comunidad, ofrecer soluciones.

La revolución no consta en reformar e idealizar, como tildaron, los mismos


latinoamericanos a Freire.

Sino de crear conciencia. Desde la lectura.

¡Conozcan sus derechos, pero también sus deberes!

¡Sepan cómo se hacen las cosas, para que nadie se burle de ustedes!

A muchos nos dijeron: estudien para que no pasen trabajo. El trabajo está en la
sumisión, en la ambición del poder.

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